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Módulo 1.
1. El entorno está cambiando
En el momento actual, estamos viviendo circunstancias de cambio que jamás se habían dado
en la historia. Nos enfrentamos a un entorno hipercompetitivo, en el que la tecnología se halla
al alcance de todos; en el que la copia y mejora de productos y servicios por parte de otros es
una constante, y en el que el cliente cada vez tiene más información y es más consciente de
su poder de elección.
Actualmente y en un plano general, se observan una serie de factores que actúan como
motores responsables y dinamizadores de los cambios que, con mayor o menor intensidad,
están impactando en el entorno de las organizaciones. Reconocemos como variables
externas:
Aceleración del cambio: El entorno está en cambio constante, es mucho más complejo.
Globalización de los mercados: Nuevos mercados, nuevos productos, nuevos conceptos,
nuevas capacidades, nuevas maneras de pensar los negocios. Competencia global, pensar
globalmente y actuar localmente, aprender a manejar realidades volátiles. La proximidad
geográfica tendrá menos importancia que el aprovechamiento virtual de los recursos
globales.
Incremento de la competitividad: El panorama de la competitividad está cambiando y se
necesitan nuevos modelos, nuevas maneras de pensar para manejar los desafíos que presenta.
Efecto de las nuevas tecnologías: Las innovaciones tecnológicas se dan con una rapidez que
casi no podemos seguirlas. Se dan cambios continuos y madurez del uso de las tecnologías
de la información y la comunicación en los procesos internos de las empresas y en la vida
cotidiana de las personas.
Reflexiona sobre tu organización o sobre organizaciones conocidas de tu entorno.
De las variables externas que hemos visto, ¿cuáles le afectan?
Sabías que
Velocidad en las tecnologías:
El fuego tardó 200.000 años en llegar a todos. La telefonía ha llegado a todo el mundo en 20
años.
En 1981 sale al mercado el primer PC de IBM.
En 1989 se crea el lenguaje HTML.
En 1994 un particular puede contratar el acceso a Internet.
El crecimiento de usuarios conectados a Internet entre el año 2000 y el 2015 fue de más del
700 %.
El uso que ha de hacer del lenguaje, que tiene un poder activo y generativo; el poder
transformador de la palabra.
Trabajo rutinario frente a trabajo creativo: para el trabajo creativo, se requiere una
supervisión diferente y una autonomía mayor. A medida que el tiempo pasa, una mayor
proporción de valor está siendo generada por el trabajo creativo sustentado en la palabra.
Trabajo contingente frente a trabajo innovador: quien opera con contingencias, lo hace dentro
de determinados parámetros preestablecidos. El trabajo innovador consiste en buscar nuevas
posibilidades, generar nuevos productos, procedimientos o procesos.
Actualmente, inciden en la productividad tres dimensiones:
La tarea individual: el trabajo se asigna a cada persona y, sobre ella, recae la
responsabilidad personal directa y exclusiva.
Las actividades de coordinación: los trabajos individuales están organizados en procesos
que dependen de las actividades de coordinación que los articulan.
El trabajo reflexivo de aprendizaje: evaluar las cosas, qué es lo que se ha hecho bien o
mal, cómo se puede mejorar.
4. Nuevas preferencias
Otro factor que ha cambiado son las preferencias de los profesionales. En el estudio de la
consultora Hay Group "De la gestión a la dirección: gestión individualizada de personas"
publicado en la revista Observatorio de recursos humanos y relaciones laborales (Nº.4, 2006),
destacan, como factores que valoran más los profesionales de una organización, los
siguientes:
El equilibrio de la vida laboral y personal.
El desarrollo profesional.
La calidad de la supervisión.
La imagen de la empresa.
Las motivaciones salariales.
El ambiente de trabajo y la relación con los compañeros.
La responsabilidad social de la empresa.
La seguridad en el trabajo.
El trabajar en el lugar de origen.
Es posible que hoy en día, con la crisis, haya cambiado de alguna manera el orden de estos
factores, pero resulta interesante que aparezca el desarrollo y la calidad de la supervisión en
los primeros lugares.
En tu caso, ¿cuál sería el orden en los factores que valoras más de tu organización?
Y las personas de tu equipo, ¿qué factores dirías que valoran preferentemente?
¿Crees que las preferencias han cambiado en los últimos años?
Años 90
La década posterior, la de los 90, asistió a una revolución con un esfuerzo claro por romper
con la tradición arraigada: la gestión tiene que dejar los modelos tradicionales, heredados de
Taylor, Fayol, Weber..., con el surgimiento de nuevos modelos de gestión, entre los que
destacan:
Las competencias nucleares distintivas de una empresa, teorizadas por Hamel y Prahalad,
tuvo un gran impacto en los modelos de gestión; su análisis fundamentó el movimiento de
outsourcing, de todo lo que no cuadrara con las competencias centrales y motivó la búsqueda
de nuevas oportunidades de negocio.
El renacimiento del “aprendizaje organizacional” con la obra de Peter Senge, La quinta
disciplina.
La visión macroeconómica de Porter.
Uno de los modelos de liderazgo que nos aporta una visión innovadora, centrada no en el
directivo sino en los subordinados, es el liderazgo situacional de Paul Hersey y Ken
Blanchard. Según este modelo, hay cuatro posibles estilos de dirección, que han de variar en
función de la “madurez” de los subordinados, esto es, de la competencia, experiencia,
motivación e interés para desempeñar las tareas y asumir responsabilidades. Los cuatro
estilos son: ordenar, persuadir, participar y delegar.
La necesaria “visión amplia” que reclaman las nuevas realidades competitivas, nos trae un
perfil directivo experto en la gestión integral de temáticas hasta entonces percibidas de forma
aislada: cliente, calidad, tecnología...
No podemos terminar esta visión del management sin hablar de la nueva visión que aporta
Gary Hamel en su libro El futuro del management. Para Hamel, la innovación es la clave, el
escenario ha cambiado, los perfiles han cambiado, por eso son necesarias nuevas formas de
movilizar el talento, asignar los recursos y desarrollar las estrategias. Este modelo conocido
como Management 2.0, enlaza con la idea de líder coach que trabajaremos a fondo en los
próximos capítulos.
Para continuar, puedes leer el siguiente artículo "Breve historia del liderazgo" publicado en
la página web de AECOP, donde encontrarás explicadas algunas teorías sobre el liderazgo y
el comportamiento.
De la gerencia racional científica a la gerencia cualitativo humanística.
Fuente: adaptado de C. R. Hickman
y M. A. Silva (1992).
Teorías Principal (es)
Énfasis Principales enfoques
administrativas exponente (s)
Teoría de la
Frederick Racionalización del trabajo en el
administración En las tareas
Winslow Taylor nivel operacional.
científica
En la estructura y
Organización formal
Teoría de la reglamentación de
Max Weber burocrática. Racionalidad
burocracia su
organizacional.
funcionamiento
Teoría de las Hugo Organización informal.
En las relaciones
relaciones Munsterberg y Motivación, comunicación,
interpersonales
humanas Elton Mayo liderazgo y dinámica de grupo.
Abraham Estilos de administración.
Teoría del
Maslow, Douglas Teoría de las decisiones.
comportamiento En las personas
Mc. Gregor, Chris Integración de los objetivos
organizacional
Argyris organizacionales e individuales.
Edwards Deming,
Philiph Crosby, Compromiso, participación,
Teoría de la Kaoru Ishikawa, En la tecnología y comunicación, trabajo en equipo
calidad total Armand las personas y planificación como elementos
Feigenbaum, de la calidad total.
Joseph Jurán
En las relaciones
humanas como Participación en la toma de
Teoría z William Ouchi complemento a la decisiones, comunicación,
administración trabaja en equipo.
científica.
Carácter cíclico
Teoría de las
de los eventos Organización como un sistema
organizaciones Daniel Katz y
sociales y social, abierto, en interacción
como sistemas Robert Kahn
relaciones entre con el ambiente.
sociales
ellos.
Relación condiciones laborales
Nueva teoría de Thomas J. Peters - estados de los trabajadores.
las relaciones y Robert H. En las personas Seguridad en el trabajo.
humanas Waterman Estimulación de la creatividad y
recompensas a los trabajadores.
Teoría de la A. D. Chandler, T. Relación Análisis de la relación funcional
contingencia Burns y G. ambiente que se establece entre el
M.Stalker, J. estructura de la ambiente y las estructuras y
Woodward y P. organización técnicas administrativas
Lawrence y J.
Lorsch
Warren Bennis,
Teoría del Cambio organizacional
Edgar Schein,
desarrollo En las personas planeado. Enfoque de sistema
Robert Blake,
organizacional abierto.
Jane Mouton
2. Aclarando conceptos
Otro de los elementos que nos ayudan a entender el porqué es importante un cambio en el
estilo de liderazgo es la motivación. También el concepto de qué es lo que motiva a los y a
las profesionales está cambiando.
Es muy interesante la visión de Carlos Sánchez en su artículo "Motivación, satisfacción y
vinculación. ¿Es gestionable la voluntad de las personas en el trabajo?" en la que diferencia
cuatro de los conceptos más utilizados en los últimos años en relación a las personas en las
organizaciones: motivación, satisfacción, compromiso, fidelización.
Es importante aclarar estos conceptos que en ocasiones se manejan de forma indistinta y
llevan a líneas de acción no siempre bien enfocadas:
Motivación: Del latín movere, es el motivo que impulsa la acción. Podemos definirla como
la cantidad de energía, ilusión y esfuerzo que una persona está dispuesta a poner en su trabajo.
La palabra clave es “energía”.
Compromiso: Del latín cumpromitere, es el vínculo moral derivado del cumplimiento de
una promesa. Tanto si se ha formalizado o no, se trata de promesas de acción llevadas a la
práctica. Podemos hablar así de compromiso con una persona, con una causa, con una
organización, etc.
Satisfacción: Del latín satisfacere, hacer bastante. Es la sensación de bienestar derivada del
cumplimiento de unas expectativas o unas necesidades. La palabra clave aquí es “bienestar”.
Vinculación o fidelización: Es la fuerza que une a una persona con su organización
provocando su permanencia en ella. Cuando llega a cero, la persona se va.
El gestor El líder
Administra Innova
Es una copia Es original
Mantiene Desarrolla
Acepta la realidad La cuestiona
Se centra en los sistemas y en la estructura Se centra en las personas
Es cortoplacista Tiene perspectiva a largo plazo
Pregunta cómo y cuándo Pregunta qué y por qué
Imita Origina
Acepta el statu quo Trata de desafiarlo
Es buen soldado Es uno mismo
Hace las cosas bien Hace las cosas que se deben hacer
En la siguiente tabla, se presentan las diferencias entre directivo y coach según Dr. C. Alexis
Codina Jiménez.
Directivo Coach
Controla comportamiento Estimula potencial
Cumplimiento de tareas Mejora procesos
Resolver problemas Escuchar y sugerir
Dirige a las personas Orienta, sugiere
Dice Pregunta
Busca el control El compromiso
Ordena Estimula el desafío
Alguien que se considera aprendiz, que cree en el aprendizaje continuo, que cree en
la necesidad de desaprender y aprender constantemente.
Que está dispuesto a trabajar con y desde la confianza.
Que tiene habilidad para estimular a las personas a hacer bien las cosas que nunca se
plantearon antes que se pudieran hacer.
Que es percibido como un directivo sólido, focalizado y sensible.
Que se pregunta constantemente: ¿Cómo puedo facilitar el desarrollo de mi gente?,
¿de qué manera lo hago sin dejar mis otras responsabilidades?, ¿cuál es la mejor
manera de trabajar con personas diferentes?, ¿cuál es mi contribución a la
competitividad de mi empresa?
¿Te identificas con las afirmaciones anteriores?, ¿coinciden con tus creencias acerca de las
personas y de la manera de dirigir?
Las estrategias y competencias que utiliza un directivo para desenvolverse como coach son:
1. ¿Qué es coaching?
Antes de introducir qué es un líder coach, conviene entender qué es el coaching y cuáles son los
supuestos y creencias que hay detrás.
Hay muchas definiciones de coaching, pero destacaremos principalmente la que nos propone
Viviane Launer en su libro Coaching (2008):
"Coaching es el arte de facilitar el desarrollo del potencial de las personas para alcanzar objetivos
importantes y significativos".
Otra definición que nos ayuda a aproximar el coaching a la labor del líder coach es la de Sir John
Whitmore, de 2011:
"Consiste en ayudar a alguien a pensar por sí mismo, a encontrar sus respuestas, a descubrir dentro
de sí su potencial, su camino al éxito en cualquier faceta de su vida".
