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TEXTOS DIFICILES
Y SU
EXPLICACION
Preparado
para
La Clase De
“CREDOS CRISTIANOS”
Profesor
Hugo R. Gambetta
Editor
UNADECA
UNIVERSIDAD ADVENTISTA DE CENTROAMERICA
Apartado 138 – Alajuela – Costa Rica
1986
OCTUBRE DE 1986
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INDICE DE CONTENIDO
TEXTOS VARIOS
En el libro de Génesis nada se dice de los Diez Mandamientos, ¿es que recién
se dieron por Dios a los israelitas en el Sinaí?
5. Honrar a los padres. En Génesis es notable el respeto que los hijos de Dios
mostraban hacia sus padres. El caso de Cam, hijo de Noé, que deshonró a su padre y
recibió su castigo (Génesis 9:20-27), nos ayuda a comprender la alta estima en que
se consideraba ese mandamiento
Aunque podrían citarse más ejemplos, los señalados nos ayudan a comprender que
aunque no se mencionan en forma definida los Diez Mandamientos en todo el Génesis,
sus principios eran conocidos por los patriarcas y los que adoraban al Dios verda-
dero. No podría ser diferente, porque así como Dios es eterno, lo es su ley. En
sí, la ley es la expresión del carácter de Dios. Dios es santo (Levítico 19:2; 1
Pedro 1:16) y su ley es santa (Romanos 7:12). Jesús dijo que la ley de Dios es la
expresión total del amor a Dios y del amor al prójimo, de ellos depende toda la ley
(S. Mateo 22: 34-40). Así pues Dios es amor y su ley lo es también (1 Juan 4:8).
Por lo tanto los Diez Mandamientos contienen los principios eternos que señalan la
convivencia agradable y feliz con Dios, con los hombres y con todo el universo.
En verdad que sería difícil pensar en un Dios santo y omnisapiente que hubiera
tenido unos mandamientos para los que vivieron antes del Sinaí, otros para los que
vivieron después, y una tercera forma de mandamientos para los que vivieron después
de Cristo. Es agradable saber que no es así, sino que nuestro Dios tiene la suma
del conocimiento en todo y le es imposible equivocarse. Por eso afirma el apóstol:
"Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación"
(Santiago 1:16, 17).
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Los dos mandamientos que citó Jesús en esa ocasión están en el Antiguo Testa-
mento. El primero en Deuteronomio 6:5 y el segundo en Levítico 19:18. De
manera que no se trata de mandamientos nuevos, sino sencillamente de una síntesis o
resumen de los diez. Jesús lo señaló al decir que de "estos mandamientos depende
toda la ley v los profetas" (San Mateo 22:40).
1. No tendrás dioses ajenos: San Mateo 4:10; 1 Corintios 8:5,6; Hechos 17:22-25.
2. Acerca de la idolatría: 1 Corintios 6:9; 10:7,14; Romanos 2:22.
3. Acerca de la blasfemia: 1 Timoteo 1:13,20; 6:1; Apocalipsis 13:5,6; 17:3.
4. Acerca del sábado: San Marcos 2:27,28; Hebreos 4:4,9,10; San Mateo 24:20;
Hechos 13:14,42-44; 16:13; 18:3 y 4.
5. La honra de los padres: San Mateo 19:19; 15:4, 9; San Marcos 7:10; 10:19; San
Lucas 18:20; Efesios 6:2,3.
6. No matarás: San Mateo 19:18; San Marcos 10:19; San Lucas 18:20; Romanos 13:9;
Santiago 2:11.
7. No cometerás adulterio: San Mateo 19:18; San Marcos 10:19; San Lucas 18:20;
Romanos 13:9; 1 Corintios 6:9; Santiago 2:11.
8. No hurtarás: San Mateo 19:18; San Marcos 10:19; San Lucas 18:20; Romanos
13:9; 1 Corintios 6:10.
9. No dirás falso testimonio: San Mateo 19:18; San Marcos 10:19; San Lucas
18:20; Romanos 13:9; Apocalipsis 21:27; 22:15; Efesios 4:25.
10. No codiciarás: Romanos 7:7; 13:9; 1 Corintios 10:6; 1 Timoteo 6:9
Todos estos pasajes del Nuevo Testamento demuestran que cada uno de los Diez
Mandamientos estaban en pleno vigor, no habían sido abolidos. Seguían señalando los
principios de la conducta sana indicada para los hijos de Dios de todos los tiempos.
La verdad es que entre la mayoría de Los cristianos hay pleno acuerdo sobre nueve
de los Diez Mandamientos, pero siendo el del día de reposo el más debatido, inclui-
remos un breve comentario sobre éste. Como se notará, a los primeros cuatro manda-
mientos no se los cita directamente como sucede con los últimos seis, pero el hecho
de que en el Nuevo Testamento se recrimina como pecado su desobediencia, o se cita
la obediencia de ellos, es suficiente demostración de su permanencia.
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Al leer los Evangelios notamos la reacción general contra Jesús cuando tensaban
que transgredía el sábado. Hasta planearon matarlo por ese motivo (San Juan 5:16).
Pero no fue que Jesús quebrantó el sábado, sino que les estaba enseñando a santi-
ficarlo correctamente. Hacer obras de misericordia y desinteresadamente, es lícito
en sábado. Y así lo dijo: "Lícito es en los sábados hacer bien" (San Mateo 12:12).
Pues si por el solo hecho de realizar bienes en sábado y enseñarles lo que era
lícito, pensando que lo transgredía, estaban listos para matarle, ¿cuál hubiera sido
la reacción contra los cristianos que ahora lo abolían del todo y ponían otro día?
Pero no existe tal reacción en el Nuevo Testamento respecto al sábado. El silencio
sobre un cambio es absoluto. Se debatió reiteradas veces el asunto de la circuncisión
y hasta se lo llevó al concilio de Jerusalén (Hechos 15:1). Pero en esa ocasión nada
se discutió sobre el día de reposo. La razón era porque no había desacuerdo respecto
a ese mandamiento. Todos observaban el sábado y nadie estaba preocupado por un nuevo
día de reposo.
Es notable la definición que da el apóstol San Pablo a un asunto que era de
gran, importancia para los judíos, la circuncisión: "La circuncisión nada es, y la
circuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios" (1 Corintios 7:19).
Entre esos "mandamientos de Dios" cuya observancia era importante y agradable, está
el que enseña la santificación del sábado, costumbre no modificada por la iglesia
cristiana primitiva. Por lo tanto, la falta de discusión en el Nuevo Testamento
sobre un cambio del día de reposo es una prueba evidente de que no se había producido
ninguna modificación.
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¿ENSEÑA EL ANTIGUO TESTAMENTO LA SALVACION POR LAS OBRAS O POR LA LEY, Y EL NUEVO
TESTAMENTO POR LA GRACIA?
Por lo tanto, cada vez que ellos y luego sus descendientes, sacrificaban un
corderito en el altar, manifestaban su fe en el Redentor prometió, cuya salvación
era ofrecida por gracia. Solamente debían creer en la promesa de Dios y eran per-
donados. El sacerdocio hebreo ofrecía el sacrificio simbólico para dar el perdón
por gracia al creyente, y el sumo sacerdote intercedía ante Dios en favor del pe-
cador al presentar la sangre de la víctima inocente.
Cuando Jesús fue a Juan el Bautista para ser bautizado, éste lo presentó di-
ciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (San Juan
1:29). En la epístola a los hebreos se explica en forma admirable y amplia ese
hecho: Cristo, como el sacrificio en lugar del cordero, hecho una sola vez (He-
breos 9:23-26), y Cristo como nuestro sumo sacerdote que intercede por nosotros en
virtud de su sacrificio (Hebreos 7:25; 8:1-3).
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Aquí es necesario definir qué acciones constituyen pecados que la gracia nos
perdonó. "Todo aquel que comete pecado, infringe la ley, pues el pecado es infracción
de la ley" (1 San Juan 3:4). Y para que sepamos de que ley se habla, citamos al
apóstol Pablo: “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera
la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás (Romanos 7:7). "No codiciarás" es
el décimo mandamiento de la ley de Dios. De manera que concluimos que el que vive
bajo la gracia no seguirá siendo infractor o desobediente a la ley de Dios. No
vivirá más en desobediencia. Así como el apóstol por el décimo de los Diez Manda-
mientos supo que la codicia es pecado y la abandonó, podemos saber que la idolatría
es pecado porque lo indica el segundo mandamiento, o sabemos que matar es pecado
porque lo dice el sexto mandamiento, o que el no santificar el sábado es pecado
porque lo señala el cuarto mandamiento de la misma ley divina.
Así pues, para alcanzar la salvación debemos vivir bajo la gracia, dado que
es el único medio por el que recibimos el perdón del pecado, y es además el único
medio por el que un ser humano puede vivir la vida nueva de obediencia a Dios (2
Corintios 5:17). "Las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas". Las
cosas viejas eran nuestros pecados o desobediencias, las nuevas son los frutos de
la salvación, la obediencia. La gracia no sólo tiene el poder de perdonar, sino
también el de dar poder para la nueva vida. "Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad" (Léase 2 Corintios 12:7-10).
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Así es como la Palabra de Dios nos enseña que necesitamos de los dos elementos
que nos dio: necesitamos su Ley que como un espejo nos indica las manchas (pecados)
que cometimos; y necesitamos la gracia mediante la cual podemos lavar esas manchas
(pecados) para ser salvos.
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Yo no creo que es necesario guardar el sábado porque en Gálatas 3:25 dice que
"venida la fe, ya no estamos bajo ayo", que es la ley. ¿Qué opina usted?
Las Escrituras dicen: "Por las obras de la ley ningún ser humano será justi-
ficado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado"
(Romanos 3:20). Aquí descubrimos la razón del error, o sea, el de afirmar que la
ley podría justificar, cuando únicamente “por medio de la ley es el conocimiento
del pecado”. La ley no fue dada para justificar por sus obras, lo que sería imposible,
sino que fue dada para enseñar lo que es la voluntad de Dios. La ilustración del
apóstol Pablo es magnífica en este sentido, cuando dijo: "La ley ha sido nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gálatas
3:24).
"Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por
la fe en Cristo Jesús" (Gálatas 3:25). ¿Esto significará que ahora que estamos
por la fe en Cristo y somos hijos de Dios podemos desobedecer la ley de Dios? De
ninguna manera, porque al desobedecerla estaríamos de nuevo en pecado, pues "el
pecado es infracción de la ley" (1 San Juan 3:4). Las Escrituras nos enseñan que la
fe en Cristo no anula la ley sino que la "confirma" (Romanos 3:31). Que el amor a
Cristo nos hará obedientes (1 San Juan 5:3), y que la obediencia a sus mandamientos
es la gran prueba de que estamos en Cristo (1 San Juan 3:24).
Para hacer más claro este asunto, hagamos una comparación en torno a la
ilustración del apóstol sobre el "ayo". Tomemos como ejemplo a jóvenes que asisten
a una universidad con el fin de aprender medicina. Se encuentran bajo ayos, sus
profesores, que les deben enseñar todo lo que es necesario para que puedan cumplir
correctamente la profesión. Cuando los "ayos comprueban a través de años con rígidos
exámenes y muchas prácticas, que el alumno aprendió medicina, lo gradúan. Este los
abandona para servir a la sociedad con sus conocimientos. Ahora no está el alumno
de medicina bajo "ayos", porque es doctor, y por lo tanto no necesita volver a
12
Algo semejante sucede en nuestra relación con la ley de Dios, el “ayo” que
nos enseñó y guío hacia Cristo, para que podamos ser hijos de Dios. Cuando vi vimos
en la fe y estamos en Cristo, no necesitamos más del "ayo", porque ya cumplió su
obra de enseñanza que no olvidaremos. Recibimos el perdón, o sea la justificación
de nuestros pecados o desobediencias, no por obras que habíamos hecho, sino por la
fe en Cristo. El perdón es recibido por fe solamente. Pero esa vida de fe en
Cristo tiene un resultado vidente, pues en él somos una "nueva criatura". En
él "las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17).
Lo “viejo” que ha pasado es la vida de pecado o desobediencia a la ley de Dios. Y
lo nuevo, lo que parecía imposible, el ser hijos de Dios, obedientes, ahora es
posible, porque estamos en Cristo.
Dicho esto, queda claro que no podemos ser justificados por las obras de la
ley porque la ley solamente fue dada para enseñarnos la voluntad de Dios, pero que
Cristo es el que justifica por la fe, y quien por su gracia hace que seamos nuevas
criaturas, con el poder suficiente para ser obedientes, no por imposición del ayo,
sino por la fe y el amor que hacen real nuestra permanencia en Cristo.
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Otras declaraciones del apóstol en esta misma epístola nos muestran que para
él seguía existiendo la Ley de Dios. En el capítulo 3:20 dice que "por la ley es el
conocimiento del pecado". Luego en el capítulo 4:15 explica que "donde no hay ley
no hay transgresión". Recordando aquí que en el capítulo 7:7 afirma que él conoció
el pecado por la ley "porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No
codiciarás" descubrimos un reconocimiento claro de que para el apóstol los Diez
Mandamientos no estaban abolidos. Concuerda con el apóstol San Juan que dice que
"el pecado es infracción de la ley" (1 S. Juan 3:4). Teniendo en cuenta estas
afirmaciones del apóstol a los romanos y en particular la que dice que "donde no
hay ley, tampoco hay transgresión" (capítulo 4: 15), si en verdad Cristo dio término
a la ley, ¿cómo es que en toda la epístola se enseña cómo es posible salvarse del
pecado? Sin ley no hay pecado, así que con anularla se hubiera anulado el pecado.
Visto está que en la mente del apóstol no existía la idea de que Cristo dio fin o
anuló la Ley de Dios, al contrario, la coloca en un alto lugar de honor al decir
que "la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (capítulo
7:12).
Frente a todo esto que decimos se nos preguntará: ¿Cómo entonces San Pablo
dice en una parte que la Ley de Dios existe, y en otra afirma que tuvo "fin", o
sea, que ya no existe? ¿Es que se contradice? De ninguna manera. Lo que sucede es
que la palabra "fin", traducida de la palabra griega "tellos", tiene dos signifi-
cados. Eso sucede en ambos idiomas. Según el diccionario de nuestra lengua española,
la palabra "fin" significa: remate, extremidad, término, objeto o propósito. Noso-
tros, constantemente, le damos esos dos significados principales: término de algo,
o propósito de algo. Unos ejemplos lo ilustran: "El accidente fatal puso fin
(término) a su carrera". Viajé con el fin (propósito) de arreglar aquel pleito".
"Mi hermano fue con el fin (propósito) de visitar a mi padre".
eso dijo el apóstol que "yo no conocí el pecado sino por la ley" (capítulo 7:7). Al
descubrir por la ley que somos pecadores y que la "paga del pecado es muerte"
(capítulo 6:23), nos damos cuenta que estamos condenados, perdidos. Aunque ahora
nos dispusiéramos a obedecer, seguimos condenados por todos los pecados pasados, y
lo seríamos por cualquier pecado futuro. Nos entraría entonces la desesperación que
el mismo apóstol señalo en su lucha contra el pecado, cuando dijo: "Pero veo otra
ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo
a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte?" (capítulo 7:23,24). Cuando nos hallamos en esas circuns-
tancias, convencidos de que somos pecadores, desobedientes a la Ley de Dios, y por
lo tanto condenados a muerte, la ley cumple su "fin", es decir, su "propósito":
nos señala a Cristo "porque el fin o propósito de la ley es Cristo, para salvación
a todo el que cree" (capítulo 13:4). Entonces podemos decir: "Gracias doy a Dios,
por Jesucristo Señor nuestro" (capítulo 7:25).
La ley de Dios que es eterna y siempre nos enseñará lo que es pecado ante
Dios, no puede justificar o perdonar. Las obras de la ley no cubren ni perdonan
pecados. Mil verdades que podamos decir no perdonan una mentira que dijimos. Mil
obras de honradez no justifican un robo. Por eso aclaró el apóstol que "por las
obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio
de la ley es el conocimiento del pecado" (capítulo 3:20). Lo único que hace la ley
es darnos el conocimiento de nuestra real condición pecaminosa con el fin o propósito
de convencernos de cuánto necesitamos a Cristo. Solamente él puede justificar o
perdonar.
También nos ayudará a comprender lo indicado por San Pablo a los romanos, la
ilustración que utiliza el apóstol Santiago cuando compara la Ley de Dios con un
espejo (véase Santiago 1:22-25). El fin del espejo es mostrarnos nuestra real
condición. Nos mostrará defectos que sin él no podríamos descubrir. El espejo es
tan necesario que no falta en ningún hogar, donde regularmente hay varios. El espejo
nos muestra las manchas que pudiéramos tener en el rostro, o el defecto de una
prenda de vestir mal colocada, como podría ser la corbata, o lo despeinado de nuestro
cabello, etc. El espejo no quita las manchas del rostro, ni arregla la prenda
desalineada, ni peina los cabellos desgreñados. Su único fin es mostrarnos cómo
estamos para que recurramos a los medios existentes para solucionarlos. ¿Qué diríamos
del dueño de un espejo que porque solamente éste le muestra sus defectos lo rompiera?
¿Los arreglaría con esa acción?
El texto dice: "La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino
de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él". En realidad, este
texto no afirma que terminaron o dejaban de tener valor "la ley y los profetas",
sino explica que esos escritos eran los únicos que contenían hasta entonces lo
revelado por Dios respecto a su reino. Para anunciar ese reino de Dios y convencer
a los hombres de su realidad eran necesarios los documentos proféticos irrebatibles
ofrecidos en "la ley y los profetas" ¿Qué fuerza podía tener esa prédica sin los
profetas?
Con todo lo explicado queda claro que en San Lucas 16:16 al decir "la ley y
los profetas eran hasta Juan", se indicaba que eso era todo lo revelado por Dios
hasta el tiempo de Juan, pero nunca que "la ley y los profetas" hubieran terminado.
Antiguo y Nuevo Testamentos siguen siendo la Palabra de Dios necesaria para conocer
a Cristo como el Salvador del mundo y para saber que su Evangelio es la única verdad
aceptable y eterna.
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2 Págs.
PREGUNTA: Yo no Creo que es necesario Guardar el Sábado Porque En Romanos 7:4 dice
que morimos “a la ley mediante el cuerpo de Cristo”. ¿Tendría la bondad de decirme
si estoy en lo correcto?
En los versos 12-23 aclara el apóstol que está "vendido al pecado" (verso 14).
Dice que al hacer lo que no quiere aprueba "que la ley es buena" (verso 16). Así su
gran lucha no era contra la ley de Dios, sino contra "la ley del pecado que está en
mis miembros" (verso 23).
Así queda claro que "el marido" que debe morir para que podamos pertenecer a
Cristo es el pecado y no la ley de Dios. Nótese que lo aborrecible para el apóstol
era el pecado que no quería hacer y no la ley de Dios a la que señala como que es
"a la verdad santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (verso 12). Nótese además
que el mismo apóstol ya había explicado la necesidad de que "el cuerpo del pecado
sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado". "Y 1ibertados del pecado,
vinisteis a ser siervos de justicia" (Romanos 6: 6,18).
Estas consideraciones hacen evidente que recién cuando muere "el pecado", con
quien formábamos "matrimonio", podemos unirnos a Cristo que nos rescató del pecado.
Para confirmar esta maravillosa verdad, debemos recordar que el pecado "es la in-
fracción de la ley". Cuando muere el pecado (no la ley) pertenecemos a Cristo. Por
eso el apóstol Juan, dice: "El que practica el pecado es del diablo porque el diablo
peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras
del diablo" (1 S. Juan 3:4,8). Así es evidente que el Hijo de Dios no apareció para
destruir la ley, sino el pecado. De modo que muerto ese "marido" dominante, el
pecado, pertenecemos a Cristo, y por la fe en él la ley no se destruye, sino se la
confirma (Romanos 3:31).
Digamos ahora algo sobre el verso 4: "Así también vosotros, hermanos, habéis
muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios". ¿Qué quiere decir
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Algo más conviene decir respecto al verso 6: "Pero ahora estamos libres de la
ley..." Lo estaremos mientras vivamos unidos por la fe a Cristo, obedeciéndole.
El pecado ha dejado para siempre de ser nuestro "marido". Si acaso caemos en alguna
tentación, "abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 S. Juan
2:1). La fe nos guía de inmediato al arrepentimiento, a la confesión del pecado y
al perdón, de modo que nuestra relación con Cristo por ese pecado confesado no fue
afectada, sino fortalecida. Porque claramente Jesús lo dijo: "Ningún siervo puede
servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro..." (S. Lucas 16:13).
Gracias a Cristo ahora vivimos bajo "el régimen nuevo del Espíritu" que nos da el
poder para vivir la nueva vida de obediencia, y no bajo el régimen de la carne "que
no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco puede" (Romanos 8:7).
El triunfo que ganó Cristo en nuestro favor es total. El pecado murió, quedó
disuelto ese "matrimonio", ahora somos plenamente de Cristo. Al serlo se produjo
en nosotros el milagro de los milagros, el que "llevemos fruto para Dios". Como lo
explica claramente el apóstol Juan: "Este es el amor de Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo aquel que es nacido
de Dios, vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1
S. Juan 5:3-5)
Así queda en claro que lo que muere en nosotros para ser de Cristo, no es la
ley de Dios "a la verdad santa" (Romanaos 7:12), sino el pecado que es la transgresión
de esa ley (1 Juan 3:4). Por eso es que queda en pie el mandamiento del sábado,
así como permanecen los otros nueve mandamientos reconocidos como permanentes por
todos los cristianos. Justamente a eso hace referencia Santiago cuando dice: Porque
cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho
culpado de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No
matarás. Ahora bien, si no hubieres cometido adulterio, pero hubieres matado, ya
eres hecho transgresor de la ley. "Así hablad, y así obrad, como los que habéis de
ser juzgados por la ley de libertad" (Santiago 2:10-12)
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PREGUNTA: Me habían dicho que el séptimo día es el domingo, ¿podrían explicarme por
qué en las lecciones que estudio se dice que es el sábado?
Cuando siglos más tarde Dios entregó a su pueblo por escrito sus mandamientos,
indicó que "el séptimo día (no un séptimo) es reposo para Jehová tu Dios..." y se
aclara la razón de santificarlo: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la
tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por
tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó" (Exodo 20:8-11).
Estas "referencias del Nuevo Testamento aclaran que para los cristianos, fueran
judíos o gentiles, el séptimo día era el sábado, y el día que le seguía era el
domingo o primer día de la semana. Esto concuerda con lo aceptado por todos: que el
día de la resurrección es el primero de la semana, que ahora lo llamamos domingo, y
el anterior era el séptimo llamado "shabbath" o sábado en nuestro idioma.
Nuestro propio idioma está de acuerdo con esta conclusión bíblica e histórica.
Si usted lo deseara comprobar, busque en un diccionario de la lengua española la
palabra "Domingo", donde le dirá "Primer día de la semana". Busque luego la palabra
"Sábado", y le dirá "Séptimo día de la semana".
Así queda claro que según la Santa Biblia y la historia el séptimo día de la
semana es el sábado y el domingo es el primero. Por lo tanto no es bíblico afirmar
que el séptimo día es el domingo
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Entiendo que todos los días son iguales para Dios y por lo tanto lo mismo da
uno que otro para adorarle. ¿Estoy en lo correcto?
En un sentido todos los días parecen iguales, pues constan de 24 horas, tienen
su día y su noche, el uno sigue al otro, y, por supuesto, en cada uno de ellos
debemos mantener una conducta cristiana, puesto que sería absurdo adorar a Dios en
un día y en los otros vivir en forma descuidada e incorrecta.
Sin embargo, la Santa Biblia nos enseña que hay diferencia. Dios mismo la
señaló cuando bendijo y santificó el séptimo día al terminar la creación del mundo
(Génesis 2:1-3). ¿Qué significan esos dos verbos, bendecir y santificar? Según el
diccionario de la lengua española, BENDECIR significa "alabar, celebrar, ensalzar,
colmar de bienes la Providencia, invocar en favor de una persona o cosa la bendición
divina, consagrar al culto". SANTIFICAR: “Hacer santo, dedicar a Dios una cosa,
apartar algo para un uso sagrado". Por lo tanto, cuando Dios bendijo y santificó el
séptimo día, lo hizo definidamente diferente a los demás días del ciclo semanal.
Los que creemos de todo corazón que es la bendición de Dios y su santificación lo
que nos hace diferentes a los no creyentes, ¿podríamos despreciar la bendición y
santificación del mismo Dios que hizo diferente el séptimo día? ¿Acaso es lo mismo
un día bendecido y santificado por Dios, que los que no lo son?
Para los profetas y los apóstoles había diferencia, desde que siempre al
séptimo día lo llamaron por su nombre: "shabbath” que quiere decir día de reposo.
El mandamiento comienza pidiendo que nos acordemos de santificarlo, o sea, dedicarlo
a Dios porque él lo consagró al culto. Los otros seis días debemos trabajar, "más
el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios. . . Porque en seis días hizo Jehová.
. . Todas las cosas... y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día
de reposo y lo santificó" (Éxodo 20:8-11). Nótense dos cosas definidas: el manda-
miento se refiere a "el séptimo día", no a "un séptimo día". Y señala la razón para
recordarlo: "porque Jehová bendijo el día de reposo y lo Santificó".
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PREGUNTA: Me han explicado que el sábado fue dado a los judíos y que el domingo
es el día de los cristianos , ¿no es eso lo que enseña el Nuevo Testamento?
RESPUESTA: No encontramos tal afirmación en el Nuevo Testamento. En ninguna de
las ocho veces en que se hace referencia al "primer día de la semana" se dice que
fuera el día de guardar en vez del sábado. (Véase S. Mateo 28:1; S. Marcos 16:1, 9;
S. Lucas 24:1; S. Juan 20:1, 19; Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2).
1. En Génesis 2:1-3 dice que al terminar la creación del mundo Dios bendijo y
santificó el séptimo día y descansó. Recordemos que "santificar" quiere decir 'apar-
tar algo para un uso sagrado". No había entonces judíos ni otras razas, solamente
Adán y Eva. Por lo tanto el sábado, originalmente fue hecho para el hombre. Así lo
atestiguó Jesús (S. Marcos 2:27).
2. Cuando Dios dio la ley escrita a su pueblo escogido, los judíos, dos mil
años después de la creación, aclaró en el mismo mandamiento que la razón para
santificar el sábado, era "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra...
y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó"
(Éxodo 20:11). Así queda claro que Dios no dio el sábado a los judíos, porque
eran judíos, sino porque él había bendecido y santificado el séptimo día. Los judíos
recibieron ese mandamiento porque era el único pueblo adorador del Dios verdadero,
el Dios creador del universo. Todos los demás pueblos del mundo adoraban dioses
falsos. Así el sábado constituía una señal de que el pueblo judío adoraba al Dios
verdadero (Ezequiel 20:20).
3. Cuando en una ocasión Dios habló por el profeta a su pueblo les aclaró
que el sábado era "mi día santo", no el día de los judíos. (Isaías 58:13, 14).
5. Las verdades que el pueblo judío conocía de Dios no las debían esconder,
s i no que con ellas habían de ser la "luz de las naciones" y "mi justicia para luz
de los pueblos" (Isaías 42:6; 49:6; 51:4). Habían sido llamados para evangelizar el
mundo (Isaías 60:1-6).
hombre le es necesario tener algo para cultivar su vida espiritual, para fomentar
la comunión con Dios, e l estudio de su Palabra, para recordar regularmente al
Creador. De esa manera el sábado sigue siendo una bendición espiritual para el
hombre, cualquiera que sea su raza.
2. En esa misma ocasión Jesús hizo otra afirmación importante: “El Hijo del
hombre es Señor aun del sábado" (S. Marcos 2:28). ¿Por qué el Hijo del hombre es
Señor o dueño del sábado? Porque él fue su creador, tal como lo afirma el Nuevo
Testamento. "S1n él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho... y el mundo por él
fue hecho" (S. Juan 1:1-3, 10). Por el Hijo "asimismo hizo el universo" (Hebreos
1: 2 ) . "Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y
las que hay en la tierra... todo fue creado por medio de él y para él" (Colosenses
1:16). Por lo tanto, siendo Jesús el agente divino creador de todas las cosas, es
lógico admitir que el acto de bendecir y santificar el séptimo día fue obra suya,
por lo que tenía plena razón al decir que "el Hijo del hombre es Señor aun del
sábado". Por ello tenía autoridad y derecho de corregir a los judíos acerca de la
observancia del sábado, pues no era el día de los judíos, sino el día del Señor.
En los Evangelios se hace referencia a ocho ocasiones en las que Jesús sanó
a enfermos en sábado y en algún caso ordenó al enfermo a llevar su cama a irse a
su casa. ¿Esas acciones eran transgresión del sábado?
Según las tradiciones de los judíos, sí lo eran, lo mismo que la ocasión
cuando Jesús defendió a sus discípulos cuando trillaron en sus manos espigas de
trigo para comerlo porque "tenían hambre" (San Mateo 12:1). Sin embargo, los ju-
díos no tenían razón, porque el que hizo esas cosas tenía mayor autoridad que sus
acusadores, y sin duda que Jesús sabía lo que era correcto hacer en sábado, y lo
que no correspondía. Por ello aclaró a sus acusadores que "lícito es hacer bien en
el sábado" (San Mateo-12:12). Cuando los judíos insistieron en acusarlo de trans-
gresor del sábado, les indicó su autoridad divina diciéndoles: "El Hijo del hombre
es Señor aun del sábado" (San Marcos 2:28). En verdad Jesús es "Señor del sábado",
su dueño, porque fue su creador. Él fue quien lo bendijo y santificó para el re-
poso en la misma creación (Génesis 2:1-3). Y para que entendamos esta gran verdad,
el Nuevo Testamento enseña con toda claridad que Jesús es el creador de todo.
Léase sobre esta maravillosa verdad San Juan 1:1-3, 10; Hebreos 1:2, 3; Colosenses
1:14-19. Así pues, aunque los judíos pretendían ser los señores del sábado con au-
toridad para acusar a Jesús de transgredirlo, Jesús, siendo el "Señor del sábado"
por haberlo hecho para el hombre, tenía mayor autoridad para indicar lo que era
correcto o incorrecto en sábado. Por lo tanto no podemos unirnos a los judíos acu-
sándolo de haberlo transgredido.
¿Qué es lo que hizo entonces? Nos enseñó a santificar correctamente el sá-
bado. De modo que si nosotros usamos las horas bendecidas y santificadas por el
Señor en la creación para hacer actos de misericordia con los enfermos, o con los
pobres y necesitados, o preparamos una comida sencilla para alimentarnos, estamos
santificando el sábado y no transgrediéndolo. En relación a esto conviene recordar
que no es prudente aceptar las acusaciones de los judíos contra Jesús, admitiendo
que tenían razón, pues entonces nos veríamos en la necesidad de aceptar otras de
sus acusaciones. Notamos que Jesús fue acusado en reiteradas ocasiones de blasfe-
mia, porque afirmaba su divinidad. Una vez quisieron apedrearlo porque decía ser
Dios (San Juan 10:33). Finalmente, la mayor acusación para justificar la pena de
muerte fue lo que llamaron blasfemia, la admisión de su divinidad (San Lucas 22:
66-71).
