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NOTAS CURIOSAS

La Segunda Fundación
Con la expresión “poderes públicos”
se hace referencia a los poderes Ejecu-
tivo, Legislativo y Judicial. Con su tras-
lado e instalación comienza realmente la
vida ciudadana de La Plata.
La ceremonia se cumplió durante el
gobierno de Rocha, y así La Plata con-
cretó su destino de capital. Se programa-
ron para esa ocasión banquetes, núme-
ros de acrobacia, bombas, globos y fue-
gos de artificio. Una gran diferencia con
la ceremonia de la fundación fue que la multitud no debió volver a Buenos Aires,
pues muchos de los asistentes durmieron ya en su ciudad. De nuevo se notó la
ausencia del padrino de La Plata, el general Roca, quien según los comentarios
de los círculos políticos apadrinaría la candidatura de Rocha a la presidencia de la
República. Esta nueva ausencia fue interpretada como un desaire a las expectati-
vas presidenciales del fundador de La Plata.
"El estallido de las bombas, la alegre algazara de la gente obrera, el galope de
los caballos aguijoneados por los jinetes, el repique de las campanas, el batir de
los tambores, las banderas tremolando en lo alto de todos los edificios, el gentío
en incesante movimiento desde las primeras horas de la mañana, dieron a esta
ciudad un aspecto sorprendente de vida, de luz, corno no se ha visto tal vez en
ningún lugar de la República para solemnizar un acto glorioso", narraba un cro-
nista de aquella época, al comentar el acontecimiento vivido el 15 de abril de
1884.
En el Ministerio de Hacienda, despacho provisional del Gobernador, la Banda
de Policía ejecutó el Himno Nacional y el Dr. Dardo Rocha declaró instalados los
poderes públicos en la capital de la provincia de Buenos Aires. A la misma hora en
que los actos se desarrollaban, las autoridades y vecinos de los pueblos de la Pro-
vincia eran informados por medio de un moderno sistema: el telégrafo, que exten-
dió el regocijo y los festejos a otras ciudades.

El sucesor de Dardo Rocha en la Gobernación


Dardo Rocha se retiraba de la escena cotidiana platense, pero él mismo se
había encargado de preparar su sucesión a favor de Carlos D'Amico, Ministro de
Gobierno durante su gestión.
En 1883, excluidas Tolosa y Ensenada, La Plata contaba con 3.015 habitan-
tes; en marzo de 1884, la ciudad y sus alrededores, excluyendo Ensenada, suma-

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ban 10.047 pobladores. El crecimiento de la ciudad era


vertiginoso, pues la obra de Rocha proseguía, a pesar de
no dirigir el gobierno.
Comenzó en 1884 la actividad social. Abrieron sus
puertas los primeros teatros, y se fundaron asociaciones
vecinales, tales como la antigua Unione e Fratellanza, con
su edificio de la diagonal 74, entre 3 y 4.
Cada grupo social necesitaba sus entidades represen-
tativas, en especial las colectividades extranjeras, como las
integradas por italianos, españoles y franceses afincados
en La Plata. Se fundó el Jockey Club, "para fomento de la
raza caballar". Un tiempo después
aparecía el club hoy decano del fútbol argentino que, por
aquel entonces –1887 era, como su nombre lo indica,
Gimnasia y Esgrima. La masonería tuvo su filial en la
ciudad durante los años fundacionales.
También surgieron grupos católicos, como los que
agruparon bajo la denominación de Apostolado de la Ora-
ción, y que tenían su asiento en las distintas parroquias.
Ardua tarea le esperaba a D'Amico, debía finalizar los
trabajos comenzados por su antecesor.

La plaza ''San Martín”


A principios de siglo La Plata era una ciudad provinciana donde la mayor parte
de la gente se conocía, por lo menos de vista. Con el transcurrir del tiempo la ciu-
dad fue creciendo, se formaron nuevos barrios, arribaron más argentinos del inte -
rior y también extranjeros. Los rostros familiares se fueron confundiendo con los
desconocidos en un proceso característico de la vida urbana. Comenzaron a pal-
parse entonces las desventajas del progreso.
La Plaza San Martín se había convertido en el lugar de paseo obligado de las
familias platenses, tanto en las breves tardes invernales como en las cálidas y per-
fumadas noches de verano, más aún
cuando se programaban retretas y se
podía escuchar selecta música ejecu-
tada por una banda - la de Policía que
durante muchos años había sido una
de las mejores de Sudamérica.
La pérdida de la intimidad en este
y otros paseos dio lugar a un polémico
intercambio de cartas entre los veci-
nos.
Algunos señalaban que "a las re-
tretas de Plaza San Martín las fre-
cuenta lo más granado de nuestra so-
ciedad. ¿Por qué se hace lo posible para ahuyentar a la gente decente? Gente

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joven que se reúne en sitios estratégicos y dirige pullas de mal gusto, organiza
riñas y corre de un lado a otro".
Otro grupo de platenses ofreció una visión distinta, señalando que "al lugar no
concurre sólo lo más granado de la sociedad. El aspecto simpático de esas reunio-
nes está justamente en el espíritu democrático que invisten, donde en hermosa
confusión se roza el vestido de percal con el traje de seda... La juventud de hoy se
distingue por su espiritualidad y, al dirigir piropos a las señoritas, no atenta contra
su pudor. Al contrario, las enorgullecen.

La construcción de las Plazas España e Italia


Durante 1898, las autoridades municipales y provinciales aceleraban la cons-
trucción de obras para la nueva ciudad, así, las plazas y los espacios verdes em-
pezaban a distinguir a La Plata.
Por ejemplo, a la Plaza
Italia se le acababa de
construir un cerco de mam-
postería, pared con balaus-
trada, de escasa altura,
interrumpida en las diago-
nales y avenidas que la
atravesaban, con entradas
en las cuales se hicieron
escaleras de mármol
blanco, cuando el desnivel
entre la vereda y el suelo
interior de la plaza lo exi-
gía.
En el centro del recinto así circundado, se empezó durante aquel año, a reali-
zar la idea del monumento a Italia, que la colectividad italiana de La Plata allí le -
vantaría. La obra apenas progresaba, pero la muerte trágica del rey de Italia,
Humberto 1, en el año 1900, llevó a los organizadores de tal homenaje a su nacio -
nalidad de origen, a apresurar la construcción de dicho monumento.
Por otra parte, el 19 de noviembre
de 1900 se inauguraba la famosa
Plaza España, a la que, según la cró-
nica de la época, "poquísima concu-
rrencia asistió".
La inauguración se efectuó a las
ocho de la noche y, además del Go-
bernador y. los ministros, asistieron
varios miembros de la Sociedad Es-
pañola, y el Intendente Municipal, se-
ñor Lezcano. En cambio, por la noche,
el baile en la Casa de Gobierno, es-
tuvo animadísimo. La función de gala

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que se realizó en "El Argentino" estuvo brillante, cantándose el Himno Nacional y


la ópera “La Boheme". Para el año 1900, la barriada ubicada en inmediaciones de
a Plaza España aún era casi campo abierto.
Para sorpresa de los vecinos del lugar, allí se instaló un médico, que por su
manera de ser y de actuar, parecía "casi e campo". Fue en la esquina de as calles
7 y 63, y se llamaba Estanislao Bejarano.
En esos tiempos, el contorno de la plaza estaba alambrado. Así también lo
estaban casi todas las manzanas aledañas. Por esos potreros, se encontraba el
famoso y recordado "Tambo de Gatti". La vieja casona en la que habitaba Beja-
rano, con el centenario palo borracho, fue demolida luego en 1970.
El poeta platense Adolfo Eduardo Durán, le ha cantado para el recuerdo de
esta manera:
"Al contemplarse solariega y vieja, junto al palo borracho que te cuida desen-
vuelvo en mi mente la madeja que formé con recuerdos de mi vida.
Y vuelvo atrás, vieja casa, al tiempo ido, cuando mi madre me llevaba de la
mano a visitar a aquel hombre tan querido, al bueno doctor, al viejo Bejarano...
Y a la par que mi memoria lo revive pienso que al patio, al árbol y al aljibe. Tal
vez mucho tiempo no les sobre. ¡Pero sí ha de quedar en esa esquina el espíritu
de aquél que la ilumina de aquel doctor tan bueno con los pobres!.

Leche de burra en la Plaza España


En la actual Plaza España (66 y 7) tenía su tambo "burrero" un señor llamado
Gatti. Allí se ordeñaban las burras lecheras El famoso tambo de Plaza España
era, así, un lugar de gran concurrencia de gente en busca de la reconocida leche
para consumo de los platenses y desde los más apartados barrios de la ciudad
acudían madres para adquirir la leche fresca que por aquel entonces se aconse-
jaba suministrar a los niños débiles e inapetentes.
El tambo de Gatti era un establecimiento modelo para su época, donde se ex-
pendía leche de burra y yegua, y lo hacía en gran escala. Gatti, además alquilaba
las burras y las yeguas "holandesas" a 5 centavos la vuelta para recreo del mundo
infantil que allí se agolpaba, particularmente los domingos y días de fiesta.
Quienes tuvieran que arrimarse hasta el tambo de Gatti, podían hacer uso del
tranvía a caballo que llegaba hasta la calle 64 donde estaba la estación terminal,
que luego dejó el lugar y los galpones a un conocido aserradero que los ocupaba
hasta hace poco tiempo.

El fin de una locomotora llamada "Clementina"


"La Clementina" fue una locomotora muy conocida en nuestra ciudad que
brindó buenos servicios para la conexión ferroviaria entre nuestra ciudad y los
mataderos de Abasto.
El pequeño ferrocarril cumplió bien su labor durante muchos años. Partían
cuatro trenes de ida y otros tantos de vuelta. En un café y bar de 51 y 17 funcio-

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naba la boletería. Había vagones de carga y de pasajeros. Paraba en cualquier


parte, donde se le detuviera, para subir o bajar.
Con el mejoramiento de los caminos, el servicio que prestaba "La Clementina"
fue decayendo en importancia hasta desaparecer.
Al crearse en 1929, el Servicio Municipal Autárquico del Transporte, se aprove-
charon las antiguas vías para establecer un servicio de autorriel entre La Plata y
Abasto, pero también concluyó, oscura y silenciosamente, un día de 1959

Los Masones
Aunque para algunos la existencia de los masones todavía es un misterio, fue
indudable el aporte cultural y político de ese grupo secreto a nuestra ciudad.
En 1885, el ser masón era una posición socialmente aceptada y muy honora-
ble, las crónicas periodísticas publicadas el 11 de julio de 1885, se puede leer lo
siguiente: "De todas las sociedades que marchan a la vanguardia del progreso, es
sin duda alguna la Masonería una de las primeras" (...)
La nueva capital provincial, cuyos rápidos progresos son la admiración todo el
mundo, necesitaba un centro donde los mucho hijos de esta gran familia, aquí es-
tablecidos, se agrupan.
La Comisión del Gran Oriente Argentino vino en pleno y consagró el Templo
"Luz y Verdad", en la calle 47 entre 5 y 6.
Sin embargo, es difícil establecer el real poder de esas logias, pues gran parte
de su accionar fue secreto, a pesar de que por muchos años operó en forma pú-
blica en la ciudad.

La vida religiosa
La Iglesia fundacional platense es la de
San Ponciano. Esta fina construcción de
estilo gótico fue también el centro obligado de
reunión social de las "buenas familias". En un
principio La Plata tenía categoría de parro-
quia; el 23 de junio de 1885 la elevaron a Vi-
caría Foránea.
La segunda capilla instalada en la ciudad,
integraba un cargamento de casillas de ma-
dera traídas de Estados Unidos, fue
destinada al hospital Melchor Romero y se
inauguró el 30 de noviembre de 1884. La obra
de los salesianos en La Plata se remonta a
1885. El 23 de mayo de ese año llegaron de
visita a la ciudad monseñor Juan Cagliero y
los padres José Fagnano y Antonio Ricardi,
pertenecientes a la congregación de Don
Bosco. Monseñor Cagliero celebró misa en

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San Ponciano el 24 de mayo, y esa misma tarde los padres salesianos cantaron
vísperas, ceremonia que se realizaba por primera vez en La Plata y que causó una
gran conmoción a los italianos residentes en la ciudad, al recordarles las celebra-
ciones de su tierra. Al día siguiente Monseñor Cagliero ofició un Tedéum en San
Ponciano, en el marco de los festejos del 25 de mayo.

El temor a las pestes


Las crónicas de la época afirmaban, como sobreentendiendo su significado,
que los infatigables viajeros del Ganges o del Brasil" no habían aparecido en ese
año de 1889. Conjeturamos que otros veranos sí aparecieron, con su terrorífico
mensaje.
Estos infatigables viajeros no eran otros que el cólera y la fiebre amarilla. Se
opinaba que habían sido detenidos por el Río de la Plata, como si el río fuera una
valla de contención efectiva.
Otras pestes estacionales eran la viruela confluente, la difteria, el crup, y el sa-
rampión, que según informes de la prensa de la época, habían "hecho invasión en
la población infantil".
Una de las enfermedades que era tema de las conversaciones y controversias
entre los platenses fue el beriberi, de la cual la crónica mentada aseguraba "que
había sido superada". Otro mal muy temido era el tracoma, que podía llegar a cau-
sar la ceguera.
Este mal, traído por los inmigrantes, cuya mayor proporción de casos se daba
en Berisso, determinaba ver a hombres deformados por la enfermedad, con som-
breros que les tapaban hasta los ojos; en las escuelas se hacían revisiones perió-
dicas para detectar el mal en los niños.
Era tal el temor a las enfermedades contagiosas que, cuando se producía un
caso, se publicaba la dirección en que ocurrido, y si la casa había sido ya desin-
fectada o no. Los platenses evitaban pasar por los lugares que las enfermedades
habían elegido como morada.
Denunciaba la prensa la falta de un hospital de contagiosos, "dedicados a dar
albergue a tanto desgraciado, que no tiene a dónde recurrir para aliviar sus ma-
les".

El nombre de City Bell


Según la versión que da Enrique Udaondo en el libro "Significado de la no-
menclatura a de las estaciones ferroviarias de la República Argentina", el nombre
de la estación recordaría a Sir Henry Bell Bart, quien vivió entre 1841 y 1931.
Bell fue director-armador de los ferrocarriles del Oeste y del Sur, y estuvo muy
vinculado a los círculos ferroviarios, mercantiles y sociales de nuestro país.
City es una palabra inglesa que significa "ciudad". Sin embargo, un informe
preparado por el Departamento de Investigaciones Históricas y Cartográficas a
cargo de José Pedro Thill, afirma que Udaondo comete un error hacer tales afir-
maciones, pues el señor Henry Bell, fallece a la edad de 83 años, el 16 de marzo

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de 1931, y el pueblo y estación tenían ese nombre desde 1914, siendo poco pro-
bable y no usual de la Empresa de Ferrocarril del Sud, un homenaje en vida a uno
de los directores de esa compañía,
Además, siendo las tierras de la estación, donación de la Sociedad Anónima
"City Bell", ésta eligió para la misma la denominación que iba a llevar el nuevo
pueblo a fundarse, en homenaje a la familia Bell. por todo lo expuesto anterior-
mente se desprende que el nombre de City Bell, tanto para la ciudad como para la
estación de ferrocarril, es un homenaje los integrantes tres generaciones de la
familia Bell, que contribuyeron al progreso del país como así lo hacen constar en
la petición para la fundación del pueblo, que en consecuencia es origen del topó-
nimo de "City Bell".

Una mirada al mundo


En La Plata, centro político provincial, a fines del siglo pasado repercutían
fuertemente los sucesos nacionales e internacionales. De acuerdo con los relatos
de viajeros, el progreso técnico y los descubrimientos científicos se vivían intensa-
mente en la ciudad. El caso Dreyfus conmovió a la opinión pública, en especial a
la pequeña y poderosa comunidad francesa de la década de 1890.
En 1895, a través del segundo Censo se conoció el número de habitantes del
país, casi cuatro millones, cifra que impresionó. También se tuvo noticias de un
raro invento: el cine de los Lumiere.
Con la implantación del servicio militar en el año 1902, se convocó a los prime-
ros conscriptos en un acto que se realizó en un paraje llamado Cura Malal. Gran-
des exequias fueron tributadas, en Buenos Aires, a dos políticos, fervorosos ora-
dores y de fuerte arraigo popular, líderes de la civilidad: Leandro N. Alem y Aris-
tóbtilo del Valle. Los platenses ya no pudieron arribar más a la estación Central
en el Paseo de Julio, en el corazón de Buenos Aires, pues el fuego la destruyó.
Por el año 1897, Yrigoyen disolvió el radicalismo bonaerense, para oponerse
al acuerdo con el Mitrismo. Lisandro de la Torre le dirigió graves denuestos por la
conducta adoptada, los que originaron un duelo posterior, en el que resultó con he-
ridas graves el Dr. De la Torre.

Como era el Fuerte Barragán


El Museo Naval Fuerte Barragán" es el único monumento histórico anterior a
la época del virreinato en la zona. En su estilo, es único en el país. De aquí parte
el primer grito de soberanía en nuestra historia, pues los primeros cañonazos del
rechazó al invasor inglés salen de la Ensenada de Barragán, desde ese histórico
fuerte.
En 1731, el Gobernador de Buenos Aires, don Bruno Mauricio de Zabala, or-
denó la construcción del Fuerte en la Ensenada de Barragán, formada por la de-
sembocadura del Río Santiago en el Río de la Plata.

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En 1779, con motivo de la


declaración de guerra entre In-
glaterra y España, el Virrey
Vértiz ordenó la fortificación de
la costa del Río de la Plata, y el
Fuerte Barragán fue preparado
emplazando en él nuevas bate-
rías, ante el peligro de una
agresión inglesa a nuestras
costas, similar a la pretendida
ocupación de las Malvinas, que
había sido rechazada por una
escuadra española el 10 de ju-
nio de 1770.
En el año 1801, el Capitán
de Artillería Francisco Javier Reyna, por especial encargo del Virrey Loreto,
ejecutó la construcción de la batería Nuestra Señora de las Mercedes, y de nue-
vos edificios en el Fuerte Barragán. La vieja fortificación se había arruinado, al ser
el terreno barrido reiteradamente por el río.
En el año, 1802 constaba de as siguientes partes frente principal, dos flancos,
dos aletas, dos garitas, dos cortinas, una rampa, patio de armas. Todos revocados
interior y exteriormente.

El legado de Juan Vucetich


El 1ro. de setiembre de 1891, Juan Vucetich asumía el cargo de jefe de iden-
tificación de la Policía provincial. Ese fue el punto de partida de un sistema que
adquiriría, con el tiempo, carta de ciudadanía universal. Vucetich observó que el
hombre mantenía invariables las huellas de sus dedos que, además, son diferen-
tes en cada individuo. Al sistema de identificación fundado en esa peculiaridad se
le denominó dactiloscopia, o sistema dactiloscópico argentino.
Los trabajos de Vucetich tuvieron como, antecedentes los estudios de Galton,
publicados en la Revue Scientífique. Vucetich aplicó en una ficha las diez
impresiones de las y yemas de los dedos de las manos, y las clasificó en cuatro
tipos, con letras en los pulgares y números en los demás dedos, lo que permitió
ordenar -y encontrar luego - más de un millón de fichas, con asombrosa facilidad y
sencillez.
En 1892 se tomaron las huellas digitales del autor de un crimen cometido en
Necochea, y las comprobaciones así efectuadas permitieron salvar a un inocente
que, de acuerdo con el informe policial, era sindicado como el presunto asesino.
Por primera vez en la historia se identificó a las personas de acuerdo con este
sistema, en 1891. Este trabajo se generalizó en la provincia de Buenos Aires, al
expedirse la Cédula de identidad y crearse el Registro de Identidad.
A partir de 1911 se incorporó a la Libreta de Enrolamiento la impresión digital,
lo que permitió combatir el fraude electoral, ya que impidió a los votantes sufragar
más de una vez, como sucedía en anteriores elecciones.

