Prevalencia a lo Largo de la Vida y Edad de Inicio de los

Trastornos Mentales
Resumen objetivo elaborado
por el Comité de Redacción Científica de SIIC sobre la base del artículo
Lifetime Prevalence and Age-of-Onset Distributions of DSM-IV Disorders in the National Comorbidity Survey
Replication

de
Kessler R, Berglund P, Walters E y colaboradores

integrantes de
Harvard Medical School, Boston; University of Michigan, Ann Arbor, EE.UU.

El artículo original, compuesto por 10 páginas, fue editado por

Archives of General Psychiatry
62(6):593-602, Jun 2005

El presente estudio estimó la prevalencia a lo largo de la vida y la edad de inicio de los

trastornos mentales en los EE.UU.

Introducción
Al momento del presente estudio (2005) se conocía poco
acerca de la prevalencia a lo largo de la vida y la edad de ini-
cio de los trastornos mentales de la cuarta edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV).
A diferencia de las ediciones anteriores, la cuarta enfatizó más
en la angustia y el deterioro clínico que provocan los trastornos
mentales.
El objetivo del presente estudio fue estimar la prevalencia
a lo largo de la vida y la edad de inicio de los trastornos del
DSM-IV en la National Comorbidity Survey Replication (NCS-R).
Métodos
La NCS-R fue una encuesta nacional, realizada en los EE.UU.
entre 2001 y 2003, llevada a cabo por entrevistadores pro-
fesionales, que incluyó a sujetos mayores de 18 años. La en-
cuesta se dividió en dos partes: en la primera se realizó una
evaluación diagnóstica básica (n = 9282) y en la segunda se in-
dagó acerca de los factores de riesgo, las consecuencias, otros
correlatos y trastornos adicionales (n = 5692 de los 9282 que
respondieron a la primera parte). En la segunda parte también
se incluyeron todos los encuestados que habían presentado un
trastorno a lo largo de su vida. Los diagnósticos de la NCS-R
se basaron en la World Mental Health Survey Initiative Ver-
sion de la World Health Organization Composite International
Diagnostic Interview (WMH-CIDI), que genera diagnósticos
tanto de la décima edición de Clasificación Internacional de
Enfermedades como del DSM-IV. El presente estudio utilizó
los criterios del DSM-IV e incluyó los trastornos de ansiedad,
de la conducta, de control de los impulsos y por consumo de
drogas. La WMH-CIDI permitió obtener la edad de inicio. Las
variables predictivas fueron la cohorte (definida por la edad al
momento de la entrevista, de 18 a 29, de 30 a 44, de 45 a 59
o de 60 años o más), el sexo, la raza o etnia, la educación y el
estado civil. La prevalencia a lo largo de la vida se estimó con
base en la proporción de encuestados que habían presentado
un trastorno hasta el momento de la entrevista. La edad de
inicio y el riesgo a lo largo de la vida proyectado a la edad de
75 años se estimaron utilizando el método actuarial.
Resultados
Las enfermedades más prevalentes a lo largo de la vida
fueron el trastorno depresivo mayor (16.6%), el consumo
de alcohol (13.2%), una fobia específica (12.5%) y la fobia
social (12.1%). Los trastornos más prevalentes fueron los de
ansiedad (28.8%), de control de los impulsos (24.8%), de la
conducta (20.8%) y por consumo de drogas (14.6%). La pre-
valencia a lo largo de la vida de cualquier trastorno fue del
46.4%; el 27.7% de los encuestados presentó 2 trastornos o
más a lo largo de su vida y el 17.3%, 3 o más. La edad varió
significativamente la estimación de la prevalencia para casi to-
dos los trastornos. La prevalencia aumentó del grupo de edad
más joven (18 a 29 años) a uno de mayor edad (30 a 44 años)
y, posteriormente, disminuyó en los grupos de mayor edad.
La prevalencia en el grupo de mayor edad (> 60 años) fue
siempre la más baja. En este grupo se observaron diferencias
muy notables en el consumo de drogas, el trastorno por estrés
postraumático y el trastorno bipolar, mientras que en los otros
tres grupos de edad, la diferencia de las distintas prevalencias
fue menos pronunciada.
El promedio de edad de inicio fue mucho más temprano
