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5 DE NOVIEMBRE, 2009
GARY P. PISANO
PAMELA ADAMS
Desde tiempo atrás, Fraser había estado abogando porque VF cambiara su estrategia de cadena de
suministro. En ese entonces, VF se abastecía de ropa tanto de sus propias plantas, como de una
amplia red de proveedores. Al igual que la de sus competidores, la estrategia de outsourcing de VF
hacía hincapié en la flexibilidad. La mayoría de los proveedores de la industria de la confección
recibían contratos a corto plazo (por lo general un par de meses) para producir una prenda específica
en volúmenes específicos. Esta estrategia permitía a los comercializadores de prendas de vestir como
VF trasladar la producción entre proveedores de diferentes partes con el fin de optimizar costos y
lidiar con los cambios en las tasas de cambio, aranceles y otros factores de costo. Muchos creían que
este enfoque también proveía buenos incentivos para que los proveedores redujeran costos para
competir por contratos futuros. Fraser admitía que si bien este enfoque había funcionado bien
durante muchos años, tenía sus inconvenientes. La falta de coordinación y confianza entre los
proveedores y las compañías de ropa propició el llevar inventarios más grandes y ofrecer plazos de
entrega largos. Además, Fraser sentía que una empresa como VF, con su gran capacidad de
fabricación interna, tenía conocimientos que podía compartir con los proveedores con el fin de
mejorar los procesos y reducir costos. Fraser señaló: “Para los productos que vienen de nuestras
propias plantas de producción, podemos mover las cosas a lo largo de toda la cadena de suministro
en cuestión de días en lugar de semanas, eso nos permite responder al mercado rápidamente. Ése es
el valor de tener nuestras propias plantas, pero desde el punto de vista del capital, puede no tener
sentido que VF siga construyendo sus propias fábricas. Lo que me gustaría ver es que creáramos
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El caso de LACC 614-S15 es la versión en español del caso de HBS número 610-022. Los casos de HBS se desarrollan únicamente para su
discusión en clase. No es el objetivo de los casos servir de avales, fuentes de datos primarios, o ejemplos de una administración buena o
deficiente.
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en forma alguna: electrónica, mecánica, fotocopiado, grabación u otro procedimiento, sin permiso de Harvard Business School.
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relaciones con proveedores que trabajaran tan estrechamente con nosotros como nuestras plantas
internas.”
Había otros dos elementos críticos en el plan de crecimiento estratégico de la compañía. Uno era el
de expandir las ventas fuera de EE.UU., especialmente a países de rápido desarrollo como Rusia,
India y China. En 2001, las ventas internacionales representaron sólo 19% de los ingresos. Para 2008,
esta cifra había aumentado a 30%. Se fijó como objetivo un mayor crecimiento en las ventas
internacionales. El elemento final del plan de crecimiento estratégico de la compañía, era ampliar sus
ventas directas al consumidor final. VF, al igual que otras empresas de ropa, siempre había vendido
sus productos a través de tiendas independientes a la corporación. Sin embargo, a raíz de una
reciente tendencia en el negocio de la ropa, VF estaba creando sus propias tiendas “monomarca” y
expandiendo su comercio minorista por Internet. Para 2009, la compañía contaba con más de 700
tiendas monomarca (principalmente de las marcas The North Face, Napapirji, Lucy, John Varvatos y
7 For All Mankind). Estas tiendas no sólo sirvieron para dar a conocer la marca, sino que también
estimularon un crecimiento significativo en los ingresos. VF planeó abrir entre 75 y 100 tiendas
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monomarca al año, con la meta de tener 1.300 tiendas en todo el mundo para el 2012. De acuerdo con
su estrategia de expansión internacional, la compañía puso especial énfasis en los mercados asiáticos
para la ubicación de nuevas tiendas. La estrategia de distribución de la compañía equilibraba los
diferentes tipos de canales: tiendas especializadas (16%), minoristas nacionales e internacionales
(16%), tiendas departamentales (2%), cadenas (7%), tiendas departamentales de lujo (3%), grandes
cadenas minoristas (15%), ingresos por regalías (13%), y ventas internacionales al por mayor (28%).
