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LETRA VIVA: En el último número de “El Rey está desnudo” Ud. propone concebir la
entrada en el lenguaje de manera análoga al Big Bang. ¿Qué consecuencias tiene para el
psicoanálisis lacaniano contemporáneo esta propuesta?
No, yo propongo “la entrada del lenguaje” no “en el lenguaje”. Su pregunta recae en un
aporte que me animé a hacer, quizá el primero, a la teoría psicoanalítica. El mismo
consiste en aportar y articular un modelo teórico de la cosmología moderna, el más
avalado, que permite resolver la siguiente cuestión: todo el mundo cree que primero
nacemos (cuerpo biológico, 0 meses), luego aparece el yo (6 meses) y posteriormente la
palabra (12 meses); pero la teoría de Lacan se sostiene en que el Otro y el orden
significante siempre ya están en funcionamiento para el análisis de todo fenómeno en el
campo de psicoanálisis. Lo digo con más claridad: primero la lengua y el discurso y
segundo el gozo, tal como designamos en Apertura al concepto jouissance de Lacan.
Esa es la posición de Lacan, no así la de Freud. Pero el problema es que resulta evidente
para nuestro sentido común que primero está el cuerpo biológico y luego la palabra,
tanto a nivel social como al particular. Con el modelo teórico del Big Bang, que Lacan
no llegó a articular al psicoanálisis, se puede postular lógica y racionalmente un “olvido
absoluto de lo que estaba antes como sustancia biológica” y así poder afirmar que lo
imposible en psicoanálisis no es lo carnal o lo vivencial (que según el poslacanismo es
1º y que no entra plenamente en el lenguaje, que sería 2º); sino que lo real es lo que
crea e introduce la misma estructura de la lengua y el discurso. Lo imposible es lo
imposible lógico y matemático, no lo inefable.
Para decirlo en la forma más sencilla: Lacan siempre intentó darle una determinada base
teórica específica a la práctica del psicoanálisis que no fuese contradictoria con lo más
subversivo del descubrimiento o, mejor dicho, de la creación freudiana; ella consiste,
fundamentalmente, en articulaciones lógicas, topológicas y matemáticas. Pero sus
discípulos se dedicaron a traducir lo nuevo aportado por Lacan a lo que había dicho
Freud. Lacan postuló que su retorno a Freud consistía en volver a escribir al
psicoanálisis en sentido inverso, sus alumnos lo interpretaron como fidelidad. Quizá,
para decirlo como le gustaba al propio Lacan: se trató de su intento de sustituir al Padre
en psicoanálisis por los nombres del padre, pero fracasó. Jamás, en un proyecto con
espíritu científico la fidelidad puede ser un valor positivo. El que haya en Buenos Aires
muchísimos lacanianos no significa nada en sí mismo, ¿acaso Lacan no postuló que los
“freudianos” no estaban a la altura teórica y práctica de lo creado por Freud? Todos los
lacanianos me responden cuando les digo esto que Lacan afirmó “Yo soy freudiano”, yo
les recuerdo que eso lo dijo sólo una vez y que otras tantas afirmó: “Freud no era
lacaniano” y “Platón era lacaniano”, pero estas últimas frases están reprimidas (como
tantas otras).