Así como Jesús no blasfemó cuando enseñaba o admitía su divinidad, tampoco
transgredió el sábado cuando sanó enfermos. Solamente se ocupó con sumo interés de
enseñar el error de una tradición judía, y de mostrar prácticamente la manera
correcta de santificar el día de reposo.
Hagamos lo que Jesús hizo en los sábados y cumpliremos su voluntad. Practi-
quemos su costumbre de ir al lugar de culto en sábado (San Lucas 4:16) Atendamos
los enfermos que necesitan de nosotros, o hagamos cualquier obra de misericordia y
amor necesaria en favor de los que sufren. Pero nunca procuremos justificar con esa
enseñanza de Jesús la atención de nuestras tareas comunes de la semana, o nuestros
27
RESPUESTA: Es verdad que el sábado no nos salva, desde que nuestro Salvador es
Cristo, "porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Pero encarado así el plan de salvación, como lo
sugiere l a pregunta, tendríamos que decir que tampoco nos salva destruir nuestros
ídolos, si fuimos idólatras, o no matar, o no robar, o no cometer adulterio, o la
obediencia a cualquiera de los Diez Mandamientos. Entonces si hacer esas cosas no
salva, ¿significa que podemos adorar ídolos, o matar, o robar, siendo que Cristo es
el que nos salvó?
El Evangelio enseña que Cristo vino a salvar a "su pueblo de sus pecados" (S.
Mateo 1:21); que él es el "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (S. Juan
1:29). "Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en
é l " (1 S. Juan 3:5). De manera que si hemos sido salvados del pecado, ¿cuál será
el resultado de esa salvación? "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios" (1 S. Juan 3:9).
Siendo así, es evidente que somos salvados del pecado y que el que goza de la
experiencia del nuevo nacimiento no peca voluntariamente. Ahora necesitamos pregun-
tarnos, ¿qué es ese pecado? Esta es la respuesta bíblica: "Todo aquel que comete
pecado infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 S. Juan
3:4). Dijo el apóstol: "Yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco
conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás" (Romanos 7:7). De modo
que si el pecado es la desobediencia a alguno de los Diez Mandamientos y la misión
de Cristo era y es quitar nuestros pecados, significa que en lugar del pecado o
desobediencia en nuestra vida se manifestara la obediencia. Por eso el que acepta
la salvación que Cristo le ofrece "no practica el pecado". Encuentra que desaparece
el deseo del pecado de la codicia, del pecado del robo, del pecado de la mentira, y
del pecado de no reconocer la soberanía del Dios que bendijo y santificó el sábado
para nuestro reposo.
En Isaías 1:10-15 y Oseas 2:11, ¿no se preanuncia que el sábado iba a ser
abolido?
Concluimos por lo tanto, que tanto el profeta Isaías como Oseas no profetizaron
que el sábado iba a tener su fin, o la oración, o las asambleas, sino que indicaron
que tanto el sábado, como cualquier otro acto de culto, no tienen sentido ante Dios
cuando nuestras vidas están cargadas con pecados manifiestos. En efecto no vino
Cristo a quitar el sábado, ni las asambleas, la oración o el gozo, sino que fue "el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (S. Juan 1:29). No vino a quitar
mandamientos, sino que vino para quitar el pecado, que es la "transgresión de la
ley" (1 S. Juan 3:4). Gracias a Dios por esa salvación real que por su gracia nos
transforma de hijos desobedientes, cargados de pecados, en hijos obedientes libres
del pecado (Romanos 6:17, 18).
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2 Págs.
Para poder comprender que una aplicación simbólica que sugiere un mandamiento
no anula la obediencia real del mismo, hagamos referencia al manda miento que
establece la santidad del matrimonio: No cometerás adulterio. Adúltera es una persona
que teniendo cónyuge a quien prometió amar y vivir fielmente en estado de matrimonio,
acepta luego a otras personas en su intimidad. Haciendo la Biblia una aplicación
espiritual, indica que los que dicen amar a Dios y aman al mundo, o que habiendo
amado a Dios lo dejan para amar al mundo, son "almas adúlteras" (Santiago 4:4). La
iglesia de Dios en todos los tiempos fue comparada muchas veces por los profetas
como la esposa del Señor, de modo que su infidelidad a Dios fue considerada como
adulterio espiritual. Un ejemplo está en los primeros tres capítulos de la profecía
de Oseas. Otro, en el Apocalipsis, particularmente el capítulo 17, donde se presenta
a la apostasía cristiana como una ramera desvergonzada. Pues bien, si nosotros
no participamos de ese adulterio espiritual dado que creemos ser fieles al Señor
viviendo con amor la vida cristiana, ¿nos permitiría eso ser adúlteros físicamente?
La respuesta es tan evidente que pareciera innecesario darla. Sin embargo podría
ser necesario insistir preguntando, ¿qué es más grave, cometer adulterio espiritual
o adulterio físico? Ambos son igualmente graves, porque de no mediar la conversión
y el arrepentimiento, son pecados cuya paga es la muerte. El adulterio físico nos
hace adúlteros espirituales, o el adulterio espiritual nos prepara el camino para
el adulterio físico.
Lo mismo podríamos decir del sexto mandamiento: No matarás. Jesús le dio una
aplicación espiritual diciendo que también mataba el que se enojaba con su prójimo
o lo insultaba (San Mateo 5:21,22). Volveríamos a preguntar, ¿si vivo el sentido
espiritual del mandamiento no enojándome ni insultando a mi prójimo, me sentiría
libre de matar a alguien, no por enojo sino acaso por placer? De ninguna manera,
porque el símbolo espiritual no anula la realidad del mandamiento. Ambas aplicaciones
tienen su lugar en el mandamiento de Dios.
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Queda así aclarado que el que goza del descanso espiritual que le ha dado el
Señor el día que lo aceptó, necesita disfrutar de los beneficios espirituales que
le ofrece cada sábado de descanso. Comprenderá bien a Jesús cuando dijo que lo hizo
"por causa del hombre". Por lo tanto lo usará con amor y l o santificará o apartará
con gratitud al comprender que son muchas las bendiciones espirituales logradas cada
semana al tenerlo en cuenta.
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2 Págs.
¿Qué hacer con el mandamiento del sábado cuando pareciera que no lo podemos
santificar a causa del trabajo que cumplimos? Hay dos cosas que podemos hacer,
movidos por la fe. La primera es explicar a nuestros empleadores las razones de
conciencia que nos inducen a pedir el sábado libre. En tal ocasión debemos explicar,
además, que estamos dispuestos a trabajar horas extras para reponer las del sábado,
o trabajar el domingo si se diera el caso, o hasta que nos descuenten esas horas si
fuera necesario. Esto hará comprender a nuestros empleadores que no pedimos el
sábado para ocuparnos en otra tarea, o sencillamente tener otro día libre, sino que
lo hacemos movidos por nuestro deseo de ser obedientes a Dios.
Además, el que hace ese pedido ya será un cristiano obediente a Dios; de ello
pudo haber dado pruebas en su trabajo, demostrando ser cumplidor en sus responsabi-
lidades, fiel en su tarea, persona de absoluta confianza, cristiano que no crea
problemas entre el personal, de buen trato, etc. En resumen, es un cristiano de
fe. Y como no es fácil encontrar empleados con características como las enunciadas,
muchísimas veces los empleadores por nada del mundo aceptarían perder tal clase de
obrero y preferirían darle el sábado libre.
del Evangelio de Jesús, por el que recibimos el poder de vencer el pecado, que es
la desobediencia, y recibimos la gracia de vivir una nueva vida, la de obediencia.
No importa cuán grande pareciera la dificultad, así sea como una montaña
infranqueable, debemos tener fe. Jesús dijo: “Tened fe en Dios. Porque de cierto os
digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga será hecho"
(San Marcos 11:23; San Mateo 17:19,20; 21:18-22). A veces puede parecer una
tremenda montaña de dificultades la observancia del sábado, pero la fe la quitará y
echará en lo profundo del mar. "Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis" (San Mateo 21:22).
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NO SE MENCIONA EL SABADO
2 Págs.
Cuando Jesús habló con el joven rico no le dijo que debía guardar el sábado (San Mateo 19:
16-26); cuando se refirió a los grandes mandamientos, señaló dos y no los diez (San Mateo 22:35-40)
y cuando se celebró el Concilio de Jerusalén, tampoco se mencionó el sábado (Henos 15:1-35). ¿No
significa eso que el sábado había dejado de ser una observancia necesaria?
A fin de ofrecer una respuesta clara, convendrá analizar los tres pasajes en forma separada.
San Mateo 19:16-26. Este encuentro de Jesús con un joven rico se lo relata también en San
Marcos 10:17-31 y San Lucas 13:18-30. Leyéndolos, encontramos que Jesús mencionó explícitamente a
cinco de los Diez Mandamientos, o sea que no citó los primeros cuatro y el décimo. De manera que si
aceptáramos que por no referirse al mandamiento del sábado estamos autorizados a no observarlo, nos
asistiría el mismo derecho con respecto a los otros mandamientos no mencionados. Eso significaría
que podemos tener dioses ajenos, adorar o venerar imágenes, blasfemar y codiciar. Es claro que esto
es inaceptable. Por lo tanto el argumento que se usa contra el sábado también es inaceptable. En
lógica se señala el error de este argumento diciendo que el que prueba demasiado, no prueba nada.
En el caso del joven rico, Jesús no mencionó muchas cosas necesarias en la vida espiritual
para alcanzar la vida eterna, como podrían ser la fe, la gracia, el arrepentimiento, etc. No diríamos
que por eso no son necesarias. Aceptamos, por otra parte, que Jesús, como el maestro de los maestros
no se equivocó en su método de aproximación al corazón de ese joven. Sin duda que hizo lo único que
convenía hacerse y le dijo lo más apropiado para ayudarle. En las posibles reflexiones posteriores,
si es que las hizo ese joven, pudo haberse dado cuenta que era un verdadero esclavo de un "dios
ajeno", las riquezas, prohibido por el primero de los Diez Mandamientos. Se fue triste porque el
precio para alcanzar la vida eterna le pareció mayor de lo que estaba dispuesto a pagar. ¿No sucede
hoy lo mismo con nosotros? Y es precisamente la fe, no mencionada por Jesús al joven rico la que nos
ayuda a comprender el valor de la salvación. ¿La desecharíamos hoy porque Jesús no se la menciono a
ese joven que tanto la necesitaba?
No deja de ser interesante que Jesús dijera a una persona que deseaba saber qué hacer para
tener la vida eterna: "Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos". Como a verdad
tiene una sola respuesta, y Jesús la enseñaba, hoy nos diría lo mismo, y si estamos dispuestos a
aceptarla nos explicará cómo por la fe podemos lograrlo. El apóstol San Pablo nos lo diría así:
"¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (Romanos 3:31).
Por lo dicho, queda claro que no estaba anulado el sábado porque Jesús no lo mencionó al joven rico,
como no quedan anuladas todas las verdades básicas del Evangelio que tampoco mencionó en ese breve
encuentro.
San Mateo 22:25-40. Si por no mencionarse el sábado en estos dos mandamientos estamos auto-
rizados a dejar de lado el día de reposo, vuelve a asistirnos por lógica el derecho de desobedecer
todos los demás porque tampoco se los menciona. Como esto sería inadmisible, negamos el análisis
del pasaje para definir su significado.
En primer lugar debemos explicar que estos dos mandamientos no fueron creados por Jesús.
Él los tomó del Antiguo Testamento. El primero está registrado en Deuteronomio 6:5 y el segundo el
Levítico. Por lo tanto no se trata de que los dos mandamientos toman el
Lugar de los diez. Jesús mismo lo explicó, cuando dijo: "De estos dos mandamientos depende
toda la ley y los profetas" (versículo 40). ¿Qué quiere decir "depender"? El diccionario lo
explica: "Estar bajo la subordinación o sujeción de uno; ser consecuencia; provenir; nacer, proceder
u originarse una cosa en otra". Por lo tanto concluimos que los Diez Mandamientos y los profetas son
consecuencia de los dos mandamientos, nacen y se originan en ellos. De ninguna manera los anulan.
Al analizarlos comprobamos que los primeros cuatro enseñan cómo manifestar amor exclusivo y total a
Dios: el que abandona sus dioses ajenos, la veneración a imágenes o ídolos de dioses inexistentes,
que no blasfema su nombre y que santifica el sábado recordando y admirando su obra creadora y
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redentora, no hace sino amar a Dios profundamente, con un amor indiviso. Al obedecer los últimos
seis mandamientos expresamos nuestro amor al prójimo. Dejamos al lector hacer el análisis de éstos.
Lo dicho nos ayuda a entender que los dos grandes mandamientos son la síntesis de todos
nuestros deberes y procederes que expresan nuestro amor a Dios y al prójimo. Los Diez Mandamientos
son, entonces, el análisis que ofrece los detalles de cómo expresar ese amor a Dios y al prójimo.
Hechos 15:1-35. Volviendo al problema propuesta en la pregunta, o sea, que por no mencionarse
el sábado en la carta apostólica escrita al terminar el primer concilio de la iglesia cristiana,
estamos autorizados a transgredir la observancia del sábado, entonces por la misma razón estaríamos
autorizados a no tener en cuenta todo lo que no se mencionó en esa carta. ¿Qué dice la carta?
"Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponernos ninguna carga más que
estas cosas necesarias: que os obtengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien (Hechos 15:28,29).
Cuatro cosas se mencionan, entre ellas la fornicación, pecado señalado por el séptimo mandamiento.
Si aceptamos el argumento de que por no mencionarse el sábado en ese documento significa que había
sido anulado, ¿qué diremos de los otros ocho mandamientos que tampoco se recordaron? ¿Podemos
desobedecerlos? ¿Y qué de la fe, de la gracia del arrepentimiento, del bautismo, etc., etc.?, que
tampoco fueron mencionados en la carta" ¿Eso nos autoriza a descartarlos?
¿Qué cosas se estudian en los concilios de la iglesia? Solamente las que causan discuta o
inseguridad a fin de llegar a resolverlas para la conformidad de todos. Las doctrinas o mandamientos
aceptados no se llevan a los concilios. Por ese motivo nada se dice en la carta apostólica respecto
a la fe, la gracia, el bautismo, el sábado, la blasfemia, el robo, etc., etc. En todas esas cosas
mencionadas y muchas más no había disputa alguna. Para la iglesia cristiana primitiva, no había duda
entre sábado o domingo. Todo el mundo estaba de acuerdo con el sábado, por eso nada se discutió en
el concilio sobre algo que nadie ponía en duda.
Y no es que en esa ocasión no se recordara el sábado, pues Jacobo, que era el director del
concilio, cuando habló al fin de las deliberaciones, recordó que "Moisés desde los tiempos antiguos
tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo" (aquí
equivale a sábado) (Hechos 15:21). Pero en la carta no se discute si el reposo era el sábado o el
domingo. De haber habido alguna novedad respecto al día, sin duda que hubiera causado serias disputas.
Manifiestas son las reclamaciones y amenazas de los judíos cuando Jesús se propuso enseñarles que
era lícito hacer bien en sábado, sanando enfermos. El asunto se tornó tan serio que hasta pensaron
destruirlo (San Mateo 12:14; y matarlo (San Juan 5:16). ¡Qué clamor de protestas se hubieran levantado
si ahora los discípulos hubieran enseñado que el sábado estaba abolido y el domingo era el verdadero
día! Pero nada de eso aparece en todo el Nuevo Testamento. Hay un silencio absoluto respecto a un
nuevo día de culto.
Por contraste recordaremos las disputas sobre la circuncisión, rito tan importante para los
judíos. San Pablo que se consideraba el apóstol escogido para la predicación a los gentiles, es muy
definido para señalar que la circuncisión o la circuncisión no tienen importancia en relación a la
salvación (Romanos 3:30; Gálatas 2:7; 5:6; 6:15; Colosenses 3:11. Y no deja de ser interesante lo
que el mismo apóstol dice cuando declara a los corintios la nulidad de la circuncisión: "La circun-
cisión nada es, y la incircuncisión nada es, si no el guardar los mandamientos de Dios" (1 Corintios
7:19). Es entre los mandamientos de Dios que esta el del sábado, como día de reposo. Así decimos que
si en la cuestión de la circuncisión se expresa con definición el apóstol, ¿cómo es que en una cosa
tan importante como lo es uno de los Diez Mandamientos, se guarda silencio y no aparece discusión
ninguna sobre que un día suplantó al otro? Así que el silencio respecto al cambio del día de reposo
en el concilio de Jerusalén, es una prueba muy fuerte de que todos los cristianos estaban de acuerdo
con su observancia y nadie la ponía en duda o la discutía.
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COLOSESNSES 2:14-17
2 Págs.
PRESUNTA: Según Colosenses 2:14-17, ¿no fue clavada en la cruz la Ley de Dios y por
ello no necesitamos observar el sábado?
RESPUESTA: Si la Ley de Dios hubiese sido clavada en la cruz, entonces no solamente
el mandamiento del sábado quedó anulado, sino también los otros nueve. Es evidente
que eso no ha sucedido, porque en todas las iglesias cristianas todavía se enseña
que hay que respetar esa ley. Al no guardar el sábado, se explica que es el día de
reposo el que se cambió al domingo, con lo que se admite que el mandamiento permanece.
Por otro lado el mismo apóstol hace referencia a la Ley de Dios en todas sus epístolas, lo
cual refuta la idea de que para él estuviera abolida. Nótese que en esta misma epístola a los
colosenses, señala como pecados que hay que abandonar, la fornicación, la idolatría, la blasfemia,
la mentira, etc., pecados señalados por mandamientos de la Ley de Dios (cap. 3:5-9). Además conviene
recordar que los Diez Mandamientos están citados a través de todo el Nuevo Testamento directa o
Indirectamente, lo cual señala la permanencia de la Ley de Dios.
El principal propósito del apóstol Pablo al escribir el contenido del capítulo 2 era refutar
enseñanzas fundadas en "filosofías y huecas sutilezas, según tradición de los hombres, conforme a
los rudimentos del mundo", con "culto a los ángeles" y fruto de una "mente carnal" (cap. 2:8, 18).
O sea un aparente esfuerzo de algunos de conciliar las enseñanzas apostólicas con doctrinas judaicas,
helenistas y paganas, pero que no eran según Cristo", sino "en conformidad a mandamientos y doctrinas
de hombres" (cap. 2:8,2
Nótese que después de advertir el error de esas doctrinas presentadas por los falsos maestros
descritos en el versículo 8, el apóstol presenta la personalidad divina de Cristo (ver. 9, 10) y su
obra de redención por "el poder de Dios que le levantó de los muertos" (ver. 12), razón por la cual
"a vosotros, estando muertos en pecados... os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los
pecados" (ver. 13).
Con estos antecedentes llegamos al versículo 14, donde dice: "Anulando el acta de los decretos
que había contra nosotros" (Versión Valera, 1960); "y cancelada la cédula del decreto firmado contra
nosotros" (Versión Torres Amat). Esa "acta" o "cédula de decretos que había contra nosotros", ¿eran
los Diez Mandamientos de la Ley de Dios? Sería imposible admitirlo por dos razones: (1) Los Diez
Mandamientos no son decretos "contra nosotros", sino que son preceptos de una ley santa, justa y
buena (Romanos 7:12), cuya obediencia significa bienestar y felicidad, por lo que ningún mandamiento
está "contra nosotros". (2) El mismo apóstol que recuerda "el perdón de todos los pecados" (ver. 13)
por Cristo, aclaró dos veces a los romanos que donde no hay ley tampoco hay pecado (Romanos 4:15;
5:13). Por lo tanto si hay pecados que perdonar es porque hay una ley que los señala (Romanos 7:7;
3:20). Concluimos entonces que el "acta de decretos que había contra nosotros" y que fue clavada en
la cruz, tiene que ser otra cosa, pero de ningún modo la Ley de Dios. De lo contrario la contradicción
del apóstol sería evidente, pues por un lado reconoce la Ley de Dios, y por otro la anula.
La palabra griega traducida como "acta" o "cédula" en el versículo 14 es "cheirographon".
Primariamente quiere decir "contrato escrito" o "certificado de deuda" resultante de alguna trans-
gresión. También "libro con registro de pecados" usado para la condenación del transgresor. Esto nos
ayuda a entender que lo que fue clavado en la cruz fueron los registros de nuestros pecados que
"estaban contra nosotros" condenándonos a muerte (Romanos 6:23).
Esa era la obra cumbre de Cristo, "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (S. Juan
1:29). Su obra no era quitar la Ley de Dios, sino el pecado, que es la transgresión de esa ley (1
Juan 3:4). Por lo tanto Cristo clavó en la cruz el "cheriographon", o sea el "registro de nuestros
pecados, o "el certificado de nuestra deuda" de pecados que "había contra nosotros, que nos era
contraria". Así se cumplió la promesa: "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones..." (Isaías 43:25).
De ese modo, destruyendo el "cheriographon", o sean las evidencias de nuestros pecados, Cristo
despojó "a los principados y potestades, los exhibió públicamente, ellos en la cruz" (cap. 2:15).
En efecto, "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche"
(Apocalipsis 12:10), fue derrotado y descubierta su falacia. La versión popular del Nuevo Testamento
Dios llega al hombre, presenta así los versículos 14 y 15: "Dios canceló la cuenta que había contra
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nosotros y que nos condenaba por sus requisitos legales. Puso fin a esa cuenta, clavándola en la
cruz. Cristo, al morir en la cruz, venció a las autoridades y poderes espirituales, y los humilló
públicamente, llevándolos como prisioneros en su desfile victorioso".
Quedando aclarado que lo que fue clavado en la cruz no fue la Ley de Dios sino todo registro
de nuestros pecados, perdonados por la muerte de Cristo y por lo tanto simbólicamente clavados en
la cruz, pasemos ahora a los versículos 16 y 17. Las comidas, bebidas días de reposo o sábados
mencionados en el versículo 16 son identificados por el versículo 17, donde dice: "Todo lo cual es
sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo". En efecto, en todo el ritual del templo
y sacerdocio levítico, habían fiestas, comidas, bebidas y días de reposo o sábados que eran "sombra"
o símbolos de Cristo.
La Pascua era un día de descanso celebrado con comidas y bebidas en recuerdo de la liberación
de la esclavitud de Egipto. Desde que Cristo, con su sacrificio nos liberó de la esclavitud del
pecado (Romanos 6:17, 18), él se constituyó en nuestra pascua "sacrificada por nosotros" (1 Corintios
5:7). Así reconoce el apóstol en la Pascua una sombra de Cristo. La gran fiesta de la Purificación
del Santuario, celebrada cada año en el día 10 del mes séptimo, otro día de descanso o sábado,
también era una "sombra" de Cristo cumplida con su único sacrificio (Hebreos 9:23-26). Y lo mismo
podría decirse de otras fiestas o días de reposo como los panes ázimos, el Pentecostés, las cabañas,
etc. Siendo así, contrariamente a lo que enseñarían esas "filosofías y sutilezas huecas" contra
las que Pablo precavía a los colosenses, los cristianos no necesitaban tomar en cuenta para su
salvación ese ceremonial simbólico, pues las "sombras" dejaban su lugar a la realidad: Cristo.
Lo podríamos decir lo mismo respecto al sábado séptimo, el día de reposo señalado por la Ley
de Dios, pues cuando fue establecido por bendición y santificación del Señor (Génesis 2:1-3), aún
no había entrado el pecado en el mundo, por lo tanto no podía habérselo establecido como sombra de
algo que no había ocurrido. Obsérvese que el mismo mandamiento da como razón de su santificación
la creación del mundo: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo. . . porque en seis días hizo
Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo
día..." (Éxodo 20:8-11). Aquí es útil decir que el apóstol Pablo declara que esa creación es obra
de Cristo (cap. 1:15-18). Por lo tanto siendo el Creador, fue él el que bendijo y santificó el
sábado. Esa es la razón por la que afirmó una vez a los judíos que el "Hijo del hombre es Señor aun
del sábado" (S. Marcos 2:28).
El mismo apóstol comparó una vez a los judíos el reposo del sábado con el reposo espiritual
(Hebreos 3, 4). Pero con ese hecho no anulaba la primera razón de su santificación, ser un recuerdo
de la creación, pues la creación del mundo no fue anulada, ni tampoco su Creador. Fue una forma
utilizada por el apóstol para hacer entender a los judíos que con el solo reposo físico del sábado,
no podían alcanzar el reposo espiritual sin aceptar a Cristo. El único que podía darnos reposo
espiritual, mediante el perdón de nuestros pecados, era Cristo.
Concluimos diciendo que las fiestas señaladas en el versículo 16 eran referencia directa a
las fiestas simbólicas o "sombras" de Cristo del ritual del templo y del sacerdocio levítico, que
ya no tenían objeto. Por lo tanto si alguno no quería celebrarlas no cometía falta y por lo tanto
no debía juzgárselo como transgresor.
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¿A qué se refiere el apóstol en Gálatas 4:10? ¿Será al día sábado? Para saberlo
debemos comenzar con el versículo ocho, donde descubrimos que el apóstol Pablo se
está dirigiendo a los gálatas que habían sido paganos, pues dice: "Ciertamente, en
otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses".
Luego de recordarles que habían conocido al verdadero Dios, les pregunta: "¿Cómo es
que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar?" Nótese que los que leían esta carta habían servido a los que
"no son dioses", que habían conocido luego al Dios verdadero, pero que ahora estaban
volviendo a "débiles y pobres rudimentos" de su época pagana.
Es también aceptable o probable que los judaizantes que habían logrado infil-
trarse, cambiando en los creyentes gálatas su correcta fe en el Evangelio, los hayan
inducido a practicar en alguna forma los días y las fiestas de la ley ceremonial,
las que caducaron cuando Cristo se constituyó en el "verdadero Cordero que quita el
pecado del mundo" (San Juan 1:29). De todos modos no podemos pasar por alto la
clara explicación del apóstol de que los gálatas volvían a servir a los que "no son
dioses" a través de "los débiles y pobres rudimentos" a los que "os queréis volver
a esclavizar". Claramente se refiere en primer término a prácticas paganas a las
que volvían.
Cuando se presenta este texto para indicar que la santificación del sábado,
séptimo día de la semana, había terminado, es necesario aclarar que en ningún lugar
de la Biblia se usa el lenguaje de este texto para referirse al sábado. El séptimo
día tenía su nombre propio, por lo que siempre que se hace referencia a él se lo
llama "shabbath", así sea en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nombre que
significa descanso. Por otra parte es necesario recordar que el sábado fue santifi-
cado al terminar la creación del mundo, antes de que entrara el pecado, y que Dios
"reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" (Génesis 2:2). Por lo tanto, la
observancia del sábado fuera un acto esclavizador, tendríamos que admitir que el
mismo Creador se esclavizó cuando reposó el primer sábado de este mundo, lo cual
es inadmisible.
Por otra parte Jesús dijo que el sábado, o sea "el día de reposo, fue hecho
por causa del hombre" (San Marcos 2:27). ¿Es que Jesús hizo el sábado en el
principio para esclavizar a sus criaturas? Decimos que Jesús hizo el sábado porque
el Nuevo Testamento enseña que "todas las cosas por él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (léase San Juan 1:1-3,10; Hebreos 1:2,3;
Colosenses 1:15-15). No hay duda que Jesús santificó el sábado para la felicidad de
todos, y su observancia es bendición y no esclavitud nos ayuda a aprender a gozar
mejor de la verdadera libertad, pues ese mandamiento, como los otros nueve se
encuentran en "la ley de la libertad" (Santiago 2:10-12).
Estas consideraciones nos permiten entender con toda claridad que "los días"
mencionados en Gálatas 4:10, de ninguna manera hacen referencia al sábado, séptimo
día de la semana, día santificado por Dios para el hombre.
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Romanos 14:5, 6
2 págs.
En Romanos 14:5 dice: "Uno hace diferencia entre día y día, y otro juzga
iguales todos los días". ¿No significa esto que podemos considerar como "día de
reposo" cualquier día, sea sábado o domingo?
Esto es muy significativo, pues cuando Jesús hizo esa obra fue acusado de
transgredir el sábado, y por e l l o se habló hasta de darle muerte (S. Mateo 1 2 : 1 4 ;
S. Marcos 3:6). Es obvio que el Señor no estaba transgrediendo el sábado, sino
enseñando a santificarlo correctamente. La tradición judía que prohibía atender
enfermos en sábado, estaba equivocada. Pero, si tal fue l a reacción de l o s judíos
ante esa aparente transgresión, ¿cómo--finalmente—podría haberse anulado l a obser-
vancia del sábado s i n ninguna protesta o reclamación de su parte? N i siquiera en
el c o n c i l i o de Jerusalén (Hechos 1 5 ) , se tuvo en cuenta este asunto. Evidente-
mente, el cambio del día de reposo no se discutió en el Nuevo Testamento, ni se
presentó ante el concilio de Jerusalén, por l a simple razón de que no había ocurrido.
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Entonces, ¿a qué días pudo haberse referido el apóstol en Rom. 14:5? Creemos
que el versículo 6 nos revela l a respuesta. A l l í dice: "El que hace casó del día,
l o hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no l o hace. El
que come, para el Señor come, porque da gracias a D i o s ; y el que no come, para el
Señor no come, y da gracias a Dios". ¿Significa esto que algunos creyentes de aquella
época podían v i v i r s i n comer? ¡De ninguna manera! Pero sí podrían haber v i v i d o
s i n comer durante esos días de ayuno a l o s que se refiere l a epístola. A s í , pues,
el que comía en los días de ayuno no cometía falta; y el que no comía, tampoco. Esos
ayunos y días de ayuno no eran ordenados por mandamiento de Dios, sino por alguna
costumbre tradicional que algunos deseaban implantar.
Era costumbre judía l a de ayunar dos veces por semana (S. Lucas 18:11, 12).
En el Megallath Ta'anith (un tratado judío sobre el ayuno, escrito en el primer
s i g l o después de Cristo) se dice que l o s judíos en ese tiempo ayunaban l o s lunes
y l o s jueves. Otro antiguo documento llamado Didaché (tratado que se estima fue
escrito a principios del s i g l o I I ) , en el capítulo 8:1, señala que l o s cristianos
no judíos, particularmente en el oeste del imperio romano, a causa de sus senti-
mientos antisemitas, declararon como días de ayuno l o s miércoles y l o s viernes.
Teniendo--pues--en cuenta el tenor del capítulo 14 (que tiene que ver con el ayuno),
y las otras consideraciones hechas, sería perfectamente aceptable deducir que esa
"diferencia entre día y día" se refería a los días de ayuno, que para el grupo judío
cristiano no eran los mismos que para el grupo no judío.
Con los elementos de juicio que nos ofrece todo el Nuevo Testamento y l a misma
epístola—como también otras fuentes de información de l a época a las que nos hemos
referido—concluimos que, en el capítulo 14:5 y 6 de Romanos no se alude al día de
reposo semanal, sino a días de ayuno semanal. Y como para esos días no había
mandamiento de Dios; el apóstol señaló que ambos eran optativos, y — por l o mismo—
no debían ser causa de divergencias entre l o s hermanos. Tanto procedía correctamente
el que hacía caso del día y no comía, como el que no hacía caso del día y comía.
