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Vida
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Diseño del libro, de la portada y de la colección: Manel Andreu.
© José María León Rubio, Silvia Medina Anzano, Silverio Barriga Jiménez, Ana Ballesteros
Regaña, Isabel María Herrera Sánchez, del texto
ISBN: 978-84-9064-182-8
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,
reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,sea éste
eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa
autorización escrita de los titulares del copyright.
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Autores
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actualidad, dirige el Grupo de Investigación sobre Psicología Social de la Salud,
incluido en el Plan Andaluz de Investigación.
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Presentación
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hacer frente a las demandas de sus vidas.
Desde este punto de vista, es posible concebir la Psicología de la Salud como
una forma nueva y alternativa de pensar y de hacer acerca de las relaciones entre lo
psicosocial y la salud, cuya emergencia ha sido necesaria por razones teóricas,
epidemiológicas y de tipo práctico.
Entre las primeras, cabría citar sobre todo la evolución de la concepción de la
salud hacia un modelo biopsicosocial que reconoce la etiología multifactorial de
ésta y, por tanto, la necesidad de una colaboración intersectorial e interdisciplinar
para resolver los problemas de salud. La mayoría de los cuales o, al menos, los que
más nos preocupan tienen su origen en factores de carácter social y psicológico.
Por ejemplo, hoy sabemos que la presencia de la enfermedad coronaria es más
frecuente entre personas que responden a las demandas de la sociedad occidental
industrializada, con un estilo de comportamiento caracterizado por la orientación
hacia el resultado, más que por el proceso, sentir prisa e impaciencia por su
consecución, no tolerar las demoras en el logro, percibir la vida de un modo hostil y
competitivo e implicarse en el trabajo hasta el punto de poner en riesgo sus
relaciones interpersonales y su descanso.
En definitiva, la salud ya no depende sólo de lo que tenemos o no, en el sentido
de substrato biológico, sino también y de forma principal de cómo interpretamos,
sentimos y respondemos a las distintas demandas que nos plantea la vida, lo que
supone que podemos jugar un papel activo y responsable en el control de los
factores que afectan a nuestra salud.
En cuanto a las razones epidemiológicas, habría que hacer referencia al cambio
radical de las tasas de mortalidad y morbilidad experimentado en las últimas
décadas en los países desarrollados. En éstos, las enfermedades agudas e
infecciosas han cedido el protagonismo a las enfermedades crónicas por su
incidencia y mortalidad asociadas.
En el origen de estos cambios hallamos factores de carácter social, así, la mejora
de nuestras condiciones de vida ha reducido de forma considerable la mortalidad
prematura y ha aumentado la esperanza de vida. En estrecha relación con este
último fenómeno, el peso de las poblaciones jóvenes en el conjunto de la estructura
poblacional es cada vez menor y la incidencia y prevalencia de las enfermedades
crónicas, mayor, siendo el comportamiento un factor clave en su tratamiento y
rehabilitación. Recordemos, por ejemplo, las reglas de vida que deben seguir los
pacientes hipertensos: disminución de peso, reducción del consumo de sal y
alcohol, aumento del ejercicio físico y evitación de las tensiones emocionales
crónicas.
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Por último, entre las razones de tipo práctico podríamos nombrar el
encarecimiento de los servicios de salud y su escasa efectividad para resolver las
demandas de salud que el mundo desarrollado tiene planteadas hoy día.
Las enfermedades crónicas e incurables, por ejemplo, obligan a orientar los
servicios sanitarios del tratamiento a la prevención y la rehabilitación y, por tanto,
crece el interés por temas netamente psicológicos: cambio de actitudes, relación
entre el profesional de la salud y el paciente con el objeto de lograr que este último
se adhiera al régimen de tratamiento, procedimientos eficaces de modificación del
comportamiento, etc., es decir, se da un creciente reconocimiento de la
potencialidad de los procedimientos psicológicos para enfrentarse, con garantías de
éxito, a los distintos trastornos y hábitos relacionados con la salud.
Estas razones dan cuenta del porqué de la emergencia de la Psicología de la
Salud y nos orientan respecto al para qué es necesario su estudio. El reto principal a
que debe enfrentarse la Psicología de la Salud es responder a una crisis profunda de
los servicios de salud que pone de manifiesto el agotamiento del modelo biomédico
para entender la salud y la necesidad de una nueva conceptualización de la misma,
más acorde con los nuevos datos epidemiológicos y los avances experimentados en
las Ciencias de la Conducta en las tres últimas décadas, lo que supone aceptar que
los determinantes de la salud son múltiples e interaccionan entre sí.
Por consiguiente, los propósitos del estudio y desarrollo de la Psicología de la
Salud son:
8
Capítulo I
9
Fundamentos de la Psicología de la Salud
José María León Rubio
José María León Rubio Partimos de la tesis que establece que el origen de la
Psicología de la Salud radica en el cambio experimentado por el concepto de salud,
y que el interés por el papel que desempeñan los procesos psicosociales en el
binomio salud-enfermedad corre parejo al análisis de la crisis de los sistemas
sanitarios; crisis que es más conceptual que práctica.
Desde nuestro punto de vista, la ineficacia de los procedimientos médicos para
responder al patrón de morbimortalidad de los países desarrollados, las
desigualdades de acceso a unos servicios sanitarios, cuya oferta es pasiva e
irracional, que hoy sepamos que “la salud tiene un precio”, no es más que la
expresión de un problema teórico, de la crisis de un modelo conceptual de la salud
y de la transformación del mismo; es decir, del cambio de un modelo biomédico de
salud a un modelo biopsicosocial. Esquema conceptual éste que parte de la
consideración de que sobre la salud inciden múltiples determinantes que
interaccionan entre sí. Entre ellos, los factores psicológicos y sociales, cuyo valor
etiológico es bien conocido, originándose así la necesidad de incorporar otros
conocimientos distintos a los biomédicos para el entendimiento de la salud; entre
ellos, los de nuestra disciplina: la Psicología de la Salud.
Los objetivos de este capítulo son los siguientes:
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que se derivan del modelo biopsicosocial.
Analizar las repercusiones de la formulación del modelo biopsicosocial para
la emergencia de la Psicología de la Salud.
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1. Postulados e implicaciones del modelo biomédico
Los dos principios explicativos sobre los que se apoya este modelo son el
reduccionismo biológico y el dualismo cartesiano. El primero establece que todo
problema de salud tiene un origen biológico; es decir, puede ser explicado por un
mal funcionamiento de los procesos fisiológicos a causa de desequilibrios
bioquímicos internos e involuntarios o por la acción de patógenos externos como
bacterias y virus. El segundo plantea que cuerpo y mente son entidades distintas
que funcionan de forma independiente la una respecto de la otra, la mente es vista
como un ente abstracto, relacionada con los pensamientos y los sentimientos,
incapaz de influir sobre el cuerpo.
Desde esta perspectiva, los problemas de salud son causados por factores
biológicos que poco tienen que ver con procesos psicológicos y sociales. Las quejas
o síntomas subjetivos del individuo son la consecuencia o expresión de un
desequilibrio biológico subyacente. Es decir, lo biológico puede condicionar lo
psicológico, pero el camino inverso es imposible. Por ejemplo, se admite que el
cáncer pueda originar infelicidad, pero no se considera que el estado de ánimo del
paciente contribuya a la evolución o progresión de la enfermedad.
Según esto, el individuo no tiene responsabilidad sobre la enfermedad,
únicamente es la víctima de fuerzas ajenas a él que producen cambios en su
organismo, por lo que la intervención terapéutica debe estar guiada por principios
biológicos y mecanicistas basados en preceptos y explicaciones unicausales; se
entiende que un síntoma es originado por un único tipo de causa, consistente en un
trastorno biológico que se expresa a través de éste.
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patología orgánica subyacente. Diagnóstico y tratamiento que se orientan sólo a los
aspectos físicos o biológicos, descuidando los aspectos psicosociales que de forma
inevitable concurren en cualquier problema de salud.
Por lo tanto, la enfermedad y la asistencia sanitaria, entendida esta última desde
el punto de vista de la provisión de servicios para el cuidado y curación del
paciente, son los ejes centrales de este paradigma, a cuyo amparo se han
desarrollado los actuales sistemas de atención sanitaria. Sistemas que tienen serias
dificultades para hacer frente a los nuevos retos del sector, pues el envejecimiento
de la población[1] ha generado un predominio de las enfermedades crónicas e
incurables, algo para lo que no estaban preparados, dado su carácter asistencialista
y su marcada orientación al tratamiento de cuadros agudos.
Es más, si se tiene en cuenta que desde el modelo biomédico la persona es un
agente pasivo, sin responsabilidad sobre el proceso de salud, entonces
comprendemos mejor los problemas que tienen estos sistemas para entender a unos
ciudadanos que, fruto de su mayor formación e información, exigen mayor
protagonismo y participación en todo lo relacionado con su salud.
Este estado de cosas ha generado la demanda de cambios importantes, tanto en
la organización operativa de la asistencia sanitaria como en los tipos de servicios
que presta. Para lo cual, se hace imprescindible una concepción menos restrictiva
de la salud y la desmedicalización de ésta.
A este cambio conceptual contribuyen distintas disciplinas (Epidemiología,
Antropología, Sociología y, por supuesto, Psicología) que han puesto de manifiesto
las insuficiencias del modelo biomédico como explicación científica de los
problemas relacionados con la salud y la enfermedad, aportando evidencia empírica
acerca de la influencia de los factores psicosociales y culturales sobre la
experiencia de la enfermedad, de la multicausalidad de la salud, y de la
maleabilidad de las respuestas biológicas por la acción de variables sociales y
psicológicas, todo lo cual viene a demostrar la debilidad de las bases sobre las que
se sustenta el modelo biomédico: el reduccionismo biológico y el dualismo mente-
cuerpo.
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2. El cuestionamiento del modelo biomédico
1. Derechos
2. Deberes
14
servicios sanitarios.
Según este punto de vista, la salud es entendida como desempeño de funciones
sociales, lo que supone un primer cuestionamiento del modelo biomédico y la
apertura a la consideración de la enfermedad como un proceso de índole social.
Después de Parsons, la enfermedad ya no podrá ser considerada un mero reflejo
de una disfunción orgánica, buena prueba de ello son los modelos sobre la conducta
de enfermedad, en los que se parte de una distinción fundamental: estar enfermo y
sentirse enfermo o, lo que es lo mismo, la enfermedad como representación de un
problema por parte de la cultura profesional médica ( disease ) y como
interpretación que una persona hace de unos signos corporales en función del
significado que tienen en su contexto sociocultural ( illness ).
En este sentido, la conducta de enfermedad ha sido definida por Mechanic como
el modo en que:
“las personas reciben los mensajes de sus cuerpos, definen e interpretan sus síntomas,
realizan alguna acción para remediarlos y utilizan distintas formas de ayuda o el sistema
formal de salud.”
D. Mechanic (1986). The concept of illness behavior: culture, situation and personal
predisposition. Psychological Medicine, 16, 1-7 (p. 21).
15
relación al propio estado de salud, a pesar de que el médico haya ofrecido una
explicación razonable de la naturaleza de la enfermedad y del curso apropiado del
tratamiento que hay que seguir, basándose para ello en una norma de
funcionamiento, tanto biológico como social, establecida socialmente o en
referencia a un promedio estadístico.
En fin, el concepto de conducta anormal de enfermedad hace referencia al
criterio de normalidad como salud; es decir, estar sano o estar enfermo para
Pilowsky es una cuestión de funcionamiento razonable según unos criterios
sociales, un problema social en el sentido establecido por Hertzman, Frank y
Evans:
“Un problema social es una cuestión de definición. [...] Un problema social carece de
existencia objetiva, más bien la gente atribuye carácter problemático a ciertos hechos o
conductas y les asigna significado. [...] Ninguna circunstancia o conducta, [...], constituye un
problema social si los miembros de la sociedad misma no lo consideran tal.”
16
Los datos que ofrece este autor sobre la evolución de la tasa de mortalidad en
Inglaterra y Gales por tuberculosis respiratoria son muy interesantes, pues muestran
que cuando ésta se pudo curar, la estreptomicina se empezó a utilizar en 1947, la
tasa de mortalidad asociada a la misma ya había disminuido de forma considerable
(véase la figura 1.1).
17
mecanismos humanos normales, cualquiera que fuese la carga genética, por lo
que hay que reducir la hostilidad medioambiental. Por ejemplo, eliminando
los contaminantes ambientales, depurando el aire que respiramos y las aguas
que usamos, etc.
Existe alguna combinación de agresión medioambiental y predisposición
genética. La diabetes o la enfermedad cardíaca pueden ser buenos ejemplos
de ello.
R.G. Evans, M.L. Barrer y Th. R. Marmor (Ed.). (1996) ¿Por qué alguna gente está sana y
otra no? (p. 22). Madrid: Díaz de Santos.
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razas no ha variado sustancialmente en los últimos treinta mil años y, sin embargo,
las enfermedades que se padecen han ido evolucionando a la par de la sociedad.[5]
Los estudios sobre los trastornos relacionados con el estrés en un contexto de
cambio cultural y la investigación sobre el apoyo social como estrategia para
afrontar las tensiones cotidianas, ilustran muy bien cómo los procesos sociales y
culturales generan patrones de interacción social que moldean y modulan nuestras
respuestas biológicas hasta el punto de transformarlas en factores de riesgo para la
salud.
El cambio cultural suele tener un impacto significativo sobre la estructura de las
relaciones sociales, así como sobre el acceso a los bienes materiales y a las fuentes
y símbolos de prestigio, todo lo cual contribuye a la identidad social.
Sobre estas bases, Dressler[6] postuló un modelo de discrepancia del cambio
cultural, según el cual la adaptación a la vida moderna no es problemática en sí,
sino que sólo deviene un problema cuando el individuo ve limitado el acceso a los
recursos económicos, en cuyo caso se desarrolla lo que denomina estrés de estilo
de vida o tensión resultante de conjugar un estatus socioeconómico bajo y un estilo
de vida más o menos alto (entendido este último como el aspecto simbólico de la
clase social o el estatus de modernidad), lo que socavaría la identidad social del
individuo.
Dressler ha sometido a prueba este modelo con diferentes comunidades,
comprobando que un estilo de vida elevado junto con un estatus económico bajo
genera una tensión que tiene efectos sobre el aumento de la tensión arterial y, por
consiguiente, sobre el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Es decir,
el cambio sociocultural se traslada al individuo en forma de estrés o tensión, y la
respuesta a ésta ejerce de factor de riesgo para caer enfermo.
Ahora bien, el impacto de unas condiciones cambiantes varía según el
significado que el sujeto atribuye a las formas tradicionales de vida. Por ejemplo, la
sociedad navaja es de tipo matricial, las mujeres ocupan una posición más
privilegiada que los hombres. Por ello, tal vez, se resisten a la integración en la
“cultura blanca” más que los hombres navajos, resistencia que se traduce en un
incremento de la prevalencia de la hipertensión entre las mujeres y en una
disminución de ésta entre los hombres.
Por otro lado, el impacto del cambio cultural varía según el grado de
discontinuidad con los valores tradicionales; cuanto mayor es éste, mayor es el
efecto del primero sobre la salud. Salmond, Prior y Wessen,[7] siguieron durante
catorce años a un grupo de 654 tokelauanos[8] adultos que emigraron desde un
estilo de vida de subsistencia a otro occidental y urbanizado, y comprobaron que
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los aumentos de tensión arterial estandarizada por edad correlacionaban de forma
positiva con medidas del grado de asimilación cultural; los individuos adscritos a
valores occidentales presentaron una tensión arterial más alta que los relacionados
con las normas tradicionales tokelauanas.
Por último, los mecanismos actuales de adaptación al cambio pueden prolongar
las estrategias de afrontamiento de los problemas o, por el contrario, marcar una
ruptura con ellas. Un grupo puede responder a la tensión del cambio cultural
desarrollando estrategias de afrontamiento construidas sobre la organización
tradicional de las relaciones y las formas de gestionar situaciones difíciles a nivel
social; apelaría a los valores clave de la comunidad de origen. En el nuevo entorno,
sin embargo, estas estrategias se alterarían, perdiendo su calidad protectora y
convirtiéndose incluso en fuentes de estrés adicional.
Algo parecido a esto es lo que ocurre con los habitantes de Samoa emigrados y
asentados en el norte de California. Las estrategias que adoptan para afrontar
condiciones duras en un entorno nuevo parecen ser una transposición directa de las
utilizadas en la tradicional sociedad samoana. El grupo de descendientes locales
constituye una fuente importante de apoyo y contacto; las redes de parentesco
difuso se mantienen a través de todo un conjunto de intercambios y obligaciones.
Las congregaciones eclesiásticas, integradas en todas las esferas de la vida, son
también un apoyo de gran importancia.
