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NHC

Nueva
Historia
de Colombia

1 Colombia Indígena,
Conquista y Colonia

PLANETA
Dirección del proyecto: Gloria Zea
Gerencia general: Enrique González Villa
Coordinación editorial: Camilo Calderón Shrader

Director Científico: Jaime Jaramillo Uribe

Título original: Manual de historia de Colombia

© Instituto Colombiano de Cultura, 1978, 1980


© Procultura S.A., 1984,
© PLANETA COLOMBIANA EDITORIAL S.A., 1989
Calle 31 No. 6-41, piso 18, Bogotá, D.E.

ISBN 958-614-251-5 (obra completa)


ISBN 958-614-252-3 (este volumen)

Diseño: RBA Proyectos Editoriales, S.A., Barcelona, España


Composición: Grupo Editorial 87
Impresión: Printer Colombiana S.A.

La responsabilidad sobre las opiniones expresadas en los diferentes capítulos de esta


obra corresponde a sus respectivos autores
Sumario
7

Sumario

Presentación
Alvaro Tirado Mejía 9

Prólogo: La historia y el historiador


Jaime Jaramillo Uribe 11

Los autores 19

l Colombia indígena, período prehispánico


Gerardo Reichel-Dolmatoff 27

2 La conquista del territorio y el poblamiento


Juan Friede 69

3 La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800


Germán Colmenares 117

4 La esclavitud y la sociedad esclavista


Jorge Palacios Preciado 153

5 La administración colonial
Jaime Jaramillo Uribe 175
8 Nueva Historia de Colombia, Vo¡

6 Factores de la vida política colonial:


El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740)
Germán Colmenares 193

7 El proceso de la educación en el virreinato


Jaime Jaramillo Uribe 207

8 La arquitectura colonial
Alberto Corradme Angulo 217

9 Las artes plásticas durante el período colonial


Francisco Gil Tovar 239

10 La literatura en la conquista y la colonia


María Teresa Cristina Z. 253
Presentación 9

Presentación
Alvaro Tirado Mejía Manual fue recibido con un gran interés en el
Director Científico y Académico país, y provocó polémicas bastante ruidosas.
Nueva Historia de Colombia Sin embargo, las interpretaciones y enfoques
representados en el Manual se han impuesto en
el país, y la obra sirvió para presentar el estado
del conocimiento histórico en ese momento y

L a obra que hoy presentamos, con el nombre


de Nueva Historia de Colombia, ha sido
elaborada en épocas diferentes. Los dos prime-
para estimular un verdadero renacimiento de la
escritura de la historia en el país.
Dentro de las líneas abiertas por esa obra,
ros volúmenes fueron preparados hace unos diez surgieron nuevas investigaciones y trabajos que
años, para el Manual de historia de Colombia han contribuido a hacer de la literatura histórica
que fue publicado por Colcultura, entidad que colombiana una de las más activas y variadas
promovió su realización y le dio todo el apoyo de América Latina.
necesario. Ese libro constituyó la presentación Los volúmenes restantes, es decir del ter-
conjunta de una nueva manera de percibir la cero en adelante, y que se publican por primera
historia colombiana, que rompía radicalmente vez, representan una clara continuación de ese
con las visiones y marcos tradicionales. Los esfuerzo. Por supuesto, el nuevo texto intenta
autores aportaban una visión novedosa y fresca, ofrecer una visión mucho más detallada de la
que superaba el énfasis habitual con un enfoque historia reciente del país, de los últimos cien
mucho más amplio y complejo del pasado nacio- años de nuestra vida. Pero hay muchas continui-
nal. Los aspectos económicos, sociales y cultu- dades entre los dos trabajos: una continuidad en
rales eran tratados con igual atención que la el grupo de colaboradores, pues muchos de los
política, y en su estudio se hacía uso de nuevos autores del Manual de historia contribuyeron a
métodos y orientaciones. No era un grupo ideo- la obra reciente. Una continuidad en la orienta-
lógicamente homogéneo, pero tenía en común ción: la nueva obra amplía y profundiza algunas
una actitud profesional hacia el saber histórico de las tendencias que ya se esbozaban en el
y un conocimiento de las metodologías históri- Manual. El desarrollo de la historia social ha
cas más modernas. Buena parte de ese profesio- permitido enfrentar con mayor detalle la historia
nalismo y rigor se debió a la influencia y al del sindicalismo, el campesinado o las mujeres,
trabajo de Jaime Jaramillo Uribe, director de la por ejemplo, o atender los detalles de la historia
obra, cuya enseñanza en la universidad y cuyas de las costumbres. Y los capítulos de historia
publicaciones habían contribuido a formar el cultural pueden atender campos ignorados in-
clima de investigación que la obra mostraba. El cluso en la primera visión del Manual, como la
Nueva Historia de Colombia, Vol. I
10

historia del cine, o la historia de la ciencia. En Parecería más bien que los mayores avances en
esto, los últimos volúmenes reflejan la madurez la investigación histórica colombiana se han he-
creciente de la disciplina histórica en el país, y cho en los campos de la historia moderna y
el surgimiento de nuevas generaciones de estu- contemporánea y en la aparición de nuevos te-
diosos, a los cuales se ha tratado de dar cabida mas de interés y curiosidad.
en esta obra. El conjunto inicial de colaborado- Así pues, la decisión de incorporar en una
res se ha aumentado en un grupo muy numeroso sola obra el tratamiento de la historia colonial
de jóvenes investigadores, o con escritores que y del siglo XIX del Manual de historia con un
tienen un conocimiento muy serio y seguro de texto radicalmente nuevo y mucho más detallado
los temas que tratan. relativo al siglo xx, resulta plenamente justifi-
Algo sorprendente de los textos incluidos cada. El lector puede tener así en sus manos,
en los primeros dos volúmenes es el hecho de una obra que le permite obtener una imagen
que, a pesar de haber sido escritos hace algún compleja y rica de los primeros siglos de nuestra
tiempo, conservan toda su validez. Evidente- historia y un cuadro detallado y muy matizado
mente, en algunos campos se han producido de los últimos cien años de historia de Colombia.
nuevas investigaciones que complementan lo Creemos que en conjunto se trata de un trabajo
que entonces se conocía de la colonia o el siglo que ofrece consistencia y que por primera vez
xix. Sin embargo, es evidente que las nuevas da a los colombianos una visión total del desa-
investigaciones han conducido en general a co- rrollo de su historia, desde una perspectiva que,
rroborar o sustentar mejor las ideas expuestas aunque pluralista, tiene una coherencia induda-
hace ya un decenio, pero no a contradecirlas. ble.
Prólogo: La historia y el historiador
11

Prólogo: La historia
y el historiador
Jaime Jaramillo Uribe presentara aspectos de él tratados pasajera o
marginalmente por la historiografía tradicional,
sino también que abordara dichos temas utili-
zando los métodos y conceptos que en los últi-
mos años han renovado la investigación histó-
E n junio de 1977, con motivo de la apertura
oficial de la Fundación Antioqueña para
los Estudios Sociales, FAES, creada por Luis
rica.
La idea y el propósito parecían apenas natu-
rales dentro de los esfuerzos que ha venido ha-
Ospina Vásquez, el Instituto Colombiano de ciendo el Instituto para adelantar la investiga-
Cultura reunió en Medellín a un grupo de inves- ción del patrimonio cultural del país, y en cuanto
tigadores de la historia nacional y de economis- se refiere a los estudios históricos, para enrique-
tas y sociólogos interesados en problemas histó- cer nuestra bibliografía y acercarla a los niveles
ricos con el objeto de estudiar las posibilidades que ésta ha logrado alcanzar, no digamos en las
de escribir un Manual de historia de Colombia. metrópolis europeas de la cultura, lo que sería
Se discutieron entonces los fines, el contenido un despropósito, sino en los países latinoameri-
y las dificultades que tal empresa intelectual canos que partiendo de los mismos supuestos
implicaba. Hoy, cuando el proyecto empieza a de tiempo y recursos económicos y humanos
tener realidad con la aparición de su primer vo- presentan hoy un panorama de producción his-
lumen, parece conveniente, para información toriográfica de mayor significación. Pues si asu-
de los lectores, reconstruir las consideraciones mimos la incómoda tarea de comparar el estado
que se hicieron entonces. actual de nuestros estudios históricos con el que
En primer lugar se trató de la necesidad y tienen en otros países del Continente, es notoria
contenido de la obra. Sin desconocer el mérito la precariedad de la producción colombiana de
y el servicio que habían prestado a sucesivas obras históricas. Las razones de este hecho son
generaciones de colombianos los tradicionales varias, pero una de ellas y quizá la de más peso
manuales de historia nacional, como el bene- es que carecemos de un instituto de investigacio-
mérito de Henao y Arrubla, o los múltiples es- nes históricas especializado, comparable al que
tudios monográficos de épocas, acontecimientos desde hace años tenemos en el campo de la
y hombres producidos por los miembros de filología y las ciencias del lenguaje, es decir, a
nuestra Academia de Historia y por las acade- nuestro Instituto Caro y Cuervo, o que pueda
mias regionales, se llegó a la conclusión de que equipararse a una institución como El Colegio
a nuestra bibliografía histórica le hacía falta una de México, de donde en el curso de cuatro dé-
nueva síntesis del pasado nacional que no sólo cadas han salido dos o tres centenares de obras
12 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

que no desmerecen ante sus similares europeas, la formación de un historiador contemporáneo


entre ellas la gran Historia Moderna de México entran sin apelación disciplinas como la Demo-
que dirigió Daniel Cossio Villegas. Para la pre- grafía, la Estadística, y si se trata de historiado-
paración, no digamos de historiadores, sino de res de la economía, un cierto grado de formación
profesores de historia, sólo hasta época muy matemática. Los historiadores de la escuela clá-
reciente nuestras universidades, siguiendo los sica alemana creían que no se podía ser historia-
pasos dados hace quince años por la Universidad dor sin ser jurista. Era un postulado inobjetable
Nacional, cuentan con departamentos de historia para una interpretación de la historia que consi-
y otorgan una licenciatura en estas materias. dera al Estado, es decir, el centro abstracto de
Otras instituciones como nuestra meritoria Aca- la organización política y de concentración del
demia de Historia, si bien han cumplido una poder, como el actor y la realidad máxima de
labor que merece nuestra gratitud, por sus esca- la historia. Posteriormente, después de Marx,
sos recursos materiales y por la índole misma se piensa que no puede ser historiador quien no
de su composición y finalidades sólo han podido sea economista, o por lo menos quien no tenga
cubrir en forma limitada la misión que corres- un cierto conocimiento riguroso de la vida eco-
ponde a un centro de investigación. nómica. Después de Marx tampoco se puede
Algo más, hasta hoy hemos carecido de la serlo sin ser sociólogo. Otros dirían que no
noción del historiador profesional tal como ésta puede serlo sin ser geógrafo, porque el paisaje,
se entiende desde la primera mitad del siglo xix la calidad de tierras, el clima, la posición geo-
cuando ingleses, alemanes y franceses crearon gráfica relativa, las rutas terrestres y marítimas
la moderna historiografía. Para que no se crea a los grandes centros de tráfico son dimensiones
que al hacer esta afirmación incurrimos en uno insoslayables del conocimiento histórico. Tam-
de los habituales ejercicios de masoquismo na- poco se podría ser historiador sin ser, en alguna
cional y para que se mida en su dimensión real medida, filólogo. No sólo porque el lenguaje
lo que significa el esfuerzo hecho por los autores es el vehículo indispensable de toda comunica-
de este Manual, resultarían oportunas unas con- ción y el depósito inagotable de las vivencias
sideraciones sobre la formación, destrezas y vir- del hombre, sino porque la semántica es un ins-
tudes que debe tener el historiador, tal como lo trumento eficaz de conocimiento de la concien-
entiende la ciencia moderna y como lo exige el cia individual y social a la cual tiene que referirse
lector de una sociedad culta. el historiador con mayor frecuencia de la que
suele aceptarse en una época en que la historia

C omencemos con sus conocimientos científi-


cos y técnicos. Dominio del oficio en primer
lugar; de lo que Marc Bloch llamaba le métier
de las cosas parece suplantar la historia de los
hombres. Finalmente, en la época de la sociedad
de masas, después de que Freud descubrió e
de ¡'historien: paleografía, archivística, diplo- indagó los fenómenos del inconsciente, los efec-
mática, crítica textual. Conocimiento de la his- tos de los procesos de represión, frustración y
toria general y de sus grandes clásicos cuando alienación, ¿podría decirse que el historiador
se escribe la historia en el ámbito de la cultura puede ignorar ciertos aspectos, métodos y con-
de Occidente, como es el caso nuestro. Sin cierto ceptos de la psicología?
grado de familiaridad con las obras de los gran- Suponiéndolo armado de sólidos conoci-
des maestros alemanes, ingleses, franceses del mientos científicos y de una amplia cultura, que-
siglo xix y xx faltaría al novel historiador el dan al historiador problemas lógicos y morales
conocimiento de la historia universal en que está no menos difíciles y decisivos para su forma-
inserta la nuestra y el modelo formal de la obra ción. Dos aspectos, por cierto íntimamente liga-
histórica y del historiador como científico y dos en el trabajo de todo investigador y de todo
como artesano. Una sólida preparación en cien- hombre de ciencia, pero que adquieren excep-
cias impropiamente llamadas auxiliares, porque cional importancia en su caso. Los lógicos apa-
para el historiador constituyen el instrumento rentemente los resuelven su conocimiento y do-
mismo de trabajo y elemento esencial de su minio de los métodos de investigación, sus re-
capacidad de comprensión y síntesis: Econo- cursos documentales, la existencia de buenos y
mía, Sociología, Filosofía, Derecho, Filología eficaces archivos y aun las condiciones materia-
para situarnos en el terreno del historiador clá- les en que se desarrolla su labor. Los morales,
sico, es decir, del anterior a 1930. Porque en
mucho más complejos, sólo los resuelven su
Prólogo: La historia y el historiador
13

voluntad de verdad y la posesión de las que a través de la coherencia estructural de sus par-
hemos llamado virtudes del historiador. tes.
En efecto, la lógica y la metodología le in- Pero no se trata de este aspecto del problema
dican los pasos que debe seguir su investigación, cuando se habla de los valores artísticos de la
la licitud de sus generalizaciones, de sus expli- obra histórica. Se trata de los valores estéticos
caciones causales, en una palabra, las etapas del lenguaje como instrumento de comunica-
que debe cumplir su pensamiento para plantear ción: O en otros términos, se trata de los valores
sus hipótesis y probarlas. Pero el método es un estéticos de la prosa que escribe el historiador.
instrumento neutro que el investigador puede ¿Cómo lograr estos valores? Seguramente se
usar con libertad para plantear las premisas, y carece de fórmulas para ello. No hay en el campo
en el caso de la historia, para seleccionar los del estilo recetas, como quizá las hay en el caso
hechos, relacionarlos y obtener las conclusiones del método científico, porque en este campo
previamente buscadas y propuestas. Ahora bien, están de por medio las formas individuales de
los lógicos saben que con premisas falsas se la sensibilidad que dependen de factores inefa-
puede obtener conclusiones formalmente verda- bles y de la cultura total de quien escribe. Ha-
deras, es decir, exentas de contradicción. Con ciendo un esfuerzo incompleto por definir las
mayor razón en la historia. Unos hechos desfi- cualidades estéticas del estilo del historiador,
gurados, o parcialmente admitidos, o sofística- podríamos enunciar algunas características de
mente probados pueden dar la apariencia de ver- su prosa. Sobriedad en primer lugar; ausencia
de retórica, de lo superfluo, de consignas, de
dad o la apariencia de realidad ante un especta- clisés, en una palabra, de fárrago. Que en su
dor o un lector que está en incapacidad de some- texto sólo haya las palabras indispensables para
ter a prueba las afirmaciones del autor o que transmitir una idea con claridad, sin posibilidad
por el fetichismo que despiertan las ciencias, de confusiones. Casi podríamos decir que clari-
las letras y sus cultores, se echa en sus brazos dad y belleza se identifican en la prosa histórica
con la fe del creyente, mucho más cuando el y en la científica. Hay unas categorías del estilo
autor habla como el apóstol de una causa y en científico como las hay del novelístico o del
nombre de una doctrina de salvación. poético. En el caso del historiador, como en el
Sentido y sensibilidad artísticas parecen ser del científico, de la claridad y el orden de los
indispensables para el historiador. Una defor- conocimientos la belleza aparece como resul-
mada y falsa concepción del carácter científico tado intrínseco. Donde hay fealdad general-
de la historia puede llevar a sacrificar no sólo mente hay confusión. Y viceversa, donde hay
la lógica sino también la gramática y la estética orden y claridad de los conceptos la belleza
que debe tener todo lenguaje. Desde luego, no surge como producto natural. Ce qui se pense
se trata aquí de la vieja polémica de si la historia bien, se exprime bien, decía Pascal. «Lo que
es ciencia o arte, es decir, de si para establecer se piensa bien se expresa bien». No hay, pues,
sus generalizaciones sigue el método inductivo mala expresión para un pensamiento correcto,
de las ciencias, observando hechos homogéneos ni habrá belleza cuando se tengan pensamientos
para obtener la ley o tendencia de un proceso, confusos.
o si recurre a la intuición globalizadora del ar- Simpatía por el tema, por la materia que
tista cuando pretende lograr la imagen de una trata, pasión dirían algunos, debe tener el histo-
época o de una sociedad. En este caso la Historia riador. La relación entre el conocer y el senti-
puede ser, y de hecho lo es, ciencia y arte, miento o los temples del ánimo, es un viejo
según el objeto y los propósitos del historiador. tema de la filosofía. Platón creía que el asombro
El historiador del arte que quiere reconstruir los está en la raíz de todo saber; Quevedo postulaba
valores de un estilo o de la obra de un artista, el desengaño; Max Scheler, el pensador mo-
no puede hacerlo siguiendo los mismos pasos derno que mayor atención ha puesto al tema,
y el mismo método que sigue el historiador de consideraba la simpatía, el amor, como el punto
la economía que quiere dar razón de las oscila- de partida del conocimiento de la naturaleza y
ciones de la coyuntura económica. Lo mismo sobre todo del conocimiento de los otros. De
ocurre con el biógrafo de una personalidad. Am- ahí que el tema tenga que ver con la formación
bos siguen un procedimiento lógico semejante del historiador. Pues la historia es esencialmente
al del artista que crea un cuadro al que da sentido una forma del conocimiento del otro, del hombre
14 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

que individual y socialmente es el actor del pro- en los albores de la sociedad industrial. Y para
ceso político, social, económico, cultural que tomar casos domésticos, ¿no fue el fervor de su
es la historia. Y no puede haber acceso al cono- fe católica el que llevó a Groot a meterse en los
cimiento del otro sin esa apertura del espíritu archivos coloniales y a dedicar varios años de
hacia su objeto que es la simpatía. Por eso es su vida a escribir la Historia eclesiástica y civil
difícil o imposible saber lo que sea el enemigo. de la Nueva Granada, para defender a la Iglesia
Por lo mismo, resulta fatal para el historiador de las imposturas de los historiadores liberales?
toda forma de maniqueísmo. Si el mal y bien Imaginación también parece serle indispen-
se reparten por iguales y excluyentes partes entre sable. En un sugestivo ensayo escrito con mo-
nacionales y extranjeros, entre patriotas y espa- tivo del homenaje que la Gaceta de Colcultura
ñoles, entre proletarios y burgueses, entre cató- rindió recientemente al historiador Luis Ospina
licos y herejes, entre europeos civilizados y pue- Vásquez, Jorge Eliécer Ruiz aludía a la "com-
blos bárbaros, la historia resultaría simplemente prensión imaginativa", como una cualidad esen-
una forma de la metafísica y así ha llegado a cial del historiador. Dar el paso de situaciones
ser en no pocas tendencias de la historiografía conocidas hacia situaciones desconocidas del
y en no pocos casos de historiadores creyentes pasado cuyos hechos no han podido establecer-
que han atribuido el papel del ángel a su propio se, pero que, gracias a la intuición creadora, el
país, a su propia cultura, a su propia raza o a "brillante fogonazo" del artista de que hablaba
su propia clase o la clase de su simpatía y el Croce, puede crear el historiador imaginativo
de la bestia a la contraparte. reconstruyendo lo que Luis Ospina llamaba "at-
Se dirá que esta apertura simpática hacia la mósferas".
totalidad del objeto histórico y no simplemente Sugestión tentadora, pero peligrosa. Ni si-
hacia una de sus partes resulta incompatible con quiera, o por la circunstancia misma de apoyarse
el compromiso ético que el historiador debe te- en hechos conocidos del presente, puede el his-
ner, como hombre y como ciudadano, con su toriador pasar por analogía de una época a otra.
patria, con su partido, con su clase, o con su Es un paso lógicamente ilícito que implicaría
iglesia, con la causa de la justicia, de la libertad, desconocer lo que hay de único en cada circuns-
de la democracia o del progreso. ¿No habrá tancia social, política o cultural y la calidad de
siempre una buena y mala causa y no es deber irrepetible que caracteriza al acontecer histórico
del historiador estar del lado de la buena? Y por y lo diferencia del acontecer de la naturaleza.
otra parte, ¿no es de su compromiso de donde Ese principio analógico, que lleva a algunos a
recibe el impulso, la voluntad de conocimiento? juzgar, o reconstruir, el pasado por el presente,
La pretensión de imparcialidad, o de objetivi- o viceversa, el presente por el pasado, es preci-
dad, se dice, es simplemente una forma sospe- samente el que debe evitar el historiador que
chosa de la complicidad. Es simplemente una realmente lo es. Quien posee en verdad el sen-
complicidad con los poderes dominantes que no tido histórico, no puede imaginarse situaciones
se atreve a decir su nombre. Más todavía, ¿la ni reconstruir atmósferas que no tengan apoyo
historia misma de la historiografía no nos indica en los hechos de la época, las situaciones y los
que ha sido la voluntad de servir a una causa, procesos que trata de historiar y comprender.
la que ha producido las grandes obras de la Que reconstruir la atmósfera, como dice Os-
historiografía moderna? Los infortunios de una pina Vásquez, sea una tarea no fácil, no autoriza
Alemania fragmentada frente a la unidad de para traspasar la frontera de los hechos. Para
otras potencias europeas, Inglaterra o Francia, reconstruir las actitudes, las maneras de pensar,
llevó a la formación de la escuela histórica ale- los contenidos de la conciencia de un grupo o
mana y produjo la obra impresionante de los de una clase, el historiador tendrá que recurrir
Monumenta Germaniae Historica, que compila- a una multiplicidad de fuentes y aquí sí, tener
ron Droysen, Ranke y los grandes representantes imaginación para encontrarlas: cartas, memo-
de la Escuela Histórica alemana. De la primera rias, papeles personales, fotografías, dibujos,
gran historia de las condiciones de la clase vestidos, muebles, etc., etc. Mas cuando así
obrera en la sociedad industrial, El Capital de procede, sigue ateniéndose a los hechos. Y es
Marx, se ha dicho que tuvo una motivación justamente este camino el que a la postre debe
ética: la indignación de un moralista ante las recorrer la historia social y de la cultura para
opresoras condiciones de vida de la clase obrera no caer en afirmaciones a priori, ni hacer cons-
Prólogo: La historia y el historiador 15

tracciones ad hoc, ni caer en imaginaciones. relaciones, encontrar imputaciones causales,


Sería esta la manera de reconstruir la conciencia fundamentar generalizaciones. Y por sobre
de clase sobre la que ha insistido el marxismo. todo, el establecer y analizar las pruebas de sus
Nuestra nueva historiografía hace muchas refe- hipótesis. Uno y otro trabajan con testimonios,
rencias a la burguesía colombiana del siglo xix, indicios, declaraciones del actor o los actores y
le atribuye intereses, intenciones, capacidades los testigos. La ciencia que los penalistas llaman
e incapacidades, pero es poco lo que ha hecho crítica de las pruebas, es el equivalente de lo
para establecer, para documentar, para probar que los historiadores llaman análisis o crítica
el grado de desarrollo y la existencia real de del documento. Sólo que las sentencias del his-
una conciencia de clase en nuestra naciente bur- toriador nunca podrán ser definitivas como las
guesía del siglo xix. Se supone que eran burgue- del juez -y estas mismas no siempre lo son-,
ses y tenían intereses burgueses quienes defen- porque nunca, o casi nunca, podrá tener a su
dían el liberalismo, el laissez faire y los derechos disposición todos los hechos, ni encontrar todas
individuales. Pero ni el liberalismo, ni el laissez las pruebas cuando trata de explicarse y recons-
faire, ni el individualismo son suficientes para truir un período, una época o un proceso histó-
definir la conciencia burguesa, que no sólo está rico complejo como una revolución. Por eso sus
hecha de ideologías políticas y económicas, sino sentencias estarán siempre sujetas a revisión y
de hábitos, de formas de trabajo y de pensamien- nunca podrán tener el efecto "de cosa juzgada".
to, de actitudes éticas, de gustos y formas de De ahí el carácter de abierto, de provisionalidad
consumo, de intereses y ambiciones. Ahora y también de antidogmático que tiene el conoci-
bien, esas capas de la vida social, como también miento histórico.
el ambiente espiritual de una época o lo que Lo cual nos lleva a considerar otra virtud
Ospina Vásquez llamaba "la atmósfera", están del historiador: el sentido crítico, que crea y al
hechas de realidades microscópicas que no se mismo tiempo es creado por la Historia. El sen-
encuentran en los documentos públicos que sue- tido crítico que descubrió el pensamiento occi-
len llenar los archivos. Para llegar a esas zonas dental a partir de Descartes, que maduró con
y reconstruir la conciencia de una clase o una Kant y los filósofos ilustrados del siglo xviii,
generación o revivir una atmósfera, para tener que ha hecho la fecundidad y también el desa-
lo que podríamos llamar la historia por dentro, sosiego y el tormento del pensamiento científico
tendríamos que traspasar los esquemas ma- auténtico. Se ha dicho que la ciencia, aun la
crohistóricos y llegar al tejido interno de la so- que se pretende más exacta como la matemática
ciedad, apoyados en fuentes menos convencio- o la física, está constituida por un conjunto de
nales. El historiador alemán Bernard Groethuy- conocimientos siempre abiertos, porque para
sen reconstruyó la conciencia burguesa de la modificarlos, siempre pueden aparecer nuevos
Francia del siglo xvii estudiando libros de rezo hechos, nuevas hipótesis, nuevas explicaciones
y sermones dominicales y Sombart estableció de procesos que antes se consideraron leyes in-
su imagen del burgués clásico escudriñando dia- mutables. Y si esto puede decirse de la ciencia
rios íntimos, cartas y libros de contabilidad. Es natural, con mayor razón puede decirse de la
aquí donde podría encontrarse la analogía entre historia. El conocimiento histórico es el conoci-
el novelista y el historiador. No sin cierta razón miento abierto por excelencia. Siempre habrá
pensaba Marx que la conciencia burguesa de en la historia posibilidad de encontrar nuevos
Francia se encontraba mejor descrita en las no- documentos, nuevos hechos que nos lleven a
velas de Balzac que en los tratados de historia. rectificar o confirmar con mejores razones los
Pero no debemos olvidar que para escribir sus juicios que se han dado sobre una época, un
novelas Balzac consultaba las notarías y los juz- acontecimiento o el carácter de una estructura
gados. social, económica o intelectual. Por eso es la
Hay sí una forma de imaginación indispen- historia el producto y el origen del pensamiento
sable al historiador. Es la capacidad de plan- crítico, el producto y el origen del pensamiento
tearse problemas, de formular hipótesis, de per- antidogmático, de la tolerancia y casi diríamos
seguir fuentes y pruebas. Muchas veces hemos de la civilización política, en una palabra, de
comparado su labor con la del detective o la del aquellas características de realismo, buen senti-
juez investigador. Es común a ellos establecer do, convivencia y tolerancia de cuya ausencia
hipótesis a partir de los hechos, para establecer en los pueblos hispanoamericanos se ha lamen-
16 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

tado recientemente el escritor mexicano Octavio Conviene también informarlos de los otros cri-
Paz. Que donde faltan surgen las inquisiciones, terios adoptados para su ejecución.
los dogmas, las dictaduras y el Estado policivo.
Viejos problemas de método y epistemolo- En primer lugar, mencionemos las limitacio-
gía de la historia que posiblemente nunca encon- nes. Se ha querido hacer una obra que presente
trarán una solución que produzca el sosiego del en forma de síntesis, aspectos parciales de la
historiador y que éste tendrá que plantearse con- historia nacional, no toda la historia. Ello, como
tinuamente. Lo cierto, es que, tanto el historia- es explicable, ha obligado a un esfuerzo de se-
dor como el investigador de todas las formas lección de los aspectos presentados, con lo cual
de expresión de la sociedad, tendrá que vivir necesariamente se han quedado por fuera deta-
en medio de estas tensiones que no le resolverán lles y en no pocas veces aspectos significativos
los dogmas de las iglesias. Algunas escuelas de de cada tema. Se ha pedido de cada colaborador
antropología aconsejan al antropólogo hacerse escribir sobre aquel campo que a través de su
un psicoanálisis antes de comenzar su investiga- carrera de investigador hubiera llegado a cons-
ción sobre un grupo o una cultura, para traer a tituir su especialidad y sobre el cual hubiera ya
plano de la conciencia todos sus preconceptos, publicado obras y ensayos monográficos. No se
para purgarla de prevenciones y prejuicios etno- pensó, por lo tanto, en hacer un esquema teórico
céntricos, porque sólo así podrá tener acceso al e hipotéticamente necesario de temas, para
conocimiento de una cultura y de un grupo ex- luego buscar los autores, sino al contrario, en-
traños. Para el historiador el problema es idén- contrados los autores se les solicitó que escribie-
tico, sólo que posiblemente más complejo, pues ran sobre el tema de su predilección y su cono-
tiene que entendérselas con los hombres y las cimiento.
sociedades del pasado. Sólo siendo conscientes Dentro del carácter de obra de divulgación
de estas contradicciones y dificultades podemos que se le ha querido dar, se ha recomendado a
asumir el conocimiento del pasado con un mí- los colaboradores de esta obra, sencillez en
nimum de lucidez. ¿Es esta una invitación al
escepticismo, al eclecticismo, que tanto desdén la presentación de los temas, es decir, renunciar
produce a los espíritus militantes y comprome- en la medida de lo posible a tecnicismos y sofis-
tidos? La apertura hacia lo universal, el esfuerzo ticados recursos de expresión. Renunciar inclu-
hacia la objetividad y hacia la realidad total que sive al exceso de referencias, citas y notas que
implica la simpatía en que creyeron el huma- parecen ser inherentes a cierta interpretación del
nismo y el mejor liberalismo occidental, siguen carácter científico de la historia. Una bibliogra-
siendo las metas del historiador preocupado con fía general, para orientación didáctica del lector,
ese esquivo personaje que denominamos verdad ha parecido suficiente.
histórica. El lector no debe buscar o no hallará en esta
obra, uniformidad de criterios, de juicios o de
L os colaboradores de este Manual represen-
tan la última etapa de la historiografía co-
lombiana y la primera generación de historiado-
métodos históricos. Sus colaboradores pertene-
cen a tendencias científicas diferentes, a sensi-
bilidades y a orientaciones filosóficas y políticas
res profesionales. Han asumido la tarea de pre- distintas y en no pocas ocasiones antagónicas.
sentar, en una serie de cuadros, los principales Para invitarlos a participar en ella, su capacidad
aspectos de la historia nacional, la cultura, la probada, sus antecedentes como investigadores
vida social, los grandes hechos políticos y la y el puesto que ocupaban en sus respectivas
economía, respondiendo al encargo del Instituto especialidades fueron los únicos criterios de se-
Colombiano de Cultura de elaborar una obra lección. Ni el Instituto Colombiano de Cultura,
sintética, dirigida a un público no especializado, ni el director de la obra impartieron recomenda-
según reza la carta de intención dirigida por la ciones, menos exigencias, que pudieran limitar
directora del Instituto, Gloria Zea de Uribe, al la libertad científica o las tendencias ideológicas
director científico del proyecto y a sus colabo- de los colaboradores. Se limitaron a recomendar
radores. Se trata, pues, de una idea que por su ciertos criterios de seriedad científica y aspectos
misma naturaleza implica ciertas limitaciones formales y técnicos que se han cumplido riguro-
que es conveniente recordar para orientación del samente en los trabajos que contienen estos vo-
lector y de los eventuales críticos de esta obra. lúmenes.
Prólogo: La historia y el historiador 17

Al promover la ejecución de esta obra, las autoridades del Instituto Colombiano de Cul-
el Instituto Colombiano de Cultura, no se ha tura, como sus colaboradores fueron conscientes
propuesto imprimirle una determinada tendencia de las dificultades y riesgos de una obra de esta
de escuela científica o política, ni defender una naturaleza. Fueron conscientes sobre todo del
causa, ni adelantar polémicas. Ha querido dar carácter abierto y provisional que tiene todo co-
a un grupo de investigadores la oportunidad de nocimiento histórico. Tome, pues, el lector los
presentar, para un amplio público, el resultado estudios que forman este Manual como lo que
de sus investigaciones y al mismo tiempo hacer son: un intento y un esfuerzo más de los muchos
una contribución más al conocimiento de nues- que se han hecho por describir y comprender
tro pasado histórico, que considera una, si no la algunos aspectos de nuestra historia.
más importante de sus misiones.
En las discusiones previas que se tuvieron
antes de iniciarse la ejecución de esta obra, tanto Bonn, marzo 30 de 1978
Los autores 19

Los autores
f Eugenio Barney-Cabrera
Cali, 1917 - Bogotá, 1980. Fue Profesor Titular, Director de la Escuela de Bellas Artes y del
Departamento de Humanidades, Decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Director de la Biblioteca
Central, Universidad Nacional de Colombia. Autor de: Geografía del arte en Colombia (Bogotá,
1963), El arte agustiniano: Boceto para una interpretación estética (Bogotá, 1964), Temas para la
historia del arte en Colombia (Bogotá, 1970), Fauna religiosa en el alto Magdalena (Bogotá, 1975).
Editor de Arte monumental prehispánico de Konrad Theodor Preuss y autor de las notas marginales
con Pablo Gamboa H. (Bogotá, Universidad Nacional, 1974). Director Científico y autor de varios
ensayos sobre arte precolombino y del siglo XIX para la Historia del arte colombiano (Barcelona,
Salvat, 1977). Su contribución a la presente obra: "La actividad artística en el siglo XIX".

Eduardo Camacho Guizado


Tunja, 1937. Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad de los Andes, 1960. Doctor en
Filosofía y Letras, Sección Filología Románica, Universidad Central de Madrid, España, 1962.
Profesor de Literatura Española, Hispanoamericana y Colombiana, Universidad de los Andes, State
University of New York (Albany) y Middlebury College (Vermont y Madrid), del cual es Director
de su Spanish Graduate School. Diversos artículos y estudios sobre literatura en revistas como Eco,
Razón y Fábula, Colegio del Rosario, Gaceta-Colcultura y Letras Nacionales. Autor de: Estudios
sobre literatura colombiana: siglos XVI y XVII (Bogotá, Universidad de los Andes, 1965), La poesía
de José Asunción Silva (Bogotá, Uniandes, 1968), La elegía funeral en la poesía española (Madrid,
Gredos, 1969), Relatos libres (Bogotá, Bandera Roja, 1972), "La gran negociación y su contraimagen
en la poesía de la generación del 27", en Studio philologica in honorem Rafael Lapesa (Madrid,
Gredos, 1974), Naturaleza, historia y poética en Pablo Neruda (Madrid, Sociedad General, 1978),
Estudios sobre literatura española y latinoamericana (Bogotá, Colcultura, 1978), "Los cronistas de
Indias", en Historia de la literatura universal (Madrid, Orbis, 1983), Sobre la raya (novela, Bogotá,
Oveja Negra, 1985), "Juan Rodríguez Freyle", en Historia de la literatura hispanoamericana, Tomo
I (Madrid, Cátedra, 1982), "José Asunción Silva", en Historia de la literatura hispanoamericana,
Tomo II (Madrid, Cátedra, 1987), "Estética del modernismo en Colombia", en Manual de literatura
colombiana, Tomo I (Bogotá, Planeta, 1988). Ediciones: Obra completa de José Asunción Silva (con
Gustavo Mejía, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977), Martín Fierro de José Hernández (Madrid,
SGAL, 1982), Poemas de Jorge Rodríguez Romero (Bogotá, El Ancora, 1985), Poesía y prosa de
José Asunción Silva (Bogotá, El Ancora, 1986). En junio de 1986 el Teatro Libre de Bogotá estrenó
su obra teatral Sobre las arenas tristes. Su contribución a la presente obra: "La literatura colombiana
entre 1820 y 1900".
20 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

Germán Colmenares
Bogotá. 1938. Abogado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Licenciado en
Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Colombia. Doctor en Historia, Universidad de París
Fellow de St. Edmund's House, Cambridge, Becario Guggenheim y Woodrow Wilson. Profesor de la
Universidad de los Andes y de la Universidad del Valle, donde fue Decano de la Facultad de
Humanidades. Profesor visitante en las Universidades de Columbia (Nueva York) y Cambridge
(Inglaterra). Autor de: Partidos políticos y clases sociales (1968). Las haciendas de los jesuítas en el
Nuevo Reino de Granada (1969). Historia económica y social de Colombia. 1537-1719 (1973). Cali:
terratenientes, mineros y comerciantes (1975). Popayán, una sociedad esclavista (1979). Rendón: una
fuente para la historia de la opinión pública (1984). Las convenciones contra la cultura (1987), además
de su ensayo "Manuela, la novela de costumbres de Eugenio Díaz", del Manual de literatura colombiana
(Planeta, 1988). Su contribución a la presente obra: "Factores de la vida política colonial: el Nuevo
Reino de Granada en el siglo XVIII(1713-1740)" y "La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800".

Alberto Corradine Angulo


Zipaquirá. 1933. Arquitecto. Universidad Nacional de Colombia (1957). Cursos sobre Historia
del Arte y de la Arquitectura, Francfort y Stuttgart (1960-1962). Especialización en Restauración de
Monumentos, Universidad de Madrid. Consultor de UNESCO en varias misiones (Argentina, Nica-
ragua, Honduras, Perú, Ecuador). Profesor de la Universidad Nacional desde 1962, donde ha sido
también Director de Construcciones, Jefe de Planeación Física y Secretario Administrativo. Varios
artículos sobre historia de la arquitectura en Colombia en revistas nacionales y extranjeras. Autor de:
Algunas consideraciones sobre la arquitectura en Zipaquirá (Bogotá, 1969 y 1979), Mompox, arqui-
tectura colonial (Bogotá, 1961 y 1981), Raíces hispánicas de la arquitectura en Colombia (Bogotá,
1987), Arte y arquitectura en Santander (Bogotá, 1986). Inéditos: "La arquitectura en Tunja", "La
arquitectura en Colombia de 1538 a 1850". Su contribución a la presente obra: "La arquitectura
colonial".

María Teresa Cristina-Zonca


Gattico (Italia). 1939. Licenciada en Filosofía y Letras. Universidad de los Andes. Master en
Literatura Francesa, Universidad de Pittsburgh, Pennsylvania. Profesora, Departamento de Humani-
dades, Universidad de los Andes (1965-1983). Profesora en el Departamento de Filología e Idiomas
(1979-1984), Directora de la Sección de Literatura (1984-1986) y profesora del Departamento de
Literatura, Universidad Nacional de Colombia. Autora de: "Actitud narrativa y técnicas narrativas en
la novela colombiana contemporánea (teoría y análisis)", tesis de licenciatura, Uniandes, 1969; "La
familia, el ciclo de vida y algunas observaciones sobre el habla de Bogotá" (con Bárbara Rimgaila,
Thesaurus, Instituto Caro y Cuervo, 1966). "Novela y sociedad en José María Samper", Razón y
Fábula, No. 42 (mayo-junio, 1976); "Macondo, ciudad de la verídica historia", Lecturas Dominicales
de El Tiempo (agosto 8, 1976), "La literatura colonial", en Historia de Colombia, Bogotá, Salvat,
1985), "Dos fragmentos inéditos de Jorge Isaacs", Revista de la Universidad Nacional, Vol. II No.
12 (mayo. 1987). Prepara la edición crítica de la obra literaria y recopilación de escritos de Jorge
Isaacs, para la publicación de la obra completa de este autor. Su contribución a la presente obra: "La
literatura en la Conquista y la Colonia".

Fernando Díaz Díaz


Lorica (Córdoba), 1935. Licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, Universidad Pedagógica
y Tecnológica de Colombia, Tunja (1960). Doctor en Historia, Centro de Estudios Históricos, El
Colegio de México (1971). Profesor Titular de la Universidad Pedagógica y Tecnológica (1964-1980),
Universidad Nacional de Córdoba en Montería (1980-1984) y Director del Centro de Servicios Auxi-
liares Docentes, CASD, de Cartagena (1984-1987), donde se dedica a la investigación pedagógica e
histórica. Además de artículos en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, es autor de: Caudillos
y caciques (El Colegio de México, 1972), Sania Anna y Juan Alvarez, frente a frente (México.
Sepsetentas, 1972), Historia documental de Colombia, siglos XVI, XVII y XVlll (Tunja. UPTC,
1974), La desamortización de bienes eclesiásticos en Boyacá (Tunja, UPTC, 1977). Tiene para
publicación las siguientes obras: "Ensayos sobre metodología de la historia" (1984), "Esquema para
una breve historia de la ciencia" (1986), "Letras e historia del Bajo Sinú" (1988), 'Historia de la
educación en Colombia" (en preparación). Su contribución a la presente obra: "Estado, Iglesia y
desamortización".
Los autores

Juan Friede
MIawa (frontera de Rusia con Alemania). 1901. Ciencias Económicas. Universidad de Viena. Espe-
cialización, London School of Economics and Political Science. Profesor de Historia de América
Latina, Universidades de Indiana y de Texas. Catalogación de documentos sobre el Perú para la Lilly
Library, Universidad de Texas. Catalogación de manuscritos relativos a Hernán Cortés, Biblioteca
del Congreso, Washington, D.C., trabajo publicado con el título: The Harkness Collection in the
Library of Congress (Washington, 1974). Miembro de Número de la Academia Colombiana de
Historia. Autor de: Los indios del alto Magdalena. Vida, luchas y exterminio (1609-1931) (Bogotá,
Instituto Indigenista de Colombia, 1943), Comunidades indígenas del Macizo Colombiano (Bogotá,
Instituto Indigenista de Colombia, 1944), El indio en lucha por la tierra. Historia de los resguardos
del Macizo Central Colombiano (Bogotá: Espiral, 1944; La Chispa, 1972; Punta de Lanza, 1976),
Los Andakí, 1538-1947, Historia de la aculturación de una tribu selvática (México, FCE, 1953,
1974); Invasión del país de los Chibchas, Conquista del Nuevo Reino de Granada y fundación de
Santafé de Bogotá: Revaluaciones y rectificaciones (Bogotá, Tercer Mundo,1955,1966), Documentos
inéditos para la historia de Colombia (1509-1550)(10 Vols., Bogotá, Academia Colombiana de His-
toria, 1955-1960), Los franciscanos y el clero en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVI
(Madrid, Jura, 1957), Nicolás Federmán en el descubrimiento del Nuevo Reino de Granada (México,
Ed. Cultura, 1957), "Problemes de colonization de l'Amazonie colombienne", en: Miscelánea Paul
Rivet. Octogenario Dicata (México, UNAM, 1958), La censura española del siglo XVI y los libros
de historia de América (México, Cultura, 1959), Descubrimiento del Nuevo Reino de Granada y
Fundación de Bogotá (1536-1539) según documentos del Archivo General de Indias, Sevilla (Bogotá,
Banco de la República, 1960), Gonzalo Jiménez de Quesada a través de documentos históricos.
Estudio biográfico 1509-1550 (Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1960; 2a. ed.: El adelantado
don Gonzalo Jiménez de Quesada, 2 Vols., Bogotá, Carlos Valencia, 1979), Los gérmenes de la
emancipación americana en el siglo XVI (Monografías Sociológicas No. 5, Bogotá, Universidad
Nacional, 1960), Vida y viajes de Nicolás de Federmán, conquistador, poblador y cofundador de
Bogotá, 1506-1542 (Bogotá, Buchholz, 1960), Los Welser en la conquista de Venezuela (Madrid/Ca-
racas, Edime, 1961), Vida y luchas de don Juan del Valle, primer obispo de Popayán y protector de
los indios (Popayán, Ed. Universidad, 1961), Documentos sobre la fundación de la Casa de Moneda
en Santafé de Bogotá (1614-1635) (Bogotá, Banco de la República, 1963), Historia de la antigua
ciudad de Cartago, en: Historia de Pereira, 2a. parte (Pereira, Club Rotario, 1963), Los Quimbayas
bajo la dominación española. Estudio documental (1539-1810) (Bogotá: Banco de la República, 1963;
Carlos Valencia, 1978), Problemas sociales de los Arhuacos: Tierras, gobierno, misiones (Monografías
Sociológicas No. 16, Bogotá, Universidad Nacional, 1963; 2a. ed.: La explotación indígena en
Colombia bajo el gobierno de las misiones. El caso de los Arhuacos de la Sierra Nevada de Santa
Marta, Bogotá, Punta de Lanza, 1973), "Algunas consideraciones sobre la evolución demográfica en
la provincia de Tunja", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, No. 3 (1965);
Descubrimiento y conquista del Nuevo Reino de Granada. Introducción (Historia Extensa de Colombia,
Vol. II, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1965), La batalla de Boyacá a través de los
archivos españoles (Bogotá, Banco de la República, 1969), La evolución de la propiedad territorial
en Colombia. Hacia una reforma agraria masiva (Monografías y Documentos, No. 8, Bogotá, CIAS
e IDES, 1971), La otra verdad: La independencia americana vista por los españoles (Bogotá: Banco
de la República, 1971; Tercer Mundo, 1972; Carlos Valencia, 1979), Bartolomé de Las Casas
(1474-1566): Inicios de las luchas contra la opresión en América (Bogotá, Punta de Lanza/La Chispa,
1974; 2a. ed.: Bartolomé de Las Casas (1474-1566). Su lucha contra la opresión, Bogotá, Carlos
Valencia, 1978), Bartolomé de Las Casas, precursor del anticolonialismo: Su lucha y su derrota
(México, Siglo XXI, 1974, 1976), La batalla de Ayacucho, 9 de diciembre de 1824 (Bogotá, Banco
de la República, 1974), Los Chibchas bajo la dominación española (Bogotá, La Carreta, 1974),
"Bartolomé de Las Casas y su lucha en pro de la justicia social", en: Indigenismo y aniquilamiento
de indígenas en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional, 1975; Ediciones CIEC, 1981), "Las misiones
y el problema indígena en Colombia", en: El problema indígena en la historia contemporánea de
Colombia (Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica, 1975), Fuentes documentales para la historia
del Nuevo Reino de Granada, desde la instalación de la Real Audiencia en Santafé (8 Vols., Bogotá,
Banco Popular, 1975-1976), "Proceso de aculturación del indígena en Colombia", en: Indígenas y
represión en Colombia (Serie Controversia No. 79, Bogotá, Cinep, 1978), Rebelión comunera de
1781: Documentos (2 Vols., Bogotá, Colcultura, 1981). Editor de: Recopilación historial de Fray
Pedro de Aguado (4 Vols. Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, Nos. 31-34, 1956-1957),
Historia indiana de Nicolás de Federmán (Madrid, Arco, 1958), Rutas de Cartagena de Indias a
Buenos Aires y sublevaciones de Pizarro, Castilla y Hernández Girón, 1540-1570 (Madrid, Porrúa,
1970), Bartolomé de Las Casas in history. Toward an understanding of the man and his work (con
Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Benjamín Kee, Dekalb, Northern Illinois University Press, 1971) y de Noticias historiales de las
conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales de Fray Pedro Simón (7 Vols., Bogotá, Banco
Popular, 1978). Su contribución a la presente obra: "La conquista del territorio y el poblamiento".

Francisco Gil Tovar


Granada (España). 1923. Residente en Colombia desde 1953. Periodista. Escuela Oficial de
Periodismo, Madrid. Profesor de Bellas Artes, Academia de Bellas Artes, Florencia. Profesor Titular
de Historia del Arte, Universidad Javeriana (desde 1959), Universidad Nacional de Colombia (desde
1961). Fundador y Decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Javeriana
(1963-1977). Fundador y Director del Centro de Educación Humanística de la Universidad del Rosario
(desde 1979), y allí mismo Director del Programa de Crítica de Arte. Director Area Humanística,
Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Director del Museo de Arte Colonial, Bogotá (1975-1986).
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Comentarista de arte del diario El
Tiempo, Bogotá. Entre otros libros, autor de: Breviario de arte y crítica (1954), Trayecto y signo del
arte en Colombia (1957), Historia del arte y conocimiento de los estilos (1957, 1965), La pintura
flamenca en Bogotá (1964), ¿A dónde va el arte? (1965), El arte colonial en Colombia (coautor con
Carlos Arbeláez Camacho, 1968), Introducción al arte (1969, 1974, 1988), Del arte llamado erótico
(1975), El arte colombiano (1976, 1980, 1984), La obra de Gregorio Vásquez (1980), Ultimas horas
del arte (1982), Historia y arte en el Colegio Mayor del Rosario (1982), Arte virreinal en Bogotá
(coautor con Alvaro Gómez Hurtado, 1987). Coautor en varias obras colectivas como Historia del
arte colombiano (Salvat, 1977) y Kunst Tieme (1977). Su contribución a la presente obra: "Las artes
plásticas durante el período colonial".

Margarita González Pacciotti


Bogotá, 1942. Licenciada en Filosofía, Universidad Nacional de Colombia. Profesora, Departa-
mento de Historia, Universidad Nacional. Autora de: El resguardo en el Nuevo Reino de Granada
(1970), Ensayos de historia colombiana (1977) y Bolívar y la independencia de Cuba (Bogotá, El
Ancora, 1985). En el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, del cual fue Directora
(1979-1982), ha publicado: "El resguardo minero de Antioquia" (No. 9, 1979), "La política económica
virreinal en el Nuevo Reino de Granada" (No. 11, 1983) y "Algunos aspectos económicos de la
administración pública en Colombia. 1820-1886" (No. 13/14, 1986-87). Su contribución a la presente
obra: "Las rentas del Estado".

Jaime Jaramillo Uribe


Abejorral (Antioquia), 1918. Licenciado en Ciencias Económicas y Sociales, Escuela Normal
Superior, Bogotá. Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, Universidad Libre de Colombia; Postgrado,
Universidad de la Sorbona, París. Profesor Titular de la Universidad Nacional de Colombia y durante
varios años Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Director del Departamento de Historia.
Profesor Visitante, Universidades de Hamburgo (Alemania), Vanderbilt (Nashville, Tennessee). St.
Antony's College de la Universidad de Oxford (Inglaterra), Universidad de Sevilla (España). Profesor
de la Universidad de los Andes, donde ha sido Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y donde
desempeña la cátedra de Historia Económica y Social de Colombia en su Departamento de Historia.
Fundador del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, fue también director de la
revista Razón y Fábula de la Universidad de los Andes. Autor de más de un centenar de ensayos
sobre Historia Social y de la Cultura en revistas nacionales y extranjeras. Director científico del
Manual de historia de Colombia (Colcultura, 1980). Entre sus obras se cuentan: El pensamiento
colombiano en el siglo XIX (Temis, 1963). Historia de Pereira (con Luis Duque Gómez y Juan Friede,
1963). Entre la historia y la filosofía (1968), Ensayos de historia social colombiana (Universidad
Nacional, 1969), Historia de la pedagogía como historia de la cultura (Universidad Nacional, 1970),
Antología del pensamiento político colombiano, (2 Vols, Banco de la República, 1970), La persona-
lidad histórica de Colombia y otros ensayos (Colcultura, 1977), "Etapas y sentidos de la historia de
Colombia", en: Colombia, hoy (siglo XXI, 1978). Su contribución a la presente obra: "La administración
en la colonia", "El proceso de la educación en el Virreinato" y "El proceso de la educación en la
República (1830-1886)".

Salomón Kalmanovitz Krauter


. Barranquilla, 1943. Filosofía y Economía, Universidad de New Hampshire, Durham. Postgrado,
New School for Social Research, Nueva York; candidato al PhD. en Economía. Profesor Titular de
Los autores

la Universidad Nacional de Colombia (desde 1970). Investigador Asociado, temas de macroeconomía


y gasto público, Contraloría General de la República (desde 1987). Investigador Invitado, Institute
of Social Studies, La Haya (1978), Institute of Development Studies, Universidad de Sussex, Inglaterra
(1979-1980) y Universidad Hebrea de Jerusalén (1987). Coautor en volúmenes colectivos: La agricul-
tura en Colombia en el siglo XX (dirigido por Mario Arrubla, 1976), La nueva historia de Colombia
(selección de Darío Jaramillo, 1976) y Colombia, hoy (1978). Autor de: El desarrollo de la agricultura
en Colombia (1978), Ensayos sobre el desarrollo capitalista dependiente (1979), El desarrollo tardío
del capitalismo (1983), Economía y nación: una breve historia de Colombia (1985), Ensayos escogidos
de economía colombiana (1987), Historia de Colombia, 9o grado (con Sylvia Duzán, 1987). Su
contribución a la presente obra: "El régimen agrario durante el siglo XIX en Colombia".

Jorge Orlando Melo González


Medellín. 1942. Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Colombia. Postgrado en Historia,
Universidades de North Carolina y Oxford. Profesor en las Universidades Nacional y del Valle;
Profesor Invitado, Universidad de los Andes, Duke University y Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO). Director de los Departamentos de Historia, Universidad Nacional y del Valle.
y en esta última. Decano de Investigaciones, Vicerrector y Rector (e). Director del Centro de Inves-
tigaciones para el Desarrollo, CID, de la Universidad Nacional. Profesor del Instituto de Estudios
Políticos y Relaciones Internacionales de la misma universidad. Miembro de las juntas directivas de:
Fundación para la Promoción de la Investigación y de la Tecnología (Banco de la República), Fondo
Fen-Colombia para la Protección del Medio Ambiente y Centro de Estudios de la Realidad Colombiana,
CEREC. Autor de: Historia de Colombia, Tomo I: El establecimiento de la dominación española
(Bogotá, 1977-78), Sobre historia y política (Bogotá, 1979). Editor de: Los orígenes de los partidos
políticos en Colombia (Bogotá, 1978), Indios y mestizos en la Nueva Granada en el siglo XVIII
(Bogotá, 1986) y Reportaje de la historia de Colombia (dos volúmenes, Bogotá, Planeta, 1988).
Colaborador en: Colombia, hoy (Bogotá, 1978), Historia económica de Colombia (Bogotá, 1987,
Premio de Ciencia Alejandro Ángel Escobar 1988) y Manual de literatura colombiana (Bogotá, Planeta,
1988). Director y colaborador de La historia de Antioquia (Medellín, El Colombiano, 1987-88, Premio
Nacional de Periodismo Simón Bolívar 1988). Su contribución a la presente obra: "La evolución
económica de Colombia 1830-1900".

Javier Ocampo López


Aguadas (Caldas), 1939. Licenciado en Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica de Colombia.
Doctor en Historia, El Colegio de México. Miembro de la Academia Colombiana de Historia y
Academia Colombiana de la Lengua. Profesor Titular, Programa de Magister en Historia, Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja. Autor de: El positivismo y el movimiento de la
Regeneración en Colombia (México, UNAM, 1968), Historiografía y bibliografía de la emancipación
del Nuevo Reino de Granada (Tunja, 1969), Las ideas de un día, El pueblo mexicano ante la
consumación de su independencia (El Colegio de México, 1969), Las ideologías en la historia
contemporánea de Colombia (México, UNAM, 1972), Historia de Colombia (Bogotá, 1973), El
proceso ideológico de la emancipación (Tunja, 1974; Bogotá, Colcultura, 1980; Premio Nacional de
Literatura "José María Vergara y Vergara" de la Academia Colombiana de la Lengua), El caudillismo
colombiano (Bogotá, 1974), Las ideas bolivarianas, Fuentes documentales y bibliográficas (Tunja,
1977), La emancipación de Hispanoamérica (Bogotá, 1978), La independencia de Estados Unidos
y su proyección en Hispanoamérica (Caracas, OEA/IPGH, 1979), Historia de las ideas de integración
de América Latina (Tunja, Idesil, 1981), Ideario del Libertador Simón Bolívar (Tunja, Idesil, 1983),
Historia del pueblo boyacense (Tunja, ICBA, 1983), Música y folclor de Colombia (Bogotá, 1984),
Las fiestas y el folclor en Colombia (Bogotá, 1985), Historia básica de Colombia (Bogotá, 1986),
Los orígenes ideológicos de Colombia contemporánea (México, OEA, 1986), Historia de la cultura
hispánica, siglo XX (Bogotá, 1987), Mitos colombianos (Bogotá, 1988). Su contribución a la presente
obra: "El proceso político, militar y social de la Independencia".

Jorge Palacios Preciado


Tibasosa (Boyacá), 1940. Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Colombia.
Doctor en Historia, Universidad de Sevilla. Profesor, Universidad Nacional, Javeriana, Rosario y
Pedagógica y Tecnológica (Tunja), en la cual ha sido Secretario Académico, Director del Postgrado
24 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

en Historia, Decano de Educación y Rector en dos oportunidades. Director del Archivo Nacional de
Colombia (1979-1981), Organizador y primer Director del Archivo Regional de Boyacá, en Tunja.
Autor de: La trata de negros por Cartagena de Indias (Tunja, 1973), Cartagena, gran factoría de mano
de obra esclava (Tunja, 1975), Los grupos afroamericanos (1980), "La esclavitud y la sociedad de
castas", en: Historia de Colombia (Bogotá, Salvat, 1985), La esclavitud de los africanos y la trata
de negros, entre ¡a teoría y la práctica (1988). Su contribución a la presente obra: "La esclavitud y
la sociedad esclavista".

Gerardo Reichel-Dolmatoff
Salzburgo (Austria). 1912. Ciudadano colombiano. 1942. Estudios humanísticos en Austria y
Francia, que lo llevaron a la arqueología y etnología. Viaja a Colombia antes de la segunda Guerra
Mundial, invitado por el presidente Eduardo Santos (1939). Bajo la dirección de Paul Rivet, inicia
sus investigaciones antropológicas. Miembro durante años del Instituto Etnológico Nacional y del
Instituto Colombiano de Antropología. Fundador del Instituto Etnológico del Magdalena y Fundador
y Director del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. Visiting Scholar,
Universidad de Cambridge (Inglaterra). Desde 1974, vinculado a la Universidad de California (Los
Angeles). Ha dedicado sus investigaciones principalmente a la Sierra Nevada de Santa Marta, a las
costas Caribe y Pacífica y al Vaupés. Autor de quince libros y de unos doscientos artículos en revistas
científicas, muchos de ellos publicados en colaboración con su esposa, la antropóloga Alicia Dussán.
Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la
National Academy of Sciences, Miembro Fundador de la Third World Academy of Sciences. Premio
Nacional de Ciencias Francisco José de Caldas, Medalla Thomas Henry Huxley (Inglaterra), Ordre
des Arts et des Lettres, des Palmes Académiques (Oficial, Francia), Ordre National du Mérite (Caba-
llero), Gran Cruz al Mérito (Austria). La Universidad Nacional de Colombia le confirió uno de sus
doctorados honoris causa. Autor de: Los kogi: una tribu indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta,
Colombia, 1951; reedición, Procultura, 1985; Investigaciones arqueológicas en el departamento del
Magdalena: Arqueología del río Ranchería; Arqueología del río Cesar, Ministerio de Educación
Nacional, 1951; Datos histórico-culturales sobre ¡as tribus de la antigua provincia de Santa Marta,
Bogotá, Banco de la República, 1951; Diario de viaje del P. Joseph Palacios de la Vega entre ¡os
indios y negros de la provincia de Cartagena - 1787, Ministerio de Educación Nacional, 1955; The
people of Aritama: the Cultural Personality of a Colombian Mestizo Village, University of Chicago
Press, 1960, 1968; Colombia: Ancient peoples and places, Londres, Thames & Hudson y Nueva
York, Praeger, 1965; Desana: simbolismo de los indios tukano del Vaupés, Bogotá, Universidad de
los Andes, 1968; Procultura, 1975; Amazonian Cosmos: The sexual and religious symbolism of the
Tukano indians, University of Chicago Press, 1970; San Agustín: Culture of Colombia, Londres,
Thames & Hudson, Nueva York, Praeger, 1972; The Shaman and the Jaguar: a study of narcotic
drugs among the indians of Colombia, Philadelphia, Temple University Press, 1975; Contribuciones
a la estratigrafía cerámica de San Agustín, Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1975; Estudios antro-
pológicos, Bogotá, Colcultura, 1977. Beyond the Milky Way: the hallucinatory imagery ofthe Tukano
indians, Los Angeles, University of California, 1978; El chamán y el jaguar, México, Fondo de
Cultura Económica, 1978; Orfebrería y chamanismo, un estudio iconográfico del Museo del Oro,
Medellín, Colina, 1988. Su contribución a la presente obra: "Colombia indígena - Período prehispá-
nico".

Germán Téllez Castañeda


Bogotá, 1933. Arquitecto, Universidad de los Andes. Estudios de Restauración de Monumentos
e Historia de la Arquitectura, Francia y España. Profesor de Historia de la Arquitectura (1961-1973)
y Director del Centro de Investigaciones Estéticas e Históricas (1968-1973), Universidad de los Andes.
Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia. Autor de: Cartagena de Indias,
Zona histórica (1968), Crítica e imagen (1978). Ensayos: "Santa Fe de Antioquia, Zona histórica"
(1972), "Esquema de Villa de Ley va" (1974), "Restauraciones en Colombia" (1976), "Manual práctico
de la bella época en arquitectura" (1976). "La casa de hacienda", "Templos y conventos coloniales",
"El barroco en arquitectura" y "Arquitectura contemporánea 1935-1950", en: Historia del arte Colom-
biano (Barcelona, Salvat, 1977). Su contribución a la presente obra: 'La arquitectura y el urbanismo
en la época republicana, 1830/40 - 1930/35".

Alvaro Tirado Mejía


Medellín, 1940. Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia. Doctor en
Historia, Universidad de París. Decano de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional,
Los autores 25

Medellín, y de la Facultad de Sociología, Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín. Vice-


rector. Profesor Titular y Emérito y Director de la Revista de Extensión Cultural, Universidad Nacional
de Colombia. Presidente. Centro de Estudios de la Realidad Colombiana. CEREC. Vicepresidente.
Asociación de Historiadores de América Latina y del Caribe, Adhilac. Secretario de Relaciones
Internacionales del Partido Liberal de Colombia. Ministro Plenipotenciario, XL Período Ordinario de
sesiones de la Asamblea General de la ONU, Nueva York. Delegado con carácter de Embajador,
XLIV Período de Sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, Ginebra. Embajador
en misión especial. Sesiones Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Washington (1988).
Miembro, Comisión de Diálogo para la Paz con el M-19 y EPL. Consejero Presidencial para la
Defensa, Protección y Promoción de los Derechos Humanos. Miembro del Comité para la conmemo-
ración del Centenario del nacimiento de Alfonso López Pumarejo, Comité Académico Asesor del
45" Congreso Internacional de Americanistas (Bogotá, 1985). Miembro especial, Delegación a la
posesión presidencial de Julio Sanguinetti, Uruguay (1985). Conferencista invitado por varias univer-
sidades extranjeras y participante en seminarios y congresos realizados en el país y el exterior. Asesor
Histórico del video Colombia, rebelión y amnistía, 1944-1986 (Focine, 1987). Autor de: Introducción
a la historia económica de Colombia (Bogotá. 1971), Colombia en la repartición imperialista 1870-1914
(Medellín, 1976), Aspectos sociales de las guerras civiles en Colombia (Colcultura, 1977), Reportajes
sobre el socialismo heterodoxo (Bogotá, 1978), Aspectos políticos del primer gobierno de Alfonso
López Pumarejo: 1934-1938 (Procultura, 1981), Antología del pensamiento liberal colombiano (Me-
dellín, 1981), La reforma constitucional de 7936 (Bogotá, 1982), Centralización y descentralización
en Colombia (Bogotá, 1983), El pensamiento de Alfonso López Pumarejo (Bogotá, Banco Popular,
1986). Autor en las obras colectivas: Colombia, hoy (Bogotá, Siglo XXI, 1978), y Estado y economía,
50 años de ¡a reforma del 36 (Contraloría General de la República, 1986). Su contribución a la presente
obra: "El Estado y la política en el siglo XIX".
Colombia indígena, período prehispánico 27

Colombia indígena,
período prehispánico
Gerardo Reichel-Dolmatoff Las llanuras, las cordilleras, las costas y
los ríos de Colombia han sido, desde hace miles
de años, el terruño, el sustento y el continuo
estímulo de un sinnúmero de seres humanos
Introducción que, desde los albores de los tiempos hasta la
conquista española, han desarrollado aquí sus

L a siguiente exposición sobre la prehistoria


colombiana se dirige a un lector no especia-
lista pero interesado en el pasado aborigen del
diversas formas culturales, de acuerdo con su
respectivo equipo intelectual y tecnológico. Este
lento proceso de adaptación ha llevado a la acu-
país, en sus más amplios delineamientos. En un mulación de un gran acervo de experiencias re-
ensayo de este orden sería, desde luego, inopor- ferentes a recursos naturales, a las ventajas o
tuno hablar de detalles técnicos de la investiga- desventajas de ciertas zonas climáticas y muchos
ción científica, describir tipologías estilísticas, otros aspectos más que siguen siendo de apre-
o hablar de los innumerables problemas teóricos miante importancia para nuestra época. En este
o metodológicos de la arqueología moderna. sentido, la arqueología recobra vida palpitante,
Asimismo, estaría fuera de lugar pretender tratar pues, por donde estemos, nos vemos en presen-
de todas las zonas y de todos los vestigios ar- cia del ingenio humano que, a través de los
queológicos del territorio nacional, y de presen- milenios, trató de hacer de esta tierra un hogar.
tar así un árido inventario de datos, a veces La gran mayoría de las personas aún iden-
totalmente desconectados. En el espacio a mi tifican el proceso prehistórico de Colombia con
disposición y en presencia de un lector atento, los Chibcha, los Quimbaya o con las estatuas
pero no directamente interesado en un tratado de San Agustín, sin saber que la arqueología ya
técnico, deseo que se me conceda cierta libertad nos permite trazar a grandes rasgos los desarro-
al no restringirme a un extenso apparatus de llos culturales de muchas otras culturas indíge-
citaciones y referencias bibliográficas, sino que nas, a través de etapas sucesivas que nos mues-
se me permita desarrollar sin pedantería un con- tran un panorama tan variado como intelectual-
junto de ideas y evaluaciones que introduzcan mente estimulante. Así, la vida de los grupos
al lector en una dimensión de problemas y pro- de recolectores de moluscos, el desarrollo de la
cesos culturales que, aunque se refieren a hechos agricultura del maíz en las faldas de las cordille-
ocurridos en épocas muy antiguas, conservan ras, o la adaptación de los primeros habitantes
aún toda su actualidad, por haberse desarrollado a los altiplanos andinos, forman, todos, capítu-
en un medio ambiente físico que sigue siendo los de un proceso dinámico que abarca proble-
el escenario de nuestra vida actual. mas de profundo interés para el lector moderno.
Nueva Historia de Colombia. Vol. I
28

y en las páginas que siguen trataré de sintetizar nes que se han hecho en el pasado. Como ocurre
las principales etapas de estos desarrollos. en todos los campos de la investigación, la ar-
Esta tarea, sin embargo, es difícil. Desafor- queología debe revisar y revaluar continuamente
tunadamente, se carece aún de investigaciones sus premisas, ya que tanto los avances metodo-
sistemáticas en extensas zonas del país, y sobre lógicos como los nuevos descubrimientos e in-
muchos períodos y etapas culturales no se dis- terpretaciones modifican rápidamente el estado
pone sino de escasísimos datos. Resulta difícil de los conocimientos y llevan a nuevos enfoques
organizar las informaciones, por lo disparejo de y replanteos. Así, en la actualidad, las formula-
su alcance y su calidad. El hecho más limitante ciones de la década de los sesenta ya son obso-
es que la arqueología colombiana se ha ocupado letas y se debe tratar, entonces, de interpretar la
de sitios y no de contextos. En general, conta- prehistoria en un espíritu que corresponda a nues-
mos con gran número de estudios sobre la cerá- tra época presente y, ante todo, que haga justicia
mica, la orfebrería, la escultura y otros aspectos a este gran legado, a esta gran aventura, que fue
tecnológicos o estéticos, pero faltan estudios que el desarrollo de las culturas indígenas del país.
analicen los problemas de estratigrafía, de aso-
ciaciones y conjuntos culturales, o de la adapta- La etapa paleoindia:
ción ecológica a este mosaico de medio-ambien- los cazadores y recolectores tempranos
tes que es el país. En otras palabras, son aún
muy pocos los estudios que traten de reconstruir
los sistemas dentro de los cuales se originaron
y se usaron los objetos que llenan las vitrinas
L os primeros hombres que poblaron a Amé-
rica del Sur, sin duda pasaron inicialmente
por suelo colombiano; debido a la situación geo-
de los museos y, en estas condiciones, el lector gráfica del país en el Continente. Sin embargo,
comprenderá que aún es difícil lograr consisten- los datos arqueológicos acerca de esta etapa aún
cia interpretativa. son muy deficientes. La escasez de investigacio-
En lugar de organizar los datos disponibles nes sistemáticas y, ante todo, de resultados sig-
según áreas culturales o arqueológicas, me he nificativos y comprobados, hace muy difícil ob-
propuesto en el presente trabajo tratar de la ar- tener una visión histórica de los grupos humanos
queología colombiana en términos de grandes más antiguos del país. Es obvio que la extraor-
etapas históricamente significativas, ya que las dinaria variedad geográfica de Colombia haya
implicaciones de procesos culturales me parecen constituido siempre un escenario muy estimu-
ser más importantes para adquirir una perspec- lante durante el milenario proceso de la evolu-
tiva teórica, que la simple enumeración de sitios ción de las sociedades indígenas, y es por esta
ubicados en ciertas regiones sobre cuyas secuen- razón por la que, no obstante la actual escasez
cias locales se carece aún de datos. de datos, debemos iniciar nuestra introducción
Iniciaré mi exposición con el planteamiento a la prehistoria colombiana con un breve esbozo
acerca de los primeros pobladores, lo que, nece- general, que luego permita apreciar la posición
sariamente, implica adoptar una visión muy am- que el país ocupaba en los albores de la Etapa
plia que abarca una extensa región del noroeste Paleoindia, así como su importancia para los
de América del Sur, para ubicar luego en ella futuros científicos, sobre las primeras grandes
los hallazgos colombianos que corresponden a etapas de desarrollo cultural en el Continente
esta etapa fundamental. Ya que en este capítulo americano.
se trata de ofrecer una dimensión temporal de
gran alcance, he citado en el texto algunos nom- Pobiamiento de América
bres de investigadores que se han ocupado de
la definición de períodos o de categorías de En el presente estado de conocimientos
manifestaciones culturales específicas. En cam- acerca del primer pobiamiento de América,
bio, para los capítulos que siguen, el lector en- existe acuerdo general entre los arqueólogos res-
contrará al final una bibliografía anotada que le pecto a ciertos hechos fundamentales. Así, se-
permitirá consultar una serie de fuentes que con- gún todos los datos disponibles, el pobiamiento
tienen datos detallados sobre la etapa cultural inicial lo efectuaron grupos asiáticos que, proce-
en cuestión. dentes de Siberia, migraron por el Estrecho de
Una síntesis como la presente no debe con- Bering a América y se dispersaron por el Con-
sistir en ideas que repitan las mismas proposicio- tinente, entrando luego a América del Sur por
Colombia indígena, período prehispánico
29

el Istmo de Panamá. Este proceso del adveni- fluctuaban, avanzando y retrocediendo al tiempo
miento del hombre en el Nuevo Mundo y su que oscilaba el clima y el nivel del mar. Este
lenta penetración, se efectuó en la última era último, al acumularse grandes casquetes de hielo
glacial, es decir, en tiempos relativamente re- que cubrían partes de la tierra, bajaba notable-
cientes, y los movimientos migratorios de estos mente, pero en cambio subía cuando, durante
primeros grupos humanos estaban, durante mi- épocas más templadas (interglaciales), se derre-
les de años, determinados por factores climáti- tían los glaciares; estas oscilaciones modifica-
cos que, desde luego, variaban según la época ban las líneas costaneras y hacían salir o sumer-
y la región. En aquellos tiempos, gran parte del girse islas o puentes terrestres. Por lo menos en
Continente estaba poblada por una fauna extinta, dos ocasiones, una vez hace 40.000 o 50.000
de elefantes, camellos y otros mamíferos de gran años y otra vez hace 28.000 o 10.000 años aproxi-
tamaño (megafauna). Los hombres que forma- madamente, el nivel del mar descendió de tal
ban bandas migratorias, eran portadores de una modo, que la zona de Beringia formó un amplio
cultura material rudimentaria, lo que, desde lue- puente entre Asia y América y fue quizá durante
go, no excluye el conocimiento de tradiciones estos períodos cuando pasaron, de un continente
y creencias relativamente complejas, derivadas al otro, la mayoría de los primeros pobladores.
de sus orígenes asiáticos; ellos eran cazadores Una fecha conservadora sería tal vez de 30.000
y recolectores omnívoros, provistos de artefac- años,pero algunos arqueólogos consideran la po-
tos toscos de cuyo empleo eficaz dependía en sibilidad de un poblamiento inicial con magnitud
gran parte su sobrevivencia. A través de mile- de unos 100.000 años. La fecha de entrada del
nios, estas bandas buscaron adaptarse a las más hombre a América del Sur se había calculado,
diversas condiciones físicas del medio ambiente hasta hace poco, en unos 8.000 o 12.000 años
americano y, en el curso de este largo proceso, a. de C, pero actualmente, en vista de los últi-
se modificaron sus herramientas, sus modos de mos descubrimientos arqueológicos en el Perú
sobrevivir, y así, lentamente, comenzaron a di- y en otros países, se sugiere más bien una fecha
ferenciarse ciertas tradiciones culturales locales. de 20.000 años.
Hasta aquí, se puede decir que los arqueó- La correlación de las migraciones y adap-
logos concuerdan en sus opiniones sobre el po- taciones ecológicas tempranas, con las condicio-
blamiento de América. Pero tan pronto se plan- nes paleoclimáticas, es, desde luego, de un máxi-
tean preguntas acerca de fechas precisas, de pe- mo interés para la interpretación del desarrollo
ríodos cronológicos, de rutas migratorias inter- cultural indígena. En la actualidad, la mayoría
nas, de tipos de utensilios o de modos de subsis- de los geólogos y oceanógrafos están de
tencia, los criterios tienden a diferir. La principal acuerdo en que las glaciaciones en América del
causa de estas divergencias de opinión yace en Norte y del Sur fueron esencialmente sincrónicas
el hecho de que la documentación arqueológica y también en que los grandes ciclos climáticos
aún es muy incompleta y todavía existen grandes de América fueron contemporáneos con los de
áreas geográficas en las cuales sólo se han efec- Europa.
tuado muy pocas o ningunas investigaciones. Parece que, hace 14.000 o 13.000 años, la
También es cierto que los mismos vestigios cul- mayoría de los grupos humanos se hallaban rela-
turales de estos primeros pobladores son difíci- tivamente bien adaptados a los diversos medio-
les de detectar e interpretar, pues demasiadas ambientes suramericanos que se habían forma-
veces se trata apenas de algunos objetos tosca- do, al paso que se retiraban los casquetes glacia-
mente labrados de piedra o de hueso, de restos res y que, de acuerdo con sus necesidades loca-
de un fogón, de fragmentos de un hueso fosili- les, habían desarrollado en estas 'facetas' ecoló-
zado y, además, las condiciones en que se efec- gicas una serie de conjuntos de artefactos 1íticos
tuaron dichos hallazgos muchas veces dejan se- y óseos que se diferenciaban por detalles de
rias dudas acerca de asociaciones geológicas y forma, uso y tecnología. Para dar unos ejemplos:
climáticas precisas. la ocupación humana de la Cueva de Guitarre-
Hace unos 70.000 años se inició la glacia- ros, en Perú, se fechó en 12.500 años a. de C.;
ción de Wisconsin, el último gran avance glacial el sitio de Tagua-Tagua, en Chile, así como la
del Cuaternario, el cual llegó a su máximo de- Cueva de Fell en el Estrecho de Magallanes,
sarrollo aproximadamente hace 20.000 años. datan de 11.000 años, y en la zona de Lagoa
Durante este largo período, las masas de hielo Santa, en el Brasil oriental, se conocen vestigios
30 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

humanos de hace 10.000 años. Por cierto, algu- zados, es notorio que las industrias líticas sura-
nas fechas indican una edad aún mayor: Tlapa- mericanas consisten, ante todo, de raspadores
coya, un yacimiento en México central, se fechó cuchillos, golpeadores y otros utensilios poco
en 24.000 años, y Paccaicasa, en Perú, arrojó diferenciados, lo que parece dar cierta credibili-
una fecha de 20.000 años. dad a la formualación de Krieger. Por cierto
ocasionalmente, se han encontrado en Suramé-
Industrias Líticas rica finas puntas de talla bifacial, puntas acana-
ladas del tipo llamado 'cola de pez', así como
Las diferencias entre los conjuntos o 'in- puntas lanceoladas, pero estos hallazgos son más
dustrias' de artefactos líticos se deben, desde bien escasos; el número de puntas de proyectil
luego, tanto a modificaciones ocurridas a través sólo aumenta en épocas tardías y entonces di-
del tiempo, como también a su uso específico, fiere de la tipología lítica asociada a la Etapa
determinado por cierto modo de subsistencia. Paleoindia.
Obviamente, las armas de un grupo de cazadores Aún no ha terminado el debate sobre la
de la megafauna pleistocena diferían de las de validez del llamado Horizonte Pre-punta de pro-
aquellos que sólo en ocasiones perseguían pe- yectil y ya se han formulado varios nuevos es-
queños roedores o aves; los utensilios de los quemas clasificatorios y cronológicos que deben
cavernícolas andinos eran diferentes de los que mencionarse, ya que ofrecen eventualmente un
usaban los nómadas que vagaban a lo largo de marco teórico para la evaluación de los vestigios
los grandes ríos de las tierras bajas. Dichas di- más antiguos encontrados en suelo colombiano.
ferencias han dado lugar a una multitud de es- A raíz de recientes hallazgos en Venezuela, los
quemas tipológicos y a su agrupación en grandes arqueólogos Edward Lanning y Thomas Patter-
categorías, pero éstas, en cambio, siguen siendo son (1973) lanzaron la teoría de un 'Horizonte
discutidas, sobre todo en lo que se refiere a la Andino Bifacial' que, según ellos, antecede a
presencia o ausencia de ciertos elementos que, las industrias líticas de punta de proyectil y que
según el caso, se consideran diagnósticos para estaría caracterizado por un conjunto de golpea-
un período de determinada etapa de adaptación dores alargados y de puntas de lanza (no arroja-
ecológica o de cierto modo de subsistencia. En diza) toscamente talladas por percusión. Están
primer lugar se observó que, mientras que en ausentes en este conjunto los artefactos de ma-
América del Norte hay profusión de puntas de nufactura más delicada, y en cambio abundan
proyectil, este elemento era más bien escaso en utensilios burdos y pesados, de talla bifacial.
los yacimientos de Suramérica, donde, en cam- Comparando este complejo lítico con otros que
bio, abundan complejos líticos carentes de tales acababan de descubrirse en Perú, Chile y Argen-
puntas. En Norteamérica, los hallazgos de estas tina, los dos investigadores postularon un amplio
puntas de proyectil, a veces asociadas a restos horizonte, ubicado entre 9.500 y 7.000 años a.
faunísticos, hacían pensar que allí los primeros de C, aproximadamente. Además, para ciertas
pobladores habían sido ante todo cazadores, partes de Chile, Perú y Ecuador formularon una
mientras que los del Hemisferio Sur parecían etapa aún más temprana (12.000 a 9.500 a. de
haber sido más bien recolectores. Estas conside- C ) , caracterizada por buriles, y otra contempo-
raciones llevaron recientemente a la formulación ránea en Venezuela, constituida ante todo por
de una etapa u horizonte designado como 'pre- golpeadores y otros artefactos burdos.Gordon
punta de proyectil', cuyo abogado principal es Willey (1966-1971), en su reciente obra monu-
el arqueólogo norteamericano Alex Krieger mental sobre la arqueología de América, adoptó
(1964). Krieger define esta etapa, ante todo, por este esquema con algunas modificaciones y lo
el bajo nivel de su tecnología lítica, pero sin designó como "'Tradición de Bifaces y Golpea-
referirse a una etapa cultural propiamente dicha. dores', precedida por una etapa que designa
Aunque sugiere que los vestigios de ésta en Nor- como 'Tradición de Lascas' y que se caracteriza
teamérica pueden datar hasta de 40.000 años, por industrias líticas que consisten ante todo de
siendo algo más recientes en Suramérica, cree lascas manufacturadas por percusión provistas a
que se puede tratar de una tradición tecnológica veces de leves retoques marginales, pero carentes
que eventualmente persistió a través del tiempo. de talla bifacial. El último esquema de periodiza-
Mientras que las puntas bifaciales de los cazado- ción y tipología lítica fue propuesto por Richard
res del Norte son artefactos altamente especiali- MacNeish (1973) con base en sus excavaciones en
Colombia indígena, período prehispánico 31

Ayacucho, Perú. MacNeish postula una secuen- Gracias a los estudios de Thomas van der
cia de cuatro 'tradiciones', asi: tradición de uten- Hammen, la cronología del Pleistoceno y Holo-
silios de nodulos (25.000 a 15.000); tradición ceno de Colombia está bien establecida y se
de lascas y utensilios óseos (15.000 a 13.000 o conoce una larga secuencia de períodos glaciales
12.000); tradición de hoja, buril y punta lanceo- e interglaciales, que abarcan la historia del úl-
lada (13.000 a 10.000) y tradición especializada timo millón y medio de años. Van der Hammen
de puntas bifaciales (11.000 o 10.000 a 9.000 estudió en detalle las fluctuaciones climáticas
u 8.000). MacNeish presupone que las tres pri- postglaciales, de manera que se cuenta con un
meras tradiciones se derivan directamente del detallado marco de referencia para ubicar en él
Viejo Mundo y atribuye sólo a la cuarta y última los desarrollos culturales de aquellas épocas del
un origen americano propiamente dicho. primer poblamiento humano. Infortunadamente,
El conjunto de los esquemas presentados los datos arqueológicos son aún escasos, aunque
por Willey, Lanning y Patterson fue severa- últimamente tienden a aumentar.
mente atacado por Lynch (1974), quien pone en
duda casi la totalidad de los criterios que habían En los años pasados apenas se conocían
servido para la definición de las diversas indus- algunas puntas de proyectil que, por lo general,
trias líticas y quien tampoco acepta la existencia constituían hallazgos aislados, sin que se supie-
de un Horizonte Pre-punta de proyectil; asimis- ran las circunstancias de su procedencia y aso-
mo, Lynch tiene muchas críticas acerca del es- ciaciones. En Espinal (departamento del Toli-
quema de MacNeish. ma) se encontró una punta lanceolada, bifacial-
Los puntos básicos de los diversos juicios mente tallada por percusión y retocada por pre-
y dudas que se han expresado acerca de la defi- sión. Otras puntas proceden de Ibagué (departa-
nición de los desarrollos culturales de la Etapa mento del Tolima), La Tebaida (departamento
Paleoindia en Amércia del Sur se pueden resumir del Quindío) y Manizales (departamento de Cal-
así: muchos conjuntos de artefactos líticos pro- das), la última caracterizada por un pedúnculo
vienen de yacimientos superficiales que necesa- alargado, con base bifurcada; la talla es bifacial
riamente no representan una misma época y que, y notoriamente tosca. Varias puntas proceden
de todas maneras, sólo raras veces pueden fe- de la Costa Atlántica (Santa Marta, Mahates,
charse de un modo seguro; en muchos casos Laguna de Betancí) y se caracterizan, asimismo,
deja lugar a dudas la asociación precisa de los por su talla bifacial y algunos retoques secunda-
artefactos con terrazas, determinados estratos rios, aunque varían en forma general y en mu-
geológicos, períodos climáticos o restos faunís- chos detalles de su técnica de manufactura. Exis-
ticos; el mero hecho de una tecnología lítica ten algunas otras puntas de proyectil, unas en
rudimentaria no indica de ningún modo gran colecciones particulares, otras halladas por ar-
antigüedad; respecto a muchos objetos líticos queólogos y aún no publicadas; pero, en térmi-
existen dudas acerca de su identificación como nos generales, se puede decir que, hasta la fecha,
artefactos humanos; las fechas obtenidas con los hallazgos de puntas son muy esporádicos y
base en materiales orgánicos que no sean carbón no dejan reconocer ningún rasgo tipológica-
vegetal, dan, a veces, lugar a recelos. El examen mente significante. Además, las pocas puntas
crítico de un número elevado de industrias líti- mencionadas en la literatura arqueológica de Co-
cas, consideradas como paleoamericanas, pone lombia, carecen de todo contexto cultural.
en seria duda la validez de las tipologías y de Otra categoría de hallazgos está constituida
su posición cronológica. El mismo MacNeish por algunas industrias líticas formadas por un
reconoce que "... nuestro conocimiento de los número más o menos elevado de instrumentos
primeros habitantes del Nuevo Mundo está aún tallados, de lascas o de núcleos desbastados. En
en su infancia... un terreno arqueológico casi estos complejos líticos se observan raspadores
intocado está en espera de su exploración". de diversas formas, cuchillos, utensilios denti-
culados, así como nódulos que a veces dejan
Primeros hallazgos en Colombia reconocer una plataforma de choque donde se
desprendieron lascas por percusión. Por lo gene-
¿Cuál es, entonces, la situación en Colom- ral, se trata sólo de artefactos unifacialmente
bia y qué se sabe actualmente acerca de los tallados y poco diferenciados; se conocen com-
primeros pobladores del país? plejos líticos de la Costa Atlántica (Canal del
32 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

Dique), Costa Pacífica (ríos Catrú, Juruvidá y crítica ya se mencionó, atribuye, en cambio,
Chorí; Bahía de Utría), del Magdalena Medio cierta importancia decisiva a los hallazgos en la
(Bocas del Carare) y de algunas otras localidades terraza de Garzón, y dice que, en el caso de
del interior. Más recientemente, Correal (1974, comprobarse el origen humano de los objetos
1977) ha descrito una serie de estos conjuntos de xilópalo, "...Garzón parece ser uno de los
líticos, uno de ellos de la hacienda "Boulder" sitios más prometedores para ser colocado den-
(departamento del Huila), y otros, de otras loca- tro de la Tradición de Bifaces y Golpeadores,
lidades de la Costa Atlántica y del Valle del postulada por Willey". Schobinger (1969) dis-
Magdalena. Los materiales líticos consisten, cute el posible significado de Garzón y compara
ante todo, de lascas que se tallaron toscamente los objetos líticos con los de Taima Taima, una
por percusión, para formar de ellas una variedad industria lítica de Venezuela occidental, fechada
de raspadores, raederas y denticulados. Existen alrededor de 13.000 años a. de C. Lynch, al
también núcleos desbastados y algunos golpea- resumir su evaluación de Garzón, formula tres
dores no diferenciados; nuevamente es de anotar posibles opciones: 1) la interpretación de Bürgl
la ausencia de puntas de proyectil y, en la ma- es correcta y los primeros pobladores llegaron
yoría de los casos, de materiales líticos pulidos. a suelo colombiano hace más de 100.000 años;
Ya que se trata de colecciones superficiales, 2) los objetos de xilópalo no son artefactos hu-
estos complejos líticos aún no permiten hablar manos; y 3) Bürgl está en lo cierto, pero la
de pautas de poblamiento, modos de subsisten- terraza aluvial de Garzón pertenece a una fase
cia ni mucho menos de ocasionales semejanzas tardía de la glaciación de Wisconsin. He aquí,
con complejos líticos de otras regiones de Amé- pues, un problema importante de resolver, cuya
rica. En realidad, los complejos descritos por dilucidación definitiva sería un aporte conside-
Correal pueden representar culturas paleoindias, rable a los estudios paleoindígenas.
como también puede que representen culturas
posteriores, ya que las tipologías tan poco dife- En la última década se han efectuado algu-
renciadas también pueden haber perdurado a tra- nas investigaciones cuyos resultados constituyen
vés de muchos milenios de años, hasta épocas un avance muy notable en este campo de la
relativamente recientes. Sólo excavaciones es- arqueología. En la región de El Abra, cerca de
tratigráficas podrán en el futuro determinar su Zipaquirá, en la Sabana de Bogotá, se excavaron
verdadero significado. varios abrigos rocosos que contenían una larga
secuencia estratigráfica de artefactos humanos,
Un hallazgo de especial interés fue hecho, restos faunísticos, polen fósil y otros indicios
hace algunos años, por el geólogo H. Bürgl de cambios climáticos. El Abra, localizado a
(1957). En una terraza aluvial del río Magdale- 2.570 metros sobre el nivel del mar, es un anti-
na, cerca de Garzón (departamento del Huila), guo cañón abierto entre areniscas del Cretáceo
Bürgl excavó varios objetos de madera fosili- Superior, que en fechas muy posteriores se llenó
zada (xilópalo), que identificó como artefactos de sedimentos lacustres pleistocenos. La Sabana
humanos asociados con huesos de megaterio. de Bogotá había sido un gran lago que se drenó
El geólogo afirmó que los objetos se hallaban hace unos 40.000 o 30.000 años, pero algunas
in situ, en gravillas pertenecientes al Pleistoceno zonas pantanosas y aun lagunas se han conser-
Medio o Inferior y que deberían haber sido lle- vado a través del tiempo. Al pie de las paredes
vados a este lugar por un agente humano. Van verticales del cañón de El Abra la acción de las
der Hammen (1957) confirmó la gran edad de aguas había formado cavidades y cornisas de
la terraza, pero con referencia a los objetos de rocas sobresalientes, y estos abrigos sirvieron a
xilópalo se limita a decir que no le parece 'na- los antiguos indios como lugares de vivienda.
tural' su presencia en este lugar. En efecto, la
identificación como artefactos deja lugar a duda En el sitio de El Abra, el estrato más re-
y, posiblemente, se trata de desconchamientos ciente contenía cerámica muisca y evidencia de
y golpes de origen natural; pero aun en este caso agricultura testimoniada por el polen de maíz,
queda por explicar el fenómeno de la acumula- fechado en A. D. 1610. A continuación se ob-
ción de estos objetos en un solo lugar, pues los servaron varios estratos depositados durante el
dos geólogos citados se inclinan a creer que sólo Holoceno tardío y medio, que contenían artefac-
un agente humano pudo haber llevado allí los tos líticos, huesos de animales de presa y restos
objetos de xilópalo. Lynch (1974), cuya actitud de fogones. La primera ocupación humana, re-
Colombia indígena, período prehispánico
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presentada por 37 lascas, correspondió a un que se trata, esencialmente, de cazadores y re-


clima relativamente templado y húmedo, cuando colectores que perseguían una fauna de venados,
la región estaba cubierta de bosques. Este estrato pequeños roedores y armadillos, cuya composi-
fue fechado en 10.450 años a. de C, es decir, ción fluctuaba con los cambios climáticos.
correspondiente aún a la época tardiglacial. A
través de los estratos superpuestos y que arroja- Un aspecto interesante de los yacimientos
ron fechas de 8.750, 7.375 y 6.800 años a. de arqueológicos del Tequendama consiste en los
C, se pudieron observar fluctuaciones climáti- numerosos entierros que se encontraron en casi
cas del Holoceno, indicadas por cambios en la todos los estratos de la acumulación de basuras
vegetación. El material lítico de El Abra procede que llenaban los abrigos, ya a partir de los nive-
de todos estos estratos y consiste principalmente les más profundos. La mayoría de los esqueletos
de lascas unifaciales hechas por percusión y no corresponden a adultos, enterrados en posición
muy diferenciadas. Se cree que estas herramien- acurrucada dentro de depresiones irregulares
tas hayan podido servir para despresar los anima- ovaladas; hay indicios de incineración y en va-
les, cuyos huesos se encontraron en los diversos rios casos se hallaron sólo los huesos largos.
estratos, y también pueden haberse utilizado Aparte de algunas ofrendas funerarias, tales
para manufacturar artefactos de madera. No se como instrumentos líticos y óseos, se observó
hallaron puntas de proyectil y los restos óseos el uso ritual de ocre.
pertenecen a una fauna de pequeños animales La posición cronológica de la secuencia
en la cual no se observan restos de especies total del Tequendama se calcula entre los 5.000
extintas. En su conjunto, los complejos líticos y 11.000 antes del presente y uno de los entierros
de El Abra se han clasificado dentro de la Tra- fue fechado en 6.375 años.
dición de Lascas, postulada por Willey (1971; Hasta aquí los datos concretos; es evidente
Lynch, 1974). Los materiales tardiglaciares, fe- que en general se trata de informaciones muy
chados en 10.450 a. de C, podrían clasificarse, esporádicas que deben interpretarse con pruden-
entonces, como pertenecientes a la Tradición de cia, pues todavía no sugieren ninguna pauta,
Caza y Recolección, del esquema de Willey. ninguna tendencia comprobable en lo que se
Otro sitio importante fue descubierto hace refiere a la dispersión geográfica ni a la evolu-
poco cerca del Salto de Tequendama, en el ex- ción temporal de los primeros pobladores. El
tremo suroccidental de la Sabana de Bogotá (Co- Abra y el Tequendama son los únicos yacimien-
rreal, 1973; Correal & Van der Hammen, 1977). tos que han producido asociaciones, secuencias
Se trata de varios abrigos bajo rocas sobresalien- y fechas consistentes y que cuentan con un
tes, que habían sido ocupados durante los finales marco de referencia geológica y climatológica;
del Pleistoceno y los comienzos del Holoceno estos dos sitios comprueban que el hombre es-
por grupos de cazadores y recolectores. Nueva- tuvo presente en la Sabana de Bogotá por lo
mente se observó aquí un conjunto de raspadores menos ya 10.500 años a. de C. Por cierto, en
hechos de lascas talladas a persecución, así aquella fecha sería de suponer que hubieran so-
como de numerosos golpeadores poco diferen- brevivido aun en la Sabana varias especies de
ciados. Algunos de los artefactos procedentes la fauna pleistocena, pero no se tienen aún indi-
de los estratos superiores y medios se cree tengan cios de que dichos indios fuesen cazadores de
semejanzas con el material lítico de El Abra y estos animales, y los dos yacimientos menciona-
aun con el de la hacienda "Boulder". En los dos sugieren más bien la existencia de grupos
estratos inferiores del sitio del Tequendama se de recolectores que sólo ocasionalmente se de-
observaron artefactos de manufactura técnica- dicaban a la cacería de pequeñas especies de
mente más avanzados, como, por ejemplo, un animales de los alrededores.
raspador aquillado, una hoja bifacial y una punta Las pocas puntas de proyectil que se han
de proyectil, todos con retoques secundarios. encontrado en territorio colombiano, segura-
Fuera de los artefactos líticos se hallaron muchos mente no pueden ser asociadas con una etapa
utensilios de hueso y de cuerno, ante todo en cronológicamente muy antigua, de cazadores es-
forma de perforadores; se ha sugerido que algu- pecializados; son puntas tipológicamente muy
nas astillas agudas de hueso podrían haber sido variadas que, es probable, se distribuyan a través
utilizadas como puntas de proyectil. Acerca del de muchos miles de años. La escasez de datos
modo general de subsistencia, no cabe duda de sobre los primeros pobladores, sobre complejos
34 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Uticos de puntas de proyectil y sobre una adap- trado que ya antes de 3.000 a. de C. existían
tación a los valles interandinos y a las tierras allí aldeas hasta con dos mil habitantes, que
bajas tropicales, muy probablemente no se debe cultivaban maíz, yuca, y varias cucúrbitas, ma-
a la ausencia de tales vestigios sino al simple nufacturaban cerámica y comenzaban a organi-
hecho de que aún no se hayan efectuado intensas zarse en comunidades numerosas. En Colombia
investigaciones acerca de estas primeras etapas se han podido observar desarrollos parecidos,
de la prehistoria del país. en una fecha similar. En varios lugares de la
Costa Atlántica se han encontrado indicios de
La etapa formativa: de los comienzos horticultura, de vida sedentaria y de tecnologías
de la vida sedentaria, hasta el desarrollo avanzadas.
de la agricultura y de las aldeas Es de máxima importancia anotar aquí lo
siguiente: todos estos desarrollos ocurrieron

L os datos arqueológicos disponibles actual-


mente, atestiguan que los vestigios cultura-
les más antiguos de Colombia se ubican en la
aquí mucho antes que surgieran los primeros ves-
tigios comparables en Mesoamérica o en los
Andes Centrales. Parece, pues, actualmente,
región andina. Sin embargo, es poco probable que fueron los territorios de Colombia y Ecuador
que las sierras y los altiplanos hayan desempe- los que crearon los impulsos que constituyeron
ñado un papel decisivo en los desarrollos que las bases de las grandes civilizaciones america-
siguen a la Etapa Paleoindia. Más bien, parece nas posteriores. En otras palabras, los orígenes
que los verdaderos orígenes culturales de las del continuum Olmeca-Maya y del continuum
etapas siguientes tuvieron lugar en las regiones Chavín-Inca, se supone estén en las tierras bajas
tropicales que, por la gran complejidad de sus del noroeste de Suramérica, y las Etapas Forma-
medio ambientes, resultaron ser más propicias tivas de estos dos centros parece que estuvieron
y estimulantes que las cordilleras o las zonas precedidas por una amplia fase de desarrollo
semiáridas. que se puede designar como Etapa de Selva
Tropical. Se puede suponer entonces, que, du-
La costa como foco cultural rante el período aproximado de 3.000 a 1.000
a. de C, Colombia, Ecuador y el Alto Amazo-
Desde que, en los años cuarenta, se formuló nas formulaban la verdadera área de climax cul-
el concepto de una extensa Etapa Formativa, tural del Nuevo Mundo, la cual servía de fuente
subyacente a todos los desarrollos en América cultural al Perú y a Mesoamérica, regiones que
Nuclear, es decir, entre el norte de México y el en aquel entonces eran aún marginales a la gran
norte de Chile, se llegó a pensar que las dos corriente de los desarrollos americanos. Sólo
zonas de máximo avance en una época clásica alrededor de 1.000 a. de C. estos dos centros,
- Perú / Bolivia y México / Guatemala - se al sur y al norte, comenzaron a diferenciarse y
habían constituido en focos culturales por sus tomaron sus particulares rumbos, que posterior-
factores internos de particulares impulsos crea- mente culminaron en las grandes civilizaciones
dores. En cambio, en el curso de la última dé- aborígenes del Continente.
cada ha adquirido más y más aceptación la teoría En vista de este planteamiento, es obvio
de que los orígenes de las culturas más avanza- que los sucesos prehistóricos, acaecidos en terri-
das de América se encuentren en el noroeste de torio colombiano en aquella etapa, son de un
Suramérica o, para ser más exacto, precisamente interés extraordinario, ya que no se trata de me-
en las tierras tropicales colombianas al oeste de ras formas adaptativas locales, sino de una diná-
la Cordillera Oriental y en la región costanera mica cultural cuyos procesos influyeron de un
del Ecuador. Al plantear esta teoría, se parte de modo decisivo sobre el curso de la evolución
la premisa de que la agricultura intensiva, así de las sociedades indígenas en una muy extensa
como la vida aldeana, se desarrollaron primera- zona de América.
mente en las selvas amazónicas y que estos mo-
dos de vida se difundieron luego -hace unos 4.000 Comienzos de la cerámica
a. de C - , hacia las tierras bajas de la Costa
Atlántica de Colombia y la Costa Pacífica del Ya a comienzos del cuarto milenio a. de
Ecuador. En efecto, recientes excavaciones en C, aparecen en la Costa Atlántica indicios de
la hoya del río Guayas (Ecuador), han demos- una forma de vida bien definida, constituida por
Colombia indígena, período prehispánico 35

los indios recolectores de moluscos. En diversos A Puerto Hormiga sigue cronológicamente


sitios arqueológicos se han encontrado grandes una muy variada secuencia cultural representa-
acumulaciones de conchas marinas, entremez- da, ante todo, por una serie de materiales exca-
cladas con artefactos líticos, óseos y, lo que es vados en los sitios de Monsú, Canapote y Bar-
más notable, con fragmentos cerámicos. El ya- lovento, todos ubicados en la Llanura del Cari-
cimiento principal fue descubierto en el lugar be. Canapote, al borde de la Ciénaga de Tesca
de Puerto Hormiga, sobre el Canal del Dique, y fechado en 1.940 a. de C., es un gran conche-
en el departamento de Bolívar, donde se halló ro, originalmente también en forma anular, que
un gran conchero anular que contenía abundan- contiene los restos alimenticios y culturales de
tes vestigios culturales constituidos por cerámi- grupos de recolectores de recursos marinos. Bar-
ca, litos, fogones y otros restos de ocupación lovento, en cambio, ubicado más hacia el no-
humana. La fecha de 3.100 a. de C, obtenida roeste, entre el mar y la ciénaga mencionada,
para el estrato cultural más bajo, resultó ser la es un anillo de seis grandes concheros unidos
más antigua para la cerámica de todo el Conti- por sus bases y que, como los anteriores, contie-
nente. Los pobladores de Puerto Hormiga eran nen abundantes vestigios de cerámica, artefactos
recolectores de moluscos del litoral y de los líticos, fogones y pisos de conchas trituradas,
esteros cercanos y se dedicaban también a la que representan antiguas superficies. La fecha
cacería de especies pequeñas de la fauna local, más antigua para Barvolento es de 1.560 a. de
así como a la recolección de recursos vegetales. C, y la más reciente es de 1.030 a. de C, de
Entre los artefactos líticos figuran ante todo pie- manera que la ocupación de este sitio abarca
dras con pequeñas depresiones ovaladas, que nuevamente un espacio de medio milenio.
servieron de yunques para romper semillas du-
ras. También se encontraron varias placas de La secuencia de Puerto Hormiga, Canapote
piedra arenisca y granulosa que, según se puede y Barlovento muestra en esencia una adaptación
apreciar por las marcas de uso visibles en ellas, a un ambiente del litoral y sugiere que se trataba
sirvieron de base para moler o triturar algún de grupos que dependían en alto grado de la
material relativamente blando, probablemente recolección de moluscos. Esta imagen, sin em-
semillas o tallos verdes. Estos objetos, junto bargo, no se debe generalizar, pues otros yaci-
con las lascas de filo cortante, los raspadores, mientos arqueológicos, algunos de ellos en las
golpeadores y pequeñas manos de triturar o ma- cercanías y otros en regiones más alejadas,
chacar, indican una notable dependencia de ali- muestran que ya en esta época los antiguos ha-
mentos vegetales. La cerámica de Puerto Hor- bitantes del norte del país sabían explotar muy
miga se caracteriza por sus formas sencillas glo- eficazmente una gran variedad de diferentes re-
bulares y por su desgrasante de fibras vegetales cursos de sus ambientes ecológicos, y que cier-
que se mezclaron con la greda, rasgo muy par- tos grupos -aunque contemporáneos- habían de-
ticular de su tecnología. Sin embargo, no se sarrollado muy variados modos de subsistencia.
trata allí, de ningún modo, de una fase inicial El sitio de Monsú, por ejemplo, también situado
del arte alfarero; tanto tecnológica como artísti- en la región costanera, consiste en una gran
camente, la cerámica de Puerto Hormiga atesti- acumulación, en forma anular, de desperdicios
gua ya un nivel bastante desarrollado, lo que culturales; pero lo notable es que en este caso
hace suponer que los verdaderos comienzos de no se trata predominantemente de moluscos,
la cerámica se remontan a épocas aun anteriores. sino de restos materiales de grupos que depen-
La última fecha de Puerto Hormiga es de 2.552 dían en un grado muy manifiesto de recursos
a. de C., es decir, el lugar estuvo habitado -pro- vegetales. En efecto, la presencia de grandes
bablemente sólo por temporadas- durante más azadas indica que estos indígenas ya labraban
de quinientos años, a través de los cuales se la tierra. La secuencia excavada en este sitio
observan sólo muy pocos cambios en su compo- consiste en tres grandes períodos: el más anti-
sición cultural. Un complejo cerámico parecido guo, designado como Monsú, es posterior al
al de Puerto Hormiga se encontró en Bucarelia, final de Puerto Hormiga; le sigue el Período
cerca de Zambrano, sobre el bajo río Magdale- Canapote, y los últimos estratos están represen-
na, pero allí no se trata de una estación de reco- tados por el Período Barlovento, pero por una
lectores de moluscos sino más bien de pescado- adaptación ecológica de Barlovento que impli-
res y recolectores ribereños y lacustres. caba sólo pocos moluscos.
36 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

Vale la pena explicar aquí, brevemente, la sido empleadas para sacar el almidón del interior
estructura estratigráfica de este yacimiento ar- de los troncos de ciertas palmas, mientras que
queológico. Parece que originalmente el sitio de las más pesadas y romas sugieren su empleo en
Monsú estaba localizado sobre una playa are- la horticultura. Ya que no encontramos indicios
nosa de un río selvático. Hallamos en este estrato del cultivo del maíz entre el polen recogido, y
basal los vestigios de gruesos horcones de ma- en las excavaciones están ausentes las piedras
dera que sugieren una construcción de planta y manos de moler, parece que se trata del cultivo
ovalada de grandes dimensiones. La cerámica de la yuca y de otras raíces.
asociada a este estrato inicial, a grandes rasgos En Monsú se encontraron varios entierros
se ubica entre el Período de Puerto Hormiga y secundarios que consistían en algunos fragmen-
el de Canapote, pero, en cambio, no se parece tos de cráneos y de huesos largos, depositados
en nada a la de aquel primer complejo alfarero; en un pozo irregular, debajo del piso, en la
dicha cerámica representa una tradición diferen- misma zona de los fogones. Huesos humanos
te, sin desgrasante vegetal, y sus motivos deco- desarticulados se hallaron en la basura y sugieren
rativos geométricos se trazaron con anchas y prácticas de canibalismo. Se debe hacer resaltar
muy profundas líneas incisas; no existen aquí un aspecto importante de Monsú, que consiste
los característicos adornos plásticos biomorfos en que ya en los estratos basales se observa una
de Puerto Hormiga o Bucarelia, y, en cambio, gran variedad estilística en la cerámica. Las for-
se observan modos decorativos que sugieren mas son sencillas y globulares, pero los modos
otras múltiples tradiciones e influencias. Lo de decoración y los detalles tecnológicos son
mismo se observa en el Período Canapote, que muy variados y, por cierto, hay que repetir que
se superpone al de Monsú y donde no sólo apa- no muestran ninguna semejanza con la cerámica
recen las categorías cerámicas establecidas para de Puerto Hormiga. Ello reafirma lo dicho arri-
el sitio-tipo de la Ciénaga de Tesca, sino donde, ba: la gran variación en las tradiciones cerámicas
además, se añade ahora una multitud de nuevos hace suponer que el origen del arte alfarero se
elementos que demuestran que se trata de una remonta a una época muy anterior a la de los
época en que ya existían las más variadas tradi- comienzos de Puerto Hormiga y que la Costa
ciones cerámicas. El período final del sitio de Atlántica de Colombia fue en el cuarto milenio
Monsú está constituido por un complejo cerá- a. de C. una zona de importantes desarrollos
mico estrechamente emparentado con Barloven- tecnológicos, económicos y artísticos.Todo ello
to, pero que está muy poco asociado con la viene a reforzar la teoría de los orígenes cultu-
recolección de moluscos, y en cambio sí con rales en las tierras bajas tropicales, en este caso
restos de pescados y de la fauna terrestre de la en las de la gran Llanura del Caribe y del medio
región. A través de toda la secuencia del sitio y bajo río Magdalena. La selva tropical húmeda
de Monsú se hallaron grandes y pesadas azadas que, en aquel entonces, se combinaba con el
hechas del reborde grueso de una gran concha ambiente lacustre de ciénagas, pantanos y esteros
marina (Strombus gigas). Estas azadas aparecen que se extienden hacia el bajo Cauca, los ríos
en dos formas: la una, algo más liviana y angos- San Jorge y Sinú, hasta el Golfo de Urabá, pa-
ta, lleva un fino filo curvo que puede haber sido rece haber sido un gran foco cultural.
utilizado para cortar materiales relativamente
blandos, tales como madera o fibras vegetales; La secuencia Puerto Hormiga/Monsú/Ca-
la otra, pesada y burda, muestra en el filo un napote/Barlovento constituye un eje fundamen-
desgaste astillado que sólo puede haberse produ- tal en la prehistoria de Colombia, no sólo porque
cido al usar la azada para cavar la tierra. forma una escala cronológica detallada y conti-
Los testimonios hallados en Monsú de- nua, que abarca desde 3.100 a. de c, sino, ante
muestran que en el tercer milenio a. de C. los todo, porque representa una secuencia de desa-
pobladores de las tierras bajas tropicales de la rrollo cultural que, por sus variadas caracterís-
llanura del Caribe y del bajo Magdalena habían ticas, adquiere una importancia que va mucho
logrado formas muy variadas y muy eficientes más allá de la Costa Atlántica colombiana. Para
de adaptación a los diversos medio ambientes: poder apreciar plenamente esta afirmación, de-
marino, ribereño, lacustre, sabanero, selvático, bemos colocar nuestra secuencia dentro de un
etc. Además, las azadas indican dos posibles contexto prehistórico más amplio y referirnos a
formas de uso: las de filo cortante podrían haber ciertos hechos de las décadas pasadas.
Colombia indígena, período prehispánico 37

En 1956 se encontró en la Costa del Ecua- hallazgos. Los materiales de Valdivia fueron
dor el yacimiento denominado Valdivia, consti- revisados y, junto con los resultados de nuevas
tuido por acumulaciones de conchas marinas excavaciones, se demostró que, en primer lugar,
mezcladas con fragmentos cerámicos, y se les debajo de los estratos de Valdivia yacían otros
asignó una fecha de 3.200 a. de C. Los descu- complejos cerámicos más antiguos aún y, en
bridores de esta cultura preshistórica llegaron a segundo lugar, que alrededor de 3.500 a. de C.
la conclusión de que la cerámica de Valdivia y, ya los indígenas de aquella región no sólo cul-
con ella, la de América, era de origen japonés tivaban una raza muy evolucionada de maíz,
(Período Jomon Medio, de 5.000 a 3.000 a. de sino que vivían en grandes aldeas permanentes
C.) y que ésta había llegado por navegación y sus habitaciones se agrupaban alrededor de
transpacífica a la costa ecuatoriana, donde fue una construcción de carácter ceremonial. A eso
adoptada por los aborígenes americanos que, se añadió que la cerámica de Valdivia no resultó
hasta entonces, no tenían ningún conocimiento ser tan única como se había supuesto. En efecto,
de la alfarería. Valdivia sería, entonces, el foco en Colombia, a lo largo del río Magdalena, se
de difusión de la cerámica que, de allí en ade- encontró cerámica de tipo Valdivia, y la cerá-
lante, se habría dispersado por todo el Continen- mica de tipo Machalilla se halló asimismo, en
te. Esta difusión, sin embargo, no se habría varias localidades de la Costa Atlántica. En la
efectuado por comercio directo: lo que se habría actualidad, las recientes excavaciones en el
difundido sería un estímulo, es decir, el conoci- Ecuador han demostrado que la cerámica no
miento de una invención tecnológica, de modo aparece abruptamente sino de un modo gradual,
que, según los arqueólogos descubridores, la dejando suponer que sus orígenes se remontan
cerámica de Valdivia en sí quedaría limitada a a fechas aún más tempranas y a un foco de
una pequeña zona de la Costa Pacífica del Ecua- dispersión que aún se desconoce. Quedó, así,
dor. Los mismos investigadores hallaron, ade- descartada la teoría del origen japonés de la
más, otro complejo cerámico cerca de Valdivia, cerámica americana. En vista de todas estas con-
denominado Machalilla, que fue fechado en sideraciones, el centro de intereses se está tras-
1.500 a. de C. y al cual también atribuyeron un ladando de nuevo a Colombia y sobre todo a la
origen japonés. Machalilla, asimismo, tendría zona de la Costa Atlántica.
una distribución muy limitada en el Ecuador, Aquí caben algunas observaciones que ayu-
pero sus técnicas y formas se habrían difundido den a aclarar los motivos que hacen pensar en
ampliamente. Cuando cinco años más tarde se que aquella región de Colombia haya sido un
descubrió Puerto Hormiga, los arqueólogos de antiguo foco cultural de gran importancia.
Valdivia opinaban que se trataba apenas de una La Llanura del Caribe, con sus lagunas y
derivación cultural del Ecuador hacia Colombia esteros, sus ríos y colinas, forma un habitat muy
y que la cerámica de Puerto Hormiga era una propicio para culturas simples que disponen ape-
derivación de aquella que se decía ser originaria nas, de un inventario tecnológico limitado. La
del Japón. Aunque algunos arqueólogos se pre- Costa Atlántica no es tanto "tierra maicera" -
guntaron cómo, exactamente, los japoneses del como lo serían los valles y vertientes de la región
Neolítico habrían podido efectuar semejante tra- interandina-, sino que es, en esencia, una región
vesía de más de 8.000 millas náuticas, e intro- propicia para el cultivo de raíces, la explotación
ducir, al cabo de ella, un complejo cerámico de palmas, para la pesca, la cacería de presas
tan variado y tan adelantado como el de Valdi- menores y para la recolección de moluscos. Las
via, los hallazgos ecuatorianos no dejaron de lagunas, los esteros y las playas ofrecen recursos
producir una profunda impresión en los círculos muy abundantes de proteínas, no sólo en forma
de expertos. Con el descubrimiento de Valdivia, de moluscos y peces sino también de reptiles.
el problema del origen de la cerámica prehistó- Aunque en lo que se refiere a los suelos y al
rica del Nuevo Mundo y, lo que es más, de todo clima prevalente se observan pocas diferencias
lo que este hecho significa para el desarrollo fundamentales de una región a la otra, el am-
cultural del Continente, parecía resuelto en- biente de la Llanura del Caribe ofrece un crecido
tonces. número de sistemas ecológicos contiguos, todos
En los últimos tiempos, sin embargo, se muy ricos en recursos: las playas, las sabanas,
ha producido un nuevo viraje en el rumbo de el ambiente lacustre, el ribereño, los bosques y
las investigaciones y en la interpretación de los otras zonas más. En realidad, en ninguna otra
38 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

región del país se combinan tantas y tales ven- tonces la base para un futuro calendario agrícola.
tajas, a las que se pueden añadir las de los suelos De esta manera, los círculos de conchas pudie-
arenosos fáciles de trabajar con herramientas ron haber sido, tal vez, las primeras construccio-
rudimentarias, un clima benigno, y un régimen nes de carácter ceremonial.
de lluvias muy adecuado para el cultivo de la Lo dicho arriba se refiere casi exclusiva-
yuca y de otras raíces. También se trata allí de mente a la Llanura del Caribe; en efecto, las
una región donde hay gran abundancia de pal- manifestaciones culturales representativas de la
mas, muchas de las cuales contienen almidón secuencia Puerto Hormiga/Monsú/Canapote/
comestible en sus troncos o cargan frutos de Barlovento, se encuentran desde el Golfo de
gran valor nutritivo. Es precisamente en este Urabá hasta la Baja Guajira y suben el río Mag-
tipo de ambiente tropical donde se puede supo- dalena por lo menos hasta la región de El Banco
ner que se haya iniciado la horticultura, tal vez y la Laguna de Zapatosa, extendiéndose en una
en las riberas inundadizas del bajo Magdalena, ancha franja sobre las tierras bajas de esta in-
en las orillas de las lagunas o cerca de los grandes mensa región.
esteros del litoral. En el interior del país no se dispone aún
En vista del gran número de sistemas fácil- de datos arqueológicos, lo que, desde luego, no
mente explotables, sería entonces erróneo creer indica de por sí la ausencia de vestigios de esta
que los grupos humanos de determinada época etapa prehistórica. Es muy posible que en algu-
se hubieran dedicado exclusivamente a aprove- nas regiones tales como el alto Magdalena, el
char una sola fuente de recursos; por ejemplo, Valle del Cauca o en algunas zonas de Cundina-
que hubiera habido grupos de orientación estric- marca, se hayan desarrollado pequeños enclaves
tamente marítima; otros de orientación sólo la- que, eventualmente, ya en el segundo milenio
custre y otros aún de orientación sólo ribereña a. de C, adoptaron el cultivo del maíz, junto
o sabanera. Según todos los indicios, existía con una horticultura mixta, de la cual ulterior-
una muy evidente fluctuación en los modos de mente se constituyó un complejo andino de plan-
subsistencia, pues tanto los peces como las aves, tas alimenticias, incluyendo la papa. Pero las
los reptiles, los roedores y aun los moluscos grandes ventajas ecológicas, para la Etapa For-
marinos, migran localmente en ciertas épocas; mativa, de la Llanura del Caribe, difícilmente
hay épocas de abundancia de tortugas o caima- se podrían superar, y es allí donde se concentra
nes, y otras de escasez de frutas silvestres. Todo una dinámica cultural que durante largas épocas
esto influye sobre el tamaño, el sedentarismo y constituye una fuerza de gran intensidad y al-
la tecnología de los grupos humanos que, con cance.
la ayuda de técnicas poco diferenciadas, se adap-
tan a un gran número de medios y participan en Vida aldeana
una amplia gama de recursos. Parece, entonces,
que entre el cuarto y el primer milenio a. de C.
la Costa Atlántica y el bajo Magdalena desem- Al terminar el segundo milenio a. de C
peñaron un papel fundamental en lo que se re- se encuentran en la Llanura del Caribe vestigios
fiere a la creación y adaptación de pequeños de una vida aldeana ya bien definida y caracte-
sistemas hortículos y el establecimiento de la rizada por un gran número de rasgos culturales
vida aldeana. propios. El sitio de Malambo, ubicado al borde
de una laguna al sur de Barranquilla, cerca de
Es curioso observar que muchos sitios muy la orilla occidental del río Magdalena, ejempli-
antiguos, del continuum Puerto Hormiga/Barlo- fica esta nueva forma de adaptación. En una
vento, tienen un plano anular y que el centro época fechada en 1.120 a. de C, aparece en
del círculo carece de desperdicios culturales. Malambo, una población ribereña y sedentaria.
Eso hace pensar que esta forma, por cierto muy La cerámica es mucho más rica en formas que
antigua también en otras partes del Continente, la de los períodos precedentes, y entre estos
tenga alguna relación con la organización social vestigios se observa gran número de fragmentos
o religiosa de los habitantes, o que se trate de de grandes platos planos (budares) que, por lo
un círculo gnomónico. La importancia de fijar general, se pueden considerar como indicadores
fechas y estaciones, para anticipar la maduración de la preparación del cazabe, el pan hecho de
de frutas silvestres, la migración de los animales harina de yuca. Aunque los habitantes de Ma-
de presa, o de otros ciclos biológicos, sería en- lambo entonces eran todavía pescadores y se
Colombia indígena, período prehispánico 39

dedicaban ocasionalmente a la caza, su base de cierto muy adecuado para el cultivo de raíces-
subsistencia, según parece, fue el cultivo de la las orillas de las lagunas y ciénagas ofrecen tie-
yuca. Es de interés, anotar que la cerámica de rras aluviales húmedas, en buena parte auto-irri-
Malambo se relaciona en ciertos detalles con la gadas por las crecientes anuales de los grandes
de varios yacimientos de Venezuela, notable- ríos. Las condiciones básicas para que se desa-
mente con el de Barrancas, lugar sobre el bajo rrolle una agricultura más eficiente son, pues,
río Orinoco que estaba poblado en una fecha aquí, mucho más propicias y permiten una ex-
similar a la de Malambo. La cerámica de Malam- perimentación más amplia, sobre todo con plan-
bo, como la de Barrancas, se caracteriza por la tas que no se reproducen vegetativamente sino
firmeza de las anchas líneas incisas, que delimi- por semillas.
tan los contornos de los elementos modelados, La lenta retirada del litoral es significativa.
y por otros rasgos que forman su estilo muy Los indios de la Costa Atlántica parece que
propio. nunca tuvieron una orientación manifiestamente
Con Malambo se inicia una larga secuencia marítima; no fueron grandes navegantes que hu-
de formas culturales que luego se extienden so- bieran emprendido largos viajes de exploración
bre toda la Llanura del Caribe. Viene la pauta o de comercio, sino que más bien se limitaban
de poblaciones establecidas en las orillas de las a una navegación costanera y fluvial. La poste-
grandes lagunas de los ríos Magdalena, Sinú y rior concentración en las orillas de las lagunas
algunos otros, es decir, se trata de un alejamiento y de los grandes ríos llevó entonces consigo una
del mar y de los esteros, de una tendencia hacia reorientación hacia el interior del territorio, so-
una vida lacustre, con una manifiesta dependen- bre todo siguiendo los valles del Magdalena y
cia de los recursos de los bosques secos o de del Cauca, y condujo así, luego, a un contacto
las cadenas de colinas adyacentes a las lagunas. con otras culturas de las selvas húmedas tropica-
Esta reorientación en la pauta de asentamiento les que, probablemente, estaban aún bastante
no implica de ningún modo un cambio en la relacionados con los desarrollos en las hoyas
cantidad o en la accesibilidad de las diversas del Amazonas y del Orinoco.
zonas microambientales de abastecimiento en Ejemplos para esta etapa cultural lacustre
las cuales participa la población, pues se trata y ribereña, en la Llanura del Caribe, son abudan-
de zonas que ya habían conocido y para cuya tes y se encuentran nuevamente desde el Golfo
explotación ya existía entonces una tecnología de Urabá hasta la Guajira y las hoyas de los ríos
adecuada. Lo que sí se modifica son ciertos Ranchería y Cesar. Un yacimiento arqueológico
aspectos cualitativos de la subsistencia. En pri- de especial importancia es Momil, ubicado en
mer lugar, la fauna utilizada del ambiente marí- la orilla nororiental de la Ciénaga Grande, en
timo y litoral (peces, grandes tortugas de mar, el bajo río Sinú. La densa y muy profunda acu-
moluscos, crustáceos) es remplazada ahora por mulación de desperdicios constituidos de cerá-
una fauna de agua dulce, en la cual predominan mica, piedra, hueso y concha, atestigua un largo
reptiles (tortugas de río y de tierra, cocodrilos período de ocupación humana en el perímetro
y caimanes, iguanas y lagartos), mamíferos de una antigua aldea, situada en una zona plana
grandes como el manatí, la danta y el venado, entre el borde de la laguna y una cadena de leves
peces de los ríos y de las lagunas, así como colinas. El análisis de los abundantes vestigios
moluscos lacustres (ostras, almejas) y caracoles culturales (se excavaron más de 300.000 frag-
de tierra. El aprovechamiento de un nuevo recur- mentos de cerámica) no deja duda alguna acerca
so, por cierto muy importante, parece que haya del notable nivel de eficiencia que los habitantes
producido en aquella época una fuerte influencia aborígenes habían logrado en aquella época.
sobre la estabilidad de las aldeas, a saber, las Durante la primera mitad de la secuencia de
migraciones de las diversas especies de peces. Momil, fechada para sus comienzos en unos 170
Varias especies marinas (juruel, róbalo, corbi- años a. de C, se cuenta con cantidad de frag-
nata y otras) buscan periódicamente las ciénagas mentos de grandes platos, que indican el cultivo
para desovar y suben entonces por los ríos, en de la yuca; una prueba adicional al respecto
cantidades enormes. En segundo lugar, en los consiste en la multitud de pequeñas esquirlas o
sitios de asentamiento la calidad de las tierras astillas puntiagudas de piedra muy dura, que
cambia notablemente, pues en lugar de los para- probablemente estaban incrustadas en tablas que
jes arenosos y algo desecados del litoral -por servían de rallos, instrumentos que aún hoy en
40

día se pueden observar entre muchos indígenas alrededor del año 3.000 a. de C. se logró por
tribales de Guainía y Vaupés, y que son esencia- primera vez un alto rendimiento de este cultivo
les en la preparación de las raíces. La yuca, por cierto, es originaria de las tierras
Junto con estos indicios de agricultura se bajas del oriente de Suramérica y fue domesti-
encontraron huesos de mamíferos, aves acuáti- cada allá en épocas aún más antiguas, para ex-
cas y reptiles, notablemente miles de fragmentos tenderse luego a través de los Andes hacia la
del carapacho de tortugas de agua dulce, todo región noroccidental, es decir, a Colombia.
lo cual indica que la principal fuente de proteínas Como ya subrayamos en otras ocasiones, la im-
fue la laguna y sus alrededores. Durante este portancia cultural de la Costa Atlántica y de los
período se observa una cerámica muy variada grandes valles interandinos del país es funda-
en formas, motivos decorativos y técnicas de mental para los desarrollos posteriores en Me-
manufactura, como lo son las vasijas de silueta soamérica y en el Perú, y todo parece sugerir
compuesta, los recipientes de base anular y una que la Llanura del Caribe fue un centro de crea-
multitud de otras formas. Predomina la decora- ción y difusión de gran alcance.
ción incisa, y sus diferentes modos permiten La hipótesis de una secuencia yuca/maíz
gran elaboración y efectos estéticamente muy en Momil se encuentra reforzada por algunas
atractivos. observaciones adicionales. En primer lugar, la
La segunda y, cronológicamente, más re- presencia de grandes piedras de moler está
ciente mitad de la secuencia de Momil, muestra acompañada por la introducción de varios rasgos
un cambio muy significativo, ante todo en lo nuevos que son muy sugestivos de influencias
que se refiere a las bases de subsistencia de los mesoamericanas, como, por ejemplo, vasijas
antiguos habitantes del lugar. Al paso que va con rebordes basales, trípodes, soportes huecos
disminuyendo la cantidad de grandes platos del mamiformes y silbatos en forma de pequeñas
tipo de budares, abruptamente hacen su apari- aves. Parece que el maíz fue introducido como
ción los grandes metales y manos de moler, es un complejo plenamente desarrollado, junto con
decir, elementos indicativos del cultivo del una serie de nuevas formas cerámicas. En se-
maíz. En la primera parte de la secuencia no hay gundo lugar, en Venezuela también se han en-
pruebas claras del cultivo de semillas, pero en contrado indicios que sugieren esta misma se-
la segunda parte se encuentra, además de las cuencia.
piedras de moler, cierta cantidad de pequeños Aquí cabe la pregunta de por qué el cultivo
platos de cerámica, probablemente para prepara- del maíz se introdujo en la Llanura del Caribe
ciones a base de maíz, así como grandes tinajas en una fecha relativamente tardía. Parece que
que pudieran haber servido para guardar la la contestación está, en parte por lo menos, en
chicha. Estas observaciones dan a pensar que la suposición de que las necesidades nutriciona-
Momil, y todo el período cultural de que forma les de los primitivos aldeanos se veían satisfechas
parte, es representativo de la transición del cul- por una combinación de tubérculos ricos en al-
tivo de raíces al cultivo de maíz. Un paso tal, midón y de proteínas, más las grasas obtenidas
naturalmente, no implica sólo el remplazo de de la fauna de los ríos y de las lagunas; en este
un alimento básico por el otro, sino que consiste caso, el maíz tal vez no constituía un alimento
principalmente, en un cambio total de procedi- especialmente deseable. Sin embargo, el creci-
mientos agrícolas, a saber, del paso de la repro- miento demográfico y la eventual disminución
ducción vegetativa, es decir, la siembra de un de las fuentes de proteínas pueden haber llevado
tallo, a la reproducción por semillas y todo aque- a la aceptación de este grano. Otro motivo para
llo que implica en términos de conocimientos admitir, al parecer de súbito y en fecha tardía
de suelos, de la selección de semillas, de los la introducción del cultivo del maíz, puede en-
ciclos de crecimiento, de su relación con la pe- contrarse en un evidente cambio climático ocu-
riodicidad de intensidad de las lluvias y muchos rrido en las tierras bajas de la Costa Atlántica.
factores más. El maíz se había dicho que se Alrededor de 700 a. de C., el clima, hasta enton-
domesticó inicialmente en México, donde unos ces seco y continental, se volvió más húmedo
2.000 a. de C. formaba ya la base de la subsis- a consecuencia de un aumento de lluviosidad.
tencia aldeana; pero, según los datos recientes, Es posible que este hecho hubiera producido
fue en el norte de América del Sur, en las regio- condiciones más favorables para la introducción
nes tropicales húmedas, donde se cree que ya de este cultivo.
Colombia indígena, período prehispánico 41

Las consecuencias sociales de un tal incre- otros objetos. Hay pequeñas representaciones
mento en producción de alimentos, debido al felinas y adornos modelados que sugieren un
cultivo del maíz, fueron desde luego muy nota- concepto de dualismo.
bles. En cierto modo, el paso de una horticultura Que la gente de Momil practicaba la antro-
de raíces a una de semillas constituye un punto pofagia, está atestiguado por el hallazgo de al-
crucial en el desarrollo de la organización social gunos huesos humanos desarticulados, dispersos
de la comunidad, pues significa nada menos que en la basura casera. Aunque no se encontraron
el cambio de una sociedad esencialmente igua- objetos metálicos en Momil, es muy probable
litaria a una sociedad jerárquica. Las raíces tales que en aquella época ya se conocía la orfebrería.
como la yuca, no pueden almacenarse largo En un extenso sitio arqueológico en Ciénaga de
tiempo; por un lado, deben consumirse lo más Oro, donde se excavó un complejo cultural em-
pronto después de haberse sacado de la tierra, parentado con Momil, se encontraron algunas
y, por otro lado, se dañan si se dejan enterradas pequeñas cuentas tubulares de laminillas de oro
por demasiado tiempo. El horticultor de raíces martilladas, y objetos similares se han hallado
y el pescador de las lagunas no pueden fácil- en varios sitios relacionados con Momil.
mente acumular un excedente de alimentos y Manifestaciones arqueológicas compara-
almacenar éstos para su consumo futuro. El agri- bles con Momil existen en toda la Costa Atlán-
cultor de maíz, en cambio, se encuentra en una tica. Entre el Golfo de Urabá y la hoya del río
posición muy favorecida: con dos cosechas Sinú, es decir, en las regiones de los ríos Mula-
anuales y con un esfuerzo físico muy limitado tos, San Juan y Canalete, se encuentran yaci-
puede obtener una gran cantidad de granos que mientos más o menos extensos, a veces muy
son fáciles de almacenar, de preparar para su profundos, que muestran afinidades con la se-
consumo y que, además constituyen un valioso cuencia arriba descrita. Sobre las lagunas del
artículo de comercio. río San Jorge y luego sobre toda la ancha región
En Momil se observan rasgos que indican del bajo río Magdalena, se hallan estos sitios,
cierto grado de especialización artesanal. Ade- a veces dispersos en las orillas de lagunas y
más, se notan diferencias de calidad en los ador- caños, en ocasiones concentrados en ciertas zo-
nos personales tales como cuentas de collar y nas, como es el caso en las regiones de El Banco,
otros pequeños artículos de lujo. Es posible de Zambrano o de Calamar. A veces estos com-
pues, que Momil vio, tal vez no los comienzos, plejos arqueológicos se localizan en las faldas
pero sí en su fase desarrollada, un muy notable de colinas o pequeñas serranías, fenómeno que
incremento de una estratificación social y de un lentamente introduce una nueva pauta de asen-
lento advenimiento de un grupo de dirigentes y tamiento. En efecto, la frecuencia con que, en
de especialistas en artes y oficios. estos sitios, se encuentran grandes piedras y ma-
En Momil se encuentra una serie de activi- nos de moler, demuestra que la agricultura del
dades rituales que por primera vez permiten re- maíz se está desarrollando más y más, hecho
conocer algunos aspectos ideológicos que poste- que lleva a nuevas formas de adaptación.
riormente se expresan en muy diversas formas. Al este del río Magdalena se localizan cul-
Así, a través de toda la secuencia se hallaron turas no directamente emparentadas con Momil
pequeñas figurinas de barro, generalmente fe- pero sí coetáneas y relacionadas entre sí por
meninas, que, de ahí en adelante, comienzan a muchos detalles estilísticos y tecnológicos. En
formar parte integral de muchas culturas prehis- todo el valle del río Ranchería se encuentran
tóricas del país. Es posible que estas figurinas, sitios que forman parte de una secuencia de com-
algunas de las cuales representan mujeres emba- plejos agrícolas sedentarios caracterizados por
razadas o personas enfermas, se relacionaban cerámica pintada, cerámica negra, figurinas an-
con ritos de fertilización o de la curación de tropomorfas huecas y gran variedad de formas
enfermedades. Hay además, un voluminoso nuevas como, por ejemplo, tetrápodes y grandes
complejo de pequeños artefactos que parecen bandejas planas. De acuerdo con los sitios prin-
haber sido utilizados en actividades chamanísti- cipales donde se determinaron estratigráfica-
cas, muy probablemente relacionadas con el uso mente estas tipologías, la principal secuencia
de drogas narcóticas. Se trata de diminutos reci- del río Ranchería se designa (de temprano a
pientes, de minúsculos banquitos zoomorfos, tardío) como El Horno/La Loma/Portaceli, y
delgados tubos de arcilla, cascabeles, silbatos y forma otro eje, otro jalón, por decir así, que
42 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

fija una serie de fases de desarrollo en estas la cerámica mesoamericana son suramericanos
culturas agrícolas aldeanas, cuyos nexos inme- (Colombia-Ecuador) y que los desarrollos subsi-
diatos se extienden luego a través de la Guajira guientes de la alfarería no son unilineares, sino
y la Sierra de Perijá hacia el occidente de Vene- que en éstos se entrelazan muchas tradiciones
zuela. En dirección al sur, es decir, en la hoya locales, que, con el tiempo se difundieron en
del río Cesar y luego subiendo hacia el Magda- diversas direcciones.
lena Medio, sigue observándose la influencia de Una región del país donde, durante los úl-
estas mismas culturas, aunque con algunas mo- timos siglos a. de C., se nota una profunda
dificaciones. La cerámica pintada continúa, pero influencia procedente de Mesoamérica, es el ex-
al lado de ella se forman varios estilos de deco- tremo sur de la Costa Pacífica donde, en la zona
ración incisa o modelada que se constituyen en de Tumaco y en los cursos bajos de muchos de
complejos muy característicos para gran parte los ríos vecinos (río Mataje, río Mira y otros),
de la hoya del río Magdalena. se encuentran yacimientos arqueológicos que
Mientras que en la Llanura del Caribe se contienen cerámicas de tipo mesoamericano. Pa-
conocen muchos sitios arqueológicos relaciona- rece que se trata de pequeñas colonias, inicial-
dos con una serie de columnas estratigráficas mente establecidas por grupos migratorios nave-
establecidas para Momil, Zambrano, el río Ran- gantes, que se extendieron hacia la costa del
chería y otras regiones de alta concentración de Ecuador, donde dieron impulso al Período Jama-
vestigios prehistóricos, que nos permiten seguir Coaque (ca. 500 a. de C. a 500 A.D.). Ya que
los procesos culturales que llevaron a la vida las condiciones climáticas de la Costa Pacífica
agrícola aldeana, hay sólo muy pocos datos so- colombiana no eran favorables para un tradición
bre el interior del país. Sabemos que alrededor cultural que se había formado en un medio am-
de 500 a. de C. existían comunidades sedenta- biente muy diferente, los principales vestigios
rias en la región de San Agustín, en el alto de estas influencias externas se hallan en el
Magdalena, pero no conocemos sus caracterís- Ecuador y sólo en ocasiones se observan en
ticas. Una cerámica toscamente incisa aparece algunas regiones de la costa del departamento
en la Sabana de Bogotá y en algunas otras partes de Nariño. Una gran acumulación de basuras y
de los altiplanos en los últimos siglos a. de C, pisos de habitación se encontró en las riberas
pero no se tienen aún suficientes datos para es- del río Mataje, y consiste en una secuencia que
tablecer un contexto cultural que nos permita abarca unos cuatrocientos años, de 400 a. de
apreciar estos desarrollos en las cordilleras y los C, hasta 10 A. D.; obviamente, se trata de una
valles interandinos. extensión septentrional del Período Jama-Coa-
Es más factible entonces, relacionar los que.
complejos culturales costeños tales como Mo- Aunque por lo inhóspito de la Costa Pací-
mil, con las manifestaciones coetáneas que se fica colombiana estas culturas de origen mesoa-
han descubierto en países vecinos. Así, por mericano no florecieron y tuvieron que despla-
ejemplo, las relaciones con el Formativo Tardío zarse más hacia el sur, donde las condiciones
de Meso y Centro América son bastante eviden- ecológicas eran más propicias, es muy probable
tes; en Mesoamérica los parentescos de Momil que en el medio milenio antes del comienzo de
se extienden hasta el sitio de Morett, en la Costa nuestra era, ciertas influencias mesoamericanas
Pacífica de Colima (México), donde, entre 400 procedentes de la Costa Pacífica penetraron ha-
y 300 a. de C., se habían desarrollado complejos cia el oriente y llegaron al interior del país, tal
culturales muy similares que, por su lado, se vez subiendo por el río Patía, el Calima y otros.
relacionan con culturas coetáneas del litoral cen- Por cierto, también es un hecho que en aquellos
tro y suramericano, hasta el Ecuador. En Costa siglos se hicieron notar influencias peruanas que
Rica, el complejo de El Bosque, ubicado en la se extendieron hacia el norte, sea por la costa
vertiente atlántica, muestra estrechas afinidades o sea por vía andina, al penetrar a Nariño y al
con Momil. Gran número de rasgos muy carac- Macizo Central.
terísticos de Momil, como por ejemplo los rodi- Al resumir este capítulo debemos destacar
llos y sellos, los silbatos ornitomorfos, soportes que el último milenio a. de C. se caracteriza
abombados y rebordes basales, indican parentes- ante todo, por el poblamiento gradual de las
cos mesoamericanos. Por cierto, hay que tener faldas de los valles interandinos. El desarrollo
muy en cuenta al respecto que los orígenes de del cultivo del maíz permitió a los pobladores
Colombia indígena, período prehispánico 43

-hasta entonces ribereños y dependientes de una El modelo de cacicazgo muestra una com-
combinación de recursos acuáticos y de su agri- binación de ciertos rasgos que hacen de las so-
cultura de raíces- retirarse de los ríos y exten- ciedades de esta etapa un conjunto fácilmente
derse sobre las laderas del sistema andino. Al diferenciable, tanto del nivel tribal que les pre-
ocupar tierras tan accidentadas, siempre en bús- cede (o que se desarrolla al margen de éste),
queda de regiones propicias para su cultivos, como del nivel estatal que les sigue. El aumento
los grupos tribales, que antes habían vivido en de la población producido por la creciente efica-
buena parte en aldeas nucleadas, se dividieron cia en el aprovechamiento de los recursos am-
en unidades sociales más pequeñas. La penetra- bientales, especialmente los agrícolas, llevan a
ción o colonización de las cordilleras llevó a una mayor complejidad social; esta complejidad
una manifiesta descentralización y, por consi- se expresa en una acentuada jerarquización so-
guiente, a nuevas formas de adaptación que se cial, caracterizada por la desigualdad tanto de
caracterizan por su diversidad, su notable regio- individuos como de grupos enteros. Se instituye
nalismo y su elaboración de instituciones eco- el señorío, junto con un sistema de linajes y de
nómicas, sociales y religiosas. prerrogativas, generalmente hereditarias; alre-
dedor de esta jefatura surge un grupo de familias
El advenimiento de los cacicazgos de alto rango que ejercen los controles sociales,
económicos y religiosos. La gradación de rango
E n el milenio que precede el comienzo de la
era cristiana -en algunas zonas tal vez ya
antes- se operó en Colombia un paso fundamen-
lleva entonces al fenómeno de "clanes cónicos"
y, a través de ellos, a sociedades piramidales
de ancha base, sobre la cual se estructura el
tal en el desarrollo cultural de muchas agrupacio- escalonamiento, a lo largo de varios estratos,
nes indígenas. Se trata de la transición de la hasta culminar en la persona del cacique.
sociedad igualitaria tribal a la sociedad jerár- Las motivaciones para este cambio funda-
quica señorial. Designamos estas nuevas formas mental en la estructura social se cree que estén,
sociales con el término de cacicazgos y observa- ante todo, en el desarrollo de nuevas formas
mos en sus diversas manifestaciones un fenó- económicas que hicieran necesario un sistema
meno cultural que se prolongó a través de varios de controles más formales. Mientras que en las
miles de años, hasta la conquista española. Los sociedades tribales, de carácter segmentario e
cacicazgos forman un tipo de organización que igualitario, el principio económico básico fue la
perduró hasta la época histórica y así es posible reciprocidad, ahora la agricultura sistemática y
combinar, para su definición y análisis, los datos altamente productiva en ciertas zonas, hace ne-
arqueológicos con los relatos de los cronistas de cesaria la redistribución, tanto de productos de
los siglos XVI y XVII. subsistencia como de los eventuales excedentes.
Esta redistribución tiene que organizarse y coor-
Concepto de cacicazgo dinarse del modo más expedito, y este proceso
necesariamente se efectúa por parte de indivi-
El concepto de una etapa cultural de caci- duos y sus familias, lo cual conduce así a la
cazgos (o señoríos, como también se pueden formación de incipientes centros administrativos
designar) surgió hace ya algunas décadas, al (de depósitos, mercados, tribus, etc), donde se
examinarse los niveles de desarrollo de ciertos planifica la repartición de los recursos, junto
grupos indígenas de América Central, las Anti- con el cobro de contribuciones individuales. Es
llas Mayores, los Andes Septentrionales y de un punto fundamental la necesidad de imponer
algunas otras regiones suramericanas, y fue ela- un sistema de redistribución cuando los grupos
borado y refinado con datos referentes a socie- humanos comienzan a establecerse en regiones
dades aborígenes del sureste de los Estados Uni- de gran diversidad fisiográfica y biótica, ya que
dos, de Mesoamérica y de Polinesia. De estos un tal medio lleva a una insistente especializa-
análisis se puede abstraer un modelo que debe- ción ecológica y desaparece así la antigua auto-
mos describir aquí brevemente, ya que los pro- nomía de subsistencia, tan característica de la
blemas de los orígenes y características especí- vida en regiones de poca variación fisiográfica
ficas de esta etapa cultural constituyen un as- y climática.
pecto teórico sumamente interesante en la Una característica de los cacicazgos es la
prehistoria colombiana. diferenciación y especialización de los grupos
44 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

sociales en administradores políticos, chamanes cuello cilindrico o abombado del recipiente; hay
y sacerdotes, artesanos y comerciantes, guerre- vasijas de base anular más o menos alta, copas
ros, y otros más. La pauta de asentamiento es pandas para triturar alimentos o condimentos,
de grandes aldeas nucleadas y en sus alrededores grandes tinajas para líquidos y muchas formas
pequeños poblados satélites. Las actividades re- de recipientes de servicio, a veces decorados
ligiosas se institucionalizan bajo estamentos sa- con motivos incisos, modelados y aun pintados.
cerdotales en centros ceremoniales, general- Rodillos y pintaderas, cuentas de collar hechas
mente en la población principal, y se establece de conchas, volantes de huso manufacturados
el culto de divinidades específicas. La defensa en cerámica o en piedra, así como objetos peque-
de las tierras de alto rendimiento agrícola o de ños y poco elaborados de cobre o de oro, son
otros recursos importantes, conduce a la institu- bastante característicos. El entierro en urnas es
ción de guerras endémicas, con los fenómenos otro rasgo frecuente.
concomitantes de alianzas militares, la construc-
ción de fortificaciones, y la movilidad social Colonización maicera
vertical por valentía. Hay un gran ímpetu en
desarrollar las relaciones comerciales con regio- Esta "colonización maicera", que se aleja
nes vecinas y alejadas, y figuran prominente- del ambiente fluvial y lacustre y comienza a
mente los artículos suntuarios. Se instituciona- extenderse sobre las estribaciones y luego en las
lizan los mercados y hay obras públicas ejecuta- faldas de las cordilleras, constituye un desarrollo
das por una fuerza laboral numerosa. cultural muy significativo. Fue el cultivo del
Veremos ahora cómo se puede aplicar este maíz lo que hizo posible este movimiento hacia
modelo a la situación prehistórica colombiana. regiones que antes habían sostenido una pobla-
En los siglos que preceden el comienzo de ción poco numerosa de grupos tribales selváticos
nuestra era, se observa en muchas partes del y que ahora comenzó a ofrecer una nueva base
país un evidente cambio en la pauta de asenta- de subsistencia. En el curso de esta expansión
miento. Encontramos ahora una pauta de peque- sobre las cordilleras y sus innumerables hoyas,
ños núcleos de casas, a veces aun de viviendas los indios habían podido apreciar que lo produc-
aisladas y dispersas alrededor de un pequeño tivo del cultivo de razas evolucionadas de maíz
poblado, que se van alejando de los grandes ríos dependía de la combinación de ciertos factores,
y que ocupan las colinas o algunas planadas que no se presentan en todas partes, sino que
naturales en las faldas montañosas. Siempre ubi- estaban restringidos a ciertas zonas. El maíz
cados cerca de algún pequeño curso de agua, necesita ante todo lluvia y sol, en especial du-
pero, por lo demás, ya a considerable distancia rante ciertas fases de su crecimiento, y la distri-
de las tierras ribereñas y pantanosas bajas, estos bución pareja de las lluvias es esencial en este
sitios son testimonio de la existencia de agrupa- caso. En condiciones óptimas se pueden obtener
ciones dedicadas al cultivo del maíz en las faldas entonces dos o hasta tres cosechas anuales, y la
aledañas. Los sitios se distinguen generalmente productividad depende, además, de la selección
por ciertos rasgos bien definidos: una o varias de las semillas. En un terreno tan accidentado
casas cuyas plantas ovaladas o circulares están como lo son las cordilleras colombianas, con
marcadas por medio de algunas piedras, ocupan un régimen de lluvias muy variado y grandes
un pequeño plano o "patio", a veces cavado en diferencias en la calidad de los suelos, la locali-
la ladera y relleno por el lado de la pendiente. zación en las mejores tierras fue, desde luego,
Varios grandes metates y manos de moler for- un estímulo continuo -para no decir, una nece-
man parte prominente del conjunto de artefactos sidad vital- y, después que un grupo aborigen
usados en la economía casera, lo mismo que un tomó posesión de cierta región favorable, tuvo que
crecido número de manos de machacar y triturar, estar dispuesto a defender sus tierras contra
de raspadores, golpeadores y otros artefactos eventuales invasores o merodeadores. En este
líticos burdos que sirvieron en la preparación empeño, algunos grupos obtuvieron más éxitos
de los alimentos. Son características las pesadas que otros, y tanto la pauta de asentamiento como
hachas (¡no azadas!) de piedra pulida y manufac- la calidad de los vestigios arqueológicos, dejan
turadas en un material de grano denso. Los com- apreciar la eficiencia con que ciertas sociedades
plejos cerámicos contienen ahora vasijas antro- supieron adaptarse a aquellos lugares que pro-
pomorfas que llevan una cara humana sobre el metían más, como tierras productivas de maíz.
Colombia indígena, período prehispánico 45

