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Celia decidió quedarse en el exilio debido a su oposición al régimen comunista, su conflicto con el gobierno Castrista
fue tan severo que inclusive censuraron y prohibieron su música en toda la Isla, también el mismo régimen cubano le
negó la posibilidad a Celia cruz de asistir al funeral de su madre
Todo este dolor la llevo a interpretar canciones de exilio con letras que reflejaban lo que ella sentía, la mayoría de
estas canciones fueron compuestas por otros músicos y algunas de estas letras habían sido escritas como canciones
de amor, sin embargo Celia las personalizo y convirtió en canciones del Exilio.
Aquí les dejo algunas de estas canciones con la letra para que escuchen y reflexionen.
yo me llevo tu bandera;
liberada no te vieran.
y al cielo rezando.
Y anunque ya no esté,
por si acaso,
y compartiremos todos,
un mismo sentimiento.
tu nombre lo he llevado;
le he contado tu verdad.
corazón no te quebrantes;
y quedará mi amor,
por si acaso,
Si acaso no regreso,
me matará el dolor;
Y si no vuelvo a mi tierra,
me muero de dolor.
Si acaso no regreso
me matará el dolor;
Si acaso no regreso,
me matará el dolor;
Si acaso no regreso
me matará el dolor;
me duele el corazón.
Si acaso no regreso,
cuando me muera,
Si acaso no regreso,
y que me entierren con la música,
de mi tierra querida.
Si acaso no regreso,
si no regreso recuerden,
Si acaso no regreso,
Me matará el dolor;
me matará el dolor.
Me matará el dolor.
me matará el dolor.
me matará el dolor.
me matará el dolor.
me duele el corazón
Te Busco
Me envuelven en un velo
El viento te ha llevado
Paisajes conocidos
Te busco…
Su voz se dio a conocer fuera del ámbito familiar un día que mientras canta en la calle es
escuchada por un turista extranjero, este al quedar fascinado por el tono de voz de la niña y
verla que se encontraba descalza, la lleva consigo para comprarle un par de zapatos.
Posteriormente seguiría haciendo esto con el fin de calzar también a sus hermanos y primos.
Celia solía colarse a los cafés que ofrecían espectáculo de danza y canto para observar a través
de una venta a los artistas que se presentarían. El apoyo respecto a la música siempre estuvo
presente por el lado materno, sin embargo su padre no consentía esta práctica y esperaba que
Celia ejerciera de maestra. El camino sugerido por el padre fue aceptado hasta cierto punto, pues
finalizando la carrera Celia toma la decisión de abandonar los estudios y dedicarse enteramente a
su pasión por la música, iniciando por inscribirse al Conservatorio Nacional de Música.
Antes de finalizar sus estudios Celia Cruz ya participaba en espectáculos de baile y canto,
además de prestar su voz para programas radiales aficionados, entre estos: La Hora del Té y La
Corte Suprema del Aire. En repetidas ocasiones ganaba premios modestos como un pastel, una
cadena de plata, destacándose el premio de quince dólares por si interpretación del
tango Nostalgia. Posteriormente, hacia el año 1950 sería acogida para cantar en la Sonora
Caracas y la orquesta Matancera, en esta última reemplazaría a su antigua cantante Myrta
Silva. Otra actividad que realizó fue formar parte del espectáculo que recorrió tierras mexicanas y
venezolanas conocido como Las mulatas de fuego.
Las canciones que compuso como Cao cao maní picao yBurundanga se perfilaron
prontamente como grandes éxitos, llevándola a Nueva York en 1957 para recibir su primera
condecoración de alto rango: un Disco de oro. En 1960, recibe junto a la orquesta Matancera un
contrato para presentarse en México, lamentablemente el mismo año surgió la Revolución
cubana, y tras su partida se le prohibió el reingreso a su patria. Un mes después de esto,
recibe la noticia del fallecimiento de su padre. En 1961, se traslada a Estados Unidos y se radica
ahí con su esposo Pedro Knight, quien tenía el cargo de trompeta en la orquesta.
En 1962, se le notifica el fallecimiento de su madre por causa de un cáncer terminal en la vejiga.
Tres años después cortaría relaciones con la orquesta Matancera para presentarse al mundo
como solista, en 1966 Pedro Knight haría lo mismo para convertirse en el representante de Celia
Cruz. Desde ese mismo año trabajarían en colaboración con Tito Puente, realizando cinco
álbumes. Lamentablemente, estos no contaron con la difusión esperada y sólo unos cuantos
temas llegaron a ser populares. Posteriormente, Celia firmaría un contrato con Vaya Records y
empezaría su inmersión en el ritmo de la salsa.
A partir de este punto empezó a catapultarse su imagen: hizo parte del grupo Fania All stars,
viajó realizando giras por distintos países, participó en diversos documentales, conoció otras
figuras musicales representativas de la salsa, compuso y colaboró con varios éxitos, ganó
múltiples premios y reconocimientos, entre otras muchas cosas. En el año de 2002 durante un
concierto comienza a sufrir de pérdida en el control del habla, descubriéndose que padecía de
cáncer cerebral. Tras saber esto, viaja inmediatamente a Estados Unidos y se practica una
cirugía para extirpar el tumor y recuperar el ritmo de su vida artística nuevamente.
¡Azúcaaar!