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Como San Lucas escribió este libro, Hechos de los Apóstele, unos 35 años después de la
resurrección de Cristo, la mayoría de los comentadores aceptan que utilizo la manera bíblica de
contar los días, respetada por judíos y cristianes en ese tiempo, vale decir, que el día comienza
a la puesta del sol. El cómputo romano de contar el día de media noche a media noche, como se estila
hoy, no aparece en los escritos del Nuevo testamento. Por lo tanto la reunión de Troas tuvo que
efectuarse en lo que nosotros llamamos "sábado de noche", pues a la puerta del sol del sábado
comenzó el primer día de la semana.
Dice el texto que San Pablo "alargó el discurso hasta la medianoche", o sea nuestro sábado
de noche. A esa hora sucedió un accidente. "Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la
ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó
del tercer piso abajo y fue levantado muerto. Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y
abrasándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo. Después de haber subido, y partido el pan y
comido, habló largamente hasta el alba; y así salió" versículos 9-11).
Es claro que San Pablo salió de viaje después del alba, bien temprano, al aclarar o recién
salido el sol. Mientras sus compañeros subieron al barco, el cortó camino por tierra hasta Asón
(versículo 13). Con esto concluimos que en la parte clara de ese primer día de la semana, después
de la reunión nocturna del mismo día, el apóstol continuó su viaje. Era el domingo por la mañana.
Si alguien no pudiera aceptar que San Lucas usó el cómputo bíblico para contar los días, y
prefiere aceptar que ya había abandonado lo indicado por las Escrituras para plegarse a costumbres
paganas de los romanos, lo cual es muy difícil de aceptar, tampoco este texto puede usarse para
sostener que era costumbre la observancia del primer día o el domingo, pues el mismo escritor se
ocupó de explicar el motivo de la reunión: "...Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día
siguiente" (verso 7). Esta explicación es muy importante, porque impide otra, si San Lucas aclaró
que la reunión de ese domingo fue porque Pablo había de viajar, ¿qué derecho nos asistiría, 20
siglos después, de indicar otra razón, diciendo que era debido a la costumbre de santificar el
domingo en lugar del sábado?
De haber sido así era la oportunidad de decirlo, pero San Lucas no lo dijo. Sino al
contrario, como si anticipara una mala interpretación por la posteridad respecto a esa reunión
dominical, explicó la razón claramente: el apóstol Pablo iba a "salir al día siguiente".
No es prudente hacerle decir a la Santa Biblia lo que no dice y mucho menos contradecir o no
tener en cuenta lo que dice. Por lo tanto Hechos 20:7 no prueba en absoluto que era costumbre entre
los cristianos del primer siglo celebrar sus reuniones en domingo. Solamente se trata de una reunión
ocasional para aprovechar bien la estadía del apóstol en Troas así como hoy las iglesias hacen
reuniones espirituales en cualquier día de la semana, si se tratara de aprovechar la enseñanza de
un destacado predicador.
LA DIDAJE: Este documento conocido también como Las Enseñanzas de los Apóstoles,
fue encontrado en 1873. Fue escrito entre los años 120-190. El único texto conocido
está mutilado. La traducción literal del pasaje que se cita, dice: "De acuerdo al
Señor, del Señor, reunidos romped pan y tomad eucaristía". Las traducciones que se
ofrecen dicen: "En el día del Señor, del Señor, reuníos, romped pan y celebrad
eucaristía" (traducción de Kirssopp). S. Huber traduce así: "Los días del Señor
reuníos para la participación del pan y la acción de gracias". Como se ve, se le ha
agregado la palabra "día" que no existe en el original. Atenidos al contexto y otros
escritos de la época, sería más razonable agregar la palabra "mandamiento". Diría
entonces: "De acuerdo al mandamiento del Señor, reunidos . . . etc."
La verdad es que en ninguna parte del Nuevo Testamento o escrito de la primera
mitad del siglo II, época en que fuera escrito La Didaje, alguna vez se llamó "día
del Señor" al primer día de la semana. La primera vez que así se hace es en el
Evangelio según San Pedro, escrito hacia el fin del segundo siglo. Pero Eusebio
(265-340), en su famosa Historia Eclesiástica lo desautoriza. Lo considera apócrifo,
46
es decir, escrito por alguien que no fue el apóstol. (Véase Historia Eclesiástica
VI, 12, Editorial Nova). De modo que agregar la palabra "día" a este texto mutilado
para probar la observancia del domingo, no está de acuerdo con el pensamiento de la
época. La única referencia definida acerca del verdadero día del Señor es la de S.
Marcos 2:28, donde se afirma que "el Hijo del hombre es Señor aun del sábado".
“Canon 16: En sábado los Evangelios y otras porciones de las Escrituras deben
ser leídas en voz alta".
"Canon 29: Los cristianos no deben judaizar estar ociosos durante el sábado,
sino que deben trabajar en ese día, pero honrarán especialmente el día del Señor, y
siendo cristianos no harán, si es posible, ningún trabajo en ese día. Si a pesar de
eso, se los encuentra judaizando, serán separados de Cristo" (Sacrosanta Concilia,
de Labbe y Cossart, tomo 1, Col. 1514).
Obsérvese que esto se decreta en el siglo IV, cuando ya se observa el abandono
de ciertas prácticas apostólicas, aunque no por todos los cristianos. Sin embargo,
todavía se ordenan actos religiosos para el sábado, lo que significa que no se lo
consideraba abolido.
Por la siguiente cita podrá observarse cómo se mantiene la observancia del
sábado en forma generalizada en el siglo V.
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El Calendario Civil es el que creamos los hombres para llevar cuenta del
tiempo, en sus estaciones, años y en sus días.
Calendario Juliano:
Calendario Gregoriano:
2 págs
La idea de que "alma" es una entidad que puede existir fuera del cuerpo
como un ser inteligente y capaz de continuar la existencia del ser humano,
poseyendo una naturaleza inmortal, es algo totalmente ajeno al pensamiento
de La Biblia. Esa idea se originó en el antiguo paganismo y luego se introdujo
en el sistema filosófico griego y egipcio y paulatinamente fue adoptado por
el cristianismo. Pero atenidos a la Biblia no hay nada que enseñe la exis-
tencia de tal entidad inmortal.
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Yo entendía que el alma del hombre es inmortal, pero se me explicó que no, y que no existe.
¿Podría decirme cuál es la verdad?
Es popular la creencia de que al morir una persona sale de ella un ser invisible llamado alma
o espíritu, y que mantiene las características sensoriales y mentales del ser humano vivo, y que va
al cielo a gozar, o al purgatorio a reparar sus pecados, o al infierno a sufrir por ellos. Se afirma
que en todos los casos es inmortal y gozará o sufrirá eternamente. Las Escrituras nos ayudarán a
saber si eso es verdad.
Cuando Dios creó al hombre lo formó "del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de
vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). Obsérvese que la unión del "polvo de la tierra"
con el "aliento de vida" dado por Dios formó "un ser viviente". Se le advirtió en el Edén que la
desobediencia a la voluntad de Dios significaría la muerte (Génesis 2:17). El hombre desobedeció,
cometiendo lo que la Biblia llama pecado (1 Juan 3:4), por lo que se le comunicó la sentencia: "Con
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado;
pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). Así pues, la muerte aparece como castigo del
pecado y no como el comienzo de una nueva o diferente existencia.
Cuando se produce la muerte, el proceso es a la inversa: "El polvo vuelve a la tierra, como
era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio" (Eclesiastés 12:7). 0 sea que termina, deja de existir
el "ser viviente". El "aliento de vida' o "el espíritu" que Dios agregó al "polvo de la tierra" para
formar un "ser viviente", al morir vuelve a él y el cuerpo, al polvo. Nos preguntamos ahora, ese
"aliento de vida" o "espíritu" que vuelve a Dios, ¿es una entidad completa, consciente y capaz de
realizar las actividades físicas y mentales del hombre vivo? ¿Sigue viviendo el hombre sin el cuerpo?
Solamente Dios en su Palabra puede respondernos con verdad.
Salmo 146:4: "Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus
pensamientos".
Salmo 115:17: "No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio".
Eclesiastés 9:5,6,10: "Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada
saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su
envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol... Todo lo
que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Sehol (sepulcro), adonde
vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría".
Job 14:12,21: "Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no
despertarán, ni se levantarán de su sueño... Sus hijos tendrán honores, pero él no lo sabrá; o serán
humillados, y no entenderá de ello.
Daniel 12:2: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados..."
El espacio no nos permite citar los numerosos pasajes de las Escrituras que confirman los
mencionados que son categóricos. No nos permiten dudar respecto al estado de inconsciencia de los
muertos. Por lo tanto ese "espíritu que vuelve a Dios que lo dio, no es un ser inteligente, incorpóreo
que sigue viviendo la vida del hombre en otra esfera. Es únicamente la vida que proviene de Dios, y
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que unida al polvo produce el ser viviente. Sin ese aliento de vida "dejamos de ser", "perecen
nuestros pensamientos" o sea que al morir no participamos en ninguna actividad común al ser vivo.
Estamos durmiendo en el polvo.
¿Cuál es entonces la esperanza del que ha muerto? Se la señala en los pasajes citados, Job
14:12 y Daniel 12:2. Los muertos duermen y por lo tanto despertarán. Al leer el Antiguo como el
Nuevo Testamento observamos que en centenares de ocasiones se usa el verbo "dormir" para referirse
a la muerte. Eso quiere decir que el que ha muerto está en estado de inconsciencia, pero que, como
el que duerme, tiene la esperanza de despertar. Despertará en el oía feliz de la resurrección. La
doctrina de la resurrección es tan fundamental que el apóstol Pablo declara que si no fuera por
ella, inútil sería la predicación de un Cristo resucitado, y los que creyeron en él por la muerte
estarían perdidos. Notémoslo: "Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y
si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe... Porque
si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana;
aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron... Mas ahora
Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho... Pero cada uno en su
debido orden Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida (1 Cor. 15: 12,14,16-
18,20,23).
Ahora bien, si el alma inmortal y después de salir del cuerpo estuviera gozando en el cielo
su recompensa eterna, todo lo dicho por el apóstol sería contrario a la verdad, puesto que sin
resurrección ya estarían salvadas las almas de los creyentes. Pero como "la paga del pecado es
muerte" (Romanos 6:23), es natural que la muerte sea un castigo y no una liberación para una mejor
vida. La única esperanza de volver a la vida está en el Cristo resucitado, quien no sólo perdona
nuestros pecados por su sacrificio, sino que nos devolverá la vida. Por eso pudo decir: "El que cree
en mí, aunque esté muerto, vivirá" (San Juan 11:25). ¿Cuándo resucitará el Señor a los que creyeron
en él? "Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda
nada, sino que lo resucite en el día postrero" (San Juan 6:39). Ese día postrero es el de su gloriosa
segunda venida, cuando los que habían muerto serán resucitados, y los que estemos vivos "seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor" (1 Tesa. 4:13-18).
Nótese otro detalle señalado por el apóstol Pablo a los corintios que confirma lo dicho. Dice
que la resurrección significará una victoria total sobre todos sus enemigos. "Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte" (1 Corintios 15:24,25). Si la muerte fuera la que nos liberara de
la cárcel del cuerpo para ir a la presencia del Señor, no podría señalársela como un "enemigo", sino
como un bienvenido libertador. Así pues, la muerte sin resurrección es el fin de todo. Gracias a
la resurrección nada se perderá, sin ella todo estaría perdido.
Por lo explicado concluimos que el alma inmortal no existe. El creyente al morir duerme hasta
que sea despertado por Jesús en el día de su venida mediante la resurrección.
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La Biblia nos enseña que solamente Dios es inmortal. "El bienaventurado y solo
Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que
habita en luz inaccesible..." (1 Timoteo 6:15,16). Si Dios es el "único que tiene
inmortalidad", es evidente que no pueden existir otros seres inmortales. Como noso-
tros ahora no somos inmortales, dado que perdimos ese don por causa del pecado, se
nos aconseja que lo busquemos. "El cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmorta-
lidad" (Léase Romanos 2:4-11). Quien tiene que buscar una cosa es porque la ha
perdido. En efecto el ser humano perdió la inmortalidad por causa del pecado. El
hombre podría gozar de vida eterna, pero a condición de su obediencia voluntaria a
Dios. Por eso se le advirtió en el Edén: "De todo árbol del huerto podrás comer;
más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2:16,17). Al desobedecer el hombre, Dios
mismo recordó: "...ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de
la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para
que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al
oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por
todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida" (Génesis 3:22-24). Al no
gozar el hombre del árbol de la vida, dejaba de tener vida eterna, perdió la
inmortalidad. Por eso dicen las Escrituras que debemos buscarla, desde que por el
pecado la perdimos.
El que la busca la hallará, pues Dios mismo ofreció el medio eficaz. "Pero
ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual
quitó la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio" (2 Timoteo
1:10). En efecto, el Evangelio es el único medio para quitar el causante de la
pérdida de la inmortalidad, el pecado. Por medio del Evangelio se nos ofrece el
perdón de los pecados mediante la gracia de Cristo y el poder para vivir una vida
nueva. Por él encontraremos lo que habíamos perdido. "Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna" (San Juan 3:16).
Obsérvese que los que serán vestidos de la inmortalidad que perdieron por el
pecado, estaban durmiendo el sueño de la muerte. El que duerme está en estado de
inconsciencia, no está actuando en otra parte. (Léanse: Salmo 104;29; 146:4;
115:17; Eclesiastés 9: 5,6,10; Ezequiel 18:4). Al ser vestidos nuevamente de la
inmortalidad los que la buscaron por medio del Evangelio, la muerte quedó derrotada,
no pudo retener más a sus víctimas. Todos los que creyeron en Jesucristo despertarán
y volverán a ser inmortales, cumpliéndose la promesa: "Para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (San Juan 3:16). Esto nos aclara
que la muerte es un enemigo (1 Corintios 15:26) y no un medio que nos permite pasar
a mejor vida.
Resumiendo lo que la Palabra de Dios nos enseña, podemos decir que la inmor-
talidad es un don inmanente de Dios. El es el único ser inmortal. Los seres creados
gozan de la inmortalidad condicionalmente. El hombre la perdió por la desobediencia,
o sea por el pecado. Que los seres humanos tienen el privilegio de recobrar la
inmortalidad si la buscan a través del Evangelio, único medio para quitar el pecado.
Y que finalmente nos será devuelta la vida eterna en ocasión de la segunda venida
de Cristo por medio de la resurrección, cuando los mortales serán vestidos de
inmortalidad.
Esta enseñanza bíblica queda corroborada como verdadera cuando nos hacemos las
siguientes reflexiones:
3. Si por otro lado el cuerpo es innecesario para tal efecto, ¿qué necesidad
hay de la resurrección de los muertos? ¿Regresará el alma a su antigua "cárcel", el
cuerpo, para llevarlo al cielo o al infierno?
4. Si el alma sola puede sufrir los tormentos del infierno, ¿por qué debe
resucitar el malo y retomar un cuerpo que el alma no necesita? O si el alma es la
culpable, ¿qué necesidad tiene de sufrir el cuerpo? O a la inversa, si las culpas
son del cuerpo, ¿para qué los sufrimientos del alma?
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Se enseña que el alma es inmortal, pero encuentro que en San Mateo 10:28 Je-
sús se contradice, porque primero dice que el alma no se puede matar y luego
afirma que se la puede destruir en el infierno. ¿Cómo se entiende eso?
Todos los mártires que murieron por su fe no fueron destruidos, pues recibi-
rán de nuevo la vida en el día de la resurrección, cuando lo "mortal se vista de
inmortalidad" (léase 1 Corintios 15:51-55). Los que no se interesaron por la vida
eterna, amando más al pecado, no recibirán de nuevo la vida, porque "el que cree
en el Hijo tiene la vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la
vida" (San Juan 3:36).
(Si el lector de este comentario deseara una explicación más amplia respecto
al infierno o a la naturaleza del hombre en la muerte, puede solicitarla).
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Si los muertos están inconscientes, ¿qué quiso decir Jesús cuando afirmó,
refiriéndose a Abrahán, Isaac y Jacob, que Dios no es Dios de muertos?
2 págs.
Si deseamos usar este pasaje para sostener la doctrina que enseña que el alma
es inmortal, encontramos que el mismo texto contradice sus postulados, pues según
él, los fieles cristianos que "habían sido muertos por causa de la palabra de Dios
y por el testimonio que tenían" (verso 9), estaban alojados debajo de un altar
reclamando a "gran voz" venganza por las Injusticias cometidas contra ellos. De
acuerdo a la doctrina aludida, semejante reclamación estaría totalmente fuera de
orden, porque estos mártires ya deberían estar en el cielo gozando con Dios, y sus
martirizadores, en el infierno, sufriendo por sus Iniquidades. Por otra parte, se
pedía a las almas de los fieles que se mantuvieran debajo del altar y soportaran su
angustia "todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus
consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos" (Versículo
11). Esto significaba más tiempo de dolor para esas almas que reclamaban justicia.
Hasta implica que aún hoy estarían esperando debajo del altar, porque la lista de
los que habrían de morir por la palabra de Dios no ha terminado. Así las cosas, es
evidente que estamos frente a un error de interpretación.
los siglos anteriores, contra los mártires que murieron acusados de herejía aun
cuando eran fieles a la Palabra de Dios.
Con todo, se pidió a estos mártires que reposaran "todavía un poco de tiempo,
hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también
habían de ser muertos como ellos". Y así se hizo. Desde los días de los reformadores,
millares de tumbas fueron abiertas para recibir nuevos mártires de la fe, y todavía
seguirán las fuerzas del mal luchando contra los que viven conforme a "la Palabra
de Dios", pues tal como lo dijera la Escritura, "el diablo ha descendido a vosotros
con grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo" (Apocalipsis 12:12).
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Los pasajes de Filipenses 1:20-25 y 2 Corintios 5:6-8, ¿no nos enseñan que
el alma va a Dios cuando la persona muere?
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Frente a esta declaración que indica que Jesús no había subido al paraíso el
domingo de mañana, nos preguntamos: ¿Es que el Señor le mintió al ladrón el viernes?
¿O quizá hay aquí una contradicción inexplicable de la Biblia? De ninguna manera,
porque Jesús nunca mintió y la Palabra inspirada no se contradice. Lo explicaremos:
Así, según lo que enseñó Jesús y sus apóstoles, todos los redimidos por la
gracia de Cristo se reunirán con él en el paraíso recién en ocasión de su segunda
venida, cuando los muertos en Cristo resucitarán y con los vivos serán transformados
de mortales en inmortales, recibiendo el galardón de vida eterna (1 Corintios
15:51-55). Por lo tanto, teniendo en cuenta está definida doctrina de Cristo y
sustentada por la iglesia cristiana primitiva como lo acabamos de recordar, en
ninguna manera Jesús pudo haberle prometido al ladrón arrepentido algo que era
contrario al plan de salvación que él mismo habla enseñado. No pudo haberle dicho
que ese viernes estaría con él en el paraíso, siendo que él no iba a ir, como se lo
explicó a María el domingo de mañana.
De este modo es claro que Jesús no mintió al ladrón, siendo que el domingo no
había subido todavía al paraíso en donde mora su Padre, y que tampoco hay contra-
dicción entre San Lucas 23:43 y San Juan 20:17, porque la promesa de Jesús dada al
ladrón, ese "hoy" que fue el viernes de la crucifixión y muerte del Señor, se
cumplirá indefectiblemente en el glorioso día de la resurrección en ocasión de su
segunda venida. Ese ladrón arrepentido oirá su voz y despertará para vida eterna.
Ese será el día cuando finalmente quedará destruido para siempre "el postrer enemigo"
del hombre: la muerte. (1 Corintios 15:26).
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EL RICO Y LAZARO
LUCAS 16:19 – 31
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Josefo dice que desde allí podía observar a los padres. Jesús hizo frente
a su auditorio colocándose en su propio terreno, muchos creían de que entre la
muerte y la resurrección mediaba una existencia consciente, el señor utilizó esta
tradición contraria a las escrituras no con la intensión de apoyar ese error,
sino para manifestar la inconsecuencia de la posición de los fariseos valiéndose
de sus propias enseñanzas erróneas y combatir con ellas el orgullo con que
despreciaban al pobre y se separaban de él.
A. Tropezaríamos con el absurdo de que los que están gozando en el seno de Abrahán
y los que están sufriendo en el hades están unos al alcance de otros pues el
rico pidió a Abrahán que enviase a Lázaro con su dedo mojado para refrescar su
lengua (Versículo 26) cuando al mismo tiempo "hay una gran sima entre ellos que
los que quisieren pasar no pueden (versículo 26).
Versículos:
19. El hombre rico representa la Nación Judía que fue bendecida por Dios al
ser la depositaría de la verdad pero usaron los bienes del Señor para su
propia complacencia ( PVGM 123) cuando la misión era que trabajaran en favor
del mundo y de los gentiles para la primera venida de Cristo.
20. Lázaro el mendigo representa a los gentiles que eran vistos con indi-
ferencia y desprecio por los judíos. Sus llagas representan el pecado en
qíe vivían los gentiles (Isaías 1:6)
21. Los gentiles eran considerados por los judíos como perros Mt. 15:25
28.
22. La creencia era que el rico estaba en el favor de Dios y que el pobre
estaba en la desaprobación de Dios, este punto fue tratado en este texto en
lugar de eso el Señor cambio los lugares el pobre, fue al seno de Abrahán
símbolo del cielo y el rico fue a ser atormentado (Mateo 19: 23-26).
26. El punto tratado aquí es que no hay ninguna virtud en el linaje los ju-
díos se lisonjeaban de tener a Abrahán por padre. Cristo enseño la simpatía
que había entre Abran y el pobre, poniendo en contraste con el comporta-
miento de los judíos de su tiempo (Génesis 12:5) fue misionero entre los
gentiles de su tiempo.
El ruego del rico "Padre Abrahán ten misericordia de mí" golpea el centro
del culto judío la confianza puesta en el hombre y no en Dios, esto va en contra-
posición en la verdad presentada en (Jer. 17:5-7), (Dan. 3: 9), Hech. 4:12) y (1
Tim. 2:5).
25- El hombre no vale por las posesiones terrenales que tiene, es el carác-
ter lo que Dios toma en cuenta (Mat. 19:21-24).
26. "Hay una gran cima" descarta toda posibilidad que algunos sostienen de
una segunda oportunidad de salvación después de la muerte la cima representa
la diferencia moral y de carácter entre el hombre rico y Lázaro, este es un
énfasis de que después de la muerte el carácter no puede ser cambiado.
27-29. Al suplicar el rico por sus hermanos Abrahán replicó otra verdad im-
portante "no debían atender a las fábulas ni a las rígidas exigencias rabí-
nicas. "La ley y los profetas son los agentes señalados por Dios para la
salvación de los hombres. Cristo quiso decir presten oídos a estas evi-
dencias, los que no quieren ser iluminados por Moisés y los profetas y pi-
den que se efectué un milagro no se convencerán tampoco si se les conceden
sus deseos Esta misma verdad fue expuesta por el Señor (Juan 5:45_47).
2. Los ricos son tan responsables por lo que hacen y por lo que dejan de hacer
con sus riquezas.
70
6. Ante Dios no hay Judío ni gentil, todos somos igual ante él (Hech 17:26)
BIBLIOGRAFIA
RESPUESTA: Si aceptamos que esta parábola nos enseña que al morir vamos de inme-
diato al paraíso o al infierno, nos encontraríamos con las siguientes contraccio-
nes bíblicas:
1. Jesús y los apóstoles enseñaron que la recompensa de los justos tendrá
lugar recién en ocasión de la segunda venida de Cristo (S. Mateo 16:27; 25:31-41;
1 Cor. 15:51-55; 1 Tes. 4:16, 17; Hebreos 9:28; Apocalipsis 22:12).
2. Además, la Biblia enseña que los muertos nada saben, ni participan en
ninguna actividad en la tierra (Eclesiastés 9:5, 6, 10; Salmo 146:4).
3. Además de esto, en la parábola, el rico conversa con Abrahán, quien
supuestamente está en el paraíso (vers. 24-31). Pero la Biblia dice que Abrahán
aún no está en el cielo. En la epístola a los hebreos, se mencionan muchos nombres
de hombres de fe de la antigüedad, entre ellos Abrahán (Hebreos 11:8-19). Después
de referir otros nombres y muchos otros a través de sus acciones de fe, dice: "Y
todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros" (vers. 39, 40). Como se ve, Abrahán ni
ninguno de los fieles de la antigüedad han recibido el cumplimiento de la promesa
de Dios respecto a la salvación, pues él ha dispuesto que "no fuesen perfecciona-
dos aparte de nosotros". En efecto, cuando venga Jesús, todos los redimidos reci-
birán el mismo día el galardón de vida eterna prometido por la gracia de Dios (1
Tes. 4:16, 17; 2 Tim. 4:6-8).
Por otro lado encontramos contradicciones con la misma doctrina de la inmor-
talidad del alma, como ser:
1. Según ella, al morir la persona, el espíritu queda libre de su cuerpo.
Sin embargo en la parábola, las supuestas almas o espíritus del rico y Lázaro tie-
nen ojos, dedos y lengua (vers. 21, 22). ¿Es que los espíritus tienen los mismos
órganos físicos que los cuerpos?
2. Además, el rico pide que vaya "alguno de entre los muertos" (vers.
30), para advertir a sus familiares de su error. ¿No hubiera correspondido pedir
que alguno de entre los vivos fuera a hacer esa obra?
3. Y por último, ¿podría admitirse como realidad eterna que el lugar del
supuesto castigo, el infierno así llamado, esté tan cerca del paraíso de modo que
puede existir comunicación entre unos y otros? ¿Haría felices a los redimidos el
oír por la eternidad las quejas y gemidos de los réprobos y observar su eterno su-
frimiento?
En vista de todas estas contradicciones que emanan de una interpretación li-
teral de la parábola, como lo sugiere la pregunta, concluimos que esta parábola,
como todas las parábolas, es una ilustración cuya aplicación corresponde darla so-
lamente al que la usó, en este caso Jesús. Se dice que "oían también todas estas
cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él" (vers. 14). Deducimos
por ello que el Señor usó esta parábola para advertir a sus oyentes avaros y con-
fiados en sus riquezas que la salvación no depende de los bienes materiales que se
posee, sino de la conducta y los procederes correctos de la persona. En ese enton-
ces era popular la idea de que la pobreza y/o la enfermedad eran maldiciones de
Dios (véase S. Juan 9:1-3), y que la riqueza era bendición divina. Esta parábola
contradice tan equivocada creencia, por cuyo motivo la refirió el Señor.
72
De ninguna manera. Lo que pasó es que Saúl estaba tan apartado de Dios que en
su desesperación buscó un medio abominable. Hizo lo que el creyente que se aparta
de Dios hace: al no tener la paz que le ha quitado su propio pecado, busca la paz
falsa en el alcohol o en las drogas, lo que en realidad no es paz sino engaño.
Obsérvese que cuando Saúl preguntó a la pitonisa lo que veía, ésta le dijo: "Un
hombre anciano viene cubierto con un manto". A esto dice que Saúl "entendió que era
Samuel" (1 Samuel 2 8:14). Nótese que la pitonisa no le dijo que era Samuel.
¿Quién fue entonces este personaje? San Pablo lo declara: "Porque estos son
falso apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y
no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz" (2 Corintios
11:13,14). En efecto, ese "anciano" que vio la pitonisa no era Samuel, sino un
demonio disfrazado. En 1 Crónicas 10:13,14 afirma que el desastre de Saúl que lo
llevó a la muerte fue por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la
palabra de Jehová, la cual no guardó; y porque consultó a una adivina, y no consultó
a Jehová". Las Escrituras siguen señalando la verdad cuando dicen: "porque los
que viven saben que han de morir: más los muertos nada saben, ni tienen más paga;
porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia
fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol...
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en
el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría"
(Ec1esiastés 9:5, 6,10). (El "Seol" es el sepulcro).
73
1 SAMUEL 28:1-25
2 págs.
Saúl y la adivina de Endor.
Por Mario Calderón Miranda
Problema;
2. Otro problema que veo aquí es que muchos creen que este capítulo al cual
se está refiriendo a Samuel, fue real, el que directamente se le apareció al rey
Saúl, y no Satanás.
3. Además muchos creen que cuando uno muere, depende como fue aquí en esta
tierra, va a parar al infierno, o al purgatorio, o al invu, etc. y que cuando
alguien quiere hablar con la persona que ya está muerta, vuelve de donde está
para comunicarse con un familiar o con otra persona que se desea.
Correcto:
Es evidente que ya hacia un tiempo que Samuel estaba muerto (cap. 25:1). Este
versículo parece ser un paréntesis para introducir el tema principal del capítulo:
la visita de Saúl a la mujer de Endor.
Hay quienes sostienen que los espíritus de los muertos vuelven para comunicarse
con los vivos. Para ellos, el espíritu de Samuel respondió a la invocación de la
médium. Pero una comunicación de Samuel, hablando como profeta, indirectamente ha-
bría sido una comunicación de Dios, y se declara expresamente que el Señor rehusaba
comunicarse con Saúl (l Sam.28:6). Saúl fue muerto "porque consultó a una adivina,
y no consultó a Jehová"(l Crón. 10:13, l4).
La enseñanza de que los espíritus de los muertos vuelven para comunicarse con
los vivos se base en la creencia de que el espíritu del hombre existe en estado
consciente después de la muerte y que, en realidad, ese espíritu es el nombre Mismo.
La Biblia enseña claramente que, al morir, el espíritu vuelva a Dios que le dio
(Ecl. 12:7) pero el AT enfáticamente niega que ese espíritu sea una entidad cons-
ciente (Job 14:21; Sal. 146:4; Ecl. 9:5,6).
1 Pedro 3:18-20
2 págs.
En el versículo 18 nos explica que después de morir Jesús para nuestra salva-
ción, fue "vivificado en espíritu". ¿A qué espíritu vivificador se refirió el
apóstol Pedro? En Romanos 8:11 encontramos la respuesta: "Y si el Espíritu de aquel
que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora
en vosotros". Por esto es claro que Pedro se refería al Espíritu Santo que le levantó
de los muertos. Sigue el verso 19 diciendo: “En el cual (o sea el Espíritu Santo)
también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobe-
decieron..."
¿Quién fue el instrumento del Espíritu Santo para predicar a los antediluvia-
nos? "Noé, pregonero de justicia..." (2 Pedro 2:5). Él fue el que predicó el
mensaje de salvación por 120 años, y fue guiado para ello como todos los profetas
de Dios que "hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21).
¿Por qué dice "espíritus encarcelados"? Sin duda se refiere a los antedilu-
vianos encarcelados en sus pecados. Los cristianos de aquellos tiempos solían refe-
rirse al pecador como un ser "encarcelado". Jesús dijo: "La verdad os hará libres"
(San Juan 8:32). El apóstol San Pablo afirmó: "Y libertados del pecado, vinisteis a
ser siervos de justicia". "Mas ahora habéis sido libertados del pecado..." (Romanos
6:18,22). Así pues San Pedro está refiriéndose a los antediluvianos encarcelados
en sus pecados.
