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LAS REGLAS DEL

JUEGO:
EL MANUAL BDSM

Por José Luis Carranco


© 2004 José Luis Carranco
Depósito Legal: B.37.625-2008
Todos los derechos reservados. Prohibido su reproducción total o parcial sin
autorización del autor.
INDICE

-INTRODUCCION
-SADOMASOQUISMO ¿DE DONDE VIENE EL NOMBRE?
-SOBRE LA DOMINACION Y LA SUMISION
-LAS REGLAS DEL JUEGO
-CONTRATOS BDSM
-EL ARTE DEL SPANKING
-EL USO Y TIPOS DE LATIGOS
-EL USO Y TIPOS DE VARA
-EL ARTE DEL BONDAGE
-EL BONDAGE
-BONDAGE ORIENTAL
-TECNICAS DE AUTOBONDAGE
-ANEXO AL BONDAGE Y OTRAS FANTASIAS
-EL ARTE DE LAS PINZAS
-LA CERA CALIENTE
-LAS AGUJAS
-LA ELECTRICIDAD
-CBT: TORTURA GENITAL MASCULINA
-CASTIGOS EN PECHOS FEMENINOS
-MUEBLES HUMANOS
-FACE-SITTING
-TRAMPLING
-MASCOTAS HUMANAS
-ROL CANINO
-ROL EQUINO
-ADORACION DEL PIE FEMENINO
-SOBRE EL FETICHISMO DE LOS PIES
-TACONES ALTOS
-EL CUIDADO DEL CALZADO FETICHISTA
-CINTURONES DE CASTIDAD
-MORDAZAS
-PIERCING GENITAL
-DEPILACION DEL ESCLAVO/A
-SOBRE LA FEMINIZACIÓN BDSM
-DENEGACION DEL PLACER
-SUMISION, NIVELES Y CONSEJOS
-AL TERMINAR LA SESION, QUE HACER
-COMO CONTACTAR
-ETS Y SIDA EN EL BDSM
-HISTORIA DEL BDSM
-PREGUNTAS Y RESPUESTAS
-BIBLIOGRAFIA
-FILMOGRAFIA
-GLOSARIO
-AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN

El sadomasoquismo es una de las relaciones sexuales humanas más ricas e intensas


que existen y como las demás, requiere de unas técnicas, aunque infinitamente más
complicadas.
Mientras que todo tipo de relación sexual tiene, podríamos decir, su manual, el BDSM
adolece de él, sobre todo en castellano y escrito por alguien de “aquí”.
Para el sexo, llamemos convencional, no sólo está el famoso Kamasutra, compendio de
posturas varias, sino que también existen infinidad de libros que tratan el sexo en todas
sus vertientes y variantes, con una información amplia, detallada y bien desarrollada en
todas sus áreas. Sin embargo, el BDSM a lo más que aspira es a ser tratado como una
perversión o parafilia, sin entrar demasiado, o más bien nada, en su lado más técnico.
Podemos conseguir algunos libros dedicados al BDSM, bien en forma de novelas
eróticas o también donde personas nos abren sus vidas y experiencias dentro de él,
pero casi siempre desde su lado más profesional. En el aspecto técnico quien más se ha
acercado a su lado práctico ha sido Pat Califia, si bien desde un punto de vista que no
es muy adaptable a la “manera” europea o, centrándonos más, a la hispana, sino que
el planteamiento que nos ofrece no deja de estar muy centrado en la “manera”
americana y más concretamente al mundillo del sado gay californiano, además de
haberse quedado, hoy por hoy, algo desfasado.
La realización y puesta en marcha de una escena o relación sadomasoquista requiere,
además de una afición visceral repleta de sentimientos, del conocimiento de ciertas
técnicas que conlleva la práctica de cada una de sus disciplinas.
En mis más de veinte años como aficionado y practicante del BDSM en ambos roles y
sobre todo, en mis más de diez años como editor de la revista más veterana versada
sobre el tema, he tenido oportunidad de ir recopilando la información necesaria para
tener un conocimiento mínimo e indispensable de las diferentes disciplinas que
integran el BDSM. Gran parte de esta información es fruto de mi propia experiencia
personal, pero en bastantes ocasiones he recurrido a la ayuda de aficionados con más
práctica y conocimiento en algunas disciplinas en particular y en otras me he
documentado buceando en los más diferentes escritos en busca de esa precisa
información.
En este compendio de informes monográficos sobre las diferentes disciplinas que
tienen cabida en el BDSM, he querido tratar sus diferentes implicaciones, haciendo
considerable hincapié sobre todo en la seguridad. Veremos los instrumentos a usar, su
manejo, sus efectos sobre la persona sobre la que son aplicados y los diferentes
detalles a tener en cuenta para salvaguardar siempre la seguridad y la higiene, tratando
incluso la posibilidad de contagio de algunas enfermedades de transmisión sexual que
pueden conllevar la práctica del BDSM, aspecto este que no suele ser tratado.
En algunas disciplinas también he querido entrar en ese lado donde fluyen los
sentimientos, al igual que en la puesta en escena o asimismo en cómo iniciar una
relación BDSM y las diferentes posibilidades de contacto.
Lógicamente faltarán algunas disciplinas muy minoritarias, aunque pienso que incluso
he abordado las que cuentan con menos adeptos, pero las más conocidas o, mejor
dicho, las más practicadas, están aquí. También he querido añadir algunos relatos para
que ilustren con historias prácticas algunas de las disciplinas tratadas, como forma de
amenizar aún más la lectura de este manual.
El mundo del BDSM necesita y reclama una guía que ayude a conocer mejor la técnica
de sus disciplinas, una forma de adentrarse en este mágico cosmos de sensaciones,
además de con mayor seguridad, siempre con un mayor grado conocimiento, gracias a
un manual que trate los métodos y formas de practicar su más íntima forma de vivir el
sexo… y la vida.

Apuntar que esta obra fue escrita y terminada en 2004 por lo que algunos conceptos
expuestos en ella habrán evolucionado o cambiado con los años.

SADOMASOQUISMO:
¿DE DONDE VIENE EL NOMBRE?

Quiero comenzar este apartado explicando que en la actualidad nos referimos al


sadomasoquismo como BDSM, que es la unión de las siglas norteamericanas de
Bondage & Discipline y de las europeas Sadomasoquismo. Aclararé mucho mejor lo de
las siglas BDSM en el apartado Preguntas y Respuestas de este manual. Dicho esto,
comencemos aclarando cómo se acuñó y de dónde procede la palabra
sadomasoquismo.

SADISMO

El Marqués de Sade nació en 1740 y murió en 1814, encarnando para muchos el


prototipo de la aberración, horrible y cruel.
La Naturaleza le donó muchas cualidades, era artista, músico, esgrimista, pero nadie lo
superó en el aspecto imaginativo.
Sade estuvo preso veintisiete años, en once cárceles distintas, de forma intermitente.
El caso de Rosa Keller fue lo que atrajo la atención pública hacia él. Sade encontró a la
joven una tarde de Pascua de 1768. Alta y de buen tipo, parecía prostituirse por dinero.
Parece que el marqués requirió sus servicios y se la llevó a una villa que poseía cerca de
Arceuil, donde ya había otras dos cortesanas borrachas. El divino marqués la amenazó
con una pistola para que se desnudase, la maniató y luego se dedicó a azotarla con un
látigo hasta arrancarle la piel. Sobre las heridas vertió cierto bálsamo y luego se
entregó a actos sexuales de toda índole. Rosa Keller logró liberarse de sus ataduras,
saltó por una ventana y alertó a los transeúntes, que encontraron al marqués
totalmente embriagado junto a las otras dos chicas.
Cuando fue arrestado, Sade se indignó, pretextando haber descubierto un bálsamo que
curaba inmediatamente las heridas y que todo había sido un experimento médico (no
podemos dudar que era imaginativo). El episodio terminó con seis semanas de arresto
y cien luises.
Su obra emblemática, publicada en 1791, es Justine o las desdichas de la virtud, donde
una joven piadosa, separada de su hermana en tierna adolescencia, las pasa moradas
yendo a caer de uno en otro sádico sin ayuda por parte de nadie. Es más, cuando
piensa que alguien la está ayudando, éste al final acaba sometiéndola a los castigos
más duros y humillantes, incluidos los monjes de un apartado convento, en el cual
tienen secuestradas a un numeroso grupo de jóvenes, las cuales son sometidas a los
castigos sexuales más crueles y vejatorios, para no salir jamás con vida del convento.
Al final de la obra, encuentra a su hermana Juliette que, a base de prostituirse y
entregarse a los hombres más poderosos, para luego casarse con ellos y después
eliminarlos quedándose con la herencia, llegó a ser una rica y reconocida aristócrata,
demostrando a su hermana que es preferible una vida llena de lujurias y pecados a una
vida de virtudes, donde sólo se reciben palos. Esa es la moraleja que nos intenta
enseñar el marqués con esta obra.
Después del éxito y el escándalo de Justine, seis años más tarde, publicó una extensa
obra con más de mil seiscientas páginas, titulada La nueva Justine y de Juliette, donde
la fantasía del marqués se desborda, dando paso a escenas con una descripción y
detalles realmente terroríficos, pero sin la sutileza de la anterior, indudablemente
superior desde el punto de vista literario.
En su obra, Sade nos demuestra que aceptaba todos los pecados condenados por la
moral al uso, desde el momento en que consideraba el vicio como el lado bueno de la
Naturaleza. ¿El robo? Según él, la igualdad completa y absoluta entre los hombres, no
tolerando el respeto a la propiedad (mientras los demás respeten la suya, claro). ¿El
pudor? Es un producto de la civilización decadente. Y respecto al incesto, es inevitable
en la comunidad de mujeres. ¿La violación? Hace menos daño que el hurto, según el
marqués. La pederastia, decía el marqués, dio el valor a los pueblos guerreros. Sin
embargo este resumen de las teorías de Sade, no estaría completo sin su teoría sobre
el asesinato: “Desde el punto de vista de la Naturaleza, me atrevo a proclamar que el
homicidio no es un crimen. No existe diferencia alguna entre el hombre, la planta y el
animal. Todo se transforma. Matar no es un crimen porque la transformación no
significa exterminio”. Francia, según él, fue libre gracias a los asesinatos.
¿Estaba loco Sade? Especialistas como Schrenk-Notzing y Krafft-Ebing, reconocieron
que las más repugnantes perversiones sexuales pueden coexistir con un espíritu
plenamente sano.
Sade no imaginó pura y sencillamente las exageraciones que describió, sino que dio
pruebas de haberlas puesto en práctica. No se conformó con afirmar que la perversión
del hombre es una simple función orgánica. Declaró en Justicia que “casi todos los
excesos de desenfreno, las raras pasiones del libertinaje descritas en esta narración,
que llamaron la atención de las autoridades, constituían, desde los tiempos más
remotos, juegos de nuestros antepasados, costumbres legales o ceremonias religiosas”.
De todos modos, justo es reconocer que en muchos pasajes de sus obras exageró
mucho y que ciñéndose más a la realidad hubiese tenido más aceptación y hubiera sido
un flagelo más eficaz como azote del vicio, si ése era su propósito. Que no lo era, lo
hacía sencillamente porque estaba totalmente convencido de lo que escribía e
intentaba llevar a la práctica su concepción filosófica de la vida. Esto le valió sus
numerosas condenas, con las que por otra parte, él estaba de acuerdo y comprendía,
aunque manifestaba que no debería ser juzgado por su forma de pensar y actuar, ya
que para el marqués eran de lo más natural.
Esto puede parecer paradójico, pero la realidad es que Sade ya lo era por sí mismo.

MASOQUISMO

Leopold von Sacher-Masoch nació en 1836 y falleció en 1895. Era de origen austriaco.
En algunos de sus escritos, todos de un riguroso realismo, describió la perversión
sexual conocida con el nombre de masoquismo. Su esposa Aurora von Rümelin (1845-
1906), también fue novelista de iguales tendencias que su marido, con el pseudónimo
de Wanda von Dunajew.
Sacher-Masoch escribió una de las obras más emblemáticas del BDSM, La Venus de las
Pieles, donde da rienda suelta a todas sus fantasías y obsesiones masoquistas. Huyó a
Florencia con una princesa rusa y se convirtió en su esclavo. Tras casarse le pidió a su
mujer que lo azotase diariamente, ya que creía que esto estimulaba su creatividad
literaria. Más adelante quiso que su mujer tuviera amantes como forma de
humillación, cosa que tampoco le fue difícil de conseguir.
Se divorció de su primera mujer y se casó nuevamente, en esta ocasión con su
secretaria, continuando una existencia plácida, siempre mezclada con experiencias
humillantes que le proporcionaba su nueva pareja.
Leopold von Sacher-Masoch no fue en realidad el primer practicante de las
experiencias que más tarde llevarían su nombre, ya que ésta también se practicó en
otras épocas. De hecho, el doctor alemán Meibomius, al citar en 1629 a Oribase,
Galeno, Avicena, al lado de Marcial, Petronio, Séneca, Rabelais y Brantöme, afirmó que
“la flagelación provoca en las partes flojas y propensas al frío una violenta conmoción,
una irritación voluptuosa”.
Sacher-Masoch no fue el inventor del masoquismo, pero tuvo la dudosa gloria de darle
su nombre. Lo mismo que Sade, sin ser su forjador (pues también el sadismo se pierde
en la nebulosa de los tiempos), prestó su nombre a la inclinación sexual conocida como
sadismo. Es a veces imposible separar estos dos términos complementarios, y así
tenemos el término “sadomasoquismo”.

Sade y Sacher-Masoch: dos hombres inteligentes, sabios, ilustres escritores, que


hermanados por una forma de ver la vida, han logrado conjuntamente la dudosa fama
de dar nombre al sadomasoquismo.
Pero realmente nosotros deberíamos distanciarnos de estos dos personajes, sobre
todo de Sade, dignos de estudios históricos y psicológicos, con los que no nos
deberíamos sentir identificados, ya que sus prácticas y conceptos relacionados con la
dominación y sumisión partían de unos supuestos que juzgo erróneos, puesto que no
contaron nunca con el consentimiento y la anuencia de los demás para ponerlos en
práctica. Muchas veces, los aficionados al BDSM son mal juzgados precisamente a
causa de los malentendidos y deformaciones derivados en gran medida de los escritos
de estos autores. Escritos que por otra parte pocos realmente han leído, aunque
siempre recomiendan, eso sí, sacándolos de su contexto histórico.
En definitiva, hablo aquí de ellos simplemente para dar a conocer de dónde viene el
término sadomasoquismo, pero no como ejemplo a seguir de nuestras fantasías.

SOBRE LA DOMINACION Y LA SUMISION

Una interrogante muy habitual es la curiosidad de saber qué es lo que hace que una
persona sienta una atracción tan intensa por ser dominado o por dominar. La verdad,
yo no tengo la respuesta a esta pregunta, sólo puedo decir que es un sentimiento que
sale desde muy dentro y que es prácticamente imposible de aplacar.
Cuando alguna persona me pregunta cuándo comencé a sentir atracción por el BDSM,
normalmente contesto que desde siempre. Le comento a esa persona, que con
diecisiete años ya até con pañuelos a la cama a mi primera novia y azoté su culo con la
mano. Y fue una experiencia que a ambos nos llevó a sentir un placer enorme y diría
que hasta misterioso, sobre todo por no saber, en esos primeros escarceos amorosos,
cómo me dio por hacer esas “travesuras”.
Y no puedo negar que desde esa primera vez, tanto con novias “oficiales”, como con
“amigas” con las que terminaba en la cama, siempre puse en práctica ese gusto por
sentir el calor de su culo en mi mano, el sentirla entregada para hacer el amor con
pasión. De ahí a ser yo mismo atado más adelante sólo hubo un paso.
Muchos amantes del BDSM con los que he hablado han sentido una cierta sensación
de culpabilidad con sus gustos sexuales, una cierta “suciedad” por sentir lo que
sienten. Siempre he dicho que no hay que sentirse mal o culpable de nada,
simplemente siéntelo y vívelo con pasión y corazón junto a tu pareja, que lógicamente
consiente dicho comportamiento sexual y lo comparte. Nunca forzar una situación no
deseada por ambas partes.
La verdad es que desde chaval he sentido una atracción muy enérgica ante imágenes
de féminas enfundadas en ropa brillante, con botas o zapatos de altísimos tacones que
poblaban la imaginación en mis momentos de sexualidad solitaria. En mi habitación de
adolescente no sólo estaban los típicos posters de mis grupos favoritos, sino también
las imágenes de hermosas féminas enfundadas en cuero, atadas o simplemente con
unos tacones de vértigo. Y recuerdo con ternura cómo mi madre, que tenía como
pasatiempo mirar en todos los rincones de mi habitación, me decía cuando encontraba
alguna revista o fotos sobre BDSM: “hijo mío, qué cosas tan raras te gustan…”. Y la
verdad es que esa misma expresión la he vuelto a escuchar más veces, sobre todo,
cuando ya editaba la revista Sumissa y venía por casa mi santa madre, que hojeaba
curiosa la revista y volvía a dedicarme la misma frase algunas décadas después.
Quiero recalcar que nunca en ningún momento he sentido esa sensación de
culpabilidad, ni nada que se le parezca, sino que absolutamente todo lo hacía y sentía
con una gran naturalidad, sin preocuparme de nada. De hecho cuando esas “amigas”
estaban en esos momentos íntimos conmigo deseaban siempre repetir y nunca me
comentaron que fuera algo raro. Bueno, sí, me comentaban que era algo raro en
comparación con otros jóvenes que no pasaban del “polvo del conejo” y poco más.
Bueno, toda esta retahíla sobre mí mismo viene a cuento como una forma de poner un
ejemplo de que nunca, bajo ningún concepto, debes sentirte un “bicho raro” o tener
esa sensación de culpabilidad de la que hablé antes, sencillamente vívelo y siéntelo en
lo más profundo y disfruta del placer sin igual que te procura el BDSM en todas sus
vertientes.
A la hora de querer explicar porqué puede atraerte ser dominante o dominado, poco
puedo decir, aunque me gustaría. Sería una absoluta bobada disertar sobre traumas
infantiles para justificar algo que no necesita justificación alguna, aunque muchos se
empeñen en ello. Personalmente nunca tuve trauma alguno, tuve una infancia feliz,
una adolescencia azarosa como la de todos y una juventud un tanto alocada y rebelde,
como debe ser.
Sí intentaré comentar de forma somera qué se siente siendo dominante o dominado,
siempre basado en mi propia experiencia en ambas vertientes.
Es muy difícil generalizar sobre este tema, ya que cada persona es un mundo, y como
suelo decir, hay tantas formas de ver y sentir el BDSM como amantes del mismo hay,
por lo que espero que si no te sientes identificado con mis palabras sepas disculparme,
pues hablo por mí mismo ya que me es imposible hablar por otros sobre unos
sentimientos tan intensos.
¿Qué se siente al dominar a alguien?: Poder, supremacía, prepotencia… Tonterías y
paparruchas. En una relación BDSM confluyen tal cantidad de elementos y
sentimientos que es imposible sentir tales adjetivos, y de sentirlos recomiendo buscar
la ayuda de un profesional que te ayude a superarlo, porque eso no es BDSM, es otra
cosa.
Sobre todas las cosas, en una relación BDSM ha de haber confianza, complicidad,
respeto, cariño, amistad y hasta, porqué no, amor, por lo que los calificativos antes
definidos no tendrían sentido de ser.
El sentimiento es incluso de admiración sobre la persona dominada, pues se entrega a
ti en cuerpo y alma.
Ahora ya podemos hablar de los sentimientos puramente sexuales de la relación, que
por medio de la disciplina aplicada y las sensaciones que te transmite tu esclavo/a hace
que se llegue al placer supremo, al orgasmo. Dentro de esas sensaciones que te
transmite tu sumiso/a está esa veneración que siente por ti, esa mirada que te informa
que se entrega a ti con pasión y deseo, ansiando sentir sobre su piel las sensaciones
que tú le transmites por medio de las más variadas y refinadas disciplinas, por tus
palabras, tus gestos o tu mirada.
¿Qué se siente al ser dominado? Maltrato, ultraje, asco y desprecio de ti mismo…
Repito, tonterías y paparruchas. Como dije anteriormente la confluencia de factores y
sentimientos es tal que sentirte una mierda no entra dentro de lo que se debe
experimentar en el BDSM.
Te sientes dichoso de hacer feliz a tu Amo/a por el que sientes auténtica veneración y
anhelas que te use, que te humille o castigue, no sólo por el masoquismo intrínseco
que sientes dentro de ti, sino por experimentar ese cúmulo de sensaciones que te
transportan hasta un mundo de placer muy intenso, un camino que compartes con la
persona que te domina, que hace de ti lo que le apetece y que sobre todo te respeta y
cuida.
A algunos puede parecer que la palabra respeto está fuera de contexto, pero no es así.
El respeto por ambas partes debe imperar en toda relación BDSM. Algunos dirán que al
ser insultado, atado, azotado, abofeteado o escupido es imposible pensar que la otra
persona te respeta. Nada más lejos de la realidad. Una relación BDSM se basa en la
confianza, en unos pactos, en unos límites y cuando tu Amo/a ejerce todas esas formas
de dominación sobre ti, lo hace porque tú lo deseas y previamente lo habéis hablado.
Porque ambas partes desean compartir todo ese cúmulo de sensaciones y darse el uno
al otro, para la consecución del clímax final.
¿Quién es más importante o tiene más poder, el dominante o el dominado? Esta es
otra pregunta que he escuchado infinidad de veces, de la misma forma que he oído las
más variopintas respuestas y disertaciones en contestación a esa misma pregunta,
respuestas en las que no voy a entrar ni a comentar, ya que como he anunciado, esta es
mi opinión particular.
Personalmente, pienso que es otra pregunta tonta, lo siento, pero es así como opino.
Ambos son igualmente importantes, uno no es nada sin el otro y viceversa. Sobre el
poder, lo mismo, ambos tienen el poder de parar la relación o de decir, esto sí o esto
no. Quizás algunos digan que la sumisa es más poderosa pues es la que se entrega a ti,
o que el Ama es más importante pues es la que te permite ponerse a sus pies.
Si te fijas he usado el femenino en ambos comentarios, ¿porqué? Como la vida misma,
cuando dos personas de distinto sexo van a tener un momento de sexo, en esta
sociedad nuestra, con la moral que siempre nos han imbuido, en general, la mujer es la
que decide con quién y cuándo desea tener sexo. El BDSM no es distinto a cualquier
relación sexual en este sentido. Algunos se habrán encontrado con el caso contrario, la
chica es la que lo busca desesperadamente, pero es minoría, y si te suele ocurrir,
felicidades.
Pero en general, si tienes una relación BDSM con tu pareja y no con alguien que has
conocido a través de un chat o en una cafetería, ambos sois los que decidís comenzar a
iniciaros en este maravilloso mundo. Lógicamente, al comienzo del camino, una de las
partes de la pareja es la que suele proponer mantener dicha relación y la otra parte la
acepta o no, es así de sencillo y de duro a la vez.
Nunca temas hablar de tus fantasías y sentimientos a tu pareja (te puedes llevar una
agradable sorpresa). La persona que comparte tu vida, es con la que debes tener más
confianza (mucha más que con la primera que se te cruza por Internet, pongamos
como ejemplo), y es con ella con la que debes abrir tu corazón y explicarle qué sientes
y cuáles son tus fantasías. Es posible que le resulte chocante al principio, pero todo es
cuestión de exponerlo de la manera más correcta, natural y sencilla posible, sin entrar
en lo más extremo de nuestro mundo, que en fantasías puede ser muy bonito, pero en
la realidad, nunca se sabe. Como todo en la vida, poco a poco.
El amor, o la vida en pareja es un toma y daca, sois dos engranajes que deben encajar a
la perfección. Y sabes que tu pareja también tiene sus propias fantasías, pídele que te
las cuente, siempre se puede llegar a un punto donde ambos compartís las fantasías de
uno y otro. Lo importante es perseguir la felicidad junto a tu pareja, poned empeño,
paciencia y comprensión y lo conseguiréis.
Es posible que me repita en algunos planteamientos, pero ahora, entremos de lleno en
este manual, comenzando por el principio, el comienzo y el proyecto de una relación
BDSM…

LAS REGLAS DEL JUEGO


¿Cómo desarrollar una sesión SM? ¿Cómo pactar los límites? ¿Qué debo hacer para
comunicar a mi pareja mis fantasías? ¿Cómo interrumpir una sesión que me disgusta?
Todos estos son interrogantes que nos planteamos muchos aficionados al BDSM al
comenzar la inmersión en nuestro mundillo. Intentaré responder a ellos, sirviendo de
orientación general al que se inicia en nuestros juegos, y también quizás de
recordatorio al aficionado experto.
Lo primero que se ha de tener en cuenta es que el BDSM no es un simple juego de
roles, sin embargo, en una relación sadomasoquista dos o más personas, asumen un
rol concreto (ya sea dominante o sumiso) y pactan unas reglas a seguir durante el
tiempo que dure la escena o la relación.
Lo primero que debemos tener presente son los límites y gustos, tanto del dominante
como del sumiso, ya que éste último adopta ese rol libremente y por tanto se merece
el mayor de los respetos. Veamos los pasos a seguir.

COMUNICACION

La comunicación es esencial. Hablar largamente con tu pareja sobre tus fantasías


sexuales es obligado, aunque a muchas personas les resulte muy difícil abordar este
tema, hay que dar el paso. Quizás no seas comprendido, pero también puedes llevarte
una agradable sorpresa.
Es importante hacer ver que los juegos de dominación y sumisión son útiles para
reavivar la relación sexual en pareja, ya que la monotonía es una de las principales
causas de la ruptura de éstas, y sobre todo intentar que tu pareja entienda que tu
“perversión” o gusto por el BDSM no es algo insólito y enfermizo. Por ello la
comunicación ha de ser fluida, sin guardarte nada (como debe ser en toda relación de
pareja), pero planteándolo de forma pausada y sin prisas.
También es importante evitar que nuestra pareja (como se suele decir) tenga que
buscar fuera de ella lo que no encuentra en casa, en muchas ocasiones son fantasías
fáciles de contentar. Y no olvidemos nunca que el amor o la vida de pareja es un tira y
afloja, yo cedo en tus gustos y tú cedes en los míos, siempre que esas cesiones no
causen un daño físico o psicológico no deseado, y recuerda que donde hay amor, debe
haber siempre comprensión y tolerancia.
Si al practicar BDSM son más divertidas las fantasías en sí que la práctica de éstas,
seguramente no has sabido comunicar bien la idea, habéis fallado en algo o realmente
son única y exclusivamente fantasías, que siempre es bueno tenerlas, aunque al final
no las llevemos a la práctica.
No me cansaré de repetir a lo largo de este manual que en las diferentes disciplinas
BDSM se ha de entrar poco a poco, incluso en las más inocentes, e ir avanzando lo más
suavemente posible hacia un mayor nivel en las sesiones. Un comienzo excesivamente
fuerte a causa de la desinformación podría terminar por producir un fracaso en el
intento de iniciación en el BDSM y difícilmente tu pareja volverá a querer “jugar” a tu
placer favorito si te has pasado ya en el comienzo.
Quizás tu pareja crea que le estas pidiendo que sea esclava las veinticuatro horas del
día, todos los días del año y debes explicarle muy bien el funcionamiento de la relación.
Por cierto, tengo que comentar que hay casos excepcionales de este tipo.
Es importante comenzar a iniciarse tímidamente en el bondage o en la humillación. Lo
que cuenta es no precipitarse y recuerda que lo primero es respetar la opinión de la
otra parte. Debes pensar que la fantasía es la fantasía y que la vida cotidiana es otra
cosa.
Lo normal es que después de una sesión, un fin de semana o el tiempo que se haya
pactado jugando, tú mismo o tu pareja debéis volver a ser las personas que erais, con
sus opiniones y su propia personalidad, sin obligar a nadie a un comportamiento
impuesto. Pensemos que si realmente te crees tu rol, fuera de la escena y quieres
llevarlo a cabo con todas sus consecuencias el resto de tu vida, ya sea de dominante o
de sumiso/a, imponiendo a los demás ese comportamiento, tienes un serio problema,
soluciónalo por la vía profesional pertinente.

ROLES

Antes de iniciar una sesión o relación, hay que decidir y tener muy claro el rol que vaya
a representar cada cual, ya sea dominante o sumiso. En general esto se sabe
previamente, aunque hay personas que no se identifican necesariamente con uno de
los roles en concreto, entonces elegir uno u otro depende del deseo y las necesidades
del momento.
En otros casos, sigue tus inclinaciones y pon en práctica tus fantasías. Ten en cuenta
que los roles pueden ser intercambiables dependiendo de la personalidad de los
participantes, cosa que no ocurre cuando los protagonistas de la escena tienen una
tendencia más o menos al 100% dominante o sumisa, aunque hay que reconocer que
tal porcentaje no es lo habitual.
Las personas que suelen intercambiar los roles de sumiso o dominante se les define
como switch, palabra anglosajona que significa “interruptor”.

NEGOCIACION

Cuando llegue el momento y hayáis decidido dar el siguiente paso, hay que plantear la
escena o sesión BDSM y sólo excepcionalmente, una relación completa. En primer
lugar, dónde y cuándo se llevará a cabo la escena, los roles y los límites que se pacten.
Se pueden hacer diferentes negociaciones. Si es con tu pareja, lógicamente la confianza
que pone el uno en el otro hará que ésta sea rápida. También se puede llevar a cabo
otro tipo de negociación, ya sea por fantasía o porque no se conozcan previamente
entre sí, enviando un cuestionario por e-mail para que la otra persona lo rellene e ir
conociendo gustos y límites; o bien mediante una entrevista telefónica. En este caso,
siempre que los participantes no se conozcan, aunque siempre es recomendable
conocerse personalmente y tener algunas charlas, antes de meterte de lleno en una
sesión.
Por último, podemos finalizar con la redacción de un contrato de sumisión que, de
mutuo acuerdo, ambas partes firmen asumiendo su rol durante el tiempo y los límites
pactados.

LIMITES

Existe una forma clara y concisa de darlos a conocer antes de iniciar la escena con tres
preguntas claves:

1- Indica qué es lo que realmente te gusta hacer.


2- Menciona lo que te gustaría realizar y tienes en tus fantasías.
3- Deja muy claro lo que no te gustaría en absoluto experimentar.

Por ello, al hablar del primer caso, debes estar muy seguro de qué te apetecería
experimentar para, en caso de llevarlo a la práctica, no romper el encanto de la sesión.
Conforme adquieras más experiencia, podrás ir entrando en la segunda fase e ir
alargando los límites según vayas avanzando. Lo principal es que el neófito, a causa de
las ganas de probarlo todo, no se embarque en el juego duro y vea que, aún siendo una
fantasía muy atrayente y excitante para él, la práctica es excesivamente dolorosa y se le
quiten las ganas de volver a tener una sesión.
Por ello, es conveniente seguir los tres pasos indicados al principio y, a partir de ahí, ir
progresando paso a paso e ir subiendo el listón pausadamente, esto ocurrirá
seguramente de una forma natural.
También hay casos en que uno se conforma con la humillación sin dolor, el bondage o
un fetiche en particular y no se desea nada más, ya que con ello el aficionado se siente
totalmente satisfecho.
En suma, debemos respetar siempre los límites: el BDSM es una actividad para el
disfrute de quienes lo practican y no de una sola de las partes. Si no existe
compenetración y complicidad, mejor es dejarlo antes de crear cualquier tipo de
trauma a nuestro partenaire y que pudiese quedar marcado psicológicamente a causa
de una mala experiencia. Y recuerda que los límites los pone el sumiso/a pactándolos
con el amo/a: si el dominante desea traspasar dichos límites, ha de contar siempre con
la aprobación y la conformidad del sumiso/a.

LA SESION

Para planificar una escena, en primer lugar, como reseñé anteriormente, el sumiso
debe marcar unos límites, y posteriormente ambos escoger el lugar y el tiempo de
duración de la escena, que lo mismo puede ser de una hora, de una noche, de un día,
de una semana…
El tiempo lo pactan las partes, o también sencillamente, dejarlo pasar hasta donde
dure. Una vez hecho esto, el sumiso encarna su papel y es en ese momento cuando el
Amo/a toma las riendas y planifica su guión. A veces, lo mejor es no planificar nada y
dejarse llevar por los sentimientos o las sensaciones que se vayan transmitiendo entre
los participantes, aunque en un primer encuentro no estaría mal tener un guión a
seguir en mente para no quedarnos en blanco.
Asimismo, cuando es un sumiso/a experimentado/a y ya ha tenido sesiones con dicho
Amo, o ha sido entregado por su Amo a otro, se tiene la suficiente confianza como para
no tener que marcar límites. Por supuesto, todo dominante experimentado observa
por los movimientos, sensaciones y expresiones del sumiso/a, hasta dónde se puede
llegar o el momento en el que ya no produce placer y hay que bajar el nivel.

CONTRASEÑAS

También es conveniente y muy importante marcar una serie de contraseñas para que el
sumiso/a pueda comunicarse con el dominante sin tener que romper la complicidad y
el encanto de la escena.
A veces puede ocurrir que el dominante haya llegado al límite pactado, pero en ese
momento el sumiso/a desee continuar y subir el listón. Si por ejemplo se trata de una
sesión de spanking, puede elevar su trasero como señal al Amo/a de que desea más
contundencia en el castigo o acordar unas palabras previamente, como: Mi Amo, deseo
más.
En el caso contrario, tanto en la cuestión de que sea el Amo/a quien exceda los límites
o que el sumiso/a vea que no es capaz de aguantar ni siquiera lo pactado, puede
emplearse una frase como: Por favor, mi Amo, te suplico que bajes el azote. Esto son
únicamente unos ejemplos.
Cada uno elegirá las contraseñas a su gusto. Es muy habitual que dichas contraseñas
sean simplemente unos gestos en concreto y que cada uno de ellos signifique una cosa
o por ejemplo, unos simples chasquidos de los dedos pueden informarnos de lo que el
sumiso/a desea comunicarnos con urgencia.
También se puede recurrir a lo más rápido y sencillo, preguntar el dominante al oído
del sumiso/a y este contestar sí o no.
Lógicamente, estas contraseñas están de más cuando se trata de dominantes y sumisos
con un alto grado de experiencia y compenetración, ya que la complicidad existente
entre ambos hace que las contraseñas sean totalmente innecesarias, dada la cantidad
de experiencias vividas juntos, aunque nunca están de más la existencia de algunas
contraseñas, ya que algún día puede ser que no se esté plenamente en forma.

AL FINAL

Recuerda siempre que si tienes fantasías sobre un fetichismo en concreto o


relacionadas con el BDSM, no es perjudicial llevar éstas a cabo, siempre que haya
respeto mutuo, se elija libremente y con capacidad para hacerlo, se sea mayor de edad
y no se perjudique a la otra persona ni física ni moralmente.
En los juegos de dominación y sumisión lo que se busca es disfrutar, no causar daño o
dejar de respetar la decisión de la otra persona. Si ésta no está de acuerdo y no disfruta
con nuestros juegos, esto no es BDSM, es simplemente violencia y nosotros, al igual
que cualquier persona que razone con normalidad y defienda la libertad de elección,
estamos totalmente en contra de cualquier forma de violencia, ya sea verbal o física.
Recuerda siempre, si eres dominante, que la parte dominada merece el mayor de los
respetos como persona, ya que se entrega libre y voluntariamente. Además nunca
podremos valorar quién depende más de quién, si el dominante del sumiso o
viceversa, ya que la dependencia es mutua. Y el placer, en justa correspondencia, debe
serlo también.
Algo importante a tener en cuenta y que algunos no entienden es que para que haya
una sesión de castigo no es absolutamente necesario que haya algún motivo. Hay
Amos/as que esperan que sus esclavos/as se equivoquen o desobedezcan una orden a
propósito y esos esclavos/as lo hacen a menudo para recibir el castigo, para algunos
esas situaciones no dejan de ser algo confusas, aunque como juego no está mal
siempre que así quede establecido.
Lo que hace falta realmente para comenzar una sesión BDSM es que dos o más
personas estén de acuerdo para que ésta se lleve a cabo. Hay que tener siempre
presente que, dentro del juego, la motivación esencial es el juego mismo y su
consecuencia: el disfrute de todos los participantes y no la posibilidad de crear
complejos de culpabilidad en la persona que asume el rol de sumiso/a. El esclavo/a,
por muy perfectamente que cumpla las normas o sus obligaciones y comportamiento,
siempre se puede equivocar a los ojos del Amo/a y esto es suficiente para la aplicación
de un correctivo, no hace falta más, es parte del propio juego.
Así que deja volar tu fantasía y saca todo el jugo posible de cada sesión, nadie mejor
que tú mismo para encontrar el equilibrio entre la realidad y la fantasía. Este apartado
dedicado a las reglas del juego sólo pretende servir de orientación, así que no olvides
que el camino lo tienes que marcar tú mismo junto a tu pareja o la persona con la que
mantengas una relación BDSM.

CONTRATOS BDSM
Un contrato de sumisión y propiedad no es otra cosa que un documento en el que
Amo/a y esclavo/a fijan los límites de la relación BDSM que en el futuro existirá entre
ambos. Aunque el contrato tiene un carácter puramente simbólico, es indispensable
para fijar las bases sobre las cuales girarán los futuros encuentros. También es cierto
que la elaboración de un contrato de esclavitud conlleva una carga de morbo muy
elevado para todos los participantes.
Normalmente tras la elaboración del contrato se suele celebrar una escena específica
para la firma del mismo por parte del esclavo/a. Dicha escena suele estar marcada por
un ritual más o menos elaborado dependiendo de la imaginación y el gusto de los
participantes, ya que no hay un ritual fijado ni básico por el que regirnos.
La firma se puede celebrar en privado, donde sólo se encuentran el Amo/a y el
sumiso/a, o bien de forma más o menos pública, donde se invita a amigos íntimos
dentro del mundillo BDSM para que tengan el honor de asistir a dicho evento. También
he podido asistir a formas de contrato públicos realizados en fiestas o encuentros
BDSM multitudinarios.
Como un pequeño ejemplo, transcribo aquí las palabras de una amiga sumisa que nos
cuenta como fue ese día tan especial en el que firmó su contrato de esclavitud:

“Recuerdo muy bien ese día. Estaba nerviosa, emocionada, ilusionada y sentía un
pánico atroz a meter la pata y provocar la más mínima decepción a mi Amo. Además
de mi Amo, lo firmé ante cinco testigos: dos Amos, un Ama y dos esclavas.
Antes lo hablamos, pero mi Amo dejó mucho a mi intuición, de cómo comportarme o
actuar.
Primero nos reunimos todos en el salón de su casa, siendo yo la encargada principal de
servir las copas con la ayuda de las otras dos esclavas. A una señal de mi Amo me dirigí
al baño. Me duché, me perfumé, me peiné, me maquillé, no tuve que depilarme
enteramente porque ya lo estaba, como es habitual desde el momento en que decidí
ser esclava de mi Señor. Lo importante para mí era presentarme lo más bella posible
para que mi Amo se sintiera orgulloso de mí.
Después fui a una habitación donde me puse unos zapatos de tacones altos, unas
muñequeras y unas tobilleras y, desnuda, y con la cabeza baja entré en el salón donde
estaban todos. Tengo que confesar que me temblaban las piernas y estaba echa un
manojo de nervios por la importancia y trascendencia del momento.
Me arrodillé, abriendo mis piernas, ante la mesa de té donde estaba mi contrato por
triplicado. Tomé el contrato y lo leí en voz alta. No sé si la voz me temblaba o no, pero
yo sí que temblaba. Tras leerlo en voz alta, cada uno de los presentes me hizo algunas
preguntas, tales como si estaba segura de firmarlo o si había algún detalle en el
contrato con el que tuviera dudas…
Todos parecíamos estar de acuerdo, así que firmé en las tres copias y de nuevo bajé mi
cabeza y posé mis manos abiertas sobre mis muslos, con las palmas hacia arriba, como
me había enseñado mi Amo.
Luego él leyó su parte del contrato y firmó, después fueron firmando los testigos.
Mi Amo me hizo levantarme y me puso mi collar metálico donde está grabado mi
nombre de esclava, tras lo cual besé los pies de todos los presentes en señal de gratitud
por apoyarme en ese momento.
A pesar de mi miedo y mi vergüenza no puedo describir el orgullo que sentí en ese día
tan especial para mí. Fue un día muy bonito, significativo e inolvidable. Tengo mi copia
del contrato guardada en un lugar muy especial”.

Esta pequeña reseña de cómo fue ese momento para mi amiga, muestra una forma de
firmar un contrato que podríamos llamar básica, ya que los hay con unos rituales muy
elaborados, como dije antes, dependiendo de la imaginación que se le quiera echar a
ese momento tan especial para todos.
Quiero resaltar que los contratos que voy a exponer a continuación en este apartado
serán simples ejemplos y que la elaboración y forma de un contrato es totalmente libre
entre las personas que lo firman.
Lo mismo puede ser extenso, donde se especifican las normas de comportamiento y
obediencia del sumiso/a hasta en el más mínimo detalle o bien reducido, donde con
sólo declarar el deseo de entregarse como esclavo/a ya es válido.
También la duración del contrato puede variar por un período limitado (una hora, un
día, una fin de semana, un mes, un año…) o sencillamente indefinido. En cualquier caso
son posibles todo tipo de contratos y cada uno de nosotros podemos elaborar el que
más se adapte a nuestras posibilidades, ganas de aderezar el juego y con la intensidad
de morbo con la que queramos cargarlo, ya que la elaboración de un contrato sobre
todo se elabora para ejercer un dominio psicológico sobre el esclavo/a e incluso como
una forma más de humillación y de placer compartido. La mente y el morbo son los
que realmente juegan.
Siempre es recomendable la elaboración de contratos, ya que añaden un vínculo entre
los participantes además de adornar la relación con un detalle implícitamente
excitante.
Lógicamente, los contratos se han de ajustar a los límites previamente pactados por
ambas partes con posibilidad de ampliación.
Y ahora aquí tienes unos contratos reales que he pedido a algunos amigos para que de
alguna forma te puedan servir de ejemplo o guía, pero recuerda que lo más importante
a la hora de elaborar un contrato es adaptarlo a tu personalidad y gusto y al de tu
pareja, y para eso nada tan importante como tu propia imaginación.

CONTRATO DE SUMISION Y PROPIEDAD 1

En……, a… de…… de…, y a cuantos efectos procediere, yo… (Nombre de la esclava),


declaro:

Primero.- Que libre y voluntariamente asumo la condición de esclavitud, ofreciéndome


y entregándome como esclava al Sr.…… para que por un período mínimo de doma de…
(Tiempo), prorrogable de común acuerdo, ejerza su poder y dominio sobre mí en la
forma y modo que se especifica y desprende del presente documento.

Segundo.- Esclava y propietario se comprometen mutuamente a guardar la máxima


discreción sobre sus relaciones, a no inmiscuirse en sus respectivas vidas privadas y a
respetar escrupulosamente los horarios convenidos.

Tercero.- La suscrita, en su condición de esclava, expresa formalmente por este


documento que pertenece por entero a su Amo, que este último podrá hacer con la
esclava lo que guste sin sobrepasar los límites establecidos y que cuando sea tratada
como esclava, deberá tolerar y admitir lo siguiente:
a) Soportar el trato vejatorio que por su Dueño se le imponga, al que deberá servir
como doméstica o criada si se le ordenase.
b) Aceptar, si ello complaciera a su Amo, ser cedida o compartida con quien su Amo
ordenase.
c) Ceder su cuerpo totalmente con el único fin de procurar placer al Amo, al que
pertenece en cuerpo y alma.
d) Que su cuerpo y su voluntad no le pertenecen, aceptando de una forma natural,
humillada y abierta, el dominio y las órdenes de su propietario.
e) Consentir en ser atada y amordazada para sufrir poco a poco una doma que
posibilite, con el transcurso del tiempo, una mejor entrega y placer para su propietario.
f) Soportar los insultos y cualquier tipo de humillación privada que se le imponga.
g) Admitir y resistir cualquier tipo de castigo que no produzca lesiones ni deje marcas
visibles o aparentes, salvo común acuerdo en algunos casos.
Cuarto.- Queda expresamente prohibido a la esclava:
a) Negarse o resistirse al dominio de su Amo.
b) Hablar sin ser preguntada.
c) Contestar sin anteponer o posponer las palabras “mi Amo”.
d) Oponerse a los deseos de su Amo.
e) Levantar la vista hacia su Amo o sostener su mirada, salvo deseo expreso de su Amo.
f) Desobedecer cualquier orden de su Amo.
g) Rechazar aquellos vestidos, prendas u objetos que durante los períodos de
sometimiento se le ordenase vestir.
h) No satisfacer todo lo especificado en el apartado décimo.

Quinto.- Transcurrido el período de doma, si se desease prorrogar el presente


documento, se redactaría un nuevo documento pudiendo variar sus condiciones.

Sexto.- Tal como ha sido especificado en la condición tercera, apartado b), la esclava
podrá ser cedida o compartida con cualquier persona. En este caso, la sierva deberá
consentir que se la ceda, entregue o comparta con cualquier tercero, sin distinción de
sexo, raza o ideología y recibir sus insultos, burlas, castigos y vejaciones con las mismas
facultades y limitaciones que se reseñan en este documento.
La esclava podrá “exigir” a su Amo que se la ciña una máscara que cubra su fisonomía
con el fin de ocultar su identidad, en caso de que la entrega supusiese un riesgo de ser
reconocida, evitando de esta forma posibles indiscreciones.

Séptimo.- Pese a que el estado de esclavitud se asume desde el día de hoy, finalizada la
doma y en caso de que se prorrogara este contrato y/o se practicara el marcado de la
sierva, debe entenderse que la misma pasa a un mayor estado y situación de
esclavitud.
En el caso de que la esclava aceptase ser marcada, debería comprometerse a ser
marcada en la zona del pubis o entre los muslos, con una pequeña señal que facilite su
identificación y le recuerde su entrega. Dicha señal no superará en ningún caso las
dimensiones estrictamente necesarias y se aplicará mediante la aplicación directa de
un hierro al rojo en dicha parte del cuerpo de la esclava o bien un tatuaje o el anillado
de sus labios vaginales, donde se colgará una placa con el nombre de su Amo.

Octavo.- El marcado conferiría al propietario la facultad de vender los derechos sobre


su sierva a cualquier persona, la cual se subrogará a los mismos, con total
independencia de la voluntad de la esclava, quien deberá aceptar, ineludiblemente, tal
transmisión, entregándose con presteza y sumisión a su nuevo propietario, que
aceptará todas las condiciones de este contrato respecto al trato de la esclava.

Noveno.- En el mismo período de doma, el propietario impondrá nombre a la esclava,


único con el que será llamada y con el que deberá responder durante los períodos de
sumisión. Además, el propietario intentará humillar constantemente a su sierva, a la
que considerará como un animal u objeto de su propiedad y para el que no tendrá más
consideración que el respeto escrupuloso del horario convenido y los límites
establecidos. Nada, absolutamente nada, estará prohibido al propietario, que podrá
escupir, orinar y defecar sobre la esclava, gobernarla a golpes de látigo, con su mano o
con el objeto que considerase oportuno e insultarla y vejarla privadamente sin
limitación alguna, sometiéndola a toda clase de humillaciones.
Décimo.- La esclava adoptará las siguientes formas de conducta:
a) Permanecerá siempre, sin excusa alguna, con su pubis, piernas y axilas
completamente depiladas.
b) Estar completamente desnuda en interiores.
c) Por la calle, vestidos amplios, sueltos y ligeramente abiertos. Ocasionalmente puede
llevar medias y liguero, pero jamás pantys ni pantalones. Por supuesto, ningún tipo de
ropa interior. Levemente maquillada y perfumes suaves, con los ojos dirigidos al suelo y
una permanente expresión de disponibilidad, sin un mal gesto y siempre accesible.
d) Nada le pertenece. El dolor es su única compañía. Tomará el hábito de dar placer y
asumirá la entrega con total abandono de sí misma.
e) Sufrirá una sucesiva despersonalización erótica, no siendo más que un objeto o
animal al servicio de su Amo.

Undécimo.- La esclava debe aceptar todos los castigos que estén relacionados con el
siguiente plan de doma:
a) Depilación genital completa y posterior rociado con alcohol o colonia.
b) Exhibición semidesnuda y provocativa en lugares públicos donde no pueda ser
fácilmente reconocida.
c) Flagelación, marcando pechos, nalgas, espalda, pubis, parte interior de los muslos,
planta de pies y manos…
d) Inmovilización por ataduras y privación de vista, oído y habla con capucha.
e) Humillaciones en sitios corrientes como portales, W. C. , cines o incluso en el
campo…
f) Aprisionamiento de pezones y clítoris. Pinzas y pellizcos.
g) Sodomización e introducción de objetos con más o menos brusquedad en vagina y
ano.
h) Suspensión con cadena o soga por los pies, brazos, en aspa, sobre muebles, atada a
columnas o árboles…
i) Todo tipo de ataduras y bondage.
j) Aplicación de hielo y cera líquida entre los muslos, pechos, ano, espalda, vagina…
k) Inserción semifija de objetos molestos para uso cotidiano y vejatorio. Alfileres,
consoladores…
l) Cinturón de castidad.
m) Enemas, lluvia dorada, beso negro, uso como W. C…
n) Collar de perro permanente con candado, recogiendo todo a cuatro patas y
haciendo las necesidades delante del Amo y terceras personas…

Duodécimo.- En prueba de conformidad, Amo y esclava firman y suscriben el presente


documento, por medio del cual la esclava reconoce que pertenece enteramente a su
Amo y este último la acepta como sierva y esclava.

Firma del Amo.


Firma de la esclava.
-----------------------

Este tipo de contrato es bastante completo y de un nivel alto. Aún puede ser más
completo, todo lo que quieran las partes, incluyendo aún más cláusulas para elevar el
morbo de la redacción, aceptación y firma del contrato. Ahora te muestro otro tipo,
esta vez para un esclavo, menos concreto pero de un nivel también alto.

CONTRATO DE SUMISION Y PROPIEDAD 2

Yo,… (Nombre del esclavo), En pleno uso de mis facultades físicas y mentales, acepto
ser esclavo en el más profundo y absoluto sentido de mi Señora… (Nombre del Ama).
Este contrato surtirá efecto desde el mismo momento en que se firme por los
interesados y sólo será rescindido de mutuo acuerdo por ambas partes.
Desde ese momento, cesaré de tener ningún derecho, sólo el deber de ser un
verdadero esclavo para con mi Ama y Señora. Pido desde ahora, a mi futura Ama,
convertirme en un verdadero esclavo, transformarme en un esclavo, ser un esclavo…
Dejo a mi Ama el duro papel de esclavizarme completamente, de modo total e
irreversible.
Sin limitación alguna, dejo a mi Ama carta blanca acerca de los métodos, disciplina,
técnicas, castigos corporales y sicológicos… para hacer de mí un auténtico esclavo, el
suyo. La única demanda por mi parte, es que mi Ama respete mi vida privada.
No habrá por mi parte, ninguna pretensión, demanda de dinero o protesta contra ella.
No podré nunca romper este contrato de esclavitud, esa posibilidad será solamente
suya y deberé mantenerme bajo su dominio todo el tiempo y hasta que ella quiera.
En su calidad de Ama, podrá, a su gusto, someterme a otras personas y deberé
obedecerles y servirles como a ella misma, siendo por ellos maltratado y humillado,
introduciéndome cada vez más en mi realidad de esclavo.
Mi Ama podrá o no tener en cuenta mis exigencias y necesidades, ya que todo lo
pongo en sus manos. Por ello, pido a mi Ama que sobreponga su voluntad a la mía,
privándome de ella completamente, hasta hacer de mí un auténtico esclavo.
Por mi parte, lo pondré todo y facilitaré a mi Señora la ardua labor de esclavizarme,
sugiriéndole la mejor forma de someterme plenamente.
Después de haber firmado, mi único derecho será el de esforzarme seriamente y con
todas mis fuerzas en ser para mi Ama, tanto física como sicológicamente un buen
esclavo.
Firma de Señora.
Firma del esclavo.
-----------------------

CONTRATO DE SUMISION Y PROPIEDAD 3

Ya hemos visto dos ejemplos, pero no quería dejar pasar el presentarte otro contrato
más. Este es el contrato base de la Comunidad del Cuero norteamericana y es otro
ejemplo más de la forma de redacción de este imprescindible documento en una
relación BDSM.

- Yo,…… (Nombre de la esclava) siendo conocida como esclava……, Acepto la


servidumbre de la esclavitud y consiento esta servidumbre, obligándome a mí misma a
entregarme a Mistress…… (Nombre del Ama), Quien de aquí en adelante será mi
propietaria.
Con este contrato yo entrego mi cuerpo, mente y alma a la disposición de mi
propietaria y haciendo además promesa de obediencia y llevar a cabo todas sus
órdenes y otras obligaciones a la completa satisfacción de Mistress……
Yo, gustosamente, por la duración de este contrato, procedo y entrego toda mi libertad
personal y libertades. Y me considero a mí misma propiedad de Mistress……
Este contrato expira en…… o según el capricho y antojo de la propietaria. Fecha y firma
de la esclava.

- Yo, por la presente, acepto a la esclava…… como mi personal propiedad con todas las
obligaciones y responsabilidades inherentes a esta aceptación.
Fecha y firma de la propietaria.

Firma del testigo 1.


Firma del testigo 2.
Sello Oficial de la Comunidad del Cuero.
-----------------------

Aquí he planteado tres ejemplos de posibles contratos de sumisión y propiedad, pero


insisto, pueden darse una multitud y una variedad amplísima de contratos, tanto como
personas practicantes del BDSM existen. La única limitación es tú imaginación,
empléala.

EL ARTE DEL SPANKING


Entramos de lleno en el apartado de disciplinas BDSM y comenzaré con una de las
principales. El spanking tiene vida propia dentro del BDSM, pudiendo encontrar
aficionados que no practican ninguna otra disciplina o si lo hacen es de forma
soslayada. Quiero dividir este informe sobre spanking en tres partes, una primera
donde lo explico de forma general, una segunda donde defino específicamente el uso
del látigo o gato de nueve colas y una tercera en el uso concreto de la vara en el
spanking.
Advierto que al dividirlo en tres secciones independientes ocurrirá que algunos
comentarios o párrafos aparezcan repetidos, sobre todo en la cuestión de seguridad,
pero no está de más recalcar algunos puntos.
Pero antes de entrar en materia “técnica”, te dejo con un relato ilustrativo sobre
spanking, más adelante seguimos, que lo disfrutes.

“LA LETRA CON SANGRE ENTRA

Blanca, Ana y Lucía se estaban aburriendo de lo lindo en la clase de Derecho Civil del
profesor Cevallos. Las tres estaban sentadas al final de la clase, junto a la salida,
intercambiándose notitas obscenas, muecas y expresiones de desmayo y bostezos.
Ansiosas, miraban el reloj. Las tres tenían el mismo pensamiento en mente, cómo
escapar de aquella insoportable y aburrida perorata. Blanca era alta, esbelta, piel
tostada y pelo de ébano. Miró el reloj de nuevo…
- Parece que esto no va a acabar en la vida -susurró a Ana que se sentaba a su
izquierda. Ana suspiró y agitó su pelo rizado teñido de rojo cobrizo:
- ¿Qué hora es? -preguntó a Lucía.
- Cinco minutos más que la última vez que preguntaste -contestó Lucía al tiempo que
miraba displicente al profesor. Lucía se sentaba a la derecha de Blanca y tenía piel
pálida y pelo castaño. Las tres chicas continuaron cuchicheando y lanzando ligeras
risitas y descarados bostezos.
- Por favor, señoritas… -La voz del profesor las sobresaltó y lo buscaron con la mirada-
¿Les gustaría añadir algo a la conferencia que estoy dando, señoritas?
Las tres bajaron la mirada con rubor creciente en sus rostros. El profesor hizo una
pausa de varios segundos más, esperando, y retomó su charla. La pinta del profesor
Cevallos era el verdadero estereotipo del profesor académico, anticuado y pulcro, con
traje gris, barba y pesadas gafas. Las chicas estuvieron calladas y atentas por unos
minutos, hasta que Blanca le pasó una nota a Ana y ésta se la pasó a Lucía, que se
mordió el labio mientras leía afirmando con la cabeza.
La nota decía: “Nos vamos de aquí ¡YA!”. Con mucho cuidado y sin hacer ruido las tres
recogieron sus carpetas y aprovechando que el profesor estaba escribiendo algo en la
pizarra, las tres, agazapadas y con sigilo, abandonaron el aula por la puerta próxima.
¡Se fugaron de clase! Las tres retuvieron sus risas hasta que estuvieron fuera del
edificio y entonces estallaron de júbilo. “Lo hicimos, lo conseguimos, nadie se ha dado
cuenta, somos las mejores…”, fueron algunas frases que lanzaron entre risas. Entonces,
Ana, la más sensata, dijo susurrante:
- Me parece que nos hemos metido en un lío -Blanca, despectivamente, le contestó:
- ¿Qué lío? ¿Qué problema? ¿Qué pueden hacernos, llamar a nuestros padres?
¿Mandarnos a la oficina del Decano? ¿Ponernos de rodillas en un rincón? Entérate
chica, esto no es el colegio, es la Universidad, ya somos adultas y nuestros días de ir a
ver al director del colegio se terminaron.
- Y además -recalcó Lucía risueña-, no somos las únicas que nos escapamos de clase,
aunque sí las que más.
- Supongo -pensó Ana- que tenéis razón, pero no sé, me siento culpable.
- Sé lo que quieres decir -replicó Blanca-, pero ¿qué es mejor, largarnos antes de clase o
quedarnos dormidas sobre la mesa aguantando al plasta de Cevallos?
Al día siguiente, en clase de Derecho Civil, el profesor Cevallos sorprendió a todos con
un examen improvisado sobre la conferencia que dio el día anterior. Veinte minutos
antes de que acabara la clase, recogió los exámenes y aduciendo que tenía asuntos
personales que atender en el Departamento, dio por terminada ésta, no sin antes
mandar algunos trabajos para el día siguiente.
- Señoritas García, Céspedes y Rivas, me gustaría hablar con vosotras antes de
marcharme -Ana, Blanca y Lucía intercambiaron miradas nerviosas, se encogieron de
hombros y se dirigieron hasta la mesa del profesor- Por favor, acompáñenme a mi
despacho.
Durante el corto trayecto hasta el despacho, las tres seguían mirándose unas a otras,
sabiendo que todas habían dejado el examen prácticamente en blanco y sospechando
que el profesor se había dado cuenta de su escapada del día anterior. Ya se esperaban
la típica bronca de que hay que tomarse el Derecho Civil muy en serio, que sus carreras
peligraban y cosas por el estilo. Era conocida la fama de hueso del profesor Cevallos en
la Facultad.
El profesor las invitó a pasar a su despacho y luego cerró con llave. Esto las sorprendió
y miraron con ojos expectantes al profesor, que con un gesto las invitó a tomar asiento.
- Su conducta de ayer fue penosa y poco académica, y sus exámenes son deplorables,
como era de esperar. Creo que no van a sacar esta materia adelante. ¿Ahora, qué
tienen que decirme?
Lucía bajó la cabeza, Ana se mordía el labio inferior y Blanca sostuvo la mirada del
profesor exactamente durante cinco segundos antes de suspirar y ponerse a mirar el
suelo, al tiempo que decía:
- Lo sentimos, don Evaristo -El profesor cabeceó pensativo…
- Muy bien, pero yo me pregunto: ¿de verdad estáis arrepentidas y sois sinceras? Esta
no es la primera vez que pasa, os he visto casi siempre pasándoos notas, susurrando y
riéndoos durante mis clases, sin atender para nada. Y aunque creáis que no me doy
cuenta, no es la primera vez que os escabullís de clase. Imagino que no aprobaréis el
curso y puedo también imaginar que os importa un comino sacar la carrera adelante
-El profesor hizo una pausa, esperó la reacción de las chicas y viendo que seguían en
silencio y con las cabezas bajas, continuó:- No lo sé, pero comprenderéis que estoy en
mi derecho de expulsaros definitivamente de mis clases y no tengo por qué examinaros
al final del semestre. Sin esta materia no pasaréis al siguiente curso, y por supuesto,
olvidaros de sacar la carrera.
- ¿Qué quiere que le diga? Ya le he dicho que lo sentimos.
- Pero eso de decir “lo sentimos” es demasiado fácil, además de que dudo de que seáis
sinceras. Bien, yo esperaba otra respuesta, como por ejemplo: “¿qué podemos hacer
para remediarlo?” Creo que es improbable que vuestra conducta cambie hasta que no
comprobéis las consecuencias negativas de vuestro comportamiento.
- ¿Y qué quiere usted decir, que nos va a castigar? -dijo Ana.
- Llámalo como quieras, pero más que castigo, yo lo llamaría disciplina. Y estoy en
disposición de administraros esa disciplina que os falta para que aprobéis mi materia,
claro que sería con vuestro permiso.
- Espere un momento -dijo Blanca- ¿qué quiere usted decir con eso de “con vuestro
permiso”?
- Muy sencillo, no haré nada sin vuestro permiso, al fin y al cabo ya sois adultas o eso
creéis.
- ¿De qué tipo de disciplina está usted hablando? -preguntó Lucía recordando los
comentarios que Blanca hizo sobre aquello de si las pondrían de rodillas en el rincón de
cara a la pared. Sin mediar palabra, el profesor abrió un cajón de su escritorio y sacó
una palmeta de madera y una vara. Tres pares de ojos femeninos y juveniles se
abrieron como platos y tres bocas se abrieron al unísono.
- Soy un ferviente defensor de la disciplina tradicional y de los castigos corporales como
forma de enderezar el mal comportamiento de los alumnos, y creo que a vosotras tres
os beneficiaría, sobre todo para subir nota. Habéis mostrado una falta de respeto
enorme hacia mí, la Universidad y hacia vuestros compañeros de clase. Me siento
decepcionado con vuestro trabajo. Y creo que de esta manera sería la única forma de
aprobar mi asignatura.
- Un momento -dijo Blanca poniéndose de pie-, ¿cree usted que nosotras le vamos a
dar permiso para que nos azote en el culo con eso? ¿Piensa que aún está en una de
esas escuelas antiguas?
- Muy bien señorita García, mañana notificaré al Decano su expulsión de mi clase y
prepárese para repetir, pero le recuerdo que el año que viene seguiré estando de
profesor titular de Derecho Civil. ¿Qué piensan ustedes, señoritas Céspedes y Rivas?
- No sé, Blanca -dijo Ana mirando a su compañera mientras comenzaba a temblar-,
necesito aprobar esta asignatura para licenciarme y haré lo que haga falta para pasar.
- Yo también -dijo Lucía mirando tímidamente al profesor.
- Bien, don Evaristo -dijo Blanca- ¿podemos discutir las tres solas este asunto?
- Por supuesto, os dejaré solas, tenéis diez minutos para discutirlo -El profesor Cevallos
se levantó, abrió la puerta y salió cerrando tras de sí.
- Este tío está enfermo -dijo Blanca indignada.
- Quizás, pero tiene razón, podría expulsarnos de clase y no tendríamos nada que decir
o hacer -dijo Lucía-, hemos metido la pata hasta el fondo.
- No sé, igual no es para tanto. Nunca me han dado en el culo, pero no creo que nos
muramos por eso y si encima este tío nos aprueba, por mí adelante, le podemos dar el
gusto de que nos azote si eso me hace pasar de curso -dijo Ana.
- ¿Pero estáis locas? -dijo Blanca furiosa, viendo cómo sus dos compañeras miraban al
suelo.
- Pero es que la culpa es nuestra, si no hubiéramos sido así, no estaríamos ahora aquí
discutiendo si dejamos que un profesor nos azote en el culo o no. Yo estoy de acuerdo
en aceptar el trato -dijo Lucía. Blanca, nerviosa, se mordía el labio y bajó la cabeza
como si la hubieran pillado haciendo algo malo.
- Sí, sé que es hasta justo, que la culpa es nuestra y desde luego si me expulsan de la
Universidad y no saco adelante la carrera con lo que está costando a mis padres, mi
madre sí que me daría una buena paliza.
- Es justo que nos azoten por faltar -dijo Ana-, además que no será tan malo, ya veréis,
y encima éste nos aprueba. Y con mis padres pasaría lo mismo y me da más miedo la
correa de mi padre. No creo que a nuestros padres les importe nuestra edad si
metemos la pata de esta manera, con lo que cuesta una carrera y que encima estemos
en otra ciudad.
- Mi madre me azotó una vez con una cuchara de madera cuando era niña y no fue tan
malo, me dolía cuando me sentaba -dijo Lucía riendo tímidamente. Blanca, aún reacia,
tuvo que reconocer que a ella también su padre la había azotado alguna que otra vez y
no quería contrariar a sus amigas, estaba aceptando los argumentos de sus dos amigas
y también pensaba, ya que no era para tanto, que si conseguían aprobar el curso, unos
azotitos en el culo era un trato bastante llevadero. Unos golpes en la puerta
anunciando la llegada del profesor las sobresaltó, poniéndose las tres de pie al unísono.
- Bien, señoritas, ¿han decidido ya? -Blanca habló primero con voz entrecortada e
indecisa…
- Señor Cevallos, yo he decidido… -su voz se convirtió en un susurro-, tiene mi permiso
para azotarme.
- Yo también le doy permiso -contestó Lucía. Ana asintió con la cabeza mirando
fijamente al suelo con los ojos entrecerrados.
- Muy bien, procedamos -El profesor se quitó la chaqueta y puso una de las sillas en
medio del despacho- ¿Quién va a ser la primera?
Las tres permanecieron en silencio, suspirando y mirando al suelo. El profesor tocó el
hombro de Lucía.
- Señorita Rivas, permítame comenzar por usted -El profesor se sentó en la silla-
Levántese la falda y póngase encima de mis rodillas -La cara de Lucía se tornó de un
rojo intenso, pero después de un momento, obedeció. Lucía se tumbó sobre el regazo
del profesor y abrió la boca sorprendida cuando éste le bajó las bragas. Ana y Blanca
no se lo podían creer.
- No, por favor, no me desnude, por favor…
-Señorita, con las bragas puestas no tendría sentido, en la piel desnuda el castigo es
más eficaz. Confío en que ésta será una lección que no olviden jamás. Bien, señorita
Rivas, ¿nos puede decir por qué está usted en esta situación?
- Yo, yo… yo hablaba en clase, me he fugado… de clase en varias ocasiones y… lo siento
profesor Cevallos, estoy muy arrepentida… -La voz de Lucía se rompió y comenzó a
sollozar.
- Señorita Rivas, siéntase libre de llorar o gritar lo que quiera, tengo comprobado que
mi despacho está insonorizado y ningún sonido saldrá de él. Señoritas García y
Céspedes, pueden ir bajando sus bragas y desnudándose.
Blanca y Ana estaban como anonadadas mirando el culo desnudo de su amiga, y casi
como robots se fueron quitando las bragas horrorizadas y fascinadas por la escena
surrealista que estaban viviendo.
- Señoritas, observen.
Alzó la mano y descargó un sonoro azote con su mano desnuda sobre el culo de Lucía,
que se estremeció entera. Otro golpe en la otra nalga la hizo gemir. Después de varios
azotes con la mano desnuda, cogió la palmeta. El primer golpe hizo gritar a Lucía
diciendo que aquello dolía mucho, pero el profesor siguió azotando con la palmeta.
Lucía daba puntapiés al aire gritando y llorando desconsoladoramente. El profesor no
descuidó los muslos de su alumna y éstos se tornaron rojos. Luego le ordenó levantarse
y apoyarse en la silla, se volvió y cogió la vara. El profesor anunció veinte azotes con la
vara. Los primeros azotes fueron terribles, el culo de Lucía se marcó con rapidez,
cruzándose su carmesí trasero con líneas bien marcadas y definidas. Intentaba guardar
la compostura pero no dejaba de gritar, llorar y patalear. Después de los veinte azotes,
la cara de Lucía estaba encharcada por sus lágrimas.
- Desnúdese, señorita Rivas.
La chica, entre lágrimas, obedeció. Luego, el profesor la tomó por una mano y la puso
en un rincón de cara a la pared. Lucía se sentía rota, humillada e incapaz de
desobedecer las órdenes de su profesor. El profesor se sentó en su mesa, como
descansando.
- La siguiente -Ninguna de las dos chicas se decidía a ser la próxima en ser azotada de
aquella manera tan salvaje. Así que el profesor se levantó y se sentó en la silla.- Bien,
señorita Céspedes, acérquese.
Ana parecía hipnotizada y avanzó hasta el profesor. Este la tomó de la mano y la llevó
hasta su regazo
- Bien, señorita Céspedes, ¿qué tiene usted que decir? -Ana ya estaba sollozando,
quería tirarse de rodillas y suplicar al profesor que no la azotara, que su padre ya la
había azotado y pudo comprobar que no servía para nada, pero sólo alcanzó a decir:
- Lo siento mucho… estoy muy arrepentida, nunca… volverá a pasar, nunca en la vida
volveré a hablar en su clase ni me escaparé, sé que me lo merezco, pero… -su voz se
acabó en un sollozo.
- Sí, se merecen esta azotaina. Usted y sus amigas han sido muy malas y todos
sabemos qué les pasa a las chicas malas. Y como su compañera, recibirá veinte azotes
con la mano, veinte con la palmeta y veinte con la vara.
Y levantó la mano azotando sin piedad. Ana rompió a llorar ruidosamente y sus pies
daban pataletas en el aire incontroladamente mientras el profesor no dejaba de
azotarla.
Luego cogió la palmeta y los gritos no cesaron durante los veinte azotes. Le ordenó
levantarse, le llegó la hora a la vara. Los gritos de Ana a cada azote de la vara eran
tremendos y las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas. Cuando el profesor
terminó con Ana, ésta se alzó y frotándose el culo, también fue conducida de cara a la
pared. El profesor admiró los dos culos completamente rojos y surcados por líneas
violáceas de color intenso y asintió satisfecho de su trabajo. Ana seguía sollozando de
cara a la pared frotándose su culo, extrañamente saboreaba el calor de sus nalgas y la
turbación de estar desnuda de cara a la pared.
- ¿Mi turno? -dijo Blanca queriendo parecer indiferente. Pero no dejaba de estar
asustada y fascinada imaginándose encima de las rodillas del profesor, gritando como
una niña pequeña.
- Sí, su turno señorita García, pero permítame preguntarle antes algo. ¿Es usted la
cabecilla de sus amigas?
- No sé qué quiere usted decir.
- Yo encontré la nota que ponía: “Nos vamos de aquí ¡YA!”, escrita con su letra, ¿fue
idea suya el fugarse de clase?
- Sí, fue idea mía -El profesor sonrió.
- Bien, creo que usted merece algo más especial, después de todo hay que reconocer la
jefatura.
- Muchas gracias por reconocerme como la jefa -dijo sarcásticamente Blanca.
- Muy bien, como responsable, señorita García, tengo que comunicarle que tiene un
verdadero problema y para solucionarlo he pensado algo especial. Sus amigas han
recibido en total sesenta azotes, usted recibirá noventa, de treinta en treinta.
- ¿Noventa…? -Blanca palideció, si con sesenta Lucía y Ana gritaban, lloraban,
pataleaban y se retorcían como crías, ¿cómo sería con noventa azotes?- No, por favor,
no…
- Sí, serán noventa, creo que usted se lo ha ganado a pulso.
El profesor cogió de la mano a Blanca y la condujo anonadada hasta su regazo y le dio
el primer azote con su mano, aunque había que reconocer que le dio con más ganas
que a las demás. Blanca gritó y pensó: “y aún quedan 89”. Rápidamente Blanca
empezó a suplicar mientras seguían cayéndole azotes uno detrás de otro.
- No, por favor, no siga, le prometo que seré buena, lo siento, no siga por favor… -El
profesor seguía azotando impertérrito.
- Señorita García, usted siempre ha tenido la oportunidad de ser una buena chica y no
lo ha sido, pero le aseguro que después del castigo usted se comportará como es
debido y no empujará a sus amigas a ser tan malas como usted -El profesor hizo una
pausa para coger la palmeta y continuó con el castigo- Usted es mala, pero no hay
nada como unos buenos azotes para enderezar el tronco doblado.
Las lágrimas goteaban del rostro de Blanca y no paraba de gritar y sollozar. El profesor
estaba zurrando a Blanca de lo lindo y con mucha fuerza por ser la jefa de aquella
banda de chicas malas, mucho más fuerte y duro que con sus compañeras. Blanca
seguía gritando y dando puntapiés, cuando el profesor paró de azotar con la palmeta.
La hizo ponerse en pie y Blanca, como cojeando y frotando sus nalgas, se apoyó en la
mesa sabiendo lo que le esperaba a continuación. Sus amigas volvieron la cabeza
mirando impresionadas el color entre rojo y púrpura del culo de Blanca. Ella no dejaba
de llorar y el profesor le dio unos minutos para que se recuperara antes de azotarla con
la vara. El primer azote la cogió desprevenida y dio un salto, llevándose las manos a su
culo, gritando y llorando. “A pesar de ser la jefa parece que aguantaba menos que sus
amigas”, pensó el profesor, que esperó hasta que Blanca de nuevo se apoyó en la mesa.
Los gritos y lloros de Blanca llenaban el despacho y no dejaba de frotarse el culo
cuando el profesor dio por terminado el duro correctivo. Blanca no dejaba de llorar
desconsolada e intentaba mirar su culo, viendo el resultado del impresionante castigo.
Su culo estaba hecho una pena, completamente rojo y con unas líneas violáceas que
difícilmente se irían en semanas. El profesor la condujo de cara a la pared junto con sus
amigas. El hombre se sentó un momento en su mesa a descansar mientras admiraba
los tres jóvenes traseros marcados cruelmente por su mano. El profesor sonreía
satisfecho. Las chicas se frotaban el culo al unísono intentando mitigar sin éxito la
quemazón de sus traseros. El profesor se acercó a ellas.
- Las manos a la cabeza, señoritas, nada de frotarse. -El profesor se dirigió a Lucía:
- ¿Cree usted, señorita Rivas, que podrá ser de nuevo una buena chica? ¿O al contrario
necesita usted un nuevo estímulo para llegar a serlo? -Lucía agitó su cabeza
rápidamente, negando:
- No, señor, no necesito nada más, seré buena… -El profesor respondió en tono como
fastidiado:
- ¿Y no cree usted que una buena chica y bien educada debe mostrar agradecimiento
por la disciplina que ha recibido?
- Muchas gracias, profesor Cevallos, muchas gracias… -estaba muy roja y su mirada
encontró la del profesor fugazmente, pero Lucía bajó su mirada más rápidamente aún.
El profesor dirigió entonces su atención hacia Ana.
- ¿Y usted, señorita Céspedes, qué tiene que decir? -En tono suave y susurrante, como
muy afligida, Ana le respondió:
- Lo sentimos mucho, profesor Cevallos, nosotras hemos metido la pata, pero no
volverá a ocurrir, se lo aseguro. Muchas gracias por su correctivo, señor… me lo
merecía.
- Buena disculpa, señorita Céspedes, la acepto, pero ¿cree usted que de ahora en
adelante usted será una buena chica? -Ana afirmó cabeceando exageradamente.
Luego el profesor se dirigió a Blanca.
- Y finalmente tenemos a la señorita García, la jefa del grupito. ¿Tiene usted algo que
decirme, jovencita?
Blanca respiró profundamente antes de contestar. Estaba avergonzada de estar
desnuda allí en aquel despacho, de haber sido zurrada de aquella manera y encima
pensando que se lo merecía y le seguía doliendo tanto el culo… pensaba que no se
podría sentar cómodamente en días.
- Sí, señor, tengo algo que decir. Yo he sido muy mala por hablar y escribir notas en su
clase, y empujar a mis amigas a ser malas y escaparse de clase, lo siento mucho,
profesor, le pido perdón, no volverá a ocurrir y le estoy muy agradecida por el
correctivo recibido. -El profesor sonrió satisfecho a las tres chicas.
- Muchas gracias por las disculpas, señoritas, las acepto y estoy seguro de que su
conducta en adelante será de las mejores. Son ustedes bienvenidas de nuevo a mi clase
-las chicas miraban al profesor con miedo-. Y en el futuro, cualquier problema que
tengan con mi asignatura o mi forma de dar las clases lo podremos discutir
tranquilamente en mi despacho.
El profesor, aún sonriendo, guardó la palmeta y la vara en un cajón que cerró con llave.
Las chicas se miraron preocupadas pensando en la posibilidad de tener que volver a
rendir cuentas con el profesor algún día. Este les dio libertad para dejar de estar de
cara a la pared y volver a ponerse sus ropas.
- Espero que no me estén engañando y sólo estén disimulando, y también espero que
no me den excusas para volver a disciplinarlas. En adelante quiero que vuestras notas
sean las mejores de mi clase y es más, de la Facultad y si no es así, nos volveremos a
ver aquí de nuevo para inculcarles disciplina hasta que consigamos enderezarlas por
completo y hacer de vosotras las mejores estudiantes de la Universidad y unas letradas
brillantes. -Las chicas se vistieron y el profesor abrió la puerta del despacho sonriente,
las chicas salieron y el profesor les dijo:
- Y recuerden, para mañana las lecciones 12 y 13 bien aprendidas. Ah y me gustaría
que cada una de ustedes escribiera un ensayo corto sobre la necesidad de atender en
clase, muchas gracias. -Las tres lo miraron antes de salir corriendo hasta el vestíbulo.
- Uf, el culo me sigue doliendo -dijo Lucía en un cuchicheo.
- ¿Tu culo te duele? Mira, a ti te dieron casi la mitad que a mí, así que no quieras saber
lo que es que te duela el culo, que a mí si que me duele de verdad, creo que no podré
sentarme en semanas -replicó Blanca frotándose el trasero bajo sus pantalones
vaqueros.
- Sí, a ti sí que te tiene que doler de verdad, jo -comentó Ana.
- Pero -dijo Lucía- ¿por qué hemos permitido que este tío nos dé esta paliza?
- Eso digo yo -comentó Blanca.
- Porque nos dimos cuenta de que lo necesitábamos -dijo Ana muy convencida-, yo me
siento mucho mejor, ya sabéis, menos culpable, incluso mejor conmigo misma.
Lucía y Blanca miraron a Ana fijamente, como imaginando que el comentario de Ana
hubiera sido de cachondeo. Pero no, era muy en serio. Finalmente dijo Lucía:
- La verdad es que yo también me siento mucho mejor, parece una tontería, pero es la
verdad.
- Sí, yo también -dijo Blanca-. Aunque me cueste reconocerlo, he de decir que me siento
muy bien, más relajada y me pregunto si no tendremos que probar de nuevo los
correctivos del profesor Cevallos.
Las tres se miraron sonriendo pícaramente, sopesando la posibilidad de futuros
castigos en el despacho del profesor. Los tres jóvenes culos ardían, quemaban, estaban
rojos y marcados y dolían, pero las tres chicas se sonreían ante la posibilidad de volver
a repetir la experiencia.
- Creo que va a ser un semestre muy interesante -dijo Lucía con una risilla de niña mala
escapando de sus labios. Sus amigas asintieron con la cabeza. ¡Ya está siendo un
semestre de lo más interesante!”

En este relato hemos visto una de las fantasías más habituales de los amantes de la
disciplina inglesa, junto con otras, como la criada torpe que es castigada por el señor, la
niña traviesa que necesita unos azotes de papá o bien por el puro placer de sentir o
propinar una buena azotaina”.
Y ahora entremos en materia…

¿QUÉ ES EL SPANKING?

El spanking es una de las disciplinas más extendidas y que más disfrutan sumisos y
dominantes, que consiste en azotar, preferentemente en las nalgas, aunque también se
puede aplicar en otras zonas del cuerpo como pueden ser muslos, la espalda, pechos,
planta de los pies…
Puede emplearse en su ejecución una gran variedad de objetos, desde la mano
desnuda, unas simples zapatillas, varas, látigos, paletas, fustas...
El vocablo spanking procede del inglés “spank”, que significa: azotar, y que su gerundio,
“spanking”, podemos traducirlo como azotaina.
Esta disciplina se presume que procede de las Islas Británicas, y hunde sus raíces
modernas en los castigos que infligían los profesores a sus alumnos, consistentes
normalmente (excepción hecha de tutores más imaginativos y sofisticados en sus
gustos) en azotar el trasero, bien con una vara, bien con un palmeta, y que aún hoy en
día (aunque bien es cierto que muy raramente) se utiliza, sobre todo en las escuelas
muy elitistas. Aunque aclaro que hasta los años 70 el parlamento británico no aprobó
una ley para prohibir los castigos físicos en los colegios.

¿CÓMO HACERLO?

En toda sesión de spanking es fundamental controlar el tiempo y el ritmo. El cerebro


humano tarda alrededor de veinte minutos en segregar endorfinas (una sustancia
analgésica natural de base opiácea), cuando es sometido a castigo, de forma que la
primera media hora de la sesión es crucial. Si logramos sostener el ánimo y el interés
del sumiso/a durante este tiempo, el resto de la escena se puede alargar enormemente
y el castigo podrá hacerse más fuerte, dependiendo del nivel del esclavo.
Lo habitual es empezar azotando con la mano, y una vez caliente la zona disciplinada,
pasar a utilizar un látigo corto o una palmeta, fustigando sin excesiva violencia. La
primera media hora debe emplearse de esta forma, tomándonosla como un
precalentamiento, y ejecutándola sin prisas.
Una vez sobrepasado este lapso, podemos cambiar a un látigo, fusta, o vara, u otro
instrumento más contundente, pues el sometido/a estará en condiciones de aceptar un
castigo de mayor dureza, gracias a la segregación de las endorfinas cerebrales de que
hablábamos antes.
Un guión perfecto sería el siguiente: comenzar con una palmeta (o con la misma mano,
mucho más personal y placentera), continuar con un cepillo del pelo de púas
(golpeando tanto con su parte plana como con la dotada de púas), y terminar con una
sesión de fusta o vara, siempre respetando los primeros veinte o treinta minutos de
calentamiento con castigo menos severo.
Este ejemplo es un castigo de lo más placentero y visual, tanto para el dominante como
para el dominado, pues se reúnen los puntitos que deja el cepillo sobre el trasero, con
el sonrojo que produce la palmeta y con las líneas violáceas de la fusta, o las profundas
marcas que puede dejar la vara, resultando un espectáculo digno de verse.

ELEGIR LAS ZONAS

Es importante, igualmente, determinar qué zonas azotar y cuáles están prohibidas. Por
prudencia, evitaremos azotar de la base del cuello hacia arriba (es decir la zona cervical
y toda la cabeza), la zona lumbar (riñones) y tendremos especial cuidado con la
prominencia del coxis, pues es muy fácil quebrar, fracturar o simplemente amoratar
este hueso, final de la columna vertebral. Evitaremos también las rodillas, los tobillos,
los codos y muñecas, y en general todas las articulaciones, ya que pueden producirse
graves lesiones.
Como norma general, dedicaremos nuestra atención a las nalgas y los muslos. Estas
zonas son muy seguras, pues huesos y tendones están protegidos por abundante masa
muscular, y podemos emplearnos sobre ellos sin temor. El trasero aguanta casi todo,
siempre que seamos cuidadosos con el castigo, y los muslos lo mismo, aunque
debemos tener precaución con su parte interna, más sensible, aunque no deja de ser
azotable.
Otras zonas a azotar, pueden ser la espalda (ideal para el uso del látigo o gato de nueve
colas), los pechos o las plantas de los pies, teniendo cuidado con los dedos siempre
más proclives a sufrir daños.
Siguiendo estas normas, podemos tener largas y placenteras sesiones de spanking sin
tropiezos.

INSTRUMENTOS

En el spanking, podemos usar multitud de objetos. Revisemos los más comunes y su


aplicación:

- MANO DESNUDA: Simple, eficaz y precisa. En contra, el cansancio y agotamiento que


puede producir al amo/a, aparte del dolor que pueda causar a éste con el tiempo de
azote. Una opción es usar guantes, ya sean normales de cuero o de castigo, como
pueden ser guantes con algunos elementos protuberantes o punzantes sobre la zona
de la palma de la mano.

- CINTURONES: Es una de las primeras piezas del equipo BDSM del principiante. Son
difíciles de controlar, son dolorosos y un golpe muy fuerte es poco tolerable. Debes
tener cuidado con la hebilla. El cinturón deja unas tiras rojas en la piel con su forma,
que pueden durar algunos días y pueden llegar a ser amoratadas dependiendo de la
fuerza con la que se emplee.

- PALAS: Podemos usar las típicas de ping-pong, son fáciles de controlar y distribuyen el
impacto sobre una zona de gran amplitud. Recomendables para azotainas largas y
severas. Puedes adquirirlas en cualquier tienda de juguetes o material deportivo.
Suelen dejar el trasero bastante rojizo y en muchas ocasiones incluso amoratado, con
grandes cardenales, dejando un efecto realmente impresionante aunque sin muchos
problemas físicos, es más aparatoso que otra cosa, como siempre, dependiendo del
castigo.
- PALMETAS: Igual a la pala, pero pueden estar forradas de cuero y a veces son
alargadas. Son muy flexibles y fáciles de controlar y resulta la mejor herramienta de
calentamiento, aunque a la vez bastante dolorosas. La sensación de su golpe, el sonido
que producen, resultan de lo más placentero. Puedes encontrarlas en comercios
especializados.

- CEPILLO DEL PELO: Instrumento no demasiado frecuente, aunque en el cine se ha


utilizado con asiduidad, en plan de broma y a veces no tanto (hemos podido observar
su uso en más de una ocasión en películas comerciales). Utilizable en sus dos caras,
muy recomendable es la de púas. Abstente de utilizar las metálicas, a no ser que lleven
protección, preferentemente vale el que las tiene de plástico y que en su base lleva un
acolchamiento de goma. El dolor es agudo dependiendo lógicamente de la fuerza con
la que se emplee, pero desaparece con rapidez. Su sonido es característico y desde
luego es un instrumento que recomendamos usar.

- GATO DE NUEVE COLAS: Es un látigo de mango rígido que, como su propio nombre
indica, consta de varias trallas planas o trenzadas (las colas). En contra de la creencia
popular, no tienen porqué ser nueve (normalmente tienen más, y los hay hasta con
más de cincuenta). Los más recomendables son los de trallas planas, pues se desplazan
más despacio por el aire y aterrizan con menor brusquedad. El grosor de las trallas
también influye en la calidad del castigo: cuanto más finas sean las de tu látigo, más
dolorosas serán. Aunque en el próximo capítulo se comentaran con más amplitud,
veamos ahora lo más básico.
En función de la longitud de las trallas, podemos distinguir tres tipos diferentes:

- Trallas o tiras de 60 a 80 cms.: está indicado para castigo corporal en general,


resultando difícil de manejar y precisando mucha práctica para garantizar un uso
correcto.

- Trallas de 40 a 60 cms.: está indicado para castigos más precisos y localizados, como el
de pechos, muslos o trasero. Es más fácil de controlar que el anterior invirtiendo algo
de paciencia y dedicación.
- Trallas de 20 a 40 cms.: especialmente indicado para los castigos que necesitan de
una precisión y control máximos, como son los castigos genitales. Es el más fácil de
controlar de todos, dada su escasa longitud de tralla.

A la hora de adquirir un gato de nueve colas, hay que prestar gran atención al material
de que esté hecho (siempre que quieras evitar sorpresas desagradables después).
Existen en el mercado algunos de plástico o skay, ¡recházalos taxativamente! Aparte de
que no sirven para nada (pues no producen casi ni malestar), son muy frágiles y
comprobarás que irán perdiendo trallas incluso con un uso no muy exigente.
Lo ideal es elegir uno de cuero auténtico, dotado de trallas que vayan de 1 a 3 mm. de
grosor; su coste rebasará al de imitación de plástico, pero te verás retribuido por un
excelente resultado y una larga duración. El uso y control correcto de los gatos exige
mucha práctica y esfuerzo, sobre todo por el juego de muñeca que exigen a su dueño, y
ten en cuenta a la hora de emplearlos que suelen dejar marcas aunque los emplees
con poca fuerza. Anímate a usarlos, pues a los sumisos/as les encanta la sensación del
golpe y su sonido característico, aguantando bien el dolor cuando son correctamente
usados.

