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Prueba Tiempo Presente.

Benjamín Pastén González.


1.- Refiérase a las discusiones que el enfoque de la historia del Tiempo presente ha
desarrollado en relación a los conceptos de verdad histórica, acontecimiento y tiempo.
Utilice para ello las discusiones de clases y los textos de Koselleck y Aróstegui.
Tesis: las categorías de, verdad histórica, acontecimiento y tiempo, son premisas teóricas y
conceptuales fundamentales para comprender como se ha configurado en términos
epistemológicos el enfoque de la historia del tiempo presente.
Discusiones que la historia del tiempo presente a desarrollado en torno al concepto de
verdad histórica:
Como primera afirmación y como hilo argumentativo de esta conceptualización me gustaría
señalar que la idea de “verdad histórica” premoderna, la cual se caracterizaba por el empleo
de metáforas que apuntaban a un relato histórico basado en una verdad desnuda, unívoca,
franca, imparcial, perdió relevancia en la medida en que el énfasis se desplazó a la idea de
verosimilitud como parte constitutiva de lo que podemos entender por verdad histórica, en
estrecha relación con la toma de posición y relativización por parte del historiador.
Desde épocas premoderna que el historiador tiene la obligación de informar sobre las
acciones humanas o hechos de manera fidedigna a la “verdad” en que estas se originaban.
El historiador por ningún motivo podía mentir, de lo contrario sería desterrado. La cuestión
que aquí podríamos tensionar, en mi parecer, no es necesariamente la búsqueda de la
“verdad” si no mas bien las implicancias metodológicas con las cuales se determinaba
aquella supuesta verdad, dejando que esta apareciera de forma “pura e inmediata”. El
historiador por tanto debía abstraerse de cualquier “pasión o celo” ya que solo de una
manera apartidista e imparcial podría expresar la verdad. Esta perspectiva suele analizarse
mediante la metáfora del espejo, según la cual el trabajo del historiador debe reflejar tal
cual un espejo, sin generar distorsión alguna. De este modo la “verdad desnuda” sin
adornos, que, bajo estos supuestos, debiera defender el historiador permitirían que la
historia “hable por si misma”, teniendo por consecuencia la anulación del juicio del autor.
A estas premisas, las cuales se prolongaron de manera ininterrumpida al menos hasta el
siglo XVIII, cabe agregar la expresión apolis en la conceptualización de la historia. Bajo este
supuesto el historiador no debe tomar partido, en el sentido de la independencia de la
abstención y de la neutralidad. Debe ser como un “extranjero”, un sujeto autónomo que no
este sometido a autoridad alguna. Subyace a este postulado que el objetivo final del
historiador es representar la verdad, la cual sería una sola. Para estos efectos el historiador
debía interrogar primeramente a los testigos oculares que se encontrasen vivos y en
segundo lugar a los testigos auriculares sobrevivientes. Para esta investigación era
necesaria la distancia e imparcialidad.
Ahora bien, no fue una conexión metodológica con los supuestos antiguos, como el deber
de la imparcialidad, lo que configuro el mundo histórico moderno. Lo que diferencia a la
historia moderna de su predecesora es que esta se convierte en un concepto reflexivo, ya
desde la ilustración se generan relaciones entre las condiciones del transcurso del tiempo
Histórico y las condiciones para la acción.
A partir de Chladenius los historiadores se plantean encontrar el mejor “camino” que les
permita distinguir en la verosimilitud una forma propia, histórica, de la verdad. Desde este
momento habrá un quiebre paradigmático, el vincularse a una determinada posición no
será una objeción, si no mas bien, un presupuesto del conocimiento Histórico. Además,
propició un acto de emancipación al ampliar la categoría de los testigos, hasta la perspectiva
propia del Historiador, quien alcanzó un espacio de libertad que era insospechado antes.
De aquí en adelante un historiador podría hacerse cargo de producir la historia, pudiendo
diseñar los sistemas que le parezcan adecuados dado la complejidad de las historias.
También podrá dirigir su mirada hacia los fundamentos de todas las historias, es decir podrá
ser también un filosofo de la historia, cuestión que le era negada anteriormente bajo el
sustento de los preceptos de Voltaire.
Chladenius relativizo la cuestión del punto de vista objetivo, verdadero, del historiador,
propicio su historización. Para esto traslado el centro desde la verdad misma hacia las
condiciones de conocimiento de la verdad. Desde ahora los historiadores podrían adoptar
una posición de manera clara y abierta de manera consciente, incluso si implicaba
reflexionar acerca de su propia perspectiva. Estos cambios se dan con énfasis a partir de
mediados del S. XVIII.
Con la revolución francesa existe un cambio de experiencia, se genera una ruptura la cual
parecía depender de un pasado que solo podría ser recuperado y comprendido mediante
la investigación histórica. Así se descubrió que la historia posee una cualidad temporal que
Constituye el ayer fundamentalmente distinto del hoy, y el hoy fundamentalmente distinto
del mañana. El principio de la posible repetibilidad de los acontecimientos quedaba
obsoleto. Toda historia es única, por tanto, el pasado es distinto del presente y también del
futuro. La historia y el progreso se conjugaban en un tiempo genuinamente histórico en
que el hombre se constituía como el actor mas relevante.
El centro de la historia se desplaza desde una economía divina de la salvación a una
economía histórica del tiempo, permitiendo esto la interpretación de los acontecimientos
históricos. Des este modo se propicia el desarrollo de una temporalización de la perspectiva
histórica. De este modo según Koselleck (1993) “Desde que se ha sumergido en la
perspectiva temporal de su desarrollo histórico, ha surgido desde la verdad relativa a la
historia una verdad reflexiva”. (p.190).
La revolución francesa conllevo la formación de partidos los cuales no se caracterizaban
exclusivamente por su programas sociales o políticos si no también por estar ligados a
factores temporales de transformación. De este modo se considera que no es posible
encontrar la verdad histórica de manera apartidista o neutral. Para estos efectos el
historiador debería mostrar abiertamente su inclinaciones y juicios.
La verosimilitud de la historia está ligada al método histórico el cual tiene su propia
racionalidad, esto lo podemos evidenciar claramente en lo señalado por Aróstegui (2004)
quien sostiene “La tradición histórica tiene su propia verdad, pues. Pero, por ese camino, la
hermenéutica no acaba de poder explicar cumplidamente la contingencia, al tiempo que las
determinaciones sociales, a que obedecen todas las acciones históricas. Esa verdad propia,
al contrario de lo que dice Gadamer, no puede ser desligada de la crítica histórica, ni tiene
existencia ajena a esta”. (p.183).