Alguien podría pensar que queremos forzar una explicación, pero no es así, lo
único que hacemos es respetar la doctrina de las Escrituras sobre la naturaleza del
hombre en la muerte y recordar expresiones propias de la época de los apóstoles. De
77
lo contrario, tendríamos que aceptar el dogma del purgatorio, donde una prédica de
tal naturaleza hubiera sido razonable. Pero el purgatorio no aparece en las ense-
ñanzas bíblicas. Además, tendríamos que explicar la parcialidad de Jesús al hacer
acepción de personas, dado que en esa supuesta visita a muertos que viven, solamente
atendió a los antediluvianos y no a los demás. La explicación que damos concuerda
con todas Las Escrituras sin contradecir ninguna de sus enseñanzas. (Si deseara más
información sobre la naturaleza del hombre en la muerte, pida el folleto Después de
la muerte ¿qué?)
LA VOZ DE LA ESPERANZA
Box 55
Los Ángeles, CA, 90053
78
1 Corintios 15:29
3 págs.
No hay duda que este es un texto difícil de entender. El apóstol Pedro reco-
noció que había algunas cosas escritas por el apóstol Pablo que eran "difíciles de
entender" (2 San Pedro 3:15,16). Y hoy se complican un tanto cuando se sigue una
manera equivocada de explicar la Biblia, es decir quererla explicar para que con-
cuerden esos escritos con doctrinas equivocadas basadas en conceptos no bíblicos,
pero que son comunes en la manera de pensar de los cristianos de nuestros días.
Para entender este pasaje nos ayuda definidamente el Nuevo Testamento, na-
ciéndonos saber que la palabra "bautizar" puede tener dos significados, el relacio-
nado con el rito del bautismo por inmersión, y el de una confrontación con la muerte.
Jesús mismo hizo referencia a este "bautismo" que era diferente al que había recibido
en el río Jordán. En San Mateo 20:22,23 y San Marcos 10:38,39, se recuerdan las
palabras con que Jesús se dirigió a sus dos discípulos, Juan y Santiago, cuando a
través de su madre le pidieron lugares de privilegio en su reino. Les dijo: "A la
verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que soy bautizado, seréis bauti-
zados..." (San Mateo 20:23). Es obvio que cuando dijo estas palabras no se refería
al bautismo por agua, porque habló de él no solo como presente, sino también como
algo futuro: "De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que
se cumpla! (San Lucas 12:50). Estas referencias nos explican que en los días apos-
tólicos la palabra "bautismo" tenía esos dos significados: el rito simbólico del
bautismo por inmersión y la constante confrontación con la muerte por causa de la
predicación del Evangelio tan resistido en aquellos días.
"De otro modo, ¿qué harán los que..." A quiénes se refiere este pronombre
"los"? No hay duda que es a los apóstoles o predicadores del Evangelio como lo era
él. Lo demuestran con claridad los versículos siguientes, del 30 al 32.
"...por los muertos" En este caso es evidente que se trata de los muertos
espirituales. Como ya lo indicamos, el apóstol Pablo solía referirse de ese modo al
señalar a los que vivían en el pecado y por lo tanto sin esperanza de salvación o
sin vida espiritual.
Teniendo presente estas consideraciones podríamos leer el texto así: “De otro
modo, qué harán los que (predican el Evangelio) que se bautizan (que corren riesgos
de muerte) por los muertos (en el pecado)? O dicho en otra forma, pero utilizando
el pensamiento del apóstol, diríamos: “De modo que si no hay resurrección, ¿por qué
los mensajeros del Evangelio correrán continuamente riesgos de muerte en favor de
los pecadores, si de todos modos están destinados a morir?"
Siendo así, que el hombre muerto está "durmiendo", o sea en estado incons-
ciente, no puede aceptarse que uno pueda hacer algo bautizándose por él. Si una
persona murió en sus pecados, el muerto no podrá cambiar su condición porque alguien
se bautice por él. Porque "los muertos nada saben, ni tienen más paga... porque en
el Seol (sepulcro), adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría"
(Eclesiastés 9:5,10).
que sería un acto realizado en contradicción flagrante con la doctrina del bautismo
cristiano y con la naturaleza del hombre en la muerte.
Gracias a Dios que su Palabra nos ayuda a que la entendamos bien, y en este
caso nos muestra claramente que la palabra bautismo tiene dos significados, que
serán fáciles de deducir ateniéndonos al contexto. En el caso de 1 Corintios 15:29
es bien claro, dado que en los versículos que siguen (30-32) refiere ese constante
riesgo de muerte para salvar a los muertos en sus pecados.
81
5 págs.
"No creo en la doctrina del tomento eterno porque los santos nunca condena-
rían a sus semejantes a una tortura sin fin. Ellos participarán en el juicio, pero
su sentido de justicia no los permitiría dictar una sentencia semejante. Haga la
prueba el lector pensando en sí misino acerca de ese punto. Tome al peor pecador
que conozca o un ser querido que no esa cristiano, ¿Cómo puede uno creer que la
justicia no será jamás satisfecha, sino que después de interminables sufrimientos
los santos todavía seguirán siendo conscientes de que los pecadores deben conti-
nuar en el tormento? Semejante suposición no coincide con lo que conocemos acerca
de Dios y de los hombres.
"No creo en la doctrina, del tormento eterno porque resulta, irreconciliable con
el cuadro que la biblia nos presenta de Cristo, Cuando estaba en la tierra, tomó a
los niñitos en sus brazos y los bendijo, ¿Tomará ahora a esos niñitos y los que-
mará durante la eternidad? Tendremos que aceptar a un Cristo o al otro, pero no a
ambos.
"No creo en la doctrina, del tomento eterno porque nos despoja de nuestro Dios de
amor y en su lugar nos da un ser cuya ira nunca se apaga. La clara y firme inten-
ción de nuestro Padre es librarnos del pecado. Pero su interés por nosotros es
84
"No creo en la doctrina del tomento eterno porque implica una mancha miserable en
el universo durante toda la eternidad, e inhabilita a Dios mismo para suprimirla.
La doctrina del tormento eterno inmortaliza y perpetúa el pecado, el sufrimiento,
la tristeza, y de esa manera contradice y anula la declaración divina de que lle-
gará el tiempo cuando estas cosas no existirán más.
"Rechazo la doctrina del tormento eterno porque obligaría, a los santos a vivir
eternamente con la terrible conciencia de que en alguna parte del universo seres
semejantes a ellos están sufriendo el tomento, que ellos mismos han dictaminado
ese juicio, y que no pueden revocarlo. Con esa, pesada carga en el alma, no podrán
disfrutar las glorias de la tierra nueva.
"No creo en la doctrina del tomento eterno porque envilece el carácter de Dios y -
también limita su poder. Le presenta perpetuamente el tormento, o porque eso está
de acuerdo con su carácter, o porque es impotente para, detenerlo que no aprueba.
"¿No obstante, muchos de esos herejes eran testarudos y no querían salvarse. ¿Qué
debían hacer los inquisidores? De acuerdo con la doctrina de la iglesia, los here-
jes caerían en las manos de un Dios airado, y su suerte sería la tortura eterna.
Pero, si se ejercería suficiente presión sobre ellos quizás se conseguiría que al-
gunos se retractaran y aceptaran la fe ortodoxa. ¿Qué mal habría en quemarlos a
fuego lento para darles tiempo de retractarse antes de que se extinguiera la vida?
Su sufrimiento podría durar cuando mucho algunas horas, y seria tiempo bien apro-
vechado. Si el quemarse una hora los salvara luego de quemarse durante la eterni-
dad, ¿no sería castigo menor, un acto de misericordia más bien que una: horrible
tragedia? Así razonaban esos hombres, y sobre esa base, justificaban la Inquisi-
ción. El diluvio de sangre que inundó al mundo en los siglos pasados a causa de la
Inquisición, las indescriptibles torturas perpetradas en el nombre de Cristo a in-
defensos hombres y mujeres, los millones que se han apartado de Dios porque no po-
dían y no pueden amar a un Ser que trata así a sus propias criaturas, son resulta-
dos que pueden ser atribuidos a la doctrina del tormento eterno.
"Dios no desea que los pecadores vivan eternamente. En el mismo comienzo, después
de la caída del hombre, colocó querubines que guardaran el camino al árbol de la
vida, no fuera que el hombro comiera del árbol de la vida y viviera "para siempre'
(Gén. 3:22-24). ¿Traspasó el hombre la barrera? ¿Hicieron a un lado los pecado-
res a los querubines que Dios puso paras guardar el camino al árbol de la vida?
Hay solamente un camino de acceso al árbol de la, vida, y ese camino es Cristo.
85
Sólo mediante él se puede tener vida eterna. De ahí que solamente 'él que tiene al
Hijo, tiene la vida' (1 Jn. 5:12).
BIBLIOGRAFIA.
"Religious Groups in our Evangelism," part. III, "The Lutherans.'The Ministry, ju-
lio de 1956, pp. 33, 50.
Niohol, Francis,D. ed., Seventh-Day Adventist Biblie Students' Soureo .Book. pp.
581-598
86
87
EL INFIERNO. La idea de un infierno eterno, donde se dice que existen las más
terribles formas de sufrimiento mental y físico por toda la eternidad, es un concepto
heredado de la mitología pagana, cargada de dioses tiranos, vengativos y crueles.
Lamentablemente esa equivocada idea comenzó a introducirse y finalmente aceptarse
en el ambiente cristiano. Cuando se empezó a traducir la Biblia a los diferentes
idiomas, las palabras hebreas y griegas que se refieren al sepulcro, se las tradujo
en muchas ocasiones por "infierno", con lo que se confunde al estudiante bíblico.
La Biblia nos enseña que cuando Dios permite sufrimiento o pruebas es para
purificar nuestra fe (1 Pedro 1:6,7). Que su amor nunca admite pruebas mayores de
las que podamos soportar (1 Corintios 10:13). Que nos disciplina porque nos ama y
quiere prepararnos para la salvación. Y que cuando "deja sin disciplina de la cual
todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos" (lea Hebreos 12:4-
11). Sin embargo, el amor de Dios sigue esperando, pues no quiere que nadie se
pierda, sino que todos se arrepientan (2 Pedro 3:9).
Frente a este claro proceder de Dios nos preguntamos: ¿Qué objeto tendría Dios
al hacer sufrir a los impenitentes en un infierno eterno? Esas pobres criaturas
endurecidas en el pecado ya no buscarán al arrepentimiento, ¿para qué entonces el
sufrimiento? ¿Es que Dios sentirá placer en hacer sufrir a los malos por la eterni-
dad? Por otra parte. Jesús dijo que cuando regrese "pagará a cada uno conforme a
sus obras" (San Mateo 16:27). ¿Será un pago conforme a sus obras el que pecadores
que apenas vivieron unas décadas, nunca jamás en la eternidad terminen de pagar sus
faltas?
Las Escrituras nos enseñan que el fuego final será purificador (2 Pedro 3:10-
13). "Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y
todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho
Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama". Y los malos "serán ceniza"
bajo la planta de los pies (Malaquías 4:1,3).
Con esto entendemos que los que amaron el pecado, el diablo y sus demonios,
serán destruidos para siempre. No existirá un lugar en el universo de Dios donde
por la eternidad vivirán los rebeldes. La triste historia del pecado habrá terminado
para siempre. Y ahora la explicación a los textos indicados en la pregunta.
88
En la Biblia tiene ese sentido. En Judas 7 dice: "Como Sodoma y Gomorra y las
ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e
ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el
castigo del fuego eterno". Ese "fuego eterno" no está quemando todavía. Se Conoce
el lugar donde estaban esas ciudades en Palestina, pero allí no hay fuego. Sólo se
observa que ese fuego es eterno en sus resultados, porque nunca más se han edificado
esas ciudades, ni hay planes de hacerlo, porque el lugar donde estaban edificadas
ha sido inundado por las aguas del Mar Muerto.
El apóstol Pedro confirma esto cuando dice que Dios "condenó por destrucción
a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas por ejemplo
a los que habían de vivir impíamente..." (2 Pedro 2:6). Siendo ese "fuego eterno"
"ejemplo a los que habían de vivir impíamente", nos demuestra que así como esas
ciudades fueron destruidas para siempre, así será con el diablo", sus ángeles y los
que insistieron en su rebeldía, serán destruidos para siempre. El fuego eterno, es
eterno en resultados.
Y SERAN ATORMENTADOS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS (Apocalipsis 20:10). Obsér-
vese que el verso 9 dice que "de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió".
Una cosa consumida no puede seguir quemando. Por lo tanto es lógico concluir que la
expresión "serán atormentados por los siglos de los siglos" tiene el mismo sentido
que la expresión "fuego eterno" o "fuego que nunca se apagará".
Se trata del fuego que cumple la misión de destruir el pecado y a los pecadores
para siempre. Arderá hasta no dejar "ni raíz ni rama", hasta que sean "ceniza",
hasta que sean "consumidos". Entonces se apagará solo, como se apagó el "fuego
eterno" que consumió a Sodoma y Gomorra, y como se apagó el fuego que "no se apagará"
que en los días de Jeremías destruyó puertas y palacios de Jerusalén. Se trata de
un fuego eterno en sus resultados. Arderá hasta que el pecado y sus consecuencias
hayan quedado destruidos para siempre jamás, por los siglos de los siglos.
LA VOZ DE LA ESPERANZA
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ISAIAS 66:24
24 "Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaren contra mí;
parque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo
hombre".
Problema:
Correcto:
Este verso debe ser entendido a la luz de los principales delineados en los
comentarios de Isaías 65:17. El lenguaje es más que evidente que la descripción de
Isaías de como los cielos nuevos y la tierra serán establecidos si la nación de
los judíos aceptaban el desafío de su destino. Estas palabras de Isaías no deben
ser tomadas para aplicarse directamente al estado de la nueva tierra futura. Se-
cundariamente la aplicación debe ser hecha en armonía con los estatutos de los es-
critores inspirados posteriores quiénes nos han informado a nosotros de los propó-
sitos eternales de Dios que se llevarán a cabo a través de la iglesia que están.
Aquellos quienes aplican este verso al eternal punición de las almas en un in-
fierno siempre hirviendo harán bien en notar que estos cuerpos que están siendo
observados no sentenciados cuyas almas no están en sus cuerpos en tormentos hace
que una aplicación de esas sea mal aplicada la profecía.
Algunos han entendido que esta expresión está figurativamente denotando una
vida sin final para les malvados.
Una transliteración o una traducción sugerida del tiempo hebreo que conviene
mostrar esta forma del significado es: Su gusano que no ha muerto todavía.
1 CORINTIOS 15:29
29 "De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en
ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por -pué, pues se bautizan por los muer-
tos?
Problema:
Correcto:
En este versículo Pablo hace referencia al rito normal del bautismo, expli-
cado en Rom. 6:1-10 como el símbolo de nuestra muerte y resurrección con Cristo,
ya que estamos unidos con él por la fe. ¿Cuál es el símbolo del bautismo? Todos
los corintios sabían que expresaba no sólo la muerte del creyente con Cristo, sino
también su resurrección a nueva vida en unión con Aquel que murió y resucitó.
Ahora ¿Qué deberían hacer los que son bautizados para los muertos si los
muertos absolutamente no resucitarán? ¿De qué utilidad es esta ordenanza?
1 PEDRO 3:18-20
Problema:
Correcto:
ISAIAS 66:24
2 págs
En el cap. 65:17-25 Isaías describe los cielos nuevos y la tierra nueva que
habría existido si el pueblo de Israel hubiera hecho caso a los mensajes de los
profetas y hubiera cumplido el propósito divino después de que volvió del cautiverio.
Israel fracaso. Por lo tanto este pasaje en su aplicación secundaria describe los
cielos nuevos y la tierra nueva que existirán después del milenio. Sin embargo,
debería entenderse que la descripción se refiere en primer término a la situación
de Israel, solo puede hacerse la aplicación secundaria a la luz de lo que escribieron
en cuanto a la vida futura los autores del N.T. Cuando se sigue este principio de
interpretación el pasaje no presenta ningún problema
Por otra parte, si se intenta aplicar todos los detalles del pasaje a los
cielos nuevos y tierra nueva del futuro, aparecen varias dificultades.
2) Según Is 65:23 siguen naciendo niños. En los cielos y la tierra que esperamos
"los que fueron tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo… ni se casan ni se
dan en casamiento (Lc. 20:35) El contenido de este pesaje es demasiado claro
como pare ser mal aplicado.
3) Según Is. 64:23,24 los que van camino de Jerusalén contemplan los cadáveres
de los que han pecado contra Dios mientras que en los Cap. 20-22 de Apocalipsis
leemos que los fuegos del gran día final quemarán completamente la tierra
antes que los redimidos hagan en ella su hogar.
Habrá cielos nuevos y tierra nueva, pero la manera en la cual surgirán será
algo diferente, ya que los propósitos de Dios, en vez de cumplirse mediante Israel
como nación escogida, se cumplirán mediante la iglesia cristiana.
"Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaren contra mí;
parque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo
hombre". Is. 66:24
Esta es otra evidencia que Isaías estaba describiendo lo que serian los cielos
nuevos y tierra nueva si la nación judía hubiera aceptado su destino divino.
Antes de que la tierra nueva de la que habla Juan (Ap. 21:22) se convierta en
morada de los justos y adoradores vayan a la Nueva Jerusalén a dar culto, todo
94
rastro del pecado habrá sido eliminado y no quedaran cadáveres que dañen la perfec-
ción de ese Edén restaurado. (1 Pedro 3:10). Por eso las palabras de Isaías no
pueden considerarse como aplicables a la situación de la futura tierra nueva.
De esta manera la Biblia define lo que es fuego que nunca se apagará. Además
debía de tenerse en cuenta que el hebreo de Is. 66:24 es poético, y las dos frases:
"su gusano no morirá" y "ni su fuego se apagará" son expresiones paralelas. El
significado de la segunda frase, claramente definido, sugiere pues la interpretación
que debía darse a la primera.
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Apocalipsis 14:10-11.
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Apocalipsis 14:10-11.
Problemas: La frase problemática es: "Y será atormentado con fuero y azufre delante
de los santos ángeles y del cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos
se los siglos. Y no tienen reposo ni de día ni de noche.
"Es ahí donde los impíos sufrirán su castigo eterno a fuego lento", comenta la
gente. Sin embargo, ¿cómo es posible que un Dios misericordioso y justo va agradarse
de tal escena?
Explicación: El contexto nos indica que el tercer ángel se dirige con su amonestación
a todos los adoradores de la bestia, tanto a los adeptos por convicción como a los
simpatizantes por cobardía. No solo han traicionado a Días y a su ungido, sino
también a sí mismos, que son imagen de Dios, (Gen 1:26), y por ser cristiano también
la imagen de su hijo, que les había sido impresa como un sello en el bautismo. Como
una manifestación pública fueron bautizados mostrando que amaban a Dios y a su ley,
y que serían fieles observadores, del cuarto mandamiento que Dios les daba como
señal para que ellos supieran que él era su Dios. Con tal desafío se les dará a
beber el vino de la ira de Dios "Puro”, sin mezcla, es decir, no adulterado; el
juicio descarga sobre ellos sin piedad ni misericordia. La descripción de su castigo
trae a la memoria la destrucción de Sodoma y Gomorra (gen. 19:24): como los habi-
tantes de esas ciudades, serán atormentadas en el fuego y azufre, la única diferencia
es “en presencia de los santos ángeles y en la presencia del cordero”, porque ellos
son testigos de lo que hicieron para salvarlos y dice en hebreos 1:14 “enviados para
servir a los que van a heredar la salvación”. Existe la plena convicción de que
ellos y nadie más que ellos -son culpables de su propio destino, su odio se vuelve
ahora contra ellos mismos.
En apocalipsis 14:11 para siempre jamás, Génesis aionas aionon ,literalmente hasta
de los siglos de los siglos" Esta expresión puede compararse con la frase eis ton
aiona, "hasta el siglo" generalmente traducido para siempre (véase Mateo 2l:l9;
Marcos 3:29; Lucas 1:55) o la frase eis tous aioñas, literalmente traducida "para
siempre" (Lucas 1:33; Romanos 1:25;11:36) o el adjetivo aionios, "que cura por los
siglos” generalmente traducido "eterno" (Mateo 18:18; 25:41,46). Las expresiones
eiston aiona y eis tous aionas no indican necesariamente una existencia eterna.
manera que si se usa la expresión eis ton aiona, "hasta su edad" sería posible
concluir que el castigo sería solamente momentáneo.
La expresión compuesta demuestra que el tormento será por cierto período, pero no
interminable, por supuesto, según es evidente de otro pasaje que de la escritura
que demuestra que la suerte final de los impíos será el aniquilamiento. (Véase Mateo
10:28, Apocalipsis 20:14)
Para entenderlo mejor ¿Están Sodoma y Gomorra siendo todavía quemada en fuego y
azufre eternamente? R: No, porque el fuego de Dios es eterno porque él es eterno.
El fuego permanecerá mientras tenga algo que quemar.
La figura del humo que se compara con Isaías 34:10, donde se describe la desolación
de Edom. "perpetuamente subirá humo", la tierra se convierte en un desierto desolado
habitado con animales salvaje (V. 10-15); la figura denota completa destrucción.
Reposo, Gr. Anapousis, "cesación", "descanso", es que durante el castigo que continúa
hasta que sobreviene la muerte, no habrá interrupción del castigo. Día y noche, es
decir, de día no de noche. El tiempo no importa, el tormento es continuó.
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Eclesiastés 12:7 "y el polvo vuelva a la tierra como era, y el espíritu vuelva a
Dios que lo dio"
Problema: Este es uno de los textos de los cuales muchas personas lo usan para
apoyar la inmortalidad del alma.
Me da mucha tristeza cuando escucho personas decir cuando algún ser querido
muere: "Pobre muchacho, ahora por su maldad su alma le tocará andar penando".
Otros aseveran: "Al fin terminó su aflicción en esta tierra, porque ahora se
esta gozando ante la presencia de Dios."
Solución:
En otras palabras no habrá más muerte ni dolor porque el alma del hombre será
transformada en un ser inmortal.
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente."
creación del alma del hombre fue una nueva obra de Dios en el estricto sentido de
la palabra. Jehová, "sopló en la nariz del hombre aliento de vida, y fue el hombre
un ser viviente".
Los dos elementos son el cuerpo y el alma o espíritu de vida que Dios sopló
en hombre y mediante la combinación de estos dos, el hombre se convirtió en un alma
viviente. Lo que significa "un ser viviente".
Hebreo:
Conclusión:
En Gen. 2:7, encontramos el origen del hombre como alma o ser viviente. Este es el
principio de vida. Ahora, en Eclesiastés 12:7 encontramos lo inverso del principio
de vida en hombre. Este sería entonces el principio de la muerte. Es decir:
Adama - Ruaj = Shallim (alma) Adama - Neshamah = Shallim.
Notamos, pues, que cuando el espíritu de vida que Dios dio al hombre, vuelve a
Dios quien lo dio al principio, el hombre deja de existir, cesa de ser.
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Problema: Se usa este texto para decir que cuando Cristo venga en su Segunda
Venida, traerá con él a la tierra a los muertos en Cristo, o sea a las almas que
están en el cielo con él para unirse con los cuerpos que Cristo ha de resucitar.
Esto demostraría que los muertos están con Dios y con Cristo en el celo desde el
momento de su muerte.
Problema:
La frase problemática es:... Así también traerá Dios con Jesús a los que
durmieron en él."
Explicación:
Así también llevará Dios con Jesús a los que habiendo dormido en él
La palabra Gr. ἄξει tiene su raíz, ἕΧω del presente; mientras que el anterior
está en futuro, que expresa una acción simple (indefinida) o continúa más
adelante.
En este caso su futuro seria puntual.
Puntual: Puesto que la acción ocurrirá en momento dado, sin cuestión de dura-
ción.
Ej: S.Jn. 14:26 πέμψει, el Padre enviará en un momento dado al Espíritu Santo.
De igual manera ἄξει, Jesús traerá o llevará a los que durmieron en él, en un
momento dado sin cuestión de duración.
Concluimos que cuando Jesús se manifieste por segunda vez, será sin relación
al pecado, sino para salvar a los que lo esperan, (Heb. 9:28).
Y ¿Quienes le esperan? - Los muertos en Cristo y los justos vivos,(1 Tes. 4:
16-17).
Es en el segundo regreso de Cristo en que el hombre adopta la inmortalidad, 1
Cor.15:51-54.
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1. Marcos 9:43-48
El fuego que no se apaga y el gusano que nunca muere.
EL FUEGO ETERNO
Por Francisco Castro
Mat.25:41
a. El contexto nos enmarca en el día del juicio final, por lo tanto las
acciones ocurren es ese tiempo.
b. La palabra para fuego eterno es "pur aionios" cuya idea es de perduración
definida, por las edades duraderas en el sentido de ser continuo y no a
cambios caprichosos. Algunos papiros griegos contiene numerosos ejemplos de
emperadores romanos que son descritos como aionios. La referencia es la
continua naturaleza de su cargo que tuvieron de por vida. Aionios expresa
literalmente edad duradera, permanencia o perpetuidad limitada, la duración
de aionios podría en cada pasaje determinado por la naturaleza de la persona
o cosa descrita.
En el caso de Tiberio Cesar por instancia aionios describe un período de 23
años que es el tiempo de su ascensión hasta su muerte.
c. En el Nuevo Testamento aionios es usado para describir la muerte siguiendo
este principio la cualidad duradera de aionios es determinada por la persona
o cosa a la cual se refiere, por eso Juan 3:16 tiene el sentido de recompensa
de los justos como vida eterna que no tiene fin y la de Rom. 6:23 es la
recompensa de los impíos, es muerte que no puede retornar más o sea muerte
final.
En conclusión, el fuego eterno, no significa que es de interminable dura-
ción, por ejemplo en Judas 7 se usa aionios que destruyó a Sodoma y a Gomorra,
se quemó hasta que el fuego las terminó de devoras, lo demuestra 2 Pedro 2:6. El
término Eterno en hebreo es Clam y significa lo mismo; fuego que dura hasta que
termina de consumirse, en su vida o su naturaleza.
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Gén.9:3 "Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y
plantas verdes, os lo he dado todo".
Algunos usan este texto para tratar de mostrar que se puede comer todo tipo de carne sin
distinción alguna, porque Dios así lo permitió. Esto es un error. No es un consumo sin restricciones
y sin límites de toda clase de animales. La frase "todo lo que se mueve" excluye claramente el comer
cadáveres de animales que habían muerto o habían sido muertos por otras bestias, lo que más tarde
prohibió específicamente te la ley mosaica (Ex.22:31; Lev.22:8). Aunque no se menciona en este
texto la distinción entre animales limpios e inmundos, eso no significa que era desconocida para
Noé. Ya Dios había dado instrucciones explícitas a Noé de introducir siete parejas de animales
limpios al arca, mientras que debía introducir una sola pareja de animales inmundos, o sea sólo el
macho y la hembra "para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra" (Gen.7:2-3). Si este
texto permitiese comer indiscriminadamente todo tipo de animal, al matar un animal inmundo inmedia-
tamente después del diluvio eso hubiese significado la extinción de la especie, ya que tan sólo
había una pareja viva. Es claro por lo tanto que este permiso de comer carne no podía incluir la
carne de animales inmundos, ya que eso iría en contra del mandato anterior de conservar viva la
especie sobre la tierra.
El mismo Noé al salir del arca después del diluvio sacrificó de todo animal limpio y de toda
ave limpia (Gen.8:20). La inmutabilidad del carácter de Dios (Sant.l:17) no nos permite interpretar
este pasaje como un permiso para comer cualquier tipo de animal. Los que eran inmundos para un
propósito no podían ser limpios para otro. Por lo tanto, este permiso de consumir carne debe
entenderse teniendo en cuenta la distinción de animales limpios e inmundos que Noé conocía perfec-
tamente.
Si Dios permitió comer carne, ¿por qué los adventistas enseñan el vegetarianismo? En primer
lugar, no quiere decir que fue por este permiso de Dios el hombre comenzó por primera vez a consumir
carne. Los antediluvianos eran carnívoros (Counsels on Health, p.l09).* Dios solamente autorizó
ahora, después del diluvio el que esa práctica se llevase a cabo, ya que ahora se había convertido
en una necesidad, pues toda la vida vegetal había sido destruida por el diluvio y tomaría tiempo el
que las semillas conservadas por Noé creciesen hasta producir alimento y los árboles hasta crecer
para dar fruto.
No fue la voluntad original del Creador que sus criaturas se comieran entre sí. Él le había
dado al hombre plantas, frutas y semillas como dieta original (Gen.1:29). El que creó al hombre sabe
cuál es la mejor dieta para su organismo. Con la destrucción de toda vida vegetal y con el agotamiento
de las reservas de alimentos que fueron llevados al arca, surgió una emergencia a la que Dios hizo
frente dando permiso para comer la carne de animales limpios. Previendo esto, Dios había dado órdenes
de introducir siete parejas de animales limpios al arca (Gen.7:2). Podríamos aplicar aquí el texto
de Mat.l9:8 donde Cristo explica sobre la autorización para el divorcio dada por medio de Moisés,
diciendo que "al principio no fue así". Lo mismo podríamos decir de la dieta carnívora, "por la
dureza de vuestros corazones Dios permitió comer carne, mas al principio no fue así" (cf. Mat.l9:8).
En verdad Dios permitió a esa raza longeva el consumo de carne para acortar la vida pecaminosa de
esas gentes (CRA p.446).
Los que nos estamos preparando para el cielo, para vivir en un ambiente sin pecado, ni muerte,
hemos recibido instrucciones especiales de Dios de abandonar el consumo de carne. "Los que esperan
la venida del Señor, con el tiempo eliminarán el consumo de carne; la carne dejará de formar parte
de su régimen." (CRA, p.454).
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Romanos 14:14-20
Los adventistas que enseñan que no han de comerse ciertos alimentos, ¿no están en contra del
consejo del apóstol Pablo dado en Romanos 14:14-20?
Sinceramente, creemos que no, pues la enseñanza de la Iglesia Adventista en materia alimen-
taria propende a una reforma en los hábitos de vida a fin de lograr un mejor estado de salud. Enseñar
a los creyentes a vivir en forma saludable no los aparta de Cristo, sino que contribuye a acercarlos.
Estas reflexiones nos permiten comprender que el apóstol no se refería en este texto a comidas
sanas que favorecen la salud de los que desean aceptar al Señor.
Tampoco va en contra de una enseñanza que promueva la salud el texto 17: "Porque el reino de
Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo". La justicia, la paz
y el gozo verdaderos se disfrutan en plenitud cuando vivimos sanos física y espiritualmente. Mucha
verdad hay en el antiguo adagio: "Mente sana en cuerpo sano".
Dios desea que gocemos de salud (3 S. Juan 1, 2). Hoy sabemos que la salud no es el resultado
de la buena o de la mala suerte, sino de la obediencia a principios definidos que establecen hábitos
correctos de trabajo, de vida y de alimentación. La mayoría de las enfermedades inician su proceso
en costumbres equivocadas al comer y beber. Por eso, Dios dijo que la obediencia a sus mandamientos
referentes a la vida física, evitaría que fuéramos víctimas de enfermedades comunes a los paganos
(Éxodo 15:26). Cuando Dios enseñó a sus hijos cuáles eran los animales que podían usarse como
alimento, y cuáles no (véanse Levítico 11 y Deuteronomio 14), no tuvo el propósito de castigarlos
quitándoles de la mesa platos deliciosos y saludables, sino de liberarlos de agentes infecciosos.
