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Gilbert Hottois
CAPÍTULO III
J.D. VINCENT
No puedo saber si existe un muro, la naturaleza humana, contra el que la técnica se rompe
los dientes […]. El dilema entre hombre y naturaleza no es suficiente para fundamentar una
crítica a la técnica y no es sino un contrapunto a la omnipotencia técnica.
J. ELLUL
D.J. ROY
En lugar de un simple medio o herramienta –“ya que ante todo la técnica moderna no es una
herramienta y no tiene nada que ver con herramientas” (M. Heidegger, Nur ein Gott kann uns
noch retten)- la técnica es ya el medio, el microcosmo planetario, en constante evolución, en
el que pasamos el nivel más concreto ( el confort doméstico, por ejemplo) el más abstracto
(las últimas informaciones sobre la expansión y origen del universo, por ejemplo;
informaciones conseguidas y difundidas gracias a la técnica).
2
Ver J. Rosnay, “Les biotransistor: la microelectronique du XXI siegle”, La Recherche, 7-8 (1981)
3
La técnica de clonación consiste en introducir en una célula huevo receptora, previamente anucleada, la totalidad del
patrimonio genético de una donante, es decir, el núcleo de otra célula donante. Si se consigue provocar el proceso de
división del huevo así dotado genéticamente, se obtendría un individuo genéticamente idéntico en su totalidad a aquél
del que proviene la célula donante. A diferencia de la reproducción bisexual ordinaria, todo el patrimonio genético
provendría de un solo individuo y no de dos.
4
De donde surge un enjambre de preguntas y problemas (algunos curiosos) respecto al alcance jurídico-ético de estos
procedimientos: ¿Puede un ser vivo ser patentado? ¿Puede reproducirse una bacteria patentada? ¿Una persona
infectada por tal bacteria infringe la ley? (ver N. Wade, “Supreme court Hears argument on patenting life forms”,
Science [4-4- 1980]
“tecnocosmos” o de una “tecnosfera”, conviene hablar de un tecnobiocosmos que se extiende
por toda la tierra. Este engomado de lo natural y de lo artificial se expresa también en el hecho
de que todo está caracterizado como “producto”, “funcionante” y sobre todo “sistemático”:
todos los elementos del tecnobiocosmos, desde la molécula a la sociedad se aprehenden como
sistemas de complejidad inigualable, integrados, jerarquizados e interconectados.
La obtención de drogas psicotrópicas está actualmente en una verdadera explosión por lo que a los
países occidentales se refiere […]. Es probable que se pueda disponer de drogas capaces de
modificar los estados de ánimo a voluntad, de provocar emociones previamente elegidas, de
controlar algunos aspectos del funcionamiento cerebral sin efectos de adicción, saturación y
decadencia, propios de los productos actualmente disponibles como la morfina. Es más, no es
inconcebible que se descubran compuestos que permitan actuar específicamente sobre el centro
cerebral llamado de “autoestimulación” o de “placer” y estimularlo de manera diferente. ¿Cómo
imaginar las consecuencias de tales descubrimientos? [F. Gros, F. Jacob y P Royer, Sciences de la vie
et societé, pp. 266-267].
Estas son algunas indicaciones concretas de la amplitud de esta apuesta. “Al igual que la
configuración geográfica del planeta, el cuerpo humano ha representado siempre un punto fijo
de la experiencia humana, una “idea fundamental”, Hoy nos acercamos a pasos agigantados al
día en que el cuerpo humano no pueda considerarse como inmutable. El hombre será capaz
[…] de remodelar no solo cada cuerpo, uno a uno, sino también la raza humana en su
conjunto” (A. Tofler, Le choc du futur, p. 225).
