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ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

"VENID A ADORAR A CRISTO"

ENSEÑANZAS SOBRE

El Santísimo Sacramento del Altar


Es algo maravilloso el saber que estamos perfectamente unidos a través de la Eucaristía.

Por: P. Andrés García Torres | Fuente: Cristiandad.org

Voy a empezar mi artículo citando el Código de Derecho Canónico que da una de las mejores definiciones
sobre este Sacramento Admirable. Considero que es tan grande la grandeza de lo que es el Sacramento de
la Eucaristía que siempre es difícil encontrar una definición adecuada, a pesar de todo Nuestra Madre la
Iglesia nos da la mejor para expresar esa maravillosa realidad contenida en nuestros Sagrarios: el mismo
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

Dice el Derecho Canónico en su canon 897: “El Sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y
se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la Santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece
continuamente. El Sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa
a lo largo de los siglos el Sacrifico de la cruz, es el cúlmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida
cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se lleva a término la edificación del
cuerpo de Cristo. Así, pues, los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen
estrechamente a la santísima Eucaristía y a ella se ordenan”.

La Iglesia con todo su poder y autoridad afirma algo que la Tradición y el Magisterio de la Iglesia siempre han
enseñado, así como toda la vida multisecular de los cristianos han vivido: que la Eucaristía es el Sacramento
más augusto ya que en él se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor.

La Iglesia vive gracias a la Eucaristía, sin la Eucaristía podríamos decir que la Iglesia no tendría razón de ser.
A la hora de hablar de la Eucaristía distinguimos entre la celebración: la Santa Misa que es el mismo Sacrificio
del Calvario, pero sin derramamiento de Sangre. Cada vez que se celebra la Santa Misa se vuelve a repetir y
a renovar el Sacrificio del Calvario, por eso la Santa Misa tiene un valor infinito. Si pudiéramos “entender” algo
de esta gran realidad nos quedaríamos verdaderamente impresionados, al sacerdote cuando celebrar le
“temblarían las piernas” (como ha sucedido en la vida del algunos santos). En la Santa Misa se confecciona el
Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

La segunda distinción está en la Presencia del Señor en las especies del pan y del vino, pan y vino “fruto de la
tierra, de la vid y del trabajo del hombre” que se presenta en el ofertorio de la Santa Misa y que en la
consagración por las palabras del sacerdote se convierten en el mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo; siendo alimento del alma, necesario para vivir en gracia y para la salvación. Después
de la Santa Misa queda en nuestros Sagrarios para la adoración, la alabanza, la petición, así se cumplen las
palabras del Señor: “Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

No encuentro palabras para dar gracias al Señor por esta admirable presencia, por este gran regalo que el
Señor nos hizo y que es tan ignorado por los hombres.

Hace años hablando con una comunidad de Carmelitas Descalzas sobre el don inmenso de la Eucaristía, me
decían ellas: “Como dice Nuestra Santa Madre Teresa de Jesús: nuestra vida de Carmelitas bien vivida,
cumpliendo nuestras santas reglas y constituciones como Santa Teresa nos dejo, es un cielo si es que lo puede
haber en la tierra… Pero este cielo (me añadían las carmelitas) es gracias a que entre nosotros tenemos el
Sagrario. Me indicaban: sin el Sagrario… sin la Dulce Presencia del Amado, nuestra vida sería terrible…”

Yo muchas veces cuando viaje por los pequeños pueblos y aldeas de España, tan retirados de las grandes
ciudades y veo una pequeña torre o campanario de una Iglesia pienso: “Que bueno es el Señor que por
nuestro amor se ha quedado en la Eucaristía y en cualquier parte por pequeña que sea donde hay una
Iglesia, un sacerdote y católicos lo encontramos, y esto a pesar de nuestras ingratitudes y de saber el Señor
que no le íbamos a tratar como Él se merece, incluso muchas veces los humanos le tratamos con desprecios,
ingratitudes y sacrilegios”. Al respecto impresiona la queja del Divino Corazón de Jesús a Santa María
Margarita en Parail-le-Monial: “Mira mi Corazón que tanto ha amado a los hombres y no recibe más que
ingratitudes y desprecios en la Santísima Eucaristía, y lo peor de todo es que esto muchas veces viene de mis
almas consagradas” ¡Es impresionante la queja del Señor¡ Yo ahora pregunto: Frente a esta queja del Señor
¿Cómo respondemos? ¿Cómo es nuestra reparación? Es cierto que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
está muy extendida y ha dado mucho frutos, pero hoy me da la impresión que objetivamente (por lo que veo
en mi experiencia como sacerdote) que son muchos más los ultrajes contra la Eucaristía que en aquella
época. ¿Qué nos dirá hoy el Señor?

La Eucaristía, como nos dice la Iglesia, es el cúlmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana,
todo en la Iglesia tiene que tener su fuente y su fin en el Sacramento Admirable.

La Eucaristía realiza la unidad del pueblo de Dios. Todos los católicos de la tierra estamos estrechamente
unidos en la Comunión, en el Cuerpo de Cristo que recibimos cada día. Es algo maravilloso el saber que
estamos perfectamente unidos (porque la Eucaristía) es lo que más nos une, tanto al Papa, como al último y
más humilde sacerdote de la Iglesia; al monje Benedictino más fervoroso, como al laico más comprometido;
al joven deportista como al anciano enfermo…

Nos insiste la Iglesia en que: “Tributen los fieles la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte
activa en la celebración del Sacrificio Augustísimo, recibiendo este Sacramento frecuentemente y con mucha
devoción. Y dándole culto con suma adoración; los pastores de almas, al exponer la doctrina sobre este
Sacramento, inculquen diligentemente a los fieles esta obligación”.

Creo que sobran comentarios a este canon nº 898. La Iglesia de siempre ha dado una gran importancia a este
Sacramento. Hoy por desgracia vivimos en una época de secularización donde observamos y palpamos que
mucha gente no da importancia a la Eucaristía, incluso muchos sacerdotes y almas consagradas por su forma
de estar ante la Eucaristía, de celebrar la Santa Misa, de hablar a los fieles, etc. dan la impresión de no valorar
este admirable Sacramento. Esto es algo terrible pues está indicando una falta de fe grande.

Sería muy bueno que se potenciara otra vez la Adoración al Santísimo Sacramento en el Sagrario y también
en la Custodia solemnemente Expuesto. Todos hemos comprobado en la historia de la Iglesia el bien que la
Adoración pública a la Eucaristía ha hecho.

Podría decir muchas más cosas y hacer este artículo interminable, no lo quiero pretender. Sólo me queda
invitar a todos los que lo lean a que mediten en las apariciones del Ángel a los pastorcitos de Fátima, la
oración tan rica y profunda donde se invita a la reparación al Santísimo Sacramento por los sacrilegios,
indiferencias, e ingratitudes con que el Señor es ofendido en el Sacramento del Altar. También es
impresionante ver la actitud de los niños ante la Eucaristía y la del Ángel: todos hacen una postración total
ante el Sacramento Admirable. Esto lo ha recogido muy bien el monumento que está en el lugar donde el
Ángel dos veces se manifestó a los niños en la Loca do Cabeço.

Puesto que Cristo mismo está presente en el sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración.
"La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración
hacia Cristo, nuestro Señor"

(CEC 1418)

La celebración y adoración de la Eucaristía nos permiten acercarnos al


amor de Dios y adherirnos personalmente a él hasta unirnos con el Señor
amado. El ofrecimiento de nuestra vida, la comunión con toda la
comunidad de los creyentes y la solidaridad con cada hombre, son
aspectos imprescindibles de la logiké latreía, del culto espiritual, santo y
agradable a Dios (cf. Rm 12,1) en el que toda nuestra realidad humana
concreta se transforma para su gloria. (De SACRAMENTUM CARITATIS del Santo Padre
BENEDICTO XVI)

MI VISITA AL SANTÍSIMO

1. MI VISITA AL SANTÍSIMO

Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre mía: cuyas promesas renuevo.


