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HISTORIA DE LA CORRUPCION DEL PAIS

Análisis de la lectura

Para presentar este trabajo es necesario recordar la importancia del texto, ya


que este no podría ser retratado sin entender el objetivo del texto, para Cueto
(2013) amigo personal de Quiroz, el problema que busca resolver el texto es
¿Cuándo el Perú dejo de desarrollarse? Ante esta pregunta, Quiroz elabora toda
la investigación relacionada a temas coyunturales como es el caso de la
corrupción dentro del País, El Perú del 2019, no se diferencia del Perú que retrato
Quiroz en su libro, de igual manera el Perú del 20081, tenía semejanzas al Perú
de la colonia. Siendo este uno de los principales problemas latentes que tiene el
País, Quiroz, detalla muy cuidadosamente cada proceso histórico que estuvo
relacionado con cualquier acto de corrupción, por lo cual es muy habido en
explicar que lo virreyes al llegar a tierras Peruanas generaban un situación de
clientelismos y el tráfico de influencias, esto detallado en registros históricos que
plasmaban diversas prestaciones de servicios hacia los diferentes virreyes y su
sequito, de igual manera el saqueo del País que se desarrolló en la creación de
la república, detalla fielmente como es que se hacían tráfico de influencia y pago
de favores en esta etapa de formación del Perú.

El concepto de corrupción del autor es bastante amplio, puesto que tiene que
ver con todo tipo de aprovechamiento personal del paso de los hombres por los
puestos de poder, incluyendo la manipulación de los resultados electorales para
favorecer a aliados o a sí mismos. Desfilan en su libro presidentes de la
república, congresistas, ministros, sacerdotes, embajadores y líderes políticos
que asediaron algunas de estas colocaciones. Se enfoca así en la corrupción
ocurrida en el escenario de la política y las empresas del Estado, que
seguramente es el campo más importante del tema, puesto que la corrupción en
las empresas privadas y en las pequeñas oficinas estatales, como por ejemplo
las prisiones y las comisarías, aunque también existe, probablemente alcanza
una dimensión económica menor. Las fuentes del autor para tan elusivo tema
han sido, sobre todo, la correspondencia y los informes diplomáticos. Quiroz

1
cuando se presentó el libro en estados unidos
recurrió a los informes de los embajadores de diversos países con
representación de este tipo en el Perú: Estados Unidos, Inglaterra, Francia y
España. Son sobre todo los embajadores norteamericanos quienes lo surtieron
de más información.

La falta de partidos políticos sólidos y de burocracias especializadas, y su


reemplazo por líderes carismáticos que reclutan clientes en vez de funcionarios,
sería en el terreno político el otro caldo de cultivo de la corrupción. El amiguismo
o el caciquismo políticos sería el molde político propicio para las prácticas
corruptas. En un anexo final Quiroz hace deducciones cuantitativas del costo de
la corrupción, evaluando el porcentaje del presupuesto nacional o del producto
bruto interno que fue desviado de sus fines originales para ser atesorado o
robado por los corruptos. Los períodos de mayor corrupción coincidirían con los
de mayor debilidad institucional: los años que siguieron a la independencia y la
guerra del salitre, en el siglo diecinueve, y la época del gobierno militar y de los
años noventa, en el siglo veinte, mientras las épocas menos corruptas habrían
sido las de inicios del siglo veinte, la así llamada época de la “república
aristocrática” por Jorge Basadre.

Quiroz nota ciertos rasgos/modos/costos directos de corrupción probados en el


tiempo que han estado (y están) presentes en el Perú. Estos incluyen: la
corrupción ligada al modus operanti del poder ejecutivo, incluyendo las
ganancias y el botín ilegales del patronazgo de virreyes, caudillos militares,
presidentes y dictadores en asignar posiciones de gran poder
político/administrativo/financiero a allegados y conocidos sin mérito propio
alguno. Un segundo modo lo constituyen las corruptelas de los grupos militares,
frecuentemente ligadas a la adquisición de armamento bélico extranjero. El
manejo irregular y sin auditoria de la emisión de deuda pública externa e interna,
como casos, por ejemplo, del Contrato Dreyfus y el Contrato Grace, es un tercer
modo de corrupción, en la opinión de Quiroz. Sobornos en la aprobación e
implementación de contratos, adquisiciones y obras públicas que son
eventualmente sumados al costo total del proyecto público en cuestión son
frecuentes modos de operar de los corruptos. Especialmente en el Perú de hoy.