para los trastornos de ansiedad (11 años) y de control de los
impulsos (11 años) que para los trastornos por consumo de
drogas (20 años) y los trastornos de la conducta (30 años). La
edad de inicio de la mayoría de los trastornos se concentró
en un rango muy estrecho, con rangos intercuartílicos (RIC)
de solo 8 años para los trastornos de control de los impulsos,
9 años para los trastornos por consumo de drogas y 15 años
para los trastornos de ansiedad, en comparación con 25 años
para los trastornos de la conducta. El promedio de edad de
inicio fue más temprano para cada trastorno de control de los
impulsos (7 a 15 años) que para cualquier trastorno por con-
sumo de drogas (19 a 23 años) o de conducta (25 a 32 años),
mientras que el RIC fue más estrecho para cada uno de los
trastornos de control de los impulsos (1 a 6 años) y por el con-
sumo de drogas (6 a 12 años) que para cualquier trastorno de
la conducta (25 a 26 años). La distribución de la edad de inicio
para los trastornos de ansiedad fue más diversa, en tanto que
la fobia específica y el trastorno de ansiedad por separación
tuvieron edades de inicio muy tempranas (7 años) y RIC muy
estrechos (4 a 7 años). La fobia social tuvo un promedio de
edad de inicio más tardío (13 años) y un RIC estrecho (7 años).
Los otros trastornos de ansiedad tuvieron un promedio de
edad de inicio mucho más tardío (19 a 31 años) y RIC más
amplios (16 a 27 años).
El riesgo a lo largo de la vida proyectado a los 75 años y ba-
sado en la distribución por edad de inicio fue 9% más alto que
las estimaciones de la prevalencia a lo largo de la vida para los
trastornos de ansiedad, 34% más alto para los trastornos de la
conducta, 2% más alto para los trastornos del control de los
impulsos, 12% más alto para los trastornos por consumo de
drogas y 9% más alto para cualquier trastorno.
Las enfermedades con mayores incrementos entre la preva-
lencia y el riesgo proyectado fueron las que tuvieron una distri-
bución de edad de inicio tardía: el trastorno depresivo mayor,
el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno por estrés
postraumático. Al igual que la prevalencia, el riesgo proyecta-
do fue más alto para los trastornos de ansiedad (31.5%), pero
el orden estuvo invertido para los trastornos del control de los
impulsos y de la conducta; el primero tuvo mayor prevalencia
(24.8% contra 20.8%) y el último, mayor riesgo proyectado
(28% frente a 25.4%). El menor riesgo proyectado fue para
los trastornos por consumo de drogas (16.3%). Los trastornos
individuales con el mayor riesgo proyectado fueron iguales a
los que tuvieron la prevalencia más alta. La mayoría de los ini-
cios nuevos proyectados se produjeron en pacientes que ya
habían tenido trastornos previos. El riesgo proyectado general
a la largo de la vida fue 4.4% más alto que el de la prevalen-
cia a la largo de la vida, mientras que hubo una diferencia de
20.4% entre el riesgo específico del trastorno y la prevalencia.
Los efectos mayores de la cohorte se asociaron con los tras-
tornos por consumo de drogas y los más pequeños, con las fo-
bias y los trastornos por control de los impulsos, iniciados en
la infancia. Los efectos de la cohorte no disminuyeron con el
incremento de la edad para la ansiedad o los trastornos de la
conducta; por el contrario, se observaron diferencias significati-
vas para los trastornos por consumo de drogas. Los efectos de la
cohorte fueron más altos en los adolescentes y en los pacientes
de 20 años respecto de la infancia o de los 30 a los 50 años.
Las mujeres tuvieron mayor riesgo de trastornos de ansiedad
y de la conducta que los hombres, mientras que estos presen-
taron mayor riesgo de trastornos por control de los impulsos
y por consumo de drogas que las mujeres. Los individuos de
raza negra no hispanos y las personas hispanas tuvieron menor
riesgo que los pacientes blancos no hispanos de presentar tras-
tornos de ansiedad, de la conducta y por consumo de drogas.
El menor nivel de educación se asoció con mayor riesgo de
