Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Yuni
Psicología
del Desarrollo
Enfoques y perspectivas del Curso Vital
Editorial Brujas
Urbano, Claudio A.
Psicología del desarrollo: enfoques y perspectivas del curso vital /
Claudio A. Urbano y José A. Yuni - la ed. - Córdoba: Brujas, 2005.
152 p.; 24x16 cm.
ISBN 987-591-001-5
Primera edición
Impreso en Argentina
.ÍHiditoriaí Brujas
editorialbrujas@arnet.com. ar
Tel./fax: (0351) 4606044 - Pasaje España N° 1485
Córdoba - Argentina
ÍNDICE
Pag.
Presentación 9
Parte L E Í desarrollo humano desde la perspectiva psicológica 11
EL PROCESO DE CONSTITUCIÓN
SUBJETIVA
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
La palabra sujeto posee una doble significación. Por un lado, sujeto es
quien realiza la acción, es el protagonista de una historia. Pero también el
ser humano está sujeto, es decir es sobre quien se aplica la acción de
sujetar; es aquel que está sujetado. Podemos anticipar que devenir sujeto y
sostenerse como tal a lo largo del ciclo vital es producto de la dialéctica de
ser-sujeto-sujetado. El proceso de subjetivación abarca todo el arco de la
vida; tiempo vital en el que los seres humanos se subjetivan en la medida
en que son/están sujetados a estructuras constitutivas de su Yo mediante el
trabajo permanente que realizan para no claudicar y para ligarse a redes
vinculares que apuntalen y sostengan su tarea evolutiva.
Pero sujetados ¿a qué?. La respuesta varía según la teoría a que se
adhiera, aunque haciendo coincidir y complementar enfoques podemos
decir que el sujeto como ser biológico es/está sujetado a una estructura
anátomo-fisiológica que lo provee -entre otras cosas- de un cerebro y de
un sistema nervioso dotado de la plasticidad suficiente para desenvolverse
en un medio particular a través de adaptaciones necesarias para sostenerse
como organismo vivo, racional, relacional y orgánico. Como ser lingüísti-
co es/está sujetado a un lenguaje que le suministra maneras de designar el
mundo, de designarse dentro de él y, de ese modo, desarrollar la capacidad
de representación y utilización de sistemas simbólicos convencionales.
Como ser social es/está sujetado a redes sociales y a pautas culturales que
lo contextualizan en el marco de una colectividad con valores, normas,
roles y cosmovisiones propias de su entorno comunitario. Como ser
psicológico es/está sujetado a una estructura psíquica individual, a unas
capacidades particulares, a una historia personal única, y a una historia
transpersonal que lo trasciende. Todos estos aspectos hacen al ser del
sujeto, por lo cual se puede decir que el sujeto no es una entidad determi-
nada ni dada de antemano, sino más bien, el sujeto es un ser que se
constituye en una red de interacciones dinámicas con el mundo exterior y
con su mundo interno.
el sujeto intenta ligar este plus (de energía) instalado en él (Karol, M.,
1999).
El trabajo de complejización psíquica se ve posibilitado u obturado por
la función materna/paterna, en la medida en que el Otro/otro es quien
desde su posición no sólo brinda estímulos (tensión externa que tiene una
intensidad y una frecuencia) de los cuales el sujeto no puede escapar; sino
que acompaña a estos estímulos de significación, de sentido y afecto. La
función materna no sólo introduce un exceso de energía en el cachorro
humano sino que le ofrece recursos para ligar ese monto energético,
ofreciéndose así como una imagen identificatoria.
Al decir de Fiera Aulagnier (1988) la función materna aporta a la
complejización del psiquismo incipiente del infans una acción que impone
a la psique del otro una elección motivada en su propio deseo. Es la madre
la que en el ejercicio de su función asigna un sentido y un significado a la
manera de código a lo que ella cree necesita y le pasa a su infans. Esta
acción supone un acto de violencia legítima en donde se introduce la
materialidad/inmaterialidad del lenguaje a través de la lengua materna que
es la que sujeta al infans a un conjunto de sentidos, significados y
filiaciones decididas arbitrariamente por la madre. Es la madre quien
designa si el niño tiene hambre, frío, dolor... Dirá Fiera Aulagnier (1988)
"/a palabra materna derrama un flujo portador y creador de sentido que
se anticipa en mucho a la capacidad del infans de reconocer su
significación y de retomarla por cuenta propia ".