Esta doble estructura juega un papel central en la recepción y ayuda de nuevos
emigrantes. Sin embargo, parece erosionarse bajo la presión económica y la
aceptación de valores del estilo occidental. Participar en asuntos eclesiásticos y de
parentesco y disfrutar del prestigio que proporcionan es caro. Las estrategias
tradicionales de afrontamiento poseen efectos paradójicos en el nuevo entorno. Por
una parte sostienen valores comunitarios fuertes y aportan a los individuos vías de
satisfacer sus necesidades. Por la otra, la participación activa en las instituciones
colectivas puede devenir una fuente de estrés, simplemente por el gasto que
suponen. Esto es, lo que ocurre con las personas que disponen de unos ingresos
bajos y mantienen una alta implicación con los parientes. Tales sujetos acaban
presentado una tensión arterial alta. Sin embargo, aquellas que disponen de
mayores recursos económicos y una implicación grande o un estatus de liderazgo
alto presentan una tensión arterial baja.[9]
En resumen, verse envuelto en actividades de parentesco tradicional tiene un
efecto protector, si uno se las puede permitir; de no ser así, se convierten en fuente
de vulnerabilidad.
La consideración conjunta de los resultados obtenidos en estos estudios sobre el
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estrés asociado al cambio cultural pone en evidencia que los valores y normas
asociados a una cultura fructifican en el sujeto en interpretaciones de la realidad
capaces de modelar sus respuestas biológicas, éstas vienen a expresar un modo de
relación particular que mantiene al sujeto con su medio.
En esta línea, merece la pena que destaquemos el estudio de Marmot y
Theorell[10] sobre la incidencia de la enfermedad coronaria en los funcionarios
británicos. En dicho trabajo se estudió por más de diez años una muestra de 10.000
funcionarios, recabando información específica de cada persona y no sólo valores
promedio de grupo. Lo que, por otra parte, fue muy fácil de obtener, dado que en el
funcionariado los rangos y la jerarquía de ingresos está bien definida.
Los resultados indicaron que el riesgo relativo de muerte por enfermedad
coronaria y la mortalidad ajustada por edad se distribuía de forma desigual en
función de la categoría profesional (véase la figura 1.2), lo que no era interpretrable
en términos de una simple asociación entre nivel socioeconómico y salud o como la
manifestación de una exposición diferencial a riesgos laborales. Todos los grupos
gozaban de remuneraciones que podríamos clasificar como buenas, en comparación
con la población general, y desempeñaban un trabajo de oficina con un bajo riesgo
desde el punto de vista del entorno físico.
Figura 1.2. Porcentaje de varones del funcionariado británico muertos por todas las causas y
enfermedad coronaria según categorías
(cifras ajustadas por la edad)
21
que puede ser considerado un marcador de estrés. Es decir, a mayor nivel
jerárquico, menor exposición subjetiva al estrés y más capacidad para “apagar”
éste. A mayor nivel jerárquico, más recursos para afrontar las tensiones de la vida
diaria.
La posición que ocupa el sujeto en el contexto social supone patrones de
interacción y esquemas de percepción que moldean y modulan sus reacciones
biológicas. Esta idea socava aún más, si cabe, el dualismo mente-cuerpo, que sirve
de fundamento al modelo biomédico y abre el debate respecto al papel de la
Psicología sobre el binomio salud-enfermedad.
Lo psicológico y lo relacional pueden explicar los cambios que acontecen en
nuestro organismo e incluso la muerte, como ha puesto de manifiesto el Alameda
County Study.[12] Este estudio prospectivo, diseñado para identificar prácticas
saludables protectoras de la muerte y la enfermedad, se puso en marcha en 1965
con una muestra estratificada compuesta por todos los propietarios mayores de 19
años y residentes en las casas situadas en el Condado de Alameda, en Oakland
(California). Toda la población recibió la encuesta elaborada al efecto, pero la
muestra final quedó conformada por las 6.928 personas que de forma voluntaria
respondieron a ésta.
Los investigadores trataron de controlar las variables que podían influir sobre la
tasa de mortalidad posterior: estado de salud del sujeto al inicio del estudio y edad .
Dicho control se realizó preguntando al sujeto por su edad y sobre los siguientes
aspectos relacionados con su estado de salud: discapacidades y enfermedades
(agudas y crónicas), síntomas físicos y comportamientos cuya ejecución supone
que el sujeto goza de buena salud; por ejemplo, hacer ejercicio físico.
Es importante señalar que en 1965 sólo se consideraba como un riesgo para la
salud la conducta de fumar, aún no había pruebas contundentes de que el resto de
las prácticas sobre las que los sujetos eran encuestados estuviesen relacionadas con
la salud.
A lo largo del estudio, los sujetos participantes respondieron a diferentes
cuestiones relacionadas con siete prácticas saludables:
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7. Mantener un peso cercano al ideal, según el tamaño de la persona.
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la morbilidad.
Los resultados mostraron que tales conductas y el índice red social predecían
cambios favorables en la salud.
Tanto estos resultados como los obtenidos por el equipo de Marmot nos ponen
sobre la pista de otra acepción del término salud y de un mecanismo por el cual
moldeamos de forma indirecta nuestro organismo, nos referimos a la salud como
estilo de vida y al efecto de nuestros hábitos de comportamiento sobre nuestro
aparato biológico.
Desde una concepción mecanicista del comportamiento, el término estilo de
vida es definido y utilizado hoy en día, con frecuencia, en el sentido de:
“Comportamientos específicos identificados como factores de riesgo para la enfermedad y la
muerte accidental, siendo el más corriente el uso del tabaco, los hábitos de alcohol y droga,
el control de peso y la dieta, el ejercicio, el manejo de estrés y el uso de mecanismos de
seguridad [...]. Subyaciendo a estos usos típicos de estilo de vida, está la noción de que los
hábitos personales son discretos e independientemente modificados y de que los individuos
pueden elegir voluntariamente cambiar tales comportamientos.”
J. Coreil, J. Levin y E. Gartly (1992). Estilo de vida. Un concepto emergente en las ciencias
sociomédicas. Clínica y Salud, 3 (3), pp. 225-226.
24
o muerte, en la que ésta puede prevenir la muerte de al menos un millón de
niños.
J. A. Piña López (1991). Alternativa conductual sobre salud: justificación para el cambio
conceptual. Revista de Psicología de la Salud, 3 (1), p. 50.
25
Se trata de cierto tipo de normas, más o menos explícitas, que incluyen desde
valores estéticos hasta definiciones del papel que deben jugar los diferentes
miembros de la comunidad.
La influencia grupal. Por ejemplo, la presión del grupo de iguales es uno de
los factores más significativos en la adquisición del hábito de fumar en los
adolescentes.
Modelo y tipo de asistencia sanitaria a la que el individuo puede acceder, lo
que determina su participación en campañas de vacunación, someterse a
exámenes periódicos, etc.
26
amplia literatura sobre psiconeuroinmunología, donde se pone de manifiesto que la
tensión de la vida diaria afecta al sistema biológico y, por tanto, a la salud: la
activación generalizada del organismo que implica la liberación en el torrente
sanguíneo de catecolaminas y corticosteroides altera el funcionamiento del sistema
inmune, produciendo efectos inmunosupresores.[14]
Las consecuencias de los hechos que hemos mencionado son claras: el modelo
biomédico era sólo un dogma. Lo biológico puede ser tanto una variable
independiente de lo psicológico, tal y como sostiene dicho modelo, como una
variable dependiente del comportamiento y de las estructuras sociales que lo
regulan.
En resumen, los distintos aspectos examinados vienen a demostrar que:
27
En fin, se impone un nuevo modo de pensar, un nuevo esquema conceptual a la
hora de abordar los problemas relacionados con la salud.
28
3. La formulación del modelo biopsicosocial o una concepción integral
de la salud
G. D. Bishop (1994). Health psychology: integrating mind and body (pp. 60-61). Boston,
MA: Allyn & Bacon.
Sus bases teóricas se hallan en la teoría general de sistemas. Ésta sostiene que
las cosas naturales se comprenden mejor en términos de jerarquía de sistemas, en la
que cada sistema está compuesto por otros sistemas menores, al tiempo que forman
parte de otro mayor. Así, todo sistema es, a la vez, un todo y una parte. Desde este
punto de vista, aun en el caso en el que un tipo particular de proceso tenga el
protagonismo, se deberá entender que los otros son condiciones necesarias para que
tenga lugar el proceso.
En nuestra opinión, la emergencia del modelo biopsicosocial supone pasar de un
modelo patogénico sobre los asuntos relacionados con la salud a un modelo
salutogénico, cuyas principales características podríamos resumir del siguiente
modo en comparación con el modelo biomédico o enfoque patogénico:[16]
29
que cada nivel (biológico, psicológico y social) tiene para la salud,
acentuando su multicausalidad. En el modelo biomédico, la formulación
específica de la patogénesis deja fuera de foco la consideración de otros
factores causales que están presentes en la génesis de las enfermedades, pero
que acaso sean muy difíciles de desvelar, precisamente porque no sintonizan
con el modelo patogénico. Por el contrario, el modelo salutogénico se interesa
más por dichos factores causales generales. El modelo patogénico, en tanto
que modelo causal, resulta insatisfactorio para explicar la salud; sólo le
interesa la causa específica de una enfermedad.
b) Evita el dualismo mente-cuerpo al subrayar la existencia de interconexiones
de los diferentes sistemas. Un cambio o desequilibrio en uno cualquiera de los
niveles de jerarquía afecta también a todos los demás (inferiores o
superiores). Por ejemplo, un tumor maligno (cambio a nivel de tejido) afecta
tanto al nivel inferior (sistema celular), como a los superiores (personal,
familiar y social). Asimismo, el cierre de una fábrica (cambio a nivel de la
comunidad) afecta no sólo a los sistemas superiores (sociedad, considerada
globalmente), sino también a los inferiores (familia, persona, sistema
nervioso, etc.). Desde esta perspectiva, se reconoce que las condiciones de
vida y nuestro modo de vivir constituyen variables significativas que inciden
en el inicio y el curso de la enfermedad. El modelo biomédico, en cuanto que
está interesado de forma fundamental en lo patogénico, se desentiende de los
factores estresantres cuyas consecuencias no son isomórficas para la
patología. Y, en segundo lugar, porque esos factores estresantes son
medioambientales o están mediados por el comportamiento de los sujetos; es
decir, no son de su competencia.
c) Introduce el concepto de autorregulación, ya que cada sistema está orientado
a alcanzar un equilibrio en su funcionamiento. A nivel físico, un ejemplo
paradigmático es el de homeostasis. A nivel psicosocial, en el ámbito
concreto de la salud, tiene la connotación de resistencia a cualquier cambio
que suponga un peligro o amenaza para el sujeto. También tiene la
connotación de coherencia ; Antonovsky,[17] al preguntarse por los factores
que provocan que determinados individuos de una población no adquieran
esta o aquella enfermedad, señala que las personas que viven con una gran
coherencia son más resistentes frente a la acción de los agentes estresantes o
infecciosos, y entiende por coherencia una orientación global que expresa la
30
posesión y profunda confianza de que las cosas se comporten como
razonablemente cabe esperar.
En fin, lo importante es que los distintos significados del término suponen
que el sujeto tiene un papel activo en todo lo que compete a su salud
(responsabilidad), contrariamente a lo que se pensaba desde el modelo
biomédico. El modelo biopsicosocial se interesa por anticipar cuáles son las
estrategias de comportamiento más idóneas para hacer estable u optimizar la
salud; es decir, promueve la adopción de responsabilidades personales
respecto a la salud. En cambio, el modelo biomédico, en cuanto patogénico,
estudia aquellos factores patológicos específicos que generan enfermedad con
independencia de lo que haga el sujeto.
d) Enfatiza tanto la salud como la enfermedad, al tratarse de dos aspectos de un
mismo proceso, y concede una gran importancia a la prevención de la
enfermedad y la promoción de la salud. Por lo que favorece la multi-
interdisciplinariedad a la hora de abordar los problemas de salud y tiene en
cuenta los contextos de salud, factores ambos que quedan fuera del modelo
biomédico.
e) Desde el modelo biopsicosocial, la salud es un problema social y político,
cuyo planteamiento y solución pasa, necesariamente, por la participación
activa y solidaria de la comunidad.[18]
31
salud) no sólo por parte del individuo, sino también del sistema social y
sanitario, pues si el individuo está o no sano, no es un asunto de exclusiva
competencia individual, sino que también depende de la estructura social.
Crear una cultura de la salud o conciencia de que ésta debe ser promovida y
salvaguardada por parte de todos los actores sociales y en primer lugar por los
propios individuos, que tienen la responsabilidad de mantener y mejorar su
salud con la mayor autonomía posible respecto del sistema sanitario.
Se trata, en fin, de optar por valores concretos de las dimensiones del polisémico
concepto de salud.
32
Conclusiones
33
Capítulo II
34
Definición y delimitación conceptual de la Psicología
de la Salud
José María León Rubio
Silvia Medina Anzano
35
Analizar los hechos y la evidencia empírica que justifican la emergencia de la
Psicología de la Salud.
Delimitar para qué es necesario el desarrollo de la Psicología de la Salud.
Diferenciar entre Psicología de la Salud y otras materias afines.
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1. Definición de Psicología de la Salud
J. D. Matarazzo (1980). Behavioral health and behavioral medicine: frontiers for a new
Health Psychology. American Psychologist, 35, p. 815.
En términos muy similares se pronunciará ocho años más tarde Stone,[19] quien
la define como la aplicación de cualquier concepto, aspecto o técnica psicológica a
la problemática de la salud, pudiéndose agrupar en torno a tres grandes núcleos las
actividades de los psicólogos en este ámbito:
37
la existencia y distribución de tales riesgos y de los apoyos para
hacerles frente;
la exposición de los individuos a los mencionados factores de
riesgo para la salud, y
la restauración de la salud o la eliminación de los problemas de
salud.
38
entre otros, la acumulación de datos empíricos obtenidos de cualquier manera, sin
un plano teórico en el que encuadrarlos. Tal vez es por esta razón por lo que
algunos expresan confusión a la hora de diferenciar, por ejemplo, entre Psicología
Clínica y Psicología de la Salud.[21]
Nosotros entendemos la Psicología de la Salud como la integración, y no la
mera suma, de contribuciones que, aun ocupándose de aspectos distintos del
comportamiento, comparten idénticas dimensiones del concepto salud. Entre ellas:
39
La emergencia de este campo de la Psicología, que tiene por objetivo analizar la
influencia de las variables psicosociales sobre el estado de salud, el proceso por el
que se llega a éste, el modo en que éste contribuye a la calidad de vida de las
personas y cómo éstas responden cuando están enfermas, ha sido necesaria por
diversas razones que analizamos a continuación, junto al desarrollo del mencionado
objetivo en otros más específicos.
40
2. Razones y objetivos de la Psicología de la Salud
41
procedimientos eficaces para la modificación del comportamiento de riesgo,
etc.
Entre los principales objetivos que persigue este nuevo enfoque de la Psicología
aplicada a la Salud podemos señalar los siguientes:
Para la elaboración del marco teórico ha sido muy útil clasificar la conducta en
función de sus efectos sobre la salud; así, es posible distinguir conductas que
contribuyen a que enfermemos y comportamientos que pueden protegernos de la
enfermedad, ya que pueden reducir el riesgo de que caigamos enfermos.
42
Las primeras reciben el nombre de conductas patógenas o de riesgo para la
salud, entre ellas, siguiendo a Bishop[23], podemos incluir todas las expresadas en
la tabla 2.1:
Actividad Alimentarias
No hacer ejercicio físico Abusar de alimentos dulces, salados o grasos
Realizar esfuerzos físicos bruscos Comer en exceso
Agotarse físicamente Picar entre comidas
No seguir una dieta equilibrada
Comer demasiado rápido
No vigilar el peso
Saltarse comidas arbitrariamente
Amigos y entorno social Descanso
No disponer de tiempo para relacionarse Trasnochar
Romper la comunicación con vecinos Dormir pocas horas
y conocidos Dormir en exceso
Desinterés por actividades recreativas
Drogas Pareja y familia
Fumar Falta de comunicación
Beber alcohol Discusiones frecuentes
Consumir cocaína, heroína, etc. Aficiones de tiempo libre incompatibles
No afrontar los problemas cotidianos
Higiene personal Relaciones sexuales
No cepillarse los dientes después Insatisfacción sexual
de las comidas Mala planificación de las relaciones sexuales
No ducharse o lavarse diariamente Inestabilidad: falta de seguridad o higiene
Descuidar higiene de cabello, pies, ojos, etc. Promiscuidad sexual
No lavarse las manos antes de comer
Descuidar la limpieza de la ropa
Trabajo Otros comportamientos de riesgo
Malas relaciones con compañeros, jefes, etc. Conducción temeraria.
Insatisfacción con el tipo de trabajo Falta de medidas de seguridad en el trabajo
Participar en conflictos laborales Comportamientos de riesgo domestico.
43
Practicar de forma metódica y sistemática ejercicio físico.
No beber alcohol y, si se bebe, hacerlo de forma moderada.
No fumar.
Búsqueda de atención sanitaria.
Adherencia a los regímenes y tratamientos médicos.
Comportamientos de seguridad y de mejora del medio ambiente.
44
muchos de los comportamientos de higiene personal, que de pequeños los
llevamos a cabo para evitar la reprimenda de los mayores, pero de adultos los
practicamos de forma automática o casi inconsciente, incluso por el placer
asociado a ellos (por ejemplo, tomar un baño o cepillarse los dientes).