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El periodismo de la nueva capital


Fundada la ciudad en 1882, se realizó al año siguiente un censo de población.
En él figuraban dos periodistas que, se supone, pertenecían al diario "La propa -
ganda", y nueve tipógrafos, probablemente del mismo periódico.
“La propaganda", que se armaba a mano, se fundó el 16 de setiembre de
1883.
Su director fue una persona de apellido Cabrera, quien abandonó su antiguo
oficio de fondero de un lugar llamado "High Life", para dedicarse al periodismo.
Hubo en estos inicios otro diario llamado "El Ferrocarril cuyo nacimiento fue salu -
dado por "La Propaganda": "En adelante seremos dos para defender los pantanos
de La Plata", aludiendo a la expresión despectiva con que Sarmiento se había re-
ferido a la nueva capital.
En 1884 se fundó "La Capital" también matutino. "La Verdad" fue uno de los
más antiguos, ya que apareció en Rojas el 5 de octubre de 1882 y se trasladó en
1884 a La Plata, dirigido por la señora María Hegoburu de Oyhanarte.
Circularon además en ese año de 1884 varios semanarios con objetivos me-
nores, lo que se trasunta en subtítulos: "La Idea", "El Travieso" y Pavada".
Los extranjeros también tuvieron prensa, como el francés "Le Commerce" o el
italiano "Giornale Italiano", publicados en sus lenguas originales. Más adelante
aparecieron los diarios y periódicos de tinte partidista que, por lo general apoya -
ban alguna candidatura; pero casi todos tuvieron vida efímera, como "El Fiscal",
que apoyó la candidatura a gobernador de Máximo Paz.

Las donaciones del Perito Moreno


Un joven de apenas 21 años exploró, en pleno dominio salvaje, los vastos te -
rritorios de Chascomús y de Carmen de Patagones. Ese joven se embarcó años
más tarde, en 1876, hacia el Sur, en la goleta "Santa Cruz", al mando del bohemio
y heroico marino don Luis Piedrabuena. Fondeó en el Río Chubut; llegó, más
adelante, al Río Santa Cruz y en expedición terrestre y fluvial alcanzó a registrar
las bellezas del Lago Argentino. A los 27 años, el Perito Francisco Pascasio Mo-
reno fue reconocido por el Gobierno nacional como jefe de la Comisión Explora-
dora de los Territorios del Sur. En 1879 publicó un sesudo trabajo que tituló "Viaje
a la Patagonia Austral”
Graves peligros corrió en la exploración de la zona del Nahuel Huapi, al ser to-
mado prisionero por los mapuches y condenado a muerte por los caciques. Orga-
nizó una fuga espectacular, propia de una novela de aventuras.

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Cuando los mapuches estaban siendo derrotados militarmente por la expedi-


ción de Roca, Moreno se hallaba explorando sus dominios y fue tomado prisio-
nero. De entonces data su amistad con los caciques Salhueque e Inacayan.
Ya el destino de Moreno enfilaba hacia la ciudad de La Plata, pues por estos
indudables méritos personales y científicos le correspondería ocupar un cargo y
una tarea fundamental en la historia de nuestra ciudad.
Había logrado, a través de sus viajes, una importante colección de fósiles, que
donó al Museo de la Provincia de Buenos Aires. El 17 de octubre de 1877, por de-
creto provincial, se aceptó esa donación y el 13 de noviembre se lo nombró direc -
tor y único empleado del Museo. Además, se ordenó la guarda de las piezas en la
casa del donante

La creación del Museo de La Plata


A fines del siglo pasado, el gobernador D'Amico le encargó al perito Fran-
cisco P. Moreno la creación de un museo público de Buenos Aires en Ciencias
Naturales por lo que el reconocido pe-
rito dirigió personalmente las obras de
su construcción. La misma se llevó
adelante en los terrenos centrales del
Parque Pereyra Iraola, frente, calle de
por medio, al casco de la antigua es-
tancia. Mientras tanto, desde las pági-
nas de "El Nacional" el viejo Sar-
miento saludaba la tarea de Moreno
y auspiciaba sus viajes de reconoci-
miento y exploración.
"Los cimientos del hermoso edifi-
cio que guarda todo aquel material
fueron levantados a expensas de su
peculio y en condiciones sumamente
gravosas para el donante", afirmó
Luis María Torres, tercer director del
Museo de La Plata.
En 1887, Moreno envió una mi-
sión a la región andina patagónica. En
1889, un naturalista estadounidense,
después de visitar el Museo de nues-
tra ciudad, afirmaba: "Ningún museo de Europa y Estados Unidos puede compa-
rarse al platense en mamíferos fósiles (...) Sólo después de varias visitas pude
convencerme de que todo aquello era, en efecto, una realidad".
Para Moreno el Museo era una institución de educación y enseñanza. Desde
la dirección se rodeó de grandes especialistas, como Lafone, Quevedo, Leh-
mann, Nietzsche, von lhering, Delachaud y otros.
En 1898, Moreno había llegado al pináculo de la gloria y su nombre era reco-
nocido tanto en i América como en Europa.

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Plateros y picapiedras platenses


Las diferencias entre anarquistas y socialistas platenses no impidieron los fre-
cuentes intentos de acercamiento entre las diversas tendencias, que se mantenían
en contacto, especialmente ante las violentas represiones de obreros platenses y
activistas dispuestas por los gobiernos de turno.
En 1906, los obreros platenses y activistas de ambas centrales celebraron el
1ro. de mayo y decidieron formar a la Central Platense.
El 22 de mayo de ese año, con representantes de los pintores, zapateros y
carboneros del puerto, se echaron las bases de la Federación Obrera Platense, y
en una reunión posterior quedó constituida la entidad, con la incorporación de
otros sindicatos.
Esta Federación decidió por mayoría adherir a la FORA y designó un comité
de asistencia a los presos que atrajo en su seno a los relojeros, joyeros y plateros,
sociedad de planchadoras, Unión Gráfica, Sindicato de Mozos, marmoleros, pica-
piedras y la Sociedad de Trabajadores Municipales.
Sin embargo, lo más llamativo es que algunos de ellos formaban parte de ofi-
cios que luego desaparecieron como el de picapiedras, y otros han visto mermar
su actividad hasta quedar casi como mera curiosidad histórica como el de los pla-
teros.
Un grupo minoritario de sindicalistas, los hojalateros y gasistas, se afiliaron a
la otra central obrera socialista, ligada al parlamentarismo, la UGT. El gremialismo
no tenía entonces el enorme poder económico y político que alcanzó después. El
sindicalista se sentía representante y no dirigente, y cumplía con su militancia sin-
dical con verdadero sacrificio.-

El famoso "petiso orejudo”


Un asesino de comienzos de siglo, Santos Godino, era conocido con el nom-
bre de "el petiso orejudo".
Los enconados rivales del Dr. Marcelino Ugarte le aplicaron el mismo mote a
este político que comenzó a llamarse conservador y ocupó, en dos oportunidades,
el Palacio de Gobierno de la calle 6.
Ugarte llegó a convertirse en una figura nacional de primera magnitud. Su en-
trada en los primeros planos de la vida política ocurría al tiempo que dos figuras
de relieve entraban en su ocaso: Mitre y Pellegrini, fallecidos ambos en 1906.
Roca, después de su segunda presidencia, había quedado más como hombre de
consulta que de influencia.
La gobernación de Ugarte marcó el comienzo de la reactivación platense, y en
los años 1902 a 1906 se cristalizaron iniciativas que darían una fisonomía y una
función definitiva a La Plata, como ciudad capital de la Provincia y centro de cul-
tura.

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Aníbal Sánchez Reulet, en un trabajo publicado en 1939, sostuvo que la ciu-


dad fue producto de la fría razón humana y que "la fastuosidad de su nacimiento
debía ser pagada con creces". Aunque su vocación no era la grandeza industrial,
"empezaron a desarrollarse una serie de pequeñas industrias locales -molinos,
aserraderos, herrerías, fundiciones - que entre muchos trabajos y estrecheces lo-
graron al fin vida próspera".

El primer meteorólogo de la ciudad


Medio desgarbado, ataviado con un viejo traje, con título de Doctor de La Sor-
bona expedido en La Plata, don Isidoro Campos era el meteorólogo número uno
de la ciudad. Como en el cine mudo, tenía la forma de comunicación de mimo, ya
que para indicar que anunciaba lluvia, llevaba un paraguas.
Personaje muy conocido en la ciudad, diariero de la tarde, mezcla de bohemio
y loco, mito platense, Don Isidoro pronosticaba el tiempo a su manera. Fue so-
lemnemente declarado "Mariscal de Los Andes", por un grupo de niños de buenas
familias platenses.
Agotado por su tarea, dirigió una tragicómica carta a un matutino de la época,
el 17 de mayo de 1900, que el diario reprodujo: "Hace 22 años que prácticamente
empecé a observar el estado atmosférico, porque me llamaron la atención sus
grandes evoluciones. Pude comprobar la existencia de leyes meteorológicas, unas
precarias, a la par que también semiconfusas, y conforme con la realidad, me pro-
puse hacer públicos mis conocimientos.
Hace cinco años, pues, que doy predicciones gratuitamente a la humanidad.
Hoy me decido indeclinablemente a dejar de predecir, mientras las autoridades de
mi país no me provean con un subsidio, a modo de remuneración, por mi trabajo
meteorológico. A efecto, y para ganar el pan de cada día, voy a entrar de corredor
y comisionista entre Buenos Aires y La Plata. Las personas que quieran favore-
cerme con sus encargues, pueden dirigirse a la Sombrería Porteña, del Sr. Enri-
que Macchi, avenida Independencia entre 48 y 49.Después de lo expuesto, doy
las gracias al Señor Director por el servicio intachable de que he sido objeto en mi
lucha con la meteorología para el conocimiento humano".
Fue como si escribieran Don Quijote o Sancho narrando la importancia de su
misión y, como en el libro de Cervantes, difícil sería determinar si estaba loco don
Isidoro o quienes le llevaban la corriente.

Los carnavales de antes


El 18 de febrero de 1901, la prensa describía el estado de ánimo de los platen-
ses en los alegres días del carnaval. El cronista, de seudónimo Pierrot, reflexio-
naba que el siglo XIX tenía una serie de preocupaciones y lo calificaba de malhu-
morado. Afirmaba que iban pasando las crisis, las inundaciones, el ''coup de cha-
leur", la bubónica y la aftosa. Sin embargo, agregaba: "He recorrido todo el corso y
no he visto una sola arruga por las preocupaciones del porvenir. El pueblo se ha
lanzado a las calles espontáneamente en una onda colosal, pero mansa. Su rumor

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no es siniestro, como el de las tempestades... El ambiente físico sano y vivificante.


Y ese bienestar físico individual y colectivo forman un medio ambiente moral que
sonríe, que se apodera de la multitud, que se deja mecer y arrullar sin resistencia,
en un goce sano de continua delicia", un tanto barroco el estilo, pero refleja el es-
píritu festivo que creaba en nuestros
abuelos el carnaval.
Seguía el comentario: "Los palcos lle-
nos de gente de todas clases sociales, se-
xos y edades, sostienen una batalla ince-
sante y sin tregua con proyectiles de flores
y serpentinas contra coches elegantes,
damas deslumbrantes de hermosura y ca-
rros de gente humilde y de trabajo, iguala-
dos todos y nivelados todos democrática-
mente, por el buen humor y la corriente de
alegría, que es la nota dominante de la
fiesta".
Parecía que la gente de esos días se
olvidaba de todos los problemas de la vida
cotidiana y se sometía con entusiasmo al
encanto pagano del carnaval.

Comparsas, bandas y corsos de antaño


Entre las comparsas presentadas en 1901 descolló la Unión Recreativa de To-
losa, que poseía una magnífica orquesta de sesenta músicos, dirigidos por el pro-
fesor Dassorella; un gran coro de voces poderosas y bien timbradas, y buenas
canciones con letra de Almafuerte. La sociedad estaba constituida por unos cien
jóvenes tolosanos que lucían elegantes uniformes de seda celeste, compuestos de
chaquetilla y pantalón corto, capa azul, medias negras, zapatos de charol Luis XV,
con hebilla de plata dorada, y complementados por un espadín. Su estandarte
estaba provisto de multitud de lamparillas eléctricas alimentadas por acumulado-
res.
Otra sociedad era la de los Negros Congos, compuesta por 65 socios, or-
questa y coro. También merecieron mención las comparsas: Estudiantina del
Plata, Piratas del Plata, Nación Lucamba, Lira del Plata, Zulús, y otras.
Para recorrer el corso en carros estaban las Náyades, Sílfides, Pescadoras,
Guerreras, Trasnochadoras, Gran Flauta, Dragones, Segadoras, Picaronas, Ena-
moradas, Tenorios, Inglesitas, Tunantes, La Crisis, Pelotaris, Bromistas, y otros.
Tal como lo sugieren los nombres, muchos de estos carros estaban ocupados
por damas, con vestidos y adornos que les daban la apariencia del personaje ele-
gido.
Una gran alegría manifestaba el cronista al ver que habían desaparecido las
comparsas de candombes, y agregaba: "Muchas de ellas, como los Negros Con-
gos -, que a fuerza de andar entre blancos civilizados aceptaron los beneficios de

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la civilización, se transformaron en músicos, y arrastraron a otros en sus tenden-


cias reformistas".

Violencia cotidiana
En los meses estivales, cuando mucha gente veraneaba en Villa Elisa, la zona
de la estación se llenaba de automóviles y coches de plaza.
En ese escenario, el 12 de enero de 1928 un tal Villegas, chofer, colocó su
coche paralelo al de un colega apellidado Genovese, produciéndose un agrio in-
tercambio palabras. Genovese exasperado disparó cuatro tiros de pistola contra
Villegas, quien permanecía sentado junto al volante. Este tomó una llave inglesa y
golpeó a su contrincante en la cabeza; como réplica Genovese extrajo un cuchillo
y aplicó varios puntazos en los hombros de Villegas.
A los pocos días fue muerto un joven de 24 años domiciliado en 5 entre 59 y
60. Después de ocurrido el hecho los vecinos vieron al matador, otro joven de 21
años, parado con un revólver 44 en su mano frente al cadáver tendido en la boca-
calle. Ambos habían sido grandes amigos; la víctima practicaba boxeo y en reite-
radas oportunidades invitó a su amigo a pelear porque "él era más hombre y más
capaz". Estas provocaciones no recibían respuesta pero iban generando un pro-
fundo resentimiento en quien las recibía. La facilidad para obtener un arma hizo lo
demás. Este fue - según se dijo entonces- un crimen entre gente "decente".
Otra reyerta típica de esos tiempos violentos se produjo en el centro de la ciu-
dad. Dos hombres tropezaron al cruzar la calle; molestos por tan inoportuno en-
cuentro Intercambiaron fuertes palabras, y uno de ellos descerrajó un balazo a su
circunstancial contrincante, hiriéndolo. El lesionado corrió hasta un zaguán, y
desde el piso hizo fuego, el que fue respondido por el atacante, quien optó por
emprender la huida.

Grandes y pequeñas grescas


Los motivos eran tantos como sus autores y actores. La gresca se desataba
imprevista y furiosamente, y no despreciaba escenarios. Todos los lugares eran
aptos: la calle, el patio, el salón de bailes, la cancha de fútbol.
Una notable, por lo prolongada y enconada, fue la que se produjo en el patio
de un conventillo de la calle 9 número 617, en un caliente febrero de 1930. Los
inquilinos hicieron rueda a dos irascibles mujeres que habían decidido dirimir sus
diferencias por las vías de hecho. Todo terminó cuando la perdedora comprobó
que un mordisco de su contrincante la privaría, para siempre, de la tercera falange
de su dedo meñique.
Otra descomunal se originó en el Salón Operai ltaliani, donde la Sociedad" re-
creativa "Los Pialadores" había organizado un baile. Era ya la medianoche cuando
un asistente se insolentó con una dama. Las quejas de la agredida obligaron a la
policía a intervenir, con lo que comenzó la gresca. El atrevido blandió una silla y la
lanzó de lleno contra el cuerpo de un vigilante. Dos compañeros acudieron en su
ayuda, y a partir de ese momento cualquier elemento se convirtió en proyectil: va-

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sos, sillas, botellas, etc. Cuando el promotor de tanto escándalo era llevado dete -
nido, alguien no convencido de que ésa era pena suficiente tomó a golpes de puño
al guarango. Y todo recomenzó. Finalmente, refuerzo policial mediante, los más al-
borotadores marcharon presos junto a los tres policías que habían intervenido en
un comienzo. El resto se dirigió a sus casas a descansar de tanta agitación, y cu-
rar algunas heridas producto de la batalla.

Hombres de armas llevar


La violencia cotidiana, al igual que la prostitución y el juego, causaron preocu-
pación en la ciudad, en especial cuando se extralimitaron y salieron de sus carriles
habituales. El 7 de marzo de 1910, la prensa informaba que "se ha producido un
nuevo hecho de sangre, que ha costado la vida de un estudiante". En aquellos
años estaba vigente una ordenanza que prohibía el uso de armas, pero no sólo no
se la cumplía sino que no se la aplicaba. Agregaba el columnista "No pasa día sin
que haya un suceso luctuoso, en el que la enfermedad moderna de las armas está
haciendo estrago".
Ocurría que, desde el casi inofensivo matagatos hasta el Smith & Wesson, los
padres tenían por costumbre regalar a los jovenzuelos armas de fuego. Portar re -
vólver era de niño bien; la daga correspondía al guapo o al canfinflero. Sostenía
más adelante el periodista que la misión de la policía no era sólo "llevarse el
muerto y pretender al homicida", sino prevenir y controlar el delito. El defecto de
esa tarea preventiva, hacía necesario para los hombres andar armados.
Denunciaba el diario que si el rector del Colegió Nacional dispusiera una re-
quisa de armas, se asombraría ante el número que obtendría. De todos modos,
proponía como remedio secuestrarlas y aplicar como sanción a quienes las pose -
yeran una multa de 10 pesos, algo que un adolescente no soportaría con mucha
frecuencia.
La violencia callejera cobraba numerosas víctimas. Así lo sugiere otro hecho
que reseñamos de una denuncia de la época. Dos enemigos "que se la tenían ju-
rada", se encontraron en el centro de la ciudad. Uno de ellos, Ilamado Camayo,
comenzó a golpear al otro, de apellido Licuse, quien lo obligó a desenfundar un
cuchillo. La riña prosiguió hasta que Licuse cayó herido mortalmente con el cuchi-
llo clavado en el vientre.

La Construcción del Meridiano V


En 1900, el Estado provincial constituyó una sociedad mixta con una empresa
privada francesa, para construir un ferrocarril que comunicaría a la ciudad con el
puerto, el interior de la Provincia y con la Capital Federal. El nombre de Meridiano
V le fue dado tomando el de su punto terminal, en el límite que separa la Provincia
de Buenos Aires de la de La Pampa.