- FUSTAS: Son fáciles de controlar y su sonido es realmente adorable, sobre todo el que
produce la lengüeta de cuero en que termina la fusta cuando surca el aire. Además,
con sólo ésta y un buen juego de muñecas (agitándola hacia los lados) procuras unos
azotes que precalientan la zona antes del golpe con el cuerpo de la fusta.
Además de azotar con la lengüeta, puedes hacerlo con todo el cuerpo de la fusta. Ten
en cuenta que las fustas están ideadas para ser usadas sobre animales de piel mucho
más gruesa que la nuestra, así que utilízala con precaución y sabiduría (las cuales
suelen venir de la mano de la experiencia y de una adecuada preparación).
La fusta suele dejar finas marcas rojas sobre la piel, que pueden tornarse violáceas.
Como de costumbre, lo referente a las marcas, dependerá de la intensidad del castigo
que apliques. Si tu esclavo/a la tolera (no siempre es así, resultando de todo punto
insoportable para muchos), entonces felicidades, disfrutadla sin reservas.
- VARAS: Realmente temidas por los esclavos, son el instrumento usado con
preferencia por los spankers de alto nivel (sobre esclavos/as también del mismo nivel,
como es obvio). A veces suelen usarse de bambú, aunque la tradicional es de rama de
abedul, y constituyen el más doloroso de los instrumentos de spanking. Aunque hay
que reconocer que cualquier rama, bien peladita de posibles protuberancias, nos viene
bien en un momento determinado antes de acudir a alguna de costoso material y
elaboración. Recuerda que cuanto más fina, más dolorosa.
Cuando la uses, debes tener en cuenta que los golpes han de ser espaciados, nunca
apresurados, pues hay que permitir al esclavo/a recuperar el aliento entre golpe y
golpe, además de sumirle en un estado de temor y nerviosismo e incluso de ansiedad,
en espera del nuevo golpe. Procura siempre administrarlo cuando el glúteo esté
relajado (con el músculo apretado suele ser mucho más doloroso, si lo haces acortarás
la duración de la sesión).
La doble marca característica de la vara es admirable, la piel se amorata rápidamente y
el resultado es espectacular, aunque pocos aguantan un castigo prolongado, que a
veces causa incluso la efusión de sangre al ser rasgada la piel. Recuerda desechar
siempre aquellas varas que presenten roturas, grietas o astillas, por el riesgo inherente
para la integridad de tu sumiso/a.

EL SPANKING Y LOS MEDIOS GRÁFICOS

Aunque siempre ha sido California Star la abanderada en materia videográfica en


cuanto a producciones especializadas en spanking (destacando muy especialmente sus
recopilaciones, denominadas Highlights), hay que mencionar asimismo las
realizaciones de Janus, que hacen especial hincapié en las chicas uniformadas y en
ambientes estudiantiles. Ambas destacan por el realismo y verismo de sus escenas.
Otro tipo de producciones, no exclusivamente especializadas en la disciplina inglesa,
también tocan el tema con asiduidad: debemos mencionar a las conocidas Slavesex,
Pain, Devot, y en alguna ocasión también Doma Club ha dedicado escenas a las
sesiones de vara.
Por lo que respecta a las publicaciones gráficas, es obligado mencionar a las ya clásicas
revistas británicas, como Kane, una de las mas veteranas y señeras, Janus, y su
hermana Februs, y todas las de la línea de la británica Blushes, como son New Blushes,
New Vixen, Uniform Girls, New Justice y Lettes to Blushes, entre las más conocidas.
Igualmente es de destacar que la firma LDL norteamericana que cuenta con dos
publicaciones principales: The Art of Spanking y Spanker’s Portfolio.
En especial, la empresa norteamericana SLV realiza vídeos de spanking de dominación
femenina bastante buenos, al igual que el sello británico Cruella.
Quiero resaltar la extrema dureza de las producciones Lupus, procedentes de Rusia,
con impresionantes sesiones de spanking sobre chicas bellas y jóvenes, usando grandes
medios decorativos y excelentes localizaciones. Actualmente desde Rusia están
llegando portentosas realizaciones especializadas en spanking como pueden ser las
productoras Elite Pain y Mood Productions, donde el nivel de castigo es de los más
elevados que se hayan podido ver, aparte de cuidar el decorado y un guión más o
menos verosímil, pero muy bien dirigido y con una excelente carga de morbo.
La empresa checa Rigid East está especializada también en spanking duro sobre chicas
y la afamada OWK en el spanking de extrema dureza sobre sumisos. Algunas de ellas
las puedes encontrar en tiendas especializadas bien surtidas, pero sobre todo en
Internet.

AL FINAL...

Ten siempre presente que, al término de una sesión en la que hayas practicado un
castigo severo, es conveniente desinfectar la zona golpeada con alcohol o un
desinfectante enérgico (Betadine o similares). De igual forma, también debes
desinfectar el instrumento de castigo en caso de haber dejado marcas con la vara o
fusta.
Este punto debe ser especialmente considerado, sobre todo si nuestro círculo de
partenaire es amplio: entonces la higiene y desinfección del equipo empleado se
convierte en una cuestión prioritaria, a fin de evitar la propagación de enfermedades
de transmisión sexual.
Espero que estas notas te sirvan para sacar mejor partido de tus sesiones de spanking,
haciendo que sean más largas y fructíferas.
Aunque me repita en algunos conceptos ya tratados aquí, como anuncié con
anterioridad, ahora vamos a centrarnos mucho más detalladamente en los
instrumentos más usados para la práctica de los azotes.

SPANKING CON LÁTIGOS

Llamamos látigo o gato de nueve colas a todo instrumento flexible dotado de varias
trallas hechas de cuero o materiales similares y destinados a ser utilizados sobre el
cuerpo humano. No voy a tratar sobre los látigos clásicos de una sola tralla o con trallas
trenzadas. Un látigo con trallas trenzadas es bastante parecido en numerosos aspectos
a los que trataré pero provoca una sensación bastante diferente, al igual que los látigos
que poseen nudos en los extremos de las trallas, de los que no hablaré.
Los látigos no son fáciles de encontrar, hay bastantes aficionados que se fabrican el
suyo propio de formas totalmente distintas. Algunos principios básicos sobre el diseño
de los látigos nos pueden ayudar a elegir el que mejor se adapte a nuestras
necesidades o gustos, dada la enorme cantidad de materiales que actualmente
podemos encontrar en el mercado.
Como norma general, sea cual sea la intensidad y fuerza que se emplee a la hora de
azotar, cuanto menor sea la superficie en la cual todo el impacto del azote esté
concentrado, mayor será el daño potencial que podamos causar. Podemos poner de
ejemplo el caso de un fakir que tumbado sobre una cama de pinchos que abarca casi la
totalidad de su espalda, ésta no es traspasada por los clavos, mientras que si lo hiciera
sólo con un clavo, el daño está asegurado. Cuanto más anchas sean las trallas, mayor
será el espacio en el cual impactan y menor su daño. Lo mismo ocurriría con la
cantidad de trallas que lleve el látigo. De lo que se deduce lo siguiente: con el mismo
material del cual esté hecho el látigo, las trallas finas hieren, las trallas anchas provocan
una sensación más suave. Además, cuantas más trallas tenga un látigo, más lentamente
se desplazan en el aire y cuanto más largas sean, más fuerza hay que imprimir y más
difícil será su control.
Los látigos con trallas cortas son útiles para practicar a muy corta distancia del
Sumiso/a o sobre una parte del cuerpo muy precisa y limitada. Los látigos clásicos
tienen entre 15 y 25 trallas, el doble suele dar una versión de látigo llamada Flogger.
Por razones de seguridad, las trallas deben estar firmemente sujetas y fijadas en el
extremo de la empuñadura del látigo, ya que es ahí donde el látigo soporta una mayor
deformación con el paso del tiempo y el uso.
La empuñadura del látigo no debe ser ni demasiado ancha ni demasiado fina, para
asegurar un buen agarre con la mano que nos daría un mayor control, seguridad y
precisión. Las empuñaduras cortas son las mejores para el control, las largas garantizan
el poder levantar mejor el brazo y propulsar las trallas con mayor fuerza e intensidad.
Más allá del largo, el ancho o cantidad de trallas, la característica más importante es el
material en que están fabricados.
Ahora veamos los diferentes tipos de materiales con los que podemos fabricar o
adquirir nuestro látigo o gato de nueve colas. Comentar que vamos a tratar materiales
poco usuales además del clásico cuero de bovino o caprino, que son los más
habituales,

MATERIALES

Los tres primeros tipos de material que vamos a tratar son la piel de vaca, ternera o
cabra, es decir, el cuero "estándar". No hay términos específicos para el corte o el
modo de curtido, pero se pueden clasificar por el peso y los tipos de cuero.

SUEDE: Forma parte de los tipos más ligeros, aunque poco flexible. Se podría decir que
es el cuero de grado medio. Su efecto es intenso, tanto por el tipo de látigo, como por
la sensación y el sonido que producen. Deja marcas en caso de azotes fuertes.

CUERO TOPGRAIN: Este tipo de cuero provoca en la piel sensaciones más dolorosas.
Disponibles en diferentes grosores, desde el cuero ligero para confección de moda,
hasta cuero más grueso utilizado para la fabricación de utensilios de monta.
CUERO CURTIDO CON ACEITE: cuero grueso, duro, menos flexible que los cueros
anteriores. La sensación resultante es dolorosa y las marcas casi aseguradas con un
mínimo de intensidad.

TEJIDOS: Podemos utilizar infinidad de tejidos y cada uno de ellos provocará


sensaciones distintas, desde la suave seda a la tela de franela, podemos fabricar látigos
muy sugerentes, sobre todo para utilizarlos como calentamiento de las diferentes
zonas del cuerpo y sin prácticamente peligro alguno, ya que el dolor será muy suave.
También la estética de la infinidad de colores a usar puede resultar muy llamativa e
interesante.

ANTE: Suave al tacto, poco doloroso, proporciona sobre todo sensaciones livianas y
poca cosa más, salvo que se azote con una dureza excepcional. Un látigo de piel de
ante puede ser utilizado durante muchísimo tiempo sin provocar un efecto visual
intenso sobre la piel del sumiso/a más allá de un enrojecimiento de la piel.

CUERDAS: Las hay de diferentes materiales y grosores y pueden proporcionar distintas


sensaciones. Puede procurar un efecto muy suave provocado por un barrido realizado
sólo por los extremos de las trallas, y otra sensación más fuerte impactando con la
totalidad de la tralla.

LATEX: Material flexible, pero que produce sensaciones bastante intensas, dejando
marcas rápidamente. También es ideal para los fetichistas del látex, tanto por su tacto
como por su característico olor.

CRIN DE CABALLO: Extremadamente doloroso y lacerante, las sensaciones que provoca


quedan solamente en la piel, no llegando a dañar tejidos internos, pero este látigo es
bastante irritante. El crin de caballo puede provocar cortes en la piel e incluso azotando
ligeramente provoca una sensación de quemazón intensa, hay que ser
extremadamente cuidadoso con este tipo de material en cuanto a higiene y fluidos
corporales. Decir que estos tipos de látigos, junto a los de piel de bisonte o alce, no son
fáciles de encontrar, aunque siempre nos queda Internet.
¿DÓNDE AZOTAR, DÓNDE NO?

Podemos distinguir dos tipos fundamentales de azotes con látigo como son: La
flagelación superficial, centrada sobre todo en el castigo que actúa sobre la piel, sin
implicar tejidos musculares más profundos y que desde luego no quiere decir que sea
menos dolorosa. Y la flagelación profunda, que puede ser más o menos dolorosa que la
anterior, pero que implica el llegar a golpear con más fuerza, hasta hacer sentir el
impacto a los músculos o tejidos internos.
Donde no se debe jamás azotar (por razones de seguridad obvias como comenté en el
apartado general sobre el spanking, ya avisé que me repetiría), a no ser leves barridos
con las trallas del látigo, es en la cara, el cuello, la cabeza, los dedos de manos y pies y
en general las articulaciones y tampoco debemos hacerlo sobre piel que esté en
proceso de cicatrización.
Podemos azotar ligeramente en los brazos, antebrazos, interior de los brazos, pecho,
zonas genitales (la piel es evidentemente más delicada y fina), la parte alta de las
nalgas cerca de la columna, las costillas que no estén protegidas por músculos.
Podemos azotar enérgicamente en las nalgas, la parte alta de la espalda a ambos lados
de la columna, los muslos, la parte baja de los hombros. Estas zonas están constituidas
por huesos anchos protegidos por músculos y una capa de grasa. Hay muy pocos
órganos sensibles debajo y esas zonas musculares aseguran una buena protección.

LA POSTURA

La postura del cuerpo condiciona la de la piel y los músculos. Cuando el sumiso está
inclinado hacia adelante, los músculos tensos no se hayan con el mismo espesor y
ofrecen una protección menor al impacto. Del mismo modo, si la piel está tensa,
reaccionará peor que si estuviese relajada. Azotar a un sumiso/a que está de pie sin
apoyo alguno puede provocar su inestabilidad e incluso que se caiga. Dicho esto, para
azotar espaldas o trasero, mejor si el sumiso/a se encuentra apoyado contra una pared,
columna o atado a una cruz de San Andrés, por ejemplo, de esta forma podemos
aplicarnos mucho más intensamente en el correctivo.
CÓMO

Estilos hay tantos como personas porten un látigo, pero cuanto más depurado sea el
estilo, el manejo y el juego de muñeca, menos nos cansaremos y mayor control del
azote tendremos.
Lo que voy a describir ahora es bastante más fácil entenderlo viéndolo que leyéndolo,
pero espero poder explicarme bien y que quede claro, cuento con tu intuición e
imaginación.

Diferentes tipos de movimientos:

1-Las trallas caen de plano, toda la energía desplegada impacta sobre un sólo lugar de
forma seca y precisa.

2-Las trallas hacen un movimiento de barrido, una parte de ellas llega a la piel y
continúa su trayectoria más allá de la zona de impacto. Se las puede entonces frenar o
parar, o hacer un movimiento elíptico para juntarlas de nuevo. Las trallas golpean y
salen en sentido inverso gracias a un movimiento de rotación rápida controlado por la
muñeca. Si es suficientemente rápido, es posible dar la impresión de un movimiento
continuo y entonces el tacto ligero y preciso puede dar al sumiso/a sensaciones
bastante agradables.

3. Las trallas se utilizan en sus extremos (a diferencia de los movimientos anteriores,


que las utilizan para que lleguen más o menos en toda su amplitud a la piel) para dar la
sensación de ser azotado sobre una parte de la piel más reducida y que provoca una
sensación más ligera y precisa de dolor.

4. Las trallas impactan todas a la vez sobre el cuerpo del sumiso/a en un movimiento
enérgico, dando el efecto de un impacto seco y duro más que de un simple barrido.
Nota: Dar un latigazo mal impulsado en un lugar inapropiado no debe ser jamás
tomado a la ligera, es algo serio. La flagelación puede llegar a ser un auténtico arte que
puede aprenderse con la observación y una práctica frecuente.

PRECISION

Las trallas de un látigo o gato de nueve colas cubren una zona más amplia que una
fusta y por esto son más difíciles de controlar. Los azotes pueden no llegar
acertadamente a la zona deseada si no se es cuidadoso con las trallas entre golpe y
golpe.
Las trallas pueden enredarse entre sí: con la mano libre, el torso o la pierna al final de
cada movimiento, de manera que hay que tener cuidado y control para evitar terminar
haciendo movimientos desordenados que quitarán precisión y efectividad al azote,
sobre todo también pensando en la estética de la escena, que del mismo modo tiene
su puntito de morbo, ya que cuando hay confianza, ya se sabe, hay cosas que no se
tienen en cuenta.
Podemos controlar, cogiendo las trallas con la mano libre después del golpe y
girándolas sobre sí mismas, haciendo esto el azote siguiente será más preciso, ya que
las trallas se juntarán. Con la práctica conseguiremos que un látigo de calidad cuyas
trallas unidas formen una especie de cilindro pueda llegar con precisión a una zona
determinada.
Alcanzar rítmicamente una parte del cuerpo que sobresalga garantiza una mayor
precisión. Las nalgas del sumiso/a apoyado en una cruz de San Andrés es un clásico. Un
balanceo del látigo alternado hacia cada lado del cuerpo puede llegar fácilmente al
lugar deseado, las nalgas, dejando la parte baja de la espalda y la parte alta de los
muslos intactos.

EL ENROLLAMIENTO

Si la parte del centro de las trallas llega antes a una parte del cuerpo del sumiso/a que
sobresale, las puntas de las trallas impactarán sobre una zona no deseada, o sí, a una
mayor velocidad que la prevista haciendo el golpe mucho más doloroso. Un ejemplo de
esto es que el centro de las trallas impacte en la zona de la cadera y que las puntas lo
hagan a la altura del vientre. Este tipo de movimiento se conoce con el nombre de
enrollamiento, algo que puede provocar azotes muy duros e involuntarios en zonas que
no estaban previstas que el látigo azotara. Hay que tener cuidado en caso de que no
sea intencionado por parte del dominante, que también puede ser, ya que esos
extremos de las trallas al golpear en esta forma que llamamos enrollamiento causan un
dolor lacerante, y desde luego unas marcas rojizas y abultamiento de la piel que
pueden resultar más que interesantes.

DURANTE UNA SESION

¿Con qué frecuencia azotar? Una media de 1 a 2 segundos entre azote y azote es una
buena cadencia. El alternar azote-descanso-azote permite que las sensaciones se
extiendan y este ritmo puede ser variado para producir otros efectos distintos. La
aceleración del ritmo y el tempo hacia el final de la sesión es muy común, lo cual es
una razón más para empezar con un ritmo regular y moderado, para ir controlando el
in crescendo de una escena.

SUBIDA PROGRESIVA DE LAS ENDORFINAS

De nuevo en este apartado repito un tema que comenté anteriormente, pero que es de
lo más interesante. Empieza despacio y ligeramente, colocando el látigo sobre la piel
del sumiso/a, las trallas en una mano y la empuñadura en la otra, desplazándolo
suavemente sobre la piel. Azotar suavemente con el extremo de las trallas utilizando
cada vez más trallas en un movimiento lento que se transforma poco a poco en vaivén
parcial y después en movimiento completo regular.
Varía la colocación de las trallas gradualmente, desplázate de arriba abajo describiendo
figuras regulares. Cuando pases a un látigo más duro, repite el proceso, lo ideal es que
aunque la fuerza aplicada en el azote aumente gradualmente, se permita al sumiso/a
sentir esa sensación de placer durante el desarrollo de la escena y que le hará desear y
pedir (los sumisos/as son muy pedigüeños) sentir y recibir azotes más fuertes y duros
cada vez.
Si conseguimos que el sumiso/a llegue a este momento de sensaciones donde el dolor
está plenamente mezclado con un intenso placer, sentirá un estado de completa
relajación, provocado por una parte por la confianza y por otra, por las reacciones
naturales del cuerpo que acrecienta poco a poco su receptividad a las sensaciones
producidas por los azotes, dejando en un segundo plano la sensación de dolor
propiamente dicha.
Ya he comentado anteriormente que está provocado por la secreción masiva de
endorfinas que neutralizan y sobrepasan el efecto producido por la sustancia M que es
el líquido que produce el dolor.
Las endorfinas actúan como un anestesiante natural y como un productor de placer
para mitigar ese dolor. El cuerpo normalmente tarda unos veinte minutos en producir
las endorfinas, aunque esto depende de cada uno y del grado de estímulo producido, y
esto depende mucho de la experiencia del dominante, que sea capaz de controlar el
ritmo de la sesión y el tempo en los azotes, cosa que no es fácil de conseguir y que se
adquiere con la práctica y el interés.

SENSACIONES FUERTES

Aquí el objetivo es llevar al sumiso/a más allá de una sensación confortable para llegar
a lo más cercano de su límite. Este tipo de sesión es para aquellos que buscan
sensaciones muy fuertes y para los que buscan el dolor en sí mismo. Empezando como
antes, cambiad la velocidad y la intensidad de los azotes, azotando más fuerte, siendo a
la vez menos previsibles. Azotad la parte alta y las nalgas de manera irregular, esto
impedirá al sumiso/a adaptarse a sus propias sensaciones.
Si cambias de instrumento, no lo hagas sutilmente, sino de manera que el sumiso/a
note a las claras el cambio, así como el aumento del nivel de castigo. La sorpresa es a
menudo mucho más eficaz que el simple aumento de la fuerza de los azotes.
Podemos hacer que los azotes tengan un impacto superior al de la flagelación simple si
usamos tapones para los oídos y vendamos los ojos, además de usar un bondage
apretado. Esto se debe a que el cuerpo al estar privado de parte de sus sentidos,
incrementa la sensibilidad en los demás. Si cortamos los sentidos de la vista y el oído,
aumentamos el del tacto y con ello la sensibilidad y las sensaciones en la piel.
La flagelación puede ser un acto de confianza y complicidad intenso, ya que Amo/a y
sumiso/a no están separados, sino unidos por el látigo. El saber hacer y la sensibilidad
son indispensables durante la sesión, tanto por parte del dominante como por el
sumiso.

SPANKING CON VARA

Entramos ahora en la tercera parte dedicada a las azotainas con el instrumento más
célebre de esta disciplina y el más usado en todos los tiempos por los aficionados al
sadomasoquismo en general y al spanking en particular.
Las varas siempre tuvieron una merecida fama al ser el arma del terror de la época
victoriana. Para la mayoría de los sumisos/as significan un castigo severo y para los
esclavos/as en búsqueda de sensaciones, una sobrecarga a nivel sensitivo. Si tenemos
paciencia y cuidado, las varas pueden ser utilizadas incluso de modo sensual.
Las varas ideales para el spanking suelen ser las de abedul, aunque para el caso nos
sirven de igual manera, la rígida de bambú o bien la rama de cualquier árbol o arbusto
que tengamos a mano, eso sí, limpiándola de sus posibles protuberancias o pequeñas
ramitas que nazcan de la misma. Eso sí, ten en cuenta que cuanto más fina más
lacerante será. Dependiendo de la rigidez, una buena vara hace que un golpe fuerte
sea intenso, a la vez que permite dar pequeños azotes con un control perfecto.
Además, un golpe ligero con una vara es fácil de dirigir a la zona deseada, al contrario
que un látigo flexible, que deriva y no acierta a una velocidad menor. En un juego
sensual los golpes suaves son más importantes que los golpes fuertes, todo es cuestión
de confianza, paciencia y habilidad.
En lo que concierne a la paciencia, no deberíamos empezar una sesión con vara de
buenas a primeras, utilizando previamente otros instrumentos de azote y graduando la
intensidad de la azotaina desde el principio.
TÉCNICAS

Una simple vara puede proporcionar un increíble abanico de sensaciones: un pequeño


golpe parado en seco justo antes del impacto aumentará la sensación de dolor sobre
ese punto concreto de la superficie de la piel, mientras que el mismo tipo de golpe
dado en la misma zona justo después del primero, dará una sensación de dolor más
profunda y penetrante.
La mayor intensidad del golpe es producida por el extremo de la vara, es esta parte la
que dejará una marca en un golpe fuerte, mientras que en un golpe ligero dará una
sensación relativamente dolorosa. Si el golpe es dado con la parte más cercana al puño,
la vara se mueve más lentamente y la sensación será más suave, aunque todo depende
de la intensidad del golpe. Esto permite mantener el ritmo y el ambiente mientras se
da un respiro a un sumiso/a que esté a punto de llegar a su límite.
El extremo de la vara puede ser usado sobre varios puntos que podrían ser pocos
accesibles con todo el largo de la vara. Los pequeños golpes con el extremo van bien en
la entrepierna, el interior de los muslos y también en las plantas de los pies. Recuerda
que un golpe duro y fuerte con una vara en lugares donde haya huesos o articulaciones
podría dañarlos. Pequeños golpes con el extremo de la vara son mucho más seguros y
son sentidos por el sumiso/a como un masaje gradual.

POSTURAS

Es conveniente y recomendable que la postura sea cómoda y efectiva, como puede ser
estar apoyado sobre el vientre. Podemos hacer que se tienda sobre una mesa, es muy
cómodo para ambos, las mesas para masajes son ideales, pero claro, pocos tenemos
este tipo de mesas o camillas a mano, así que si la que tienes en tu salón comedor es
resistente a según qué pesos y movimiento, úsala. Es recomendable usar una manta o
un simple cojín para que tu sumiso/a se apoye mientras está tendido, que aparte de la
comodidad, elevaría su trasero para una mejor exposición del mismo.
Una segunda elección es situar al sumiso/a al nivel del suelo, bien sobre una manta y si
lo tenemos a mano, un colchón o colchoneta, aunque en este caso sería algo incómodo
para el dominante, ya que tendría que sentarse al lado del sumiso/a para azotarlo o
bien estar de rodillas, ya que de pie los azotes con la vara no tendría la efectividad que
estando ambos partenaire a la misma altura.
También se puede situar al sumiso/a de rodillas, apoyado en una silla o bien inclinado
sobre el respaldo de la misma, ofreciéndonos una buena exposición del trasero, ideal
para el spanking con vara, sin duda esta es la postura ideal y más clásica para el castigo
con vara.
Ya sea sobre una mesa, en el suelo o sobre el respaldo de una silla, es necesario que
haya un espacio más o menos amplio a cada lado del sumiso/a, para así poder cambiar
de lado sin obstrucciones para usar la vara con comodidad.
Por un lado se puede azotar y por otro se puede acariciar. Así, cuando el sumiso/a
recibe el castigo, ya sea en los pies, piernas o nalgas, también se puede jugar con sus
genitales y zonas sensibles a caricias, procurándole un cierto placer y jugando con la
balanza de dolor/placer para intensificar sus sensaciones.
Determinadas posiciones, como por ejemplo que el sumiso/a esté inclinado en un
ángulo de 90 grados sobre una silla, puede ser más delicado, esto es por una razón
sencilla, la piel está más estirada y por lo tanto más sensible.
Otra razón para tener cuidado al situar al sumiso/a en esta postura es que el coxis
sobresale en dicha posición y un golpe de vara mal efectuado y calculado podría
dañarlo y causar una lesión dolorosa. Hay numerosos lugares placenteros en las nalgas
que son imposibles de tratar adecuadamente con una vara en posición inclinada.
Cuando el sumiso/a está derecho, una mayor parte del coxis está protegida por la piel.

TÉCNICAS

La mejor predisposición para llegar a que las endorfinas se liberen intensamente es que
el sumiso/a debe estar relajado, con confianza y sin poder anticipar el próximo golpe,
sino aceptándolo, sin estar tenso. Si vamos demasiado rápido o azotamos con
demasiada fuerza nada más comenzar la escena, el sumiso/a puede dejar de estar
relajado y concentrado dentro de su rol sumiso. Este estado de aceptación y de
confianza es esencial en el momento en que se está creando el ambiente propicio para
una placentera y duradera sesión de spanking con vara.
Para una sesión de spanking con vara, el dominante debe ir subiendo gradualmente el
nivel tan lentamente que prácticamente el sumiso/a no se dé cuenta de que el dolor va
yendo en aumento. Desde luego algunas personas se “calientan” antes que otras, subir
lentamente el nivel es una cosa, aburrir al sumiso/a es otra, todo tiene su medida y el
dominante debe estudiarla estando pendiente en todo momento a las reacciones de su
sumiso/a.
Como anteriormente comenté, el ritmo es muy importante para no romper el clímax
de la sesión ni hacer que decaiga la concentración del sumiso/a en su papel. Se
comienza habitualmente por unos azotes suaves, se va tanteando y explorando los
músculos de las nalgas y de las piernas, pendientes de sus reacciones, buscando los
puntos de tensión y dejando el tiempo necesario para relajarlos, creando así una
expectativa, un deseo, en espera del próximo azote.
A la vez que se dan golpes ligeros, deberíamos alternarlos con algunos más repentinos
e intensos. Con la práctica se puede llegar a hacer una sesión de spanking con vara muy
suave, alternando algunos azotes fuertes, esto supone un contraste sugerente y así
podemos conseguir que las endorfinas suban más rápidamente hasta llegar al clímax.
Es interesante también que el sumiso/a no pueda predecir la llegada del próximo azote,
así como su intensidad y fuerza, alternando golpes suaves, con otros secos, y otros
dados con rapidez uno detrás de otro.
Si con tu otra mano acaricias y tanteas las zonas azotadas esto te permitirá comprobar
la tensión o relajación de la zona, dándonos a conocer si debemos intensificar o
ralentizar los azotes.
Obviamente siempre contaremos con la contraseña de seguridad para saber si algo no
va bien, o contar a su vez con gestos donde el sumiso/a pueda expresarnos que desea
que el castigo sea más intenso.
Esta especie de calentamiento nos dará paso a azotes más fuertes e intensos en su
ritmo y energía. Las varas no suelen ser muy rígidas, así que un golpe fuerte puede
hacer que se doblen más de lo previsto y alcanzar de lleno una zona no deseada del
cuerpo del sumiso/a. Es frecuente cuando el dominante golpea con todas sus fuerzas
que se pierda parte del control sobre la zona donde se tiene previsto que impacte la
vara.
Comentar que usando la vara las marcas aparecen con mucha rapidez, pero son de lo
más gratas de ver y no sólo por la parte dominante. Esas marcas pueden durar días y
sirve de placentero recordatorio al sumiso/a de esa sesión tan deliciosa junto a su
Amo/a.
En los azotes enérgicos y prolongados con vara se puede llegar a rasgar la piel, con lo
que, además del moretón en la zona, puede haber profusión de sangre con más o
menos facilidad, tenlo en cuenta.
Quiero hacer hincapié en la higiene y sobre todo en la seguridad. Ante cualquier duda
puedes volver a repasar algunos apartados de este manual que trata más en
profundidad estos puntos. Como nota curiosa, añadir que en ocasiones, el sumiso/a
puede llegar al orgasmo en una escena de spanking con vara bien administrada.
EL ARTE DEL BONDAGE

Nos encontramos ante una de las disciplinas más importantes, podríamos decir que es
la reina del BDSM, ya que todos en mayor o menor medida hemos echado mano de las
cuerdas (con más o menos suerte) en nuestra sesiones.
Al igual que el spanking, el bondage tiene vida propia dentro del BDSM llegando a ser
en sí misma una disciplina totalmente independiente del resto, encontrándonos con
aficionados, ya sean dominantes o dominados, que no tientan ninguna otra en sus
sesiones de bondage.
Tengo que confesar que, personalmente, en materia de bondage mis conocimientos no
sólo son limitados, sino escandalosamente escasos. A pesar de que muchos amigos han
insistido en enseñarme este arte, por más que lo he intentado, siempre se me
escapaba la chica. Y es que ante un nudo soy un auténtico torpe, cosas de no haber
hecho la “mili” en la Marina.
Pero está claro que en un manual especializado en BDSM, sería un pecado de lesa
majestad no tratar con más o menos profundidad el bondage. Así que cuando llegó el
momento de encontrarme ante mi propio nudo Gordiano y que al igual que Alejandro
Magno, ya tenia preparada la espada para cortarlo ante mi inutilidad para deshacerlo,
un par de amigos expertos en bondage aparecieron para ilustrarme en cómo debería
plantear esta disciplina.
Como en el anterior apartado dedicado al spanking, el arte del bondage está dividido
en tres partes: el bondage, donde se tratará lo más básico que debemos conocer, el
bondage oriental o japonés, un arte milenario y el autobondage, un tabú dentro del
BDSM.
Y al igual que en el capitulo anterior, antes de entrar en “materia” comencemos con un
entretenido relato dedicado al bondage. Nos vemos unas páginas más adelante.

“LA INTRUSA
Tina aparcó su coche y caminó hacia la puerta de su apartamento situado en la planta
baja de un dúplex. La lluvia había cesado, todo el día lloviendo y con un cielo
completamente nublado la entristecía. Además había tenido un día de perros en el
trabajo, aunque ya había terminado y ella estaba mucho más alegre que de costumbre,
era viernes.
Ya estaba pensando y haciendo planes para salir esa noche con su mejor amiga, Susi,
mucho más que una amiga. Entró en su casa y cerró la puerta tras ella. Al entrar en el
salón, se dio cuenta de que la puerta que daba al pequeño jardín del apartamento
estaba entreabierta. Tina supuso que la había dejado cerrada, pero como salió tarde
para el trabajo esa mañana, podría haberla dejado abierta sin darse cuenta.
Miró a su alrededor y no echó nada en falta. Había tenido mucha suerte, nadie había
entrado, todo estaba en perfecto orden o eso pensaba en ese momento… Lorena oyó a
Tina entrar en el apartamento y rápidamente se escondió en el armario del dormitorio
donde estaba trasteando.
Lorena se había escapado de los Juzgados esa misma mañana cuando estaban viendo
su caso, tuvo la suerte de encontrar la puerta trasera de Tina abierta y decidió que
además de protegerse de la lluvia podría cambiarse de ropa y quitarse el horrible
chándal carcelario. Lo último que ella hubiera querido era encontrarse con la
propietaria del apartamento. Casi se podía oír su mente trabajando deprisa, intentando
encontrar un plan de escape.
Tina entró en la habitación y arrojó su bolso sobre la cama. Se acercó al espejo y
comenzó a mesar sus cabellos mojados por la lluvia. Tina era una mujer muy atractiva
y no le hacía ninguna gracia que su pelo hubiera perdido el estilado peinado de su
larga cabellera de color castaño. Quitándose el abrigo, decidió que lo mejor que podía
hacer era tomar un baño caliente para relajarse de un mal día, y prepararse para salir y
tener una noche loca. Abrió el armario esperando ver sus ropas, pero cuál fue su
sorpresa al encontrar a una extraña mujer mirándola fijamente y metida dentro de su
armario.
- ¡Qué demonios estás haciendo en mi armario! -grito Tina.
Lo siguiente de lo que se dio cuenta es que estaba peleando con una intrusa
desconocida. Lorena se aprovechó del efecto sorpresa, saltando del armario y
empujando a Tina sobre la cama. Después de una breve pelea, resultó rasgado el
vestido de Tina, dejando al descubierto sus enormes y bien formados pechos. Lorena
tenía ventaja e iba ganando la pelea. Consiguió poner los brazos de Tina sobre su
cabeza, agarrándolos fuertemente. Sin posibilidad de ayuda, Tina hizo lo único que
podía hacer, gritar. Lorena se dio cuenta de que los gritos podían ser un problema y
agarró los brazos de Tina con una mano, llevando su otra mano hasta la boca de Tina
para ahogar aquellos molestos gritos.
- ¡Cierra el pico y no te haré daño, joder!
Esto pareció no tener ningún efecto sobre Tina porque la lucha de ésta se volvió más
desesperada. Lorena cambió de posición y se propuso llevar el brazo derecho de Tina
hasta detrás de su espalda, tirando de él con fuerza. Tina gritó de dolor cuando Lorena
llevó su brazo a la espalda y la arrastró fuera de la cama. La llevó hacia la puerta de un
trastero. Rápidamente abrió la puerta de un tirón y Lorena se sorprendió al
encontrárselo repleto de un buen surtido de consoladores, lubricantes, zapatos, ropas
de extraños tejidos brillantes y varios rollos de cuerda.
Aprovechando la oportunidad, Lorena cogió uno de los rollos de cuerda y rápidamente
ató las manos de Tina a su espalda. Ésta continuó gritando y Lorena abrió un cajón en
el que se encontró algunos pañuelos de cuello, justo lo que estaba buscando. Lorena
cogió uno y lo introdujo en la boca de Tina silenciando sus gritos. Luego cogió un
segundo pañuelo y lo ató alrededor de su cabeza, atándolo a la nuca, para que el otro
no se saliera de su boca. Lorena la empujó hacia la cama y cortó varios trozos de
cuerda con unas tijeras que se encontraban junto a los rollos, asegurando bien a su
cautiva para que no se moviera.
Después de unos breves momentos, Tina se encontró totalmente atada y desvalida
sobre la cama. Lorena había atado sus tobillos juntos y colocado otra larga cuerda
alrededor de sus rodillas. Entonces, Lorena utilizó otro trozo de cuerda para atar juntos
sus codos, que al mismo tiempo forzaron hacia fuera sus generosos pechos.
Finalmente, utilizó un trozo de cuerda más largo para atar las muñecas y unirlas a sus
tobillos en un duro bondage. Tina forcejeó pero no fue capaz de zafarse de las
apretadas cuerdas. La mordaza acallaba sus llantos y sus súplicas. Los nudos estaban
muy apretados y era muy difícil para ella moverse mientras estuviera atada en esa
posición.
Tina no tenía ni idea de quién era aquella joven y atractiva mujer o porqué estaba en
su apartamento, pero una cosa era segura, la mujer era ahora la dueña de la situación
y Tina, extrañamente, se sentía excitada con ello. Lorena, rápidamente, se deshizo de
su vestimenta y estuvo hurgando en el armario de Tina buscando otra ropa que
ponerse. Ella pensaba que con el tiempo y con su lucha la chica conseguiría librarse de
sus ataduras, mientras ella podría coger las llaves de su coche y huir hacia la libertad…
Se sentía afortunada, las ropas de aquella chica eran más o menos de su misma talla.
Lorena había elegido un bonito vestido de seda azul y unas botas de cuero negro.
Cuando se calzó, decidió que antes de irse comprobaría las cuerdas para estar segura
de que los esfuerzos de Tina no conseguirían deshacer los nudos demasiado pronto.
Cuando estaba comprobando las ataduras de Tina, sin darse cuenta, se vio excitada por
la bella visión de la joven atada. Tina estaba tendida sobre la cama mirando fijamente
a Lorena. La cuerda blanca hacía un hermoso contraste resaltando sus negros zapatos
de tacón y sus medias negras con costura. Añadían una nueva dimensión a sus
perfectas piernas. Sus pechos casi se salían por completo del sujetador negro de Tina…
Ella los acarició. Con esos sentimientos por su prisionera invadiéndola, Lorena decidió
que tenía tiempo suficiente para relajarse un momento y satisfacerse. Se sentó en la
cama cerca de Tina y comenzó a acariciar el nylon que cubría sus perfectas piernas. La
suavidad de las medias combinada con las aspereza de las cuerdas, le creaba una
nueva sensación.
Con su líbido creciendo por momentos, Lorena desató una de las cuerdas relajando a
Tina de su duro bondage. Ella le dio la vuelta sobre su espalda, comenzando a
masajear sus pechos y sintió cómo los pezones de Tina crecían en la palma de su mano
por la excitación. Lorena supo entonces que su cautiva estaba comenzando a disfrutar
por la estimulación de sus caricias, y comenzó a mordisquear los duros pezones a
través del tejido del sujetador. Tina comenzó a gemir de placer, era el único sonido que
ella podía hacer con su boca amordazada.
Lentamente, Lorena levantó su nuevo vestido de seda azul, deslizó su mano dentro de
sus bragas y comenzó a masturbarse, introduciendo un par de dedos en el interior de
su vagina. Justo cuando ella comenzó a sentir un intenso placer y a disfrutar de estas
nuevas sensaciones, escuchó que alguien llamaba a la puerta de entrada del
apartamento. Se detuvo y rápidamente corrió hacia la puerta del dormitorio. La puerta
de la calle se abrió y entró una joven rubia que llamaba a Tina.
- Tina, soy Susi. ¿Dónde estás?
Lorena no podía creer su mala suerte. No había tiempo para salir por la ventana. Esa
mujer podría complicar las cosas si encontraba a Tina, pero la verdad es que no había
forma de esconderla. Lorena decidió que podría arreglar las cosas de la misma forma
que hizo con Tina. Cogió una larga cuerda y se ocultó de nuevo en el armario,
esperando sorprenderla. Susi miró en la cocina. “¿Dónde estará esta mujer?”, pensó.
Suponía que debería estar allí. Volvió a llamar a Tina y esta vez oyó gemidos
procedentes del dormitorio. Se dirigió hacia la habitación y se sorprendió al encontrar a
Tina completamente atada sobre la cama.
- Bueno, deberías haberme contado que antes de salir querías jugar primero. Si me
hubieras llamado habría llegado antes. Pero qué traviesa eres…
Susi no se dio cuenta de que la cabeza de Tina gesticulaba señalando hacia el armario y
tampoco se percató de que Lorena se aproximaba por su espalda con la cuerda
preparada en sus manos. Antes de que se diera cuenta, ya estaba en el suelo luchando
con Lorena. Susi tenía un tamaño similar al de Tina pero era mucho más fuerte. Lorena
se dio cuenta de que Susi era mucho más fuerte cuando le era de lo más difícil
controlarla en el suelo.
Rodaron por el suelo del pequeño dormitorio, hasta que Susi fue capaz de sujetar a
Lorena contra el suelo. Reaccionando rápidamente, Susi le arrancó la cuerda que
llevaba Lorena en sus manos y la enrolló sobre ella, atando sus manos con fuerza a la
espalda.
- ¡Déjame irme, puta! -gritó Lorena.
- Tranquila, querida, ese no es el vocabulario apropiado para una señorita -replicó Susi-
Tendré buen cuidado en adelante con esa sucia boca, ¡aprenderás a hablar
correctamente!
Con eso, Susi fue hacia el armario y abrió una caja. Rebuscó en su interior y sacó una
mordaza con una bola roja.
- Esto te hará aprender a hablar de manera mucho más apropiada para una señorita,
pequeña.
Susi introdujo la bola roja entre los labios de Lorena y la apretó en el interior de la
boca, asegurándola a su nuca fuertemente con su correa. Sacó varios trozos de cuerda
más y comenzó a atar los tobillos y las rodillas de Lorena. Ésta murmuró algunos
sonidos ininteligibles a través de la mordaza y luchaba duramente contra las ataduras.
Susi miró a Lorena…
- Eres una fiera, querida. Necesitas un poco más de cuerda para tranquilizarte.
Susi cogió una larga cuerda y sentó a Lorena. Con la cuerda, Susi rodeó sus tobillos y
continuó subiendo hasta atar la cuerda alrededor de su espalda. Ella pegó los brazos de
Lorena a su cuerpo atándolos y atrajo sus rodillas hacia su torso, convirtiéndola en una
bola. Susi dejó a Lorena en su lucha contra el bondage y dirigió su atención hacia Tina.
- Tina, estoy muy enfadada contigo. Jugando a nuestros juegos con una nueva amiga y
encima no me invitas… -dijo con severidad- Me temo que se te avecina un duro castigo.
Tina hizo varios intentos de hablar a través de la mordaza pero Susi ignoró sus súplicas.
- Murmura lo que te dé la gana, Tina, que ya me encargaré yo de que recibas un buen
castigo. ¿Cómo has podido hacerme esto?
Con esto, Susi sacó del armario otra caja un poco más grande y entre varios artilugios
de cuero buscó en su interior su fusta favorita de cuero negro. Susi se sentó sobre la
cama cerca de Tina y cogió la cuerda que estaba más cerca de ella. Ayudó a Tina a
sentarse y enlazó la cuerda con otra alrededor de su nuca. Con los dos extremos
anudados, Susi los ató a su vez alrededor de sus rodillas y los anudó juntos, haciendo
que la cabeza de Tina casi estuviera metida entre sus rodillas. Esto forzó a Tina a una
posición similar a la de Lorena, que continuaba luchando contra sus ataduras en el
suelo. Susi, entonces, ató a Tina por dentro de sus rodillas y dejó su firme culo
sobresaliendo. Susi se puso de pie sobre la cama y amenazando a Tina con la fusta le
dijo:
- ¿Cuántos azotes crees que mereces por esta ofensa, diez o veinte…? -preguntó con
sarcasmo. Tina gimió y luchó contra sus ataduras.
- ¡Ah!, ¿dices que treinta? Creo que es el castigo correcto que mereces.
Susi comenzó a descargar diez severos y duros golpes sobre el expuesto trasero de Tina.
Con cada fustazo, se oían los gritos ahogados de Tina a través de los pañuelos que la
amordazaban. Después de los primeros diez golpes, Susi le arrancó la falda, sus
caderas y su braguitas de encaje quedaron expuestas.
- Muy bonitas, estás pero que muy bien en esta posición.
Y comenzó a masajear el firme culo. Tina gimió otra vez, y Susi comenzó de nuevo a
golpear alternando los azotes con suaves caricias. Después de la segunda tanda de diez
fustazos, le bajó un poco las bragas y golpeó suavemente con la lengüeta de la fusta el
pubis de Tina, haciendo que se incrementaran sus lamentos. Lentamente, Susi bajó aún
más las bragas hasta la altura de sus muslos y comenzó a masajear sus labios
vaginales. De vez en cuando los dedos de Susi entraban en el caliente coño de Tina y
exploraban sus regiones más íntimas. Tina comenzó a contonearse y a respirar más
agitadamente, como si se le aproximara el clímax. Sintiendo su inminente orgasmo,
Susi dio a Tina sus últimos diez fustazos, llevando a ésta hacia un intenso y callado
orgasmo. Susi se giró ahora hacia Lorena, que estaba extremadamente caliente
después de disfrutar observando la escena de disciplina entre las dos chicas.
Susi liberó a Lorena de su mordaza y aflojó la atadura de sus tobillos. Esperando que
ella recibiera un tratamiento similar, Lorena no hizo nada por resistirse cuando Susi la
ayudó a incorporarse y a tenderse al lado de Tina. Susi levantó el vestido y retiró las
chorreantes bragas de Lorena, desató definitivamente sus tobillos y sus muslos. Volvió
hacia el cajón, sacó un vibrador y lo puso en marcha a una velocidad media. Ella se
tumbó junto a Lorena y comenzó a mover el vibrador alrededor de sus labios vaginales.
Gimiendo calladamente de placer, Lorena abrió las piernas para facilitar su entrada.
Susi introdujo el vibrador en el interior de su vagina bien lubricada por sus jugos. Tan
pronto como entró por completo, el vibrador fue sacado de repente e introducido de
golpe y sin miramientos en su estrecho culo. El grito de Lorena fue ahogado por la
mordaza de bola que de nuevo le colocó Susi, y comenzó a luchar contra su vicioso e
inesperado ataque por la puerta trasera. Susi mantenía el consolador dentro
moviéndolo un poco de dentro a fuera y comenzó a acariciar su mojado coño.
Ella empezó a chupar golosamente los jugos, que comenzaban a fluir exageradamente
del coño de su cautiva. Lorena gimió cuando las sensaciones producidas por el
consolador pasaron del dolor al placer y cuando la experta lengua de Susi recorrió su
coño por todos los rincones, centrándose en su clítoris, produciéndole numerosos
orgasmos. Había pasado mucho tiempo desde que ella sintiera algo tan bueno, fue
increíble. Ella nunca había encontrado este tipo de placer mientras estuvo en la cárcel.
Susi añadió a sus sensaciones los pellizcos que le daba en sus erectos pezones a través
de la tela de su vestido.
Tina comenzó a gemir, indicando que ella también quería alguna atención por parte de
Susi. Lentamente ésta se trasladó al lado de Tina y desató sus piernas. Comenzó a dar
suaves palmadas en el húmedo coño de Tina, mientras que con su mano izquierda, Susi
abría los labios vaginales y comenzaba a lamer recreándose dulcemente en lo que
hacía, al mismo tiempo que movía su mano derecha hacia su propio y húmedo coño,
comenzando a masturbarse. Cuando Tina y Susi llegaron a un explosivo orgasmo,
Lorena fue capaz de liberar sus manos de sus ataduras y desatar a su vez sus piernas.
Se sacó el vibrador de su dolorido culo y lo dejó a un lado. Cautelosamente dio un
rodeo y sorprendió a Susi agarrándola por sus brazos y forzándolos detrás de su
espalda. Lorena rápidamente ató sus manos y le arrancó la falda. Cogió la mordaza de
bola que la había silenciado y se la colocó a Susi. Ésta luchó, pero no fue capaz de
liberarse, estaba bien atada. Lorena miró a las dos mujeres y sonrió.
- Verdaderamente sois unas chicas muy divertidas, pero no tengo más remedio que
irme. Pero antes de hacerlo, me gustaría dejaros en una posición más cómoda.
Dicho esto, Lorena cogió el vibrador y lo colocó dentro del mojado coño de Susi y
cuando ésta lo tenía bien profundo, le sacó el consolador y se lo introdujo con fuerza
directamente en el culo, dando el mismo tratamiento que ella había recibido.
Rápidamente colocó a Susi en un bondage muy forzado en forma de bola y puso el
vibrador a su máxima potencia. Lorena se volvió hacia Tina y le colocó también un
bondage de lo más severo y apretado. Se quedó admirando su obra por unos instantes,
disfrutando del momento.
- Ha sido todo un placer, señoritas. Quién sabe, es posible que algún día volvamos a
encontrarnos, aunque no lo creo.
Se agachó sobre sus prisioneras y besó a ambas en los labios a través de las mordazas.
- Sí, ha sido todo un placer…
Y con estas palabras abandonó la casa, dejando a ambas chicas solas. Estuvieron
atadas durante varias horas, antes de conseguir desatarse mutuamente… Ambas, Susi
y Tina, encontraron esta experiencia como una de las mejores que habían vivido nunca
y esperaban que algún día Lorena regresara para volver a jugar juntas…”.
EL BONDAGE

¿QUÉ ES?

El bondage consiste en la inmovilización total o parcial del amante, esclavo/a o


compañero/a de juegos. Esta se realiza preferentemente con cuerdas, aunque también
es posible el uso de cualquier otro tipo de materiales u objetos apropiados para este
fin, como pueden ser correas, esposas, pañuelos…
Como comenté anteriormente, el bondage es una de las disciplinas más
independientes del BDSM. Con ello quiero decir que muchos de los que lo practican no
son adeptos a otras disciplinas BDSM.
El bondage puede realizarse dentro de un contexto sexual “convencional” o como
complemento de una de las sesiones de dominación más o menos dura. Entre estos
dos extremos cada cual puede hallar su nivel de dureza, técnica o ambientación.
Teniendo presente esta amplísima variedad de posibilidades, intentaré dar algunas
pistas sobre la idea del bondage que me atrevería a calificar como “clásica”. Esta
comienza de forma explícitamente sexual en los años 50, con las fotos y películas de
Irving Klaw y los dibujos de John Willie. Sus antecedentes en la ficción recreativa
pueden trenzarse fácilmente en los filmes de aventuras desde el mismo inicio del
séptimo arte (los villanos atan a las chicas a la vía del tren desde los tiempos del cine
mudo, por ejemplo).
Algo más atrás en el tiempo podemos encontrar algunas escenas en los folletines y
novelas góticas de los siglos XVIII Y XIX, pero poca cosa más. En este sentido, el
bondage es una disciplina relativamente reciente. Ni Sade ni Masoch les prestan
especial atención.
La explicación, según mi opinión, debemos buscarla en que el bondage es la
sublimación por antonomasia, la práctica más cerebral y estética, la menos “primaria”
de todas las que nos ofrece el BDSM. El bondage no consiste, a priori, en ejercer
violencia física o verbal sobre nuestra pareja, sino en convertirla en una obra de arte,
un cuadro viviente.
¿DE DÓNDE SURGE LA ATRACCIÓN POR EL BONDAGE?

Existe una interesante teoría, de origen freudiano, que postula que el hombre al que le
gustan mucho las mujeres y que por algún motivo (inseguridad real o subconsciente)
teme perderlas, desarrollando una necesidad inconsciente de atarlas para poder
disponer a placer de su belleza. En esta línea esta la mentalidad de “El coleccionista”,
de la novela y de la película del mismo título; un chico tímido y apocado, pero no
violento, que secuestra a su enamorada para estar junto a ella.
Otro argumento para explicar la fascinación del bondage es el atractivo que ejerce la
inmovilidad: en un mundo cambiante y frenético, poder inmovilizar a las personas y
escenas que nos gustan es un privilegio al alcance de pocos. A un nivel estrictamente
sexual, el sentido excitante de la indefensión provocada por las ataduras se añade a lo
puramente estético como factor de atracción.

¿CÓMO SE HACE?

En cuanto a los materiales, existe una gran variedad de maneras de ejercer el bondage.
La clásica, y para la mayoría la más estética, es mediante el uso de cuerdas. Éstas no
son preciso que sean especiales, de forma que no hace falta complicarse la vida a la
hora de comprarlas: en la mayoría de poblaciones existen comercios especializados en
cordelería (para persianas o similares, o en tiendas de deporte si buscas cuerdas de
escalada). Ten en cuenta que el diámetro debe ser lo suficientemente grande para no
cortar la circulación, y lo suficientemente pequeño para resultar manejable, una
medida que puede ir muy bien es entre seis y nueve milímetros. En cuanto al material
con el que está fabricada la cuerda, existen dos opciones básicas: algodón o nylon.

-La cuerda de algodón es la más apropiada para aquellos aficionados que disfrutan con
una atadura real y consistente, de la cual sea imposible escapar a la persona atada. Los
nudos en este tipo de cuerdas son muy sólidos, tanto que en ocasiones es más práctico
recurrir directamente a las tijeras una vez acabada la escena. Su precio suele ser más
económico que la de nylon.
-La cuerda de nylon es la más vistosa y manejable, y podemos encontrarla de distintos
colores y tramados. Por el contrario, se escurre con mayor facilidad y los nudos no son
tan sólidos. Resulta recomendable para los amantes del placer visual y estético del
bondage por encima de su autenticidad o rigor.

-La cadena aporta gran vistosidad y da unos resultados estéticos espectaculares. En


cualquier ferretería os la cortarán de la anchura y longitud que queráis. De forma
indicativa, prueba con eslabones de unos dos centímetros de grosor en trozos de
alrededor de un metro y medio de longitud. Para ceñirla sirven los típicos mosquetones
y también existen en el mercado unos candados pequeños perfectos para este fin.

-Los pañuelos requieren una maestría especial, pues el atar o sujetar no es su función
primaria. Por otro lado, cuesta encontrarlos de la longitud satisfactoria, aunque hay
quien hace verdaderas obras de arte con pañuelos de distintos colores, texturas y
formas.

Una opción que se puede considerar opuesta a lo que se entiende como bondage
tradicional, pero que esta muy de moda últimamente, es el uso del plástico de cocina.
Un material que podemos adquirir por rollos en cualquier supermercado y que se
prodiga mucho en imágenes y películas BDSM.
Sus ventajas son evidentes: es fácil de usar, no requiere una habilidad especial,
inmoviliza mucho más de lo que en principio pudiera parecer y es sumamente versátil,
es decir, puede adaptarse a las necesidades y gustos de cada cual. Destaca por su
capacidad de permitir agujeros y cortes para poner al descubierto cualquier parte del
cuerpo, pero no olvides que la persona en bondage mediante plástico suda muchísimo,
por lo que es preciso hacerle beber con regularidad para evitar cualquier peligro de
deshidratación.

TÉCNICAS BÁSICAS
Existen como mínimo tantas técnicas como materiales a utilizar, pero creo que, por su
dificultad y valor artístico, vale la pena concentrarse en las que rigen el manejo de las
cuerdas. Si tu eres marinero o estuviste en los scouts, sáltate esta parte del capítulo.
En realidad existen decenas de nudos y ataduras, pero intentaré explicar un método
muy sencillo y sumamente práctico, que te servirá igualmente para atar muñecas,
brazos, piernas, entrepierna…
Comenzaremos cortando la cuerda en trozos aproximadamente de metro y medio de
longitud, para muñecas y brazos. La longitud para las demás partes del cuerpo será
mayor y dependerá de las circunstancias de cada cual: complejidad de las ataduras que
proyectemos, si nos gustan más o menos anchas… Un poco de práctica con tu pareja
indicará rápidamente las medidas adecuadas.
Para atar muñecas, tobillos, rodillas y codos juntos, doblaremos un trozo de cuerda por
la mitad y daremos la vuelta con los dos cabos hasta pasarlo por debajo del punto en
que hemos doblado la cuerda, que deberá quedar sobre el resquicio que hay entre
ambas muñecas, codos, etc. Una vez que disponemos de este punto de anclaje, damos
la vuelta en sentido contrario siempre con los dos cabos juntos, este sistema nos
permite anudar el doble de rápido y evitar a la vez los cabos sueltos. Las diversas
vueltas de cuerda no deben nunca caer una encima de otra, sino quedar juntas unas a
otras. Cuando nos reste aproximadamente un palmo de cuerda de cada cabo, los
pasaremos bajo el punto de anclaje y daremos dos o tres vueltas a su alrededor en
sentido perpendicular a como lo hicimos anteriormente, para ceñir la atadura. Esto
puede hacerse con ambos cabos en paralelo y en el mismo sentido o siguiendo
sentidos opuestos, para terminar atando los dos cabos.
El sistema para atar muñecas por delante es el mismo que por detrás. Se aconseja atar
siempre ligeramente por encima de las articulaciones, no obstante no intentes
conseguir de buenas a primeras esas espectaculares ataduras codo con codo que
normalmente se pueden ver en fotos o vídeos, hay pocas personas cuya anatomía lo
soporten con comodidad, y es fácil, en cambio, obtener una postura incómoda que
corta la circulación. En principio deja un espacio razonable entre los codos y ve
comprobando los límites de tu pareja a medida que tu mismo te vas ejercitando en las
ataduras. Cuando tengas suficientes pruebas de la capacidad de uno y otro, adelante.
Cuando tengas a punto las ataduras de brazos (en este caso, por detrás), y piernas,
podrás poner a prueba a tu pareja en hogtied. Se la tumba boca abajo, en la cama, el
sofá… y se procede a unir la atadura de los tobillos con la de las muñecas. Por rápido y
práctico, es mejor hacerlo otra vez mediante el sistema de doble cuerda antes
detallado y ten en cuenta la precaución de no forzar más de la cuenta. Esta es una
postura no por ser básica, menos brillante.
Evidentemente, esto es sólo el comienzo, pero la distinta aplicación anatómica de la
técnica referida, te proporcionará una gran variedad de posibilidades de ataduras. En la
posición de pie o estirada, por ejemplo, la misma cuerda doblada nos permite atar
rápidamente la entrepierna, ciñendo la cuerda doblada por la mitad de la cintura,
situando el punto de anclaje un poco por debajo del ombligo, y pasando dos cabos por
entre los labios vaginales, para subir luego por detrás en busca de atarlos a las cuerdas
de la cintura.
Tema aparte lo constituyen las mordazas (de las que se tratará en un capítulo más
adelante). Las más prácticas son las de bola que se venden en tiendas especializadas,
aunque es mucho más interesante intentarlo uno mismo con tela o esparadrapo. Un
sistema muy habitual es colocar una pequeña bola de tela enrollada en la boca,
cerrarla y cubrirla con un pañuelo atado por detrás del cuello. No obstante no es un
método muy seguro, por la sensación de ahogo y la posible asfixia al introducir algo en
la boca. Así que la mejor opción es hace un nudo en el pañuelo, colocarlo en la boca y
atarlo por detrás. De todas formas asegúrate siempre que tu pareja respira con
facilidad.

¿CÓMO EMPEZAR?

Para iniciarte junto a tu pareja en el bondage, lo más aconsejable es comenzar con


ataduras y posturas simples que complementen vuestra actividad sexual. Ata a tu
pareja a la cama y hazle el amor, sin dejar de aprovechar el mobiliario: sillas, taburetes,
sofá, mesitas…
Ayuda bastante montarse una historia. Echando imaginación podéis divertiros jugando
a policía y ladrona, pirata y víctima… Más adelante podéis seguir con estos juegos o
plantearte una sesión de bondage en sí misma. En este caso, recuerda que la persona
que va a ser atada debe encontrarse cómoda, porque al verse relegada a una función
totalmente pasiva, puede que se canse, aburra o enfríe. Para remediarlo, es básica
poner una música adecuada, usar alguna que otra esencia relajante y tener en cuenta
que la temperatura ambiental ha de ser agradable.
A lo largo de la escena, una vez completa cada atadura o durante el mismo proceso no
dejes de acariciar a tu pareja de modo que siempre mantenga una cierta tensión sexual
y recuerda siempre que no tienes un paquete entre las manos.
Aunque no se haya adoptado roles, es recomendable hablar durante el proceso de
bondage. Describir lo que estás haciendo, lo que vas sintiendo… Es importante
mantener la comunicación y demostrar a tu pareja que no te olvidas de ella; puedes
incluso darle algo de beber para romper un poco la monotonía de estar mucho rato
atada o añadir algún que otro toque sensual. En todos los aspectos, hay que crear un
clima cálido, e manera que el bondage pase a ser algo tan natural como todo lo demás.
Ten siempre presente que la creación de una atmósfera acogedora es básica para tener
una sesión de bondage satisfactoria, no conseguiremos nada bueno de una chica atada
incómoda, dría o enfadada, y nunca olvides tener unas tijeras a mano por si acaso.

EL BONDAGE Y LOS MEDIOS GRÁFICOS

La cámara fotográfica es al bondager como el pincel al artista. No importa cuánto se


haya podido disfrutar de un bondage improvisado, nada como la inmortalización del
propio trabajo que una vez deshecho el nudo también se deshace de la memoria y la
constancia gráfica resulta imprescindible para recrear cuantas veces queramos nuestra
obra.
También podemos usar el soporte de vídeo, ya que actualmente la posibilidad para
ello, como teléfonos móviles o cámaras digitales con posibilidad de grabar escenas en
vídeo nos facilita bastante la cosa.
Hablando ya de medios comerciales, comentar que las películas de vídeos suelen ser
un tanto aburridas, ya que casi siempre sobra metraje, a no ser que se recurra a los
DVD’s de recopilación de las diferentes productoras especializadas en bondage o
también acudir a la infinidad de cortes de vídeos de bondage que podemos encontrar
en la red. No obstante te pueden servir las películas de bondage como forma de captar
ideas, trucos y posibles sensaciones.
Casi todos los vídeos y revistas sobre el tema se producen en California de la mano de
la productora editorial Harmony Concepts, quienes editan revistas como Bondage Life,
Bondage Parade o Bondage Gallery. Aunque hoy en día en notable decadencia, como
todas las revistas en papel, a causa de Internet, donde dicha productora ya tiene un
hueco notable, junto a otras muchas que no han dejado de aparecer tras el auge de la
red.
Vale la pena mencionar, por último, a un digno representante europeo del arte del
bondage, como es el artista italiano Franco Saudelli, creador del personaje La Bionda,
una bella detective futurista que en sus pesquisas ata y es atada con una frecuencia
pasmosa. Si no la conoces, búscala en tiendas especializadas en comics.
Y ahora tras este capítulo sobre el bondage en general, pasemos al estilo de bondage
más elaborado y famoso en la actualidad, el bondage japonés.

EL BONDAGE ORIENTAL

Vamos a hablar del las técnicas de bondage más elaboradas y más excitantes que
existen, así que veamos la información que más interesante considero respecto al
bondage oriental, tanto para no iniciados, como para expertos, que quieran recordar
algunas técnicas que hace tiempo que no practican.
Antes de empezar con las distintas figuras, me permitiré recordar dónde nos
encontramos en este viaje alrededor del mundo de las ataduras: el bondage japonés,
también conocido como Shibari, que en nipón significa literalmente amarrar o atar.
Después, hablaremos de técnicas de seguridad a tener en cuenta en el capítulo
dedicado al autobondage.
Podemos decir que el Shibari es un arte milenario en Japón, donde las cuerdas tienen
un simbolismo muy trascendental. Por cierto que la que normalmente se usa es la
cuerda de cáñamo, aunque aquí estemos más acostumbrados a las que tienen una
base de algodón.
Sin entrar en el argumento histórico y espiritual del Shibari o bondage japonés, quiero
comentar que su uso exclusivamente erótico y sobre todo dentro del BDSM, comenzó a
finales de los años 40 cuando al país del sol naciente llegaron el arte literario de Sade y
Masoch.
El Shibari puede tener un aspecto puramente sexual, sadomasoquista o sencillamente
estético. Este último recibe el nombre de Nawakesho, y que define el uso de las
cuerdas como una forma de embellecer a la mujer creando ataduras corporales que
emulan la lencería y la corsetería.
Pero sin más prolegómenos, comenzamos con el primero de los clásicos: Shinju. Esta es
una palabra japonesa que significa “perlas”, o sea, lo que viene a ser los pechos.
Hay que empezar atando una cuerda alrededor del torso, justo debajo de las “perlas”,
de modo que las toque y después pueda realzarlas. Lo importante aquí es que la
cuerda se ajuste bien al cuerpo, pero que no apriete excesivamente y que cada vuelta
tenga la misma tensión que la anterior y que la siguiente.
Huelga decir que la cuerda debe conservar la más exquisita simetría, sin montarse una
sobre otra en ningún momento. En cuanto al nudo (que puede ser uno llano, ya sabéis:
el que nos hacemos en los cordones, antes de las lazadas, multiplicado por dos), éste
debe quedar en la espalda, aunque no necesariamente de forma directa sobre la
columna vertebral. Ahora, repite la operación, esta vez justo por encima de los pechos.
Lo siguiente es tomar el último trozo de cuerda, doblarlo por la mitad y pasarlo de
manera que una ambos grupos por el esternón y salga haciendo una V, por encima de
los hombros, hacia la espalda. Antes de rematar esta pequeña obra, atando ambos
extremos al grupo de abajo, elevaremos un poco los pechos, para acomodar la cuerda
y que cumpla su cometido.
De nuevo, el último nudo ha de estar cerca de la espina dorsal. La presión erótica viene
de las cuerdas bajo los pechos y sobre los hombros, así como de los nudos, que
masajean puntos muy sensibles justo tras los hombros. Los pechos y los pezones
notarán el efecto de la suave presión a la que son sometidos y se volverán más y más
sensitivos, incluso al roce con la ropa.
Pasemos ahora a ver Sakuranbo que significa “cereza”, que junto a Shinju, conforman la
lencería de bondage japonés que todos deberíamos conocer y haber probado para salir
de casa. Es una buena excusa para hacerle un guiño al juego en público.
También hace las veces de un cinturón de castidad (de acuerdo, no garantiza nada,
pero es más importante lo que hay en la mente), y puede ser una magnífica
herramienta para el entrenamiento de los esfínteres… Necesitaremos tres trozos de
cuerda. Con el primero de ellos, daremos una vuelta en torno a la cintura, doblando la
cuerda previamente por la mitad, para dirigir los extremos por entre los labios
vaginales, sobre el clítoris y terminar anudando por detrás, cerca de la espina dorsal. Si
se quiere mayor refinamiento, se pueden añadir nudos en las partes de la cuerda que
irán sobre el clítoris, el ano, o ambos.
El siguiente trozo irá alrededor de la parte superior del muslo, justo tocando la nalga.
Haremos el nudo en la parte más externa de la pierna, dejando unos treinta
centímetros libres. Este resto irá, de manera oblicua, de nuevo cerca de la columna y
repetiremos el proceso con la cuerda restante. Estos dos trozos, cruzando el trasero,
son los que conforman la “cereza”.
Aparte del estímulo directo del clítoris y el ano, buena parte de la excitación proviene
de la “cereza” y del masaje de las partes internas del muslo, así como del borde inferior
del culo. Dependerá de la sensibilidad de cada persona. Como dije, combinado con
Shinju, conforma una lencería totalmente ajustable y que puede permanecer en su
sitio durante bastantes horas. No debemos sorprendernos de la frustración que puede
sobrevenir en nuestra esclava al quitarle las ataduras. Será un incentivo para repetir la
experiencia y superarla.
Algunas ideas a propósito de Shinju y Sakuranbo. Usando el tipo de cuerda adecuado,
como es la soga de cáñamo, podemos mojarlas al comenzar a usarlas, esto hará que al
ir secándose las cuerdas la presión de las mismas sobre la piel aumentará de forma
patente, acrecentando así el suplicio de la esclava conforme pasa el tiempo.
Por otra parte, existen maneras muy sutiles de crear tensión en nuestra amada
esclava… Si ponemos las cuerdas en lugar visible antes de acostarnos, ya intuirá qué
planeamos para el día siguiente. Y si cerca de ellas disponemos los tickets de la reserva
del restaurante, o del concierto, o del teatro, podemos estar seguros de que la
excitación no la abandonará hasta que llegue el momento de sacarle el jugo a ésta.
Y una última idea: si descubres que adora esta lencería (lo cual no es de extrañar), haz
que ruegue por ella, imponle alguna tarea especial, puede ser que cocine una cena
fuera de lo común, por ejemplo. Los castigos no tienen que ser siempre el comienzo de
una escena. Podemos reservarnos la escena para más tarde…
Ahora pasemos a palabras mayores, Karada y Kotori, o dicho de otro modo: los
arneses. Hay quien tiene el privilegio de tener un arnés de cuero y/o cadenas, pero aun
así merece la pena probar los arneses de cuerda, que pueden reportar un estímulo
erótico más poderoso, e incluso pueden llevarse (cómo no) bajo las ropas, según el que
escojamos.
Karada significa en japonés “cuerpo” y esto ya nos dice mucho. Se trata de un arnés no
apto para la suspensión, destinado a acoger y confinar el cuerpo. Tiene un aspecto,
cuando lo terminas, muy complicado, pero en realidad no lo es. Es bueno para
sorprender en fiestas, si tenéis cierta vena exhibicionista, porque la visión es
espectacular. En esencia, combina los efectos del Shinju y Sakuranbo, aportando algo
más al mismo tiempo.
Necesitaremos una pieza de diez o doce metros de cuerda que doblaremos por la
mitad y justo ahí haremos un bucle o lazo sencillo (se tarda más en explicarlo que en
hacerlo, es muy intuitivo), pondremos esta gaza en la nuca y los extremos de la cuerda
irán anudándose regularmente a lo largo de todo el tronco con nudos llanos: uno justo
por encima del nivel de los pechos, otro por debajo, otro por el ombligo, otro a medio
camino hacia la vagina… y vale lo dicho con la explicación de Sakuranbo, para una
estimulación extra.
Ahora dirigiremos los extremos a lo largo de la espalda hasta pasarlos por el bucle que
dejamos en la nuca. En este punto, no conviene apretar en exceso, ya que en los
siguientes pasos conseguiremos repartir mejor la tensión. Pasamos cada extremo bajo
las axilas, de manera simétrica y por la cuerda que baja por delante, a la mitad de los
dos primeros nudos llanos, para salir bajo los pechos, hacia la espalda. Ahí podemos
hacer otro nudo llano, o directamente seguir repitiendo la operación hacia abajo hasta
que todo el frente sea una sucesión de rombos hasta terminar con toda la longitud de
la cuerda. Tu pareja debe parecer ahora un pez recién capturado en una red.
Tendremos la precaución de no ajustar tanto que se dificulte seriamente la respiración,
para, sobre todo, prevenir posibles desmayos. Se puede continuar atando manos,
brazos, piernas y pies al arnés, de modo que cualquier movimiento sea transmitido a
todo el cuerpo. O se puede fijar el arnés a algo que haga de poste. Se trata de un
bondage en el que es fácil que se sienta cómoda nuestra pareja y nos lo pida más de
una vez.
Para Kotori, que significa “pajarito”, necesitaremos una cuerda de dieciocho o veinte
metros y trozos menores cuya longitud dependerá de la altura de la suspensión, que
será horizontal y boca abajo. Este arnés está pensado para sostener el cuerpo,
distribuyendo por todo él la tensión, por lo que no estará de más escoger los mayores
grosores de cuerda de las medidas que recomendamos.
Empezaremos, con ella de pie, fijando con esparadrapo el centro de la cuerda justo por
debajo del trasero, el esparadrapo sólo cumple la función de facilitarnos la tarea al
principio, para poder disponer de las dos manos. Damos un par de vueltas con cada
extremo, alrededor de las piernas y dirigiéndonos hacia abajo. Entonces ajustamos la
tensión (firme, pero no demasiado apretada la cuerda), y hacemos un nudo llano.
Volvemos hacia arriba, con otras dos vueltas y anudando por detrás de las rodillas,
ajustando previamente la tensión.
Repetimos esta operación alrededor de la cintura, a mitad del torso, bajo el pecho y
bajo los hombros, pero con los nudos a la espalda. Por último, tras el último nudo,
cerca de la nuca, dirigimos los extremos por sobre los hombros, hacia abajo y bajo las
vueltas de cuerda, hasta asegurarlas todas, para que no salga ninguna vuelta, haga lo
que haga, finalizando con un nudo sobre el clítoris. Y con las restantes cuerdas, que
pasarán por cada nudo, suspenderemos a nuestra esclava, después de haberle
vendado los ojos, aunque esto es optativo, aunque queda elegante.
La suspensión no es tan difícil como pudiera parecer. Obviamente, necesitamos un/os
soporte/s bien firme/s, pero no necesitaremos cabestrante ni nada parecido. No, si
realizamos la última operación con ella tendida boca abajo sobre una mesa, que
quitaremos cuando estemos seguros, lentamente. La sensación de desamparo y de no
tener el control ni de su propio cuerpo se unirá a las sensaciones únicas de las
cuerdas…
Si la suspensión y tantos metros de cuerda te vienen grandes, quizás te seduzca la idea
de practicar el bondage mínimo japonés. Como sospecharás, se trata de atar a tu
pareja con una pequeñísima longitud de cuerda, pero de manera efectiva. Incluso con
cuerdas muy finas, casi hilos, aunque con ellos hay que acentuar la vigilancia, para
prevenir la obstrucción de arterias y venas. El efecto que se persigue es crear
frustración.
Aunque la cuerda usada tiene un aspecto inofensivo, por lo corta que es, el resultado
en su psique es dramático. Es imposible deshacerse del bondage, so pena de hacerse
mucho daño, por lo que estará obligada a permanecer como está… ¿Imposible?
Veamos algunos ejemplos.
Si te gusta atarle las muñecas a la espalda, prueba a atarle sólo los pulgares. También
puedes probar a atarle todos los dedos de ambas manos juntos. Si disfrutas con el
“hogtied” (tener atadas las cuatro extremidades a la vez), ata sólo los dedos gordos, en
lugar de los tobillos y las muñecas. Así la forzarás a permanecer de rodillas.
Otro bonito juego es atarle los pezones (no más de 15 ó 20 minutos) a los pulgares. O
los pulgares al pelo. En ambos casos, te aseguras de que ninguna mano entorpecerá tu
trabajo cuando repases sus “bajos”. Existen maestros del bondage japonés capaces de
atarle a una mujer la lengua a algo fijo, lo cual es muy difícil de conseguir, pero muy
efectivo y humillante.
El hecho de tener que permanecer de pie, de espaldas a un poste o a un árbol, con sólo
los pulgares atados atrás, es un difícil ejercicio, porque la esclava pierde la sujeción de
las cuerdas. Si la ponemos de frente al árbol, habrá de abrazarlo como si fuera su
amante, para conservar el equilibrio. Si su equilibrio es demasiado bueno como para
verse comprometido en estas circunstancias, habrá que ver cómo se las arregla con
unos 15 centímetros de tacón de aguja, sin plataforma. El espectáculo y su
desesperación están asegurados.
Si le atamos los dedos de un pie a los del otro, tocándose las plantas, la forzaremos a
que mantenga una postura que la hará muy accesible, se ponga como se ponga.
Además, no podrá andar, e incluso arrastrándose, no podrá ir muy lejos. Y si le atamos
los dedos de cada pie juntos y la calzamos para dar un paseo, podremos divertirnos
viéndola luchar desesperadamente para no caerse.
Del mismo modo, atarle los dedos de cada mano la pondrá en más de un apuro para
llevar a cabo las tareas domésticas, e incluso comer se convertirá en algo casi
imposible. Y si estás buscando unas pinzas diferentes para sus pezones, prueba éstas…
pon el pezón entre dos trocitos de madera o similar y ata los extremos. Puedes valerte
de una goma elástica.

BONDAGE ASIMÉTRICO
Vamos a terminar este apartado dedicado al bondage japonés, aunque realmente
podría aislarse de él, con el bondage asimétrico, un conjunto de técnicas tal vez no muy
conocidas. Pero los efectos son muy sorprendentes porque incrementan los que ya
conocemos sensiblemente. La idea que subyace es la de crearle problemas a la mente
al forzarla a adaptarse a situaciones caracterizadas por la asimetría.
Puesto que nuestros cuerpos son aproximadamente simétricos, el atarlo conservando
su simetría es lo “natural”. Tanto el cuerpo como la mente esperan usar las dos manos,
los dos pies, los dos ojos… para hacer lo que corresponda. En definitiva, la mayoría de
nuestros movimientos son una especie de “yo y mi sombra”. Usando las técnicas
asimétricas, romperemos esta rutina y forzaremos a nuestra esclava, por varias
razones, a fijar su mente en el bondage, haciéndole más vívida la percepción de estar
atada y desvalida.
Por ejemplo, si atas la muñeca derecha a su tobillo izquierdo o viceversa, perderá su
control sobre estos lados por separado y tendrá verdaderos apuros para moverse,
incluso sin vendarle los ojos. Aunque gatee, se parará a menudo para recuperar el
control de sus movimientos.
Otra idea: fijarle un tobillo a una cuerda en su cintura, de modo que no pueda extender
la pierna completamente. Esto la frustrará, sobre todo si la dejamos así suficiente
tiempo para divertirnos con lo que ha de hacer para moverse.
Una interesante variación de la posición del águila: átale cada extremidad a las
correspondientes esquinas de la cama, pero déjale una pierna doblada sobre sí, atada.
Tendrá mayor libertad de movimiento, pero le desconcertará el hecho de no poder, ni
aun así, cerrar las piernas. Además, puedes atarle una mano en la espalda y otra sobre
la cabeza y verás que se encuentra más restringida que teniendo ambas manos a la
espalda…
Intenta esto: átale una pierna doblada y comprobarás cómo su control del equilibrio se
ve severamente mermado y se verá muy insegura porque será como tener una pierna
de la que no puede sacar ningún provecho para ninguna función. Una vez captas la
idea, el bondage asimétrico te abre las puertas de la creatividad para atormentar a tu
amada, física y mentalmente.
Me gustaría aclarar que la orientación que se ha buscado en estas explicaciones
(siendo ella la esclava) no se debe en absoluto a criterios irreversibles. Es más, nada
impide que todo este bondage se aplique sobre un esclavo prácticamente de la misma
manera que hemos tratado la forma de hacerlo sobre el cuerpo femenino.

EL AUTOBONDAGE
Dentro del amplio universo del bondage, vamos a centrarnos ahora en un aspecto de él
del que difícilmente se habla, incluso entre los ya iniciados. Se quiera reconocer o no,
alrededor del autobondage existen aún muchas sombras, y no acaba de ser bien visto,
no deja de ser un tema tabú.
No seré yo quien me ponga a discutir o tratar de averiguar las razones, y mucho menos,
como pienso, porque de poco serviría.
Espero que sea de interés este capítulo con el fin de ser un apartado, no sólo atractivo
de leer, sino también útil e inspirador.
Autobondage, todos tenemos una idea de qué puede significar esta palabra, pero
como no estoy del todo seguro de que tengamos la misma, propondré, sin otro ánimo
que el de entendernos, una definición: el autobondage se puede describir como la
disciplina consistente en aplicarse a uno mismo restricciones, o atarse, para buscar el
placer erótico, de manera que uno mismo pueda liberarse pasado un tiempo, bien
removiendo las ataduras simplemente, u obteniendo lo necesario para hacerlo (porque
en ese período de tiempo no estaba disponible).
Los métodos para liberarse pueden ser naturales o mecánicos y van desde lo más
simple hasta lo más complejo e ingenioso, pero en todos los casos se debe perseguir la
máxima seguridad.
Las razones que llevan a una persona a practicar el autobondage son variadas: desde la
que se interesa por el bondage, pero no quiere ser sometida por nadie, hasta la que
está muy aburrida, pasando por la que no encuentra en quién confiar o sencillamente
no encuentra a un partenaire con quien jugar, e incluso la que prefiere experimentar
con la excitación de practicar a solas buscando sensaciones nuevas.
También puede plantearse el autobondage como complemento a la vida sexual con la
pareja, si ésta es reacia a probar nuestros juegos, o los repudia. En cualquier caso, lo
verdaderamente importante es la fantasía que a uno le gustaría vivir, y planificarla al
detalle.
Por lo tanto, la planificación es fundamental para garantizar un mínimo de seguridad y
una sesión sistemática de autobondage hasta llegar a la liberación. Además, esta parte
es una de las más divertidas, y forma parte del juego. La excitación que se experimenta
os convencerá de esto.
Las restricciones de las que hablo son muchas: corsés, mordazas, vendas, collares,
tacones altos, cinturones de castidad… todos ellos nos impiden usar toda nuestra
capacidad para hacer lo que sea, restringiéndonos el movimiento, parcial o totalmente,
o limitando nuestros sentidos. La sesión en sí puede transcurrir todo el tiempo
tumbados, sentados, de pie, o incluso siendo capaces de andar. El bondage que nos
autoimpongamos puede durar desde unos minutos, hasta varias horas, dependiendo
del nivel y del sistema de liberación planeado.
Quiero volver a insistir en la importancia de la planificación. No es exagerado decir que
nos estamos jugando la vida, y de hecho, cientos de personas mueren en todo el
mundo por alguna temeridad de la que se dieron cuenta demasiado tarde. Estamos
asumiendo un riesgo, y es que en caso de que algo vaya mal (aunque sea que no
podemos usar las manos porque se nos han quedado dormidas), no habrá nadie para
ayudarnos. Por esto, todo riesgo tiene que estar bien medido y acotado, y debemos
prever lo que podemos hacer si nos ocurre hasta lo más improbable.
Como comprenderéis, esta disciplina no está pensada para los que son
recalcitrantemente pesimistas, y sí para los sensatos, previsores y prudentes,
dispuestos a pasar tantos buenos ratos como les permita el cuerpo, su curiosidad y su
deseo.
Otra cosa es que uses el autobondage por imposición de tu pareja, que nos deja unas
instrucciones muy precisas a seguir para cuando llegue. Pero hasta en este caso, en el
que será otra persona la que nos libere, deberemos tener siempre en cuenta un
sistema de emergencia, por si resulta que el nervio pellizcado por las esposas nos está
impidiendo disfrutar del momento (dolor antierótico), o por si nuestra pareja se retrasa
más de lo previsto, o incluso no vuelve (accidente, despecho, qué más da, si nos hemos
jugado la vida, y es demasiado tarde).

LA PREPARACION DE LA SESION

Ya hemos dicho que la mitad de la diversión está en la planificación. Tómate tu tiempo


en implementar tu propio escenario de antemano. Esta planificación te servirá como
lista de control sobre qué pasará, durante cuánto tiempo, cómo te liberarás y qué harás
si algo sale mal.
Experimenta con distintos sistemas de retardo para liberarte, si es que los vas a usar y
mide cuánto tardan con exactitud, comprueba que son lo bastante fiables
(dependiendo de si es un mecanismo primario de liberación -de emergencia -, o
secundario -el que debería funcionar a la primera). Asimismo, si tienes que usar unas
tijeras o un cuchillo, verifica que son capaces de cortar la cuerda y que podrás usarlos
con eficacia cuando estés en el aprieto en el que te vas a meter, es decir, acaso con los
ojos vendados, amordazado, exhausto de cansancio y con las manos dormidas.
Lo mismo se puede decir de las llaves que deben abrir tus esposas, o el candado, y que
las podrás manejar con soltura incluso si tuvieras unos guantes de soldador puestos. Y
ten en cuenta que se pueden romper, si la situación llega a ser realmente forzada.
Hay que ser especialmente prudentes en cuanto a la respiración. Por descontado, nada
de practicar la asfixia autoerótica, y mucho menos si no hay manera de relajar la
presión de lo que nos oprime, en el supuesto de que perdamos el conocimiento. Así
que mejor será evitar todo aquello que nos dificulte la respiración. Esto incluye el tener
muy en cuenta cuerdas alrededor del cuello, mordazas, corsés, camas muy blandas,
cojines y almohadas… antes de que lo lamentemos con estertores. Digamos que las
drogas y el alcohol no son los mejores complementos a una sesión de autobondage.
Imagínate que te encuentras en una situación apurada y la persona en la que confías
no te responde a la contraseña, sólo a la droga que acaba de ingerir. Pues aquí eres tú
el único que te puede liberar, en caso de que se ponga la cosa fea, por lo que más vale
que conserves todas las facultades, de modo que realmente puedas confiar en ti. En
vez de beber alcohol, bebe agua, y mucha, sobre todo si la sesión va a ser larga, no es
cuestión de deshidratarse. La escena te dará sed, y más si sudas, como es de esperar
(¿no va uno a “mojarse”, precisamente?).
En cualquier caso, en cualquier sitio, si te invade el pánico y te sientes inseguro
respecto a si vas a salir de la situación en la que te has metido, respira profundamente
varias veces. Esto te calmará un poco y te permitirá pensar un poco más claramente.
Tal vez exista otra escapatoria, en la que no habías reparado, porque se necesita el
ingenio que sale cuando la adrenalina te inunda y el cuerpo está cerca del límite de su
aguante. Pero siempre dependerás de tu capacidad de dominarte, por lo que te
recomiendo que, si no eres muy disciplinado con tus pensamientos, no te aventures
demasiado, no te pongas en aprietos auténticos. Deja siempre los máximos márgenes
de seguridad.
El disfrutar de emociones fuertes de este modo no te va a dejar buen sabor de boca
(salvo el hecho de que lo puedas contar), pero seguro que no lo vuelves a intentar.
Es posible que, atado sobre el sofá o la cama, ruedes hasta el suelo para conseguir las
llaves o el instrumento, para soltarte. Unas llaves o un cuchillo que caen en la cama
pueden parecer más fáciles de alcanzar, pero si estás todavía en ella, porque si te has
caído de la cama, tal vez no puedas alzarte lo bastante para cogerlas.
Presta atención a los detalles: el añadir tan sólo una cuerda alrededor de tus rodillas
puede significar la diferencia entre desplazarse con dificultad con la atadura, o no
poderse mover en absoluto del sitio. Tenlo en cuenta, si tienes que ir a por una llave,
que puede haber caído, aunque tan sólo sea a medio metro.
Las esposas, que sean de calidad irreprochable, totalmente dignas de confianza, que se
ajusten bien, y que dispongan de doble seguro (ese que evita que se muevan las
manillas y se aprieten accidentalmente). Pero por muy buenas que sean, jamás deben
ser usadas para una suspensión. Incluso es desaconsejable que soporten tus muñecas
la tensión resultante de unir las esposas directamente a los tobillos. Sería preferible
usar una correa en tu cintura, a la que fijar tanto tus tobillos como tus muñecas: el
resultado será una postura igualmente confinante, más cómoda y más segura, cuando
busques liberarte.
Las esposas de pulgares deben evitarse, son muy limitantes e incómodas. Si de todas
maneras quieres usarlas, asegúrate de que la cerradura queda hacia fuera, porque te
resultará literalmente imposible abrirlas en caso contrario, máxime si estás
amordazado. Usar más de un par de esposas puede ser bastante más peligroso de lo
que pudiera parecer, incluso si son confortables, tienen la tendencia a cortar la
circulación y a entumecerte los miembros con mucha facilidad.
Y si usas unas esposas de pulgares combinadas con otras, será verdaderamente
complicado que puedas salir de tu sesión sin ayuda. Y en cuanto a las esposas sobre los
codos, bueno será que las evites, porque en muy poco tiempo pueden pinzarte
accidentalmente un nervio, al margen de que antes o después, te dormirán los brazos.
Las esposas sin cadena, fijas, son bastante más difíciles de abrir, una vez puestas.
Y vale la advertencia de las de pulgares, que las cerraduras queden del lado de tus
manos, porque de lo contrario, tendrías que pedir ayuda. Y recordemos que la idea
global de todo esto es que lo más importante es la planificación. El éxito de la sesión
depende de cuán bien la hayamos planeado.

METODOS DE LIBERACION

Existen varias maneras de evitar el acceso fácil a la llave o al cuchillo, cuando te has
impuesto el bondage. En cualquier caso, vuelvo a insistir, debe ser comprobado el
tiempo de retardo y la fiabilidad, y muy especialmente el sistema de emergencia.

1. La clásica llave congelada en un cubito de hielo. No podrá ser usada hasta que el
hielo se haya derretido lo suficiente. Para que sea útil este método, el cubo de hielo
debería tener un hilo (que no toque la llave, para que no se queden pegados) que evite
el que lo alcances y aceleres el proceso por tu cuenta. Quizá la única pega es que hay
que ser cuidadoso, porque una llave sola es fácil de perder.

2. Un anillo de llaves, hielos, y una media, o panty. La media es rellenada con hielo (la
cantidad dependerá del tiempo, pero acuérdate de verificar el tiempo, porque, por
ejemplo, si dos hielos tardan dos horas, tres no tienen porqué tardar tres horas, seguro
que tardan más), y la parte superior es atada al anillo de llaves. Ahora sólo queda
disponer todo esto fuera de nuestro alcance, de modo que cuando pase un tiempo, el
peso del anillo haga caer la media (¡pruébalo antes y asegúrate de que realmente
caerá!). Este método, como es obvio, está indicado para hacer caer todas las llaves que
te liberarán, o casi todas. Por otra parte, supone una ventaja respecto al anterior, no da
pistas de tus juegos secretos, cuando alguien abre tu congelador.