- Se manipula la muerte: “Los órganos artificiales disocian la muerte, “la cortan a
rebanadas”;7 el ser-para-la muerte, meditado desde siempre en las religiones y filosofías, se
ha convertido en una especie de defecto técnico contingente y temporal. ¿Qué significa si no
que la muerte de un hombre es más una impotencia contingente de la medicina, un
accidente técnico, por llamarlo de algún modo, que un destino necesario?” (H. Schelsky, Auf
der suche nach wirklichkeit, p. 450). Hace algunos años, una sociedad californiana intentó
asegurar la congelación e cadáveres en nitrógeno líquido con miras a una posible
resurrección técnica futura. Curiosamente, la muerte ha sido reivindicada en los últimos
años como un derecho contra el forcing de la supervivencia tecnológica y ha llegado a
hablarse de ello, incluso, como de “un derecho a la muerte”
- Se manipula la experiencia interna, desde la afectividad hasta la actividad simbólica. A lo
largo de los últimos años, los resultados de las investigaciones acerca de los distintos
neurotransmisores son espectaculares. Las alteraciones de su química podrían darnos la
llave que abriera las puertas de las variaciones del humor, la comprensión de la depresión y
de la locura (en particular la esquizofrenia).
- Se cambian los modos de reproducción: desde el bebé probeta a la idea de la clonación;
desde la congelación de embriones o gametos a la producción de niños con más de dos
padres genéticos o a la posibilidad de que mamíferos superiores porten fetos humanos. La
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“Esencia natural-cultural del hombre” en el sentido de que el hombre es, por naturaleza, un ser consagrado a la
cultura. Esto se desarrollará más adelante.
7
Ver “les organes artificiels”, Science et avenir, no. Especial (1979).
idea de la clonación en el hombre es, sin duda, de buenas a primeras, el ejemplo más claro
de confrontación con la sensibilidad ética. “La individualidad, el ser uno mismo, es un hecho
esencial de nuestra vida. La idea de que pueda existir seres humanos no individualizados,
absolutamente idénticos, resulta terrorífica cuando se la piensa. […] La ceración misma de
un solo individuo por clonación nos parece moralmente repugnante; la clonación de seres
humanos pondría en peligro la supervivencia misma de una sociedad democrática.” De ahí
la reacción de algunos biólogos con el fin de prevenir la posibilidad de la clonación:
“declarando inviolable el patrimonio genético humano” y prohibiendo este tipo de
experimentos incluso en simios.8
- Se piensa en la posibilidad de manipular genéticamente la especie. La introducción de genes
humanos en microorganismos es ya una realidad; la manipulación efectiva del patrimonio
genético humano, la exploración de la posibilidad genética de agregar genes sintéticos o
genes de otras especies, raya la frontera entre lo imaginario y lo posible en las próximas
décadas.
- Se proyectan también todo tipo de alianzas e integraciones recíprocas, de estrechas
simbiosis, entre el hombre y elementos cibernéticos: prótesis múltiples, especialmente las
sensoriales (llamadas a un “futuro espectacular”, F. Gros et. Al., Sciences de la vie et
societé, p. 161) con una apertura en el campo de percepción más allá de la percepción
humana natural (infrarrojos, ultravioleta, ondas de radio, luz polarizada, ultrasonidos…) lo
que conlleva un cambio total de la experiencia externa. Investigaciones sobre la
telepresencia: conexión electrónica fina, sensorial y motriz, entre un individuo y una
máquina cibernética que se encuentra muy lejos, en un medio impenetrable para el
hombre.
«Nuestra meta es crear un lazo de unión tan íntimo entre el hombre la máquina que el técnico
no se de cuenta siquiera que el robot existe… Psicológicamente, será el hombre quien esté
trabajando en el fondo del océano y él reaccionará de inmediato, si su otro yo[…] se encuentra
en peligro.»9
8
Ver M. Blanc, «Clonage de mammiferes: le”meilleur des mondes” est-il pour demain? » La recherche (abril 1981)
9
F. Harrois-Monin, “L´Homme dans la peau du robot”, Science et vie. (agosto 1981)
10
Ver F. Hermitte, Le cerveau: Nouveaux pouvoirs-nouveaux devoirs”, Revue des Deux Mondes.
11
La idea de “ultramicrocircuitos” biocompatibles y que permitan la fabricación de circuitos lógicos implantables”[…]
[con] conexión directa entre el sistema nervioso central de los animales o el hombre y los ordenadores” ya está a la
orden del día (ver J. de Rosnay, art. Cit.).
la esencia natural-cultural del hombre? Parece que la tecnociencia va afectar a todas las
pretendidas constantes de la naturaleza humana, a todas aquellas situaciones que Jaspers
denominaba «límites»,12 dejando abierta la puerta de la inescrutable plasticidad de la especie y
suscitando preguntas que son propiamente éticas.