Si en aquellos tiempos los animales inmundos ya eran elementos dañinos para la salud, ¡cuánto más
ahora que se han multiplicado las enfermedades entre ellos!
El uso de la palabra "inmundo" en las Escrituras es muy significativo. Notamos que así se
llamaba también a los leprosos (Levítico 13:3). "Inmundo" significaba "contagioso". Hoy se sabe que
los animales señalados como inmundos son fuente de contagio de enfermedades. Por lo tanto, el
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colaborar con Dios en favor de la salud de sus hijos no es poner obstáculos a aquellos por los
cuales Cristo murió.
Dicho esto, aun podría decírsenos que el apóstol no está desacuerdo con esa lista de animales
limpios e inmundos, puesto que dice que "de suyo nada hay inmundo" y que "todas las cosas a la
verdad son limpias" (vers. 14, 20). Si aceptáramos que el apóstol considera equivocadas las indica-
ciones de Dios dadas en Levítico 11 o en Deuteronomio 14, la sorprenderíamos en una contradicción
pues él mismo dice que las escrituras son útiles para enseñar y corregir 2 Timoteo 3:16), afirma que
"las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron…"(Romanos 15:4). Siendo
que en ese tiempo solo existían los escritos del antiguo testamento, sería aventurado pensar que el
apóstol estaba contra la enseñanza bíblica respecto de lo limpio y lo inmundo. Los versículos 14 y20
se refieren –evidentemente—al alimento saludable que los débiles en la fe señalaban como impropio,
condenando su uso como un acto pecaminoso.
Por otra parte, si pretendemos la expresión "todas las cosas a la verdad son limpias", no
excluye nada, acusaríamos a San Pablo de haber cometido una tremenda equivocación, pues bien sabemos
que no “todas las cosas” son limpias y comestibles. Hay muchas cosas que, por repugnantes, provocan
nauseas al pensar en ellas; otras cosas son venenos violentos; ciertas cosas producen enfermedades;
y aún hay cosas que sencillamente no se pueden comer. Así que, forzosamente, la frase "todas las
cosas" en la mente del apóstol debió haber tenido un límite.
Y aquí... otra vez volvemos a la importancia del contexto, para ayudarnos a descubrir ese
límite. Los creyentes que el apóstol describe como "débiles en la fe", enseñaban que algunos de
los alimentos impíos no debían comerse en ciertos días. Comerlos era un pecado, según ellos. A
"todas" estas cosas limpias se refiere San Pablo, y no a otras que no tenía en mente al escribir la
frase. Salir de esa conclusión es colocarnos contra la sabia advertencia: "un texto sin su contexto,
es solamente un pretexto". En este caso sería un pretexto para permitirnos el uso de algo que
atentaría contra nuestra salud, dejándonos abierto el camino a fin de justificar cualquier otra
costumbre incorrecta en relación a la alimentación.
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El texto que dice "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la
boca, esto contamina al hombre" (San Mateo 15: 11), ¿nos autoriza a comer de todo sin las
restricciones señaladas en el Antiguo Testamento?
En primer lugar observemos que Jesús llegó a esa declaración para responder a una pregunta
de unos escribas y fariseos: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque
no se lavan las manos cuando comen pan" (versículo 2). A esta pregunta Jesús respondió con otra para
hacerles notar que lo que contamina al hombre es la desobediencia a los mandamientos de Dios que
ellos quebrantaban amparándose en sus tradiciones y no en un rito ceremonial como el de lavarse las
manos (versículos 3-10).
Ahora bien, contestando a la pregunta que se nos hace, lo haríamos con otra. ¿No es un mal
pensamiento proponernos comer lo que sabemos que es perjudicial para la salud? Por supuesto que sí,
pues Dios en su amor nos señaló cuáles eran los animales impropios como alimento (Levítico 11). Nos
dio un buen número de leyes higiénicas para preservarnos con salud y nos explicó que si las
obedecíamos "ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios, te enviaré a ti; porque yo soy
Jehová tu sanador" (Éxodo 15:26). Nos advirtió el mal del alcoholismo (Proverbios 20:1; 23:29-
32; 31:4,5). Nos enseñó que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo "comprados por precio".
¡Qué precio! Y nos aclaró que "si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque
el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (1 Corintios 6:19,20; 3:16,17). Hoy la
ciencia médica está de acuerdo con cada uno de estos principios de las Escrituras y felizmente nos
señala otros males que aparecieron después de los profetas y apóstoles, como el tabaquismo, bebidas
estimulantes y drogas.
Frente a estas observaciones tenemos que reconocer que cada vez que deseamos participar de
algo que daña nuestro cuerpo, ha salido primero el "mal pensamiento" contaminador. No nos contami-
namos con las bebidas alcohólicas cuando entran por la boca, sino que ya estábamos contaminados
cuando salió el mal pensamiento que las codició.
Hoy sabemos con toda certeza que las enfermedades que más tributo de muerte cobran son las
enfermedades de nutrición, es decir, las que se inician con una alimentación equivocada: comidas
impropias, bebidas alcohólicas, el tabaco, bebidas estimulantes, drogas, etc. Todo esto está entre
las causas principales de enfermedades evitables, pero provocadas por "los malos pensamientos" que
inducen a usar lo que le conviene.
Siendo así, de ningún modo podemos admitir que las palabras de Jesús nos autorizan a abandonar
los sabios consejos de su Palabra, permitiéndonos comer o beber lo que perjudica nuestra salud. Al
contrario, esas palabras son como una admonición a que desechemos todo "mal pensamiento" permitiendo
que buenos pensamientos impidan que las cosas perjudiciales entren por nuestra boca.
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Este texto suele mencionarse para indicar que la enseñanza de la Iglesia Adventista refe-
rente a una reforma en la alimentación está equivocada. Un sencillo análisis del texto nos indi-
cará su verdadero significado.
En primer lugar, dice que "prohibirán casarse" (verso 3). La Iglesia Adventista aprueba el
matrimonio cristiano en todos, señalando como valioso el consejo bíblico de 2 Corintios 6:14-16.
Luego agrega que "mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó..." El alimento que Dios creó
para el hombre está indicado en Génesis 1:29, "todo planta que da semillas" y "todo árbol en que
hay fruto que da semilla". Posteriormente, al quedar destruida la tierra por el diluvio, Dios ad-
mitió el uso de la carne (Génesis 8:3). Aunque allí no se dan los detalles, descubrimos que Noé
conocía los animales limpios e inmundos, porque de los primeros entraron en el arca siete parejas
y de los inmundos una sola (Génesis 7:2). Moisés recibió la orden de dejar escrita la lista de
cueles eran los animales inmundos. La encontramos en el capítulo 11 de Levítico y en el 14 de Deu-
teronomio.
¿Por qué las Escrituras señalan a esos animales como inmundos? Encontramos la razón al de
cubrir que a los leprosos también los consideraban "inmundos" (Levítico 13:3, 15,44 y otros).
Hoy señalamos a la lepra como una enfermedad contagiosa, por lo que deducimos que en la Escritura,
en este caso "inmundo" significa "contagioso". En efecto el cerdo, por ejemplo, es el único
vehículo posible para contagiar al hombre el terrible parásito llamado triquina. Sabe Dios de
cuántos otros males nos libramos cuando no usamos esos animales que él señaló como inmundos o con-
tagiosos. La enseñanza de la Iglesia Adventista sobre alimentación, se ajusta solamente a lo seña-
lado por Dios en su Palabra, o sea, el usar los alimentos que Dios creó para el hombre. Cierta-
mente nos costaría mucho admitir que la lista de animales inmundos que fue dada por Dios a su pue-
blo para sacar de su mesa platos nutritivos y deleitosos. En cambio, nos es fácil admitir que Dios
deseaba el bien de sus hijos. La obediencia a esas leyes higiénicas se reflejaría en mejor salud.
Sólo así se cumpliría la promesa divina: "Ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te
enviaré a ti; porque yo Jehová soy tu sanador" (Éxodo 15:26).
Otro detalle revelador del texto: esos alimentos debía tomarse con "acción de gracias". Dos
veces lo señala, en el verso 3 y luego en 14. ¿Qué quiere decir "acción de gracias"? Es lo que da-
mos cuando recibimos algo. ¿Podríamos darle gracias a Dios por algo que no nos dio como alimento?
Si entramos en la casa de un amigo y viéramos un pequeño florero que nos gustó mucho, y a ponerlo
en el bolsillo le dijéramos: Muchas gracias, amigo, por el florero, ¿estaríamos procediendo bien?
La acción de gracias corresponde cuando recibimos algo y o cuando lo tomamos sabiendo que no es
nuestro.
El famoso comentador bíblico Adam Clarke, fue invitado una vez a un banquete. Se le pidió
que expresara la "acción de gracias" por los alimentos. Esta fue su oración: "Señor te doy gracias
por el pan que está en la mesa, por las legumbres servidas, por las hermosas frutes: bendícelas. Y
si puedes bendecir lo que declaraste maldito como alimento, te ruego que también bendigas les le-
chones servidos. Amén". La lección es clara y evidente.
En el verso 3 se explica también que de esos alimentos por los que se dan acciones de gra-
cias participan "de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad". ¿Qué es la verdad? Je-
sús dijo que la Palabra de Dios es la verdad (San Juan 17:17). Timoteo solamente tenía a su al-
cance como Palabra de Dios el Antiguo Testamento. El mismo apóstol Pablo le dijo en la segunda
carta que le escribiera que "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instituir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16,17). En esas Escrituras estaban las
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explicaciones del alimento que Dios creó al principio y lo que el mismo Dios había enseñado a su
pueblo que no eran alimentos. Por lo tanto, como un creyente fiel y conocedor de la verdad, no
iba a dar gracias por lo que no era alimento, ni iba a prohibir lo que era alimento creado por
Dios.
Es necesario ser cuidadoso respecto a la palabra "todo" para no incluir lo que no corres-
ponde. Otro ejemplo de los escritos del apóstol Pablo podría ser el texto muy conocido: "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Si no tiene limitación el "todo" entonces en
Cristo podríamos mentir, robar, fornicar, etc. Pero es que la misma frase limita el "todo" al
afirmar que es "en Cristo". No se trata entonces de un "todo" sin límites, sino de todo lo que en-
contramos en Cristo. Del mismo modo el "todo" del versículo cuatro se refiere únicamente a lo que
Dios creó como alimento y se lo dio al hombre, por lo que puede tomarlo con acción de gracias.
Así pues, todos los cristianos haremos muy bien cuando solamente usamos los alimentos que
Dios creó como tales y nos los dio, y damos gracias por ellos, sabiendo que solamente así por la
Palabra de Dios y por la oración será santificado.
Hoy Dios nos ha bendecido extraordinariamente al permitir que los hombres conozcan muchas
cosas que antes no se sabían respecto a buena alimentación. Hoy se ha comprobado que la mayoría
de las enfermedades comienzan por una equivocada manera de alimentarnos. Son enfermedades de la
nutrición. Regularmente se dice que alguien murió del corazón, o por algo del estómago, o de los
riñones, o del hígado, o de los nervios, etc. Pero no se explica que ese corazón, o ese estómago,
o esos riñones, o el hígado, o los nervios, se enfermaron a causa de una mala dieta y malos hábi-
tos respecto a la alimentación. De manera que si alguien se interesa en enseñar a los creyentes
a usar solamente los alimentos que Dios creó para que con acción de gracias pudieran participar
los que conocieron la verdad, como lo hace la Iglesia Adventista, no está haciendo sino lo que es
la voluntad de Dios. Se está obedeciendo a la verdad, y el resultado será una mejor salud y por
ende un mejor servicio a Dios.
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La visión del apóstol Pedro relatada en Hechos 10, ¿nos autoriza a comer ahora los animales
inmundos? Para comprender la respuesta debemos analizar lo sucedido según se relata en Hechos 10 y
11:1-18.
Antes de comenzar el análisis de este acontecimiento conviene recordar que en ese tiempo
existía un fuerte sentimiento de hostilidad de parte de los judíos hacia los extranjeros a quienes
consideraban inmundos. Por lo tanto, para un judío era abominable acercarse a un extranjero. El
apóstol Pedro, como judío que era, compartió ese sentimiento.
Pedro había subido a la azotea de la casa donde habitaba, para orar. Sintiendo hambre, vio
en cisión algo semejante a un gran lienzo que descendía a la tierra en el que había toda clase de
animales limpios e inmundos, y oyó una voz que le decía: "Pedro, mata y come". Su respuesta fue
terminante: "Señor, no, porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás". Esto sucedió tres
veces (versículos 13-16). "Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría
la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, llegaron a
la puerta" preguntando por él. "Y mientras pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí tres
hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he
enviado" (versículos 17-20).
No hay duda que para Pedro el desconcierto del primer momento quedó resuelto. La orden del
Espíritu Santo de ir a la casa de un extranjero considerado inmundo, aclaró totalmente el significado
de la visión. No se trataba de animales inmundos, pues Cristo no había venido para limpiar animales,
sino hombres. Esos extranjeros considerados inmundos no lo eran; también eran aceptos a Dios por
Cristo. Por eso Dios le había dicho: "Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (versículo 15).
Nótense ahora las primeras palabras de Pedro a Cornelio y la gente reunida en su casa:
"Vosotros sabéis cuan abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero
a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo" (versículo 28). Después que le
explicaron el motivo por el cual lo habían llamado, gracias a la intervención de un ángel del Señor,
Pedro comenzó su discurso diciendo: "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,
sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (versículos 34,35).
Esta visita del apóstol a extranjeros levantó una ola de protestas en Jerusalén. Cuando llegó
a la ciudad con seis creyentes que lo habían acompañado y lo recriminaron diciéndole: "¿Por qué has
entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?", Pedro les relató todo lo sucedido.
"Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: De manera que también a los
gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" (Hechos 11: 1-18).
Por lo tanto, si Pedro, los apóstoles y todos los hermanos que participaron en esta
experiencia llegaron a la conclusión definitiva de que la visión tuvo solamente el propósito de
romper el prejuicio fuertemente arraigado contra los extranjeros o gentiles, mostrándoles que ellos
no eran inmundos, hoy no nos asiste ningún derecho para darle otra interpretación. De ninguna manera
esta visión nos autoriza a comer animales inmundos, pues siguen siendo impropios para nuestra
alimentación. Si fueron inmundos entonces, mucho más lo serán ahora, con el auge de las enfermedades
en el reino animal. Además, sería absurdo enseñar que Cristo murió para limpiar también a los
animales inmundos.
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¿Por qué los adventistas prohíben comer la carne de cerdo y otras, cuando en 1 Corintios
10:25 dice que podemos comprar de todo lo que se vende en la carnicería?
Para poder interpretar correctamente una frase bíblica debemos tener siempre en cuenta el
contexto. En este caso nos es necesario comenzar a leer por lo menos desde el versículo 19 y
seguir hasta el 29. Así descubrimos que el apóstol se refiere a la costumbre pagana de ofrecer los
animales en sacrificio a los ídolos antes de vender su carne. Aunque él consideraba eso como una
ofrenda a los demonios (versículos 19,20), comprendía que tal sacrificio no afectaba a la carne,
desde que el ídolo nada es. Pero ante el problema que esto creaba en la conciencia de algunos
creyentes (versículos 24,29), que podían pensar que el comer esa carne era venerar ídolos, Pablo dio
dos consejos: el primero era de comprar carne sin preguntar si había sido ofrecida a los ídolos
(versículo 25), y el segundo de que cuando aceptaban la invitación de un incrédulo, debían comer
de todo lo que pusiere delante, sin preguntar si había sido ofrecido a los ídolos (versículos 27,28).
Si se les decía que eso había sido hecho entonces no debían comerlo.
A algunos, sin embargo, les preocupa el uso de la palabra "todo”. “De todo lo que se vende
en la carnicería, comed..." "...de todo lo que os pone delante comed..." Nuevamente debemos llamar
la atención al contexto que es el que nos indicará si este "todo" tiene límites o no. En este caso
está claramente indicado que se trata solamente de "todo" lo que es ofrecido a los ídolos y que es
aceptado como alimento por la Palabra de Dios.
Por otra parte al no reconocer que "todo" tiene los límites indicados en el contexto, nos
veríamos en situaciones irrazonables. Si a un carnicero poco escrupuloso se le ocurriera vender
carnes malas, infectadas o descompuestas, tendríamos que comprar todo lo que ofrece sin preguntar
nada, pues así lo dice la Biblia. O si un incrédulo pusiere delante de nosotros bebidas alcohólicas
y alimentos perjudiciales para la salud, también nos veríamos obligados a comer todo porque una
orden bíblica dice: “de todo lo que os pone delante comed". La Biblia no sostiene tal absurdo como
lo hemos demostrado atenidos al contexto.
Hay otros textos que usan la palabra "todo" pero también limitado por el contexto. "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). Ese "todo" solamente incluye todo lo bueno
(Filipenses 4:8). "Todo lo que hacéis...hacedlo todo en el nombre del Señor" (Colosenses 3:17). El
contexto indica que se trata de "todo" lo que la doctrina y normas cristianas aceptan como bueno.
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"Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que ninguna grosura
ni ninguna sangre comeréis".
Problema:
Se ensena que Dios prohíbe las transfusiones de sangre y que la sangre es sata, por lo
tanto las transfusiones de sangre humana constituye una violación del pacto de Jehová, aunque esté
en juego la vida del paciente.
Correcto:
La grasa se quemaba para olor grato a Jehová como un símbolo de agradecimiento y entrega.
En ningún momento habla de sangre humana ni de comer sangre porque no había canibalismo entre los
israelitas. El verbo comeréis se refiere a alimentación oral y que por leyes de salud, Dios la
prohibía, pero en ningún momento hace alusión a transfusión sanguínea, por lo tanto concluimos
que en ninguna parte del texto se habla de la transfusión de sangre como algo contrario a los man-
datos de Dios.
La Biblia condena ingerir sangre de animales porque daña la salud y porque menoscaba el
simbolismo de la sangre de Cristo vertida para nuestra salvación.
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Según 1 Corintios 11: 4-15, ¿débenos entender que una mujer no debe presentarse en la iglesia
sin usar velo?
Si pudiéramos ubicarnos en Corinto en los días del apóstol Pablo, sin duda veríamos con mayor
claridad las razones de estas instrucciones, razones que no existen ahora. Sabemos por la historia
que Corinto fue en esa época una de las ciudades más corrompidas, quizá la peor de aquel entonces.
Por ser un centro de comercio internacional atraía mucha gente, incluyéndose entre ellos los que
practicaban la idolatría acompañada por sus manifestaciones licenciosas, hombres viciosos y mujeres
lascivas. Tanto es así que en ese tiempo "corintianizar" era lo mismo que la entrega desenfrenada a
los placeres de la carne. Existían sacerdotisas idólatras cuyo culto era la fornicación, y su
apariencia en público, tanto en su vestimenta come en su peinado, era provocativo y desvergonzado.
Por ello las mujeres de vida honesta, judías, romanas o griegas, aparecían en público usando el
velo.
De modo que concluimos, que lo que el apóstol quiso enseñar a las hermanas de la iglesia de
Corinto era que no vayan descubiertas como las mujeres de vida pervertida y licenciosa, deshonrando
de esa manera a Dios. Aparentemente algunas habían descuidado este detalle creando un problema
desagradable a la congregación cristiana. No hay duda que diferentes costumbres en diferentes países
demandan diferentes instrucciones. Podemos estar seguros que si el apóstol se hubiera dirigido a
mujeres cristianas que vivieran en una ciudad donde las prostitutas y mujeres licenciosas usaban
velo, y las mujeres respetables no lo usaban, que su consejo hubiera sido diferente.
De todos modos el mismo apóstol da una solución en el versículo 15 que ayuda a resolver el
problema: "Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar
del velo le es dado el cabello".
Por estos pasajes se ha creado otro problema, el relacionado con el largo del cabello en las
mujeres y los hombres. El apóstol dice que "al hombre le es deshonroso dejarse crecer el cabello" y
en cambio a "la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso" (versículo 14, 15). Como el apóstol
con sabia prudencia no indica cuan largo debe ser el cabello que se deje crecer, y cuan corto el que
no se deja crecer, mal haríamos nosotros en querer legislar sobre ese detalle. Nos pondríamos en el
caso ridículo de querer ser más que el mismo apóstol. De modo que usando la misma prudencia de San
Pablo, evitaremos de ir a los extremos o de caer en lo exagerado, y aceptaremos los usos que son
propios y decentes en los países que nos toque vivir. Si hoy nos tocara vivir en algún país donde
cierto tipo de hombre usa el cabello tan largo que necesita de cintas o trenzas para sujetarlo,
evitemos los extremos y sigamos el consenso general de lo que es correcto y sigue siendo básico como
uso en un hombre maduro y de juicio equilibrado.
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Al hacerse esta pregunta, regularmente se tiene en cuenta el pasaje de Deuteronomio 22:5 que
dice: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación
es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace".
Lo más probable es que este pasaje se refiere a la costumbre pagana, todavía común en algunos
países, practicada con el fin de engañar respecto al verdadero sexo de la persona a fin de realizar
actos inmorales.
Por otra parte, es provechoso recordar que cuando fue escrita esta ordenanza, el hombre como
la mujer usaba faldas o polleras. Todavía se sigue esa costumbre en las tierras bíblicas por una
notable mayoría de sus habitantes. Después de haber visitado esos pueblos, admitimos que no es fácil
para un lego descubrir la diferencia entre las faldas de una mujer y las de un hombre. Sin
embargo, varios detalles del atuendo general nos impiden confundir a un hombre con una mujer, como
ser la cofia, el turbante, el velo y algunos detalles pequeños que diferencian las faldas de los dos
sexos. Así pues, al referirnos al traje, o al vestido, o a la ropa del hombre o la mujer, no
podemos afirmar que sólo se refiera a una parte del mismo, en la antigüedad a las faldas o polleras,
y en la actualidad al pantalón, sino al conjunto de todo el vestuario que podría hacer pasar a un
hombre por una mujer, o a la mujer por un hombre y con fines pecaminosos e inmorales.
De todos modos es claro que hombres de sana conducta no usarían trajes de mujeres y el atuendo
propio de ellas, ni mujeres de la misma calidad moral usarían ropa de hombre, incluyendo sus
respectivos pantalones. Al fin el pantalón que es solamente una parte del traje del hombre, no es
suficiente para engañar respecto al sexo, dada la natural diferencia de la misma contextura del
cuerpo de uno y otro, que no puede cubrir. Por lo tanto, al no existir el propósito de engaño
respecto al sexo por el solo uso del pantalón, que lo repetimos, es solamente una parte del traje
masculino de occidente, no podríamos aplicar el sentido del pasaje bíblico a este detalle de la
vestimenta del hombre por la mujer.
Ante estas consideraciones, concluimos que no es pecado el uso del pantalón por la mujer
cuando el propósito es evitar el peligro de accidentes en ciertos trabajos en la industria, o
propender al decoro en el trabajo o el deporte. Estimamos, sin embargo, que en los países occiden-
tales deberíamos ser razonables y prudentes con respecto a este detalle, de modo que, por ejemplo,
para la iglesia, donde no existen razones de trabajo o decoro, se vistan las damas con sus ropas que
incluyen la clásica falda o pollera.
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Atenidos a 1 Corintios 14:33-35 y 1 Timoteo 2:11,12, ¿podemos aceptar como correcto que la
mujer hable en público en la iglesia?
En primer lugar nos referiremos al pasaje de 1 Corintios. Debemos recordar que tanto entre
judíos como entre griegos, la costumbre colocaba a la mujer en un segundo plano en acciones públicas
y privadas. Por esa razón el apóstol dijo que "es indecoroso que una mujer hable en la congregación"
(verso 35). Eso nos permite concluir que por esa costumbre social pública, a fin de evitar malos
entendimientos con respecto a la conducta honesta y correcta de las congregaciones cristianas, el
apóstol estableció ese mandamiento. Si las esposas no entendían algo de lo enseñado en la congrega-
ción, debían preguntar "en su casa a sus esposos".
Aparentemente había habido cierta "confusión" en la iglesia, quizás por haber intervenido
damas en alguna discusión (verso 33), y porque, atenidos al concepto judío y griego, algunos hombres
protestaron porque se permitiera hablar en público a las mujeres. Para evitar tales dificultades
en el futuro, San Pablo señaló ese camino como conveniente.
Por otra parte no podríamos afirmar que el plan de Dios siempre se ajusta a requerimientos
nacionales o sociales de algunos pueblos, como en este caso el de la actuación de las mujeres en
público, según judíos y griegos. La verdad es que Dios se valió de numerosas mujeres para enseñar
a su pueblo o cumplir misiones públicas. Como ejemplos podemos recordar a María, la hermana de
Moisés y Aarón (Éxodo 15:20,21). A Débora, la profetisa que sobresalió sobre Barac, el hombre
de la acción (Jueces 4:4-9). A Huida, profetisa (2 Reyes 22:14-20).
En el Nuevo Testamento encontramos a Ana, profetisa que "no se apartaba del templo" y
"hablaba del niño (Jesús) a todos los que esperaban la redención en Jerusalén" (San Lucas 2:36-
38). Las cuatro hijas de Felipe que profetizaban (Hechos 21:8,9). El apóstol reconoció el trabajo
evangélico en las iglesias de nueve mujeres que le ayudaron mucho en la obra del Señor (Romanos
16:1-15). A los filipenses les recomienda que atiendan a Evodia y Sintique, dos mujeres que "comba-
tieron juntamente conmigo en el Evangelio (Filipenses 4:2,3).
Además, es importante recordar la profecía de Joel 2:28,29 en la que Dios no discrimina acerca
del sexo para derramar su Espíritu "y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas" y también los
siervos y las siervas. Esta profecía se la reconoce en el Nuevo Testamento como efectiva (Hechos
2:17,18). Así pues, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos a mujeres que
profetizaron y enseñaron públicamente movidas por el Espíritu de Dios.
Hoy, que los conceptos sociales en la mayoría de las naciones no establecen que sea "indeco-
roso" a la mujer aparecer en público, podemos dar gracias a Dios que haya tantas que siguen
colaborando en la obra de Dios con singular y marcado éxito.
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Ningún hombre puede hablar como Cristo con autoridad acerca de las cosas celestiales a menos
que ha estado en el cielo. Los hombres solamente pueden discernir los secretos del cielo por medio
de la revelación.
Nicodemo no podía entender lo que Cristo le estaba diciendo ya que Nicodemo no había ido al
cielo, solamente el Hijo del Hombre quien vino del cielo puede revelarnos las cosas de allí. No hay
ninguna referencia en este versículo de que Cristo haya ascendido al cielo antes de su resurrección
y que el tiempo que Él estuvo en el cielo puede ser un tiempo incontable con respecto a su existencia.
1 Cor. 14:34 "vuestras mujeres callén en las congregaciones; porque no les es permitido
hablar; sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
1 Tim. 2:10: "sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad."
Problema:
El lugar de las mujeres dentro de la religión griega era abajo. El templo de Afrodita en Co-
rinto tenía mil sacerdotisas que eran prostitutas sagradas y que todas las noches ofrecían su
mercancía en las calles de la ciudad. El templo de Diana en Éfeso tenía cien sacerdotisas llamadas
Melissae, que significa las abejas, y cuya función era la misma. La mujer griega respetable nunca
iba a una asamblea pública y menos aún hablaba o tomaba parte activa en talos asambleas. El
hecho es que si en una ciudad griega las mujeres cristianas hubieran tomado parto activa» hablado y
enseñado en la tarea de la Iglesia cristiana, la iglesia inevitablemente hubiera ganado la reputación
de ser el punto de reunión de mujeres perdidas e inmorales.
CORRECTO: Pablo sabiendo el problema que había en esos lugares con respecto a las mujeres,
no permitió que las mujeres que aceptaran a Cristo tomaran parte de la iglesia ya que en ninguna
sociedad griega se podrían haber establecido normas que éstas.
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Pablo exige que las mujeres se callen en la asamblea cultural, que no se levanten para enseñar
públicamente sino que aprendan en silencio. En las asambleas sólo el varón puede enseñar; la mujer
debe dejarse enseñar. Tal vez también en este punto fueron algunos disturbios que se produjeron en
la comunidad los que motivaran estas prescripciones.
Por eso señala el Apóstol que el adorne más precios de una mujer temerosa de Dios no consiste
en un atavío suntuoso, sino en una vida religiosa y moral y en obras que están de acuerdo con esa
vida.
Las mujeres por participar en el servicio público habían profesado abiertamente su lealtad a
Dios que adoraban. Profesar la fidelidad cristiana y aún vestir extravagante e inmodestamente era
una forma de hipocresía.
Por eso Pablo apunta que debe ser un vestido de buenas obras porque lo externo muestra lo
interno en la religión genuina. Lo más atractivo y el adorno más digno en las mujeres es un registro
de buenas obras. Porque solamente eso atraerá a las mujeres la completa satisfacción de ser since-
ramente amados y respetadas.
Hebreos 9:12 "y por sangre de macho cabrío ni becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna
redención"
Problema:
La otra del sacrificio diario era una obra de reconciliación a favor del
hombre pecador.
doble: era sustituto que obtenía perdón para el pecador y un medio de registro del
pecado en el santuario.
La sangre del macho cabrío de Jehová era para beneficio del pueblo
(Heb.7:27; Lev. 16:30-33).
Esa sangre limpiada del lugar santísimo, lugar santo, el altar y todo el ta-
bernáculo.
Por tanto entró una sola vez al lugar santo, habiendo obtenido eterna reden-
ción.
Desde 1844 Cristo entró al lugar santísimo para indicar la segunda parte de
si ministerio, el acto de borrar los pecados de los registros celestiales. Pero
esto no indica que Cristo ya dejó de perdonar. Es que el santuario está siendo pu-
rificado durante el Juicio investigador. Este es el anticipo del tipo del día de
la expiación aquí en la tierra concluimos pues en relación nuestro texto que
Cristo entró al lugar santo hasta ese momento y al lugar santísimo τὰ ἅγια sino
hasta 1844.
Este trabajo fue preparado para la Clase de Evangelismo por Ángel Barrios.
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Mateo 16: 18
"Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta Roca edificare mi Iglesia y la puertas
del Hades no prevalecerán contra ella".
Problema:
La palabra Hades muchos la traducen como infierno se dice que las se ven privada de la visión
de Dios. Según Santo Tomás de Aquino el purgatorio es tan interso como el del infierno ya que el
mismo calor atormenta a los condenados. Algunos sitúan el purgatorio en la entraña de la tierra,
junto con el infierno y afirman que las erupciones volcánicas son las chimeneas del purgatorio.
Explicación:
Para que podamos comprender este texto es necesario que analicemos las tres palabras griegas
que nos hablan acerca del infierno: Hades, Gehena, Tártaro, que son traducida como infierno en el
Nuevo Testamento. La palabra Hades en N.T, traduce diez veces come "infiero" y una vez como tumba,
donde les muertos se coloca fuera de la vista. Así el infierno o tumba en vez de ser lugar de impíos
es lugar de descanso.
Sheol en hebreo es el equivalente de Hades en griego que significa tumba. " Todo lo que te
viniere a la mano hazlo según tus fuerzas; porque en el Sheol (tumba), a donde ves, no obra, ni
trabajo, ni ciencia, ni sabiduría" (Ecl. 9: 10).- La palabra Gehena se refiere al lugar donde se
quemaban los desechos. El término en sí significa (Vallé de Hinom), que está al sur de Jerusalén.