En mi parecer -a partir de las lecturas- lo que entendemos por “verdad histórica” en el
presente No es una “verdad” inequívoca única y exclusiva sino más bien está relacionada
con los procedimientos metodológicos con los cuales se estudian los acontecimientos. La
“verdad histórica” está relacionada con los procedimientos técnicos que otorgan
verosimilitud al campo de estudio de los historiadores. En este sentido creo que la historia
del tiempo presente es tan fiable y tiene tanto rigor metodológico como el estudio de otros
periodos. En la medida en que se diluyó el supuesto de la “verdad objetiva” tanto en la
historia como en otras disciplinas se ha comprendido que el historiador solo accede de
manera parcial a una parte de la “realidad” pasada y por tanto esta se encuentra abierta a
revisiones y a discusiones. Es por ello que el análisis de temáticas recientes es en esencia
una construcción cultural e histórica que es sumamente discutible. El historiador del tiempo
presente debe analizar esta temporalidad de manera extendida conteniendo la memoria de
las cosas pasadas, pero también la expectativa de las cosas por venir, para esto es necesario
tome una posición crítica.
Discusiones que la historia del tiempo presente a desarrollado en torno al concepto de
Tiempo:
Según lo planeado por Aróstegui.
Para Aróstegui la historia, más que el pasado, es el tiempo de las sociedades. El presente
desde un punto de vista teórico está cargado de una cualidad histórica que lo relaciona de
manera irreversible con aquello que le ha precedido, en el presente es donde se enlazan el
instante con la duración, siendo estas las temporalidades las que convergen y constituyen
todo hechos históricos. El presente, en términos cronológicos, está dotado por la cualidad
de experiencia, la cual no existiría de no ser por los sujetos históricos que la constituyen, es
por esto por lo que, él presente, es la historia que cada individuo o colectivo han vivido
relacionándose este con la identificación de su pasado, pero también entorno al horizonte
de expectativas a futuro.
Así en palabra de Aróstegui (2004) “toda acción histórica sucede, pues, constitutivamente
como un presente, aunque en el registro histórico de ella la categorice como pasado. en
cuanto el tiempo en que todas las cosas suceden es, naturalmente, el presente, y, en el caso
humano, en un presente no identificable con el físico nada impide, por tanto, que las
acciones históricas pasen a ser registradas en su tiempo real, en el que la historia sucede.
Consecuentemente, es posible hablar de una relación no contradictoria entre los términos
presente e historia y, también, de una historia del presente”. (p.64). De este modo, el
presente sería el tiempo real de la historia, un momento en la serie total del pasado, de lo
vivido.
Tiempo antropológico y tiempo histórico: la cuestión del tiempo ha estado presente en
todos los sistemas de pensamiento. De este modo desde los orígenes del universo la
problemática ha estado vinculado al tiempo, para explicar su origen la teoría física del big-
bang sigue siendo la más aceptada, siendo esta además una teoría del tiempo. En cuanto al
análisis del tiempo cosmológico o tiempo universal la Filosofía y Ciencia de la naturaleza
han hecho la mayor aportación. Estas disciplinas coinciden en el supuesto de que el tiempo
es la dimensión universal mas originaria y que condiciona todo lo existente. Por esto la
temporalidad sería el origen de la cualidad de todo tipo de criaturas. Esta premisa subyace
a todo el pensamiento moderno, desde Newton en adelante.
Las CC. SS. Se han ocupado desde sus orígenes en comprender el lugar del tiempo en la
naturaleza de lo humano. Han analizado la aprehensión psíquica y social del tiempo. En
cuanto al tiempo histórico este ha sido una cuestión que han preocupado más a filósofos y
científicos que a los propios historiadores. Dentro del tratamiento historiográfico del
problema del tiempo, podríamos señalar la división que se ha establecido entre los
historiadores que han analizado el tiempo como un “hilo temporal” y los que lo entienden
como algo recurrente y circular. Sin embargo, esta problemática se aleja de lo fundamental
que es la naturaleza del tiempo histórico.
La percepción subjetiva de un tiempo históricamente especifico está ligada a cuestiones
como la generación de la conciencia histórica, la historicidad, la construcción de
identidades, la concepción de progreso y la función de la memoria histórica. Estas premisas
son imprescindibles para pronunciarse acerca de las peculiaridades de la historia del
presente o de la coetaneidad. El problema del tiempo debe ser analizado desde la
interdisciplinariedad con la colaboración de la filosofía, las ciencias naturales y sociales, para
de este modo llegar a la mas compleja de todas las concreciones del tiempo, el tiempo
histórico.
El tiempo no puede Considerarse como un tiempo natural y un tiempo humano, es decir,
como realidades separadas y mucho menos incomunicables, el tiempo es una cualidad
universal, si bien la historia tiene un tiempo propio este se inserta en el tiempo universal.
En la ciencia de hoy prima una concepción del tiempo universal como irreversible, marcha
en un solo sentido y por tanto no tiene vuelta atrás. El tiempo universal incluye al tiempo
biológico en su conjunto y luego al tiempo humano y social. El tiempo social e histórico no
puede ser entendido fuera del tiempo de la naturaleza si no mas bien en su relación con él.
En este sentido la conciencia histórica elabora por el hombre asume entre sus
connotaciones el tiempo pasado y la premisa de que todo futuro es una premisa que no se
puede configurar sino es desde el tiempo ya vivido. La concepción humana del tiempo se
sostiene en el supuesto de la idea de cambio como en la de su irreversibilidad y asimetría,
esto es de suma relevancia para la comprensión del carácter del tiempo histórico.
La especificidad del tiempo Histórico: este se caracteriza por tener como cualidad
especifica ser siempre acumulativo, reflexivo e irreversible. Por lo demás el tiempo histórico
no se puede desligar de el tiempo universal. El tiempo histórico esta ligado a la practica
social, a la memoria y a la construcción del tiempo que es presente, esto posibilita y da
sentido a la continuidad básica de las experiencias situando al hombre en relación con la
naturaleza y su entorno. Es posible que el tiempo histórico sea la más compleja de todas las
temporalidades ya que en este convergen todos los demás.
Si bien, el tiempo histórico, es una categoría especifica no sería correcto desligarlo de todas
las demás temporalidades según las posiciones aceptadas hoy por la ciencia natural. La
especificación histórica es acumulativa e irreversible, en ella los tres estadios del tiempo
tiene un valor distinto. la propia historización del mundo físico nos muestra el abandono de
la idea de los tiempos reversibles que propiciaba la física mecanicista.
Los actos humanos son históricos también por que poseen una determinación intrínseca,
propia de su ontología, la de estar insertos de manera indeclinable en esa serie temporal o
de configurarla ellos mismos. Dimensiones del hombre como la experiencia, el recuerdo el
olvido, la reelaboración en la memoria, la expectativa, la intención o el deseo no se conciben
sin su respectiva relación con el tiempo.
Cualquier momento histórico no puede ser desligado del paso acumulativo del tiempo
histórico en su totalidad. De este modo el presente es histórico, es un momento de la serie
total del pasado, es un presente total el cual es clave para entender la historización de la
experiencia. El presente es la historia vivida por cada hombre y por el colectivo social al cual
pertenece, extendiéndose este a su percepción del pasado y a su expectativa de futuro, es
por ello la unión dialéctica entre presente y memoria.