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En los primeros meses de 1910 la ciudad había retomado el ritmo febril de los
tiempos fundacionales, con un tendido de un kilómetro y medio de vía por día há-
bil, el estilo del edificio de la estación del nuevo ferrocarril, ubicada a la altura de
17 y 72, presentaba rasgos de Art Noveau, aunque un tanto ecléctico, con el vidrio
y el hierro a la vista. Ocupaba un espacio de 57 metros por 11, con un andén de 6
metros. En la planta baja contaba con todas las instalaciones necesarias para su
adecuado funcionamiento; en la planta alta fueron ubicadas: la gerencia las ofici-
nas de tráfico y de ingenieros y la
casa del jefe de la estación.
Con la construcción de frigorí-
ficos, fábricas y ferrocarriles, la tan
ansiada reactivación de la ciudad
parecía haber llegado. Esta acele-
ración del progreso material no fue
acompañada por los correspon-
dientes y necesarios avances en
los planos social y políticos.
Una parte importante del país
comenzaba a manifestar su aspi-
ración a participar en la una más
justa distribución de la riqueza. De
allí la actitud proclive a la conspiración de radicales y algunos grupos sindicales.

El otro Centenario de la República


La Argentina del Centenario de la Revolución de Mayo se aprestaba a recibir a
ilustres visitantes, entre ellos a la Infanta de España Isabel de Borbón.
Sin invitación, inesperado, se hizo presente un cometa, el Halley, convirtiéndose
en el tema de "... las conversaciones generales, no sólo en el conventillo o en el
mercado, sino en la tertulia distinguida, en la sobremesa perfumada y alumbrada
por la luz eléctrica... Oímos -expresaba un cronista - la conversación e idéntico
comentario de que es conveniente que vivamos bien y gocemos de la vida antes
de que la cabeza o la cola del cometa choquen o rocen con la Tierra y asfixien
todo lo creado que respira... Dudamos si lo que se dice es en serio o en broma".
Lo cierto es que el Halley se acercaba y la duda temerosa iba invadiendo las
mentes de los platenses más crédulos, y también de los más remisos. Los diarios
trataban de tranquilizar a la ciudad respecto de los peligros y las consecuencias
del fenómeno celeste. La hora para su mejor observación era de 4 a 5 de la ma -
ñana.
El primer día de mayo, el gobernador electo, don Inocencio Arias, fue reci-
bido masivamente por los platenses.
Conocedor de los secretos del cielo, al que tantas veces habrá escrutado en
su vida de campaña, y del alma de los hombres, este anciano de cabellos y gran
bigote encanecidos, antiguo general cargado de gloria, fue vencedor del Gral.
Bartolomé Mitre en el encuentro de La Verde (1874) y brillante estratega en los
sucesos de 1880.

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Los últimos adelantos de la ciudad


El ruido ensordecedor
de los primeros automóviles
con motor a explosión irrum-
pió irrespetuosamente en
las aún tranquilas calles de
la ciudad. El radio en que
podían desplazarse se re-
ducía notablemente a causa
de las lluvias y de los are-
nales en el verano.
El progreso se fue lle-
vando los primeros tranvías
a tracción animal, con sus
mayorales, sus caballos con anteojeras y pecheras y el familiar sonido del corne-
tín. También desaparecería el tranvía fúnebre de su invariable recorrido por la dia-
gonal 74. El sustituto eléctrico llegaría a La Plata conducido por el espíritu pionero
de don Juan Tettamanti, a quien se deben las primeras acciones para lograr su
instalación.
La habilitación oficial del nuevo medio de transporte se efectuó el 3 de enero
de 1910, con el viaje inaugural que contó como pasajero al gobernador de la Pro -
vincia, Ignacio de Irigoyen. Ya los platenses habían presenciado los ensayos
realizados el 22 de octubre y el 8 de noviembre de 1892 y les habían asombrado
el ruido y la velocidad de esos vehículos que avanzaban sin el arrastre de un ca-
ballo, ni la fuerza de un motor de vapor.
Después vendría la definitiva incorporación de la Empresa La Nacional, hasta
entonces de tranvías a tracción animal, que se fusionó con el tranvía Municipal Ur-
bano.
El tranvía eléctrico estrenó en las calles nuevas músicas: la de la campanilla
para detenerse y la de la campana al cruzar las bocacalles o al dar aviso de su
paso a los peatones distraídos; también nuevos ruidos: el del esfuerzo del motor al
subir alguna cuesta, el del descenso con el freno a mano. Aparecieron nuevos
personajes, el motorman y el guarda con gruesos trajes y negros sobretodos.
En los años '60 los tranvías hicieron su último viaje; una resolución selló su
destino por considerarlos obsoletos.
No hay dudas, sin embargo, de que la mayor parte de la historia de la ciudad
se vivió con el tranvía corriendo por sus calles.
EL PRIMER TRANVIA: la primer línea de tranvías que funciono en nuestra
ciudad con carácter de servicio publico se inauguro el sábado 15 de agosto de
1885. El nombre de la empresa era Ciudad de La Plata. El precio del boleto fue
fijado en $0.08, pero el día de inauguración todos los pasajeros viajaron gratis. La
estación terminal se hallaba en 7 e/ 64 y 65 y unía Plaza Italia con Plaza Moreno
por diag. 74 de allí a Plaza San Martín por Avda. 51 y llegaba hasta la Avda. 1, un
ramal se internaba en el Bosque y llegaba hasta el Dique, mientras que otro lle-

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gaba hasta 1 y 44 y volvía por Diag. 80 hasta la calle 6, donde se encontraba la


antigua estación de ferrocarril.
EL PRIMER TRANVIA A VAPOR: en el mes de agosto del año 1890 comenzó
a transitar el primer tranvía a vapor de la Provincia de Buenos Aires. Este medio
de transporte generaba múltiples recursos económicos, y el mismo unía el puerto
de La Plata con los Talas y las minas de conchilla allí ubicadas.

Tranvías con ruido


Durante la mayor parte de su existencia, la ciudad de La Plata fue recorrida por los
antiguos tranvías, a caballo hasta los años '10, y a partir de entonces por el eléc-
trico. Aparejada al tranvía, podría escribirse la historia del petardo, que fue su con-
secuencia natural y se transformó en un medio de festejo como de protesta. En los
años '30, los que petardeaban eran los estudiantes, con productos pirotécnicos de
fabricación casera, pues no resultaba fácil conseguir los del ferrocarril, realmente
poderosos seguros.
Se los hacía con cajas de pomada u otro tipo de envase, y el contenido corría por
cuenta de algún aficionado a la química de explosivos. La mayor dificultad consis-
tía en colocarlos sin despertar sospechas. Para ello se había generalizado un sis-
tema sencillo: se agujereaba el bolsillo y se hacía descender el petardo hacia la
vía.
El método fue perfeccionado por un grupo que se trasladaba en un Ford T "a bigo-
tes", al que le sacaban la tabla de abajo de la parte trasera (el coche tenía dos
planchas debajo del manubrio). Por allí, los muchachos que iban sentados detrás
colocaban el artefacto cada vez que el auto se detenía. Así eran los jóvenes de
entonces, que como forma de violencia empleaban el ruido.
Más de ochenta años, desde su fundación hasta pasados los años '66, tuvo La
Plata el tranvía y, como acollarado a él, el petardo.

Volar por los cielos Platenses


Apabullados por tanto progreso los platenses vie-
ron, entre incrédulos y entusiastas, volar a uno de
ellos.
Sucedió que, a fines de 1909, un joven ingeniero
de 22 años, llamado Antonio Borello, construyó él
mismo su primer avión, un biplano al que bautizó El
Argentino. Para posibilitarle el trabajo, Don José Fí-
gari le habían hecho levantar un toldo en el triángulo
de diagonal 77, 9 y 42. El biplano fue trasladado,
luego, a una pista improvisada en 66 y 124, donde se
intentó hacerlo volar. Las esperanzas se malograron
Juan Tetamanti rápidamente, El Argentino no pudo tomar altura. El
animoso ingeniero persistió y tiempo después daba
vida a otro biplano al que dio el nombre de El Colorado y esta vez su esfuerzo tuvo

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premio. El 9 de julio de 1913 apoyado por los franceses Artigau, llegó a Villa Lu-
gano.
En 1914 ocurrió un hecho insólito. El suboficial Oitaven, al sobrevolar el arse-
nal de Río Santiago con El Colorado, chocó contra el puente de mando del Gene -
ral Belgrano. El avión quedó totalmente destruido. Con el apoyo de sus superiores,
Oitaven pudo reconstruir El Colorado y hacerlo volar nuevamente.
Mediante la colaboración que prestó don Juan Tettamanti, con elementos de
la Compañía de Tranways La Plata, se fundó por la calle 60 en el camino a Be-
risso, el Aeródromo de la Provincia de Buenos Aires, en el que se realizaron cur-
sos de pilotaje
Juan Tettamanti

Tiempos de guerra
En el año 1914 se vivían con intensidad las alternativas de la Primera Guerra
Mundial. Ese mismo año murió Roque Sáenz Peña, que significaba para el pueblo
la implantación del voto secreto y universal. Por eso, pese a que era "un hombre
del régimen, una multitud despidió sus restos, en un homenaje del que participa-
ron todos los sectores”.
En el orden internacional, se seguían con atención todos los sucesos de la
guerra y la Revolución Rusa y, con la finalización del conflicto mundial, las conse-
cuencias de los tratados de París y el nacimiento de nuevos Estados en Europa.
Al poco tiempo de la desaparición de Roque Sáenz Peña, morían también
otros dos hombres públicos: el "héroe del desierto" el general Julio A. Roca, y
José Evaristo Uriburu. En 1914 se realizaba el tercer censo nacional, el país te-
nía ya 8 millones de habitantes.
En 1915, los radicales proclamaron su fórmula electoral para los comicios de
1916: Hipólito Yrigoyen - Pelagio Luna. También se inauguraron la estación Re-
tiro y la Caja Nacional de Ahorro Postal.
El año 1916 vio asumir al 1er. Presidente electo por voto secreto y universal:
Hipólito Yrigoyen. Uno de los primeros actos de gobierno fue declarar la neutrali-
dad argentina en la Gran Guerra. El año 1916 trajo otro gran centenario de la dé -
cada, el de la Declaración de la Independencia Argentina. Murió en ese año Ga-
bino Ezeiza, el famoso payador radical.
En 1917, la guerra rozó a la Argentina. Submarinos alemanes hundieron al bu -
que de bandera argentina Monte Protegido. En Buenos Aires, crecieron los ata-
ques contra todo lo que era alemán: la embajada alemana, el Club Alemán, etc.

Espectáculos y películas
En la isla del Lago del Paseo del Bosque funcionaba un cinematógrafo. En
enero de 1915, se exhibía allí la película "Piel de Oveja", en 5 partes. Componían
el programa, además, "La Opera en el Rancho", en 5 partes; "El suplicio del silen-

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cio", en 8 partes; "Papá Martín", en 9 partes, y "El buen Caballo". Las películas ve-
nían en rollos, y cada uno era una parte, de tal modo que en una película de cinco
partes, por ejemplo, se efectuaban cinco cambios de rollo por función.
En el Teatro Ideal se exhibía "Bajo la Tiranía de Rosas". En el cinematógrafo
París, en enero de 1915, se proyectaron "La joven India", en 6 partes, y "La denta -
dura del Gordinflón". En el Teatro Olimpo actuaban los Podestá, con su propia
compañía, que representaba números y piezas nacionales.
Los que preferían la música podían elegir entre las retretas de Plaza San Mar-
tín, Italia, Moreno o el Paseo del
Bosque; en esas funciones al aire
libre y en determinados días toca-
ban la orquesta del maestro Conta-
relli y la banda del maestro Ruta.
Era costumbre platense organi-
zar festivales a beneficio. Uno de
ellos resultaba clásico: el que se
realizaba para recibir al Año Nuevo
en el Paseo del Bosque.
En el año 1915, en espectáculo
se presentaron tres números, uno
fuerte y dos de relleno. El número
principal y que recibió más aplau-
sos fue pericón bailando por niña y caballeros de la sociedad platense. Los otros
dos eran: el tango bailado por los hermanos Podestá y el Trío Nacional formado
por Gardel, Razzano y Bri.

Las elecciones de 1916


Las elecciones de 1916 despertaron mucho entusiasmo en la ciudadanía pla-
tense. Eran en esta ocasión para cubrir cargos de diputados nacionales y electo-
res de Presidente de la Nación. Se efectuaban por el sistema que estableciera la
Ley Sáenz Peña. Los radicales encabezaban su lista para diputados con Marcelo
T. de Alvear, y los conservadores la suya con un platense que se constituiría en
figura nacional del conservadorismo, Rodolfo Moreno. Los resultados finales die-
ron el triunfo a los conservadores en la Provincia de Buenos Aires. En La Plata
ganaron los radicales por el escaso margen de 100 votos. Este último resultado
asombró a radicales y conservadores, que se autoadjudicaban en sus cálculos la
victoria sobre un margen de 1.000 votos los primeros y 3.000 votos los segundos.
La prensa de la época denunció una serie de irregularidades en el manejo de
las libretas y sobre todo en la designación de funcionarios públicos en las mesas
escrutadoras.
Por otro lado, se notó un gran entusiasmo popular, pues la gente se lanzó a
votar, en lo que se consideró un gran acto cívico.
A pesar de la vigencia de la Ley Sáenz Peña, se intentó continuar con la vieja
práctica del fraude, lo que acarreó numerosas irregularidades. En muchas mesas
no había boletas socialistas; también apareció colocado en algunos sobres el

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nombre del votante, lo que violaba ostensiblemente la ley de voto secreto; se de -


nunció que en muchos casos los empleados de correo que tenían como misión
supervisar el acto comicial, hacían su tarea demasiado complicada. Quizá el in-
tento de fraude más desembozado fue en la mesa de Tolosa, donde un conocido
militante conservador de esa zona se apostó en la puerta del local del comicio,
gritándole a cada ciudadano que quería votar: "Aquí no vota nadie que no sea
conservador". Todos estos problemas trajeron como consecuencia la intervención
de la Justicia, y la anulación de algunas mesas. Se daba un doble juego, entre la
"situación provincial" -como se denominaba al manejo político dominada por
Ugarte, y el propósito del Gobierno nacional de celebrar comicios límpidos, a pe-
sar de la oposición de los ugartistas.

Abusos de la policía ugartista


En los primeros años de este siglo, la prensa local denominaba "policía ugar -
tista" a la policía de la Provincia de Buenos Aires de la que se denunciaban reite-
rados abusos de poder, arbitrariedades y atropellos.
Citaba, por ejemplo, el procedimiento realizado frente al frigorífico Swift, del
Puerto de La Plata, en una mañana de enero de 1915, cuando varios trabajadores
esperaban desordenadamente, dispuestos en fila, la posibilidad de conseguir tra-
bajo.
En un momento determinado la autoridad policial los intimó a retirarse, orden
que no fue cumplida con la suficiente celeridad, lo que determinó que los agentes
apuraran el trámite mediante el uso de la fuerza. Varios obreros terminaron lasti-
mados y otros fueron detenidos. La versión obtenida por la prensa provenía de
testigos, pues se careció en absoluto de información oficial.
El juez GowIand dictó auto de prisión contra el sargento y agentes que actua-
ron en el procedimiento. El órgano del Partido Socialista, "La Vanguardia", opinó
en los siguientes términos: "La policía, con “la brutalidad que le es característica,
expulsa con látigos y machetes a los pobres que, acosados por el hambre y la mi-
seria, se aglomeran a la entrada de los frigoríficos".
La investigación judicial se iba llevando adelante por su curso normal hasta
que en un determinado momento no apareció ninguna noticia más sobre el caso.

Jaque mate al Gobernador provincial


Después de un resonante intercambio epistolar y de numerosas recriminacio-
nes con el gobernador Ugarte, el presidente Hipólito Yrigoyen envió al Dr. Can-
tilo como interventor de la Provincia de Buenos Aires
La noticia de la intervención dio lugar a un espectáculo raras veces visto en
La Plata; la ciudad presentaba un aspecto de animación y bullicio desusado. La
gente formaba grupos compactos frente a las carteleras de los diarios y en los
comités radicales.
"El entusiasmo público de ayer fue irrepetido en la historia, después de cono-
cido el decreto del Poder Ejecutivo", afirmaba un diario de la época. Consignaba
también que el ministro de Gobierno se encontraba con el Gobernador en el

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mismo despacho donde antes habían fallecido de muerte natural los mandatarios
provinciales Arias, su sucesor en 1912, de la Serna y también Ortiz de Rozas.
Al aproximar a Ugarte a sus antecesores, un diario aludía a su muerte política
"Aquellos eran muertos, muertos que caminaban, según la calificación genial del
ascensorista de Casa de Gobierno", continuaba la crónica.
Siguió al anuncio del cambio de autoridad, una gran manifestación popular
que terminó con rechiflas en la Casa de Gobierno y vivas en el domicilio del inge-
niero Luis Monteverde, que simbolizaba la oposición en La Plata. Frente a la
sede gubernamental, manifestantes y policías protagonizaron entreveros que pudo
frenar el comisario de la seccional primera, Señor Dumm.

La muerte de un gran poeta


El 28 de febrero de 1917, "en su cama, plácidamente y haciendo recomenda-
ciones postreras a sus ahijados" -según la crónica del 1ro. de marzo dejó de
existir don Pedro B. Palacios, el poeta Almafuerte.
La ingrata nueva cundió con la rapidez de un rayo por la ciudad y se la trans -
mitió posteriormente a toda la Provincia por la red de telégrafos. La casa mortuoria
se vio invadida por los vecinos más inmediatos al poeta. Allí lo lloraron integrantes
de todas las clases sociales, en renovación constante y nutrida. Un numeroso
cortejo lo acompañó a la Municipalidad, donde se instaló la capilla ardiente en el
gran Salón de actos públicos. Los ornamentos del ilustre muerto eran de color
blanco.
Así se describía la multitud reunida, según la crónica del 3 de marzo: “Poco
antes de las 3 se había aglomerado en las calles adyacentes, en la plaza y frente
a Municipalidad una compacta y abigarrada muchedumbre que representaba la
mejor ceremonia. A pesar de la amplia y bien organizada vigilancia policial, era
imposible contener aquella ola humana".
Finalmente, se realizaron las exequias. El ataúd fue conducido por sus herma-
nos, por Francisco Cruz, Ricardo Rojas, el intendente municipal y el Dr. Raúl
Oyhanarte. El paso del cortejo era impresionante. Abría la marcha el escuadrón
de Seguridad, detrás avanzaba un coche lleno de coronas y a su alrededor un
grupo de niños pobres. Seguían los representantes oficiales, los destacados por el
gobierno provincial, la Universidad, centros culturales y pueblo. La figura de Al-
mafuerte estaba por encima de toda condición social y política. Ricos y pobres,
adversarios y amigos políticos, débiles y poderosos, ancianos y niños, hombres y
mujeres, concurrieron a despedir sus restos.

Duelos y pleitos famosos


En nuestra ciudad había muchos expertos en cuestiones de honor, duelos y
manejo de armas. Recordamos a Honorio Szelagowski, experto tirador con ar-
mas de fuego, y Benito Lynch, diestro en el manejo de las armas blancas. Am-
bos, además, profundos conocedores del código de honor.
La mayor parte de las ofensas se lavaban con algunas gotas de sangre y, a
veces, ni eso; después de intercambio de disparos, seguía la reconciliación.

