Sunteți pe pagina 1din 3

¿Quién Debe Alabar a Dios?

1. TODO MORTAL
Si todo mortal debe alabar a Dios, tal como dice el Salmo 145:21, ninguna boca habrá de
permanecer callada, ningún cuerpo habrá de permanecer estático y ninguna mano quedará
cruzada al momento de exaltarlo a Él.

Salmo 145:21: ¡Bendiga todo mortal su santo nombre, eternamente y para siempre!

2. MI ALMA
Mi alma ha recibido tantos beneficios de Dios que no tiene ningún motivo para no alabarle. ¿Qué
hubiese sido de mi alma si Jesús no hubiese muerto en la cruz? El destino de las almas de quienes
no han sido redimidos por la sangre del Cordero es la muerte eterna; pero las almas de los
redimidos obtuvieron en la cruz la victoria sobre la muerte, eso solamente es un motivo para
alabar. En nuestra alma esta nuestros sentimientos y por lo tanto no es vergüenza llorar, o reir
ante su presencia, debemos expresar nuestros sentimientos ante Dios.

Salmo 103:1-2: Bendice, oh alma mía, a Jehová. Bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, oh
alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.

3. TODO LO QUE RESPIRA


La respiración es el aliento de la vida y todo ser muere cuando no puede respirar. Recuerdo la
triste muerte de la esposa de mi mejor amigo. Ella era asmática y murió de un paro respiratorio
camino al hospital, tenía tan solo 33 años. Por eso, mientras nuestros pulmones continúen
recibiendo aire, alabemos a Dios porque no sabemos el momento en el cual suspiraremos nuestro
último aliento. Tan solo el hecho de respirar es un motivo suficiente para alabar al Señor por
permitirnos disfrutar un día más de las maravillas de Su creación.

Salmo 150:6: ¡Todo lo que respira alabe a Jehová! ¡Aleluya!

4. TODOS LOS PUEBLOS


Dios escogió un pueblo, los descendientes de Abraham. Sin embargo, Jesús murió en la cruz para
salvar a toda la humanidad, sin importar su raza, lengua o linaje. Por eso, no hay un solo pueblo en
el mundo que pueda sentirse exento de alabar a Dios.

Salmo 67:3,5: ¡Los pueblos te alaben, oh Dios! ¡Todos los pueblos te alaben! ¡Los pueblos te
alaben, oh Dios! ¡Todos los pueblos te alaben!

Salmo 78:4: No las encubriremos a sus hijos. A la generación venidera contaremos las alabanzas de
Jehová, y de su poder y de las maravillas que hizo.

Salmo 79:13: Entonces nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te confesaremos para siempre;
por generación y generación contaremos de tus alabanzas.
5. LOS JUSTOS
Dice Romanos 3:23-24: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
Todos los que hemos sido justificados por la sangre del Cordero ahora somos justos ante los ojos
de Dios quien no ve nuestra inmundicia humana sino la imagen de Su Hijo amado. Siendo ahora
justos, nos toca rendirle alabanza al Señor.

Salmo 140:13: Ciertamente los justos darán gracias a tu nombre; los rectos morarán en tu
presencia.

6. LOS SANTOS
En Hebreos 10:10 leemos: En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre.

A través de la sangre derramada por Jesús en la cruz hemos sido hechos santos, separados para
Dios y ahora, como santos que somos, es nuestro deber alabarle.

Salmo 145:10: Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan.

7. LOS REDIMIDOS
Dice la Palabra de Dios en Isaías 62:12: Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te
llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.

Nosotros, la iglesia somos un pueblo santo, somos los redimidos del Señor, somos tierra deseable
y, por lo tanto, tenemos un motivo especial para vivir eternamente agradecido de nuestro Dios y
rendirle toda la alabanza a quien todo lo merece.

Salmo 107:1-2: ¡Alabad a Jehová, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!
Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo.

8. LOS QUE TEMEN AL SEÑOR


El apóstol Pablo nos dice en 2 Corintios 7:1: Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor
de Dios.

Hemos sido santificados mediante el sacrificio vicario de Jesús en la cruz; pero esa santidad la
debemos perfeccionar día a día en el temor de Dios, es decir en respetar Su palabra y obedecerlo
en todo. Como ya habíamos visto antes, la alabanza es un mandato y, como tenemos temor de
Dios, lo alabamos.

Salmo 22:23: Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, todos los descendientes de Jacob.
Temedle vosotros, todos los descendientes de Israel.

9. LOS SIERVOS DE DIOS


¡Qué gran promesa nos enseña Pablo en Romanos 6:22!: Mas ahora que habéis sido libertados del
pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
No solo hemos sido redimidos, justificados y santificados, sino que Dios nos hizo Sus siervos y,
como tales, disponibles para rendirle toda la alabanza.

Salmo 113:1: ¡Aleluya! ¡Alabad, oh siervos de Jehová, alabad el nombre de Jehová!

Salmo 134:1: He aquí, bendecid a Jehová, vosotros, todos los siervos de Jehová, que estáis en la
casa de Jehová por las noches.

Salmo 135:1: ¡Aleluya! ¡Alabad el nombre de Jehová! Alabadle, oh siervos de Jehová.

10. TODOS SUS ÁNGELES


Los ángeles entiende muy bien su función y le rinden eterna y constante alabanzas a Dios pues no
cesan de expresar Su santidad y Su grandeza.

Salmo 148:2: ¡Alabadle, vosotros todos sus ángeles! ¡Alabadle, vosotros todos sus ejércitos!

11. TODA LA NATURALEZA


La naturaleza misma le rinde honor y gloria a su creador a cada instante. Algunas veces nos
sentimos sobrecogidos ante la belleza de la creación, la cual nos invita a darle toda la alabanza al
que vive para siempre.

Salmo 148:7-10: Alabad a Jehová desde la tierra, los grandes animales acuáticos y todos los
océanos, el fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el viento tempestuoso que ejecuta su palabra,
los montes y todas las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales y todo el
ganado, los reptiles y las aves que vuelan.

12. REYES Y PUEBLOS


Como vimos antes, todos los pueblos deben alabar al Señor y con ellos, también sus gobernantes
habrán de hacerlo. No habrá nadie lo suficientemente poderoso sobre la tierra que no haya de
alabar al Cordero, tal como nos dice Pablo en Filipenses 2:10-11: para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Salmo 148:11,13: Los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y todos los jueces de la
tierra, Alaben el nombre de Jehová, porque solo su nombre es sublime; su majestad es sobre tierra
y cielos.

S-ar putea să vă placă și