Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
APENDICITIS AGUDA.
DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA.
Coordinador del Curso de Cirugía General y Digestiva – Universidad de San Martín de Porres – filial Norte.
Cirujano General Hospital II Luis Heysen Inchaustegui – Essalud – Chiclayo (Lambayeque).
La apendicitis aguda sigue siendo una de las causas de atención más frecuente en cualquier emergencia del mundo;
se calcula que la incidencia es de 100 casos por cada 100,000 habitantes; y el riesgo de sufrir apendicitis es de 8,6%
para varones y 6,7% para las mujeres. En la actualidad, la mortalidad global es del 0,1 %, ascendiendo hasta el 0,6 y 5
% en los casos de apendicitis perforada, los cuales son más frecuentes en lactantes y ancianos, por su diagnóstico
tardío.
Todavía se tiene la idea de que la apendicitis aguda es una enfermedad de curso evolutivo hacia la perforación,
peritonitis, sepsis generalizada y muerte. De hecho ésta es una posibilidad pero no es la única. Casi todos los
aspectos fisiopatológicos conocidos al respecto lo debemos a Wangensteen quien en 1937 escribe un artículo:
Wangensteen OH, Bowers WF (1937). «Significance of the obstructive factor in the genesis of acute
appendicitis». Arch Surg 34: 496-526
Wangensteen correctamente va enumerando y describiendo a la obstrucción como fenómeno inicial, pasando por la
inflamación, la proliferación bacteriana hasta su perforación. A partir de esa fecha han sido pocos los interesados en
corroborar sus investigaciones. Algunos autores afirman que la causa de la obstrucción es la presencia de coprolitos
o fecalitos; y otros que es la hiperplasia linfática folicular el causante (aún persiste la controversia y aún siguen
haciendo las mismas preguntas en los diferentes exámenes para evaluar conocimientos cuál de estos dos factores es
más frecuente). De hecho, en la 10ma edición de Principios de Cirugía de Schwatrz, se señala: “No se ha esclarecido
la evolución natural de la apendicitis, pero al parecer el avance a la perforación no es previsible y la resolución
espontánea es frecuente, lo que indica que la apendicitis no perforada y la perforada pueden, de hecho, ser
enfermedades diferentes.” (pag.1242)
En los aspectos anatómicos, de los trabajos de Wakeley en 1933, acerca de la posición mayoritariamente retrocecal
del apéndice cecal con cerca del 60% han perdurado durante todas las demás décadas y son pocos los que le han
contradicho; además son 10,000 los casos estudiados::
Wakeley, C. The position of the vermiform appendix as ascertained by the analysis of the 10.000 cases. J.
Anat., 67:277, 1933.
Y salvo dos trabajos latinoamericanos, uno en Chile el 2010 (Rodrigo Verdugo & Enrique Olave Hospital Regional de
Coyhaique; Universidad de La Frontera, Temuco, Chile) y otro en Colombia en el 2009 (Corzo, E.; Forero, P.; Posición
anatómica y longitud del apéndice vermiforme en una población de raza mestiza de la ciudad de Bucaramanga –
Colombia) , en dónde la posición retrocecal oscila entre el 40 al 50%; no hay trabajos realizados en nuestro medio;
pero al parecer la posición retrocecal no pasaría de ser un tercio de casos, lo cual sería un tema interesante para un
trabajo de investigación. (Aún persiste responder “retrocecal” cuando preguntan por la posición más frecuente del
apéndice cecal).
Más aún sorprende las diferentes opiniones de los cirujanos en relación al manejo de ésta enfermedad; igualmente
al grado de desconocimiento de los avances en éste campo: Por ejemplo resolvamos algunas preguntas al respecto:
Hay muchas más preguntas aún, pero lo que queremos señalar es que “apendicitis aguda” no es de ninguna manera
“un tema agotado”.