4. Conversaciones de coaching
La herramienta más potente del coach y, por tanto, del líder coach es la conversación. Para
el líder, es vital aprender a dirigir y acompañar una conversación con sus colaboradores.
Para aumentar la calidad de una conversación se han de distinguir las siguientes etapas:
1. Preparación
Preparar el contexto.
Crear las circunstancias (lugar, tiempo, objetivo…).
Hacerse algunas preguntas previas:
o Qué hace importante esta conversación.
o Cuál es la preocupación o el interés que me impulsa a tenerla.
o Podemos enfocar el tema inmediatamente o se requiere solucionar otros
asuntos previamente.
o Cuál es el estado emocional entre mi interlocutor y yo.
o Qué quiero que pase en relación a la tarea.
o Cuál es la relación que quiero construir con mi interlocutor.
o Cuáles son las circunstancias más adecuadas para tener esta conversación
(cuándo, dónde, cuánto tiempo, en qué forma).
2. Ejecución
Acordar objetivos, fijar metas.
Analizar la situación actual, enfocar y analizar el tema objetivo de la conversación.
Pensar en la situación ideal, construir el objetivo y analizar los juicios y las creencias
que tiene el colaborador sobre esta.
Hacer preguntas concretas y que abran posibilidades.
Construir un plan de acción y concretarlo al máximo: en cuánto tiempo ocurrirá, como
lo harás, cómo puedes ayudarle.
Prestaremos especial atención a:
Estar "presente", tener una actitud consciente.
Tener en cuenta el papel de la columna izquierda. Es un concepto creado por Argyris
y Schon en 1974, que se refiere a que en cualquier conversación hay lo que se dice
realmente (columna derecha) y los pensamientos y sentimientos que lo acompañan
(columna izquierda) y que no expresamos.
Tener en cuenta nuestros modelos mentales y los de nuestro interlocutor.
Los modelos mentales son supuestos arraigados, generalizaciones e imágenes de los
que tenemos poca conciencia. Trabajar con ellos supone "volver el espejo hacia
adentro: aprender a exhumar nuestras imágenes internas del mundo, para llevarlas a
la superficie y someterlas a un riguroso escrutinio". (Peter Senge).
Puedes continuar con la lectura del artículo "La columna izquierda", en el que aprenderás
más sobre este interesante concepto.
5. Comunicar poderosamente
La comunicación es una de las herramientas más poderosas de los directivos, cuanta más
responsabilidad, más personas y mayor nivel jerárquico, mayor es la necesidad de
comunicar.
Algunas claves para ejercer una buena comunicación son:
Buscar y aprovechar todas las oportunidades para comunicar. La comunicación no es
una obligación sino una herramienta potente de relación que utiliza diversas
expresiones (diálogo uno a uno, reuniones, presentaciones).
Abordar las cuestiones importantes a tiempo.
Priorizar la comunicación positiva (aprobación, sugerencias, elogios,
reconocimientos), por encima de la negativa (señalar errores, críticas o
desaprobación).
Formular más preguntas, dar menos órdenes.
Compartir el protagonismo, el comportamiento “egoico” en los líderes de “todo gira
alrededor de mí” reduce el nivel de motivación y compromiso.
Ponerse en lugar del que escucha.
Comunicar pasión y entusiasmo.
Pasos que debe seguir el líder coach:
1. Decidir qué política seguir en relación a la comunicación.
2. ¿Qué hábitos de comunicación tiene con las personas que dependen directamente de
él?, ¿con qué frecuencia mantiene reuniones?, ¿cómo describiría el valor de esos
encuentros?, ¿cómo podrían mejorarse?
3. Sobre la participación en las reuniones: ¿contribuye con frecuencia?, ¿formula
preguntas?, ¿da opiniones?
4. Cómo maneja la información con su equipo: ¿pasa la información que tiene de la
organización?, ¿aporta información sobre el mercado?, etc.
Para saber más
En el artículo "Es preferible influir a mandar" en el que se entrevista a Enrique Alcat,
publicado en La Vanguardia, podemos encontrar algunas claves para mejorar la
comunicación con el equipo: comunicar con sencillez y humildad, ser alegre y positivo, saber
escuchar, conocer bien al grupo que diriges… He aquí algunas de las ideas que nos aporta
Enrique Alcat, experto en comunicación.
Es muy interesante también el libro de este mismo autor:
ALCAT, E. (2011). Influye. Barcelona: Alienta.
6. Actividad: Comunicación
En función de lo aprendido hasta ahora, analiza el siguiente vídeo del discurso de Al Pacino
en la película Un domingo cualquiera.
Revista Level Up LATAM. (28/10/2008). [Cine] Un domingo cualquiera - Discurso Al
Pacino. [Archivo de Video]. Recuperado
de: https://www.youtube.com/watch?v=hLdZz92jh2Q
¿Qué elementos destacarías en la comunicación?
Solución
a) Busca el punto principal de motivación.
b) Comunica con pasión y entusiasmo.
c) Admite sus limitaciones: "no puedo hacerlo por vosotros, soy muy viejo…".
d) Apela al sentimiento de equipo.
e) Es realista y sincero, no oculta los problemas: "estamos en el infierno".
1. Saber pedir
El pedido es un acto lingüístico por el cual quien pide intenta obtener una promesa y un
compromiso por parte de quien escucha.
Cuando se negocia un compromiso, el objetivo es lograr una mutua comprensión sobre
quién hará qué y cuándo.
Para organizar acciones, es necesario coordinar expectativas y contar con la realización
efectiva de esas expectativas, por eso es tan importante contrastar en el momento de la
petición cuáles son esas expectativas mutuas.
El objetivo de un pedido es satisfacer los intereses o necesidades de alguien, por eso
la claridad en la comunicación es la clave que permite a un conjunto de personas actuar con
efectividad.
Un directivo sabe pedir cuando:
Al pedir algo establece los compromisos con claridad, definiendo los plazos y las
responsabilidades.
Pide las cosas con la concreción y la precisión suficiente para tener que adivinar.
Al pedir, distingue entre lo que es importante y lo que es urgente.
Su manera de pedir es firme y respetuosa.
No pide desde la falta o para mostrar su jerarquía y poder, sino porque tiene claro que
la aportación de sus subordinados es complementaria y necesaria.
Actividad 9. ¿Cómo pedir?
En este vídeo de la película Invictus, Nelson Mandela hace una petición a su gente.
Cristhian Bourlot. (30/01/2012). Invictus - Nelson Mandela - Discurso sobre la Razón por
sobre la Emoción. [Archivo de Video]. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=bRyrqbChI5k
¿Qué hace para pedir?
Ofrece ayuda cada vez que cree que una persona de su equipo la necesita.
Sus ofertas están orientadas oportunamente a los intereses y a las necesidades del
equipo, ya que pregunta con frecuencia.
Cada vez que se le pide algo está dispuesto a ofrecer lo que se necesita.
Sus ofertas son serias y no sólo buenas voluntades.
Las personas no se sienten chantajeadas cuando ofrece algo.
En el siguiente vídeo, puedes ver un fragmento de una reunión de ventas de la película
Glengarry Glen Ross (1992), reflexiona sobre la forma de pedir y ofrecer del protagonista:
¿qué crees que puede conseguir con su estrategia y su manera de hacer peticiones?
Leslie Rodriguez. (22/08/2013). Caso Glengarry Glen Ross. [Archivo de Video]. Recuerado
de: https://www.youtube.com/watch?v=OEEQTCGZ8NM
Glengarry Glen Ross. Dir. James Foley, New Line Cinema, 1992.
Recuerda
Dar feedback es dar información relativa a la forma de hacer las cosas o al comportamiento
del colaborador, con la finalidad de reforzarlo, mejorarlo o corregirlo.
8. Llegar a acuerdos
Acordar es adquirir un compromiso.
Los compromisos conversacionales afectan a tres niveles:
1. A nivel de tarea, el objetivo es coordinar acciones para obtener los resultados que se
persiguen.
2. A nivel de las relaciones, el objetivo es generar vínculos de confianza que permitan
la coordinación efectiva de las acciones futuras.
3. A nivel de la identidad, el objetivo es actuar con integridad y dignidad.
El objetivo de una conversación en la que se negocian compromisos es mantener
una claridad impecable acerca de:
¿Quién se compromete a hacer qué?
¿Para cuándo?
¿Con qué propósito?
Un directivo sabe llegar a acuerdos cuando:
Acuerda algo y define con claridad los compromisos, los responsables y las fechas de
cumplimiento.
Dice que no cuando se le pide algo que sabe que no podrá cumplir e invita a buscar
alternativas.
Huye de las órdenes. Por el contrario, sugiere, propone, invita…
Es responsable con los acuerdos que alcanza, ya que los cumple.
Incluye y hace partícipe a la gente para construir acuerdos.
Sabías que
Para conseguir acuerdos y concretar un plan de acción después de un feedback:
Puede ser difícil dar feedback negativo a una persona: busca evidencias claras,
expresa la necesidad de acción en una atmósfera de apoyo.
Algunas personas tienden a oír el feedback como una crítica: reconoce lo que ha
hecho bien y expresa la confianza hacia él o ella.
Algunas personas no responden al feedback o no reconocen la necesidad de cambio:
sé explicito; explica con calma cómo y por qué la conducta debe cambiar. Da apoyo,
pero sé claro acerca de la conducta a cambiar y las implicaciones de no hacerlo.
9. Dar reconocimiento
Para el 66% de las personas, el reconocimiento influye muy significativamente en el
desempeño, mientras sólo el 15% menciona la retribución".
(Watson Wyatt).
El reconocimiento es uno de los principales componentes del salario emocional y contribuye
directamente a la satisfacción del equipo y al clima laboral. Quien se siente reconocido se
siente más comprometido y puede rendir mucho más.
Reconocer equivale a aceptar, a aprobar, a validar, a valorar al otro. Es un acto de
generosidad, de respeto, de agradecimiento. Darlo a los colaboradores no siempre es fácil;
nuestra cultura no es muy proclive al reconocimiento del otro, por eso cambiar esa actitud y
hacerlo nos ayuda a ser mejores líderes.
Un directivo sabe reconocer cuando:
En las reuniones, Teresa defiende sus ideas Observar una reunión y dar feedback.
y no reconoce los diferentes puntos de vista
Las personas de otros departamentos están Trabaja con Teresa la manera en que
a la defensiva en relación a las experiencias puede superar barreras defensivas y ofrece
vividas con Teresa. ayuda si es necesario.
Teresa dice no tener suficiente tiempo para Trabaja con ella la manera en que puede
llevar sola el proyecto. delegar alguna responsabilidad a otra
persona del equipo.
2. Fases de la entrevista
La entrevista se compone de las siguientes fases:
1. Preparación.
2. Introducción.
3. Desarrollo o feedback.
4. Acciones de desarrollo, compromiso y cierre.
Preparación
Objetivos:
Pensar previamente cuál o cuáles son los objetivos de la entrevista.
Qué información tengo de la persona: indicadores, evidencias.
Qué preguntas preparo para conseguir los objetivos: qué preguntas hacer y en qué
orden, cómo hacerlas.
Revisar los instrumentos que tengo a mi disposición: cuestionarios de
competencias…
Medios materiales:
Avisar al entrevistado con tiempo sobre los motivos y contenido de la entrevista.
Proporcionarle los cuestionarios de autoevaluación si están previstos en su
organización.
Preparar el material necesario.
Disponer del tiempo necesario y evitar interrupciones.
Disponer de un espacio adecuado de forma que entrevistador y entrevistado puedan
verse y oírse fácilmente.
Habilidades y actitud del entrevistador/a:
Crear la disposición interna necesaria.
Reflexionar sobre la propia predisposición y/o resistencias ante la entrevista.
Introducción
Deberá tenerse en cuenta:
Crear un clima propicio y de confianza.
Recordar y consensuar los objetivos de la entrevista.
Presentar el proceso que se ha seguido, los objetivos, el proceso de la entrevista y lo
que se espera conseguir.
Cuidar la comunicación no verbal.
Buscar un lenguaje común.
Mostrar disponibilidad para el intercambio.
Mostrar claridad y concreción.
Desarrollo
Deberemos centrarnos en:
Exponer y analizar conjuntamente las valoraciones hechas, basándose en evidencias
recogidas desde la última entrevista.
Proporcionar feedback al entrevistado sobre su actuación.
Conocer sus opiniones y emociones.
Conectar su desempeño con los objetivos del equipo y de la organización.
Hacer preguntas que han de tener dos finalidades: obtener la información requerida y
motivar al entrevistado a que hable libremente.
