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Pérez, Edelmira.

(Profesora titular en la Pontificia Universidad


Javeriana – Bogotá, Colombia. Directora del Departamento de Procesos
Sociales y Desarrollo y de la Maestría en Desarrollo Rural). “Hacia una nueva
visión de lo rural”, en: Giarraca, Norma, (2001): ¿Una nueva ruralidad en
América Latina?, Buenos Aires, FLACSO.
1. Introducción: la autora propone un paradigma cambiante del concepto de
desarrollo social, teniendo en cuenta modificaciones estructurales del desarrollo global
que implican un nuevo análisis y comprensión de un mundo rural que experimenta las
consecuencias de esas modificaciones. El desarrollo rural hace a la “mejora del nivel del
bienestar” tanto de las poblaciones rurales como de la contribución ofrecida por el
medio rural a la población en su conjunto, urbana o rural, en función de su “base de
recursos” (Ceña, Felisa [1993]: “El desarrollo rural en sentido amplio”). Yendo más
allá de una visión reduccionista de lo rural a lo agropecuario, la autora describe al
medio rural como a un conjunto de regiones cuyas poblaciones se dedican a una
diversidad de actividades; estas regiones mantienen nexos de intercambio con lo
urbano y se destacan, entre otras, sus funciones como proveedor de alimentos y de
cuidado de los recursos naturales.

2. Modelo de crecimiento (tradicional) y la crisis de lo rural: el modelo


clásico de crecimiento económico se basa un ideal evolutivo en donde la mira esta
puesta en las sociedades industriales y lo rural aparece como residual; según éste, la
evolución económica va de lo rural a lo industrial y urbano. Es un esquema
insostenible; mejor sería precisar la interrelación entre el medio rural y el conjunto de
la economía (y en particular, la urbana). Se plantea una política, orientada a los países
de la periferia latinoamericana, en donde lo rural también pueda constituir un eje en el
ordenamiento económico, dejando de lado la vinculación entre mundo rural y atraso
económico, cuyas consecuencias fueron el incremento de la pobreza y en países como
Colombia procesos de luchas internas; una estrategia de desarrollo humano con eje en
el sector rural tendía consecuencias favorables favoreciendo la participación política de
sus habitantes, la integración nacional, etc.
¿Qué cambios ha habido en el mundo rural durante los últimos 50 años? La
autora habla de cambios a) demográficos (en relación con el éxodo masivo de los años
sesenta y setenta), b) económicos (declinación de la agricultura, diversificación) y c)
institucionales (descentralización política).
Se deben pensar estos cambios desde el declive de la agricultura y la
urbanización; así como se ha reducido la proporción del producto agrario en los PBI
nacionales se ha privilegiado un modelo de industrialización cuya consecuencia fue el
desarrollo de conurbaciones y aglomeraciones económicas.
Por tanto, la autora observa un proceso de crisis de lo rural cuyas
manifestaciones describe: hay una crisis de la producción y de la orientación en lo
económico, así como una crisis de poblamiento, con poblaciones envejecidas y un
desprestigio social de las actividades agrícolas que dificulta la retención de los jóvenes;
hay una crisis en las formas de gestión tradicionales (dada la penetración de capitales
transnacionales en los mercados) y una crisis de los recursos ambientales, en un
contexto marcado por la deforestación, la quema de los suelos; finalmente, se habla de
una crisis de las formas tradicionales de articulación social.

3. Nueva concepción de lo rural: se aboga por la multidireccionalidad del


proceso; la tercerización de lo rural y la desagriarización de la actividad productiva.
Surgirán nuevas demandas colectivas a lo rural. Se acentúan los desequilibrios
regionales y se rompe con la solidaridad de las comunidades rurales. Así surge una
nueva definición de lo rural como conjunto de regiones con actividades diversas y en las
que se asientan diversos tipos de poblamiento humano y zonas cultivadas y zonas
naturales. Se compone esta definición como una entidad socioeconómica que conjuga
los siguientes elementos: territorio, poblaciones, conjunto de asentamientos y conjunto
de instituciones públicas y privadas que regulan el funcionamiento del sistema dentro
de un determinado marco jurídico (Ramos y Romero [1993]: “la crisis del modelo de
crecimiento y las nuevas funciones del medio rural”). De aquí se sigue una concepción
de desarrollo orientada a la equidad (de género y social) en el acceso de bienes,
servicios y demás beneficios del desarrollo y la relativización de un concepto de pobreza
si los estándares para definirla provienen de modelos económicos y sociales distantes.

4. Revalorización de lo rural: “La revalorización de lo rural parte del


supuesto de que no sólo existe, sino de que es de suma importancia para la sociedad y
la economía en su conjunto. La revalorización más importante sería, entonces, la
cultural: la visión de lo rural como una nueva, aceptable y mejor alternativa de vida.
Es así como se están mirando las cosas en los países industrializados de Europa y en los
Estados Unidos. Algunos países latinoamericanos empiezan a abordar de ese modo la
revalorización de lo rural, pero subsisten problemas estructurales y coyunturales que
falsean esta interpretación, dándosele una visión más romántica y bucólica.”
De la misma manera, se habla de una revalorización sociopolítica de lo rural, en
lo referente a la interrelación entre lo local, regional y global. Y un cambio en lo que
hace a las demandas colectivas.
“La revalorización de lo rural desde el punto de vista cultural lleva a pensar en la
ruralización en funciones de las condiciones ambientales, la ruralización de las
comunidades urbanas, y la búsqueda de formas de vida alternativa”.