APENDICITIS AGUDA: UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES – FILIAL NORTE: CURSO DE CIRUGIA GENERAL Y DIGESTIVA --DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA. 2016
Es solo a partir de los trabajos de Reginald Fitz (patólogo) en 1886 que se conoce del papel del apéndice cecal (o
vermiforme) en el desarrollo de ésta enfermedad a la cuál acertadamente bautizó como “apendicitis”; recomendando
además su extirpación precoz ante la aparición de dolor en la parte baja derecha del abdomen. Y es en 1889 cuando
Charles McBurney publicó su artículo en el New York State Medical Journal, en dónde detalla las indicaciones para su
temprana operación, utilizando una incisión descrita por Louis L. MacArthur. Hoy en día aún la apendicectomía abierta
es la cirugía que más se practica para el tratamiento de la apendicitis aguda. El papel de la apendicectomía
laparoscópica es que ésta es buena, pero debe de realizarse con equipos quirúrgicos con entrenamiento para evitar
complicaciones; es ligeramente más costosa que la abierta, da menos dolor, pero aún tiene mayores tasas de abscesos
residuales.
Y la pregunta que todos se harán es: ¿No existía antes de Fitz la apendicitis aguda? Y aquí se aplica las célebres frases
de David Herbert Lawrence (1885-1939), cuando escribe su novela “El amante de Lady Chatterley” (1928): «Lo que
los ojos no ven y la mente no conoce, no existe». Por supuesto que no exactamente no existe, sino que somos ciegos
para reconocerlo y es así que siempre sostenemos que “los ojos no ven lo que la mente no sabe”.
La primera extirpación quirúrgica del apéndice cecal la realizó Claudias Amyand (1735), a un niño de 11 años que
tenía una hernia inguinoescrotal derecha con una “inflamación” escrotal. Con el abordaje quirúrgico comprobó una
masa de epiplón que cubría un apéndice perforado, el que extirpó junto con el omento comprometido; el niño
sobrevivió.
Anteriormente a la demostración de Fitz, se conocía una misteriosa enfermedad a la que llamarón de diferente forma:
“Cólico miserere”, “tiflitis” (inflamación del ciego) y “peritiflitis” (inflamación al lado del ciego); enfermedad
caracterizada por un dolor lento y progresivo, a la cual se agregada nauseas, vómitos, fiebre y un dolor progresivo
intenso que obligaba a los pacientes a pedir “misericordia de Dios” (Cólico miserere); se les colocaba compresas frías
en el vientre, infusiones de opio, instilación de destilados de opio, morfina o tabaco por vía rectal. Muchos pacientes
fallecían después de unas semanas de agonía; pero otros, poco a poco, iban superando la enfermedad hasta quedar
curados. En ocasiones cuando encontraban un cirujano; este “sedaba” al paciente con algún brebaje, cogían al
enfermo entre cuatro y el cirujano cortaba el costado, introducía sus dedos hasta lograr que fluya la pus, colocaba
unas gasas a manera de drenes y cerraba la herida parcialmente y describía una “inflamación al costado del ciego”.
Algunos evolucionaban con pérdidas fecales por la herida (Fístula estercorácea), pero por lo general éstas cerraban
al cabo de algunas semanas.
Jean-Baptiste Louyer-Villermay de Francia (1776 – 1838) ya sospechaba que el causante de dicha entidad era el
apéndice vermiforme, ello basado en autopsias realizadas en fallecidos de ésta enfermedad de Tiflitis; pero la gran
fama del Barón Guillaume Dupuytren (1777-1835) y que por aquella época ya en algunos lugares de Francia se
conocía a la tiflitis como el "absceso de Dupuytren" (tremendo honor) y hacia 1824, él realizaba drenajes de los
abscesos abdominales en el cuadrante inferior derecho con una gran destreza y lo atribuía a la inflamación del tejido
cecal (tiflitis) y pericecal (peritiflitis); sin reconocer la importancia del apéndice cecal. Conclusión: “Drenar un absceso
apendicular en ocasiones es suficiente para sanar a un paciente; y esto es cierto aún hoy en día”. (Nota.- Dupuytren
no era ingenuo, y esperaba algunos días, no muchos, pero si como para que se formara un absceso que drenar, una
cirugía precoz no tendría efecto; y una muy tardía terminaría con la muerte del enfermo).