VF organizó sus actividades en cinco grandes “coaliciones,” cada coalición estaba a cargo de las
líneas de productos, comercialización y ventas a nivel mundial de un conjunto de marcas
relacionadas. Dos de estas coaliciones eran parte del negocio original de la empresa: la de Jeanswear
y la de Imagewear (uniformes empresariales e industriales). La de Jeanswear, que constaba de las
marcas Lee, Wrangler, y Rustler, era la coalición más grande y representaba $2.800 millones de
dólares en ingresos (2008). Por sí sola, la coalición de VF Jeanswear vendía más jeans que cualquier
otra compañía en el mundo. La coalición de Imagewear proveía uniformes para uso comercial o
industrial (e.g., los uniformes de los empleados de Federal Express), así como para franquicias
deportivas (NBA, NFL, y deportes universitarios). La coalición de Imagewear tenía ventas de $1.000
millones de dólares. Había otras tres coaliciones relacionadas con las marcas de estilo de vida. La
coalición de Outdoor and Action Sports incluía las marcas Eastpak, Vans, Reef, The North Face,
Napapirji y Eagle Creek y tuvo $2.800 millones de dólares en ingresos en 2008. La coalición de
Sportswear incluía las marcas Nautica, Kipling y John Varvatos, y tuvo ingresos en 2008 de $625
millones de dólares. Contemporary Brands, la coalición más nueva (establecida en 2007), incluía las
marcas 7 For All Mankind y Lucy y tuvo ventas en 2008 de aproximadamente $350 millones de
dólares. El Anexo 3 muestra una visión general de los resultados financieros de cada coalición.
VF puso especial cuidado en preservar las culturas organizacionales y las identidades particulares
de cada marca de las empresas que adquiría. Una parte fundamental de esta estrategia fue la de
permitir a las empresas adquiridas mantener intactos a sus grupos de diseño y dejarlos en sus
ubicaciones originales. La consecuencia de esto era que la actividad de diseño en VF estaba muy
descentralizada. Por ejemplo, los diseños de la marca Vans' (ropa y calzado para patinar, practicar
surfing y practicar snowboarding) se hacían en la sede del sur de California de la organización. Los
diseños de Napapirji se siguieron llevando a cabo cerca de Milán. The North Face tenía estudios de
diseño en EE.UU. (Bahía de San Francisco) y en Italia (Treviso). Chris Fraser señaló: “Tratamos de no
entrometernos con la herencia de la marca. Conservamos el diseño y la cultura tal como estaban.”
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de ropa deportiva). Del mismo modo, muchas empresas de ropa (incluida VF) adquirieron líneas de
calzado. Dado el tamaño y la amplitud de la industria, la competencia estaba muy fragmentada e
incluso los actores más grandes por lo general tenían participación en el mercado de sólo un dígito.
Incluso dentro de segmentos específicos del mercado, la rivalidad era intensa por lo general, ya que
había decenas de marcas compitiendo de forma directa. El segmento de Jeanswear era un buen
ejemplo. Aun cuando VF era el mayor vendedor de jeans en todo el mundo, sus $2.800 millones de
dólares en ventas anuales de jeans constituían sólo alrededor del 5% del mercado total
(aproximadamente $50 mil millones de dólares en ventas). En ambientes tan competitivos como éste,
la inversión continua y substanciosa en el desarrollo de las marcas era esencial para mantener los
márgenes. La mayoría de las principales compañías de ropa (VF, Christian Dior, Nike, Adidas, Ralph
Lauren, Liz Claiborne) invertían entre 7% y 12% de sus ingresos en publicidad.
Otra tendencia importante en la industria del vestido era el creciente poder que estaban
adquiriendo las grandes cadenas minoristas en la distribución de ropa. Wal-Mart, por ejemplo, se
había convertido en el minorista de jeans más grande de EE.UU. El volumen de ventas dio a
comerciantes como Wal-Mart un poder de negociación considerable en temas como materias primas
y costos de logística, así como en los contratos con proveedores. Además, los grandes minoristas
desarrollaban y comercializaban sus propias marcas de “etiqueta privada” de la tienda. Wal-Mart
había lanzado su propia marca de jeans (Faded Glory), la cual vendía cada uno a $9 dólares
(comparado con el precio de $16 dólares de Wranglers). También había lanzado poco tiempo atrás
una línea de jeans hechos de forma exclusiva para ellos por Jones Apparel llamada L.e.i., la cual
estaba específicamente dirigida a chicas adolescentes.