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En una oportunidad, el director de un diario local Juan José Atencio, fue re-
tado a duelo -precisamente por un artículo aparecido en el matutino, por Rodolfo
Moreno, la destacada figura del conservadorismo local, quien, como ofendido,
eligió el arma de su especialidad: la espada. El padrino del duelo fue el Dr. Al-
fredo L. Palacios.
Honorio Szelagowski, amigo y colaborador del periodista que debía batirse,
por enfermedad de éste, lo representó en el lance.
Para ello, debió aprender el día anterior las nociones elementales de esgrima
pues, como ya se dijo tenía experiencia en el uso del revólver. Salió airoso del
trance, la sangre que lavó el honor no fue la suya; el Dr. Moreno resultó tajeado
en un brazo.
En otra ocasión dirigió un duelo siendo entonces uno de los duelistas un per -
sonaje que sería famoso en el país pero por otras lides -las políticas-. Se trataba
del Dr. Ricardo BaIbín. No se tiene noticia de que el líder radical haya protagoni-
zado ningún otro lance caballeresco.

La huelga grande
El 2 de julio de 1919, los estudiantes del estudios Centro de la Facultad de
Agronomía Veterinaria platense presentaron cargos ante las autoridades de la Uni -
versidad contra el decano de esa unidad académica, Dr. Clodomiro Griffin. Esos
cargos se basaban en desórdenes administrativos y falencias educativas.
La Federación Universitaria de Plata (FULP), en apoyo a los alumnos de esa
facultad, fijó un plazo, hasta el 18 de octubre, para que las autoridades universita-
rias aclararan los problemas de Agronomía y Veterinaria. Si para esa fecha no
había solución, todos los centros universitarios irían a la huelga. El 18 de octubre
llegó sin solución, y con huelga.
De ahí en más se sucedieron. Las reuniones de la Asamblea Universitaria,
máxima autoridad de la casa de platense, y los estudiantes pasaron de los recla -
mos a los hechos realizando una toma simbólica del rectorado durante media
hora. Era presidente de la Universidad el Dr. Rodolfo Rivarola, quien en vista de
que la huelga no cesaba y de que había perdido el control sobre la asamblea (for-
mada por profesores) decidió cerrar la Universidad hasta el año siguiente y reti-
rarse a Buenos. Los jóvenes, estudiantes impugnaron la decisión de Rivarola y
solicitaron la intervención del presidente de la Nación, Hipólito Yrigoyen. La
huelga prosiguió: la Federación Universitaria de La Plata tomó el Museo, primero,
y luego el Rectorado. En esta última acción se produjo la detención de algunos
estudiantes, que a los pocos días fueron puestos en libertad.

Ecos de la Reforma Universitaria


El conflicto desatado en la Universidad a fines de 1919 hizo que en las distin -
tas facultades, cada decano tomara medidas propias sin consultar con sus supe-
riores. Algunas cerraron sus puertas, otras dictaron clases y tomaron exámenes.
Ya nadie sabía quién mandaba en la Universidad: si la Asamblea de profesores, el
Dr. Rivarola o los estudiantes.

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El conflicto se extendió hasta 1920, pero el nuevo año comenzó con otros re -
clamos que se sumaron a los anteriores; los estudiantes pidieron entonces un
nuevo estatuto que estuviera encuadrado en la Reforma nacida en Córdoba dos
años antes, que ya se estaba aplicando en Buenos Aires.
La Policía tuvo que concurrir para asegurar el orden dentro de las casas de
estudio.
El conflicto se prolongó hasta que, finalmente el Presidente de República firmó
-el 1 de julio de 1920- el decreto que reformaba los estatutos. La modificación con-
sistió, esencialmente, en que los profesores titulares surgirían de una terna pro-
puesta por el Consejo Académico de las facultades al Consejo Superior de la Uni-
versidad que, con la aprobación de este cuerpo y por orden alfabético, se presen-
taría al Poder Ejecutivo para la designación. El Consejo Académico estaría inte -
grado por cuatro representantes de los estudiantes y graduados y los cuatro pro-
fesores más antiguos. La Asamblea de Centros levantó la huelga el 21 de agosto.

Borrón y cuenta nueva en la UNLP


Un período nuevo e inédito se iniciaba en la Universidad Nacional de La Plata
luego de la reforma universitaria decretada por el Gobierno nacional. Las flaman-
tes autoridades levantaron suspensiones de alumnos y eligieron presidente de la
Asamblea Universitaria a un futuro rector, el Dr. Nazar Anchorena. Los alumnos
federados (de la Federación Universitaria) cantaban el himno a. la juventud e iza -
ban por primera vez su bandera violeta dentro de la Universidad.
El año 1920 iniciaba en La Plata la vigencia de la Reforma Universitaria, que seria
interrumpida por el peronismo y que, repuesta a partir de 1955, fue anulada luego
por el general Onganía, quien la desterró de los claustros y terminó con la coparti-
cipación estudiantil en el Gobierno y la autonomía universitaria, al menos hasta el
presente.
El grupo Federación era mayoría en casi todas las facultades y Concentración pre-
dominaba en Ciencias de la Educación. Ambos tenían algo en común, pues los
dos peticionaban a las autoridades por sus derechos; lo que los diferenciaba era
que el grupo Concentración sólo hacía eso mientras que el Federación apoyaba
sus petitorios con medidas de acción directa, como tomas, marchas, actos, y una
constante publicidad de lo que pedían.
Los estudiantes votaron a Alejandro Korn para presidente de la Universidad,
sosteniendo -como tantas otras veces lo harían - una candidatura principista. Re-
sultó electo Carlos Melo, por 78 votos de los 89 presentes.

El último del 80
Don Alejandro Korn fue uno de los últimos pensadores universales, ya que sus in-
quietudes lo orientaron hacia todos los campos de la cultura. Abarcan por igual al
arte, la ciencia, la religión, la política y la historia. Se constituyó en mecenas de
más de una publicación, al contribuir de su propio peculio a su sostenimiento fi-
nanciero. Su cátedra no tenía horario, y después de su visita obligada al jockey

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Club, como un antiguo maestro socrático seguido por sus discípulos, amanecía
discutiendo los temas académicos.
La mayoría de las noches en su casona de la calle 60. Era un gran maestro que
no imponía distancia a sus discípulos. En esos días del año 30 se retiraba de la
cátedra para acogerse a una jubilación, más formal que real, pues su magisterio
continuaría hasta su muerte.
Korn se constituyó en maestro de los estudiantes reformistas. Sus obras de mayor
aliento fueron "La libertad creadora" y un estudio sobre la influencia de la filosofía
en la historia nacional. El resto de su producción escrita se distribuyó en artículos
de menor extensión sobre numerosos temas de la cultura.
Se acercó a todos los ambientes -sindicatos, partidos políticos, universidad - con
la misma actitud, pensando siempre que había mucho que enseñar. La ciudad
siguió sus pasos y años después, cuando se produjo su deceso, una Universidad
Popular, que lleva su nombre y tiene las siglas de U.P.A.K. continuó con su tarea
inacabable.

Un personaje – El usurero
Uno de los personajes que desde los años fundacionales andaba por la ciu-
dad, al igual que el quinielero o redoblonero, fue el prestamista. Los hubo más y
menos célebres, pero todos en la tarea de permitir a los livianos de bolsillos
platenses arribar a fin de mes y de contribuir a que siguieran livianos.
Su tasa orillaba el 3 % mensual, interés que era considerado usurario. Lo
cierto es que siempre tenían solicitantes. Durante la primera presidencia de Yri-
goyen, un grupo de jóvenes ocupó cargos oficiales, entre los que se encontraba el
"Gaucho" Ramón Jones. Ocupaba un cargo en la Legislatura bonaerense y tenía
como visitante perpetuo a un prestamista de acento extranjero. Una mañana, al
llegar éste a la Legislatura, se comentaba la muerte de un vecino platense llamado
Ramayón.
Al oír esto, el prestamista interrogó: -"¿Ha moirto Ramón Jon?". Se hizo un si-
lencio profundo y a uno de los muchachos se le ocurrió responder afirmativa-
mente, lo que fue correspondido por el resto. Desconsolado, el prestamista rompió
los pagarés de Jones. Está de más decir que éste nunca pagó su deuda, y no
perdía ocasión de chichonearlo, al igual que el resto de la barra, pidiendo los pa-
garés para "ponerse al día".

Los maestros del boxeo


Uno de los grandes personajes del boxeo argentino, Luis Angel Firpo, el Toro
Salvaje de las Pampas, anduvo por la ciudad y, según cuentan los memoriosos, lo
hizo noqueando rápidamente a sus adversarios. Enfrentando - por ejemplo- a un
poderoso checoslovaco, lo puso fuera de combate nada más ni nada menos que
en el primer round.
Otro que había abierto su crédito entre los platenses era Julio Mocoroa; en
gran campaña llegó a pelear contra Justo Suárez, a quien se conocía con el

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apodo de El Torito de Mataderos, quien según los jueces lo derrotó por puntos,
fallo que nunca terminó de convencer a los platenses.
Mucho tiempo después, el mismísimo Mocoroa protagonizó una gresca calle-
jera, de la que salió triunfante.
Por poco, pero triunfante al fin. Parece ser que un tal Felipe Acheme, oriundo
de la vecina localidad de Berisso, dijo un piropo demasiado subido de tono a las
hermanas del campeón. Este lo interpeló, en 53 entre 1 y 2, y por respuesta tuvo
disparos de arma de fuego.
Con buena fortuna, Mocoroa pudo eludir las balas, y en pelea corta produjo a
su adversario un corte en el cuero cabelludo y un profundo hematoma en el ojo.
Uno de los balazos le perforó a Mocoroa la manga del sobretodo, dejando en
claro que la situación venía bien en serio por aquellas complicadas épocas.
Junto a otro gran boxeador platense, el semipesado José Caratoli, viajó el
mencionado Mocoroa rumbo a Sudáfrica. Respecto de Caratoli, ocupó un lugar
destacado en el ranking americano, combatiendo con púgiles de verdadero renom-
bre mundial.

La economía en emergencia
En La Plata - al igual que en Buenos Aires - el municipio luchaba directamente
contra la carestía de la vida, vendiendo artículos a menor precio que en los comer-
cios. En mayo de 1920 se instalaban puestos de pescado y de carne; la carne pro-
venía del Frigorífico Liberty y se vendía hasta 15 centavos más barata por kilo.
El 30 de julio se expendía a precio de costo, harina, fideos pan y yerba, en las
delegaciones municipales de Ensenada, Berisso, Tolosa, Los Hornos, Villa Elisa y
Melchor Romero. En agosto no se sabía si el dinero de la Tesorería alcanzaría a
cubrir el mes próximo. El gobierno nacional luchaba con todas sus armas contra la
especulación. Así, terminó comprando en el exterior trigo a precio más barato que
el establecido por los especuladores dentro del país. Se informó que el Poder Eje-
cutivo Nacional había adquirido 100.000 toneladas de trigo en el exterior a 20 pe -
sos, mientras que en el mercado interno se lo cotizaba a 29, lo que llamó podero-
samente la atención en la Bolsa de Cereales.
Se fundó una cooperativa de consumo, la Panificadora y Anexo de Los Hor -
nos.
El Banco provincial ofrecía a los depositantes el 3 % anual a 90 días y la Caja
de Ahorro, el 4 por ciento. Por disposición del director general del Registro Civil, a
los empleados de este organismo se les otorgó una libreta para la adquisición de
provisiones.

Esas molestas enfermedades


"Hoy ha tosido mucho. Van dos noches que no puede dormir; noches fatales
en esa oscura pieza escribía Evaristo Carriego - quien vivió en La Plata los años
de su niñez y algunos de estudiante -. La tuberculosis continuaba provocando víc-

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timas entre la población. Enfermedad social, comenzó allí donde la pobreza no


daba tregua, para avanzar irreverente por sobre casi todos los sectores sociales.
Muchos enfermos se dirigían hacia Córdoba esperando recuperar, en su aire,
la salud. El regreso no era seguro. Allá se quedó Justo Juárez, "El Torito de Ma-
taderos". La Plata contaba para su atención con el Hospital San Juan de Dios en
estado de grave precariedad.
Según el informe de la Comisión Organizadora de la Tercera Conferencia Na-
cional de Profilaxis Antituberculosa, en 1917 habían fallecido, en la Provincia de
Buenos Aires, 3 mil personas. Los enfermos a comienzos de 1920 oscilaban entre
los
15 y 20 mil. A mediados de la década del '30, otra amenaza atemorizaba y
preocupaba a nuestra sociedad: la lepra.
Hacia 1935, Buenos Aires albergaba centenares de leprosos. En La Plata se
inició una colecta pro-leprosario de la ciudad, y la acción del Patronato de la Lepra
se tornó intensa.
Otra de las preocupaciones fue la motivada por la peste bubónica.
En el interior del país los casos eran numerosos y con frecuencia se leían noti-
cias de nuevos pacientes en algunos partidos de la Provincia. En julio de 1928 cir-
culó en nuestra ciudad el rumor de la existencia de un posible enfermo de ese mal,
domiciliado en la calle 32 entre 8 y 9.
Luego de practicársele los estudios correspondientes, se comprobó la false-
dad de la noticia, con lo que La Plata recuperó su tranquilidad.

El Príncipe azul
Los cuentos infantiles nunca deben haber sido tan minuciosamente revividos
por juveniles cabecitas como en los días que precedieron al 19 de agosto de 1925
En un convoy, que hizo el trayecto La Plata - Buenos Aires en 50 minutos es-
coltado por aeroplanos llegó el Príncipe de Gales. Una multitud se prolongaba
desde la estación del ferrocarril hasta la Plaza San Martín, donde se celebraron
los actos de bienvenida.
La recepción ofrecida por el Dr. Cantilo en la Casa de Gobierno constituyó el
acontecimiento social más brillante que se haya registrado en La Plata. Damas de
las sociedades local y porteñas suntuosos arreglos y valiosas joyas.
En las primeras horas de la tarde, una orquesta de jazz y típica criolla ameni -
zaron la reunión. Las primeras piezas las bailó el príncipe Eduardo con la señora
Lily McDonald de Nelson, y luego lo hizo con señoritas de Ancel, Sáenz Sama-
niego y Amelia Beiró. Previamente había visitado, el Jardín Zoológico, el Museo
de Ciencias Naturales y la Legislatura.
Pocos días después otra figura real nos visitó: el Maharajá de Kapurtala. Con
dos secretarios y un valet y tocado con el clásico turbante, arribó a la estación en
un coche pullman, agregado al tren ordinario.
Fue recibido por el Gobernador, y en un paseo. por la ciudad le atrajo la Legis-
latura. Primero su atención se detuvo en el examen del tintero de Bernardino Ri-
vadavia que allí se guardaba. y luego el Maharajá -dueño de legendarias riquezas

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- se deleitó haciendo sonar las distintas campanas de la Sala de Sesiones, sin ol-
vidar la de alarma.
Posteriormente nos visitó el ex zar de Bulgaria, Fernando de Sajonia (en
1928), quien visitó el Museo Naturales, siendo recibido por su director, Luis María
Torres.

El teatro platense
Artesanos de la escena nacional, los Podestá resumen en su vida gran parte
de la historia de nuestro teatro, que en La Plata dio sus primeros pasos con esta
numerosa familia rioplatense. Don Pepe Podestá cumplió sus bodas de oro con la
escena en el año 1925.
A los 17 años, José Podestá fue atraído por el circo, ingresando en la compa -
ñía de Félix Henault. Poco después, junto a sus seis hermanos, constituyó un
conjunto ecuestre y de pantomimas.
El 15 de abril de 1884, en el programa de festejos organizados con motivo de
la instalación de los Poderes Públicos, figuraban la actuación de una compañía de
acróbatas. En ella trabajaba Don Pepe, con su famoso y no olvidado “Pepino el
88". Cómico de la legua, a falta de una cama, “Pepino", sin quitarse su traje de
payaso, durmió esa noche en un banco de la plaza.
En 1886, con la introducción del diálogo en la representación de Juan Mo-
reira, nació el teatro nacional. En este mismo año, los hermanos Podestá compra-
ron en La Plata el Politeama 25 de Mayo, levantado en terrenos pertenecientes a
los señores Aristegui y Ferreiroa, en 51 y 10, quienes anteriormente estuvieron
con su circo en 7 y 56. En 1890 representaron por primera vez “Juan Cuello" y
"Martín Fierro", teatralizado éste último por el Dr. Elías Regules, luego rector de la
Universidad de Montevideo, en 1925.
El Politeama Olimpo de 10 entre 46 y 47, inaugurado el 19 de noviembre de
1886, fue adquirido por Don Pepe. Lo denominó Coliseo Podestá, en homenaje a
la memoria de su padre.

¿A donde ir?
Al Hipódromo ya no. La aplicación de la ley de su-
presión del juego había hecho cerrar sus puertas en
1927 y a comienzos de 1930 nada haría presentir su
posible reapertura, que ocurriría después de la revolu-
ción del 6 de septiembre.
Quienes gustaban del tango podría ir al casi mitoló-
gico "Gran Bar La Marina" a escuchar a la orquesta de
señoritas y al joven bandoneonista Jorge Vegetti; al
Cine Bar San Martín donde Porcellana dirigía la or-
questa típica La Plata, integrada por siete ejecutantes
con tres bandoneones; otra orquesta de señoritas ac-
tuaba en el Bar Gloria en 12 entre 58 y 59. Allí también

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se pudo oír al cantor y payador Luis Acosta García, recordado por Atahualpa
Yupanqui en los sentidos versos de una milonga.
El Cine Select anunciaba la presentación durante esa temporada de un 90 por
ciento de films sonoros y sólo un 10 por ciento de cintas mudas.
En el mes de julio la Compañía Hermanos Podestá representaba “En un
pingo pangaré", intercalando en el tercer acto una fiesta criolla en la que se bailó
la polka de la silla, la chacarera y el pericón dirigido por Don Pepe Podestá; el
espectáculo terminaba con la gran fiesta criolla del drama Juan Moreira donde
todo el elenco intervenía en bailes y canciones nacionales, según rezaba el pro-
grama.
En septiembre llegó la compañía de sainetes de Alberto Vacarezza, que puso
en escena "El Cabo Rivero" y su clásico "El conventillo de la paloma”. En el Ar -
gentino debutó la compañía dirigida por el escritor español Gregorio Martínez
Sierra, que traía como primera actriz a la notable Catalina Bárcena. Meses antes,
el concertista de piano Alejandro Brailowski pudo ser escuchado en esa misma
sala.

Algunos héroes platenses


La aviación en La Plata dio sus primeros pasos en la década del '20, con hom -
bres como Artigau, Elverdín, Esteguy, y
Goggi. La ciudad contribuyó permanente-
mente con su aporte material para que el
avión "Ciudad de La Plata" pudiese, el
día.12 de agosto de 1925, despegar del
aeródromo del Dique piloteado por Goggi
y Elverdín, para -emprender el raid La
Plata - La Paz.
Juan José Esteguy, con apenas 18
años, decidió incorporarse como soldado
voluntario al ejército francés, donde en
1918 obtuvo su brevet de piloto internacional. Finalizada la guerra regresó. La co-
lectividad francesa de La Plata lo llamaba "notre Esteguy", e instaló el aeródromo
"El Cóndor" en el Dique, que fue inaugurado el 24 de agosto. Así comenzó a rea-
lizar sorprendentes vuelos sobre la ciudad a, 40 pesos la hora, a bordo del avión
Dorand.
En 1921 llegó la noticia de la derrota de las fuerzas españolas arrolladas por
los moros en Marruecos. Un grupo de argentinos decidió alistarse en las filas pe -
ninsulares, entre ellos Esteguy. El 26 de octubre de 1922 la ciudad recibió con
angustia la noticia de su muerte. Tres años después, sus restos mortales retorna -
ron con la misma nave que lo había llevado: el infanta Isabel. En un auto camión
de una conocida empresa fúnebre llegaron a La Plata. Como pocas veces lo había
hecho, la ciudad entera se volcó a las calles para rendirle su último homenaje.