No es infrecuente encontrar a cirujanos que ante la imposibilidad de “desahacer” un enmarañado de asas intestinales
en un absceso; terminan perforando las asas ileales o el ciego y optan por la hemicolectomía derecha; situación que
se podría resolver y evitar con solo drenar el absceso. Si se argumenta que el paciente está obstruido por el absceso;
una opción es drenar primero, colocar una sonda nasogástrica, administrar antibioticos y esperar algunos días (más
o menos una semana) para reprogramar y poder manipular tejidos menos inflamados (Cirugía de intervalo) con la
finalidad de evitar una Hemicolectomía derecha.
Para finalizar estos aspectos históricos es importante señalar que la cirugía laparoscópica en el campo de la cirugía
general no se inicia con la colecistectomía laparoscópica; fue una apendicectomía extirpada por laparoscopía la
primera intervención; y ésta fue realizada por Kurt Semm, en 1983 (Alemania) ginecólogo y pionero en las técnicas
quirúrgicas endoscópicas, informa de las primeras apendicectomías por vía enteramente laparoscópica, en el
transcurso de operaciones de origen ginecológico; fue expulsado de la Sociedad de Ginecólogos por éste hecho.
El apéndice cecal se encuentra en el ciego a nivel de la confluencia de las tres tenias coli (tenias del colon) y a una
pulgada por debajo de la válvula ileocecal. Su irrigación es a través de la arteria apendicular rama terminal de la
ileocólica. La zona de implantación del apéndice en el ciego es más o menos constante y se proyecta en el punto de
McBurney en la “fosa ilíaca derecha” (En realidad el punto de McBurney está entre el flanco derecho y el mesogástrio;
APENDICITIS AGUDA: UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES – FILIAL NORTE: CURSO DE CIRUGIA GENERAL Y DIGESTIVA --DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA. 2016
y en el cuadrante inferior derecho); pero la parte distal puede estar teóricamente en cualquier localización alrededor
de éste punto; “la localización más frecuente es la retrocecal” desde 1933 se afirma esto a partir de los trabajos de
Wakeley (60%) pero en nuestro medio los cirujanos no encontramos éste porcentaje tan elevado.
“El apéndice cecal es un órgano vestigial que no tiene función específica”, falso ya que hoy se sabe que cumple una
función secretora de IgA (es la clase predominante de anticuerpo en las secreciones seromucosas del organismo. En
sangre, se encuentra como una molécula monomérica, pero en las mucosas se encuentra en forma dimérica (IgA
secretora). Actúan como la defensa inicial contra los patógenos invasores (virus y bacterias) antes de que penetren
en el plasma; identifican los antígenos patógenos e impiden que se instalen en las mucosas.).
“La causa más frecuente es coprolito” … no … “la causa más frecuente es hiperplasia linfoide”, en realidad ¿cuál es
la causa más frecuente? … la mayoría de textos actuales ya no afirman categóricamente cuál de estas dos es la más
frecuente; al parecer la hiperplasia linfoide sería más frecuente en niños, y los coprolitos o fecalitos (no son
sinónimos) serían más frecuentes en adultos (no nos consta); y al parecer éstas dos serían dos enfermedades
diferentes o el comportamiento clínico, al menos, sería diferente.
En dónde si hay consenso es que las apendicitis con presencia de coprolito o fecalito irían más rápido a la
perforación con peritonitis local o general.