Diferencias interindividuales en la evolución de la conducta y de la persona .
Los patrones de conducta saludable, su desarrollo y los factores que los
controlan a lo largo del tiempo también pueden variar de forma sustancial
entre diferentes personas. Un buen ejemplo es el que nos proporciona León
Rubio y Pina Domínguez:[26] una persona puede comenzar a realizar ejercicio
físico como parte de la rehabilitación de una lesión en la espalda y, con el
tiempo, mantener dicha conducta para tener una buena figura. Mientras que
en otra persona el proceso es a la inversa.
45
3. Relación de la Psicología de la Salud con otras disciplinas afines
46
consideran como causantes de trastornos respiratorios y gastrointestinales (asma,
síndrome de colon irritable y úlcera).
En el primer caso, el conflicto central está relacionado con la inhibición de los
impulsos hostiles de autoafirmación, la correspondiente conducta agresiva nunca
llega a consumarse, aunque los procesos fisiológicos han sido activados y, por
consiguiente, el individuo permanece en un estado de alerta fisiológica que acaba
originando el trastorno. Alexander describía el estilo emocional de los hipertensos
del siguiente modo:
“La contención de sus impulsos hostiles continuará y consiguientemente aumentará en
intensidad. Esto inducirá al desarrollo de medidas defensivas más fuertes para mantener
controladas las agresiones acumuladas [...]. A consecuencia del grado de las inhibiciones,
estos pacientes son menos efectivos en sus actividades ocupacionales y por esta razón
tienden a fracasar en las competiciones con otros, de tal forma que se estimula la envidia y se
intensifican sus sentimientos hostiles hacia los competidores que han logrado mejores
resultados que ellos.”
En el segundo caso, los sujetos casi nunca son capaces de reconocer y expresar
de forma consciente sus sentimientos de dependencia, y los sistemas fisiológicos
que le subyacen permanecen así en un estado de activación perpetua que, al igual
que en el caso anterior, acaba provocando el trastorno psicosomático.
Es decir, Alexander explica lo psicosomático como la simbolización de un
determinado conflicto o regresión libidinal, superando así la especificidad neurótica
del mecanismo de conversión histérica freudiano, lo que posibilitó la extensión de
su teoría a una amplia lista de problemas de salud. Con posterioridad, del nivel de
regresión se pasaría al tipo de personalidad para explicar el hecho psicosomático.
En este sentido, cabe destacar el concepto de alexitimia, con el que se describe la
personalidad de ciertos enfermos psicosomáticos caracterizados por una gran
dificultad para verbalizar sus sentimientos y sus emociones, por una vida
imaginaria muy pobre y por una actividad cognitiva y verbal orientada, en esencia,
hacia preocupaciones concretas. Aspectos estos últimos que con anterioridad
Marty[28] había vinculado a la expresión mórbida psicosomática.
Los resultados obtenidos desde estas perspectivas han sido desalentadores, dado
que:
47
la enfermedad, con independencia del trastorno.
Ciertos tipos de personalidad se han asociado con diferentes trastornos a
través de una influencia no específica, como por ejemplo una dieta
desequilibrada que predispone a distintos tipos de enfermedades.
Además, los tratamientos psicoterapéuticos postulados desde estas
perspectivas no producían cambios útiles desde el punto de vista del clínico.
48
Psicología de la Salud es un hecho.
En 1974, se desarrollan dos programas pioneros en Medicina del
Comportamiento, uno orientado a la clínica y otro a la investigación básica.
O.F. Pomerleau y J.P. Brady (1979). Behavioral Medicine (XII). Baltimore: Williams and
Wilkins.
49
experiencia y definiciones sociales.
50
G.E. Schwartz y S.M. Weiss (1978a). Yale Conference on Behavioral Medicine: A Proposed
Definition and Statement of Goals. Journal of Behavioral Medicine, 1 (1), p. 4.
51
Conclusiones
52
lugar, hemos tratado de delimitar la relación de esta disciplina con otras afines:
Psicología Médica, Medicina Psicosomática y Medicina del Comportamiento.
53
Capítulo III
54
Modelos explicativos de la Psicología de la Salud
Silvia Medina Anzano
José María León Rubio
Son múltiples y muy diversos los modelos explicativos acerca de por qué las
personas ponen en práctica determinadas conductas de salud y sobre cómo
desarrollar de forma eficaz hábitos de salud. Multiplicidad y diversidad que nos
obliga a establecer algún criterio restrictivo si lo que pretendemos es dar una visión
global e introductoria al campo de la psicología de la salud. En nuestro caso, hemos
optado por incluir sólo aquellos modelos y teorías cuya estructura conceptual puede
ser aplicada a cualquier problema relacionado con la salud, con independencia de la
intención de su autor al formularlo.
En primer lugar, os expondremos aquellos modelos que parten de la suposición
de que las actitudes y las creencias son los principales determinantes del
comportamiento, a partir de los cuales podemos efectuar previsiones bastante
fiables acerca del curso de acción probable de una persona bajo determinadas
circunstancias. Estos modelos son: 1) los modelos de creencias de salud, 2) la teoría
de la acción razonada y del comportamiento planificado y 3) las teorías de la
motivación protectora. Todas estas perspectivas pertenecen a lo que se ha dado en
llamar teorías de la expectativa-valor, que asumen que la opción por un diferente
curso de acción se basa en dos tipos de cogniciones:
Las personas escogerán, de entre varios cursos de acción alternativos, aquel que
tenga más posibilidades de resultar en consecuencias positivas o de evitar las
negativas. Los modelos mencionados parten de un esquema básico, especificando
los tipos de creencias y actitudes que deben ser utilizados para prever una clase
particular de comportamiento e incorporando variables adicionales, tales como las
55
normas subjetivas o la percepción de control, para aumentar la calidad de las
predicciones sobre el comportamiento en determinadas situaciones.
En segundo lugar, centraremos vuestra atención sobre aquellos modelos que
ponen el acento en la autorregulación del comportamiento. En estos modelos el
elemento central es el de autoeficacia percibida de Albert Bandura. Este autor
sostiene que la percepción de eficacia personal para llevar a cabo una acción genera
expectativas que nos permiten anticipar los resultados esperados, mecanismo a
través del cual el organismo regula su propio comportamiento (selección del curso
de acción adecuado para el logro de los resultados esperados, persistencia en el
esfuerzo en pos de éstos, etc.).
Desde esta perspectiva, el principal determinante de los comportamientos
relacionados con la salud es esta motivación intrínseca o necesidad subyacente en
el individuo de competencia y autodeterminación, que nace de las satisfacciones
derivadas de cumplir criterios internos y de una percepción de la eficacia personal
obtenida a través del propio rendimiento y de la interacción recíproca con el medio,
en la que intervienen mecanismos tales como la persuasión, la comparación social o
el modelado.[36]
En opinión de Bandura,[37] los determinantes de los modelos de expectativa-
valor están compuestos por distintas clases de expectativas de resultado, por lo que
considera que la autoeficacia tiene un mayor valor predictivo. La evidencia
empírica parece darle la razón y su teoría ha servido de base a otros modelos que
parten del supuesto de que la autorregulación del comportamiento de salud es un
proceso divisible en distintos estadios o etapas, en cada una de las cuales las
interacciones entre los determinantes del comportamiento serían distintas, nos
referimos a: el modelo del proceso de la adopción de precauciones, el modelo del
proceso de acción a favor de la salud y la teoría de la acción social.
Los objetivos de este capítulo son los siguientes:
Exponer las tesis que fundamentan los modelos explicativos de las conductas
relacionadas con la salud y la enfermedad.
Analizar y discutir la evidencia empírica favorable a estos modelos.
Aplicar los principios de estos modelos a la explicación de los problemas
relacionados con la salud y la enfermedad.
Valorar de forma crítica la aplicación de estos modelos.
56
1. Modelos y teorías de la expectativa valor
57
hipótesis.
58
En caso de que los costes sean elevados y los beneficios, mínimos, no se
adoptará la conducta de salud apropiada. Por el contrario, si los costes son
bajos y los beneficios, altos, entonces sí que se adopta la conducta de salud.
Por último, en el caso de que ambos, beneficios y costes, sean elevados, lo
más probable es que la persona se implique en conductas que no reducen la
amenaza.
59
La probabilidad percibida por la persona de ser susceptible de contraer
la enfermedad.
Las percepciones de ésta acerca de la probable gravedad de las
consecuencias orgánicas, psicológicas y sociales de la enfermedad.
Las claves para la acción que desencadenan el proceso que lleva a la
realización del comportamiento de salud apropiado pueden provenir,
como ya se ha mencionado, de fuentes internas (por ejemplo, estado
corporal) o externas (por ejemplo, interacciones interpersonales o
informaciones distribuidas por los medios de comunicación social).
La probabilidad de que una persona realice la conducta de salud apropiada
está determinada también por la evaluación que ésta hace acerca de la
viabilidad y eficacia de la misma o, lo que es lo mismo, la estimación
subjetiva de los beneficios potenciales de dicho comportamiento para reducir
la susceptibilidad percibida de contraer la enfermedad y la gravedad percibida
de ésta, contrapesada con las percepciones de los costes físicos, económicos y
de cualquier otro tipo implicados en la acción (barreras y obstáculos para la
acción).
60
La evidencia empírica acumulada acerca de la capacidad del modelo para
explicar la participación en campañas preventivas, la búsqueda de atención médica
y el cumplimiento de las prescripciones terapéuticas es muy amplia. Pese a ello, no
todos los estudios confirman el modelo; por ejemplo, los resultados encontrados
respecto a la relación entre la gravedad percibida y la conducta de salud preventiva
no han sido muy concluyentes, poniéndose de relieve que la probabilidad de llevar
a cabo la acción es muy baja cuando la percepción de gravedad es muy baja o muy
alta. Es decir, muy poco miedo no desencadena el proceso de comportamiento y
mucho miedo lo inhibe. Por ejemplo, un resultado frecuente en los estudios sobre la
participación de las personas en campañas de detección precoz del cáncer es que a
menudo el miedo a obtener un resultado positivo es la principal causa de que la
gente evite el screening o exploración médica y no practique el auto-examen; sobre
todo aquellas personas que no presentan ningún síntoma de cualquier tipo de
enfermedad.
En fin, en muchos casos la realización de las conductas preventivas no puede
predecirse sólo sobre la base de la vulnerabilidad o de la gravedad percibidas, tal y
como propone el modelo. Son muchas las ocasiones en las que las personas se ven
a sí mismas como muy vulnerables a contraer una enfermedad y reconocen que las
consecuencias serían muy graves, pero no siguen los comportamientos apropiados
porque los costes para realizarlos son demasiado altos.
Los costes percibidos han sido medidos de muy diversas formas: la seguridad de
la eficacia del medicamento prescrito, la satisfacción del paciente respecto a la
comunicación con el médico o con algunos aspectos de la forma en la que la
organización sanitaria proporciona la asistencia, etc.
Uno de los beneficios percibidos con más frecuencia de la acción de salud es la
eficacia del comportamiento preventivo o del tratamiento médico, como se ha
demostrado en algunos estudios sobre el autoexamen de mama,[41] la probabilidad
de que las mujeres lo realicen se incrementa cuando sus creencias en la eficacia de
tal autoexamen son muy firmes y por la creencia de que la detección precoz puede
conducir a un pronóstico más favorable.
Por último, como también propone el modelo, algo debe activar la percepción de
la amenaza antes de que pueda conducir a un comportamiento saludable. Nos
referimos a las claves para la acción que, aunque no son en sí mismas procesos
psicológicos, sí que son disparadores de tales procesos o responsables de la
traducción de una creencia en una acción. Por ejemplo, si una mujer está
convencida de la amenaza potencial de padecer cáncer, la invitación a participar en
una campaña de detección precoz puede significar el disparador o la clave para que
61
esta mujer explore sus mamas o se someta a una mamografía.
Naturalmente, la investigación acerca del modelo de creencias sobre la salud
plantea, por distintos motivos, tanto teóricos como metodológicos, más preguntas
que las que resuelve, señalando de esta forma las limitaciones y el futuro de la
investigación en esta área. Entre tales insuficiencias destacamos las siguientes:
Para que el modelo sea útil deben considerarse todos los factores y sobre todo
la interacción entre ellos, lo que aún no está investigado con suficiencia. En
casi todos los estudios realizados hasta el momento se ha aplicado el modelo
para explicar o predecir el comportamiento de una forma absoluta; es decir, si
éste se pone en práctica o no. Son muy pocos los trabajos en los que se ha
tratado de predecir distintas dimensiones del comportamiento, y podría ser
que las relaciones entre sus elementos constituyentes predijesen distintas
dimensiones de la conducta. Por ejemplo, en un estudio exploratorio sobre la
influencia de las creencias de salud en la práctica de la autoexploración de
mama, la variable beneficios/costes percibidos fue útil para predecir la
práctica o no de la autoexploración, pero no su periodicidad, que fue
discriminada por la vulnerabilidad percibida.[42]
Lo anterior pone en evidencia que es necesario realizar más estudios sobre la
estabilidad a lo largo del tiempo de las principales variables del modelo.
El modelo tampoco aclara -y la investigación al respecto es escasa- las
condiciones bajo las cuales se adquieren las creencias de salud: ¿cuáles son
los determinantes de las creencias de salud?, ¿por qué una persona se ve a sí
misma como más vulnerable que otra persona a padecer una enfermedad?,
¿cómo llega a creer el individuo que una acción preventiva específica es
eficaz?, ¿por medio de qué procesos el individuo se ve a sí mismo como
susceptible de padecer una enfermedad?, ¿qué determina el deseo de disfrutar
de un determinado nivel de salud?, etc.
La mayoría de los estudios sobre este modelo son de carácter retrospectivo no
experimental, por consiguiente, no permiten establecer inferencias causales ni
determinar si la creencia de salud existía antes o se generó después de la
realización del comportamiento saludable estudiado.
A todo lo anterior, hay que añadir que algunos hallazgos son inconsistentes
con el modelo; por ejemplo, Páez et al.[43] al comparar el modelo de creencias
de salud y la teoría de la acción razonada respecto a su capacidad para
predecir los comportamientos preventivos del sida, confirmaron que ni la
gravedad, ni la susceptibilidad, ni el riesgo, se asociaron, como se pensaba,
62
con tales conductas.
63
comportamiento y los resultados obtenidos. Se refiere al juicio que la persona
emite sobre si considera bueno o malo llevar a cabo la acción.
El segundo determinante de la intención es la percepción que tiene la persona
acerca de las presiones sociales que se ejercen sobre ella para que realice o no
la acción en cuestión. Dado que se trata de prescripciones percibidas, este
factor se denomina norma subjetiva. Se supone que las personas intentan
hacer algo cuando creen que otras personas importantes para ellas piensan que
deberían hacerlo.
Ahora bien, dado que para algunas intenciones las consideraciones personales
pueden ser más importantes que las normativas, o a la inversa, la teoría asume que
cada uno de los factores tiene un peso relativo que hay que determinar, y que
dichos pesos dependen de la intención que estemos estudiando y de la persona en
cuestión.
La actitud hacia la propia conducta es estimada, por una parte, por las creencias
que posee la persona acerca de la probabilidad de que la realización de un
determinado comportamiento da como resultado una serie de consecuencias
específicas, y por otra parte, por la evaluación subjetiva de dichas consecuencias o
resultados. En términos generales, esta actitud es favorable cuando la mayoría de
las creencias sobre el propio comportamiento se basan en las consecuencias
positivas, y será desfavorable cuando la mayoría de dichas creencias se
fundamenten en los efectos negativos.
La norma subjetiva del individuo indica su percepción acerca de la presión
social que se ejerce sobre él para que realice o no una determinada conducta. Esta
norma subjetiva es estimada, por una parte, por las creencias normativas de la
persona acerca de la probabilidad de que determinadas personas o grupos
significativos esperen que desempeñe o no la conducta en cuestión y, por otra parte,
por la motivación individual para cumplir con dichas expectativas percibidas.
En términos generales, un individuo percibe la presión del medio social que lo
llevará a ejecutar una determinada conducta cuando cree que la mayoría de los
referentes sociales relevantes con quienes está motivado para cumplir piensan que
él debería llevar a cabo dicho comportamiento.
A la inversa, la norma subjetiva de una persona presionará para que ésta evite
ejecutar una conducta dada cuando crea que la mayoría de las personas o grupos
significativos con los que está motivada para cumplir piensan que ella no debería
desempeñar dicho comportamiento.
En opinión de Fishbein y Ajzen,[46] las siguientes variables contribuyen a que
64
haya una mayor correspondencia entre la intención de llevar a cabo un
comportamiento y su ejecución:
Resumiendo, según Fishbein,[47] esta teoría sostiene que una persona tendrá la
intención de realizar una conducta dada cuando posea una actitud positiva hacia su
propio desempeño en la misma y cuando crea que sus referentes sociales
significativos piensan que debería llevarla a cabo (Figura 3.2.).