Quiroz también refiere y documenta costos indirectos de corrupción que se


derivan del contrabando, que mina la eficacia del sistema tributario nacional, y
del tráfico de drogas, especialmente en décadas recientes, que mediante
sobornos y otras actividades ilegales daña el poder judicial y el orden público, en
general. El autor además nota la pérdida de inversiones nacionales y/o
extranjeras producto los crecientes costo de transacción a empresarios
potenciales debido a la corrupción.

Quiroz estudia la corrupción en el Perú en base a evidencias/estimaciones


directas del nivel de corrupción a lo largo del tiempo. Así, Quiroz va más allá de
un estudio de la corrupción a través de las “percepciones” que el público tiene
sobre ella en diversos puntos en el tiempo, índices de corrupción publicados por
Transparencia Internacional. Percepciones que son “altamente impresionables y
frecuentemente manipuladas,” según el autor. El análisis propuesto por Quiroz
fue solamente posible dado el nivel de detalle y esfuerzo de investigación
individual en determinar muestras y estimados bien fundados de niveles de
corrupción concretos usando todo tipo de documentación disponible en
bibliotecas y archivos nacionales y extranjeros.

Quiroz, afirma las consecuencias negativas de la corrupción para el desarrollo


económico, la inversión, la democracia y la sociedad civil, en general. La
corrupción reduce la confianza del público sobre el funcionamiento del Estado, a
la vez que limita/interfiere con la capacidad del Estado de ejercer sus funciones
principales, incluyendo: recoger impuestos para financiar la oferta de bienes
públicos, proveer infraestructura pública y programas sociales a costos, y
contener el crecimiento del déficit fiscal y deuda pública. Un Estado pobre y
corrupto no puede fomentar crecimiento sostenido de inversión privada y/o
inclusivo de los diversos grupos sociales, promover desarrollo institucional a la
par con estándares internacionales, ni gatillar desarrollo económico y financiero
saludable para aumentar el crecimiento potencial de la economía.

Una paradoja importante en el Perú es el alto grado de corrupción sistémica


durante el régimen Fujimori-Montesinos en un contexto de acercamiento a y
monitoreo constante de organismos internacionales sobre las finanzas
nacionales. La reinserción del Perú a la economía financiera internacional y la
liberalización económica implementada a muchos niveles de la sociedad
convivió con una corrupción generalizada del poder ejecutivo, legislativo
(mientras existió), y judicial. La lección histórica parece ser pues que la compleja
red de corrupción durante el régimen Fujimori-Montesinos hizo perder
oportunidades de alcanzar un Perú más justo y próspero en un contexto de
reformas liberales y de privatización efectuadas en la década de 1990. Quiroz
menciona que la administración económica y financiera ortodoxa,
supuestamente uno de los logros del régimen, estuvo plagada de opacidad y de
decretos “secretos” que permitieron los malos manejos, el favoritismo, el conflicto
de intereses y el abuso en las privatizaciones, operaciones de deuda externa y
de rescate de bancos locales. Este legado corrupto fue precedente a corruptelas
más recientes en la administración de la inversión pública.

Resumen del capítulo 2

Cimientos socavados de la temprana republica

En 1818, el joven Domingo Elías ( 1805 – 1867 ) viajo a estudiar a España y


Francia, tal como lo hacían varios criollos hijos de hacendados y comerciantes
hacia finales del régimen virreinal, justo antes de la fase final de las guerras de
independencia, las penurias económicas y la corrupción habían abrumado a un
virreinato peruano en declive. Con el fracaso de las reformas borbónicas, los
grupos conservadores de la elite se acomodaban a un orden que condonaba la
corrupción como medio para recibir respaldo local contra la inminente
independencia.