3. Las llaves en un bloque grande de hielo. El bloque estará unido a ti, o cerca, a través
de un hilo, no una cuerda. La idea es que no podrás acceder a la llave hasta que el hielo
te permita tirar del hilo sin que se rompa. Es un buen método para subrayar el aspecto
de la disciplina, pero no está en absoluto recomendado para jugar uno solo, la
impaciencia y los nervios del momento podría hacerte tirar del hilo antes de que la
llave esté completamente libre de hielo y romperlo y quizás donde estés te sea
imposible llegar hasta la llave.

4. Oscuridad y candados de combinación. Se puede recurrir a un candado de


combinación (de los de números, que se usan para las maletas, o para las bicicletas),
para atarte los tobillos, las muñecas, o a algo fijo. Entonces, con un programador, se
apagarán y encenderán las luces. Huelga decir que el candado será imposible de abrir
sin luz y que no es compatible este método con las vendas en los ojos. Es muy fiable,
sobre todo si usas más de un programador y más de una lámpara, o si escoges el
amanecer para liberarte. Desde luego, el Sol ha demostrado ser lo bastante fiable como
para ser usado como sistema de emergencia, nunca falla, y esperemos que siga así.

5. Distancia, tiempo, o exposición a la gente. Esto funciona para ítems de bondage que
se pueden llevar bajo la ropa, o dicho de otro modo, sólo es para personas con buen
sentido común. La llave puede estar situada bien lejos y deberás llegar a ella para soltar
ese último candado, lo que siempre te supondrá una gran incomodidad, un notable
esfuerzo, o conducir o andar durante un largo rato. Ejemplos: las llaves que bloquean y
hacen que sea imposible quitarte el corsé que te pusiste el viernes por la noche, están
en tu escritorio, en la oficina en la que trabajas, que abrirá el lunes por la mañana, o la
llave está escondida detrás de algo, en una estantería de un almacén local.
También puedes enviarte por correo (preferiblemente, certificado) la llave a tu
domicilio, la que te permitirá abrir tu cinturón de castidad, eso sí dependerás por
completo de la eficacia del personal de Correos.
La llave también puede estar en tu buzón de correos, en el maletero del coche, o fijada
discretamente a una señal de STOP al final de la calle, lo que te forzará a esperar la
oscuridad y que se despeje la zona para evitar ser visto, sobre todo si no puedes usar
ropa y sólo puedes cubrirte con poco más que toallas. No obstante recuerda que has
de tener otra llave de seguridad a mano, no vaya a ser que por cualquier motivo, que
todo puede pasar, desaparezca la llave que tenías preparada en el primer momento.
6. Relojes, programadores y aparatos electromagnéticos. Por ejemplo, la llave puede
estar en una de las manillas de un reloj, fuera de tu alcance y no caerá hasta que el
ángulo de la manecilla y la gravedad lo decidan.
Habrá que ser cuidadosos, para que el reloj no se pare porque las manillas queden
bloqueadas por la llave. O si tienes un despertador de los de cuerda, puedes fijar un
trozo de cartulina rígida a la palomilla de la cuerda, de modo que sostenga la llave
horizontalmente, y cuando suene la alarma, la haga caer, al girar el botón. También
puedes disponer un electroimán que deje caer la llave cuando el programador corte la
corriente. En cualquier caso y aunque preveas todo lo que puede fallar, dependes
siempre de un mecanismo susceptible a ello (y algunos tienen la manía de fallar justo
cuando más los necesitas), por eso recuerda siempre tener un recambio muy a mano.

7. Las llaves traídas por un amigo o un conocido. Es un método bastante arriesgado, en


el que te expones a un montón de variables que pueden impedir que la llave te llegue
cuando debiera llegar, lo que sin duda le añade un atractivo que lo hace bastante
excitante, aunque a la vez peligroso. Evidentemente, la gracia está en que la persona
no debe sospechar lo más mínimo del contenido de ese paquete que lleva. También se
te puede ocurrir pegar la llave a los bajos del coche de tu vecino y esperar a que vuelva
de su salida de los sábados por la noche, ¡pero menudo riesgo!
En una ocasión, creo que hablando del tema en un chat, alguien lanzo una idea un
tanto peregrina: fijar la llave al collar de tu gato (o tu perro), y confiar en sus
costumbres y su fidelidad, para recuperarla, pero mucho ojo con los gatos, que pueden
desaparecer por una semana sin previo aviso.

8. Una cartulina o un papel rígido. Este método, visto en muchas películas y poco
fiable, consiste en disponer uno de estos objetos, con forma curvada, al otro lado de la
puerta que te confina, de modo que la llave que necesitas para salir, al caer, se deslice
por debajo de la puerta. Se da por sentado que dispones de una ranura que te
garantice, no sólo que pase(n) la(s) llave(s), sino que puedas respirar.

9. Una llave cubierta de cera sobre una bombilla. La llave de las esposas puede quedar
fijada en la parte superior de una bombilla, derritiendo la cera sobre ella. Cuando se
encienda la bombilla (con un temporizador), se volverá a derretir la cera, dejando caer
la llave. Pero asegúrate de que esto realmente sucederá tal y como tienes previsto (que
la cera se derretirá, y que la llave caerá, y no quedará en equilibrio). Y no te olvides de
que el programador puede fallar, o la bombilla fundirse. No te lo juegues todo a una
sola baza.

10. Otro método consiste en disponer la llave dentro de un rollo de esparadrapo o cinta
adhesiva, después, dentro de unos pantys, con un par de vueltas. Posteriormente usas
más cinta, lo metes todo en un tubo, lo introduces en una caja de caudales… La idea es
que llegar a la llave (que está disponible en todo momento) te llevará tiempo y
esfuerzo.
Abundando en esto, está la variante de que la llave también está siempre disponible,
pero llegar a ella te causará dolor o incomodidad. Tras estas ideas unas más acertadas
que otras, sólo queda de dar paso a tu imaginación.

BREVES APUNTES SOBRE EMERGENCIAS

Uno de los métodos más fiables para ser usado en caso de extrema necesidad es éste:
dispones de un segundo juego de llaves, o un cuchillo, sujetos a un bidón de pintura o
aceite (algo pesado), en una estantería, o en el baño. Puedes acceder a las llaves o el
cuchillo tirando de una cuerda atada al bidón. El caso es que siempre tendrás la
seguridad de este sistema, pero conseguir tu liberación por este método conlleva un
coste, en esfuerzo, tiempo, paciencia… Otra posibilidad es quedar con un amigo en tu
casa, de la que tiene llaves. En caso de que todo vaya bien, saldrás a recibirlo, de lo
contrario, será él quien te libere. Como es natural, plantearse este método dependerá
en gran medida de la relación que tengas, y en general, no es recomendable como un
sistema primario para liberarse.
Puedes disponer un segundo juego de llaves, con un sistema de retardo de los vistos
anteriormente, pero programado para mucho más tarde. Esta es la secuencia o el
camino más lógico. Pero recuerda que siempre ha de ser muy seguro, o en caso
contrario, deberías considerar una tercera ruta de escape que nunca está de más.
Por último, siempre es obligatorio con el autobondage tener la posibilidad de, usando
marcación abreviada, tener el teléfono cerca para llamar a emergencias, por si las cosas
se ponen realmente feas, es decir, no te encuentras ni con fuerzas de alcanzar el bidón
de pintura, o tu amigo ha sufrido un accidente, o te han fallado todos los planes
alternativos…
En cualquier caso, estos sistemas deberían estar ahí para darte la seguridad que
necesitas para atreverte a pasártelo bien tú solo. Lo ideal es que nunca tuvieras que
recurrir a ellos, como cuando te llevas un botiquín a una excursión, pero la seguridad
prima por encima de todas las cosas.

Hasta aquí el apartado dedicado íntegramente al arte del bondage, os dejo con un
relato basado íntegramente en las técnicas de autobondage que puede muy bien
ilustrar este capítulo.
Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo hice escribiéndolo…

“MI PLACER

Hay cosas que nunca consideré y en las que ni siquiera pensé, pero he descubierto algo
hace poco que me ha hecho cambiar. Ahora me gusta llevar ropa interior sexy o de
cuero o látex, e incluso no llevarla. También tengo una buena colección de zapatos de
tacones altísimos y botas. Todo esto es de momento sólo para mí, para mi disfrute y
placer propios.
Siempre, sin saberlo, me sentí atraída por la esclavitud. Siempre soñé con ser la heroína
de una película, que es atrapada y atada. El sólo hecho de pensar en perder la libertad
y ser atada me hace sentir escalofríos. Sueño con encontrar alguien con quien
compartir todo esto, pero de momento mi única alternativa es jugar conmigo misma.
Todo empezó cuando una amiga, en una fiesta, me regaló unas esposas en plan broma,
comentándome que las usara para atar a los hombres que llevaba a la cama. Pero
cuando llegué a casa no pude evitar probar las esposas conmigo misma, tanto con las
manos por delante como por detrás. Me gustó la sensación de impotencia, pero no era
suficiente. Poco a poco me fui haciendo con equipamiento: cuerdas, correas, otras
esposas, cadenas... más adelante fueron mordazas, ropa de cuero, collares, un cinturón
de castidad... y sobre todo candados. Para mí se convirtió en una especie de desafío el
ver todas las formas en las que podía atarme y desatarme sin ayuda y cada vez hacer
esto más complicado. Pero en todo esto de practicar autobondage hay un problema. La
diversión se acaba muy pronto. Te atas, te amordazas... pero siempre tienes la
seguridad de que te puedes liberar cuando quieras sin ningún tipo de ayuda y claro, la
emoción disminuye. Además hay algo con lo que fantaseo y es que cuando estoy atada
sin remedio, alguien me azota, me cosquillea, me pone pinzas o me introduce
vibradores sin yo poder hacer nada.
Estoy acostumbrada a llevar plug anales o pinzas en mis pezones o mi vagina, pero no
dejo de buscar algo más. Me falta ese aspecto de la sumisión que es el no saber qué va
a pasar, el no poder descubrir qué va a ocurrir al minuto siguiente, pero eso es
imposible practicando yo sola... de momento.
Necesito una compañía, alguien con quien compartir mis juegos.
Hace poco en una revista de sado que compré en un sex-shop leí un artículo que tenía
que ver con los enemas. Nunca imaginé que aquello pudiera ser una diversión sexual,
pero pensé que podría usarlo en mis juegos. La revista mostraba algunas fotos de
chicas amordazadas y atadas con un tubo introducido en su culo mientras otra, vestida
de enfermera, le aplicaba el enema. Tenía que pensar cómo poder introducir eso en mis
juegos. Comencé a fantasear con la idea de estar atada y amordazada y recibir un
enema sin poderlo remediar y que me obligara a retenerlo en mi interior por un
período de tiempo sin que yo pudiera evitarlo ni controlarlo al cien por cien. Era
cuestión de ir elaborando la idea de atarme, amordazarme y darme un enema sin
remedio. Poco a poco fui dándole forma a mi fantasía. Planificar esta aventura me llevó
como dos semanas y se acercaba el fin de semana en que llevaría a cabo la idea.
El problema a superar es que yo tenía que darme el enema una vez atada y
amordazada, para no poderlo evitar y después de un tiempo conseguir desatarme y
aliviarme. Además tenía que añadir algo más de riesgo y emoción.
Para poder sentirme una esclava atrapada jugando conmigo misma, poco a poco fui
ideando juegos para que resultara más real y excitante.
Entre las primeras cosas que se me ocurrieron cuando empecé a jugar sola en su día,
fue congelar en un cubito de hielo la llave de las esposas y cerrarlas sobre mis
muñecas. De esta forma no puedo abrir las esposas hasta que el hielo se derrite y
puedo acceder a la llave. Por ejemplo, suelo poner el cubito de hielo atado a una
cuerda a una altura que yo no puedo alcanzar y luego, cuando cae la llave al suelo, es
entonces cuando puedo recogerla. Para esto puse un gancho en el techo de mi salón en
un principio y actualmente tengo ganchitos también en mi dormitorio y en la
habitación de invitados de casa. Otro juego es atar la llave a otra cuerdecita que
sostengo entre mis dientes mientras la llave está en el cubito de hielo. Esto lo hago
cuando me ato a la cama, así cuando se derrite el hielo tengo que hacer esfuerzos para
atraer la llave con mi boca hasta llegar al alcance de mis manos. Esto me permite hacer
más difícil mi liberación y más emocionante el juego.
También he ideado otras formas de jugar. Tengo unos zapatos con tacones altísimos
que llevan unas muñequeras que se cierran en mis tobillos con un candado. A veces he
dejado la llave en el trabajo un viernes y cuando llego a casa me pongo los zapatos.
Hasta el lunes que vuelvo a la oficina no puedo quitarme los zapatos y así tengo que
pasar con ellos todo el fin de semana y he tenido que ir al trabajo con ellos. Ni que
decir tiene que durante el fin de semana el dolor de pies es terrible y mucho más
cuando tengo que ir andando a la oficina con unos tacones altísimos y muy afilados
hasta que por fin puedo liberar mis pies. También tengo el truco de ponerme los
zapatos y mandarme yo misma la llave por correo. Las llaves suelen tardar de dos a
tres días en volver a estar en mi poder y así poderme quitar los zapatos que durante
ese tiempo martirizan mis pies. Este juego de enviarme las llaves por correo yo misma,
también lo he practicado con mi cinturón de castidad, que del mismo modo lleva un
candado. Igualmente he puesto cerraduras en la puerta del baño y de mi dormitorio,
con muy buenos resultados para mis juegos.
Para la aventura del próximo fin de semana, lo he preparado todo lo mejor posible,
tiene que ser verdaderamente especial. Compré una bolsa de goma con sus tubos para
la administración de enemas. El viernes metí las llaves de mis esposas y de uno de los
candados en la cubitera. Todo se iba a desarrollar en el cuarto para invitados de mi
casa. En él dejé todo lo que iba a usar: mis zapatos con muñequeras para el tobillo, mi
cinturón de castidad, un collar, una mordaza de bola, cuerdas, candados y esposas.
Cogí una cinta de vídeo de sado que tengo y que dura aproximadamente cuatro horas
para irla viendo mientras estoy atrapada. Toda esta preparación me excitaba
sobremanera, estuve todo el viernes muy caliente.
La tarde del viernes proseguí con los preparativos, guardé la llave de las esposas en un
cubito de hielo en el frigorífico. Otra llave congelada que era para desenganchar el
collar que estaría atado a una cadena, la dejaría sobre la mesita de noche del cuarto de
invitados. La llave del cinturón de castidad la dejé en mi buzón, que está en la calle
junto a la puerta de entrada al jardín de casa. La de la mordaza, en el asiento del coche
que estaba dentro de mi garaje, al que accedía desde el jardín. La llave del baño la dejé
colgada en una puntilla clavada en la valla de mi jardín, en la parte más alejada y
expuesta. Y la llave de mi dormitorio, en el baño, dentro de la taza del váter. Conseguí
fabricarme, usando también hielo, un mecanismo que después de un tiempo conseguía
abrir la cánula del tubo que iba a administrarme el enema. La cosa iba muy bien.
Cuando me acosté el viernes noche con todo el plan elaborado en mi cabeza y todo
preparado, estaba tan excitada que me costó lo mío no masturbarme, cosa que quería
evitar para al siguiente día estar más caliente que nunca y a tono con la situación que
iba a experimentar.
Cuando me levanté al otro día comencé a darle forma definitivamente a lo que iba a
pasar por la tarde. Primero escribí una carta explicando dónde estaban todas las llaves
y de qué iba el juego, que yo estaría en la habitación de invitados atrapada como la
esclava que soy. Además en la nota le hablaba del amor que sentía por ella y que
quería que fuese mi dueña, que yo sería su esclava incondicionalmente. Ella sería mi
Ama, mi torturadora, para hacer conmigo lo que quisiese, que mi cuerpo y mi mente le
pertenecían y que yo la obedecería en todo, absolutamente en todo, con tal de que me
tratara como su esclava, que sería suya para siempre.
La nota terminaba con la frase: ¿Aceptas ser mi Ama?
Sonreí cuando releí la nota. Era una fantasía que deseaba en mi interior hacer realidad
desde hacía tiempo.
Puse la carta en un sobre con el nombre de mi mejor amiga con letras bien grandes, la
única que tiene llave de casa, y lo dejé sobre la mesita del salón bien visible para que
fuera vista nada más entrar. Después la llamé y le dije que por favor fuera a mi casa a
las diez de la noche en punto, no antes, que yo iba a salir y no estaría, y que no olvidara
traer las llaves de casa por si yo estaba aún en la ducha, que podíamos salir a cenar.
Después de llamarla me quedé más tranquila, todo iba bien. El que viniera mi mejor
amiga antes de que yo consiguiera desatarme y desmontar todo y estar vestida era un
riesgo más que me ponía a cien. También era un seguro por si pasaba algo, aunque
esperaba conseguir escaparme antes de la hora a la que quedé con ella en casa.
Muchas veces he tenido fantasías sado con mi amiga, que era ella la que me ataba y
amordazaba para luego azotarme y obligarme a hacer cosas terribles, pero no dejaba
de ser eso: una fantasía.
Después de comer fui a mi dormitorio y me desnudé completamente. Luego cerré la
puerta de mi cuarto con llave, eso sí, me aseguré de no tener ninguna prenda en
ningún otro sitio de la casa para poder ponérmela encima y cubrir mi desnudez, incluso
la gabardina que siempre tengo en la entrada estaba ahora en mi dormitorio. Luego fui
al baño y dejé caer la llave al fondo de la taza del váter y cerré la puerta del baño, que
ya tenía la llave echada, sólo con cerrar la puerta estaba irremediablemente cerrada
para mí, a menos que consiguiera la llave que estaba en la valla del jardín. Me dirigí a
la habitación de invitados y comencé. Primero cogí un consolador con vibración y me lo
introduje en mi vagina bien profundamente, poniendo el motorcillo que lo hacía vibrar
en marcha. Me puse el cinturón de castidad y cerré el candado, luego mis zapatos de
tacón alto, a los que también cerré los candados de las tobilleras. Me puse la mordaza
y la cerré, luego el collar. Comprobé que el agua en la bolsa de goma para el enema
estaba preparada y que el mecanismo se pondría en marcha más o menos a los quince
minutos de darle a la llave. Me introduje en mi ano la cánula pasándola por la pequeña
ranura que tenía el cinturón a la altura de mi ano. Cogí unas pinzas metálicas y me las
puse en los pezones. Después unas esposas unidas con una cadena corta en mis tobillos
y comprobé que más o menos me podía mover, pero con pasitos demasiado pequeños.
Luego miré la llave del candado de la cadena que luego sujetaría mi collar a la cama, y
que dejé sobre la mesita aún bien encerrada en su cubito de hielo, que apenas había
comenzado a descongelarse muy lentamente. Luego cogí la cadena y la pasé por la
barra del cabecero de la cama y la sujeté a la argolla de mi collar, cerrando su candado.
Me quedé allí de pie, cogí el mando a distancia del vídeo y lo puse en marcha, tiré el
mando bien lejos. Miré a mi alrededor comprobando que todo estaba bien. Puse mis
manos a la espalda y cerré las esposas en mis muñecas. Recordé que la llave de las
esposas de mis muñecas y tobillos estaba en un cubito congelado en el frigorífico.
Temblé de arriba abajo, un escalofrío de excitación me inundó. Todo había empezado.
Más o menos calculé la hora que era y pensé que habría oscurecido algo para cuando
yo tuviera que salir a la calle a coger las llaves que tenía en el buzón, en el coche y en la
valla del jardín. Estaba de pie al lado de la cama, mirando el cubito de hielo que se
estaba derritiendo sobre la mesita de noche con la llave de la cadena que ataba mi
collar a la cama. Lo podía alcanzar con mis manos a la espalda, luego pegarme bien al
cabecero de la cama para que la cadena colgara y que con algo de movimiento podría
meter la llave en el candado con mis manos atrás y poder desenganchar la cadena que
me atrapaba por el cuello. Me relajé un poco y me puse a mirar la película que tenía
puesta en el televisor. La visión de chicas azotadas y atadas y el vibrador funcionando
en mi vagina me llevaron a un mundo lleno de placer y de pequeños orgasmos
consecutivos. Mis pezones estaban cada vez más sensibles y las pinzas metálicas
comenzaban a dolerme cada vez más. Pensé que tenía que tener paciencia.
Se acercaba el momento de la verdad. Comenzaba a estar incómoda y sobre todo
excitada. Estaba en ese punto sin retorno donde toda la maquinaria estaba en marcha.
Tenía el espejo del armario a mi lado y podía disfrutar también de una imagen que me
transportaba más allá del placer: mi propia imagen atada y amordazada y sobre todo,
impotente, sin escape... O todo salía bien o en varias horas sería mi mejor amiga la que
entrara en la habitación encontrándome así. Eso también me excitaba. Imaginaba que
mi amiga comprendería el juego y lo único que se le ocurriría hacer no era soltarme,
sino quitarse el cinturón de sus pantalones y azotarme salvajemente. Sería lo máximo.
Pero lo más probable sería que si mi amiga me encontrara así, no comprendiera nada
en absoluto y pensara que me faltaba algún tornillo.
Se me olvidó poner un reloj en la habitación, sabía que más o menos era el comienzo
de la tarde, pero aquello también se transformó en una nueva experiencia sin saber la
hora, sin saber si realmente me daría tiempo a escapar. En ese momento también
pensé que ya había avisado a mi amiga, no había marcha atrás posible. Me intenté
relajar y me puse a ver el vídeo. Mi mente y mi cuerpo flotaban. Fantaseaba con que
era una prisionera a la que pronto vendrían a buscar para torturarla sin remedio. No
dejaba de imaginar en que mi captora era mi mejor amiga.
Incluso con el vídeo puesto, mi imagen en el espejo y mi fantasía flotando en mi mente,
el tiempo comenzó a parecerme que transcurría excesivamente lento. Los músculos de
mis piernas comenzaron a cansarse de estar de pie sobre aquellos altísimos tacones. La
mordaza me hacía babear mucho, además de hacer que mi mandíbula comenzara a
dolerme. Las pinzas en mis pezones no dejaban de lanzarme calambres dolorosos por
todo mi cuerpo. Y aún quedaba que el enema comenzara a fluir en mi interior. Me
preocupaba que no funcionara e incluso lo deseaba. Comenzaba a pensar si no habría
cometido algún error.
Pensé en la forma de evitar que el agua comenzara a fluir en mi interior, pero era
imposible, no alcanzaba donde estaba el mecanismo o simplemente tirar la bolsa de
goma al suelo, pero no estaba nada de esto a mi alcance. Había previsto en mis planes
estos impulsos. De repente comencé a sentir cómo el agua comenzaba a inundar mis
intestinos. Mi vientre comenzó a hincharse y aquel fluir no acabaría hasta que la bolsa
estuviera completamente vacía. Comencé a preocuparme, parecía que nunca iba a
parar de entrar agua en mi interior. Después de lo que pareció una eternidad, el flujo
de agua se detuvo. Me di cuenta de que había usado bastante agua, sí, y también
comenzaba a pensar que haber usado el enema para estimularme había sido un error,
el vientre comenzó a dolerme y no había nada que yo pudiera hacer. El enema estaba
doliéndome demasiado, más de lo que había imaginado. Pero no había nada que
hacer, sólo esperar que el cubito de hielo que estaba sobre la mesita se derritiera lo
antes posible. Después de unos minutos que me parecieron horas, la combinación del
enema, el vibrador, las pinzas y mi cuerpo atrapado comenzaron a llevarme a otro
mundo. El primer orgasmo fuerte me golpeó de tal manera que mis piernas temblaron
en exceso, casi me dejo caer al suelo de la intensidad, cosa que no podía hacer por la
cadena que me atrapaba por el collar, incluso podría resultar algo peligroso. Pero antes
de que la ola de ese tremendo orgasmo se extinguiera, comenzó a venir el segundo.
Estaba en el cielo. De nuevo, si no llega a ser por el collar que me hacía estar de pie en
aquel momento estaría derrumbada en el suelo, derrotada de placer. Lentamente fui
recuperando la respiración. En esos momentos estaba deseando soltarme
completamente e ir al baño a evacuar el líquido que llenaba mi interior y quitarme todo
lo que tenía encima. Pero miré el cubito de hielo, que aunque ya estaba bastante
descongelado, aún le quedaba un rato. Lo miraba atentamente, parecía que cada vez
se derretía con mayor lentitud. Observaba con impaciencia cada gota que se separaba
de lo que me parecía un enorme témpano de hielo, cuando en realidad ya era un
diminuto trocito de helada agua. Mi vientre parecía que iba a estallar, necesitaba ir al
baño ya. Después de lo que me pareció una eternidad, el hielo se fundió
completamente y comencé a moverme para hacerme con la llave. Ahora había otro
peligro, que la llave se me cayera al suelo y entonces sí que estaría irremediablemente
perdida. Así que respiré profundamente e intenté calmarme, actuando lentamente
pero con seguridad. Cogí la llave y me pegué a la barra del cabecero de la cama, ahora
venía otro momento delicado. Contorsionándome llegué al candado de la cadena,
lentamente y con gran cuidado inserté la llave, la giré despacio y con un chasquido el
candado se abrió. Respiré aliviada, todo iba bien.
Tiré de mi cuello y la cadena salió de la argolla del collar y me vi liberada de estar
pegada a la cama, ya tenía movimiento. El siguiente paso era quitarme las esposas de
las muñecas y los tobillos. Las pinzas en mis pezones me torturaban y el enema cada
vez se hacía más doloroso, pero no había nada que hacer. Agachándome y con una
forzada postura conseguí sacarme la cánula del enema de mi culo y me dirigí a la
puerta de la habitación. La abrí contorsionándome y me dirigí a la cocina. Con pasitos
pequeñitos, caminando muy difícilmente por la cadenita que unía las esposas de mis
tobillos y dificultado aún más por los altísimos tacones. Lentamente fui como dando
saltitos hasta llegar junto al frigorífico. Lo abrí y allí estaba el cubito de hielo con la
llave de las esposas en su interior. Aunque no estaba en el congelador, se había
derretido poquísimo. Lo cogí como pude y lo sostuve en mis manos intentando darle
calor para acelerar el proceso. Aún era de día, así que de todas formas tampoco era
plan de salir a la calle desnuda y atada a buscar el resto de las llaves.
La tarde tocaba a su fin. La espera se hacía eterna. Estaba de pie en medio de la cocina
cuando de nuevo mi cuerpo comenzó a reaccionar. El dolor en los pezones, mis piernas,
mi vientre, el vibrador funcionando... Esta vez no lo pude evitar y caí de rodillas en el
piso de la cocina cuando un nuevo orgasmo me hizo estallar. Caí al suelo
irremediablemente frotando mis muslos y sintiendo un nuevo y explosivo orgasmo. Me
quedé allí tumbada respirando fuertemente. El cubito de hielo aún seguía en mis
manos derritiéndose más rápidamente. Ahora tenía que levantarme, operación nada
sencilla. Me puse de rodillas y me senté sobre mi trasero a la espera de que el hielo se
derritiera completamente. El enema parecía que iba a hacer estallar mi vientre, el dolor
de dar de cuerpo era tremendo y sentía calambres por todo mi cuerpo. Casi me sentí
tentada de expulsar todo el líquido allí mismo, pero no debía, era parte del juego,
además, no quería ensuciarlo todo. La llave casi estaba ya en mi poder cuando
comprobé que fuera casi había oscurecido totalmente, la noche iba cayendo.
Desgraciadamente aún tenía que esperar un poco, no era plan de que algún vecino me
viera desnuda por la calle. ¡Necesitaba urgentemente ir al baño!
Por fin la llave estaba en mi poder. De nuevo, lentamente y con cuidado, abrí las
esposas de mis manos. Por fin me sentía más libre. Masajeé mis muñecas doloridas por
los esfuerzos. Antes de quitarme las esposas de mis tobillos me quité las pinzas de mis
pezones. El dolor fue tremendo, mucho más que todo el que sentía por mi cuerpo. Me
encogí respirando profundamente y fui masajeando lentamente y con cuidado mis
castigados, hinchados y deformados pezones. Fui recobrando el control y me agaché
para quitarme las esposas de los tobillos.
Me acerqué a la ventana para comprobar la calle, no había nadie cerca o eso me
parecía. Abrí la puerta y miré alrededor.
Intentando ocultarme en la breve protección de la oscuridad que proporcionaba el
estar pegada a la pared, fui deslizándome hasta la puerta de mi garaje donde tenía el
coche. Sentía el frescor de la noche recorrer mi desnudo y expuesto cuerpo. Los tacones
parecían retumbar por toda la calle o eso me lo parecía a pesar de caminar lentamente
y con mucho cuidado. Llegué a la entrada de mi cochera y entré. Abrí el coche y cogí la
llave que estaba sobre el asiento. Quité el candado de mi mordaza y la deslicé
lentamente fuera de mi boca. La saliva había empapado todo mi cuerpo por delante,
incluso mis piernas. Moví mi boca lo que podía, el dolor era intenso y parecía como si
nunca pudiera cerrarla. Lentamente me asomé a la puerta del garaje mirando a la
calle. Aún me quedaba coger la llave del cinturón que estaba en el buzón y la llave del
baño que estaba colgada de una puntillita en la valla de mi jardín, justo en la zona más
expuesta a miradas extrañas. Los calambres en mi mandíbula eran muy fuertes, pero lo
que realmente me preocupaba era el tremendo dolor de mi vientre. Era ya totalmente
de noche, yo no había encendido las luces de mi jardín, pero las farolas de la calle
iluminaban bastante bien todo el contorno. Pensé en una cosa que no había hecho y
era mirar algún reloj para comprobar la hora, en ese momento me arrepentí de no
haberlo hecho, aunque tenía la impresión de que aún había tiempo de sobra.
Me deslicé fuera de la cochera bien pegada a la pared. Me movía sigilosamente, tanto
como podía para no ser vista y lo más cerca de la pared. Me agaché. Mal hecho. El
dolor en mi vientre se intensificó demasiado. Así que era imposible que fuera agachada
hasta la puerta exterior del jardín de mi casa o arrojaría fuera todo lo que inundaba mi
vientre. Me alcé y lentamente, atemorizada y mirando en todas direcciones, me fui
acercando a la puerta. De nuevo el sonido de mis tacones parecía amplificado en mi
cabeza con la sensación de que todos los vecinos saldrían a ver quién andaba por la
calle. Llegué a la puerta y me pegué a ella todo lo que pude, unos pasos y unas voces se
acercaban por la calle. Las voces pasaron por delante de mi puerta a escasos
centímetros de mi cuerpo completamente desnudo y tembloroso. Hasta el motorcillo
del vibrador parecía que sonaba amplificado y a todo volumen. Cuando me cercioré de
que los pasos se alejaron, abrí un poco la puerta y me asomé al pequeño resquicio.
Parecía que no había nadie cerca, por la calle. También miré preocupada algunas
ventanas iluminadas de los vecinos. Nunca pensé en la tremenda luz que daba la farola
que había justo junto a la puerta de mi jardín. Miré a ambos lados de la calle y con
toda la velocidad de que era capaz salí fuera. Abrí la puertecilla de mi buzón y metí la
mano. Allí estaba la llave. Cerré con fuerza mi mano a su alrededor y dejando el buzón
abierto volví a la seguridad tras la puerta de mi jardín, que cerré demasiado
ruidosamente para mí. Respiraba profundamente y mi cuerpo temblaba de arriba
abajo cuando algo imprevisto sucedió. Mis piernas se tambalearon, el dolor en mi
vientre aumentó justo cuando el vibrador en mi interior y la tremenda excitación que
sentía por la situación, me llevaron a un nuevo y tremendo orgasmo allí mismo. Me
agarré a la puerta, mis uñas la arañaron cuando el temblor del orgasmo atravesó toda
mi columna vertebral. Mis manos se dirigieron instintivamente hacia mis pechos y los
estrujaron con fuerza, con saña, clavando mis uñas, sintiendo el dolor profundamente,
intensificando mi placer. En esos momentos me percaté de que la gran humedad que
corría a todo lo largo de mis piernas no sólo era la saliva que escapó por mi boca, sino
la tremenda humedad que no dejaba de fluir de mi entrepierna. Recuperé lentamente
la respiración e ilusoriamente, el control de la situación. Ahora tenía que ir al otro
extremo del jardín a por la llave del baño. Mi jardín no tenía un seto frondoso, si a
aquellas cuatro ramas sin hojas se le podía llamar seto. Las farolas lo iluminaban todo
con claridad deslumbrante. Respiré profundamente y me dispuse a atravesar todo el
jardín. Los altos tacones y el tremendo dolor del enema lo dificultaban todo. Los
calambres aumentaban por momentos y aquello ya era insoportable. Así que no me lo
pensé mucho y casi eché a correr en busca de la penúltima llave.
Sin mirar a ningún lado corría lo que podía a través de mi jardín, ya sin importarme
nada. Llegué al extremo de la valla y allí estaba la llave reluciente bajo la luz de la
farola. La cogí con fuerza y de nuevo, sin mirar ni pensar, eché a correr hasta la puerta
de mi casa, que traspasé y cerré a toda velocidad. Pensé que tuve suerte de no
haberme caído en el trayecto. Respiré apoyada sobre la puerta cerrada, suspirando
aliviada. Luego miré a mi alrededor como esperando encontrarme alguien en el mismo
salón de mi casa, lógicamente no había nadie. Corrí hasta el baño. Estaba temblorosa y
nerviosa, sentía muchos y diferentes puntos de dolor por todo mi cuerpo, pero el peor
de todos era mi vientre. Me puse más nerviosa, parecía que la llave no quería entrar en
la cerradura. Y cómo iba a entrar, estaba intentando abrir la puerta del baño con la
llave de mi cinturón de castidad. Por fin la abrí y entré como si me fuera la vida en ello.
Rápidamente abrí el cinturón de castidad y lo tiré al suelo al mismo tiempo que
levantaba la tapa del váter, me sentaba y entre ventosidades comencé a evacuar el
líquido que tanto presionaba mi dolorido vientre. El alivio fue automático, como
automático fue un nuevo orgasmo inesperado. Quedé sentada durante un rato en el
váter, derrotada. Lentamente me quité el consolador que aún vibraba en mi interior.
Respiraba profundamente, aliviada en todos los sentidos. Había sido una tarde
impresionante, llena de nuevas sensaciones inesperadas y sorpresivas. La experiencia
no había dejado de ser muy positiva. Descansé un poco allí sentada. Luego recordé la
llave que aún debería descansar en el fondo del agua en el váter. Me levanté
lentamente, la verdad que con bastante esfuerzo, mis piernas parecían que querían
descansar. Metí la mano en el agua y me puse a rastrear en un agua que ya no era
limpia. Con algo de asco di con la llave de la puerta de mi dormitorio, la agarré con
fuerza y después la lavé con agua clara. Todos los movimientos que yo efectuaba eran
lentos y torpes. De esa forma lenta y torpe y casi tambaleándome llegué a la puerta de
mi dormitorio, la abrí y me dejé caer sobre la cama. Después de un buen rato pensé
que era hora de ducharme, quedaba tan sólo media hora para las diez y mi amiga
tendría que estar a punto de llegar. Cogí la llave de mis zapatos, que estaba, sin
complicaciones, en el cajón de mi mesita de noche y me los quité. Luego cogí algo de
ropa y me dirigí al baño. La cálida agua de la ducha me relajó aún más. Me dejé
abandonar bajo la lluvia de agua mientras mi mente vagaba pensando en los últimos
momentos vividos y decidí que estaba más que satisfecha con la experiencia. Habría
que repetirla pero con nuevas trabas y nuevos retos. Lo tenía difícil. Sonreí.
Cuando estaba secándome lánguidamente la voz de mi amiga llamándome desde el
salón, me sobresaltó. Respiré aliviada de haber terminado a tiempo. Las únicas
pruebas de mi juego estaban en la habitación de invitados, a la que seguro ella no
entraría.
Nos encontramos en el salón, ella estaba sentada en el sofá ojeando una revista, yo
aún con el pelo húmedo, pero vestida. Hablamos de dónde podríamos ir a cenar. Me
senté a su lado y ella me comentó los ojos tan bonitos y brillantes que tenía y que me
veía hoy muy guapa, relajada. Suspiré sin decir nada y le sonreí. Le dije que me
esperara un ratito mientras me secaba el pelo y terminaba de maquillarme para salir.
Cuando estaba pintándome los labios, me sobresalté y abrí mucho los ojos y la boca,
mirándome en el espejo. ¡La nota! No me había acordado del sobre que estaba sobre la
mesa del salón con el nombre de mi amiga bien visible para que ella la leyera.
Rápidamente salí hacia el salón y allí seguía sentada leyendo una revista y la nota
directamente enfrente de ella. Por suerte seguía en la misma posición, no se había
percatado de que estuviera allí. Me acerqué hablándole, me puse frente a ella y cogí
disimuladamente la nota, hice una bola con ella y fui de nuevo a mi dormitorio a elegir
los zapatos. Respiré más aliviada aún, no la había leído. Salimos de mi casa, cerramos
la puerta del jardín y recordé cómo me corrí como nunca allí mismo. Cogimos un taxi y
cuando nos sentamos atrás, ella me cogió la mano y me la acarició. La miré algo
sorprendida. Ella me devolvió la sonrisa y presionó mi mano clavando suavemente sus
uñas en la palma de mi mano. Sonrió abiertamente, suspiró y mirándome a los ojos me
dijo:
-¿Sabes? Tenemos que hablar de esa nota tan interesante que has dejado para mí en la
mesa de tu salón. ¿Y sabes?, acepto”.

ANEXO AL BONDAGE:
BONDAGE OCCIDENTAL Y OTRAS “FANTASIAS”

Aunque anuncié en el primer capítulo dedicado al bondage que éste tendría tres
partes, esta cuarta (que no quiero incluirla propiamente dentro del arte del bondage),
viene a ser, como su propio enunciado indica, una especie de anexo a los anteriores
apartados, así como, tratar algunos aspectos relacionados y algunas prácticas que nos
sirvan de ejemplo o idea para llevar a cabo en nuestras escenas BDSM.
Recordemos que el estilo de bondage, que podemos llamar occidental, tiene, a
diferencia del oriental, un sentido más “utilitarista”, trascendiendo del placer que
proporcionan las ataduras “per se”.
La fantasía de ser atado mientras otro vence toda resistencia para extraer de un cuerpo
indefenso todo placer posible, es una fantasía muy común. En nuestro país, por
ejemplo, un elevado porcentaje de parejas se han planteado o han usado el bondage
en sus relaciones íntimas. Esta fantasía suele etiquetarse como “de violación”. Pero ésta
es una visión muy parcial.
Puede ser más exacto el ver esta fantasía en un contexto amplio: la mayoría de
nosotros todavía nos enfrentamos a los vestigios de una educación que nos
culpabilizaba en relación al sexo. Así que si alguien te quiere tanto como para
imponerse y conquistarte, ¿qué le vas a hacer? Te convertirás en una caliente fábrica
de drogas endógenas y fluidos corporales, pero no tendrás la culpa. Lo único que
puedes hacer es luchar, sudar y jadear… pero no podrás evitar lo inevitable.
Dentro de esta visión generalizadora, hay muchos matices, hasta el punto de que
existen tipos de escenas que poco tienen que ver con este planteamiento. Y lo cierto es
que el mismo equipo de cuerdas, esposas y cadenas sirve para crear estados
emocionales y físicos bien distintos, aunque el erotismo subyacente sea el mismo.
Vamos por partes… En primer lugar, tenemos el bondage sensual. Se busca elevar la
conciencia que el sumiso/a tiene de su piel, que se centre en sus sensaciones físicas
más inmediatas para conjurar así las tensiones de la vida cotidiana. Por tanto, para este
propósito está indicada toda lencería muy ajustada. Si se usa cuerda, ésta será sedosa y
de colores vivos.
La meta es crear un estado de excitación, para prolongarlo sin permitir el orgasmo, de
modo que fluya hacia un estado de dichosa necesidad, ansiando la caricia del
dominante. Una escena de éstas es sutil y muy seductora…
También puede ser físicamente opresivo. La elección de la postura dependerá de si
deseamos causar una leve incomodidad o un verdadero dolor. Se requiere “savoir
faire” para no presionar en exceso nervios o articulaciones. Lo que se pretende es
desafiar la tolerancia del sumiso/a al dolor, comprobar su resistencia. El bondage es la
prueba o el castigo y el dominante es un guardián atento y exigente. Funciona bien con
sumisos/as a los que no les gusta recibir azotes o dolor excesivo y prefieren liberar
endorfinas con los músculos tensos y doloridos. Seguro que se te ocurren multitud de
posturas, algunas perversamente simples, como la que resulta de combinar unos
tacones de aguja con un cepo que una tobillos y muñecas.
Sumisión y bondage suelen relacionarse inmediatamente en la mente de cualquiera.
Para poner de relieve esta relación, hay que recurrir al simbolismo de algunos juguetes
y a sus poderosos efectos en la psique del sumiso/a. Se persigue crear un estado de
rendición ante la autoridad. Por tanto es imprescindible que el dominante atribuya un
significado a cada símbolo que se le imponga al sumiso/a, ya sea un collar, una correa,
una capucha o unas esposas. Vienen muy bien aquí los discursos introductorios.
Por supuesto, a lo que se le introduce es a un juego en el que quede patente la
sumisión.
Pocas cosas hay comparables a disponer de un sumiso/a con sus manos inmovilizadas a
la espalda, para sostenernos una copa o para demostrarnos sus habilidades orales.
Pero hay juegos o situaciones que no tenemos porqué limitarlas a las cuatro paredes
donde desarrollemos la escena, existen muchas posibilidades para sacarle jugo a
nuestra pareja en lugares más o menos públicos. Veámoslo…

- Jugar con las tallas es algo que puede cumplir con las metas del bondage sensual en
público. Una prenda que tiende a caerse por ser demasiado grande o por no tener el
elástico o la correa que normalmente la sostiene, centrará toda la atención del
sumiso/a, del mismo modo que lo hará no llevar ropa interior o llevar un zapato medio
número superior al habitual.
- Jugando también con las tallas, pero en la otra dirección, nos permitirá disfrutar de
una especie de bondage físicamente opresivo en cualquier entorno. Podemos pensar
en una braguita pequeña que se enrolla, un sujetador dos tallas menor que aprieta sin
remedio, un corsé bien ajustado, o unos zapatos pequeños.

- La sumisión se pone de manifiesto dando un pasito más en cada uno de los ejemplos
anteriores: exhibiendo en lugares públicos al sumiso/a de forma controlada. Puedes
poner un pequeño objeto en el interior de su calzado, ya sea una piedrecilla o un
garbanzo o hacerle llevar unos tacones exageradamente altos. Le hará sentirse muy
vulnerable a causa de la inestabilidad al caminar y le parecerá que todos la miran,
aunque sea invisible incluso para el mismísimo Berlanga.

- Ir a cenar a un restaurante concurrido, yendo completamente desnuda y con un arnés


de cuerdas bajo el vestido. O puede también no llevar ni siquiera vestido, con lo que se
encontrará con el compromiso de no poderse quitar la gabardina que lleve. Incluso
puede que tenga introducidas en su vagina o ano, unas bolas chinas para incrementar
su sensación de apuro y de exposición ante el público. Muy interesantes son las bolas
chinas o balas vibradoras que actualmente podemos conseguir y que funcionan con
mando a distancia, lo que hace la experiencia de lo más interesante gracias a la total
indefensión de nuestra sumisa o sumiso.

Lo cierto es que las pruebas de dominación usando la exhibición, más o menos pública,
del sumiso/a admiten multitud de variantes e ideas que salen del contexto del
bondage, entrando en otras fantasías relacionadas con otras prácticas BDSM o
puramente eróticas.

Ahora trataré, aunque sea de forma somera, lo que se conoce como la Privación
sensorial. El dominante ejerce su control impidiendo al sumiso/a usar alguno de sus
cinco sentidos. Aquí se emplearán vendas, capuchas, tapones para los oídos, mordazas
o la momificación.
Se persigue aumentar la indefensión, posibilitando así una mayor sumisión. También
puede ser el propósito del dominante sorprender al sumiso/a alternando caricias
placenteras con otras no tanto, creando en él/ella un estado de deliciosa anticipación,
sin que sepa cómo, cuándo ni dónde lo van a tocar.
Por último, si la privación sensorial es casi total (ojos vendados, tapones en los oídos,
mordaza y sus cuatro extremidades atadas), lo abocaremos a un viaje a través de su
silencio hasta lo más profundo de su ser, más allá incluso de lo sexual. En cualquier
caso, es importante suplir los obstáculos para la comunicación para el uso de
contraseñas con un poco de ingenio. Por ejemplo, si nuestro sumiso/a no puede hablar
con esa mordaza que casi le desencaja la mandíbula, bueno será darle un cascabel o
una canica para que la deje caer si necesita un respiro o hablarte al margen del rol.
El bondage o BDSM utilitario es uno de los que mayores satisfacciones puede reportar
a ambos miembros de la pareja. Está ideado para iniciar al sumiso/a en algo para lo
que tiene reticencias, como el sexo anal o tal vez una sesión de spanking o
sencillamente comenzar a iniciarse en el universo BDSM.
Por último, tenemos el bondage y el BDSM como metáfora de la confianza.
Por ejemplo, un dominante puede atar a su pareja a la cama y decirle que debe
permanecer allí hasta que regrese a liberarla. Seguramente le costará morderse la
lengua para no decir la contraseña cuando le venda los ojos, de modo que se limita a
esperar, casi sin atreverse a respirar, durante lo que parecen horas enteras, hasta que él
pone su mano en sus pechos desnudos y acaba haciéndole el amor. Al desatarla sabrá
que su pareja se había limitado a abrir y cerrar la puerta, sin salir, para observarla
mientras creía que nadie la vigilaba.
Desde luego, no son necesarias las cuerdas para poner a prueba a alguien respecto a la
confianza. Es un tópico decir que el bondage está en la cabeza, pero es del todo cierto.
Y recurrimos a esta idea cuando ordenamos a nuestra pareja permanecer inmóvil, a
cuatro patas como una mesita, y colocarle algo encima con la advertencia de que
puede ser castigada si deja caer el objeto que tienen encima.
Las buenas escenas suelen alternar estilo y superponer sensaciones. Y por encima de
todo, más allá de las cuestiones técnicas, está la buena comunicación, porque sin ella la
escena será un fracaso.
NOCIONES DE SEGURIDAD

Existen cuatro peligros potenciales a evitar al practicar el bondage: desmayo, lesiones


en nervios o tendones, articulaciones dislocadas y el más peligroso de todos, la asfixia.
Estos peligros pueden estar escondidos en los instrumentos de apariencia más
inofensiva. Sin ir más lejos, cuando usamos unas esposas, pocos reparamos en lo
importante que es que dispongan de un seguro que evite que el trinquete se cierre
más de lo deseado. Si no se usa ese bloqueo, las muñecas corren el riesgo de sufrir
pinzamientos en los nervios o tendinitis. Además, hasta unas buenas esposas pueden
malherir si tratamos con demasiada rudeza al sumiso/a. Y ni que decir tiene que nos
abstengamos de suspender a nadie de unas esposas, o sólo de las muñecas: éstas no
resistirán sin resentirse del peso de todo el cuerpo.
El sumiso/a debe alertar en todo momento al dominante si nota un hormigueo en las
manos o un pellizco en el nervio que recorre la base del pulgar, preaviso de que se van
a dormir las extremidades. Hay que aflojar inmediatamente. Si a pesar de todo el
sumiso/a pierde sensibilidad, la recuperará más tarde. De lo contrario, hay que
procurarle atención facultativa, algo nunca deseado. Y por supuesto asegúrate antes de
cerrar nada de que tienes las llaves y un repuesto en lugar seguro, no sea que se rompa
en la cerradura.
Por otro lado, el nervio que se extiende bajo la axila es sensible a la presión. Pocas son
las personas capaces de permanecer erguidas con los brazos elevados sobre la cabeza,
porque se acaba por no notarlos. El bondage permaneciendo de pie es más severo de
lo que parece y hay quien no lo tolera durante mucho tiempo.
Debes estar siempre preparado para cualquier eventualidad (desmayos,
hiperventilación, falta de circulación sanguínea en extremidades…) y prever que si por
casualidad se sufre un desmayo, el cuerpo carga repentinamente todo su peso sobre
los posibles puntos de apoyo o sencillamente caer al suelo y golpearse con cualquier
mueble.
En el caso de sufrir un desmayo, tienes que darle tiempo para que se recupere.
Túmbale y levántale las piernas. No le des ningún líquido que no pueda tomar sin tu
ayuda, no sea que se ahogue. Después, que tome alguna proteína e hidratos de
carbono. Habrá que repasar toda la escena y ver si ha habido una reacción fóbica a algo
que le haya hecho perder el sentido.
En cuanto a la suspensión, ese paso en el bondage que requiere de mucha pericia y
experiencia por su riesgo y que nos atrae e intriga a muchos por las sensaciones que
puede evocar, hay que advertir sobre los dos fundamentales peligros que encierra.
Uno está motivado por no haber planeado correctamente la distribución del peso. En
general, procuraremos repartir lo máximo posible el peso y en particular recordaremos
que los tobillos aguantan muy bien una suspensión, al contrario que las muñecas, con
las que hay que tener una mayor precaución. Conviene idear figuras simétricas para no
sobrecargar ninguna extremidad. Además, cuantos menos sean los puntos de apoyo,
más importante será acolcharlos y protegerlos debidamente.
El otro peligro es el derivado de una instalación poco fiable. Si optamos por usar un
cabestrante, asegurarnos del peso límite que el fabricante aconseja y al principio no
deberíamos subir demasiado al sumiso/a por medio de las poleas, en previsión de que
algo vaya mal, que siempre puede suceder. Si usamos una mesa para atar al sumiso/a
para luego elevarlo, al retirarla, siempre con cuidado, procuraremos que la mesa no
esté muy lejos para usarla en caso de necesidad.
La asfixia es la consecuencia más grave de un bondage incorrecto. Las cuerdas nunca
deben acercarse en exceso a la garganta y de hacerlo debe tenerse la máxima
precaución posible. Las mordazas también pueden ser causa de asfixia. Mucho cuidado
al introducir objetos o prendas en la boca, para luego sellarlas. Es preferible hacer un
nudo en un pañuelo que se ata a la nuca.
Nunca se debe desatender a un sumiso/a, pero especialmente si está boca abajo sobre
una superficie blanda, pues si se desmaya podría también sufrir asfixia. De todas
maneras, el peligro más relevante es cuando se busca la asfixia autoerótica, cuando se
es aficionado al autobondage, tema que ya se ha tratado.
EL ARTE DE LAS PINZAS

Como anteriormente he comentado en otros apartados, no me desistiré de recalcar


que para los no iniciados, la incursión en las diferentes disciplinas BDSM ha de ser
gradual, paso a paso.
Así que, como ejemplo de esa entrada gradual, en la disciplina que nos ocupa, no
deberíamos utilizar unas pinzas metálicas y mucho menos dentadas, sobre los pezones
o zonas genitales de un esclavo/a que no haya sido adiestrado antes con, por ejemplo,
unas pinzas de madera o metálicas protegidas con látex, que suelen ser las más suaves.
Para llegar a ser un experto en esta materia, así como que el sumiso/a lo soporte con
cierta comodidad, tenemos que conducirnos correctamente, aunque como en todo,
hay personas con una capacidad menor para aguantar el dolor y otras que sin embargo
lo llevan con bastante agrado.
Como en toda disciplina BDSM, en el empleo de las pinzas es importantísimo controlar
el tiempo. Cada cuerpo tiene su propio límite de resistencia, y éste no es fácil de
calcular, pues depende de múltiples factores: el sistema circulatorio del sumiso/a, el
lugar del cuerpo elegido para colocar las pinzas, la tensión con que éstas se empleen…
Es importante iniciarse comenzando por períodos de tiempo limitados. Cuando
colocamos la pinza, la zona donde la presión es directamente ejercida perderá
sensibilidad, ya que se reduce el riego sanguíneo, aunque el sumiso/a, como es lógico,
no se insensibiliza por completo, una pinza duele.
Para probar la presión de una pinza, podemos hacerlo pinzándonos en la piel que hay
entre los dedos de nuestras manos cuando los extendemos en abanico, sobre todo
entre el dedo pulgar e índice. Nos puede ayudar a conocer la presión de la pinza y
cómo, dónde, cuándo y cuántas podemos utilizar.
Las sensaciones dependen del tiempo en el que las pinzas trabajen: a mayor tiempo de
colocación, mayor será el dolor, esto está claro.
Al retirar la pinza, la sangre vuelve a fluir por la zona pinzada, produciéndose entonces
una brusca recuperación de la sensibilidad que, dependiendo del período de pinzado y
el tipo de pinza utilizada, harán al sumiso/a, expresar su dolor de forma muy clara.
Hacer una fuerte presión en esos momentos con los dedos sobre el lugar de pinzado
multiplica el sufrimiento, de la misma forma que un suave masaje lo alivia en parte,
siendo estas dos conductas profundamente agradecidas por el esclavo/a, sobre todo
gracias al contacto personal que siente con la persona dominante.
Siempre debemos pensar que el BDSM es el equilibrio entre el dolor y el placer; y el
goce que se experimenta al sentir el roce de la piel de la persona venerada debería ser
más o menos constante durante la escena; no sólo con el castigo se ha de mantener la
atención del sumiso/a, sino también con el deseo que éste pueda llegar a sentir.
Establecer el tiempo máximo de pinzado es bastante difícil. Puede fijarse desde unos
pocos minutos, hasta una hora o incluso más, si el sumiso/a es muy, muy
experimentado y además cuenta con una gran resistencia física, pero, como he
comentado antes, todo depende de su sistema circulatorio y su capacidad para resistir
el dolor.
Otro factor prioritario a tener en cuenta en el cálculo del tiempo de pinzado es la
presión que tengan las pinzas, así como su tamaño.
Con respecto al segundo, debemos saber que cuanto mayor sea la zona de piel
pinzada, tanto menos dolerá, ya que, en este caso, la presión se repartirá sobre un área
mayor y será por tanto de menor intensidad.
Es como esos faquires que vemos acostados sobre una cama de clavos, que cuantos
más haya, más se reparte la presión y disminuye el dolor.
La tensión de las pinzas no es regulable en la mayoría de los modelos que existen, de
forma que deberemos jugar con el tiempo de aplicación y, por supuesto, la zona
elegida, para multiplicar las sensaciones sin ocasionar daños.
Referente a las marcas y equimosis que nuestros juguetes pueden producir, mencionar
que, si te preocupa que las vean, basta con retirarlas cada cierto tiempo y colocarlas en
otro lugar, así podemos conseguir que no sean evidentes.
De todas formas, y en mi opinión personal, pocas cosas satisfacen más a un Amo/a que
ver las marcas del pinzado sobre la piel de su esclavo/a una vez que la escena ha
terminado, incluso es de lo más placentero poderlas observar y palpar cuando han
pasado varios días, si el pinzado ha sido severo y prolongado. Lo mismo ocurre con la
persona dominada, hay un placer sublime en recordar los momentos de una sesión
gracias a las marcas que quedan en su piel y ese dolor residual al tocarlas.
Otro factor a barajar es el de la cantidad de pinzas que usaremos. El número es
indeterminado, dependiendo exclusivamente de la extensión de la zona elegida;
pueden colocarse en cualquier lugar del cuerpo donde haya piel suficiente para
pellizcar, por lo que son válidas todas las partes del cuerpo.
El orden de colocación también es arbitrario: en línea, formando círculos, dibujando
arabescos…
El pinzado, una vez realizado con corrección, admite también otros juegos. Podemos
tocar con la mano una pinza, o un grupo de ellas, colocadas sobre el cuerpo del
esclavo/a, tirando, aplastando o retorciéndolas, aumentando así el castigo o
multiplicando las sensaciones.
De la misma manera, es posible usar algún otro instrumento en lugar de la mano, léase
látigo, fusta, etc., con el cual además podremos azotar la zona pinzada, a la vez que
intentar quitar las pinzas con la lengüeta del extremo de la fusta o con la fuerza de los
impactos del gato de nueve colas, en vez de utilizar nuestros dedos, aunque ya aviso
que quitar pinzas con la fusta es bastante doloroso, pero a la vez muy placentero, no te
prives ante tal diversión, eso sí, se cuidadoso.
A la hora de retirarlas, nos encontramos de nuevo con numerosas (e igualmente
deliciosas) opciones. Básicamente, existen dos modos: con suavidad o bruscamente.
Con la primera opción, se busca aliviar el dolor inevitable de la renovada afluencia
sanguínea a la zona pinzada; y con la segunda, fomentarlo y aumentarlo.
En el caso de optar por la suavidad (lo cual haremos cuando consideremos que el
sumiso/a se encuentre al límite de su resistencia física), es conveniente retirar la pinza
haciendo una suave presión sobre el lugar donde mordió, a fin de controlar el riego, a
la vez que se realiza un suave masaje con los dedos (si previamente los humedeces con
tu saliva, el sumiso/a lo agradecerá).
Si nos consta que nuestro esclavo/a puede resistir aún más castigo, arrancaremos la
pinza bruscamente, incluso retorciéndola, y podemos además pellizcar con saña la
zona de pinzado. Pero cuidado, dependiendo del tipo de pinza, ésta puede llegar a
rasgar la piel con cierta facilidad, comprueba con anterioridad si la zona de la pinza que
muerde la piel tiene algún tipo de protuberancia o dibujo o es completamente plana.
Hay un sistema muy interesante de colocar las pinzas llamado “la cremallera”, no es
otra cosa que unir varias pinzas, que pueden llegar a ser una cantidad considerable,
mediante una cuerdecilla. Para esto son ideales las de madera, pasando esa cuerda fina
a través de los agujeritos que hay en el muelle metálico de la pinza. En este sistema,
colocamos todas las pinzas, una detrás de otra a una distancia más bien corta. Cuando
las hayamos colocado todas, ahora viene lo más interesante, tan sólo coger uno de los
extremos de esa cuerda que une todas las pinzas y tirar, bien con fuerza para que
salgan todas a la vez en un efecto en cadena o lentamente, eso ya al gusto de cada uno.
Eso sí, la “cremallera” duele, así que podéis comenzar con pocas pinzas e irlas
aumentando según veamos cómo reacciona el sumiso/a, así como elegir diferentes
zonas a pinzar he ir probando la resistencia del sumiso/a. Pero no dejes de usar este
método de pinzado, pues las sensaciones tanto visual como del efecto que procuran es
de lo más excitante.
El empleo abusivo, o simplemente incorrecto, de las pinzas puede producir heridas en
la piel, aunque éstas serán simplemente superficiales. En ese caso, debes lavar
cuidadosamente la pinza con alcohol o con un desinfectante enérgico, prestando la
misma atención a la zona herida: alcohol, Betadine o cualquier otro desinfectante
reconocido, y recuerda conceder al sumiso/a un período de reposo antes de emplearte
de nuevo sobre esa zona.
Otro aspecto que enriquece enormemente las posibilidades del juego con pinzas es la
colocación de pesas en las mismas.
Al añadir un peso a la pinza, ésta no trabaja ya sólo a presión, sino también a tracción,
aumentando la sensación de dolor. No obstante, debemos señalar algunas
precauciones a tomar muy en cuenta cuando decidamos usar pinzas lastradas:

1. No se debe dejar caer un peso excesivo bruscamente desde el sitio donde colgara,
pues en la caída aumenta su energía y puede llegar a lesionar los tejidos de donde
cuelgue (pezones, labios vaginales, escroto...).

2. No comenzar usando grandes pesos, llevar adelante un aumento paulatino -sobre


todo, estar muy atento a las reacciones del esclavo/a, éste sabe mejor que nadie si el
castigo resulta excesivo y si puede llegar a lesionarle.
En último término, como casi todo en el mundo del BDSM, el límite del juego viene
impuesto por la resistencia física del sumiso/a. Por tanto, investiga sus reacciones y
condúcete de acuerdo a ellas.

INSTRUMENTOS

- Dedos

¿Cómo no?, por aquí empezamos todos. Nuestras herramientas naturales (manos y
dedos) son los mejores instrumentos que podemos desear y utilizar. Ligeras presiones
en los pezones, para empezar, estiramiento de los labios vaginales o el escroto,
seguidos de fuertes pellizcos, retorcer la zona elegida…
Pueden emplearse sobre cualquier lugar, el control de la presión y del tempo en cada
momento es total, son nuestro mejor instrumento, por encima de cualquier otro
artificial de pinzado.
Utilízalos con inteligencia y morbo.

- Pinzas de Madera

El primer paso obligatorio para los no iniciados e imprescindible para los más expertos.
Suelen usarse las típicas de tender la ropa, son baratas y, en caso de apretar demasiado
para nuestra primera vez, pueden aflojarse fácilmente abriéndolas por la parte trasera.
Son las más utilizadas, no sólo por su bajo coste y fácil adquisición, sino también
porque son las mejor toleradas por los sumisos/as, siendo su tiempo de aplicación
prácticamente ilimitado, lógicamente dependiendo de la presión. También pueden
aplicarse en cualquier parte del cuerpo con suficiente piel para pinzar.
Con ellas puedes hacer casi de todo: construir auténticos ramilletes, por ejemplo en la
vagina (tanto en labios interiores como exteriores) o a lo largo del pene y continuando
por la piel de los testículos, así como en lugares más precisos; se pueden aplicar,
igualmente, en el interior de los muslos, pezones, clítoris, escroto, glande… y en la
cantidad y con la presión que desees.
- Pinzas Metálicas y de Presión

Estas pinzas pueden utilizarse sobre sumisos/as ya iniciados, aunque también son
tolerables para los no iniciados, siempre que su tiempo de utilización sea más bien
corto.
Este tipo de pinzas las denominamos de presión por su mecanismo, pues además de
apretar bastante, de su extremo suele colgar una pequeña cuerdecilla que, al tirar de
ella o colgar algún peso, la presión de mordido aumenta.
Además hay que tener en cuenta que la superficie de piel pinzada donde trabaja es
muy reducida, por tanto el dolor es mayor y pueden dejar marcas si rebasa unos 15 o
20 minutos, más o menos, aunque en este sentido, como de costumbre, todo depende
de la constitución de cada uno.
En los esclavos/as más experimentados, lógicamente, al igual que en las anteriores,
puedes utilizar la cantidad de pinzas que tú desees y él soporte. Puedes encontrarlas
con facilidad en comercios especializados y sobre todo en cualquier sex-shop online en
Internet.

- Pinzas recubiertas de Látex

Las pinzas de este tipo, suelen ser bastante cómodas y soportables, lo que más trabaja
es el tiempo. La zona de mordido es mucho más amplia que en el caso anterior y, por lo
que he comentado anteriormente, mucho menos dolorosas y más soportables, no sólo
por su presión, sino también durante más tiempo.
Las pinzas recubiertas de látex son las que más específicamente se utilizan para colgar
pesos. De hecho, suelen venderse con ellos o con enganches para este fin, y algunas
incluso tienen una cadenita que une parejas de pinzas y de la cual también podemos
colgar objetos más o menos pesados.
La razón de estar recubiertas de látex es para evitar que las pinzas, a causa de los
pesos, resbalen sobre la piel y se suelten.
Igualmente las pinzas se soportan muy bien con los pesos colgando de su extremo, eso
sí, siempre pendientes de que el peso no sea excesivo, aunque cuando lo es, lo normal
es que la pinza no aguante sobre la piel y se escape.
También este tipo de pinzas puedes verlas en tiendas de ropa, las tienes en ese tipo de
perchas que a veces se utilizan para colgar pantalones o faldas e incluso en una tienda
de todo a 100 las venden, con un ahorro considerable en vez de recurrir a tiendas
especializadas en BDSM.
Las pinzas recubiertas de látex con pesas las puedes encontrar con facilidad en
establecimientos especializados en juguetería para adultos y en los sex-shops online en
la red.

- Pinzas con mecanismo de presión

Al igual que las anteriores, este tipo de pinzas las podemos encontrar en tiendas
especializadas, así como en las tiendas on-line por Internet. Las hay de varios tipos
como esas pequeñas y estrechas con una pequeña ruedecilla para ir aumentando la
presión hasta pinzar con más o menos fuerza o unas que suelen usarse en los pezones
que son como un pequeño cepo que vamos apretando. Este tipo de pinzas no son muy
aconsejables usarla para colgar pesos lastrados, porque aunque quedan estéticamente
bastante bien, suelen escaparse con cierta facilidad.

- Pinzas para bricolaje

Las tiendas de bricolaje son un auténtico paraíso para los amantes de las pinzas, las hay
de todos los tamaños y colores, así como de las más variadas presiones.
Las hay de plástico que sirven para unir listones de madera, de metal para
conducciones eléctricas… en definitiva para todo, es entrar en la tienda y dejar volar la
imaginación en cuanto veamos los diferentes artilugios que la mente del bricomaniaco
ha inventado para su principal misión: hacer el mueble más inútil, desequilibrado e
inservible de la casa.
No olvides probar dichos artilugios antes de comenzar a colocarlos en delicadas partes
de la fisonomía de tu esclavo/a, pues los hay que pueden resultar realmente terribles,
pero otros son una delicia. No dejes de visitar estos comercios y no sólo para las pinzas,
que por allí hay de todo: cuerdas, cadenas, cabestrantes, cinta americana... Bueno,
bonito y barato.
- Pinzas Dentadas

El último paso en la disciplina de pinzado. Deben utilizarse única y exclusivamente


sobre sumisos/as experimentados.
Además de ir dentadas (lo que se conoce como dientes de cocodrilo), suelen presentar
una presión realmente alta, aparte de que su zona de mordido es muy, muy reducida.
También las hay que acostumbran a venir preparadas para el uso de pesos, incluso se
venden con éstos.
Al contrario de lo que pudiera parecer, no es habitual que produzcan heridas, eso sí,
siempre que se usen con corrección y que el gramaje sea el correcto. En cambio, las
marcas están garantizadas si su uso excede tan sólo en unos minutos.
De nuevo, quiero recordar que todo depende de la resistencia física del sumiso/a, y
que deben usarse sólo sobre sumisos/as con experiencia y cierto nivel, iniciados en
pinzas; en caso contrario debes limitar su uso y tener paciencia. Aunque como suele
ser habitual, todos los consejos que te doy, lo mismo son válidos para unos y sin
embargo no lo son para otros.

Existe en el mercado una gran variedad de modelos de pinzas, no sólo en el mercado


abarcado por los sex shops y tiendas on-line (recomiendo siempre la compra de
nuestros juguetes en tiendas on-line en Internet, su precio suele ser infinitamente más
bajo que en un sex-shop clásico), sino que es ideal darse una vuelta por una gran
superficie donde podemos encontrar casi de todo, la oferta es impresionante.
Pongo de nuevo como ejemplo esas perchas para pantalones y faldas que son
metálicas y llevan dos pinzas recubiertas de látex, además de poderle dar un atractivo
uso al gancho de la percha.

AL FINAL…
Al finalizar toda sesión severa de pinzado es conveniente, como siempre, desinfectar
las pequeñas heridas que pudieran haberse producido, así como las marcas más
evidentes. También, como he mencionado antes, proceder a la limpieza del equipo
usado para prevenir posibles complicaciones innecesarias.
Recuerda, además, no dejar de acariciar con la yema de los dedos, al final de la sesión y
durante ella, la zona pinzada.
Es muy gratificante para el sumiso/a recibir el reconocimiento y el cariño de su Amo/a,
seguro que de esta manera en próximas escenas lo hallarás aún más entregados.
Y ya sabes, lo que resta es que utilices la herramienta más importante que tenemos: la
imaginación.

LA CERA CALIENTE
Entramos ahora en una de esas disciplinas que se pueden denominar de temperatura,
y donde también se puede encuadrar, por ejemplo, el hielo. Vamos a ocuparnos de la
cera que muchos han probado pero que aún siguen temerosos de iniciarse ya que el
dolor les ha parecido excesivo. Intentaré despejar tus dudas, para que puedas incluir el
uso de la cera caliente sin temor alguno.

CÓMO HACERLO

En primer lugar, no hay nada que temer, siempre que usemos la cera adecuada. Gotear
cera de una vela es otro modo de producir una breve ducha de excitación sexual, tanto
para la persona dominante como para la sumisa.
El dolor es muy corto en persistencia y dispara sensaciones de placer, que pueden
llegar incluso al orgasmo, sobre todo cuando ésta se gotea en la zona genital y
obviamente la escena está muy avanzada, estando las sensaciones del sumiso/a a
punto de ebullición. La sensación de dolor viene y va en instantes, al igual que si se
recibiesen pequeños pinchazos una y otra vez. El dolor, repito, es de muy corta
duración y muy asumible, siempre que, como he comentado antes, se utilice la vela
adecuada.

TIPOS DE VELAS

Para los no iniciados, es prioritario utilizar velas con un punto de fusión a baja
temperatura, como pueden ser esas velas gruesas que van recubierta de un plástico,
normalmente rojo (de las que se suelen ver, con frecuencia, en algunos pubs y que son
fáciles de encontrar en supermercados y comercios de todo a 100). Su punto de fusión
es de una temperatura tan baja que incluso frotándola con los dedos es capaz de
fundirse. Para iniciarse y perder el miedo este tipo de velas son ideales, ya que el dolor
es prácticamente nulo.
Un poco más adelante podemos utilizar velas blancas (las corrientes) que, aunque sí
producen dolor, no llegan a quemar la piel. Estas mismas también las suelen vender de
colores y crean mayores sensaciones visuales, por los efectos cromáticos sobre la piel.
Auténticos maestros en el manejo de la cera y grandes aficionados son nuestros amigos
nipones.
Lo que no debes usar nunca son los costosos cirios de cera de abeja, ya que algunos se
fabrican añadiéndoles aceites y estos sí pueden dejar marcas e incluso producir
quemaduras.
También debemos jugar con la altura desde la que se vierte la cera caliente. Cuanto
más alta, menos dolor, ya que la cera se va enfriando en la caída. También podemos
verterla muy cerca de la piel, cuando el sumiso/a va adquiriendo un mayor nivel de
resistencia.
Lógicamente, la zona elegida puede ser más o menos sensible: pezones, muslos,
pecho... Otro placer añadido es el retirar la cera adherida a la piel, para lo cual
podemos optar por retirarla simplemente con las uñas o bien con la lengüeta de la
fusta, siempre dependiendo del nivel del sumiso/a, ya que es doloroso en extremo.

PRECAUCIONES

Hay algunas precauciones a tener en cuenta, como retirar todo material o envoltorio
metálico que presente la vela, para evitar que algún fragmento pueda caer sobre la
piel, así como tener especial cuidado -en las citadas anteriormente con envoltura- que
la llama no funda el plástico. Atentos a la posible base aceitosa con que esté fabricada
la vela. Prestad atención, igualmente, a que la llama no prenda el cabello del sumiso/a
y, muy importante, no utilizar nunca la cera caliente sobre un sumiso/a que use geles
corporales; algunos de estos contienen una base de alcohol o purpurina que puede ser
muy inflamable. Y como siempre, observa las reacciones de tu pareja, es posible que su
sensibilidad no resista según que tipos de velas, o si su miedo es demasiado alto, no la
fuerces bajo ningún concepto.

Espero que estos consejos te ayuden a iniciarte en el apasionante y placentero mundo


de la cera. Recuerda, comienza con precaución y, como siempre, poco a poco. Te
aseguro que tú y tu pareja descubriréis un gran placer, que no dejaréis de incluir en
vuestras próximas sesiones.
LAS AGUJAS
Antes de entrar en el lado técnico del uso de las temibles agujas, distendámonos un
poco con un entretenido relato donde aparece el uso de las agujas, que lo disfrutes…

“A LA MAÑANA SIGUIENTE

Alexia se despertó lentamente. Lo primero que la invadió fue una intensa sensación de
dolor. Intentó cambiar la postura de su cuerpo sobre la dura superficie de madera y
recibió multitud de intensos calambres de dolor. Alzó su cabeza para mirar su cuerpo.
Aún seguía en la misma posición en que la había dejado el último Amo que la usó. Ese
mismo Amo que fue el más difícil de contentar. Habría sido el más duro incluso si no
hubiera sido el último entre todos los Amos y Amas que la habían usado sin piedad
durante horas y horas.
Toda la parte delantera de su cuerpo estaba cubierta de oscuros y abultados
cardenales y marcas abiertas del intenso castigo que había soportado durante la
noche. Por aquí y por allá, algunos hilillos secos de sangre le recordaban la tremenda
intensidad de los castigos. En su boca aún saboreaba los restos de corridas y jugos,
tanto de hombre como de mujer. El fuerte sabor de la orina también impregnaba su
aliento. No pudo moverse mucho más, aún seguía atada con fuerza de la misma
manera en que la habían dejado... Recordó...
Cuando él había llegado, ya había sido follada docenas de veces por todos sus agujeros
y castigada sin piedad. Las corridas goteaban de su coño y de su culo y su boca
chorreaba empapada de jugos y restos de corrida que su lengua había sido incapaz de
recoger.
Había sido obligada a chupar y limpiar todas las pollas, sin importar dónde habían
estado metidas antes. Muchas de las mujeres previamente habían follado y ella había
tenido que limpiar sus coños del esperma que rezumaban y del chorreante jugo que no
dejaba de manar de aquellos sucios coños.
Todos, absolutamente todos, mujeres y hombres, la habían obligado a beber sus
meadas durante toda la noche, e incluso la habían hecho beber sus propios meados.
Una de las mujeres tenía el período y Alexia recordó que aquella mujer había llegado
bastante tarde. La había atado fuertemente a la mesa de madera con unas
muñequeras de cuero y la estuvo azotando duramente y sin piedad con una correa de
cuero durante quince interminables e insufribles minutos. No dijo nada, simplemente
llegó, cogió la correa y la azotó sin descanso, sobre todo en sus grandes tetas.
Ella lloró sin parar en todo momento, su cuerpo estaba muy sensibilizado por los
anteriores y fuertes castigos, plagado de marcas rojas y violetas. Rogó a gritos que
haría lo que aquella mujer le pidiese con tal de que parara. Cuando terminó de
azotarla, agarró los ya sensibles pezones con fuerza, tirando de ellos, retorciéndolos.
Alexia gritó buscando misericordia y la mujer le dijo que dejara de gimotear y que le
suplicara que la dejara beber su meado.
Alexia suplicó que la mujer le permitiera beber su orina y la mujer se subió encima de
ella, poniendo su coño peludo y maloliente en su boca y orinando profusamente. Alexia
tragó tan rápido como pudo, acercándose de nuevo al orgasmo y reteniendo en su
barriga de nuevo más líquido dorado. Cuando la mujer terminó, Alexia notó el tampón
en el coño de la mujer.
Con los dedos, la mujer se sacó el tampón y le dijo a Alexia que estaba menstruando
mucho y que tenía puesto el tampón desde la noche anterior para que ella le chupara y
limpiara profundamente su coño. Alexia miró con horror cómo el tampón empapado
salía del coño y un fluido rojo comenzó a gotear en su cara.
Ella abrió la boca todo lo que pudo para recoger lo antes posible el líquido que goteaba
directamente del coño a su boca. La mujer se sentó firmemente sobre su boca, cogió de
nuevo la correa de cuero y azotó la entrepierna de Alexia, que se retorcía mientras
seguía chupando el líquido menstrual que seguía rezumando del coño de aquella mujer.
Alexia se corrió al menos tres veces.
La mujer casi la asfixiaba con su coño, mientras Alexia se corría. Cuando la mujer por
fin se bajó de su cara, Alexia dio unas lengüetadas, relamiéndose y recogiendo los
líquidos que tenía alrededor de su boca, al mismo tiempo que sentía espasmos de
placer que la estremecían.
Nunca se había sentido tan depravada, tan sucia, tan usada.
La mujer se colocó de nuevo a su lado y comenzó a azotarla otra vez durante otros
quince minutos. Alexia lloró, gimió, gritó, imploró, suplicó... ¿No la había complacido
ya? ¿No había hecho lo que ella le había pedido?
Pero en el fondo ella sabía que era una esclava y estaba siendo castigada porque le
apetecía a aquella mujer. Los últimos diez minutos, los duros azotes cayeron
directamente sobre su abierto y expuesto coño.
Una y otra vez, sus tiernos labios vaginales y su monte de venus sentían el pesado y
punzante golpe del cuero curtido. Sus labios vaginales comenzaron a tomar un color
violáceo y a inflamarse.
Alexia seguía retorciéndose, gritando y suplicando y aún así, tuvo dos orgasmos más.
Al final de la brutal flagelación, la mujer la obligó a besar y lamer la dura correa de
cuero.
Con un golpe final en sus tetas, la mujer se retiró del salón.
Alexia fue obligada a servir sin descanso a dos Amos más y a otra Ama (esto sin contar
al que sería el último, el número veinticuatro en usarla aquella terrible noche de orgía
de dolor y depravación).
Su coño estaba completamente hinchado, marcado y cada vez que era azotado o
incluso rozado, suponía para ella un suplicio terrible.
Pero ella aguantó con placer y los sirvió con entrega, orgasmando más veces.
Un Amo la penetró por su ano sin lubricarlo antes, incluso secó antes el orificio con un
paño seco para que sintiera perfectamente la fricción contra la delicada piel del interior
de su ano, tantas veces usado aquella noche.
Finalmente, el último Amo entró en la sala.
A Alexia le permitieron descansar tumbada en el suelo durante una media hora antes
de que él entrara, tiempo más que suficiente para que sintiera sobre su cuerpo todo el
punzante dolor y el tremendo daño que le habían infligido. Estaba muy cansada,
incluso demasiado cansada para mover su dolorido cuerpo tumbado sobre las frías
baldosas.
El Amo puso un cuenco de perro en el suelo, al lado de su cabeza y le ordenó que
comiera todo lo que había en él, tenía que reponer fuerzas, aún quedaba lo más duro
de la noche. En el cuenco había un trozo de carne cruda. No le permitió usar las manos
y el trozo de carne estaba sin cortar. La carne estaba dura y ella mordía con fuerza y
retorcía sus dientes y su cabeza para conseguir arrancar pedazos, que masticaba y
tragaba. Tardó más de media hora en comerse todo aquel trozo de carne cruda y
cuando terminó, su cara estaba empapada, untada de la grasa y la humedad de la
carne cruda, que no le supo mal.
El Amo esperaba sentado pacientemente, observando fijamente cómo comía aquella
extraña, bella y exuberante esclava. El hombre se levantó y la hizo ponerse a cuatro
patas sobre la gran mesa de madera, comenzando a atar sus voluminosos, colgantes y
oscilantes pechos con un alambre delgado.
Enrolló el alambre alrededor de los dos pechos, que se pusieron totalmente rojos,
hinchados de sangre, como si fueran a estallar. El alambre parecía que se clavaba en su
piel y las lágrimas inundaron los ojos de Alexia. Incluso pensó que podría llegar a
desmayarse, pero Alexia estaba extrañamente despierta y consciente de todo (ella
sabía que en la carne habían puesto un estimulante y que así podría resistir todo el
castigo que le viniera para su goce).
Después de que sus pechos habían sido atados, él la hizo ponerse de pie. Una vez se
había levantado de la mesa, el hombre cogió una de las partes de la mesa y la inclinó
hacia arriba moviendo los mecanismos que ésta tenía debajo.
Entonces le dijo a Alexia que se sentara sobre la mesa, apoyando la espalda sobre la
parte alzada de ésta. El hombre sólo la había levantado un poco y ahora Alexia tenía
una buena visión de todo su cuerpo. Él sonrió y ella comprendió que aquel hombre
quería que ella viera perfectamente todo lo que iba a hacer mientras la castigaba.
Le colocó unas muñequeras, que ató por encima de su cabeza, con los brazos algo
extendidos, pero no muy estirados. Estaba algo cómoda. Unas correas fueron atadas a
sus tobillos y luego fueron enganchadas a una cadena que pendía.
Las piernas de Alexia quedaron exageradamente abiertas y con los tobillos a la altura
de sus hombros. Como su culo quedaba al borde de la mesa, su culo y su coño estaban
completamente expuestos a plena disposición de lo que el Amo quisiera hacerle.
Aquella postura era realmente dura, incluso le costaba trabajo respirar bien. Pero lo
peor aún estaba por llegar. Después de que Alexia estuviera bien afianzada, el hombre
cogió el rollo de alambre delgado y ató los brazos y los muslos de Alexia a la mesa. Ató
con fuerza, clavando el alambre en la piel. Los brazos y las piernas se tornaron rojizas y
se hincharon un poco. El más leve movimiento le causaba dolores punzantes.
Cogió un alambre más delgado aún y comenzó a atar aún más sus voluminosos e
hinchados pechos en toda su extensión. Cada vez que Alexia respiraba y su tórax se
hinchaba, sentía cómo un fuego intenso y un lacerante dolor atravesaba sus pechos,
recorriendo todo su cuerpo. Estaba llegando al momento culminante del dolor después
de horas y horas de sesión con todo tipo de castigos, de perversiones y de personas que
habían hecho con ella todo lo que se les había antojado y todo lo que sus depravadas
mentes habían imaginado. Se sentía en la cúspide del placer, del delirio, del desmayo...
Pero sabía que no podía desmayarse, que aún le quedaban momentos álgidos que vivir
y sentir.
Como toque final, el Amo le colocó pinzas con afilados dientes de cocodrilo en sus
sensibles pezones. Ella gritó de manera salvaje cuando los dientes mordieron
ferozmente sus pezones hinchados. Sus pezones normalmente eran de un color rosa y
ahora tenían un tonalidad roja intensa tirando a morado, con un borde blando donde
las pinzas mordían.
El Amo cogió unas cuerdas finas de las que colgaban pesas y las pasó por encima de la
barra que había por encima de la cabeza de Alexia y ató las cuerdas a las pinzas de los
pezones. Alexia gritó de nuevo cuando sintió cómo las pinzas tiraban cruelmente de sus
pezones hacia arriba, pareciendo como si se les fueran a desgarrar. Comenzó a rogar y
suplicar, prometiéndole de todo con tal de que aquel tormento cesara. Era demasiado
para ella.
El hombre sonrió y le mostró otras dos pinzas dentadas, éstas más grandes aún, con
dientes afilados que brillaban, duras. El hombre le preguntó dónde debía colocárselas.
Casi salvajemente ella comenzó a esforzarse, suplicando que no se las pusiera,
implorando que le quitara el alambre que cada vez se clavaba más en su piel.
El hombre se puso entre sus piernas y Alexia sintió unas mordeduras terribles, un dolor
increíble cuando los dientes de las pinzas se clavaron inmisericordes en los hinchados y
purpuréos labios vaginales.
Alexia gritaba y lloraba, las lágrimas rodaban por su rostro cuando el hombre cogió
unas cuerdas, las ató a las pinzas y pasándolas por unas argollas en la mesa, comenzó
a tirar, estirándose los labios, normalmente pequeños, hasta lo increíble, llegaban cada
vez más y más lejos.
El hombre ató las cuerdas y sus labios se quedaron así, increíblemente estirados,
increíblemente largos, como nunca Alexia los había visto en su vida. Ella sentía una
humedad que resbalaba por su entrepierna y su culo, todavía aún abierto después de
ser usado una y otra vez.
El Amo pasó un dedo por la entrepierna de Alexia y lo alzó ante sus ojos para que ella lo
viera bien. Alexia pensó que lo sacaría empapado en sangre, sin embargo el dedo
chorreaba sus propios jugos, espesos... El hombre restregó el dedo por su boca y su
nariz, sintiendo Alexia el sabor y el olor de su propia excitación, de su depravación más
absoluta.
También recordó de repente que no importaba lo que ella dijera o suplicara, porque
realmente su cuerpo le pedía, le exigía aquel tratamiento para sentir placer. El hombre
se desnudó completamente y cuando Alexia vio su polla comprendió que estaba
perdida.
Estaba dura, muy dura, y sobrepasaba sobradamente los veinte centímetros, pero el
diámetro era lo peor, era una polla gordísima. Además el temible aparato tenía tres
correíllas de cuero a su alrededor, adornadas con remaches puntiagudos. Las tres
correíllas estaban estratégicamente colocadas: una en la base del glande, otra en
medio de la polla y otra en su base. Su cuerpo estaba muy castigado pero sabía que la
noche podía aún ser muy larga y el dolor impresionante si el hombre decidía follarla
con aquello.
El Amo puso la polla al lado de sus labios, Alexia abrió la boca y sabía que era
completamente imposible metérsela en la boca.
El hombre también lo sabía, pero parecía satisfecho de que Alexia se la lamiera y que
chupara la crema espesa que goteaba en la punta de su polla. Cuando el hombre se
aburrió de que Alexia le lamiera la polla, cogió una vara fina y se puso entre las piernas
abiertas de Alexia.
El hombre parecía que se preparaba para penetrarla y ella se alegró de estar tan
tremendamente mojada. Alexia sabía que las cosas aún se pondrían mucho peor, así lo
había exigido.
Ella se sobresaltó al sentir la punta de la polla rozando intencionadamente su clítoris
con maestría. Con su movimiento, Alexia sintió un fuego que la traspasaba y que la hizo
gritar por el tremendo dolor que le procuraban los alambres en su pecho y las pinzas
que mordían profundamente su piel. Entonces él le mostró algo que tenía en su mano.
Las lágrimas en sus ojos no le permitían ver bien lo que era, sólo vio que era blanco.
El hombre se lo acercó aún más y vio que era un trapo blanco. Entonces ella
comprendió lo que iba a pasar y comenzó a moverse frenéticamente. El alambre la
cortaba, las pesas saltaban al final de la cuerda tirando brutalmente de sus pezones,
los labios de su coño resistían los tirones mientras ella suplicaba que le permitiera
seguir con su coño húmedo. El Amo metió el trapo en el coño de Alexia.
Ella sintió el gran estímulo que aquello le procuró y orgasmó entre gritos salvajes y
lágrimas. Alexia abrió los ojos y vio cómo hilillos de sangre escapaban por sus pezones
mezclados con el sudor que empapaba todo su cuerpo. Todo era dolor. El hombre sacó
el trapo de su coño, se acercó a ella y le ordenó abrir la boca y empujó el trapo
empapado en ella.
Cogió una correa de cuero y la puso en su boca, atándola en su nuca para que el trapo
no escapara. Caminó hasta colocarse de nuevo entre sus piernas y la enorme polla se
apoyó sobre la entrada de su coño y comenzó a empujar. Ella vio chispas aparecer
delante de sus ojos, el dolor era tan terrible que nunca en su vida había sentido nada
igual, aquel hombre merecía el precio que le costaba.
El Amo se tomó su tiempo, lentamente aquella enorme polla la fue penetrando hasta
que la sintió golpear contra el final de su coño. Entonces el hombre comenzó a
bombear, follándosela brutalmente. Ella comenzó a correrse en cuanto comenzó el
terrible vaivén y se retorcía entre los espasmos de orgasmos encadenados,
comprendiendo que los alambres y las pesas estaban hiriendo aún más profundamente
su piel.
El toque final vino cuando el hombre empezó a azotar sus pechos con la vara fina que
había cogido. Los orgasmos le venían uno encima de otro al tiempo que terribles líneas
violáceas comenzaban a aparecer en sus ya terriblemente marcados y castigados
pechos. Alexia nunca había sentido en su vida nada así. Cuando el hombre sacó su polla
aún no se había corrido.
Cuando el Amo se puso a su lado, Alexia estaba en su propio mundo de dolor y placer,
abriendo la boca y gimiendo a través de la mordaza, con los ojos en blanco. Ella se fue
relajando y miró al hombre, que comenzó a quitarle la mordaza y el trapo húmedo de
su boca.
Ella le miró la polla y vio restos de sangre, su sangre. Cuando miró su cuerpo lacerado,
también vio hilillos de sangre en sus pezones y donde la fina vara había abierto su piel.
Pero aún tenía que venir lo peor. El hombre la miró a los ojos y le sonrió. Ella lo miró
con dulzura muy agradecida por sus atenciones.
El Amo se situó de nuevo entre las piernas de Alexia y sacó de una bolsa que tenía a su
lado un largo tubo de caucho. Ella no comprendía muy bien lo que era hasta que sintió
cómo el hombre lo introdujo por su meato. Le estaba poniendo una sonda. A ella nunca
le habían puesto una sonda y vio que aquello no dolía tanto como imaginaba. Sintió
cómo el tubo se iba introduciendo en su interior hasta ver cómo su líquido lo llenaba y
comprendió que la sonda estaba ya insertada profundamente en su vejiga.
Ella ya no podía controlar su orina, que no llegó muy lejos, había una pinza en el tubo
impidiendo que escapara. El hombre paró y cogiendo algo de su bolsa se acercó a la
cabeza de Alexia. Entonces sacó una mordaza de cuero que tenía un tubo insertado. Le
ordenó abrir la boca y le puso la mordaza, quedando en el interior de su boca un trozo
de tubo. Cerró herméticamente la mordaza en su nuca.
El hombre entonces sacó un cubo de plástico en el que insertó en la parte de arriba del
tubo que salía del meato urinario de su coño. Luego cogió otro tubo que insertó en la
base del cubo y lo llevó hasta su mordaza, insertándolo a su vez en el tubo rígido que
salía de ésta.
Entonces, dejando el cubo en el suelo soltó la pinza que impedía que su orina evacuara
de su vejiga. Alexia se sentía extraña sintiendo cómo se vaciaba su hinchada vejiga de
aquella forma. Entonces, cuando el cubo estuvo casi lleno, el hombre lo alzó y Alexia
comprendió para qué era todo aquel mecanismo cuando su propio líquido dorado y
caliente inundó su boca.
A Alexia le gustó sentir fluir su propia orina en su boca, caliente, salada, de fuerte
sabor. Ella no pudo hacer nada más que tragar todo lo que iba entrándole en la boca.
El Amo subía y bajaba el cubo, que se llenaba de nuevo, para terminar otra vez su orina
en su boca llenando lentamente su ya llena barriga.
Cuando su vejiga se agotó, el Amo comenzó a mear dentro del cubo y Alexia
comprendió que ahora tendría que beber la orina del hombre. De nuevo el cubo se alzo
y sintió el caliente fluido del hombre inundar su boca y cómo el líquido corría por su
garganta, imparable, fuerte. El hombre encendió un cigarrillo y dejó el cubo bajo
Alexia. Lentamente fue cayendo poco a poco orina de la que ya le iba llegando a la
vejiga.
El Amo fumó tranquilamente, viendo llenarse el cubo de nuevo. Ella se dio cuenta que
de nuevo se estaba llenando con su orina. Alexia movió la cabeza como suplicando. Ella
no podía decir nada y sabía que aunque lo hubiera podido decir el hombre la ignoraría,
así era el trato al que había llegado con todos, que a pesar de sus súplicas, no parar.
Alexia comenzó a sentir calambres en su abdomen, su estómago estaba lleno hasta el
límite. El hombre de nuevo alzó el cubito y ella se resignó a beber su propia orina hasta
el final. Ella no imaginó haber contratado a alguien tan imaginativo y nunca pudo
llegar a imaginar todo aquello.
Cuando el cubo se vació, el Amo le explicó que realmente su castigo sólo estaba
empezando. Alexia sintió un escalofrío de miedo recorrer todo su cuerpo. Ella llevaba
horas y horas soportando los más terribles castigos, las más impresionantes
humillaciones, había sido usada de las formas mas vejatorias y depravadas que nunca
pudo imaginar y aún así, ¿cuánto más dolor era capaz de procurarle aquel hombre?
El Amo sostuvo una jeringuilla delante de ella y le mostró que estaba cortada por la
punta donde debería estar la parte más estrecha para la aguja, sin embargo faltaba
aquello y el tubo de la jeringa estaba abierto. Le ordenó que lo observara mientras se
colocaba de nuevo entre sus piernas. Entonces apoyó el tubo de la jeringa abierta en su
clítoris y el hombre comenzó a succionar con el émbolo de la jeringa.
Había un gran roce con su clítoris y ella se sintió de nuevo arrastrada por una oleada de
placer. Sintió cómo algo tiraba de su clítoris. El tubo estaba succionando todo su
clítoris, chupándolo, arrancándolo de su vaina protectora. ¡No, aquello no! ¡Su clítoris
era demasiado sensible! ¡Ella no podría soportarlo!
Pero el hombre le habló y supo que la cosa se iba a poner aún peor, mucho peor de lo
que había imaginado. El Amo estaba sacando su clítoris al máximo, porque pensaba
atravesarlo con un aguja, además de traspasar también sus labios y partes de su coño
repetidas veces. Alexia estaba aterrorizada.
La cosa más dolorosa que ella había sentido fue cuando contrató a un Ama para pasar
todo un fin de semana juntas y que ésta hiciera uso de unas pinzas eléctricas para
eliminar permanentemente todo su vello púbico y el que rodeaba todo su coño. Su coño
había estado hinchado durante semanas, porque la mujer conforme eliminaba el vello
con descargas eléctricas, iba fustigándolo con una vara fina de metal.
Pero Alexia adivinaba que lo que le venía encima no era nada comparado con lo que
aquel imaginativo Amo había planeado para ella. Sin embargo, el manejo de su clítoris
estaba llevándola de nuevo a ese mundo de orgasmos encadenados en el que tanto le
gustaba estar.
Alexia sentía en su boca el sabor de su orina, más aspera, más amarga y fuerte.
Comenzó a imaginar formas de escapar, pero cuando sintió la primera aguja
atravesando sus labios vaginales supo que estaba irremediablemente perdida, no
había escape posible. Le dolió tanto que hasta perdió la respiración.
Ella gritó y gimió cuando de nuevo sintió una aguja atravesar sus labios, y se dio cuenta
de que de momento el hombre evitaba sus zonas más sensibles y heridas. Alexia se
retorció sintiendo también el terrible dolor de los alambres y las pinzas que mordían su
piel de forma brutal.
El hombre continuó pinchando, pero cuando vio que el dolor le era muy soportable a
Alexia, comenzó a traspasar las zonas más sensibles.
Ella gritó en su mordaza cuando sintió que la aguja traspasaba de lado a lado sus
hinchados labios internos.
El Amo empujaba la aguja deliberadamente con lentitud, llevando a Alexia a ese
increíble mundo de terrible dolor e inconmensurable placer.
Ella sentía en lo más profundo el fuerte sabor de la orina, el increíble olor a sudor y
restos de fluidos corporales que llenaban su cuerpo.
Y un nuevo grito la llenó cuando el hombre volvió a pinchar.
Aquel hombre que la estaba empujando más allá de sus ilimitados límites al dolor. Algo
comenzó a traspasar su piel más sensible y ella casi perdió el sentido. El hombre había
comenzado a traspasar su clítoris.
Pero su leve desmayo duró poquísimo. El Amo esperó a su lado a que despertara
totalmente y entonces le quitó la mordaza. Una explosión, un grito impresionante salió
de ella cuando el hombre atravesó completamente su clítoris. Aquello no falló, porque
la ola de placer y dolor que surgió de su interior fue única, como nunca antes nada
había surgido a través de sus sentidos. Aquello era un orgasmo que parecía no tener
final.
Ella era incapaz de recordar tanto dolor ni tanto placer cuando el hombre empujaba
una y otra vez la aguja a través de su sensible clítoris. No sólo era el dolor interminable
que no dejaba de atravesar su clítoris, sino el dolor que lo rodeaba todo, todo su
cuerpo era puro dolor y parecía que su cuerpo iba a estallar a la vez de placer. El
hombre atravesó de nuevo el clítoris con la aguja y la dejó allí.
La penetró de nuevo. Alexia estaba tan húmeda que su cuerpo no se resistió a la
invasión definitiva de su interior. Traicionada por sus jugos, de nuevo se corría una y
otra vez mientras aquella polla enorme laceraba su interior. El hombre se corrió
abundantemente en su interior y empujó la polla hasta el final, con fuerza, con
brutalidad. Su cuerpo lleno de calambres, de dolor, con la barriga hinchada, su cuerpo
totalmente exahusto la forzó de nuevo a otro orgasmo.
Los espasmos en su cuerpo continuaron haciéndola moverse incontroladamente
cuando el hombre fue sacando su polla de su interior. Su coño ventoseó con sonidos
obscenos y líquidos cuando el hombre salió totalmente de su coño. El Amo cogió la
aguja que traspasaba el clítoris. Alexia miró hacia abajo su cuerpo.
La sangre goteaba de sus pechos y la enorme polla, aún goteando esperma, brillaba
enrojecida en la semipenumbra del lugar. Entonces el hombre le sonrió mirándola a los
ojos y retorció la aguja, explotando de nuevo un orgasmo. Nunca pudo imaginar sentir
tanto dolor ni tanto inmenso placer. El hombre sacó de golpe la aguja de su clítoris y...
Alexia se desmayó...
Alexia se estremeció recordando la noche. Su cuerpo era una masa de llameante dolor.
Respiró profundamente y suspiró.
Hacía cinco años que descubrió que era masoquista y siempre había ido a más. Cinco
años explorando ese mundo de dolor y de inmenso placer que la arrastraba, la
enganchaba inexorablemente.
Tenía diecinueve años cuando lo descubrió. Nunca quiso tener un Amo o una Ama
permanentes, no le gustaba, se aburría, nunca había encontrado a alguien con la
suficiente imaginación y capaz de procurar lo que ella necesitaba, lo que su cuerpo le
exigía.
Siempre buscaba algo más, el límite de su dolor, de su placer.
A sus veinticuatro años y gracias a su adinerada familia, podía permitirse esas orgías
de dolor y placer. Tenía su propia empresa y la meta en su vida era esa, orgías
masoquistas que ella misma se organizaba y donde ella, su placer y su dolor eran los
únicos protagonistas. Ya bien mediante anuncios en revistas especializadas, ya
buscando a los profesionales más reputados a nivel mundial, Alexia no ponía límite al
dinero, no le importaba pagar pequeñas fortunas con tal de que realmente la llevaran
al límite.
Algunos Amos y Amas venían por el placer de tener una esclava sin límites a su
completo antojo, pero a aquel último Amo lo trajo de Alemania, el más conocido y
experto, le costó una buena cantidad de dinero, y no se arrepentía lo más mínimo de
haberlo hecho, no la había defraudado, haciendo honor a su reputación, no sería la
última vez que lo contratara. Aquella noche había tenido veinticuatro Amos y Amas
sólo para ella, la mejor manera de celebrar su veinticuatro cumpleaños.
En esos momentos su vejiga estaba hinchada, las lágrimas aún recorrían su cara y su
cuerpo estaba empapado de fluidos, sólo para su placer.
Una mujer apareció en la penumbra, Alexia se estremeció. La mujer traía una vara en
la mano, Alexia sabía que aún le quedaba por soportar un último castigo, ella así lo
quería. La mujer soltó las pinzas que aún laceraban su cuerpo y el grito de Alexia fue
inhumano. La mujer lamió y mordisqueó los castigados pezones. A pesar de eso, Alexia
sintió de nuevo un placer que la arrastraba.
No importaba el dolor que hubiera soportado, no importaba la humillación, pero
siempre al final le gustaba sentir esos momentos de nuevos orgasmos para acabar.
La mujer le quitó las ataduras de sus pechos y todo lo que atrapaba su cuerpo. Alexia
gritaba y se contorsionaba, pero se sintió mejor. Sólo quedó atada por las muñecas. La
mujer se sentó sobre su cara. Un intenso olor la invadió. La mujer había sido follada
durante toda la noche y su coño estaba completamente lleno de esperma reseco. Alexia
comenzó a limpiar todo aquello.
La mujer se desplazó y le puso el agujero de su ano también manchado y Alexia lo
limpió todo agitando su lengua con fuerza.
Alexia siguió lamiendo el coño de la mujer mientras ésta se entretenía pellizcando
bruscamente sus pezones. La mujer comenzó a orinar en la boca abierta de Alexia, que
tragaba todo aquel líquido hediondo. Entonces sintió los azotes de la vara directamente
en su coño y con un terrible grito, Alexia se corrió por última vez.
Su vejiga hinchada se abrió y comenzó a orinar abundantemente entre sus piernas. Su
propia orina quemaba la piel lacerada de su coño y de toda su entrepierna.
La mujer se quitó de encima de Alexia y se marchó sin decir nada, tal y como había
aparecido, cerrando la puerta tras de sí. Alexia se quedó sola, atada sólo por sus
muñecas.
Derrotada. Plena. Satisfecha. Llena. Se durmió.
Una puerta de abrió y un halo de poderosa luz inundó las penumbras del salón. "Feliz
cumpleaños", dijo una delicada voz con cierto timbre temeroso.
Era su secretaria, la cómplice de sus aventuras, que al principio se sintió aterrada con
los gustos de su jefa y amiga, pero la chica se fue acostumbrando y comprendiendo la
necesidad de dolor de su superior e incluso a veces aprendió a ser ella quien le
procuraba aquel extraño y único placer.
Su secretaria le sonrió, vio en los ojos de Alexia el tremendo placer que había sentido, la
relajación total de su cuerpo y de su mente, sus ojos lo decían todo, hasta ahí la
conocía su secretaria.
La chica soltó sus ataduras y la ayudó a incorporarse.
Ella sería la encargada de justificar su ausencia en la empresa y la que se encargaría de
sanar su lacerado cuerpo.
A Alexia le encantaba sentir los cuidados de su amiga y secretaria.
Se apoyó en sus hombros.
La secretaria la rodeó con sus brazos y lentamente, arrastrando sus pies sobre sus altos
tacones, abandonaron el salón en dirección al baño, para después de un reparador
baño administrado delicadamente por su secretaria, dirigirse al dormitorio, donde su
amiga se ocuparía de ella y la cuidaría durante los días que necesitaría para
recuperarse totalmente, para de nuevo comenzar a planear una nueva orgía de placer
masoquista”.

