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Introducción a la filosofía de Platón

Platón nació hacia el 428 AC y murió por el 347, a los 81 años. Se dice que murió el mismo día del
año que nació. Hay mucha literatura que idealiza su figura y es por lejos el filósofo antiguo más
influyente en occidente, más que Aristóteles.

Pertenece a una familia aristocrática de Atenas y entre sus antepasados se hallan personajes muy
importantes en la historia de Grecia como Codro y Solón. Sus parientes también fueron influyentes
en su época y Platón mismo, por su linaje, estaba destinado a la política.

Atenas por el tiempo del nacimiento de Platón era ya una potencia comercial, naviera, y un foco de
luz de la intelectualidad del mundo antiguo. Era muy respetada por su vocación democrática y
argumentativa. Por ejemplo, los tribunales de Atenas recibían incluso casos que ocurrieron en otras
polis griegas alejadas de Atenas. No obstante, era una ciudad muy afectada políticamente ya que a
la democracia siempre estuvo en peligro de volverse una oligarquía conservadora.

Platón de joven se interesó en la filosofía, ya que hay testimonios de que estudio con Cratilo, quien
era un heracliteano, es decir, un maestro que creía que el ente se debe (en su ser y existencia) a una
tensión de contrarios. Aristóteles reconoce más tarde que esta influencia nunca la cambió y es la
razón por la cual Platón nunca creyó que la física pudiera ser una ciencia demostrativa.

No obstante, fue el conocimiento de Sócrates lo que finalmente convenció a Platón de seguir el


camino de la filosofía y alejarse de la política. Por entonces, se dice que Platón escribía poesías, las
cuales habría quemado como producto de su primer encuentro con Sócrates.

Entre los datos biográficos más notables de Platón se halla su insistencia de formar un estado
gobernado por filósofos (asunto que lo llevó dos veces a Siracusa y ser deportado desde allí como
esclavo). También la creación de una escuela de pensamiento, la Academia, que se convertiría por
el juicio de la historia en la primera universidad de occidente. Otro dato no menor es haber sido
maestro de Aristóteles.

También vale la pena destacar sus varios viajes de estudio. Megara y Cirene. Tierra de pitagóricos
donde Platón estudia matemáticas.

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La influencia de Platón es universal prácticamente. Se ha extendido por todo occidente y medio
oriente y solo los lugares antiguos donde Alejandro Magno no entró quedaron sin conocer su obra.
Hoy en cambio en el mundo globalizado actual, su fama se extiende a todo el mundo. Es
seguramente el filósofo griego antiguo más leído.

En lo que respecta a su influencia en el mundo occidental antiguo y medieval, su filosofía fue


enormemente influyente durante el mundo helenista y el medioevo latino y griego en
Constantinopla (medio oriente).

Lo que más destaca es la influencia que tiene durante el período del platonismo medio (0-II DC)
donde junto con Pitágoras son emblemas de sabiduría y se consideran además exponer doctrinas
equivalentes o al menos convergentes. Luego, desde el siglo III hasta el XII DC, en occidente latino,
fue el pensador central de la teología cristiana. O sea, la obra de Platón interpretada por el
movimiento filosófico llamado neoplatonismo influyó decisivamente en la consolidación de la
teología cristiana a través de su influencia en autores como San Agustín, Boecio, Alcuino,
Bonaventura, etc. También entre los árabes fue influyente su filosofía.

El tiempo de Platón

El tiempo de Platón es un tiempo difícil para Atenas y aún para la Hélade entera. Los Medos o persas
fueron expulsados en 449 a. C. por la confederación ateniense-espartana. La derrota de Persia fue
celebrada con júbilo y las más portentosas obras culturales de la Grecia antigua se realizaron en esta
época de júbilo y victoria. Pero la paz y el júbilo iban a cambiar drásticamente cuando espartanos y
atenienses comienzan a enemistarse por la conducción de la confederación que los unía. Los
atenienses quieren gobernar y poseen un poder marítimo superior. Los espartanos quieren lo
mismo y se hallan en posesión de una infantería muy poderosa y admirada. Comienza una lucha
fratricida, donde la así llamada Liga de Delos (ateniense) se encona con la Liga del Peloponeso
(espartana). Esta lucha entre hermanos no solo debilitó económicamente a las dos ciudades
helénicas, sino que además agotó la reserva espiritual y moral que había ganado los helenos con la
derrota del avasallamiento persa. Este tiempo de dispersión y desmoralización fue el tiempo de
Platón. Durante este tiempo se engrandecieron los escepticismos, los agnosticismos, los
relativismos y los materialismos y contra todas estas corrientes nuevas se opuso Platón, siguiendo
el ejemplo de Sócrates. Para colmo de los males sobrevino una peste. Así, la ‘raza de Hefestos y

