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CUATRO TESTIMONIOS
Léanse, pues, como textos ajenos a toda polémica que sólo piden un
tiempo sereno de escucha. Constatemos su diversidad y agradezca-
mos a las autoras y al autor su valentía.
Más o menos a los once o doce años co- Permanecí en el grupo hasta los veinte
mencé a ir al esplai Turons. Al principio años, incluyendo dos años como moni-
teníamos un local en el barrio de Les tora.
Corts, y luego nos trasladamos al de En el decurso de este tiempo la prác-
Sants. Era un agrupamiento escolta lai-
co y muy catalanista, del que pude sa- tica de las celebraciones religiosas –bá-
car muchísimas cosas, lo que hoy lla- sicamente ir a misa los domingos– fue
maríamos “valores”: la amistad tanto disminuyendo hasta desaparecer. No
dentro del grupo como en la relación in- fue por una decisión que yo tomara
dividual, el amor a la naturaleza, el es- conscientemente, sino más bien por la
fuerzo, la estima por el país, el respeto inercia de algo que deja de tener algún
a la montaña... También pude alcanzar sentido y que finalmente cae por su pro-
unas vivencias y unas experiencias per- pio peso. Yo nunca sentí que tuviera fe,
sonales que no he encontrado nunca ni tampoco la pedía. Nunca encontré en
más en otros ámbitos de mi vida. mi entorno (ni en la familia ni en los
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amigos) una fe vivida; así que, a medi- ta importante, pero también, muchas ve-
da que fui creciendo, cuando dejé el co- ces, me incomoda. Son los años en que,
legio de monjas y comencé a escoger con un grupo de amigos, nos gusta ir a
mis diversiones, mis grupos de amigos las fiestas mayores importantes de los
y mis compromisos, el cristianismo pueblos de Cataluña: las ferias de
quedó simplemente fuera de mi hori- Girona, el Mercat de música viva de
zonte. Vic, la Fira del Teatre de Tàrrega, la fies-
A los 18 años empecé la carrera de ta mayor de La Bisbal, etcétera. Y son
Derecho en la Universidad de Barcelo- también los años del nacimiento y la
na. Para mí fue un shock muy impor- apoteosis del rock catalán.
tante, y prácticamente me llevó todo el La religión, la fe, creer o no creer en
primer año de carrera acostumbrarme a Dios son cosas que no entran en mi vi-
él. El impacto provenía básicamente de da; y si me hago preguntas, siempre son
dos factores: en primer lugar, la libertad en el nivel teórico, racional, nunca co-
de que empecé a gozar, por el hecho de mo vivencia, ya que no hay nadie en mi
que nadie me conocía ni supiera nada de entorno que tenga experiencia de estas
lo que hacía o dejaba de hacer; y, en se- cosas. Los amigos, cuando tienen pa-
gundo lugar, encontrarme con gente tan dres creyentes, siempre se refieren a ello
distinta de la del entorno en el que has- en un tono crítico y despectivo. Por lo
ta entonces había vivido. Durante esos que a mí se refiere, aunque siempre me
años, y con algunas de las personas que produce un gran respeto todo lo refe-
conocí en la Facultad, entré en contacto rente a Dios (recuerdo que decía: yo no
por primera vez con el mundo de las sé si existe o no, pero aunque no lo sé
drogas, no porque me atrajera, sino por- me inclino a decir que sí), también ten-
que era algo que tenía relativamente a go de ello una imagen como de algo
mano en mi entorno. De repente, los po- “pasado de moda” y, sobre todo, ni me
rros y otras sustancias, antes totalmente planteo que sea algo que pueda tener
desconocidas, se hicieron cotidianos. que ver con mi vida.
Con todo, mi relación personal con las La verdad es que recuerdo esos años
drogas no tiene demasiada trascenden- como muy hermosos: los años de mis
cia ni historia: la primera vez que quise primeras experiencias de muchas cosas.
probar un porro, a las tres caladas me caí Para algunas estaba preparada; para
redonda al suelo. otras, no. Unos años muy intensos, ya
Fueron los años del descubrimiento que a menudo pensaba o sentía que to-
de las discotecas y de la noche en gene- do lo que me iba encontrando en el ca-
ral. De bailar hasta altas horas de la ma- mino era más duro y más inhóspito de
drugada. Me gustaba muchísimo bailar, lo que había imaginado.
y de hecho todavía me gusta; y, además, No tenía nada que ver con el mundo
lo hago bien. Son los años, también, en en el que me había educado y había cre-
los que descubro que gusto a los chicos cido, y a menudo me sentía desbordada
y que dondequiera que vaya siempre en- por lo que iba descubriendo y me toca-
amoro a alguno. Esto hace que me sien- ba vivir.
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Pero durante todos estos años hay al- una terapia llamada sofrología que, du-
go en mi vida que no funciona bien: mis rante algun tiempo, me fue muy bien.
relaciones sentimentales. Aparentemen- Incluso me sentía eufórica. A la vez em-
te tengo todo lo que se requiere para pecé a conocer un poco el reiki a través
“triunfar”: soy una chica alegre, atracti- de libros que me recomendaron amigas
va, bailo bien, soy desenvuelta en mis o conocidas, y entré en el mundo de las
relaciones personales. En realidad co- energías. Con todo, nunca me acabó de
nozco a algunos chicos que, aun sin pro- interesar demasiado, ya que siempre me
fundizar en nuestro trato, me proponen preguntaba «quién era aquella persona
relaciones que podríamos llamar “se- para escribir aquellas cosas, o quien era
rias”; pero hay algo que me aleja de aquél para decirme tal cosa». Todo es-
ellos. Hay una contradicción, ya que, to, por desgracia, me distrae o capta por
aunque deseo la relación, la rechazo algun tiempo mi atención; pero luego
cuando se me presenta. Y esto hace que vuelvo a sentirme igualmente tan perdi-
me sienta insegura de mí misma. da, insegura y culpable como antes.