Con el fracaso de las reformas borbónicas, exigían que las autoridades


impusieran préstamos públicos voluntarios o forzados a los ricos comerciantes y
a la nobleza de lima para conservar sus privilegios. Al mismo tiempo, los recursos
fiscales colapsaban, la escasez, y la guerra empujaban la moral y honestidad de
los oficiales militares a sus límites.

Elías retorno al Perú en 1825. Después de que la independencia política hubiese


sido alcanzada a un costo enorme.

¿Qué tipos de corrupción surgieron o prevalecieron durante su ausencia y que


interés yacían detrás de ellos?

¿Qué efectos tuvieron sobre las nuevas bases económicas, institucionales y


políticas que la independencia trajo consigo? ¿Cómo se adaptó el joven de
negocios a estos cambios y continuidades? Seguir las actividades económicas,
comerciales y políticas del polémico reformador civil domingo Elías nos revela
las viejas y nuevas características de una administración presa de la corrupción
en una naciente republica hispanoamericana.

Saqueo patriota

Al no contar con recursos financieros, los líderes y caudillos militares que


apoyaron la causa emancipadora abusaron de la expropiación, las corruptelas y
el crédito externo e interno del nombre de la causa patriota. En el periodo 1821-
1822, el libertador José de san Martin y Bernardo Monteagudo, su ministro de
confianza, expropiaron y dilapidaron a la elite mercantil y económica de lima, sin
conseguir la independencia definitiva del Perú. Monteagudo. Su objetivo principal
consistía en erradicar la amenaza española en la plata y chile independientes a
cualquier costo, incluso la ruina económica del Perú. Confisco caudales y otros
recursos para organizar redes locales de espionaje y operaciones encubiertas.

Algunos peruanos indignados protestaron contra Monteagudo, que había puesto


su mira en las fortunas privadas. Así, ordenaba sustraer los tesoros de las
iglesias de la ciudad, no para salvar la patria sino para pagar a espías y obras
públicas inútiles. Semejante radicalismo condujo a su salida obliga del Perú.

La política de secuestros inaugurada por Monteagudo mino aún más una débil
tradición del derecho a la propiedad y sentó las bases para expropiaciones
motivadas por razones políticas. Eventualmente, la mayor parte de los bienes
expropiados se otorgó a oficiales militares que pedían compensación y
recompensa por sus hazañas patrióticas. Entre los oficiales de alto rango que
recibieron estas recompensas tenemos a Antonio José de sucre, Bernardo
O’Higgins, José Rufino Echenique, juan francisco reyes, Blas cerdeñas y José
maría plaza, entre otros.

La corrupción de las autoridades de provincias, una expresión del colapso final


de la reforma de las intendencias perduraría así en el Perú independiente.

El almirante Thomas Cochrane, cuyos servicios navales y gastos habían


quedados impagados, se apropió de las reservas de plata en barras que habían
sido penosa y prepotentemente acumuladas durante el gobierno de san Martin.
Cochrane fue el comandante de la flota “libertadora” chilena y también se vio
beneficiado con la captura y secuestro de las naves mercantes peruanas.

Un diplomático francés informo que la falta de apoyo popular a la libertad y la


independencia se explicaba por la corrupción de las nuevas autoridades
separatistas y sus luchas internas.