La historia del tiempo presente es también generacional, en la medida en que se genera
una interacción entre generaciones que conviven como temporalidades las cuales se
entrecruzan en la constitución de la categoría coetánea del presente histórico. Las
generaciones se encuentran vinculadas respecto a las tres experiencias temporales
caracterizadas por el lugar que ocupan en relación con el acontecimiento y la trasmisión de
este. Existe una generación predecesora, otra dominante o central, y por ultimo la
sucesora. Es la generación central la que permite mejor que cualquier otro criterio
establecer los límites temporales, existenciales y empíricos de cada presente histórico, su
registro se constituye como domínate. De este modo la historia del tiempo presente es la
de la generación que la protagoniza, pero incluye a las otras dos puesto que sin ellas no
podría constituirse como referencia de su presente. En este sentido, el presente, esta
configurado por la coexistencia intergeneracional, la experiencia de la “vida compartida” es
la base de la conciencia histórica sobre la cual evoluciona y se transforma el tiempo
histórico, lo cual dota de elementos identitarios a los grupos humanos.
Desde 1989 son identificables todos los rasgos que definen esos momentos axiales o puntos
nodales que cambian la historia y que constituyen esta fecha como una ruptura efectiva.
De fondo se dio una pugna entre dos concepciones en disputa por la hegemonía mundial,
la cual ha concluido con el agotamiento y la desaparición de uno de los polos de la disputa.
El otro polo no ha desistido en conseguir la hegemonía a nivel mundial, pudiendo
materializar buena parte de ese contenido. Nuestro tiempo presente parece estar
caracterizado por una realidad que se adivina distinta, la de un mundo global e
informacional, ecológicamente incierto y socialmente por construir. En nuestra poca se ha
dibujado un nuevo orden mundial que ha cambiado profundamente las condiciones
materiales de vida, las relaciones sociales, se ha producido un enorme desequilibrio
planetario en donde coexisten graves enfrentamientos entre creencias, intereses y
perspectivas de futuro que afectan inclusive a las condiciones de habitabilidad y
preservación de nuestro planeta.
El cambio histórico se ha hecho cada vez más omnipresente. Los hombres del siglo XXI
pueden percibir ese cambio en el curso de una sola generación, ese evidente que estamos
ante un “nuevo mundo” o ante una nueva temporalidad en términos históricos de este.
Tiempo, según lo planteado por Koselleck.
En mi parecer, Koselleck realiza un análisis del tiempo como una construcción cultural y
problemática, de este modo la categoría de tiempo corresponde a una producción humana
configurada a partir de las necesidades e intereses que tenemos. Es por ello que de manera
critica cuestiona las funciones sociales, culturales y académicas que este cumple, además
del papel que juega en la configuración epistémica del horizonte de expectativas y el
espacio de experiencia, es decir, entre un futuro y un pasado que solo existen en un
presente como construcción cultural.
Una idea central de su análisis es que el tiempo histórico esta constituido por tiempos
múltiples, por ello su concepción del tiempo histórico en estratos, los cuales no pueden
separarse del conjunto. Dentro de sus planteamientos más relevantes destaca el realce que
tendría la diferencia entre pasado y futuro como clave para la concepción del tiempo
histórico, el cual en la modernidad se caracterizará por un futuro que quedara siempre
abierto. Además, el tiempo histórico funcionaría por la acumulación de la experiencia de
individuos o generaciones, el lenguaje está configurado por definiciones de largo, medio o
corto plazo, las cuales solo pueden entenderse por la trascendencia, el desborde de
generaciones presentes.
Define un tiempo histórico completamente antropologizado ligado a la consumada
experiencia humana y al impulso de la acción histórica de lo que se espera en el futuro. De
este modo serían las premisas antropológicas las que hacen posibles el movimiento
histórico. El presente es el momento en que se entrelazan experiencia y expectativa, o el
movimiento del pasado al futuro. El paso del tiempo es explicable por el movimiento entre
experiencia y expectativa ya que en modo alguno estas categorías son simétricas, la
presencia del pasado es bien distinta de la del futuro y este no es jamás un contenido de
experiencia. De este modo, plantea una propuesta de entendimiento del movimiento
temporal de la historia mediante el par de categorías sobre la cual se movería toda
percepción del tiempo histórico; el campo de experiencias y el horizonte de expectativas.
Este par de categorías, serian la condición de posibilidad de las historias. Por ello, lo
histórico se desplazaría desde la experiencia concreta de los sujetos hacia lo que estos
esperan, lo que cabe esperar de esa experiencia misma. La premisa fundamental aquí es
que “experiencia” y “expectativa” son las dos categorías que en tanto interrelacionadas al
igual que lo hacen pasado y futuro, son las más idóneas para analizar para comprender el
tiempo histórico, estas categorías guían la consumación de los movimientos sociales y
políticos.
El tiempo ha tomado un curso único el cual se transforma en una dinámica de estratos
múltiples vividos de manera simultánea. La noción del tiempo es cada vez mas compleja
debido a la experiencia de aceleración y la no previsión del futuro ligada al cambio de los
ritmos del tiempo y su diferencia percibida con el tiempo natural.
Los preposiciones y discusiones que realizan ambos autores respecto del tiempo y del
tiempo histórico, en conjunto con los planteamientos de clases, son fundamentales para
entender como se ha configurado la historia del tiempo presente en nuestra coeternidad.
La historia del tiempo presente -como tal- emerge en los años 70, debido a que comienza a
gestarse un nuevo periodo de la historia caracterizado por una naturaleza radicalmente
diferente a la de los periodos anteriores. Se desarrolló una ruptura con el método y la
verdad histórica, que a su vez conllevará una apertura que implicará replantearse los
métodos, generar nuevas miradas y por tanto abrirse a nuevas reflexiones historiográficas.
Esto se gestó debido a las demandas sociales que trastocaban las referencias
paradigmáticas tradicionales. Desde este momento, el historiador podrá ser él mismo un
testigo o tendrá la oportunidad de interpelar a su fuente oral e incluso interactuar con ella.
Las fuentes orales, las memorias se impondrán en un contexto de interdisciplinariedad. La
historia es viva, puesto que permite acotar la inmediatez de la experiencia, es decir, el
presente. Los límites temporales de una historia del tiempo presente son el resultado de
una decisión social, la cual ha sido gestada por un proyecto intelectual concreto en relación
con el fenómeno generacional y la coetaneidad. De este modo podemos notar como las
categorías de: tiempo, generación y memoria articulan la experiencia del presente.
Discusiones que la historia del tiempo presente a desarrollado en torno al concepto de
acontecimiento.
Acontecimiento, según lo planteado por Aróstegui:
Una de las características fundamentales y mas relevantes del acontecimiento es su
preponderancia en la configuración del tiempo presente. El tiempo presente es el del
acontecimiento -vivido y retransmitido en tiempo real-, cuestión que queda en evidencia
en el atentado contra las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre. En nuestro
mundo occidental pareciera existir una suerte de percepción generalizada en la cual la
eventualidad y el estado de crisis se han constituido como rasgos permanentes, estables y
habituales. Mayo del 68 y la caída del muro de Berlín son etapas sucesivas que pusieron en
evidencia las insuficiencias del modelo historiográfico anterior. Categorías analíticas que
hasta entonces estaban consagradas, tales como, democracia participativa, sociedad de
clases, organización de la actividad productiva, etc. Se vieron desprestigiadas o disminuidas
en estatus. Una sociedad global caracterizada por el riesgo en la que el cambio, el
acontecimiento y la experiencia vital de estos se institucionaliza, tanto en lo privado como
en lo público, configurándose como rasgo de una conciencia históricamente renovada la
cual es definitoria de las sociedades actuales. El acontecimiento tan relacionado al cambio
y el tiempo presente, en si mismo no fundamenta la labor del historiador el cual debe
explicarlo mediante la teorización y la explicación general en que se encuadran las pautas y
las regularidades de este.