La primera fase de este movimiento repre- de la biomasa animal, como por ejemplo de vena-
senta evidentemente, un proceso de descentrali- dos, saínos o armadillos.
zación. La densa población que anteriormente
había estado agrupada en sus aldeas ribereñas, Los cacicazgos colombianos
se convirtió, en parte, en un campesinato dis-
perso sobre las colinas y vertientes. Trataremos de definir ahora algunos de los
En la Llanura del Caribe o en las anchos criterios que nos permitan distinguir los vesti-
valles de los cursos inferiores de los ríos Mag- gios arqueológicos pertenecientes a sociedades
dalena y Cauca, los recursos naturales estaban indígenas de la Etapa de los Cacicazgos.
distribuidos de un modo muy parejo y sólo muy La característica estratificación social se
pocas variables podían afectar la producción o expresa muy claramente en diversos aspectos;
recolección de los alimentos necesarios. El ré- tenemos en primer lugar las prácticas funerarias
gimen de lluvias era, por lo general, predecible, cuya gran variación -desde el entierro más hu-
y las diversas zonas de abastecimiento, o sean milde hasta el más suntuario- muestra una pirá-
las playas, esteros, lagunas, pantanos, ríos, sa- mide de rangos escalonados. La inversión de
banas, colinas, bosques, etc., eran contiguas y energía en la arquitectura funeraria (túmulos,
ofrecían una amplia y muy variada subsistencia, criptas, estatuas, pozos profundos con cámaras
para una sociedad poco diferenciada en su sepulcrales decoradas, etc.), así como la canti-
equipo tecnológico. Al penetrar ahora a las cor- dad y calidad del ajuar asociado, son claros in-
dilleras, estos grupos encontraron un ambiente dicios de la existencia de personas o de catego-
de gran complejidad ecológica, en el cual el rías sociales de alto rango. Los adornos perso-
área de captación tuvo que ser mucho más nales o los símbolos de sus oficios se encuentran
grande que en las condiciones ecológicas ante- luego en representaciones plásticas en piedra,
riores. Así, después de establecerse algunos cen- cerámica y metalurgia. En éstas se muestran
tros poblados en las zonas más productivas, se personas ricamente adornadas, a veces llevando
formaron alrededor de ellos varias aldeas saté- máscaras o insignias de mando. Hay guerreros
lites, en diferentes zonas altitudinales y bióticas. armados de macanas, escudos o propulsores;
Es decir, en lugar de la explotación de una serie personajes ataviados y sentados en bancos o tro-
de sistemas contiguos sobre un plano horizontal, nos especiales; mujeres adornadas con collares
se llegó a una adaptación a una escala altitudinal y brazaletes. El carácter y la distribución de los
de facetas, de aldeas ecológicamente especiali- artículos suntuarios también indican estas jerar-
zadas. Es muy posible que estas sociedades crea- quías: objetos de orfebrería, collares y pendien-
ron localmente un ecosistema simplificado que tes de piedras semipreciosas, cerámicas finas,
consistía en un complejo alimenticio de maíz- objetos importados como conchas marinas o pe-
yuca-fríjol-auyama, en lugar de contar con la queñas tallas de piedra no obtenible localmente.
variedad de los recursos del ambiente ribereño, En ocasiones, la riqueza de un ajuar funerario
pero también es de suponer que los ambientes o de un tesoro escondido se podría interpretar
serranos de las faldas andinas ofrecieron una como la intencional eliminación de una catego-
serie de cultivos cuyo aprovechamiento fue ría de objetos, con el fin de mantener su alto
ahora organizado a través de sistemas de redis- valor. Otros rasgos serían las diferencias en la
tribución. Aquí, por cierto, se añade un factor ubicación, tamaño y calidad de aldeas y de vi-
importante: en las tierras bajas y planas una viendas individuales; la existencia de templos,
migración espontánea o forzosa no tenía mayo- estatuas u obras de relevancia astronómica; la
res consecuencias económicas, ya que tanto las incorporación de espacios cívicos o sagrados en
tierras como las comunidades bióticas y las con- el plano de las aldeas; las obras públicas, tales
diciones climáticas eran muy parejas; pero en como los sistemas de control de aguas (irrigación
las faldas de las cordilleras, cada 100 metros en y drenaje), terrazas de cultivo, caminos y puen-
la escala vertical significaban una diferencia apro- tes.
ximada de un grado centígrado de temperatura.
Así, con un traslado de unos centenares de metros Los principales hallazgos arqueológicos
en una vertiente andina, cambiaban eventualmente que contienen vestigios culturales con estas ca-
el número de cosechas anuales de maíz, la calidad racterísticas se han hecho en la Cordillera Cen-
de los demás cultivos y además la productividad tral, en las faldas del Macizo Andino y en los
valles de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú. En
46 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

todos estos casos se trata obviamente de zonas pisos térmicos, por parte de un grupo humano
arqueológicas ubicadas en las mejores tierras establecido en una zona intermedia. Así, dentro
agrícolas, y en su mayoría se trata de regiones de un radio de uno o dos días de camino desde
cuyos habitantes podían participar en varios pi- San Agustín se encuentran regiones tanto para-
sos térmicos y sus correlativos bióticos. Por cier- munas como tropicales que ofrecen los recursos
to, fue precisamente en dichas zonas donde se muy variados de poblaciones ecológicamente es-
desarrolló la guaquería y de allí proceden las pecializadas. Otro aspecto es el siguiente: cerca
colecciones arqueológicas que formaron la base de San Agustín está ubicada la depresión más
de los museos del país y que sirvieron a una baja en toda la Cordillera Oriental, que forma
pasada generación de investigadores para formu- una comunicación natural con el noroeste Ama-
lar sus "áreas arqueológicas". zónico; hacía el noreste se abren varios pasos
La zona de San Agustín, en el alto río en las cadenas montañosas, por las cuales se
Magdalena, nos puede servir como un ejemplo establece un acceso a las cabeceras del río Gua-
ilustrativo del desarrollo de estas sociedades je- viare y a los llanos del Orinoco. Otros pasos,
rárquicas, y describiremos brevemente sus prin- todos de fácil alcance, llevan al valle del río
cipales características. Cauca y de allí al río Patía y a la Costa Pacífica,
Los orígenes de San Agustín se remontan y una serie de rutas se abren por las montañas
muy probablemente, a una época bastante leja- del sur hacia las cordilleras ecuatorianas.Si aña-
na, cuando las condiciones tan favorables de la dimos el gran valle del río Magdalena que se
región para una agricultura intensiva fueron re- abre hacia el norte, se puede apreciar que San
conocidas y aprovechadas por diferentes grupos Agustín está ubicado en la encrucijada de gran-
indígenas que luego hicieron de esta zona un des vías de comunicación, de migraciones y de
centro de sedentarismo. Fue tal vez a mitades influencias culturales. La zona arqueológica
del segundo milenio antes de Cristo cuando al- constituye pues un importante punto de articula-
gunos grupos selváticos se establecieron en las ción que, por un lado, recibió estímulos de otras
lomas y vegas del alto Magdalena y sentaron regiones y, por el otro, ejerció su influencia
allí las bases para una larga y muy variada su- sobre las culturas de sus alrededores.
cesión de culturas. Este último punto merece La zona arqueológica de San Agustín está
ser destacado: no se puede hablar de una cultura formada por más de treinta extensas agrupacio-
de San Agustín; se trata de una región en la cual nes de rasgos culturales, y hasta hoy día no hay
se encuentran superpuestos los vestigios de mu- una evidencia que permita hablar de un centro
chas diferentes culturas, algunas de las cuales o de alguna aldea principal. Ha sido costumbre
se desarrollaron en el mismo lugar, a través de designar estos parajes con sus nombres verná-
fases sucesivas, pero otras llegaron desde zonas culos; por ello se mencionan Las Mesitas, Alto
alejadas, sea como invasores o sea en forma de de Lavapatas, Alto de los ídolos, Alto de las
una lenta penetración pacífica. Piedras, etc., y estas mismas designaciones nos
La región de San Agustín es una de aquellas indican ya la pauta de asentamiento, pues, evi-
comarcas colombianas que -en una cierta época dentemente, los restos arqueológicos, los monu-
y dentro de los límites de determinados niveles mentos líticos y otros rasgos culturales se en-
socio-tecnológicos— se han convertido eventual- cuentran ubicados ante todo en las partes elevadas
mente en verdaderos focos culturales. Situada de las lomas que se extienden por toda la región
a una altura de unos 1.800 metros, las ventajas entre una red de arroyos y pequeños ríos.
que estas tierras ofrecen para la agricultura son San Agustín es indudablemente el sitio ar-
múltiples, y tanto el régimen de lluvias como queológico más espectacular del país, ya que
la ausencia de inundaciones o de problemas de tradicionalmente está caracterizado por varios
erosión hacen del alto Magdalena una zona muy centenares de grandes estatuas de piedra y por
propicia para cultivos intensivos de maíz. En la un crecido número de túmulos o montículos de
región de San Agustín se observa un fenómeno tierra que cubren los más diversos templos y
cultural importante, que también aparece en entierros. Las investigaciones arqueológicas se
otras regiones, a partir de la intensificación de han ocupado ante todo en la excavación de estas
la agricultura andina; se trata de una forma de estatuas y en otros rasgos monumentales, y tam-
"control vertical" de las laderas, es decir, de la bién se han excavado muchos entierros y se ha.
participación en varios niveles altitudinales y podido observar que éstos varían muy notable-
Colombia indígena, período prehispánico 47

mente en su forma y composición. Se han encon- obras de ingeniería aborigen están asociadas a
trado tumbas en profundos pozos, en cuyo fondo abundantes indicios de las más diversas activida-
hay una cámara lateral que contiene la sepultura des de los antiguos pobladores. Los desperdicios
propiamente dicha; otros ha habido, donde el arrojados en sus casas y aldeas consisten en
cadáver yacía estirado en un sarcófago tallado capas de muchos metros de espesor, acumuladas
de un solo bloque de piedra; otros aun compues- a través de siglos, que contienen el testimonio
tos por una serie de lajas que forman una especie de miles y miles de fragmentos cerámicos, arte-
de cajón, y aun simples enterramientos en que factos líticos, rastros de fogones y de antiguas
el esqueleto se encontró como acurrucado en superficies, restos carbonizados de plantas, pie-
una pequeña depresión superficial. Los ajuares dras traídas de otras partes, en fin de una densa
funerarios asimismo varían y, mientras que al- masa de restos culturales cuyas características
gunos entierros están acompañados por peque- varían de acuerdo con la época o la población
ños objetos de oro y por cerámicas elaboradas, particular. Es necesario pues captar el ambiente
otros contienen por mucho algún recipiente ce- físico de San Agustín en términos más ecológi-
rámico tosco como único objeto. cos, como una antigua zona más o menos den-
Las estatuas también muestran una gran samente habitada por grupos eminentemente
diversidad de motivos, formas y estilos. A veces agrícolas y sedentarios que, durante siglos y aun
las grandes piedras talladas tienen el aspecto de milenios, imprimieron sus profundas huellas en
seres monstruosos o de personas desproporcio- estos parajes. No se trata pues en manera alguna
nadas. En muchas esculturas predominan rasgos de una " necrópolis" o de algún lugar misterioso
felinos, seres con una jeta bestial de la cual salen de culto, sino simplemente de una zona donde
colmillos de jaguar; otras tallas muestran aves, la combinación de una serie de factores natura-
reptiles, o simplemente formas mal definidas les, o sea: lluviosidad, vientos, suelos, irriga-
que se prestan a las más variadas interpretacio- ción, insolación, etc., así como factores cultu-
nes. Es frecuente la representación de guerreros, rales, llevaron a una sucesión de ocupaciones
con sus armas y casquetes, estatuas que llevan humanas a través de por lo menos tres mil años.
cabezas de trofeo o que blanden macanas o ma- Los orígenes de la vida sedentaria en San
zas, y también se conocen esculturas que mues- Agustín se deben buscar con toda probabilidad
tran mujeres en estado de gravidez, o personas en la selva amazónica, en donde, como lo suge-
enmascaradas. rimos en páginas anteriores, emanaron los co-
Con el deseo de descubrir-y luego interpre- mienzos de la agricultura americana. Esta tradi-
tar- más y más esculturas y túmulos funerarios, ción selvática tropical perduró a través de los
se ha presentado al público una imagen algo par- siglos, pues en el arte escultórico de San Agustín
cial y distorsionada de los fenómenos culturales que, desde luego, data de períodos muy poste-
de San Agustín, y la tendencia a lo espectacular riores, se observan aún muchos rasgos que se
y fantástico ha llevado a la formulación de este- relacionan más bien con el medio del trópico
reotipos y de hipótesis que será defícil desarrai- húmedo y no con el de las tierras templadas de
gar, ya que la realidad escueta es desde luego las vertientes andinas. La escasa vestimenta que
mucho menos llamativa. El énfasis que se ha se representa en algunas estatuas, la forma de
dado a lo fúnebre y a lo " misterioso" no hace las coronas de plumas y el uso de máscaras,
justicia a la verdadera importancia cultural de indican un origen selvático, y muchos de los
esta zona arqueológica. animales que se representan en las tallas de pie-
Vista escuetamente, la situación real es la dra, tales como jaguares, caimanes, peces y cu-
siguiente: en toda la zona arqueológica de San lebras grandes, son fauna del ambiente de los
Agustín se pueden observar vestigios de la vida grandes ríos tropicales y no de la zona templada
diaria de sucesivas poblaciones que, en una y carente de caudalosos cursos de agua, como
época o la otra, habitaban en estos parajes. Sus son las cabeceras del río Magdalena.
huellas se ven en los grandes allanamientos ar- Las etapas iniciales del poblamiento de San
tificiales que servían de base a grupos de casas Agustín, aún no se han estudiado. Es probable
o como espacios públicos; en explanadas y terra- que se remonten a la mitad del segundo milenio
plenes, en rampas y zanjas; en restos de antiguos a. de C, es decir, que sean aproximadamente
caminos y en muchísimos rasgos que marcan coetáneas y tal vez aun algo anteriores a los
los antiguos campos de cultivo. Todas estas primeros desarrollos de la Cultura Olmeca en
48 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

México y la Cultura Chavín en el Perú. En aque- finen tres grandes períodos, todos representados
lla época se había extendido entre Mesoamérica por ciertos complejos cerámicos y líticos utilita-
y los Andes Centrales un modo de vida básico rios, pertenecientes a grupos sedentarios, agrí-
que contenía muchos elementos en común, tanto colas e intensamente maiceros. El primer pe-
en lo que se refiere a plantas domesticadas, como ríodo abarca los últimos siglos del primer mile-
también a aspectos tecnológicos y a ciertos con- nio a. de C; el segundo comprende los cuatro
ceptos ideológicos de tipo religioso. La imagina- primeros siglos A. D. y el último ocupa una
ción expresada en el arte de estos tres grandes posición tardía, protohistórica a histórica. Una
centros escultóricos mencionados estaba estimu- serie de fechas de radiocarbono ubican estos
lada probablemente por el uso de drogas aluci- períodos en una escala temporal absoluta y com-
nógenas y, en estas visiones monstruosas de un prueban la validez de las conclusiones estrati-
mundo aparentemente sobrenatural parece que gráficas. El período más antiguo (Complejo
los felinos, reptiles y aves desempeñaban un Horqueta) contiene algunos rasgos estilísticos
papel muy destacado. cerámicos que sugieren una relación con el For-
El desarrollo cronológico del arte estatuario mativo Tardío. El segundo período, caracteri-
tampoco se conoce, pero es evidente que se trata zado por el Complejo Isnos, de ningún modo
de un gradual desarrollo de técnicas y conceptua- está emparentado con el anterior, sino que repre-
lizaciones. Ya que estilísticamente varían en senta una población muy diferente, quizás inva-
muchos detalles, su clasificación por categorías sora, que se estableció durante varios siglos al
se hace en extremo difícil y, más aún, su corre- comienzo de nuestra era, en toda la región; hay
lación con determinadas etapas de desarrollo so- indicios que sugieren que muchas obras de inge-
cial y económico. Por cierto, cabe mencionar niería-allanamientos, terraplanes, rampas-fue-
aquí que la cerámica de San Agustín, sea cual ron construidas durante este período. La cerá-
fuera su edad o procedencia, es más bien sencilla mica del Complejo Isnos muestra algunos paren-
en su acabado y decoración y que no ha sido tescos con el sur de la Costa Pacífica. A partir
posible todavía relacionar sus características es- de 330 A. D., sigue un largo período de más
tilísticas con las de determinado grupo de escul- de mil años, durante el cual no se conocen de-
turas de piedra. talles estratigráficos. Sólo en 1410 A. D. encon-
tramos otra vez un conjunto estratificado y bien
Otro problema de considerable interés teó- definido, que se denomina Sombrerillos, pero
rico es el desarrollo de las pautas de asentamien- de nuevo corresponde a una población distinta
to, pero también a este respecto faltan investiga- de las anteriores. La última fecha de radiocarbo-
ciones sistemáticas. Como ya anotamos, el área no, asociada con estos ocupantes, es de 1630
arqueológica de San Agustín aparentemente ca- A. D., y demuestra que la región de San Agustín
rece de un centro urbano y aun de aldeas nuclea- estaba aún habitada por indígenas cuando la ma-
das de alguna extensión. En parte, este hecho yor parte del territorio del país ya había sido
puede que se deba a la conformación del terreno descubierta por los españoles. Por cierto, estos
y a la ausencia de planadas adecuadas, pero indios ya no presentaban las características de
también es posible que tenga otras razones que un cacicazgo, sino que vivían sobre un nivel
desconocemos. Parece entonces que, en todas tribal selvático.
las épocas, se trataba de una población algo
dispersa, agrupada en una multitud de pequeñas Es posible que el Complejo Isnos repre-
aldeas, localizadas en las partes altas de las lo- sente las primeras manifestaciones de una inte-
mas; pero no es de suponer que todas las lomas gración social de tipo cacicazgo. La densidad
o colinas de la actual zona arqueológica hayan de los vestigios, el sedentarismo, los indicios
estado pobladas simultáneamente en una misma de agricultura, de extensas obras de ingeniería
época prehistórica. De las excavaciones relevan- y de una pauta bien definida de asentamiento,
tes para este problema, se puede deducir más sugieren esta forma de organización, lo mismo
bien que hubo un lento flujo y reflujo, y que que el notable avance de la tecnología cerámica.
mientras unas elevaciones estaban ocupadas por Por todo lo que se pueda apreciar, las culturas
viviendas, otras -vecinas o alejadas- estaban anteriores a Isnos parecen ser más bien socieda-
deshabitadas durante largas épocas. des tribales. Por cierto, no se puede hablar de
Se cuenta con una secuencia parcial, basada continuidad entre los Complejos Horqueta e
en la estratigrafía de basureros y en ella se de- Isnos.
Colombia indígena, período prehispánico 49

Un somero examen de los restos cerámicos das de color oscuro, decoradas con franjas mo-
y líticos que se encuentran por millares en la deladas y con caras de forma triangular. Es po-
superficie de los terrenos de San Agustín, de- sible que algunas fases de Tierradentro estén
muestra que se trata de una gran cantidad de relacionadas con la secuencia de San Agustín,
complejos arqueológicos que aún no han sido pero aún no se ha elaborado una correlación
aislados como tales y que representan largas válida. De todas maneras, los diferentes modos
secuencias y muy diversas tradiciones tecnoló- de entierro, la gran elaboración de las cámaras
gicas y estilísticas. Repetimos que de estos y pintadas, las estatuas, y la existencia de obras
de muchos otros vestigios, tales como los diver- públicas de ingeniería, hacen suponer que se
sos rasgos arquitectónicos y de ingeniería, se trata de una zona de cacicazgos cuya base eco-
puede deducir que la región de San Agustín no nómica fue el cultivo intensivo del maíz y la
parece haber sido una zona cultural donde se explotación de varios sistemas ecológicos dis-
efectuó una lenta y continua evolución interna, puestos a lo largo de una escala vertical.
sino que fue más bien una zona de invasión y En las fértiles vertientes de la Cordillera
de una repetida superposición de diversas cultu- Central, en los actuales departamentos del Cau-
ras que, atraídas por las ventajas ambientales ca, Valle, Caldas, Quindío, Risaralda y Antio-
de la región, se iban desplazando a través de quia, se encuentran innumerables vestigios ar-
los siglos. Es quizá posible que ciertos rasgos queológicos que atestiguan la antigua presencia
culturales como, por ejemplo, algunos concep- de sociedades del tipo de los cacicazgos. Mon-
tos religiosos, la talla de estatuas líticas y, desde tículos y terraplenes, entierros suntuosos de je-
luego, las técnicas básicas de subsistencia, ha- fes y sacerdotes, verdaderos tesoros de orfebre-
yan tenido cierta continuidad más allá de los ría y de piedras finas, nos indican que en estas
movimientos migratorios de menor escala; pero regiones privilegiadas para la agricultura, se de-
la impresión general es la de una zona arqueo- sarrollaron pequeños señoríos con una estructura
lógica, en la cual las tradiciones más diversas social jerárquica, una clase sacerdotal influyente
han confluido para crear no una cultura coheren- y un alto desarrollo tecnológico y estético. Los
te, sino una combinación muy heterogénea. cronistas españoles del siglo xvi describen con
Otra zona de destacado interés arqueoló- algún detalle la adaptación ecológica de estos
gico es la región de Tierradentro, al norte de grupos a las vertientes, la variedad de los culti-
San Agustín. En Tierradentro se han hallado vos, la forma de las aldeas y los templos, y la
estatuas, rocas labradas y, ante todo, grandes jerarquía de señores, nobles, plebeyos y escla-
cámaras o más bien templos funerarios subte- vos. Estos cacicazgos vivían en un estado cró-
rráneos, ubicados en las partes más altas de las nico de guerras, acompañadas de sacrificios hu-
lomas y accesibles sólo por escaleras de caracol. manos, canibalismo ritual, la toma de cabezas
La planta de estos templos tallados en la roca de trofeo, y muchas de estas costumbres encuen-
es circular u ovalada, con una serie de nichos tran su confirmación en las excavaciones ar-
separados por altos bloques que imitan colum- queológicas o en los elementos iconográficos de
nas. Varios gruesos pilares sostienen el techo su arte.
que generalmente, tiene forma de bóveda. Las La mayoría de los cacicazgos colombianos
paredes del interior están cubiertas de pinturas se destaca por el gran desarrollo de la orfebrería.
en blanco, negro, rojo, y amarillo, con motivos No sabemos dónde ni cuándo se originó este
geométricos de rombos y círculos, a veces tam- arte y, posiblemente, se trata de una introduc-
bién con grandes caras humanas muy estilizadas ción desde los Andes Centrales; pero es seguro
o con representaciones de reptiles. Estas cáma- que Colombia fue el centro de grandes avances
ras contienen urnas de cerámica con huesos cal- tecnológicos y estéticos en la metalurgia ameri-
cinados, así como restos dispersos de vasijas y cana. Fue ante todo en los cacicazgos interandi-
objetos líticos. nos donde se refinaron las técnicas de fundición,
Las grandes estatuas que se encuentran en aleación, cera perdida, falsa filigrana y tantas
algunas partes de Tierradentro son algo menos otras, y los objetos manufacturados de oro abar-
estilizadas que las de San Agustín, y por lo can una asombrosa gama de adornos personales
general carecen de los rasgos monstruosos que y objetos rituales que atestiguan la actividad de
artesanos especializados. El uso de estos objetos
caracterizan a estas últimas. Las formas cerámi- suntuarios como ajuar funerario, constituye
cas más típicas de Tierradentro son vasijas bur-
50 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

desde luego un mecanismo económico, de elimi- dido desde Colombia hasta la costa occidental
nar periódicamente de la circulación cierta can- de México.
tidad de capital acumulado en forma de joyas. Otra zona cuyas características arqueológi-
cas parecen indicar el nivel cultural de los caci-
Los Quimbaya, un grupo histórico que en cazgos, es la región del alto río Calima, en la
el siglo xvi formaba un pequeño cacicazgo en Cordillera Occidental. Nuevamente se debe ad-
las faldas occidentales de la Cordillera Central, vertir que no se trata de una sola cultura que se
han dado su nombre a un inmenso complejo de pueda designar con el nombre "Calima", sino
artefactos arqueológicos hallados en tumbas de de una secuencia de manifestaciones culturales
diferentes tipos, principalmente objetos cerámi- que se extienden a través del tiempo y que abar-
cos y orfebrería que, por cierto, está constituido can diferentes períodos y conjuntos estilísticos.
por varias diferentes tradiciones culturales. Las Sobresalen ciertas cerámicas, tales como las va-
vasijas cubiertas de pintura roja brillante, a veces sijas de doble vertedera, vasijas en forma de
pintadas en una técnica llamada "negativas"; los una persona acurrucada que lleva un recipiente
recipientes de doble vertedera y asa en forma en la espalda, y otras más. La zona del Calima
de estribo; las figuras antropomorfas y zoomor- se destaca además por su orfebrería elaborada;
fas; la multitud de volantes de huso, rodillos, se han encontrado grandes máscaras de oro, dia-
pintaderas y cuentas de collar que, en los museos demas, pectorales, orejeras, collares, narigueras
y las publicaciones de divulgación se designan y aun instrumentos musicales y cucharas del
como "Quimbaya" por lo general no tienen nada mismo metal. A veces estas piezas hacen pensar
que ver con aquellos indios de la época de la en ciertas estatuas de San Agustín, pues se ob-
Conquista, sino que representan zonas arqueo- servan en ellas rasgos felinos, cabezas con jetas
lógicas y períodos cronológicos muy diversos. monstruosas de las cuales sobresalen grandes
Al lado de los Quimbaya, los principales caci- colmillos, así como representaciones de "do-
cazgos del occidente colombiano en el siglo xvi bles", pero no se han trazado aún las posibles
eran los Anserma, los Caramanta y los Nutibara, relaciones entre estas dos zonas arqueológicas.
con muchos otros más de menor importancia. En la región Calima abundan pequeñas zonas
Las investigaciones sistemáticas sobre los aplanadas de vivienda, terrazas, y campos de
cacicazgos interandinos son aún demasiado es- cultivo antiguos, algunos de los cuales muestran
porádicas para poderse discernir las característi- vestigios de canales formando cuadrículas.
cas de períodos o fases en el desarrollo de las Es de interés destacar aquí que los caci-
sociedades indígenas respectivas. Se han estu- cazgos no se desarrollaron sólo en los valles y
diado algunos detalles tecnológicos o estilísticos vertientes de las cordilleras, sino que se hallan
de esa u otra categoría de artefactos (orfebrería, abundantes indicios de su existencia también en
cerámica), pero carecemos totalmente de con- algunas regiones de las tierras llanas tropicales
textos que den vida y significado social a estos como las hoyas de los ríos Sinú y San Jorge y
objetos. Así, cerca de Buga, en el Valle del ciertas zonas del bajo Magdalena, como, por
Cauca, se pudo establecer una corta secuencia ejemplo, Tamalameque, Mompós y Zambrano.
cerámica, con fechas de radiocarbono que van En todas estas zonas que, por cierto, son tierras
desde 1. 200 a 1.600 A. D. La cerámica exca- muy fértiles, se han encontrado grandes montí-
vada en la Tebaida, cerca de Armenia, fue fe- culos, tumbas elaboradas, restos extensos de
chada entre 1.000 y 1.400 A.D., y algunos au- obras públicas y objetos suntuarios de orfebrería
tores han tratado de trazar las correlaciones de y otros materiales valiosos, o sea piedras finas,
ciertos tipos cerámicos; pero, obviamente, se adornos hechos de conchas marinas o de cobre
trata aquí de investigaciones muy locales, con preciosamente elaborado. Parece que cacicazgos
resultados demasiado limitados. Sólo podemos incipientes se organizaron también en algunas
anotar aquí que la cerámica del Complejo Isnos, zonas selváticas, tales como algunas bahías en
de San Agustín, fechada entre 40 y 300 A. D., el norte de la Costa Pacífica, y en algunos de
parece ser ancestral de varios complejos cerámi- estos sitios se observa una fuerte influencia de
cos de la Cordillera Central. También se ha su- los cacicazgos panameños contemporáneos.
gerido que la particular forma de las tumbas de Lo que es verdaderamente sorprendente en
pozo, con cámara lateral, que son frecuentes en el caso de estos cacicazgos que se desarrollaron
las faldas de la cordillera, se pudo haber difun- en las regiones costaneras, es la ausencia de
Colombia indígena, período prehispánico
51

vestigios de militarismo. Los cacicazgos de la ticios y equinoccios señalan claramente los co-
Llanura del Caribe parecen haberse formado en mienzos y fines de las estaciones de lluvias o
condiciones que no llevaron a la institución de de verano, su observación se hace esencial para
un complejo bélico que se manifieste en rasgos el agricultor. La fijación de puntos de referencia
tales como la representación de guerreros en el sobre el horizonte por medio de alineaciones de
arte, la construcción de fortificaciones, una ico- piedras, llevaría entonces a la selección de de-
nografía con cabezas-trofeos o armas ceremo- terminados lugares de observación solar, así
niales. Más bien parece que su orientación haya como a la delimitación de espacios sagrados
sido manifiestamente teocrática. El gran túmulo cuyo modelo es, desde un punto de vista geocén-
cerca de la Laguna de Betancí, sobre el río Sinú; trico, el recorrido del sol entre los solsticios de
las tumbas de cámara de los llanos de Tamala- verano y de invierno. La exacta ubicación de
meque, con sus grandes urnas antropomorfas; monumentos arqueológicos tales como templos,
los túmulos funerarios de la región de Ayapel adoratorios, estatuas, grupos de columnas, cá-
y otros más, no atestiguan la presencia de socie- maras subterráneas, petroglifos y otros rasgos,
dades belicosas. Los cronistas del siglo xvi ha- se relaciona muy probablemente con estas obser-
blan de grandes templos, de montículos, esta- vaciones astronómicas, y la importancia que una
tuas y otros rasgos de una religión muy comple- cultura indígena pueda atribuir a ellos, se rela-
ja, pero no mencionan las cruentas guerras que ciona desde luego con el creciente desarrollo de
-dicen ellos- eran la regla entre los cacicazgos la agricultura del maíz y de otros cultivos que
de la Cordillera Central. Esta aparente diferencia dependen en alto grado de fenómenos meteoro-
entre cacicazgos militaristas y teocráticos -si es lógicos cíclicos. Fue en el contexto cultural de
válida esta hipótesis-, sería otro aspecto teórico los cacicazgos donde la astronomía y el calenda-
importante en las futuras investigaciones ar- rio se desarrollaron muy notablemente y en
queológicas. donde los chamanes y sacerdotes adquirieron
Entre el bajo río Magdalena y la hoya del posiciones de gran influencia, no sólo en un
río San Jorge se halla una extensa zona, semia- terreno religioso, sino por el manejo inteligente
cuática durante parte del año, cubierta de un de diversos aspectos ecológicos. La ritualización
sistema de pequeñas lomas alargadas paralelas, del ciclo de tala, quema, siembra y cosecha, o
construidas artificialmente. Probablemente se de cualquier otra modificación de la flora o fau-
trata de campos de cultivo y de un sistema de na, es a veces un mecanismo de equilibrio eco-
drenaje, aunque no se puede descartar la posibi- lógico.
lidad de que sean nansas o estanques para la Al tiempo que se desarrollaron los cacicaz-
cría de ciertas especies de peces. Tales construc- gos en las regiones interandinas y costaneras,
ciones, restos de las cuales se observan también un crecido número de sociedades tribales ocu-
en el medio Cauca, no están correlacionadas paba muchas zonas interfluviales, ribereñas o
necesariamente con centros urbanos y pueden litorales, generalmente en el trópico húmedo.
haberse hecho en una época muy anterior al Alrededor del Golfo de Urabá, en las estribacio-
advenimiento de los cacicazgos. Algunas exca- nes de las cordilleras, en las hoyas de muchos
vaciones efectuadas en la zona del río San Jorge ríos menores y en ambas costas, se han encon-
indican que este sistema de zanjas y lomas ya trado restos de poblaciones, junto con basureros,
estaba abandonado en una época que corres- entierros y otros vestigios que indican la presen-
ponde a los cacicazgos protohistóricos e histó- cia de grupos dedicados a una economía mixta
ricos de la región. Nuevamente se trata de un en la cual se combinaba la horticultura con la
problema muy importante de adaptación ecoló- caza, la pesca y la recolección de recursos silves-
gica en épocas prehistóricas, que bien merece tres. Algunos de estos grupos tribales del primer
una investigación detallada. milenio A. D. crearon complejos cerámicos muy
Se debe añadir otra hipótesis interesante: avanzados en su teconología y concepción esté-
los sistemas religiosos de los cacicazgos parecen tica, como, por ejemplo, los habitantes de las
haberse basado ante todo en conceptos en que orillas de los ríos Ranchería y Cesar, los pobla-
el sol y la luna desempeñaban un papel central, dores de las riberas del bajo río Magdalena en
y es de pensar, por consiguiente, que esta reli- las regiones de El Banco, Plato y Zambrano, o
gión dependía en buena parte de la elaboración los grupos ribereños del medio y alto Magdale-
de un calendario muy preciso. Ya que los sols- na, por ejemplo de Barrancabermeja, Honda.
52 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

Girardot, Espinal y El Guamo. Muchos de estos los complejos culturales del Bajo Magdalena y,
grupos practicaban el entierro secundario en eventualmente, con culturas de la costa venezo-
grandes urnas funerarias, a veces antropomor- lana y de Panamá. El sitio de Crespo ha sido
fas, y los complejos cerámicos que acompañan fechado en la última parte del siglo XIII A. D.,
estos entierros son a veces muy elaborados en y la distribución de los asentamientos de estos
lo que se refiere a sus formas plásticas. Es de agricultores-pescadores representa una adapta-
suponer que estos grupos, esencialmente selvá- ción tardía al ambiente litoral; corresponde pues
ticos, formaban parte de aquel gran estrato de a las poblaciones que encontraron en esta zona
horticultores mixtos del cual surgieron, en algu- los españoles, unos dos siglos más tarde.
nas regiones, los cacicazgos. Algunas de estas En la Costa Pacífica los desarrollos cultu-
sociedades tribales perduraron hasta la conquista rales tomaron un rumbo algo distinto. Con ex-
española, por ejemplo los Pantagora, Pijao, Pan- cepción del extremo sur del litoral, donde el
che, Carare, y muchos pobladores de la Llanura clima y los suelos son algo más favorables, el
del Caribe, de los llanos del Orinoco o de las nivel cultural prehistórico de aquella época no
selvas amazónicas, y es en estas regiones mar- avanzó más allá del de pequeñas comunidades
ginales, al este de la Cordillera Oriental, donde selváticas que, con frecuencia, cambiaban de
algunas tribus han sobrevivido hasta la época lugar. En la selva pluvial de las riberas del río
actual. San Juan, en el Chocó, encontramos vestigios
Ciertas de estas manifestaciones prehistó- de una ocupación prehistórica relativamente
ricas de los grupos tribales vecinos a los cacicaz- densa, que data de los comienzos del siglo IX
gos, deben describirse aquí someramente. A. D. y que consiste en pequeñas aldeas cons-
En las bahías y las islas costaneras entre truidas sobre pilotes, escalonadas a lo largo del
la desembocadura del río Magdalena y el Golfo río y de algunos de sus afluentes. Para dar un
de Urabá, agrupaciones de agricultures y pesca- ejemplo: el Complejo de Murillo se caracteriza
dores habían establecido gran número de peque- por una cerámica de color pardusco, fragmentos
ñas aldeas y campamentos, muchos de ellos so- de la cual se encuentran asociados con artefactos
bre dunas y lomas arenosas del litoral. La cultura líticos. Algunas de estas vasijas están decoradas
material que se encuentra asociada a estos sitios con líneas rectas profundamente incisas que for-
está ejemplificada por el sitio arqueológico de man meandros, rectángulos concéntricos o gru-
Crespo, cerca de Cartagena. Allí, extensas acu- pos de líneas paralelas. El material lítico con-
mulaciones de basura y agrupaciones de senci- siste de hacha en forma de T, con proyecciones
llas urnas funerarias atestiguan el carácter seden- laterales que sirvieron para amarrar la hoja a un
tario de los habitantes. Los complejos cerámicos mango, así como de una variedad de raspadores
incluyen budares, vasijas pandas para triturar y golpeadores. No se hallaron metales ni manos
condimentos, copas y platos con bases anulares, de moler, y parece que la economía se basaba
así como recipientes para líquidos, que consis- en el cultivo de raíces, la recolección de frutas
ten en ollas globulares con un cuello restringido. de palma, así como de caza y pesca. Las fechas
La decoración de estas formas cerámicas está de radiocarbono muestran que este complejo cul-
constituida por motivos simples, incisos o pun- tural data de aproximadamente 800 a 900 A.
teados; algunas vasijas están decoradas con caras D., fecha en que hace su aparición una nueva
humanas modeladas y se han encontrado peque- tradición cultural, denominada Minguimalo.
ñas figurinas antropomorfas, quizá de uso ritual. Las gentes de Minguimalo eran agricultores de
Son características de estos sitios las hachas y maíz que usaban grandes metates y su cultura
azadas manufacturadas de piedra pulida o de se extendió rápidamente sobre toda la hoya del
grandes conchas, instrumentos que probable- río San Juan. La cerámica es ordinaria, con
mente se usaban tanto en la agricultura como formas simples globulares, pero las técnicas de-
en la manufactura de canoas y para extraer el corativas son muy características. Una técnica
almidón de los troncos de las palmas. También consiste en hileras de protuberancias o, mas
se encuentran grandes piedras de moler. Conjun- bien, burbujas producidas por la inserción de
tos similares se han hallado también sobre las un palillo en la superficie interna de la vasija
colinas bajas que se extienden a lo largo de la hasta que levanta una "burbuja" en el exterior.
costa y sobre los cursos inferiores de algunos Luego se retira el palillo y el pequeño orificio
de los ríos. Existen relaciones tipológicas con se tapa con un poco de greda, de manera que
Colombia indígena, período prehispánico
53

la protuberancia que aparece en el exterior de de la secuencia del río Mataje. Algunos de estos
la vasija, queda hueca. Otra técnica decorativa sitios son aún más tardíos; las grandes acumula-
son impresiones hechas con la uña del dedo, ciones de desperdicios culturales situados cerca
formando hileras de pequeñas incisiones curvas. de Imbilí, sobre el río Mira, datan, aproximada-
A diferencia de Murillo, las hachas asociadas a mente, de 1.000 A. D.
esta cerámica son de forma trapezoidal y carecen Al ascender los ríos hacia el filo de la Cor-
de las proyecciones laterales tan características dillera Occidental, encontramos relaciones con
para el Complejo Murillo. Nada se sabe del los complejos cerámicos pintados, del valle del
origen de estos dos complejos, ninguno de los Cauca. En las cabeceras del río Patía ha sido
cuales parece tener antecedentes en el área del excavado gran número de profundos entierros
Chocó. Sólo podemos observar que la técnica de cámara lateral, que contienen a veces varias
de decoración por impresiones con la uña, se sepulturas. Un rasgo curioso de estos entierros
encuentra en algunos complejos cerámicos del consiste en que la cámara se tapó con una gran
Alto Amazonas, lo mismo que las hachas con tinaja globular cuyo orifico se orienta hacia el
proyecciones en forma de T. cadáver, mientras que su base está orientada
En la Bahía de Cupica, en el sector norte hacia el cañón del entierro. El ajuar funerario
de la Costa Pacífica, se encontró un gran túmulo consiste de vasijas decoradas con muy elabora-
funerario que contenía varias docenas de entie- dos motivos pintados en rojo y negro, junto con
rros secundarios acompañados por cerámicas, pequeños objetos de oro o tumbaga, y algunos
algunos volantes de huso, un pequeño objeto de volantes de huso.
oro, y algunos artefactos líticos. Los entierros Entierros de pozo o cañón vertical con cá-
habían sido efectuados en épocas diferentes y mara lateral son frecuentes en la parte sureña
se pueden reconocer cuatro fases principales: de las cordilleras, en dirección hacia el Ecuador,
tres de entierros superpuestos y una durante la y continúan desde allí hacia el norte. En la región
cual el montículo se cubrió con un relleno de de Cali se han identificado varios complejos
tierra. Las asociaciones de la secuencia de Cu- cerámicos, entre ellos los de Pichindé, Río Bolo
pica parecen ser muy variadas. La cerámica más y Quebrada Seca, nombres de los pequeños ríos
antigua muestra ciertas semejanzas con Momil sobre cuyas riberas se encontraron planos de
y con Ciénaga de Oro, este último un sitio estre- viviendas y entierros. Las tumbas consisten en
chamente relacionado con Momil. Las fases si- profundos pozos con cámara lateral, de plano
guientes tienen relaciones con sitios del alto río circular, semicircular o elíptico y, en su mayo-
Sinú, tales como Betancí y Tierra Alta, de ma- ría, éstas se localizaron en las partes más altas
nera que los comienzos de Cupica parecen rela- de las colinas vecinas. En Pichindé los pozos
cionarse con la hoya del río Sinú. Las fases verticales se hallaron llenos de pesadas piedras
posteriores, sin embargo, están estrechamente y las cerámicas asociadas con el entierro son
emparentadas con cerámicas panameñas de la apenas algunas ollas toscas, mientras que las
zona del Lago Madden y también de la Provincia cerámicas del complejo de río Bolo llevan a
de Coclé. Una fecha de radiocarbono de 1.227 veces una fina capa de pintura roja. También
A. D., para los entierros más recientes de Cupi- se encontraron en Río Bolo algunas copas o
ca, coresponde al período de Coclé Tardío, en vasijas de base alta. El complejo más elaborado
Panamá. es el de Quebrada Seca; uno de los entierros de
cañón contenía cinco esqueletos acompañados
En otras partes de la Costa Pacífica, en las por 260 vasijas, y varios otros entierros también
bahías, esteros y manglares en el sur de Buena- contenían gran cantidad de cerámica, la mayoría
ventura, hay muchos pequeños sitios de habita- cubierta de color rojo. Los complejos de la re-
ciones que contienen cerámicas de posición cro- gión de Cali no parecen relacionarse con Tierra-
nológica tardía, algunas de las cuales se relacio- dentro, Calima o las cerámicas denominadas
nan con los complejos del río San Juan, mientras "Quimbaya"; probablemente son relativamente
que otras se asemejan a ciertos estilos encontra- recientes y anteceden la Conquista sólo por unos
dos en la región de Tumaco. Al proceder hacia pocos siglos.
el sur, aproximadamente del río Guapí en ade-
lante, la influencia de las culturas de Tumaco Podemos resumir aquí algunas observacio-
aumenta y encontramos muchos sitios que se nes acerca de las costumbres funerarias. Hacia
conectan con las diversas fases cronológicas el final del primer milenio A. D. parece que se
54 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

operó un profundo cambio en las prácticas reli- nó, Honda), las urnas antropomorfas tienen ta-
giosas en gran parte del territorio colombiano, pas a veces con figuras de guerreros con muchos
por lo menos en lo que se refiere a los ritos de ornamentos, sentados en banquitos y que recuer-
entierro. Mencionamos ya la pauta de enterra- dan las figuras de "La Marquesa", asimismo,
miento en urnas, a veces acompañadas por la se representan figuras femeninas y aves. Este
incineración, y otras veces en que sólo consiste horizonte de urnas funerarias se extiende sobre
en el reentierro de huesos desarticulados. En un área muy amplia: desde la Guajira hasta el
ocasiones, estas urnas, en grupos de algunas Darién, desde el alto Cauca hasta el Orinoco, a
docenas y aun centenares, forman grandes ce- lo largo de ríos, sobre las lomas y en lo más
menterios cerca de las antiguas aldeas; en otras alto de las colinas, se hallan estas urnas, siempre
ocasiones se encuentran en pequeños grupos, de en el contexto de poblaciones de horticultores.
tres o cuatro, sea en cavernas o enterradas cerca
de las casas. Ocasionalmente también se han Las federaciones de aldeas:
hallado grupos de urnas en tumbas de pozo con los Tairona y los Muisca
cámara lateral. Hay muchas formas diferentes
de urnas funerarias; la forma más común con-
siste en una gran tinaja ovoidal provista de una
apertura suficientemente grande para introducir
E ntre la gran variedad de cacicazgos y de
pequeñas sociedades agrícolas tribales que
se extendían sobre las cordilleras y tierras bajas,
en ella el cráneo; pero también hay urnas globu- sobresalen dos grandes complejos culturales que
lares, grandes recipientes cilindricos o urnas han perdurado hasta los períodos históricos: los
muy elaboradas, de silueta compuesta y adorna- Tairona de la Sierra Nevada de Santa Marta, y
das con elementos plásticos, pinturas o motivos los Muisca de las tierras altas de Cundinamarca
incisos. A veces se representa la cara, o la figura y Boyacá. En ambos casos se trata de grandes
entera del muerto, sobre el cuerpo o la tapa de agrupaciones indígenas de habla chibcha, cuyo
la urna. En el alto y medio Magdalena las urnas avance cultural fue notable y se acerca a una
comunes ovoidales con frecuencia llevan una etapa de desarrollo que señala el nivel de una
cara delineada con franjas aplicadas de arcilla, incipiente organización estatal. Mientras que en
mientras que en las estribaciones de la Sierra los cacicazgos la cohesión política se limitaba
Nevada (La Mesa), se presenta la cara o la ca- por lo general a una hoya hidrográfica relativa-
beza entera en la tapa semiesférica. Del medio mente restringida, en donde una aldea principal
Magdalena proceden grandes urnas cubiertas coordinaba y dominaba algunas poblaciones sa-
con motivos incisos sobre cuyas tapas se modeló télites, situadas en diferentes facetas ecológicas,
un pequeño personaje sentado en un banquito. entre los Tairona y Muisca se trataba más bien
Muchas de estas urnas se usaban en el contexto de dos grandes federaciones de aldeas que esta-
de los cacicazgos. Por ejemplo en la hacienda ban sometidas bajo la autoridad de jefes, los
"La Marquesa", cerca de Popayán, se descubrió cuales combinaban en su persona funciones po-
una tumba de pozo, que contenía una colección líticas, administrativas y aun religiosas. Cultu-
extraordinaria de objetos asociados. Varias ralmente, estas dos federaciones tenían muchos
grandes figuras antropomorfas de barro mues- rasgos fundamentales en común, pero se diferen-
tran guerreros que llevan escudos redondos y ciaban en detalles de énfasis y calidad y, desde
cascos crestados. Están sentados en bancos ba- luego, en muchos aspectos, de su particular
jos, de cuatro patas. Sobre la espalda de las adaptación ecológica, ya que las faldas de la
figuras aparece un animal monstruoso que pa- Sierra Nevada de Santa Marta y los altiplanos
rece trepar hacia la cabeza, motivo similar al de la Cordillera Oriental ofrecen condiciones
que se puede observar en algunas esculturas de fisiográficas y bióticas muy diferentes.
San Agustín. Junto con estos y otros objetos
antropomorfos de barro cocido, el entierro con- Sobre un nivel de una federación de aldeas,
tenía un gran objeto de oro que representa un la estratificación social evolucionó hacia un sis-
personaje altamente estilizado y adornado con tema de clases, en que los factores económicos
una corona muy elaborada. La parte baja de la adquirían más importancia que los factores de
figura consiste en una placa semilunar y sobre rango individual, como había ocurrido en los
los brazos de la figura trepan animales crestados. cacicazgos. Los grandes jefes pertenecían ahora
En el medio Magdalena (Río de la Miel, Guari- a los mismos linajes de la alta jerarquía sacerdo-
tal o militar, lo que, en un caso dado, podía
Colombia indígena, período prehispánico 55

llevar a la constitución de un "gobierno" clara- las viviendas muestra gran variación, adaptán-
mente definido, apartándose así de la autoridad dose las diversas construcciones de la mejor ma-
difusa de las cabecillas y jefes guerreros de los nera a las vertientes, hondonadas, lomas y zan-
cacicazgos. Además, se formaba ahora una clase jones. Cada centro poblado tenía por lo menos
importante de artesanos y comerciantes que, por un templo, constituido por una construcción cir-
sus amplias relaciones intertribales, se consti- cular de grandes dimensiones, en cuya inmediata
tuían en agentes muy activos del cambio cultu- vecindad había espacios públicos y eventual-
ral. La agricultura se intensificó, en parte por mente otras edificaciones de carácter ritual.
obras públicas de control hidráulico y de tierras, Los diferentes tipos de casas de vivienda
tales como terrazas de cultivo y sistemas de dejan reconocer una bien acentuada estratifica-
riego, y en parte por especializarse en ciertas ción social: las casas más sencillas consisten ape-
plantas cultivadas de alto valor nutricional, tales nas en un círculo de piedras, en el cual se mar-
como la papa, o razas de maíz de alto rendimiento. caron las dos puertas opuestas con dos o más
Para ambas federaciones -los Tairona y los lajas planas; otras casas están señaladas además,
Muisca- disponemos de datos históricos conte- por un círculo de piedras muy parejas, acompa-
nidos en las crónicas de los siglos XVI y XVII ñadas por un círculo de lajas que rodean toda
que, en combinación con los resultados de las la construcción. Un tipo más elaborado aún con-
investigaciones arqueológicas, nos ofrecen una siste de cimientos formados por varios círculos
visión somera de los respectivos desarrollos cul- de lajas enterradas en forma vertical y otras ho-
turales. Trataremos en primer lugar de la Cultura rizontalmente colocadas, cada una de las cuales
Tairona. fue cuidadosamente tallada y alisada. En algu-
nos casos se pueden distinguir claramente áreas
Pautas de asentamiento residenciales de élite. Fuera de las viviendas
propiamente dichas, encontramos gran variedad
Los Tairona eran habitantes de las tierras de otras construcciones líticas por lo general
bajas y ocupaban las estribaciones de la Sierra hechas de piedras no modificadas y simplemente
Nevada, generalmente a menos de 1.000 metros puestas la una sobre la otra y luego acuñadas
de altura sobre el nivel del mar. En la época de con piedras más pequeñas, pero a veces también
la Conquista, el territorio tairona se extendía construidas con piedras talladas y con lajas muy
principalmente sobre la zona de Santa Marta y parejas, lisas y bien ajustadas. Las murallas de
de allí sobre las faldas septentrionales de la sie- contención de las numerosas terrazas de cultivo
rra, hasta aproximadamente el río Ancho, en el llegan a veces, en zonas muy pendientes, a una
oriente. Al sur de Santa Marta se extendía el altura de varios metros. Hay largos caminos en-
habitat sobre la vertiente occidental. Las otras lajados; escaleras, canales de desagüe y, a veces,
vertientes del macizo, es decir, toda la zona un trecho de una quebrada ha sido canalizado
meridional y oriental, hacia los altos cursos de entre paredes de pesados bloques. Puentes he-
los ríos Ariguaní, Cesar y Ranchería, estaban chos de una o varias lajas puestas de orilla a
ciertamente bajo una fuerte influencia tairona, orilla, se encuentran en algunas partes. En la
pero los principales asentamientos se encontra- zona plana del río Manzanares, alrededor de
ban en las zonas norte y noroeste, en los valles Santa Marta, había grandes obras de irrigación,
de los ríos Palomino, Buritaca, Don Diego, tan bien construidas que causaron la admiración
Guachaca y la zona del Cerro de San Lorenzo. de los españoles.
La densa población vivía en grandes aldeas, La base principal de subsistencia eran los
muchas de las cuales merecen el calificativo de grandes cultivos de maíz, pero fuera de éste se
ciudades. Estos centros poblados consistían, se- sembraba la yuca, la auyama, fríjoles y un gran
gún el caso, de docenas o aun de centenares de número de árboles frutales. Una fuente impor-
casas redondas construidas de madera y paja tante de alimentos era el mar, y en algunas re-
sobre plataformas y cimientos de piedras. En giones se practicaba la apicultura en gran escala.
muchos casos estas aldeas y ciudades se cons- Los Tairona practicaban el control vertical de
truían en zonas muy accidentadas, sea en las una escala de facetas ecológicas, y parece que
hoyas de quebradas o en filos o faldas abruptas, tenían en cada hoya hidrográfica varios centros
situadas entre ríos profundamente encajonados. de redistribución en forma de ciudades. Cada
De esta manera, la distribución y disposición de ciudad rodeada de sus cultivos, y aun cada grupo
56 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

de terrazas aisladas, formaba así un ecosistema En segundo lugar, parece que las primeras gran-
artificial. des aldeas que emplearon extensas construccio-
Al comienzo del siglo xvi gran número de nes de cimientos líticos, se edificaban con pre-
poblaciones de los Tairona se habían aglutinado ferencia en posiciones de defensa y en los parajes
alrededor de dos centros urbanos importantes y altos y accidentados, aunque parte de la pobla-
de este modo comenzaban a formarse dos fede- ción vivía en las zonas bajas del litoral. En tercer
raciones, dos pequeños Estados incipientes y lugar, hasta ahora la búsqueda de fases más
antagónicos. Un centro era Bonda, situada en antiguas y verdaramente ancestrales de la Cul-
la parte plana, cerca de la actual Santa Marta; tura Tairona ha sido en vano; el complejo arqui-
y el otro era Pocigueica, situado en las faldas tectónico, asociado con ciertos elementos cerá-
abruptas y dominando las zonas de las cabeceras micos y otros materiales, aparece más bien sú-
de los ríos Frío y Don Diego. Entre ambos cen- bitamente alrededor del siglo XI o XII de nuestra
tros existían rivalidades y, en lo general, se era, sin claros precedentes locales, sobreponién-
observa que una clase poderosa de sacerdotes dose a culturas de tipo tribal; de agricultores y
se encontraba en pugna más o menos abierta pescadores relacionados con los grupos selváti-
contra los jefes civiles. Existía también una cos y ribereños del bajo río Magdalena y de las
fuerte tendencia militarista, pero parece que las hoyas de los ríos Ranchería y Cesar. Esta dis-
lealtades estaban divididas, circunstancias que continuidad hace pensar en la posibilidad de que
eventualmente facilitaron grandemente la con- los Tairona sean de origen centroamericano y
quista española. Como es obvio, los Tairona no que hayan llegado a las Costas de Santa Marta
habían logrado la plena consolidación de un go- por mar, puesto que faltan todos los indicios de
bierno centralizado y efectivo, y el poder ejecu- una migración por tierra. A este respecto es de
tivo se organizaba aun sobre una base de paren- sumo interés tener en cuenta las tradiciones de
tesco y de los intereses de determinados linajes. los indios Kogi de la Sierra Nevada de Santa
Sin embargo, la conquista de los Tairona fue Marta tribu actual que se identifica con los an-
un largo proceso que se extendió sobre casi todo tiguos Tairona y que afirman que sus antepasa-
el siglo xvi, debido ante todo a la táctica de dos vinieron por vía marítima "hace 52 genera-
guerrillas de los indios, en un terreno muy acci- ciones", huyendo de un país amenazado por
dentado y topográficamente muy complejo. erupciones volcánicas. A eso se puede añadir el
hecho de que la actual cultura de los Kogi con-
Contactos culturales tiene muchos elementos ideológicos que hacen
pensar en un origen mesoamericano, de carácter
Las investigaciones arqueológicas aún no esencialmente mayoide. Por cierto, esta teoría
permiten reconstruir los orígenes de la Cultura -y admitidamente no puede ser más en el estado
Tairona, y sólo se pueden hacer breves sugeren- actual de los conocimientos arqueológicos- no
cias acerca de algunas fases de su desarrollo. excluye de ningún modo la posibilidad de que se
La fase protohistórica a histórica la conocemos hayan efectuado migraciones centroamericanas
a través de varios sitios de contacto, es decir, hacia Colombia, muchas o todas de ellas siendo
de aquellos conjuntos de vestigios que contienen portadoras de elementos mayoides tardíos. Es
algunos elementos europeos, generalmente frag- pues interesante obsevar este flujo y reflujo a
mentos de utensilios de hierro. Estas asociacio- través del tiempo: parece que hace unos 3.000
nes permiten establecer un amplio complejo cul- o 4.000 años, las culturas indígenas de la Costa
tural que corresponde aproximadamente al siglo Atlántica de Colombia dieron un gran impulso
xvi. Subyacentes a este complejo se pueden a lo que luego fue Mesoamérica, región en donde
observar varios otros en que faltan estos elemen- luego surgieron las grandes civilizaciones de
tos de contacto y que tienen un carácter prehis- México y Guatemala. En cambio, en fechas muy
tórico. No obstante la escasez de datos sobre tardías, las influencias de aquellas grandes na-
estos complejos, de las informaciones disponi- ciones se hicieron sentir en tierras colombianas
bles se desprenden ciertos aspectos de interés. pero aquí las antiguas culturas, que habían sido
En primer lugar, es notoria una fuerte influencia impulsoras, no habían logrado mientras tanto
centroamericana -más específicamente costarri- un nivel comparable.
cense— en la cerámica, la orfebrería, el arte la- La cerámica tairona del período protohis-
pidario fino en la arquitectura de uso doméstico. tórico es muy elaborada; las vasijas culinarias
Colombia indígena, período prehispánico
57

y de almacenamiento son más bien toscas, pero de cinco "Señores", y además están asociadas con
hay un gran número de cerámicas de servicio animales, plantas, vientos, colores y una serie de
uso ritual que atestiguan un desarrollo muy no- conceptos abstractos. Este cosmos y sus compo-
table del arte alfarero. Son característicos ciertos nentes fue creado por una divinidad femenina de
recipientes con superficies negras brillantes, va- carácter reptil, cuyos hijos son héroes culturales y
sijas con cuatro soportes, copas, grandes platos fundadores de linajes sacerdotales y señoriales.
y una multitud de otras diversas formas. La de- El Sol y la Luna son divinidades que fueron
coración es generalmente modelada e incisa, y creadas por la Magna Mater para establecer y
casi nunca pintada. Con los recipientes cerámi- mantener un orden cíclico en el mundo, según
cos se combinan muchos elementos plásticos la cual la humanidad debe vivir. La observación
que representan animales tales como felinos, de este orden, es decir, el ciclo de los solsticios
marsupiales, murciélagos, aves y reptiles. Las y equinoccios, junto con la formulación de un
representaciones humanas en cerámica -por lo calendario agrícola y ceremonial, quedaba a
general en forma de silbatos- muestran persona- cargo de los sacerdotes, que construían sus tem-
jes ricamente ataviados, que llevan máscaras, plos y centros ceremoniales en función de estos
coronas e insignias de mando. fenómenos astronómicos y metereológicos. El
Los Tairona eran grandes especialistas en Sol y la Luna eran una pareja sobrenatural y
la manufactura de cuentas de collar de muy di- tanto ellos como sus respectivos linajes sacerdo-
versas formas y hechos de minerales de diferen- tales tenían asociaciones felinas, de manera que
tes clases y colores. También se ha encontrado el jaguar y el puma llegaron a simbolizar tanto
gran cantidad de otros objetos finamente tallados la energía solar como la lluvia fertilizadora. Fue
en piedra -a veces de nefrita-, tales como más- dentro de este contexto de ideas donde se desa-
caras, estatuicas, bastones, objetos en forma de rrolló la Cultura Tairona y en donde viven en
hacha enmangada o en forma de campana, que la actualidad sus descendientes, los Kogi.
constituyen un conjunto de objetos rituales, en-
terrados como ajuar funerario o escondites, de- Vista en el amplio conjunto de los desarro-
bajo de las lajas de casas o templos. También llos prehistóricos colombianos, la Cultura Tai-
se conocen algunas estatuas grandes, ante todo rona se destaca ante todo por haber logrado un
cabezas humanas o monstruosas, talladas en gra- incipiente nivel urbano, sostenido por grandes
nito. La metalurgia tairona se destaca por su obras públicas, como lo son las terrazas de cul-
riqueza de formas: existen figurinas fantásticas, tivo, sistemas de irrigación y una red de caminos
que llevan grandes atavíos de plumas y máscaras enlosados. En ninguna otra parte del territorio
de felinos monstruosos; hay aves y reptiles, dis- colombiano encontramos este grado de eficien-
cos repujados, cascabeles, brazaletes, narigue- cia económica y administrativa, y sólo la tan
ras y otros objetos, en su mayoría hechos de débil cohesión política y la poca extensión terri-
cobre dorado o de tumbaga. torial de los Tairona, los colocan bajo el nivel
cultural de los Muisca.
Muchos elementos iconográficos observa-
bles en los vestigios arqueológicos de la Cultura Volvamos entonces otra vez al interior del
Tairona encuentran sus paralelas y su explica- país, a los altiplanos y valles de la Cordillera
ción de los mitos y la religión de los actuales Oriental donde se desarrolló la Cultura Muisca
indios Kogi. Varios de sus objetos rituales ac- o Chibcha.
tualmente en uso, son de origen tairona. Un A la llegada de los españoles estos indios,
breve resumen de los principales conceptos cos- en un número de aproximadamente medio mi-
mológicos y religiosos Tairona-Kogi nos mues- llón, ocupaban las tierras altas y las faldas tem-
tra un universo formado por varios estratos ho- pladas, entre el macizo del Sumapaz, en el su-
rizontales superpuestos, con nuestro mundo, es roeste, y el Nevado del Cocuy, en el noreste,
decir, la Sierra Nevada, en el centro. Este cos- extensión de unos 25.000 kilómetros cuadrados.
mos está orientado según los cuatro puntos mar- Las tierras más fértiles eran las de los antiguos
cados por las salidas y puestas de sol en los lechos de los lagos pleistocenos, tales como la
solsticios, completándose el quincunse con un Sabana de Bogotá, así como las regiones irriga-
punto central, fijado por la posición meridional das por los cursos altos de los ríos Bogotá, Suá-
del sol en lo» equinoccios. Estas "esquinas" del rez, Chicamocha y alguno de los afluentes del
mundo, así como el "centro", están bajo el dominio alto río Meta. La población estaba organizada
58 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

en dos grandes federaciones de aldeas, cada una están localizados entre cadenas montañosas que
bajo el mando de un jefe supremo: la zona suroc- los encierran por casi todos los lados. El ciclo
cidental formaba el dominio del Zipa, con su anual se divide en cuatro estaciones, ya que,
centro en la región de Tunja (Hunza). Pero mien- entre marzo y junio, las crestas de estas monta-
tras que los Tairona habían desarrollado grandes ñas reciben los vientos húmedos procedentes del
aldeas y aun ciudades, fundadas sobre una arqui- Pacífico, y entre septiembre y diciembre los de
tectura lírica de carácter duradero, la población la Cuenca Amazónica, intercalándose, entre es-
Muisca era aparentemente mucho más dispersa tas estaciones de lluvias, dos estaciones secas.
y ocupaba innumerables pequeñas aldeas y case- Nuevamente, como en el caso de los cacicazgos
ríos, pero sin concentrarse en grandes centros la astronomía, la meteorología, y la formulación
nucleados que puedan considerarse ciudades. La de un calendario llegaron a ser fundamentales
arquitectura lítica de carácter doméstico falta para la agricultura, y esta preocupación se ex-
casi por completo entre los Muisca, y aunque presa claramente en la naturaleza de los dos
los españoles encontraron algunas aldeas bien centros ceremoniales. Parece que la función
construidas y fortificadas, los Muisca no dejaban principal de los sacerdotes de los Muisca haya
de ser un pueblo eminentemente campesino, a sido la observación astronómica, y varios monu-
diferencia de la orientación tan manifiestamente mentos arqueológicos, generalmente en forma
urbana de los Tairona. de toscas columnas de piedra, se relacionban con
estos fines. Los llamados "Cojines de Diablo",
dos grandes discos tallados en la roca, en un
Estados incipientes alto dentro del perímetro urbano de Tunja, son
probablemente un punto de observación solar.
Fuera de estos dos pequeños Estados o "rei- En el sitio de Saquenzipa, pequeño pero muy
nos" incipientes y relativamente bien delimita- importante centro ceremonial de los Muisca,
dos, existían en el siglo XVI algunos territorios cerca de Villa de Leyva, se ven unas 25 grandes
marginales o casi independientes, cuya sumisión columnas cilindricas alineadas en dirección este-
al Zipa o al Zaque no estaba del todo clara. El oeste y, visto desde este lugar, el día del solsticio
status de estos territorios en el momento de la de verano se ve salir el sol exactamente sobre
Conquista debe evaluarse, en parte por lo me- la Laguna de Iguaque, de donde, según el mito,
nos, en términos de un proceso histórico. En emergió la diosa Bachué, la madre primigenia
primer lugar, los dos "Estados" incipientes eran de los Muisca. Alineaciones de piedra, grupos
el resultado de una serie de campañas de expan- de columnas y otros restos de construcciones
sión territorial, y así, algunos de los jefes loca- líticas que no parecen haber sido de uso domés-
les, como por ejemplo el Tundama (Duitama) o tico sino ritual, se encuentran en varias zonas
el señor de Sáchica, parecen representar remanen- del territorio muisca. En efecto, la orientación
tes de cacicazgos que aún no se habían consoli- suroeste-noreste del teritorio ocupado por los
dado dentro de una estructura federal. En se- Muisca, parece haber formado la base de su
gundo lugar, las fuentes históricas no distinguen cosmogonía. Tal como los Kogi y muchos otros
claramente entre la autoridad civil y la religiosa indios de los Andes, los Muisca consideraban
de los indios. Obviamente, los "señores" de los las lagunas como lugares especialmente sagra-
principales centros ceremoniales no eran simples dos. Las lagunas de Guatavita, Siecha, Tota,
caciques tributarios, sino sacerdotes de alto ran- Fúqene y, desde luego, Iguaque, figuraban pro-
go, que, por esta misma razón, no se sujetaban misoriamente en sus mitos, y en los alrededores
al poder civil o militar del Zipa o del Zaque. de todas ellas se han encontrado ofrendas de
Al respecto, es de gran interés la geografía oro, cerámica y aun figuras de madera.
mítica de los Muisca. El centro ceremonial del
territorio del Zipa era Chía, población sabanera La planificación de la agricultura con base
donde se levantaba el Templo de la Luna; el en un calendario sancionado por la religión, dio
centro ceremonial del Zaque era Sogamoso, excelentes resultados en las tierras tan fértiles y
donde estaba el Templo del Sol. Ahora bien: climatológicamente privilegiadas como lo son
esta distribución plantea ciertos problemas de las de los altiplanos andinos. El principal pro-
carácter astronómico, cosmológico y socioeco- ducto de la agricultura muisca era la papa, tubér-
nómico. Los quince o más fértiles altiplanos de culo que madura en cuatro o cinco meses. El
la Cordillera Oriental de Cundinamarca-Boyacá, maíz, cuyo cultivo requiere el doble del tiempo.
Colombia indígena, período prehispánico
59

seguía en importancia, junto con varios cultivos hecho de este territorio un verdadero Estado. El
característicos de los Andes, como lo son los Zipa y el Zaque eran nominalmente los jefes
cubios, ibias, chuguas, así como la arracacha, supremos de sus dominios respectivos, pero las
la batata y la yuca, en zonas más templadas. rivalidades entre jefes locales llevaban en oca-
Estas regiones, de un clima algo más templado, siones a alianzas o incursiones violentas en que
eran de gran importancia para los Muisca y un cabecilla trataba de arrebatarle al otro sus
-puesto que en ellas se trataba de zonas fronte- subditos tributarios. El sistema de tributos se
rizas, expuestas a los ataques de tribus bélicas hallaba establecido en todo el territorio y susci-
en un nivel cultural más bajo- los Muisca vivían taba tensiones internas y luchas entre grupos
en un estado permanente de guerra defensiva. vecinos.
En algunas regiones del territorio muisca La población estaba comenzando a estrati-
se pueden observar antiguos sistemas de cultivos ficarse en varias clases sociales. Los dirigentes,
tales como terrazas, hileras de montículos, eras que heredaban rango y oficio por descendencia
o zanjas de desagüe, pero como obras de inge- matrilineal, vivían en casas grandes y bien cons-
niería, no llegan a la perfección de las construc- truidas. Los nobles ocupaban posiciones privile-
ciones de los Tairona. Esta falta de interés en giadas y los guerreros formaban un estamento
la conservación de las tierras o en la intensifica- aparte, dedicado a la defensa de las fronteras.
ción de su uso, podría indicar la gran abundancia Los sacerdotes, llamados jeques, se formaban
de tierras fértiles, ocupadas por una población durante largos años de reclusión en un templo,
bastante dispersa. Es claro que el país de los donde los aprendices debían ayunar y llevar una
Muisca tenía un "interior", una región nuclear, vida dedicada sólo al estudio de la religión y de
y este hecho fue fundamental para el camino sus prácticas esotéricas. Los templos, cons-
hacia la integración estatal. Esta región central, trucciones circulares de techo cónico cubierto
o sea los altiplanos de Bogotá-Tunja-Sogamoso, de paja, estaban dedicados a los astros, pero
ofrecía una amplia base de recursos permanentes además había otros lugares de culto, tales como
y de fácil aprovechamiento, ventaja de que ca- cavernas o ciertas cumbres de los cerros. Igual
recían los Tairona y, en lo general, los cacicaz- que muchos otros indios andinos, los Muisca
gos de las vertientes. Fue alrededor de este con- consideraban a las lagunas como lugares espe-
cepto de un "centro" como la Cultura Muisca cialmente sagrados; en los alrededores de todas
encontró su cohesión y su estabilidad. ellas se han encontrado ofrendas de oro, cerá-
En la alimentación de los Muisca se com- mica y aun estatuillas de madera. En los templos
binaban los cultivos locales con los obtenidos y demás lugares de culto, se guardaban figuras
por el comercio con grupos vecinos de tierra de oro, piedra, madera, algodón y de ellas se
templada. Además, los Muisca tenían crías de hacían ofrendas de oro, cobre, esmeraldas e in-
curies y de patos moscovitas, y los bosques de cienso. Ocasionalmente los secerdotes hacían
sacrificios humanos al Sol, siendo las víctimas
roble abundaban en venados. El activo comercio los prisioneros de guerra, o niños que se traían
que practicaban los Muisca, tanto en mercados de tierras lejanas. En muchas de estas prácticas
locales como con grupos indígenas de las regio- religiosas, claramente se observan influencias
nes fronterizas, se basaban en productos tales mesoamericanas. Existían diferentes tipos de
como sal, alfarería, esmeraldas, mantas de algo- entierro; a los individuos de más alta categoría
dón y otros productos locales, en cambio de los se los momificaba o disecaba y luego se envol-
cuales se adquirían oro, conchas marinas, cuen- vían en mantas finas, para depositar sus cadá-
tas de collar, plumas de aves tropicales. Los veres en cuevas. Otra forma de entierro consistía
Muisca eran ávidos consumidores de narcóticos en tumbas formadas por lajas de piedra y, en
y alucinógenos vegetales como los son la coca, todos los casos, la calidad del ajuar funerario
el tabaco, el "borrachero" (Datura), así como deja reconocer los diversos estratos sociales. En
de un rapé hecho de una semilla pulverizada algunas pocas ocasiones se han hallado entierros
llamada yopo (Anadenanthera peregrina) y, en urnas.
fuera de su grande importancia religiosa, estas
drogas también eran objeto de intercambio co- Aunque los cronistas españoles describen
mercial. en detalle la Cultura Muisca, tal como la obser-
En el momento de la Conquista no se había varon durante el siglo xvi, son muy pocas aun
logrado aún la estabilidad política que hubiera la investigaciones arqueológicas que corroboran
60 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

estas descripciones. No se han descubierto toda- En la región de Mongua, no lejos de Soga-


vía las grandes aldeas o "alcázares", ni los "pa- moso, se han hallado varias estatuas grandes de
lacios", de los cuales hablan la crónicas, y, en piedra, muy toscamente talladas. Otros objetos
realidad, se conocen sólo muy pocos sitios de de piedra, son a veces, de manufactura preciosa
vivienda. En ciertas colinas o faldas de las cer- como, por ejemplo, los volantes de huso de
canías de Bogotá y Tunja se pueden ver peque- diferentes formas, adornados con motivos muy
ñas planadas artificiales, y sobre ellas, algunas finamente incisos y las matrices de piedra que
piedras puestas en círculo; pero estos sitios dan se emplearon en la orfebrería. También hay pe-
la impresión de ser restos de casas sencillas, queñas representaciones de piedra, de aves, ra-
cerca de los cultivos. En algunos lugares, como nas o de personas adornadas.
Funza, Tunja y Sogamoso se han hallado vesti- La orfebrería muisca estaba mucho menos
gios de postes u horcones de madera que marcan avanzada tecnológicamente que la de sus veci-
una construcción circular u ovalada; pero en nos. La mayor parte de los artefactos consiste
verdad, aún no se conoce una sola casa muisca en tunjos o pequeñas figuras humanas en forma
sistemáticamente excavada. de una placa triangular muy alargada, sobre la
cual se indicaron los rasgos físicos y algunos
Lo poco que sabemos de la cultura prehis- adornos o atributos por medio de trozos de alam-
tórica de los Muisca se basa principalmente en bre o, más bien, de delgadas varitas de oro.
los objetos encontrados por guaqueros, hallados estas estilizaciones, que a veces muestran perso-
por campesinos al labrar sus campos o por caza- nas armadas o ricamente ataviadas, se hicieron
dores y pastores al recorrer los parajes solitarios en la técnica de la cera perdida. Hay una multitud
de las serranías. Así, conocemos objetos de or- de pequeños objetos de oro: cetros, coronas,
febrería, cerámicas, textiles, tallas de piedra o diversos animales y de toda clase de adornos
madera y otros artefactos -todos carentes de personales, que han encontrado bien sea en en-
contexto- que por ciertas características forma- tierros o, en calidad de ofrendas, en el borde de
les pueden identificarse con los Muisca de la lagunas o en vasijas enterradas en algún lugar
época protohistórica o histórica. Las escasas ex- escondido. El arte muisca es rígido, lineal y
cavaciones, científicamente controladas, se han altamente estilizado, y se distingue inmediata-
limitado a problemas muy locales y a sitios ar- mente de los estilos elaborados, a veces exhube-
queológicos muy superficiales, de modo que no rantes, de las culturas prehistóricas de las tierras
han podido definir aún grandes fases de desarro- vecinas. Pero esta misma rigidez y simetría,
llo que dejen reconocer cambios adaptativos y estas superficies opacas y estas formas sobrias,
sus correlativos sociales y tecnológicos. tienen un especial encanto.
La cerámica muisca es tecnológicamente Poco o nada se conoce de la estratigrafía
bien lograda, pero tiene menos elaboración y en el territorio muisca. La mayoría de los mate-
decoración que la de la mayoría de los cacicaz- riales arqueológicos que se hallan en museos y
gos de las tierras bajas. Por lo común se trata colecciones particulares pertenecen estilística-
de cerámicas monocromas, de color pardusco, mente a fases recientes, pero ocasionalmente se
rojo, gris o anaranjado y la textura es opaca y ven objetos de cerámica, piedra y hasta de oro
áspera. Aparte de la ollas culinarias comunes, o cobre que, sin lugar a duda, pertenecen a fases
hay vasijas en forma de zueco, vasijas de doble más antiguas, o aun a culturas diferentes que,
cuerpo y algunos recipientes globulares, con alto en otras épocas, ocupaban algunas zonas de los
cuello cilíndrico. La decoración pintada, de mo- altiplanos y de las serranías de sus alrededores.
tivos geométricos, es bastante frecuente. Una Investigar y reconstruir los orígenes y sucesivas
forma característica son figurinas humanas muy fases de desarrollo de la Cultura Muisca, es pues
desproporcionadas, con caras triangulares y ras- una tarea del futuro.
gos faciales estilizados. Representaciones zoo- El nivel cultural logrado por los Muisca no
morfas en cerámica son raras. Algunas de las debe juzgarse por los escasos y más bien senci-
figurinas humanas representan guerreros o dig- llos restos materiales de su vida diaria, sino que
natarios que llevan mazas o propulsores, y tam- debe buscarse en su desarrollo espiritual e inte-
bién se muestran collares, coronas y otros ador- lectual; la cultura material, la tecnología y las
nos personales. Ocasionalmente estas figuras es- expresiones artísticas en barro, piedra y metales,
taban vacías o contenían objetos de oro. no muestran un avance proporcional. Lo que
Colombia indígena, período prehispánico
61

marca los grandes logros de la Cultura Muisca sabrá contestar estas y otras preguntas y no va-
son sus elaboraciones astronómicas y religiosas cilará en hablar en gran detalle de la importancia
que, con sus templos, lagunas sagradas y obser- de secuencias cronológicas y técnicas líticas, de
vatorios monumentales, indican un avance cien- etapas paleoclimáticas, de modelos de microe-
tífico e ideológico que, junto con las institucio- volución y de tantos otros aspectos de la inves-
nes políticas, legales y económicas, constituyen tigación. Pero tal vez no es eso lo que pueda
un nivel cultural que no fue alcanzado por las interesar a nuestro lector.
otras sociedades indígenas del país. Dejando de lado todas la minuciosidades
Al terminar nuestro largo recorrido por las técnicas y toda curiosidad por lo exótico que
etapas de la prehistoria del territorio nacional, pueda motivar la investigación, yo diría que el
cabe una observación. Es cierto que ni los gran legado del indio consiste en la manera como
Muisca ni los Tairona lograron el nivel de "ci- comprendió y manejó esta tierra. El largo ca-
vilización", de una verdadera estructura estatal. mino que recorrió el indio colombiano -desde
Su organización social permaneció en una fase las cuevas de El Abra hasta el Templo del Sol-
de desarrollo en que predominaba aún un sistema constituye una gran enseñanza ecológica para
de rangos diferenciales, pero no uno de clases nuestra época, ya que nos muestra los fracasos
sociales claramente estratificadas. Los pocos y los éxitos, los errores y los logros de aquellos
centros de tipo urbano, las "ciudades" tairona, hombres que, con sus mentes y manos, supieron
no eran la sede de instituciones administrativas, adaptarse a una tierra bravia y, al mismo tiempo,
sino apenas de grupos debidamente organizados crear sus culturas, sin que en el proceso sufrieran
en grandes categorías de "jefes" y artesanos, y las selvas y la sabanas, como sufren hoy en día.
había una gran población fluctuante entre el nú- El legado consiste en la manera como apreciaron
cleo poblado y los campos de los alrededores. y explotaron los diversos medio-ambientes de
Las ideas religiosas aún no estaban expresadas las costa y de las vertientes, de las selvas y de
en sistemas simbólicos que abarcasen grandes los altiplanos; cómo supieron extraer de ellos
regiones coherentes. su sustento sin destruir la fauna; cómo conserva-
¿Cuál es, entonces, el legado indígena? ron la tierra con sus terrazas y canales. Es esto
¿Qué significado tienen para nosotros los vesti- lo que nos han dejado los indios, y esto lo que
gios de estas culturas de antaño? El arqueólogo nos debe enseñar la arqueología.

Bibliografía
La etapa Paleoindia:
Los cazadores y recolectores tempranos.
Como introducción al tema referente al poblamiento de América, se recomienda ante todo:
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Otras obras más especializadas son:
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véanse las obras siguientes:.
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en los abrigos rocosos del Tequendama, Bogotá, Banco Popular, 1977.
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La conquista del territorio y el poblamiento 69

La conquista del territorio


y el poblamiento
Juan Friede
precisaban una extensión territorial mayor que
la conocida.
Tal situación cambió durante los siglos xv
y XVI, época que llamamos el Renacimiento.
Los antecedentes Se había producido un notable aumento de la
población europea, un avance de las técnicas
L a incorporación de América al mundo cono- de producción, un progreso del comercio y la
cido que en el siglo xv sólo abarcaba Eu- minería, de medios de comunicación terrestre
ropa, Asia y África, y aún éstos no explorados y marítima y un desarrollo de las ciencias natu-
en profundidad, abrió una nueva página en la rales. En el escenario político se fortaleció el
historia de la Europa occidental. Antes de aquel orden monárquico que trataba de sustituir el feu-
descubrimiento el mundo conocido era circuns- dalismo descentralizador, cuya inoperancia po-
crito a algunas partes de aquellos tres continen- lítica había demostrado el fracaso de las cruza-
tes, rodeados de un océano que la rudimentaria das. Con todo, tales cruzadas habían ejercido
navegación de entonces no se atrevía a explorar. una notable influencia sobre el desarrollo eco-
Es cierto que en los mapamundis de los siglos nómico de la Europa occidental, pues hicieron
xiv y xv ya se delineaban con cierta exactitud conocer las fuentes desde donde se distribuían
esos continentes, basándose en conocimientos a Europa artículos de primera necesidad como
adquiridos en acciones políticas e intercambios especies y fármacos y otros de lujo como el oro,
económicos, mediante una navegación costera la seda y las piedras preciosas, anheladas por
que desde Europa alcanzó durante las cruzadas la decadente nobleza y por la burguesía que se
la Tierra Santa en el Asia Menor (1096-1270). había enriquecido como proveedora de los ejér-
Se conocía de una manera global una parte de citos de aquellas cruzadas con navios, armas y
Asia, debido a los viajes de Marco Polo, de vituallas. Lo último produjo un auge económico
mercaderes y misioneros. Se conocían las costas de esa burguesía, que llegó a constituirse en un
africanas incluyendo la Península Ibérica que nuevo y pujante grupo social, hasta cierto punto
formaban parte del imperio musulmán. Pero el libre del tradicionalismo retardatario y permea-
resto del mundo era desconocido y los mapas ble al progreso con base en la explotación de
geográficos lo presentaban como mar habitado la mano de obra de la población de obreros y
por monstruos y animales exóticos. Tal geogra- campesinos.
fía correspondía a la Edad Media, cuando ni En ese comercio con artículos orientales
las necesidades económicas, ni los problemas ocuparon privilegiada situación los países medi-
sociales, ni la densidad de la población europea terráneos como España, Portugal, Italia y las
Nueva Historia de Colombia, Vol.I
70

partes meridionales de Francia y Alemania, esta Canarias por España; islas todas que sirvieron
última a través de un antiguo camino que atra- luego como puertos intermedios entre Europa y
vesaba los Alpes, por el paso de Brenner y que América.
conducía a Italia y sus puertos mediterráneos. La grave situación social y económica de
Fue Venecia la que alcanzó un lugar destacado España después de la Reconquista incitaba a
en ese comercio, mediante el pacto convenido esas exploraciones marítimas. Finalizada la Re-
con el Imperio Otomano, que se adueñó del conquista, España carecía de posibilidades de
Asia Menor; un pacto que concedió práctica- dar sustento y ocupación a su población rural y
mente a Venecia un monopolio del comercio urbana. Pues como consecuencia de las donacio-
con artículos orientales que llegaban por mar y nes hechas por la Corona a la nobleza por la
tierra desde la India y la China hasta los puertos ayuda prestada durante las guerras de la Recon-
de Asia Menor; monopolio que encarecía sensi- quista, la mayor parte de las tierras peninsulares
blemente el precio de los artículos orientales pasaron a poder de los nobles. Sin embargo, la
tan apetecidos en Europa. nobleza no dedicó estas tierras a la producción
El monopolio veneciano fue reforzado con de géneros de consumo, lo cual hubiera permi-
la caída de Constantinopla en manos de los tur- tido dar trabajo y alimentación a la masa popu-
cos (1543), con lo cual se cerró otro acceso al lar, sino a la ganadería trashumante -la mesta-
Lejano Oriente por el Mar Negro, el Caspio y y al cultivo de olivares en el sur y centro de la
luego por el centro del continente asiático; este Península; actividades que exigían poca mano
último cerrado cuando la dinastía de los Ming, de obra ocasionando un masivo desempleo de
antioccidental y anticristiana, se hizo dueña de la población, que la industria "subdesarrollada"
la China, encerrándose en la famosa muralla. no pudo absorber. Tal situación produjo un "so-
Es así como ya a comienzos del siglo xv brante" de la población, que la literatura coetá-
se inicia en Europa la búsqueda de otro acceso nea llamó "desesperados", gentes sin medios de
al oriente y esta a través del Atlántico, pues era subsistencia decidida a cualquier actividad aun-
conocida la redondez de la tierra ya desde el que fuera delincuente. Por otra parte, el régimen
tercer siglo a. C. Los adelantos en la navegación de mayorazgos, según el cual el hijo mayor
alcanzados en aquella época parecían suficientes heredaba los títulos y bienes del difunto, de-
para emprender tal hazaña. jando sin ellos a los demás hermanos, creaba
En esta búsqueda del camino, a través del "segundones" entre la nobleza, sin más alterna-
Atlántico, hacia el oriente asiático, tomaron tiva para su subsistencia, que integrarse al estado
parte principal Portugal y España. Habían for- eclesiástico o al de hombres de "capa y espada",
mado parte del vasto Imperio musulmán y here- en cierto modo también "desesperados", que
daron los notables adelantos en navegación que buscaban en las guerras el modo de subsistencia.
logró aquel Imperio. Las relaciones económicas En una palabra, España vivía una crisis social
de España con la parte oriental del Mediterráneo que fue la fuerza motriz de sus guerras en Europa
no habían cesado pese a la Reconquista, siendo y el acicate para las exploraciones y descubri-
que el Reino moro de Granada permaneció en mientos. Esta crisis social explica la anarquía
la Península hasta fines del siglo xv. Ocupaba y la falta de planeación que caracterizaron la
junto con Portugal, la punta más occidental de conquista de América y la casi inmediata ocupa-
Europa, es decir, la más próxima al imaginario ción de las islas y tierras que se iban descubrien-
oriente asiático que la complaciente geografía do, independientemente de que si se las consi-
contemporánea acercaba sensiblemente, calcu- derara etapas del camino al Lejano Oriente o
lando la circunferencia de la tierra en dos terce- bien como un nuevo continente.
ras partes de lo que era en realidad y sembrando, A la conquista de América contribuyeron
además, el Atlántico en los mapas geográficos pues el deseo de la burguesía peninsular de apro-
-portulanos y globos-, con islas que parecían vechar el comercio con el oriente, la necesidad
facilitar su travesía. El cierre de la vía oriental que tenía la Corona de ofrecer a los "segundo-
hacia Asia impulsó a España y Portugal a buscar nes" y militares desocupados un campo de ac-
esta vía, la occidental, al Lejano Oriente. A ción y al proletariado rural y urbano, ocupación
este empeño se deben los descubrimientos por y sustento. Además del deseo natural de exten-
Portugal de las Azores en el norte y de las islas der su poder político, incorporando nuevas tie-
del Cabo Verde en el sur y la ocupación de las rras al Imperio.
La conquista del territorio y el poblamiento 71

Los viajes descubridores y accidentado viaje por Jamaica y Santo Domin-


go. Poco tiempo después, en 1506, murió en
N o correspondería a esta corta introducción,
enumerar todos los viajes que realizaron
los españoles y los portugueses durante el siglo
España creyendo firmemente haber tocado el
continente asiático.
Aún en vida de Colón, otros expediciona-
xv para explorar el Atlántico. Dieron por tierra rios obtuvieron licencias de la Corona, las llama-
con el mito de la existencia de una zona tórrida das "capitulaciones", para explorar las islas y
inhabitada que cerraba el paso hacia el hemisfe- tierras americanas. Es cierto que la empresa des-
rio meridional. Desvirtuaron las fantásticas cubridora americana comenzó como un mono-
creencias sobre el Atlántico como mar tenebro- polio de la Corona que incurrió para ello en
so. Y como si quisieran incitar a la exploración deudas y gastos, pero los medios financieros de
del océano, los mapas geográficos del siglo xv que disponía no eran suficientes para continuarla
mostraban una sucesión de islas interpuestas en- como tal monopolio. En 1495, la Real Cédula
tre la Europa occidental y el continente asiático del 19 de abril abrió las puertas de América a
que alimentaba la ilusión de una fácil travesía. la emigración general mediante aquellas "capi-
Cristóbal Colón, en su búsqueda fervorosa tulaciones" con personas particulares. En éstas
de un paso marítimo al Asia emprendió cuatro se otorgaban licencias para la exploración, con-
viajes. En el tercero, 1498, avistó, sin saberlo, quista, o, simplemente, para el reconocimiento
el continente americano frente a La Trinidad, de tal o cual sector del territorio americano,
pero la consideró ser otra "isla". Atacado de continental o isleño, concediendo al capitulante
fiebre tropical insistía en que por allí se llegaría prerrogativas, derechos y licencia para alistar
al paraíso de que nos habla la Biblia. Continuó gentes en su expedición. La Corona se reservaba
su viaje a La Isabela (Santo Domingo), donde la suprema jurisdicción civil y criminal y una
tuvo que enfrentar la primera "revolución" de parte del botín denominada "quinto real" -anti-
carácter popular en el continente americano, gua institución medieval vigente durante las
cuando el escudero Francisco Roldán, llegado guerras de la Reconquista cuyo monto porcen-
con él en el segundo viaje y quien, como hombre tual, el 20%, podía variar- e imponiendo, según
del pueblo, se había establecido en la isla como fuera el caso, otras condiciones. Sobra decir
colono, desconoció los privilegios concedidos que ni Cristóbal Colón ni su hijo y sucesor Diego
a Colón por el Rey de España y se opuso con Colón aceptaron ese cambio, originando con
éxito a su autoritario proceder, gozando del ello los llamados "pleitos colombinos", que sólo
apoyo de los indios, de más de medio centenar se pudieron resolver con el hijo de Diego, Luis
de sus compañeros y de buena parte de los inmi- Colón, mediante el pago de indemnización y la
grantes que por entonces llegaron desde España confirmación de la nobleza de la familia.
a un cercano puerto. Fue con estas nuevas condiciones con las
Guardadas las proporciones y característi- cuales en el año 1500, Rodrigo de Bastidas,
cas peculiares, el levantamiento de Roldán escribano de Triana, barrio de Sevilla, capituló
puede considerarse como la primera revolución la conquista del sector del litoral Caribe, que
social en América, porque se trataba de colonos se extendía desde el Cabo de la Vela hasta la
que a su riesgo personal y sin apoyo estatal desembocadura del Atrato (el Darién). Partió
conquistaban el continente y que se opusieron de Sevilla con sus navios hacia el Cabo de la
al Almirante, representante del lejano país, el Vela. Fue recibido por los indígenas pacífica-
cual, aunque fuera su patria, no aportó gran mente, como primer europeo que veían en sus
cosa a la empresa. tierras. Comerció con ellos mediante el "resca-
En el cuarto y último viaje, 1502, buscando te": cambio de efectos traídos de España (espe-
un paso marítimo hacia la India asiática, Colón, jos, avalorios, machetes, etc.), por oro, perlas,
sin saberlo, tocó las costas de Honduras y Pa- nácar, telas, etc. Siguió luego la costa hacia el
namá y con toda probabilidad llegó al punto occidente, descubrió la desembocadura del
más septentrional del actual departamento del Magdalena, que desde entonces se llamó Río
Chocó, el cabo de Tiburón. Luego, por no en- Grande, y la ensenada de Urabá. Llegó hasta
contrar un paso hacia la India y porque sus na- el punto Nombre de Dios, cercano al actual
vios se deshacían atacados por la broma, em- puerto de Colón en la República de Panamá.
prendió el regreso a España en un largo, penoso Continuó viaje a La Española y durante la travo-
72 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

sía, sus naves sufrieron un naufragio en el cual allí trató en vano de pacificar a los indios del
perdió gran parte de lo "rescatado". Desde Santo Sinú, fracasando también en sus expediciones
Domingo se dirigió Bastidas a España donde a las cercanías del pueblo. El oro recogido entre
tuvo que enfrentar a los acreedores que habían los indios, pese a la abundancia, no satisfizo a
financiado su expedición. Con todo, volvió a los hombres de su ejército, quienes minados por
América y se estableció en Santo Domingo. Allí las enfermedades y el hambre, obligaron a Ojeda
se convirtió en próspero negociante y arrendador a embarcarse contra su voluntad a Santo Domin-
de rentas reales, sin pensar en nuevas conquis- go, donde murió sin volver a su gobernación.
tas. La situación en que quedaron los españoles
Durante los años que siguieron a ese primer se volvió muy pronto insostenible y finalmente
viaje descubridor, la costa Atlántica se ha con- optaron también ellos por regresar a Santo Do-
vertido en una "tierra de nadie" que proporcio- mingo. Francisco Pizarro, más tarde famoso
naba esclavos indios a las islas antillanas "úti- conquistador del Perú, fue elegido caudillo de
les": Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico y Ja- la hueste ya sensiblemente mermada. Pizarro
maica, ya ocupadas por españoles. La primera llegó con su gente a Calamar donde encontró a
de ellas, Santo Domingo, se constituyó en un Martín Fernández de Enciso, bachiller y "socio
emporio de "artículos de rescate" y punto de capitalista" de Alonso de Ojeda, quien lo había
partida de las expediciones conquistadoras a las nombrado alcalde mayor de su gobernación. En-
costas circundantes del mar Caribe. ciso se había enriquecido en Santo Domingo y
Desde Santo Domingo partió en 1508 el había decidido probar suerte en la empresa ame-
experimentado conquistador, Alonso de Ojeda, ricana, trayendo en su navio un grupo de nuevos
quien "capituló" por intermedio de un amigo pobladores a más de armas y provisiones.
suyo entonces en España, Diego de Nicuesa, la Más con amenazas que de buena voluntad,
conquista del territorio que había sido recorrido la tropa al mando de Pizarro fue obligada por
anteriormente por Bastidas. Compañero de Oje- Enciso a regresar a San Sebastián. Al llegar
da, fue el famoso cartógrafo Juan de la Cosa, encontraron los escombros del pueblo que había
autor del primer mapa geográfico basado sobre sido quemado por los indios; mientras, el navio
los descubrimientos hechos hasta 1501, quien que llevaba las provisiones naufragó y sólo se
aspiraba a un lugar en la empresa. Por su parte, salvó la tripulación.
Diego de Nicuesa, acaudalado negociante, "ca- En ese momento de aflicción general apa-
pituló" con la Corona la conquista de Veragua, rece en el escenario histórico Vasco Núñez de
territorio que se extendía hacia el norte y occi- Balboa, quien después de Francisco Roldán,
dente de la gobernación de Ojeda. Entre ambas puede considerarse segundo caudillo revolucio-
gobernaciones servía de frontera la ensenada nario popular que conoció América. De baja
del Darién. estirpe social, Balboa había acompañado a Bas-
La hueste de Ojeda llegó a Calamar, sitio tidas en su desafortunado primer viaje, pero no
de la actual Cartagena, donde los indígenas, quiso, como sí lo hizo éste, regresar a España.
escarmentados por los continuos asaltos de los Decidió quedarse en Santo Domingo donde bien
cristianos, ya habían variado su anterior carácter o mal ganaba la vida engordando cerdos o ha-
pacífico, tornándose aguerridos y belicosos ene- ciendo negocios ocasionales hasta cuando la pre-
migos de los invasores. Para doblegarlos salió sión de sus acreedores lo obligó a huir, embar-
de Calamar un contingente conquistador, al cándose clandestinamente en la flota que salió
mando de de la Cosa quien fue atacado por los al mando de Enciso para Cartagena.
indígenas en cercanías de Turbaco, muriendo Ante la grave situación en que se encon-
la mayoría de los españoles, incluido de la Cosa. traba el ejército, se reunió el llamado "cabildo
El castigo que posteriormente les propinó Ojeda, abierto" -antigua institución democrática arrai-
apoyado por los hombres de Nicuesa que habían gada en Castilla, que se reunía en caso de situa-
llegado a Calamar en su viaje a Veragua, no ciones descomunales y donde todos tenían voz
consiguió amedrentarlos. y voto y eligió a Balboa como caudillo.
Continuando la marcha hacia el oeste, Tal elección produjo significativos cam-
Ojeda llegó a Urabá y fundó en 1509 un pueblo: bios en la política colonizadora. Cuando Fernan-
San Sebastián de Urabá, primer pueblo de espa- dez de Enciso exigió que de la caja del "común"
ñoles en tierras actualmente colombianas. Desde le pagasen las mercancías que había perdido en
La conquista del territorio y el poblamiento 73

el naufragio, Balboa negó tal pago, por conside- no se poblaran con españoles recién llegados de
rar que dichas mercancías eran traídas por En- España -los llamados después "chapetones" -,
ciso para su venta y bajo su riesgo, como lo sino con los procedentes de las islas antillanas
hiciera cualquier comerciante. Y cuando éste "¡América para los americanos!".
insistiera en su demanda, lo depuso de su oficio Aunque la bonanza de Santa María la An-
de alcalde mayor y el "común" eligió un nuevo tigua del Darién fue el resultado de la explota-
cabildo con sus regidores, alcaldes y oficiales. ción de la fuerza de mano indígena, política
Con la aceptación del "común", Balboa que correspondía a la base económica del colo-
decidió abandonar la región, la cual volvió a nialismo y que siguió aplicándose durante mu-
ser "tierra de nadie". Pasó con su ejército a la cho tiempo, el grado de la explotación no indujo
otra banda del Atrato y fundó un nuevo pueblo a los indígenas de aquella tierra a la belicosidad
con el nombre de Santa María la Antigua del y al rechazo, como sí sucedió durante otras ex-
Darién. Cuando Diego de Nicuesa protestó con- pediciones. Fue debido a esta política, más be-
tra esa fundación, pues caía en tierras de su nigna para con la población terrígena, por la
gobernación, Balboa no vaciló en embarcarlo a cual los indígenas revelaron a Balboa la existen-
la fuerza y enviarlo a Santo Domingo, pese a cia al occidente, de la "otra mar" o "Mar del
las protestas de los oficiales reales y de lo más Sur", el Pacífico. Tales noticias las ocultaron a
granado de la vecindad de Santo Domingo que Colón, preocupado por la gloria personal; a
acompañaba a aquél; un regreso que resultó in- Diego de Nicuesa, banquero y opulento merca-
fortunado, pues Nicuesa se ahogó en la travesía. der; a Alonso de Ojeda, hombre de "capa y
Al anunciar a España lo sucedido con Nicuesa, espada". Fue un hombre del pueblo, colono más
Balboa escribía: "Les parece ser señores de la que conquistador, hombre ya "americanizado"
tierra y que desde la cama han de mandarla". y que no anhelaba regresar enriquecido a Espa-
Para Balboa, líder popular, la tierra pertenecía ña, quien recibió tan extraordinaria noticia.
a quien la ocupaba y trabajaba y, en este caso, El 1" de septiembre de 1513 desembarca
a quien la conquistaba y con riesgo de su vida Balboa con 180 hombres en Acla, puerto del
abría nuevas tierras para la colonización. Fue Atlántico, al norte del Darién. Luego, avan-
ésta la más antigua versión del principio que zando por tierras de los caciques Carreta y Pauca
luego habría de guiar los movimientos revolu- y guiado por ellos, avista el 25 del mismo mes
cionarios americanos en su lucha contra España, el Océano Pacífico. Ni un soldado, ni un indio,
cuando desde la lejanía quería imponer leyes ni siquiera un perro, lebreles feroces que acom-
adversas a los intereses de los colonos. Aún pañaban al ejército español, perdió la vida en
actualmente "la tierra para quien la trabaja", es la expedición que llevó a tan trascendental des-
el lema de la moderna reforma agraria que bus- cubrimiento y abrió una vía directa al Lejano
can los campesinos americanos. Oriente, todavía hoy utilizada mediante el canal
Con un trato más ecuánime que el em- de Panamá.
pleado hasta entonces por los conquistadores y Balboa comprendió la importancia de su
esclavistas, Balboa logró muy pronto la colabo- descubrimiento. Informó de él a España. Pidió
ración indígena y convirtió la nueva población el pronto envío de herramientas, oficiales ma-
en una floreciente colonia. Un informe anónimo nuales, etc. Permaneció en el lugar descubierto
de aquella época describe a Santa María del y comenzó la construcción de bergantines a fin
Darién como un pueblo "bien aderezado, más de explorar las costas del nuevo océano.
de doscientos bohíos hechos, la gente alegre y La noticia del descubrimiento del Pacífico
contenta, cada fiesta juegan cañas... tenían muy produjo gran impacto en España. Parecía que
bien sembrada toda la tierra con maíz y yuca, por fin se había logrado descubrir un paso di-
puercos hartos para comer, todos los caciques recto y corto al Lejano Oriente, objeto de los
en paz...". A diferencia de otros conquistadores viajes colombinos y anhelo del comercio penin-
que erigían un coto de las tierras que descubrían, sular y mundial. Pero no fue a Balboa, hombre
Balboa invitaba a los hambrientos vecinos de de pueblo, a quien se confió la empresa. El Rey
la gobernación de Nicuesa (Veragua) a pasarse le agradeció efusivamente, el virrey, Diego Co-
a vivir al pueblo fundado por él y juzgando por lón, hijo del almirante, lo nombró gobernador
los documentos conocidos, fue el primer caudi- de la tierra descubierta. Pero desde España fue
llo que pidió al Rey que las tierras bajo su mando enviada una vez más por cuenta de la Corona,
74 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

una lujosa flota de 22 navios, bien pertrechada una vez más, en "tierra de nadie", proveedora
y aderezada, comandada por Pedro Arias Dávila de esclavos y de oro que se arrebataba a los
(Pedrarias), persona de noble cuna y abolengo, indios, situación que perduró varios años.
casado con una dama de gran alcurnia e influ- Fue Panamá, sede definitiva de Pedrarias
yente en la Corte. Este recibió la gobernación Dávila, la que poco después, al descubrirse el
de Castilla de Oro, nombre que se dio a la región Perú, se convirtió en importante puerto comer-
que antes perteneció a Diego de Nicuesa, y cial y, en 1538, sede de una Real Audiencia
pronto comenzaron las intrigas para quitar a Bal- que tuvo pocos años de duración.
boa del medio. Se señalaron al Rey la ilegalidad
de haberse erigido caudillo, la culposa expulsión La gobernación de Santa Marta
del gobernador legítimo, Diego de Nicuesa, las
vejaciones cometidas con Fernández de Enciso,
la explotación de sus propios compañeros, pues
no concedía encomiendas de indios y hacía tra-
D urante el tercer decenio del siglo XVI cam-
bió significativamente la política coloniza-
dora de España. Las Antillas ya habían sido
bajar no sólo a los indígenas, sino también a exploradas, una Real Audiencia-institución po-
los españoles que quedaban "hambrientos y en lítico-administrativa a cuyo cargo estaba la so-
jarapas". Se le acusó de rebeldía, del envío de lución in situ de los problemas que se presenta-
informes falsos al Consejo. Y cuando Balboa, ban- estaba instalada en Santo Domingo, y el
apercibiéndose de la trama que le estaban ur- interés por Panamá y por su papel como punto
diendo, se presentó ante Pedrarias, le instalaron de apoyo para el comercio con el Lejano Orien-
un "juicio de residencia", utilizando en su contra te, había menguado después que Magallanes
toda la jauría de oficiales reales, testimonios de con su viaje (1519-1522), demostró la insospe-
varios miembros de la alta capa social que acom- chada lejanía de aquellas tierras.
pañaba a Pedrarias y, ante todo, las deposiciones Por otra parte, en el lapso de los treinta
del propio gobernador, interesado en el dominio años que ya cumplía la dominación española en
de todo el Estrecho, cuya importancia no desco- América habían sido descubiertos, en forma
nocía. Y cuando Balboa, el desdichado descu- anárquica y precipitada miles de kilómetros del
bridor del Pacífico, persistiendo en su propósito litoral, y los deltas de las grandes arterias fluvia-
de explorar las costas del océano envió a Cuba les: Amazonas y La Plata, en el oriente, Orino-
por nuevos colonos, Pedrarias lo encarceló por co, Magdalena y Darién, en la parte septentrio-
rebelde y lo hizo encerrar en una jaula de made- nal, todos ellos ya conocidos y parcialmente i
ra, para escarmiento, como hombre de baja es- explotados, evidenciaban la existencia en su in-
tirpe. terior de una extensa "tierra adentro", donde
Libre de nuevo, Balboa se trasladó a Acla forzosamente aquellos ríos debían recoger su
y prosiguió aceleradamente los preparativos caudal. El rico botín que produjo México, pri-
para explorar las tierras de su gobernación en mer país americano penetrado en profundidad
el litoral del Pacífico. Pero las intrigas en la -hasta entonces la conquista se había limitado
Corte de España no cesaron. Lo acusaron de a los litorales- fue un poderoso acicate para
rebeldía contra las autoridades locales, de trai- intentar la exploración de esas misteriosas "tie-
dor al Rey y amotinador del pueblo. Se le ins- rras adentro".
tauró un juicio cuyos pormenores no se han Para dirigir y controlar el naciente imperio
conservado en la documentación y se le condenó colonial, se había erigido en España el Consejo
a muerte y a la pérdida de sus bienes a favor de Indias, supremo órgano estatal en asuntos
del fisco. La apelación presentada por el reo el americanos. Componían el Consejo un presi-
12 de septiembre de 1519, fue denegada y unos dente y consejeros nombrados por el Rey, dedi-
días más tarde, probablemente el día 22 del cados exclusivamente a la solución de los pro-
mismo mes, se ejecutó la sentencia. Sus bienes blemas que surgían en la integración del conti-
fueron confiscados y entregados a Gonzalo Fer- nente americano al imperio español. La tarea
nández de Oviedo, futuro cronista, quien desem- inmediata del Consejo fue favorecer la apertura
peñaba el oficio de tesorero. del continente a la colonización que hasta ese
Pedrarias había logrado su objetivo. Tras- momento había sido fundamentalmente costera.
ladó la sede del gobierno a Panamá, ciudad fun- El viejo y enriquecido conquistador, el ya
dada por él, y la costa del Caribe se convirtió, nombrado Rodrigo de Bastidas, capituló en
La conquista del territorio y el poblamiento
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1524, con la Corona, la gobernación de Santa muerte de Bastidas, entregó la provincia de


Marta. Se le otorgó el gobierno del trecho de Santa Marta a la desenfrenada conquista.
la costa que corre desde el Cabo de la Vela, Muerto aquél, el "común" eligió para go-
hasta la desembocadura del río Magdalena, con bernar a Santa Marta a Rodrigo Alvarez Palomi-
la correspondiente "tierra adentro"; y un año no, conquistador curtido en las guerras de Méxi-
más tarde, Gonzalo Fernández de Oviedo reci- co, gobierno que fue luego compartido con
bió el gobierno sobre el trecho que va desde la Pedro de Vadillo, enviado por la Audiencia de
desembocadura del Magdalena hasta Urabá y Santo Domingo, al saberse la muerte del viejo
su correspondiente "tierra adentro", bajo el gobernador. El mediador entre los dos caudillos
nombre de gobernación de Cartagena. La esen- fue Pedro de Heredia quien llegó con Vadillo
cia de estas capitulaciones, por cuenta y riesgo y fue más tarde (1532), gobernador de Cartage-
de los capitulantes y sin obligaciones por parte na.
de la Corona, fue la fundación de uno o varios Zanjadas las diferencias, ambos caudillos
pueblos, la traída de familias de colonos, de dieron vía libre a sus ejércitos para proseguir
semillas de granos para la siembra, de ganado la "conquista", recoger oro y enviar esclavos.
vacuno, caballar y ovino para la procreación, Para tener una idea del carácter del elemento
como también de esclavos negros -la tercera humano que se apoderó de la región y que pro-
parte mujeres-, para aumentar la mano de obra dujo su "destrucción", basta citar la carta de la
disponible. Al gobernador se le ofrecían títulos Real Audiencia de Santo Domingo, fechada el
honoríficos, sueldos y participación en los ren- 9 de julio de 1530, cuando, para justificar ante
dimientos económicos de la gobernación, sin el Consejo de Indias el envío de Vadillo a Santa
obligación alguna por parte de la Corona y per- Marta, escribía: "La gente que se hizo para re-
teneciendo a ésta, por el contrario, las ventajas medio de aquellas provincias fue de personas
estipuladas en las capitulaciones. inútiles para esta isla y de la gente de guerra
Rodrigo de Bastidas llegó a la gobernación que aquí quedó, y los no necesarios y por los
en 1526 y fundó a Santa Marta como capital y escándalos y alborotos que cada día hacían...,
principal puerto. Era ya un anciano sin ambicio- que es enemiga de cualquier población."
nes de conquistador sino de un colonizador Poco después arribó al puerto para tomar
quien, como lo fueron Roldán y Balboa, quería agua el navio capitaneado por Fernando Pizarra,
echar raíces en esa tierra. con el primer oro recogido por su hermano Fran-
Distinta era, sin embargo, la intención de cisco, en el Perú. Iba a España para dar en la
la hueste conquistadora que lo acompañaba, Corte las noticias del fabuloso país que fue des-
compuesta en gran parte por hombres que que- cubierto.
daron "desocupados" luego de la conquista de No tardó Palomino en organizar una salida
México. Estos buscaban un rápido enriqueci- hacia aquel fantástico país, "de donde vinieron
miento mediante el despojo de los indios, de su -según declaraba- dos ovejas (llamas), que ha-
bienes o su venta como esclavos. La política bían pasado por allí, que venían del Perú".
de Bastidas que trataba de frenar tales ambicio- Siendo desconocida por entonces la extensión
nes fue bien pronto rechazada y Bastidas tuvo del continente Suramericano, Palomino creía
que afrontar la tercera de la larga serie de "revo- poder alcanzar fácilmente el Perú, dirigiéndose
luciones" ocurridas en América durante el siglo por tierra hacia el sur. Pero la suerte le fue
XVI. Al grito de "Viva el Emperador y la liber- adversa pues pocos días después de haber salido
tad; que no hemos de morir aquí como esclavos de Santa Marta, murió ahogado en el río que
en poder de ese mal viejo", Bastidas fue atacado todavía lleva su nombre.
de noche en su bohío, herido gravemente y ex- Muerto su compañero, le correspondió a
pulsado de su gobernación. Murió en Cuba, Vadillo ejercer el gobierno, limitándose prácti-
como consecuencia de las heridas recibidas. El camente, al envío de esclavos indios para la
capitán del navio en que viajó fue acusado de venta en Santo Domingo. La población indíge-
haberse desviado de la ruta directa a Santo Do- na, después de una vana resistencia, huía a las
mingo, sede de la Real Audiencia, para evitar montañas de la Sierra Nevada abandonando sus
que el odiado gobernador se quejase ante la alta labranzas y destruyéndolas para que no cayeran
institución gubernamental y volvieron a la go- en manos españolas, con lo cual el hambre diez-
bernación. Sea como fue», lo cierto es que la maba al ejército invasor.
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El Consejo de Indias en España, alarmado portugués Jerónimo Melo y el español Rodrigo


por los sucesos de Santa Marta, resolvió nom- Llano, lograron encontrar en el amplio estuario
brar para aquella tierra a un gobernador de esta- del Magdalena, otra vía de acceso con navios
mento civil: ni "conquistador" ni "neoamerica- Un cacique del territorio descubierto por los dos
no". Fue ya la época en la cual las autoridades navegantes se embarcó con ellos a Santa Marta
españolas trataron de combatir la arrogancia de para visitar al gobernador, comunicando a éste
los "americanos" que orgullosos de haber con- los detalles y la facilidad con que el río se na-
quistado un imperio para España, desafiaban vegaba cien leguas más arriba.
cualesquiera leyes que trataban de limitar su De esta manera fue descubierta la vía de
libre acción. En México fue destituido por aquel penetración a las tierras del interior tanto con
entonces el "conquistador" Hernán Cortés, en- navios como por tierra; descubrimientos tras-
tregando el gobierno a una nueva Real Audien- cendentales en la historia de las tierras actual-
cia; en Venezuela, el "americano" Juan de Am- mente colombianas que llevaron a la conquista
piés, que ocupaba la región de Coro, fue remo- de la meseta chibcha, región central de la actual
vido y el territorio entregado a Ambrosio de Colombia. Estas vías de acceso perduraron du-
Alfínger en nombre de una compañía comercial rante toda la época colonial e incluso republi-
alemana, Bartolomé Welser y Compañía; y para cana y sólo recientemente fueron adicionadas
Santa Marta fue nombrado García de Lerma, por carreteras, ferrocarriles y aviones.
de profesión banquero, quien ya desde 1514 La noticia del descubrimiento de las entra-
tenía negocios en Santo Domingo. das al interior de la gobernación de Santa Marta
Sin embargo, en la historia de un pueblo fue recibida con satisfacción por el Consejo de
poco influye el reemplazo de personalidades Indias. Correspondía a la política estatal de en-
mientras queden incólumes las condiciones po- tonces penetrar en el interior del continente no
líticas y económicas creadas. Y así, García de limitándose a "arañar" las playas. El enviado a
Lerma, poco pudo hacer para frenar la ambición reclutar en España nuevos pobladores recibió
de los "conquistadores" de que se componía la un decisivo apoyo oficial. A los descubridores
hueste que lo acompañaba. Ya después de su del acceso al Magdalena, les fueron otorgadas
primera y luctuosa experiencia personal cuando señaladas mercedes. Para favorecer la pronta
tomó parte en una salida contra los indios rebel- exploración del río, se adjudicaron a la goberna-
des de su gobernación, dejó de acompañar las ción de Santa Marta las islas situadas en el Mag-
tropas, contentándose con la parte del botín que dalena, pese a la oposición de Pedro de Heredia
le correspondía como gobernador y dejando las quien ya entonces gobernaba las tierras del otro
acciones bélicas en manos de los capitanes. Por lado del río.
otra parte, los indios, incapaces de contener la Con todo, el papel histórico que habría de
invasión de sus tierras, continuaron la política tener la utilización del Magdalena como vía de
de "tierra arrasada", esperando, y no en vano, penetración al interior, no fue reservado a Gar-
que la escasez de alimentos junto a la adversidad cía de Lerma, banquero, amante de comodida-
del clima tropical, las enfermedades y la muerte, des y de provechos inmediatos proporcionados
ahuyentaran a los invasores. por sus capitanes con la participación en el bo-
La política adoptada por Lerma produjo tín. García de Lerma hizo algunos intentos para
expediciones anárquicas al mando de varios ca- que sus capitanes aprovechasen el importante
pitanes en busca de oro y comida. Pero también descubrimiento y reconocieran el curso bajo del
tuvo como consecuencia el mejor conocimiento río. Pero éstos se contentaban con las escaramu-
del territorio. El sobrino del gobernador, Pedro zas con indios de las tribus inmediatas y con el
de Lerma, encontró un largo pero cómodo ca- reparto de un botín, cuya magnitud era cada
mino al río Magdalena, cuyo acceso por la de- vez menor, ya por la merma de la población
sembocadura parecía imposible debido a la indígena, ya porque los "conquistadores" no as-
fuerte corriente. Circunvalando la Sierra Nevada piraban a grandes empresas. Lerma murió a fi-
topó con el nacimiento del río Cesar. Bajó por nes de 1534 sin efectuar gestión alguna para
el Valle de Upar (Valledupar) y siguiéndolo des- llevar a cabo la expedición.
cubrió su desembocadura en el Magdalena, en Desde Santo Domingo fue enviado como
un punto distante casi 50 leguas del mar. Casi gobernador interino el doctor Infante, hombre
simultáneamente, dos intrépidos navegantes, el de constitución débil y siempre enfermo, quien
La conquista del territorio y el poblamiento 77

dejó el campo libre a los conquistadores. En su cipios de 1532 logró si no el nombramiento de


época, la empresa conquistadora se asemejaba gobernador que tanto anhelaba, sí una licencia
a las tradicionales "aceifas" practicadas por los Real para conquistar el trecho costero entre el
moros en la Península Ibérica, cuando de ma- Magdalena y Urabá con la correspondiente "tie-
nera anárquica invadían las tierras del norte, rra adentro", pese a la oposición del cabildo y
ocupadas por los cristianos, retirándose luego la vecindad de Santa Marta que ocupaba con su
con el botín y destruyendo a su paso las labran- ganado la banda opuesta del río.
zas e incendiando las casas del enemigo. Tal Llegado a la tierra asignada, Heredia fundó
política produjo en Santa Marta una espantosa en 1532 la ciudad y puerto de Cartagena. Hizo
carestía de los alimentos, a más de la hostilidad luego algunas salidas de reconocimiento, encon-
general de la población indígena hacia los inva- trando una general hostilidad de la población
sores, lo cual llegó a tal punto que el simple indígena que desbarataba fácilmente. La princi-
tránsito por el territorio de la gobernación resul- pal actividad de Heredia se concentró sobre la
taba peligroso para el mermado ejército español. exploración del Sinú, donde se hallaron tumbas
Quien podía, abandonaba a Santa Marta, echán- indígenas, en las cuales, junto a los muertos,
dose incluso a nado para alcanzar a los navios depositaban los indios el oro; tumbas fáciles de
que pasaban de largo, sin hacer escala en el encontrar y saquear, pues estaban señaladas por
empobrecido puerto. La decadencia de Santa montículos de tierra, como era su costumbre.
Marta era completa. Ante tal situación, el doctor Fue el oro de estas "ricas" tumbas la base del
Infante abandonó la gobernación, sin esperar progreso económico de la provincia y permitió
siquiera la licencia de la Real Audiencia para que Cartagena fuera desde el principio una ciu-
hacerlo, ni el reemplazo que ya venía de España. dad floreciente. Su puerto, al contrario de lo
que sucedió con el de Santa Marta, lo visitaban
La gobernación de Cartagena frecuentemente comerciantes y navios. El nú-
mero de sus habitantes creció permanentemente,
a tal punto que ya a principios de 1535 Cartagena
Y a se mencionó cómo, al fracasar la expedi-
ción de Alonso de Ojeda, el litoral meridio-
nal del Caribe se convirtió en una "tierra de
contaba con 800 vecinos, "hombres de guerra",
provenientes de Santo Domingo o directamente
nadie", proveedora de esclavos para las islas de España.
"útiles". En 1514, cuando Pedrarias Dávila na- Pero, como también sucedió en otros casos,
vegaba por la costa hacia su gobernación de ni la conquista ni el hallazgo de las tumbas
Castilla de Oro, la flota se detuvo algunos días favoreció de modo igual a toda la población.
en el puerto de Calamar (Cartagena), a fin de Heredia exigió licencias para vaciar las tumbas
capturar indios como esclavos. Siguió luego a -con el pretexto de evitar fraudes de los derechos
Urabá, ávido de aprovechar el descubrimiento de la Corona- y él mismo, lejos de contentarse
hecho por Balboa. con el salario de gobernador, se dedicó a explo-
A mediados del tercer decenio del siglo tarlas mediante cuadrillas de esclavos negros
XVI, cuando España varió radicalmente su polí- importados, al tiempo que entrababa la conce-
tica y resolvió reconocer y colonizar las tierras sión de licencias a otros Españoles. Esta medida
del interior y no simplemente los litorales, el provocó la rebelión de algunos inmigrados y
trecho entre las desembocaduras de los ríos hasta un ataque del cual Heredia escapó con
Magdalena y Darién (Urabá) le fue entregado algunas heridas. Salvo la magnitud del suceso,
en gobernación (18 de marzo de 1525), al ya se trataba de una nueva "revolución" en las tie-
nombrado Gonzalo Fernández de Oviedo. Pero rras actualmente colombianas contra la autori-
Oviedo no hizo diligencia alguna para tomar dad legal establecida.
posesión de la tierra y los vecinos de Santa Muy pronto la afluencia de inmigrantes tras
Marta acostumbraron a cruzar el Magdalena en el señuelo del oro, provocó una superpoblación
busca de esclavos y provisiones. de Cartagena con gentes sin medios de subsis-
El ya mencionado Pedro de Heredia, te- tencia, lo que por otra parte, favoreció indirec-
niente de Vadillo, supo aprovechar bien su per- tamente el descubrimiento de nuevas tierras del
manencia en Santa Marta. Mediante el negocio interior. Durante su gobierno se produjo la repo-
de "rescate" con los indios, reunió 4.000 pesos blación del antiguo sitio de San Sebastián de
de oro. Con ellos se trasladó a España y a prin- Urabá, pese a la oposición de Castilla de Oro,
Nueva Historia de Colombia. Vol. I
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gobernada entonces por Francisco de Barrionue- hasta Anserma y Cali, pertenecientes ya a otr
vo. Se desató una verdadera guerra entre las gobernación. Allí dejó su ejército y prosiguió
dos gobernaciones con muertos y prisioneros; viaje al sur. En un puerto del Pacífico se em-
suceso que ocasionó la intervención de la Real barcó rumbo a Panamá y Santo Domingo, para
Audiencia y la ratificación del río Atrato como continuar en la Audiencia, de la cual era oidor
frontera entre ambas gobernaciones .
Tampoco Heredia pudo sustraerse del se- A la búsqueda del Perú
ñuelo del Perú cuando se tuvo noticia del descu-
brimiento por parte de los samarios de un acceso
al río Magdalena. Organizó algunas expedicio-
nes hacia el interior de su gobernación sin que
Y a se señaló el revuelo que produjo en España
la noticia del descubrimiento del acceso al
"Río Grande de la Magdalena", tanto por tierra
se lograra encontrar un acceso al río, por la como por mar. La fama del Perú crecía y tanto
maraña que forma su amplio estuario antes de en Panamá como en Venezuela, e incluso en la
verter sus aguas al mar. Unos subieron por el Audiencia de Santo Domingo surgen ideas y
río San Jorge, creyéndolo el Magdalena; otros hasta preparativos para descubrir por la vía te-
exploraron la desembocadura del Cauca, regre- rrestre el fabuloso país del Perú.
sando luego a la costa. Ante la fama que adquirió Perú y al cono-
No faltaron quejas contra Pedro de Here- cerse en España la muerte de García de Lerma,
dia. La abundancia de oro produjo una inflación se nombró para reemplazarlo no a un gobernador
y la vertiginosa subida de los precios de caba- cualquiera sino al adelantado y gobernador de
llos, armas y productos importados. Las licen- las Islas Canarias, Pedro Fernández de Lugo,
cias exigidas para vaciar las sepulturas y su fre- viejo y experimentado soldado en la conquista
cuente negativa fueron piedras de escándalo. El de aquellas islas. Se le otorgaron, a más de las
trabajo indígena forzado mermó sensiblemente mercedes acostumbradas, señaladas ventajas y
a esta población. Graves acusaciones se eleva- honores, elevados salarios, una crecida suma
ron contra Heredia al Consejo de Indias, ante para los gastos y la participación en las ganan-
todo por su codicia lo cual ocasionó el envío cias que produjera la provincia. Le fue señalada
como juez de residencia al licenciado Dorantes, la línea equinoccial como límite de su goberna-
quien se ahogó en la travesía. En vista de ello, ción, como había sido el caso por entonces de
a comienzos de 1536, la Audiencia de Santo otras gobernaciones del litoral atlántico.
Domingo mandó a Cartagena como reemplazo Las diligencias para la capitulación estuvie-
a uno de sus oidores, el licenciado Juan de Va- ron a cargo de su hijo y heredero, Alonso Luis
dillo. Pedro de Heredia, temeroso del juicio y de Lugo, quien viajó a la Corte para adelantar-
una posible condena, se embarcó clandestina- las. Se limitaron algunas de las exigencias he-
mente a España llevando oculta una buena can- chas por Fernández de Lugo, pero con todo, las
tidad de oro, según se le acusó. Con todo, ya condiciones de la capitulación fueron excepcio-
en España, logró una sentencia favorable. El 12 nalmente favorables y era fácil el reclutamiento
de junio de 1540, obtuvo el título de gobernador de los futuros conquistadores. Entre ellos no
y regresó a su gobernación con un nutrido grupo faltaban miembros de la pequeña nobleza, algu-
de nuevos inmigrantes. nos mercaderes acaudalados e incluso hombres
Mientras tanto, el licenciado Juan de Vadi- de letras que fascinados con la posibilidad del
11o, a pesar de ser oidor, no pudo escapar a la enriquecimiento se alistaron en la empresa. En-
atracción que ejercía la "tierradentro" de la go- tre los últimos, se destacó luego el licenciado
bernación. Concluida la residencia contra Here- Gonzalo Jiménez de Quesada, quien ya en Es-
dia y tentado por las noticias fantásticas traídas paña venía ejerciendo la abogacía ante la Real
del interior de la gobernación por el capitán Audiencia de Granada y que por problemas en
Francisco César, Vadillo resolvió hacerse con- los cuales se vió envuelta su familia, prefirió
quistador. En compañía de César y comandando emigrar, recibiendo luego el cargo de teniente
un ejército de 200 hombres, algunos esclavos de gobernador.
negros e indios cargueros, se dirigió por las Con casi un millar de hombres se embarco
montañas hacia el sur. Luego de un accidentado Alonso Luis de Lugo hacia las Canarias donde
viaje por tierras de los actuales departamentos esperaba su padre. Completada la tripulación
de Antioquia y Caldas (antiguo), Vadillo llegó con los "isleños" v habiendo embarcado arma.
La conquista del territorio y el poblamiento 79

y bastimento en cuantía superior a las necesida- cuales iría por tierra para alcanzar el río, mien-
des de la jornada, con la intención de expender- tras que el otro se embarcaría en bergantines
los a los colonos, la flota se hizo a la mar a con el encargo de prestarse mutua ayuda en todo
finales de 1535 con destino a Santa Marta. momento. Pero mientras que el banquero quiso
Cuando a principios de enero del año si- reconocer el interior de su gobernación, acorra-
guiente desembarcaron en el puerto con caballos lando a los indios para aprovecharse de un botín,
y armaduras, paños y terciopelos, encontraron Fernández de Lugo, militar y conquistador,
un país desolado por hambre y enfermedades, quiso reconocer el interior del país. El grueso
las chozas de bahareque derruidas, las calles del ejército, unos seiscientos hombres, acompa-
enhierbadas, el monte de la selva circunvecina ñados de indios cargueros y con los caballos
invadiendo las afueras de lo que esperaban fuera necesarios, iría a pie por el camino explorado
una gran ciudad. Hacía meses que no entraban anteriormente por Pedro de Lerma, para que,
barcos en el puerto, pasándolo de largo, ni los circunvalando la Sierra Nevada, alcanzar la ori-
indios comarcanos traían los frutos de sus cose- lla del Magdalena en un lugar ya alejado de su
chas para alimentar la hambrienta población. desembocadura, evitando así los manglares,
La situación alimenticia se tornó tan angus- ciénagas y afluentes que dificultaban el tránsito
tiosa que con la llegada del nuevo ejército resultó de hombres y bestias. El resto del ejército par-
insostenible. Fueron atacadas por la parte occi- tiría simultáneamente en los bergantines, lle-
dental de la gobernación las tribus vecinas de vando bastimento y los elementos necesarios
Bonda, lo cual, sin embargo, no dio resultado, para una larga jornada. Las dos partes del ejér-
porque los desmanes de los conquistadores an- cito, debían reunirse en las orillas del Magdale-
teriores impidieron que los indios aceptasen la na, sirviendo luego los bergantines para trans-
paz. Las escaramuzas, aunque victoriosas para portar los enfermos, auxiliar a los hombres que
los invasores, se convertían en graves derrotas iban por tierra, en el cruce de los afluentes y
pues no reportaban alimentos ni lograban la su- recoger los alimentos que se encontrasen en las
misión de los indígenas. Estos, después de ofre- orillas. Quedarían en Santa Marta muy pocos
cer alguna resistencia, huían invariablemente a soldados encargados de la protección del pue-
las montañas, destruyendo e incendiando todo blo, de los enfermos, de las mujeres y niños.
lo que dejaban atrás, cuando no lo hacían los Para tal jornada nombró Lugo al licenciado
propios capitanes de Lugo, para escarmiento. Gonzalo Jiménez de Quesada como teniente ge-
Alonso Luis de Lugo, con un destacamento neral del ejército por tierra, y para el comando
de los recién llegados, entre los cuales se con- de los bergantines al capitán Pedro de Urbina.
taba Jiménez de Quesada, emprendió una expe-
dición a la parte oriental de la gobernación, La La conquista de la meseta chibcha
Ramada. Sostuvo algunos encuentros con los
indios y recogió algún oro. Sin embargo, desi-
lusionado de lo que esperaba fuera un paraíso, L a expedición al interior constituyó una ver-
dadera odisea. Es cierto que ni el ejército
abandonó la empresa. Sin repartir el oro con de tierra ni los bergantines, sufrieron ataques
sus compañeros, Lugo se embarcó para España de los indígenas, pues tal hecho no se señala
abandonando a la suerte a su anciano padre; un en los documentos. En cambio, hay constancia
hecho que éste denunció a España pidiendo para del hambre y las enfermedades sufridas en esa
el hijo un castigo ejemplar. jornada. Un participante declaraba: "Que en el
La situación en Santa Marta era desespera- dicho camino y descubrimiento, además de los
da. No era posible sostener el numeroso ejército, dichos trabajos y peligros, se padeció por todos
aunque ya algo mermado por el hambre, las en general tanta hambre, que se comieron los
enfermedades, las luchas con los indígenas y el caballos que traían y hierbas ponzoñosas y lagar-
duro clima tropical. Esta circunstancia obligó tos y murciélagos y ratones y otras tantas cosas
al anciano gobernador a organizar a la buena semejantes". Basta decir que sólo la tercera parte
ventura la expedición a la desconocida "tierra- del ejército logró sobrevivir la jornada.
dentro", a principios del mismo año; organiza- Los numerosos pleitos ocasionados por esta
ción parecida a la que había planeado, sin lle- expedición y varios documentos más, ofrecen
varla a cabo, García de Lerma cuando resolvió detalles sobre la organización de tales expedicio-
dividir el ejército en dos grupos, uno de los nes. Cada participante iba "por su cuenta y mi-
Nueva Historia de Colombia.
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sión", es decir, a su propio riesgo, sin salario Tora, lugar de la confluencia de varios ríos v
o garantía alguna salvo la esperanza de recibir un poco más arriba la desembocadura del Opón.
la parte que le correspondía en el botín en el En ese lugar, la corriente del río ya era tan recia
caso de que éste se lograra. El reparto del botín que hacía imposible la subida de los bergantines
se regía por la costumbre o un convenio entre Por otra parte y aún antes de llegar a La
los participantes. La obediencia al caudillo era Tora, llamó la atención del ejército el hecho de
total y se castigaba severamente cualquier rebel- que la sal que consumían los indígenas que ha-
día. Muchos de los futuros colonos venían en- bitaban en las orillas del río no era la sal en
deudados a veces ya desde España, con la espe- granos de procedencia marina que ellos bien
ranza de poder saldar las deudas con las hipoté- conocían, sino una sal compacta, en bloques
ticas ganancias que esperaban. Los más aventa- de procedencia minera. El indicio de la existen-
jados económicamente llevaban caballos, man- cia de salinas y, por consiguiente de una región
tenimientos, armas o medicinas y se hacían pa- poblada, fue indudablemente una de las causas
gar su valor del "montón" del botín en caso de por las cuales la expedición reducida ya a dos
pérdida o consumo, o las vendían a sus compa- centenares de hombres, varió su ruta dirigién-
ñeros a precios que dictaba el momento. Que dose a la cordillera que se elevaba al oriente.
no todo era altruismo se desprende de las acusa- Y, ciertamente, la vanguardia del ejército en-
ciones hechas a Fernández Gallego, sucesor viada por Jiménez para explorar el Opón, encon-
como veremos de Pedro de Urbina, en el co- tró varias chozas habitadas por indígenas. Un
mando de los bergantines, quien sin preocuparse nuevo destacamento enviado posteriormente a
de la precaria situación de la tropa aprovechó la sierra, confirmó la existencia más adelante
su viaje como comerciante, haciéndose pagar de una densa población.
lo que llevaba a precios de usura. De ahí que,
aunque la acción conquistadora como tal fue la A fines de diciembre, el ejército se puso
obra común de los participantes, sujetos todos en marcha a la cordillera quedando en el puerto
a los mismos peligros, no eran iguales las opor- el capitán Gallego con sus bergantines por si
tunidades de sobrevivir ni el lucro a que tenían fuera necesario el reembarque. Bien por la falta
derecho. de noticias o por las enfermedades, o porque
como lo sostuvo más tarde fue atacado por los
La expedición al mando de Jiménez se ini- indios al ver reducido el número de los invaso-
ció el 5 de abril de 1536. Luego de circunvalar res, Gallego resolvió regresar a Santa Marta,
la Sierra Nevada y seguir el valle del río Cesar, abandonando a su suerte ai ejército de tierra.
el ejército llegó a Chiriguaná y después a Tama- Entretanto, éste seguía el avance, encon-
lameque, en la orilla del Magdalena, con la trando de trecho en trecho poblaciones indígenas
esperanza de que ya hubieran llegado los bergan- bien abastecidas de vituallas, y a principios de
tines. Desconocían el percance sufrido por la marzo de 1537, pasando por Vélez y el valle
flota capitaneada por Diego de Urbina, la cual de Moniquirá, el ejército alcanzó la meseta chib-
no logró, debido a condiciones atmosféricas ad- cha bien poblada, habiendo reunido en el camino
versas, franquear la entrada del río, naufragando una buena cantidad de oro y de esmeraldas y
algunos navios y dispersándose el resto. logrando a veces en un solo día un botín que
A fines de julio, ya desesperados por la sobrepasaba con creces lo conseguido durante
tardanza de los navios, el ejército prosiguió su los once meses que emplearon en la jornada por
marcha Magdalena arriba cruzando con gran di- el río.
ficultad las ciénagas, los manglares y las desem- Sin encontrar resistencia, el ejército llego
bocaduras de los ríos. Cuando ya se habían a los "pueblos de la sal" (Nemocón, Tausa y
alejado bastante del punto fijado para el encuen- Zipaquirá) y el 22 del mismo mes avistó el "Va-
tro, fueron alcanzados por los bergantines al lle de los Alcázares", como llamaron los espa-
mando de Fernández Gallego. Ciertamente, ape- ñoles a la propia sabana de Bogotá, por los
nas conoció Fernández de Lugo la noticia del bohíos cercados en que vivían los indios. El
percance sufrido por la flota que comandaba ejército arribó luego a Chía y el 5 de abril a
Urbina, se apresuró a enviar otra, comandada Suba, población cercana a Bogotá, sede del zipa
por Fernández Gallego. Y así, unos por tierra Tisquesusa ("Bogotá el viejo" se llama en la
y otros a bordo de los navios, por el mes de documentación). El zipa, con dádivas primero
octubre del mismo año, alcanzó el ejército La y luego mediante una ineficaz resistencia con
La conquista del territorio y el poblamiento
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indios equipados con primitivas armas de made- desca. Desilusionado, regresa a Bogotá en fe-
ra, pretendió defender su territorio. Huyó des- brero del año siguiente, trayendo consigo apenas
pués a las montañas donde muy pronto encontró 4.000 pesos de oro. Sin embargo, al regreso
la muerte en una refriega nocturna, llevándose encontró un nuevo camino a la meseta chibcha,
a la tumba el secreto del lugar donde supuesta- bajando por el valle del río Magdalena hasta
mente había escondido un tesoro. Guataquí y subiendo luego a Bogotá.
Desde Bogotá, Jiménez dirigió su ejército Entre tanto su hermano, Hernán Pérez de
al norte recogiendo entre los indios oro y esme- Quesada, alguacil mayor, no resistió la tentación
raldas. Tan pronto tuvo noticias de que las esme- de "El Dorado"; leyenda cuyas fuentes históricas
raldas provenían de las minas de Somondoco, son desconocidas, pero que tuvo una desastrosa
envió a reconocerlas al capitán Pedro Hernández influencia en la conquista de toda la parte sep-
de Valenzuela, quien regresó con algún botín tentrional de Suramérica. El 12 de mayo, Her-
y con la noticia de haber visto a través de una nán Pérez regresó a Bogotá trayendo consigo
brecha en la cordillera, extensos llanos hacia el 2.500 pesos de oro y la noticia de haber llegado
oriente. Para reconocer esos llanos, despachó a un sitio distante sólo cuatro días de la "provin-
Jiménez al capitán Juan Tafur, quien no logró cia de las amazonas", otro fabuloso país de le-
atravesar la cordillera. La visión de tan extensas gendaria riqueza.
tierras llanas al oriente y el señuelo de un "Do- Considerando suficientemente esquilmada
rado", en aquellas partes, prendieron la mente la región, en junio de 1538 procedieron a repartir
de los conquistadores y su búsqueda habría de el botín. En el Archivo General de Indias en
cobrar más adelante no pocas víctimas. Sevilla se conserva el documento original que
El 6 de agosto de aquel año, 1537, estando el del valor
tiene histórico, por constituir, junto con
acantonado el ejército en el valle que llamaron el Perúreparto
-este
que hiciera Francisco Pizarro en
último publicado sólo parcialmente-,
de Murcia, recibió el caudillo noticias de la los dos únicos documentos originales conoci-
existencia de otro rico cacique que residía en dos hasta ahora tocantes al reparto de los botines
el valle de Tunja, el zaque Quemuenchatocha. durante la conquista de América.
Hacia allá se dirigen los conquistadores y el 20
del mismo mes obtienen un cuantioso botín, al
despojar al zaque de 136.500 pesos de oro fino, El reparto del botín
14.000 de oro bajo y de 280 esmeraldas. Hasta
ese entonces, habían entrado a la caja del "co-
mún" solamente unos 8.000 pesos de oro de E n la "instrucción" dada por el gobernador
Pedro Fernández de Lugo a Jiménez de
Quesada,
todos los quilates y un millar de esmeraldas. En das las reglas su teniente general, habían sido fija-
este sitio recibió Jiménez noticia de la existencia hombres de a pie para el reparto del botín entre los
de un gran sacerdote de los muiscas, Suagamo- en los bergantines. y de a caballo y los que venían
so. Hacia allá dirige su ejército y el 4 de septiem- ción, el botín reunidoDe acuerdo con esa instruc-
en "montón", una vez
bre despoja al cacique de 40.000 pesos de oro deducidos los gastos que afectaban al común
fino, 12.000 pesos de oro bajo y 118 esmeraldas. (vituallas, drogas, mercancías inutilizadas, ca-
Según las anotaciones que se hicieron en ballos muertos, etc., y la "joya": una pieza de
el libro donde se registraban las entradas de oro mayor valor que correspondía al gobernador),
y esmeraldas, parece que una parte del ejército se dividía en "partes" así: diez al gobernador;
continuó explorando el Reino de Tunja, pues a Jiménez de Quesada, como teniente general,
afluye oro de Sáchica y Sogamoso. Otra parte cinco y como capitán, cuatro; cuatro "partes" a
volvió al "Valle de los Alcázares", pues el 12 cada uno de los ocho capitanes; tres "partes" al
de octubre Jiménez depositó en la caja del "co- alférez; dos "partes" a cada uno de los jinetes,
mún" una cantidad de oro procedente de esta dueños de los caballos; una y media "partes" a
región. cada uno de los ballesteros y arcabuceros; y una
A fines de 1537 se reciben noticias de la "parte" a los rodeleros y demás soldados. No
existencia de un "Valle de las Minas" (Neiva), hemos encontrado en las "Siete Partidas", dispo-
habitado por indios supuestamente muy ricos. siciones que debían regir en estos repartos. Pro-
Hacia esc valle se dirige el caudillo por el ca- bablemente pertenecían a la época de la Recon-
mino de la cordillera, con una parte de la solda- quista o fueron introducidos por los moros.
82 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