Y ahora, entremos en materia…

Existe un miedo al uso de las agujas dentro de los juegos BDSM, en muchas ocasiones
es un miedo que proviene de viejos temores o traumas infantiles. Una cosa sí he
podido constatar, el miedo a las agujas es sobre todo visual, más que el dolor en sí
mismo y muchos se anticipan a este dolor haciendo que psicológicamente se
predispongan contra esta práctica. Desde aquí quiero animarte, no a introducir esta
práctica en tus juegos junto a tu pareja, ya que es cosa de cada uno, sino a que leas
detenidamente el presente capítulo y que saques tus propias conclusiones, eso sí, con
la mente abierta a nuevas sensaciones.

INTRODUCCION

Para empezar, decirte que todo lo que aquí expongo se trata de una experiencia
particular, por lo tanto no voy a dedicarme a considerar este juego con matizaciones
que no hayan sido vividas, es decir que dejo todo lo que no incluya en este apartado a
tu imaginación.
El uso de las agujas en una relación sadomasoquista siempre ha estado, digamos, que
un poco escondido en la trastienda de los juegos dentro de una escena BDSM, siempre
ha habido un miedo pavoroso a estos artilugios puntiagudos y solamente se trata de un
miedo escénico, pues no es tan pavoroso como parece y además es un juego que
probablemente sí gusta al esclavo/a, porque considero que el esclavo/a tiene que
acceder a este juego. Por ello es y debe ser consensuado, claro está. Como decía,
siempre que le guste a él o ella, te puedo asegurar que ofrece unas sensaciones
extraordinarias a la hora de recibir y percibir el acero en la piel.
Esta experiencia se basa sobre todo en el uso de las agujas con esclavos, por lo tanto el
castigo sobre esclavas lo trataré un poco por encima, ya que no cuento a mano con la
experiencia para tratarlo como debiera, pero me he informado un poco de todo ello.
Por lo demás espero que el apartado sobre agujas te sea de utilidad.

DEFINICION

El uso de agujas, en inglés “Neddles”, como ya habéis ido viendo y seguiréis


comprobando, los términos anglosajones son muy utilizados en el mundillo BDSM, esta
práctica literalmente consiste en la inserción subcutánea o intramuscular de agujas
hipodérmicas.

SEGURIDAD
No hay nada que temer si se llevan a cabo las precauciones pertinentes. Sabrás que se
trata de un juego de riesgo, pues la emanación de pequeñas cantidades de sangre es
de lo más normal, por ello las precauciones deben ser extremas. Aquí entra también en
escena si la persona con la que practicas el BDSM es solamente tu pareja o cualquier
otra persona con la que quedas para llevar a cabo una sesión.
Está claro que si lo practicas con una persona de confianza y si es tu pareja, el riesgo
disminuye considerablemente y si es al revés, pues el riesgo aumenta. Pero repito, si se
toman las precauciones pertinentes no tiene que haber ningún problema. Tomaremos
esto como un juego y una diversión segura.
En cuanto a las precauciones, tomaremos en cuenta lo siguiente: la más latente es
poder infectarse del virus del sida, ya sabemos que este virus entre otras formas, se
propaga con el contacto de la sangre infectada, es decir cuando la sangre infectada por
el virus, llega a nuestro torrente sanguíneo, por ello hay que tener mucho cuidado con
el uso de las agujas que ya han perforado el cuerpo de nuestro partenaire. Por lo tanto
partiremos de que todos los utensilios en general que se usan en una sesión BDSM
deben estar limpios higiénicamente y las agujas en particular, deben ser para usar y
tirar, es decir vienen en estuches individuales. Las agujas, una vez usadas, se deben
eliminar, se introducen de nuevo en su capuchón y a la basura al contenedor apropiado
para ello, no las uséis de nuevo bajo ningún concepto y menos con otra persona.
Conviene tener a mano también un poco de alcohol o Betadine, éste lo podéis usar
antes y después del uso de las agujas, antes para preparar la zona de inserción y
después para limpiar la herida y la posible emanación de gotas de sangre. Además de
limpiar la herida, dará un poco de escozor y convertirse en un castigo más.

EL MATERIAL

En relación a este tema, las agujas, como podrás comprobar si te acercas a una
farmacia, las hay de muchas marcas y tipos, en este caso se utilizan unas llamadas
Microlance 3 de la marca Benton Dickinson, pero ya os digo que supongo que
dependiendo de la farmacia en cuestión, las habrá de otras marcas. Se suelen usar de
dos tipos, unas, las más pequeñas, tienen un grosor de 0,5 Mm. y una longitud de 16
Mm. Las más grandes, éstas ya son considerables, tienen un grosor de 0,8 Mm. y una
longitud de 40 Mm. Existe una diferencia más que notable entre ambas. También las
hay de tipo epidural, pero no paso a valorarlas, ya que son casos extremos. Como os
decía, las puedes conseguir en una farmacia y las puedes adquirir en una caja de 100
unidades, para empezar no está mal ¿no? Además este material no es nada caro.

UTILIZACIÓN

Vamos a diferenciar dos casos: el primero, cuando introduces la aguja en la piel y a


distinta profundidad pero sin salir de nuevo y el segundo caso es cuando practicas una
inserción por una parte de la piel y la punta la vuelves a sacar por otra parte, vamos,
como si estuvierais cosiendo...
Como os he comentado con anterioridad es bueno frotar la zona de inserción con un
poco de alcohol. Los sitios donde practicar las inserciones pueden ser en la zona de los
pechos y pezones, escroto, labios vaginales, el perineo y cómo no, el trasero. En
algunas películas he llegado a ver inserciones en el pene, labios de la cara, lengua e
incluso en las fosas nasales, pero considero una burrada estas prácticas y no creo que
vengan a cuento.
Según las zonas, se dan más a un tipo de inserción que otro. Vamos por partes, los
pezones, aquí me refiero a los esclavos con sus tetillas y esclavas, los pezones son una
zona altamente erógena, aunque también reaccionan con facilidad al dolor. En estos
casos, lo normal es que se utilicen inserciones que vuelven a salir, es decir atravesar el
pezón, con una o varias agujas. Hay que hacerlo con suavidad, si introduces varias
agujas puedes formar un dibujo de aspa, cruzándose las agujas entre sí. Luego,
además, puedes pasar una cuerda fina por detrás de las agujas e ir apretando con un
nudo, lo cual hace que los puntos de inserción se junten entre sí, haciéndose más
doloroso el castigo. También puedes colgar de esta cuerda alguna pesa que tire hacia
abajo de las agujas, poco peso, pues es una zona muy delicada y proclive a desgarrarse,
todo con tranquilidad. También puedes poner pinzas en las puntas de las agujas... en
fin, la imaginación al poder, pero sobre todo extremando la precaución, no es cuestión
de ir a un hospital y tener que explicar cómo se ha llegado a producir según qué
heridas en según qué parte del cuerpo.
La zona aledaña a los pezones, o tetillas en el caso de los hombres, en ambos casos
puedes crear un cuadro, es decir enmarcar el pezón o tetilla, para ello utilizamos cuatro
agujas de tal forma que se crea un cuadro donde el pezón es la imagen del cuadro, se
introducen dos agujas horizontalmente encima y debajo del pezón y otras dos
verticalmente en ambos costados. Otra cosa en relación a los pechos de las mujeres, es
que es una buena zona para hacer inserciones de profundidad, es decir sin volver a
asomar la aguja.
Pasamos al escroto. Como sabrás, esta es una zona del hombre de lo más delicada y
hay que tener exceso de cuidado con ella. Como es natural y por la naturaleza de lo
que hay dentro del escroto, no haremos inserciones en profundidad bajo ningún
concepto, aquí haremos inserciones superficiales que vuelvan a asomar, ¿cuántas
inserciones? Pues se pueden hacer muchas, lo que no recomiendo es que después de
utilizar las agujas, hagáis un bondage genital, pues al apretar la zona y tensarla, haréis
que sangre más de la cuenta. Para acabar, utilizar siempre alcohol o Betadine como de
costumbre.
Otra zona un poco desconocida en el uso de las agujas es el perineo, que es la zona que
parte de debajo del escroto hasta el ano y que en los hombres es una zona muy
erógena y sensitiva. El perineo lo podéis adornar a lo largo con infinidad de agujas, en
este caso pinchazos con poca profundidad.
Los labios vaginales son otra zona muy sensible y con la que hay que tener exceso de
cuidado también. Aquí hay que tener cuidado con el alcohol, pues la vagina es una
zona de introducción, por ello el alcohol no debe ser un líquido muy agradable para la
vagina, aquí se cogerán los labios y estirándolos un poco se procederá a traspasarlo con
las agujas.
Para acabar y en ambos casos, tanto como en del hombre como de la mujer, el trasero.
Ésta es una zona con la que el cuidado ya baja de intensidad, el trasero es una zona
muscular donde se pueden introducir agujas en profundidad sin peligro aparente.

CONCLUSIÓN
Espero que todo lo que he escrito sirva de utilidad, hay que quitarse el miedo pertinaz
que hay hacia las agujas, todo consiste en probarlo y sacar conclusiones. Simplemente
se trata de un juego más dentro del BDSM y en el que vuestra imaginación puede
ayudar a completar este escrito. Y no olvides nunca, precaución, higiene y extremo
cuidado, y nunca sin obligar ni forzar a nadie a probar algo que realmente no desea
experimentar.

LA ELECTRICIDAD
Quiero empezar este capítulo con la seria advertencia de que aplicar electricidad en un
cuerpo debe estar siempre bajo la supervisión y el consejo permanente de una persona
experimentada en la materia y en todo momento utilizar los aparatos adecuados para
la realización de juegos de electricidad para BDSM que se pueden encontrar en tiendas
especializadas, y siempre con las medidas de seguridad necesarias y precisas. Nunca
olvides que el cuerpo humano es un excelente conductor de la electricidad y esto
conlleva sus riesgos.

INTRODUCCIÓN

La respuesta a la pregunta de porqué queremos usar la electricidad en nuestros juegos


BDSM tiene una doble vertiente: una psicológica y otra física.

En el aspecto psicológico, desde niños, a todos nos han enseñado que no hay que jugar
con la electricidad porque es peligrosa e incluso puede llegar a ser mortal. La
electricidad así se convierte en algo prohibido y tabú, y de todos es sabido que lo
prohibido ejerce una fuerza de atracción. Además, la mayoría de nosotros hemos
recibido alguna descarga eléctrica alguna vez de forma accidental en nuestra casa y
siempre ha sido algo de lo más desagradable.
Esto es con carácter general, pero para ciertas personas, también tiene un fuerte
componente de fantasía. Para algunos su fantasía BDSM consiste en la creación de una
escena que gira en torno a una cámara de torturas o a un interrogatorio en el que se
emplea la electricidad como forma de castigo.
El número y la variedad de las escenas que se pueden desarrollar con la electricidad de
por medio es incontable y será diferente para cada persona.

En el aspecto físico, la aplicación de la electricidad produce una compleja variedad de


sensaciones y cada sumiso/a que lo ha experimentado tendrá una idea diferente
respecto a ello. También el intenso dolor que produce la electricidad, que nos puede
llevar hasta el límite, no deja marcas ni cicatrices y ni siquiera daño alguno, siempre
que se utilice adecuadamente dentro del marco de seguridad establecido, de forma
contraria puede producir quemaduras serias.
Aparte del dolor, otros aspectos como el miedo, o la sola idea de sentir electricidad en
nuestros genitales u otras partes del cuerpo, además de la escenificación, produce
sensaciones intensamente sensuales que nos pueden llevar incluso al orgasmo.

SEGURIDAD

Antes de entrar a detallar los aparatos específicos para la aplicación de electricidad en


las relaciones BDSM, vamos a ver unas reglas de seguridad básicas.

-Nunca bajo ningún concepto, se debe aplicar electricidad, por leve que sea, en la zona
del corazón o en la cabeza.

-Hay que evitar cualquier contacto sobre la zona torácica que envuelve o protege los
órganos más sensibles del cuerpo, entre ellos el más importante: el corazón.

-No atar demasiado severamente ni ajustar demasiado las ataduras al sumiso/a, hay
que permitirle siempre cierto movimiento. Si se aplica electricidad a alguien
fuertemente atrapado puede provocar algún daño en los miembros o zonas atadas a
causa del posible brusco movimiento al recibir la descarga.

-Hay que estar siempre atento de que los electrodos tengan un buen contacto, si no es
así puede provocar algún tipo de quemadura que puede tardar en curarse o alguna
otra lesión.

-Es aconsejable probar en uno mismo las sensaciones que da las diferentes
intensidades de tu aparato de electricidad para saber regular el nivel tolerable de la
corriente.
-Nunca hay que experimentar estando solo, siempre tiene que haber alguien a tu lado
por si se produce algún tipo de accidente y que además esa persona sepa cómo apagar
el aparato o cortar la corriente en caso de que algo no vaya bien.

-Siempre hay que tener una palabra o gesto de seguridad que el sumiso/a pueda hacer
sin necesidad de hablar para indicarnos que paremos, al igual que ocurre con el resto
de disciplinas BDSM.

-Recuerda que el contacto con el agua es peligroso, ya que es uno de los mayores
conductores de la electricidad, ya que no sólo conduce, sino que amplifica su efecto.
También el cemento es un gran conductor, ya que es poroso y puede contener agua.

-Hay que ser siempre muy cuidadoso y comprobar que nuestro aparato de electricidad
es seguro. Huye de los aparatos caseros, baterías de coche, electricidad doméstica o de
juguetes de niños, y utiliza los que normalmente se pueden encontrar en tiendas
especializadas en BDSM.

Recordemos que la electricidad es peligrosa de verdad y sólo hay que utilizar los
aparatos específicamente construidos para nuestros juegos y observando siempre
estas normas básicas de seguridad.
No olvidemos tampoco que cada persona es un mundo y tiene su propio nivel de
resistencia. Si esto es válido para cualquier disciplina BDSM, lo es mucho más
tratándose de la aplicación de electricidad.
Se podrían describir las diferentes sensaciones y reacciones que se producen en el
cuerpo del sumiso/a dependiendo de la intensidad de la corriente aplicada, pero esto
siempre sería subjetivo y no hay una tabla o catálogo de validez general, porque esta
misma resistencia puede variar en una misma persona dependiendo del día y otros
factores.
Recordemos que lo peligroso en sí más que el voltaje, es sobre todo el amperaje.
Puedes tener una fuente de corriente de bajo voltaje, pero sin embargo puede tener
un elevado amperaje y puede resultar engañoso y peligroso, un ejemplo de esto
pueden ser algunas baterías de coche. Con 1 miliamperio sientes cosquilleo, con 5, ya
es doloroso y nunca olvides que con sólo 15 miliamperios ya es arriesgado y que con
sólo 1 amperio ya es verdaderamente peligroso para la vida.

APARATOS

- Vara de Color Violeta: Es un artilugio fácil de encontrar en tiendas on-line


especializadas en BDSM (probablemente no en nuestro país, desgraciadamente), que
consta de una especie de barra de vidrio (puede ser también con forma redonda o
alargada) contactada a un transformador regulable y que al contacto con la piel se
enciende el gas que hay dentro, produciendo una característica luminiscencia de color
violeta. Genera bastantes voltios pero con una corriente mínima. Es considerado muy
seguro y muy fácil de manejar y es el que más juego da. La sensación se parece a una
descarga de electricidad estática, como la que se puede producir a veces al tocar el
coche, eso al primer contacto, una vez sobre la piel y al mover el aparato sobre ella, la
sensación es completamente distinta, un hormigueo intenso, eso sí, molesto y
doloroso. Sin embargo tiene un riesgo, si el contacto sobre un punto fijo de la piel se
mantiene durante algún tiempo, puede llegar a producir quemaduras.

- Unidad Terapéutica de Estímulo Electro-nervioso: Es el término médico de un


dispositivo usado por profesionales médicos para la estimulación. Son unidades muy
poderosas y peligrosas, capaces de producir lesiones muy serias y sólo se venden a
especialistas, además son muy caros.

- Unidades de Simulación Electro-muscular: Es un aparato utilizado por fisioterapeutas


y gimnastas para proporcionar estímulos eléctricos a los músculos para que éstos se
contraigan. No son muy caros ni muy intensos, a la vez que son más seguros. Es un
aparato muy indicado para nuestros juegos. Los que se venden en grandes superficies,
a través de Internet e incluso por la teletienda, suelen ser regulables tanto en la
corriente como en la frecuencia. Por experiencia propia, este tipo de aparato es de lo
más interesante y estimulante para que lo incluyas en tus sesiones BDSM.
Algunos piensan en los pequeños transformadores de los trenecillos eléctricos o el
famoso "Scalextric", es totalmente desaconsejable, no los uses, tienen más riesgos de
lo que puedas imaginar.
He visto muchos más aparatos para la práctica de la electricidad en el BDSM por
Internet, la mayoría muy seguros, pero cuando hablamos de electricidad nada es lo
bastante seguro y toda precaución es poca y sobre todo para personas que no poseen
demasiada experiencia y se están iniciando en este tipo de juego.
Los juegos de electricidad son una actividad divertida, pero a la vez peligrosa y
arriesgada, al igual que otras aficiones como determinados deportes, tales como la
escalada, el vuelo libre, el buceo... y con esto quiero decir, que si tú o tu pareja no
estáis convencidos plenamente de experimentarlo, no lo hagáis.
Recuerda, ante la más mínima duda, abstente y consulta con alguien experimentado en
el tema o algún especialista. Y de nuevo repetir, que nunca bajo ninguna circunstancia
juegues con electricidad a solas, aún siendo con un aparato adquirido en una tienda
especializada y con todas las garantías de seguridad. A algunos que ya lo practicáis,
puede que estas advertencias parezcan exageradas o soy un poco pesado en el tema de
la seguridad, pero insisto, toda precaución es poca cuando tratamos con electricidad.

CBT: TORTURA GENITAL MASCULINA


El castigo del pene y testículos, o tortura genital como normalmente se llama, puede
abarcar una variedad de situaciones y técnicas diferentes. También se conoce el castigo
genital como CBT, por sus iniciales en inglés, Cock & Balls Torture.
Aquí voy a exponer y detallar las modalidades básicas de tortura genital, sin entrar en
otras más específicas para iniciados de mayor nivel, como son las agujas o la
electricidad tratadas con anterioridad.
El castigo puede emplearse para conseguir simplemente un dolor suave o bien para
crear un dolor más severo e intenso o simplemente causar incomodidad. Además del
castigo puramente físico, existe el componente psicológico que supone para el sumiso
sentir sometidas sus partes más íntimas. Por ello es una de las disciplinas que suelen
ser de las preferidas tanto para la parte sumisa como para la parte dominante.
Es importante tener en cuenta que el pene y los testículos pueden ser fácilmente
dañados de manera permanente o sufrir importantes daños y por consiguiente, las
precauciones y cuidados han de ser siempre observados al practicar esta disciplina.
Algunos especulan que castigar los genitales de un hombre está directamente
relacionado con una posición de mando en el plano sexual, por el contrario otros
defienden que la tortura del sexo masculino afecta directamente a su ego. En cualquier
caso, cada hombre tiene sus propias razones para poder desear practicar este tipo de
disciplina.
En algunas culturas antiguas, los testículos de los hombres se consideraban algo
sagrado y en algunas de ellas, como la romana, se hacían juramentos sosteniendo los
testículos con la mano, de donde viene, por ejemplo, nuestra palabra testigo. Incluso
en otras culturas, el hecho de tocar los testículos a otro hombre podría conllevar al
individuo el castigo de perder su mano.
Hay diversos métodos de tortura genital y además, dependiendo de la capacidad, del
nivel de dolor y de las tendencias eróticas del sumiso, algunas pueden llegar a ser muy
duras y dolorosas.
Quiero avisar aquí que, aunque haya dividido en dos el castigo genital (pene y
testículos), cada apartado forma parte de la misma disciplina y las observaciones y
comentarios que hago son igualmente válidos para ambas zonas genitales.
CASTIGO DE LOS TESTICULOS

APRETONES
Los testículos son seguramente el área más sensible del aparato genital masculino, así
como la más frágil. Cualquier práctica que involucre a esta parte del cuerpo debe
llevarse a cabo con sumo cuidado y con la máxima consideración para la salud del
sumiso. Los errores pueden conllevar daños graves e incluso irreversibles.
Una forma particular de castigo de los testículos es la de apretarlos simplemente con la
mano desnuda como si se apretara una pelota de caucho. Tirando hacia abajo antes de
apretarlos, los testículos descansan al fondo del escroto y de esta forma pueden
apretarse de manera más eficaz.
Se puede empezar con una leve presión y comenzar a intensificar ésta hasta llevar al
sumiso hasta su máximo nivel de aguante del dolor. Mientras apretamos los testículos,
se pueden manipular al mismo tiempo en la palma de la mano, frotándolos entre sí.
Este roce comprime los nervios externos de cada testículo y puede llegar a provocar un
dolor muy intenso y agudo que llegue hasta la zona abdominal.
También es más fácil su manipulación al atarlos, haciendo una presión más directa
sobre ellos.

PALMETADAS
Golpear los testículos con la palma de la mano es otro método doloroso de castigo.
Mientras se sujeta el escroto, suave pero firmemente, se pueden dar palmadas de lado
a lado, haciendo botar a los testículos dentro del saco escrotal, además de recibir un
impacto directo. Esto causa un intenso dolor por lo que no es recomendable
palmearlos con demasiada fuerza, aunque como siempre comento depende del
aguante de cada uno.
También se pueden atar los testículos con un trozo de cuerda o entubarlos dentro de
un cilindro, para exponerlos aún más o bien atarlos con correíllas de cuero.
Para llevar esto a cabo, hay que coger los testículos con una mano y tirar hacia abajo,
mientras con la otra mano se envuelven o se atan con algún dispositivo restrictivo que
sólo rodee a los testículos. Una vez hecho esto, se puede volver a palmear los testículos
de lado a lado con mayor facilidad e intensificando el dolor.
Tengo que insistir en la precaución y el cuidado con el que se deben llevar a cabo estas
técnicas, puesto que en esta situación los testículos están mucho más expuestos a
sufrir daño si se imprime demasiada fuerza. Aparte de la mano para palmear, podemos
usar paletas de ping-pong, fustas, látigos, cepillos, palmetas de cuero o cualquier
instrumento contundente y de superficie plana.
También es importante tener en cuenta que nunca deben permanecer durante un
período de tiempo excesivo atados, de forma que puedan restringir la circulación
sanguínea.

PELLIZCOS
La piel que recubre los testículos es lo bastante sensible y expuesta como para aplicar
pellizcos con las uñas u otros instrumentos. También se pueden arañar mientras se
aprieta el saco escrotal, causando también un dolor intenso. Incluso podemos utilizar
algunos instrumentos punzantes dentro de este apartado, como un simple bolígrafo o
rodillo de púas para deslizarlo por la superficie de los testículos previamente atados o
no.
El control del dolor es muy satisfactorio dependiendo de la presión que ejerzamos con
nuestras uñas o cualquier otro instrumento. Igualmente se puede aumentar la
sensación con el frío, introduciendo previamente durante varias horas el instrumento
en cuestión en el congelador. Cualquier instrumento u objeto puede usarse de esta
forma. Sin embargo, debe evitarse cualquiera que sea cortante o capaz de dañar la piel
del escroto del sumiso.

PINZAS
Existen una variedad de instrumentos que se pueden utilizar para sujetar, morder o
pinzar la piel alrededor de los testículos. Pinzas de madera para la ropa, pinzas
metálicas, pinzas anchas recubiertas de látex, pinzas dentadas… Todas ellas
comentadas en el anterior capítulo dedicado al uso de las pinzas.
Dependiendo de la presión de las pinzas y del tiempo que permanezcan puestas sobre
la piel de los testículos, pueden llegar a ser sumamente dolorosas. Además, el escroto
es una zona ideal para la práctica del pinzado, ya que la piel permite una facilidad
patente para utilizar este tipo de instrumentos.
Las pinzas de la ropa son ideales para una colocación masiva en los testículos, mientras
que las metálicas de presión son más comúnmente usadas para zonas más concretas
sobre las que se quiere concentrar el dolor, ya que la zona de mordido es muy
reducida.
También estas pinzas suelen ir acompañadas de unas cuerdecillas con las que podemos
jugar a enlazarlas entre ellas o unirlas a otras para tirar cómodamente de ellas,
produciendo dolor en áreas específicas.
Las pinzas recubiertas de látex son las más específicas para la colocación de pesas en
sus extremos, ya que el látex impide que éstas resbalen, aguantando así una mayor
cantidad de peso.
Además, este tipo de pinzas abarcan una zona de mordido mucho más amplia que las
demás, por lo que son menos dolorosas y más soportables durante más tiempo.
También podemos utilizar pinzas dentadas o de dientes de cocodrilo, aunque a
diferencia de las anteriores sólo deben utilizarse sobre sumisos de un más alto nivel, ya
que aparte de los dientes, suelen ejercer una presión bastante alta. Cuidado con ellas
en estas zonas.

PESAS
También podemos agregar pesas a las pinzas que se han colocado en el escroto de los
testículos. Uno de los tipos de pesas que se pueden utilizar son las que se venden
como aparejo de pesca. Escogiendo varios pesos de diferentes tamaños y peso,
podemos experimentar buscando la resistencia del sumiso.
Colocando una cuerda pequeña alrededor de los testículos y atándolos a pesas,
podemos tener un sistema de pesos que se pueden agregar fácilmente sin contar con
las pinzas, haciendo que el escroto se estire al máximo.
Otra fuente para conseguir pesas son las ferreterías, donde podemos encontrar
diferentes artilugios que se pueden utilizar como pesas en toda una variedad de formas
y fáciles de usar. Y lógicamente, podemos recurrir a las pesas que se venden
específicamente para nuestras prácticas en sex-shops y tiendas on-line especializas,
pero recomiendo, si la estética no te es muy importante, que recurras a lo artesano
que haya a mano, pues las especiales para BDSM suelen salir algo caras.
PARACAIDAS
El paracaídas es un artilugio de cuero que se coloca alrededor del escroto. Este artículo
es específico para nuestros juegos y solamente se puede adquirir en tiendas
especializadas o por catálogo. El paracaídas se coloca entre los testículos y el pene,
separándolos, y normalmente lleva tres cadenitas que cuelgan bajo los testículos y que
terminan en un aro.
Estas cadenas habitualmente se pueden unir con un eslabón del que se pueden colgar
pesos. Aunque no es necesariamente doloroso, la mayoría de los hombres que
disfrutan con la tortura genital lo encuentran tremendamente placentero. También es
ideal para una vez lastrado, hacerlo balancear entre los muslos del sumiso, aparte de
cualquier otro tipo de manejo.
Hay paracaídas de varios tamaños y también se le pueden agregar ataduras y todo lo
que la imaginación idee.

ATADURAS
El bondage de los testículos se puede llevar a cabo de múltiples maneras. Al mismo
tiempo que se estiran los testículos hacia abajo, se pueden atar con cuerda y dar varias
vueltas alrededor del escroto. Dicha envoltura puede provocar una separación muy
visual.
Los testículos también se pueden separar entre ellos con una cuerda, atándolos y
separándolos por el escroto. Una vez se atan ambos testículos por separado hay que
tener cuidado de no interrumpir el flujo sanguíneo durante un período de tiempo
excesivo. Se pueden utilizar cuerdas de diversos colores o tamaños para conseguir un
mayor efecto visual.
También existen correíllas de cuero ya manufacturadas para su uso específico BDSM,
que se pueden comprar en tiendas especializadas, pero que normalmente, al ser de
cuero, con el tiempo se estiran y se vencen, disminuyendo el efecto para el que se
destinaron. No obstante, son de lo más vistoso y producen un enorme efecto
psicológico y placentero sobre el esclavo.

MOMIFICACION
La momificación de los testículos consiste en envolverlos por completo, de forma que
queden absolutamente encajonados, ya sea con cuerda, gasas, telas, cinta de
empaquetado o plástico. Es necesario ser precavido cuando se vayan a golpear los
testículos estando en este estado, puesto que al estar firmemente atrapados podrían
dañarse fácilmente.
Hay que comenzar a momificar por la parte que une el escroto al pene y de ahí, hacia
abajo. Pero cuando se utiliza cinta de empaquetado, sería una buena medida forrar
antes los testículos con una tela, a fin de que la cinta no se adhiera excesivamente a la
piel del escroto.

CERA
Encerar los testículos es otra forma de producir dolor. Se puede escoger una cera suave
o dura, dependiendo de la temperatura de fusión que se prefiera y del nivel del sumiso.
Una cera suave fundirá más rápidamente y se enfriará antes, mientras la cera dura
mantiene su poder calórico durante mayor tiempo, por lo que el dolor será más fuerte.
Se goteará la cera lentamente y a intervalos sobre la superficie de los testículos, que
pueden estar sueltos o atados. Si los testículos están afeitados previamente, serán más
sensibles y más fácil retirar la cera posteriormente.
Si los testículos no están afeitados, el dolor al caer la cera será menor, pero al ser
retirada tirará de los pelillos procurando a su vez un nuevo tormento.

TORTURA DEL PENE

El pene también puede ser castigado de infinidad de formas, muchas de ellas parecidas
a lo expuesto anteriormente como son los pellizcos, las pinzas, la cera, ataduras,
apretones, pesas, palmetadas, azotes… e incluso con una mayor dureza, dada su menor
sensibilidad con referencia a los testículos. Sin embargo, es importante resaltar que no
deja de ser un área susceptible a daños y hay que actuar con cautela y cuidado.

AZOTES
A la hora de azotar el pene se puede hacer con mayor o menor dureza, como es obvio,
pero es necesario tener presente que cuando está en completa erección, los vasos
sanguíneos están muy dilatados y hay que tener cuidado al azotarlos, ya que un vaso
roto tarda tiempo en sanar y a veces puede causar daños que afecten a futuras
erecciones. Se puede utilizar cualquier tipo de instrumento para azotar el pene: látigos,
gatos, palmetas, fustas…
También existen látigos y fustas específicos para el azotamiento del pene que son de un
tamaño menor a los habituales y que son muy eficaces a la hora de producir dolor en
zonas más reducidas y concretas. Además, resaltar que a casi todos los sumisos les
encanta ver y sentir cómo azotan su pene.

CERA
Verter cera sobre el pene suele ser una actividad muy divertida para la parte
dominante, por los posibles contoneos del sumiso. Además podemos verterla con el
prepucio hacia adelante, que lo hace menos doloroso o retirando éste y vertiendo
directamente sobre el glande. Encerar completamente el pene con cera de varios
colores puede causar efectos visuales muy excitantes.
De nuevo podemos aplicar aquí lo dicho anteriormente para los testículos. En este
caso, la cera suave se amolda más fácilmente a la superficie del pene. Además
podemos jugar con la altura de la vela, cuanto más cerca, mayor dolor y es muy
placentero verterla desde muy cerca.
Si estás muy creativo en ese momento, puedes colocar una vela de cumpleaños en la
punta del pene, mientras enceras éste por completo.

ATADURAS
Al igual que lo comentado para los testículos, el pene se puede atar con diverso
material, como cuerda, cuero, gasa, tela, cadenas, cinta adhesiva, plástico… Atando el
pene por su base se puede evitar que el sumiso alcance la erección o bien reforzarla
reteniendo el flujo de sangre, pudiéndose también utilizar como forma de restricción al
mismo tiempo que se realizan otro tipo de castigos.
También existen correas de cuero de diversas formas para su utilización específica para
nuestros juegos y que se pueden encontrar en comercios especializados. Además uno
de los incentivos de las ataduras es que se pueden realizar y llevar en cualquier
momento, ya sea en casa, en el trabajo, al pasear… como una forma de dominio
absoluto sobre nuestro sumiso, muy divertido y excitante.
También se puede envolver el pene por completo, atándolo con infinidad de
cuerdecillas, momificándolo y apretando, ya que el pene soporta bastante bien la
presión.

PINZAS
Aquí es difícil aplicar lo dicho para los testículos, dada la menor cantidad de piel a
pinzar, pero no obstante es fácil aplicar pinzas en el prepucio y colgar pesas de él.
También podemos aplicar pinzas a lo largo de la piel que recubre el pene, poniendo
tantas como sea posible y donde haya piel para pinzar.

PISADAS
Este es un apartado que une la tortura genital y el fetichismo del pie y el calzado.
Normalmente se pisa el miembro del sumiso cuando éste está tumbado, aunque
también podemos hacer que apoye el pene en una superficie y pisarla con el pie
desnudo o calzado con insinuantes tacones de aguja. Tenemos que recordar las
medidas de seguridad y ejercer la presión justa.
Podemos pisar con la suela del zapato o con el mismísimo tacón, aunque esto es más
delicado. No olvidéis que los tacones finos pueden ser un arma peligrosa. Pisando el
pene con diferente presión o deslizando el calzado o el pie a lo largo del miembro, el
Ama puede provocar un placer infinito al sumiso que le llevará fácilmente al orgasmo.
También este apartado se puede aplicar a los testículos.

CEPOS
Existen en el mercado algunos cepos específicos para la tortura genital. También es
posible fabricarnos uno fácilmente, simplemente con dos tablas de madera y unas
bisagras, adaptando el hueco según la presión que queramos ejercer.
El cepo atrapa los genitales, lo cual propicia una total exposición de estos y su total
indefensión, facilitando los restantes castigos genitales al Ama.
Normalmente el cepo atrapa tanto el pene como los testículos, pero también puede
ser que aísle alguna de las partes, ya sea los testículos o el pene. Volver a resaltar el
interés del cepo para el castigo genital, sobre todo como complemento de otras
disciplinas.
Y no olvidéis disfrutar, divertirse, tener cuidado.

CASTIGOS DE LOS PECHOS FEMENINOS

En el anterior capítulo hablamos del castigo específico sobre testículos y pene, ahora
quiero tratar un castigo semejante para sumisas. He elegido los pechos por ser
bastante versátiles a ser castigados, sin llegar a tratar el castigo sobre la vagina de la
sumisa, ya que creo que con el artículo anterior y éste en el que entramos no hay que
dejar mucho a la imaginación para saber todas las posibilidades que no detallo en este
manual sobre el castigo sobre la vagina de tu esclava.
Bien, quiero tratar en particular las diferentes técnicas para el castigo de los pechos
femeninos, dedicando un apartado muy especial a las técnicas de bondage en los
mismos. Seguramente habrá más formas de las que aquí expongo, pero me voy a
referir a las técnicas básicas y que pueden ser usadas con más frecuencia en las
relaciones entre aficionados a la sumisión femenina.

¿Por qué gusta tanto el castigo sobre los pechos femeninos?

Hay varias razones. En primer lugar, una razón de peso es que esta parte de la
anatomía femenina tiene un especial atractivo por motivos estéticos, genéticos y
sexuales. Además, se prestan a una facilidad de manejo a la hora de aplicar los
diferentes castigos durante una sesión BDSM.
Dentro de todo lo que voy a detallar hay que tener en cuenta el tamaño, naturalmente.
En los pechos hay una gran cantidad de terminaciones nerviosas que se concentran
especialmente en el área de los pezones y las areolas, que los hace particularmente
sensibles a todo tipo de manipulaciones y castigos. Es una zona notoriamente elástica,
flexible y sin ningún tipo de hueso al que se pueda dañar.
Además, genéticamente el pecho femenino ejerce una poderosa atracción, dado que
simboliza una fuente de sustento del ser humano, lo que contribuye a darle un
componente psicológico y emocional que aumenta dicha atracción.

¿Por qué se aplica el castigo en los pechos?

Los objetivos que se pretenden a la hora de desarrollar una sesión centrada o no en el


castigo de los pechos son varios. En primer lugar hay un objetivo claramente físico,
como es la estimulación mediante la combinación del dolor y el placer en la sumisa. En
segundo lugar está el objetivo psicológico, donde se trata de reforzar la sensación de
sometimiento y entrega por parte de la sumisa hacia su Amo/a.
El castigo sobre los pechos puede ser de corta duración aunque intensa, o de una
menor intensidad durante un tiempo más prolongado. La duración del castigo está
condicionada tanto por la disciplina de que se trate como por la técnica a aplicar, así
como por la capacidad de resistencia y el nivel de la sumisa. Cada sumisa tiene una
sensibilidad diferente, las hay que no soportan ciertas disciplinas, así como las que lo
aguantan todo y es algo que tenemos que tener muy en cuenta.
Repito, cada sumisa es diferente, no podemos forzar la situación en ningún momento,
ya que tenemos que tener en cuenta la seguridad. No pretendemos causar daño a
nuestra sumisa y hay que seguir unas normas básicas de seguridad, nivel y límites que
la sumisa nos marcará.
Un indicio que siempre hay que tener presente durante la aplicación del castigo será la
tonalidad de color que pueda tomar la piel del pecho, sobre todo con el bondage.
Se pueden enrojecer, pero cuidado cuando toman un tono azulado, pues es señal de
corte claro de circulación. El que se aprieten, se dilaten o enrojezcan es algo normal. La
incomodidad es algo habitual y que se busca, pero insisto en no utilizar técnicas que
puedan causar algún tipo de daño y desgarro muscular en la zona.
Algunas sumisas tienen un nivel de sensibilidad en la zona de los pezones y las areolas,
como ya he apuntado, y lógicamente, para ellas son mucho más dolorosos los castigos.
Además, cuanto más sensible y más fina es la piel, más fácilmente quedarán marcas.
Por ello mismo es imprescindible la exploración previa de la zona por parte del Amo/a
para comprobar el nivel de sensibilidad de la sumisa, así como una aplicación gradual
de los castigos, con el fin de hallar el límite seguro.
Hay una amplia variedad de técnicas que podemos aplicar en el castigo de los pechos y
pezones, que voy a tratar más detalladamente. Los materiales a utilizar dependerán del
efecto que se pretenda buscar, también dependerán del tamaño y del grado de
flexibilidad de los pechos, así como de la técnica y disciplina que se aplique.
En primer lugar, deberemos situar a la sumisa de forma que tengamos un fácil acceso al
manejo de sus pechos. En segundo lugar procuraremos tener en cuenta el efecto visual
que produzca la aplicación de la técnica de castigo utilizada, y en tercer lugar la
estimulación a través de la combinación de dolor y placer de la zona castigada. Además
hay que reforzar la sensación en la sumisa de que sus pechos están preparados para el
castigo y que pertenecen a su Amo/a.
Es frecuente en el bondage, por ejemplo, utilizar cuerdas trenzadas, de algodón, seda o
poliéster, también correas de cuero, cintas, alambres, plásticos para envolverlos,
vendas, cadenas… Algunos de estos materiales no son aplicables para ciertas sumisas.

Hay unas técnicas que pueden ser aplicadas por la propia sumisa directamente sobre
sus pechos sin ningún tipo de ayuda, pero otras técnicas exigen las manos del Amo/a
para su aplicación. Es también excitante observar a la sumisa aplicándose el castigo ella
misma, encogiéndose por el dolor ante la atenta mirada y supervisión del Amo/a.

TECNICAS DE CASTIGO DE LOS PECHOS FEMENINOS

PINZAS Y PESAS
Hay una variada y amplia gama de pinzas que podemos utilizar en los pechos y pezones
y que nos procuran una muy estimulante visión.
Podemos utilizar las pinzas de la ropa, de fácil adquisición, que por ello son las más
utilizadas y las mejor toleradas por las sumisas y además tienen un tiempo de
aplicación amplio. También las tenemos metálicas, de presión, anchas, estrechas,
dentadas… éstas para un mayor nivel de iniciación de la sumisa.
La función de las pinzas no es otra que la de presionar la piel y restringir la circulación,
así como estimular la zona. El verdadero dolor llega cuando son retiradas, al recuperar
el riego sanguíneo y la sensibilidad. Las pinzas también nos ayudan a poder utilizar una
variedad de instrumental, como son las pesas, cadenas o colgar cualquier objeto
contundente que fuerce la piel. En el mercado podemos encontrar una variedad de
pinzas especializadas para nuestros juegos o bien podemos fabricarlas de manera
casera o acudir a una tienda de pesca donde poder adquirir los típicos pesos de plomo
y de diferente gramaje.

PELLIZCOS
Los pechos son fácilmente pellizcables en toda su extensión y centrándonos más
habitualmente en los pezones, que podemos retorcer y estirar. La presión de los
pellizcos va unida al nivel de la esclava.
También podemos incluir en esta modalidad los apretones y retorcimientos en la
totalidad de la superficie del pecho.

CERA
Hay diferentes tipos de velas en el mercado y tenemos que comenzar con las más
flojitas, para aumentar gradualmente. Se puede verter sobre toda la extensión del
pecho o centrándonos en los pezones. Podemos jugar con la altura a la que vertemos la
cera para aumentar o disminuir el dolor y también podemos jugar con velas de
distintos colores para provocar efectos visuales muy estéticos y atractivos.
Un juego muy excitante es colocar la vela en la boca de la sumisa y que la cera gotee
por sí sola sobre el pecho, cambiando después la dirección de la llama de un pecho a
otro, además de tener el añadido de que la sumisa es la que se procura el dolor y le es
imposible articular palabra o sonido al tener la boca ocupada con la vela en forma de
mordaza voluntaria.

CEPOS
También existen en el mercado cepos de distintas formas y tamaños, aunque lo normal
es que nos lo fabriquemos nosotros mismos o acudamos al amigo manitas de confianza
para que nos lo fabrique.
La finalidad principal del cepo es conseguir una exposición mucho mayor de los pechos
en posturas incómodas y humillantes, así como reforzar la sensación de indefensión y
de sometimiento de la sumisa.
También tenemos los cepos que no sólo aíslan los pechos, sino que los presionan con
simples mecanismos con los que podemos controlar la presión. De la misma forma,
existen una variedad muy concreta de cepos pequeños especialmente diseñados para
el castigo de los pezones, con su mecanismo para controlar el grado de presión del
mismo. En este apartado podemos utilizar unos simples palitos y unas gomillas y ya nos
hemos fabricado un cepo para pezones.
Los cepos también nos facilitan la exposición de los pechos para la aplicación de otras
técnicas combinadas con ellos y con la presión que provocan. Dentro de los cepos
también se encuentran aparatos de madera o metal que se atan a la sumisa por debajo
de los pechos y donde reposan éstos para exponerlos a posteriores castigos.
MOMIFICACION
Los pechos pueden ser envueltos en su totalidad con diferentes materiales y con una
muy diferente presión. Lo normal es usar vendas, cinta adhesiva o el clásico plástico de
cocina.
También podemos incluir en este apartado el uso de gomillas o gomas de diferentes
tamaños con las que iremos atrapando progresivamente los pechos en toda su
extensión, provocando una visión muy excitante. Lógicamente aquí el tamaño sí
importa, lo mismo que podemos decir de otros apartados de este capítulo.

AGUJAS
Los pechos, por su carnosidad y elasticidad, son ideales para esta disciplina. Podemos
usar agujas muy finas, que serán de fácil manejo así como para los que desean iniciarse
y pasar más adelante a otras de mayor tamaño, como las que se utilizan en las
inyecciones habituales. Se pueden clavar en toda la extensión del pecho, así como en
los pezones, pero en este lugar con mucha precaución y pensando que es una zona
muy sensible y delicada.
Advertimos que la seguridad y la higiene son muy importantes, como se comenta en el
capítulo dedicado a este instrumento de castigo. Usa unas agujas desechables,
desinfecta la zona y si no estás seguro de dominar esta técnica o produce fobia a la
sumisa, no lo hagas. No te tomes muy a la ligera esta disciplina. Y también queremos
advertir de la peligrosidad de esta técnica si no se utiliza adecuada y correctamente.
Además, advertir que el dolor es mucho menor que el efecto visual que produce.
Ante cualquier duda, consulta con un profesional sanitario de confianza antes de
iniciarte.

ELECTRICIDAD
Disciplina indicada preferentemente para los pezones. Existen varios aparatos de
estimulación eléctrica en el mercado específicos para nuestros juegos, aunque en
nuestro país no son fácilmente adquiribles. Y como comenté en el capítulo sobre la
electricidad, no recomendamos los medios caseros, usa sólo los profesionales
específicos para el BDSM y si no los encuentras, no te arriesgues. Hoy en día es posible
encontrar aparatos específicos para el BDSM a través de Internet, como casi todo.

SUSPENSION
Esta es una práctica no muy recomendable, aunque tremendamente excitante, por los
riesgos que conlleva de desgarros musculares y otras lesiones importantes y que sólo
los muy iniciados y con gran experiencia pueden llevar a cabo. Además es importante
el tamaño, la resistencia y el nivel de la sumisa. Insistimos, no merece la pena el riesgo;
ante todo, la seguridad.

AZOTES
El spanking no sólo se aplica en el trasero, sino también en los pechos. El spanking
sobre pechos es una disciplina aparte, al igual que ocurre con el bondage. Podemos
utilizar los mismos instrumentos, como hacemos con el trasero: mano, palmetas,
látigos, fustas, varas… Y todo depende del nivel de la sumisa el utilizar uno u otro
instrumento. En definitiva sirve lo detallado en el capítulo dedicado al arte del
spanking.
De nuevo no podemos dejar de reseñar la cuestión de la seguridad a la hora de
practicar el spanking sobre pechos. También recordar que dependiendo de la textura
de la piel de los pechos, las marcas serán más o menos duraderas.

BONDAGE SOBRE PECHOS

Como he reseñado al principio, el bondage es una disciplina muy especial, pero


también combinable con las restantes. Dentro de las amplias posibilidades que nos
ofrecen los pechos femeninos para realizar distintos tipos de ataduras, voy a mencionar
fundamentalmente seis técnicas básicas. Seguramente habrá bastantes más, pero vay a
destacar las más comunes y frecuentes para los aficionados.

- Ataduras alrededor del pecho. La sumisa coloca sus manos a la espalda ofreciendo sus
pechos para que el Amo/a pueda manipular con plena libertad y comodidad. Podemos
usar distintos tipos de cuerdas, cintas, correas o incluso cadenas.
Con dos cuerdas se ata la base de cada pecho independientemente y después
podemos unirlos con otra cuerda por detrás del cuello o dejarlos simplemente así. Si
apretamos bastante la cuerda, procuraremos una mayor incomodidad y tenemos que
estar pendientes del color y la tonalidad que adquieran los pechos, así como de su
sensibilidad.
Es una obviedad, pero de nuevo el tamaño importa, lógicamente hay pechos sobre los
que es imposible realizar esto.

- Otra técnica parecida se realiza con una cuerda más larga. La sumisa colocará sus
manos en la nuca y pasamos la cuerda por debajo de sus pechos, para después ir
enrollando la cuerda en la base de los pechos simultáneamente de uno a otro,
dibujando una especie de ocho y terminando entre los pechos, asegurando la cuerda
en el cuello.
También podemos hacer esa figura en forma de ocho independientemente, sin tener
que pasar otra cuerda por el cuello ni bajo el pecho.

- De la misma forma, podemos hacer un sujetador de cuerdas para los pechos y que se
engloba dentro del bondage japonés que ya tratamos, pero que recuerdo aquí. Una
ventaja de este tipo de atadura es que se puede realizar sobre cualquier tipo de pecho
sin tener en cuenta el tamaño o la forma. Esta atadura es conocida como Shinju.
Como se definió en el capítulo de bondage oriental, se ata la cuerda justo debajo de los
pechos, de modo que los toque, intentando a cada vuelta que la presión sea la misma.
Podemos dar cuantas vueltas queramos. Después repetimos por encima del pecho, y
con una tercera cuerda entre ellos, unimos las otras dos apretando para que la presión
aumente. A continuación, esta tercera cuerda la llevamos por encima de los hombros y
la atamos a las otras dos, esta vez en la espalda. Este “sujetador” apretará los pechos y
los realzará, pudiéndose “vestir” bajo la ropa de calle.

- También podemos hacer algo parecido, pero digamos, sin terminar la obra. Con dos
cuerdas que enrollaremos, una bajo los pechos y otra por encima haciendo bastante
presión, haremos que los pechos resalten aún más y estén expuestos.
Este tipo de bondage es conocido como el estante, y se puede llevar bajo la ropa de
calle.

- Por otra parte, existe un estilo llamado la carpeta, que consiste simplemente en
comenzar a enrollar una cuerda larga y algo más gruesa alrededor del tórax, haciéndolo
asimétricamente y cubriendo todo el pecho con mucha presión, como si fuera un corsé
o quisiéramos ocultar los pechos y su volumen.
También se puede realizar la carpeta con vendas, cinta adhesiva, plástico o lo que
puedas imaginar para el caso.

- Bondage de pezones. Atar solamente los pezones requiere una cuerda mucho más
fina y que el pezón esté erecto. Podemos jugar con la presión y uniendo ambos
pezones con la misma cuerda.
También atar los pezones y pasar la cuerda por detrás del cuello, haciendo que
aquéllos queden muy estirados hacia arriba y fuercen los pechos a elevarse. Podemos
mencionar en este resumen los pezones anillados, y todas sus excitantes posibilidades.

EN DEFINITIVA…

Recuerda, los pechos nos dan unas posibilidades casi inagotables de castigo y hay otras
disciplinas y técnicas para usar sobre ellos, aunque sólo he tratado en este apartado las
más comunes. Pero no olvides que por encima de todo está la seguridad, la higiene y la
precaución, puede que me repita en exceso a lo largo de este manual, pero es
necesario. Si no estás seguro de algo, no te arriesgues, y consulta con alguien de
confianza que cuente con contrastada experiencia.

MUEBLES HUMANOS

La transformación de personas sumisas por parte de sus Dueños/as en muebles


(temporalmente, claro está) es una modalidad poco conocida en el mundillo del BDSM,
por lo menos en nuestro país. Esta es una variante de nuestros juegos favoritos, con la
que podremos combinar bondage, humillación, y dentro de ésta, algo no muy habitual:
la "cosificación" de nuestro sumiso/a.
Enfatizando así el aspecto de despersonalización y conversión en mero objeto de
nuestra propiedad, carente por completo de voluntad o iniciativa, y sometido a la
utilidad que deseemos aplicarle para satisfacer nuestro capricho.
En lo que atañe a la inmovilidad del mueble, podemos hacer de ella un castigo en sí
misma, aplicando un bondage estricto, o bien exigiendo una absoluta inmovilidad sin ni
siquiera realizar ataduras en una postura incómoda. Es cuestión de tiempo, incluso
poco tiempo, en función de lo forzado de la posición, que la incomodidad inicial se
convierta en castigo que probablemente no soporte, proporcionándonos con ello una
buena razón para aplicar en un futuro una sesión de castigo.
No está de más recordar una de las reglas básicas del bondage, que es atención a la
circulación de la sangre de la persona inmovilizada, para lo cual es recomendable que
las primeras veces que atemos al sumiso/a esté completamente desnudo, aparte de
por su humillación, para poder observar posibles síntomas de problemas circulatorios.
Del mismo modo, es imprudente aplicarle una mordaza en las primeras conversiones al
tipo de mueble elegido, pues debe ser capaz de avisarnos si tiene problemas de
cualquier tipo, aunque siempre nos queda el uso de un gesto como contraseña, pero
ten en cuenta que pueda realizar dicho gesto.
Respecto a la humillación a la que sometemos a nuestra persona sumisa
transformándola en uno de nuestros muebles, no cabe duda de que es profundamente
degradante: negamos así su humanidad, casi en mayor medida que en la adopción de
roles animales, ya que éstos pueden ladrar, relinchar, etc., o juguetear y realizar
acciones que se aproximan más a las de una persona.
Por el contrario, al someter a nuestro sumiso/a a una transformación en mueble,
estamos negando por completo su capacidad de realizar cualquier tipo de acción,
aunque fuese para satisfacernos. Ahora es una cosa inerte y de nuestra propiedad, y
depende de nuestra voluntad y acción hasta para procurar nuestro bienestar. Es
absoluta, la decisión de su Amo/a respecto a la utilidad que vaya a prestarle dicho
mueble.
Esta transformación de la persona sumisa en mueble podrá ser, como casi todas las
cosas, tan simple o sofisticada como deseemos, sin embargo, algunos muebles son tan
simples que con una mera inmovilización del sumiso/a, ya lo tendremos dispuesto
como mueble para nuestra utilización. Aunque tal vez, la mejor explicación sobre cómo
hacer que el sumiso/a adopte el rol de mueble inerte en nuestras manos sea
explicando cómo son, y cómo hacer, los muebles más habituales.

ESCABEL O REPOSAPIES

El reposapiés es un clásico de las situaciones de dominación femenina, con una o varias


Amas que utilizan a un esclavo tendido, hecho un ovillo, según sea el deseo de las
Dóminas.
Pueden tenerlo atado o no, pero siempre inmóvil para descansar sus pies sobre la
espalda del sumiso mientras están cómodamente sentadas de tertulia, leyendo, etc.
Esta situación puede variarse en todos los géneros Amo-esclava o Ama-esclavo, algo
que ya es más problemático en la variante de escabel, que consiste en situar a un
esclavo a cuatro patas para facilitar a su Amo/a el acceso a algo situado a una cierta
altura, como subirse a un caballo, a un 4x4 particularmente alto, alcanzar una
estantería o algo similar. Por consideraciones de resistencia física, en este caso es
recomendable que el mueble sea de género masculino.

ASIENTO

Aquí disponemos de un amplísimo abanico de posibilidades, desde el "facesitting"


(disciplina que desarrollaré en el próximo capítulo de este manual) más simple, hasta
la posibilidad de construir armazones para la colocación del esclavo/a en una postura
de silla, y su completa inmovilización en esa postura y rol.
Básicamente la idea es sentarse sobre el mueble, las posturas en que reciba las
posaderas de su Amo/a pueden ser muy variadas: la de tendido en el suelo, a cuatro
patas, arrodillado y tendido sobre sus rodillas, como cojín sobre una silla o sofá real...
hay numerosas variaciones.
El armazón en el que situar al mueble humano en bondage y que nos sirva de asiento
integral es complejo y para hacerlo son necesarios un local y herramientas adecuadas
para su fabricación, por lo que queda lejos del alcance de la mayoría, al igual que su
adquisición, viendo los precios de artículos bastante básicos de BDSM. No obstante, su
efecto visual es realmente fascinante y digno de admiración.

MESA-BANDEJA

Con esta denominación abarcamos el empleo del esclavo/a como soporte para objetos
que podamos querer utilizar, ya sea vasos con bebidas, o de carácter ornamental, como
un florero o jarrón.
La bandeja es sencilla de preparar, basta con un soporte que puede ser una bandeja
propiamente dicha, una cestita de fruta o algo similar. Unimos una cuerda a cada uno
de los cuatro extremos de la bandeja, de manera que en cada caso sea más adecuada,
ya sea con pinzas, o atándolas a salientes de la bandeja, si los tiene. Situando la
bandeja a la altura de la cintura del esclavo/a, pasamos las dos cuerdas más próximas a
su cuerpo uniéndolas por detrás del mismo. A los extremos de las otras dos cuerdas
añadimos sendas pinzas que fijaremos en los pezones del esclavo/a. Ten en cuenta para
disponer a tu pareja el peso a soportar, dureza de las pinzas, y el tiempo durante el que
deseáis mantener a la bandeja a vuestra disposición.
Una versión más simple de bandeja sería sin ir más lejos, disponer al esclavo/a
sosteniendo con los antebrazos horizontales la mencionada bandeja o cesta en actitud
de ofrenda, inmóvil durante un período más o menos prolongado de tiempo. Como el
castigo infantil de sostener libros con los brazos en cruz, se hace más pesado de lo que
parece a simple vista.
La mesa tiene como soporte la espalda del esclavo/a, por lo tanto su espalda debe
permanecer horizontal, independientemente de la postura en que prefiramos
inmovilizarle. Puede estar a cuatro patas, arrodillado e inclinado sobre sus rodillas con
más o menos ángulo, pero, lógicamente, la espalda debe permanecer horizontal. Ya
veremos cómo se verifica este punto.
Sobre la espalda, depositamos una placa de metacrilato (plástico duro transparente, el
cristal está desaconsejado por razones obvias) que nos permitirá regalarnos con la
visión de la entrega de nuestro sumiso/a al tiempo que podemos depositar encima los
objetos que deseemos tener a nuestro alcance. Es mejor que el sumiso/a mantenga la
espalda arqueada, de manera que la placa transparente apoye sólo en la parte más
elevada del culo y en los hombros, de manera que sea más estable. En caso de que aún
esté inestable, podéis colocar sendos tacos de madera o plástico (iguales) en cada
extremo de los hombros, quedando así tres puntos de apoyo bien definidos que
aseguran la estabilidad del metacrilato. No obstante, vigilad la distribución de los
objetos que dispongáis en la mesa, que no desequilibren la placa.
Respecto a la horizontalidad de la mesa, es una interesante exigencia a plantear a
nuestro esclavo/a. Podemos vigilarla simplemente con un vaso con una bebida en su
interior, si somos muy estrictos, podemos adquirir un nivel barato en un centro
comercial, que dará la horizontalidad más precisa.
Un método baratísimo, eficaz y más lúdico es una canica, si rueda por la mesa y cae, la
mesa no estaba horizontal y el esclavo/a será castigado por su torpeza, sin poder
moverse, o tirará lo que tiene sobre su espalda, ganándose un aumento de su
corrección.
Otra posibilidad de posición del sumiso/a es tendido de espaldas, sosteniendo la placa
transparente sobre las rodillas y las manos, con los brazos extendidos. Tiene la ventaja
de ofrecernos una visión más explícita de los genitales, pecho y rostro, pero es mucho
más fatigosa.
Un modelo de mesa radicalmente diferente es el circular, que se dispone alrededor del
cuello del esclavo/a, permaneciendo su cabeza como centro de mesa. Son dos piezas
semicirculares, que se unen dejando un hueco central para el cuello. El esclavo/a
sostiene el conjunto con los hombros y ambas manos extendidas.

ESTERILLA-ALFOMBRA

Como puedes imaginar, este mueble es una variación bastante concreta de "trampling"
o la especialidad de pisar esclavos tendidos a los pies de sus Amas; como en el caso del
escabel, es más bien recomendable para Amas-esclavos por consideraciones de peso y
resistencia física.
El esclavo, tendido boca arriba o boca abajo, tiene encima una esterilla que cubre su
cuerpo, sobre la que su Ama (y sus amistades, en su caso) puede situarse, y limpiar las
suelas de su calzado.
Una alfombra es algo más grande, para lo cual habría de aprovecharse una
concentración de varios esclavos, que se tenderían en el suelo en paralelo y sin dejar
espacios entre ellos, tocándose. Con una alfombra cubriendo el conjunto de cuerpos o
al descubierto, las amas pueden situarse sobre ellos para conversar, tomar alguna
bebida, etc.

CENICERO-PAPELERA

Esta modalidad hace del esclavo/a un recipiente para basura, desperdicios de los que
su Amo/a se deshace, acentuando en este sentido la humillación del sumiso/a.
En el cenicero, el esclavo/a debe permanecer arrodillado o a cuatro patas, de manera
que podamos depositar la ceniza cómodamente, bien en un cenicero real colocado
sobre su cabeza, en sus manos formando un cuenco o sosteniendo el cenicero en
actitud de ofrenda, o la opción más radical, en su boca.
La papelera viene a ser lo mismo, sólo que para los que no fuman, el caso es buscarnos
algo que hacer que genere desperdicios para darle una utilidad, aunque el hecho de
permanecer desnudo y de rodillas en una esquina sosteniendo una papelera e
ignorado por su Amo/a también es bastante humillante. De todos modos, si te gusta
cocinar, es una excelente manera de ir teniendo cosas que tirar a la basura, latas,
peladuras, etc., que podemos ir arrojando a nuestra papelera humana.

WC

Mueble que podríamos considerar exclusivo de los aficionados a la urología y a la


escatología, consiste en introducir la cabeza del sumiso/a a través de un agujero
transversal en el fondo de un orinal o wc especial y satisfacer necesidades sobre su
rostro, lluvia dorada o marrón, según preferencias.
Una versión menos radical es disponer al esclavo/a arrodillado justo delante del wc y
utilizarlo como papel higiénico con su lengua al finalizar.
Otra posibilidad de uso consiste en utilizar al sumiso/a como asiento, haciendo que se
siente al fondo de la taza, para que su Amo/a pueda sentarse sobre sus muslos, en
lugar de sobre el frío asiento tradicional de porcelana.

PERCHERO

Podemos colgar algunas prendas de andar por la calle, al entrar a casa, en el perchero
humano. La disposición del sumiso/a para poderle dejar estas prendas puede ser
variada. Basta con que con los brazos unidos a su tronco, presente extendidos los
antebrazos y depositamos la ropa en sus manos. Otra percha interesante se basa en los
pezones, invirtiendo una percha de dos pinzas, se coloca cada una en un pezón y el
gancho hacia abajo, del que se cuelga la prenda. En este caso, especial atención al peso
de la prenda que colgamos, no sea que prenda y percha vayan al suelo de inmediato.
Con dos esclavos/as se puede realizar un perchero de gran capacidad con una pequeña
escalera. La escalera dispuesta en horizontal une los cuellos de los esclavos/as por sus
extremos y las perchas con sus prendas, se cuelgan de los travesaños.
En el rol de perchero, es recomendable establecer una pauta de actuación en el
esclavo/a, de manera que al llegar al hogar, nos esté esperando, depositemos las
prendas y las mantenga como perchero por un tiempo ya prefijado por su Amo/a, y
sólo cuando pase ese tiempo, deje el rol de perchero para guardar las prendas en el
armario.

LAMPARA-CANDELABRO

Una lámpara es un soporte para una fuente de luz. El sumiso/a será ese soporte, o bien
será inmovilizado por medio de un estricto bondage a una lámpara propiamente dicha,
que tenga la resistencia necesaria para resistir las contorsiones e intentos de
movimiento del sumiso/a.
Hacer del esclavo/a un candelabro puede ser tan sencillo como ordenarle colocarse de
rodillas, tocando la cabeza con el suelo para levantar bien el culo e insertar una vela en
su ano si es hombre, en su ano y en su vagina si es mujer. Como podéis pensar, hay
cientos de posibilidades, con los brazos en cruz, sosteniendo una vela en cada mano y
otra en la boca, de pie o de rodillas, en bondage o sin él, etc.
Con el candelabro tenemos el aliciente de incomodar seriamente al sumiso/a pues
aparte de la inmovilidad, debe resistir la mordedura de la cera fundida que va cayendo
incesantemente, y la amenaza implícita de la quemadura de la llama si su Amo/a no se
toma la molestia de apagarla. Podemos enfatizar este último punto añadiendo
inseguridad y dudas en la mente del sumiso/a dejándolo encendido y poniéndonos a
hacer algo en otra habitación, saliendo de casa para un breve recado como comprar el
pan, pero que no sepa cuánto tiempo nos va a costar, aún mejor si le damos pistas
falsas que le hagan pensar que tardaremos mucho, como que nos vea coger las llaves
del coche, por ejemplo.
Con luz eléctrica esta posibilidad no existe, así que tal vez sea más interesante enfocar
(nunca mejor dicho) la lámpara como un mueble de bondage/humillación. Podéis
imaginar los sentimientos de mero objeto que pueden asaltar al esclavo/a,
férreamente atada a la robusta barra de una lámpara de pie, agobiado por el calor de la
bombilla, mientras bajo el haz de luz de esa bombilla que le incomoda, leemos un libro
con total comodidad e indiferencia por la lámpara.
Por último, y en especial si no eres manitas con las chispas, que puedas construiros un
flexo con una de esas lámparas frontales, que se fijan con correas elásticas a la cabeza.
Colocada en la frente del esclavo/a, la posicionaremos del modo que mejor nos ilumine
y así permanecerá, por la cuenta que le tiene.

FLORERO

Aunque tanto un florero como una lámpara son difícilmente clasificables como
muebles, cabe integrarlos en este estudio sobre objetos domésticos que carecen de
voluntad propia, que usamos a nuestro antojo y hacen nuestra vida más agradable,
aunque sea por una mera presencia decorativa, como sucede en el caso del florero.
Del mismo modo que con la lámpara, es aconsejable no desaprovechar la capacidad de
alojamiento de objetos de los orificios corporales del esclavo/a. En la misma posición
que comentaba acerca de la lámpara, (o cualquier otra que sitúe los mencionados
orificios hacia arriba) podemos alojar una o dos flores, según los agujeritos que tenga
el florero.
Podemos aumentar la cantidad de flores si en vez de introducirlas directamente en el
cuerpo, las colocamos en uno o dos plugs huecos, que insertaremos previamente en el
esclavo/a.
Conviene recordar que debemos prestar atención a las posturas que obligamos al
esclavo/a a adoptar, que no superen un tiempo prudencial si está con la cabeza muy
por debajo del nivel del cuerpo.
Podemos usar al sumiso/a como soporte de ramos, jarrones, etc. en cualesquiera otras
posturas que imaginemos y le supongan una cierta incomodidad, por ejemplo, sostener
un jarrón que parece que no pesa mucho, al cabo de un rato en las manos empezará a
ser algo muy, muy incómodo y pesado.
Otra idea consiste en situar al esclavo/a de rodillas con las manos a la espalda, y
colocar una pequeña macetita sobre su cabeza. Eso le obligará a una absoluta
inmovilidad, pues tendrá garantizado un castigo en caso de torpeza por su parte si deja
caer la maceta.

PARA FINALIZAR

Comentar que sería interesante adiestrar a tu esclavo/a en paciencia, pues ha de tener


una paciencia infinita para actuar eficientemente como un mueble humano, haciendo
que adopte ciertas posturas un tanto rígidas e incómodas, controlando el tiempo y
añadiendo unos minutos más cada día de entrenamiento, siempre atento a su total
inmovilidad.
Y también añadir con respecto a los muebles que he comentado, que son como las
recetas de cocina: No hay dos tortillas iguales, y así debe ser. Usa la imaginación, y
añade ideas de tu propia cosecha que mejoren la "receta" básica. Tales como hacer
beber agua en cantidad antes de colocar a tu pareja como mueble, aplicación de plugs,
vibradores, bolas chinas, pinzas, pesas y un largo etc. que ya depende de ti.
FACE-SITTING

Ahora voy a tratar una disciplina que podemos definir tanto de disciplina de
cosificación del esclavo/a, como se comentó en el capítulo anterior o bien podíamos
definirla dentro de lo que podríamos llamar disciplinas de asfixias.
El face-sitting está relativamente poco extendido en nuestro país, aunque no así en
otros países, donde cuenta con un gran número de adeptos.
Como su propio nombre en inglés indica, significa sentarse en la cara del sumiso/a. Esta
disciplina es practicada casi en exclusiva por las Amas sobre los sumisos y sobre
sumisas y mucho más escasamente practicada por los Amos, por matices más o menos
obvios, como pueden ser el peso, la complexión y sobre todo, porque la forma de los
genitales femeninos es la ideal para esta disciplina.
Se puede decir que esta práctica principalmente persigue tres objetivos:
El primero es que significa un signo de postración y humillación del sumiso/a, que sirve
de asiento humano a su Ama, al mismo tiempo que es una forma de adoración a ésta.
En segundo lugar, podemos hablar de la excitación que provoca en el esclavo/a el tener
el más preciado tesoro del Ama en el rostro y sobre todo al alcance de la boca y de la
nariz, con lo que tiene la posibilidad de saborear y olfatear tan divino y ansiado lugar,
casi siempre vedado y oculto para el sumiso/a.
En tercer lugar, la tortura de la inmovilización y sobre todo de la asfixia controlada que
provoca tan exquisito lugar de la anatomía femenina, obstruyendo las vías
respiratorias.
Como práctica es muy simple en su realización y desarrollo, aunque pueden ensayarse
diferentes variantes, utilizando preferentemente el cuerpo desnudo del Ama, o bien,
con lencería o con las más variadas prendas fetichistas.
También se presta a ser combinada con diferentes disciplinas, como por ejemplo el
bondage total del esclavo/a para evitar movimientos de éste y ya que el Ama tiene muy
a mano los genitales y los pechos del sumiso/a, puede practicar desde pinzas, ataduras,
azotes, cera... así como las más variadas técnicas de tortura genital, de las que ya he
tratado en diferentes capítulos de este manual.
Una tema muy importante que ha de tener el Ama siempre muy presente, es controlar
la posible asfixia y estar muy pendiente del sumiso/a para evitar desagradables
contratiempos.
Así, mientras está sentada sobre la cara del esclavo/a y castiga sus genitales o pechos,
ha de mantener constantes movimientos para permitir resquicios por donde el
sumiso/a pueda mantener una respiración más o menos constante.
Aunque está poco difundida esta disciplina, repito, es muy de agradecer por el
sumiso/a, porque le permite entrar en contacto muy directo con las partes más íntimas
e inalcanzables de su Ama.
TRAMPLING

Como disciplina dentro del BDSM, el trampling (literalmente pisoteando en inglés)


consiste básicamente en la acción de pisotear, caminar o descansar todo el peso del
cuerpo por parte del Ama sobre el esclavo/a. Sin duda se trata de una práctica no
demasiado extendida entre los aficionados, pero que también cuenta con sus adeptos
y fervientes y entusiastas practicantes. Por razones obvias, al igual que ya apunté en el
anterior capítulo sobre el face-sitting, se trata ésta de una disciplina casi
exclusivamente de dominación femenina, insistimos por razones de peso y complexión
física fundamentalmente realizada sobre esclavos y en menor medida sobre sumisas.
Al igual que otras disciplinas, el trampling mezcla varios componentes. Naturalmente,
el componente más evidente es el castigo y el dolor físico que conlleva para el esclavo,
pero también posee un indudable componente psicológico, por lo que tiene de
humillación, al ser tratado el sumiso como una auténtica alfombra humana, jugando
con la fantasía de convertirse en un ser o simple cosa que solamente existe para servir
de soporte en el escalón más bajo.
Claro que para el sumiso también ello constituye una satisfacción, el hecho de tener el
honor y el privilegio de servir de alfombra de su Ama, sintiendo caminar por su cuerpo
al ser que adora y en contacto directo con sus pies desnudos o calzados por
majestuosos zapatos o botas, dignos pedestales de su Dueña.

MODALIDADES DE TRAMPLING

Dentro de la simplicidad básica de esta disciplina, que no requiere de ningún


instrumental específico ni de una depurada técnica concreta, sí podemos al menos
distinguir dos modos de practicarlo.

Trampling con el pie descalzo: probablemente la más extendida debido a la menor


resistencia física al dolor que requiere por parte del sumiso. Tiene la ventaja del mayor
contacto directo con la piel del sumiso y un mayor control por parte del Ama.
Debido a la accesibilidad a la hora de castigar mediante pisadas o pellizcos con los
dedos de los pies la zona genital o los pezones o bien la estimulación de los mismos, así
como también permite combinar el trampling propiamente dicho con el fetichismo del
pie.
Por ejemplo, al mismo tiempo que el Ama se coloca encima del cuerpo del esclavo y
con un pie pisotea o juega con los genitales de éste, con el otro puede introducirlo en
la boca del esclavo y hacer que éste lo adore.

Trampling con el pie calzado: Esta modalidad tiene el componente añadido de la


enorme variedad de calzados que se pueden utilizar y el atractivo añadido del
elemento fetichista que ello conlleva. Indudablemente requiere una mayor capacidad
de aguante o resistencia al dolor por parte del sumiso, así como un mayor cuidado y
control por parte del Ama, ya que cierto tipo de zapatos o botas con altos y afilados
tacones pueden llegar a convertirse en auténticos estiletes y armas peligrosas que
pueden dañar zonas sensibles y no tan sensibles de la anatomía del sumiso si no se
realiza con el debido cuidado. También lo podemos combinar con la adoración del
calzado.
En el caso de esclavos, las zonas preferentes a la hora de sufrir mayores castigos sin
duda son los genitales y los pezones, sobre los que el Ama puede pisar, aplastar los
testículos, clavar los tacones... En el caso de las esclavas su anatomía permite además
otro tipo de variantes como es la penetración vaginal con el tacón o la estimulación del
clítoris, los pezones... Naturalmente en ambos casos el trampling se puede combinar
con la adoración del calzado. Una variante más específica y reservada para esclavos y
Amas de alto nivel y muy avezados en esta práctica es el trampling con zapatos que
llevan en su suela púas, que sin duda aumentan considerablemente el dolor y el
sufrimiento del esclavo.

Naturalmente podríamos hacer otro tipo de distinciones, aunque más que


modalidades propiamente dichas serían variantes dentro del trampling, que como he
comentado es una disciplina muy básica y simple. Estas variantes pueden ser por
ejemplo realizar el pisoteo sobre el esclavo colocado boca arriba, centrándose en la
zona genital y pezones o bien colocándolo boca abajo y centrarnos en las nalgas,
muslos y espalda. También se puede distinguir entre una sesión de trampling básico o
bien realizar una sesión combinada con otras disciplinas, como por ejemplo el
spanking, azotando al esclavo mientras se camina sobre él o vertiendo cera o
colocando pinzas que luego pisaremos a su vez. Es una forma de usar la imaginación y
la fantasía para hacer la sesión más variada.
Como siempre y para terminar, insistir muy especialmente en el cuidado y la seguridad
que se debe poner en esta disciplina y ante todo, no olvidar contar con la capacidad y
la resistencia física del esclavo, pues no todos poseen la complexión necesaria para
soportar el peso del cuerpo del Ama. Y repetimos, cuidado con el calzado a utilizar,
recordad que los tacones finos son auténticas armas en esta disciplina, que pueden
provocar heridas graves.