En las sociedades en que vivimos en el presente todo es cambiante, relativo, más dinámico.
Es por ello por lo que estas sociedades actuales se caracterizan por estar plagadas de
acontecimientos. En este tiempo el acontecimiento ha recuperado su preponderancia y
valor, pero esto no significa que debamos volver a una historia que se caracterice por la
narración de estos, los acontecimientos han recobrado su preponderancia por el
movimiento histórico al cual asistimos en la actualidad. En la coetaneidad los
acontecimientos se han vuelto una categoría esencial, no porque haya más que en las
sociedades tradicionales sino porque estos se conocen mucho mas y se les da mayor realce.
La cuestión de los acontecimientos tiene un carácter constitutivo en toda elaboración
teórica del tiempo presente. El acontecimiento mismo, es la mas radical denotación de lo
que es un presente e igualmente de su nacimiento. Los acontecimientos tienen la cualidad
de cambiar el pasado, el futuro y el presente, en este sentido realiza una modificación total
del tiempo.
Es indudable que una mera “narración de los acontecimientos” no equivale de manera
alguna a la escritura de la historia. Es por lo que, es necesario formular un nuevo análisis
del acontecimiento en relación con las estructuras que configuran el análisis histórico del
tiempo vivido. No se pueden estudiar de manera idónea los acontecimientos sin considerar
las situaciones históricas que los originan. No se pueden postular las causas sin antes
desarrollar un proceso para determinarlas. Si bien las estructura y el acontecimiento tienen
temporalidades diferentes se encuentran indisolublemente relacionadas.
Acontecimiento, según lo planteado por Koselleck.
Para el autor, una narración histórica esta caracterizada por la corrección cronológica en la
coordinación de todos los momentos que fundan un acontecimiento. El contexto de un
acontecimiento, lo que le es anterior y lo que le es posterior puede ampliarse, pero su
consistencia queda adherida a la línea del tiempo. Existe una clara interrelación entre los
acontecimientos y las estructuras, estas se remiten mutuamente entre sí, ambos planos
intercambian su valor posicional, establecen una relación de coordinación mutua. La
capacidad enunciativa estructural de los acontecimientos se encuentra en el retículo de
plazos largos. Por otra parte, en las estructuras más menos permanentes, a largo plazo, se
encuentran las condiciones de posibilidad para los acontecimientos.
Por otro lado, para Koselleck el acontecimiento está estructurado por una dicotomía interna
entre dos categorías metahistóricas, el espacio de experiencia y el horizonte de
expectativas. El acontecimiento trasciende al campo de la experiencia abriendo el camino
de la posibilidad histórica, generando un nuevo y ampliado horizonte de expectativas. El
acontecimiento seria lo que nos abre a la posibilidad, a la historia si se quiere, debiendo
esta ser repensada. Den este modo el sentido del acontecimiento es constitutivo de una
estructura antropológica de la experiencia temporal y de formas simbólicas históricamente
constituidas. Estos conceptos que son portadores de la experiencia y la espera tienen una
relación especifica con el lenguaje, a partir del cual influyen sobre los acontecimientos.
Según lo discutido en clases.
El acontecimiento histórico tiene dimensiones: epistemológica, perceptiva y sistémica.
Todo acontecimiento las incorpora. La dimensión epistemológica se configura bajo la
premisa de que hay un espacio donde lo reconocemos y le damos sentido a partir de nuestra
concepción de mundo. La dimensión perceptiva se moldea a través de la percepción que se
construye del acontecimiento, teniendo en esto mucha injerencia la aproximación
mediática, que lo carga de contenido. En cuanto a la dimensión sistémica, el acontecimiento
es sistémico puesto que es una contradicción general y esta dentro de un proceso ya que
es causa y consecuencia de algo que va más allá del acontecimiento en si mismo.
Por otro parte, son los acontecimientos los que posibilitan la emergencia de una memoria
que estaba latente pero no emergía. En este sentido los acontecimientos se constituyen
como un catalizador de la memoria. Los acontecimientos y el sentido que se les da a estos
de manera colectiva es lo que crea la memoria social, es por ello que la memoria es
interpretativa del acontecimiento.
Conclusión.
En mi parecer la conceptualización de las categorías de, verdad histórica, acontecimiento y
tiempo, se ha constituido en el soporte epistemológico de la historia del tiempo presente.
En este sentido, me gustaría concluir abarcando sucintamente el espectro de posibilidades
que ha abierto cada una de estas categorías, para efectos de pensar el enfoque
historiográfico del tiempo presente.
Verdad histórica: como ya señalé, con anterioridad a la modernidad el trabajo, de quién
“hacia la historia”, estaba ligado a la búsqueda de la “verdad” la cual era una sola. En este
sentido el historiador se transformaba en una suerte de narrador, ya que debía describir,
tal cual habían sucedido los hechos. La modernidad marca un punto de quiebre, desde este
momento la disciplina se configura bajo preceptos ilustrados y más racionales
desplazándose la idea de una verdad absoluta, franca, inequívoca y “desnuda” hacia el
establecimiento de un método -cercano a la ciencia- que diera objetividad, pero amparado
una relación con la toma de posición, una actitud critica y la relativización por parte del
historiador.
En relación con lo anterior podemos notar que la “flexibilización” o apertura a nuevas
disposiciones metodológicas para “hacer la historia” permitió que se sentaran las bases
para hacer un trabajo historiográfico como lo entendemos en el presente. Es evidente que
la historia en términos disciplinares se adapta -y debe hacerlo- a las nuevas necesidades
que exige su “presente”. En “nuestro presente” es evidente que en un trabajo
historiográfico no se puede buscar la “verdad” puesto que no existe como tal, puede haber
múltiples, puesto que no necesariamente “vemos” las cosas del mismo modo -y no tenemos
por qué hacerlo-. Pero bajo esta lógica podría pensarse que cualquiera podría decir o
escribir lo que piense, sin ningún tipo de racionalidad como filtro, es por esto que cobra
sentido la noción de verosimilitud. El que un trabajo sea verosímil, no lo constituye en
esencia, en una “verdad” sino mas bien, le da el rigor de un respaldo metodológico que lo
ampara dentro de un consenso racional, epistemológico que lo legitima como tal.
Tiempo: el tiempo histórico -al cual aludiré- en tanto construcción cultural esta ligado a las
necesidades e intereses que como seres humanos tenemos, es por esto que considero la
percepción del tiempo histórico se “mueve” entre el “campo de la experiencia” y el
“horizonte de expectativas” -basándome en el planteamiento de Koselleck-, estas
categorías se constituyen como la condición de posibilidad de las historias. De este modo,
el tiempo histórico se desplaza desde nuestra experiencia, hacia lo que esperamos de esta.