Medianera de todas las gracias, a ti debo la gracia Por haberme dado por Madre a tu propia Madre.
de Por haberme dado un gran amor a tanta tierna
estar yo aquí en presencia de tu Divino Hijo. Pongo a Madre.
tus pies mi pobre oración para que Jesús la reciba Por haberme dado por protector a San José, tu padre
como venida de tus propias manos, y así, mis ruegos adoptivo.
sean agradables a sus divinos ojos. Por haberme dado el Angel de mi Guarda.
San José, primer adorador de Dios, Humanado, Por haberme conservado hasta ahora la vida para
intercede por mí! hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte, de vivir y morir en
tu Gracia.
Actos de Adoración
Actos de Contrición
Respuesta: ¡TE ADORO JESÚS MÍO!
Vengo, Jesús mío, a visitarte. Respuesta:
Te adoro en el Sacramento de tu amor. ¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA!
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo. Jesús mío, te pido perdón por los muchos pecados
Te adoro, sobre todo, en donde estás más que he cometido durante mi vida.
abandonado Por los de mi niñez y adolescencia.
y eres más ofendido. Por los de mi juventud.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has Por los de mi edad adulta.
recibido desde la institución de este sacramento Por los que recuerdo y no recuerdo.
y recibirás hasta el fin de los siglos. Por lo mucho que te he ofendido por ellos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Por lo mal que me he portado contigo.
Santa Madre, de San José y de las almas más Siento mucho el haber pecado.
enamoradas de la Eucaristía. ¡Perdóname, Señor Jesús!
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era Perdóname según tu gran misericordia.
en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los Perdóname por lo ingrato que he sido para Tí.
siglos. Amén Perdóname y no quieras acordarte ya de mis
Ángel de mi Guarda, vé y visita en mi nombre todos pecados.
los Sagrarios del Mundo. Dí a Jesús muchas cosas Perdóname y limpia mi alma de tanta miseria e
que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí. infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre
Actos de fe pecador.
Perdóname, que estoy muy arrepentido.
Respuesta: ¡JESÚS MÍO, YO CREO EN TÍ! Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has tu
venido a salvarnos. gracia.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento Perdóname, y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
del Altar. Perdóname, que me causan mucho dolor mis
Creo que estás por amor a mí en el Sagrario, noche y pecados.
día. Perdóname, porque me reconozco pecador.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta Perdóname, porque no obstante, Tú sabes que te
que se acabe el mundo. quiero mucho.
Creo que bendices a los que te visitan y que Jesús, sé mi Salvador.
atiendes los ruegos de tus adoradores. María, Madre mía, intercede por mí ante tu Divino
Creo que eres el Viático de los moribundos que te Hijo Jesús.
aman, para llevarlos al Cielo. Dulce corazón de María, sé mi salvación.
Creo en Tí, y creo por los que no creen.
Actos de súplica
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Respuesta:
Señor Jesús, creo firmemente que estás en el ¡TE RUEGO, JESÚS MÍO!
Santísimo Sacramento. Te adoro como Dios Te ruego, Jesús mío.
verdadero, aquí oculto. Por mis pecados te pido Que no me dejes, porque me perderé.
perdón. Y porque te amo sobre todas las cosas, Que me persevere siempre en tu Amor.
deseo recibirte espiritualmente en este momento. Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté
Habiéndome unido a Tí, te doy gracias y me someto en peligro de pecar y en la hora de mi muerte.
eternamente a tu Santa Voluntad. Que jamás permitas que me aparte de Tí.
Que sepa padecer con resignación por Tí.
Actos de esperanza Que no me preocupe si no de amarte.
Que ame también a mi prójimo.
Que ame mucho a los pecadores.
Respuesta: ¡EN TÍ CONFÍO, SEÑOR! Que ame mucho a los necesitados y a los enfermos.
Espero en Tí, Jesús mío, porque eres mi Dios, que me Te ruego, Jesús mío, que ampares:
has creado para el Cielo. a tu Santa Iglesia
Espero en Tí, porque todo lo he recibido de tu al Romano Pontífice, tu Vicario visible en la Tierra.
bondad.
Sólo lo malo es mío. A los Obispos y sacerdotes.
Espero en Tí, porque eres mi Redentor. A los Religiosos y Religiosas
Espero en Tí, porque eres mi Hermano y me has A los que mandan en tu nombre.
comunicado tu Filiación Divina. A nuestra querida Nación.
Espero en Tí, porque eres mi Abogado e intercedes A mis amados familiares y allegados.
por mí ante Dios Padre. Que premies a mis bienhechores.
Espero en Tí, porque eres mi Intercesor Que favorezcas a los que ruegan por mí.
constantemente en la Eucaristía. Que bendigas a los que me traten con indiferencia o
Espero en Tí, porque me has conquistado el Cielo no me quieran.
con Que trabaje mucho por Tí, hasta mi muerte.
tu Pasión y Muerte. Que me concedas una muerte santa.
Espero en Tí, porque reparas mis deudas. Que digas al morir: ¡Jesús, María, salvad el alma mía!
Espero en Tí, porque eres el verdadero Tesoro de las Que me lleves al Cielo cuando muera.
almas. Amén.
Espero en Tí, porque eres tan bueno, que me pides
que confíe en Tí. VISITA A JESÚS SACRAMENTADO
Espero en Tí, porque siempre me atiendes y me
consuelas, Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres,
y nunca has defraudado mi esperanza. estás de día y de noche en este Sacramento
Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confío lleno de piedad y de amor,
llamando y recibiendo a todos los que vienen a Tí:
Actos de caridad Creo que estás presente en el Pan Consagrado
oculto en este humilde Sagrario.
Respuesta:¡JESÚS MÍO, YO TE AMO!
Te amo, Jesús mío, y te amo con todo mi corazón y Te adoro desde el abismo de mi nada
como a nadie. y te doy gracias por todo lo que Tú me has dado;
Porque Tú me amas infinitamente. - te doy gracias de un modo especial,
Porque Tú me has amado desde la eternidad. por haberte dado Tú mismo a mí en este Sacramento;
Porque Tú has muerto para salvarme. - te doy gracias por haberme dado por Madre
Porque Tú me amas tanto que no podrías amarme espiritual a tu propia Madre;
más. - Te doy gracias por haberme llamado a tu Presencia
Porque me haces participante de tu Divinidad y para estar ahora aquí, junto a Tí.
quieres que lo sea también de tu Gloria. Adoro tu Divino Corazón;
Porque te entregas del todo a mí en la Comunión. De quien proceden tus amorosos dones;
Porque me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu - y desde aquí quiero adorarte en tu presencia
Sangre. Eucarística, que envuelve toda la tierra.
Porque estás siempre por amor a mí en la Santa Jesús mío, te amo de todo corazón;
Eucaristía. Me arrepiento de haberte ofendido.
Porque me recibes siempre y nunca me rechazas. Prometo serte fiel en adelante;
Porque eres mi mejor Amigo. - Y... miserable como soy
Porque me colmas de tus dones. Me consagro todo a Tí:
Porque me tratas siempre con misericordia a pesar Te entrego mi voluntad, mis afectos,
de mis pensamientos, y todas mis cosas;
mis pecados e ingratitudes. - Haz lo que quieras de mí y de todo lo mío;
Porque me has enseñado que Dios es mi Padre y que Sólo te pido y deseo tu infinito amor,
me amas mucho. y tu ayuda para cumplir siempre la voluntad de Dios
Porque me has dado por Madre a tu propia Madre. y perseverar así hasta el final de mi vida.
Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día Amado Salvador mío, uno mi corazón a tu Corazón,
más. y así reunidos los ofrezco al Eterno Padre,
Dulce Corazón de Jesús, sé mi Amor. en amorosa oblación y entrega total. Amén.
Te amo por los que no te aman;
Te amo por los que nunca piensan en Tí; San Alfonso María de Ligorio
Te amo por los que no te visitan;
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Qué pena por todo esto!
Te amo y te digo con aquél tu siervo: "¡Oh, Jesús, yo ORACIÓN FINAL
me entrego a Tí para unirme al amor eterno, inmenso
e infinito que tienes a tu Padre Celestial! ¡Oh, Padre
Adorable! Te ofrezco todo el amor eterno, inmenso e Jesús mío, dame tu Bendición antes de retirarme y
infinito de tu amado Hijo Jesús". (San Juan Eudes.) que el recuerdo de esta visita que acabo de hacerte,
permanezca en mi memoria y me anime a amarte
Actos de gratitud más
y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más
Respuesta: santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore
¡GRACIAS, SEÑOR, POR TODOS TUS BENEFICIOS! constantemente y lo hagas más agradable a tus
¡Oh, Jesús, te doy gracias por los beneficios que me divinos ojos.
has concedido! Adiós, Jesús mío.
Yo no sabré nunca apreciarlos si no en el Cielo, y allí Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre mía, que
te los agradeceré eternamente. por tu intercesión he alcanzado la gracia de realizar
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo esta adoración, concédeme que pueda repetirla
Jesús. todos los días de mi vida.
Espíritu Santo, que me inspiras estos sentimientos, a San José, Patrono de la Iglesia Universal, ruega por
Tí sea dado todo honor y toda gloria. nosotros.
Jesús mío, te doy gracias, sobre todo, por haberme
redimido.
Por haberme hecho cristiano, mediante el Santo ¡JESÚS, MARÍA, OS AMO: SALVAD LAS ALMAS!.
Bautismo, Fuente:
madreadmirable.com.ar/documentos/adoracion.htm

