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LIBRO PRIMERO

Se describe la ira como una pasión agitada, desenfrenada, basada en el resentimiento y en la


sed de sangre, y cuyo último propósito es la venganza. La ira no obedece a la razón. Se
mencionan los efectos nocivos de la ira (asesinatos, envenenamientos, naciones
destruidas…) como elementos significativos de su invalidez intrínseca.

La ira es enemiga de la razón y por tanto solo se da en los seres capaces de razón; los
animales, se concluye, no experimentan ira, ni en general ninguna pasión humana, solo
experimentan impulsos que se les parecen. El bien y el mal solo son propios del corazón
humano; igual que las virtudes humanas no se dan en los animales, tampoco los vicios.

[Una vez resuelto qué es la ira, plantea si debe mantenerse.]

El hombre es un ser bueno y sacrificado, que busca la relación con los demás y ser útil a la
sociedad. La ira, por el contrario, lleva al aislamiento, se nutre de maldad y hiere hasta al
amigo más cercano. La ira, por tanto, es contraria a la naturaleza del hombre.

Pero aun no siendo natural, ¿es útil? No, puesto que la razón solo es más fuerte cuando está
alejada de las pasiones: cuando las pasiones aparecen, toman las riendas y no pueden ser
dominadas por la templanza. Por ello mismo, hay que rechazar los impulsos de la ira en su
misma raíz. Cuando el ánimo se identifica con las pasiones, ya no puede servir de freno.

Aristóteles dice que la ira es necesaria, pero dominada por la razón. Séneca refuta esto,
argumentando que si la ira aparece, no obedece a la razón, y por esto es inútil, y que en caso
de que obedeciera a la razón, no se trataría de ira. Se critica también el cliché de que la ira
moderada es buena, diciendo que un mal en menor medida no se convierte en un bien, sino
que sigue siendo un mal, aunque menor.

La ira ni siquiera es útil contra el enemigo, porque en la guerra consiguen más la serenidad, la
reflexión y la estrategia, mientras que la ira favorece las derrotas. En el caso de injusticias o
atentados contra la familia, son más útiles la piedad y la virtud, que llevan a actuar con calma
y diligencia, que la ira. Lo propio y lo querido debe defenderse a través del deber, puesto que
las pasiones entorpecen la venganza.

Teofrasto dice que el hombre sabio se irrita contra los malvados. Séneca niega esto diciendo
que precisamente los sabios están libres de pasiones y odios, puesto que no se enfrentan al
que erra, sino al error; odiar al malvado supondría odiarse a ellos mismos. Hay que corregir al
que delinque, con castigo pero sin cólera. En caso de que sean incorregibles, igualmente
habría que matarlos, pero sin ira.

La razón basta por sí misma, no solo para aconsejar, sino también para obrar. La razón, una
vez encuentra la verdad, persiste en ella, mientras que el motor de la ira es inestable y vano.
La razón concede plazo para discutir la verdad y quiere decidir lo que es justo; la ira obra
precipitadamente y quiere que se tome por justo lo que ella decide, irritándose contra la
misma verdad.

LIBRO SEGUNDO

[Se pregunta si la ira es producto del juicio o si brota como impulso sin nuestro
consentimiento.]

En caso de que no pueda ser controlada, nunca obedecerá a la razón.

Aunque sí que hay impresiones que no dependen de nosotros (como la sudoración, los
escalofríos, el vértigo, etc), los consejos triunfan sobre la ira, la ira es un vicio voluntario, que
puede controlarse aplicando la razón de manera correcta.

Se distingue entre el primer arrebato que conmueve el espíritu y la verdadera pasión, que
consiste en dejarse llevar por ese primer arrebato y abandonarse a él. La ira no es solo
conmoverse, sino que es impulso, y no existe impulso sin el consentimiento del ánimo, el alma
siempre conoce estos procesos y los permite. La ira, precisamente, consiste en arrastrar a la
razón, en encaminarse voluntariamente al impulso.