El general simón bolívar, cabeza de la campaña final que venció al ejército


realista en Perú, también tomo parte en las dañinas prácticas de expropiación
local y abuso de autoridad. Bolívar y su dedicado ministro José Faustino Sánchez
Carrión decretaron, en el periodo 1824-1825, la confiscación de las rentas y la
expropiación subsiguiente de quienes se hubiesen refugiado en la fortaleza del
real Felipe en el callao. Sánchez Carrión recibió varias propiedades como
recompensa a sus fieles servicios bajo condiciones de extrema penuria fiscal y
endeudamiento, un congreso servil recompenso a bolívar en 1826 con más de
un millón de pesos, mientras los funcionarios de gobierno mal pagados
saqueaban las rentas de provincias y confiscaban privadas. Tal fue el caso del
coronel juan pablo santa cruz, gobernador de chincha baja, el general Antonio
Gutiérrez de la fuente.

Al mando del gobierno. Bolívar ordeno a sus propios oficiales el despojar


propiedades. El general Agustín gamarra, perfecto del cuzco, le presento a
bolívar ochenta medallas de oro y quinientas de plata recién acuñadas en su
honor. Hipólito unanue, el ministro de hacienda de Bolívar, y José de Larrea y
Loredo, sucesor, manifestaron preocupación por los excesos y el caos fiscal
atribuidos a gamarra y otras autoridades de provincias.

Bolívar aplasto a los líderes de inspiración liberal y usurpo el poder


constitucional. En 1826 se vio obligado a dejar las riendas del poder dictorial
peruano debido a la oposición colombiana, peruana y boliviana.

El saqueo y el abuso de bienes privados y públicos por partes de jefes militares


continuaron siendo frecuentes y causando problemas diplomáticos recurrentes
durante el temprano periodo republicano.

El manejo abusivo e inepto del crédito interno con préstamos obligatorios e


impagos, asignados principalmente a comerciantes locales y extranjeros, así
como billetes sin respaldo adecuado tuvo como resultado la rápida pérdida de
fuentes de crédito del estado peruano.

La deuda interna de ese entonces incluía los salarios impagos de los empleados
del gobierno, originalmente respaldados por la deuda externa, todo lo cual
sumaba aproximadamente 7 millones de pesos, además de los más de 14
millones de pesos de la heredada deuda colonial legitamente debida
a acreedores locales.

Turbios préstamos externos

Los arrasados recursos privados y el arruinado crédito interno llevaron a las


estadísticas fundadores de la republica a contraer una costosa deuda pública
externa para financiar los gastos públicos. Los préstamos externos en el
mercado de capitales londinense en el periodo 1822-1825, terminaron por
declararse impagos casi inmediatos. El Perú no estuvo solo en este fracaso
financiero, pues la nueva granada de bolívar sentó este patrón en 1820, y
préstamos, la crítica situación de las finanzas públicas y los crecientes problemas
legales y de opción publica en el extranjero, las autoridades no pudieron pagar
la amortización y el interés, no si antes de haber usado los fondos prestados en
gastos militares y otros gastos y recompensas improductivas.

El primer préstamo extranjero, por un monto de 1,2 millones de libras esterlinas


a un interés del 6% anual, fue negociado en el boyante mercado londinense a
comienzos de la década 1820 por dos cuestionables enviados y amigos del
general san Martin, el colombiano juan García del rio y l medico británico james
paroissien, estableció una relación de negocios impropios e incompatibles con
su misión en Londres, paroissien se dedicó a realizar tratos privados con el
banquero Thomas kínder. En opinión del procurador general de Londres, este
contrato del primer préstamo externo peruano debía considerarse virtualmente
nulo por motivo de usura.

El primer contrato de préstamo externo se firmó en octubre 1822 y fue aprobado


por el congreso constituyente en 1823, durante el gobierno de José de la rivera
agüero, el primer presidente del Perú. Las redes del temprano militarismo
peruano habían impuesto la presidencia de Riva agüero inmediatamente
después que san Martin partiera de lima y antes del arribo de bolívar. El mariscal
Riva-agüero era un aristócrata criollo que había ganado fama gracias a sus
actividades como jefe de espías a favor de la independencia, tal como recordara
el propio Riva-agüero en 1823.

Durante su presidencia fue acusado de presionar al congreso para que aprobara


una ley que destinaba 100.000 pesos de fondos del préstamo de externo y
valiosas concesiones de tierras del estado como compensación personal para sí
mismo y para diversos contratistas asociados suyos.