El tango en La Plata

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Ilustres figuras del tango actuaron en salas cinematográficas y cafés de La


Plata durante los años '20. La orquesta de Roberto Firpo; la típica criolla de Di
Sarli en el cine París, como complemento de la gran película patriótica argentina
producida en Norteamérica, "Una Nueva y Gloriosa Nación", episodio romántico
de la Independencia argentina con Jacqueline Logan, Francis Buschmann y
Paul Ellis. Magnífico programa para una fría noche de julio de 1928. También
Fresedo y los hermanos Canaro se presentaron por aquellos años en la ciudad.
En ese período, además de centralizarse la ejecución del tango en su instru-
mento fundamental, el bandoneón, se fue refinando al afirmar un ritmo más lento y
por lo tanto más triste y reposado.
Entre las orquestas típicas de formación numerosa se pueden mencionar las
de Ponciano García y José Bagnatti. Estas se denominaban típicas y caracterís-
ticas, ya que cambiaban algunos instrumentos e incursionaban en los ritmos im-
portados como el fox o piezas brasileñas.
Otra orquesta destacada por la trayectoria de sus músicos fue la de Bach-
Porcellana, con Coco Bach al piano y don Natalio Porcellana y sus hijos en
bandoneón. Estos últimos tuvieron una brillante carrera dentro del tango en Bue-
nos Aires. Dicha orquesta y la de "Ramito" imitaban el estilo de Julio de Caro, lo
que significaba una evolución en la instrumentación.
Las orquestas se escuchaban en bares, confiterías, bailes, recepciones ofi-
ciales y prostíbulos. El tango fue cambiando de forma y amplios sectores sociales
se identificaron con él.

Un ciudadano platense
Durante largos años había sido profesor en la ciudad de las diagonales. Había
publicado obras fundamentales e imprescindibles de
la cultura nacional. Su nombre era Ricardo Rojas.
Con motivo del homenaje que se le tributó en
ocasión de cumplirse 25 años de la aparición de su
libro "La victoria del hombre", se dieron cita en el
Teatro Argentino las más altas autoridades provin-
ciales y universitarias; intelectuales, políticos y estu-
diantes.
El presidente de la Federación Universitaria de
La Plata, señor Luis Aznar, expresó en esa oportu-
nidad: "Hace ocho años la FULP y Ricardo Rojas
estuvieron frente a frente. Eran horas de afirmación
y, por lo tanto, de exclusión. Ambos perseguíamos
el mismo propósito por caminos diferentes. Eran dos psicologías distintas, dos
modalidades que no coincidían. Pero de él surgió la verdad, y hoy, en calma el
corazón, con las ideas ordenadas, a la vuelta de muchas rectificaciones y de no
pocas renuncias, los antiguos y circunstanciales adversarios se contemplan em-
peñados en la misma tarea: la de dar contenido a la vida nacional".
Cerró el acto la palabra de Ricardo Rojas, quien pidió se le concediera el ho-
nor de ser considerado ciudadano platense, agregando: "... a la zaga de Moreno,

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Ameghino, Almafuerte, González, muchos otros vinieron aquí a trabajar por la


cultura como si fuese un deber del ideal argentino expiar así la sangre del '80,
dando a la ciudad nacida de aquel choque fratricida lo mejor de nuestro pensa-
miento en la obra nueva del amor civil".
Rememoró sus charlas con Joaquín V. González, quien "quiso que La Plata
dejara de ser una oficina burocrática, una encrucijada de viajeros, para convertirse
en una ciudad universitaria de una provincia autónoma, con la jerarquía de una
verdadera capital". Su cátedra de Literatura Argentina, dictada en la Facultad de
Derecho, fue la primera que se creó en la Universidad local.

Gimnasista hasta la muerte.


Se disputaba la final de la intermedia del Campeonato Estímulo de 1929, el 10
de febrero de 1930, entre Gimnasia y Boca Juniors. El partido tenía como escena-
rio la cancha de Lanús. Aquel fue un día agitado para los mens sana. Comenzaron
a movilizarse desde la mañana. A las 7.45 partió un tren especial llevando por vía
Temperley a 700 simpatizantes que portaban banderas y carteles. El campeonato
se obtuvo por 3 goles a 1, marcados por Simiele, Palomino y Budiño.
El plato fuerte se servía a la tarde en la vieja cancha de River, en Avenida Al-
vear y Tagle, en la final de las Primeras. El grueso de la hinchada se había reser-
vado para este encuentro. De la estación local partieron dos trenes especiales que
transportaban a casi 4 mil triperos, mientras que otros lo hicieron en formaciones
ordinarias. Los platenses se ubicaron en la tribuna que daba sobre la calle Cente-
nario. El entusiasmo no hacía olvidar los valores del contrincante y en las charlas
previas se pronosticaba a Boca como ganador. Brillantemente, Gimnasia se llevó
el triunfo por 2 goles (de Maleanni) a 1 (Di Giano, en contra). La ciudad tuvo
pronto la gran noticia, y salió a las calles a festejar dicha obtención. Miles de faná -
ticos fueron a recibir a los héroes a la estación del ferrocarril, y a medida que lle-
gaban los trenes se formaban nuevas manifestaciones, la última de ellas encabe-
zada por los propios jugadores. Día inolvidable para los seguidores del equipo de
la calle 4.
El Campeonato Estímulo, en sus dos divisiones era suyo.

Aniversario pincha
En 1905, un grupo de jóvenes decide desafiliarse del decano del fútbol argen-
tino, el Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, y fundar su club propio. ¿Quién era
el jefe de este conjunto de entusiastas que quería practicar fútbol? : Don Alfredo
Lartigue, un hombre de pensamiento lúcido y de firmes convicciones, quien co-
mandó aquel movimiento destinado a crear un nuevo club en la ciudad.
Como todos los comienzos, éste fue humilde, ya que componían esta avan-
zada unos 43 jóvenes con innumerables bríos, y su socio número 44 fue Don
Jorge Ilirsch, quien presidía la institución cuando ésta celebraba sus bodas de
plata.
Al año de creado, en 1906, el equipo de fútbol de Estudiantes estuvo a punto

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de lograr el ascenso, pero se lo impidió el Racing Club de Avellaneda, que lo batió


por la mínima diferencia: 1 a 0. En 1911 pudo conseguir la máxima categoría al
triunfar en la Extra.
El club obtuvo el primer campeonato de la Federación Argentina de Fútbol en
1913, y tardó 54 años para conseguir el segundo, el Metropolitano de 1967, ya en
el campo profesional.
Al cumplir 25 años de vida poseía un cómodo estadio de fútbol, que tenía –
además una pileta de natación. Entre los visionarios de los primeros años figuraba
Silvestre Oliva, quien quiso diversificar las actividades deportivas, y no hacer de
Estudiantes un club exclusivamente de fútbol.

El ostracismo radical
Un importante grupo de dirigentes conservadores suscribía, durante el agitado
año '30, una declaración donde afirmaba su intención de luchar en defensa de las
instituciones, tanto dentro del Parlamento como fuera de él. No había dudas de
que ello significaba una definición en favor de una solución de fuerza al problema
político, y una salida del país de sus carriles constitucionales. Existía un apoyo
implícito hacia tal actitud por parte de los grupos radicales antipersonalistas, que
denunciaban la formación de una "mayoría ficticia, siempre obsecuente, como que
nace del atropello y el fraude".
El Gobierno nacional contraatacó, y en previsión de cualquier alteración del or-
den apostó policías provistos de armas largas en la Casa Rosada, y reforzó la cus-
todia en el domicilio particular del presidente Yrigoyen. El 29 de agosto de 1930 la
agitación crecía, ya que se sucedían los tiroteos entre grupos antagónicos en nu-
merosos lugares de la Capital Federal. Los opositores organizaban manifestacio-
nes de protesta, y lo s proponían a su gente contraatacar con manifestaciones a
favor del Gobierno.
El camino se les allanó a los revolucionarios al resignar su cartera el Ministro
de Guerra, General Dellepiane. En su renuncia el militar, que era temido por los
revolucionarios por su rectitud moral y su reconocido y proverbial coraje, señaló
los males de los políticos y de las Fuerzas Armadas. Se refería en su dimisión a la
necesidad de profesionalizar al Ejército sacarlo del caos que lo amenazaba.
Afirmaba, además, que era necesario dotarlo de "fábricas indispensables", y
perfeccionar su organización interna. Esta renuncia se convirtió con los años en un
documento histórico de fundamental importancia para comprender ese año tan de-
cisivo.

Los Mercader
Una de las novedades que trajeron a la ciudad los años '30 fue la reapertura del
Hipódromo, del cual el doctor Amílcar Mercader era asiduo concurrente. Un día
Francisco "Kinko" González, más tartamudo que de costumbre, tenía un dato
para alguna de las tantas carreras de ese día. De inmediato le comunica: jue,
jue, jue, jue, gue, le, a, a, a, a, al, di, di, e. Y el doctor Mercader corrió hacia las
ventanillas del número diez.

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Perdió éste, pero "Kinko" explicó después que no tuvo tiempo de decir "diecio-
cho", que fue el del caballo que finalmente ganó la jugada.
Entre los políticos platenses se destacó sin dudas, sobre todo a partir de los años
'30, el doctor Emir Mercader, orador de verba encendida y fluida conversación
personal. En sus innumerables recorridas por las provincias interiores se encontró
con una infinidad de correligionarios a cuyos hijos apadrinó, según se le presentó
la ocasión.
Un día dio la casualidad de que el Dr. Alcorta, amigo personal de Mercader, en-
contró a un grupo de jóvenes del interior. Los interrogó a ver qué andaban ha-
ciendo, a lo que los jóvenes respondieron: que venían para La Plata a saludar a su
padrino, el Dr. Emir Mercader. Alcorta, con una sonrisa burlona, respondió: "Pa
semejante padrino, mejor haberse quedado infieles".

Se muere don Hipólito


En esos días de 1933, lentamente, cayendo en sucesivos sopores, saludando a su
custodio, el comisario Bentancourt: "Amigo, siento que me voy", y a sus familia-
res, se moría don Hipólito Yrigoyen.
Monseñor De Andrea le impartió la bendición papal. Se moría apaciblemente,
Una multitud de personas se congregó en las inmediaciones del lugar donde se
hallaba Yrigoyen; la noticia casi se anticipó a su deceso. La gente gritó "Viva Yri-
goyen", y entonó el Himno Nacional. Ocurrió el 3 de julio de 1933.- El comité radi-
cal de La Plata sesionó para considerar las medidas a tomar ante "la muerte del
más ilustre de los argentinos contemporáneos"; y fletó trenes especiales para el
día del sepelio.
Las mayores concentraciones vistas en Buenos Aires en los últimos años habían
sido motivadas por la llegada del Plus Ultra y el juramento del Presidente Uri-
buru en 1930. Los radicales platenses designaron a Juan Cooke para que despi-
diera al caudillo, para legar a la tarima por la multitud allí congregada.
Entre los oradores se encontró el gran poeta y literato don Ricardo Rojas.
Horacio Oyhanarte vino de Montevideo a las exequias, fue detenido y liberado
bajo palabra de honor, para permitirle asistir al cementerio. A las 22.30 se presentó
en la jefatura de la Policía de la Capital Federal, cumpliendo así con la pala bra
empeñada y quedando detenido.
El Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, presidido por Osvaldo Cortelezzi, rindió
homenajes a Yrigoyen colocando la bandera a media asta. Se afirmó que la me-
dida no tenía carácter político, sino que la actividad de Yrigoyen había tenido mu-
cho que ver con el club.

Orquídeas y caviar
Es posible tener una idea cercana a lo que fue el cambio que experimentó la ciu-
dad recordando los festejos de la fundación. En 1889, el gobernador Máximo Paz,
en adhesión a la fecha, concedió como gracia la libertad a Julián Andrade, famoso
compañero del delincuente Juan Moreira. Dos días después, La Plata celebraba

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su aniversario y no se podía decir que era una ciudad triste y silenciosa. Desde la
salida del sol hasta su puesta, cada diez minutos, se dispararon bombas de es-
truendo y cohetes.
Por la noche, se quemaron fuegos artificiales en la Plaza de la Policía. En
aquella oportunidad estuvo presente monseñor Anciros, arzobispo de Buenos Ai-
res, quien celebró un Tedéum en la avenida central del Bosque. En ese aniversa-
rio, los mendigos llegados de Buenos Aires habían invadido la ciudad.
El 19 d e noviembre de 1937 también hubo mendigos, pero eran locales. Ese
año el presidente de la Nación, general justo, visitó La Plata.
Cinco mil escolares realizaron una exhibición gimnástica. En la Casa de Gobierno
se ofreció un almuerzo al presidente de la Nación, al que acompañó su esposa,
quien recibió de manos de la señora del gobernador Manuel Fresco una canasta
de orquídeas.
La música de una orquesta amenizó la reunión, que contó con un menú de tra -
bajosa lectura. Comenzaba con caviar e incluía exquisiteces como canard al
orange, coeur de Durhant, piqué sauce perígourdine, foie gras truffé sur bloc,
mousse glacée aux pistaches, vinos, licores y café. La quema de fuegos artificiales
se efectuó en la Plaza Moreno, donde se organizaron bailes populares.

La Obra de Fresco
Partidario declarado de la derecha -identificada con las tendencias dominantes en
Italia y Alemania en los años en los que ejerció la gobernación de la provincia de
Buenos Aires- el Dr. Manuel Fresco se erigió en uno de los más destacados re-
presentantes de la causa conservadora. Admirador del "viril voto cantado", fue un
campeón del "fraude patriótico". Aunque La Plata fue beneficiaria de su arrollador
accionar. Se restauraron el Teatro Argentino, la Casa de Gobierno, y el Ministerio
de Hacienda (de estilo Luis XVI). Se levantaron el edificio de Ensayos de Materia-
les del Ministerio de Obras Públicas, el del Registro General y Censo Permanente
bonaerense y la Cárcel de Encausados de Olmos. Se construyó el Pabellón de
Infectocontagiosos del Hospital de Niños; se terminó el Pabellón de Cirugía del
Policlínico y de avanzó en la inconclusa Catedral.
Además, fueron erigidos los locales para las escuelas 39 y 64, y en materia vial se
ensanchó el Camino General Belgrano, se concluyó el Centenario y, en 1937, el
Camino de Cintura. Por otra parte, se inició la construcción de la ruta a Costa Sud
y se concretaron el acceso a Etcheverry, el puente sobre el Arroyo El Gato, obras
civiles en el camino a Magdalena, mejoras en los caminos a Berisso y Ensenada y
la finalización de trabajos en los que unen con Romero y Brandsen. Una huella
profunda en lo que concierne a realizaciones materiales dejó el paso de Fresco al
frente del Gobierno provincial en su ciudad capital, sin hacer mención de toda la
obra pública, del resto de la Provincia.

Emotividad radical
El Dr. Marcelo T. de Alvear, a pesar de sus maneras finas y sus selectos gus-

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tos estéticos, era muy boca sucia y a la vez muy emotivo. Sus zafadurías tenían,
además, un acento ceceoso. Durante la campaña de la fórmula Alvear Mosca lo
acompañaban dos jóvenes platenses: Ricardo Balbín y Emir Mercader. Los dis-
cursos se pronunciaban desde un tren, alquilado con el fin de realizar la campaña,
o en los almuerzos y cenas organizados en lugares de mayor población.
Alvear era el jefe de la comitiva y designaba, segundos antes del acto, a los
oradores que intervendrían, con una simple seña o mirada. En sus particulares
estilos, BaIbín y Mercader pronunciaban discursos llenos de emotividad, que en
más de una ocasión lo conmovían. Dentro de la comitiva corrían todo tipo de ru-
mores y bromas. Una de ellas refería que los dos jóvenes decían discursos senti -
dos para hacer llorar al candidato a presidente, flaqueza ésta que le disgustaba
mostrar.
En una ocasión llegaron en tren a Tucumán. Durante el día aprovechó el can -
didato radical para realizar visitas, entre ellas una a un convento de monjas, donde
el distinguido visitante dialogó con la superiora en un tono muy elevado, trayendo
al presente antiguos recuerdos, en especial sobre su esposa, doña Regina Pacini.
Esa misma noche se realizó una gran comida en la que habló BaIbín, el que
tomó como tema la visita de Alvear al convento. A medida que se desarrollaba el
discurso, todo el mundo comenzó a emocionarse, muchos hasta llegar al sollozo.
En tanto, Alvear parecía incólume; pero no aguantó más, afirmando antes de lar-
garse a llorar: "A pesar de que me avisan, igual me j ......

Las Modas
Luego de temporadas en que reinó la locura en materia de sombreros de mu -
jer, a comienzos de la década del ‘40 la moda prescribía modelos menos excéntri-
cos, que se asentaban normalmente sobre la cabeza.
Las damas usaban la capelina de paja Yanga con tul y flores o cintas, y el tur-
bante en georgette; las carteras finas, de salir, eran de becerro. La coquetería re -
servaba para entrecasa los batones de amplias solapas, con vivos plegados y
acampanados con gran vuelo.
Se podían lucir permanentes realizadas como en Norteamérica y también se
podían esconder las amenazantes canas con un tratamiento sobre una base de
tintura. Cosas de mujeres.
Los hombres usaban los últimos modelos de sombreros tipo Panamá, de paja
trenzada o de fieltro. Los más acaudalados podían comprar camisas de seda ra-
yón, las más caras.
Los modelos de autos importados vendrían por última vez, ya que debido a la
guerra dejarían de fabricarse por varios años. En este rubro no había nuevas mo-
das; estaban todavía vigente el Ford V8 y el Chevrolet de seis cilindros, los auto-
móviles más comunes.
En cuanto a las modas musicales, se bailaba tanto el foxtrot como el tango, y
para aprender a bailarlos bien se imponía la concurrencia a una academia -como
la de Reyes, de la calle 46 entre 4 y 5-. Resultaban muy comunes las reuniones
danzantes, ya fuese en clubes, fiestas familiares, salones particulares; de allí la
proliferación de las escuelas, que permitían a las damas y a los caballeros concu -

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rrir a los bailes sin pasar vergüenza.

Salario y nivel de vida


En los años '40 comenzaron a paralizarse algunas obras públicas, lo que junto
a la declinación de la actividad privada originó un ciclo de desocupación. Durante
estos años un peón común ganaba 4 pesos por jornal, y si quería fumar un atado
de cigarrillos le costaba 20 centavos; el diario costaba 5 centavos, el kilo de yerba
80 y el kilo de café 1,80 peso, igual que un kilo de masas finas en La Perla.
Los valores de la ropa eran proporcionalmente distintos, ya que un traje de hilo
de verano en "El Siglo" costaba 55 pesos. El alquiler de una casa moderna de tres
dormitorios, céntrica, andaba alrededor de los 90 pesos por mes. Los comercian-
tes hacían muchos esfuerzos para colocar sus productos. * El vino "Arizu" daba
premios en algunos corchos y varios comercios obsequiaban objetos cuando la
compra sobrepasaba determinados montos.
La posesión de bienes suntuarios estaba reducida a determinados grupos so-
ciales y recién se difundió en la década del '60. Entre éstos se encontraba la radio,
que no todas las familias podían adquirir y se la vendía en cuotas, como en la
casa Schulmann de diagonal 80 (frente a la Iglesia San Ponciano), que la ofrecía a
9 pesos por mes. La cuota para una bicicleta era de 10 pesos mensuales y la de
una máquina de coser de 12 pesos.
Desde la unificación de la moneda en todo el país, su valor se había mante-
nido constante. Recién apareció el fenómeno de la inflación a partir de la mitad de
la década del '40. A partir de entonces, a pesar de los juramentos y promesas de
los sucesivos ministros de Economía, ese fenómeno ha atacado a los bolsillos
platenses en reiterados períodos de nuestra historia.