En tiempos antiguos los paganos ofrecían sacrificios humanos al dios Moloch.
En el tiempo de Cristo era el lugar donde se quemaban los desechos de la ciudad. Este fuego
permanecía ardiendo mientras hubiera partícula de basura que quemar, Jesús se refirió a esta palabra
para ilustrar el fuego eterno de Sodoma y Gomorra, que permaneció ardiendo mientras había algo que
quemar (Jd. 7) Él quería decir que lo que les espera a los pecadores es un castigo de resultados
eternos y no un sufrimiento eterno.
La palabra Tártaro significa echar en la regiones bajas, donde el Diablo fue lanzado después
de su rebelión en el cielo, (Apoc. 12:9 comp. Con 2 de Ped. 2:4). Los que el Apóstol Juan nos
quiere decir junto con Pedro es que "el cielo y la tierra que existen ahora, están reservado para
el fuego en el día del juicio". Que será completado en la segunda venida de Cristo, S. de Ped. 3:10.
Conclusión:
Cristo es la Roca fundamento en la cual está edificada la iglesia (Deu. 6:4; 1 de Cor.10:4;
1 de Ped. 2:6-8) Notamos que las puertas de la tumba no prevalecerán contra ella; es decir,- la
iglesia. Porque está edificada sobre la Roca que es Cristo, por tanto su iglesia nunca morirá, jamás
será destruida.
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Éxodo 4:21 "Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de
Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no
dejará ir al pueblo."
Hay diez declaraciones donde se dice que Dios endureció el corazón de Faraón para que no
dejase salir a su pueblo (4:21; 9:12; 1O: 20,27; 11:10; 14:4,8,17; 7:3; 10:1). Pero hay también diez
declaraciones que indican que Faraón endureció su propio corazón (7:13,14,22; 8:15,19,32; 9:7,34,35;
13:15) Cuando se refiere al hecho de que Dios endureció el corazón de Faraón el relato bíblico usa
la palabra hebrea jazaq, traducida como "endurecer", pero en el caso donde dice que Faraón endureció
su corazón se usa la palabra hebrea ízabtd. ¿Por qué esa diferencia? Literalmente la palabra
jazaq tiene el significado de "fortalecer", "animar", "hacer fuerte". Por ejemplo leemos en I
Sam.30:6 que "David se fortaleció en Jehová su Dios", y justamente la palabra traducida "fortaleció"
es jazaq, exactamente la misma palabra que se usa en Ex.4:21. En todos los textos que aparecen a
continuación esa misma palabra se traduce como "fortalecer", "animar", "reanimar", "esforzar",
"reforzar", "confirmar" "nacer fuerte" (Gen.48:2; Deut.l:38; 3:28; Juec.7:ll; 16:28; 20:22; I
Sam.23:16: II Sam.2:7; 11:25; I Rey.20:22; I Crón.11:10; 29:12; 2 Crón.l:l; 26:8; 28:20; 35:2;
Esdras 1:6; 6:22; 7:28; Neh.2:18; 6:9; Job 4:3; Sal.147:13; Isa.22:21; 35:3; 41:7; 54:2; Dan.10:19,
etc.) Tomando en consideración el significado real de esta palabra lo que los pasajes nos dicen
es que Dios animó el corazón de Faraón para que dejase salir a su pueblo. Pero en los pasajes
donde dice que Faraón endureció su corazón usa la palabra kabed que quiere decir "hacer pesado" o
"hacer duro" como en Exodo 8:15.
Pero ¿por qué el "ánimo" que Dios le da a Faraón tiene por resultado el endurecimiento del
corazón de Faraón? Elena de White en el Deseado de Todas las Gentes p.289 dice que no es Dios
quien endurece el corazón, sino que Dios envía luz y despliegue del poder divino para señalar los
errores de la conducta, para tratar de suavizar y subyugar el corazón de Faraón e inducirlo a
cooperar con la voluntad divina. Pero cada manifestación sucesiva del poder divino lo dejó más
determinado a hacer su propia voluntad. Al rehusar ser corregido, despreció y rechazó la luz hasta
que quedó insensible a ella, y la luz finalmente le fue retirada. Fue pues su propia resistencia
a la luz lo que endureció su corazón. Aún los paganos reconocieron que fueron Faraón y los mismos
egipcios quienes endurecieron su corazón, y no Dios (I Sam.6:6).
En la parábola de Cristo del sembrador y la semilla no había diferencia entre la semilla
esparcida en una clase de tierra y en las otras, ni tampoco en la forma como fue sembrada. Todo
dependía de la recepción dada a la semilla por cada tipo de tierra. Dios no se complace con el
sufrimiento y muerte de los impíos, sino que desea que todos se arrepientan y se salven (Ez.33:11;
I Tim.2:4; 2 Ped.3:9) y hace que su sol brille sobre los malos y los buenos (Mat.5:45). Pero así
como el sol afecta los diversos materiales de una manera diferente, de acuerdo con la naturaleza de
ellos (derrite el hielo y la cera mientras que endurece la arcilla y el barro, por ejemplo) así
también la influencia del Espíritu de Dios sobre los corazones de los hombres produce diferentes
efectos de acuerdo con las condiciones del corazón. El pecador arrepentido permite que el Espíritu
de Dios lo conduzca a la conversión y a la salvación, pero el impenitente endurece más y más su
corazón. La mismísima manifestación de la misericordia de Dios, en el caso de uno, conduce a la
salvación y la vida, y en el caso del otro, al juicio y a la muerte; a cada uno de acuerdo con su
propia elección. Algunos al escuchar no quieren aceptar y endurecen su corazón como diamante
(Zac.7:12)
¿No da la impresión de que Dios predestinó a Faraón para perdición y por eso endureció su
corazón, el texto de Éxodo 9:15-16 citado en Rom.9:17?
Elena de White lo explica así: "No era que Dios le hubiese dado vida para ese fin, sino que
su providencia había dirigido los acontecimientos para colocarlo en el trono en el tiempo mismo de
la liberación de Israel. Aunque por sus crímenes, este arrogante tirano había perdido todo derecho
a la misericordia de Dios, se le había preservado la vida para que mediante su terquedad el Señor
manifestara sus maravillas en la tierra de Egipto." (Patriarcas y Profetas, p. 272-273).
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Con frecuencia se nos pide mayor información acerca del pasaje bíblico contenido en Apoca-
lipsis 14:6-1l. Suele preguntársenos si además de la iglesia adventista, no estarán incluidas otras
iglesias en esta profecía. Convendrá pues, estudiar esta posibilidad a la luz de las Sagradas
Escrituras.
EL PRIMER MENSAJE: El versículo 6 dice que el primer ángel anunció el "Evangelio eterno" a
todos los que moran en la tierra. Eso significa que el Evangelio que debe ser predicado es eterno;
no ha tenido principio. Muchas veces hemos oído decir que el Evangelio de Cristo comenzó cuando él
vino al mundo, y que antes de él la salvación era por las obras, en tanto que ahora es por la gracia.
El pacto antiguo, se dice, era el de las obras, y el nuevo es el de la gracia. Si eso fuera verdad,
el Evangelio no sería eterno, pues se habría iniciado con la muerte y la resurrección de Cristo, y
no antes.
El apóstol Pedro dice que somos salvados por la "sangre preciosa de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin contaminación: ya ordenado antes de la fundación del mundo..." (1 S. Pedro 1: 18-
20). En efesios 1: 3-5, el apóstol Pablo que en Cristo fuimos escogidos "antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor". Por estos, y otros textos
similares sabemos que el plan de salvación por Cristo existía antes de la función del mundo, de ahí
que es eterno. Cuando el hombre pecó, no se improvisó el plan para salvarlo; éste ya estaba preparado.
Por eso, lo primero que Dios prometió al pecador fue que la "simiente" de la mujer daría un golpe
mortal a la serpiente (Génesis 3: 15). La referida "simiente" es Cristo (Gálatas 3: 16). El cordero
que se comenzó a sacrificar desde Adán en adelante era símbolo del verdadero "Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo" (S. Juan 1: 29). Así, Adán fue salvo por gracia, al tener fe en el
Salvador simbolizado por el primer cordero que sacrificó. Todos los creyentes que le sucedieron,
recibieron también la misma promesa, por los mismos medios.
El Evangelio que debemos predicar es el "eterno", no uno que haya comenzado con la muerte de
Cristo o con su resurrección. La Iglesia Adventista cree en ese Evangelio eterno de la gracia de
Dios, establecido por Jesucristo antes de la fundación del mundo.
"Temed a Dios y dadle honra": Ese es otro detalle que pertenece al mensaje del primer ángel
(verso 7). ¿Cómo podemos temer a Dios y darle honra? Obedeciéndole. Los hijos cumplen el quinto
mandamiento que dice "Honra a tu padre y a tu madre" (Éxodo 20: 12), obedeciendo a sus padres. Del
mismo modo honramos a Dios obedeciéndole. Temer a Dios es "aborrecer el mal" (Proverbios 8: 13). En
este tiempo de tanta desobediencia, el mensaje de Dios incluye un llamado a la obediencia. Algunas
doctrinas aceptan la desobediencia justificándose en la debilidad de la carne, diciendo que algún
mandamiento era para otros tiempos y no para ahora. Pero la Palabra de Dios dice que los mandamientos
fueron fundados para siempre y sin exclusión de ninguna índole (Salmo 119: 152; Santiago 2: 10,11).
La iglesia que predique este mensaje deberá, pues, enseñar y observar los mandamientos de Dios (Mateo
5: 19; Apocalipsis 14: 12).
"Porque la hora de su .juicio es venida": Esta es otra parte del mensaje del primer ángel
(verso 7). Cuando San Pablo hablaba del juicio, siempre se refería al juicio "venidero" (Hechos 24:
25). Todavía no había llegado "la hora de su juicio". El apóstol enseñaba que Dios "ha establecido
un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia" (Hechos 17: 31). Ese día "establecido" lo
señalaba la profecía de Daniel, en los capítulos 8 y 9 (explicado en la lección 25 del curso Tesoros
de Vida). Cuando terminó el período de los 2300 días proféticos (Daniel 8: 14), en el año 1844,
comenzó la purificación del santuario, según la profecía. Esa fiesta simbólica del santuario
terrenal, representaba el comienzo del juicio de Dios en el santuario celestial, a fin de definir
quienes gozarán de la salvación y quiénes la rechazaron. Obsérvese que en Apocalipsis 22: 12, dice
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que cuando vuelva el Señor, traerá el galardón consigo para recompensar a cada uno según fueren sus
obras. Si Jesús trae el galardón, es porque ya se realizó el juicio. Por lo tanto quien anuncie
el mensaje de los tres ángeles, deberá enseñar que "la hora de su juicio es venida".
"Adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas" (verso
7). Lamentamos decir que muchos cristianos han perdido su fe en un Dios creador, como lo presenta
la Santa Biblia. Creen en las teorías evolucionistas. Eso significa que no están adorando al
Creador, pues los tales no creen que lo sea. Dudan de la enseñanza bíblica acerca de la creación
y aceptan la teoría materialista de la evolución, diciendo que es más razonable o más científica.
Por otra parte, los que todavía admiten que Dios es el Creador, suelen negar el recuerdo que nos
dejó con relación a su obra creadora: el día de reposo bíblico, el sábado. Obsérvese que la razón
para la santificación del sábado dada por Dios mismo cuando escribió los Diez Mandamientos con su
propio dedo (Éxodo 31: 18), fue: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y
todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del
reposo y lo santificó" (Éxodo 20: 11). Quien predique el mensaje del primer ángel en este tiempo
de rebelión contra Dios, inducirá a los creyentes a volver a adorar al Creador, aceptándolo como
tal, y respetando el día que recuerda su maravillosa obra, fruto del poder de su palabra (Salmo 33:
6,9).
SEGUNDO MENSAJE: "Ha caído Babilonia" (Apocalipsis 14: 8). ¿A quién simboliza Babilonia? Este
nombre recuerda la fundación de una ciudad que se la llamó Babel o Babilonia, cuyo nombre significa
"confusión", pues fue el lugar donde Dios confundió las lenguas (Génesis 11: 1-9). Los habitantes
de aquella ciudad sabían que Dios existía, y conocían muy bien cuál era su voluntad, pero hacían lo
que querían. Su caída fue motivada por su desobediencia. La misma experiencia puede ser la nuestra.
Dios nos ha ordenado que prediquemos el Evangelio (S. Mateo 28: 19), que es "poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1: 16), pero nosotros tenemos la tendencia de justificar
nuestras debilidades en vez de aceptar el poder de Dios que las vence. El Evangelio deja de ser
un poder frente a la prédica de un evangelio humano o social que no salva del pecado. Quien haya
estudiado el curso Tesoros de Vida, ha podido comprobar que la humanidad se ha apartado de un buen
número de las enseñanzas del Santo Libro. Cuando se aceptan esas modificaciones humanas, sabiendo
que lo son, se pasa por la experiencia de la antigua Babilonia que cayó por esa causa.
TERCER MENSAJE: (Léase todo el mensaje en Apocalipsis 14: 9-11). La bestia del Apocalipsis,
es el símbolo del mayor poder cristiano apóstata, es decir, que ha dejado la enseñanza bíblica por
tradiciones humanas. La "imagen" de ella, pueden ser todos los que acepten en parte esas tradi-
ciones, o alguna de sus enseñanzas erróneas. Llegan a adorar a esos poderes religiosos cuando,
sabiendo lo que es verdad, por alguna razón siguen con el error. Santiago, el apóstol, dice que "el
pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace" (Santiago 4: 17). Quien no fue
advertido de esos errores, no estará entre los que recibirán el castigo de sus pecados. Pero sí
estarán aquellos que, sabiendo la verdad, no la aceptan por seguir las tradiciones de los poderes
que la dejaron.
Es por eso que en este curso hemos advertido que el que dice tener fe, ha de tener las obras
correspondientes, porque "la fe sin obras es muerta" (Santiago 2: 17-20). Hemos mostrado que la fe
es la que nos salva, y que gracias a esa fe somos salvos de continuar pecando. (Vea lecciones 10 a
12.) Hemos enseñado que la Biblia es la autoridad suprema para esa fe, pues es la Palabra de Dios.
Y si en alguna oportunidad las costumbres o tradiciones contradicen su enseñanza, lo que hay que
cambiar es la vida, y no la Biblia. (Vea lecciones 5,6.) También hemos enseñado que la culminación
de la salvación está en la venida de Cristo, y no en una conversión gradual del mundo como la que
anuncia el "evangelio social" de nuestros días. (Vea lecciones 7,8 y 9.) Y que en la preparación
para ese gran evento, debemos revisar nuestras costumbres para ver si están de acuerdo con los
mandamientos de Dios. En ese estudio descubrimos que el día de reposo no es el domingo, que según
la tradición se lo guarda en recuerdo de la resurrección de Jesús, sino el sábado que Jesús mismo
bendijo y santificó en la creación. (Vea lecciones 16,17.) También descubrimos en las lecciones 20
130
y 21, que los muertos no están en algún infierno o purgatorio, sufriendo ahora, sino que están
"durmiendo" el sueño de la muerte, y que serán despertados en el día de la resurrección, cuando
nuestro Señor Jesús vuelva. Sin duda usted, como alumno, ha descubierto estas verdades importantes.
¡Cuánto anhelamos que sienta en su corazón el deseo de seguirlas!
Quien no haya abandonado todo lo que fuere error, no está predicando el mensaje de los tres
ángeles. Todos están invitados a hacerlo, pues es la voluntad de Dios, pero... ¿lo hacen? Sin
menospreciar a nuestros hermanos de otras congregaciones, humildemente decimos que la Iglesia Ad-
ventista quiere ser fiel a ese mensaje, e invita a todos a predicarlo con fe y devoción.
Solamente así se formará el pueblo de creyentes que señala la profecía: "Aquí está la paciencia
de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús" (Apocalipsis
14: 12). Al aceptar estos mensajes precursores de la venida del Señor, por la fe en él desarro-
llaremos la "paciencia de los santos", aprenderemos a guardar "los mandamientos de Dios", dejando
los de los hombres, y aún tendremos "la fe de Jesús". Obsérvese que no dice la "fe en Jesús", sino
la "fe de Jesús". Esa fe que nos ayudará a superar todo conflicto, toda prueba y todo espíritu de
desobediencia. Dios quiera que así sea en su vida, que usted forme parte del pueblo de Dios que
espera a Jesús con alegría.
131
LA ESPOSA DE CAIN
En Génesis 4:15,17 se registra la huida de Caín y también se dice que en la tierra de Nod su
esposa tuvo su primer hijo llamado Henoch. Para muchos es una incógnita de donde consiguió Caín su
esposa, siendo que la Sagrada Escritura no lo dice.
En Génesis 1:27,28 se nos dice que después de crear al hombre y a la mujer Dios les dijo:
"Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra..." Dios creó sólo un hombre y una mujer, y de ese
núcleo inicial debía formarse la Humanidad. Siendo Caín fruto de la primera generación humana no
podía de ninguna forma encontrar una esposa de otra familia, ya que la suya era la única que existía
hasta ese momento. Por lo tanto debió casarse con una hermana suya.
En efecto, hubo hombres en la antigüedad que tomaron por esposas a sus hermanas o medias
hermanas y con ellas formaron su hogar, como en el caso de Abrahán. Fue recién cuando el pueblo de
Israel estaba en el desierto y poco después de salir de Egipto que Moisés, por orden divina prohibió
tales matrimonios.(Levítico 18:6-16).
No sería difícil que alguien se pregunte, ¿por qué no dice la Biblia nada del nacimiento de
las hermanas de Caín en el capítulo cuatro donde se refiere su casamiento? El caso es que Moisés,
quien escribió libro, del Génesis, escogió seguir describiendo la vida de Caín hasta la séptima
generación de su descendencia, sin explicar nada de lo que sucedía al mismo tiempo en el seno de la
familia de Adán y Eva. El relato presentado entre los versículos 9 al 24, solamente refiere aconte-
cimientos en la vida de Caín y sus descendientes.
2 págs.
PREGUNTA: En S. Mateo 12:40 dice que Jesús estaría tres días y tres noches en la tumba. Si
fue sepultado en viernes de tarde y resucitó el domingo de mañana, ¿cómo se Cumplieron esos tres
días y tres noches?
En segundo lugar se comete otro error al pretender que esa expresión y las de los otros
diecinueve pasajes que se refieren al mismo hecho digan que se trata de días completos. En ninguna
ocasión dice que se trata de días completos. En este caso tanta razón podrían tener aparentemente
los que dicen que son días completos como los que afirmen que son parte de los días. Pero el argumento
del que insista en que son días completos pierde valor cuando aceptamos el entendimiento que se le
daba a esa expresión en Palestina en los días de Jesús, es decir, que podían ser solamente parte de
los días en cuestión.
Esos discípulos volvieron esa tarde a Jerusalén para dar la noticia de su encuentro con Jesús
y se hallaron con los once reunidos y otros con ellos. Mientras relataban lo que les había acontecido,
Jesús se puso en medio de ellos y les explicó las Escrituras y les dijo que había sido necesario que
padeciese "y resucitase de los muertos al tercer día" (S. Lucas 24:46). Cleofás había afirmado
hacía pocas horas que el tercer día era el primero de la semana, así pues, se había cumplido la
señal dada por Jesús.
En los Evangelios se usan tres diferentes expresiones al referirse a esos tres días y tres
noches. Cuatro veces dice: "En tres días" (S. Mateo 26:61; 27:40; S. Marcos 14:58 y S. Juan 2:19-
21. Dos veces dice: "Después de tres días" (S. Mateo 27:63; S. Marcos 8:31). Trece veces dice:
"Al tercer día" (S. Mateo 16:21; 17:23; 20:19; 27:64; S. Marcos 9:31; 10:34; S. Lucas 9:22; 18:33;
24:7, 21, 46; 1 Corintios 15:4). Estas tres expresiones además de la de S. Mateo 12:40 se refieren
al mismo hecho y por lo tanto forzosamente tienen el mismo sentido, a no ser que queramos acusar a
Jesús de haberse contradicho. Por lo tanto, siendo que para Cleofás el tercer día era el domingo, y
Jesús no le advirtió que estaba equivocado, mal haríamos nosotros de contradecir a un testigo
presencial dos mil años después de los hechos.
133
Hasta los sacerdotes y los fariseos así lo entendieron, pues cuando reclamaron la custodia
de la sepultura para evitar el robo del cuerpo de Jesús por sus discípulos pidieron que sea vigilada
"hasta el día tercero" (S. Mateo 27:64). El día tercero, ya lo vimos, fue el domingo.
Nótese además que en S. Marcos 16:9 se afirma que Jesús resucitó "por la mañana, el primer
día de la semana".
LA VOZ DE LA ESPERANZA
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ISAIAS 65:20, 23
PREGUNTA: Según Isaías 55:20 y 23, pareciera indicarse que en la tierra nueva habrá niños,
nacimientos y pecadores. ¿Cómo podemos explicar estos versículos?
RESPUESTA: Recordamos que la Biblia nos enseña con perfecta claridad que no habrá muerte en
la tierra nueva (Apocalipsis 21:4), y que tampoco existirá el pecado que la provoca (Romanos 6:23).
De manera que siendo bien definidas esas dos enseñanzas en la Palabra de Dios, podríamos pensar en
dos posibilidades respecto a los textos en cuestión: que hay un error del escriba al copiar esos
versículos o que se utiliza alguna expresión idiomática hebrea de la que desconocemos su sentido
verdadero.
La primera posibilidad pierde fuerza ante dos hechos importantes: las estrictas reglas que
cumplían los copistas para evitar errores al copiar los textos sagrados y además que al cotejar unos
con otros los numerosos manuscritos antiguos de que se dispone, hasta ahora no se ha comprobado tal
error. Por lo tanto quedaría en pie la segunda posibilidad que comentaremos.
¿Qué es una expresión idiomática? Es una manera de decir las cosas sin ajustarse al verdadero
sentido de las palabras, y a veces hasta expresiones sin sentido, por lo que también se las llama
"idiotismos". Un ejemplo: "Volvió con una mano atrás y otra adelante". Si nos atuviéramos al
sentido literal de esa frase, pensaríamos en una persona desnuda que se esfuerza por cubrirse con
sus dos manos. Pero sabemos que ese no es el sentido de esas palabras, sino que se refiere a una
persona que regresó extremadamente pobre aunque con ropa.
Así pues, yendo ahora al texto leemos que "el niño morirá de cien años". -No podría ser una
expresión idiomática antigua que significara que no habrá muerte? Porque en verdad a los cien años
ya no se es más niño. Y la otra frase: "el pecador de cien años será maldito", bien podría
significar que en la tierra nueva no habrá pecadores, porque estos no son malditos a los cien años,
sino tan pronto cometen el pecado. Hoy la única solución para el pecado es la gracia de Cristo y
el arrepentimiento, elementos que ya no serán necesarios ni se ofrecerán en la tierra nueva.
Pensamos que en el versículo 23 hay algo semejante, dado que según lo explicara Jesús mismo,
en el cielo no habrá casamientos y por lo tanto tampoco nacimientos (S. Mateo 22:30; S. Lucas 20:35).
Por lo tanto entenderíamos que este pasaje tiene el propósito de mostrarnos la diferencia que habrá
en las relaciones familiares futuras. Aquí trabajamos en vano, pues al morir nosotros, todos
nuestros esfuerzos quedan en manos de otros. Hoy nuestros hijos nacen y pueden ser arrebatados por
la maldición del pecado. Allí, en la tierra nueva será diferente, porque no habrá muerte ni existirá
el pecado. Todos formaremos la gran familia de Dios, que es y será nuestro Padre eterno.
Admitimos que esta explicación no podrá satisfacer a todos, pero sugerimos todavía una cosa
más: no hagamos de dos o tres pasajes bíblicos cuestión de controversia, y mucho menos en este caso,
desde que los asuntos implicados en esos textos son enseñanzas claramente explicadas en la Biblia.
Será sabio de nuestra parte pedirle a Dios la paciencia necesaria para esperar que él mismo nos
revele el significado cuando así lo disponga.
LA VOZ DE LA ESPERANZA
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PREGUNTA: Según me han explicado, el único y verdadero nombre de Dios, según la Biblia, es
Jehová. ¿Por qué, entonces, no usan ustedes más ese nombre?
RESPUESTA: En verdad en el Antiguo Testamento se usan por lo menos seis nombres diferentes
para referirse a Dios: JHVH, Adonai, Elohim, El, Elion y El Saddai. Para los escritores del Antiguo
Testamento todos esos nombres eran válidos. El que aparece en algunas versiones hispanas, no en
todas, como Jehová, es el nombre de Dios tan sagrado para los judíos que lo consideraban innombrable,
y lo escribían así: JHVH o YHVH.
Como se observa, se trata de cuatro consonantes sin vocales, cuyo sonido puede variar, según
las vocales que se le ponga. El hecho es que en la antigua escritura hebrea no se usaban vocales,
sino solamente consonantes. Recién en el siglo VI de nuestra era los eruditos en hebreo llamados
masoretas, para facilitar la lectura del hebreo, inventaron un sistema de puntos colocados entre,
sobre o debajo de las letras, a fin de indicar las vocales que corresponden a las palabras.
Como el hebreo había sido un idioma abandonado por varios siglos cuando los masoretas volvieron
a actualizarlo, se encontraron con que la pronunciación que pudieron haber tenido esas cuatro
consonantes JHVH era totalmente desconocida. Hasta ahora no hubo forma de saberlo con certeza. De
manera que respetando el supersticioso escrúpulo de los hebreos para pronunciarlo y para evitar que
alguien lo profanase, los masoretas comenzaron a colocar a esas cuatro consonantes JHVH, vocales
correspondientes a Adonai, otro de los nombres de Dios. De ese modo cuando el lector llegaba a la
palabra JHVH, leía Adonai, que quiere decir Señor.
Cuando se hicieron las primeras versiones en castellano, inglés y otros idiomas populares
europeos, en torno a los siglos 12 y 13, se aceptaron las vocales sugeridas por los masoretas, y en
vez de decir Señor, que es la traducción literal de Adonai, formaron el nombre Jehová. Hoy,
después de mucho investigar y anhelar descubrir cuál pudo haber sido la correcta pronunciación de
JHVH, la mayoría de los eruditos están inclinados a admitir que la verdadera pronunciación es Jave,
o Yavé, tercera persona del verbo ayah, que significa "ser". De modo que Jave o Yavé significaría
"el Existente" o "el Eterno". Por ese motivo, en la actualidad, varias versiones hispanas nuevas
prefieren usar Yavé en vez de Jehová.
En vista de lo explicado, consideramos absurdo hacer cuestión por el nombre Jehová, como que
es el único que corresponde. Primero, porque las evidencias existentes se inclinan a reconocer
como más apropiado decir Yavé. En segundo lugar, porque habiendo sido correcto para los profetas
valerse de seis nombres diferentes para señalar al Ser Supremo, no será falta de reverencia a Dios
que nosotros hagamos lo mismo.
Nota: Recomendamos para mayor información la lectura del librito "Radiografía del Jeho-
vismo", de 128 páginas, publicado por la Editorial Pacific Press, en el que se explican ampliamente
este detalle y otros suscitados por los Testigos de Jehová.
136
2 págs.
En la época apostólica la única versión del Antiguo Testamento en griego era la Conocida como
la versión de los Setenta, llamada así en honor de los 70 eruditos judíos, quienes por orden de
Tolomeo Filadelfo (304-247 AC), tradujeron los originales del Antiguo Testamento hebreo al griego.
En dicha versión, uno de los seis nombres de Dios que en hebreo estaba escrito con sólo cuatro
consonantes (JHVH), de donde en español se forma el nombre Jehová o Yavé, se lo tradujo por "Kurios",
o sea Señor, y se lo aplico a Cristo. Notemos esto en algunos ejemplos que daremos.
JEHOVA CRISTO
La crucifixión
1. "En aquel día Jehová defenderá y mira- 1. Refiriéndose a Cristo: "Mirarán al que
rán a mí, a quien traspasaron." (Zacarías traspasaron." (S. Juan 19:37).
12:8, 10).
2. "Voz que clama en el desierto: Prepa- 2. "Voz que clama en el desierto: prepa-
rad camino a Jehová; enderezad calzada en la rad el camino del Señor." (S. Mateo 3:3).
soledad a nuestro Dios." (Isaías 40:3)
La piedra de tropiezo
El Alfa y la Omega
4."Yo soy el Alfa y la Omega, dice Jehová 4.Jesús dice: "Vengo pronto, y el galardón
Dios, el que es y el que viene, el Todopode- que doy está conmigo... Yo soy el Alfa y la
roso." (Apocalipsis 1:8, Versión Nuevo Omega, el primero y el último, el principio
Mundo). y el fin." (Apocalipsis 22:12, 13, Versión
Nuevo Mundo).
137
5."Jehová. . . Desde el principio tú fundaste 5."Más al Hijo dice: ... tú, oh Señor, en el
la tierra, y los cielos son obra de tus ma- principio fundaste la tierra y los cielos son
nes. Ellos perecerán. . . pero tú eres el obra de tus manos. Ellos perecerán. . . pero
mismo, y tus años no se acabarán." (Salmos tú eres el mismo, y tus años no acabarán."
102:22, 25-27). (Hebreos 1:8, 10-12).
Nuestro Creador
6. "Así dice Jehová Dios, Creador de los 6. "Todas las cosas por él (por Cristo)
cielos... el que extiende la tierra; el que fueron hechas, y sin él nada de le que es he-
da aliento al pueblo que mora sobre ella." cho, fue hecho." (S. Juan 1:3).
(Isaías 42:5).
Cristo mismo señaló como suyas prerrogativas que en el Antiguo Testamento son reconocidas como
únicas de Jehová.
El buen pastor
8. "Jehová es mi pastor; nada me fal- 8. Dijo Jesús: "Yo soy el buen pastor; y
tará." "Yo apacentaré a mis ovejas ... dice conozco mis ovejas, y las mías me conocen...
Jehová el Señor." (Salmo 23:1; Ezequiel y pongo mi vida por las ovejas. (S. Juan
34:15). 10:14, 15).
LA VOZ DE LA ESPERANZA
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LA DIVINA TRINIDAD
Pregunta: Algunas personas objetan a la Trinidad, alegando que Dios es uno y no tres, que
la palabra Trinidad no está en la Biblia y que es incomprensible que tres sean uno, ¿cómo se explica
eso?
Respuesta: En primer lugar diríamos que rechazar un hecho o verdad, porque la palabra no
está en la Biblia, es un absurdo. La misma palabra "Biblia" no está en ningún escrito de los
profetas o apóstoles, tampoco "teocracia", o milenio", pero aceptamos esas palabras porque expresan
hechos bíblicos reales y verdaderos como lo es la Trinidad.
Rechazar algo porque sea un misterio incomprensible, nos llevaría a rechazar a Dios mismo,
porque él es un misterio que no entiende la mente humana. Cristo lo es también (Colosenses 1:26),
pero no por eso rechazamos esos misterios.