2. Oraciónes al Santísimo
Sacramento

a. Te doy gracias Señor


Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno
porque aunque soy un siervo pecador
y sin mérito alguno,
has querido alimentarme
misericordiosamente
con el cuerpo y la sangre
de tu hijo Nuestro Señor
Jesucristo.

Que esta sagrada comunión


no vaya a ser para mi
ocasión de castigo
sino causa de
perdón y salvación.

Que sea para mi armadura


de fe, escudo de buena voluntad;
que me libre de todos mis vicios
y me ayude a superar
mis pasionres desordenadas;
que aumente mi caridad
y mi paciencia
mi obediencia y humildad,
y mi capacidad para hacer el bien.

Que sea defensa inexpungable


contra todos mis enemigos,
visibles e invisibles;
y guía de todos
mis impulsos y deseos

Que me una más intimamente a ti,


único y verdadero Dios
y me conduzca con seguridad
al banquete del cielo,
donde tu, con tu hijo
y el Espíritu Santo,
eres luz verdadera,
satisfacción cumplida
gozo perdurable
y felicidad perfecta.

Por Cristo, Nuestro Señor

Amén
Adoración Eucarística de Juan
Pablo II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de
Dios" (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa


como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para
decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y


"ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos
dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones
personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.

Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo
por nosotros" (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo


hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el
principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores
evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en
las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti.

Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo
presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque
en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas,


decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia,


silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras:
"Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos


aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio
de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos
inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto
filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos
basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de


cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la
historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de


AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el
corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta
Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para
transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.

Juan Pablo II

Orando con la Sagrada Escritura

" Yo soy la vid;


Vosotros los sarmientos.
El que permanece en mi y yo en él,
Ese da mucho fruto;
Porque separados de mi no podéis hacer nada."
Jn 15,5

"En verdad, en verdad os digo:


si no coméis la carne del Hijo del hombre,
y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros."
Jn 5,53

"y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi;


la vida que vivo al presente en la carne,
la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó
y se entrego a sí mismo por mí."
Gal 2,20

"Porque donde esté vuestro tesoro,


allí estará también vuestro corazón."
Lc 12,34
"Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto
Y murieron; éste es el pan que baja del cielo,
para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
Si uno come de este pan, vivirá para siempre;
y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por
la vida del mundo…."Si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros.

"El que come mi carne y bebe mi sangre,


tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el ultimo día.
Porque mi carne es verdadera comida
y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en Mí, Y yo en él".

"Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado


y yo vivo por el Padre, también el que me coma
vivirá por mí". Jn 6, 48-57

"Mientras estaban comiendo, tomo Jesús pan


y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos dijo:
"Tomad, comed, éste es mi cuerpo."
Tomo luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo:
"bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza,
que es derramada por muchos para el perdón de los pecados".
Mt 26, 26-28

"Hagan esto en memoria mía".


Lc 22,19

Bendito sea Dios


Se reza en la Adoración Eucarística o en la misa cuando se vea impedido de comulgar
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Oremos:

Oh Dios, que en este sacramento admirable


nos dejaste el memorial de Tú pasión;

Te pedimos nos concedas venerar de tal modo


los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.

Tú que vives y reinas


por los siglos de los siglos.
Amen

Meditación para recibir al


Santísimo Sacramento
Primer punto: Considerar quién es el que he de recibir, y cómo en cuanto a la divinidad es
igual al Eterno Padre, y cómo en cuanto hombre es el más ilustre de todos los hombres.

Segundo punto: Considerar de dónde viene: del Cielo. Consideraré que me hace mayor
don que a los Apóstoles el Jueves de la Cena. Y he de confundirme trayendo a la memoria
lo que haría si esperase a un amigo o hermano que me viniese a ver de tierras lejanas, o si el
Papa o el Emperador hubiese de venir a verme, y lo poco que hago con la venida de
Jesucristo, de los Cielos a mi ánima.

Tercer punto: Ver cómo viene. Consideraré cómo habiéndome dado todas las criaturas, Él
mismo disfrazado se me da en una de ellas, haciéndose pequeñito, conforme a mi
pequeñez.

Cuatro punto: Ver adónde viene. A este mundo donde tantas ofensas y pecados se
cometen contra su divina Majestad.

Quinto punto: Considerar quién soy yo que le he de recibir, y mostrarle mis llagas, pidiéndole
con el leproso del Evangelio que me sane. Así miraré de dónde viene, adónde viene y a
qué viene.

Alabado sea Dios.

San Francisco de Borja

Himnos Eucarísticos

Ven, Jesús, mi Salvador


Divino Cordero;
Ven a mí, dulce Señor,
Oh mi Dios, mi amor!
Eres Padre tierno,
Eres buen Pastor;
Eres verbo eterno
Nuestro Redentor.
¡Oh de mi esperanza
Dulce galardón!
Te doy alabanza
Y mi corazón.
En Ti siempre espero,
Aumenta mi fe;
Con amor sincero
Te recibiré.
En esta apariencia,
Divino manjar,
Tu santa presencia
Quieres ocultar.
Oh Sabiduría,
Eterno Señor;
Ven en este día
A darme tu amor!
Jesús de mi vida;
Nunca más pecar;
Sólo a Ti rendida,
Mí alma quiere amar.

*****

Jesús, amor de las almas,


compañero en las jornadas:
tan cercano y asequible
que en mí tienes tu morada.
Encarnado como Hombre,
tu divinidad ocultas,
y al hacerte Eucaristía,
por completo te despojas.
En tu presencia se rinden
todos los celestes coros,
y en la tierra no se aprecia
que te quedes con nosotros.
De tu costado nacida,
en la Iglesia sigues vivo:
con tu gracia y sacramentos
das la vida al redimido.
Jesucristo, León fuerte
y Cordero obediente;
en tu Corazón conforten
su valor las almas débiles.
Por el Padre coronado,
el Señor de tierra y cielo
nos envíe su Paráclito
que nos guíe al Reino eterno.
Amén.