A los 27 años empiezo una relación Así pues, después de algunos años,
muy importante. Es la primera vez que siento que me sigue acompañando mi
tengo conciencia de haberme enamora- tristeza y el sentimiento de no saber ha-
do; pero, al cabo de unos nueve meses cia donde he de mirar para entablar una
acabará en una ruptura cuyas conse- vida feliz; y, además, siento como un
cuencias arrastraré durante mucho tiem- gran vacío interior, un vacío que hasta
po y marcarán los años siguientes de percibo físicamente. Recuerdo que a ve-
una manera decisiva. A mi inseguridad ces pensaba que si me hicieran una ra-
anterior se añadía ahora este fracaso. diografía entre los pechos y el ombligo
También me acompaña una sensación saldría que allí no había nada, como un
de pérdida, de no saber “vivir”, de no vacío dolorosísimo.
saber qué es lo que he de hacer con mi Entonces comienzo a pensar dentro
vida y, sobre todo, de no conseguir ser de mí misma: «¿Y si lo que te pasa es
feliz ni saber por donde tirar para con- que no tienes a Dios en tu vida? ¿Y si
seguirlo. No se trataba de una depre- resulta que lo que tú necesitas es
sión, era más bien una inquietud vital Dios?». Son preguntas que me planteo
que, a veces, se traducía en un senti- como en última instancia: nunca hasta
miento de culpa, de recriminación de mí aquel momento había pensado que pu-
misma, por no saber hacer las cosas bien diera existir un Dios que de alguna ma-
hechas o, simplemente, por ser de una nera pudiera actuar en mi vida. Pero,
manera determinada o tener un carácter más allá de esas preguntas, no sé por
fuerte. donde he de empezar en la búsqueda. Si
Junto a esto tenía un fuerte deseo de algo tengo claro es que buscaré en el
alcanzar la felicidad, de encontrar sen- cristianismo por dos razones: no me veo
tido a mi vida y de sentirme más a gus- con ánimos para comenzar a informar-
to y conforme conmigo misma. Así me sobre todas las religiones; y, por otro
pues, aconsejada por un familiar, inicié lado, tengo conciencia de que mi for-
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mación y mi cultura son cristianas y de mucho; pero me gusta oírlo y ver que
que, por tanto, lo que aquí pueda hallar ella lo cree de verdad. Intuyo que no me
lo sentiré como más cercano que lo de habla de oídas, que ella realmente lo
cualquier otra religión. cree. Y esto me impresiona.
Sí, esto lo tengo claro pero lo demás De todas formas, le dije que aquello
todo son dudas, miedos y prejuicios. Me me sonaba todavía muy lejano, e intuía
da miedo acercarme a una Iglesia llena que antes tenía yo que llegar a creérme-
de gente mayor, carca y beata. Me da lo. Mi inquietud era cómo podría yo lle-
miedo no tener un grupo de amigos “en- gar a creer en Dios. ¿Qué tenía que ha-
rollados” y de vanguardia. Me da mie- cer para tener fe? Recuerdo que a una
do que quieran cambiarme mi manera amiga mía, que vive en Boston y con la
de vestir, y que dondequiera que vaya que mantenía frecuente relación elec-
deba ponerme esas faldas largas, cami- trónica, le decía yo: «¿Te imaginas que
sas cerradas hasta el cuello y ropa ancha yo tenga fe?». No sabía demasiado qué
(soy presumida... ¿qué le vamos a ha- quería decir esta palabra, ni qué se ha-
cer?). Me da miedo encontrarme con bía de hacer para tener fe, ni que alcan-
moralistas que me hagan sentir más cul- ce podría tener en mi vida.
pable de lo que ya me siento. Y tam- Mi tía comenzó por dirigirme a di-
bién... tengo mis dudas acerca de que re- ferentes personas y lugares donde tal
almente creer en Dios pueda cambiar la vez me podrían ayudar. Primero a un cu-
vida de una persona, en el sentido de que ra que me asustó, porque al primer sa-
una cosa es creer en Dios y otra el día a ludo ya pretendía que me confesara.
día que toca vivir. Después a unas sesiones de oración en
Ahora bien, todo mi entorno es lai- la catedral, en las que ya se daba por sa-
co, y no me puedo dirigir a ningún ami- bida o adquirida la fe, y que no eran lo
go que me pueda ayudar. Pero tengo una que yo necesitaba en aquel momento.
tía, Lluïsa, (una de las hermanas de mi Hasta que me dirigió a una amiga suya,
madre) que es persona creyente, y lo es Mercè.
de una manera que a mí siempre me ha Quedamos en encontrarnos un día
llamado la atención: se ve en su mane- en Barcelona, en una plaza del barrio de
ra de vivir que es una persona de fe. Así Sants. Nos encontramos en uno de esos
pues, una noche voy a cenar a su casa. bares de barrio, vetusto y dejado.
Cuando ya todo el mundo se había ido, Recuerdo que había una tele a todo vo-
me dirijo a ella y, medio avergonzada, lumen, porque había futbol y jugaba el
medio atemorizada, le explico mi in- Barça; y el bar estaba lleno de humo y
quietud, esperando que me entienda y de gente que hablaba a gritos. Y en una
que me dé la “fórmula magistral”. No mesa, en medio de este ambiente, Mercè
me da la fórmula, pero me habla de y yo estábamos tomando una manzani-
Jesús con una alegría en los ojos y en la lla. No recuerdo bien qué le debí de ex-
cara que yo no había visto nunca. plicar: imagino que le debí de hacer un
Aquello de que habla me suena muy ra- resumen de todo lo que aquí llevo es-
ro y lejano, y en realidad no lo entiendo crito, sobre todo de mis inquietudes y de
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mis dudas. En un momento dado le di- Entonces pensé: «¿Qué haces tú aquí,
je: «Es que yo creo que estoy buscando Laura? ¿Qué se te ha perdido en esta ca-
a Dios». Mercè me miró con aquellos sa? ¿Qué pintas tú aquí en este encuen-
ojos suyos tan alegres y llenos de vida, tro de creyentes? Te sentirás rarísima».
y me respondió: «No, Laura, es que Y estaba por dar la vuelta y regresar a
Dios te está buscando a ti». mi casa. Pero una nueva vocecita me di-
Jamás me había podido imaginar jo: «No señor, Laura, no te vuelvas a ca-
que yo pudiera oír una frase como esta. sa con las manos vacías».