Fraser advirtió que si bien los aranceles y las cuotas habían bajado en las últimas dos décadas, esas
barreras habían dejado a la industria con una cadena de suministro muy fragmentada y muchas
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veces ilógica. Por ejemplo, para un suéter que se vende en el mercado de EE.UU., la lana cruda podría
haber venido de Australia, esa lana entonces sería enviada a China para convertirla en hilo. El hilo
podría ser enviado de vuelta a Australia para teñirlo y tejerlo en paneles de tela. Esos paneles
entonces serían dirigidos a China de nuevo para confeccionar el suéter, y de ahí, éste sería enviado a
Estados Unidos. Fraser señaló: “En principio, estamos tratando de alinear todos los pasos verticales
en una región o un país. Tailandia, por ejemplo, es un lugar ideal para ensamblar mochilas. Podemos
acortar los plazos de entrega de manera significativa si adquirimos telas, componentes y otras
materias primas también allí. Si hacemos algo similar con otros productos en China ‒donde se
encuentran nuestras tiendas‒ y podemos mover los bienes de la zona de embalaje directamente a las
tiendas, ¡tanto mejor!”
A medida que las cadenas de suministro se fueron globalizando, los retos de buscar proveedores,
gestionar las relaciones de abastecimiento, y coordinar los flujos de los productos fueron en constante
aumento. En la década de 1990, muchas empresas de ropa americanas y europeas se dieron cuenta de
que carecían de las aptitudes y las relaciones necesarias para tener un aprovisionamiento eficaz en
Asia. Para cubrir esta necesidad, algunos fabricantes asiáticos cambiaron sus modelos de negocio
para poder proporcionar a las empresas de ropa, servicios para la cadena de suministro totalmente
integrales. La empresa Li & Fung de Hong Kong era un buen ejemplo de esta variante de compañías
de servicios para la cadena suministro. Fundada en 1906 como sociedad mercantil, Li & Fung
gestionaba las cadenas de suministro y el abastecimiento para muchas de las marcas más grandes del
mundo (en las áreas de ropa, calzado y otros productos de consumo). En esencia, Li & Fung actuaba
como intermediario entre las empresas de marca y una red de subcontratistas repartidos por todo el
globo. Al igual que otros intermediarios para cadenas de suministro, en años recientes Li & Fung
había comenzado a integrar sus propias marcas y cadenas minoristas.
En los 10 años anteriores, el segmento de los primeros eslabones de la cadena de suministro ‒la
producción de prendas de vestir‒ había estado experimentando cambios dramáticos. Desde 2001 (el
primer año en que las cuotas para prendas de vestir fueron eliminadas), los productores de telas de la
región CAFTA (que incluye Centroamérica, EE.UU. y República Dominicana), habían estado
perdiendo participación en el mercado debido a las importaciones procedentes de China (la cual
había incrementado su participación en el mercado de EE.UU. del 7% en 2001 al 45% en 2009). Tan
sólo en la década anterior, EE.UU. había perdido 50% de su capacidad de producción de tela. Fraser
reflexionaba: “Se está haciendo más difícil mantener la producción de prendas de vestir en lugares
donde no podemos conseguir suministro de tela barato y rápido.”
En 2008 y 2009, la economía mundial fue sacudida por la peor recesión desde la Gran Depresión
de la década de 1930. La caída del Producto Interno Bruto y de la demanda de los consumidores en
EE.UU., Europa, y muchos países en desarrollo, no perdonó a la industria mundial del vestido. Los
ingresos totales de la industria se redujeron en 10%. VF fue soportando el temporal relativamente
bien en comparación con sus competidores. A pesar de que sus ventas se redujeron en 9% (y aún más
cuando se tomaban en cuenta los tipos de cambio) en el primer semestre de 2009 (comparado con el
primer semestre de 2008) y sus ingresos en 30% durante el mismo periodo, la situación financiera de
la compañía era fuerte. Tenía una posición de liquidez, deuda relativamente baja, una calificación A
de bonos, y amplias líneas de crédito sin explotar. La mayor preocupación entre algunos altos
directivos era el efecto a largo plazo de la crisis sobre la base de suministro. Muchos contratistas para
prendas de vestir eran tiendas pequeñas que operaban con márgenes estrechísimos y prácticamente
sin colchón financiero. Al caer los volúmenes, muchos se vieron obligados a cerrar operaciones. Sólo
en China, se reportó que más de 60.000 tiendas pequeñas de producción habían cerrado sus puertas
en 2008-2009. Los cierres repentinos de proveedores podían ser muy perjudiciales. Por ejemplo, uno
de los proveedores de jeans de VF (el cual le suministraba más de 15 millones de jeans al año) le había
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dado menos de tres meses de preaviso de que estaba cerrando sus plantas en Nicaragua y
trasladando la producción a Vietnam, un lugar mucho menos favorable para VF debido a las cuotas,
los aranceles y la logística. VF tuvo que batallar para encontrar un proveedor alternativo.