*****

- Esta es mi Sangre,
ofrenda de la tarde:
¡oh gran Misterio!
- Este es mi Cuerpo:
cual víctima me entrego:
¡oh gran Misterio!
Te adoro, Carne,
Pan de hombres y de ángeles:
¡oh gran Misterio!
- Hacedlo en mi memoria
hasta el tiempo sin horas:
¡oh gran Misterio!
- Como víctima única,
mi Carne, Alianza fúlgida:
¡oh gran Misterio!
¿No prolongas tu muerte
por darnos vida siempre?
¡Oh gran Misterio!
Si contigo en el Gólgota,
contigo en la victoria:
¡oh gran Misterio! Amén.
Oración al Santísimo Sacramento

Te doy gracias Señor


Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno
porque aunque soy un siervo pecador
y sin mérito alguno,
has querido alimentarme
misericordiosamente
con el cuerpo y la sangre
de tu hijo Nuestro Señor
Jesucristo.

Que esta sagrada comunión


no vaya a ser para mi
ocasión de castigo
sino causa de
perdón y salvación.

Que sea para mi armadura


de fe, escudo de buena voluntad;
que me libre de todos mis vicios
y me ayude a superar
mis pasionres desordenadas;
que aumente mi caridad
y mi paciencia
mi obediencia y humildad,
y mi capacidad para hacer el bien.

Que sea defensa inexpungable


contra todos mis enemigos,
visibles e invisibles;
y guía de todos
mis impulsos y deseos

Que me una más intimamente a ti,


único y verdadero Dios
y me conduzca con seguridad
al banquete del cielo,
donde tu, con tu hijo
y el Espíritu Santo,
eres luz verdadera,
satisfacción cumplida
gozo perdurable
y felicidad perfecta.

Por Cristo, Nuestro Señor

Amén

Exposición y bendición con el


Santísimo Sacramento
Canta, oh lengua, del glorioso
Cuerpo de Cristo el misterio,
y de la Sangre preciosa
que, en precio del mundo
vertió el Rey de las naciones
fruto del más noble seno.

Veneremos, pues postrados


tan augusto sacramento;

y el oscuro rito antiguo


suplicando la luz de este nuevo;
al débil sentido nuestro,
al padre y al Hijo
Gloria y vitores sin cuento;
salud, honor y poder,
bendición y gozo eterno:
y al que procede de ambos
demos igual alabanza.
Amén

Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío,


que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas


y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Saludo a Jesús Sacramentado

Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento


del altar, creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado.
Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea
confundido, agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este
Sacramento de vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os
manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me
deis todo lo que necesito y deseo.

Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la
gracia de usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin
embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.
Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase
después de cada alabanza.)

Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo
no sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.

Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado
en este pan para dárosnos como el más dulce manjar.

Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde
forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima!

Amén

Oración para una visita a Jesús


Sacramentado

¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas,
arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo,
sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la
Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora
que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me
hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te
llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor,
dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?

Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen
Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y
yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré
en Ti.

Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi
corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la
desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene
prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas
lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del
cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo...
Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras,
todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos
con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los
que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y
lloren sus extravíos.

Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia;
a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y
estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza
para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del
bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que
deseo ser tuyo.
Amén

Oración de Santa Gertrudis la


Grande

Padre eterno, yo te ofrezco la preciosisima sangre de tu Divino Hijo Jesus, en union con las
misas celebradas hoy dia a traves del mundo por todas las benditas animas del purgatorio
por todos los pecadores del mundo.
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia.
amen.

Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis la Grande, que esta oración puede librar 1000 almas
del purgatorio cada vez que se rece

Himno a Jesús Sacramentado por


Santo Tomás de Aquino

(Adoro te devote)

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A
Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de Ti,
se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo
todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; creo
y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. No veo las llagas
como las vio Tomas pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en
Ti esperé y que te ame. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al
hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús,
bondadoso Pelícano, límpiame a mí,inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota
puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien ahora veo oculto, te
ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz
viendo tu gloria. Amén.

Oración de San Alfonso María


Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento,
lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte:
creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y
te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte
dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu
amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de
gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que
recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta
visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y
abandono

Oración de Santo Tomás de


Aquino al Santísimo Sacramento
¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear
ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente
en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el
estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla corno
es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las
prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata.
De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie
desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas
transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no
ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y
enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y
fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro
servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh
Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin
corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia,
temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin
presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin
fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento
curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se
desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un
corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío,
entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle,
comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza
que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la
penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria
goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.

Al amor de los amores Jesús


Sacramentado oración de Santa
Teresa de Lisieux

Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y
amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es
infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti,
como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis
labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los
extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana.
Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan.
Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.

Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que
para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir
Desagravios al Señor

(tomados de la)
Novena a Jesús Nazareno centro de todo amor en el piadoso paso de la cruel bofetada
Que sufrió en la casa del Pontífice Anás ¡Oh de mi vida, amor ensangrentado!

Libra mi alma y mi cuerpo del pecado

Oh Jesús, con salivas afeado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.


Oh cuello, con tal soga lastimado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh rostro tierno, de mi pecho amado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh Cristo, con crueldades maniatado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh bellísimo rostro abofeteado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh corazón sin lástima angustiado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.
Oh mi amor, bien herido y mal pagado, libra mi alma y mi cuerpo del pecado.

Y diré al ver tu sangre derramada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.


Y diré al ver tu cara señalada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver en ti la mano armada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu vista ensangrentada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu barba despoblada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.
Y diré al ver tu tanta belleza ajada, mi amor sea el Cristo de la bofetada.

Mi Señor, mi redentor, mi amor, por la cruel bofetada que por mí sufriste


Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las gotas desangre que vertiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por el golpe que en la tierra diste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las palabras que al agresor dijiste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por los ojos con que a Malco viste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por la garganta que a la soga diste
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por las manos que a al lazo ofreciste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste,
Por tu tierno corazón tan triste,
Sé tú mi amor, pues por mi amor moriste.

V. Adorámoste Jesús Nazareno abofeteado.


R. Por redimirnos del pecado.

Oración: Mi Dios, mi Amor, mi Jesús y todo mi bien; lucidísimo sol inflamado en amor de los
hombres, y por eso de mis entrañas vida, y de mi alma amante esposo: estampa en mi
corazón estas afrentas e injurias que padeciste en el tribunal de Anás, y pues eres mi
cabeza, Dios de infinito amor y yo tu miembro, aunque pecador, úneme todo contigo, para
que mis pensamientos, obras y palabras, sean gratas a tus divinos ojos. Imprime en mi alma
las virtudes que enseñaste, cuando te estrelló contra la tierra, al golpe de un bofetón el
alevoso Malco, para que saliéndome de corazón y voluntad toda su práctica, que es señal
de ser perfectas, por ellas te desagravie y logre la dicha de ver tu hermosura en la patria
celestial. Amén.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Oración de San Buenaventura

Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, los senos más escondidos de mi alma con el suavísimo
y saludabilísimo dardo de tu amor y de una verdadera y pura caridad, tal como la que
llenaba el corazón de los Santos Apóstoles, a fin de que desfallezca y se derrita sólo en
amor tuyo y en deseo de poseerte. Que ansíe por Ti, que desfallezca en tus atrios, y que no
aspire más que a verse libre para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, oh
Pan de los Ángeles, alimento de almas santas, pan nuestro cotidiano, lleno de fortaleza, de
dulzura, de suavidad, que a cuantos con él se nutren hace sentir las delicias de su sabor.
¡Oh Jesús a quien los Ángeles desean siempre contemplar, haz que mi corazón sin cesar
tenga hambre de Ti, se alimente de Ti, y lo más profundo de mi alma sea regalado cpn la
dulzura de tus delicias. Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida,
manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de
la casa de Dios. Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que te busque y te encuentre,
que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu
nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con
perseverancia hasta el fin; y que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis
riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi
suavidad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi
sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y
hondamente arraigada mi alma y mi corazón. Amén.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Oración “en ego”


¡Oh mi amado y buen Jesús!
postrado en tu santísima presencia;
te ruego con el mayor fervor
imprimas en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad
verdadero dolor de mis pecados
y propósito firmísimo de enmendarme,
mientras que yo,
con todo el amor y con toda compasión de mi alma,
voy considerando tus cinco llagas
teniendo presente aquello que dijo de Ti,
oh Buen Jesús, el santo Profeta David:
Han taladrado mis manos y mis pies,
y se pueden contar todos mis huesos.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

