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LIBROS / BOOK REVIEWS • 447

Crítica de Libros / Book Reviews

Ángel Díaz de Rada


Cultura, antropología y otras tonterias
Trotta, Madrid, 2010

Durante años la divulgación científica otras tonterías no pretende excitar nuestra


más exitosa fue cosa de científicos natu- curiosidad con la evidencia acumulada en
rales (principalmente físicos, a los que trabajos de campo, sino aclarar la confusión
gradualmente se sumaron biólogos). Sólo reinante sobre el concepto de cultura. El
en la última década los científicos sociales libro se articula sobre una revisión de las
comenzaron a competir en popularidad principales teorías antropológicas sobre
como divulgadores gracias, sobre todo, a la cultura, a las que el autor opone su
economistas y psicólogos (pensemos en propia concepción, ilustrada de un modo
Freakonomics o Stumbling on Happiness). decididamente coloquial. Díaz de Rada
Cabe sospechar que buena parte de su habla en primera persona y tutea al lector,
éxito se debe a cómo confirman o contra- recurriendo a ejemplos extraídos de la
dicen con sus datos algunas de nuestras vida cotidiana con propósitos puramente
intuiciones (o prejuicios) más arraigadas: didácticos. Díaz de Rada pretende con-
por ejemplo, la de que somos capaces de vencerle de que su concepto de cultura es
anticipar nuestra felicidad futura (nos equi- intelectualmente plausible y no se presta a
vocamos sistemáticamente, según Gilbert). usos políticos indeseables. Nuestro autor
Sea explotando bases de datos con técni- es un decidido adversario de las concep-
cas estadísticas o mediante experimentos ciones espiritualistas y esencialistas de la
(en el laboratorio o fuera de él), la evidencia cultura, tanto en sus versiones académicas
que los científicos sociales están reuniendo (entre antropólogos) como mundanas
sobre los fenómenos más diversos es digna (entre nacionalistas, por ejemplo). El libro
de interés. Menos interesantes resultan las es abiertamente polémico: Díaz de Rada
teorías de las que se sirven para explicar- expone su propio concepto comparándolo
los: la evidencia disponible ilustra más bien críticamente con los de antropólogos
regularidades de carácter principalmente clásicos y contemporáneos y aborda sus
local, pero las ciencias sociales siguen sin implicaciones prácticas (multiculturalismo
leyes de aplicación general comparables a o relativismo) sin temor a la controversia.
las de la física o la biología. En su acepción más básica, la cultura
Ángel Díaz de Rada inaugura, creo, el sería, para Díaz de Rada, “el conjunto
género de la divulgación antropológica en de reglas con cuyo uso las personas dan
España rebelándose contra estas conven- forma a su acción social”. Estas reglas no
ciones literarias: Cultura, antropología y son primariamente enunciados verbales

