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Por: Lic.

Julio César
SAN AGUSTÍN DE HIPONA
(354 – 430)

VIDA Y OBRAS

Aurelio Agustín nació en Tagaste, provincia romana del norte de África. Su padre. Patricio. Era pagano, su
madre, Mónica, cristiana. San Agustín llevó una vida desordenada y llena de peligros morales. Era maniqueo
(secta que perseguía a los cristianos), luego estudiando a los clásicos, se inclina por la filosofía platónica. Fue
profesor de Retórica y Gramática en Cartago, Roma y Milán, y nombrado obispo de Hipona después de su
conversión y bautismo recibido en el año 387.

Sus obras son amplias y numerosas, entre ellas destacan:

o Su autobiografía titulada “LAS CONFESIONES” que es un relato de su vida, de este seguimiento de


Platón y del verdadero amor a Dios, por lo que fue llamado el Platón Cristiano.

o Escribió también del “Tratado de la trinidad”, “Sobre el Maestro”, “Sobre el libre Albedrío”, “Los
Soliloquios”.

o Su tratado sobre la fe fue titulado “De la verdadera religión”, da razón de todo lo que deben pensar los
cristianos para sus fieles a Dios y a las exigencias de la cultura iluminada por el mensaje de Cristo.

o Entre sus obras destaca, sobre todo “LA CIUDAD DE DIOS “, considerada como la “primera gran obra
de filosofía y teología de la Historia”

FILOSOFIA AGUSTINIANA

El Alma:

Lo que San Agustín escribe sobre el alma, su fina intuición, su arte de ver y dominar las cosas, su penetrante
análisis y otras diversas cualidades lo revelan como psicólogo de primer orden. El alma tenía para él especial
interés. "A Dios y al alma deseo conocer". El alma tiene un efecto el primado frente al cuerpo. Cierto que San
Agustín no es ya pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo y su doctrina de la creación no lo
permiten. No obstante, para San Agustín el hombre es propiamente el alma. Y así, seguirá pensándose, aun
después de que en la alta edad media prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo y el alma.

La verdad:

El problema que más preocupa a S. Agustín es el problema del conocimiento, y el considerar la posibilidad de
acceder al conocimiento verdadero.

El Maniqueísmo, corriente a la que se sumo durante un tiempo no le ofreció una respuesta convincente, ni
tampoco lo hizo la corriente escéptica. Sin embargo esta última le lleva a considerar una primera verdad: La
duda, y por tanto su propia existencia, el que duda existe.

En encendidas controversias con los escépticos hizo triunfar San Agustín la posibilidad de conocer la verdad. Los
escépticos dicen "no existe la verdad; de todo se puede dudar"; a lo que San Agustín replica "se podrá dudar
todo lo que se quiere; de lo que no se puede dudar es de la misma duda". Existe pues la verdad con lo cual
queda refutado el escepticismo.

Para S. Agustín existen dos modos de conocimiento, de un lado el conocimiento sensible, que le permite el
conocimiento del mundo y del otro la Razón y la Fe que le permiten llegar al conocimiento de la verdad divina.
Este camino para llegar a la Verdad se inicia con la autoconciencia, es en el interior de cada uno donde se
encuentra la Verdad, la máxima realidad: Dios. El conocimiento de esta verdad sólo puede alcanzarse a través
de Iluminación Divina que permite descubrir las verdades eternas.
Dios:

El mismo San Agustín que busca la verdad en el interior del hombre, dice a la vez con no menor énfasis: Dios es
la verdad. San Agustín se eleva de lo verdadero singular a la verdad una gracias a la que todo lo verdadero es
verdadero para tener participación en ella. Considera esta ascensión como prueba de que existe Dios y el mismo
tiempo de lo que Dios mismo es: el todo de lo verdadero, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Así
Dios es todo, pero a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo, ninguna categoría se le puede aplicar.

El mal:

La existencia del mal en el mundo plantea a San Agustín el problema de su origen. Si Dios crea el mundo a
partir de la nada, a partir de las "ideas eternas", el mal, tanto físico como moral, no ha podido ser creado por Él,
sino que se trata de una cuestión humana. De aquí que defina al mal como algo negativo, como ausencia del
bien. Su origen está en la voluntad deficiente del hombre. De esta forma San Agustín quita a Dios la
responsabilidad sobre el mal.

El Mundo:

Todas las cosas del mundo tienen su correspondiente en Dios, (Ideas ejemplares), Dios crea el mundo a partir
de ellas. Las ideas ejemplares son eternas, mientras que el mundo material es creado y contingente.

La realidad está organizada jerárquicamente: En la cima de la realidad está Dios, causa de todo, incluidas las
ideas ejemplares, por debajo de él están las almas, no son espaciales, pero si temporales, es decir, creadas,
buscan la verdad, por debajo están los cuerpos, materia, que son considerados negativos y que impiden que el
alma llegue a Dios. El mal está por debajo de todo esto. Aparece el concepto de Tiempo. El tiempo aparece con
la creación, por tanto es una creación de Dios.

La Ciudad de Dios:

Siempre tendrá lugar en la historia del mundo la lucha entre la luz y las tinieblas, entre lo eterno y lo temporal,
entre lo supra sensible y lo sensible, entre lo devino y lo antidivino. En su gran obra la Ciudad de Dios San
Agustín, muestra cómo los poderes del bien tienen que luchar constantemente con los poderes del mal. Su
sentido definitivo es el triunfo del bien sobre el mal.

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