MASCOTAS HUMANAS
(Roles Animales)

Dejamos a partir de este capítulo los apartados dedicados a las disciplinas, llamemos
de procurar dolor o correctivos, entrando en otras disciplinas o comportamientos
BDSM donde el universo psicológico entra más en juego que los castigos en sí mismos.
No quiere esto decir que sean disciplinas baladíes, todo lo contrario, podrás comprobar
que en algunos casos pueden llegar a ser más duras o muchísimo más placenteras,
cómo no, dependiendo de los gustos de cada uno.
Voy a comentar aquí los principales roles animales adquiridos por los sumisos/as, como
son el de caballo o yegua o el de perro o perra.
Pero como en otras ocasiones, antes de entrar en materia, aquí tienes un relato donde
se desarrolla el rol canino para ir calentando motores antes de entrar en este
interesante capítulo…

“MI VIDA COMO PERRO

El coche de detuvo con una buena sacudida. Habíamos recorrido un camino sin asfaltar
-vaya si se notaba- antes de detenernos. Al apagarse el motor, comencé a oír algunos
sonidos, aunque amortiguados por la tapa del maletero. Otras voces, poco ruido de
fondo, parecía un lugar tranquilo. Era de esperar, ya que aparecer en mis condiciones,
como si fuera lo más normal del mundo, con mucho público no ha sido lo más habitual
hasta ahora.
Inmediatamente, y como me correspondía, empecé a ladrar. Debí hacerlo fuerte
porque a los diez segundos recibí la descarga única y fuerte que me indicaba que me
callara. Me callé y esperé. Había procurado dar a los ladridos un matiz de petición,
tenía mucha sed, pero era evidente que o bien no había sido capaz de hacerlo
correctamente o que, como era mucho más posible, a mi Ama no le interesaba lo más
mínimo esta información. Para pasar el rato y ya que a todo se acostumbra uno,
busqué mi hueso de plástico, lo encontré debajo de la alfombrilla sobre la que había
viajado. Lo agarré fuerte entre las manos y empecé a roer, poco a poco empezaba a
notar los signos de la excitación.
Era un cambio muy importante para mí. Durante los últimos tres meses sólo había
salido una vez de casa y prefería no recordarlo. Se me erizaban los pocos pelos que me
quedaban en el cuerpo y mi polla se ponía todo lo erecta (poco) que le permitía la jaula
en que se encontraba.
Un inciso. Siempre que pueda, explicaré los detalles acerca de los instrumentos que
uso, aunque la mayoría de las veces no tengo oportunidad de saber cómo funcionan.
Mi capacidad de decisión desde hace un tiempo es más bien reducida.
La jaula para el pene es un artefacto diseñado para evitar que uno se masturbe, y
también para impedir que la polla se ponga erecta del todo. Consiste en un conjunto de
cuatro anillos metálicos, unidos entre sí, en los que se introduce, cuando está fláccido el
pene. Para fijarlo, la correa que une los anillos se cierra por detrás de los testículos con
un candado. Dicho así parece inofensivo, pero llevarlo siempre, día tras día, es
terriblemente incómodo, no controlas tu pene para nada, y no puedes obtener ninguna
satisfacción, sólo cuando orinas, si es que te dejan.
Desde hace tres meses la llevo puesta continuamente, realmente el primer mes fue
muy incómodo, estaba muy excitado y me producía un dolor continuado al intentar la
carne rebosar los anillos y al tensarse la correa sobre los testículos; me he ido
adaptando y procuro pensar que es una parte más de mis genitales con la que tengo
que convivir.
Por otra parte, como hace tiempo que he perdido la esperanza de usar ropas, salvo
algunas tan humillantes como lacitos de colores que nada ocultan, adminículos como
los collares, se han convertido en mi vestimenta habitual. Sin embargo, las erecciones
matinales no hay quien las pare y se convierten en un despertador infalible y casi
puntual. Pues a roer, para engañar la sed y las ganas de orinar. Me habían sacado de la
jaula y metido directamente en el coche, sin darme mi paseo matinal. A lo mejor era
porque estaba lloviendo y hacía mucho frío, pero la cuestión era que habíamos viajado
alrededor de dos o tres horas y la última vez que había orinado fue la noche pasada
antes de que me pusieran a dormir.
De golpe, dos descargas medias y cortas (pronto les contaré cómo va esto del collar de
entrenamiento). Mi Ama quería oírme. Así pues, fuera hueso y a ladrar. Quince
segundos, medio minuto, dos minutos y entonces, como siempre sin aviso previo, se
produjo la esperada descarga fuerte y única. A callarse. Inmediatamente se abrió la
portezuela del maletero. Me cayó encima un chorro de luz, un montón de frío y algunas
gotas de lluvia.
Noté cómo mi Ama enganchaba su extremo de la correa y empezaba a estirar. Con
mucho cuidado pasé una pierna por el borde del maletero del coche y a continuación,
evitando en todo momento el ponerme siquiera de rodillas, una pata delantera.
Un estirón y todo el cuerpo ya estaba en el suelo, bastante embarrado y frío. Ocupé mi
lugar habitual al costado derecho de mi Ama.
Sus botas se habían mojado y tenían barro.
Como sabía que el barro seco costaba el triple de saliva para quitarlo, me lancé a lamer
las gotas que manchaban las botas. A mi Ama le debió gustar mi iniciativa, porque me
acercó sin dudar la otra puntera de la bota, para que acabara mi trabajo. Tenía un
poco de sed e intenté aprovechar toda el agua que pudiera, a pesar del barro.
- Muy bien, Rex. La señora de la casa y sus amigos, seguro que han visto cómo te has
portado. Anda a mi lado, nos esperan –respondí con un ladrido, que le complació.
Rex soy yo.
Lo llevo grabado en mi collar, que es de cuero y bastante ancho, para que no pueda
doblar el cuello con facilidad, cerrado con un candado y tiene anillas suficientes como
para cualquier tipo de cadena o correa.
Este collar fue la primera señal que usé cuando tomé mi última decisión hasta la fecha:
aceptar convertirme en esclavo/perro. Cuando entregué la llave que lo cerraba, quedó
también cerrado el acuerdo. Además de este collar, llevo otro, mucho más discreto, que
mediante un mando a distancia me proporciona descargas eléctricas en el cuello, de
distintas intensidades y que ha servido para enseñarme comportamiento.
Con mi Ama delante, yo un paso por detrás y a su derecha, empezamos a caminar
hacia la casa, yo a cuatro patas. Mi Ama me llevó de la correa hasta la Señora de la
casa, que estaba acompañada de un esclavo/perro y una esclava/perra.
En ese momento tuve que demostrar que estaba bien entrenado. Empecé a lamer las
botas de la Señora, muy embarradas por cierto, quieto y levantando el culo a la vez que
movía la cola para demostrar mi alegría por poder conocer otra Señora (de la que
dependería durante el próximo mes, si lo había entendido correctamente).
Cuando dejé de lamer la parte baja y las suelas, empecé a olisquear las botas subiendo
hacia las rodillas, y recibí un fuerte tirón de la correa. No era que no lo hubiese hecho
correctamente, sino que me indicaba que ya estaba bien de gracias a la Señora y que
debía conectar con mis nuevos compañeros. Así pues, en respuesta al tirón de la
cadena me acerqué hacia ellos.
¿Cuál primero? Por mi experiencia, primero debía aplacar a la perra, que seguro se
tomaría a mal que no le hiciera caso enseguida. Mientras me seguía ladrando, la rodeé
y empecé a olisquear entre sus piernecitas traseras.
Al empezar a olisquear la vulvita de la perrita noté perfectamente, que además del
obligatorio olor a orina, la perrita estaba claramente en celo. Viendo la calentura de la
perrita, imaginé el tamaño y la lubricación del pene del esclavo/perro, que seguro
pasaría por un período de abstinencia.
Por suerte, no tenía que preocuparme de mi culito -lo pensé por si le daba por ahí- la
cola estaba perfectamente insertada con un plug en mi ano y por ahora su integridad
estaba asegurada.
Yo ya estaba lamiendo el ano de la perrita, era evidente que la bañaban y peinaban
cada día, pero esta limpieza no se hacía extensiva al culo, lo que me proporcionó otra
mala noticia en vistas a mi futuro. Si me podía fiar del gusto de los restos, en esta casa
se comían sobras, más que comida especial para perros.
No sé lo que ocurre con los demás esclavos/perros, pero en mi caso la transición a la
comida perruna me ocupó casi un mes, hasta que pude superar la repulsión. Sobre todo
el hambre y el ejercicio físico hicieron que me adaptara al nuevo estilo de menús.
Mientras seguía lamiendo, la esclava dejó de gruñir y empujaba su culito hacia mi cara.
Empecé a prestar atención a la conversación que, de pie, las Amas habían iniciado tras
saludarse y, supongo que también darse un par de besos en las mejillas. Digo supongo
porque no había intentado levantar la cabeza en ningún momento desde que había
bajado del maletero del coche.
Durante mi entrenamiento, me quedó muy claro que, entre otras muchas
prohibiciones, me está prohibido levantar mi cabeza por encima del nivel de los
traseros humanos.
- ¿Hace frío, verdad? Vaya par de perritos tan magníficos -decían.
La verdad es que era así, por que una cosa que me sorprendió fue la juventud de la
pareja de esclavos. El perro tendría unos veintipocos años y la perrita no llegaba a los
veinte, aparte de gozar de un cuerpo esbelto y muy bello.
- Pues el tuyo es realmente especial. Parece muy bien educado y da la impresión de que
harán buenas migas los tres” -la voz de la Señora no era tan agradable como la de mi
Ama, parecía más exigente y algo ansiosa.
Pasé del culo, con mucho placer, a la vulvita, mientras la perrita olisqueaba mi pene.
Sin quererlo yo, mi polla empezó a empinarse dentro de su jaula a causa de los
primeros lengüetazos de la perrita, mientras yo seguía entretenido con su coñito. De
repente, noté un fuerte tirón de la correa, que me dejó frente al esclavo, que no paraba
de ladrar.
- Se llama Rex, y te aseguro que está muy bien entrenado. Ya has visto cómo ha tratado
a Bonita. Seguro que no tendrás ningún problema y además te podrá divertir bastante.
Estos esclavos/ perro hacen de todo e imitan a la perfección a los auténticos perros
-comentó mi Ama.
- Vamos a ver si es verdad. A Bruto no le gustan los intrusos, sobre todo con su
compañera - dijo la Señora de la casa soltando la correa del perro.
Éste, nada más notar que quedó suelto, se abalanzó sobre mí y fue directamente hacia
mi culo. Así, y en correspondencia, me incliné y me encontré frente a un cipote de unos
veinte centímetros. Lo esquivé.
Mientras oía hablar de mí y mis colegas con toda naturalidad, y frente a aquella polla,
se me cayó encima toda la realidad. Sentí todo el frío del mundo, noté el agua bajo mis
patas, la cola en mi ano, mi jaula genital, los collares y me vi, desnudo y a punto de
elegir (¡con alegría y por mi cuenta!) lamer un culo de perro antes de coger con mi boca
aquella polla.
Mi Ama debió notar algo, tal vez mi reticencia o un cambio en mi actitud, e
inmediatamente le puso remedio. Se me fue todo de la cabeza cuando recibí dos
magníficas descargas.
Reaccioné automáticamente y empecé a lamer el pene de Bruto.
- ¿Vamos dentro? Hace mucho frío, y ya veo que se llevarán bien. Demasiado, por los
gruñidos de Bruto y los nervios de Bonita.
- Como quieras -comentó mi Ama, mientras acariciaba mis nalgas con la fusta,
dándome a entender que mi comportamiento había sido magnífico.
Se inclinó y me dijo en voz baja: “¿Qué, te ha gustado ese coñito? Con un poco de
suerte será tuyo. ¿O te gusta más la polla que te estás comiendo? Me temo que cuando
te deje aquí durará poco la cola que llevas en el culo. Ese esclavo está muy caliente y
parece claro que Amalia no le deja ocuparse de Bonita. Ya puedes prepararte”.
Después levantó la voz y se dirigió a su amiga:
- ¿Los dejamos fuera o tienes costumbre entrarlos? -yo ya tenía toda la polla en la
boca, que tenía un fuerte sabor a orina, y Bruto seguía olisqueando mi culo.
Me pareció que mi Ama, para mi desgracia, tenía toda la razón y su pronóstico era muy
acertado.
- Bonita entrará con nosotros, tú haz con Rex lo que quieras, aunque a las dos personas
que están dentro les interesa mucho conocerlo de cerca.
- Muy bien, pues los entramos, pero date cuenta que él no puede explicar nada. Sólo le
está permitido ladrar.
En ese momento empecé a gemir moviendo el culo lentamente, que es mi forma de
decir que necesito hacer mis necesidades.
- De acuerdo -dijo mi Ama-, pero antes Rex necesita un árbol. ¿Dónde hacen pis tus
perros?
- Normalmente, en cualquier lugar del jardín. No me preocupo mucho.
Mi Ama se inclinó y desenganchó la correa de mi collar. Me dio una palmada en las
nalgas.
Y así, avancé sin correa hasta el árbol más cercano y mientras ladraba de placer
levanté la pierna y solté un gran chorro de orina contra el tronco. Ahora sí que oí risas.
Tras terminar de hacer mis necesidades, mi Ama enganchó de nuevo la correa y
entramos al interior de la casa junto a mis dos compañeros”.

En las escenas BDSM es muy habitual que la parte sumisa adquiera cierto tipo de rol
animal. Esta transformación puede ocurrir en todas las sesiones o sólo de forma
esporádica. El sumiso/a suele disfrutar sobremanera adoptando este papel de mascota
de su Amo/a.
El animal predominante por encima de todos es el perro. El sumiso/a se transforma en
dicho animal, adoptando posturas y comportamientos propiamente caninos, y entre
los avíos no faltan la correa o el bozal, e incluso se usa la misma postura perruna para
sus necesidades fisiológicas y responde con ladridos a las órdenes de su Amo/a,
sacando la lengua como si se tratara de un auténtico perro.
Entre las alternativas de mascotas también podemos encontrarnos con quien adopta el
rol equino, transformándose en un caballo o yegua virtual, que actúa como tal y
amplificando dicho rol con los aparejos propios de dicho animal, como pueden ser
correajes, bocados o incluso silla de montar. Vamos a verlo…
ROL CANINO

NORMAS CANINAS

En una relación Ama-esclavo o Amo-esclava el dominante adiestra al esclavo a su


conveniencia y aquí quiero exponer algunas normas caninas que son compatibles con
cualquier otra relacionada con el entrenamiento perruno, pudiendo el Amo/a
matizarlas o adaptarlas a una situación concreta.

1. Un perro/a nunca debe olvidar que ha entregado su humanidad a su Amo/a.


Cualquier intento del perro/a de asumir privilegios o prerrogativas de un ser humano
será severamente castigado.

2. Los perros/as siempre andarán a cuatro patas sobre manos y rodillas. Cuando se les
permita sentarse, lo harán al estilo de los perros, manos apoyadas en el suelo y nalgas
sobre los talones. Los perros/as no utilizarán mobiliario humano en ningún caso salvo
permiso específico de su Amo/a.

3. Los perros/as se comunicarán a través de una serie de ladridos según decida el


Amo/a. Los perros/as no hablarán mediante sonidos humanos (esto sólo se permitiría
para la contraseña de seguridad), sólo ladrarán o aullarán. Se puede ladrar si se quiere
expresar el estado de ánimo o llamar la atención del Amo/a sobre cualquier cosa, si
bien se callará si se le ordena. Los gimoteos se permiten cuando sea usado o
disciplinado con dureza. Si no es lo silencioso que desee el Amo/a, deberá aceptar bien
la mordaza u otros métodos de control.

4. Los perros/as harán todas sus funciones corporales a cuatro patas, preferiblemente
en exteriores, o sobre papeles de periódico dispuestos para ese fin. Los perros/as se
aguantarán a menos que reciban permiso para hacer sus necesidades, siendo esto
parte de su adiestramiento sobre funciones corporales.
No se espera que el esclavo/a use papel higiénico para limpiarse tras satisfacer sus
necesidades, aunque es prerrogativa del Amo/a permitírselo. Otros esclavos/as pueden
cuidar su presencia: baño, afeitado, cepillado de los dientes del perro, incluso
aplicación de un enema diario, si su Amo/a así lo dispone. Aunque en ausencia de otro
esclavo/a ayudante, el perro/a debe cuidar él mismo de su propia higiene, siendo
siempre ésta inmaculada.

5. Los perros/as estarán desnudos (o con un limitado vestuario restrictivo), excepto un


collar en el cuello (y correa, según se desee). Normalmente el Amo/a lo adiestrará para
que no realice habilidades manuales humanas. Con tiempo frío se proporcionarán
chalecos perrunos o mantas. Como la Naturaleza no hizo en sí a los perros humanos
con cola, los perros/as llevarán constantemente colas de perro de Plug en el ano o bien
simplemente el plug o un consolador.

6. Se alimentará a los perros/as con alimentos para perros o bien con restos de la
comida en un recipiente en el suelo o también de la mano del Amo/a. Nunca empleará
ningún utensilio. De modo similar, tomará líquidos a lengüetazos: agua, cerveza, orina…
en un recipiente en el suelo. Tampoco usarán pajitas o cosas similares para beber, ya
que un auténtico perro no sabría usar tales utensilios.

7. El Amo/a instalará al perro/a una pequeña jaula como habitáculo (su caseta), o a los
pies del Amo/a (sobre su manta/cama de perro) en la que dormir cuando el perro sea
bueno. Cuando los perros/as han sido malos, duermen encerrados en una jaula de
castigo o encadenados, sujetos a la cama o donde se desee. Si el Amo/a dispone del
lugar adecuado, también puede el sumiso/a perro/a dormir en una caseta en el
exterior.

8. Los perros/as son estimulados para aficionarse: a lamer, olisquear, encorvarse, y


corretear alrededor de su Amo/a y sus amigos. Los perros deben, sin embargo,
aprender los significados de "NO", "ECHATE", "SIENTATE"… y cesar dichas actividades al
recibir la orden. Normalmente gustan de jugar a recoger un hueso o cualquier objeto
que su Amo/a les lance, lo que harán con presteza y demostrando la alegría que les
proporciona el juego con movimientos de su trasero y jadeos de júbilo con la lengua
fuera.
Los perros/as están naturalmente interesados en su propia sexualidad y lamerán
objetos que han tocado sus genitales, culo y corrida. No se les permite usar las manos
para correrse.

9. Los perros/as serán usados sexualmente por el Amo/a y eventualmente por sus
amigos y amigas según el deseo de su dueño/a. Los perros/as deben aprender a dar
placer a su Amo/a y acostumbrarse a lamer y tragar su eyaculación y la de cualquier
otra persona, así como a limpiar cualquier juguete tras su uso, ya sean consoladores u
otros utensilios. Aprender pronto a responder positivamente a los mimos de su
Dueño/a y a encogerse (con motivo) cuando han sido malos.

10. A los perros/as buenos se les rasca detrás de las orejas, se les hacen mimos y se
hacen peleas "de mentira" con ellos. A los perros/as malos se les ata sobre un banco de
castigos o cualquier otro artilugio o mueble y son severamente azotados y castigados
de la forma en que el Amo/a desee o crea conveniente. Todo esto se hace por su
propio bien, el perro/a lame la mano del Amo/a en agradecimiento por adiestrar a su
humilde esclavo/animal, lo que el esclavo/a debe aprender.

11. Los esclavos/as deben proporcionar su propio mantenimiento y juguetes. Ellos


pueden hacerlo así mediante un trabajo externo, en cuyo caso se les permitirá asumir
características humanas durante 10 minutos antes de salir al trabajo y durante otros 10
minutos tras su regreso a casa. En el trabajo los esclavos/as se comportarán como
personas normales sin mostrar evidencias de su naturaleza.

12. El perro/a hace entrega a su Dueño/a de todos los objetos de naturaleza humana
de todo tipo y condición para su segura conservación. El perro/a es una posesión, su
desnudez muestra la marca de la propiedad. El o ella no posee nada. El Dueño/a tiene
derechos absolutos para usar el perro/a por cualquier motivo: sexo, castigo, exhibición,
juguetear, o lo que sea. Los perros/as no tienen ningún derecho, y no pueden rehusar,
dejar de hacer, o limitar cualquier cosa que el Amo/a decida que hagan, temiendo el
enfado del Amo/a, y las consecuencias que conlleva.

13. Cuando el perro/a no está con su Amo/a, debería llevar un libro de castigos, un
registro donde anotar cualquier infracción de las normas del Amo/a. Debería ser muy
cuidadoso con las propiedades del Amo/A (incluido él mismo), manteniéndose
preparado como dicta su Amo/A (zonas depiladas, higiene absoluta…), y manteniendo
las botas y calzado de su Amo/a limpios en todo momento (con betún o con la lengua,
según órdenes).

14. A los perros/as les está prohibido llevar ropa interior bajo la ropa de calle al salir al
exterior y actuar como humanos (las perras sin bragas ni sujetador, se las debe
acostumbrar a usar tampones en el período de menstruación para así seguir sin usar
bragas).
Los perros, de llevar alguna ropa interior, en todo caso estarían obligados a usar bragas,
siendo conscientes de su sexualidad y condición durante todo el tiempo. El Amo/a
puede ordenar la colocación de un aro en el pene, o serle aplicada alguna forma de
restricción genital en su picha de perrito para que recuerde a quién pertenece.
Las perras pueden llevar plugs insertados tanto en su ano como en su vagina. El Amo/a
puede completarlo con una cerradura para asegurarse de que el perrito no jugará por
ahí a escondidas.

15. El esclavo/a lucirá orgullosamente el collar de su Amo/a asegurado alrededor de su


cuello y en caso de usar chapa de perro con el nombre del perro/a, ésta debe estar
claramente visible. El esclavo/a debe estar orgulloso de su condición, de lo que es,
siendo esto desarrollado por su Amo/a.

16. El esclavo/a debe dormir como un perrito aun estando en su propia casa sin la
presencia del Amo/a, para ayudarle con esto se imaginará que está a los pies de su
Amo/a, quedándose abajo, al suelo al que pertenece.
17. Los perros/as pueden realizar ciertas tareas humanas sólo si así se les ordena, y con
limitaciones. Por ejemplo, pueden cerrar la puerta de un coche levantando las patas
delanteras y permaneciendo arrodillados, empujar y cerrarla, o llevar a su Dueño/a
objetos que éste le pida en la boca o arrastrándolos, cogidos de la misma.
Un perro verdadero no entendería un orden como: "Cierra la puerta del coche", pero
un perro/esclavo sí, y hay que aprovechar la mayor complejidad de órdenes que
pueden acatar.

Estas normas son sólo un ejemplo, a vuestra imaginación queda el ampliarlas o


complementarlas, para llevar a cabo un entrenamiento efectivo de tu esclavo/a.

ROL EQUINO

Es siempre interesante la adopción de un rol de animal doméstico por parte del


sumiso/a, pues subconscientemente se acepta (por ambas partes) que un animal no
tiene ni derechos, ni la menor opción de rebelarse con éxito, más bien al contrario,
toda desobediencia es corregida a base de castigos, sin que socialmente haya ningún
reparo. De hecho, para enfatizar este rol de animal doméstico, con el término "pony"
me referiré tanto a ponygirls como ponyboys.

DE ESCLAVO/A A PONY

¿Cómo transformar a nuestro sumiso/a en dócil pony? Lo veremos desde dos ángulos:
Comportamiento y equipamiento.

COMPORTAMIENTO

Nuestro nuevo pony debe acatar unas pocas, pero estrictas, normas hasta que le
indiquemos que deje de ser pony para volver a su condición de esclavo/a humano.
Jamás debe hablar, ni siquiera intentarlo, pues la mayor parte del tiempo se lo impide
el bocado.
Durante los primeros adiestramientos es recomendable forzarle a que hable a base de
preguntas, recriminaciones o lo que se nos ocurra para hacerle hablar cuando no debe.
Eso nos proporcionará motivo de castigo y al pony, razones dolorosas que le harán ser
más pony en adelante.
Sólo puede expresarse a través de relinchos, resoplidos, pataleos o miradas. Como la
palabra clave para interrumpir no podrá (aunque lo intente) ser pronunciada, deberá
ser sustituida por una actitud, gesto, postura o similar, como caer de rodillas, por
ejemplo.
Debemos prestar especial cuidado a las limitaciones de nuestro pony y estar atentos a
su resistencia, pues sufre un notable esfuerzo físico junto con una limitación en su
expresividad, y aflojar el ritmo o hacer descansos ante la duda.
Tampoco podrá emplear las manos para nada, salvo cuando deba estar a cuatro patas.
En ningún caso las utilizará de modo humano, como coger objetos, rascarse o tocarse.
Aunque habitualmente le sea imposible por medio de arneses o ataduras, debemos
reprimir esa tendencia en los momentos que no sea así. Además la imposibilidad de
tocarse le hará más sensible y agradecido a nuestras caricias, palmadas cariñosas en la
grupa, rascarle la cabeza, etc.
Del mismo modo, es incapaz de alimentarse por sí mismo y depende de su Amo/a, que
decidirá lo que comerá, cuándo y cómo. Esto, que a priori parece casi una carga para su
Amo/a, en realidad da mucho juego como táctica de dominación y humillación.
Imaginad que habéis dado una buena caminata por el monte (uno en el que no haya
paseantes, o sea muy improbable) con vuestro pony, al que además habéis hecho
correr de vez en cuando. Aún mejor si tenéis carro y es el pony quien tira mientras
vosotros dirigís y lleváis la fusta para que mantenga el ritmo.
Al mediodía, Amo/a y pony tienen un hambre de caballo, valga la redundancia. El
hambre y vuestra fusta obligarán a comer al pony del bol que le habéis preparado con
algo entre humano y herbívoro como lechuga, zanahoria, fruta, maíz, cereales de
desayuno... todo ello bien troceado y sin aliñar (es un pony, ¿no?) pues no tiene más
remedio que comérselo metiendo la cabeza en el bol, manteniendo las manos fuera de
uso. Si además no le gusta la verdura, es otro castigo... Para beber, lo mismo, no
olvidéis que el ejercicio hace perder mucho líquido, y si le obligáis a beber en grandes
cantidades tendremos otra faceta de humillación a considerar.
Su sexualidad y necesidades fisiológicas están también en nuestras manos, al igual que
como esclavo/a, aunque en una línea diferente. Como veremos más adelante, sus
posibilidades varían en función del arnés que decidamos colocarle, pero en función de
un mayor realismo del rol, deberíamos autorizarle (en el campo o en su establo, si
tenemos) a aliviar vejiga y recto cuando le apetezca, pero sin variar su postura, en pie o
a cuatro patas. En cuanto a su excitación sexual, la condicionaremos básicamente por
medio del arnés, como también se verá más adelante, o bien si preferimos ver a
nuestro pony completamente desnudo, sin arnés, podemos (principalmente en caso de
un macho) autorizarle a excitarse o no antes de la sesión como pony.
Aunque nadie puede decirle a un potro que no se excite, sí podemos advertir a nuestro
pony que esa excitación será reprimida sin miramientos. Claro que esto es al gusto de
cada cual, personalmente opino que es más interesante ver a un sumiso excitado, pero
que no puede siquiera tocarse.

LA LIMPIEZA DEL PONY

Es más que aconsejable despojarlo del equipamiento de cuero que le hacemos llevar
normalmente, para que no se moje, el cuero es poco amigo del agua. Lo más adecuado
es lavarlo a base de manguera de jardín, un cubo con agua jabonosa y un guante de
ducha de crin (realmente apropiado, ¿verdad?), de los que rascan. Si no se dispone de
manguera, siempre podemos simularla en la ducha desmontando el "teléfono" y
usando el agua fría. En el campo, basta con acercarse a un arroyo y lavarlo a base de
cubos de agua. (Recuerda que el agua de arroyos no es potable, por cristalina que
parezca).

ADIESTRAMIENTO

Por último, y quizá lo más característico de este rol es adiestrar al pony a llevar el paso
que queramos. Sin duda habéis visto la típica imagen en películas del oeste del vaquero
haciendo dar vueltas a un caballo en torno a él. Pues es así de sencillo adiestrar a
nuestro pony (de pie con las manos en la espalda). Sujeta al pony del extremo de una
rienda más larga de lo normal, para que cada vuelta sea una distancia aceptable, con tu
mano o enganchado a un poste y ponlo a trotar alrededor.
Durante sus primeros entrenamientos, es muy recomendable acompañar las órdenes
de aumentar velocidad (chasquidos de lengua, "arre") de uno o dos azotes para que el
pony los acabe relacionando y responda con rapidez en el futuro sólo con oír nuestra
voz.
Podemos diferenciar básicamente tres velocidades para el pony: paso, trote (más o
menos rápido) y galope o carrera.

-El paso es caminar normalmente y permitiremos esto al pony cuando lo veamos


demasiado fatigado, para empezar, etc.

-El trote está a medio camino entre correr y andar. Es importante obligarle a llevar un
trote elegante y que levante las rodillas hasta la cintura. Nuestro pony se verá
estimulado a hacerlo bien por medio de nuestra voz y nuestra fusta, vara... al gusto.

-El galope es simplemente correr, para cuando queramos llevar al pony a su máxima
velocidad. Podemos elegir entre el galope o un trote rápido, más vistoso, al ir
levantando bien los muslos el pony, pero más lento y fatigoso, por tanto podrá
mantenerlo menos tiempo.

Para adiestrar al pony a cuatro patas, también lo más práctico es hacerle dar vueltas
alrededor, sólo que en esa postura no puede correr, sólo desplazarse a cuatro patas
más o menos rápido.
No olvidemos que el rol de pony exige esfuerzo y una cierta forma física, que si no se
tiene, se irá consiguiendo poco a poco, otro punto positivo de este juego. Por tanto
deben tenerse presentes las precauciones habituales en la práctica de deportes como
calentamientos, estiramientos, toma abundante de líquido, etc.

EQUIPAMIENTO
Los elementos que rodean el rol equino (ponyplay) son casi tan variados como
deseemos, pero veremos lo más representativo de esta técnica de dominación.

BOCADO/ARNÉS DE CABEZA: Quizá lo más representativo del pony como tal, y su


elemento de control por excelencia. El bocado suele consistir en una barra de goma o
caucho que lleva el pony mordido (de ahí usar un material flexible) en la boca. Lo
fijamos por medio del arnés de cabeza, una serie de tiras de cuero que rodean la
cabeza de nuestro pony como la cabezada en un caballo.
Con el bocado impedimos al pony hablar, mantenemos su boca en una posición fija y
semiabierta que aumenta su humillación al denegarle expresividad facial y provocarle
incomodidad y pérdida de saliva por los labios, como un esforzado equino.
Los bocados pueden ser de otras clases, incluso la clásica mordaza de bola sirve como
tal, pero la característica fundamental es que unimos los extremos de la rienda a cada
comisura de la boca, lo que nos permitirá controlar el movimiento del pony a través de
la rienda. Tirando de un lado, el pony se ve obligado a girar en esa dirección, y tirando
de ambos hacia atrás se detendrá o aminorará la marcha, según la presión que
apliquemos. Los bocados para tu pony puedes adquirirlo ni más ni menos que en una
tienda de aperos para caballos, son bastante baratos. Después es relativamente
sencillo adaptarlo para el uso de tu sumiso/a.
Los arneses para la cabeza también admiten variadas posibilidades, como situar un
penacho de plumas en lo alto de la cabeza, cascabeles, morros de caballo postizos, más
o menos elaborados, etc. Lo importante es que fijen el bocado en el hocico de nuestro
pony firmemente, asegurando nuestro control sobre él. Estos tipos de bocados con
arnés para la cabeza ya te los tienen que fabricar algún artesano del cuero o bien
buscarlos en tiendas especializadas y sobre todo, puedes encontrarlos a través de
Internet.
Es un complemento muy interesante una venda o un antifaz ciego de cuero para el
pony, que puede ir unido o no a la cabezada. Colocándoselo conseguimos que tenga
que avanzar según nuestras órdenes de velocidad y dirección en completa ceguera,
entregándose así completamente a nuestra voluntad.
Como sabéis, la privación de visión sitúa a nuestro sumiso/a en un estado de
temerosidad y vulnerabilidad que acentúa su natural propensión a la obediencia,
circunstancia a la que ambas partes sacamos partido. Ten en cuenta que en este caso
tú eres los ojos del pony, así que estate atento a las irregularidades del terreno. Algo
tan aparentemente falto de peligro como una piedra puede causar un esguince, un
tropezón o una caída, pues es más difícil mantener el equilibrio con las manos a la
espalda.

ARNÉS: El arnés corporal del pony admite también infinidad de variantes y


posibilidades. En cierto modo podemos compararlo con el chasis de un vehículo al que
se fija motor, carrocería, transmisiones, etc., y da rigidez al conjunto.
El arnés resalta y ciñe los pechos en las ponygirls, las manos son fijadas al arnés para
impedir su uso, bien a la espalda (lo más habitual) o en otras posiciones. Su rigidez y
relativa incomodidad también evita que se mueva demasiado sin nuestra intervención.
En cuanto a la fijación de las manos al arnés, ten en cuenta que es importante evitar
que las nalgas queden cubiertas por las manos, de modo que perderíamos acceso a la
principal zona de castigo del pony. Pueden fijarse a diferentes alturas desde la zona
lumbar hacia arriba o bien cada mano a una pértiga del carro, en caso de que lo
dispongamos a tirar de él.
Es frecuente que el arnés incorpore un ancho ceñidor de cuero al que se unen las
pértigas del carro, otras veces se emplean corsets, según criterio de la parte
dominante, si busca un aspecto más femenino o más animal. Es en la zona lumbar
donde se suele poner una cola de caballo postiza para mejorar su aspecto y contribuir a
que asuma su rol equino.
El collar, en caso de emplearse, une la parte superior del arnés por delante y por
detrás. Si no se emplea, el arnés se sujeta en la parte superior simplemente pasando
las cinchas por los hombros. Los caballos reales no usan collares, aunque en contadas
ocasiones sean sujetados por una cuerda al cuello. Por tanto, si somos un poquito
puristas, prescindiremos del uso del collar y mantendremos el control del pony a través
del bocado, tanto para hacerle moverse como para dejarlo atado de las riendas donde
nos parezca.
La parte inferior del arnés está tensada y fijada a través de la entrepierna, lo que
requiere nuestra especial atención, pues hemos de decidir qué hacemos con el ano y
los genitales de nuestro pony.
ARNÉS (ingle): Es de particular interés que el pony, además de no poder acceder a las
partes más íntimas de su cuerpo con las manos que tiene fuera de uso, sienta sus
genitales y ano restringidos, expuestos, o en cualquier situación que le haga sentirse
íntimamente bajo nuestro dominio y control. Podemos ceñir esta zona simplemente
con una correa de cuero que pase entre nalgas y labios vaginales en las yeguas e
igualmente para potros, sólo que con un aro para ceñir la base del pene y del escroto,
saliendo una correa hacia el vientre y otra hacia atrás, entre las nalgas.
Partiendo de este esquema básico podemos irlo mejorando a nuestro gusto,
cambiando el aro por una jaula para el pene o cualquier otra restricción genital
masculina, a la que podemos fijar un cascabel o una campanita en la punta, o un aro al
que unir una correa para tirar del pony.
Es una buena ocasión para insertar en sus orificios corporales bolas chinas,
consoladores, plug anal, etc. El plug anal, además puede llevar una cola falsa de caballo
en su parte exterior, que es más humillante e incómoda para nuestro pony que la de la
zona lumbar, pues la siente menearse en su recto y azotarle suavemente entre las
patas, aunque quizá sea menos estética.
También es frecuente el empleo para fijación inferior del arnés los cinturones de
castidad relativamente cómodos, pudiendo ser éstos con consoladores o lisos. O bien
es posible pasar cinchas por la parte exterior de la entrepierna, dejando totalmente
expuestos y libres ano y genitales, pudiendo así manipulárselos en cualquier momento
a nuestro antojo sin tener que soltar nada, y para que el pony pueda aliviar sus
necesidades según le apetezca, con "naturalidad".
Estos tipos de arneses son complicados de encontrar. Puedes recurrir a un artesano del
cuero que te los fabrique o bien buscarlos por Internet, donde son relativamente
fáciles de encontrar, eso sí, importándolos del extranjero, ya que en nuestro país
prácticamente ninguna empresa está especializada en este tema y lo que encuentras
en sex-shops, virtuales o no, no suele cumplir con la mínima calidad exigida, aparte de
ser exageradamente caros.

PIERCINGS: Un piercing en la nariz acentúa el aspecto animal de nuestro sumiso/a,


ayudándole a identificarse en su nuevo rol. Los piercings en los pezones, labios
vaginales o en el glande son soportes ideales para pesas, cascabeles o campanitas, si
bien en los pezones o el prepucio pueden emplearse pinzas para este fin.
Los cascabeles son un complemento equino clásico donde los haya, y podéis imaginar
la delicia de las campanitas tintineando mientras vuestro pony trota sin descanso
animado por vuestra fusta. Además, también son en sí mismos un peso colocado en la
parte del cuerpo del pony que decidáis, que le dará tirones a cada paso. Basta con que
le pongáis más cascabeles o campanitas o más grandes, hasta conseguir el peso
deseado.
Los aros en los pezones nos permiten también unirlos al arnés mediante cadenitas o
cuerdecillas, manteniéndolos tensos. O bien unirlos entre sí dejando colgar la cadena
que los une. Otra posibilidad es unirlos a la cabezada (el arnés de cabeza) de modo que
restringimos su movilidad.

CALZADO: Los zapatos y botas de tacón tienen una estética innegable, pero para correr
y trotar no son muy aconsejables, sobre todo en el campo. Más prácticas son las botas
de suela plana, cortas o largas de cuero o fieltro negro (o del color del arnés, para
cuidar la estética) que sujetan los tobillos y al tener cierto peso, añaden más ruido al
pisar con fuerza, y esfuerzo a la cabalgada.
Rizando el rizo, hay botas-pezuña (muy difíciles de encontrar) para ponys humanos,
que dan una imagen alucinante, pero en terreno irregular tienen el mismo
inconveniente que los tacones.
No deja de ser interesante someter al pony a una sesión de entrenamiento sobre arena
descalzo y completamente desnudo, sin arnés y sujeto por el bocado. La desnudez
integral le hará sentirse más como un animal en nuestras manos, y además es sano
para los pies y más cansado de lo normal.

CARROS/TIRO: Uno de los elementos más lúdicos de este rol animal y de dominación es
adaptar un carro al pony, para que nos transporte y le dirijamos como a un caballo de
verdad. Del mismo modo, en la línea de los percherones, podemos hacerles arrastrar
pesos por el suelo, a los que nos podemos encaramar, admirando la tensión de sus
patas y grupas, azotando éstas para que el esfuerzo no decaiga y no olviden quién
manda.
Las pértigas del carro suelen unirse al ceñidor de la cintura, quedando precisamente las
nalgas al alcance del instrumento correctivo que usemos. En otros modelos podemos
ver una sola pértiga entre las patas del pony, de clara simbología fálica. Pero a nuestro
pesar, una vez más, estética y práctica son inversamente proporcionales, ya que rozará
algo el interior de los muslos.
No es fácil encontrar un carro de pony humano a la venta... lo normal es construirlo
uno mismo o adaptar cualquier otro tipo de carro para este cometido.

SILLA: Hay sillas de montar para el pony a cuatro patas o en posición bípeda. Las
primeras vienen a ser como las de los caballos, pero más pequeñas. Podemos usar una
de caballo, pero quedaría grande. Una de pony (de verdad) sería adecuada. Hay que
fijarla justo delante de la grupa para evitar que las patas delanteras se fatiguen
demasiado pronto, cosa que sería inmediata si la colocamos más cerca de los hombros.
Es mejor fijarla al arnés para evitar roces en la piel del pony.
La silla para posición bípeda es similar, aunque donde antes estaría la espalda, ahora
colocaríamos una especie de respaldo que al adquirir el pony la posición vertical, se
convierte en asiento.

ESTABLO: Se puede acondicionar un pequeño establo para el pony en un pequeño


trastero, con que quepa el pony tumbado, vale. La puerta, lo más rústica posible, y que
se cierre y se encienda y apague la luz desde fuera. Si no es fácil conseguir paja para el
suelo, se puede sustituir por serrín, que es menos engorroso de manipular y más
higiénico.
El establo es donde guardamos al pony si no lo usamos, y donde pasa la mayor parte
de su tiempo, por lo que debe disponer de comida y agua que pueda tomar sin usar las
manos. Hará sus necesidades en un rincón del establo, sobre el serrín. Es por esto que
el serrín es mejor que la paja, aunque sea menos realista. Debemos prestar atención a
que nuestro pony no se quede frío en su establo, ya que la inmovilidad favorece esto. O
bien caldeamos este espacio, o enfundamos al pony en una segunda piel, de látex o del
material que deseemos. También podemos hacer que se eche al suelo el pony y
cubrirlo con una manta que no se debe quitar, porque luego no tendrá manos para
volver a ponérsela.
Es muy conveniente situar argollas en la pared del establo para atar al pony, por el
bocado, o de otras maneras, para manipularlo con comodidad. Inmovilizado sobre el
serrín en la postura que deseemos, está a nuestra disposición para azotarlo, depilarlo,
lavarlo, cepillarlo, aplicarle enemas y cualquier cosa que deseemos hacer con nuestro
indefenso animalito.

PIEL DE PONY: Como comentaba sobre el establo, enfundar al pony en una segunda
piel tiene la ventaja de protegerlo del frío, algo muy a tener en cuenta si no es verano.
Te aconsejo dejar al aire pezones e ingle (o al menos, en contacto directo con el arnés)
con lo que nuestro sumiso/a seguirá sintiéndose desnudo y vulnerable. Podemos
mejorarlo aún más si la "piel" es de tejido cálido y elástico en vez de látex y es un color
natural de caballo o la decoramos como tal.
Si enfundamos al pony haciendo calor, conseguimos una molestia más añadida al
esfuerzo físico al aumentar su sofoco, aunque si el tiempo lo permite, deberíamos
aprovechar para ver a nuestro pony al natural.
De nuevo aquí te dejo con un relato donde aparece, además de otras muchas
disciplinas, el rol equino…

“TRAS EL CRISTAL

Eran las 3 de la madrugada cuando regresé a mi apartamento aquel sábado. Me


desnudé, hacía calor. Fui hacia la ventana de mi terraza mientras tomaba un refrigerio
antes de acostarme y mirando distraídamente hacia las ventanas del edificio de
enfrente -que está muy pegado al mío-. En una de las ventanas, iluminada y con las
cortinas descorridas, por primera vez pude ver una escena que me cautivó. Una chica
rubia cabalgaba a otra morena que iba a cuatro patas por el salón, ambas desnudas,
ataviadas tan sólo con zapatos de finos y altos tacones, mientras la azotaba con lo que
supuse era una fusta de caballo.
En una de las vueltas de la joven yegua, la chica que la cabalgaba se quedó mirando
hacia mi ventana. Avergonzada, corrí las cortinas y fui a apagar la luz. Me prometí a mí
misma no volver a violar la intimidad de mis vecinas, pero un extraño calor interior me
hizo volver a acercarme al balcón. La situación había cambiado. La amazona se
encontraba de pie en el centro del salón con las piernas abiertas, la yegua arrodillada a
sus pies lamía su entrepierna, mientras la amazona rubia -entre convulsiones de placer-
azotaba la espalda de la yegua con un látigo de varias tiras. No pude retener ese calor
interior que me inundaba y mis dedos corrieron hacia mi clítoris, comencé a
masturbarme ante aquella visión.
Empecé a sentir los primeros espasmos del orgasmo justo cuando la amazona cogía
por los pelos a la yegua, apretándola contra su pubis y temblando de arriba abajo en lo
que supuse también era su orgasmo. Despectivamente, la amazona empujó con su
rodilla a la yegua hacia atrás, y ésta cayó al suelo. Se acercó desnuda hacia la ventana
y después de unos instantes, con ambos brazos abiertos cerró con energía las cortinas,
no sin antes observar yo una amplia sonrisa en su rostro, que pensé iba dirigida hacia
mí, aunque era muy improbable que me viera en la oscuridad de mi apartamento.
Fui hacia mi dormitorio desnuda, sudorosa, temblando por la fuerza del orgasmo que
inundó mi cuerpo y me tumbé en la cama, comenzando a masturbarme de nuevo con
fuerza, recordando la escena que se había desarrollado ante mis ojos. Tras otro
orgasmo y un poco avergonzada por mi recién descubierto voyeurismo, caí en un
profundo sueño.
Al día siguiente desperté bastante tarde y de nuevo muy excitada. Recordaba haber
tenido sueños en los que la yegua era yo, cabalgada por la amazona rubia que me
azotaba, me hacía comer de un plato en el suelo, mientras clavaba sus afilados tacones
sobre mi trasero; luego era salvajemente sodomizada por la yegua, mientras lamía el
clítoris de la amazona y ésta no paraba de pellizcar, con sus largas uñas, mis pezones,
tumbada sobre el sofá.
En otra escena, me veía de nuevo cabalgada, en esta ocasión por ambas, mientras
tiraban de un bocado colocado en mi boca y otras chicas alrededor, desnudas, me iban
azotando al pasar cerca de ellas, riéndose mientras se masturbaban a mi paso.
Discretamente me asomé entre las cortinas de mi balcón y observé el piso de enfrente,
que seguía con las cortinas cerradas. No puedo negar que me decepcioné un poco.
Hacía bastante calor y fui a ducharme. No pude retenerme y volví a masturbarme,
mientras el agua fresca recorría todo mi cuerpo.
Ansiosamente esperé la llegada del siguiente sábado. Durante toda la semana estuve
observando aquellas cortinas que no llegaron a abrirse. Me hice con unos prismáticos e
incluso aquel sábado ni siquiera salí con mi novio, con la tonta excusa de un dolor de
cabeza. Desde las once de la noche observaba el apartamento. Me encontraba
desnuda y de nuevo excitada. Los minutos pasaban y seguía pegada a los prismáticos.
Sobre la una treinta ocurrió, las cortinas se descorrieron y tras ella apareció la
amazona rubia y comenzó a desnudarse ante la ventana mirando hacia mi terraza, era
increíble, vinieron a mi mente sentimientos lujuriosamente lésbicos que nunca había
tenido. Ahora lo veía todo con más detalles gracias a los prismáticos. La belleza de sus
treinta años, sus altos pechos, su pubis depilado y una mirada que se sabía observada.
Una vez desnuda, con la mano, supuse que llamó a su compañera. Esta apareció
también desnuda con sus altos zapatos de tacón de aguja; también era muy bella,
aunque pensé que no llegaría a tener más de veinte años. La amazona la besó en los
labios y acto seguido le colocó una correa de perro en el cuello.
De nuevo la cabalgó, imaginé que actuaba para mí. Azotó su hermoso culo con la mano
desnuda, tornándose éste cada vez más rojo. Pude observar tatuado sobre su culo una
M de caracteres góticos, rodeada de un círculo formado por una cadena. Tras
cabalgarla durante unos diez minutos, ató con fuerza sus altivos y jóvenes pechos con
una bella atadura que también pasaba por su depilado coñito, y comenzó a ponerle
pinzas en sus pechos, vientre y vagina, y tras esto con una fusta y certeros golpes
comenzó a quitárselos, excepto los de los pezones, que eran pinzas metálicas, y de ellas
colgó unas bolas que supuse muy pesadas por lo estirados que estaban los pezones.
Tras varios castigos, cada vez más duros, puso a la yegua contra la ventana abierta y
mientras la azotaba, ésta se masturbaba. Después del orgasmo de la yegua, se repitió
la misma escena del sábado anterior.
La amazona se colocó abierta de piernas en el centro del salón, y la yegua con su
cabeza entre las piernas de la amazona. Después de un convulsivo orgasmo, la
amazona volvió a empujar con su rodilla a la yegua, ésta se derrumbó sobre el suelo
del salón. Ante mi sorpresa, la amazona se colocó abierta de piernas sobre la cara de la
yegua y comenzó a orinar sobre su rostro. Asombrada pude ver que la rendida yegua
intentaba, con su boca muy abierta, que no se derramara ninguna gota del dorado
líquido sobre el suelo. Al terminar, de nuevo la amazona se acercó hasta la ventana,
abrió sus piernas, alzó un dedo señalando hacia mi escondite. Desnuda, increíblemente
hermosa, sonrió, me guiñó un ojo y cerró las cortinas. Durante todo el tiempo que duró
la escena, no paré de masturbarme, tuve varios orgasmos y de nuevo caí rendida sobre
la cama, y tuve otra noche llena de sueños en los que de nuevo me veía sometida a la
misteriosa y hermosa amazona.
Pasaron dos sábados más en los que de nuevo y puntualmente se repitió el ritual. Al
quinto sábado, en una cafetería debajo de casa donde tomaba el aperitivo, apareció
Ella, altiva, con una corta falda de cuero y una chaquetilla a juego. Lo que más me
impresionó fueron sus altísimos zapatos de finos tacones. Todos se fijaron en Ella. Con
paso firme y seguro se dirigió hacia mi mesa, y sin mediar palabra se sentó frente a mí.
Me miró a los ojos.
- Creo que ya está bien de espiarme los sábados por la noche -Yo balbuceé, no sabía
qué decir- He estado observándote durante el último mes y sé lo que quieres. Bien, a lo
único que he venido es a decirte que esta noche a la una treinta te espero en mi
apartamento. Desnuda y depilada ante mi puerta, darás dos suaves golpes y yo te
abriré.
Se levantó, se acercó y, cogiéndome suavemente por la barbilla, me dio un delicado
beso sobre mis labios y sin mediar palabra se marchó, de nuevo con paso firme y con
una altivez y contoneo que me cautivaron. Todos se fijaron en Ella y en lo que ocurrió;
yo, llena de vergüenza, pagué apresuradamente y me marché, seguida por los
sorprendidos ojos de todos, afortunadamente eran pocos.
Aquella noche me duché, me depilé y me calcé los zapatos de más altos y finos tacones
que pude encontrar aquella tarde en una céntrica zapatería. Con una fina gabardina,
temblorosa y excitada, llegué hasta su puerta, di dos suaves golpes, me desprendí de la
gabardina, quedando totalmente desnuda en el rellano de la escalera. Tras unos
segundos que se hicieron interminables y que me hicieron dudar, Ella abrió, me miró de
arriba abajo y me hizo pasar. Quedé totalmente prendada de su belleza. Vestía un
pequeño tanga de cuero, sujetador a juego y unas botas altas que hacían sus piernas
interminables. Recogía en esta ocasión su pelo en una cola de caballo. Me besó en los
labios y me hizo pasar al salón. Allí estaba la yegua completamente desnuda, de
rodillas con las manos atadas a una cuerda enganchada al techo. Se acercó a la yegua
y con el látigo empezó a azotarla en el culo. De su boca no salió ni un quejido.
- ¿Te gusta más verlo de cerca o prefieres participar?
Asentí con la cabeza y la mantuve baja. Había algo en su mirada que me impedía
mirarla a los ojos. Emanaba de Ella una fuerza, una confianza que me desarmaba
totalmente. Se sabía dueña de la situación. Se acercó a mí. Con su mano empezó a
explorar mis pechos, mi vientre, llegando a lo más recóndito de mi vagina cuando me
introdujo dos dedos en ella. Me miraba, me rodeó y empezó a examinar mi culo.
Introdujo en él otros dos dedos, pasó la mano por delante y comenzó a acariciar mi
clítoris. Casi me deshago de placer en ese momento. Se separó de mí y en sus manos
trajo una correa de perro que no tardó en colocar en mi cuello. Enganchó una cadena y
me atrajo al centro del salón donde se encontraba la yegua. Me hizo abrir de piernas y
colocar mi coño sobre la cara de la yegua.
- Cómele el coño, zorra.
En mis pezones colocó unas pinzas metálicas atadas a una fina cuerda que llevaba en
sus manos. Se colocó tras la yegua y comenzó a azotarla. Con su otra mano tensaba la
cuerda atada a las pinzas de mis pezones, me dolían pero el placer que me hacía sentir
la yegua hacía que yo misma echara hacia atrás mis pechos y sentir más fuertemente
su recién, para mi sorpresa, estrenado poder.
Luego comenzó a azotarme también a mí, dando vueltas alrededor de las dos y
alternando los azotes de una a otra. Cuando observó los primeros espasmos de un
poderoso orgasmo que empezaba a llegarme, desde atrás tiró con fuerza de la cuerda,
las pinzas se soltaron de mis pezones con un inmenso dolor que me hizo caer hacia
atrás y perder el divino placer que me daba la lengua de la yegua.
Con azotes sobre mis pechos, me ordenó ponerme en pie. Me colocó el bocado que
habitualmente llevaba la yegua, me ordenó arrodillarme y me montó, fue increíble los
placenteros sentimientos que me invadían. Me cabalgó durante un buen rato mientras
azotaba mi trasero o pellizcaba mis pezones, después fui yo quien lamió el clítoris de la
yegua, nunca había lamido a otra mujer, ¡Qué tonta me sentí hasta ese momento por
todo lo que había perdido!
Seguí lamiendo hasta que la yegua orgasmó. Fue un tremendo orgasmo que la dejó
temblando sobre la alfombra, sus jugos llenaban mi boca, su sabor y su olor me
embriagaban. En aquel momento me di cuenta de que estaba locamente enamorada
de las dos. Cogió la correa de la cadena de mi cuello y me hizo ir hasta la ventana del
salón, que como era habitual en estas ocasiones, permanecía con las cortinas
descorridas. Me hizo poner los brazos abiertos sobre el cristal y mis piernas también
muy abiertas, acarició mi culo que se encontraba rojo por el castigo. Hizo colocar a la
yegua entre mis piernas y volvió a ordenarle que lamiera mi clítoris.
Volvieron a invadirme olas de placer, mientras Ella azotaba con fuerza mi culo y llegó el
orgasmo. Nunca imaginé poder sentir tanto placer. Caí de rodillas temblando, de puro
placer me oriné sobre la cara de la yegua, ésta ni se inmutó, adiviné su cara de placer
al sentir el caliente líquido sobre su rostro. Tras esto, mi ahora Dueña se acercó a mí,
me cogió por los pelos con fuerza, me besó en la boca y nuestras lenguas se enroscaron
con intensidad, quería sentirla pegada a mí, la amaba. Hasta entonces no me percaté
de que desde mi edificio alguien me podría ver, pero me tranquilizó el no ver ninguna
luz encendida, aunque en aquel momento tampoco me importaba. Ni tampoco me
importaría en el futuro.
Mi Dueña se tumbó sobre el sofá y nos ordenó a ambas que le diéramos placer, así lo
hicimos hasta que un grito de placer llenó el salón. Gritaba, nos azotaba, nos
pellizcaba, era impresionante verla y yo era feliz de ser quien le proporcionaba aquel
placer en agradecimiento por todo lo que me había hecho descubrir. Terminamos, nos
duchamos, nos vestimos y nos fuimos de copas como simples amigas, a bailar y reírnos
de todos los hombres que se acercaban a nosotras, que eran muchos.
Al término de la velada me trajeron con su coche a mi casa, me entregó una tarjeta con
una dirección y me ordenó ir allí la próxima semana. Todas mis fantasías se hicieron
realidad a partir de aquella extraordinaria noche. Sólo deciros que hace un año que
aquello ocurrió, desde entonces vivimos lastres juntas y seguimos acudiendo al mismo
apartamento cada sábado, con las cortinas abiertas, sabedoras de que alguien nos
observa. He dejado al insulso de mi novio, llevo tatuada una M gótica con una cadena
alrededor sobre mi culo y vivo felizmente sometida a mi Dueña”.
ADORACIÓN DEL PIE FEMENINO

Sin duda, no hay ningún fetichismo más extendido que el del pie, parte del cuerpo
femenino que cuenta con un potencial erótico muy elevado y es mucha toda la
parafernalia que puede concentrarse en torno del fetiche rey.
Comentar que el fetichismo del pie es una disciplina o juego netamente de dominación
femenina (aunque poco frecuente, también se desarrolla en la dominación masculina).
Por ello, aquí trataré el fetichismo del pie desde el punto de vista donde el pie adorado
es el de las féminas.
Así que, igual, el presente capítulo no intentará que descubras algo completamente
desconocido, pero sí que tiene por misión profundizar en el tema, ampliar y esclarecer
algunos puntos que pueden ser de interés general y ayudar a desarrollar una sesión de
fetichismo del pie.
De nuevo apuntar que es un mundo que se podría calificar de independiente dentro
del BDSM, aunque el BDSM sí depende de él como ocurre también en el caso del
bondage por poner un ejemplo.
Como en anteriores ocasiones, voy a dividir este apartado en dos, uno dedicado a las
diferentes “técnicas y usos” de la adoración del pie femenino, y otro donde entraremos
en sus connotaciones históricas y psicológicas.
Y ahora, sin más dilación vamos a sumergirnos en el universo mágico del fetichismo del
pie

EL AMBIENTE

Como para cualquier otro tipo de relación, es conveniente disponer un ambiente, una
atmósfera propicia que nos proporcione comodidad, relax y buen rollo en general, si
bien puede variar en función del tipo de sesión que se quiera montar, o si la sesión se
dedicará a los pies exclusivamente o servirá de prólogo a otros juegos.
Lógicamente, debemos conseguir un ambiente íntimo y cerrado, una música tranquila
y sedante de fondo que no nos distraiga pero filtre ruidos externos (tráfico, vecinos,
etc.) y nos proporcione un ánimo adecuado; es un complemento recomendable, si la
sesión la llevaremos a cabo en casa. Los elementos de los cuidados, mimos, adoración
del pie en definitiva, tales como cremas suavizantes, desodorantes, esmaltes para uñas,
pinceles, algodones… deben estar fácilmente a nuestro alcance, y aceptablemente
ordenados; nada para cortar el buen ambiente establecido como ponerse a enredar en
el armario en busca de ese color para las uñas que no aparece y no aparece.
El olor es un factor que sin duda caracteriza a los pies. Por lo tanto, y según las
preferencias de los partícipes, acentuaremos o disminuiremos el olor de los mismos.
Los pies son una zona del cuerpo donde la transpiración es mayor, en cantidad y olor,
debido a su vinculación con la circulación sanguínea y el calor, así como la
normalmente escasa capacidad de evaporación del sudor debido al calzado. También
depende de cada persona presentar más o menos olor por su propia naturaleza.
Si el olor no nos agrada, lógicamente, realizaremos la sesión con los pies recién
lavados, y comenzando por aplicarles una crema perfumada.
Si por el contrario eres de los que les pone el olor, para acentuarlo, es tan simple como
usar un rato antes de la sesión medias lo más sintéticas posible y calzado cerrado.
Los hombres somos seres muy visuales, así que a modo de preámbulo de la sesión es
muy recomendable dar un breve paseo caminando detrás de nuestra pareja, luciendo
en sus pies su más excitante calzado, aumentando nuestro deseo y devoción por ellos,
para terminar en el sitio donde se llevará a cabo la sesión, subiendo por las escaleras
uno o varios pisos, según preferencias, para poder contemplarla más de cerca y desde
abajo, un punto de vista mejor aún que el habitual.
Por último, en torno al ambiente, también hay que decir que la variedad es positiva, y
hay quienes disfrutan de otros entornos a la hora de disfrutar de los pies femeninos
como la playa o el monte, si bien es cierto que en verano es difícil encontrar playas
tranquilas para jugar a gusto y de forma medianamente discreta.
Estos entornos naturales nos ofrecen la nada desdeñable ventaja de poder observar
con deleite durante largo rato los pies que adoramos, calzados a nuestro gusto o
descalzos, mientras caminan, sin que elementos ajenos propios del medio urbano nos
distraigan e impidan esta contemplación.

PIES DESCALZOS Y CALZADOS

En el ámbito del fetichismo del pie femenino, éstas son las dos maneras opuestas de
ver y desear el objeto de adoración. Podemos entender estas dos maneras de
presentación del pie como un símbolo de la mujer, pues podemos admirarla, desearla,
etc. completamente desnuda, sin ninguna ropa ni adorno como un elemento de belleza
pura y natural. Lo mismo sucede con el pie que la representa, más adecuado aún si lo
contemplamos en la playa, el monte u otro medio natural.
Por el contrario, el pie "vestido" con medias, zapatos, sandalias, botas, algún adorno...
es el extremo opuesto, pero no menos atractivo, tal vez más, cuestión de gustos. En
este estado tenemos ante nosotros la sofisticación, el ornamento, la decoración,
incluso la acentuación del sentimiento que la mujer nos quiere inspirar, como
sensibilidad y ternura con unas sandalias, o bien dominio enérgico con unas botas de
caña alta y afilados tacones.
Evidentemente, el pie calzado ofrece una clarísima ventaja (al menos según mi punto
de vista) frente al descalzo, y es, precisamente, poder descalzarlo, del mismo modo que
sucede con una mujer vestida, aunque sea sólo con ropa interior. Es indudable que
tanto desnudar cono descalzar a una mujer es un placer en sí mismo y lo podemos
aprovechar con los pies calzados, disfrutando de su descubrimiento, de su progresiva
desnudez ante nosotros, como un verdadero strip-tease en que el protagonista de la
seducción es el pie femenino.

ADORNOS

Dejando de lado el calzado, la belleza intrínseca del pie femenino puede ser
hábilmente realzada mediante el empleo de determinados complementos o adornos,
al igual que sucede con casi cualquier cosa que suscite un interés estético. Veámoslo…

Tobilleras: Básicamente son cadenitas que cierran el perímetro del tobillo, aunque hay
muchas variaciones, desde la clásica de eslabones pequeñitos, plateada o dorada,
hasta piezas de cuentas grandes, visibles desde lejos. También se da el caso de usar
finos pañuelos anudados en el tobillo, en un divertido guiño hacia el bondage, o varias
combinaciones entre modelos de uno y otro tipo.
Una evolución de la tobillera que ya no lo es propiamente consiste en una cadenita
tobillera unida mediante otra cadenita al dedo medio del pie, decorándolo así en toda
su longitud y dándole una imagen más estilizada y elegante.

Tatuajes: Los tobillos son la zona favorita a la hora de decorar con un tatuaje, ya sea
alrededor de todo el contorno o en un punto concreto. Los de contorno suelen ser más
habituales, como si fuesen una tobillera permanente en la piel, y como las tobilleras,
de los más diversos motivos y tamaños: guirnaldas con flores, diseños geométricos,
alambre de espino, etc.
Habría que diferenciar entre tatuaje auténtico, indeleble y para toda la vida, doloroso
de aplicar, en especial en una zona sensible como los pies y tobillos, y el falso, que son
pegatinas o pintura que duran bastante, nunca definitivos y son indoloros en su
colocación. Estos últimos tienen además la ventaja estética de poder variar de diseño
cada cierto tiempo, como se haría con las tobilleras.
Este predominio del tobillo no implica que no se lleven a cabo tatuajes en otras partes
del pie, que sí se hacen, incluso en ocasiones intencionadamente en partes poco
visibles de éste, como una imagen sólo para los ojos de unos pocos elegidos.

Anillos de pie o "toerings": Debido a la distinta morfología de los dedos de los pies
respecto a los de las manos, los anillos para dedos de pies son abiertos y lo bastante
flexibles como para poder colocarlos abiertos y holgados alrededor del dedito para
luego ajustarlo a su diámetro y que no pierda ajuste. En este caso también contamos
con multitud de variedades en cuanto a anchura, diseño, etc. como sucede con los
anillos de los dedos de las manos.
Siempre que no se hagan incómodos, se pueden llevar varios anillos, probando
combinaciones que resulten especialmente bellas. Es un maravilloso ejercicio para el
adorador de pies poder quitar o colocar estos anillos con su boca en los dedos que se
le indique.

Esmalte de uñas: Sin duda el más clásico de los adornos del pie femenino, y también un
clásico en las tareas (y placeres) del adorador del pie femenino, como puede verse en
"Lolita" de Stanley Kubrick a un James Mason enamorado y obsesionado con su Lolita,
pintándole con esmero las uñas de los pies a la protagonista o como el clasico del cine
"Perdición", de Fritz Lang, donde la sublime Barbara Stanwyk subyuga a Edward G.
Robinson que obedece todas sus órdenes por muy perversas que éstas fueran a cambio
de pintarle las uñas de sus hermosos pies.
En este caso contamos, cómo no, con todos los colores del arco-iris y bastantes más,
pudiendo pintar cada uña un color o todas iguales, buscando combinar con colores de
la ropa o de otros adornos, etc.

Pies barrocos: Definimos así a los pies que reúnen todos o una buena parte de estos
ornamentos hasta aquí comentados, pudiendo resultar incluso recargados
estéticamente, pero eso, como todo, es cuestión del gusto de cada cual.
MEDIAS

Las medias, como cualquier otra prenda, tienen la función de mantener el calor
corporal, de hecho, en invierno las mujeres las suelen llevar por debajo de los
pantalones, al menos, en sitios particularmente gélidos. Pero es de todos sabido que
esta prenda ha trascendido con mucho esta misión inicial para convertirse en una de
las prendas femeninas más seductoras. De hecho, las medias realzan y mejoran la
forma de las piernas, le dan volumen si son algo delgadas, y las estilizan si son algo
gruesas, además de dotarlas de tonalidades más atractivas a nuestros ojos.
Precisamente, en cuanto a colores, hay una amplia gama, con o sin brillo, incluso
estampadas, aunque los devotos de los pies suelen preferir los modelos más clásicos y
elegantes.
Los materiales que la componen en la actualidad incorporan un porcentaje
relativamente alto de fibras sintéticas, siendo casi imposible encontrar medias de seda
al 100%.
Los tipos de medias son tres: Las autoadhesivas, que incorporan una liga decorativa en
el extremo superior, que se ciñe al muslo ya sea por medio de elástico o por medio de
una banda de silicona que se adhiere suavemente a la piel. Este último tipo es más
aconsejable, pues no sólo se evita el perjuicio estético de ver el muslo estrechado en la
parte superior por la liga, pudiendo gozar de la visión de su forma natural, sino que
evitamos riesgos de posibles varices, a las que muchas mujeres son por desgracia
propensas.
Los pantys son las medias más de "batalla", de llevar todos los días por su bajo precio,
y en especial en invierno porque son las que más protección ofrecen contra el frío.
Pero a pesar de su fama de prenda antierótica en contraposición a los otros tipos de
medias, no puedo estar más en desacuerdo. Los pantys o pantyhose, en inglés, cuenta
con un amplio número de amantes, existiendo en la actualidad una atracción sexual
hacia el panty que ha llegado a convertirlo en un fetiche del más alto nivel, llegando a
colocar al fetichismo del pantyhose entre los más deseados junto al del pie o el calzado
de tacón de aguja.
El último tipo son las medias con liguero, los tradicionales de siempre, pues son
individuales, pero no autoadhesivas, es decir, se caerían sin la sujeción del liguero. Ni
que decir tiene que esta última combinación es el clásico entre los clásicos del
erotismo.
Es todo un ejercicio de exhibición de sensualidad el acto de una mujer al colocarse las
medias: primero cubre cuidadosamente su pie, después la sube estirando hasta la
rodilla, para terminar enfundando su muslo, con la casi totalidad de su pierna
enfundada en la media. Por último, abrocha los cierres del liguero en la parte superior.
Lo mismo puede decirse del acto de quitarlas, tanto si es ella misma o su pareja quien
realiza la acción: soltar los cierres del liguero lentamente, con cariño, y a continuación
enrollándolas hacia abajo, desnudando progresivamente la pierna, hasta quitarlas
descubriendo el pie. Nada como recordar la película “El Graduado”, donde al joven
Dustin Hoffman se le cae literalmente la baba ante la exhibición de ponerse las medias
de la madura Anne Bancroft.
Es muy habitual que los adoradores del pie sientan también pasión por las medias, y
sientan un placer especial a la hora de contemplar, besar, acariciar, mimar, adorar en
definitiva, los pies de su amada vestidos con medias. En este punto cabe comentar el
aspecto del olor que presentan los pies según el material de las medias que vistan.
Los materiales naturales, como lana, seda y algodón permiten una muy buena
transpiración del sudor, en especial la seda, mientras que los materiales sintéticos
como lycra o nylon, la impiden, de modo que estos últimos favorecen el desarrollo de
las bacterias del sudor no evaporado, que son las causantes del olor característico del
pie. Como siempre, "para gustos están los colores".

CALZADO

Al contrario de lo que sucede con elementos anteriormente descritos, como anillos y


tobilleras, incluso las medias, el calzado oculta más que realza el pie femenino para los
auténticos amantes del pie en sí mismo. Hasta en el caso de las sandalias, camuflan y
matizan la libre sensualidad del pie desnudo bajo una jaula de urbanismo y
sofisticación. Esto tiene su lado positivo, indudablemente. Ocultar el objeto de deseo,
dejando volar la imaginación, es una de las mejores estrategias de la seducción y el
erotismo, sin olvidar que además, de este modo, podemos tener el privilegio de
desnudar esos pies objeto de deseo, desvelando el misterio que se nos ocultaba.
Es más, podríamos considerar al calzado femenino como otro fetichismo paralelo,
puesto que usurpando el protagonismo de los propios pies, puede llegar en ocasiones a
convertirse en objeto de adoración cuando el sumiso recibe órdenes de besar, lamer,
acariciar, etc., las botas o zapatos que visten los pies de su Ama. Aunque sus pies
perciben y participan de estas muestras de sumisión y veneración, es el calzado el
protagonista de las atenciones.
Por otro lado, es curioso observar cómo el calzado femenino de tacón ha evolucionado,
en su función de realzar la belleza femenina en el marco de una sexualidad primaria y
convencional, haciéndola más alta y proporcionando un contoneo de caderas más
atractivo, para ser en sí mismo objeto de deseo y símbolo de feminidad.

CARICIAS

Las caricias en el pie pueden variar entre simples roces con las yemas de los dedos
hasta masajes fuertes que se dan en sesiones de reflexología.
Es de todos sabido que los pies poseen gran cantidad de terminaciones nerviosas,
siendo casi tan sensibles como los pezones femeninos. La parte más sensible es el
centro de la planta; el adorador de pies puede empezar por unas suaves cosquillas,
alternando con masajes más neutros para mantener la sensación dentro de lo
soportable. Aunque esto nos pueda causar una cierta impresión de un cambio de roles,
sigue siendo la mujer la que recibe las atenciones de su adorador, dentro de lo que son
las preferencias y criterios de ella. Incluso si, como me atrevo a sugerir, el adorador ata
los tobillos de la mujer para que ésta pueda experimentar la intensidad del cosquilleo
en su plenitud sin verse sometida a movimientos espasmódicos reflejos que le
impedirían este disfrute.
Al cabo de unos minutos, las cosquillas se tornarán gradualmente en vértigo y
excitación sexual. El adorador deberá cambiar entonces a un masaje más enérgico y
firme, menos excitante, para relajar y canalizar las sensaciones conseguidas, siempre
teniendo en cuenta la simetría corporal: lo que haga con un pie deberá hacerlo con el
otro. Conseguirá así el bienestar de su pareja, y un placer relajado y tranquilizador, que
servirá de prólogo a los besos.

BESOS

Es el contacto de los labios con los pies objeto de adoración. Los labios, otra de las
partes del cuerpo con mayor sensibilidad y claramente vinculados a la sexualidad más
convencional, son aquí medio de expresión de la pasión y sensualidad que provocan los
pies que besamos. Es este contacto, además, una expresión genuinamente clásica de
sumisión, incluso en medios "formales", como en la Biblia o cartas de protocolo.
Los besos, consistentes inicialmente en apoyar los labios en los pies, deberán
recorrerlos por entero, con especial atención a la sensibilidad de la planta. Es
aconsejable, aunque no imprescindible, empezar besando los dedos, con besos suaves,
para ir subiendo por el empeine, mientras acariciamos simultáneamente la planta o el
dorso. Al igual que en el sexo genital, es recomendable dejar la planta para el final,
después de haber estimulado otras zonas.
En la planta conviene dar besos ni demasiado fuertes como para provocar sensación de
cosquillas o vértigo ni demasiado suaves como para que no produzcan placer alguno.
Como en todo, el diálogo es fundamental y la pareja debe hacernos saber qué tipo de
besos, zona, intensidad, etc. prefiere.

EL ARTE DE LAMER

La lengua es un órgano claramente erótico, y en el caso del adorador del pie, su


favorito a la hora de entablar contacto físico con el mismo. Si podemos considerar lo
anteriormente expuesto sobre besos como "piquillos" o besos ligeros, la utilización de
la lengua equivaldría a besos "de tornillo" o con lengua, mucho más lascivos y sexuales.
Como cualquier juego sexual, conviene realizarlo sin prisas, alargándonos en las caricias
linguales todo lo que nos apetezca, perdiendo, incluso, la noción del tiempo. Podemos
empezar jugueteando con los deditos, explorar los espacios entre ellos, remontar la
suave cuesta del empeine, pasar de un pie a otro, cambiar de posición para lamer el
talón, la planta, etc., hay innumerables posibilidades y la sensación de goce y bienestar
es incomparable.
Una idea interesante es que el adorador lama los pies de su señora con los ojos
vendados, para disfrutar con mayor plenitud de las sensaciones que su lengua y olfato
transmitirá a su mente, sin ser distraído por imágenes, además del efecto aumentativo
de la sumisión y dependencia que provoca ser privado de la visión.
Concediendo el tiempo suficiente a la acción de lamer los pies, comprobarás que esta
única actividad puede conducir a un aumento progresivo del placer y a los umbrales
del orgasmo. Lamiendo podemos experimentar sensaciones verdaderamente
apasionadas, que nos llevan a desear introducir el objeto de deseo en nuestra boca,
alternados con momentos de mimos y ternura.

PIES Y SEXO

Al contrario que en la nuestra, en la cultura hindú se considera el sexo como algo no


sólo admitido, sino deseable y motivo de celebración, disfrute y perfeccionamiento. Un
anticipo terrenal de los placeres del más allá, incluso. Así, no es extraño ver en templos
relieves que representan las más variadas posturas sexuales, absolutamente explícitas.
En una de esas imágenes puede observarse a un hombre que satisface a seis mujeres a
la vez: Una con su miembro, otra con su lengua, otras dos con las manos y dos más con
los dedos gordos de los pies.
Como en nuestra cultura se ha venido considerando el sexo como algo prácticamente
sinónimo del mal y el pecado, y los pies como algo más bien despreciable por ser la
parte más baja de la persona y siempre en contacto con el suelo, es más bien chocante
la idea de unir ambos elementos, pies y sexo. Pero esto es hasta que con una mente
libre de prejuicios y trabas psicológicas, se plantea la idea. Y se lleva a cabo.
Como se expuso antes, se puede alcanzar el orgasmo sólo mediante las caricias, besos
y la acción de la lengua y la succión sobre ellos, pero también mediante el empleo de
los mismos como parte activa. En definitiva, se trata de realizar la masturbación
utilizando los pies.
La mujer dispondrá a su adorador tendido en el suelo boca arriba (a sus pies)
completamente desnudo, o bien con indumentaria apropiada para una escena BDSM,
mientras ella puede estar cómodamente sentada en una silla a un lateral de él, de
modo que pueda desplazar con un simple movimiento ambos pies de la boca a los
genitales de su adorador. De este modo podrá empezar dándole a besar, chupar y
lamer los pies, para paulatinamente destinar uno de ellos a acariciar los testículos y
pene de su rendido siervo, aumentando su excitación de modo progresivo mientras
éste sigue con su excitante tarea de adorar uno de los pies de la mujer.
Hay que poner cuidado a la hora de masturbar con los pies, pues las piernas tienen
mucha más fuerza que las manos y se debe vigilar la presión y los vaivenes que se
aplican al miembro del adorador, hasta conseguir su orgasmo. No olvides que debe
agradecértelo...
Este juego tiene otra importante faceta subconsciente, y es que el sumiso relaciona así
la adoración de los pies de la mujer con su placer, consiguiendo que a nivel
subconsciente esté deseando adorarlos.

PIES Y BDSM

Está muy claro el significado de humillación y sumisión que implica estar literalmente a
los pies de alguien. Si en una sesión de dominación se procura que la parte sumisa esté
por debajo de la dominante, ordenándole que se ponga de rodillas o a cuatro patas,
cuando se le ordena que acaricie, bese, lama o mime los pies de la parte dominante, se
le pone al nivel de lo más inferior de la parte dominante.
La adoración de los pies o del calzado es uno de los elementos más habituales dentro
de la Dominación Femenina. Se consigue por medio de esta actividad una muy positiva
sensación de dominio y control por parte del Ama, y de sometimiento y entrega por
parte del sumiso, además de la fascinación que siempre procura la administración y
aceptación, en cada caso, de prácticas de humillación.
Y hablo de humillación, pero no de castigo o corrección, pues es una práctica que no
deja de satisfacer al adorador de los pies, al poder atender los pies de su adorada Ama,
rendirles culto como a cualquier otra parte de su idolatrado cuerpo, besarlos, tomarlos
en sus manos y acariciarlos, lamerlos... hacerles sentir su pasión. Y, naturalmente, a
través de esta práctica, expresar su entrega a su Ama y sentirse realizado como su
esclavo.
Posiblemente, echéis cosas en falta en este capítulo dedicado a la adoración del pie y
es posible que también pienses que hay cosas de más. Es algo que sucede con
cualquier recopilación, sencillamente porque las recopilaciones nos las dan hechas por
otras personas que no tienen exactamente nuestro mismo criterio.
Por tanto, mi sugerencia es que hagas como con las recopilaciones musicales: eliminar
lo que no te convenza y añadir cosas de tu propia cosecha, para realizar tu propia
recopilación, tomando este modesto estudio como base. Y es que en la inventiva y en
la renovación está la clave de lo que realmente buscamos todos: diversión, evasión y
placer.
Y ahora, antes de entrar en otros aspectos del fetichismo del pie te dejo con otro
entretenido relato sobre este interesante apartado…

“EL PLACER DEL PIE

Este fin de año me ha ocurrido algo que ha hecho despertar en mí nuevas sensaciones y
que ha cambiado mi forma de ver el sexo. Soy una joven de veinticinco años que, como
comento, en el último día de 2006, durante una fiesta, conocí a unos nuevos amigos.
Eran tres parejas, a las que me uní en sus devaneos amorosos. Baile, alcohol y éxtasis.
Todo era diversión. Cuando ya despuntaba la mañana, mis nuevos amigos me invitaron
a seguir la fiesta en privado. Una de las parejas era propietaria de una sauna y allí nos
propuso continuar. Tras las charlas cachondas de rigor, los juegos morbosos y las
nuevas bebidas psicotrópicas, nos encontrábamos en un ambiente propicio para el
sexo.
Nos metimos en un jacuzzi enorme, con el agua a una temperatura de 38 grados y
empezaron las caricias y los roces. Uno de los chicos comenzó a lamerme los pies,
succionando mis dedos uno tras otro. Su pareja, al verlo, se acercó y tomando mi otro
pie cariñosamente continuó, a su vez, con lamidas delicadas, introduciendo su lengua
entre los dedos y metiéndose toda la punta de mi pie en su boca.
Para mi sorpresa yo estaba extasiada, un escalofrío recorría mi espalda y ramalazos de
placer me inundaban. Comencé a acariciar suavemente mi clítoris y me llegó el primer
orgasmo.
Fue bestial, nunca creí que se pudiera pasar tan bien con esa parte de mi anatomía. La
verdad, el ambiente invitaba al placer, sobre todo, metida en la pequeña piscina,
sintiendo el calor del agua y esas lenguas que no paraban de lamer mis pequeños y
hermosos pies. Quise devolverles el placer que obtuve y la chica de la pareja se cambió
por mí.
Comencé a lamer su pie lo mejor que pude, dejándome llevar. Mi lengua exploraba
cada rincón y me paraba en su dedo gordo, succionándolo como si fuera una polla.
Para mi sorpresa, también aquello me daba placer y no debía de hacerlo del todo mal,
porque la chica arqueaba su espalda y jadeaba quedamente. Miré qué hacían los
demás y todos estaban con lo mismo. Un chico, disfrutando de la lengua de la chica de
la otra pareja, mientras su marido lamía los pies de la tercera chica. Lentamente, el
hombre que estaba a mi lado dejó su posición, se puso tras de mí y me penetró. De
nuevo, oleadas de placer me inundaron. Nunca creí poder sentir tanto. En mi boca, un
hermoso pie femenino y una buena polla en mi coño y esa atmósfera…
Una vez que todos parecíamos satisfechos, salimos de la piscina y nos metimos en una
habitación, que en toda su superficie tenía colchones y cojines, de diferentes y suaves
colores.
Nos tumbamos bien juntitos y comenzamos a hablar de lo acontecido. Yo les
comuniqué todas las nuevas sensaciones sentidas y me comentaron que aquello no era
nada, que eran prácticas, para ellos, de lo más habituales y que ahora me enseñarían
algunas cosillas nuevas.
Me dejé llevar. Los chicos se tumbaron boca arriba y las chicas comenzamos a andar
sobre sus cuerpos, tratando especialmente sus pollas, que se pusieron duras al
momento. Imitando a mis compañeras, me senté a los pies de uno de los hombres y
con mis dos pies comencé a masturbar su erecta polla y casi de inmediato se corrió
sobre ellos. Se incorporó y comenzó a lamer su propia eyaculación de mis pies.
De nuevo, llegó hasta mí un placer que no comprendía y comenzaba a cogerle el
gustillo.
Me abrí de piernas y comencé a masturbarme, cuando una de las chicas se acercó y,
quitando mi mano del lugar, la sustituyó por los dedos de su pie. Introducía los dedos
en mi coño, luego me frotaba el clítoris. El placer era inmenso. Otra de las chicas
comenzó a lamer mis tetas. Los otros dos chicos pusieron sus pollas, cada uno en una
de mis manos y la otra chica acercó su pie a mi boca y yo, loca de placer, comencé a
succionarlo. Era una locura, seis personas dándome placer, a la vez que yo dándoselo a
ellos. Me vino una corrida tras otra. Cuando los hombres estaban a punto de correrse,
les pedí que lo hicieran sobre los pies de mis compañeras. Ellos así lo hicieron y luego
me lancé a lamer los seis pies hasta dejarlos bien limpitos, mientras los hombres
masturbaban a las chicas. Orgasmaron de inmediato.
Me costaba mantener los pies dentro de mi boca por los movimientos de las chicas al
sentir los orgasmos. Me lancé a lamer sus sabrosos coñitos y saborear todo el flujo
posible, tras lo cual quedamos rendidos sobre los colchones, bien abrazaditos.
Más tarde, me comentaron que solían reunirse para hacer intercambios de parejas y
darse placer mutuamente, sobre todo, a través de sus pies. Que de vez en cuando,
también practicaban algunos juegos de sado, a los que eran igualmente muy
aficionados, sobre todo centrado en los pies y que dentro de un rato me lo
demostrarían, si yo quería y estaba interesada en nuevas sensaciones, ¡y vaya si lo
estaba! De momento, todo lo que había sentido era un placer de una intensidad
desconocida para mí y pensé que mis nuevos amigos, seguramente, volverían a
sorprenderme. Pedimos algo de comida por teléfono, para recuperar fuerzas.
Después del necesario refrigerio, comenzó la historia. Yo tenía que hacer de rendida
sumisa al servicio de sus caprichos y no me importó para nada. Las mujeres harían de
Amas y los maridos sólo mirarían, de momento. Me arrodillé como me indicaron. Lo
primero que me ordenaron fue postrarme ante sus pies y besarlos uno tras otro. Me
pusieron de pie y me obligaron a caminar de puntillas, indicándome que pusiera mucho
cuidado en no plantarlos completamente sobre el suelo y sobre todo que no perdiera el
equilibrio.
Mientras yo caminaba, lo más estirada y de puntillas posible, ellas comenzaron a
palmear mi culo y difícilmente podía mantenerme erguida. Como castigo, pinzaron mis
pezones con sus uñas y entonces era peor, más me encogía y perdía el equilibrio. Para
mi sorpresa, aquello me estaba gustando horrores y pronto mi coñito comenzó a
expresarlo mojándose.
Tras este juego, me tumbaron boca arriba y con una correa de pantalón, me azotaron
los pies, mientras yo tenía en mi boca uno de los de ellas y otra me masturbaba. El
dolor en las plantas de mis pies era bastante soportable, sobre todo porque sentía
placer en mi coño y comencé a sentir la llegada de una potente corrida. Ellas también
lo sintieron y pararon. Me cabreé, no me retuve y así lo expresé. Entonces, la que
estaba azotando mis pies, enfadada, me soltó un correazo muy fuerte y entendiendo lo
que querían, pedí perdón y me callé.
Uno de los hombres trajo una bolsa y de ella sacaron unas cuerdas. Me ataron los pies
por los tobillos y pasaron la cuerda por un pequeño gancho que estaba en el techo y
elevaron mis pies hasta que sólo mi espalda quedó en contacto con el colchón del
suelo. Luego, sacaron unas velas de la bolsa, las encendieron y mientras una metía un
pie en mi boca, para que estuviera entretenida y callada, las otras dos comenzaron a
chorrear cera sobre las plantas de mis pies. Eran como pinchazos, el dolor, a veces, era
fuerte, aunque yo lo seguía soportando bien, ya que seguía obteniendo placer, gracias
a los dedos que se ocupaban de mi clítoris.
Me introdujeron una vela por el culo y otra por el coño. Mientras, volvieron los
correazos a las plantas de mis pies y fueron haciendo desaparecer los restos de la cera
vertida. La cera derretida comenzó a llegar a mis partes más delicadas. El dolor de
nuevo era muy soportable, no era para menos, con un pie en mi boca, otra dándome
correazos y la tercera masajeando mi clítoris. Esta vez no se frenaron y me dejaron
obtener el orgasmo más placentero que nunca había tenido en mi vida. Fue brutal. Me
contorsionaba, gritaba, me arqueaba. Todo era placer y me quedé rendida jadeando
cuando me descolgaron del techo.
No dejé ni que me tocaran, de los escalofríos que estaba sintiendo, que eran el rescoldo
de placer que seguían inundando mi cuerpo y que me hacían temblar. Poco a poco, fui
saliendo de ese estado de éxtasis en el que me habían introducido y me apetecía
complacerlos.
Me sugirieron masturbar con mis pies las pollas de los hombres, mientras estos lamían
los chochitos de las mujeres y yo encantada.
Comencé con el primero, era una polla de talla mayor, fue muy sencillo masturbarla y
rápidamente se corrió sobre mis pies. Su pareja me los lamió, hasta que quedaron sin
rastro de su corrida. Luego repetí la operación con los demás. Mientras, dos de las
chicas también orgasmaron y estaban sentadas esperando que yo terminara. Cuando
así fue, nos besamos las cuatro, sintiendo ellas el sabor del esperma de sus parejas. La
tercera aún no había llegado al clímax, porque se estaba reservando para enseñarme
algo nuevo, algo que la hacía tener un orgasmo brutal.
De nuevo, de la bolsa sacaron un tarro de lubricante dilatador -según me dijeron-, y
una de las mujeres comenzó a untarle su coño con él. Tras un masajeo, casi llegó a
introducirle su mano entera, me indicó que le diera uno de mis pies. Lo tomó entre sus
manos y se lo fue introduciendo en su vagina. Para mi sorpresa, fue entrando poco a
poco, hasta que estuvo casi completamente en su interior, llegando hasta el talón. Yo lo
iba empujando, haciendo un movimiento de vaivén, ayudada por su mano. La chica,
sintiendo como mi pie se deslizaba por su interior, cada vez se contorsionaba más
rápidamente, hasta que con un grito, nos anunció a todos que el orgasmo llegó.
De nuevo, yo miraba con los ojos muy abiertos sin llegar a creérmelo. La sensación fue
tan extraña que me hubiera encantado volver a introducir mi pie en su coño, me gustó.
También me hubiera gustado haber probado aquello, de sentir un pie entero en mi
interior, pero sabía que aún tendría que esperar hasta que mi coño estuviera más
dilatado y más acostumbrado a estos juegos y esto sólo hubiera sido posible a base de
mucha práctica.
Así, me hicieron saber que todas, cada día que se encontraban para jugar juntos, iban
practicando poco a poco y sólo dos de ellas tenían el coño preparado para alojar una
mano e incluso un pie en su interior. También me informaron que a la que yo le había
introducido el pie en su coño, tenía el culo listo para estos menesteres y que otro día
me lo enseñarían, practicando una doble penetración.
De momento, allí nos encontrábamos todos descansando sobre los colchones, hasta
que nos quedamos dormidos, rendidos y satisfechos.
Desde entonces, sólo me he visto con la pareja dueña de la sauna y nos lo montamos
en una ocasión. Con las demás, tenemos una cita para la noche del día de los
enamorados y ni que decir tiene que lo estoy deseando con todas mis ganas, de mis
pies y para placer de mi chochito”.
SOBRE EL FETICHISMO DE LOS PIES

En la actualidad el fetichismo del pie está presente de forma habitual en muchas


películas, en la publicidad, spots de la tele incluidos, en las carátulas de los discos y
hasta en el humor popular. Y lo que es más, en los ambientes urbanitas más
sofisticados, la práctica del fetichismo del pie se presenta como todo un símbolo de
refinamiento y habilidad erótica e incluso, de status sociocultural alto.

EN BUSCA DE UNA REDEFINICION EROTICA

Ante la monotonía, son muchos los que andan tratando de redefinir su amor por el
cuerpo, tanto el propio como el ajeno, que le es cercano. Para bastantes de ellos, el
fetichismo del pie es tenido como una más de las alternativas eróticas dentro de las
relaciones sexuales.
Y ¿por qué no?. Durante mucho tiempo, la pasión por los pies ha sido considerada
como una de las perversiones o en el mejor de los casos, como un método de
precalentamiento previo al coito, no muy normal. Así, la simple indicación del deseo de
chupar los dedos o de lamer las plantas de los pies, provoca normalmente miradas de
incredulidad en los interlocutores, incluidos los más liberados sexualmente, o
malintencionadas ironías sobre malos olores, suciedad... ¡Y lo que es peor, tras estas
respuestas superficialmente negativas, se esconden a menudo deseos reprimidos!
Y es que, aunque se finja ignorancia ante la mención del fetichismo del pie, nadie
medianamente interesado por el erotismo puede ignorar el hecho de que el pie se ha
ido configurando como un auténtico y nuevo genital, ofertador de inéditas
posibilidades. Con la ventaja añadida de que al estar los pies localizados muy lejos de
las zonas consideradas tradicionalmente como eróticas, como son los genitales, pero
también la cara con su disponibilidad para el sexo oral, los pies pueden además ser
explorados visual y tácticamente, de una forma inocente en apariencia, incluso en
lugares públicos.
Más aún, no existe ningún tabú que obligue a cubrirlos, ni siquiera en esos países
fundamentalistas islámicos en los que el uso del chador obliga a las mujeres a cubrir su
cuerpo, rostro incluido.