“Hecho el diagnóstico el paciente debe de entrar lo más pronto al quirófano” … el “síndrome mínimo apendicular
es dolor en la fosa ilíaca derecha y con eso basta” … “Es mejor entrar al quirófano con un apéndice sano o sin
cambios significativos a entrar con una peritonitis” … Todas estas afirmaciones eran muy ciertas hace 20 años atrás,
y se sustentaban en la creencia que una “laparatomía en blanco” (o sin hallazgos patológicos) era “inocuo”. Hoy se
sabe que ésta no es inocua: 1.- altera la fisiología peritoneal y predispone a bridas y adherencias; 2.- expone al
paciente a un riesgo anestésico y operatorio innecesario; 3.- es una cirugía limpia contaminada con un 10% de
posibilidades de infectar la herida; 4.- predispone a eventraciones; 5.- Demanda gastos y ocupación de camas en
forma innecesaria…. Entonces: “No debemos de dejar que un paciente desarrolle peritonitis o complicaciones
apendiculares en nuestras narices; pero tampoco debemos de realizar operaciones innecesarias.”
Ante ésta situación se ha buscado “afinar” el diagnóstico lo mejor posible, en la “patología quirúrgica más frecuente
en las emergencias”; y ¿Cómo hacer eso? … primero: la apendicitis es una patología que en más del 50% tiene una
clínica bastante típica, y ésta descripción tiene más de
Paul Georges Dielafoy (1839-1911) Manuel de Pathologie Interne (1880-1884), que alcanzó dieciséis ediciones hasta
1911, y por sus series de lecciones clínicas en la cátedra del Hôtel-Dieu; Recordemos que en 1886 Reginald Fitz
describe la apendicitis aguda como entidad patológica; Dielafoy dice:
John Benjamin Murphy (1857 - 1916) fue uno de los más destacados cirujanos estadounidense y que alcanzó
reconocimiento por defender la intervención quirúrgica temprana en la apendicitis aguda. A él debemos muchos de
los aforismos que seguimos utilizando alrededor del diagnóstico apendicular; así como a la cronología de los signos y
síntomas -“Cronología apendicular de Murphy” – veamos cuáles son:
“Si el paciente tiene apetito… dude de que sea apendicitis.” (Anorexia, el dato más constante)
“Si las náuseas preceden al dolor… dude de que sea apendicitis.” (Primero es el dolor)
“El patrón migratorio del dolor es un dato a favor de apendicitis.”
APENDICITIS AGUDA: UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES – FILIAL NORTE: CURSO DE CIRUGIA GENERAL Y DIGESTIVA --DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA. 2016
En mayo de 1986, el cirujano Alfredo Alvarado, del Hospital Bennett en Florida, publicó un estudio retrospectivo en
un grupo de 305 pacientes operados tabulando los síntomas y signos de la enfermedad como los resultados de
laboratorios de los enfermos. Encontró 8 factores predictivos, que le permitió desarrollar una escala para la sospecha
y diagnóstico de la apendicitis aguda, conocida hoy como Escala o Score de Alvarado. En la actualidad existe una
modificación de ésta escala: Appendicitis Inflamatory Response Score (AIRS) que incorpora la concentración de
Proteína C reactiva y disocia los leucocitos y los neutrófilos; pero aún queda demostarar ventajas sobre la escala de
Alvarado.
1) Puntuación < 3: baja probabilidad de apendicitis: Si el único síntoma es dolor que no calma o persiste
por más de 18 a 24 horas estamos frente a lo que los cirujanos antiguos definían como “Síndrome
apendicular mínimo”; y era muy probable que ingrese a ser operado siendo muy altas las posibilidades de
encontrar un apéndice cecal normal o con “cambios mínimos” (la mayoría de veces enunciado así para
justificar la intervención). Lo correcto es indicar al paciente o familiar que lo mejor es que haga un reposo
gástrico, una dieta líquida, no analgésicos ni antibioticos y que se le reevalúe en 12 a 18 horas; de persistir
dolor solicitar hemograma de control y aplicar nuevamente el Score, si aumenta el puntaje manejar según
lo obtenido (paso siguiente).