La "instrucción" de Fernández de Lugo or- "partes". El botín se divide por este número
denaba informar a los indios que quienes se resultando cada parte de 510 pesos de oro fino'
sometieran voluntariamente a los españoles, re- 57 pesos de oro bajo y 5 piedras esmeraldas dé
cibirían un buen trato; pero a quienes no lo distinta calidad y procurando que cada grupo
hicieran se les haría la guerra como a enemigos, fuera de igual valor. Luego, a cada participante
con todas sus consecuencias: serían declarados se entregaron las partes a que tenía derecho,
esclavos y sus bienes formarían parte del botín. dando un fiador -generalmente un compañero--
A todos los indígenas se les exigió la entrega para que respondiera ante la justicia en caso de
del oro para pagar los gastos en que incurrieron que se presentaren reclamos por parte de quienes
los conquistadores para llevar a cabo la expedi- habían quedado en las riberas del Magdalena.
ción; cláusula que merece destacarse por insó- En la lista de los presentes figuran 179
lita. Pues si bien existía un derecho consagrado participantes (y no 160 o 166 como declaran
de aprovecharse de los bienes del enemigo, no los cronistas y aparece en ciertos documentos),
así de quienes se sometían voluntariamente, sin incluyendo un soldado que murió después de
hacer la guerra. Se exigía pues de los indios llegar al altiplano.
pacíficos, su apoyo a la invasión. Es interesante insistir sobre el carácter co-
El 6 de junio de 1538 se procedió al reparto munitario de estas expediciones conquistadoras
del botín. En un acto solemne son elegidos tres y en el hecho de que se trataba de una acción
repartidores, representantes de cada uno de los conjunta de todos los participantes. Si bien el
tres grupos que componían el ejército: capita- riesgo era para todos igual, no era igual la par-
nes, jinetes y soldados a pie. Los oficiales reales ticipación en el botín. Así, los 15 más aventa-
presentaron el botín: el oro y las esmeraldas que jados -el gobernador y los capitanes-, que en
habían sido guardados celosamente en una caja conjunto constituían sólo el 5,2% del total de
que por la noche se suspendía del techo del los participantes, recibieron 70 partes, es decir,
bohío donde reposaba el caudillo. A continua- el 25% del botín, correspondiendo a cada uno
ción se procedió a pesar, avaluar y contar el 1,66% del "montón". Los 43 jinetes y caporales
"montón" que ascendió a 191.274 pesos de buen y los 2 religiosos, que juntos representaban el
oro u oro fino (mayor de 16 quilates), 37.288 24% de los participantes, recibieron 86 partes,
pesos de oro bajo (de 9 a 15 quilates) y 18.288 es decir, 30% del botín, correspondiendo a cada
pesos de oro de "chafalonía" (mezclado con uno 0.7% del "montón". Mientras el resto, ba-
otros metales), este último valorado en siete llesteros, arcabuceros, rodeleros y demás solda-
pesos por uno de buen oro. Asimismo resultaron dos, que sumaban 121 personas y constituían
1.815 esmeraldas de toda suerte, para repartir. el 70% de la hueste, recibieron el 40% del botín,
De este "montón" se entregó a los oficiales rea- es decir, cada uno recibió por dos años y dos
les el "quinto" (20%) perteneciente a la Corona, meses que duraba ya la expedición conquistado-
a saber: 38.259 pesos de oro fino, 7.257 pesos ra, un 0,37% del botín.
de oro bajo, 3.690 pesos de chafalonía y 363 Por supuesto el fraude era una cosa ya en-
esmeraldas de diferentes tamaños. Se pagaron tonces bien establecida, puesto que antes del
luego los gastos a cargo del "común" con el oro reparto, se procedió a una "cata" en busca de
de chafalonía y el bajo: las "mejoras" a quienes oro y esmeraldas escondidas en los bohíos, que
más se distinguieron durante la expedición, el no dio resultados positivos.
valor de los caballos muertos durante la jornada,
el valor de las medicinas gastadas durante ella
y el de las herramientas y objetos inutilizados La fundación de Bogotá
en las acciones de provecho para el común.
Pagados estos gastos a los respectivos due-
ños, quedaron luego para repartir 148.000 pesos
A juzgar por la documentación conservada,
una vez repartido el botín, Jiménez decidió
marchar a España para informar sobre el seña-
de oro fino, 16.964 pesos de oro bajo y 1.455 lado descubrimiento. Al igual de muchas ciuda-
esmeraldas. des americanas, se desconoce el acta de funda-
Se suman luego las "partes" señaladas en ción, de Santa Fe de Bogotá, si bien se considera
la instrucción de Fernández de Lugo, más algu- el 6 de agosto de 1538, como la fecha de funda-
nas no previstas por el gobernador, como para ción es decir, unas semanas después del reparto
macheteros, trompetero, etc. Resultaron 290 del botín. En la documentación sólo consta la
La conquista del territorio y el poblamiento 83

fundación durante ese mismo año de la ciudad bía recorrido una parte de Venezuela. Pronto
de Vélez, pues el 13 de agosto estuvo en ella abandonó Espira su gobernación y emprendió
Jiménez de Quesada, quien recibió junto con el una expedición hacia el sur en busca de "El
capitán Juan de San Martín, de manos del ca- Dorado"; expedición que terminó en un rotundo
bildo de aquella ciudad un poder para represen- fracaso. Espira murió en 1538, cuando prepa-
tarla ante la Corte de España en la búsqueda de raba una nueva expedición. Su teniente Nicolás
mercedes para sus pobladores. La existencia del de Federmán quien tenía la orden de seguirlo,
cabildo indica la fundación en regla de una ciu- después de explorar la Guajira y fundar la actual
dad. Sabemos que en esa ocasión Jiménez no Riohacha, siguió tras los pasos de Espira, pero
prosiguió su viaje a España, pues por el mes de luego, desviando su ruta hacia la cordillera, la
noviembre actúa una vez más en Bogotá. atravesó, llegando a Pasca por el mes de marzo
Mientras proseguía la conquista de la alti- de 1539, cuando la tierra ya estaba ocupada por
planicie chibcha, los muiscas rebeldes, muerto la hueste de Jiménez.
su zipa Tisquesusa, eligieron como nuevo caci- Algunos años antes de esa fecha, Sebastián
que a un indio aguerrido, Sajipa (o Saxajipa), de Belalcázar, viejo conquistador y fundador de
para proseguir la guerra contra los invasores. Quito, bajo las órdenes de Francisco Pizarra,
Bien pronto, dándose cuenta de la inutilidad de gobernador del Perú, había resuelto explorar las
su resistencia, el cacique se entregó a los enemi- tierras que se extendían al norte de Quito con
gos. Fue recibido con toda deferencia por Jimé- el fin de independizarse de su superior. Ya en
nez quien para demostrarle su amistad lo acom- 1535, comenzó Belalcázar la exploración de
pañó con algunos soldados en la guerra contra aquellas tierras mediante el envío de capitanes
sus enemigos, los panches. De regreso a Bogotá, que alcanzaron el actual Quindío. A esas explo-
Jiménez trató de averiguar el sitio que, como raciones se debe la fundación de Pasto, Popa-
suponía debiera conocer Sajipa, donde "Bogotá yán, Cali, Anserma y Cartago.
el Viejo" había escondido el tesoro. Al negar A mediados de 1538, estando en Quito,
el cacique conocer la existencia de tal tesoro, Belalcázar tuvo noticias, proporcionadas por un
fue sometido a tormento que resultó infructuoso, indio, sobre la existencia de un "Dorado", al
por lo cual fue puesto preso. oriente de la gobernación. Fue uno de tantos
A comienzos de 1539 un incendio destruyó "Dorados" cuya existencia aceptaba la mente
el pueblo donde hasta entonces habitaban los exaltada de aquellos españoles, tratándose de
cristianos entre los indios. Una nueva ciudad informes a veces malévolos y a veces mal enten-
fue erigida en el sitio Teusacá (Teusaquillo), didos, que los indígenas suministraban con pro-
con el nombre de Santa Fe, que es el lugar lijidad, muchas veces sólo para alejar a los es-
donde ocupa actualmente la capital de la Repú- pañoles de sus tierras.
blica (1). El incendio del antiguo pueblo se atri- Pese a la oposición del cabildo de Quito,
buyó a las instigaciones del cacique Sajipa, pese Belalcázar se puso en marcha con indios y sol-
a su insistente negativa. Fue sometido a un dados.
nuevo y recio tormento a consecuencia del cual Sin hallar el pretendido "Dorado" ni lograr
murió al mes siguiente. atravesar el nudo andino, su ejército llegó al
Pocos días después de aquel luctuoso suce- Valle de las Papas, lugar de nacimiento de los
so, Jiménez recibió noticias sorprendentes: ríos Cauca y Magdalena que en el dicho lugar
desde el suroeste se aproximaba un ejército de están separados sólo por un corto trecho de te-
españoles al mando de Sebastián de Belalcázar rreno cenagoso. Belalcázar se dirigió hacia el
y en las montañas del oriente apareció otro ejér- valle del Magdalena creyendo que se trataba del
cito al mando de Nicolás de Federmán. nacimiento del Darién (Atrato) y alcanzó la re-
Ciertamente, al tiempo del nombramiento gión de Neiva donde encontró huellas de la pa-
de García de Lerma para la gobernación de Santa sada expedición de Jiménez de Quesada. Conti-
Marta, se nombró como hemos dicho, para la nuó su marcha bajando por el valle del Magda-
vecina gobernación de Venezuela a Ambrosio lena. Allí fue alcanzado por Hernán Pérez de
de Alfínger. Muerto Alfínger por los indios de Quesada, enviado por su hermano, el licencia-
Chinácota, fue nombrado sucesor otro alemán, do, para averiguar la procedencia del nuevo ejér-
Jorge de Espira, y en calidad de teniente, aquel cito. Hernán Pérez indujo a Belalcázar a desviar
Nicolás de Federmán quien ya en 1530-31, ha- su ruta hacia Bogotá, donde los españoles se
84 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

encontraban ya prácticamente desarmados bia, que sólo poco a poco se iban aclarando, no
frente a una numerosa y cada vez más hostil lograron ofrecer una base segura para determinar
población indígena. Pero deseoso de afianzar a qué gobernación debía pertenecer la tierra des-
sus derechos sobre el territorio recorrido, Belal- cubierta y conquistada por Jiménez de Quesada.
cázar envió a uno de sus capitanes, Pedro de Prevaleció el hecho cumplido: lo descubierto
Añasco, a fundar en el curso alto del Magdalena por Jiménez siguió formando parte de la gober-
la ciudad de Guacacallo (actual Timaná) (2); ya nación de Santa Marta, mientras que sólo uno
anteriormente su capitán, Pedro de Puelles, ha- de los tres conquistadores, Belalcázar, obtuvo
bía fundado la ciudad de Pasto (3). Luego se diri- compensación al ser nombrado gobernador de
gió Belalcázar a Tibacuy, lugar desde el cual ante lo que había recorrido desde Pasto, incluyendo
la insistencia de los enviados de Jiménez, se Urabá como salida al Atlántico aunque él no
dirigió a Bogotá. había pisado aquel territorio. Eligió como capi-
No faltaron discusiones entre los tres con- tal la ciudad de Popayán como centro de su
quistadores sobre los derechos que correspon- estirada gobernación.
dían a cada uno como descubridor. Pero la hábil Federmán, acusado por sus patronos, los
diplomacia de Jiménez logró convencer a los Welser, de deslealtad, murió en 1542 en España,
dos de la conveniencia de viajar a España y siendo archivado el pleito que instauró contra
dejar en manos del Consejo de Indias la decisión sus patronos de Ausburgo. Jiménez de Quesada,
final, Jiménez logró asimismo, que Federmán luego de inútiles gestiones para obtener la gober-
dejara su hueste en el Nuevo Reino y Belalcázar nación de Santa Marta que por herencia pertene-
una parte de la suya, lo cual contribuyó mucho cía a Alonso Luis de Lugo, por haber muerto
a la seguridad de la región y al asentamiento en Santa Marta su padre Pedro Hernández de
definitivo de los conquistadores en la tierra que Lugo ya a fines de 1536, fue acusado por el
habían descubierto, que el caudillo llamó Nuevo fiscal de encubrir una gran cantidad de oro
Reino de Granada, por haber sido vecino de esa (150.000 pesos) que trajo a España clandestina-
ciudad en España como afirman algunos, o por mente para evadir los impuestos correspondien-
haber nacido en ella según otros. Asimismo, tes. Ante la orden de prisión, decidió ausentarse
distribuyó los indios en encomiendas, adjudi- de España y viajó a Francia e Italia. El obispo
cándolas a los principales conquistadores, sus de Panamá, fray Tomás de Berlanga, y el de
compañeros. San Juan, Pascual de Andagoya, desistieron del
Embarcados en Guataquí a principios de pleito.
junio de 1539, los tres caudillos acompañados
de algunos conquistadores, llegaron a Cartagena La anarquía
a mediados del mismo mes. Allí iniciaron un
pleito ante el licenciado Juan de Santa Cruz
quien estaba en aquel puerto tomando residencia
a Pedro de Heredia, ausente en España.
A l ausentarse de Santa Fe, Jiménez había
nombrado a Hernán Pérez de Quesada, su
hermano, como su lugarteniente, nombramiento
Ese pleito continuó en España ante el Con- que fue revalidado por el cabildo de la ciudad.
sejo de Indias. Fue largo y engorroso debido a Con el fin de congraciarse con los conquistado-
que se trataba de un territorio cuya verídica res procedentes de las huestes de Federmán y
situación geográfica era desconocida y se pres- Belalcázar, Pérez de Quesada comenzó a adju-
taba a interpretaciones. A los tres aspirantes se dicarles encomiendas de indios, en detrimento
sumaron Pedro de Heredia, insistiendo que el de los derechos de los antiguos conquistadores,
Nuevo Reino caía dentro de su gobernación de lo cual no contribuyó a la tranquilidad social.
Cartagena, el obispo fray Tomás de Berlanga, La llegada al Nuevo Reino de Jerónimo Lebrón,
que consideraba que el territorio debía adjudi- juez de residencia enviado por la Real Audiencia
carse a la gobernación de Panamá, e incluso de Santo Domingo cuando se supo la muerte de
Pascual de Andagoya, nombrado por entonces Pedro Fernández de Lugo, generó nuevos con-
gobernador de San Juan (Chocó), aspiraba poder flictos. Aceptado por una parte de la población
lograr la inclusión del Nuevo Reino en su gober- y rechazado por otra, Lebrón fue obligado por
nación. Informes de testigos, interesantes por Hernán Pérez a regresar a Santa Marta donde
los conceptos embrollados y contradictorios que instauró un juicio contra éste y su ausente her-
expresan sobre la geografía de la actual Colom- mano, con muchos testimonios adversos a la
La conquista del territorio y el poblamiento 85

fama de ambos. Sin embargo, Hernán Pérez, de los Pizarro, en 1522, el ya nombrado Pascual
más conquistador que colonizador, atraído por de Andagoya, quien era entonces regidor de
el antiguo señuelo de "El Dorado", abandonó Panamá, había explorado un buen trecho de la
pronto Santa Fe con un grupo de conquistadores costa del Pacífico hacia el mediodía y estando
y varios millares de indios cargueros, dejando en España a tiempo de la llegada de los tres
como su teniente a Gonzalo Suárez Rendón. Se conquistadores, Jiménez, Belalcázar y Feder-
trasladó a Tunja y pese a la oposición del cabildo mán, capituló con la Corona la gobernación de
a tal expedición, por ser una institución más aquella costa desde Panamá hasta Catamez, que
inclinada a la colonización que a la desenfrenada fue el trecho vacante desde la muerte de Gaspar
conquista, enganchó otros vecinos e indios para de Espinoza, quien lo había capitulado con la
la jornada. Luego se dirigió y atravesó la Cor- Corona, en 1536, sin tomar la posesión de lo
dillera Oriental y siguiendo con ingentes pena- capitulado. Catamez era el límite septentrional
lidades las vertientes orientales de la cordillera de la gobernación de Pizarro. Al llegar a Panamá
hacia el sur, alcanzó Mocoa, ascendió la cordi- provisto del título de gobernador, Andagoya se
llera y llegó a Pasto con su ejército deshecho. embarcó con su ejército en el Pacífico dirigién-
Desde allí regresó a Santa Fe donde encontró dose al sur. Al llegar a la desembocadura del
como nuevo gobernador a Alonso Luis de Lugo. río San Juan, exploró la bahía de Buenaventura
Ciertamente, al no aceptar Carlos v el tras- y fundó el puerto que lleva este nombre. Luego,
paso de la gobernación de Santa Marta a Jiménez desviándose de su ruta al sur, se internó en las
de Quesada, el heredero de Fernández de Lugo, montañas y llegó a Cali donde encontró una
Alonso Luis de Lugo, se embarcó a fines del situación inesperada.
año 1542 para hacerse cargo de la gobernación. Ciertamente, Francisco Pizarro, olfateando
Allí se apoderó violentamente, pese a las protes- desde el Perú las intenciones de Belalcázar de
tas de los oficiales reales, de la doceava parte apoderarse de la parte norte de lo que él consi-
de las perlas depositadas en la Real Caja de deraba incluido en su gobernación (dentro de
Riohacha. Alegaba que pertenecían a él, según las 200 leguas de la costa del Pacífico con su
la capitulación concedida por la Corona a su correspondiente "tierradentro" que le fueron
padre. Una vez en Santa Fe declaró inválidas concedidas en la capitulación), se apresuró a
las encomiendas otorgadas por los hermanos enviar como teniente general al capitán Lorenzo
Quesada y sus tenientes, entregándolas a sus de Aldana. Llegado a Tumbez, Aldana impidió
"paniaguados" y adjudicándose a sí mismo un que la vecindad enviase los refuerzos pedidos
buen número de las más productivas, contra la por Belalcázar. Luego se trasladó a Quito donde
general oposición de los demás conquistadores. logró afirmar ante el cabildo los derechos de
Instauró luego un pleito contra Hernán Pérez y Pizarro. Se dirigió seguidamente al norte donde
contra otro hermano del licenciado que había deshizo la ciudad de Pasto, ya fundada por los
llegado del Perú, Francisco Jiménez de Quesa- hombres de Belalcázar, y la trasladó en nombre
da, embargándoles sus bienes y enviándolos pre- de Pizarro al sitio que ocupa actualmente. Pro-
sos a Cartagena junto con el teniente Gonzalo siguió su viaje a Popayán y más tarde a Cali
Suárez Rendón, para que se presentasen con las donde fue recibido por los cabildos que ignora-
actas de sus procesos ante el Consejo de Indias. ban la suerte de Belalcázar.
Estando a bordo del barco que iba a llevarlos a Aldana trató de considerar los derechos de
España, los dos hermanos del licenciado murie- Pizarro, otorgando en nombre de éste encomien-
ron fulminados por un rayo. das de indios. Con el mismo fin envió al norte
Algunos meses después, ante la creciente un destacamento al mando de Jorge Robledo,
y peligrosa enemistad de los vecinos, el propio como su teniente; destacamento que llegó a los
gobernador se embarcó hacia España, hacién- sitios ya visitados por Belalcázar y sus tenientes
dose pagar antes por la fuerza sus salarios y en sus anteriores correrías desde Quito.
derechos. El Nuevo Reino quedó acéfalo. El joven y ambicioso teniente llegó a An-
No menor anarquía se produjo en la parte serma cuyo nombre cambió por Santa Ana de
occidental de la actual Colombia. El descubri- los Caballeros. Estaba allí a cargo del gobierno
miento del Perú no fue tan sólo un acicate para cuando recibió noticias de un ejército que se
que desde Venezuela, Santa Marta y Cartagena acercaba desde el norte. Eran las tropas enviadas
se intentara penetrar la "tierradentro". Aún antes desde Cartagena por el ya nombrado juez de
86 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

residencia, Juan de Santa Cruz, en pos de Vadi- El gobierno del Licenciado


11o, para obligarlo a rendir la residencia, pues Juan Díez de Armendáriz
ignoraba que éste se había embarcado rumbo a
Santo Domingo. La mayoría de los soldados se
unió a Robledo para compartir la empresa con-
quistadora. Reforzado su ejército, Robledo de-
L a anarquía e improvisación que se observan
en las primeras décadas de la ocupación
española, se debía en gran parte a la dificultad
cidió reconocer la región habitada por los quim- que tenía el Consejo de Indias para regir desde
bayas de cuyas riquezas tuvo noticias. la lejana España las tierras descubiertas. Por
Tal era la situación que encontró Andagoya otra parte, Carlos v, absorbido por los asuntos
cuando arribó a Cali. No le fue difícil convencer políticos europeos, tampoco se preocupó por
al cabildo de la ciudad para que lo recibieran América. Habiéndose ausentado de España poco
como gobernador, porque los vecinos preferían después de su coronación, regresó al país sólo
una autoridad cercana a un lejano gobierno como en 1541, después de la humillante derrota su-
era el de Pizarro, a quien ni siquiera conocían frida en Argel. Al regreso suyo y bajo su influen-
cia se produjo la llamada "reforma Carolina".
y quien no había tomado parte en la conquista Fueron destituidos y multados varios consejeros
de la región. de Indias y un nuevo equipo tomó las riendas
La misma actitud adoptó Robledo, quien del gobierno.
se trasladó a Cali y aceptó al nuevo gobernador. Se buscó frenar las aspiraciones de los arro-
Pero para afianzar su situación como poblador, gantes conquistadores y encauzar la empresa
había fundado antes, a la ligera, la ciudad de americana por una vía definitivamente coloniza-
Cartago en el territorio de los quimbayas. Con- dora, limitando sustancialmente los derechos de
firmado por Andagoya como teniente, Robledo los "nuevos americanos". Entre las reformas
regresó a Cartago para fundar, el 9 de abril de adoptadas de carácter administrativo, merecen
1540, la ciudad en firme, repartiendo solares señalarse las famosas "Nuevas Leyes de 1542"
entre los vecinos. que reglamentaban de una manera definitiva las
En febrero de 1541 entró Belalcázar a Cali relaciones entre indios y españoles; leyes im-
como legítimo gobernador, habiéndose ya que- buidas del espíritu indigenista del famoso pro-
jado al Rey, desde Panamá, por la irrupción de tector de indios, fray Bartolomé de las Casas,
Andagoya en su gobernación. Fue recibido por quien por entonces se encontraba en la Corte.
la vecindad sin contradicción y después de ins- Con ellas se trató de abolir el "señorío" que de
taurar un proceso a Andagoya, como usurpador hecho ejercían los españoles americanos sobre
de tierras que no le pertenecían, lo expulsó del la población indígena, impedir su esclavización,
territorio. acabar las encomiendas a medida que fueran
Luego Belalcázar envió a notificar a Ro- caducando y declarar a los indios personas li-
bledo su llegada, con la orden de presentarse bres, sujetos a las leyes que regían en España
en Cali. Pero éste, bien por haber traicionado para la gente común: los "pecheros". Los indios
antes a Belalcázar, poniéndose a órdenes de An- debían pagar tributos a la Corona pero sin perder
dagoya, o bien porque hacia el norte se exten- su libertad personal y sin estar sujetos de manera
dían regiones que carecían de una autoridad alguna a los encomenderos
constituida a cuyo gobierno aspiraba, no se tras- Para imponer la "reforma Carolina" fueron
ladó a Cali ni esperó al gobernador. Al mando enviados a América varios jueces y, entre ellos,
de una tropa de soldados, Robledo se dirigió al el licenciado Juan Díez (o Díaz) de Armendáriz.
norte donde fundó la ciudad de Santa Fe de No se daban cuenta las autoridades españolas
Antioquia. Llegando a Urabá, cayó en poder de de la magnitud de los problemas que encontraría
Heredia quien consideraba las tierras de Antio- un solo juez cuando a Armendáriz se le ordeno
quia como pertenecientes a su gobernación. "residenciar" las autoridades de las gobernacio-
Después de un proceso que le instauró Heredia, nes del río de San Juan, Santa Marta, Cartagena,
Robledo fue enviado a España. Allí recibió Popayán y del Nuevo Reino de Granada y, es-
buena acogida. Lo que interesaba a la Corona pecíficamente, a los gobernadores Belalcázar,
era la ocupación de nuevas tierras; poca impor- Heredia y Andagoya, como también a Gonzalo
tancia tenía para ella saber quién las había des- Jiménez de Quesada, entonces ausente, y a su
cubierto. hermano, Hernán Pérez de Quesada, ya muerto.
La conquista del territorio y el poblamiento 87

A fines de 1544 llegó Armendáriz a Carta- desgobierno, el Perú fue elevado a la categoría
gena y ante el cúmulo de problemas que lo es- de virreinato. En 1543 llegó el primer virrey,
peraban, despachó a Santa Fe a su sobrino, Pedro Blasco Núñez Vela, para tomar las riendas del
de Ursúa, en calidad de su teniente, y a Jorge gobierno en sus manos, a más de hacer cumplir
Robledo a Antioquia en calidad de gobernador las famosas Nuevas Leyes de 1542, las cuales
de la región que disputaban Pedro de Heredia, encontraron no sólo en Perú sino en todas las
gobernador de Cartagena, y Sebastián de Belal- posesiones españolas en América una firme opo-
cázar, gobernador de Popayán. sición. El resultado fue que las autoridades co-
Ambos enviados tuvieron luego un desas- loniales de la Ciudad de los Reyes (Lima), em-
troso fin. La oposición de los santafereños a barcaron violentamente al flamante virrey, ex-
Ursúa, pese a la expedición contra los belicosos pulsándolo de su virreinato en un navio con
muzos y la efímera fundación entre ellos de la destino a Panamá.
ciudad de Tudela, le obligó a ausentarse. Hu- En esta rebelión se destacó muy pronto
yendo de un juicio de residencia, se dirigió al Gonzalo Pizarra, hermano del gobernador ase-
norte y fundó las actuales ciudades de Pamplona sinado, de regreso de su desafortunada expedi-
y Valledupar. Luego viajó vía Panamá al Perú ción al oriente, el "País de la Canela", que nunca
donde en 1559 fue encargado por el virrey como fue encontrado, pero cuyo resultado fue el des-
caudillo de la expedición al Amazonas, durante cubrimiento del Amazonas. Ciertamente, entre
la cual murió asesinado por la hueste que acau- la hueste de Pizarra iba Francisco de Orellana,
dillaba el que más tarde sería famoso capitán, quien, enviado por Gonzalo en busca de un có-
Lope de Aguirre. modo paso por la cordillera, topó con un afluente
A su vez Robledo, cuando recibió los po- del curso alto del Amazonas, se embarcó en él
deres de manos de Armendáriz, se hizo cargo y dejándose llevar por la corriente lo recorrió
de Santa Fe de Antioquia y continuando al sur, hasta la desembocadura. Posteriormente se em-
enfrentó a Sebastián de Belalcázar para instau- barcó a España a pedir la gobernación de las
rarle un "juicio de residencia". Pero fue Belal- tierras bañadas por el potente río, la que le fue
cázar quien enjuició a Robledo por invadir una concedida pero que nunca pudo realizar.
gobernación ajena, sentenciándolo a muerte; la
que fue ejecutada en la loma de Pozo, entre los Entre tanto Gonzalo Pizarra, después de
indios carrapas. esperarlo en vano, emprendió la retirada con no
Más de dos años duró la residencia que pocas bajas entre los hombres de su ejército y
tomó Armendáriz a Pedro de Heredia en Carta- al llegar a Lima se puso a la cabeza del movi-
gena, a quien envió con su proceso a España. miento rebelde que rechazaba las Nuevas Leyes
Sólo en 1547 pudo Armendáriz embarcarse en de 1542, por afectar los intereses de la clase
el Magdalena para proseguir su camino al Nuevo social de los encomenderos. Tal rebeldía se ex-
Reino. Allí debió enfrentarse a una convulsio- tendió luego a todo el país, desencadenando una
nada situación. verdadera guerra, que alcanzó a tener rasgos de
franca oposición a la dominación española.
Gobernaba Belalcázar en Popayán cuando
en el Perú se produjeron luctuosos aconteci- Gobernaba prácticamente el país Gonzalo
mientos. En 1542 fue asesinado el gobernador Pizarra, cuando el virrey Blasco Núñez Vela,
Francisco Pizarra, por gentes de Diego de Alma- logró abandonar el barco en que había sido ex-
gro, debido a la diferencias que surgieron entre pulsado hacia Panamá. Se trasladó a la goberna-
ambos por los límites de sus respectivas gober- ción de Popayán y pidió a Belalcázar apoyo
naciones. A su vez, el propio Almagro fue ase- para recuperar su virreinato. Buen realista, Be-
sinado poco después por el hermano del gober- lalcázar acompañó ai virrey en su jornada hacia
nador Pizarra, Hernando, quien vengó así la el sur como caudillo de un ejército fácilmente
muerte de aquél. Pizarristas y almagristas, reco- reclutado entre los conquistadores, ávidos de
rrieron el país asesinándose mutuamente y cau- encomiendas y botín en aquella tierra revolucio-
sando estragos entre la población indígena, obli- nada. En la batalla de Añaquito se enfrentaron
gada por la fuerza a acompañar a cualquiera los ejércitos de Pizarra y de Núñez Vela, su-
de los ejércitos enemigos. friendo el último una derrota en la cual perdió
Tal fue la titilación cuando, considerando la vida así como varios de sus capitanes y sol-
la riqueza que prometía el territorio y el reinante dados. Belalcázar fue herido aunque no de gra-
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Nueva Historia de Colombia. Vol. I

vedad y cayó prisionero de Pizarro. Sin embar- chozas inmundas de bahareque o caña, ancianos
go, logró la libertad y regresó a su gobernación. rebozando los hospitales y una criminalidad de
La llegada de Armendáriz a Santa Fe en la cual se quejaban continuamente las autorida-
1547 coincidió con la de Pedro de La Gasca, el des. Una rebelión como la de Pizarro, al igual
"pacificador", a Panamá, enviado desde España que otras menores, ofrecía a aquella clase de
para doblegar el peligroso levantamiento de los "españoles pobres" la posibilidad de lograr un
peruanos. Tanto Armendáriz como Belalcázar sustento, un botín y, sobre todo, adquirir enco-
le apoyaron en tal tarea. Armendáriz reunió sol- miendas de indios que habían pertenecido a los
dados e indios, los cuales, aunque se pusieron rebeldes y cuya mano de obra les aseguraría la
en marcha, fueron retenidos porque La Gasca subsistencia.
logró suficiente apoyo de los conquistadores La Corona supo aprovechar tal situación
procedentes de la América Central e incluso para doblegar la revolución pizarrista que era
entre los propios peruanos. Belalcázar sí pasó en esencia la de terratenientes y encomenderos,
al Perú con otro grupo de indios y españoles. lastimados por la expedición de las Nuevas Le-
Su apoyo ya no era necesario porque La Gasea yes de 1542 que recortaban sus prerrogativas y
había logrado desbaratar la rebelión en la batalla hacían peligrar un bienestar económico basado
de Xaquixaguana, siendo condenado a muerte sobre el trabajo de sus indios. Pero pese al éxito
Gonzalo Pizarro y sus principales colaboradores que tuvieron las fuerzas realistas esa numerosa
y otros enviados a galeras. clase de "españoles pobres", la enorme mayoría
Esta rebelión de Pizarro doblegada no por quedó defraudada al finalizar la contienda. Un
un ejército traído desde España, sino reclutado conquistador que tomó parte en los sucesos es-
entre los propios americanos, refleja la situación cribía refiriéndose a La Gasea: "Dióle Su Majes-
sociopolítica existente no sólo en el Perú, sino tad en recompensa de lo que había servido el
en toda la América española, cuando había pa- obispado de Palencia y Sigüenza. Plega a Nues-
sado la primera ráfaga de la conquista. En los tro Señor que con los obispados no se haya ido
comienzos de la ocupación del continente, los al infierno por lo que en el Perú hizo con los
llamados conquistadores se dividían en dos gru- conquistadores que tan bien le habían servido...
pos antagónicos: conquistadores aventureros, Vínose a la Ciudad de los Reyes (Lima) y tras
ávidos de botín inmediato, los cuales proseguían de él venimos mil hombres, que a cada uno nos
la conquista haciéndose acompañar de los indios había dicho nos daría de comer...". Y cuando
de las tribus sometidas; y el de los pobladores La Gasea se embarcó casi furtivamente a Espa-
que buscaban medios estables de subsistencia, ña, continúa el autor: "Valióle estar el mar de
a base de la explotación de la abundante mano por medio que, según vi voluntades y quejosos,
de obra indígena. Poco a poco, al avanzar del fuera otro alcance como el que Carvajal (4) dio a
siglo se habían formado dos clases sociales, Blasco Núñez Vela..., porque fue grande inhu-
réplica americana de la situación en Europa. manidad quitarlo a los que lo merecían y darlo
Unos, ya fueran antiguos conquistadores o inmi- a los tiranos". Y ciertamente, las encomiendas
grantes acomodados que gozaban de bienestar de los enemigos que resultaron vacantes no fue-
económico basado en la posesión de tierras y ron repartidas al vulgo que peleó en favor de la
de indios encomendados, sin que tal situación Corona, sino a los caudillos e incluso a los cau-
privilegiada fuera necesariamente resultado de dillos pizarristas que abandonaron a su jefe
acciones conquistadoras personales. Otros, eran cuando vieron peligrar el buen éxito de la "revo-
inmigrantes llegados pobres desde España, que lución", pasándose a las filas realistas y reci-
no tuvieron igual suerte en América. Formaban biendo jugosas ventajas. "Hízolo mal La Gasea
una clase social numerosa, poco favorecida con -continúa el autor- con los servidores de Su
tierras o encomiendas de indios y a veces incluso Majestad. Dejólos todos pobres y a muchos que
carente de simples medios de subsistencia. Era fueron contra Su Majestad que se le pasaron,
una clase de verdaderos proletarios a quienes ni les dio lo que tenían y mucho más. De manera
la paupérrima industria colonial, ni la agricul- que él lo que nos quitaba a nosotros se lo daba
tura y ganadería extensivas podían ofrecer el a ellos".
sustento. Apareció en América la réplica de los
"desesperados" en España: calles de las ciudades Y ciertamente Pedro López, autor del es-
repletas de mendigos, de hombres sin trabajo, crito que venimos citando, tenía razón. Pues
pese a la derrota de Pizarro el resultado de la
La conquista del territorio y el poblamiento 89

contienda favoreció a la alta clase social ya que no. Porque lejos de limitar sus actividades de
en 1545, en plena guerra del Perú, las Nuevas juez, enviaba capitanes contra los indios hacia
Leyes de 1542 fueron revocadas por la Corona. el sur (uno de ellos, Alonso de Fuenmayor,
Ya antes de esos sucesos, Juan Díez de fundó a San Luis de Almaguer en 1551, como
Armendáriz, dándose cuenta de la magnitud de centro de ricas minas de oro), y también al norte
las tierras ya ocupadas por los españoles, había de Anserma, acusándosele de participar en el
sugerido al Consejo de Indias el establecimiento botín que se obtuviera. Belalcázar fue suspen-
en Santa Fe de una Real Audiencia, sugerencia dido por Briceño y enviado a España para jus-
que encontró una buena acogida, y más ante los tificarse ante el Consejo de Indias. Murió en
sucesos que tenían lugar en el Perú. Los prime- Cartagena a bordo del navio que debía llevarlo.
ros nombramientos de oidores para la Audiencia Luego en su reemplazo, fue enviado desde Es-
datan de 1547. Con excepción de los puertos paña García de Bustos, quien pereció en la tra-
de Santa Marta y Cartagena que por lo pronto vesía. Más tarde ocupó el puesto de gobernador
se mantuvieron bajo la jurisdicción de la Au- de Popayán su hermano, Pedro Hernández de
diencia de Santo Domingo, el territorio ocupado Busto (o Bustos). Pero debido a las quejas de
quedó bajo la jurisdicción de la Nueva Audien- la vecindad contra Briceño, ya a fines de 1552
cia. Poco tiempo después, aquellos puertos tam- se le ordenó integrarse a la Audiencia de Santa
bién fueron incluidos, ya que constituían los Fe para ocupar su curul.
puntos de entrada al Nuevo Reino. La instalación de la Real Audiencia con
sólo dos oidores, Góngora y Galarza y sin un
La primera Audiencia presidente, fue una calamidad que pronto se
hizo sentir. Para tomar la residencia a Juan Díaz
L a instalación de la real audiencia se efectuó de Armendáriz llegó el oidor de la Audiencia
en 1550 y se inició bajo adversos augurios. de Santo Domingo, Alonso de Zurita. Debido
Su presidente, el licenciado Gutiérre de Mer- a su inclinación indigenista ocurrieron algunos
cado murió en Mompox antes de emprender su incidentes en Riohacha y Santa Marta, desde
viaje al interior, sospechándose que fue envene- donde denunció los maltratos que sufrían los
nado. A Bogotá sólo llegaron dos oidores: los indios tanto en la pesca de perlas como en la
licenciados Juan de Galarza y Beltrán de Gón- boga en el río Magdalena. Desde allí Zurita
gora quienes inauguraron la Audiencia el 12 de prosiguió su viaje a Santa Fe donde encontró
abril de 1550. El tercer oidor, licenciado Fran- un ambiente francamente hostil. Nada logró en
cisco Briceño, se dirigió desde Cartagena vía el juicio de residencia contra Armendáriz y las
Panamá al puerto de Buenaventura, desde donde condenas de algunos encomenderos no se hicie-
se trasladó a la gobernación de Popayán para ron efectivas, pues aquellos abandonaban impu-
tomar residencia a Sebastián de Belalcázar. nemente la cárcel. Incluso los dos oidores se
Bajo el gobierno de ese antiguo conquista- mostraron hostiles a Zurita y cuando se cumplió
dor la extensa provincia alcanzó cierto desarro- el plazo fijado para la residencia, lo obligaron
llo. Fueron fundados varios pueblos y tanto la a regresar a Cartagena, otorgando simultánea-
agricultura como la minería estaban progresan- mente licencia a Armendáriz para viajar a Es-
do, hasta tal punto que, ante la merma progre- paña y defender su causa en el Consejo de In-
siva de la población indígena, los mineros de dias. Zurita, sin lograr nada positivo, regresó a
Anserma y Caramanta ya empleaban con profu- Santo Domingo. Luego fue trasladado a Guate-
sión esclavos negros. mala donde continuó su vana lucha en pro de
El oidor, Francisco Briceño, no tuvo difi- la población indígena.
cultad para encontrar cargos en contra de Belal- La llegada de frailes dominicos y francisca-
cázar: gastos hechos indebidamente de dineros nos al Nuevo Reino y del obispo fray Juan de
de la Caja Real cuando se trasladó al Perú para Barrios, produjo roces entre las autoridades ci-
auxiliar a La Gasca; la explotación de los indios; viles y eclesiásticas, ya por el maltrato de los
continuas y sangrientas expediciones contra los indios, ya por el reparto de los diezmos o por
indómitos armas (5), maltrato de españoles, etc. las prerrogativas jurisdiccionales. La caracterís-
Tan riguroso fue el juicio de residencia, que se tica esencial de esas relaciones, no reglamenta-
llegó a sospechar que, acumulando las acusacio- das suficientemente sino hacia fines del siglo,
nes, Briceño aspiraba a quedarse con el gobier- fue la mutua desconfianza y a veces incluso una
90 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

franca hostilidad. Baste decir que las divergen- los piratas y contra los franceses, entonces en
cias entre los oidores de la Real Audiencia y el guerra con España. Continuaba gobernando de
obispo se hicieron tan tensas, que unos años una manera autoritaria como lo atestiguan las
más tarde en 1562, Juan de Barrios se ausentó cédulas reales que le fueron dirigidas. Estas
casi furtivamente a Cartagena con la intención extendidas luego a otras gobernaciones, prohi-
de seguir a España y quejarse ante el Consejo bían al gobernador estar presente en el cabildo
de Indias; viaje que le fue prohibido por el Con- cuando se trataran asuntos tocantes a su persona
sejo. otorgar oficios a sus familiares y allegados, im-
La tensa situación entre la autoridad civil pedir a los vecinos de quejarse directamente al
y eclesiástica prosiguió durante gran parte del Consejo de Indias. Se quitó al gobernador el
siglo xvi hasta cuando, mucho después, en derecho de ser juez en los pleitos de segunda
1574, las Nuevas Leyes de Patronato vinieron instancia porque la apelación debía ir al Consejo
a reglamentar el alcance de ambos poderes. de Indias. Se ordenaba respetar la libertad de
Aquellas leyes limitaron el papel de la Iglesia los indios quienes después de pagar los tributos
a la pura administración del culto a colonos e deberían ser tratados como libres, dueños de su
indios, asignando a los frailes la tarea de la destino. Se insistía en el cumplimiento de las
conversión de las tribus a medida que se iban leyes protectoras.
sometiendo, prohibiendo su intervención activa Muy pronto múltiples quejas en contra
en la política indigenista de la Corona, aunque de Heredia indujeron al Consejo a enviar a Car-
sin lograr impedir las denuncias ante el Consejo tagena un nuevo juez de residencia, y a fines
de Indias; por lo cual las fricciones entre el de 1553 se encargó para ello al fiscal de la Real
poder civil y eclesiástico recorren todo el siglo Audiencia, Juan de Maldonado. Se le ordenó
XVI. suspender a Pedro de Heredia por el tiempo que
Si la paz social interna dejaba mucho que durare la residencia.
desear, la ocupación del país iba a pasos acele- Los testimonios depositados en este juicio
rados debido a la creciente ola emigratoria hacia fueron altamente adversos a Heredia. Resultó
el Nuevo Reino, consecuencia de la prohibición culposo de matar y quemar indios, entorpecer
temporánea de inmigrar al Perú, después de los la obra del cabildo, encubrir oro, etc. Ante el
luctuosos hechos ocurridos allí. Y así, Andrés cúmulo de las acusaciones, Heredia decidió au-
López de Galarza fundó San Bonifacio de Iba- sentarse de la ciudad permaneciendo oculto en
gué en el Valle de las Lanzas, como baluarte los alrededores, para luego embarcarse furtiva-
contra los indómitos pijaos que ocupaban las mente para Santo Domingo. El barco en que
tierras hacia el mediodía. Poco después el capi- viajaba naufragó, muriendo ahogado ese primer
tán Francisco Núñez Pedrozo, fundó Mariquita, gobernador de Cartagena, siendo sustituido
en la rica región minera ya descubierta por Her- luego por Juan de Bustos.
nán Vanegas. Por Hernando de Alcocer, fue Fue debido a las acusaciones contra Maldo-
abierta una cómoda vía a Facatativá, en busca nado que elevó Antonio de Heredia, hijo del
del camino hacia las orillas del Magdalena. gobernador muerto, por lo cual la Audiencia
Como consecuencia fue fundada Villeta de San envió en 1556 al licenciado Gonzalo Jiménez
Miguel, como la ruta hacia el río, lo que trajo de Quesada como juez de residencia a Cartage-
el descubrimiento del cómodo puerto de Honda, na. Jiménez encontró exageradas las acusacio-
en el Magdalena. nes y débiles las pruebas contra Heredia, lo cual
A mediados de 1552 se ordenó a los oidores lo enemistó con Maldonado elevado muy pronto
Galarza y Góngora se trasladasen a otras audien- al puesto de oidor de la Real Audiencia de Santa
cias. Para la de Santa Fe fueron nombrados, Fe.
para acompañar al licenciado Briceño, los licen-
ciados Tomás López, oidor de la Audiencia de La segunda Audiencia ___
los Confines (Guatemala), y el licenciado Juan
de Montaño quien debía llegar desde España.
Entre tanto, Pedro de Heredia, después de
justificar sus actuaciones ante el Consejos de
L a segunda audiencia no tuvo mejor suerte
que la primera. En 1553 llegó a Santa Fe
solamente un oidor: Juan de Montaño. El licen-
Indias, regresó a Cartagena con encargo especial ciado Tomás López señalado como su compa-
de construir una fortaleza como defensa contra ñero tardó más de dos años en llegar desde Gua-
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temala, por haberse extraviado su título de nom- para evitar el transporte a espaldas de los indios.
bramiento. En 1554 fue nombrado presidente A esfuerzos suyos se debe la apertura de un
de la Audiencia el licenciado Gracián de Brivies- camino para recuas que iba desde Vélez a Tunja,
ca, pero tal nombramiento no se hizo efectivo, Santa Fe y a Tocaima en las orillas del río Mag-
y el año siguiente se nombró presidente al doctor dalena. Castigaba tahúres, logreros, etc., y llegó
Arbizo, quien murió ahogado durante la trave- a manifestar franca simpatía por la población
sía. indígena.
La Audiencia quedó pues una vez más so- Distinta parece haber sido la extracción so-
lamente en manos de dos oidores, Briceño y cial del oidor Briceño. Al llegar a la gobernación
Montaño, y continuó sin presidente. Quedó en de Popayán como juez de residencia contra Be-
suspenso la solución a los problemas que se lalcázar, no se contentó con su oficio. Enviaba
presentaban, inéditos muchos de ellos. Tal fue capitanes para hacer guerra a los indios tanto a
el caso del derecho a la explotación de las salinas Timaná como a Arma, con la condición, según
todavía en manos de los indios, de la invasión se le acusaba, de que le entregasen una parte
de labranzas indígenas por el ganado de los del botín. Obstaculizaba las gestiones del obispo
españoles, la decisión sobre los límites jurisdic- de Popayán, Juan del Valle, y las de su provisor,
cionales de las ciudades del Nuevo Reino que Francisco González Granadino, quienes trata-
pleiteaban entre sí. Tampoco lograron zanjarse ban aunque con poco éxito, de proteger a los
las rivalidades entre los encomenderos por lin- indios de las crueldades cometidas con ellos en
deros de sus encomiendas o por los indios enco- aquella gobernación. Cuando posteriormente el
mendados, pues los títulos con frecuencia care- oidor licenciado Alonso de Grajeda, le tomó
cían de datos precisos. No se tasaban los tributos residencia, lo cual era usual y de oficio, se quejó
que debían pagar los indios y que se cobraban de tal hecho al Rey como si su honor fuera
arbitrariamente por los encomenderos, y la de- lesionado. Lejos de ser castigado cuando aquel
limitación de los ejidos pertenecientes a las ciu- juez lo remitió a España y pese de ser ya anciano,
dades ya fundadas, ocasionaba continuos pleitos volvió al nuevo reino como presidente de la
y rivalidades. En todos esos casos prevalecía la Real Audiencia. Tales hechos parecen ser indi-
arbitrariedad de los "nuevos americanos": el de- cio de la pertenencia de la alta clase social espa-
recho de facto se impuso el cúmulo de leyes y ñola.
ordenanzas expedidas en la lejana metrópoli. En la rivalidad sostenida por ambos oidores
Por otra parte, pese a que los dos oidores por el puesto dirigente en la Audiencia, Montaño
compartían la responsabilidad del gobierno dejó pronto en la sombra a su rival y gobernó
hubo entre ellos, por razones que no se descu- de una manera autoritaria el Nuevo Reino, pese
bren fácilmente en la documentación, serias ene- a las quejas que continuamente enviaban al Con-
mistades que contribuyeron a la anarquía. La sejo de Indias, vecinos y autoridades.
población "neoamericana" se dividió en bandos El levantamiento de Alvaro de Oyón en
opuestos, que continuamente enviaban informes San Sebastián de la Plata, ocurrido en octubre
contradictorios al Consejo de Indias. de 1553, fue la continuación de la inquietud
La amplia documentación conservada en social latente en aquella sociedad clasista y que
el Archivo General de Indias sobre estos dos no desapareció pese al fracaso del levantamiento
oidores no ha sido aún suficientemente estudia- de Gonzalo Pizarro. Pero la rebelión de Oyón
da. Parece que su extracción social fue distinta. era de carácter más popular. Fue Oyón el pri-
El oidor Montaño, según parece, pertenecía a mero en las tierras actualmente colombianas a
la clase media española, si no a la baja. Llegó quien podemos llamar revolucionario conscien-
a Santa Fe con su mujer, cuatro hermanos y te, pues con sus actuaciones demostró el deseo
muchos familiares que buscaban y obtenían gra- de un cambio social radical. Se hacía llamar
cias a él, encomiendas y puestos importantes "capitán general de la libertad" pero procedía
en la administración del Nuevo Reino, pese a sólo contra los intereses de la alta clase social,
las quejas de los demás vecinos. Montaño insis- la cual, con el apoyo de las autoridades colonia-
tía en la tasación de los tributos, expulsaba a les, acaparaba las encomiendas de indios y los
los encomenderos casados en España para obli- altos puestos burocráticos, dejando a los españo-
garlos a traer sus mujeres como estaba prescrito les menos pudientes en la miseria. De ahí que
en las leyes, mandaba abrir caminos de recuas no encontrara dificultad para reunir bajo sus
Nueva Historia de Colombia, Vol I
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banderas a muchos españoles que aspiraban sin su brega contra la poderosa clase social de lo
lograrlo a honras y bienes, aquellos "conquista- encomenderos. Con dicha actuación, Montaño
dores anónimos" que se vieron desplazados por se enemistó definitivamente con la alta clase
los más pudientes, iniciándose una lucha de cla- social del Nuevo Reino, cuyo representante en
ses dentro del propio grupo de los colonos espa- la Audiencia era su compañero, el licenciado
ñoles, de acuerdo con la diferente posición eco- Briceño. Los gastos en que incurrió Montaño
nómica, política y administrativa que ocupaban en este viaje, unos $ 2.000, fueron luego objeto
en esa sociedad colonial, lucha persistente en de la demanda que le puso el fiscal.
las colonias españoles, no estudiada a cabalidad, De regreso a Santa Fe, Montaño, pese al
aunque no siempre exteriorizada en una acción ambiente francamente hostil por parte del obis-
violenta como la de Oyón. Este rebelde mató po, Juan de Barrios, de los oficiales reales y de
al justicia mayor de San Sebastián de la Plata, lo más granado de la sociedad, emprendió la
Sebastián Quintero, y a ocho de los principales visita a Cartagena para proseguir la residencia
vecinos (6). Con un grupo de soldados atacó a contra Juan Díaz de Armendáriz que le había
Timaná donde asimismo dio muerte al alcalde, sido encargada desde España. Allí encontró al
Diego López Trujillo. Con los nuevos adeptos fiscal de la Audiencia, Juan de Maldonado, juez
pasó a Neiva y mató al alcalde, habiendo huido de residencia contra el gobernador de Cartagena,
los principales vecinos de la ciudad. En todos Pedro de Heredia. Tuvo con éste graves roces
los pueblos que ocupaba se apoderaba de los que le obligaron a dejar en manos de Maldonado
fondos de la Caja Real y los repartía entre su las diligencias contra Armendáriz que ya estaba
hueste, destituía las autoridades establecidas y en España. Se produjo más tarde en Santa Fe
nombraba nuevos alcaldes y regidores. Se diri- un incidente que por su carácter, parece haber
gió luego a Popayán donde su rebelión fue do- sido único acaecido en América, el cual vale la
blegada y él y 16 de sus compañeros fueron pena de reseñar.
ahorcados.
Uno de los capitanes de Francisco Núñez
Según declaraciones de testigos, los planes Pedrozo, fundador en 1553 de Mariquita con
del rebelde eran, una vez ocupada la ciudad de sus minas de oro y plata, de nombre Pedro de
Popayán, regresar a Timaná y engrosado su ejér-
cito con nuevos adeptos dirigirse a Almaguer, Saucedo, ocupado en la pacificación de los in-
la rica ciudad minera, y desde allí volver a Ti- dios de Chapaima, se había distinguido por su
maná para recoger un mayor número de gentes crueldad, dando muerte, quemando y cortando
para atacar a Cali y a Santa Fe "y cortar la narices y brazos a los indios capturados. Llegada
cabeza de vuestros oidores y a otros muchos la noticia a la Audiencia, en la cual oficiaba en
capitanes... y tomar la tierra para sí". Lo más esa ocasión sólo Montaño, Saucedo fue acusado
probable y lo que se desprende de la documen- por el fiscal y tras un corto proceso, condenado
tación, aunque contradictoria, es que de Popa- por Montaño a muerte; sentencia ejecutada el
yán quiso proseguir al Perú para reunirse allí 26 de mayo de 1554, pese a las intervenciones
con aquellos descontentos que se vieron defrau- de lo más granado de la vecindad en favor del
dados por La Gasca y provocaron poco después reo.
los levantamientos de Sebastián de Castillo y Vale la pena señalar que en la historia de
Francisco Hernández Girón. América fue Saucedo el único español que pago
La preocupante situación que produjo en con su vida las crueldades cometidas con los
Santa Fe el levantamiento de Oyón, agravada indios. Otro español a quien Montaño condenó
entonces por la rebelión del poderoso cacique igualmente al último suplicio, Cristóbal Bueno,
de Saboyá, quien amenazaba las ciudades de lo fue por ser espía de Alvaro de Oyón, el rebel -
Vélez y Tunja, indujo a la Audiencia al envío de.
del oidor Montaño, a la gobernación de Popa- La ejecución de Saucedo, hecho inaudito,
yán. Ya antes de llegar a Ibagué supo Montaño fue más tarde la principal causa por la cual el
del desbarajuste sufrido por Oyón. Sin embargo, Consejo de Indias condenó a Montaño a muerte
desoyendo el llamado de Briceño para que regre- en el cadalso. Siendo Saucedo apenas un te-
sase a Santa Fe, siguió su viaje a Cartago y niente de Francisco Núñez Pedrozo, caudillo de
luego a Cali donde apoyó al obispo de aquella aquella expedición, también éste fue encarcela
gobernación, el indigenista Juan del Valle, en do, pero luego recobró la libertad.
La conquista del territorio y el poblamiento 93

Gobierno de los oidores ron cumplir las órdenes de la Audiencia. Pese


a las cajas reales vacías, Felipe II ordenaba un
E n 1557 llegaba a Santa Fe un nuevo oidor,
Alonso de Grajeda anteriormente oidor de
Santo Domingo, y luego el licenciado Melchor
"empréstito forzoso" para financiar la guerra
contra los turcos.
El fiscal, García de Valverde, denunciaba
de Arteaga, nombrado en España al saberse la los desmanes de los oidores que se enriquecían,
desaparición del otro oidor, doctor Santiago, de los oficiales reales que con el dinero de la
quien se ahogó en la travesía. La llegada de Caja Real hacían negocios, los roces entre clé-
esos oidores no logró producir sosiego en el rigos y frailes, cada uno de los cuales insistía
Nuevo Reino de Granada, ni contribuyó a ello en sus derechos y prerrogativas. Los encomen-
el oidor, Juan de Maldonado, quien poco a poco deros imponían el nombramiento de frailes para
atrajo contra sí la general enemistad. sus indios encomendados. Valverde tachaba el
La población cristiana se dividió en bandos Nuevo Reino como "tierra llena de vicios y ma-
en pro y en contra de tal o cual oidor, lo que las costumbres". Señalaba que de los 250.000
aumentaba la zozobra social. El desgobierno indios tributarios que hubo a tiempo de la con-
llegó a tal punto que el licenciado Tomás López, quista sólo quedaban cien mil. Avaluaba en tres
oidor nombrado hacía más de dos años y que millones de pesos el oro que había sido ya en-
llegó en aquel año desde Guatemala, pedía in- viado a España, "todo salido de indios, con lo
sistentemente se reuniera el Consejo de Indias demás que han sacado vuestros vasallos". Gra-
en España en una sesión dedicada exclusiva- ves acusaciones elevaba contra las autoridades
mente a la solución de los problemas que desga- civiles y eclesiásticas, "porque a los oidores de
rraban el Nuevo Reino, donde imperaban según esta Audiencia, algunas veces los veo arzobis-
afirmaba, "costumbres públicas corruptísimas". pos y papas, y otras al obispo-veo-Audiencia".
Proponía un total cambio de la organización Se hizo sentir la falta de un presidente para la
política del Reino: Venezuela, Riohacha y cabo Audiencia, quien con su autoridad pudiera zan-
de la Vela, quedarían bajo la Audiencia del jar las diferencias ocasionadas por la falta de
Nuevo Reino; una nueva audiencia en Quito definir de una manera precisa los derechos, po-
incorporaría en su jurisdicción el territorio que deres y obligaciones de cada uno de los grupos
se extiende desde Cali "para arriba", es decir, de una sociedad que se estaba estructurando.
al sur; y la audiencia de Santa Fe se trasladaría En las esferas eclesiásticas tampoco existía
a Tunja donde encontraría un ambiente más so- una armonía, bien si se trataba de proveer curas
segado. en los pueblos españoles o misioneros entre los
Los viajes al interior de Tomás López como indígenas. Serias dificultades enfrentó el primer
visitador, lo convirtieron en decidido indigenis- obispo de Santa Fe, Juan de Barrios, para res-
ta. Basta decir que la tasación de tributos que guardar su autoridad. Reunió un sínodo para
hiciera al ser enviado por la Audiencia hacia el afirmarla, cuyas providencias envió a España,
norte, incluyendo Pamplona, fue rechazada por por orden del Rey, para que fueran confirmadas.
los encomenderos y mineros. Lo mismo sucedió El recio carácter del obispo poco ayudó a sus
con el licenciado Melchor de Arteaga, visitador tareas. Crecieron sus divergencias con los oido-
de la Costa atlántica. Impresionado por la cruel res de la Audiencia por asuntos de jurisdicción,
explotación indígena en la pesca de las perlas e incluso con las órdenes religiosas que se con-
y boga en el Magdalena, elaboró instrucciones sideraban a sí mismas como "un estado dentro
que no solo provocaron protestas de los intere- del estado", sometido exclusivamente a sus ge-
sados sino también por parte de la Audiencia y nerales en Roma o España.
el Consejo de Indias. Por otra parte, la enemistad El resultado de la controversia fue el viaje
entre los oidores de la Audiencia llegó a tal casi clandestino del obispo a Cartagena en 1562
punto que muy pronto Maldonado recusó a Gra- para embarcarse a España que ya hemos men-
jeda y a López; Arteaga a Maldonado; el obispo ciondo. Al año siguiente se produjeron algunos
Juan de Barrios a Maldonado; los dominicos a cambios en la organización eclesiástica. Santa
Grajeda. Cuando los demás oidores ordenaron Marta fue separada del obispado de Santa Fe,
suspender los salarios a Maldonado, éste sus- convirtiéndose en abadía, mientras que Santa
pendió los de Grajeda y Arteaga. Los oficiales Fe se elevó al arzobispado, siendo nombrado
reales fueron puestos en prisión cuando se nega- para tal dignidad Juan de Barrios, primer arzo-
94

bispo, con mando sobre Cuenca, Quito y Popa- rial del Reino. Fue descubierto el camino que
yán, al sur, y Santa Marta, Cartagena y Panamá conducía de Santa Fe a Cali por vía de Cartago
al norte. Riohacha siguió por lo pronto integrada cuando la belicosa tribu de los pijaos cerró el
al obispado de Santo Domingo hasta que poste- antiguo por Neiva y Timaná a Popayán. Esta
riormente Santa Marta se erige una vez más en presión demográfica, aunque no en términos ab-
obispado que incluye Riohacha y Ocaña. solutos sino en relación con la situación, se cons-
Investido de la nueva dignidad, Juan de tata en los informes rendidos al Consejo de In-
Barrios proseguía la lucha por afianzar su auto- dias. No era pues el carácter "aventurero" que
ridad con mayores bríos. A los frailes señalaba se atribuye a los llamados "conquistadores". En
como "escoria y heces que trajo el mar muerto la realidad se trataba en su mayor parte de colo-
a estas partes", y fueron continuas sus virulentas nos en búsqueda de medios de subsistencia y
quejas contra los oidores de la Real Audiencia. de definitivo asentamiento. Pero la tierra era
Si desplegaba su ira contra los dominicos por ocupada por los indígenas y para hacerse a ella
su mundano vivir y por la suntuosidad de la había que desplazarlos mediante empleo de la
iglesia que estaban construyendo, no faltaban violencia o aprovecharse de ellos, según el caso.
tampoco críticas contra su propia Orden. Las En 1556 el capitán Asencio de Salinas or-
quejas que continuamente llegaban contra Ba- ganizó una expedición contra los belicosos pan-
rrios al Consejo de Indias, acusándolo de mal- ches, que ya había tratado inútilmente pacificar
trato de los religiosos, de excomuniones inme- Hernán Vanegas, acusados de haber dado
recidas, de derechos excesivos que cobraba, de muerte a más de doscientos españoles. Tan
maltrato de los miembros del propio cabildo cruenta fue la guerra que les hizo Salinas, que
eclesiástico, no amedrentaban nuestro arzobis- el nombre de la tribu desaparece en la historia.
po. Ni la avanzada edad ni la proximidad de la En sus tierras fundó el conquistador la ciudad
muerte (febrero de 1569), lograron apaciguar a de Tocaima. Luego atravesó el Magdalena y
ese luchador por los fueros de la Iglesia. dirigiéndose al norte, fundó la ciudad de Victo-
Mientras tanto afluían graves quejas contra ria.
Montaño por parte de la Audiencia, del cabildo, El capitán Juan Rodríguez Alvarez fundó
de los oficiales reales y de los más prestantes la ciudad de Mérida en la actual Venezuela y
miembros de la sociedad santafereña. Aún antes el capitán Maldonado exploró otras comarcas.
de comenzar el oidor Grajeda el juicio de resi- En la gobernación de Popayán fue repoblado
dencia que le fue encargado, Montaño fue de- San Sebastián de la Plata, destruido por Oyón,
nunciado de haber querido sublevarse contra la y Giraldo Gil Estupiñán fundó Buga, con el
Corona y huir con la riqueza que había acumu- nombre de Nueva Ciudad de Jerez. El capitán
lado, al Amazonas, al "Dorado". Ante tal acu- Alonso de Fuenmayor doblegó la rebelión de
sación fue preso por la Audiencia (febrero de sus indios e impuso un nuevo nombre a la ciu-
1558) y juntamente con el expediente (256 car- dad: Guadalajara. En la misma gobernación de
gos) enviado bajo escolta a España, donde des- Popayán fue fundada Placencia.
pués de un largo proceso fue sentenciado a la Desde Santa Fe, Gonzalo Suárez pacificó
muerte en cadalso; mientras que a sus familiares los indios muzos, fundando en sus tierras de la
y hermanos les fueron quitadas las encomiendas ciudad: Trinidad de los Muzos. El dificultoso
y los oficios que ejercían. camino que llevaba desde Santa Fe por Vélez
La prohibición de inmigrar al convulsio- al desembarcadero en el Magdalena, incitó a la
nado Perú desvió las olas inmigratorias destina- búsqueda de un camino más cómodo al río. La
das a aquel país del Nuevo Reino. La huida de consecuencia fue el descubrimiento del puerto
los antiguos pizarristas para evitar represalias y de Honda que ya hemos mencionado, y un ca-
de los que fueron leales a la Corona desilusiona- mino directo desde allí a Santa Fe. En la costa
dos por la falta de la esperada compensación, atlántica aparecen fuera de Tolú, una nueva fun-
produjeron en el Nuevo Reino una presión de- dación: Villa María, y al oriente, en camino a
mográfica, una "superpoblación" que exigía Maracaibo, la villa de San Cristóbal.
drásticas soluciones. En 1557 declaraba el oidor Debido a esa presión demográfica renace
Tomás López: "Las Indias están más llenas y el señuelo del "Dorado". Solicita su conquista
cargadas de gentes de lo que convendría". Esta Pedro Rodríguez Salamanca. Enumera en su
"superpoblación" favoreció la expansión territo- petición las expediciones anteriores que han
La conquista del territorio y el poblamiento 95

casado de Diego de Ordaz, Hernán Pérez de barcado en tierra firme. Se dudaba si tomaría
Quesada, Antonio Sedeño, Gerónimo Dortal, la vía de Mérida para luego atacar a Cartagena,
Pedro de Limpias y de los alemanes de Venezue- o si se dirigiría a Santa Fe para dirigirse el Perú
la, Ambrosio de Alfínger y Felipe Von Hutten y aprovechar el desasosiego allí reinante. Tanto
(Utre), que todos buscaban sin encontrar las en Cartagena como en Santa Fe se preparó un
puertas del "Dorado". Al morir Salamanca lo ejército para ir a su encuentro. Como se sabe,
solicitó Juan Montalvo y luego el licenciado el levantamiento de esos "marañones", fue des-
Gonzalo Jiménez de Quesada. El clamor por hecho ya en Venezuela.
nuevas conquistas fue general. Pero tanto la Au-
Aparece la primera petición de construir
diencia como también el Consejo de Indias re-
un molino de viento para el trigo que ya se
chazaron tales peticiones. De acuerdo con la
cosechaba en alguna cantidad. Los vecinos de
política colonizadora española se trataba de fre-
Tocaima y Pamplona pedían la erección de una
nar esos ímpetus conquistadores antes de afian-
casa de fundición para no tener que enviar el
zar la colonización de las "bolsas" que quedaban
mineral a Cali donde esta ya existía. Aparece
al margen de la desenfrenada y anárquica con-
también la petición de fundar una casa de mo-
quista. Pero al fin, la presión demográfica, la
neda en Popayán y acuñar moneda de vellón o
insistencia de las autoridades coloniales para
plata, facilitando el intercambio comercial. Se
permitir nuevas conquistas, bien contra las tri-
pedía insistentemente que el oro que corría
bus de la Cordillera Central o de las tierras del
como medio circulante en el Nuevo Reino, fuera
oriente, el "Dorado", dieron resultado. Por Real
de una ley más baja que lo era en España -la
Cédula del 15 de junio de 1559, la Corona volvió
devaluación-, con el fin de contrarrestar su
a permitir las conquistas, dando para ello largas
exportación, dejando al Nuevo Reino sin nume-
y detalladas instrucciones sobre el buen trato de
rario suficiente para sus transacciones comercia-
los indios, fundaciones de pueblos, envío de
les en el interior, que ya adquirieron alguna
religiosos, etc. Los "conquistadores" habían ga-
importancia.
nado.
En todas estas acciones pacificadoras o co- En ese proceso de consolidación de la eco-
lonizadoras sirven los indios como cargadores, nomía colonial no faltaron quejas sobre el aca-
guías y tropas de choque. Son los sacrificados paramiento de las encomiendas por los familia-
para hacer posible la conquista y con sus manos res y amigos de los oidores, mientras que en
de obra, la colonización . Su organización terrí- algunas partes del Reino la población terrígena
gena, política y social se deshace cuando los ha disminuido tanto que los dueños de tierras
caciques pierden poco a poco su preeminencia. pedían la reunión de varias encomiendas en ma-
Su vida familiar se destruye cuando las exigen- nos de un solo encomendero; tendencia que en
cias de un orden socioeconómico impuesto, el transcurso del tiempo se realiza y la enco-
conduce a la separación de sexos: el hombre a mienda desaparece o su importancia disminuye
las minas, la ganadería, transporte de carga y como factor del progreso económico de la clase
acompañamiento de las tropas conquistadoras; pudiente de los inmigrados, quedando más bien
las mujeres y niños a la agricultura y al servicio como signo de distinción social y de la pertenen-
de las casas de los encomenderos y sus allega- cia a esa clase privilegiada de la sociedad.
dos, lo cual favorece el mestizaje, bien con el La Corona trata de favorecer la minería
blanco o esclavo negro, según el caso. El trabajo con la rebaja del quinto real al décimo y el
de la población masculina en las minas alejadas desarrollo de las ciudades con el reparto como
de los pueblos impide la procreación; los tributos "propios" de los bienes de difuntos no reclama-
impuestos en oro, favorecen el desarrollo de la dos por los herederos. Los dos novenos de los
minería; los impuestos en mantas de algodón y diezmos eclesiásticos que pertenecen a la Coro-
el trabajo excesivo en el campo favorecen la na, sirven para dotar los pueblos con iglesias.
industria y agricultura. Las leyes protectoras si- Donde el clima y el terreno lo permiten, se
guen letra muerta y su cantidad disminuye sen- establecen ingenios de azúcar y se invaden sin
siblemente al avanzar la colonización. contemplación las tierras de los indios aprove-
A fines de 1561 se tuvo noticias del levan- chándose además, de su mano de obra. La indus-
tamiento de Lope de Aguirre y de su arribo a tria azucarera pronto ocupa un puesto importante
la isla Margarita. Luego se supo haber desem- en la economía de la costa atlántica.
96 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

En esa época de relativo auge de la econo- la demanda de esclavos negros crece a medida
mía colonial las leyes protectoras de la pobla- que mengua la población indígena.
ción indígena quedaron letra muerta, si bien la A fines de 1561 y a principios de 1562
expansión no se titula ya "conquista", palabra llegaron nuevos oidores: Diego de Villafañe en
declarada tabú por la legislación, sino "descubri- remplazo de Juan de Maldonado; licenciado An-
miento", "ocupación" o "pacificación". En la gulo de Castejón, para remplazar a Tomás Ló-
gobernación de Popayán lucha en pro del indio pez; y Juan López de Cepeda, nombrado algo
el obispo Juan del Valle. Acompaña al oidor más tarde, en sustitución de Alonso de Grajeda.
Tomás López en una extensa visita a la región, La renovación del equipo trae una serie de
tasando los tributos y dejando reglas para la reales cédulas que tratan de antiguos problemas:
protección de los indígenas; reglas de franco la necesidad de congregar a los indios en pue-
carácter lascasiano, que no logra imponer. Viaja blos, con el fin de facilitar la obra de los religio-
a Santa Fe y luego a España para lograr la pro- sos; la obligación de los encomenderos de cons-
tección de la población indígena; pero ni en la truir iglesias en pueblos indios, dotándolas de
Audiencia de Santa Fe ni en el Consejo de Indias religiosos; el derecho de éstos de predicar en
en España encuentra buena acogida. Viaja a cualquier pueblo indígena, bien fuera encomen-
Roma para pedir el auxilio del Papa; pero en dado o de la Corona; la obligación de tasar los
1561 muere en Francia. tributos; la prohibición de aprovecharse de los
indios de la Corona y de emplear cepos para el
Pese a los ocasionales ataques de los piratas castigo. Así mismo se ordenó que los oidores
a Cartagena bajo gobierno entonces de Juan de se abstuviesen de intervenir en asuntos que co-
Busto, y los casi constantes a Santa Marta, en- rrespondían a los alcaldes, y que no se enviasen
tonces bajo el gobierno de Luis de Manjarrés, visitadores, salvo en casos graves. Que se tratase
puerto que además, sufre la hostilidad de los de poner los principales pueblos indígenas bajo
indómitos indios y los ataques de navios france- la Corona.
ses, por estar entonces Francia en guerra con
España, las peticiones sobre el establecimiento Mientras Melchor de Arteaga visitaba la
de fortalezas se dilatan por la penuria del erario costa, Diego de Villafañe tomó la residencia al
público. Tan insegura parecía a los colonizado- oidor Juan de Maldonado, haciéndole casi dos-
res la situación política del Nuevo Reino, que cientos cargos. La documentación de esta resi-
también el cabildo de Santa Fe pedía licencia dencia nunca llegó al Consejo pues fue ocultada
de construir una fortaleza, alegando peligros en por el mismo reo, según las acusaciones. Villa-
que se encuentra la ciudad; petición francamente fañe destinado para tomar residencia en Popayán
denegada. Pero pese a los ataques de corsarios a su gobernador Pedro de Agreda, escribía al
y la más grave en 1559, el auge económico de Rey acerca de las expediciones descubridoras,
Cartagena prosigue su marcha, acompañado de que ninguna se hace "que no sea en daño y
la explotación de la ya seriamente menguada disminución de estos naturales, sino con el celo
población indígena. A tal punto que el obispo de enriquecerse, que no de su conversión". Hizo
Juan de Simancas, después de serias desavenien- una retasa de los tributos que hicieran Tomás
cias con la vecindad y autoridades locales por López y el obispo Juan del Valle; retasa que no
sus derechos y salarios, viendo inútiles sus es- fue aceptada por los encomenderos. Fue acusado
fuerzos de lograr la protección de la población de haber tasado "sumariamente" a los indios de
indígena y ante las trabas que se le ponían renun- Santa Fe, Tocaima, Ibagué, Mariquita, La Vic-
cia, en un acto público, su obispado. toria, la Villa de San Miguel, en perjuicio de
los encomenderos. Este oidor, resolvió luego
La falta de indios tanto de las regiones regresar desilusionado a España, lo que impidió
costeras como en el interior del país induce a su prematura muerte.
los colonos solicitar el permiso de importar ne- El licenciado Angulo de Castejón visito
gros africanos. Muy pronto Cartagena se con- Pamplona. Informaba al Rey que sin el trabajo
vierte en el principal puerto de su distribución. indígena era imposible la explotación de sus
Se traen negros mediante capitulaciones de la minas. Por falta de una casa de fundición, corría
Corona con casas europeas especializadas en el el oro en polvo con fraude de los derechos reales.
tráfico negrero, bien fueran españoles, portu- Durante su viaje de regreso a Santa Fe, visito
gueses o de otras nacionalidades. Ciertamente, las encomiendas de Chiscas, Chita y el Cocuy
La conquista del territorio y el poblamiento
97

y tasó los tributos que los indios debían pagar; Venero tomó residencia a Melchor Pérez
tasas que fueron rechazadas por los encomende- de Arteaga, oidor con inclinaciones indigenis-
ros, insistiendo en la retasa. tas. Lo envió con su proceso a España pese a
Por fin, después de urgentes solicitudes haber sido nombrado oidor para la Audiencia
para que se envíe un presidente para la Audien- de Quito; acción que luego fue desaprobada por
cia, llegó la noticia de que se nombró para tal el Consejo de Indias. Al oidor Juan López de
oficio, al doctor Andrés Díaz Venero de Leyva. Cepeda lo envió como visitador al norte, para
Su nombramiento se produjo a principios de inspeccionar Pamplona, Riohacha, Santa Marta
1563, es decir, trece años después de la muerte y Cartagena y luego la provincia de Tunja; al
del primer presidente, el licenciado Mercado. licenciado Angulo de Castejón, a Tunja y a los
pueblos cercanos a Santa Fe en sustitución del
Gobierno de Venero de Leyva oidor Diego de Villafañe cuando murió. Pronto
llegó desde España un nuevo oidor, Diego de
L a zozobra que reinaba en el Nuevo Reino Narváez, quien conservó su puesto hasta 1574,
y los bandos que se habían formado en pro fecha en que fue nombrado oidor de la Audiencia
o en contra de cualquier medida gubernamental, de Lima.
se refleja en el hecho de que al presidente Venero Bien debido a la presión por parte de los
de Leyva no sólo se le dieran amplias facultades encomenderos o bien por la importancia adqui-
de que gozaba como presidente de la Audiencia, rida por la ciudad de Tunja, que con su ganadería
sino también un explícito permiso de gobernar y agricultura permitió la conservación de buena
sin necesidad de la aprobación de los oidores y parte de su población terrígena, Venero propuso
la licencia de venir acompañado de un destaca- que la Audiencia sesionara seis meses en aquella
mento de esclavos negros armados; prueba esto ciudad y seis en Santa Fe; petición que recibió
último de la tensa situación que reinaba en Santa una buena acogida por parte de la Audiencia
Fe. El presidente arribó a Cartagena en agosto pero que no prosperó en la Corte.
de 1563 y en enero del año siguiente ya estaba
en Santa Fe. Venero pudo constatar una notable merma
Sus informes al Consejo de Indias patenti- de la población indígena, por lo cual apoyaba
zan lo poco que logró España mediante leyes y el clamor de la vecindad para que se le permitiera
provisiones. Venero se enfrentó a rencillas entre la introducción de esclavos negros, los cuales,
los oidores con los principales vecinos. Constató declaraba, empleados en la minería, resguarda-
el general incumplimiento de las leyes: las enco- rían la población indígena rural de su total ani-
miendas en manos de unos pocos, irregularida- quilamiento. Sin embargo, cuando se descubrie-
des en el cobro de los tributos y los antiguos ron nuevas minas de plata en Chita, Zipaquirá
conquistadores sin medios de subsistencia, con- (?) y otras nuevas en San Sebastián de la Plata,
traviniendo las leyes que ordenaban que en el no vaciló en adherirse a la petición de permitir
reparto de las encomiendas se prefieran los an- el empleo de indios en aquellas minas. Asi-
tiguos conquistadores. Se empleaban indios en oro mismo abogaba por el permiso general de buscar
en las sepulturas, bajo el pretexto de que
las minas, se vendían encomiendas como si fue- quitándolo,
ran mercancías, las cuentas de la Real Caja es- sus antiguasayudaría a que los indios olvidasen
costumbres y se convirtieren a la
taban atrasadas y las condenas no cobradas. religión católica.
En la lista de los encomenderos que Venero
ordenó confeccionar al licenciado Gonzalo Ji- Venero de Leyva admitía que la boga en
ménez de Quesada, aparecen sólo pocos de los el Magdalena redujo los doce mil indios que
antiguos conquistadores o sus herederos que tu- habitaban sus orillas, a mil doscientos indivi-
vieron "bien de comer". La mayoría era consti- duos. Pero consideraba que sin ellos cesaría el
tuida con gente nueva, que no participó en la tráfico sobre aquella vital vía fluvial, lo que
conquista. Eran los "capitalistas" o allegados a impediría el progreso del Nuevo Reino. Admitía
tal cual oidor o funcionario público. El poderío que se vendían los indios encomendados como
social de la clase pudiente desafiaba las órdenes si fueran mercancías, pero confesaba no atre-
reales, situación que se ha afirmado a tal punto, verse a intervenir para no chocar con la poderosa
que el propio presidente admitía no atreverse a clase de encomenderos. No en vano pedían los
intervenir. vecinos al Consejo de Indias para que se amplia-
98 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

sen las facultades de ese presidente tan condes- censo pormenorizado de la población. Fue du-
cendiente a sus intereses. rante su gobierno cuando fueron descubiertas
Al fiscal García de Valverde, incómodo las famosas minas de esmeraldas en la cercanía
por sus continuas denuncias acerca de los des- de la Trinidad de los Muzos, fundada en 1559
manes de los españoles, le mandó Venero a por Luis Lanchero.
visitar Cali y Popayán y tomar residencia al Debido a ese gobierno condescendiente de
gobernador, Juan de Busto de Villegas. Cuando Venero de Leyva, no se produjeron en su época
poco después Valverde renunció la protecturía graves convulsiones sociales. Los problemas se
de indios y fue nombrado oidor de la Audiencia tornaron personales: reyertas entre los oidores
de Quito, su indigenismo se esfumó. En la visita o entre los encomenderos por los límites territo-
que hiciera en 1570 a las minas de Almaguer riales de sus encomiendas o por el "señorío" de
ya como oidor, impuso a los indios el servicio los indios que las ocupaban.
obligatorio y otras graves imposiciones, "te- La alarma sobre un nuevo levantamiento
niendo respeto a la conservación y sustento de en Pasto se reveló como la de unos aventureros
esta ciudad de Almaguer, vecinos y encomende- sin implicaciones políticas. Otro suceso se pro-
ros de ella". dujo en Tunja cuando, después del asesinato de
Durante el gobierno de Venero de Leyva Diego Fernández de Serpa por los indios de la
seguían expidiéndose inútilmente leyes protec- Nueva Andalucía (oriente venezolano) una
toras a favor de los indios. Hacia 1565 se ordenó buena parte de la soldadesca se dirigió a Tunja
quitar a la Audiencia de Santa Fe la jurisdicción siendo un elemento inquieto y perjudicial. Des-
en asuntos indígenas, pasándola a los jueces pués de la oportuna intervención de Venero y
ordinarios. Se mandó que las actas de pleitos el castigo de algunos, el resto de ese ejército se
sobre las encomiendas se ventilasen ante el Con- dispersó, unos hacia Venezuela y otros al Perú.
sejo de Indias, exclusivamente. Se retiró a los Más agitado era el ambiente en las esferas
oidores la facultad de nombrar escribanos e in- eclesiásticas. Se produjeron serios roces y franca
miscuirse en asuntos concernientes a la Caja enemistad entre el clero regular y el secular e
Real. A los vecinos se les limitó el tamaño y incluso entre los miembros de las mismas órde-
efectividad de las armas que era permitido lle- nes que se disputaban la doctrina de los pueblos
var. Pero salvo las leyes que cercenaban la ju- indígenas. Pues todos querían situarse en pue-
risdicción de los oidores, otras no se cumplían. blos "ricos", dejando sin doctrina a los demás.
La "superpoblación" del Nuevo Reino con Una Real Cédula de 1565 dirigida a los provin-
conquistadores ociosos se manifestaba en simple ciales de todas las órdenes insistía en que "dejen
bandolerismo en el campo, que afectó la libre los bienes temporales", que no aceptasen man-
circulación. Los "desesperados" sin tierras, en- das testamentarias, que no cobrasen sus servi-
comiendas y oficios atentaban contra la seguri- cios a los indígenas, etc. Pero era "letra muerta"
dad social. El presidente aconsejaba darles una para los frailes que consideraban poco menos
batida general. Otros preferían que se ampliase que su feudo las tierras de América.
el permiso para nuevas conquistas. Se multipli- Lo sucedido a fray Francisco de Olea, en-
caron las peticiones en este sentido, bien para viado desde España como visitador de la orden
el descubrimiento del "Dorado" hacia el oriente franciscana, ilustra el ambiente que reinaba en-
o de las tierras situadas "entre dos ríos", el tre los frailes. Fray Francisco llegó a la diócesis
Cauca y el Magdalena. Pero aunque Venero no y escribe: "Castigué y reformé, poniendo a Dios
consideraba oportunas esas conquistas que se delante mis ojos". Los frailes, proseguía, "sa-
saldrían, como informaba al Consejo, con la bían mejor el camino de las minas que el de las
muerte y destrucción de la población indígena, buenas conciencias". Intentó expulsar a algunos
y que más conveniente fuera la prisión de los para España. Pero se rebelaron los frailes, lo
forajidos y su condenación a galeras o su expul- depusieron violentamente y nombraron a otro
sión a España, no se opuso a la presión de la en su lugar. Era fray Juan de Belmes quien a
soldadesca. Otorgaba generosamente encomien- su vez se quejaba al Consejo de Indias de Ve-
das a los capitanes que con grupos de soldados nero de Leyva y de las autoridades civiles, acu-
recorrían el país, a quienes encomendaba indios sándolos de impedir la obra de la conversión,
a veces sin contarlos sino simplemente con el de obstruir la labor de los frailes negando es
número redondo de bohíos sin proceder a un vino y aceite para celebrar, de no brindarles
La conquista del territorio y el poblamiento 99

apoyo en la construcción de sus monasterios, señaló el comienzo del definitivo declive moral
en la apertura de los caminos rurales y favore- y económico de nuestro licenciado. Encargado
ciendo arbitrariamente a unos y perjudicando a luego de la pacificación de los indios de Gualí,
otros. fundó la ciudad minera de Santa Agueda y murió
La noticia de haber sido nombrado (1571) atacado de la lepra en Mariquita, el 16 de febrero
fray Luis Zapata para el arzobispado de Santa de 1579.
Fe, indujo a los oidores de la Audiencia a diri- En abril de 1573 recibió Venero la noticia
girle una larga carta en que pedían que antes de que desde España le llegaba un sustituto. Iba
de su partida definiera en el Consejo de Indias a ser remplazado ya en el año anterior por el
sus prerrogativas como arzobispo, el alcance de licenciado Gedeón de Hinojosa del Consejo de
su jurisdicción en asuntos civiles y eclesiásticos, Indias, quien declinó el nombramiento. El sus-
para dominar "la libertad y soltura de los frai- tituto fue el antiguo oidor, licenciado Francisco
les", pedían se definiera a quién correspondía Briceño, quien llegó a Santa Fe en marzo de
la elección de los doctrineros para los pueblos, 1574. Fue encargado de tomar residencia a Ve-
a quién incumbía el derecho de visitarlos. ¿Te- nero y a sus dos compañeros, los oidores Juan
nía el arzobispo derecho de expulsar a frailes López de Cepeda y Angulo de Castejón. Había
díscolos? ¿Cuáles artículos eran libres del pago llegado también un nuevo oidor, el licenciado
del diezmo? etc. Por su parte, el cabildo ecle- Francisco de Auncibay y Bohorquez, rector del
siástico de Santa Fe instaba a fray Luis Zapata colegio de la Universidad de Sevilla.
lograse del Consejo de Indias una disposición El presidente saliente, convencido de haber
para que los provinciales de las órdenes religio- gobernado rectamente el Nuevo Reino y de ha-
sas delegasen al arzobispo el derecho de nom- ber, como declaraba en su carta al Consejo de
brar doctrineros para los pueblos indígenas, Indias, otorgado 300 encomiendas y haber favo-
como sucedía, declaraban, en el Perú. Y cierta- recido la fundación de 5 pueblos mediante sus
mente, pese a la ocupación de las tierras ameri- enviados, esperaba su juicio de residencia bené-
canas que ya duraba más de ochenta años, Es- volo. En su carta al Rey aconsejaba tres cosas
paña continuaba frente a sus colonias una polí- basadas en su experiencia: que las licencias de
tica casuista, improvisada, mediante leyes y pro- la conquista y población se diesen con parsimo-
visiones sueltas, causales, variables y no pocas nia por sus graves consecuencias para la pobla-
veces contradictorias, sin ofrecer un cuerpo le- ción indígena; que al tomar cuentas a los oficia-
gislativo definitivo que abarcase todos los pro- les reales, se les embargase preventivamente
blemas que exigía la obra colonizadora. sus bienes, para que respondan en las residen-
También Venero de Leyva escribió al arzo- cias; que se impidiera que los frailes, cuyos
bispo sobre "los escándalos, atrevimientos y en- gastos de transporte y sostenimiento sufragaba
tredichos" que ocasionaban los religiosos, es- la Corona, vivan con "escándalo y libertad"
candalizando la vecindad. Informaba que los vuelven luego a España "con mucho dinero de
eclesiásticos crían caballos y tienen granjerias ciento en ciento, sin hacer fruto ninguno sino
"y todos los aprovechamientos que pueden". criando caballos y perros de caza, teniendo gran-
Asimismo, se quejaba de su negligencia en erigir jerias y aprovechamiento que no es decente de-
conventos y observar la clausura. Se compren- cirse".
den los ataques a que fue expuesto Venero por Pero se había equivocado. El nuevo presi-
parte de las órdenes religiosas durante su gobier- dente, Francisco Briceño, tomó residencia a los
no. dos antiguos oidores, sin encontrar culpas gra-
Le tocó a Venero presenciar el regreso a ves. López de Cepeda fue nombrado alcalde de
Santa Fe, en marzo de 1573, del licenciado Gon- crimen en el virreynato del Perú. Angulo de
zalo Jiménez de Quesada, después de su fraca- Castejón murió en Cali antes de embarcarse a
sada expedición al "Dorado". Solicitada por el su nuevo destino. No así le sucedió a Venero
licenciado durante varios años e inútilmente la de Leyva. Más de un año duró su juicio de
capitulación de tal jornada, la logró en 1569. residencia, aunque para ello fueron designados
De ella regresaba desbaratado con cincuenta so- sólo 50 días. En febrero de 1575 estaba todavía
brevivientes de los 300 que lo habían acompa- en Santa Fe quejándose amargamente de la re-
ñado y con 30 indios de los 1.500 que había sidencia en que el fiscal, Alonso de la Torre,
llevado entre indios y mestizos. Este fracaso tomaba testigos "delincuentes y revoltosos",
100 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

siendo "ignorante e incapaz". Enumeraba las goza y Los Remedios contaban en conjunto cua-
calumnias y los testigos falsos que deponían en renta indios encomendados.
el juicio, se quejaba de que la residencia ya le La privilegiada topografía y el clima bené-
había costado $ 8.000 pesos, por lo cual estaba volo de gran parte del territorio a más de la
arruinado. Esperaba del Rey justicia, "porque facilidad de la introducción de negros por los
de otra manera no hay quién pueda servir a puertos del Atlántico, produjo un gobierno me-
Vuestra Alteza en estas partes". nos problemático. Su capital, Santa Fe de Antio-
Poco después bajó a Cartagena para embar- quia, alejada de la capital "oficial" que era Santa
carse con su proceso a España. Un documento Fe de Bogotá, favoreció un aislamiento que alejó
de 1579 en el que pide a la Corona alguna asig- la provincia de la bulliciosa historia de las demás
nación demuestra su ruina y desesperación. partes del Nuevo Reino.
La diversificación de la economía del
Nuevo Reino, minera y agrícola, tuvo como El ocaso de Santa Marta
consecuencia la separación político-administra-
tiva de la parte central del Nuevo Reino, rica
en minas, de la gobernación de Popayán, de la
cual aquella formaba parte. Ya en 1562 la pidie-
D espués de los sucesos originados por Jeró-
nimo Lebrón en su viaje a Santa Fe y su
querella contra los hermanos Jiménez, Santa
ron los pueblos mineros de Santa Fe de Antio- Marta dejó de ser un hito importante en la his-
quia, Caramanta, Anserma y Cartago. Tal sepa- toria del Nuevo Reino. Su vecindad trató sin
ración fue concedida unos años más tarde, éxito a desviar el interés del gobierno, que se
siendo su primer gobernador, Andrés de Valdi- dirigía a la vecina Cartagena. Varios años quedó
via. Tuvo, como hemos señalado, desavenien- sin un gobernador señalado, hasta que en 1560
cias con el gobernador de Cartagena, Francisco fue nombrado para el dicho oficio Juan de Man-
Bahamonde de Lugo, por cuestión de límites jarrez. Este no logró detener la decadencia de
de ambas gobernaciones en la costa atlántica. la gobernación. Fundó nuevamente La Ramada
Y lo mismo sucedió con el gobernador de Popa- y un pueblo, Pacarabuey, entre los indómitos
yán, Gerónimo de Silva, opuesto a la separa- chimila, abandonado poco después por la hosti-
ción. Valdivia encontró seria resistencia de la lidad de los indios. Muerto Manjarrez en 1563,
población indígena de su gobernación y tuvo le sucedió el capitán Martín de las Alas, un
que retirarse a Santa Fe de Antioquia desde militar a quien se encareció la defensa de la
donde pedía auxilio de la Audiencia. Murió gobernación no sólo de los indios, sino de los
luego en manos de los indios. piratas ingleses y franceses que tenían en zozo-
Pero bajo el largo gobierno de Gaspar de bra la gobernación. Sin lograr su propósito, fue
Rodas (1578-1597), la gobernación de Antio- nombrado gobernador de Cartagena, dejando
quia no sólo conservó su puesto de ser principal provisionalmente el gobierno de manos de un
centro minero, sino también de las exploracio- teniente Diego de Santillán.
nes del Chocó y de las tierras que se extendían No tuvo mejor suerte el gobernador si-
al norte hacia las costas del Atlántico. Los ríos guiente, Luis de Rojas, quien llegó desde Es-
Atrato, el Cauca y en cierto grado el Magdalena, paña en 1572. Apoyado a veces por el gobierno
fueron sus vías naturales del acceso al mar. de Cartagena y otras veces abandonado a su
La gobernación de Antioquia alejada del suerte, no logró pacificar los indígenas de su
bullicioso Perú y del anárquico gobierno central gobernación. Varias veces trató de establecer
en Santa Fe, llevó una vida más sosegada que una fortaleza en Bonda, que desbarataban los
el resto del Nuevo Reino. Sus indios organiza- indios. A veces fue socorrido por las flotas ar-
dos políticamente en "behetrías" sin un fuerte madas que se dirigían a Cartagena pero la deca-
poder central de los cacicazgos y a veces enemi- dencia de la gobernación no le permitía pagar
gos entre sí, disputándose los lugares de caza los soldados cuando allí los dejaba la flota.
y pesca, fueron pronto exterminados hasta tal La situación económica de Santa Marta fue
punto que, según informe de un eclesiástico fe- tan precaria que los principales vecinos se ausen-
chado en 1598, la población indígena había taban, instalándose en Cartagena de lo cual Ro-
prácticamente desaparecido y las minas de oro jas se quejaba sin éxito al Consejo de Indias.
se beneficiaban casi exclusivamente con escla- Inútilmente pedía el gobernador que la "rica"
vos negros. Antioquia, Arma, Cáceres, Zara- Riohacha con su pesquería de perlas, depen-
La conquista del territorio y el poblamiento 101

diente de la Audiencia de Santo Domingo, fuese solteros, con el propósito de detener la decaden-
agregada a su gobernación. Denunciaba a los cia de la gobernación. No pudo desembarcar en
vecinos de comerciar con los "piratas", adqui- Santa Marta pues el puerto no ofrecía suficientes
riendo de ellos artículos sin pagar los derechos. mantenimientos para los nuevos inmigrantes.
Ni la instancia del cabildo sobre la antigüedad Se dirigió a la Nueva Salamanca de la Ramada,
de la ciudad y su lealtad al Rey conmovían la situada más al oriente, que ofrecía mejores po-
Corona. Para combatir la indiferencia de España sibilidades de sustento, con su ganado y maíz.
hacia Santa Marta que ya había jugado su rol Orozco tomó residencia a Luis de Rojas,
en la historia colonial, señalaba el peligro que cuya documentación envió junto con el reo a
para él Nuevo Reino sería la ocupación de la España. Una parte de su hueste la envió a La
ciudad porteña por los enemigos. Inútilmente Ramada y otra al Valledupar donde existían pe-
pedía el envío de plomo, pólvora, mechas, ar- queños núcleos de pocos vecinos, porque, como
cabuces, lombardas y el permiso de alistar gen- se quejaban, Miguel de Castellanos encargado
tes en Cartagena y Santa Fe para la defensa de de la pesca de perlas en Riohacha, extraía indios
la ciudad. De la fortaleza que aspiraba a cons- de las tierras que ocupaban. Compró ganado
truir, existe un plano en el Archivo General de para el sustento de la población y despachó des-
Indias. tacamentos al mando de los capitanes al interior
Cuando a fines de 1573 el electo presidente de su gobernación. Mandó abandonar la forta-
de la Audiencia de Santa Fe, licenciado Fran- leza en Bonda cuyos pocos soldados se mante-
cisco Briceño, visitó Santa Marta, tampoco se nían mediante asaltos a los indios de la región.
logró un apoyo, ni fondos para pagar seis solda- Sus esfuerzos de fundar pueblos entre los chimi-
dos que defendían la fortaleza. Todo k) contra- las, Gente Blanca, Tairona y Valle de San Se-
rio, el gobernador Rojas tuvo que viajar a Santa bastián, fallaron "por lo que Nuestro Señor sabe,
Fe para defenderse de las acusaciones de los no se han podido sustentar"; aunque el obispo
pocos vecinos que todavía moraban en la gober- de Cartagena, fray Dionisio de Sanchis, sí indica
nación y quienes, como de costumbre, le hacían la verdadera razón de no poder sustentarse el
responsable de todas sus dificultades. Incluso ejército cuando informaba al Consejo que algu-
lograron el envío contra él de un juez de residen- nos destacamentos enviados por Orozco, "con
cia, Juan Díaz de Martos, y pedían su relevo. escándalo robaron cincuenta casas de indios y
Como ya era costumbre, el mencionado juez los llevaron todos para que les lleven cargas a
elevó contra Rojas graves cargos y condenas, la guerra". Asimismo, intentó fundar un pueblo
de los cuales el gobernador se quejaba amarga- en Cabo de la Vela, éste, según informes, a
mente. Un alivio pasajero produjo un navio en- pedimento de los indios que se agraviaban de
callado en la playa cuya carga, de acuerdo con tener que acudir a las labranzas alejadas hasta
el uso de la época, pertenecía a la vecindad del treinta leguas de sus moradas. Ante la abundan-
puerto. Pero los aprovechados fueron los comer- cia de "palenques" que formaron los esclavos
ciantes de la vecina Cartagena, que acudieron negros huidos, y siguiendo las órdenes reales
para comprar las mercancías. desde España, trató de convenir con el goberna-
La situación económica de Santa Marta fue dor de Caracas para organizar una batida general
tan precaria que ya desde 1574 el sueldo del contra esos "cimarrones", establecidos en las
gobernador fue situado en la caja de la "rica" faldas de la Sierra Nevada, tanto por la parte
Riohacha, cuyo sustento ofrecía la pesca de las de Riohacha como por la de Valledupar. Asimis-
perlas. mo, inútilmente trató de fundar un pueblo entre
En agosto de 1576, Luis de Rojas fue des- los chimilas y otro, en Maicuirá, en Bahía Hon-
tituido por el nuevo gobernador, Lope de Oroz- da, que todos desaparecían en corto tiempo.
co. Y así, declaraba Rojas "... se acabará esta Orozco logró cierta paz, aunque inconstan-
peregrinación... en que he padecido muchos tra- te, en su gobernación. En febrero de 1579, visitó
bajos con los naturales de la tierra y con los Tamalameque, donde procedió a una minuciosa
enemigos franceses e ingleses por el mar". información sobre aquella provincia, de acuerdo
En septiembre de aquel año llegó desde con la orden del presidente del Consejo de In-
España Lope de Orozco. Trajo consigo un nu- dias, Juan de Obando, cuando mandó reunir
meroso grupo de españoles, 200 hombres entre tales informaciones en todas las posesiones es-
casados, con sus mujeres, niños y los demás pañolas en América.
102 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

Después de Lope de Orozco, la goberna- el repoblamiento tanto de Santa Marta como de


ción de Santa Marta quedó acéfala por casi Riohacha se les otorgaron otras franquicias: un
quince años y la antigua ciudad perdió su im- transporte gratuito desde España de cien fami-
portancia. En 1582 sucedió un general levan- lias, cifra luego aumentada a 150; libertad de
tamiento de los indios. Destruyeron los hatos almojarifazgo por 20 años de todo lo que intro-
de ganado, mataron indios y esclavos negros y dujeran de efectos de uso personal, los dos no-
también algunos españoles. Asimismo, atacaron venos por diez años y un préstamo de 10.000
Riohacha abandonada por los cristianos, que pesos para los inmigrantes.
pidieron socorro a Santa Marta y ésta a Cartage- En octubre del mismo año, Santa Marta y
na. La reacción fue la acostumbrada: un desta- Riohacha sufren nuevamente un ataque de los
camento de soldados apoyado por los cartagene- indios de la región. Se informa al Consejo que
ros, desbarató a los indios, matando, quemando, ambas ciudades están "alteradas con guerras con
sus casas, destruyendo los jagüeyes y haciendo los naturales", que están casi despobladas y cesó
estragos en sus pueblos. El gobernador de Car- la pesquería de las perlas. Un nuevo gobernador,
tagena, Pedro Fernández de Busto aprovechó el licenciado Manzo de Contreras, tuvo un éxito
ese suceso para pedir que Riohacha se integrase pasajero contra los indios, y los dominicos pidie-
a la gobernación de Santa Marta, lo que se efec- ron apoyo financiero de la Corona para erigir
tuó unos años más tarde. nuevamente su convento que había sido des-
Se concluyó una frágil paz y se volvieron truido por los piratas. A Manzo de Contreras
a levantar los ranchos de los españoles, y, como siguió en 1599 como gobernador Juan Giral,
siempre, se elaboraron peticiones al Consejo de con la orden de tomar residencia al gobernador
Indias solicitando armas y apoyo. Pero la gober- pasado. La gobernación de Santa Marta no logró
nación seguía en declive. Al obispo Juan Mén- recuperar la posición clave que jugó en las pri-
dez, nombrado en 1574, le siguió fray Sebastián meras décadas de la conquista.
de Ocando nombrado en 1578, quien ya no mo-
raba en Santa Marta sino en Riohacha, dedicado El puerto de Cartagena
a la pesca de perlas con indios y esclavos. El
fraude de los derechos reales y el comercio con
los piratas era ya tan arraigado, que un informe
al Consejo de 1588 señala que en la región co-
L a que siguió progresando fue Cartagena,
alejada de los bulliciosos sucesos que suce-
dían en el interior del Nuevo Reino. A la muerte
rrían, sin pagar los derechos reales, perlas como de Pedro de Heredia, la gobernación quedó acé-
moneda, cuyo valor se elevaba a más de 20.000 fala por unos años hasta la llegada del nuevo
pesos oro. gobernador, Juan de Bustos de Villegas (1557),
En 1591 el capitán Pedro de Cárcamo fun- preocupado ante todo por fortalecer las defensas
dó, en nombre del gobernador de Santa Marta, del puerto, el cual por su situación geográfica
la ciudad de Nueva Sevilla, de poca duración. privilegiada y como vía cómoda de penetración
En mayo de 1595 el Consejo de Indias al interior del país, adquirió un sobresaliente
sometió al Rey una petición de Riohacha. El puesto en el Caribe.
puerto fue nuevamente destruido por los piratas Hacia aquella época comenzaron las flotas
que se llevaron no sólo perlas sino también los regulares entre España y los puertos de Carta-
esclavos negros ocupados en la pesquería. Se gena y de Veracruz en México. Se establecieron
concedió a los habitantes varias mercedes: liber- dos flotas anuales protegidas por buques de gue-
tad por diez años del pago del quinto real y del rra para la defensa de los continuos ataques de
almojarifazgo sobre las perlas, se prometió la piratas y corsarios franceses e ingleses. Las islas
reconstrucción, por cuenta de la Corona de la Canarias servían de depósito para el abasteci-
Iglesia y un préstamo de mil pesos. Luego se miento de las flotas y almacén de las mercancías
rebajaron a los vecinos los derechos de impor- de exportación. Cartagena se convirtió en una
tación al dos y medio por ciento y se les concedió escala obligatoria para la flota que debía serví
la libertad de derechos sobre los artículos de el Nuevo Reino y los territorios adyacentes, aun-
consumo. Asimismo, se rebajó al veinteavo el que los navíos proseguían hasta el Nombre
impuesto sobre oro de minas (en vez del quinto) Dios, para recoger allí el oro que llegaba a Pa-
y una prórroga de las condenaciones en que namá desde el Perú y de los demás puertos del
habían incurrido en el pasado. Para favorecer Pacífico. Por supuesto, tales flotas que, teórica-
La conquista del territorio y el poblamiento 103

mente, deberían llegar dos veces al año, care- poderes, y quien, buen conocedor de los proble-
cían de regularidad, bien por las intermitentes mas del Caribe recorrido por piratas, bucaneros,
guerras de España con Francia e Inglaterra y franceses e ingleses, gozaba de plena confianza
también por la irregularidad de la llegada del en la Corte. La falta de una eficaz protección
oro tanto del Perú como del interior del Nuevo del puerto mediante una fortaleza, la necesidad
Reino de Granada para enviarlo a España. de resguardarlo con una armada que recorriera
En 1554 Juan de Bustos fue nombrado go- constantemente la costa, evitar los fraudes de
bernador de Panamá, siendo encargado, interi- los derechos que cometían los importadores, el
namente, el licenciado Antonio de Salazar, floreciente contrabando y las incursiones de pi-
mientras llegaba un nuevo gobernador, Antonio ratas, quienes no sólo atacaban Santa Marta y
de Avalos (Dávalos). La vecindad orgullosa de Riohacha sino también el Tolú, fueron los prin-
ser el puerto principal de la entrada al Nuevo cipales temas de sus cartas al Consejo de Indias.
Reino, pidió al Consejo de Indias la ampliación Asimismo, se preocupaba por la constante
de los poderes jurisdiccionales del gobernador, merma de la población indígena. Con sus "orde-
dejándole plena autonomía para la concesión de nanzas" trató de protegerla de la explotación a
encomiendas, sin la intervención de la Audien- que estaba sujeta por los encomenderos que vi-
cia de Santa Fe. vían en las ciudades, mientras que sus adminis-
En otra petición solicitaba estar sujeta a la tradores, los "calpixques", gobernaban las enco-
gobernación de Panamá, por quedar más cerca miendas como sus feudos, con contratos que les
y de fácil acceso; peticiones rechazadas por la otorgaban a veces 50% de la producción de la
Corona. Ya que el puerto controlaba la entrada hacienda. Las pocas encomiendas que eran de
al Reino, Cartagena quiso extender su comercio la Corona, las había encontrado Bahamonde tan
hasta el Perú, sin necesidad de pasar por Pana- explotadas por los oficiales reales, que ningún
má. A tal ambición se deben dos capitulaciones provecho aportaban a la Corona, por lo cual
con la Corona: la de Jorge Quitanilla en 1564 aconsejaba su arriendo en pública subasta.
y la posterior de Juan de Villorio y Avila en También él consideraba la boga del Magda-
1574. Ambas proyectaban como vías los cauces lena mortífera para los indios y solicitaba para
de los ríos Atrato que desembocaba en el Atlán- ello la importación de esclavos negros. Su incli-
tico y de San Juan, que vertía sus aguas en el nación indigenista le atrajo una franca enemistad
Pacífico. Sus nacimientos se acercaban tanto de los vecinos que no tardaron en quejarse al
que durante toda la época colonial existía un Consejo de Indias.
"arrastradero", por el cual las canoas se arrastra- En su informe fechado en 1573 el visitador
ban de un río al otro, hecho que probablemente enviado por la Real Audiencia, licenciado Juan
conocían ambos capitulantes. Pero pese a muy López de Cepeda, informaba sobre el constante
generosas capitulaciones, estas nunca fueron progreso de Cartagena. Cepeda había ido a Pam-
realizadas. plona, donde la vecindad, por falta de una casa
Gozando del amplio "hinterland" y de una de fundición, empleaba como moneda oro
posición clave en el norte del continente, Carta- en polvo, sin pagar los derechos reales; oro que
gena siguió progresando. Desde 1567, el go- luego salía del país para pagar las mercancías
bierno militar del capitán Martín de las Alas se que se adquirían de contrabando de los buques
preocupó por dotar el puerto de artillería y de extranjeros que llegaban al puerto. El empleo
una flota armada para ahuyentar los continuos de los indios en las minas era general, lo que
asaltos de los piratas a las costas de la goberna- el visitador denunció a España. Visitó también
ción. la gobernación de Santa Marta, cuyas tierras ya
Durante su gobierno, el teniente Juan de estaban en parte ocupadas por la agricultura y
Junco trató de imponer en Mompox las minucio- la ganadería, pero denunciaba también aquí la
sas ordenanzas expedidas por la Real Audiencia explotación de los indios "aculturados".
en 1568 con el fin de proteger los indios de su A su llegada a Cartagena encontró cons-
aniquilamiento, ya que las antiguas de 1562 no truido un nuevo muelle y el agua potable corría
se cumplían (como tampoco se cumplió la última). por una asequia desde Turbaco. La élite de la
Le sucedió en la gobernación (1571) Fran- ciudad la constituían trece encomenderos que
cisco Bahamonde de Lugo, oidor que fue de se turnaban en la administración municipal. El
Puerto Rico, a quien se le dieron los más amplios resto de la población la constituían viajeros.
104 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

comerciantes, empleados e inmigrantes, y no recorrerlas desde la desembocadura del Darién


pocos portugueses. A indicación del visitador hasta Nicaragua.
se ordenó posteriormente que los portugueses El cuadro que en sus cartas pintaba de la
abandonasen el puerto, salvo los casados y los ciudad de Cartagena no era nada halagador. Era
de más de diez años de vecindad. Asimismo, una plaza, declaraba, "donde vienen a parar to-
ordenó el Consejo que no se impidiera estable- dos los excesos y pecados de Castilla". Sus po-
cerse en Cartagena a españoles provenientes de bladores son "amancebados, fuleros, usureros
Santa Fe y de Santa Marta, debido a la oposición logreros". "Los frailes son escandalosos, sueltos
a ello de los ya establecidos en Cartagena. y libres y deshonestos".
En vista de que existía ya una apreciable No parece que Bahamonde se hizo ame-
cantidad de esclavos negros, Cepeda aconsejaba drentar por las denuncias a la Corte que contra
monopolizar su importación, sin dejarla en ma- él elevaban continuamente los vecinos y los re-
nos de los comerciantes, que artificiosamente ligiosos. A mediados de 1574 el cabildo ecle-
subían los precios. Asimismo, ante la merma siástico lo denunció al Consejo "por los trabajos
de la población indígena, aconsejaba traer indios y persecuciones que esta iglesia y ministros de
caribes desde la Dominica y Guadalupe. Entre ella han padecido y padecen, después de la lle-
Bahamonde de Lugo y el gobernador de Antio- gada del gobernador". Lo acusaban de irrespeto,
quia, Andrés Valdivia, se produjeron serios ro- de que interceptaba los informes que se enviaban
ces, pues el último trataba de incorporar Urabá a la Audiencia, que se quejaba de ellos al arzo-
en su gobernación. En octubre de 1573 viajó bispo de Santa Fe, fray Luis Zapata, a sabiendas
Bahamonde a Santa Fe para lograr un arreglo que era su enemigo porque se habían negado
con ese vecino. La Audiencia confirmó la perte- pagarle la "cuarta general" acumulada y vacante
nencia a la gobernación de Cartagena de las por ausencia del obispo Simancas. Protestaban
tierras que se extendían hasta las márgenes de- contra la orden dada por Bahamonde de Lugo,
rechas del Darién. de poner preso al tesorero de la iglesia, el bachi-
Como generalmente sucedía en los casos ller Juan Fernández. Sostenían que ningún escri-
en que la autoridad no se doblegaba a los inte- bano se atrevía recibir testimonios adversos al
reses de la clase pudiente de la sociedad, la gobernador, quien además influía y amenazaba
vecindad de Cartagena se dividió en dos bandos. a los testigos.
Informes contradictorios llegaban al Consejo en En junio de 1575 llegó a Cartagena como
su mayoría hostiles al gobernador, incluyendo obispo fray Dionisio de Santis O. P., quien logró
los enviados por parte de los eclesiásticos. Pues apaciguar los ánimos de los eclesiásticos. Pero
Bahamonde de Lugo, ya fuera por sus experien- ese obispo se reveló como un franco seguidor
cias en Puertorrico, donde la población indígena de las ideas lascasianas. Reprochaba al arzo-
había sido exterminada, o porque quiso conser- bispo Zapata quien "se dio mucha prisa" de
varla en su gobernación, no se doblegaba -aun- ordenar religiosos ineptos e inconstantes quienes
que sólo con tímidas ordenanzas protectoras- a no moraban en su destino, abandonando Carta-
los intereses de la alta clase de los españoles gena a la primera oportunidad. Denunciaba la
que formaban un poderoso grupo de presión, ni "insaciable codicia de los encomenderos... sir-
a los de los eclesiásticos quienes, en ausencia viéndose de ellos -los indios- de balde". Criti-
de Simancas, obispo y protector de indios, no caba a los administradores de las encomiendas
tenían quién frenase sus ambiciones. por su crueldad, sin permitir que los indios,
Durante su gobierno Bahamonde de Lugo hombres libres, trabajasen en las haciendas de
tomó residencia a los anteriores gobernadores su agrado. Se lamentaba que de los 25.000 in-
de Santa Marta, Martín de las Alas y Pedro dios que hubo a tiempo de la fundación de Car-
Fernández de Busto y Villegas. Tomó cuentas tagena, sólo quedaban 2.500 y se indignaba que,
de la Caja Real encontrándola desarreglada y pese a los graves delitos que continuamente co-
sin oficial, porque había muerto. Encontró que metían los encomenderos, estaban para las Pas-
los marineros de las flotas traían y vendían mer- cuas, "confesados y comulgados". Abogaba por
cancías sin pagar los derechos de almojarifazgo, una tasa de tributos en maíz o mantas y no en
ni los oficiales guardaban las tarifas impuestas a trabajo. Y como si fuera otro Las Casas, elevaba
la importación. Pedía una vigilancia más eficaz una duda: si en América, donada por el papa
de las costas y galeras armadas que pudieran Alejandro VI a España para la conversión de los
La conquista del territorio y el poblamiento 105

indios a la religión cristiana, no se les proporcio- en la visita que hiciera pudo observar que a la
naba sacerdotes para su conversión ¿es válida doctrina asistían sólo mujeres y niños, pues los
tal donación? El obispo es autor de un extenso hombres trabajaban en el campo o en la boga
catecismo que envió al presidente del Consejo del río, lejos de cualquier doctrina. A pesar de
de Indias, Juan de Obando. ser fraile, abogaba porque en tas doctrinas se
No tardó en llegar desde España una carta emplease al clero secular y no regular, por las
de reconvención a ese obispo demasiado indige- malas costumbres de los frailes que pudo observar.
nista. La contesta el 15 de noviembre de 1575 Este obispo muere en octubre de 1586 y
a Juan de Obando, relatando hechos concretos tres años más tarde, cuando en Cartagena ya
que confirman la inhumana explotación de la gobernaba Pedro de Ludeña, llegaba al puerto
población indígena y pidiendo "una regla y or- un nuevo obispo, fray Antonio de Hervías, an-
den por donde la honra de Dios se ampare y los teriormente obispo de Verapaz en México. Y
pecados sean castigados". Esta, declaraba, una vez más llueven quejas contra los vecinos.
"guardará sin poner pie fuera de ella". Es cierto, escribía el obispo, que los diezmos
En cartas posteriores no sólo prosigue en que se pagaban en la floreciente ciudad cubrían
sus denuncias sino se preocupa también por los gastos eclesiásticos, pero ni se construye la
asuntos generales. Pide que se funde en Carta- iglesia ni se ofrece a los indios la doctrina. El
gena una casa de moneda, por lo defectuosa que obispo describe el deplorable estado del puerto,
era la que de plata estaba en circulación, prove- de los navios sin remos, el ejército sin municio-
niente indudablemente, de los navios que llega- nes, soldados que huyen porque no se les pagan
ban al puerto. Informaba que la costa estaba sus sueldos. Indica que en el próximo ataque a
siendo atacada de continuo por piratas y navios la ciudad, los enemigos la destruirán de una
franceses, por lo cual aconsejaba el descargo manera definitiva.
en Cartagena de todos los buques llegados desde Muy lúgubre se presenta la situación de
España, sin llevar las mercancías hasta Nombre los indios en la visita que hiciera en mayo de
de Dios, puerto con un clima húmedo, insalubre, 1591. El obispo se quejaba de los crecidos tri-
que exigía anualmente muchas víctimas entre butos que impuso el presidente, doctor Gonzá-
negros, indios y blancos. Pedía para el tráfico lez, cuando visitó la ciudad, imponiéndolos tan
costero no galeones que no pudiendo fondear excesivos que acabarán sin remedio con el resto
cerca de la costa, exigían un descargo en un de la población indígena; máxime porque los
mar abierto, sino galeras que pudiera arrimar a encomenderos vivían entre ellos y no respetaban
las playas, con lo cual se evitarían pérdidas y las críticas de los eclesiásticos. Fue este obispo
peligros del mar y se ahorrarían vidas en la boga quién pidió la fundación de un seminario en
con los indios. Asimismo consideraba injusto Cartagena, "porque hay mozos que podían em-
que en la construcción de la catedral, que estaba plearse en el ejercicio de las tierras y virtud".
en proceso, aportasen los indios la tercera parte El último obispo del siglo XVI fue el augustino
como prescribían las leyes, por su extensa po- fray Juan de Ladrada, ya integrado a lo que se
breza. llamó la "modorra" colonial y quien ocupó la
Este obispo muere a fines de 1577 cuando silla hasta 1613.
ya gobernaba Cartagena Pedro Fernández de En octubre de 1575 había llegado como
Busto. En junio de 1579 llegaba un nuevo obis- gobernador, Pedro Fernández de Busto, después
po, fray Juan de Montalvo. Y una vez más tiene de haber residenciado a Pedro de Agreda, gober-
que sufrir la vecindad de Cartagena graves de- nador de Popayán. La residencia de que fue
nuncias al Consejo, de ese "hombre belicoso encargado contra Bahamonde de Lugo, gober-
que se preció más soldado que no de obispo". nador anterior, se vio frustrada, porque éste mu-
Este obispo denuncia que en Cartagena "ni se rió en el mismo año.
teme a Dios ni a las cédulas de Vuestra Majes- Bajo el gobierno de Busto, Cartagena y su
tad, ni Vuestra Majestad es obedecida, ni la puerto progresaron notablemente. Fray Pedro
iglesia ni sus ministros son respetados". Denun- Mártir, de paso por la ciudad en 1580, conside-
cia "corrupción y vicios" de los españoles. No raba que el puerto de Cartagena y no el de Pa-
se respeta al Patronato Real, ni los encomende- namá debería ser el punto final de las flotas
ros, admiten religiosos que él señalaba para las anuales, debido a su privilegiada situación. Asi-
doctrinas sino que ellos lo eligen. Informa que mismo abogaba ante el Consejo de Indias que
106 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

fuera este puerto el mercado central de la impor- Santa Fe o de Panamá. Ciertamente, a comer-
tación de esclavos negros, traídos del Cabo ciantes e importadores poco les interesaba la
Verde donde, según el fraile, los precios eran ganadería y agricultura. Pedían se les conce-
más ventajosos que en otras partes de África. diera por 4 años un préstamo de los dineros
En 1585 el gobernador escribía que "esta retenidos en Cartagena; por la continua irregu-
república va en grandísimo crecimiento". Sólo laridad de las flotas debido a los corsarios. El
se quejaba de la irregularidad de la llegada de Consejo insinúa un préstamo de 20.000 duca-
las flotas desde España, pues afectaba el mer- dos, dando fiadores.
cado y ocasionaba grandes fluctuaciones en los En julio de 1596, pasó por Cartagena el
precios. En esta ocasión la flota llevaba doctor Francisco de Sande quien viajaba a Santa
2.600.000 pesos oro para la Caja Real y cerca Fe, para ocupar la silla del presidente de la
de tres millones que enviaban los particulares. Audiencia. Había sido anteriormente presidente
Por el mes de marzo de 1586, Cartagena de Guatemala. En su carta al Consejo de Indias
fue víctima de un ataque del famoso pirata, informaba sobre la fortaleza que se estaba cons-
Francisco Drake, quien destruyó una buena truyendo y la notoria falta de armamentos. Co-
parte de la ciudad, cobrando además, una cre- municaba que la ruta de los corsarios eran las
cida suma como rescate. Fue también el último islas de Barlovento, Santa Marta, Honduras y
acontecimiento durante el gobierno de Busto, Yucatán, y "que si en una parte no hallan qué
pues ya en febrero del mismo año fue nombrado robar, en otra hallan". Consideraba que los puer-
desde Madrid un nuevo gobernador, Pedro de tos de Santa Marta y Riohacha debieran ser do-
Ludeña, quien al recibir noticias del infausto tados de fortalezas. En octubre de 1598, la ciu-
suceso, solicitó gente, armamento, artillería, dad seguía pidiendo armas, artillería, municio-
pólvora y municiones. A su llegada ya habían nes, etc. Al margen de la petición hay una que
abandonado Cartagena unas 40 familias y el dice: "Véase en el Consejo por dónde se podrá
puerto estaba en peligro de despoblarse. Pidió pagar esto allá y avíseseme de ello". Ciertamen-
al Rey una masiva introducción de negros y te, en España seguía la crónica escasez de fondos.
comenzó las necesarias reparaciones de la semi- Por aquella época se produjo un notable
destruida población. Ciertamente, ya en 1587 avance en la navegación del Magdalena, cuando
la Corona contrató la importación de esclavos en 1597 el capitán Martín Camacho subió el río
africanos desde Guinea, Cabo Verde y Angola hasta Honda con un barco a vela, tripulado por
con una compañía particular. negros y blancos, ya que los indígenas de la
En octubre de 1592 fue nombrado Pedro orilla habían prácticamente desaparecido. Poco
de Acuña para el cargo de gobernador de Carta- después recorrían fragatas el río. A veces baja-
gena. De las actas de la visita a Cartagena hecha ban indios de las montañas para atacar a los
en julio de 1594 por Luis Tello de Erazo, oidor navegantes. Fray Alberto Pedrero avisaba al Rey
de la Audiencia de Santa Fe, sabemos que, apro- de ese peligro, acrecentado por la cantidad de
vechándose de aquel insuceso, muchos esclavos negros que se empleaban cada vez más y que
habían sido importados a Cartagena fraudulen- eran más "animosos" que los indios. Proponía
tamente, sin licencia o con licencias de esclavos que el tráfico se haga con fragatas por el río del
ya difuntos, y sin pagar los derechos de impor- Oro o Lebrija y luego por tierra a Pamplona,
tación. Para remediar tal situación, el visitador Vélez, Villa de Leyva y Tunja.
propuso que todos los dueños de esclavos paga-
sen diez pesos por cada uno, marcando de nuevo El ocaso de la conquista
a todos, independientemente si estuvieren ya
marcados o no. Se concedió además, un plazo
para el pago de los derechos de importación de
los que no tuvieran la marca.
P oco sociego le esperaba al anciano presi-
dente, Francisco Briceño, cuando a fines
de 1573 llegó a Santa Fe. Los dos oidores, Diego
En noviembre de 1595 el Consejo de Indias de Narváez y Bahamonde de Lugo, debido a su
presentó al Rey nuevas peticiones de los vecinos juventud e inexperiencia y a la enemistad por
del puerto, quienes seguían persistiendo en su asuntos personales no colaboraban. Briceño en-
pobreza. Pedían en préstamo las 2/3 partes de contró pendientes las actas de apelación que
penas de cámara. Insistían sobre la falta de ga- elevó el cabildo de Cartagena contra las conde-
nado vacuno, teniendo que importarlo desde nas impuestas por el oidor Diego de Narváez a
La conquista del territorio y el poblamiento 107

la vecindad, cuando visitó la ciudad porteña. tribus belicosas. En los territorios marginales al
Estaban también apeladas al Consejo de Indias oriente —selvas y llanos— estaba languideciendo
todas las residencias pasadas: la que tomó el San Juan de los Llanos, fundada por Juan de
licenciado Angulo a los vecinos de Popayán y Vallaneda. Al occidente estaba fundada la ciu-
a los de Tunja; las que tomó el licenciado Cepeda dad de Toro, como puerta de entrada al Chocó.
en Cartagena y otra en la provincia de Tunja. En la parte central del país quedaban algunas
En estado de apelación se encontraban las actas "bolsas" en el interior, la principal de las cuales
de la visita que hiciera el licenciado Villafañe estaba en manos de los pijaos, cuyo territorio
a Santa Fe y su provincia y otra a la Tierra sólo se logró "limpiar" en el siglo XVII.
Caliente (sector del río Magdalena). Las actas Los problemas sociopolíticos de mayor
de estas residencias ocupaban ya 4.147 folios envergadura seguían siendo los conflictos den-
cuando Briceño resolvió enviarlas a España pi- tro de la clase pudiente de la sociedad laica y
diendo que, "aunque en ellas hay algunas culpas eclesiástica. Ciertamente, los oidores que se tur-
contra los encomenderos", se tratase benigna- naban llegaban, unos más y otros menos, en
mente a los reos. compañía de familiares y allegados que busca-
Varios problemas se le presentaron a Brice- ban y obtenían ventajosos puestos en la adminis-
ño: la afluencia de los indios a las ciudades en tración colonial o encomiendas de indios; lo
busca de subsistencia era ya tan crecida que cual produjo intrigas y enemistades no sólo entre
tanto en Santa Fe como en Tunja y en Vélez, aquellos, sino también con los antiguos conquis-
se trató de concentrarlos en barrios aparte. El tadores o herederos y los recién llegados. Por
problema de los límites jurisdiccionales entre otra parte, en las esferas eclesiásticas proseguía
los poderes civil y eclesiástico, seguía sin solu- la antigua brega entre el clero secular y el regular
ción. La Audiencia se opuso a que obispos y que en las Nuevas Leyes del Patronato de 1574
arzobispos ejercieran poderes inquisitoriales y no han logrado zanjar.
que se impusieran diezmos a los artículos que La llegada en 1573 del arzobispo fray Luis
antes no lo pagaban, como eran las mantas y la Zapata no pudo contribuir a la paz social. Anti-
leña. Consideraba perjudicial el nombramiento guo militar convertido en fraile y luego en arzo-
de "oficiales —manuales- y advenedizos" para bispo, comenzó desde su llegada a fustigar los
curas, acusaba a los frailes de estorbar la inspec- oidores, los vecinos e incluso los indios los cua-
ción de su bienes y protestaba contra el continuo les encontró en un estado primitivo, poco acul-
envío de sus procuradores a la Corte de España. turados. En sus cartas al Consejo de Indias no
A fines de 1575 murió el anciano presidente ocultaba Zapata su desilusión. Denunciaban el
y la Audiencia quedó acéfala por más de tres "poco fruto que han hecho —los españoles- en
años, pues sólo a mediados de 1579 llegó desde la viña del Señor". Los indios proseguían sus
España para ocupar la presidencia, el licenciado ritos y ceremonias, los frailes eran hombres in-
Lope Díez de Armendáriz, anteriormente presi- capaces y algunos incluso delincuentes, huidos
dente de la Audiencia de Charcas. Nuevos oido- de la justicia. Vivían en chozas que llamaban
res llegaron a Santa Fe: el doctor Luis Cortés monasterios, sin ley ni orden. El cabildo ecle-
de Mesa, el licenciado Antonio de Cetina y Juan siástico se quejaba de lo poco que producían
Rodríguez de Mora, anteriormente oidor de Pa- los diezmos, de la poca devoción de los vecinos
namá. denunciaba la continua intromisión de la Au-
En ese último cuarto del siglo XVI reinaba diencia en asuntos que competían a la Iglesia.
ya cierta paz social. La población indígena es- Zapata alababa la tierra como "un rincón
taba ya diezmada y muchos indios huidos a los de los buenos que Su Majestad tiene en las In-
lugares protegidos por accidentes geográficos. dias". Le entusiasmaba la fertilidad del suelo,
El centro del país, desde las vertientes occiden- la abundancia de los frutos, el bajo precio del
tales de la Cordillera Oriental hasta las orientales ganado y la prodigalidad de las minas de esme-
de la Occidental -los valles del Cauca y del raldas y del oro. "La tierra -exclamaba- está
Magdalena- estaba ocupado por los cristianos quieta y la gente de él -los indios- tal, que con
y los dos accesos marítimos, por Cartagena en poco apremio se puede sujetar". Pero con todo
el Atlántico y Buenaventura en el Pacífico, es- se sintió engañado. En otro largo memorial di-
taban firmemente en sus manos, habiéndose ya rigido al Consejo, uno de los muchos que luego
"pacificado" los carrares, los pantágoras y otras enviaría continuamente a España, exponía mu-
108 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

chas irregularidades: publicación de las bulas cuando se pagaban en especies, fuesen llevados
papales sin el visto bueno del Consejo de Indias; por los encomenderos y no por los indios a la
utilización ilegal de los diezmos que cobraban iglesia. Incluso pedía que se prohibiese la fun-
los oficiales reales, ineptitud de muchos doctri- dación de capellanías en las iglesias de los con-
neros, atropello de los derechos de asilo que ventos. El arzobispo aspiraba al ejercicio de la
gozaba la Iglesia, etc. Se quejaba de la falta de dignidad de patriarca en los casos que según las
apoyo por parte de las autoridades civiles a la leyes, deberían enviarse a Roma. Enumeraba
justicia eclesiástica. los pueblos indios que ya entonces pertenecían
Tuvo su primer desengaño cuando a estas a la Corona (Fontibón, Guasca, Cajicá, Pasca
peticiones, tal como luego sucedería con la ma- Chía y Zaque, Fusagasugá, Choachí y Suche)
yoría de las futuras, el Consejo dictaminaba: y sugería que los indios de Fontibón proveyeran
"Que está proveído lo que conviene", "Que está a las iglesias de Santa Fe de leña y hierba.
bien ordenado", "No hay que responder", etc. Pese al mutismo que encontraban sus car-
No convencido que sus peticiones eran ex- tas, sus peticiones, sus quejas y sugerencias,
temporáneas cuando en España se elaboraban nuestro buen fraile no se dejó desanimar. En
las Nuevas Leyes del Patronato de 1574 que cada ocasión enviaba nuevas peticiones al Con-
reglamentaban las relaciones entre el Estado y sejo repitiendo lo pedido y añadiendo nuevas
la Iglesia y restringían notablemente la autoridad exigencias. Tachaba de improcedentes varias
del poder eclesiástico en favor del civil, nuestro disposiciones del Patronato de 1574 y seguía
fraile seguía enviando largas cartas quejándose arremetiendo contra los frailes por ignorantes,
de la Audiencia, de los oficiales reales y de la díscolos e inobedientes y que amasaban riquezas
vecindad. "En ninguna parte-exclamaba—están para luego regresar a España. Es debido a estas
en menos tenidos los religiosos, ni menos reve- quejas que fue expedida la orden Real que sin
renciados". La doctrina y obra de conversión licencia especial, ni frailes ni clérigos pudiesen
"están ahora como eí primer día que entraron viajar a España.
aquí los españoles". Informaba sobre las orde- Sucedió por entonces que los frailes fran-
nanzas que compuso para remediar la situación ciscanos depusieron violentamente a fray Este-
y que quedaban en el papel sin que la Audiencia ban de Asencio de su prelacia, la cual ejercía
las tomara en cuenta. En lo único en que concor- a nombre de fray Pedro Aguado que estaba en
daban el arzobispo y la Audiencia era pedir la España, y eligieron en su lugar a otro prelado.
perpetuidad de las encomiendas como medio Y lo mismo hicieron los dominicos con su en-
más eficaz para la conversión y conservación
de la población indígena. viado a España, fray Antonio de la Peña. Zapata
comunicaba al Rey ese suceso como demostra-
No desaprovechó el arzobispo el viaje de ción del carácter insubordinado de los frailes a
los dos provinciales, fray Pedro Aguado, fran- cualquier autoridad. Exponía tal incidente en
ciscano, y fray Antonio de la Peña, agustino, favor de su exigencia de que sólo con su permiso
quienes iban a España, para quejarse de las Nue- se construyeran iglesias y que sólo en su presen-
vas Leyes del Patronato. Con ellos enviaba una cia se abriesen testamentos para impedir que no
larga petición al Consejo, ya que, como decla- se ejecutasen las mandas en favor de la Iglesia
raba "no merezco respuesta de Vuestra Majes- y no se hiciesen efectivas las limosnas señaladas
tad". por el difunto. Rechazaba la acusación de haber
En esa extensa petición presentada por los pedido abusivamente "composiciones" de los
frailes en el Consejo de Indias, repetía Zapata vecinos por las faltas cometidas, "porque cada
las antiguas quejas. Solicitaba además, fondos vez que sale un oidor a visitar la tierra, sentencia
para la catedral que se estaba construyendo, una a los vecinos por lo que han llevado a los indios
orden para que se devolviera a los obispos y fuera de la tasa, o cargado, o sementeras dema-
arzobispos la protecturía de los indios, que tu- siadas, o falta de doctrina y de lo a ésto seme-
vieran derecho de visitar los conventos y vigilar jante y la condenación aplicada para sus salarios
la vida de los frailes y que a los últimos se o gastos".
prohiba nombrar "jueces conservadores", pues En una de estas peticiones solicitaba al ar-
impedían cualquier reforma. Exigía que los en- zobispo la erección de un colegio para enseñar
comenderos pagasen diezmos de los frutos que "gramática y artes y otras ciencias, porque ya
cosechaban -sus indios encomendados y que hay copia de naturales, hijos de españoles". Y
La conquista del territorio y el poblamiento 109

ciertamente, de los informes posteriores se des- considerando a tales mestizos "ser monos, por-
prende que en 1582 funcionaba un colegio semi- que ellos no saben rastro de cristiandad, ni tienen
nario con 50 estudiantes y 40 colegiales, finan- virtud alguna". Al referirse a la fundación de
ciado con las rentas eclesiásticas, y que un ca- nuevas poblaciones, el arzobispo insistía en que
tedrático enseñaba gramática y retórica. Asi- debía estar presente para defender los fueros de
mismo consta que Zapata introdujo la enseñanza la Iglesia.
de la lengua chibcha para los doctrineros, según Por lo demás, Zapata no dejaba de insistir
lo ordenaban las leyes; intento fracasado porque sobre el permiso de volver a España, "porque
los frailes no acudieron a las clases. En el caso ni tengo fuerzas para sufrir estos encuentros ni
del colegio encontramos una nota marginal que con qué poderme sustentar en esta tierra, ni con
rezaba: "La Audiencia informa de qué podría qué pagar las deudas que debo". Informaba que
sustentarse"; pero al margen de las demás peti- al principio, cuando fue destinado al obispado
ciones se lee invariablemte: "No hay que respon- de Cartagena, pidió prestados mil pesos y que
der", "no ha lugar", "que la Audiencia informe". no pudiéndolos pagar, sus bienes y la parte de
El mencionado colegio tuvo una corta vida. los diezmos que le correspondía le fueron em-
Fue cerrado en 1586 cuando el estudiantado lo bargados. Pero distintos informes llegaban al
abandonó quejándose del profesorado y de la Consejo. Se enumeraban las pingües entradas
manera como se proporcionaba la enseñanza. que tenía el arzobispo con las "composiciones".
Consta que el colegio estaba endeudado y sólo, Un fraile, Franciso de Miranda, escribía en abril
una vez pagadas las deudas, el maestro Fran- de 1575 que Zapata, llegado endeudado desde
cisco de Porras emprendió diligencias para España en 12.000 pesos, no sólo había cance-
abrirlo de nuevo, con cátedras de gramática, lado tal deuda sino que amasó mayor valor en
latinidad y teología, aprovechando los jesuítas joyas y esmeraldas y que gastaba en el manteni-
que llegaron en aquel entonces. Fue este colegio miento de su casa más de 2.000 pesos anuales.
el origen del actual Colegio de San Bartolomé No faltaron otras quejas contra ese arzobis-
en Bogotá reinstalado en regla en el tiempo del pado militante. Se le acusó que por causas ba-
arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero. Uno de ladíes amenazaba los vecinos con la inquisición;
sus profesores sería luego, a principios del siglo por lo cual el Consejo de Indias ordenó que los
XVII, el célebre cronista, fray Pedro Simón. casos de inquisición no los decida el arzobispo
En las cartas de Zapata no faltaron denun- personalmente sino acompañado de los oidores
cias contra los indios. Se quejaba de que pese y del fiscal. Pero sus controversias con estos
a los cuarenta años de la ocupación española jueces llegaron a tal punto que en una ocasión
los indios estaban "peor que en el tiempo de su fue declarado "extraño de Vuestros Reinos y
barbarismo... Tomaron los vicios de españoles perdimento de bienes". La Audiencia ordenó
y los suyos no han dejado". Generalizando, los incluso su expulsión a Cartagena y desde allá a
denunciaba por "incestos gravísimos de herma- Portugal. Se trataba de un clérigo que forzó una
nos con hermanas, padres con hijas y otros pe- doncella, delito que Zapata consideraba como
cados muy graves". Informaba sobre las "carni- de su incumbencia y no de la justicia civil, por
cerías públicas" entre los indios (se refiere indu- ser clérigo el reo.
dablemente a los pijaos) y abogaba porque tales En este caso Zapata tuvo que ceder pero
se entregasen a los cristianos como esclavos. no desaprovechó la oportunidad de quejarse al
Insistía en las ventajas de las encomiendas per- Rey del desacato de que era víctima, especial-
petuas y no olvidaba de exponer al Rey el acre- mente por parte del oidor Auncibay. Denunció
centamiento de sus rentas en este caso, por las a los españoles que bajo el pretexto de fundar
donaciones que recibiría de los favorecidos. Va- un pueblo y construir una iglesia obligaban a
rias veces, pese a la vigencia de la Real Cédula los indios contribuir dinero. Informó sobre otro
de 1576 que prohibía terminantemente ordenar suceso acaecido en el pueblo indígena de Bogotá
mestizos como curas, insistía sobre su conve- cuando en su visita halló "muchos oratorios y
niencia, pidiendo se logre un dispenso papal tunjos, ídolos y santuarios", lo cual denunció a
para el caso, porque tales sacerdotes conocían la Audiencia. Pero los oidores y el pueblo en
las lenguas del país y no abandonaban las doc- general, al tener tal noticia, se volcaron sobre
trinas, como lo hacían los frailes españoles ape- aquel pueblo y "se dieron tanta prisa y tan des-
nas enriquecidos; lo cual rechazaban los frailes considerablemente para sacar el oro, que mu-
110 Nueva Historia de Colombia

chos indios se ahorcaban, viendo invadir sus por gastos injustificados. Era pues Monzón un
tierras... Los que piden justicia, dan voces por juez severo, de carácter duro, calidad algo nueva
las calles". Imploraba, refiriéndose a la juventud para las complacientes autoridades del Nuevo
de los oidores, que el Rey "quite tanta mocedad Reino de Granada.
y liviandad". Monzón se mostró muy celoso en el eierci
La llegada en 1579 del presidente de la cio de su oficio. Instauró procesos y condenó a
Real Audiencia, Juan López de Armendáriz, no muchos. Muy pronto los dos oidores, Antonio
ha logrado establecer armonía entre la autoridad de Cetina y Luis Cortés de Mesa pararon en la
civil y eclesiástica. La audiencia ordenó a Za- cárcel y el otro oidor, Juan Rodríguez de Mora
pata visitar su diócesis. Este exigió que lo acom- fue suspendido. Fueron encarcelados muchos
pañase un oficial real para que pudiera recoger de los más prestantes vecinos por delitos come-
el oro que los indios ofrecían a sus dioses y a tidos ante todo por el mal tratamiento de los
sus muertos, que calculaba en 600.000 pesos. indios y el fraude de los derechos reales. Le-
Pero la Audiencia rechazó tal petición y negó vantó el destierro en que otros habían sido con-
el envío de un oficial, "porque en cuanto al denados por la Audiencia, y entre ellos el caci-
abrir sepulturas, santuarios, ídolos... no con- que mestizo de Turmequé, Diego de Torres,
viene con color de la conversión escandalizar a quien condenado a la prisión, huía de la justicia,
los indios". Y así, el problema indígena se uti- habiéndose erigido líder de la causa indígena.
liza como pretexto, como arma política en la El arzobispo Zapata se unió al presidente
brega entre grupos sociales opuestos por sus de la Audiencia, Juan Díez de Armendáriz, para
intereses económicos y políticos. Quienes se
aprovecharon del despojo de los indios de Bogo- elevar ante el Consejo de Indias, graves quejas
tá, se convierten en "indigenistas"; y quien en contra el visitador. Y cuando Monzón envió al
aquella ocasión fustigaba a los "robadores", eri- fiscal Alonso de la Torre a España, lo acusó de
giéndose en protector de los indios, invitaba al haberlo hecho para lograr su nombramiento
despojo de sus protegidos. Es un caso entre como presidente de la Audiencia. Informaba al
muchos, que obliga al historiador pasar por el Consejo que el Nuevo Reino "está tan por el
"cedazo de la crítica" la documentación conser- suelo que sólo el nombre le ha quedado". Acusó
vada y escudriñar la realidad de lo que pasaba a Monzón de haber encarcelado injustamente
en aquella controvertida sociedad americana. los principales vecinos, haber vendido una reli-
quia que le fue regalada en España, haber per-
El fracaso del concilio que trató reunir mitido el regreso de todos los desterrados, acudir
nuestro arzobispo fue otro motivo de críticas a mohanes y hechiceros y, especialmente, de
levantadas contra Zapata. El obispo de Popayán tramar con el cacique Diego de Torres y sus
negó su asistencia, considerando que su diócesis indios un levantamiento general. Admitía Za-
pertenecía al arzobispado de Lima. El de Santa pata haber aconsejado la prisión de Monzón,
Marta sostuvo que, según sus títulos, el obis- encontrando oposición en el presidente Armen-
pado no pertenecía al arzobispado de Santa Fe dáriz. Pero luego cuando pese a las amenazas,
sino al de Santo Domingo. Sólo se trasladó a Monzón prosiguió su visita, fue acusado de apo-
Santa Fe y el obispo de Cartagena, Juan Mén- yar abiertamente el alzamiento tramado por To-
dez, quien luego se querelló contra Zapata por rres y fue encarcelado.
los gastos que hiciera en su inútil viaje. Como sucedía en estos casos otros infor-
Fueron las continuas críticas del arzobispo mes al Consejo diferían de lo que denunciaba
y las no menos numerosas acusaciones contra el arzobispo. El provincial, fray Alberto Pedro-
él, las que indujeron al Consejo de Indias a zo, informaba que el envío del juez con tan
enviar al Nuevo Reino un juez visitador con amplios poderes como gozaba Monzón, llenó
amplios poderes. Lo fue el oidor y fiscal de la de temor a lo más granado de la sociedad neo-
Audiencia de Lima, Juan Bautista Monzón, Por granadina. Para ablandar a Monzón se tramo un
vía de Panamá y Cartagena llegó a Santa Fe a casamiento de su hijo con una rica heredera, lo
fines de enero de 1580. cual no tuvo éxito y Monzón prosiguió con su
En 1564, cuando Monzón era fiscal de rigurosa residencia. Luego se trató de atemori-
aquella Audiencia, logró que a la muerte del zarlo, asimismo inútilmente, mandando al capi-
virrey, Conde de Nieva, se embargasen los bie- tán Diego de Ospina reunir un ejército y encan-
nes del difunto por las deudas en que incurrió tonarlo en las goteras de la ciudad. Incluso apa-
La conquista del territorio y el poblamiento 111

reció una Real Cédula falsificada por la cual el nuestro arzobispo. Sus largas cartas al Consejo
Rey revocaba su nombramiento. Ya que nada de Indias comenzaban casi siempre con: "No
se pudo lograr, continuaba el fraile, Monzón quisiera dar más fastidio, etc.", pero que el Tri-
fue puesto preso e incluso se le acusó de ser bunal Divino le ordenaba "No ceses". En otra
judío converso. Luego fue llevado como prisio- carta escribe: "Aunque tenía determinado no
nero a Pamplona. El autor de la carta protestaba cansar más Vuestra Majestad, viendo lo poco
contra tales procedimientos y varios vecinos crédito que a mis cartas se ha dado", lo hace
apoyaron tal protesta. "como pastor" de sus ovejas. En varias cartas
El cacique Diego de Torres, el supuesto se quejaba Zapata de las actuaciones de Prieto
aliado de Monzón, huyó con los suyos de Santa de Orellana quien "ha guiado tan mal estos ne-
Fe. Después de haberse escondido por un tiempo gocios". Atacaba al cacique Diego de Torres y
en las montañas logró llegar a Cartagena. Allí al licenciado Monzón a quien consideraba ser
se embarcó, visitó varias islas antillanas y luego "factor" de aquel. Se dolía que durante el go-
viajó a Madrid donde se presentó en el Consejo bierno del visitador "los nobles y leales fueron
de Indias con una larga y minuciosa acta acusa- perseguidos y encarcelados". Prevenía al rey
toria contra las autoridades coloniales, en la cual que si Prieto de Orellana no cambiare su actitud,
describía la deplorable situación de la población los acusados "han de proseguir en su atrevi-
indígena y el desgobierno que reinaba; un "me- miento con doblada desvergüenza como se ha
morial de agravios" que se ha conservado. Sin visto en el Perú". Por lo demás,le dolía "en el
lograr nada positivo en la Corte, fue luego nom- alma de no ser parte para poner remedio. La
brado caballerizo del Rey y nunca volvió a idolatría ha retornado a retoñar y las pasiones
América. a crecer de nuevo". Ponía a "Dios por testigo
No hemos encontrado las actas del proceso que ni pasión ni aficción no me mueve y no me
contra Monzón, salvo una carta del cabildo de ha movido en ninguna cosa".
Santa Fe, en la cual se le exigió "no tratase de En su carta de 1585 el arzobispo se indig-
quitar el servicio personal, ni boga, ni -trabajo naba que el Rey no ha proseguido contra Mon-
en minas—", pidiendo que no se introduzca "otra zón quien en la visita gastó más de 60.000 pesos
orden que la que presente hay"; documento que de los fondos de la Caja Real. Su indignación
aclara suficientemente el meollo de la controver- es comprensible, pues Monzón en España le
sia. acusó en el Consejo de Indias de ser cabecilla
de la conjura de que fue víctima.
Por supuesto, cuando en 1582 llegó a Es- No se crea que todos los eclesiásticos insis-
paña la noticia del luctuoso acontecimiento, el tían en el privilegio de la Iglesia de inmiscuirse
Consejo condenó la acción y desde España fue en los asuntos políticos, como lo hacía Zapata,
enviado como juez, el licenciado Gaspar de Ca- aunque pertenecieran a la misma orden religio-
rillo, quien murió antes de embarcarse. Y lo sa. El provincial Franciscano fray Pedro de
mismo sucedió con el oidor de la Audiencia de Azuaga, apoyaba las actuaciones de Prieto de
Guatemala, el licenciado Cristóbal de Azueta, Orellana y en su carta al Consejo de Indias
quien murió en el mar camino a Santa Fe. Por (1583) condenaba la actitud del arzobispo en el
fin, para acabar la visita comenzada por Mon- caso de Monzón. El fraile enumeraba las veja-
zón, fue enviado el licenciado Prieto de Orellana ciones que se cometían con la población indí-
y como fiscal, el doctor Guillén Chaparro, con gena; el servicio personal de los indios lo con-
la orden de que luego ocupase la silla de oidor sideraba como "esclavonía que no hay en el
en la Audiencia. mundo semejante". Se revela como un verda-
A la llegada de Prieto a Santa Fe, Monzón dero lascasiano, salvo que difiere del célebre
fue puesto en libertad y viajó a España. Fueron protector de indios en el grado de agresividad.
destituidos todos los miembros de la pasada Au- Por lo demás, insistía en la necesidad de que
diencia y embarcados con sus procesos a Espa- los indios aprendieran la lengua castellana y no
ña, muriendo el presidente Armendáriz en Car- los frailes la suya, por la diversidad de las len-
tagena. guas que se hablaba en Santa Fe, Tunja, Victo-
No tardaron en producirse contra Prieto de ria, Tocaima, La Palma o Muzo "porque si algún
Orellana las acostumbradas acusaciones, entre clérigo sabe una lengua,no sabe otra". Del abuso
las cuales se destacaban una vez más las de que cometían los frailes para con los indios se
112 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

quejaba también el provincial de los agustinos, nez, quien falleció en octubre el mismo año
fray Luis Saavedra. En 1596 se nombró al doctor Bartolomé Lobo
La reacción del arzobispo ante tales críticas Guerrero, inquisidor que había sido en México
fue la de señalar en las doctrinas, pese a ser quien ocupó la silla arzobispal de Santa Fe hasta
franciscano, cada vez más clérigos y no frailes, 1608 cuando fue trasladado al arzobispado de
por lo cual el citado provincial acuasaba a Zapata Lima.
de otorgar las doctrinas "a quien ni sudó, ni A la muerte del presidente Lope Díez de
trabajó sino que con la lozanía y manos lavadas, Armendáriz, la Audiencia quedó acéfala durante
se nos ha entregado por ellas". varios años. En 1588, a la llegada del doctor
Poco a poco, ya por su avanzada edad, se Antonio González, miembro del Consejo de In-
calmó ese luchador por los fueros de la Iglesia, dias como presidente, se produjeron reformas
en cuyo dominio consideraba caer todos los pro- significativas. González promovió nuevas y de-
blemas políticos y sociales que afrontaba el finitivas ordenanzas en la extracción mineral
Nuevo Reino. Después de 1585 ya no encontra- habiendo sido ya aceptada de hecho la labor de
mos su firma en la peticiones del cabildo ecle- los indios en la minería, bien si fueran de tierra
siástico el cual, aunque tímidamente y con vigor fría o tierra caliente, siendo remplazados por
intermitente, proseguía su lucha por los antiguos esclavos negros importados. La importancia de
fueros de la Iglesia, adoptando una postura "cri- los últimos como fuerza de trabajo ya había
ticista", e insistiendo en que los indios pagasen crecido tanto que en 1594 Antonio González
diezmos y también los monasterios cuando ad- propuso al Consejo se estableciera su importa-
quiriesen propiedades "por herencia o compra ción por cuenta de la Corona como un monopo-
o donación". En 1586, al quejarse del oidor lio, afirmando que su precio en Cartagena podía
Alonso Pérez de Salazar porque apresaba cléri- fácilmente alcanzar cien pesos la "pieza". Por
gos y frailes y también los reos que se acogían lo demás, el Nuevo Reino gozaba de la paz
a la Iglesia, o porque cobraba derechos e im- social, salvo en Tunja cuando se ordenó cobrar
puestos sobre los indios de alquiler y la venta el impuesto de alcabala, del cual estaban eximi-
de velas, carne y vino, el cabildo escribía: "Por- dos hasta entonces las colonias españolas. Esto
que los encomenderos, mercaderes y hombres produjo una reacción de la vecindad, lo cual
ricos, que tienen negros y caballos con qué ser- obligó en 1596 a enviar al oidor, Luis Tello de
virse y estancias con ganado para su manteni- Erazo a aquella ciudad.
miento, no alquilan indios, no compran vinos En las últimas décadas del siglo XVI, el
por menudeo, no compran velas porque las ha- otorgamiento de permisos para nuevas expedi-
cen en sus casas, ni carne porque la tienen de ciones ya no precisaba licencias del Consejo de
suyo". Es el pobre colono sobre el cual, cierta- Indias, siendo suficientes las de la Audiencia.
mente, caían todos esos impuestos. Con tal licencia había emprendido su expedición
Destaquemos esta declaración del cabildo Gonzalo Jiménez de Quesada de que ya hemos
eclesiástico como manifestación de la sensibili- hablado y también su heredero y sobrino Anto-
dad social que persistía en algunos elementos nio de Berrío a la Guayana, en tierras actual-
de la Iglesia, pese a la cabeza, como lo fue el mente venezolanas.
arzobispo Luis Zapata, quien se preocupaba más Asimismo fue eregida en junio de 1573
por conservar las prerrogativas político-sociales una nueva gobernación, la de Muzos y Colimas,
de la Iglesia que por el bienestar del pueblo. cuyo primer gobernador fue Alvaro Cepeda de
Nuestro combativo arzobispo muere por el Ayala, encargado especialmente de la explota-
mes de enero de 1590, después de haber gober- ción de minas de esmeraldas sin que se le con-
nado 17 años, y el cabildo, al informar de ello cediera límites geográficos precisos, salvo que
a la Corona, pedía insistentemente que se nom- la tierra no perteneciera a ninguna otra goberna-
brara para el arzobispado un clérigo y no un ción. En abril de 1575 Cepeda de Ayala tomó
fraile. Tal petición fue atendida. En mayo de el mando de su gobernación pero fue suspendido
1592 fue nombrado para el cargo don Alonso más tarde, ocupando su puesto Juan López de
López de Avila, arzobispo de Santo Domingo, Cepeda con aceptación de la vecindad. Fue en-
quien murió antes de ocupar la silla. En julio cargado de levantar un censo de las familias
del año siguiente se propuso para la dignidad indígenas señalando la edad de cada miembro,
al arzobispo de Panamá don Bartolomé Martí- ordenando que los niños mayores ayudasen a
La conquista del territorio y el poblamiento 113

los padres, que un religioso cuide de la educa- y de San Juan de los Llanos ("llamado Iscuan-
ción de los niños, etc. Durante el mismo año dé") debía fundirse en Quito. Para vigilar la
el capitán Melchor Velásquez, hizo una entrada producción minera se propone dividir el territo-
al Chocó en nombre del gobernador de Popayán, rio en corregimientos: uno para Cartago, An-
Jerónimo Silva. Después de unas escaramuzas serma y Arma; otro, para Popayán, Cali y Buga;
con los indios, reconoció el curso alto del Darién y otro en Pasto, para Almaguer y Madrigal.
y fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Con- A la llegada del presidente Francisco Gon-
solación de Toro, que luego fue trasladada al zález creció notablemente el interés por intensi-
sitio actual como puerta de entrada a las tierras ficar la explotación minera. Testimonio de ello
que baña el Pacífico. es su largo informe al Consejo sobre las minas
Otra capitulación fue realizada por la Au- de plata descubiertas en Mariquita adjudicadas
diencia con Francisco de Cáceres, antiguo capi- a los mineros. Sólo cuatro mineros poseían in-
tán del ejército de Jerónimo de Silva en Guaya- genios (molinos), mientras los restantes lo ex-
na, quien a la muerte del gobernador, regresó plotaban de una manera primitiva, "con pies y
a Santa Fe. El objeto de la capitulación fue la manos" con un rendimiento de cuatro quintales
provincia de Espíritu Santo, cuya ubicación no del material al día. González indicaba que si se
es bien conocida, salvo que se situaba al oriente empleasen caballos en la molienda, se podrían
de Pamplona. Se le dio el derecho de alistar la beneficiar diez quintales diarios. Había también
gente y repartir los indios a medida que fueran mineros que carecían de medios económicos
conquistados. Y tendría derecho de nombrar su- para perforar socavones y que compraban el
cesor si estuviere en peligro de muerte. mineral bruto, beneficiándolo en su casa. De
La consecuencia de la fracasada expedición ahí que gran cantidad de vetas auríferas queda-
de Gonzalo Jiménez de Quesada, fue la licencia ban sin beneficiar.
otorgada en marzo de 1592 a Diego de Rosales, Es interesante el cálculo que hizo el presi-
compañero de aquél, para la pacificación de los dente sobre costo y ganancias de la explotación.
indios de San Juan de los Llanos y luego empren- Un indio sacaba doce quintales del material
der una jornada al Valle de la Plata, que se creía bruto semanalmente, por lo cual ganaba doce
situado en algún lugar al oriente de los Andes. reales, es decir, dos reales diarios. La manipu-
Pero la atención de los colonizadores se lación, incluyendo el costo del azogue y de la
concentró principalmente, en la búsqueda y ex- sal, se elevaba a 248 reales, semanalmente. De
plotación de minas de metales preciosos. En esta manera, declaraba González: "cada día con
1572 se labraban entonces las minas de Tocai- cada indio jornalero al respecto de dos quintales
ma, Mariquita, Ibagué, Victoria, Remedios, que saca -el indio- cada día, son 19 reales y
Vélez, Pamplona y de las del río del oro, mien- 22 y medio maravedís de ganancia líquida, horra
tras que otras minas de que se tenía noticia, no de costos y costas". La relación entre el jornal
se labraban por falta de mano de obra. En el del indio y el valor de lo que producía era 1:10.
informe sobre estas minas se sostiene que desde González calculaba que con la introducción de
su descubrimiento perecieron 50.000 indios, mil esclavos negros se podrían beneficiar dieci-
pese a la frecuencia de los visitadores y a las séis minas más y se sacarían en cada ingenio
restricciones legales que regían para el empleo 200.000 quintales de metal bruto que, a cinco
de indios en la minería. Con todo, el autor del onzas de ley por cada quintal, darían 125.000
informe consideraba indispensable el trabajo in- marcos de plata, más otros 75.000 que sacarían
dígena en las minas e incluso de los indios en- personas particulares. Aceptaba que los indios
comendados, dándoles, las herramientas, pa- se estaban acabando, pero su empleo, mientras
gándoles salarios, tratándolos bien, etc. no llegasen los esclavos negros, consideraba
De los documentos se desprende que en la como indispensable. Proponía echar a las minas
casa de fundición de Cartago se fundía el metal 1.300 indios distribuidos en grupos de 35 indi-
procedente de las minas de Anserma, Arma, viduos en cada ingenio y calculaba que con mil
Caramanta y Antioquia. El que llegaba de las quintales de azogue y 25.000 arrobas de sal, se
minas situadas de los pueblos "para arriba", in- podría sacar anualmente un millón de pesos de
cluyendo Buga y Pasto, se fundían en Cali; plata.
mientras que el oro llegado de las minas de Ante la riqueza de las minas de Mariquita,
Popayán, Almaguer, Madrigal, Agreda, Pasto González propuso la fundación de una Casa de
114 Nueva Historia de Colombia Vol. I

Moneda en Santa Fe donde se pudieran acuñar dios y "blancos". Su introducción no era exenta
reales de a 8, de a 4, de a 2, sencillos y medios de dificultades y la lucha de los indios para
reales, lo cual activaría el comercio interior; conservar las tierras de sus resguardos recorre
sugerencia que tardó más de veinte años para la historia colonial y republicana. Pero el ciclo
realizarse. histórico de la conquista, como acción militar
se había cerrado. De ahí en adelante, las dos
Fue también Antonio González quien intro- comunidades, la blanca y la cobriza, emplearían
dujo por orden del Consejo de Indias, los "res- en su lucha métodos que les permitía la conste-
guardos" o "tierras de resguardo", terrenos más lación histórica, inclinada a favor de los "blan-
o menos alinderados, que ocupaban los núcleos cos" a medida que progresaba la colonización.
indígenas al mando de un cacique, hereditario Los territorios que por su clima, vías de comu-
o electivo, en los cuales los indios vivían dentro nicación y fertilidad del suelo, estaban aptos
de un estatuto sociopolítico y régimen econó- para la colonización, se encontraban ya más o
mico más o menos tradicionales, bien si se tra- menos firmemente en manos de los "blancos"
tase de indios encomendados o indios "libres", y las principales vías de acceso desde el exterior
tributarios a la Corona. El resto de las tierras estaban abiertas, quedando reservadas, para la
aprovechables estaba bien en manos particulares futura colonización, las tierras que bordeaban
cuyos dueños obtenían mediante una "composi- el Pacífico (Chocó), las selvas y los llanos orien-
ción" la propiedad legítima de las tierras, o que- tales y las "bolsas" en el interior ocupadas por
daban "baldíos" a disposición de la Corona. los indígenas; territorios que poco a poco se
La fundación de los resguardos era un hito abrían a la colonización, según las necesidades
histórico importante en las relaciones entre in- económicas, políticas y sociales del país.