Se corta el hilo
En abril de 1943, a cinco meses de la fecha fijada para la consulta popular que
debía ungir al presidente sucesor del Dr. Ramón S. Castillo, La Plata era nueva-
mente caja de resonancia de una crisis política, que volvía a colocarla ante la ex -
pectativa de una intervención de las autoridades federales, de no mediar un cam -
bio por parte del Ejecutivo provincial presidido por el Dr. Rodolfo Moreno.
El pleito surgía esta vez del seno del partido gobernante -el Demócrata Nacio-
nal ante la oposición planteada por el núcleo bonaerense a la candidatura del re -
presentante salteño, Dr. Robustiano Patrón Costas. Esta, que contaba con la
anuencia del Dr. Castillo, se afianzo hasta convertirse en un hecho consumado.
El Presidente -según trascendidos- en una dramática entrevista mantenida con
el Ministro de Gobierno, Dr. Vicente Solano Lima, le manifestó que el Gobernador
había perdido la confianza de las autoridades nacionales, y que sólo una postura
de lealtad sin dudas ni reparos podría evitar derivaciones.
La ciudad seguía con ansiedad las alternativas, en un clima de preocupación
general, cargado de rumores: el apasionante tema se debatía en las oficinas pu-
blicas, en las tertulias, en los hogares.

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El conflicto, que llevaba dos meses de duración, quedó resuelto el 13 de abril,


con la renuncia del Gobernador y de sus tres ministros. El pleito culminó con el
predominio de quien disponía de recursos más fuertes para prevalecer
-el presidente de la República -. Ese mismo día asumió el mando el vicego-
bernador, Dr. Edgardo Miguez, figura del conservadorismo que desarrolló en
nuestro medio toda su carrera política.

Entusiasmo popular
El 14 de marzo de 1940 llegó el Dr. Fresco a la residencia de la calle 5 desde
su establecimiento particular en Monasterio, y presidió la última reunión de Gabi-
nete. Estuvieron presentes funcionarios y altos dirigentes y representantes parla-
mentarios del conservadorismo.
Los platenses seguían con vivo interés los hechos y se fueron congregando
frente a la Casa de Gobierno, en espera de novedades. Al fin se conoció la noticia:
había sido designado un interventor federal. La excitación hasta entonces conte -
nida estalló en manifestaciones hostiles al gobierno depuesto. Desde automóviles
gritaban sus ocupantes: "Se acabó, se acabó" y "Que se vaya"; otros "Ortiz, Ortiz",
en medio del ensordecedor sonido de las bocinas.
Hubo incidentes toda la tarde alrededor de la Casa de Gobierno, provocados
por el entusiasmo popular y la acción policial para contenerlo. Se produjeron agre-
siones entre los manifestantes y adictos al conservadorismo. Los primeros porta-
ban la bandera nacional y la del Parque.
La policía ordenó una carga de sus agentes montados a caballo y lanzó gases
lacrimógenos. La crónica habla de ensañamiento policial y hostilidad de personas
que estaban fuera de sí por los hechos que se registraban; la gente arrojó baldo-
sas y hubo lucha cuerpo a cuerpo entre agentes y civiles.
Asumió el poder un interventor militar interino; tropas del Regimiento 7 mar-
charon por calle 50 hasta el centro de la ciudad. A su frente se formó un grupo
compacto de ciudadanos que vivó a Ortiz y al Ejército. La policía se retiró a 54 y 6.
La jornada fue vivida con fervor y pasión ciudadana y varios de sus participantes
resultaron contusos por los renovados incidentes que la fueron jalonando.

Vida cultural.
En medio de la agitación política, La Plata no descuidaba su vida artística. En
el mes de abril de 1943, actuaron Lopecito y su Cuarteto del 900, montando en el
Coliseo Podestá "La cabalgata del tango", interesante evocación de distintas épo -
cas musicales, de Villoldo a Gardel, con versiones fonoeléctricas de diversos con-
juntos orquestales y cantores.
Luis Sandrini y Nedda Francy representaron para nuestro público en el mismo
escenario, su gran éxito "El diablo andaba en los choclos", que en Buenos Aires se
mantuvo varios años en cartelera.
En junio, la compañía teatral María Guerrero-Díaz de Mendoza vistió de gala
al Coliseo. Ofreció dos obras: una versión de "Felipe Derblay o el dueño de las

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herrerías", de Jorge Ohnet, y "El genio alegre" de los hermanos Alvarez Quintero.
En el campo de la plástica, las Escuela de Bellas Artes organizó una exposi-
ción de trabajos del pintor Fernando Fader "el ermitaño de Ischilin" -que surgiera a
la fama 40 años antes, en tiempo de Bernardo deQuiroz y Rogelio Yrurtia - falle -
cido en 1935.
La Biblioteca Musical Verdi contrató al violinista norteamericano Yehudy Me-
nuhin, quien dio su concierto en el Coliseo Podestá, por estar en refacción el Ar-
gentino. Fue una fiesta de la música para el público platense, que ya en una gira
anterior fuera cautivado por este artista de fama harto merecida.

La noche de San Blas


En la madrugada del 28 de septiembre de 1944, se produjo una catástrofe en
el Puerto de La Plata. A raíz de una explosión en un tanque de combustible, el
petrolero San Blas, buque cisterna de casi 22 mil toneladas, cargado con 10 mil
toneladas de petróleo y con 30 tripulantes a bordo, fue tomado rápidamente por el
fuego. El siniestro se inició a la 1.20 y un testigo narró que el petróleo encendido
ascendió a una altura de 300 metros. Los platenses vieron un resplandor rosado
en el cielo, hacia el este. Luego se oyeron otras detonaciones en la embarcación
surta en el Dock Central, que acababa de amarrar procedente de Comodoro Riva-
davia y perteneciente a la flota de YPF.
En La Plata las llamaradas se veían en dirección a la Petrolera y el Puerto.
Con la dramática premura que imponía la seguridad de la población, fue retirado el
Santa Cruz con su peligrosa carga de 3 mil toneladas de nafta. Como sus máqui -
nas estaban paralizadas, debió ser radiado del lugar tirando de sus cabos. Hubo
actos de valor entre quienes manejaron remolcadores sorteando las amenazantes
lenguas de fuego. Algunos tripulantes del San Blas se lanzaron al agua con salva-
vidas. En un bote fueron recogidos el contramaestre y un tripulante. Lamentable-
mente no todos pudieron sobrevivir a la tragedia y se registraron 12 pérdidas
humanas.
Los daños sumaron 10 millones de pesos, y el incendio se extinguió al cabo
de cinco días. De la estructura retorcida se destacaba intacta la popa, debido a
que la brisa orientó las llamas hacia proa. Las visiones pavorosas del San Blas en
llamas resultaron indelebles para los testigos de aquellas dramáticas horas.

El Autor
Gustavo García Saraví, con varios libros escritos, galardones obtenidos en el
país y fuera de él, se erige como otro custodio de la calidad poética de la ciudad.
Sin residir en ella, ésta ciudad se filtra en algunos de sus poemas, de una manera
bella y recatada, casi siempre aparejada con la nostalgia; cuando el poeta se re -
coge en la evocación de sus antepasados -los abuelos, las tías, los padre o de
contemporáneos de su juventud -las primas - resurgen costumbres, modas, con-
ductas, pensamientos, prejuicios del pasado, usos y técnicas de otros años.
Volcó en su poética su experiencia personal. Como oficiantes del amor, pro-

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cura y halla los matices justos para expresarlo en sus distintos momentos. Siente
con hondura la tierra patria ("soy todo argentino, todo país", escribió). "El soldado
de la independencia", "El cacique", "El ombú", "El toro", son poemas cabales que,
al igual que su hermosísimo "Canto argentino" -premio en el concurso sesquicen-
tenario de la Provincia de Santa Fe - se alinean en esta faceta fundamental de su
creación.
La angustia de tiempo es otra constante de su obra, que afronta con acento
maduro en "Ensayo general", uno de sus últimos volúmenes compuesto íntegra-
mente de sonetos. Al abordar temas sociales, se lo percibe libre de intentos de-
magógicos, sin espera rédito, guiado por un auténtico sentimiento humanitario o
un íntegro mandato de su sensibilidad.
Paralelamente a su producción compuesta en verso libre -vívida y valiosa-
García Saraví exhibe la perfección de sus sonetos, cuyas exigencias ha dome-
ñado con tal arte que se reconoce en él a uno de los autores sonetistas en el pa -
norama poético argentino

Universidad, ara de civismo


En la colación de grado del 12 de noviembre de 1945, el doctor Calcagno y el
ingeniero Martínez Civelli fueron recibidos con una ovación sostenida de varios
minutos por la concurrencia que se dio cita en el salón del Colegio Nacional de 1
y 49.
Era el primer acto que se realizaba después de los sucesos de octubre del '45.
En la ceremonia, los oradores hacían referencia al momento político por el que
atravesaba el país. El discurso de apertura estuvo a cargo de Calcagno, quien
abordó el tema del odio de actos en la historia argentina y halló respuesta a la
pregunta de por qué el odio a la universidad, en la posición tomada por ésta a fa -
vor de la recuperación de las libertades, el restablecimiento de las garantías jurídi-
cas y el imperio de la Constitución.
Habló también el Dr. Alfredo, L. Palacios, quien pronunció una emotiva arenga:
"A los títulos morales e intelectuales que enaltecen los blasones de esta
Universidad, pueden agregarse hoy el de ara de civismo".
Destacó la "altivez y el patriotismo de su presidente; la firmeza de sus profeso-
res; valentía sin jactancia de su vicepresidente, la heroica actitud de sus estu-
diantes, varones y mujeres" Para cerrar el acto, hubo números musicales ofrecidos
por la reconocida directora Brígida Frías de López Buchardo.

EI Segundo matrimonio de Perón


En el año 1945 Juan Domingo Perón, con el rango de Coronel del Ejército Ar-
gentino, había desempeñado una serie muy importante de cargos y se insinuaba
su candidatura para la presidencia de la Nación, con posibilidades que, si bien no
estaban todavía totalmente definidas, preocupaban ya a los partidos tradicionales.
Se había casado -ese mismo año - en segundas nupcias, con una joven actriz de
cine y radioteatro, que cumpliría, además de su rol de consorte, un importante pa-

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pel político durante el periodo que empezaba a recorrer el país. Su nombre era
María Eva Duarte.
El casamiento civil se había realizado en la ciudad de Junín, provincia de Bue-
nos Aires, de donde era oriunda la desposada. Faltaba aún la ceremonia religiosa.

Como trascendió que se realizaría en La Plata, en la iglesia San Francisco, de


12 entre 68 y 69, una nutrida cantidad de personas se agolpó ante este templo,
concurriendo también el periodismo para registrar la nota.
Sin embargo, al no lograrse la intimidad que los contrayentes deseaban, la
ceremonia se postergó. Finalmente, el 11 de diciembre de 1945, en la referida
iglesia, con menor número de concurrentes y curiosos, quedó consagrada la unión
de la que poco después sería la famosa y poderosa pareja de gobierno argentina.
El padrino de la boda, el entonces secretario de Trabajo y Previsión, teniente
coronel Domingo Mercante, meses más tarde sería electo gobernador de la Pro-
vincia. La madrina fue la madre de la contrayente.

El Paseo de los Eucaliptos


Se cumplían quince años de la reapertura del hipódromo, después del cierre
que dispuso el gobernador Vergara hasta 1930, año en que para el 19 de noviem -
bre, lo reabrió el régimen conservador.
Esta etapa tuvo en Uberto Vignart a uno de sus animadores fundamentales.
Vignart actuó intensamente en política y fue, además, presidente del jockey Club,
desde donde actuó en las modificaciones del circo local.
En 1930 éste tenía una tribuna de 40 metros para socios y "paddock", y
quince años después contaba con cinco tribunas grandes y modernas, que suma-
ban 325 metros.
Se agregaban a esas mejoras la escalera mecánica y los palcos. También se
había instalado el "ojo eléctrico" y el aparato fotográfico en la llegada.
De las rentas del hipódromo, según los defensores de la actividad hípica, sa -
lieron recursos destinados a diferentes obras públicas, como por ejemplo el ca -
mino que une Ensenada con el balneario de Punta Lara.
También dio ocupación a un numero creciente de obreros y empleados, que
de trescientos en la reapertura pasó a ser de casi 2.500 en el año 1945.
Este era posiblemente el mejor indicio del desarrollo del circo local.

Final de campaña
Los actos de la Unión Democrática en Berisso fueron perturbados y se regis-
traron disparos de armas de fuego. En Lanús fue tiroteado el acto en que dicho
partido político proclamó la fórmula Prat - Larralde, para ocupar los cargos de go-
bernador y vice de la Provincia de Buenos Aires.
Estos métodos llevaban a la oposición a sindicar al peronismo como un movi -
miento de tendencia nazi - fascista. Por entonces se había conocido el Libro Azul,
en el que se acusaba a militares argentinos, entre ellos el coronel Perón, de con -

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nivencia manifiesta con los nazis.


Los peronistas acusaban a su vez a la Unión Democrática de tener conexio-
nes con el imperialismo inglés y el norteamericano, de allí su slogan "Braden o
Perón", opción que afirmaba su posición nacionalista ante Braden, embajador de
los Estados Unidos en la República Argentina, y al que se le reprochaba su inje-
rencia en el agitado ambiente político de aquellos días.
A partir de 1945, La Plata -como el resto del país vivía alrededor de la polari-
zación peronismo - antiperonismo, adjudicándose ambos grupos -uno a otro - la
responsabilidad de todos los males que aquejaban a la Nación.

El primer Gobernador Platense


Una ciudad nueva comienza, muchos años después de fundada, a tener diri-
gentes nacidos en su seno. Así ocurrió en La Plata, recién a partir de los años '20.
El Dr. Raúl Díaz fue el primer gobernante platense que ocupó el sillón de
Dardo Rocha. Nacido en 1891, graduado en la Universidad local como abogado,
se afilió desde muy joven al Partido Conservador; fue además un deportista cabal,
y como tal perteneció a una de las instituciones tradicionales de La Plata, el club
Estudiantes, en el qué jugó al fútbol en la época amateur y posteriormente integró
su comisión directiva.
Desempeño el cargo de comisionado municipal después de la revolución
del'30; fue electo vicegobernador acompañando en la fórmula a Federico Martínez
de Hoz. Desde la presidencia del Senado, se constituyó en un elemento de equili-
brio en las luchas políticas locales y provinciales.
Al producirse la suspensión del gobernador, el Dr. Díaz asumió la primera ma-
gistratura del Estado bonaerense, en 1935, y completó el periodo constitucional.
Los rivales políticos reconocieron el manejo correcto y comprensivo de la situación
provincial que imprimió a su gestión.
Después de años de enfrentamientos entre los dos partidarios mayoritarios
platenses, le correspondió el honor de promulgar la ley por la que la ciudad fue
instituida cabecera de una sección electoral propia, como cuadraba a su jerarquía;
coronando así un proyecto que había propiciado desde su banca legislativa. La
Plata tuvo así su primer grupo de legisladores; encabezó la representación con-
servadora el Dr. José Villa-Abrile.
En 1946, cuando la ciudad que lo vio nacer podía aun recibir mucho de su ca-
pacidad, sobrevino la muerte, a los 56 años. Su desaparición fue contemporánea a
la finalización del cielo demócrata-conservador al frente de la Provincia de Buenos
Aires.

El Colegio Nacional de 1 y 49
Hacia fines del mes de junio de 1946 se produjo una gran gresca dentro del
Colegio Nacional de la Universidad, de 1 y 49, al que concurrieron elementos ex -
traños al establecimiento. Las autoridades tomaron medidas compulsivas para que
el alumnado entrara a clase.

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Pudo observarse allí la concurrencia de Miembros -de la Alianza Libertadora


Nacionalista y el Sindicato Universitario Argentino, cuya misión era forzar al estu-
diantado a entrar al aula. Durante esa jornada, de los 600 alumnos que debían
ingresar a clase sólo lo hicieron 300. La casi totalidad de los celadores había sido
relevada y los nuevos exhibían revólveres y cachiporras, lo que hizo que se pro-
dujera una verdadera batalla campal que dejó un saldo de 15 heridos, la mayoría
estudiantes.
Ya entrado 1946, fueron puestos y sobreseídos definitivamente los funciona-
rios policiales que habían actuado durante los acontecimientos octubre de 1945 en
la Universidad de Plata. El hecho judicial se transformaba en político, y todo lo
actuado por la justicia volvía a foja cero.
Otro hecho significativo, también vinculado al ambiente estudiantil, se produjo
el cumplimiento de condenas dictadas en el juicio de Nuremberg, Alemania. Se
notó que un grupo de alumnos del Colegio Nacional lucía corbata negra y cintilla
de igual color en la solapa.

Grandes músicos visitaban La Plata


A comienzos de la década del '40, la ciudad de La Plata comenzaría a apreciar
las notables dotes musicales del maestro Rodolfo Kubik, quien se constituyó en
impulsor del importante movimiento coral de la ciudad.
En el año 1946, llegó de visita al país el gran maestro brasileño Héctor Villalo-
bos, que venía de estrenar el poema sinfónico Mandú Carará, en cuya interpreta -
ción participó el Coro Universitario de La Plata dirigido por el maestro Kubik.
Una nueva modalidad para el oyente fue la inauguración que realizó el club
Estudiantes de La Plata del sistema fonoeléctrico, que fue presentado en sociedad
por el musicólogo Kurt Palilen.
El acto de presentación en sociedad del nuevo adelanto tecnológico se des-
arrolló en el flamante gimnasio de la entidad, ubicada en la calle 53 entre 7 y 8 de
la ciudad fundada por Dardo Rocha. Con el nuevo sistema, los platenses podían
acceder a los grandes conjuntos y solistas de la música universal, aunque no es -
tuvieran presentes los artistas.
La ciudad celebró el cincuentenario del conservatorio Santa Cecilia, exaltando
su significativa labor en la educación musical de la sociedad platense y homenajeó
especialmente a sus maestros Aquiles Zacaría y José Y. Castelli.
El 9 de julio de 1946, en conmemoración del Día de la Independencia de la
República Argentina, se realizó un baile para los trabajadores en el estadio del
Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, con la actuación de dos conjuntos orques -
tales formados por 52 músicos platenses, seleccionados y dirigidos por el maestro
julio de Caro, célebre músico y compositor
Este presentó la "Marcha de los Trabajadores", de la que era autor junto con el
afamado y reconocido letrista Enrique Cadícamo.
La marcha era una partitura de ritmo pegadizo, que fue entonada por el coro
del Teatro Argentino de nuestra ciudad. A la reunión danzante, organizada para
tales efectos, asistió el entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires, co -
ronel Mercante.