En toda mi vida no me habría podido pa-
sar por la cabeza que todo un Dios, cre-
ador del universo, del cielo y de la tie-
rra, me pudiera andar buscando a mí, me miró
pobre persona totalmente perdida, que con aquellos ojos suyos
no sabía ni cómo encontrarse a sí mis- tan alegres y llenos de vida,
ma ni que camino debía tomar para ha- y me respondió:
cer su vida. ¿Todo un Dios buscándome
a mí? Muy bello. ¡Demasiado bello pa-
«No, Laura, es que Dios
ra creerlo! te está buscando a ti»
Pero..., en los ojos de Mercè, en su
voz, en su manera de mirarme, de escu-
charme y de hablarme, había una creen- Entré. Los que estaban allí me ofre-
cia profunda y vivida en lo que me es- cieron una acogida muy cálida, cosa que
taba diciendo. No era sólo que me lo me reconfortó y me dio confianza: na-
dijera, sino que me transmitía que ella die me preguntó por qué había llegado
creía todo aquello; y esta fe suya me tan tarde, ni me preguntaron si iba a que-
cautivaba. darme. Sólo recibí la alegría de hallar-
Pues bien, yo seguía buscando, tal me entre ellos. Había mucha gente ha-
vez con un punto más de esperanza y de ciendo cola en unas escaleras que
alegría después de la conversación que bajaban a un porche. A la última señora
había tenido con Mercè. Seguía creyen- de la cola le pregunté qué esperaban, y
do que sin fe no podía entender ni vivir me dijo: «Vamos a confesarnos»; e in-
de verdad. Y seguía dando palos de cie- mediatamente añadió: «¿Y tú?». Yo res-
go en mi búsqueda. pondí: «Uy, no, ¡yo no!», pero no me
El mismo año, hacia mayo –tal vez moví de su lado mientras la cola iba
fuera Pentecostés– Mercè me invitó a avanzando. Le llegó, pues, el turno a
un encuentro que un grupo de cristianos ella; y cuando ella salió me dijo:
tenían en una casa de espiritualidad de «Vamos, mujer, entra... ¡Te sentirás muy
los carmelitas, en Matadepera. Me dijo bien!» Y entré.
que tuviera toda la libertad para ir o no Era una habitación pequeña, con una
ir. Llegó, pues, aquel fin de semana, y, ventana por la que entraba mucha luz, y
no teniendo nada mejor que hacer, de- una mesa no muy grande. Allí había un
cidí ir a la casa de los carmelitas. hombre pequeño con un hábito de color
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marrón. Lo que más me impresionó fue beza y me dijo que mis pecados queda-
la mirada de aquel hombre: unos ojillos ban perdonados. También me impuso
azules, pequeños y vivos, con una mi- como penitencia que, cuando tuviera un
rada que transmitía una ternura y una momento de tranquilidad, rezara dos
comprensión muy grandes. Creo que las Padrenuestros. Así que terminamos,
personas que conocieron a Jesús debie- volví a donde estaban todos, comí con
ron de sentir, y con creces, lo que yo ellos, me despedí de Mercè y me volví
sentí en aquella mirada de misericordia. a casa.
Porque esto es lo que entonces sentí. Aquella misma noche estaba yo con
el ordenador estudiando en la mesa del
comedor de mi casa (estudiaba
Humanidades en la UOC), cuando me
a medida que iba rezando acordé de las palabras del sacerdote y
iba viendo y sintiendo sentí el deseo de rezar aquellos dos
que cada palabra Padrenuestros. A medida que iba rezan-
se llenaba de todo su sentido, do iba viendo y sintiendo que cada pa-
labra se llenaba de todo su sentido, que
que cada frase se hacía vida cada frase se hacía vida en mi vida. A la
en mi vida vez lloraba, con un llanto que venía de
muy adentro, un llanto liberador.
Cuando acabé me di cuenta de que me
Al momento supe que aquel hombre había quedado sin fuerzas: intenté coger
me veía por dentro, con una mirada que un lápiz que tenía sobre la mesa, y no
no me hacía ni ningun reproche, antes pude; ni podía tampoco levantarme de
bien llena de estima y de perdón. Me la silla. No tenía fuerza y, sin embargo,
costó un poco comenzar; pero la con- me sentía ligera. No me asusté nada,
fianza que me daba me empujó a decir- aunque no sabía lo que me estaba pa-
le en voz alta, a confesarle, lo que me sando. No sé cuanto rato permanecí así,
hacía tanto mal en mi corazón. Él me es- pero sí sé que me quedé tranquila; y a
cuchaba, mirándome con aquellos ojos partir de un determinado momento ya
llenos de comprensión y de misericor- me pude levantar y me fui a dormir.
dia, sin decirme nada. Cuando yo acabé Sin embargo, después de esta expe-
me respondió: «Mira, Laura, Jesús en- riencia, no había cambiado nada en mi
tregó su vida por todos nosotros, y tam- vida ni en mi fe. Con todo, puedo decir
bién por ti». Comenzaron a caerme tí- ahora, pasado un tiempo, que tanto mi
midamente las lágrimas, cosa que me encuentro con Mercè como la confesión
sorprendió, ya que hacía mucho tiempo han sido dos momentos importantes en
que no lloraba. De nuevo alguien me de- mi conversión, sin que las cosas cam-
cía una palabra que me hacía creer que biaran radicalmente de un día para otro.
a mí, Laura, que vive en Barcelona en Yo seguía buscando la fe; y sucedió de
el siglo XXI, Dios me tenía en cuenta. nuevo que a través de mi tía Lluïsa me
Después puso sus manos sobre mi ca- enteré de que en San Raimon de
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Penyafort, en la rambla de Catalunya, se nera que, paso a paso, mi vida vaya sien-
hacían unos encuentros que se llamaban do realmente una vida de fe. Al co-
“Volver a creer”. Me pareció que podí- mienzo me sentía como un poco dividi-
an asemejarse bastante a lo que andaba da: lo que sentía por dentro no encajaba
buscando hacía tiempo. Un día me acer- con mi vida exterior, con la práctica.
qué allí, y de nuevo me sorprendió lo Pero Jesús ha permitido que a mi ritmo,
que hallé: dos curas hablaban un len- y a medida que me iba sintiendo más
guaje que se entendía, sin hacer repro- fuerte y con una fe más arraigada, pu-
ches ni juicios. Ninguna exigencia de diera ir cambiando mi forma de vivir y
compromiso; no se daba por sabida ni de entender a vida. Ya no soy la de an-
aceptada ninguna forma de fe, antes al tes. La búsqueda y el encuentro de Jesús
contrario, iban explicando las cosas des- han supuesto un reencuentro conmigo
de cero. De los encuentros a los que misma; y esto ha sido una nueva sor-
asistí, que no fueron todos sino sólo al- presa y regalo que he recibido: a medi-
gunos, recuerdo el que se dedicó a da que descubría a Jesús me iba reen-
María Magdalena junto al sepulcro, contrando a mí misma.
