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TEMA: SALVACION

TITULO: El trono usurpado

SALMO 3
1 ¡Oh Jehová, cuanto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos son los que se levantan contra mí.
2 Muchos son los que dicen de mí:
No hay para él salvación en Dios.
3 Más tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;
Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
4 Con mi voz clame a Jehová.
Y él respondió desde su monte santo.
5 Yo me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba.
6 No temeré a diez millares de gente.
Que pusieren sitio contra mí
7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque tu heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los dientes de los perversos quebrantaste.
8 La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición.
INTRODUCCION
En la parte central de las sagradas escrituras encontramos el libro de los salmos, aquí leemos
las mas hermosas alabanzas al creador del mundo del universo, aquel que con gran poder
formo todo el mundo en seis días, pero también leemos las mas humildes y sinceras oraciones
que los salmistas inspirados por el espíritu santo elevaron a Dios.

El salmo 3 es una canción conocida como Mizmar, (requiere instrumento musical para ser
interpretada).
Durante muchos siglos la humanidad ha recurrido a los salmos, buscando un poco de alivio al
corazón atribulado; encontrando en ellos ejemplos de hombres que vivieron luchas,
aflicciones pero, confiaron en Jehová de todo corazón y buscaron su misericordia.
En el primer libro de los salmos escritos por el rey David, donde expresa su confianza y justicia
por Dios; hace un pequeño recuento de la caída del hombre y clama por la misericordia de
Dios.
DESARROLLO
1 ¡Oh Jehová, cuanto se han multiplicado mis adversarios, Muchos son los que se levantan
contra mí; así inicia el clamor de un rey perseguido por su hijo, el cual deseaba la vida de su
padre.
Cuando el rey David compone este salmo que describe la angustia que estaba viviendo a causa
de la usurpación del trono por su hijo Absalón al declararse rey sobre todo Hebrón; y buscaba
la ocasión para matarlo, lo cual dio inicio a la huida por parte del rey David de Jerusalén.
David clama con gran angustia y dolor pues amaba a su hijo Absalón y no quería enfrentarlo
aun cuando podía hacerlo.
Absalón busco aliados, unos de ellos fue Ahitofel; quien era consejero del rey David; esto lo
confirmamos en el segundo libro de Samuel 15: 12 en donde Ahitofel aconseja a Absalón
matar al rey David y de esta manera apoderarse totalmente del reino de Israel (las doce
tribus), Absalón ya contaba con el favor de las tribus del norte, cada día iban en aumento los
que buscaban la vida del rey David.
2 Muchos son los que dicen de mí, no hay para él salvación en Dios: 2 Samuel 17: 2 (caeré
sobre él, mientras está cansado y débil de manos).
Ahitofel quería eliminar al rey David de una vez por todas; la estrategia era un golpe mortal,
la huida de David de Jerusalén se describe como una prueba.
3 Levántate Jehová, sálvame, Dios mío; esta es la tercera parte de la suplica de David hacia
Dios, Levántate: verbo quᴁm, puede significar, entablar un combate, David pide a Dios que
pelee por él, sabe que si Dios pelea esta batalla, ningún enemigo saldrá victorioso; sigue
clamando sálvame Dios mío.
La manera en que Dios le había dicho a Simeí que maldijera a David (esto lo podemos
confirmar en el segundo libro de Samuel 16: 11, 12) era por los eventos ocurridos por el
pecado con Betsabé, con Absalón arrojándolo del trono David estaba sufriendo los juicios
temporales de Dios; David reconoce que Simeí estaba justificado al pensar que Dios maldecía
al rey, no podía culparse, por el contrario David prefirió apelar a la misericordia de Dios y
clamar por su salvación.
El salmo concluye en el verso 8: la salvación es de Jehová; sobre su pueblo sea tu bendición.
Esta es la cuarta parte del salmo donde el panorama ya no es el mismo del verso 1, ahora
David declaraba la universalidad de la salvación que Dios ofrece; aun cuando su corazón
estaba doliente por la traición de su hijo Absalón, David aún seguía siendo rey sobre todo
Israel, e Israel seguía siendo el pueblo de Dios, por tanto, Jehová de los ejércitos bendecía a
Israel con una victoria más contra un adversario muy amado por el rey.
CONCLUSION

Encontramos aquí que todos los santos de Dios comparten las mismas aflicciones en este
mundo, los mismos sufrimientos, indiferentes de quienes sean y en que periodo de la historia
hayan vivido.
En primer lugar concierne a la experiencia personal, y una como pueblo de Dios; muchas
veces nos encontramos en situaciones difíciles pagando las consecuencias de nuestros
pecados, siendo juzgados por el mismo pueblo de Dios como fue el caso de David; la gran
mayoría de las veces los embates vienen de nuestras familias e incluso dentro de la iglesia
misma; cuando nos encontramos en los valles de aflicciones muchos suelen juzgarnos y
procurar nuestro mal, cuando todo parece estar en nuestra contra Dios es el único escudo
alrededor nuestro; si la vida parece estar en contra nuestra, no culpemos a Dios por ello,
mejor clamemos a Jehová en el cual se encuentra salvación y bendición
En segundo lugar, Dios responde con urgencia; así como David debía pasar noches de angustia
siendo objeto de maldición, pero nunca condenó ni juzgó la voluntad de Dios, del mismo
modo debemos orar con urgencia y dormir confiados porque Dios peleara la batalla por
nosotros y por su pueblo; recordemos siempre que Jehová salva y sobre su pueblo se
encuentra su bendición.
AMEN

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