65
Simbólicamente, la ecuación central de este modelo podría expresarse del
siguiente modo, tal y como ha propuesto Stefani:[48]
Figura 3.3
Donde:
C es igual a conducta
I es igual a intención de llevar a cabo la conducta
AC es igual a la actitud hacia la propia conducta
Cr Ci son las creencias sobre la conducta
Ei son las evaluaciones sobre las consecuencias o los resultados
n sobre AC es el número de creencias conductuales
NS es la norma subjetiva
Cr Ni son las creencias normativas
MCi es la motivación individual para cumplir con las expectativas percibidas
n sobre NS es el número de creencias normativas
W0 y W1 son los pesajes respectivos de la actitud hacia el propio
comportamiento y de las normas subjetivas, determinados de forma empírica
66
Concepto relacionado con el de autoeficacia percibida de Bandura que veremos
más adelante; la persona, además de tener la intención de realizar la conducta de
salud, debe sentirse capaz de llevarla a cabo y asegurarse de que va a obtener el
resultado deseado.
Estas teorías consideran que factores tales como las actitudes hacia los
objetivos, las características de personalidad, las variables demográficas, el estatus,
la inteligencia, etc., están relacionados con los comportamientos de salud, pero no
constituyen una parte integrante de la teoría, sino que deben considerarse variables
externas al modelo. Conviene insistir en la idea de que tales variables externas
pueden, sin duda, influir sobre la conducta de salud, pero no hay una relación
necesaria entre cualquiera de ellas y el comportamiento. Incluso cuando tal relación
67
empírica aparece, ésta puede cambiar con el tiempo y de una población a otra.
Según estas teorías, su efecto sobre el comportamiento sólo puede producirse
cuando influyen sobre los determinantes del mismo. En cualquier caso, la validez
de este modelo no depende del apoyo que se obtenga para las hipótesis referentes a
los efectos de estas variables externas, sino del apoyo empírico que se obtenga a
favor de las relaciones entre sus elementos constituyentes.
En opinión de Fishbein y Ajzen, su modelo identifica un conjunto de conceptos
que se supone que explican las relaciones o la falta de ellas entre cualquier variable
externa y cualquier clase de conducta que esté bajo el control voluntario de una
persona.
Estas teorías se han aplicado con éxito para predecir un gran número de
conductas de salud, mejorando y completando algunos aspectos del modelo de
creencias sobre la salud. En concreto, la teoría de la acción razonada y planificada
facilita el análisis en la toma de decisiones en materia de salud, al separar las
creencias de las actitudes y subrayar la importancia que tiene la influencia de los
otros significativos sobre la intención de actuar del individuo. Además, reconoce la
laguna entre la intención de actuar y la actuación misma, y permite expresar en
términos matemáticos la relación entre creencias, actitudes, factores normativos,
intención y conducta de salud, no obstante, esta mayor complejidad dificulta su
operacionalización, lo que en nuestra opinión constituye su principal limitación.
Otros autores argumentan que estas teorías, incluyendo el modelo de creencias
sobre la salud, son útiles tan sólo para explicar conductas de salud que requieren
acciones conscientes y voluntarias, pero no para el caso de comportamientos sobre
los que la persona tiene poco o limitado control, razón por la cual, tal vez Ajzen
introdujo en la teoría de la acción razonada el factor control percibido del propio
comportamiento. Para estos autores una gran parte de las conductas de salud
pueden ser comprendidas mejor en términos de hábitos que se han convertido en
automáticos y que son controlados por claves contextuales y circunstanciales de las
que no es consciente la persona, por ejemplo: fumar en ciertos lugares, situaciones
o momentos.
En esta misma línea, nosotros consideramos que otra importante limitación de
esta teoría es la escasa atención que presta a las variables emocionales a la hora de
explicar las conductas de salud, cuando es sabido que éstas pueden jugar un
importante papel como determinantes del comportamiento saludable. Por ejemplo,
dejar de fumar es mucho más difícil cuando la persona está sometida a situaciones
que le generan tensión psicológica, y ciertas conductas de riesgo como el consumo
de drogas o una dieta desequilibrada se incrementan cuando se está sometido a
68
estrés. Este problema lo resuelve la teoría de la motivación protectora, de la que
nos ocupamos a continuación, incluyendo en su esquema conceptual el miedo
como un determinante del comportamiento de salud.
El miedo que se les infunde a las personas al hacerles ver las graves
consecuencias que se derivarían de hacer o no determinadas conductas relacionadas
con la salud ha sido propuesto por Rogers[50] y Harris y Middleton[51] como uno de
los factores determinantes de la motivación que lleva a las personas a protegerse de
cualquier daño.
La teoría de la motivación protectora sostiene que la probabilidad de que una
persona tenga la intención de adoptar comportamientos de salud puede aumentarse
haciendo que ésta perciba que su salud está seriamente amenazada, pero que puede
hacer muchas cosas eficaces y a un coste muy bajo para reducir su riesgo de
enfermar.
Una vez establecida esta motivación protectora, ésta actuaría para prevenir la
enfermedad, promoviendo la práctica de distintos comportamientos relacionados
con la salud. Como se puede observar en la figura 3.5, en la que hemos tratado de
esquematizar el modelo. Sus componentes se dividen en dos clases de variables que
interaccionan entre sí, de forma aditiva, para determinar la fuerza de la motivación
de protección. Dichas variables son:
69
Para finalizar este apartado, podríamos decir que estos modelos de la
expectativa-valor sostienen que la probabilidad de que una persona tenga la
70
intención de adoptar comportamientos de protección de la salud puede aumentar
haciendo que ésta perciba que su salud está seriamente amenazada, pero que puede
hacer muchas cosas eficaces y a un coste muy bajo para reducir el riesgo de
enfermar.
Ahora bien, aunque la intención sea un determinante importante del
comportamiento, estas teorías reconocen que sobre el desempeño efectivo no sólo
influye ésta, sino que hay otros factores que es necesario considerar, por ejemplo:
la información, la oportunidad, la fuerza de voluntad o la capacidad de mantener la
motivación durante la ejecución de una intención, etc. El concepto de percepción
de control sintetiza todos estos factores, por lo que no debe extrañarnos que sea la
teoría del comportamiento planificado la que haya obtenido más apoyo empírico.
71
2. Modelos y teorías de la autorregulación del comportamiento
Fue enunciado por Weinstein en 1988. Este autor sostiene que el modelo de
creencias sobre la salud y la teoría de la acción razonada y planificada se limitan a
identificar aquellas variables que pueden influir en la adopción de comportamientos
relacionados con la salud, pero no profundizan en el modo como éstas se pueden
combinar para predecir la probabilidad de que una persona realice un
comportamiento particular. Siendo éste, precisamente, el propósito de su modelo.
Dicho modelo supone que cuando las personas se enfrentan a la necesidad de
adoptar comportamientos protectores de la salud, atraviesan siete etapas de
creencias en su propia susceptibilidad. Cada una de estas etapas representa una
ecuación combinatoria particular de las variables que pueden influir en las acciones
de cada individuo. La travesía de una etapa a otra no tiene un sentido evolutivo, es
decir, las personas no atraviesan etapas de forma inevitable e incluso pueden
72
desplazarse de una a otra en sentido inverso, como ocurre por ejemplo con aquellas
que habiendo considerado la posibilidad de dejar de fumar abandonan dicha
consideración.
Las siete etapas que las personas atraviesan en su disposición de adoptar un
comportamiento orientado a la salud son las siguientes, éstas han sido ilustradas
con un ejemplo extraído de los trabajos de Weinstein:
Antes de entrar en acción, las personas deben superar el sesgo optimista y tener
la percepción de que los beneficios relativos de las precauciones son muy
superiores a los costes asociados a ellas (véase el esquema de la figura 3.6).
73
Se le puede criticar a este modelo su incapacidad para valorar con precisión los
factores sociales, étnicos y demográficos que también afectan al comportamiento
de las personas que desean promover la salud. Además, ha suscitado muy pocos
trabajos empíricos, al margen de los desarrollados por el propio Weinstein, más
centrados en su concepto del sesgo optimista que en la contrastación del modelo.
[55]
74
puede tener un valor motivacional en el proceso de toma de decisiones. En
términos causales estas percepciones de riesgo influyen sólo en la instauración o
inicio del estadio, siendo su efecto indirecto más que directo.
Una vez que se han formado las expectativas de resultado y la autoeficacia, el
valor motivacional de las percepciones de riesgo es inapreciable; si una persona
cree que existen medios que le conducen a un resultado o solución del problema, y
que está capacitada para encontrar o desarrollar dicho medio, para qué le iba a
servir percibir el riesgo del problema.
Las expectativas de resultados representan el conocimiento de que un
determinado comportamiento conduce a unos determinados resultados, es decir,
son las creencias específicas acerca de la contingencia conducta-resultados. Dicha
contingencia está mediada por la amenaza, de manera que ésta puede estimular la
adquisición del conocimiento específico de la contingencia. Las personas aprenden
a considerar las acciones como causa de los sucesos y confían en la posibilidad de
cambiar las conductas de riesgo, pero la confianza en las consecuencias
dependientes de la acción no supone necesariamente que las personas se consideren
a sí mismas como agentes de cambio.
Es posible diferenciar las creencias de autoeficacia de las creencias medios-fines
(expectativas de resultados); mientras que las primeras se refieren a una atribución
causal interna de las acciones, las segundas hacen referencia a las consecuencias
más probables que producirán las acciones. Por ejemplo, una persona puede estar
convencida de que abandonar el tabaco daría como resultado un mayor nivel de
salud y la neutralización del riesgo de padecer un cáncer de garganta (expectativa
de resultado), y esta misma persona cree que no es capaz de llevar a cabo las
acciones oportunas para ello (expectativa de eficacia o autoeficacia).
Por tanto, las expectativas de resultados determinan la intención, bien de forma
directa o bien de forma indirecta a través de la autoeficacia percibida.
Ahora bien, la formación de una intención de conducta no garantiza que la
persona adopte esta última. Las buenas intenciones no garantizan las
correspondientes acciones; las correlaciones entre la intención y el comportamiento
varían de forma sustancial de un caso a otro. En la fase anterior de motivación, se
describía lo que la persona ha decidido hacer; en el segundo estadio del modelo, se
describe el esfuerzo que la persona invierte en llevar a cabo la acción y cuánto
tiempo persiste en ello. Tres son los factores determinantes en esta fase:
75
y un tercero de carácter situacional, que hace referencia a las barreras y
recursos externos.
76
recompensar el no fumar.
Por último, al adoptar una determinada conducta de salud hay que considerar
también otras variables situacionales como son las barreras y el contexto social.
Entre las primeras podemos citar las siguientes:[57]
77
su abstinencia pese a que pueda tener poca voluntad.
Cabe recordar aquí el concepto de autoeficacia interactiva propuesto por
Taylor, Bandura, Ewart y Miller,[58] en su estudio sobre autoeficacia y
rehabilitación con pacientes postinfartados para hacer referencia tanto a la
autoeficacia del paciente, como a la de su esposa sobre la capacidad física del
marido, ambas correlacionaron de forma significativa con la capacidad
cardiovascular de este último; es decir, las personas que han sufrido infartos leves
pueden mejorar sus capacidades físicas en función no sólo de su auto-eficacia, sino
también de las percepciones que de dichas capacidades tienen sus allegados, lo que
juega un papel crucial en la recuperación del ritmo de vida normal de este tipo de
pacientes.
Tanto la consideración de las barreras con las que puede tropezar una persona en
su intención de llevar a cabo una conducta de salud, como el concepto de
autoeficacia interactiva, vienen a demostrar una de las tesis que a nuestro juicio
justifica la aplicación de la orientación psicosocial al dominio de la psicología de la
salud, y que parafraseando a Costa y López podríamos formular del siguiente
modo:
“La salud y la enfermedad no son acontecimientos que ocurran exclusivamente en el espacio
privado de nuestra vida personal, [...] sino que acontecen en el denso tejido social y
ecológico en el que transcurre la historia personal.”
M. Costa Cabanillas y E. López Méndez (1986). Salud comunitaria (p. 17). Barcelona:
Martínez Roca.
78
2.3. Teoría de la acción social
Esta teoría fue propuesta por Ewart[60] para dar cuenta de lo que él consideraba
los problemas más acuciantes de la salud pública: la falta de adherencia a los
tratamientos y regímenes médicos y, sobre todo, a las campañas de carácter
preventivo. Para abordar esta problemática, Ewart centró su propuesta teórica en
los procesos de interacción social y en las capacidades generativas del
pensamiento. Por tanto, podríamos considerar esta teoría como un intento más de
integración conceptual.
En su formulación más simple (véase el esquema de la figura 3.8), el modelo
está representado por tres dimensiones: 1) el proceso de auto-cambio (la
autorregulación como una acción deseada), 2) las influencias contextuales, y 3) los
hábitos o acción-estado.
Plantea que los procesos de cambio del comportamiento y el mantenimiento de
unos determinados hábitos de salud están mediados por el contexto social, que
proporciona la estructura causal que une los procesos de cambio personal a los
ambientes interpersonales, y especifica las influencias organizacionales y de
relaciones sociales que permiten o constriñen el cambio personal.
Para esta teoría, las intervenciones de carácter preventivo implican, casi
siempre, la creación de hábitos protectores o secuencias de comportamientos o
79
rutinas que disminuyen el riesgo personal de padecer una enfermedad. En esta
teoría, los hábitos saludables pueden ser representados como un bucle de control
acción-resultado, en el que la autorregulación es la condición de su propio
mantenimiento; es decir, un equilibrio dinámico entre las actividades
autoprotectoras y la experimentación de sus consecuencias biológicas, emocionales
y sociales. De tal forma que las acciones son guiadas por sus consecuencias, sobre
cuyas bases la persona realiza ajustes de comportamiento compensatorios, siendo el
resultado una acción-estado. Por tanto, el punto de partida para cualquier
intervención según este modelo, será el análisis de las relaciones entre las
conductas peligrosas o valiosas para la salud y sus efectos, tanto experimentados
como posibles.
En este punto, conviene recordar que este modelo supone la existencia de
mecanismos que capacitan a la persona para llevar a cabo transiciones de un hábito
a otro, de uno viejo y peligroso para la salud a uno nuevo y beneficioso para la
salud. Entre tales mecanismos de transición, Ewart destaca la valoración
motivacional que hace la persona en términos de posibles resultados (expectativas
de resultados), evaluación de sus capacidades (autoeficacia percibida) y generación
de metas que guían y dinamizan la solución de los problemas (establecimiento de
metas).
Por otro lado, este modelo subraya que los guiones de acción personal están
conectados con los de otros miembros del contexto socio-familiar, siendo esta
interdependencia social uno de los determinantes fundamentales del cambio de
comportamiento y de su mantenimiento. En los términos propuestos por Ewart, una
relación social estrecha es aquélla en la que los guiones de acción de cada persona
implicada están interconectados o son interdependientes, definiendo el número de
guiones interconectados y el número de propósitos al que sirven tales conexiones la
densidad de la relación; cuanto más densa es una relación social, tanto mayor es la
probabilidad de que el intento de una persona de alterar una simple rutina de
comportamiento trastorne las rutinas y metas de los otros, y se socave su
compromiso con nuevas pautas de comportamiento de salud.
Por último, el contexto modifica las capacidades personales y las relaciones
sociales afectando al establecimiento de metas, la consideración de oportunidades
para la acción y el diseño y ejecución de estrategias de salud relevantes. Estas
influencias contextuales son analizadas en términos de:
80
estrategias de comportamiento al determinar el acceso a los recursos
materiales necesarios.
Relaciones sociales o conjunto de beneficios, expectativas y obligaciones que
influyen en el establecimiento de metas y en la elección de estrategias en pro
de la salud. Además, las relaciones sociales proporcionan modelos cuyo
comportamiento facilita o inhibe las pautas de acción.
Estructuras organizacionales que canalizan las metas, expectativas y
estrategias personales de diversas formas.
81
En opinión de Ewart y Fitzgerald,[61] la teoría de la acción social sobre el
cambio de comportamiento de salud sugiere técnicas para incrementar el bienestar
y modificar los factores comportamentales de riesgo; en concreto, la modificación
de las evaluaciones de autoeficacia junto con la implicación de los miembros de la
familia del paciente para que éste aplicase una rutina de cuidado médico y de
visitas clínicas, así como un seguimiento a través del teléfono fueron efectivas; lo
que, a su vez, tuvo consecuencias positivas en el bienestar y en la calidad de vida
del paciente.
82
3. Balance final sobre los determinantes del comportamiento de salud
83
algunas líneas maestras de cara a la modificación del comportamiento.
Estos modelos subrayan la idea de que la adopción de un comportamiento de
salud es un proceso y no un estado, siendo posible que recaigamos en nuestros
hábitos de riesgo, sobre todo porque nuestra conducta se define en interacción con
las situaciones sociales y no siempre nos enfrentamos a situaciones de bajo riesgo,
en las que el medio presiona a favor de la salud, sino que también nos enfrentamos
a situaciones de alto riesgo, en las que el entorno social presiona en contra de la
adopción de comportamientos saludables.
En cuanto a los factores que permiten predecir y explicar por qué algunas
personas son reacias a seguir el consejo del médico, la investigación ha acumulado
un cuerpo importante de evidencia empírica que pone de manifiesto que estos
determinantes son:
84
orientados, de acuerdo con lo expresado antes, a que el profesional de la salud
mantenga una interacción satisfactoria y eficaz con los pacientes, y les dote de las
capacidades necesarias para que cumplan con las prescripciones que se les
proporciona.