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Atenea’ (Platón, Critias 109 d) comienza su dispersión definitiva y caída en manos de los
macedonios. El panorama histórico ya nunca más iba a ser favorable a los helenos.

Los escritos de Platón

Los escritos filosóficos de Platón son los únicos que han sobrevivido. No hay nada sobre sus poesías
y escritos de juventud previa al encuentro con Sócrates. La fama que alcanzó en vida, además, de la
fama que tuvo su Academia, permitió que la totalidad de la obra de Platón esté a salvo y haya llegado
hasta nosotros. No obstante, nosotros leemos completo a Platón, pero ni en el medioevo ni en la
época renacentista y moderna esto fue así.

Los escritos de Platón son en su mayoría diálogos. Estos diálogos se dividen en genuinos, dudosos y
espurios. No hay prácticamente ningún otro autor donde confluyan estas categorías. Los diálogos
son genuinos si son claramente, más allá de toda duda razonable, escritos por su mano. Son dudosos
aquellos diálogos donde el arte del diálogo y las doctrinas son platónicas, pero subsisten ciertas
dudas sobre su autoría. Seguramente fue un autor muy imitado en la antigüedad y tal hecho
ocasionó la existencia de al menos 14 diálogos dudosos. Los otros son los espurios o apócrifos, que
son diálogos claramente con errores doctrinales que impiden su atribución.

Entre los diálogos genuinos hay un cierto acuerdo sobre su canon, pero no sobre su cronología. Hay
tres grupos que son fácilmente reconocibles: los menores o socráticos; los medios o platónicos y los
tardíos o dialécticos. Hay algunos otros que deberían ser llamados ‘diálogos de transición’, como el
Menón y el Cratilo, donde hay un anuncio de emancipación de la filosofía socrática. Así, yo prefiero
clasificarlos en: socráticos o menores; de transición o semiplatónicos, los platónicos o medios, y los
tardíos o dialécticos.

Descripción de los escritos

Los diálogos menores son todos socráticos. Esto significa que Platón aquí solo describe lo que el
Sócrates histórico solía hacer en las calles de Atenas durante el siglo IV, a saber, interrogar a los más
conspicuos habitantes de la ciudad para saber cómo definían aquello que sabían por excelencia. Por
ejemplo, interroga sobre qué es la valentía al general Laches. En Lysis interroga a Lysis sobre la
amistad; en Cármides sobre la temperancia (ya que el joven Cármides tiene cierta fama de ser
temperante y comedido); en Eutifrón interroga sobre la piedad. En todos estos diálogos Sócrates es
el personaje principal.

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En los diálogos de transición se aprecia un leve cambio que se traduce en nuevas actitudes hacia el
conocimiento (por ejemplo, nuevos métodos), pero Sócrates sigue siendo el protagonista. En los
diálogos medios, la situación es muy distinta porque Sócrates aparece defendiendo muchas cosas
que no dijo en sus diálogos menores. Además, lo más importante, es que Sócrates aparezca
defendiendo una doctrina metafísica (la así llamada teoría de las Ideas) que, si Sócrates la hubiese
conocido, sus diálogos menores no habrían sido como fueron (a saber, aporéticos o sin solución), ya
que la teoría de las Ideas soluciona en general el problema del fundamento de las definiciones que
Sócrates buscaba. Finalmente, en los diálogos tardíos, Platón se olvida de su teoría de las Ideas y se
vuelca hacia un dimensión más dialéctica o lógica de la filosofía en general. En este punto resulta
crucial su diálogo titulado Parménides, donde él mismo critica su teoría de las ideas expresada en
sus diálogos medios.

