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Ficha de lectura

Libro BREVE HISTORIA DE LA ÉTICA, VICTORIA CAMPS


Pg 15-35.

PALABRAS CLAVES
Religión, excelencia, sofistas, reflexión, homérico, casta, rigidez, disquisición,
retórica

FICHA
I. CAPITULO
LOS SOFISTAS Y SÓCRATES. LAS PRIMERAS PREGUNTAS.
El siglo v a.C, fue época gloriosa para la sociedad, la literatura, el arte y la
filosofía, también para Atenas. En esta época vivieron grandes sofistas
como Protágoras, Hipias o Sócrates.

Lo que la filosofía pretende es hacer hombres cultos, críticos y reflexivos,


no complacientes sin más con la realidad, aun así, los filósofos siguen
acudiendo a la mitología para argumentar sus teorías y hacer más viva su
enseñanza. Los sofistas supieron aprovecharse de una sociedad en la que
la religión no era un vehículo de cultura, no contenía enseñanza alguna, no
había una clase sacerdotal, además, era una sociedad que acababa de
inventarse la democracia, los hombres libres podían derecho a hablar, a
cultivar el conocimiento y a participar activamente en el gobierno de la
ciudad donde en su sociedad se notaba la influencia de invasiones persas.

Ser bueno, ser el mejor, ser virtuoso


La ética es la reflexión sobre lo bueno, sobre la mejor manera de vivir la
“excelencia” o “virtud” Pero la excelencia o la virtud eran patrimonio de
unos pocos, de las castas más nobles, de las que salían los guerreros. La
virtud fundamental era el valor, puesto como valor físico, capacidad de
vencer en el combate, una virtud meramente masculina, como no podía ser
de otra manera.
Si poseer una virtud implica poseerlas todas, pues, de entrada, se hace
difícil aceptar que el valiente, solo por serlo, sea a la vez el comprendió de
todas las virtudes. Pero el mundo homérico reduce todas las virtudes a una
sola, y ser bueno significa estar en posesión de todas las cualidades
valoradas en la sociedad griega: coraje bélico u habilidad en la guerra, así
como éxito en la misma.
Es dudoso que a los personajes homéricos se les pueda atribuir algo
parecido a la responsabilidad. Desempeñan la función que el destino les ha
otorgado: el rey, la función de gobernar; el padre de familia, la de proteger
a los suyos y a la mujer, la de ser discreta, casta y fiel.
El héroe griego busca por encima de cualquier cosa, el reconocimiento
social, el aplauso de las demás cuando cumple su cometido a la
perfección.

Protágoras: el origen de la moralidad


Los sofistas tuvieron de donde aprender porque, las guerras, las
colonizaciones y el comercio llevaban a cuestionar la rigidez de los

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conceptos. Los sofistas buscan una salida al desconcierto moral, y lo hacen
planteando una pregunta que va a dar filosóficamente mucho juego: ¿las
leyes morales son physis o nómos? ¿son naturales o convencionales?

Los dos sofistas más conocidos y respetados de la época, Protágoras y


Gorgias, hicieron gala de la relatividad de cualquier forma de conocimiento,
así como del poder del lenguaje para justificar cualquier opinión o punto de
vista.

“El hombre es la medida de todas las cosas, de las que existen, como
existentes; de las que no existen, como no existentes”. Es una sentencia
equivoca, que ha merecido numerosas interpretaciones y comentarios que,
resulta crucial para el giro que está emprendiendo la ética. ¿Quién es el
hombre que se proclama como la medida de todas las cosas?
Son muchas las ideas y los interrogantes que plantea la disquisición del
sofista Protágoras. La primera es que los humanos se constituyen como
tales bajo un determinado orden social. Antes de que exista ese orden, se
presupone un hombre natural, pre social, un estado de la naturaleza, que
debe ser corregido para bien de la humanidad

¿La moral se puede enseñar?


Los sofistas son oficialmente “maestros de virtud”, su oficio consiste en ir
por las ciudades enseñando retórica como el mejor instrumento para dirimir
las cuestiones teóricas y prácticas que preocupaban a los humanos. Al
comienzo del diálogo que se analiza, Sócrates acude a la casa de
Protágoras donde lo encuentra acompañado de sofistas, paseándose y
cautivando a quienes lo escuchan, como Orfeo, con la música de sus
palabras. Le confiesa que Hipócrates, que lo acompaña, desea apuntarse a
su magisterio, pues quiere llegar a ser “ilustre en la ciudad” por lo que
Protágoras se siente halagado y no duda en dar buena cuenta del arte que
cautiva, Desafiando a las malas lenguas que, por temor o envidia, recelan
la sofística. La tesis de Protágoras, en principio, es inequívoca: en efecto,
todos deben conocer y practicar la justicia, pues esa es la virtud
fundamental, pero es un hecho que no todos lo hacen, y que a esos hay
que castigarlos y enseñarle a fin de que acaben haciendo lo que deben.

No discute que la virtud pueda aprenderse, sino que deba haber maestros
que la enseñen, porque a su juicio, el conocimiento de la virtud, en
realidad, ya está en nosotros. La teoría de que la virtud es conocimiento es
una de las teorías socráticas más firmes y a la vez mas falsas.

La virtud es conocimiento
La tesis de Sócrates, dice que el conocimiento de la virtud es posible y que
quien llega a conocer las practica, mientras que el no virtuoso actúa mal
por ignorancia. Es curioso que sea precisamente Sócrates quien defienda
en total convicción la teoría de que basta conocer el bien para ser buena
persona. Es curioso que lo diga el filósofo que a su vez detesta la
arrogancia del sabio y hace reiterada profesión de ignorancia,
reaccionando contra quienes le proclaman sabio con la célebre respuesta.
“Sólo sé que no sé nada”

Sócrates no pretende definir nada ni dar por concluida ninguna discusión,


con lo que da a entender que, si la virtud es conocimiento, este nunca se
alcanza del todo, es un proceso que no acaba, que es inagotable sobre
todo en las discusiones filosóficas.

Lo que no comparte Sócrates es la complacencia con la dóxa que


muestran los sofistas. Por eso no se basta con dominar la retórica, que es
una técnica, porque hay que aspirar a encontrar la verdad, aunque no se
alcance. El conocimiento moral requiere una búsqueda común, la que
propicia el dialogo, pero sobre todo requiere el esfuerzo de conocerse a sí

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mismo, el camino para conocer el bien del alma por encima de los bienes
corporales, Así se logra la excelencia del ser humano.

Ficha de lectura
Libro BREVE HISTORIA DE LA ÉTICA, VICTORIA CAMPS
Pg 15-35.

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