2) Entre 4 y 6: Considere observación y reevaluaciones.: Esta situación es la más difícil de definir; ¿tiene o no
una apendicitis?, para muchos cirujanos no será mucho problema: programarán al paciente para el
quirófano, y tendrán entre un 60 a 80% de posibilidades de tener un diagnóstico acertado; además lo
aceptable internacionalmente es tener entre 15 a 20% de apéndices cecales normales. Sobre todo la
dificultad será en niños pequeños, mujeres y ancianos, y se puede recurrir a la ecografía y/o tomografía
computarizada (aunque un resultado negativo no descartara apendicitis). Una alternativa es continuar la
observación en la emergencia y evolucionar el hemograma: si aumenta la leucocitosis y la neutrofilia con
desviación izquierda y persiste el dolor (no use analgésicos), no dude en operar. Si tiene la certeza que es
una apendicitis; utilice una incisión de Rocky-Davis; si hay dudas use una mediana; en cualquier caso, y tiene
experiencia laparoscópica y un equipo a disposición: será sin dudas la mejor opción.
3) Mayor o igual a 7: Alta probabilidad de apendicitis aguda. Con éste puntaje lo prudente es proceder a la
cirugía; ¿en quienes dudar?: mujeres en edad fértil es adecuado solicitar evaluación ginecológica y/o una
ecografía abdominopélvica (si usted ingresa con una incisión de Rocky-Davis y no es una apendicitis, siendo
el diagnóstico un problema anexial, tendrá mucha dificultad con la incisión); ¿Cirugía abierta o
laparoscópica? Depende de la experiencia del cirujano y la disponibilidad del equipo: en buenas manos
tiene muchas ventajas; en manos inexpertas puede terminar en una catástrofe abdominal.
Si el diagnóstico es peritonitis por apendicitis: Más de tres días de evolución, un puntaje de Alvarado alto,
reacción peritoneal generalizada; entonces se programará como peritonitis, informe así a la familia y la
incisión será una mediana; pudiendo iniciar por laparoscopía para explorar la cavidad; además se puede
lavar y ver toda la cavidad, aspirar secreciones y ubicar la zona involucrada; si tiene habilidad puede
terminar la cirugía por laparoscopía; en caso contrario puede convertir a cirugía abierta con una incisión
más pequeña y dirigida; no olvide utilizar los drenajes si así lo amerita o suele utilizar (tema muy
controversial). Si el apéndice está perforado, busque un coprolito o fecalito libre; si lo deja se formará un
absceso residual.
APENDICITIS AGUDA: UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES – FILIAL NORTE: CURSO DE CIRUGIA GENERAL Y DIGESTIVA --DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA. 2016
Si el diagnóstico es un absceso apendicular: Mal llamado “plastrón caliente” es similar al plastrón pero acá,
el paciente tendrá fiebre en picos (típico de cualquier absceso); masa dolorosa en el cuadrante inferior
derecho, hemograma muy infeccioso. Puede tener o no, además obstrucción intestinal o íleo. En ésta
situación iniciar antibioticos, hidratar al paciente, de ser posible solicitar una tomografía computarizada que
nos indique la localización y extensión del absceso y programar al quirófano. La incisión más adecuada será
una mediana que permita reconocer las asas intestinales sin dificultad, evitar perforaciones; evacuar el
absceso, localizar el apéndice (en muchas ocasiones se encuentra totalmente digerida), cerrar el orificio
apendicular del ciego y no olvidar los coprolitos en la cavidad. Si tiene mucha dificultad en ubicar las
estructuras no insista hasta perforar las asas intestinales y con colocar un buen drenaje al estilo del Barón
de Dupuytren resolverá la emergencia (informe al paciente y los familiares lo actuado y lo que se espera).
En caso de desarrollar una fístula estercorácea (fuga de heces por el orificio apendicular); éste cerrara solo
si está bien drenado. Siempre tendrá la oportunidad de reoperar al paciente en un ambiente sin tanta
inflamación y evitar una hemicolectomía.