cuando Jesús resucitado la encuentra Otro de los regalos que he recibido
llorando y le dice: «Mujer, ¿por qué llo- de la fe es el de tener un corazón más
ras?». Esta frase la sentí dentro de mí limpio. Yo creo que el amor de Dios lim-
misma, como si Jesús me dijera: pia nuestros corazones, como si les sa-
«Laura, ¿por qué lloras?», con un deseo case brillo: siempre me imagino a Dios
interior muy grande de explicarlo todo, con un algodón blanco en la mano sa-
y a la vez una gran paz..., como si real- cando la suciedad de nuestro corazón,
mente alguien me hubiera escuchado y todo lo que no deja que brille, con todo
acogido, sin moverse ya de mi lado. Es el poder que Él le ha dado. Amándole a
algo que parece imposible pero es ver- Él se le renuevan a uno las ganas de
dad. amar: unas ganas de amar más autenti-
Durante los últimos cuatro años he cas, más de acuerdo con aquello que nos
seguido avanzando, y mi vida ha dado predicó Jesús y que yo, en mi debilidad,
una vuelta como un calcetín. No de una he llegado a comprobar por mí misma:
vez, sino poco a poco. Esto me ha per- si yo le amo a Él, Él hará que yo pueda
mitido encajar la fe en mi vida de ma- amar a los demás.
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2. UNA DESPEDIDA INTERRUMPIDA
Antón (Bilbao)
Acerté en mi decisión, pues significó re- resultado final, es el descrito. Así lo vi-
cuperar grandes dosis de paz: nunca ví o, mejor, así lo sufrí. Y me duele que
aceptaría más amenazas de quienes se así fuera, pero más el recordarlo.
decían servidores de Dios, y se creían Acerté de lleno: recuperé paz inte-
superiores a quienes no abrazábamos el rior, y también mi autoestima sufrió un
celibato. Ciertamente, si de vivir bien se notable impulso: negarme a «ir a misa
trataba, ellos lo hacían más que razona- todos los días» en el colegio, en aque-
blemente. En cuanto al celibato, decir llos tiempos, no fue decisión fácil. Y tra-
sólo que sufrí el intento de agresión se- jo sus consecuencias: me expulsaron del
xual de uno de aquellos personajes. Los cole, después de trece años de ser un
había buenos, otros vividores, implaca- alumno ejemplar, tímido, sumiso y buen
bles y violentos. Había de todo, pero el estudiante. En mi casa se produjo una
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conmoción increíble, sólo compensada, Quise a esos hermanos curas que,
en parte, por tratarse del mes de abril, a además de compartir horas de conver-
poco más de un mes de los exámenes de sación, inquietudes y mucha esperanza
preuniversitario y porque un jesuita se conmigo, me defendieron y acogieron
ofreció para acompañarme durante ese con grave riesgo para sus personas y sin
tiempo como enseñante. Sospecho que pedirme nada a cambio. Durante más de
mis padres (mi padre) valoraron que era un mes me escondieron de la policía
mejor que acabara en paz el bachillera- que, meses después, me detuvo y en-
to. Logré aprobarlo notablemente y, con carceló, con graves perjuicios para
la Universidad como horizonte, las ellos. Algunos se secularizaron, pero la
aguas volvieron a su cauce (sobre todo mayoría continuó su labor pastoral de-
porque un hermano sufría una enferme- fendiendo a los más pequeños de entre
dad que ocupaba –y distraía– el corazón los que menos tenían: a los pobres, a los
de los míos). obreros, a los emigrantes venidos de
Decidí ser abogado y economista a otras tierras de la España pobre que tan-
pesar de que el psicólogo del colegio me ta ayuda precisaban.
animaba a estudiar para ingeniero Contaron con mi solidaridad y gra-
aeronáutico (por mis supuestas e in- titud inmensa, mi aliento y mi amistad,
existentes dotes para las ciencias exac- pero no con mi fe: nunca me la exigie-
tas y experimentales). Pero quise dedi- ron, me quisieron igualmente y nunca
car mi vida a defender a los que podré pagar aquella deuda de amor.
sufrieran las injusticias de los más fuer-
tes y del poder. Así accedí a la universi-
dad jesuita de Deusto, de gran prestigio Un ejemplo de vida, pero no una
profesional en toda España. vida ejemplar
Con todo, nunca llegué a odiar a He querido dedicar mi vida entera, a mi
aquel Dios: siempre me quedó la espe- profesión como abogado y economista
ranza de que, si existía, «era Amor», y, a través de ella, a quienes consideré
aunque no conmigo. que mejor podía defender dada mi for-
No creo necesario describir el am- mación: a los trabajadores. Ello se ha
biente socio-político y sus connotacio- concretado en la defensa del empleo y
nes religioso-morales, de aquellos años la dignidad en el trabajo, la denuncia del
finales de los sesenta, en que la Iglesia, problema de la siniestralidad laboral y,
aliada con el poder político del general siempre, siempre, el fomento de las
Franco, se convirtió, sencillamente en prácticas de “buen gobierno” y la
mi adversaria y poco a poco, en mi ene- responsabilidad social corporativa, en
miga. fin, a la ética en las empresas. Desde ha-
El Papa Juan, el Concilio Vaticano ce más de treinta años estoy dedicado en
II, los curas obreros, la defensa de los cuerpo y alma a la denominada “econo-
derechos humanos y de los más pobres mía social” (cooperativas, sociedades
llegaron y los conocí de primera mano, laborales, etc.). Es decir a proyectos em-
aunque ya era tarde, al menos, para mi. presariales «basados en las personas»
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(como bien define mi admirado y que- años. Tan grave que se decidió no po-
rido Koldo Saratxaga, en sus obras nerla en funcionamiento hasta que el pa-
Sinfonía o Jazz y Un nuevo estilo de re- norama económico lo permitiera. Pero
laciones). Proyectos (léase “empresas” ¿y las personas? Estaban contratadas, se
en la terminología habitual, que algunos habían formado viniendo al País Vasco
deseamos ver superada) en los que las (donde está la sede social), a conocer es-
personas protagonizan y lideran su pro- te nuevo modelo de gestión basado en
pio proyecto profesional, erradican toda las personas. La respuesta la dieron las
tentación de una gestión jerarquizada o personas de la cooperativa y de todos
piramidal, y basan la misma en equipos sus proyectos del exterior: se pagaría –
multidisciplinares en los que libertad y y se pagó– a las personas de Brasil todo
responsabilidad se entrelazan insepara- su salario aun cuando no se pudiera
blemente. El hilo conductor de todo ello abrir la fábrica. Fueron más de seis me-
es la comunicación, junto con valores ses, y hoy la planta de Brasil es una de
compartidos como la solidaridad, la jus- las que más riqueza aporta al proyecto
ticia, la democracia, la participación, el global.