De ahí que, la palabra materna se constituye en un primer momento en
el anclaje que permite posteriormente al yo la construcción de sentido.
Anclaje que posibilita y condiciona el devenir de cachorro humano en
sujeto. La palabra materna es de esta manera quien enuncia primigenia-
mente al yo, contribuyendo progresivamente a que éste pueda enunciarse a
sí mismo. Ello requiere que la madre abandone la posición de codificación
y asuma el trabajo de decodificar los códigos inscriptos en el infans.
Decodificar al infans supone por parte de la madre la apertura para
escuchar la demanda que emerge de la voz de este sujeto que emplea los
códigos adquiridos y los emplea de acuerdo a su propia significación y
deseo.
alienado. Hay algo que el Yo no enuncia pues hay algo del orden de lo que
no conoce que no accede a la palabra.
El Yo permite designar el afecto a partir de ideas. El Yo es quien ejerce
la operación de traducir aquello propio y singular del sentimiento al
lenguaje de la significación compartida. A partir de las ideas, el Yo hace
decible y transferible lo indecible e intransferible de la experiencia
subjetiva. De ahí que el Yo opere como la instancia que otorga sentido a
aquello que es del orden de la vivencia y del sentimiento. La dialéctica
entre pensar y sentir favorece la expresión del Yo en la medida que éste
pueda realizar un trabajo de traducción entre ellos; pero también puede
obturarse cuando el Yo no logra ligar el afecto al pensamiento y, por lo
tanto, está imposibilitado de conocer aquello que está sintiendo o de
asignarle un valor afectivo a sus pensamientos. En definitiva, el Yo sólo
puede conocerse a sí mismo siempre que aprenda a designar el afecto a
partir de ideas, aunque ese conocimiento nunca será transparente, habrá
algo del afecto que no puede ser capturado en el acto de nominación.
Dirá Fiera Aulagnier (1988) que el Yo no es más que el saber que el Yo
puede tener sobre el Yo. Por ello, todo acto de enunciación es un acto de
interpretación que realiza el Yo sobre sí mismo y sobre el conjunto de lo
percibido. Acto que supone que el Yo se ubique como el centro de la
acción de enunciación y que, a partir del contenido de su enunciado, haga
decible aquello que ha sido susceptible de nominación y aquello que es el
resultado de un acto de conocimiento. A partir de poder nombrar lo que
era innombrable, incognoscible, el sujeto se transforma en enunciante, en
teórico; pues hace decible aquello que se presenta como indecible y hace
cognoscible aquello que se presenta como una vivencia incognoscible en
sí, pues la liga a una causa del orden de lo decible.
De ahí que, todo acto de interpretación supone un acto de transmutación
de un afecto particular a una idea/imagen portadora de significado comparti-
do. El Yo se presenta, así, como el conjunto de enunciados que remiten a un
acto de interpretación de los objetos del mundo a los cuales se los ha dotado
de significación y que son transferibles a otros yoes mediante un acto de
comunicación. Para el Yo sólo existe lo que tiene una representación ideica,
lo que tiene características de lo decible (Karol, M., 1999). En el momento
en que el Yo ocupa la posición de enunciante realiza un acto de
autodesignación de sí mismo; se convierte en el objeto de su propio
enunciado. Enunciado que supone un acto de autosignificación y de auto-
referenciación. De ahí que, no puede pensarse al Yo, en tanto enunciado de
sí mismo, sin tener en cuenta el reconocimiento de los otros.
El Yo en su acción de autodesignación realiza una operación de
autoconciencia. Autoconciencia que supone un autoconocimiento de su
54 Claudio A. Urbano, José A. Yuni