Pese a no recuperarse por completo de su afección compone el álbum Regalo del alma, se
presenta en los premios Grammy Latino en que es ganadora y participa en un musical cantando
en vivo La negra tiene tumbao. Finalmente, fallece la tarde del 16 de julio de 2003. Antes de
sepultarse sus restos, fueron enviados a Miami para recibir homenaje por parte de sus
admiradores cubanos durante dos días, luego de esto se les dio descanso en el Cementerio
Woodlawn del Bronx de Nueva York.
El exilio ha dominado a lo largo del siglo XX la literatura hispanoamericana, tanto a un lado como al otro del
Atlántico. Esta condición anómala del escritor abarcó a españoles, argentinos, chilenos, uruguayos,
paraguayos, salvadoreños… entre muchos más. El exilio se manifestó en muchos de sus poemas, cuentos,
novelas o ensayos, y fue una característica que los acompañó el resto de su vida, incluso si pudieron
regresar a su país natal. Pues como muy bien definió Adolfo Sánchez Vázquez en su libro ¡Exiliado!, publicado
en México en 1977: “el exilio es un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza, una
puerta que parece abrirse y nunca se abre (…) el exiliado descubre con estupor, primero con dolor, después,
con cierta ironía más tarde, en el momento mismo en que objetivamente ha terminado su exilio, que el tiempo
no ha pasado impunemente, y que tanto si vuelve como si no vuelve, jamás dejará de ser un exiliado”.
Se suele emplear el nombre de exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en particular, por la situación en
que se encuentra la producción del libro y la acogida por el público lector. La literatura en el exilio conlleva un
doble sentido: en sentido esctricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del exilio; en
un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los autores desterrados. Pero el peor de los exilios para
cualquier escritor fue el exilio interior al que muchas veces se sometía su pensamiento y su obra, fuese o no
un exiliado real.
Es un hecho que la opresión, la censura y el miedo de los países nativos aplastaron in situmuchos jóvenes
talentos cuyas primeras obras tanto prometían. También lo es, el que los escritores exiliados en el extranjero
se mostraron en conjunto más fecundos que aquellos a quienes las condiciones internas acorralaban. Estos
escritores no solamente favorecieron su creación literaria y proyección internacional con el exilio, sino
que también se integraron en el contexto intelectual del país de acogida, de manera que su obra tuvo un gran
impacto e influencia posterior allí donde se publicaba. Es el caso, por ejemplo, de los escritores
del Boom latinamericano, García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar entre ellos, cuyas obras encontraron un
fuerte respaldo entre el sector editorial barcelonés, en las décadas de 1960 y 1970.
Para citar otro ejemplo en sentido opuesto, los escritores españoles que a finales de 1939 partieron de
Francia hacia México huyendo de los horrores de la guerra y de la persecución del franquismo, muchos de
la generación del 27 como Juan Rejano o Luis Cernuda, encontraron un hogar donde expresarse y crecer
intelectualmente. Tal es así que su herencia literaria enriqueció el acervo cultural mexicano, creándose una
serie de amistades y proyectos editoriales entre intelectuales de ambos países.
La influencia mutua entre los contextos culturales del país natal y del país de acogida no se limitó al mundo
literario, sino que trascendió al panorama político o cinematográfico. Sin embargo no fue un camino fácil, pues
para muchos de ellos las palabras fue el único vínculo que conservaron con el país de origen, siendo una
constante en su obra la obsesión por la patria perdida. En palabras de Julio Cortázar: “El escritor
exiliado es alguien que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de
los casos de una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas
y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por
la ciudad. El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra
connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es
una muerte que se sigue viviendo conscientemente“
Julio Cortázar, nacido el 25 de agosto de 1914 en Bruselas, gracias a la brújula de una cigüeña
desorientada. Más despistado quedé yo cuando leí –entre las docenas de tributos que le están
dedica en Barcelona la Casa América Catalunya: “Cortázar en Casa”. ¿En qué casa? ¿La “Casa
tomada” del cuento que en 1947 le publicó Borges en la revista Los Anales de Buenos Aires? ¿La de
París, Bánfield, Chivilcoy, Mendoza? No, la de Barcelona (?). Así que puesto a indagar las razones
domiciliarias por las que bautizaron así la muestra, leo que obedece a “la intensa relación que
mantuvo el escritor con la ciudad de Barcelona”. Ah..., ninguna dirección ni código postal, porque
hasta donde se sabe, Cortázar nunca tuvo casa en Barcelona. ¿O sí? Bueno, vivió un par de años
cuando apenas empezaba a caminar. Y sin embargo, la muestra es la más atractiva de las que andan
dando vueltas en estos días por ochenta mundos –y eso que en Buenos Aires habrá al menos tres
esforzadas iniciativas como las del Museo Nacional de Bellas Artes, la de la Casa Nacional del
Bicentenario y la del Museo del Libro y de la Lengua, donde ya puede recorrerse “Rayuela. Una
muestra para armar”.
colaboración con Carles Alvarez Garriga, tiene cartas, fotos, manuscritos, objetos personales... Allá,
“en casa”, están todas las cosas que uno puede ver pasando las páginas de Cortázar de la A a la Z ,
el diccionario biográfico ilustrado que Alfaguara editó para el centenario. Pero claro, es como ver El
jardín de las delicias en una postal.
Será que el cronopio mayor tenía razón cuando en su poema “La Patria” escribió, resignado: “Ser
argentino es estar lejos”.
JULIO CORTAZAR
Los amantes
¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
La mufa
Vos ves la Cruz del Sur,
respirás el verano con su olor a duraznos,
y caminás de noche
mi pequeño fantasma silencioso
por ese Buenos Aires,
por ese siempre mismo Buenos Aires.
La patria
Pobres negros.