Hay tres: un primer arrebato, un segundo que se realiza con voluntad fácil de corregir, que es
el primer pensamiento de venganza que nos atenaza, y un tercero que es ya tiránico y vence
a la razón. Si bien el primero no puede ser evitado, el segundo movimiento nace de la
reflexión, y mediante la reflexión puede ser evitado, y también el tercero.

Debería concederse indulgencia al género humano y no irritarse contra los errores, sino
entender que existe la necesidad de errar, y que todos tienen razones y causas para hacerlo,
incluido uno mismo. El error es natural, puesto que nadie nace siendo sabio y muy pocos
llegan a serlo, y no hay que irritarse contra lo que es natural.

Se niega que la ira sea útil porque infunda temor, puesto que esto igualaría al sabio con una
bestia, y el temor tampoco conlleva poder, sino que solamente es terrible y somete al temido a
sus propios temores también.

La ira NO es inevitable. Ante la ira deben imponerse la paciencia y la tranquilidad del alma.
Además, conservar las virtudes es fácil porque es algo orgánico y natural del hombre,
mientras que conservar los vicios es muy costoso. Por tanto, hay que luchar contra la ira, para
evitarla.

Los remedios contra la ira son de dos tipos: unos para no caer en ella, y otros para, en caso
de haber caído, pasar por ella lo mejor posible y triunfar de ella. La educación es importante,
puesto que depende de lo porvenir, y resulta más fácil amoldar los espíritus, que apaciguarlos
cuando ya viven con los vicios. La educación debe hacer las almas saludables y no alimentar
la ira. Hay que mantener a los niños en el término medio, ni imponerse sobre ellos ni dejarles
totalmente libres, ni que fracasen ni que se vanaglorien, etc. Debe evitarse la educación
blanda y complaciente, los niños tienen que conocer el temor y el respeto, que nada consigan
por la ira.

Los que no son niños, deben combatir las causas primeras de la ira. Causa de la ira es la idea
de que se ha recibido una injuria, pero esta idea suele ser falsa, así que no hay que ceder
ante ella, sino conceder un plazo para pensar. Hay que dejar en suspenso la ira, para
comprobar que esta injuria no es un rumor, ni una sospecha. Para evitar la sospecha hay que
juzgar con más benignidad y hacer las cosas más sencillas. Tampoco hay que irritarse por
cosas frívolas como el vuelo de una mosca. Debemos tratar nuestro alma con dureza, para
que no sienta los golpes si no son muy graves.

Otra tontería es irritarse contra objetos inanimados, de los que es imposible recibir injuria, así
como contra animales, que no tienen intención. Así también sucede con los niños, o los
desastres naturales.

Es necesario también tener en cuenta que nosotros mismos somos los primeros que erramos
y cometemos faltas, así que no hay que ser tan ligeros en indignarse o irritarse ante lo que
uno mismo hace o habría hecho en otra ocasión. El examen de nosotros mismos nos hará
más indulgentes.

Ya se dijo que es vano irritarse por los rumores que no se han confirmado, pero cuando
nosotros mismos vemos esa injuria, hay que examinar el carácter y la intención del suceso.
Verás que en muchos casos el suceso tiene una causa y una razón. La mayoría de las injurias
las creamos nosotros, y no son más que sucesos infortunados o que tomamos demasiado a la
ligera como injurias, cuando en realidad no lo son.

Pero, ¿y cuando creemos que la injuria ha sido injusta y que no hay excusa posible? Las
injurias inesperadas vienen de ser demasiado ignorantes o ingenuos. Hay que prever los
desatinos y las asperezas hasta en los mejores hombres, que no venga por sorpresa, la
naturaleza humana produce errores.

No hay que castigar al hombre porque pecó, sino para que no peque más, en sus penas, la
ley no se atiene a lo pasado, sino a lo porvenir. En caso de llegar a la venganza, mejor es
llegar sin ira, no porque la venganza nos sea dulce, sino porque es útil. Pero la ira es inútil.

La ira echa a perder la dignidad del hombre, si ya lo hace físicamente, cuánto no hará por
dentro.