A Jesús Crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte


clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,


que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera;

No me tienes que dar porque te quiera;


porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
(atribuído a San Fco. Javier)

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Devoción al Santísimo Sacramento


del Altar
Señor, ten misericordia de nosotros.
! Oh Cristo ! ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
! Oh Cristo ! óyenos.
! Oh Cristo ! escúchanos.
Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Pan vivo que bajaste del Cielo, ten misericordia de nosotros.
Dios escondido y Salvador, ten misericordia de nosotros.
Comida de los escogidos, ten misericordia de nosotros.
Vino que engendras vírgenes, ten misericordia de nosotros.
Pan substancioso y de los reyes regalo, ten misericordia de nosotros.
Sacrificio continuo, ten misericordia de nosotros.
Ofrenda pura, ten misericordia de nosotros.
Cordero sin mancha, ten misericordia de nosotros.
Mesa purísima, ten misericordia de nosotros.
Comida de los ángeles, ten misericordia de nosotros.
Maná escondido, ten misericordia de nosotros.
Memorial de las maravillas de Dios, ten misericordia de nosotros.
Pan sobresubstancial, ten misericordia de nosotros.
Verbo hecho carne, ten misericordia de nosotros.
Dios con nosotros, ten misericordia de nosotros.
Hostia Santa, ten misericordia de nosotros.
Cáliz de Bendición, ten misericordia de nosotros.
Misterio de fe, ten misericordia de nosotros.
Preexcelxo y venerable Sacramento, ten misericordia de nosostros.
Sacrificio, el más santo de todos, ten misericordia de nosotros.
Verdadero propiciatorio por los vivos y difuntos, ten misericordia de nosotros.
Remedio celestial, con el que nos preservamos de todos los pecados, ten misericordia de
nosotros.
Milagro asombroso sobre todos los milagros, ten misericordia de nosotros.
Memoria sacratísima de la Pasión del Señor, ten misericordia de nosotros.
Don que excedes a toda riqueza, ten misericordia de nosotros.
Memorial principal del amor divino, ten misericordia de nosotros.
Abundancia de liberalidad divina, ten misericordia de nosotros.
Sacrosanto y augustísimo misterio, ten misericordia de nosotros.
Medicamento de inmortalidad, ten misericordia de nosotros.
Sacramento vivífico digno de todo respeto, ten misericordia de nosotros.
Pan hecho carne por el Todopoderoso, ten misericordia de nosotros.
Sacrificio incruento, ten misericordia de nosotros
Comida y convidado, ten misericordia de nosotros.
Convite dulcísimo en el que sirven los ángeles, ten misericordia de nosotros.
Sacramento de piedad, ten misericordia de nosotros.
Vínculo de caridad. ten misericordia de nosotros.
Oferente y ofrecido, ten misericordia de nosotros.
Espiritual dulzura, gustada en la misma fuente, ten misericordia de nosotros.
Sustento de las almas santas, ten misericordia de nosotros.
Viático de los que mueren en el Señor, ten misericordia de nosotros.
Prenda de la gloria que esperamos, ten misericordia de nosotros
Sénos propicio, perdónanos, Señor.
Sénos propicio, escúchanos, Señor.
De la comunión sacrílega, líbranos, Señor.
De la concupiscencia de la carne, líbranos, Señor.
Del deseo desordenado de los ojos, líbranos Señor.
De las soberbia de la vida, líbranos, Señor.
De toda ocasión de pecar, líbranos , Señor.
Por aquel deso con que deseaste comer esta pascua con tus discípulos, líbranos, Señor.
Por la encendida caridad con que instituiste este divino Sacramento, líbranos, Señor.
Por tu sangre preciosa, que nos dejaste en el altar, líbranos, Señor.
Por las cinco llagas de tu cuerpo sacratísimo, que nosotros recibiste, líbranos, Señor.
Nosotros pecadores, te rogamos óyenos.
Que te dignes aumentar y conservar en nosotros la fe, reverencia y devoción de este
admirable Sacramento, te rogamos óyenos.
Que te dignes guiarnos por la verdera confesión de los pecados, a la frecuente comunión,
te rogamos, óyenos.
Que te dignes librarnos de toda herejía, infedelidad y ceguedad de corazón de corazón, te
rogamos óyenos.
Que te dignes hacernos participantes de los frutos preciosos y celestiales de este Santísimo
Sacramento, te rogamos óyenos.
Que te dignes confortarnos y fortalecernos en la hora de nuestra muerte con este Viático
celestial, te rogamos óyenos.
!Oh Hijo de Dios! te rogamos óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
!Oh Cristo, óyenos!
!Oh Cristo, escúchanos!
!Señor, ten misericordia de nosotros!
!Señor, ten misericordia de nosotros!
Padre nuestro, etc.
v/ El pan del cielo les has dado.
r/ Que tiene en sí todo el deleite.
v/ Bendito eres, Señor, en, los Cielos.
r/ Digno de las alabanzas que se te den, y de ser exaltado y glorificado en todos los siglos.
v/ Señor, oye gustoso mi súplica.
r/ Y llegue a tu oído mi clamor.
v/ El Señor esté con ustedes.
r/ Y con tu espíritu.

Oración
¡ Oh Dios, que nos dejaste la memoria de tu Pasión en este admirable Sacramento !
Concédenos que de tal suerte veneremos los sagrados misterios de tu cuerpo y sangre, que
experimentemos continuamente en nosotros el fruto de nuestra redención. Que vives y
reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
Amén.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Oración al divino rostro de Cristo


Eterno Padre, Dios de infinito amor, bondad y misericordia, por el Inmaculado Corazón de
María y en unión con San José y de todos los Ángeles y Santos y en nombre de todos los
hombres y de las almas del purgatorio, te ofrezco el Rostro llagado, ensangrentado e
inundado de lágrimas de tu muy amado Hijo.
Te ofrezco este santísimo y adorable Rostro de nuestro Señor Jesucristo para expiar los
pecados de todo el mundo, las blasfemias, sacrilegios e irreverencias; para la iluminación
de tus sacerdotes y religiosos y por la conversión de todos los pecadores, en especial de los
más obstinados; como también para las almas del purgatorio.
En tu rostro desfigurado por el dolor, reconozco la inmensidad de tu amor hacia mí.
Imprime en mi corazón la imagen de tu divinidad, y dame un amor ardiente a Ti, para que
un día pueda ver tu Faz glorificada. Amén.

(Compilado por José Gálvez Krüger)

Oración para suplicar la Gracia de


custodiar la Castidad
Señor Jesucristo, esposo de mi alma, delicia de mi corazón, más bien corazón mío y alma
mía, frente a ti me postro de rodillas, rogándote y suplicándote con todo mi fervor de
concederme preservar la fe que me has dado de manera solemne. Por ello, Jesús dulcísimo,
que yo rechace cada impiedad, que sea siempre extraño a los deseos carnales y a las
concupiscencias terrenas, que combaten contra el alma y que, con tu ayuda, conserve
íntegra la castidad.

¡Oh santísima e inmaculada Virgen María!, Virgen de las vírgenes y Madre nuestra
amantísima, purifica cada día mi corazón y mi alma, pide por mí el temor del Señor y una
particular desconfianza en mis propias fuerzas.

San José, custodio de la virginidad de María, custodia mi alma de cada pecado.

