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A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

La definición del ser humano como imagen de Dios atraviesa las páginas de la sagrada
escritura. La acción creadora de Dios constituye al hombre a imagen y semejanza y por tanto
le confiere una dignidad inigualable. En hombre en su ser como en su obrar existe desde
Dios, pero sin identificarse con él. El ser humano habría sido creado a imagen de Dios y, con
su respuesta libre y responsable habría de ir realizando su semejanza. Ser imagen de Dios no
implica para el hombre el derecho de convertirse en superhombre, sino la relación y la
dependencia respecto de aquel de quien no es sino el representante.
Cristo imagen de Dios, es imagen del hombre. Revelación definitiva de la grandeza y la
dignidad de lo humano, Cristo se nos presenta como la norma viviente para la acción del
hombre y para la opción por el hombre. El concilio vaticano II expone una reflexión sobre la
dignidad de la persona humana, recoge explícitamente la doctrina vetero-testamentaria sobre
el hombre como imagen de Dios.
Después del concilio la referencia sobre este tema ha sido constante, y menciona que siendo
cada hombre realmente imagen visible de la imagen del Dios invisible y hermano de Cristo,
el cristiano encuentra en cada hombre a Dios y la exigencia absoluta de justicia y de amor
que es propia de Dios. Sin embargo ha tenido mayor resonancia el catecismo de la Iglesia
Católica, en la primera parte, la creación del ser humano a imagen de Dios determina ya su
capacidad misma para acoger la revelación, y determina posteriormente su dignidad personal,
han sido creados por amor y han sido llamados al amor para que su entrega mutua se convierta
a su vez en imagen del amor con que Dios ama al ser humano.
Si el tema de la imagen de Dios sugiere un comportamiento del hombre se orienta también
el comportamiento moral para con el hombre. Si el ser humano se comporta como imagen de
Dios, ese ser humano merece también el respeto que se debe al que es imagen de Dios.
Conclusión
El hombre es imagen de Dios, pero enraizada en la terrenalidad y realizada en el compromiso
creador sobre la tierra y en la historia. En esa tierra y en esa historia el hombre se alza como
el signo sacramental primario del Dios vivo, que crea y salva al mundo obra de sus manos y
de su amor. Sin embargo, siempre surgirá la cuestión ¿Por qué ha de ser respetado el ser
humano? La experiencia inmediata solo acierta a ver en el otro un compañero o un enemigo,
solo la luz de la fe nos lleva a sospechar que en tu hermano, se nos revela el misterio absoluto
y la imagen de Dios. Una revelación que encuentra su plenitud en Jesucristo.

LUIS GÓMEZ AGUILAR

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