Notas
1. La fecha de la erección de la ciudad es 27 de abril de 1539. 4. El principal lugarteniente de Gonzalo Pizarro.
2. Diciembre 1538. 5. Nombre de la tribu al norte de Anserma.
6. Sobre las actividades de este encomendero, veáse mi
3. Agosto 1537. libro: Don Juan del Valle. Cap. vi.
La conquista del territorio y el poblamiento 115

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La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 117

La economía y la sociedad
coloniales 1550-1800
Germán Colmenares gobernación de Popayán entre los siglos xvi y
XVIII, que desarrollaron un sector minero y una
actividad agrícola (en ocasiones complementa-
ria del primero), además de un tráfico comercial
Introducción en ropas de Castilla (o géneros europeos) y en
productos locales (o de la tierra), van surgiendo

E n los últimos años los temas de investiga- interrogantes sobre la mutua dependencia de to-
ción histórica que se refieren a la economía das estas actividades. ¿Cómo sustentaban, por
y a la sociedad de la época colonial en Colombia ejemplo, la agricultura y el comercio la labor
han merecido más atención que en el pasado. de los mineros? ¿Cuál de estas actividades era
Cuando los estudios monográficos se multipli- el motor de las otras? ¿Qué elementos y en qué
can y se acumulan materiales factuales, siempre forma se integraban en su ejercicio? Preguntas
conviene hacer un alto y ensayar una síntesis similares a estas sugieren complementaridades
que sirva para formular otros interrogantes y y oposiciones, a veces verdaderos conflictos.
abrir otros territorios de investigación. Aunque Aun cuando en cada caso se tengan en cuenta,
hoy existen grandes vacíos en el conocimiento sin embargo, por razones de claridad, cada ac-
del período, es legítimo sin embargo, intentar tividad deberá describirse separadamente.
una síntesis provisional que sirva al menos para Lo mismo puede decirse del método expo-
llamar la atención sobre esos vacíos. sitivo que se adopta para describir la sociedad.
La ordenación del material existente plan- A la actividad económica correspondían relacio-
tea algunos problemas que se refieren primero, nes sociales determinadas, y por tanto es arbitra-
a la ubicación de una economía y una sociedad rio disociar de ella. Ante todo, una división
locales dentro de un marco mucho más general; profesional (u horizontal) no siempre demasiado
segundo, a una cronología o periodización his- neta entre mineros terratenientes y comercian-
tórica que señale transformaciones significativas tes. Luego, una división vertical entre propieta-
tanto en lo económico como en lo social y, por rios (mineros, terratenientes) y mano de obra
último, a las hipótesis que, para este período sujeta a varias formas de explotación (indígenas
específico, den cuenta de las relaciones entre encomendados, esclavos negros, peones preca-
lo económico y lo social. riamente asalariados, dependientes que debían
Otros problemas surgen en el orden de la prestaciones en trabajo, etc.). En términos eco-
exposición cuando se intenta encarar el análisis nómicos, ha resultado más fácil hasta ahora para
simultáneo de varias ramas económicas. En el los historiadores hacerse a una idea diferenciada
caso de la economía de la Nueva Granada y la de las actividades profesionales (de su volumen,
118 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

su rentabilidad, etc., es decir, de su participa- canos alcanzaron en generaciones sucesivas gra-


ción en el producto total) que de las oposiciones dos diversos de mestizaje. Aun cuando la actitud
verticales. Esta no ha sido siempre una opción hacia las llamadas castas se percibe claramente
ideológica, sino que se ha visto forzada por la que el hecho objetivo que la inspiraba resulta a
escasez o la abundancia de materiales. Es obvia la postre muy confuso. No hay, en efecto, ma-
la necesidad de que esta tendencia se invierta. nera de fijar rasgos conceptuales precisos a de-
Sólo que deberán aportarse no meras generaliza- signaciones tales como pardos, vecinos blancos
ciones teóricas tomadas de otros contextos, sino y aun la muy tajante de negros. Por esta razón
investigaciones reales sobre la participación de los esfuerzos por cuantificar indistintamente los
las clases explotadas en todo el proceso. grupos sociales sobre una base étnica resulta
Estas cuestiones deberán enmarcarse den- casi imposible. Sólo un reducido círculo de no-
tro de una cronología, puesto que ni la economía tables, criollos o de origen español, resulta in-
ni la sociedad presentan un aspecto absoluta- confundible. A este grupo deben atribuirse tam-
mente homogéneo o estático a lo largo del pe- bién los patrones que circulaban para valorar
ríodo estudiado. Se dieron momentos de expan- negativamente las castas.
sión y de contracción económicas y se conocie- El enunciado somero de los problemas que
ron lo que los economistas designan como crisis. enfrenta un estudio sobre la economía y la socie-
Estas crisis no afectaron a todos los sectores de dad coloniales sugiere el siguiente orden de ex-
la actividad económica de manera similar. Ni, posición:
por lo tanto, a los distintos sectores profesiona- I. Un marco teórico general, en el que se
les. Además, cuando una crisis afectaba a un contemple la ubicación de la economía del
determinado sector se operaban cambios tam- Nuevo Reino y de la gobernación de Popayán
bién en las formas de subordinación del trabajo. con respecto a un contexto más amplio. El tra-
Debe agregarse que en muchos casos era preci- tarse de una economía colonial le imprimía ras-
samente el trabajo (su disponibilidad, su organi- gos de dependencia a un mundo exterior y, al
zación, su base demográfica) el que se encon- mismo tiempo, la condenaba al aislamiento.
traba en el origen de la crisis, en el trabajo II. Una cronología o periodización que
agrícola, por ejemplo, se sucedieron institucio- identifique algunos hitos, al menos con respecto
nalmente la encomienda y el concierto cuando al sector más decisivo de esa economía. Se ha
todavía se disponía de mano de obra indígena. partido del supuesto de que éste fue el sector
En el momento que ésta faltó, se introdujeron minero, en especial la explotación del oro (la
arreglos no institucionales destinados a subordi- plata jugó un papel secundario en la Nueva Gra-
nar la creciente población mestiza. Este es el nada), cuya salida vinculaba la actividad econó-
origen del peonaje y de diversas formas de co- mica local a una corriente mundial de intercam-
lonato, es decir, de prestación de servicios den- bios.
tro de un sistema de clientela, no remunerada III. Un tratamiento descriptivo de cada una
por un salario. En las minas y en las construc- de las ramas de la actividad económica (minería,
ciones urbanas trabajaron también inicialmente comercio, agricultura) y algunas hipótesis res-
indígenas encomendados como parte de su obli- pecto a sus nexos. En cada caso se examinaran
gación de satisfacer un tributo, mediante alquiler los factores productivos, así:
a través del sistema de la mita. La crisis de la A. Minería del oro. 1. Fronteras y yaci-
población indígena condujo a buscar un aprovi- mientos. 2. Las minas, las técnicas y los mine-/
sionamiento regular de esclavos negros para el ros. 3. El trabajo. 4. La producción y las crisis.
trabajo en las minas. A pesar de lo que represen- B. La agricultura. 1. La apropiación de la
taba esta forma de trabajo como inversión, tam- tierra. 2. Configuración regional de las unidades
poco el tamaño de las cuadrillas pudo mante- productivas, a. El nuevo Reino. b. Los valles
nerse y la producción minera se vio afectada interandinos.
por la mortalidad de los esclavos. Otras comple- C. El comercio. 1. Los comerciantes. 2.
jidades surgen cuando se considera que la divi-
sión vertical de la sociedad tuvo como base una Las mercancías.
sujeción de origen racial. Con todo, las polari- IV. Finalmente, se esbozará un cuadro de
dades iniciales muy bien definidas no podían la sociedad colonial. Aquí tratará de evitarse la
descripción meramente costumbrista para tratar
durar indefinidamente. Indígenas y negros afri- de percibir los rasgos más característicos de una
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 119

sociedad que iba a evolucionar muy lentamente jas, pues integran todo tipo de relaciones con
en el futuro. No se trata en este caso de justificar otras clases sociales. Desde relaciones muy con-
un estado de cosas, sino de penetrar algunos de cretas en la actividad económica hasta nexos
los mecanismos de dominación social que se más sutiles definidos por un aparato legal o in-
han mostrado más persistentes y de preguntarse dicados por una ideología y por actitudes men-
por las razones de su eficacia. A pesar de cam- tales.
bios coyunturales y de verdaderas crisis en la Cuando se habla de economía y de sociedad
economía colonial, y aun de la economía agraria coloniales se está afirmando implícitamente
posterior, ciertas estructuras elementales, vincu- que, para un período histórico, existe una iden-
ladas al dominio de la tierra casi siempre, pare- tidad en conjunto que lo diferencia de otros pe-
cen ser una constante inalterable de las forma- ríodos históricos. Para definir esta identidad de
ciones económico-sociales de la América Lati- nada valdría acumular biografías de individuos
na. Algunos de los elementos de estas estructu- que vivieron en ese período, pues éstas no pue-
ras caen fuera de los límites del presente estudio, den servir sino de los ejemplos que ilustran una
pues tienen que ver con un complejo ideológico situación general. Esta situación general se
cuyas transformaciones son todavía menos apa- mueve dentro de ciertas rigideces, ciertas limi-
rentes que en el caso de la economía y de la taciones que le imponen el desarrollo de la téc-
sociedad. El esquema analítico de esta última nica, el número de hombres, la distribución de
parte se presenta así: éstos en oficios, su acceso a ciertos bienes, la
La sociedad. manera como producen y se reparten el fruto
A. Conceptos históricos sobre diferencia- de su trabajo, etc. Todas estas limitaciones, que
ción y conflicto social. pueden considerarse en abstracto, hacen posible
B. La preeminencia de los encomenderos caracterizar un régimen productivo.
y las comunidades indígenas. De nada vale, sin embargo, una caracteri-
C. Terratenientes, mineros y comerciantes. zación aislada. En la realidad, las sociedades
D. Las Castas. no producen exclusivamente para sí mismas.
Todas intercambian parte de lo que producen y
A la búsqueda de un marco de interpretación no consumen, es decir, sus excedentes. Puede
adelantarse que desde el siglo xvi este tipo de

E el análisis histórico de una sociedad no


puede prescindir de una reflexión simultá-
nea sobre las peripecias de la actividad econó-
intercambios se hizo mundial al incorporar el
Atlántico a una red comercial que ya unía tres
continentes a través de la cuenca mediterránea.
mica desarrollada por los grupos que integran Debe observarse que los fenómenos que
esa sociedad. Una observación superficial mues- podemos aislar como puramente económicos
tra inmediatamente cómo las oportunidades so- son susceptibles de un cierto esquematismo y,
ciales están ligadas a los altibajos de la econo- en ultimas, pueden reducirse a una unidad con-
mía. Pero más allá de las correspondencias ob- ceptual (denominar todo el complejo de inter-
vias entre prosperidad o depresión económica cambios capitalismo mercantil, por ejemplo),
y oportunidades de cambio en la ubicación social por cuanto se ligan unos a otros en conjuntos
de los individuos, subyace el problema de las cada vez más vastos en la esfera de la circulación
relaciones entre economía y sociedad. de los bienes. De esta manera pueden descu-
Comúnmente se admite que estas relacio- brirse relaciones insospechadas entre una econo-
nes son de tipo estructural, es decir, que se dan mía aldeana, en la que existe una aparente au-
a un nivel más profundo que las apariencias que tonomía, y una esfera cada vez más amplia de
fundamentan la observación empírica de casos intercambios, hasta reconstruir una red mundial.
aislados. Si, por ejemplo, consideramos a una En cambio, los arreglos sociales que hacen po-
clase social en su conjunto, percibimos que su sible determinadas formas de explotación, revis-
existencia o su manera de ser no se ve afectada ten una variedad tan grande, que resultan irre-
por la mera promoción o por la pérdida de cate- ductibles unos a otros.
goría social de algunos individuos. Para que En el razonamiento abstracto de algunos
una clase social desaparezca se requiere que historiadores económicos (inspirados en la eco-
desaparezcan las condiciones objetivas de su nomía neoclásica) no existen rasgos históricos
existencia. Estas condiciones son muy comple- de una sociedad o no perciben sino su participa-
120 Nueva Historia de Colombia Vol. I

ción mensurable en un producto total. Las rela- tre las ramas de la producción (minería, agricul-
ciones sociales desaparecen así detrás de fenó- tura) que permitían generar un excedente.
menos cuantificables: precios, rentabilidad de La alternativa no es tampoco ver un régi-
entidades igualmente abstractas (empresas, no men de producción feudal capaz de extraer un
importa que se trate de una plantación esclavista excedente comercializable mediante coerciones
o de una fábrica), producto dedicado al autocon- extraeconómicas. En otras palabras, suponer
sumo y producto dedicado a la comercialización que en América se enquistaron los restos de un
o a la exportación, etc. Empero, el análisis de sistema agotado ya en el viejo mundo. Si en la
los fenómenos de intercambio, desde un nivel esfera de circulación de los bienes existió desde
local inmediato hasta sus proyecciones a nivel el siglo xvi una red que movilizaba los produc-
mundial, no puede sustituir la observación de tos más variados y distantes y establecía una
formas de producción específicas y de las rela- comunicación incesante, los arreglos sociales
ciones sociales que implican. Esto no quiere no se comunicaron tan fácilmente. La homoge-
decir que los fenómenos productivos aparente- neización de las sociedades es un hecho muy
mente más aislados no estén influidos, así sea reciente y obedeció a la atomización del trabajo
negativamente, por las exigencias de un régimen impuesta por el capitalismo industrial. En el
de la circulación de los bienes impuestos por siglo xvi, en cambio, la preexistencia de socie-
un mercado metropolitano. dades autóctonas en América presentaban resis-
El llamado capitalismo mercantil influyó tencias, que sólo podían vencerse muy lenta-
sin duda en las cantidades y en la naturaleza de mente, a los arreglos sociales europeos. Por esta
los bienes producidos en América y, por consi- razón, la organización social tuvo que adaptarse
guiente, en el ritmo agotador del trabajo exigido a las condiciones existentes, en vez de impo-
a indígenas y esclavos negros. Pero aun así, las nerse como sobre una tabla rasa.
formas de producción local no fueron capitalis- Así, el que quiera ver en la encomienda
tas. Aún más, el intercambio generalizado de una forma feudal, parangonable con la servi-
productos, o de excedentes generados (a veces dumbre europea, corre el riesgo de ignorar los
mediante la violencia) dentro de un régimen no rasgos más sobresalientes de esta institución y
capitalista, imprimió rasgos particulares a una sus contradicciones. Por ejemplo, el hecho de
explotación colonial y a las relaciones sociales que tuviera un efecto deformador sobre las jerar-
dentro de las colonias. quías sociales que los indígenas reconocían en-
La peculiaridad irreductible de los arreglos tre ellos y simultáneamente se valiera de ellas
sociales, por un lado, y por otro la posibilidad para imponer la explotación económica y la do-
de canalizar excendentes hacia un mercado mun- minación política de los españoles. O que haya
dial, acumularon confusiones en los comienzos sido un instrumento de mediación entre el Es-
de una polémica sobre la caracterización del tado español y las sociedades indígenas y, al
modo de producción prevaleciente en América mismo tiempo, un riesgo que amenazaba seria-
después de la Conquista. mente la unidad de ese Estado en América.
¿Feudalismo? ¿Capitalismo? Cuando hace Si bien puede decirse que las leyes de pro-
ya unos diez años se desencadenó la polémica, tección de los indígenas fueron un monumento
las discusiones estuvieron sembradas de equívo- a la ineficacia, no por ello puede ignorarse la
cos que han ido despejándose. Quienes teoriza- presencia constante de una monarquía centrali-
ban con abundancia sobre esta cuestión se apo- zadora en el terreno fiscal. Es cierto que el rasgo
yaban en una información muy magra sobre la más característico de la producción feudal, la
economía y la sociedad coloniales. Hoy nadie coerción extraeconómica, existió, pero no solo
sostendría, como entonces, la tesis extrema de en beneficio de los encomenderos sino también
que América estuvo inmersa a partir del primer de la Corona y aun de algunos notables indíge-
contacto europeo en un modo de producción nas. Finalmente, la presencia de los ocupantes
capitalista. Ahora se conoce mejor el papel ju- españoles no puede decirse que haya alterado
gado por los comerciantes y por las instituciones de una manera radical las formas indígenas de
fiscales españolas en la canalización de los ex- producir.
cedentes producidos en América hacia una cir- No es cierto entonces que las condiciones
culación mundial. Y aun antes de llegar a este creadas en América a raíz de la Conquista repro-
punto se han explorado mejor las relaciones en- dujeran un estado de cosas anterior existente en
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 121

Europa. Simplemente, integraron un tipo de tánea de la iniciativa reguladora del Estado es-
economía y de explotación preexistentes a la pañol, fueron debilitando el sector de los enco-
Conquista dentro del marco de una institución menderos. Al cabo de tres generaciones, hacia
original. Que esta institución haya tenido rasgos 1590-1610, el sistema entero empezó a mostrar
feudales, no resulta nada extraordinario, dados indicios de agotamiento. En dos generaciones
sus antecedentes europeos. Pero eso no puede más (hacia 1640-50) puede afirmarse que la
ocultar el hecho de que la institución operó ini- preeminencia absoluta de los descendientes de
cialmente sobre un modo de producción desco- los conquistadores había concluido.
nocido en Europa. Otros grupos se disputaron el escenario de
El debate feudalismo-capitalismo puede la figuración en adelante. Terratenientes, mine-
admitir hoy que la vinculación a Europa de la ros y comerciantes, reforzados en materia de
economía que se desarrolló en América a partir prestigio por alianzas con descendientes de la
de la Conquista no tiene por qué concebirse burocracia imperial, fueron intercambiando pa-
como una uniformización de los fenómenos pro- peles dentro de una coyuntura económica que
ductivos. El llamado capitalismo mercantil, fue los afectaba de manera diversa.
capaz de extender el radio de circulación de los El papel de otras fuerzas sociales es menos
productos, pero no de alterar fundamentalmente aparente. Aunque la sociedad colonial recelara
las maneras de producir. Por eso su influencia profundos conflictos, su expresión escapaba a
debe confinarse a la elección de productos para cualquier formulación ideológica que les diera
un mercado mundial y no extenderse a la produc- un contenido político. Aun los conflictos tem-
ción misma o a las relaciones sociales que la pranos con indígenas hallaron una forma de con-
hacían posible. El período histórico de la tran- ceptualización dentro de la ideología escolástica
sición entre feudalismo y capitalismo (que se dominante. En el siglo XVI, la formulación más
extiende desde el siglo XVI hasta el XVIII), no clara de los agravios indígenas, expresada por
conoció una base productiva uniformemente ca- don Diego de Silva, un mestizo cacique de Tur-
pitalista, en la que la forma mercancía se exten- mequé, es ya una sumisión cultural a los concep-
diera a todas las modalidades del trabajo. Este tos platonizantes de justicia y una aceptación
hecho, conocido suficientemente para Europa, del papel atribuido al soberano como dispensa-
es mucho más evidente en el caso de las colonias dor de esa justicia.
hispanoamericanas. La homogeneidad ideológica se revela en
De esta manera la economía de mercado, todo tipo de conflictos hasta el siglo XVIII. entre
la circulación cada vez más extendida de los esclavos y amos, entre gañanes mestizos y terra-
productos, se presenta como un elemento unifor- tenientes, entre españoles pobres y notables, en-
mizador, en tanto que las sociedades que inter- tre ciudades y pueblos de indios y entre ciudades
venían en la producción reclaman un tratamiento de mayor y menor influencia. En este último
particularizado. Estas consideraciones hacen caso, tal vez uno de los más característicos, la
posible detenerse en el estudio de variantes re- oposición de intereses ni siquiera comprometía
gionales y en sus cambios históricos. No se trata estratos sociales diferentes, sino que los inte-
de realizar aportes decisivos a la teoría de los graba en conflictos entre localidades.
modos de producción sino de ahondar en la sig- El confinamiento ideológico de los conflic-
nificación de datos concretos de un desarrollo tos revela un confinamiento paralelo de las rela-
histórico particular. ciones sociales. La sociedad colonial presenta
A nivel de las castas dominantes en Amé- un aspecto uniforme en el que sólo la coyuntura
rica, por ejemplo, observamos ciertos cambios económica introduce alguna variedad. Los eco-
característicos. El poder económico y el presti- nomistas designan como coyuntura los cambios
gio social fue detentado sucesivamente por dife- sostenidos de prosperidad y depresión que expe-
rentes grupos profesionales. Inicialmente reca- rimenta la totalidad de un proceso económico.
yeron en una casta de encomenderos. Su supre- Tales cambios son identificables mediante indi-
macía derivó el reparto inicial entre los invaso- cadores, como los precios o el volumen de la
res del botín de sus conquistas, sobre todo de producción. Usualmente la coyuntura se localiza
los recursos de mano de obra. El acrecenta- en un sector privilegiado de la economía, sus-
miento de la población española, el agotamiento ceptible de influir en todos los demás. Los cam-
de la población indígena y una afirmación simul- bios coyunturales, a diferencia de los cambios
122 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

de estructura, no son capaces de modificar de rrollo de las economías europeas. Después de


manera radical las relaciones sociales existentes, una crisis compleja, cuyos orígenes se hacen
pero sí de trastornar las vidas individuales y aun coincidir con graves problemas demográficos v
la de grupos enteros. que condujo a la disminución de las rentas seño-
A través de la coyuntura es posible estable- riales, es decir, al debilitamiento del sistema
cer una cronología racional en el desarrollo his- feudal, algunas economías en Europa experi-
tórico de un período. Es decir, señalar el alcance mentaron un proceso de expansión, sobre todo
de cambios relativos que afectaron el conjunto en el sector manufacturero. En vísperas del des-
de la vida social. Aquí debe insistirse en la cubrimiento de América esta expansión corría
relatividad de los cambios frente a la uniformi- el riesgo de estancarse y de generar una nueva
dad del sistema. Pues lo propio de un estudio crisis. Las fuentes africanas de aprovisiona-
histórico reside precisamente en percibir el mo- miento de metales preciosos, indispensables
vimiento temporal de las economías, de las so- para el cambio, eran incapaces de saldar un
ciedades, o de las estructuras mentales, aun si déficit crónico de la balanza de pagos europea
se hallan confinadas dentro de una caracteriza- con respecto al oriente, y la moneda que circu-
ción mucho más general. Así, el establecimiento laba en Europa resultaba escasa. La economía
de una cronología contribuirá a fijar de manera europea estaba "hambrienta" de metales amone-
más precisa los límites de este estudio. dables para mantener el ritmo de los precios y
con ellos un estímulo a la producción. En una
Fundamentos económicos de una economía de mercado, como la que se estaba
periodización para la época colonial constituyendo entonces, los precios favorables
eran un resorte impulsor y, por el contrario,

L a economía de los territorios que hoy cons-


tituyen Colombia (y que se designaban
como Nuevo Reino y gobernación de Popayán)
descorazonaban a los productores cuando la es-
casez de la moneda los deprimía. Por estas ra-
zones, algunos autores han atribuido un papel
fue, durante más de tres siglos, una economía muy importante en el crecimiento europeo a los
del oro. El oro y la plata americanos tuvieron metales americanos. Al llegar a Europa éstos
un papel importante en el tráfico mundial que produjeron un ciclo de inflación sostenida que
comenzó a organizarse en torno a un eje atlántico mantuvo las expectativas de los productores.
después de la época de los grandes descubri- Otro factor importante que intervino en la
mientos. Para entonces los metales preciosos elección de los metales preciosos como mercan-
extraídos en América eran, literalmente, mer- cías coloniales fue el de su valor por unidad de
cancías. ¿Por qué este tipo peculiar de mercan- peso y volumen. La lentitud y la inseguridad
cía y no otros? en los transportes tenía como consecuencia que
Esta pregunta hace surgir una serie de pro- sólo los productos que representaran un valor
blemas que tiene que ver con las necesidades elevado con respecto a su peso y a su volumen
de las economías europeas, con los niveles de justificaban un viaje por el océano. De allí que
la tecnología del transporte, con las posibilida- el comercio colonial se alimentara con productos
des de rentabilidad de las nuevas colonias y con muy apetecidos en los mercados europeos: espe-
el aprovechamiento y la explotación de sus re- cies, colorantes naturales para los textiles o me-
cursos naturales y de mano de obra. tales preciosos.
La economía de los metales preciosos no Finalmente, la explotación del oro y la plata
surgió al azar o por el mero hecho de que este obedece a una relativa abundancia de recursos
recurso hubiera sido abundante en América. Me- en América que facilitaban su extracción a un
nos aún por cuanto el oro o la plata poseyeran costo muy bajo. Esta, a lo menos, fue la primera
un valor intrínseco que los hiciera especialmente impresión que tuvieron los ocupantes españoles.
apetecibles. En la producción de metales precio- Pero la búsqueda obstinada de un Dorado revela
sos, como en la de cualquier mercancía, el pro- mucho más acerca de los condicionamientos de
ducto final incorporaba ingentes esfuerzos hu- una economía que tenía hambre de metales que
manos y unos costos que podían exceder su sobre la existencia real de yacimientos metalí-
precio en el mercado. feros inagotables, tal como se los representaba
La explotación de metales preciosos se im- la sicología primaria de los conquistadores. Aun
puso en América por una necesidad en el desa- cuando finalmente los descubrimientos de vene-
La economía y ¡a sociedad coloniales, 1550-1800
123

Fuente: JARAMILLO URIBE, "La Economía del virreinato" En: OCAMPO, Ed. Historia económica de Colombia

ros y filones vinieran a coincidir en parte con 1550 y 1800 presenta ciertas lagunas de informa-
este espejismo, la mera posibilidad de disponer ción (entre 1570 y 1595, por ejemplo, en donde
de una mano de obra abundante y barata ya le faltan cifras significativas de los yacimientos de
daba un principio de consistencia. Popayán y de la región antioqueña), la tendencia
Todas estas circunstancias sugieren una co- general marca claramente los ciclos producti-
nexión estrecha entre las economías del occi- vos. El primer ciclo, que abarca desde 1550
dente de Europa, capaces de organizar intercam- hasta 1630-40 se va ampliando hasta llegar a
bios a nivel mundial, y las economías coloniales una cúspide o techo en los dos decenios de 1590-
obedientes a las iniciativas de un núcleo euro- 1610. En adelante la producción tiende a con-
peo. Se trataba, en verdad, como se ha venido traerse hasta entrar en una crisis que abarca una
describiendo, de la relación entre un núcleo y buena parte del siglo XVII. Hacia 1680 se ob-
una periferia. Los metales preciosos se extraje- serva un repunte (para el distrito de Popayán;
ron en vista de esta relación y para satisfacer posiblemente también para Antioquia) que se
las necesidades del núcleo europeo. va afirmando en los primeros decenios del siglo
Al examinar el perfil de una curva de la XVIII. Este siglo conoce un segundo ciclo pro-
producción total de oro en el distrito de la Au- ductivo, con una pequeña depresión hacia 1740-
diencia de la Nueva Granada y en la gobernación 1760, hasta alcanzar en el último decenio una
de Popayán (véase figura 1), es posible atribuir magnitud comparable a la del último decenio
a sus rasgos más salientes -aquellos que indican del siglo xvi.
los ciclos productivos más durables- una cone- Basándose en trabajos sobre el comporta-
xión de este tipo. Si bien la curva que se ha miento demográfico de la población indígena,
reconstruido para el período comprendido entre un investigador norteamericano adelantaba hace
Nueva Historia de Colombia. Vol. I
124

unos 25 años la teoría de que México había igualadas dos siglos más tarde. El apogeo no
sufrido un siglo de depresión en el XVII. Esta duró sino unos treinta años y hacia 1610-1620
tesis conincidía con la idea generalizada de una mineros y oficiales reales comenzaron a percibir
depresión europea en la misma centuria. La ex- una crisis de la cual dan razón las cifras en
plicación más coherente de este último fenó- declive entre 1610 y 1630 y que iba a prolongar
meno lo atribuía al agotamiento de un primer sus efectos hasta bien entrado el último cuarto
siglo capitalista. El crecimiento manufacturero de siglo.
que hizo la fortuna de algunas ciudades del norte 1640-1680: Período de recesión que se-
de Italia y del norte de Europa no habría sido para los dos ciclos
capaz de prosperar en un entorno todavía feudal, 1680-1800: Segundo ciclo. El eje de este
que limitaba su mercado. ciclo secular se ubicó en las provincias del Cho-
Antes de sugerir un parentesco entre la de- có, bajo la dominación de Popayán, y en otras
presión de la periferia colonial y el núcleo euro- zonas del distrito antioqueño. La recuperación
peo, queda por realizar mucha investigación a de este último operó sobre bases sociales dife-
nivel empírico. De otro lado, tanto la depresión rentes de las del primer ciclo, en el que habían
mexicana como la crisis del siglo XVII europeo predominado grandes cuadrillas de esclavos.
han encontrado objeciones recientemente. Con Ahora se habían multiplicado los pequeños em-
todo, esta objeciones no parecen tan graves (par- presarios y su actividad contrastaba con el mo-
ticularmente las que hacen relación a México, nopolio ejercido por los señores de cuadrilla de
basadas en trabajos parciales) como para dese- Popayán. En cuanto al distrito tradicional de
char una coincidencia que sugiere algunas expli- Santa Fe, había perdido para entonces toda im-
caciones en el plano teórico. portancia como productor de oro, aunque si-
Pero aun si prescindimos de este tipo de guiera jugando un papel importante corno sus-
explicaciones, nos queda el fundamento empí- tento agrícola del distrito antioqueño
ricamente objetivo de dos ciclos bien diferencia- Esta cronología cubre también a grandes
dos de la producción aurífera para sustentar una rasgos, como se verá más adelante, otros fenó-
cronología de la historia económica de la Nueva menos sociales y económicos corno el de la
Granada y de la gobernación de Popayán. Estos formación y desintegración de unidades produc-
dos ciclos, separados por un período de depre- tivas agrícolas o el del auge y decadencia del
sión en el siglo XVII, se diferencian no sólo sistema de encomiendas. Hasta qué punto exis-
cronológicamente. Dentro de ellos se dieron ten correspondencias entre estos fenómenos, es
desplazamientos regionales, con énfasis diferen- un tema abierto al debate. Pero, en todo caso,
tes en la importancia de los distritos de explota- los ciclos del oro marcan con nitidez algunos
ción minera. Ambos ofrecen también matices hiatos en lo que hasta ahora parecía un desenvol-
diferentes en cuanto a la mano de obra empleada vimiento temporal uniforme.
y en cuanto a su sustentación agrícola. A través
de ellos puede examinarse el alcance de ciertas La economía colonial - Minería del oro __
transformaciones en la población, en la ocupa-
ción de la tierra y en sus formas de explotación.
A grandes rasgos, estos límites cronológicos
serían: U no de los motores de la expansión y de la
ocupación del suelo por parte de los espa-
ñoles fue la búsqueda de metales preciosos. El
1550-1640: Primer ciclo del oro. En éste oro y la plata significaban para los ocupantes
distinguimos un primer período en el que la algo más que una oportunidad de elevar su rango
producción más importante tuvo lugar en los social y equipararse a una nobleza terrateniente
distritos de Santa Fe (en Pamplona, Tocaima, en España. Aunque este tipo de resorte sicoló-
Venadillo, Victoria y Remedio), Antioquia, gico individual jugara un papel, para el conjunto
Cartago y Popayán. En ellos predominó la mano de los ocupantes, los metales preciosos repre-
de obra indígena y su explotación fue posible sentaban la posibilidad de mantener un nexo
gracias a la encomienda. A partir de 1580 se permanente con el Viejo Mundo.
incorporaron los grandes descubrimientos antio- Desde los primeros momentos, la participa-
queños (de San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza) ción en empresas de conquista significó aportar
que, con el concurso de mano de obra esclava, un capital en forma de bienes y equipos que,
hicieron elevar la producción a magnitudes sólo en ocasiones, alcanzaron precios inauditos: ca-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
125

ballos, sillas de montar, estribos, armas, etc. Quito. Entre ésta y el Nuevo Reino se extendía
Pero una vez asentados, los conquistadores de- una zona incierta, una verdadera frontera inte-
bían buscar formas de intercambio permanente rior en la que resistieron durante mucho tiempo
que les asegurara la provisión de ciertos bienes paeces y pijaos.
indispensables a su forma de vida: hierro, acero, La explotación del oro se desplazó en fron-
y, en general, artículos manufacturados de pro- teras sucesivas a todo lo largo y ancho del Nuevo
cedencia europea. Reino y de la gobernación de Popayán en un
Esta necesidad parece obvia si se tiene en lapso de tres siglos. Esta movilidad produjo
cuenta que la mayoría de los ocupantes perma- como resultado que en diferentes épocas la ri-
necieron en América aun cuando algunos hubie- queza, y con ella el acceso a un mundo exterior,
ran buscado solamente una ocasión de enrique- se concentrara en regiones aisladas unas de
cimiento rápido para regresar a España. Otros otras. La prosperidad que caía de pronto sobre
no se contentaron con el primer botín alcanzado un territorio era apenas compartida por los de-
y prosiguieron su aventura en búsqueda de fabu- más. Paradójicamente, los nexos entre una re-
losos dorados o de una participación más grande gión minera y las regiones vecinas resultaban a
en el reparto de privilegios. Los asentamientos veces más débiles que aquellos que mantenía
urbanos se ramificaron distribuyendo un contin- con un mercado mundial. En algunos casos se
gente muy tenue de población española en espa- trataba de un episodio pasajero, en el que en
cios enormes. Santa Fe, Tunja Vélez, Pamplo- medio de la euforia de un hallazgo, los habitan-
na, Mérida, Ocaña, Ibagué o Popayán, Alma- tes recreaban en una región aislada todas las
guer, La Plata y Cali, Buga, Arma, Anserma, extravagancias del consumo de un gran centro
Cartago, etc., surgieron sucesivamente, como urbano. Cuando el aliento de las explotaciones
los retoños de un árbol, de las expediciones o era más sostenido, la prosperidad no alcanzaba
huestes que procedían de Santa Marta y el Perú. a cobijar sino a los centros comerciales o agrí-
En los confines de estos asentamientos definiti- colas que abastecían la región minera.
vos no tardaron en aparecer reales de minas, a
veces como puestos fronterizos respecto a tribus Esta economía de islas, como la ha llamado
hostiles. Toro y Caloto en el occidente, o Vic- un historiador colombiano, fue un fenómeno
toria y Remedios bajo la influencia de Santa Fe, dominante hasta bien entrado el siglo xix. Era
fueron ciudades de frontera y centros mineros lo propio de un régimen colonial y presentaba
constantemente amenazados. ciertas analogías con el patrón de la factoría o
La economía del oro no se desarrolló uni- enclave destinado a canalizar ganancias comer-
formemente, con un centro único o dentro de ciales en favor de una metrópoli. Sólo que en
una unidad territorial, y ni siquiera dentro de este caso la integración económica era más com-
un marco administrativo centralizado. Las ciu- pleja y, junto con un comercio itinerante que
dades españolas nacidas de la iniciativa de las se desplazaba a lo largo de los corredores andi-
huestes de conquistadores, se apropiaban y guar- nos desde Cartagena, se desarrollaban activida-
daban celosamente sus recursos. Muchas obtu- des agrícolas más permanentes.
vieron el privilegio de una Caja Real, en la que Los primeros distritos mineros surgieron
se quintaba y se fundía el oro para ser gastado como avanzadas de las regiones más favorecidas
inmediatamente. El control de la Audiencia más con población indígena. La encomienda o re-
allá del núcleo inicial del Nuevo Reino se ejercía parto de indios no sólo sirvió de base de susten-
mediante jueces de comisión, cuyas actuaciones tación agrícola a los yacimientos, sino que ori-
eran casi siempre rechazadas por los vecinos ginó los capitales para su explotación y aun la
del lugar. Aun dentro del Nuevo Reino, Tunja mano de obra indispensable en ella. Indios de
y Santa Fe rivalizaron durante todo el siglo xvi encomienda trabajaron en los yacimientos de la
como centros de poder, y sólo visitas sucesivas región de Popayán, en los filones de Cartago,
de los oidores (o visitas de la tierra) lograron Arma y Anserma, en los de Pamplona y en los
coartar a la postre una actitud muy acentuada aluviones del valle del Magdalena, desde las
de autonomía entre los vecinos encomenderos. cercanías de Ibagué hasta la ciudad de los Reme-
Además, casi la mitad del territorio ocupado dios. Después de 1580, los hallazgos de Gaspar
caía bajo la jurisdicción de la gobernación de de Rodas en San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza
Popayán, en los confínes de la Audiencia de no sólo no dieron un nuevo impulso a la produc-
126 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

ción del oro, sino que su riqueza permitió el de trabajo (fuera indígena o de esclavos negros)
empleo sistemático de esclavos negros. se deterioraba muy rápido y los costos de su
Prácticamente, todas las ciudades fundadas mantenimiento se elevaban a medida que la ex-
en las regiones andinas poseyeron distritos mi- plotación minera iba restando brazos a la agri-
neros tributarios en el curso del siglo xvi. A cultura. Así, desde el punto de vista de los fac-
los habitantes de Tunja y Santa Fe, por ejemplo, tores que intervenían en la producción (técnica,
se debió la iniciativa de la fundación de Ibagué, mano de obra, abastecimientos), las crisis mine-
Tocaima, Victoria y Remedios. Pamplona se ras obedecían a la estructura de la producción.
disputó con Vélez los yacimientos del Río del Por estas razones, las curvas de producción
Oro y explotó filones en los reales de Vetas y de los diferentes yacimientos presentan un
Montuosa. Cartago, Arma y Anserma explota- mismo perfil, de un ascenso inicial hasta alcan-
ron filones y aluviones en Marmato, Quiebra- zar un techo que se mantiene apenas por uno o
lomo y Supía, y Popayán tuvo avanzadas en dos decenios para luego caer uniformemente.
Almaguer y Caloto, fuera de las minas de Chis- Se trata de un ciclo en el que la riqueza del
quío que explotaba la Corona directamente. La hallazgo y la facilidad de la explotación permi-
ciudad de Santa Fe de Antioquia no sólo explotó ten, como en Zaragoza, invertir inicialmente en
desde muy temprano el cerro vecino de Buriticá, instalaciones y mano de obra. Estas inversiones
sino que fue la metrópoli de nuevas fundaciones, acrecen la productividad hasta alcanzar los lími-
San Jerónimo, Cáceres, Zaragoza, y más tarde tes del rendimiento de la mano de obra y de la
Guamocó. Casi ningún centro minero, por im- riqueza de los yacimientos. Una vez alcanzado
portante que fuera, pudo establecerse o perdurar este punto, las cifras de producción descenderán
independientemente de las ciudades que debían en forma uniforme y solamente la incorporación
abastecerlo o de las cuales dependía administra- de un nuevo hallazgo podrá mantener el nivel
tivamente. Tales centros iban desde campamen- de la producción anterior. Esto explica los con-
tos provisorios hasta poblamientos con el rango tinuos desplazamientos a través de fronteras su-
de ciudades. En muchos casos, la existencia de cesivas.
una Caja Real, con su acompañamiento de fun- Sin embargo, después de la cúspide alcan-
cionarios y de la percepción de gravámenes so- zada en los decenios de 1590-1600 y 1600-1610,
bre el comercio o de diezmos agrícolas, elevaba los hallazgos no significaron un incremento sig-
el rango de poblamiento pero no le impedía que nificativo del volumen de metal extraído. Esta
en el momento de la decadencia de las explota- situación se prolongó durante casi todo el siglo
ciones quedará reducido a un villorio en el que XVII, hasta cuando se incorporó una nueva fron-
no se conservaba ninguna traza de su antigua tera con la ocupación de los distritos de Nóvita,
prosperidad. En un caso extremo, como en el Citará y el Raposo.
que los campamentos mineros del Chocó, ya en
el siglo XVIII, la riqueza aurífera podía atraer Estos distritos del Pacífico acentuaron aún
funcionarios y poderosos señores de cuadrilla, más los rasgos de aislamiento fronterizo que
comerciantes y aventureros, religiosos y curas habían caracterizado los yacimientos en el ciclo
deseosos de una rica prebenda, pero no propiciar anterior. Como se ha dicho, en estas regiones
un asentamiento estable. no se produjo un asentamiento estable de los
señores de cuadrilla, los cuales residían usual-
La declinación progresiva de la producción mente en Popayán y Cali. Esta circunstancia no
del oro en el conjunto de los distritos mineros impidió que, mientras se mantuvieron niveles
después de 1610 puede verse como un fenómeno elevados de extracción de oro, la región fuera
coyuntural. Esta coyuntura sirve para definir la abastecida desde el hinterland agrícola del valle
economía global de la Nueva Granada en el del Cauca y mantuviera contactos permanentes
contexto de sus relaciones con la metrópoli. Pero con contrabandistas franceses, ingleses y holan-
al acercarse a cada distrito por separado, se ad- deses.
vierte que se trataba de un proceso uniforme e Desde otro punto de vista, el Chocó carac-
inevitable en este tipo de explotación. Aun en teriza muy bien los esfuerzos de la administra-
el caso de que el agotamiento de los yacimientos ción española por integrar fiscalmente estas re-
no fuera absoluto, el nivel de la técnica em- giones fronterizas. Desde 1713 el oidor Aram-
pleada se presentaba como un límite insalvable. buru había sido comisionado para asentar un
A esto debe agregarse el hecho de que la fuerza poblamiento y establecer una Caja Real. El oidor
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 127

observaba el estado lamentable de la provincia, cerro de Buriticá cerca de Santa Fe de Antioquia


en donde no parecía que hubieran pisado espa- y algunas explotaciones aisladas en Popayán y
ñoles a pesar de que hacía casi cuarenta años Almaguer. Los yacimientos aluviales, que de-
que se explotaba. Más adelante se hicieron es- mandaban técnicas menos elaboradas fueron
fuerzos repetidos por disminuir la influencia y más durables. Algunos ríos en especial se explo-
la arbitrariedad de los mineros y de poner coto taron por largo tiempo con rendimientos extraor-
al contrabando y a la fuga ilícita del oro, eri- dinarios. En ellos se asentaron reales de mina,
giendo la región primero en superintendencia, a veces con una capilla como único núcleo de
bajo el control directo de la Audiencia de Santa un poblamiento disparatado y bajo la jurisdic-
Fe, y luego en gobernación. Pero ni aun así el ción de una ciudad de españoles. Durante el
Chocó pudo integrarse en torno a núcleos urba- primer ciclo minero la mayoría de los reales de
nos que le prestaran un carácter de asentamiento minas aprovecharon el sistema de encomiendas
estable. como fuente de mano de obra, y sólo los yaci-
Tres siglos de economía del oro, construida mientos antioqueños, explotados a partir de
fugazmente en yacimientos dispersos que obli- 1580, emplearon masivamente mano de obra
gaban a desplazamientos permanentes, dejaron esclava, lo mismo que las explotaciones del si-
una huella profunda en la formación económica glo XVIII en Nóvita, Citará y el Raposo. Este
y social de estas regiones. Por un lado, su ais- hecho, como vamos a verlo, influyó decisiva-
lamiento impuso un esfuerzo enorme para man- mente en el nivel y en el repertorio de las técni-
tener algún nexo con sectores complementarios, cas empleadas.
especialmente con zonas de abastecimiento Las ordenanzas de minería más antiguas
agrícola. Este esfuerzo trajo consigo el desarro- (de Antioquia y de Pamplona, que datan del
llo lento de vías de penetración a regiones apar- siglo xvi) establecían no sólo una reglamenta-
tadas que recorrían comerciantes itinerantes. De ción sobre los derechos a los yacimientos propia-
otro lado, el desplome frecuente y casi fatal de mente dichos, sino también sobre las aguas ale-
la productividad, que alcanzaba un tope en el dañas. Tales regulaciones revelan no sólo las
rendimiento más accesible de los veneros, con- modalidades de apropiación de un recurso en lo
denaba de nuevo al aislamiento a regiones ente- jurídico, en lo social y en lo económico, sino
ras y anulaba todos los esfuerzos anteriores. El también lo esencial de una tecnología. Sobre
hallazgo repetido de yacimientos impuso tam- esta última, las investigaciones del geógrafo
bién un ritmo de desarrollo desigual que acen- norteamericano Robert C. West han mostrado
tuaban la ausencia de comunicaciones y la im- cómo se trataba de una adaptación por parte de
posibilidad de imponer patrones políticos uni- los españoles de procedimientos utilizados
formes. Estas características hacen que los dos desde antiguo por los indígenas. Los indígenas
ciclos mineros estén asociados con regiones di- ya estaban familiarizados con la extracción del
ferentes. Mientras el primero cobijó tanto el oro de terrazas de las corrientes, de depósitos
occidente como la región oriental de los Andes, altos de gravas y del lecho mismo de los ríos.
el segundo perteneció exclusivamente a los mi- West describe en detalle una de las técnicas más
neros de Popayán y de Antioquia. usadas, la del canalón, que consistía en hacer
pasar una corriente de agua por un canal paralelo
La actividad global de los distritos mineros al depósito aurífero, al cual se habían arrojado
es mejor conocida (a través de las declaraciones arenas y gravas auríferas. La fuerza del agua,
a las cajas reales) que la actividad de las empre- combinada con el trabajo manual de extraer los
sas individuales de explotación. En este último materiales más pesados del canal, dejaba en el
caso sólo pueden fijarse algunos rasgos que re- fondo los residuos de polvo de oro.
velan las primeras ordenanzas de minería y de
alguna información dispersa en los archivos. Las ordenanzas antioqueñas de Gaspar de
En primer término, debe observarse que la Rodas se ocupaban en detalle de regular los
mayoría de los yacimientos auríferos en el derechos de agua, elemento esencial en todas
Nuevo Reino, en Popayán, Antioquia y el Chocó las técnicas empleadas en los lavaderos. West
fueron aluviones. Minas de veta o de filón estu- señala cómo la escasez de agua en Antioquia
vieron localizadas apenas en los distritos de obligaba a conducirla por kilómetros hasta las
Pamplona. (Vetas y Montuosa), Anserma-Car- terrazas auríferas del Nechí. Por eso las orde-
tago (Marmato y Quiebralomo), el legandario nanzas preveían privilegios excepcionales en las
128 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

otorgaciones para quienes abrieran canales o En muchos casos la actividad de los señores
acequias de una cierta extensión. El agua tam- de cuadrilla no solía reducirse a la minería. En
bién se conducía mediante sistemas de manpos- el siglo XVI se trataba de encomenderos-terrate-
tería elevada en los que se empleaban guaduas nientes que encontraban lucrativo emplear a los
partidas en dos o fuertes cortezas de árboles. indios de su encomienda en labores de minas.
En el Chocó y en el Raposo, los inventarios de Algunos llegaron a realizar inversiones impor-
las minas del siglo XVIII mencionaban cortes y tantes en Zaragoza y, a la inversa, mineros afor-
pilas, y acequias para cada corte. Estos elemen- tunados se asociaron a familias de terratenientes
tos están asociados igualmente a la técnica del y encomenderos en Santa Fe. En Popayán, a
canalón, pero indican el aprovechamiento de partir de la recuperación de las últimas décadas
aguas-lluvias, tan frecuentes en la región del del siglo XVII, el papel de los comerciantes fue
Pacífico. Las aguas-lluvias se recogían en de- muy importante en las actividades mineras. Al-
pósitos (pilas) construidos en las cimas de las gunos tomaron la iniciativa de abastecer con
colinas y se conducían al lavadero por acequias. esclavos los reales de minas o de combinar la
minería con la explotación de haciendas. La
West hace notar el desconocimiento téc- decadencia del sector de encomenderos abrió
nico por parte de los españoles que vinieron a paso al predominio de comerciantes capaces de
la Nueva Granada. Por ejemplo, el hecho de realizar inversiones en los nuevos yacimientos
que no se mencione en documentos coloniales y simultáneamente disminuir los costos de ex-
el procedimiento de amalgamación con mercu- plotación al encargarse ellos mismos del abaste-
rio para separar el metal de los sedimentos. En cimiento de esclavos y comestibles.
realidad, hubo por lo menos un intento de intro-
ducir esta técnica hacia 1620 para las minas de El problema del trabajo en la minería del
filón de la región de Anserma. Para esta época oro se ha encarado usualmente con la noción
las minas estaban en decadencia y los mineros un poco vaga de que en algún momento el tra-
no se atrevieron a encarar los costos de la inno- bajo indígena fue remplazado por el de esclavos
negros traídos del África. Esta sustitución súbita
vación. habría obedecido a la voluntad de la Corona
Las limitaciones impuestas a la explotación española de proteger a los indígenas de un tra-
por el nivel de la técnica empleada son más bajo agotador. De otro lado, se alega, el trabajo
evidentes en el caso de las minas de filón. Estas indígena daba pobres rendimientos y los escla-
se explotaban siguiendo la veta con tajos abier- vos negros resultaban más aptos y más resisten-
tos o mediante socavones de tiros inclinados. tes a las duras jornadas de la explotación minera.
Los indígenas emplearon esta técnica en Buri- Hemos visto, sin embargo, cómo las técni-
ticá y en Mariquita, aunque sin reforzar las ga- cas mismas de la explotación del oro dependie-
lerías con armazones de madera. En Pamplona, ron de la experiencia acumulada por los indíge-
alcanzada una cierta profundidad, los socavones nas en muchas regiones. No eran pues motivos
tuvieron que abandonarse, debido al riesgo para de idoneidad para este trabajo lo que inducía a
la vida de los indígenas que los trabajaban. remplazarlos. Ni la sustitución se operó de un
Que los pobladores españoles tuvieran que momento a otro. Durante mucho tiempo la ins-
depender de las técnicas indígenas no sólo indica titución de la encomienda, mediante la exigencia
el desarrollo y el ingenio de tales técnicas sino del pago de los tributos en oro, sirvió para ser-
también la ausencia, entre los ocupantes, de una virse de cuadrillas de indígenas en la explotación
actividad profesional. Aunque con el curso del de los yacimientos. A Pamplona, por ejemplo,
tiempo llegaron a desarrollarse algunas técnicas después de 1551 fueron conducidas cuadrillas
ingeniosas, especialmente en Antioquia, los ci- de más de cien indios sacados de las encomien-
clos -que se repiten casi fatalmente en cada das de la provincia en Tunja. En la gobernación
distrito- revelan en su fase final de decadencia de Popayán el empleo de indios en las minas
una incapacidad para superar las limitaciones fue generalizado, y desde 1554 los vecinos de
de procedimientos rutinarios. Los llamados mi- Popayán, Cali, Cartago y Anserma se resistían
neros era en realidad capataces a sueldo de un a la aplicación de las Leyes Nuevas que prohi-
señor de cuadrilla, de un encomendero o de un bían este tipo de trabajo. A pesar de la acción
funcionario ausentista, y estaban encargados de de obispos y visitadores el trabajo minero de
supervigilar el trabajo de indígenas y esclavos. los indígenas perduró allí, por cuanto vecinos'
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 129

y encomenderos alegaban la imposibilidad de mientos antioqueños o la primera ciudad de


emplear esclavos debido a sus costos. En 1570, Toro) se vieron obligadas a emplear esclavos
tanto las ordenanzas del virrey Francisco de To- negros. Esta carencia condujo de todas maneras
ledo en el Perú como otras similares promulga- a la quiebra de los yacimientos auríferos más
das por la Audiencia de Santa Fe sancionaron ricos del siglo XVI por la falta de abastecimien-
esta situación de hecho, permitiendo que los tos que podía proporcionar una población indí-
indígenas trabajaran en las minas "voluntaria- gena. Allí, como en los centros explotados por
mente" y mediante la paga de un jornal. El indígenas, las cuadrillas de esclavos fueron
intento de introducir un régimen salarial no pa- diezmadas rápidamente.
saba de ser una intención piadosa, debido al Así, la decisión de emplear esclavos negros
tipo de relaciones de dominación que se deriva- no obedeció a una voluntad deliberada de aho-
ban de la encomienda. De esta manera, el trabajo rrar a los indígenas un trabajo agotador. Se trató,
indígena generalizado se prolongó hasta bien en el mejor de los casos, de mantener un equi-
entrado el siglo XVII, particularmente en la pro- librio entre los requerimientos de mano de obra
vincia de Popayán. En cuanto a Santa Fe, debe en las minas y la necesidad de los abastecimien-
recordarse que a fines del siglo XVI se organizó tos proporcionados por haciendas de los enco-
un sistema de mitas (o trabajo forzado) para la menderos. La inversión en esclavos negros pa-
explotación de la plata en Mariquita. Este siste- reció siempre demasiado onerosa a aquellos que
ma, con algunas interrupciones, iba a perdurar tenían acceso al trabajo indígena, y sólo se de-
durante todo el siglo XVII y las dos primeras cidieron a efectuarla cuando el trabajo indígena
décadas del XVIII. comenzó a faltar.
La disminución del trabajo en las minas Si el trabajo de los indios creaba un con-
que pesaba sobre los indios (y que las tasaciones flicto de intereses entre terratenientes-encomen-
de tributos en oro autorizaban indirectamente) deros y mineros, la compra de esclavos negros,
sólo vino a ser efectiva en virtud de conflictos que favorecía desmesuradamente a algunos co-
de intereses dentro del sistema mismo de la en- merciantes, no tardó en crear enfrentamientos
comienda. En algunos casos, el trabajo indígena entre mineros y comerciantes. A fines del siglo
(de una manera semejante al trabajo servil de XVI era claro para los habitantes de Zaragoza
criados ingleses en las Antillas) sirvió para acu- que sólo los esclavos obtenidos a crédito podían
mular los capitales necesarios para una inversión procurar el oro para amortizar su propio valor.
ulterior en esclavos negros. Este parece haber La riqueza de los yacimientos permitió que se
sido el caso en Remedios e, indirectamente, en concentraran allí unos tres mil esclavos, pero
Zaragoza, en donde algunos encomenderos lle- con este número se alcanzó un tope que a partir
garon a introducir esclavos. Sin embargo, mu- de 1600 comenzó a disminuir. Todo indica que
chos encomenderos de las regiones más favore- la premura de los mineros para amortizar el
cidas con población indígena no estaban intere- valor de los esclavos condujo a una explotación
sados directamente en las minas, e inclusive, excesiva y al agotamiento de la mano de obra.
algunos mineros las habían abandonado a co- Por esta razón fue una operación rentable sólo
mienzos del siglo XVII para convertirse en terra- en el corto plazo, y muchos mineros la abando-
tenientes. De esta manera surgió un conflicto naron en el momento justo para obtener una
entre las necesidades de abastecimiento agrícola situación más estable en Santa Fe. Otros carga-
de las ciudades y las exigencias insaciables de ron con la ruina y con las dificultades cada vez
mano de obra de los centros mineros. Esta situa- mayores de remplazar los brazos que iban faltan-
ción no era tan aparente en Popayán, en donde do. En ausencia de condiciones favorables, la
encomenderos-terratenientes se dedicaban a la posibilidad de reproducción de los esclavos, y
minería. En el Nuevo Reino, en cambio, la mita con ello una menor dependencia del abasteci-
minera de Mariquita provocó una controversia miento de esclavos adultos y costosos, quedaba
sobre los efectos nocivos para la agricultura del excluida.
drenaje continuo de los indios. El segundo ciclo productivo, que arranca
Por otra parte, el empleo de los indígenas con la conquista del Chocó, presenta rasgos di-
en la minería dependió siempre de su relativa ferentes en cuanto al trabajo. En primer término,
abundancia. Las regiones cuya población indí- la permanencia de cuadrillas de esclavos más
gena era escasa o demasiado hostil (los yaci- amplias, gracias a un abastecimiento regular.
130 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Luego, un equilibrio real entre producción mi- esclavos en las minas de Popayán y los lavaderos
nera y abastecimientos agrícolas. Finalmente, del Pacífico, de las cuales más de 3 mil se
la posibilidad de reproducción de la mano de encontraban en éstos. Diez años más tarde ya
obra en virtud de condiciones favorables creadas había diez mil y en 1759 en la sola provincia
por una alternativa de empleo y de permanencia de Nóvita se contaban 56 cuadrillas con un total
en explotaciones agrícolas. de 4.322 esclavos. Según otras cifras (Sharp,
Dentro del sistema defensivo del Imperio 1975) los esclavos del Chocó habrían aumen-
y la ruta de la Carrera de Indias, Cartagena gozó tado apenas a 5.756 en 1778 y a 7.088 en 1782,
de una situación estratégica que favorecía no para caer a 4.968 en 1804.
sólo la introducción lícita de esclavos y mercan- El aspecto más fundamental de este se-
cías, sino que invitaba a su comercio ilícito por gundo ciclo de producción minera reside en el
parte de holandeses, franceses e ingleses. Aun- hecho de que, en un cierto momento, el creci-
que se trataba de un centro distribuidor de la miento vegetativo de la población esclava pudo
trata negrera desde el siglo XVI, el número de asegurar su reproducción sin tener que depender
esclavos internados en la Nueva Granada, legal- exclusivamente del abastecimiento exterior. Al-
mente o de contrabando, no parece haber sido gunos datos iniciales (de una investigación en
excesivo. En 1598 el presidente Sande calculaba curso) sugieren que por lo menos en las hacien-
la presencia de unos seis mil esclavos para todos das y en el servicio doméstico los esclavos ha-
los yacimientos antioqueños. Todavía, durante bían alcanzado desde muy temprano, índices
los dos decenios del siglo siguiente, entraron positivos de crecimiento demográfico, si bien
por Cartagena (además del contrabando) unos las minas tenían que ser abastecidas con escla-
17 mil esclavos (12 mil por cuenta del Asiento vos bozales. Tal vez por esta razón, los esclavos
de Baez Cutinho, entre 1603 y 1611, y otros 5 bozales alcanzaban precios más elevados en el
mil de Antonio Fernández D'Elvas, entre 1615 mercado de Popayán que los esclavos criollos,
y 1621), pero es muy improbable, dados los dedicados al servicio doméstico y a la agricultu-
preludios de una crisis en los yacimientos más ra.
importantes, que una parte significativa de estos A mediados del siglo XVIII, la esclavitud
esclavos haya sido internada para la producción no sólo sustentaba la producción minera, sino
minera o que el número de los seis mil esclavos también un sistema de haciendas creadas para
indicado por Sande se haya incrementado.
abastecer los centros mineros. Los comercian-
Para el segundo ciclo, centrado en la go- tes, que jugaron el papel más dinámico en este
bernación de Popayán, los datos que se poseen período, invertían tanto en las minas como en
hasta ahora sugieren una mayor conexión entre tierras. De su parte, algunos terratenientes se
la trata negrera desarrollada por Cartagena y la dedicaron al comercio y tuvieron cuadrillas de
demanda de haciendas y minas. De tres asientos esclavos en minas y haciendas. En la juntura
que se sucedieron entre 1696 y 1743: el de los de los siglos XVII y XVIII comerciantes de Popa-
portugueses, el de la Compañía francesa de Gui- yán se desplazaron hacia Cali, en donde encon-
nea y el de la Compañía de los mares del Sur traban más oportunidades sociales y mayores
(o South Sea Company, creación del antiguo disponibilidades de tierra. Allí, en efecto, las
monopolio inglés de la Royal African Company unidades territoriales circulaban más que en la
para atender el aprovisionamiento del Imperio región de Popayán, en donde estaban asociadas
español a raíz del tratado de Utrecht en 1713), todavía al régimen de la encomienda y a núcleos
hay trazas consistentes del internamiento de familiares más cohesionados.
buen número de esclavos. Durante el período Las posibilidades de combinar explotacio-
más activo, el de la Compañía de los mares del nes mineras con unidades productivas agrícolas
Sur, el crecimiento de los esclavos en el Chocó valiéndose del mismo tipo de trabajo, presenta-
estuvo acompasado con las introducciones de ban la ventaja adicional del empleo más racional
la trata. Desde comienzos del siglo comenzaron de éste. Los esclavos no sólo se desplazaban de
a formarse allí cuadrillas que pronto excedieron las haciendas a las moradas urbanas, en donde
en número a las que se mantenían en los yaci- apenas llenaban una función de prestigio para
mientos tradicionales de Jelima, Quinamayó, sus dueños, sino también de las minas a las
La Teta, etc., en los distritos mineros de Caloto haciendas y, probablemente,en menor medida,
y Almaguer. Hacia 1730 se calculaban 4 mil de las haciendas a las minas. Estos desplaza-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 131

mientos estaban regidos por las posibilidades octavo, un décimo, un duodécimo, un decimo-
de rentabilidad de los esclavos y, en todo caso, quinto y un vigésimo.
permitían su reproducción en condiciones más Es cierto que, en materia de quintos, hubo
favorables que en las minas. fraudes permanentes. Pero aun así, otras cifras
Ya se ha aludido en el curso de este trabajo de las cajas reales reproducen un orden paralelo
a factores estructurales de la producción minera de magnitudes. Las alcabalas de Zaragoza, por
que la conducían fatalmente de un momento ejemplo, pasaron de más de 2.500 pesos oro en
inicial de expansión a un declive paulatino. Este 1596, a 600 en 1620 y a 200 en 1640. Aquí
fenómeno está descrito por el perfil de una curva debe anotarse que si bien la observación sobre
en la que se advierten dos ciclos muy notorios la simple tendencia de las cifras de producción
de productividad en los siglos XVI y XVIII. Sin puede ayudar a plantear hipótesis sobre la estruc-
embargo, este es el resultado final de agregar tura de la producción minera y de sus crisis,
las cifras de producción de distintos aislados, éstas deberían verificarse con estudios sobre ex-
calculadas sobre los llamados quintos o impues- plotaciones individuales. Un estudio reciente de
tos percibidos por la Corona española. No sobra William F. Sharp, sugiere una aproximación al
advertir que tales cifras están lejos de revelar problema del fraude a tavés del estudio de la
la producción real de los distritos mineros. Por rentabilidad del sector globalmente considera-
do.
eso sólo son aceptables en cuanto muestran una
tendencia, es decir, la evidencia en bruto de que Este estudio sobre la minería en el Chocó
en un momento dado la producción alcanzaba en el siglo XVIII está inspirado en las técnicas
un cierto orden de magnitudes y en otro mo- de la New Economic History norteamericana,
mento este orden se había visto drásticamente la cual aspira a ligar más estrechamente la inves-
afectado. tigación histórica a modelos y razonamientos
de la teoría económica neoclásica. Sharp se basa
Este razonamiento se ve reforzado por el en la consideración de que si se comparan las
comportamiento de las curvas individuales de cifras del oro declaradas en las cajas reales con
cada distrito. En el caso de Santa Fe, por ejem- la inversión total de capital y con los costos de
plo, entre 1565 y 1580 se mantuvo un techo de producción, la tasa de ganancia para la actividad
producción anual promedio de unos 160 mil minera sería negativa a partir de 1759. Este
pesos oro. A partir de 1600 la producción anual resultado no se compadece con el auge de la
había disminuido a un promedio de 60 mil pe- producción. Para plantear esta hipótesis el autor
sos, y a partir de 1620 se desplomó hasta alcan- se vale de un modelo en el que reconstruye todas
zar sólo 20 mil en 1625. La disminución de un aquellas variables (ingresos declarados, depre-
orden de magnitudes de 8 al de 1 ilustra la ciación de activos -incluidos los esclavos-, cos-
noción de tendencia, que difícilmente pudo tos de manutención de las cuadrillas, valor total
verse afectada por el hecho de que en 1565-1580 de los esclavos, etc.) que determinan la tasa de
o 1620-1625 las cantidades efectivamente ex- ganancia. De esta manera llega a la conclusión
traídas hubieran sido mucho mayores que el oro de que para que la tasa de ganancia fuera posi-
declarado y quintado en las cajas reales. En tiva, se requería que la producción representara
Zaragoza la caída fue todavía más uniforme, el doble o un tercio más de lo que fue declarado.
pues en el caso de Santa Fe, varios distritos Otros resultados de la investigación resul-
mineros, compensaban mutuamente sus altiba- tan igualmente sugestivos.
jos. En Zaragoza se pasó de 300 mil pesos oro
a la mitad de esta cifra en 1620 y a menos de El autor los formula así:
50 mil hacia 1640. Lo mismo ocurrió en Cáce- 1. Se dio un período de auge de la minería
res, Remedios, el distrito de Cartago y Popayán. del oro en el Chocó entre 1725 y 1785.
Los descensos dramáticos de la producción 2. En el curso de la primera mitad del siglo
en cada distrito minero, solían ser advertidos los propietarios de cuadrillas obtenían grandes
muy pronto por los oficiales de las cajas reales provechos con pocos esclavos. Esto lo incitó a
y del Tribunal de Cuentas de Santa Fe. Las aumentar su inversión en esclavos.
quejas frecuentes, que tendían a aliviar la con- 3. Aunque el número de esclavos se du-
dición de los mineros en materia fiscal, llevaron plicó entre 1759 y 1782 la explotación fue tor-
a paulatinas reducciones del quinto real a un nándose menos provechosa.
132 Nueva Historia de Colombia, Vo/. /

4. Con una tasa de ganancia declinante los jados inicialmente por la sencilla ecuación entre
propietarios redujeron sus cuadrillas y con ello el número de ocupantes y la disponibilidad de
los costos de su mantenimiento. En algunos ca- tierras. Este problema presenta dos aspectos.
sos los mismos propietarios estimularon un pro- Uno, el de los mecanismos de hecho o derecho
ceso de manumisión por compra. que condujeron a las apropiaciones. Otro, el de
5. Lo anterior tiende a mostrar que, en el las determinaciones económicas que las confi-
Chocó, un límite óptimo de rentabilidad se al- guraron.
canzó cuando el número de esclavos llegó a 5 El origen de la propiedad de la tierra para
mil. los ocupantes españoles está ligado a situaciones
6. Aunque entre 1782 y 1804 el número de poder y de privilegio. Cada poblamiento po-
de esclavos disminuyó en más de dos mil, la seyó un cabildo designado inicialmente por el
producción se mantuvo e inclusive aumentó. caudillo de la hueste, elegido más tarde por
Las hipótesis y conclusiones de Sharp miembros de la hueste que habían adquirido la
abren nuevas perspectivas a la investigación. calidad de vecinos e integrado luego por digna-
Mucho se ha discutido sobre la pertinencia de tarios vitalicios que habían comprado el cargo.
aplicar criterios de rentabilidad capitalista a em- Estos cabildos, integrados casi siempre por ve-
presas surgidas en un período precapitalista o cinos encomenderos, se atribuyeron la facultad
de reconstruir datos sobre cálculos plausibles de otorgar estancias, caballerías y solares. Otras
pero sin una evidencia empírica consistente. veces el título provenía del caudillo o del gober-
Con todo, es evidente que los métodos de la nador de una provincia y, finalmente, de las
New Economic History ayudan a precisar pro- audiencias o de su presidente.
blemas que de otra manera no surgirían en el
horizonte de las preocupaciones usuales del his- Las numerosas otorgaciones de los cabildos
torirador. no fueron sino títulos precarios, pues nunca tu-
vieron la autorización del monarca español
En este caso, por ejemplo, valdría la pena quien, en teoría (la teoría de la época, natural-
preguntarse si los dos ciclos de productividad mente), había tomado posesión de las tierras
que se han señalado poseen una estructura dife- americanas por derecho de conquista. Esta pre-
rente. En el caso del primero, asociado particu- cariedad no fue un obstáculo para que la actua-
larmente con los veneros antioqueños, ¿la drás- ción de los cabildos creara situaciones perma-
tica disminución de las cuadrillas fue una con- nentes con respecto a la tierra. Estos cuerpos
secuencia del alza del costo de los mantenimien- representaban sin matices los intereses de los
tos? Y en el segundo ciclo, con la creación de
haciendas en el valle del Cauca, ¿no habían encomenderos y por eso sus otorgaciones reca-
surgido condiciones más favorables para que se yeron, por lo general, entre éstos. Se trataba de
diera un equilibrio entre producción agrícola y un núcleo reducido de personas (casi en ninguna
actividad minera? ¿La reducción en el número parte más de 60 o 70 individuos) que, a través
de esclavos observada por Sharp entre 1782 y del cabildo, podía controlar la asignación de
1804 pudo obedecer a su traslado a las hacien- todo tipo de recursos: tierras, minas, aguas, bos-
das, en donde resultaban más rentables? Todas ques, etc.
estas preguntas sugieren una conexión tan estre- La preponderancia de los encomenderos les
cha entre minería y agricultura, que la encuesta permitió también usurpar tierras de los indios.
de Sharp debería ampliarse para abarcar los dos Entre 1550 y 1590 éstos debían trabajar gran
sectores. Otros problemas menores surgen con parte de sus tierras en beneficio exclusivo de
respecto al cálculo de la población esclava o sus encomenderos al cultivar para ellos tributos
con sus precios, datos que están lejos de alcanzar en especies (trigo, cebada, maíz y a veces gar-
-en el ensayo de Sharp-, la consistencia (hard banzos, habas, fríjoles, caña y lino). Fuera de
data) requerida por los razonamientos de la New esto, debían dar indios de servicios (un 3 o 4%
Economic History. de los varones adultos) para los aposentos del
encomendero, los cuales eran casi siempre tie-
La agricultura rras ocupadas de hecho en las inmediaciones
del asentamiento indígena. Además, la obliga-
Los patrones de la apropiación de la tierra ción del tributo en especie significaba un verda-
por parte de los ocupantes españoles fueron dero usufructo de las tierras de los indios. Con
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 133

la disminución de estos las tierras vacías podían en Santa Fe y Tunja entre 1551 y 1571/2 mues-
ser incorporadas al núcleo de los aposentos. tran cómo se consideraba indispensable asegu-
A las otorgaciones de los cabildos y a las rarse el pago de tributos en especie para el abas-
usurpaciones vinieron a sumarse las mercedes tecimiento de las ciudades. De otro lado, el
de tierra por parte de la Corona a través de las número de indígenas asignados para el trabajo
audiencias y de los gobernadores. En muchos permanente en las estancias de los encomende-
casos estas mercedes no hicieron otra cosa que ros resulta relativamente bajo. En 1565 este con-
sanear títulos precarios o usurpaciones anterio- curso se limitó en dos ocasiones al 3 y al 4%
res, como en el caso de las composiciones pos- de la población masculina adulta. En adelante,
teriores a 1590. Para esta época la población a medida que se consolidaban las explotaciones
indígena había quedado reducida a un 10% de en manos de españoles y disminuía la población
su tamaño original. Reducida a poblamientosy indígena, esta proporción fue elevándose en la
confinada a resguardos, es decir, nucleada de práctica hasta llegar al 15% en algunos casos.
tal manera que su patrón de poblamiento dis-
perso quedaba abolido, muchas tierras se desem- El proceso de formación de estancias de
barazaron y fueron objeto de mercedes nuevas. españoles es muy mal conocido. Aunque se re-
pite a menudo que las mercedes de tierra fueron
Por debajo del aspecto jurídico-formal de independientes jurídicamente de las otorgacio-
la apropiación subyace el problema más com- nes de las encomiendas, lo cierto es que fueron
plejo de la evolución económica que llevó a la los encomenderos quienes monopolizaron la tie-
efectiva ocupación de la tierra por parte de los rra en el curso del siglo XVI. Ellos controlaban,
españoles. Inicialmente las comunidades indí- por un lado, los cabildos que la otorgaban y,
genas proveyeron de abastecimientos agrícolas por otro, no sólo disponían con exclusividad de
a los pobladores españoles. Estos no eran mu- la mano de obra indígena para explotarla, sino
chos, y en casi todas las nuevas fundaciones el que, con o sin títulos, estaban en posibilidad
contorno indígena podía producir los excedentes de usurpar las tierras de los indios encomendados.
necesarios para alimentarlas. La composición
misma de los tributos exigidos muestra a las A fines del siglo y comienzos del siguiente,
claras que a través de ellos eran canalizados los sin embargo, las presiones contra este doble
excedentes agrícolas para el consumo de los monopolio fueron suficientes para introducir
pobladores españoles. A través del tributo se modificaciones importantes. A pesar de la cohe-
impuso también una transformación en las siem- sión del grupo de encomenderos, que les permi-
bras de los indios, obligándolos a cultivar trigo tía guardar dentro de linajes familiares una en-
y cebada en vez de maíz tradicional. Por esta comienda más allá de las dos vidas previstas
razón las primeras otorgaciones de tierras por por la ley, la multiplicación de las familias fue
parte de los cabildos apenas echaron mano de haciendo aparecer un grupo creciente de propie-
las goteras del núcleo poblado por españoles. tarios no encomenderos. De otro lado, también
Entre los primeros vecinos se distribuyeron sola- surgieron simples labradores que aspiraban a
res urbanos y caballerías y peonías confinadas disponer de la mano de obra indispensable para
dentro de unos términos que respetaban todavía los trabajos agrícolas. En este grupo habría que
el poblamiento indígena y que estaban destina- incluir a una población mestiza en aumento que
das al cultivo de hortalizas y a mantener algún se toleraba mal en el seno de la "República de
ganado. los españoles" y a la que se prohibía residir en
El crecimiento del núcleo urbano español los pueblos de indios.
(la "República de los españoles") y la disminu- La actividad de los encomenderos que re-
ción desastrosa de los indios, quebrantaron muy cibieron tierras fue muy desigual. Algunos las
pronto este equilibrio inicial entre las necesida- explotaron y se propusieron acrecentarlas, otros
des de los ocupantes y la capacidad de las eco- se contentaron con percibir los productos que
nomías indígenas para satisfacerlas. Esto dio los indígenas estaban obligados a cultivar para
origen a la aparición de las primeras estancias, ellos, y algunos hasta se desprendieron de sus
alrededor de los aposentos de los encomenderos. tierras en favor de los más emprendedores. Esto
Aun entonces el grueso de la producción siguió último dio origen a algunas concentraciones la-
gravitando sobre las tierras de los indígenas. tifundiarias en la región de los altiplanos de
Las tasaciones de los tributos llevadas a cabo Santa Fe, Tunja, Pasto y Popayán. De suyo, las
134 Nueva Historia de Colombia, Voi. /

otorgaciones originales eran enormes. Entre indios vaqueros, pastores, arrieros y molineros.
1540 y 1585 se otorgaron en Santa Fe y Tunja Treinta en total para unas mil cabezas de ganado
estancias de ganado mayor y estancias de pan vacuno y más de dos mil ovejas.
sembrar que equivalían a 2.540 y 635 hectáreas, Cuando los encomenderos de Santa Fe y
respectivamente. A partir de 1585, estas medi- Tunja se vieron privados del monopolio de la
das se redujeron a 370 y 327 has. para las de pan. mano de obra, clamaron por su ruina. Para ese
En las regiones de los altiplanos, sin embar- momento, cuando visitas sucesivas de oidores
go, la apropiación indefinida de tierras encon- de la Audiencia habían otorgado resguardos a
traba un límite en las labranzas indígenas. Como los indios, las tierras más apetecibles ya debían
de éstas dependían los ingresos de los mismos haber sido ocupadas por españoles. Las otorga-
encomenderos, los indios pudieron gozar de tie- ciones de resguardos, que se hicieron entre
rras por lo menos hasta el momento en que su 1590-1605 y se completaron en 1636, significa-
propio encomendero las usurpaba. La compe- ron un confinamiento de la población indígena
tencia de mestizos y de una creciente población al mínimo vital dejando tierras disponibles para
española contribuyó también a que la concentra- mercedes y agrupando a los indios de tal manera
ción latifundiaria no fuera absoluta. que pudieran ser accesibles simultáneamente a
En otras regiones, en cambio, la ecuación varios estancieros españoles.
entre población y tierras disponibles dio lugar Es obvio que, dada la densidad de la pobla-
a inauditos acaparamientos de tierras que se de- ción total, las estancias de los españoles no po-
dicaban a la ganadería extensiva. Este fue el dían aprovecharse con algo que se pareciera a
caso de los dos grandes valles interandinos en una explotación intensiva. La acumulación de
donde otorgaciones y mensuras se designaban tierras servía en todo caso para monopolizar el
simplemente por leguas, de más de 8 mil metros. mercado de la "República de los españoles" y
La unidad productiva colonial, la hacienda, de los centros mineros. Los indígenas, a los que
conoció diversas formas en distintas épocas y se asignó entre una y dos hectáreas de tierra por
lugares durante el período colonial. En los alti- cabeza, ya no podían generar excedentes en sus
planos del centro de lo que hoy es Colombia propias tierras, pero, en cambio, siguieron com-
acabamos de ver cómo empezaron a formarse pelidos a trabajar en las estancias de los españoles.
estancias cuando los excedentes de la agricultura La limitación en el uso de mano de obra
indígena fueron insuficientes para alimentar a por parte de los encomenderos no sólo provino
la población española. Estancias en la jurisdic- de las actuaciones administrativas de los oido-
ción de Santa Fe, Tunja, Vélez y Villa de Leiva, res, sino de la disminución de los indios, que
no sólo abastecieron estos centros urbanos, sino ya era alarmante a comienzos del siglo XVII.
también las explotaciones mineras del valle del De otro lado, la presencia de propietarios no
Magdalena, de Victoria, Remedios y tan lejos encomenderos forzó a adoptar un régimen de
como Cáceres y Zaragoza. distribución de mano de obra para las estancias
Quedan muy escasos testimonios de la ac- con el control directo de la Audiencia. A peti-
tividad de estas unidades productivas de forma- ción de los interesados, encomenderos o no,
ción temprana. Se sabe, eso sí, que producían este organismo ordenaba a los corregidores asig-
y comercilizaban cantidades considerables de nar un porcentaje de indígenas al propietario
trigo y de cebada. Es muy probable que su es- para sus labores. Los encomenderos dejaron de
quema de funcionamiento haya sido similar al gozar del privilegio de tener trabajadores perma-
de la estancia de Chiquinquirá, propiedad de la nentes como prestación del tributo o de poder
encomendera de Suta, quien empleaba 21 gaña- disponer de una comunidad entera para las labo-
nes de su encomienda. De esta estancia se cono- res de la cosecha. Sin embargo, cada vez fue
cen las cuentas de quince años, entre 1590 y más frecuente la presencia de "agregados" en
1605. Según estas cuentas, el rendimiento de las haciendas, es decir, de indios huidos de su
las semillas de trigo sembradas fluctuaba de 1 comunidad que pretendían escapar a la obliga-
a 3 hasta 1 a 11 en los mejores años. ción del tributo de las levas de la mita para las
De la producción, una buena parte (entre la minas de plata. Es verosímil también que entre
cuarta parte y la mitad) debía reservarse para la población mestiza se fueran intensificando
semillas, para pagar diezmos y para el consumo formas de colonato, es decir, que vaqueros y
de la hacienda. La estancia empleaba también gañanes mestizos recibieran algunas tierras den-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 135

tro de las haciendas a cambio de la obligación caña de azúcar en las tierras calientes próximas
de trabajar en ellas por un tiempo determinado. al altiplano: en Guaduas, Tocaima, Tena, Pa-
En los primeros decenios del siglo XVII las cho, Tocarema y Valle de Tenza. En los últimos
propiedades de españoles aumentaron en virtud decenios del siglo fueron concentrándose en es-
de mercedes de tierras otorgadas sobre los peda- tas regiones arrendatarios mulatos y mestizos
zos que se había obligado a abandonar a los que establecían pequeños trapiches por su cuen-
indios en el momento de asignarles resguardos. ta. A finales de siglo, los grandes propietarios
Así surgieron, al lado de los grandes hacendados de Santa Fe se sintieron amenazados por esta
que habían recibido mercedes en el siglo ante- proliferación y quisieron forzar la aplicación de
rior, los llamados estancieros o propietarios me- una antigua ordenanza que prohibía entablar tra-
dianos y los simples labradores, generalmente piches con menos de seis esclavos y acordaron
mestizos e inmigrantes españoles pobres. no arrendar tierras en adelante. Este conflicto
Los resguardos contribuyeron a fijar una se prolongó durante todo el siglo XVIII. A me-
residencia nucleada de los indios que hasta en- diados de este los propietarios se escandalizaban
tonces se habían resistido a varios intentos de de que:
las autoridades españolas para poblarlos. La "...Los peones llamados tomineros, que de-
construcción de capillas doctrineras a comienzos bieran trabajar en las arrias y demás ministe-
del siglo XVII y la residencia permanente de un rios de tales haciendas, se extraen (sic) de
doctrinero, contribuyeron también a abolir la éstas por no vivir bajo la enseñanza y doctrina
dispersión, aunque siguieron dándose casos de cristiana que infaliblemente en ellas se observa
migración. Los indígenas pudieron también, y diariamente se practica, porque hallan los
como se ha indicado, distribuirse mejor entre tales trapichillos en que trabajar con una liber-
los estancieros mediante conciertos y alquileres. tosa condición..."
El régimen del concierto (o de trabaja- Y más adelante:
dores permanentes) y de alquiler (o de trabaja- ".. .El reino gozará de aquellos opimos efectos
dores estacionales o temporales en mayor nú- que experimentan los que conservan por su
mero que el anterior) proveyó de mano de obra gobierno división de clases en las labores, fru-
las propiedades durante todo el siglo XVII y gran tos, oficios, dueños y trabajadores como libres
parte del XVIII. Sin embargo, ya a mediados de la confusión que en éste se reconoce, de
del siglo XVII, un auto del presidente de la Au- que aquél que había de ser peón, tominero,
diencia permite entrever una crisis que enfren- arriero u otro ministerio, por verse dueño de
taba a propietarios importantes con estancieros un tal trapichillo o semejante al dueño, oca-
y labradores. El auto reservaba la posibilidad siona ya por sí, ya su ejemplo, la anunciada
de emplear indios de concierto y alquiler a quie- ruina a nosotros y a sí propio se fabrica otra
nes poseyeran una propiedad sustancial y ex- tal ..." (AGI. Santa Fe 677 Doc. 15).
cluía en todo caso a propietarios indígenas o
mestizos. Hay evidencias también de que los Este tipo de racionalización sobre el bien
encomenderos se vieron más favorecidos que de las "clases inferiores", que había sido tan
los propietarios no encomenderos, estancieros frecuente en el siglo XVI para someter al indio,
y labradores, con el nuevo sistema. a quien se atribuía todo tipo de defectos, sonaba
en falso en el siglo XVIII. Ya en 1718 se había
Durante el siglo XVII, el régimen de con- suprimido la encomienda y en 1720 todo sistema
cierto y de alquiler sustentó un tipo de unidad de trabajo compulsivo en agricultura. Esta, ade-
productiva agrícola que se había originado en más, había entrado en crisis, pues desde 1693
el siglo anterior, bajo el régimen de la encomien- hasta 1700 una sucesión de malas cosechas puso
da. Con el incremento que aportaba la tracción en peligro el mercado de Cartagena. Entre 1701
animal (usada muy parsimoniosamente en el si- y 1713 los hacendados del Nuevo Reino apenas
glo XVI) se mantuvieron niveles de producción contribuyeron con una cuarta parte de los abas-
(en cereales, productos lácteos, tubérculos y tecimientos de la plaza. A partir de 1713 este
hortalizas) suficientes para abastecer las ciuda- mercado estuvo controlado por las introduccio-
des y aun centros mineros y la plaza fuerte de nes inglesas de trigo, amparadas por la trata
Cartagena. negrera.
Los propietarios de Santa Fe y Tunja man- Las tierras bajas de los valles interandinos
tuvieron también en el siglo XVII trapiches de y de la costa, tuvieron patrones diferentes de
136 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

ocupación y de explotación que los altiplanos. uno y otro. Por otra parte, la formación de estas
Allí, en ausencia de una mano de obra abundan- unidades productivas sirve para ilustrar la tesis,
te, la ocupación efectiva fue más tardía. En el también reciente, que sotiene que entre la apa-
valle del Alto Magdalena, como territorio de rición de la hacienda y la explotación minera
frontera hasta la derrota de los pijaos, el ganado no hubo solución de continuidad. La tesis tradi-
comenzó por señalar la presencia de los ocupan- cional sostenía, en efecto, que la hacienda había
tes. Al término de las guerras, en el segundo surgido como una alternativa al fracaso final de
decenio del siglo XVII, las reses cimarronas eran las explotaciones mineras. Por ejemplo, en Mé-
tan abundantes que dieron origen a una econo- xico -país que ha fijado irresistiblemente la
mía pastoral desarrollada en vastos latifundios. atención en cuanto a las formaciones agrarias
La región de Neiva se convirtió en una dehesa se refiere-, los mineros que confrontaban la de-
que debía abastecer los altiplanos de Santa Fe cadencia de sus explotaciones habrían invertido
y Popayán. A fines del siglo XVII y comienzos en tierras. Esta interpretación -que puede lla-
del XVIII los propietarios de Neiva procuraban marse clásica- no tomaba en cuenta las conexio-
deshacerse de la obligación de llevar sus gana- nes necesarias entre un sector minero y su fuente
dos al Nuevo Reino, a cuya jurisdicción perte- de abastecimientos agrícolas. Veamos un poco
necían, para venderlos en Popayán, en donde más en detalles estos dos problemas.
encontraban mejores precios. En cuanto a la forma, las explotaciones
El valle del Cauca abasteció también de agrícolas del valle del Cauca en el siglo XVIII
carne desde muy temprano a las regiones mine- no correspondían exactamente al modelo de la
ras de Antioquia y Popayán y a algunas ciudades hacienda o de la plantación. Estos dos modelos
de la Audiencia de Quito. Los patrones de ocu- suelen describirse tanto por las relaciones de
pación de la tierra habían sido muy semejantes producción que generan como por su radio de
a los del valle del Magdalena. En el curso del acción con respecto a un mercado. Así, la ha-
siglo XVII dominó en el valle del Cauca el lati- cienda se caracteriza por mantener relaciones
fundio ganadero con propietarios que residían de peonaje para asegurar una mano de obra in-
en las ciudades de Cali, Buga, Caloto y Popa- dispensable y por estar vinculada a un mercado
yán. El surgimiento de una nueva frontera mi- local. La plantación, en cambio, posee una in-
nera en el Chocó indujo algunos cambios en el versión considerable en mano de obra (esclavos)
latifundio original. Por un lado, la minería creó y sus productos están orientados hacia un mer-
un mercado que podía absorber algunos produc- cado internacional. Además, a lo menos en las
tos agrícolas y, sobre todo, aguardiente de caña. plantaciones inglesas de las Antillas, las canti-
De otro, la presencia masiva de esclavos alteró dades tanto de tierras como de mano de obra
en algo la ecuación hombre-tierra cuyo balance tendían a alcanzar un límite óptimo, por debajo
había sido tan precario en los siglos XVI y XVII. o por encima del cual la plantación dejaba de
Con la aparición de una nueva unidad productiva ser rentable.
-la hacienda- que implicaba una reacomodación Ahora bien, las explotaciones del valle del
de las tierras más fértiles y una cierta medida Cauca combinaban más o menos arbitrariamente
de trabajo intensivo, los grandes rebaños de las aspectos de uno y otro modelo. Como las plan-
haciendas del valle geográfico fueron diezmán- taciones, empleaban mano de obra esclava (aun-
dose. La región empezó a atraer los ganados de que en cantidades mucho más modestas) pero
Neiva, en desmedro del abastecimiento de Santa sus productos estaban destinados a un mercado
Fe, creando un nuevo eje sobre el cual gravitaba local. El empleo de esclavos en las haciendas
la economía entera del Nuevo Reino. era una consecuencia del predominio de los mi-
La formación de haciendas del valle del neros. Estos podían hacerse a tierras baratas y
Cauca en el siglo XVIII y a fines del XVII presenta asegurarse una fuente de abastecimiento regular
variantes a un modelo demasiado rígido que para sus empresas mineras, empleando una
polariza las explotaciones agrícolas con grandes mano de obra que de otro modo hubiera estado
disponibilidades de tierra en haciendas y planta- desocupada o producido rendimientos muy ba-
ciones. Como lo ha observado recientemente el jos en las minas. Es probable también que la
americanista sueco Magnus Mórner, estos dos residencia de los esclavos en las haciendas haya
modelos constituyen los eslabones terminales sido más favorable a su reproducción que en las
de una cadena de posibilidades que combinarían minas y que por lo tanto las haciendas hayan
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 137

sido también una fuente de abastecimiento de a circuitos más vastos de circulación de los bie-
mano de obra. ¿Haciendas o plantaciones? Los nes. Los comerciantes eran los agentes del des-
rasgos más peculiares de estas explotaciones plazamiento de riquezas y del drenaje de exce-
agrícolas de tipo colonial eran apenas subsidia- dentes. A pesar de los riesgos de su actividad
rios de una economía minera no sólo en cuanto -entre los que figuraban los malos caminos y
al mercado para sus productos, sino también la precariedad de las relaciones jurídicas- el
respecto al tipo de mano de obra empleado. Su comerciante gozó siempre de ventajas económi-
evolución posterior estuvo condicionada por los cas frente a los productores directos. Desde los
avatares de las explotaciones mineras hasta el tiempos de la Conquista el comerciante estuvo
punto de estancarse en el momento en que la por encima del resto de los ocupantes, si no en
minería del oro entró en decadencia. A fines consideración social, por lo menos en cuanto a
del siglo XVIII comenzó a insinuarse la presencia las oportunidades de amasar una fortuna excep-
de sistemas de colonato (asociados a la explota- cional.
ción del tabaco), los cuales se generalizaron en El papel de los comerciantes como acumu-
el siglo xix, particularmente después de la abo- ladores de riqueza no se limitó, empero, a servir
lición de la esclavitud. de eslabón entre una metrópoli que drenaba ex-
Si estas haciendas contrastan con el modelo cedentes productivos y colonias en las que había
tradicional en el tipo de mano de obra empleando avidez o necesidad de consumir productos euro-
inicialmente, su evolución posterior pudo mos- peos. Durante los siglos XVII y XVIII, cuando
trar un parentesco mayor que con las plantacio- encontraron una aceptación social más favora-
nes. Además, la utilización misma de la tierra ble, los comerciantes no se contentaron con ha-
no puede compararse con el tratamiento que cer una fortuna para disfrutarla en España. Mu-
recibía en la economía antillana, altamente com- chos buscaron incorporarse a la nueva sociedad
petitiva. Aquí la unidad productiva combinaba e invirtieron en minas y haciendas. A este fenó-
porciones reducidas sembradas de caña con pla- meno puede atribuirse, por lo menos en parte,
tanares, cultivos de arroz y grandes reservas de la nueva prosperidad alcanzada en el siglo XVIII.
pastos naturales para una ganadería extensiva. El comercio no fue una actividad estricta-
En algunas partes del valle geográfico (en el mente profesional en América. Desde los días
norte, entre Roldanillo y Río frío, en las inme- de Jerónimo Lebrón, muchos funcionarios -fue-
diaciones de Cali y en el sur del valle, en la ran el mismo presidente de la Audiencia, los
jurisdicción de Caloto) pudieron instalarse pe- gobernadores y los oidores o simples jueces de
queños cultivadores, a veces pardos y mestizos. comisión y otros funcionarios menores- se vie-
Las haciendas mismas permitieron el asenta- ron envueltos en actividades comerciales. Du-
miento de "agregados" que mantenían porque- rante todo el período colonial los funcionarios
ras, rozas y algunas cabezas de ganado. de la Corona fueron acusados insistentemente
La presencia de esta población que iba en de buscar un lucro en el comercio e inclusive
aumento permitió la formación de núcleos y en el contrabando. De otro lado, la venalidad
poblamiento que a fines del siglo XVIII se reco- de ciertos cargos abrió la puerta para que comer-
nocían como parroquias o viceparroquias. Estas ciantes buscaran el prestigio que aquellos impli-
formas de poblamiento en ocasiones en torno a caban y los compraran. En ciertos casos, la prácti-
la capilla de una hacienda, contrastaban con la ca comercial era hasta una ventaja para ejercerlos.
de los altiplanos, en donde una población indí- Desde un punto de vista profesional, los
gena original había dado paso a una creciente comerciantes eran de dos clases: mercaderes de
mestización y a la conversión de los primitivos la carrera o comerciantes al por mayor, con
pueblos de indios en parroquias de "españoles" vinculaciones directas con Cartagena y Sevilla,
a finales del siglo XVIII también. y simples tratantes o comerciales locales al por
menor. Los mercaderes de la carrera eran en su
El comercio mayoría españoles, aunque muchos de ellos es-
tuvieran avecindados en Cartagena,Mompox,
El comercio fue una actividad integradora Santa Fe, Tunja, Honda, Popayán o Quito, Estas
del mundo colonial español. En la medida en ciudades fueron muy pronto los centros nodales
que comerciantes itinerantes se desplazaban por del comercio, desde donde las tiendas de los
las regiones del Imperio, éstas quedaban ligadas mercaderes repartían los géneros a centros mi-
138 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

neros o ciudades menores. Los mercaderes de Desde el siglo XVI las fortunas más consi-
la carrera manejaban capitales que desde el siglo derables, aun entre encomenderos, pertenecían
XVI podían sobrepasar los cien mil pesos de a aquellos que podían dedicarse al comercio.
plata (o patacones), riqueza con la que sólo con- Algunos encomenderos lo hacían por inter-
tados terratenientes y algunos mineros podían puesta persona (sobre todo cuando tenían tienda
rivalizar. abierta) para no inhabilitarse para el ejercicio
de cargos honoríficos, generalmente en el ca-
Estos comerciantes al por mayor maneja- bildo de su ciudad. Pero ya en la segunda mitad
ban una gran parte del crédito colonial, aquél del siglo XVII grandes comerciantes en Santa
que estaba representado por obligaciones perso- Fe (Ricaurtes, Londoño y Trasmiera) y en Popa-
nales, garantizadas por una escritura pública (sin yán (Arboleda, Hurtado del Aguila, Diego de
garantía hipotecaria),por simples vales o por un Vitoria) no sólo estaban asociados a la política
asiento en sus libros. Los préstamos que usual- local, sino que ocupaban cargos en la burocracia
mente se otorgaban los mismos mercaderes entre imperial. Un Ricaurte era oidor en Quito, mien-
sí solían ser de una cuantía excepcional y se tras su hermano había heredado la tesorería de
consignaban ante un escribano. En ocasiones se la Moneda en Santa Fe. En Popayán, un Hurtado
trataba de contratos de comandita encubiertos del Aguila fue contador de la Caja Real a co-
bajo la ficción legal de un préstamo. Los plazos mienzos del siglo XVIII. Estas promociones vi-
para tales préstamos no solían exceder de un nieron después que los descendientes de un co-
año y su tasa de interés era mucho mayor que merciante se habían integrado a los estratos más
la de los préstamos censitarios, usuales entre tradicionales y poseían haciendas y minas.
terratenientes. Aunque la tasa de interés de estos
préstamos solía ser del 10% (contra un 5% de La influencia local de los grandes comer-
los préstamos censitarios), en el momento de la ciantes fue muy notoria en el curso del siglo
llegada de la flota a Cartagena podía elevarse XVIII. El comercio de esclavos y el contrabando
al 20 y al 25%. estuvieron en el origen de las grandes fortunas
de la época y de la influencia creciente de este
Los grandes mercaderes se hacían cargo sector. En algunos sitios la competencia por el
también de "empleos" es decir, de dinero de los poder local originó conflictos con otros sectores
particulares -fueran comerciantes o no- que de- que finalmente se resolvieron a favor de los
seaban hacer una inversión fructífera en las fe- comerciantes, privilegiados por la política ilus-
rias de Cartagena o en la plaza de Quito. Estos trada de los últimos borbones.
"empleos" ampliaron el desastre a muchas for-
tunas del interior cuando ocurrió el saqueo de Las necesidades de los pobladores españo-
Cartagena por los franceses en 1697. Precisa- les atrajeron desde muy temprano mercancías
mente ese año muchos comerciantes de Quito, europeas. Durante la Conquista estos artículos
Popayán y Santa Fe habían bajado a esperar la habían sido escasos, pues el aprovisionamiento
armada con sus propios capitales y numerosos desde Europa no sólo era precario sino que el
"empleos". mismo internamiento de las expediciones las
alejaba de los sitios a donde llegaban. De allí
El adelanto de mercancías de los mercade- que los conquistadores tuvieran que pagar las
res a los tratantes o a simples particulares se mercancías europeas, casi literalmente, su peso
consignaban en memorias o en simples vales. en oro.
Los asientos de los libros de los comerciantes El trabajo del historiador francés Pierre
podían aducirse también como prueba en juicios Chaunu ha mostrado cómo el volumen de este
ejecutivos. Gran parte de la actividad y de los tráfico respondía a la importancia de los asenta-
desplazamientos de los comerciantes giraba en mientos españoles. Durante los decenios de
torno a estos cobros, aunque podían realizarlos 1531-1540 y 1541-1550 los puertos de Vera
también mediante apoderados, generalmente Cruz y Nombre de Dios sobrepasaron en activi-
otros comerciantes. La frecuencia de poderes dad a su antigua base en Santo Domingo. La
en los archivos notariales sugiere una comuni- plata peruana y mexicana rivalizaba, por lo me-
dad de mercaderes bien asentada, en la que la nos en peso, con el oro de Santo Domingo du-
proveniencia de una misma región en España o
vínculos familiares y de amistad jugaban un rante él primer decenio, y en el segundo lo so-
gran papel. brepasaba aun en valor. Frente a estos dos puer-
tos, la actividad de Cartagena fue muy modesta
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 139

hasta el decenio de 1581-1590, en que experi- Los asientos de la trata negrera que España
mentó un crecimiento que culminó en el decenio tuvo que otorgar sucesivamente a portugueses,
siguiente. Las magnitudes del comercio de 1600 franceses e ingleses, servían para disimular tam-
se mantuvieron con altibajos en los treinta años bién la introducción de mercancías de comercio
siguientes, para caer abruptamente después. ilícito. Durante el siglo xvn, las luchas por la
Esta tendencia del tráfico comercial es una ré- supremacía colonial, que interrumpían el tráfico
plica de la curva de la producción aurífera. entre España y las Indias, favorecieron la acti-
Los dos decenios del tránsito al siglo XVII vidad de empresarios-piratas ingleses, franceses
significaron para España un esfuerzo enorme en y holandeses. Durante el siglo XVIII el auge de
cuanto a la organización del comercio, su fisca- las posesiones antillanas, particularmente Ja-
lización (en 1592 se introdujo la alcabala) y su maica, permitió a los ingleses desvertebrar com-
defensa mediante el costoso sistema de flotas pletamente el comercio español.
armadas. Tras la captura de la flota entera en A comienzos del siglo XVIII las cosas ha-
Matanzas (1628) por los holandeses, una guerra bían llegado a tal punto, que podía presumirse
con Francia (1635-1659), revueltas en Cataluña, que cualquier comerciante de la carrera estaba
desasosiego y conspiraciones en Castilla, la se- mezclado en el contrabando. Así, entre 1710 y
paración de Portugal (1640), dos bancarrotas de 1713 se otorgó un indulto al que se acogieron
las finanzas reales (1647 y 1653), una nueva voluntariamente muchos comerciantes, entre
captura de la flota (1657), esta vez por los ingle- ellos hombres que gozaban de prestigio local y
ses, y la pérdida consiguiente de Jamaica, el de cargos honoríficos como los maestros de
comercio regular con las Indias se vio muy afec- campo Agustín de Londoño y Trasmiera (uno
tado. En este período de 1653 y 1659 sólo pu- de los comerciantes más ricos de Santa Fe) y
dieron arribar a Cartagena una flota (enero de José Tafur de Valenzuela (quien había adminis-
1654) y cuatro galeones. Para un observador trado la Real Hacienda en Santa Marta). Como
contemporáneo de la Nueva Granada era resultado del indulto se recogieron más de 14
".. .cosa tan irregular y tan impensada, que desde mil patacones entre quince comerciantes. Este
que se descubrieron estos reinos de Indias no indulto, lo mismo que uno similar que se exten-
se ha visto...". dió a los mineros del Chocó que no habían pa-
gado los quintos reales, revela la incapacidad
Nuevas guerras con Francia (1673-1678 y en que se encontraba el Estado español para
1697, cuando España tuvo que ceder parte de controlar aun aquello a lo que dedicaba sus ma-
Santo Domingo), y aun sin ellas, trajeron sa- yores desvelos. En momentos de conflicto con
queos de plazas fuertes que vigilaban el comer- potencias extranjeras, y especialmente los pri-
cio entre la metrópoli y sus colonias Porto Belo meros años del siglo XVIII marcados por la gue-
en 1668, Maracaibo en 1669, Santa Marta y rra de secesión, las flotas se hacían tan irregu-
Río de la Hacha en 1670 y la captura de Carta- lares que el contrabando llegaba a aceptarse
gena en 1697. Ya se ha mencionado cómo en como la forma normal de abastecimiento de las
esta ocasión los comerciantes de la carrera per- colonias.
dieron no sólo sus propios capitales, sino los
"empleos" que habían llevado a la feria. El comercio—legítimo o ilegítimo-obtenía
No eran, sin embargo, las flotas españolas tasas de ganancia exorbitantes y servía para dre-
las únicas en abastecer de ropas de Castilla a nar no sólo el metal amonedado sino también
los mercaderes de la carrera. Pues lo de ropas el oro físico que no había pagado quintos reales.
de Castilla no pasaba de ser un eufemismo para Era el origen de las fortunas más sólidas en el
designar cualquier mercancía de procedencia Nuevo Reino y la gobernación de Popayán, y
europea. No sólo el comercio lícito estaba domi- la fuente de capitalización de minas y haciendas
nado en la fuente misma de su monopolio, Se- cuando los comerciantes de la carrera (general-
villa, por capitales franceses, genoveses, etc., mente españoles) decidían avecindarse. Natu-
ya desde comienzos del siglo XVII, sino que ralmente, la suerte del comercio estaba ligada
otras naciones fondeaban sus barcos en las cos- a la coyuntura general y, sobre todo, al ritmo
tas del Caribe o sobornaban a los funcionarios de la explotación del oro. Sin embargo, como
de los puertos para vender sus mercancías de observaba un funcionario en medio de la crisis
contrabando. del siglo xvn:
140 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

"...Nunca ha cesado el comercio de los frutos estabilidad, pues los derechos fluctuaban apenas
y mercaderías de este Reino con la costa y entre cuatro y seis mil pesos de plata cada año.
todas las ciudades donde se saca oro, que im- Durante el virreinato de Messía de la Cerda
portan mucha cantidad, ni tampoco han dejado (1761-1767/8) se observa un cierto auge, se-
de venir mercaderías de navios que han en- guido de una depresión que se prolonga más
trado en Cartagena..." allá de la Revolución de los Comuneros.
Es decir, que el comercio podía alimentarse La estructura de este comercio puede dedu-
hasta cierto punto con la producción interna. En cirse de las cuentas detalladas de dos años (1773
algunos casos, la carrera individual de un comer- y 1775). En 1773 pasaron por Honda, con des-
ciante había evolucionado desde su calidad de tino a Cartagena, Mompox, Santa Fe de Antio-
simple tratante a la de mercader. El fundador quia, Medellín, Remedios, Rionegro, Marinilla
de una gran dinastía de terratenientes y mineros, y Yolombó 6.752 arrobas de azúcar, 1.930 car-
Jacinto de Arboleda Salazar, se inició como tra- gas (de 10 arrobas) de harina, 375 cargas de
tante en Anserma, en donde fue procesado por cacao y 381 de frazadas. La harina pagó el
un visitador por vender géneros a indios y escla- 28.7% de los derechos, el azúcar 23.4%, el
vos. Cuando el Chocó era una frontera inhóspita cacao 22.1%, las frazadas el 11.3% y el resto
atrajo también a muchos tratantes que esperaban (14.5%) estaba repartido entre cerdos, jamones,
adquirir un capital con las ganancias que se ob- garbanzos, sal, arroz, panela, etc. El comercio
tenían en el trato con los mineros. estaba dominado por antioqueños (Carrasqui-
Algunos géneros agrícolas podían ser ob- lla, Tirado, Posadas, Montoya y Aranzazu) que
jeto también de transacciones provechosas. Los enviaban mercancías desde Honda a sus socios
cereales del Nuevo Reino, por ejemplo, alimen- en la región antioqueña. Que este comercio no
taron mercados urbanos, centros mineros y la representaba gran cosa, puede deducirse del he-
plaza fuerte de Cartagena hasta comienzos del cho de que para 1716/18 se calculaba que las
siglo XVIII, cuando fueron sustituidos por las solas regiones de Tunja y Villa de Leiva cogían
harinas que introducían los ingleses de sus co- 30 mil cargas de trigo. Para el mismo año de
lonias, al amparo de la trata negrera. Las harinas 1773 la jurisdicción de Pamplona producía 6
del Nuevo Reino fueron objeto de un prolongado mil quintales, o 2.400 cargas, cantidad que ex-
debate en el siglo XVIII. Algunos virreyes (Es- cedía la que se registraba en Honda para abas-
lava y Guirior, por ejemplo) quisieron estimular tecer a Cartagena y a los centros mineros. El
este comercio, pero otros (Solís, Messía de la consumo de Cartagena tampoco parece haber
Cerda) autorizaron a asentistas particulares para sido demasiado grande, y lo que empujaba a
que introdujeran esclavos negros y con ellos buscar el control de este mercado contra los
bastante harina como para abastecer a Cartage- abastecimientos de las colonias inglesas eran
na. Gran parte de las dificultades residían en el los mejores precios que se podían obtener por
transporte de las harinas desde el interior. En el trigo. Según el Tribunal de Cuentas de Santa
1757 quiso regularizarse el aprovisionamiento Fe, entre 1701 y 1713 se habían llevado a Car-
mediante un monopolio otorgado a dos comer- tagena 4.246 cargas de harina, la mayor parte
ciantes. Estos no pudieron cumplir sus compro- extranjeras. Y entre 1714 y 1769 el consumo
misos, tanto por las dificultades en el tranporte habría sido de 60.590 barriles (de dos quintales)
(que combinaba muías y embarcaciones) como introducidos por los negreros. Estos barriles re-
por la competencia de las harinas que venían presentaban entonces un consumo anual aproxi-
con los esclavos. mado de 900 cargas. El problema parece haber
Del Nuevo Reino se llevaban también a residido en la amplitud de los mercados para
Cartagena y a los centros mineros de Antioquia una producción especializada. Por eso el auge
azúcar, carne, camisetas, costales, cabuyas, de los yacimientos antioqueños debió suplir la
ajos, frazadas, garbanzos, cacao, lienzos, sal, pérdida del mercado cartagenero.
arroz y panela. Se conservan algunas cifras (que El comercio local sufrió finalmente la
se han reducido a un gráfico) sobre el derecho suerte que había corrido el monopolio andaluz
de puertos que estos artículos pagaban en Honda debido a la irrupción de productos extranjeros.
y que revelan los altibajos en el volumen de En 1773 el Tribunal de Cuentas de Santa Fe
este comercio. La curva, que cubre más de cua- observaba cómo, fuera de la decandencia de la
renta años del siglo XVIII, muestra una cierta agricultura, habían venido también a menos los
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 141

obrajes en que se fabricaban ropas de batán, de gobierno económico para la América


"pañetes", "frazadas", "bayetas" , etc., que an- (¿1743?). En 1768, por ejemplo, se había auto-
tes se vendían en las provincias de Caracas, rizado el comercio intercolonial entre Perú y
Maracaibo, Barinas, etc. Las ferias de Tunja Nueva Granada, y en 1774 entre todas las colo-
habían perdido importancia debido a que la com- nias con puertos en el Pacífico. Esta medida
pañía Guipuzcoana traía lienzos finos y otros favorecía a los reales de minas del Chocó que
textiles a cambio de cacao, y con ello perdían durante todo el siglo x v m habían visto limitadas
estimación las ropas fabricadas en el Reino y sus fuentes de abastecimiento. En 1776 y 1777
aun las de Quito. Santa Marta y Río de la Hacha se sumaron a
El último cuarto de siglo XVIII trajo consigo otros puertos del Caribe (y a Mallorca, Loui-
cambios radicales en los patrones de comercio siana y la provincia de Yucatán) que se habían
entre España y sus colonias. El fin de la guerra abierto a los grandes puertos españoles.
de los siete años (1756-1762), en la que España
participó en 1762 por un lado, y por otro el El Reglamento de 1778 no surtió efectos
crecimiento experimentado por los países de Eu- visibles en Nueva Granada hasta pasado algún
ropa occidental en los inicios de la revolución tiempo. Un trabajo del investigador inglés An-
industrial, aceleraron la puesta en práctica de thony McFarlane muestra cómo sólo a partir de
los principios reformadores que caracterizaron 1785 se experimentó un crecimiento gradual en
la política ilustrada de los últimos Borbones, el movimiento del puerto de Cartagena. Lo más
especialmente de Carlos III. El reglamento de importante de este movimiento fue sin duda la
libre comercio de 1778 fue la culminación de alteración perceptible de la estructura misma del
una serie de medidas destinadas a liberalizar comercio en los artículos coloniales. A pesar
gradualmente y a incrementar al tráfico entre de que el producto tradicional de exportación,
España y el Nuevo Mundo. La metrópoli quería el oro, siguió ocupando el primer lugar, e inclu-
sumarse ahora a la expansión que prometía el sive aumentó, a su lado otras exportaciones cre-
crecimiento industrial localizado en algunas re- cieron moderadamente.
giones de la Península. Para ello debía modificar El algodón pasó, de 2.573 arrobas en 1770,
sus rígidos patrones mercantilistas, tal como lo a un promedio de 24 mil en el quinquenio 1785-
proponían los ministros ilustrados o el tratado 89. La exportación de cacao por Cartagena au-
atribuido a José Campillo sobre Nuevo sistema mentó en el último decenio del siglo, aunque
142 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

el área de producción granadina estaba ubicada que alimentaban su orgullo, la inestabilidad de


en la región de Cúcuta, como una prolongación instituciones republicanas incapaces de cohesio-
de las plantaciones de la Capitanía de Venezue- nar una sociedad en la que abismos de desigual-
la, por donde encontraba su salida. Los cueros dad se aceptaban como el orden natural de las
siguieron exportándose, lo mismo que el palo cosas, todo aparecía descrito a veces con simpa-
brasilete de la provincia de Santa Marta. La tía, a veces con impaciencia, pero con el nece-
quina tuvo un breve período de auge para ser sario distanciamiento de una mentalidad urbana
remplazada muy pronto por la que provenía de y curiosa que se adentraba en un mundo provin-
la Audiencia de Quito. ciano.
Aunque las promesas que despertó la polí- La labor de una historia social en Colombia
tica borbónica con respecto a este comercio y debería ser semejante, aunque más sistemática,
a su diversificación en productos tropicales se a esta observación desasida de los viajeros euro-
desvanecieron con las guerras desastrosas en peos del siglo xix. Debería confrontar la reali-
que se vio envuelto el Imperio a partir de 1796, dad social, no como un orden que pertenece a
debe verse en las nuevas orientaciones, aun con "la naturaleza de las cosas" sino como una for-
todas las restricciones del patrón mercantilista mación de carácter histórico cimentada en valo-
colonial, un preludio a la incorporación de las raciones y percepciones peculiares. Esta labor,
futuras naciones a un tipo de intercambios que inscrita en un conocimiento objetivo, debería
iba a prevalecer durante el siglo xix y aun más servir al menos para deshacerse de los complejos
allá. que, desde el siglo xix, han presidido la confor-
mación de las clases sociales. Si se adopta la
La sociedad. Conceptos históricos sobre actitud de necesario distanciamiento que exige
diferenciación y conflicto social este objeto de estudio, sería bueno empezar por
dar a los conceptos que designan lo social en
un proceso histórico su justo valor. Es decir,
S i la historia económica está en su infancia
en Colombia, la historia social, en rigor,
no ha acabado de nacer todavía. La curiosidad
proceder como historiadores, sin caer en la ten-
tación de abusar de esquemas pretendidamente
que debería despertar una temática que, según teóricos.
un historiador inglés, cubre toda la historia pero Para comenzar, debe hacerse énfasis en el
desde un punto de vista social, sólo ha podido hecho de que, mucho más que los procesos eco-
fijar rasgos generales, a veces muy imprecisos, nómicos, los fenómenos sociales se circunscri-
respecto a las clases sociales. Pero aún estas ben a una época y a un lugar específicos, sin
observaciones siguen siendo subsidiarias de una que sea válido introducir conceptos ajenos o que
historia política cuyo esquema enfrenta a espa- pertenecen a un sistema socio-económico dife-
ñoles e indígenas durante la Conquista y a espa- rente. Hablar, por ejemplo, de la "proletariza-
ñoles y criollos en los episodios de la Indepen- ción" de los indígenas o de burguesía criolla
dencia. para algún momento de la época colonial o,
Curiosamente , aun los comentarios de via- peor aún, tratar de entender los conflictos de la
jeros extranjeros en el curso del siglo xix, más sociedad colonial valiéndose de los mismos es-
próximo a nosotros, no han sugerido tratamien- quemas conceptuales que sirven para aproxi-
tos historiográficos a pesar de abundar sobre lo marse a nuestra propia sociedad, no es válido
que podría ser el objeto de una historia social. ni siquiera como metáfora. La posibilidad de
La observación distante del viajero subentendía elaborar una teoría que sirva de marco de inter-
casi siempre una comparación con Europa y por pretación para una sociedad distante, reposa en
eso se daba en términos que la historiografía la familiaridad que tengamos con todos sus ele-
nacional se resistía a asimilar. De otro lado, la mentos. Sólo en la medida en que podamos
imagen que reflejaban tales observaciones no apropiarnos de esos elementos, que aparecen a
era nada halagadora. Costumbres, hábitos indu- primera vista en forma disparatada, veremos
mentarios y dietéticos, alojamiento, el trato co- surgir las relaciones de lo concreto, es decir,
tidiano entre las clases y el valor social atribuido de su inteligibilidad. Pero esta posibilidad desa-
a personajes por su figuración política o por sus parece si de entrada desnaturalizamos el objeto
esfuerzos intelectuales, el sentido de identidad que se pretende estudiar con falsas conceptual!-
de una élite en los gestos y en las convenciones zaciones.
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 143

El origen de las diferenciaciones sociales de los datos que sirven a una historia social, el
en la época colonial se fundamenta en el hecho esquema dual implantado inicialmente persiste
de la conquista y en el privilegio institucionali- a lo largo de todo el período. O por lo menos
zado. La condición de cada individuo, fijada de se percibe claramente el linde que separa las
antemano por la ley, aproximaba la sociedad llamadas castas de un élite de origen europeo.
americana a la sociedad de órdenes y estados En todo caso , sería un error considerar estos
europa, aun cuando este rasgo no parece el más dos sectores como algo homogéneo. Tampoco
esencial de la nueva sociedad. Es más, este or- la simple diferenciación entre los componentes
denamiento se vio desvirtuado por el hecho de de las castas sirve de criterio infalible para de-
haber sido impuesto violentamente sobre socie- terminar la posición de unos con respecto a los
dades de suyo complejas, queriendo despojarlas otros. El expediente rudimentario de suponer
de sus propios criterios de estima y de privilegio que blancos, mestizos, indios y negros se orde-
social. La dualidad étnica y cultural aparece naban jerárquicamente según las tonalidades de
entonces como el trasfondo decisivo de las dife- la piel, como en un espectro, significa ignorar
renciaciones sociales. Y de entrada, la domina- deliberadamente todas las complejidades que
ción política que repartía recursos y establecía podía introducir el juego político y económico
preeminencias, se coloca como el factor más o la manera como la mentalidad colectiva incu-
importante en la aparición de las clases sociales. baba sus propios prejucios en diferentes épocas
Las transformaciones posteriores de la so- y lugares.
ciedad colonial no se definieron institucional- La mayor dificultad que encuentra una his-
mente de modo tan claro como con respecto a toria social reside en el limbo documental en
la dualidad inicial. Nada equivalente a las cate- que se movieron los sectores mayoritarios de la
gorías de "vecino", "encomendero" o "indios sociedad. Si, en el caso de la sociedad indígena,
de tributo" las sustituyó cuando transformacio- poseemos un acervo satisfactorio de informa-
nes demográficas y económicas les hicieron per- ción, por ejemplo, en las visitas de la tierra que
der su nitidez. Los vagos títulos de nobleza practicaban periódicamente oidores de la Au-
exhibidos en el siglo XVIII, por ejemplo, deben diencia y en las cuales inquirían sobre la orga-
asociarse más con una preeminencia alcanzada nización social y política del grupo, los avances
frente a patrones de estima propios de las socie- del indoctrinamiento religioso, el tratamiento
dades locales, que a un privilegio institucional. que recibían del encomendero, el estado y la
Desde el momento en que la encomienda entró cuantía de sus siembras y de su comercio y el
en decadencia, otros factores intervinieron en número de varones aptos para tributar, en el
el juego, particularmente la competencia profe- caso de la élite blanca poseemos toda la informa-
sional en actividades económicas. Funcionarios, ción deseable sobre sus actividades de todos los
mineros, terratenientes y comerciantes comen- días, desde el nacimiento hasta la muerte, en
zaron a disputarse preeminencias y sitios de fi- archivos parroquiales y notariales, en libros de
guración y a tratar de inclinar los favores del cabildos y en informaciones de tipo administra-
Estado. Mestizos y blancos pobres, condenados tivo, los datos sobre la población mestiza o sobre
al ejercicio de oficios serviles y artesanales o blancos pobres, artesanos, gañanes, aparceros,
al cultivo de una parcela como pequeños propie- etc., es pobre y aparece muy dispersa. Aunque
tarios o como agregados, se vieron ubicados sobre los esclavos negros hay una información
socialmente también por su condición económica. muy rica cuando se trata de ellos como de un
Estas transformaciones sólo podrían visua- factor cosificado de la economía, las observa-
lizarse con claridad a través de factores cuanti- ciones sobre su vida cotidiana, para no hablar
tativos, mal conocidos. Por ejemplo, ¿cuál era de elementos aún más subjetivos, son casi ine-
el peso de la población mestiza (o esclava o de xistentes. Esta ausencia entraña el peligro de
españoles pobres) en un determinado momento? hacer aparecer los rasgos que caracterizan a una
¿Cómo se repartían cuantitativamente entre los élite como propios de toda una sociedad, esca-
diversos oficios? ¿Cómo participaban en el re- moteando de esta manera la existencia histórica
parto de la riqueza social y en sus productos, de los sectores mayoritarios.
es decir, cuál era su nivel de vida?. El trabajo del historiador no puede ser sus-
A pesar de todos los matices que se pueden tituido tampoco en este caso con esquemas abs-
introducir con una exploración más adecuada tractos, por bien intencionados que sean. Una
Nueva Historia de Colombia, Vol. /
144

cierta ingenuidad histórico-militante suele acu- dígenas y esclavos. Estos proporcionaron el


mular anacronismos de este tipo con el objeto grueso de la mano de obra que sustentaba el
de hacer de la historia un relato ejemplar y mo- sistema económico y cuyo empleo se daba me-
ralizante. Se niega a admitir que hay un conoci- diante formas institucionales de explotación: la
miento histórico y se contenta con agarrar cual- encomienda, la mita, el concierto/alquiler o la
quier incidente para construir un mito intempo- esclavitud. A su lado existían otros sectores po-
ral. No importa que ese incidente tenga una pulares de blancos pobres y todas las formas
significación propia (que es posible reconstuir) posibles de mestización que no estaban enmar-
dentro de un contexto histórico. Por ejemplo, cados dentro de un esquema institucional rígido.
el tratamiento de guerras y levantamientos indí- Puede decirse que estos sectores fueron la base
genas o de rebeliones de esclavos ni siquiera de relaciones sociales de producción abiertas
contempla a veces la posibilidad de situarlos hacia el futuro. Como las exigencias de tipo
dentro del tipo de sociedad en la que ocurrieron, salarial no podían ser satisfechas por el tipo de
una sociedad dotada de leyes y de determinacio- unidad productiva colonial (la hacienda), se de-
nes ideológicas ajenas a las nuestras. Esta abso- rivó hacia una explotación extensiva de pastos
luta ineptitud para manejar materiales históricos naturales, que empleaba algunos gañanes y pas-
(que haría ruborizar a un Porchnev, a un Hobs- tores, o a formas de colonato, de agregados,
bawm o a un Pierre Vilar, por cuanto se reclama aparceros, medieros,etc., es decir, a formas que
como la más esforzada y efectiva militancia po- generaban una renta de la tierra en especie o en
lítica) se disimula, de contera, como el fruto de trabajo.
agotadores combates el "empirismo". Gran parte de esta población, que no podía
Para que la historia social del período co- ser ubicada en los campos por la limitación in-
brara vida y no se presentara como un mero trínseca de aquellos arreglos sociales, o de la
esquema de falsas pretensiones teóricas, haría agricultura parcelaria sin salidas a un mercado,
falta preguntarse por los contenidos y la signifi- debió convertirse en población urbana, al menos
cación de vidas oscuras, mal iluminadas por las por largas temporadas. Artesanos, pequeños
fuentes tradicionales de los historiadores. En "tratantes" y pulperos, arrieros, gentes de servi-
algunos momentos culminantes de conflictos in- cio, etc., formaban parte del paisaje urbano del
tensos y a veces banales, en la misma trasgresión siglo XVIII, concentrados en barrios enteros: San
de las normas, en los tipos de criminalidad, se Victorino, en Santa Fe, el Ejido, en Popayán o
nos revelan algunos caracteres de esta parcela La mano del Negro, en Cali.
de la sociedad. Hasta aquí ha tratado de sugerirse la com-
No siempre la sujeción social deja huellas plejidad que, en un estudio de las determinacio-
en un conflicto. Ni estos conflictos pueden ser nes concretas de la realidad, puede alcanzar
asimilados, sin más, a rebeliones populares en nuestra visión de las parcelas aparentamente ho-
el sentido de insurrecciones orientadas ideoló- mogéneas de una sociedad dual. Proceso, demo-
gicamente. Todo conflicto social se mueve y se gráficos (en un doble sentido inverso: declina-
expresa dentro de las limitaciones de su propio ción de la población indígena y acrecentamiento
contexto ideológico. Varios autores han seña- de los mestizos) y transformaciones económicas
lado cómo las explosiones de ira popular dentro introdujeron modificaciones a un enfrenta-
de un régimen de tipo precapitalista tienen casi miento étnico incial, haciendo perder relevancia
siempre un carácter espontáneo. Un levanta- a las definiciones institucionales. Los cambios
miento de esclavos, por ejemplo, podría perse- se perciben tanto en el sector blanco de la pobla-
guir fines inmediatos frente a una situación in- ción, en donde los intereses profesionales eran
tolerable: la esencia misma del sistema esclavis- susceptibles de generar conflictos, como en los
ta, basado en el temor, tendía de suyo a engen- sectores populares, en donde a los matices étni-
drar temor y violencia en amos y en esclavos. cos vinieron a sumarse otros factores de diferen-
Pero en ningún momento se buscaba el objetivo ciación impuestos por la vinculación a diversos
político preciso de abolir el sistema mismo. tipos de trabajo: coerción extra-económica ins-
En un trabajo reciente, Orlando Fals Borda titucional, formas de colonato, trabajo urbano
se preguntaba por la existencia histórica de blan- y rural.
cos pobres. Pues es cierto que en la sociedad Para la historia social, sin embargo, todas
colonial los dominados no eran únicamente in- estas distinciones (étnicas, institucionales, pro-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 145

fesionales, etc.) no deberían ser suficientes. A y agrícolas daba un movimiento de vaivén al


pesar de ellas, sigue persistiendo un esquema rango que alcanzaban los poblamientos. Carta-
dualista incapaz por sí solo de dar cuenta de gena y Mompox, Santa Fe y Tunja, Pamplona
otros conflictos, muy frecuentes en la sociedad y Vélez, Cali, Buga y Popayán registran episo-
colonial y hasta en el siglo xix. dios de permanente rivalidad, lo mismo que vi-
Al lado de diferenciaciones verticales y ho- llas, pueblos, parroquias y lugares. Durante el
rizontales dentro de la sociedad, existían otras siglo xix la vieja ciudad de españoles de Caloto
que oponían transversalmente a todos sus estra- se refería desdeñosamente a los habitantes de
tos. En el territorio cobijado por la autoridad Santander de Quilichao (que había surgido en
de una Audiencia coexistían ciudades, villas, desmedro de los propios términos territoriales
pueblos de indios, lugares y parroquias. La je- de Caloto) como pueblo de "libertad y manumi-
rarquización de estos poblamientos reposaba en sos".
privilegios,más que en un esquema administra- En conclusión, la historia social se presenta
tivo-constitucional uniforme. En ésto, las nor- en Colombia como un terreno casi virgen para
mas de derecho público seguían las pautas de la investigación. El efectivo conocimiento de
un Estado patrimonial que distribuía favores a estas realidades encuentra, sin embargo, obstá-
los individuos en el derecho privado. La base culos en actitudes diferentes: una, tradicionalis-
objetiva de tales privilegios se fundaba en situa- ta, incapaz de distanciarse de la imaginería com-
ciones de preeminencia o de poder de los centros placiente y vacua que escamotea toda evidencia
urbanos alcanzadas durante la Conquista o desa- sobre conflictos sociales y profundos. Otra, que
rrolladas después. Dentro de ciudades y villas quiere forzar esquemas rudimentarios en proce-
(que constituían la "República de los españo- sos más complicados de lo que puede percibir
les"),algunas poblaciones no gozaban del pres- una ortodoxia militante.
tigio que acompañaba a los centros administra-
tivos, comerciales o mineros. Sin embargo, La preeminencia de los encomenderos
como éstos estaban compuestos por vecinos
cuya estructura social, jerarquías y prestigios y las comunidades indígenas
eran su réplica exacta, así no pudieran rivalizar El carácter privado de las empresas de con-
con ellos en riqueza y en poder. En centros quista en América española tuvo como conse-
como Girón, Socorro, Cartago, Caloto, Mari- cuencia la formación de una casta privilegia-
quita u Honda, existía un patriarcado cuya pree- da, la de los encomenderos. Los rasgos esencia-
minencia era reconocida localmente pero que les de este estrato social surgieron no sólo en
resultaba disminuida en Pamplona, Vélez, Popa- función de antecedentes europeos, sino apoya-
yán o Santa Fe. El hecho de que los centros dos también en las características de las socie-
urbanos reprodujeran los mismos rasgos estruc- dades indígenas sometidas por las huestes de la
turales, ha disimulado que entre ellos existía Conquista. El hecho de que empresas de descu-
una jerarquía. Muchos conflictos en la época brimiento y de conquista no hubieran sido finan-
colonial, y aun en la época republicana, no de- ciadas por el erario real sino que en ellas se
ben atribuirse a un enfrentamiento vertical de hubiera aportado capitales privados (de proce-
clases sociales, sino a un espíritu comunal en dencia europea o formados al ritmo de la con-
el que las solidaridades regionales se anteponían quista misma), justificó el reparto inicial de los
a los desfases verticales. Un poblamiento de recursos americanos entre los participantes en
indios que alcanzaba el rango de "parroquia" esas empresas. Este reparto no sólo significó un
en el siglo XVIII, adquiría sus propios términos premio para quienes habían contribuido militar
territoriales y una cierta autonomía, semejante y financieramente en el sometimiento de los
a la de las ciudades y villas. Las villas a su vez pueblos americanos, sino también una forma de
luchaban por desasirse de la influencia invasora mantener un control efectivo sobre los vastos
de las ciudades. territorios incorporados a la Corona. Por esta
A pesar de los contactos más o menos per- razón, las primeras generaciones de encomende-
manentes y a una cierta fluidez de la élite criolla ros conservaron ciertos rasgos militares. No sólo
y española, no siempre las pretensiones de las estaban obligados, por razones de pulicía (la
aristocracias lugareñas eran reconocidas. El palabra viene depolis), a mantener casa poblada
ritmo desigual del desarrollo de centros mineros en un recinto urbano, sino que, en ella, solían
146 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

alojar un buen número de soldados, sus antiguos sobre las que se fundaba la institución de la
conmilitones. Esto explica también que, mucho encomienda y el poder de los encomenderos.
después de terminada la Conquista y cuando ya Al fin y al cabo, una de las principales funciones
las expediciones de conquista (o entradas) eran de la encomienda consistió en sustituir las jerar-
cosa del pasado, esta sociedad conservara sus quías de la sociedad indígena, poniendo en su
rasgos turbulentos. lugar a los beneficiarios españoles de los repar-
El carácter de premio en el reparto de indí- timientos. El reconocimiento que lograban los
genas de encomienda subrayaba tanto su origen jefes indígenas a través de la percepción de un
militar como las jerarquías de una organización tributo fue transferido a la nueva clase domi-
de este tipo. La proporción del premio corres- nante representada por los encomenderos. Estos
pondía a la importancia del rango dentro de la quedaban colocados así como un eslabón entre
hueste. Al caudillo le tocaba la parte del león una soberanía distante y los nuevos vasallos
y una buena porción a sus capitanes y subordi- incorporados a la Corona española. Sin ser fun-
nados inmediatos. El resto se distribuía entre cionarios del Estado, eran ellos los que recibían
los simples soldados, habida cuenta de sus mé- el reconocimiento debido a ese Estado, como
ritos. Estas jerarquías estaban dadas por el ori- la cúspide, de un nuevo ordenamiento social.
gen social de los miembros de la hueste, por su
participación financiera en la expedición o por Los conflictos políticos y sociales que per-
su experiencia militar anterior. Así, sucesivas turbaron constantemente la sociedad colonial
expediciones podían mejorar la situación rela- hasta comienzos del siglo XVII deben interpre-
tiva de cada uno y acrecentar sus posibilidades tarse a la luz de esta polaridad entre un Estado
de un premio mayor. La dinámica de la con- centralizador y los esfuerzos de la casta de los
quista se explica, en parte, por estas expectativas encomenderos por mantener las prerrogativas
que producían una errancia inquieta de soldados que se derivaban de la conquista. Dentro de este
y caudillos insatisfechos con el botín inicial. El marco tan amplio de interpretación se inscriben
asentamiento definitivo de una hueste, tras el las particularidades de una historia social en la
reparto del botín, hacía evidente una estratifica- que los encomenderos se enfrentaban a menudo
ción social. Que no siempre iba acompañada de con funcionarios del Estado español, por un
la conformidad entre los miembros de la antigua lado,y, por otro, mantenían relaciones cotidia-
hueste militar. Solidaridades de origen regional nas de dominación con los indígenas.
en España, diferencias entre caudillos y simples
soldados, o entre los primeros que llegaban y La naturaleza de estas últimas está ilustrada
expediciones posteriores, celos y rivalidades de con testimonios directos que provienen de las
todo tipo contribuían a que los pobladores no visitas de la tierra. A pesar de que tales relacio-
encontraran un punto de estabilidad. A la con- nes estaban regulados por la ley de tal manera
quista militar sucedió un intenso juego político de reducir al mínimo los contactos entre españo-
en el que el reparto de privilegios, entre ellos les e indígenas, confinándolos, especialmente
el más jugoso de la encomienda, motivaba todos en las ciudades -o "República de los españoles"
los movimientos. Desde el comienzo muchos -y a los pueblos de indios, en la práctica la
conquistadores eran dados a quejarse de las in- presencia de los encomenderos era muy notoria
justicias del reparto. Esto originaba facciones entre los indígenas. En teoría, éstos no debían
que buscaban controlar el poder y redistribuir a sus encomenderos sino la prestación de un
una vez más lo que se había otorgado anterior- tributo fijado de antemano. En la realidad, los
mente. De esta manera, el juego político tendía encomenderos se apersonaban en la comunidad,
a desconocer lo que se sentía ganado por méritos por sí o por intermedio de calpixques o adminis-
militares y a crear confusión y turbulencia dentro tradores, para extraer de los indios todo el tra-
de los pobladores. bajo posible. La coerción permanente e ilegal
creaba un clima de mutua desconfianza refor-
Las condiciones en que se verificó la con- zado por el desamparo de los indios. Todo su-
quista y la situación de los pobladores frente al giere que rara vez sus quejas podían elevarse
Estado español impartieron rasgos específicos ante la Audiencia por intermedio del protector
a la sociedad en la que los encomenderos se de naturales. Cuando éstas se dirigían a los co-
situaban a la cabeza. Pero no menos importante rregidores o a los cabildos, los indígenas se
fue el papel de las mismas sociedades indígenas, encontraban con un nudo de complicidades mu-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
147

tuas en el que las relaciones de parentescos entre ley que, como tales, deberían considerarse como
encomenderos jugaban un gran papel. un fenómeno excepcional. Este razonamiento
Todos los motivos de descontento señala- ignora deliberadamente que la encomienda era
dos periódicamente en las visitas de la tierra un sistema de explotación, así fuera justificada
fueron expuestos directamente ante el rey en como un instrumento civilizador. La verdadera
una Relación de agravios por don Diego de To- anormalidad hubiera consistido en el caso de
rres, un mestizo cacique de Turmequé, en 1584. encomenderos que hubiesen rebajado las cargas
La mayoría de estos agravios se refería a los de sus indios -o que al menos se hubiesen ate-
abusos a que daba lugar la prestación del tributo. nido a la ley al percibir sus frutos-. Pero el
Aunque desde 1542 la Corona había querido principio que animaba a esta sociedad no era
limitar esta prestación a aquello que los indíge- precisamente el de la justicia abstracta definida en
nas reconocían ya a sus propios jefes, sustitu- las leyes, sino el del enriquecimiento a toda costa.
yendo simplemente el beneficiario, los enco- Se ha observado muchas veces que la socie-
menderos no se contentaron con esto. La explo- dad colonial del siglo XVI, dominada por el
tación de los indígenas adquirió así rasgos de estrato de los encomenderos, era una sociedad
violencia extrema para forzarlos a tributar no señorial. Los afanes de la conquista debían con-
sólo en especies sino también en jornadas de ducir a los honores, al poder y a la posibilidad
trabajo. La extorsión cotidiana de las comunida- de llevar un tren de vida adecuado a una súbita
des indígenas, realizada al margen de la ley y elevación social. Algunas casas de la ciudad de
con la complicidad de las autoridades, iba for- Tunja dan testimonio de estas pretensiones. Lo
zosamente acompañada de elementos represivos mismo que la actividad febril que algunos enco-
que parecían normales para el funcionamiento menderos desarrollaron en los negocios y en la
del sistema. En algunos casos, la justificación política local de sus ciudades. Si bien muchos
provenía de prejuicios que alimentaba el mismo se quejaban de que las encomiendas no se hubie-
complejo de dominación. Los indígenas, según ran atribuido siempre a beneméritos, es decir,
sus explotadores, eran naturalmente inclinados a soldados de la Conquista o sus descendientes,
a la pereza. Peor aún, no se movían por las sino que muchas habían sido compradas por
mismas razones que los europeos y parecían hábiles negociantes o por algunos escribanos,
indiferentes a la necesidad de acumular bienes y la condición misma de comerciante excluía
indefinidamente. Sus creencias religiosas eran de las dignidades de la República, los encomen-
además, un magnífico pretexto para probar su deros más poderosos no desdeñaban ejercer el
indiferencia moral, insensible a las bondades de comercio, casi siempre valiéndose de testafe-
la indoctrinación en el cristianismo. rros. La explotación de los indígenas dio origen
Numerosos episodios dan testimonio de la a acumulaciones de riqueza que se invirtieron
efectividad de este tipo de justificaciones. Por en minas y en géneros o ropas de Castilla ven-
ejemplo, la persecución de los indígenas que didos a precios muy convenientes. Otros, como
conservaban santuarios subrepticiamente. En Alonso de Olalla, consiguieron privilegios para
abrir caminos y cobrar peajes. Algunas mujeres
1577 se emprendió una verdadera cruzada para encomenderas se mostraron también muy acti-
localizar entierros y santuarios, ricos en ofren- vas, a lo menos en la comercialización de los
das votivas de oro, encabezada por el arzobispo productos de sus estancias.
Zapata de Cárdenas y los oidores Auncibay y
Cortés de Mesa. Algunos indígenas de la región El dominio económico incontrastable gene-
de Tunja y Santa Fe fueron acusados por sus rado por las encomiendas dio origen a casi todas
encomenderos de practicar la hechicería o de las empresas locales del siglo XVI. El auge de
intentos de envenenamiento y encarcelados sin la economía en su conjunto aprovechaba de las
fórmula de juicio. Pero además de estos casos, posibilidades de explotación de sociedades in-
un poco espectaculares, los abusos cotidianos dígenas relativamente ricas y de una mano de
formaban una cadena interminable. Algunos obra todavía numerosa. Como las ventajas eco-
historiadores interpretan estos testimonios desde nómicas se derivaban de privilegios sociales,
un punto de vista moral, recalcando su anorma- no resulta extraño que el juego político haya
lidad dentro de un sistema de relaciones que, producido constantes disturbios. El aparato legal
según ellos, debían ser "armoniosas y justas". y burocrático del Imperio tendía naturalmente
Sólo ven meras violaciones individuales de la a limitar los excesos de los encomenderos, sobre
148 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

todo para prevenir que "se alzaran con la tierra". tarse con oidores y visitadores reales, había dado
Preocupaciones éticas sobre el tratamiento de paso a ínfimas intrigas en las que se desgastaba
los indios llevaron también a frecuentes enfren- una sociedad en decadencia. Muchos descen-
tamientos entre encomenderos y unos pocos fun-, dientes de conquistadores ni siquiera podían per-
cionarios de la Corona. Esta lucha, que llegó a mitirse el lujo de vivir en las ciudades, y deser-
su máxima violencia en el decenio de 1580, taban las dignidades del cabildo que hasta co-
comenzó a inclinar la balanza del poder favora- mienzos del siglo se habían disputado en subas-
blemente a la Corona en el decenio siguiente. tas públicas.
Para entonces, visitas sucesivas pudieron com-
probar la pasmosa disminución de los indígenas, Terratenientes, mineros y comerciantes
cuya abundancia original había sustentado pre-
cisamente el poder de los encomenderos. Los encomenderos habían derivado ventajas
A partir de 1610, cuando ya se había cum- económicas de sus privilegios sociales y po-
plido el ciclo de las visitas más importantes y líticos. De allí que se desempeñaran como
de algunas reformas fundamentales como la nor- terratenientes, casi sin competencia. También
malización del tributo, la creación del concierto invirtieron en empresas mineras o comerciales.
indígena y la distribución de resguardos, el es- El exclusivismo social que se desprendía de la
trato social de los encomenderos comenzó a de- participación en la conquista fue dominante en
bilitarse. A mediados del siglo XVII muchos el siglo XVI, y si bien algunos mineros accedie-
encomenderos estaban empobrecidos y, en con- ron al rango de encomenderos o algunos comer-
junto, habían dejado de representar el peso po- ciantes compraron oficios honoríficos, la piedra
lítico que condujera a la ruina a tantos funciona- de toque de su ascenso social fue la integración
rios de la Corona durante el siglo anterior. previa a los linajes de beneméritos a través de
Algunos linajes de beneméritos siguieron alianzas matrimoniales. La actividad económi-
conservando el orgullo de su casta y de sus ca, por exitosa que fuera, no bastaba por sí sola
parentescos. Inmigrantes españoles recién llega- para conferir prestigio social. Durante el siglo
dos, funcionarios y comerciantes sobre todo, se xvn este patrón fue transformándose, a medida
apresuraron a injertarse en viejos troncos fami- que los fundamentos del poder de los encomen-
liares locales. Aunque la actividad y las ambi- deros se deterioraban. El agotamiento de las
ciones de estos recién llegados tuvieron una poblaciones indígenas significó el término de
orientación más concreta, no tardaron sin em- unas posibilidades de enriquecimiento. Los en-
bargo en asimilar el tono y las maneras de la comenderos no gozaron en adelante del mono-
sociedad señorial que había surgido a raíz de polio de la mano de obra servil, y las inversiones
la Conquista. Esta sociedad había logrado una en esclavos comenzaron a poner en un primer
estratificación rígida merced al tipo de alianzas plano a los comerciantes.
familiares en que se confinaba un estrecho cír-
culo de beneméritos. La mecánica matrimonial Un investigador norteamericano, Peter
había servido para perpetuar las encomiendas Marzahl, ha señalado cómo en Popayán los co-
mucho más allá de las dos vidas establecidas merciantes habían sustituido en parte a una élite
por la ley. La endogamia del grupo permitía más tradicional a fines del siglo XVII. A ellos
que las encomiendas recayeran siempre en un y a las inversiones en esclavos que hicieron debe
consaguíneo, así éste no fuera un descendiente atribuirse la apertura de una nueva frontera mi-
directo. Más tarde, las alianzas con recién llega- nera. Hurtados, Arboledas, Victorias, etc., o
dos de España, siempre que poseyeran algún inmigrantes más recientes como Torrijanos o
título o pretensión de hidalguía, permitía perpe- Garcés de Aguilar, fueron los detentadores de
tuar la preeminencia social de algunos linajes, fortunas realizadas inicialmente en el comercio
que de otra forma se hubieran extinguido. y en el tráfico de esclavos.
La relativa pobreza, que era casi generali- Pero si los nombres asociados al dominio
zada en el curso del siglo XVII, no fue un obs- económico podían cambiar, no ocurría así con
táculo para que las pretensiones de un estrecho los patrones que perpetuaban un linaje estable-
círculo de familias se manifestara a menudo en cido. Si hubo un cambio, éste fue relativo y
querellas sobre minucias de protocolo y de pree- sólo con respecto a la estratificación todavía
minencias. El antiguo poder, capaz de enfren- más rígida de la sociedad de los encomenderos.
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
149

Establecidas las nuevas bases del poder y del Las castas


prestigio, su acceso encontraba las mismas difi-
cultades que las encomiendas. Sería por lo tanto La polaridad racial entre los ocupantes de
un error hablar de mayor movilidad social o de origen europeo, por una parte, y los indígenas,
una nueva mentalidad que la favoreciera. Los los negros esclavos traídos del África y
mismos mecanismos que habían servido para todas las variantes de mezclas raciales origina-
solidificar el estrato encomendero y que contri- das de estos tres componentes básicos, por otra,
buyeron a su monopolio de los recursos de tie- originó el concepto social de las castas. Con
rras, minas y mano de obra, se pusieron en obra este nombre se designaba a las etnias indígenas
para consolidar esta sociedad de comerciantes, y africanas y sus derivados mestizos. El concep-
terratenientes y mineros. to, que englobaba despectivamente una variedad
Esto no quiere decir que los conflictos es- infinita de matices raciales, no podría descom-
tuvieran ausentes. No sólo existieron rivalidades ponerse con alguna precisión para explicar acti-
económicas y se formaron facciones dentro de tudes sociales características frente a cada una
los mismos linajes establecidos, sino que la de las castas. Las designaciones blanco, indio,
competencia de los recién llegados creó turbu- pardo, negro y aun esclavo, plantean problemas
lencias que se vieron reflejadas en la política de definición en el contexto de su utilización
local. A mediados del siglo XVIII puede obser- corriente en el trato social y hasta en su empleo
varse un nuevo desfase entre comerciantes de convencional en censos y recuentos de pobla-
origen español y los linajes reconocidos de des- ción, como lo señala John Lombardi en un re-
cendientes de comerciantes que habían invertido ciente trabajo demográfico sobre poblados vene-
en minas y sobre todo en tierras. zolanos. ¿Qué entendían exactamente los con-
temporáneos con estas designaciones?
El estrato dominante en la sociedad del
siglo XVIII exhibía aún los rasgos originales de Aunque aparentemente la palabra blanco
una sociedad señorial. La herencia de la Con- designaba a una persona de puro ancestro espa-
quista no se había perdido enteramente, aun ñol, lo cierto es que a medida que avanzaba el
cuando las polaridades iniciales de origen racial siglo XVIII el concepto genético iba perdiendo
se hubieran complicado a tal punto, que ahora peso frente a la acepción de status social o de
los miembros de la élite tuvieran que redoblar privilegio administrativo. Categorías como in-
su celo para defenderse de la sospecha de mes- dio o esclavo tuvieron una definición institucio-
tizaje. nal y no meramente social. Esto fue cierto para
los indios, por lo menos mientras estuvieron
El insulto más frecuente, en efecto, era la sujetos a la obligación de pagar un tributo. Pero
insinuación de esta sospecha, esgrimida no sin ya en el siglo XVII muchos habitantes de los
malicia por los recién llegados. Este temor ex- pueblos de indios alegaban su condición de mes-
plica también las frecuentes alianzas con inmi- tizos para escapar al pago de los tributos.
grantes recientes, a veces pobres de solemnidad Las designaciones más problemáticas re-
pero instalados muy pronto en los negocios con sultaban ser, naturalmente, aquellas que aludían
una buena dote y con acceso fácil al crédito. a la mezcla racial. Aunque los casos no fueran
Los conflictos de la élite en el siglo xvm- muy frecuentes, los mestizos podían obtener
revisten las coloraciones de sociedad locales que una declaración de ser blancos por merced real
tendían a conservar un statu quo asentado en y con ella el acceso a ciertas dignidades y privi-
privilegios adquridos. Por esto, a pesar de la legios vedados a las castas: ejercer cargos como
coyuntura económica favorable del siglo xvm, el de escribano, tener acceso a la Universidad
la propiedad territorial jugó un papel tan impor- o a las órdenes sagradas, etc. Aun sin esta de-
tante como factor de inmovilismo social. Aun- claratoria, algunos mestizos, sobre todo en el
que el comercio fuera más rentable, la fuente siglo XVI, se colocaron en los rangos reservados
real de privilegio social y político a nivel local a los beneméritos y hasta se aseguraron el goce
se sustentaba, en últimas, en la calidad terrate- de encomiendas por el hecho de descender de
niente. Esto explica también la reacción de las un conquistador.
élites locales al intento borbónico de privilegiar El nombre de pardo se reservó en el terri-
el estamento de los comerciantes, dominado por torio de la Nueva Granada para los mulatos (o
intereses y capitales peninsulares. zambos) libres. Cuando se trataba de esclavos,
150 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

lo corriente era designar la misma categoría tico en la explotación de los esclavos resultó
como mulatos. Para distinguir a los negros de más favorable a la larga al incremento vegetativo
procedencia africana se hablaba de bozales o se de la población negra, que una posición de prin-
agregaba la "casta", es decir, el origen tribal, cipio consignada en las leyes. Además, el hecho
aunque es posible que estos apelativos (arara, evidente de la mestización no borraba las dife-
congo, mina, biafra, lucumi, etc.) se hayan em- rencias sociales, sino que más bien tendía a
pleado en términos muy latos para identificar hacer extensiva la actitud negativa de una élite,
una región de extensión variable en el África que se identificaba fácilmente entre sí, hacia
occidental. Los negros nacidos en América eran los blancos pobres.
criollos, aunque en algunos casos podía tratarse Con todas las complejidades que pueden
de mulatos. resultar de un examen somero de las designacio-
A diferencia de las Antillas, o de la socie- nes raciales que proceden de los documentos de
dad esclavista del sur de los Estados Unidos, la época, el problema resulta incomparable-
en donde la manumisión llegó a ser indeseable mente mayor si se trata de establecer las actitu-
y muy restringida por la ley, en la Nueva Gra- des y la valoración social que acompañaba a
nada las manumisiones fueron frecuentes. A ello cada una. Evidentemente, muchos prejuicios
contribuyó la heterogeneidad racial básica, en provenían de la minoría blanca dominante y ella
donde la oposición de los blancos a otros secto- poseía de manera natural el monopolio de las
res raciales se diluía a través de una gama muy valoraciones. El indio era perezoso en el siglo
amplia de mestizaje. Además, el manumiso o XVI y se había embrutecido en el siglo XVIII.
liberto encontraba un inserción dentro de las Los mestizos, fuente inagotable de conflictos,
clases bajas que las colonizaciones anglosajonas y los pardos, pendencieros y borrachos. Los
toleraban con dificultad. Allí los blancos pobres estereotipos sobre las castas tuvieron una larga
nunca hubieran admitido una familiaridad social vida en la época colonial y, al parecer, una
con los libertos. En la Nueva Granada eran fre- aceptación universal.
cuentes las uniones entre libertos y mestizos y
aun blancos pobres. En ocasiones éstos llegaban Pero si estos estereotipos manipulados por
hasta comprar la libertad de un cónyuge o de la población blanca eran negativos para la gene-
los hijos. El amo podía encontrar ventajosa la ralidad de las castas e iban acompañados de
compra o razonar como las monjas de la Encar- toda clase de limitaciones sociales, la ubicación
nación de Popayán en 1719, quienes pensaban de cada una en el aparato productivo podía pres-
que, tarle condiciones de ascenso o de consideración
"...De no convenir a dicha libertad se puede social. Los mestizos, por ejemplo, sobre quienes
seguir el que dicha mulata se pierda retirán- recaía una buena dosis de desprecio, estaban
dose al palenque del castigo, en donde se re- sin embargo ampliamente distribuidos en mu-
fugian muchos esclavos y totalmente se pier- chos intersticios sociales. Eran gañanes en el
den". campo, arrieros, pequeños tratantes o pulperos,
En Colombia ha habido una aceptación tá- artesanos o dueños de parcelas. Algunos, inclu-
cita del argumento clásito de Frank Tannen- sive, se hicieron a una fortuna considerable en
baum, según el cual la actitud de los coloniza- el comercio o en las minas, aun cuando este
dores ibéricos frente a etnias diferentes estaba hecho no les haya traído inmediatamente el re-
suavizada por consideraciones éticas sobre el conocimiento social.
valor de la persona humana. Esta actitud básica En las minas del Chocó algunos pardos y
se habría reflejado en una legislación explícita negros libres poseían uno o dos esclavos durante
destinada a proteger a los indios y a ahorrar a el siglo XVIII. Los arrieros, mestizos o pardos,
los esclavos un tratamiento inhumano. El hecho podían acumular también una fortuna en muías
objetivo de la mestización en las proporciones y contratar los servicios de muleros. Excepto
que se dio, probaría, además una ausencia de en algunos casos, cuando la mano de obra era
prejuicios raciales. Este argumento no ha sido muy competida, no había cortapisas para que
examinado entre nosotros a la luz de otras evi- un miembro de las castas explotara el trabajo
dencias. Para muchos investigadores norteame- ajeno. Gran parte del descrédito de los mestizos
ricanos hoy resulta claro que un tipo de raciona- provenía sencillamente en que lo hacían, aunque
lidad económica o un tratamiento legal pragmá- en mucho menor escala que españoles y criollos,
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 151

como calpixques, mayordomos o tratantes y pul- "hidalguía", la "nobleza" o la simple "limpieza


peros. Las limitaciones económicas de las castas de sangre" eran buscadas y celosamente defen-
se derivaban más bien del hecho de que los didas de suspicacias o de meras agresiones ver-
privilegios sociales y políticos podían dar lugar bales. La honra o la estima general en que era
a ventajas económicas, tales como la asignación tenido un linaje, por su ancestro libre de toda
de concertados, de tierras, de derechos de mi- sospecha de mestizaje, podía ser asunto de plei-
nas, etc., y de que, por otra parte, las minorías tos ruidosos, como si se tratara de un bien tan-
conservaban una cohesión que multiplicaba las gible. Las ocasiones para estos pleitos se multi-
oportunidades y el acceso al crédito, reservado a plicaron en el siglo XVIII, cuando el mestizaje
los propietarios de inmuebles o, entre comer- era tan generalizado que, para mantener una
ciantes, a quienes se reconocía solvencia o po- cohesión, las minorías dominantes debían mul-
dían contar con avales conocidos. tiplicar su celo ahondando aún más las diferen-
En un artículo memorable, Jaime Jaramillo cias sociales que se basaban en el desprecio de
Uribe ha descrito esta sociedad en la que la las castas.