Habilidades y actitudes del entrevistador en esta etapa:
Claridad para exponer los hechos.
Flexibilidad para entender otros puntos de vista.
Autoridad para centrar los temas.
Hablar claro, escuchar activamente y facilitar la reflexión por medio de los silencios.
Confianza en las posibilidades del entrevistado.
Cierre
Propuestas y planificación de acciones de desarrollo, compromiso y cierre:
Introducir elementos de mejora o refuerzo de lo existente.
Priorizar las áreas de mejora.
Evaluar la actitud del entrevistado hacia el propio desarrollo (no está motivado/a para
crecer profesionalmente, tiene un objetivo claro, no sabe lo que quiere…).
Averiguar expectativas e intereses hacia el desarrollo, ayudar a determinar qué
desarrollo es necesario para conseguir con éxito los objetivos y las tareas actuales.
Incrementar el compromiso profesional del entrevistado.
Escuchar las propuestas del entrevistado.
Plantear decisiones y propuestas.
Establecer cuáles son los hitos del desarrollo de la persona y cuál tiene que ser la
contribución del mando, la organización y la persona en este proceso.
Definir objetivos de desarrollo lo más claros, concretos, medibles y realistas posibles.
Definir un plan de acción y un plan de seguimiento.
Habilidades y actitud del entrevistador:
Clarificar, orientar y negociar.
Liderazgo ante el desarrollo.
Documentar el proceso de la entrevista y los acuerdos.
Sabías que
Para documentar los acuerdos, proponemos un sistema muy simple, que facilita la concreción
de los acuerdos y el seguimiento posterior.
Objetivo Acción a llevar a cabo Cómo se medirá el Seguimiento
éxito/indicador
Bienvenido al módulo 1
Tema 1: Establecer Objetivos
1. Introducción
Para empezar, les proponemos visualizar un tráiler de la película Atrapado en el Tiempo.
Cada día nos levantamos a la misma hora, desayunamos y vamos al trabajo por el mismo
camino, intercambiamos el mismo saludo cuando vamos al quiosco a comprar el periódico,
encontramos a las mismas personas en el ascensor y pasamos por el mismo pasillo para
dirigirnos a nuestra mesa. Conectamos el ordenador, leemos los correos electrónicos y, a
media mañana, hacemos una pausa, a menudo a la misma hora, para tomarnos un café “donde
siempre”. Si está libre, nos acomodamos en nuestro sitio de siempre; si no lo está, nos invade
esa sensación de que alguien está en “nuestro sitio”. Regresamos a nuestra mesa y… Es muy
posible que, de manera consciente o inconsciente, todos tengamos nuestro propio “día de la
marmota”, que nuestro entorno nos lleve a instalarnos en una cierta rutina, a “dejar” que las
cosas pasen. Este curso pretende crear las bases para “hacer” que las cosas pasen, para tomar
las riendas de nuestro día a día. La planificación y la organización son dos potentes
herramientas para ser los dueños de nuestro tiempo.
Idea clave
No permitas que las cosas “pasen”; “haz” que las cosas pasen.
2. Objetivos: ¿para qué?
No hay viento favorable para el que no sabe adónde va».
Séneca.
Es posible que, en más de una ocasión, te hayas encontrado haciéndote preguntas de este
estilo:
Mejorar nuestra habilidad para fijarnos objetivos nos ayudará en un doble sentido:
Por un lado, la fijación de hitos hará que disminuya la frecuencia con la que nos cuestionamos
lo que estamos haciendo.
Por otro, cuando nos hallemos en esta situación, podremos encontrar la respuesta adecuada
más rápidamente.
La fijación consciente de objetivos influye positivamente en el logro de resultados de una
manera eficiente.
De lo que has hecho hasta ahora, ¿cuántas cosas estaban destinadas a cumplir con este
objetivo?
Idea clave
La fijación consciente de objetivos influye positivamente en el logro de resultados de una
manera eficiente.
3. Objetivos y tareas
Si estamos de acuerdo en la conveniencia de fijarnos objetivos, antes de seguir adelante
debemos asegurarnos de que sabemos qué es un objetivo y, sobre todo, diferenciarlo de las
tareas:
Para responder a esta pregunta, analiza si te sientes más cómodo cuando tienes claro qué
acciones deben realizarse en cada momento, si prefieres los procedimientos estándar o si, por
el contrario, prefieres trazar un camino propio para cada nuevo reto; si disfrutas ante la “hoja
en blanco” donde solo está escrito adónde tienes que llegar.
Idea clave
El objetivo responde a la pregunta: ¿Qué?; la tarea a la pregunta: ¿Cómo?
4. Objetivos y responsabilidad
Cuando pensamos en orientación a resultados, necesariamente aparece el concepto de
responsabilidad:
Cada uno es responsable del resultado final de aquello que hace. Por lo tanto, la
responsabilidad individual (y la satisfacción individual) tiene poco que ver con el
organigrama y el nivel de “poder”. Tiene que ver, sobre todo, con la contribución al objetivo
final.
La contribución de lo que hacemos al objetivo final nos permite aclarar:
1. ¿Para qué hago lo que hago?
2. ¿Para quién hago lo que hago?
Elige dos o tres tareas, dos o tres acciones o cualquier combinación entre tareas y acciones
que hayas hecho hoy, y pregúntate:
Si no te satisface, pregúntate, ¿qué puedes hacer mañana que sea distinto? Decídelo aquí y
ahora, y mañana hazte de nuevo esas tres preguntas. Durante los próximos días repite este
ejercicio al menos tres veces.
Recuerda
Cada uno es responsable del resultado final de aquello que hace.
Un objetivo es mucho más que una idea, un objetivo es algo concreto, que se puede (y debe)
definir de forma clara, idealmente por escrito, y debe reunir estas cinco condiciones:
Pues bien, este banco existe y se llama tiempo. Cada día te entrega 1440 minutos y al final
del día “se queda” con los minutos que no has usado. Por lo tanto, depende de ti cómo utilizar
estas preciosas monedas llamadas “tiempo”.
Algunas personas resuelven el problema alargando la jornada laboral, puesto que no tienen
suficiente “tiempo” para realizar todo el trabajo debido a la presencia de los inoportunos
“ladrones de tiempo”. Analizaremos en profundidad a estos “ladrones” un poco más adelante.
Esta manera de actuar y el estrés que origina el hecho de vivir constantemente bajo presión
tienen una serie de consecuencias negativas, tanto a título personal como profesional. En el
ámbito profesional, el cansancio físico y mental que se produce, la disminución de las
expectativas, la falta de motivación y las frustraciones provocan menos eficiencia y
satisfacción personal. Frente a esta realidad, es necesario administrar este recurso
correctamente. Para ello hay que tener claros nuestros objetivos y encontrar el equilibrio
entre:
Trabajo estratégico: es aquel trabajo que se realiza para decidir qué se hace.
Trabajo operativo: es hacer lo que se ha decidido, es ponerlo en práctica.
Si te equivocas en el trabajo estratégico decidiendo hacer algo que no te generará valor,
hacerlo no tendrá sentido, sólo te hará perder tiempo, por lo tanto, es importante que le
dediques tiempo al trabajo estratégico, para ahorrarlo en el operativo.
Esta reflexión te permitirá priorizar en tu día a día: ser más estratégico que operativo, tomar
decisiones acertadas sobre el uso del tiempo, hacer cosas que aporten valor y no perder
tiempo.
En los días que llevas, ¿cuántas “monedas” has gastado?, ¿cuántas has perdido?, ¿qué vas a
hacer con las que te quedan? Sea cual sea la respuesta a estas preguntas, ¿es así por qué lo
has planificado o, simplemente, “ha sucedido”?
2. Optimizar
La optimización de la jornada laboral se logra en el momento en que cada persona logra
alcanzar todos sus objetivos sin dedicar más tiempo que el que corresponde a su horario de
trabajo.
Es posible que esta afirmación provoque una leva sonrisa espontánea e incluso algún gesto
de incredulidad. Quizás existe una alternativa a alargar la jornada laboral
“irremediablemente”. De la misma manera que para conseguir la rentabilidad de tu dinero
hay que invertirlo, para conseguir la “rentabilidad” de tu tiempo hay que invertir tiempo
previamente.
Quedarse “bloqueado”, “no hacer nada”, las horas de presencia no son lo mismo que las horas
de trabajo.
No hacer lo que se tiene que hacer, por falta de jerarquización de las tareas (ABC) o por
indefinición de las funciones u objetivos (o por ausencia de ambas).
Hacer mal lo que se hace: errores, repeticiones, información insuficiente o inexactitud…
requieren nuevas inversiones de tiempo.
A veces, nos cuesta reconocer que desaprovechamos el tiempo. Aun así, es cuestión de
analizar nuestras rutinas de trabajo para darnos cuenta de cómo se nos escapa el tiempo.
Recuerda
De la misma manera que para conseguir la rentabilidad de tu dinero hay que invertirlo, para
conseguir la “rentabilidad” de tu tiempo hay que invertir tiempo previamente.
3. Priorizar
Para poder priorizar existen dos requisitos indispensables:
Tener claros los objetivos (SMART).
Identificar las tareas asociadas a cada objetivo.
Solo si tenemos objetivos (y tareas asociadas) podemos priorizar, ya que la prioridad la
estableceremos en función de la importancia y de la urgencia que comporte la tarea en
cuestión.
Para priorizar, tomaremos en consideración dos ejes:
Urgencia
Una tarea será urgente si tiene “fecha de caducidad”. Por ejemplo, si tenemos que tomar un
avión y la puerta de embarque cierra a las 12:20 es “urgente” estar allí antes de dicha hora,
si llegamos a las 12:25 tiene el mismo efecto que si no hubiésemos llegado nunca.
Importancia
De la misma manera que todo es “urgente”, puede ocurrir que todo sea “importante”. Para
determinar el grado de importancia, debemos preguntarnos cuál es el impacto de esta tarea
sobre los objetivos. Es evidente que para contestar a esta pregunta debemos tener claro cuáles
son nuestros objetivos.
Así pues, consideraremos “importante” aquello que tenga mayor impacto en los objetivos y
“menos importante” o “no importante” aquello que no tenga impacto sobre los objetivos.
4. Priorizar: ejemplo
Sabemos que hoy Carlos, un compañero del departamento de Cuentas, tiene una reunión con
Ester, la directora comercial de una empresa con la que trabajamos de vez en cuando. A
nosotros, que estamos en Marketing, nos gustaría saber su impresión sobre la conferencia en
la que coincidimos el mes pasado. Sabemos que la reunión acaba a las 11:30 y que podemos
“pasar por la sala de reuniones” e invitarla a tomar un café. Como mínimo va a suponer entre
30 y 45 minutos de nuestro tiempo. Miramos a nuestro alrededor y vemos un montón de
dossiers, cinco notas de llamadas que debemos devolver, cuatro e-mails que requieren
respuesta y nuestra “lista” diaria de cosas por hacer. ¿Vamos a ver a Ester o no vamos?
"Cuando decidas “cuánto tiempo le has de dedicar” asigna únicamente el tiempo “real”, descontando
pausas, interrupciones y “ladrones de tiempo”."
Recuerda que “urgente” está vinculado a la “fecha de caducidad”. ¿Era ahora o nunca? ¿Lo has
priorizado frente a otras tareas más urgentes?
No pierdas de vista que la “importancia” depende del impacto real en los objetivos ¿Qué impacto real ha
tenido esta tarea?
5. La matriz de Eisenhower
Una herramienta muy útil para priorizar es la matriz de Eisenhower. A Dwight David
Eisenhower (14 de octubre de 1890 – 28 de marzo de 1969), 34º presidente de los Estados
Unidos, se le atribuye la frase “La mayoría de las cosas urgentes no son importantes y la
mayoría de las cosas importantes no son urgentes”.
La matriz de Eisenhower es una buena alternativa a la clásica “lista de cosas por hacer”. En
lugar de una relación lineal de tareas, propone una clasificación basada en dos ejes: urgente
e importante.
Matriz de Eisenhower.
El primer cuadrante, importante y urgente, nos muestra aquello que debemos hacer
inexorablemente, aquello que debe estar en el top en nuestra lista de prioridades. Son las
acciones a ejecutar de manera inmediata.
El segundo cuadrante, importante y no urgente, es el que nos permite trabajar con aquello
que tiene alto impacto en resultados y sin la presión de la inmediatez. Este es el entorno de
trabajo ideal, es el entorno de trabajo de aquellos que planifican adecuadamente y priorizan
de manera eficiente lo que tienen que hacer para conseguir sus objetivos, cumpliendo con su
plan.