Teniendo en consideración lo señalado podemos aseverar que 1989 -caída del muro- es un
momento axial de nuestra historia, donde se concreta una ruptura efectiva, en la cual ya no
es posible entender lo coetáneo bajo los esquemas de inteligibilidad con que lo hacíamos
antes. La pugna entre dos concepciones ideológicas por la hegemonía mundial duró hasta
esta fecha simbólica -1989-. Nuestro tiempo presente marcado por esta ruptura, es un
“tiempo nuevo” el cual se ha configurado y regido por otros preceptos, un mundo global,
capitalista, tecnológico, informacional, con problemas ecológicos, etc. Es por ello que la
disciplina historiográfica ha debido adaptarse a las nuevas necesidades y demandas
sociales, por lo cual ha debido formular nuevos esquemas de inteligibilidad para
comprender este nuevo tiempo, dando paso a lo que conocemos en términos disciplinares
como la Historia del tiempo presente.
Acontecimiento: nuestro presente es el de los acontecimientos, nuestra sociedad se
caracteriza por estar plagadas de acontecimientos. Los acontecimientos tienen la
“capacidad” de cambiar la realidad, propiciando nuevas disposiciones normativas en la
sociedad, esto a su vez implica un vuelco en la percepción que se tiene del tiempo en el cual
se vive. En este sentido los acontecimientos pueden cambiar el presente y el futuro.
A su vez al ser nuestro presente el de los acontecimientos, la disciplina historiográfica no
debe volcarse -nuevamente- a un mero relato de los hechos, sino más bien, debe formular
un análisis del acontecimiento en relación con las estructuras que lo configuran, para de
este modo interpretar de manera eficaz como se ha constituido aquello que caracteriza a
nuestro tiempo presente.

2- Defina y explique, utilizando el enfoque del curso, los episodios monstruos que marcan
el presente histórico en Europa Occidental, Europa Oriental y Estados Unidos.
Tesis: los “acontecimiento monstruo” marcan una ruptura, en la cual ya no es posible
entender “el presente” bajo los esquemas de inteligibilidad históricamente empleados, se
constituye así un “nuevo presente” con dinámicas disimiles, para el cual, se deben generar
nuevos marcos interpretativos.
Primeramente, creo necesario reflexionar, respecto de lo que es, un episodio monstruo,
qué lo caracteriza y configura como tal. La preponderancia de los episodios monstruos
radica en su incidencia en la configuración del tiempo presente, son la evidencia material y
simbólica de un proceso el cual incide de manera significativa en configurar nuestra
sociedad en términos: ideológico, social, económico, etc.
Del acontecimiento monstruo nacerían las características esenciales de una época, es un
punto axial sobre el cual se construye un nuevo modelo de inteligibilidad. Estos momentos
propician el desarrollo de una autoconciencia de la coetaneidad y definen la posibilidad
histórica de cada presente, se configura así un nuevo marco en que la historia es explicada,
surgiendo del propio acontecimiento. De este modo la sucesión de “los presentes” está
ligada al cambio histórico en función de los acontecimientos monstruos que constituyen lo
coetáneo. Así cada generación de hombres identifica el momento axial o acontecimiento
monstruo que constituye su presente, cargándolo de una serie de significaciones. Es por
ello que la importancia decisiva de estos acontecimientos, al ser creadores de situaciones
nuevas, radica en que se constituyen como puntos de partida de lo que puede definirse en
términos temporales como presente.
Episodio monstruo de occidente: el holocausto judío.
Por holocausto entendemos la práctica de genocidio (étnico, político y religioso) ejercida
bajo el régimen de la Alemania Nazi sobre el pueblo judío en el trascurso de la Segunda
Guerra Mundial, teniendo lugar el “exterminio” en todos los territorios que ocupo Alemania
en Europa durante el transcurso del suceso bélico. De este modo, el genocidio judío no se
materializo exclusivamente en Alemania, este se llevó a cabo en el “corazón” de Europa
occidental contando, por ejemplo, con el colaboracionismo francés.
Creo que el holocausto sin lugar a duda marca un antes y un después en la cultura
occidental. El nazismo fue una ideología aberrante que buscaba imponerse en el orden
mundial, bajo supuestos de supremacía racial que implicaban el exterminio de aquellos que
no pertenecieran a la “raza aria”, con énfasis en el pueblo judío. De este modo el genocidio
judío tuvo por finalidad concretar un proyecto que implicaba remodelar biológicamente a
la humanidad, en donde el exterminio de las victimas fue un fin en sí mismo y no un simple
medio. Es por lo que los nazis llegaron al extremo de creer tener la facultad para decidir el
lugar y el tiempo del exterminio de aquellos que consideraban no debían vivir sobre la
tierra. Esto lineamientos fueron sumamente planificados, bajo una autoridad que busco el
exterminio de un grupo humano especifico. Se ejercía una suerte de racionalidad del
“terror” que podemos evidenciar de manera clara en los campos de concentración, ejemplo
de ellos es Auschwitz, en donde los prisioneros eran asesinados en lo que podríamos
denominar un sistema industrializado de exterminio, con una funcionalidad racional
homologable a la lógica de una cadena de producción.
Este acontecimiento monstruo marca un antes y un después, el genocidio y la ideología que
hay detrás de este se constituyen como la evidencia de un paradigma de la barbarie
humana. Razonamientos como los que impulsaron los nazis, son intransables en nuestra
sociedad actual (al menos por la mayoría), no puede caber en los imaginarios de una
sociedad, que su consolidación, este relacionada con el exterminio del otro, por el contrario,
debemos regirnos por valores relacionados con el respeto hacia el otro y su inclusión.
El trauma que generó en la sociedad occidental el holocausto marcó un precedente, el cual
dejó en evidencia al extremo hasta el cual podían llegar los aberrantes crímenes cometidos
por el ser humano. Es un acontecimiento que ha quedado marcado como uno de los hechos
más “monstruosos” en nuestra historia, estableciéndose como un paradigma en los
imaginarios de nuestra sociedad respecto de lo que se No debe hacer nunca más.
El impacto del holocausto en las memorias alemana y francesa.
Aquellos estados que llevaron a cabo la política de exterminio del pueblo judío ya sea
directamente o colaborando tendrán que rendir cuentas sociales ya sea para “lavar su
imagen” o por las contradicciones que pudiera haberles generado ser parte de uno de los
episodios más crueles de la historia humana.
Alemania: según Marcuse las memorias alemanas se desarrollan en tres categorías:
Victimización: bajo esta categoría el pueblo alemán habría sido una víctima de los nazis y
de sus aliados, es una revictimización constante, la cual se relaciona a su vez con el tratado
de Versalles y con la división del país.
Ignorancia: la premisa aquí es que el pueblo alemán no sabía lo que estaba sucediendo, no
había conocimiento del exterminio, los campos de concentración eran espacios restringidos
y creían que estos eran habitados por individuos que cometían delitos. Los alemanes
nacidos después de los “80” se desligaban de lo hecho por sus antepasados puesto que ni
siquiera vivieron la guerra. Esto último conlleva contradicciones puesto que Alemania sufría
porque esta nueva generación no quería abrir espacio a la memoria.