La negación de la Divina Trinidad apareció con Arrio, un escritor griego que murió en el año
336, quien combatió la divinidad de Cristo. No deja de ser curioso, pero muy significativo, observar
que desde los apóstoles hasta Arrio, o sea unos 300 años, los cristianos creían en la Divina Trinidad,
la que está claramente reconocida en el Nuevo Testamento. ¿Podríamos admitir que los apóstoles y
todos los cristianos estuvieron equivocados durante 300 años y recién Arrio descubrió el error?
Observemos los siguientes pasajes bíblicos.
La deidad de Cristo
Advertimos que los pasajes que citaremos aparecen traducidos en diferente forma en la Versión
del Nuevo Mundo, publicada por los llamados testigos de Jehová. Explican que todas las versiones
existentes están mal traducidas. Pero la verdad es a la inversa, desde que dicha versión fue preparada
exprofeso para combatir la doctrina acerca de la Trinidad y la divinidad de Cristo. No se trata de
una versión fiel sino tendenciosa.
Si el lector tuviera interés en más detalles sobre el particular, puede solicitarlo a La Voz
de la Esperanza. A continuación citaremos algunos textos que señalan la divinidad de Cristo.
La divinidad de Cristo
1. San Juan 1:1. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios" (Véase también el versículo 14).
2. S. Mateo 1:23. "Llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros."
3. Isaías 9:6 "Un niño nos es nacido... y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz."
4. Romanos 9:5. "Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos"
5. Hebreos 1:8. "Más al Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo de; siglo."
1. S. Juan 10:33-39. Los judíos lo acusaron diciéndole: "te haces Dios". Con la respuesta
confirmó que era verdad lo que ellos decían. De no haber sido cierto, esa hubiera sido una opor-
tunidad valiosa para refutarles su tremendo error. Pero al confirmar que era cierta la acusa-
ción, los que tan procurado apedrearlo por hacerse Dios (versículo 31), volvieron a intentar pren-
derle al confirmar su divinidad (versículo 39).
2. S. Lucas 22:66-71; S. Mateo 26:59-66. Frente al concilio que le juzgaba, Jesús "fue acu-
sado de blasfemia por aceptar que era divino y por ese motivo fue condenado. Tampoco Jesús en
esta ocasión refutó su divinidad, explicándoles a sus jueces el error de sus afirmaciones, con lo
que no solamente para esos jueces quedó el testimonio de su divinidad, sino para todos los que
leamos ese testimonio póstumo de su divinidad.
3. S. Juan 20:27-29. Cuando Tomás, el discípulo se convenció que Jesús había resucitado, su
reacción inmediata fue decirle: "¡Señor mío, y Dios mío!" En este caso, no podríamos admitir que
si Cristo no era Dios, no corrigiera a su discípulo. Si en verdad Jesús no era Dios, hubiera
sido necesario corregirle tan tremendo error. Jesús solamente reprendió su incredulidad, acep-
tando que era Señor y Dios.
3. Colosenses 1:15-17. El apóstol Pablo presenta a Cristo como el Creador, diciendo que "él
es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten".
5. Hebreos 1:2,3. Aquí Cristo es el que "hizo el universo", es "el resplandor de su gloria,
y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder".
7. Filipenses 2:6. "No estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse".
1. 2 Corintios 13:14. La bendición apostólica de la Divina Trinidad: "La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo, sean con todos vosotros. Amén".
3. S. Judas 20,21. "Pero vosotros amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en
el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesu-
cristo para vida eterna".
4. S. Mateo 28:19. Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". No dice los nombre, sino "el nombre", porque los
tres forman un nombre: Dios.
Ilustración Aclaratoria
Del mismo modo que sucede con la iglesia sucede con la Divinidad: "Para que todos sean uno;
como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo
crea que tú me enviaste... para que sean uno, así como nosotros somos uno" (S. Juan 17:21,22). La
unidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo a través de su naturaleza, carácter y propósito, son los
elementos que también unen a los millones de cristianos en uno, una iglesia o congregación, no mu-
chas.
Si desechamos esta enseñanza bíblica que hace de la Divinidad Trinidad un solo Dios verda-
dero, caemos en la cuenta de que los que no aceptan esto han formado un diteísmo, o sea a Jehová
como el Dios todopoderoso y a Cristo como un dios menor. Según Jesús eso tampoco es verdad, porque
dijo que con el Padre eran "una cosa" (S. Juan 17:11,22).
LA VOZ DE LA ESPERANZA
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Pregunta: ¿Es verdad que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son nombres y que son distin-
tos aspectos de Dios?
Respuesta: El mismo texto, S. Mateo 28:19, lo explica al decir que debe bautizarse "en el nombre"
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Se alega que si todos fueran nombres, debería decir "en
los nombres...". Es un error gramatical afirma tal cosa, porque nuestro idioma admite que el sus-
tantivo "nombre" en este caso, se lo exprese tácitamente, es decir que como está dicho, no es ne-
cesario repetirlo.
Un ejemplo ayudará a entenderlo: "Te ruego en el nombre de José, Guillermo y Carmen que hagas
lo que te pedimos". No es necesario decir "...en el nombre de José, en el nombre de Guillermo y
en el nombre de Carmen". Y sería incorrecto decir "...en los nombres de José, Guillermo y Car-
men.
PADRE E HIJO
En el Nuevo Testamento esta expresión siempre hace referencia a dos personalidades. De lo con-
trario tendríamos que llegar a la conclusión que Jesús estaba engañando a sus propios discípulos
haciéndoles creer que el Padre le había enviado, o le había enseñado o le había ordenado hacer lo
que hacía cuando no existía tal Padre. Unos ejemplos lo demuestran:
Mateo 28:19, testifica, por lo dicho, que se trata de nombres: "en el nombre del Padre". En su
oración (S. Juan 17), pide al Padre que glorifique al Hijo. ¿Acaso dirigía esa oración a sí mismo?
S. Juan 14:13,14. Debemos pedir "al Padre en mi nombre, para que sea glorificado el Hijo. Uno
de los nombres de Jesucristo que bien lo identifica es el de Hijo.
S. Juan 8:17,18. Cuando Jesús explicó el valor de su testimonio, recordando Éxodo 19:15, donde
se afirma que un testimonio aceptable o verdadero debe ser dado por dos, declaró que él y el Padre
eran dos: "Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y da testimonio de mí el que me envió, el
Padre".
S. Juan 6:37. "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene, no le echo fuera".
Aquí está el Padre que da y el Hijo que recibe.
ESPIRITU SANTO
S. Juan 14:16,17. El Espíritu Santo es "otro" Consolador prometido por Jesús, a fin de que no se
sientan huérfanos. En griego hay dos palabras para referirse a "otra" persona. "Héteros", que
significa una persona de otra clase, y "allos", que se refiere a una persona de la misma clase. En
el texto señalado se usa "allos", vale decir que el Espíritu Santo era otro Consolador, pero de la
misma clase que el Hijo, o sea, un personaje divino.
S. Juan 14:26. El Espíritu Santo enseña y recuerda, atributos de una personalidad definida. S.
Juan 16:7. El Espíritu Santo está en lugar de Cristo, por lo tanto, es su vicario. S. Juan
16:13. El Espíritu Santo guía a la vendad, habla y hace saber, por lo tanto, es un ser de entidad
personal.
142
S. Juan 10:30. Padre, Hijo y Espíritu Santo son una cosa en naturaleza, pensamiento y acción.
Su perfecta unidad en naturaleza divina, pensamiento y acción los hace un solo Dios verdadero.
S. Juan 17:21,22. "Para que también ellos sean una cosa como también nosotros somos una cosa'.
Los discípulos, aunque eran doce, él ideal era que fueran "una cosa" tan unida como la del Padre
con el Hijo. Ahora, aunque somos millones los creyentes en el Hijo, somos "una cosa , así como
los tres seres divinos forman "una cosa". Nosotros somos una cosa en naturaleza espiritual, en
pensamiento y en acción, así como la divina Trinidad forma un solo Dios verdadero, en naturaleza
divina, en pensamiento y acción.
Por ello el bautismo debe ser realizado como Cristo lo ordenó, en nombre de la Divinidad,
a quien pertenecemos si aceptamos el Evangelio. El bautismo de Jesucristo era diferente al de Juan
el Bautista, o al de los Esenios, o a los bautismos de otras comunidades religiosas que reconocían
al Padre, reconocían al Espíritu Santo, pero no aceptaban al Mesías: Jesucristo. Juan el Bautista
lo reconoció como el "Cordero ce Dios que quita el pecado del mundo" (S. Juan 1:29), pero no podía
bautizar usando también su nombre, porque todavía no había cumplido su misión redentora completada
en la cruz.
Por lo tanto, el bautismo de Jesucristo, una ver cumplida su misión con su muerte, resurrección
y ascensión, siempre se realizaba en concordancia con su orden explícita. Sería una monstruosidad
admitir que tan pronto como Jesús dejó a sus discípulos, estos se permitieren desobedecer el mandato
claro y definido de su Maestro con respeto al bautismo. Haciéndolo correctamente, era incluir en
el plan de redención al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, quienes forman un Dios verdadero, como
los cristianos siendo millones forman una iglesia verdadera. Tres son uno, como millones debemos ser
uno.
143
EL ESPIRITU SANTO - I
¿Es verdad que el Espíritu Santo comenzó su obra en favor de los hom¬bres recién en el día
de Pentecostés? (Hechos 2:1-47).
La Santa Biblia nos enseña que el Espíritu Santo es eterno (Hebreos 9:14), pues forma parte
de la Divinidad, por cuya razón su existencia y sus obras se las señala también en el Antiguo
Testamento. Se lo menciona 88 veces en 22 libros de los 39 que lo forman. El Nuevo Testamento a su
vez atestigua que los profetas que lo escribieron fueron inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro
1:19-21; 2 Timoteo 3:15-17).
El rey David en la oración que ofreció después de su arrepentimiento por un grave pecado,
rogó: "No quites de mí tu santo Espíritu" (Salmo 51:11). El profeta Isaías refiere el derramamiento
del "Espíritu de lo alto", lo que significaría grandes bendiciones para el pueblo de Dios (Isaías
32:15). Por medio del profeta Ezequiel, Dios prometió la presencia de su Espíritu para que tengan
el poder y deseo de obedecerle Ezequiel 36:25-27; 39:29). El profeta Zacarías, llamado por Dios
para dirigir y alentar a Israel después del regreso del cautiverio en Babilonia, recibió un mensaje
de ánimo para Zorobabel, quien era el dirigente del pueblo en esos días. Le dijo: "Esta es palabra
de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos" (Zacarías 4:6).
Estos 15 pasajes escogidos entre los 88 existentes en el Antiguo Testamento nos muestran la
forma en que actuaba el Espíritu Santo en favor de los hijos de Dios antes de Cristo. Confirman,
además, que siempre estuvo presente para cumplir su obra de salvación en favor de los seres humanos.
Por ellos además aprendemos que puede haber abundancia de su presencia, o puede retirarse bajo
ciertas circunstancias, pero siempre está presente en donde ha de confirmarse la verdad frente al
error.
El día del Pentecostés, referido en Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, nos presenta una
ocasión en la que hubo un derramamiento especial y abundante del Espíritu Santo, predicho por el
profeta Joel (capítulo 2:28-32), según lo reconoció el apóstol Pedro que explicó la razón de lo que
sucedió.
2 Págs.
Por las muchas y muy claras referencias que la Biblia nos da respecto al Espíritu Santo,
descubrimos que tiene atributos únicos y posibles de una personalidad, y de los cuales carecería en
absoluto si fuese solamente una fuerza manejada por Dios. Una fuerza solamente actúa cuando alguien
la guía. Observemos algunos de esos atributos.
Podríamos duplicar esta lista, pero es suficiente para ayudarnos a comprender que el Espíritu
Santo tiene atributos de una persona.
Respecto a la deidad del Espíritu Santo indicaremos algunos pasajes que la definen con claridad.
7. Es Jehová como Dios. Compárese Jeremías 31:33, 34 con Hebreos 10:15, 16, y también Isaías
6:3-10 con Hechos 28:25-27
8. Es igual a Dios - Hechos 5:3, 4. En 1 Corintios 2:10 se afirma que "el espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios". Nada inferior al mismo Dios podría escudriñarlo.
Otro Consolador
Jesús dijo a sus discípulos que al dejarlos no quedarían huérfanos porque les enviaría otro
Consolador que estaría con ellos para siempre (Juan 14:16). En griego hay dos palabras para decir
"otro": "héteros", que significa "otro" de otra clase y "allos" que es "otro" de la misma clase.
146
En el texto señalado se usa "allos", o sea que el Consolador, que es el Espíritu Santo (versículo
26), es "otro" de la misma clase. Jesucristo es "Emmanuel: Dios con nosotros" (Mateo 1:23), por lo
tanto el Espíritu Santo que es otro de la misma clase, es también "Dios con nosotros".
El Espíritu Santo - I
2 págs.
Pregunta: ¿Es verdad que solamente los que hablan lenguas recibieron el bautismo del
Espíritu Santo?
Luego el apóstol pregunta: "¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿Hablan todos lenguas?
¿interpretan todos?" (Versículos 29,30). La única respuesta razonable a estas preguntas es NO, no
todos son apóstoles, o profetas, o maestros,...ni tampoco todos hablarán lenguas. Por lo tanto no
es correcto afirmar que al no hablar lenguas no se ha recibido el bautismo del Espíritu Santo. Sería
acusar al Espíritu Santo de acepción de personas, porque "todas estas cosas las hace uno el mismo
Espíritu: repartiendo a cada uno en particular como él quiere" (versículo 11), así como "Dios ha
colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso' (versículo 18). Por lo tanto
tampoco fuera correcto exigirle al Espíritu Santo un don, cuando él con su sabiduría divina los
reparte como él sabe que sea necesario en la iglesia.
Un camino más excelente. Después de haber aclarado el apóstol que ninguno de los dones es
dado a todos, afirma: "Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente"
(versículo 31). Lo introduce con esta declaración: "Si yo hablare lenguas humanas y angélicas, y
no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe" (1 Corintios 13:1). De modo
que si no tengo amor, aunque hablara lenguas "angélicas", sería solamente ruido sin valor. El amor
es la primera manifestación del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23). No podría haber manifestación
del Espíritu Santo sin el amor. Por esa razón se puede estar bautizado por el Espíritu Santo cuando
manifestemos amor aunque sea sin lenguas, pero nunca cuando hablemos lenguas sin amor.
¿Cómo puedo saber si en verdad tengo el amor de Dios? "Pues este es el amor de Dios, que
guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos" (1 San Juan 5:3). "Y en esto
sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco, y
no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (capítulo 2:3,4). La
obediencia a los mandamientos de Dios es la prueba irrefutable de la presencia del amor de Dios en
nuestros corazones. "Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también del Espíritu Santo,
el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32).
El verdadero don de lenguas. Cuando el Espíritu Santo impartió por primera vez el don de
lenguas a la iglesia naciente, fue para evangelizar al gentío reunido en Jerusalén, que había venido
de unas quince diferentes zonas lingüísticas del imperio romano (Hechos 2:9-11). Los oyentes quedaron
asombrados al oír a unos galileos hablarles "cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido"
porque "les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios (versículos 8-11). Así se
cumplió el propósito divino del don de lenguas. Jesús les había dicho: "Pero recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén..." (Hechos
1:8). Gracias al verdadero don de lenguas, los discípulos testificaron de "las maravillas de Dios"
ante esa multitud reunida en Jerusalén y ellos llevarían este testimonio a sus respectivos países.
Lo que dice el apóstol Pablo a los corintios en 1 Corintios 12, 13 y 14, es un esfuerzo por
corregir una deformidad manifiesta del verdadero don de lenguas. Después de explicar el lugar que
148
ocupan los dones espirituales en la iglesia (capítulo 12), y señalar el camino más excelente (13),
da dos consejos que sobresalen: "Seguid el amor; procurad los dones espirituales, pero sobre todo
que profeticéis... porque mayor es el que profetiza que el que habla lenguas... En la iglesia
prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil
palabras en lengua desconocida" (lea 1 Cor. 14:1-19). Por lo tanto darle preeminencia al don de
lenguas, indicando que es la única señal de bautismo del Espíritu Santo, es un error que puede
llevarnos a males más graves. Por eso el apóstol señaló dos caminos como más excelentes: "Seguid
el amor;... sobre todo que profeticéis".
Además no se ajusta a la realidad afirmar que el don de lenguas sea la única señal del
bautismo del Espíritu Santo. "Jesús, lleno de Espíritu Santo" (S. Lucas 4:1), nunca habló lenguas.
San Lucas nada dice que los millares bautizados en Jerusalén después del Pentecostés hablaran
lenguas, ni tampoco que así haya sucedido con los muchos conversos en Samaría (Hechos 8:4-25).
Solamente menciona dos ocasiones después del Pentecostés: en relación a la conversión de Cornelio,
y la de doce creyentes bautizados en Éfeso (Hechos 10:45,46; 19:6,7). Eso nos ayuda a comprender
que aunque el don de lenguas verdadero tiene su lugar, y aparece cuando el Espíritu Santo ha decidido
darlo, es un error afirmar que sea la única demostración del bautismo del Espíritu Santo.
El bautismo del Espíritu Santo. Comienza nuestro contacto con el Espíritu Santo cuando
abrimos nuestro corazón al llamado que nos hace a través del Evangelio. Cuando finalmente por
convicción nos preguntamos ¿qué debemos hacer?, se nos dice: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:37,38). Ese
arrepentimiento que nos guía al abandono del pecado, y que nos hace obedientes a Dios, lo que es el
nuevo nacimiento (S. Juan 3:5-8), es obra del bautismo del Espíritu Santo, porque si fuera del agua
solamente, sería imposible al hombre ser una nueva criatura. De allí que el Espíritu Santo es dado
a los obedientes (Hechos 5:32). Para desobedecer a Dios, no lo necesitamos. Una vez bautizados por
el Espíritu Santo, éste repartirá sus dones "a cada uno como quiere" (1 Corintios 12:11).
2. Si hay un camino más excelente que la recepción de alguno de los dones espirituales
señalados en 1 Corintios 12:28, y claramente definido por el apóstol -el amor-, éste tiene primacía
sobre los otros, inclusive el don de lenguas.
3. Si es posible hablar lenguas sin amor, y eso no tiene valor (1 Cor. 13:1), significa
que el amor es superior al don de lenguas y lógicamente es el don que todos deben recibir. Es la
primera manifestación del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23) El amor solamente lo puede manifestar
quien haya sido bautizado por el Espíritu Santo. Recién entonces el Espíritu Santo podrá darle
algún otro don que edificará el cuerpo de Cristo, su iglesia (Efesios 4:11-13).
4. Los dones espirituales para la iglesia solamente tendrán valor cuando sus miembros
hayan sido preparados por efecto del bautismo del Espíritu Santo realizado en el proceso de su
conversión o nuevo nacimiento. Recibir los dones espirituales sin ese bautismo previo, no tiene
ningún valor: ni lenguas, ni profecía, ni ciencia, ni fe, ni aun el martirio (1 Cor."13:1-3). Por
lo tanto, aceptemos el camino más excelente": sigamos el amor (1 San Juan 5:3). Luego el Espíritu
Santo repartirá el don que quiera darnos.
149
¿Cuál es el pecado contra el Espíritu Santo y por qué no puede ser perdonado?
En San Mateo 12:23-32 y San Marcos 3:20-30 se registra esa doctrina. Obsérvese que está
relacionada con la acusación indebida a Jesús de que sus obras y enseñanzas eran del diablo, cuando
Jesús era Emmanuel, o "Dios con nosotros" (San Mateo 1:23). Por ello concluimos en primer lugar
que cometemos el pecado contra el Espíritu Santo cuando rechazamos alguna enseñanza de la Palabra
de Dios para seguir nuestras opiniones. Así nos mantenemos en un pecado que conocemos, atribu-
yéndole al diablo la verdad.
El problema serio lo creamos nosotros cuando nos encontramos con una enseñanza de la Palabra
de Dios que no nos agrada, y que aunque tenemos alguna convicción respecto a ella, preferimos seguir
con nuestra idea. Así comenzamos a actuar contra el Espíritu Santo. Él fue enviado por Dios para
guiarnos a "toda verdad" (San Juan 16:13). Esa verdad está en las Escrituras cuyos autores "hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 San Pedro 1:21). Frente a nuestra resistencia el Espíritu
Santo sigue su obra para convencernos de nuestro error (San Juan 16:8). En esta lucha del Espíritu
en favor de la verdad, y nosotros con simpatía e insistencia hacia algún error, llegaremos al
momento cuando o cedemos a las insistencias del Espíritu Santo y reconocemos nuestro pecado, lo
confesamos arrepentidos y recibimos el perdón, o rechazamos sus invitaciones para seguir en nuestro
error. Esta actitud de resistencia constante al Espíritu Santo cauteriza nuestra conciencia de
tal modo que finalmente no percibimos sus llamamientos. De esa manera llegamos a cometer el pecado
contra el Espíritu Santo, o sea que por rechazar la verdad a través de largo tiempo, finalmente no
sentimos la necesidad de arrepentimos de nuestro pecado, y por lo tanto tampoco lo confesamos. Por
eso decíamos que el pecado imperdonable es el que no se confiesa.
La Palabra de Dios aconseja: "No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención" (Efesios 4:30). Si lo contristamos insistiendo en algún
error, que es pecado, llegaremos a sufrir la experiencia del rey rebelde, de quien se dijo: "El
Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo..." (1 Samuel 16:14).
Aceptemos el ofrecimiento del Señor que no limita de ninguna forma y en ningún caso el perdón
total. Amemos tanto a Dios y a su Palabra de modo que nuestro mayor gozo sea obedecerla, aunque
tengamos que romper con viejas tradiciones o formas de vivir equivocadas que por alguna razón nos
gustaban. Aceptemos con amor la voz de la Palabra de Dios, que es la voz del Espíritu Santo y siempre
ante nuestro arrepentimiento y confesión recibiremos el perdón.
El Espíritu Santo - I
PREGUNTA: Atenidos a Hebreos 6:4-6 ¿será imposible que algún cristiano que cay6 en pecado
vuelva a levantarse y ser aceptado por Dios?
RESPUESTA: El único pecado imperdonable que señala la Biblia es el "contra el Espíritu Santo"
(San Mateo 12:31,32). Y la mejor definición que podemos dar a ese pecado es diciendo: "Es el pecado
que no se confiesa".
En Isaías 1:18 se indica perdón para los más graves pecados. 1 San Juan 1:9 la promesa que
al confesar los pecados se "nos limpiará de toda maldad". En 1 Timoteo 1:15,16, San Pablo se
consideraba el mayor pecador, pero que recibió la misericordia del perdón. Por lo tanto, en quien
se manifieste el deseo de volver al Señor, de confesar sus pecados, de apartarse de ellos y volver
a la debida senda, no podemos considerarlo bajo los términos del pecado Imperdonable. Será acepto
por el Señor, pues que dijo: "El que a mí viene, no le echo fuera" (San Juan 6:37).
Si una persona hubiera sido totalmente iluminada por la verdad, hubiera gustado del don
celestial, hubiera gustado de la Palabra de Dios y de las virtudes del reino de Dios que esperamos,
nunca hubiera entrado en la senda de la apostaste. Lo que pasó, sin duda, fue que se dejó engañar
por Satanás al no haber fortalecido su fe en el estudio de la Palabra, y por lo tanto creyó que era
mejor camino el que escogió.
Pero cuando sus años fuera de la buena senda le ayudaron a descubrir que estaba equivocado,
y ahora sí comienza a iluminarse con la verdad., a gustar el don celestial, la presencia del Espíritu
Santo, y todo lo que nos ofrece el Señor será nuevamente aceptado y perdonados sus pecados. Es el
pródigo de la parábola que vuelve al hogar, después de haber salido de él, y que ES RECIBIDO por el
Padre celestial (San Lucas 15:11-32).
152
Les faltó fe, les faltó confianza en Dios y en la Sagrada Biblia. No fueron
capaces de seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, y contestar a los ataques
de la incredulidad con un "escrito está" (San Mateo 4:4). Con el propósito de
salvar lo que llamaban fe, estudiaron el problema y creyeren hallar la solución
sugiriendo que los siete días de la creación, mencionados en el libro del Génesis,
no eran en realidad siete días literales de 24 horas cada uno, sino siete largos
períodos de aproximadamente 500 millones de años cada uno. Así pues aceptaban la
teoría de la evolución lenta y penosa a través de millones de años, pero se la
asignaban a Dios.
Amigo mío, no caigamos nosotros hoy en el error en que cayeron aquellos que
se decían creyentes. Dios no necesita de largos siglos para crear lo que se
propone. Puede hacerlo instantáneamente con sólo quererlo. Y si él dice en la
Sagrada Escritura, su palabra inspirada, que fueron días como los actuales, no
tenemos por qué torcer el significado de esas palabras y asignarles un sentido que
153
Hay más todavía. En el primer capítulo del Génesis se lee lo siguiente, acerca
de lo creado en el tercer día. "Y dijo Dios: produzca la tierra hierba verde, hierba
que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté
en él, sobre la tierra: y fue así." Génesis 1:11.
Así, pues, se crean durante el día tercero los árboles, la hiena verde, etc.
Y ahora leamos lo que se creó en el cuarto. "E hizo Dios las dos grandes lumbreras;
lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease
en la noche: hizo también las estrellas. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto."
Génesis 1: 11,19.
Así durante el tercer día se crean los árboles y los vegetales y durante el
cuarto se crea el sol. Científicamente hablando, y aplicando el mismo rigor
científico de que tanto hacen alarde quienes defienden la idea de que cada día es
un largo período, es imposible que el tercer día fuera un largo período. Se sabe la
acción solar cumple una función vital en la fotosíntesis de las plantas, fenómeno
que determina la formación de una sustancia orgánica para la cual la esencia de la
luz solar es del todo indispensable. Ahora bien, si la creación del sol, fuente de
energía indispensable para los vegetales, ocurrió varios millones años después de
que éstos fueron creados, para ese tiempo, científicamente hablando todo vegetal
habría dejado de existir, pues, ya lo dijimos, sin la luz solar no tienen vida.
EL DILUVIO
5 págs.
Pocas cosas han sido tan ridiculizadas como el diluvio y el arca de Noé, pero
de acuerdo con las palabras que acabamos de leer, Jesús creía en el diluvio. El
Señor afirmó que el diluvio había venido y ¿quién somos nosotros para negarlo? En
los capítulos seis, siete y ocho del Génesis, Moisés que vivió más cerca que nosotros
de ese acontecimiento relata los detalles referentes al diluvio. Si Moisés, el
hombre de Dios en el Antiguo Testamento y Jesús, él Hijo de Dios en el Nuevo
Testamento nos dicen que el diluvio se efectuó, los creyentes en la Palabra de Dios
no tienen por qué dudarlo.
En las cumbres altas de las montaras se han hallado cenchas marinas. Fósiles
de vidas propias del mar y fósiles de tierra seca se hallan mezclados en los mismos
estratos rocosos. Y por todas partes se hallan señales de un repentino fin en todos
los órdenes de la vida animal. En casi todas las costas marítimas se hallan señales
evidentes de que una vez el nivel del mar era más alto que en la actualidad. En
las aguas árticas se encuentran hoy restos fósiles de corales que, come se sabe,
viven solo en aguas templadas. En las regiones árticas suelen hallarse grandes
vetas de carbón. En lo que fue lodo del mar, actualmente solidificado, suelen
hallarse sepultados millones de restos fósiles de peces. Serían muchas las evidencias
de esta clase que podríamos señalar, sin olvidar las muchas tradiciones que del
diluvio sustentan todos los grandes pueblos de la humanidad.
Alguien podría aducir que no hay suficiente agua para producir un diluvio
mundial. Consideremos pues este asunto, Más o menos el 75% de nuestro globo está
cubierto de agua y solo el 25% de la superficie de nuestro mundo es tierra seca. La
profundidad media aproximada del mar es de cuatro mil trescientos metros y la altura
media de la tierra sobre el nivel del mar es de más o menos ochocientos. Como se ve
el promedio de profundidad del mar es cinco veces y medio mayor que el promedio de
156
la altura de la tierra. En otras palabras: bajo el nivel del mar hay unas quince
veces más agua que tierra hay sobre ese mismo nivel. Algunos cálculos cuidadosamente
hechos demuestran que si la superficie de la tierra se nivelara, el globo terrestre
quedaría cubierto con una capa de agua que tendría una profundidad aproximada de
tres mil metros. Esto echa por tierra el gastado argumento de que no hay suficiente
agua para, producir un diluvio universal. El milagro más bien consiste en que de
vez en cuando la tierra no se vea enteramente cubierta de agua. Pero la ley que
Dios ha puesto al océano es:
Es fácil comprender cómo las aguas turbulentas del diluvio con sus dos flujos
y reflujos diarios durante cuarenta días pudieron remodelar toda la superficie de
la tierra. Y las capas rocosas demuestran hasta hoy que hubo tal remodelación. A
veces los estratos muestran una capa arenosa y encima otra de carbón, y sobre esta
otra capa caliza. Encima de este grupo de estratos vuelve a repetirse el mismo orden
una y otra vez y en algunos lugares hasta setenta y setenta y cinco veces. Estos
estratos suelen hallarse en muchos lugares del mundo y suponen la acción del agua
que los depósitos. La Palabra Sagrada lo confirma, cuando dice en Génesis 3:3:
''tornáronse las aguas sobre la tierra, yendo y volviendo”.
Donald McMillan, el explorador ártico, halló una veta de carbón de unos diez
metros de espesor a sólo mil kilómetros del Polo Norte. Y al examinarse un trozo de
ese carbón a través del microscopio, se descubrió que contenía restos de gigantescos
arboles sequoia que ahora se hallan solamente en los trópicos. McMiilan afirmo que
157
dichos árboles existían en el polo miles de años atrás debido a que habla una
temperatura uniforme en todo el globo.
2. Dice Dios: "Pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán", y ¡cuánto
hablan hoy los animales mediarte sus fósiles! Los descubrimientos científicos com-
prueban que los animales vindican la historia del diluvio al comprobar que vino
repentinamente, que mató a millones de animales en pocas horas y que cambio el clima
del mundo. En aquel tiempo vivían en todo lugar grandes elefantes, mamuts, masto-
dontes, camellos y otros seres extraños y gigantescos a los que se les dan nombres
tan largos que la mayoría de nosotros no podríamos pronunciarlos. Se alimentaban de
la misma vegetación tropical. La mayoría de esos animales han desaparecido. ¿Como
ha sido eso? he aquí una pregunta difícil de responder a menos que creamos en el
relato del diluvio tal como lo presenta la Sagrada Escritura.
En su informe el profesor Elmer S. Riggs del Field Museo afirmó que todos esos
animales murieron aparentemente al mismo tiempo. Considera como un misterio para la
ciencia el hecho de que todos murieran y fueran sepultados al mismo tiempo. Sin
embargo, la Sagrada Escritura lo explica.
El Sr. Alfredo Russell Wallace dice que fue sin duda una gran causa física lo
que motivo que murieran al mismo tiempo los animales más grandes, más feroces y más
extraños que han existido y que esta causa debe haber actuado simultáneamente en
toda la tierra.
SÍ, amigos, hubo una causa física que actuó al mismo tiempo en toda la tierra.