Bibliografía

General
Este trabajo está basado en gran parte en el material de investigaciones anteriores al que se ha
dado una forma más conceptual, prescindiendo al mismo tiempo de referencias eruditas
a los archivos {Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, 2a edic., Medellín,
1975. Cali: terratenientes, mineros y comerciantes, siglo XVIII, Cali, 1975), y de una
investigación en curso sobre la provincia de Popayán.
En los últimos quince años la historia social y económica ha tenido en Colombia las orientaciones
del Anuario colombiano de historia social y de la cultura, cuyo primer número apareció
en 1963 y el último en 1972. Varios ensayos de su director, JAIME JARAMILLO URIBE,
fueron recogidos en el libro Ensayos sobre historia social colombiana (Bogotá, 1968).
Además del libro de ALVARO TRADO MEJIA, Introducción a ¡a historia económica de
Colombia (6a edic., Medellín, 1976), síntesis que recoge algunas de la nuevas orientaciones
de la historiografía colombiana, la Historia de Colombia (t, I, El establecimiento de la
dominación española, Medellín, 1977) de JORGE ORLANDO MELO, promete ser una
visión equilibrada entre el hilo factual y los temas de la historia económica, social y
cultural. Sobre el carácter de la economía europea en el siglo XVI y los problemas del
período de transición, la síntesis más reciente y sólida: INMANUEL WALLERSTEIN, the
Modern World-System. Capitalist Agriculture and the Origins of the European World-Eco-
nomy in the Sixteenth Century (New York, 1976).
Economía

Sobre el oro y la minería, la obra clásica de VICENTE RESTREPO, Estudio sobre las minas de
oro y plata en Colombia (Bogotá, 1952). También ROBERT C. WEST, La Minería de
aluvión en Colombia durante el período colonial (Bogotá, 1972) y WILLIAM F. SHARP,
"The Profítability of Slavery in the Colombian Choco", 1680-1810 (en the Hispanic
American Historical Review, vol. 55, núm. 3, August, 1975, págs.469, ss.). Sobre las
minas de plata de Mariquita, JULIÁN B. RUIZ RIVERA, "La plata de Mariquita en el
siglo XVIII: mita y producción" (en Anuario de Estudios Americanos, vol.xxix, 1972,
págs. 121-169), JORGE O. MELO ha dado a conocer las cifras del oro producido en la
152 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

Nueva Granada durante el siglo XVIII en una ponencia presentada al seminario de Historia
de Colombia de la Universidad Nacional (septiembre de 1977) y cuya publicación está
anunciada en la Revista de la Universidad del Valle, núm. 3. Sobre la moneda y la
amonedación, A. M. BARRIGA VILLALBA Historia de la casa de moneda, 3 vols., Bogotá,
1969.
Sobre la tierra, particularmente los resguardos indígenas, ORLANDO FALS BORDA, El hombre
y la tierra en Boyacá, Bogotá, 1957, y MARGARITA GONZÁLEZ, El Resguardo en el
Nuevo Reino de Granada, Bogotá, 1970. Las haciendas han sido objetos de trabajos
regionales o monográficos. Las de la Sabana de Bogotá, por ejemplo, en JUAN A.
VILLAMARIN, Encomenderos and Indians in the Formation of Colonial Society in the
Sabana de Bogotá, Colombia 1530 to 1740 (2 vols. Tesis de doctorado, 1972. Reproducida
en xerox por University Microfilms International. Ann Arbor Mich.), uno de los trabajos
más consistentes escritos hasta ahora sobre este tema. Las haciendas de la Compañía de
Jesús, en G. COLMENARES, Las haciendas de los jesuítas en el Nuevo Reino de Granada
(Bogotá, 1969).

La sociedad
La historia social de la época colonial ha concentrado hasta ahora su atención en la
encomienda. Además de los trabajos pioneros de JUAN FRIEDE: Vida y luchas de Don
Juan del Valle, primer obispo de Popayán y protector de indios (Popayán, 1961), y Los
Quimbayas bajo la dominación española (Bogotá, 1963), DARÍO FAJARDO, El régimen
de la encomienda en la provincia de Vélez (Bogotá, 1969) y dos trabajos recientes de la
escuela que orienta en Sevilla Luis Navarro García: JULIÁN B. RUIZ RIVERA, Encomienda
y mita en Nueva Granada (Sevilla, 1975), y SILVA PADILLA, M. L. LÓPEZ ARELLANO
y A. GONZÁLEZ, La encomienda en Popayán, tres estudios, (Sevilla, 1977).
Otros aspectos de la cuestión indígena han sido tratados por MAGNUS MÓRNER en La Corona
española y los foráneos en los pueblos de indios de América (Estocolmo, 1970) y ULISES
ROJAS, EL cacique de Turmequé y su época (Tunja, 1965).
Sobre los esclavos africanos la bibliografía es todavía escasa. JORGE PALACIOS P. se ocupa
de La trata de negros por Cartagena de Indias (Tunja, 1973), con énfasis especial en los
asientos de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. JAIME KING, Negro Slavery
in New Granada (Berkeley, 1945) y AQUILES ESCALANTE, El negro en Colombia(Bogotá,
1964).
La esclavitud y la sociedad esclavista
153

La esclavitud y la sociedad
esclavista
Jorge Palacios Preciado ya en la prehistoria del capitalismo, para dilatar
los canales de su circulación mercantil.
Durante casi todo el período colonial la
Trata de Negros. economía de la Nueva Granada fue esencial-
Necesidad de la mano de obra esclava mente una economía minera y la explotación
intensiva de los yacimientos de oro, plata y es-

U no de los aspectos más importantes de la


Historia de América Latina es el relacio-
nado con la presencia y herencia del esclavo
meraldas se realizó utilizando la mano de obra
indígena, básicamente en los primeros ciclos.
En efecto, las curvas de producción de metales (1)
negro procedente de las costas africanas. El tema en las cuales se puede apreciar cierto parale-
ha sido analizado por numerosos historiadores, lismo de los movimientos, permiten observar
quienes han abordado aspectos de la esclavitud alguna correspondencia entre el descenso de la
en relación con algunos problemas económicos, población nativa, la disminución en la extrac-
sociales, demográficos e institucionales, y asi- ción de metales y las ingentes solicitudes de
mismo se han adelantado estudios específicos mano de obra esclava, especialmente en el pe-
sobre la trata, la abolición, la legislación, etc. ríodo crítico 1550-1650. Se genera entonces en
Sin embargo, las investigaciones sobre el negro, la explotación minera lo que Pierre Vilar deno-
el africanismo o la esclavitud en Colombia, no mina "el proceso de destrucción del beneficio
han sido sistemáticas, si bien es cierto que en por el mecanismo del propio beneficio" (2). Si
los últimos años ha surgido un gran interés por bien es cierto que resultaría demasiado simplista
el tema y se han adelantado trabajos con un afirmar que se dio una relación directa, casi una
mayor rigor científico y con nuevos enfoques identificación entre uno y otro fenómeno, de
metodológicos. causa a efecto, es evidente la incidencia de la
crítica situación demográfica en la producción
La más reciente historiografía ha hecho én- de metales y en la actividad económica de la
fasis sobre una realidad histórica evidente, en Nueva Granada.
el sentido de que la colonización española tuvo La mayoría de los historiadores de la eco-
como base la explotación de las minas de oro nomía y la sociedad colonial, en particular los
y plata mediante la utilización de grandes con- estudiosos de la demografía, sostienen que la
centraciones de indios sedentarios. En otros tér- extracción de los minerales y la vida económica
minos, la política colonizadora de España es- general se basó en la sistemática explotación de
tuvo condicionada por la búsqueda inaplazable la fuerza de trabajo indígena, lo cual es evidente,
de los metales de que tanto precisaba Europa, pero sin advertir la pronta presencia del ele-
154 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

mento africano, el cual, en su condición de es- maíz ha valido 15 pesos y a este respecto las
clavo y como mero instrumento de producción, demás semillas y en habiéndola, baja a 2 y 1/2.
fue traído para sustituir al aborigen, como re- Las haciendas principales de los vecinos de in-
fuerzo y para contrarrestar-a lo menos en parte- genios de azúcar, viñas en el Perú, crías de
la crisis demográfica. En otras palabras, se ha ganado, todas se mantienen con negros, sirven
puesto de relieve la decisiva aportación indíge- también de trajineros y marineros, de suerte que
na, pero no se ha destacado suficientemente la si estos faltasen faltaría el alimento para mante-
importancia estratégica del elemento negro en ner la vida humana y los caudales porque lo
la economía colonial. principal de ellos consiste en esta hacienda
No pretendemos polemizar en torno a esta siendo también precisos para el servicio personal
apreciación (3), pero cabe anotar que funcionarios porque ni criollos ni españoles no sirven...los
y mineros, agricultores y comerciantes, misio- indios han faltado y donde los hay no se los
neros y clérigos, así como cabildos y conventos, puede obligar al servicio personal... se ha tenido
solicitaron, desde muy pronto, esclavos negros. siempre por tan necesaria la introducción de
De esta manera, antes de finalizar la primera esclavos negros en las Indias que aún en el prin-
mitad del siglo XVI, cuando el descenso de la cipio de su descubrimiento y reducción... que
población no había llegado a su punto crítico el año de 1510 se mandaron enviar esclavos por
como tampoco había concluido aún la primera el poco espíritu y fuerza de los indios. Y si
gran etapa de "conquista y pacificación", de desde el año de 1510 se ha tenido por conve-
reducción y dominación de la población nativa, niente y en los sucesivos por precisos respecto
surgió el propósito de aumentar las introduccio- del aumento de las poblaciones, labores de los
nes de esclavos (4) sobre el principio o el cálculo campos y ministerios serviles a que se aplican
muy pronto generalizado, de que el trabajo de y falta de indios, hoy que son más numerosas
un negro producía lo que tres indios juntos. Y y mucho menor el número de indios es más
este principio, que rápidamente se convirtió en necesaria la continuación de la introducción de
la opinión común, creó la convicción en los estos esclavos y mayor el inconveniente de que
funcionarios y colonos, especialmente en el si- les falten a los vasallos de la América y muy
glo XVIII, de que trata e introducción masiva arriesgado para la quietud de aquel reyno... y
de negros era la panacea para la economía del muy perjudicial a V. M. que perderá si se prohi-
virreinato (5). biere la gran suma que le contribuye y ninguna
Después de 1595, es decir, un poco antes prohibición será bastante para que dejen de in-
de la iniciación de los grandes asientos cuyo troducirse siendo la necesidad de ellos inexcusa-
comienzo más o menos coincidió con cierta ex- ble..." (7).
pansión de fronteras y el hallazgo de minas no- Es claro que ante la crisis demográfica in-
tablemente ricas, se intensificó considerable- dígena y dada la índole de la economía colonial,
mente la introducción de esclavos al territorio la esclavitud negra se imponía como única solu-
de la Nueva Granada. Algunos registros ponen ción y la Corona, para proveer a las colonias
en evidencia la decisiva contribución de la americanas de la mano de obra requerida, superó
fuerza de trabajo esclava en la economía minera las dificultades políticas, así como las reservas
del Nuevo Reino. Germán Colmenares ha esta- morales planteadas por algunos teólogos. En
blecido cómo entre 1590 y 1640, por ejemplo, esta forma, la institución de la esclavitud, que
el trabajo esclavo en los yacimientos mineros al momento del Descubrimiento estaba en una
fue del orden del 75% frente al restante 25% etapa de recuperación, particularmente en los
del indígena (6). países mediterráneos que mantenían intenso co-
"...El conducirse negros a la América no sólo mercio con África, adquirió en el Continente
es conveniente pero necesario, porque con la americano un gran impulso, una nueva forma
falta que hay de indios en lo principal de Amé- y un nuevo sentido.
rica, los negros son los que labran las haciendas, El desarrollo del capitalismo europeo, la
sin que se puedan labrar ni se labren por espa- disponibilidad de grandes extensiones de tierra
ñoles, así porque estos no se aplican ni se han y el hallazgo de ricos yacimientos de minerales
aplicado nunca... habiendo manifestado la expe- en América, la disminución de la fuerza de tra-
riencia que cuando no hay copia de negros que bajo indígena y la especulación creciente del
asistan a las labores del campo una fanegada de capital comercial, fueron factores determinantes
esclavitud y la sociedad esclavista
155

de la nueva etapa de la esclavitud africana en esclavos en las minas de Antioquia en número


América. Fue la coyuntura económica y no ra- apreciable. En Cáceres y Buriticá laboraban 150 y
zones de tipo racial o filosófico lo que provocó 300 esclavos, respectivamente; en 1590 había
la intensa explotación de la población africana 1.000 en las minas de Anserma y 600 en Buri-
e hizo de la esclavitud una institución económica ticá; en 1595 se registran 2.000 esclavos en
del primer orden. Zaragoza y hacia 1600 trabajan 2.000 en Reme-
dios (12). Vásquez de Espinosa (13) calcula la
El negro en la economía colonial población negra de Zaragoza para fines del siglo
entre 3.000 y 4.000 esclavos. Francisco Beltrán
Es evidente que en la Nueva Granada la de Caycedo poseía en las minas de Remedios 500
participación del esclavo africano en el proceso negros esclavos (14). De otra parte, en las minas
productivo, particularmente en la minería, tuvo de Las Lajas y Santa Ana -las que generalmente
una significación más que transitoria. Puede se supone fueron trabajadas exclusivamente por
afirmarse que el negro, prácticamente desde el los mitayos de Santa Fe y Tunja (15) se hallaron
mismo siglo XVI, jugó un papel esencial en la en la visita de 1640 en los distritos mineros de
economía neogranadina, que fue acentuándose Santa Rosa 221 indígenas y 294 esclavos ne-
en la medida en que descendía la población gros, mientras que en los ingenios de la misma
aborigen y se ampliaban las fronteras de explo- sólo había 30 negros por 118 indígenas; en Las
tación. Lajas se registraron 119 aborígenes y 64 escla-
El elemento africano participó, en primer vos; en sus ingenios hubo 64 indígenas y ningún
término, en algunas empresas de conquista y esclavo, y en la solicitud de fuerza de trabajo,
expansión, en su condición de esclavo domés- obviamente, se pedían más esclavos que indí-
tico de capitanes y empresarios. Muy pronto, genas (16).
sin embargo, su influencia en las actividades Parece seguro que desde la última década
cotidianas y la explotación económica fueron del siglo XVI el esclavo negro sustituyó al indí-
mayores, llegando a constituirse en elemento gena en el trabajo de las minas, siendo entonces
casi insustituible en ciertos menesteres y oficios, destinada la poca población nativa a la produc-
así como en objeto de ostentación y lujo de la ción agraria y a labores de abastecimiento. En
sociedad colonial. efecto, la Corona, ante el proceso de extinción
El esclavo negro en la Nueva Granada fue del indígena, había dispuesto una legislación
destinado básicamente a la explotación minera. más rigurosa respecto del empleo de los aborí-
Es claro que en las primeras etapas de la econo- genes en el trabajo minero, y si bien es cierto
mía la participación del elemento africano no que tales normas sólo fueron observadas parcial-
fue tan amplia, no sólo por el volumen de éstos, mente, el grave problema de la mano de obra
sino por la abundancia de mano de obra indígena quedaba resuelto, a lo menos en parte, con la
cuyo trabajo gratuito y forzado sería justamente provisión de esclavos africanos al regularizarse
fuente de capitalización para la adquisición de el tráfico mediante la concertación de grandes
esclavos negros (8). Pero a partir de 1560 -co- asientos, así como por el continuo y numeroso
mienzos del segundo interciclo del tráfico comer- contrabando.
cial-el número de esclavos fue en aumento, en tal A partir de la segunda mitad del siglo XVI
forma que los negros se convirtieron en el grupo -punto crítico de la catástrofe demográfica-, la
predominante entre los trabajadores mineros du- participación del elemento nativo en la explota-
rante los siglos XVII y XVIII (9). ción de los minerales necesariamente tuvo que
Aunque persiste la apreciación de que el ser reducida, pues si bien es cierto que la mita
número de esclavos negros en el siglo XVI fue y las conducciones sustituyeron la rapiña inicial
reducido (10), hay algunos indicios que permiten de la fuerza de trabajo indígena por parte de
creer que el volumen de esclavos fue mucho mineros y encomenderos, para entonces las par-
mayor de lo que tradicional mente se ha afirma- cialidades se hallaban diezmadas. De otra parte,
do. Hacia 1543, por ejemplo, Belalcázar pedía la recuperación demográfica indígena, de ha-
autorización real para introducir cien esclavos berse dado efectivamente, no pudo ser factor
más para trabajar en las minas, y para entonces determinante de cierta reactivación de la econo-
muchos negros lavaban oro en Popayán (11). mía minera (17). Por lo demás, para entender esta
Desde 1583 se encuentran algunas cuadrillas de recuperación económica, así como las crisis de
156 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

la economía minera, habría que considerar en en los centros de trabajo eran altos, pues por lo
primer término la masiva introducción de escla- general duplicaban los registros en el puerto y
vos africanos, el agotamiento y hallazgo de nue- el sistema de ventas a crédito, hipotecando la
vos yacimientos mineros, los conflictos entre mano de obra ya existente, no sólo incrementaba
comerciantes, mineros y hacendados, la política los costos, sino que daba origen a numerosos
económica de la metrópoli, las innovaciones tec- enfrentamientos y pleitos entre mineros y co-
nológicas, los sistemas de abastecimiento, el merciantes.
auge del contrabando de mercancías, las nuevas "...Los mercaderes que bajan de este Nuevo
vías de comunicación, el mayor control buro- Reino a emplear en esclavos negros para vender
crático de la producción y en general la reorga- a los mineros de minas de oro particularmente
nización de la explotación, los cuales, como a los de Zaragoza, Cáceres, San Gerónimo del
factores interactuantes y junto con el demográ- Monte y los Remedios que se labran con ellos,
fico, incidieron en el sensible aumento regis- los compran en Cartagena en partidas a los pre-
trado en la extracción de metales a partir de cios referidos, algo más o menos, de contado,
1580. conforme a los tiempos, de haber más o menos
La población esclava en el siglo XVI ya esclavos y más o menos compradores y los ven-
debió de ser apreciable, pues fue creciente el den los dichos mercaderes a los dichos mineros
temor a sublevaciones y rebeliones (18), puesto de comúnmente puestos en sus casas pagadas al
manifiesto en las medidas coercitivas y en las tercio de contado y lo restante a pagar en dos
disposiciones y ordenanzas de cabildo relativas años por mitad. Los de ley 340 y 350 pesos de
a los negros, así como en la dureza de la repre- oro de 20 quilates y los ardás, angoles y congos
sión contra el cimarronismo (19). De otra parte, a 250 pesos del dicho oro..." (22).
los conflictos con la población de color fueron En las zonas urbanas el ansia de prestigio,
constantes y desde muy pronto se prohibió el la ostentación y el lujo hizo que muchos funcio-
"que los esclavos negros, cada vez más frecuen- narios y familias ricas invirtieran grandes sumas
tes en la Nueva Granada" (20), viviesen entre los de dinero en la adquisición de esclavos africanos
indios, todo lo cual es indicio del volumen en que servían como cocineras, niñeras, amas de
ascenso de la población esclava. cría, lavanderas, etc., pero, de otra parte, los
La participación del elemento negro en el negros en la sociedad esclavista se convertían
proceso productivo y en la economía minera del en inversión económica rentable. Muchos pro-
Nuevo Reino fue aún más decisiva durante los pietarios alquilaban a sus esclavos y recibían
siglos XVII y XVIII, pues el empleo de la mano los jornales, constituyéndose este sistema en
de obra esclava se intensificó en los distritos fuente importante de recursos para los dueños
mineros de Antioquia y especialmente en los de esclavos. En Cartagena, por ejemplo, la ma-
nuevos del Chocó; asimismo, otros segmentos yoría de los funcionarios de la Corona que com-
de la economía colonial fueron atendidos por praban esclavos o los recibían como obsequio
la población africana. En efecto, aparte las nu- de los tratantes en los frecuentes casos de sobor-
merosas cuadrillas de mineros, muchos esclavos no, solían arrendarlos para el trabajo en obras
fueron destinados a otras actividades como la públicas, trabajo de las murallas, en cárceles,
agricultura, la ganadería y a una amplia gama de hospitales, mercados, o como aseadores, conser-
oficios artesanales y de servicio doméstico (21). jes, tamboreros, bogas, pregoneros, etc. (13).
El número de esclavos de una cuadrilla El sistema de alquiler de esclavos adquirió
oscilaba entre 10 y 40, pero por lo general una gran importancia, pues, además de los funciona-
mina tenía varias cuadrillas, las cuales estaban rios, muchos propietarios, y especialmente mu-
integradas por hombres y mujeres, si bien éstas jeres de medianos y escasos recursos económi-
laboraban preferentemente las minas de aluvión cos, compraban negros esclavos con el objeto
y aquéllos las de veta. Por su parte, los ancianos de arrendarlos para el desempeño de numerosos
y los niños eran dedicados a trabajos agrícolas oficios, o para la venta de comestibles, dulces
y funciones domésticas. y frutas. Una dueña reclamaba sus esclavos ale-
La distribución y abastecimiento de la gando que siendo "...un artículo de tanto bene-
mano de obra esclava corría por cuenta de los ficio para mí y para mis hijos... y siendo su
comerciantes, quienes despachaban desde Car- trabajo precio estimable no debo perder los jor-
tagena grupos de 10 y 20 negros. Los precios nales. .." (24). No faltaron los casos en que los pro-
La esclavitud y la sociedad esclavista 157

Dietarios obtenían ingresos provenientes de la trata, si bien esos 31 compradores adquirieron


prostitución de sus esclavos (25) el 55.5% de los esclavos vendidos en el puerto.
De otra parte, la población africana y espe- El 63% de los tratantes eran hombres, el 34%
cialmente los esclavos domésticos se utilizaban mujeres y los restantes representaban entidades
para respaldar operaciones de préstamo, hipote- como conventos, cabildos, etc. Por lo general,
cas, permutas, trueques y pagos por servicios, los esclavos se adquirían por unidades, pero era
y en muchas ocasiones eran objeto de especula- frecuente la negociación por "toneladas de ne-
ción, gracias a las habilidades del esclavo y a gros", "piezas de indias", "cabezas" y "lotes".
las fluctuaciones de precios provocadas por los Así, por ejemplo, a Salvador Mora le vendieron
comerciantes, en tal forma que los negros eran o le reservaron los siguientes esclavos: 20 mu-
tratados efectivamente como mercancías con va- leques y mulecas de "tres por dos", 5 muleques
lor de uso y valor de cambio. de "tres por dos", 3 muleques de "dos por uno",
Ahora bien, en el campo de los oficios 42 negros y negras "piezas de india" y 35 negros
artesanales la población negra, tanto esclava "piezas" (28).
como liberta, desempeñó un papel importante. El gran comercio de esclavos en Cartagena y
Gracias al grado de civilización más evolucio- otros puertos neogranadinos como Santa Marta
nada de que eran portadores algunos grupos de y Riohacha pone de manifiesto la decisiva par-
africanos, muchos se desempeñaron con habili- ticipación del elemento africano en la economía
dad en trabajos mecánicos, de trapichería, en y la sociedd colonial, pues, como se ha dicho,
sastrería y manufactura de artículos de vestir, fue involucrado en casi todas las actividades y
en carpintería y trabajos de la madera, herrería en algunas constituyó la base de la producción.
y trabajos en metales, albañilería y labores en
fortificaciones y obras de defensa. Muchos ad- La trata de negros. Abastecimiento
quirieron destreza como asistentes de artesanos y comercio de esclavos
y algunos oficios fueron confinados casi exclu-
sivamente a los negros, lo que les permitía dis-
frutar de relativa independencia frente al común
de los esclavos, si bien es cierto que tanto los
L os proveedores de la mano de obra esclava
en las costas africanas utilizaron diversos
métodos para la consecución de la mercancía.
propietarios como las autoridades fueron extre- En efecto, comoquiera que la esclavitud era una
madamente celosos para prevenir actividades institución corriente, especialmente en la costa
autónomas de la población negra. occidental del África, buena parte del comercio
De acuerdo con algunos registros de venta negrero tuvo como fuente la población africana
y transacciones realizados en Cartagena, puede ya esclavizada. Sin embargo, el mayor volumen
afirmarse que, con excepción de los indígenas, de esclavos se obtuvo mediante la caza directa
los restantes grupos socio-raciales, incluyendo y utilizando la violencia, el fraude, promo-
muchos negros libertos, adquirieron esclavos, viendo las guerras intertribales y fomentado la
bien para la explotación directa o para especular avaricia en príncipes y gobernadores africanos,
en operaciones económicas. Así, por ejemplo, a quienes se les convirtió en intermediarios del
en la relación de deudores del asiento de Do- comercio, básicamente por los tratantes portu-
mingo Grillo figuran varios pardos y morenos gueses, holandeses, franceses e ingleses.
libres como compradores de negros (26) y en Tratándose de una mercancía tan especial,
el censo de minas y esclavos del Chocó de 1759 la Corona española, desde el comienzo mismo
aparece como propietario de veinte esclavos el de la trata, dispuso una serie de medidas no sólo
negro libre Miguel Solimán (27). para controlar estrictamente el comercio y ase-
Los mayores compradores eran los comer- gurar los impuestos y gabelas, sino para impedir
ciantes de negros, quienes se encargaban de la el paso de algunas tribus consideradas levantis-
introducción de la mercancía a los sitios de tra- cas y peligrosas para el proceso de aculturación
bajo, pero también se destacaron los funciona- del indígena, así como la concentración exce-
nos, las comunidades religiosas y los artesanos. siva del elemento negro que pudiese en peligro
Durante el asiento de la Compañía de Cacheu, la seguridad de los puertos y de las propias
de los 425 compradores 31 adquirieron 10 o colonias, estableciéndose una legislación que
más esclavos y solamente uno compró más de regulaba la calidad y cantidad del tráfico de
100. Esto hace evidente cierta amplitud de la esclavos.
158 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

Además del estrito control que llevaría la intenso intercambio y de servicios de una ex-
Casa de Contratación de Sevilla en relación con tensa región. Sin embargo, la actividad más lu-
los permisos, licencias y asientos, así como crativa y el comercio más apetecido fue el que
otros organismos de la administración, en cada se adelantó con la fuerza de trabajo esclava,
caso se establecieron los llamados puertos de convirtiéndose éste en la mayor fuente de rique-
permisión o desembarco, internación y reparto za.
de las cargazones africanas. La Nueva Granada Aun sin haberse establecido la magnitud
contó con el puerto de mayor movimiento y del movimiento negrero ni la intensidad del co-
actividad, pues a Cartagena de Indias eran con- mercio durante el siglo XVI y primera mitad del
ducidas no sólo los esclavos destinados al gran XVII, es de presumir que fue a partir y alrededor
virreinato peruano, sino los que posteriormente de las transacciones con la mercancía fuerza de
serían reexportados a las islas del Caribe y las trabajo esclava como se formaron los grandes
Antillas. capitales de intermediarios y comerciantes, y,
Cartagena reunía ciertas condiciones eco- por su parte, el tesoro real, como sostenían los
nómicas y sociales que la habilitaban como propios funcionarios reales, "recibía mayor be-
puerto ideal para el comercio negrero. Contaba neficio con un navio de negros que con galeones
con buen número de médicos y protomédicos y flotas". A pesar de las continuas quejas de las
para el minucioso examen a que eran sometidas autoridades del puerto sobre el decaimiento del
las "piezas de esclavo", la seguridad para mer- comercio esclavista, Cartagena fue, desde 1595
cancía tan valiosa y codiciada era casi total; la hasta 1615, el único puerto de América española
actividad de comerciantes, intermediarios y tra- autorizado para recibir las cargazones de los
tantes, así como la circulación de metales, era asentistas y tratantes de esclavos; con posterio-
intensa; el sistema de comunicaciones era rela- ridad se agregó Veracruz y excepcionalmente
tivamente rápido, lo que facilitaba un comercio se dieron permisos para otros sitios. Sin embar-
y tráfico continuos, etc.; pero, además, a los go, en casi todos los contratos se estipuló que
tratantes les resultaba particularmente atractivo Cartagena sería el puerto de primera entrada.
arribar a Cartagena y comerciar precisamente Mediante una red organizada de grandes
allí, pues siendo el Nuevo Reino el mayor pro- comerciantes españoles y criollos, la mercancía
ductor de oro y dicha ciudad el puerto de salida humana se distribuía por mar, ríos y caminos
de los metales, el precio de los esclavos tendía a los distintos centros de mercado y sitios de
a ser superior y, de otra parte, las posibilidades trabajo de América como México, Perú, Santo
para el contrabando de los minerales resultaban Domingo, Puerto Rico, Cuba, Caracas, etc.,
excepcionales. así como a los distritos mineros y a las regiones
Cabe advertir que la política de la Corona agrícolas de la Nueva Granada.
en relación con los puertos de permisión obede- Debido a la constante demanda y a la con-
cía, además, al interés oficial por continuar en siguiente especulación, los comerciantes de es-
estos grandes depósitos el proceso de acultura- clavos, tanto los que abastecían el mercado en
ción del elemento negro, el cual supuestamente las costas africanas como quienes traficaban en
comenzaba en las costas africanas. De otra par- los puertos americanos, obtuvieron beneficios
te, el esclavo negro necesariamente entraba en extraordinariamente altos. En efecto, los costos
relación con otras castas y grupos socio-radica- de la mercancía en las costas africanas variaban
les, sobre todo con el indígena, lo que a juicio según los métodos de obtención, pero como nor-
de los funcionarios españoles constituía un malmente se utilizaba el trueque, los precios de
riesgo para la labor de cristianización de los intercambio no afectaban sensiblemente a los
aborígenes, si no se adoptaban medidas preven- tratantes europeos. Estos utilizaban para sus
tivas en el momento mismo de la llegada de los operaciones como artículos de trueque vino, ar-
esclavos a territorio americano. mas, tejidos, hierro, caballos y ganado. El pre-
Cartagena, en razón de la conquista y de- cio promedio en bienes de intercambio y produc-
fensa militar de los territorios ocupados se con- tos europeos, de valor intrínseco relativamente
virtió, casi desde su fundación, en punta de pequeño, oscilaba entre los cuatro y los sesenta
lanza de colonización en la etapa continental y pesos españoles en mercancía cada uno (29).
fue ademas puerto de gran movimiento, centro En el gran mercado de Cartagena el precio
administrativo de primera importancia, lugar de de los esclavos variaba entre 200 y 400 pesos
La esclavitud y la sociedad esclavista 159

y en los centros de consumo dichos valores se ciones conocidas como de Palmeo y Carimba-
duplicaban (30). En tales condiciones, las ganan- se procedía a la subasta pública por lotes o por
cias que generaba la trata eran considerables. Te- "piezas de indias" (34) y posteriormente a su dis-
niendo en cuenta datos de George Scelle (31) tribución e internación a los distintos sitios de
y en algunos que hemos podido establecer para trabajo. En el caso de la Nueva Granada, los
Cartagena, durante el asiento de Antonio Rodrí- esclavos eran conducidos en pequeños grupos
guez Deivas (1618-1624), por ejemplo, la ren- por los ríos Magdalena y Cauca hacia Santa Fe,
tabilidad fue de aproximadamente el 700%. En Antioquia, Cali, Popayán, Chocó y demás cen-
efecto, el movimiento fue el siguiente: tros y zonas de actividad y explotación econó-
micas.
Esclavos introducidos 20.574 Los precios de los esclavos en los puertos
Valor de compra 118.294 de arribada, por lo general no sufrieron bruscas
Derechos causados 1.380.000 fluctuaciones durante el desarrollo de un asien-
Gastos generales 887.220 to, pero sí se dieron marcadas diferencias entre
Inversión total 1.005.514 los de uno y otro contrato. Así, por ejemplo,
Pérdidas calculadas 197.200 en el gran mercado de Cartagena, el precio pro-
Producido de ventas 7.393.500 medio de los esclavos adultos vendidos por la
Gastos totales 2.582.714 Compañía de Portugal fue de 270 pesos (35) y du-
Ganancia líquida 4.810.786 rante el asiento de la Compañía de Inglaterra
Rentabilidad (Aprox.) 700% oscilaron entre los 200 y 240 pesos cada uno (36).
La relativa estabilidad que se dio a pesar de las
Estas cifras, que ponen en evidencia una continuas interrupciones de los asientos y de la
tasa de beneficio extraordinariamente alta en el irregularidad en el envío legal de los esclavos
comercio normal de los esclavos, deberían te- fue el resultado del contrabando en gran escala.
nerse en cuenta en el análisis acerca de la natu- Ahora bien, las variaciones de precios que se
raleza de la economía y sociedad coloniales. En daban en los remates, dependían básicamente
realidad, aunque aún no se dispone de informa- de la demanda, pero otros factores como la cas-
ción suficiente para calcular el movimiento de ta, el sexo, la edad, la forma de pago y el estado
mercancías, artículos de lujo, objetos de valor, físico de las armazones, también incidían. Las
bastimentos y productos de consumo en general, enfermedades, las llamadas tachas, "vicios" y
parece seguro que por lo menos en el siglo XVII defectos de los esclavos eran determinantes en
y primera mitad del XVIII, los capitales se inver- la conformación de las "piezas de indias" y de
tían más en fuerza de trabajo que en utensilios, las "toneladas de negros" y obviamente en los
aparejos, maquinaria y herramientas. En otros precios (17).
términos: este movimiento de recursos y esta Tomando como base una cuadrilla de 247
inversión en fuerza de trabajo más que en capi- esclavos en las zonas mineras del Chocó, Sharp
tal, reflejan un mayor interés por los hombres estableció una tabla de precios para fines del
que por las riquezas, lo que ha sido señalado siglo XVIII según edad y sexo de los esclavos
por Marx como característico del feudalismo (32),
pese a considerarse como inversión de capital Varones Mujeres
variable la realizaba en fuerza de trabajo escla- Edad Precio Promedio Precio Promedio
va, inversión considerada por el propio Marx
como de capital fijo, pero dentro de un régimen 0-4 145 146
esclavista (33). 5-9 244 240
De acuerdo con lo dispuesto en las licen- 10-14 356 240
cias, contratos y asientos, la mercancía humana 15-19 489 500
debía trasladarse de las costas africanas a los 20-29 486 453
puertos de permisión, y sólo con la debida auto- 30-34 500 475
rización se podrían habilitar puertos de re- 35-39 480 467
40-49 393 375
fresco o sitios de escala como San Tomé, Jamai-
50-59 234 204
ca, Barbados, etc. Legalizada la mercancía me- 60-69 147 158
diante el pago de impuestos, examen médico e 70 o más 75 44
imposición de la coronilla real o marca -opera-
160 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

y de acuerdo con la cual habría una devaluación en cuenta que en atención a la productividad y
anual del 2% a partir de los 30-40 años, período rentabilidad del esclavo, el empresario negrero
de mayor productividad de la mano de obra, prefería los varones cuya edad permitiera una
cuando se obtiene el mayor precio. rápida y gran explotación. Konetzke (42) presenta
En el puerto de Cartagena, la gran mayoría algunas cifras acerca de la población negra en
de las ventas se hicieron a plazos, los cuales Hispanoamérica, según los cuales hacia 1570
iban, por lo general, de los tres a los seis meses, habría unos 40.000 esclavos; en 1650 cerca de
con un recargo aproximado del 5% sobre las 857.000 y al final del período colonial
ventas al contado. En la relación de operaciones 2.347.000. El volumen de la población esclava
de la factoría efectuadas entre 1715 y 1718, de y la intensidad del comercio negrero estaban en
las 355 transacciones registradas solo 72 se hi- relación directa con la actividad económica de
cieron al contado y ni una sola fue superior a las distintas colonias. Así, por ejemplo, en la
los 2.000 pesos, mientras que en dicho lapso segunda mitad del siglo xvi habría en México
hubo ventas a crédito de 10.000 y 20.000 pesos 6.464 esclavos; en el Perú unos 4.000; en Pa-
cada una (38). namá 2.809 y al Brasil habrían ingresado entre
La Corona, por su parte, para prevenir el 1570 y 1600 aproximadamente 50.000 esclavos.
drenaje de los metales que ocasionaba el contra- A mediados del siglo XVII México tendría una
bando de mercancías y de esclavos, adoptó un población esclava de 35.089; Perú 30.000, Pa-
sinnúmero de medidas y dispuso un amplia vi- namá 4.000 y al Brasil se habrían conducido
gilancia, pero no obstante estas y el celo de unos 200.000 esclavos entre 1600 y 1650. A
muchos funcionarios, el fenómeno fue práctica- finales del siglo XVIII el volumen de población
mente incontrolable y persistente. Los puntos esclava descendió en algunas regiones como
de desembarco y los sitios de mayor movimiento México que tendría menos de 10.000, Panamá
ilegal fueron Santa Marta, Riohacha, Mompox, con 1676, pero simultáneamente las introduc-
Chirambira, Buenaventura y Barbacoas. Sin ciones aumentaron en otras zonas intensa explo-
embargo, aun en Cartagena el comercio de con- tación como Cuba y Venezuela. Respecto de la
trabando era considerable, mediante el soborno Nueva Granada, puede considerarse que durante
y pago de comisiones a funcionarios de todo los años de comercio negrero arribaron al puerto
rango destacados en el puerto. de Cartagena entre 500 y 1.500 esclavos al año,
si bien es cierto que no todos permanecían en
El número, siquiera aproximado, de escla- dicha provincia (43).
vos introducidos en las colonias americanas es
un punto aún demasiado oscuro. Existen nume- De acuerdo con el movimiento legal de
rosos cálculos e hipótesis pero la información esclavos africanos por el puerto de Cartagena y
de archivo no parece ser suficiente para llegar aceptando la proporción de un tercio respecto a
a conclusiones definitivas. Algunos autores to- los conducidos a Nueva España, especialmente
mando cifras de funcionarios, cronistas y misio- durante el período de las licencias, el volumen
neros, consideran que en los momentos de in- total de esclavos introducidos por el puerto neo-
tensa actividad negrera en el puerto de Cartage- granadino desde la iniciación de la trata hasta
na, habrían llegado entre 10.000 y 12.000 escla- el momento de decretarse la libertad de comercio
vos al año (39), cifras que parecen a todas luces en 1789, oscilaría entre los 130.000 y 180.000
excesivas. Otros investigadores, teniendo como esclavos, cifra que en principio puede parecer
base el tonelaje medio de los barcos dedicados demasiado pequeña si se tiene en cuenta lo que
a la trata consideran que durante el período co- tradicionalmente se ha afirmado sobre este co-
lonial se habrían introducido unos tres millones mercio. Pese a que la información es incompleta
de esclavos a la América española, sin tener en -aún no se dispone, por ejemplo, de datos para
cuenta el contrabando (40). Algunos estiman que uno de los períodos de más intensa actividad,
del continente africano se extrajeron entre 50 y el de 1600-1640 y sin tener en cuenta el contra-
200 millones de esclavos negros para ser condu- bando, estas cifras reflejan la importancia del
cidos al continente americano (41), de los cuales movimiento negrero y el papel de la esclavitud
la gran mayoría serían jóvenes de 10 años, cál- en la economía y sociedad coloniales.
culos que de acuerdo a los datos que se han En relación con el sexo de las armazones,
establecido para las colonias españolas, parecen fue constante la proporción de un tercio de mu-
bastante exagerados. De otra parte hay que tener jeres por dos de varones y aproximadamente el
La esclavitud y la sociedad esclavista 161

mismo porcentaje se presentó en los sitios de canos se establecían en las licencias y asientos.
trabajo. En 1.698, por ejemplo, de los 1.027 Durante dicho lapso los únicos lugares autoriza-
esclavos que arribaron a Cartagena, 394 eran dos fueron los llamados Islas de Cabo Verde y
mujeres y en el año siguiente de los 608 negros Ríos de Guinea, pues los negros de estas zonas
sólo 186 eran mujeres (44). Durante el primer pe- eran considerados de mejor calidad y ofrecían
ríodo del asiento inglés, de los 1. 383 esclavos mayores posibilidades económicas a los tratan-
vendidos en el puerto, 890 eran varones y 493 tes. Sin embargo, de acuerdo con los trabajos
hembras (45). Una cuadrilla de 94 esclavos mine- de algunos investigadores (53) y teniendo en
ros de Remedios, en 1632 estaba integrada por cuenta la información de documentos como las
38 mujeres y 56 hombres (46). De otra parte, la licencias, los asientos, los registros de compraven-
proporción de muleques y mulecas frente a los ta, documentos notariales, testamentos, etc.,
adultos fue de un cuarto aproximadamente. puede afirmarse que a la Nueva Granada fueron
Frederick Bowser cree que entre 1580 y introducidos esclavos de todas las zonas de extrac-
1600, Cartagena de Indias recibiría hasta 1.500 ción africana, básicamente tribus de los Ríos de
esclavos al año, mientras que entre 1600 y 1640 Guinea, Sierra Leona, Arará, Mina, Carabalí,
habría llegado un mínimo de 2.000 africanos (47). Congo, y Angola.
El gobernador de Cartagena en comunicación "...los esclavos negros que se traen en Cartagena
de 1598 se refiere a los negros "...vienen de y venden en ella son de tres suertes. La primera
Guinea, Angola y Cabo Verde, que de un año de más estima los de los ríos de Guinea que
con otro serán más de 2.000" (48) y para 1621 se llaman de Ley que tiene diferentes nombres...
calcula la población negra de la provincia de y su común precio es a 200 pesos de plata ensa-
Cartagena en más de 20.000 esclavos (49). yada de contado. La segunda suerte es la de los
De acuerdo con los datos de Francisco Sil- ardás o araraes, destos son los menos que se
vestre para fines del siglo XVIII habría en la traen y se venden a 160 ducados de a 11 reales,
Nueva Granada 53.788 esclavos y para comien- comúnmente de contado. La tercera e ínfima es
zos del siglo XIX la población negra y mulata, de los angolas y congos de que hay infinitos en
así esclava como libre, sería de 210.000 (50). Se- su tierra y se venden comúnmente a 150 ducados
gún algunos cálculos recientes, la población de de contado... (54).
origen africano negra y mulata en la actual Re- Al parecer, la mayor parte de la población
pública de Colombia alcanza a ser el 30% de africana llegada a la Nueva Granada era porta-
la población total (51). dora de una cultura económica y tecnológica
más evolucionada, en algunos aspectos, en rela-
Orígenes tribales ción con la de los aborígenes, lo que en cierto
sentido determinó la función socio-económica
Uno de los aspectos más importantes en de la población negra y, obviamente, dio lugar
relación con el comercio de esclavos africanos a una inversión en el status social respecto de
es el relativo a los orígenes de la población la condición legal entre el negro y el indio. Sin
negra, no sólo desde el punto de vista de la embargo, aún no existen trabajos suficientes ni
contribución biológica, sino fundamentalmente estudios sistemáticos no sólo sobre el origen
para precisar el aporte cultural y social de las tribal sino sobre la distribución geográfica de
diferentes castas, naciones o países a los distin- la población africana (55).
tos grupos de esclavos.
Lamentablemente, no se han adelantado Etapas de la trata
trabajos sistemáticos en este sentido y las refe-
rencias al origen tribal del elemento negro im- Inicialmente y en desarrollo de una política
portado a la Nueva Granada son muy generales de excepciones, recompensas, estímulos y ga-
y vagas, sin que hasta el momento se haya con- rantías, la Corona concedió permisos individua-
frontado, por ejemplo, la información de ar- les para pasar a la América entre tres y ocho
chivo con las conclusiones de los trabajos de esclavos negros, supuestamente para el servicio
campo adelantados (52). doméstico y no negociables, a casi todos los
En las primeras etapas de la trata y especial- funcionarios designados por las autoridades de
mente durante los siglos XVI y XVII, los sitios la metrópoli y sin el pago de derechos, lo que
de donde debían ser extraídos los esclavos afri- constituía, en efecto, una especie de gastos de
162 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

representación. Muy pronto, sin embargo, a par- el esclavo africano se convirtió en elemento fun-
tir de 1513, el derecho de introducción o almo- damental en el proceso de conquista y coloniza-
jarifazgo se fijó en dos ducados por cabeza, ción, y de otra, los recursos provenientes de
pero para 1560 ya se pagaban 30 ducados por derechos de introducción y trata de negros juga-
cada licencia de esclavo. ron papel importante en la política de expansión
En desarrollo de esta política, los virreyes europea.
por lo general recibían 12 permisos excepcional- Ahora bien, establecer el número de licen-
mente 20, los oidores 4 y los funcionarios de cias concedidas es factible, no así el número de
la tesorería 3, así como los inquisidores del esclavos introducidos. Si se acepta el cálculo
Santo Oficio y los corregidores. Por su parte, de que la mercancía fuerza de trabajo negra
un arzobispo tenía derecho a 6 permisos de es- representaba cerca de un millón de ducados al
clavos, los obispos 4 y el clero secular 2. En año (57) y se tienen en cuenta los promedios del
muchas ocasiones la Corona eximió igualmente tonelaje de los barcos dedicados a la trata (58),
del pago de derechos a las órdenes religiosas, se podría concluir que durante el período de las
conventos y cabildos municipales para introdu- licencias se habrían introducido legalmente más
cir esclavos con destino al servicio y no con de cien mil esclavos a las colonias españolas y
fines de venta (56). básicamente a la Nueva Granada y al Perú. Pero
Estos permisos, libres de todo cargo y en si se considera que entre 1595 y 1610, según
pequeñas cantidades, se concedieron durante los registros de contratación, se concedieron li-
casi todo el siglo XVI, sin perjuicio del desarro- cencias para 75.389 esclavos africanos -de los
llo de la nueva política financiera de la Corona, cuales 42.749 arribarían al puerto de Cartage-
que encontró en las licencias para introducir na (59)-, bien podría concluirse que entre 1510 y
esclavos en las colonias, una fuente importante 1595 el número de esclavos introducidos pudo
de recursos. En efecto, la concesión de permisos ser superior a la cifra atrás mencionada, sin
negociables para el traslado de mano de obra considerar el contrabando adelantado al amparo
esclava de las costas africanas y de la propia de los permisos legales.
Península, además de causar notables ingresos, El sistema de licencias individuales y de
fue utilizada como mecanismo muy a propósito permisos negociables hizo crisis frente a la cre-
para atender los altos intereses que ocasionaban ciente demanda de mano de obra esclava, pues,
la confiscación de caudales privados, mediante de una parte, encareció notablemente la mercan-
el otorgamiento de juros que se traducían en cía, ya que en el proceso de reventa el interme-
licencias, pues el principal provecho que perse- diario pretendió un margen de ganancia, cada
guían era el comerciar con ellas. De esta mane- vez mayor, y de otra parte, esta modalidad no
ra, las concesiones negociables se convirtieron permitía satisfacer las necesidades del mercado.
en fuente de recursos y básicamente en instru- De esta manera se abrió paso al sistema de con-
mento económico y político de gran importan- tratos semimonopolistas, para llegar finalmente
cia. a la concesión del gran monopolio.
El período de las licencias se extendió prác- A finales del siglo XVI la crisis demográfica
ticamente desde 1510 hasta 1595, lapso durante indígena se había agudizado con la consecuente
el cual la Corona atendió la creciente demanda incidencia en la actividad económica de las co-
de mano de obra esclava con el otorgamiento lonias. Para entonces la política de la Corona
de permisos, licencias menores y licencias mo- respecto de la utilización de mano de obra servil
nopolistas y se sentaron las bases de lo que sería era mucho más precisa; de un lado, se buscaba
la política de la trata de negros en América. implementar la legislación de protección tutelar
Este largo período, con un control relativo hacia la población aborigen, y de otro, se con-
de la Corona sobre el comercio de esclavos, solidaba definitivamente la esclavitud negra
coincidió con tres fenómenos importantes: a) como única alternativa ante la escasez de mano
etapa continental de la Conquista; b) crisis de- de obra y la intensificación de la explotación
mográfica indígena, y c) política imperial de de las minas.
España en Europa. Es evidente la incidencia de Los grandes asientos surgieron como con-
estos factores en el desarrollo y auge del comer- secuencia de la necesidad de atender la deman-
cio de mano de obra negra, pues, de una parte, da; de controlar el comercio y aumentar los in-
La esclavitud y la sociedad esclavista
163

gresos por concepto de derechos y, finalmente, de la estructura económica del imperio español
como resultado de la nueva situación político- en América (61).
económica europea. En efecto, los asientos tuvieron la categoría
En este largo período que se extendió desde de verdaderos tratados internacionales y jugaron
1595 hasta 1789, con algunas interrupciones y un papel político importante. La Paz de Utrecht,
esporádicas vueltas al sistema de las licencias, por ejemplo, sólo se firmó después de la ratifi-
se dieron dos etapas bien diferenciadas. La pri- cación del asiento de negros, y desde el ángulo
mera comprendió los asientos portugueses, cier- económico tanto Portugal como Francia y parti-
tos períodos de transición y algunos asientos cularmente Inglaterra concibieron los asientos
menores, celebrados entre 1595 y 1689. La se- de negros como "tapadera", capa o pabellón
gunda etapa se dio a partir de la intervención oficial para cubrir el comercio clandestino de
directa de los nuevos países expansionistas mercancías dentro de la ya tenaz lucha por la
como Holanda, Francia e Inglaterra, decididos consecución de extensos mercados.
a lograr por vía de pacífica negociación política Estas etapas reflejan el proceso de concen-
o como resultado de capitulaciones de paz el tración del comercio de esclavos en grupos y
monopolio del comercio de esclavos. En efecto, compañías monopolistas, pues de las licencias
para entonces la trata de negros no sólo era un individuales se pasó a los contratos semi-mono-
pingüe negocio con una rentabilidad que llegaba polistas de los primeros asientos -en los cuales
al 800%, sino el medio más directo y eficaz el monarca español se reservaba aún el derecho
para debilitar el deteriorado dominio de España de conceder algunas licencias especiales a par-
en América y, en último término, para sustituir ticulares y cabildos- y de éstos a los grandes
un imperio por otro, aunque ya no sobre bases asientos internacionales que tuvieron el mono-
de predominio político, sino fundamentalmente polio absoluto de la trata.
de control económico.
Como consecuencia de las medidas econó-
De este modo, Portugal, Francia, Holanda micas de los Borbones respecto a las colonias
e Inglaterra, que poseían factorías en las costas americanas y en atención a circunstancias polí-
africanas y colonias en América y contaban con ticas europeas, el bloqueo de los traficantes y
grandes compañías negreras bien organizadas, la desesperada demanda de los colonos, se optó
ejercieron a partir de 1595 pleno control sobre por la libertad de comercio de la mano de obra
el lucrativo comercio de esclavos, que, dada su esclava en 1789.
importancia, se convirtió desde entonces en La libertad del tráfico negrero no sólo su-
pieza clave en el tablero del expansionismo, la puso la ruptura con un sistema de monopolio y
política europea y el predominio económico el sacrificio de los derechos que pesaban sobre
dentro del marco del desarrollo capitalista mer- la trata, sino que simultáneamente pretendió
cantil. acelerar el desarrollo de la gran hacienda taba-
El masivo traslado de la fuerza de trabajo calera y cacaotera, así como el de los grandes
africana a las colonias americanas contribuyó ingenios azucareros sobre la base de la introduc-
al crecimiento y predominio de países y compa- ción masiva de esclavos.
ñías capitalistas. Si los primeros metales llega- La trata en este período tuvo ciertas oscila-
dos a Europa estaban manchados de sudor y ciones y los comerciantes españoles intentaron
sangre indígena (60), el desarrollo del capita- controlarla directamente desde las propias costas
lismo supuso la sangría del Continente africano africanas; pero, de un lado, la opinión adversa
y el comercio con los esclavos incrementó la que paradójicamente estaba surgiendo, precisa-
explotación durante casi cuatro siglos. mente en Inglaterra, y en segundo lugar los mo-
De los grandes asientos cabe destacar los vimientos americanos de independencia políti-
celebrados con las compañías de Cacheu de Por- ca, así como otros factores, la debilitaron y en
tugal, Guinea de Francia y Mar del Sur de Ingla- algunos casos la extinguieron.
terra, no sólo por el carácter de tratados interna- El desarrollo de la trata de negros siguió,
cionales que tuvieron, sino por la naturaleza de en términos generales, las etapas de evolución
las compañías, la concentración de grandes ca- del comercio colonial, pues fue realmente la
pitales y, finalmente, por el papel desempeñado rama más lucrativa de esta actividad.
164 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Síntesis de la trata y número aproximado de esclavos autorizados para las colonias españolas

1) Licencias 1510-1595
1. Permisos y licencias no negociables
2. Licencias vendibles
3. Licencias semimonopolistas
Número aproximado de esclavos introducidos: 100.000

2) Asientos 1595-1789
1. Asientos de monopolio portugueses 1595-1640: 158.963
2. Administración directa 1651 -1662 Sin datos
3.Período de transición (licencias y asientos con
particulares y compañías) 1662-1684
Número aproximado de licencias: 24.800
4. Período holandés 1685-1687
Número aproximado: 9.000
5. Administración directa 1687-1689
Número aproximado: 2.400
6. Período de transición 1689-1696 Sin datos.
7. Período portugués 1696-1701
Número autorizado 30.000
8. Período francés 1702-1713
Número autorizado 48.800
9. Período inglés 1713-1750
Número autorizado 144.000
10. Asientos y licencias sueltas 1743-1789
Número aproximado: 35.677
3) Libre comercio 1789 - Independencia Sin datos
Gran total aproximado 553.646

La sociedad colonial y la esclavitud. Granada, el aprecio que sentía el elemento espa-


Amos y esclavos ñol por el trabajo del esclavo en razón de su
productividad y por el elemento negro en gene-
E n la sociedad colonial neogranadina, como
en el resto de América, se reprodujeron
muchos elementos de la sociedad esclavista del
ral (63) -en parte determinado por la cultura más
evolucionada, de que eran portadores algunos
grupos africanos- fue de tal índole, que se dio
antiguo mundo europeo, pero igualmente sur- una verdadera inversión en el status social res-
gieron formas y relaciones distintas y aun se pecto de la condición legal entre el negro y el
dieron ciertas singularidades en las diferentes indio, siendo éste desplazado por aquél, aun
colonias americanas. tratándose de la explotación' de una mano de
Las relaciones que se dan entre esclavos y obra en lo legal completamente desprotegida (64).
señores surgen de la naturaleza misma de la Sobre este particular son abundantes y elocuen-
institución, y la condición servil hacía al esclavo tes los testimonios. El obispo de Cartagena, por
y al señor, recíprocamente, al mismo tiempo ejemplo, a mediados del siglo XVII, en carta a
enemigos (62), pero igualmente se daban rela- la Corona sostenía: "estos pobres indios padecen
ciones de franco paternalismo y mutuo efecto. la más dura servidumbre que han conocido las
La aparente contradicción responde a la gentes por los malos tratamientos de sus enco-
naturaleza del sistema. En el caso de la Nueva menderos, los cuales miran por sus esclavos que
:

La esclavitud y la sociedad esclavista 165

le costaron su dinero dándoles lo necesario y zadas, las condiciones de trabajo, etc., incidían
curándoles sus enfermedades. Pero a estos pobres en el rendimiento del esfuerzo humano. De
indios los tratan peor que a bestias... oprimiendo acuerdo con algunos datos, en los comienzos
a estos miserables chupándoles la sangre y aun de la Colonia, por ejemplo, los negros esclavos
desollándolos y quitándoles las vidas..." (65). recogían en Castilla de Oro un peso diario, aproxi-
Se trataba, en efecto, de dos clases de tra- madamente 4.18 gramos de oro. En México,
bajadores: los indígenas eran una especie de a mediados del siglo XVI, un esclavo utilizaba
"regalo de la Naturaleza" que no implicaba ero- un mes para recoger un peso (68). En la Nueva
gación alguna; los esclavos negros suponían una Granada, a comienzos del siglo XVII y sobre la
inversión y, obviamente, requerían cierta aten- base de trescientos días laborables al año, un
ción y cuidados mínimos para lograr un mayor negro esclavo extraía de las minas de Zaragoza,
beneficio. Acá puede residir el origen de la "opi- en promedio, un poco menos de un peso de oro
nión" de que un negro rendía más que tres indios diario (69). En tales condiciones, y sin tener en
juntos. cuenta los gastos de sostenimiento del esclavo
Pero si los costos de la mano de obra es- -los cuales se podrían calcular en un real diario-
clava y el capital invertido en su adquisición pero tampoco el trabajo suplementario que desa-
obligaban al usufructuario a contener la repre- rrollaba, el empresario minero recuperaba en un
sión a morigerar la violencia en las relaciones año la inversión que representaba el precio del
con el esclavo, el objetivo de lograr una mayor esclavo.
productividad necesariamente aceleraba el con- Si bien es cierto que en su condición de
sumo de la mercancía humana (66). Los empresa- esclavo el elemento negro estaba completamente
rios mineros, así como los grandes hacendados, desprotegido y sin que se le reconociera ninguna
sentían ya "los tormentos civilizados del trabajo capacidad jurídica, no es menos evidente que
excedente", y siendo los esclavos considerados el empresario, movido por razones económicas,
como una inversión productiva, se explica el tuvo un comportamiento y actitud, en términos
ansia de obtener el máximo de rendimiento en generales, bastante humanitario, trato dispen-
el menor tiempo posible, si bien a la larga el sado básicamente a la población en condiciones
proceso la convertiría, como lo observa Pierre de producir y el cual se traducía en alimentación
Vilar, en una verdadera "desinversión". adecuada y cuidado en las enfermedades.
"...Cada indio gana de jornal cada día que tra- A diferencia de lo que sucedía con el indio
baja un tomín y de los 365 días que tiene el mitayo, el esclavo africano era alimentado por
año huelga 80 por los domingos y fiestas y otro el amo y la dieta y raciones eran aceptables y
que descansa y trabaja 285 días que son otros muy superiores a las que podía procurarse aquél.
tantos tomines de plata corriente que hacen 35 La base de la alimentación del esclavo era el
pesos 5 tomines, de éstos se sustenta y viste maíz, e igualmente se le suministraba carne,
todo el año de la mita y paga la demora y requin- pescado, yuca y plátano, y en algunas ocasiones
tos y dado que un negro trabaja otros tantos días se le facilitaba tabaco y aguardiente (70). De otra
al año y que hubiese de haber de jornal otro parte, tanto en obedecimiento de las disposicio-
tanto se considera que el dueño le sustenta todos nes de la Corona como en guarda de sus propios
los 365 del año y que le cuesta medio tomín al intereses, muchos mineros adoptaban medidas
día hacen 182 tomines y 1/2 y ahorra 102 tomi- de seguridad y prevención y dispensaron aten-
nes y 1/2 al año que hacen 12 pesos, 6 tomines ción médica aceptable a los enfermos. Es claro,
y 6 granos de la dicha plata... claro es por ser sin embargo, que ni sobre este ni muchos otros
los negros para mucho más trabajo que los indios aspectos de la esclavitud pueden hacerse gene-
ha de ser mayor la saca de la plata...y así se ralizaciones válidas, pero es forzoso aceptar que
presupone quedarán dos tantas más de provecho un propietario difícilmente podría exponer un
de lo que se ahorra en los dichos jornales..." (67). capital por insensibilidad o egoísmo.
Obviamente, es imposible medir la produc- Un factor importante que influyó en las
tividad del esclavo en el trabajo minero y tanto relaciones entre esclavos y señores fue la des-
más en términos comparativos respecto del abo- treza de algunos africanos en el desempeño de
rigen. Factores como la naturaleza de las minas, ciertos oficios y trabajos, así como la habilidad
la riqueza de los yacimientos, las técnicas utili- para algunas manifestaciones culturales como
166 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

la música, el canto y la danza. Esta circunstancia tismos y velorios; se prohibió frecuentar ciertos
permitió que, a lo menos, un sector de la pobla- sitios y se proscribió el consumo de bebidas, el
ción esclava no solo recibiera un tratamiento baile público y el juego, se redujeron las activi-
especial, sino que fuera objeto de la confianza dades de ventas ambulantes y, obviamente, se
y aprecio del empresario blanco. En las hacien- prohibió el vagar, aun en busca de trabajo (73).
das se les empleaba como mayordomos y admi- Sin embargo, la legislación más drástica
nistradores, en las minas como jefes de cuadri- se reservó a la huida y el cimarronismo. En
llas y en las casas señoriales como camareras, efecto, uno de los primeros problemas que de-
doncellas, amas de cría, etc. bieron enfrentar los dueños de negros y las au-
Si bien es cierto que en esta sociedad colo- toridades coloniales, fue la rebelión y escape
nial el esclavo desplazó al indígena, que muchos de los esclavos, fenómeno que se presentó desde
lograron la confianza y el aprecio de los amos antes de la primera mitad del siglo XVI. Para
y que en general recibieron un tratamiento hu- detener esta actitud se dieron normas severísi-
manitario sin ocupar el nivel más bajo de la mas y se estableció una escala de castigos físicos
sociedad, no se alteró la naturaleza del sistema que iba desde los azotes hasta la pena de muerte,
ni desaparecieron las formas más extremas de pasando por el cepo y la mutilación de miem-
abuso y explotación. bros. Y aunque la legislación diferenciaba las
penas de acuerdo con la gravedad de los delitos
La legislación y se establecía el proceso que se debía seguir,
en la mayoría de los casos los amos -fuertes
Contrasta la abundante legislación protec- defensores del derecho de juzgar y castigar por
tora indígena que se inició desde los comienzos sí mismos a sus esclavos- cometían grandes
del siglo XVI y se condensó en las nuevas leyes abusos y excesos.
de 1542, con las muy limitadas relativas al ne- La situación de desamparo jurídico del es-
gro, las cuales casi siempre fueron de carácter clavo y el carácter punitivo de la legislación
penal o por lo menos restrictivas y precautelati- sólo varió en la segunda mitad del siglo XVIII
vas. Los cabildos y las autoridades coloniales con la expedición de la Instrucción o especie
expidieron, por su parte, un buen número de de Código Negrero de tono humanitario y pro-
disposiciones y ordenanzas igualmente de carác- teccionista. A semejanza de lo que se había
ter punitivo, como resultado del temor que siem- dispuesto para la población aborigen en el siglo
pre se tuvo frente a la población esclava (71). XVI, se estableció un protector de esclavos y
Uno de los aspectos que más preocupó a las exigencias de doctrina, buen trato, alimenta-
las autoridades coloniales fue el de las relaciones ción y vivienda decentes fueron continuas y aun
entre negros e indígenas. Por lo general, éstas se previeron penas y multas para los amos, y
fueron muy tensas y de mutua hostilidad (72), en los cabildos y audiencias abundaron en legisla-
razón a la participación del elemento negro en ción para contener las atrocidades de los amos.
algunas empresas de conquista, y la tendencia Es evidente que la política de la Corona y
del esclavo africano a utilizar y abusar del indí- la nueva legislación no variaron esencialmente
gena y sus bienes. Pero más que impedir estos la situación del esclavo, pero sí se atenuaron
excesos, la Corona veló porque el proceso de algunos excesos -no sólo gracias a la reciente
cristianización de la población aborigen no su- actitud hacia la población esclava, sino ante la
friera ninguna interferencia por parte del ele- situación social tensa-, las dificultades crecien-
mento negro, de por sí considerado como natu- tes para la consecución de la mano de obra de-
ralmente malo. bido al bloqueo inglés a la trata y a los asientos
Similar preocupación produjo en la pobla- de negros, así como en virtud a la opinión ad-
ción blanca y, desde luego, en las autoridades, versa, a la esclavitud y al comercio de fuerza
el número y las actividades de los esclavos, de trabajo.
principalmente de los concentrados en las zonas
urbanas. Así, desde muy pronto se prohibió el La cristianización
porte indiscriminado de armas y la utilización
de cierta indumentaria, se estableció una especie La Iglesia, y en particular algunos miem-
de toque de queda para los negros, se limitó la bros del clero y órdenes religiosas como los
libertad de reunión y la asistencia a bodas, bau- jesuítas, aun aceptando la institución de la escla-
La esclavitud y la sociedad esclavista 167

vitud, procuraron por muchos medios un trata- ción, para la explotación y control de la pobla-
miento humanitario de parte de los amos, aun- ción.
que la preocupación fundamental fue la cristia- Ahora bien, el trabajo de los misioneros
nización y la salvación del alma del esclavo. en África era en extremo superficial y formalis-
Es verdad que el interés y el celo por la ta, pues se limitaban a suministrar al esclavo
evangelización del esclavo no fue muy grande, un nombre y echarles el agua bautismal -méto-
pero en esto ni los tratantes ni los amos deseaban dos de los cuales se lamentaba el padre Sando-
tener problemas de conciencia ni dificultades val- sin iniciar un verdadero proceso de catcque-
con la Iglesia y, en general, no obstaculizaron sis; pero esta modalidad convenía a los comer-
la acción del clero y especialmente de los misio- ciantes y dueños, pues, al parecer,era muy co-
neros empeñados en administrar a los negros el mún la opinión de que un negro, debidamente
"pasto espiritual". En la primera mitad del siglo cristianizado, perdía precio frente a un esclavo
XVII, por ejemplo, fue notable la labor de los bozal. Por su parte, los mineros y empresarios
jesuítas que se dedicaron a atender las armazo- agrícolas, aduciendo numerosas disculpas, elu-
nes en Cartagena de Indias: Alonso de Sandoval dían la obligación de promover la cristianización
y Pedro Claver. El primero elaboró -sobre la del esclavo sin tener en cuenta las sanciones
base de sus experiencias en Lima- Una especie económicas que esto podría acarrear y que iban
de código misional para la cristianización de los desde una multa equivalente a la mitad del precio
esclavos, tratado que siguió su discípulo, el pa- del esclavo hasta la confiscación de los mismos.
dre Claver. La actitud de los propietarios hacia el pro-
La metodología y el proceso de catequesis ceso de aculturación variaba sólo cuando el amo
propuesto por el padre Sandoval, inspirado cla- estaba seguro de que mediante la doctrina y las
ramente en el principio aristotélico de que "...el prácticas religiosas se podría controlar la con-
amo y el esclavo que por naturaleza merecen ducta del elemento negro, y en esta forma evitar
serlo tienen intereses comunes y amistad recí- las indemnizaciones y costas judiciales que le
proca" (74), conducía al elemento negro a la acep- ocasionaba el comportamiento licencioso del es-
tación resignada de su "condición natural". En clavo.
efecto, se trataba -como lo pone de relieve Syl-
via Vilar al analizar el proyecto de Asiento pre- Mezcla de razas
sentado por fray Juan de Castro- de predestina-
dos no sólo para el cielo sino para el trabajo de La mezcla y relación sexual del elemento
los campos, de las minas y de los ingenios de africano con el indígena y el blanco fue intensa,
América (75). pese a la estratificación de los grupos sociales
Alonso de Sandoval recomendaba a los de la sociedad esclavista y a la legislación de
doctrineros métodos y modalidades de cateque- la Corona para evitar la convivencia de los ne-
sis basadas en las consideraciones religiosas gros con los indios y españoles.
pero determinadas por circunstancias económi- Factores de diversa índole contribuyeron
cas: al cruzamiento de razas, fenómeno bien carac-
terístico de la sociedad colonial hispanoamerica-
"...Dirales que su amo les quiere mucho y (que na. Dada la condición del esclavo, el amo abu-
si) hace lo que dice, que le pedirá y rogará les saba impunemente de las mujeres de su propie-
trate bien, les regale y cure y después de buen dad. Estas, por su parte, despertaban cierto
amo que vivan contentos en su cautiverio... En- atractivo en la población blanca y, en general,
sáncheseles el corazón diciéndoles tendrán por preferían mantener relaciones sexuales con los
estas partes muchos parientes con quien tratar amos, con la esperanza de que los hijos alcan-
y que si sirven bien, tendrán buen cautiverio, zaran la libertad o por lo menos pudiesen rete-
estarán contentos y bien vestidos..." (76). nerlos. De otro lado, el elemento negro se vio
Los ofrecimientos radicalmente utópicos — limitado en su satisfacción sexual no sólo por
la felicidad dentro del cautiverio y la alegría en los abusos del dueño y por la desproporción que
el trabajo forzado- llevaban indefectiblemente se daba entre la población esclava-aproximada-
el afianzamiento del sistema colonial, y las en- mente un tercio de esclavos eran mujeres-, sino
señanzas y prácticas religiosas, por lo general, también por las dificultades e impedimentos
fueron utilizadas como ideología de domina- para contraer matrimonio con la esclava. Son
Nueva Historia de Colombia. Vo/ /
168

abundantes los testimonios de archivo, juicios, tagena proponía fórmulas para financiar la per-
pleitos y procesos por abuso sexual, promiscui- secución y búsqueda, a través de cuadrilleros y
dad, estupro, prostitución y amancebamiento la Santa Hermandad, de los "Negros cimarrones
dentro de la sociedad esclavista, comoquiera que con la ocasión de los muchos montes y
que estos problemas y excesos se dieron con aspereza de montañas crecen cada día" (81) y para
entonces ya se habían organizado los célebres
mucha frecuencia. palenques de la Matuna y San Basilio.
A pesar de la política de separación racial
promovida por la Corona y determinada básica- Durante el siglo XVII, y especialmente a
mente por factores económicos y políticos, así lo largo del siglo XVIII, fueron numerosas las
como por consideraciones religiosas y morales rebeliones y huidas de esclavos y surgieron mu-
y de la consiguiente legislación segregacionis- chos palenques y comunidades de negros fugi-
ta (77), las uniones entre miembros de distintos tivos. Frente a este fenómeno que tanta inquie-
grupos raciales, especialmente las ilegítimas, tud despertó en la Corona, fue muy distinta la
fueron frecuentes en particular en los siglos XVII actitud de las autoridades y la de los propieta-
y XVIII. Aun en ciudades como Tunja, con abun- rios. En primer término los cabildos, audiencias
dante población indígena, se aprecia este fenó- y gobernadores establecieron penas severas para
meno con toda evidencia. En efecto, en los li- impedir y combatir la fuga y el cimarronaje y,
bros parroquiales de Santa Bárbara, por ejem- más adelante, la Corona adoptó muchas de las
plo, de los 985 individuos de todas las castas disposiciones provinciales. Por su parte, los
de que fueron bautizados entre 1659 y 1700, figuran dueños de esclavos solían exigir la aplicación
440 como hijos ilegítimos y 545 como legíti- de los castigos más severos, pero difícilmente
mos. De los 56 pardos y mulatos sólo 12 son financiaban las empresas de debelación y exter-
legítimos y 44 son registrados como ilegítimos.
Por su parte, de los 301 indios, 126 son ilegí-
timos y 175 aparecen como hijos ilegítimos. De
otro lado, entre 1624 y 1659 el número de mes-
tizos bautizados apenas dobla el de los negros
esclavos, pues aparecen recibiendo óleo y
crisma 205 mestizos y 101 esclavos (78).
El proceso de mestizaje fue más fuerte en
las regiones económicamente más activas como
las mineras y las de intensa explotación agrope-
cuaria, y en zonas como las costas del Atlántico
y Pacífico, Cauca, Valle y Antioquia, adonde
concurrieron compulsivamente negros e indíge-
nas, la población mulata y zamba fue conside-
rable.
Sublevación y cimarronismo
Uno de los problemas más difíciles y per-
sistentes que debió afrontar la sociedad escla-
vista prácticamente desde la primera mitad del
siglo XVI, fue la huida de los esclavos. En 1530,
por ejemplo, los negros fugitivos incendiaron a
Santa Marta; hacia 1533, un buen número de
esclavos traídos por el fundador de Cartagena
huyó a las zonas montañosas de la provincia;
en 1556 se produjo una importante rebelión de
esclavos en Popayán (79); en 1598 se presentó una
sublevación de esclavos en las minas de Zarago-
za, matando a dueños y fortificándose en palen-
ques (80); a finales del siglo, el gobernador de Car-
La esclavitud y la sociedad esclavista 169

minio de los palenques, no sólo por los costos


que significaban por los permanentes fracasos,
sino porque el precio de un esclavo cimarrón
tenía una depreciación considerable.
El cabildo de Cartagena, hacia 1570, dis-
puso penas severísimas:
"...Si al negro o negra que anduviere huido o
asuente de sus amos, no se volviere y redujere
al servicio de sus amos dentro de un mes después
que se ausente, caiga o incurra de que al negro
le sea cortado el miembro genital e supinos, lo
cual cortado lo pongan en la picota de la ciudad,
para que ello tomen ejemplo los negros y negras,
la cual justicia se haga públicamente en el rollo,
donde todos los vean, lo cual se ejecute por
todo rigor..." (82).
y en la Recopilación (Lib. VII, tít. v) se estable-
cieron castigos para los negros cimarrones, a
quienes, sin necesidad de instruirles proceso al-
guno, se les podría castigar con 50 azotes si se
ocultaban cuatro días; con 100 azotes si el negro
huido se juntaba con otros fugitivos y, finalmen-
te, si permanecía por más de seis meses en cima-
rronaje, se le aplicaría la pena de muerte, siendo
ahorcado "hasta que mueran naturalmente".
De otra parte, las autoridades solían orga-
nizar expediciones para la captura de los negros
fugitivos, utilizando especialmente grupos de
indígenas como guerreros y guías; y mediante
el soborno, dádivas, primas y recompensas a la
población de color, se lograba la delación, cap-
tura y aun muerte de los cimarrones. Sin embar- ayuda mutua, y en igual forma desarrollaron su
go, pese a la severidad de las penas y a la per- propia cultura y tuvieron variadas manifestacio-
secución sistemática, surgieron numerosos pa- nes de la misma.
lenques en casi toda la zona esclavista de la El más famoso de los palenques tanto por
Nueva Granada. La Matuna, Tabacal, San Ba- su organización como por la beligerancia ante
silio, San Antero, San Miguel, el Arenal, etc., las autoridades y dueños de esclavos fue el de
en la costa del Atlántico; Mompós, Uré, Carate, San Basilio, el cual se formó desde finales del
Cintura, Norosí, en las riberas del bajo Cauca siglo XVI al sur de Cartagena. Las autoridades
y San Jorge; Envigado, Cáceres, Remedios, intentaron muchas veces la rendición y destruc-
Guarne, Rionegro, Guayabal, Anolaima, Tocai- ción de esta comunidad, pero los palenqueros
ma, Cartago, Otún, San Juan, etc., en el Mag- resistieron los ataques y en no pocas ocasiones
dalena Medio, Antioquia, región oriental y los pusieron en serio peligro la seguridad del puerto.
Llanos; Palia, Guapí, Cali, Puerto Tejada, El Las relaciones con este palenque y algunos otros
Cerrito, Yurumangui en el Chocó, litoral Pací- fueron, sin embargo, desde la franca hostilidad
fico y Valle del Cauca (83). y la guerra abierta hasta la solidaridad y enten-
Algunos de estos palenques se dieron una dimiento (84). Así, por ejemplo, en algunas oca-
organización político-militar muy definida alre- siones a lo largo del siglo XVII, como en 1619,
dedor del cabildo, pero igualmente se adoptaron fueron declarados libres algunos grupos de ne-
algunas instituciones del gobierno colonial, gros cimarrones y se les facilitó tierras para
mientras que en el aspecto económico predomi- laborar, mientras que en otras, especialmente a
naron formas africanas, como el uso y explota- fines del siglo, se ordenó el exterminio total de
ción comunal de la tierra sobre la base de la los palanqueros (85).
170 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Estas comunidades, relativamente libres, na, pues "... la cantidad grande de negros que
dentro de la sociedad esclavista, se convirtieron hay en esta ciudad si se levantan (como en otra
en una amenaza permanente para las autoridades ocasión la tuvieron intentando, convocándose
coloniales y despertaron una gran inquietud en- con la del palenque que está medio día del ca-
tre la población blanca. De una parte, las auto- mino de esta ciudad) con gran facilidad hacer
ridades y funcionarios vivían bajo el constante mucho daño" (87). Por su parte, el capitán de mi-
temor de una sublevación general del elemento licias de Popayán, ante la posibilidad de un mo-
negro, encabezado por los cimarrones, o la vimiento de cimarrones y esclavos, propuso la
alianza con grupos de extranjeros y piratas; de formación, en 1777, de varias compañías de
otra parte, los particulares y dueños corrían el milicianos en Popayán, Cali, Buga, Cartago,
peligro de perder el capital invertido en los es- Pasto y Barbacoas (88).
clavos o ser víctimas de asaltos en caminos y
haciendas, revueltas en las minas, sufrir robos El cimarronismo, el bandidaje y los inten-
de bienes de consumo y raptos, especialmente tos de rebelión general ponen en evidencia la
del elemento femenino de color. crisis del sistema y de la sociedad esclavista, la
Al parecer, los amplios movimientos de cual se agudizaría más adelante, dentro del pro-
esclavos, particularmente los del siglo XVIII, ceso general de evolución de la sociedad colo-
tenían como objetivo provocar una insurrección nial, y que comprendería algunas etapas, como
general de la población de color con la posible la interrupción de la trata y del comercio de
participación de algunos grupos indígenas (86) en esclavos, mayor amplitud en los procesos de
contra de la esclavitud y de las autoridades co- manumisión, la libertad de partos y, finalmente,
loniales. Hacia 1721, don Juan de Herrera ex- la abolición de la esclavitud a mediados del
presaba el temor a una sublevación en Cartage- siglo XIX.

Notas

1. Obsérvense los datos y curvas demográficas establecidas del aborigen frente al esclavo africano. Es posible que
por los investigadores Jaime Jaramillo Uribe Hermes To- la resistencia pasiva fuese el mecanismo de defensa uti-
var, Dario Fajardo, Juan Friede y Germán Colmenares. lizado ante la explotación de que era objeto. Ciertos
Sobre la producción de metales, el trabajo de Colmenares: estímulos como el salario, la modificación del tributo,
Historia económica y social de Colombia, Bogotá, 1973. el trueque, etc., al parecer no despertaron mayor interés
en la población indígena. El trabajo, de Hermes Tovar,
2. Fierre Vilar, Oro y moneda en la Historia , Barcelona, Notas sobre el modo de producción precolombino, 1974,
1969, pág. 125. pone de relieve la intensa actividad productora anterior
a la Conquista.
3. Habría que establecer, entre otras cosas, un recuento de
cuadrillas a lo menos para los siglos XVI y XVII, lo que 6. Germán Colmenares, Historia económica y social de Co-
hasta el momento no parece posible. lombia, Cali, 1973, pág. 240, figs. 5-15.
7. A.G.I., Indiferente General 2841. Representación del
4. El licenciado Anuncibay, por ejemplo, solicitaba grandes Consejo de Indias a S.M., 21 de agosto 1685.
cantidades de esclavos para atender la explotación de los
minerales. A.G.I.. Patronato 240, ramo 6. El presidente 8. Colmenares, ob. cit., pág. 193.
de la Audiencia, Antonio González, solicitaba igual- 9. Robert West, La minería de aluvión en Colombia durante
mente el envío de esclavos negros para el trabajo de las el período colonial, Bogotá, 1972, pág. 71.
minas. A.G.I., Patronato 196, ramo 23. Otras solicitudes
en DIHC, vols VII y VIH. 10. Jorge Orlando Melo, Historia de Colombia, t. I, Mede-
llín, 1977, pág. 341.
5. Jaime Jaramillo Uribe, Ensayos sobre historia social co- 11. West, ob. cit., pág. 81, nota 34.
lombiana, Bogotá, págs. 10 y ss. Desde luego, no com-
partimos la explicación tradicional ni la "razón oficial" 12. Id., pág. 81.
acerca de la embriaguez sistemática del indígena, como 13. Antonio Vásquez de Espinosa, Compendio y descripción
tampoco en la supuesta cobardía ni en la debilidad física de las Indias Occidentales, Madrid, 1969, págs. 238 y ss.
La esclavitud y la sociedad esclavista 171

14. A.G.I-, Santa Fe, 131, Petición de Francisco Beltrán de 26. A.G.I. Contaduría 1418. Testimonio de autos, asiento
Caicedo, 1618. de Grillo en Cartagena, 1670.
15. A.G.I. Santa Fe, Doc. 22. Autos de la visita de minas 27. Jaime Jaramillo Uribe, ob. cit., pág. 81. A diferencia de
realizada por Gonzalo Murillo 1640. La movilización de lo que ocurrió en otras regiones de América, por ejemplo
indios a estas minas -en las únicas que se empleó la mita en el Perú, los indígenas de la Nueva Granada no adqui-
en la Nueva Granada- continuaron hasta 1720 por lo rieron mano de obra esclava.
menos, cuando se discutía la abolición de la mita de
Potosí. En 1704 y 1718, por ejemplo, se condujeron a 28. Jorge Palacios Preciado, La trata de negros por Cartagena
las minas de Mariquita y Pamplona 2.448 indígenas de de Indias, Tunja 1973, pág. 70.
las dos provincias, de los cuales cerca del 70% pertene-
cían a los partidos de la provincia de Tunja, como Tur- 29. Para fines del siglo XVII, por ejemplo, el precio de un
mequé, Gámeza, Sogamoso, Sáchica, Paipa, Chivatá y negro bozal era de ocho pesos, pero allí mismo podrían
Tenza. A.G.I. Santa Fe, 297. Informe del fiscal de la llegar a los 150 y 200 pesos. A.G.I., Indiferente General
Audiencia, 1723. 2841. Voto singular del consejero Lope de Sierra, sin
fecha.
16. A.G.I. Santa Fe, 24, Doc. 22. Autos de la visita de minas
realizada por Gonzalo Murillo, 1640. 30. West, ob. cit., pág. 83. Germán Colmenares, Cali, terra-
tenientes, mineros y comerciantes siglo XVIII, Cali,
17. Colmenares, ob. cit., tablas de producción, págs. 228 y 1975, pág. 92; Palacios P., ob. cit., pág. 142.
ss. Compárense las tablas de las págs. 228, 232, y ss.,
así como las figuras de las págs. 236 y 237. 31. Geogers Scelle, La traité negriere aux Indes de Castille.
Contrats et traités D' Asiento, París, 1906, pág. 210.
18. En 1556, por ejemplo, se produjo una importante rebelión
de los esclavos en Popayán. A.G.I., Patronato 162, ramo 32. Pierre Vilar, Crecimiento y desarrollo, Barcelona, 1964,
9. pág. 26.

19. En 1542 se ordenó a los cabildos la elaboración de orde- 33. Marx, El capital, I, IV, 2; cfr. VILAR, ob. cit., pág.
nanzas para evitar que los negros deambularan en las 26, nota 7.
horas nocturnas. Leyes de Indias, lib. VII. t. V, ley XII.
En 1551 se prohibió el porte de armas a los esclavos. 34. Sobre algunos términos y expresiones utilizadas en el
Desde 1540 se legisló en torno a los negros cimarrones, comercio de esclavos, véase Palacios, ob. cit., págs. 373
estableciendo severos castigos que iban desde los azotes y ss.
hasta la pena de muerte. Respecto de Cartagena, véanse
las ordenanzas de cabildo de 1552 en José Urueta, Docu- 35. Palacios, ob. cit., págs. 88 y ss.
mentos para ¡a historia de Cartagena, vol. I, Cartagena,
1887, Doc. 65, págs. 184 y ss. 36. Id., págs, 233 y ss.

37. Id., pág. 156. Véase tabla de reducción de la Cía. de


20. Magnus Mörner, "Las comunidades indígenas y la legis- Francia. Se aprecian algunas diferencias con el tipo de
lación segregacionista en el Nuevo Reino de Granada", reducción empleada en el asiento de Grillo de 1669.
en ACHSC, vol. I, pág. 6, nota 6. A.G.I. Contaduría, 263.

21. El gobernador de Santa Marta, por ejemplo, solicitaba 38. Ibidem.


esclavos para la ganadería y trabajo de hacienda, así
como para la manufactura de queso, manteca, jabón, 39. Jaime Jaramillo Uribe, ob. cit., pág. 10, nota 3.
velas, etc. A.G.I., Santa Fe, 1181. Sobre la participación
del esclavo en las haciendas véase, entre otros, Germán 40. Rolando Mellafe, La esclavitud en Hispanoamérica, Bue-
Colmenares, Las haciendas de ¡os jesuítas en el Nuevo nos Aires, 1972, pág. 59.
Reino de Granada, Bogotá, 1969; Orlando Fals Borda,
Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, 41. J. Griguievich, "La esclavitud y la Iglesia en la América
1975. Hispano-portuguesa", Ciencias Sociales, Academia de la
URSS, núm. 4, 1977, págs. 142-161.
22. A.G.I. Santa Fe, 52, Ramo 5, Doc. 178. 42. Richard Konetzke, América Latina, Madrid, 1972, pág.
72.
23. A.G.I. Santa Fe, 454. Carta de oficiales reales, Santa
Fe, 472. Cuentas de pago. 43. Palacios, ob. cit., pág. 36, nota 16.
24. A.G.I. 472 Autos contra José García. 44. Id., págs. 87 y 95.

25. Jaime Jaramillo Uribe, ob. cit., pág. 45. 45. Id. pág. 233.
172

46. West, ob. cit., pág. 84, nota 49. cattle) la mayor masa de rendimiento posible en el menor
tiempo" Marx, El capital I, pág. 209.
47. Frederick Bowser, El esclavo africano en el Perú colonial,
1524-1650, México, 1977, pág. 108. 67. A.G.I. Santa Fe, 52, Ramo 5, Doc. 178. Cuentas y
advertencias, 1622.
48. Roberto Arrazola, Palenque, primer pueblo libre de
América, Cartagena 1970, pág. 15. 68. Pierre Vilar, ob. cit., págs. 115 y 128.

49. Id., pág. 57. 69. R. West, ob. cit.

50. Jaime Jaramillo Uribe, ob. cit., págs. 11 y ss. 70. A.G.I. Santa Fe, 838. Relación de gastos de minas. West
id., pág. 87, nota 67.
51. Aquiles Escalante, El negro en Colombia, Bogotá, 1964,
pág. 5. Roger Bastide, Las Américas negras, Madrid, 71. José Urueta, Documentos para la historia de Cartagena
1969, pág. 22. vol. I, Cartagena, 1887, Doc. 65.
52. Para algunas regiones de América existen algunos trabajos 72. Fenómeno que aún se aprecia en algunas manifestaciones
rigurosos e importantes sobre este aspecto, como los de del folklor. Véase, por ejemplo, Rogerio Velásquez,
Gonzalo Aguirre Beltrán, Arturo Ramos, Robert Foguel, "Cantares de los tres Ríos. Adivinanzas del Alto y Bajo
Philip Curtin, etc. Chocó", Revista Colombiana de Folklor. vol. II núm. 5.
53. Por ejemplo, Rogerio Velásquez, José Arboleda, Aquiles 73. Leyes de Indias, lib. VII, t. V, ley XII y ss.
Escalante, etc.
54. A.G.I. Santa Fe, Ramo 5, Doc. 178. 74. Aristóteles, Política, Lib. I, cap. 6., Madrid, Instituto
de Estudios Políticos, 1951, pág. 11.
55. La Cía. de Cacheu, por ejemplo, condujo a Cartagena,
directamente de las costas africanas, esclavos de Guinea, 75. Sylvia Vilar, Los predestinados de Guinea, Melanges de
San Tomé de casta mina, angola, etc. Bowser, ob. cit., la Casa de Velásquez, París, 1971, pág. 299, nota 2.
pág. 66 y ss., ofrece algunos cuadros étnicos de los afro-
peruanos que pueden tomarse como referencia para estu- 76. Alonso de Sandoval, El mundo de ¡a esclavitud negra en
dios similares en la Nueva Granada. América, Bogotá, 1956, Lib. III, cap. VIII, pág. 381.

56. Bowser, ob. cit., pág. 51, nota 10. 77. M. Mórner, ob. cit.
57. R. Konetzke, ob. cit., pág. 69. 78. Datos del trabajo en curso sobre archivos parroquiales de
Fernando Díaz Díaz y Jorge Palacios.
58. Mellafe, ob. cit., pág. 58.
59. Enriqueta Vila, "Los asientos portugueses y el contra- 79. A.G.I. Patronato, 162, Ramo 9.
bando de negros". AEA, t. XXX, Sevilla, 1973. pág. 6. 80. J. Vásquez de Espinosa, ob. cit., pág. 239.
60. Cfr. P. Vilar, Oro y moneda en ¡a historia, Barcelona, 81. R. Arrazola ob. cit., pág. 15.
1969, pág. 41.
82. Id., pág. 26.
61. G. Scelle, ob. cit.
62. Octavio Iann, Esclavitud y capitalismo, México, 1967, 83. Orlando Fals Borda, ob. cit., pág. 59.
pág. 60.
84. En 1719, por ejemplo, ante la noticia de un posible ataque
63. J. Jaramillo U., ob. cit., págs. 20 y ss. inglés, se concertaron los servicios de algunos negros del
Palenque para la defensa del puerto. A.G.I., Santa Fe,
64. Id., pág. 50. Sobre el status social y el ordenamiento 453.
legal, véase Magnus Mörner, La mezcla de razas en la
historia de América Latina, Buenos Aires, 1969, y "Raza 85. Véase, por ejemplo, Arrazola, ob. cit. y María Borrego
y estratificación social de Hispanoamérica hacia 1800", Pla, Palenques de negros en Cartagena de Indias a fines
Iberoamérica, vol. IV, 2, 1974. del siglo XVII, Sevilla, 1973.
65. A.G.I. Santa Fe, 228. Carta del obispo de Cartagena, 25 86. Jaramillo Uribe, ob. cit., pág. 69.
de septiembre de 1650.
87. A.G.I. Santa Fe, 472, Carta del 29 de noviembre de 1721.
66. "...en los paises de importación de esclavos es máxima
de explotación de éstos la de que el sistema más eficaz 88. A.G.I. Quito, 574, Carta de Diego Nieto al virrey, 15
es el que consiste en estrujar el ganado humano (Human de marzo de 1777.
La esclavitud y la sociedad esclavista 173

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La administración colonial 175

La administración colonial
Jaime Jaramillo Uribe verán surgir la imponente y compleja organiza-
ción burocrática, jurídica, social y política del
Estado español de las Indias, tal como se confi-
guró durante el reinado de los Austrias. Las
reformas introducidas por los reyes Borbones,
a partir de Felipe V, en los comienzos del siglo
Etapas de la administración colonial XVIII, constituyen la tercera etapa que se pro-
longa hasta la emancipación de los territorios

E spaña y Portugal fueron las primeras nacio-


nes europeas que formaron un gran imperio
colonial y que tuvieron que asumir la tarea de
americanos. La obra de Carlos III, representa
el momento culminante y más significativo de
tales reformas. Las tres etapas pueden seguirse
organizarlo administrativamente. Más tarde sur- en la historia de la administración española en
gieron los imperios inglés, francés y holandés el Nuevo Reino de Granada (2).
cuando ya España tenía una experiencia cente-
naria en materia de administración colonial (1). Los principios generales que configuran
La organización administrativa de España la administración colonial
en América podría dividirse en tres grandes pe-
ríodos. El primero, que coincide con el proceso En el momento de producirse la conquista
de descubrimiento y conquista, es un período y colonización de América, España estaba ya
de experimentación y tanteos, representado por organizada como una monarquía nacional abso-
las capitulaciones entre la Corona y los primeros luta que no compartía sus derechos de soberanía
conquistadores que con el título de adelantados con los poderes feudales. Este rasgo caracterís-
impusieron su voluntad personal en un proceso tico del Estado español se acentúa todavía más
de explotación y rapiña que poco tenía que ver en los territorios americanos. El Imperio será
con una organización institucional. El segundo dirigido y administrado desde Madrid, a través
se inicia con la fundación de las primeras audien- de los órganos especialmente creados para el
cias y la promulgación de las primeras Leyes ejercicio del control político y económico cen-
de Indias, particularmente con las de 1542, ex- tralizado, auxiliados por una legislación unitaria
pendidas por Carlos V, en la Ciudad de Burgos. en sus principios, instrumentada por una buro-
En este momento es la monarquía, el Estado cracia de organización jerárquica, hasta cierto
español, el que asume el control y ejercita sus punto especializada en sus funciones y en última
plenos derechos soberanos sobre los nuevos te- instancia controlada desde la dirección central
rritorios. Los siglos subsiguientes XVII y XVIII, del Imperio. En la cúspide de dicha jerarquía
176 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

estaba el Rey; debajo, en orden descendente, el más minúsculas cuestiones de competencias juris-
Consejo de Indias, las audiencias de América, diccionales y protocolo estuvieron reglamentadas.
los virreyes, los cabildos y los tribunales reales Intimamente unido a este afán reglamenta-
y una cadena de funcionarios políticos y fiscales rista, estaba el intervencionismo. El Estado es-
que iban desde los capitanes generales, los go- pañol de las Indias, fue un Estado intervencio-
bernadores y los corregidores, hasta los alcal- nista en el más amplio sentido de la palabra. A
des, los escribanos y los alguaciles. ello conducían no sólo las doctrinas dominantes
Es cierto que a medida que fue complicán- en la metrópoli, sobre la soberanía real absoluta,
dose la vida colonial los órganos administrativos practicada por los monarcas de la Casa de Aus-
de audiencias, virreinatos y capitanías generales tria e intensificada por los reyes Borbones a
fueron adquiriendo mayor poder decisorio y dis- partir de Felipe v, sino también las caracterís-
crecional y algún grado de autonomía y que los ticas de la sociedad de castas que se pretendía
funcionarios americanos gozaron de poderes de mantener en América. De ahí que los órganos
interpretación de la ley, conforme a los factores de la administración española, especialmente
reales que actuaban en los diversos territorios; sus audiencias y cabildos, intervinieron y regla-
pero es igualmente cierto que las decisiones fun- mentaron desde los mercados y los abastos hasta
damentales en el campo político, jurídico y eco- las profesiones y su ejercicio, los vestidos y
nómico emanaban de la dirección central de la armas que podían llevar sus habitantes y las
monarquía y que la solución de los litigios im- órdenes de precedencia que debían cumplirse
portantes o el establecimiento de los principios en ceremonias civiles y religiosas (3).
institucionales en que se basaba la vida social La necesidad de controlar y administrar un
de los territorios del Imperio debían recibir la vasto territorio como el Imperio Colonial de
confirmación o la decisión final y original de América, condujo a los administradores españo-
los órganos centrales. Las últimas y decisivas les a introducir una amplia estructura de normas
instancias eran el Rey y sus consejos. Desde e instituciones comunes y uniformes. La admi-
luego, esta administración jerárquica y centrali- nistración colonial española de América fue una
zada no se identificaba con un sistema arbitrario de las primeras en aplicar en amplia escala los
y desprovisto de apoyos en la realidad de los conceptos de administración racional y burocra-
territorios ultramarinos y aún en la voluntad o tizada que caracteriza a los estados modernos.
el consentimiento y las necesidades de sus habi- Un elemento de dicha racionalidad era la unifor-
tantes. Un sistema de consultas e información, midad. Sin unas normas y unas instituciones
lento, costoso y complicado las más de las ve- comunes era imposible el control y explotación
ces, pero real y efectivo en amplia medida, per- de los territorios imperiales. Por eso fueron co-
mitían la realización de una política realista, munes instituciones como la Audiencia y el ca-
que se fue perfeccionando con el correr de los bildo, y comunes la designación y funciones de
tiempos a través de un proceso de ensayos y la burocracia política y administrativa: virreyes,
rectificaciones. Tal era la función que llenaban presidentes, gobernadores, capitanes generales,
instituciones como la visita, la residencia y las alcaldes, corregidores. De ahí también el corpus
relaciones que virreyes, presidentes y capitanes legislativo representado por las leyes y cedula-
generales debían presentar al final de su manda- rios que constituyen el contenido del derecho
to, y además, el ir y venir constantes de consul- indiano.
tas e informaciones sobre los más variados ne- Sin embargo, un alto grado de uniformidad
gocios de la adminstración colonial. no fue incompatible con un marcado casuismo.
Organizada cuando la concepción mercan- La diversidad de los territorios americanos se
tilista de las nacientes monarquías nacionales hizo patente desde los comienzos de la coloni-
europeas estaba ya configurada, la administra- zación. Diversas culturas, diversas densidades
ción colonial española se caracterizó por su sen- de población, diferentes territorios geográficos,
tido reglamentarista. Todas las actividades, fun- disímiles riquezas fueron imponiendo normas
ciones, obligaciones y derechos, tanto de los legales y procedimientos administrativos dife-
funcionarios como de los súbditos fueron regla- rentes. Aún dentro de una misma Audiencia o
mentadas en leyes, reales cédulas, acuerdos de virreinato la diversidad regional fue obligando
audiencias y resoluciones de los cabildos. Desde a diferenciar la legislación y la gestión adminis-
las cuestiones de la Hacienda Real, hasta las trativa. También el tiempo impuso sus cambios
La administración colonial 177

y adaptaciones sucesivos. Esa variación se hace como el poder de legislar, juzgar y hacer ejecutar
evidente en la legislación sobre encomiendas, las decisiones estatales. De manera que los di-
minas, poblamiento, jurisdicción, etc., que fue ferentes órganos y funcionarios del Estado po-
una en el siglo XVI, otra en el XVII y otra en dían, y de hecho ejercían conjuntamente las fun-
el XVIII. El se obedece pero no se cumple con ciones de juzgar, legislar y ejecutar. Así ocurría,
que respondían las autoridades coloniales en por ejemplo, en el caso de los virreyes, presiden-
ciertas ocasiones al recibir una nueva disposi- tes y audiencias y aun en los funcionarios de
ción legal procedente de Madrid, era un princi- menor categoría como corregidores, gobernado-
pio de realismo político que evitó en muchas res y alcaldes que pudieron, simultáneamente,
oportunidades desaciertos y conflictos. Interpre- dictar providencias de carácter legal, servir de
tado a veces como expresión de una actitud anár- instancia de apelación en los litigios civiles y cri-
quica y ajena a las prácticas de la vida jurídica, minales y ordenar el cumplimiento de las leyes.
su sentido práctico y racional ha sido destacado Los peligros inherentes a la concentración
por historiadores y juristas, aun por lo menos de poderes indicada en el párrafo anterior, eran
sospechosos de simpatía por la obra de España contrabalanceados por el control mutuo y la in-
en América (4). terdependencia que existía entre los diversos
Por sus mismas características de interven- órganos administrativos. La desconfianza y el
tor y reglamentarista, y por su mismo carácter temor al abuso del poder de la burocracia parecía
de dominación colonial, el Estado colonial ame- inspirar la política de la Corona (6). La necesi-
ricano fue un Estado altamente burocratizado. dad de la confirmación real para muchas decisio-
Como lo es, por otra parte, todo Estado moder- nes de virreyes, el sistema de consultas obliga-
no. Pero a las condiciones de una sociedad en torias y la provisional aplicación de las normas
que el ciudadano debe contar para casi todas que solía encabezarse con la expresión "por aho-
sus actividades públicas con el funcionario esta- ra", mantenían los límites jurisdiccionales de
tal, en América se presentaban otras que acen- instituciones y funcionarios. Los poderes otor-
tuaban la función y la presencia de la burocracia. gados a una instancia, eran contrabalanceados
La necesidad de dar ocupación y prebendas a con alguna forma de intervención de otra. El
los españoles peninsulares era una de ellas; el sistema se daba con suma claridad en el caso
limitado desarrollo de la economía privada era de los virreyes y las audiencias. Aunque los
otro. Finalmente, la aversión a las ocupaciones poderes de los primeros fueron muy amplios,
llamadas innobles por parte de españoles y crio- como representantes de la soberanía real, sin
llos, engendraba el gusto y la necesidad del embargo, éstos debían actuar en armonía y con-
cargo público, que por otra parte era un motivo tacto permanente con la Audiencia y sus oidores.
de prestigio social. El carácter prebendario y el Recíprocamente el virrey, como presidente de
escaso desarrollo educativo de sus territorios la Audiencia, influía en las decisiones de ésta.
coloniales, fueron un gran obstáculo para el re- La historia de las disputas jurisdiccionales y de
clutamiento de una burocracia eficaz, sobre todo las relaciones entre virreyes y audiencias, de-
en los cargos medios. La ignorancia y la inefi- muestra que ese mutuo control fue algo más que
cacia de los funcionarios es una de las continuas una norma teórica (7).
quejas de los virreyes y visitadores reales. Su-
mada a factores como la corrupción, que propi- Organos de la administración colonial
ciaban por igual las bajas remuneraciones, la
inexistencia del espíritu de servicio y la impre- Desde comienzos del siglo XVI hasta las
paración, que en ocasiones llegaba hasta la falta administraciones borbónicas que redujeron con-
del saber leer y escribir, constituyeron los varios siderablemente sus funciones en el siglo XVIII,
motivos de la ineficiencia de la administración el Consejo de Indias, constituido en forma defi-
colonial (5). nitiva en 1518, fue el órgano supremo de la
No conoció la administración colonial el administración colonial española. En su seno
principio de la separación de poderes que carac- fue donde se elaboró la enorme y complicada
teriza a los estados modernos, tal como estos legislación de Indias y por su conducto se realizó
se organizaron después de la Revolución Fran- la política colonizadora. El Consejo ejercía si-
cesa. El concepto de soberanía, radicado en el multáneamente las funciones de órgano de con-
Rey y por extensión en sus agentes, se tomaba sulta para todos los asuntos referentes a las In-
178 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

días, supremo cuerpo legislativo y máximo tri- cada vez tomó más carácter de un cuerpo exclu-
bunal de apelación en asuntos contenciosos ci- sivamente consultivo.
viles, administrativos y criminales (8). Fundada en 1503, la Casa de Contratación
En su época de mayor importancia, es de- fue el primer organismo de las relaciones comer-
cir, durante los reinados de Carlos v y Felipe II, ciales con el Nuevo Mundo y el primer órgano
el Consejo estaba compuesto de varios con- consultivo de la Corona en asuntos referentes a
sejeros, hacia 1600, generalmente juristas o Indias. Controlaba el envío de flotas y pasajeros
teólogos, un secretario, un fiscal de la Corona, la importación y la exportación de mercancías,
varios procuradores, entre ellos uno de pobres, graduando los derechos de aduana y haciendo
varios notarios y numerosos oficiales como re- efectivos los ingresos reales. En 1510 la Casa
latores, conserjes, alguaciles, etc. Durante el adquirió facultades legislativas en materias de
reinado de Felipe II, se agregaron un cronista hacienda y de justicia en procesos fiscales. Se
mayor, cargo que desempeñó Antonio de Herre- transformó así en tribunal mercantil con juris-
ra, autor de la Historia General de Indias (Dé- dicción civil y criminal en materias de comercio
cadas) y un cosmógrafo, función ejercida por y navegación. En 1543, al fundarse el Tribunal
primera vez por Juan López de Velasco, redactor del Consulado, muchas de sus funciones pasaron
de la famosa Descripción de las Indias Occiden- a este nuevo organismo encargado de regular
tales. todo lo referente a la justicia comercial y al
Las funciones del Consejo era muy am- gremio de los comerciantes (9).
plias. Debía en primer lugar proteger la pobla- Las reales audiencias, creadas en territorios
ción indígena; proponía al Rey las personas para americanos a partir de 1511, con la fundación
los cargos eclesiásticos y civiles, lo mismo que de la de Santo Domingo, fueron la célula central
para recibir mercedes, privilegios o beneficios. de la administración colonial. Organizadas se-
Controlaba la administración de la Hacienda. gún el modelo de las audiencias peninsulares
Desempeñaba funciones legislativas y judicia- como tribunales de Justicia, en América adqui-
les, elaborando leyes para las colonias. Revisaba rieron amplias funciones de gobierno. Estaban
y aprobaba las ordenanzas dictadas por los ofi- compuestas por un número variable de magistra-
ciales reales en los territorios americanos y por dos llamados oidores y un cuerpo de funciona-
las autoridades eclesiásticas en desarrollo del rios que incluía fiscales, escribanos, alcaldes
Regio Patronato. Era la Suprema Corte de Jus- de corte, procuradores, notarios y alguaciles.
ticia en asuntos civiles y criminales. Definía los Como corte judicial la Audiencia servía de
recursos de apelación en las controversias sobre tribunal de apelación de providencias dictadas
sumas mayores de 600 pesos, límite que varió por tribunales inferiores o por funcionarios co-
con el tiempo hasta llegar a la suma de 10.000 loniales como gobernadores o corregidores. En
pesos. Definía en última instancia sobre las sen- asuntos de mayor cuantía actuaba como tribunal
tencias de la Casa de Contratación y sobre los de primera instancia. Conocía también del
asuntos relacionados con los repartimientos de llamado recurso de fuerza contra las disposicio-
indígenas. Finalmente ordenaba las visitas gene- nes de funcionarios eclesiásticos. Poseía igual-
rales y especiales a los territorios ultramarinos. mente jurisdicción criminal sobre casos ocurri-
Con el advenimiento al trono español de dos a cinco leguas a la redonda de su ubicación.
la dinastía de los Borbones, el Consejo, y los La protección de los indios le estaba especial-
tradicionales órganos de administración de las mente encomendada y a partir de 1609, decidía
Indias como la Casa de Contratación perdieron en primera instancia todos los litigios referentes
importancia. En 1714, Felipe v reorganizó el a encomiendas. Conocía también de los litigios
gobierno siguiendo el modelo de la administra- de carácter secular que se producían entre órde-
ción francesa. Los consejos reales fueron susti- nes religiosas y de los delitos cometidos por
tuidos por un gabinete de ministros o secretarios. eclesiásticos en violación de las leyes civiles.
Al Ministro de Marina y de Indias fueron asig- Los poderes legislativos de la Audiencia eran
nados los más importantes asuntos comerciales, muy amplios. A través de sus acuerdos, prácti-
militares, de hacienda y navegación referentes camente podían legislar sobre todos los asuntos
a América. También el nombramiento de los no contemplados en las leyes o cédulas reales
principales cargos políticos y judiciales inclu- y reglamentados con carácter más general. Cu-
yendo los miembros del Consejo de Indias que brían campos como el comercio, los precios,
La administración colonial 179

los abastos, asuntos de tierras, composiciones, nepotismo, favoritismo, protección de los in-
encomiendas, caminos, hacienda, régimen de dios, diligencia en el despacho de sus funciones,
policía, etc. etc. Los cuestionarios eran prolijos y llegaban
Era además, órgano de consulta para las a contener hasta 50 preguntas. El juicio termi-
gestiones de presidentes y virreyes, quienes de- naba con una sentencia, absolutoria o condena-
bían actuar en armonía con ellas, no obstante toria. Las condenas incluían desde multas mo-
las múltiples tensiones y conflictos que se pre- netarias hasta la pena de muerte. Las que se
sentaron en la historia de sus relaciones. Ac- referían a los altos funcionarios como los oido-
tuando colectivamente, con el carácter de Real res de Audiencia, virreyes, presidentes o capita-
Acuerdo, la Audiencia llegó a ser, en suma, el nes generales, requerían confirmación del Con-
cuerpo central del gobierno en los territorios sejo de Indias.
americanos (10). Como ocurría de hecho con muchas otras
instituciones indianas, el juicio de residencia no
Formas de control e información siempre se hacía efectivo y lograba sus propó-
sitos. Muchos de ellos no concluían con senten-
Para controlar la conducta de sus funciona- cia; otros duraban períodos interminables y fi-
rios y establecer su responsabilidad, la adminis- nalmente no era excepcional que por medio de
tración colonial española dispuso de dos institu- influencias se eximiera de él a funcionarios,
ciones: La Visita y la Residencia. Esta última especialmente cuando ocupaban altos cargos.
tomaba la forma de un juicio -juicio de residen- Un agudo observador de la administración colo-
cia-, conducido por un juez de residencia, nom- nial americana, Alejandro de Humboldt, escri-
brado por el Consejo de Indias en los casos de bió a fines del siglo XVIII: "Si un virrey es rico,
cargos que dependían directamente de Madrid, astuto, y tiene el respaldo de un desvergonzado
y por el virrey o la Audiencia para los funciona- consejero en América y poderosos amigos en
rios que desempeñaban cargos por nombra- Madrid, puede gobernar arbitrariamente sin te-
miento de estas dos instancias o por compra de mor a una residencia. Además, un oficial desho-
ellos. Consistía la residencia en una investiga- nesto estaba siempre listo a usar el soborno, con
ción sobre la conducta y manejo de los asuntos grandes probabilidades de éxito, para vencer los
confiados a cargo de los funcionarios reales, escrúpulos del comisionado para escapar a las
particularmente de aquellos que tenían jurisdic- sanciones, y con frecuencia esta conducta delic-
ción y manejo de caudales. Generalmente se tuosa surgía de la misma información sumaria
hacía al finalizar el período, cuando se trataba de la residencia" (12).
de nombramientos a término fijo. Tal era el caso Algunos comentaristas han observado que,
general de los virreyes, nombrados ordinaria- dadas las condiciones de la vida social de las
mente para un período de 5 años. Si el caso era colonias, la residencia en no pocas ocasiones
de empleos o cargos perpetuos, la residencia era desfigurada en sus fines. Frecuentemente ser-
solía ordenarse cada tres años. De acuerdo al vía de instrumento de venganzas o por el contra-
menos a los términos legales, ningún funciona- rio de encubrimiento de conductas delictuosas.
rio podía dejar el cargo o transferirlo a un sus- Los testigos podían utilizar sus testimonios en
tituto hasta que no se hubiera definido su situa- uno u otro sentido. Podía ocurrir también, y de
ción por sentencia del juicio de residencia (11). hecho el caso era quizás el más frecuente, que
Nombrado el juez, éste se trasladaba al los testimonios fueran tan anodinos y vagos,
lugar de domicilio del residenciado, con secre- que sobre ellos no podía apoyarse una sentencia,
tario y escribano. Iniciaba su labor haciendo sobre todo condenatoria (13).
saber públicamente que se adelantaba la residen- Las relaciones de mando que tenían que
cia y que se recibían testimonios y quejas sobre hacer los virreyes y presidentes de Audiencia
la conducta y actividades del funcionario. Gene- al terminar su período de gobierno, fueron un
ralmente se llamaba a rendir testimonio a los complemento de los juicios de residencia. Des-
vecinos más notables de la ciudad, villa o aldea, tinadas a informar a sus sucesores sobre el estado
sobre la base de un prolijo y estereotipado cues- de los territorios a su cargo y sobre su gestión
tionario, que incluía preguntas sobre cumpli- gubernamental, incluían descripciones del es-
miento de las leyes, manejo de los caudales tado de las rentas y situación de la Real Hacien-
reales, costumbres morales públicas y privadas, da, los caminos y vías de comunicación, los
180 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

nes de vida, la tasación de los tributos y el


asuntos eclesiásticos, la situación de los indíge-
nas, la salubridad y el urbanismo, la vida polí- control del cumplimiento de las normas que re-
tica y militar, etc. Las 9 Relaciones de Mando gulaban el régimen de encomiendas. Las del
del Siglo XVIII, que incluyen la del presidente siglo XVIII suministran un material informativo
Manso (1729) y la de los virreyes Eslava, escrita más amplio relacionado con el estado general
por el oidor Berástequi (1751), Solís (1760), de las provincias, las rentas de la Hacienda Real,
Messía de la Zerda (1772), Guirior (1776), Ca- el funcionamiento de los cabildos, los problemas
ballero y Góngora (1789), Ezpeleta (1796), de la tierra y el poblamiento y la situación demo-
Mendinueta (1803), Montalvo (1818), se cuen- gráfica de los diversos grupos socio-raciales (15).
tan entre los más valiosos documentos que dejó Para el conocimiento de la situación gene-
el gobierno colonial para el estudio de la situa- ral del Nuevo Reino en la segunda mitad del
ción social, económica y política del Virreinato siglo XVIII y de los problemas que tuvo que
de la Nueva Granada en la última centuria de afrontar la administración virreinal, son particu-
la dominación española (14). larmente importantes las visitas que efectuaron
Constituyó el segundo instrumento de con- en el oriente del virreinato los oidores Verdugo
trol e información de que dispuso la Corona. y Oquendo, el corregidor de Tunja José María
Las hubo generales y especiales. Las primeras Campuzano y Lanz, Aréstegui y Escuto (1758)
se ordenaban sin sujeción a períodos fijos y y el fiscal de la Audiencia Francisco Antonio
tenían por objeto obtener amplios informes so- Moreno y Escandón (16). La información demo-
bre la marcha de la administración, la economía, gráfica, fiscal y administrativa acopiada en ellas
la hacienda y, sobre todo, la situación de la sirvió en parte muy considerable a la orientación
población indígena. Estaban a cargo de un visi- de los virreyes y a las reformas administrativas
tador general (por ejemplo, las de Monzón intentadas por el regente Gutiérrez de Piñeres
Prieto de Orellana, Saldiesne Nuño de Villavi- en 1780. Del examen de sus informaciones las
cencio, Zambrano, Rodríguez de San Isidro y autoridades virreinales establecieron ciertos he-
Juan Cornejo) y fueron muy frecuentes en el chos e intentaron fundar una nueva política de
siglo XVI y en la primera mitad del siglo XVII. distribución de tierras y poblamiento. Observa-
Un nuevo e importante ciclo de visitas se pre- ron en primer lugar la disminución de la pobla-
sentó en la segunda mitad del siglo XVIII. Las ción indígena y el aumento de la blanca y mes-
especiales (o visitas "de la tierra") por ejemplo,tiza. Comprobaron también la existencia de al-
las de Ibarra, Ega, Henríquez, Villabona, tenían gunos fenómenos relacionados con la propiedad
por objeto el estudio de una situación particular,de la tierra, determinados justamente por el cam-
fuera de una región o de un problema. Las visitas bio demográfico que se había producido después
de la tierra fueron encomendadas a los oidores de las visitas efectuadas a comienzos del siglo
de Audiencia. Las generales a delegados espe- XVII. En efecto, las tierras de resguardo otorga-
ciales del Rey enviados para tal fin a los territo-
das entonces resultaban ahora excesivas para el
rios americanos. Estas últimas solían hacerse número de indígenas asentado en ellas, hasta el
cuando se presentaban ante las autoridades que- punto de que éstas llegaron a darles parcialmente
jas sobre abusos, deshonestidad o ineficiencia en arriendo a la creciente población blanca y
de algún funcionario. Los investigadores toma- mestiza. Por otra parte, el descenso demográfico
ban en este caso el nombre de pesquisadores o del grupo indígena hizo más difícil y costosa
jueces de comisión y estaban sujetos al recurso la administración eclesiástica y civil de los pue-
de recusación, para evitar persecuciones y ven- blos de indios que rendían cada vez menores
ganzas que no eran infrecuentes en el ambiente tributos y que por su reducido tamaño justifica-
de la época. ban cada vez menos la presencia e intervención
En la historia administrativa del Nuevo de funcionarios civiles y eclesiásticos. Ante esta
Reino de Granada se destacan tres ciclos de situación las autoridades virreinales iniciaron
visitas de la tierra. Las de la segunda mitad del una política de concentración de pueblos que
siglo XVI (1550-1600), momento de fundación tuvo múltiples incidencias y dificultades. Al
de la Real Audiencia; las de comienzos del XVII mismo tiempo se trató de reducir las tierras de
y las de mediados del siglo XVIII. La principal resguardo, sacando a remate las que dejaban los
finalidad de estas visitas era el recuento de la pueblos suprimidos o las que se disminuían a
población indígena y el examen de sus condicio- los antiguos resguardos, buscando así fortificar
La administración colonial 181

el fisco y dotar de tierra a la población blanca un equilibrio de poderes y un mutuo control de


y mestiza que carecía de ella o pretendía ampliar las diversas instancias de la gestión guberna-
sus propiedades a costa de la propiedad indíge- mental y a impedir el predominio de una de
na. Tal política no se llevó a efecto sin resisten- ellas. No debe olvidarse que el estado español
cias de la población indígena y sin controversias indiano no conoció, ni se organizó sobre la base
entre los funcionarios reales. Así lo revelan nu- del principio moderno de la separación de pode-
merosos documentos de la época, particular- res u órganos de la administración pública. Este
mente el largo informe rendido al virrey Flórez hecho, por supuesto, aumentaba los conflictos
por el regente visitador Juan Francisco Gutiérrez de jurisdicción.
de Piñeres, donde critica duramente al abande- La inasistencia a funciones, la lentitud en
rado de esta política, el criollo y fiscal de la el despacho de los asuntos confiados a su cargo,
Real Audiencia Francisco Antonio Moreno y el cierre de actividades por días feriados fue un
Escandón, a quien acusa de haberse extralimi- fenómeno frecuente aun en instituciones como
tado en sus funciones y haber adelantado una la Real Audiencia. La Real Cédula de mayo de
política de traslado y eliminación de pueblos 1789 hubo de reglamentar y reducir el número
inconveniente y que expedía a las órdenes reales de días feriados y de obligaciones protocolarias
que sólo le habían encomendado el empadrona- que deberían cumplir los oidores. El despacho
miento y descripción de tales poblaciones (17). sólo podría cerrarse los "días de fiesta que ce-
lebra la Iglesia como de precepto, aunque sólo
Competencias de Jurisdicción sea de oír misa, los días de la Virgen del Carmen
y la Virgen del Pilar, el día de los Angeles; en
Una de las características de la administra- las vacaciones de Resurrección desde el Do-
ción colonial fue la falta de unos límites precisos mingo de Ramos hasta el martes de Pascua; en
en la jurisdicción de los funcionarios y las ins- los de Navidad, desde el 25 de diciembre hasta
tituciones. De ahí que los conflictos de compe- el lo. de enero; en los días de carnestolendas
tencia fueran constantes y restaran eficacia a la hasta el miércoles de ceniza, inclusive" (20).
gestión gubernamental (18). Las colisiones entre La lucha de las autoridades metropolitanas
virreyes y Real Audiencia, sobre todo, fueron contra la lentitud, el abandono de funciones y
continuas. El establecimiento del virreinato en la dedicación de los funcionarios a sus meneste-
el Nuevo Reino de Granada puso de manifiesto res privados, fue continua. Reales cédulas de
el fenómeno desde sus comienzos. Eslava, una 1789, y 1790, ordenaban, una vez más, "que
personalidad enérgica y activa desde los prime- los ministros de los Dominios de Indias se dedi-
ros meses de su gestión, tuvo que acudir a la caran muy especialmente a sus obligaciones,
Corona solicitando aclaraciones y demandando conteniéndose cada uno de lo que pertenece a
poderes para resolver sus conflictos con la Au- su empleo". La Real Cédula de 1790 ordenaba,
diencia de Santa Fe (19). Se le otorgaron en Real además, que la Real Audiencia enviara cada año
Cédula de agosto de 1739, que sin embargo una relación pormenorizada de los asuntos des-
incluía la recomendación de "comunicar y tratar pachados y de los pendientes en el respectivo
con la Audiencia", en casos como el nombra- período. El compartir las gestiones públicas con
miento e instrucciones de gobernadores. En la negocios privados de comercio y actividades
correspondencia sostenida con el Real Consejo agrícolas, fue un hecho común sobre todo entre
de Indias, el virrey llegó a quejarse hasta de las corregidores y miembros de la burocracia me-
"vejaciones y desacatos" de que fue víctima por nor. De ahí que fuera éste uno de los aspectos
parte de los oidores. en que insistían los juicios de residencia y sobre
Los mismos conflictos se presentaban entre los cuales eran interrogados los testigos (21).
la Audiencia y los Tribunales de Cuentas a pro- El mal se presentaba también en los cabil-
pósito de problemas cotidianos como la califica- dos. Estos fueron en el caso general inoperantes,
ción de fianzas y otros semejantes. Las autori- con excepción de los cabildos de ciudades de
dades metropolitanas, el Rey y el Consejo de alguna importancia, por ausencia permanente
Indias, nunca tuvieron en este aspecto de la de los regidores que preferían vivir en sus estan-
política colonial un criterio definido y claro. Al cias a permanecer en las villas y poblados. En
parecer sostuvieron una actitud ambigua enca- comunicación del virrey Ezpeleta a la Audiencia
minada a mantener en el gobierno de América de Santa Fe, el 29 de agosto de 1795, se quejaba
182 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

éste del estado de postración a que había llegado pública. Entre ellos se hallaron los llamados
el cabildo de la capital. "El número de regidores, oficios de pluma (escribanos, relatores, etc.) y
decía, se hallaba reducido a 6, de los cuales un buen número de los cargos de la Real Ha-
dos son hermanos, lo que es un inconveniente", cienda (recaudadores, veedores, tesoreros,
y 4 son hacendados que viven ausentes durante etc.). También fueron vendibles los llamados
casi todo el año. Agrega que la laxitud de la oficios concejiles de los municipios (regidores,)
institución había llegado a tal extremo, que para alcaldes, alguaciles, etc.). Fue este un recurso
ocupar los cargos vacantes entonces, no se ha- fiscal del Estado y a pesar de las reiterdas críticas
bían presentado postores "a pesar de la baratura que se le hicieron el sistema se sostuvo hasta
de los oficios, el último de los cuales se remató fines de la dominación española. Los cargos así
por 80 pesos, lo que podía facilitar la entrada obtenidos podían ser vitalicios y en ocasiones
a ellos de los sujetos menos idóneos". La situa- transmitirse por herencia y a perpetuidad según
ción había llegado a tal extremo, que el fiscal la fórmula llamada a juro de heredad perpetua.
de la Audiencia había propuesto que el virrey La venta de cargos públicos fue una de las
hiciera uso de su facultad de nombrar interinos grandes fallas de la administración colonial. Los
por 5 años, "sin perjuicio de pregones y rema- funcionarios beneficiarios de ellos frecuente-
tes", obligando a los designados a aceptar el mente abusaron de sus funciones tratando de
cargo (22). Si esto ocurría en la capital del virrei- obtener el mayor lucro posible, no obstante que
nato, puede suponerse lo que acontecía en cabil- la Corona nunca abandonó sus facultades de
dos menos importantes del Reino. control, ni su derecho a imponer sanciones. Los
En general los altos cargos de la burocracia tenedores de ellos estaban sujetos a residencia
colonial fueron reservados para premiar servi- y visita y al requisito de fianza que se trataba
cios a la Corona fuera en la propia administra- del manejo de caudales públicos.
ción peninsular o en las colonias, fuera en el Otra modalidad de la asignación de cargos
ejército o la marina, y en no pocas ocasiones estuvo constituida por las llamadas futuras en
para otorgar mercedes y canonjías a los validos el lenguaje de la época. Consistía esta figura
de los altos funcionarios reales. Sin embargo, en el otorgamiento de una posición administra-
gracias sobre todo al Consejo de Indias, para tiva, por excepción de un cargo de carácter po-
los altos cargos políticos, especialmente para lítico jurisdiccional como una gobernación de
presidentes, virreyes, y oidores de Audiencia, provincia, para ser ocupada por el beneficiario
se exigieron servicios, experiencia y títulos de en el momento en que quedara vacante. El sis-
jurista o letrado (23). Estos cargos que general- tema se usó para recompensar servicios al Es-
mente llevaban anexa jurisdicción y mando po- tado o para gratificar donaciones en dinero al
lítico, estuvieron por fuera del sistema de remate tesoro real en casos de emergencia fiscal. Fue,
y venta, generalmente dependieron directa- pues, en muchas ocasiones, una venta disi-
mente del Rey y se concedieron para períodos mulada.
fijos. Virreyes, oidores y presidentes fueron Hubo en la burocracia colonial un sector
nombrados por cinco años; pero fue muy fre- relativamente profesionalizado. Servicios como
cuente -y ese fue el caso de los virreyes neogra- el judicial y el prestado por las casas de amone-
nadinos- se prorrogaron los períodos hasta 10 dación y ensaye de metales exigieron a sus fun-
años. En el caso de los oidores de Audiencia cionarios títulos e idoneidad técnica. Los servi-
los períodos fueron generalmente largos. 10, cios públicos fueron también protegidos por un
15, 20 años, no eran infrecuentes. Esto último sistema de jubilaciones y pensiones exentas de
fue un motivo de reiteradas quejas de los virre- pagos fiscales como la media anata. Al produ-
yes pues, por una parte, los largos períodos cirse vacantes en el escalafón de los cargos,
terminaban en complejas vinculaciones de inte- generalmente se prefería a quienes estuvieran
reses y parentescos, y por otra, la vejez y los incorporados en cargos inmediatamente inferio-
achaques de muchos funcionarios eran un mo- res y cuando por las necesidades del servicio
tivo de ineficiencia administrativa (24). un funcionario tenía que ocupar un cargo con
Como la provisión de cargos públicos era menor remuneración de la que antes recibía, la
considerada una regalía de la Corona, hubo en ley ordenaba que siguiera recibiendo el salario
la administración colonial una considerable can- anterior más favorable. Muchas de estas regla-
tidad que se adjudicaba por venta en subasta mentaciones y prácticas indican pues, la existen-
La administración colonial 183

cia de un principio de carrera administrativa en hecha en 1776 por el virrey Flórez para que se
el sentido moderno. crease una sala especial de asuntos criminales
Los salarios de la burocracia colonial fue- en la Audiencia, solicitud reiterada por Ezpeleta
ron en general bajos, especialmente en el virrei- en 1796 y que no había sido resuelta todavía
nato de la Nueva Granada. Sólo los virreyes en 1803 al terminar su propio mandato (27).
devengaron altos sueldos. El de Nueva Granada
recibía 40.000 pesos anuales, para sus gastos Las reformas borbónicas en el Nuevo Reino
totales que incluían el sostenimiento de un am-
plio séquito de servidores personales. Las reformas iniciadas por los reyes Borbo-
Los oidores solían recibir alrededor de nes a comienzos del siglo XVIII tuvieron una
5.000 pesos y 2.500 los gobernadores y capita- acentuada tendencia administrativa. En el sen-
nes generales. Corregidores, alcaldes mayores, tido moderno representaron un esfuerzo por ra-
recaudadores o funcionarios de la Real Hacien- cionalizar la gestión del Estado y hacerla más
da, tuvieron bajos salarios, lo que producía va- eficaz como instrumento de la política econó-
rios fenómenos observados reiteradamente por mica de tipo mercantilista que España puso en
los virreyes en sus informes a la Corona: mezcla práctica en la metrópoli y en las colonias. Dicha
de funciones públicas con actividades privadas, política tenía particularmente tres propósitos:
corrupción, lentitud en la resolución de los pro- intensificar el comercio intercolonial y de los
blemas. territorios ultramarinos con la Península; fomen-
"Yo soy de parecer, decía el virrey Solís, que tar en América la produccción de nuevas mate-
siempre que con reflexión de distancias, comer- rias primas (quinas, tabaco, maderas, cacao,
cio y otros antecedentes, ocurra luz para poner azúcar), e intensificar la minería; reorganizar la
este género de cajas y oficiales reales, con el Hacienda haciendo más eficaz el recaudo de
sueldo de seis por ciento de lo que ingrese, no impuestos, tributos y regalías de la Corona (28).
se excuse el hacerlo; porque se empeñan en su La nueva política implicaba un amplio plan
cuidado y mayor aumento por el mayor que les de reformas en la metrópli y en las colonias. Se
cabe, y se corta el descuido que pueda haber intentó modernizar los servicios del Estado, so-
en territorios tan dilatados con otras cajas, y de bre todo la administración hacendaría y la ense-
lo mucho que a ellas ocurre, y el que siempre ñanza superior, incorporando en los planes uni-
han tenido los alcaldes ordinarios que han ma- versitarios la ciencia y la tecnología modernas,
nejado la Hacienda en estos lugares retirados, con el fin de vitalizar la economía y hacer una
como que lo hacen por un año, sin sueldo y explotación racional de las riquezas naturales
entre sus compatriotas. Pero es menester soste- del sector colonial. El movimiento estaba impul-
ner a los puestos y a los que se pusieren; porque sado por los monarcas de la nueva dinastía, que
es mucho lo que los hacen padecer los vecinos se apoyaron para sus propósitos en una élite
y habitantes del país, eclesiásticos y seculares, ilustrada, admiradora de la cultura francesa del
como acostumbrados a vivir con fraude de los siglo de las luces, que veía en las reformas la
derechos reales" (25). posibilidad de evitar la bancarrota del Imperio
Sobre las dificultades para reclutar funcio- español en su ya secular lucha con Inglaterra.
narios debido a los bajos salarios y sobre la Pero no sólo las nuevas fuerzas intelectua-
corrupción y el fraude que esta situación propi- les y económicas de España presionaban en fa-
ciaba, se expresaba el virrey Mendinueta: "Nada vor del nuevo giro político. También el creci-
es más difícil que la elección de sujetos para miento económico y el desarrollo social de las
los pequeños destinos -corregidores, recauda- colonias demandaba cambios en la administra-
dores, escribanos, etc.-, porque careciendo de ción de los territorios americanos y el Nuevo
aliciente justo y permitido, hay el recelo de que Reino de Granada no era ajeno a la transforma-
se haga un abuso de autoridad para existir a ción que se verificaba en los diversos virreina-
expensas del público y con perjuicio suyo" (26). tos, audiencias y capitanías en la segunda mitad
El mismo alto funcionario, al finalizar su del siglo XVIII. La población había entrado en
período, se refería a la lentitud de las decisiones un movimiento ascendente. Con base en el censo
administrativas, sobre todo de las que debían de 1778, el arzobispo virrey Caballero y Góngo-
consultarse a la metrópoli, y ejemplificaba sus ra, consideraba que entre 1770 y la fecha del
opiniones historeando el caso de la solicitud mencionado empadronamiento, la población del
Nueva Historia de Colombia. Vol. I
184

virreinato correspondiente al Nuevo Reino había do, tan abundante en la época, el promedio anual
aumentado en 240.432 habitantes, lo que repre- de las exportaciones del metal fue el siguiente-
sentaría un aumento de 1.5% anual, coeficiente
alto para la época (29). El aumento no era única-
mente numérico; también cambiaba la composi-
ción social de los grupos socio-raciales. El grupo Cuadro No. 1
mestizo blanco, sobre todo, había crecido aun Valor anual promedio
ritmo más rápido que el indígena que más bien de las exportaciones de oro
permanecía estático o posiblemente disminuía, (Pesos españoles de 8 reales)
según pudieron observarlo para la parte oriental
del virreinato los visitadores reales a partir de
1755. Tal crecimiento significaba una mayor 1661-1700 2.790.000
participación de los criollos en los problemas
públicos y un mayor grado de conciencia polí-
1701-1760 3.487.500
tica y social de estos sectores, capaz de generar
una actitud crítica y más activa frente a la admi-
nistración colonial (30). 1761-1780 2.790.000
Algunas cifras del desarrollo económico
indicaban igualmente la urgencia de modifica- 1781-1800 3.138.750
ciones en la gestión administrativa del Estado.
El comercio se activó gracias a la política liberal
borbónica iniciada en 1778. La fundación del 1801-1810 3.487.500
consulado del ramo en Cartagena y Santa Fe
(1795) podría considerarse un indicio del creci-
miento de las actividades mercantiles y de la Algo semejante a lo dicho sobre la minería
mayor significación del grupo de los comercian- podría decirse de los intentos de reorganización
tes en la vida económica del virreinato (31). de los estudios superiores en los que tantas es-
peranzas ponían los impulsores de la transfor-
Otro tanto podría decirse de la actividad mación económica. El renovador plan de Mo-
minera. Aunque el crecimiento de la minería reno y Escandón no se puso en vigencia. Tam-
neogranadina no fue comparable a la que expe- poco el sustitutivo del arzobispo virrey que, aun-
rimentaron los virreinatos de México y el Perú, que más tímido, representaba un progreso, llegó
en las últimas décadas del siglo se observa un a ser una realidad (36). Al finalizar el siglo las
sostenido mejoramiento de la exportación de
oro. Sin embargo, aparte de los esfuerzos hechos universidades neogranadinas seguían siendo las
en Antioquia por el gobernador Mon y Velarde, mismas instituciones tradicionales donde se en-
los intentos de renovación de la minería neogra- señaban filosofía escolástica, teología y gramá-
nadina terminaron en el fracaso (32). Así ocurrió tica. El refugio de las ciencias y las nuevas
con los planes de explotación de las minas de técnicas estuvo en la Expedición Botánica y en
Mariquita adelantados por D'Elhuyar, "empresa el gabinete particular de los autodidactas. En
desgraciada y nunca conveniente, que en lugar resumen, el movimiento renovador de la España
de animar a otros, ha resfriado los deseos de Borbónica tuvo en la Nueva Granada sólo mo-
algunos, que alentados con la posibilidad de destos logros.
tener un buen director, hubieran quizás empren- También aumentaron las rentas públicas,
dido el beneficio de una mina de plata, o aspi- aunque a un ritmo lento y con muchas alterna-
rado a mejorar el de las de oro", según lo mani- tivas, incluyendo algunas disminuciones, como
festaba Mendinueta en su relación de mando (33)
En forma semejante se expresaba Francisco Sil- en la renta de aduanas, atribuida por Mendinueta
vestre respecto a la minería de Antioquia, donde a la disminución del comercio de importación
las técnicas mineras no habían sobrepasado las causada por la guerra con Inglaterra. Al compa-
rudimentarias y tradicionales en la minería de rar el quinquenio de 1791-95 con el último de
aluvión (34). Según las cifras presentadas por Vi- su gestión gubernamental, 1796-1800, el men-
cente Restrepo (35), que no incluyen el contraban- cionado virrey encontraba la siguiente situación
en los principales ingresos del fisco (37).
La administración colonial 185

Cuadro No. 2
Ingresos del fisco (1796-1800;>

1791/95 1796/1800 Variación

Aduana (1) 756.575 373.483 - 373.092


(Cartagena)
Aguardiente (2) 1.142.192 1.486.786 + 344.594
Tabaco (1) 1.834.281 1.903.510 + 69.229
Pólvora (1) 57.358 37.664 - 19.714
Aduana y alcabala (1) 358.470 544.960 + 186.490
(Local de Santa Fe)
(1) Pesos. (2) Maravedís.

El reinado de Carlos III que se caracterizó dos de facultades muy amplias, tan amplias que
en América por una gran actividad constructiva podían actuar con independencia de los virreyes
en vías de comunicación, obras de defensa mi- y audiencias (39).
litar y construcciones urbanas y civiles y ecle- Por circunstancias que aún no han sido
siásticas, tuvo también sus reflejos en la Nueva aclaradas, el virreinato de la Nueva Granada
Granada. No sólo las obras militares, como la quedó por fuera del sistema de intendencias. En
terminación de las fortificaciones de Cartagena, sustitución de él y en cierta forma para llenar
sino también la renovación arquitectónica de sus funciones, para el Nuevo Reino, bajo Carlos
ciudades como Popayán, la misma Cartagena y III se creó la institución de la Regencia. En la
Santa Fe en cuanto sobrepasaron los modestos Real Orden del 25 de marzo de 1783, dirigida
niveles del siglo XVII, que podrían tenerse como a la Audiencia de Quito, con motivo de la lle-
un resultado del nuevo clima creado por la po- gada del regente para ese territorio, se acompa-
lítica borbónica, debieron generar una mayor ñaba la Ordenanza de Intendentes del Río de la
actividad económica general, que a su turno Plata "para que se adapte en lo que fuere adap-
constituía un reto a la deficiente y disuelta ma- table", lo que indica que el propósito de la Co-
quinaria administrativa. Sin embargo, según la rona al establecer los regentes era obtener de su
hipótesis planteada por el historiador Paul Wi- gestión los resultados que esperaba de los inten-
lliam McGreevey, el nuevo esfuerzo de produc- dentes en otros territorios (40).
tividad, en lo que se refiere a las exportaciones Así lo entendió el primer regente que llegó
de oro, no se tradujo en crecimiento interno al Nuevo Reino, Juan Francisco Gutiérrez de Piñe-
porque dichas exportaciones no produjeron un res (41), cuya actividad en materia de Hacienda
equivalente en las importaciones de bienes (38). actuó sin duda como causa precipitante del mo-
Por otra parte, a juzgar por los informes virrei- vimiento comunero de 1781, porque uno de los
nales, la administración del Nuevo Reino nunca objetivos al que puso mayor atención fue el
pudo ponerse a tono con las nuevas exigencias aumento de la recaudación de impuestos. Gu-
económicas y sociales. tiérrez de Piñeres era un buen representante de
los nuevos funcionarios borbónicos. Enérgico,
El régimen de intendencias autoritario, buen jurista, su gestión sin embargo,
fue relativamente corta, pues llegó a Santa Fe
El principal instrumento de la nueva polí- a comienzos de 1778 y regresó a España en
tica fueron las intendencias. Los virreinatos y diciembre de 1793 (42). En los años posteriores,
capitanías generales fueron divididos y puestos el cargo de regente tuvo poca importancia en la
bajo la dirección de un intendente, nombrado administración del virreinato. Luis Chaves de
directamente por el Rey. Los nuevos funciona- Mendoza (1793-1797), Manuel Bravo Bermú-
rios fueron rigurosamente seleccionados y dota- dez (1798-1799) y Francisco Manuel de Herrera
186 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

(1809-1810), los tres regentes que sucedieron a Muchos daños de los expresados se podrían ha-
Gutiérrez de Piñeres tuvieron una actuación ber corregido al principio, con que no hubiese
opaca y fugaz. El cargo estuvo acéfalo cerca de pasado adelante el mal que hoy se considera
diez años, después de la muerte de Bravo Ber- muy dificultoso de convalecer, y aunque parece
múdez, quien sólo desempeñó sus funciones por que en primer lugar pudiera ser reprendido el
un año (43). descuido de gobernadores y presidentes de esta
Pero si bien el régimen de intendencias no Audiencia, pienso, por lo que tengo experimen-
tuvo vigencia y aplicación en el Nuevo Reino, tado, que han tenido una razonable disculpa
sin embargo el reformismo borbónico se hizo porque aunque es así, que los presidentes de
presente a través de sus virreyes, todos auténti- esta Audiencia han tenido la autoridad de prerro-
cos representantes de la nueva mentalidad y los gativas que V. M. se ha servido concederles
nuevos propósitos políticos y administrativos pero como de cualquier cosa que manda, si la
de la Corona. Desde Eslava hasta Mendinueta persona o personas que han de obedecer no lo
y Ezpeleta, los virreyes tuvieron una constante hacen con mucho gusto, tiene fácil recurso a la
preocupación por mejorar la gestión administra- Audiencia, y aunque sobre esto están dadas to-
tiva del virreinato. De sus relaciones de mando das aquellas providencias por las leyes que pue-
se puede extraer una valiosa información sobre den facilitar la decisión, acontece que hoy la
el estado general del país en la segunda mitad emulación de los oidores o el deseo de persuadir,
del siglo XVIII. En cuanto se refiere a adminis- que alcanza más, hacen contados los frutos; y
tración, todos insisten en las dificultades y de- como de las competencias que de aquí se siguen
ficiencias que encontraban para que el Estado sean peores las consecuencias, es preciso a un
cumpliera sus funciones. En su relación de presidente que es letrado subordinarse a las to-
mando de 1729, el presidente de la Audiencia, gas; y si en éstas hubiese aquella madurez y
mariscal de campo Antonio Manso, denunciaba buen deseo de la pura administración de justicia,
los inveterados vicios de la administración colo- ningún desconsuelo quedará al presidente; pero
nial: inexperiencia de los funcionarios, nepotis- muchas veces éste conoce y le consta que la
mo, favoritismo, impotencia de los presidentes senda es extraviada, y ha de tolerar la sin razón,
y virreyes frente a un cuerpo de oidores frecuen- porque tiene atadas las manos y si los anteceso-
temente impreparados y muchas veces dispues- res han experimentado esto, lo podrán decir. Lo
tos a posponer los intereses del Reino a sus que yo puedo asegurar es que es inexplicable
propios intereses y los de sus parientes y amigos. lo que yo he padecido. Por eso me parecería
Decía el presidente Manso: fuera conveniente que o el presidente tuviese
"Concurre a este grande inconveniente [la defi- una mano para contener a los oidores, o que los
ciente administración de justicia] como causa que hubiesen de venir a estas partes, donde la
muy próxima, la permanencia en estas plazas, distancia les hace más animosos, fuesen hom-
porque en el dilatado tiempo en que las ocupan bres provectos y que hubiesen pasado un trieno
contraen enemistades y parentescos; porque si en otra Audiencia, o se eligiesen de los abogados
no se casan ellos, por la prohibición que para más expertos que hubiese en la monarquía; por-
ello tienen, se casan sus hermanos y parientes que si vienen acabados de dejar los colegios, ni
que suelen traer consigo cuando vienen a servir las letras son las que bastan para la práctica, ni
a estas plazas, de donde se ocasionan mezclarse la edad les concilia la madurez" (44).
en dependencias que los hacen parciales. Sería "Hacia mediados del siglo la mayor parte
bueno que se practicasen las dependencias que de los corregimientos de indios se hallan vacos,
para estos casos están dadas, siendo la principal porque el más opulento de ellos apenas da de
el que se mudasen a ciertos tiempos, de calidad comer al que lo acepta. Por la misma razón se
que no se considerasen perpetuos, y que la resi- encuentran vacos los cargos de regidores, por-
dencia que V. M. tiene ordenada de cuando que como estos oficios en sus principios tuviesen
saliesen de la plaza que dejan, se tomase muy estimación, se apreciaban en subidos precios;
de propósito y con integridad, y no por alguno pero hoy, que no hay persona que sólo apetezca
de los compañeros de quien se despiden, para el honor del oficio, no teniendo utilidad no hay
que practicada de veras recelasen la corrección quién los ponga, y todos, como queda dicho,
y los que le sucediesen procederían más atenta- están vacos... De donde se sigue estar mal go-
dos y administrarán justicia con más integridad bernadas en un todo las cosas de la República •
La administración colonial 187

Así se expresaba en 1751 el oidor Berástegui, Si no fueron positivos los resultados de la


autor de la relación del virrey Eslava (45). gestión de los regentes en el campo administra-
tivo, en cambio sus efectos políticos fueron ne-
Crítica de las reformas borbónicas gativos. En una clara referencia a la gestión de
Gutiérrez de Piñeres en la Nueva Granada, y
A juzgar por el producto de las rentas du- posiblemente al movimiento de los Comuneros,
rante las últimas décadas del virreinato, la ges- Silvestre concreta más sus críticas:
tión de los regentes no tuvo significativos resul- "Con el objeto de arreglar las rentas, fueron
tados para mejorar la organización hacendaría. restableciéndose algunos ramos suprimidos, y
Tampoco los tuvo para rectificar los inveterados aumentando excesivamente los empleos. Esta
vicios de la administración -corrupción, lenti- novedad y la demasiada autoridad que se toma-
tud, defraudación, abusos de autoridad, e t c - ban éstos -los funcionarios de la Real Hacienda-
pues invariablemente los virreyes de las últimas faltando al respeto a las justicias, cometiendo
décadas del siglo XVIII denuncian las existencias no pocas vejaciones y fraudes y aún desaten-
de los mismos vicios y deficiencias. diendo sus quejas por suponerse que era odio a
Los regentes, en cambio, como ocurrió en las rentas el tratar de contener los excesos de
general con los intendentes, debilitaron la ges- aquellos, comenzó a inquietar los ánimos. Como
tión de los virreyes dando lugar a colisiones de sus instrucciones eran secretas y sus facultades
competencia y a dilución de la responsabilidad. extraordinarias, sabiendo el señor Flórez aquí
A propósito anotaba Francisco Silvestre en su lo que sucedía al señor Guirior en Lima, con
Descripción del Reino de Santa Fe de Bogotá: motivo de hacer presentes algunos inconvenien-
"Con las regencias y su instrucción, quedó redu- tes que debían esperarse, no se resolvió a con-
cida sólo al nombre o a un fantasma, la autoridad tradecir cosa alguna de cuanto le proponían los
del virrey, que siempre conviene para seguridad visitadores, sabiendo que éstos estaban sosteni-
de las Américas, que en la sustancia y el hecho dos y seguían ciegamente las órdenes del Señor
represente la del soberano, respecto de su larga Gálvez. El recelo de ésto, que no dejaba de
distancia; especialmente templada como sabia- traslucirse, hacía decaer y aun despreciar la au-
mente lo está, por nuestras sabias leyes munici- toridad del virrey y engreía la de los visitadores
pales. Sin aquellos y con sólo el nombre de y regentes, siendo lo peor que éstos mandaban
oidor decano, se ha hecho cerca de trescientos y disponían cuando les parecía y era conforme
años lo mismo que podría hacerse con el regen- con sus instrucciones; y saliendo las órdenes y
te, ahorrando el erario muchos y considerables providencias a nombre del virrey, en la mayor
sueldos que se han aumentado y son carga siem- parte gravosas o considerándolas los pueblos
pre de los pueblos" (46). tales, el odio público recaía sobre el inocente
virrey, y los autores se resguardaban con su
El comentario del mismo funcionario sobre capa, y eran elogiados y temidos, considerándo-
las intendencias contiene más o menos las mis- los como unos redentores" (48).
mas opiniones. Ellas serían indeferentes en or-
den a mejorar la administración colonial y no El mismo autor y sobre el mismo período,
tendrían más resultado que el aumento de suel- se expresa con la mayor dureza y en los términos
dos y gastos. Lo que importa y más se necesita, más desfavorables de la administración del arzo-
dice, es simplificar cuanto sea posible la admi- bispo virrey: "Los empleos fueron dándose en
nistración de la Hacienda Real; velar sobre los la mayor y principal parte, aumentándose la par-
que la administran y cuidar de que sean para cialidad y las hechuras, a todos los que adulaban
ello los que se nombren. Aumentar sueldos a y tenían conexiones con los jefes o sus directo-
unos y reformar muchísimos, y formar y llenar res. Se crearon nuevos empleos, y se aumenta-
de hombres hábiles el Tribunal de Cuentas con ron sueldos en algunos, no buscando hombres
lo que sería inútil o no necesaria la Dirección de talentos que supiesen desempeñarlos, sino
General de Rentas Estancadas, y ahorrarse mu- en acomodar a los ahijados". Luego se refiere
chos sueldos; pues para todo puede alcanzar al "desorden" que reinaba en los despachos de
bien manejada y distribuida y mucho puede irse la Audiencia, durante las administraciones del
aumentando el Reino en sus minas y agricultura, virrey Flórez y de Caballero y Góngora debido
haciendo trabajar la gente ociosa pero auxilián- al cambio de los empleados y a la ineficiencia
dola (47). de los nuevos y al exceso de aranceles cobrados
188 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

por escribanos y asesores "habiéndose visto con miento de las minas, sino también mejorar los
extraña pública, que hasta de una limosna que servicios del Estado y la organización del sis-
se pidiera al virrey, o una carta política, o fami-tema de rentas de la Hacienda Real, eliminando
liar que se escribiese, se reducía a expediente, cargas y abandonando el sistema de los estancos
se mandaba correr vista fiscal y se cobraban o monopolios, con excepción de algunos de am-
derechos" (49). plio interés social como el de la sal. Cabe obser-
Comentando los intentos de Caballero y var que tanto Vargas como Nariño parten de la
Góngora sobre mejoramiento de la explotación base de estar formulando planes para una colonia
de las minas y la misión de D'Elhuyar, decía y no para un país independiente, pues ambos
Mendinueta en 1803: aceptan en el papel del Nuevo Reino como pro-
"Persuadido de estas verdades, el arzobispo vi- ductor de materias primas y dejan a salvo los
rrey impetró y obtuvo la benignidad del Rey intereses de la metrópoli como tal. No se apar-
que se destinasen a este Reino dos mineralogis- taban mucho de los planes formulados por los
tas dotados por S. M. Vinieron con efecto, y economistas españoles de la época y probable-
don Juan José D'Elhuyar, que era el principal, mente se inspiraba muy de cerca en ellos (51).
pudo haber desempeñado la dirección de las "Yo no propongo, dice Nariño, que se es-
minas del Reino y contribuir a sus progresos tablezcan fábricas o manufacturas que harían
con la superioridad de sus luces y completa ins- decaer el comercio nacional, y que perjudicarían
trucción que poseía, según se me ha informado; en una colonia naciente, abundante en frutos y
pero en lugar de empleárselo en este objeto, que escasa en brazos; no me olvido que las riquezas
fue el de su venida, se le destinó al laboreo de de una colonia deben ser diferentes de las de la
las minas de plata de Mariquita por cuenta de metrópoli, y que esta diferencia es la que debe
la Real Hacienda, y esta empresa, al fin desgra- entretener el comercio recíproco" (52).
ciada y nunca conveniente, en lugar de animar El plan de Nariño, que es el más explícito
a otros ha resfriado los deseos de algunos que y el que posee más carácter administrativo, po-
alentados con la proporción de tener un buen dría sintetizarse así: a) Supresión de los estancos
director, hubieran quizás emprendido el benefi- de tabaco y aguardiente y conservación de la
cio de una mina de plata, o aspirado a mejorar sal por razones de utilidad común; b) elimina-
el de las de oro" (50). ción de alcabalas internas y sustitución de ellas
por un impuesto directo de capitación, igual
Nuevos planes al finalizar el siglo XVIII para toda la población, incluyendo la indígena;
c) mejoramiento del sistema monetario, amone-
La preocupación por las cuestiones econó- dando el cobre y haciendo uso del papel moneda;
micas y administrativas y la tendencia moderni- d) reformas judiciales, para hacer expedita la
zadora que caracterizó a la España Borbónica, administración de justicia, creando la institución
sobre todo durante los reinados de Carlos III y de los jueces de paz.
de Carlos rv, tuvieron su eco en la Nueva Gra- El de Vargas, verdadero estudio de con-
nada, no sólo entre los virreyes y funcionarios junto en el sentido moderno, analiza el estado
de la administración, sino también entre los crio- social, las condiciones demográficas, la geogra-
llos ilustrados. Las ideas expuestas en la metró- fía del reino, los transportes y comunicaciones,
poli por Campillo, Ward y otros consejeros de la educación y la tecnología agrícola y minera.
la Corona encaminadas a fomentar la producción Si el Reino quiere salir del atraso en que se
de bienes exportables en las colonias y a inten- halla postrado tiene que desarrollar una econo-
sificar las importaciones y el comercio, encon- mía más integrada que atienda por igual a la
traron su respuesta en similares preocupaciones agricultura, que todavía fuera de las tierras frías
expuestas por Pedro Fermín de Vargas y Anto- no conoce el arado; la minería, que desconoce
nio Nariño en verdaderos planes de reforma ins- la explotación de vetas por falta de maquinaria
titucional y política del virreinato. El primero para el rompimiento de rocas y la construcción
en sus Pensamientos Políticos y el segundo en de desagües; a las manufacturas que necesitan
su Ensayo sobre un nuevo plan de administra- estímulos y sobre todo libertad para su comer-
ción en el Nuevo Reino de Granada, insisten cio. Pero las medidas de fomento económico
en que no sólo es necesario fomentar la produc- serían incompletas y no darían todos sus frutos
ción de nuevos géneros exportables y el rendi- si no fueran acompañadas de la educación de
la administración colonial 189

sus habitantes, sobre todo del aprendizaje de las administración pública en el período colonial
ciencias útiles, del aumento de la población a de nuestra historia, particularmente en las déca-
través de una política de puertas abiertas al in- das anteriores al movimiento emancipador. La
migrante y del mejoramiento de su estado sani- República modificará sustancialmente algunos
tario. El autor da gran importancia al desarrollo sectores institucionales, pero también será here-
de las comunicaciones, que debería incluir la dera de muchas de sus formas de gestión, de
construcción de un canal interoceánico a través sus vicios y deficiencias, porque ninguna época
del Atrato y el San Juan, en el Chocó. histórica puede desprenderse totalmente de su
Tales fueron las líneas dominantes de la inmediato pasado.
190 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Notas
1. Las principales disposiciones legales sobre administra- Sánchez Bella, op. cit.; Haring, op. cit., capítulo VI,
ción colonial hasta Tines del siglo XVII se encuentran en págs. 94 y ss.
la Recopilación de las Leyes Indias de 1688, Libro II,
Títulos III y siguientes. Ed. facsimilar del Consejo de 9. Haring, op. cit., págs. 94 y ss.; Eugenia Lahmeyer Lobo,
la Hispanidad, 3 vote., Madrid, 1943. La bibliografía op. cit., págs. 144 y ss.
sobre la organización administrativa del Imperio español
americano no es muy abundante. Entre las obras de ca- 10. Haring, págs. 280 y ss.; Ots, Instituciones de gobierno,
rácter general mencionamos las siguientes: C. H. Haring, cap. II, págs. 63 y ss.
The Spanish Empire in America, New York, 1963. Eu-
lalia Lahmeyer Lobo, Administracáo colonial luso-es- 11. Sobre la residencia, ver Mariluz Urquijo, op. cit. También
panhola mas Americas, Río de Janeiro, 1952. Jhon Haring, op. cit., págs. 138 y ss. Ambos autores están de
Lynch, Administración colonial española, Buenos Aires, acuerdo sobre la dudosa efectividad de la residencia sobre
1967. Para el siglo XVIII, especialmente, José María todo cuando se refería a funcionarios de alta categoría.
Mariluz Urquijo, Ensayos sobre los juicios de Residen- La primera inspección hecha por nosotros en el Fondo
cia, Sevilla, 1952. Ernest Schaefer, El Consejo Real y Residencias del Archivo Histórico. Nacional (AHN), con-
Supremo de Indias, 2 vote., Sevilla, 1935, 1947. Ismael firma esta opinión, en los juicios del virrey Villalonga y
Sánchez Bella, La organización financiera de las Indias, de Messía de la Zerda, t. III, ff. 628 y ss. La residencia
siglo XVI, Sevilla, 1968. Para el Nuevo Reino de Gra- del virrey Solís, estudiada por Ots Capdequi, parece que
nada: José María Ots Capdequi. El Estado Español en fue más severa y efectiva. Se le condenó a reintegrar
las Indias, México, 1941. Instituciones del gobierno del algunas sumas gastadas y a las costas del juicio que ascen-
Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII, Bogotá, dieron a 6.585 pesos. Ots, Instituciones de gobierno,
1956. Nuevos aspectos del siglo XVIII en América, Bo- págs. 288 y ss.
gotá, 1945. Eduardo Posada y Pedro María Ibáñez, Re-
laciones de mando de los virreyes del Nuevo Reino de 12. Citado por Haring, op. cit., pág. 141.
Granada, Bogotá, 1910. Citaremos esta obra como Rela-
ciones de mando o relaciones, únicamente. 13. Haring, op. cit., págs. 138 y ss. En la residencia de
Messía de la Zerda, 12 testigos de Popayán, todos nota-
bles de la ciudad y la mayoría españoles, responden ge-
2. Las principales fuentes primarias para el estudio de la neralmente que "no saben nada" que "no les consta", que
administración colonial en el Nuevo Reino de Granada "no han oído decir". AHN. Residencias, t. III, ff. y 628
se encuentran en numerosos fondos del Archivo Histórico ss.
Nacional (AHN). Mencionamos los principales: virreyes,
gobierno, residencias, empleados públicos, poblaciones,
mejoras materiales, reales cédulas, Real Audiencia, visi- 14. La edición más conocida de las Relaciones de Mando,
tas, cabildos, Real Hacienda. En la bibliografía deben de Posada e Ibáñez, publicada en la Biblioteca de Historia
tenerse en cuenta los estudios citados de José María Ots Nacional de la Academia Colombiana de Historia, Bogo-
Capdequi, ricos en información y materiales, particular- tá, 1910, es deficiente por varios aspectos. Contiene trans-
mente para el siglo XVIII. cripciones confusas y en la relación de Caballero y Gón-
gora, omite los cuadros estadísticos anexos. Para este
último caso la mejor publicación es la incluida por José
3. Enrique Ortega Ricaurte, Libro de acuerdos de la Real Manuel Pérez Sarmiento, en su Biografía del arzobispo
Audiencia del Nuevo Reino de Granada, 2 vol., Bogotá, virrey, Bogotá, 1951. El Banco de la República, publicó
1947, 1948. Del mismo autor Cabildos de Santa Fe de
en 1952 una selección dirigida por Gabriel Giraldo Jara-
Bogotá, Bogotá, 1957.
millo, que incluye los temas económicos y agrega la
4. C. H. Haring, The Spanish Empire in America, Ed. cit., relación del virrey Gil y Lemos (1789), que falta en la
págs. 113, 114; Ots Capdequi, Instituciones de gobierno edición de la Academia. Nuestras citaciones se refieren
del Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII, pág. 21. a la edición de Posada e Ibañez.
Citaremos esta obra como Instituciones de gobierno o 15. Ver José Mojica Silva, Relaciones de visitas coloniales,
simplemente como Instituciones. Tunja, 1948. Útil para recuentos de población indígena,
pero de poca utilidad para cuestiones administrativas. En
5. Relaciones de mando, ed. cit.; Ots Capdequi, Institucio- el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura,
nes de gobierno, págs. 60, 61, 87 y ss. Departamento de Historia de la Universidad Nacional,
núm. I, Bogotá, 1963, se publicó la visita de Verdugo
6. Haring, op. cit., págs. 113 y ss. y Oquendo, al oriente del virreinato en 1755. En el Res-
guardo en el Nuevo Reino de Granada, de Margarita
7. OTS, Instilaciones de gobierno, págs. 126 y ss. Sobre
este aspecto también se encuentran abundantes referen- González, Bogotá. 1970. se publicó la de Moreno y Es-
cias en Relaciones de mando. candón, al corregimiento de Tunja, en 1778.