El biólogo animal E.S.E. Hafez realizó la siguiente previsión: “De aquí a algunos años una mujer
podrá comprar un minúsculo embrión congelado, llevárselo a su médico, hacérselo implantar en el
útero, portarlo nueve meses y parirlo como si hubiera sido concebido en su propio cuerpo. El embrión
se venderá con garantías contra toda tara genética. El comprador será informado, previamente,
acerca del color de los ojos, y cabellos del bebé, su sexo, su estatura probable y su posible C.I.”
Para una pareja que desea fervientemente tener un hijo, la fecundación en un laboratorio parece algo
muy razonable. En principio, constituye una forma de progreso más. Pero este tipo de
experimentación es precisamente la que si se fomenta, corre el riesgo de abrir el paso a toda una
serie de técnicas nuevas en el campo de la reproducción humana de las que hablaremos en los
capítulos siguientes (tales como úteros de alquiler, crecimiento de fetos hasta su completo desarrollo
fuera de la matriz humana, predeterminación del sexo, fabricación genética de seres humanos por
encargo, creación de hombres “superiores”, copia de hombres “deseables”, combinaciones hombre-
animal, Etc.).
Desde un punto de vista científico, la manipulación del semen no es más que el primer paso. Si se
avanza por esa vía de un modo descontrolado caeremos en una pendiente deslizante que puede
conducir a la deshumanización del hombre. Por otro lado, hay que señalar un punto importante y es el
que estas técnicas son beneficiosas en lo que concierne a la producción de ganado. En este sentido
no podemos sino aplaudir el trabajo que permite obtener razas cualitativa y cuantitativamente
12
«Situaciones fundamentales que nuestra vida implica y “que” no podemos traspasar ni transformar.» Estas son,
particularmente, la necesidad de morir, sufrir, luchar, la dependencia del azar, la enfermedad, el envejecimiento, la ley
del trabajo, la obligación de elegir, la culpabilidad… (ver K. Jaspers, Introductión á la philosophie, París, Plon, 1965,
10/18 p. 18
superiores. Pero a mi entender, hay una gran diferencia entre la experimentación animal y la humana.
O ¿es posible esperar que los científicos sean tan prudentes en la experimentación humana, como
audaces lo han sido en la experimentación animal? [V. Packard, The people Sephers, pp. 134-135].
Prótesis o Cyborg
La simbiosis hombre-máquina tendrá un aire muy diferente a aquel en que el ser humano es
considerado como un elemento del sistema mecánico o la máquina como un componente del sistema
humano. Todo modelo que da prioridad a la máquina lo llamo “Cyborg”, aquel que da prioridad al ser
humano, lo llamo prótesis” […]. El concepto de Cyborg sigue el punto de vista del ingeniero; el de
prótesis, el punto de vista del médico […]. LA noción de Cyborg se refiere a un sistema coordinado
hombre-máquina con el fin de encajar aquello que ni el uno ni el otro podrían realizar separadamente
[…]. El concepto de prótesis se refiere a los instrumentos mediante los cuales una función deteriorada del
organismo humano es, al menos parcialmente, restaurada[…]. Cyborg señala la inferioridad del hombre
respecto a la máquina; prótesis el servicio de la máquina para beneficio del hombre[…]. Así, el primero
podría ser llamado “deshumanizante” de seres humanos, el segundo “humanizante” de máquinas. En
resumen, en el caso de una prótesis, la máquina compensa una deficiencia del organismo humano
mientras que en el caso del Cyborg, el organismo humano compensa un vacío en la máquina. [E. Birne,
en P.T. Durbin (ed.) Humanizatión of technology: slogan or ethical Imperative, pp. 152 ss.]
Todas estas posibilidades, efectivas o irreales, suscitan una resistencia enorme en el campo de
la cultura tradicional, religiosa o filosófica. ¿Por qué?
