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Liceo Vicente Pérez Rosales

Departamento de Lenguaje
Profesora: Carolina Molina
Educ. Diferencial: Karen Garrido

Diversidad y Conflicto.

Nombre: Curso: Fecha:


Unidad 3: Diversidad y Conflicto
AE 15: Identificar y describir los procedimientos discursivos aplicados por un emisor para
exponer y desarrollar sus argumentos, considerando, entre otros aspectos, la información
utilizada, la progresión temática, la situación comunicativa y las presuposiciones que hace
respecto del destinatario (creencias, conocimientos, valor, etc)

I. Los estudiantes leerán la primera de las “Cartas a un joven


poeta” de Rainer Maria Rilke. Luego realizan las actividades de
acuerdo a lo leído.

CARTAS A UN JOVEN POETA

Rainer María Rilke

Carta I

París, 17 de febrero de 1903

Muy estimado señor: Hace unos días recibí su carta. Quiero


agradecerle su amplia y afectuosa confianza. Poco más es lo que puedo
hacer. No aludiré al estilo de sus versos, pues todo intento de crítica me
es ajeno. Nada resulta más inadecuado que abordar una obra de arte
con terminología crítica; de ello siempre derivan malentendidos de
variada índole.

Las cosas no son tan tangibles ni tan susceptibles de ser descritas


como suele hacérsenos creer. La mayor parte de lo que ocurre es
inexpresable, se consuma en un espacio en el cual jamás ha penetrado
palabra alguna, y más inexpresables aún son las obras de arte,
existencias grávidas de secretos y con vida perdurable, al contrario de la
nuestra, que es efímera.

Dicho esto, sólo puedo agregar que sus versos no revelan estilo
propio, aunque sí balbucientes y recatados gérmenes de personalidad.
Lo percibo más claramente en el último poema: “Mi alma”. En él, algo
que es peculiar de usted quiere convertirse en palabra y música. Y en la
hermosa poesía “A Leopardi” se acentúa, al parecer, una suerte de
afinidad con este grande, con este solitario. Sin embargo, las poesías
aún nada son en sí mismas; ninguna de ellas es independiente, ni
siquiera la última ni tampoco la dedicada a Leopardi. La amable carta
que las acompañó arroja luz respecto de algunas carencias que percibí
al leer sus versos; con todo, no puedo especificarlas.

Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Ya


se lo ha planteado a otros. Los envía a las revistas. Los compara con
otras poesías y se inquieta cuando ciertos editores rechazan sus intentos
literarios.
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Profesora: Carolina Molina
Educ. Diferencial: Karen Garrido
En lo sucesivo, ya que me
permite aconsejarle, ruégole que abandone todo eso. Usted mira hacia
fuera y es, precisamente, lo que no debe hacer de ahora en más. Nadie
puede aconsejarle ni ayudarle. Nadie. Sólo hay un recurso: vuelva sobre
sí mismo. Indague cuál es la causa que lo mueve a escribir; examine si
ella expande sus raíces en lo más profundo de su corazón. Confiésese a
usted mismo si moriría, en el supuesto caso de que le fuera vedado
escribir. Ante todo, pregúntese en la más silente hora de la noche:
“¿Debo escribir?”. Hurgue dentro de sí en procura de una profunda
respuesta y, si ésta resulta afirmativa, si puede afrontar tan serio
interrogante con un fuerte y simple “debo”, entonces construya su vida
según esta necesidad. Su vida, hasta en los más vacíos e insignificantes
momentos debe convertirse en señal y testimonio de este impulso.
Después acérquese a la naturaleza. Entonces, procure expresar, como si
fuera el primer hombre, aquello que ve y experimenta, aquello que ama
y pierde.