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El desabastecimiento
Para mediados de la década del '40, el sueldo mínimo de un empleado de la
administración pública era de 250 pesos, y el de un obrero panadero de 310. El
litro de leche costaba 30 centavos, en tanto que el café con leche completo valía
60 centavos, precio que era semejante al de un chopp de cerveza. En 1948 se
ofertaba un traje común en 99 pesos, cantidad similar al valor de un sobretodo.
Al efectuarse un aumento masivo de la gran mayoría de los gremios, se pro-
dujo un incremento del consumo y, como en casi todos los casos de economía
controlada por el Gobierno, el desabastecimiento y el aumento de precios de mu -
chos artículos.
Para contrarrestar estos efectos, el Gobierno fijaba los precios máximos, lo
que hacía que la mercadería desapareciera de los negocios. Los inspectores con-
trolaban su existencia y exhibición en lugar destacado de cada comerció. A estos
artículos el pueblo los bautizó con el nombre de 'Flor de ceibo', por su baja cali -
dad, aunque tuvieran un costo relativamente barato. El Puerto de La Plata pasaba
por una etapa de gran actividad exportadora, y mucha demanda de mano de obra.
Debido a la finalización de la guerra y a la escasez de productos en Europa, en el
año 1947 se sextuplicó la exportación del Puerto, en especial en cereales y car-
nes.
El congelamiento del precio de los alquileres, dispuesto por una ley especial
en estos años, favoreció a las familias de menores recursos, ya que allí se encon-
traba la gran masa de inquilinos. Esta ley se mantuvo hasta fines de la década del
'70. La oposición acusó al régimen de desalentar la construcción de viviendas y
producir de este modo el déficit habitacional.

Proyectos edilicios
En julio del año 1947 fueron retiradas las rejas que circundaban el edificio del
Banco de la Provincia de Buenos Aires, con lo que muchos preveían que se iba a
continuar con otros edificios públicos. Con esto se facilitaría la visión del paseante
y una mejor apreciación de las armoniosas líneas arquitectónicas y de sus jardi-
nes.
Se iniciaron en estos años, en Villa Garibaldi, las obras de construcción del
aeropuerto. Fueron además expropiados los terrenos para el Estadio Provincial,
que se construyó posteriormente en la zona de 32 y 19.
Las necesidades de funcionamiento de las cámaras legislativas, que aumenta-
ron el número de sus integrantes, mostraron la escasez de hotelería y se hizo ne -
cesaria la construcción del Hotel Provincial en los predios del Mercado "La Plata",
ubicado en 8 entre 51 y 53.
Por iniciativa del diputado Pérez Aznar, la Legislatura de la Provincia declaró
zona universitaria a la del Bosque, donde se encuentran las facultades e institutos
superiores y sus adyacencias.

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Pese a estar reservados los fondos que los funcionarios de entonces habían
previsto anticipadamente para la construcción de las torres delanteras de la Cate-
dral de La Plata, su colocación no pudo concretarse. y la monumental obra siguió
sin poder mostrar a la ciudad su definitiva fisonomía, que concibiera su creador, el
ingeniero Pedro Benoit.
El ritmo de los trabajos en los edificios del sector público hizo recordar otras
etapas análogas de la prolífica historia platense, ya que también dieron comienzo
las obras de la República de los Niños y los numerosos barrios obreros de la ciu -
dad y el partido de La Plata.

Una temporada inolvidable


En el mes de julio del año 1947, el afamado pianista Arturo Rubinstein -que había
acaparado la atención del continente europeo con su brillantez, brindó un con-
cierto en el Coliseo Podestá de la ciudad de La Plata, organizado por la Biblioteca
Musical Verdi. El concierto constituyó un verdadero y rotundo éxito, a pesar de que
la entidad que programó el evento perdió dinero, puesto que la gran concurrencia
no cubrió la abultada suma de 10 mil pesos que cobró el artista.
Rubinstein estaba en el apogeo de su fama y un avión trajo su piano, especial -
mente construido para él, ya que su anterior instrumento había sido destruido por
las fuerzas nazis que ocuparon su casa particular
Durante esta temporada actuaron en distintos lugares de nuestra ciudad el maes-
tro de la Scala de Milán, Dick Merzollo, y el tenor lírico y popular Benjamino Gigli.
Este último volvió al año siguiente a la ciudad, y presentó en la escena del Teatro
Argentino a su hija que, de ese modo, iniciaba su carrera lírica en la Argentina.
El -Teatro Argentino, en tanto, estrenó "El Matrero", una obra de Felipe Boero y
Yamandú Schipa, con la cantante de color Dorothy Maynor.
En el rubro teatro dramático se apreció en el escenario del magnífico Coliseo Po -
destá la alta jerarquía interpretativa de Emnía Grammática, en una obra que tenía
la autoría de Gabriel D'Annunzio.
Por otra parte, en el mes de septiembre de 1947, visitaron la ciudad la bailarina y
filántropa Josefina Baker -y los cantantes melódicos Pedro Vargas y Jorge Ne-
grete. Una vez más La Plata recibió al guitarrista español Andrés Segovia, y al
prestigioso pianista alemán Wilhelm Backhaus.

Las elecciones de 1950


El 12 de marzo se debía llamar a elecciones de gobernador y vice para el pe-
ríodo 1950-52 y el peronismo postularía la reelección de Mercante. Los radicales
sostuvieron la fórmula BaIbín - Noblía; con un esforzado trabajo de hormiga se
manejaban con su periódico semiclandestino "Adelante", que merced al denuedo
de los afiliados llegó a distribuir 75 mil ejemplares, ensobrados en la casa del Dr.
BaIbín, en la calle 49 casi 12, y enviados todas las semanas a sus suscriptores.
Suprimida la libertad de prensa, era éste uno dé los pocos periódicos que nu-
cleaba a la oposición y que suministraba información contraria al Gobierno.

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De todos modos, el peronismo aumentaba notablemente su ventaja, y el mar-


gen de las elecciones en La Plata lo demostró con sus 14.037 votos de diferencia.
El día del comicio, ni bien terminó de emitir su voto, el Dr. BaIbín fue detenido; ya
se había resuelto su desafuero como diputado nacional. El juez federal había dic -
tado su prisión preventiva bajo cargo de desacato al Presidente de la Nación y fue
conducido a Rosario:
Volvió a ocupar el cargo de gobernador el teniente coronel Mercante, siendo
-después de Marcelino Ugarte - el mandatario que por más tiempo rigió los desti-
nos de la Provincia, desde el Palacio de la calle 6.
El año 1950 fue declarado por ley "Año del Libertador General José de San
Martín", en conmemoración del centenario de su muerte; esta mención se oía por
la radio, se la leía en todos los impresos -revistas y diarios - y los comerciantes
tenían obligación de facturar con ese sello. Se generalizó la imagen del Libertador
junto a los retratos de Perón y de su esposa Evita en los despachos oficiales.

La Constitución y las nacionalizaciones


La Constitución de la Provincia de Buenos Aires debió adaptarse a lo estable-
cido en la Constitución Nacional, y fue jurada por los funcionarios. Años más tarde
se juraría -inclusive en el orden judicial por estatutos emanado de gobiernos de
facto.
En el año 1949 se produjeron cambios sustanciales en algunas de las estruc -
turas políticas de la República Argentina.
Una de las transformaciones principales fue la modificación de la Constitución
Nacional, en cuyo texto se incluyeron los derechos del trabajador, de la anciani-
dad, a la educación y a la cultura.
Entre sus cláusulas de fuerte contenido nacionalista, la reforma estableció la
propiedad de la Nación sobre el subsuelo y sobre toda otra fuente de riqueza natu-
ral.
También, en el plano de lo inmediato, posibilitó la reelección de Perón a la
presidencia, algo que la Constitución de 1853 no permitía. La oposición opinó que
esta fue la causa fundamental de la reforma llevada adelante en el año 1949.
Se concretó la nacionalización de numerosas empresas, entre las que se
destacaron los ferrocarriles, que hasta el año del Centenario platense continuaron
siendo del Estado que, en líneas generales, entraron en constante deterioro y de -
ficiencias en su funcionamiento, a pesar de los esfuerzos de muchos de sus fun-
cionarios.
De todos modos, nunca prospero la pretensión de volverlos a privatizar, o por
lo menos hasta hace algunos años.

Los primeros sintomas


El control absoluto de los medios de comunicación, el adoctrinamiento partida-
rio en las escuelas, y otras formas de penetración empleadas por el régimen, ce-
rraban los caminos para lograr cambios por la vía electoral.

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Esto motivó que algunos sectores comenzaran a buscar la caída del Gobierno
por vía de un golpe de Estado.
La primera rebelión armada contra el gobierno de Juan Domingo Perón se
produjo el 28 de septiembre del año 1951, con el movimiento revolucionario co-
mandado por el general Benjamín Menéndez, que contó con el apoyo de los ofi-
ciales Leonardi, Guglialmelli, Lanusse, Sánchez de Bustamante, Federico de Al-
zaga, y otros.
Como se ve, dos futuros presidentes -Eduardo Lonardi y Alejandro Lanusse -
participaron de la asonada, que no tuvo muchas conexiones visibles y fue pronta-
mente sofocada. Sus responsables pagaron con cárcel y destierro la osadía de
alzarse contra el régimen monolítico de Perón.
No obstante su fracaso, fue el primer síntoma de que podría producirse la
caída del régimen por vía militar.
También se hizo evidente que la bonanza de los primeros años del peronismo
se iba deteriorando, y así lo hacía presumir el alejamiento del ministro de Econo-
mía, Miguel Miranda, en la primera crisis importante de Gabinete.
El gremio ferroviario realizó por entonces una huelga revolucionaria que, si
bien no tuvo consecuencias
en los hechos prácticos, mostró la oposición de obreros organizados al régi-
men gobernante.
La huelga fue duramente reprimida y muchos sindicalistas terminaron en la
cárcel por varios años.

El lento adiós de Evita


Cantada en versos entusiastas por los partidarios en la marcha "Evita Capi-
tana", puede decirse que fue la mujer más idolatrada de la historia argentina.
Constituyó una especie de ministro sin cartera del gobierno peronista, al frente de
la Fundación María Eva Duarte de Perón, que acudía prestamente a todas las ca-
tástrofes que afectaban a los humildes.
La fundación era una gran organización de ayuda a los pobres y funcionaba
con la anuencia y apoyo oficiales. Un importante grupo dé adeptos nominó a Eva
Perón para ocupar el cargo de vicepresidente de la Nación, honor al que su ya
quebrantada salud y la oposición de sectores internos dentro de su partido no le
permitieron acceder. Votó el 11 de noviembre de 1951 desde su lecho de enferma.
A partir de entonces y hasta su muerte, acaecida el.26 de julio de 1952, se ce le-
braron misas diarias por su restablecimiento. Producido su deceso, el duelo fue
total, no funcionaron los espectáculos públicos; durante dos semanas una multitud
doliente y numerosísima viajó desde La Plata y otras ciudades para desfi lar, en la
capilla ardiente instalada ante su cadáver embalsamado. En los días previos a su
muerte, su libro "La razón de mi vida" fue declarado de lectura obligatoria para
todos los colegios secundarios, provinciales y nacionales. La Plata cambió su
nombre, fue llamada Eva Perón, en homenaje propuesto por sus seguidores en
reconocimiento de su obra a favor dé los más necesitados. Los empleados públi-
cos debieron guardar luto y se difundió la noticia de una exoneración dictada por el

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gobierno de Aloé contra un empleado que se negó a usarlo. Además, hubo en la


ciudad actos recordatorios al mes de su muerte, con suspensión de actividades.

Mujeres al pedal
Derrotados en sus respectivas presentaciones por el torneo de fútbol, el do-
mingo 9 de octubre del año 1930, Gimnasia y Esgrima y Estudiantes, el deporte
platense pudo ese día "salvar el honor".
No fue a través de alguna victoria en el terreno futbolístico ni en el de ningún
deporte tradicional; la compensación vino merced al triunfo de tres graciosas seño-
ritas de nuestra ciudad en el gran premio Ciclista Femenino Argentino.
Se trataba de Alice L. Brocchi, Elida E. Fileni y Ana Hanacek, quienes resulta-
ron vencedoras en, todas las pruebas en las que compitieron, descollando por su
capacidad y cobrando notoriedad en una disciplina que, como tantas en aquellas
épocas, estaban reservadas casi exclusivamente a los hombres.
En un deporte muy particular y que exige una discifflina férrea, los lauros lo-
grados en el año 1938 -que quedará en el recuerdo de los platenses de aquellos
años- compensaron en forma más que satisfactoria el esfuerzo de quienes, a partir
de 1920, con la creación del Club Ciclista Platense, habían procurado brindar a los
amantes del deporte de la bicicleta, condiciones favorables para su desarrollo.
Tal vez para demostrar desde la línea que estab a vencer las adversidades
que se presentaban en los distintos terrenos deportivos, social y fundamental-
mente económico.- 13 entusiastas amantes del pedal el día 1ro. enero de 1920,
habían fundado el Club. Realizaban sus reuniones al amparo de los eucaliptus del
Bosque, si el tiempo era bueno, o de la gruta si no lo era, hasta que al año si -
guiente pudieron reunir el dinero para alquilar una pieza.

La Plata Vibra
Al difundirse la noticia de la dimisión de Perón, comenzaron a afluir grupos de
personas coreando estribillos como "Libertad, Libertad", y formando caravanas de
autos.
En 7 y 50 se concentró una gran cantidad de jóvenes universitarios; desde allí
recorrieron la diagonal 80 dando vítores a la Patria. Se desplazaron por diagonal
77 y 45 y por la avenída 7; sobre el monumento a Joaquín Y González colocaron
una enseña nacional.
El ex gobernador Aloé cayó prisionero en Resistencia, cuando viajaba rumbo
al Paraguay. En La Plata se día la restitución del nombre originario de la ciudad.
La gente arrancó las chapas que denominaban Eva Perón y Presidente Perón a
arterias de la ciudad y retiráronse efigies de las figuras cumbres del peronismo de
las corresponsalías de los diarios capitalinos.
En algunos barrios se formaron grupos de adictos a Perón que detenían a, los
automóviles y les pintaban leyendas favorables a su movimiento político. Sin em-
bargo, no se produjeron enfrentamientos entre los grupos antagonistas.

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La Plata perdió en acción bélica al capitán de corbeta Eduardo Aníbal Estiva-


riz, perteneciente a una antigua familia platense. El cuerpo de cadetes de la Es-
cuela Naval sufrió dos bajas.

Deportes y artes populares


Los campeonatos "Evita", que incluían la competición en casi todos los órde-
nes deportivos, organizados en dos categorías, alcanzaron un brillo especial. A la
ceremonia final asistía el Presidente de la Nación.
En estos años surgieron campeones e ídolos populares indiscutidos. Así, el
campeón mundial de boxeo Pascualito Pérez y José María Gatica, quien alcanzo
una notable popularidad con sus desplantes y actitudes singulares en el cuadrilá-
tero. Después de su retiro del boxeo, Gatica anduvo por las calles de La Plata en
un final digno de una película dramática. Otros elementos que gozaron de una
gran adhesión popular fueron Juan Manuel Fangio, en el automovilismo mundial y,
en el turismo de carretera, los hermanos Oscar y Alfredo Gálvez, Marimón, Ciani,
etc.
El fútbol, a pesar de no lograr grandes lauros internacionales, tuvo alrededor
de 1950 excelentes equipos, como la "máquina" de Ríiver, los tercetos centrales
de Racing y San Lorenzo, o la línea media de Boca.
En el turf, la figura excluyente fue Yatasto, y en las montas lucieron Artigas e
Irinco Leguisamo.
El tango orquestal alcanzó un indudable desarrollo con los conjuntos dirigidos
por Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese, que visitaron U Plata con frecuencia.
En materia de cine nacional, realizó buenas películas Hugo del Carril. Zully
Moreno animó varias producciones y un conjunto cómico, "Los cinco grandes del
buen humor", hizo su trasplante de la radio al cinematógrafo.
En este período tuvo nacimiento la televisión argentina, que se inicio con un
solo canal -el 7-. La transmisión inaugural, con la propagación de un festival artís-
tico, fue captada en U Plata.

El gobierno de Aloé
El mayor Carlos Y Aloé fue el gobernador que en 1952 sucedió a Domingo
Mercante en el palacio de la calle 6, después de cumplida por este la gestión co-
rrespondiente al período 1946/1950 y a su ampliación, conforme a la cláusula de
la Constitución Provincial que se había adaptado a la reformada Carta Magna Na-
cional de 1949.
La oposición comenzó a dirigir sus dardos contra el nuevo gobernante, de
rostro adusto y actitudes definidas, haciéndolo objeto de chistes populares que
corrían de boca en boca y que trasuntaban descreimiento en cuanto a su capaci-
dad para conducir el Primer Estado argentino.
Se lo convirtió en protagonista de infinidad de cuentos y apareció caricaturi-
zado en los periódicos clandestinos de la oposición, donde tuvo su capítulo propio.
Un dibujo firmado por Blas, lo mostraba con la tapa de los sesos levantada por

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donde asomaba una hebre. El titulo, hiriente y ácido, decía: "Donde menos se
piensa salta la liebre".
En materia -de educación opinaba el mandatario bonaerense que debían
acentuarse los aspectos nacionales; ante una reunión de maestros de la Provincia,
fundamentó su pensamiento en el análisis personal que efectuó del contenido de
un libro de lecturas para cuarto grado: "Desfilan -expresó el mandatario bonae-
rense - una gran cantidad de notas firmadas por la más rancia oligarquía argen-
tina. Fíjense quiénes escriben: Mario Bravo, Carlos Bunge, Schiller, Ricardo Rojas,
Grinun, casi todos apellidos extranjeros de los que es mejor ni hablar. ( ... )
Como si nosotros no tuviéramos tradición, historia, héroes, que para mí, como
argentino, están por sobre todas esas cosas que estamos viendo".

El Gobierno provisional

El 23 de septiembre del año 1955, tomaron posesión del Gobierno nacional las
autoridades surgidas de la revolución que había derrocado al general Juan Do-
mingo Perón mediante un golpe de estado.
Desde hora temprana, un grueso contingente de alborozados ciudadanos de
la ciudad de La Plata se trasladó hacia la Capital Federal.
Lo hacían portando banderas nacionales de todos los tamaños, además de le-
yendas alusivas a la restitución del nombre de La Plata, que había sido cambiado
por el de Eva Perón durante el gobierno peronista.
En la Plaza San Martín, en horas del mediodía, hubo una suelta de palomas,
organizada por quienes apoyaban al régimen nacido de los cuarteles militares.
Los festejos se extendieron por el centro de la ciudad de La Plata y la calle 12,
hasta que al caer las primeras sombras de la noche regresaron los asistentes al
acto realizado en la ciudad de Buenos Aires, donde juraron el general Lonardi y el
contraalmirante Rojas, las cabezas visibles del nuevo régimen.
La gente exteriorizaba a su manera el nuevo clima de alborozo que se vivía,
coreando cantos alusivos al general y estribillos que parodiaban a canciones en
boga.
Un toque de colorido lo pusieron los muñecos y carteles con caricaturas. La
ciudadanía participaba y había calor auténtico, en medio de la desazón de otros
tantos.
A su llegada a la ciudad, el interventor federal, coronel Arturo Osorio Arana,
fue recibido por una multitud a la que expresó con tono severo: 'Tengo a traer al
benemérito pueblo de la Provincia de Buenos Aires: libertad, justicia y orden.

La "Revolución Libertadora"

Los sindicatos se hallaban intervenidos por el régimen que comandaba los


destinos del país desde pocos días atrás, y los pasos dados en el campo acadé-
mico eran dubitativos.
El Gobierno nacional contó con el asesoramiento de un cuerpo orgánico inte-
grado por representantes de los partidos políticos, llamado junta Consultiva.