compromiso con el entorno social y el En México se subieron los salarios
medio ambiente. Proyectos que crecen (tan bajos eran) y en todos los proyec-
y logran, además, rentabilidad econó- tos toda la gente participa de los resul-
mica, es decir, competitividad y efi- tados (o beneficios) económicos, en
ciencia. Porque creer en las personas y justa contraprestación por su esfuerzo y
permitir que desarrollen su capacidad de compromiso. Los ejemplos son inter-
crear en equipo compartiendo valores minables. Este breve apunte, además de
genera unos resultados inesperados y autobiográfico, pretende llevar un gra-
perfectamente demostrables (me remito nito de esperanza a quienes consideran,
a las dos obras que he citado y a la ex- entristecidos, que la economía de mer-
periencia que diariamente vivo en nues- cado y la actual globalización no tienen
tro despacho). alternativa. La tienen. Y deben tenerla
Estos proyectos se adaptan a una “e- pues son, sencillamente, injustas y
conomía globalizada”, expandiéndose crueles para con los más desfavoreci-
por China e India, México o Brasil, dos, a los que ninguna oportunidad se
Marruecos o Sudáfrica, países en los les da para crecer y demostrar sus apti-
que se implantan con vocación de per- tudes y posibilidades, mientras ven mo-
manencia, no para hurtar sus recursos y rir de hambre a sus familias. Para todo
expatriar plusvalías o expoliarles, sino esto, ni yo ni quienes están comprome-
para desarrollar un proyecto común ma- tidos en tan bellísima experiencia pre-
yor y mejor, compartiendo también allí, cisamos de la Iglesia, ni de la fe. Las ol-
valores, cultura y dosis de esperanza ca- vidé o creí hacerlo pues sabía
da día mayores. diferenciar la vida de “un ser humano”
Cuando inauguramos la planta de de cualquier otra (aunque estas otras es-
Brasil, coincidió con la grave crisis eco- tuvieran mejor retribuidas social y eco-
nómica que este país sufrió hace pocos nómicamente).
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Y así, poco a poco, también como pia como un momento difícil pero es-
profesor universitario, conferenciante y peranzador. ¡Cómo no la voy a querer!
estudioso, conformé una vida que, sin Descubrí algunas heridas recibidas y
embargo, no me hacía feliz. otras que yo infligí a mis hermanos y, en
fin, el porqué de un corazón acorazado
para no permitir que me volvieran a da-
La encrucijada ñar, pero incapaz de dar calor a tantos
No ser feliz y tenerlo todo constituyó mi como los que sufren el frío de la sole-
realidad. Contradictoria, tal vez, pero dad, la pobreza, la enfermedad o el ol-
así fue. Como hombre del primer mun- vido.
do era rico. Como esposo, padre, her- Y comenzó una búsqueda desorde-
mano y amigo recibía (y recibo a diario) nada, sin rigor alguno. No sabía qué ha-
tanta vida como me permitía derrochar, cer ni a quién acudir, pero vivía mi so-
dedicado como estaba a un trabajo ex- ledad y mi vacío con desasosiego y mala
tenuante y excluyente, celoso hasta no conciencia, de tanto que podía disfrutar
permitir nada que lo interfiriese. y no lo hacía. Suplí desconcierto e im-
potencia, con esfuerzo, tenacidad y em-
peño. Y busqué, buscaba..., no sé qué y
solo con mi soledad. Solo.
no ser feliz
Me acerqué a alguna formación po-
y tenerlo todo lítica, pero la tentativa quedó en eso, ni
constituyó mi realidad. llegué a llamar a una sola puerta.
Contradictoria, tal vez, Trabajé modestamente en una ONG. Me
pero así fue aproximé, mucho intelectualmente y al-
go menos física o personalmente a la
masonería.
Pero no, no se trataba de eso, aunque
Tanto es así que dediqué más de cin- esta última experiencia me hizo recor-
co años, que se dice pronto, a una tera- dar al Papa Juan, al Concilio Vaticano
pia que me permitió descubrir o recor- II... En un primer momento, quise qui-
dar tanto y tanto olvidado o escondido. tarme de encima esa peregrina idea.
Fueron cinco años muy difíciles, en los Pero un día, charlando con un compa-
que lloré más que en el resto de mi vi- ñero de universidad, me sugirió con ex-
da. Salía a la calle con los ojos más lim- trema prudencia que fuera unos días a
pios y silencioso, muy silencioso, sin retirarme a Javier, en Navarra, acompa-
ganas de hablar con nadie. Con el tiem- ñado si lo deseaba, por alguna persona
po, decidí no volver a trabajar los días que conocía.
de terapia. Entonces daba un paseo an- Francamente no sé cómo pudo ser.
tes de llegar a casa, donde mi mujer lo- Estábamos en julio, el mes de más tra-
graba que los hijos y el teléfono no in- bajo en nuestro despacho porque los
terrumpieran un silencio que tanto proyectos para los que trabajamos dese-
necesitaba. También ella vivió la tera- an quitarse de encima todo lo pendien-
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te antes de las vacaciones de verano. proximidad del Padre que perdona. Al
Tanto que no sólo no tenemos jornada Reino de Dios en el que los pobres son
partida sino que, cuando llegamos a ca- sus preferidos porque misericordia y
sa es noche cerrada y eso que en julio compasión encierran el núcleo de su
los días son largos. mensaje, tanta es su bondad. Porque su
Así, en plena locura de trabajo, lle- justicia no es la justicia humana en la
gué a Javier un tanto incrédulo, enfada- que debe primar la imparcialidad, sino
do conmigo mismo por semejante ca- la de Dios, que favorece al más débil.
pricho, preocupado por lo que dejaba e No es un camino fácil. Como dice
inquieto y receloso por lo que me espe- Javier Vitoria (presbítero, teólogo y
raba. Finalmente decidí aprovechar cua- compañero de universidad, amigo del
tro inesperados días de vacaciones, en el alma y hermano querido) lo recorro con
silencio de Javier, solo y en plena natu- «amor y con temblor», tan débil e igno-
raleza. rante me reconozco.