No escriba poesías de amor. Al principio, evite las formas


demasiado comunes y habituales; son las más difíciles, pues se requiere
una fuerza grande y madura para gestar algo propio allí donde existen
buenas y hasta a veces, brillantes tradiciones. Por eso, descarte motivos
generales y encamínese hacia aquello que su cotidianeidad le ofrece,
exprese sus tristezas y deseos, los pensamientos pasajeros y su fe en
alguna forma de belleza. Hable de todo eso con la más honda, íntima y
humilde sinceridad, y utilice para expresarse, las cosas de su entorno,
las imágenes de sus ensueños y los objetos de los recuerdos. Si su vida
diaria le parece pobre, no la culpe, cúlpese a sí mismo; dígase que no es
lo bastante poeta como para atraer sus riquezas. Para los creadores no
hay pobreza ni sitio que sea indiferente. Y aún cuando usted estuviese
en una prisión cuyas paredes impidiesen que rumor alguno del mundo
llegara hasta sus sentidos, ¿no le quedaría siempre su infancia, esa
riqueza preciosa, imperial, ese cofre de recuerdos? Vuelva usted a ella
su atención. Intente recuperar las sumergidas sensaciones de aquel
vasto pasado: su personalidad se fortalecerá, su soledad se poblará y
convertirá en una morada de luz crepuscular, ante la cual pase lejano el
estrépito del mundo. Y si de esta vuelta a su interior, si del estar
inmerso en el mundo propio, surgen versos, no pensará en preguntarle
a nadie si los versos son buenos. Tampoco tratará de que las revistas se
interesen por tales trabajos, pues usted disfrutará de ellos como de una
preciada posesión natural, por ser jirones de su propia vida. Una obra de
arte es buena si nace de la necesidad. En esta característica de su
origen está implícito su juicio: no hay ningún otro. He aquí por qué,
estimado señor, no he sabido darle otro consejo sino este: volver sobre
sí sondear las profundidades de donde proviene su vida; en esa fuente
encontrará la respuesta a la pregunta acerca de si debe crear. Admítala
tal como suena, sin interpretarla. Puede que usted sea convocado por el
arte. Entonces, asuma su destino y llévelo, con su pesadumbre y
grandeza, sin indagar jamás acerca de cuál es la recompensa que pueda
venir desde fuera. Pues el creador tiene que ser un mundo para sí y
hallar todo en sí mismo y en la naturaleza a la cual se ha incorporado.
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Pero después de esta inmersión en su mundo y en sus soledades,


quizás usted deba renunciar a ser poeta (basta que sienta –como queda
dicho– que podría seguir viviendo sin escribir, para no permitírselo en
absoluto). Aún así, esta introspección que le pido no habrá sido en vano.
De cualquier modo, a partir de entonces, su vida encontrará caminos
propios; que ellos sean buenos, felices y amplios, se lo deseo más de lo
que me es posible expresar.

¿Qué otra cosa le diré? Me parece haber puesto énfasis en todo


aquello que lo merecía. En suma, tan sólo he querido aconsejarle para
que avance tranquila y seriamente en su evolución: en gran medida la
perturbará si mira hacia fuera o, si desde el exterior, espera respuestas
a preguntas que sólo su más íntimo sentimiento, en la hora más propicia
acaso pueda responder.

Me dio alegría hallar en su carta el nombre del profesor Horacek;


guardo por ese querido maestro gran respeto y gratitud permanente.
¿Quiere usted, por favor, comunicarle este sentimiento mío? Es mucha
bondad que aún me recuerde, y lo valoro.

Reintegro a usted los versos que amablemente me confió. Y de


nuevo le agradezco la cordialidad y magnitud de su confianza, de la que
he tratado de hacerme un poco más merecedor de lo que en realidad
soy –por el hecho de ser un desconocido para usted– mediante esta
sincera respuesta, según mi leal saber.

Con todo afecto y simpatía,

Rainer María Rilke.

II. Responde según lo leído de la primera Carta a un joven Poeta

1. ¿A quién se dirige Rilke en esta carta y 2. ¿Cuál es el asunto de partida del


por qué razón? cuarto Párrafo?

3. ¿Cuál es el tema central de la carta? 4. ¿A qué responde el quinto párrafo?


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III. Redacta una carta dirigida a un amigo que les ha


pedido consejos sobre la carrera que quiere estudiar. (Debes
tener claro los argumentos que utilizaras)

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