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Igual temperamento se adoptó en los órdenes provincial y comunal, exten-


diendo las líneas que bajaban de las autoridades que accedieron al poder.
Algunos dirigentes peronistas se hallaban en el Sur. Allí protagonizaron una
espectacular fuga. Otros, dejaron el territorio. Perón se encontraba en Asunción,
merced al salvoconducto otorgado por el Gobierno provisional para abandonar el
país, lo que hizo a bordo de una cañonera paraguaya.
A pesar de representar lo que hasta la última elección había sido una minoría
opositora, el Gobierno trataba de mantener buenas relaciones con la población,
que observaba expectante los acontecimientos. .
De manera casi inmediata el nuevo Gobierno fijó un sueldo mínimo de mil pe -
sos. Los obreros, de inocultable adhesión a la causa peronista, pedían la restitu-
ción de las entidades que los representaban.
La Confederación General del Trabajo (CGT) fue intervenida en todos los ni -
veles, y el ostracismo cayó con dureza sobre el peronismo.
Los grandes núcleos, que apoyaban al peronismo, sin embargo, no podían
suprimirse por decreto.
Contaban, además, con grupos adictos en las Fuerzas Armadas como lo de-
mostrarían 'os acontecimientos del año 1956.

Laica y libre

En el período post peronista de 1955, un nuevo clima se vivía en la ciudad con


el retorno de muchos exiliados alejados por razones políticas, entre ellos numero-
sas figuras de la Universidad.
La gestión del general Pedro E. Aramburu, en materia educativa, sancionó una
ley universitaria que restauró la autonomía a las casas de estudios. El presidente
electo fue el Dr. Danilo C. Vucetich, hijo del célebre sabio platense creador de la
dactiloscopía.
Se produjeron agitaciones estudiantiles ante la posibilidad que dejaba entrever
la llamada ley Dell' Oro Maini, cuyo artículo 28 preveía la creación de las universi-
dades privadas. Hubo
asambleas, piquetes de huelga y movilizaciones. Esta disputa entre reformis-
tas y laicos se extendió por la ciudad: el Comedor Universitario -que funcionaba en
el edificio del Hotel Provincial de 8 y 50- las facultades céntricas y del Bosque, y
los colegios secundarios.
Finalmente, las autoridades nacionales dejaron sin reglamentar el famoso artí-
culo para que fuera considerado por el futuro Gobierno constitucional. Durante la
presidencia de Frondizi -en 1958- el tema volvió sobre el tapete y se sancionó la
Ley Domingorena, que permitió la apertura de las universidades privadas. Algo
increíble para los estudiantes que habían apoyado a la UCRI y los vicios militantes
que vieron en
esto una traición al ideario de la Reforma, cuyo pope máximo, el ingeniero
Gabriel Del Mazo, integraba el gabinete nacional.
En La Plata, la conmoción fue tremenda y originó una gran huelga de la FULP,
que contó con el apoyo masivo del estudiantado y con la anuencia de los claustros
de profesores y egresados, de mayoría reformista.

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Cultura y mitos

Hacia mediados de los años '50 comenzaban a arraigarse en la ciudad de La


Plata los cineclubes, que cubrirían, más adelante, toda la década del '60. Allí, los
amantes del buen cine veían obras de René Clair, Bergman, Federico Fellini, Vitto-
rio De Sica, Eisestein, Charles Chaplin, Rosellini, Lamonisse y las escuelas y es-
tilos de vanguardia de aquella época.
En un plano mucho más trivial, había una reina del Norte, Marilyn Monroe, a
quien todo el mundo admiraba. El puente sobre el río Kway' acaparaba espectado-
res y su música se silbaba en las calles, convirtiéndose en uno de los hits de
moda.
Dos autores del período de la post guerra europea, lean Paul Sartre y Albert
Camus (éste último en 1957 obtuvo el Premio Nobel de Literatura) comenzaban a
disputarse las preferencias de los intelectuales platenses con sus difundidas
obras; y llegó también una moda consecuente: el existencialistno.
Un personaje famoso de entonces, un argentino en Cuba, el "Che" Guevara,
encendió el romanticismo revolucionario de los Jóvenes y su figura se convirtió en
emblema de los grupos radicalizados durante la década del 60 y de muchos gru -
pos guerrilleros en la del 70.
La guerrilla cubana impresionó a los europeos. Las revistas y periódicos em-
pezaron a tener «gancho" con publicaciones de ensayos guerrilleros en todas
partes, algunos inspiraron películas de acción.
Un muchacho llamado Billy Caffaro se popularizaba entre la juventud y produ-
cía ventas masivas de discos, con sus movimientos, su barba en punta afeitada a
los costados y sus éxitos Pity Pity, y nuevos tiempos, nueva música".

El tránsito sobre rieles


El ferrocarril que llegaba hasta la ciudad de La Plata en tiempos de don Dardo
Rocha era el que iba desde la Estación Central de Buenos Aires a la antigua esta-
ción de Ensenada.
Desde allí, donde hoy se emplaza el Centro Cívico, el tren se dirigía hacia la
estación de Tolosa y proseguía hasta la 19 de Noviembre, lo que hoy se conoce
como el Pasaje Dardo Rocha, en las calles 7 y 50.
Posteriormente se construyó el empalme Pereyra, que permitía la llegada a la
ciudad sin pasar por Ensenada. Desde el Pasaje 19 de Noviembre había una co -
nexión a Río Santiago, que corría por la zona del Hipódromo y bordeaba el Bos-
que de la ciudad.
Los típicos tranvías a caballo comenzaron a recorrer la ciudad en abril de
1884.
La empresa Laudi y Veiga lo hacía, en esos años, por el sistema Decauville
(trocha angosta). En su trayecto pasaban frente a los edificios fundamentales,
como el pasaje 19 de Noviembre, el Banco Hipotecario Nacional (actual sede del

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Rectorado de la Universidad de La Plata), el Palacio de Hacienda (7 y 45), De-


partamento Central de la Policía, en 2 y 5 1, la Municipalidad y Plaza Moreno.
El primer empresario se llamó Manuel Giménez. Esta empresa tenía 53 em-
pleados y 254 caballos. En los años iniciales, alrededor de 1.000 habitantes de
nuestra ciudad tomaban diariamente el tranvía una vez al día; se expendían mil
boletos diarios, y la estación terminal de los tranvías a caballo tenía su emplaza-
miento en 7 entre 64 y 65.
Posteriormente La Plata tendría tres líneas de tranvías, que llegarían a la En-
senada, tirados por sus caballos.

El primer municipio
En 1884, más exactamente el día 14 de febrero, quedó finalmente constituida
la primera comisión de vecinos. La nueva agrupación estuvo presidida por don
Bernardo Calderón e integrada por el ingeniero Pedro Benoit, Juan B. Médici, Joa -
quín López Osornio, don José Arce, Ramón Maldonado, Baldomero Márquinez,
Juan José Lanusse y Pedro Lanchú.
Durante el gobierno de D'Arnico, esta comisión se convirtió en Concejo Muni-
cipal, y ya para el año 1885, la presidencia del mencionado organismo fue ejercida
por Benjamín del Castillo.
Con los años llegaron las primeras elecciones, de las que debería salir la de -
signación del primer intendente de la recientemente alumbrada ciudad de La Plata.
Los candidatos eran Ramón L. Falcón y Stagmann, pero al no ponerse de
acuerdo los integrantes del Concejo Deliberante, el Ejecutivo provincial envió al
interventor Aravena, el último día de 1889.
En -los inicios del año 1891, don Marcos Levalle se constituiría en el legenda-
rio primer intendente electo de la ciudad de La Plata.
Con las nuevas autoridades en pleno uso de sus funciones, las tareas de los
flamantes ediles de nuestra ciudad fueron arduas, ya que debieron agotar sus
fuerzas para intentar administrar a la "primera de América", como se designaba a
nuestro distrito en aquellos años, con los menguados recursos que dejó en pie la
terrible crisis ocurrida en el año 1890.
Transcurrían años en los que los gobernantes debían desenvolverse entre las
críticas del periodismo y de los ciudadanos, y la escasez de medios que les difi-
cultaba una adecuada respuesta.

Mirando al mundo
En La Plata, centro político, repercutían los sucesos nacionales e internacio-
nales. De acuerdo con los relatos de viajeros y datos de los archivos, el progreso
técnico y los descubrimientos científicos se vivían intensamente en la ciudad. El
caso Dreyfus conmovió a la opinión pública en la década de 1890. También se
tuvo noticias de un raro invento: el cine de los Lumiere.

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Grandes exequias fueron tributadas en Buenos Aires a dos políticos, fervoro-


sos oradores y de fuerte arraigo popular, líderes de la civilidad: Leandro N. Alem y
Aristóbulo del Valle.
Los platenses ya no pudieron arribar más a la estación Central en el Paseo de
julio, en el corazón de Buenos Aires, pues el fuego la destruyó.
Por el año 1897, Yrigoyen disolvió el radicalismo bonaerense, para oponerse
al acuerdo con el mitrismo. Dr. Lisandro de la Torre le dirigió graves denuestos por
la conducta adoptada, los que originaron un duelo posterior, en el que resultó con
heridas graves el Dr. de la Torre.
Los tranvías progresaban y debieron incorporar un aparato de miriñaque para
dar mayor seguridad a los peatones. A fines de esta década se inventó el ascen-
sor. Los platenses tenían la sensación del tremendo progreso del país, con sus 15
mil kilómetros de tendido de hilos telegráficos ' cuando llegó la noticia de la pri-
mera comunicación inalámbrica efectuada por Marconi.
Las clases acomodadas de La Plata se debatían en la crisis, y muchas de las
grandes casonas quedaron abandonadas en esos anos; a pesar de lo cual la élite
platense realizaba algunas reuniones sociales donde se prodigaba la buena be-
bida, gustando el champagne Debeck, el oporto Braganza y el cognac Valdespín.

Borrón y cuenta Nueva


Hacia el año 1920, un periodo nuevo e medito se iniciaba en la vida de la Uni-
versidad Nacional de La Plata (UNLP). Las flamantes autoridades electas de la
casa de estudios levantaron suspensiones de varios alumnos y eligieron presi-
dente de la Asamblea Universitaria a un futuro rector, el Dr. Nazar Anchorena.
Los alumnos federados (de Federación Universitaria) cantaban el himno de la
juventud e izaban por primera vez su bandera violeta dentro de la Universidad.
El año 1920 iniciaba en La Plata la vigencia de la Reforma Universita que se -
ría interrumpida por el peronismo y que, repuesta a partir de 1955, fue anulada
luego por el General Juan Carlos Onganía.
Este último la desterró de los claustros y terminó con la coparticipación estu-
diantil en el gobierno de las altas casas de estudios, además de demoler la auto-
nomía universitaria, lo que se extendería a lo largo de varios años.
El grupo Federación era mayoría en casi todas las facultades de la Universi-
dad local, y el Concentración predominaba en Ciencias de la Educación.
Ambos tenían algo en común, pues los dos peticionaban a las autoridades por
sus derechos. eso, mientras que el Federación apoyaba sus petito rios con medi-
das de acción directa, como tomas, marchas, actos y una constante publicidad de
lo que pedían..
Los estudiantes votaron a Alejandro Korn para presidente de la Universidad
sosteniendo -como tantas veces lo harían- una candidatura principista. Resultó
electo Carlos Melo, por 78 votos de los 89 presentes

La ciudad de los espectros

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El año '90 fue un verdadero nudo gordiano para la ciudad. En él confluyeron la


crisis mundial, el fracaso de la candidatura de Dardo Rocha a la presidencia de la
Nación, y una serie de hechos políticos, como el Unicato de Juárez Celman en la
Nación y la oposición de los cívicos.
En el orden bonaerense, D'Amico acusaba a Máximo Paz por la mala admi-
nistración de los recursos de la Provincia. En 1890 el país estaba en bancarrota y
al borde de la cesación de pagos, y Buenos Aires era económica y socialmente
más de la mitad del país. La crisis repercutió violentamente en La Plata, y nada
pudieron conjurar las medidas de austeridad del nuevo gobernador julio Costa.
El pasto borla y los cardales invadían las plazas y el empedrado. El retorno de
los empleados públicos a Buenos Aires, al anochecer, dejaba la ciudad desierta,
sin luces en las casas ni edificios públicos. Podía entonces aplicarse con propie-
dad. el apelativo de "Ciudad de las Ranas", pues se las oía croar en la quietud del
anochecer.
El antiguo Banco de la Provincia de Buenos Aires cerró sus puertas. Ya se
había enajenado todo lo considerado superfluo: terrenos, palacios, mobiliarios,
etc., y llegó a hablarse de instalar la capital de la Provincia en otra parte. Buenos
Aires, la antigua capital del Virreinato, comenzaría a reactivarse mucho antes que
La Plata.
El aspecto general de la ciudad era deplorable, a pesar de que, en cumpli-
miento de la ley, el 11 de diciembre asumía el primer intendente platense, don
Marcos J. Levalle. Fueron tiempos en que los gobernantes no hacían otra cosa
que administrar la crisis. Se había detenido el progreso que según las prediccio -
nes de Rocha, sería incesante para la ciudad.

La Bíblia junto al calefón


Alternando con veladas excelsas, el Teatro Argentino supo ofrecer, en los finales
del siglo pasado, espectáculos de menor cuantía y, también, de finalidad ajena a lo
artístico. De ahí el recuerdo de Discépolo y de su tango "Cambalache".
Así, por ejemplo, en 1892, actuó un "sombromanista", como se denominaba en-
tonces al creador de sombras chinescas. En abril de 1895, un grupo de caballeros
organizó una función con el fin de comprar trajes para la Guardia Nacional. En
otras ocasiones fue alquilado por partidos políticos, y hasta se efectuó una sesión
de lucha romana.
El 28 de febrero de 1896 llegaba el cinematógrafo a La Plata, presentado como
una curiosidad técnica. La función se complementó con la actuación de una com-
pañía japonesa de variedades. Y el 18 de julio de 1901, el poeta Almafuerte orga-
nizó un beneficio para los presos de la Cárcel de Detenidos.
También pasó por su escenario la esgrima: el Club de Gimnasia y Esgrima, con los
maestros Pino y Gresse, organizó un concurso de esta especialidad. Se lució,

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asimismo, el célebre payador Gabino Ezeiza, improvisando frente a anónimos


contrincantes.
En 1906 se hizo cargo del teatro Carlos Vasani, el gran empresario que dio real
brillo a la sala. En 1910, el Argentino fue vendido en remate público y lo compró el
Estado Provincial, iniciándose un pleito por parte de los poseedores de palcos,
quienes lo habían adquirido a los anteriores propietarios.
El Teatro Argentino tardaría mucho, después de estos ensayos primarios, en al-
canzar el nivel con que hoy lo evocan los platenses, privados por el fuego de "su
teatro".

Lynch: un destino recurrente


En la víspera de la Nochebuena de 1951, en el Instituto Médico Platense, murió
uno de nuestros máximos novelistas, Benito Lynch. Había llegado a La Plata en
1890, tras una infancia campesina transcurrida en Bolívar.
Sus novelas tuvieron éxito inmediato, con excepción de la primera, Plata dorada"
(1909), que no alcanzó mayor repercusión presagiar los quilates de su obra futura.
De las más famosas, "Los caranchos de La Florida" (1916) y "El inglés de los güe -
sos" (1924) existen versiones cinematográficas. La primera con la actuación de un
gran actor platense, José Gola. Lynch, con su literatura costumbrista, tiene ganado
un firme prestigio en las letras nacionales e hispanoamericanas; parcialmente, su
obra ha sido traducida al inglés. Sus méritos le fueron reconocidos en vida (la Uni-
versidad de La Plata lo designó "doctor honoris causa"). En sus últimos años vivió
en su casa Paterna de Diagonal 77 entre 8 y 9, en un total aislamiento, negándose
a conceder entrevistas y a autorizar la reedición de sus exitosos títulos. Por estas
actitudes muchos lo consideraron un ermitaño. Sin embargo, la suya fue una per -
sonalidad fina, la de un caballero educado y sensible. Gustaba de los deportes,
practicó la esgrima y el boxeo; manejaba muy bien las armas blancas, y en cues -
tiones de honor era un experto. Y concurría diariamente al jockey Club, donde se
reunía con amigos, todos miembros de lo que se conocía como la "sociedad pla-
tense". Benito Lynch es uno de los autores a los que basta un solo fragmento para
atrapar la voluntad del lector. En su caso, todos concuerdan en reconocer la
causa de su sinceridad y la fuerza emotiva que volcó en la composición de cada
una de sus líneas.

La vida religiosa
La iglesia fundacional platense es la de San Ponciano. Esta fina construcción de
estilo gótico fue también el centro obligado de reunión social de las "buenas fami-
lias". En un principio La Plata tenía categoría de parroquia, y el 23 de junio de
1885 la elevaron a Vicaría Foránea.
La segunda capilla instalada en la ciudad fue destinada al hospital Melchor Ro -
mero, y se inauguró el 30 de noviembre de 1884.

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La obra de los salesianos se remonta a 1885, cuando llegaron de visita a la ciudad


monseñor Juan Cagliero y los padres José Fagnano y Antonio Ricardi, pertene-
cientes a la congregación de Don Bosco.
El entonces gobernador D'Amico ofreció la donación de la media manzana com-
prendida entre las calles 9, 57 y 58, para fundar la Escuela de Artes y Oficios,
donde comenzó a funcionar, a principios de 1886, una capilla de madera, la de los
"Corazones Unidos", que posteriormente sería la del "Sagrado Corazón". El actual
templo de esa iglesia fue construido en 1898.
En 1886 se inició la construcción de la capilla de San Benjamín de Los Hornos, en
un terreno donado por un vecino de la zona, don Benjamín del Castillo.
La Catedral se comenzó a construir durante la gobernación de D'Arnico y fue, por
los años de crisis, un largo y acariciado proyecto, inaugurándose recién en el cin -
cuentenario de la ciudad.
Al constituirse el Obispado platense se nombró como primer obispo a monseñor
Antonio Espinosa, a quien sucedieron monseñor Terrero y luego monseñor Alberti.
Los tres tienen perpetuada su memoria a través de su obra, en especial los dos
últimos, en sendos establecimientos educativos.

Los actos de la Fundación


Los concurrentes al acto fundacional eran en su mayoría residentes de la Capital
Federal. No había albergue en la recién trazada ciudad, con excepción de las
pocas habitaciones con que contaban los poblados de Ensenada y Tolosa.
Fue un día ventoso y caluroso en el que se levantaban nubes de polvo y
amenazaba lluvia. Concluida la ceremonia -a la que concurrieron los habitantes de
la zona y los trabajadores que levantaban la ciudad, en su día domingo- se
esperaba un gran banquete. Se había encargado de la carne el mayor poeta
argentino, don José Hernández, que por el calor se había puesto mala.
La comitiva oficial disfrutó de un banquete servido por una empresa de Capital
-clásica entre la "gente bien"-con cambio de vajilla en cada plato y variedad de
vinos.
Por la noche, después de los números de acrobacia, la suelta de globos y los
actos de diversión, se emprendió el penoso retorno. Un difundido relato cuenta
que José Hernández regresaba con otro gran escritor costumbrista argentino, Fray
Mocho -seudónimo de José S. Alvarez- Este, en alusión a la agotadora jornada
vivida le comentó al autor gauchesco que no habían sufrido tanto Cruz y Fierro al
ir al desierto con los indios; a lo que Hernández, con aire de sorna respondió:
"Amigazo, pa'sufrir han nacido los varones" parodiando su propio
verso; y a renglón seguido intentó conciliar el sueño, entre el traqueteo del tren.
Por cierto que el primer día platense tuvo también el primer conato de protesta
popular, ya que la gente -tras el frustrado asado criollo- empezó a vociferar contra
las autoridades y la ciudad.
Eran los dolores propios del alumbramiento.

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