EL FETICHISMO MÁS EXTENDIDO

Lo cierto es que ya desde hace algún tiempo, sexólogos y psicólogos venían observando
el fenómeno y sus estudios les permitían afirmar que de entre todos los fetichismos, el
del pie era el más extendido. Existe una abundante literatura científica al respecto. Por
ejemplo, Alfred Adler, un contemporáneo de Freud, llegó a afirmar que quienes de
bebé se chupaban los dedos del pie, de mayores serían fetichistas; por su parte,
Wilhelm Stekel colocó a los pies entre las características sexuales secundarias,
admitiendo que la atracción hacia los mismos era cosa bastante corriente; y Krafft-
Ebing, en su obra magistral, "Psychopatia Sexualis", argumentó que el fetichismo de los
pies era de naturaleza básicamente masoquista.
En cambio, y fuera ya del campo de la psicología, Magnus Hirschfeld, un defensor de
los derechos sexuales de principios del siglo XX, afirmaba que este tipo de
apasionamientos demostraba que la persona que lo sentía era de sensibilidad refinada
y que el fetichismo del pie era una compleja expresión de un temperamento individual.

EL PIE NOS SEPARA DE LOS OTROS ANIMALES

Claro que, a diferencia de lo que ocurre con otras partes del cuerpo que pueden
convertirse en fetiches, esta atención erótica de los pies está justificada por el hecho de
que el pie ha tenido y tiene una importancia fundamental en nuestra misma identidad
sexual.
Lo que ocurre es que, dos milenios de adoctrinamiento judeocristiano (llevado a cabo
por las iglesias, con la colaboración de los bienpensantes de turno), con su fijación en
el pene y en la vagina, como únicas y excluyentes zonas erógenas del cuerpo humano,
todo ese comecocos moral ha llegado a relegar al resto del cuerpo en general y a los
pies en particular, a una especie de ghetto de lo no erotizante y a la práctica negación
de su rol sexual.
Lo cual es, precisamente, justo lo contrario de lo que nos dicen los expertos, como es el
caso del podólogo William A. Rossi, quien, en su libro "La vida sexual del pie y del
zapato", asevera que es justamente el pie humano lo que ha hecho diferentes nuestras
prácticas de apareamiento de las utilizadas por nuestros ancestros cuadrumanos.
Porque, según Rossi, los pies fueron el punto de apoyo que permitió a nuestro cuerpo
hacer de palanca y alzar nuestras cabezas sobre el resto de los animales; y adoptada ya
la postura erecta, la situación de la cabeza y, por ende, de la mayoría de los sentidos,
hizo que evolutivamente fuera restándosele importancia entre los humanos a un
sentido esencial para casi todos los animales, el olfato, para primar otro, la vista.
Esto llevaría asociado un cambio en los estimuladores eróticos: de excitarnos lo que
olemos, pasó a excitarnos lo que veíamos. De ahí a descubrir el erotismo gráfico y
divulgación a escala popular, la pornografía, no había más que un paso. Lo que es más,
sigue afirmando Rossi, al controlar la cuarta parte de los huesos y junturas del cuerpo,
los pies no sólo afectan al modo en que nos apareamos, sino que además controlan
también las posturas y los gestos que provocan nuestra respuesta sexual, nuestro
estímulo erótico, sólo imaginar lo erotizante que puede resultar el caminar
contoneante de una bella fémina.

¿HACEMOS LA HISTORIA DEL FETICHISMO DEL PIE?

Es tanta la importancia que en toda la Historia de la Humanidad ha tenido el pie, como


elemento erótico, que se podría llegar a escribir una auténtica historia del
podoerotismo.
Hace un par de milenios, Ovidio ya se lo pasaba bomba describiendo en su inmortal
"Ars Amandi" (el arte de amar), las delicias de hacer piesecitos en las comilonas
propias de la época. Y también en la Grecia clásica, cuando los artistas querían
significar que uno de los dioses o diosas por ellos pintados o esculpidos estaban
provistos de poderes sexuales por encima de lo normal, lo indicaban dotándolos de un
segundo dedo del pie anormalmente grande.
Igualmente, la pequeña historia, la historia anecdótica de la antigua Roma, abunda en
episodios que nos demuestran que el fetichismo del pie era también apreciado y
practicado. Así, se nos cuenta, que estando preocupado Marco Antonio por los
preparativos militares de su enemigo Cesar, entró en la cámara de Cleopatra decidido a
tratar con ella de urgentes asuntos de estado. Pero al parecer, la cachonda de
Cleopatra estaba más predispuesta a ocuparse de las artes de Venus que de las de
Marte; así que para evitar una larga discusión, tratando de convencer al romano de que
se dedicara a su cuerpo y no a su reino, la bella del Nilo extendió una hermosa pierna y
empezó a acariciar el muslo del general. Y nos cuentan las crónicas, que totalmente
derrotado por aquel acto de podoerotismo, Marco Antonio cayó de rodillas y comenzó
a besar tan bellos pies egipcios, olvidada la amenaza de Cesar y sólo pensando en
satisfacer la lujuria de su amada. Y es que si Cleopatra tenía una bella nariz, no eran
menos hermosos sus pies.
Por cierto que, muchos siglos después, otra reina iba a consagrar el fetichismo del pie
como una de las prácticas sexuales más apreciadas de su lujuriosa corte. Me refiero a
Catalina de Rusia, apodada La Grande, que no sólo fue en materia de estado sino
también en todo lo sexual. En su entorno se practicaban habitualmente las lamidas de
pies y los cosquilleos, y era bien sabido que tanto la emperatriz como la famosa Anna
Ivanovna, así como la mayoría de las damas de la nobleza rusa, gustaban de excitar a
sus amantes con el empleo de sus bellos pies.

MIL Y UNA CARAS TIENE EL AMOR POR LOS PIES

Sí, la "Historia del Fetichismo del Pie" está preñada de mil y una anécdotas.
¿Empezamos por Roma? Pues bien, el pie era el rey de una de las fiestas con las que los
antiguos romanos honraban a sus dioses, en este caso a Marte, en el ritual conocido
como Mars Gravidus, práctica religiosa de orígenes agrícolas y en la que una danza
zapateada era acompañada de numerosas alusiones eróticas.
Si vamos, tanto a la Grecia antigua como en las viejas civilizaciones del oriente próximo,
existía la costumbre de que las mujeres acariciasen con los pies los genitales de sus
amantes, para excitarlos. Curiosamente en la frontera entre Alemania y Francia, en las
disputadas regiones de Alsacia y Lorena, causa próxima de al menos tres grandes
guerras, la costumbre era exactamente la opuesta, siendo los hombres quienes
excitaban con sus pies las vaginas de sus amadas.
Y otra más; han existido pueblos que han creído en la existencia de un nexo directo
entre el pie y la fertilidad, como lo demuestra la superstición centroeuropea según la
cual las mujeres estériles podrían encontrar la fertilidad si se untaban el dedo gordo de
los pies con cantárida y aceite vegetal.

PIES PEQUEÑOS AUNQUE DUELAN

No obstante, de la milenaria China iba a nacer la más extraña y también la más


extendida de las prácticas del podoerotismo: el vendaje de los pies. Se trataba de un
proceso sumamente doloroso, una auténtica tortura prolongada a lo largo de los años,
que iba alterando de una forma radical el pie de la mujer sometida al mismo hasta
dejarlo reducido a menos de la mitad del tamaño de un pie normal. Y el resultado de
tal tormento era el "Pie de Loto".
El Pie de Loto, tenía tal atractivo para los chinos y en especial para los de las clases
altas, que un antiguo dicho aseveraba: "un pie pequeño puede compensar las tres
cuartas partes de la fealdad de una mujer". Y realmente, la prolífica literatura erótica
de la China Imperial nos demuestra que los pies pequeños eran una de las principales
fuentes de excitación erótica para los varones chinos. Y para lograrlo, la práctica del
vendaje de los pies femeninos se hizo cosa corriente, siendo especialmente común en
las ciudades y entre las capas más pudientes de la sociedad. Y se iba a seguir
procediendo al vendaje de los pies de las mujeres chinas hasta que en 1902, tal
práctica fue prohibida por decreto de la emperatriz Tz'u Hsi. Terminaba así una práctica
de erotismo del pie que había durado casi un milenio y dominado las ensoñaciones
sexuales del más nutrido pueblo del planeta.
Y lo más curioso es que si aceptamos la leyenda, tal práctica empezó para remediar una
supuesta fealdad, pues según se cuenta todo se habría iniciado en el siglo XI, cuando la
emperatriz Takei llegó a ponerse tan neurótica por tener unos pies pequeños que a ella
le parecían feos, que para que los dejase en paz los componentes de la autoridad
imperial, la famosa casta de los mandarines, decidieron proclamar por decreto que en
la mujer el pie pequeño era un claro signo de nobleza y prestancia.
Naturalmente, dado que la emperatriz los tenía y los mandarines los alababan, todas
las mujeres ansiaron tener unos pies pequeños y atrapados por la moda sexual, los
hombres empezaron a desearlos (como en otras culturas han ansiado los pechos
grandes o las amplias caderas por ejemplo). Es obvio que aquellas mujeres que no los
tenían pequeños buscaron cómo lograrlos y así surgió el vendaje de los pies.
Pero veamos ya en qué consistía tal vendaje de pies. Simplificando un largo proceso, se
puede decir que lo que se hacía era colocar los cuatro dedos pequeños bajo la planta
del pie, sujetándolos con vendas hasta provocar su atrofia. El dedo gordo se dejaba
libre de forma que desde la punta de ese dedo hasta el tacón, el pie formaba una
especie de arco. Ya desde niñas las familias sometían a este tormento a sus hijas, en la
confianza de que esto las haría más bellas y las convertiría en objeto de los deseos
sexuales de los hombres más ricos y poderosos. Y hasta tal punto llegaba la obsesión
de los chinos por el pie de loto, que a menudo la dote de una doncella se calculaba en
función del tamaño de su pie.
Para los que disfrutaban de una de estas mujeres, el pie de loto no sólo tenía un bello
aspecto, sino que además su tacto era eróticamente estimulante. En efecto, con el pie
vendado la planta no estaba expuesta a ningún roce, de modo que la piel de la misma
era de una suavidad exquisita, y si se hacía cuenco con ambas plantas, el falo masculino
podía usar tales pies de loto a modo de pseudovagina, lo que solía repercutir en un
placer perversamente sofisticado.
Al lector, no se le habrá escapado el factor de que, subyacente en esta práctica del pie
vendado en la China imperial, hay una clara connotación sadomasoquista. Sadismo lo
hay en el hombre, que no duda en hacer sufrir a la mujer desde que es niña, con tal de
llegar a poseer el objeto de sus deseos sexuales, el pie de loto. Masoquismo se da en
las mujeres, quienes a menudo aceptaban de buena gana tan dolorosas prácticas, con
tal de ser más bellas según los cánones de su pueblo. Y sin duda hay también una clara
relación dominante-dominada en el hecho de que las mujeres, poseedoras de tales
atributos de belleza, estuvieran prácticamente imposibilitadas para andar, quedando
así aún más a la merced de sus amos y señores.

NO SOLO LOS CHINOS HAN ESTADO LOCOS POR LOS PIES

Ya que hablamos de sadomasoquismo, hablemos de uno de los grandes locos literarios


de los pies, que dio su nombre a la mitad posterior del término, Leopold von Sacher
Masoch. O mejor aún, dejemos que sea él quien hable desde las páginas de su inmortal
obra decimonónica "La Venus de las Pieles":
"El hombre y la mujer son enemigos naturales. El amor puede llegar a unirlos, por
breve tiempo, para formar una sola mente, un sólo corazón, una sola voluntad. Pero
enseguida se rompe tal unión. Y esto es algo que usted sabe mejor que yo, uno de ellos
debe doblegar al otro a su voluntad o de lo contrario debe dejarse aplastar bajo el pie
del otro.
-Naturalmente debe de ser el hombre el que caiga bajo los pies de la mujer -dijo sin
dudarlo Lady Venus-. Y esto es algo que usted sabe mejor que yo".
¿Hay que insistir en la locura por los pies de Masoch?
Otro autor del siglo XVIII, el francés Nicolas Anne Edme Restif de la Bretonne, autor
tanto de panfletos políticos como de obras eróticas, tampoco se recataba al mostrar su
amor por los pies, que dio “pie” a la definición bretonismo. Y al hacerlo, acostumbraba
a vanagloriarse de su poder para subyugar el objeto de sus deseos sin darse cuenta de
que su obsesión podoerótica le llevaba, al fin, a ser él el esclavo de unos bellos pies y
no al contrario.
¿Seguimos con la lista de los locos por los pies? Te advierto que es interminable. Hay
tienes por ejemplo, el caso de Casanova, quien afirmó que los pies eran lo siguiente
que admiraba en una mujer tras haberla mirado a los ojos. O el poeta francés Charles
Baudelaire, quien nos demuestra en algunos de sus versos una clara afición a besar
unos hermosos pies de dama.
Saltando el canal, en la bella Albión, hayamos al inglés Algernon Charles Swinburne,
quien no dudó en escribir un tributo a una tal Dolores, a la que llama sin dejar lugar a
confusión alguna: "Mi Dama del Dolor", y a la que suplica le deje tenderse a sus pies
para sufrir así los abusos de estos. Lujuriosos abusos, puedo afirmar y afirmo.

Seamos sinceros, los zapatos femeninos de tacones altísimos que tanto nos gustan, no
son prácticos, como tampoco lo son esos zapatitos de nada, cada vez más ligeros,
flexibles e inconsistentes. Lo racional, lo cómodo, son unos zapatones grandotes,
redondos de punta y con suelas blanditas de goma. Pero ni uno ni otro sexo están
dispuestos a evitarle molestias a los propios pies, abandonando la estupidez de moda
por un calzado sensato. Buscamos el atractivo erótico antes que la comodidad.
Y es que, atractivo erótico, el pie indudablemente lo tiene. Hay que recordar que una
experta en atraer a los hombres con sus encantos, la famosa estrella del estriptis,
Gypsy Rose Lee, se asombraba de que durante sus actuaciones, los hombres la mirasen
más los pies que cualquier otra parte de su anatomía.

EL PIE, EL SEXO Y LA RELIGIÓN

De hecho, todo acto podoerótico viene a estar cargado de un simbolismo tan profundo
que lo acerca a determinadas prácticas religiosas, de tal modo que, en algunos casos se
llega incluso a una confusión entre fetichismo y rito sacramental, y en el ámbito
religiosocultural judeocristiano, que es el que a nosotros nos ha moldeado, existe toda
una iconografía que sin problemas puede ser ligado a las propias del fetichismo del pie.
Así, como muestra, tenemos lo que sucede en Nápoles el día de San Cósimo, fiesta en
la que los devotos del santo sacan en procesión un ídolo fálico, al que ellos tienen por
"el dedo gordo del pie" del venerable patrón. ¿Podoerotismo, faloerotismo o erotismo
a secas? No son los napolitanos los únicos que conjugan tales simbologías sexuales con
las religiosas ni los únicos que mezclan símbolos fálicos con el fetiche del pie. Ahí están
los judíos, quienes según Havelock Ellis usan la palabra pie para dar a entender que se
están refiriendo a los órganos sexuales, lo cual no estaría bien mencionar (ya se sabe
que los judíos, por no mentar, no mentan ni a Dios).
Y es que el pie ha tenido siempre para esta tradición judeocristiana que compartimos
una connotación erótica que aparece incluso en pasajes de las leyendas del ciclo
germánico, como es el caso del Parsifal. Pues Parsifal, el orgullo de la cristiandad,
caballero sin tacha pierde su virginidad masculina cuando lava y besa los pies de una
bella seductora.
Podríamos hallar otras implicaciones que nos ligarían el pie a las prácticas religiosas y
posiblemente, podríamos también poner al descubierto un rico filón de fetichismos si
estudiásemos muchas otras de estas prácticas religiosas, como por ejemplo, cuál es el
verdadero motivo por el que los musulmanes se descalzan para entrar en las mezquitas
y el de que los budistas hagan otro tanto antes de penetrar en sus templos. Y no
digamos ya lo que saldría si nos pusiésemos a darle vueltas al rito católico, según el
cual para la Pascua, el Papa ha de lavar los pies de unos pobres con la declarada
intención de humillarse ante los humildes. Por cierto, siguiendo en esta onda ¿por qué
los masones durante sus tres primeras iniciaciones se quitan el zapato izquierdo como
una muestra de humildad?
Demasiado que estudiar para tan breve espacio. Y demasiado para mí. Otro tendrá que
ser quien escriba el tratado sobre las concomitancias entre religión y fetichismo del pie.
En cuanto a nosotros, pasemos a otro aspecto del fetichismo del pie, el referente al del
exhibicionismo del pie.

¿CÓMO EXCITA MÁS: TAPADO O DESCUBIERTO?

Esa dicotomía es también muy propia de nuestra tradición judeocristiana y tal


incongruencia que hace que a un mismo tiempo el desnudo corporal resulte excitante y
vergonzante, se aplica, cómo no, al pie.
No es de extrañar que en algunas partes del sur de Europa, en el siglo XVIII, a las
mujeres que se atrevían a mostrar sus pies desnudos en público, se las condenase a
sufrir los mismos castigos que les eran aplicados a las prostitutas. La idea prevalente
tras esta práctica era la de que la mujer que mostraba los pies sin pudor, no sería
menos impúdica a la hora de otorgar sus favores sexuales.
A propósito de esto, en nuestro propio país, a principios del siglo XVIII, la reina María
Luisa Grabriela, consorte de Felipe V, cambió la moda femenina española en algo que
le parecía incómodo y ridículo, al no aceptar la moda dominante que imponía el uso
del "tontillo", que era un adorno que las mujeres utilizaban por encima de su vestido,
que llegaba hasta los pies, para ocultarlos. Y ya que se consideraba como señal de
perfección y belleza tener los pies pequeños, los maridos tomaban como una afrenta
que se pudiesen contemplar los pies de sus mujeres, tomados disimuladamente como
objeto sexual. La costumbre exigía un difícil arte a la hora de caminar para no pisarse la
falda. La joven reina, que tenía trece años, se opuso a dicho obstáculo que consideraba
ridículo, hasta lograr con su ejemplo llegar a suprimirlo de la etiqueta de la corte e
incluso los propios maridos comenzaron a enorgullecerse de la belleza de los pies
visibles de sus esposas, ya que por fin, las damas de Madrid comenzaron a acortar las
faldas de sus vestidos.
Todo esto, éstas aún tímidas y recatadas exhibiciones, hicieron que el zapato resultase
tan indispensable como el vestido, por mantener así la modestia de la mujer. Y sin
embargo, a lo largo de toda la historia del calzado, vemos que lo que ostensiblemente
es un contendor de pies, diseñado para protegerlos y para ocultarlos, encerrándolos en
su interior, ha tendido siempre a convertirse por una perversión de las modas, en un
adorno destinado a acentuar la natural belleza, el erotismo intrínseco del pie. A
menudo, este acentuar las cualidades podoeróticas ha sido realizado a base de
exagerar los contornos hasta convertirlos en identificablemente fálicos o vaginales. De
este modo en la Europa del siglo XI, se popularizó un zapato llamado "poulaine", que
tenía la punta moldeada de tal forma que podría haber sido utilizada a modo de
consolador. Tanto fue así, que la Iglesia Católica llegó a prohibir su uso. Y la inquina de
los ultramontanos de siempre llegó a exacerbarse de tal manera con el zapatito que
incluso lo acusaron de ser uno de los causantes de la peste negra.
Otro zapato, llamado este "duckbill", causó furor en el siglo XV. Tenía unas aberturas a
lo ancho de su parte delantera, que se abrían y se cerraban en un movimiento
recordatorio del de los labios de la vagina, según iba doblándose el pie al caminar. Los
libertinos de la época hicieron buen uso de este calzado, el cual les permitía realizar un
auténtico exhibicionismo erótico, sin violar ningún código moral en concreto.

EL ZAPATO COMO PROPAGANDA ERÓTICA

Estos ejemplos de uso popular de un calzado con implicaciones eróticas se


complementan con el uso del mismo para realizar una publicidad sexual, para ofertar
los servicios sexuales de quien usa unos zapatos tan aparentes...
Esto es lo que en la Edad Media hacían las prostitutas venecianas, quienes usaban unos
zapatos con plataformas tremendamente elevadas, de sesenta a noventa centímetros
de altura. El motivo era eminentemente práctico: las profesionales utilizaban tales
zapatos con el fin de destacarse por encima de las cabezas de la multitud y poder así
ser descubiertas por los potenciales clientes. Naturalmente, igual que había quien
miraba hacia arriba para verle las caras, había también quien miraba hacia abajo
sintiendo la atracción de tan singular calzado. O sea que la utilidad era doble.
Y es que el encanto de los tacones altos es tal que ha merecido también en muchas
épocas la ira de los bienpensantes. Como ejemplo ahí tenemos el decreto, dado en el
siglo XV por el Parlamento inglés, que legisló en contra de las mujeres que usaban
"tacones altos u otros trucos" para encandilar a los hombres y llevarlos al matrimonio.
Otras estrechas de mucho cuidado fueron las "Hijas de la Revolución Americana", un
grupo de "damas" de la alta sociedad norteamericana, que a la hora de establecer en la
década de los treinta un código de vestimenta, dictaminaron que los zapatos abiertos
por delante para mostrar los dedos, los tacones altos y los colorines chillones, eran
cosa del diablo.
Y no hablemos ya de la época victoriana británica, bien conocida de todos, por su
puritanismo, tanto en la mentalidad y forma de pensar, en su represión sexual y en la
forma de vestir, pero que sin embargo potenciaban los castigos corporales
habitualmente dados con vara y de donde nos viene el nombre de "disciplina inglesa"
que tan bien conocen los aficionados a dicha práctica. Y alguna de dichas leyes y
costumbres siguieron vigentes por mucho tiempo, incluso hasta principios del siglo XX
estuvo vigente en Inglaterra una ley que permitía al marido azotar a su esposa
"siempre que la vara no fuera más ancha que el pulgar del marido".
DIME CÓMO CALZAS Y TE DIRÉ...

De lo que ya no cabe dudar es de la interacción existente entre el calzado y quien lo


calza. Ya lo decía el famoso general Patton (quien casi siempre usaba botas altas de
caballería): "un soldado con zapatos es sólo un soldado, pero con botas se convierte en
un guerrero".
Claro que seguramente, el general no se daba cuenta de que su afirmación tiene varias
lecturas, claramente sexuales.
Y lo cierto es que la enorme diversidad de calzado que se puede encontrar hoy en día y
en nuestra sociedad de consumo, hace que cada persona pueda ponerse los zapatos
que le parezcan más acordes a su personalidad, incluso, a sus preferencias eróticas. Así,
el tacón de aguja de quince centímetros da la imagen de dómina, la bota vaquera hace
pensar en el macho, unas zapatillas deportivas caras crean la ilusión del atleta, el
zapato rojo trae recuerdos de las prostitutas que antes lo usaban, las sandalias nos
hacen imaginar el afeminamiento, las botas negras de motorista...

LOS ZAPATOS Y LA INVERSION DE LOS ROLES

Claro que dentro de esta variedad de estilos y posibilidades, desde la década de los
ochenta, algo curioso sucedió con las tendencias generales en el calzar, y
concretamente en esa subespecie que se vino en llamar en aquella época los yuppies.
Así entre los ejecutivos del sexo femenino, el tacón de aguja se puso de moda. Ellas son
las nuevas ejecutivas, mujeres que controlan empresas y que tienen a sus órdenes a
muchos hombres y cuyos tacones resuenan, agresivos, cuando estas amazonas
modernas avanzan por los pasillos de las compañías, decididas ellas a derrotar a todo
aquel que se interponga en su camino.
Por el contrario, entre los ejecutivos de sexo masculino, los zapatos de moda eran esas
naderías que mencioné con anterioridad; ese calzado que pesa menos que una pluma,
planísimo, abierto y con borlitas y colgajos de adorno. Unos zapatitos que en otro
tiempo hubiesen sido considerados como afeminados, al igual que se impuso el uso del
llamado calcetín de ejecutivo, que no son otra cosa que la masculinización de las
medias femeninas. Un tipo de calzado que reduce la altura de su usuario y que priva al
mismo de toda posibilidad de adoptar una postura autoritaria. Justo lo contrario de los
guerreros con botas del general Patton.
Esto nos hace pensar en la posibilidad de que desde esta época se esté produciendo un
cambio en los roles de lo sexos, al adoptar las mujeres unas características violentas y
agresivas, de sexo dominante y al adquirir los hombres en cambio unas características
de un tipo más humilde y más tímido, de sexo sumiso. Naturalmente, dicho cambio de
roles empieza a reflejarse en el calzado. Las chicas de este nuevo siglo y finales del
pasado, han impuesto la moda de las plataformas, las botas y el calzado exagerado
como una forma de reafirmar su propia personalidad. Y en estos momentos estamos
viviendo un cambio en esta moda, se empieza a desterrar ese calzado enorme y
grotesco y en las pasarelas de moda y en las calles se está volviendo a ver el calzado de
tacón de aguja bien descubierto o cerrado o esas botas altas que realzan el bello
cuerpo femenino dotándolo de un atractivo sexual adicional.

EN LA VANGUARDIA DEL FETICHISMO DEL PIE

Pero si esto es así para la sociedad en general, en lo que verdaderamente podemos


saber cuáles son las últimas tendencias en el fetichismo del pie es allá donde el
erotismo asienta sus reales, el decir, en la intimidad de los lugares en que se practican
los ritos sexuales, bien en la intimidad de la pareja, las reuniones sociales, los
prostíbulos, donde actualmente todas las chicas calzan zapatos de plataforma con
finísimos y altos tacones...
Ya explicábamos en el primero de estos capítulos cómo el erotismo del pie está
invadiendo nuestras prácticas sexuales. Más aún están apareciendo nuevos rituales
amorosos centrados en los pies y posturas novedosas, para hacer el amor, teniendo en
cuenta este componente; no es que vayamos a decir ahora que tal componente es
nuevo, pero sí que en la actualidad se le ve con mayor interés y que se le concede un
protagonismo superior.
Con esta nueva apreciación del pie, naturalmente han surgido aspectos que agrupan a
los amantes del fetichismo del pie. En nuestro país existen revistas especializadas en el
tema, como es "Tacones Altos", y si navegamos por Internet podemos encontrarnos
con el auténtico paraíso del fetichista del pie y del calzado. Son numerosas las páginas
dedicadas a este tema, así como foros, grupos y chats, donde el fetichismo del pie es el
protagonista de reuniones, intercambio de fotos, debates y conversaciones.
De lo que no hay duda es que el fetichismo del pie va ganando posiciones y adeptos y
va a más. ¡Bienvenido a la nueva dimensión del fetichismo del pie!

TACONES ALTOS

De nuevo nos encontramos con uno de los fetichismos más extendidos, tanto dentro
del BDSM, como fuera de él. Cuando me preguntan qué es lo primero que miro en una
fémina, siempre respondo lo mismo, sus zapatos. Da igual que sean de tacones o no,
pero creo que un calzado dice mucho de la persona en todos los sentidos.
Obviamente, como fetichista empedernido del zapato de tacón alto, una mujer me
puede atraer más o menos dependiendo del diseño y altura de sus tacones. Pero,
personalmente, no observo los tacones altos de una chica con la idea preconcebida de
que hipotéticamente le puedan gustar nuestros juegos o no. Para mí, como imagino,
para cualquier fetichista de los tacones altos, su atracción traspasa el ámbito BDSM,
siendo sobre todo sexual.
Además como fotógrafo, una chica desnuda con zapatos de tacones altos, ya no es una
chica desnuda, está vestida, y dependiendo de la distinción y diseño del calzado,
incluso, elegantemente vestida.
Más tarde entran en juego los matices puramente BDSM, cuando esa fémina con altos
tacones se convierte en algo más, aunque más bien debería decir, en mucho más, en
una dominante con poderosas armas. O también la imagen de una sumisa calzando
altísimos tacones como forma de acrecentar su belleza ante el Amo/a y el resto del
mundo.
También vienen a cuento los zapatos de tacón alto en la feminización del esclavo, como
forma de potenciar su humillación en la transformación de sumiso a sumisa.
En el artículo anterior ya se trató el tema histórico y psicológico del calzado, por lo que
no voy a entrar en ello, no es cuestión de repetirse demasiado en este manual.
Estos comentarios sirven para, de alguna forma, dar, a modo de entradilla a lo que
viene a continuación, una especie de guión o forma de comportamiento alrededor del
calzado fetichista, que puede servir como guía a una mujer dominante o a un sumiso.
Tú eliges tu papel…

EL CUIDADO DEL CALZADO FETICHISTA

La mujer dominante, normalmente, es muy fetichista de su calzado, y suele poseer una


cantidad considerable de pares de zapatos de tacón. Entre ellos se pueden encontrar
botas de magnífico cuero o PVC, zapatos de salón, sandalias, zapatos con plataformas…
y como es normal, todos con altos y afilados tacones de aguja, que requieren la
necesidad de ser cuidados con una atención minuciosa, ya que el desgaste diario o
frecuente los pueden arruinar si no se les mantiene bien.
En buena lógica, el trabajo de limpieza y guardado de los zapatos corresponde al
sumiso/a. Debería ser una de sus primeras tareas domésticas, además de la cocina,
limpieza... en definitiva, todo lo que tiene que ver el cuidado de su Ama y sus
pertenencias, así como la atención a todas sus necesidades.

INVENTARIO

Para comenzar, el sumiso deberá haber tomado nota del inventario total del armario de
zapatos de su Ama. Deberá examinar y catalogar cada par, anotando tal información
con el nombre de marca, color, textura, longitud de tacón y cualquier imperfección, por
mínima que ésta sea. Haber investigado la fecha de compra de todos sus zapatos y
llevar un registro individual para cada par.
Este inventario deberá pegarse dentro de cada caja de zapatos correspondiente y
actualizarla semanalmente. El armario mismo deberá estar sumamente bien
organizado, con todos los zapatos emparejados, derechos y hacia arriba con una digna
simetría y la precisión de una inspección militar. Su trabajo deberá reflejar que él se
enorgullece en servir a su Ama.

EL PROCEDIMIENTO DIARIO

Cada noche, cuando el Ama llega a casa del trabajo, su sumiso deberá recibirla a la
puerta con sus zapatillas. Siempre se espera que él haga esto como muestra de
deferencia general a la persona de su Ama. Entre las muchas obligaciones de un
esclavo, estará el colocar los pies de su ama sobre sus rodillas y suavemente quitarle
sus zapatos.
Le pondrá sus zapatillas en sus pies y la escoltará hasta un cómodo sillón o al lugar que
el Ama demande. Después le traerá su bebida favorita y le dará un masaje en sus
cansados pies, procurando dejarla totalmente cómoda y relajada a la espera de
cualquier orden o mandato por su parte.
Después puede disculparse, siempre con su permiso y consentimiento, para ir a
atender cualquiera de sus obligaciones domésticas.
Para la limpieza de los zapatos con los que el Ama ha llegado a casa, él deberá usar
primero un paño mullido para quitar cualquier piedrecilla o mancha externa de la
superficie de los zapatos. Sus calzoncillos de algodón son de una textura perfecta para
esta tarea. Deberá usar un cepillo blando (por ejemplo su cepillo de dientes), para
retirar cualquier resto más duro, como chicle o barro incrustado. Una vez los zapatos
estén limpios, deberá utilizar una gamuza para pulirlos, para posteriormente
guardarlos en su lugar correspondiente.
Ésta es una de las formas que se pueden usar, pero también puede ocurrir que el Ama
desee que la operación de limpieza de su calzado recién usado se realice por parte del
esclavo con la lengua, y de esta misma manera ha de poner la máxima entrega y
devoción. Asimismo es posible que incluso el Ama desee que la limpieza de su calzado
sea realizada con ellos puestos al llegar a casa y por su puesto, igualmente con la
lengua.

EL MANTENIMIENTO SEMANAL

Los sábados por la mañana son el día perfecto para que el sumiso le saque en todo su
conjunto el brillo a los zapatos. Deberá sacar de su armario todos y, par por par, pulir
los zapatos que parezcan necesitarlo o no. Deberá preocuparse de las necesidades de
cada zapato, ya sean de un material u otro, no hay normas, todos varían. Son
aconsejables unas jornadas disciplinarias de castigo al principio de su aprendizaje para
establecer sus parámetros personales de limpieza. Podrían ser de inestimable ayuda
para aclarar las obligaciones y deberes hacia los zapatos del Ama.

LA INSPECCION

Cuando el sumiso esté seguro de que cada par de zapatos del armario de su Ama sea
digno de supervisión, su dueña querrá verificar su trabajo. Para evitar el tedio de
revisar la situación de cada par de zapatos, simplemente elegirá algunos al azar para
revisarlos detenidamente. Para estar segura de que el sumiso está siendo minucioso,
puede elegir un zapato o una bota de su armario el día antes de la inspección y clavarle
un palillo de dientes sobre la lengüeta o bien puede colocar cualquier otro señuelo
bien disimulado. Si él está siendo verdaderamente minucioso y cuidadoso, lo cogerá y
corregirá la situación. Si no, el Ama deberá tomar medidas para disciplinarlo
severamente por tamaño descuido.

PROCEDIMIENTOS DISCIPLINARIOS

Sus zapatos de tacón tienen una función secundaria maravillosa: ellos hacen de
herramientas punitivas óptimas. Cuando el trabajo del sumiso fracase en sus
expectativas, puede usar sus zapatos de tacón fino. Aquí tienen algunas ideas que
pueden ser útiles: si el sumiso ha descuidado un par específico de los zapatos de tacón
de su Ama, los deberá besar, para mostrar su arrepentimiento y limpiarlos con la
lengua. Si ha sido particularmente negligente, se le puede dejar desnudo y ponerlo
boca abajo sobre el suelo. Se abrirán sus piernas ampliamente y el Ama puede
permanecer detrás de él, entre ellas.
Se pueden descansar las suelas de sus zapatos encima de sus nalgas, con la propina de
introducir el tacón en su ano, o bien pisar sus genitales o patearlos, sobre todo usando
el tacón y la puntera del calzado. Puede practicar el trampling sobre el esclavo, muy
indicado en estos casos, para que el esclavo tenga bien en cuenta que aquellos objetos
tan preciados por su ama, y que él ha descuidado, ahora son quienes directamente lo
castigan. Hasta qué punto y nivel se lleve el castigo disciplinario, dependerá de la
gravedad de su falta y del capricho del ama.
Lógicamente, se pueden utilizar otros medios de disciplina, ya sean pinzas, cera o
cualquier forma de castigo. Además es la excusa perfecta para tener una agradable
sesión de castigo, ya que el esclavo sólo aprende por medio del castigo, son tan
torpes... Y no olvidar, las suelas de un zapato, sandalia o una simple zapatilla de lona,
son un dispositivo óptimo de azote.
CINTURONES DE CASTIDAD

Ahora entramos en un nuevo espacio dedicado a algunos ingenios BDSM. Voy a


comenzar con uno de ellos, el cinturón de castidad, que sin duda es el que tiene más
connotaciones psicológicas por su control sobre el placer del sumiso/a y la denegación
del mismo.
Pero como en anteriores ocasiones, comencemos con un ameno relato sobre el tema,
que escribí un día frente al mar que baña las deliciosas arenas de la provincia Cádiz.
Paradójico, yo muy relajado y sin embargo, el protagonista del relato me surgió de lo
más frustrado…

“CASTIDAD Y ENTREGA
Llevar un cinturón de castidad durante un año sin la más mínima posibilidad de
aliviarme fue mucho más duro de lo que nunca hubiera podido imaginar. Quiero decir
que no pensé que llegara tan lejos aquella vez que mi ama me dijo que le gustaría que
yo llevara un cinturón de castidad durante 365 días para demostrarle mi devoción, me
convencí que no podía ser tan difícil, sobre todo imaginando que podría quitármelo de
vez en cuando. No comprendí que hablaba totalmente en serio y que llegaría a verter
lágrimas suplicando aliviarme con la más tremenda de las frustraciones.
“Me gustaría que hicieras esto por mí –me dijo-. Quiero saber si realmente eres mi
esclavo, si me adoras como dices, que serías capaz de cualquier cosa por mí. Si quieres
de verdad que te tome en serio como esclavo quiero ver tu entrega de esta forma,
entregándome tu placer durante un año”.
“¿Quieres decir que quieres probar mi entrega?”, le dije no muy seguro de ser capaz de
cumplir.
“Sí, quiero probarte. No sé si tú realmente quieres comprometerte a ser mi esclavo de
verdad. Yo te amo sin ser mi esclavo, pero tú quieres entregarte a mí sin reservas y yo
quiero comprobar si de verdad sientes devoción hacia mí o es un simple capricho.
Quiero saber si tu entrega es verdadera o si en cambio necesito buscar un esclavo que
de verdad lo sea sin condiciones”.
“Comprendo que quieras probarme, ¿pero un año entero? La verdad es que esa idea es
una de mis fantasías más fuertes, pero...”
“Querido, no puedes imaginar lo que me agrada y lo que me excita saber que tienes tu
polla bien cerradita y que ni tú ni nadie puede tocártela...”
Ella me miró intensamente, con esa sonrisa que sabe que me vuelve loco, además le
excitaría, eso es lo que más dentro de mí me llegó, que le excitaría saber que mi polla le
pertenece sólo a ella y que ni siquiera yo podría tocármela.
“Me excitaría saber que haces eso por mí, por amor y devoción y yo te amaría mucho
más, incluso me sentiría excitada sin que estuvieras a mi lado, sólo sabiendo que tu
polla y tu placer me pertenecen sin remedio por tu entrega real a mí, que de verdad
serás mi esclavo”.
Sabía tocar mi vena más sensible. ¿Cómo negarme a demostrar a mi amada Ama que
soy su esclavo sin condiciones, que ella es quien controla mi cuerpo, mi mente y sobre
todo mi placer. Mis genitales le pertenecerían totalmente y ese era mi mayor deseo, mi
más fuerte fantasía.
“¿Pero podré llevar el cinturón de castidad siempre puesto?, quiero decir si es posible
llevarlo durante tanto tiempo puesto sin que sea peligroso o excesivamente incómodo”.
“Yo tendré la llave, cielo, si de verdad te es imposible aguantarlo puesto tanto tiempo,
siempre podremos quitártelo, aunque eso me diría que tu entrega no es lo que yo
espero de ti y mi deseo es que lo lleves sin quitártelo para nada durante un año
completo, si es que de verdad tu polla y tu placer me pertenecen como dices...”.
Continuamos hablando sobre el tema varias semanas más y mientras tanto fuimos
buscando el fabricante adecuado para hacernos un cinturón realmente efectivo y
cómodo.
Ella no dejaba de decirme lo que le excitaba saberse dueña absoluta de mi placer. Al
final, una noche mientras estábamos en la cama, tembloroso, le dije que sí, que llevaría
el cinturón de castidad durante un año por ella.
Mi Ama se puso muy contenta y más excitada aún e hicimos el amor de forma salvaje,
dándome un placer inmenso, lo que me convenció aún más de que merecía la pena
demostrarle mi devoción.
Una semana después sería su cumpleaños, mi regalo sería mi cinturón de castidad, una
única llave y la entrega total de mi placer...
Su cumpleaños llegó y fue deliciosamente excitante sentir cómo se cerraba el
mecanismo de mi cinturón y cómo ella colocaba la llave en una cadenita de oro que
colgaba de su esbelto y bello cuello.
Cuando tuve el cinturón irremediablemente cerrado en mis genitales sentí una mezcla
de miedo, de nerviosismo y de tremenda excitación, la fantasía hecha realidad, ya no
era dueño ni de mi placer ni de mis genitales.
Aquella noche jugó conmigo, me azotó, me pinzó los pezones, me ordenó servirla en
todos sus caprichos. Cuando nos fuimos a la cama, fue muy dulce, me acarició por todo
mi cuerpo y le hice el amor con mis manos y con mi lengua hasta que explotó de placer.
Yo me sentía muy raro, sin poderme tocar la polla, incluso teniendo que evitar que se
pusiera muy dura en su estrecha prisión de metal, pero mi excitación llegó a cotas
nunca imaginadas, de verdad comencé a sentirme su esclavo.
Un año es mucho tiempo, pero al menos sabía la fecha exacta en que por fin podría
volver a sentir placer, el día de su próximo cumpleaños.
Durante las siguientes semanas no puedo negar que me divertí mucho, me sentía
excitado casi todo el tiempo y llegué a controlar mi erección, para que mi polla no se
pusiera nunca dura. Me acostumbré a hacer mis necesidades con el cinturón y a
lavarme en condiciones.
Al principio también temía que se pudiera notar que llevaba el cinturón de castidad
bajo mis ropas cuando iba al trabajo, pero pronto me di cuenta que nadie se percataba
de ello. También me acostumbré a sentarme para orinar y a sentarme con naturalidad
en cualquier sitio sin que nada se notara.
Yo mismo me convencí de que no me molestaba lo más mínimo y a sacar placer de mi
constante excitación. Mis sentidos se agudizaron. Era maravilloso sentir su coño en mi
boca, su humedad, su olor, sentir un placer inmenso al rozar su más delicada zona con
la punta de mi lengua, mientras yo controlaba que mi polla no se pusiera dura dentro
de su cárcel si quería evitar un dolor terrible.
También me acostumbré a usar un consolador con correas en mi cintura cuando ella
deseaba ser follada, mientras mi goce era ver su maravillosa cara de placer, el placer
que yo era capaz de proporcionarle, me mentalizaba de que mi pene ya no iba a sentir
placer y de que no servía más allá de orinar, o casi estaba mentalizado...
Pero pasaron tres meses y todo aquello a lo que me estaba acostumbrando se
derrumbaba, sentía una imperiosa necesidad de eyacular y mucho más cuando ella,
gracias a la tremenda excitación que sentía en todo momento, me pedía que le diera
placer casi cada noche. Al fin le confesé que no sabía si sería capaz de resistir como ella
esperaba de mí, incluso le supliqué la posibilidad de simplemente masturbarme para
descargarme.
“Vaya, pensé que serías más fuerte –me dijo decepcionada-. ¿De verdad no puedes
pasar sin echar tu espeso líquido por tu polla, tan importante es eso?, pensaba que yo
era más importante para ti...”.
No sabía qué decir, balbuceé un lo siento y me sentí como lo más bajo por no ser capaz
de soportar por ella, por no ser capaz de demostrarle mi entrega.
“Piensa en tu castidad como un desafío, para demostrarme que no hay nadie más
valioso ni nadie que merezca más mi amor que tú, ¿lo harás por mí, cielo?”.
Tragué saliva y pensé sopesando sus palabras, el paraíso que podría ser mi vida o el
infierno si no era capaz de demostrar mi amor y entrega, esa sensación desagradable
de que pudiera siquiera pensar en cambiarme por otro esclavo.
“Puedo seguir adelante, será duro, el mayor desafío, pero por ti sería capaz de
cualquier desafío por duro que fuere, mi ama”.
Después de cuatro meses me sentía enloquecer y volví a pedirle alivio, aunque sólo
fuera abrir por un minuto el cinturón y dejarme eyacular.
“Querido, aún no deseo abrir tu cinturón de castidad, no tienes ni idea de lo que me
excita saber lo que haces por mí y me siento la mujer más deseada del mundo gracias a
ti, aunque podríamos hacer algo. ¿Qué te parecería si yo te follara por el culo?
“Sí, por favor, ama, sí”, dije desesperado.
“No escucho que lo supliques convenientemente, querido”.
Fue media hora de súplicas, rogándole que me follara por el culo y para mi sorpresa
todo estaba preparado en nuestro dormitorio.
Mi cinturón tiene una abertura bastante amplia en la zona de mi trasero y fue increíble
la sensación que tuve cuando comenzó a extender el lubricante por mi ano y la
sensación fue aún más grande cuando sus dedos entraron en mi interior. Lo que no
imaginé fue el intenso placer que sentí cuando poco a poco el estrecho consolador con
correas que mi ama tenía atado a la cintura comenzó a entrar en mi interior. Mi
sorpresa, y creo que también la de ella, fue la facilidad con la que penetró el aparato
en mi ano y el placer que comencé a recibir, indescriptible.
Imagino que era por el tiempo que llevaba sin tener ningún tipo de placer, digamos
“carnal”, lo que hizo que la penetración me llevara a cotas altas de placer y que yo
deseara que me follara más y más rápido en cada envite.
Sin embargo aquel placer no dejaba de ser otra tortura, pues mi pene no descargaba.
Mi polla llegaba a ponerse muy dura y aquella erección era muy dolorosa con mi
atrapado pene chocando y viéndose frenado y restringido en su prisión metálica. Pero
al mismo tiempo aquel dolor en mi polla sumado a la penetración de mi ama me hizo
sentir una sensación realmente deliciosa en mi condición de esclavo al que su propio
placer no le pertenecía y le estaba vedado.
Al rato, mi ama se cansó de follarme y se detuvo, me miró con una amplia sonrisa en su
rostro, se quitó el arnés que sujetaba el consolador a su cintura y, desnuda, se tumbó
sobre la cama y me ordenó que le diera placer con mi lengua. Cuando orgasmó
gritando, y se volvió hacia un lado, quedándose dormida casi al momento, yo también
grité de frustración en mi interior. Me tumbé a su lado, aún con mi polla dura como una
piedra y todo lo dolorida que podría estar y lloré en la almohada. Al rato, más
tranquilo, pude conciliar el sueño y dormir lo más relajadamente posible, por decirlo de
alguna manera.
Después de aquello, un par de meses después, yo no dejaba de arrodillarme ante ella
suplicándole una y otra vez que me follara por el culo y cada vez que lo hacía el dolor
aumentaba en mi polla de la misma forma que lo hacía mi frustración, pero supe
sacarle el máximo de placer a ser penetrado, llegando a tener algo parecido a un
orgasmo pero sin llegar a él, era un placer intenso dentro de mí, pero sin llegar a la
explosión de placer que me otorga el correrme, pero aquel placer me ayudó a que mi
restricción fuera más llevadera.
En esos momentos en que yo le suplicaba, ella fue añadiendo nuevas reglas a mi vida
de esclavo, pequeños detalles para que nuestros papeles de ama y esclavo fueran más
fuertes e intensos y yo iba aceptando aquellas nuevas reglas sin rechistar con tal de ser
penetrado y sentir ese atisbo de placer en mi interior.
Estaba claro que para conseguir un esclavo de lo más entregado no hay nada como el
control de su placer e imponer una restricción que te hace estar en un estado
permanente de obediencia absoluta tan sólo con el mero atisbo de conseguir ese
ansiado y negado placer.
La siguiente vez que le supliqué que me follara, ella se negó y una semana después
estaba tan desesperado que era capaz de hacer cualquier cosa que me pidiera. Me
permitió tocarla y darle de nuevo placer con mis manos y mi lengua y después me
azotó muy duro y durante bastante tiempo con una fusta nueva, me ató y me pinzó,
pero no me folló a pesar de haber aguantado su castigo estoicamente.
Otro día me pidió que llevara mi collar de perro permanentemente si quería que me
follara. En ese momento yo pensé en el trabajo y aquello me dio un poco de miedo,
pero le dije que sí y de nuevo pude sentir su consolador taladrándome y llevándome a
mi particular mundo de placer.
El lunes llegué al trabajo y entré en la oficina con mi collar de perro, no obstante
bastante discreto bajo el cuello de la camisa, aunque no dejaba de ser lo que era.
Respondí como pude a un par de comentarios por parte de mis compañeros y en los
días siguientes parece que se acostumbraron a verme con aquel extraño adorno que a
veces asomaba por encima del cuello de mi camisa.
Días después, mi ama puso un candado a mi collar que impedía que me lo quitara de
forma alguna y añadió una plaquita en la que rezaba: “Propiedad de....”.
“Mi ama, creo que ya no puedo aguantar más -le dije un día-. Quiero decir que es todo
muy intenso y excitante, pero cada vez es más duro y es muy frustrante cuando siento
que mi polla está aprisionada sin solución. Yo te amo, y adoro ser dominado por ti y
sentirme tu esclavo en todo momento y saber que ni mi polla ni mi placer me
pertenecen, que son sólo tuyos, pero no sé si podré aguantarlo más, no sé si soy lo
suficientemente fuerte, ama”.
“Querido, lo estás llevando bastante bien. Además ahí está la cerradura y colgando de
mi cuello la llave, si quieres dejar de ser mi esclavo… -me sonrió dulcemente y acarició
con ternura mi mejilla, lo que me tranquilizó al momento-. Deseo que hagas este
esfuerzo por mí si de verdad me amas y adoras como dices, si de verdad me consideras
tu ama, ¿lo harás por mí?”.
“Sí, mi ama -le dije más tranquilo-. Podré hacerlo, perdóname por este momento de
debilidad, ama”.
“Mi amado esclavo, sé que no es fácil y se supone que ser un verdadero esclavo no
debe ser fácil. Sé que es muy duro soportar lo que estás aguantando, pero también
quiero que sepas lo mucho que me excita, que sólo pienso en tenerte a mi lado y verte
con tu cinturón de castidad, follarte y sentir el inmenso placer que sólo tú, con lo que
me demuestras, me proporcionas. De hecho, en este momento estoy muy excitada y
estoy deseando sentir las manos y la lengua de mi esclavo y tengo un deseo tremendo
por follarte, mi dulce esclavo. ¿Estás listo para que tu ama te folle por el culito, perrito
mío?”.
Sabía cómo manejarme y bien que lo hacía y yo feliz de que lo hiciera.
Después de aquel día las cosas cambiaron un poco. En lugar de hacerme rogar que me
follara y hacerme esperar unos días, aquel juego dejó de entretenerla y empezó a
follarme más a menudo, sencillamente cuando le apetecía y lo normal es que me
follara tres o cuatro veces en semana, tras lo cual yo le daba placer con mi lengua y
también ayudado por el enorme consolador con correas que desde hacía tiempo era lo
que sustituía a mi polla. Aquello me ayudó a llevarlo mejor, pero en ocasiones era muy
duro, pues me excitaba demasiado y la frustración crecía, pero ella, con dos palabras y
su cara de placer, su sensualidad y su permanente excitación al verme con mi cinturón,
hacía que mis dudas se disiparan e igualmente mis ganas de aliviarme. Ella sabía
perfectamente lo que hacía y cómo llevarme hasta donde ella quería.
Más reglas continuaron añadiéndose a la lista. Yo era su juguete sexual, para ser usado
sólo cuando ella quería, sin importar mi humor o si estaba cansado. Pero sabía cómo
cambiarme el humor con tan sólo unas palabras.
Fue moldeándome a su gusto y llegué a estar convencido de que mi cuerpo no me
pertenecía, que era suyo y que ella disponía de él a su antojo y capricho, y aquello me
hacía feliz, llegando a aislar esa frustración por serme denegado el placer, es más,
encontrando mi propio placer en las situaciones que vivía y en ser follado por ella
cuando le apetecía.
Dos meses antes de su cumpleaños, me dijo que deseaba ser penetrada por una polla
de verdad, que el consolador estaba muy bien, pero no era lo mismo que sentir una
polla caliente moviéndose dentro de ella, así que como aún me quedaban unos meses
antes de que mi polla fuera liberada, una noche se buscó la polla que deseaba. Me
encerró en el armario del dormitorio, me ató con fuerza y me amordazó.
A través de las rendijas de la puerta del armario podía ver todo el dormitorio, cómo
entraba con aquel hombre y cómo se lo follaba ante mí. La frustración que me había
como abandonado volvió de repente, pero a la vez una excitación intensa y
desconocida me invadía, viendo cómo mi ama era follada por otro, algo que a mí me
estaba vedado. Pero ella en su sabiduría, en los momentos en que más jadeaba de
placer, miraba hacia donde yo estaba con sus ojos muy abiertos, dándome a entender
que aquel placer tan intenso no se lo procuraba aquel extraño que se ligó en un bar,
sino yo mismo allí encerrado, restringido y humillado.
Tras despachar al amante ocasional, me folló como nunca, diciéndome lo mucho que
me amaba y el inmenso placer que nadie más que yo era capaz de proporcionarle y
aquello me dio un placer más intenso aún, sabedor de lo que era, el esclavo de mi ama,
un esclavo sin placer, al que su cuerpo no pertenecía y que mi forma de complacer a mi
ama era aquella, ser negado mi placer para aumentar el de ella, yo sólo vivía para su
placer, era mi destino, y mi deseo sólo era ese, ser su esclavo.
Aquella escena se repitió alguna que otra vez, pero siempre con hombres distintos, no
repetía nunca, decía que sólo me amaba a mí y que aquellos amantes ocasionales sólo
eran pollas para su placer y el mío, y que sólo servían para que yo supiera que me
amaba más que a nada en el mundo.
El último mes dejó siempre a la vista la llave de la cerradura de mi cinturón, llave que
colgaba de su cuello, pero que anteriormente siempre permanecía bajo su ropa, ahora
ya no, a partir de entonces fue visible en cada momento, visible para que yo la viera,
que supiera a quien pertenecía yo y mi placer y lo cerca que estaba el día en que sería
utilizada para liberarme.
“Casi ha pasado un año, mi amado esclavo, parece que vas a pasar la prueba y no
tienes ni idea de lo mucho que me alegra y excita la idea. ¿Eres feliz de ser mi esclavo,
te gustaría que nuestra relación de ama y esclavo fuera para siempre?”
Me arrodillé y le dije que era feliz y que nada me haría más feliz que continuar siendo
su esclavo de por vida, que soportaría todo aquello que mi ama quisiera imponerme
con tal de ser su amado esclavo por siempre. De nuevo me dijo que no dejaba de estar
excitada sabiéndome su esclavo de verdad para toda la vida y de nuevo terminamos en
la cama, yo siendo follado por ella y luego ella recibiendo placer de mis manos y mi
lengua.
Soñaba con el día en que mi ama retirara mi cinturón de castidad y por fin tendría el
orgasmo que llevaba esperando un año, anhelé sentir cómo mi polla era abrigada por
su caliente coño, sentir cómo su boca la acogía y cómo me correría ante ella,
mostrando mi devoción y entrega a su adorada persona. Incluso pensaba que era un
lujo el pensar, soñar más bien, con aquellos momentos que me deparaba su
cumpleaños, que estaba ya a la vista y mi boca se hacía agua cuando la veía contonear
sus caderas ante mí, mirando sus pechos bamboleantes como nunca antes los había
observado…
Era como si su cuerpo hubiera tomado otra dimensión, como si fuera el único cuerpo en
el mundo, el más perfecto, el más deseado.
Por fin el día llegó una semana después, su cumpleaños. Había pasado mi año de
castidad. Nunca pensé que lo consiguiera, pero allí estaba y me sentía orgulloso y feliz,
tanto como ella misma me decía que se sentía, que aquello había sido el mejor regalo
de cumpleaños que nadie hubiera podido imaginar.
Esa noche subimos a la habitación, había varias velas encendidas como única
iluminación. Junto a la cama una cubitera contenía una botella de champán y junto a
ésta, un par de copas y un ramo de rosas, las mismas que aquella mañana yo mismo le
había regalado al volver del trabajo. Me ordenó tumbarme en la cama y me ató los
brazos y las piernas a cada esquina del lecho. Después se desnudó lentamente ante mí,
provocativa, sensual, moviéndose al ritmo de una suave música.
Yo la miraba extasiado. Se puso de pie sobre mí, con una pierna a cada lado de mi
cuerpo. Abrió los labios de su coño mostrándomelo y lo acarició, mientras yo me
relamía ante tamaño espectáculo. Luego se sentó sobre mi cara y me dijo: “cómetelo”.
Tras un buen rato lamiendo su sabroso coño, se alzó y se sentó sobre mi vientre, sobre
mi cinturón de castidad y comenzó a pellizcarme los pezones.
“Lo has conseguido, mi amado esclavo - me dijo-. Has aguantado un año por mí y eso
me hace la mujer más feliz del mundo”. Yo sonreí mirándola a los ojos con devoción.
“¿Quieres seguir siendo mi esclavo por siempre, quieres hacerme feliz durante el resto
de mi vida, mi dulce perro?”.
“Sí, ama, lo deseo, no deseo otra cosa en este mundo que ser tu esclavo”.
Ella sonrió de esa forma tan deliciosa que la hace más bella aún.
“Bien, porque yo deseo que sigas siendo mi esclavo. No quiero que sea un simple juego,
hemos jugado muy en serio, pero con un límite de tiempo de un año, y gracias a eso
sabemos lo que eres capaz de aguantar por mí y deseo que todo siga igual, quitar ese
límite de tiempo, y ser por siempre mi esclavo y yo tu ama, ¿lo quieres así, te gustaría,
quieres ser de verdad mi esclavo con todas sus consecuencias, adorándome y
amándome por siempre como yo te amo a ti, esclavo?”.
“Si, ama, es lo que quiero, no deseo otra cosa en el mundo que ser simplemente tu
esclavo para siempre, es lo único que soy, tu esclavo para servir a tus caprichos y tus
deseos, es lo que quiero, mi ama, soy tuyo”.
Estaba entusiasmado, enamorado e ilusionado en ser lo que ella quería, lo que ambos
deseábamos. Yo juré y prometí y ella respiraba profundamente cerrando los ojos,
jadeando de placer con sólo oír mis palabras y las suyas mientras continuaba
retorciendo mis pezones y restregando su coño contra mi cinturón de castidad y
sintiendo yo sobre mi encerrado pene su caliente humedad escapando de su interior.
“Quiero que sea real. Quiero que lleves un tatuaje de esclavo donde ponga que me
perteneces, con mi nombre grabado sobre tu piel, que todos sepan que tienes dueña y
lo que eres, quiero saber que me perteneces, que puedo usarte y hacer contigo lo que
quiera y cuando quiera, castigarte cuando se me antoje, follarte cuando quiera, dejar
tu polla encerrada en el cinturón cuando yo quiera y por el tiempo que quiera, desde
ahora mismo. Quiero que seas mío sin condiciones, para amarte más que a nadie y
usarte como mi cuerpo me pida, sin límites”.
Mi corazón iba al máximo y mi mente corría por delante de mi cuerpo imaginando mi
futuro como esclavo, deseándolo, sin pensar, pidiendo más y más, queriendo más y
más.
“Sí, mi ama, yo consiento en todo, es lo que quiero, es mi deseo, quiero ser tuyo sin
límites, haz conmigo lo que desees, úsame como quieras, quítame el placer como y
cuanto quieras, por todo el tiempo que desees, sólo soy tuyo, te pertenezco, haz de mí
lo que se te antoje, mi ama”. Como de costumbre en los esclavos, mi fantasía iba por
delante de la realidad, sin pensar siquiera.
Ella seguía retorciendo mis pezones, moviendo sus caderas y jadeando de placer.
“¿De verdad lo dices en serio, tu placer y tu cuerpo me pertenecen por entero para
hacer contigo lo que se me antoje?”.
“Sí, ama, ¡soy todo tuyo!, haz de mí lo que desees”.
“¿Tanto me amas para que tu placer sea sólo mío y nada tengas tú que decir?”
“Sí, ama, te amo, y mi placer es tuyo, soy enteramente tuyo”.
Ella se abrazó a mí cuello con fuerza y me besó profundamente, con una pasión
inusitada, moviendo sus caderas, frotando su coño contra mi cinturón de castidad,
jadeando de placer.
“Cuánto te quiero, mi amado esclavo. ¡Y eres mío, sólo mío!”
Casi gritaba de puro placer.
“Sí, soy tuyo, haz conmigo lo que quieras, te pertenezco”.
Y con un grito de placer orgasmó como hacía tiempo que no lo hacía, jadeaba sin dejar
de besarme con pasión. Yo también jadeaba, tan sólo por ver su placer y mi amor por
ella no dejaba de aumentar por momentos.
Por fin se detuvo y apoyándose sobre mi pecho se alzó sentada sobre mi vientre. Me
mostró la llave que colgaba de su cuello, sonriéndome.
“Bien, ya es hora de hacer lo que deseo con esto, ¿no crees?”.
Yo la miraba con deseo, con mis ojos abiertos como platos diciéndole que hiciera lo que
deseara con la llave que tenía en sus manos. Se quitó la cadena del cuello y bajó de la
cama. Se acercó al armario y lo abrió. Sacó unos alicates, mientras yo continuaba
mirándola expectante y deseoso.
Con los alicates sostuvo la llave, luego sacó un martillo y sin darme tiempo ni siquiera a
pensar, golpeó la llave contra un trozo de hierro hasta destrozarla, haciéndola
completamente inservible.
Mi corazón se aceleró y mis ojos miraban incrédulos cómo destruía la única copia de la
llave que abría la cerradura de mi cinturón de castidad.
Ella me miró a los ojos, sonriendo abiertamente y susurrándome: “ya eres mío, mi
esclavo por siempre, tus deseos y los míos se han cumplido, y soy más feliz que nunca,
te amo, esclavo”.
Luego sacó un destornillador, se acercó a mí, lo introdujo en la cerradura de mi
cinturón y con varios golpes de martillo inutilizó sin remedio la cerradura. Yo seguía
mirando sin creer lo que estaba pasando, atado a la cama, excitado como nunca,
prisionero, por siempre esclavo de mi ama.
“Ya está, ya eres mío completamente, tú y tu placer, como ambos deseamos. Te amo y
eres mío para siempre, mi esclavo, qué feliz soy. ¿No eres tú feliz, mi amor…?”.

Vamos a entrar en materia…

El objetivo principal de un cinturón de castidad femenino (me centraré sobre todo en él


por ser el más habitual) es denegar a la esclava las actividades sexuales habituales:
masturbación y penetraciones, tanto vaginales como anales.
Voy a tratar someramente el aspecto psicológico de los cinturones de castidad, ya que
el físico está bastante claro y ya comentaré más adelante los distintos tipos de
cinturones y demás cuestiones técnicas.
Antiguamente se utilizaba el cinturón de castidad para impedir la infidelidad de la
esposa durante las ausencias del marido. Es una tontería hablar aquí de los Cruzados y
demás cuentos de la Edad Media ya que entraríamos en la leyenda, casi todas sin rigor
ni fundamento histórico, la mayor parte de ellas elaboradas a partir de ilustraciones y
gráficos realizados en el pasado siglo, ya que el enfoque que queremos darle es su uso
actual y el componente humillante y psicológico en el BDSM.
Por lo tanto, podemos presuponer que la misión del cinturón sería la de impedir a
nuestra esclava un comportamiento díscolo y poner freno a las aventurillas extras que
le apeteciese tener por su cuenta y sin consentimiento del Amo/a. Dentro de nuestros
juegos, es un tanto impensable la desobediencia de la esclava y el uso del cinturón
forma parte del aspecto más psicológico e importante del BDSM, la restricción genital.
Lógicamente, también podemos prohibir la masturbación y la infidelidad a nuestra
esclava por una temporada, pero siempre es posible que nos quede alguna duda de su
cumplimiento cuando no estamos con ella o simplemente como una imposición de
castigo, y para ello nada mejor que usar el cinturón de castidad.
Además, el cinturón afianza y reafirma su condición de esclava en todo momento. De
todas las formas de actividades sexuales prohibidas a nuestra esclava, la más fácil de
restringir es el sexo vaginal. La restricción puede ser realizada de muchas formas y
maneras, pero aquí y centrándome sobre todo en el cinturón de castidad, vamos a
tratar tres formas: mediante piercings, inserción de aparatos en la vagina y el cinturón
de castidad, propiamente dicho, por lo que este capítulo trataría más de la denegación
del placer que del cinturón en sí mismo.

PIERCINGS

Cada uno de estos métodos tiene sus pros y sus contras. El piercing presupone el
consentimiento de la esclava a ser perforada de forma permanente. Si es este el caso,
dos aros colocados en los labios mayores de la vagina, y un pequeño candado,
impedirán a la esclava cualquier tipo de penetración. Algunas esclavas están muy
dilatadas por el uso de aparatos de considerable tamaño y puede darse el caso de
necesitar más de dos aros y requerir cuatro o incluso seis.
La principal ventaja del piercing consiste en su discreción, dada la pequeñez de los aros
y del candado (es posible que algunos Amos/as puedan preferir colocarle candados o
cierres de seguridad mucho más grandes y de mayor peso). La sumisa, con esta forma
de castidad forzada, puede vestir minifaldas, mallas ajustadas, bañadores… sin temor a
que su “secreto” sea descubierto en cualquier momento. Además, una de las ventajas
más evidentes del piercing vaginal consiste en la posibilidad de combinar su uso con
otras modalidades o disciplinas dentro del BDSM, como son el bondage, las pinzas o la
utilización de pesas.
Y también se debe resaltar su estética como un factor a tener en cuenta a la hora de
llevar a cabo actividades de tipo exhibicionista. Por otro lado, tenemos que resaltar el
propio aspecto simbólico, con toda la carga psicológica de entrega de la esclava hacia
su Amo/a y como símbolo de pertenencia a éste/a, también podemos colocarle en los
aros una plaquita con el nombre del Amo/a.
Algo muy importante a tener en cuenta cuando se va a realizar un piercing, es acudir a
un profesional que cumpla con todas las medidas de seguridad e higiene, y cuente con
los permisos pertinentes para dicha actividad, de esto hablaré en otro capítulo
dedicado al piercing.

INSERCIÓN DE OBJETOS EN LA VAGINA

La segunda forma más discreta de garantizar la castidad es la introducción de objetos


(normalmente dildos) en la vagina. El dildo es introducido en la vagina y mantenido en
su interior mediante una cuerda, cadena o correa, que se une a otra colocada en la
cintura de la esclava. Este método tiene sus desventajas, ya que es muy fácil retirarlo
por parte de la esclava. En vez de correas, se pueden utilizar cadenas tanto en la
cintura como en la entrepierna, de esta forma podemos colocar unos candados que
imposibiliten su fácil retirada, uniendo el consolador a la cadena que pasa por la
entrepierna y apretando bastante las cadenas para que le sea imposible sacárselo.
También podemos utilizar dos consoladores, uno para la vagina y otro para el ano.
Además este modelo es de muy fácil construcción casera, sin ningún tipo de
complicación y está al alcance de cualquiera. Por otra parte, se pueden utilizar dildos
de muy variados tamaños o con vibración, como una forma adicional de castigo. Este
sistema es muy discreto, ya que puede utilizarse bajo ropas anchas, sin que nadie
pueda notarlo.
Otra cuestión a tener en cuenta son las posibles alergias y picores que en la esclava
puedan producir el látex y demás materiales con que suelen estar fabricados los dildos.

CINTURONES DE CASTIDAD
La parte metálica o de cuero que cubre la vagina de la esclava lleva el nombre de
escudo. El escudo debe cubrir la vagina pero, obviamente, no estar físicamente unido a
ella, y su posición está determinada por el triángulo del pubis. El cinturón debe
ajustarse a sus muslos y estar rígido para que no se mueva. El escudo debe ejercer
cierta presión sobre la vagina, de otro modo la esclava puede moverse o
contorsionarse de alguna manera que quede algún hueco para introducirse un dedo o
algún tipo de artilugio fálico. Por norma, como es lógico, todos los cinturones de
castidad van provistos de ranuras o huecos por los que hacer las necesidades
fisiológicas sin necesidad de quitarlos, de la misma forma que deben ser fáciles de
lavarse íntimamente con ellos puestos.
Los cinturones comerciales fabricados en acero o cuero cumplen a la perfección esta
misión, eso sí, son algo caros y sólo los puedes encontrar, con la mínima calidad
exigida, a través de tiendas on-line especializadas. Algunos fabricantes también ofrecen
cinturones de castidad muy interesantes, provistos de consoladores, ya sean de látex o
de acero, que penetran a la esclava tanto por la vagina como por el ano y que una vez
colocados y cerrados aportan un castigo y humillación adicionales.
También hay un modernísimo sistema de castigo mediante descargas eléctricas a través
de electrodos unidos a los consoladores de acero que penetran a la esclava o (en los
cinturones que no cuentan con los consoladores) con electrodos colocados
estratégicamente en el cinturón y que mandan pequeñas descargas de baja intensidad,
bien al clítoris, ano, vagina, labios… Ambos modelos son caros, pero la verdad es que
merecen la pena dada su versatilidad y variedad en el castigo.

DENEGACION DE LA MASTURBACION

Mientras los cinturones comerciales son muy satisfactorios contra la penetración


vaginal, normalmente fallan en denegar la masturbación del clítoris. Las razones del
porqué los cinturones de castidad son más fácilmente eludibles para la masturbación
que para la penetración son obvias. Primero, es más fácil detener o parar algo rígido
con el diámetro de un pene, que algo tan pequeño y articulado como el dedo
femenino. En segundo lugar, la penetración es perpendicular al cuerpo, mientras los
dedos no tienen problemas en llegar al clítoris en paralelo…
Total, que la manera de evitar esto en la medida de lo posible es la de usar un cinturón
bien apretado al pubis, intentando siempre que, por mucho que la esclava encoja el
vientre, no quede espacio entre el escudo y la piel para la incursión de su dedo.
Tenemos la ayuda del hueso pélvico, sin él sería imposible evitar la masturbación… y
aún así es difícil. De todas formas el cinturón no debe ir muy apretado, debe de ser fácil
de llevar en todo momento, sino no tendría mucha gracia, por lo que aquí el
adiestramiento y disciplina de la esclava es el factor crucial.

¿HAY UN CINTURON IDEAL?

Cada persona es un mundo aparte y para cada una hay que fabricar un cinturón
específico. Esto es casi imposible por ser un producto artesano y de elevado coste, ya
que si recurrimos a los catálogos de los fabricantes existentes en Internet, las medidas
nunca se podrán ajustar lo bastante (aunque hay cinturones ajustables), ya que hay
que tener en cuenta que el cinturón no sólo debe restringir, sino además ser algo
cómodo de llevar.
La anatomía femenina varía mucho de una mujer a otra y hay que tener en cuenta la
firmeza y el ajuste perfecto del cinturón a los genitales. Hay cinturones metálicos que
disponen de unos huecos para los labios vaginales y el clítoris, son más anchos en la
zona del clítoris de forma que no existe contacto entre éste y el escudo, por lo que
adicionalmente facilita la masturbación.
Este tipo de cinturón es muy ajustado y es casi imposible tirar de él, porque al estar casi
aprisionando los labios que sobresalen, si se tira de él para separarlo el hueco del
cinturón presiona sobre los labios, procurando dolor a la esclava. Los hay que el escudo
cubre completamente la vagina, dejando sólo una pequeña abertura para la emisión de
la orina. Debemos seguir resaltando los posibles problemas que pueden causar los
cinturones debido a alergias.

LA CERRADURA O CIERRE
Los cinturones de castidad pueden tener la cerradura principalmente en tres lugares: al
frente, atrás o en la entrepierna. De todos estos el más incómodo es el que se
encuentra en la parte posterior. No sólo por el feo abultamiento al llevarlo bajo la ropa,
sino al sentarse, al acostarse…
El más discreto es el que se encuentra en la entrepierna, entre la vagina y el ano. Y el
más cómodo y común es el que está en la parte delantera del cinturón.
Hay más posibilidades de situación de la cerradura, pero las descritas son las más
comunes. Otro tema a tener en cuenta con las cerraduras es que éstas sean seguras y
lo más planas posibles, aunque la seguridad a mi entender es lo de menos, ya que con
el dominio psicológico ejercido sobre la esclava y el posible castigo posterior,
suponemos que no tendrá excesivas ganas de ser infiel a su Amo/a o desobedecerlo.

CONCLUSIONES

El cinturón de castidad ha de ser firme pero a la vez confortable de llevar y no tener la


esclava problemas para trabajar, dormir, bailar… Hay que tener especial cuidado en el
cierre, para que pueda ser usado bajo los pantalones o vestidos. Mientras permite a la
esclava libertad completa de movimientos, denegará cualquier orgasmo, sobre todo
cualquier tipo de penetración o masturbación prohibida por su Amo/a.
Uno de los mejores metales para el cinturón de castidad que tenga que ser llevado por
un período largo es el acero inoxidable. Cualquier otro metal (sin contar el oro o el
platino, claro que serían algo caros, si puedes permitírtelos, felicidades), puede
desgastarse u oxidarse por el efecto de la orina, las duchas, al efectuar la higiene
íntima…
Su diseño debe llevar orificios para la orina y las heces y estar diseñado para que su
limpieza se lleve a cabo en pocos minutos y de forma fácil. Su limpieza debe convertirse
en una rutina diaria y nunca olvidar limpiarlo por su parte interior, debajo de la
superficie del metal. Durmiendo es un poco incómodo, pero su uso diario hará que la
esclava se acostumbre.
Al salir de casa hay que procurar salir, a ser posible, con las necesidades hechas, ya que
su limpieza fuera del hogar puede ser un tanto dificultosa y comprometida, de todas
formas es mejor ir preparados. Se pueden usar cinturones de castidad de cuero, pero
son poco recomendables, ya que el cuero es poco amigo del agua, encoge y puede
agrietarse. Algunos otros metales, como el bronce, tampoco son recomendables ya que
como es bien sabido, al desgastarse manchan la piel.
De todas formas, aparte de su poder restrictivo, el cinturón de castidad ejerce un
poderoso sentimiento de sumisión a quien lo lleva y con la orden del Amo/a, ya es
suficiente para que el cinturón sea un importante instrumento de dominio, castigo y
humillación.
Espero que este capítulo te anime a incluir esta interesante pieza en los juegos junto a
tu pareja. Como he comentado anteriormente investiga por Internet para encontrarlo y
no pierdas el tiempo en sex-shops, pues lo que hay, si es que hay, no es interesante con
respecto a la calidad mínima exigida y a un precio abusivo.
MORDAZAS

Las mordazas constituyen el complemento ideal en cualquier escena BDSM. Una vez
atado e indefenso nuestro esclavo/a, lo único que falta es una buena mordaza que nos
ahorre sus inútiles protestas. También la mordaza cumple una función estética y de
carácter marcadamente fetichista, no sólo su uso es para acallar al esclavo/a, sino que
también juega el componente restrictivo y de sentimiento de una mayor indefensión.
Actualmente existen en el mercado mordazas para todos los gustos y necesidades, de
todas las formas y colores.
Las mordazas han seducido a amos y esclavos por igual. Quizá ese día el amo quiera
apagar los gritos de dolor y placer producidos por su fusta, o a la esclava le guste sentir
llena la boca con un gigantesco pene de látex rozándole la campanilla, y los arreos de
cuero con remaches potencian el componente fetichista.
Y siempre es humillante no poder proferir más que sonidos ininteligibles, al tiempo que
un riachuelo de saliva escapa por la comisura de la boca sin remedio.

TIPOS DE MORDAZA

En el ejemplar más sencillo y light de mordaza tendríamos los pañuelos. Herramienta


multiusos, también nos sirve para atar y vendar los ojos a nuestro esclavo/a. Cuidado,
aunque lo hayas visto en películas, si metes un pañuelo suplementario dentro de la
boca, con la saliva se vuelve una masa pastosa y podría provocar ahogamiento, ten la
precaución al menos de anudarlo con el de fuera.
-Mordaza de Bola: Un clásico. La "pelota" roja también ha hecho acto de presencia en
películas. Existe en infinidad de colores. En Japón existe una variante de bola hueca y
con agujeros. Se respira mejor y se babea mucho más, lo que añade un toque más de
interés.

-Pene de Látex: En vez de una bola, lo que se introduce en la boca del esclavo/a es una
reproducción más o menos fiel, y más o menos grande, de un pene. Para que no se
aburra. En algunos modelos sale otro pene hacia fuera. Para que no se aburra el
Amo/a.

-Mordazas Hinchables: Una especie de globo se introduce en la boca, y se infla gracias


a una pera (idéntica a las de tomar la tensión) unida por un tubito, que queda colgando
fuera. Muy Bizarre.

-Mordaza de Aro: Un aro se encaja detrás de los dientes, impidiendo cerrar la boca.
También puede tratarse de un tubo. El objetivo es el mismo, dejar abierto el paso.
Desarrolla la imaginación del Amo/a.

-Extensor Dental: Este artilugio está sacado directamente de la consulta del dentista.
Un mecanismo de tijera y unos hierros aprisionan la boca del esclavo/a, dejándola
abierta y a disposición del Amo/a. Muy Bizarre.

-Mordaza de Bambú: Made in Japan. Dos palos de bambú mantienen abierta la boca,
enganchados por otros dos palos cortos en los extremos.
En una variante, aprisionan la lengua entre los palitos de bambú, sustituyendo los palos
de los extremos por gomitas elásticas, que hacen presión.

-Mordazas para Ponys: Inspirados en los arreos de los caballos, el sumiso/a muerde un
palo con anillas en los extremos, que suelen ir unidas a largas correas, y a un Amo/a
con fusta. Muy sexy.
Estos son los tipos básicos, todo lo que veas podrás clasificarlo en uno u otro grupo.
También he preferido concentrarme aquí en lo sustancial, las mordazas propiamente
dichas, pero siempre vienen acompañadas de sistemas de sujeción más o menos
complicados, desde la funcional cinta que se anuda en la nuca, hasta los aparatosos
arreos de los ponys, con penacho y todo, pasando por la infinidad de "domadores"
(trainers en inglés) de correajes claustrofóbicos. La oferta es ilimitada, como la
imaginación humana.

PELIGROS Y PRECAUCIONES

Con las mordazas siempre hay que tener presente el riesgo de asfixia. La mayoría de
modelos suelen dejar pasar el aire sin problemas, bien por las comisuras de la boca,
bien por un agujero especial. Pero en los modelos que no tengan ningún paso, hay que
cerciorarse de que el esclavo/a respira sin dificultad por la nariz, y no dejarle nunca
solo.
Sobre todo al principio, hay que tener cuidado con la sensación de vómito. Si nunca has
probado una mordaza e introduces algo voluminoso en tu boca (pañuelo, mordaza
hinchable, pene de látex…) lo más probable es que vayas corriendo al baño con la
sensación y las ganas de vomitar. Para evitar sustos, lo mejor es que el esclavo/a
pruebe él mismo antes la mordaza, sin cerrar los cierres, sin las presiones externas de
una sesión, que se acostumbre a tenerla en la boca, que la "deguste". Con el tiempo, y
práctica, será el propio esclavo/a el que pida nuevas mordazas y nuevas sensaciones.
Si la mordaza es poco sólida en sí misma, un trozo podría desprenderse bajo la presión
de las mandíbulas del sumiso y penetrar en la garganta y obstruirla, o bien provocar un
vómito que a su vez podría ocasionar asfixia. Mucha precaución con las mordazas
hinchables.
Algunos mecanismos de fijación de la mordaza (tira de cuero o cuerda) se apoyan en la
comisura de los labios y si son abrasivos, podrían no sólo producir heridas, sino
también dejar marcas embarazosas en la cara del sumiso/a. Cuidado, si la mordaza es
demasiado pequeña, podría resbalar al fondo de la garganta y obstruir la faringe,
impidiendo la respiración.
Señales de alarma. Dado la imposibilidad evidente del sumiso/a para comunicarse, hay
que establecer, como de costumbre, una clave o contraseña no verbal en caso de que
quiera interrumpir la escena.

DÓNDE CONSEGUIRLAS

Las de fabricación casera, como los pañuelos, no tienen más problema que encontrar
unos grandes almacenes y el gusto personal del comprador. La mordaza de bola suelen
tenerla en todas las sex-shops, y en las bien surtidas también encontraréis los arreos
tipo pony. Aunque la mejor opción como siempre es buscarlas en Internet donde la
oferta es muy amplia y los precios más bajos, además de poder comparar costes en
diferentes tiendas on-line.
Ten también en cuenta que en el artículo he hablado sólo de los rasgos generales.
Existen multitud de variantes, tantos como proveedores, ya que estos suelen diseñar
sus propias mordazas.

FABRICANDO NUESTRA PROPIA MORDAZA

Hablemos de las más básicas:

MORDAZA BOCADO EQUINO: No es realmente una mordaza, en el sentido en que no


corta los sonidos, sino que impide articularlos.
Cortar un trozo de madera del diámetro deseado (1-2cms). Aserrar un trozo de unos 17
o 18 cm. de largo más o menos, descortezar y pulir. A unos 0.5 cm. de cada extremo,
marcar una ranura que rodee el trozo de madera. Esta ranura permitirá atar una
cuerdecita sin que resbale, la cual pasará por detrás de la nuca del sumiso y le impedirá
librarse del bocado.
También podemos encontrar la mordaza equina en goma en tiendas de artículos de
caballo, son muy baratas, no más de 10 euros, y con ponerle las correíllas a los lados ya
tenemos una mordaza equina auténtica.
MORDAZA BOLA 1: Esta es una mordaza eficaz. Los sonidos quedan correctamente
ahogados.
Comprar una bola de caucho o espuma mullida (juguete infantil o para animales). Con
la punta de unas tijeras hacer un agujero de lado a lado de la bola. Hacer pasar por el
agujero unas medias muy finas con la ayuda de un lápiz, por ejemplo. La media se atará
detrás del cuello del sumiso/a. Y ya está, acabado, pero hay que reconocer que, si bien
su seguridad y su eficacia son excelentes, no es estéticamente muy atractivo.

MORDAZA BOLA 2: Más estético y más difícil de realización también. Comprar una bola
de caucho duro y un collar de perro de cuero para perro grande. Cortar la bola en dos
con una sierra o cuchillo bien cortante. Grabar en el lado plano de cada media bola una
muesca del mismo ancho que la correa de perro y la mitad de su espesor. Colocar el
collar entre las dos mitades de la bola. Unirlo todo por medio de un tornillo que deberá
pasar a través de la primera mitad de la bola y del collar y penetrar hasta la mitad del
espesor de la otra media bola. La cabeza del tornillo deberá sobresalir por el lado
exterior de la mordaza (no en la boca, claro está). El uso de un collar canino permite
poner un candado en el anillo de éste y de hacer así la mordaza completamente
inamovible sin la llave.

MORDAZA VARILLA O PALITO: Más o menos es como la que hemos definido antes
como mordaza de bambú. Es igual que la mordaza bocado equino, no es realmente una
mordaza sino que ésta, no satisfecha con impedir la articulación de sonidos, los
provoca. Se trata efectivamente de un tipo de instrumento de tortura que tiene el
mérito de hacer que la lengua del sumiso sea totalmente accesible. Coger 8 ó 10
varillas de madera, del tipo de las empleadas para brochetas de carne. Separarlas en
dos mitades de 4 ó 5 varillas y colocarlos de una parte y otra de la lengua que el
sumiso/a tendrá fuera al máximo. Unir los extremos de dos en dos con goma elástica o
hilo. Se puede variar más o menos la presión entre las varillas.

Y ya sabes, curiosea por Internet para encontrar la mordaza que más se adapte a tus
gustos.
PIERCING GENITAL

El anillado es una exquisita técnica que cada vez se encuentra más extendida en
nuestro país, como motivo estético principalmente. Aunque no tiene necesariamente
una vinculación directa con nuestro mundo, bien es verdad que el piercing, según
como se use, tiene unas connotaciones BDSM que aumentan el placer y que son
totalmente válidas en nuestros juegos de dominación y sumisión. Los piercings llegan a
formar parte de la estética, que junto a vestuario y demás, forman parte esencial del
Universo Fetichista, que tan estrecha relación tiene con el BDSM.
Quiero comentar, que para este capítulo, no sólo he consultado con expertos en la
materia, sino que además hablé con personas pertenecientes al ramo sanitario y
especialmente con una doctora especializada en acupuntura, la cual me comentó que
el anillado puede tocar ciertos puntos del sistema nervioso y ser de alguna forma
perjudicial. Por todo ello insistiré de forma muy especial en las medidas de seguridad,
higiene y cuidados del piercing.
También comentar que hay que pensarse mucho el realizarse un piercing, puesto que
es algo que forma parte de la moda actual y que es posible que en un futuro pase de
moda y te arrepientas y decidas no llevarlo, dejándote en la piel una marca indeleble
aunque se cierre la perforación. Por ello, quiero que quede claro que tienes que estar
totalmente seguro de dar el paso, porque digan lo que te digan, una vez usado el
piercing durante un tiempo prolongado, el anillado deja marca y si en el aro se han
usado pesos de forma frecuente la perforación no se cierra (se estrecha, pero no se
cierra). También quiero remarcar el componente que hace tan atractivo el piercing a los
amantes del Fetish-BDSM, ya que posee un gran poder visual y estético, a la vez de
poder ser usado de forma humillante, como marca o castigos. Espero que te resulte
interesante este apartado y te ayude a elegir tu piercing favorito.

FUNDAMENTOS

En primer lugar he de insistir en que nunca se ha de intentar realizar la práctica del


anillado por parte de uno mismo, ya que puede resultar peligroso a consecuencia del
riesgo de infecciones bacteriológicas y/o víricas. Siempre el interesado debe ponerse
en manos de un auténtico profesional, de contrastada experiencia e instrumental
adecuado, y a ser posible con algunos conocimientos médicos.
Lo primero a tener en cuenta es que el material a utilizar ha de ser hipoalérgico y no
corrosivo, nunca oro o plata mientras la perforación no haya cicatrizado. Debe estar en
perfectas condiciones higiénicas y garantizar la debida seguridad. Asimismo, el
profesional, su instrumental y el lugar de trabajo deberán estar inmaculadamente
limpios (un buen profesional cuida siempre estos extremos) y toda pieza de equipo que
se use (agujas de perforación, joyas e incluso corchos) han de estar absolutamente
esterilizados.
Hay que tener en cuenta que una esterilización efectiva no consiste únicamente en
meter estos utensilios en alcohol, o siquiera hervirlos. Lo que se debe usar son
autoclaves médicos profesionales que garantizan la destrucción de todos los
microorganismos perjudiciales. Exige el empleo de equipo desechable, de un sólo uso,
y no afrontes el anillado bajo el influjo de alcohol o drogas. Esto vale tanto para la
persona que va a ser anillada como para el profesional que va a efectuarlo. Recuerda
también informar al profesional detenidamente sobre el uso que va a dársele al
anillado, si va a ser únicamente decorativo o va a estar sujeto a esfuerzos y
estiramientos, él te asesorará y obrará en consecuencia.

…Y CONDICIONES

Todas estas medidas pueden parecer exageradas, pero son sólo un signo de prudencia.
El piercing es una práctica extremadamente segura cuando se realiza correctamente,
por ello hay que evitar correr riesgos innecesarios. Por ejemplo, es muy arriesgado
efectuar una perforación durante una sesión de BDSM, en ellas suelen estar presentes
abundantes agentes no estériles: sudor, saliva, secreciones corporales... que resultan
focos de infección. La iluminación acostumbra a ser inadecuada durante una escena,
así como el entorno dista bastante de ser totalmente aséptico. Una persona
responsable y prudente jamás lo haría en dichas circunstancias. Además la sesión
podría decaer en su interés ya que, como todos sabemos, para que funcione debe
llevar su ritmo adecuado y la perforación exige el tiempo y el cuidado necesarios.
Nunca debe confundirse el piercing con el uso de agujas como instrumento de castigo,
ésta es una práctica BDSM como cualquier otra, pero el anillado es más bien una
situación clínica.

COMO HACERLO

Básicamente y dependiendo del lugar a perforar, se utilizarán dos tipos de técnicas…

Técnica de pinzado: El la más usada, sobre todo en pezones, frenillo, bolsa testicular y
labios vaginales. Se usan los dedos o un instrumento apropiado para estirar y mantener
la piel firmemente en su lugar mientras se efectúa la perforación. Esto hace posible un
alineamiento muy preciso, consiguiéndose una mayor perfección en la realización del
anillado.

Técnica manual: No emplea pinzas, sino que es la destreza del ejecutante quien lleva el
peso del trabajo. Obviamente exige una gran experiencia y pulso firme para ser bien
realizado. Se emplea en las perforaciones en glande y clítoris, que son las que
presentan una mayor complejidad.

DONDE HACERLO

Una vez decidido el piercing debemos elegir la zona que vamos a anillar. Seguidamente
te enumero los diferentes tipos de anillado, dividiéndolos en masculinos, femeninos y
un tercer grupo que es aplicable a ambos sexos.

PIERCING FEMENINO

Empecemos con las féminas. Fundamentalmente sólo hay cuatro tipos de


perforaciones genitales femeninas: labios exteriores e interiores, clítoris y repliegue del
clítoris. Debe tenerse en consideración que no todas ellas son apropiadas para la
totalidad de las féminas, ya que los órganos genitales femeninos presentan muy
variadas configuraciones, hay labios internos prácticamente inexistentes y otros de
varios centímetros, o clítoris perfectamente visibles frente a otros permanentemente
hundidos bajo su pliegue.

PERFORACIONES EN LABIOS INTERNOS: Estos son lóbulos de piel desprovistos de vello


que se extienden desde el pliegue del clítoris hasta casi el ano. Esta es una de las zonas
más frecuentemente elegidas para efectuar perforaciones, ya que al ser el tejido fino y
delgado es relativamente fácil de perforar y suele cicatrizar con gran facilidad, a veces
incluso en escasos días. Aunque la colocación de la joya genital sea meramente
estética, nunca ha de efectuarse a menos de cinco milímetros del borde, para evitar
cualquier desgarro ante un esfuerzo o colocación de pesas. En este tipo de piercing es
sencillo ampliar la perforación, para colocar joyas de mayor grosor por ejemplo, pues el
mismo peso del adorno la acrecienta poco a poco.
PERFORACIONES EN LABIOS EXTERNOS: Estos configuran la parte exterior de los
genitales femeninos y al igual que ocurre con los internos, pueden ser perforados en
cualquier punto a lo largo de los mismos, si bien cuanto más abajo suele resultar más
molesto, a decir por las usuarias. Debe considerarse que por ser más gruesos que los
labios internos, tardan más en cicatrizar, de cuatro a ocho semanas.

