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El profesional del siglo XXI

26 OCT

Ha pasado poco más de una década del siglo


XXI y todo el mundo puede coincidir en que, hasta el momento, la crisis que padece el sistema
político y económico mundial ha constituido la nota predominante de estos primeros años. En
este escenario de crisis, muchos profesionales han tenido (y muchos tendrán) que reinventarse
para seguir contando en un mundo laboral cada vez más precario y agresivo con los que
carecen de la formación y la experiencia necesarias.

Para el profesional del siglo XXI, en la mayoría de las ocasiones es más factible consolidarse
como empresa personal, que aspirar a convertirse en asalariado de un tejido empresarial más
necesitado de desprenderse de nóminas que de incorporar nuevos trabajadores. Este cambio de
mentalidad costará de asumir, pero se presenta cada día con mayor fuerza como alternativa
real para muchos profesionales que no pueden esperar a que cambie la tendencia.
Por tanto, reinventarse profesionalmente hoy en día es una obligación para la gran mayoría de
los ciudadanos y para hacerlo con éxito es recomendable hacer un ejercicio de honestidad
personal con el objetivo de saber qué puede ofrecer, cuáles son sus potencialidades, en qué
puede y debe mejorar y cómo puede comercializar sus puntos fuertes.

En definitiva, se trata de reflexionar con espíritu crítico y a la vez estratégico, analizar el


entorno, fijar objetivos realistas y ponerse a trabajar con constancia e ilusión. Porque el
profesional del siglo XXI empieza a forjarse desde el convencimiento de que su marca personal
tiene un sitio en el mercado laboral en el que se va a mover. Y ese sitio se lo tiene que ganar.

Una vez realizado el trabajo previo y seleccionados los objetivos, toca ponerse manos a la obra y
seguir las estrategias predefinidas mediante las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
Posicionar la marca personal es un trabajo en sí mismo, cuyos logros el profesional del siglo
XXI debe ‘vender’ posteriormente como tarjeta de visita para ofrecer sus servicios a empresas
susceptibles de estar interesados en los mismos.

En este punto, hay que destacar que el profesional del siglo XXI en el fondo es como un hombre
orquesta y no tiene más remedio que también ocupar el puesto de director comercial de su
propia marca personal. Y el de Director General, de Finanzas… Aunque pueda parecer excesivo,
constituirse como empresa personal conlleva asumir determinadas obligaciones con
naturalidad. Al final, todo se reduce a cumplir con los objetivos que se ha planteado para que su
marca personal goce de un estado de salud que le permita ofrecer una imagen atractiva y eficaz
al mercado laboral al que se dirige.

Y para comunicar esa imagen, el profesional del siglo XXI debe tener muy claro a quién se
dirige y ponerse en el lugar de ese público objetivo al que va a ofrecer nuestra marca personal.
Ponerse en su lugar le permite conocerlo, escuchar con más interés lo que dice, saber qué le
puede interesar, saber cómo comunicar con eficacia y ofrecer sus productos y servicios.

En definitiva, el profesional de siglo XXI tiene mucho trabajo por hacer porque su marca
personal no espera, ya que va dejando rastro segundo a segundo. Y si puede controlar el rastro
que deja, si sabe darle forma a la huella que, quiera o no, deja a lo largo de su vida profesional,
tendrá mucho camino ganado en el objetivo de posicionar correctamente su marca personal en
un mercado laboral necesitado de profesionales que afronten los tiempos de crisis con
inteligencia, eficacia y, en resumidas cuentas, con profesionalidad.

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