LIBRO TERCERO

[Se procede a observar los diferentes modos de luchar contra la ira.]


Lo más necesario es acusar y condenar la ira y en ningún momento creerla algo necesario o
útil, para así evitar caer en ella. La ira debe ser refrenada mediante el ánimo y la razón.

Para que el alma esté tranquila, no hay que forzarla a hacer cosas en las que se mostrará
frenética o impotente: hay que adecuar las empresas que emprendemos a nuestras fuerzas,
para evitar que surjan la frustración o los infortunios. Igualmente, debemos rodearnos de
personas amables y complacientes, para no exponernos a injurias que sabemos que no
podríamos soportar, así como para adquirir sus costumbres y su carácter al pasar tiempo con
ellos. También elijamos amigos que se adecuen a nuestros hábitos y gustos. Tampoco hay
que fatigar el espíritu con muchas cosas, sino dedicarlo a las artes amenas y cuidarlo.
Huyamos, pues, del foro y los gritos, de la fatiga, el hambre y la sed, que producen ira. El
espíritu enfermo se enfurece con la más nimia de las cosas.

Cuando se recibe una injuria, hay que intentar entender los motivos o causas del que nos
ofendió, y ponerse en su lugar. Si hasta el más prudente delinque, ¿quién no tendrá excusa?
La indulgencia debe ser mayor, al haber vicios extendidos por todo el género humano. Incluso
uno mismo, aunque no haya ofendido al que le ofende, seguro que ofendió a otro en el
pasado, así, generalizada, es la injuria. Hemos de tratar mansamente lo que es intratable.

Tampoco es recomendable comparar nuestras fortunas con las de los demás, o compararlas
con un ideal, porque entonces estimaremos en poco lo que tengamos, sea cuanto sea, y nos
enfureceremos y frustraremos por ello.

Además, la ira nos hace perder tiempo de nuestra ya de por sí corta vida, tiempo que
deberíamos aprovechar para ser felices y disfrutar de la vida, y no para planear venganzas
contra los que supuestamente nos injuriaron. Hay que tratar de hacer tranquila nuestra vida y
no meternos en asuntos de venganza, que anden lejos del amor.
LIBRO TERCERO: 25-43

Injuria: insulto u ofensa hacia la persona como su dignidad honor credibilidad…

Irrita: enojarse

25:

-Entre más débil o menos poderoso se soportará con más resignación algunas ofensas o
desprecios.

-El que no se irrita, queda inaccesible a la injuria. El que se irrita, se quebranta.

“Eres demasiado débil para turbar mi serenidad”

-La ira perjudica más que la injuria, pues conozco los límites de la una pero ignoro hasta
donde me arrastrara la otra.

26:

-“Es muy difícil soportar la injuria”

¿Qué hombre no puede soportar la injuria si puede soportar la ira?

-El mayor castigo del mal es haberlo cometido; y la pena más rigurosa es quedar entregado al
arrepentimiento.

-Cada cual encuentra en su propio corazón aquello mismo que reprende en otro.

-Tolerancia recíproca.

27:

-¿No es mejor curar la injuria que vengarla? La venganza absorbe mucho tiempo y nos
expone a multitud de ofensas por una sola cosa que nos molesta.

-¿Te parecería en sano juicio devolverle la mordida al perro?

-Se debe colocar en la misma línea aquel que carece de razón

- hay que tratar mansamente a lo que es intratable

28:

-Si tú mismo no enciendes tu ira y renuevas sin cesar los estímulos que deben alimentarla, se
extinguirá por sí misma y diariamente perderá fuerzas.
¿Y no será mejor que caiga vencida por ti, que vencida por si misma?

-El furor te arrastrara de aquí para allá, y más lejos aún, y como a cada paso surgirán
nuevos estímulos, la rabia no te abandonará.

29:

-Distingamos la impotencia de la mala voluntad, y perdonaremos con mucha frecuencia si


examinamos antes de irritarnos.