Todas ustedes Vírgenes santas, que siguen por doquier al Cordero divino, sean siempre
presurosas con respecto a mí pecador para que no peque en pensamientos, palabras u
obras y nunca me aleje del castísimo corazón de Jesús. Amén

Oración por los sacerdotes


Señor Jesús, presente en el Santísimo Sacramento,
que quisiste perpetuarte entre nosotros
por medio de tus Sacerdotes,
haz que sus palabras sean sólo las tuyas,
que sus gestos sean los tuyos,
que su vida sea fiel reflejo de la tuya.
Que ellos sean los hombres que hablen a Dios de los hombres
y hablen a los hombres de Dios.
Que no tengan miedo al servicio,
sirviendo a la Iglesia como Ella quiere ser servida.
Que sean hombres, testigos del eterno en nuestro tiempo,
caminando por las sendas de la historia con tu mismo paso
y haciendo el bien a todos.
Que sean fieles a sus compromisos,
celosos de su vocación y de su entrega,
claros espejos de la propia identidad
y que vivan con la alegría del don recibido.
Te lo pido por tu Madre Santa María:
Ella que estuvo presente en tu vida
estará siempre presente en la vida de tus sacerdotes. Amen
Oración a Jesucristo por un
sacerdote
Jesús justísimo, tú que con singular benevolencia has llamado al padre. N.N., entre millares
de hombres, a tu secuela y a la excelente dignidad sacerdotal, concédele, te pido, tu
fuerza divina para que pueda cumplir en el modo justo su ministerio. Te suplico, Señor Jesús
de hacer revivir en Él, hoy y siempre, tu gracia, que le ha sido dada por la imposición de las
manos del obispo. Oh médico potentísimo de las almas, cúrale de manera tal que no caiga
nuevamente en los vicios y escape de cada pecado y pueda complacerte hasta su
muerte. Amén

Oración a Jesucristo por un


sacerdote II
Dios omnipotente, que Tu gracia ayude a tus sacerdotes para que ellos habiendo recibido
el ministerio sacerdotal, puedan servirte de modo digno y devoto, con toda pureza y buena
conciencia. Y si no logran vivir su vida con mucha inocencia, concédeles en todo caso de
llorar dignamente el mal que hayan cometido, y de servirte fervorosamente en todo con
espíritu de humildad y con el propósito de buena voluntad. Por Cristo, nuestro Señor. Amén

Visita al Santísimo Sacramento

Oración inicial

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Corazón de mi Jesús Sacramentado! Con mucha pena de no ser como Tú quieres que sea
y con muchos deseos de ser como Tú quieres que sea, vengo a tener contigo este ratito de
conversación afectuosa junto a Ti, a los pies de tu Sagrario, donde has querido quedarte
por mí, para Tu mayor gloria, honor de mi Madre Inmaculada y provecho de mi alma. San
José, enséñame a escuchar y a hablar a Jesús.

Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.

Sea por siempre bendito y alabado.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria

(Se repite cinco veces en honor a las cinco llagas de Nuestro Señor)

Alabanzas al Santísimo Sacramento en reparación de las blasfemias

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios, en sus Ángeles y en sus Santos.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre
todas las cosas y deseo recibirte dentro de mi alma. Mas, no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente, ven espiritualmente a mi corazón y como si ya hubiéseis venido, te
abrazo y me uno a Ti. No permitas Jesús mío que jamás me aparte de Ti. Así sea.

Oración de Santo Tomás de Aquino

Te adoro con fervor, deidad oculta, que estás bajo de estas formas escondidas; a ti mi
corazón se rinde entero, y desfallece todo si te mira. Se engaña en ti la vista, el tacto, el
gusto. Mas tu palabra engendra fe rendida; cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo; pues no
hay verdad cual la verdad divina. En la Cruz la deidad estaba oculta. aquí la humanidad
yace escondida; y ambas cosas creyendo y confesando, imploro yo lo que imploraba el
ladrón arrepentido. No veo, como vio Tomás, tus llagas, mas por su Dios te aclama el alma
mía: haz que siempre, Señor, en ti yo crea, que espere en ti, que te ame sin medida. Oh
memorial de la pasión de Cristo, oh pan vivo que al hombre das la vida: concede que de ti
viva mi alma, y guste de tus célicas delicias. Jesús mío, pelícano piadoso, con tu sangre mi
pecho impuro limpia, que de tal sangre una gotita puede todo el mundo salvar de su
malicia. Jesús, a quien ahora miro oculto, cumple, Señor, lo que mi pecho ansía: que a cara
descubierta contemplándote, por siempre goce de tu clara vista. Amén.

Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento


Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tantos tabernáculos del mundo, sin
que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre
corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor,
estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca
duerme ni se cansa de velar por los pecadores. ¡Oh Jesús amantísimo! ¡Oh Jesús solitario!
haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en
vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino! vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por
las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables
necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que,
para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario… donde vives en la
soledad y el silencio de la noche. Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y
reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo. Amén.

Oración final

Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me habéis recibido y permitido gozar de vuestra
presencia y compañía amorosas.

Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos


me acordaré de Ti, y procuraré vivir con la dignidad que merece vuestra amistad divina.

Dadme vuestra bendición y concededme todas las gracias, que necesito, para amaros y
serviros con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, a nuestro Santísimo Padre el Papa, vuestro Vicario en la tierra; ilumínale,
santifícale y líbrale de todos sus enemigos.

Bendice a vuestra Iglesia Santa y haced que su luz brille en todas las naciones; y que los
paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo.

Bendice a vuestros sacerdotes, santifícalos y multiplícalos.

Bendice y protege a nuestra nación.

Bendice a todos los suscriptores de Web católico de Javier y concédeles la


bienaventuranza eterna.

Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de beneficios.

Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en vuestra gracia y amistad y
que un día nos reunamos en la Gloria.

Da el descanso eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio.

Da la salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos vuestro divino
amor, para que la fe que nos impide ahora ver vuestro santísimo rostro se convierta un día
en luz esplendorosa en la Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te
alabemos y bendigamos por los siglos de los siglos. Amén

QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO


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No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme


mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí
sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica
cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien
el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras
que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no
vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que
llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender
a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con
llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los
enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que
anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que
quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y


fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y
¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón
especialmente ama?

Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y
ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad
y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga
en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer
orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... ; y poco a poco se
vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en
tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas
en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué
necesitas? ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte
!

¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente.
¿Qué te preocupa? ¿qué piensas? ¿qué deseas? ¿qué quieres que haga por tu hermano,
por tu amigo, por tu superior? ¿qué desearías hacer por ellos?
¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus
prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?

Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con
qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas
del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los
corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus
tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién
te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas
esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a
semejanza de Mí todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora
bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser
infundadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo
estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se
alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu
lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de
ella a fuer de buen amigo ?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho
como sonreir tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados
negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has
vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te
lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme
sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡Gracias, Padre mío, gracias!»? El agradecimiento
trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tampoco tienes Promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu


corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda
sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado?
¿de privarte de aquel objeto que te dañó? ¿de no leer más aquel libro que exaltó tu
imaginación? ¿de no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma ?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte
faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio... ;
pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos,
en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento,
resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen
Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi
servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos
consuelos.

Recomendación: Lea todos los días los 15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado

Reflexiones

El Sagrario también es un Belén


En el Belén de nuestros templos se encuentra Cristo para nutrir a los hombres, con el Cuerpo
y la Sangre redentores.

Por: Antonio Orozco | Fuente: Catholic.net

Esa pequeña cárcel de amor es también Belén, un Belén perenne. «Belén» significa«casa del pan». El Sagrario
es lugar donde se guarda el Pan de la Palabra, el mismo Verbo de Dios, la Palabra única del Padre que nos
habla del Amor. Es el pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad (cfr. CEC, n. 1331), que no
de otra cosa se alimentan los Ángeles que del Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.

En el Belén de nuestros templos se halla, para nutrir a los hombres, no sólo el Cuerpo y la Sangre redentores,
sino también el Espíritu de Cristo que, desde el Sagrario, se difunde en nuestros corazones al hacer, como
solemos, una comunión espiritual. Porque la Humanidad Santísima de Jesús es el verdadero Templo donde
habita la plenitud de la divinidad corporalmente (Col 2, 9). Su alimento es la Voluntad del Padre, y el aire que
respira es el Espíritu Santo. Por eso, al soplar, se difunde, en una incesante y siempre nueva Pentecostés, el
Paráclito.