Resistencia: hay una memoria que realza que hubo resistencia contra la política nazi,
ayudaban a escapar o escondiendo a judíos. Además, sostienen que la población hizo
cuanto pudo para evitar que existieran los campos de concentración.
Francia: el “síndrome vichy” caracteriza el problema que ocasiona la memoria a los
franceses que deben recordar su participación en la segunda guerra mundial. Los franceses
se ven tensionados por el colaboracionismo, es por esto que elaboraron una memoria
caracterizada por el heroísmo y la resistencia frente a la ocupación nazi.
Para 1940 Alemania invade a Francia ocupando la mitad de su territorio. Se pacta un
acuerdo de colaboración con el espacio no ocupado. Para Francia era un “conflicto” aceptar
su colaboración con los nazis, esto se resuelve cuando en 1995 generan una memoria oficial.
Anteriormente existían dos memorias emblemáticas, una era la del estado nación presidida
por de Gaulle -lideró la resistencia contra la Alemania nazi- y la otra del partido comunista
como sujeto especifico. De Gaulle instala una retórica del heroísmo al plantear que Francia
no era la república francesa al momento de la invasión. Fue el gobierno de Petain y no el de
los franceses el que colaboró.
Acontecimiento monstruo de oriente: La caída del muro y la desintegración de la UR.SS.
1989-1991.
Como he señalado anteriormente, todo tiempo histórico -en este caso el presente- surge
de una matriz o acontecimiento monstruo del que nacen las características esenciales de
esta época.
1989 se constituye como un acontecimiento histórico símbolo de un cambio que conllevo
consecuencias a nivel mundial, por ello podríamos aseverar que este acontecimiento abre
una nueva época. 1989 es un acontecimiento que modifica la visión del mundo y la propia
situación vital de una generación nueva, lo simbólico supero a lo factico. Como primer
efecto podríamos señalar el sentido de vuelta a una “vieja Europa” en donde desaparecían
las consecuencias mas visibles de la revolución. 1989 es simbólico, lo trascendente fue el
proceso de fondo el cual desencadeno un salto histórico de carácter cualitativo, todo el
entorno de países del socialismo real que rodeaban a la UR.SS. en Europa y muchos de los
países que habían formado la propia unión emprendían caminos particulares para
abandonar el socialismo. Poco tiempo después comenzó la Guerra del Golfo dando
comienzo a una singular nueva guerra de los Balcanes. Se dan cambios de orden interno en
muchos países, pero fundamentalmente cambia la propia estructural del orden
internacional y la posición de las dos grandes concepciones ideológicas enfrentadas.
En palabras de Aróstegui (2004) “El mundo de hoy es incuestionablemente distinto del que
forjaron y vivieron los herederos de la gran Guerra Mundial de mediados del siglo XX. La
inteligibilidad histórica del momento presente no parece posible fijarla ya según esa matriz
histórica que se forjo en aquel tremendo acontecimiento”. (p.219). El socialismo real, en un
mundo que era bipolar, desapareció como alternativa proyectual tras la fecha simbólica de
1989, lo que conllevó que el proyecto capitalista terminara imponiéndose. En nuestro
tiempo coetáneo es evidente que la matriz histórica que sirvió de eje interpretativo de la
historia universal en la segunda mitad del siglo XX No explica la realidad en que vivimos
actualmente.
Sin lugar a duda la coyuntura del final de la Guerra Fría nos ha aportado una nueva
referencia, para la inteligibilidad de la historia mundial en la segunda mitad del siglo XX y
para orientar lo que actualmente entendemos por tiempo presente. Las nuevas formas de
dominio sobre la naturaleza, la biotecnología la informatización, la globalización van
señalando el camino de un “nuevo mundo” que no acaba de instaurarse del todo. Es
probable que la crisis mas onda de nuestro propio tiempo provenga de la desaparición de
las certezas del anterior y de la inseguridad de poder sustituirlas por otra.
Casos representativos del desarme de la UR. SS: Yugoslavia, Chechenia.
Yugoslavia: la Republica Federalista Socialista de Yugoslavia, estaba compuesto por seis
repúblicas socialistas -Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro,
Serbia-, era gobernada por Tito desde la segunda guerra mundial, tiene un régimen de
partido único. Los problemas surgen cuando muere Tito y el Estado que no había
desarrollado una institucionalidad prospera pierde legitimidad. La des legitimidad de la
república es doble, por un lado la ya señalada muerte de su líder, por el otro, el desarme de
la base ideológica comunista, esto trae efectos estructurales de gran significancia ya que
otros líderes comienzan a disputar el poder, planteando diversos y contradictorios
proyectos. Parte una lucha independentista, la desarticulación se da de norte a sur.
Chechenia: tras la caída de la UR.SS. deciden voluntariamente no formar parte de una
federación rusa. En 1991 declaran su independencia, la cual no es reconocida por Rusia,
para 1994 envía tropas comenzando una guerra entre un ejercito formal y una guerrilla
paramilitar. Rusia el año 1996 retira sus tropas sin haber podido controlar la guerrilla,
además este año termina por reconocer la independencia de Chechenia.
Para 1999 comienza la segunda Guerra de Chechenia, Rusia lo acusa de expansionismo por
anexarse un territorio que estaba fuera de sus fronteras. Durante este conflicto se
desarrollan acciones violentas terroristas, como bombas en lugares civiles. También existen
conflictos internos debido a la existencia de grupos armados conducidos por el
fundamentalismo y otros que son nacionalistas. Es un Estado en disputa, no tienen un solo
líder, sino que distintas disputas dentro de una sola guerra. En el 2000 Putin logra el control
de la región, pero es un conflicto abierto relacionado con el fundamentalismo islámico que
libra su “guerra santa”.
Según lo discutido en clases.
La caída de la UR.SS. en tanto tiene las características que la constituyen como un
acontecimiento monstruo es muy relevante para efectos de la configuración del tiempo
presente. La relevancia histórica y la variedad de fuerzas que confluyen en este
acontecimiento nos obliga a mirarlo desde diversas perspectivas.
Tras la caída del muro se generalizan las contradicciones, una de ellas es la misma caída y
desintegración de la UR.SS. junto con los países del este. Estos acontecimientos no son
locales, mas bien tienen un impacto en todo el orden. Antes teníamos claridad respecto del
orden mundial imperante, hoy no tanto. En la actualidad con el liderazgo mundial ejercido
por EE. UU. se habla de un mundo unipolar el cual tiene a USA a la cabeza de la economía
mundial, esto entra en tensiones ante el reposicionamiento de China y Rusia en la esfera
global.