Cronología de sus diálogos

Los diálogos de Platón tienen un orden, pero ha resultado muy peliagudo establecer unánimemente
este orden temporal. Algunos autores modernos creen que es posible ordenar los diálogos medios
(donde la teoría de las Ideas aparece) pero no los diálogos anteriores ni los diálogos tardía, aunque
en general se puede distinguir un diálogo tardío de uno del período medio. La razón de las
dificultades es que, si no aparece la teoría de las Ideas, entonces no hay forma objetiva de
ordenarlos en el tiempo. Pero se pueden ordenar los diálogos medios en relación a la aparición más
o menos explícita de esta teoría. Entonces solo en el período medio se pueden ordenar con cierta
objetividad sus diálogos. Pero esto no atenta contra la distinción de sus diálogos en tres o cuatro
períodos.

En el siglo XIX y XX algunos autores han hecho uso de técnicas computacionales para ordenar
cronológicamente los diálogos. El método denominado estilometría permite hacer este orden sobre
la base de ciertas cacofonías que Platón, un gran escritor del griego antiguo, evitaría. Por ejemplo,
la unión de vocales abiertas. Si estos criterios se seleccionan, un computador que posee escrita su
obra puede ordenarlos. No obstante, tampoco la estilometría se ha impuesto como un criterio
único. Hay muchos autores que solo consideran las evidencias doctrinales, es decir, la aparición de
ciertos conceptos o doctrinas que aparecen en algunos diálogos y no en otros.

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El Platón académico y el Platón de lectura libre

El Platón que nosotros estudiamos es el Platón académico, es decir, el Platón que se viene
estudiando por los comentaristas de todos los tiempos. A este Platón se le opone el Platón de lectura
libre. Hay quienes sostienen que Platón no tiene formas, ni tiempo ni ningún parámetro debe
impedir gozar de su lectura. Es el Platón de fin de semana, de vacaciones. Sin embargo, aunque esto
sea posible, esta metodología libre impedirá formarnos una idea unitaria de su pensamiento y su
influencia en occidente y medio oriente. En cambio, el Platón académico es el que nos promete
llevarnos a la misma esencia de su filosofía y explicarnos por qué razón un filósofo de la época
antigua ha resultado tan central para occidente. (NB Whitehead dijo alguna vez que toda la
metafísica de occidente es una nota a pie de los diálogos de Platón).

Los dos Platón: el tradicional y el Platón del siglo XX

La tradición de estudios de la filosofía de Platón ha sido continua en gran parte de la historia


occidental. En la antigüedad, el medioevo y hasta el siglo XIX se consideró que su obra era una
extensión conservadora del pensamiento de Sócrates. Es decir, Platón no había hecho más que
poner en escrito lo que Sócrates –que no escribió nada– decía en las calles de Atenas después de
haber oído de su amigo Querefonte que la sacerdotisa del templo de Apolo en Delfos había dicho
que no había hombre más sabio que Sócrates. Tal como se relata en la Apología de Sócrates escrita
por Platón, esta noticia produjo gran inquietud en Sócrates quien se propuso salir a las calles de
Atenas refutar a la sacerdotisa o al menos a entender el sentido de sus palabras. Ya que Sócrates no
se reconocía como sabio en ningún grado. Mientras Sócrates interrogaba a sus interlocutores
conspicuos, Platón iba tomando nota y dando cuerpo a la filosofía socrática. Esta interpretación tuvo
su plena exposición en la obra de John Burnet y E. Taylor, según la cual Platón vio por primera vez
la teoría de las Ideas en el alma de Sócrates. Esta interpretación debería llamarse unitarista, porque
lo que pretende es que no exista ninguna distinción entre Platón y Sócrates.

No obstante, en el siglo XX, se alcanzó una nueva interpretación basada en la ruptura de esta unidad
clásica. Los fundamentos de esta interpretación se hallan en la estrategia de tomar en serio lo que
Aristóteles dijo de ellos, a saber, que uno separó, pero el otro no.