Esto es, el diluvio que ocurrió en los días de Noé.
Hasta Darwin dice que la evidencia nos obliga a aceptar que hubo una gran
catástrofe que sacudió toda la estructura del globo. Y es verdad. El diluvio fue el
fenómeno más gigantesco que ha ocurrido sobre la tierra o que ocurrirá hasta la
segunda, venida de Cristo.
El mundo antiguo pereció anegando en agua. Así lo afirma San Pedro. Vivimos
hoy en las ruinas del maravilloso mundo que existía antes de esa gran catástrofe.
Cuando las aguas del diluvio fueron bajando y retirándose, cortaron grandes
depresiones en la tierra y marcaron las señales de sus altos niveles en las elevadas
montañas.
Hasta contemplar la corteza terrestre cuando es cortada por los ríos, los
océanos, los terremotos o por los hombres, para ver la palabra "diluvio" escrita
una y mil veces.
Job nos habla de esta raza impía. Leemos en el Capítulo 22:12-18 de su libro:
Jesús dijo que "No conocieron hasta que vino el diluvio y llevo a todos".
San Mateo 21:39. Sin embargo, podrían hacer conocido. Pero se interesaron más en
sus negocies y en su visa social que en la Palabra de Dios. Estaban demasiado
ocupados. Llego el diluvio y llego cuando los hombres no lo querían. Pero llegó y
eso fue el fin de su historia. Y será el fin hasta que la tierra y el mar devuelvan
sus muertos:
Con bastante frecuencia algunos de nuestros alumnos nos han preguntado: "Siendo
que Dios creó un hombre y una mujer Adán y Eva y de ellas ha descendido el resto
del género humano, ¿cómo es que encontramos hoy diferencias físicas tan marcadas
entre las distintas razas?
Por otra parte, debemos tener en cuenta que la alimentación y el clima pueden
afectar a largo plazo las características exteriores de un individuo. Si sumamos
todos esos factores tendremos una explicación de por qué tanta diferencia entre las
distintas razas del mundo.
Pero una cosa debe quedar bien clara y es la siguiente: Todos son seres humanos
compuestos exactamente por las mismas sustancias químicas. La única diferencia que
existe es una diferencia física exterior.
161
EL AYUNO
¿Por qué se debe ayunar? ¿Cuándo y cómo debe practicarse el ayuno? De acuerdo
a la historia bíblica el ayuno era una práctica generalizada en todas las naciones,
cumplida frente a circunstancias difíciles o penosas. Algunos piensan que la misma
naturaleza lo sugiere, desde que frente a momentos angustiosos el organismo de por
sí rechaza el alimento.
Sin embargo el apóstol Pablo explica que no había mandamiento definitivo para
el ayuno o para los días de ayuno (Romanos 14:1-6). Por eso afirmó que no debía
juzgarse al que ayunaba o al que no lo hacía. Del mismo modo no debía condenarse al
que caso del día de ayuno o al que no lo tomaba en cuenta. Eso nos ayuda a comer
que el ayuno o días de ayuno son prácticas de determinación voluntaria y personal.
Por otra parte esto no significa que, teniendo en cuenta alguna circunstancia
especial o problema difícil, toda una congregación local o mundial pueda definir
un día de ayuno, invitando a que participen del mismo todos los creyentes que desean
hacerlo.
Conviene recordar que podría ayunarse sin estar preparado para ello. (Léase
Isaías 58:4-7). Eso quiere decir que si vivimos en pecado voluntariamente, si no
nos arrepentimos de el y lo confesamos al Señor, el ayuno solamente podría ser una
acción sin sentido.
De manera que, concluyendo, diremos que cuando pasamos por alguna circunstancia
difícil o angustiosa, si sentimos el deseo de ayunar y orar, hagámoslo. No pensemos
que el sacrificio de no comer convencerá más a Dios para ayudarnos, sino que usemos
ese tiempo de ayuno para examinar nuestra vida frente a la voluntad de Dios y
decidamos con fe y buena voluntad ajustamos a ella. Así el ayuno y oración serán
una bendición porque "los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al con-
trito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51:17).
LA VOZ DE LA ESPERANZA
Box 55
Los Ángeles, CA 90053
162
Decimos que la virgen María solamente tuvo un hijo, Jesús, ¿por qué el Nuevo
Testamento menciona en varios lugares a los "hermanos de Jesús"?
Estas consideraciones permiten aceptar sin lugar a dudas que Jesús fue el
único hijo de María.
LA VOZ DE LA ESPERANZA
Box 55
Los Ángeles, CA 90053
163
Algunos cristianos han llegado a pensar por diversos motivos que el Antiguo
Testamento ha perdido su importancia como documento para enseñar la doctrina cris-
tiana, y que por lo tanto, es secundario. Otros opinan que la doctrina de salvación
es distinta a la del Nuevo Testamento. Y aún hay quienes afirman que está totalmente
abolido y para probarlo citan 2 Corintios 3:14.
3. Algunos cristianos eminentes que conocieron a los apóstoles, y que por ese
motivo se los llama "Padres Apostólicos", que vivieron después de la muerte de ellos
hasta cerca del año 150 DC, dejaron algunos escritos, pero aunque en su tiempo ya
se conocían los cuatro Evangelios y las epístolas de los apóstoles que se escribieron
entre los años 40 al 96, nunca los citaron en defensa del Evangelio. Su arma
irrebatible como Palabra de Dios era el Antiguo Testamento. Recién al comienzo del
164
Con lo dicho, podemos entender que para los primitivos cristianos, incluyendo
a Jesucristo mismo, el valor de lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento era total
y absoluto. Por lo tanto, sería impropio afirmar que hoy el Antiguo Testamento
no tiene valor o está abolido. Por una razón incontrovertible las Biblias incluyen
ambos testamentos. No es la Santa Biblia un solo testamento, sino los dos. Ambos
presentan la Palabra de Dios.
Podría insistirse en que 2 Corintios 3:14 dice que Cristo quitó el Antiguo
Testamento. Analicemos por lo tanto el texto: En primer lugar, San Pablo no podría
haberse referido a lo que nosotros conocemos como Antiguo Testamento, porque la
parte de la Biblia escrita antes de Cristo, no se la llamaba así. Ya explicamos cómo
se llamaban los libros sagrados e inspirados del Antiguo Testamento. Por otra parte,
no estaba escrito todavía el Nuevo Testamento. Por lo tanto, lo que en algunas
versiones (no en todas), se llama el "antiguo testamento" en 2 Corintios 3:14, es
solamente una forma de referirse al "pacto antiguo", que el apóstol presenta en
contraste con el "nuevo pacto" mencionado en el versículo 6 del mismo capítulo.
Así como Jesús necesitó valerse del Antiguo Testamento, o sea de "Moisés, los
profetas y los salmos" (San Lucas 24:44), para demostrar su identidad y su obra,
nosotros también lo necesitamos. Si anuláramos el Antiguo Testamento, ¿con qué
probaríamos que Jesús es el Cristo? El Nuevo Testamento es verdadero porque lo es
también el Antiguo. Un Testamento no anula al otro, sino que ambos se complementan
maravillosamente. Así pues, el Antiguo Testamento no está anulado, sigue siendo
la Palabra inspirada de Dios.
165
166
Pregunta: ¿Qué grupo de cristianos o qué congregación formarán los 144.000 refe-
ridos en Apocalipsis 14:1-5?
Respuesta: Aunque no se nos dan en la Biblia todas las explicaciones que desearíamos
respecto a este grupo señalado en Apocalipsis 7 y 14, podemos referirnos a lo que
se dice respecto a ellos a fin de tener en cuenta por lo menos lo que ha sido
revelado.
1. Su procedencia:
2. Sus características:
a. Serán sellados en sus frentes con el nombre del Padre (Apocalipsis 7:3,4;
14:1).
b. Ellos "no se contaminaron con mujeres" (Apocalipsis 14:4). En las Es-
crituras se ilustra a la verdadera iglesia de Dios con una mujer o fiel
esposa (Jeremías 6:2; 2 Corintios 11:2 etc.). Por otra parte, la apos-
tasía se la compara con una ramera (Apocalipsis 17:1-5; Ezequiel 23:1-
4). Por lo tanto esta característica de los 144.000, de no contaminarse
con mujeres, significa que no participaron en doctrinas o prácticas
aceptadas por congregaciones apóstatas. Ellos son "vírgenes" (Apoca-
lipsis 14:4; 2 Corintios 11:2).
c. "No fue hallada mentira" en sus bocas (Apocalipsis 14:5), o sea que
siempre testificaron la verdad contenida en las Escrituras.
d. Son hallados "sin mancha delante del trono de Dios" (Apocalipsis 14:5).
Lo que significa que aceptaron la gracia perdonadora (1 Juan 1:9).
3. Sus actividades:
167
4. Otros redimidos:
a. Los 144.000 no serán los únicos redimidos de la tierra. En adición a
ellos Juan vio en visión "una gran multitud la cual nadie podía contar"
que estaban "delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos
de ropas blancas, y con palmas en las manos" venidos de todas las
naciones de la tierra (Apocalipsis 7:9-17).
Conclusión:
Como las Escrituras no nos dan más información que ésta, mal haríamos de
afirmar que los 144.000 son precisamente los miembros de alguna congregación en
particular. Son personas que han pasado por una experiencia espiritual especial
señalada en el punto 2, que manifiesta una lucha perseverante y victoriosa contra
el pecado y toda clase de engaño, sin haber sido vencidos o influidos por las
apostasías. . La realidad de esa experiencia de los 144.000 es algo que solamente
podría definir el Señor quien es el único que conoce el corazón y no puede ser
engañado por las apariencias (S. Juan 2:24,25).
EL JUICIO DE DIOS
Así es como las profecías indican que el juicio previo a la venida del Señor comienza
antes de SJ venida por lo que la profecía indica que ha de predicarse que "la hora
de su juicio es venida"
169
Pable enseñaba que: El juicio era "ve- Se cumplen los 2300 años de Daniel 8,9.
nidero" (Hch 24:25) Dios había decre- Llega "la hora de su juicio" según Apo-
tado un día (Hechos 17:31) calipsis 14:7
… 64 D.C., año de la
muerte del apóstol
Los casos son siempre tan complicados y difíciles, que parecieran no tener
solución, a menos que el incrédulo se convirtiera. Habrá, pues, que aceptar las
cosas como son, soportar todas las pruebas y completar el ciclo de la vida en un
ambiente difícil. O de lo contrario, abandonar la lucha entre la fe y la increduli-
dad. Pero esa lucha, al capitular el creyente, sólo puede cesar en lo exterior, con
lo que no queda solucionado el problema, sino más bien agravado. Quien conoció la
verdad y no la vive, ¿qué hará con su conciencia? ¿Podrá vivir feliz sabiendo que
está en el error?
del creyente, con lo que los hijos se criarán desde pequeñitos sin saber quién tiene
razón. Cuando sean mayores será peor, pues el creyente encontrará que, no sólo el
cónyuge lucha contra la verdad, sino también el mismo ambiente escolar, la calle y
las amistades de los niños. Esto es lo que más desespera a los creyentes casados
con infieles. Toda una vida de fracasos: un cónyuge que sigue infiel y los hijos
desorientados por haber vivido en un hogar desunido. Todo se perdió. Se vivió para
nada, fuera de sufrir, luchar y quedar con las manos vacías y la conciencia remor-
diéndole siempre, porque no puede olvidar que antes de casarse se le previno que
eso sucedería.
Alguien podría todavía argüir que ése no será su caso, que su novio o novia
ha prometido dejarle practicar su religión con plena libertad. No hay duda de que
es una promesa interesante pero inconsistente. ¿Cómo podrá ser feliz al servir a
Dios, cuando en el amante íntimo del hogar sentirá la separación -el divorcio de
ideas- y la incomunicación consecuente entre el creyente y el infiel? ¿Cómo mantener
el ánimo y el crecimiento en la fe cuando el compañero/a es indiferente y hasta
burlón y contrario a todo? ¿Qué ayuda encontrara en su cónyuge para superar las
pruebas, las tentaciones, o las luchas, si nada le eso entiende? Todas esas y otras
reflexiones nos ayudarán a comprender que el tal novio o novia podrá ser buena
persona, pero por ser infiel, siempre será mal esposo o mala esposa. En lo más
importante para la vida, los valores espirituales, es una nulidad
Hay todavía quien dice que los jóvenes de la iglesia son iguales a los del
mundo. Eso, en primer lugar, no es verdad. Habrá algunos malos, pero también los
hay buenos. Y aunque fueren malos, siempre serán algo mejores que los del mundo,
pues por lo menos tienen una pequeña comprensión de la fe. De todos modos, no
justifica, ni es tampoco razón para que cometamos la tremenda equivocación de ca-
sarnos con infieles. En este caso, el problema se encuentra en uno mismo. Si yo soy
un cristiano o cristiana fiel, seguramente encontraré, con la ayuda de Dios, a otra
persona fiel. Mi fidelidad, por un lado, ayudará a llevar a la fidelidad al joven
que trate, o a la joven que estime. En todo caso, el tiempo del noviazgo indicará
si conviene o no casarse con esa persona.
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Estamos viviendo en una era que se hacen muchas cosas sin pensar con deteni-
miento, pero que en realidad significa para muchas víctimas inocentes algo así como
un crimen sin sangre. Los culpables pueden no darse cuenta de lo que están haciendo,
pero nadie tuvo la bondad de advertirles o hacerles saber lo que en realidad come-
tían, eso que insistimos en llamar crimen sin sangre. Como lo explicaremos, tiene
que ver con el fracaso de un hogar.
Es verdad que a veces un hombre y una mujer que han formado un hogar no se
entienden correctamente, casi siempre es porque miran los problemas con demasiado
egoísmo, pensando únicamente en sí mismos. O quizás porque ese mismo egoísmo les
hizo creer en ilusiones vanas, apoyadas por un juicio poco maduro que no piensa en
los resultados graves de su acción. Nos referimos especialmente a la disolución de
un matrimonio. Las víctimas inocentes son los niños que hay en cualquier familia
que se destruye. Ellos no pueden entender cómo la mamá y el papá no se entienden.
Para ellos son siempre la mamá y el papá seres indispensables en sus vidas. El amor
sincero y cándido de esos niños es para los dos. Recién cuando llegan a una edad
mayor, podrían volcarse por uno o el otro, pero de todas maneras siempre lo impor-
tante para ellos as el papá y la mamá.
¿Qué derecho les asiste a un papá y una mamá el permitir destruir ese convenio
y castigar emotivamente en forma grave a sus propios hijos que por el abandono del
padre o de la madre quedan traumatizados para toda la vida? Ese golpe tremendo los
prepara para formar parte entre los resentidos, los desubicados, los criminales,
los drogadictos, etc. ¿Quién tuvo la culpa? Ese papá y esa mamá que se permitieron
por intereses personales mezquinos deshacer el hogar que habían formado. Cometieron
el crimen sin sangre, pero que resultó en la miseria de sus propios hijos en la
vida, de no haberles faltado la ayuda y educación que esos padres desamorados no
les concedieron.
Por lo tanto el padre y la madre que tuvieran aunque fuere una sola hija o
hijo, así como muchos, están obligados ante Dios, ante la sociedad y ante el honor
de ellos mismos de ser fieles a su promesa de vivir juntos mientras vivan. Al no
hacerlo cargan sobre sus hombros uno de los pecados mayores que pueda un ser humano
cometer, porque se hacen culpables de haber arrastrado a sus propios hijos, lo que
pareciera inconcebible, a la destrucción lenta pero segura, causada por la desorien-
tación en la que los colocaron al desbaratar su hogar.
Por lo tanto, querido padre o madre que pasas por algún problema, jamás debes
resolverlo con la destrucción del hogar, fíjate en esos hijos que tienes y no cometas
el crimen sin sangre que es mil veces más grave que cualquier otro crimen que podría
cometerse contra ellos. Es un crimen contra Dios, contra la sociedad y contra lo
más valioso que pueda poseer el ser humano: sus hijos.
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En verdad, la Santa Biblia es una sola, lo que sucede es que hay diversas
versiones, las traducciones por eruditos católicos y aprobadas por la Iglesia Cató-
lica, y las traducidas por eruditos cristianos, pero no católicos. Para realizar
esas traducciones, ambos eruditos en el conocimiento hebreo -idioma original del
Antiguo Testamento- y el griego -idioma en que fue escrito el Nuevo Testamento-,
han tenido a su disposición los mismos antiguos manuscritos de la Biblia existentes.
De modo que, aunque no usan las mismas palabras, el sentido siempre es el mismo en
todas las ediciones conocidas hasta ahora. Excepto la "Versión del Nuevo Mundo",
que lamentablemente es una edición tendenciosa que tiene el propósito de sostener
las enseñanzas particulares de sus autores.
La única diferencia que debemos señalar es una que surgió en 1546, cuando en
el Concilio de Trento las autoridades eclesiásticas católicas resolvieron agregar
siete libros al Antiguo Testamento y unos capítulos al libro de Esther y al de
Daniel. Esos libros son: Tobías, Judit, La Sabiduría, El Eclesiástico, Baruc y 1
y 2 de Macabeos. Se trata de unos libros históricos de los hebreos, pero no recono-
cidos por ellos como del canon sagrado. Es notable observar que el apóstol San Pablo
afirmó que a los judíos "la palabra de Dios les fue confiada" (Romanos 3:2), y que,
aunque Jesús los reprendió por muchas cosas en las que habían faltado, nunca los
recriminó por haber descuidado los libros sagrados.
Como esos libros agregados por el Concilio de Trente son cuestionados por
contener errores históricos y doctrinales, fueron aceptados como "deuterocanónicos",
o sea "de segunda inspiración". Los impresores bíblicos no católicos siguen la lista
de los 39 libros reconocidos como sagrados en los días de Jesús y señalados por
numerosos destacados cristianos como lo son: Melitón de Sardis, año 177; Orígenes,
230; Atanasio, 326; Cirilo, 348; Hilario de Poitiers, 358; el Concilio de
Nicea, 363; Epifanio, 368; Gregorio Nacianceno, 370; Anfiloquio, 380; Rufino,
395 y Jerónimo, 395.
¿ES VERDAD QUE LA BIBLIA TIENE ERRORES Y AGREGADOS QUE SE INFILTRARON A TRAVES
DEL TIEMPO?
Para la traducción del Antiguo Testamento se dispone ahora de unos 1500 ma-
nuscritos hebreos antiguos. Desde 1947 disponemos de manuscritos anteriores a
Cristo. Del Nuevo Testamento existen unos 3600 manuscritos en griego, idioma
original de esos escritos. En base a todo ese material existente se hacen las
traducciones que conocemos.
sagrados quedaba fuera de uso por gastado, se lo reponía por uno nuevo y el viejo
se lo quemaba o se lo depositaba en un armario especial que había en las sinagogas
llamado "genizah". De allí eran sacados en algún momento y quemados o enterrados.
Debido a esa costumbre, no existían manuscritos bíblicos hebreos más antiguos que
los del siglo X de nuestra era.
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JONAS Y LA BALLENA
3 págs.
Una palabra acerca del importante librito de Jonás. Sólo contiene cuatro capítulos con un
total de 48 versículos: y si se eliminaran dos o tres de estos versículos, muchos de los escépticos
estarían, sin duda alguna, dispuestos a aceptar el libro de Jonás. Nos referimos a lo que se dice
en Jonás 2:1: "Mas Jehová había prevenido un gran pez que tragase a Jonás: y estuvo Jonás en el
vientre del pez tres días y tres noches".
El segundo versículo a que nos referimos dice: "Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en
tierra" (Jonás 2: 11).
Nuestros amigos incrédulos rechazan el libro entero porque estos dos versículos exigen un
milagro. Y por cierto que lo exigen, y también lo exige la Sagrada Escritura entera. En verdad cada
capítulo del Sagrado Libro exige un milagro.
Jesús llamó profeta a Jonás. (Véase San Mateo 12: 39). Y en 2 Reyes l4:23-25 hablamos que
vivió y predicó en los primeros días de Jeroboam II, y en los días de Johás, ambos reyes de Israel.
Se determina también que su hogar se hallaba en la ciudad Gat-Hefer, que el nombre de su padre era
Amitai. Le manera que históricamente hablando, sabemos su nombre, el de su padre, el del rey que
gobernaba en su tiempo, el nombre de su ciudad natal, y también algunas de las profecías que
pronunció, asimismo registra el cumplimiento de ellas durante el reinado de Jeroboam.
De modo que Jonás era un personaje histórico. Vivió y profetizo en un reinado literal y
verdadero, y fue un potente evangelista en tiempos del antiguo Israel. Nuestro Señor Jesucristo
se refiere a los maravillosos resultados de la predicación de Jonás en la Ciudad de Nínive, una de
las más grandes e importantes de la antigüedad, y asegura que resultado de la obra del profeta, les
hombres de Nínive se levantarán en el juicio serán una condenación para la generación del tiempo de
Cristo. Así que Jonás es, por lo tanto, un personaje histórico y real.
El viaje submarino que hizo Jonás fue todo un milagro. No intentamos explicarlo con razones
humanas, pero daremos algunos datos muy interesantes acerca de los monstruos marinos. Se lee que
Dios había preparado un gran pez para que tragase a Jonás. En el Nuevo Testamento, en la Versión del
obispo de Torres Amat, la palabra "pez" se traduce como "ballena", y proviene de la voz griega ketos,
que realmente significa "gran pez" o "monstruo marino". La ballena como sabemos, no es realmente un
pez, sino un animal de sangre caliente, que debe subir a la superficie de vez en cuando rara surtirse
de aire.
Un la enciclopedia denominada Libro del conocimiento, página 1070, se describe una ballena
que fue exhibida en Londres, y que pesaba 240 toneladas. La cabeza tenía 6.70 metros de largo, y la
columna vertebral 21.20 metros de largo. De su grasa se extrajeron 16.000 litros de aceite, y de la
boca se le sacaron 800 láminas córneas que es lo que en la mandíbula superior de la ballena ocupa
el lugar de los dientes. Se calculó su edad en mil años.
Y ahora un relato interesante. En febrero de 1891, una ballenera inglesa denominada "Star of
the East" (Estrella del Oriente), navegaba en las aguas cercanas a las Islas Malvinas. El vigía
avistó desde su torrecilla dos grandes cachalotes, o cetáceos parecidos a la ballena. Inmediatamente
se bajaron dos botes. Uno de los cachalotes escapó. El otro fue arponeado. Durante la agonía del
animal el bote al cual estaba ligado por los arpones, recibió un formidable golpe de la cola del
monstruo, y quedo reducido a añicos. Los marineros que estaban en el bote fueron arrojados al agua,
y todos, menos dos, fueron recogidos por los otros botes. El cuerpo de uno de los dos que faltaba
fue recuperado más tarde, pero el otro hombre, llamado Jaime Bartley, no pudo encontrarse.
La tripulación, usando machetes, hachas y palas, tardaron un día y medio en quitarle la grasa
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a la ballena capturada. Al cabo de ese tiempo, empleando una grúa, levantaron el estómago de la
ballena y lo depositaron sobre la cubierta del buque. Los marineros se alarmaron al notar que algo
se agitaba dentro de aquel estómago. Al abrirla aquellos hombres vieron con espanto que de él
sainó Jaime Bartley gritando como un loco furioso. Estuvo delirante durante varios días, pero después
de varias semanas pudo reasumir sus tareas.
Tiempo después, escribiendo lo que le había acontecido, dijo el señor Bartley: Tengo bien
presente lo ocurrido desde el momento en que salté del bote, y sentí que mis pies daban con algo
blando. Miré para arriba y vi algo así como un pabellón color rosa y blanco que descendía.
Inmediatamente me sentí como atraído hacia abajo, con los pies haría adentro, y me di cuenta de que
me tragaba una ballena. Fue como chupado hacia abajo cada vez más, estrechándome una pared de carne,
y con todo, la presión no era dolorosa, pues la carne cedía al menor movimiento que yo hacía. De
pronto me encontré en un saco mucho más grande que mi cuerpo, y en una completa oscuridad. Empecé a
sentir un gran dolor en la cabeza y se me hizo difícil respirar. Al mismo tiempo, experimenté un
terrible calor, que parecía consumirme, y creí que iba a ser cocinado vivo. La idea de que iba a
perecer dentro del vientre de una ballena me era un tormento insoportable, y un silencio espantoso
me aniquilaba. Intenté levantarme, gritar. Toda acción era imposible ahora, aunque mi cerebro parecía
continuar extrañamente lúcido. De pronto, y hallándome en plena conciencia de mi suerte, perdí el
conocimiento".
Este relato, atestiguado debidamente por el capitán del "Estrella del Oriente", y por la
tripulación, fue publicado por M. P. Coubert, el 7 de marzo de I896, en la revista Cosmos, publicada
en París, Francia, y fue traducido luego a otros idiomas.
No olvidemos que el gran pez del caso de Jonás pudo no haber sido, y probablemente: no fue
una ballena. Se encuentran en el Mediterráneo unos grandes tiburones-ballenas (Rhineodon typus)
que a veces llegan a tener un largo de 21 metros. Se dice que esta especie no tiene dientes.
El Youth's Instructor de julio de 1918 cita del Daily Times de St. Petersburg, Florida, los
detalles referentes al descubrimiento de un pez gigantesco, desconocido a la ciencia, y que desafía
a toda clasificación. Fue capturado por el capitán Carlos H. Thompson de Miami, Florida, EE.UU.
Este pez gigantesco medía 14 metros y pesaba 15 toneladas. Su cuerpo tenía 7 metros de circunferencia
y su cola, de un extremo a otro, medía tres metros. Antes de su captura había tragado a un pulpo que
pesaba 1500 libras o sea 680 kilos, el cual estaba aún con vida en el estómago del pez cuando se
mató a este, después de una batalla en alta mar que duró 39 horas. Las autoridades del museo
Smithsonian aseverar que ese animal habita en profundidades superiores a 2500 metros bajo la super-
ficie y que había sido lanzado hacia arriba por alguna conmoción volcánica o subterránea que le
lesionó el mecanismo de la sumersión, imposibilitándole volver a sus naturales profundidades. La
piel tenía tres pulgadas de espesor. Los ojos eran muy pequeños, y desprovistos de parpados, síntoma
de que vive en las grandes profundidades del mar.
"Ese animal no ha sido clasificado por la historia natural; la especie o género es desconocida,
y no es únicamente el ejemplar zoológico más asombroso, sino que es también el ejemplar más grande
de la familia de peces que se conoce en la historia. La enorme boca de este misterio de las
profundidades del mar es enorme; aunque dentro de ella se sentaron como si tal cosa dos hombres, uno
al lado de otro, todavía sobraba espacio. A pesar de ser el pez más grande que se haya capturado,
dicen los hombres de ciencia que era sólo un pichón o un bebé de la tribu, pues si hubiese alcanzado
pleno desarrollo sería casi tres veces mayor. Si ese monstruo era solo un "bebé" podemos imaginamos
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El hecho importante de todo esto es que en el mar existen animales que pueden sin dificultad
tragar a un hombre. Sin embargo, el Santo Libro dice que "Jehová había prevenido un gran pez"
(Jonás 2:1). No se nos dice si Dios lo hizo siguiendo el orden natural de generación y nacimiento,
o si fue una creación especial.
No obstante, la preservación de Jonás fue un milagro, y como tal, es una profecía de Cristo.
Ella es para el Antiguo Testamento, simbólicamente hablando, lo que la resurrección de Jesús es para
el Nuevo Testamento.
Dios le había ordenado a Jonás que fuera a Nínive con un mensaje de amonestación divina. Mas
la responsabilidad le pareció demasiado grande y comenzó a dudar, y termino por huir en dirección
opuesta. Fue a Joppe, y se embarcó rumbo a Tarsis, que estaba en el confín opuesto del mundo conocido
entonces. Estaba tan deprimido que bajó a la parte interior del buque y allí se hundió en profundo
sueño.
El barco fue haciéndose mar afuera y se vio de improviso embestido por un gran viento que
pronto se convirtió en una espantosa tempestad. El navío estaba a punto de ser trozado por las
olas, y la pagana tripulación clamaba a cada uno de sus dioses. Por ultimo, el capitán descubrió que
Jonás dormía y le gritó, "¿qué tienes, oh dormilón? Levántate y clama a tu Dios;...quizá él tendrá
compasión de nosotros, y no pereceremos"(Jonás: 1:6). Jonás se había apartado de Dios hasta tal
punto que aquel pagano tuvo que estimularlo a que orase. Por último echaron suertes para saber quién
era el culpable de la tormenta, y Jonás apareció como tal, Entonces éste, profundamente afligido,
confiesa que iba huyendo de su deber y de su Dios. Arrojado al mar por la propia indicación de
Jonás se produjo la calma.Y el gran pez estaba allí. Oigamos lo que experimentó Jonás: "Las aguas
me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; la ova se enredó en mi cabeza. Descendí a las raíces
de los montes...mi alma desfallecía en mí...." (Jonás 2; 6-8). Y no es extraño que así fuera.
Pero Jonás se tomó a Dios. Levantó su corazón al Señor desde el profundo mar y comprobó que
el oído divino estaba atento a su clamor. "Acordóme de Jehova; y mi oración entró hasta ti en tu
santo templo" (versículo 8).
Dios libró a Jonás cuando éste se halló debidamente preparado. Leemos las asombrosas palabras
en Jonás 3:1 y 2: "Y fue palabra de Jehová segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate, y ve a Nínive,
aquella gran ciudad, y publica en ella el pregón que yo te diré".
Hablé el Señor por segunda vez, Esa es la gracia de Dios. Nosotros fracasamos. Como Jonás
compramos el pasaje para Tarsis, tratando de huir de Dios, de nuestro deber y de la verdad pero
cuando nuestros desventurados corazones aprenden a reconocer su verdadera necesidad, Dios en su amor
nos ofrece otra oportunidad de salvación.
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¿QUIÉN ES MIGUEL?
El nombre Miguel, nos viene del hebreo “Mika´el” que significa “¿Quién
es semejante a Dios?”. Se lo encuentra en cinco pasajes bíblicos. Daniel
12:1, donde se lo presenta como “uno de los principales príncipes”. En el
mismo capítulo, verso 21, “como vuestro príncipe”. En Daniel 12:1 es “el
gran príncipe que está por lo hijos de tu pueblo”. En Judas 9 como el “ar-
cángel”. Arcángel, quiere decir “jefe de los ángeles”. En apocalipsis 12:7
aparece Miguel y sus ángeles luchando contra el dragón y sus ángeles, a los
que vence. Al referirse en judas 9 a la disputa del arcángel Miguel con Sa-
tán, es interesante observar que el apóstol Pablo aclara que en el día de
su venida, el señor, “con voz de arcángel y trompeta de Dios” resucitara a
los muertos (1 Tesalonicenses 4:15-18).
Teniendo en cuenta el significado del nombre Miguel -¿Quién es seme-
jante a Dios?-, que es el príncipe que defiende al pueblo de Dios, el que
actúa en la resurrección de los muertos (Daniel 12:1-3), que es el perso-
naje que vence al dragón o satanás (Apocalipsis 12:10,11; 1 San Juan 3:3),
y que la voz del Señor es la voz del arcángel, concluimos que Miguel es
Cristo, el semejante a Dios, “el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por
usurpación ser igual a Dios” (Filipenses 2:6)