La desintegración de la UR.SS. se puede dividir en tres momentos: en primer lugar, en la
esfera política se desintegra el partido único, surgiendo el pluralismo. Al surgir diferentes
liderazgos se complejizan las diferencias lo que hace compleja la tarea de llegar al desarrollo
de un proyecto de unidad programática y estratégica. Además, surge un particularismo
emergiendo una gran cantidad de proyectos los cuales son poco viables, dificultando aun
más la opción de llegar a acuerdos. En segundo lugar, se desarrolla una apertura hacia los
medios de comunicación, emerge un sindicalismo, luego viene una etapa de intento de
institucionalización para crear una constitución y definir un sistema de gobierno, se generan
modelos que se encuentran en disputa y son difíciles de materializar. Por ultimo se avanza
hacia una transformación del modelo económico de mercado no centralizado, en algunos
casos nacionales el mercado entra rápidamente en otro mas lento. A mediados de los “90”
los países aún estaban transitando a un modelo económico neoliberal, lo cual implicaba un
sistema radicalmente opuesto a lo que habían vivido hasta ahora.
Desde mediados de los “90” en cuanto a lineamentos políticos, había 3 grupos de países:
los que habían avanzado a la transición, donde se había interrumpido, y aquellos países que
formaran parte de la federación rusa donde se reorganiza el Estado con múltiples
republicas. De este modo se pone termino a un sistema político y económico central
planificado, el cual funcionaba, no a cabalidad, pero satisfacía las necesidades de recursos
básicos. La desarticulación de este sistema está relacionada con el termino de un régimen
de propiedad estatal, esto conlleva convertir en propiedad privada gran parte de lo que
antes era propiedad estatal. Así durante este periodo abordado se produjo el conjunto de
acontecimientos mas importantes de toda la segunda mitad del siglo XX: la crisis, intento
de reforma y hundimiento de los regímenes del socialismo real Europa y en Asia occidental.
El impacto en la memoria.
El socialismo real se planteaba como un paradigma de sociedad que se caracterizaría por
una gesta humanista de igualdad y de superación de las injusticias y traumas generados por
el capitalismo. Con la caída de la UR.SS. se desmantela un sistema político, pero con ello
también un imaginario de transformación de la sociedad que muchos anhelaban. Se instala
un capitalismo salvaje, en que buena parte de la población se siente desamparada cuando
recuerdan un pasado en que eran protegidos, puesto que constaban con beneficios
sociales. Surge de este modo una memoria de anhelo al pasado por recuperar la
preponderancia que había alcanzado la UR.SS. se rememora un gobierno que avanzó en una
economía centralmente planificada con distribución de áreas de producción. La caída del
muro conlleva una ruptura, es un episodio traumático es un hito temporal en donde
confluyen procesos y se acelera la historia de manera profunda. Hay una ruptura total entre
un momento y otro que conlleva una reestructuración del presente en Europa del este.
Acontecimiento monstruo en EE. UU: 11 de septiembre.
Según lo discutido en clases: el 11 de septiembre ocurre un acontecimiento que va mucho
mas allá de los hechos cotidianos y colectivos. Marca una ruptura en la historia occidental,
es posible concebir este acontecimiento como un punto de inflexión que configura un
nuevo orden mundial. EE. UU. muestra su hegemonía militar la cual se ha expresado de
forma mediática y con usos políticos. De ahora en adelante empleara como discurso
legitimante de la ocupación e intervención en otros países, la defensa de la democracia, la
libertad, la exportación de la civilización, sancionará a los países que no se amparen en esta
lógica política. Es un hito que tiene que marca un antes y un después, pero a la vez tiene
muchos elementos de continuidad. El 11s en vez de generar pacifismo en el imaginario
colectivo de la sociedad norteamericana levanto una idea exacerbada de nacionalismo,
construyendo un terror hacia el otro, en especial hacia los musulmanes.
Este acontecimiento incorpora las tres dimensiones antes señaladas, estas son: dimensión
epistemológica; se convierte en un acontecimiento que tensiona la idea de modernidad, se
destruyen los símbolos de poder de USA. De este modo se quebrajan elementos básicos de
la modernidad, un imperio inquebrantable de repente se derrumba, el mundo comienza a
vivir en clave 11s pensando que a cualquiera le puede pasar. La dimensión perceptiva esta
relacionada con la aproximación mediática que se construye entorno al acontecimiento,
¿Cuántas veces hemos visto el atentado? ¿Qué intenciones hay detrás de la mediatización
de este? ¿se ha instrumentalizado con fines políticos funcionales a los intereses de EE. UU.?
por último posee la dimensión sistémica, en la medida que responde a una contradicción
general que va más allá del acontecimiento en si mismo. Se puede interpretar como un
recurso para explicar el orden mundial anterior caracterizado por la lucha entre oriente y
occidente donde la contradicción entre religiones y cosmovisiones de mundo es
radicalmente opuesta.
Según la propuesta de Huntington quien plantea el choque de civilizaciones, tras la
configuración de un nuevo orden mundial se generarán nuevos conflictos auspiciados por
las diferencias en los niveles civilizatorios. Lo que habría ocurrido en el 2001 fue un choque
de civilizaciones, por un lado, Occidente (cristiano o protestante) y por el otro el mundo
árabe (musulmán). De este modo se gestarán guerras para materializar un tipo de
civilización. Bajo el alero del neoliberalismo, los Estados perderían poder en función de una
articulación supraestatal que se orienta bajo una adscripción civilizatoria.
Según lo planteado por Aróstegui:
el acontecimiento -11s- ha sido denominado como la “primera guerra del siglo XXI” creando
un arquetipo de conflicto y violencia masiva e indiscriminada llamada a perdurar. Tras el
atentado y la violencia que implico este, el acontecimiento a conllevado consecuencias
profundas para la política y estrategia mundial que ha ejercido EE. UU. de aquí en adelante.
Así bajo una supuesta cobertura de defensa contra la amenaza terrorista se “legitimaría” la
necesidad de respuestas militares, la cuales por lo demás han llegado a sobrepasar el marco
legal internacional impuesto por la ONU, generándose así peligro para el orden mundial que
no existían antes, así según Aróstegui (2004) “Concepciones como la del choque de
civilizaciones, enfrentamientos entre fundamentalismos, protección —real o supuesta— de
derechos básicos, se aducen junto a inequívocas muestras de prácticas políticas de
planificación de futuro, de previsiones económicas, estrategias ideológicas, de forma que
las verdaderas raíces de los problemas distan de estar explicitas”. (p.274). aparentemente
el orden mundial vivió un punto de inflexión negativo desde el año 2001, en donde podemos
ver reaparecen conflictos anteriores al año 2001, enfocados desde una nueva perspectiva.
Desde el 11s la política exterior norteamericana estuvo dominada por la respuesta a los
hechos mencionados. La administración de Bush decidió destruir el régimen afgano, lo cual
conllevo una nueva Guerra en Afganistán, mediante la cual rápidamente destruyó ese
régimen y se ocupó militarmente el país. Alrededor de 18 meses después del atentado EE.
UU. lanzó desde el golfo pérsico una ofensiva contra Irak de Saddam Hussein. El consejo de
la ONU no adoptó una resolución que permitiera la intervención contra este régimen, de
igual modo EE. UU. y Gran Bretaña llevaron a cabo el ataque militar. Ambas naciones
quebrantaron los principios políticos y jurídicos que se establecen en los fundamentos de
la ONU. Este acontecimiento ha significado la consagración de políticas internacionales
desarrolladas desde comienzos de los “90” que han ignorado y vulnerado de manera
progresiva y sistemática la legalidad internacional forjada desde 1945. Esto creo se ha hecho
con la finalidad, de establecer nuevas realidades en el orden internacional de posguerra
fría, en donde el orden internacional ha sido violado sin paliativos.