Para terminar, podríamos decir que los modelos examinados constituyen
herramientas útiles y necesarias para el desarrollo de nuestra disciplina, ya que han
generado una serie de investigaciones que han aumentado nuestro conocimiento
sobre el comportamiento de las personas relacionado con la salud, nos han
permitido organizar y explicar las observaciones que a este respecto habíamos
acumulado, y nos facilitan una guía para la acción, de cara a que podamos prestar
un servicio a aquellas personas que necesitan modificar sus comportamientos de
riesgo.
Sin duda alguna, estos modelos representan tan sólo un número limitado de los
múltiples factores que pueden actuar como determinantes del comportamiento de
salud en un momento dado. Aún más, ni siquiera agotan los determinantes y
procesos del comportamiento social que pueden ser útiles para explicar los
problemas relacionados con la salud.
Por tanto, queda mucho para llegar a predecir el comportamiento relacionado
con la salud con total precisión y fiabilidad. Estos modelos pueden ayudarnos a que
nos formulemos las preguntas relevantes; aunque ello no será suficiente, también
deberemos transformar tales preguntas en procedimientos metodológicos que
garanticen la validez y fiabilidad de las observaciones que efectuemos. Por todo
ello, en el siguiente capítulo nos ocupamos de la forma como procedemos para
construir nuestro conocimiento en este ámbito. Ahora bien, aquí sólo haremos
referencia a las estrategias metodológicas que son peculiares a la Psicología de la
Salud, por entender que los diseños de investigación utilizados en este campo son
comunes a los que emplea la Psicología y objeto de otras materias de dicha
licenciatura.
85
Conclusiones
Estas teorías predicen que una persona elegirá entre varios cursos de acción
alternativos aquel que tenga más posibilidades de fructificar en consecuencias
positivas o de evitar las negativas.
b) Los modelos sobre la autorregulación del comportamiento (el modelo del
proceso de la adopción de precauciones, el del proceso de acción a favor de la
salud y la teoría de la acción social) que parten de dos ideas básicas:
86
Capítulo IV
87
Peculiaridades metodológicas de la Psicología de la
Salud
Silvia Medina Anzano
José María León Rubio
Isabel María Herrera Sánchez
88
comportamientos relacionados con la salud, han realizado sus propias
contribuciones a la metodología científica. Por último, exponemos los principales
aspectos de la praxis de la evaluación de programas de salud.
Los objetivos de este capítulo son:
89
1. Diseños de investigación más utilizados en Psicología de la Salud
Por otro lado, es muy importante valorar el progreso del caso en los primeros
momentos del estudio, dicha evaluación nos orientará sobre si conviene o no
90
continuar el estudio.
La cuestión más problemática que plantean estos estudios es la de la
generalización de los resultados obtenidos. Al estudiar casos concretos, se
magnifican los errores muestrales, aunque, cuando se opta por realizar este tipo de
estudios, no es para generalizar los resultados, dado que su cometido real es la
particularización. Se elige un caso particular para llegar a conocerlo y
comprenderlo bien; y ésta es su principal ventaja, que permiten analizar casos
especiales con gran detalle, por tanto, son muy útiles como fundamento de dudas o
preguntas acerca de los supuestos teóricos de la intervención, para el estudio de
fenómenos raros de los que se desconoce casi todo, para el desarrollo de nuevas
destrezas técnicas y para perfeccionar las que ya se poseen.
Otro aspecto muy debatido en torno a los estudios de casos ha sido el del énfasis
que ponen en la interpretación. Prestar tanta atención a la interpretación puede
suponer errores, por ello, los investigadores de casos han propuesto estrategias que
les permitan alejarse de la mera intuición, de las buenas intenciones de hacer bien
el trabajo y de la simple repetición de la recogida de datos.
Estas estrategias que persiguen aumentar la validez de las interpretaciones se
denominan triangulación. Las más empleadas son la triangulación de las fuentes de
datos y de la teoría. La primera de ellas consiste en observar si el caso sigue siendo
el mismo en otros momentos, en otros espacios o cuando las personas interactúan
de forma diferente. La segunda consiste en comprobar si distintos observadores,
que pueden tener puntos de vista teóricos alternativos, describen el fenómeno de
forma similar (descripción triangulada) y están de acuerdo sobre su significado
(interpretación triangulada), en cuyo caso diremos que la teoría está triangulada.
Sin embargo, los autores que abogan por el constructivismo, consideran que
resulta difícil creer que la observación o interpretación compleja se pueda
triangular, para ellos, estas estrategias sirven para buscar interpretaciones
adicionales más que para confirmar un significado único.
1.2. Correlacionales
Aportan información acerca del grado de relación que existe entre las variables
estudiadas. Tratan de responder a preguntas tales como: ¿qué relación existe entre
el estrés, la depresión y la enfermedad física?, ¿qué relación existe entre el apoyo
social y la salud?, ¿existe relación entre el nivel de información sobre una
enfermedad y los hábitos de vida?, etc.
91
Por ejemplo, se trataron de analizar las posibles relaciones de la percepción de
control con el uso de servicios y el consumo de medicación en pacientes con
Síndrome Fibromiálgico.[65] La muestra estuvo compuesta por 100 pacientes
diagnosticados de fibromialgia, que fueron atendidos en los servicios de
reumatología de los hospitales de San Juan (Alicante), Elche, Elda, Orihuela y
Villajoyosa. Las variables del estudio hacían referencia a datos sociodemográficos
(edad, estado civil, nivel educativo, y situación laboral), historia clínica y dolor
(tiempo de padecimiento del problema, servicios consultados por el problema en
los últimos 12 meses, consumo de medicación en los últimos 7 días, número de
fármacos diferentes y percepción de intensidad de dolor), y percepción de control
(locus de control de dolor, expectativas de autoeficacia y competencia percibida en
salud).
Los resultados apoyaron la existencia de una relación entre la creencia de
control, el uso de servicios y el consumo de medicación. Por ejemplo, el análisis de
correlación indicó que:
92
características de las variables: continua o discreta, nivel de medida, etc., y
por el tipo de datos obtenidos. Éste es el principal problema que se le plantea
al científico al llevar a cabo una investigación correlacional, dado que la
elección de un coeficiente inadecuado puede invalidar los resultados.
Elaboración de conclusiones y difusión de los resultados.
1.3. Cuasi-experimentales
Dentro de este grupo, los diseños más utilizados en el ámbito de la salud son los
diseños ex post facto, aquéllos en los que el investigador no asigna a los sujetos de
forma aleatoria a los distintos valores de la variable independiente, sino que los
selecciona por poseer ya un determinado valor en dicha variable. Los sujetos son
elegidos para la investigación por presentar una serie de características. Se utilizan
cuando el interés de la investigación se centra en variables del organismo tales
como el sexo, la edad o cuando por distintos motivos resulta imposible manipular
93
la variable independiente, lo que es bastante frecuente en Psicología de la Salud,
donde el interés se centra en variables como el peso, la diabetes, etc. Los
participantes son asignados a los distintos grupos según los distintos valores de la
variable independiente.
En función del tipo de estrategia que utilizan se pueden clasificar en diseños ex
post facto prospectivos y retrospectivos:
94
los blancos no hispanos, mientras que los posibles efectos secundarios del
abandono del tabaco condicionaron más las actitudes de los no hispanos blancos
que las de los hispanos. El mal olor de los cigarrillos, la mejora de las relaciones
familiares, el aumento de peso, tener mejor sabor de boca y respirar mejor, fueron
las consecuencias que discriminaron más entre los hispanos que intentaban o no
dejar de fumar.
En cuanto a sus limitaciones, presentan amenazas potenciales a la validez
interna y externa. Si la muestra es elegida mediante un procedimiento que
maximice su representatividad, la validez externa estará garantizada; sin embargo,
no siempre es posible seleccionar la muestra de forma adecuada, por ejemplo,
muchos trabajos se realizan con voluntarios, lo que implica un sesgo que limita la
posibilidad de generalizar los resultados. Pese a estas amenazas potenciales, tienen
la ventaja de ser más flexibles que los diseños experimentales, lo que permite
estudiar fenómenos que no pueden ser analizados de forma experimental.
1.4. Experimentales
95
Se suelen emplear para comparar la efectividad de distintas intervenciones, por
lo que tratan de responder a la pregunta: ¿cuán efectivas son las intervenciones
psicológicas y de comportamiento realizadas?
Se selecciona a una muestra de personas que con posterioridad son divididas de
forma aleatoria en dos o más grupos homogéneos que recibirán distintos
tratamientos, que también son asignados de forma aleatoria a cada uno de los
diferentes grupos. El azar nos permite esperar que la influencia de todas las
variables se distribuya por igual entre los diferentes grupos.
Otra estrategia utilizada con frecuencia es la inclusión de grupos control. Las
personas que conforman el grupo experimental reciben el mismo tratamiento que
las del control, excepto en un factor: el grado de exposición a la variable
independiente. Los más utilizados en Psicología de la Salud han sido los siguientes:
96
controles recibieron información sobre la importancia de la interacción
profesional de los servicios de salud-usuario y modos de comportarse
frente al usuario para lograr su colaboración.
Evaluación postest de las habilidades sociales a todas las personas.
97
intergrupos con un menor número de personas.
La lógica que sigue una investigación en la que se emplea este tipo de diseños es
la siguiente:
98
Permiten la evaluación experimental de tratamientos individuales. Suponen un
avance respecto a los estudios de caso, el control de las potenciales variables
contaminadoras permite poder realizar inferencias causales respecto al efecto
producido por la variable criterio. Las características que los definen son:
Cada persona o grupo actúa como su propio control; los datos se obtienen de
las repetidas y continuas medidas de la conducta.
Su capacidad de generalización limitada; por lo que requieren de la repetición
sistemática del mismo estudio en otras personas.
Especifican de forma clara y objetiva las conductas de interés, los
instrumentos para su registro y la evaluación a realizar.
Suelen comenzar por un período de observación o línea base (fase A) en la
que se registra la frecuencia de ocurrencia natural de la conducta o conductas
objetivo (la excepción la representan los diseños B-A-B). En esta primera
fase, debe tomarse un número de medidas suficiente hasta que surja un patrón
de comportamiento estable que será utilizado como punto de comparación del
cambio producido por el tratamiento.
La variable independiente suele ser una intervención que se aplica en la fase
B para modificar la conducta.
Sólo permiten modificar una variable cada vez que se pasa de una fase a otra. Si
se manipulan dos variables o más, resulta imposible diferenciar cuál de ellas ha
contribuido al cambio. En este grupo, los más empleados son:
99
la línea base para cada una de las conductas objetivo, y aplicación secuencial del
entrenamiento.
Éste fue realizado en grupo, una vez por semana, a lo largo de 15 sesiones de
hora y media de duración. Las tres primeras fueron de línea base y las doce
restantes terapéuticas, no se trató a las pacientes con terapia individual adicional.
La primera conducta (contacto visual) comenzó a ser entrenada en la cuarta sesión,
la segunda (preguntas) en la sexta, la tercera (respuestas) en la novena, y la cuarta
(reforzamientos) en la sesión doce. Las líneas base de las distintas conductas meta
reflejaron independencia entre ellas, y el programa resultó ser efectivo, pues las
pacientes no presentaron problemas para su aprendizaje y mejoraron en todas las
habilidades entrenadas.
Otra investigación que nos permite ilustrar este tipo de diseños es la realizada
por Hartmann y Hall,[71] se empleó un diseño de criterio cambiante para evaluar la
eficacia de un programa para disminuir el hábito de fumar.
El nivel de la línea base de la conducta de fumar se fijó en 48,5 cigarrillos por
día, en la siguiente fase la tasa del criterio se estableció al 95% (46 cigarrillos por
día). Se determinó un coste de respuesta creciente por el cual se pagaba 1 dólar por
cada cigarrillo que se fumara por encima del criterio establecido, y un bono
escalonado de 10 centavos por cigarrillo cuando el consumo era inferior al criterio
marcado. El criterio para cada fase sucesiva fue establecido en el 94% de la fase
previa.
El tratamiento resultó ser eficaz al disminuir el consumo de cigarrillos en un 2%
o más en cada fase con relación a la fase anterior. El experimento se replicó en seis
ocasiones, y en todos los casos hubo una reducción del consumo de tabaco.
100
2. Conceptos clave e indicadores de salud en la investigación
epidemiológica
101
2.2. Tasas
2.3. Riesgo
102
de riesgo:
Un riesgo relativo de 1,60 indica que el grupo expuesto tiene un 60% más de
probabilidades de desarrollar el trastorno que el grupo no expuesto. Por tanto, el
riesgo relativo se refiere a la frecuencia con que ocurre el daño entre los sujetos que
presentan la característica de riesgo y los que no la presentan, expresando de esta
forma la fuerza de la asociación entre la exposición y la enfermedad. El riesgo
relativo del grupo no expuesto es siempre 1,00.
Una muestra de la importancia de distinguir entre estos tipos de riesgos es el
trabajo de Lubin y colaboradores,[72] evidenciando que un fumador tiene un riesgo
absoluto de morir de cáncer de pulmón, en cualquier periodo de un año, de 0,01, es
decir, uno entre mil fumadores morirá de este tipo de cáncer, lo que supone un
riesgo absoluto muy bajo; sin embargo, el riesgo relativo que tienen de morir de
cáncer de pulmón es de 9,0; es decir, tienen nueve veces más posibilidades de
morir de esta enfermedad que los no fumadores.
103
3. Clasificación de los estudios epidemiológicos
104
Snow observó cómo se distribuían las muertes por cólera en la zona sur de la
ciudad. En aquella época, eran dos las compañías que distribuían el agua en aquella
zona, una de las cuales bombeaba el agua desde una zona contaminada del río
Támesis. Las tuberías de agua de ambas compañías se distribuían de tal modo que
residencias del mismo lado de la calle recibían el agua de distintas fuentes. Snow
observó qué casas recibían agua de cada compañía y calculó que la tasa de muerte
por cólera era más de cinco veces superior en aquellos hogares que recibían el agua
de la parte contaminada del río. Después comparó ambas tasas de mortalidad con
las del resto de Londres, y observó que el patrón de muertes se relacionaba con la
distribución del agua.
Este investigador sugirió que existía un veneno que provocaba el cólera,
exponiendo cómo comenzó la enfermedad y cómo se extendió, y propuso clausurar
la fuente de agua contaminada. Treinta años después, Koch aislaría el bacilo
causante del cólera, apoyando de esta forma las observaciones realizadas por Snow.
Sus observaciones no permitieron establecer relaciones causales, aunque sí que
fueron necesarias para poder controlar la enfermedad.
Otro criterio que hay que tener en cuenta a la hora de clasificar los estudios
observacionales es cómo se realiza la observación en el tiempo, de este modo
podemos distinguir entre estudios retrospectivos y prospectivos. Los primeros
comienzan con un grupo de sujetos que sufren una enfermedad determinada, por
ejemplo la hipertensión, e investigan su pasado, buscando una serie de
características o condiciones que hayan experimentado y que sean diferentes de las
que experimenta la gente que no ha contraído dicha enfermedad (consumo de
alcohol, de tabaco, etc.). Los segundos empiezan con una población sana, y siguen
su desarrollo a lo largo de un período de tiempo determinado; para comprobar si
una determinada conducta o situación, por ejemplo, el consumo abusivo de alcohol
o el tabaquismo, está relacionado con una enfermedad posterior, la hipertensión.
Los estudios observacionales descriptivos más utilizados son:
105
exposición a una variable determinada y la enfermedad (prevalencia) en un
momento dado.
Se adaptan al estudio de enfermedades de larga duración y no letales o a la
búsqueda de efectos biológicos de la exposición a un factor.
Permiten obtener resultados de forma rápida y son muy útiles para detectar
excesos de muertes por una determinada causa en una población determinada,
con objeto de formular hipótesis que podrán ser comprobadas mediante otros
estudios de carácter experimental.
106
entiende el conjunto de actividades que permiten reunir la información
indispensable para conocer las tendencias de la conducta y las características
de la enfermedad, detectar o prever cualquier cambio que pueda ocurrir por
alteraciones en los factores condicionantes con el fin de recomendar, sobre
bases firmes, las medidas que lleven a la prevención y control de la
enfermedad.
Los sistemas de vigilancia cambian de una comunidad a otra, dado que
dependen de la infraestructura (servicios de salud, laboratorios, registros) de
que se dispone y de la política de salud vigente, aunque todos comparten una
serie de características comunes, son sistemas de información que realizan las
siguientes funciones y actividades:
Los resultados del análisis de los datos de toda la red son puestos en
conocimiento de todos sus componentes, respetando siempre la
confidencialidad de la información y del informador. Se utilizan para conocer
la magnitud de los problemas, describir la situación y vigilar su evolución,[74]
sobre todo en aquellos problemas de salud que no son objeto de declaración
obligatoria o que difícilmente quedan registrados.