Sólo han transcurrido siete años, y
ya no puedo vivir sin Él, a pesar de
En casa cuánto me avergüenzan mis limitacio-
No puedo, desgraciadamente no sé, des- nes, mis “pecados” y, sobre todo, mi in-
cribir con un mínimo de precisión qué y diferencia, sin duda el peor de todos.
cómo sucedió. Pero de la mano de un je- Pero lo vivo y siento junto a mi y en Él
suita al que acababa de conocer, y ya pa- pienso. No necesito, la mayor parte del
ra siempre amigo, me limité a abrir los tiempo, hacer “un acto de fe” pues sé
ojos, liberé mis oídos y mi corazón re- que me acompaña y que me da su amor.
cuperó sosiego y se conmovió.
El silencio, los largos paseos, la lec-
tura y poder contar mi experiencia de
esos momentos, me permitieron descu- me limité a abrir los ojos,
brir, pero no conscientemente, que ha- liberé mis oídos
bía vuelto a la “Casa del Padre” y que y mi corazón
su acogida era entusiasta y contagiosa- recuperó sosiego
mente alegre. Así fue y así lo viví. Y la
coraza que rodeaba y protegía mi cora- y se conmovió
zón se desintegró de inmediato. Mi co-
razón de carne sangró y se esponjó, cá-
lido y conmovido, pero feliz. Y mis ojos Cada día me hace más feliz compar-
le vieron, sentí su caricia y calor, su tir “comunidad” con los seguidores de
abrazo infinito, y comprendí que nunca Jesús. Entre ellas y ellos he encontrado
encontraría con la razón el motivo de su ejemplos de humanidad admirables y
infinita misericordia y su capacidad de emocionantes. Su acogida fue tan sen-
perdón. cilla como cálida. Hasta me hacen cre-
Así re-conocí al Jesús que no anun- er que soy uno más, uno de ellos, yo que
cia el juicio implacable de Dios, sino la me siento y reconozco como el último y
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tal vez el menos indicado. No me sien- Y termino
to digno, a pesar de su palabra.
Así ha ido desapareciendo el vacío y ¿Me pregunto por qué volví? Sin duda
la soledad, recupero grandes dosis de porque quise querer y porque acepté es-
esperanza, vivo esta vida de otra forma cuchar su palabra y sentir su presencia.
y hasta mi mujer me comenta y percibe Y como estar siempre está, desde en-
mi cambio (cosa que nunca hubiera tonces creo en su proyecto de salva-
imaginado y todavía no sé en qué lo ción.
aprecia o por qué lo dice). Pero cuando lo que escucho son las
Quiero amar y lo hago, tal vez por palabras de algunos miembros de la de-
sentirme tan amado. Y en este camino, nominada jerarquía de la Iglesia espa-
el amigo que he citado me acompaña ñola y vaticana, soy yo el que se repite
alegre siempre y me consuela al repe- algo que ya hice con diecisiete años: pe-
tirme que mis dudas, temores y decep- ro ¿qué hago yo aquí?
ciones, que las hay, también son las su- Solo que ahora tengo una respuesta,
yas; que mi conciencia es la primera de participar del Reino de Dios, benefi-
las fuentes de mis obligaciones y que ciarme de su perdón y misericordia y sa-
debo saber vivir el perdón, yo que tan- ber (sin dudar ni un instante) de su amor
to me avergüenzo de mi mismo. infinito, de su amor de Dios.
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3. LA INTRIGA DE DIOS INSTALADA EN MI
CORAZÓN
Núria Delgado
Nací en 1952 en una familia catalana Recuerdo que a los 16 años fui ad-
tradicional, de pocos recursos económi- quiriendo un punto de madurez en mi fe:
cos, como la mayoría de las familias de el Jesús de la eucaristía llegó a hacerse
aquella época, bajo los efectos de la pos- real en mí, leía los textos del Nuevo
guerra. Mi familia vivía un catolicismo Testamento, que llegaron a mis manos a
tradicional: mi madre era practicante, es través del párroco, y hasta conseguí lle-
decir, iba a misa los domingos, Vía gar a relacionar aquel Jesús del evange-
Crucis el Viernes Santo, procesión del lio con el Jesús “del sagrario”.
Corpus..., y mi padre, no supe jamás si
era creyente o no, simplemente y como Precisamente por la lectura del
muchos hombres más bien tenía una Nuevo Testamento, hacia los 20 años
cierta aversión a los curas y al estamen- empecé a entender que la utopía del
to religioso. En este contexto crecí y Reino de Dios, aquella que se despren-
maduré. Quizás podríamos decir que se- día de mi lectura del libro, no llegaría
guía las costumbres de mi madre, dis- jamás de manos de aquella Iglesia, que
cutía con mi padre, pero no sabía qué desencantaba a los jóvenes. Yo como
era lo que decía cuando decía «Padre otros muchos, había puesto mis espe-
nuestro». ranzas, quizás demasiado optimistas a
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causa de mi desconocimiento de la es- Todo esto, ya estudiando en la uni-
tructura de la curia, en que después del versidad y relacionándome con otros
Concilio, la Iglesia sería capaz de reno- ambientes que no eran precisamente de
varse, de salir de su envoltorio tridenti- Iglesia, me hizo ver (si se me permite la
no para situarse de lleno en la segunda metáfora) que la Iglesia de mi país era
mitad del siglo XX, y que sería testimo- como un lento paquidermo: con un pe-
nio de los signos de los tiempos. so específico importante sobre las con-
Testimonio, de un Cristo viviente. ciencias, y que evolucionaba a paso de
tortuga. La Iglesia de los pobres, de los
pequeños, de los afligidos… la Iglesia
de las Bienaventuranzas, no existía. En
otras concepciones cambio en aquellos momentos, otras
ideológicas parecían ser concepciones ideológicas parecían ser
más eficientes, más eficientes, y podían llenar el des-
encanto y el vacío que me provocaba la
y podían llenar institución eclesiástica. Me refiero con-
el desencanto y el vacío cretamente al socialismo, que llegó a
que me provocaba mí, justamente, a través de Cristianos
la institución eclesiástica por el socialismo. Esta opción, no tanto
política, sino como concepción filosófi-
ca que buscaba dignificar toda vida hu-
mana, fue clave para entender lo que me
Pero no fue así. Pronto nos dieron las sucedería un día en Moscú.