Hay un hecho universal muy poco pensado y es que la muerte y el sufrimiento de millones de
individuos a causa de la manipulación ideológica parecen más leves, normales en el curso y
orden de las cosas, que la posibilidad de soluciones técnicas a algunos problemas de la
humanidad.
Otro ejemplo: la idea de u tratamiento neuroquímico para la agresividad, por ejemplo,
suscita en muchos humanistas, creyentes o no, una especie de horror. Es necesario –para la
ideología dominante de este siglo- que la humanidad se pacifique exclusivamente por medio
del lenguaje (el diálogo, la argumentación, la discusión, el compromiso, la educación, la
aculturación…). Cualquier otra solución es, a priori, sin un examen serio, rechazada de forma
masiva por “evidentemente” mala. Poco importa que la agresividad y la violencia tengan –
como es probable- raíces anteriores a lo simbólico, e intratables por el lenguaje.
Para finalizar, un último ejemplo más prospectivo: comparemos los procesos naturales-
culturales del aprendizaje memorístico por audición, lectura y repetición con la inserción de
micromemorías electrónicas bajo la forma de prótesis memorísticas variables según las
necesidades.
Todos estos ejemplos, siendo todos bastante benignos, muestran claramente la diferencia
entre las manipulaciones simbólicas del ser humano, manipulaciones internas de la esencia
natural-cultural del hombre, y las intervenciones tecnocientíficas, extrañas a esta esencia y,
por ello, infames.
La diferencia entre el signo y la técnica en la construcción del hombre introduce graves
problemas filosóficos y éticos que ni las actitudes de rechazo ni las fobias masivas pueden
resolver. La cuestión fundamental es la siguiente: la manipulación tecnocientífica, la
conformación técnica del hombre que no pase por una mediación simbólica, ¿no eliminará,
simple y llanamente, la consciencia, la capacidad deliberativa, la evolución y formación de la
personalidad y de la libertad? ¿No es absolutamente indispensable la mediación simbólica
(fundamentalmente el lenguaje) del hombre consigo mismo, con el otro y con el mundo, para
que éste se realice como individuo autónomo y consciente, capaz de elegir y dar sentido a su
vida y a su mundo? Ciertamente, la educación simbólica –natural-cultural- de un individuo es
difícil, su éxito es precario y, a menudo, imperfecto. Puede ser que haya disfuncionamientos y
otras causas biofísicas que, en ciertos casos, impidan el desarrollo y expansión de la persona y
para cuyo tratamiento la intervención tecnocientífica es indispensable. De hecho, la
tecnociencia es aún demasiado ignorante en este dominio como para que la intervención no se
realice sino con la mayor prudencia.
La base del temor, repulsión y sentimiento de peligro absoluto que la técnica suscita en una
parte de la conciencia filosófica y en la casi totalidad de la conciencia religiosa es la
“exterioridad” de la técnica en relación con la esencia natural-cultural del hombre. Esta
reacción se remonta lejos y esta anclada en el fondo mitológico de la humanidad. No parece
que ésta proceda de una mera valoración antropologista, sino de la intuición de que la
tecnociencia concentra una tentación y peligro esenciales: el de eliminar los límites de la
esencia y la condición humana. En Les masques du désir; J. Brun percibe bien el alcance e
identidad de lo que actúa bajo el exceso tecnocientífico: «Este motor no es otro que el deseo
del hombre por exceder la diferenciación que reina en los cuadros espacio-temporales de la
existencia, en el interior de los cuales éste sufre sus límites» (p. 74). «Cortar la cuerda del
tiempo y el Espacio, cortar el hilo de la existencia, es la misión ontológica con que la técnica ha
sido investida; la técnica es aquello a lo que el hombre ha querido confiar el poder (extático)
de arrancarlo del ghetto humano» (p. 16). «En este sentido, es una manipulación ontológica, y
lo que llamamos progreso […], un movimiento hacia otra parte con el que el hombre espera
encontrar la solución para sí mismo mediante una disolución salvadora de su esencia y su
existencia» (p.208).