Tumores apendiculares: adenocarcinoma y tumor carcinoide: Los tumores se presentan en menos del 1%
de apéndices resecados con diagnóstico de apendicitis. El tumor más frecuente es el adenocarcinoma y la
cirugía será una hemicolectomía derecha oncológica; aunque tiene en general mal pronóstico por cursar
con neoplásias sincrónicas y metacrónicas. El tumor carcinoide es un tumor aún más raro, pero el carcinoide
en el apéndice cecal es la ubicación más frecuente de éste raro tumor; si es menos de 2 cm y está en la
punta, una apendicectomía será suficiente; para tamaños mayores, hacer una hemicolectomía derecha
oncológica.
Apendicectomía incidental y/o profiláctica: Si bien se usa los términos como sinónimos; considero que se
debería de considerar el término de apendicectomía incidental a la que se realiza durante el curso de otra
cirugía (abierta o laparoscópica), por ello también se le denomina como apendicectomía complementaria.
Por otro lado la apendicectomía profiláctica es aquella apendicectomía que se programa como cirugía
electiva con la intención de extirpar el apéndice cecal sin apendicitis.
APENDICITIS AGUDA: UNIVERSIDAD DE SAN MARTIN DE PORRES – FILIAL NORTE: CURSO DE CIRUGIA GENERAL Y DIGESTIVA --DR. CESAR HIRAKATA NAKAYAMA. 2016
Apendicectomía profiláctica: Casi todas las indicaciones son controversiales; y estaría indicada en niños que
van a recibir quimioterapia, discapacitados con dificultad para describir síntomas, y personas que viajarán
por mucho tiempo en lugares en dónde es imposible realizar una apendicectomía.
Apendicectomía incidental: Hace 25 años atrás, durante nuestra residencia en cirugía, estaba prohibido
realizar una apendicectomía durante el curso de otra cirugía, ya que se sostenía que agregaba otro factor
de riesgo y complicaciones al acto quirúrgico. Luego se demostró que realizar la resección del apéndice cecal
en el curso de otra cirugía no aumentaba el riesgo de complicaciones. Se recomienda realizar la
apendicectomía cuando en una laparatomía se hace el diagnóstico de malrotación intestinal con un ciego
en posición anómala y en el procedimiento de Ladd para malrotación; ya que de cursar con una apendicitis
sería muy difícil el diagnóstico del mismo. Pacientes con Colitis ulcerativa y quizás con enfermedad de Crohn
con ciego sin lesiones macroscópicas se podrían beneficiar de la apendicectomía. Es posible que en niños o
adolescentes sometidos a laparatomía por otro motivo, el cirujano decida realizar una apendicectomía;
menos frecuente se realizará si el paciente es un anciano, por la baja posibilidad de apendicitis aguda en
ese grupo etario además muchos ancianos tienen el apéndice involucionado o atrofiado.
Apendicectomía de intervalo: Es otro tema controversial; y como ya hemos señalado en casos de plastrón
apendicular y en casos de abscesos apendiculares (este último sobre todo en niños) se pueden beneficiar
de un período de tratamiento médico: hidratación, antibioticos y analgésicos por 10 a 14 días. Monitorizar
la evolución; de ser necesario se puede recurrir a un drenaje percutáneo del absceso y quizás realizar la
apendicectomía 2 o 3 meses después: apendicectomía de intervalo. De otro lado, siempre se ha sostenido
que una apendicitis en niños evoluciona más rápidamente a una peritonitis debido al epiplón más corto y
otros factores. Hoy en día se ha demostrado que demorar una apendicectomía en un niño por 24 horas,
hidratando al niño, administrando antibioticos y analgésicos, no se relaciona a mayores complicaciones.
Surana R, Quinn F, Puri P: ¿Es decir, es necesario para llevar a cabo la apendicectomía en el
medio de la noche en niños? BMJ 306(6886):1168-1169, 1993.
Taylor M1, Emil S, Nguyen N, Ndiforchu F. Emergent vs urgent appendectomy in children: a
study of outcomes. J Pediatr Surg. 2005 Dec;40(12):1912-5.