107
Intentan demostrar la asociación entre un determinado factor y una o varias
enfermedades, así como la magnitud de esta relación. En unos casos se opta por
seguir el desarrollo natural del proceso de enfermar y clasificar a los individuos
según la presencia o ausencia del factor de exposición a estudiar y, una vez
definido el periodo de seguimiento, observar si dicha exposición influye en la
aparición de la enfermedad (estudios de cohortes). En otros casos, se elige la
estrategia de clasificar a los individuos, según la presencia o ausencia de una
enfermedad, e investigar con posterioridad si hubo exposición al factor estudiado
(estudios de casos y controles).
Estos estudios dan respuesta a dos cuestiones diferentes. Supongamos que es
necesario realizar una investigación para determinar si el parto con fórceps puede
llevar a lesiones cerebrales que se manifiestan en la epilepsia infantil. Un estudio
de caso-control supone comparar los historiales del parto de un grupo de niños con
daño cerebral con los de un grupo de niños sin daño. Si la proporción de niños con
historial de fórceps en el parto es mayor entre los que tienen daño, el parto con
fórceps se asociaría al daño cerebral. A partir de estos datos puede estimarse la
contribución relativa del parto con fórceps a las frecuencias totales de daño
cerebral. En un estudio de cohortes se compararía un grupo de niños nacidos con
fórceps con un grupo de niños nacidos en un parto normal. Si se encuentra que la
proporción de niños con daño cerebral es mayor entre los primeros, entonces los
fórceps se asociarían al daño cerebral.
Durante la elaboración de estos estudios es necesario tener en cuenta los
siguientes factores:
108
de enfermar en otra población no expuesta al riesgo;
la consistencia del fenómeno o comprobación en repetidas ocasiones que
existe esa relación entre el factor de riesgo y el efecto, y
plausibilidad biológica o compatibilidad con los conocimientos científicos.
109
a) Riesgo relativo o frecuencia con que padece la enfermedad el grupo de
expuestos en relación con el de no expuestos. Es una razón en la que en el
numerador se encuentra el riesgo de enfermar de los expuestos y en el
denominador el riesgo de enfermar de los no expuestos. Refleja la fuerza de
asociación entre el riesgo y sus consecuencias. Volviendo al ejemplo de la
epilepsia y su relación con el parto con fórceps. Si A hace referencia a la
proporción de niños epilépticos nacidos con fórceps, y B a la proporción de
niños epilépticos nacidos en parto normal, la fuerza de la causa sospechada
puede expresarse mediante A / B .
b) Riesgo atribuible o riesgo de los sujetos expuestos debido a la exposición.
Sólo puede ser aplicado a la cohorte expuesta. Se calcula mediante una
sustracción, al riesgo de enfermar de los expuestos hay que restar el riesgo de
enfermar de los no-expuestos. De este modo se obtiene el riesgo de enfermar
que podemos atribuir a la exposición en estudio. Permite conocer el beneficio
que obtendremos si se elimina de un determinado ambiente la exposición a un
factor de riesgo, por lo que es muy útil desde el punto de vista preventivo. En
el ejemplo anterior, el parto con fórceps no conduce de forma inevitable a la
epilepsia, ya que ésta ocurre sólo en una proporción de los niños nacidos de
esta forma. La diferencia entre la proporción de niños epilépticos nacidos con
fórceps ( A) y la proporción de niños epilépticos nacidos en parto normal ( B),
es el riesgo atribuible ( A - B).
110
No sirven para investigar enfermedades raras o poco frecuentes.
Los grupos pueden estar constituidos por la población que padece una
enfermedad determinada o por una muestra representativa de las personas que son
atendidas por la enfermedad en estudio en una o varias instituciones sanitarias
durante un cierto período de tiempo, o por el total o una muestra representativa de
las personas que sufren la enfermedad a escala comunitaria durante un tiempo
definido.
Por ejemplo, en un estudio de este tipo, los casos pueden estar formados por los
pacientes atendidos en el área hospitalaria Virgen Macarena de Sevilla por
hipertensión durante el año 2001. Ahora bien, ¿este grupo es representativo de
todos los hipertensos de Sevilla? Hay una población teórica que comprende a todos
los pacientes con el trastorno (hipertensos que residen en la provincia de Sevilla),
de este modo, aunque el investigador no utilice técnicas de muestreo al seleccionar
el grupo de pacientes, ha de evaluar en qué grado el grupo es representativo de la
población, y si hay diferencias, determinar hasta qué punto pueden influir en los
resultados.
Un aspecto crucial es definir los criterios diagnósticos necesarios para incluir un
caso como tal. El criterio de elección se establece para restringir el estudio sólo a
aquellos sujetos que potencialmente estuvieron expuestos al factor o factores de
riesgo (fumar o abusar del alcohol.), y debe ser aplicado tanto a los casos
potenciales, como a los controles, estableciendo al mismo tiempo los criterios de
exclusión, en concordancia con la definición que se haya hecho de caso expuesto.
Otro aspecto fundamental se refiere a la selección de los controles, éstos han de
ser elegidos de forma que reflejen la distribución de la exposición a los factores de
riesgo (fumar o abusar del alcohol). A la hora de seleccionar, existen diversas
posibilidades o fuentes de controles, de forma que se logren las semejanzas entre
éstos y los casos.
Algunas estrategias empleadas en el caso anterior han sido:
111
extraer los controles de entre todos los pacientes admitidos en esta misma
área hospitalaria durante el mismo año afectados por enfermedades distintas a
la hipertensión;
seleccionar los controles entre los parientes de los individuos afectados por la
enfermedad, dado que éstos suelen ser similares genéticamente y comparten
un ambiente similar;
elegir a personas que viven en casas próximas a las del paciente y que tienen
un ambiente similar, y
utilizar la población total, lo que permite establecer comparaciones entre los
pacientes y la población.
Para los casos, el criterio de exclusión fue la existencia de abuso sexual. En los
controles, el criterio de exclusión fue la existencia de una sospecha de maltrato, ya
fuese por la información de la fuente de selección o por la recogida en el momento
de la entrevista. Al utilizar como fuente principal de identificación de casos la
112
Comisión de Tutela, se limitó la definición de caso de maltrato a la tipificación
legal española de desamparo. La muestra final quedó constituida por 56 casos
apareados con 104 controles.
El procedimiento de recogida de información utilizado fue una entrevista
estructurada y un cuestionario autocumplimentado por un miembro de cada familia
de cada caso o control, así como los datos de archivo sobre los casos de maltrato.
Los resultados mostraron diferencias significativas entre casos y controles en el
nivel sociocultural, el económico, la satisfacción residencial, la red y apoyo social,
el ajuste marital, el estado percibido de salud general y la autopercepción de
síntomas depresivos y ansiosos.
113
existencia de una sistematización del proceso;
el investigador manipula las condiciones de la investigación introduciendo
elementos nuevos y modificadores del fenómeno natural, y,
variabilidad provocada del acontecimiento que se investiga.
114
4. Evaluación de programas de salud
115
3) Verificación de la pertinencia: ¿está justificada la política, el programa, el
proyecto o el servicio?, ¿responde a las necesidades de la comunidad? ¿Se
basa en métodos costeables y aplicables?, ¿se puede lograr un servicio
análogo por un medio alternativo?, ¿qué consecuencias tendría no llevarlo a
cabo?, ¿hay razones convincentes para ponerle fin?
4) Resolución de la evaluación. Si se resuelve que el evaluando es pertinente,
entonces debería determinarse si está bien proyectado o es suficiente para
solventar el problema que justifica su formulación.
5) Evaluación de la suficiencia: ¿se han definido con claridad los problemas?,
¿se ha formulado de forma adecuada el evaluando?, ¿se han fijado objetivos y
metas a largo, medio y corto plazo?, ¿las metas están definidas en términos
mensurables?, ¿las responsabilidades orgánicas y administrativas están
definidas claramente?, ¿se han establecido los medios, el plan de acción y el
calendario para el logro de dichos objetivos? y por último, ¿se han escogido
indicadores y criterios para su evaluación ulterior?
6) Suficiencia o insuficiencia de los resultados. Si los resultados de la evaluación
muestran que la política, el programa, el proyecto o el servicio no están bien
formulados o son insuficientes, se debe proceder a su reformulación. Por
contra, si son suficientes se impone seguir con la evaluación del mismo en los
términos que se especifican a continuación.
7) Evaluación de progresos: las actividades y los recursos utilizados, ¿han
satisfecho el plan trazado?, ¿se está cumpliendo el calendario establecido?,
¿existe algún desfase entre los fondos utilizados y los presupuestados?
8) Evaluación de la eficiencia: comprobar si el evaluando es efectivo con
relación al coste del mismo, es decir, a qué precio se están logrando los
objetivos planteados.
9) Evaluación de la eficacia: verificar en qué medida se han logrado los
objetivos propuestos.
10) Evaluación de los efectos: especificar qué efectos ha tenido el evaluando u
objeto de evaluación en la situación sanitaria de la población atendida, así
como la magnitud de la demanda y si los servicios existentes pudieron
responder a ésta.
11) Formulación de las conclusiones y las propuestas de acción futura.
116
La evaluación es entendida como el proceso consistente en determinar y aplicar
criterios y normas con el fin de realizar un juicio sobre los diferentes componentes
del evaluando en sus distintas etapas. Puede ser resumido así:[78]
117
Conclusiones
118
Capítulo V
119
El campo de acción de la Psicología de la Salud
Silverio Barriga Jiménez
José María León Rubio
Ana María Ballesteros Regaña
Silvia Medina Anzano
120
Salud para la mejora del sistema de cuidado de la salud.
121
1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad
122
El consumo de todo tipo de drogas.
Los comportamientos orientados a la autoexploración como medio de
detección precoz de enfermedades.
Estrategias para minimizar la tensión y el estrés de la vida cotidiana.
Donación de sangre y órganos.
Conductas orientadas a establecer relaciones sociales y resolver problemas
interpersonales.
Adherencia a los regímenes y prescripciones médicas.
Favorecer el desarrollo de los servicios sanitarios, potenciando su correcta
utilización, así como su calidad y nivel de eficacia.
123
salud y la publicidad mediante distintos medios de comunicación.
Cuando utilizamos técnicas directas para informar sobre los factores de riesgo
para la salud y persuadir a favor del cambio de conducta, un elemento clave que
debemos considerar son las condiciones que facilitan la comprensión, el recuerdo y
el cumplimiento de los mensajes de salud. Costa y López[79] las resumen del
siguiente modo:
124
ésta.
c) Control de la discusión, es decir, mantener ésta dentro del marco propuesto,
proponer procedimientos de discusión, favorecer que todos los miembros
tengan iguales oportunidades de participar y restablecer un mínimo de orden y
coherencia en los momentos de confusión o excitación.
d) Mantenimiento de un clima favorable. Ello implica evitar que el grupo ignore
o rechace, de forma prematura, una idea expuesta. Tomar en consideración
los sentimientos personales que experimenten los miembros del grupo a lo
largo de la discusión y guiar al grupo de forma constructiva y segura frente a
los conflictos, esforzándose para que se llegue a la unanimidad.
Coste
Grupos Edad Eficacia
por
alcanzados promedio por persona
persona
Carteles Medio Media Niños y jóvenes Media-
Baja
Vallas Bajo Media-Baja Todas las edades Baja
Folletos Bajo Todas las Todas las edades Media
clases
Cartas Alto Todas la Todas las edades Alta
clases
Periódicos Alto Media-alta Adultos de edad media y ancianos Media
Revistas Medio Media-alta Jóvenes, adultos de edad media Media-
(mujeres) alta
Radio Bajo Todas la Adolescentes (mujeres) adultos y Media
clases ancianos
Cine/vídeo Alto Todas la Todas las edades Media-
clases alta
Televisión Alto Media-Baja Adultos de edad media y ancianos Media
125
El trabajo de Galindo y Galindo[80] ejemplifica la aplicación de técnicas directas
de educación para la salud al objeto de promocionarla. En concreto, este estudio
tenía por objetivo implantar hábitos de higiene buco-dental en treinta y tres niños
con retraso mental escolarizados en un centro de educación especial. La
intervención se fundamentó en dos estrategias:
Los resultados demostraron que dichas estrategias fueron eficaces para lograr
los objetivos del programa.
126
2) Ejemplo de técnicas indirectas
o que emplean estrategias eficaces para resistir las presiones sociales que nos
invitan a fumar.
En esta línea, cabe citar, como ejemplo, el proyecto de investigación: Efectos
del estatus del modelo sobre la conducta de fumar y las actitudes hacia el tabaco,
[82] que tenía por objetivo averiguar qué modelos eran más efectivos para modificar
127
dicho entorno están bloqueadas o tenemos la percepción de que éste es
inmodificable.
Por tanto, para mitigar o eliminar los efectos nocivos que sobre la salud pueden
ejercer ciertas características del ambiente, se requieren nuevas políticas públicas
de planificación y diseño urbanístico que fomenten la participación comunitaria en
la gestión y modificación del entorno. Pasando así de una situación de alienación o
indefensión, a otra en la que se ven incrementadas las expectativas de las personas
respecto a que su comportamiento puede producir los resultados deseados.
Sin duda alguna, para el logro de dicha participación es necesario desarrollar
nuevas competencias en el ciudadano, para lo que suelen diseñarse programas de
educación ambiental que tienen por objetivo promover en las personas actitudes y
comportamientos para el uso adecuado del medio ambiente natural y construido, así
como para proveer a éste de estrategias de afrontamiento del estrés inducido por la
percepción de riesgos ambientales e instaurar en nuestro repertorio de conducta
respuestas ecológicamente responsables.
128
2. Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad
Ansiedad o angustia.
Sensación de indefensión.
Desorientación.
Sentimientos de incapacidad.
Percepción de vulnerabilidad, etc.
129
circunscriben a los más allegados al sujeto o a equipos institucionales.
Por si todo esto fuera poco, al aparecer el sida, el sujeto se ve sometido a una
serie de pruebas de laboratorio, chequeos, hospitalizaciones, etc., que no
hacen sino añadir elementos estresantes a la situación. Además, este cuadro se
ve acompañado con frecuencia por reacciones de ansiedad que pueden llegar
a cronificarse, haciendo más vulnerable al sujeto. A lo que hay que añadir las
conductas depresivas que también aparecen con una gran frecuencia y en un
número elevado de casos.
130
que ocurre en otros campos de la Psicología, se puede optar por una
formulación descriptiva del fenómeno en la que coincidan especialistas
adscritos a diferentes orientaciones teóricas. Dicha formulación podría ser la
siguiente: “La biorretroalimentación es aquel procedimiento por el que se
informa al sujeto, mediante métodos electrofisiológicos, acerca de su
funcionamiento biológico, con el fin de que pueda participar activamente en
el control y modificación del mismo”.[84]
Estos trabajos dejaron bien sentado que, con ciertas limitaciones, era posible
controlar una respuesta biológica mediante el aprendizaje y la
retroalimentación. Tales estudios, aunque centrados en sistemas de respuesta
y en objetivos diferentes, pueden ser agrupados en función de las dos
características siguientes:
131
procesos que implican la adquisición de nuevas destrezas físicas, psicológicas
o sociales que contribuyan a un mejor y mayor ajuste psicosocial.
Uno de los factores más importantes, en este caso, es la motivación para el
cambio de conducta y la persistencia en el esfuerzo rehabilitador. Las teorías
actuales sobre la motivación mantienen que, para iniciar una conducta y
persistir en ella, es fundamental plantearse metas y tener la esperanza de que
tal comportamiento conducirá a dichas metas. Desde este punto de vista, la
falta de motivación respecto a la rehabilitación está relacionada con las
expectativas del paciente acerca de que las conductas que ha de llevar a cabo
durante el proceso rehabilitador no serán útiles para obtener los resultados
deseados, lo que puede ser un reflejo de una creencia generalizada en la
incapacidad de sus actos para provocar cambios favorables en su entorno.
132
rehabilitación y calcular la posibilidad de que sea cumplido por el paciente, se
deben dar los siguientes pasos:
133
3. Mejora del sistema de cuidado de la salud
Un tema transversal a todos los apuntados y muy relacionado con esto último es
el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación en el ámbito de la
salud.
Diferentes estudios han puesto de manifiesto que la problemática de las
134
relaciones interpersonales es el área más frustrante y estresante de la vida cotidiana
en el marco hospitalario, por lo que realizar entrenamientos en habilidades sociales
y de comunicación debería ser una parte fundamental en la formación integral del
futuro profesional de la salud. De esta forma, aparte de mejorar el nivel de salud
laboral de estos profesionales, evitaríamos las consecuencias negativas que para la
función asistencial tienen los estados emocionales asociados a la frustración y
distrés de éstos.
En el ámbito de los servicios sanitarios, son muchos los problemas que se
originan cuando la comunicación es mala, apresurada e impersonal, como queda
reflejado en la literatura al respecto, cuya revisión permite formular las siguientes
conclusiones:
135
Partiendo de estos supuestos generales y considerando los problemas con los
que debe enfrentarse día a día el profesional de la salud,[87] como por ejemplo, las
dificultades manifestadas para establecer unas relaciones interpersonales que
optimicen los efectos benéficos de su intervención, se ha propuesto abordar esta
problemática desde la perspectiva, bien contrastada, del entrenamiento en
habilidades sociales, obviando caer en el tópico (muy extendido en el área de salud)
que el saber comunicarse es un arte más que una técnica y, por tanto, no
susceptible de encuadrarse dentro de un proceso de enseñanza-aprendizaje, sino
que depende de la idiosincrasia personal de cada cual, así como de la experiencia
que se pueda adquirir de forma casual.