Un segundo préstamo de 616.000 libras, también a interés del 6%, fue


contratado con el ubico kínder en enero de 1825 por el nuevo agente del
gobierno peruano, el comerciante John parish Robertson, quien cobraba la
considerable comisión del 2%. Para entonces, bolívar controlaba el poder en el
Perú y esperaba los fondos del préstamo; 40.000 libras de las cuales serían
usados para comprar y remitir 25.000 rifles.

Las serias irregularidades cometidas en la contratación de los prestamos


condujeron a problemas legales y airados debates en la opinión publica
londinense, hecho que dificulto la colocación de los bonos peruanos en Londres,
los incumplimientos tantos de kínder, que no proporciono el adelanto convenido
sobre los montos contratados, como el gobierno peruano, que fue incapaz de
cubrir los intereses , de la suma nominal de 1.816.000 libras, contratadas de los
dos préstamos, el gobierno peruano solo recibió el 50% después de deducidas
las comisiones ,costos de transacción y pagos de interés adelantado.

Los nuevos agentes diplomáticos José j. olmedo y José Gregorio paredes


observaron el desastre del incumplimiento de los prestamos peruanos de 1826.
Al verse privados, en consecuencia, de los fondos para sus salarios y gastos,
olmedo y paredes se quejaban insistentemente de que debían pagar los gastos
oficiales con sus propios recursos y con crédito privado. Esta situación alcanzo
niveles absurdos a finales del decenio de 1820 y en el de 1830, cuando los
agentes diplomáticos peruanos en Londres pasaron a ser “acreedores” del
estado debido a los salarios que se debía.

Al no contar con un ingreso legitimo suficiente, los diplomáticos peruanos


encontraron la forma de conseguir comisiones y tratos impropios con los cuales
enriquecerse. Cuando iturregui asumió la legación peruana de Londres por vez
primera en 1827.

Tras años de negligencia de actividades mineras necesitaban una masiva


inversión de capital para producir suficiente plata y oro con que equilibrar el
creciente déficit comercial.

Sin embargo, la explotación ilegal de plata piña y monedas de metal, efectuada


frecuentemente en naves de guerras británicas y de otras nacionalidades,
incluso, aumentaron después de la independencia. Los intercambios ilegales
parecidos también fueron en la costa occidental de México y persistirían hasta
finales de la década de 1850.

Así el congresista peruano francisco Javier de luna Pizarro deseaba incrementar


la recaudación de aduanas para contribuir así a la moralización de los
funcionarios de aduana y con ello, erradicar el“inmenso contrabando”.

Pero el general Antonio Gutiérrez de la fuente, prefecto de Arequipa protegía las


operaciones de contrabando y desvió fondos públicos hasta amasar una fortuna
de al menos 200.000 pesos.

La extracción ilegal de plata y el contrabando ligaban los intereses privados y


oficiales en redes de corrupción, causando una serie sangría de capital y
circulante y en el deprimido mercado nacional.

Hubo ciertos intentos tempranos pero débiles de moralizar la administración


pública con unas cuantas reglas y medida de anticorrupción, fundamentalmente
debidos a luna Pizarro, el presidente Manuel Menéndez (1844-1845) y otros
liberales contra diversas corruptelas y fraudes cometidos por los militares y otros
empleados públicos.

En teoría, y al igual que en la época colonial, los funcionarios del gobierno


seguían estando sujetos a los juicios de residencia. Los oficiales de aduanas
enfrentaban la pena de muerte si eran hallados culpables de haber asistido al
contrabando. Los funcionarios investigados lograban, por lo general, diluir las
pesquisas con sobornos y declaraciones falsas de testigos, y muchos de estos
recibían leves castigos.
“la corrupción es demasiado inveterada y ha crecido demasiado en el Perú, como
para ser erradicada rápidamente con cualquier medio, por juicioso o severo que
sea”.

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