Si la tecnociencia se percibe aún como aquello susceptible de hacer estallar la esencia del
hombre, evidentemente no puede medirse ya más por esta esencia, ni juzgarse ni evaluarse a
partir de una naturaleza humana que tiende a resquebrajarse. Las categorías antropológicas
no son, pues, suficientes. En este punto, al menos, las evaluaciones mitológicas y teológicas
de la tecnociencia le rinden, en cierto modo, justicia al asimilarla, más o menos expresamente,
a fuerzas demoniacas (generalmente) o divinas, es decir, no simplemente humanas.
Con Prometeo franqueamos un umbral. La técnica comenzó a humanizarse. Sigamos a P.H. Michel.
«Aunque ésta aparece como un regalo de los dioses, es un himno homérico glorificando a Hermes,
que si bien no es un dios, al menos, si es humano en el sentido de que aunque no posee las artes de
toda eternidad, puede descubrirlas mediante la inteligencia. El las inventa, como haría un hombre
genial, y las trasmite a los hombres dirigiéndose a su facultad de comprensión. El arte no es,
necesariamente, un regalo de los dioses, puede ser resultado de una especie de hurto en perjuicio
de los dioses. El mito de Prometeo da forma legendaria a este sentimiento»
El conflicto que estalla entre Prometeo y Zeus no aparece de hecho, más que en un texto tardío de
Diodoro. Para J.P. Vernant, el mito del robo del fuego se presenta en Hesíodo bajo una forma muy
unificada y revela ya un problema que toca la función técnica: El trabajo es la consecuencia del
conflicto entre Zeus y Prometeo. El robo del fuego debe ser pagado. En adelante, toda la riqueza
tendrá el trabajo por condición. De la oposición entre fecundidad y trabajo, entre lo que la
naturaleza procura, por mediación de los dioses, y la técnica, dada al maldito o robada por él o
salida de su imaginación[…].
Dédalo nos conduce a una tercera etapa, la definitiva, que consiste en una especie de laicidad de las
técnicas[…]. Nosotros salimos definitivamente de nuestros orígenes divinos. Dédalo es un hombre: él
tiene, incluso, un sustrato histórico, o casi. Se le sitúa en el tiempo y en el espacio, tiene relaciones
familiares. No recibe, inventa […].
Podríamos decir, que en el periodo de tiempo que media entre Prometeo y Dédalo, cualquiera que
sea el siglo al que se adjudique el primer gran progreso de las técnicas griegas, éste pasó a ser obra
esencialmente humana y, de la cual, se sabe que fue humana. La laicidad de las técnicas es, de
ahora en adelante, un hecho consumado. También en el relato que de ella se quiere hacer, los
hombres aparecen solos y se les intenta dar una realidad histórica. Así deben aparecer Dédalo y su
leyenda [B. Gille, Histoires des techniques, pp. 125-127]
No se puede conocer si existe un muro, la naturaleza humana, contra el que la técnica se rompe
los dientes. Me es imposible contraponer como factores dialécticos a la técnica y al hombre
permanente.
La naturaleza, desde luego, no es permanente. No existe una naturaleza inmutable, intangible, cuya
persistencia nos sea garantizada por una parte (y si creemos en la creación, esto es lo que se quiere
decir, aunque se diga lo contrario) y, por otra parte, de la cual nosotros podamos considerar que su
estructura es una ley, de leyes, un modelo bueno y conforme, según la gran tentación: es preciso
obedecer a la naturaleza. Pero la naturaleza (como conjunto de leyes y como modelo) es lo que
nosotros hemos fabricado. Hoy en día vemos lo frágil que es en tanto que realidad concreta. El
átomo estalla, el océano se contamina…
El hombre o la naturaleza, este dilema no es suficiente para fundamentar una crítica a la técnica y
no es más que un contrapunto a la omnipotencia técnica. Aquélla en un todo (que engloba al hombre
y la naturaleza). Ya que existe una especie de mutación (de dialéctica) es necesario que exista una
fuerza complementaria fuera del sistema. Esta fuerza que el sistema es incapaz de absorber no
puede ser más que Dios trascendente […]
Pero habiendo conocido al Dios de Jesús, yo declaro que es el único recurso del hombre frente a la
técnica [J. Ellul, A temps et contretemps, pp. 182-183].