La mayor encrucijada de los estudios modernos de la filosofía de Platón yace precisamente en


despejar la duda de cuál es el Platón más representativo, si el clásico o el del siglo XX. Nosotros
como contemporáneos estamos llamados a resolver esta situación interpretativa. Y seguramente

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no lo podremos hacer sin una revisión profunda de su pensamiento, que es lo que nos alistamos a
hacer ahora.

Los antecedentes de la filosofía de Platón

No es impropio sostener que toda la filosofía que precedió Platón se convierte en su antecedente.
Pero esta afirmación es muy general y necesita ser especificada. Al especificar las fuentes de Platón,
nos quedan Cratilo y su heracliteismo, Sócrates y su metodología de la definición universal, los
pitagóricos, además de Parménides y su negación de la realidad del movimiento. Si bien es cierto
que hay aspectos en el Timeo en que se ven ciertos tintes que podrían llevarnos a Anaximandro y a
Anaxímenes,1 lo más cierto es que los así llamados fisiólogos (Tales de Mileto, Anaximandro y
Anaxímenes) y autores intermedios como Empédocles y Anaxágoras tuvieron un impacto mucho
menor en la formación del pensamiento platónico o, si lo tuvieron, es a causa de que allí se ve la
antesala del pensamiento de Heráclito.

Cratilo y el heracliteísmo es una influencia que no ha sido bien evaluada en los estudios
contemporáneos de Platón. Parece a menudo que un pensador como Platón, con una metafísica
tan categórica como la de la prioridad de las Ideas o Formas, nada tendría que ver con un autor
como Heráclito donde el movimiento y la tensión de los contrarios es tan permanente y crucial. Por
lo demás, Platón mismo critica en los diálogos Cratilo, Teeteto y otros diálogos la doctrina del
devenir universal de Heráclito y los heraclíteos. No obstante, la influencia de esta corriente de
pensamiento es muy presente en Platón y se ve en lo siguiente: en la desconfianza que Platón tiene
de la física como ciencia demostrativa. Es decir, la doctrina que sostiene que el ente natural no
puede ser científicamente conocido a menos que se descubran sus relaciones matemáticas
subyacentes, que es la doctrina que finalmente establece en su diálogo Timeo. Incluso Aristóteles
en este sentido sostiene que Platón da por supuesto la doctrina heraclitea del ente natural, pero a
diferencia de los heraclíteos, introdujo entidades supranaturales en las que los entes naturales
encuentran su existencia y esencia como causas. Y esta interpretación va directamente relacionada
con la misma metafísica platónica (la así llamada teoría de las Ideas), ya que, si estas formas o Ideas
perfectas y subsistentes son el modelo de los entes que participan de ellas, entonces los entes están
en un movimiento constante de participación de estos modelos eternos y en relación a ellos se

1
Cf. Daniel Graham “Plato and Anaximenes” in Etudes Platoniciennes 12 (2015):
https://journals.openedition.org/etudesplatoniciennes/706

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definen y existen. En palabras simples, Aristóteles nos está diciendo que Platón entendió la
naturaleza como Heráclito, donde todo está en movimiento, pero a diferencia de éste, introdujo las
Ideas o Formas para asegurar que los entes consistían, después de todo, en algo. De este modo, se
entiende que para Platón nunca, ni en su juventud ni en su etapa madura, el estudio de los entes
naturales, sujetos al cambio constante, pude traducirse en un saber demostrativo o ciencia (o sea,
nunca pudo dejar de ser una opinión sin sustento demostrativo como el que se da en las ciencias
matemáticas).

El otro antecedente muy importante es sin duda la filosofía de Sócrates o tal vez mejor, el método
socrático de la definición universal. Platón cree en su juventud que Sócrates es la puerta que nos
conduce hacia el conocimiento y que conocer es definir. Mientras lo creyó así, Platón dedicó su obra
naciente (los diálogos menores) a retratar filosóficamente la metodología de su maestro que, como
sabemos, comenzó circunstancialmente con la noticia dada por Querefonte de que la sacerdotisa
de Delfos había dicho que él era el hombre más sabio de todos. En este sentido, Platón aprendió de
su maestro la ironía socrática (eironeia) según la cual uno sabe preguntar, pero el otro (el
interlocutor) debe saber responder a la pregunta “¿qué es algo?”. Además, la refutación lógica de
la definición universal a través de contraejemplos. Además, la argumentación inductiva, según la
cual se llega al universal. Esta búsqueda de universales (ya que no hay diferencia entre una
definición y una proposición universal –supongamos: si todos los hombres son mamíferos, o
racionales, etc., entonces es cierto que las proposiciones “todo hombre es mamífero” (o “todo
hombre es racional”) son necesariamente verdaderas. Aristóteles resume esta metodología con
gran altura cuando atribuye a Sócrates la invención del argumento inductivo y la definición, porque
Sócrates buscaba –según dice– el silogismo y la ciencia.