PERFORACION EN EL PLIEGUE DEL CLITORIS: Es la piel que recubre a éste y cuyos


bordes llegan hasta los de los labios interiores. Puede ser perforado horizontal o
verticalmente, y por ser de tejido fino y delgado, cicatriza con prontitud, alrededor de
tres semanas.

PERFORACION EN EL CLITORIS: Es ésta una perforación poco habitual, aunque muy


apreciada, pues dicen que incrementa las sensaciones eróticas de la mujer. Tanto la
perforación como la posterior colocación de la joya son difíciles, pues el clítoris posee
un grupo de músculos de contracción involuntaria que le hacen retraerse bajo la piel.
Además, a causa de dicha contracción y de estar perforado por una joya, gradualmente
el anillado puede ir cortando el tejido, causando un desgarro. Por todo ello, lo normal
es que se aplique este tipo de piercing a clítoris especialmente prominentes. Tarda
unos dos meses en cicatrizar, siendo el proceso algo doloroso debido al gran número
de terminaciones nerviosas de extremada sensibilidad que abundan en este órgano.

PIERCING MASCULINO

DYDOES: Son perforaciones en el borde de la corona del glande. Es una variedad de


piercing de reciente aparición nacida en Europa. Sólo puede llevarse a cabo con éxito
en penes circuncisos, ya que el prepucio aprisiona y dobla las joyas causando
molestias. La barra con dos bolitas de pequeño tamaño en sus extremos es la joya que
ofrece mayor seguridad en este tipo de piercing.

PRINCIPE ALBERTO: Se trata probablemente del piercing masculino más famoso. Se


efectúa la perforación a través de la uretra hasta la base del glande y se lleva un anillo
denominado “de gala”. El diámetro interior debe ser igual a la distancia entre el meato
de la uretra y la perforación, de esta forma el anillo se ajusta para que no tenga
demasiado movimiento y su roce sea menor, con el fin de que no provoque daño.
El tejido del glande es muy fuerte, haciendo posible que se tire del anillo o se presione
el pene sin causar molestias. Se recomienda usar anillos de grosor suficiente, al menos
de 2’5 milímetros. El nombre de Príncipe Alberto viene en honor del marido de la reina
Victoria, que según se dice usaba el anillo para atarse el pene al muslo y eliminar el
bulto en los pantalones, entonces muy ajustados como exigía la moda de la época.

GUICHE: Consiste en una perforación de unos dos centímetros de largo hecha de lado a
lado y localizada entre el escroto y el ano. Se encuentra su origen entre los nativos de
las islas del Pacífico Sur. Es uno de los piercing más molestos y de más difícil curación,
ya que normalmente se está sentado sobre él.

APADRAVYA: Consiste en una perforación vertical que atraviesa el glande y tiene salida
por el mismo orificio que el Príncipe Alberto. Se trata de una perforación importante,
en la que hay que prestar muchísima atención a los nervios y vasos sanguíneos que
abundan en la zona. Proviene del sur de la India.

AMPALLANG: Es una perforación que se realiza horizontalmente a través del glande y


puede interceptar o no la uretra. Como su similar Apadravya, reitero lo anteriormente
dicho por lo delicado de la zona donde se efectúa. Es originario del área de Borneo y la
zona del Océano Indico.

PREPUCIO: Consiste en una perforación en la piel suelta que recubre el glande. Puede
constar de una o varias perforaciones. Cuando el prepucio se desliza hacia delante, las
joyas quedan en el extremo del pene.

FRENILLO: Este es el pequeño tejido que une prepucio y glande y que da nombre a esta
perforación. Consiste en una perforación horizontal a través de la piel suelta. Puede
llevarse una barra de pesas o un anillo.
HAFADA: Se trata de una perforación realizada en el escroto, a ambos lados del pene y
muy cerca de la base de éste. Aunque es superficial, no deja de ser delicado y
peligroso, ya que hay que evitar que en el saco escrotal entre cualquier sustancia que
pueda dar pie a una infección de nefastos resultados, esto incluye el aire o el agua.
Proviene de Arabia.

TRAS EL PIERCING

Una vez efectuada la perforación viene lo más delicado, que es el cuidado posterior del
anillado y el proceso de cicatrización. Tal proceso se divide en dos fases. Una primera
caracterizada por pequeñas hemorragias y formación de nuevo tejido alrededor del
piercing, que puede ser fácilmente deteriorado si se mueve o gira la joya. Y una
segunda fase en la cual el citado tejido se endurece y por fin cicatriza alrededor de la
joya. Completadas estas dos fases, ya no se corre el riesgo de que cierre el orificio si no
usamos el adorno durante un tiempo prolongado. Pero ojo, te puedes encontrar con
que el orificio se ha contraído considerablemente y debe ser agrandado de nuevo.
En general, el período de cicatrización oscila entre las seis y las veinticuatro semanas,
dependiendo del tipo de piercing efectuado y la fisiología de la persona. Una dieta rica
en vitamina C es ideal durante este período. Y recuerda no forzar el piercing en algunos
meses así como buscar un diámetro de joya adecuado a tu perforación.
Los problemas más comunes vienen dados por la falta de limpieza de la herida o bien
por alergias al desinfectante o a la propia joya. Sus síntomas son picazón, erupciones,
aumento del agujero, presencia de pus o de fluidos incoloros... Si sospechas que sufres
alguna alergia, contacta con el profesional que te haya hecho el piercing o con tu
médico. Aunque es muy raro si se toman las debidas precauciones, también pueden
aparecer infecciones, caracterizadas por dolor, inflamación, fiebre, hemorragias o pus...
en este caso es útil aplicar compresas calientes y no mover la joya, pero la única
solución es visitar al médico cuanto antes.

CUIDADOS DEL PIERCING


Vamos a ver a continuación el cuidado particular que requieren los diferentes tipos de
piercings.

PIERCINGS FACIALES: Anillado de la nariz, cejas y orejas. Tiempo de cicatrización


mínimo de seis a ocho semanas. Es normal encontrarnos con pequeñas hemorragias en
las dos primeras semanas. Hay que eliminar cualquier supuración que presente la joya
sacándola del orificio y lavándola con agua caliente con sal, además de lavar la
perforación con desinfectante bactericida tres veces diarias o después de estar
expuesta al polvo, sudor o suciedad. En este caso usar un paño suave o un algodón.
También puedes aplicar una capa de bactericida o antibiótico en crema sobre la
perforación un par de veces al día durante una semana, esto acelera la cicatrización y
preserva de la infección. Recuerda también alejar cualquier tipo de cosmético del
anillado, son muy irritantes. Asegúrate además de que tu ropa, almohada, sábanas...
no tengan ningún rastro de perfume o partícula de cosméticos, podrían ocasionar
irritaciones.

PIERCINGS ORALES: Labios y lengua. Tiempo de cicatrización de cuatro a diez semanas.


En los labios no es común la hinchazón, en la lengua la tienes asegurada, además de un
aumento de la sensibilidad e incluso dolor. Los anillados orales precisan de una
limpieza particular: debe lavarse la boca con abundante agua oxigenada, en especial
tras las comidas, pues podrían introducirse en la perforación partículas de alimento y
provocar una infección. Puede usarse igualmente para su higiene Listerine diluido en
agua, e incluso cepillar la lengua con agua con sal. Es aconsejable no fumar y resulta
prioritario no tener contacto sexual oral durante el proceso de cicatrización.

PIERCINGS CORPORALES: En pechos y ombligo el tiempo de cicatrización es de ocho a


dieciséis semanas. Es importante un lavado profundo de la perforación dos veces al día,
a no ser que haya estado expuesta a suciedad y sudor. En la perforación puede
aparecer una costra blanca o un fluido amarillento, esto es normal; elimínalo con un
algodón suave bajo la ducha. También es importante airear la herida, para ello
remueve suavemente la joya en el piercing efectuado. Nunca uses alcohol para limpiar
las perforaciones, pues destruye el tejido de cicatrización. Usa siempre agua caliente
con sal, que favorece el proceso. No debes tampoco vendar la herida, esto no es
necesario a menos que vayas a exponerla a severas condiciones de polvo o suciedad.
Mantente alejado de desodorantes y similares, así como de fluidos corporales, esto
incluye saliva semen. En el caso del piercing sobre pezones, éstos deben dejar de
sangrar en las doce horas siguientes a la perforación y las féminas deben recordar usar
algún tipo de pomada que aísle el piercing del sujetador.

PIERCINGS GENITALES:

-Ganchos genitales, labios interiores, clítoris, Fourchette, Príncipe Alberto, Frenlin:


cicatrización inicial de cuatro a ocho semanas.
-Labios exteriores, triángulo, escroto: cicatrización inicial de seis a doce semanas.
-Ampallang, Apadravya, Guiche: cicatrización inicial de doce a dieciocho semanas.
Se puede esperar una pequeña hemorragia continua durante las primeras doce a
treintaiséis horas, dependiendo de la profundidad o complejidad del piercing. Puedes
utilizar un ligero vendaje de gasa para subsanarla, aunque si la sangre pareciera no
coagularse, debes contactar rápidamente con tu médico. En las primeras seis horas,
sumergir la perforación en agua un poco más fría que la temperatura corporal, ayuda a
reducir la hinchazón y a detener esa pequeña hemorragia.
Es común también en los piercings genitales, especialmente triángulo, labios
exteriores, fourchette y demás piercings masculinos, una pequeña hinchazón y
sensibilidad dolorosa durante la primera semana. Para aliviarla, toma baños de agua
caliente con sal. La rutina de limpieza de los piercings genitales es idéntica a la de los
corporales.
Después de la limpieza, es conveniente orinar para expulsar a los agentes usados que
pudieran haber quedado en la vagina o pene y que podrían causar irritación. Tu orina
es totalmente estéril, por ello no es necesario limpiar después de orinar; aunque sí
puede producirte una ligera picazón en el corte, sobre todo los primeros días.
Recuerda no usar ningún tipo de desodorante ni perfumes, no tener relaciones
sexuales durante los cinco días siguientes a la operación y ser cuidadoso con el piercing
los primeros meses, pues cualquier tracción fuerte puede retrasar la cicatrización
definitiva. Los piercings genitales te abrirán un nuevo mundo de sensaciones
placenteras, sólo espera a que cicatrice convenientemente y luego limítate a
disfrutarlo.
Y ten en cuenta que cada persona es diferente y todo lo que te hemos expuesto aquí
está supeditado a las características de cada persona, el planteamiento ha sido
expuesto en términos generales.

DEPILACIÓN DEL ESCLAVO/A

Como en anteriores ocasiones, empecemos este nuevo capítulo con un relato que,
además de hacer más entretenido el manual, puede estimular nuestra imaginación…

“LA PELUQUERA
Eran las ocho y cuarto cuando entré en la peluquería. Era casi la hora de cerrar. La
peluquería estaba vacía, sólo quedaba la peluquera, que estaba barriendo en esos
momentos.
La peluquera tendría unos cuarenta años, rubia con el pelo largo y la verdad es que era
una mujer muy atractiva y esbelta. Me miró molesta, estaba claro que mi entrada para
ella era la posibilidad de terminar muy tarde. Sin embargo sonrió.
- ¿Qué desea? -preguntó alegremente.
Yo hice una pausa y tragué saliva. Estaba muy nerviosa y no sabía cómo decir lo que
tenía que decir. Sin pensarlo más y sonriendo amigablemente lo dije.
- Me envía mi Amo, Damián.
Ella dejó de sonreír y me miró de arriba abajo detenidamente. Su mirada se paró en
mis ojos y me corté, retirando la mirada. Yo soy bajita, delgada, pelirroja con ojos
verdes, pechos pequeños pero atrevidos. Sí, atrevidos, como muchos amigos me han
dicho en más de una ocasión.
Tengo treinta y un años, aunque bien podría aparentar veinticinco, como normalmente
imaginan los que me acaban de conocer.
- ¿Te dijo Damián qué más tenías que decirme? ¿Qué tratamiento tengo que hacerte?
-Mirando al suelo mi corazón parecía que quería salirse por la boca.
- Mi Amo Damián dijo… el tratamiento… el tratamiento completo.
- Bien, interesante. Saldré bastante tarde hoy, pero es interesante -Los ojos de la
peluquera traicionaron una mirada de excitación- Siéntate aquí un momento -me dijo
señalando una de las sillas delante de los espejos.
Me senté mientras ella fue a cerrar la puerta, dándole la vuelta al cartel de abierto
para dejar claro que ya estaba cerrado. Echó las persianas de la puerta y de las
ventanas. El mundo exterior desapareció para mí y sólo quedó aquel mundo de tubos
fluorescentes.
- Vuelvo enseguida.
La peluquera se fue al almacén. Yo esperaba con mi corazón saltando y mi respiración
nerviosa y agitada. El aire acondicionado seguía funcionando y sin embargo yo no
dejaba de sudar. Ella regresó y dejó una bolsa sobre otra silla.
Se puso frente a mí y poniendo un dedo en mi barbilla me alzó la cabeza. Su dedo
recorrió mi mejilla y abriendo su mano acarició mi rostro. Fue un toque sensual. Su
mano acarició mi cabello.
- Eres bonita. Desnúdate y a partir de ahora llámame señora -Estaba muy nerviosa y no
reaccioné- Levántate y desnúdate, ¿o no lo he dicho claro?
- Sí, señora -mi respuesta sonó titubeante, nerviosa.
Me levanté de la silla y me quité primero mi falda corta, luego la camiseta. Me quedé
en sujetador y bragas y la miré. Ella estaba preparando unos aparatos de esteticién y
con un gesto de cabeza me indicó que continuara.
Me quité el sujetador y las bragas y una vez desnuda, mis manos taparon mis pechos y
mi pubis pelirrojo.
- Separa esas manos, no eres la primera mujer que veo desnuda, además tenemos que
tenernos confianza, querida.
Retiré mis manos y las puse en mis costados, nerviosa. La mujer sonrió complaciente al
comprobar mi clítoris y mis pezones perforados con piercings.
En ese momento un sonido me sobresaltó y me asustó, alguien estaba abriendo la
puerta de la calle. Sentí pánico y mis manos volvieron a cubrir mis partes más
expuestas. Se olvidó de cerrar la puerta con llave. Sentí un golpe en la puerta con un
sonido característico. Había echado la cadena y la puerta no se abrió por completo. Ella
me miró seria.
- Quita esas manos y no seas tan pudorosa -me dijo dirigiéndose a la puerta mientras
yo la obedecía.
Se apresuró en disculparse con la persona que estaba ante la puerta, comunicándole
que ya estaba cerrado y que lo sentía mucho. Conversó un poco con la persona que
estaba en la puerta. Yo estaba en una esquina del local fuera de la vista de cualquiera
que se asomara por la puerta, pero aún así estaba muerta de miedo. Después de
disculparse cerró, esta vez con la llave.
- Bien, ya no nos molestarán, ¿por dónde íbamos? Ah sí. Ven, sígueme.
Me condujo hasta otro cuartito anexo a la peluquería donde había una camilla. Me
ordenó tumbarme boca arriba. De la bolsa que trajo sacó unas cuerdas, me cogió una
de las muñecas y la ató a la camilla. Repitió la operación con mi otra muñeca y con mis
tobillos, aunque antes me hizo flexionar las rodillas.
- Ahora una norma muy básica, todas os mojáis con el tratamiento completo y algunas
hasta se corren, así que hay una frase que dirás cuando te vayas a correr: “Soy una
zorra, me corro”, ¿lo has entendido?
- Sí, señora, llegado el caso la diré.
- Comencemos.
Acarició mi cuerpo lentamente, como comprobando la suavidad de mi piel. Cuando
llegó a los pezones agarró los piercings que los perforaban y tiró fuerte hacia arriba,
estirando mis pezones exageradamente. Luego alargó su mano hasta mi entrepierna y
agarrando el piercing de mi clítoris tiró, parecía como si quisiera comprobar hasta
dónde podía tirar.
Es una operación a la que estoy muy acostumbrada y el dolor es mínimo para mí. La
mujer sonrió mirándome a los ojos satisfecha. En un lado había una máquina para
preparar cera caliente para la depilación. Cogió la
paleta y extendió la cera por mis piernas, estaba muy caliente, yo estaba acostumbrada
a usar cera templada. No me dolió demasiado y el proceso no duró mucho, no soy muy
velluda y no hacía mucho que yo misma me hice la cera. Después me hizo las axilas,
aunque prácticamente no tenían vello.
- Ahora el pubis y la entrepierna.
Eso era otra cosa, me solía rasurar el vello de mi pubis, aunque no completamente,
dejando siempre una tirilla de vello en mi monte de Venus, pero nunca me lo había
hecho con cera.
Extendió la cera caliente por los pelillos pelirrojos de mi pubis y por toda la entrepierna.
Aquello quemaba, di un respingo y tensé mi cuerpo en espera del inevitable tirón.
Nunca imaginé que aquello pudiera doler tanto, grité.
Grité con todas mis fuerzas y mis ojos no tardaron en derramar lágrimas. Me retorcí
todo lo que me permitieron las ataduras. El dolor parecía que no iba a desaparecer,
mientras la mujer no dejaba de sacar tiras de cera de toda mi entrepierna y encima,
con el pubis tuvo que repetir la operación. Mis lágrimas escapaban libres por mis
mejillas y me mordía el labio para no gritar de nuevo.
Una vez terminada la depilación total de mis piernas, axilas y entrepierna, la peluquera
cogió una ampolla, la partió y comenzó a verter el contenido sobre mi pubis y mi
entrepierna. Con sus manos realizó un masaje de lo más sensual y no pude evitar que
mi coño reaccionara. La mujer continuó masajeando mis piernas y de nuevo volvió a la
entrepierna. Introdujo dos dedos en mi coño.
- Veo que estás mojada, no te preocupes, ya tendrás tiempo de mojarte aún más un
poco más tarde. ¿Sabes cómo es el tratamiento completo de Damián?
- No me dijo nada, sólo me ordenó venir y decirle lo que le dije antes, señora.
- Bien, te llevarás toda una sorpresa. ¿Pero estás segura?
- Sí, señora, estoy segura de obedecer los deseos de mi Amo, no se preocupe y haga lo
que tenga que hacer, estoy dispuesta a todo lo que él ordene.
- Bien, pequeña -y la mujer se agachó y me dio un dulce beso en los labios.
Se sentó al lado de mi cabeza y con unas pinzas comenzó a depilar mis cejas. Era algo a
lo que estaba casi acostumbrada, aunque nunca creo que nadie se acostumbre
totalmente a que le arranquen los pelillos de las cejas. La verdad es que mis ojos
continuaron lagrimeando y yo, tensa, aguantando el dolor. La mujer echaba su tiempo,
parecía que nunca iba a acabar. Aguanté lo mejor que pude, hasta que dio por
finalizada la depilación de las cejas. De nuevo me dio un suave masaje con una crema
que refrescó el dolor que sentía en mis cejas.
- Pasemos de nuevo al salón.
La peluquera fue desatando mis manos y mis pies y cogiéndome de la mano me
condujo de nuevo hasta una de las sillas delante de los espejos. En su otra mano trajo
también las cuerdas. ¡No me lo podía creer! Al mirarme al espejo… ¡me había depilado
completamente las cejas! Me veía rara, extraña, no podía creer que el reflejo del espejo
fuera yo. No tenía ni un sólo vello sobre mis ojos.
- No te asustes, el tratamiento completo aún no ha terminado. ¿Quieres seguir a
delante?
Con cara aún sorprendida afirmé con la cabeza y balbuceé un “Sí, señora”. Me ató las
muñecas a la silla y luego ató mis tobillos. Pero en esta ocasión también ató mis codos
y mis rodillas a la silla. Además lo hizo fuerte y mis manos se tornaron un poco rojas.
No me preocupó, estaba acostumbrada a ataduras más severas, pero me extrañaba el
procedimiento, seguramente serían indicaciones de mi Amo Damián.
- Eres muy bonita -sentí su respiración junto a mi oído.
Sus labios de nuevo besaron los míos y su mano acarició mis pechos, tirando de las
anillas de mis pezones.
Cogió unas pinzas metálicas para el pelo y puso una en cada pezón. Abrí la boca
aguantando el dolor. Luego cogió otra pinza, agarró el piercing de mi clítoris y
estirando la piel al máximo, lo dejó al descubierto fuera de su capuchón protector, la
pinza lo mordió directamente. Mi cuerpo se tensó.
Su mano acarició mi entrepierna introduciendo un par de dedos. Los sacó, miró sus
dedos, que brillaban a la luz de los tubos fluorescentes debido a mi humedad.
- Te dije que te mojarías mucho más –Puso sus dedos mojados junto a mi boca. La abrí
y lamí los dedos de la peluquera impregnados con mis jugos- Sí, eres muy bonita.
La peluquera cogió unas tijeras y un peine y se puso tras de mí. Me sonrió a través del
espejo y comenzó a cortarme el pelo muy corto y sin darle ningún corte en concreto. Mi
melena pelirroja caía al suelo y yo no dejaba de mirar caer mi pelo cortado sobre el
mármol.
Cuando dio por terminado el pelado miré al espejo con ojos como platos. Me lo había
cortado muy corto y sin ton ni son, con trasquilones por todas partes.
- No te preocupes, aún no he terminado.
Me quedé sin habla, sin saber muy bien qué podía decir. Cogió una maquinilla para
cortar el pelo y puso el nivel para pelarme al cero. Lo hizo delante mía, para que lo
viera claramente. Se puso tras de mí y comenzó a pasar la maquinilla por toda mi
cabeza. Seguía sin podérmelo creer, pero no podía decir nada, era el deseo de mi Amo.
Mis ojos muy abiertos no podían apartar la mirada del espejo viendo trabajar a la
peluquera. Escalofríos recorrían mi cuerpo. Cuando terminó, pasó su mano por toda mi
cabeza, que estaba completamente pelona, me seguía sonriendo a través del espejo.
- No te preocupes, aún no hemos terminado.
¿Aún no ha terminado? ¿Cómo puede ser eso? Al momento lo comprendí. Cogió un
bote de espuma de afeitar y embadurnó toda mi cabeza. Luego cogió una navaja de
afeitar. La miré algo preocupada al ver la navaja en su mano, pero ella me sonrió para
tranquilizarme y al momento comenzó a pasarla con cuidado y delicadeza. Yo veía
aparecer mi nueva imagen ante el espejo anonadada.
Cuando la peluquera dio por terminado el afeitado de mi cabeza, con un paño húmedo
y caliente la limpió, cogió una ampolla y de nuevo dio friegas sobre mi cabeza
completamente afeitada. Después del masaje mi cabeza brillaba. No podía creer que la
que seguía ante aquel espejo fuera yo. Estaba muy distinta, no me reconocía, y estoy
segura de que mis amigos tampoco me reconocerían.
La mujer se puso delante de mí y me quitó las pinzas de mis pezones. Aunque me dolió,
el dolor me parecía muy secundario, casi ni existía en realidad para mí, que continuaba
con la boca abierta mirando la sombra de la que fui. Luego me quitó la pinza que
atrapaba mi clítoris y de nuevo acarició mi entrepierna e introdujo varios dedos en mi
interior.
- Más mojada aún, lo sabía, a todas os pasa. Ahora prepara esa lengua, pequeña.
No sabía de qué estaba hablando la peluquera, pero levantó su falda y se quitó las
bragas. Luego accionó el mecanismo del sillón y lo echó para atrás. Se montó sobre el
sillón de la peluquería y puso su entrepierna sobre mi cara.
- ¡Chúpamelo!
Obedecí comenzando a lamer y chupar el clítoris de la mujer. Lo hice lo mejor que
sabía, tenía ganas de quitarme aquel coño de la boca que sabía muy fuerte y a orina,
después de estar todo el día en la peluquería era normal. La peluquera comenzó a
contonearse cada vez más rápido hasta que me agarró mi lisa cabeza y comenzó a
gemir con fuerza. Mi boca se llenó de sus jugos. Me agarró con fuerza la cabeza y
comenzó a restregarse el coño sobre mi cabeza recién afeitada. La peluquera gemía
cada vez más, parecía que aquello le gustaba mucho.
Continuó restregando su coño sobre mi cráneo pelado cuando de repente sentí un
líquido caliente corriendo por toda mi cabeza, resbalando por mi cara, cayendo al suelo
y sobre parte de mi cuerpo. La mujer se estaba meando sobre mi cráneo afeitado.
Seguía meando sin parar de restregarse el coño y de gemir con fuerza. Aquello era
demasiado y no pude evitar gritar:
- ¡¡¡Bájate de ahí, perra, guarra!!!
La mujer pareció calmarse, pero restregó su coño mojado por toda mi cara antes de
comenzar a bajar de la silla. Tranquilamente cogió de nuevo las pinzas metálicas para
el pelo y agarrando y retorciéndome los pezones, colocó una en cada uno de ellos.
Gemí de dolor, y mucho más gemí, casi grité cuando me puso otra de nuevo en mi
clítoris.
- ¿Qué me has llamado? -me preguntó retorciendo la pinza que mordía mi clítoris.
- Lo siento, señora, lo siento… -grité mientras seguía retorciendo la pinza de mi clítoris.
Me cogió por la barbilla y de nuevo me besó en los labios.
- Tú si que eres una guarra, que te sabe la boca a coño y a meados.
- Sí, señora, yo soy una guarra -es lo que debía decir.
- Pues bien, tendrás el suplemento del tratamiento por insultarme y además tu Amo
sabrá que me has insultado y le comunicaré la cuantía del suplemento. No creo que le
haga mucha gracia, querida.
No sabía de lo que me estaba hablando, ya no había ni un sólo vello o cabello en todo
mi cuerpo para poder continuar ningún tratamiento.
De la bolsa que sacó antes de la trastienda, sacó un vibrador, lo puso en marcha y me
lo metió profundamente en el coño. El cosquilleo del aparato vibrando dentro de mí
pronto me hizo estremecer. Luego se dirigió al baño, al rato salió, cogió su bolso y se
dirigió a la puerta, la abrió.
- Te veo mañana, pequeña.
- ¿Cómo, no me dejará aquí toda la noche…?
- Así es, es el tratamiento complementario y no te preocupes por el amiguito que tienes
metido en tu lindo y rosado coñito, las pilas durarán al menos un par de horas, aunque
nunca se sabe. Además mañana será un día muy divertido cuando salgas de la
peluquería sin pelo por ningún lado, ni en la cabeza ni en las cejas, será todo un
espectáculo verte alejarte de la peluquería, y como sabrás, por supuesto, nada de
pelucas ni pañuelos en la cabeza.
- Por favor, no… no me deje aquí así…
- Oh, no te preocupes, aquí estás segura. Aunque por la mañana no estoy segura de lo
que puede pasar, igual vengo yo antes o viene antes mi ayudante, que también tiene
llave, nunca se sabe, a veces ella llega más temprano de la cuenta. Será una sorpresa,
tómatelo así. Dulces sueños, pequeña.
Apagó las luces, cerró la puerta con llave desde fuera y pude oír el sonido de sus
tacones alejándose. Allí quedé, a oscuras, completamente desnuda, atada y pinzada,
con todo mi cuerpo completamente afeitado y depilado, con mi cabeza aún empapada
de meado y el consolador que vibraba en mi interior. Sentía escozor en mi cabeza por la
orina y frescor en todo mi cuerpo por el masaje con la crema.
Al rato miré el reloj digital que estaba sobre el mostrador, eran las doce de la noche.
Iba a ser una noche verdaderamente larga. El vibrador seguía vibrando y ya llevaba
más de una hora y media funcionando. De nuevo, por enésima vez susurré: “Soy una
zorra, me corro”.

DEPILACIÓN TOTAL DE LA ZONA GENITAL

Una de las cosas que han cambiado con el transcurso de los últimos años es la
consideración sobre la depilación corporal. Tiempo atrás para un esclavo/a, estar
depilado no era un requisito básico, ya que la depilación genital total es bastante
reciente y comenzó a aparecer en los años 80 del pasado siglo.
Comenzaré comentando el componente psicológico. El ordenar a un sumiso o a una
sumisa que permanentemente lleve su sexo completamente depilado, se puede
entender como una muestra de sometimiento y de entrega hacia su Amo/a. También
es una forma de hacer sentir a la parte sumisa una desnudez total y humillante ante su
dominante o ante otras personas.
Puede ser también una forma de exhibicionismo y del mismo modo una manera de
hacer sentir la dominación del Amo/a sobre el sumiso/a cuando éste no está ante su
presencia, como una forma de recordarle permanentemente su pertenencia a otra
persona.
Como componente físico, podría comentar, no sólo la estética, sino desde el punto de
vista práctico, la facilidad de acceso o de manejo de la zona genital a la hora de aplicar
determinadas y diferentes disciplinas o castigos, tales como la cera, pinzas, ataduras,
agujas…
Se puede hablar también del uso de la depilación genital como castigo en sí mismo, ya
que se puede usar cera depilatoria y producir dolor al ser arrancada ésta, como es
sabido por todos. Igualmente podemos usar alcohol para dar picantes e irritantes
friegas sobre la zona una vez depilada. También comentar el tema de la higiene, ya que
al carecer de vello, éste no puede retener los fluidos y los olores corporales.
Tras depilar el pubis con una crema depilatoria, recuerda que después conviene
hidratar la zona con algún aceite hidratante y hacer esto a menudo. También existen
algunas cremas farmacéuticas para prevenir lo que los médicos llaman foliculitis, una
infección del folículo del pelo causada por bacterias o virus.
Normalmente aparecen algunos granos en la zona depilada, sobre todo si en vez de
crema depilatoria usamos maquinilla de afeitar, esto es completamente normal y
desaparecerán al cabo de algunos días. Probablemente es causado por seudofoliculitis,
un nombre muy elegante para definir los vellos enterrados. Esto ocurre porque algunos
vellos se encorvan y crecen por debajo de la piel en lugar de crecer hacia fuera, una
cuestión que normalmente no tiene mayor importancia.
El área púbica, al ser especialmente sensible, es más propensa a este tipo de irritación.
Por lo demás, el afeitado o depilado del pubis es algo relativamente fácil, nada
doloroso y que aumenta la sensibilidad y la sensación de placer en las relaciones
sexuales.
Después de la depilación o afeitado de la zona genital, se suele sentir un picor
incómodo que desaparece a los pocos días. Incluso ese picor deja de aparecer una vez
que la piel se ha acostumbrado a ser depilada con frecuencia. Recalcar que el depilado
total de la zona genital es un fetiche por sí mismo o sencillamente, como comenté
antes, una moda.
Que el Amo/a sea quien depile personalmente al sumiso/a hace más divertida esta
acción, a la vez que ayuda a estrechar los lazos de confianza y complicidad entre
ambos.

DEPILACION CORPORAL COMPLETA

Me gustaría advertir a los sumisos que nunca hayan sido depilados corporalmente por
entero, que no es algo que deba hacerse sin pensárselo un poco. Una vez retirado el
vello del pecho tarda unas semanas para volver a quedar como estaba, y mientras, eso
pica. Aparte de que puede resultar extraño a otros si, por ejemplo, vas a la playa,
aunque hoy en día con eso que llaman ser metrosexual, puede pasar inadvertido hasta
para amistades cercanas.
Estar depilado completamente ofrece un interesante estímulo, pero recomiendo
empezar poco a poco. Si deseas probar, comienza con el pecho o el vientre. No hagas
experimentos con las axilas, al crecer ese vello pica bastante y los desodorantes sólo lo
agravan, créeme.
Antes de que depiles a tu sumiso o que él mismo lo haga, como con cualquier
encuentro sexual, háblalo. ¿Tiene la piel sensible? ¿Es alérgico a algunos componentes
químicos? Algunas cremas de depilar pueden causar reacciones alérgicas. ¿Es un
hombre que se afeita la cara una vez al día, o a la tarde ya le empieza a despuntar la
barba? Si tiene barba ¿cuán rápido le crece? Todas estas preguntas son significativas
porque tendrán una importante influencia en la facilidad de depilar su pecho, vientre,
etc. ¿Quiere un afeitado con maquinilla y espuma o prefiere que el vello sea eliminado
en parte con maquinilla eléctrica, y ser luego apurado con espuma de afeitar? También
muchos esclavos/as prefieren estar atados mientras son afeitados o depilados por su
Amo/a.

DEPILACIÓN CON CREMA DEPILATORIA


Adquiere una crema depilatoria que sea la más adecuada para la piel de tu pareja y
comprueba el tiempo que debe estar aplicada sobre la piel antes de retirarla,
recomiendo las que actúan cómo máximo en cinco minutos, las más rápidas suelen ser
más cáusticas. No vayas a comprar tu crema depilatoria a una tienda de todo a cien
que no cuenta con las garantías exigidas, ve a la farmacia donde puedes pedir consejo
a un profesional cualificado.
Puedes comenzar con las piernas al tener más trabajo. Cuando termines de poner la
crema en las piernas, seguramente el tiempo de actuación de la crema habrá pasado o
lo hará en breve, así que lo mejor es depilar el cuerpo del sumiso/a por partes: piernas,
genitales y trasero, vientre, pecho y axilas.
Normalmente al ser productos abrasivos suelen dar una sensación de escozor que
puede ser muy molesta dependiendo de la sensibilidad de la piel. Ten cuidado con la
zona genital, que la crema no penetre en las zonas más sensibles como el interior de la
vagina o el glande, que por otra parte no tienen vello.
Normalmente la crema se retira en la ducha con una espátula que el fabricante de la
crema suele proporcionar en el envase de la misma. Una vez retirada es interesante
hidratar la piel con un aceite corporal hidratante, reducirá el posible picor posterior a la
vez que refresca la zona.
Es curiosa la sensación de ponerse unos pantalones sobre las piernas recién depiladas,
es como molesta y a la vez… Se siente como una extraña humedad o sensación que no
es sino que la piel está más expuesta y sin la protección del vello que incluso hace que
la tela del pantalón no toque realmente la piel de las piernas. En un par de días esa
sensación desaparece. Está claro que la depilación de las piernas está ideada para
luego llevar puestas unas medias. No te cortes, pruébalo.

EL PROCEDIMIENTO DE DEPILACION CON MAQUINILLA

Como decía antes, a algunos esclavos les gusta estar atados, y la posición preferible es
con un sumiso bien abierto de piernas sobre una cama. El área en la que vas a trabajar
debe proporcionarte un cómodo acceso a todas las partes de su cuerpo. Una camilla de
masaje es perfecta, y bien puede merecer la pena si vas a afeitarle con frecuencia. Y ya
que necesitarás actuar con tanta luz como sea posible, tendrás que proteger sus ojos
de la fuente de luz. Así que puedes vendarle los ojos. Esto tiene la ventaja añadida,
además del morbo, de que no verá el proceso y cambiará de repente la imagen que
tenía de sí mismo con vello corporal a estar completamente afeitado.
Para un afeitado corporal completo, comienza con las axilas, y sigue el camino hacia
abajo. Siempre de arriba hacia abajo, y de delante hacia atrás. En otras palabras,
pecho, vientre, entrepierna, piernas, espalda, y trasero. Si tiene una capa de vello
densa, elimina la parte superior con la afeitadora eléctrica o bien las tijeras. Trata de
mantener el área caliente y húmeda, poniendo un paño húmedo y caliente en la zona
justo por debajo de donde estás afeitando. Así mantienes los pelos suaves y listos para
ser cortados, así como los poros de la piel abiertos.
Presta particular atención a la disposición de los pelos de su cuerpo, pues no están
todos orientados en la misma dirección. Asegúrate de que mantienes la piel preparada,
y de que das pasadas constantes. Cuando afeites alrededor de zonas sensibles, como
los pezones, pasa la cuchilla alejada del área en lo posible. Esto también se recomienda
si hay un granito, espinilla… porque puede sangrar si se corta. Si esto sucede,
recomiendo aplicar agua oxigenada de inmediato, no alcohol, pues éste duele y no
corta la hemorragia como el agua oxigenada.
Sigue la textura de su piel, pero no te preocupes si todos los pelos no salen al primer o
segundo intento. En ocasiones deberás pasar por una zona varias veces para afeitarla
completamente.
Una vez la zona ha sido afeitada por completo, sea pecho, vientre, espalda, piernas o
genitales, llévalo a la ducha y que ésta arrastre los pelillos que puedan haber quedado
sueltos por el cuerpo. A continuación aplícale un aceite hidratante.
La depilación corporal completa puede ser un juego interesante y convertirse por sí
mismo en una escena BDSM o un estímulo para comenzarla.
SOBRE LA FEMINIZACION BDSM

Dentro de la dominación femenina, la feminización del sumiso por parte del Ama está
mucho más extendida y es más habitual de lo que se pueda pensar. Pienso que es uno
de las métodos de humillación y comportamiento BDSM más importantes e
interesantes, con un carácter psicológico muy marcado, dando a la relación
Ama/sumiso un auténtico universo de nuevas sensaciones.
Voy a tratar en este capítulo la feminización como una forma de humillación, no como
el fetichismo de vestirse con ropas femeninas. Hago esta aclaración con el objetivo de
diferenciar la escena de dominación femenina, de las personas que disfrutan
vistiéndose con ropas femeninas para los que, normalmente, la feminización es una
forma de vida que poco o nada tiene que ver con nuestro mundo BDSM.
Recomiendo vivamente que incluyas en tus escenas BDSM la feminización pues tiene
una carga de morbo más elevada de lo que puedas imaginar, aunque al principio pueda
resultar un poco chocante.
Comenzaré comentando que el Ama viste con prendas femeninas al sumiso con la
intención de humillarlo y tratarlo como si de una vulgar puta se tratara, con todo lo que
ello conlleva. Hay Amas que llevan a su máxima expresión la feminización o
transformación de su esclavo en esclava, pero hablaré de ello al final de este apartado.
Lo habitual es comenzar con hacer llevar al sumiso unas medias con ligueros, esto
suele ser lo más frecuente y hay muchas parejas que se quedan en eso sin adentrarse
más en este tipo de humillación.
Aunque a tu sumiso no le haga mucha gracia, pruébalo, os podéis sorprender los dos
del poderoso atractivo de la feminización, aunque sólo sea el de llevar unas medias o
panties.
El siguiente paso es conseguir ropa interior femenina, un vestido o bien una falda y un
top que le queden más o menos bien a tu esclavo, eso sí, siempre prendas de lo más
sexy, la intención es que sea tratado como una puta y como tal debe asemejarse al
máximo.
Más tarde seguramente vendrá la necesidad de comprar unos zapatos a la “puta”, no
se puede hacer la calle descalza. En la actualidad es más o menos fácil encontrar
calzado de números superiores al 40. Normalmente en ciudades más o menos grandes
hay zapaterías que tienen calzado para drags, pero cuidado con excedernos en las
plataformas o el tacón, queremos que ande no que se caiga al primer intento.
Andar con tacones altos y posiblemente con algo de plataforma, no es nada fácil, por lo
que cualquier momento es bueno para que tu sumiso ensaye en el pasillo de casa a
andar con sus nuevos zapatos. El hacerlo en el pasillo es con la intención de que pueda
apoyarse en las paredes al andar y tener una ayuda en su aprendizaje, no que se tuerza
un tobillo o dé con sus huesos en el suelo.
Es comprensible que no se quiera probar los zapatos en la misma zapatería, con lo que
puedes medirle el pie con un metro de costura y luego ver más o menos qué zapatos le
pueden venir bien. No obstante hay muchas fiestas, carnavales y demás, que son una
excusa perfecta para probarse unos zapatos de mujer en una tienda. Pero ten en
cuenta que al dependiente o dependienta le dan igual las explicaciones, está ahí para
vender y posiblemente no le dé la más mínima importancia al ver a un hombre
probarse unos zapatos femeninos, todo está en nuestra cabeza, que conocemos el uso
que se le van a dar a los zapatos.
De todas formas si deseas que tu esclavo se pruebe los zapatos en el mismo comercio
puede ser una interesante forma de humillación en público, aunque sólo vosotros dos
sepáis de qué va la cosa.
En sex-shops y tiendas on-line puedes encontrar una enorme variedad de calzado
fetichista de las más elevadas tallas.
Siempre es interesante en cuanto tu esclavo esté feminizado tratarlo en femenino, no
usando nunca el masculino, también es sugestivo ponerle un nombre de chica, un
nombre de guerra con el que se le llamará a partir de ese momento.
Llegados aquí, la depilación corporal completa de tu sumiso es casi necesaria y
obligada para dar a la feminización ese toque más refinado y sutil en su humillación y
trato como fémina.
Como anteriormente comenté, muchas parejas se quedan sólo en las medias en sus
juegos de feminización, otras llegan hasta aquí, vestirlas y calzarlas. Y normalmente se
siguen dando pasos adelante, el siguiente es la compra de una peluca y el maquillaje
apropiado para tu nueva sumisa.
Lo mismo que ocurría con los zapatos, sucederá ahora con la peluca, ir a un comercio
especializado para su compra, donde las excusas comentadas anteriormente son
válidas, de la misma forma, al dependiente le dará exactamente igual para qué quieres
tu peluca, como dije antes, todo está en nuestra cabeza.
Es interesante que tu primera peluca no sea excesivamente llamativa, para la
feminización vienen muy bien las discretitas o digamos, normalitas, con un cabello no
excesivamente largo, una forma de acostumbrarnos a nuestra nueva condición.
El maquillaje es indispensable llegados a este punto, puedes usar tu propio maquillaje
con tu sumiso, aunque exagerando algo la base y los polvos para disimular al máximo la
demarcación de la barba. Recomiendo no comenzar con maquillaje de ojos
exagerados, aunque como se trata de una puta, es normal que tenga un exceso de
maquillaje en general, ya es cuestión del gusto de cada uno y hasta dónde se lleve la
humillación con la feminización. La colocación de unos pendientes de clic darán ese
toque final que es muy de agradecer.
Ahora viene un paso casi deseado por todos, la exhibición de la nueva sumisa: acudir a
una fiesta BDSM o salir a la calle totalmente transformado. Obviamente si se opta por
la calle, salir de la forma más discreta posible, la cosa es que nuestro morbo alcance las
máximas cotas posibles, no montar un escándalo o alborotar a los vecinos.
Normalmente se busca un lugar apartado y discreto para esas primeras salidas como
sumisa, nada como el campo para dar esos primero pasos como “chica”. Además
podéis montaros la historia del cliente que va a buscar una puta a la Casa de Campo,
así nuestra nueva sumisa buscará un sitio donde esperar a que venga su “cliente” y
regatear un precio por sus servicios. Es de lo más morboso tanto para el Ama como
para el sumiso cambiar sus papeles y el Ama convertirse en ese hombre que busca los
servicios sexuales de esa puta que hace la calle.
Comenzar con ir al volante de tu coche feminizado, con tu Ama a tu lado, también tiene
su morbo, aunque con los numerosos controles de tráfico que hay, debemos tener
siempre la precaución de evitar esas zonas “calientes” y más pensando que lo normal
es que esos momentos de exhibición suelen ser llevados a cabo por la noche, aunque
en el caso de recurrir a un apartado campo, el día puede ser interesante.
Particularmente siempre he visto nuestros juegos BDSM como una actividad más
nocturna que diurna, serán cosas de vampiros modernos.
Indiscutiblemente también podemos llevar a la nueva sumisa con un plug insertado en
su ano y con sus genitales atados o restringidos, o bien disimular su exagerado “clítoris”
recurriendo a la ayuda del esparadrapo para ocultar el miembro tirando hacia atrás de
él. Esto amplía el castigo añadido, ya que posiblemente su desarrollado “clítoris” tienda
a crecer aún más por la excitación del momento y al estar atrapado con esparadrapo,
pues… ya sabes, duele.
Llegamos al final del camino de la transformación de nuestro esclavo en esclava sexual,
recordando que ha de ser tratado como tal, con un nombre apropiado al gusto y
utilizando siempre el femenino para dirigirse a él/ella.
Pero hay feminizaciones o transformaciones del esclavo en esclava que aún van mucho
más allá.
Hemos llegado a transformar a nuestro sumiso en sumisa. Ahora, vestido, calzado y
maquillado, parece una auténtica ninfa, pero le faltan algunos atributos, por ejemplo
los pechos. Se puede recurrir a esas pequeñas mamas de látex que suelen venderse en
comercios especializados (en Internet los puedes encontrar con facilidad), para
colocarlos debajo del sujetador y dar la impresión de que nuestra nueva esclava cuenta
con unos turgentes pechos.
Pero hay Amas que pueden exigir o desear mucho más realismo y quieren que la
transformación de su sumisa sea más contundente. Hay unos aparatos fáciles de
encontrar en tiendas on-line que por medio de grandes succionadores pueden
aumentar los pechos en casi dos tallas, eso sí con tiempo, uso y paciencia.
Pero igual tu Ama, o mejor dicho y como debe ser, entre ambos, decidís que es hora de
ir hormonándose para que el cambio sea mucho más real y radical. Ya comenté que la
feminización puede llegar muy pero que muy lejos dependiendo de cada uno, y esto es
así, es real.
Una vez con las hormonas de por medio, un régimen estricto para que el cuerpo sea
esbelto y ensayar con la voz, para cambiar a un matiz más femenino, es lo que sigue. El
cambio de voz tiene su truco. El hombre al hablar usa como caja de resonancia el
pecho, la mujer el cráneo. Controlando la respiración, hablando de forma susurrada e
intentando que tu voz no surja del pecho, se puede ir consiguiendo que la voz vaya
tornándose más “fina”. El uso de corsets hará que tu cintura se reduzca de tamaño y
junto a la alimentación más cuidada conseguirás que tu cuerpo vaya siendo más
“femenino”.
Lógicamente comenzar a tener algún tipo de tocamientos o algo más con hombres es
un paso natural, ya que has de sentirte mujer cuando estás feminizado y esto es algo
que puede que desees o ser muy deseado por tu Ama, y no tiene nada que ver con la
homosexualidad, forma parte de la propia feminización y tu rol.
Estos son casos más extremos de feminización de un esclavo y se puede profundizar
más en el tema, pero creo que con lo ya expuesto puede dar una idea de hasta dónde
se puede llegar en este apartado.
Como comenté anteriormente, te animo a introducir en tus escenas BDSM la
feminización, eso sí hablándolo en todo momento y estando ambos de acuerdo en ir
coqueteando con la feminización. Puedes quedarte en ese primer paso de usar medias,
o dar un paso más con el uso de vestidos, ropa interior, zapatos y maquillajes
femeninos y no pasar de ahí, pero quizás quieras ir un poco más allá y feminizarte de
forma más habitual e incluso a diario, desde luego, sin llegar al extremo comentado
anteriormente, claro. Eso ya es cuestión de gustos y de cada uno…
DENEGACION DEL PLACER

En este capítulo quiero tratar uno de los temas con más carga psicológica y uno de los
más generalizados dentro del mundo BDSM: la denegación del placer al esclavo/a.
No pretendo tratar de nuevo los cinturones de castidad, de los que ya se ha tratado,
sino de la denegación más acentuada, ya que el esclavo/a tiene que obedecer la orden
sin que medie artilugio alguno, por propia voluntad.
Es una forma de dominación muy intensa, ya que la permanente excitación del
esclavo/a, al que no se le permite el orgasmo, hará que esté dispuesto a todo con tal de
satisfacer a su Amo/a y que quizás, gracias a su buen comportamiento, se le permita
alcanzar el anhelado orgasmo.

REGLAS GENERALES

Para comenzar, voy a comentar algunas pautas básicas.


- En principio ha de establecerse un período de tiempo por el que el esclavo/a estará
sin obtener el orgasmo. Este período puede ser simplemente de horas, de días o
incluso de semanas o meses.
Debería ser establecido de mutuo acuerdo por ambas partes, aunque la parte
preponderante, lógicamente, ha de ser la dominante, que es quien puede decidir
cuándo comienza o cuándo termina y, si hay mucha confianza y complicidad, el período
completo.
- Toda escena comienza quedando siempre asegurado el placer del Amo/a, que no
permitirá que se satisfaga sexualmente el esclavo/a antes de haberlo hecho su Amo/a.
- Una de las metas de la denegación del placer es la diversión de ambos. Sería absurdo
por la parte dominante tener algún sentimiento de culpa o una preocupación excesiva
al no permitir correrse al esclavo/a. Al fin y al cabo, dicha denegación es algo que éste
desea y al Amo/a no deben afectarle las ganas de satisfacerse por parte del esclavo/a,
es parte del juego.
- Hay que mantenerse firme cuando se decide un período de denegación del placer y el
Amo/a no debe flaquear en ningún momento ante las súplicas del sumiso/a, los
sumisos/as suelen ser muy pedigüeños.
- Está terminantemente prohibida cualquier masturbación por parte del sumiso/a sin la
presencia del Amo/a. Si se incumpliera, sería castigado duramente.
Otra cosa es que el Dominante permita masturbarse al esclavo/a en su presencia y
hacerlo llegar hasta el límite del orgasmo, lógicamente sin permitirle correrse y,
además este juego puede llegar a ser muy divertido, haciendo que el esclavo/a alcance
el borde del orgasmo en varias ocasiones y no permitirle llegar nunca hasta que no
cumpla el período pactado de denegación del placer.
- El Amo/a debe ignorar cualquier súplica o demanda a este respecto por parte del
sumiso/a y no cambiar las reglas de juego preestablecidas, le quitaría la gracia que
tiene, además una vez alcanzado el orgasmo por parte del sumiso/a gracias a la
flaqueza del Amo/a, él mismo se arrepentiría de haber roto el período establecido.
Si el esclavo/a desea cambiar el período de denegación hay que impedírselo,
amenazándolo con no volver a jugar, no con el castigo, que éste puede llegar a ser un
placer para él.
- Los posibles cambios en el período de denegación han de establecerse de mutuo
acuerdo por ambas partes y por una razón de peso o cuando lo decida la parte
dominante, que siempre tiene el control de la escena.
- Lógicamente hay que contar con la asimilación total del rol sumiso por parte del
esclavo/a y que por supuesto conlleva la obligación de no masturbarse en privado
engañando a la parte dominante, aunque luego le comunique su falta. Esto no es
aceptable y no tendría sentido en una relación formal Amo/a-esclavo/a.
En cualquier caso y como regla de oro básica a tener siempre presente, el objetivo
último de esta práctica es la de dejar bien establecido que el Amo/a tiene a su
disposición el control absoluto del placer del sumiso, incluso en los aspectos más
íntimos de su esclavo/a y por supuesto éste debe ser siempre consciente de ello.

Os propongo un juego…
Una vez que se han dejado bien establecidas las reglas y los objetivos fundamentales
de la denegación del placer, y que éstas han sido perfectamente asimiladas por el
sumiso/a, puedes llevar a la práctica un juego como forma de amenizar y dar aún más
morbo al período de denegación del placer. Esto es sólo un ejemplo, que puedes
enriquecer con ideas propias que aporten un morbo añadido al juego en sí…
Primero estableceremos la duración del período de denegación, que pongamos por
caso sean quince días. Cojamos un recipiente de cristal o de plástico, que bien puede
ser un florero, bol o cuenco, lo importante es que se vea el contenido. En él
introduciremos, por ejemplo, quince canicas, una por cada día de juego en el caso que
os proponemos.
El mecanismo del juego consiste en quitar una canica por cada día transcurrido y en el
que el esclavo/a haya cumplido con sus obligaciones. Así, cuando el bol quede vacío, el
esclavo/a habrá cumplido con el período de denegación del placer impuesto y podrá
obtener disfrute sexual (al menos en teoría…).
El truco está en que por cada día en el que el esclavo/a haya incumplido cualquier
orden o norma establecida en cada relación Amo/a-esclavo/a, se añadirá una nueva
canica al recipiente. Con ello el período de denegación de placer se prolongará a
medida que el esclavo/a incumpla sus obligaciones, haciendo que nuestro esclavo/a
ponga un mayor interés en el cumplimiento de las órdenes dadas o de las obligaciones
de su rol.
Otra forma muy efectiva de aumentar el morbo del juego es dejar en un sitio bien
visible el recipiente, haciendo recordar en todo momento al esclavo/a su condición. Al
mismo tiempo es un método discreto ante cualquier visita que podáis recibir en tu casa
o lugar donde desarrolles tus escenas. Este juego, como he dicho antes, permite
cualquier tipo de variante, dependiendo de algún acuerdo preestablecido y del nivel de
entrega del esclavo/a.
Por ejemplo, por cada canica añadida al bol o recipiente, además de la prolongación
del período de denegación, podría conllevar otro castigo adicional o la aplicación de
otra disciplina de castigo físico o tortura psicológica… Los resultados de este juego te
pueden sorprender…
Todo esto puede ser muy divertido, porque como he indicado anteriormente podemos
hacer que en nuestra presencia el esclavo/a se masturbe, haciendo que llegue a estar a
punto de correrse y ordenarle parar, e incluso podemos indicarle cómo debe
masturbarse: más duro, más lento, rápido, con una mano, con la otra, con vibradores…
lo primordial es la diversión para ambos.
SUMISIÓN, NIVELES Y CONSEJOS

Dentro del BDSM se pueden identificar diferentes niveles de sumisión y/o esclavitud,
también se puede diferenciar entre ser sumiso, esclavo o sencillamente masoquista y
aunque a algunos les parezca fácil de diferenciar, no lo es tanto en la realidad.
Aquí trato sólo de los niveles de sumisión, ya que comentar niveles de dominación
considero que estaría de más, puesto que para la parte dominante sus niveles
consistirían en perfeccionar las diferentes técnicas o aprender otras nuevas, ya que sus
preferencias como dominante siempre están presentes. Que ese dominante sea más o
menos “suave” o “duro”, es más cuestión de gustos y carácter personal.
He escuchado de todo a la hora de definir palabras como esclavo y sumiso y
prácticamente todos dan una explicación distinta a la diferencia entre estas dos
palabras. No quiero entrar en sentar cátedra sobre la diferencia entre sumiso y esclavo,
pues personalmente me es indiferente, pero sí me apetece ver los diferentes niveles
que encontramos en la parte sumisa de una relación BDSM y de lo que sí he leído
interesantes exposiciones. Muchos “puristas” dirán que algunos de estos niveles no se
pueden considerar que sean una relación BDSM, quizás no recuerden cómo
empezaron, y tenemos que tener en cuenta que la mayoría comenzó con pequeños
juegos para llegar a una relación más intensa, aunque también he de reconocer que
muchos se quedaron en el camino y sólo han llegado a practicar pequeños juegos.
Además como siempre he dicho: hay tantas formas de ver y sentir el BDSM como
practicantes del mismo existen, así que no creo que haya nadie autorizado para decir
esto es sado y esto otro no lo es.
Pasemos a ver algunos ejemplos de distintos niveles de sumisión:
En el primer nivel podemos encontrarnos a una persona que experimenta la sumisión,
pero a un nivel exclusivamente sensual, sin dolor, dentro de una relación sexual
“normal”. Le gusta ser atado, arañado o insultado mientras tiene sexo con su pareja.
A otro nivel nos encontraríamos quien ocasionalmente quiere jugar a ser un esclavo y
que desea ser travestido o tratado como un colegial como forma de humillación, pero
que realmente no piensa en tener una relación como sumiso permanente, siendo estos
juegos puntuales en sus relaciones sexuales.
A otros les gusta sentirse usados por su pareja, ser azotados o atados, pero siempre
siendo ellos los que dicten los términos en esos momentos.
Los hay netamente fetichistas y sólo desean ser sometidos mediante su fetiche.
Pongamos por ejemplo un fetichista de los tacones, su ambición es lamer esos zapatos
o ser pisados por ellos, acariciarlos y besarlos para terminar eyaculando sobre su
objeto de adoración, pero que realmente no siente la sumisión de entregarse a todo lo
que ordene el dominante en ese momento.
Está el esclavo o sumiso que de verdad es dominado por su pareja de juegos, pero
siempre dentro de unos límites y un tiempo estipulado por él mismo o, lo más habitual,
consensuado entre ambos, para su propia diversión, a veces sin dolor o castigo alguno
más que el ser humillado o ser usado por el dominante.
También te encuentras a ese esclavo que desea ser sometido y castigado con dolor y
humillación, pero no dispones de él cuando realmente quieres, sino que tiene que
estar de “humor” para entrar en una escena. Es posible que incluso desee ser esclavo
durante varios días dependiendo del momento, pero también es verdad que decide
cuándo quiere terminar si no está todo lo a gusto que quiere.
Nos hallamos ahora con el masoquista que no desea sumisión ni esclavitud ni
humillación alguna, su único deseo es llegar al placer mediante el dolor, por lo que el
trato como sumiso no le interesa e incluso puede llegar a molestarle, ya que su único
deseo es ser castigado intensamente para su propio placer. Es verdad que estará
dispuesto a hacer de todo con tal de recibir ese dolor que necesita, pero no será una
entrega real, será más bien fingida como medio de conseguir lo que desea. No le
interesa la humillación ni nada que esté fuera de ese dolor que ansía. Puede ser que
también sea fetichista, con lo que se puede combinar el masoquismo y el fetichismo
para tener escenas muy interesantes, pero como dije antes, su entrega no es todo lo
real que un Amo/a desearía.
Entramos en las relaciones BDSM más intensas con ese esclavo/a o sumiso/a que tiene
un compromiso continuado con el dominante. No es promiscuo y siente que realmente
pertenece a su Amo/a, estando siempre dispuesto a colmar los deseos de su Dueño/a y
a entregarse sin reservas a los castigos que su dominante crea conveniente que
merece, eso sí, siempre y cuando su tiempo se lo permita, o más bien sus compromisos
sociales y laborales. Suele tener unos límites pactados y consensuados, pero siempre
está deseoso de probar que es capaz de superarlos por su Amo/a.
Ahora está ese esclavo/a o sumiso/a que permanentemente se siente como tal. Ante su
Amo/a no tiene límites, confía plenamente en su Dueño/a. Sabe que sólo existe para el
placer y el deseo de su Amo/a y sabe que es considerado la posesión más preciada por
él. Su entrega es real y así desea que lo sienta quien lo domina, deseoso siempre de
cumplir la más mínima orden o recibir el más severo de los castigos para satisfacer a su
dominador, el placer de su Amo/a está por encima del suyo propio, más bien
podríamos decir que su placer es el de su adorado Amo/a. No obstante tiene
compromisos sociales y laborales que han de ser respetados.
El esclavo o la esclava total, sin límite alguno. No trabaja, sólo está atento a su Amo/a,
no tiene poder de decisión alguna, su única meta en la vida es servir fielmente. No es
nada más que un objeto al servicio de su Amo/a, vive en su casa y se encarga de todo,
limpia, cocina, plancha… y siempre dispuesto, arrodillado y entregado ante la llegada
de su Amo/a. Un esclavo o sumiso 100% en todo momento. Algo que no deja de ser
una fantasía difícil de realizar, pues las presiones sociales, familiares y económicas
están ahí. Muchos dirán que a eso debe aspirar un verdadero esclavo, y no lo dudo, es
así, pero la realidad es otra, aunque he de reconocer que es muy placentero saber que
alguien se siente y se entrega así por ti.

Y hablando de todo esto, una amiga me comentó que su pareja, con la que mantiene
una relación BDSM, es del tipo masoquista y que ella sin embargo desea tener, no sólo
alguien a quien castigar cuando están metidos en “faena”, sino que desea sentirlo más
suyo, sentir su sumisión, desea un esclavo real que la obedezca en todo y que se
entregue a ella de verdad. Me comentó qué podría hacer para conseguir que su pareja
siga siendo masoquista pero hacer que sea mucho más sumisa y entregada,
explicándome que deseaba saber sobre juegos psicológicos para lograrlo. Bien, hay que
empezar con saber que si esa persona no tiene una cierta predisposición a la sumisión
es difícil conseguir llevarlo a ella, pero que no obstante hay ciertos recursos para
conseguir una mayor sumisión o interés por ella. Lo que voy a exponer a continuación
no es más que una serie de consejos que pueden ir bien o no. Quiero decir con esto
que lo que voy a comentar no son consejos que haya que seguir con exactitud, ya que
cada persona es un mundo y con unos funcionará, si existe predisposición, y con otros
no, pero bien está intentarlo, al menos nos divertiremos si nuestro esclavo está
dispuesto a ir más allá. Sigamos…
Yo comenzaría por dejar bien clara su condición de esclavo, para ello recurriría a
elaborar una lista de normas puntuales que debería seguir a rajatabla en todo
momento si deseamos una relación 24/7, o que deben ser respetadas durante las
sesiones si es una relación más esporádica. El no acatamiento de esas normas debería
conllevar un castigo, pero claro, si el esclavo es masoquista, es lo que desea, por lo que
mi recomendación sería castigarlo con la ignorancia. El castigo sería no castigarlo o
cortar la escena en ese momento, ya que no se toma en serio su sumisión y sobre todo,
no te toma en serio a ti. Como ejemplo de ciertas normas podemos esbozar
someramente algunas como….

1-El Ama hace siempre lo que quiere y siempre tiene razón.


2-El sumiso vestirá acorde a su condición y como el Ama ordene en cada momento.
3-El sumiso atenderá al Ama en todo lo que ella requiera y podrá usarlo en cualquier
momento.
4-El sumiso terminará todas las frases con la palabra "Ama".
5-La postura del sumiso ante el Ama será siempre de rodillas con las palmas hacia
arriba, salvo que el Ama ordene otra cosa.
6-El sumiso pedirá permiso al Ama si quiere ir al baño, beber o cualquier otra cosa.
7-El Ama cambiará o introducirá todas las normas que estime conveniente.
8-El sumiso obedecerá todas las órdenes del Ama le guste o no, como muestra de su
sumisión.
9-El castigo a la no obediencia será la ignorancia.
10-El sumiso ante cualquier duda se remitirá a la norma número 1.

Estas normas son sólo un breve ejemplo, podéis usar la imaginación y hacer otras
diferentes o ampliar mucho más la lista con todo aquello que os agrade. También
tenemos que tener en cuenta que en general los esclavos son muy pidones, no dejan
de pedirnos esto o aquello y que le hagamos tal castigo para demostrarnos de lo que es
capaz. Normalmente aquello que nos pide suele exceder su límite de aguante, así que
decidiremos si lo hacemos o no. He de reconocer que está bien hacerle eso que pide
sabiendo que es más bien fuerte, estoy seguro que al momento se estará arrepintiendo
de habernos sugerido ese castigo que sobrepasa sus límites, de esta forma también
conseguiremos que se lo piense dos veces antes de expresar sus deseos hacia ciertos
castigos o situaciones. Para afianzar más esa condición de esclavo sería interesante
escribir con rotulador sobre su cuerpo un nombre humillante que el esclavo llevaría
bien visible, dejando muy clara su posición. Nombres como esclavo, puta, zorra,
cerdo… son interesantes y durante esa escena en concreto nos dirigiremos a él por ese
nombre que le hemos impuesto. También podríamos escribir en otras partes de su
cuerpo, como en el trasero o en su pubis, que siempre debe estar depilado para
hacerlo sentir mucho más expuesto y humillado. Es interesante ordenarle que tiene la
obligación de depilarse enteramente los genitales una vez a la semana. Usar la
feminización gradual como forma de humillación también suele funcionar, sobre todo
si al sumiso no le atrae mucho que le pongan medias o bragas de mujer. El usarlo como
sirvienta, sodomizarlo mientras está feminizado, demostrarle quién manda es nuestra
meta. Si además una vez feminizado lo mostramos ante otras personas dominantes y
sumisas se puede conseguir de él una dependencia hacia quien domina muy
interesante pues dependerá de su Amo/a que esa humillación dure mucho o poco, que
además tenga que servir a la visita como criadita o sencillamente sólo lo exhibamos
unos minutos y luego le ordenemos desnudarse de nuevo. Si incluimos zapatos de
tacones altos el efecto es aún más poderoso, pues no es nada fácil aprender a andar
con tacones y posiblemente incluso necesite nuestra ayuda para apoyarse las primeras
veces. Es una forma de hacer que se sienta humillado y, unido al texto que hayamos
escrito sobre su cuerpo, le quedará bien claro qué es: un esclavo.
También son interesantes los juegos de exhibición. Podemos ir en el coche con él a
nuestro lado, le ordenas desnudarse y quedarse sólo con las medias y liguero que le
ordenaste ponerse antes de salir. Cuando vayáis por una zona más o menos apartada,
paras el coche a un lado y le ordenas salir fuera, cerrando la puerta nada más apearse y
esperar que suplique que le abras para que vuelva a la protección del vehículo ante
algún faro lejano de otro coche que se acerca. Imagina a tu esclavo desnudo tan sólo
ataviado con unas medias, liguero y tanguita, nombres obscenos escritos en su cuerpo,
sus genitales bien atados y pinzas en sus pezones, en plena sesión, imaginemos que
son altas horas de la noche, le ordenas salir a la escalera del bloque donde vives, su
azoramiento aumentará vertiginosamente y una vez haya salido contigo al lado,
necesitará de tu protección en todo momento, con lo que sentirá una mayor
dependencia de ti. Lógicamente esto lo hacemos sin encender la luz del rellano, no
sería plan que alguien realmente nos viera, pero la situación y el peligro están ahí y
repito, aumentaremos la sensación en el esclavo de dependencia hacia su Amo/a. Pero
de todo esto hay un detalle con el que se puede tener su sumisión completa hacia su
Amo/a: el control de su placer. Controlar sus eyaculaciones y a la vez hacerle ver que la
forma de conseguirla es obedeciéndote en todo, lo hará rendirse a tus pies. Entre esas
normas que deseamos siga para permitirle tener escenas BDSM con nosotros, está una
que dice que sólo puede alcanzar el orgasmo donde y cuando su Amo/a le ordene o le
apetezca. Además sólo podrá obtenerlo cuando se le ordene, con lo que le
prohibiremos la masturbación, excepto cuando nos pida permiso y se le conceda.
Algunos días querrá masturbarse, le podemos dar permiso, en eso no hay problema,
mientras consigamos que nos pida autorización cada vez que desee hacerlo, pero un
par de días antes del momento en que tengamos previsto tener una sesión, debemos
poner freno a sus eyaculaciones, para que llegado el momento esté a un nivel de
excitación tal, que haga todo aquello que le ordenemos sin protestar, si es que desea
tener el liberador orgasmo que su cuerpo le pide. Incluso cuando deseemos que tenga
un orgasmo debemos controlar todo el proceso. La sesión nos excitará por igual, si se
desea tener placer, él debe proporcionarlo bien mediante masajes, su lengua o
mediante la penetración, pero siendo el dominante quien controle en todo momento
la situación. Cuando se esté satisfecho le llegará su turno. Claro que aquí tenemos el
problema de que nuestro esclavo se masturbe cuando está solo, algo completamente
imposible de controlar a no ser que nos hagamos del, siempre caro y difícil de
encontrar, cinturón de castidad. Pero hay que insistir en que debe obedecernos y
respetar las normas que les impongamos si desea seguir siendo nuestro esclavo. La
tortura de genitales es importante, su pene o sus testículos sólo sirven para que los
castiguemos y para que proporcionen placer cuando se desee y debe tomar conciencia
de ello, sólo podrá usarlos para orgasmar cuando se le ordene. Debe mostrar sumisión
y devoción hacia su Dueña, que no sólo es alguien que lo castiga cuando a él le
apetece, si no mucho más y debe tener clara su superioridad. Que además se le
entregue a otras Amas para su mayor humillación, castigo, uso y disfrute lo llevará a
profundizar aún más en su sumisión, pues no deseará hacer quedar mal a su Dueña
ante otras personas, esforzándose en mostrar ser el mejor de los esclavos,
asegurándose el no fallar y en compensación obtendrá su premio en un muy merecido
orgasmo. Además, al entregar y compartir a tu esclavo le estás demostrando que
confías en él.
Poco a poco, con todos estos detalles se puede conseguir que tu esclavo sea aún más
sumiso y entregado. Pero quiero volver a recordarte que todo esto son consejos
prácticos que no pretenden ser una guía exacta y que todo depende de tu esclavo y su
predisposición a hacerte feliz. Hay muchas más formas de conseguir su sumisión y
hacerle ver que tiene que venerar y adorar a su Dueña, pero eso lo dejo a tu
imaginación.
AL TERMINAR LA SESION

El spanking es extraordinario y siempre deja bellas marcas. El bondage, una obra de


arte. Las pinzas, un juego vistoso muy interesante y con muchas posibilidades. La
puesta en escena es deliciosa. El vestuario fetichista, casi imprescindible, y el llegar al
clímax, la realización perfecta de una sesión, pero… ¿y después qué?
Como siempre, las prisas son malas compañeras de viaje en el BDSM. Un lugar
inapropiado, un tiempo excesivamente limitado, nos llevan a la situación de que a
veces no merece ni siquiera la pena abrir la maleta con los instrumentos o vestirnos de
lo más fetichista. El tiempo y el lugar influyen mucho en lo cómodo que podremos
sentirnos. Estar pendientes del reloj es un rollo que limita y encorseta excesivamente la
escena.
Y quiero hablar aquí de qué puede suceder inmediatamente al dar por terminada una
sesión. La escena puede haber transcurrido de la forma más satisfactoria, sin embargo
puede quedar un mal sabor de boca o una cierta decepción dependiendo de cómo se
actúe una vez terminada ésta. Por su puesto cada persona es un mundo y cada
situación puede ser excepcional, así como la forma de ver el BDSM es distinta en cada
practicante, por lo cual, de lo que me dispongo a hablar puede ser importante para
unos y no interesar a otros, pero lo que voy a exponer es fruto de mi forma particular
de sentir el BDSM y bajo mi propia experiencia personal y real como amante del
mismo. También mencionar que lo que voy a presentar en este informe es
perfectamente aplicable a todo tipo de relación BDSM, ya sea Ama-sumiso, Amo-
sumisa o Ama-sumisa.
Se supone que se comienza una escena o posible relación con lo que llamamos
negociación o discusión de cómo deseamos que se desarrolle la sesión y sobre los
límites, pero raras veces se habla de cómo actuar o qué hacer justo cuando se da por
terminada. Sin embargo, considero que esa parte es tan importante como la sesión en
sí misma. El estar atento y afectuoso en esos momentos, llevar cuidadosamente ese
proceso de volver a la realidad, es un momento verdaderamente importante y esencial,
y como he dicho, puede resultar placentero para ambos.
A veces he hablado con personas a este respecto y cada una tiene su método e incluso
algunas ni siquiera eso, termina y se acabó, pasando de ese momento de entrega y
pasión, a la realidad en un instante. Pensemos por un momento, comentando por
ejemplo que la sexualidad del hombre es muy genital y en cuanto eyacula al final de
una sesión, el bajón es tremendo, todo el morbo y la excitación acumulados durante la
escena y antes de ésta, se disipan de forma más o menos rápida. Es por lo que pienso
que una vuelta a la realidad dulce y cariñosa es imprescindible y hay que tomarse su
tiempo.
En general, la mayoría de los aficionados tienen en cuenta los juguetes a usar, las
disciplinas que se van a aplicar e incluso el tiempo en el que se va a desarrollar la
escena, y una vez acabada ésta, se acaba el momento y a casa o a la cama a descansar.
Pocos deciden reservar un tiempo adecuado para justo después de acabada la escena.
En esos momentos sencillamente se puede tener una tranquila y dulce charla,
preguntas como: "¿Cómo te sientes?, ¿qué has sentido? o ¿qué te ha parecido?", que
aunque parecen totalmente banales, tienen su importancia. No sólo hablar, también se
puede estar tiernamente abrazados o sencillamente el Amo/a sentado y el sumiso/a
echado a sus pies, abrazado a las piernas de su Dueño/a y con su cabeza apoyada
tranquilamente sobre su muslo mientras una cariñosa mano, la misma que antes lo
castigó, ahora acaricia suavemente su cabeza. También puede ser que, mientras se
charla, el Ama te pida que le des un reconfortante masaje en sus sufridos pies, que han
tenido que soportar esos tacones imposibles que tanto te excitan. Este estado tras la
sesión puede durar, unos minutos, unas horas, todo el día...

Hay dos detalles importantes a tener en cuenta tras una sesión: el estado físico y el
emocional.
ESTADO FISICO

Una sesión BDSM puede dejar agotados tanto al Amo/a como al sumiso/a. Por eso hay
que tener en cuenta ese tiempo apropiado para la recuperación al final de una escena.
El tener 15 ó 20 minutos, más o menos, lógicamente depende de la situación de cada
uno y cómo se sientan, es esencial.
Es bueno asegurarse tener algo de beber durante y después de la sesión. Agua fresca o
zumos son ideales durante la sesión, si después apetece una copa de bebida alcohólica,
tampoco está mal, aunque siempre es recomendable después que antes o durante,
para que el alcohol no influya durante la sesión (aunque reconozco que una copita
nunca viene mal para desinhibirse, ya depende de cada uno).
También verificar y estar atentos a que la circulación es correcta en los miembros que
antes estaban duramente atados y que el corazón galopante vuelva a su ritmo normal
sosegadamente. Igualmente ver que todo está bien, no sólo observando, sino también
hablando.
Una sesión puede haber sido perfecta, satisfactoria en todos los sentidos, tanto en los
castigos como en las humillaciones o en las situaciones, pero nunca te fíes a pesar de
tu experiencia. Haz preguntas sin cortarte en ninguna, no sólo cómo se siente
físicamente o si le duele una zona más que otra. Observa si hay marcas, cortes,
arañazos o cardenales y decide si algunos de ellos necesitan algún cuidado o limpieza.
Puede ser que con la excitación o la dulzura del momento se pasen por alto estos
detalles físicos. Mírale a los ojos, si las pupilas están muy dilatadas o su tamaño es el
normal, escucha bien las palabras de tu sumiso/a, si son palabras raras o sin
coordinación… es importante estar alerta a todos estos detalles. Una ducha, un baño
caliente, una comida ligera, una cabezadita o simplemente un momento de charla o
silencio, abrazados o apoyado el sumiso/a sobre su Amo/a para sentir ese contacto
esencial, son muy beneficiosos antes de dejar el lugar donde se desarrolló la sesión,
ayudando a esos momentos de transición del mundo del BDSM a la realidad.

ESTADO EMOCIONAL
En una sesión BDSM no sólo está en juego el cuerpo físico en sí, sino que casi siempre
se entra en el terreno emocional y mental, que a veces se oculta o no se tiene muy en
cuenta al acabar la sesión.
Por ejemplo, las lágrimas pueden ser resultado de una emoción fuerte, de un
sentimiento, y también pueden ser por una sensación física extrema, infórmate
preguntándole abiertamente, sin dar nada por sabido.
Deberíamos tener en cuenta muchos factores cuando estamos en plena escena con
nuestro esclavo/a, incluso pasadas prácticas BDSM del sumiso/a en las que
experiencias negativas tengan un peso importante en la parte psicológica y de
humillación durante la sesión. Hay emociones y sentimientos fuertes, como el miedo,
la excitación, el nerviosismo, la adoración, la entrega, la sumisión, la dominación... es
normal que para salir de ese estado en el que nos hemos introducido, al que las
endorfinas nos han transportado, se necesite una transición gradual para volver al
mundo real de sensaciones. Las expresiones de afecto físico como abrazar, acariciar,
besar o charlar, pueden aliviar a ambos partenaire. Esas palabras casi susurradas,
donde hablamos de cómo ha ido la sesión y qué se ha sentido en general o en
determinados momentos y ante ciertas disciplinas, nos pueden proporcionar, no sólo
información, sino un placer, posiblemente, casi tan intenso, de unión y complicidad
como durante la misma sesión.

DETALLES

Sí, todo lo que hemos comentado nos puede resultar muy satisfactorio a todos, no sólo
placentero, sino que nos hace sentir más cómodos, a la vez que consigue que la
confianza y la complicidad crezcan entre ambos. Si tienes un tiempo limitado para una
sesión, no olvides tener en cuenta esos minutos tan necesarios tras la escena. Prestar a
tu sumiso esa atención que necesita. Transmítele también tus sensaciones, que sepa el
placer que te ha proporcionado, comunicarle que has disfrutado, qué te ha gustado
más o menos, que sienta que es importante para ti y que la entrega y las sensaciones
placenteras son recíprocas.
Algunas marcas y cardenales pueden aparecer más tarde, no dudes en hablar de ello,
en qué se siente. Generalmente existe un sentimiento al día siguiente ante las marcas,
y normalmente ese sentimiento es delicioso, ver las marcas, tocarlas, notar el suave
dolor que las envuelven, recordar cómo se produjeron, rememorar cada momento de
la escena e incluso esos momentos delicados y cariñosos tras el acto.
También hay que tener en cuenta un detalle, la sesión puede haber transcurrido
delante de otras personas, ante espectadores que pueden ser conocidos o no. Aunque
las necesidades de cada uno varían dependiendo de cada persona, la situación o lo
comprometido de una escena con público, la atención tras la sesión no debe ser
diferente. Justo al terminar, con la consecución del placer por parte del esclavo o de
ambos, éste se puede sentir vulnerable y expuesto, y no sólo físicamente, sino sobre
todo emocionalmente. El estar atentos a esos momentos finales puede dar como
resultado una experiencia satisfactoria o por el contrario dar como resultado una
experiencia negativa, y una mala experiencia suele ser siempre muy recordada, incluso
quedando oculta en el inconsciente.
Por eso el cuidado ante otras personas es igualmente importantísimo, como el hecho
de no producir un dolor extremo que se salga de los límites, llevados por la excitación
del momento. Y al terminar, que nadie piense que el mostrarse cariñosa con un
sumiso/a es síntoma de debilidad como dominante ni otras sandeces por el estilo que
se suelen escuchar. Delante de otros, comunícale igualmente que has disfrutado, que
te ha proporcionado placer con su entrega, no te importe tener a otras personas
delante, si la sesión te ha sido satisfactoria y te sientes feliz y orgulloso/a de tu
esclavo/a, díselo, que lo note, que sienta esa unión con un susurro, una caricia o un
beso.
COMO CONTACTAR

Lo que voy a exponer a continuación es fruto de muchas consultas con aficionados y


documentación al respecto, en este apartado he sido muy ecléctico, y es muy posible
que muchos de los puntos que exponga no sean aplicables a todos y que algunos estén
en desacuerdo con ellos, pero al menos puede dar una pista o ser una guía para
muchos otros.
Hay muchas maneras de encontrar a un compañero de juegos, pero a causa de la
situación geográfica o social, algunos detalles que explicaré es posible que no sean
aplicables.
En principio la meta es conseguir al menos un encuentro para poder charlar sobre el
tema con un posible compañero/a de juegos, y después de este primer encuentro
pueden venir otros y quizás se puede llegar a algo más.

FORMAS DE CONTACTAR

Anuncios en revistas y páginas web especializadas


Normalmente poner un anuncio es gratis. Pero piensa que el hombre es quien
normalmente los pone y los contesta, mientras que la mujer espera recibirlos. A veces
las féminas contestan anuncios, pero no es lo más habitual. Una mujer que pone un
contacto seguro que recibirá infinidad de contestaciones, mientras el hombre tendrá
que tener paciencia para que ellas le contesten. También hay contactos de mujeres que
son un simple cebo, con la intención de sacar dinero sin mayores pretensiones para un
encuentro, hablamos de contactos como: "envíame 20 euros para ver tu seriedad",
desde luego no debería contestar nadie a anuncios parecidos a éste. Es recomendable
huir de estos anuncios, que ya de entrada te piden dinero para sólo saber si eres serio,
escondiendo a todas luces que el único interés es el económico. Personalmente yo
también huiría de las revistas o páginas web en las que es necesario un aporte
económico para poner o contestar a él. Proliferan en la actualidad los contactos
mediante sms, desconfía si los sms tienen una tarifa alta, es muy posible que sean
como los teléfonos 806 y tras los sms haya un gabinete especializado para contestar.

Reuniones en club BDSM


Normalmente es fácil acudir y es una buena oportunidad, la pena es que escaseen de
forma escandalosa los clubes BDSM. Normalmente no se exige código de vestimenta y
sobre todo son para intercambiar experiencias y formas de ver el BDSM.

Fiestas Fetish-BDSM
Normalmente las fiestas se anuncian en revistas y páginas web especializadas.
Cualquiera puede ir y casi en todas las ocasiones hay código de vestimenta. También
hay fiestas privadas, que requieren invitación y los organizadores eligen a quien invitan
y a quien no.

Chats de Internet
Hay muchos y muy variados y muchas personas llevan a cabo sesiones virtuales en
estos lugares de charla. No hay nada malo en ello, pero muchos, hombres y mujeres,
no están interesados en un encuentro real aunque lo digan. Después está ver si de
verdad son mujeres o no, tú te lo puedes creer o no, pero hay que ser precavido en
esto. Además muchos entran con diferentes apodos cambiando de chico a chica o de
dominante a sumiso según les convenga para tener una charla virtual y por norma
estos sí que no tienen interés alguno en contactar realmente, sólo lo hacen para su
alivio privado y solitario. El chat es, en mi opinión, el mejor medio para contactar y de
hecho se hacen buenos e interesantes contactos, pero siempre con la precaución
debida. Con lo que debes de contar siempre es con la paciencia y en todo momento ser
tú mismo. Nunca te desalientes ante un primer intento de contacto fallido.

LA BUSQUEDA
Mujer sumisa busca hombre dominante
Como dijimos, las mujeres lo tienen más fácil. Asegúrate que pones muy claramente en
el anuncio lo que buscas. A menos que pongas algo realmente extraño, habrá cola de
dominantes para contactar contigo, lo mismo que si vas sola a una fiesta. Especifica
bien tus condiciones y extremo cuidado al elegir.

Mujer dominante busca sumiso


Los anuncios de Dóminas tienen respuestas aseguradas, al igual que en el anterior,
habrá cola. De la misma forma, especifica claramente lo que quieres y lo que esperas
del sumiso en cuestión. Atenta muy mucho a las contestaciones de los sumisos, los hay
que no son serios.

Hombre dominante busca sumisa


Se recomienda bastante paciencia, pues son muy pocas las sumisas que contestan a
contactos. Un dominante tendrá que escribir a bastantes anuncios para recibir una
respuesta, aunque siempre puede haber un día de suerte. No digo que sea imposible
encontrar una sumisa para relacionarte, pero hay que armarse de paciencia y como
comenté anteriormente sé tú mismo.

Hombre sumiso busca Ama


De nuevo la paciencia es norma obligada, los sumisos son mayoría en el mundo BDSM
y pocas las Amas que buscan sumiso, además de que la que puede ser tu futura Dueña
puede tardar en decidir escogerte. Normalmente en las secciones de contactos lo que
más hay son sumisos buscando Ama, la posibilidad de ser contestado por una es
escasa. Ya sabes, paciencia y escribe a todos los anuncios de Amas que te resulten
atractivos, también es posible tener un día de suerte.

Switch busca switch


El mejor compañero para un switch es siempre otro switch, aunque no tiene porqué
ser así. Este tipo de relación suele ser la más flexible y presenta una mayor gama de
posibilidades, ya que ambos pueden intercambiar los roles. Cuando un switch tiene
relaciones con alguien que no lo es, puede ser que surjan problemas. La comunicación
y el respeto son reglas ineludibles, al igual que en todas las opciones BDSM.

ALGUNOS CONSEJOS

Si eres chica, como comenté, la mujer es por regla general quien elige con quien quiere
mantener una relación, ya sea dominante, sumiso. Si pones un anuncio, tranquila,
llegarán bastantes respuestas. Elige cuidadosamente, procura estar bien segura de
escoger al compañero adecuado a tu forma de sentir el BDSM. No hay ninguna prisa,
aunque seas sumisa, tú decides. Una vez iniciada la relación ya habrá tiempo de
obedecer en todo y dejarse llevar, mientras tanto, habla mucho con esa persona y no te
decidas hasta estar completamente segura, tu seguridad lo exige.
Si eres dominante, no creas que existe mucha diferencia. Por norma los sumisos
querrán tener prisa en iniciar la relación, pero si lo que quieres es encontrar un sumiso
que responda como se espera de él, de nuevo ten paciencia y hazlo esperar hasta que
estés segura.
Si eres hombre, las mujeres tienen la iniciativa en la búsqueda de compañero en
relaciones BDSM y aunque seas dominante, es la realidad. Hay dominantes que nada
más encontrarse con una sumisa quieren darles órdenes en ese mismo instante, es un
grave error. Normalmente una chica antes de aceptar ser dominada en la vida real por
un Amo, prefiere que se cree un vínculo de confianza entre ella y su futuro Dueño. Si
vas demasiado rápido y la quieres empujar a tener una relación sin que esté preparada,
sencillamente puedes perder la oportunidad. Debes ser tú mismo, que te conozca bien,
que vea que se puede confiar en ti, que la respetas como mujer y como tal será
respetada como sumisa.
Si eres sumiso, al igual que ocurre con el dominante, has de ser tú mismo y presentarte
tal y como eres. Muéstrate serio y respetuoso con lo que se va a tratar y siempre está
bien llevar un ramo de flores cuando te encuentres con ella, un detalle así siempre
arranca una sonrisa con la que romper el hielo.

INICIAR EL CONTACTO
Anuncios
Para una mujer poner un contacto es una forma fácil y rápida de encontrar un
compañero de juegos. Es importante ser muy clara en lo que se busca, se quiere y se
espera de tu futuro compañero. Tus necesidades y fetichismos, si quieres una relación
perdurable 24/7, si además tienes planes de buscar pareja estable, si es simplemente
una relación esporádica y ocasional sin mayores problemas, de qué provincia o ámbito
geográfico ha de ser tu compañero... En definitiva, ser clara y concisa.
Por parte de los hombres se suelen ver anuncios de Amos y sumisos por el estilo...
"Amo busca esclava para tenerla a sus pies y cumplir todas sus fantasías" o bien...
"sumiso busca Ama para cumplir todas sus órdenes y deseos". Muy poca información y
muy aburrido. Posiblemente nadie conteste a anuncios de este tipo. En un anuncio hay
que ser breve y concreto, dejando bien claro las preferencias y gustos dentro del
BDSM, en pocas palabras, hay que venderse y bien. Algo así "Amo de Madrid, de 30
años, 1'78 de altura, 80 kilos de peso. Me encanta el deporte, la música, viajar y los
animales. Busco mujer sumisa de mis mismas características con experiencia o bien sin
ella para ser adiestrada. Soy estricto, pero tierno y comprensivo a la vez. Soy fetichista
del látex y los tacones altos para mi esclava. Mis disciplinas favoritas son el bondage y
el spanking. Mejor conocernos antes y charlar sobre nuestros gustos. Envía foto y tus
gustos personales además de los BDSM. Madrid y provincia".
También recuerda que un anuncio apoyado por una foto es mil veces más efectivo y no
es necesario que dicha foto sea desnudo o en una pose BDSM, simplemente puede ser
una imagen paseando, lo importante es demostrar que lo que dices de tu aspecto físico
no es pura invención y sobre todo no una simple foto de carné, dice muy poco. Pero
recuerda, no es sólo poner un anuncio, también hay que contestar otros anuncios, el
tuyo estará ahí para que una mujer se lo piense y lo valore entre los demás. Cuando
respondas a un anuncio, además de contar tus preferencias BDSM también puedes
escribir más sobre ti, cosas como... "me gusta la música", "me gustan los animales" y
explicar el porqué... Comentarios que la ayuden a conocerte mejor en tu aspecto como
dominante o sumiso y en tu lado más personal. Debes esforzarte en esa respuesta, si
sólo escribes cuatro líneas, posiblemente tu carta acabe en el cubo de la basura, hay
que trabajárselo. Recuerda, si contestas a un anuncio de una mujer, ésta habrá recibido
muchas respuestas, intenta que de entre todas la tuya sea la mejor.

Fiestas BDSM
Si eres mujer y vas a una fiesta con un amigo pero no eres ni su esclava ni su Ama, sería
interesante que se notase que es sólo tu acompañante. Puedes pasearte a ratos sola
por el local, o bien pedir a los organizadores que te presenten a alguien en concreto o a
un grupo de personas que creas que pueden ser interesantes de conocer. Así podrás
contactar con hombres y mediante la conversación poder conocerlos mejor e incluso
informarle que estás interesada y disponible para poder entablar una posible relación
BDSM, comentando claramente tu rol, aunque gracias al código de vestimenta
posiblemente vayas vestida adecuadamente a tu condición.
Si eres hombre y ves a una mujer que parece estar sola aunque esté con un grupo de
amigos, puedes presentarte muy educadamente. Si le preguntas cortésmente, lo
normal es que te respondan con la misma educación. Puedes preguntarle si desea
hablar contigo, si ella te dice que no, no insistas, nada peor que un pesado para una
mujer, serás descartado en ese mismo momento. También es interesante que alguien
te presente, es una forma de dar cierta confianza.