30:

-Nos irritamos contra nuestros mejores amigos, porque han hecho por nosotros menos de lo
que habíamos imaginado, menos que recibieron otros.

-Gocemos de lo que tenemos sin hacer comparaciones: nunca será feliz el que desea
felicidad mayor.

Tengo menos de lo que esperaba, pero talvez esperaba más de lo que debía

De aquí nacen las iras más peligrosas.

31:

-Esto mismo es lo que ha vuelto las armas de los súbditos contra los reyes, lo que ha
impulsaba a los más fieles a tramar la muerte de aquellos por los cuales y ante los cuales
habían jurado morir.

-Nadie está contento de su fortuna cuando contempla la de otros

-Da las gracias por lo recibido, espera lo demás y regocíjate por no encontrarte repleto aún.
Felicidad es que todavía queda algo que esperar.

32:

-¿Cuál es tu error más grande? Formas malos cálculos: estimas en mucho lo que das y en
poco lo que recibes.

-Procuremos no obrar con el uno como con el otro (contener la ira por diferentes razones)

-Deja que llegue la hora en que mandaras por ti mismo, porque ahora hablas bajo el imperio
de la ira; cuando haya pasado veremos en cuanto estimas el delito.

33:
¡Con cuanta risa deberíamos recibir todo lo que nos arranca lagrimas!

34:

Otras causas de la ira: la comida, la bebida, las rivalidades de ambición, trajes, palabras,
censuras, gestos poco mesurados, sospechas, interpretaciones maliciosas…

-La ira nace de dar demasiada importancia a cosas muy pequeñas.

35:

-Debes acostumbrarte a las risas y a las lágrimas, a los halagos y a las contradicciones, a las
noticias agradables y a las tristes, a la voz de los hombres y a los rugidos y ladridos de los
animales.

36:

-Necesario es educar y fortalecer todos nuestros sentidos que por nuraleza son pacientes.

-Examinarse día a día sus defectos y vicios

37 y 38:

-Reflexiona que necesitas paciencia para muchas cosas y moderar la ira en determinadas
situaciones.

39:

¿Cómo podemos calmar la ira en los demás?

-Cuidaremos de no intentar calmarla con palabras en sus primero ímpetus porque esta estará
ciega y loca.

-Le dejaremos tiempo; el reposo cura las enfermedades incipientes.

¿Para qué sirve eso, si se ha curado cuando por si misma se ha calmado?

-Para que desaparezca pronto

-Para evitar recaídas

-Para engañar esos primeros arrebatos que no nos atreveríamos a calmar

Si la ira es demasiado violenta, se le atacara por razones de pudor, a las que no resistirá, o
por el miedo.

Si la ira es más débil, se le distraerá con pláticas agradables.


40:

Algunos no se curan sino con engaños.

Contrariar al iracundo, chocar con él de frente, es irritarle. Es necesario atacarla en diferentes


puntos con precaución.

41:

Si alguien es tan poderoso que puede contrarrestar la ira desde su elevada posición, trátela
con dureza, pero solamente cuando es, feroz, cruel y sanguinaria, porque en estos casos es
incurable sino teme algo superior a ella.

42:

Huyamos de este mal, purguemos nuestra mente, extirpemos este vicio hasta en sus raíces,
que, por débiles que sean, donde nacieron vuelven a brotar.

No procuremos calmar la ira, sino desterrarla por completo.

43:

¿Por qué no has de recoger más bien tu corta vida, y hacerla tranquila para ti y para los
demás?

¿Por qué no has de procurar más bien hacerte amar durante tu existencia y lamentar después
de tu muerte?

¿Por qué has de trabajar en la caída del que te trató con altivez?

Ten paciencia por un momento: he aquí la muerte que viene, y a todos nos hace iguales.

Exhalemos vida a la vez que respiramos. Respetemos la humanidad: no seamos para nadie
causa de temor o de peligro. Despreciemos las pérdidas, injurias, ofensas, murmuraciones y
soportemos con magnanimidad contratiempos pasajeros. Pues al volver la cabeza,
encontramos la muerte.

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