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Universidad de San Buenaventura

Licenciatura en filosofía
Modelos de evaluación
Daniel Felipe Calderón
Luis Alexander Aponte.
Autoevaluación y heteroevaluación
De acuerdo con el catalogo que nos presenta Monedero Moya en su texto Las formas de la
evaluación educativa, pretendemos analizar, muy brevemente, las ventajas y desventajas, los
asuntos positivos así como los problemáticos de la autoevaluación y la heteroevaluación.
Pensamos que este tipo de evaluación brinda herramientas bastante interesantes a la hora de
llevar de examinar la viabilidad o progreso en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
En un primer lugar, la autoevaluación viene a ser una forma de integrar al alumbro como
individuo y sujeto activo en el proceso de evolución. Este tipo de evaluación amplía un poco
el campo de visión o la perspectiva que puede tener el profesor con respecto a sus alumnos,
pues no sólo va a tener en cuenta los elementos cuantitativos referentes a la entrega de
trabajos o la aprobación satisfactoria de exámenes, sino que también podrá ser testigo de la
opinión o forma de entender el proceso de aprendizaje que está llevando a cabo un estudiante.
Asimismo, la autoevaluación se presenta como una alternativa para poner en evidencia
elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje que quedan velados cuando sólo se hace
caso o se recurre a la sumatoria de datos. Es decir, el alumno autoevaluado hace un examen
de sí mismo y manifiesta su propia apreciación y, por supuesto, a sentirse responsable de su
educación.
En segundo lugar, la heteroevaluación complementa, a nuestro juicio, la autoevaluación, en
tanto que hace más amplio el terreno evaluativo, porque ya no será sólo una persona la que
determinará la aprobación o reprobación de un curso, sino que estarán implicados diversos
agentes activos. La heteroevaluación es importante e interesante porque le brinda al profesor
elementos que se le escapan tanto a él como al estudiante que hace una apreciación personal.
En este caso, son todos los participantes de un curso los que pueden agregar elementos
necesarios para una mayor objetividad al momento de evaluar.
Ahora bien, no podemos que estos tipos de evaluación estén exentos de desviaciones o de
perversiones. Al contrario, penamos que, en el primer caso, es decir, la autoevaluación, el
estudiante puede tender a lanzar un juicio viciado ya sea por la inconciencia, la inmadurez o
simplemente porque necesita aumentar su promedio. La autoevaluación, entonces, no puede
ser tan sincera o asertiva como debería serlo. De igual forma, la heteroevaluación, si lo
analizamos desde un plano escolar como el bachillerato, podemos decir que los mismos
estudiantes pueden hacer una mala pasada tanto al profesor como a una estudiante concreto,
dado que sus apreciaciones no pretenden ninguna orientación objetiva, sino que pueden estar
guiadas por una maquinación malsana.
Bibliografía: Monedero, J. J. (1998) Bases teóricas de la evaluación educativa. Málaga:
Algibe

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