primeras calabazas cuando Pablo VI,
responsable de llevar a término el tra- Poco a poco, aquel comienzo de ma-
bajo iniciado por Juan XXIII, publicó la duración de la fe, fue desdibujándose
encíclica Humanae Vitae en 1968, que hasta el punto de definirme como ag-
marcaría un retroceso respecto a la ter- nóstica. Tampoco me he situado nunca
cera constitución conciliar, la Gaudium en la negación absoluta de la existencia
et Spes. Quizás sorprenda que cite este de Dios, puesto que para ello se requie-
hecho, dado que había otras muchas re también una argumentación que a mí,
contradicciones, pero justamente para personalmente, me ha parecido siempre
una adolescente confiada, en una épo- del todo estéril. Y me cobijé en el «no
ca en la que no teníamos conocimiento me interesa... eso no es adecuado en el
de la sexualidad humana, y mucho me- siglo XX… es la razón quien da argu-
nos de la planificación de la natalidad, mentos…», etcétera.
y como consecuencia íbamos constru- Y así va a transcurrir mi vida, igno-
yendo un criterio que como mucho, rando a Dios y sin ninguna necesidad de
compartíamos a la hora del patio con las Él, hasta que la última semana de mis
compañeras. La lectura de aquella encí- vacaciones del año 1998, la suerte me
clica fue un jarro de agua fría. La leyó condujo a Rusia, concretamente a
todo el mundo y en el instituto supuso Moscú y San Petersburgo. Se me hace
una revolución. difícil explicar lo que sucedió allí, entre
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otras cosas, porque mi experiencia pos- nos explico algunas cosas curiosas an-
terior supera con creces la de aquellos tes de entrar, y nos advirtió que él se
momentos, pero sí puedo decir que la vi- ocuparía de nuestras cámaras fotográfi-
sita al mausoleo de Lenin fue el inicio cas, puesto que no se podían utilizar
de una larga experiencia que acabaría dentro del recinto, y así, medio en bro-
dando un giro de 180 grados a mi vida. ma, nos decía que quienes queríamos vi-
Allí dentro, en los escasos cinco minu- sitar el mausoleo éramos todavía «el re-
tos que permiten dure la visita, se me hi- ducto comunista de Occidente».
zo presente la historia de mi juventud, y Hubo que hacer una cola de tres
salí del mausoleo con la pregunta de cuartos de hora hasta llegar al mausoleo
Dios instalada en el corazón. donde se halla embalsamado el cuerpo
Yo era entonces una guiri cualquie- de Lenin. Había tenido que dejar mi má-
ra, que participaba de un viaje organi- quina de fotografiar al guía, que me la
zado por un tour operator, al que me guardaba. Aquel escenario no podía ser
añadí junto a tres amigas más. No tenía fotografiado. Llegué al acceso del mau-
ningún objetivo, sencillamente estaba soleo y los dos soldados que custodia-
dispuesta a la sorpresa que el país me ban el cuerpo me dijeron que mientras
ofreciese. Pero la que se me dio no en- estuviera en el recinto, debía guardar
traba en mis cálculos, no estaba bajo mi absoluto silencio en señal de respeto.
control. Allí estaba el cuerpo embalsamado de
Habíamos llegado a Moscú hacia Lenin dentro de una urna, impecable.
media tarde, y nos instalamos en un gran Una vez al año cierran el mausoleo unos
hotel, de catorce plantas, situado en ple- días, le quitan el polvo y le dan los re-
na Plaza Roja, justo detrás de la catedral toques necesarios. A mí me pareció una
de San Basilio. Desde los grandes ven- figura de cera.
tanales de la última planta del hotel, Nos dejaron poco tiempo para estar
donde estaba el comedor, podíamos en el recinto, unos cinco minutos. Pero
contemplar toda la panorámica de la en este breve tiempo, y de forma cinéti-
Plaza Roja, con la fortaleza del Kremlin ca, la escena me remitió a aquella épo-
a la izquierda, y en medio de la plaza un ca en que considerar que la religión era
pequeño monumento –si lo compara- el opio del pueblo nos hacía parecer pro-
mos con la grandeza del conjunto– que gres. Esta consigna activó mi pensa-
nos dijeron que era el mausoleo de miento. El cuerpo del líder de la
Lenin. Realmente recuerdo como algo Revolución Soviética estaba allí pre-
muy impactante la visión de aquella pa- sente. Había un protocolo de entrada.
norámica. Contemplé largamente la fo- Todo aquello resultó un cóctel Molotov
tografía en vivo, pero no podía imagi- en manos de Dios. No me preguntéis
nar lo que me esperaba al día siguiente. por qué. Simplemente aquel fue el mo-
Era un día de finales de agosto, gris mento de establecer sintonía con su
y lluvioso. Un autocar nos recogió para emisora.
una visita panorámica de Moscú, que Salí de allí con una carga emotiva
concluyó en el citado mausoleo. El guía que no esperaba, puesto que me daba
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cuenta por un lado de que el aparato so- Pero estaba muy equivocada. Regre-
viético había construido toda una reli- sé a Barcelona y aquella inquietud no
gión con el líder bolchevique como cen- solamente no desapareció sino que la
tro, pero por otra, estableciendo un pregunta sobre Dios no desaparecía de
paralelismo, veía que eso mismo hacía mi corazón. Me compré una lámina, La
nuestra cultura con Dios. Es difícil de Santísima Trinidad de Rublyov, que en-
explicar todo lo que sucedió en pocos marqué cuidadosamente. La situé en un
minutos, pero sentí que aquel Dios que lugar estratégico de mi sitio de trabajo,
estaba haciéndose presente tenía que ser para que me sirviera de recuerdo de los
ajeno a cualquier encorsetamiento, un iconos que había visto en las iglesias del
Dios desnudo, despojado de atributos. Y Kremlin. Me compré también una
el desconcierto empezó a apoderarse de Biblia, puesto que en casa no había nin-
mí: me daba cuenta de que también nos- guna, y comencé a leer, sin orden ni con-
otros, de alguna manera, utilizamos a cierto, para buscar aquel Dios que tanta
Dios en función de nuestra convenien- tabarra me estaba dando.
cia. Y si bien la religión no es el opio del Entraba en las iglesias y esperaba
pueblo, tampoco es la dueña de Dios. encontrar alguna cosa que me revelara
al Dios que buscaba. Iba también a mi-
sa y me colocaba cerca de la puerta pa-
ra huir si la situación lo requería. Más
fui capaz de poder aceptar de una vez lo hice porque de repente me
que creer era razonable: incomodaba lo que allí sucedía.
que tiene sentido que Dios Paralelamente mi razón me recriminaba
nos haya hecho y censuraba esta conducta.