8. La obra clásica sobre el Consejo de Indias sigue siendo 16. Ahn. Visitas de Boyacá, t. IV y t. IX. Visitas de Cundi-
la de Ernest Schaefer, ed. cit. Para la primera época. namarca, t. VII. Visitas de Santander, t. II.
La administración colonial 191

17. Ahn. Visitas de Boyacá, t. VIII, ff. 872r/903r. 32. Sobre la gestión administrativa de Mon y Velarde en
Antioquia, ver Emilio Robledo, Bosquejo biográfico del
18. Ots Capdequi, Instituciones de gobierno. Ed. cit. oidor J. A. Mon y Velarde, visitador de Antioquia, Bo-
gotá, 1954, 2 vols.
19. Ahn. Reales cédulas, t. X, ff. 673 ss.; OTS, Instituciones, 33. Relaciones, págs. 500-501
págs. 129 y ss.
34. Silvestre, Descripción, ed. cit., págs. 176 y ss.
20. Ots, op. cit., pág. 129.
35. Vicente Restrepo, Las minas de oro y plata de Colombia,
21. Ver el apéndice documental incluido al final de esta mo- 1952, pág. 194
nografía.
36. Ver Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el
22. Ots, Nuevos aspectos, págs. 27-28. Observaciones seme- siglo XIX, Bogotá, 1966; Fray José Abel Salazar, Los
jantes hacia el presidente Manso, hacía comienzos del estudios eclesiásticos superiores en el Nuevo Reino de
siglo XVIII V. Relaciones, pág. 12. Granada, Madrid, 1946.

23. Ots Capdequi, Instituciones, cap. IV. Para las calidades 37. Relaciones, págs. 525, 526, 528.
personales que tuvieron los virreyes, gobernadores, oido-
res, etc., ver José María Restrepo Saenz, Biografía de 38. McGreevey, op. cit., págs. 19 y ss.
los mandatarios y ministros de la Real Audiencia (1671 -
1819), Bogotá, 1952. 39. Sobre las intendencias en general, Lynch, op. cit., págs..
51 y ss. Haring, op. cit., págs. 134 y ss.; 260 y ss.
24. Relaciones de mando, ed. cit., particularmente Manso,
págs. 11-12, Ezpeleta, 315,316; Mendinueta, pág. 455. 40. Ots, Instituciones, pág. 76.

25. Relaciones, Solís, pág. 79. 41. Las capitulaciones de Zipaquirá, núms. 16,35, así lo
declaran directamente.
26. Relaciones, págs. 449, 455.
42. Restrepo, Saenz, op. cit., págs. 509 y ss.
27. Relaciones, pág. 448.
43. Restrepo, Saenz, op. cit., págs. 509 y ss.
28. Harding. op. cit.. págs. 89 y ss.; Lynch, op. cit. Para la 44. Relaciones, págs. 11-12.
Nueva Granada no existe un estudio especializado sobre
los resultados para este virreinato de la política borbónica. 45. Relaciones, pág. 12.
Algunos aspectos han sido estudiados por Ots Capdequi,
en las obras ya citadas. Luis Ospina Vásquez, en su 46. Silvestre, op. cit., pág. 102.
Industria y protección en Colombia, Bogotá, 1952, cap.
I, analiza algunos aspectos de la política económica. Tam- 47. Silvestre, op. cit., pág. 103.
bién William Paul McGreevey en su Historia económica
de Colombia (1845-1930), Londres, 1970, caps. II y III. 48. Silvestre, op. cit., págs. 103-104.

29. Relaciones, Caballero y Góngora, pág. 242; Francisco 49. Silvestre, op. cit., pág. 115
Silvestre, Descripción del Reino de Santa Fe de Bogotá,
Bogotá, 1950. Será citado más adelante como Descrip- 50. Relaciones, págs. 500-501.
ción.
51. Antonio Nariño, Ensayo sobre un nuevo plan de adminis-
tración en el Nuevo Reino de Granada, en "Vida y escritos
30. Ver Jaime Jaramillo Uribe, Mestizaje y diferenciación del señor general Antonio Nariño", José María Vergara
social en el Nuevo Reino de Granada, en Ensayos de y Vergara, Bogotá, 1945.
Historia Social Colombiana, Bogotá, 1968.
52. Pedro Fermín de Vargas, Pensamientos políticos y memo-
31. Ospina Vásquez, op. cit.. págs. 38-55; McGreevey. op. ria sobre la población en el Nuevo Reino de Granada,
cit.. págs, 30 y ss. Bogotá 1944.
192 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Bibliografía
Obras de carácter general sobre la organización administrativa del imperio español americano.
HARING, C. H.: The Spanish Empire in América, New York, 1963.
LAHMEYER LOBO, EULALIA: Administracao Colonial Luso-espanhola mas amerícas, Río de
Janeiro, 1952.
LYNCH, JOHN: Administración colonial española, Buenos Aires, 1967.
MARILUZ URQUIJO, JOSÉ MARÍA: Ensayos sobre los juicios de Residencia, Sevilla, 1952.
SCHAEFER, ERNEST: El Consejo Real y Supremo de Indias, 2 vols., Sevilla, 1935, 1947.
SANCHEZBELLA, ISMAEL: La organización financiera de las Indias, sigloXVI, Sevilla, 1968.
OTS CAPDEQUI, JOSÉ MARÍA: El Estado español en las Indias, México, 1941.
Instituciones de gobierno del Nuevo Reino de Granada en siglo XVIII, Bogotá,
1956.
: Nuevos aspectos del siglo XVIII en América, Bogotá, 1945.
POSADA, EDUARDO e IBÁÑEZ, PEDRO MARÍA: Relaciones de mando de los Virreyes del Nuevo
Reino de Granada, Bogotá, 1910.
Además de los aludidos en el ensayo, es importante tener en cuenta los estudios citados por
JOSÉ MARÍA OTS CAPDEQUI, ricos en información y materiales, particularmente para
el siglo XVIII.
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 193

Factores de la vida
política colonial:
el Nuevo Reino de Granada
en el siglo XVIII (1713-1740)
Germán Colmenares manifestaciones más obvias debían ser estudia-
das por sí mismas. La expresión filosófica de
este tipo de metodología se encuentra cabal-
mente expresada en el idealismo alemán. Sus
Consideraciones metodológicas trazas pueden seguirse desde las manifestacio-
nes más teóricas (Hegel o Fichte) hasta las ela-
L a primera y gran tentación de los historiado- boraciones historiográficas alemanas del siglo
res ha sido la interpretación de la vida del XIX (Niehbur, Ranke, etc.).
Estado. Pero este tipo de empresa ha tenido El siguiente paso, derivado de tomar la
siempre un doble riesgo. Por un lado, su aparien- vida del Estado como punto de partida, consistía
cia de facilidad en la descripción de una activi- en que, una vez construido el armazón de los
dad notoria. Esta descripción era posible me- hechos políticos o de las instituciones, debía
diante la concatenación de hechos a los que la buscarse un sentido oculto, una significación,
historiografía idealista atribuía un sentido, una que se traducía en un concepto clave. Este con-
intención, aun si se desdeñaba el problema de cepto, que podía ser una generalidad o un uni-
sus conexiones causales. La centralización de versal llamado "despotismo", "democracia",
la fuente de donde emanaban tales hechos, la etc., debía informar de una manera coherente
posibilidad de referirlos a un sujeto identificable períodos enteros y toda la actividad humana
y, sobre todo la posibilidad de reconstuirlos a inscrita en ellos.
partir de un vasto y minucioso depósito de tes- El gran aporte de la metodología marxista
timonios, hacían de la historia política el marco ha consistido en señalar un punto de partida
más obvio de referencia para encuadrar una vaga diferente y en identificar este punto de partida
noción del pasado en una sucesión cronológica como una totalidad concreta. No existe una sig-
rigurosa. El espesor temporal se poblaba así de nificación aislada para la vida del Estado, para
hitos de referencia objetivos y lo suficiente- la política. Su existencia y su forma misma están
mente abstractos como para cobijar -dentro de determinadas por un movimiento dialéctico que
su generalidad- una referencia tácita a todas las no es inmanente sino que se apoya en una serie
actividades humanas. de instancias complejas y que totalizan las rela-
El otro riesgo consistía en señalar como ciones sociales, sus expresiones ideológicas, sus
punto de partida lo que no podía ser sino un conflictos, etc., a partir de un modo de produc-
punto de llegada. Se pretendía la existencia de ción históricamente determinado.
una significación aislada para la vida del Estado, Veamos un ejemplo concreto de la vida
para la política, o un desarrollo inmanente cuyas política de la historiografía tradicional.
194 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Para una tipología del funcionario español del Rey como poseedor de un erario. Todas
del Siglo XVIII éstas eran funciones ideales, situadas en un con-
texto ideológico. ¿Pero qué respecto a la actua-
La imagen usual suele ser la del oidor or- ción de un conjunto de personas que poseían
gulloso y envanecido, pronto a maltratar de pa- unos antecedentes de educación, de servicio
labra o de obra a los naturales del país. La dentro de los rangos de una burocracia imperial,
fórmula consagrada de los levantamientos del que estaban situadas en alguna parte del espectro
siglo XVIII, "Viva el Rey, muera el mal gobier- social y que, en su fuero interno, esperaban un
no", debía apuntar a los funcionarios de la Au- avance en su carrera? En otras palabras, ¿qué
diencia, encerrados en su tribunal y sin ningún puede decirse de la significación social de estas
contacto con los clamores y las necesidades de gentes, al margen de su significación institucio-
los subditos. Oscuro tribunal y oscuros asuntos nal?
los que se decidían en él. La pintura usual de Dividir, como se ha hecho hasta ahora, la
los oidores y escribanos de cámara los describe sociedad en razón de este tipo de funciones, por
con desprecio, como rábulas y hombres dados un lado, y por otro en razón de una pertenencia
a procedimientos administrativos tenebrosos, a estratos sociales y castas, resulta artificial.
capaces de liar a un subdito y reducirlo a un Establecer un enfrentamiento sin matices entre
oscuro calabozo en Cartagena por el sólo hecho quienes representaban los intereses reales, fun-
de impetrar justicia. Esta es, al menos, la imagen cionarios "españoles" y los criollos, que presun-
que popularizó la propaganda republicana de tamente no se identificaban con estos intereses,
quienes sucedieron precisamente a esos funcio- es falso. O pensar que los intereses del Rey de
narios en el poder. Se trata de un cuadro impre- España eran ajenos a todo el cuerpo social sig-
sionista, recargado de tintas negras como un nifica desconocer la función de la ideología den-
grabado de Daumier, en el que las rutinas buro- tro del régimen colonial o suponer que se la
cráticas contrastaban con la luz de las nuevas desafió siempre, cuando en realidad sólo en el
ideas. momento de la ruptura política se echó mano a
La realidad no es tan recargada. Como una nueva ideología justificativa.
frente a cualquier otra interpretación maniquea, Esto lleva a plantear otro problema, a sa-
la verdad histórica debe reinterpretar estos datos ber, qué tipo de lealtades unían a la sociedad
y colocarlos en una perspectiva diferente. Ante criolla con la monarquía española y, más con-
todo porque son datos que se refieren a la tradi- cretamente, qué ventajas se esperaban de ésta.
ción republicana y de ningún modo a la adminis- En teoría, la fidelidad al soberano se daba como
tración colonial española. Y mucho menos a las una relación natural de subordinación. En la
personas reales de los funcionarios. Estos esta- práctica existían expectativas muy concretas de
ban ya limitados por sus funciones. Pero mucho gracias y mercedes que actuaban en el plano
más todavía por un contexto de relaciones con- social y económico de manera evidente, aun
cretas con un medio que, originalmente, les era cuando sus relaciones con lo político deban ser
extraño y hasta cierto punto hostil. exploradas con mayor detenimiento.
Hasta ahora se ha insistido suficientemente Ninguno de estos problemas encuentra una
en la naturaleza ideal de las funciones de estos respuesta que no sea una mera hipótesis provi-
personajes. La Audiencia, las cajas reales o las sora en el espectro institucional, en donde se
escribanías poseían el carácter tradicional de han discutido siempre. Se ha creído discernir,
una burocracia que se manejaba por la intangi- por ejemplo, una discriminación de los criollos
bilidad de los precedentes y en ésto no se dife- en los puestos de responsabilidad, creencia que
renciaban de las prácticas de cualquier Imperio, ha perdido mucho peso con estudios detallados
antiguo o contemporáneo. Se ocupaban de asun- sobre la participación de este estamento en au-
tos de justicia, de finanzas, de administración diencias, cajas reales, corregimientos, alcaldías
en un sentido más bien restringido, pero la ex- mayores y, naturalmente, cabildos eclesiásticos
pectativa fundada en tales instituciones consistía y seculares, para no hablar de sitios en donde
primordialmente en la defensa de los intereses debía ejercerse una influencia soterrada, los
del Rey. Del Rey como árbitro de la justicia, conventos.
del Rey como depositario de la defensa de la Estos estudios, junto con los que se realizan
fe, pero de una manera mucho más inmediata, en el dominio de la economía y de la sociedad.
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 195

debieran conducir a reformular tesis muy gene- sejo de Indias. En un análisis político esta ins-
rales con respecto a la naturaleza de la sociedad titución no puede verse, como hasta ahora, en
colonial. Porque lo cierto es que si nuestras forma estática, a través de sus privilegios o de
nociones de detalles son más exactas, ocurre su funcionamiento, descrito en una forma más
que seguimos formulándolas en un contexto ina- o menos mecánica. Tampoco fue, dentro del
decuado de definiciones generales. Quienes rea- aparato del Estado colonial, un mero instru-
lizan investigaciones especializadas de historia mento pasivo del soberano. Por eso el Supremo
económica presumen que el marco político que Consejo debe contemplarse más bien en sus
se ha concebido tradicionalmente es correcto. prácticas cotidianas, en sus formulaciones y en
A la inversa, quienes formulan el problema de sus incertidumbres y vacilaciones o en ciertos
la estructura política de las colonias españolas tics que se repiten una y otra vez y que nada
no parecen tener demasiado en cuenta una rea- tienen que ver con su esquema jurídico-institu-
lidad económica y social que pueda servirle de cional.
fundamento. Y entre estos dos tipos de estudio Es claro que detrás de todos estos fenóme-
lo específicamente social se pierde, para quedar nos hay un transfondo ideológico mucho más
reducido a una vaga idea, más o menos conven- amplio, rituales jurídicos complejos y concep-
cional, de descripciones efectistas. ciones doctrínales que se traducen en reglas ope-
rantes sobre la organización administrativa, la
Perspectivas sobre el siglo XVIII calidad y la actuación de los funcionarios, los
problemas relativos a la Real Hacienda, la solu-
Empero, el siglo XVIII impone una re- ción de conflictos de intereses entre particulares
flexión política. Es decir, un punto de vista privi- y de éstos con el Estado, los asuntos relativos
legiado del análisis y una manera peculiar de al Real Patronato y hasta las costumbres y las
abordarlo. No se trata de afirmar que la realidad creencias. Pero el asunto propiamente histórico
histórica del siglo XVIII sea más política o que -si ha de delimitarse un objeto para la historia
en el siglo anterior los temas económicos revis- política- consiste en el análisis de la manera
tan más interés. En ambos casos se trataría de concreta como la institución hace operantes tales
una opción metodológica, de una manera de reglas, para designarla de algún modo, humana-
abordar los problemas por parte del historiador. mente, y la manera como esas reglas se relativi-
Se dirá que esta preferencia tiene todo el zan por presiones o influencias sobre la institu-
aspecto de ser puramente subjetiva. No es en ción.
modo alguno así. Aunque se trata, siempre, de Una historia institucional y hasta una histo-
una misma realidad global, en la que los fenó- ria de las ideas podrían muy bien detectar varia-
menos sociales, económicos y políticos se arti- ciones en el acervo doctrinal e ideológico. O
culan indisolublemente, la manera de articularse señalar el proceso de su acumulación y de su
es cada vez diferente. Bien es cierto que el his- destrucción. Pero se sabe muy bien que este
toriador puede verse constreñido en muchos ca- tipo de formulaciones nuevas suele ir a la zaga
sos por la relativa abundancia de fuentes de un de prácticas consagradas y de rutinas administra-
cierto tipo. Pero la abundancia o escasez de tivas bien probadas. El peso de éstas era tan
fuentes no es el resultado de un puro azar. El grande que la audacia o la imaginación políticas,
nivel en que se dan contradicciones y conflictos consignadas en propuestas que los funcionarios
puede ser diferente. Ni tampoco es el mismo de rango inferior elevaban a la consideración
nivel de conciencia que alcanzan. Ahora bien, del Consejo, no merecían sino algún comentario
el siglo XVIII manifiesta explícitamente conflic- displicente. Cuando se iba más allá, la censura
tos que antes sólo existieron de manera larvada. era fulminante.
Hasta el punto de que, en las postrimerías del En otra instancia de poder el fenómeno
siglo, alcanzan una formulación tan precisa que político colonial se desenvuelve en el ámbito
ningún análisis puede soslayarlas. de los organismos superiores de gobierno en
El análisis del fenómeno político colonial ultramar: presidente, oidores, fiscal, es decir,
comporta tres niveles. Uno, el más general, se la Audiencia, virreyes, capitanes generales, vi-
refiere a las políticas que se gestaban en la me- sitadores, gobernadores oficiales reales, etc.
trópoli. Como se sabe, su aplicación a cada Sobre esta instancia ya se ha señalado cómo
fragmento del Imperio operaba a través del Con- debe situarse a sus funcionarios en un contexto
196 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

social, haciendo abstracción de sus funciones Conflictos a través de un texto colonial


ideales, para comprender la verdadera natura-
leza de sus actuaciones. En un apéndice de la Historia eclesiástica
Finalmente, existe un nivel menos estu- y civil de la Nueva Granada (1), José Manuel
diado y mucho más problemático: el de las ins- Groot reproduce un curioso documento llamado
tancias puramente locales de poder, el de un "Las brujas", el cual se supone ser una "carta de
equilibrio perpetuamente inestable entre las exi- Felipe Nogales, escrita desde Tolú a Therencia
gencias de la Corona y una manera de recono- del Carrizo, residente en Cajamarca". El escrito,
cimiento a la influencia no institucionalizada de fechado el 12 de febrero de 1716, tiene como
las oligarquías locales. Conviene distinguir en- tema central la deposición del presidente Fran-
tre los criollos que estaban más cerca de las cisco de Meneses Bravo de Saravia, ocurrida el
instancias superiores, aunque en posiciones su- 15 de septiembre de 1715. Es un panfleto polí-
bordinadas, y ocasionalmente se integraban en tico virulento contra dos oidores y algunos crio-
ellas y crecían a su sombra: fiscales y funciona- llos que conspiraron contra el presidente. Se
rios menores de la Audiencia (porteros, escriba- menciona al oidor Juan de Aramburo como
nos, etc.), empleados en las cajas reales y de "Juan Largo", el oidor Mateo Yepes y de la
la Casa de Moneda, etc. Este nivel -que estaba Cuadra como "Trafalmejas", el fiscal de la
integrado socialmente a las instancias locales Audiencia, el criollo Manuel Zapata como "Caga-
del poder- se nutría en el mismo contexto ideo- jón de parda leche" o "Manuelillo", el teniente
lógico que las instancias más altas, de las cuales general del Reino, Juan de Cárdenas Barajas,
se derivaba. como "Secula seculorum". Denuncia particular-
Otros criollos hacían parte de instancias de mente la extendida parentela del fiscal, todos
poder puramente locales. En éstas el reconoci- pertenecientes a la familia Flórez y descendien-
miento social era más significativo que la san- tes del escribano de cámara de la Audiencia,
ción institucional. A este nivel, historia política don Juan Flórez de Ocariz. Se menciona también
e historia social se confunden. El avance social a otros personajes menores, meros instrumentos
(de una familia entera) y el éxito económico se en la conspiración, como Diego López y un
veían refrendados por nombramientos honorífi- mestizo de apellido Burgos.
cos, como una manera de reconocimiento del El corresponsal, una bruja que dice haber
poder que ya se poseía. Aunque este nivel se volado a Madrid por arte de magia, relata las
bañara en el mismo contexto ideológico que los reacciones de los consejeros de Indias al recibir
anteriores, era mucho más susceptible de origi- las noticias de la deposición del presidente, un
nar conflictos debido a su carácter informal. El día de enero de 1716. La acción se traslada
reconocimiento de las preeminencias del naci- después a un aquelarre de brujas en las llanuras
miento y la riqueza eran, como las instancias del Prado, en donde cada uno de los personajes
jurídicopolíticas, parte del orden social. Pero comprometidos en la rebelión es objeto de burlas
su desarrollo era en mucha medida imprevisible. rimadas. La forma y la composición barroca del
Favorecido por un orden social abstracto, debía escrito sugieren, junto con las alusiones a la
ser controlado políticamente o encauzado me- Corte, que su autor pudo ser un español. La
diante una participación formal en instituciones profunda inquina contra los Flórez y un elogio
menores como el cabildo. Normalmente se espe- improcedente al contador Francisco López de
raba que fuera un elemento de cohesión pero Olivares "...ajado, deshonrado y perseguido,
podía generar desajustes súbitos en circunstan- siendo el ministro más fiel que en estas partes
cias excepcionales. ha tenido su majestad", señalarían como autor
Los dos primeros decenios del siglo XVIII, al mismo contador. Este pertenecía al círculo
por ejemplo, en los que tuvo lugar la guerra de del oidor Luis Antonio de Losada y de su mujer,
sucesión española y que culminaron con una doña Teresa de Cabrera, a quienes Yepes y
reorganización a fondo de la administración del Aramburo acusaban en octubre de 1716 (2) de
Nuevo Reino de Granada con la creación de un participar en "conferencias" y celebrar coplas y
virreinato, presentan rasgos confusos y contra- papeles contra ellos. Losada, oidor decano de
dictorios pero también una ocasión muy favora- la Audiencia, no había participado en el golpe
ble para estudiar los factores que intervenían en contra Meneses y se había mantenido alejado
un conflicto durante la época colonial. en Mariquita, cuidando de sus achaques. A su
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 197

regreso había hecho reproches a sus colegas y oidores o de perderlos y amedrentarlos. Es el


había comenzado a reunirse con todos aquellos mismo argumento de las Brujas. "... el temple
que manifestaban una queja contra los dos oido- de Santa Fe ha sido, es y será flores; los Flórez
res. En este círculo figuraban, además del con- la ajustan a su temple y quien no se ajusta al
tador López de Olivares, los cuñados del oidor, temple de los Flórez y los contenta, anda des-
hijos del presidente Gil de Cabrera; don Nicolás templado; son sus mañas y ardides tan extraños
de Santa María, de quien decían haber privado y tan eficaces, que de ellos dependen las audien-
de un corregimiento; don Antonio de Berrío, cias, los tribunales, los juzgados, las rentas rea-
criollo prominente que había renunciado a su les, lo eclesiástico, lo secular, las monjas; y aún
oficio de regidor; don Juan de Ricaurte, hijo del los regulares exentos no están exentos de Fló-
antiguo tesorero de la Casa de Moneda, hermano rez..." (5).
del actual y el mismo oidor en Quito, resentido Sin mucho sentido crítico José Manuel
a causa del pleito con su hermano sobre la suce- Groot se apoya en este panfleto, obviamente
sión de la moneda; don Pedro de Laiseca y Al- parcial, en su relato de la conspiración. El
varado, español, sobrino de un inquisidor, que blanco de los reproches de Groot son los oidores,
en los momentos de los disturbios se había puesto a quienes atribuye una conducta arbitraria en
francamente de lado del presidente (3) siendo todo momento. No para mientes en que el pan-
alguacil mayor del Santo Oficio, estaba empa- fleto mismo acusa a Meneses de ladrón o de
rentado a criollos prominentes por su matrimonio que sus ataques más feroces están dirigidos a
con doña Petronila Fajardo (4). una familia criolla y a un funcionario criollo.
López de Olivares había sido comerciante Su único interés reside en mostrar una imagen
en el Perú durante treinta años y se había insta- siniestra y sin matices de los oidores.
lado como contador del tribunal de cuentas en Obviamente, muchos detalles del escrito
julio de 1706, cargo que ocupó hasta su muerte son inexactos o falsos, pues su intención era la
en 1727. En su largo ejercicio el contador se de un ataque político y muy posiblemente per-
mostró excesivamente celoso, haciendo tantas sonal. Pero posee otro tipo de verdad. El autor
denuncias ante el Consejo de Indias que acaba- conocía sin duda todos los intríngulis del juego
ron por ser desestimadas como ligerezas de un político y administrativo. Estaba familiarizado
funcionario pugnaz y enconado. Este encono además con la sicología de los personajes, con
tenía motivos, particularmente con la familia sus maneras y hasta con sus tics peculiares. A
de los Flórez. En 1710 el fiscal Manuel Antonio Zapata, que tenía entonces 34 años y era fiscal
Zapata y Flórez le había iniciado un pleito por desde los 30, lo describe como un abogadillo
haber conducido mercancías de contrabando en ambicioso, que trepaba en el andamiaje adminis-
1692. El mismo año, el contador José Flórez trativo apoyado en su vasta parentela. No se le
de Acuña había querido probar su incompeten- escapa el aspecto enfermizo que debía tener el
cia y había logrado que el presidente Diego de fiscal (murió a los 39 años, en Madrid) y lo
Córdoba le prohibiera fenecer las cuentas. Oli- apoda "cagajón de parda leche". La descripción
vares replicaba que era notorio que el presidente de los Flórez, cuyo antepasado dominaba los
ni siquiera sabía leer y escribir y que el contador vericuetos genealógicos de Santa Fe, es un tes-
Flórez quebrantaba la Real Hacienda. Como en timonio de la aparición temprana de un tipo
el panfleto de las "Brujas", mencionaba que la social, la del criollo que medraba en las antesalas
familia Flórez ocupaba todas las dignidades: don del poder y cuya especie todavía hoy es recono-
José Flórez, contador; don Martín Flórez, escri- cible:
bano y relator de la Audiencia; don Nicolás "... ellos, con risitas afectadas, cortesías fingi-
Flórez, chantre de la catedral; don Jacinto Fló- das, con promesas sin sustancia, con agachadu-
rez, canónigo; don Manuel Zapata y Flórez, ras y comedimientos ridículos, pretenden enga-
sobrino de los anteriores, fiscal de la Audiencia; ñar a los simples...".
don Tomás Flórez, alguacil mayor de la Caja El panfleto es uno de esos raros testimonios
Real y don Melchor de Figueroa y Vargas, el que iluminan la cara oculta de un acontecer po-
tesorero de la Caja, cuñado del fiscal. En 1717 lítico, consignado en documentos de intención
escribía sobre "... esta dilatada familia de los burocrática. Aunque los hechos de la deposición
Flórez que abrasa todos los tribunales y cabil- de Meneses pueden ser reconstruidos plausible-
dos" y los acusaba de atraer a presidentes y mente, siempre se echa de menos una cierta
Nueva Historia de Colombia, Vol. /
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dimensión -familiar en acontecimientos poste- dramático los oidores llamaron en auxilio del
riores- en los conflictos que agitaban a la tem- Rey y, previamente complotados sin duda, hi-
prana sociedad colonial. No es cuestión de re- cieron que el anciano teniente general del Reino,
construir literalmente el conflicto sobre la base Juan de Cárdenas Barajas, prendiera al presiden-
de un documento parecido. Sino de darse cuenta te. Este fue enviado a Cartagena con una escolta
del manejo de una "opinión pública" a través de voluntarios compuesta por pequeños comer-
de la única herramienta entonces disponible: el ciantes y propietarios (6).
escrito anónimo, panfleto, copla o pasquín. Aunque los conjurados se hubieran preocu-
Aunque la realidad de una "opinión pública" no pado por hacer aparecer el incidente como una
existiera como factor político, el anónimo pro- rebelión popular, toda la excitación del 24 de
curaba una cierto eficacia y una sensación de septiembre no lograba ocultar la premeditación
fuerza. Nacido del resentimiento personal, un del golpe. El teniente general no sólo estaba
panfleto como el de "las Brujas" tenía también casado con una hija del contador José Flórez de
una intención política. En parte, la de amedran- Acuña, sino que había asistido a varias reunio-
tar a los personajes que se habían alzado con nes en casa de su pariente el fiscal Zapata, tanto
el poder. El documento contiene amenazas más en Santa Fe como en una estancia de Tunjuelo.
o menos embozadas de destitución para los fun- Los motivos de los conjurados aparecen clara-
cionarios que se atrevieron a deponer al repre- mente también en la carrera del presidente, a
sentante del Rey. Se buscaba también escarnecer quien se atribuía un genio irascible, mucha avi-
o, como se decía entonces "deshonrar". El uso dez y cierta afición al alcohol.
de coplas sonoras está destinado a popularizar Francisco de Meneses había sido corregi-
el escarnio y la deshonra. Improperios como el dor en Riobamba, Audiencia de Quito, en donde
de "tirano", "ladrón", "borracho" o "lúbrico" había nacido. Allí dejó deudas por más de 39
debían más tarde correr de boca en boca en la mil pesos y pasó a España en donde obtuvo la
pequeña aldea despojando a los aludidos del presidencia de la Nueva Granada en 1707 (7).
prestigio de su cargo o de la gravedad de su Quiso regresar inmediatamente a las Indias y
aspecto. Y desvelando de paso, a los ojos del pidió licencia para embarcarse en Francia. En
pueblo, la interioridad de unas relaciones de París firmó una escritura a favor del asiento de
poder en sus aspectos más venales. negros (Real Compañía de Santo Domingo) por
1.700 libras con el objeto de:
Política y sociedad: ..."Seguir y conseguir sus pretensiones, como
la deposición de Meneses para poderse obviar salir de aquel Reino y trans-
portarse a éstos a la posesión de dicho em-
El 25 de septiembre de 1715, dos oidores pleo..." (8).
depusieron al presidente en ejercicio, don Fran- Los tratos entre un alto funcionario colo-
cisco de Meneses Bravo de Saravia. Los dos nial, precisamente aquel bajo cuya jurisdicción
oidores, Vicente de Aramburo y Mateo de Ye- caía la principal factoría del asiento, y quienes
pes, se habían retirado el día anterior al con- gozaban del monopolio negrero merced a la ac-
vento de San Agustín en donde, contra todos cesión al trono español de un nieto de Luis XIV,
los precedentes, celebraron Real Acuerdo y en- sugieren, en parte al menos, una explicación
viaron mensajes quejosos al presidente. Estas del contrabando que acompañó estos asientos y
novedades lograron reunir bastante gente, exci- de actitud complaciente de las autoridades.
tada sin duda por los conjurados mismos. En la En 1710 el Consejo de Indias ordenó que
noche del 24, la plaza mayor estaba "repleta" todos los funcionarios que estaban por embar-
y el capitán Juan de Herrera Osorio a duras carse en Francia para las Indias, retornaran in-
penas lograba contener el alboroto popular de mediatamente a España. Meneses regresó y se
unas mil personas. El Cabildo de Santa Fe y radicó en Victoria desde donde escribía al Con-
otros personajes intervinieron para mediar entre sejo de Indias las mayores necesidades. Como
los funcionarios en pugna y lograron aplacarlos. la "futura" del cargo se había dado al marqués
El 25, presidente y oidores se reunieron a puerta de San Miguel de la Vega, Meneses temía que
cerrada en la sala de la Audiencia, en donde se éste se le adelantara en la posesión y él tuviera
les oyó discutir con violencia. En un momento que esperar nueve años más, con grave que-
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 199

branto de su hacienda o, mejor, la de sus acree- bilónica (11). Las relaciones de los oidores con
dores. Meneses habían sido francamente malas desde el
Con todas sus deudas a cuestas y el compro- comienzo. Apenas unos meses después de su
miso tácito de hacer rendir su gobierno lo sufi- posesión, el presidente se quejaba del oidor más
ciente para pagarlas, Meneses llegó a Cartagena antiguo, Domingo de la Rocha, "... por sus
a fines de 1711. Allí tuvo que dejar en prenda violentos impulsos y estregadas operaciones".
nada menos que sus títulos y despachos para De Aramburo, que hacía 20 meses ejercía una
aplacar al factor del asiento francés y sólo pudo comisión en los distritos mineros del Cauca,
desempeñarlos con el auxilio de dos comercian- insinuaba que se demoraba en su comisión a
tes españoles. Uno de ellos era don José Prieto causa de las utilidades que debía reportarle la
de Salazar, yerno del tesorero de la Casa de la riqueza de las minas (12).
Moneda. En el curso de los tres años siguientes Además de la situación personal del presi-
Meneses se las arregló para pagar a la compañía dente, debida a su carácter y a la urgencia de
de negreros franceses 44 mil pesos y quedó satisfacer acreedores exigentes, en el incidente
adeudándoles menos de seis mil. de su caída jugaron una serie de circunstancias
¿Qué había hecho el presidente para pagar características, de enemistades contraídas de an-
una suma que representaba la totalidad de su tiguo y de facciones propiciadas por la pugna
sueldo de más de cinco años? El presidente, entre presidente y oidores. Como se ha dicho,
usando de su investidura, había recibido regalos a la casa y estancia del fiscal Manuel Antonio
o hecho empréstitos por varias cantidades que Zapata y Flórez solían ocurrir amigos y parientes
nunca llegó a pagar. También tenía mercancías días antes del golpe. Cuando en 1713 Tomás
en su poder, tomadas a crédito en Cartagena. Flórez de Acuña había pedido para su hijo la
A su caída, comerciantes y algunos notables de sucesión de un puesto de alguacil que él mismo
Santa Fe iniciaron un concurso de acreedores había recibido de su padre, el fiscal del Consejo
sobre sus bienes. de Indias era de parecer que se le negara por
Pero estas actividades —más o menos líci- cuanto esta familia ocupaba puestos en los tribu-
tas- no debían constituir el grueso de sus ope- nales, en la Iglesia y en los conventos, con lo
raciones. El carácter del verdadero origen de cual extendía su influencia por todas partes (13).
Ya se ha visto cómo la enemistad personal del
sus pagos está sugerido por testimonios contra- contador López de Olivares se había encargado
dictorios de los notables de Santa Fe. El 13 de de llamar la atención del Consejo sobre el nepo-
marzo de 1713 los vecinos principales, terrate- tismo de los Flórez y sobre su influencia con
nientes, comerciantes y algunos funcionarios los funcionarios españoles.
menores de la Audiencia, escribían para dar las
gracias, En el caso de Meneses la familia jugó un
"...Por el beneficio que hemos recibido y todo papel muy importante a través del fiscal y del
este reino en la provisión de don Francisco Me- teniente general del Reino que, aunque español,
neses Bravo de Saravia por presidente..." (9). estaba casado con una hija de José Flórez de
Apenas dos meses más tarde el cabildo de Acuña. El organizador del virreinato, Pedroza
la ciudad se quejaba amargamente del presidente y Guerrero, quien conocía a la familia de anti-
por presionarlo en sus elecciones e intervenir, guo, le atribuyó gran parte de la responsabilidad
mediante un testaferro, en el abasto de carnes en la deposición del presidente y por eso con-
de la ciudad. Y agregaban: denó a Martín Jerónimo Flórez, el escribano
"... No hay empleo mayor ni menor que no se relator de la Audiencia, a cuatro años de prisión,
dé debajo de la contribución, sin reparar en los uno de destierro, venta de sus bienes y pérdida
sujetos...". de su cargo. Sus hijos perdieron también sus
Al parecer, el presidente jugaba a la polí- situaciones (14) y el fiscal murió preso en Madrid,
tica de favorecer abiertamente las pretensiones dos años después de su detención (15).
de algunos propietarios en desmedro de conce- El círculo del oidor Losada obtuvo aquí
sionarios y arrendatarios de rentas y de recibir plena satisfacción. Que no duró mucho, sin em-
participación en algunas operaciones no muy bargo. El mismo Pedroza y Guerrero se interesó
claras (10). en la administración de las cajas reales y encon-
En algún momento los oidores que lo depu- tró que los dineros procedentes de composición
sieron calificaban su gobierno de confusión ba- de tierras, a cargo del oidor Losada, andaban
200 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

extraviados en manos de subdelegados. Estos personajes menores, comerciantes y propieta-


subdelegados, amigos y compadres del oidor, rios. El oidor aspiraba al menos a que la causa
rara vez dieron cuentas de los dineros recauda- no se convirtiera en algún enredo inextrincable
dos. Losada, viejo y enfermo no pudo responder como (él mismo lo decía) había ocurrido con
por estos subdelegados que fueron a parar a la muchas otras en Indias.
cárcel, incluido el gobernador de Antioquia El organizador del virreinato, Antonio de
quien, según Pedroza, hizo fuga vergonzosa. la Pedroza y Guerrero, se inclinaba en cambio
Según averiguaciones efectuadas en Car- a culpabilizar a los Flórez y a su allegados.
tago y Anserma, el subdelegado don Ignacio Pedroza había sido protector de indios bajo la
Fernández de Bentosa había recibido por con- presidencia de Gil de Cabrera y Dávalos, quien
cepto de composiciones 2.795 pesos de plata, le había asignado una renta en pueblos de indios.
de los cuales no había remitido a Losada sino Esto debió ponerlo en conflicto con el círculo
1.375. Un amigo del subdelegado le escribía de los encomenderos. Al primer virrey, Jorge
en mayo de 1718 (16), reprochándole amistosa- de Villalonga, los habitantes de la Nueva Gra-
mente permanecer en esos "desiertos" en donde nada le parecían, al contrario, muy sumisos y
sólo podía cosechar contratiempos. Le decía: no creía que hubieran participado en el golpe (17).
"... tengo por bien merecido cuanto a V. Merced
le sucede en esos territorios, pues en ellos sólo La rivalidad entre estos dos funcionarios
por destierro se puede vivir...". es uno de esos capítulos frecuentes en la historia
Y le aconsejaba: colonial. Al margen de un trasfondo sicológico,
"... moderarse en hablar, porque en tierras cor- de choque de dos personalidades opuestas en
tas todos son chismes y procuran con ellas gra- todo sentido, los roces se originaban no sólo en
tificarse los jueces y éstos, justo o injusto, pue- la actitud de cada uno frente a la sociedad criolla
den lo que quieren, y así, valerse de la prudencia sino que se desarrollaron en medio de cambios
y juicio que Dios le dió, procurando granjearse políticos importantes trazados por una nueva
amigos y dineros, porque lo demás no sirve". dinastía para esta región del Imperio. La paz
Esta misma nota del cinismo tranquilo y de 1713 había traído consigo concesiones a los
experimentado se traduce en la correspondencia ingleses, entre otras el monopolio del tráfico
de Losada y su subdelegado. Este pretendía en negrero que en los próximos treinta años ejerce-
1717 nada menos que un puesto de tesorero o ría la South Sea Company. Esta concesión tenía
de teniente de Citará, a lo que el oidor daba por objeto legalizar una situación de hecho, el
largas con vagas promesas. La muerte del oidor, contrabando que los ingleses operaban desde
ocurrida en el Espinal el 2 de julio de 1719, lo Jamaica. Según un contemporáneo, "... se con-
libró de la cárcel, aunque no de que su sueldo siguió una ventaja: la de ascender a contraban-
fuera embargado. distas de formas más o menos aceptables las
numerosas hordas de piratas que, con nombre
de filibusteros y bucaneros infestaban aquellas
El contexto de la política imperial regiones, y la de acrecentar el expolio de España
y la creación del virreinato de con un carácter legal" (18). Por esta razón, a partir
la Nueva Granada de 1716, la política concebida para la Nueva
Granada gravitaría con más fuerza sobre su ca-
Sobre la actuación de la sociedad criolla rácter de posesión con acceso al Caribe. España
en el golpe a Meneses los juicios estuvieron tenía que protegerse contra su nueva aliada que,
divididos entre sus sucesores, encargados de po- aunque lícitamente podría conducir en adelante
ner en orden la administración de la Nueva Gra- -además de esclavos- un navio anual de mer-
nada. El oidor Antonio de Cobián, quien llegó cancías a las Indias españolas (navio de permi-
apenas medio año después de estos sucesos (en sión) nada aseguraba que no siguiera inundando
enero de 1716) procedió como si todo el mundo de contrabando los mercados coloniales.
estuviera implicado. Desterró a los oidores a
más de 20 leguas de Santa Fe, procedió contra Aunque ya desde 1717 Pedroza y Guerrero
el Cabildo de Santa Fe, contra los ministros venía con el encargo de crear el virreinato y en
subalternos de la Audiencia, contra el teniente sus credenciales se le designaba como virrey (19),
general don Juan de Cárdenas y contra algunos las noticias sobre la erección llegaron a Carta-
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 201

gena apenas en septiembre de 1719. Los carta-


A favor de Santa Fe A favor de Cartagena
generos se apresuraron a representar las conve-
niencias de que la cabeza del virreinato funcio- Cabildo eclesiástico Cabildo eclesiástico
nara en esa ciudad. Sus argumentos se ajustaban de Santa Fe de Cartagena
a las preocupaciones de la Corona en ese mo- Alcaldes ordinarios Obispo de Caracas
mento. El Cabildo de Cartagena intuía correcta- de Caracas
mente que la creación del virreinato tendría
como eje el Caribe por necesidades geopolíticas. Gobernador de Popayán Obispo, cabildo eclesiástico
y secular de Popayán
Según los regidores del virreinato debía integrar Cabildo eclesiástico Gobernador de Panamá
las provincias de Caracas, Cumaná, Margarita, y secular Panamá
Trinidad, la isla Española, Tierra Firme, Pa- Provincias de las tres órdenes Guardamayor de Cartagena
namá y Veraguas. En este caso el centro de ese San Francisco, San Agustín
eje era Cartagena y no Santa Fe. Los cartagene- y Compañía de Jesús
ros señalaban con justeza -desde el mismo punto
de vista en la política imperial española- que Auditor de Guerra Visitador del comercio
Santa Fe se había eregido como cabeza del de Cartagena entre Castilla y las Indias
Nuevo Reino debido a la densidad demográfica
inicial de la región y a las necesidades de la Como puede verse, las opiniones estaban
expansión española en la época de la conquista. divididas de manera casi simétrica en el interior
de algunas instituciones. Mientras el gobernador
Ahora, ponían por delante de manera implícita de Panamá o el obispo de Caracas, por ejemplo,
otras necesidades, principalmente la defensa del compartían la idea de un eje caribeño, los cabil-
Imperio en el Caribe. Los cartageneros proba- dos y los alcaldes, compuestos por criollos, se'
blemente iban más allá que cualquier esquema mostraban adversos. Ellos preferían un centro
reformador de la nueva dinastía, aunque debe remoto, como Santa Fe, el cual no podía influir
reconocerse que su razonamiento poseía una ló- demasiado en las relaciones locales de poder.
gica capaz de anticipar el curso de algunos acon- Algo semejante ocurría con los criollos de Po-
tecimientos. Curiosamente, su propio esquema payán, aunque a la inversa: adscritos a la Au-
tenía atisbos colonialistas que no se hubieran diencia de Quito, sus relaciones comerciales con
concebido en el mismo Consejo de Indias. Por Cartagena eran permanentes y Santa Fe debía
un lado, Cartagena se convertiría —según este resultarles una ingerencia incómoda. En cuanto
proyecto- en una verdadera factoría destinada a las órdenes religiosas, favorecían el statu quo
a alimentar un tráfico con las provincias interio- puesto que su fundamento material se asentaba
res. Estas debían perder todo relieve y no tener en la economía agrícola del interior y no en el
siquiera silla arzobispal o universidades "... comercio.
pues en la Corte nunca faltan hombres insig-
nes..." (20). Desde junio de 1718 hasta noviembre de
1719, cuando lo sucedió Villalonga, Pedroza y
El auditor de guerra en Cartagena identifi- Guerrero se ocupó de la organización del futuro
caba a los miembros del Cabildo como estancie- virreinato. El funcionario trajo consigo amplios
ros y rentistas, cuya propuesta estaba dirigida poderes para reprimir el contrabando que se ha-
a valorizar sus productos y sus rentas. Estas bía enseñoreado durante todo el tiempo en que
últimas se veían muy gravadas con censos hipo- las comunicaciones con la metrópoli fueron pre-
tecarios de conventos y capellanías y por eso carias, a raíz de la guerra de sucesión. En el
los regidores aspiraban a liberarlas. Los apoyaba curso de su gobierno instruyó 170 expedientes
el cabildo eclesiástico, que en cierta manera relativos al contrabando, centrado en la región
representaba a sus acreedores (de los censos del Chocó a la cual limitó severamente el acceso.
provenientes de capellanías), y probablemente Sin embargo, Villalonga escribía en 1721
también los comerciantes residentes en Cartage- que Pedroza no había adelantado mayor cosa
na. en la constitución del virreinato (21). La hostilidad
De las consultas hechas sobre la sede del del virrey hacia Pedroza fue evidente desde el
virreinato entre 1720 y 1723 puede trazarse el principio. Villalonga, que había sido general
cuadro siguiente: del puerto del Callao, trajo consigo un secretario
202 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

con dos oficiales, un asesor, un caballero mayor también por seducir a una mujer casada (24).
y un segundo, un mayordomo mayor y un se- En el curso del gobierno de Villalonga la
gundo capellán, dos gentiles hombres, ocho pa- Audiencia se reconstituyó varias veces con nue-
jes, dos ayudas de cámara, un médico, dos re- vos funcionarios. El primero fue el oidor Anto-
posteros, un despensero, dos cocineros fuera de nio de Cobián, quien llegó a Cartagena el 9 de
"...criados inferiores para caballerizas, coche- enero de 1716. En 1721 fue promovido a Lima
ros, lacayos, galopines y servicios de criados y murió en el viaje. También ocupó una plaza
mayores, que su número llegaba a cuarenta per- de oidor Juan Gutiérrez de Arce, después de
sonas" (22). Con esto se inauguró la tradición de haber sido teniente general en Cartagena, desde
la clientela numerosa que iba a acompañar a los enero de 1719, pero al año siguiente consiguió
virreyes militares después de 1740 (el virrey una licencia para viajar a España por motivos
Messía de la Cerda, por ejemplo, trajo consigo de salud. Finalmente, don José de la Isequilla
36 personas en 1760) y que sería fuente de celos también obtuvo una licencia en 1720 para viajar
y de resentimientos entre los criollos. Todo el a España. Allí los dos oidores obtuvieron más
boato de Villalonga contrastaba con la parsimo- altos destinos: el primero una promoción a Lima
nia más bien espartana de un funcionario civil y el segundo la fiscalía del Consejo dé Indias.
como Antonio de Pedroza, a quien el virrey Es muy probable que La Isequilla haya tenido
había rehusado visitar en su casa porque juzgaba mucho que ver con la decisión del Consejo del
indecorosa su manera de vivir (23). Luego, mien- 5 de noviembre de 1723 de suprimir al virreina-
tras Pedroza había entrado a Santa Fe casi su- to, creado seis años antes. Además, en adelante
brepticiamente, de noche y sin recibir los hono- la Audiencia funcionó con sólo cuatro oidores
res de su investidura, el flamante virrey recla- en lugar de seis. Los nombrados entonces (a
maba el uso de un palio en su recepción, tal partir de 1721) eran don José Martínez Malo,
como había visto que era la costumbre en Lima. don Jorge Lozano de Peralta y don José Quintana
El gobierno de Villalonga transcurrió sin y Acevedo, quienes sirvieron en cargos todo el
escándalos mayores, excepto por las quejas con- decenio. .
tra el contador Domingo de Mena Felices. La
carrera de este personaje siguió patrones que Los funcionarios españoles en las Indias
son familiares en otros funcionarios de los pri-
meros decenios del siglo XVIII. En 1711 Mena, Hasta aquí se ha tratado de insinuar que el
entonces capitán de armas en Mompox, se su- fenómeno político colonial como en cualquier
blevó contra un enviado del gobernador de Car- otra época, debe ser examinado a la luz de dife-
tagena y ayudado por una turba lo expulsó de rentes instancias en las que se debatían cuestio-
la ciudad. Mompox era el paso obligado del nes de poder. Así, no bastaría para compren-
contrabando que entraba por Río de la Hacha, derlo a cabalidad la referencia habitual a la po-
Tolú y Barú y el propósito del enviado del go- lítica imperial, encarnada sucesivamente por
bernador había sido identificar a los cómplices dos dinastías. Se trataba de un juego mucho
de estos ilícitos entre los momposinos. Por este más complejo, en el que no intervenían sola-
desafuero Mena fue enviado preso a Madrid. mente directrices o estilos de gobierno sino fuer-
En 1716 Mena, que había logrado exonerarse zas concretas, expresiones voluntaristas y resis-
de los cargos que pesaban en su contra, pidió tencias sordas, decisiones tomadas al margen
el empleo de maestro de campo de Mompox, de la política imperial y conflictos imprevistos.
pero el presidente Meneses, entonces preso en También se ha subrayado, y no con el pro-
Cartagena, no lo recomendaba por sedicioso. A pósito de referir una simple anécdota, el tipo
su regreso a las Indias (1718) entró a ejercer de relaciones que anudaban los funcionarios es-
como contador de la Caja Real de Santa Fe pañoles en el ejercicio de su cargo. No se trata-
(1719). En septiembre de 1722 el virrey Villa- ba, como se ha pretendido con alguna ingenui-
longa ordenó proceder contra Mena, acusado dad, de magistrados cuya severidad aparente
de abusos por varios clérigos. El contador había escondiera su crueldad. Una caracterización si-
cobrado comisiones ilegales por el pago de las cológica banal no puede dar cuenta de toda la
rentas que la Corona debía a las monjas clarisas complejidad de las relaciones entre estos funcio-
de Pamplona y por los estipendios de varios narios y la sociedad americana. Esta, como se
curas doctrineros. En 1723 Mena fue procesado ha visto, no era ajena al juego político, ni si-
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 203

quiera en sus instancias superiores. Presidentes, resultaba demasiado problemática. En regiones


oidores y oficiales reales se movían en medio apartadas la tentación de incurrir en abusos de
de facciones y de una clientela a la que favore- autoridad debía ser muy fuerte aunque sobre
cían en detrimento de otros círculos de poder. exacciones y concusiones los testimonios son,
Las situaciones individuales en que cada funcio- por razones evidentes, difíciles de evaluar. La
nario se veía envuelto eran un pretexto para intervención misma de los funcionarios en con-
poner al desnudo los manejos de su círculo y flictos locales de intereses, generaba resenti-
gracias a ellas podemos penetrar las particulari- mientos y los convertía en blanco de todos los
dades de ciertos sectores sociales durante el ré- ataques. Pero también el silencio de los ofendi-
gimen colonial. dos podía asegurarles la impunidad. Muchas
Para que una situación personal alcanzara veces ataques o apologías a los funcionarios son
ciertas repercusiones políticas bastaba con que el síntoma de conflictos políticos de la época.
los funcionarios infringieran las regulaciones de Estos no surgían solamente por la acción o la
su estatuto. Lo cual ocurría con frecuencia. Ta- omisión de algún funcionario, en una especie
les regulaciones buscaban mantener la intagibi- de vacío social. La autoridad y el poder políticos
lidad de las funciones de los representantes del de que estaban investidos los representantes de
Rey tal como podían ser definidas en abstracto: la Corona se encontraba con facciones y se in-
velar por los intereses de la Corona, tanto en clinaba de un lado o de otro.
sus intereses materiales como de los que se de-
rivaban de su imagen moral de fuente dispensa-
dora de premios y castigos. Los oidores (1721-1739)
Los funcionarios adscritos al gobierno co- Los miembros del tribunal de mayor jerar-
lonial se reclutaban entre numerosos pretendien- quía en las Indias, los líderes de la Audiencia,
tes cuyas hojas de vida podían reposar durante fueron a menudo protagonistas de episodios en
años en la escribanía de cámara del Consejo de los que entraban en conflicto las normas que
Indias en espera de alguna oportunidad favora- regulaban su conducta con los intereses que ha-
ble, fuera ésta una recomendación poderosa o bía tejido su familiaridad con la sociedad local.
un acervo de méritos indisputable. Naturalmen- En 1663, por ejemplo, el hijo del oidor Diego
te, los candidatos tenían todo el tiempo para de Baños y Sotomayor se había casado con la
hacer cálculos sobre las ventajas materiales de hija de un poderoso encomendero de Tunja. El
un empleo en alguna región de las Indias. Des- oidor Losada, como se ha visto, estuvo casado
pués de dos años de espera y de energías dispen- con una hija del presidente Gil de Cabrera. Un
sadas en intrigas, licenciados, bachilleres y doc- hijo de este último estudió en la Nueva Granada,
tores de las universidades españolas, aspiraban fue cura doctrinero y después de 1717 canónigo
a que su nombramiento se produjera en el lugar de la Catedral de Santa Fe. Los hijos y la viuda
más propicio para adelantar sus ambiciones. En del presidente Dionisio Pérez Manrique vivieron
el caso de puestos velaes, como las gobernacio- también en el Nuevo Reino y se convirtieron
nes, las expectativas eran las de una inversión en una poderosa familia de mineros y terrate-
cuyo futuro dependía de la fortuna misma del nientes en Popayán.
lugar asignado. Cuando no era así, la mera opor- Los descendientes del oidor Jorge Lozano
tunidad bastaba para desviar a los funcionarios de Peralta, quien había sido promovido de la
de carrera de las altas miras de su empleo. Y Audiencia de Santo Domingo y llegó a la Nueva
todavía la carrera de un funcionario podía verse Granada a fines de 1721, se integraron a la
comprometida por las actuaciones de parientes, sociedad criolla, como había ocurrido en otros
allegados y "criados" o protegidos. casos, gracias a una alianza afortunada entre su
Las infracciones más frecuentes en que in- hijo, don José Antonio Lozano y la heredera de
currían los funcionarios tocaban con dos prohi- uno de los pocos mayorazgos de la Nueva Gra-
biciones: una, la de no mezclarse en aventuras nada, doña María Josefa de Caicedo.
comerciales; otra, la de no contraer alianzas El mayorazgo, que iba a hacer la fortuna
(matrimoniales o de padrinazgo) dentro de la de la familia Lozano por el resto del siglo, había
sociedad local. Otros pecadillos daban lugar a sido fundado por Francisco Maldonado de Men-
murmuraciones y a uno que otro escándalo pero doza en el siglo XVI. Estaba constituido por
su comprobación, como era usual en estos casos, varias estancias de ganado mayor y de ganado
204 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

menor que abarcaba unas 45 mil hectáreas. Ori- más adelante al presidente cuando se le encargó
ginalmente estas tierras se habían distribuido su residencia. Según Martínez, el cargo sobre
entre 15 conquistadores pero por ventas sucesi- el asunto de los plateros era un poco incierto
vas se consolidaron en cabeza de Antón de Ola- debido a las dificultades de probarlo (28).
lla y de su yerno y sucesor, Maldonado de Men- Muchos de los conflictos y rivalidades de
doza. Estas tierras, con el nombre de "El Novi- este período giraron en torno a las riquezas del
llero", sirvieron de dehesa a la ciudad de Santa Chocó. Ya se ha visto cómo el atractivo del
Fe desde finales del siglo XVII, alojando el ga- Nuevo Reino para el presidente Meneses pasaba
nado que se subía desde el valle del Magdale- por la sede del asiento de negros en París. En
na (25). diciembre de 1711 había recibido 4 mil pataco-
El matrimonio, que tuvo lugar en 1730, nes, de manos de un comerciante vasco, don
dio origen a una serie de intrigas que condujeron Ignacio de Echaide, para desempeñar sus despa-
a la suspensión del oidor Lozano. Hay que decir, chos de mano del factor del asiento (29). Este
en honor del oidor, que el desenlace que tuvo mismo comerciante prestó dinero al secretario
su empleo estaba lejos de sus cálculos. Su carác- del presidente, don Luis Francisco de Ibero y
ter era el de un funcionario puntilloso, capaz Echaide, también vasco, para comerciar en gé-
de acabar con la paciencia de un viejo militar neros que el secretario llevó de Cartagena a
como el presidente Manso, quien confesaba a Santa Fe. En el curso del gobierno de Meneses
menudo su ignorancia en asuntos administrati- su secretario recibió comisiones para ejecutar en
vos. Según el presidente, Lozano era. el Chocó, ocasión que aprovechó para comerciar
"...Hombre de naturaleza rígido y desigual al allí no sólo por cuenta propia sino también del
ministerio, que propasando su condición los lí- mismo presidente y de algunos comerciantes de
mites de la altivez que suele infundir la toga Santa Fe (30). Ibero ocupó el cargo de corregidor
cuando se viste tan distante de la real presencia, de Mariquita que recibió como dote de su matri-
incurre en una tan altanera soberbia que, pa- monio con doña Juana Francisco de Berrío, una
sando del vilipendio de los subditos al menos- criolla descendiente de un gobernador de Antio-
precio de los compañeros, quiere que sus reso- quia y de otros funcionarios españoles. En 1727,
luciones sean la ley de los dictámenes de los cuando el oidor Lozano hizo la residencia de
demás oidores..." (26). Meneses, Ibero fue a parar a la cárcel muriendo
El matrimonio del hijo del oidor fue una poco después (31).
oportunidad para ponerse al abrigo de sus denun- En 1717 los principales mineros del Chocó
cias. Apenas un año antes del escándalo de la acusaban abiertamente al oidor don Mateo de
boda, Lozano había escrito al Consejo de Indias Yepes y de la Cuadra, colegial mayor de Cuenca
sobre los manejos de los oidores José Martínez y licenciado de Salamanca, de llevar más de
Malo y José Quintana. Estos oidores no sólo se cien tercios "...que los más se componen de
ocupaban abiertamente en asuntos comerciales géneros de mercancías, no habiendo habido ar-
sino que habían logrado convertirse en interme- mada ni galeones en la América de diez años a
diarios entre algunos mineros del Chocó y la esta parte..." (32). Por su parte, un gobernador del
Casa de Moneda de Santa Fe (27). El presidente Chocó, Francisco Ibero, apenas duró un año en
mismo, don Antonio Manso Maldonado, no se el oficio pues a raíz del desembarco de un navio
sentía al abrigo de las acusaciones de Lozano holandés en las bocas del Atrato y de negocios
y probablemente tenía sus razones: desde el pri- que el gobernador inició en Citará con los ex-
mer año de su gobierno se había quejado del tranjeros, fue denunciado por varios mineros y
sueldo que ni siquiera le alcanzaba para traer a aprisionado por el oidor Martínez Malo, el 13
su familia y más tarde, en su residencia, hubo de marzo de 1730 (33).
acusaciones de que varios plateros habían reci-
bido numerosos encargos para labrar piezas de La intervención de los oidores en el Chocó
plata del presidente. Manso salió en defensa de dejaba generalmente secuelas y amistades útiles.
los oidores obligando a Lozano, si no a retrac- En el proceso contra Ibero, por ejemplo, había
tarse, al menos a no hacer públicas sus acusacio- actuado una facción de mineros y comerciantes
nes. El oidor se contentó con emplazar a sus encabezados por el antiguo superintendente de
colegas "...para el justo y tremendo tribunal de Nóvita, don Julián Trespalacios y Mier. Este
Dios". A su vez, Martínez Malo pudo justificar personaje no sólo llegó a financiar al gobernador
Factores de la vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) 205

Simón de Lezama prestándole 11 mil patacones mente como magistrados inmunes a cualquier
para que comerciara, sino que se convirtió en crítica y a todo control.
el intermediario de los oidores Martínez Malo De otro lado, habría que anotar que estos
y Quintana. Los informes sobre los oidores per- conflictos se desarrollaban en un ámbito en el
suadieron al Consejo de Indias a trasladarlos, que los nombres son reconocibles por su noto-
después de casi veinte años de ejercicio en Santa riedad: funcionarios investidos por la Corona
Fe. española, comerciantes capaces de inclinar de-
cisiones del aparato político en su favor, terra-
Conclusión tenientes y notables criollos con una inclinación
marcada a la intriga política o simplemente en
capacidad de reaccionar frente a otros intereses.
Los conflictos que se ha tratado de localizar Las instituciones comprometidas en estas rivali-
para un breve período del siglo XVIII ilustran dades, y conflictos eran la presidencia, la
algunos de los factores no institucionales que Audiencia, las cajas reales y se situaban en centros
intervenían en la vida política colonial. Aquí de poder como Santa Fe o en emporios de ri-
surge un interrogante sobre el peso específico queza como Cartagena, Mompox, Nóvita o Ci-
de tales factores y conflictos frente a la acción tará. La situación a nivel local, en donde el
reguladora de normas relativas a la conducta de influjo de la Corona se hacía sentir menos, pre-
los funcionarios imperiales. A primera vista, senta otro tipo de conflictos mucho más ligados
intervenían demasiados elementos perturbado- a los intereses inmediatos de los grupos. Allí
res de la intangibilidad de los preceptos y por las expectativas de la conducta de los poderosos
eso la política que se desarrollaba en las colonias sino que se basaban en gran parte de anteceden-
tomaba siempre giros imprevisibles. La impre- tes y privilegios consuetudinarios. Pero en este
cisión misma en la delimitación de las funciones terreno, como en el de mayor amplitud de la
del más alto tribunal colonial, al mismo tiempo política colonial, haría falta emprender nuevos
legislativas, ejecutivas, judiciales y fiscales, ha- estudios sobre factores complejos que interve-
cía que sus miembros se comportaran habitual- nían en la política.

Notas
1. José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva -11. A.G.I., Santa Fe Leg. 298.
Granada, t. II. 2a edic. 1890.
2. Archivo General de Indias(A.G.I.), Escribanía de Cáma- 12. A.G.I., Santa Fe, Leg. 296.
ra, Leg. 818 A.
13. A.G.I., Santa Fe, Leg. 325.
3. A.G.I., Santa Fe. Leg. 318.
14. A.G.I., Santa Fe, Leg. 327.
4. Nieta del gobernador de Popayán, de Valenzuela Fajardo.
A.G.I., Santa Fe, Leg. 284 r. 1, núm. 73. 15. A.G.I., Santa Fe, Leg. 326.

5. A.G.I., Santa Fe, Legs. 310 y 133. 16. A.G.I., Santa Fe, Leg. 377.

6. A.G.I., Escr. de Cam.. Leg. 818 A. 17. A.G.I., Santa Fe, Legs. 286 y 293.

7. A.G.I., Santa Fe, Legs. 323 y 367. 18. Dionisio de Alcedo y Herrera. Aviso histórico, citado
por Sergio Villalobos, en El comercio y la crisis colonial.
8. A.G.I.. Escr. de Cam., Leg. 818 A. Santiago de Chile, 1968, pág. 38.
19. A. G. I., Santa Fe. Leg. 326. Especialmente carta del
9. A.G.I., Santa Fe, Leg. 309. cabildo de Cartagena, de 24 de julio de 1720. La ambi-
güedad de los despachos de Pedroza, creó confusiones
10 A.G.I.. Escr. de Cam., Leg. 798 A.
206 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

entre los funcionarios que lo recibieron en Santa Fe el 8 of Colonial Society in the Sabana of Bogotá, 1537 to
de junio de 1718. Groot. ob. cit., II. pág. 20, "rectifica" 1740 University Microfilms. Ann Arbor. Vol. I, pág
el error de designar a Villalonga como primer virrey, 297.
apoyándose en que varios documentos dan ese tratamiento
a Pedroza. Este, en efecto, fue recibido como tal en Santa 26. A.G.I., Santa Fe, Leg. 300. Carta de 25 de febrero de
Fe, debido a su propia exigencia y a la ambigüedad de 1729.
sus despachos. A.G.I., Santa Fe, Leg. 297.
27. A.G.I., Santa Fe, Leg. 303. Carta de 20 de octubre de
20. A.G.I.. Santa Fe, Leg. 326. Carta del Cabildo de Carta-
gena de 24 de julio de 1720. 1729.

21. A.G.I., SantaFe, Leg. 286. Carta de 9 de marzo de 1721. 28. A.G.I., Santa Fe, Leg. 298, 300, 301, 302 y 303.

22. A.G.I., Santa Fe, Leg. 287. 29. A.G.I., Escr. de Cam. Leg. 818 A.

23. Ibid. y Santa Fe, Leg. 575. 30. A.G.I.. Escr. de Cam. Leg. 798 A.
31. A.G.I., Santa Fe, Leg. 297. Carta de 22 de enero de
24. A.G.I., Santa Fe, Legs. 325, 297, 326 y 328. 1720. Legs. 307, 319, y 320. Escr. de Cam. Leg. 821 A.

25. V. G. Colmenares, Historia económica y social de Co- 32. Archivo Central del Cauca, Sign., 8, 174.
lombia, ¡537-1719, Medellín, 1975, pág. 203 y Juan A.
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Bibliografía

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FALS BORDA, ORLANDO: El hombre y la tierra en Boyacá, Bogotá, 1957.
FRIEDE, JUAN: La invasión al país de los chibchas y la Conquista del Nuevo Reino de Granada,
Bogotá, 1946.
JARAMILLO URIBE, JAIME: Ensayos de historia social colombiana, Bogotá, 1966.
LIEVANO AGUIRRE, INDALECIO: LOS grandes conflictos sociales y económicos de nuestra
historia, Bogotá, 1960.
M E L O JORGE ORLANDO: Historia de Colombia. El establecimiento de la dominación española,
Bogotá, 1977.
Los libros de LUIS OSPINA VÁSQUEZ y WILLIAM MCGREEVEY, contienen una buena síntesis
de la economía colonial de la segunda mitad del siglo XVIII.
El proceso de la educación en el virreinato
207

El proceso de la educación
en el virreinato
Jaime Jaramillo Uribe anexa al convento de San Francisco en Santa
Fe, y Antonio González Casariego otra anexa
al Colegio de San Bartolomé. Fuera de la capi-
tal, también funcionaron algunas escuelas priva-
La educación primaria das. Juan Serrano y Pedro de Valderrama figu-
ran como maestros en Cali en 1591; Pablo Go-
E l estado colonial sólo conoció el concepto
de escuela pública elemental en la segunda
mitad del siglo XVIII bajo la política ilustrada
doy y Carlos España, en Pasto. En 1680 aparece
en Medellín la primera escuela elemental que
cobrará 6 tomines de oro por cada discípulo de
de los reyes Borbones. En los siglos XVI y XVII, lectura (4). Pero eran estos esfuerzos aislados y
al ordenar el repartimiento de los indígenas en privados y en manera alguna representaban una
encomienda, la Corona española impuso a los política estatal.
encomenderos la obligación de costear cura doc- La situación comenzó a modificarse en la
trinero para que, como decían las primeras Le- segunda mitad del siglo XVIII, gracias al impulso
yes de Indias, les enseñara la doctrina cristiana, dado a la educación en el reinado de Carlos III,
les administrara los sacramentos y les acostum- cuando la Corona ordenó dedicar a obras pías
brara a "vivir en polecia" (1). parte de los bienes de la expatriada Compañía
Aparte de esta norma existen algunas indi- de Jesús. Las escuelas públicas de primeras le-
caciones sobre la existencia de escuelas de pri- tras fueron colocadas bajo el control de los ca-
meras letras en el siglo XVII. En El Carnero, bildos de villas y ciudades y su sostenimiento
Rodríguez Freyle, narrando el asesinato de Juan debía hacerse con las rentas llamadas de pro-
de los Ríos, cuenta que cuando Segobia, el pios, aunque éstas eran tan exiguas en la mayo-
maestro de escuela, vio pasar al oidor Cortés ría de los poblados y aún en villas y ciudades,
de Mesa y a otra gente, pidió la capa, se fue que muy pocas podían sufragar el sueldo del
tras el oidor y los muchachos se fueron tras el maestro y los gastos del local escolar. Una ciu-
maestro (2). También se tiene noticia de que Juan dad relativamente próspera como Santa Fe de
Gaitán, maestro de escuela en Santa Fe fue en- Antioquia se veía obligada a solicitar al virrey
juiciado criminalmente por haber causado heri- auxilio de los fondos de temporalidades para
das en la cabeza a Juan de Ayala, sobrino de pagar al maestro de escuela, pues las rentas de
doña María Sotelo (3). Encomenderos y acaudala- propios sólo alcanzaban a la limitada suma de
dos españoles dejaban legados para fundar es- 507.00 pesos anuales y los gastos generales de
cuelas. Al finalizar el siglo, Luis López Ortiz la administración municipal montaban 477.40
dotó una escuela elemental para niños pobres pesos. Quedaban unos 15.00 pesos para pagar
Nueva Historia de Colombia, Vol. I
208

al sacristán (5). Cuando los vecinos de Valledupar, responde que carece de recursos y que el maestro
encabezados por Juan Manuel de Pumarejo, se puede hacer uso de la autorización del virrey
dirigieron al virrey solicitando crear una cátedra Ezpeleta para cobrar dos reales mensuales a los
de gramática en la escuela de primeras letras, padres de familias ricas y un real a las menos
consultados los oficiales reales sobre las rentas ricas (10).
de propios de la villa, responden que sólo 6se No sólo faltaban los fondos para el sosteni-
dispone anualmente de la suma de 37.00 pesos . miento de las escuelas; también faltaban los
Los sueldos de los maestros fluctuaban en- maestros. Los que podían enseñar algo más que
tre 200 y 300 pesos anuales y los pagos eran la lectura y la escritura, debieron ser la excep-
completamente irregulares. Muchas veces pasa- ción. Respondiendo a la solicitud de los vecinos,
ban años sin recibirlos y ordinariamente sólo que demandaban el nombramiento de maestro,
percibían una parte mínima de los estipulados el alcalde de Chire, un poblado de la provincia
en los nombramientos. Era frecuente que los de Tunja, afirmaba que "jamás ha habido maes-
padres de los alumnos tuvieran que contribuir tro en el pueblo porque los que se dedican a
con uno o dos reales mensuales para que el enseñar apenas sabían leer y escribir mal y no
maestro pudiera sobrevivir. Las solicitudes de sabían los números", motivo por el cual, agrega,
pago de salarios se repiten constantemente. Al no se halla entre los criollos un vecino que sepa
pedir al corregidor que se nombre maestro de contar y las más de las veces no se encuentra
la escuela pública a Juan de la Cruz Castelbon- quien ponga (sic) una carta (11). Comunicando al
do, los vecinos de Sogamoso comunican que el virrey la apertura de la escuela, los miembros
maestro cumple con sus tareas docentes co- del cabildo de San Gil daban cuenta de las mu-
brando medio real por niño, pero que es necesa- chas dificultades que tuvieron para encontrar
rio que se pague su sueldo, "pues no tiene con maestro (12).
qué comprar zapatos" (7). No estaban en mejor Ignoramos cómo funcionaban las escuelas
situación los maestros de Santa Fe pagados por coloniales de primeras letras. Los únicos testi-
la Junta de Temporalidades, es decir, con las monios documentales de que disponemos hasta
rentas de los bienes de los expatriados padres el momento se refieren a solicitudes de funda-
jesuítas. Agustín Torres Patiño y tres maestros ción, reclamos por el pago de los sueldos o
nombrados en 1785 para regentar las escuelas peticiones de los cabildos y vecinos implorando
de la capital del virreinato, se dirigen a la Junta auxilios virreinales para sufragar los gastos de
solicitando el pago de su salario que no reciben funcionamiento, pues la penuria de los pueblos,
hace dos años. Torres informa que el número villas y ciudades era tal, que no permitía ni
de niños ha aumentado considerablemente, pues fundarlas, ni sostenerlas. Tampoco tenemos in-
cuando fue nombrado había sólo 11 alumnos y formación sobre el número de niños que gozaban
ahora tenían 200, "muchos de ellos tan pobres del servicio escolar. A la escuela de Santa Fe,
que se retiran muy pronto por no poder comprar según lo informaba a la Junta de temporalidades
papel, libros y lápices". Además, dice, la es- su director, asistían 200 escueleros, como se
cuela carece de bancos y escritorios para su decía en el lenguaje de la época. A la de San
acomodo (8). En forma similar se manifiestan los Gil, después de muchos esfuerzos del cabildo
maestros de Medellín, Barichara, Pamplona, y de haber encontrado un maestro de prestigio,
Ubaté y otras ciudades. Largas gestiones ante asistían 25 ó 30 niños (13). La preparación de los
las autoridades virreinales dan cuenta de que no maestros era en general bajísima. Hay testimo-
se les pagaban los sueldos desde años atrás. nios de que en muchos casos apenas si sabían
Luis de Amaya, maestro de primeras letras de leer y escribir. Probablemente sólo podían ense-
Ubaté, pide que se le paguen los estipendios de ñar con alguna eficacia el rezo y la doctrina
varios años y presenta testimonios de su indigen- cristiana (14).
cia, entre ellos al del fraile franciscano Velás- Al finalizar la época colonial no faltaron
quez, quien certifica que Amaya enseña a los algunas iniciativas originales. El párroco de San
niños "indios y blancos" y que se halla en abso- Juan de Girón solicitaba en 1789 licencia para
luta miseria (9). En 1800, Domingo Barrios, organizar una escuela pública y enviaba al virrey
maestro de escuela de Pamplona, pide al cabildo un reglamento de 44 artículos para su aproba-
de la ciudad que se le nombre un ayudante con ción, que contenía preceptos pedagógicos rela-
sueldo de 100 pesos anuales, a lo cual el cabildo tivamente modernos y una percepción clara de
El proceso de la educación en el virreinato 209

las normas de discriminación racial y social que Al terminar la dominación española apenas
dominaban entonces. En el aula escolar los había en el virreinato un incipiente sistema de
alumnos quedarían separados por una distancia escuelas públicas. Como hemos visto, sólo unas
de media vara entre los bancos superiores e in- pocas villas y ciudades tenían las rentas suficien-
feriores. Los niños blancos ocuparían los prime- tes para sostenerlas, y ello en condiciones muy
ros, y los plebeyos y castas bajas los de abajo. precarias de funcionamiento. En vísperas de la
Para atenuar los efectos de la discriminación, Independencia, Caldas, desde las páginas del
que preocupaban al párroco autor de la iniciati- Semanario, en su "Discurso sobre la educación"
va, "se cuidaría especialmente que los niños de se lamentaba de que en una ciudad de 30.000
buena estirpe no fueran osados de injuriar con habitantes como Santa Fe, sólo hubiera una es-
mofas y malas palabras a los de baja extracción, cuela pública de primeras letras y exhortaba a
ni se mezclen con ellos sino para enseñarles los ricos a contribuir con sus caudales a la aper-
aquello que ignoren, o auxiliarles en lo que ne- tura de otras (18). En las Relaciones de mando de
cesiten por efecto de la generosidad que debe ¡os virreyes se hacen continuas alusiones a la
ser propia de la gente noble". De este modo, educación en colegios y universidades, pero
decía el artículo 6" del reglamento, "se irán apenas si se menciona la educación primaria.
acostumbrando los niños blancos a mirar bajo La única referencia directa se encuentra en la
la perspectiva que conviene a otros hombres de relación del virrey Ezpeleta. Sólo añadiré -dice
clase inferior y borrarán del todo perniciosas el virrey después de referirse a la situación de
preocupaciones que reinan aún contra los artesa- los estudios superiores- que para la enseñanza
nos y menestrales, indignas de una nación civi- de las primeras letras en esta capital se está
lizada (15). tratando de poner escuelas públicas en los ba-
El reglamento prescribía textos y un sis- rrios en donde hacen falta, y se halla este pro-
tema de premios y castigos. Las acciones buenas yecto en buen estado, debiéndose a la piedad
serían premiadas con parcos que se recibirían de este prelado [Caballero y Góngora] la dota-
en pago de las faltas cometidas, "porque los ción de los maestros; y que en los lugares de
hombres necesitan estímulo y gobierno". "Para afuera y de alguna población, se han establecido
que conozcan la historia del país en que viven" muchas, costeadas por las rentas de propios,
se recomiendan las historias de Piedrahita y Si- que en esto tendrán una digna inversión. El
món; para la enseñanza de la religión, el cate- mismo método puede seguirse en algunos otros
cismo del Padre Astete y la Historia de la Iglesia lugares que carecen de ellas y dentro de pocos
de Fleury. Para conocer la historia de España años las habrá en todos los que puedan ocurrir
el texto del francés Duquesne, "pues en él se a este gasto, que es de poca entidad (19).
encuentran pintados con hermosura y valentía
las virtudes que les corresponden y los vicios
con los colores más negros". En todo caso, re- La universidad colonial
comienda el padre Salgar, "debe evitarse que
los niños hagan lecturas como se observa hoy
con dolor, de libros como Los doce pares de
Francia y los romances de Enrique Esteban" (16).
D urante la primera etapa de la colonización
española, una vez instalada la Real Au-
diencia en 1550, los conventos fueron autoriza-
dos para impartir instrucción a clérigos y segla-
Ante la escasez de escuelas públicas, la res en cátedras de gramática y lectura. Así lo
profesión de maestro privado debió de tener un hicieron las primeras órdenes monásticas que
cierto desarrollo. Al solicitar al cabildo de San llegaron al Reino, es decir, franciscanos, agus-
Gil que se le nombre maestro oficial, Antonio tinos y dominicos. Colegios y universidades con
Hijuelos informaba "que desde hace nueve años autorización para dar títulos de licenciados y
se dedica voluntariamente a enseñar a leer, es- doctores sólo aparecen a comienzos del siglo
cribir y contar con el interés de remediar sus XVII. En 1605, fray Bartolomé Lobo Guerrero
cuitas con lo que los padres de los niños han funda el Colegio de San Bartolomé y a mediados
querido dar". Y en alabanza de su tenacidad, de la centuria, en 1654, aparece el Colegio Ma-
agregaba que "aunque eran numerosos los suje- yor de Nuestra Señora del Rosario, creado por
tos dedicados a lo mismo, muy señalado ha sido fray Cristóbal de Torres. En 1623 los jesuítas
el que ha durado más de un año" (17). reciben autorización real para fundar la Univer-
210 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

sidad Javeriana, institución que otorgaría los decir, al sistema que daba a los reyes el control
primeros títulos de doctor en jurisprudencia y de la Iglesia (22).
teología. Tres años más tarde los dominicos Los exámenes eran frecuentes, pues se rea-
establecen la Universidad Tomística que sólo lizaban cada cuatro meses. Al final de cada ciclo
funciona realmente a partir de 1636. Por la se presentaba la tremenda.El examinador abría
misma época se abren colegios seminarios en un texto de Aristóteles al azar, en torno al cual
Popayán, Tunja y Cartagena (20). se hacían preguntas, se argumentaba, se contrar-
Colegios y universidades solían tener tres gumentaba y se concluía. El jurado aprobaba o
ciclos de estudio: artes, teología y cánones. El desaprobaba. Todo en público y, como lo hemos
ciclo de artes, que correspondía al tradicional dicho, en latín. El ingreso a las universidades
Studium Generale (Estudio General) de las uni- estaba limitado a quienes, tras el procesillo,
versidades medievales, era un período de inicia- comprobaran limpieza de sangre, es decir, que
ción equivalente en sus fines al bachillerato mo- descendían de criollos o españoles. O como se
derno. Duraba de dos a tres años y en él se decía en el lenguaje de la época, que no tenían
enseñaban gramática, retórica, lógica, metafí- máculas ni sangre de la tierra. A estas discrimi-
sica y algo de matemáticas y física. Los de naciones y restricciones se hacían con frecuen-
teología y cánones duraban cuatro años. El con- cia excepciones, pero la discriminación era la
tenido de todas estas materias se tomaba de Aris- regla general (23).
tóteles, Santo Tomás y los maestros escolásti- Este tipo de educación universitaria satis-
cos. La enseñanza se hacía en latín. Sólo a fines fizo las necesidades de una sociedad en que las
del siglo XVIII, en 1791, un estudiante de la únicas funciones especializadas eran la sacerdo-
tomística, don Pablo Plata, se atrevió a sostener tal y la jurídica. Preparaba curas y abogados,
sus exámenes en castellano, causando con ello que necesitaban estudiar teología, leyes y algo
un verdadero escándalo en la República de las de lógica. Correspondía a una sociedad agraria,
Letras (21). comercial y minera, actividades que se desarro-
El método de enseñanza era de rigurosa llaban con la tecnología y las prácticas más pri-
estirpe escolástica. Se fundaba en la dictatio y mitivas, transmisibles por tradición, en las cua-
la disputatio. Primero el maestro leía un texto les para nada entraban conocimientos científicos
y luego los alumnos absolvían preguntas y saca- o técnicos que superaran la tecnología del neo-
ban conclusiones, o conclusioncillas, como se lítico. La agricultura desconocía la técnica del
las llamaba entonces. Tomando las frases leídas abono o no la usaba, los arados eran de madera
por el maestro como premisas, venía la conclu- y por excepción de hierro, y la rotación de cul-
sión precedida del respetivo ergo. De ahí el tivos y el mejoramiento de las semillas eran
nombre de enseñanza ergotista de que tan des- desconocidos. Las manufacturas y el comercio
deñosamente hablaban los virreyes y los neogra- presentaban un panorama idéntico de simplici-
nadinos contemporáneos de Mutis y Caldas que dad. Para la hilandería y tejeduría los españoles
reclamaban una educación fundada ya sobre habían importado el telar vertical, independi-
métodos modernos y cuyo contenido fueran las zando el proceso del cuerpo del tejedor; pero
ciencias experimentales. Los temas preferidos aparte de este progreso y de la introducción de
eran de carácter teológico: la gracia, la predes- la lana y el lino como materias primas, las téc-
tinación, el probabilismo, la inmaculada con- nicas de tejeduría siguieron al nivel de lo indí-
cepción, la comunión de los indios. Si se trataba gena prehispánico.
de lo que entonces se llamaba física, las disputas Algo semejante podría decirse de la minería que
versaban sobre el movimiento, la fuerza o la hasta fines del siglo XVIII seguía explotando
generación de los animales. En jurisprudencia casi exclusivamente los aluviones o los "oros
se estudiaban Las Partidas, Las Municipales y corridos", como se decía entonces, que abunda-
los textos de los grandes canonistas y filósofos ban en ríos y quebradas. Por excepción se explo-
escolásticos, Melchor Cano y Suárez en particu- taron las minas de veta, como lo testimoniaron
lar. Este último fue prohibido a raíz de la expul- las observaciones de Humboldt en 1801, y sólo
sión de los jesuítas de los territorios americanos, éstas necesitaban técnicas e inversiones de capi-
ordenada por Carlos III en 1767, porque sus tal considerables (24). Las actividades comercia-
enseñanzas resultaban contrarias al regalismo les y la organización de la Hacienda Pública desco-
imperante en los medios gubernamentales, es nocían la contabilidad, de manera que podían
El proceso de la educación en el virreinato 211

controlarse con los rudimentos de las matemá- Fleury, algunos defensores de la primacía de la
ticas. A finales del siglo XVIII se trató de instau- potestad real frente a la Iglesia.
rar la contabilidad por partida doble para el con- El plan era especialmente innovador en el
trol de las cuentas de las cajas reales, pero muy método de enseñanza. Eliminaba el juramento
pronto hubo de volverse al sistema tradicional de fidelidad a la doctrina de Santo Tomás y
de cargo (ingresos) y data (gastos), porque los proscribía el memorismo y el criterio de autori-
tesoreros y recaudadores no pudieron asimilar dad como única fuente del conocimiento, orde-
el nuevo sistema. nando que a los estudiantes se les permitiese
La cultura media de los habitantes del Rei- comparar la dotrina de varios autores -todos
no, aun de las clases altas, tampoco exigía una católicos, ciertamente- "para que la elección
educación diferente. Como los únicos objetivos sea libre y gobernada por la razón, sin formar
eran mantener el status de persona educada y empeño en sostener determinado dictamen" (26).
prepararse para salvar el alma, bastaban la edu- Prescribía también normas de organización
cación religiosa, el latín y algún conocimiento pedagógica. Los maestros debían presentar exa-
de los clásicos. La mentalidad secular y sobre men previo para "comprobar que pueden ense-
todo la mentalidad lucrativa y ambiciosa de bie- ñar a leer" -recuérdese que en el lenguaje aca-
nes terrenales que caracteriza el espíritu econó- démico universitario leer quería decir enseñar-
mico y empresarial moderno no habían surgido. y tener los mismos discípulos durante todo un
Apenas tiene sus primeros brotes en la segunda ciclo de estudios para evitar los cambios bruscos
mitad del siglo XVIII. Justamente en este mo- de orientación y conseguir un mejor conoci-
mento aparece la necesidad de una reforma de miento mutuo. Habría exámenes anuales riguro-
los estudios superiores y la idea de crear una sos, presididos por el rector, el vicerrector y el
nueva universidad. Fue lo que trató de hacer el cuerpo de maestros del Rosario, San Bartolomé
virrey Guirior cuando en 1774 encomendó al y la Universidad Tomística. Finalmente, se
fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandón la prohibían los trajes lujosos y los gastos excesi-
elaboración de un plan para fundar Universidad vos.
Pública, aprovechando los bienes expropiados El plan de Moreno y Escandón (27) nunca fue
a la Compañía de Jesús y haciéndose eco del puesto en práctica, por razones financieras y
nuevo espíritu ilustrado que preconizaban los por insuficiencia de catedráticos, según lo expli-
reyes borbónicos, sobre todo Carlos III (25). carían más tarde las autoridades virreinales,
La formulación del plan de Moreno y Es- pero también por razones políticas. En efecto,
candón estuvo precedida por una prolongada la política borbónica tanto en el campo econó-
crítica a ios estudios tradicionales, calificados mico como en el administrativo y cultural estuvo
de "inútil jerigonza" y por la exigencia de incor- siempre afectada de una evidente ambigüedad
porar a ellos las ciencias útiles" indispensables cuando se trató de ejecutarla en los territorios
para el aprovechamiento de las riquezas del Rei- americanos. En la misma forma en que no se
no, como lo afirmaba el arzobispo virrey Caba- quería ir muy lejos en el fomento económico,
llero y Góngora. El plan Moreno no era en ver- en la liberalización del comercio o en cualquier
dad revolucionario ni heterodoxo. Dentro de una aspecto de la reforma social, tampoco en el
posición ecléctica intentaba armonizar la tradi- campo de la educación se querían sobrepasar
ción con la necesidad de reformas. Calificaba ciertos límites. En la Junta de Estudios convo-
los estudios anteriores de verbalistas, dogmáti- cada en 1779 por el regente Juan Francisco Gu-
cos y carentes de aplicación práctica, pero man- tiérrez de Piñeres, a la cual asistieron el arzo-
tenía el contenido católico y aun escolástico de bispo Caballero y Góngora, el decano de los
los estudios que más directamente podían influir oidores de la Audiencia don Benito Casal, los
en la formación moral, religiosa y política de rectores de la Universidad Tomística, del Cole-
la juventud. Introducía el estudio de las mate- gio del Rosario, de San Bartolomé y los más
máticas, que debían enseñarse por los textos del altos funcionarios del Reino, entre los cuales se
filósofo alemán Wolff, y el estudio de la física encontraba el mismo Moreno y Escandón, resol-
vió promulgar un nuevo plan de estudios supe-
de Newton. Para el derecho y la filosofía se riores, ya que el anterior, proyectado por el
acudía a Melchor Cano y al mismo Santo To- fiscal Moreno, no había tenido aplicación. La
más, pero se agregaba la consideración de nume- Junta fue convocada en respuesta a la real cédula
rosos teólogos franceses como Abelly, Duviat,
Nueva Historia de Colombia, Vo¡. /
212

expedida en Madrid el 18 de julio de 1778, en que con una absoluta novedad se sienten los
la cual se dice que: malos efectos que ésta suele atraer (29).
"Como consecuencia de haber graduado Su Ma- Sintomático del regreso a las antiguas prác-
jestad como útil y conveniente la fundación y ticas fue la decisión tomada sobre los estudios
establecimiento de Universidad Pública y Estu- de filosofía. Al respecto, decía la Junta:
dio General y no haberse adoptado los arbitrios "Y mereciendo entre éstos la primera atención
propuestos para su dotación, previenen que con la Filosofía, por ser la escala por donde se as-
el acuerdo y dictamen de ella se le informe qué ciende a los demás, a ésta se convirtió la Junta
aplicaciones se han hecho de las temporalidades (sic) queriendo que se enseñe y explique del
ocupadas en este Reino a los regulares de la modo escolástico de antes, pero separando y
extinguida Compañía de Jesús; qué bienes de purgando de ella todas aquellas cuestiones que
ella existen aplicables a la erección de Univer- por reflexas e impertinentes se reputan inúti-
sidad Pública sin perjuicio de las obligaciones les" (30).
a que están afectados. ... y qué estado tiene la
enseñanza pública en los enunciados Colegios Era ésta una pequeña concesión al plan
[San Bartolomé, Rosario y Universidad Tomís- Moreno y a sus críticas contra el dogmatismo
tica], si se observa en ellos el método de estudios tradicional, concesión que se refrenda con las
formulado por el señor Fiscal don Francisco siguientes consideraciones finales:
Antonio Moreno y Escandón; qué progresos han "De cuyo modo cómodamente podrán [los jó-
tenido los que han estudiado la carrera literaria venes] instruirse en la teología escolástica dog-
por él y que si la Junta estima conveniente alte- mática y moral pura y sana, pero no por esto
rarle o variarle de algún modo, lo ejecute y los maestros han de infundirle a los discípulos
poniéndolo desde luego en ejecución dé cuenta espíritu de facción o partido de escuela sino que
al Real y Supremo Consejo de Indias para que los dejarán en libertad para discurrir y opinar,
en su vista se mande lo más conveniente y útil pues lo contrario es muy perjudicial para el ade-
a los vasallos de este Reino y al lustre de esta lantamiento de los estudios" (31).
Ciudad..." (28). En los años que siguieron, los esfuerzos
A los interrogantes de la cédula de abril de modernización de la cultura se concentraron
del año anterior, la Junta de estudios contestó en las actividades de Mutis y la Expedición Bo-
dando las razones por las cuales el plan Moreno tánica, pero todo indica que la enseñanza univer-
no había sido aplicado. Se mandó a observar el sitaria regresó a los métodos y contenidos tradi-
citado plan formado por el señor Moreno -se cionales. La cátedra de medicina y matemáticas
dice en las actas-, pero no habiendo correspon- sustentada por Mutis en el Colegio del Rosario
dido el efecto a los deseos con que la Junta representó para los neogranadinos la única posi-
previno su observancia, ni a los que informaron bilidad de ponerse en contacto con la ciencia
a dicho señor para su formación, pues aunque moderna. Pero como las tareas de la Expedición
el referido plan demuestra la instrucción de su y los encargos sobre estudios mineros que Caba-
autor y el celo que lo animó en obsequio de la llero y Góngora hiciera al sabio gaditano lo man-
juventud de este Reino, pero como no había tenían fuera de Santa Fe, la cátedra quedó va-
llegado a conseguirse el número de catedráticos cante durante varios años. En 1785, uno de los
que en él se pide por falta de fondos que tienen discípulos de Mutis, Juan Fernando Vergara,
los colegios para sostenerlos y que los pocos aspirante a sustituirlo, escribía al virrey en
que ha habido han tenido que enseñar por un forma patética:
método que no aprendieron, no se han logrado
los progresos que se esperaban, a que concurre "La sociedad humana apenas subsistiera y los
por otra parte la falta de Estudios Generales sin comercios más ventajosos o se acabaran o no
cuyo establecimiento formal no pueden adop- se hubieran visto si la astronomía o la geografía
tarse semejantes reglamentos de estudio, juzgó se perdieran o no hubiéramos tenido la felicidad
la Junta necesario por estas razones prevenir el de que se hubieran inventado" (32).
régimen que provisionalmente ha de observarse Las décadas finales del Virreinato no debie-
en los estudios de ambos colegios, procurando ron aportar modificación alguna a la penuria de
en lo posible igualarlo al que antes del plan la situación de los estudios superiores. Al co-
servía de gobierno para cautelar de este modo menzar el siglo XIX el virrey Mendinueta se
El proceso de ¡a educación en el virreinato 213

quejaba del atraso de los estudios en los colegios gunos beneficiarios. Resumía la situación de la
del Rosario y San Bartolomé y en la Universidad enseñanza en el Reino con estas palabras:
Tomista de los dominicos. La cátedra de física "Los que tienen algunos conocimientos de cien-
y matemáticas, que la ausencia de Mutis había cias puede decirse que los han adquirido más
dejado vacante, no se había provisto aún por bien en sus gabinetes, a esfuerzo de un estudio
falta de fondos para sufragarla y de alumnos particular, auxiliados de sus propios libros, que
interesados en su enseñanza. Carece de rentas en los colegios y aulas públicas, estando en ellas
y aun de discípulos -decía Mendinueta en su limitada toda enseñanza a una mediana latini-
Relación de Mando- porque no abre carrera para dad, a la filosofía peripatética de Gaudin, a la
las demás ciencias, como la filosofía escolástica teología y derecho civil y canónico según el
y faltando todo estímulo para la aplicación de método y autores que prescribió la Junta de Es-
la juventud, no es de extrañarse que se mire con tudios de 1779, derogando al mismo tiempo el
indiferencia su estudio tan útil (33). Insistía el vi- sabio plan que regía apenas desde el 74, formado
rrey en la necesidad de crear la Universidad por el Fiscal que fue de esta Audiencia D. Fran-
Pública que se había prometido desde 1774 y cisco Antonio Moreno y Escandón, con una ilus-
proponía financiarla con las numerosas capella- tración y método superiores a los alcances lite-
nías Vacantes que usufructuaban sin derecho al- rarios de sus contemporáneos" (34).
214 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

Notas
1. Recopilación de leyes de los Reinos de Indias, título María Rodríguez O. P., Historia de las universidades
VIH, libro VI; títulos XIII y XIV, libro I, Madrid, 1943. hispanoamericanas, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá,
1973.
2. Juan Rodríguez Freyle El Carnero, Bogotá, 1936. pág.
108. 21. José María Vergara y Vergara, Historia de la literatura
colombiana, vol. I. Bogotá, 1931, pág. 42.
3. Archivo Nacional de Colombia, Colegios, t. III, fls. 178
y ss. Citaremos este archivo con la sigla ANC. 22. Fray José Abel Salazar, ob. cit.; Juan David García Baca,
Antología del pensamiento filosófico en Colombia, Bi-
4. Luis Antonio Bohórquez Casallas. La evolución educa- blioteca de la Presidencia de Colombia, Bogotá, 1955.
tiva de Colombia, Bogotá, 1956, págs. 50 y ss.
23. Jaime Jaramillo Uribe, Ensayos de historia social colom-
5. ANC. Colegios, t. V, fls. 552 y ss. biana, Bogotá, 1968, págs. 181 y ss.

6. ANC, Colegios, t. IV, fls. 646r y 669v. 24. Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el Reino
de Nueva España, México, Edit. Porrúa, 1966, pág. 420.
7. ANC, Colegios, t. IV, fls. 344 y ss. Sobre el mismo tema, Francisco Silvestre, Descripción
del Reino de Santa Fe de Bogotá, Bogotá, 1950, pág. 68.
8. ANC, Colegios, t. II. fls. 785 y ss.
25. Archivo Histórico Nacional de Colombia, fondo Cole-
9. ANC, Colegios, t. V, fls. 18r y ss. gios, t. II, fls. 268r/309r; Relaciones de mando de los
virreyes, ed. de Eduardo Posada y Pedro María Ibáñez,
10. ANC, Colegios, t. V, fls. 46r y ss. Bogotá, 1910, págs. 489 y ss.

26 Archivo Histórico Nacional de Colombia, Colegios, t.


11. ANC, Colegios, t. III, fls. I90v y ss.
II, fls. 295r, 292r y v.
12. ANC. Colegios, t. V, fls. 477 y ss.
27. Moreno y Escandón, Plan, reí. cit., fls. 305r.
13. ANC. Colegios, t. II, fls. 785r y ss.
28. Archivo Histórico Nacional de Colombia, Colegios, t.
14. ANC, Colegios, t, III, fl. 190v. II, fls. 323r a 332v.
Citaremos en Archivo Nacional de Colombia con la sigla
15. ANC, Colegios, t. II. fls. 913 y ss. ANC.
16. ANC, Colegios, t. II, fl. 953r.
29. ANC, Colegios, t. II, fls. 325-326. Subrayado nuestro.
17. ANC. Colegios t. V, fls. 488 y ss.
30. ANC, Colegios, t. II, fls. 326r y v.
18. Semanario del Nuevo Reino de Granada, vol. I, Bogotá,
1943, págs. 69 y ss., 73 y ss. 31. ANC, t. cit., fl. 328v.

19. Relaciones de mando, ed. de Eduardo Posada, Bogotá, 32. ANC, t. cit., fl. 1021v.
1910. pág. 336.
33. Guillermo Hernández de Alba. ed. de Archivo epistolar
20. Sobre la universidad y la educación colonial, véase a fray del sabio Mutis, t. 1, Bogotá, 1947, págs. 247-248.
José Abel Salazar, Los estudios eclesiásticos superiores
en el Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1946; Agueda 34. Relaciones de mando, ed. cit., págs. 492-493.
El proceso de la educación en el virreinato 215

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L a arquitectura colonial _ _ 217

La arquitectura colonial
Alberto Corradine Angulo Las circunstancias anotadas ponen de ma-
nifiesto el carácter de esas primeras fundaciones
o ciudades, que tal categoría obtuvieron con
prontitud, cuando se trataba en realidad y du-
La planificación regional rante dilatados años, de auténticos campamentos
militares. Toda la población que en ellas habitó
l arribo a las costas del actual territorio estaba formada por las tropas de conquistadores,
E colombiano, por parte de los primeros espa- algunos funcionarios que solían acompañarlas
ñoles, no tuvo otra consecuencia que la simple como fueron: capellanes, notarios, barberos,
exploración de los accidentes geográficos y, na- que eran los cirujanos de la época, y ciertos
turalmente, el llamado recate de oro, perlas y esclavos y esclavas indígenas apresados en las
otros objetos considerados preciosos. Sólo en batallas. Por eso no es de extrañar que se proce-
una segunda oleada se intenta sentar reales en diera a utilizar los principios establecidos por
el nuevo territorio. Es en ese preciso momento la experiencia de muchos siglos y consignadas
en el cual se produce una acción característica en los textos de varios tratadistas que se remon-
de todos los pueblos invasores: establecer cabe- tan a la época del Imperio Romano o se reiteran
zas de puente desde las cuales es posible adelan- a lo largo de la Edad Media.
tar exitosamente una exploración sistemática del Una tercera fase que distingue este proceso
territorio inmediato y la subsiguiente conquista se presenta en el momento en el cual las diversas
que se deriva de esas acciones. De esta manera y coincidentes campañas de descubrimiento,
es fácil comprender el carácter que identificó la convergen sobre la Sabana de Bogotá, como
efímera fundación de San Sebastián de Urabá, atendiendo a una cita histórica. A partir de ese
o la más perdurable de Santa María la Antigua momento todo cambia, pues el hallazgo de tie-
del Darién, así como los posteriores asentamien- rras altas, sanas y con abundante población na-
tos en Santa Marta y luego en Cartagena. Trans- tiva, constituyó una razón poderosa para querer
curren entre unas» y otras fundaciones cerca de permanecer en ellas y además generó una divi-
treinta años, durante los cuales sólo es utilizada sión trascendental en la nueva geografía humana
parcialmente la franja costera por parte de los del territorio colombiano, pues repercutirá de
españoles. Pero años más tarde, cuando las ex- inmediato en el flujo de los nuevos inmigrantes
ploraciones cubrieron buena parte de los depar- y en la subsiguiente fundación de un sinnúmero
tamentos de la Costa, es cuando se acometen de nuevas ciudades en el interior del país. De
las empresas de mayor aliento, como la de ex- esta manera las poblaciones o ciudades estable-
plorar el interior del continente. cidas en la Costa, asediadas entonces solamente
Nueva Historia de Colombia, Vol. 1
218

lugares donde la experiencia, decantada por cen-


turias, había enseñado a los indígenas los luga-
res favorables. Por esta razón elemental, las
regiones donde existía población más densa y
evolucionada, son también las escogidas por los
españoles para hacer sus principales asentamien-
tos urbanos, pues allí se encontrarán condicio-
nes como: bondad del clima, salubridad acepta-
ble, recursos adecuados para la subsistencia,
etc., así como abundancia de mano de obra
indígena.
A la postre, cuando va terminando el pe-
ríodo colonial, la mayor parte de la población
existente en el actual territorio de Colombia, se
concentraba en el altiplano cundiboyacense y
en Santander, en tanto que, por ejemplo, en el
Magdalena Medio donde históricamente se han
dado las condiciones más duras para la supervi-
vencia del Hombre, se encontraba poco menos
que deshabitada, con algunos lugares de carácter
excepcional sobre el propio curso del río, mu-
chos de ellos estrictamente militares. De ahí
que la distribución de la población, por razones
naturales, se concentra en las áreas más saluda-
bles, salvo en los casos en los cuales se dan

por tribus altamente belicosas, serán sostenidas


por la fuerza de las armas y de las represalias,
por la necesidad de mantener a toda costa el
contacto permanente con Santo Domingo y con
España, por una parte, y con los pobladores del
interior por la otra. Por estas razones las funda-
ciones costeras se redujeron a dos durante casi
todo el siglo XVI: Santa Marta y Cartagena.
Sólo se contó con algunas excepciones signifi-
cativas como fueron: Mompox por su carácter
de puerto fluvial y escala táctica en la única ruta
practicable hacia el interior del país: el Río
Grande de la Magdalena, hecho del cual derivó
su rápida prosperidad y su crecimiento; y Rioha-
cha, no por razones estratégicas de su emplaza-
miento sino por la abundancia de perlas que la
distinguía por entonces.
Un examen rápido de la geografía de Co-
lombia, cuando aún no era el Nuevo Reino de
Granada, en los años de 1550 y en los de 1600,
señala de inmediato la forma como, a manera
de mancha de aceite, aparecen las sucesivas fun-
daciones de ciudades siguiendo, precisamente,
los valles de algunos ríos o las altiplanicies en
las montañas, aprovechando por lo general, los
La arquitectura colonial 219

atractivos muy especiales, como la existencia de puente, que permitiera las incursiones en el
de oro en las vertientes del Pacífico y el Chocó, interior inmediato del territorio; su explotación
donde los bosques, la alta pluviosidad y las ele- y posterior dominio o pacificación, por lo cual
vadas temperaturas, conllevaban también la pre- es probable que no llenaran inicialmente los re-
sencia de abundantes enfermedades endémicas, quisitos formales con que hoy las conocemos,
que sólo permitían la supervivencia de unos po- sino que se tratara de meros campamentos mili-
cos blancos, pues en ese medio es resistido so- tares en tanto las condiciones generales permi-
lamente por la población nativa o la de origen tían su evolución hacia formas más estables por
africano. Vastas regiones permanecían aún des- sus necesidades políticas, administrativas y co-
ligadas totalmente de la cultura colonial. En merciales, y, por ende, a una reorganización
general, la minería de oro fue el único motor total en su trazado. Esa parece haber sido la
que indujo la formación de poblaciones en luga- suerte de Cartagena y Santa Marta en sus prime-
res de condiciones ambientales difíciles y su ros años. Fundaciones posteriores como las
existencia se vio limitada al tiempo en el cual efectuadas en Santa Fe, Tunja, Vélez, Cali, Po-
fueron rentables la explotación de los filones o payán y Pasto, en circunstancias diferentes, obe-
la de los placeres, en el caso de aluviones. Las decieron desde un comienzo a una organización
zonas oscuras que aparecen en el mapa número física de indudable claridad, acorde con las ins-
2, que rodea las ciudades existentes en 1600, trucciones impartidas a Pedrarias en 1513, y a
varía muy poco a lo largo de los dos siglos otras posteriores, las cuales culminarán en las
siguientes, salvo la expansión que se inicia en ordenanzas de 1573 expedidas por Felipe II,
Antioquia y la que se concreta en la costa atlán- cuando ya las principales ciudades de Colombia
tica. habían sido fundadas (2).
La traza de las ciudades colombianas fun-
El urbanismo y la arquitectura dadas en el transcurso del siglo XVI fuera de su
en el siglo XVI inscripción en el tipo de ciudad damero, ajedre-
zada, en retícula, hipodámica, u otros términos

L a historia del urbanismo en América se re-


monta al mismo siglo xv con las primeras
fundaciones que se hicieron a partir del descu-
menos comunes con los cuales se ha descrito la
aparición de vías paralelas espaciadas con regu-
laridad y cruzadas por otras dispuestas en forma
brimiento durante la década del noventa, pero similar, permite una organización clara de los
su característica de más relieve, como fue el elementos cívicos, sean ellos religiosos o admi-
empleo de la cuadrícula o damero, parece ha- nistrativos, colocados usualmente alrededor de
berse iniciado en 1502 cuando se trasladó Santo la plaza mayor que se constituye en el espacio
Domingo a su actual emplazamiento. El tema principal, verdadero corazón de la ciudad. Al
mismo del sistema ortogonal de trazado de las ganar en extensión la ciudad, el sistema de re-
ciudades americanas ha sido motivo de estudio tícula permitió, y aún permite, una expansión
de importantes investigadores en todo el mundo; regular y crear nuevos espacios abiertos disper-
también entre nosotros se han publicado algunos sos por su área urbana, dejando de construir
trabajos donde cabe destacar la obra de Carlos algunas de las manzanas en forma total o parcial.
Martínez El urbanismo en el Nuevo Reino de Las condiciones topográficas que inicialmente de-
Granada (1966) y el aporte de Carlos Arbeláez marcaron la extensión de las ciudades, con el
Camacho que aparece en la Historia Extensa de tiempo fueron desconocidas, y el crecimiento,
Colombia, volumen x x , tomo cuarto, dedicado bajo la iniciativa privada, pudo llegar a sobrepa-
a la arquitectura colonial (1966). Las diversas sarlos: así se ve en Santa Fe, que se extendió más
influencias que parecen haber contribuido a la allá de los ríos San Francisco y San Agustín, pese
adopción del modelo americano de ciudad, son a las dificultades que ofrecían éstos en su paso,
precisamente tema de discusión de los erudi- no por el volumen permanente de sus aguas sino
tos (1). Lo cierto es que, entre las ciudades que por lo profundo y áspero de los cauces. Algo
subsisten en el país, fundadas en el siglo XVI, se similar se ve en el caso de Tunja, con el arroyo
repiten en forma completa las características de de San Francisco, el cual se cita en El Carnero
otras ciudades de datación anterior, tanto del Con- alrededor del asesinato de don Jorge Voto.
tinente como del Caribe. No obstante, la razón Cartagena no escapa a esta situación: antes
inicial de varías de ellas fue la de simple cabeza por el contrario, logra mayor desarrollo el barrio
220 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

de Getsemaní, situado en otra isla, que el de indudable diferencia con otras ciudades colom-
San Diego, pese a estar dentro de la misma isla bianas como Cartagena o Cali. Parece influir
y próximo a la catedral. Las vías de comunica- en tal singularidad el origen regional de sus
ción con las poblaciones vecinas, tanto entonces pobladores, diferente del promedio calculado
como ahora, han condicionado el proceso de para América (4), cuya real incidencia aún no está
desarrollo físico de las ciudades. medida ni correlacionada con otros casos con-
cretos.
La vivienda Pueden verse en las casas tunjanas varias
características: altura generosa, organización al-
Distribuidas las ciudades por el territorio rededor de un patio sobre el que ofrece dos o
nacional siguiendo a grandes rasgos las áreas tres frentes la construcción, generalmente dos
de mayor densidad indígena como zonas más pisos con galerías de columnas de inspiración
salubres y obviamente de mayores recursos en toscana, medieval o de claros rasgos moriscos,
mano de obra necesaria para la agricultura, el portada de alguna magnitud labrada en piedra
transporte, etc., se genera la vivienda como uno donde se perpetúan costumbres románicas y gó-
de los primeros elementos arquitectónicos per- ticas junto a detalles ornamentales de la época:
manentes. En un comienzo con carácter provi- el Renacimiento. Un zaguán vincula la calle con
sional, y generalmente basada en los recursos el interior y por sus dimensiones permitía el
y técnicas más simples cuando no ejecutadas en
un todo a la usanza de las empleadas por los fácil paso de una cabalgadura. Patio amplio y
indígenas, se produce un fenómeno de "acomo- huerto o corral muestra a las claras la relación
dación" que no significa en ninguna manera una inobjetable de esta casa ciudadana con el campo.
expresión primera del llamado mestizaje cultu- La generosidad de sus espacios, la misma zoni-
ral. Esta situación es tan característica que la fícación de la casa, en la cual se destinaba el
lucha iniciada por los cabildos unos 5 o 10 años segundo piso a los recintos privados de la fami-
después de efectuada la fundación de las ciuda- lia, y el bajo, a depósitos y dormitorios de ser-
des, con el objeto de obligar a los vecinos a vidumbre, patentizan la influencia de una acti-
levantar obras perdurables hechas en piedra, al vidad que oscila entre la vida ciudadana y rural.
menos en ciertos sectores, para sustituir las exis- ¿Cuál es la causa de sus dimensiones generosas?
tentes de paja y bahareque perdura a veces hasta Muy simple: la mayoría de sus propietarios fue-
los mismos inicios del siglo XVII, como quedó ron encomenderos y por lo regular ocuparon
demostrado en el incendio que arrasó casi por también puestos prominentes en el gobierno de
completo a Cartagena en el ataque del corsario la ciudad como regidores o alcaldes. De un lado
Sir Francis Drake en 1585 (3). Dentro de su apa- percibían las cosechas de sus tierras, los tributos
riencia de rancherío, común a las primeras ciu- de los indígenas con frecuencia en mantas, etc.,
dades en el siglo XVI, varios de los principales con lo cual se generaba la necesidad de disponer
vecinos, se dieron inicio a la tarea de construc- de amplios espacios tanto para recibir y mante-
ciones de mayor alcance. Es el inicio de una ner las recuas de cabalgaduras, como de recintos
arquitectura permanente. El mejor lugar que adecuados para guardar las diversas especies
tiene el país para conocer la calidad y caracte- vegetales de las cosechas como papa, maíz, tri-
rísticas de esas nuevas viviendas, es sin lugar go, etc., o animales como cueros, etc., destina-
a dudas la ciudad de Tunja que, pese al vanda- dos tanto al consumo familiar como el comercio
lismo destructor que han desatado los inversio- con ellas. No se trata aquí de un simple plagio
nistas en los últimos años, aún conserva los de espacios usuales en el sur de España destina-
únicos ejemplos que perduran del siglo XVI. En dos a articular una vivienda, y por eso su escasa
estudio que está en vías de publicación he ana- dimensión en la Península, sino de un espacio
lizado la vivienda de esa ciudad, teniendo en de uso específico, verdadera zona de trabajo
cuenta varios de los factores o condiciones que que requería de áreas más generosas. La vi-
rodearon la construcción de tales viviendas vienda propiamente dicha se coloca en el se-
como fueron, su base económica y el alto status gundo piso, con sala, recámaras, alcobas, come-
social de gran número de los vecinos, además dor y cocina, acomodadas sobre las construccio-
de cierta facilidad de recursos técnicos y mate- nes del primer piso cubriéndolas total o parcial-
riales. Estas condiciones peculiares crean una mente .
La arquitectura colonial 221

Es indudable que a su conformación contri- Arquitectura religiosa


buyeron en cierto grado los nuevos aires esté-
ticos que llegaban de Italia originados en el Re- Sobre esta rama de la arquitectura, tan sig-
nacimiento, cuyo énfasis formal lleva a destacar nificativa en el panorama latinoamericano, es
la simetría y las experiencias ya habidas en otras bien poco lo escrito hasta hoy. Los mismos au-
regiones españolas como se puede comprobar, tores ya nombrados: Marco, Arbeláez y Sebas-
v. gr., al examinar la arquitectura popular en tián (6), son los que han hablado sobre las primeras
Chinchón o Riaza, ambas en Castilla la Nueva, obras de arquitectura religiosa en el país, con
donde ya el patio llenó funciones de enlace entre un cierto sentido generalizador, si bien es cierto
el campo y la vivienda ciudadana. Otros rasgos que avances a este respecto los hizo el historia-
que dejan ver las obras de un siglo en nuestro dor Guillermo Hernández de Alba, hace más de
medio son los clasificables en el marco de lo treinta años con dos de sus obras principales (7),
estético y constructivo, donde el aporte de ori- aun cuando su interés primordial estribaba más
gen morisco, plenamente asimilado, se patentiza en la imaginería y en las experiencias plásticas,
en la frecuencia con que se emplea el alfiz, el que complementaban la arquitectura de la colo-
arco peraltado, la columna ochavada y el artezón nia, que en las calidades arquitectónicas.
para citar lo más relievante. Los ejemplos del siglo XVI son bien pocos:
Pero además del trasplante de técnicas la catedral tunjana, la cabecera y traza de la
constructivas como el uso de la tapia pisada, el cartagenera y las iglesias bogotanas de San Fran-
adobe, el ladrillo y la piedra en los muros, se cisco y la Concepción, así como San Laureano
empleó el bahareque conocido de los indígenas, y Santa Clara, en Tunja y gran parte de la iglesia
en lugares de pocas exigencias como las áreas de Chivatá en Boyacá, tan ajena a la imagen
de servidumbre o en divisiones posteriores, y que hemos forjado de las iglesias de pueblo (8).
alternaron con frecuencia la teja "española" o
de barro con la paja. Los frentes son por lo
general elevados y sus fachadas internas y exter-
nas revocadas y encaladas. Los aleros sostenidos
por canes, alternan con simples cornisas de la-
drillo que reciben el tejaroz. Junto con esas gran-
des construcciones es posible encontrar otras
más sencillas constituidas inicialmente por uno
o dos cuartos, de dimensiones medianas, hoy
subdivididos, y que sólo ocupan una parte del
frente del lote, constituyéndose así el otro ex-
tremo de la escala que ofrece la ciudad. Las
técnicas constructivas empleadas serán las mis-
mas, no así los elementos ornamentales, ni su
altura, ni la sencillez de los espacios que la cons-
tituyen, ni la forma en que se articulan, es en fin
una arquitectura diferente, ajena a las pretensiones
sociales y reflejo indudable de una clase menos
favorecida económicamente. Existe un docu-
mento importante para poder comprender el caso
de Tunja que se elaboró en 1610 y que ya ha sido
publicado en varias oportunidades (5). Allí de los
trescientos vecinos que se calcula poseer la ciudad
en ese momento, 76 son encomenderos, es decir,
uno de cada cuatro, y por otra parte de las 313
casas levantadas en el casco urbano, 88 son de
dos pisos, las demás de uno, sólo estando cubiertas
de paja 82. Es patente la casi coincidencia entre
el número de los encomenderos y de las casas
más significativas como eran las de dos pisos.
222
Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Con tan pocos ejemplos existentes es difícil


efectuar un análisis completo de este tipo de
arquitectura, o definir las influencias y sus más
frecuentes características. No obstante, con base
en los dos ejemplos más significativos, como
son las ahora catedrales de Tunja y Cartagena,
se puede afirmar que es manifiesta la presencia
de un tradicionalismo estético y constructivo
enraizado en el gótico, fácil de apreciar en los
arcos apuntados ligados a la cubierta mudéjar,
para el caso de la iglesia matriz de Tunja (que
se repite en la iglesia de Santa Clara), y en la
cabecera ochavada y con bóvedas de la catedral
cartagenera. Algo similar encontramos en las
otras iglesias tunjanas o bogotanas: cierta gene-
rosidad en las naves, muros robustos muy cerra-
dos, cubiertas por alfarjes, donde la más pobre
en su terminación es la de San Laureano en
Tunja, en tanto que San Francisco y la Concep-
ción de Bogotá, poseen dos ejemplos muy ela-
borados de artesón como ocurre también con
Santa Clara de Tunja. Las fachadas distan hoy
mucho del diseño y condiciones iniciales en ra-
zón de las posteriores modificaciones, cuyo al-
cance real nos es desconocido. De las iglesias
mencionadas es quizá la de Chivatá una de las
más significativas, al menos por dos razones:
la primera, por dar un tratamiento diferente a
la capilla mayor, puesto que no es una simple
fracción de la nave, sino que se le asigna en
planta una dimensión diferente al ancho de esta,
y la segunda, porque espacialmente se le da un
tratamiento diferente al cubrírsele con bóveda
de mampostería, en tanto que el cuerpo o nave
se le cubre de par y nudillo, solución que no se
repite en la región, constituyéndose así en espa-
cio de características especiales no presentes en
obras de su época o posteriores. Puede añadirse
a lo dicho, la real influencia del Renacimiento
manifiesta en documentos de los primeros años
del siglo XVII, donde se describe su estado y
características ya definidas desde 1580 (9).
La arquitectura colonial 223

Otro de los aspectos importantes de la ar-


quitectura religiosa es el relacionado con los
conventos que las diversas comunidades religio-
sas erigieron en el país. Por desgracia, de los
varios construidos en el siglo XVI, son bien
pocos los que han llegado completos hasta nues-
tros días en razón de la destrucción continua
que de ellos se ha hecho en lo que ya va corrido
de este siglo... No obstante, de varios de los
desaparecidos existe documentación gráfica que
permite efectuar análisis casi completos de sus
características arquitectónicas, y se trata por lo
general de los más antiguos, iniciados antes de
1600, como son el de San Francisco de Tunja,
demolido por un emprendedor gobernador de
Boyacá (?) o el de San Francisco de Bogotá,
también destruido para levantar el edificio de
la gobernación, por lo que sus iglesias quedaron
sólo como testimonios del esplendor de los con-
ventos, mutilados en varias de sus relaciones
de funcionamiento.
De tales conjuntos perdura un buen ejem-
plo: el convento y su iglesia de Santo Domingo
de Tunja, en el interior del país y el magnífico
de Cartagena. La disposición es similar en
cuanto a la relación iglesia-claustro y la vía
pública, al menos en la forma en que se nos
presenta actualmente, porque debe recordarse
que el ingreso de la iglesia dominicana de Tunja
se efectuaba por una ronda y compás ubicados
detrás del altar mayor, antes de su inversión (10). plano canónico, pues casi todos utilizaron por
Si bien es cierto que gran número de con- algún tiempo casas en arriendo o emplearon
ventos fueron fundados durante la segunda mi- construcciones transitorias a la espera de mejo-
tad del siglo XVI, su fundación no pasó del res oportunidades para levantar edificios de al-
224 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

gún significado. Esto no ocurrió sino al terminar documentación adecuada que permita corrobo-
el siglo XVI y en su construcción se emplearon rar los planteamientos. Puede afirmarse, por ser
buen número de años del siguiente siglo. Se da obvio, que fueron primero las ciudades que los
así el caso de poseer una traza concebida en el conventos, los pueblos indígenas que los centros
XVI y una ejecución, con sus inevitables inci- doctrineros y sus causas parroquiales, que pri-
dencias estéticas el XVII. De los pocos ejemplos mero se trazaron físicamente y se poblaron y
levantados, así fuera parcialmente, en las postri- luego se encomendó su doctrinamiento católico
merías del siglo de la Conquista, se patentiza a los clérigos seculares o regulares, y esto en
la influencia mudéjar en la frecuencia con que forma sistemática, sólo al comenzar el siglo
aparecen los alfices, los arcos peraltados, los XVII. No debe olvidarse que por esa época exis-
pilares ochavados u octogonales, pero no puede tía el Patronato Real.
decirse nada similar sobre la diferente organiza-
ción del convento: la iglesia siempre estará ado- Arquitectura militar
sada a un costado del claustro; el ingreso al
convento en lugar próximo a la iglesia, el claus- La historia de la arquitectura militar en el
tro cuadrado o aproximadamente cuadrado for- país se ha circunscrito casi específicamente al
mado por dos pisos, las excepciones se darán caso de Cartagena y a mencionar la existencia
un siglo después. La iglesia misma contará con de algunos fuertes que en el transcurso del pe-
coro alto a los pies en configuración que consi- ríodo colonial se llegaron a ejecutar, abandonar
deró como propia del gótico-isabelino el histo- o demoler en ciertos lugares de la costa del
riador Arbeláez Camacho, pero que más parece Atlántico. Hasta ahora se ha circunscrito su es-
responder a claros dictados de funcionalismo al tudio, como un tema especial, desarrollado por
permitir la separación física de los monjes y el los mismos historiadores ya citados: Marco, que
público, y la realización de actos religiosos pro- también ha escrito la mejor obra sobre Cartage-
pios de ellos. Coadyuvan la tesis de Arbeláez, na; Luis Duque, y más recientemente el señor
el hecho de que, en sus inicios, muchos de esos Zapatero (12). Otros autores, utilizando la infor-
templos conventuales contaban con sólo una mación conocida, han intentado estudios que con-
nave, siendo las posteriores resultado de adicio- templan más las circunstancias técnicas de orden
nes o modificaciones tardías, o efectuadas al militar, como ocurre con la obra del general Pedro
menos en otras épocas. Julio Dousdebés (13) o se limitan a recalcar
La finalidad catequística de los conventos sus valores con un enfoque lírico como ocurre
es indudable y se aprecia con facilidad al ver en el capítulo que se le dedicó en la obra El
cómo éstos se distribuyeron paralelamente con arquitecto y la nacionalidad. No obstante lo he-
las ciudades por la geografía nacional y coinci- cho hasta ahora, no es suficiente el camino re-
diendo precisamente con ellas para poder asegu- corrido en el sentido de explicar integralmente
rar la permanencia de la institución, su labor con referencia a las causas reales, internas y
religiosa y la posibilidad de erigir edificios es- externas el fenómeno de las defensas militares
tables al coincidir, de estas maneras las razones levantadas en todo el territorio nacional.
económicas y demográficas con las religiosas, Durante el siglo XVI, las defensas erigidas
de manera que llegaron a constituirse en sitios en las gobernaciones de Cartagena y Santa Mar-
puntuales de donde irradió la acción pastoral a ta, fueron de dos géneros: aquellas que a manera
las áreas circunvecinas, además de conformar de cabezas de puente se utilizaron transitoria-
esas áreas potenciales fuentes de recursos eco- mente para protección de soldados, luego de las
nómicos, muestra de lo cual se palpa en los batidas, rescates o saqueos que a manera de
frecuentes litigios que causó la posesión de de- "razzias" se organizaron desde muy temprano
terminados curatos o doctrinas. con el fin de obtener las riquezas acumuladas
Alguna interpretación de trascendencia ur- por los indígenas o de cobrar venganzas por los
banística se ha querido dar al fenómeno de la "desmanes" de los nativos no dispuestos a per-
aparición de conventos y de su correspondiente mitir que gentes recién llegadas los despojaran
labor catequística, presuponiendo todo un plan de sus bienes. Eran defensas sencillas concebi-
que por etapas va del convento en la ciudad das para protegerse de los ataques que venían
hasta la iglesia doctrinera, pero donde el es- del interior, con una escala de calidad técnica
quema no pasa aún del plano subjetivo (11) sin proporcionada a la efectividad de las armas in-
La arquitectura colonial
225

dígenas, como fueron las estacadas o empaliza- gena diezmada por la guerra, sometida a conti-
das, que por la misma calidad de los materiales nuos tratamientos vejatorios o al mestizaje, dis-
empleados desaparecieron con prontitud. Las minuyó notablemente. Las productivas enco-
segundas se dispusieron para la defensa de po- miendas de las primeras décadas se sustituían
sibles agresiones externas, originadas en países progresivamente por un nuevo sistema donde
europeos o por grupos de piratas que actuaban figuraba el corregidor de indígenas y el resguar-
por su cuenta saqueando los asentamientos espa- do, como medio de protección que encierra un
ñoles en América. La inoperancia de tales cons- interesante contenido político y un oculto interés
trucciones se demostró en 1586 con el ataque, económico, al constituirse en el mejor meca-
toma y saqueo que efectuó el pirata sir Francis nismo para liberar de indígenas extensas áreas.
Drake, a la ciudad de Cartagena que, para esa Es curioso el resultado de las medidas adoptadas
época ya contaba con algunos fuertes, incomple- justamente en el cambio de siglo y que he podido
tos y planeados sólo para la defensa de ataques examinar rápidamente en el Archivo Nacional
llegados por bahía, dejando al descubierto el para áreas de Cundinamarca, Boyacá y parte de
resto de su contorno y las posibles variedades Santander (14). Varias medidas se adoptaron e im-
de un asedio. pusieron en el lapso de 25 años: la primera la
No se produce con la penetración española reducción de los indígenas dispersos por amplias
al interior del país una manifestación paralela regiones por medios coactivos, en poblados or-
de arquitectura militar, la rapidez y efectividad ganizados según las normas urbanísticas compi-
teatral de las armas de fuego permitió un fácil ladas por orden de Felipe II y que han sido la
ingreso por extensas tierras donde la población base para hablar del urbanismo español en
no era densa. El pueblo chibcha, que contaba América, cuando mejor sería hablar de que tales
con la mejor organización militar, dio hospedaje normas se unlversalizaron después de realizadas
a los invasores y cuando se fastidió con su pre- las principales fundaciones. De todas maneras
sencia ya era demasiado tarde para lograr su es cierto que ellas se emplean masivamente en
expulsión, de manera que para los españoles el altiplano cundiboyacense y en las estribacio-
fueron innecesarios los cercados, fortines u otras nes inmediatas que lo rodean, entre los años de
obras más sofisticadas. Las exploraciones que 1600 y 1604 (15). El resultado inmediato fue con-
en el siglo XVI se efectuaron por el Valle del centrar la población dispersa en 25.000 kilóme-
Magdalena o en los Llanos Orientales sólo cau- tros cuadrados, en algo más de 150 poblaciones,
saron sinsabores y pérdidas cuantiosas pero no a cada una de las cuales se le pretendía asignar
generaron las condiciones suficientes para crear un cura doctrinero con el doble carácter de pro-
linderos definitivos, verdaderos frentes de bata- pagador de la fe y de representante del poder
lla, con las tribus belicosas que los poblaban y civil que le asignaba el cargo. El segundo efecto
que, en realidad rodeaban de lejos las zonas fue permitir acotar con mayor claridad la exten-
pobladas del altiplano, las ciudades puerto del sión de los terrenos asignados a las comunidades
Atlántico y las de altas tierras de Popayán y indígenas en torno a sus nuevas poblaciones y
Pasto. La tierra era muy extensa en esa época. de contera poder definir la extensión de los que
se reservaba el Rey. Sólo así es posible entender
El siglo XVII: el urbanismo cómo a los indígenas se les asignó un área global
y la planificación territorial próxima a los 500 kilómetros cuadrados, contra
los 24.500 reservados para el Rey, que de esa
manera podía repartir dadivosamente, a través
A l iniciarse el siglo XVII se logra la domi-
nación o pacificación como dio en deno-
minarse la guerra declarada contra las tribus que
de la Real Audiencia o de algunos cabildos, sus
"posesiones" entre los encomenderos, sus hijos
pretendieron conservarse libres de la presencia y cuanto peninsular llegara a estas tierras. Se
española en el centro del país; es entonces produjo de esa manera una modificación sustan-
cuando se organiza mediante visitas el funciona- cial en la geografía política y demográfica del
miento administrativo, el cobro de los impues- país, al desaparecer infinidad de asentamientos
tos, su enseñanza religiosa y su adoctrinamiento indígenas, al variar su distribución general, y
político. El aumento de la población criolla y dar origen a problemas que hoy conocemos
peninsular en las ciudades y villas fundadas en como minifundio, paralelo al latifundio. Puede
el siglo anterior era notorio en tanto que la indí- anotarse que casi ninguna de las poblaciones
226 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

fundadas en ese momento han desaparecido, en ya organizados en el altiplano. No está todavía


tanto de 500 a 700 poblados que existieron por bien documentada la acción pobladora y la re-
la época de la conquista fueron eliminados y partición de tierras en el país como para poder
nos son completamente desconocidos en su ubi- establecer teorías generalizadoras, las anotadas
cación. La planificación física de todas las po- hasta ahora sólo cubren un sector reducido del
blaciones de Cundinamarca y Boyacá se debe territorio nacional. También debe tenerse en
al licenciado Luis Henríquez, oidor de la Au- cuenta la posible presión ejecutada por los enco-
diencia y quien personalmente en la gran mayo- menderos para adquirir tierras, pues indirecta-
ría de los casos, o mediante el escribano don mente se puede adivinar en casos como el de
Rodrigo Zapata, visitó cada lugar y expidió las Vélez, cuando en la visita que le hizo el oidor
instrucciones precisas al encomendado para rea- don Lesmes de Espinosa Saravia en 1617, quedó
lizar tanto la traza como el poblamiento de los claramente establecido que casi todos los veci-
indígenas y la quema de sus antiguos asenta- nos encomenderos tenían abandonadas sus casas
mientos. El licenciado indicó el lugar de la plaza de la ciudad y en estado ruinoso, porque perma-
y de la iglesia, y "grosso modo" la manera como necían con sus familias en los aposentos que
debían salir las calles de la plaza, la forma de poseían a lo largo y ancho de la cuenca del río
distribuir los lotes entre los indígenas, sus di- Suárez, donde mantenían hatos y trapiches (16).
mensiones y otras indicaciones pertinentes como En Tunja la situación es diferente por ser una
la localización en un mismo costado de la plaza ciudad de mayor población y cabeza de corregi-
de los poderes civil y religioso simbolizados en miento, de manera que unos cuantos encomen-
las casas del cacique y el doctrinero flanqueando deros podían permanecer ausentes en sus apo-
la iglesia. sentos, sin afectar el curso normal de la vida
No ocurrió de igual manera en Santander. urbana.
A esa abrupta región inscrita en la jurisdicción
de Tunja, donde además de las ciudades de Vé- La vivienda
lez y Pamplona se encontraban también las de
La Grita y San Cristóbal, fue por delegación de Es precisamente en este siglo cuando se
Henríquez, el corregidor de Tunja capitán An- estabilizan las familias radicándose en localida-
tonio Beltrán de Guevara. Los resultados de su des específicas al abandonar progresivamente
acción, ostensiblemente diferentes, se palpan la migración permanente que se dio en el siglo
en los planes y documentos existentes en el Ar- XVI. A esta situación contribuyó el poderse con-
chivo Nacional. La organización física de las tar con tierras suficientes con lo cual vino un
poblaciones ordenadas a fundar por este funcio- aumento de aposentos, origen de nuestras actua-
nario es bien diferente para cada caso, como si les haciendas, muchas de las cuales aún conser-
se tratara de ensayar fórmulas. Coloca la iglesia van el apelativo de aposentos. La lejanía de las
por lo general aislada en el centro de la plaza ciudades existentes en los primeros años de la
de la cual salían las calles por dos o cuatro Colonia, propicia la aparición de nuevos núcleos
costados y ocasionalmente por las esquinas. urbanos para españoles con calidad de ciudad
También se da el caso de crear una gran plaza o de villa, de manera que muchos trámites ad-
o espacio público que partía en dos la población ministrativos se abreviaron a la par de las distan-
para situar separados indígenas pertenecientes cias, permitiendo por otra parte contar con mer-
a dos tribus diferentes (!). No siempre fueron cados próximos para la venta de algunos produc-
comprendidas y aplicadas adecuadamente las tos agropecuarios originados en los campos .
normas de Felipe II en cuanto al urbanismo en
las Indias. Es del caso anotar que, en la única La concentración indígena en las poblacio-
obra que se ha escrito sobre el Urbanismo en nes creadas en los primeros años del siglo XVII
el Nuevo Reino de Granada, cuyo autor es el permitió contar con un fácil mercado de mano
arquitecto Carlos Martínez, se publicaron algu- de obra obtenible a través de "conciertos", me-
nos planos elaborados por el escribano Juan de diante el cual se convirtió el indígena en fuerza
Vargas, de orden de Beltrán de Guevara, pero de trabajo para emplear en las mismas tierras
sin comentarios especiales sobre la incidencia que había abandonado por orden superior y que
de su acción al romper los patrones de cuadrícula ahora pertenecía a la nueva sociedad rural o
o damero existentes en ciudades y poblaciones urbano-rural de españoles y mestizos. Con el
mecanismo del concierto se mantiene la tradicio-
La arquitectura colonial
227

nal vivienda indígena que ha llegado a nuestros teriormente los entrepisos de las casas cartage-
días como "rancho" campesino, al tener que neras, como también se produjeron en la ciudad
hacer nuevamente viviendas en los terrenos que de Cádiz, bajo condiciones análogas. Mompox,
se comprometía a trabajar en beneficio del ha- como escala obligada y bodega de los productos
cendado. Por otra parte, es en este momento que venían de España, por una parte, o que
cuando comienzan a definirse las características salían del virreinato, por otra, atesora riquezas,
arquitectónicas de los aposentos o haciendas, a la par que Cartagena, derivadas del transporte
como se verá más adelante. en champán que efectuaban los esclavos negros
Con el siglo XVII llega también, la estabi- de los vecinos momposinos. En muchos casos
lización administrativa, y el incremento de la son las mismas familias las que actúan en una
población urbana, del comercio, de las manufac- u otra, ciudad y villa. La presencia en el río
turas y de muchas otras actividades propias de con su actividad, y la no limitación territorial
una sociedad organizada. Es una situación bien permitieron ese crecimiento característico de
diferente del ímpetu descubridor de los primeros Mompox, de tipo lineal. Es el lugar apropiado
tiempos y de una sociedad que no contaba sólo para producir otro tipo de construcciones. Sus
con encomenderos, o sea personas vinculadas viviendas, más generosas en espacios abiertos
a los grupos indígenas y a la actividad agrope- que las cartageneras, se desarrollan en una sola
cuaria. Por el contrario la ciudad ve surgir nue- planta, por lo general -hay más desahogo como
vos grupos conformados por funcionarios, arte- resultado de las riquezas atesoradas. Esta cir-
sanos, etc., para quienes la vivienda organizada cunstancia portuaria presiona de tal manera que,
en función de la relación campo-ciudad, no tiene buena parte de las construcciones que existen
sentido, puesto que vive introvertidamente, y sobre la orilla del río o Albarrada, como se le
debe contar con recintos más propios para acti- conoce, no son viviendas sino construcciones
vidades sociales que para las de tipo agrícola. para depósitos de los innumerables comerciantes
La resultante es clara: obras arquitectónicas le- asentados en la Villa de Santa Cruz de Mompox;
vantadas sobre predios más pequeños, -subdivi- algunas se continuaron usando para los mismos
sión de los primitivos-, con menores pretensio- fines, otras han sido habilitadas para viviendas
nes en sus ornamentos, materiales o espacios, al decaer la importancia del lugar en el siglo
por faltar el recurso instituible de los tributos pasado (17).
indígenas, con patios menores y transformados Así, llegados a Santa Fe podemos ver cómo
en jardines por pérdida gradual de la relación sus viviendas cubren toda la gama de calidades
campo-ciudad, donde se llega a la simplificación desde la vivienda cubierta de paja, de corta ele-
en las técnicas constructivas, reflejo de la apa- vación simplicidad espacial y ornamental, como
rición de las varias capas socioeconómicas de las situadas en los barrios periféricos, hasta ca-
la población total una arquitectura más sencilla sas más elaboradas como la situada en la esquina
y uniforme, en general, con ejemplos ocasiona- del Camarín del Carmen, hoy sede de la alcaldía
les de mayor alcance. Es claro que estas obser- menor de Santa Fe de Bogotá, donde no esca-
vaciones globales sólo son válidas para determi- sean los arcos ni las columnas de estilo toscano,
nadas regiones como Tunja y sus alrededores, con patio de dimensiones discretas pero dotado
en otras por el contrario es el siglo XVII el mo- de amplias galerías.
mento de las grandes construcciones, o por lo En el occidente del país, nada nos ofrecen
menos de su iniciación. Fundamentalmente se Popayán y Pasto, pese a su importancia durante
trata de las ciudades situadas en las rutas comer- esa época, a causa de los varios terremotos que
ciales: Cartagena, Mompox, Honda y Santa Fe. las han afectado en diversos momentos de su
La primera, ya al abrigo del sistema defensivo historia, en ese siglo o el siguiente.
iniciado al concluir el siglo XVI, punto de lle-
gada y partida de la Carrera de las Indias, da Arquitectura religiosa secular y regular
paso a construcciones ambiciosas que distan mu-
cho de poseer los patios desahogados que se Es quizás el siglo XVII uno de los más
pueden encontrar en el interior del país. Son significativos en la producción de este tipo de
más importantes los espacios para depósitos que arquitectura; se concluyen todos los conventos
los lugares para albergar las recuas; este desarro- iniciados a fines del anterior, se construyen otros
llo alrededor de espacios limitados generará pos- y se levanta una gran cantidad de templos. La
228 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

fundación de las poblaciones indígenas o pue-


blos de indios al inicio del siglo, llevó consigo
la ejecución de iglesias en número similiar. Su
función o características para el área central del
país, Cundinamarca y Boyacá se definió en los
muchos contratos que celebró el licenciado Luis
Henríquez con diversos maestros, alarifes, can-
teros o carpinteros como expliqué en un corto
estudio elaborado sobre tal tema (18). En él de-
mostré cómo las iglesias se ajustaron a un mismo
patrón, que es el siguiente: muros en tapia pisa-
da, con portada o portalejo, puerta con arco de
medio punto, espadaña, varios contrafuertes, al-
gunas pocas ventanas, arco total, una nave, cu-
biertas con armadura de madera de las llamadas
de "par de Nudillo" y entejadas. De ellas subsis-
ten cierto número, otras muchas han desapare-
cido por la acción de la piqueta demoledora en
los últimos 40 años, y algunas de tiempo atrás
se abandonaron y fueron vencidas por la acción
inmisericorde del tiempo y de la falta de cuida-
dos, entre los siglos XVIII y XIX. No fueron
esas iglesias de manera alguna parte de conjun-
tos doctrineros similares a los existentes en
México o Bolivia, porque no contaron con atrios
para procesiones, ni se levantaron al tiempo con
las capillas posas que ocasionalmente las acom- diferentes y aun dentro de ellas no se acostumbra
pañan, ni contaron con capillas abiertas como uniformar las soluciones, por falta de normas
afirmó hace unos años el arquitecto Arbeláez. impositivas para tal efecto y por el carácter di-
Las posas se levantaron casi un siglo más tarde, ferente de cada unidad, debe pues estudiarse
entrando el siglo XVIII, con carácter de ornato cada caso como ejemplo aislado. Podemos no
y sólo en algunos lugares, sin llegar a ser una obstante, considerar dos tipos diferentes: los ur-
verdadera constante. banos y los rurales, y aun de los primeros cabría
La arquitectura de esas iglesias de pueblos hablar de los levantados dentro de la cuadrícula
indígenas es sencilla, sin pretensiones, pero de de la ciudad y aquellos ubicados en su periferia
agradable franqueza constructiva que constituye o en lugares discretamente aislados. Cada loca-
quizá su mayor encanto y la razón última del lización obedece a fines bien diferentes que me-
cariño con que se les admira. recen considerarse por las consecuencias arqui-
No parece haber tenido el mismo éxito en tectónicas o urbanas que implican.
su gestión arquitectónica, el lugarteniente de Todos los conventos levantados dentro de
Luis Henríquez, el señor Beltrán de Guevara, las ciudades cumplen diversas funciones; la ca-
en su misión por los territorios de Santander y tequística y litúrgica que requiere de templos
el Táchira; algunos sismos pudieron destruir lo amplios donde pueden desarrollarse los ritos del
ejecutado, o tal vez la lejanía de Santa Fe, per- culto -es la parte pública del convento-, espa-
mitió que se olvidara rápidamente la orden de cios apropiados para la vida comunitaria de sus
construcción de templos en ese siglo, pues hasta frailes que por tradición dentro de la Iglesia se
ahora es muy poco lo que puede afirmarse que organizan en cuadro alrededor de un patio claus-
se construyó entonces. Del resto del país nada trado, o lo que es lo mismo, rodeado por galerías
se sabe, falta buscar documentación y confron- cubiertas; pueden añadirse uno o dos patios más
tarla con la realidad. correspondientes a la zona de novicios, enferme-
En el plano de la arquitectura regular o ría, o como fue común, mantener un colegio o
conventual, no puede hablarse de manera similar universidad como medio complementario del
a la secular; en cada orden, las influencias son apostolado religioso e instrumento adecuado
La arquitectura colonial 229

para ganar futuros benefactores. Los mejores


ejemplos los tenemos en los conventos o casas
de los jesuítas de Bogotá y Popayán, para citar
sólo dos casos.
Las casas de recolección o de retiro como
la Popa en Cartagena o San Diego en Bogotá,
esta última hoy mutilada, son dos de los ejem-
plos de los iniciados en ese siglo.
Por último encontramos el caso de los con-
ventos, de tipo rural por su ubicación y de tipo
contemplativo por su fin religioso, de los cuales
existen dos buenos ejemplos: el convento del
desierto de Nuestra Señora de la Candelaria en
Ráquira, el único levantado específicamente
para albergar una comunidad dedicada a la con-
templación, cuyas más importantes alteraciones
datan desde hace 80 años y que se desarrolla
alrededor de un patio cuadrado dotado de grue-
sos pilares que le imprimen un carácter de sere-
nidad difícil de igualar. Ha contado tradicional-
mente con un compás o patio de ingreso, al
estilo de muchos antiguos conventos españoles,
que originalmente se situaba donde hoy se en-
cuentra el cementerio. Posee dos plantas, sus
paredes de tapia y adobe y madera en sus vigas,
puertas y barandas, siendo sólo esos materiales
con los cuales se configura una arquitectura so-
bria, exenta de ornamentos y superfluidades.
Caso un tanto diferente es el convento de Santo
Ecce Homo que por las normas o estatutos de
la orden, no podía constituirse en uno de tipo
contemplativo, por lo cual ha alternado entre
casa de descanso de ancianos y recuperación de
misioneros, y convento ordinario hace un par
de siglos cuando logró aglutinar a su alrededor
una pequeña población de la que sólo queda la
plaza que se abre en su frente. Levantado por
etapas claramente diferenciables, pese a ser de
una planta, sus galerías están formadas por co-
lumnas toscanas y arcos de medio punto. Posee
una buena iglesia ejecutada con cierto primor y
tino, por su excelente artesonado, sus claras
proporciones y su extraordinario arco total de
nítida inspiración mudéjar, además del reciente-
mente perdido reboque o pañete de la fachada
principal, obra única en Colombia, por la orna-
mentación y técnica de elaboración de la mis-
ma (19).
No obstante lo dicho, las obras más signi-
ficativas son las varias iglesias jesuítas levanta-
das en Bogotá, Tunja, Cartagena, las cuales,
pese a que Arbeláez (¿amacho defendía la no
230 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

existencia de dicho estilo, se ajustan tanto en por verdaderas flotas dotadas de las más efecti-
planta como en volumen al patrón tan conocido vas armas de combate. Extensas costas, un gran
de la iglesia romana de "II Jesú": una nave con número de puertos, infinitas islas constituyeron
bóveda, capillas laterales, transepto cuyos brazos facilidades para ataques, contrabando o reabas-
no sobresalen ostensiblemente en planta, y una tecimiento de piratas, y una permanente preocu-
cúpula en el cruce de la nave y el transepto. La pación para España que debía enfrentar dos
ornamentación se encargará de establecer las enemigos simultáneos: los del mar y los mismos
"grandes diferencias", pero la arquitectura obede- americanos interesados en el contrabando para
cerá a un mismo patrón que tanta difusión tuvo eludir los altos derechos de importación. La so-
por todo el mundo (20). (Se puede ver la planta lución adoptada fue muy clara: concentrar en
de San Pedro Claver y San Ignacio, de Tunja) pocos puertos la autorización de embarques y
desembarques de mercancías llegadas de España
o África. Y dotarlos de defensas efectivas. Así,
en nuestras costas del Atlántico, tres ciudades
polarizaron la atención: Cartagena, Santa Marta
y Riohacha. La primera por su amplio puerto y
la insularidad de casco urbano, la segunda por
contar con una bahía muy segura para los bar-
cos, si bien su defensa por tierra era casi impo-
sible, y la tercera en razón de la explotación
perlífera, que alcanzó a tentar fuertemente a
algún obispo de Santa Marta, a punto tal de
causar desvelos al gobernador, también requirió
de algunas defensas, aun cuando su topografía
no se prestara para ello. Otros lugares como
Tolú, también poseyeron algunas defensas. La
Costa Pacífica con una menor importancia por-
tuaria, por lo difícil del camino de Buenaventura
a Cali, no jugó papel significativo por no inte-
resar a España su desarrollo ni a los piratas su
ataque, que comúnmente sólo llegó hasta los
puertos del extremo sur de América.
La defensa de Cartagena implicó el tanteo
de varias alternativas, método que condujo a
desechar fórmulas adoptadas en ciertos mo-
mentos cuando su efectividad no quedaba de-
mostrada luego de algún ataque, hasta llegarse
a configurar un plan complejo pero efectivo en
cuya ejecución se empleó casi todo el siglo XVII
y tres cuartas partes del siguiente. Por tales ra-
zones aparecen y desaparecen fuertes, o se abre
Arquitectura militar o cierra la bahía por Bocagrande, se crean esco-
lleras y se levanta el muro que, por etapas irá
La frecuencia con que aparecían en las cos- encerrando la ciudad con miras a hacerle inex-
tas americanas, los bucaneros, piratas o corsa- pugnable. Todo ello complementado con el lla-
rios, fue motivo ineludible para la construcción mado Castillo de San Felipe de Barajas conce-
de un sinnúmero de defensas en los puertos y bido para la defensa de la ciudad de los ataques
en algunos lugares estratégicos. Los esquemas provenientes de tierra y control de los canales
adoptados por España, para ser empleados en que la separaban de tierra firme, lo mismo que
América responden a los mejores criterios técni- al arrabal de Getsemaní. Buena razón de estos
cos desarrollados en Europa, por la sencilla ra- pasos nos representa el profesor español Enrique
zón de traer que contrarrestar ataques efectua- Marco, en su excelente obra Cartagena de ¡li-
dos no por naves aisladas, sino generalmente dias, Plaza Fuerte.
La arquitectura colonial 231