¿No se percibe siempre, dondequiera que estemos, como una brisa que desde el Sagrario más cercano viene
a aliviar el esfuerzo de nuestro trabajo, que pone, si es el caso, dulcedumbre en el sacrificio, sosiego en el
dolor, más gozo en la alegría de amar y saberse infinitamente amados por un Corazón de carne, como el
nuestro, que palpita con vigor divino?

El Espíritu Santo, con su lazo de Amor, estrecha, une, funde nuestros corazones hasta poder exclamar: ¡ya no
soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí! (Cfr. Gal 2, 20). Es asombroso, el cristiano se endiosa, inmerso en lo
Infinito, como canta el villancico de un clásico:
HOMBRE
· Por más que esté dividido
· Os hallo entero, mi Dios.
DIOS
· Sí, amigo; que entre los dos
· Nunca ha de haber pan partido.
HOMBRE
· ¿Qué igualdad se puede dar
· Entre la nada y el todo?
DIOS
· ¿Queréis saber de qué modo?
· Comiendo de este manjar.
HOMBRE
· Luego, después que he comido,
· ¿Vengo por gracia a ser Dios?
DIOS
· Sí, amigo, que entre los dos
· Nunca ha de haber pan partido.
HOMBRE
· ¿A quién habrá que no asombre
· Tan excesivo favor?
DIOS
· Eso es lo que puede amor,
· Haceros Dios, y a Mí hombre.
HOMBRE
· ¿Qué a tal alteza he venido,
· Y a tanta bajeza Vos?
DIOS
· Sí, amigo; que entre los dos
· Nunca ha de haber pan partido
(ALONSO DE LEDESMA)

¡Qué justo es, Dios mío, que estés en cárcel de amor! Desde ahora mismo compartiremos todo: corazón,
pensamientos, afanes, trabajo, penas, alegrías, amores. El Sagrario será mi tesoro, mi Belén, mi Pentecostés... y
mi Betania: espacio de encuentro, lugar de sosiego, donde se ama de veras a Jesús, con admiración, con
respeto, con cariño; donde se escucha sin prejuicios su palabra y donde Jesús, en elocuente silencio,
escucha. Incluso se atreve uno a «reprocharle» cariñosamente que no «haya llegada a tiempo» de curar a
Lázaro: «Señor -dice María-, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano». Pero por nada del mundo
se pierde la fe: «aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios te lo concederá»; «yo creo que Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Y María, capaz de provocar en el corazón mezquino de todos
los Judas, un escándalo mayúsculo, derrama el salario anual de un obrero, en su perfume de preciosa
fragancia, a los pies de Jesús, y los enjuga con su cabellera hermosa. Y Lázaro -alma serena, corazón jugoso,
mirada penetrante, llena de luz-, contempla, conversa con el Maestro, siente el orgullo de su sangre noble,
generosa; pondera en silencio su honda amistad con el Maestro.

«Es verdad que a nuestro Sagrario le llamo siempre Betania... -Hazte amigo de los amigos del Maestro: Lázaro,
Marta, María. Y después ya no me preguntarás por qué llama Betania a nuestro Sagrario» (BEATO JOSEMARÍA,
Camino, n. 422). Y andarás par el mundo «asaltando» Sagrarios (Ibid., 269 y 876); gozando al descubrir alguno
nuevo «en tu camino habitual par las calles de la urbe» (Ibid., 270), y no dejarás nunca la Visita al Santísimo:«La
Visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia
Cristo, nuestro Señor» (CEC, n. 1418).

«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento
del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y
abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración» (JUAN PABLO II). Así
siempre «tendrás luces y ánimo para tu vida de cristiano». Y dirás a los Ángeles que, de algún modo,
comparten nuestro mismo «Pan»: «Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernáculos, donde repose
la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defendedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor
(Camino, 569)»
Te propongo una visita al Santísimo
Y encontrarás el amor de Jesús, que cura del mal y llena de fuerza la vida.

Por: Guillermo Ortiz, S.J. | Fuente: Reflexiones Siglo XXI

Le propongo un ejercicio sencillo:

1- Abra la Biblia en el Nuevo Testamento, y lea algo de lo que dice y hace Jesús entre los
discípulos y la gente.

2- Después de leer algo de Jesús entre los discípulos y la gente, piense en el sagrario. El
sagrario es el lugar más importante de las capillas y los templos católicos, porque ahí se
reservaron las hostias consagradas en la santa misa, y por lo tanto, allí en el sagrario está
Jesucristo, presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristía. Es el misterio de
nuestra fe...

3- Física o espiritualmente delante del sagrario piense: ‘Ese Jesús que aparece en el
Evangelio, que nació de María Virgen, que murió por el perdón de los pecados, resucitó al
tercer día y subió al cielo a prepararnos un lugar; ese Jesús del evangelio es el mismo Jesús
del sagrario que hoy me ofrece su Amor generoso, desmedido. Acepto el amor de Jesús,
me cura del mal y me llena de la fuerza de la vida.

El Amor del Hijo de Dios me cambia el corazón, me dice lo que soy, me da la identidad más
importante, me marca hondo por el Bautismo, con el signo imborrable de hijo adoptivo de
Dios. El amor de Jesús, Hijo de Dios, me da la pertenencia a la familia la Iglesia y me misiona
a vivir en el amor a Dios y al prójimo.

4- En la presencia de Jesús sacramentado, decido y me propongo amar. El amor es el


camino y la exigencia de todo el que se hace discípulo de Jesús, y peregrina con Jesús y
sus hermanos a la casa del Padre Dios.

Señor Jesús, quiero hacerme prójimo, quiero amar y servir al que hoy está a mi lado. Me
propongo amar dando la vida por el otro, como hiciste tu y como tu nos pides que
hagamos nosotros. Te ruego Jesús que vengas a mi corazón y habites en él como en un
sagrario vivo.

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


No te cansas, no abandonas, no te rindes. Porque quieres que te abramos y puedas entrar
para entregarnos tu Corazón lleno de amor.

Por: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Una vez más estoy ante ti, Señor, Jesús Sacramentado. Ante el milagro y misterio de tu gran
amor por todos los seres de este mundo sin distinción de clases sociales, de colores, razas y
credos.

Tu amor abarca a todas las criaturas, santos y pecadores.... ¡Qué misterio tan profundo y
qué poco pensamos en él!.

Con ese amor, con ese deseo de ser correspondido, llamas a nuestra puerta, a la puerta de
nuestro corazón para que te abramos, y llamas siempre a lo largo de todo el día, en todos
los instantes, en los momentos que menos podemos imaginar... siempre llamas, siempre
estás. No te cansas, no abandonas, no te rindes. Porque lo único que persigues es que te
abramos y puedas entrar para entregarnos tu Corazón lleno de amor.

¿Y qué nos pasa?. Tal vez tenemos miedo de que si te "dejamos entrar" nos vas a pedir que
cambiemos nuestro modo de vivir, que nos apartemos de esa persona que...., que dejemos
ese rencor que hasta nos parece que lo necesitamos para así, no perdonar..., que nos vas a
"obligar" a cosas que... ¡nos cuestan tanto!

Somos cobardes, Jesús, cobardes y acomodaticios. Tal vez nos asusta ese amor tuyo tan
inmenso, tan desbordado, tan auténtico, ¡tan loco, casi diría yo, porque entregaste tu vida
y te quedaste encerrado en ese "trocito de pan y en ese vino" para ser nuestro alimento!. El
Papa Juan Pablo II nos decía siempre: "¡No tengaís miedo, abirdle las puertas a Cristo!".
Y pensando en estas cosas, ahora que estoy frente a Ti, mi Señor, voy recordando las
palabras del gran poeta Lope De Vega, en su verso que hace que el corazón duela porque
habla de nuestra ingratitud para ese tu gran AMOR, por todos,...por mi.