Entre las aplicaciones más sugerentes y prometedoras de los entrenamientos en
habilidades sociales se encuentran las orientadas a la formación de los
profesionales sanitarios.
El aprendizaje del rol profesional exige el conocimiento y dominio de un
conjunto bien delimitado de habilidades específicas, bien cognitivas
(conocimientos sobre la materia), bien técnicas (manejo de técnicas, instrumental,
etc.); pero asimismo requiere, en mayor o menor medida, determinadas habilidades
sociales o comunicativas, de carácter general (como puede ser saber mantener una
conversación) o específicas (por ejemplo, desarrollar empatía).
La importancia que puedan tener estas habilidades sociales guarda relación con
la cantidad y calidad de las interacciones sociales, y también con el papel que éstas
puedan tener en la consecución de distintas metas profesionales. No es extraño que
la ausencia de habilidades sociales por parte de un profesional provoque la
insatisfacción del paciente, y que esta relación insatisfactoria afecte de forma
negativa al resto de las competencias técnicas (el paciente pone en duda la
competencia profesional del sanitario). Tampoco es raro lo contrario: una buena
relación profesional-usuario de los servicios de salud puede suplir deficiencias
técnicas y convertirse en el principal método para alcanzar determinados objetivos
profesionales, como puede ser la recuperación del paciente.
La aplicación de los entrenamientos en habilidades sociales a la formación de
los profesionales de la salud exige tener en cuenta varios contextos de interacción,
y dentro de éstos, diferentes objetivos. De este modo, los entrenamientos en
habilidades sociales pueden enfocarse a la relación del profesional:
136
A su vez, el primer contexto puede incluir dos objetivos diferenciados:
Pensamiento
Error Pensamiento corregido
original
Nunca me hacen Generalización. De una Algunas veces no me hace caso (piense en
caso. situación particular se hace una porcentajes).
ley. Hoy, en relación con tal asunto, no me has hecho caso
(sea específico).
La culpa es mía. Culpabilidad, autocastigo. Soy responsable de haber hecho tal cosa (piense
desde el punto de vista de la responsabilidad
personal, ello le permitirá dar soluciones y aprender
de los errores).
No soy tan buen Negativismo, ver las cosas por Hay cosas que los demás hacen mejor que yo (no
profesional como el lado oscuro, por el que no exagere).
otros. tienen solución. No soy tan bueno como otros para esto (relativice).
Me mira como si Personalización o pensar que ¿Te he molestado? (Compruébelo y saldrá de dudas).
fuese un lo que los demás hacen o dicen
demonio. tiene que ver con uno mismo.
No hay nadie a Hiperresponsabilidad, que le Desearía resolver esto por mí mismo. Tener
quien pueda conducirá a sentirse agobiado y responsabilidades no supone tener todas las
recurrir, lo tengo a no contar con los demás. soluciones (piense más en lo que desea que en lo que
que solucionar debería hacer y cuente más con los demás).
yo.
Me siento mal Razonamiento emocional, Me siento mal porque no hago o digo lo que deseo
porque estoy creer que lo que uno siente (nuestras emociones y estados de ánimo dependen
rodeado de depende exclusivamente de la más de lo que hacemos y nos decimos que de
inútiles. situación o de los demás. circunstancias externas).
137
Elija el lugar y el momento oportuno para asegurarse que será escuchado.
Muéstrese sereno y relajado.
Demuestre, verbal y corporalmente, que escucha a su interlocutor.
Pregunte ordenadamente, de lo general (preguntas abiertas) a lo específico
(preguntas cerradas).
Pida la opinión de su interlocutor.
Hable en primera persona, autoafirmándose.
Sea consistente con lo que dice, no se contradiga.
Busque los puntos de acuerdo con su interlocutor, sea positivo.
Hable de forma que el otro le entienda.
Si tiene que reprocharle algo que haya hecho o dicho, haga referencia a ello
de forma concreta y específica, sin caer en generalizaciones.
Exprese sus sentimientos y estados de ánimo de forma directa.
opino
siento
quiero
necesito
qué piensas
qué deseas
qué quieres
138
postura relajada
mirada directa
expresión de la cara acorde con las circunstancias
voz modulada
brazos y manos con movimientos fáciles y relajados
Además, las personas asertivas suelen responder de forma directa, fluida y sin
alterarse.
Los tres pasos necesarios para lograr la asertividad son:
139
Conclusiones
140
Capítulo VI
141
Perspectivas de la Psicología de la Salud en la
sociedad de la información
José María León Rubio
Ana María Ballesteros Regaña
Silverio Barriga Jiménez
Silvia Medina Anzano
142
Analizar el papel de la publicidad referencial para la difusión de hábitos de
salud.
Establecer las características definitorias del edutaiment .
Examinar las posibilidades que brinda Internet al psicólogo de la salud desde
el punto de vista de la investigación y la intervención.
143
1. Campañas de promoción de la salud y de prevención de la
enfermedad a través de los medios de comunicación social
R.E. Rice y C. Atkin (1996). Principios de las campañas de comunicación pública de éxito.
En J. Bryant y D. Zillmann (Comp.), Los efectos de los medios de comunicación:
investigaciones y teorías (p. 487). Barcelona: Paidos.
144
conducta. Promover hábitos de salud positivos requiere persuadir a las personas de
que son susceptibles de contraer enfermedades graves y de que existen medios
eficaces, a su alcance, para prevenirlas. La teoría de la acción razonada y
planificada propone que para conseguir cambios en las conductas de salud es
necesario producir modificaciones en las actitudes de las personas hacia tales
comportamientos, convenciéndolas de que tales cambios serán bien vistos por los
demás significativos para ellas.
El éxito de las campañas de salud depende de su eficacia para influir sobre el
comportamiento o las actitudes de las audiencias. Según lo expuesto, la amenaza, la
información y su fuente pueden ser dos medios eficaces para cambiar actitudes y
creencias, elementos éstos muy utilizados en las campañas de salud a través de los
medios de comunicación social. El análisis de los factores determinantes de la
efectividad de la comunicación persuasiva y el estudio de los procesos por medio
de los cuales se inducen los cambios mediáticos puede resumirse mediante el
modelo matriz formulado por McGuire,[88] véase su representación en la tabla 6.1.
Entradas →
Fuente Mensaje Receptor Canal Destino
Salidas ↓
Exposición
Atención
Interés
Comprensión
Adquisición
Aportación
Memoria
Extracción
Decisión
Acción
Refuerzo
Consolidación
145
atribuya el receptor y de su intención de persuadir. Por lo general, las fuentes que
expresan sus argumentos de forma gratuita, sin una intención aparente de
persuasión, suelen resultar más creíbles que aquellas cuya intención es
manifiestamente persuasiva, sólo cuando el receptor comprende los argumentos
persuasivos. Para esto último, es fundamental que el mensaje sea claro, lo que
implica que atraiga la atención, que los argumentos estén presentados de forma
sistemática y que las conclusiones sean explícitas.
Ahora bien, en cuanto al mensaje (el qué), no sólo se debe prestar atención al
orden de presentación de los argumentos y a la forma de exponer la conclusión,
sino también a la modalidad de la comunicación, y por supuesto, al contenido del
mensaje.
Respecto a la eficacia del modo de comunicación, puede ser unilateral, aquella
que sólo presenta los argumentos en pro o en contra de un determinado tema, o
bilateral, la que presenta a su vez los dos aspectos de la controversia. Los estudios
indican que el mensaje unilateral será más eficaz con audiencias ya convencidas,
mientras que el mensaje bilateral será más eficaz con aquellas audiencias que no
están de acuerdo.
La interacción entre la comunicación y el tipo de audiencia es también
fundamental para un mejor entendimiento del fenómeno relativo al efecto
producido por una comunicación de contenido emocional, en comparación con el
originado por una de contenido racional.
Janis[90] ha propuesto que la relación entre el miedo y el cambio de actitud es
curvilínea; a niveles altos de temor, las personas se sienten paralizadas e incapaces
de pensar en las recomendaciones del mensaje; a niveles bajos de miedo, las
personas no están suficientemente motivadas para cambiar su actitud.
Se deduce de ello que los mensajes que provocan niveles moderados de temor
son los más efectivos para incrementar la motivación hacia el cambio. No obstante,
las investigaciones han sugerido que los mensajes que provocan miedo no tienen un
efecto consistente sobre el cambio de actitudes. Además, los efectos de estos
mensajes no son permanentes y desaparecen con el transcurrir del tiempo, muy
probablemente porque este tipo de mensajes afecta más a las audiencias
desinteresadas o con escasa formación como ha indicado Myers,[91] quien también
señala que las personas analíticas responden más a los mensajes racionales.
En el ámbito específico de la salud se han utilizado dos tipos de mensajes:
146
beneficios.
147
efectivos para persuadir son aquellos que afectan a un mayor número de entradas
de información.
Los medios audiovisuales (por ejemplo, la televisión) presentan ventajas
considerables sobre el resto, ya que disponen de más recursos para reproducir de
forma muy aproximada la comunicación personal cara a cara (que por directa y
flexible suele ser la más eficaz para producir efectos persuasivos) y, además, por lo
general, absorben la casi total atención del receptor sobre un muy restringido
campo, reduciendo de forma considerable la capacidad sensorial no implicada en la
percepción del mensaje y evitando así posibles distracciones.
Por último, bajo el término variables de destino (cuándo) se incluyen aquellos
factores que influyen sobre lo que sucede con los cambios de opinión inducidos por
el mensaje persuasivo.
En principio, tres factores han sido considerados fundamentales:
Las salidas representan un modelo del proceso de persuasión, según el cual, para
que un mensaje persuasivo conduzca a la acción, necesita captar la atención del
receptor, que sea comprendido por éste, que lo crea, lo recuerde y, por último, actúe
conforme a él. Todo lo cual, como resulta obvio, depende de las variables de
entrada antes examinadas.
Ahora bien, algunos investigadores han puesto de relieve que lo importante no
es tanto recordar el mensaje persuasivo, como recordar los propios pensamientos en
respuesta a él. Dicha postura es conocida como teoría de la respuesta cognitiva.
Según la teoría de respuesta cognitiva, siempre que un receptor recibe un mensaje
persuasivo, compara lo que la fuente dice con sus conocimientos, sentimientos y
actitudes previas respecto al tema, generando, de esta manera, unas respuestas
148
cognitivas. Estos mensajes generados por el propio receptor son los que determinan
el resultado final del mensaje persuasivo. Cuando los pensamientos van en la
dirección indicada por el mensaje, la persuasión tendrá lugar. Por el contrario, si
van en dirección opuesta, no se producirá el efecto persuasivo.
Un aspecto importante en esta teoría es determinar los factores que influyen
sobre la cantidad de argumentos o de respuestas cognitivas que el receptor genera,
tanto a favor como en contra. Los resultados obtenidos al respecto avalan la
consideración de la distracción y de la implicación personal del receptor en el tema
como variables determinantes de sus respuestas cognitivas.
No obstante, todos sabemos que existen situaciones en las que somos
persuadidos sin darnos cuenta, sin haber analizado el contenido del mensaje. En
este caso, la persuasión no es tanto el resultado del análisis que realizamos sobre el
mensaje, sino el resultado de alguna señal o característica superficial de éste o de la
fuente que lo emite, o bien de las reacciones de otras personas que reciben el
mismo mensaje. Es decir, somos persuadidos porque seguimos determinadas reglas
heurísticas de decisión ( modelo heurístico).
Algunos de los heurísticos utilizados con mayor frecuencia se basan en la
experiencia de la fuente (la confianza en los expertos o estar de acuerdo con los que
saben), en el número y la longitud del mensaje (cuanto más largo sea el mensaje,
parece más válido; un ejemplo, los anuncios del tipo diez razones para...) o en el
consenso (si la mayoría piensa que algo es correcto, probablemente lo sea).
La probabilidad de que nos dejemos llevar por cualquier otra característica
diferente a la calidad del contenido del mensaje es más alta cuando nuestra
motivación o capacidad de comprensión es baja, o bien cuando la prominencia de
la regla heurística es alta o los elementos externos al propio mensaje son
llamativos.
Petty y Cacioppo[92] han propuesto un modelo que permite integrar los enfoques
anteriores. Nos referimos al modelo de la probabilidad de elaboración según el
cual, cuando recibimos un mensaje persuasivo podemos analizarlo de forma
racional (respuesta cognitiva a la persuasión) o bien proceder de forma casi
automática siguiendo un heurístico. Es decir, se pueden seguir distintas rutas hacia
la persuasión:[93]
La ruta central supone que el receptor realiza una evaluación crítica del
mensaje persuasivo. Analiza los argumentos, poniéndolos en relación con sus
conocimientos previos y evalúa las posibles consecuencias. El cambio de
actitud que se produce de esta forma es más duradero, sirve para predecir
149
mejor la conducta y es más resistente a la persuasión contraria.
La ruta periférica ocurre cuando las personas no tienen la motivación o la
capacidad de realizar un proceso tan detenido como el anterior. En este caso,
el cambio de actitud se produce sin necesidad de pensar mucho en torno al
contenido del mensaje, es una característica del contexto de persuasión lo que
facilita la formación o el cambio de actitud (por ejemplo, la credibilidad,
competencia o atractivo de la fuente, o el número de personas que se
considera que respaldan una posición determinada).
En primer lugar, el observador puede adquirir las reglas que rigen los juicios
o comportamientos del modelo (efecto de modelado).
Segundo, la observación de modelos puede fortalecer o debilitar los motivos o
las razones para llevar a cabo conductas adquiridas con anterioridad (efecto
de inhibición o desinhibición).
Tercero, la observación de un modelo puede servir como “disparador” de
respuestas de la misma clase, aprendidas antes pero no sujetas a ningún tipo
de limitación (efecto de provocación o facilitación social).
150
Las conductas relacionadas con la salud, sean inmunógenas o patógenas, se
transmiten con facilidad por la influencia de modelos que son recompensados por
exhibirlas o porque son portadores de símbolos de prestigio socioeconómico que
son asociados a éstas.
1) Objetivo o propósito del mensaje (aquello que deseamos que la audiencia crea
y acepte como base de acción).
2) Problemas y necesidades relacionadas con el asunto del mensaje, apoyando
cada declaración con hechos y ejemplos.
3) Implicaciones para la audiencia de los problemas y necesidades antes
presentada.
151
4) Soluciones a los problemas y necesidades planteadas, proporcionando hechos
y ejemplos en apoyo de éstas.
5) Enumeración de los beneficios derivados de la adopción de las soluciones
antes presentadas, apoyando éstos con hechos.
6) Comparación de los beneficios de la adopción con los costes de la misma.
7) Anticipación de las posibles objeciones de la audiencia y respuestas a las
mismas.
8) Costes e implicaciones del rechazo del mensaje.
9) Resumen del mensaje atendiendo a los siguientes puntos: solución, beneficio
de la adopción y costes de la no adopción.
10) Enumeración de los pasos que hay que dar para poner en práctica la
solución, facilitando ejemplos de cada uno de ellos.
152
2. Otras formas de promocionar la salud y prevenir la enfermedad a
través de los medios de comunicación social
153
En cambio, son muy frecuentes las campañas publicitarias que recuerdan el alto
porcentaje de muertes de adolescentes en accidentes de tráfico por conducir ebrios.
De todos modos, y a pesar de los continuos estudios que han tratado de establecer
relaciones entre publicidad e incremento de consumo en adolescentes, los
resultados no se han mostrado concluyentes, por lo que no podemos establecer una
relación directa entre ambos aspectos.
Acerca de los hábitos alimentarios, se ha comprobado que los niños son los que
a lo largo del día visionan un mayor número de anuncios sobre productos
alimentarios, siendo los destinados a productos no nutritivos los que alcanzan una
mayor audiencia. Los efectos, probablemente negativos, de esta publicidad, junto a
las dietas alimenticias de los padres van a determinar la dieta y los hábitos de
alimentación de estas nuevas generaciones.
Esto nos abre una puerta a la posibilidad de modificar, a través de la publicidad,
algunos hábitos perjudiciales del consumidor en el campo de la alimentación. En
este punto, los profesionales de la salud pueden jugar un papel importante como
mediadores con los grandes fabricantes y productores de alimentos,
convenciéndoles de la importancia de aprovechar las características saludables de
sus productos para promover el consumo de alimentos que pueden mejorar la salud
de los consumidores. Eso sí, salvando errores cometidos con anterioridad cuando se
censuraban las limitaciones y atributos menos positivos de dichos productos -razón
por la que quizá no haya sido posible aún llegar a un buen entendimiento entre
productores y profesionales de la salud- esta situación suele desembocar, en la
mayoría de las ocasiones, en un bucle en el que los intereses de mercado y
económicos de la publicidad chocan con los intereses sanitarios.
Otros elementos cuya presencia en publicidad, y sobre todo en televisión, es
bastante frecuente, son las escenas de sexo y violencia, aspectos directamente
relacionados con el desarrollo de una salud física y mental adecuada.