El siglo XVIII y los albores del XIX: 500 kilómetros cuadrados en Cundinamarca y
nuevas fases del urbanismo. Cambios Boyacá, pero en gran parte conformados por
sociales, políticos y económicos tierras de primera calidad. Así se permitirá en-
grosar algunos latifundios y en parte las arcas
E l siglo XVIII trae varios cambios sustanciales
pues durante él se concretan situaciones
creadas con anterioridad y aparecen algunas
reales, porque además de los resguardos se ven-
dieron las tierras del asiento de la población, o
sea los lotes, por ser patrimonio real, como tam-
otras que contribuyen a cambiar el carácter ge- bién fueron asimiladas, por la misma época, las
neral de la Nueva Granada en muchos órdenes: tierras y propiedades, extensas por cierto, de
transformación de la Audiencia en virreinato, los jesuítas.
nueva actitud de la Corona con su mejor expre- Es significativo el intento del arzobispo Pe-
sión, la Expedición Botánica, la Revolución de dro Felipe Azúa para conciliar intereses disími-
los Comuneros, la guerra de España con Ingla- les mediante un experimento llevado a cabo en
terra, etc., además de los cambios normales en Zipaquirá. Fue una fórmula para lograr, dentro
el campo demográfico como la disminución del marco de las leyes, que los grupos de blancos
enorme de la población indígena, el incremento u otros grupos étnicos, habitaran en un pueblo
de la blanca y en especial de la mestiza; mayor de indios. Es conocido el hecho de que en mu-
expansión del comercio y de algunas formas chos lugares se trasgredían las normas por diver-
semiindustriales de producción. Todas esas cir- sas causas, a tal punto que los indígenas llegaban
cuntancias y otras más que omitimos, son mo- a arrendar sus casas o sus lotes a los blancos
tivos suficientes para que, durante el siglo XVIII, para que las habitaran o transformaran en depó-
se produzcan dos fenómenos correlativos: la ex- sitos u otras modalidades comerciales, y como
tinción de gran número de pueblos de indios y consecuencia terminaban sufriendo las vejacio-
la aparición de un número similar de pueblos nes que por lo común soporta toda raza someti-
de blancos que se constituían con vecinos blan- da: trabajos no remunerados, arriendos no can-
cos, mulatos, negros, mestizos, etc., menos in- celados, explotaciones económicas, etc. La so-
dígenas. En casi todos los casos la misma loca- lución se experimentó en Zipaquirá por ser un
lidad perdía una calidad y población y adoptaba lugar apropiado, toda vez que era una de las
y recibía la otra. Dos fases bien diferentes se encrucijadas comerciales del país y sede de una
vivieron en las aldeas, pueblos y pequeñas ciu- industria de explotación que aún subsiste: la sal.
dades colombianas durante la Colonia: de 1600 Allí se trocaban los productos llegados de San-
a 1750. A grandes rasgos, se puede afirmar que tander (Vélez y Socorro), como las conservas
durante el siglo XVII, estos poblados permane- de guayaba, panela y azúcar, amén de otros
cieron como asentamientos netamente indíge- productos de tierra caliente, por la sal producida
nas, con cura doctrinero y autoridades al estilo por los indígenas del lugar, a quienes les perte-
español, aprovechando las mismas calidades necía por cédula de 1606, además de la parte
que la tradición les consagraba. De mediados que se remataba en ciertas personas con el fin
del siglo XVII en adelante, con la reducción o de asegurar la producción constante, con cuyo
extinción de la población indígena pura se inicia ingreso se fomentaba una caja de comunidad.
una nueva vida que llega a nuestros días, inicián- Esa situación de prosperidad llevaba consigo la
dose como viceparroquias, parroquias y ocasio- presencia de gran cantidad de comerciantes que
nalmente como villas con párrocos, y alcaldes, terminaron radicándose en el sitio con perjuicio
hasta adquirir durante la República el título ni- de los indígenas. Así, de la propuesta hecha al
velador de municipio. Ese cambio que se pre- Rey en carta de 7 de octubre de 1749 por el
senta a partir de 1750, significa, para la pobla- arzobispo (21), surgió una división "sui generis"
ción indígena, un nuevo desarraigue para con- que permitía vivir a los indígenas en una parte
centrarse sólo en algunas pocas localidades, con del pueblo, con hornos y fuentes de agua sal,
el fin de dar cumplimiento a normas muy claras y en otras los blancos y demás razas y con el
dominio de las vías de acceso. Como resultado
estipuladas en las Leyes de Indias, sobre aisla- se formó un largo muro recto con dos puertas
mientos de los nativos. de intercomunicación: una de carácter comercial
Nuevamente se produce una liberación de a la zona de producción de sal y otra de tipo
tierras: las pertenecientes a los resguardos extin- religioso inmediata a la iglesia. Iglesia que cabe
guidos que se sacan a remate: son menos de
232 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

recordar, fue levantada en gran parte a costa de empleo del abobe en remplazo de la tapia pisada
los indígenas y la cual quedó dominando la plaza por mayor simplicidad en su ejecución, y posi-
principal asignada al sector ocupado por los bilidad de levantar muros más delgados. Por
blancos. Fue Zipaquirá, así, una verdadera po- otra parte en las viviendas de las capas sociales
blación siamesa, con dos plazas, dos alcaldes más elevadas aparece con mayor frecuencia el
y un sólo cura. El experimento del cual da razón ladrillo, a no ser que razones especiales lo hagan
el arzobispo virrey Antonio Caballero y Gón- indispensable como es el caso de Mompox
gora en su relación de mando, treinta años des- donde las inundaciones periódicas del río Mag-
pués de efectuada esa división artificiosa, no dalena obligó a sus moradores al empleo de un
prosperó, pues cuando pocos años antes, en material resistente, o en las ciudades de Santan-
1779, el señor oidor Antonio Moreno y Escan- der o Cartagena donde la humedad del piso im-
dón determinó trasladar a los 80 indios de Zipa- ponía sus condiciones. Los últimos florecimien-
quirá a Nemocón, acabó con el ensayo que al tos de la llamada "carpintería de lo blanco", es
parecer no produjo los resultados apetecidos y decir, de la ejecución de ricos artesonados y
así dio pie a los vecinos para obtener del arzo- otras formas de techumbres en maderas labradas
bispo la erección en parroquia. Huellas han que- se dan en la primera mitad del siglo como puede
dado, no obstante, del ancestro indígena en la anotarlo en un estudio sobre Mompox (23).
zona occidental de la ciudad, donde sus calles Se presenta en este siglo una generalización
no obedecen a los critieros de rigor geométrico de formas, ornamentos y soluciones espaciales
preconizadas en las Leyes de Indias, sino que pero por regiones, con lo cual queda clara la
configuran fácilmente encrucijadas de sabor me- incidencia del medio. Tres casos pueden traerse
dieval (22). a cuento: Popayán, reconstruida después del
sismo de 1736; Mompox, cuyas obras corres-
La arquitectura doméstica urbana y rural ponden en su mayoría al siglo XVIII, y Zipaquirá
que se construye a partir de 1750. Cada una
La vivienda urbana del siglo XVIII, que es inscrita en un clima y bajo condiciones sociales,
la más conocida de la época colonial, cubre aún políticas y económicas diferentes. Así, Popayán
zonas muy significativas de muchas poblaciones levanta grandes casas con arreglo a principios
del país, si no de la totalidad de algunas, y se académicos de simetría y utilización de órdenes
le halla también en varias de las más importantes clásicas, palpables no sólo en sus fachadas sino
ciudades. Podemos de antemano anotar que no en sus patios, etc., pero sin descuidar la robustez
son tan radicales los cambios que se producen preventiva que requerirían sus edificios, lo cual
del siglo XVII al XVII en el terreno de las resul- da como resultado la sustitución de las columnas
tantes arquitectónicas o en el de su funciona- por fuertes pilares. Hay ausencia de artesonados
miento; más bien puede hablarse de la amplia- en sus recintos que adoptan los techos planos, y
ción de las ya existentes, con adición de nuevos simultáneamente modifica el sistema estructural
patios, por ejemplo, o de subdivisión en otros de la cubierta con la introducción de sobrepares
casos. Tal vez el rasgo más significativo lo en- o cuchillos, apropiados para la ejecución de ale-
contramos en algunos cambios en el empleo de ros grandes, o lograr también pendientes unifor-
los materiales como el abandono progresivo de mes en toda la superficie del tejado. Mompox
la piedra para labrar columnas y su reemplazo mantiene vigentes sus estructuras en ladrillo so-
por la madera, con lo cual el carácter de los bre terraplenes, artesonados de madera labrada
patios variará notablemente, y a la vez se obten- o rolliza, según la calidad económica del pro-
drá diversidad de interpretaciones en la confor- pietario, ventanas generosas con variadas for-
mación de los soportes, pues serán cuadrados, mas de repisas y rejas, amplias galerías sobre
octogonales o circulares en su sección las zapa- los patios, duplicando en muchos casos la prin-
tas que recibirán los pisos superiores o los techos cipal, como solución específica para un clima
contarán con labras más o menos complejas. cálido. Alternan en Popayán las viviendas de
Como consecuencia los arcos desaparecen y el uno o dos pisos en tanto que Mompox sólo
sistema se simplifica con el uso de vigas tam- ofrece excepcionalmente ejemplos de dos pisos.
bién de madera (sistema arquitrabado). Sólo per- Zipaquirá por otra parte presenta una arquitec-
manecerán de piedra las basas de los pies dere- tura donde los baldosines corridos son comunes,
chos o "columnas de madera". Se populariza el imprimiendo a la ciudad un carácter especial;
La arquitectura colonial 233

sus muros se levantan en tapia pisada, y por lo las técnicas más sencillas: tapia pisada y maderas
general hay ausencia de criterios académicos en para la estructura, bahareque para las divisiones,
el diseño de fachadas y organización de los es- paja para la cubierta. Mediante un proceso paula-
pacios; las cubiertas se ejecutan según los siste- tino las edificaciones se regularizan en su diseño,
mas tradicionales con artesonados en madera adoptan una zonificación clara y comienzan a abrir
rollizas que ceden su importancia, al cambio de sus fachadas con ventanas y galerías, inicialmente
siglo, para adoptar los nuevos sistemas que per- hacia el patio principal y posteriormente hacia el
miten con facilidad la ejecución de cielos rasos exterior, proceso que continuará durante el siglo
planos; aleros de mediano vuelo, ausencia de XIX. Las modalidades del clima se reflejan en las
repisas en las ventanas, propias de climas cáli- soluciones adoptadas de manera que las galerías
dos. Se levanta una arquitectura sobria, sin gran- abundan tempranamente en las haciendas de tierra
des refinamientos pero robusta y tradicional. caliente, en tanto que persisten las soluciones ce-
Las concepciones espaciales y de organización rradas en los altiplanos. La influencia de ciertas
o funcionamiento no distan de las logradas en normas de arquitectura parece darse en aquellos
el siglo anterior en Bogotá, si bien es cierto que ejemplos de propiedad de personajes vinculados
la tendencia a la simplificación me permitió ha- ampliamente a medios urbanos, y dotados de una
cer en años anteriores un intento de clasificación gran solvencia económica (24).
de la organización de la vivienda. Por lo general han quedado por fuera de
Las nuevas corrientes estilísticas europeas los estudios específicos de la arquitectura en el
de este siglo hacen tímidamente su aparición en país, la inmensa cantidad de ejemplos de arqui-
el medio neogranadino con calidad de simple tectura rural, ejecutada por el campesino y cuyas
máscara, pues se les adopta a la manera españo- modalidades específicas responden a las condi-
la, como elemento ornamental, de superficie, ciones de clima, medio, geográfico y cultural.
pero no de estructura. El caso más relevante en La carencia de investigaciones específicas al
la arquitectura privada se encuentra en Mompox respecto, además de la falta de conciencia colec-
en la portada de la casa baja, con prologanciones tiva sobre los valores que encierra deben subsa-
ornamentales hasta el interior de la sala; algunos narse con urgencia. Como vía de ejemplo pue-
arcos polilobulados en ventanas zipaquireñas, den citarse las viviendas que aún subsisten al
y en la exuberancia de algunos ornamentos de norte de Chócontá, de las cuales pueden anotarse
madera a lo largo y ancho del país. las siguientes circunstancias: presenta una orien-
El otro tipo de vivienda que se levantó tación constante, pues abren sus puertas, gale-
durante la Colonia, fue rural. En algunas ocasio- rías o aleros más amplios hacia el occidente,
nes por reconstrucción o ampliación de núcleos en tanto que sus fachadas al oriente permanecen
existentes desde el siglo anterior, como resul- cerradas pese a ofrecerse en esa dirección, en
tado de los primitivos aposentos, o por aparición ocasiones, buen paisaje. La persistencia llega a
de nuevas haciendas constituidas a costa de los tal grado que se desentiende de vías, paisaje y
resguardos extinguidos o por subdivisión de aún de la topografía aun cuando le sea adversa.
otras más generosas, alguna intensificación de Constituyen las viviendas tres núcleos que pue-
la actividad agropecuaria y la necesidad de sa- den ser edificaciones independientes, unidos por
tisfacer ciertos procesos como los molinos de los vértices, o conformar una sola edificación
harina acccionados por fuerza hidráulica. en forma de L o C; dichos núcleos se ordenan
Los aposentos o casas de haciendas que se usualmente, de sur a norte, así: cocina, alcoba(s)
levantaron en el siglo XVII fueron por lo general y depósito. Las ventanas cuando aparecen
son muy reducidas y sólo sirven para control
de carácter introvertido y conformados por una predominantemente colocadas con vista al sur.
sumatoria de eficaciones organizadas a veces Las técnicas constructivas van desde el bahare-
sin regularidad, alrededor de un amplio patio que hasta la tapia pisada, nunca se emplea el
de labores. Pocas puertas, casi ninguna ventana ladrillo, los techos de paja sobre una estructura
y el desarrollo de casi todas las actividades propias de madera de origen netamente indígena, si se
de la familia y de la producción agropecuaria en le compara con cuanto se conoce en el medio
amplio espacio central o patio, auténtico centro americano, un mínimo de puertas de construc-
que regía el funcionamiento del aposento o de la ción sencilla, llegándose hasta el caso de encon-
casa de hacienda. Las edificaciones se levantaban trarlas hechas con un armazón de madera y fo-
con los elementos más fáciles de obtener y con
234 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

rradas en cuero que eran las llamadas "puertas del virrrey los efectos plásticos y visuales de
de cuero" tan frecuentes en la Colonia en ciuda- una organización axial (25).
des como Santa Fe o Tunja. Entre los otros tipos de obras, diferente de
la vivienda, el más significativo, es el Puente
Arquitectura civil __ del Común, no por ser el único en el país, sino
por su carácter social, la magnitud y calidad, e
indicativo de la importancia de la ruta que vin-
La Corona Real para mantener el control culaba a Santa Fe con Zipaquirá, el centro pro-
permanente y directo de sus colonias en ultramar ductor de sal. Su esquema cuenta con numerosos
instituyó, al paso del tiempo, una serie de orga- antecedentes en España pero constituye un hito en
nismos y cargos responsables tanto en la adminis- la historia de la ingeniería del país. La magnitud
tración, como de las finanzas y la justicia. Así, de la obra para la época puede apreciarse aún
surgen las audiencias reales primero, las fábricas en relación con la edificación vecina levantada
de pólvora, las casas de moneda, las aduanas, con carácter de campamento de trabajadores.
los estancos y algunas obras de ingeniería, ade- Hoy se le ha transformado en una casona luego
más de las viviendas de funcionarios. Fuera de de un sinnúmero de usos a lo largo de los años.
esto competía a los cabildos la obligación de Por fuera de todo antecedente local pero
levantar sus propias edificaciones a costa de los resultante directa de las inquietudes que anima-
vecinos del lugar, y la cárcel. Contados ejem- ron a los miembros de la Expedición Botánica,
plos han sobrevivido las diversas circunstancias surgió en nuestro medio el primer observatorio
políticas, intereses locales, movimientos sísmi- astronómico de la América española donde se
cos, y simultáneamente de resistir el paso de conciliaron ciertas necesidades científicas y al-
los años, unido a un intenso uso; no obstante gunas de carácter cultural como era el concebir
contamos aún con edificios como la Casa de el edificio como un templo levantado a la diosa
Moneda de Santa Fe, harto transformada, la Urano, según la costumbre del momento. La
Fábrica de Aguardiente de Villa de Leiva, la fecha de su erección: 1803, permite comprender
Aduana de Cartagena, etc., además de los pla- la presencia de elementos arquitectónicos, pro-
nos que se elaboraron para varios edificios. De porciones y otras calidades que lo identifican
todo ello puede anotarse que su organización o con el neoclasicismo pero que distan radical-
modelo se deriva de la vivienda: un patio cua- mente de aquello que puede aceptarse común-
drado o rectangular de cierta generosidad, ro- mente como propio de la arquitectura colonial.
deado parcial o totalmente por cuartos destina-
dos a sus diversas dependencias, también como Arquitectura religiosa
en las viviendas, uno o más costados contará
con amplia galería y una escalera articula los Durante este siglo se concreta la construc-
espacios de manera similar. La diferencia funda- ción y reedificación de gran número de templos
mental es de función no de forma, ni de expre- que van desde las iglesias matrices de algunas
sión arquitectónica. ciudades, hasta las parroquiales de varios pue-
El Palacio Virreinal que no llegó a cons- blos, además de cierto número de ejemplos de
truirse y que debía ocupar el actual emplaza- iglesias conventuales.
miento del Capitolio Nacional, denota clara- Veamos el caso por partes: la creación de
mente las nuevas corrientes estéticas que se da- nuevas parroquias a que ya aludí, condujo di-
ban en la Península y por reflejo en sus colonias, recta o indirectamente a la reparación o reedifi-
alineadas en el neoclasicismo a un punto tal que cación de las preexistentes de conformidad con
para permitir los áticos del diseño se proponen los compromisos que para su mejoramiento ad-
cubiertas planas azoteas, quizá las únicas con quirían los vecinos, que en determinados casos
que hubiera contado la capital. Además de intro- llegó a implicar la construcción de un nuevo
ducir elementos propios de esa tendencia plástica templo. Tal se desprende de las primeras inves-
en fachada y en los elementos ornamentales de tigaciones adelantadas en Santander, donde es
la arquitectura, conserva la esencia articuladora interesante anotar que las características de esos
de las viviendas como fueron los patios, galerías templos tienden a ser similares desde el punto
y escaleras, todos concebidos con los mismos vista técnico como lo es la época de su construc-
criterios, salvo quizás el de explotar en la vivienda ción. En ellas se puede comprobar el empleo
La arquitectura colonial 235

continuado de la piedra para los muros, pilares unas veces a su trazado anterior, con simple
o columnas robustas, arcos en piedra o ladrillo, carácter de reconstrucción, mientras para unas
cubiertas del tipo de par y nudillo, tres naves, pocas se optó nuevos diseños impregnados de
carencia de crucero, coro alto y los pies con los criterios estéticos de su época; ocurrió así
ventana geminada o pareada para su iluminación en la iglesia de San José o de la Compañía, y
y una sola torre de reducida altura en la fachada años más tarde en la catedral. En otros casos,
y colocada como remate de una de las nuevas que pueden haberse o ampliado o modificado
laterales; sirvan de ejemplo Confines o El Ce- por los años finales del XVII o al comenzar el
rrito entre muchas otras (26). XVIII, como ocurre con la iglesia de Santa Bár-
Los estilos son ajenos a estas sencillas igle- bara de Mompox se da pie para que se confundan
sias de pueblo, no así a las levantadas en algunas curiosamente las tradiciones estéticas y cons-
ciudades de cierta importancia, v. gr. la que tructivas apreciables en la calidad del artesona-
edifica en Santa Marta que, tras una historia do, solución mudéjar, con las nuevas corrientes
dolorosa de construcciones y destrucciones, estéticas interpretadas localmente en el campa-
erige finalmente la que aún existe casi fielmente nario, con resultados tales que la hacen descollar
ceñida a los planos si no careciera de una de en el panorama nacional.
las torres previstas. La calidad de sus espacios, Cabe aquí hablar de los efectos producidos
su magnitud y la ejecución de sus elementos por la ejecución de gran número de capillas
ornamentales la hacen destacar en el panorama votivas en la gran mayoría de las iglesias que
nacional. Distan mucho las calidades de las pro- pertenecieron a los indios, con resultados que
porciones de iglesias que como ésta fueron dise- son dignos de considerar. Como usualmente se
ñadas por un arquitecto, de la sencillez y discreta levantan dos y en ocasiones hasta tres, se pro-
altura que poseen las ejecutadas por maestros cede a colocarlas a lado y lado de la nave, de
anónimos en el área santandereana. tal suerte que se configuran iglesias con planta
de cruz latina dejando así de estar conformadas
por espacios longitudinales simples; a todo esto
se suma la adición de camarines, que comple-
mentarán no sólo las nuevas capillas sino que
en ciertas ocasiones adicionarán el presbiterio.
No existe aún la documentación apropiada para
definir la fecha de aparición del camarín en el
Nuevo Reino de Granada, ni su proceso de di-
fusión, pero puede anotarse que es a fines del
siglo XVH cuando se construyen algunos de sig-
nificación como el de la Capilla del Rosario de
la iglesia de Santo Domingo en Tunja, o su homó-
nima del convento de Santo Ecce Homo (27).
En el período comprendido entre la se-
gunda mitad del siglo XVIII y los primeros años
del decimonónico se afianzan las nuevas co-
rrientes estéticas, olvidándose las expresiones
que identificaron la arquitectura colonial en sus
múltiples variantes volumétricas, y espaciales
de las ciudades, donde habían introducido una
escala, para adoptar progresivamente la nueva
visión académica, directamente en las principa-
les ciudades por la acción de varios arquitectos,
y como reflejo en las poblaciones de segundo y
tercer orden a través de la interpretación de
maestros locales. Algún ejemplo puede citarse:
el arquitecto capuchino Petrés que desarrolla su
El terremoto de 1736 obliga a los payaneses actividad en Santa Fe y sus proximidades. El
a levantar de nuevo todas sus iglesias, ajustadas diseña el templo dominico de Chiquinquirá
236 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

(1803), posteriormente el de Zipaquirá (1805) de resistir ataques formales. El control del con-
y finalmente la catedral en 1807, sin contar las trabando, por una parte, y de las invasiones y
iglesias de Guaduas y Facatativá que también fortificaciones que intentaron en ciertos lugares
se las atribuyen, y el Observatorio Astronómico. ingleses o escoceses, como ocurrió en la proxi-
En Popayán García Hevia elabora un proyecto midades del Golfo de Urabá con la colonia de
para la catedral de esa ciudad que, pasado a Nueva Caledonia (Civea 1700) (29), hicieron ne-
examen de la Academia de San Francisco, los cesaria la presencia de obras defendidas salpicadas
intereses no claros de sus miembros impiden su a lo largo de la costa de un país que sólo tenía
aprobación pues la fórmula propuesta es que una puerta de entrada: Cartagena. Pero además
alguno de ellos lo diseñe para poder satisfacer de esas obras destinadas a controlar la principal
sus propios requisitos (28). frontera marítima, surge una nueva modalidad
que se concretó en las postrimerías de la Colo-
Arquitectura militar nia, al menos en dos fortines de carácter medi-
terráneo, destinados a controlar ciertas vías de
Copa el siglo XVIII en muy buena porción acceso al interior del país, provenientes de los
la actividad en torno a las defensas en nuestras Llanos Orientales. Uno de ellos estuvo situado
costas, en especial en la ciudad de Cartagena. en la Salina de Chita y el otro en la población
Las visicitudes de tal empresa han sido tratadas de Paya, que nos es conocida por haber figurado
ampliamente y con lujo de documentación por como objetivo militar durante la Campaña Li-
el profesor Enrique Marco y en posterior estudio bertadora de 1819. Su diseño y ubicación fueron
del señor J. M. Zapatero ya mencionado. Con similares: se trata de un recinto estrellado de
las obras de estos años se complementa el sis- ocho puntas con foso y parapeto de altura media,
tema defensivo planeado para la ciudad y cuya situados sobre colinas escarpadas, por lo cual
efectividad quedó demostrada en la segunda dé- su defensa parecía fácil. La situación de estos
cada del siglo XIX, con el asedio prolongado fortines sobre la vertiente oriental de la Cordi-
que los mismos españoles debieron efectuar para llera Oriental, con posibilidad de controlar las
la reconquista de la ciudad, y cuya caída se posibles incursiones de las tribus belicosas que
produjo, no por fallas técnicas, sino por el ham- habitaban esas comarcas, no puede interpretarse
bre que venció la ciudad. El resto de la costa como defensas contra ataques de países vecinos,
atlántica ofreció algunos lugares fortificados sino como mera precausión contra los indígenas
desde el Cabo de la Vela hasta Nueva Caledonia, al quedar sin la necesaria tutela que sobre ellos
más como protección de las guarniciones y para ejercieron los jesuítas hasta el momento de su
vigilancia de las costas que con el explícito fin expulsión (30).
La arquitectura colonial 237

Notas
1. Carlos Martínez, Apuntes sobre el urbanismo en el Nuevo 13. Pedro Julio Douspebes, Cartagena de Indias, plaza fuerte,
Reino de Granada, Bogotá, 1965; Jorge Enrique Hardoy Bogotá, 1948.
y Carmen Granovich, "Urbanización en América Hispá-
nica entre 1580 y 1630", en Boletín del Centro de Inves- 14. Alberto Corradine Angulo, Arquitectura religiosa en el
tigaciones Históricas y Estéticas, núm. 11, Caracas; Er- siglo XVII....
win Palm, "Los orígenes del urbanismo en América", 15. Idem.
en contribuciones a la Historia Municipal de América,
México, 1951, y en especial Pedro Hubers, "El damero 16. ANB., Colonia, Visitas de Santander, t. IX, fls. 94 y ss.
y su evolución en el mundo occidental", en Boletín del
Centro de Investigaciones..., núm. 21, Caracas. 17. Alberto Corradine Angulo, Mompox, arquitectura colo-
nial, Bogotá, 1969.
2. Sólo Medellín, fundada en 1616, es la excepción dentro
18. Alberto Corradine Angulo, Arquitectura religiosa..., ci-
de las 4 grandes ciudades de Colombia.
tado.
3. Enrique Marco Dorta, Cartagena de Indias, puerto y plaza
19. Alberto Corradine Angulo, El Convento de Santo Ecce
fuerte, Madrid Cartagena, 1960.
Homo, en (ACHSC).
4. Para un trabajo aún inédito estudié un centenar de testa- 20. El autor alemán Paul Dony en un estudio publicado en
mentos otorgados en Tunja de 1520 a 1580. Los porcen- la revista Das Munster, núms. 1 y 2, cuaderno, analiza
tajes obtenidos difieren radicalmente de los presentados el problema de las iglesias construidas por los jesuítas en
por Peter Boyd-Bowman, que son los usualmente acep- América Latina. Año 12, enero y febrero de 1959.
tados para fijar el origen peninsular de los conquistadores
y colonizadores. Obtuve para Andalucía 17.94% y Boyd 21. A.G.I., Santa Fe, Legajo 595, fls. 829 v. y ss.
Bowman fija 39.68%.
22. Sobre Zipaquirá he publicado algunos estudios donde
explico el caso de su división; hoy poseo documentos
5. "Descripción de Tunja en 1610", en Repertorio Boyacen-
que hacen más luz sobre el problema.
se, núm. 40, Tunja, abril 1917.
23. Alberto Corradine Angulo, Mompox....
6. Las obras escritas por estos tres autores pueden ser con-
sideradas como las clásicas de la Historia de la Arquitec- 24. Sobre las casas de haciendas que aún existen en el país,
tura en Colombia: Marco Dorta, con sus capítulos en la publicó hace pocos años un estudio, el Banco Cafetero,
Historia del Arte Hispanoamericano de Diego Angulo en su serie Herencia Colonial, que, sin ser una obra
Iñíguez, en 3 vols; Arbeláez Camacho y Sebastián, con exhaustiva, recoge gran cantidad de información útil, así,
el volumen XX tomo cuarto de la Historia Extensa de haya pecado de ligereza en su valoración arquitectónica
Colombia, además de numerosos artículos que escribió e histórica.
cada uno independientemente.
25. La colección de planos, con los proyectos que se elabo-
raron, se encuentra en el Archivo Militar de Madrid.
7. Guillermo Hernández de Alba, Teatro de arte colonial, Sobre el fracaso del proyecto, Marco, escribió un intere-
primera jornada, Bogotá, 1938, y Guía de arte colonial, sante artículo en la Revista Anales del Instituto de Inves-
Bogotá, 1945. tigaciones Estéticas, Buenos Aires.

8. Alberto Corradine Angulo, Arquitectura religiosa en el 26. En un estudio presentado a Colcultura sobre dos regiones
siglo XVII, Documentos de Historia, Facultad de artes de Santander, en 1975, se anotaron algunas circunstancias
U. Nal., Bogotá, 1976. generales y se pudieron detectar constantes arquitectóni-
cas y varios otros aspectos.
9. Archivo Nacional - Bogotá (ANB), Colonia Visitas de
Boyacá, t. V, fls. 853 y ss. 27. Archivo Provincial Dominicano, Bogotá, Libro de la Co-
fradía de Nta. Sra. del Rosario, sin numerar. También
10. Alberto Corradine Angulo, "Documentos sobre la historia puede consultarse la obra del padre Fray Alberto Ariza,
del templo de Santo Domingo de Tunja", en Apuntes, O. P. El Convento de Santo Ecce Homo, Bogotá, 1966.
núm. 12. Instituto de Investigaciones Estéticas, Univer-
sidad Javeriana, Bogotá, abril, 1976. 28. Academia de San Fernando, Madrid, Juntas de Comisión,
tomo lo. 1786-1805, actas núms. 113-176-198 y 200.
11. Gabriel Uribe Céspedes, El arquitecto y ¡a nacionalidad,
Sociedad Colombiana de Arquitectos, Bogotá, 1976. 29. A.G.I., Panamá, Plano núm. 119.

12. Enrique Marco Dorta, obra citada; Luis Duque Gómez, 30. Alberto Corradine Angulo, Arquitectura militar en Co-
Colombia. Documentos históricos y arqueológicos, vol. lombia, Revista núms. 16-17 de la Dirección de Extensión
II, México 1955; Juan Manuel Zapatero, Arquitectura Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, Bogo-
militar en el Caribe, Madrid, 1969. tá, 1977.
238 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

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Las artes plásticas durante el período colonial 239

Las artes plásticas


durante el período colonial
Francisco Gil Tovar Así, pues, el arte occidental llegó a Colom-
bia, como a toda América, de la mano de la
Iglesia y como medio evangelizador sobre todo.
Mezcolanza y atemperamiento Casi toda la pintura, la escultura, la talla deco-
de los estilos importados rativa y la orfebrería de los tres siglos que com-
prende el período (XVI, XVII y XVIII) tuvieron

D esde que en la primera mitad del siglo XVI


los españoles comenzaron a fundar misio-
nes y poblaciones de los territorios de la actual
por clientes a la Iglesia, a los devotos fundadores
de capillas y a los donantes de imágenes. Ello
explica fácilmente el temario, religioso con po-
Colombia, se inició una intensa recepción de cas excepciones, de las artes figurativas de la
obras que hablaban los lenguajes estéticos del época, y la habitual aplicación a la liturgia de
goticismo, el renacentismo y el manierismo euro- las llamadas artes menores como la platería y
peos. Pinturas y tallas policromas embarcadas el bordado.
en Sevilla, llegaban en cantidades muy aprecia- Los estilos desarrollados en España habían
bles a Cartagena de Indias, puerto de América de tener necesario seguimiento tanto en la Nueva
del Sur, en Colombia, a medida en que las ór- Granada, como en toda la América española.
denes religiosas -franciscanos, dominicos y, Así, la pintura, la escultura, la decoración y las
más tarde, jesuítas- ensanchaban su actividad formas ornamentales durante el período, mani-
misionera y requerían de las imágenes como fiestan sucesiva y, a menudo, simultáneamente
instrumento eficaz de evangelización. las formas del goticismo tardío con las modali-
Los pueblos conquistados se identificaban dades decorativas peninsulares conocidas con
con el conquistador al menos en una cosa: en los nombres de isabel y plateresco, y de modo
la necesidad de visualizar lo sagrado y, por tan- mucho más rico y frecuente las del mudéjar
to, en la de conceder importancia suma a la (islámico cristianizado español), que ha dejado
imaginería. Así, la conversión al cristianismo en Colombia excelentes ejemplares de techum-
de todo un continente se fue operando más con bres.
ella como instrumento que con la fuerza de la
palabra: a unas imágenes hieráticas e impresio- Débilmente se manifestaron las formas del
nantes esculpidas en piedra sustituyeron otras renacimiento, que tuvieron más presencia en su
más realistas y "vivas", no menos impresionan- última formulación manierista, conocida en el
tes, talladas en madera y policromadas, que país a través de grabados flamencos difusores
aportaban un repertorio de signos culturales de los diseños de Fontainebleau. Y, por sobre
completamente distinto. todas, las del barroco trasladado con enorme
240 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

convencimiento por España a sus territorios de La actitud hispánica y criolla


ultramar y temperado en la Nueva Granada, que
no pudo mostrar el exultante y alborotado barro-
quismo de México, Perú o Quito.
Los estilos históricos nacidos o reproduci-
E sta fusión y confusión de estilos, que en
Europa fueron distintos y sucesivos, se ob-
serva sobre todo entre los pintores y escultores
dos en la España colonizadora se manifestaron clasificables en la actitud criolla. Porque no se
con frecuencia simultáneamente aquí. Es nece- desarrolló la actividad artística llamada colonial
sario insistir en ello, toda vez que esa simulta- en una sola vía ni adquirió una sola actitud.
neidad, esa mezcla de estilos, se nos muestra Varias actitudes son distinguibles: la his-
como una de las características peculiares del pánica y criolla con la modalidad virreinal; la
arte colonial. mestiza y la popular.
La hispánica y criolla obedeció al claro
En efecto, toda transculturación de temas, propósito de repetir incondicionalmente o pro-
formas y signos expresivos, supone por lo gene- longar los temas, las formas y las técnicas que
ral una comprensión limitada o distorsionada de se desarrollaban en España. Se trata de una ac-
lo que ellos significan en su origen. Ello supone tividad provincial española, con ligeros matices
también un cambio o un desvanecimiento de propios como pudiera tenerlos el arte de las
sus valores y una indelimitación de sus fronteras provincias de la península. Refleja, por tanto,
estilísticas. Así en la Nueva Granada como en influencias italianas y flamencas, que eran en-
toda la América española, pero más que en otras tonces las más pesantes sobre la pintura y la
provincias, los pintores y escultores criollos, escultura que se hacía en los talleres españoles.
tan alejados de las fuentes de unos estilos ruti- Es, sencillamente, arte español hecho en el
naria y artesanalmente practicados por ellos pero Reino de la Nueva Granada, que difiere poco
no comprendidos en sus raíces, no podían enten- del que se producía en muchos talleres de la
der que las técnicas y las formas barrocas eran Granada vieja, de Sevilla, de Cádiz y, en gene-
ya distintas y en muchos casos opuestas a las ral, de Andalucía, de donde procedía la mayor
renacentistas; y que las neoclásicas aparecidas parte de las obras importadas y de las familias
muy al final del período, representaban ya un que fundaron el criollismo neogranadino. Este
pensamiento y una actitud diametralmente arte era entonces, y lo seguiría siendo mucho
opuestos a la del católico barroco. después, el de mayor prestigio y el único acep-
Claro es que lo mismo podría decirse de table por las gentes de más alto nivel en la
la mayoría de los pintores, escultores y decora- Iglesia y la sociedad. Poder imitar a famosos
dores europeos, cuya formación ideológica era pintores españoles como Zurbarán, Murillo o
igualmente pobre; pero en la práctica, sólo en Morales "El Divino", o a grandes escultores
los territorios españoles de América, la simulta- como Martínez Montañés y Alonso Cano; refle-
neidad debida a la lejanía geográfica y mental jar de algún modo la dulzura clásica de los gran-
produjo una mezcolanza y una especie de unidad des renacentistas italianos como Rafael Sanzio,
de lo que en Europa era dialéctico. Correggio y los seguidores de Leonardo; tratar
de alcanzar el naturalismo de Tiziano o de los
En el territorio de la actual Colombia, este más notables flamencos; repetir las habilidades
desteñimiento y atemperamiento de aspectos y las gracias de los manieristas repartidos por
distintos y contrarios, y esta convivencia de for- Europa, constituía el ideal supremo de los pin-
mas que en su origen eran alternativas, es pre- tores y escultores españoles en América o de
cisamente distintivo de su arte criollo. los criollos -como los de Figueroa y los Vásquez
Así, podía darse con frecuencia en cuadros neogranadinos, de los que hablaremos luego-,
pintados en el siglo XVIII la persistencia de fór- quienes procuraron esforzadamente asimilar,
mulas medievales góticas tales como cintajos mezclándolo, el lenguaje y las soluciones técni-
con textos, la composición en dos planos y las cas, del renacimiento, del manierismo y del ba-
torpes perspectivas arquitectónicas, junto con rroco.
los fuertes contrastes de luz y sombra propios La actitud criolla de la Nueva Granada se
del tenebrismo barroco, la composición rena- manifestó con acento más marcado entre los
centista y la frialdad del neoclasicismo acadé- pintores del grupo de Santa Fe de Bogotá y,
mico. durante el siglo XVII reflejó muy de cerca la
Las artes plásticas durante el período colonial 241

influencia de los de Sevilla, de tal modo que la para la historia del arte colonial iberoamericano,
pintura santafereña de aquel siglo da la impre- pues buena parte de sus características fueron
sión de ser un' apéndice de la sevillana. Ello es derivando del profuso sentido de imaginería po-
perfectamente explicable, toda vez que en el pular, de acuerdo con las devociones impuestas
puerto fluvial de Sevilla se embarcaban obliga- en cada región por las órdenes religiosas misio-
toriamente hasta bien entrado el siglo XVIII todas neras y por los principios que tácita o expresa-
las mercancías que debían viajar al Continente mente defendía cada una de estas, en relación
y allí en fin mantenía la Corona española sus con los aspectos visuales de la liturgia.
controles en relación con los territorios de ultra- Trento había abierto puertas al estilo barro-
mar. co, de contenido católico, pomposo exaltador
Por todo ello, era en los talleres de Sevilla de la naturaleza y del espíritu, cultivador de las
-entonces la ciudad más populosa y comercial formas dinámicas y alborotadas, y atento siem-
de España además de su puerto más activo- pre a afectar la sensualidad. En España, el ba-
donde se encargaban las imágenes pintadas o rroco se puso vigorosamente al servicio de la
de bulto que los misioneros y los devotos trans- Iglesia.
portaban a dichos territorios y a través de las Aunque no se puede decir que simultánea-
cuales, como ya hemos dicho, llegaron las nue- mente a las obras de temas religiosos no se
vas formas y se acentuó la penetración cultural produjeron otras de diferente temática por parte
española junto a la religión cristiana. de autores criollos, es indudable que solamente
Conviene, pues, tener una noción sobre el a partir de la segunda mitad del siglo XVIII el
carácter del arte sevillano que así había de influir temario profano se incorporó al arte del país
sobre el neogranadino de la época. Sevilla recu- con algún vigor y en cierta competencia con el
perada para los cristianos por el rey Fernando que se destinaba a iglesias, conventos y capillas.
III "El Santo", en 1248 y transformada en la En efecto, dentro de la actitud hispánica y
primera ciudad del sur de España, encabezaba criolla, el Virreinato, confirmado en 1740, su-
la tendencia andaluza en el arte español. Sus puso un sesgo desde el punto de vista estético.
pintores y escultores, como todos los de la Pe- Este sesgo hay que entenderlo como la tendencia
nínsula, encajaban la influencia de los dos gran- virreinal del criollismo neogranadino, toda vez
des focos del europeo durante el Renacimiento que la actitud criolla no cambió en lo que la
y el Barroco: Italia y Flandes; pero eran los distinguía desde el principio, es decir, el propó-
andaluces, por su carácter, más receptivos de sito de prolongar aquí las formas y los signos
lo italiano que de lo flamenco y, en consecuen- triunfantes en la metrópoli. Ocurría, sin embar-
cia, sus imagineros imprimían un cierto sentido go, que el gusto imperante en las esferas oficia-
familiar unido a una buena dosis de idealización les había cambiado, pues desde el comienzo del
a las figuras que pintaban o tallaban. A la ten- siglo la Casa francesa de Borbón ocupaba el
dencia castellana hacia el realismo dramático trono español y la influencia de la Corte de
oponían su idealización de la figura humana, y Versalles era claramente perceptible tanto en la
al hondo y crudo espíritu que impregnaba las de Madrid como en las vice-cortes que encabe-
producciones del norte oponían unas formas zaban las provincias del Imperio. El arte virrei-
algo más clásicas, serenas, suaves y graciosas nal neogranadino es, pues, el que responde a
y un colorido menos austero. En cuanto a sus los gustos afrancesados de las esferas oficiales
imágenes, en general, tenían un sentido que hoy y de las clases altas durante el Virreinato. Sus
llamaríamos más "populista", aumentado por límites cronológicos los marcan aproximada-
las recomendaciones de la Iglesia después del mente los años 1740 y 1820 y se localiza sobre
Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y todo en la capital del Virreinato, Santa Fe de
1563. Bogotá.
Dicho Concilio reafirmó la importancia de Este gusto, más europeo que propiamente
las imágenes como instrumento eficaz de propa- español, se manifestó sobre todo en el mobiliario
ganda y de instrucción y "porque se exponen a y en la decoración o en aspectos accesorios y
los ojos de los fieles los saludables ejemplos de ornamentales de las pinturas y esculturas, pues
los santos y los milagros que Dios ha obrado seguía la influencia de las formas rococó, un
por ellos". Semejante precepto conciliar, que "estilo de sala" más fino y confortable y menos
data de 1563, bien puede considerarse decisivo vital e intenso que se desarrolló bajo el reinado
242 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

de Luis XV. Así, fueron imitados los muebles la de la plástica, una alta y múltiple significa-
llamados en Francia "Luis xv" y también los ción. Es, en primer lugar, el signo más claro y
ingleses Chippendale". rico de la nueva doctrina que presidiría desde
Quito, importante foco artístico que había entonces la vida religiosa de sus habitantes; por
pasado a formar parte del Virreinato de la Nueva otra parte es la primera imagen naturalista -bien
Granada, acusó una más fuerte influencia de la que idealizada- que contra el abstraccionismo
gracia rococó en la pintura y en la decoración de la plástica indígena, aparecería ante los ojos
arquitectónica. Como la zona sur de la actual de la población aborigen; y señala además, la
Colombia -departamentos del Cauca, Nariño y influencia del grabado de los Países Bajos que
Valle del Cauca-recibía sobre todo la influencia habría de cumplir tan vasto papel en la pintura
quiteña y había pertenecido a la presidencia de colonial.
Quito con anterioridad, es en ciudades de esa Pero el primer pintor de nombre conocido
zona como Popayán, Pasto, Cali y Buga donde en Colombia es el de ALONSO DE NARVÁEZ
el diseño decorativo rococó se asentó aun en (1583) natural del pueblo sevillano de Alcalá
obras eclesiásticas. de Guadaira y avecindado desde la primera mi-
tad del siglo XVI en Tunja, donde figuraba como
Habría que suponer que el estilo neoclásico pintor y platero. Narváez es el autor de la famosa
que fue apareciendo en Francia desde el reinado Virgen de Chiquinquirá, pintura ejecutada hacia
de Luis XVI, que se asentó con la Revolución 1555 con arreglo al sistema medieval de compo-
y que adquirió carácter de estilo oficial con el sición simétrica con las tres figuras independien-
Imperio napoleónico, alcanzara a poner pie en tes en el primer plano (además de la Virgen con
la Nueva Granada, como lo había puesto en la el Niño, las laterales que representan a San An-
Nueva España (México); pero no fue así, porque tonio y San Andrés).
el neoclasicismo, nostálgico de Grecia y Roma, Por las mismas décadas en que trabajaba
penetró a través de las academias oficiales, y Narváez, es decir, durante la segunda mitad del
el Virreinato neogranadino carecía de ellas. So- siglo XVI, Tunja era sede de la actividad de
lamente en los años de la independencia y en algunos pintores italianos, españoles, y tal vez
los escritos y voces de sus protagonistas criollos ya criollos, que hacían de la pequeña población
habría de percibirse el eco grecorromano de andina un centro de cierta importancia en el
aquel estilo. panorama general del arte hispanoamericano de
la época. Pintaba en la actual capital de Boyacá
Pintores y escultores hispánico-criollos el italiano ANGELINO MEDORO, quien proce-
dente de Roma y de Sevilla había de continuar
Se tiene como la primera pintura occidental su viaje por Bogotá, Cali, Popayán, Quito y
llegada o hecha en nuestro territorio una imágen Lima, para regresar a Sevilla dejando muestras
de Jesús crucificado que campeaba en el estan- de su arte renacentista a lo largo de los treinta
darte del ejército del conquistador y fundador años de su estada americana.
de Santa Fe de Bogotá, Gonzalo Jiménez de En varias casonas de la ciudad han quedado
Quesada. De ahí los nombres de Cristo de la amplias pinturas al "fresco-seco", desarrolladas
Conquista o Cristo de los Fundadores por los sobre techumbres y muros en los años finales
que se le conoce. La documentación relativa a de aquella centuria, más interesantes para la
obra tan significativa, que se guarda en la cate- historia de la cultura nacional por su temario
dral bogotana, se debe al genealogista Juan Fló- curioso y raro en toda la América de su tiempo,
rez de Ocariz, y da a conocer que tal estandarte que por la originalidad y la calidad de su trabajo,
figuró en el entierro del Fundador y que se su- que son prácticamente nulos. Se trata de los
pone que fue pintado durante el acto fundacional temas de cacería y mitología en las casas que
o antes, es decir, que data por lo menos de fueron del capitán Gonzalo Suárez Rendón, fun-
1538. Se trata en todo caso de una figura escue- dador de Tunja, y de Juan Vargas, escribano
ta, espiritualizada y muy expresiva, tomada de real, aunque también hay pinturas de menor
un grabado flamenco de las postrimerías medie- cuantía y aún de calidad más ingenua en la que
vales. Y, por supuesto, de autor desconocido. fue del cronista sacerdote Juan de Castellanos.
El Cristo de la Conquista guarda para la Las de la casa del Fundador, hechas con bastante
historia de la cultura nacional, y no sólo para posteridad a la muerte de éste ocurrida en 1583,
Las artes plásticas durante el período colonial 243

son orlas, grutescos, vegetación y animales de su cuenta problemas de composición, perspecti-


las faunas europea y africana localizados en pai- va, luces y hasta de simples proporciones.
sajes simples y sumarios, además de una escena Más conocida es la producción del taller
que representa la cacería del ciervo a cargo de de los FIGUEROA que durante todo el siglo XVII
un caballero del siglo XVII, todo ello de mano gozó de especial fama en Santa Fe. Las obras
casi infantil. de este taller se tienen, con razón, como las que
Más atractivo tienen las pinturas de la casa definieron las características de la pintura criolla
del que fue escribano real y no, repetimos, por santafereña formalista, dulce, sencilla, descrip-
lo que se relaciona con su arte, sino por el hecho tiva y de escasa vida interior.
de que representan dioses y héroes de la mitolo- En orden cronológico, el primero de la fa-
gía greco-romana mezclados con anagramas y milia activo en el país es BALTASAR DE FIGUE-
símbolos cristianos, y con grutescos y otros te- ROA " E L VIEJO", quien durante las primeras
mas que denuncian la dirección de un espíritu décadas del siglo pintó para iglesias de Boyacá,
manierista de altura clásica ya que el "ideólogo" en formas arcaicas, y quien debió morir hacia
de las pinturas fue, sin duda, más importante 1630.
que el simple artesano o aficionado que movió Hijo suyo fue GASPAR DE FIGUEROA, del
los pinceles. que se conoce la obra más extensa producida
Casi todas las figuras pintadas toscamente en el céntrico taller que instaló en Bogotá y que
había de adquirir mucho renombre regional. A
sobre el enlucido de yeso se tomaron de estam- juzgar por su "Retrato de fray Cristóbal de To-
pas de grabadores franceses, flamencos, holan- rres", fundador del colegio del Rosario de Bo-
deses y españoles como son René Boyvin, Co- gotá (en el mismo colegio) y los de algunos
llaert, Juan de Arfe y De Vries, que a su vez ocasionales de devotos o donantes de obras,
reproducían obras de pintores y decoradores ma- GASPAR DE FIGUEROA estaba bien dotado
nieristas y que se difundieron con cierta profu- como retratista, aunque no pudo desarrollar su-
sión durante el siglo XVI como ilustraciones de ficientemente estas dotes, quizá porque el gé-
libros. nero no gozaba de particular demanda entre la
Los primeros pintores criollos, es decir ya clientela del país, dedicada a solicitar de los
nacidos en el país descendientes de españoles, pintores imágenes casi exclusivamente religio-
fueron los ACERO DE LA CRUZ: ANTONIO BER- sas. Este pintor, que murió en 1658, iba a ser
NARDO, JUAN y JERÓNIMO ACERO, tuvieron continuado y en bastantes aspectos mejorados
en la Santa Fe de la primera mitad del siglo por su hijo BALTASAR DE VARGAS FIGUEROA,
XVII un taller del que hubo de salir, sin duda, sin duda el más conocido de la que constituyó
una amplia producción de obras de asunto reli- una verdadera dinastía de pintores santafereños.
gioso hoy confundidas e ignoradas en su mayor Un centenar de obras se conservan de este
parte. Las de ANTONIO ACERO DE LA CRUZ segundo Baltasar. Dentro de los convencionalis-
nos son algo más conocidas. Este pintor nacido mos de los que ningún pintor de su siglo salió,
en las postrimerías del siglo XVI y muerto en parece buscar una mayor aproximación al natu-
1669, "resume en su obra las tendencias opues- ralismo, aunque abunda en recetas para expresar
tas de su tiempo y encarna de manera admirable un misticismo sencillo bajo la influencia del
el conflicto estético entre las cánones medieva- severo tenebrista español FRANCISCO DE ZUR-
les y las tendencias renacentistas", según Ga- BARÁN (1598-1664), de modo epidérmico, pero
briel Giraldo Jaramillo. Parece que practicó tam- grave. El gusto por la técnica del claroscuro
bién la arquitectura, aunque no hay mayores tenebroso ya se había manifestado en su padre
noticias sobre este ejercicio. En el de la pintura y maestro, pero se refuerza en el trabajo de
mostró más ahínco que inspiración y capacidad Baltasar, cuya obra, en el conjunto de la pintura
técnica, a juzgar por sus escasas obras conserva- criolla, supone un paso notable hacia el am-
das, todas ellas tomadas total o parcialmente de biente barroco. Murió tan pobremente como to-
grabados y mostradores de una artesanal afición dos los pintores de la época, hasta el punto de
por el detalle descriptivo y de una ingenuidad haber sido enterrado de limosna, en febrero de
notable en los casos en que, como el de "Santo 1667, encargándose de continuar la actividad
Domingo en la batalla de Monforte" (1651) del del taller familiar su hermano menor, NICOLÁS
Museo de Arte Colonial, había de afrontar por DE VARGAS FIGUEROA.
244 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

pinturas, más un libro Architectura, necesario Entre ellos, y bajo tales circunstancias, uno
al arte, más de mil ochocientas estampas...", se distinguió por sus mejor oficio y especiales
más los cuadros inconclusos que allí había, y talento y habilidad, siempre dentro de la actitud
poco después, tras un pleito familiar, se cerraba criolla y la influencia sevillana: GREGORIO
la historia del prestigioso obrador santafereño. VÁZQUEZ DE ARCE Y CEBALLOS. Este pintor
Estos obradores seguían la estructura de se tiene, con razón, como el más empinado de
los períodos gótico y renacentista europeos. El los santafereños y en él culmina el esfuerzo de
maestro, jefe y propietario, recibía aprendices sus antecesores por aproximarse a los valores
a los que en forma empírica iba mostrando los europeos de su tiempo. Había nacido en Bogotá
"secretos" de su arte y las habilidades del oficio en 1638 y en la misma ciudad mantuvo un taller
que, en realidad, eran las que se aprendían pa- familiar muy activo en las últimas décadas del
cientemente confundidas con los primeros, pues siglo, en el que debieron pintar, además de él,
el arte tenía para los ejecutantes y para la socie- su hermano mayor JUAN BAUTISTA VÁZQUEZ,
dad de la época el sentido de "habilidad para muerto en 1677, su hija FELICIANA VÁZQUEZ
hacer" y "destreza para copiar o imitar" más BERNAL y probablemente otros ajenos a la fa-
que cualquier otro. Esto no permite honrada- milia. La fama regional de Gregorio Vázquez
mente enjuiciar a los pintores y escultores colo- ya era grande en su tiempo y aunque nunca
niales desde la misma estimativa con que se excedió las fronteras del país, dentro de él se
aprecia la labor de los llamados artistas actuales, le tuvo desde entonces como el paradigma del
toda vez que había muy poca diferencia -social- arte de la etapa hispánica. El ponderado jesuíta
mente ninguna a veces- entre un "pintor de arte" Felipe Salvador Gilij, en un libro publicado en
y un "oficial de mano", es decir, entre un artista Roma en 1784, anotaba que la fama de Vázquez
y un artesano. en la Nueva Granada era tan grande "como la
de Rafael entre nosotros".
En efecto, ese honrado concepto medieval Se le conocen algo más de quinientos cua-
que no distinguía entre los maestros de la pintura dros, de calidad y tamaño muy diversos. La
o de la escultura y los de otros oficios, y el mayoría son trabajos de taller, sencillos, rutina-
criterio de no establecer mayores diferencias en- rios y amanerados, hechos simplemente para
tre lo que un maestro pintor tenía que pintar y cumplir encargos baratos de gentes devotas;
un escultor esculpir, persistió más o menos cons- pero también ha dejado obras de gran empeño,
cientemente durante el período colonial, al como las que sobre escenas bíblicas realizó para
punto que debe tenerse como una de sus carac- los muros de la capilla del Sagrario y que en
terísticas. Los cuadros se pagaban según tama- ella se conservan.
ño, costo de materiales y trabajo ejecutado en A través de ellas se percibe el trabajo talen-
ellos, atendiendo habitualmente al número de toso de un pintor de laboratorio, carente de genio
figuras a incluir en el lienzo. El precio de un creador pero dominador de los recursos técni-
buen cuadro de maestro tenido a la sazón por cos, y de una notoria experiencia en componer
insigne, siempre era inferior al de un vestido, mezclando partes tomadas de aquí y de allá,
y era frecuente pagarlo en servicios personales dotarlas de aspecto natural y nutrir éste de cierta
tales como afeitadas o trabajos de sastrería. idealidad.
Pintores y escultores tenían en su taller, Este naturalismo de taller obedeció siempre
como hemos visto, libros con grabados o estam- en él a contenidos de dulzura y ésta se manifes-
pas sueltas, "necesarios al arte", de donde "to- taba en figuras de formas suaves, como se ob-
maban ocasión" o con frecuencia copiaban con serva sobre todo en los 105 dibujos a pincel
fidelidad, si así lo exigía el cliente, al tiempo sobre papel (Museo de Arte Colonial), que le
que servían de muestrario para éste. El valor servían de preparación y modelo para su cua-
que hoy se concede a la originalidad del artista dros.
no era apreciado y se estimaban más los temas Gregorio Vázquez, criollo por excelencia,
y figuras convencionales bien hechos y expresi- fue especialmente habilidoso como dibujante.
vos de sentimientos de devoción. Los artistas Dueño de una gran seguridad de trazo, muestra
neogranadinos reflejan bien estos criterios y es- en él su sensibilidad con líneas blandas y firmes
tos gustos de la sociedad a la que servían, domi- a la vez, y su gran capacidad de síntesis, rara
nada por la Iglesia. en su época entre todos los pintores americanos
Las artes plásticas durante el período colonial 245

y entre muchos de los mejores europeos. Murió Obedientes a tales tradiciones, conceptos,
en 1711. técnicas y procedimientos trabajaron en pleno
Contemporáneos de Vázquez, es decir ac- siglo XVII Juan de Cabrera y Pedro de Lugo
tivos en la segunda mitad del siglo XVII, fueron Albarracín, aunque el tallista de nombre desco-
ALONSO y TOMÁS FERNÁNDEZ DE HEREDIA, nocido hasta ahora y llamado Maestro del Reta-
igualmente dulces pero más amanerados a juzgar blo de San Francisco, autor de los altorrelieves
por las muy contadas obras que dejaron; y FRAN- de dicha iglesia en Bogotá, aparece como el
CISCO DE SANDOVAL, casi desconocido pero más completo y el de oficio más habilidoso de
revelador de una pintura algo más vigorosa den- aquella centuria.
tro, desde luego, de las fórmulas generales ya LORENZO, LUIS y SALVADOR DE LUGO,
mencionadas. Algunos seguidores dejó Vázquez probablemente familiares del citado Pedro de
Ceballos, probablemente formados en su taller, Lugo, fueron también escultores conocidos,
pero muchos menos dotados y que, como el que aunque los documentos los citan más veces
se firma simplemente CAMARGO, muestran los como entalladores, muy activos en Bogotá y
defectos y no las virtudes de aquel. Tunja.

Imaginería escultórica El arte de los retablos

La escultura correspondiente a aquella ac- Eran entalladores los artífices que no sólo
titud y aquel tiempo -criollismo del siglo XVIII-, tallaban figuras en madera sino que cortaban y
obedecía, como puede suponerse, a caracterís- ensamblaban ésta para obtener la estructura de
ticas similares y a un temario aún más exclusi- retablos, púlpitos y obras similares. En la prác-
vamente religioso. Por otra parte, la Iglesia cui- tica, parece que todos los imagineros de la época
en el país fueron simultáneamente entalladores,
daba la ortodoxia y la calidad de los imagineros lo cual es perfectamente explicable dada la es-
escultóricos más que la de los pintores, llevada casa especialización del trabajo a la que ya nos
por un mayor celo aconsejado quizá por la tra- hemos referido, y la gran demanda de éste, en
dición en figuras de bulto de los indígenas, por cuanto a retablos y ornamentación en relieve de
el más alto grado de realismo que ofrecen las madera dorada, que caracterizó a los siglos XVII
imágenes en tres dimensiones, y por las superio- y XVIII.
res dificultades técnicas de la talla policroma.
Efectivamente, nunca como en aquel
La talla policroma fue, sin excepción, el tiempo y teniendo en cuenta la dimensión y
procedimiento usado en la imaginería colonial, población de las ciudades de la época, fueron
obediente en una rica tradición medieval nunca tan numerosos y activos los talleres de escultura
interrumpida en España pero sí renovada y en- y talla decorativa para los interiores arquitectó-
riquecida durante el período barroco. Las figu- nicos en Colombia. Bastante más de mil retablos
ras eran elaboradas en madera, con esmero es- de iglesia se construyeron en madera dorada en
pecial en cabezas y manos, para pasar luego por el país durante la etapa colonial. Solamente en
un proceso vario y cuidadoso de taller que recibe Bogotá se erigieron unos cuatrocientos, cuando
el nombre de estofado, a lo largo del cual se la ciudad era apenas un lugar trazado para tres
pulían y enyesaban las superficies, se recubrían mil vecinos y no llegaba a tener veinte mil ha-
luego con una fina lámina de oro, se pintaba bitantes, según las "Noticias Historiales" del
esta con diversos colores imitadores de la reali- cronista franciscano fray Pedro Simón (1626).
dad y se decoraban por último raspando la pin- Los retablos, estructuras que se despliegan
tura para que reapareciera el oro en forma de ampliamente tras de los altares llenando todo el
hojarascas, rayados, estrellitas, flores grecas, muro de fondo de éstos con una organización
etc. El afán de naturalismo derivado tanto de la de elementos arquitectónicos -nichos con imá-
escuela española como de la estética barroca y genes, tableros, columnas, cornisas, frontones
del gusto popular hacía que, con la mayor fre- y relieves ornamentales-, eran los conjuntos es-
cuencia, se incrustasen a las imágenes ojos de cultóricos más elaborados de la época y para
vidrio y se le añadiesen pelucas, lágrimas de confeccionarlos trabajaban en labor conjunta y
resina y otros elementos cuya misión era hacer a veces indiferente los entalladores, los imagine-
de ellas algo más "vivo" y cercano. ros, los doradores y los decoradores.
246 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Su trabajo entre artístico y artesano, es uno que el buen trabajo se consideraba lo más valioso
de los más importantes, significativos y ricos de una obra del tipo que fuese. En consecuencia,
no sólo de los siglos coloniales sino de toda la es hora de prestar la atención que merecen tales
historia del país. entalladores, casi siempre anónimos, en el pano-
Los que se construyeron obedecen, algunos rama histórico general del país.
de ellos, al estilo renacentista, como los de San
Ignacio en Bogotá y Tunja, de plena mitad del Un gran imaginero barroco
siglo XVII, bajo la dirección del jesuita alemán
Diego Loessing. En realidad ellos constituyen En pleno siglo XVIII, una figura destacó
una excepción por su diseño, al que puede aña- especialmente entre los escultores activos del
dírsele el de Santa Clara, de Bogotá, algo más país: PEDRO LABORIA. Español de nacimiento
abarracado en sus relieves. Fue mucho más co- (había nacido con el siglo en el pueblo andaluz
rriente el trazado barroco, abundantes en colum- de Sanlúcar de Barrameda), se formó en talleres
nas salomónicas, frontones, estípites, tableros sevillanos y se trasladó todavía joven a Bogotá,
con altorrelieves, nichos y elementos decorati- donde trabajaría durante el resto de su vida.
vos de bulto, inspirados en las formas vegetales; Es el único imaginero en la Nueva Granada
aparte, claro está, de las imágenes de santos y del que se puede decir que fue auténticamente
los símbolos religiosos. A este variado diseño barroco. Su adscripción a la escuela andaluza
responden retablos tales como los de Santa Bár- es indudable, y tampoco puede caber duda sobre
bara y la Tercera y muchos de capillas en San la influencia ideológica y estética que ejercieron
Ignacio, San Juan de Dios y otras iglesias de la sobre su obra dinámica, teatral y dramática los
capital del país; y los de Santo Domingo, San jesuitas, para quienes la realizó y en cuya iglesia
Francisco y el Carmen, en Popayán. bogotana se encuentran en su mayor parte.
Estos de Popayán denotan claramente la Con él culminó, brillantemente por cierto,
influencia quiteña y algunos de ellos fueron he- la historia de los imagineros destacados en el
chos por maestros de la que es actual capital arte de Colombia.
del Ecuador, mientras que algunos de los cita-
dos, de Tunja y otros de Boyacá, cuentan con La pintura virreinal
elementos mestizos a los que nos referimos lue-
go- La segunda mitad del decimoctavo siglo
El retablo criollo más amplio e importante, asistió al ya referido cambio de tendencia dentro
"texto de arte tallado en oro" al decir de fray de la actitud criolla en el arte y la decoración
Gregorio Arcila, es el de San Francisco de Bo- neogranadinos; pero este cambio que reflejaba
gotá, obra protobarroca contratada en 1622 con la influencia del gusto profano y más europeo
el entallador español IGNACIO GARCÍA DE AS- impuesto por Francia a través de la Casa de
CUCHA (1580-1629) y donde se integran treinta Borbón, se limitó al ámbito de lo oficial en la
grandes cuadros tallados en relieve policromo modesta y provinciana vicecorte santafereña y
con escenas varias y figuras de santas mártires, a quienes estaban en contacto con ella; es decir,
cuyo autor o autores, como ya hemos dicho, los funcionarios españoles, las familias de la
nos son hasta ahora desconocidos. alta burguesía criolla y las jerarquías superiores
La costumbre de conceder siempre impor- de la Iglesia local.
tancia artística a la pintura y a la escultura, No es de extrañar por eso que fuera un
derivada de una clasificación académica atenta retratista de virreyes el que acusara con mayor
a las musas griegas, ha hecho que, sin más claridad al sesgo. Y, sin embargo, él representa
discriminación, se atienda a los pintores y escul- también, mucho mejor que otros, la estética del
tores como artistas y a los constructores de re- arte colonial. Hablamos de JOAQUÍN GUTIÉ-
tablos como no artistas. Pero en la práctica, RREZ. Este pintor suponía desde el punto de
poca diferencia había durante el período colo- vista de la figuración naturalista que había prac-
nial entre proyectar, componer y realizar un re- ticado Vázquez Ceballos un claro retroceso,
tablo o un púlpito y hacerlo sin mayor inspira- toda vez que no lograba imitar los volúmenes,
ción con un cuadro, estando la diferencia mu- ignoraba en absoluto la atmósfera de las escenas,
chas veces a favor de los entalladores que desa- era incapaz de sintetizar y en muchos aspectos
rrollaban más y mejor trabajo en un tiempo en regresaba a fórmulas primitivas. Pero como el
Las artes plásticas durante el período colonial 247

arte, en cuanto signo cultural, no avanza ni re- tes de la Flora sería el primero en descubrir la
trocede sino que manifiesta un determinado sen- verdadera actitud naturalista en el país.
tido de las formas, la posición de la obra de
Gutiérrez en el panorama histórico de las artes El mestizaje artístico
en Colombia es otro.
Contradictorio, formalista, de escaso con- La tendencia mestiza en arte fue el resul-
tenido y con notoria tendencia a lo decorativo, tado o, al menos, el equivalente estético del
aparece como fiel reflejo de la Bogotá de su mestizaje racial, muy notable en el país, que
tiempo y aun, si se quiere, de todo tiempo. hoy presenta más de la mitad de la población
Imitador de lo que estaba de moda en la metró- como hija del cruce del conquistador con el
poli borbónica, como buen criollo al servicio conquistado. El término "mestizo" se aplicó al
de la alta sociedad local, Gutiérrez recoge sin descendiente español e indígena; pero si se hace
embargo, tal vez inconscientemente, aspectos referencia a la expresión artística hay que enten-
de la tradición mestiza, y mezcla todo en unos der por obra mestiza aquella que recibe y mani-
retratos con "pose" oficial dieciochesca de figu- fiesta de algún modo, fundidos, los caracteres
ras planas cargadas de elementos ornamentales, de las culturas conquistadora y conquistada.
muy descriptivas, complementadas con símbo- A pesar del intenso mestizaje racial habido
los y aclaraciones literarias, todo ello dicho sim- en territorio del Nuevo Reino de Granada, el
plemente y elaborado con extrema delicadeza y que se refleja en sus expresiones visuales -pin-
frialdad. De esta forma originó en el país un tura, escultura, talla ornamental, decoración ar-
retratismo entre primitivo y académico a mitad quitectónica, platería, tejido, etc.-, es débil y
de camino entre las vírgenes hieráticas, planas no muy apreciable, a diferencia del que se per-
y brocateadas de la imaginería mestiza y los cibe en Nueva España (México) y Nueva Casti-
retratos pomposos del arte oficial francés. Tal lla (Perú). En estos territorios encontraron los
tipo de retratismo iba a tener su continuación españoles una base de artesanías indígenas más
una vez clausurado el período virreinal, en la fuerte y unos aborígenes más organizados o más
iconografía casi religiosa y neoprimitiva de los habilidosos en aquellos oficios que, como la
proceres de la Independencia. talla, la escultura y la pintura, podían utilizarse
al servicio de la decoración de iglesias y de
Los pintores PABLO ANTONIO GARCÍA casas. Los indios de dichas zonas pudieron or-
DEL CAMPO (1814) y PABLO CABALLERO ganizarse en talleres dirigidos por maestros es-
(1810) el primero de ellos pintor de cámara del pañoles o europeos pertenecientes con frecuen-
virrey-arzobispo Caballero y Góngora son, ya cia a las órdenes religiosas, quienes supieron
al final del Virreinato, más técnicos y conocedo- aprovechar las habilidades tradicionales de los
res de los recursos académicos, aunque con obra discípulos a los que enseñaban procedimientos
menos personal que la de Gutiérrez. y técnicas nuevos y signos de temas del arte
Cabe destacar, aunque no se trate propia- cristiano, y ellos los trataban con su propia sen-
mente de arte sino de investigación de la natu- sibilidad o los mezclaban con sus propias técni-
raleza y de buen oficio dibujístico, el excepcio- cas y repertorio temático. Cuando los artesanos
nal trabajo de los dibujantes-acuarelistas que o decoradores indígenas eran llamados a colabo-
formaron el equipo de ilustradores de la Real rar en las obras arquitectónicas, el sello de aquel
Expedición Botánica dirigida por José Celestino mestizaje, a veces con muy notable tonalidad
Mutis y patrocinada por el virrey Caballero y aborigen, dejaba su impronta en ellas.
Góngora, la cual trabajó desde 1787 hasta 1816. Parece ser que el indio no colaboró en la
Sus 6.717 láminas representativas de plantas, Nueva Granada sino en algunas tareas muy se-
que conserva el Jardín Botánico de Madrid, obra cundarias, de tipo ornamental y decorativo, es-
de pintores neogranadinos y quiteños seleccio- pecialmente en la construcción de iglesias. La
nados por Mutis, son trabajos de minuciosa ob- presencia de su mano de obra se señala sobre
servación del natural por todos los campos co- todo en la región de Boyacá y Cundinamarca,
lombianos y dibujos laboriosamente ejecutados, asiento de los Muiscas. El diseño geométrico
que iin duda debieron imponer los valores del plano o la abstracción de las formas naturales,
rigor naturalista y del esmero en la ejecución. de larga tradición como ya vimos; el sentido de
Se ha dicho, con razón, que el grupo de dibujan- distribución dispersa de las cosas; y la introduc-
248 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

ción de algunos temas botánicos o zoológicos con hojas, flores, frutos o animales del país ya
relacionados con las culturas prehispánicas, in- representados por los indios antes de la Conquis-
dican la existencia de aquella actitud, que hoy ta, es también uno de los aspectos más interesan-
se nos muestra como subterránea y que no ha tes del matrimonio estético de la cultura conquis-
sido satisfactoriamente estudiada en Colombia. tadora y la conquistada.
Todo lo que se puede tener por mestizo en las A menudo, los indígenas aprovechaban las
artes de la Nueva Granada es de autores desco- libertades que en materia ornamental permitían
nocidos y más próximos a la expresión popular los sacerdotes, para incluir en artesonados, co-
y a la artesanía. En gran parte corresponde al lumnas o retablos figuras o símbolos que para
"vestido" en madera dorada o policromada, de ellos guardaban alguna significación religiosa
iglesias rurales: retablos, pulpitos, pilastras de- precristiana. Y en otras ocasiones los misioneros
corativas, tableros de revestimiento, etc. Tam- creyeron conveniente permitir el uso de figuras
bién se hizo presente con frecuencia en trípticos de las culturas aborígenes para explicar mejor,
y retablillos domésticos, muebles para exhibir a través de ellas, algunos misterios o temas pro-
pequeñas imágenes religiosas en la capilla o en pios del cristianismo.
lugar destacado de la casa, en los cuales pode- Todo ello contribuía al acoplamiento y fu-
mos observar más libertades por parte del artí- sión de formas que manifiestan -ciertamente
fice. que no de manera obvia en la Nueva Granada-
Aparte del modo como trataba los temas un mestizaje artístico en el período colonial,
la sensibilidad mestiza, que es algo imposible más merecedor de estudio en un país en el cual
de describir, hay ciertos aspectos, recursos o más de la mitad de la población es, a su vez,
procedimientos que pueden tenerse como pro- como se ha dicho, producto del mestizaje racial.
pios de una expresión de este tipo. Así, por
ejemplo el del brocateado. Se trata de un sobre- La expresión popular
dorado ornamental que en forma de florecitas,
galones o diseños geométricos bordea o cubre Como es normal, simultáneamente a las
insistentemente los vestidos de las figuras, pin- formas de expresión que pueden llamarse cultas,
tado en disposición plana y, por tanto, aplanador obedientes a un pensamiento y a unas fórmulas
de aquellas, lo cual hace prácticamente inútil la propias de grupo sociales más educados y pro-
imitación del relieve hecha por el pintor. El ducto de la labor de pintores, escultores y deco-
brocateado supone el dominio de lo accidental radores profesionales con talleres organizados,
sobre lo fundamental, dominio de lo accesorio, se manifestaban, siempre vivas pero casi nunca
pero visualmente aplastante, de diseños y de la cambiantes, las corrientes populares de la expre-
sensibilidad planista aborígenes sobre el dibujo sión muchas veces impregnadas por el mestiza-
naturalista y la sensibilidad volumétrica euro- je. Las expresiones de la plástica popular refle-
peos. Es de anotarse que este afán de recarga jan el continuo fluir de ideales, sentimientos,
ornamentalista en dorado sigue siendo una fuerte creencias y modos de ver y trabajar de gentes
tendencia en la estética popular. Es también desconocidas, no profesionales de las artes que,
aceptable como mestiza la típica combinación en labores espontáneas y sencillas reflejaban los
colonial de los colores rojo bermellón-oro y gustos del pueblo mismo. Durante la etapa co-
verde-oro, colores que precisamente son llama- lonial, estas obras giraron aún más que las cultas
dos hoy "coloniales" en Colombia. Desde luego en torno de un solo temario: las devociones re-
tales combinaciones, y especialmente la prime- ligiosas. Trátase pues, de un arte popular piado-
ra, casi se pueden tener como colores naciona- so.
les, pues se tiene noticia de haber sido usuales Tosca, ingenua, de marcado sabor rural,
entre los indígenas de la Cordillera Central en fuertemente descriptiva, plena de sinceridad,
el período prehispánico; fueron muy abundantes ayuna de conocimientos técnicos y rica en con-
(el rojo-oro, reiterativo e inevitable) en el colo- tenidos y mensajes, esta corriente artística pro-
nial; y sigue siendo popular después. dujo, como las demás, desde retablos hasta ca-
La transformación de numerosas figuras sullas pasando por imágenes pintadas y de bulto.
decorativas de origen manierista, renacentista Son obras cargadas de expresividad primitiva,
y, en últimas, romano o griego en imágenes de que con frecuencia recuerdan las del romántico
fuerte sabor indígena, o su complementación español o los iconos bizantinos, y que por lo
Las artes plásticas durante el período colonial 249

general tratan de imitar ingenuamente las imá- pueblos aborígenes no fue superado ni aún repe-
genes europeas o criollas conocidas. tido durante la etapa a que nos referimos. En
Las formas de la expresión popular apenas cambio los españoles añadieron a los elementa-
evolucionaron durante los siglos, pues se produ- les procedimientos indígenas nuevos instrumen-
cían muy al margen de modas y estilos, y no tos y técnicas, tales como el torno del pedal, el
eran afectadas por los cambios históricos. Por horno y el vidriado cerámico.
ello, tampoco las afectó la mudanza de la inde- La metalurgia se enriqueció con el trabajo
pendencia política del país, que fue un fenó- en hierro (ferretería) y en bronce, el primero en
meno criollo. Se siguieron pintando, tallando o servicio de la cerrajería con producción de lla-
ensamblando durante el siglo XIX las mismas ves, bocallaves y escudetes para muebles y puer-
vírgenes, los mismos santos y los mismos reta- tas, de variado diseño; y el segundo, con fundi-
blillos, aunque se les sumaron, confeccionados ción menor de campanas. La metalurgia en oro
con el mismo sentido de iconos, los emblemas (orfebrería) fue incomparablemente más redu-
de la patria y los próceres de ella. cida y menos interesante que la del período
prehispánico, aunque algunas técnicas fueron
Artesanía colonial desarrolladas por mestizos y negros. Los orfe-
bres coloniales fueron casi todos españoles o
Aunque el arte popular no es la artesanía, criollos, y por tanto siguieron la tradición euro-
de función utilitaria, sus formas se nutren mu- pea que, más tarde, enseñaron a mestizos e in-
chas veces de ésta, pues son arrancadas de la dígenas.
tradición de las comunidades, hecho en los talle-
res o habitaciones donde producen su trabajo Dado el alto aprecio que al oro tenían los
los artesanos, elaborado con los mismos mate- hombres de la cultura colonizadora, el control
riales del país que dan cuerpo al trabajo de éstos, de oro -también el de la plata- fue bastante
o son fuertemente influidos por el medio social. riguroso y el valor que se le concedía hizo que
A veces es el mismo artesano el que, abando- obras de gran riqueza y significación, así como
nando por el momento su rutinaria labor repeti- la de calidad más artística que artesana, se eje-
dora del mismo mueble, el mismo muñeco o la cutaran básicamente en este precioso material,
misma figura de barro, se entrega a crear por por maestros orfebres conocidos y muy aprecia-
una sola vez la figura original con la que día a dos a su vez, como JOSÉ GALAZ, autor de la
día tal vez ha soñado. También, a veces, y como famosa y valiosísima custodia llamada "La Le-
ya hemos dicho, la artesanía no delimita sus chuga", terminada para los jesuítas en 1707;
fronteras respecto de lo que llamamos arte o la NICOLÁS DE BURGOS, artífice de "La Precio-
obra de arte se carga de labores simplemente sa", de la catedral de Bogotá, labrada en 1736;
mecánicas o manuales, al punto de adquirir un JOSÉ DE LA IGLESIA, que acabó en 1740 la de
fuerte valor artesanal que vuelve a incidir en la los franciscanos de Popayán; y ANTONIO RO-
confusión. Ello justifica sobradamente una refe- DRÍGUEZ y N. ÁLVAREZ, quienes crearon en
rencia a la artesanía colonial como final de esta 1673 para los agustinos de la misma ciudad una
breve reseña de las artes plásticas del período. custodia excepcional por su forma heráldica de
Es la materia prima, generalmente de origen águila bicéfala coronada.
local, la que determina, aún más que la clase Pero fue la platería el tipo de trabajo en
de trabajo según procedimientos, la clasifica- metal más corriente, variado y típico de la
ción de la artesanía. Y con arreglo a aquella Nueva Granada. En la Bogotá del siglo XVIII
haremos esta referencia, comenzando por la más había muchos talleres de plateros, dedicados a
elemental, antigua e infaltable: la tierra, base una intensa labor en plata repujada para objetos
de la alfarería. litúrgicos -incluso altares y tabernáculos com-
Desde luego la alfarería sufrió durante el pletos- y domésticos tales como candelabros,
período colonial una indudable decadencia en vajillas, etc.
relación con la del período prehistórico, pues La ebanistería fue trabajo totalmente nuevo
todas las culturas primitivas están marcadas por en el período, toda vez que los indígenas la
la importancia en ellas de la producción de va- desconocían, pues a pesar de la inmensa riqueza
sijas de arcilla. La variedad y el rico sentido en bosques del país, las labores más finas sobre
estético de los objetos de barro cocido de los madera sólo fueron posibles gracias al equipo
250 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

de herramientas aportados por los españoles y El trabajo artesanal en cuero se presenta


a la tradición mobiliar de éstos. asimismo como uno de los más notorios de los
A la larga, la artesanía de la madera en siglos XVII y XVIII gracias al nuevo equipo ins-
Colombia, había de alcanzar un puesto eminen- trumental y a la adaptación al país del ganado
te. vacuno que añadió más, mayores y mejores pie-
les, con posibilidad de curtirlas bien y decorarlas
En relación con ella apareció la taracea o con variadas labores de repujado policromo.
embutido decorativo sobre muebles, hechos con Con este material se comenzó entonces a elabo-
maderas finas, carey (concha de tortuga), nácar, rar la gran cantidad de objetos que hoy hacen
marfil o hueso o tagua. Aportada por los árabes de la artesanía peletera una de las más importan-
a España y por España a América, la taracea tes de Colombia.
trajo también ecos del diseño mudéjar a la arte- El tiempo colonial vio también aparecer la
sanía de Colombia. técnica del ablandamiento por cocción del cuer-
Es mucho más propio el trabajo denomi- no, lo que permitió obtener de este producto
nado barniz de Pasto, inevitablemente unido animal la variedad de formas planas y de tama-
también a la madera, ya que en los muebles de ños que fueron la base de una nueva artesanía.
este material solamente se aplicaba; y aunque Hay que añadir que todas las variedades
es probable que los indígenas conocieran tanto de la tejeduría -cestería incluida- se enriquecie-
el material como su elaboración, está compro- ron muy notablemente durante los años colonia-
bado que sólo empezó a conocerse su empleo les, por la misma causa del aporte de instrumen-
en muebles coloniales confeccionados por mes- tos técnicas e ideas. Unido al trabajo textil, el
tizos de las zonas hoy llamadas Nariño y Putu- bordado, otra novedad aportada por el período,
mayo. La materia prima es una sustancia vegetal alcanzó a desarrollarse con riqueza, especial-
secretada por el arbusto mopa-mopa, que se trata mente en conventos y colegios, a los que se
hasta convertirla en un pasta gomosa a la que deben tapices decorativos y ornamentos sagra-
se agregan las tinturas convenientes. Tal pasta dos de labor ejemplar.
recortada y adherida a la superficie de los mue- De esta forma, la artesanía importada o
bles de madera, es trabajada según diseños de- renovada, sumaba sus expresiones comunales
corativos. Durante el período colonial estos di- en objetos útiles a las del arte popular, y ambas
seños copiaron frecuentemente hojarascas, flo- a las del sector "culto", para complementar el
res y carteles barrocos y alcanzaron calidades vario espectáculo de manifestaciones visuales
que recuerdan la laca china, nunca superadas ni de la época que sentó las bases estéticas de la
aún igualadas después. actual Colombia.

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La literatura en la conquista y la colonia
253

La literatura
en la conquista y la colonia
María Teresa Cristina de Alonso de Ercilla, la crónica se transforma
para acercarse al poema épico. En la dirección
de esta obra surgieron otros poemas épicos sobre
la conquista como El arauco domado (1596) del
La literatura en la conquista chileño Pedro de Oña, Purén indómito de Her-
nando Alvarez de Toledo, Argentina (1602) de

C uando América recién descubierta co- Martín del Barco Centenera, Cortés valeroso
mienza su nueva existencia histórica sin (1588) y Mexicana (1594) de Gabriel Lobo
tener todavía voz propia, acallada inicialmente Lasso de la Vega y las Elegías de varones ilus-
la de las culturas indígenas, la primera voz que tres de Indias de Juan de Castellanos.
la nombra y la narra es la del conquistador y Si durante la primera mitad del siglo se
del misionero, la de los actores o testigos presen- llevó a cabo el violento choque entre dos mun-
ciales de la conquista militar y espiritual. dos, ya hacia mediados del mismo se inicia el
Ya en la segunda mitad del siglo XVI apa- proceso de acercamiento entre las diversas cul-
recen numerosos escritos cuyo tema casi exclu- turas que es resultado de nuevas formas de do-
sivo es el del Nuevo Mundo y cuya intención minación. Si España reduce la expansión terri-
es la de celebrar la hazaña conquistadora, colo- torial por las armas, no renuncia a afirmarse y
nizadora o misionera, pero ya desde entonces a seguirse extendiendo por otros medios menos
algunos evidencian un interés por conocer las violentos: por la predicación del Evangelio, que
culturas precolombinas. Los escritos del siglo desde el comienzo había sido la finalidad oficial
XVI pertenecen casi todos al género de la cró- de los descubrimientos y conquistas, y que era
nica. Se trata de obras de innegable valor docu- una manera indirecta de ampliar el dominio es-
mental histórico cuyos autores, en su mayoría pañol. Esta labor de aculturación será realizada
españoles, se dirigen a un público peninsular o por el misionero que en muchas regiones susti-
europeo al que buscan informar y maravillar y tuyó al soldado o al funcionario.
que ilustran la visión que el español tiene de A mediados del siglo XVI, apaciguadas las
América. Siendo la época de mediados del siglo cruentas guerras de conquista, se afianzan los
la de mayor actividad misionera en el Nuevo poblamientos y se pone en marcha el proceso
Mundo es también la del teatro misionero. de organización administrativa y política. Co-
También de españoles y también de asunto mienza a desarrollarse un primer embrión de
histórico americano son las primeras obras pro- vida urbana. La precariedad de las primeras ocu-
piamente 1 iterarias escritas en el nuevo continen- paciones españolas es sustituida por unos asen-
te. A partir de la Araucana (1569, 1578, 1589) tamientos más estables que, siguiendo el modelo
254 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

europeo de vida social civilizada ya por entonces En el Nuevo Reino de Granada no se dieron
predominante, se organizan en ciudades. Carac- algunas de estas condiciones o no se dieron en
terística de la colonización española fue la forma la misma medida; no hay noticias de un tem-
urbana de asentamiento. Con una política ini- prano proceso de mestizaje cultural ni de la exis-
ciada desde los primeros años del siglo XVI la tencia de un teatro misionero en el siglo XVI.
conquista se consolida mediante la fundación Los primeros escritores criollos aparecen aquí
de ciudades (1). en el siglo XVII, mientras que los primeros es-
La cultura que va a desarrollarse en las critos conocidos son todos de autores españoles
colonias -pero sobre todo la literatura- debe ser y datan de la segunda mitad del siglo XVI. Se
entendida a partir del núcleo urbano. Al español, trata de crónicas muchas de las cuales permane-
enfrentado a organizaciones sociales tan diferen- cieron inéditas hasta la época moderna: la Reco-
tes de la propia, le es preciso asociarse para pilación historial resolutoria de Santa Marta y
protegerse y para imponer su dominio. En Nuevo Reino de Granada, escrita en 1575 por
América, desde el comienzo, la ciudad viene a el franciscano fray Pedro de Aguado; la Relación
ser el ámbito social receptor de los patrones corográfíca de Popayán del agustino Gerónimo
europeos en el que se afianza y desde el cual de Escobar; la Historia memorial de la fundación
irradia la cultura conquistadora. La ciudad, de la provincia de Santa Fe... 1550-1558, por
como lugar de habitación del blanco, es el centro el franciscano Esteban de Asensio; cuatro escri-
del poder metropolitano y local, el centro social, tos monográficos del fiscal y oidor de la Real
pero también se constituye en el espacio de la Audiencia don Francisco Guillén Chaparro; la
civilización frente a lo no ciudad, como espacio obra del capitán Bernardo Vargas Machuca Mi-
de la barbarie (esquema éste que seguirá pesando licia y descripción de las Indias (Madrid, 1599),
sobre la vida americana moderna). quien fue además autor de un libro contra el
El mundo colonial está condicionado por padre Bartolomé de las Casas y de un soneto
factores económicos y políticos, por institucio- laudatorio a Castellanos. Del conquistador y
nes que tienen sus raíces en la Península, por fundador de Santa Fe se tienen referencias de
valores y modelos culturales europeos; pero varios escritos perdidos o de los cuales sólo
poco a poco, como resultado de las nuevas cir- quedan fragmentos citados por los cronistas pos-
cunstancias, comienza a realizarse una nueva teriores, pero se conservan la Memoria de los
realidad social y cultural que va adquiriendo descubridores y conquistadores... del Nuevo
muy lentamente características propias nacidas Reino, de 1576, el Antijovio, obra de tema no
también del vasto proceso de mestizaje y acul- americano escrita en refutación del libro del
turación. obispo italiano Paulo Jovio y en defensa de Es-
Comienzan a nacer los hijos de los primeros paña, y sus Indicaciones para el buen gobierno
colonizadores. Entre los escritos de los últimos (1549). Según el testimonio de Castellanos,
treinta años del siglo XVI los hay ya criollos y, Quesada era aficionado al cultivo de la poesía
excepcionalmente, mestizos como el inca Gar- y defendía el uso de los antiguos metros caste-
cilaso. En algunas regiones, tal es el caso de la llanos contra los modernos metros de imitación
Nueva España, se produce un temprano mesti- italiana.
zaje cultural del que pueden verse manifestacio- La poesía en sus diversas manifestaciones
nes en las formas de la religiosidad popular, en (narrativa, religiosa, moral, laudatoria, de cir-
las artes plásticas y en el teatro misionero. En cunstancia) es sin lugar a dudas la forma de
los autores de la Nueva España se halla reflejada expresión literaria de mayor cultivo durante todo
en la literatura desde más temprano la conciencia el período colonial neogranadino. Sin embargo,
de una identidad que es ya americana, no con- a pesar de los esfuerzos editoriales recientes,
fundible con la del español peninsular. Múltiples permanece ignorada hasta tal punto que no han
factores confluyeron para acelerar este proceso faltado críticos e historiadores empeñados en
en México: el mayor desarrollo social y cultural negar su existencia. Aunque es necesario reco-
de los pueblos precolombinos de Mesoamérica, nocer que, salvo pocas excepciones, es de es-
la mayor importancia económica de estas regio- caso o nulo valor estético, ella constituye un
nes durante la Colonia, su temprana organiza- documento de primordial importancia para el
ción administrativa en virreinato, la temprana conocimiento de la historia literaria, cultural, del
introducción de la universidad y de la imprenta. gusto y de la actividad intelectual de la Colonia.
La literatura en la conquista y la colonia 255

La poesía es de temprana aparición en el testimonio el cuerpo de poesía laudatoria -toda


Nuevo Reino de Granada y nace inevitablemente ella de tendencia italianizante- publicado en los
ligada a la tradición literaria española, a las prolegómenos de las cuatro partes de las Elegías
escuelas y tendencias imperantes en la Península de Castellanos. De este medio sale la primera
desde comienzos del siglo XVI, presentando a y única obra literaria en sentido estricto del siglo
la vez innovaciones renacentistas y una persis- XVI neogranadino, la monumental Elegías de
tencia de temas, estilos y actitudes medievales. varones ilustres de Indias de Juan de Castellanos
A la tendencia italianizante pertenecen los pri- (1522-1607), el primer hombre de letras en
meros ducumentos conocidos y la primera obra quien se conjuga la voluntad de informar con
escrita con intención claramente literaria en el la de estructurar el relato y de hacer utilización
Nuevo Reino, las Elegías de varones ilustres de poética del lenguaje.
Indias, de Juan de Castellanos. Como única ex- De Castellanos sabemos que llegó muy jo-
cepción a la tendencia italianizante, pueden ven a América y que tras largos años de vida
mencionarse las redondillas citadas por Castella- andariega y aventurera en los que fue sucesiva-
nos en las Elegías que atribuye al soldado Lo- mente monaguillo, soldado, comerciante, pes-
renzo Martín, compañero de expedición de Que- cador de perlas, gozador de indias, recibió las
sada y uno de los fundadores de Santa Fe, gran órdenes sacerdotales en Cartagena y estableció
improvisador de coplas según el uso antiguo. finalmente su residencia en Tunja (1562), donde
En el Nuevo Reino, para fines del siglo transcurrió el resto de su larga vida en ejercicio
XVI ya hay noticias de la existencia de un pe- de su función de cura y con el cargo de benefi-
queño grupo de versificadores en Tunjá que, a ciado de la iglesia de Santiago de Tunja; allí
unos treinta años de fundada, es una ciudad -según sus propias palabras—, le fue posible al-
próspera que se ha convertido en el primer centro canzar su "reposo, con una medianía de susten-
cultural del reino y supera a la aún tosca Santa to", el que, en realidad, no debía ser tan mediano
Fe. En Tunja se realiza entre 1567 y 1573 la porque por el beneficio le correspondía la pingüe
segunda construcción de su catedral, que será renta de 1.400 pesos, con la que, amén de otros
la iglesia más suntuosa del Nuevo Reino; la negocios, logró acumular una verdadera fortuna
ciudad posee numerosas edificaciones y diversas que al morir estaba representada en varias casas
ricas mansiones en las cuales quedan todavía, y solares, 25 esclavos, más de un millar de
como testimonio de los hábitos señoriales de la cabezas de ganado y un conspicuo capital.
clase aristocrática local, las exuberantes pinturas Durante los cuarenta y cinco años de su
al fresco, en estilo grutesco, de las casas del residencia en Tunja, se impone la agobiante ta-
fundador Gonzalo Suárez de Rendón, del escri- rea de consignar por escrito sus recuerdos per-
bano Juan de Vargas y del beneficiado Juan de sonales, los informes de testigos presenciales y
Castellanos. toda clase de noticias por él recogidas sobre el
En Tunja se desarrolla además una inci- descubrimiento y la conquista de las Antillas
piente actividad literaria que no se ejerce a nivel y del Nuevo Reino de Granada. De esta labor
estrictamente individual, sino de grupo. Existe resultó el poema de más monumentales propor-
allí un núcleo de personas -clérigos, funciona- ciones conocidas en occidente cuyas cuatro par-
rios— con suficiente cultura entre los que descue- tes, que llegan a un total de 113.609 versos (2),
lla el beneficiado. Poseedor de una notable bi- contienen los sucesos referentes a: Colón, el
blioteca formada casi exclusivamente por auto- descubrimiento y la conquista de las islas anti-
res latinos y de una buena educación recibida llanas; los sucesos de Venezuela y de Santa
en el colegio de estudios generales de Sevilla Marta, la historia de Cartagena, Popayán, de la
en donde se acreditó para enseñar gramática y gobernación de Antioquia y del Chocó; la histo-
oratoria, realiza en Tunja su temprana voca- ria del Nuevo Reino de Granada. De estas cuatro
ción docente y abre un estudio en el que se partes sólo la primera pudo ser publicada en
enseña gramática. En torno a la figura de Cas- vida del autor (Madrid, 1589) (3) quien tenía ade-
tellanos se formó el que puede ser considerado más, programada una quinta parte que no al-
el primer cenáculo literario del Nuevo Reino. canzó a llevar a cabo.
De la existencia de un pequeño grupo de versi- El título general de Elegías que Castellanos
ficadores, formado por españoles allí avecina- da a su obra y a la mayor parte de las unidades
dos pero ya también por algunos criollos, da narrativas que la componen, debe tomarse en
256 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

el sentido de la tradición literaria latina e italia- Se presenta como recopilador, atribuye el valor
na, como composición poética triste y dolorosa; de su obra al tema más que a los artificios y
el poeta se centra por lo general, en la figura adornos retóricos:
de alguno de los "varones ilustres", cuyas haza- Ni cantaré fingidos beneficios
ñas celebra y cuya muerte lamenta; quiere narrar
esencialmente los casos dolorosos de la Con- Como los que con grandes artificios
quista pero introduce también situaciones diver- van supliendo las faltas del sujeto;
tidas, anécdotas amenas y falta en estas elegías porque las grandes cosas que yo digo
de Castellanos, el tono lírico, nostálgico y ado- su punto y su valor tienen consigo.
lorido, tan característico del tipo de composi-
ción tradicionalmente así denominada; la expre- Que sus proezas son el ornamento,
sión del dolor, personal o colectiva, asume con y ellas mismas encumbran el estilo
frecuencia un tono retórico y convencional, car- (T.I, pág. 60).
gado de alusiones mitológicas. Manifiesta inclusive su afán de desmistificar a
La intención original del autor es eminen- América, su preocupación por corregir la visión
temente historiográfica e informativa. Conce- desfigurada y fantaseada de quienes la han pre-
bida su crónica y redactada inicialmente en pro- sentado como tierra de promisión:
sa, decidió optar por el verso a instancia de ... y en España
amigos y allegados; la sola transcripción de lo como si fuese pura verdad vende
ya redactado en prosa fue una labor que le llevó lo que sabemos ser acá patraña;
más de diez años. En su intento de alcanzar
fama para sí y para las gestas cantadas, animado haciéndoles creer que donde vino
por el deseo de emular a Ercilla -que se convirtió dejó montes cubiertos de oro fino.
pronto en modelo de poeta heroico y tuvo varios (T. II, pág. 408).
continuadores en la América colonial- adopta Pero no siempre el cronista logra permane-
para su materia "basada en hechos célebres y cer fiel a su intención originaria; aunque califi-
grandiosos", la forma estrófica consagrada por que de "supercherías" y de "boberías" las inge-
la épica del Renacimiento: la octava endecasí- nuas supersticiones de los soldados y califique
laba usada por Ariosto y por el admirado Ercilla el mito de las amazonas de «novela liviana»,
en la Araucana. asoma también en Castellanos la dimensión de
El simple hecho de que Castellanos decida América como prodigioso espacio de maravi-
sustituir la prosa por el verso es ya un indicio llas, asoman reminiscencias de sus lecturas de
muy significativo de que a la intención inicial obras de ficción, abundan las alusiones mitoló-
meramente informativa se superpone una inten- gicas, llega hasta la estilización mitológica de
ción literaria, pero la que el autor manifiesta la mujer indígena. (5)
explícitamente en su obra sigue siendo historio- La escasa crítica sobre Castellanos, deján-
gráfica. Su principal objetivo declarado es la dose llevar tal vez por las reiteradas propuestas
fidelidad a los sucesos, «decir la verdad pura/sin de veracidad del autor, por largo tiempo se ha
usar de fición ni compostura». De ahí sus reite- mostrado excesivamente preocupada por el as-
radas protestas de veracidad, de ahí que conti- pecto histórico del poema en el cual ha querido
nuamente aduzca testimonios y cite fuentes es- ver su mérito principal; se ha preguntado acerca
critas verificables, de ahí que, tal vez como de la confiabilidad de Castellanos como fuente
recuerdo inconsciente de la primera versión en histórica, descuidando el aspecto literario de la
prosa, llame también anales a sus Elegías (4). obra o llegando a una completa disociación entre
A diferencia de los poetas italianos de la historia y poesía. A este respecto merecen ci-
épica renacentista (el mismo Tasso justifica la tarse las ponderadas observaciones de Meo Zilio:
presencia de la imaginación, la necesidad de las «Tal vez tengamos que renunciar a la dico-
licencias poéticas, de entretejer en la verídica tomía metodológica establecida al respecto por
historia elementos novelescos, amores profa- Marcelino Menéndez y Pelayo y adoptada por
nos, fábulas amenas), Castellanos rehusa mez- gran parte de los autores sucesivos, vale decir, la
clar realidad y ficción en su poema: distinción entre juicio histórico y literario acerca
Pues no se ponen en aquestos cuentos, del poema. En nuestro concepto, desde que el
fábulas, ni ficciones, ni comentos. cura tunjano ha optado, finalmente, por la forma
La literatura en la conquista y la colonia 257

poética, también la materia se ha convertido en incorpora muchos datos biográficos que en-
poética y como tal debe juzgarse: los sucesos marca dentro de sucesos más generales. Al paso
de la historia se han convertido en ocasión de que avanza el relato, va avanzando la propia
su poetizar... vida del narrador.
«A la poesía hay que medirla con el metro A través de Castellanos puede verse la con-
de la poesía y no de la historia... De esta manera, quista en la doble perspectiva de lo heroico y
el tan manido problema de si Castellanos es o de lo cotidiano. El relato de los grandes sucesos
no es historiográficamente fidedigno (y eso in- va acompañado por el de cosas triviales, por el
dependientemente de su elección historicista) detalle familiar a veces algo picaresco; la ento-
constituye, para el crítico literario, un falso pro- nación épica alterna con el relato en tono menor,
blema» (6). ingenuamente malicioso que puede llegar a la
Aparte de su innegable valor documental, ironía o a la auto-ironía. Hay en las Elegías una
las Elegías evidencian notables méritos litera- vena humorística, ya señalada por Gómez Res-
rios que la crítica deberá analizar sin disociarlos trepo, a propósito del episodio del portugués
del contenido histórico. Evidentemente, se trata burlado por su india bienamada, vena que este
de una obra que no puede sino dejar perplejo crítico lamenta que el autor no haya cultivado
al lector por varias razones, no siendo la menor con mayor frecuencia (8).
de ellas su enorme extensión; por lo tanto, no Las mejores cualidades de Castellanos son
puede sorprender que haya dado lugar a lecturas narrativas. Sabe estructurar los episodios, gra-
y evaluaciones muy divergentes. En conjunto, duar con destreza los pasos que llevan hacia el
las apreciaciones sobre su valor literario han climax y el desenlace, sabe crear tensión y dis-
sido negativas. tensión dramáticas, sabe introducir el discurso
directo en el momento oportuno; es buen obser-
Se ha señalado reiteradamente y con razón vador, hábil en la elección del detalle y en 1a
la falta de unidad de la obra, el prosaísmo en descripción. Estas cualidades pueden verse en
la expresión, el que Castellanos no sabe aprove- uno de los pasajes mejor logrados, el de la ex-
char la rica gama de posibilidades rítmicas del pedición de Jiménez de Quesada en el que, como
endecasílabo que conserva en él cierta rigidez señala Eduardo Camacho (9), Castellanos exhibe
prerrenacentista, los múltiples ripios, la sintaxis gran pericia literaria al dosificar y acumular a
a ratos desaliñada. Pero, a pesar del valor muy través de varias estrofas los elementos de la
desigual de las Elegías, inclusive quienes tien- realidad que van creando un ambiente dramáti-
den a reducirlas a prolijo prosaísmo y sostienen co: naturaleza, fieras, clima, hambre, hasta lle-
que "la gran desdicha de este libro es estar en var el episodio a su punto culminante en la pro-
verso" (7), le reconocen a Castellanos su extraor- testa colectiva ante Quesada, para luego ir ha-
dinaria facilidad de versificación, su habilidad ciendo desaparecer las dificultades y preparar
métrica, la elegancia y sencillez de su lenguaje, el desenlace. Tras la extenuante travesía llega
su gran riqueza léxica, su evidente talento como al campamento de La Tora la buena nueva del
narrador. hallazgo de señales de vida civilizada y de tierra
La obra es eminentemente narrativa. Cas- fértil que hace brotar la exclamación colectiva
tellanos no es el narrador distanciado ante el de alegría en «versos entre los más hermosos
relato; siguiendo las convenciones del género, con que se haya cantado a América». (10)
al estilo de Tasso y del Ariosto, suele introducir
octavas que contienen reflexiones morales o fi- ...¡Tierra buena, tierra buena!
losóficas, salpica el relato de generalizaciones Tierra que pone fin a nuestra pena.
y sentencias que se desprenden del suceso o del Tierra de oro, tierra bastecida,
tema, introduce apelaciones al lector, interviene tierra para hacer perpetua casa,
para condenar la violencia o en defensa de la tierra con abundancia de comida,
licitud de la conquista, de la misión universal tierra de grandes pueblos, tierra rasa,
y providencial de España. Sin embargo, a dife- tierra donde se ve gente vestida,
rencia de los autores citados, Castellanos, actor y a sus tiempos no sabe mal la brasa;
y testigo de muchos de los sucesos que relata, tierra de bendición, clara y serena,
como ese otro gran cronista de la conquista que tierra que pone fin a nuestra pena!
es Bernal Díaz del Castillo, al narrar se narra, (T. II, pág. 483).
258 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

En esta jubilosa exaltación de la tierra rica Si miramos en cambio hacia adelante y


y poblada percibimos ya, detrás de la voz del relacionamos las Elegías con formas del relato
conquistador deslumbrado por el oro, la voz del que aparecerán en épocas posteriores, no sor-
colonizador («tierra para hacer perpetua casa»), prenderá ya tanto la ausencia de un héroe central
que se conjuga por boca de Castellanos. pues nos encontramos con un tipo de narración
Uno de los juicios más repetidos acerca de de personaje colectivo con el que está ya muy
las Elegías insiste en la falta de unidad y de familiarizado el lector de la novela contemporá-
continuidad de la obra en su conjunto debido a nea. Castellanos poetiza la historia y adapta las
la ausencia de una trama o de un héroe central formas genéricas a su tema y a sus personajes.
que unifique las cuatro partes. Esto significa El rígido historicismo de la poética de Cas-
que se quiere buscar la estructura de la obra en tellanos lo lleva a pronunciarse con cierto desdén
la relación entre personaje y acción de las formas acerca del aspecto literario, erudito y de la orna-
narrativas tradicionales, que se quiere reconocer mentación retórica; sin embargo, por más que
en ella las pautas del poema épico clásico; por quiera proceder «sin orla de poéticos cabellos»
lo tanto, la ausencia de estos factores negaría y sin «compostura» alguna, el antiguo estudiante
la posibilidad de reconocer las Elegías como habilitado para la enseñanza del latín no puede
poema épico. Efectivamente, no hay ni trama olvidar la educación clásica recibida; ésta se
ni héroe central; desde esta perspectiva no hay manifiesta en recuerdos literarios, en la abun-
en la obra una sola estructura general sino varias dancia de referencias a la mitología greco-latina,
yuxtapuestas y entrecruzadas. En lugar de una pero también en el experto manejo de las figuras
trama tenemos la historia en su acontecer cuyo
eje es el gran tema de la hazaña americana. No y recursos retóricos. Castellanos gusta de incluir
hay distancia épica del narrador ante lo narrado, versos y epitafios en latín que traduce allí mismo
sino cercanía y aun participación en los sucesos. al castellano.
En lugar de un protagonista y de personajes Su lengua poética, además de haberse for-
organizados jerárquicamente según su función mado en la tradición clásica latina, debe mucho,
dentro de la narración, vemos alternarse una como señala Manuel Alvar, al modelo también
multitud de protagonistas indiferenciados: espa- ya clásico de Juan de Mena en el uso de latinis-
ñoles, indios, capitanes, soldados, figuras famo- mos, esdrújulos y vulgarismos (12). En las Elegías
sas y anónimas. El personaje heroico mismo se entrecruzan distintos niveles de dicción poé-
aparece aquí sustancial mente transformado; a tica: aparece la entonación retórica, solemne y
diferencia del héroe épico convencional, ya no oratoria y junto con ella el lenguaje coloquial;
es un ser paradigmático, encarnación de valores al lado de las sentencias filosóficas hallamos
absolutos o dechado de perfecciones, sino un ser los refranes y las locuciones populares. En el
humano medio, simplemente hombre. poema predomina el carácter llano de la narra-
Pero cabe preguntarse si es lícito forzar la ción, un lenguaje casi de conversación que lleva
obra de Castellanos dentro de alguno de los a Meo Zilio a calificarlo de «poema hablado» y
géneros tradicionales. Esta resulta del todo in- a compararlo con «una extensa charla en endeca-
coherente si persistimos en el empeño de juz- sílabos» (13). Castellanos pone en juego todas
garla exclusivamente como historia o según los sus posibilidades para dar un lenguaje vivo, ade-
cánones de la épica clásica. cuado a cada momento a sus necesidades expre-
Si situamos las Elegías en el contexto de sivas.
la historia literaria, podemos ver que por su Uno de los aspectos más sobresalientes del
preocupación historicista continúan la tradición poema de Castellanos radica en la asombrosa
de la épica medieval española, que por su carac- variedad de su vocabulario que se enriquece con
terística fidelidad a los hechos ha merecido ser gran copia de americanismos lingüísticos que
calificada de "historia poética" por Ramón Me- aparecen aquí algunos por primera vez y entre
néndez Pidal, y de los romances históricos, fron- los cuales sabe escoger certeramente a las que
terizos, noticiosos que, nacidos en el medio de van a perdurar en la lengua española. Demuestra
los sucesos que cantaban, en la España de los Manuel Alvar (14), que los indigenismos de Caste-
siglos XIV y xv continuaron haciendo lo que llanos, como los que quedarán definitivamente
había hecho la antigua épica: inspirarse en los incorporados al español, fueron aprendidos en
asuntos nacionales y poetizarlos (11). su mayoría en las Antillas, allí donde se realizó
La literatura en la conquista y la colonia 259

el primer contacto entre las lenguas, y que luego, Carácter religioso de la cultura colonial
al extenderse la conquista, fueron llevados a
otras regiones americanas; de los 155 america- A partir del siglo XVII, siglo de lentos pero
nismos de las Elegías, 73 pertenecen al com- profunfos cambios, opera ya en todo su vigor
plejo antillano (son arahuacos o tainos), pero el sistema colonial; a pesar de ser ésta una época
aparecen además, aunque en menor cuantía, vo- de crisis demográfica y económica -cuyos ecos
ces caribes, chibchas y de otras lenguas indíge- percibimos con insistencia en El Carnero- oca-
nas. sionada por el descenso vertiginoso de la pobla-
ción indígena y por la decadencia minera, el
Castellanos, como Rodríguez Freyle y los orden colonial se estabiliza. Para comienzos del
primeros cronistas, cuando tiene que nombrar siglo la sociedad colonial -aunque fuertemente
cosas, elementos naturales, instituciones o cos- estratificada en castas dominadas por la minoría
tumbres antes desconocidas recurre directa- blanca- revela ya una innegable cohesión, ha
mente a la palabra indígena, o bien alude a ella adquirido ya en sus rasgos esenciales la fisiono-
por medio de perífrasis y de equivalencias o mía que conservará inalterada durante dos si-
bien adapta una palabra castellana al nuevo con- glos. Estamos ya ante una sociedad criolla o de
tenido americano con cambio o ampliación se- españoles americanos pero cuyas instituciones,
mántica de la palabra original. En este Nuevo sistema de valores y patrones culturales son ori-
Mundo en donde tiene lugar el contacto entre ginalmente españoles.
diversas culturas y donde es necesario nombrar La sociedad colonial, eminentemente urba-
lo desconocido el lenguaje va acriollándose. En na, heredó de la española su carácter religioso
este sentido las Elegías constituyen un testimo- y teocéntrico (15), sus estructuras teocráticas y
nio lingüístico de gran valor para conocer el patrones culturales que habían tenido su origen
proceso de adaptación del español a la nueva en las condiciones históricas y en las institucio-
realidad americana. nes de la metrópoli. Nadie puede negar que ya
la Contrarreforma y la Inquisición fueron facto-
Pero las Elegías, además de dar testimonio res definitivos en la configuración del tipo de
de adaptación lingüística, ilustran - y en ello cultura que se desarrolló en España y que fue
radica su significación americana- el proceso impuesto en las colonias.
del conquistador hecho poblador que se amolda
al nuevo medio; porque la lengua se va amo- Resulta casi imposible comprender la orga-
llando a la par con los hombres. nización de la sociedad colonial y su cultura sin
tener en cuenta la influencia dominante que ejer-
ció la Iglesia en todos los aspectos de la vida,
La madurez de las letras coloniales pero muy especialmente en el cultural donde su
dominio fue absoluto.

S i en la Nueva Granada aparecen informes


históricos desde mediados del siglo XVI,
una literatura ya propiamente criolla se inicia
Ello fue posible debido a la peculiar orga-
nización político-eclesiástica de la monarquía
española que, con los Habsburgo, plenamente
sólo un siglo más tarde con las primeras gene- identificada con las reformas tridentinas, adqui-
raciones de escritores nacidos en el nuevo medio rió una clara naturaleza de Estado-Iglesia. Al
social y educados en los recién creados colegios coordinar estas dos instituciones sus acciones
santafereños: con Juan Rodríguez Freyle, vuelto dentro del marco ideológico de la Contrarre-
todavía hacia la Edad Media, con Hernando forma (teología política) se origina un doble
Domínguez Camargo, y el grupo de los herma- compromiso: si el Estado asume la responsabi-
nos Solís y Valenzuela, bajo el signo ya del lidad de velar por la pureza de la fe, la Iglesia
culteranismo y del conceptismo; estas figuras a su vez se ve obligada a acomodar su conducta
revelan ya la existencia de una actividad intelec- a los fines políticos (nunca reconocidos oficial-
tual y cultural local. Ciertamente, se trata de mente por ninguna de las dos instituciones) y
una literatura todavía subsidiaria de la española, se ve obligada a otorgar a la monarquía española
ésta que nace en una sociedad fuertemente deter- amplios privilegios eclesiásticos, sobre todo
minada por factores sociales y culturales penin- para las colonias, justificados jurídicamente por
sulares y que sólo de manera embrionaria co- el patronato. En esta relación Estado-Iglesia, la
mienza a presentar características americanas. institución dominante fue la primera, pero la
260 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

segunda, aunque sometida al patronato -y en que empezó a funcionar de manera estable en


gran parte por este hecho mismo que le otorga la ciudad fue el de San Luis, fundado hacia
oficialmente una importante participación en la 1580 por el arzobispo Luis Zapata de Cárdenas;
vida civil debido al carácter de funcionarios que en 1605 se inauguró el colegio de San Bartolo-
revisten quienes desempeñan cargos eclesiásti- mé, donde se inició el estudio del derecho civil
cos- fue adquiriendo un amplísimo poder en las y canónico; este centro junto con la posterior
colonias (16). Así fue posible que en ocasiones Academia Javeriana (1623), fueron sede de las
una sola persona llegara a reunir en sí las dos doctrinas jesuíticas (17). En 1653 el arzobispo
mayores dignidades: la de arzobispo y la de fray Cristóbal de Torres fundó el Colegio Mayor
virrey. de Nuestra Señora del Rosario, que puso bajo la
La decisiva acción de la Iglesia penetra en dirección de los dominicos, para que se impar-
todos los campos de la vida colonial; además tiera enseñanza superior en teología, jurispru-
de controlar las conciencias individuales y de dencia y medicina, pero esta última cátedra no
orientar los ritos más importantes de la vida pudo iniciarse por entonces. Comenzaron muy
familiar y social, es ella la que realiza la labor pronto en Santa Fe las gestiones para establecer
de aculturación del indígena y de educación de universidad pública (18); inicialmente se les con-
la élite blanca. Muy especialmente en el terreno cedió a jesuitas y dominicos la facultad de graduar
cultural obtuvo la Iglesia la supremacía y un en sus colegios pero no de fundar universidad
control sin límites que ejerció, como en España, pública, porque a ello se oponía la voluntad
por medio del Tribunal de la Inquisición. La real. Los pleitos entre las dos comunidades en
actividad intelectual queda supeditada a la orien- defensa de la prerrogativa exclusiva de erigir su
tación y a la tutela del Santo Oficio que, a través propio colegio en universidad, retardaron la apa-
de diversos medios de control y de censura, rición de ésta en el Nuevo Reino. Cuando el
vigila la imprenta, la producción literaria, el pleito fue finalmente fallado en favor de los
contenido, la lectura y la circulación de las dominicos, se inauguró en 1639 la Universidad
obras. En la Nueva Granada la cultura está re- Tomista (19); los jesuitas, por su parte, lograron
gida por el estamento eclesiástico; la literatura el reconocimiento de la Academia Javeriana que
es casi exclusivamente obra de clérigos e, inclu- se ceñía a la ratio studiorum de la Compañía y
sive en los raros casos de escritores laicos, el en respuesta fundaron colegios en diversas ciu-
factor religioso es el dominante. dades (Honda, Pamplona, Tunja, Cartagena y
Antioquia). La academia fue elevada a Univer-
La educación sidad en 1704, con la facultad de otorgar grados
de bachiller, licenciado, maestro y doctor en
artes, derechos, filosofía y teología.
La Iglesia goza de un dominio absoluto en
el campo de la educación. Funda, rige y orienta Los establecimientos de enseñanza colo-
los establecimientos educativos, decide acerca niales aplican rigurosamente las disposiciones da-
del método y del plan de estudios. El sistema das en materia educativa por el Concilio de Tren-
civil solo no pudo sostener colegios. Todos los to, de manera que el tipo de educación que
centros de enseñanza de la Nueva Granada, recibe la élite criolla está determinada por la
desde la escuelas de gramática hasta las univer- ideología de la Contrarreforma. La enseñanza
sidades, estuvieron a cargo de eclesiásticos entre que se imparte tanto en los colegios como en
quienes correspondió el monopolio a dominicos universidades continúa, además, patrones me-
y a jesuítas. dievales: en la organización de las escuelas, en
A fines del siglo XVI, ante la necesidad de el plan de estudios centrado en la filosofía esco-
dar educación a los hijos de los primeros pobla- lástica y en la retórica, en los métodos de ense-
dores y al clero local, comienza a organizarse ñanza basados en la dictatio (la enseñanza a
la vida académica en el Nuevo Reino y surgen voce no llegó a imponerse), en la disputatio en
en Santa Fe las primeras escuelas y colegios a la que se aplica el método silogístico, y en el
cargo de dominicos y más tarde de jesuítas. Los criterio de autoridad que tenía a Aristóteles y a
primeros comenzaron a enseñar gramática en su Santo Tomás por maestros indiscutibles.
convento desde 1563 y artes y teología desde Estos claustros se regían por un plan de
1571 (en esta escuela debió de hacer sus prime- estudios y un método de enseñanza muy seme-
ras letras Rodríguez Freyle). El primer colegio jante al español y tenían a Salamanca como
La literatura en la conquista y la colonia 261

principal modelo; fueron particularmente con- María Vergara y Vergara: «A las colonias, tan
servadores hasta fines del siglo XVIII y no tuvie- celosamente guardadas, no venían nunca libros
ron cabida en sus programas ni la experimenta- sino de cierta especie. Quisieron hacer de noso-
ción ni la razón; las ciencias naturales y las tros un pueblo de ermitaños, y el resultado fue
matemáticas quedaron excluidas y la física que nos hicieron un pueblo de revoluciona-
quedó reducida a Aristóteles. A esta condición rios» (20). Esta posición ha encontrado fuertes
de retraso de la universidad americana contri- opositores entre quienes opinan que España esti-
buyó la decadencia de la universidad española, muló el desarrollo cultural de las colonias hasta
especialmente la de Salamanca en el siglo XVII, donde le fue posible y para ello puso a su servicio
provocadas por las "providencias sanitarias" de los instrumentos básicos para su difusión: el
Felipe n, que llevaron a la supresión progresiva libro, la imprenta y la educación escolar. Las
del estudio de las ciencias y al desconocimiento investigaciones desarrolladas en los últimos
de la filosofía moderna. treinta años sobre el movimiento bibliográfico
Fue este mismo monarca quien impuso la entre España y América, han demostrado que,
prohibición a todos sus subditos de estudiar en a pesar de las reiteradas prohibiciones conteni-
el extranjero y estableció la pena de muerte para das en las reales cédulas, de introducir, hacer
quienes imprimieran o vendieran libros despro- circular o leer obras literarias profanas, en el
vistos de la correspondiente licencia o prohibi- Nuevo Mundo circularon y tuvieron lectores las
dos por el Santo Oficio. En España, ya en el mejores obras de la literatura castellana contem-
curso del siglo XVI, el humanismo, las formas poránea, las cuales eran introducidas a veces de
del libre examen y el espíritu científico se ha- contrabando pero, con frecuencia, con la debida
bían vuelto cada vez más sospechosos de ser licencia y aprobación. La abundante documen-
"cosas de la escuela de Lutero". El Concilio de tación sobre embarque de libros que se conserva
Trento, robusteció el poder de la Inquisición; (sobre todo para el siglo XVI y en menor cantidad
dictó normas que subordinaban la ciencia y el para el siglo XVII, ya que la disposición de
arte a la teología para hacer de ellas un instru- registrar los envíos cayó en desuso), demuestra,
mento de propaganda. En la era de la concepción como sostiene Torre Revello (21), que el libro
científica del mundo y de comienzos de la inves- (con exclusión de los libros prohibidos), tuvo am-
tigación, en nombre de la pureza de la fe, el plia circulación en la colonia entre la reducida
monarca y sus inquisidores aislan a España, la minoría de españoles americanos.
condenan a la incomunicación intelectual y al Ciertamente, las colonias no se vieron pri-
inevitable estancamiento en los diversos ramos vadas de la lectura de obras literarias; a América
del saber. La educación se vuelve así más pro- llegaron las que se leían en España. I. A. Leo-
fundamente especulativa y religiosa. nard ha revelado que 103 ejemplares de la pri-
La Corona favoreció desde temprano la mera edición del Quijote llegaron a Cartagena
creación de centros de educación locales en el mismo año de publicación (1605) (22); en
América; la primera universidad se fundó en México y en Lima se representaban las mismas
Santo Domingo en 1538. Las colonias no se comedias que podían verse en las principales
vieron segregadas de la cultura metropolitana, ciudades españolas; en los colegios y universi-
pero con las restricciones y en las condiciones dades se enseñaba casi lo mismo que en la me-
mencionadas, se desarrolló en ellas la actividad trópoli. Sin embargo, no hay que olvidar que
cultural. mal podía abrir las colonias al pensamiento mo-
derno y a la cultura europea moderna una España
Circulación del libro que se había cerrado ella misma las puertas a
Europa.
A partir de la fuerte reacción antihispánica En el Nuevo Reino se tiene conocimiento
de las corrientes de pensamientos liberales de de algunas bibliotecas (23) privadas ya en el siglo
la independencia, prevaleció la idea de que Es- XVI, empezando por la bien surtida de Quesada,
paña quiso mantener a las colonias aisladas del que fue donada al convento de Santo Domingo
resto del mundo y de las corrientes modernas de Santa Fe y por la de Juan de Castellanos,
de pensamiento y que sólo les permitió lecturas que debía constar principalmente de obras clá-
didácticas y edificantes. Acoge esta idea inclu- sicas. Para el siglo XVII, se sabe que los conven-
sive un conservador e hispanófilo como José tos y casas de estudio contaban con buenas bi-
262 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

bliotecas (al colegio de los jesuítas de Tunja, seno de grupos locales, y a partir de los centros
legó Domínguez Camargo la suya). Existían de enseñanza modelados por los metropolitanos
además, colecciones privadas, algunas de ellas En éstos se educaron las primeras generaciones
muy notables, como la del oidor Gabriel Alvarez de hombres de letras. Al finalizar el primer ter-
de Velasco, o la de otro contemporáneo de Do- cio del siglo XVII, comienzan a manifestarse las
mínguez Camargo, el canónigo Fernando de primeras expresiones del grupo santafereño in-
Castro y Vargas (24). hijo ilegítimo del escribano tegrado por cronistas, poetas, humanistas latinos
de Tunja, Juan de Vargas, que deja al morir en y también por los primeros pintores (Antonio
Santa Fe en 1664, según consta por el inventario Acero de la Cruz, Gaspar de Figueroa, y unos
de sus bienes, numerosos cuadros y esculturas años más tarde Gregorio Vásquez y Ceballos,
y una biblioteca de 1.060 volúmenes que cons- 1638-1711). La ciudad de Santa Fe se ha conver-
tituye una de las más escogidas y abundantes tido ya en el principal centro no sólo administra-
de Hispanoamérica en el siglo XVII; además de tivo sino cultural del Nuevo Reino y en este
los libros doctrinales, y de las obras de teología sentido supera ya definitivamente a Tunja; rela-
cuenta con una rica selección de clásicos latinos tivamente a su exigua población, que a mediados
y de obras literarias de autores españoles de los del siglo llega apenas a unos tres mil vecinos,
siglos de oro: Cervantes, Tirso, Lope, Garcila- es escenario de una considerable actividad lite-
so, Góngora, los dos Luises, y Quevedo. Este raria y artística.
catálogo presenta un valioso documento para el Durante toda la Colonia el grupo que tiene
estudio del medio cultural santafereño de media- acceso a la educación y que puede dedicarse al
dos del siglo. ejercicio intelectual, pertenece a la minoría
Sin embargo, la producción intelectual lo- blanca, peninsular o criolla, que vive el modelo
cal no gozó de las mismas posibilidades de di- cultural europeo y está formado por eclesiásticos
fusión que tuvo el libro español ni recibió estí- y por funcionarios, con predominio casi exclu-
mulo especial en ciudades que no fueran México sivo de los primeros. La minoría que es señora
o Lima. Numerosos factores desestimulaban a de la tierra, que controla la burocracia y la edu-
los posibles escritores neogranadinos: el reduci- cación, dirige y produce al mismo tiempo la
dísimo número de lectores, las dificultades para literatura.
la circulación del libro, la falta de imprenta, En una sociedad de sello marcadamente
que en la Nueva Granada fue introducida tempo- religioso, impregnada de valores sociales típica-
ralmente sólo en 1738 (en México y en Lima mente españoles como son el concepto de la
empezó a funcionar desde 1535 y 1585, respec- honra y el hidalguismo -con su consiguiente
tivamente, y en Lima apareció ya en 1599, en desprecio del trabajo manual- en la que rige
hojas volantes, el primer periódico del Nuevo una división en castas y una rigurosa distinción
Mundo). Elementos desfavorables eran igual- entre "oficios nobles", que están a disposición
mente el costo elevadísimo de la impresión de solamente de los "limpios de sangre", es decir,
un libro en España, que generalmente requería de aquellos sin "sangre de la tierra", y "oficios
el viaje del autor, las trabas impuestas por los plebeyos", o manuales, destinados a mestizos
diversos tipos de censura: la de las autoridades o aculturados, no tengan todavía una participa-
que concedían licencia de imprimir y la de tipo ción significativa en la vida intelectual y que
doctrinal, que incumbía exclusivamente al ésta, modelada sobre el patrón europeo, esté en
Santo Oficio; las obras de "tema indiano" re- manos de eclesiásticos y de funcionarios. En el
querían, además, para su impresión y circula- acceso a los colegios mayores, seminarios y a
ción, licencia del Consejo de Indias; estas trabas la universidad opera también la discriminación
provocaban largos trámites burocráticos a tal social y racial; sólo pueden ingresar a ellos los
punto que los libros podían tardar años en publi- que pueden probar la limpieza de sangre y que
carse. De ahí que buena parte de la producción ni el estudiante ni sus padres se han ocupado
intelectual relativamente copiosa de la Nueva en oficios bajos (25).
Granada quedara inédita o se perdiera. Dado el tipo de educación y de estructura
La élite intelectual social, las únicas profesiones existentes para los
"limpios", eran la jurisprudencia o la carrera
En la sociedad neogranadina, va surgiendo eclesiástica. Quienes no poseían encomiendas
una actividad intelectual que se desarrolla en el o haciendas (y en esta época de catástrofe demo-
La literatura en la conquista y la colonia 263

gráfica indígena las posibilidades de vivir de la erudito y bíblico con que adorna y justifica su
tierra y del trabajo de los nativos se habían crónica, no es un escritor devoto, es un laico
reducido), o no podían aspirar a alguno de los que necesita disculpar su necesidades de narrar
escasos cargos burocráticos civiles, se refugia- y de entretener y que en cierto sentido, se aparta
ban en la vida eclesiástica. A juzgar por algunos de la dirección ya predominante en su tiempo.
datos conocidos, debió de ser muy elevado, en Sólo hacia finales del siglo XVIII, con las
el siglo XVII, el índice de jóvenes miembros de primeras influencias de la ilustración y con la
la aristocracia criolla que ingresaron a la vida modificación en las condiciones económicas y
religiosa. Por ejemplo, si consideramos sola- sociales, comenzará a aparecer la figura del in-
mente la situación familiar de algunos de los telectual laico y la literatura comenzará a apar-
escritores más conocidos de éste período, vemos tarse de la temática casi exclusivamente religiosa.
que en la familia de los Domínguez Camargo,
de los cinco hijos, tres varones y una mujer se Tendencias literarias
dedicaron a la vida religiosa; de los seis hijos
del oidor Pedro Fernández de Valenzuela, cinco Durante el largo período que va desde co-
fueron religiosos; en la familia de sor Josefa del mienzos del siglo XVII, hasta mediados del siglo
Castillo, hija del corregidor de Tunja, sólo cua- XVIII, llegan a su plenitud las letras criollas.
tro de los nueve hermanos hicieron vida laica. Con mayor o menor acierto se desarrollan casi
La mayor influencia de la Iglesia en la cul- todos los géneros literarios: la prosa narrativa
tura colonial se percibe en el arte, casi todo y mística, la literatura dramática, se cultivan
religioso, y en los que escriben dentro de esa las letras latinas y florece, sobre todo, la poesía.
sociedad. La literatura neogranadina del siglo Esta, de tema religioso, descriptiva, moral, de
XVII, es notablemente más religiosa que la del circunstancia o laudatoria, dentro de la corriente
siglo anterior. Durante el siglo XVII y casi todo del conceptismo o del culteranismo, es la forma
el siguiente, no sólo predomina la temática re- de expresión literaria preferida por los escritores
ligiosa, sino que, con excepción de Rodríguez de este período, en el que llega a un elevado
Freyle, de Francisco Alvarez de Velasco y de grado de perfección artística en el Poema heroi-
una media docena de funcionarios españoles (los co (26) de Hernando Domínguez Camargo. Aun-
oidores Pedro Fernández de Valenzuela y Ga- que a distancia de este poeta, la poesía cuenta ade-
briel Alvarez de Velasco, Juan Flórez de Ocáriz, más con notables representantes como los her-
el alférez José Nicolás de la Rosa y don Fran- manos Fernando Fernández de Valenzuela (que
cisco Silvestre), todos los demás que escribieron al hacerse cartujo, tomó el nombre de Bruno de
sobre algún asunto, fueron hombres de Iglesia. Valenzuela) y Pedro de Solís y Valenzuela, cu-
De manera que más del noventa por ciento de yos poemas están incluidos en su obra descu-
los escritores hasta hoy conocidos de obras lite- bierta recientemente que lleva el título de El
rarias, históricas, religiosas, edificantes, didác- desierto prodigioso y prodigio del desierto (27),
ticas, filológicas, etc., fueron eclesiásticos. como Francisco Alvarez de Velasco y como sor
Durante más de siglo y medio domina la Francisca Josefa del Castillo.
figura del intelectual eclesiástico y la temática Del siglo XVII las primeras piezas dramá-
religiosa en literatura. Abundan los escritos re- ticas conocidas: La láurea crítica (1628) (28),
ligiosos de toda clase: morales y didácticos, ca- composición juvenil de Fernando Fernández de
tecismos, vidas de santos o de gentes de Iglesia, Valenzuela, de valor más histórico que literario
sermones, crónicas de órdenes religiosas, infor- por ser la primera obra teatral del Nuevo Reino
mes sobre las misiones, prosa y poesía ascética. y por revelar la temprana difusión que tuvo aquí
Castellanos, a pesar de su condición de el gongorismo; de este mismo siglo se conservan
clérigo -pero recordemos que su ordenación sa- dos coloquios del español avecinado en Cartage-
cerdotal fue tardía-, es todavía un escritor laico na, Juan de Cueto y Mena, La competencia en
si comparado con los de las generaciones si- los nobles y discordia concordada y la Paráfrasis
guientes; escritor empapado de cultura clásica, panegírica (1660) (29), ambas piezas de tema
en las Elegías son relativamente escasas las re- religioso y de carácter alegórico en estilo culte-
ferencias bíblicas en comparación con las abun- rano.
dantes referencias clásicas. El mismo Rodríguez Se sigue cultivando la crónica; de ella han
Freyle, a pesar de todo el aparato moralizante, quedado tres de importancia del siglo XVII: la
264 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Noticias historíales de fray Pedro Simón (1627), todas las colonias) en los diversos campos de
la Historia general de las conquistas del Nuevo las artes plásticas: arquitectura, escultura, pintu-
Reino de Granada (1688) de Lucas Fernández ra, decoración, y de las letras: poesía, teatro,
de Piedrahita, y la crónica novelada de Juan prosa narrativa, crónica, literatura religiosa e
Rodríguez Freyle conocida desde antiguo con inclusive en la oratoria sagrada.
el título de El Carnero (1636-1638), que es la El barroco de Indias fue un fenómeno tí-
que presenta especial interés desde el punto de picamente español pero también típicamente
vista literario. Pasada la conquista, en varios hispanoamericano, vale decir, con rasgos pro-
cronistas aparece un acercamiento de tipo dife- pios. Las letras barrocas fueron fundamental-
rente al indio, cuya cultura despierta interés y mente arte de la minoría blanca; en general, con
cuya lengua se estudia; a esta época correspon- excepción de algunas manifestaciones populares
den numerosos estudios sobre lenguas indígenas en el teatro, tuvieron un carácter aristocrático
(gramáticas, vocabularios diccionarios), ade- que encuentra su expresión más acabada en la
más de catecismo en idiomas nativos. mexicana sor Juana Inés de la Cruz y en Her-
El siglo XVII representa también algo así nando Domínguez Camargo. Pero, allí donde
como el siglo de oro colonial de las letras latinas; el arte barroco es penetrado por elementos popu-
en esta lengua se conservan numerosos escritos lares -en la arquitectura y en las artes plásticas-
doctrinales pero también algunos ejemplos de donde interviene la hábil mano del artesano in-
poesía. Entre los humanistas latinos descuella dígena o mestizo, ésta deja huellas de su arte
la figura del agustino fray Andrés de San Nicolás y de su cultura originaria y esta expresión de
(1617-1666), quien con Fernando Fernández de mestizaje cultural da lugar a los rasgos más dis-
Valenzuela, autor del Thesaurus linguae latinae tintivos del barroco americano que lo diferen-
«forma el binomio más representativo de la lite- cian del español y del europeo (32).
ratura colonial» (30). Fue fray Andrés autor de Las corrientes literarias dominantes en Es-
varias obras religiosas, entre ellas de una crónica paña durante el período barroco, tradicional-
general de los agustinos; fue poeta notable en mente denominadas culteranismo y conceptis-
latín y en castellano y orador admirado que tuvo mo, tuvieron temprana acogida y determinaron
fama en su patria y en España de humanista y el desarrollo de las letras coloniales. En la Nueva
erudito. Algunos de sus poemas en lengua cas- Granada, las dos corrientes -por demás afines-
tellana son ya conocidos gracias a la edición de tuvieron larga vida y se mantuvieron a lo largo
El desierto prodigioso. de todo el siglo XVII, ya en su forma culterana
La prosa narrativa madura en los relatos claramente distinguible, como en Domínguez
de El Carnero y de El desierto; la literatura mís- Camargo, ya fundidas con predominio de una de
tico ascética tiene uno de los mejores represen- ellas -la gongorina en Cueto y Mena y la con-
tantes de las letras coloniales en sor Francisca ceptista en los hermanos Solís y Valenzuela y
Josefa del Castillo. en Francisco Alvarez de Velasco- ellas sobrevi-
Todo este período está bajo el signo del vieron, si bien en la forma de un barroquismo
conceptismo y del culteranismo, desde las tem- degradado, hasta la segunda mitad del siglo
pranas manifestaciones antigongorinas de la XVIII. Los últimos ecos barroquistas se perciben
Láurea crítica, hasta el poeta anónimo tardía- todavía en un poeta que escribe a finales de este
mente conceptista de 1741 (31). siglo como Vélez de Guevara.
El barroco, fenómeno de amplia difusión Se apartan de esta tendencia general dos
europea, se propagó a las colonias americanas de los escritores más representativos de la colo-
en sus aspectos españoles más característicos, nia que florecen respectivamente al comienzo
ya estrechamente vinculado con la ideología tri- y al final del período mencionado, Juan Rodrí-
dentina. Tal movimiento ha sido caracterizado guez Freyle y la madre Del Castillo, quienes
como el arte de la Contrarreforma; esta correla- comparten la peculiaridad no sólo de estar ale-
ción, discutible si aplicada al barroco europeo jados de la moda predominante, sino de presen-
en su conjunto, tiene plena validez cuando se tar un notable grado de anacronismo (que ha
considera el barroco español y su derivación sido una de las constantes de las letras hispanoa-
americana. Penetró a América y se desarrolló mericanas hasta la época moderna), también res-
con igual fuerza que en la Península (aunque pecto al desarrollo de las letras españolas; el
no al mismo tiempo y de la misma manera en primero está sumido todavía en la cultura medie-
La literatura en la conquista y la colonia
265

val y la segunda es un retoño tardío de la mística echan los cadáveres; pero cabe además pre-
española. guntarse -con J. J. Arrom-, si los lectores le
cambiaron el título a la obra y la llamaron sim-
La crónica novelesca de Rodríguez Freyle plemente El Carnero «¿Porque corrían ejempla-
res encuadernados en piel del cornudo animal?
Juan Rodríguez Freyle (1566-1638), es la ¿O porque era raro el caso en que no apareciese
segunda figura de importancia en las letras neo- algún marido igualmente adornado?» (35).
granadinas. Por los años en que el anciano se
dedica a la composición de El Carnero (en cuya El Carnero circuló manuscrito durante 221
redacción se ocupó, según consta por referencia años. Dado el carácter único de esta narración
interna, de 1636 a 1638), ya hay pruebas de la en el contexto de la producción literaria neogra-
penetración del gongorismo: Fernando Fernán- nadina por cuanto se aparta notablemente de la
dez de Valenzuela había escrito diez años antes dirección predominante eclesiástica, didáctica
su Láurea crítica y Domínguez Camargo debía y edificante, no puede extrañar que haya perma-
estar comenzando su Poema heroico; pero el necido inédita hasta 1859, cuando Felipe Pérez,
anciano santafereño educado en el siglo XVI, decide «sacar de las tinieblas del misterio un
tiene su mirada vuelta hacia el pasado en cuanto libro eminentemente popular del que todos ha-
a gusto literario y a su visión de mundo; bajo blan y muy pocos conocen». (Prólogo, pág.
muchos aspectos mira todavía hacia la Edad 29). A pesar de su transmisión manuscrita fue
Media (33), sin que asome en él ni el humanismo una de las pocas obras coloniales que gozó de
renacentista ni la visión barroca. amplia popularidad que en este caso es perfec-
tamente explicable: para un público sometido a
De este autor poco más se sabe de lo que un régimen de lecturas didácticas y devotas prin-
él informa acerca de sí mismo, en varios apartes cipalmente, las sazonadas narraciones de Ro-
de su obra: dríguez Freyle, debían satisfacer necesidades
«...Nací en esta ciudad de Santa Fe, y al tiempo de goces que aquellas no ofrecían y suplir las
que escribo esto me hallo en edad de setenta que podía proporcionar la ficción narrativa.
años, que los cumplo la noche que estoy escri-
biendo este capítulo, y que son los 25 de abril La obra se difundió durante más de dos
del día del señor San Marcos, del dicho año de siglos en múltiples copias defectuosas, algunas
1636. Mis padres fueron de los primeros con- tan adulteradas que en el siglo XIX llegó a supo-
quistadores y pobladores de este Nuevo Reino. nerse la existencia de dos carneros, el de Tunja
Fue mi padre soldado de Pedro de Ursúa [...] y el de Bogotá. Las copias que hoy se conocen
«Yo en mi mocedad, pasé de este Reino a los son todas de finales del siglo XVIII, la más an-
de Castilla, a donde estuve seis años. Volví a tigua de las cuales es la de 1784, que se conserva
él y he corrido mucha parte de él [...]» (34). en la Biblioteca Nacional (reproducida por pri-
Había viajado a España en 1585 al servicio mera vez por la edición de El Carnero, hecha
del oidor Alonso Pérez de Salazar y durante su en 1955, por el Ministerio de Educación Nacio-
permanencia allí, pasó por muchas penurias a nal), cuyo texto, confrontado con el de Pérez,
causa de la muerte de su protector. Una alusión presenta notables variantes y contiene párrafos
en otro lugar parece sugerir que deriva su sus- enteros que fueron suprimidos en otros manus-
tento de la tierra: «Fue esta buena cosecha [...] critos (36).
que la tomara yo este año de 1636 de fanegas Como ocurre con la mayor parte de las obras
de trigo, y en el que viene también». (Cap. IV, más representativas del período colonial, El
pág. 66). Carnero es de difícil clasificación ya que es a
El libro ha sido conocido desde antiguo la vez historia general, relación de actos oficia-
con el título abreviado de Carnero, denomina- les, civiles y eclesiásticos, crónica local de la
ción de significado enigmático que ha dado lugar vida privada, memoria de sucesos vividos (o
a múltiples interpretaciones. Carnero era el conocida a través de testigos presenciales), y
nombre genérico con que se designaban los ma- narración con visos novelescos; el todo enmar-
nuscritos escritos o forrados en piel de ese ani- cado dentro de una concepción de la historia
mal; algunos escritores antiguos usaban tal pa- universal de claro origen cristiano-medieval
labra en el sentido de crónica; ella significa tam- y de una serie de consideraciones filosófico-
bién mezcla informe de cosas, lugar donde se morales.
266 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