con un corazón capaz Aquellos días no fueron precisa-
mente fáciles. La lucha entre la razón,
de conocer su Misterio que Dios nos ha dado, y aquel desaso-
siego naciente que se resistía a desapa-
recer, fue una experiencia muy dura; pe-
Aquellos cinco minutos en Moscú ro también fue muy constructiva cuando
pusieron mi vida en una coctelera. El llegó el momento de dar acogida al don
proceso acababa de comenzar, porque si de la clarividencia de Dios.
esto ocurrió el primer día del viaje, los Y así fue. El proceso duró aún dos
días siguientes no cesaron los estímulos, años, hasta que fui capaz de aceptar que
subjetivos por supuesto, que continua- yo era un proyecto de Dios y no un pro-
ban alimentando la idea surgida en el ducto del azar. Durante este tiempo, in-
mausoleo. No obstante, y a pesar de que tuía que mi camino hacia Dios, si es que
la idea persistía, yo estaba convencida había de llegar a su fin, lo haría de la
de que aquello tendría su fin cuando re- mano de Jesucristo que aún no ocupa-
gresara a Barcelona, a mi contexto ha- ba ningún lugar en mi preocupación.
bitual. Pues lo que me estaba sucedien- Recuerdo que aquellos meses viví una
do carecía totalmente de sentido. fuerte lucha interna entre cabeza y co-
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razón, sin saber exactamente qué era lo an que ensamblarse alrededor de aquel
que el corazón quería, hasta que fui ca- misterio que es el Dios Creador, reco-
paz de poder aceptar que creer era ra- nocido por todas las culturas religiosas.
zonable, es decir: que tiene sentido que Llegada a este punto, y aceptando mi
Dios nos haya hecho con un corazón ca- propio camino de verdad que me per-
paz de conocer su Misterio. ¿Que sen- mitía llamar Padre a este Absoluto, y
tido tendría, sino, su creación? por lo tanto me daba una fórmula de re-
Una vez aceptada la existencia del lación con Él, quise conocer más cosas.
Creador de todas las cosas, mi vida dio Digamos que mi deseo entonces se con-
un giro de 180 grados de la noche a la cretó en un ansia de formación intelec-
mañana, como ya he dicho antes. Todo tual que me condujo hasta los estudios
tenía otra perspectiva que necesitaba ir de teología, que cursé en el Institut
descubriendo. Jesús de Nazaret me Superior de Ciències Religioses de
acompañaría en este nuevo camino pe- Barcelona.
ro era necesario conocerle también. Se Así he podido ir profundizando en el
trata de aquello que yo llamo el proce- conocimiento de este tal Jesús, que no
so de conversión diaria: había descu- es un simple líder religioso, sino que es
bierto a Dios, pero necesitaba todavía para los cristianos el Dios encarnado,
la conversión a Jesús. En la misma lí- como dicen los evangelios. Es sorpren-
nea de argumentación racional (que, de dente que no pueda dejar indiferente a
hecho, no he abandonado nunca), nece- nadie que le conoce, sea seguidor o de-
sitaba sacar de mí misma una explica- tractor. Dicen los libros que resucitó
ción. Una cosa era saber que hay después de muerto. Y éste es, justamen-
Alguien que es totalmente Otro, autor te, el punto de inflexión de nuestra fe.
de la creación, y otra, cómo relacionar- Se trata de un hecho metahistórico, ab-
me con este Otro que conozco. Yo en- solutamente indemostrable y totalmen-
tendí que Jesús tenía que ser quien me te fuera del alcance de la razón; pero jus-
condujera a establecer mi relación con to aquí es donde está la frontera entre la
este Absoluto único que acababa de razón y la fe que nos propone el men-
descubrir. saje de Jesús: la confianza en el Padre y
Con la paz interior que me produjo el abandono en sus brazos, y así como
el hecho de haber aceptado a Dios en Dios resucitó a Jesús de entre los muer-
mi corazón, y con mucha más tranqui- tos, así será también nuestra vida nueva
lidad, surgió en mí un nuevo pensa- después de la muerte.
miento. Era evidente que la Verdad que Este es el motor de la conversión
yo acababa de descubrir es solo una, pe- diaria, porque la vida es activa y dife-
ro ha de ser percibida y comprendida rente cada día. Si pretendemos reflejar-
por toda la humanidad, puesto que to- nos en Jesús, no podemos dejar de te-
dos somos criaturas de Dios. nerlo presente en cada una de nuestras
Consecuentemente, me parecía que to- actuaciones diarias, y como telón de
do el conjunto de verdades más peque- fondo, como espejo donde podamos ver
ñas, repartidas por todo el mundo, tení- la confianza de Jesús en el Padre, y don-
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de nosotros podamos vernos también que nos encontramos en su nombre.
reflejados. Este es el papel de la Iglesia. A través de
la fe apostólica, alrededor de la mesa del
altar, todos y cada uno de nosotros po-
demos renovar diariamente el misterio
la Iglesia es de la resurrección del Señor Jesús.
lo suficientemente plural A pesar de que a veces la Iglesia da
para que todos podamos la sensación de monolítica, es lo sufi-
compartir la experiencia cientemente plural para que todos po-
damos compartir la experiencia que ca-
que cada uno ha hecho da uno ha hecho y hace del Dios de cada
y hace del Dios de cada día día. Esto supera con creces el pecado es-
tructural de nuestra iglesia: su poca
identificación con nuestro mundo ac-
Si la fe es un don, un regalo del buen tual, que tanto trabajo da al Espíritu
Dios, y es así cómo lo siento, hay que Santo, pero que nuestros oídos obstrui-
trabajarla, porque aquello que creemos dos no nos permiten, a veces, sentir.
es tan poco tangible que nuestra misma Esta asamblea, que es la Iglesia, es-
contingencia humana fácilmente nos tá constituida por personas humanas y
llevaría a perderlo si no fuera por la gra- el soplo del Espíritu seguro que está pre-
cia. sente, somos nosotros los que no sabe-
Y aquí es donde juega su gran papel mos escucharlo del todo. Quizás la
la comunión de la asamblea cristiana: la prueba puedo ser yo misma, que estuve
reunión de aquellos que creemos que casi 30 años sin oír para nada la voz de
Jesús de Natzaret es el rostro de Dios, y Dios.
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4. HISTORIA DE UNA SEDUCCIÓN
Una monja contemplativa
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PARA REFLEXIONAR
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