En primer lugar, la actividad sexual en televisión es cada vez más frecuente y
explícita, mientras que los espacios que hacen referencia a la prevención de
embarazos o enfermedades de transmisión sexual son bastante escasas. A esto
debemos sumarle el hecho de que, para la población adolescente, la televisión
supone una fuente de información importante y en muchos casos exclusiva, puesto
que reciben poca información de otras fuentes (padres o escuela). Esta situación
está planteando una importante necesidad de aportar a esta población modelos de
conducta sexual adecuados, si queremos contribuir a evitar que siga al alza tanto el
incremento de embarazos no deseados y los consecuentes abortos, como las
enfermedades de transmisión derivadas de una práctica sexual sin la utilización de
154
las medidas protectoras adecuadas. Aquí, de nuevo, los profesionales de la salud
tienen un gran camino por recorrer.
Por ultimo, con relación al visionado de contenidos televisivos que incluyen
violencia, se ha teorizado mucho sobre los diferentes efectos comportamentales
(catarsis, excitación, desinhibición, imitación, desensibilización), cognitivos
(opiniones y creencias) y emocionales (miedo o temor ante violencia, agresión o
peligro físico) que pueden derivarse como consecuencia. A su vez, se han
establecido dos tipos de relación entre el visionado de violencia en televisión y la
conducta de la persona:
a) Relación indirecta:
155
comunicación social o estamos sobrevalorando este tema?
2.2. El Edutainment
156
3. Internet y Psicología de la Salud
El uso que hacemos de Internet puede estar relacionado, tanto de forma negativa
como positiva, con la salud. Para ejemplificarlo, vamos a ocuparnos de dos temas
que, por otra parte, representan dos enfoques distintos del estudio psicológico de
Internet:
157
chateando (el 35% del tiempo) y jugando en comunidades virtuales (el 28% del
tiempo). En opinión de Wallace, estos espacios se caracterizan, desde un punto de
vista psicológico, por:
158
contemplación, en la que aún no se ha realizado ningún esfuerzo para cambiar la
conducta.
El esfuerzo se inicia con la preparación de planes específicos para cambiar, lo
que es propio de la etapa de preparación. En este proceso, ésta es la primera vez
que ideas y acción aparecen juntas.
A partir de esta etapa, se le concede a la autoeficacia un alto valor predictivo
como variable de cambio; aconsejando los autores que las evaluaciones de la
eficacia se realicen después de la siguiente etapa, cuando el individuo ya ha
iniciado alguna acción y puede recibir retroalimentación de su capacidad de
autocontrol para mantener el comportamiento, incluso en situaciones de riesgo. Es
decir, al igual que Bandura, Prochaska y colaboradores consideran que las
creencias en la propia capacidad autorreguladora se desarrollan a través de
experiencias de dominio, favorecen el mantenimiento del cambio de
comportamiento y el afrontamiento de situaciones de riesgo, así como la evitación
de recaídas.
La modificación del comportamiento se produce en la fase de acción, es en ésta
cuando las personas llevan a cabo cambios manifiestos en su comportamiento, que
tratarán de conservar durante la fase de mantenimiento, en la que a su vez intentan
resistirse a la tentación de caer.
Ahora bien, las expectativas de autoeficacia no son las únicas variables
susceptibles de interacción en el modelo transteórico, Prochaska y DiClemente
conceden también una gran importancia a la variable motivación para el cambio o
toma de decisiones que operativizan en términos de beneficios y costes, para uno
mismo y para los demás, de las diferentes alternativas de comportamiento ante un
mismo problema; en este caso, abandonar o mantener una conducta de riesgo para
la salud. Dicha variable puede cambiar de un estadio a otro y predecir el
movimiento de los sujetos, tanto de retroceso como de evolución.
Se ha demostrado en distintos tipos de adicciones que esta variable de
autoeficacia es un predictor significativo de los sujetos situados en el estadio de la
precontemplación. Predice también el retroceso de los sujetos del estadio de
contemplación al de precontemplación, y la evolución o el progreso del estadio de
contemplación al de acción, así como el hecho de permanecer en el estadio de
contemplación.
En la figura 6.1, en la que representamos el modelo, es posible comprobar que el
paso de un estadio a otro no es lineal, sino en espiral; es decir, produciéndose
progresos y retrocesos. Estos últimos (las recaídas) sitúan a las personas en la fase
previa a partir de la cual vuelven a recuperarse, atravesando todas las etapas hasta
159
completar el proceso de cambio de comportamiento.
160
derivadas de la modificación del hábito adictivo respecto a dicha
relación interpersonal.
5 Relación de ayuda Existencia y utilización del apoyo social que puede facilitar el proceso
de cambio de la conducta adictiva.
Manejo de Estrategia conductual consistente en incrementar la probabilidad de que
6 cierto comportamiento relacionado con el cambio de hábito ocurra.
contingencias
Autoliberación Aumento de la capacidad del adicto para decidir y elegir. Requiere la
7 creencia de que uno puede ser un elemento esencial en el proceso de
cambio, ya que posee o puede adquirir las habilidades necesarias para
ello.
Autorreevaluación Valoración afectiva y cognitiva del impacto de la conducta adictiva
8 sobre los valores personales y la manera de ser, así como el
reconocimiento, tanto afectivo como cognitivo, de la mejoría
significativa que representaría para su vida la conducta adictiva.
Liberación social Toma de conciencia, tanto de la representación social de la conducta
adictiva como de la voluntad social de combatirla mediante el aumento
9 de alternativas adaptativas disponibles. Este proceso representa un
aumento en la capacidad del adicto para decidir y escoger.
Control Evitación de la exposición a situaciones de alto riesgo para el consumo
10 de estímulos de drogas. Un ejemplo característico es la reestructuración del ambiente
para que la probabilidad de ocurrencia de un determinado estímulo
condicionado a la conducta adictiva se reduzca significativamente.
Una de las ventajas de este modelo es que sugiere el tipo de ayuda que puede
prestarse a la persona, dado que de los resultados obtenidos por Prochaska y
DiClemente se desprende que determinados procesos o estrategias de cambio se
enfatizan más que otros durante determinados estadios, tal como se muestra en la
tabla 6.3.
Síntoma/situacional.
Cogniciones desadaptativas.
161
Cogniciones desadaptativas.
Conflictos interpersonales actuales.
Conflictos sistémicos/familiares.
Conflictos intrapersonales.
162
hacer de la Red, nos limitaremos a señalar sólo algunos, los más salientes, des
nuestro punto de vista:
a) Prestar ayuda terapeútica. Parece que las personas se sienten más libres para
revelar sus problemas emocionales y de comportamiento a través de la Red.
Aprovechando esta tendencia observada en los usuarios de este medio,
algunos psicólogos han ideado programas informáticos terapeúticos como el
Listener o el Eliza .[105]
b) Crear grupos de apoyo. El relativo anonimato de la Red ofrece a las personas
afligidas o que tienen una identidad estigmatizada por la sociedad un medio
idóneo para prestarse apoyo y consuelo, sin las complicaciones propias de las
interacciones cara a cara.
163
recurso de educación para la salud.
Resumiendo, la Red puede ser considerada un medio flexible a través del cual
las personas pueden encontrar soluciones a ciertas necesidades individuales y
sociales relativas a la salud, tanto informativas como formativas, que los servicios
de salud no cubren como sería deseable.
164
Conclusiones
165
Bibliografía
Bibliografía general
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psicología de la salud. Madrid: Pirámide.
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180
Glosario
autoeficacia f Juicios de cada individuo sobre sus capacidades, sobre cuyas bases
organizará y ejecutará sus actos de modo que le permitan alcanzar el rendimiento
deseado.
181
controle.
182
respuesta emocional a la violencia en la pantalla y a un incremento de la aceptación
de la violencia en la vida real.
183
esperanza de vida (al nacer) f Número promedio de años que puede preverse que
vivirán los bebés recién nacidos teniendo en cuenta las condiciones actuales de
salud. Este indicador refleja las condiciones ambientales del país, la salud de su
población, la calidad de la atención que reciben las personas cuando se enferman y
sus condiciones de vida.
estatus m Evaluación de un rol por el grupo en que ese rol está contenido o
definido.
fibromialgia f Dolor muscular crónico, en el que no existe una causa orgánica clara,
y que no responde a los tratamientos médicos convencionales, lo que lleva a los
pacientes a consultar durante muchos años los servicios sanitarios, sometiéndose a
numerosas pruebas diagnósticas y a tratamientos diferentes sin éxito.
genotipo m Conjunto de los genes existentes en cada uno de los núcleos celulares
de los individuos pertenecientes a una determinada especie vegetal o animal.
184
grupo diana m Grupo de personas objeto de la intervención.
hipótesis f Solución tentativa para algún problema que no ha sido aún seleccionada
sobre la base de evidencias empíricas.
navegar (en Internet) v intr Se refiere a la acción de visitar diferentes páginas web
que se van enlazando unas con otras; en ocasiones, ayudados por buscadores.
185
representatividad de una muestra.
rol m Conjunto de normas que definen la manera en que deben comportarse las
personas en una determinada posición social.
186
las evidencias que de él se presentan.
187
Notas
[2] Parsons (1951) sostiene la teoría de que la enfermedad es una desviación social o que puede ser
definida en términos de desempeño de funciones sociales.
[5] La población japonesa padece enfermedades diferentes que la población norteamericana, pero
los nietos de japoneses afincados en Estados Unidos padecen las enfermedades que son
características de la sociedad estadounidense, no las de la sociedad de sus antepasados (Marmot y
Mustard, 1996).
[11] Proteína de alto peso molecular que se encuentra en el plasma y que, por acción de la
trombina, se convierte en fibrina, filamentos que son la base para un coágulo.
[14] Consultar la revisión ya clásica sobre psicología social y sistema inmune de H. B. Kaplan
(1991). Social psychology of the inmune system: a conceptual framework and review of the
literature. Social Science and Medicine, 33 (8), pp. 909-923.
[15] Bishop no diferencia entre salud y enfermedad, para él se trata de un mismo proceso
188
(healthy).
[20] Consultar, por ejemplo, L. Brannon y J. Feist (2001). Psicología de la salud. Madrid:
Paraninfo.
[27] Como ejemplo de psicología médica son bien ilustrativos los títulos de las obras de Tizón
García (1986), Componentes psicológicos de la práctica médica, y de Roca Bennasar (1996),
Trastornos depresivos en patologías médicas, así como el estudio de las enfermedades mentales, la
tradicional Psicología Clínica (ver Pelechano et al., 1996).
[29] El término medicina del comportamiento fue utilizado por primera vez por Lee Birk en 1973
como sinónimo y complemento de las técnicas de biorretroalimentación (biofeedback).
189
[37] Bandura (2000).
190
[62] León, Jarana y Blanco (1991).
[76] Periodo de latencia es el tiempo transcurrido entre la exposición al agente causal y el inicio
de los síntomas.
191
[86] Expectativa de internalidad: creer que a través de nuestro comportamiento podemos
modificar nuestro entorno más inmediato.
[87] Es el caso de iniciar, mantener y reforzar una conversación con pacientes de los que se
requiere informaciones personales útiles para una valoración completa del problema que afecta a
éstos, así como la indefensión que experimentan -por carecer de asertividad- al establecer
relaciones con profesionales de diferentes currículos dentro de un mismo equipo de trabajo.
[92] Petty, R. E. y Cacioppo, J. T. (1981). Attitudes and persuasión: Clasic and contemporary
approaches. Dubuque: Wm Brown. Petty, R.E. y Cacioppo, J. T. (1986). The Elaboration
Likelihood Model of persuasion. En L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental social
psychology (vol. 19). New York: Academic Press. Para una revisión actualizada del modelo, puede
verse R. E. Petty y J. R. Priester (1996). Cambio de actitud de los mass media: implicaciones del
modelo de persuasión de elaboración probable. En J. Bryant y D. Zillmann (Comp.), Los efectos de
los medios de comunicación. Investigaciones y teorías (pp. 127-168). Barcelona: Paidós Ibérica.
[93] Para más información, puede verse F. J. Cantero, J. M. León, y S. Barriga (1998). Actitudes:
naturaleza, formación y cambio. En J. M. León, S. Barriga, T. Gómez, B. González, S. Medina y
F. J. Cantero. Psicología social: orientaciones téoricas y ejercicios prácticos (pp. 117-132).
Madrid: McGrawHill.
[96] Como ejemplo de este tipo de publicidad, podemos señalar la campaña lanzada hace un par de
años por la marca de cigarrillos Fortuna (“ For... sun, For... friends,... Fortuna ”).
[103] Para una revisión actual véase J. M. León Rubio y S. Medina Anzano (2002). Psicología
192
Social de la Salud: fundamentos teóricos y metodológicos. Sevilla: Comunicación Social.
193
Índice
Psicología de la Salud y de la Calidad de Vida 2
Presentación 6
Fundamentos de la Psicología de la Salud 9
1. Postulados e implicaciones del modelo biomédico 12
1.1. Principios del modelo biomédico 12
1.2. Implicaciones para la concepción de la salud y la organización de los
12
sistemas de salud
2. El cuestionamiento del modelo biomédico 14
2.1. Importancia del contexto sociocultural a la hora de interpretar qué
14
significa estar enfermo
2.2. Multiplicidad de los determinantes de la salud 16
2.3. Maleabilidad de las respuestas biológicas 18
3. La formulación del modelo biopsicosocial o una concepción integral de la
29
salud
3.1. Bases teóricas del modelo biopsicosocial sobre la salud 29
3.2. El modelo biopsicosocial como fundamento de la Psicología de la
31
Salud
Conclusiones 33
Definición y delimitación conceptual de la Psicología de la Salud 34
1. Definición de Psicología de la Salud 37
2. Razones y objetivos de la Psicología de la Salud 41
2.1. Razones que justifican la emergencia de la Psicología de la Salud 41
2.2. Objetivos de la Psicología de la Salud 42
3. Relación de la Psicología de la Salud con otras disciplinas afines 46
3.1. Psicología de la Salud, Psicología Médica y Medicina Psicosomática 46
3.2. La Medicina del Comportamiento y la Psicología de la Salud 48
Conclusiones 52
Modelos explicativos de la Psicología de la Salud 54
1. Modelos y teorías de la expectativa valor 57
1.1. Modelo de creencias sobre la salud 57
1.1.1. Elementos constituyentes 58
1.1.2. Hipótesis del modelo 59
1.1.3. Valoración del modelo 60
194
1.2. Teoría de la acción razonada y la conducta planificada 63
1.3. Teoría de la motivación protectora 69
2. Modelos y teorías de la autorregulación del comportamiento 72
2.1. El modelo del proceso de la adopción de precauciones 72
2.2. El proceso de acción a favor de la salud 74
2.3. Teoría de la acción social 79
3. Balance final sobre los determinantes del comportamiento de salud 83
Conclusiones 86
Peculiaridades metodológicas de la Psicología de la Salud 87
1. Diseños de investigación más utilizados en Psicología de la Salud 90
1.1. Estudios de caso 90
1.2. Correlacionales 91
1.3. Cuasi-experimentales 93
1.3.1. Ejemplos de diseño ex post ipso prospectivo y retrospectivo 94
1.4. Experimentales 95
1.4.1. Diseños intergrupos o de comparación entre grupos 95
1.4.2. Diseños con medidas repetidas o diseños intragrupo 97
1.4.3. Diseños intrasujeto, de caso único o N=1 98
2. Conceptos clave e indicadores de salud en la investigación epidemiológica 101
2.1. Razones o índices 101
2.2. Tasas 102
2.3. Riesgo 102
3. Clasificación de los estudios epidemiológicos 104
3.1. Estudios observacionales descriptivos 104
3.2. Estudios observacionales de asociación 107
3.2.1. Estudios de cohortes 109
3.2.2. Estudios de casos y control 111
3.3. Estudios experimentales 113
4. Evaluación de programas de salud 115
4.1. Características definitorias de la evaluación de programas 115
4.2. Guías para la evaluación en el ámbito de la salud 115
4.2.1. Modelo de la Organización Mundial de la Salud 115
4.2.2. Modelo de planificación sanitaria 116
Conclusiones 118
El campo de acción de la Psicología de la Salud 119
195
1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad 122
2. Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad 129
3. Mejora del sistema de cuidado de la salud 134
Conclusiones 140
Perspectivas de la Psicología de la Salud en la sociedad de la
141
información
1. Campañas de promoción de la salud y de prevención de la enfermedad a
144
través de los medios de comunicación social
1.1. Fundamentos y modelos 144
1.2. Orientaciones para el diseño de campañas eficaces a través de los
151
medios de comunicación social
2. Otras formas de promocionar la salud y prevenir la enfermedad a través de los
153
medios de comunicación social
2.1. Publicidad y hábitos de salud 153
2.2. El Edutainment 156
3. Internet y Psicología de la Salud 157
3.1. La psicología de la Red: efectos del uso de Internet 157
3.2. La Psicología de la Salud en la Red o cómo usar la Red para objetivos
162
saludables
Conclusiones 165
Bibliografía 166
Glosario 181
Notas 188
196