Chats en Internet
Si eres chica ya sabes que siempre tenéis un gran éxito en los chats, no os hace falta ni
comenzar una charla, sino que normalmente os abren privados al momento. Debes ser
muy cautelosas y no fiarte del primero que llega. Puede ser que encuentres al Amo o al
esclavo de tus sueños, pero en primer lugar pregunta su lugar de residencia, aunque a
veces las distancias no importan si se tiene cierta facilidad para desplazarse. Eso sí, si lo
que quieres es una relación real, asegúrate de que él también, no se vaya todo a
quedar en unas simples relaciones virtuales escudados en la distancia. Recuerda que la
seguridad es lo primero. Si quieres encontrar un compañero de juegos, debes sentirte
cómoda. Si ves que el hombre dominante no está contento porque no estás segura de
iniciar una relación y él insiste, busca a otro. No lo olvides, hay muchos hombres y tú
eres quien elige. Escoge bien.
Si eres hombre y entras en un chat recuerda, ante todo respeto. Los chats suelen
regirse por una serie de normas internas, intenta que alguien te informe al respecto.
Cuando hables con una chica, ten paciencia y sé sincero, para que ella pueda confiar en
ti.
Normalmente en los canales de charla de Internet especializados en BDSM se puede
identificar quién es dominante o sumiso/a sin necesidad de preguntarlo. Si el nick o
apodo comienza por mayúscula, esa persona se está identificando como dominante, si
por el contrario comienza por minúscula, se define como sumiso/a. Pide siempre
permiso para hablar en privado con la persona que te interese.

EL PRIMER ENCUENTRO EN PERSONA

Ahora por fin has conseguido una cita tras encontrar a tu posible compañero/a de
juegos. Es un momento importante y crucial para una futura relación. No te preocupes
si en ese primer encuentro no se llega a hablar de una primera sesión, de cuándo o
dónde se podría llevar a cabo, lo que interesa es conocerse.
Antes de ese primer encuentro, lógicamente habréis intercambiado correos o bien
hablado por chat o por teléfono y ahora más que nunca es cuando has de ser tú mismo
y presentarte tal y como eres, con sinceridad y total claridad en tus intenciones y en
cómo vives el BDSM.

ALGUNOS CONSEJOS

Dónde encontrarse
Es siempre interesante que el lugar sea público, donde ambos os sintáis seguros y
cómodos. Una reunión o fiesta BDSM no suele ser un buen lugar para un primer
encuentro, ya que existen muchos factores a vuestro alrededor que pueden influiros de
alguna manera, puede ser que de forma positiva, pero también es posible que
negativa. Lo normal sería encontrarse en un restaurante o una cafetería, eligiendo un
rincón adecuado para charlar tranquilamente. No escojas un restaurante demasiado
caro para quedar bien, pero tampoco quedéis en una hamburguesería.

Cuándo encontrarse
Cualquier día es bueno, aunque lo preferible sería durante el fin de semana. Como idea
aconsejaría que en vez de noche, podéis citaros al mediodía, se puede empezar
almorzando y si todo va bien, se puede llegar a la cena y con ganas de continuar la
velada juntos. Cuanto más tiempo estéis charlando en una primera cita, mejor podréis
conoceros.

Cómo encontrarse
Por norma habrá habido intercambio de fotos, pero igual no han mostrado toda la
realidad. Descríbete lo mejor posible y di lo que vas a llevar puesto o qué objeto
llevarás en una mano para hacerte reconocible al momento.
Ropa informal de calle es lo más adecuado, pero también ir bien vestido/a e incluso
con traje, es cuestión de gustos y de forma de vestir que tenga cada uno, pero opino
que mejor nada ostentoso y por supuesto no es necesario llevar cuero o tacones altos,
pero esto como dije antes es cuestión de gustos.
Estaría de más decirlo, pero el aseo y la higiene es importante para causar una buena
impresión. Aféitate, no vayas a pinchar con el beso al presentaros. Al principio romper
el hielo puede costar. Puedes hablar de temas triviales y cuando observes que la otra
persona está más cómoda, se puede abordar el tema de interés común, el BDSM.

La llamada de seguridad
Si te vas a encontrar con un extraño es bueno que informes a alguien, un amigo, un
familiar de confianza, otro aficionado al BDSM conocido… Es interesante que ese amigo
te llame al móvil para asegurarse de que todo va bien o que tú lo llames a él. Dale a tu
amigo toda la información posible del extraño con el que te vas a encontrar, número de
teléfono, descripción, lugar de encuentro... Lo interesante es sentirse seguro/a en caso
de que esa persona con la que te vas a encontrar no sea lo que dice. Puedes usar esa
llamada como excusa ideal para marcharte por cualquier tema recurrente o bien para
que acudan a recogerte. No quiero parecer paranoico, pero nunca se sabe.
Si eres hombre, recuerda no presionar nunca a la chica con la que te encuentras, es
normal que esté nerviosa con el encuentro, aunque seas tú el sumiso no creas que por
ser ella dominante va a estar más tranquila. Según cada persona, no es fácil
encontrarse con alguien que es perfectamente desconocido por muchas charlas
virtuales que se hayan tenido. Además lo más normal es que ambos estéis nerviosos
ante el primer encuentro y recuerda que es posible que reciba la llamada de seguridad
o ella tenga que hacerla, sé discreto y respetuoso.

Hacia la primera escena


Bien, parece que has encontrado al compañero/a ideal y crees que puedes llegar más
allá y estás seguro/a de que puedes confiar en él o ella. Sigamos....
No cometas el error de creer que esa confianza básica que se está estableciendo ya te
da motivos para pensar que estás libre de salir perjudicado/a. Pasa a menudo que un
dominante a pesar de las negociaciones anteriores y de las charlas, pueda cometer un
error grave en el primer encuentro que a la sumisa o al sumiso le quiten las ganas de
volver a intentarlo con ese Amo/a.
Algunos dominantes parecen geniales en unas charlas en un chat o en un encuentro
para ver cómo es cada uno y sin embargo una vez iniciado el juego... Recuerda que una
sesión virtual a través del ordenador o por teléfono nada tiene que ver con un
encuentro real, absolutamente nada (imagina a alguien que puede ser un gran experto
en técnicas de fútbol, de cómo se ha de tocar el balón o tácticas y sin embargo puede
ser un pésimo jugador de fútbol o como también ocurre en nuestro país, que hay
excelentes y numerosos críticos taurinos y sin embargo son incapaces de ponerse
delante de un toro). También con la proliferación de los contactos a través de chats hay
muchos dominantes que se declaran con experiencia, siendo totalmente falso. Esto
puede llevar a una primera sesión decepcionante. Normalmente refuerzan ese "con
experiencia", sobre todo al saber que el sumiso/a declara a su vez su nula experiencia
real, con esto se crecen a la vez que puede crecer el riesgo de una sesión fallida y en
esa sesión recuerda que quien realmente va a sufrir las consecuencias va a ser la parte
sumisa.
Lo interesante es que para una primera escena no haya sorpresas desagradables, para
ello, como he repetido hasta la saciedad, muéstrate tal y como eres, siendo sincero y
dar toda la información fidedigna que te soliciten es esencial. Hay que discutir cada
detalle antes de comenzar una escena, en esas charlas es interesante poner de
manifiesto los límites de cada uno.
La primera sesión, aun siendo simple en su desarrollo, es donde nos descubrimos el
uno al otro y donde hay que dar lo mejor de uno mismo demostrando que ambos
habéis sido francos, nada peor que una experiencia negativa, no sólo para echar a
perder esa sesión, sino incluso a la persona con la que te has encontrado. Si ambos sois
inexpertos, ya lo habréis hablado, así que tranquilidad, respeta siempre los límites y sé
lo más cuidadoso posible. Recuerda que la experiencia virtual no sirve para una escena
real, más que como guía para conocer los gustos de cada uno o el interés por tal o cual
disciplina, pero ninguno lo habéis probado sobre vuestra piel. Nunca intentes llevar al
límite al sumiso/a en la primera sesión, eso implica una gran confianza y conocimiento
de esos límites por parte de ambos.
Para esa primera vez ya conoceréis los fetiches de cada uno, seguramente al sumiso/a
le guste ver a su dominante vestido de cuero o látex o bien al dominante que el
sumiso/a lleve una prenda o calzado en concreto para alimentar así su fetiche.
Además, siguiendo esa moda de las sesiones virtuales muchos se hacen una idea
equivocada de lo que es una relación BDSM. Una relación BDSM no es sólo tener
confianza o seguir una orden del dominante al pie de la letra, en la vida real es algo
más. Un simple ejemplo de desconocimiento en una relación real sería cuando el
dominante ordena ponerse de rodillas al sumiso/a y en virtual puede estar así horas, ya
que es algo falso (en la mayoría de las ocasiones), en la vida real sería imposible tener
mucho tiempo a un sumiso/a arrodillado por cuestiones claramente físicas o bien la
forma de azotar o poner unas pinzas dentadas en unos delicados pezones, sin saber
realmente cuán sensibles pueden ser. Este tipo de fallos es el más habitual, por ello
siempre recomiendo el comienzo lento, comentando o preguntando cuando sea
necesario, sin creerse que al practicar sesiones virtuales ya se sabe todo, quizás el
mecanismo psicológico de una relación sí pueda ser comparativo, pero nunca el físico.

TIPO DE RELACIONES

Relación con una Ama profesional


Aquí no estoy comentando ese tipo de relación ni la comentaré, ya que puedes ser
esclavo de una profesional sólo si pagas, por lo que este artículo no va dirigido a
quienes consumen sesiones sado enlatadas de pago.

Relación rápida o esporádica


Este apartado no tiene nada que ver con el tipo de relación "aquí te pillo aquí te mato",
he hablado de una relación fundamentada en la confianza mutua y no en el "polvo"
rápido, y no tengo ni idea de cómo se puede encontrar un sumiso/a o un Amo/a para
ese tipo de relación a la desesperada.
Hay personas que por diferentes circunstancias sólo desean una relación de forma
ocasional o esporádica, sin compromiso, este caso es una forma de relación BDSM tan
válida y positiva como cualquier otra.

Relación regular
Muchos tienen un compañero/a fijo, aunque no por ello viven juntos o tienen deseos
de hacerlo. Algunos tienen una vida ya hecha que no les permite vivir con su esclavo/a,
otros tienen hijos, otros están casados... normalmente con alguien con quien no
comparte sus gustos por el BDSM. Algunas veces las relaciones son largas, pero
normalmente llegan a un final y se busca otro compañero/a nuevo, es una relación que
está bien pero el coste psicológico es elevado, puede que el esclavo/a se enamore de
su Amo/a, es un tema a dejar también muy claro en los límites, no límites físicos, sino
límites de vida social y psicológicos.

Relación 24/7
Esta es un tipo de relación que muchos entienden mal y por ello no voy a adentrarme
en su filosofía o forma de verlo. Puede ser que vivan juntos, e incluso que lleguen a
casarse, pero la realidad es muy diferente a la fantasía. Una pareja con hijos
obviamente no podrá jugar todo el tiempo, ya que tienen una responsabilidad en el
cuidado y educación de sus hijos. Ambos pueden tener trabajo, por lo que tras un día
de dura jornada laboral, donde no se puede llevar el juego a rajatabla, una vez en casa
apetecerá contarse cómo ha ido el día o arreglar la casa y hablar de los problemas
domésticos. Además cuando están ante personas ajenas al BDSM ambos deberán
comportarse como una pareja "normal". Aunque siempre haya detalles internos del
juego en todo momento.

AL FINAL

De nuevo quiero hacer hincapié en la confianza, el respeto y la sinceridad, éstas deben


imperar en toda relación BDSM. Si una de las partes está casada o tiene pareja hay que
decirlo desde un primer momento, la otra parte puede comprender o no que busques
fuera de tu pareja una relación BDSM porque quizás tu pareja no admita este tipo de
relación. Las circunstancias y límites físicos, psicológicos y sociales han de estar siempre
muy claros. La verdad siempre por delante.
En muchos aspectos y párrafos este capítulo puede resultar algo reiterativo en algunos
de sus puntos, pero está hecho a propósito, ya que hay términos que no deben faltar al
inicio de una relación BDSM, términos como: cuidado, seguridad, honestidad,
sinceridad y confianza, que deben afianzarse aún más cuando esa relación vaya
convirtiéndose en algo más duradero.
Espero que te sean de utilidad estos consejos, ahora todo está en tus manos.
LAS ETS Y EL SIDA EN EL BDSM

Creo que es muy importante dedicar este capítulo a las Enfermedades de Transmisión
Sexual y el SIDA y su relación con el BDSM, explicando sus posibles formas de contagio
y las formas más elementales para su prevención. Lógicamente he tenido que
documentarme y consultar a especialistas médicos para ser lo más preciso posible, ya
que está en juego nuestra salud, la nuestra y la de las personas con las que podamos
relacionarnos sexualmente.
El BDSM, como cualquier relación sexual, está supeditado a posibles contagios de
enfermedades de transmisión sexual y entre ellas el temible SIDA. Aunque no siempre
tiene porqué existir un contacto sexual, llamemos penetración o contacto corporal
íntimo entre las personas que lo practican, cuando éste existe hay que tener en cuenta
una serie de precauciones, y no sólo con nuestro cuerpo, sino también con los
instrumentos que podamos usar durante una sesión o relación BDSM.
Podemos decir que el BDSM está considerado como una relación de bajo riesgo de
contagio. No olvidemos que las únicas formas de contagio del SIDA son el contacto
directo entre el semen o las secreciones vaginales, y cómo no, el contacto directo con
la sangre.
A menos que tengamos algún corte o herida, no hay que preocuparse por fluidos como
la saliva, sudor, orina o excrementos. También el ser portador de cualquier otra
enfermedad de transmisión sexual, aumenta el riesgo de contagio del SIDA.
Una relación BDSM responsable ha de basarse siempre en el sentido común, la higiene,
la seguridad, la prevención y la confianza. Si eres portador de cualquier ETS o incluso
del virus del SIDA, no por ello debes o tienes que dejar de tener una escena, pero
siempre tienes la responsabilidad y la obligación de advertirlo previamente y por
supuesto extremar las precauciones y ser comprensivo en el caso de que alguien no
quiera tener una sesión contigo.
Pero también, si tú no eres portador, es cuando más comprensivo has de ser y nunca
cerrarse en banda o rechazar a la persona portadora, ya que siguiendo unas normas
básicas de seguridad no tiene porqué pasar absolutamente nada, y hacer el juego
placentero para todos.
A continuación paso a detallar las normas básicas a seguir en los diferentes tipos de
prácticas y/o instrumentos que normalmente se suelen utilizar en las sesiones:

Spanking
Si no se provoca ningún tipo de herida o desgarro en la piel, no tiene porqué haber
ningún tipo de riesgo. Existen diferentes instrumentos para azotar, como ya sabes a
estas alturas del manual, con los que es muy difícil provocar sangre, debido al tipo de
material con el que están fabricados. Sin embargo existen otros, como los látigos de
cuero, fustas o varas, que sí pueden rasgar la piel. En ese caso, no olvides limpiarlos a
fondo, como ya detallaré más adelante.

Bondage
No es probable que una atadura provoque ningún riesgo de transmisión de
enfermedades, siempre que el material que se use sea el adecuado. El mejor a usar
para el bondage son las cuerdas de algodón, o el nylon flexible, que no provocan
rozaduras ni cortes. Anteriormente ya se trató la seguridad en el bondage y está de
más hacerlo de nuevo aquí. Cuidado al utilizar cintas adhesivas en el bondage, ya que
no sólo se puede traer el vello corporal, sino que puede rasgar a su vez parte de piel.

Instrumentos y juguetes
Como norma básica de seguridad, nunca compartas tus juguetes, aunque no lo
percibamos claramente es posible que queden restos de fluidos corporales o resto de
sangre, sobre todo si no son debidamente limpiados. Si por ejemplo tienes varios
esclavos/as y usas con frecuencia juguetes tales como consoladores, bolas chinas,
plugs... recuerda usar preservativos para dichos juguetes, y cambiarlos si vas a usarlo
con otro esclavo/a, también puedes marcar cada juguete con el nombre del sumiso/a
al que corresponde y usarlo sólo con ellos. Lo mismo ocurre con instrumentos como el
cepillo del pelo, ya que las púas pueden traspasar la piel con facilidad. Con los otros
instrumentos puedes seguir la misma norma dependiendo del uso que le des a cada
uno.

Pinzas
Si no hay ningún tipo de desgarro o herida en la piel no hay ningún riesgo de
transmisión. Cuidado, la leche materna contiene anticuerpos y puede que haya algún
riesgo en los pechos lactantes a la hora de pinzarlos o atarlos. Recuerda que hay
mujeres que producen leche sin estar embarazadas y que incluso algunos hombres
pueden producir leche, normalmente esto ocurre a partir de los cuarenta años.
Anteriormente ya se trató la disciplina de las pinzas y sus medios de seguridad, que
pueden completar este apartado.

Juegos de temperatura
La forma de transmisión con esta disciplina es a través de algún tipo de ampolla o
quemadura en la piel. Por ello no es aconsejable usar velas coloreadas, perfumadas o
de cera de abeja, ya que funden a alta temperatura, utiliza mejor la cera de parafina
blanca o coloreada, ya que funde a una baja temperatura. Es desaconsejable el uso de
puros y cigarrillos, que producen claramente quemaduras o ampollas. El hielo, úsalo
para causar intensas sensaciones en una zona calentada, por norma no hay problemas
con é.

Agujas, piercings, afeitado...


Lo más importante y fundamental a la hora de realizar un piercing o usar agujas en tus
juegos es asegurarse de que todo el material está debidamente esterilizado y que sea
de un solo uso. Con referencia al piercing recuerda siempre acudir a un profesional
especializado y con licencia. Para juegos con agujas, que siempre sean agujas nuevas y
que estén debidamente precintadas y que nunca se compartan. Una vez usadas, ponle
de nuevo el capuchón y tíralas en un contenedor apropiado. También es aconsejable
que la persona que pone las agujas lleve guantes de látex.
Cuando afeitas a tu esclavo/a, no olvides tener a mano algodón y alcohol, en cuanto
produzcas un pequeño corte, que casi siempre se produce, límpialo con el algodón
empapado en alcohol. Es aconsejable cuando vayas a usar las agujas o a afeitar, limpiar
la zona corporal con una buena friega de alcohol.

Lluvia dorada
Ingerir orina no es un riesgo en sí mismo, pero cuidado al pegar tu boca en los genitales
de tu pareja, puedes tener alguna infección en la boca o corte y se puede contagiar
algún tipo de enfermedad de transmisión sexual. No te cepilles la boca 3 ó 4 horas
antes de jugar, ya que el cepillado puede producir algún tipo de sangrado en las encías.

Enemas
Gran parte de los aficionados del BDSM que practican la penetración anal, ya sea con
consoladores, con el pene, o haciendo fist-fucking anal, saben que es importante tener
el ano bien limpio. Por ello se utiliza el enema, aparte de aquellos amantes del enema,
que lo usan como disciplina en sí misma. Es importante usar lubricantes de manera
abundante para evitar desgarros o abrasiones. Recuerda que debes usar un lubricante
al agua, y nunca uno con base de aceite, como puede ser la vaselina, ya que resecan las
mucosas naturales del organismo. Nunca compartas la bolsa de agua ni las boquillas,
límpialos cada vez que los uses como se expondrá a continuación.

La limpieza de nuestros juguetes


La más básica es la limpieza con agua caliente, jabón y agua oxigenada, en esta
solución puedes sumergir tus juguetes (consoladores, bolas, plugs...) durante unos 20
minutos después de haberlos frotado enérgicamente y limpiado a fondo. Otra cosa es
la limpieza de nuestros delicados instrumentos de cuero. Para ello utilizaremos espuma
de limpieza en seco para pieles, para posteriormente limpiarlo con un cepillo de cerdas
duras que lleguen hasta el último rincón y hasta la última grieta del cuero. Luego, rocía
las trallas con agua oxigenada y después sécala bien con toallitas limpias y déjalo secar
al aire. Una vez que esté seco, recuerda tratar el cuero con un acondicionador
adecuado para piel o corres el riesgo de que se reseque y se agriete o se vuelva
quebradizo. Recuerda que los juguetes compartidos que no se limpien adecuadamente
pueden transmitir enfermedades de transmisión sexual.
Zonas genitales y sexo
Penetrar sin protección es de alto riesgo y de una gran irresponsabilidad. No hay que
olvidar que el ano y la vagina son zonas delicadas y que pueden producirse con
seguridad diminutos desgarros y son lugares donde el SIDA o cualquier enfermedad de
transmisión sexual aprovechan para introducirse y contagiar. Repito, el uso de
preservativo es obligado sin excusa para la penetración tanto anal como vaginal.
Cuidado también con tocar o penetrar con los dedos si en alguno de ellos tienes una
herida o corte. Cuida de tener las uñas bien cortadas y no muy largas. Las prácticas
sexuales bucogenitales como la fellatio o el cunnilingus están consideradas de bajo
riesgo. Sin embargo, si has usado hilo dental o te has cepillado los dientes previamente
puede ser algo más arriesgado. Incluso una garganta irritada puede aumentar el riesgo.
El beso anal no es considerado una práctica de riesgo para la transmisión del SIDA,
aunque sí de otro tipo de enfermedades sexuales como los herpes, verrugas anales,
parásitos... La práctica del fist-fucking crea desgarros con mucha facilidad, tanto en el
ano como en la vagina. Hay que tratarlo con mucho cuidado y siempre es aconsejable
el uso de los guantes de látex y lógicamente de lubricante en abundancia. Nunca
fuerces ni el ano ni la vagina, tómate tu tiempo y disfruta.

Drogas y Alcohol
Nunca se debería practicar BDSM bajo el efecto de drogas, tranquilizantes,
alucinógenos o cualquier otra sustancia que suponga una merma de la capacidad de los
practicantes. Lo mismo ocurre con el alcohol. Lo más normal es que estando bajo los
efectos de alguna droga o alcohol, cometas algún tipo de imprudencia o error de forma
inconsciente, que pueda causar algún problema serio o dejar alguna secuela tanto
física como psicológica. Esto es sólo un consejo, después cada uno puede hacer lo que
le plazca, no soy nadie para decir qué debes tomar y qué no, que ya somos mayorcitos,
pero hay que tener un gran cuidado cuando usas las drogas y el alcohol en tus escenas.
No seas irresponsable. “No podemos conducir tu sesión por ti”.
ALGO DE HISTORIA DEL BDSM

Voy a intentar realizar una visión panorámica y general del recorrido de las prácticas y
personajes BDSM a lo largo de la Historia. Una visión por otra parte somera, sin entrar
en profundidad y centrándome al final en los medios gráficos en nuestro país, por lo
que se pueden escapar hechos y personajes que podemos considerar importantes para
la historia particular de nuestro característico mundo.
La sutil relación entre el dolor y el placer, fue señalada ya por los más antiguos
observadores. Se dice que Salomón, en su vejez, se hacía pinchar por sus mujeres y
concubinas para excitar su desfallecida virilidad. Cuenta Flavio Josefo en su Historia del
Pueblo Judío, que Férosas, hermano de Herodes, primero se hacía encadenar y luego
azotar por sus esclavas, con el mismo fin de alcanzar el éxtasis sexual.
Remontándonos a la Atenas clásica, Sócrates, en sus relaciones con Xantipas, también
se cuenta que mantenía una especie de relación sadomasoquista. Parece ser que el
filósofo se hallaba tremendamente dominado por su mujer, que por otra parte le era
tremendamente infiel con media Atenas, y a raíz de una enconada discusión sostenida
entre ambos, en el momento en el que el filósofo se disponía ya a salir de su casa, la
mujer le tiró a la cabeza un orinal, obviamente lleno. Entonces Sócrates exclamó: “¡Es
natural que después de la tronada venga la lluvia!”.
También Aristóteles y Filis, al parecer, tuvieron devaneos BDSM. De hecho, a Aristóteles
se le ha representado a cuatro patas y cabalgado por una fémina que lo va azotando
(aunque este testimonio no deja de ser un dibujo satírico de dudosa historicidad, por lo
que no es nada seguro que sea real).
El hecho de que entre las ofrendas consagradas por las cortesanas a Venus, diosa del
amor, se encontrasen látigos, bridas y espuelas, nos cuenta con cierta claridad el uso
erótico de dichos objetos. Objetos que, por otra parte, son símbolos de las Amazonas.
Y es bien sabido, según la mitología, que las Amazonas tuvieron una gran influencia en
la antigüedad, formando una especie de matriarcado, resaltando la superioridad y el
dominio de la mujer sobre el hombre, aunque este detalle tenga poco de “juego” y más
de esclavitud forzada, no confundamos los hechos.
En el Satiricón, Petronio cuenta que el jefe de la guardia pretoriana de Calígula, hace
flagelar a uno de sus personajes con ortigas, lo cual estimula su virilidad, claro que el
azotado no deseaba serlo, hay que tener en cuenta estos detalles a la hora de valorar lo
que no es una relación BDSM como la entendemos.
El papel de la flagelación para la excitación sexual se describió ya en el siglo XV. En el
año 1643 apareció una monografía consagrada a dicho tema cuyo título era De Usu
Flagrotumin Re Venera (El uso del flagelo en las cosas de Venus), de Meibomius.
También está demostrado que en tiempos de Luis XV existieron sociedades y locales
donde se practicaban las artes del sadismo y la sumisión. La más famosa sociedad
llevaba por nombre Hermafroditas u Orden de la Felicidad o la Sociedad de los
Afroditas, donde se ejercía el sadismo, principalmente sobre las mujeres. Estas
sociedades solían cambiar de sede por las persecuciones que sufrían desde distintos
estamentos del Estado, sobre todo porque las féminas eran obligadas y secuestradas,
ayudadas por otras féminas pertenecientes a esas sociedades. Un empuje significativo
tuvo lugar a finales del siglo XVIII, momento de la aparición de Justine y de La Nouvelle
Justine; en esta última, se nos cuenta detalladamente la historia de Juliette, su
hermana. Hubo una edición profusamente ilustrada con grabados al estilo de la época,
ilustraciones de un crudo realismo y que seguro, en su día, hicieron las delicias de los
amantes a las prácticas sadomasoquistas. A pesar de todo esto, hasta mucho tiempo
después, los literatos y estudiosos no verán en tales prácticas más que suertes de
estímulo, como un afrodisíaco sexual. De manera que el masoquismo fue en el siglo XIX
descrito erróneamente, como una perversión sólo exclusivamente sexual.
En 1869, Krafft-Ebing describió en su Psicopatología Sexual una perversión
caracterizada por la búsqueda de la sumisión dolorosa y humillante que él llamaba
masoquismo, del nombre de Sacher-Masoch, escritor de moda en la época. Éste ilustró
perfectamente, tanto en su vida como en su obra, la perversión que debería llevar su
nombre desde entonces en adelante. El ensayo de Krafft-Ebing quedará como el
documento más comprensible y completo que haya precedido a los trabajos
psicoanalistas. Todas las manifestaciones clínicas se mencionan en él. Dolor físico por
los pinchazos, golpes, flagelación, humillación moral por la actitud de sumisión servil a
la mujer, acompañada de castigos corporales. También señala las relaciones entre el
masoquismo y el sadismo, su perversión contraria, no dudando en considerar al
conjunto del masoquismo como un “excesivo crecimiento patológico femenino, como
un abundamiento morboso de ciertos rasgos del alma femenina en el hombre”, lo cual
nos muestra que, según este autor, “principalmente son masoquistas los hombres,
siempre deseosos de ser torturados y humillados por féminas, siendo minoría los
sádicos masculinos”. (?)
Aunque, igualmente, hay un altísimo porcentaje de mujeres deseosas de ser
sometidas. Es por ello, por los supuestos rasgos del alma femenina en el hombre, que a
muchos sumisos les agrada ser travestidos, como cierta forma de humillación y de
feminización. A partir de aquí hay que meterse en el campo del señor Freud, que
señala al masoquismo como una de las patologías más problemáticas y peligrosas. Y
por ahí, personalmente, no paso. Ya han sido bastante rebatidos los análisis y la
mayoría de las teorías freudianas a lo largo de este siglo por psicólogos de reconocido
prestigio, como para perder el tiempo con sus estudios y análisis ya desfasados sobre el
sadomasoquismo. Aunque psicólogos contemporáneos han llegado a conclusiones
como que el masoquismo no tiene componentes patológicos, aún no está demostrado
de manera concluyente. ¿El masoquista nace o se hace? Se puede concluir que hay
opiniones para todos los gustos, sólo señalar que no hay unanimidad al respecto.

EXPRESIONES ARTISTICAS BDSM

Y después de apuntar por encima los sesudos estudios sobre el BDSM durante el siglo
XIX y principios del XX, creo que debemos retomar el hilo conductor de este capítulo,
que es comentar un poco de la historia del BDSM, que me estoy despistando.
Entrando de lleno en el siglo XX, podemos hacer mención de las láminas, grabados y las
primeras fotografías con imágenes de contenido sadomasoquista, que se vendían en
una cantidad considerable, a escondidas, en librerías y locales de mal ver y peor fama.
También se puede citar a algún célebre y reconocido masoquista de nuestro siglo,
como fue Lawrence de Arabia, que descubrió su masoquismo después de ser
capturado y azotado, al notar una excitación sexual desmesurada durante su
azotamiento (aunque este punto no está claro, ya que quedó traumatizado,
convirtiéndose en una obsesión patológica lejos del sadomasoquismo tal y como lo
entendemos).
Y llegamos así a la aparición de los primeros cómics allá por los años 30. Dibujantes
imprescindibles como Bernard Montorgueil, que publicaba sus valiosas ilustraciones en
títulos como The Four Thursday, ilustraciones realmente exquisitas y que nos hace
envidiar a sus primeros observadores. Otro dibujante imprescindible es Carlo, cuyas
ilustraciones aparecían en libros y cómics como Triumphant Leather y The modern
Inquisitor, y de nuevo nos encontramos con ilustraciones de excelente factura.
En los años 40 hizo su aparición el indispensable John Willie con Las aventuras de
Gwendoline, título imprescindible para los coleccionistas, con ilustraciones realmente
soberbias y que aún hoy en día nos hacen pasar muy buenos ratos. No sólo se dedicó
John Willie a los dibujos, sino que hizo acertadas incursiones en la fotografía con
instantáneas de un estilo difícil de superar.
El cómic evolucionó y se asentó en los años 50 con títulos como Madame La Bondage,
con ilustraciones de Eneg, también envidiables pero sin llegar al nivel de los dibujantes
de décadas anteriores, donde los ilustradores derrocharon una imaginación y un arte
difícil de igualar.
Y por fin llegamos a un momento crucial. En los años cincuenta apareció el libro
Historia de O de Pauline Réage, censurado en aquellos días y popularizado en la
siguiente década, que se ha convertido en el libro de cabecera de los aficionados,
llevando a la práctica las normas de comportamiento que en él aparecen, e incluso
convirtiendo casi en objeto de fetiche hasta los propios nombres y objetos que se citan
y aparecen por primera vez en el libro, como Roissy, Sir Stephen, O, el característico
anillo, entre otros… Su versión cinematográfica, en los setenta, popularizó y dio a
conocer un poco más nuestras prácticas entre un público profano en la materia e
incluso hizo descubrir el BDSM a aficionados inconfesos.
Los años 50 no serían completos si no hablamos de la aparición de Betty Page, que de
la mano de Paula e Irving Klaw, allá por el año 52 a sus 30 años, hizo su primera
aparición como chica de portada de una conocida publicación, dejando su carrera en
1957 y legándonos multitud de imprescindibles fotografías y algunas inolvidables
películas. Aún hoy en día Betty Page sigue constituyendo la imagen por excelencia y la
personificación del fetichismo y el BDSM, convertida en auténtico mito para todos los
aficionados.
A partir de los sesenta y setenta, en todo el mundo, aparecieron numerosas revistas y
comenzaron a circular regularmente películas sobre BDSM, hoy en manos de ávidos
coleccionistas.
Tras la caída de la dictadura y la llegada de la libertad de expresión, nuestro país no se
diferenció de los demás. Ya en los 70, aparecieron publicaciones como las famosas
Antologías del SM 1 y 2, editadas por Luis Vigil, uno de los principales introductores y
divulgadores (aún hoy en día) del BDSM en España.
En los años ochenta hubo un gran auge del BDSM en nuestro país, con la eclosión de
gabinetes especializados. Entre ellos, resaltar El Palacio del Sado de Barcelona mientras
éste estuvo dirigido por la excelsa Maîtresse Michelle, sin duda alguna un personaje
imprescindible en nuestro país. El Palacio del Sado fue mucho más que un simple
gabinete profesional, ya que se convirtió en el club BDSM por antonomasia, llegando a
aglutinar a lo mejorcito de la escena de nuestro país, y que además de las típicas
mazmorras, entre sus instalaciones contaba con biblioteca, videoteca, ambigú… Un
lugar mágico que llegó a su fin, tal y como era, con el fallecimiento prematuro de su
creadora. Por entonces apareció la revista más importante especializada en BDSM
como fue Sadomaso, que nació como boletín informativo de El Palacio del Sado.
En los 80 se llegó a la realización e importación masiva de producciones videográficas y
la aparición de numerosas publicaciones como: Sadomaso, Cuero’s, Dómina, SM
Stories, Club SM… aunque la mayoría de vida efímera excepto la primera.
De la historia del BDSM de los años ochenta no puedo dejar de citar a otro personaje
importante e imprescindible, como es José María Ponce, en su papel de director de la
revista Sadomaso y como realizador de algunas producciones BDSM, aunque con
insuficiente éxito. Esta década extraordinaria llegó a su fin con el cierre de la revista
Sadomaso con la que, curiosamente, dejaron de editarse a su vez otras revistas
especializadas.
En los 90 aparecieron publicaciones que tuvieron una vida efímera durante esa década,
como Sade, Esencia SM, Demonia, Sadomaso (en su segunda edición)…
Y aquí ya tengo que comentar la revista Sumissa, revista que tuve el honor de editar y
que comenzó a publicarse en 1995, llegando a convertirse en la publicación
especializada en BDSM más longeva de la historia de nuestro país, a pesar de ser
editada no en Barcelona, como es lo más habitual, sino en Sevilla y que dejó de
editarse en 2005 con 75 números publicados, para pasar en la actualidad a su versión
digital en Internet.
En los 90 también hicieron aparición algunos clubes en nuestro país, sin duda el más
importante fue el Club Sade, que llegó a sobrevivir algunos años. También hubo
algunos intentos como el club Blue Room que no pasó de algunos meses. Posiblemente
hubo alguno más aunque su efímera existencia y mi memoria hacen que no recuerde
algún nombre que reseñar.
En los 90 también hubo una gran efusión de fiestas BDSM, reseñar las organizadas por
el club Sade en Barcelona, o las más longevas creadas por Rubbtied Club también en la
ciudad condal. En Madrid tuvieron una gran acogida las fiestas organizadas por Antonio
Graell, aunque, desgraciadamente, ninguna de estas organizaciones funcionan en la
actualidad.
Entrando ya en nuestro actual siglo, tras la desaparición de Sumissa en 2005 no ha
vuelto a publicarse ninguna otra revista especializada, y en cuestión de clubes tenemos
la suerte de contar con el único que funciona con regularidad desde hace varios años y
hasta nuestros días, el club Rosas 5 en la ciudad condal, que espero vivamente siga
funcionando cuando estés leyendo estas líneas.
Es curioso como la mayoría de fiestas y clubes sólo han logrado funcionar en
Barcelona, la única explicación que encuentro es la mentalidad cosmopolita de los
barceloneses, aunque a esas fiestas acudían personas de toda la geografía nacional.
En la actualidad, a pesar de la mayor tolerancia de la sociedad hacia todas las
inclinaciones y tendencias sexuales, nuestra opción sexual sigue siendo una de las más
marginadas e incomprendidas y aún se sigue viendo con recelo y rechazo por parte de
la mayoría de la sociedad, cuando no perseguida y prohibida por parte de las
autoridades y las instituciones en bastantes países. Aunque tengo que decir que en
nuestro país tenemos la suerte (por ahora) de que no existe censura en materia sexual
y espero que la cordura de nuestros gobernantes (actuales y futuros) lo mantenga así,
al contrario de algunos países europeos, donde existe aún una rabiosa censura para
nuestra afición. En nuestros días aún se sigue luchando denodadamente por asentar y
obtener un reconocimiento de nuestra afición.
Sueño con que algún día se revitalice el adormecido panorama BDSM en nuestro país e
incluso que haya clubes permanentes, no sólo en Barcelona, sino que sea de lo más
normal que existan en las más variadas capitales de nuestra piel de toro. Desde aquí
quiero agradecer su esfuerzo y entereza a todas esas personas que luchan por
normalizar y dar vida a la escena BDSM de nuestro país, que no decaiga. En nuestras
manos está que algún día ese sueño se haga realidad y que entre todos sigamos
haciendo historia, el esfuerzo, estoy seguro, merece la pena.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Este apartado está dedicado a las dudas, preguntas e inquietudes más comunes,
recurrentes y típicas que se suelen plantear con frecuencia por parte de los aficionados
al BDSM, sobre todo por las personas que dan sus primeros pasos en nuestro mágico
mundo o sienten interés por él.
Quiero aclarar que las respuestas a dichas cuestiones no tienen la intención de sentar
cátedra ni pretender ser la realidad o verdad absoluta, tan sólo la de intentar contribuir
a aclarar conceptos, resolver incertidumbres, desterrar viejos tópicos y, en la medida
que sea posible, aportar mi opinión personal como amante del BDSM. También me
gustaría aclarar que no pretendo polemizar, ni abrir ningún debate, por tanto quiero
manifestar que respeto a todos aquellos que tengan opiniones diferentes o discrepen
de los puntos de vista que se aportan en las respuestas (espero también ser
respetado).
Como no lo sé todo, y ante la falta de información y experiencia por mi parte de ciertas
prácticas o temas específicos, en algunas preguntas he recurrido a otros aficionados
para consultarles y así de paso poder tener diferentes opiniones desde otras
perspectivas.

-¿Soy un bicho raro porque me gusta el sado?

No. No somos bichos raros, ni enfermos, ni anormales, todo lo contrario. Se supone


que más del 15% de la población tiene inclinaciones o fantasías sadomasoquistas (no
patológicas), aunque tan sólo un porcentaje muy pequeño de dicha población
desarrolla, o al menos lo intenta, su fantasía y muchos tienen miedo de expresarla
incluso a su pareja. No hay nada más normal en el mundo que tener fantasías sexuales,
y entre ellas se encuentran las que engloban nuestro mundo. Así que no hay que
preocuparse tanto y antes de querer que los demás lo vean normal y acepten nuestras
tendencias BDSM, somos nosotros mismos los que tenemos que aceptarnos tal y como
somos y verlo de lo más normal.
-¿Por qué decimos BDSM cuando hablamos de sadomasoquismo?

BDSM son las siglas que en la actualidad más se suelen ver escritas gracias a la difusión
de las mismas que ha hecho Internet y en todo tipo de artículos con referencia a
nuestra afición. ¿De dónde vienen esas cuatro letras? Pues ni más ni menos es un
americanismo más de los muchos que nos invaden. BD es Bondage & Discipline y SM
Sadism & Masochism y como viene siendo habitual en nuestro país, hemos adaptado
lo netamente americano a la que sería nuestra definición de toda la vida: SM,
Sadomasoquismo.
También los hay que explican que la DS del centro de BDSM significa Dominación y
Sumisión.
Hace lustros, casi al comienzo de la publicación de la revista Sumissa, comencé a
encabezar nuestras portadas con la frase “La revista de la Dominación y la Sumisión”,
palabras que no se solían usar por aquel entonces, 1995. Dos o tres años después
comenzamos a ver que algunos empezaron a usar las siglas DS, que es como se suele
definir el sadomasoquismo, por ejemplo, en el país vecino, Portugal. Incluso algunos
audaces lo escriben D/s intentando significar que la parte sumisa es menos que la
dominante e incluso recientemente otros muchos quieren diferenciar doctamente
entre sadomasoquismo y dominación y sumisión, preguntando inclusive si tú practicas
BDSM, SM o DS. Para mí, la verdad, es todo lo mismo y será que soy un clásico, pero de
todas las definiciones me quedo con SM, que para mí es la que mejor define
sadomasoquismo en castellano. Pero es cuestión de gustos el uso de cualquiera de las
tres definiciones y no tengo interés en entrar en debates al respecto, que cada use la
que más le guste. A lo que sí me niego es a usar lo último que he visto: BDSMDS.
Seamos serios, por favor.

-¿Qué es eso que llaman 24/7?

Es una relación entre el dominante y el sumiso llevada a la máxima expresión y quiere


decir que su relación es de 24 horas al día 7 días a la semana, o sea que llevan sus
diferentes roles a tiempo completo dentro de sus vidas. También ha habido audaces
que han llegado a definir relación 24/7/365, lo que quieren decir es que son 365 días al
año, pero creo que con 24/7 ya sobra para definir lo que es una relación total Amo/a
esclavo/a, que si nos da por ir poniendo las semanas, los meses, todos los días del año,
las horas, los minutos y los segundos nos vamos a hacer un lío de números difícil de
definir e incluso de escribir. Hay aficionados que han elegido el día 24 de julio como día
del sadomasoquismo, por coincidir la fecha con la definición 24/7. Me alegra que haya
iniciativas como ésta, al menos hay una excusa para celebrar algunas fiestas que nunca
están de más.

-¿Qué es ir de código?

Ir de código es algo que se suele hacer cuando se va a una fiesta o reunión y cuando
una fiesta es de código quiere decir que tenemos que asistir vestidos con ropa del
material que más suele ser “usada” por los amantes del sadomasoquismo, ya sea
cuero, látex, PVC… También, actualmente, en una fiesta se puede ir vestido
completamente de negro sin que las prendas tengan que ser necesariamente de
algunos de los materiales indicados. ¿Quiere esto decir que a todos los aficionados al
sadomasoquismo les gusta vestir de cuero, látex o de negro? Pues, rotundamente no.
Hay muchos aficionados a quienes precisamente no les gusta nada el negro o el cuero y
no por ello son menos aficionados al BDSM, pero en las fiestas se suele obligar el
código como forma de diferenciarnos del resto, como una forma de identidad del
aficionado al BDSM y también, cómo no, una manera también de evitar la entrada de
curiosos, no es muy apropiado encontrarte a alguien con una camisa hawaiana en una
fiesta BDSM. La verdad es que el código siempre me ha parecido bien, siempre que
éste sea un tanto flexible y comprenda a los que no les gusta el negro o el cuero,
pudiendo aconsejar un mínimo de gusto al vestir, que con un traje se va a cualquier
sitio. Pero cada organizador pondrá sus “reglas” para asistir a una fiesta que ellos
mismos han organizado y saben a la perfección el ambiente que desean y al que no le
guste, siempre puede echar valor, que hace falta y mucho, para organizar ellos mismos
una fiesta con sus “normas” de acceso y comportamiento.
-¿Qué diferencia hay entre esclavo/a y sumiso/a?

Para esta cuestión, por favor, no eches mano al diccionario que nada tiene que ver. Por
lo general, la definición, o más bien la diferencia que para algunos hay entre sumiso/a y
esclavo/a es esa en que el sumiso/a es una persona que se entrega a otra aunque
estableciendo límites en las sesiones y aunque es consciente de que tiene un Amo/a,
tiene su vida particular, pudiéndose incluso entregar a otras personas. Es como si
dijéramos que no es una relación “fija” de pertenecer a alguien. Y un esclavo/a es
aquel que decide entregar su voluntad, cuerpo y mente a alguien, es de su propiedad
absoluta y su Amo/a es el centro total de su vida, vida que ya no le pertenece y los
límites están en manos de su Amo/a, aunque se hayan establecido al principio de la
relación. Los sumisos tienen vida privada, los esclavos no. En definitiva es como si
expresáramos que sumiso/a es como algo esporádico y esclavo/a es una relación 24/7
estable, eso sí, siempre consensuado.
La verdad, no tengo clara ninguna diferencia, más allá de cómo cada Amo/a quiera
definir a su esclavo/a o sumiso/a o como cada cual quiera definirse a sí mismo, al gusto,
creo que es una mera cuestión semántica.

-¿Qué es el fetichismo?

Se entiende por fetichismo la atracción sexual hacia un objeto, prenda, tejido o parte
del cuerpo en especial. Dentro de la escena BDSM cabe toda la más amplia gama de
fetichismos imaginables, siendo los más extendidos el fetichismo o atracción por el
calzado de tacones altos, al látex y el de los pies, aunque hay muchos más. Hay quienes
se sienten atraídos por el olor y el tacto del cuero, al igual que ocurre con el látex.
También está el fetichismo por los panties, más extendido de lo que parece. Por la
lencería fina, las uñas largas, las botas, la seda, el pelo, los pañales, las máscaras, las
bragas… Y de esta forma se podría enumerar un sinfín de objetos o partes del cuerpo
que nos atraen sexualmente de forma especial e intensa.
-¿Estoy enfermo porque soy fetichista?

Rotundamente no. Ser fetichista es algo de lo más normal y natural, se podría decir que
todos lo somos en alguna medida, aunque no se sea consciente de ello y no es algo
negativo, siempre y cuando no cause daño o perjuicio a otra persona. El fetichismo no
es considerado una patología o enfermedad, en todo caso es lo que los psicólogos
denominan una parafilia, siempre y cuando el fetichista pueda mantener unas
relaciones sexuales “normales” sin que esté presente su fetiche. Lógicamente, con
nuestro fetiche al alcance de la mano o la vista, la relación puede ser más intensa y
excitante, pero si por el contrario nos es imposible mantener cualquier relación sexual
o no nos excitamos si no está forzosamente presente nuestro particular fetiche y se ha
convertido en una obsesión difícil de controlar, podemos pensar que puede haber un
problema que sería conveniente consultar con un profesional.

-¿Forma el fetichismo del látex parte del BDSM?

No cabe duda que tanto el látex, como el cuero o el PVC, así como las botas y zapatos
de tacones altos forman parte de la estética sadomasoquista, aun constituyendo todos
estos materiales un fetichismo en sí mismo. Está claro que es de agradecer y casi
obligado que, por ejemplo, el Ama esté ataviada con este tipo de ropa brillante y
calzada siempre con los más altos tacones, al igual que resulta muy sugerente y
atrayente ver a tu Amo engalanado con sendos pantalones de cuero y botas a juego.
El látex es un componente estético muy insinuante y atractivo que además puede ser
una forma de identidad y autoridad por parte del dominante.
“Un Ama con ropa de calle, es un Ama, pero vestida de cuero o látex y con tacones
altos, es una diosa”.
Sin embargo tengo que aclarar que muchos fetichistas del látex no tienen porqué ser
aficionados a ninguna de las prácticas BDSM, ni siquiera a los juegos de dominación y
sumisión, ya que el fin de su fetichismo es esencialmente la búsqueda del placer a
través del contacto directo con este tejido y con otras personas que comparten este
mismo fetiche en sesiones donde la excitación se persigue a través de sentir el roce del
látex, su olor o su sabor, aparte de la estética en sí misma.

-¿Es lo mismo sadomasoquismo y disciplina inglesa?

Los más neófitos a veces confunden la disciplina inglesa con el mismo concepto de
sadomasoquismo. La disciplina inglesa es lo que llamamos spanking o azotainas y el
nombre se acuñó debido a los castigos disciplinarios típicos en los colegios británicos,
consistentes en azotar el trasero de los alumnos con una vara o un instrumento
llamado remo, por ser parecido al extremo del remo de una barca, ancho y plano en
uno de sus extremos. Aunque nos parezca irracional, estos castigos disciplinarios en los
colegios ingleses se han seguido llevando a cabo hasta fechas muy recientes y no
fueron prohibidos explícitamente por el parlamento británico hasta los años setenta.

-Me gusta que mi ama me ponga ropa íntima de mujer o feminizarme


completamente, ¿puede ser que sea homosexual?

No tiene nada que ver que te guste o seas feminizado con tu condición sexual. Ser
homosexual o transexual es mucho más que simplemente ponerte ligueros o una
faldita y es más, a los homosexuales, por norma, no les gusta nada travestirse y tanto la
homosexualidad como la transexualidad son cuestiones genéticas, no psicologicas.
En el BDSM tiene mucho más que ver el travestismo con el fetichismo por la ropa
femenina y el deseo de ser feminizado como forma de humillación por parte de las
féminas dominantes. Incluso es posible que travestido, tu Ama te obligue a tener
ciertas relaciones o tocamientos con otro esclavo y no por ello se es homosexual y ni
siquiera bisexual, ya que sigue siendo parte de la humillación o castigo al que desea
llevarte tu ama.

-¿Una relación sadomasoquista debe ser consensuada?


¡¡¡SIEMPRE!!! Si una relación o comportamiento sadomasoquista no es consensuado
por una de las partes que es obligada a mantener dicha relación contra su voluntad, ya
no es BDSM, es violencia pura y dura y como tal, un delito que hay que denunciar.
Es por ello que en este manual no he querido hablar de una muy utilizada frase dentro
del mundillo: “sano, seguro y consensuado”. Y no lo he hecho por pura convicción y
coherencia como amante del BDSM, ya que opino que están fuera de lugar dichas
palabras, por obvias e innecesarias, palabras por otra parte de acuñación
norteamericana (de nuevo se vuelve a copiar lo netamente americano, ya sabemos lo
dados que son los norteamericanos a autojustificarse y darle vueltas a cualquier asunto
sexual, por los traumas y neuras derivadas del tradicional puritanismo e hipocresía de
su sociedad).
Lo aclaro, primero, sano, si por sano se refiere a la salud, obviamente con las medidas
profilácticas mínimamente exigidas y que cualquier persona con sentido común utiliza,
en cualquier relación se ha de estar sano. Si por sano se entiende la parte psicológica,
lo mismo digo, el sentido común prevalece por encima de todo.
Seguro, si por seguro se entienden las mínimas medidas de seguridad que hasta la
saciedad he repetido una y otra vez en este manual, está de más, si se tiene sentido
común, usar la dichosa frase.
Y ahora la más importante, como he explicado al comienzo de esta pregunta, si no es
consensuado, es un rapto y violencia pura y dura, por lo tanto un delito que ha de ser
castigado por las instancias judiciales de nuestro país.
Por todo esto creo que están de más esas tres palabras que siempre van unidas, ya que
si no se cumplen, indiscutiblemente estamos entrando en otro terreno y eso no es
BDSM, por eso comento que están de más esas tres palabras importadas del
extranjero, ya que el BDSM no las necesita, las necesitan aquellos que intentan
justificar “noséqué” del “auténtico” BDSM y del “falso” BDSM como he oído a muchos
que intentan adoctrinar al resto. Como siempre digo, sé tú mismo, y entiende el BDSM
como te lo pide el alma, no como te lo dicta cualquier supuesto entendido.

-¿Cómo podemos hablar o conocer nuestros límites?


Si no has tenido experiencia real, difícilmente sabrás con exactitud tus límites, así que
nunca se debe decir que se es un esclavo o esclava para lo que guste su Amo/a, porque
sería tomarnos a la ligera una relación que debe estar basada ante todo en la confianza
mutua y en tener muy clara las premisas. En principio deberías hacerte tres preguntas,
en primer lugar, qué es lo que realmente te gusta hacer o has probado, en segundo
lugar, lo que te gustaría realizar y tienes en tus fantasías y por último, tienes que tener
muy claro lo que no te gustaría en absoluto experimentar dentro del BDSM. Por eso
hay que tener muy claro, si no has tenido experiencia alguna, si realmente deseas
tenerla o es sólo una fantasía que alimenta tu morbo, pero que sin embargo puede
acabar con éste si se lleva a la práctica. El BDSM es algo que sientes, que llevas dentro,
un sentimiento intenso que no se debe tomar de forma frívola y no ese algo que
simplemente te gustaría probar por simple curiosidad o porque está de moda tras salir
en el programa televisivo de turno.

-¿Qué es eso de la contraseña cuando estás en plena sesión BDSM?

La contraseña es una palabra, un gesto hecho con alguna parte del cuerpo o también
un sonido, bien efectuado con un chasquido de los dedos o bien la boca, si ésta
estuviera libre de trabas, que debe existir en toda relación mientras se practica BDSM y
que es acordado antes del comienzo de ésta como medida de seguridad en caso de
que el sumiso o sumisa haya alcanzado el límite, se sienta mal o indispuesto en plena
sesión. Aunque el uso de la contraseña no tiene este fin exclusivo, sino que además
actúa como forma de comunicación gestual entre Amo/a y sumiso/a para no romper el
encanto y la magia del momento con una protesta verbal o aviso fuera de lugar en
plena escena. Puede haber varias contraseñas preestablecidas y cada una tener un
significado específico, bien lo apuntando anteriormente o también que se quiere
cambiar de disciplina o eventualmente de rol en una relación netamente switch.

-¿Es el BDSM un juego de rol?

El BDSM es mucho más que un juego. Sí es verdad que hay unos roles con los que nos
identificamos a la hora de poner en práctica una sesión, pero si decimos a personas
que no conocen nuestro mundo de una forma explícita que jugamos a rol pueden
pensar que simplemente hacemos eso, jugar, pero en vez de capas y espadas, cuero y
látigo, y ello acrecienta la mala fama del BDSM en general. Otro tema dentro de lo que
podríamos llamar juego de rol en una relación BDSM es la posibilidad de establecer
unos personajes en determinadas escenas, como bien puede ser la de raptor y
secuestrado o policía y ladrón que ha de ser interrogado. Todo es cuestión de echar
imaginación.

-¿Qué son los juegos de temperatura?

Llamamos juegos de temperatura al uso de instrumentos o elementos con el fin de


alterar la temperatura de una zona del cuerpo, bien sea con el uso del calor o del frío.
Normalmente para provocar calor en una zona se usan las velas o bien un cigarrillo,
siempre con precaución, claro. Y para causar frío, lógicamente usamos el hielo, pero
cuidado, el hielo aunque parezca inofensivo, es posible que no lo sea tanto. Si lo
introducimos en vagina o ano, dependiendo de la temperatura del hielo y su
consistencia, puede provocar quemaduras que quizás sean más o menos graves y
dañar las mucosas internas. Por norma no suele ocurrir nada con el uso del hielo, pero
nunca está de más ser precavido.

-¿Qué tipo de cera se puede recomendar en una sesión?

Para los no iniciados, es prioritario utilizar velas con un punto de fusión a baja
temperatura, como pueden ser esas velas gruesas que van recubiertas de un plástico,
normalmente rojo (de las que se suelen ver, con frecuencia, en algunos bares de
copas). Su punto de fusión es de una temperatura tan baja que incluso frotándola con
los dedos es capaz de fundirse. Para iniciarse y perder el miedo al uso de cera caliente
en nuestras sesiones, este tipo de velas son ideales, ya que el dolor es prácticamente
nulo. Un poco más adelante se pueden utilizar velas blancas (las corrientes) que,
aunque sí producen dolor, no llegan a quemar la piel. Estas mismas también las suelen
vender de colores y crean mayores sensaciones visuales, por los efectos cromáticos
sobre la piel. Lo que no debes usar nunca son los costosos cirios de cera de abeja, ya
que algunos se fabrican añadiéndoles aceites y estos sí pueden dejar marcas e incluso
producir quemaduras. También hay velas con aromas o que incluyen ambientadores
que pueden estar fabricadas con aceites e incluso las hay forradas con una película de
metal, no usarlas en ningún caso, pues queman y marcan la piel sin remedio. También
debemos jugar con la altura desde la que se vierte la cera caliente. Cuanto más alta,
menos dolor, ya que la cera se va enfriando en la caída. También podemos verterla muy
cerca de la piel, cuando el sumiso/a va adquiriendo un mayor nivel de resistencia.

-¿Qué es el sado clínico o medical?

Se llama sado clínico a las escenas donde se representa un examen médico por parte
del Amo/a, sobre todo, lo que sería un examen clínico de las zonas genitales. En el sado
clínico se usan los más variados instrumentos médicos, como speculum, sondas
urinarias (sonda vesical), agujas…
Este tipo de escenas conlleva ciertos riesgos para la salud, por lo que es recomendable
un conocimiento mínimo de lo que se está haciendo y extremar al máximo las medidas
de precaución e higiene, ya que además de pellizcar o azotar la piel, vamos a invadirla.
No sólo vamos a perforar la epidermis o la dermis, sino que incluso se llega a la
hipodermis, la zona más profunda de la piel compuesta de tejido adiposo e incluso con
las agujas llegaremos hasta la zona muscular. El uso de guantes de látex o antiséptico
(povidona yodada) es obligatorio, al igual que el uso de lubricante urológico en el caso
de las sondas y todo ha de ser usado con las medidas de esterilidad adecuadas. No
todas las zonas del cuerpo son apropiadas para el uso de agujas u otros elementos
invasivos de la piel, con lo cual, repetimos, el conocimiento mínimo de las zonas a
traspasar es importantísimo. El alcohol va bien cuando vamos a clavar agujas, aunque
no es lo más indicado en la zona genital, ya que la piel en dichas zonas es
extremadamente delicada por lo que hay que usar otro tipo de desinfectantes como
por ejemplo Betadine (povidona yodada). Hay otros elementos en el sado clínico como
el uniforme de enfermera o las pinzas metálicas de uso médico, llamadas hemostasia.
También está la utilización de pañales, vendas y en casos más elevados de sado clínico,
la aguja y el hilo para practicar puntos de sutura... Es habitual la práctica del enema. El
enema sirve para la limpieza del intestino a través del recto, para lo que usaremos una
sonda rectal a la que va unido un tubo que llega hasta una bolsa que contiene la
solución que se vaya a aplicar. Cuidado con los líquidos abrasivos que pueden hacer
daño a las mucosas internas del intestino. Como siempre, se ha de usar lubricante para
la inserción de la sonda y el tiempo habitual de retención del líquido dentro del cuerpo
va de los cinco a los diez minutos de media. Sé que me repeto, pero la seguridad, el
conocimiento y la higiene han de ser extremos en este tipo de escenas. Si te faltan
dichos conocimientos, recomendamos abstenerse de practicar dicha disciplina, la salud
está más en juego que nunca.

-¿Es la lluvia dorada una práctica de humillación?

La lluvia dorada es una práctica sexual más, pero dentro del BDSM comporta otras
connotaciones como es la humillación del sumiso/a que es usado como un simple
váter, significando de esta forma su baja condición. Recomendamos cuidado en la
práctica de la lluvia dorada dentro de lo que sería la urofagia o ingestión de la orina de
otra persona. Si ésta no padece ninguna enfermedad es totalmente inocua, pero si
sufre algún tipo de dolencia podría transmitirse a través de la orina, como de cualquier
otro tipo de flujo corporal.

-¿Qué es la adoración corporal?

La adoración corporal es cualquier acto de veneración por parte del sumiso/a hacia el
dominante. Una de las prácticas más habituales es la adoración del pie, aunque
cualquier parte del cuerpo es susceptible de ser idolatrada. Es un acto de
sometimiento y devoción hacia el Amo/a y la adoración del cuerpo se puede realizar
mediante caricias, besos, lamidas…
y siempre es deseada por el contacto íntimo con la piel de aquel a quien veneramos.

-¿Un contrato de esclavitud tiene alguna validez legal?

Rotundamente no. Legalmente la esclavitud está prohibida y penada, por lo que la


validez de un contrato de esclavitud es completamente nula dentro del marco legal.
Hay que pensar que cualquier cosa que figure en un contrato, sea éste de lo que sea,
por mucha solemnidad o conformidad que se le dé, si va en contra de la legislación
vigente, es un contrato nulo de pleno derecho. Cuando hablamos de un contrato de
esclavitud se entiende que nos referimos a una relación personal y privada dentro de lo
que son los roles que adoptan el dominante y el sumiso. Su única validez es interna en
una relación BDSM consensuada y aceptada por las partes. La elaboración y firma del
contrato dentro de una escena siempre comporta un añadido de elevado morbo para
todas las partes implicadas, y si dicha firma se realiza delante de otros aficionados que
pueden hacer de testigos del momento, aporta un punto de compromiso y solemnidad
que llena de significado dicho acto. Desde luego recomiendo la firma del contrato, pues
podremos así disfrutar de un momento mágico lleno de significado que reforzará la
relación entre Amo/a-esclavo/a.

-¿El Amo/a debe probar siempre los instrumentos de castigo sobre sí mismo antes de
usarlos sobre su sumiso/a?

No necesariamente, el algo muy opcional, aunque puede ser recomendable. Pero ten
en cuenta que no es comparable utilizar un instrumento como una fusta o una pinza
sobre sí mismo en “frío” que dentro del contexto de una escena. Conforme una sesión
va avanzando el clímax que se va generando, así como las sensaciones que siente el
sumiso/a, el morbo de la situación que se ha creado, al igual que la liberación
progresiva de endorfinas, hace que la capacidad de resistencia del sumiso/a ante esos
mismos instrumentos y el dolor que provocan sea inmensamente superior. Por
ejemplo, unas simples pinzas aplicadas en un pezón en “frío” pueden provocar un dolor
que sea incluso irresistible, sin embargo dentro del desarrollo de una escena es posible
que resulten hasta excesivamente suaves.

-¿Hay unas normas de conducta fijas dentro de una relación BDSM?

Las normas de conducta dentro de una relación BDSM las dictan los mismos
participantes, no existe ninguna de forma general para todos, al igual que en el sexo
convencional no hay ninguna postura oficial a la hora de realizar el coito, postura que
todos deben cumplir cuando tienen una relación.
Muchos toman las normas del libro Historia de O para sus relaciones BDSM o repiten
gran parte de ellas, pero el mundo de las normas es algo abierto y flexible. Que cada
uno eche imaginación y cree las suyas propias que mejor se adapten a su particular
relación BDSM, ya que no hay dos relaciones ni dos personas iguales, en todas hay
diferencias, aunque sea en sus matices. La única norma obligatoria que debe existir es
el consenso y el respeto entre las partes participantes en una relación, sea la que sea.

-¿Hay asociaciones sadomasoquistas en España?

En nuestro país escasean cualquier tipo de asociaciones, y que además sean


funcionales aún más. En el caso del BDSM, con las connotaciones especiales y
particulares de nuestro mundo, lo hace aún más complicado. En un país donde el
asociacionismo es tradicionalmente débil, un tema tan delicado como las prácticas
sadomasoquistas, donde los tabúes, las inhibiciones y el pudor que para muchos
aficionados supone aún exhibir sus tendencias más íntimas en público e incluso
compartirlas con otros aficionados de similares tendencias, hacen que el compromiso
necesario para que puedan fructificar clubes o asociaciones BDSM sea prácticamente
imposible de llevar a buen puerto y que algo sea mínimamente duradero.
Desgraciadamente, las que han existido han tenido una vida efímera, a pesar del
esfuerzo verdaderamente meritorio de algunos que lo han intentado.

-¿Es viable un club BDSM?

La respuesta sería muy parecida a la de la pregunta anterior. Aunque aquí nos gustaría
ser un poco más críticos con la falta de compromiso e incluso del egoísmo de muchos
aficionados que prácticamente quieren que se les dé todo hecho sin colaborar ellos en
nada a la hora de la verdad.
Todos los clubes que han existido en España han adolecido de lo mismo, de la falta de
asistencia regular de los aficionados, que precisamente son los que más reclaman y
demandan su existencia. Siempre nos quejamos de lo mismo, de precios altos, poca
participación en las actividades del club, abundancia de curiosos que luego ven
satisfecho su morbo y a la segunda vez se aburren y dejan de ir… En definitiva, falta de
implicación real de los propios amantes del BDSM de nuestro país.
Con esto es prácticamente imposible que funcione un club de forma duradera y que
sea mínimamente rentable para sus promotores. No nos engañemos, cualquier
organización de fiestas, reuniones, eventos, club… necesitan de un mantenimiento, una
inversión inicial y de una aportación económica regular, indispensable para que sea
mínimamente digno y perdurable. Y debemos pensar que esa aportación regular la
tenemos que aportar entre todos los aficionados asistiendo a los clubes, si es que
realmente después queremos disfrutar de esas instalaciones y lugar de reunión
adecuados.

-¿Qué es eso del mundo o el sexo “vainilla”?

El llamado sexo vainilla vuelve a ser un americanismo más que hemos adaptado a
nuestro lenguaje particular dentro del BDSM, que define a las personas que no están
dentro de él y que hacen lo que llamaríamos sexo “normal”. También los hay que
llaman sado “vainilla” a los que practican más sexo que sado dentro de una escena,
digamos una sesión light con mucho sexo de por medio e incluso se llega a llamar
vainilla a los que practican más fetichismo que escenas sadomasoquistas propiamente
dichas. Particularmente nunca he usado dicha definición (te habrás dado cuenta si has
llegado hasta aquí), principalmente por principios, ya que pensamos que, como de
costumbre, los amantes al BDSM no dejamos de quejarnos de que los demás no nos
entienden y sin embargo nosotros copiamos eso de “gente vainilla” para discriminar a
los que no son aficionados, y dentro del BDSM, incluso para decir qué tipo de sado es
el auténtico y cuál no lo es. Que empezamos con vainilla para el sexo convencional, el
fresa para el gay, el pistacho para los transexuales y terminaremos los aficionados al
BDSM siendo el chocolate, y no creo que esto sea cuestión de montar una heladería.
Pero bueno, al aficionado que le guste llamar vainilla al resto de la humanidad y
sentirse “diferente y exclusivo”, pues que lo haga, que yo sólo doy mi particular
opinión. Todo es cuestión de gustos, nunca mejor dicho en este caso.
-¿Qué es la privación sensorial?

Es la anulación de cualquiera de nuestros sentidos para aumentar la sensación del


resto de ellos. La más normal de estas privaciones es la utilización de vendas, capuchas
o antifaces para la anulación de la vista con la idea de incrementar la intensidad de lo
inesperado: una caricia, un azote, una pinza…
La anulación de la vista simultáneamente con la del oído, puede aumentar esas
sensaciones hasta cotas muy altas, ya que no tendremos la ayuda del sonido para
poder adivinar por dónde puede llegarnos lo inesperado, si es que llega… Además de
llegar a tener una cierta sensación de vértigo o incluso de “ingravidez”. La
inmovilización es parte de la privación del sentido del tacto, entrando de lleno en el
bondage. Si combinamos la privación de varios sentidos, el efecto que conseguiremos
de aislamiento y sensación de indefensión del sumiso/a será altamente acusado, en la
misma medida que aumenta su excitación ante lo imprevisto.

-¿Es normal compartir nuestras experiencias BDSM con los amigos que no son
aficionados?

La verdad es que eso es cosa de cada uno. Lo corriente es que no sea así por aquello de
las incomprensiones que puede haber por parte de personas que son ajenas a nuestro
cosmos y desconocedoras de sus claves más intrínsecas. Lo normal es que nadie vaya
contando sus relaciones sexuales íntimas a los amigos (aunque en la práctica no es así,
lamentablemente), ya que son eso, relaciones íntimas dentro de una pareja o grupo de
personas y no son para irlas aireando a los amigos del bar. Así que con toda lógica y
más aún dentro del BDSM, no son cuestiones para ir narrando. Otra cosa es compartir
experiencias con otras personas con nuestros mismos gustos, ya que pueden resultar
enriquecedoras para futuras escenas que puedan tener los interlocutores, pero eso no
tiene nada que ver con las batallitas sexuales que se describen para cachondeo general
con los amiguetes. Eso sí, si tienes mucha confianza con alguien…

-¿Puede haber sexo entre Ama y esclavo?


Rotundamente sí. En las relaciones Amo-sumisa nadie plantea dicha pregunta, se
supone que está implícitamente establecido que el Amo usará sexualmente a su
esclava. Entonces, ¿por qué ha de haber diferencia cuando la relación es Ama-sumiso?
Al igual que un Amo utiliza a su sumisa para su uso y disfrute sexual, el Ama tiene el
mismo derecho: usar a su esclavo para lo que guste, incluido el deleite sexual.
No olvidemos nunca que una relación BDSM, sea Amo-sumisa o Ama-sumiso, es una
relación plenamente erótico-sensual donde se persigue el placer sexual de ambos
partenaire dentro de una escena. En definitiva, no podemos hablar de si puede o no
puede haber sexo cuando ya la propia relación BDSM implica una relación sexual,
incluso en los casos donde está más sublimada, independientemente de que adicional
o eventualmente se realicen otras prácticas sexuales, digamos convencionales, dentro
de la escena BDSM. Y desde luego, las féminas dominantes también pueden disfrutar
plenamente del sexo con su esclavo en una escena, tal y como lo haría un dominante
masculino.

-¿Es real todo lo que se lee en los relatos?

Normalmente no, en la propia idea de relato está implícito el desarrollo de una


fantasía. Aunque no puedo negar, a mí me ha pasado y me pasa, que la mayoría
pueden estar basados o inspirados en experiencias reales, pero que habitualmente se
adornan, se exageran o deforman bastante en alguno de sus pasajes, incluyendo
fantasías que gustaría realizar, pero que no han ocurrido e incluso podríamos decir que
probablemente no ocurran nunca a quien lo escribe. Pero esto es consustancial a la
propia literatura, de lo contrario no sería más que una descripción mecánica de una
experiencia vivida y llegaría a aburrir, no consiguiendo su objetivo.

-¿Es el exhibicionismo una práctica BDSM?

El exhibicionismo es una práctica sexual que funciona de una manera autónoma al


igual que muchas otras, pero indudablemente, dentro del BDSM constituye una
práctica inmensamente sugestiva por el hecho de llevar a un ámbito público
situaciones que habitualmente quienes las desarrollan lo hacen en un espacio privado,
y esto conlleva un elevado morbo.
También el exhibicionismo durante una sesión BDSM entra de lleno en lo que formaría
parte de la humillación del sumiso/a al exhibirlo desnudo delante de otras personas en
lugares más o menos públicos o concurridos.
Asimismo es habitual el juego de exhibir sin realmente ser visto, pero siempre
existiendo dicha posibilidad, aunque normalmente controlada por el Amo/a para que
no ocurra. No obstante hay que reconocer que siempre es posible que alguien pueda
observar el momento de exhibición al encontrarnos por ejemplo en la calle, en una vía
pública y esto lo hace especialmente excitante al jugar con el pudor, la incertidumbre y
la elevada ansiedad que en esos momentos invade al sumiso/a.
BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

En estos apartados sobre bibliografía y filmografía recomendadas, quiero comentar


que sólo reseñaré los títulos que de una forma directa tratan relaciones BDSM de
forma más o menos evidente, sin entrar en otros títulos que sencillamente tocan muy
disimuladamente nuestro mundo, ya que de incluirlos me faltarían páginas.
También comentar que he huido lo más posible de películas eróticas o pornográficas
sobre BDSM y me he centrado en el cine comercial, películas que podemos encontrar
en video clubs bien surtidos o en la sección de cine de cualquier gran superficie,
aunque hay títulos en los que hay que recurrir a Internet al estar más o menos
descatalogados.
Informo que esta relación de títulos de libros y películas es bastante somera y que
podrían añadirse muchos más, pero están únicamente los que personalmente he leído
o visionado y me parecen más interesantes. El siguiente listado, al igual que todo el
libro, fue elaborado en 2004, es lógico que falten algunas obras publicadas con
posterioridad e igualmente ocurre con la filmografía recomendada de la siguiente
sección.

-Justine o los Infortunios de la Virtud del Marqués de Sade - Tusquets Editores.


-La Filosofía del Tocador del Marqués de Sade - La Sonrisa Vertical.
-La Venus de las Pieles de Sacher-Masoch - La Sonrisa Vertical.
-Historia de O de Pauline Réage (seudónimo) - Tusquets Editores.
-Cruel Zelanda, Anónimo - Tusquest Editores.
-Beacul de S.G. Clo'zen (seudónimo) - La sonrisa Vertical.
-Exit to Eden de Anne Rice - Ediciones B.
-SM, Los Secretos del Sadomasoquismo de Pat Califía - Martinez Roca.
-Entre sus Manos de Marthe Blau (seudónimo) – Editorial Grijalbo.
-SadoMaso, Imágenes del Planeta Prohibido de José Mª Ponce - Midons.
-Trilogía de la Bella Durmiente A. N. Roquelaure, seudónimo de Anne Rice - Ediciones
B.
-Nueve semanas y Media de Elizabeth McNeill - Tusquets Editores.
-El amante Lesbiano de José Luis Sampedro -Plaza y Janés.
-Ciudadano Sade de Gonzalo Suárez - Plaza y Janés.
-Las Edades de Lulú de Almudena Grandes - Tusquets Editores.
-La esclava Instruida de José Mª Álvarez - Tusquets Editores.
-Confesiones de una Dómina de Lara Sterling - Ediciones B.
FILMOGRAFIA RECOMENDADA

-El Vicio y la Virtud (1962)


Dirección: Robert Hossein.
Protagonistas: Roger Vadim, Catherine Devenue.
-Belle de Jour (1967)
Dirección: Luis Buñuel.
Protagonistas: Catherine Devenue.
-Justine (1968)
Dirección: Jess Franco.
Protagonistas: Romina Power, Maria Rohm, Klaus Kinski, Jack Palance.
-La filosofía del Tocador (1969)
Dirección: Jacques Scandelari.
Protagonistas: Zenoff, Fred Saint-James, Marc Coutant.
-Justine de Sade (1972)
Dirección: Claude Pierson
Protagonistas: Alice Arno, Yves Arcanel, Michel Bertay, Chantal Broquet.
-Martha, Sufrimiento y Dolor (1974)
Dirección: Rainer Werner Fassbinder.
Protagonistas: Margit Carstensen, Karlheinz Böhm, Barbara Valentin.
-Historia de O (1974)
Dirección: Just Jaeckin.
Protagonistas: Clorine Cléry.
-Portero de Noche (1974)
Dirección: Liliana Cavani.
Protagonistas: Charlotte Rampling, Dirk Bogarde.
-Saló y los 120 Días de Sodoma (1975)
Dirección: Pier Paolo Pasolini.
-El Imperio de los Sentidos (1976)
Dirección: Nagisa Oshima.
Protagonistas: Tatsuya Fuji, Matsuda, Aoi Nakajima, Geisha Kikuryû.
-Maîtresse - Amante, Querida, Puta (1976)
Dirección: Barbet Schroeder.
Protagonistas: Gerard Depardieu, Bulle Ogier.
-El Jardín Secreto (1984)
Dirección: Carlos Suarez.
Protagonistas: Assumpta Serna, Xavier Elorriaga, Cecilia Roth, Taida Urruzola.
-Servicios Muy Personales (1986)
Dirección: Terry Jones.
Protagonistas: Julie Walters y Alec McCowen, entre otros.
-Nueve Semanas y Media (1986)
Dirección: Adrian Lyne.
Protagonistas: Kim Basinger, Mickey Rourke.
-Lunas de Hiel (1992)
Dirección: Roman Polanski.
Protagonistas: Hugh Grant, Enmanuelle Seigner, Peter Coyote.
-Exit to Eden - Dos sabuesos en el Paraíso (1995)
Dirección: Garry Marshall.
Protagonistas: Dana Delany, Rosie O'Donnell, Dan Aykroyd.
-Quills (2001)
Dirección: Philip Kaufman
Protagonistas: Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquin Phoenix, Michael Caine.
-La Secretaria (2002)
Dirección: Steven Shainberg
Protagonistas: Maggie Gyllenhaal, James Spader.
-Haz Conmigo lo que Quieras (2003)
Dirección: Ramón de España
Protagonistas: Ingrid Rubio, Alberto San Juan, Emilio Gutiérrez Caba, Manuel
Manquiña.
-The Notorius Betty Page (2004)
Dirección: Nico Barry
Protagonistas: Paige Richards.

GLOSARIO BDSM

Tengo que ser sincero, nunca me han gustado los glosarios sobre términos BDSM,
sobre todo porque adolecen de falta de vocabulario propio en castellano, siendo
siempre el inglés de donde surgen la mayoría de palabras más interesantes
relacionadas con nuestro mundo. No obstante incluyo aquí el presente glosario a modo
de aclaración de algunas definiciones. No están todas las que son ni son todas las que
están, pero espero que sirva de ayuda. Y recordar de nuevo que este libro se ha escrito
en 2004, por lo que con el tiempo habrán aparecido nuevos términos relacionados con
el BDSM.

24/7: Relación en la que Amo/a y sumiso/a tienen una relación BDSM permanente, es
decir mantener sus roles las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

ABRASION: Estimular la superficie del cuerpo por medio de calor, ya sea provocado con
cera caliente, roces, cigarrillos…

AFEITADO: Rasurado u afeitado parcial o total del cuerpo. También conocido como
shaved o shaving.

AMA: Mujer dominante. También pueden usar términos como Mistress, Dómina,
Dominatrix o Lady.

AMO: Hombre dominante. También pueden usar el termino Master.

ANILLADO: Perforaciones que se pueden realizar en diferentes partes del cuerpo,


especialmente en zonas genitales y pezones, para la inserción de anillas, aros y otros
adornos. Es lo que conocemos como piercing.
ANIMAL TRAINING: Adiestramiento animal. Es cuando el sumiso/a adquiere un rol de
mascota, las más habituales, perros y caballos, y es entrenado por su Amo/a.

AZOTE: Cualquier tipo de golpe dado con la mano o algún otro instrumento,
especialmente en el trasero del sumiso/a.
BALLGAG: Mordaza consistente en una bola que se inserta en la boca y va sujeta con
una correa.

BARRA ESPACIADORA: Barra para sujetar, sobre todo los tobillos, para mantener las
piernas abiertas del sumiso/a.

BASTINADO: Azotar con un bastón o vara rígida.

BESO NEGRO: Besar o lamer el ano del Amo/a.

BDSM: Siglas para definir actualmente las prácticas sadomasoquistas.

BODY WORSHIP: Lamer, besar o chupar el cuerpo del Amo/a a modo de adoración.

BONDAGE: Disciplina consistente en atar o inmovilizar al sumiso/a.

BONDAGER: Experto en la práctica y arte del bondage.

BRANDING: Realizar marcado con hierro candente.

BREATH CONTROL: Forma extrema de juego de asfixias, bien tapando con la mano,
boca o nariz, bien utilizando cualquier otro artilugio al uso. Juego poco recomendable y
de hacerlo, siempre por períodos de tiempo ínfimamente cortos.

CANING: Azotes dados con vara también llamada cane.

CASTIGO: Correctivo físico o psíquico hacia la persona dominada.


CBT: Acrónimo de "cock and ball torture", o lo que es lo mismo tortura de testículos y
pene.

CEPO: Aparato, habitualmente fabricado en madera que sirve para atrapar al sumiso/a
mediante la sujeción de sus muñecas y su cabeza por medio de dos maderos con
huecos hechos para tal fin y cerrados con un candado. También puede haberlos para
atrapar a la vez las cuatro extremidades, incluso la cabeza, o sólo para los pies.
También se fabrican en metal.

CLINICAL: Escena BDSM centrada en una sesión médica donde el Amo/a adquiere el rol
de médico y el sumiso/a de paciente.

COCKRING: Aro de metal o cuero que se sitúa en el pene o en el escroto para atrapar
los genitales masculinos.

CODIGO: Normas de vestimenta establecida para una fiesta BDSM o escena.

CONTRASEÑA: Palabra o gesto para dar a conocer al dominante algún tipo de


incidencia por parte del sumiso/a.

CONTRATO DE ESCLAVITUD: Documento redactado por el Amo/a y el sumiso/a para


establecer mediante este compromiso los términos de su relación BDSM. No tiene
ningún valor legal.

COPROFILIA: Juegos con heces. Con este término, normalmente, se refiere al


embadurnamiento.

COPROFAGIA: Ingesta de heces.

DISCIPLINA: Infligir castigos.


DISCIPLINA INGLESA: Comúnmente para definir las azotainas sobre el trasero con
variados instrumentos, también conocido como spanking.

DOMA: Entrenamiento del sumiso/a

DOG TRAINING: Entrenamiento del sumiso/a con rol canino.

DS: Siglas para definir los juegos de Dominación y sumisión.

DOMINANTE: Persona que ejerce su dominio sobre otra.

DUNGEON: Literalmente mazmorra.

EQUUS: Rol equino adoptado por el sumiso/a.

ENEMA: Introducir líquidos en el ano del sumiso/a, utilizado como forma de


humillación o preparación para juegos anales.

ESCATOLOGIA: Término que define los juegos con heces y orinas.

ESCENA: Término usado para referirse a una sesión BDSM.

ESCLAVO/A: Persona cuyo placer consiste en entregarse a un dominante.

FACESITTING: Acción que consiste en que, principalmente, el Ama se siente sobre el


rostro del sumiso/a

FEMDOM: Palabra de uso común en el BDSM para definir la dominación femenina.

FEMINIZACION: Cuando el sumiso es forzado a vestirse y actuar como mujer y ser


tratado como tal en todo momento.
FETICHISMO: Atracción sexual hacia un objeto o parte del cuerpo.

FISTFUCKING: Penetrar con la mano hasta introducir todo el puño tanto en ano como
en vagina.

FOOTFUCKING: Acto de penetrar con parte del pie la vagina o el ano del sumiso/a

HOGTIED: Atar entre sí las cuatro extremidades del cuerpo del sumiso/a.

HUMILLACION: Vejaciones ejercidas al sumiso/a por parte del Amo/a tanto de forma
verbal, física o psicológica.

INFANTILISMO: Adquirir roles infantiles, como ponerse pañales o vestirse como un


bebe.

INFIBULACION: Es una definición que entra dentro de una forma de castidad, ya que
consiste en la colocación de un anillo o artilugio en la vagina para imposibilitar el coito.
También es posible encontrarlo en su versión medical cosiendo los labios vaginales con
hilo de sutura.

KAVIAR: Palabra que se suele usar para identificar las heces.

LÁTEX: Tejido de goma que es el centro de adoración de fetichistas a dicho material.

LIFESTYLE: Persona cuya forma de vida es pública y permanentemente BDSM.

LIMITES: El punto máximo hasta donde llega un sumiso/a en su resistencia en las


diferentes disciplinas BDSM.

LLUVIA DORADA: Orinar sobre el sumiso/a, incluyendo tragar la orina.

LLUVIA MARRON: Defecar sobre el sumiso/a.


LOTO: Tipo de atadura correspondiente al bondage oriental, donde se atan las piernas
plegadas al estilo de la famosa postura de yoga.

MASOQUISMO: Palabra que define el gusto por sentir dolor.

MASOQUISTA: Persona que siente placer por medio del dolor.

MASTER: Hombre dominante dentro de los juegos BDSM.

MIND-PLAY: Define la manipulación y humillación del sumiso/a por medio de palabras,


estimulando su miedo a través del abuso verbal de lo que puede ocurrirle

MISTRESS: Fémina dominante.

MOMIFICACION: Forma parte del bondage y consiste en inmovilizar completamente al


sumiso/a por medio de vendas o plástico de cocina o todo aquello que pueda usarse
para tal fin.

MORDAZA: Objeto que sirve para impedir la libre articulación de palabras al sumiso/a.

MODIFICACION CORPORAL: Tatuajes, marcas al fuego, perforaciones para colgar


adornos, así como otras formas de alterar la apariencia de alguna parte del cuerpo.

NALGADAS: Como se le suele llamar en Latinoamérica el spanking o azotainas.

NEGOCIACION: Proceso para llegar a un acuerdo para establecer las normas de una
sesión o relación BDSM.

PADDLING: Azotes dados en el trasero por medio de paleta.

PALABRA DE SEGURIDAD: Léase contraseña.


PIERCING: Léase anillado.

PINZADO: Juegos con pinzas.

PLANCHA: Mueble especifico para bondage que es como una mesa o plataforma
horizontal con cuatro puntos para atar al sumiso/a, para obligarlo a tener las
extremidades extendidas.

PISSING: Fetichismo de ver a una persona orinando.

PONYBOY: Hombre sumiso entrenado como caballo en un rol animal.

PONYGIRL: Mujer sumisa entrenada como yegua en un rol animal.

POTRO: Mueble que sirve para mantener al sumiso/a inmovilizado, suelen tener la
misma apariencia de los potros utilizados en gimnasia.

PUPPY: Literalmente cachorro y define al sumiso/a al comienzo de una relación de


entrenamiento animal.

ROLES: Papel que interpretan las partes de una relación BDSM, ya sea rol dominante o
dominado.

RUBBER: Literalmente goma, tipo de tejido utilizado en el fetichismo del látex, nombre
que también define al mismo tejido.

SADISMO: Que define el placer de torturar o producir dolor y humillación a otras


personas.

SÁDICO: Persona que siente placer mediante la aplicación de dolor y humillaciones a


otra persona.
SCAT: Juegos con heces.

SESIÓN: Tiempo en el que se desarrolla el juego entre personas que mantienen una
relación BDSM, también conocida como escena.

SISSY MAID: Palabra que define a un sumiso feminizado para cumplir las tareas
domésticas como criada.

SLAP/SLAPPING: Bofetadas. Acción de dar bofetadas al sumiso/a.

SM: Siglas para definir el Sadomasoquismo.

SPANKER: Persona experta en la práctica del spanking.

SPANKING: Nombre de la disciplina consistente en administrar azotainas.

SWITCH: Define a la persona que disfruta con los dos roles del BDSM, ya sea
dominante o dominado y puede cambiar de uno a otro dependiendo de su pareja de
juegos.

TIT TORTURE: Castigo de los pezones del sumiso/a

TOILET TRAINING: Preparación o adiestramiento del sumiso/a para ser utilizado como
váter humano.

TRAMPLING: Disciplina BDSM consistente en pisar literalmente al sumiso.

TS o TV: Persona que gusta de travestirse.

VAINILLA: Como las personas dentro del BDSM definen el sexo convencional.
VOYEUR: Persona que disfruta mirando a otras personas, ya sea cuando mantienen
cualquier tipo de relación sexual o sencillamente observando a personas cuando van
por la calle de manera sexy o llevando puesto cualquier fetiche que atrae al voyeur.

WATER SPORTS: Juegos con orina.

WHIPPING: Azotes con látigos de una sola tralla.

WRESTLING: Lucha.
AGRADECIMIENTOS

El apartado de agradecimientos de un libro suele ser pasado por alto por una mayoría
de lectores y debo reconocer que es normal. Sin embargo, como lector empedernido,
nunca dejo de leer este apartado, ya que se pueden descubrir en él los caminos
tomados por el autor para llevar a cabo el proceso de documentación y elaboración,
siempre interesante. Pero aparte de esto, las reseñas de agradecimientos sirven de
homenaje a esas personas que han hecho posible que un libro llegue a estar en tus
manos y que muy posiblemente, sin ellos nunca hubiera alcanzado su meta.
Quiero comenzar este rendido homenaje y reconocimiento a las personas que han
hecho posible este libro con Antonio González, sin él este proyecto no habría salido
adelante, una persona que ha estado a mi lado durante todo el proceso de creación,
compilación y documentación, desde que en 1995 comencé a editar la revista Sumissa
hasta el día de hoy, ayudándome con el estilo, así como sugiriendo e inspirando en
todo momento la filosofía BDSM que ha marcado tanto la revista Sumissa como la
presente obra.
Sería pretencioso por mi parte imaginar, aunque sea de lejos, que sé mucho sobre
disciplinas BDSM, cuando en la realidad no dejo de ser un simple aprendiz que cada día
amanece con ganas de aprender algo nuevo. Así que para algunas de las disciplinas
tratadas en este manual he contado con la inestimable ayuda de amigos más
entendidos.
Agradezco vivamente a Víctor López de Ullibarri su colaboración en el desarrollo de
capítulos tan importantes como: “Mascotas Humanas”, “Adoración del Pie”, “Muebles
Humanos” “Depilación del Esclavo”. A Joan Canal el capítulo sobre “El Bondage”. A
Carlos J. Pérez por su inestimable contribución en “El Bondage Oriental” y “El
Autobondage”. A Sarax por el capítulo dedicado a “Las Agujas”.
Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a Luis Vigil por la cesión del capítulo:
“Sobre el Fetichismo de los Pies”. Gran entendido en la materia y personaje
imprescindible en la escena BDSM de nuestro país, la primera persona que publicó
artículos y libros sobre BDSM tras la dictadura y que durante más de una década ha
dirigido la revista Tacones Altos. Un gran periodista y un mejor amigo que durante
todos estos años no ha dejado en ningún momento de apoyarme y darme los más
sabios consejos. Y cómo no, gracias a todos y cada uno de vosotros por estar ahí...

© 2004 José Luis Carranco

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