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La escena que observaba Jesús en aquel instante, era bastante dolorosa, los
soldados romanos estaban repartiéndose sus túnicas echándolas a su suerte; uno
de los criminales junto a él, los líderes religiosos y todas las personas presentes lo
blasfemaban y se burlaban de él; sin embargo, Jesús ora por ellos, pide por el
perdón de todos, no solo de los que se encontraban en aquel sitio, sino de toda la
humanidad.
¿Hoy en día podemos decir que no sabemos lo que hacemos? ¿Qué no somos
conscientes de nuestros pensamientos, palabras y acciones? ¿acaso estamos
ciegos espiritualmente? ¿de verdad no vemos con claridad la realidad? emitimos
criterios y juzgamos al otro con frialdad e injusticia, pero somos totalmente
incapaces de juzgarnos a nosotros mismos; primero hay que sacar la basura que
tenemos en nuestro ojo, antes de fijarnos en el que está a nuestro lado.
No reflexionemos por nuestros actos solo en esta semana, en esta noche. Debemos
ser conscientes de nuestras acciones, reflexionemos sobre nuestros pensamientos,
palabras y acciones todos los días, que no se quede aquí, ni en este momento, sino
que haga parte de nuestra cotidianidad, primero debemos ver nuestros errores, no
somos superiores para juzgar o criticar a otros, que no nos pase como les pasó a
las personas que injuriaron y lastimaron a Jesús, porque nadie sabe con certeza lo
que le está sucediendo al otro.