En la dimensión de lo no importante y urgente (cuadrante 3) está todo aquello que es reactivo,
todo lo que hacemos por falta de tener los objetivos claros. Ante las tareas que se encuentran
en este cuadrante podemos preguntarnos: ¿Para qué lo estoy haciendo?, ¿debo hacerlo yo? A
menudo, la reacción a las demandas de los otros comporta la sensación de no poder elegir, a
no encontrar sentido a lo que se hace.
Finalmente, en la dimensión de lo no importante y no urgente (cuadrante 4) están las cosas
triviales, las cosas que no generan valor para la organización ni satisfacción para un mismo
(correo comercial, e-mails sociales, conferencias en las que “hay que estar”, etc.).
El objetivo es concentrar al máximo nuestra agenda de trabajo en el cuadrante importante y
no urgente, evitar al máximo las actividades no importantes y urgentes, desestimar las
actividades no importantes y no urgentes (pregúntate qué pasaría si no las hicieses) y permitir
que en el cuadrante importante y urgente estén las tareas sobrevenidas, que responden a
situaciones de verdadera urgencia e innegable importancia.
Recomendamos este vídeo ilustrativo Dennis Leung. (04/11/2009). Using the Eisenhower
Matrix. [Archivo de Video]. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=wU3SVUngKSo ,que introduce la vertiente emocional:
¿Cómo nos sentimos cuando trabajamos desde cada cuadrante? Está en inglés.
Mira sobre tu mesa, abre los cajones, echa un vistazo a tu correo y entre todo lo que tienes
“pendiente” identifica si hay algo que, en algún momento, etiquetaras como urgente o
importante y que no has resuelto desde hace un mes. Ya puestos, identifica también aquellas
cosas que tienes “pendientes” y que no te has mirado en los últimos tres meses.
Si no encuentras ninguna, ¡felicidades! Todo el tiempo que tenías que dedicar a este ejercicio
se ha convertido, de golpe, en monedas de oro, en preciosos minutos que puedes disfrutar
intensamente. ¡Aprovéchalos!
Ya hemos visto la importancia que tiene una buena planificación para obtener resultados
excelentes. La buena planificación es el resultado de conocer y entender los objetivos del
equipo.
En la medida en que una persona ―o un equipo― mejor conozca y se identifique con los
objetivos, menor deberá ser el grado de detalle de la planificación. Un equipo que entiende y
comparte los objetivos tiende a actuar de manera que el resultado de su trabajo contribuya a
alcanzarlos.
Diremos que un equipo está alineado cuando todos sus miembros, con independencia de las
opiniones personales, comparten el objetivo común y orientan sus esfuerzos a él. Ello no
significa que no puedan tener discrepancias u opiniones personales contrarias, pero un equipo
alineado prima ese objetivo común por encima de las posiciones personales.
Para facilitar la alineación con los objetivos, puedes considerar las siguientes sugerencias:
Comunica de manera clara y explícita los objetivos a conseguir. Solo si todas las
personas implicadas los conocen los podrán compartir.
Verifica que aquello que quieres comunicar y lo que entienden los demás es
coincidente.
Crea oportunidades para el intercambio de ideas y opiniones. La discrepancia es
positiva y hay que ofrecerle espacios. El máximo peligro está en guardarse para uno
mismo las discrepancias.
Escucha las sugerencias y oportunidades de mejora que proponga tu entorno.
Ofrece feedback periódico de la evolución del trabajo e informa de los cambios que
puedan surgir durante el proceso a todos los que estén implicados en él.
Haz visibles los avances y celebra los triunfos, propios y ajenos.
Actúa rápidamente cuando haya que corregir acciones.
Comparte los éxitos y convierte los fracasos en oportunidades de aprendizaje (para
evitar que se repitan).
No pierdas ninguna oportunidad para sumarte a los objetivos de tu área ni de incorporar a los
demás en tus objetivos.
Sabías que
Estar alineado no significa necesariamente compartir el cien por cien de lo propuesto,
significa, sobre todo, compartir y aceptar como propio el objetivo final.
2. Comunicar
Como hemos visto hasta ahora, establecer prioridades es crítico para una buena planificación.
Sin embargo, establecerlas no es suficiente. En una organización en la que convivimos con
otras personas es imprescindible poder comunicarlas.
Ferran Ramón-Cortes, en su libro La isla de los 5 faros, propone cinco ideas clave para una
comunicación efectiva. Las tres primeras se centran en construir y planificar el mensaje que
queremos transmitir. Las dos últimas trabajan la puesta en escena del mensaje:
Cuando queremos decir demasiadas cosas corremos el riesgo de que lleguen difusas,
desdibujadas. Nada impide que comuniquemos varios objetivos, varias prioridades a la vez,
pero cuando esto ocurra hace falta que el resto de mensajes refuercen el mensaje principal,
aquel que queremos que nuestro interlocutor recuerde.
Tener un único gran mensaje en mente es la mejor garantía para conseguir que los otros lo
recuerden. Si, además, este mensaje es valioso, potente, alentador e incluye a nuestro
interlocutor, conseguiremos captar su interés e incrementaremos, todavía más, las
posibilidades de éxito.
Sé creativo y evita las fórmulas complejas, excesivamente literarias y frías. Evita fórmulas
como “desde la central nos dicen que…”, hazte el mensaje tuyo y permite que tu interlocutor
se lo haga suyo. Los mensajes que más se recuerdan son los que nos llegan en forma de
historias, los que se pueden personalizar y aquellos de los que nos sentimos protagonistas.
Crear un lenguaje propio nos puede alejar de aquellos a quienes queremos llegar. El lenguaje
que utilizamos habla de nosotros, de cómo nos sentimos, desde dónde comunicamos, cómo
nos posicionamos respecto a la persona o a las personas a quienes comunicamos.
Adaptar el lenguaje a quienes lo tienen que recibir demuestra que los hemos tenido presentes
en el momento de preparar la comunicación. Cuando tengas preparado tu mensaje, escúchalo,
revísalo y piensa cómo lo recibirá la persona a quién va dirigido. Utiliza tecnicismos, palabras
en otros idiomas o siglas solo si tu interlocutor está tan familiarizado con este vocabulario
como tú.
Llegados a este punto, hay que tener presente que tu equipo o tus interlocutores difícilmente
entenderán de manera exacta aquello que quieres decir y que lo que realmente cuenta es
aquello que efectivamente entienden.
Lo que tú quieras decir no es importante, lo importante es el mensaje que llega. Verifica
siempre qué han entendido, qué mensaje les ha llegado porque el mensaje que vale es el que
capta la gente.
Tienes que crear ilusión, entusiasmar. Despertar en el otro, emociones positivas y permitir
que viva, que interiorice, aquello que estás sintiendo. Compartir emociones acerca a las
personas. Compartir objetivos y prioridades, invitar a los demás a que los sientan suyos, nos
acerca al resultado.
Sabías que
Según la regla de Mehrabian, el lenguaje verbal (lo que se dice) participa escasamente en la
comunicación: apenas un 7%. El resto corresponde al lenguaje no verbal: aproximadamente
un 38% de la comunicación corresponde al lenguaje paraverbal (entonación, proyección,
tono, énfasis, pausas, ritmo, etc.) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada,
movimiento, respiración, etc.). Preparar bien “qué” tienes que comunicar es importante, pero
más importante es “cómo” lo comunicas y lo que comunica tu cuerpo.
1. ¿Qué es un indicador?
Un indicador es un dato o un conjunto de datos que ayudan a medir objetivamente la
evolución de un proceso o de una actividad.
Los indicadores son necesarios para poder mejorar. Lo que no se mide no se puede controlar
y lo que no se controla no se puede gestionar.
No se pueden tomar decisiones por simple intuición. Los indicadores muestran los puntos
problemáticos del proceso y nos ayudarán a caracterizarlos, comprenderlos y confirmarlos;
idealmente incluso nos permite anticipar posibles problemas.
Toda unidad tiene que contar con un conjunto entrelazado de indicadores para las diferentes
perspectivas con las cuales la organización interactúa: para la perspectiva económica, para la
perspectiva de los usuarios, para la perspectiva de los ciudadanos, para la perspectiva de los
procesos internos, para la perspectiva de innovación y desarrollo y para la perspectiva del
personal.
Un indicador siempre tiene que estar unido a la definición de objetivos a lograr. El indicador
es una medida cuantitativa del desempeño, que solo tendrá significado si lo alineamos con el
objetivo que previamente nos hayamos marcado. Es su comparación con este objetivo lo que
nos dirá si estamos actuando de manera adecuada, si los procesos son efectivos y eficientes…
o si, por el contrario, debemos hacer algo distinto para poder lograr el objetivo.
No es cierto que existan indicadores a corto plazo e indicadores a largo plazo. Lo que existe
son objetivos a corto y a largo plazo, puesto que los indicadores se fijarán según el objetivo
que pretendamos conseguir. Una forma adecuada al definir el indicador es identificar las
variables críticas para conseguir el objetivo, también denominadas “factores críticos de
éxito”. Equivale a preguntarse: ¿Cómo sabremos que estamos consiguiendo el objetivo?
Para cada indicador, además de definir qué se medirá, tiene que quedar claro:
Cómo se medirá.
Quién lo medirá.
La frecuencia de medición así como la frecuencia de revisión.
Tienen que contar con un hito numérico, preferiblemente con un valor inicial y una fecha en
la cual se espera conseguir.
Recuerda
Lo que no se mide no se puede controlar y lo que no se controla no se puede gestionar.
2. Tipos de indicadores
En función del tipo de información que queramos obtener podemos distinguir cinco tipos de
indicadores:
Indicadores de desempeño.
Indicadores de evaluación.
Indicadores de eficiencia.
Indicadores de eficacia.
Indicadores de gestión.
Desempeño
Entendiendo desempeño como la conclusión de una tarea. Los indicadores de desempeño
están relacionados con las ratios que nos indican el grado de consecución de tareas y/o
trabajos.
He planificado un proyecto de una duración de cuatro meses. Según esta planificación, a final
del primer mes tiene que estar completado el 15%, al final del segundo el 35%, a final del
tercero el 75% y así llegar holgado al cuarto trimestre para completar el 100%. El indicador
de desempeño me dará la información suficiente para estar seguro de que el proyecto y, por
tanto, mi objetivo, van al ritmo adecuado. Si al final de algún trimestre no he conseguido
llegar al porcentaje planificado, el indicador me está diciendo: “¡Hay que hacer algo distinto
ya! De no hacerlo, hay riesgo de no llegar”.
Evaluación
Entendiendo que evaluación tiene que ver con el rendimiento que obtenemos de una tarea,
trabajo o proceso. Los indicadores de evaluación están relacionados con las ratios y/o los
métodos que nos ayudan a identificar nuestras fortalezas, debilidades y oportunidades de
mejora.
Quiero evitar que se haga el trabajo dos veces. Creo un indicador para tener información de
cuando un cliente devuelve por segunda vez una factura por incompleta o errónea.
Eficiencia
Teniendo en cuenta que eficiencia tiene que ver con la actitud y la capacidad para llevar a
cabo un trabajo o una tarea con el mínimo gasto de tiempo u otros recursos, los indicadores
de eficiencia están relacionados con las ratios que nos indican el tiempo/los recursos
invertidos en la consecución de tareas y/o trabajos.
Para cumplir con mi objetivo, quiero que los gastos de representación de mi departamento se
mantengan dentro del presupuesto, pero asegurando que seguimos atendiendo a los clientes.
Creo un indicador para que me “avise” cuando un comercial hace menos de 13 acciones
comerciales directas con clientes y/o los gastos de representación se desvían en más o menos
5%. Si han decrecido las visitas, puedo incentivar a que se realicen más. Si no han decrecido,
pero ha disminuido el gasto, puedo revisar que la calidad de las acciones sea la adecuada…
Eficacia
Teniendo en cuenta que eficaz tiene que ver con hacer efectivo un intento o propósito, los
indicadores de eficacia están relacionados con las ratios que nos indican capacidad o acierto
en la consecución de tareas y/o trabajos.
Para cumplir con mi objetivo, quiero minimizar las desviaciones presupuestarias. Creo un
indicador para que me indique la “segunda vez que un proveedor presente una desviación de
presupuesto”. Asumo como “razonable” una desviación, pero ante la segunda “debo hacer
algo distinto” de manera inmediata.
Gestión
Teniendo en cuenta que gestión tiene que ver con administrar y/o establecer acciones
concretas para hacer realidad las tareas y/o trabajos programados y planificados, los
indicadores de gestión están relacionados con las ratios que nos permiten administrar
realmente un proceso.