RIS, VOL. 70, Nº 2, MAYO-AGOSTO, 2012, 445-472, 2012. ISSN: 0034-9712


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abstractos (“Hay que hacer...”), sino que citados, por ejemplo. Como el lector podrá
se manifiestan corporalmente en la regu- ya imaginarse, Díaz de Rada es abier-
laridad de nuestras acciones. Al describir tamente crítico con los usos reificadores
tales reglas de un modo abstracto se pone (por ejemplo, en “Ministerio de Cultura”)
en evidencia, en cambio, su carácter y responsabiliza de ellos principalmente
indeterminado: deben ser interpretadas a nuestros prejuicios, sean etnocéntricos
contextualmente y, por tanto, no se prestan o puramente narcisistas. Al fin y al cabo,
a un análisis causal de la acción. De ese buena parte de lo que se denuncia en este
juego de interpretaciones, que es parte libro es que nos servimos del concepto de
de la propia interacción cultural, emerge cultura de un modo parcial e interesado,
la antropología como análisis sistemático normalmente el que nos resulta de mayor
de la conexión entre reglas. El principio conveniencia. Y de ahí la originalidad de
que preside este análisis es el holismo: no este libro como empresa divulgativa: si
es posible separar categorialmente unas triunfase entre el público y adoptase su
reglas de otras, ya que el juego de interpre- propuesta, podríamos empezar a hablar
taciones puede conectar, potencialmente, de la cultura en un sentido menos confuso
cualquiera de ellas. y algo más neutral.
Para Díaz de Rada, las reglas son con- Aun simpatizando con todas las con-
venciones que van siendo reformuladas a secuencias prácticas que Díaz de Rada
medida que los sujetos les dan uso. De ahí extrae de su concepto, este lector es más
su nominalismo sobre la cultura: el antropó- bien escéptico respecto a su propósito de
logo sólo puede referirse a interpretaciones persuadirnos de que es mejor no renunciar
puntuales de cada una de sus reglas, al concepto de cultura. No es, desde luego,
señalando su aquí y ahora. Reificarlas, pre- porque su propia versión no resulte intelec-
tendiendo que una interpretación particular tualmente atractiva: a mí al menos me lo
constituye la cultura de un grupo, es, ante parece, digamos que por afinidad filosófica.
todo, un error metodológico. Se trata, de Pero uno esperaría algo más de una ciencia
hecho, del primero de los muchos errores social: los economistas, por ejemplo, ven
que el autor denuncia en la parte final del mercados por todas partes, pero si acep-
libro: no puede haber gente sin cultura; no tamos este concepto no es por lo precisa
hace falta la escuela para “tener” cultura; la que resulte su definición, sino por el tipo
diversidad cultural no se reduce a diversi- de análisis que posibilita. Un viejo debate
dad lingüística; la cultura es una propiedad entre científicos sociales enfrenta a quienes
de cualquier forma de acción social (y no defienden un uso instrumentalista de sus
de una clase particular de ellas); la cultura modelos y teorías en contra de quienes
no es tampoco propiedad distintiva de un defienden que el realismo es necesario. Los
individuo ni de un grupo de ellos. primeros dirían que no importa tanto qué
Los capítulos finales abordan sin sea la cultura, sino qué podemos sacar de
ambigüedad alguna los aspectos más nuestro trabajo de campo con uno u otro
declaradamente políticos del concepto: concepto. Para los realistas, en cambio,
el multiculturalismo o el relativismo ya es necesario que nuestros conceptos se

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refieran adecuadamente a las cosas como aciertan a reformar nuestro entendimiento:


condición indispensable para su análisis. aunque un estudiante domine la teoría de
Pese a su nominalismo, Díaz de Rada la relatividad, los psicólogos han puestos
parece alinearse con estos segundos pero, de manifiesto cómo, en su vida diaria, ese
leyendo su libro, se diría que los antropó- mismo estudiante razonará sobre física
logos pueden realizar su trabajo incluso igual que un griego de hace dos mil años.
sin ponerse de acuerdo sobre la definición ¿Bastaría con formarnos adecuadamente
de cultura. Da la impresión de que uno no en antropología para escapar a la confusión
hará mejor o peor antropología según cuál cultural?
sea su concepto de cultura. Posiblemente, No obstante, ya que inevitablemente
Ángel Díaz de Rada no lo crea así, pero su estamos sumidos en ella, el lector ilustrado
libro no se detiene en argumentarlo. hará bien en leer este ensayo de Díaz de
Soy igualmente escéptico respecto a Rada para, si no escapar a la confusión, sí
su propuesta de reformar nuestros usos al menos no abandonarse completamente
cotidianos del concepto, por distintas a ella. Como su autor bien nos advierte, las
razones. Por un lado, creo que se necesi- consecuencias cuando uno se deja llevar
taría una fuerza policial desproporcionada por algunos conceptos de cultura suelen
para lograrlo: los teólogos llevan siglos ser indeseables.
dictándoles a los católicos cómo debe
rezarse el credo, pero se necesita toda una David Teira
Iglesia para lograrlo. Cuando la disciplina Dpto. de Lógica, Historia y
es simplemente educativa, ni los físicos Filosofía de la ciencia (UNED)

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