Metafísica I, 987b y ss. “Como, por otra parte, Sócrates se había ocupado de temas éticos y no, en
absoluto, de la naturaleza en su totalidad, sino que buscaba lo universal en aquellos temas,
habiendo sido el primero en fijar la atención en las definiciones, (Platón) lo aceptó, si bien supuso,
por tal razón, que aquello no se da en el ámbito de las cosas sensibles, sino en el de otro tipo de
realidades: y es que es imposible que la definición común corresponda a alguna de las cosas
sensibles, dado que están eternamente cambiando. Así pues, de las cosas que son, les dio a aquellas
el nombre de Idea, afirmando que todas las cosas sensibles existen fuera de ellas y que según ellas
reciben su nombre: y es que las múltiples cosas que tienen el mismo nombre que las Formas
(correspondientes) existen por participación <de ellas>.”

Y, en Metafísica XIII, 1078b 28-32, Aristóteles agregó:

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“Dos son, pues, las cosas que cabe atribuir en justicia a Sócrates: los razonamientos inductivos y las
definiciones universales. Y ambas están, ciertamente, en el principio de la ciencia. Sócrates, sin
embargo, no separaba los universales ni las definiciones. Pero otros <los platónicos> los separaron
denominándolos Ideas de las cosas que son, (…)”

De este modo, es muy importante para entender la filosofía de Platón el proceso de emancipación
que comienza a dar en sus diálogos de transición, especialmente en el Menón, que es dicho haber
sido escrito a modo de manifiesto platónico para la Academia recién fundada, ya de vuelta de su
viaje de estudio a Tarento, tierra siciliana, donde estudia matemática junto a los pitagóricos de la
época.

Finalmente, hay otras dos escuelas que también aportan a la formación de la filosofía platónica:
Parménides y el pitagorismo. De Parménides Platón tomó la noción de separación. En otras palabras,
consideró junto a él como cierto que el ser y el no ser eran contrarios y que lo que participa del ser
no puede participar al mismo tiempo del no ser. En esto se distancia de los heracliteos para quienes
el ente participa, al mismo tiempo y en el mismo respecto, de los contrarios, o sea del ser y del no
ser. Parménides, en otras palabras, es el pensador del principio de no contradicción, principio que
Platón aceptó, aunque mantuvo su opinión sobre los entes físicos en el sentido de que eran nada
más que movimiento tensionado por los contrarios. Ahora bien, si el ser es absoluto y no es no ser,
tal como dice el Poema de Parménides, entonces el ser está separado del no ser. Este razonamiento
fue el que Platón aplicó a cada una de las ideas universales que conforman su filosofía.

En cuanto al pitagorismo, Platón aceptó la realidad absoluta de los números y de las relaciones
matemáticas y su prioridad en la explicación física. Esto significa que, a su juicio, las verdades
matemáticas no están afectas al cambio, ni al tiempo, ni son además modificables o alterables. No
obstante, Platón no tuvo la misma idea de sabiduría que os pitagóricos, porque para éstos la
sabiduría se identificaba con las ciencias matemáticas, mientras que para Platón la dialéctica –
ciencia suprema de las Ideas– está separada de toda realidad sensible y particular. Además, los
pitagóricos influyeron el pensamiento de Platón en lo que respecta al orden de las ciencias
matemáticas: primero la aritmética, luego la geometría; le sigue la teoría musical y finalmente la
astronomía. En ese mismo orden se deben estudiar, ya que es imposible conocer bien la geometría
sin la aritmética, y la música sin la geometría y la aritmética. Lo mismo hay que decir sobre la
astronomía.

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