Creo un indicador para controlar que en cualquier proyecto el coste directo de personal no
supere el 38%. Si supera dicho importe, tendré que hacer algo, ya que por datos históricos sé
que afecta de manera directa a la rentabilidad.
Sabías que
El indicador debe “moverme a la acción”. De poco sirve que me dé una cifra, un dato, si este
no va acompañado de una acción concreta: “Cuando esté por debajo del 3% debo…”, “la
tercera vez que un proveedor incumpla su plazo de entrega…”, “si no obtengo respuesta en
el plazo de dos días.
3. Definir un indicador
Para definir un indicador, debemos hacernos primero las siguientes preguntas:
¿Qué queremos medir? Definir claramente qué tipo de información nos será útil para,
en caso necesario, poder actuar.
¿Dónde es conveniente medirlo? En el punto de venta, en el muelle de carga…
¿Cuándo hay que medir? ¿En qué momento o con qué frecuencia? No tiene por qué
ser cada x meses, ni regular; puede ser, por ejemplo, al final de una campaña, cada
vez que lancemos un nuevo catálogo…
¿Quién tiene que medir? Yo, un externo…
¿Cómo se tiene que medir? Por observación directa, a través del sistema de
información, el aplicativo, por el método de los “palotes”…
¿Cómo se difundirán los resultados? Con quién quiero compartir esta información, a
quién más le puede ser útil…
¿Quién y con qué frecuencia revisará y/o auditará el sistema de obtención de datos?
Si cambia el entorno, ¿sirve el mismo indicador?
Una vez definidos los diferentes tipos indicadores tendremos que:
Concretar los objetivos de los indicadores de manera que estos sean coherentes con
los objetivos generales.
Establecer la periodicidad de su medición para garantizar la efectividad del enfoque.
Cuando corresponda, establecer comparaciones y relacionarlos con actividades de
benchmarking y/o actividades de aprendizaje.
Es bueno, además, guardar los datos de, por ejemplo, los “x” últimos años o los
últimos “y” períodos para poder observar tendencias de los mismos.
Una metodología para fijar indicadores
Hay muchas maneras de fijar indicadores. Por su simplicidad, proponemos una ruta en cuatro
pasos:
Además de nuestra concepción del tiempo, todos tenemos también una cierta actitud ante él.
Esta actitud puede ser “amistosa” o “conflictiva”. Más allá de esta primera diferenciación es
importante identificar aquellas actitudes, costumbres, inercias, aquellos vicios que son
improductivos o poco eficientes desde el punto de vista del uso del tiempo.
La psicología define la actitud como la predisposición a actuar de determinada forma ante
una situación concreta. En nuestro caso, significa que las personas tenemos una
predisposición a usar el tiempo de una determinada manera.
Para ilustrar estos dos conceptos ―nuestra particular concepción del tiempo y nuestra actitud
ante el tiempo― puede sernos útil recurrir a los clásicos griegos.
Sabías que
Ser conscientes de lo qué hacemos y de cómo lo hacemos es el primer paso para poder
gestionar adecuadamente nuestro tiempo. Solo podemos gestionar el tiempo en el que
“estamos presentes”, aquel del que tenemos plena conciencia.
3. Chronos y Kairós
Los clásicos griegos hablaban de dos tipos diferentes de tiempo:
Chronos: El tiempo como Chronos se entiende como el tiempo lineal, como el transcurrir
ordenado, el tiempo del reloj que inexorablemente va consumiendo segundos. Es un enfoque
en el que vemos el tiempo como una línea que empieza en el nacimiento y se interrumpe con
la muerte. Es la porción de tiempo, geométrica y proporcional, que nos toca recorrer cada
día. Pensamos en Chronos cuando “hacemos cosas para tener tiempo de hacer otras cosas”,
cuando estamos conectados con la velocidad. Por ejemplo:
― ¿Qué haces?
―Traigo a los niños a la piscina para tener tiempo de preparar la reunión de mañana por la
mañana.
― Y durante la reunión, ¿qué haréis?
― Decidir la planificación del próximo trimestre.
Hablamos desde Chronos cuando vivir es un medio y no un fin. Es el tiempo del reloj.
Kairós: Por otro lado, existe el tiempo Kairós, el aquí y ahora. Kairós es estar presente en lo
que se hace, poniendo toda nuestra atención. No es “ir camino de…” sino “estar en…”.
Estamos en Kairós cuando estamos atentos, con los cinco sentidos en lo que hacemos, sea lo
que sea. Es el tiempo como finalidad.
La misma actividad en Chronos y en Kairós produce dos resultados completamente
diferentes. El vino se toma:
En Kairós si queremos descubrir los matices, saborearlo y disfrutar.
En Chronos si lo hacemos para mejorar nuestra circulación sanguínea.
Cuadro Chronos-Kairós
Vivir el tiempo de una manera o de otra no depende del tipo de actividad, sino de la intención
o de su ausencia.
Tema 2: Planificación: la disponibilidad y el respeto por el propio tiempo
1. Mi tiempo (I)
La expresión “no tengo tiempo” nos resulta familiar, ¿verdad? Con esta expresión lo que
pretendemos decir es que las horas del día no son suficientes para hacer todo lo que nos
hemos propuesto, todo aquello que debemos o “creemos que debemos” hacer. No podemos
con nuestra agenda y llegamos exhaustos al final del día. Quizás con un día de 30 horas sí
que tendríamos tiempo suficiente o con un día de 45 horas… Aun así, ¿qué pasaría si el día
fuese más largo?
En el fondo, “no tengo tiempo” quiere decir “esto no está entre mis prioridades”. Quizás la
dificultad radica en decidir qué es realmente importante y ser coherente. El mantel siempre
es más pequeño que la mesa y tenemos que decidir qué parte queda sin cubrir. Solo nosotros
decidimos qué parte de nuestra mesa se queda sin mantel, solo nosotros podemos decidir qué
hacemos con nuestro tiempo. Ciertamente, esta evidencia no está exenta de dudas y de
temores y, por el momento, no se ha descubierto todavía otro método que no sea afrontarlo
desde la responsabilidad.
Una forma de reflexionar sobre ello es repasar nuestra agenda profesional y observar:
4. Un toque de realidad
Supongamos que ya sabemos “por dónde” se nos escapa el tiempo. Ahora llega el momento
de levantar la cabeza y de mirar alrededor. Seguramente verás que estás en una empresa, en
una organización, en un sistema. Definitivamente no trabajas solo. Lo que haces, lo que
puedes hacer, lo que debes hacer, lo que quieres hacer está condicionado por tu entorno, por
tu jefe, por tu equipo, por tus clientes, por tus proveedores, por la central.
Supongamos que todos los viernes se reúne el comité de dirección y, durante los
últimos meses, el día anterior has tenido que preparar documentación para el comité.
¿Cuál es “tu tiempo real” del jueves?
Supongamos que los lunes recibes un informe con las incidencias que hay que
resolver de manera inmediata. ¿Cuál es tu tiempo real del lunes?
Supongamos que, el primer miércoles de cada mes, el director de planificación, que
trabaja en Madrid, se traslada a tu delegación para tratar los temas pendientes. ¿Cuál
es tu tiempo real de este día?
Supongamos que la primera semana de octubre hay que cerrar el presupuesto anual
del próximo año. ¿Cuál es tu tiempo real durante las semanas previas a las que
dediques al presupuesto?
Supongamos que…
Sabías que
Tener claro tu tiempo real disponible, aquel que puedes gestionar, es clave. El segundo paso
es no perder de vista tus objetivos y priorizar (matriz urgente-importante) adecuadamente.
Hecho esto, tienes que ser fiel a tus decisiones.
Ciertamente la experiencia nos indica que el catálogo de interferencias está muy poblado,
pero podemos aclarar un poco la cuestión si atendemos a los procesos que caracterizan las
interferencias más frecuentes.
El modelo que proponemos (interferencias en la agenda) describe cualquier interferencia en
función de dos parámetros:
1. La previsibilidad de la interferencia: Hay interferencias que son fuerzas
imprevisibles. Por ejemplo, la queja de un usuario, un problema de suministro, una
llamada del superior, la baja de un colaborador importante o un conflicto entre
miembros del equipo. Otras son bastante previsibles y regulares. Por ejemplo,
despachar con los miembros del equipo, asistir a reuniones convocadas por otras
personas… y todas las que has identificado en el ejercicio anterior.
2. La controlabilidad de la agenda: Por otro lado, una vez producida la interferencia,
algunas situaciones son de baja controlabilidad cuando no podemos gestionar
libremente nuestra agenda. En cambio, otras nos permiten un cierto margen de
maniobra, puesto que podemos decidir cuándo nos ocuparemos del asunto.
A partir de estos dos parámetros, podemos confeccionar un cuadro de doble entrada que nos
muestra las cuatro categorías básicas de interferencias (interferencias en la agenda).
Analizamos ahora el contenido de cada uno de los cuadrantes:
PREVISIBILIDA
D
ALTA BAJA
En este
cuadrante, nos
Si tenemos dificultades de
encontramos
agenda debido a
bombardeados
interferencias previsibles y
por multitud de
controlables, no hay duda: el
imprevistos
problema es la carga de
ante los cuales
trabajo. Demasiadas
C tenemos un
actividades dependen de
O
cierto margen
nosotros. Ante esta situación,
N
de gestión de la
debemos delegar más o
T
agenda. En
asumir que no disponemos de
este caso, la
R los recursos necesarios. ¡No
mayoría de las
O hay ninguna receta mágica!
veces el
L Tener capacidad de trabajo
problema surge
A ALTA está bien, pero todo tiene su
como
B límite. Hay que revisar si
consecuencia
I estamos asumiendo funciones
de criterios
L que no nos corresponden, a
ineficaces en
I nosotros o a nuestro
el sistema de
D departamento, o conseguir
decisión. Los
A más recursos. En muchos
problemas
D casos, esto no es fácil, pero el
pueden estar en
problema está claro, y la
los criterios de
actuación estratégicamente
decisión, la
eficaz tiene que ir en esta
centralización
dirección. En ocasiones,
excesiva de la
nosotros mismos contribuimos
capacidad de
involuntariamente a mantener
decisión, la
la situación siguiendo un lema
fijación errónea
que podríamos resumir como de prioridades,
“todo yo”. o respuestas
reactivas ante
las
interferencias.
La respuesta
estratégica en
este caso tiene
que centrarse
en cuestiones
como
determinar qué
tipos de
disfunciones
tienen que ser
resueltas sin
nuestra
participación,
ampliar los
límites de
autoridad del
equipo o el
crear un buen
sistema de
seguimiento de
los procesos y
resultados que
ofrezca
información que
nos permita
actuar más
globalmente y
no sobre la
casuística. Si
nos hacemos
cómplices de
este estado de
las cosas,
quiere decir que
seguimos el
lema “todo ya”.
Si no podemos regular nuestra
agenda ante situaciones En este
previsibles significa que no cuadrante nos
tenemos autoridad suficiente, encontramos
ya sea autoridad formal ante la situación
delegada por la organización o límite. Si
autoridad personal que emana nuestro trabajo
de nuestras capacidades y se caracteriza
estilo propio. La agenda se por no poder
llena con numerosas prever en qué
reuniones convocadas por nos
otras personas o de tareas ocuparemos y a
ejecutadas personalmente en tener una
lugar de que lo haga otro. En agenda que no
ocasiones, la falta de controlamos,
BAJA
autoridad se manifiesta nos tendremos
cuando no intervenimos ante que preguntar
retrasos o errores, o por nuestra
aceptamos que nos función, por
“externalicen” funciones o nuestro rol en la
problemas que no nos organización. Si
corresponden. En este caso, solo somos
somos víctimas del lema reactivos, sin
“prohibido decir no”. La capacidad para
actuación estratégica, en este aportar
caso, tendrá que encaminarse proactivamente,
a desarrollar un solo podremos
comportamiento más asertivo aspirar, como
y a proponer acuerdos mucho, al lema
organizativos.
“aguantar sin
pro
¿En qué cuadrante te sitúas?
¿Cómo gestionas tu agenda?
¿Puedes hacer algo distinto?
Recuerda
Para poder cotejar la multitud de interferencias nos conviene diferenciar entre:
Interferencias o interrupciones, que son situaciones (importante: hay que diferenciar
interferencias de “cosas que no nos gusta hacer”).
Ladrones de tiempos, que son personas.
Peticiones: Las peticiones pueden ser de lo más razonable, pero contrarias a nuestras
necesidades y objetivos. Cuando alguien nos dice: “Necesito que tú hagas…” y se
produce un conflicto de intereses, tenemos dos opciones de respuesta: “sí” y “no”. Si
la tendencia automática es al “sí”, ¡malas cartas! Sin embargo, ello no significa
pasarnos al “no” sistemático. Debemos desarrollar la asertividad para poder utilizar
la negación y la afirmación desde la negociación, desde el gana -gana y desde nuestra
autoridad personal.