Teubal, Miguel. (Universidad de Berkeley, California. Profesor de la


UBA). “Globalización y nueva ruralidad en América Latina”, en: Giarraca,
Norma, íd.
El autor comienza describiendo el contexto de la sociedad capitalista tras la
desregulación del sistema Bretton Woods (1970-1973); para ello, se vale de la noción de
globalización (Chesnais, 1994) que abarca la mercantilización y expansión de las
relaciones de mercado a nivel global y en distintas esferas de la actividad económica,
social y cultural que antes les eran a ajenas (Glyn y Stucliffe, 1992). Releva aquí la
importancia que adquieren las empresas transnacionales dentro del nuevo esquema
económico, y se propone investigar cuál es la interacción entre la nueva etapa del
capitalismo global y la industria agroalimentaria en América Latina, buscando, en
especial, ver como ésta incide en lo que se denomina “nuevas ruralidades”.

1. Globalización y sistema agroalimentario global. Los procesos de


globalización y reforma estructural inciden en el agro de forma colateral, y generan
efectos negativos en relación con la exclusión social que están generando. En este
sentido, la ruralidad ve a sus poblaciones afectadas por la toma de decisiones
productivas que parten de focos de poder trasnacionales y esto ha generado en algunos
países (como el nuestro) pools de siembra.
Se modificó el panorama de la producción internacional de cereales y alimentos a partir
de la década del 70; se produjo un proceso de descampesinización en muchos países
latinoamericanos y los Estados Unidos y Europa emergieron como principales países
agroindustriales; a su vez, durante la década del 90 se promovió la exportación de
hortalizas en países latinoamericanos y de otros productos de mayor valor agregado
(kiwi, mangos) frente a la caída del precio del café, azúcar, etc. Esto en un marco de
desregulación de las economías regionales. El caso paradigmático fue Chile, que
triplico, por ejemplo, su producción de porotos para el mercado externo. Los que se
benefician de este modelo productivo son los grandes propietarios e inversores, las
distribuidoras y las empresas extranjeras. “Son grandes corporaciones las que dominan
el mercado mundial de diversos tipos de insumos –semillas, fertilizantes y pesticidas–
que venden a los productores agropecuarios de todo el mundo”. Se obliga a los
productores a comprar la semilla año por año y a comprar a su vez una serie de
transgénicos que se venden con ella (fertilizantes) o ya están integrados en el adn de las
semillas (la semilla está modificada y no se reproduce fácilmente). Así el autor sostiene
que la concentración económica que se ha ido llevando en este sector fue acompañada
por su correspondiente concentración de poder por parte de las empresas que
controlan el tráfico y la producción de semillas a nivel mundial. ¿Qué avatares tuvieron
las políticas agroalimentarias en América Latina desde la segunda posguerra a esta
parte?
2. Cambios en las políticas y procesos agroindustriales. El autor señala
el pasaje de un modo de acumulación fordista / basado en la sustitución de
importaciones (respectivamente en el centro y en la periferia del mundo capitalista)
cuando este llegó a un momento de crisis o agotamiento en la década del 70. En
América Latina no hubo una auge económico acompañado de un crecimiento sostenido
durante treinta años como lo hubo en Europa, Japón y Estados Unidos; hubo, sí, un
desarrollo industrial asociado al fin del orden oligárquico (Janvry) y la pérdida de los
mercados tradicionales para los productos de exportación del sector primario; por lo
tanto, una reorientación de los gobiernos hacia el mercado interno. Se produjo una
redistribución de ingresos hacia las clases medias y la emergente clase trabajadora,
aunque las limitaciones de la balanza de pago en lo tocante al sector externo, así como
los procesos inflacionarios, revelaron las limitaciones de estas estrategias. Hubo una
emergencia de movimientos por la tierra y campesinos, y en varios países (ver la
reforma agraria de Lázaro Cárdenas) conllevo a la desaparición de formas
precapitalistas de organización del trabajo y de enclaves “latifundio minifundio”. En
Argentina se regularizan los contratos de arrendamiento (estatuto del peón). En Brasil
se colonizan zonas del interior.
El cambio de eje en las políticas del sector agrario se comienzan a ver hacia la
década del 70: se observa la desregulación que acompañan a los ajustes estructurales,
aperturas y privatizaciones que alteran las instituciones y medidas empresariales de la
época previa. “La nueva política gubernamental ‘...basada en la privatización de la
economía, la inversión extranjera y la apertura comercial...’, junto con la disminución
en términos reales de los subsidios y del gasto público, y el retiro del Estado en los
procesos de comercialización y regulación de la actividad agropecuaria, ‘...pretenden
crear las condiciones para transformar el capital privado nacional y extranjero en el
principal agente de la reactivación del sector...’ (Romero Polanco, 1995). Se
encarecen los créditos, se eliminan los organismos que regulan la actividad. Se da fin
con la reforma agraria, surge un nuevo contratismo de tenor más accidental.

3. Reflexiones finales. “Debemos remarcar que lo señalado aquí constituye


tan sólo tendencias y, por lo tanto, factores que pueden ser contrarrestados por otros,
en particular por la lucha de múltiples movimientos sociales tanto dentro como fuera
del sector rural -de pequeños productores agropecuarios, campesinos, trabajadores
rurales, verdes, medioambientales o de otra naturaleza, por ejemplo, aquellos que
protestan contra la Organización Mundial del Comercio, el FMI y el Banco Mundial,
etc. Todos estos movimientos resisten el embate de los procesos de globalización que
hemos descripto en este artículo, y por lo tanto habrán de contribuir a la definición de
otra ruralidad, diferente a la que aparentemente estaría siendo impulsada por los
Estados y las grandes corporaciones transnacionales agroindustriales de la
globalización”.

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