En mi parecer la política norteamericana adoptada por los EE. UU. desde el atentado del
11s muestra que se auto conciben con el derecho legitimo de defender valores como la
“democracia o la libertad” y a la vez de expandirlos por el mundo como una suerte de misión
civilizatoria. Pero en esta supuesta defensa de valores que serían inherentes a los
presupuestos políticos norteamericanos, creo subyacen estrategias de dominación que son
funcionales a sus intereses políticos y económicos. Estos intereses, siendo sintético, serian:
políticos; consolidarse como la potencia hegemónica rectora del nuevo orden mundial.
Económicos; dominar áreas estratégicas en función de sus recursos económicos
estratégicos, por ejemplo, el petróleo.
Conclusión:
Para efectos de esta conclusión pretendo, no referirme en sí, a como se constituyeron
fácticamente los acontecimientos monstruos de, occidente, oriente y EE. UU. si no mas bien
en generar una reflexión en torno a dos puntos que considero de gran relevancia: la
configuración simbólica de estos episodios y las implicancias, que creo, han conllevado
estos acontecimientos para efectos de la estructuración de nuestro presente histórico.
Primeramente, creo es necesario comprender que no se pueden entender estos
acontecimientos y lo que conllevan si no comprendemos como se configuran en sí, aquello
que los articula, que lo gesta como tal. El acontecimiento por lo general no es en sí mismo,
estos se encuentran ligados a estructuras a marcos contextuales que los articulan. Además,
en mi parecer los acontecimientos monstruos, tienen una esfera simbólica, de gran
significancia, la cual los constituye como tal. En este sentido son una construcción subjetiva
la cual se constituye como un imaginario social, colectivo, caracterizado por los quiebres en
las significaciones que permitían entender la realidad, generando estos muchas veces
traumas o complejos que son muy complejos de superar para una sociedad, puesto que
implican cambiar los esquemas de inteligibilidad, la forma en que conciben su realidad, la
cual desde ahora se alineará bajo otros preceptos.
En segundo lugar, considero necesario señalar que, en mi parecer, y en concordancia con
lo señalado anteriormente los episodios monstruos marcan una antes y un después, son
disruptivos, cambian los lineamientos imperantes, estructurando nuevos paradigmas
políticos, sociales o económicos que a la vez configuran un “nuevo” tiempo presente. En
cuanto al episodio monstruo de occidente, el holocausto, y en relación a lo que ha
significado en el plano simbólico, en los imaginarios sociales, considero se ha constituido
como un paradigma normativo y regulador de la esfera ideológica o política en “nuestro
presente”, es impensable e inaceptables cualquier tipo de lógica que siquiera se asemeje a
la “racionalidad del terror” ejercida por los nazis, la cual dejo en evidencia los actos más
cruentos que pude ejercer un ser humano sobre otro, bajo el supuesto de consolidar un
régimen. En este sentido es, un precedente traumático, que genera ciertos preceptos o
“leyes” de lo que puede o no hacerse, para los fines que se estimen.
Respecto al episodio monstruo de oriente, el cual situamos simbólicamente con la caída del
muro en 1989, pero que entendemos es un proceso que incluye la desintegración de la
UR.SS. la cual se extiende al menos hasta 1891. Esto generó un quiebre muy significativo,
en cuanto implicó el fracaso de un proyecto político de transformación social, que buscaba
terminar con las injusticas estructurales y sistémicas que caracterizan al sistema capitalista.
De este modo, se frustró un proyecto anhelado y de amplia adhesión popular a nivel
mundial. Europa oriental debió, tratar de aceptar, que su “horizonte de expectativas” había
culminado y de manera más disruptiva aún, asimilar un modelo ideológico el cual era
totalmente ajeno a la “concepción de mundo” que habían forjado como sociedad en el
periodo anterior. Por lo demás, el impacto no fue solo en Europa, si no más bien tuvo
alcance a nivel mundial. El “nuevo mundo” ya no estaría regido por dos potencias que
disputarán la hegemonía mundial, desde ahora el camino quedaba allanado para que EE.
UU. consolidará un orden unipolar, el cual seria regido por sus preceptos,
fundamentalmente por la ideología capitalista o neoliberal, la cual, por lo demás, en nuestro
presente se ha consolidado a nivel mundial. De este modo 1989-1991 marca un antes y un
después en el cual ya no es posible interpretar la realidad como se hacia antes, ya no existe
un horizonte de expectativas, no hay consenso respecto de un proyecto político contra
hegemónico, es por ello -dentro de otros factores- que nos encontramos de momento en
un régimen de presentismo, del cual veo difícil que podamos salir, mientras no haya un
intento común, que sea cohesionado, por gestar en términos proyectuales un vía
alternativa al “orden mundial” imperante, de lo contrario, seguiremos ensimismados en
nuestra frustración, en “las sombras” de un mundo caracterizado por la desigualdad e
injusticia social.
Con relación al episodio monstruo de los EE. UU. el 11 de septiembre -atentado a torres
gemelas-, en mi parecer la nación del norte instrumentalizo este acontecimiento y lo hizo
funcional a una estrategia propia para reconstituir y relanzar -dando un supuesto marco de
“legitimidad”- su política de dominación a nivel mundial. desde ahora persigue a quienes
desarrollan el terrorismo, pero aparentemente esta conceptualización se extrapoló
abarcando a distintos “modos de ser” que no son susceptibles a los preceptos de EE. UU.
de este modo USA justifica la intervención (política, militar, económica, etc.) en otros países
bajo el supuesto de la defensa de la democracia o la libertad, cuestión que queda en
evidencia en la política norteamericana en medio oriente e inclusive en nuestras propias
naciones latinoamericanas, en nuestro presente inmediato. Podemos notar de manera
evidente que esta nación está llevando a cabo una política, que trasciende y pasa por alto,
todos los consensos internacionales en cuanto a la no intervención en los asuntos de otras
naciones y el respeto de su soberanía. Creen tener la potestad para omitir todos los
consensos establecido, esto en buena parte, debido a que en las últimas décadas han
consolidad su dominio a nivel mundial. En mi parecer esta supuesta retorica de la defensa
de la “libertad” y la “democracia” no es más que una fachada que instrumentalizan para
intervenir en los países que ejercen resistencia, poniendo en tensión al orden imperante,
por ello los desestabilizan ya sea política o económicamente. En otros casos también libran
guerras con la finalidad de obtener algún recurso económico estratégico, como lo hicieron
en su momento con el petróleo, y en el presente siguen ejerciendo presión para obtenerlo,
mas cerca inclusive.
Bibliografía:
Aróstegui, j. (2004). La historia vivida: sobre la historia del presente (445). Madrid: Alianza
Editorial.
Koselleck, R. (1993). Futuro pasado: para una semántica de los tiempos históricos (368).
Barcelona: Paidós.

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