El Carnero quiere ser obra histórica dentro elección de los "casos" atribuyendo a éstos y a
de la tradición de la crónica. El autor mismo se su escrito en general un fin moral y ejemplari-
presenta como cronista e historiador. El largo zante. A este nivel están expuestas las ideas
título descriptivo -"título programa", como lo políticas, morales, religiosas y filosóficas del
llama Silvia Benso (37)- que trae la edición de autor que presiden la escritura de El Carnero.
Pérez y que no aparece en ninguno de los manus- En el "Prólogo al lector" el autor explícita
critos conservados, reviste una función informa- sus intenciones universalistas. Comienza con el
tiva e ilustra acerca de las intenciones del autor, enunciado sentencioso de lo que, desde su pers-
tanto por lo que promete y cumple por lo que pectiva, es una verdad absoluta: «Todas las cria-
promete y no cumple. Este título da preponde- turas del mundo...», que expresa su concepción
rancia a la información de tipo histórico, la cual providencialista de la historia humana y que
predomina efectivamente en los primeros capí- sitúa los acontecimientos de la Nueva Granada
tulos de la obra pero, en adelante, el aspecto dentro de la historia universal de redención de
cronístico es. desplazado por el interés dedicado la comunidad terrenal cristiana (39) (de manera
al relato de «algunos casos sucedidos en este significativa el primer "caso" que relata, Cap. v,
Reino, que van en la historia para ejemplo, y es el de la primera caída, la del paraíso terrenal
no para imitarlos para el daño de la conciencia», que tiene como protagonista a la primera mujer
que se anuncia, sin darle en apariencia mayor hermosa).
importancia, en la parte final del título. El con- En los diversos tipos de intervenciones del
tenido de éste es, según afirma J. J. Arrom: autor o excursus están contenidos los principales
«Pura ironía. Lo que a Rodríguez Freyle le inte- temas y motivos ético-religiosos de El Carnero
resa narrar no es la crónica sino los casos que (40). Según las circunstancias del relato, el na-
nada tienen que ver con la conquista del reino, rrador interrumpe brevemente el curso de la na-
sino con otras conquistas, que por entretenidas rración para moralizar acerca de tópicos o vicios
y picantes, son verdaderos cuentos a la manera muy diversos (sobre el vicio y daños de la embria-
de Boccaccio. El regocijado santafereño escri- guez, sobre la perniciosa hermosura femenina,
bía, pues, por satisfacer la urgencia comunica- sobre la mujer, la maledicencia, la codicia, el
tiva de un narrador nato que busca dar placer a tiempo, el poder, etc.). Entre estas intervencio-
sus lectores» (38). nes las hay exclamativas y de tipo emocional
El afán eminentemente histórico reaparece (como aquellas en contra de la mujer) y las hay
solo al final de la obra en los catálogos de las eruditas, con gran alarde de conocimientos bí-
ciudades, villas y capitanes que las poblaron y blicos y clásicos, que encierran una moralidad
de los gobernadores, presidentes, oidores y vi- y una enseñanza y sirven para justificar las his-
sitadores desde 1538 hasta 1638. torias de amoríos, de engaños y crímenes y
En El Carnero la realidad narrada se orga- convertirlas en exemplum a la manera medieval.
niza a varios niveles lo cual hace que la obra En el plano de la crónica general, eminen-
presente una estructura compleja y en apariencia temente informativo, el autor cumple con lo
inconexa; la historia de la Nueva Granada se va anunciado en el título; hace la relación de los
desenvolviendo en tres planos entretejidos: el sucesos civiles y militares acompañada por los
universal, el de la crónica local general de los catálogos de los conquistadores, pobladores, de
sucesos del Nuevo Reino y el de la crónica local las autoridades civiles y eclesiásticas.
de sucesos de la vida privada, es decir, lo que El autor, nacido en 1566, sólo pudo tener
el autor denomina los "casos". conocimientos de segunda mano de los hechos
El plano universal está dado en el prólogo de la Conquista, por lo tanto, para mayor infor-
y en las intervenciones del autor que Martinengo mación, remite al lector a los cronistas Castella-
ha denominado excursus: ejemplos bíblicos y nos y Pedro Simón. En su preocupación de de-
clásicos, reflexiones filosóficas y morales, sen- mostrar la veracidad de los "casos" que relata,
tencias, etc. Este primer plano es el que le da cita a menudo las fuentes documentales donde
el marco conceptual general a la obra. El autor constan tales hechos ("me remito a los autos"
ilustra su concepción de la historia, de la función "consta por autos"). Pero este narrador se basa
del historiador que distingue de la del poeta y en la memoria y en relaciones orales más que
de la función de su obra que es la de dar a en documentos escritos; esta memoria rara vez
conocer la verdad; justifica además su particular es meramente personal sino más bien una me-
La literatura en la conquista y la colonia
267

moría colectiva que lo lleva a escoger para su característica (44); entreteje con los sucesos his-
narración los sucesos que causaron mayor im- tóricos los de la vida privada de sus personajes,
pacto en la pequeña sociedad de su tiempo, incluye aspectos novelescos que acercan Él Car-
aquellos que llegaron a ser sujeto de comidillas nero al género de la ficción narrativa. Son estos
locales y que cuando el narrador los retoma relatos lo que el autor denomina casos (o flores
están ya adornados inicialmente por la imagina- en algunos lugares), palabra que parece tomar
ción popular y envueltos en un halo de leyenda. en su sentido latino (casus) de suceso dañoso,
Aunque algunos consideran El Carnero infortunio, calamidad, caída ejemplar. Es esta
como «fuente histórica digna de acatarse y que crónica maliciosa y mordaz la que ha dado po-
por lo tanto 'es preciso desechar la idea de que... pularidad al libro y es la que presenta mayor
es del género costumbrista, novelesco o imagi- interés desde el punto de vista literario; en ella
nativo'» (41), hay que reconocer que no se trata de se pone de manifiesto todo el ingenio y lapericia
un relato rigurosamente histórico sino de carác- narrativa de Rodríguez Freyle.
ter histórico anecdótico o una "crónica noveles-
ca", como la califica Eduardo Camacho (42), Importa, pues, señalar no sólo el tipo de
cuyo mérito principal, al menos en el aspecto sucesos que el autor selecciona para narrarlos
literario, procede de la manera de narrar los "ca- detenidamente sino también la manera de trans-
sos". mitirlos al lector, es decir, los procedimientos
literarios y las técnicas narrativas que utiliza.
El Carnero suscita un problema análogo al
que señalábamos en relación con las Elegías. El santafereño ubica sus casos cuidadosa-
No puede considerarse exclusivamente como mente en el tiempo y en el espacio; éstos ocurren
obra histórica, pero tampoco puede reducírsele en el Nuevo Reino, la mayor parte en Santa Fe
-como se ha hecho con relativa frecuencia a (sólo uno, el que se refiere al fiscal Pérez de
causa del mayor interés suscitado por los "casos"- Salazar, protector del autor, está localizado en
a una serie de cuentos picantes más o menos España). Extrae estos acontecimientos de la pe-
enlazados entre sí pero no integrados con los queña crónica de escándalo de su sociedad: adul-
hechos históricos dentro de una estructura englo- terios, aventuras galantes, brujerías, robos, crí-
bante. Si fijamos nuestra atención solo en uno menes cruelmente ejecutados y ejemplarmente
de los dos aspectos, El Carnero resulta ser obra castigados; presenta anécdotas de la vida privada
de estructura incoherente. Si se quiere interpre- de personajes históricos -a los que pone en es-
tar El Carnero sólo como obra histórica, la ima- cena con sus nombres reales- algunos de los
ginación, los aspectos novelescos o las interven- cuales fueron figuras muy encumbradas y otros
ciones del autor pueden aparecer como intrusio- oscuros personajes que permanecieron vivos en
nes amenas o eruditas pero, en ambos casos, la memoria popular y son recordados por el
innecesarias; lo mismo ocurre con los hechos cronista gracias a las aventuras o a los sucesos
históricos y con el material doctrinal si aislamos escabrosos que protagonizaron. Estos persona-
la serie de historietas del contexto. jes reciben muy poca individualización; no se
da de ellos ninguna descripción física o psicoló-
Pero, como anota certeramente Martinen- gica, son caracterizados por rasgos genéricos
go, las partes narrativas deben considerarse que se repiten, son seres movidos por un vicio
«como elementos insertados en un marco más o una pasión cuya interioridad no se percibe
amplio, el cual es tan importante para el autor porque el foco de interés está centrado en la
[...] como las partes propiamente narradas» acción. Esta caracteriza al personaje y consti-
(43), es decir, tanto la crónica general como la tuye el soporte del cuento.
particular ("casos"), están insertadas en una es-
tructura general formada por los comentarios No todo El Carnero pone énfasis en los
filosóficos y moralizantes que se desprenden de hechos en sí mismos; en la narración de los
los sucesos; los pasajes eruditos y apologéticos "casos" se pone en relieve la manera de ordenar-
que jalonan la línea narrativa forman el sostén los y de narrarlos. Esto lleva al autor a utilizar
teórico estructural de la obra. con cierto grado de conciencia artística, técnicas
En el plano de la historia universal y gene- más características del relato novelesco que del
ral inserta, pues, Rodríguez Freyle, una serie de tipo histórico; aparecen signos de estructura-
de pequeños cuentos que conforman un corpus ción narrativa que revelan claramente que el
narrativo con una estructura narrativa propia y autor pretende además de informar también in-
268 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

teresar y entretener al lector, concentrar su aten- bos el narrador se detiene en los diversos pasos
ción en ciertos puntos para crear pathos. de su ejecución sin ahorrar al lector los detalles
Si analizamos la actitud que asume el narra- de mayor saña; en los dos cuentos el dramatismo
dor vemos que éste no se limita a transmitir la resulta no sólo de los hechos mismos sino de
información acerca de los sucesos ni asume la la manera de organizarlos y de relatarlos, pero
perspectiva de objetividad y distancia que exi- este dramatismo se logra mediante procedimien-
giera el relato rigurosamente histórico. Se hace tos diferentes en los dos casos.
presente de diferentes maneras y a diferentes En el primero, logra intensificar la tensión
niveles: además de intervenir en las digresiones dramática mediante la anticipación de infor-
filosóficas y moralizantes, traba relación directa mación esencial acerca del desenlace y mediante
con el lector dirigiéndole breves apelaciones que la correlación dramática victimario-víctima que
establecen con él una comunicación afectiva o establece una aplicación rigurosa de la ley del
que buscan, a la vez, captar su atención y subra- talión: el asesino del marido será a su vez marido
yar los diversos momentos del desarrollo del asesinado. Establecido inicialmente quién será
relato. De cuando en cuando varía el punto de el muerto y quién será el homicida el lector
vista narrativo y prefiere mirar algunos hechos verá, primeramente, a la futura víctima conver-
desde la perspectiva de un personaje determina- tida en victimario y posteriormente verá cum-
do; así, por ejemplo, al narrar uno de los episo- plirse lo anunciado de manera inexorable, a pe-
dios de la conquista, los españoles son presen- sar de los avisos premonitores que hubieran po-
tados desde la perspectiva asombrada del indio: dido salvar a Voto.
«...Que por la parte de Vélez, habían entrado En la historia del oidor Andrés Cortés de
unas gentes nunca vistas ni conocidas, que te- Mesa, en cambio, los principales recursos narra-
nían muchos pelos en la cara, y que algunos de tivos creadores de tensión y de suspenso son la
ellos venían encima de unos animales muy gran- anticipación dramática críptica y el aplaza-
des, que sabían hablar y daban grandes voces; miento de la información, siendo este último
pero que no entendían lo que decían...» uno de los preferidos por Freyle para tales fines.
(Cap. IV, pág. 68).
Utilizando una técnica característica del relato
Rodríguez Freyle organiza y construye sus de misterio, el narrador da la información a la
narraciones de manera coherente; establece una vez que la oculta. La figura del oidor enlaza
relación con el destinatario, varía el punto de dos cuentos que lo tienen como personaje cen-
vista cuando lo considera necesario, maneja con tral: el de los libelos infamatorios contra la Real
habilidad sus hilos de la trama, la tensión, el Audiencia (Cap. XI) y el de la muerte de Juan de
suspenso, el aplazamiento de la información, el los Ríos (Cap. XII), sin embargo, en el primero,
uso del diálogo, la elección de detalles en fun- el oidor aparece como personaje marginal cuya
ción dramática. Su imaginación elabora conti- función central se mantiene en secreto para ser
nuamente los datos de la crónica. La forma na- revelada solamente al final del cuento siguiente.
rrativa varía según el plano en que se desarrolla Sólo en el segundo relato se da el desenlace del
el relato: en el tipo cronístico narra en estilo primero. "En su lugar diré quién puso los libe-
indirecto sin utilizar casi el directo; en los "ca- los", anuncia el narrador; el lugar que le asigna
sos", en cambio, recurre ampliamente al estilo a esta información subraya su función narrativa
directo y al diálogo (por ejemplo, la historieta relacionada con la estructura de la trama, es
de Juana García, Cap. IX, está estructurada casi decir, el carácter literario del relato. Si el obje-
totalmente con base en el diálogo). tivo de éste fuera -como pretende- eminente-
Podemos ver algunos de los mejores recur- mente histórico e informativo, el lugar que le
sos narrativos de Rodríguez Freyle, sobre todo correspondería a este dato estaría en el capítulo
aquellos mediante los cuales logra crear drama- anterior y no en el del capítulo xn.
tismo y suspenso, en dos de los episodios más Sin embargo, el hecho de que se subrayen
conocidos y mejor estructurados de El Carnero: los aspectos literarios de El Carnero no debe
el de Jorge Voto (Cap. x) y el del oidor Andrés ser entendido como una subestimación del valor
Cortés de Mesa (Cap. XI y XII), que participan de su contenido histórico. Coincidimos con
de algunos procedimientos generales de la obra. Eduardo Camacho cuando afirma que esta obra
En ambos el crimen es decidido rápidamente, «se debe definir [...] como un caso de invasión
sin titubeos ni escrúpulos de conciencia, en am- de elementos novelísticos en una plataforma his-
La literatura en la conquista y la colonia 269

toriográfica» (45). En este libro se reflejan, en- capitanes, que estamos todos azotados! ¿Pues
tretejidos con los casos particulares, los grandes este bellaco, ladrón, ganó por ventura la tierra?
conflictos de su época y de su sociedad. Síganme, caballeros, que lo he de hacer peda-
La imagen que presenta El Carnero de la zos".
sociedad santafereña dista mucho de ser la con- Partieron todos en tropa hacia las casas reales,
vencional e idealizada de una Santa Fe idílica, terciadas las capas y empuñadas las espadas,
piadosa y apacible. En ese desfile de funciona- diciendo palabras injuriosas». (Cap. x, pág.
rios deshonestos e inclusive criminales, de mu- 146).
jeres y hombres arrastrados por sus pasiones, Estas leyes que causaron levantamientos
de clérigos poco santos, de adulterios y supers- de encomenderos en todo el Nuevo Mundo no
ticiones, Rodríguez Freyle esboza el cuadro de fueron mejor acatadas y cumplidas en el Nuevo
una sociedad henchida de violencia y de turbu- Reino. Relata el cronista cómo los capitanes
lencias. Los primeros cien años de la domina- «con las espadas desnudas, las puntas en alto»
ción española corresponden a una época de pro- inquieren por el responsable del auto y de la
fundos conflictos políticos y sociales que el cro- pena de doscientos azotes: «Respondió el oidor
nista no puede eludir. Este reseña de manera en alta voz: 'Yo no he mandado tal'; con lo cual
bastante rápida los primeros treinta años de la se sosegaron los capitanes [...] Echóse la culpa
historia del Nuevo Reino, para detenerse luego al secretario; el secretario al escribiente, y éste
principalmente en los sucesos a él contemporá- a la pluma, con lo cual se sosegó este alboroto».
neos, sobre todo los que corresponden a la pri- Y comenta maliciosamente el narrador que este
mera etapa de su vida, es decir, al último cuarto auto junto con el otro sobre las hechiceras
del siglo XVI y a los primeros años del siglo «nunca más parecieron ni vivos ni muertos; lo
XVII, pero por lo menos la mitad de los "casos" cierto debió de ser que los echaron al archivo
de El Carnero ocurren entre los años 1578 y del fuego» (Pág. 147).
1585 (Capítulos V y XI a XVI). Este episodio, amén de muchos otros que
Detrás de los amenos relatos del santafe- siguen, demuestra claramente el poder de hecho
reño se perciben las tensiones políticas y socia- que detenta la casta militar, la dualidad de po-
les nacidas de la lucha por el poder entre los deres que opera en el Nuevo Mundo y las con-
diversos bandos en que está dividida la casta tradicciones existentes entre la política antienco-
dominante. Detrás del humor y de la zumbona mendera de la Corona, que busca recortar las
ironía del narrador asoma una leve crítica a su concesiones hechas anteriormente y los intereses
sociedad y a algunas de sus instituciones. En la de los señores locales que prueban poseer toda-
obra se destacan los frecuentes enfrentamientos vía suficiente fuerza para neutralizar o aplazar
entre las autoridades civiles y eclesiásticas, entre las medidas restrictivas de la Corona. Como se
la Real Audiencia y los obispos de Bogotá, fray anotaba, buena parte de los relatos se refieren'
Juan de los Barrios (Cap. IX) y de Popayán, a sucesos ocurridos entre 1578 y 1585, es decir,
Agustín de la Coruña (Cap. XI); los enfrenta- se desarrollan en «los tiempos de la presidencia
mientos entre los encomenderos y los funciona- del doctor Lope de Armendáriz y venida de los
rios españoles, entre la Real Audiencia y los visitadores Juan Bautista de Monzón y Juan
visitadores. Prieto de Orellana [que] fueron de grandes re-
Uno de los primeros conflictos que aparece vueltas... y sucesos» de modo que «para pode-
en El Camero es el motín de los "capitanes llos contar son necesarios diferentes capítulos».
conquistadores", ya poderosos encomenderos, (Págs. 168 y 176). Son estos los años de agudos
en tiempo de Venero de Leyva, ocasionado por enfrentamientos entre la Real Audiencia y los
las promulgación de las reales cédulas sobre el visitadores y de enconadas luchas encabezadas
buen trato a indígenas, las cuales prohibían el por los grupos de encomenderos que, divididos
servicio personal de los indios y su utilización en facciones y protegidos por algunos funciona-
como cargueros so pena de multas o de castigos rios reales, fueron causa de constantes amagos
corporales. Rodríguez Freyle narra con viveza de insurrección en las dos últimas décadas del
la reacción de los capitanes: siglo XVI y lograron hacer fracasar las visitas
«El que primero habló fue el capitán Zorro, de los funcionarios mencionados:
echando el canto de la capa sobre el hombro «Corría el año de 1581, y la visita del licenciado
izquierdo, y diciendo: "¡Voto a Dios señores Juan Bautista Monzón caminaba con pasos len-
270 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

tos, que desde sus principios dio muestras que El fiscal Orozco de El Camero puede urdir la
no había de tener buenos fines». patraña y hacer correr la voz de un gran alza-
(Cap. XI, Pág. 172). miento de indios y mestizos bajo el mando del
«La visita del licenciado de Monzón caminaba cacique de Turmequé don Diego de Torres, con
de pies de plomo, causa donde nacían muchas la complicidad del visitador Monzón -todo lo
causas perjudiciales al Nuevo Reino de Granada cual «se fraguaba contra el visitador para derri-
y a sus moradores». (Cap. XIII Pág. 195). barle», aclara el narrador- porque éste es el
«...En la visita del licenciado Juan Prieto de pretexto que necesita el real acuerdo para pren-
Orellana, que vino luego al negocio de Monzón der a Monzón y porque todos «los que se rece-
y a acabar la visita, que tampoco la acabó» laban de la visita [...] aprobaban el intento y
(Cap. XIV, Pág. 224). tenían por acertada la prisión». El fiscal logra
Rodríguez Freyle se muestra muy poco be- apoyo para su patraña y puede continuar en sus
névolo e inclusive abiertamente hostil hacia vi- andanzas porque cuenta con el apoyo de mu-
sitadores y jueces, hasta el punto de calificarlos chos; además del capitán Diego de Ospina, «el
de «polilla de esta tierra y menoscabo de ella» fiscal llevaba tras sí muchos votos y aficionados
(Pág. 206) y presenta las visitas como causa de y particularmente de aquellos que tenían lacra
«hartos enfados y disgustos» y de pérdida de y dependencia en la visita» (Pág. 230).
«muy gran suma de dineros». Muchas páginas Presenciamos además la corrupción de los
de Él Carnero giran en torno a los conflictos funcionarios y sus manipulaciones para eludir
suscitados por las visitas -tan temidas por los el juicio. El oidor Cortés de Mesa trata de ga-
administradores coloniales y por los grupos narse al escribano: «mirad si podéis coger mi
comprometidos con ellos- y por los juicios de proceso, que lo han traido a la visita» (Pág.
residencia, desde la vista del oidor Montaño 182); otros, con la protección del presidente, y
hasta la residencia al marqués de Sofraga. En a pesar del control impuesto por Monzón, con-
el transfondo de estas páginas percibimos la lu- siguen el traslado a tiempo, logran pasar «tantos
cha por el poder económico y político entre las pliegos a Castilla, de los cuales había resultado
diversas facciones locales que se volvían espe- haber salido los oidores con nuevas plazas, fuera
cialmente beligerantes en tales ocasiones; las del riesgo de la visita» (Pág. 198).
amenazas se ponían a la orden del día y cada Sin embargo, a pesar de todas las turbulen-
grupo salía en defensa de sus intereses inten- cias, para el cronista éstos fueron los años dora-
tando debilitar a sus rivales. dos del Reino:
Los capítulos XIII y XIV que relatan los «Llamóse a este tiempo el siglo dorado, que aun-
casos de Juan Roldán y del fiscal Orozco y que que es verdad que él hubo los bullicios y revuel-
tienen como tema central el enfrentamiento entre tas de las audiencias y visitadores, esto no to-
la Real Audiencia y el visitador Monzón son paba con los naturales ni con todo el común.
los más ricos en acontecimientos que ilustran Singulares personas padecían este daño, y todos
este tipo de conflictos. Desde el capítulo anterior aquellos que querían tener prenda en él; por
vemos el alboroto causado por el juicio de resi- manera que el trato y comercio se estaba en su
dencia al presidente Lope de Armendáriz: punto, la tierra rica de oro, que de ello se llevaba
«Llegó el día de la residencia...Había a este en aquellas ocasiones harto a Castilla»
tiempo en la plaza de esta ciudad más de trescientos (Cap. XVII, Pág. 275).
hombres en corrillos, con las armas encubier- Uno de los motivos recurrentes de El Car-
tas». Rodríguez Freyle reduce con frecuencia nero es la lamentación del autor por la desas-
la causa de los conflictos a asuntos de la vida trosa situación presente del Reino que opone al
privada; en este caso del fiscal Orozco, reduce "siglo de oro" pasado. Hoy la tierra está llena
la prisión del visitador y el alboroto político y de «vagamundos y gente perdida». El Reino
social a asuntos de faldas, al deseo de venganza «está en las heces», «se muere», desde que el
de la dama "causa de tantas revueltas" que pide presidente Antonio González lo «comenzó a go-
la cabeza del visitador Monzón. Pero logramos bernar comenzó a decaecer que nunca más ha
percibir detrás de esta ingenua -y poco compro- levantado cabeza». Efectivamente por los años
metedora- interpretación las causas reales de tal en que Rodríguez Freyle escribe, la Nueva Gra-
situación, la presencia de los diferentes grupos nada está sumida en plena crisis económica cu-
de presión que manipulan los acontecimientos. yas causas reconoce el autor. El Reino ha lle-
La literatura en la conquista y la colonia
271

gado al presente estado de decadencia «por ha- gora, es evidente que la deuda mayor de Domín-
berle faltado los más de sus naturales», afirma guez Camargo es con don Luis.
en el prólogo, y por la misma razón han de- De él aprovecha ambientes, temas como
caído las minas de Muzo y «todos los demás los de las estaciones, de los banquetes o de la
reales de minas, que están el día de hoy despo- expedición de caza, el vocabulario cultista y
blados por esta falta» (Pág. 355). suntuoso, la estructura de la metáfora y, en ge-
Rodríguez Freyle no ahorra censuras para neral los procedimientos estilísticos fundamen-
los funcionarios coloniales ni ironías acerca de tales de su poesía: la repartición bimembre del
las hipocresías de su sociedad pero, en general, verso «cuanta leche vertió, cuajó en estrellas»
asume una actitud ambigua y en ocasiones abier- (I, 15); el recurso a las fórmulas sintácticas A,
tamente contradictoria. Detrás de su humor y si no B; no A si B; no A, B; A, si B; si no A,
de sus comentarios maliciosos, de sus acusacio- B: «vena, de plata no, de ambrosía pura» (I, 16);
nes directas o a través de parábolas asoma una «Si bellas no, crestadas celó esposas» (I, 55); (47)
visión no exenta de una dimensión crítica de el gusto por las sinestesias: «Si la vista lo oyó,
la cual parece, sin embargo, arrepentirse en se- lo vio el oído» (I, 57); las múltiples alusio-
guida porque «callar es cordura». El autor dice nes y perífrasis; el uso del acusativo griego:
y calla. Si Freyle está lejos también de dar una «Alada mayos y plumada abriles» (I, 38); el
imagen idealizada de su sociedad, está lejos de frecuente recurso al hipérbaton y a toda clase
dar de ella una interpretación realmente crítica. de audacias sintácticas. Con frecuencia, ciertos
Tal vez no puede ir más allá o no quiere hacerlo. fragmentos del poema no son sino variaciones
Tal vez es parte él mismo de los intereses crea- sobre temas de su maestro de quien llega inclu-
dos que están en juego, como parece indicar su sive a repetir versos enteros:
persistente hostilidad hacia los visitadores. Pero De las mudas estrellas la saliva
también no pueden olvidarse los diversos tipos (Soledad segunda, 297).
de censura —y autocensura- a que tiene que so- El que el prado (o saliva de la Estrella)
meterse el escritor y hay que reconocerle a Ro- (PH, II, 148).
dríguez Freyle su habilidad como narrador y el y las perlas exceda del rocío
mérito de haber dado una imagen viva y muy (Soledad primera, 915).
poco convencional de su sociedad y de los con- la perla exceda su candor luciente
flictos de su época. (PH, III 82).
Del manierismo gongorista procede ade-
Contrarreforma y esteticismo más su visión de mundo esteticista que lo lleva
en el Poema heroico de Domínguez Camargo a transponer la realidad inmediata a una dimen-
sión ideal por medio de elementos ennoblecedo-
res y preciosistas. En Domínguez Camargo,
El gongorismo americano (46) llega a su más como en Góngora, más que la tensión, el drama-
alta expresión en el Poema heroico del santafe- tismo del barroco o la problematización de la
reño Hernando Domínguez Camargo, su repre- frontera entre realidad y fantasía -en la que la
sentante más auténtico y el que es a la vez el primera conserva todo su peso e inmediatez-
más fiel a su modelo y el más original. Este encontramos la estilización manierista y la fuga
fenómeno de filiación poética ha dejado perple- ideal en la que la realidad concreta e histórica
jos a muchos críticos porque a este "primogé- queda transmutada en una realidad ideal, toda
nito» de Góngora, como certeramente lo califica ella creación de la palabra.
el maestro Navarro Navarrete, no le corresponde Los pocos datos biográficos (48) conocidos
el calificativo de mero epígono o imitador; en acerca de Domínguez Camargo, indican que na-
su caso cabe más bien hablar de adaptación poé- ció en Santa Fe, de familia acomodada, ingresó
tica, de continuación, o mejor, de emulación. muy joven a la Compañía de Jesús que lo envió
Su talento poético no le permite quedarse en el a proseguir sus estudios a Quito, cuyo medio
insulso terreno del plagio. literario dejó huella permanente en su educa-
Si bien es cierto que en el Poema heroico ción; ya ordenado sacerdote, es enviado a Car-
encontramos rasgos estilísticos generales que tagena. Volvemos a saber de él en 1636, cuando
corresponden a un estilo de época y que, en le es aceptada su dimisión de la Compañía por
cuanto tales, no son invención exclusiva de Gón- "graves faltas" que merecen castigo. Durante
272 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

los veinte años siguientes se desempeña sucesi- menzado antes de retirarse de la Compañía de
vamente como cura de indios en Gachetá, To- Jesús.
cancipá, Paipa y Turmequé, curatos entre los El prestigio literario del santafereño ha su-
más apetecidos por la magnitud de la renta, frido las mismas vicisitudes de la poesía gon-
especialmente este último, por ser uno de los gorina, la cual sólo recientemente ha sido reva-
centros con mayor densidad de población indí- lorizada gracias al renacido interés por la obra
gena de la provincia de Tunja. Es aquí en estos de Góngora estimulado inicialmente por los poe-
pueblos de indios donde el doctrinero com- tas españoles de la generación del 27, como
pone la mayor parte de su poema. Al final de Gerardo Diego y Dámaso Alonso.
su vida recibe -al igual que Castellanos su ilustre
predecesor en las letras-el beneficio de la iglesia Sorprende comprobar que, a pesar de la
mayor de Santiago de Tunja, iglesia "muy ser- larga persistencia que tuvo en la Nueva Granada
vida", con una retribución anual de dos mil la corriente culterana, cayó sobre la obra de su
pesos de oro corriente. En esta ciudad muere mejor poeta una especie de conjuración del si-
en marzo de 1659; como el anterior beneficiado, lencio. Como ya lo anotaba con cierto asombro
deja un capital nada despreciable representado Vergara y Vergara, no hay mención alguna del
en dinero, casa, muebles, alhajas, suntuoso ves- poema o de su autor entre sus contemporáneos.
tuario, una rica colección de pinturas y una va- Juzgado el poema a la luz del exacerbado anti-
liosa biblioteca que, junto con sus "papeles", gongorismo de raíz neoclásica que predominó
lega al colegio de la Compañía de Jesús. en la crítica colombiana desde el siglo XIX hasta
una época muy reciente, las apreciaciones de
Estos "papeles" que dejó al morir fueron ios historiadores de la literatura colombiana no
recogidos y publicados póstumos gracias a la podían ser sino negativas. En los diversos ma-
diligencia del jesuíta quiteño padre Antonio de nuales y resúmenes informativos se han venido
Bastidas (su prologuista y editor, bajo el pseu- repitiendo sumarios juicios categóricos negati-
dónimo de Navarro Navarrete); éstos continen: vos acompañados de los más extraños disparates.
el Poema heroico, interrumpido por la muerte,
del cual alcanzó a componer cinco libros. (1.116 Así, para Vergara y Vergara, Domínguez
octavas) que narran la vida de San Ignacio de Camargo «que no era un genio», siguiendo la
Loyola, desde su nacimiento en un pesebre hasta escuela de Góngora no podía «producir otra cosa
la fundación de la Compañía de Jesús, publicado que absurdos», aunque tenga versos que «de-
en Madrid en 1666; algunas poesías sueltas, muestran ingenio digno de mejor arte poético»
entre ellas el conocido "Romance al arroyo de (49). Inapelables parecieron después los juicios
Chillo", un extenso texto en prosa de tipo polé- de Marcelino Menéndez y Pelayo, alérgico al
mico y satírico, la Invectiva apologética, escrita gongorismo y al conceptismo, quien con todo
contra un autor anónimo que pretendió ser émulo el peso de su autoridad de maestro de generacio-
suyo, texto que junto con las poesías fue reco- nes condena el poema ignaciano como «uno de
gido y publicado en 1676 en el Ramillete de los más tenebrosos abortos del gongorismo, sin
varías flores poéticas, de Jacinto de Evia. ningún rasgo de ingenio que haga tolerables sus
No se sabe exactamente cuándo inició Do- aberraciones" (50); en la misma línea antigongo-
mínguez Camargo la composición del poema, rista del polígrafo se sitúan las apreciaciones de
pero una referencia cronológica interna, la alu- Gustavo Otero Muñoz, para quien el Poema
sión al Papa entonces reinante Urbano IV (1623- heroico es un «verdadero engendro gongorino»
1644), ubicada en la exacta mitad del poema (51), y de Antonio Gómez Restrepo, quien se
(III, 102, es decir, en la octava número 560 de sorprende de que el poeta haya podido conservar
las 1.116), permite establer un terminus a quo su sano juicio a lo largo de tantas estrofas:
y ad quem para la composición de las dos partes; «Cuando se recorren estos poemas gongori-
si antes de 1644 había llegado a la mitad de su nos, no puede menos de sentirse admiración
tarea que fue interrumpida por la muerte en ante el esfuerzo cerebral que presupone el escri-
1659, de ellos se puede deducir con cierta pro- bir una obra extensa en que nada está dicho
babilidad que debió durar unos treinta años, por en forma natural y corriente, en que para expre-
lo menos, en la composición del poema el cual sar las cosas más sencillas el poeta busca las
viene a ser el resultado del trabajo de toda una frases más retorcidas y las metáforas más incon-
vida; Domínguez Camargo pudo haberlo co- gruentes» (52).
La literatura en la conquista y la colonia 273

Merece recordarse en honor de Manuel del de la Contrarreforma que asigna al arte una
Socorro Rodríguez que, pesar de estar el gongo- función apologética.
rismo tan alejado de sus gustos y concepciones Dentro del vasto movimiento de carácter
estéticas, su voz fue la única que se levantó, religioso, político, cultural y artístico de la Con-
tras siglo y medio de silencio, en defensa del trarreforma la acción desplegada por la Compa-
Poema heroico en una vehemente apología que ñía de Jesús, tanto en el Concilio de Trento
publicó en el Pape] Periódico de Santafé de Bo- como en el período posterior, alcanzó tal impor-
gotá, en su artículo «Satisfacción a un juicio tancia que marcó con su sello toda la época,
poco exacto sobre la literatura y buen gusto, hasta el punto que varios historiadores han visto
antiguo y actual, de los naturales de la ciudad en ella el principal elemento propulsor de la
de Santafé de Bogotá» (Nos 59, 60 y 61 de marzo Contrarreforma. Su férrea disciplina de tipo mi-
30 y abril 6 y 13 de 1792). Pero corresponde litar, su obediencia ciega a los superiores y al
a Gerardo Diego el mérito de haber reha- Papa, refuerzan la estructura jerárquica, el ca-
bilitado la poesía de Domínguez Camargo; rácter monárquico y absoluto de la organización
cuando publica en 1927 su Antología poética temporal de la Iglesia.
en honor a Góngora, en ocasión del tercer cen- Es ampliamente reconocida la influencia
tenario de este poeta, incluye en ella un frag- de la Contrarreforma y particularmente de los
mento del Poema heroico, y le dedica a su autor jesuítas en la cultura y en el arte barroco al que
algunas palabras en el prólogo. A partir de este «condicionaron históricamente proyectándolo
momento comienza a despertarse el interés por ad maiorem Dei gloriam» (53). El espíritu de la
el santafereño. Luego contribuyeron a una mejor Contrarreforma penetró tanto en la práctica
comprensión y a una valoración más justa del como en la teoría de las artes y -como señala
poema la antología y los estudios del argen- Meo Zilio- se fue extendiendo también con la
tino Emilio Carilla, la edición crítica de las ayuda de los preceptistas, quienes convirtieron
Obras, hecha por el Instituto Caro y Cuervo, la poesía épica en un instrumento ético religioso
en 1960, el libro de Giovanni Meo Zilio (1967) en sustento de las doctrinas teológicas y dogmá-
y otros numerosos ensayos; pero, a pesar de ticas, y también velaron porque la poesía no se
este renacido interés por parte de la crítica, este volviera peligrosa para el orden constituido (54).
poema sigue teniendo muy pocos lectores por El programismo jesuítico influyó de ma-
fuera del reducidísimo círculo de los especialistas. nera muy especial en el arte hispánico y apoyó
su utilización teológica y moral. Cuando Do-
El poema ignaciano presenta indudable- mínguez Camargo decide emprender la magna
mente numerosas dificultades para el lector mo- tarea de retomar el tema ignaciano en estilo
derno no familiarizado ya con el estilo y el sis- gongorino se sitúa dentro de este marco ideoló-
tema de referencias del universo culterano; las gico y dentro de una noble tradición hagiográfica
mayores no son las dadas a nivel de la palabra y épica que conoce y continúa. En torno a la
-a pesar de los frecuentes cultismos y latinis- figura de Ignacio de Loyola (1491-1556) exis-
mos- sino las que radican en las audacias sintác- tían ya varias biografías muy difundidas que
ticas complicadas por las metáforas extremas y coincidían en mitificar al santo, prescindiendo
agrupadas, por el lenguaje elíptico que elimina casi del todo del contexto histórico y cultural
todo nexo lógico o elemento gramatical sentido de su vida real, rodeándolo de un halo de leyen-
como superfluo para la intensidad de la expre- da; entre ellas, y para mencionar solamente las
sión poética, y en gran parte en las alusiones y que tienen mayor repercusión en el Poema heroi-
perífrasis mitológicas tan comunes en el mundo co, la de Pedro Rivadeneyra (Nápoles, 1572),
cultural renacentista y barroco cuyo descifre re- la primera publicada, más sobria y más ceñida
quiere hoy de una exégesis erudita. Pero también a la realidad de los hechos, y la de Nieremberg
es cierto que allí donde están los mayores esco- (1631), que incorpora exageraciones, leyendas,
llos y oscuridades por superar, allí también es- profecías y sucesos maravillosos, en la cual la
tán, con frecuencia, las mejores recompensas intención biográfica está subordinada a lainten-
para el lector paciente. ción hagiográfica, edificante y propagandista (55).
El tema ignaciano del Poema heroico debe Pertenecen a esta tradición los elementos
ser comprendido y situado en el contexto histó- legendarios y maravillosos que Domínguez Ca-
rico religioso y cultural de la ideología jesuítica margo incorpora en su poema como son: el na-
274 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

cimiento en un establo, la autoimposición del al estilo de Hojeda y Oña; así como no fue nada
nombre, las apariciones de San Pedro y de la místico en su vida, no asoma misticismo en su
Virgen, el temblor de tierra, la vela de armas, obra, las experiencias extáticas de su santo son
la resurrección del joven suicida, la entrega de algo convencionales y sus prácticas ascéticas
sus vestidos al mendigo, etc. La severa figura son pretexto para hacer descripción y metáforas.
histórica del fundador de la Compañía de Jesús En el Poema heroico, a pesar del tema, no hay
se transforma sustancialmente, se desdibuja bajo una profunda preocupación religiosa ni sobre-
el ropaje legendario. sale el aspecto edificante y devoto.
El tema ignaciano había tenido ya también El Poema heroico se presenta como una
un amplio tratamiento poético. En España la sorprendente fusión de programismo jesuítico
figura del Vizcaíno inspiró desde temprano a y de esteticismo manierista. El tema es edifi-
pintores y poetas, sobre todo a partir de su ca- cante pero en su desarrollo el poeta se escapa
nonización (1622). Entre los que dan trata- por la vía del goce estético y del juego metafó-
miento poético al tema figuran el español Luis rico.
de Belmonte y Bermúdez que publica en Méxi-
co, cuando el futuro poeta santafereño acaba de Si nos detenemos en las primeras ocho es-
nacer, su Vida del padre Ignacio de Loyola... trofas del poema, que constituyen su introduc-
(Poema heroico), 1609; en España el famoso ción (56), vemos que éste comienza con una re-
casuista Antonio de Escobar y Mendoza fue autor flexión de tipo estético. El poeta empieza, a la
del San Ignacio de Loyola. Poema heroico manera clásica, con una invocación a la musa
(Valladolid, 1613) y, de nuevo en América, el para que inspire su "ritmo culto"; ésta, de ma-
chileno Pedro de Oña publica su Ignacio de nera significativa, no es aquí Calíope, la musa
Cantabria (Sevilla, 1639), cuando el santafereño de la poesía heroica, sino Euterpe, la del canto
debía de haber comenzado ya la redacción de y de la música. En esta introducción pone énfa-
su propio poema heroico. El poema de Domín- sis, más que en la intención apologética, pre-
guez Camargo se apoya firmemente en la ideo- sente en la hiperbolización del héroe, en la mag-
logía religioso-apologética de la tradición igna- nitud de la tarea del artista. La exaltación misma
ciana, en la tradición hagiográfica y en la épica. de la materia del poema cumple aquí la función
El título de Poema heroico hace pensar en de enaltecer, paralelamente, la labor de quien
una narración épica, en la gesta guerrera del a tanto se atreve. Estas octavas se convierten
antiguo militar del sitio de Pamplona, pero este en una reflexión del poeta sobre su propio queha-
poema está muy lejos ya de la epopeya clásica, cer, en una clara manifestación de conciencia
la cual se ha transformado bajo el impulso de artística. Antes de iniciar el relato de las hazañas
la Contrarreforma y se fue haciendo cada vez del «vizcaíno Marte», estas primeras octavas
menos guerrera y narrativa pero más doctrinal, celebran la hazaña del propio autor, son un canto
alegórica y descriptiva. Nació la épica religiosa. a su propio canto. El artista se presenta a sí
Ésta por entonces contaba ya con una trayectoria mismo -y su labor- bajo la imagen del cisne
casi secular que, desde la Jerusalén libertada que lanza su mejor canto antes de morir; se
(1570-1575) de Tasso, había culminado en tierra presenta como nuevo Icaro que se arriesga audaz,
americana con La Chrístiada (1611) del domi- hacia el sol, revestido de débiles plumas
nico español Diego de Hojeda. (pluma del escritor y ala), en pos de la «pira o
gloria»; se presenta bajo la imagen de la «mari-
El Poema heroico es una obra de tema re- posa» sedienta de esplendores que, deslumbra-
ligioso cuyo héroe histórico encarna por exce- da, quema sus alas en el fuego, pero que aun
lencia el espíritu de la Contrarreforma, pero al si se consume «será su ruina victoriosa». El alto
poeta gongorino no le interesa en primer lugar vuelo de su canto elevará la voz del poeta hasta
hacer la biografía del santo ni representar la el sol.
realidad social e histórica; el poeta se ampara
en la función teológica y moral del arte pero, En esta introducción expresa el poeta ade-
en él, a la intención apologética se superpone más la idea de la permanencia de la obra de arte
la ñnalidad estética que importa en esta obra pero también, al mismo tiempo, la conciencia
tanto o más que la primera. Domínguez Ca- del trabajo artístico, de la paciente y lenta labor
margo no es un poeta exclusivamente religioso de trazar y pulir cada una de las palabras y de
La literatura en la conquista y la colonia 275

las letras que el arte exige para que pueda per- lifemo, no se caracteriza por el desarrollo de un
manecer imborrable a través de los siglos: hilo argumental. La vida del héroe y todos los
y porque el siglo esté constante sucesos sirven como pretexto para encadenar
en cada letra gastaré un diamante metáforas e imágenes que se distinguen por el
lujo de su léxico y por su calidad eminentemente
La metáfora sugiere no solamente que cada letra sensorial, en las que predominan las impresiones
relucirá como una joya, sino el paciente trabajo visuales: cromatismos, destellos, contrastes de
del joyero que a fuerza de pulir gasta (consume) tonos y de colores. Poeta de gusto exquisito, su
en ella la piedra más dura, el diamante. El poeta sensibilidad visual y plástica culmina en sus
pone de manifiesto aquí su ideal de perfección lujosas descripciones que son verdaderas apo-
artística; estos versos echan luz también sobre teosis de lo pictórico.
su método de trabajo; Domínguez Camargo, que El centro dinámico del mundo poético de
atajado por la muerte no alcanzó a dar el puli- Domínguez Camargo en el que las cosas no son
mento definitivo a su obra, como informa su nombradas directamente es, como en el de Gón-
editor, trabajaba con cuidado, corregía conti- gora y de la literatura manierista, la metáfora.
nuamente: «los versos sin borrador son todos Esta aparece ya aislada y reluciente, encerrada
borrones» afirma él mismo en la Invectiva apo- dentro de los límites de un verso, a veces ex-
logética (57). traordinaria en su sencillez:
Por primera vez en las letras neogranadinas Flor a flor agotó la primavera (I, 74).
se manifiesta explícitamente en una obra litera- con mayor frecuencia ingeniosa y sorprendente
ria una alta conciencia estética. Si comparamos como la evocación de la calavera que fuera an-
la actitud que asumen frente a su obra y a su taño de la amada esposa
trabajo Domínguez Camargo y Castellanos, ve-
mos la gran distancia existente entre los dos alma de hueso de beldad parlera (v, 98).
beneficiados que escriben apenas a unos sesenta A menudo las metáforas se desenvuelven en un
años de intervalo. Castellanos, sumergido en la fluir continuo entretejiéndose a lo largo de varios
historia, atribuía el valor de su obra a la verdad versos o de una estrofa entera. Una imagen se
y a la grandeza de los hechos cantados y descui- despliega en varias metáforas o una metáfora
daba el estilo; Domínguez Camargo, en su retiro se amplifica en diversas imágenes. La gran ca-
en los pueblos de indios, se aleja de la realidad pacidad metafórica del poeta le permite retomar
inmediata y suscita un mundo poético nacido con originalidad inclusive viejos tópicos como
de la palabra, un mundo de la realidad idealizada el de la comparación entre la primera juventud
en el que la imagen se goza a sí misma. El y el botón de rosa, en la que el símil inicial se
primero escribe para un público amplio, el se- renueva y desarrolla en varias metáforas que
gundo recurre a una escritura cifrada, accesible suscitan la imagen de la eclosión del niño-rosa:
a una reducidísima minoría de iniciados y asume
una deliberada actitud de distancia frente al pú- Su hermosura a los rayos de la aurora
blico. y al mismo sol eclipsa por su exceso,
si bien la edad su pompa abrevia ahora,
No parecerá ya tan paradójico que este poe- como el botón compendia (bien que ileso)
ma "heroico" sea eminentemente descriptivo. No su esplendor a la rosa, do el aurora
son las hazañas del héroe (así sean éstas conver- cicatriz al carmín le rompió preso,
tidas en hazañas espirituales) las que están en y pestañeando la pupila hojosa,
primer plano; el lugar preponderante lo ocupa la que nudo durmió, despertó rosa (I, 71).
la descripción como puede comprobarse casi en
cada canto del poema. Así, por ejemplo, en la Domínguez Camargo no rehúye sistemáti-
ceremonia del bautismo lo que importa es la camente la denominación directa del objeto me-
minuciosa y suntuosa descripción de cada uno taforizado; éste es nombrado, pero no antes de
de los objetos que forman parte de la ceremonia; haber suscitado en torno a él una serie de imá-
igualmente, cuando Ignacio se despoja de sus genes sensoriales que lo desnaturalizan, una
vestiduras para entregárselas al mendigo, el multiplicidad de percepciones que amplían la
poeta se detiene con fruición en la descripción gama de connotaciones convencionales del sím-
de cada una de las lujosas prendas (II, 101-104). bolo lingüístico, los cuales dan origen a un nuevo
El Poema heroico, como las Soledades o el Po- ser, a la vez único y múltiple, que es síntesis
276 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

de la experiencia corriente del objeto y de su ningún momento hay referencias, aun margina-
representación poética deliberadamente sor- les, a la realidad histórica inmediata, al presente
prendente. De este haz de connotaciones y de o al contexto social, ni una alusión siquiera a
percepciones surge el nuevo objeto poético, la las condiciones del indio que el poeta tuvo opor-
nueva unidad semántica de la metáfora. tunidad de conocer muy bien a lo largo de sus
Domínguez Camargo, poeta más descrip- veinte años de actividad doctrinera. Y no podría
tivo que narrativo, es el gran artista de los ban- ser de otra manera, pues su estética se lo impide.
quetes y bodegones; son estos fragmentos los En su lugar, hallamos el rasgo manierista de
que han hecho famoso el poema y han merecido fuga de la realidad en la idealización y en la
mayor atención desde Gerardo Diego y Carilla. estilización de ésta.
El primero, en su perceptivo análisis estilístico Ángel Valbuena Prat, ha querido ver en la
de los bodegones, sitúa a este poeta entre los exuberancia camarguiana, en su «derroche de
mejores maestros del género y le reconoce la fauna y de flora», la «huella inconfundible» de
primacía aun con respecto a su modelo: «El la naturaleza tropical americana (60); en la misma
maestro es Góngora, pero esta vez, casi nos dirección, Joaquín Antonio Peñalosa cree que
atrevemos a decir que el maestro queda superado «cuando Domínguez Camargo describía el paisaje
por el alumno» (58). [...] tendría presente la cálida luz y la huraña
Estos convites de viandas especializadas bravura de sus paisajes americanos», y que en
según las circunstancias, suntuosos como el del el Poema heroico «todo nos evoca la naturaleza
bautismo del infante surtido de toda clase de de América, virginal y exúbera» (61). Pero en este
suculentos y refinados manjares, o pretendida- caso también el poeta parece tener ante sus ojos,
mente rústicos como el del albergue campesino más que la naturaleza americana, el paisaje gon-
(IV, 111-117) o el de mariscos en la cabaña de gorino con su cromatismo y exuberancia, es
pescadores de Gaeta (III, 64-70), el poeta los decir, un paisaje depurado por la fantasía y cuya
convierte en opulentos festines de los cinco sen- génesis es del todo literaria o en el que, por lo
tidos y de la palabra. Sibaritismo ideal, ya que menos, la vivencia literaria ha determinado la
escasas debían de ser para el doctrinero de To- percepción y la plasmación del paisaje real.
cancipá o Turmequé las posibilidades de satisfa- La casi totalidad de las referencias al suelo
cer la gula con opíparos manjares, y aun para nativo o a especies americanas son utilizadas
el beneficiado de Tunja, a juzgar por la preca- por el poeta como detalles decorativos cuya fun-
riedad de su batería de cocina que queda consig- ción consiste en mitologizar los elementos de
nada en el minuciosísimo inventario de sus bie- la realidad o en hacer resaltar hiperbólicamente
nes hecho en el testamento: ¡«un perol grande su carácter exótico, opulento y deslumbrante.
maltratado. Otro perol pequeño, ambos de cobre Así, en el contexto del poema están al mismo
de la Palma [...] una sartén y dos asadores de nivel de realidad y cumplen la misma función
hierro» !(59). los diamantes de la India y las esmeraldas de
Por tratarse del más grande poeta neograna- «nuestro Muzo»; la púrpura tiria y «el bálsamo
dino,que representa además, junto con sor Jua- en mi América sudado» (I, 227); el «fénix en
na, una de las dos figuras excelsas de la literatura la Arabia de lo hermoso» y el «pavón en la
barroca de América, ha surgido con cierta insis- América ostentoso» (IV, 229); el Marañón y el
tencia la pregunta acerca del americanismo de Nilo; el Mongibelo o el monte Ida y el Potosí;
Domínguez Camargo, nacida del deseo de vis- las perlas que son «de oriente el opulento grano»
lumbrar aunque sea una leve afirmación de una (II, 43) y "opulenta aritmética de indianos" (in-
identidad americana. dios americanos; I, 89). El Inca se convierte en
En el poema asoma efectivamente, así sea personaje tan mitologizado como Creso o el Fa-
de manera fugaz, una visión del mundo ameri- raón. La imagen de América que surge del
cano; a lo largo de los cinco libros hallamos poema es la de la mítica tierra del Dorado.
alusiones a éste, en símiles y en metáforas, en América, como el Oriente o la India, aparece
cantidad relativamente escasa (unas dos docenas como el lugar de las perlas, del oro, de las
apenas) teniendo en cuenta la extensión del poe- piedras preciosas, de las esencias aromáticas,
ma; pero esta visión, podemos afirmar enfática- de la riqueza fastuosa.
mente, no es de manera alguna americanista. Fundidos con esta imagen exótica aparecen
Ea primer lugar, ni el tema es americano, ni en a veces los posesivos portadores de afectividad:
La literatura en ¡a conquista y la colonia
277

"mi cuna", "mi clima", "mi América", "mi pa- sierto de la Candelaria. El primero de ellos,
trio Magdaleno", "nuestro Muzo", que expresan saliendo en persecución de un ciervo durante
un sentimiento de orgullosa pertenencia a esa una partida de caza, se aparta de los demás, se
tierra americana y en los cuales puede percibirse adentra en la "selva" donde descubre una miste-
ya un leve asomo de americanismo. riosa cueva en la cual encuentra un cartapacio
A pesar de la innegable calidad poética de que contiene meditaciones en prosa y en verso.
Domínguez Camargo, hay que reconocer, sin Los amigos van al día siguiente en busca del
embargo, que no todo es oro fino en el Poema misterioso personaje que allí habita. Es éste el
heroico. Además de las inevitables fallas deriva- ermitaño Arsenio, que en el mundo fue joven
das del hecho de que el cuidadoso autor no pudo rico, hidalgo y disipado, quien comienza a ha-
darle a la obra -que quedó inconclusa- la revi- cerles el relato de su vida (que será interrumpido
sión y el pulimento final que hubiera deseado, en varias ocasiones). Nace en don Andrés la
el extenso poema revela mucha desigualdad en vocación religiosa y decide retirarse al convento
su desarrollo. Hay partes monótonas y prolijas, de la Candelaria; mientras llega la fecha de la
descripciones dilatadas en exceso en las que toma del hábito, la docta compañía pasa los
decae la fuerza poética; numerosas repeticiones, días entregada a lecturas piadosas, a la recita-
aun de metáforas. A veces cae en el mero oficio ción y composición de versos que reciben el
retórico, en una estilización pesadamente ama- aplauso de los amigos; el 24 de diciembre, día
nerada. La estructura narrativa es débil en su de la profesión del joven, se celebra la doble
cohesión pues carece a veces de nexos de con- festividad con versos y con la representación de
tinuidad. una comedia (arrancada del manuscrito de Ma-
No obstante que el Poema heroico diste de drid). La compañía sale luego a visitar las cue-
ser una obra perfectamente estructurada, su au- vas en las que habitaron los ermitaños y esto
tor, a más de ser el mejor poeta colonial neogra- da lugar a que el prior narre la historia del Con-
nadino, representa junto con sor Juana Inés de vento de la Candelaria y a que Arsenio narre la
la Cruz la cima de las letras barrocas americanas historia del monacato desde Adán hasta San Bru-
y ambos ocupan el rango de poetas de primera no. Los tres amigos restantes regresan a Santa
calidad de la literatura barroca en lengua espa- Fe. Poco tiempo después van a Villa de Leiva
ñola. ya que don Fernando ha recibido el encargo de
rescatar el cuerpo del arzobispo fray Bernardino
El Desierto Prodigioso de Almansa para llevarlo a España. Don Fer-
nando parte con el cadáver para España y allá
El Desierto Prodigioso y prodigio del De- toma la decisión de hacerse cartujo; esta noticia
sierto, obra recientemente descubierta y en curso se celebra en Santa Fe con versos. El padre de
de publicación (62), compuesta hacia 1650 por Pe- los Valenzuela se retira para hacer vida de ermi-
dro Solís y Valenzuela (1624-1711) y errónea- taño en Guaduas, a donde viaja también don
mente atribuida por su descubridor el padre Bal- Pedro con algunos amigos; estando allí, les llega
tasar Cuartero y Huerta, al hermano mayor del una carta que trae la noticia de la muerte de
autor, Fernando Fernández Valenzuela, es por Arsenio; en la lectura de esta carta se interrumpe
variadas razones una de las obras de mayor in- el texto conservado.
terés del siglo XVII neogranadino. A pesar de El relato es en parte biográfico, pues algu-
que quedó inconcluso, el Desierto es de notable nos hechos narrados son reales y los personajes
extensión; sus 22 mansiones o capítulos contie- mismos corresponden a figuras históricas: don
nen, enmarcados dentro de una estructura narra- Andrés es el ilustre fray Andrés de San Nicolás,
tiva englobante, numerosos poemas, tres piezas don Pedro representa al autor mismo, don Fer-
dramáticas (63), meditaciones religiosas y rela- nando es su hermano mayor que al hacerse car-
tos en prosa de diverso tipo. tujo en el Paular de Segovia en 1640 tomó el
Obra de estructura arborescente que crece nombre de Bruno de Valenzuela, y Antonio, el
en varias direcciones, presenta un hilo narrativo único de los cuatro amigos que no merece el
central que puede resumirse como sigue. Cuatro apelativo de don, es el pintor y poeta santafereño
jóvenes amigos, don Andrés, Antonio, los her- Antonio Acero de la Cruz. El lugar y tiempo
manos don Fernando y don Pedro, pasan sus de la narración corresponden principalmente a
vacaciones decembrinas en la región del De- la Nueva Granada en los años treinta para el
278 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

relato enmarcante; al Oriente, a Europa y a un narrativa; Arsenio narra en veinte sonetos la


lapso de tiempo muy extenso que cubre desde historia del Hijo Pródigo "que es trasumpto" de
Adán hasta el presente en los relatos enmarca- la propia; ocurre, inclusive, que cuando el autor
dos. incorpora poemas ajenos, si es necesario, intro-
Buena parte de la obra está formada por duce en éstos variantes para acomodarlos a las
composiciones poéticas de diversos autores, casi circunstancias del relato (66). Como bien lo señala
todas de tema religioso, que están atadas entre Jorge Páramo, la inserción de las composiciones
sí y al resto de la obra por el hilo narrativo poéticas es un procedimiento que «sirve para
central. Según el recuento de Cuartero y Huerta glosar subjetivamente los acontecimientos na-
el manuscrito de Madrid contiene 45 tercetos, rrados» (67).
1.279 cuartetas, 287 quintillas, 70 sextinas, 159 Además el valor que representan para las
octavas, 146 décimas, 107 sonetos, 90 silvas, letras neogranadinas algunos de los poemas de
93 canciones y 20 romances (64); además, las tres El Desierto, a nuestro juicio, esta obra tiene un
mansiones del manuscrito de Yerbabuena con- interés muy especial que radica en su estructura
tienen varios poemas que no aparecen en el de narrativa y en el hecho de que ésta encierra entre
Madrid. Algunas de estas composiciones son las diversas narraciones enmarcadas una verda-
de autores muy conocidos (Lope, Góngora, Cal- dera pequeña novela de aventuras que bien
derón, fray Luis de León, Paravicino), otras puede ser el primer ejemplo en todas las letras
son de poetas españoles ya olvidados, pero una americanas de la colonia.
parte muy considerable de ellas son creaciones El Desierto presenta una estructura narra-
originales de los cuatro ingenios neogranadinos tiva bastante compleja en la que se superponen
que aparecen como personajes centrales; entre diversos narradores y diversos niveles de narra-
éstas, muchas son atribuibles al mismo don Pe- ción, a cada uno de los cuales le corresponde
dro. En los manuscritos puede verse anotado y su propio marco espacial y temporal. Dicha es-
tachado al margen, al lado de cada poema, el tructura está formada por un relato englobante
nombre de su autor; sin embargo, la determina- constituido por las "aventuras" de los cuatro
ción de la autoría de las diversas composiciones amigos y narrado en tercera persona, y por una
exige una investigación particular y un cuida- serie de narraciones incrustadas las unas dentro
doso análisis estilístico ya que en ocasiones el de las otras a manera de cajas chinas, relatadas
narrador atribuye a sus personajes versos que por narradores internos el principal de los cuales
son ajenos. es Arsenio, que cuenta varias historias: a) la de
Entre los poemas originales -particular- su propia vida, historia ésta continua y hábil-
mente aquellos atribuibles a don Pedro- muchos mente interrumpida dentro de la cual inserta la
están escritos en un estilo marcadamente con- de Leoncio y Roselina que se contrapone a la
ceptista que es admirado reiteradamente por la propia; b) la de Pedro Porter; c) la del monacato;
sabia compañía: «Alabaron todos los circunstan- d) la vida de San Bruno. Estos relatos de Arse-
tes no solo lo conceptuoso de los versos, sino nio, aunque forman unidades en sí, no se desa-
lo raro del asumpto» (65). Algunos de éstos son de rrollan de manera continua, son interrumpidos
excelente calidad pero, en otros muchos, el a cada paso para proseguir la débil trama general
alambicamiento de la idea y los malabarismos y para dar lugar a reflexiones, poemas y comen-
verbales y formales llegan a los extremos del tarios; sin embargo, los fragmentos, en lugar
barroquismo decadente. Conceptista es el título de yuxtaponerse simplemente, se entrecruzan
mismo de la obra. En la prosa predomina en formando entre sí una verdadera trabazón.
cambio una forma de expresión clara que sólo Es la narración que Arsenio hace de su
a ratos está teñida de conceptismo; en algunos propia vida la que representa especial interés
fragmentos es muy notable la influencia culte- desde el punto de vista de la historia literaria
rana con huellas inconfundibles del lenguaje de para el estudio de los orígenes del género narra-
Góngora. tivo de ficción en la literatura hispanoamericana.
A pesar de la presencia de los poemas, Una de las cuestiones de historia literaria hispa-
comedias y meditaciones ascéticas, El Desierto noamericana más difíciles de explicar ha sido
es una obra eminentemente narrativa. Los poe- la de la ausencia de la prosa narrativa de ficción
mas mismos no son meras interrupciones del durante el período colonial en el que se cultiva-
relato sino que cumplen a menudo una función ron en cambio, con diferente éxito, casi todos
¿a literatura en la conquista y la colonia 279

los otros géneros literarios. La crítica ha seña- Recogió sus escritos en el volumen titulado
lado con insistencia los elementos novelescos Rhythmica sacra, moral y laudatoria (Burgos,
presentes en los relatos, así en verso como en 1703) que, según declara la portada, se compone
prosa, de los cronistas, pero se ha visto obligada de «Varias Poesías y Metros, con una Epístola
a reconocer la ausencia del género novelístico en prosa y dos en verso, y otras varias poesías
en la Colonia (68). en celebración de Sor Juana Inés de la Cruz; y
La historia de la vida de Arsenio contiene, una Apología o discurso en prosa sobre la Mi-
además de viejos motivos novelescos, los ingre- licia Angélica y Cíngulo de Santo Tomás». Al-
dientes más característicos de la novela de aven- varez de Velasco fue un conceptista gran segui-
turas: compleja intriga amorosa, amor no corres- dor de Quevedo «llegando su admiración hasta
pondido, rapto de la amada de un convento, el punto de formar cuartetos y aún sonetos en-
identidad disfrazada, huida de América, peli- teros, con versos del maestro, tomados de dife-
grosa travesía marítima con ataque de piratas, rentes composiciones, que van anotadas al mar-
separación y reencuentro de los protagonistas. gen" (70). Lector informado y con estudios clá-
Pero, a diferencia de la clásica novela de aven- sicos -buen conocedor de Virgilio- fue hábil en la
turas, en ésta, el desenlace no lleva a la unión versificación, trató temas muy variados (religio-
de los amantes sino a su separación y a un final sos, ascéticos, morales, familiares, amorosos).
edificante; los dos protagonistas se entregan a Sin tener la imaginación creadora de Domínguez
la vida religiosa. Camargo, busca afanosamente la originalidad;
Así, en El Desierto, la presencia del relato el deseo de maravillar con su ingenio no se
profano queda justificada por su contenido y expresa en la metaforización sino en el ensayo
desenlace edificantes, por la actitud que asumen de formas y metros, en la búsqueda deliberada
el mismo protagonista y sus jóvenes oyentes de dificultades para superar. Entre sus ensayos
ante el relato, el cual, además de ir jalonado de formales cultiva la oda, dividida a la manera
reflexiones ascéticas, está sintetizado y desdo- griega en estrofa, antiestrofa y épodo, la glosa,
blado en los veinte sonetos en los que el mismo los romances eneámetros, las endechas reales,
Arsenio delinea la historia del Hijo Pródigo que además de los laberintos y otros juegos pueriles
presenta como "trasumpto" de la suya propia y que impone la moda. Sus experimentos son prin-
cuya moraleja contiene. En las letras coloniales cipalmente en la métrica, en la que él mismo se
neogranadinas, dominadas por el elemento ecle- ufana de ser innovador atrevido: «Así me atreví
siástico y por la temática religiosa, hace su apa- a fábricas nuevas de metros, y a otras varias
rición el relato de ficción, pero en él lo profano inventivas, nunca de mí vistas, ni aprendidas
todavía no adquiere independencia y va subor- de otro, cautivándome a violencias no fáciles
dinado a la finalidad ejemplar. de emprender». Efectivamente, asombran sus
prodigiosos -y estériles- ejercicios de ingenio,
Francisco Álvarez de Velasco sus proezas métricas, como su romance eneáme-
La persistente tendencia conceptista tiene tro a la Virgen en el que todos los versos comien-
uno de sus seguidores más entusiastas y repre- zan y terminan con palabras esdrújulas, que dan
sentativos hacia finales del siglo XVII en Fran- a menudo como resultado composiciones ininte-
cisco Alvarez de Velasco y Zorrilla (1647- ligibles.
1711). Hijo del oidor de la Real Audiencia, Pero con frecuencia sabe ser conceptuoso
Gabriel Alvarez de Velasco -conocido como con elegancia, sobre todo en el soneto epigra-
autor de obras jurídicas en latín- gobernador y mático; cuando cultiva una forma de expresión
capitán general de la ciudad y provincia de Nei- más sencilla pueden verse sus posibilidades de
va, acaudalado hacendado y ganadero de esa poeta, en gran parte malogradas por la obstina-
provincia (informa Gómez Restrepo que en 1694 ción en seguir el alambicado gusto de la época.
«el administrador de su hacienda [...] confesó que Algunos de sus sonetos religiosos recuerdan los
en sus potreros pacían 8.000 reses en cría, que mejores de Lope:
producían anualmente 1.200 cabezas») (69), al-
calde ordinario de Santa Fe, encomendero de ¿A dónde iré, Señor, que desde luego
Cerinza, procurador por la ciudad de Santa Fe No encuentre con mis culpas, y tu enojo?
en la Real Corte de Madrid, desde 1703, cultivó ¿A dónde? A ese Costado, a que me acojo,
la literatura en sus ratos de soledad y de ocio. Para esconderme entre su mismo fuego.
280 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Alvarez de Velasco maneja con soltura las de evitarlos, por creer que acá sería lo mesmo;
endechas reales, metro que usa en su composi- y porque habiendo escrito estas imperfectas
ción más conocida, la epístola en verso a sor obras en Indias, y no en Castilla, y que en ellas
Juana Inés de la Cruz. Enamorado platónico de también tenemos nuestros indianismos, natural-
la monja mexicana a quien nunca conoció, le mente habré usado algunos, como de inmemo-
dedicó una sección entera de su libro. En esta riales locuciones de que usamos los americanos,
carta el apelativo con diminutivo afectivo de como acá de otros hispanismos».
"paisanita querida", con que se dirige a ella Los términos de esta información corres-
expresa con ternura y orgullo americanista el ponden, como atinadamente lo señala Antonio
sentimiento nacido del vínculo en la patria co- Gómez Restrepo, a una «declaración de inde-
mún: pendencia lingüística» (72) hispanoamericana.
Paisanita querida:
-no te piques ni te alteres, La prosa ascético mística
que también son paisanos de sor Francisca Josefa del Castillo
los ángeles divinos y los duendes-.
Yo soy este que trasgo La prosa ascético mística tiene su mejor
amante inquieto, siempre exponente en la tunjana sor Francisca Josefa del
en tu celda, invisible Castillo y Guevara (1671-1742) que pasó su
haciendo ruido estoy con tus papeles. atormentada existencia enclaustrada en el con-
Yo soy la cosa mala vento de las clarisas de su ciudad natal escri-
que en los negros retretes biendo continuamente por obediencia a sus con-
de tu convento, dicen fesores. De esta actividad han quedado un relato
las arteras criadas que me sienten. autobiográfico, la Vida, escrito en los años de
madurez, los Afectos espirituales, comenzados
Celebra y saluda en sor Juana a la que ha dado a los veintitrés años poco después de su ingreso
fama y gloria a las Indias y a todos los america- al convento y redactados a lo largo de su vida,
nos, la "Nise", "reina de las ciencias", "Juana unos pocos poemas y algunos escritos breves.
de los tiempos", que ha probado que aquí tam-
bién se cultivan la poesía y las ciencias: Sor Josefa fue indudablemente una mujer
de extraordinaria sensibilidad y de inteligencia
Que tenemos instinto que hubiera podido desarrollarse más cabal-
que somos como gente, mente como escritora en un ambiente más favo-
que hablamos y sentimos rable a la cultura y a la mujer. Tunja ya había
y que somos también inteligentes dejado de ser por entonces el prestigioso centro
que fuera en tiempos de Juan de Castellanos y
Que no son caos las Indias, de Domínguez Camargo; ciudad ya en plena
ni rústicos albergues decadencia económica, vivía sumida en el le-
de cíclopes monstruosos, targo de la vida provinciana. No deja de causar
ni que en ella de veras el sol muere (71). asombro el hecho de que esta mujer, a pesar de
Merece señalarse que este mismo autor, que las limitaciones impuestas por su medio y por
en el prólogo de su obra se ha defendido por su educación, cuyas lecturas se redujeron a la
no entrar en la moda de usar «términos latiniza- Biblia y a unos pocos libros de devoción, hu-
dos extranjeros» porque ha «querido escribir biera alcanzado el alto grado de dominio de la
solo en castellano, por serlo, siempre despre- prosa y de la expresión poética que revelan sus
ciando todas las voces extrañas a nuestro idio- escritos. Su escasa cultura fue esencialmente
ma», termina su libro con una defensa del crio- religiosa; contribuyeron a alimentar su espiritua-
llismo lingüístico. A quienes, en España, han lidad la corriente ascética ignaciana, la carmeli-
puesto reparos en algunas voces por él emplea- tana, la cartujana y el pensamiento místico agus-
das por no estar allá en uso o por considerarlas tiniano. Sus conocimientos de literatura profana
demasiado bajas o impuras, responde: se limitaron a la lectura de algunas comedias a
«Y creyendo yo en las Indias, que eran corrientes las que hace alusión en su Vida:
en toda España [...] siendo los dichos términos en «Así llegué a los ocho o nueve años, en que entró
quienes se ha reparado allá muy usados, no cuidé en casa de mis padres el entretenimiento o peste
La literatura en la conquista y la colonia 281

de las almas con los libros de comedias, y luego na. Son una especie de diario íntimo en el que
mi mal natural se inclinó a ellos, de modo que la monja intenta expresar su atormentada interio-
sin que nadie me enseñara aprendí a leer [...] ridad, sus experiencias terríficas, beatíficas o
Yo pues, llevada de aquel vano y dañoso entre- místicas. En sor Josefa las meditaciones ascé-
tenimiento, pasaba en él muchos ratos y bebía ticas van acompañadas de experiencias místicas.
aquel veneno, con el engaño de pensar que no La prosa de la tunjana va evolucionando
era pecado» (73). con los años a medida que se afianza en el
Este texto, así como varios otros en su obra, ejercicio de la escritura. Insegura e inclusive
revela no solo el conocimiento sino también la artificiosa en su juventud -no faltan los anaco-
influencia de los escritos de Santa Teresa de lutos, las construcciones dislocadas- se vuelve
Jesús, que llega hasta el punto de hacer que la más sobria y de expresión más serena en los
tunjana modele algunos sucesos de su propia años de madurez: en la Vida y en la segunda
vida sobre los de la santa. Sin embargo, la lec- parte de los Afectos, redactada a partir de 1724,
tura decisiva para la formación de su gusto lite- cuando la autora contaba ya 43 años. Pueden
rario fue la de la Biblia. verse dos tendencias en el estilo de sor Josefa:
Sor Josefa fue la mística de las letras colo- la que predomina en los escritos juveniles, vehe-
niales americanas en un momento en que la mente, oratoria, grandiosa y frondosa y la de
literatura místico-ascética —tan abundante en la los años de madurez de dicción más clásica y
Edad Media europea y fruto tardío de las letras castigada.
españolas- después de haber llegado a su flora- La forma expresiva y el lenguaje literario
ción en España bajo el reinado de Felipe II, se de la monja se formaron en la escuela de la
iba agotando ya hacia mediados del siglo XVII Biblia como fuente y modelo, el único lenguaje
para desaparecer del todo en el XVIII. En la literario que ella conoció a la perfección (74).
literatura de las colonias, si abunda la vena as- Buena parte de los Afectos, jalonados de citas
cética que penetra obras de tipo muy diverso, bíblicas, no son con frecuencia sino paráfrasis
es en cambio escasísima la literatura mística. y amplificaciones de los textos sagrados. De la
Sor Josefa, en pleno siglo XVIII, se presenta Biblia derivan sus temas, su extraordinario cau-
como un fruto tardío de ese fruto tardío que fue dal de imágenes, símiles y metáforas que cons-
la mística española. tituyen la urdimbre de su obra. Imágenes y va-
Tanto en la Vida como en los Afectos la riaciones sobre imágenes bíblicas se van suce-
religiosa explaya prolijamente sus prácticas as- diendo en fluir continuo. No puede sorprender,
céticas y sus experiencias místicas que la llevan por lo tanto, que el latín eclesiástico sea su
desde la "noche oscura" poblada de visiones principal modelo de lengua literaria, fuente de
terroríficas, de toda clase de tormentos corpora- su vocabulario rico en nombres, verbos adjeti-
les (enfermedades, dolores, desmayos) y de tri- vos de estructura latinizante (75) (anhélito-aliento,
bulaciones, a través de los diferentes grados de insipiencia-necedad, nequicia-malicia); que su
la vía purificativa, en línea ascendente, por la sintaxis conserva el molde latino en los hipérba-
vía iluminativa hasta lo más alto de la contem- tos extremos y en la cadencia de la oración.
plación, hasta la unión transformante en que el Igualmente de derivación bíblica es el estilo
alma desasida de todo sólo desea a Dios. Ambas grandilocuente y oratorio que predomina en los
obras presentan intensas experiencias psicológi- Afectos.
cas acompañadas de fenómenos extraordinarios Esta prosa, a diferencia de la de la Vida,
y sobrenaturales; el estilo busca entonces hacer está profusamente adornada de figuras retóricas.
sensible la rica experiencia interior, traducir un En sus exultantes himnos al Señor, en sus sú-
estado anímico en movimiento, continuamente plicas o en sus vehementes confesiones de vile-
fluctuante: surgen las series de imágenes y me- za, la forma de expresión se torna declamatoria,
táforas, el yo ahonda en sí mismo, se desdobla exhortatoria, se adorna y amplifica con exclama-
en apelaciones, advertencias, entabla diálogo ciones, interrogaciones, paralelismos, antítesis,
con su alma y con Cristo. enumeraciones y toda clase de reiteraciones y
Los Afectos constituyen su biografía espi- de acumulaciones, de anáforas y de aliteracio-
ritual; aunque en algunos está presente una tenue nes. En su estilo grandilocuente procede por
línea narrativa, la mayoría están casi del todo acumulación y amplificación (76). Acumulación
desligados de las circunstancias de la vida exter- exorbitante de adjetivos o de sustantivos que
282 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

pueden llegar a una docena: «Tú, el apacible, persecuciones de que fue objeto, envidias, in-
el benigno, el piadoso, el discreto, el fuerte, el comprensión de sus compañeras que la tenían
manso y amoroso», «...piadosísima Virgen [...] por visionaria y soberbia, incomprensión de al-
Madre, maestra, señora, refugio, medicina, re- gunos confesores y abadesas, diversos oficios
medio, abogada, consuelo, recreo, descanso, desempeñados por ella, juntamente con sus ex-
alegría, amparo». La frase se amplifica en in- periencias místicas. Sor Josefa sobrenaturaliza
mensos períodos, se concatena en series enume- su vida; abundan en el relato las alucinaciones,
rativas o en construcciones paralelas que en al- las visiones, afirma haber recibido la gracia di-
gunos casos se resuelven en antítesis y en para- vina de entender el latín sin haberlo estudiado,
dojas de evocación conceptista: «el fuego de mi sin saber nada de gramática.
amor, atando, desata; enmudeciendo hace elo-
cuente; ardiendo en lo escondido prende mejor; Reducido el campo de actividades de la
consumiendo, cría y fomenta; aniquilando, hace mujer a la vida familiar o religiosa, su participa-
crecer...» ción fue muy limitada en la vida cultural de las
Tales acumulaciones, series enumerativas colonias. A pesar de ello, unas pocas figuras
o construcciones paralelas que pueden llegar a femeninas lograron dejar sus nombres a la pos-
formar series integradas hasta por diez o doce teridad. La literatura autobiográfica se cultivó
también en América por alguna de estas muje-
unidades, constituyen grupos fono-sintácticos, res. Además de la Vida de sor Josefa, se conocen
grupos rítmicos que dan lugar a una prosa caden- las Mercedes del alma de Santa Rosa de Lima
ciosa y rica en efectos eufónicos. (1586-1617), escrito descubierto en 1923, la
Al lado de las formas latinizantes del léxico Respuesta a Sor Filotea de ¡a Cruz, de sor Juana
y de la sintaxis encontramos en los escritos de Inés de la Cruz (1648-1695), «uno de los más
sor Josefa, otro nivel de lenguaje, el de la lengua admirables ensayos autobiográficos en lengua
hablada que incorpora las formas de la expresión española» (78) y valiosísimo testimonio de inde-
familiar, popularismos y regionalismos lingüís- pendencia intelectual y de vocación artística.
ticos, arcaísmos, voces americanas. Encontra-
mos vulgarismos o formas clásicas vulgarizadas La madre Castillo ha sido frecuentemente
(haiga por haya, daca, estropiezo); vulgarismos comparada con sor Juana Inés de la Cruz; en
sintácticos como la estructura que adopta para realidad, los posibles puntos de comparación
la oración en segunda persona: "no apartéis de entre las dos figuras no van más allá de su con-
mi tu rostro", "a donde te ocultáis", con ruptura dición común de mujeres, de religiosas, de es-
de concordancia entre el pronombre y la forma critoras y de americanas. Hasta aquí las seme-
del verbo, reveladora de "un fenómeno que ha janzas posibles. Todo lo demás las separa: el
llegado a generalizarse en algunas regiones ame- medio en que se educaron, la forma de vida, la
ricanas en donde la forma de trato con vos, sensibilidad y temperamento, las inclinaciones
hecha familiar, se confunde con la de tú. Apa- literarias.
rece en ella también con abundancia el uso de
la forma del pretérito imperfecto de subjuntivo La tunjana vivió segregada e ignorada del
en —ra que en América ha desplazado la forma mundo, desdeñó el saber mundano para sumer-
en —se (fuera, hablara en vez de fuese, habla- girse en sus angustias y compensaciones místi-
se)" (77). cas. Escribió, no por vocación sino por mandato;
no poseyó una cultura literaria ni tuvo contacto
En la Vida, obra de madurez, se expresa -a excepción de las comedias antes menciona-
en una prosa sobria, ligera de ornamentación das- con las corrientes literarias de su tiempo.
retórica, aunque no falta aquí también el tono Se refugió en la obediencia, la humildad, en la
vehemente y enfático, es más mesurado el em- búsqueda del sufrimiento redentor.
pleo de la metáfora, la dicción es más contenida
y discurre más serenamente por el cauce narra- Difícilmente podría pensarse en dos perso-
tivo en un estilo directo, enunciativo. Entrega nalidades más diferentes que las de sor Josefa
en una prosa menos frondosa el relato de su y sor Juana; no fue ésta una escritora, mística,
vida: su niñez precoz y enfermiza, los tempranos se movió con igual agilidad en las letras religio-
terrores, visiones y penitencias, los pequeños sas y en las profanas, en la prosa, en el teatro,
incidentes y costumbres de la vida conventual, en la poesía lírica y en la de circunstancia. A
La literatura en la conquista y la colonia 283

lo largo de su fascinante vida fue admirada por El habla delicada


la corte virreinal de México, la fama de su genio del amante que estimo
superó las fronteras de su patria hasta llegar a miel y leche destila
merecerle el apelativo de "Décima Musa", que entre rosas y lirios
le dieron sus contemporáneos; su fama llegó a
inquietar a la Iglesia. Sor Juana se nutre de los Su meliflua palabra
mejores autores de la tradición renacentista y corta como rocío,
barroca de las letras españolas y de las corrientes y en ella florece
de pensamiento modernas de Descartes y del el corazón marchito.
racionalismo filosófico. No escribe por mandato Tan suave se introduce
ajeno sino bajo el imperioso mandato de su in- su delicado silbo,
coercible vocación literaria que define con luci- que duda el corazón
dez y pasión. En el medio eclesiástico de la si es el corazón mismo.
época, desafía los prejuicios contra las mujeres,
defiende su derecho al estudio, esa avidez de Según el concepto de Jorge Pacheco Quintero,
saber que tantos afanes le ha costado: «Contra «Como poetisa es sor Francisca, después de Do-
la corriente han navegado (o por mejor decir, mínguez Camargo, la más alta voz lírica cono-
han naufragado) mis pobres estudios»; con leve cida durante el período colonial colombiano.
ironía se defiende ante una superiora que le Sus poesías son pocas; pero de primera cali-
había prohibido el estudio: «una prelada muy dad [...] son suficientes para acreditarla como una
santa y muy cándida, que creyó que el estudio de las más ilustres figuras de la poesía mística
era cosa de Inquisición». Dentro de la más es- del idioma, digna de figurar al lado de Santa
tricta ortodoxia religiosa, afirma enfáticamente Teresa y San Juan de la Cruz» (80).
su libertad intelectual. A pesar de los arraigados Aunque podemos estar de acuerdo con Pa-
prejuicios de su tiempo contra el conocimiento checo en lo que se refiere a la primera parte de
intelectual en la mujer, su precoz inteligencia su jucio, su elogio nos parece excesivamente
pudo encontrar estímulo en el medio culto y encomioso al compararla con los grandes poetas
refinado del México virreinal. místicos españoles.
Si bien hay que admitir que la tunjana no La Ilustración
alcanza en la prosa la altura de Santa Teresa ni
la de sor Juana en la poesía, y que su prosa es
con harta frecuencia prolija, frondosa, desorde-
nada, no podemos coincidir con el juicio de E. H acia mediados del siglo XVIII se inicia un
proceso de profundas trasformaciones en
la vida económica, política, social e intelectual
Anderson Imbert, para quien «las virtudes de la de las colonias americanas que culminará con
prosa [...] en ella no fueron nunca excelen- las primeras manifestaciones de una conciencia
tes» (79), hay que reconocerle a la madre Castillo nacional y con la proclamación de la indepen-
que en sus mejores momentos se acerca a la gran- dencia política. La estructura colonial llega a
diosidad bíblica en una prosa muy cadenciosa y su madurez pero también a su crisis y comienza
de gran poder sensorial. a descomponerse aceleradamente en los momen-
Sor Francisca en su poesía -como en el tos mismos en que el imperio español se está
resto de su obra- se muestra muy alejada del derrumbando.
barroquismo decadente de su época; solamente Ni España ni América pudieron permane-
se percibe en ella una leve influencia conceptis- cer al margen de los grandes cambios que tuvie-
ta. De esta monja se conservan seis poemas ron lugar a lo largo del "siglo de las luces"
intercalados en los Afectos 80, 460, 195° y en europeo, época de gran controversia intelectual
papeles sueltos. En algunos de éstos alcanza su en la que se sometió a examen y a revisión el
mayor altura e intensidad de expresión lírica conjunto de ideas y valores, políticos religiosos
cuando cultiva con gran espontaneidad y en un y filosóficos tradicionales sobre los que habían
lenguaje a la vez extremadamente sencillo y reposado hasta entonces la sociedad y la cultura
algo conceptuoso la poesía erótica a lo divino, europeas.
como en el poema del Afecto 46" titulado "De- Con el advenimiento en España de la dinas-
liquios del amor divino": tía de los Borbones ilustrados se impulsó en el
284 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

ámbito del imperio un movimiento de reorgani- de la cultura durante el reinado de Carlos III y
zación administrativa, económica y educativa sus sucesores. Encontramos en la Nueva Gra-
que se aceleró en la década del setenta durante nada la misma actitud crítica ante el saber tradi-
el reinado de Carlos III (1759-1788). Ante la cional, sobre todo el mismo rechazo a la filoso-
exigencia de amplios sectores de la burguesía fía escolástica que entonces dominaba en las
española y bajo el influjo de las nuevas ideas universidades y colegios, el mismo entusiasmo
enciclopedistas, la política borbónica del despo- por la ciencia moderna y las mismas esperanzas
tismo ilustrado ensayó reformas progresistas di- puestas en ella como remedio contra los males
rigidas hacia la modernización administrativa sociales y como instrumento de recuperación de
del Estado y al desarrollo de la economía. España y sus colonias. La fe en la educación,
el elogio de las artes útiles [...] y la crítica a los
Reorientación Intelectual prejuicios hidalgos frente al trabajo, se dan con
características idénticas en hombres como Cal-
La política reformista de los Borbones im- das, Nariño, Torres o José Félix Restrepo y en
plantada por los virreyes ilustrados introdujo Feijoo, Jovellanos, Campomanes o Floridablan-
modificaciones sustanciales en las colonias. La ca» (81).
búsqueda de una mayor efectividad burocrática En la Nueva Granada el primer adalid de
y económica lleva a la creación de nuevas enti- la nueva dirección científica y filosófica fue el
dades administrativas, lo cual significa para la médico naturalista español José Celestino Mutis
Nueva Granada el restablecimiento definitivo (1732-1808); éste, al inaugurar en 1762 bajo el
del virreinato. Durante el período del virreinato auspicio del virrey Messía de la Cerda su cátedra
se lleva a cabo una transformación en el orden de matemáticas en el Colegio Mayor de Nuestra
intelectual y científico que tiene su origen inme- Señora del Rosario, la primera en su género en
diato en el movimiento renovador de la Ilustra- el Nuevo Mundo, había pronunciado su célebre
ción española, en las nuevas medidas de la po- frase que sintetizaba la hueva apertura intelec-
lítica educativa borbónica, y que se ve favorecida tual de la España ilustrada: «No miremos a nues-
por el mejoramiento en las condiciones econó- tra España retrasada, miremos a la Europa sa-
micas y demográficas de que empieza a gozar bia»; él mismo expuso y defendió por primera
el Nuevo Reino. A partir de la década del sesenta vez en América, en 1774 y en el colegio men-
aparecen los primeros síntomas de una necesi- cionado, las tesis de Copérnico (82), con gran
dad de reorientación intelectual que, inspirada alarma de su auditorio y con gran escándalo de
y estimulada inicialmente por los funcionarios clérigos y de dominicos, los cuales, ignorando
reales mismos, deja huellas indelebles en la ge- según parece que la Iglesia no prohibía ya (desde
neración que comienza a formarse por estos 1758) el estudio del sistema copernicano como
años. Con el apoyo de los primeros virreyes hipótesis y que Carlos III había ordenado el
ilustrados el Nuevo Reino entra en contacto con estudio de Newton, hicieron llegar a la Suprema
la ciencia, el pensamiento y la cultura de la Inquisición de Castilla su denuncia contra el
Europa moderna. gaditano.
La Nueva Granada recibe el pensamiento Característica de la Ilustración fue el énfa-
moderno por mediación de la corriente tradicio- sis que hizo en la educación, sobre todo técnica
nalista de la Ilustración española que va de Fei- y científica, como medio de incrementar la pro-
joo a Jovellanos y no de la corriente española ducción. También para los funcionarios españo-
más radical ni del enciclopedismo francés cuyas les ilustrados la modernización del Estado y de
obras, que penetran lentamente y a menudo de su economía no podía darse sin un cambio de
contrabando, influirán de manera decisiva sólo orientación radical en el tipo de enseñanza que
en la generación siguiente, la que hará la Inde- se impartía tanto en España como en las colo-
pendencia. Dice Jaramillo Uribe: nias. Las veintidós universidades españolas es-
«En la etapa comprendida entre 1760 y 1800 taban en plena decadencia y oponían resistencia
la intelligentsia criolla se encuentra preocupada a las reformas. Torres de Villaroel, que fue ca-
por los mismos temas, los mismos problemas tedrático de matemáticas en Salamanca cuando
y proponiendo para ellos soluciones muy pare- se reabrió esta cátedra «que había estado sin
cidas a las que proponía en la metrópoli la ge- maestro treinta años y sin enseñanza más de
neración que asumió la dirección del Estado y ciento cincuenta», deja testimonio en su Vida
La literatura en la conquista y la colonia
285

de la situación de dicha universidad en 1743: cido la Europa en el estudio de las bellas le-
«Todas las cátedras de la universidad estaban tras» (84). Este mismo funcionario lamenta que la
vacantes, y se padecía en ellas de una infame Nueva Granada no participe aún de los prove-
ignorancia. Una figura geométrica se miraba en chos de la ilustración: «únicamente este Nuevo
este tiempo como las brujerías y las tentaciones Reino se mantiene en su antiguo letargo, ado-
de San Antón, y en cada círculo se les antojaba rando el ídolo que arrojó de sus dominios el
una caldera donde hervían a borbollones los resto de la monarquía»; de igual manera se ha
pactos y los comercios con el demonio» (81). quejado amargamente Mutis al referirse a Santa
En la España de Carlos III se intenta una Fe: «donde la racionalidad va tan escasa, que
reforma educativa que destiérre el espíritu retar- corre peligro cualquier entendimiento bien
datorio de la universidad, que impulse los estu- alumbrado» (85).
dios científicos y la creación de nuevas institu- Una de las principales preocupaciones de
ciones en las que pueda impartirse instrucción las mentes más progresistas de este período es
profesional y técnica. Las reformas de las uni- la creación de una universidad pública en la
versidades a la postre fracasaron debido a la convicción de que ésta contribuye a poner reme-
falta de recursos y a la tendencia reaccionaria dio al atraso intelectual, científico y económico
de dichos centros; tuvieron en cambio mayor del Reino. En términos análogos a Guirior se
éxito en la difusión de las "luces" y del entrena- expresa el arzobispo-virrey Caballero y Góngora
miento profesional y técnico, instituciones al presentar su «Plan de Universidad y Estudios
extrauniversitarias como las escuelas y talleres Generales», elaborado en 1787, cuya finalidad
modelos fundados por las Sociedades Económicas sintetiza él mismo como sigue:
de Amigos del País (que se crearon también en «Todo el objeto del plan se dirige a substituir
América), entre las cuales descuella la "escuela las útiles ciencias exactas en lugar de las mera-
patriótica" de Vergara que Menéndez y Pelayo mente especulativas, en que hasta ahora lastimo-
califica peyorativamente de «la primera escuela samente se ha perdido el tiempo; porque un
laica de España». Reino lleno de preciosísimas producciones que
En la Nueva Granada, como en la España utilizar, de montes que allanar, de caminos que
borbónica y con iguales resistencias, bajo el abrir, de pantanos y minas que desecar, de aguas
impulso de los virreyes ilustrados, se acomete que dirigir, de metales que depurar, ciertamente
la reforma de los programas y de los métodos se necesita más de sujetos que sepan conocer y
de enseñanza vigentes y se propone la introduc- observar la naturaleza y manejar el cálculo, el
ción de nuevas cátedras que posibiliten el estu- compás y la regla, que de quienes entiendan y
dio de las ciencias en los anquilosados centros discutan el ente de razón, la primera materia y
docentes coloniales. En la segunda mitad del la forma substancial. Bajo este pie propuse a la
siglo XVIII abundan las criticas a la educación Corte la erección de la Universidad pública en
colonial y particularmente al método y al conte- Santafé» (86).
nido de la filosofía escolástica. Los virreyes Años antes, en 1774, el mariquiteño Fran-
Messía de la Cerda, Guirior, Caballero y otros cisco Antonio Moreno y Escandón, fiscal de la
funcionarios ilustrados se preocupan por la edu- Real Audiencia, había presentado a instancias
cación pública y por establecer acertados méto- del virrey Guirior, su «Plan Provisional de Es-
dos y estudios útiles. Escribe el virrey Guirior: tudios Superiores» que debía servir de base para
«La ilustración de la juventud y el fomento de la futura universidad pública, el cual fue apro-
las ciencias y las artes es uno de los fundamen- bado y puesto en vigor inmediatamente aunque
tales principios del buen gobierno, de que como por corto tiempo. Aunque este plan está lejos
fuente dimanan la felicidad del país y la prospe- de ser revolucionario, se percibe en él la influen-
ridad del Estado para las artes, industrias, co- cia del pensamiento ilustrado. Si fue moderada
mercio, judicatura y demás ramos de la pole- la actitud de la Ilustración española -temerosa
cía». De ahí la necesidad de ilustrar a «estos de una ruptura radical con la tradición y muy
tan amados vasallos, que privados de la instruc- cautelosa ante el enciclopedismo francés- lo fue
ción de las ciencias útiles se mantienen ocupados en mayor grado, por lo menos durante el siglo
en disputar las materias abstractas y fútiles con- XVIII, la Ilustración neogranadina.
tiendas del peripato» y que están «privados del Este nuevo plan, como lo señala Jaime Ja-
acertado método y buen gusto que ha introdu- ramillo Uribe, no busca una ruptura con la orto-
286 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

doxia católica pero, por su eclecticismo y por Moreno que a pesar de su corta vigencia sembró
su valoración de la investigación científica, abre inquietudes, por la larga enseñanza de Mutis y
tímidamente el camino a la libertad intelectual de sus primeros discípulos, comienzan a ser
y se acerca al racionalismo de la filosofía moder- recorridos. El horizonte intelectual y cultural de
na. Para la Nueva Granada «lo que había de los criollos se ensancha además con la creación
nuevo y hasta revolucionario en el plan era el de nuevos centros de investigación y de cultura
método de estudio que recomendaba» (87). Mo- y con la iniciación de nuevas actividades que a
reno lanza constantes ataques contra el método la larga tendrán mayor repercusión y una in-
silogístico que lleva a disputas inútiles y contra el fluencia más duradera que la frustrada reforma
método dogmático fundado en el criterio de autori- educativa. Por iniciativa de Moreno y Escandón
dad al cual opone el criterio de razón y de se funda en 1777 la primera biblioteca pública
libre opción, pues cree que la tarea del maestro del Nuevo Mundo -hoy Biblioteca Nacional-
debe ser la de procurar que la elección del estu- constituida principalmente con los fondos de
diante «sea libre y gobernada por el peso de la libros de los jesuítas expulsados; el año siguiente
razón, sin formar empeño en sostener determi- se introduce definitivamente la imprenta en
nado dictamen». Contra el principio de autori- Santa Fe con lo cual pronto se dan los primeros
dad tomista recomienda un eclecticismo que per- pasos en el periodismo nacional; en 1782 co-
manece fiel a los cánones católicos. Su plan se mienzan los trabajos de la Expedición Botánica
propone desterrar de los claustros la «jenngonza que funciona inicialmente en Mariquita (hasta
escolástica [...] para que no se infesten los cole- 1790) y luego en Santa Fe (1791-1812); en los
gios con el pernicioso espíritu de partido y de últimos años del siglo se organizan las primeras
peripato o escolasticismo [...] pestilente origen tertulias literarias con reuniones periódicas y se
del atraso y desorden literarios» (88). funda el primer teatro permanente en Santa Fe,
El plan de Moreno no pudo imponerse sino el Coliseo (1794).
parcialmente y tuvo corta vigencia por falta de Bajo la dirección de José Celestino Mutis
medios económicos y de catedráticos calificados la Expedición Botánica se consagró a la explo-
«pero también -observa Jaime Jaramillo Uribe- ración y descripción científica de los recursos
por razones políticas. En efecto, la política bor- naturales del Reino; con Mutis se formó el pri-
bónica, tanto en el campo económico como en mer grupo de investigadores educados en el mé-
el administrativo y cultural estuvo siempre afec- todo experimental que contó con hombres de
tada en una evidente ambigüedad cuando se trató formación científica tan notable como Francisco
de ejecutarla en los territorios americanos [...] José de Caldas (1771 -1816) y Francisco Antonio
tampoco en el campo de la educación se querían Zea (1766-1822) cuyos conocimientos fueron
sobrepasar ciertos límites» (89). La aplicación del reconocidos en Europa. En la sede de Mariquita
plan y la creación de la universidad encontraron llegó a constituirse un verdadero taller de pintura
además una fuerte oposición por parte de los con dibujantes tan ilustres como Pablo Antonio
religiosos, contrarios a cualquier intento de se- García y Francisco Javier Matiz, cuyas láminas
cularización de la enseñanza, pero principal- de la Flora de Bogotá hicieron exclamar de ad-
mente por parte de los dominicos; éstos, dueños miración al barón de Humboldt: «Jamás se ha
absolutos de la educación superior desde la ex- hecho colección alguna de dibujos más lujosos,
pulsión de los jesuítas y aferrados a sus privile- y aún podría decirse que en más grande escala».
gios, dificultaron la creación de la universidad La ausencia de la imprenta en el Nuevo
pública. La política educativa de los virreyes Reino fue, sin lugar a dudas, un factor cultural-
finalmente abortó; se redujo a establecer tempo- mente retardatario y un hecho difícil de explicar
ralmente algunas cátedras -las de medicina y si se piensa que en otras colonias fue introducida
matemáticas sustentadas por Mutis en el Colegio desde el siglo XVI. En Santa Fe fue establecida
del Rosario- y sólo logró imponer algunas refor- temporalmente por los jesuítas en el Colegio de
mas a la Universidad Tomista, la única neogra- San Bartolomé en 1737, pero de ella salieron
nadina, cuya enseñanza prosiguió en la direc- apenas algunas hojas volantes y cuadernos de
ción tradicional y escolástica. rezos; este taller fue abandonado cinco años más
Los nuevos caminos abiertos a las jóvenes tarde cuando el Consejo de Indias prohibió su
inteligencias neogranadinas por el pensamiento funcionamiento. La imprenta fue restablecida
de la Ilustración, por la aplicación del Plan de en forma definitiva en 1778 por el virrey Flórez;
La literatura en la conquista y la colonia
287

comenzó a funcionar la nueva Imprenta Real en fue el primer abanderado de la nueva filosofía
la que aparecieron, además de diversos opúscu- naturalista pero, en él, ésta reposaba sobre sóli-
los religiosos, los primeros trabajos científicos das bases cristiano-tradicionales, lo cual lo llevó
y las primeras muestras del periodismo neogra- a rechazar con vehemencia las tendencias mate-
nadino. rialistas y deístas de la Ilustración francesa.
La introducción de la imprenta tuvo inicial- Pero, ya al finalizar el siglo, en Santa Fe circulan
mente mayor repercusión por el impulso que y se leen ávidamente los periódicos extranjeros
ella dio al periodismo que por la cantidad y que pueden conseguirse y en el "Círculo litera-
calidad de libros que en ella se imprimieron. El rio" de Nariño se comentan los escritos de los
primer periódico bogotano (90) fue de efímera du- filósofos de la Enciclopedia introducidos de con-
ración pues no llegó sino a tres números; se trabando. Era tal la sed de estas lecturas que las
trata de la Gaceta de Santafé (1785). El primero obras se adquirían a precios elevadísimos; según
de importancia fue el Papel periódico de la ciu- testimonio de Nariño, hubo quien pagara la
dad de Santafé de Bogotá (1791-1797), sema- enorme suma de una onza de oro por el Pros-
nario dirigido por el cubano Manuel del Socorro pecto de la Enciclopedia (91).
Rodríguez, del que se publicaron 270 números. El movimiento intelectual y científico de
A través de este periódico su director se propone la segunda mitad del siglo XVIII, aunque no
enseñar y estimular el trabajo intelectual de los creemos que alteró «tan profundamente el pano-
jóvenes ingenios criollos. Se publicaron allí en- rama de la cultura en el país» hasta llegar a repre-
sayos sobre botánica, física, medicina, filosofía sentar «la superación defínitiva de la mentalidad
y los escritos literarios que se producían en la colonial y el nacimiento de la llamada cultura
Tertulia Eutropélica. Sus colaboradores repre- nacional de Colombia» (92) -como afirma
sentan lo más selecto de la ilustración neograna- Germán Posada- ciertamente significó un des-
dina: Mutis, Zea, Matiz, Caldas, Ulloa, entre pertar a la ciencia y a la filosofía moderna que
otros, además del mismo Rodríguez. El segundo fue socavando los cimientos medievales de la
periódico de importancia y el primero fundado cultura colonial de inspiración eclesiástica y
y dirigido por particulares, Jorge Tadeo Lozano escolástica, y puso las bases para una actividad
y su primo el presbítero José Luis de Azuola, intelectual de sello más laico y científico. Esta-
tiene una orientación más específica y recibe mos plenamente de acuerdo con dicho historia-
sólo colaboraciones en prosa sobre los temas a dor cuando afirma que este período representa
que alude su nombre: Correo curioso, erudito, una etapa de transición en la que «se inicia la
económico y mercantil de la ciudad de Santafé edad moderna de nuestra historia cultural» (93).
de Bogotá (1801); de este semanario aparecen
46 números. Ya en los albores de la Independen- La literatura en el período de la Ilustración
cia aparecerá el célebre Semanario (1808-1810),
de Caldas. Para 1793, además de la Imprenta El movimiento de la Ilustración da sus me-
Real, funciona en Santa Fe la Imprenta Patrió- jores frutos, en la Nueva Granada como en Es-
tica de propiedad de Antonio Nariño, en donde paña, en el tratado, en el ensayo y en el perio-
éste imprime el 13 de diciembre de ese año el dismo. No es ésta una época en la que florecen
folleto de los Derechos del hombre y del ciuda- las obras poéticas y de imaginación; ésta deja
dano, proclamados por la Asamblea Constitu- el paso a la razón y a la descripción científica.
yente de Francia. Ocurre entonces un fenómeno que se ha repetido
El ambiente intelectual de la Colonia se ha con relativa frecuencia en la historia de la lite-
renovado. En la última década del siglo penetran ratura y del arte que ha suscitado amplias con-
las ideas filosóficas de los enciclopedistas y las troversias entre sus teóricos; ocurre que, a me-
ideas políticas divulgadas por la revolución fran- nudo, a los momentos de profunda renovación
cesa. Los métodos modernos en la enseñanza en el campo político, social o de las ideas, no
de la filosofía habían sido aplicados por primera corresponde paralelamente un movimiento de
vez en la Nueva Granada por José Félix Restrepo igual intensidad y originalidad en el terreno ar-
(1769-1832), uno de los primeros discípulos de tístico.
Mutis y maestro de varios de los jóvenes de la En la Nueva Granada, durante el período
generación de la Independencia, en sus leccio- de la Ilustración, la nueva inquietud intelectual
nes en Popayán y en San Bartolomé. Restrepo busca expresión en escritos de contenido cientí-
288 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

fico, económico, filosófico y más tarde político; tal innovación en el gusto comporte creaciones
en la prosa didáctica, en la investigación cientí- de alguna originalidad. En palabras de Jorge
fica, pero no incide en la renovación de las Pacheco, «nuestros poetas padecen el influjo
formas, estilo y temas literarios. La literatura, esterilizante venido de la Península. La didác-
si no desaparece casi del todo, es de gran po- tica tiraniza la inspiración, la retórica se con-
breza tanto en sus formas como en su contenido: vierte en camisa de fuerza [...] y la libertad crea-
la poesía sigue decayendo, la novela sigue sin dora se pierde en la selva de los convencionalis-
cultivadores, el teatro -a pesar de que estamos mos» (95). En la Nueva Granada el nuevo defen-
en la época del auge de los coliseos en América- sor del neoclasicismo fue Manuel del Socorro Ro-
apenas si comienza a existir a principios del dríguez quien cultivó con escaso éxito la poesía
siglo XIX como creación local. Como fenómeno en ese estilo y contribuyó a su difusión por
digno de señalarse, a la par que va surgiendo medio de la Tertulia Eutropélica y el Papel Pe-
la figura del intelectual laico, se va reduciendo riódico.
la literatura de inspiración religiosa y en poesía
van apareciendo tímidamente nuevos temas. La poesía cortesana de Ladrón de Guevara
La poesía neogranadina del siglo XVIII, El único versificador con una producción
especialmente en su segunda mitad, es singular- de cierta extensión en la segunda mitad del siglo
mente pobre; es poesía laudatoria o de circuns- XVIII es el santafereño Francisco Antonio Vélez
tancia en Ladrón de Guevara, es fría y conven- Ladrón de Guevara (n. 1721), con quien se inicia
cional en los neoclásicos; el siglo termina y se la poesía galante y cortesana. El restableci-
inicia el nuevo con las primeras muestras de miento del virreinato trae consigo su pequeña
poesía política y patriótica, con una renovación corte que, sin llegar a los esplendores de las
de temas pero no de lenguaje. viejas cortes virreinales de México y de Lima,
Para los poetas neogranadinos no existen cuenta con sus áulicos e introduce modificacio-
ya grandes figuras peninsulares que puedan ser- nes en el tono de la vida santafereña. Vinculada
virles de modelo, como ocurrió en el siglo XVII. con este nuevo tipo de relaciones mundanas,
Pasado el Siglo de Oro, la literatura española empapadas de modas francesas, aparece la poe-
tarda en renovarse y la lírica vive una prolon- sía galante y cortesana de Ladrón de Guevara.
gada decadencia desde la muerte de Góngora. La obra relativamente extensa de este poeta
En el Nuevo Reino, agotados ya los últimos permanece en gran parte inédita en un manus-
residuos del barroquismo que llega a sobrevivir crito de la Biblioteca Nacional. Este autor se
terca y anacrónicamente hasta la segunda mitad presenta a sí mismo en el título de su única obra
del siglo, ya que encontramos todavía resonan- publicada en libro, el Octavario..., como: «abo-
cias de éste en Ladrón de Guevara, el gusto gado de la Audiencia y Cnancillería Real de
literario y el estilo poético toman la dirección Santa Fe, Theologo, Philosopho, y Jurista Con-
de un seudoclasicismo cuya rigidez conceptual sultor del Sto Tribunal de la Fe de Cartagena,
y formal mata la espontaneidad. y Procurador Gl. del M.I.C. de la Ciudad de Sta.
La influencia francesa que penetra en el Fe su patria» (96). Mayor información acerca
pensamiento, en las costumbres y en las artes de su persona encontramos en su extenso ro-
en la época de los Borbones, orienta a los escri- mance autobiográfico dirigido al regente visita-
tores españoles hacia el neoclasicismo que, en dor Gutiérrez de Piñeres, que es a la vez petición
España, aparece con retraso y madura hacia fi- y memorial de quejas versificado, en el que se
nales del siglo «cuando de hecho, o casi, ha lamenta de las dificultades económicas a que lo
perdido vigencia en todas las literaturas de Euro- obliga la exigua remuneración de su profesión
pa y soplan ya por partes los nuevos vientos de abogado, y en el que recrimina al visitador
románticos» (94). Este movimiento neoclásico por haberlo olvidado en la distribución de em-
llega también tardíamente a América y aquí su pleos, ignorando y desaprovechando sus méri-
influjo se prolonga durante el período de la In- tos, a pesar de su noble estirpe y de los servicios
dependencia y hasta la tercera década del siglo prestados por sus antepasados a la Corona. De
XIX, cuando ya en Europa estaba en su plenitud él informa Antonio Gómez Restrepo -que fue
el romanticismo. quien dio a conocer este poeta— que «en el año
Hacia fines del siglo la poesía neograna- de 1781 fue elegido por los comuneros del So-
dina se ciñe a los patrones neoclásicos sin que corro como uno de los capitanes que debían
La literatura en ¡a conquista y la colonia 289

representar al pueblo de la capital en las capitu- tas: el dolor, las musas, etc. En sus versos, que
laciones que pusieron término a la revolución» requieren un público, no puede prescindir del
(97). Estamos, pues, en el período de intensos contacto directo con él o de la advocación a la
conflictos de levantamiento comunero que el poe- segunda persona.
ta, según lo anterior, vivió de cerca, pero sin que
estos acontecimientos dejaran huella en su poe- Nuevas direcciones temáticas en poesía
sía; en su mundillo poético cortesano no tiene
cabida la tensión social y política de los últimos Si en la época de finales de la Colonia no
decenios del siglo. hay notables poetas ni abundante poesía, ésta,
Lejos de la entonación heroica de Castella- sin embargo, se renueva al abrirse a nuevos
nos o de la riqueza verbal y metafórica de Do- temas. Vinculadas al movimiento comunero ha-
mínguez Camargo, la de Ladrón de Guevara es cen su aparición las primeras muestras de versos
una poesía en tono menor que no pretende otra de protesta política y social. Según Juan de Dios
finalidad que la de ser obra de entretenimiento Arias, la revolución comunera dio origen a toda
y de circunstancia; poesía laudatoria no ya a la clase de críticas en verso contra virreyes, oido-
obra o a la persona de un amigo como la de res y funcionarios (98). Esta poesía de tono polé-
versificadores anteriores, sino a la autoridad vi- mico y popular, toma por lo general viejos me-
rreinal de turno o a un miembro de su séquito. tros tradicionales como el romance o la décima.
Cultivó la poesía de ocasión, galante, jocosa y, Se trata de textos de valor histórico si no estético;
en menor grado, la poesía religiosa. Es el primer entre los más conocidos están los anónimos «Ro-
poeta cortesano y de salón, festivo, a veces bur- mance de los comuneros», «Avisos y quejas del
lesco y hasta un poco irónico. Sus versos, a Perú al rey nuestro señor» y «Nuestra cédula» del
excepción de los de tema religioso, giran en lego fray Ciríaco de Arcila (99), hermano de
torno al palacio virreinal, a las autoridades ecle- un capitán de los comuneros de Simacota. Estos
siásticas, a la virreina, a las damas de la Corte últimos versos exaltaron a los rebeldes; según
y sobre temas de obligación: el cumpleaños del el historiador Manuel Briceño, fueron pregona-
virrey o el santo de la virreina; los temas más dos en los lugares más públicos del Socorro el
triviales y banales son objeto de versificación, día 30 de marzo de 1781, ante los habitantes
las minucias de la vida de las "madamas", como reunidos al son del atamor. Estas octavas reales
las redondillas «A un agudo dolor de muela de mal medidas, dirigidas al señor regente, entre
una dama muy sufrida y muy modesta», o las reiterados juegos de palabras con "socorro", en-
décimas contra un poeta de Cartagena que había cierran el grito de rebelión de los comuneros:
menospreciado el ingenio de las damas santafe- «¡Viva el Socorro y muera el mal gobierno!»,
una encendida protesta contra las medidas eco-
reñas a quienes venga haciendo su elogio. En nómicas que están destruyendo al país, y se
medio de tanta banalidad, su ingenio y su faci- percibe en ellas el eco del impacto producido
lidad para versificar permiten que se exprese por los levantamientos de México y de Tupac
con elegancia sobre todo en los versos cortos: Amaru en el Perú. La poesía se vuelve arma de
redondillas, romances y décimas. Entre juegos lucha, voz de protesta popular que no permanece
de luces y de colores, "floridos fascistoles", ya encerrada dentro del estrecho margen del
flores, primavera, juegos de palabras, acrósti- libro o del reducido círculo de amigos.
cos, paronomasias, ingeniosidades pueriles, una
extraordinaria abundancia de nombres mitoló- Al iniciarse los movimientos de indepen-
gicos y de lugares exóticos con los que pretende dencia política van apareciendo con mayor fre-
maravillar, su meliflua voz canta a veces con cuencia composiciones de contenido patriótico,
elegancia a la belleza de la dama santafereña, de apología o de sátira política o de enalteci-
a la gracia de sus gestos, de su mano, a la miento de la hazaña libertadora y de sus prota-
hermosura de su rostro. gonistas heroicizados. De José Miguel Montalvo
se conserva una sátira política en forma de ta-
Este hombre de sociedad no puede concebir bula, «Los ratones federados» (1811), que relata
sus versos sin incorporar en ellos el público al la federación entre gatos y ratones, con el resul-
cual se dirige y celebra. Sus poemas van gene- tado previsible. La nota épica la pone José María
ralmente dirigidos «interlocutores: "madamas", Salazar en la «Campaña de Boyacá» y «La Colom-
"Gran Solís", "Gran Gutiérrez de Piñeres", o biada o Colón»; la nota lírica, nostálgica y
son interpelaciones a personificaciones abstrac-
290 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

penetrada de amor patrio, la expresa el fraile en 1806. De Francisco Urquinaona, uno de los
republicano Francisca Padilla en su poema «La iniciadores de las logias masónicas en Colom-
despedida» (1816) (100); al salir desterrado para bia, informa Gustavo Otero Muñoz que era el
España, evoca los dramáticos sucesos de la recon- "improvisador oficial" para las solemnes con-
quista y manifiesta el dolor de dejar a su patria memoraciones patrióticas (102). Las circunstan-
bajo el dominio del "godo inhumano» que levanta cias en que nacen estas composiciones hacen que
cadalsos y anega en sangre la tierra. de ellas no se conserven textos escritos y la facili-
Para los siglos coloniales no se conservan dad misma de que hacían despliegue estos jó-
casi noticias de poesía cómica, burlesca, iróni- venes, según sus contemporáneos, impidió pro-
ca, epigramática o satírica en el Nuevo Reino bablemente que su talento se aplicara a tareas
de Granada; faltaron aquí poetas de notable vena literarias de mayor empeño.
satírica como los que surgieron en México o en
Perú y, si existieron composiciones de este tipo, Las tertulias literarias
éstas debieron perderse. Entre las rarísimas
muestras que quedan pueden mencionarse las En el período de cruce entre los dos siglos
anónimas «Coplas del baile de las brujas» la actividad literaria e intelectual neogranadina
(1717), versos satíricos en exasílabos asonanta- se desarrolla eminentemente en el ámbito de las
dos contra los excesos de los oidores y de sus tertulias literarias. En España florecieron du-
compinches que depusieron al presidente Mene- rante el siglo XVIII las academias y las tertulias.
ses. La poesía cómica y satírica sólo comienza Si en la Nueva Granada no se constituyeron,
a desarrollarse a partir del siglo XIX. En el pe- como en la metrópoli, academias o instituciones
ríodo que nos ocupa, además de algunas compo- oficiales cuyo objetivo era el de dirigir el gusto,
siciones jocosas de Ladrón de Guevara ya men- sobre el modelo de los salones privados o tertu-
cionadas, continúan esta vena en tono familiar lias franceses y españoles se formaron en Santa
y algo satírico el gaditano Francisco Javier Caro Fe diversos círculos literarios patrocinados por
(1750-1822) y José Angel Manrique (1777- particulares que agrupaban en reuniones de ca-
1822), hijo de la directora de la Tertulia del rácter periódico a jóvenes intelectuales de inte-
Buen Gusto, en «La Tocaimada», poema bur- reses relativamente homogéneos y según sus
lesco de solemne título heroico-cómico escrito tendencias estéticas o filosóficas. Estas tertulias
para poner en ridículo la población de Tocaima, santafereñas toman como punto de referencia
reino del carate, cuyos destinos preside, tras las más famosas de la metrópoli.
larga disputa con otros dioses del Olimpo, la La reunión más célebre de este tipo durante
diosa Caratea. Anota justamente Jorge Pacheco el siglo XVIII español fue la llamada "Academia
que los historiadores de la poesía colombiana del Buen Gusto" que, por los años 1749-1751,
«han sido poco indulgentes con este poeta [...] reunía en su palacio la condesa de Lemos y
de seguro, porque su temática no corresponde al cuyo modelo era el Salón del Hotel de Ramboui-
idealismo de sus críticos» (101). llet, de tendencia afrancesada pero ecléctica,
A juzgar por las noticias que trae Vergara tuvo, como su modelo, carácter elegante y aris-
y Vergara, la generación de finales del siglo tocrático. Sus miembros se calificaban como
XVIII y principios del siglo XIX debió de ser defensores del buen gusto. Esta academia con-
fecunda en jóvenes particularmente dotados para tribuyó a dar fuerza y autoridad a las nuevas
la fácil e ingeniosa improvisación poética de ideas literarias venidas de Francia.
carácter festivo que nacía al calor de las tertulias Conforme al doble patrón español y francés
y de las reuniones de amigos. Entre estos inge- nace en Santa Fe en 1801 la homónima Tertulia
niosos improvisadores el historiador citado men- del Buen Gusto auspiciada por doña Manuela
ciona a: José María Valdés, Frutos Joaquín Gu- Sanz Santamaría de Manrique, mujer aficionada
tiérrez, José Miguel Montalvo; estos dos últimos a la literatura y a las ciencias naturales. Aunque
fueron miembros de la Tertulia del Buen Gusto en esta tertulia se tratan cuestiones científicas
y murieron ambos fusilados en 1816; Montalvo y temas de historia, se trata de una reunión de
fue autor, además de «Los ratones federados», carácter mundano que agrupa a jóvenes patricios
de una de las primeras piezas dramáticas colom- y cuyo fin principal es la diversión, pasar «la
bianas, el soliloquio trágico El zagal de Bogotá, velada entretenidos en ejercicios literarios».
hoy perdido, que fue representado en esta ciudad Allí, tras una buena comida, se componían dis-
La literatura en la conquista y la colonia
291

cursos, se propiciaban certámenes y ejercitaban muchas afinidades con ella-, de Madrid, fun-
los jóvenes su ingenio con adivinanzas, chistes, dada por Moratín (padre), que fue centro de las
improvisaciones de versos y se hacían comenta- tendencias neoclásicas de origen francés y prin-
rios de lecturas de los mejores libros que llega- cipal difusora de sus principios y de la poética
ban de Francia. Informa Vergara (103) que en de Boileau. No tenía carácter mundano, en ella
Santa Fe con sarcasmo se llamaba a este grupo «la estaba prohibido hablar de política, las mujeres
compañía de los sabios". A la Tertulia del Buen estaban excluidas y sus propósitos eran más es-
Gusto concurrían muchos de los mejores jóve- pecíficamente críticos y literarios (105).
nes talentos, algunos de los cuales perdieron la De tendencia más filosófica y política fue
vida en los años de la reconquista, entre ellos: el Círculo Literario que encabezó Antonio Na-
Camilo Torres, Francisco Ulloa, José Montalvo, riño entre 1789 y 1794. Entre los papeles halla-
los hermanos Frutos y José María Gutiérrez, dos en su casa cuando fue prendido se encontró
José Fernández Madrid, José María Salazar, uno que explicitaba sus ideas acerca de los ob-
Custodio García Rovira y los hijos de doña jetivos del grupo:
Manuela, Tomasa de quien se dice que era poe- «Se me ocurre el pensamiento de establecer en
tisa, y José Angel Manrique. Algunos de estos esta ciudad una suscripción de literatos a ejem-
jóvenes conocían varios idiomas; de García Ro- plo de las que hay en algunos casinos de Vene-
vira se sabe que hablaba francés e italiano, que cia: éstos se reducen a que los suscriptores se
tenía habilidad para la pintura y para la música reunen en una pieza cómoda, y sacados los gas-
y que compuso «piezas delicadas sobre el gusto tos de luces, etc., lo restante se emplea en pedir
de Haydn y de Pleyel». No quedaron obras lite- un ejemplar de los mejores diarios, gacetas ex-
rarias importantes de esta tertulia. Su produc- tranjeras, los diarios enciclopédicos y demás
ción fue efímera y escasa. Dos de sus miembros, papeles de esta naturaleza, según la suscripción.
Salazar y Montalvo, dejaron tres piezas dramá- A determinadas horas se juntan, se leen los pa-
ticas y Manrique dejó la «Tocaimada». Como peles y se critica y se conversa sobre aquellos
hecho notable de esta tertulia, puede señalarse autores; de modo que se puede pasar un par de
la participación que tiene ya la mujer en la vida horas divertidas y con utilidad. Pueden entrar
literaria santafereña. don José María Lozano, don José Antonio Ri-
Contrasta con el tono mundano y frivolo caurte, don José Luis Azuola, don Luis Azuola,
de la Tertulia del Buen Gusto la modesta tertulia don Esteban Ricaurte, don Francisco Zea, don
que se reúne en la Biblioteca Nacional en torno Francisco Tovar, don Joaquín Camacho, el doc-
a la figura de Manuel del Socorro Rodríguez tor Iriarte, etc.» (106).
que se da el erudito y discreto nombre de Tertulia Nariño logró hacer llegar de Europa nume-
Eutropélica, es decir, la de los goces moderados rosos periódicos y libros de autores modernos,
y apacibles. El periodista daba lecciones de li- sobre todo de los filósofos franceses. Su nutrida
teratura a un pequeño grupo de discípulos al biblioteca atrae a los amigos mencionados por
cual se unieron otros miembros con quienes se él. El grupo, además de interesarse por la lite-
formaba por la noche un círculo. De tono más ratura y la ciencia, se propone el conocimiento
literario, erudito y menos social, esta tertulia se y el estudio de las ideas filosóficas y políticas
propone el estudio de los clásicos. Predomina de Montesquieu, Rousseau, Voltaire, y otros
en ella la tendencia neoclásica que impone el enciclopedistas. El círculo de Nariño está muy
gusto del maestro. Sus miembros produjeron un cerca en cuanto a sus intereses a los salones de
tipo de literatura erudita y fría que, a diferencia Olavide que funcionaron en España en la década
de la cultivada en la tertulia de doña Manuela, del sesenta y que se convirtieron en centros de
se conserva en las publicaciones del Papel Pe- ilustración; allí se discutía con gran libertad no
riódico. Sus miembros más sobresalientes, ade- sólo problemas de arte, sino también de religión,
más del cubano, fueron Francisco Antonio Ro- de economía y de política. El círculo de Nariño,
dríguez, José María Valdés, de quien se dice en la Nueva Granada, sirvió de centro de difu-
que tradujo dos libros de la Eneida, en romance sión de las ideas enciclopedistas y de las ideas
endecasílabo, y José María Gruesso autor de «Las políticas de avanzada de la época.
noches de Guessor». La Tertulia Eutropé- La segunda mitad del siglo XVIII es época
lica tiene evidentemente su modelo en la Tertulia de gestación y de transición en la que se rompen
de la Fonda de San Sebastián -o por lo menos y se debilitan viejos esquemas. Con el nuevo
292 Nueva Historia de Colombia, Voi. 1

siglo se conquista la independencia política, llará el teatro, nacerá la novela, el romanticismo


pero la independencia literaria, vale decir, la dará nuevo vigor a la poesía; a la vieja metrópoli
conquista de un lenguaje y de valores propios, española se sustituirá la nueva metrópoli cultural
será tarea que requerirá más largo empeño. La francesa; se iniciará, sin embargo, una nueva
literatura de la colonia ha nacido y ha evolucio- etapa de esa larga trayectoria en la que las letras
nado apegada exclusivamente a las corrientes colombianas van construyendo y expresando
literarias españolas; con el siglo XIX se desarro- trabajosamente su propia identidad.

Notas

1. Richard Konetzke, América Latina II. La época Colonial, 11. Ramón Menéndez Pidal, La epopeya castellana a través
Madrid, Ediciones Siglo XXI, págs. 128-136. de la literatura española, Madrid, Espasa-Calpe, 1959,
págs. 148-158.
2. Giovanni Meo Zilio, Estudio sobre Juan de Castellanos,
12. Manuel Alvar, op. cit., págs. 19-30.
Firenze, Valmartina, 1972, pág. 376.
13. Giovanni Meo Zilio, op. cit., pág. 24.
3. El texto completo de las Elegías solo vino a ser conocido
en la época moderna. La primera parte se editó con el 14. Manuel Alvar, op. cit., págs. 65-97.
título de Elegías y elogios, Madrid, 1589; la segunda y
tercera parte (junto con la primera) fueron editadas por 15. Antonio Antelo, "Literatura y sociedad en la América
Rivadeneyra, Madrid, 1847; la cuarta parte fue editada española del siglo XVI: notas para su estudio", en The-
por Paz y Melia, dos volúmenes, 1886; el Discurso del saurus, XXVIII, págs. 279-330.
capitán Francisco Draque, que había sido eliminado de 16. Richard Konetzke, op. cit., págs. 205-226.
la tercera parte, lo editó A. González Patencia, Madrid,
1921. Hay dos ediciones modernas: la de Caracciolo 17. Guillermo Hernández de Alba, "Los jesuítas en la cultura
Parra León, dos volúmenes, Caracas, 1930, 1932, y la del Nuevo Reino de Granada", en Aspectos de la cultura
de la Biblioteca de la Presidencia de Colombia, cuatro en Colombia, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Co-
volúmenes, Bogotá, 1955. Las citas que siguen de las lombiana, 1947, págs. 73-98.
Elegías, corresponden a esta última edición.
18. Guillermo Hernández de Alba, "Breve historia de la uni-
4. Manuel Alvar, Juan de Castellanos. Tradición española versidad", Ibid., págs. 41-72.
y realidad americana, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,
1972, pág. 13, nota 17. 19. Águeda María Rodríguez Cruz, O. P., "Universidad to-
mista de Santafé..." y "Universidad Javeriana de Santa-
5. Antonio Curcio Altamar, "El elemento novelesco en el fé", en Historia de las universidades hispanoamericanas.
poema de Juan de Castellanos", en La evolución de la Período hispánico, tomo I, Bogotá, Instituto Caro y Cuer-
novela en Colombia, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, vo, 1973, págs. 373-414 y 426-445.
1957, págs. 33-45.
20. José María Vergara y Vergara, Historia de ¡a literatura
6. Giovanni Meo Zilio, op. cit., pág. 377. en Nueva Granada, tomo I, Bogotá, Biblioteca Banco
Popular, 1974, pág. 114.
7. Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la poesía
Hispano-Americana, I, Madrid, C. S. I. C, 1948, págs. 21. José Torre Revello, "Lecturas indianas siglos XVI y
414-423. XVIII", en Thesaurus, XVII, 1962, págs. 1-29.

8. Antonio Gómez Restrepo, Historia de la literatura colom- 22. Antonio Antelo, art. cit., pág. 325.
biana, tomo I, segunda edición, Bogotá, Imprenta Nacio-
nal, 1945, pág. 62. 23. J. M. Rivas Sacconi, El latín en Colombia, Bogotá, Ins-
tituto Caro y Cuervo, 1949, págs. 77-82.
9. Eduardo Camacho, "Juan de Castellanos", en Estudios
sobre literatura colombiana. Siglos XVI y XVII, Bogotá, 24. Guillermo Hernández de Alba, "La biblioteca del canó-
Ediciones de la Universidad de los Andes, Filosofía y nigo don Fernando de Castro y Vargas", en Thesaurus,
Letras, 1965, págs. 23-25. XIV, 1959, págs. 111-140. Rafael Martínez Briceño.
"Un bibliófilo de Santafé de Bogotá en el siglo XVII".
10. Ibid., pág. 25. en Thesaurus, XIV. 1959, págs. 141-160.
La literatura en la conquista y la colonia 293

25. Jaime Jaramillo Uribe, "Mestizaje y diferenciación social 39. Raquel Chang Rodríguez, "El 'Prólogo al lector' de El
en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del Carnero, Guía para su lectura", en Thesaurus, XXIX,
siglo XVIII" en Ensayos sobre historia social colombiana, 1974, pág. 177.
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Imprenta
Nacional, 1968, págs. 189-194. 40. Alessandro Martinengo, art. cit., pág. 275.

26. Hernando Domínguez Camargo, Obras, edición a cargo 41. Miguel Aguilera, "Comentario crítico-bibliográfico",
de Rafael Torres Quintero, con estudios de Alfonso Mén- págs. 8-9.
dez Plancarte, Joaquín Antonio Peñalosa, Guillermo Her-
nández de Alba, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1960. 42. Eduardo Camacho, "Juan Rodríguez Freyle", en op. cit.,
pág. 56.
27. Pedro de Solis y Valenzuela, El desierto prodigioso y
prodigio del desierto, Tomo I., edición de Rubén Páez 43. Alessandro Martinengo, art. cit., pág. 276.
Patiño, introducción, estudio y notas de Jorge Páramo
Pomareda, Manuel Briceño Jáuregui, Rubén Páez Patiño, 44. Silvia Benso, art. cit., pág. 105.
Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1977.
45. Eduardo Camacho, op. cit., pág. 43.

28. J. J. Arrom y J. M. Rivas Sacconi, "La Láurea crítica 46. Góngora tuvo desde el comienzo fervientes admiradores
de Fernando Fernández de Valenzuela, primera obra tea- y seguidores en América. Entre ellos, además de Domín-
tral colombiana", en Thesaurus, XIV, 1959, págs. 161- guez Camargo, los más notables fueron el peruano Juan
185. Transcripción del texto en las págs. 170-185. Espinosa de Medrano, apodado el Lunarejo, y los meji-
canos Sigüenza y Góngora y sor Juana Inés de la Cruz.
29. Juan de Cueto y Mena, Obras, edición crítica con intro- En Santa Fe, como en México, debieron de circular copias
ducción y notas de Archer Woodford, prólogo de José manuscritas del Polifemo y de las Soledades, antes de
Manuel Rivas Sacconi, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, que se publicaran en España, pues, de otra manera, no
1952. sería posible explicarse el profundo conocimiento de Gón-
gora que revela la ceñida parodia del estilo gongorino
30. J. M. Rivas Sacconi, El latín en Colombia, pág. 155. que hace el joven Fernando Fernández de Valenzuela en
su entremés satírico la Láurea crítica escrita entre 1628
31. Las composiciones de este poeta pueden verse en: Jorge y 1629.
Pacheco Quintero, Antología de la poesía colombiana,
tomo I, Época colonial, Períodos renacentista y barroco, 47. Giovanni Meo Zilio, Estudio sobre Hernando Domínguez
Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1970, págs. 461-483. Camargo y su San Ignacio de Loyola, Poema heroico,
Universitá degli Studi di Firenze, Casa Editrice G.
32. Emilio Carilla, "Literatura barroca y ámbito colonial", D'Anna, 1967, págs. 309 y ss.
en Thesaurus, XXIV, 1969, pág. 421.
48. Guillermo Hernández de Alba, "Hernando Domínguez
33. Alessandro Martinengo, "La cultura literaria de Juan Ro- Camargo. Su vida y su obra", en Obras, págs. xxvii-cxxii.
dríguez Freyle", en Thesaurus, XIX, 1964, págs. 274-
299. 49. José María Vergara y Vergara, op. cit., I, págs. 88-89.

34- Juan Rodríguez Freyle, El Carnero, con comentario crí- 50. Marcelino Meléndez Pelayo, op. cit., I, pág. 424.
tico-biográfico y notas de Miguel Aguilera y "Prólogo
de la primera edición" de Felipe Pérez, Bogotá, Ministerio 51. Gustavo Otero Muñoz, Resumen de historia de la litera-
de Educación Nacional, 1963, pág. 53. En adelante, todas tura colombiana, 5a edic, Bogotá, Editorial Voluntad,
las citas de El Camero remitirán a esta edición. 1945, pág. 333.

35. José Juan Arrom, Esquema generacional de las letras 52. Antonio Gómez Restrepo, op. cit., I, pág. 120.
hispanoamericanas. Ensayo de un método, Bogotá, Ins-
tituto Caro y Cuervo, 1963, pág. 53. 53. Giovanni Meo Zilio, op. cit., pág. 207.

36. Sobre los manuscritos y ediciones de El Carnero, ver: 54 Ibid., págs. 201 y ss.
Mario Germán Romero, "Dos episodios incompletos de
El Carnero", en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. 55 Ibid., págs. 9 y ss.
50, núms. 579-590, 1963, págs. 567-572.
56. Sobre la introducción ver el análisis de Eleanor Webster
37. Silvia Benso, "La técnica narrativa de Juan Rodríguez Bulatkin, "La introducción al Poema heroico", en Thesau-
Freyle", en Thesaurus, XXXII, 1977, pág. 97. rus, XVII, 1962, págs. 51-109.

38. José Juan Arrom, op. cit., pág. 53. 57. Obras, pág. 429.
294 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

58. Gerardo Diego, "La poesía de Hernando Domínguez Ca- 72. Antonio Gómez Restrepo, op. cit., I, pág. 170.
margo en nuevas vísperas", en Thesaurus, XVI, 1961,
pág. 307. 73. Francisca Josefa de la Concepción de Castillo, Vida, en
Obras completas de la Madre... según fiel transcripción
59. Obras, pág. cxii. de los manuscritos que se conservan en la Biblioteca Luis
Angel Arango. Introducción, notas e índice elaborados
60. Angel Valbuena Prat, Historia de la literatura española, por Darío Achury Valenzuela, Bogotá, Banco de la Re-
sexta edición revisada y ampliada, tomo II, Barcelona, pública, 1968, tomo I, pág. 7.
Editorial Gustavo Gili, 1960, pág. 242.
74. Antonio Gómez Restrepo op. cit., II, pág. 48.
61. Obras, pág. cxiii.
75. María Teresa Morales Borrero, Sch. P., La Madre Cas-
62. El Desierto fue dado a conocer en 1963 por el padre tillo: su espiritualidad y su estilo, Bogotá, Instituto Caro
Baltasar Cuartera y Huerta, en un artículo luego publicado y Cuervo, 1966, pág. 311.
en Thesaurus, XXI, 1966, págs. 30-75. De esta obra se
conservan dos manuscritos que presentan dos redacciones 76. Ibid., págs. 348-367.
diferentes: el de Madrid, que consta de veintidós mansio-
nes o capítulos y el de Yerbabuena, descubierto en Me- 77. Ibid., págs. 324-333.
dellín en 1970, que contiene una versión posterior de las
tres primeras mansiones, con varías poesías y una come- 78. Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispa-
dia no contenidas en la anterior versión. El Instituto Caro noamericana, I, Colonia, Cien años de república, 4* ed.,
y Cuervo de Bogotá ha realizado la edición crítica de México, F.C.E., 1962, pág. 118.
esta obra. Agradezco la generosa colaboración del profe-
sor Jorge Páramo Pomareda, quien, en su momento, me 79. Ibid., pág. 128.
proporcionó valiosa información acerca del contenido
global de El Desierto y me permitió la lectura de las 80. Jorge Pacheco Quintero, op. cit., I, págs. 413-414.
pruebas del primer tomo.
81. Jaime Jaramillo Uribe, "El conflicto entre la conciencia
63. Las piezas dramáticas son las siguientes: la comedia El religiosa y la ciencia moderna: Mutis y Caldas", en La
hostal (Mansión X), arrancada del manuscrito; no hay personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, Bo-
alusión a su autor; un auto sacramental (Mansión XXI), gotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1977, pág. 87.
que en El Desierto se atribuye a fray Juan del Rosario;
La estrella de Monserrate, comedia en dos partes del 82. Guillermo Hernández de Alba, "Copérnico y los orígenes
español Cristóbal de Morales. de nuestra independencia", en Aspectos de la cultura,
1977, pág. 87.
64. Baltasar Cuartera y Huerta, El desierto prodigioso y pro-
digio del desierto, obra inédita del P. Bruno [sic] de Solís
y Valenzuela, cartujo de El Paular, en Thesaurus, XXX, 83. Diego de Torres Villarroel, Vida, Buenos Aires, Austral,
1966, pág. 31.
1948, pág. 63.
65. El desierto... pág. 272.
84. Relaciones de mando. Memorias presentadas por los go-
66. Ver ibid., págs. 291-295. bernantes del Nuevo Reino de Granada, compiladas y
publicadas por E. Posada y P. M. Ibáñez, Bogotá, Im-
67. Ibid., pág. XLIII. prenta Nacional, 1910, pág. 157.

68. Ver Antonio Curcio Altamar, "La ausencia de la novela 85. Apud Hernández de Alba, op. cit., pág. 127.
en el Nuevo Reino", en op. cit., págs. 23-31. En contra
de la opinión general de la crítica se ha pronunciado J. 86. Relaciones de mando, pág. 252. Hernández de Alba pu-
J. Arrom, quien califica decididamente como novelas de blica el "Plan" de Caballero y Góngora, en op. cit., págs.
tipo pastoril el Siglo de oro en las selvas de Erífíle, de 136-165.
Bernardo de Balbuena (publicada en 1608, pero escrita
unos veinte años antes), y Los sirgueros de la Virgen 87. Jaime Jaramillo Uribe, op. cit., pág. 39.
(1620), del mexicano Francisco Bramón, "novela pastoril
a lo divino", según Arrom, Esquemas... pág. 55. 88. Francisco Antonio Moreno y Escandón, "Método Provi-
sional interino de los Estudios que han de observar los
69. Antonio Gómez Restrepo, op. cit., I, pág. 144. Colegios de Santafé", en Boletín de Historia y antigüeda-
des, vol. XXIII, núms. 264-5 (septiembre y octubre de
70. Ibid., pág. 148. 1936), pág. 664.

71. En Jorge Pacheco Quintero, op. cit., I, págs. 384-390. 89. Jaime Jaramillo Uribe, op. cit., pág. 242.
La literatura en la conquista y ¡a colonia 295

90. Ver Antonio Cacua Prada, Historia del periodismo colom- gran valor bibliográfico por tratarse del primer libro im-
biano, capítulos I a III, págs. 5-95, Bogotá, 1968. preso en el taller de Antonio Espinosa de los Monteros,
en Cartagena, 1774, 20 págs.
91. José María Vergara y Vergara, El precursor , Biblioteca
de Historia Nacional, vol. II. Bogotá. Imprenta Nacional. 97. Antonio Gómez Restrepo, op. cit., I, pág. 195, nota 1.
1903.
98. Apud Jorge Pacheco Quintero, op. cit., I, pág. 570.
92. Germán Posada Mejía, "Los orígenes de la cultura nacio-
nal en Colombia" en Nuestra América. Notas de la historia 99. Ibid., págs. 557-577.
cultural, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1959, pág.
257. 100. Ibid., II, págs. 179-185; 204-210 y 60-65.

93. Ibid., pág. 260. 101. Ibid., II, pág. 136.

94. Juan Luis Alborg, Historia de la literatura española, tomo 102. En Vergara y Vergara, Historia de la literatura..., II,
III. Siglo XVIII, Madrid, Gredos, 1972, pág. 365. pág. 77, nota 1.

95. Jorge Pacheco Quintero, op. cit., I pág. XL. 103. Ibid., págs. 54 y 65.

96. A excepción de los poemas transcritos por A. Gómez 104. Ibid. II. pág. 66.
Restrepo, en la Historia de la literatura colombiana, I,
págs. 220-271, los únicos poemas publicados fueron re- 105. Sobre las tertulias españolas, ver, Juan Luis Alborg,
cogidos por el autor en el Octavario... a la Inmaculada op. cit., págs. 39-46.
Concepción de la Virgen..., obra ésta casi toda en verso
-inclusive el prólogo, dedicatoria y aprobación— y de 106. Vergara y Vergara, op. cit., II, págs. 37-38.
296 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

Bibliografía
ORJUELA, HÉCTOR H.: Fuentes generales para el estudio de la literatura colombiana. Guía
bibliográfica, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1968, 863 págs. Incluye datos sobre
fuentes selectas publicadas hasta 1965 inclusive. Imprescindible obra de consulta para el
estudio de la literatura colombiana.
: Bibliografía de la poesía colombiana, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1971.
XXVIII, 486 págs.
: Bibliografía del teatro colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1974.
315 págs.
PÉREZ ORTIZ, RUBÉN: Anuario bibliográfico colombiano 1951-1956; 1957-58; 1959-60 y
1961, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1958-1964.
ROMERO ROJAS, JOSÉ FRANCISCO: Anuario bibliográfico colombiano "Rubén Pérez Ortiz",
1963, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966. La sección de literatura colombiana incluye:
historia y crítica, poesía, teatro, novela y cuento, ensayo.
MLA, International Bibliography of Books and Articles on the Modern Languages and Litera-
tures, New York, The Modern Language Association of America. Publicación anual que
continúa la del PMLA. El vol. II contiene una sección de literatura hispanoamericana.
Es la más completa bibliografía internacional sobre literatura.
a
SIMÓN DÍAZ, JOSÉ: Bibliografía de la literatura hispánica, 2 ed., corregida y aumentada.
Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto "Miguel de Cervantes",
de Filología Hispánica, Ia ed., 6 vols., 1950-1961. Es la más completa bibliografía sobre
literatura española e hispanoamericana.

Historia y crítica literaria

ALVAR, MANUEL: Juan de Castellanos. Tradición española y realidad americana, Bogotá,


Instituto Caro y Cuervo, 1972, 411 págs. Contenido: Parte primera, Estudio (págs.
3-103); Parte segunda, Vocabulario de indigenismos (págs. 105-354). Estudia principal-
mente el léxico de Castellanos. Obra fundamental para el estudio de los indeginismos.
ANDERSON IMBERT, ENRIQUE: Historia de la literatura hispanoamericana, I, Colonia, Cien
años de república, 4a ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1962, 473 págs. Manual
de fácil consulta. Información muy completa.
ANTELO, ANTONIO: "Literatura y sociedad en la América española del siglo XVI", en Thesau--
rus, XXVIII, núm. 2, 1973, págs. 279-330. Muestra a la luz del pensamiento y de los
valores la coexistencia en el Nuevo Mundo de elementos medievales y renacentistas.
ARROM, JOSÉ JUAN: Esquema generacional de las letras hispanoamericanas, Bogotá, Instituto
Caro y Cuervo, 1963, 239 págs. Reseña las generaciones literarias hispanoamericanas.
"No contiene valoración crítica de los escritores" (Orjuela). Trece de los diecinueve
capítulos se refieren a la Colonia.
: El teatro hispanoamericano. Época colonial, 2a ed., México, Ediciones de
Andrea, 1967. Estudio fundamental para el conocimiento de la evolución del teatro en
América, desde la época precolombina hasta finales del siglo XVIII.
ARROM, JOSÉ JUAN y J. M. RIVAS SACCONI: "La Láurea crítica de Fernando Fernández de
Valenzuela, primera obra teatral colombiana", en Thesaurus, XIV, 1959, págs. 161-185.
Transcripción del texto del entremés, págs. 170-185.
297
La literatura en la conquista y la colonia

BENSO, SILVIA: "La técnica narrativa de Juan Rodríguez Freyle", en Thesaurus, XXXII, núm.
1, 1977, págs. 95-165. Primer estudio sobre este aspecto de El Carnero. Analiza la
estructura de las "historíelas" que lo componen.
BULATKIN, ELEANOR WEBSTER: "La introducción al Poema heroico, de Hernando Domínguez
Camargo", en Thesaurus, XVII, núm. 1, 1962, págs. 51-109. Análisis de las primeras
ocho estrofas del poema.
CAMACHO GUIZADO, EDUARDO: Estudios sobre literatura colombiana, siglos XVI y XVII,
Bogotá, Ediciones Universidad de los Andes, Filosofía y Letras, 1965, 107 págs. Contiene
ensayos sobre: Juan de Castellanos, Juan Rodríguez Freyle, Hernando Domínguez Ca-
margo y la Láurea crítica.
CARILLA, EMILIO: El gongorismo en América, Buenos Aires, EUDEBA, 1946. Señala algunos
procedimientos estilísticos de Domínguez Camargo que derivan de Góngora.
: Estudios de literatura hispanoamericana, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo,
1977, 374 págs. Recopilación de ensayos de los cuales son de interés especial los primeros
dos que versan sobre Domínguez Camargo: un análisis estilístico del "Romance al arroyo
de Chillo" y la reseña a la edición de las Obras, por el Instituto Caro y Cuervo. Ambos
ensayos habían aparecido anteriormente en Thesaurus.
: Hernando Domínguez Camargo. Estudio y selección de ..., Buenos Aires, R.
Medina, 1948, 83 págs. Antología págs. 47-83. El ensayo introductivo es el primer
intento de estudiar al poeta. Sostiene que el Poema heroico es más lírico que épico.
: "Literatura barroca y ámbito colonial", en Thesaums, XXXIV, núm. 3, 1969,
págs. 417-425. Sostiene que las condiciones político-sociales del Nuevo Mundo eran las
más apropiadas para favorecer el desarrollo de las formas barrocas.
CUARTERO y HUERTA, BALTASAR: "Una obra inédita del padre don Bruno de Solís y Valen-
zuela, monje profeso de la cartuja de Santa María del Paular", en Thesaums, XXI, núm.
1, 1966, págs. 30-75. Este ensayo da a conocer por primera vez el Desierto prodigioso;
pero su descubridor atribuye erróneamente la obra a Bruno, cuando ella pertenece en
realidad a su hermano Pedro de Solís y Valenzuela.
CURCIO ALTAMAR, ANTONIO: Evolución de ¡a novela en Colombia, Bogotá Instituto Caro y
Cuervo, 1957, 255 págs. (2a ed., Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura 1975). De
especial interés, la primera parte: época colonial, en donde el autor señala algunas expli-
caciones acerca de la ausencia de la novela en la Colonia y señala los elementos novelescos
en Rodríguez Freyle y en Juan de Castellanos.
CHANG-RODRÍGUEZ, RAQUEL: "El 'Prólogo al lector' de El Carnero. Guía para su lectura",
en Thesaums, XXIX, núm. 1, 1974, págs. 177-181.
DIEGO GERARDO: "La poesía de Hernando Domínguez Camargo, en nuevas vísperas", en
Thesaums, XVI, núm. 2, 1961, págs. 281-310. Excelente análisis estilístico de fragmentos
de los banquetes del Poema heroico.
ESCALLÓN TORRES, MARÍA CLARA: Tertulias literarias de Santafé (1790-1810), Bogotá,
1958, 116 págs. Copia mecanografiada. Tesis de Grado, Universidad Javeriana, Facultad
de Filosofía y Letras. Sitúa las tertulias en el ambiente histórico y cultural de la época.
El trabajo consiste principalmente en breves capítulos que tratan de la biografía de los
principales miembros de las tertulias.
GÓMEZ RESTREPO, ANTONIO: Historia de la literatura colombiana, 2a. ed., Bogotá, Imprenta
Nacional, 1945-1946, 4 v. Es la mejor historia de la literatura colombiana. Tres de los
cuatro volúmenes están dedicados al período colonial. Contiene una antología de textos
de varios escritores.
298 Nueva Historia de Colombia, Vol. 1

LATCHMAN, RICARDO A.: "Hernando Domínguez Camargo, y el tema ignaciano" en Mito,


I, 6, 1956, págs. 457-467. Sitúa al poeta dentro del contexto histórico religioso de la
época y en el horizonte cultural de la Contrarreforma.
LAVERDE AMAYA, ISIDORO: Ojeada histórico-crítica sobre los orígenes de la literatura colom-
biana, Bogotá, Banco de la República, 1963, 201 págs. Recopilación de artículos origi-
nalmente publicados en la Revista Literaria (1890-1894), fundada por Laverde. Contiene
abundantes datos sobre las primeras representaciones teatrales en el Coliseo.
LYDAY, LEÓN F.: "The Colombian theatre before 1800", en Latín American Theater Review
(Lawrence, Kansas), Fall, 1970, págs. 35-50. Buena síntesis de la información que se
tiene sobre el teatro de ese período.
MARTINENGO, ALESSANDRO: "La cultura literaria de Juan Rodríguez Freyle", en Thesaurus,
XIX, núm. 2, 1964, págs. 274-299. Subraya el carácter medieval de la cultura de R. F.
y analiza los principales motivos éticos, religiosos y culturales de El Carnero.
MENÉNDEZ Y PELAYO MARCELINO: Historia de la poesía hispanoamericana, II, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1958. Don Marcelino emite juicios muy
negativos acerca de Castellanos y de Domínguez Camargo.
MEO ZILIO, GIOVANNI: Estudio sobre Hernando Domínguez Camargo y su 'San Ignacio de
Loyola'. Poema Heroyco, Universitá degli Studi di Firenze, Facoltá di Magistero, Istituto
Ispanico. Firenze, Casa Editrice G. D'Anna, 1967. Contiene: cap. I, "Fuentes biográficas
del Poema heroico"; cap. II, "Vida, obra y fortuna"; cap. III, "Estructura ideológica del
poema"; cap. IV, "La crítica sobre Camargo", cap. V, "La épica hispánica y el Poema
heroico de Camargo"; apéndice, "El gongorismo de D. C " . Primer estudio de conjunto
sobre el autor y la obra.
: Estudio sobre Juan de Castellanos, Firenze, Valmartina, 1972, 419 págs.
Primer tomo de un estudio proyectado en dos. Contiene: cap I, "Vida y obra"; cap. II,
"Lectura analítica y sintomática de las dos primeras Elegías"; cap. III, "La crítica".
MORALES BORRERO, MARÍA TERESA, SCH., P.: La madre Castillo: su espiritualidad y su
estilo, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1966, 493 págs. Estudia la experiencia mística,
los temas y el lenguaje de la monja.
OTERO MUÑOZ, GUSTAVO: La literatura colonial de Colombia, seguida de un cancionerillo
popular, La Paz, Bolivia, 1928. Reseña de autores y obras. Tiene más valor como
repertorio bibliográfico que como historia de la literatura.
PACHECO QINTERO, JORGE: Antología de la poesía en Colombia, 2 vols., Bogotá, Instituto
Caro y Cuervo, 1970. Obra valiosísima para el conocimiento de la poesía colonial, que
más que antología es una recopilación de lo que se conoce de este período. Cada autor
va precedido por una sucinta introducción biográfico-crítica. Tomo I: Época colonial.
Período renacentista y barroco. Tomo II: El neoclasicismo y los romances tradicionales.
PARDO, ISAAC J.: Juan de Castellanos. Estudio de las Elegías de varones ilustres de Indias,
Caracas Universidad Central de Venezuela, 1961. Estudio de la vida, aspectos literarios
de la obra y de la sociedad indiana. Incluye fragmentos de las Elegías.
ROMERO, MARIO GERMÁN: Joan de Castellanos. Un examen de su vida y de su obra, Bogotá,
1964.
-: "Dos episodios incompletos de El Carnero", en Boletín de Historia y Antigüe-
dades, vol. 50, núms. 579-90, 1963, págs. 567-572. Complementa los dos episodios con
información hallada en cronistas y en otras fuentes.
VERGARA Y VERGARA, JOSÉ MARÍA: Historia de la literatura en la Nueva Granada, tomo I
(1538-1790), tomo II (1790-1820). Con notas de Antonio Gómez Restrepo y Gustavo
Otero Muñoz, Bogotá, Banco Popular, 1974. (la ed., 1867). Es la primera historia de la
La literatura en la conquista y la colonia 299

literatura en Colombia. El método ha envejecido, pero es una obra todavía imprescindible


debido a la riqueza de información que contiene.
Imprenta, periodismo, cultura

GARCÍA BACCA, JUAN D.: Antología del pensamiento filosófico en Colombia de 1647 a 1761.
Selección de manuscritos, textos, traducción, introducciones, Bogotá, Imprenta Nacional,
1955. Fundamental para la historia del pensamiento y de la educación.
GIRALDO JARAMILLO, GABRIEL: "El libro y la imprenta en la cultura colombiana" en Revista
Nacional de Cultura (Caracas), XXI, núm. 136, 1959, págs. 67-81.
HERNÁNDEZ DE ALBA, GUILLERMO: Aspectos de la cultura en Colombia, Bogotá, Ministerio
de Educación de Colombia, 1947, xiii, 250 págs. Recopilación de ensayos, la mayoría
de ellos sobre la Colonia.
: "La biblioteca del canónigo don Fernando de Castro y Vargas", en Thesaurus,
XIV, 1959, págs. 111-140.
JARAMILLO URIBE, JAIME: La personalidad histórica de Colombia y otros ensayos, Bogotá,
Instituto Colombiano de Cultura, 1977, 274 págs. Contiene ensayos muy reveladores
sobre el pensamiento y la cultura en el período de la Ilustración.
MARTÍNEZ BRICEÑO, RAFAEL: "Un bibliófilo de Santafé de Bogotá en el siglo XVII", en
Thesaurus, XIV, 1959, págs. 141-160.
OTERO MUÑOZ, GUSTAVO: Historia del Periodismo en Colombia desde la introducción de la
imprenta hasta el fin de la reconquista española (1737-1819), Bogotá, Editorial Minerva,
1925, 222 págs.
PACHECO, JUAN MANUEL: La Ilustración en el Nuevo Reino, [Caracas], Universidad Católica
Andrés Bello, 1976, 184 págs.
PORRAS TROCONIS, GABRIEL: Historia de la cultura en el Nuevo Reino de Granada, Sevilla,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1952, 555 págs. Trabajo de divulgación
con abundantes datos biográficos.
POSADA MEJÍA, GERMÁN: Nuestra América. Notas de historia cultural, Bogotá, Instituto Caro
y Cuervo, 1959, 369 págs. Contiene ensayos sobre los siglos coloniales en la Nueva
España y el Nuevo Reino de Granada.
RIVAS SACCONI, JOSÉ MANUEL: El Latín en Colombia; bosquejo histórico del humanismo
colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1949, 504 págs. 2 a ed., Bogotá, Instituto
Colombiano de Cultura, 1977. Obra importante para el conocimiento de la cultura colom-
biana. La mayor parte de ella versa sobre los siglos coloniales.
RODRÍGUEZ CRUZ, ÁGUEDA MARÍA O. P.: Historia de las universidades hispanoamericanas,
2 vol., Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1973. Subraya la influencia de Alcalá de Henares
y de Salamanca en la universidad colonial. Son de especial interés para Colombia los
capítulos VIII y XI, sobre la Universidad Tomista y Javeriana, respectivamente.
RODRÍGUEZ PÁRAMO, JORGE: El siglo XVIII en Colombia, San José, Costa Rica, Imprenta
Lehman, 1940, 93 págs. Tres ensayos sobre: Basilio Vicente de Oviedo, Francisco Moreno
Antonio y Escandón y Francisco José de Caldas. Para el autor "Fue el siglo XVIII en la
Colonia un período pre-científico".
TORRE REVELLO, JOSÉ: "Lecturas indianas (siglos XVI y XVII)", en Thesaurus, XVII, núm.
1, 1962, págs. 1-29. Trae documentos sobre embarque de libros a Cartagena y a Tierra
firme.
Nueva historia de Colombia / director Alvaro Tirado Mejía. - Bogotá: Planeta Colombiana Editorial,
1989.
8v.: ils., mapas; 24 cm.
Contenido: v.I: Colombia indígena, conquista y colonia / Gerardo Reichel-Dolmatoff... [et
al.] - v.2: Era republicana / Javier Ocampo López... [et al.] - v.I: Historia política 1886-1946 /
Jorge Orlando Melo... [et al.] - v.II: Historia política 1946-1986 / Catalina Reyes Cárdenas...
[et al.] - v.III: Relaciones internacionales, movimientos sociales / Fernando Cepeda Ulloa [et al.]
- v.IV: Educación y ciencia, luchas de la mujer, vida diaria / Magdala Velásquez Toro... [et al.]
- v.V: Economía, café, industria / Bernardo Tovar Zambrano... [et al.] - v.VI: Literatura y
pensamiento, artes y recreación / Andrés Holguín... [et al.]-
v. 1-2 corresponde al Manual de Historia de Colombia editado por Colcultura.
ISBN 958-614-251-5 Obra completa
1. COLOMBIA - HISTORIA - HASTA 1986. 2. COLOMBIA - CONDICIONES ECONÓ-
MICAS Y SOCIALES. 3. COLOMBIA POLÍTICA Y GOBIERNO, 1886-1986.I. Tirado Mejía,
Alvaro, 1940-

CDD 986.1
N83

Nueva historia de Colombia: Colombia indígena - conquista y colonia / director Jaime Jaramiilo
Uribe. - Bogotá: Planeta Colombiana Editorial, 1989.
v.I: 304 p., mapas, planos; 24 cm.
Contenido: v.I. Colombia indígena - Período Prehispánico / Gerardo Reichel-Dolmatoff. La
conquista del territorio y el poblamiento / Juan Friede. La economía y la sociedad coloniales,
1550-1800 / Germán Colmenares. La esclavitud y la sociedad esclavista / Jorge Palacios Preciado.
La administración colonial / Jaime Jaramiilo Uribe. Factores de la vida política colonial: el Nuevo
Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740) / Germán Colmenares. El proceso de la educación
en el virreinato / Jaime Jaramiilo Uribe. La arquitectura colonial / Alberto Corradme Angulo. Las
artes plásticas durante el período colonial / Francisco Gil Tovar. La literatura en la conquista y
la colonia / María Teresa Cristina Zonca.
ISBN 958-614-252-3 tomo 1
1 INDIOS DE COLOMBIA. 2. COLOMBIA - HISTORIA - DESCUBRIMIENTO Y CON-
QUISTA, 1499-1550. 3. COLOMBIA - HISTORIA - COLONIA, 1550-1810. 4. ARQUITEC-
TURA COLONIAL. I. Jaramiilo Uribe, Jaime, 1918- -II. Colombia indígena, conquista y colonia.

CDD 986.1
N83

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