trastornos por consumo de drogas. El divorcio se relacionó con
casi todos los trastornos, excepto con el trastorno por con-
trol de los impulsos. Las diferencias de sexo en los trastornos
de ansiedad, de la conducta y por control de los impulsos no
difirieron entre las cohortes, pero en las cohortes recientes
las mujeres se asemejaron más a los hombres en cuanto a los
trastornos por abuso de drogas. Solo en cohortes recientes se
observaron asociaciones inversas entre los trastornos por con-
sumo de drogas, la educación y estar casado.
Discusión
Los autores del presente trabajo estimaron que los cálculos de
la prevalencia y el riesgo de los trastornos mentales parecen razo-
nables a pesar de las limitaciones propias del diseño del estudio.
Las estimaciones del presente estudio respecto de los trastor-
nos de ansiedad, de la conducta y por consumo de drogas con-
cuerdan con las de otras investigaciones. Una proporción elevada
de la población presentará uno o más de estos trastornos a lo
largo de su vida. Las enfermedades individuales más frecuentes
fueron el trastorno depresivo mayor, la fobia específica, la fobia
social y el consumo de alcohol. Los trastornos de ansiedad fue-
ron la clase más frecuente. En el presente estudio, la prevalencia
estimada del trastorno por consumo de drogas fue significativa-
mente más baja que en otro trabajo, pero esto parece deberse a
los criterios más estrictos empleados en el presente. Previamente,
no se estimó la prevalencia a lo largo de la vida del trastorno opo-
sicionista desafiante, los trastornos de la conducta o el trastorno
por déficit de atención e hiperactividad del DSM-IV en adultos en
los EE.UU., en tanto que la estimación de la NCS-R estaría en el
rango informado para estudios de adolescentes. La prevalencia
estimada por la NCS-R para el trastorno explosivo intermitente
parece compatible con la de los datos sobre la prevalencia de este
trastorno. La prevalencia combinada a lo largo de la vida de los
trastornos por control de los impulsos sería mayor que la de los
trastornos del estado de ánimo o por consumo de drogas. Los
estudios epidemiológicos psiquiátricos indicaron que la prevalen-
cia parece elevada, pero los análisis aplicados generaron debates;
según los investigadores, las estimaciones son tan altas que serían
científicamente imposibles. El sistema del DSM-IV parece dema-
siado inclusivo y los trastornos clasificados como leves estarían
asociados con niveles equivalentes de alteración a los provocados
por trastornos físicos crónicos. Así, si la prevalencia elevada fuera
exacta, esto indicaría que muchos pacientes pueden recibir ayuda
con los tratamientos disponibles, sin consecuencias a corto plazo.
Si bien la mitad de la población presentará un trastorno mental
en algún momento de su vida, no todos necesitarán tratamiento,
dado que la mayoría de los casos sería leve. Además, no todos los
trastornos mentales cuentan con tratamientos rentables.
La distribución de la edad de inicio del presente estudio fue
similar a la informada por diversos estudios. Los trastornos de an-
siedad tuvieron la edad de inicio más temprana y los trastornos
del estado de ánimo, la más tardía. Los trastornos mentales pare-
cen afianzarse en la adolescencia, con menor riesgo en personas
fuera del rango de edad de mayor riesgo.
Conclusión
Los trastornos mentales parecen altamente prevalentes; ade-
más, la prevalencia a lo largo de la vida estaría subestimada y las
distribución de la edad de inicio de la mayoría de los trastornos
considerados por el presente estudio parece estar concentrada
en un rango de edad relativamente estrecho –las dos primeras
décadas de la vida–, en tanto que los trastornos de inicio tardío
suceden, en gran parte, como estados comórbidos secundarios
y temporales. Los autores concluyen que es necesario prevenir
el avance de los trastornos primarios y el inicio de los trastornos
comórbidos en la niñez y la adolescencia, además de considerar
los riesgos potenciales y los beneficios.
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