Infiltraciones: Las infiltraciones, es decir, cuando nos damos cuenta de que alguien
se ha introducido en nuestra agenda. Nuestra respuesta se tiene que orientar a poner
límites, incluso si es el jefe, y no como respuesta coyuntural en caliente, sino en frío
y como beneficio estructural. Conviene encontrar la manera respetuosa de plantear la
conveniencia de compaginar las tareas sobrevenidas con las ya planificadas.
Desplazamientos: Los desplazamientos o “quedarte con la patata caliente”. Con esta
expresión nos referimos a pasar la responsabilidad de una persona hacia otra hasta
encontrar a alguien que “se la quede”. Si nos quedamos con todas las “patatas
calientes”, al final podemos quemarnos.
Manipulaciones: ¿Y la manipulación? Es el proceso en que una persona intenta influir
en otra de forma indirecta y poco transparente apelando a las reacciones emocionales.
Puede elegir la forma de seducción, de presión o de amenaza implícita, de favores
envenenados... Descubrir y analizar los juegos psicológicos en los que caemos, por
debajo de la comunicación aparente, y la elección de respuestas asertivas es la manera
de romper el círculo vicioso.
Identifica, al menos, una situación de cada tipo y responde:
¿Es recurrente?
¿Qué efectos tiene en vuestro trabajo?
Idea clave
Los ladrones del tiempo son evitables. Cada minuto “no útil” dedicado a otra persona, dejas
de dedicarlo a algo que es realmente “útil” para ti.
3. ¿Existe solución?
Como en todo lo relacionado con las relaciones entre personas, la receta infalible no existe.
No obstante, te proponemos una pequeña guía con algunas propuestas para frenar a los
ladrones del tiempo:
Las reuniones ocupan buena parte de nuestra agenda. Reuniones de preparación, reuniones
para tomar decisiones, reuniones para resolver conflictos, reuniones de seguimiento,
reuniones informativas..., incluso reuniones “misteriosas”, aquellas que hacen que cuando
salimos nos preguntamos, ¿qué hacía aquí?, ¿por qué nos hemos reunido?
Reunirse es necesario, pero lo es más que las reuniones tengan sentido, que sean útiles. Es
importante que todos los participantes:
Conozcan el objetivo.
Tengan claro su rol.
Participen del resultado.
Te proponemos una nueva mirada a este hábito tan arraigado de reunirse. Una reunión puede
suponer un montón de tiempo perdido o, por el contrario, mucho tiempo ganado. Tú eliges.
Miren en su agenda cuánto tiempo estuvieron reunidos la semana pasada y cuántas reuniones
tenéis previstas para la semana siguiente.
De todo el tiempo que estuvieron reunidos, ¿qué porcentaje crees que fue provechoso?,
¿quieren incrementar este porcentaje la próxima semana?
La carga de trabajo y, por tanto, el consumo de tiempo vinculado a una reunión, va mucho
más allá del momento de “sentarse alrededor de una mesa”. Se estima que el 80% del tiempo
necesario vinculado a una reunión se dedica, de hecho, en momentos previos o posteriores a
la reunión en sí, con una regla del 40-20-40:
Idea clave
La mayor carga de trabajo y de tiempo en una reunión se encuentra en la preparación previa
y en las tareas posteriores derivadas de ella.
2. Preparar la reunión
Cualquier
consume muchos recursos. Somos muy conscientes de los gastos en material de oficina,
teléfono, mensajería, etc.; pero, ¿te has parado a pensar alguna vez cuál es el coste de una
reunión?
Una reunión de una hora y media de duración con seis asistentes supone nueve horas, el
equivalente a más de una jornada de trabajo. Y si esta reunión se repite cada semana, al final
del año supone el equivalente de dos meses de trabajo de una persona.
Es importante que, antes de convocar una reunión o de asistir a ella, valores cuál es el impacto
en recursos y el resultado esperado. Esto no significa que las reuniones deben desaparecer,
sino que el retorno, el resultado, debe ser acorde con el uso de recursos.
Para ello, es muy importante preparar la reunión adecuadamente, tanto si eres quien la
convoca como el convocado. Algunas claves para una buena preparación son:
Convocarla
Con tiempo suficiente (a no ser que sea de emergencia).
Con agenda.
Con lista de asistentes.
Con los materiales, documentos o información necesaria para su desarrollo. Si los
participantes deben leer o preparar algo, hay que dar las instrucciones precisas.
Prever materiales y logística
Qué vas a utilizar durante la reunión.
Qué materiales tienes que distribuir al resto de asistentes.
Qué materiales de apoyo o consulta necesitas.
Si durante la reunión necesitas alguna información “exterior”, quién va a estar
localizable y disponible.
Si vas a utilizar ordenador, proyector, conexión a Internet: verifica antes que todo
funcione.
Si os convocan a una reunión y falta parte de esta información, no dudes en pedirla. Para
poder
más tarde el valor de la reunión, es importante que antes de la misma te preguntes: “¿Al
acabar la reunión me sentiré satisfecho si…?”. Esto te ayuda a establecer tu objetivo personal
y a no perderlo de vista.
Recuerda
Si te convocan a una reunión y falta parte de esta información, no dudes en pedirla.
3. Durante la reunión
Ya estamos todos sentados alrededor de una mesa, es el momento de la verdad. ¿Cómo
podemos optimizar la reunión?:
Respetar la agenda.
Centraos en un tema cada vez:
Qué.
Quién.
Cuándo.
Compromiso explícito de los implicados.
Como participantes en una reunión, sois responsables del resultado obtenido. Tomar un papel
activo o pasivo es una decisión personal, en cualquier caso, y sea cual sea vuestra opción,
recordad que estáis empleando parte de vuestro tiempo en ella.
Recuerda
Para sacar el máximo provecho de una reunión, no olvides identificar cuál es tu objetivo
personal antes de asistir y asegurarte de que lo conseguís durante la reunión.
4. Después de la reunión
Finaliza la reunión. El trabajo no ha terminado todavía. Para garantizar que todo el tiempo
invertido da su fruto asegúrate de que:
Bienvenido al módulo 3
Tema 1: Los equipos de alto rendimiento
1. Introducción
Un equipo es mucho más que la suma de las personas que lo integran, un equipo, en
mayúsculas, permite potenciar lo mejor de cada persona y, para conseguirlo, necesita un líder
que sea a la vez parte y referente.
“Mi equipo no deja de sorprenderme”. Esta puede ser la máxima aspiración de cualquier
persona que está al mando de un equipo. Gestionar personas no es tarea fácil, y lo es menos
aún, en estos tiempos, superar los objetivos propuestos. En este módulo, te proponemos
herramientas sencillas, útiles y de aplicación inmediata para conseguir que tu equipo actúe
como un equipo de alto rendimiento, para que el resultado final sea más que la suma de las
partes y para que tú seas más que un gestor de equipos, seas el líder en el que tu equipo quiera
verse reflejado.
Gestionar equipos es asumir retos. ¿Estás preparado para este reto?
2. ¿Grupo o equipo?
Para que exista un grupo, basta con que haya dos o más personas y que les asignemos dicha
consideración. Hay infinidad de grupos: grupos de compra, grupos de estudio, grupos de
interés, grupos de clase, grupos de trabajo, grupos de teatro…, incluso hablamos de grupos
de empresas cuando nos referimos a conglomerados de empresas que se dedican a negocios
distintos bajo un accionariado común.
Sin embargo, un grupo, en sí mismo, no constituye un equipo. Para que un grupo pueda ser
considerado efectivamente equipo debe estar unido en torno a un objetivo común, un
objetivo deseado y compartido por todos sus miembros. Así pues, el conjunto de personas
que trabaja en un mismo espacio (por ejemplo, en tu oficina) serán un grupo o un equipo en
función de ciertas consideraciones.
Equipo Grupo
La comunicación y la
interacción entre los
La comunicación no persigue
miembros es un elemento
ningún fin específico
clave. Permite la alineación y
la mejora continua
Persigue el beneficio
Prima el beneficio conjunto
individual
La vinculación está basada en
el compromiso individual con No hay compromiso de
el equipo y tiene vocación de permanencia. Se puede
permanencia hasta la "entrar y salir" libremente
consecución del objetivo
Recuerda
Para que un grupo pueda ser considerado efectivamente equipo debe estar unido en torno a
un objetivo común, un objetivo deseado y compartido por todos sus miembros.
3. ¿Qué son?
Un equipo de alto rendimiento es aquel equipo que ha alcanzado los objetivos propuestos de
una manera excelente en términos de eficacia y de eficiencia.
Tener un propósito claro: Todos los miembros del equipo deben conocer y compartir
de manera clara y explícita cuál es el objetivo a alcanzar. Solo así podrán entender y
contribuir con sus acciones al logro del objetivo y podrán focalizar su energía y
trabajo en ello.
Tener una comunicación efectiva: Tanto internamente como externamente. La
comunicación es la base para el buen funcionamiento del equipo. Un intercambio ágil
de la información permite asegurar que las decisiones que se adoptan son oportunas,
pertinentes y correctas, y se evitan dudas y lagunas respecto a qué hacer, cuándo,
cómo y por qué, ya que todos los miembros del equipo disponen de información
suficiente y en el momento adecuado.
Voluntad de aprender de los demás: Todo proyecto es una iniciativa única. Por ello
es importante que los integrantes del equipo tengan voluntad de aprender nuevas
técnicas o nuevos métodos para ser aplicados en el proyecto, sino existirá la tendencia
a repetir métodos de trabajo ya conocidos, los cuales no necesariamente serán los
mejores.
Participación en el equipo: Para que los miembros del equipo del proyecto sientan
que pertenecen a él, es fundamental que cada uno de ellos tenga una participación
activa: los miembros del equipo deben tener tareas específicas a realizar (con
objetivos claros y compartidos) y además deben sentirse involucrados en la discusión
de los problemas y en las decisiones que se adopten, participando activamente y
aportando su visión, opinión y experiencia.
Orientación a la solución de problemas: La dinámica del equipo debe tener una
orientación a la solución de problemas (o mejor aún, a la anticipación de eventuales
problemas) y no a la búsqueda de culpables. Esto genera un ambiente de solidaridad
y confianza que contribuye significativamente a la motivación de los miembros del
equipo. El estilo de liderazgo del líder del equipo es altamente importante e influye
decisivamente en que ello ocurra… o no.
Búsqueda de la excelencia: La excelencia debe ser omnipresente, tanto en los aspectos
técnicos, como en las relaciones entre los miembros del equipo y con interlocutores
externos. También, debe ser excelente la asunción de responsabilidad por el trabajo
bien hecho y por los resultados obtenidos.
Celebrar los éxitos: Cosechar éxitos une y motiva. Celebrarlos todavía más. Cuando
se alcancen hitos importantes, y si estos se han logrado con la calidad esperada, el
hecho de celebrar este logro como equipo permite que cada uno de sus miembros
sienta que ha contribuido a algo bueno e importante y sea partícipe, de manera activa,
del éxito. Estas celebraciones son también un buen momento para poner de manifiesto
aportaciones individuales extraordinarias que han superado ampliamente la
aportación esperada de uno o varios miembros del equipo.
Involucrar a todas las personas relevantes dentro del equipo: Una de las grandes
ventajas de trabajar en equipo es que no estás solo. Ante una situación concreta,
cuando haya que resolver un problema complejo, es importante involucrar a aquellos
miembros del equipo con capacidad y conocimientos para aportar propuestas. A
menudo, la mejor solución es la que resulta de poner en común puntos de vista
complementarios.
Equipos multidisciplinares para situaciones multidisciplinares: Cuando el problema
se relacione con distintos ámbitos funcionales o distintas áreas de expertos, la
búsqueda de una solución debe ser abordada por un equipo que incorpore
representantes de las distintas áreas de responsabilidad: áreas técnicas, áreas
funcionales o simplemente personas con conocimientos y habilidades capaces de
contribuir a la solución con independencia de su situación en la estructura del equipo.
Búsqueda de la innovación: El intercambio de ideas que se produce en un equipo de
alto rendimiento genera nuevas formas de entender, ver y solucionar las situaciones
y los problemas. Por ello, un equipo de estas características es la mejor forma de
innovar en la forma de entender, diseñar e implementar proyectos.