Deja que te lo diga, Señor, de rodillas y con el corazón contrito porque esas palabras son mi
verdad....

"Qué tengo yo, que mi amistad procuras?


¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,


pues no te abrí!
¡Qué extraño desvarío si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:


"Alma, asómate ahora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía"
Y cuántas, hermosura soberana,
"Mañana le abriremos", respondía
para lo mismo responder mañana!".

Si, Jesús, "mañana"... porque hoy estoy muy ocupada...


Porque hoy ... así como que "no me late".
Porque... no se lo que me vas a pedir...
Porque la verdad es que me asusta un poco ese TU AMOR POR MI y yo ...no se querer así...

Bueno...tal vez mañana... si, mañana si.


Estoy aquí, Señor, entre el tráfico y las prisas
Reflexiones Eucaristía

Me siento cansado, agobiado y hoy vengo a ti, en recuerdo, aunque lejano de un tiempo
pasado,

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net


Estoy aquí , Señor, vengo envuelto entre el tráfico, arrastrada en el vendaval del agitado
mundo, de sus prisas, de sus noticias, que muchas veces dan escalofrío,... de música que no
tiene armonía y melodía sino que ruidos estridentes y discordantes... de caras crispadas por
gran impaciencia...

Las personas en medio de este mundo caótico se sienten solas y esa soledad abraza su
espíritu con un abrazo de ahogo y tristeza infinita.

Así me sentía yo... y hoy vengo ante ti, mi amado Jesús, y el recuerdo, aunque lejano de un
tiempo pasado, de una tarde como esta ante tu Presencia en el Sacramento de la
Eucaristía, buscando lo que solo Tu podías entender, mis dolores, mis agobios... voy
recordando:

La puerta de la pequeña Iglesia, de un pueblecito más pequeño aún, perdido en la


serranía, dio un lastimero crujido cuando la empujé... la nave, humilde y sencilla, silenciosa y
vacía...Tenía una luz que se filtraba atravesando unos ventanales en forma de arcos que le
daban claridad a la semipenumbra del recinto, pero... ahí estabas Tu, al frente, ahí donde
brillaba una lucecita roja que parpadeaba como si fuese la señal del latir de tu Corazón.

Despacio llegué hasta Ti...me puse de rodillas y suavemente fue brotando este pequeño
verso ante aquel Sagrario, que ya nunca olvidaré...

Jesús : Ya no me importa la soledad,


ni el sufrimiento ya me acobarda...
Tu me enseñaste que es estar solo....
¡que es entregarse con toda el alma!

¿Cómo podré correr ansiosamente tras el lujo, la vida loca y vana,


si aprendí la mejor lección del mundo, en esta Iglesia, tan pequeña y olvidada?

¡Tu Rey de reyes, Tu que todo lo hiciste de la nada!


¡Encerrado en un Sagrario de madera
sin pulir, sin pintar....!
y sobre el altar, cuatro flores empolvadas!

¡Tu que Todo lo eres, te perdiste en la Nada...!.


¡Qué infinita humildad!.
Prisionero tras la puerta de madera, me parece que oigo latir tu corazón
y adivino el mirar de tus ojos en la espera ...

Han de ser tan dulces, tan sinceros....


han de ser tus ojos, Jesús mío,
la apoteosis de la luz y la belleza.

De tal modo se hirió mi corazón,


ante tanta grandeza y humildad,
que ahora vivo prisionera del recuerdo,
y ese recuerdo Divino es como un faro bendito, que alumbra mi oscuridad....

Este mi pequeño verso es mi mejor reflexión para adorarte y bendecirte, mi amado Jesús
Sacramentado.
¡Qué bueno que hoy no pasé de largo !
Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo, si esa, la que tu esperabas, la
que no entró y se alejó... pero con la soledad y el peso de la cruz.

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Las puertas están cerradas.... es porque hace frío. Hago el intento de que se abran y una de
las hojas cede y en silencio me invita a entrar...

Hoy es jueves pero en la Capilla no hay nadie, pero TÚ si estás. Tu siempre estás.

Yo soy una de esas personas que el otro día pasó de largo... si esa, la que tu esperabas, la
que no entró y se alejó perdiéndose en el ir y venir de la gente... entre mucha gente, entre
mucho tráfico, pero con mi soledad y el peso de mi cruz.

Y ahora que estoy frente a Ti... no es fácil....no siento nada. Una frialdad que me llena de
incertidumbre porque mi corazón se ha endurecido, porque no valgo nada y tu no me
puedes amar porque estoy muy lejos de Ti y nada puedo ofrecerte. Todo un abismo.... entre
tú y yo, Señor. Mis pensamientos se diluyen y mi corazón está helado, tanto o más como la
tarde que está afuera... ¿qué me pasa? ¿para qué vine?... no sé qué decirte y sin embargo
se que estás ahí...que te quedaste por mi y porque sabías que HOY no iba a pasar de
largo....¿no será demasiada presunción?.

Tengo el alma enferma, no soy persona buena...¡te olvido y ofendo tantas veces, Señor!

Dime, ¿qué tenía Mateo? que le dijiste: ¡Sígueme!- y él dejándolo todo, se levantó y te
siguió. Sigo recordando este pasaje de tu vida "cuando habitaste entre nosotros" y Mateo te
ofreció un gran banquete y fuiste. Allí estaban los fariseos y los escribas y te criticaban
diciendo: ¿Por qué come y bebe con publicanos y pecadores?. Y tú, Jesús, les
respondiste: No son los sanos lo que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan. Lc 5,27-32

Tu hablabas de mi, tu pensabas en mi, en los que te olvidamos, en los que tú querías y
quieres curar como el médico a los enfermos y dijiste: no vengo por los justos sino por los
pecadores, para que se conviertan ¡Qué gran amor el tuyo, Jesús!.

Yo, que hace un momento no sabía cómo orar, no sabía que decirte, ahora siento la
humedad del llanto en los ojos y con tus palabras has hecho latir fuerte mi corazón, antes
como dormido, al reclamo de tu voz que me dice:

Yo estoy aquí para curar tus males, esos males que te avasallan y te aniquilan, para darte la
paz de mi amor, para decirte que vine por ti y por todos los que se sienten hoy como tú.
Mira, un día estuve muriendo en una cruz y fue por ti y por ti me quedé con los brazos
abiertos para esperarte diciéndole al Padre: ¡perdónalos porque no saben lo que hacen.

Sí, Señor, tu eres mi Dios y entregaste tu vida para que por tu muerte tenga un día un lugar
en el Cielo y sé lo que valgo para ti, que hasta la vida diste por mí. ¡ Qué bueno que entré,
Señor, para hacerte compañía buscando tu ayuda, tu perdón y consuelo!.

¡ Qué bueno que HOY no pasé de largo !

Señor, ayudame a ser humilde


Jesucristo

Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo....quiero que tu me ayudes a
vivir en la humildad.

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net


Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el
tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco pero
quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.

Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de


todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi
equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.

Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo.... quiero que tu me ayudes
a encontrar esa "perla escondida" que es aprender a vivir en la humildad.

A veces pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi
pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso firme,
que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme cuenta reclamo
aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar, aunque me duela, mis
limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de carácter, que siempre trato de disimular
para que no vean mi pequeñez y cuando llega el momento de pedir perdón... ¡cómo
cuesta! Qué difícil es reconocer que nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y
rogar que nos perdonen.

Ante ti, Señor, buscando alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta me hace, me atrevo a
rezarte la hermosa:

ORACION POR LA HUMILDAD

Señor Jesús, manso y humilde.


Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me
quieran.
Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de
corazón.

No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden,
las rivalidades me asustan.

No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme


más que otros... Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la
humildad.

Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando


me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mi mismo.

La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame


la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás,
con lo que digo, con lo que hago.

Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas
ocupar Tu y mis hermanos.

En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón


manso, humilde, paciente y bueno.

Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Asi sea.
(P. Ignacio Larrañaga)

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