Inconformismo con el statu quo: Queremos cambiar paradigmas. Más importante que
saber cómo se ejecutó el mismo proyecto o un proyecto similar en el pasado es
identificar la mejor manera para ejecutar este proyecto. ¡Recordemos que cada
proyecto es singular! Queremos buscar y encontrar nuevas y más eficientes formas
de llevarlo a cabo. La capacidad innovadora de un equipo es la mejor forma de
hacerlo.
Compromiso: Todos los miembros del equipo están comprometidos con el proyecto,
con el resultado y con sus compañeros de equipo.
Para saber más
Te recomendamos el post: "¿Cuál es la diferencia entre un grupo y un equipo?", del blog
Gestión de Equipos de Trabajo.
Tema 2: Liderazgo compartido: liderar un equipo y ser miembro a la vez
1. El rol del líder
Todo equipo necesita un “alma”, alguien que vele para mantener encendida la llama. Alguien,
en definitiva, que lidere y que sirva de referente al resto del equipo. Seguro que todo buen
equipo tiene identificado su objetivo, establecido un buen sistema de comunicación e
identificadas y distribuidas las responsabilidades de sus miembros, pero… no es suficiente.
Stephen Covey en Los siete hábitos de la gente altamente efectiva nos propone algunas claves
para poder llevar a cabo el liderazgo de una manera efectiva:
Ser proactivo. Ser responsable de aquello que se hace, no esperar que las cosas
sucedan y anticiparse, ni las circunstancias ni las condiciones de entorno pueden ser
las culpables del propio comportamiento. Escoger la respuesta más adecuada a cada
situación y a cada persona.
Empezar visualizando el final. Visualizar el futuro que se quiere conseguir. Tener una
idea clara de dónde queremos ir y qué queremos conseguir. Actuar según unas
creencias y unos principios que mantendremos de manera firme.
Poner las cosas importantes en primer lugar. Actuar de manera disciplinada.
Centrarnos en aquellas actividades de gran importancia, aunque no sean
necesariamente urgentes (por ejemplo: construir relaciones personales, planificar a
largo plazo...). Saber decir no a cosas que parecen urgentes pero que no son
importantes.
Pensar en ganar. No creer en la idea de que para que una persona triunfe otra debe
fracasar. Buscar soluciones de sinergia a los problemas. Encontrar soluciones que
beneficien a todas las partes.
Intentar primero entender y luego ser entendido. Escuchar con la intención de
entender completamente a la otra persona, tanto emocionalmente como
intelectualmente. Diagnosticar antes de aconsejar.
Sinergia. Ser creativo. Ser pionero y explorador. Creer que el todo es más importante
que la suma de las partes. Tener en cuenta la diferencia entre las personas y construir
en función de estas diferencias. Cuando se presenten dos alternativas en conflicto,
buscar una tercera respuesta, más creativa.
Afinar. Buscar continuamente innovar, mejorar y refinar. Siempre querer aprender
cosas nuevas.
Revisa los siete hábitos propuestos por Covey:
2. Acompañar al equipo
Ya vimos cuan legítimo es sentir una cierta resistencia a los procesos de mejora y de
aprendizaje continuo. La resistencia no es más que una manifestación natural de la
incomodidad que nos supone movernos en un entorno cambiante, lleno de interrogantes,
especialmente cuando dejamos atrás un entorno conocido, que nos es familiar y que nos
ofrece unos riesgos controlados por la experiencia.
Imagina dos cumbres separadas por un valle. Para unir estas dos cumbres construimos un
puente móvil. Trabajar en un entorno de cambio, de aprendizaje permanente, de mejora
continua puede ser como atravesar este puente elevado hecho con cadenas y tablones:
ciertamente nos ofrece un camino para atravesar de un lado al otro, pero no es menos cierto
que puede producir un cierto vértigo y sensación de inseguridad. Acompañar al equipo de
manera adecuada es una forma de estabilizar esos tablones y poner rígidas las cadenas,
minimizando el movimiento de la estructura a cada paso. No prever los efectos que
determinadas situaciones puedan generar en tu equipo, puede hacer que muchas personas se
resistan a cruzar el puente y sigan bajando al valle y subiendo la montaña para ir de un punto
al otro, o dicho de otra manera, pueden seguir usando los sistemas y los canales antiguos y
utilizando mecanismos paralelos que les aporten mayor sensación de seguridad.
¿Actúas de la misma manera con un miembro de tu equipo que acaba de incorporarse que
con uno con quien llevas varios años trabajando?, ¿actúas de la misma manera cuando se
encarga a tu equipo un nuevo reto?
El factor tarea, el factor relación y el factor madurez son tres aspectos que van estrechamente
ligados:
Factor tarea (conducta directiva): se refiere a los comportamientos del líder para
comunicar lo que se ha de hacer, quién debe hacerlo, el cuándo, el cómo y el dónde.
Factor relación (conducta de apoyo): incluye la comunicación bilateral y el apoyo
emocional.
Factor madurez: expresa el grado de aptitud y voluntad del colaborador. Es la
capacidad (competencia) y disposición (motivación) para dirigir el comportamiento.
Siempre, por lo tanto, es un concepto relacionado con la madurez para desarrollar una
tarea y no con la madurez mental del individuo. Esta madurez del colaborador indica
el estilo de liderazgo con mayor posibilidad de eficacia y base de poder a utilizar para
influir.
De este modelo se extrae que:
Puedes leer la entrevista a Ken Blanchard en El País, “Para liderar a otros, primero tienes que
aprender a liderarte a ti mismo”.
M-1: expresa baja madurez técnica y baja madurez psicológica. En este nivel, los individuos
no son competentes para hacer un determinado trabajo (conseguir un objetivo concreto) y no
están motivados para el logro del mismo.
M-2: se refiere a los individuos con baja madurez técnica y alta madurez psicológica. No son
competentes (conseguir un objetivo concreto), pero si están motivados para el logro del
mismo.
M-3: engloba a las personas con alta madurez técnica y baja madurez psicológica. Estas
personas son competentes para realizar un trabajo (conseguir un objetivo concreto), pero no
están motivados para el logro del mismo.
M-4: explicita a individuos con alta madurez técnica y alta madurez psicológica. Son
competentes para hacer este trabajo (conseguir un objetivo concreto) y están motivados para
el logro del mismo
Para cada nivel de madurez del equipo, Blanchard propone un tipo específico de liderazgo:
Cada momento, cada fase, permite una actuación, una planificación y un uso del tiempo
(propio y del resto de los componentes del equipo) distinto. Leer y entender el momento
permite optimizar la gestión y maximizar la satisfacción de todos los miembros del equipo.
Piensa en tu equipo y en un proyecto concreto:
¿En qué nivel lo situarías?
¿Estás actuando de la mejor manera posible?
¿Qué puedes hacer de manera diferente?
Sabías que
No debes temer actuar de manera distinta en situaciones distintas. Un líder no es de una
manera determinada, sino que actúa de una manera determinada ante una situación
determinada. Los ciclos de un proyecto y la evolución de un equipo deben permitir gestionar
tu agenda, tu tiempo y tus recursos de manera distinta en cada fase.
Bienvenido al módulo 4
Tema 1: La adaptación al cambio
1. Introducción
Te aconsejamos que, antes de comenzar, veas el vídeo
Incorporar la mejora continua a tu día a día profesional, y personal, te permitirá trabajar mejor
e incluso trabajar menos para conseguir los mismos resultados.
2. La necesidad de renovarse
“Renovarse o morir”, ¿cuántas veces hemos escuchado o, incluso, dicho esta frase?
Todos tenemos clara la necesidad de renovarnos, de cambiar para adecuarnos a las nuevas
situaciones, al entorno cambiante, a las peticiones y necesidades de la organización, de
nuestro entorno, de nuestros clientes. Sin embargo, pese a tener clara la necesidad del cambio,
a la vez somos reticentes y resistentes a él.
Estar en un entorno organizativo, gestionar un equipo, o ser parte de él, implica,
necesariamente:
Gestionar el cambio.
Acompañar a las personas en este proceso.
Poco importa si un cambio es de grandes proporciones y alto impacto u objetivamente
pequeño. En cualquier proceso de cambio –de hecho, muchos procesos de innovación son
procesos de cambio–, hay que anticipar que buena parte de las personas implicadas –incluso
nosotros mismos– pueden desarrollar un sentimiento de rechazo. A menudo, hasta las
personas no implicadas ni afectadas directamente por el cambio pueden sumarse al rechazo.
Paradójicamente, este hecho se produce, incluso, en aquellos cambios que suponen mejoras,
bajo la forma de desconfianza: “Ya se veía que esto se tenía que hacer, pero… ¿por qué
ahora?”, “seguro que esto nos lo harán pagar de alguna manera”, “tiene que haber letra
pequeña”, etc. Ante cualquier proceso de cambio, hace falta, pues, prever y preparar esta fase
casi inevitable.
Nos guste o no tenemos la necesidad, voluntaria o inevitable, de renovarnos. Gestionar
adecuadamente este proceso tiene un alto impacto en nuestra organización personal, en lo
que hacemos con nuestros recursos, incluido el tiempo, porque, nos guste o no, la dinámica
de la organización incide directamente en nuestros resultados.
Te recomendamos la lectura del artículo "La necesidad del cambio acelerado" de Oscar
Perreau, director de EIM España.
Sabías que
No estamos solos, estamos en sociedad, y el entorno tiene un fuerte impacto en nuestros
resultados.
3. La resistencia al cambio
Cambio muy deseado o esperado: Una opción es que el cambio sea muy deseado, o
muy esperado o que ya se daba por sentado antes de que se hiciera efectivo, y sus
beneficios son claros y aceptados. En estos casos, la no resistencia es clara y
comprensible.
Carencia de interés y voluntad de cambio: En el polo opuesto encontramos la no
resistencia motivada por una carencia absoluta de interés y de voluntad de incorporar
el cambio, una forma de resistencia pasiva que lleva a actuar como si el cambio no
existiera. Esta “no resistencia” es, de hecho, la forma más peligrosa de resistencia
puesto que fácilmente puede boicotear el proceso de cambio o mejora. En estos casos,
hay que emprender acciones rápidas para averiguar las causas.
¿Ha habido algún cambio reciente en tu organización ante el que te mostrases indiferente?
¿Por qué?
Sabías que
Un buen liderazgo y una comunicación fluida son elementos clave para que los equipos
asuman el aprendizaje y la mejora continua (el cambio permanente) como un proceso natural.
Pensar que las mejoras que aporta cualquier miembro de un equipo o de una
organización son “su obligación”. Se asocia a frases como, por ejemplo, “para eso te
pagan”.
Valorar el esfuerzo de quien aporta mejoras y reconocerlas y hacerlas visibles. Dar
visibilidad y reconocimiento a una mejora es una forma fácil y efectiva de motivar al
miembro del equipo que la ha propuesto y, a menudo, actúa como revulsivo en el
resto de componentes del equipo. Se hace visible, por ejemplo, al compartirlo en
público con el resto del equipo “Carlos propone que…, y a mí me parece una buena
idea”.
Por paradójico que parezca, a todos nos gusta recibir el reconocimiento de los demás. Sin
embargo, en ocasiones nos incomoda la situación. En nuestro entorno, la costumbre de
reconocer es escasa; en realidad, estamos más acostumbrados a que nos digan “lo que
hacemos mal” que “lo que hacemos bien”. De hecho, es tan cierto que nos cuesta recibir
reconocimiento como que nos cuesta darlo.
Para poder apreciar y reconocer las actuaciones de la gente de nuestro entorno, hay que
observar y escuchar con apertura y tener la generosidad de compartirlo.
Por todo ello, es posible que, si no hay una cultura previa de reconocimiento, en las primeras
ocasiones en que se haga explícito, quien lo recibe se pueda mostrar receloso o desconfiado
(puede pensar: “¿Por qué me lo dice?” o “¿Qué me pedirá ahora?”), por ello es importante
que te permitas situaciones en las que hagas visibles las mejoras aportadas por tus
colaboradores, que los refuerces positivamente, sin más, sin añadir coletillas, sin hacer
peticiones posteriores.
¿Recuerdas la última vez que reconociste las propuestas de un compañero, de un miembro
de tu equipo?, ¿qué le dijiste?, ¿qué efecto tuvo?
¿Y la última vez que, incluso valorando la aportación de alguien, no se lo dijiste?, ¿por qué
no lo hiciste?, ¿qué hubiese podido pasar si lo hubieses hecho?, ¿qué beneficios hubiese
tenido para ti?
Idea clave
Para reconocer hay que tener la capacidad y la habilidad de sorprender a otro haciendo algo
bien.
2. Reconocerse
De la misma manera que, a menudo, nos cuesta reconocer a los demás es más habitual todavía
que olvidemos reconocer nuestras propias aportaciones. Somos muy conscientes de nuestros
errores, de aquello que “hubiésemos podido hacer mejor”, pero difícilmente dedicamos
tiempo a reconocernos, a felicitarnos por aquello que “hemos hecho bien”.
Reconocerse tiene un efecto positivo: tomamos conciencia de que nuestra actuación ha
generado un beneficio.
Como hemos visto anteriormente, solo podemos gestionar aquello de lo que somos
conscientes, y el hecho de reconocernos nos permite ver cuáles son los efectos, directos y
colaterales, de nuestra actuación. Cuando tomas una buena decisión, cuando introduces un
cambio en tus hábitos, cuando vas más allá de “lo que toca”, sin duda generas una situación
positiva, creas alternativas, ahorras tiempo y esfuerzos, minimizas errores…, en definitiva:
aportas valor.
Reconocer este hecho te permite visualizar, tomar conciencia de lo que te aporta esta
situación.
Con tu propuesta de modificar un determinado proceso, has evitado que se produzcan nuevas
incidencias (y, con ello, has evitado tener que dedicar tiempo a resolverlas). Una buena
manera de ponerlo en valor es trasladar el efecto de esta aportación, de esta mejora, a
“beneficios” directos: ¿qué te permite hacer este tiempo que has liberado?
Seguro que consciente o inconscientemente has tomado decisiones o has hecho acciones que
han supuesto un cambio. Piensa en, al menos, tres.
El feedback nos permite vernos desde los ojos de otra persona y tomar consciencia no solo
de lo que hacemos sino de los efectos que tienen nuestras acciones.
El feedback no es, pues, mi opinión sobre lo que el otro hace, sino una descripción de aquello
que observo, de la información que a mí me llega o de cómo yo vivo determinada situación
que genera mi interlocutor.
Observo que Marta ha llegado tarde en tres ocasiones a una cita que tenía concertada con
clientes. Los clientes se han sentido molestos por tener que esperar. Hablo con Marta en
privado. Le digo:
Opción A: “Marta, siempre llegas tarde y los clientes tienen que esperarse. Por favor,
que no se repita.”
Opción B: “Marta, he observado que el lunes, el miércoles y hoy has llegado con más
de quince minutos de retraso a la cita con los clientes, y se han sentido molestos. ¿Qué
crees que puedes hacer para que no ocurra la próxima vez?
En la opción A, Marta puede sentirse “acusada” de algo que no es cierto. Cuando le decimos
que “siempre” llega tarde, será suficiente con que haya sido una sola vez puntual para que
nuestra afirmación sea falsa. Marta podrá no darle validez e incluso entrar a discutir si es
cierto o no. Lo que perseguimos no es una discusión, sino que Marta se dé cuenta de un hecho
que se ha repetido y que ha tenido un efecto.
Idealmente, el feedback debe ser solicitado por quien lo recibe. En el caso de que creamos
que a alguien “le iría bien” tener información de algo para mejorar, antes de ofrecer nuestro
feedback deberemos pedir su consentimiento. Un feedback no deseado difícilmente produce
efectos positivos.
Diferenciamos entre feedback de refuerzo y feedback de oportunidad, que analizaremos en
detalle más adelante.
Dado que el objetivo es incorporar mejoras, deberás ser especialmente cuidadoso en la forma
en que ofreces esta información, especialmente cuando el receptor del feedback sea alguien
de tu equipo.
Recuerda
El feedback debe ser solicitado por la persona que lo recibe.
2. ¿Qué no es el feedback?
El feedback no es una evaluación ni un espacio donde compartir mis opiniones sobre la otra
persona. No es un espacio donde “decirle al otro lo que pienso de él”.
El mayor riesgo del feedback es que se convierta en una falsa “tapadera” para dar salida a
conversaciones pendientes. Recordemos que el feedback persigue facilitar la mejora del otro
y esta mejora difícilmente puede darse si la información que aportamos al otro es más
relevante para mí que para él.
El feedback no es una petición de cambio. En una conversación de feedback, no le pido a
alguien que haga algo distinto o deje de hacer o actuar de determinada manera. Puedo
mostrarle lo que estoy observando y las consecuencias objetivas que ello tiene, pero no debo
opinar.
En un proceso de feedback, no tienen cabida los juicios ni las opiniones, las generalidades,
los sobreentendidos ni las mentiras piadosas. El único feedback útil es el que da a nuestro
interlocutor una base sólida sobre la que poder tomar decisiones.
En los primeros módulos de este curso, has aprendido herramientas que te serán muy útiles
para diferenciar los elementos que configuran un buen feedback de aquellas que pueden
alejarte de tu objetivo. Utilízalas.
Para saber más
Puedes leer “La Contra” de La Vanguardia que entrevista a Peter Van Dommele, consultor y
coach con caballos, "Hay que comunicarse con más claridad y menos emoción".
3. Las claves para dar un buen feedback
Antes de dar feedback a alguien debes tener presente:
Reconocer que se trata de opiniones (juicios) acerca de las que se puede discrepar,
referidas a acciones y superables a través del tiempo y del aprendizaje.
Evaluar el grado de autoridad que concedemos a nuestro interlocutor.
Apertura a escuchar: no disputar.
Indagar sobre lo que el otro nos dice. Pedir fundamentación de sus opiniones.
No invalidar al otro.
Legitimar el punto de vista del otro: no adscribirle intenciones o motivos.
Preguntarle y preguntarse por sus inquietudes. Distinguir “comprender” de
“compartir”.
Aceptar puntos válidos.
Tomar tiempo antes de responder.
Agradecer la posibilidad que nos abre al compartir sus opiniones con nosotros.
Recuerda la última vez que te dieron feedback:
¿Te fue útil?
Si la respuesta es sí: ¿Qué te aportó?
Si la respuesta es no: ¿Cuál fue el motivo o cuáles fueron los motivos?
Si te encontraras otra vez en la misma situación: ¿Qué harías diferente?
Sabías que
El feedback no habla de lo que “eres”; se refiere a lo que haces, a tus comportamientos y
acciones.
Con las peticiones de cambio, se beneficia la relación entre las personas y las acciones
siguientes son más efectivas.
Sabías que
Una petición de cambio te descarga de conversaciones pendientes con otra persona (y del
tiempo y desgaste que supone) y te permite centrarte en lo que es realmente importante.
Situación: cuándo...
Conducta problemática: no me respondes cuando te pregunto algo...
Efectos: sucede que...
Pedir el cambio:
Directamente.
Sin exigir.
De forma concreta.
Sin etiquetas, generalizaciones o vaguedades.
En términos positivos.
Anticipando consecuencias positivas: te agradecería que...; me pregunto si no
podrías...; de este modo seguro que mejoraría...
Si no accede:
Respetar su derecho.
Negociar: ¿nos compensa seguir con el modelo de relación?, ¿qué estamos dispuestos
a hacer cada uno para mejorarla?, ¿qué efecto tiene no hacer nada?
Si no cambia o le resulta difícil:
Ayudar gradualmente.
Recordar nuestra responsabilidad como modelo (actúa de la misma manera que le
pides al otro que lo haga).
Bienvenido al módulo 5
Tema 1: Alineación
1. Introducción
Para empezar, te recomendamos ver el siguiente vídeo:
Desde el clásico “D’Artagnan y los tres mosqueteros” hasta la saga de “CSI”, sin olvidar el
mítico “Equipo A”, la ficción nos ofrece innumerables ejemplos de equipos formados por
personalidades muy dispares que, cada uno desde su estilo, contribuyen al éxito de sus
misiones. Cada equipo tiene una dinámica propia, una forma de interactuar que tiene un
reflejo inmediato en los resultados que consigue. La potencia de un equipo se mide por la
capacidad de ser más que la suma de sus miembros. Para que esto ocurra, debemos ser
capaces de identificar cuál es la mejor forma de actuar y de coordinarse en cada momento.
que no siempre da el resultado esperado. En este módulo, te proponemos una mirada a tres
modelos de actuación que, sin duda, contribuirán a mejorar tu planificación.
En la medida en que cada persona conozca y se identifique mejor con los objetivos, menor
deberá ser el grado de detalle de la planificación. Una persona (o un equipo) que entiende y
comparte los objetivos tiende a actuar de manera que el resultado de su trabajo contribuya a
alcanzarlos.
Diremos que alguien está alineado cuando, con independencia de las opiniones personales,
comparte los objetivos y orienta sus esfuerzos a conseguirlos. Ello no significa que no pueda
tener discrepancias u opiniones person
ales contrarias, pero un profesional alineado prima ese objetivo común por encima de las
posiciones personales.
Para facilitar la alineación con los objetivos, puedes considerar las siguientes sugerencias:
Tema 2: Consenso
1. Lo óptimo frente a lo posible
Entendemos por consenso el acuerdo de dos o más partes sobre un tema determinado.
Ciertamente el consenso ofrece una gran ventaja: cualquier decisión tomada por consenso
refleja la voluntad positiva de las partes. Por ello, podría parecer que en un entorno de
consenso no hay lugar para la discrepancia sobre la decisión.
Por otro lado, el consenso presenta algunos inconvenientes: puede requerir procesos largos
de discusión y ralentizar la toma de decisiones e incluso, en aras de un acuerdo, puede llevar
a que la decisión que se tome no sea, necesariamente, la más apropiada sino aquella que
permita aunar todas las posiciones del equipo.
En la recta final de un proyecto se decida trabajar durante un cierto período fuera del
horario laboral.
Un equipo decida renunciar de manera temporal a un derecho adquirido o que le
corresponde (por ejemplo, no hacer vacaciones durante un determinado período del
año).
La ausencia de consenso en estos casos tiene un riesgo. Si una parte del equipo asume el
compromiso y otra parte no lo asume, aun en el caso de que quien lo asuma lo haga de forma
voluntaria, con el tiempo y especialmente en situaciones de presión, la falta de consenso
puede generar desequilibrios e incluso conflictos.
En ausencia de consenso, pues, se debe recurrir a acuerdos individuales. En algunas
ocasiones, cuando se trate de cuestiones estratégicas o de alto impacto, la ausencia de
consenso debe sustituirse por la imposición, la orden directa. En dichos casos, se deben tener
en cuenta los derechos y las obligaciones de todos los miembros del equipo.
¿Cuál es la última decisión que has tomado por consenso? ¿Por qué se optó por esta vía?
¿Se te ocurre algún ejemplo que el consenso llevara a una solución “menos buena” que otras
existentes?
Sabías que
El consenso no implica que todos estén de acuerdo con una determinada posición, sino que
no hay oposición a ella.
Tema 3: Imposición
1. Crear una nueva realidad
La alineación y el consenso se perfilan como dos formas efectivas de gestionar la dinámica
de un equipo. Ambas formas favorecen la implicación y la participación de los miembros del
equipo y ello impacta en la motivación.
Sin embargo, liderar y gestionar un equipo implica, en ocasiones, tomar decisiones que
pueden no ser bien acogidas por sus integrantes:
Un cambio de normativa.
Una reorientación de la estrategia.
Simples ajustes coyunturales.
Todas ellas pueden provocar cambios que exijan actuaciones firmes por parte del líder. En
este paradigma, consideraremos imponer trasladar al equipo una decisión sin posibilidad de
discusión o alternativa. La imposición crea un nuevo statu quo, un nuevo marco que cambia
la realidad existente hasta el momento.
Como hemos visto anteriormente, el cambio provoca, de manera casi sistemática, una cierta
resistencia de mayor o menor grado de intensidad. Ello se suma a la incomodidad que
sentimos cuando debemos comunicar decisiones que anticipamos que no van a ser bien
recibidas.
Sé claro y explícito. No permitas que cada miembro del equipo haga su propia
interpretación, ni que “lean entre líneas”. Cuanto menor sea la incertidumbre más
efectiva será la comunicación.
Sé breve.
Ofrece información objetiva.
Separa la información y los elementos objetivos de la decisión, de tu opinión personal.
Verifica que el mensaje ha llegado a su destinatario. Por ejemplo, pidiendo que lo
expliquen nuevamente con sus propias palabras.
No eludas tu responsabilidad. Tú formas parte de la cadena de mando, escudarse en
que la decisión viene de otro lado solo desdibuja tu autoridad y tu liderazgo. No
puedes estar al mando y ser equipo a la vez. Evita escudarte en frases como: “Es lo
que han decidido” o “Esto viene de arriba”.
Permite que tu equipo discrepe o muestre emociones contrarias, pero no inicies un
debate.
Sabías que
Cualquier imposición provoca un cambio que hay que gestionar adecuadamente.
feedback