La estrategia de operaciones de VF
VF operaba con una combinación entre fabricación interna y externa, la cual era una estrategia de
operaciones relativamente única en la industria del vestido. A partir de la década de 1980, muchas
grandes empresas de ropa comenzaron a vender sus operaciones de fabricación interna y a adquirir
sus productos a través de proveedores especializados. Muchos de los principales competidores de
VF, como Liz Claiborne, Ralph Lauren, Levi Strauss y Sara Lee, ya no tenían ningún tipo de
fabricación interna y dependían por completo del outsourcing. En el otro extremo, empresas como
Benetton y Zara se integraron verticalmente en su totalidad, desde la producción de las prendas hasta
la venta al por menor, y tenían muy poco outsourcing.
Aun así, VF estaba orgullosa de la capacidad de fabricación interna que había acumulado a lo
largo de más de 125 años y creía que esa capacidad le daba una ventaja competitiva significativa. Un
estudio comparativo reciente de una firma consultora indicaba que las plantas de fabricación internas
de VF estaban entre las mejores del mundo en términos de calidad, eficiencia y fiabilidad. El tiempo
necesario para producir una prenda en las fábricas de VF era mucho más corto que el promedio de la
industria. Las fábricas de VF también tenían porcentajes de defectos muy por debajo de los
promedios de la industria. En cuanto a tiempos de producción, las fábricas de VF requerían 10 días a
partir del “corte para el envío,” en contraste con los 30 y hasta 50 días que requerían los proveedores
externos. VF también creía que había desarrollado capacidades técnicas y de ingeniería para la
fabricación de prendas de vestir que pocas empresas podían igualar. Por ejemplo, sus plantas en
México y Nicaragua empleaban a cerca de 50 ingenieros que se enfocaban a la mejora de procesos. La
compañía había desarrollado técnicas innovadoras e incluso un equipo de marca registrada para la
fabricación de jeans. Mike Green, director general de VF Asia y miembro del equipo de
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Por el lado del aprovisionamiento externo, el desarrollo de una red de proveedores fiable y de alta
calidad requería una enorme inversión de tiempo. Había que visitar a los prospectos de proveedores
y evaluar de forma cuidadosa sus capacidades de manufactura. Además, VF tenía una política
estricta de sólo hacer negocios con proveedores que seguían las normas establecidas a nivel
internacional para la seguridad y la protección de los trabajadores. También, el establecer buenas
relaciones de trabajo con los proveedores tomaba su tiempo, y sólo la experiencia podía realmente
decir cuáles eran fiables. Para 2009, VF tenía relaciones con más de 1.600 contratistas y 30 centros de
distribución en todo el mundo. Los 20 proveedores más importantes representaban alrededor del
45% del volumen contratado externamente por VF anualmente. Para gestionar esto, la empresa
contrató a Chris Fraser en 2000. Él venía de otro puesto relacionado con el abastecimiento de una
importante compañía de ropa situada en Asia. Cuando llegó, el aprovisionamiento externo
representaba sólo una pequeña parte de las ventas totales. Entre 2000 y 2009, con la adquisición de un
número importante de marcas nuevas de estilo de vida, el volumen de compras de la compañía tan
sólo en Asia aumentó 15 veces hasta alcanzar un valor total de $1.800 millones de dólares. A medida
que VF ganaba experiencia en la labor de abastecimiento, el equipo directivo comenzó a darse cuenta
también de que su red de cadena de suministro representaba una plataforma importante de
crecimiento. Chris Fraser mencionó un ejemplo: “Cuando adquirimos Napapirji, ellos contaban con
una marca bastante fuerte, pero habrían tenido que invertir años y millones de dólares para llegar a
los $300 millones de dólares en ventas. Al formar parte de VF, tuvieron acceso a nuestra red de
cadena de suministro. Podíamos simplemente enchufarlos a nuestro sistema.”
Uno de los mayores retos de dirigir una cadena de suministro de ropa tan grande era la enorme
complejidad de la línea de productos. VF, por ejemplo, en ese momento tenía más de 600.000 SKU
(Unidades de Mantenimiento de Inventario, por sus siglas en inglés), donde una SKU estaba definida
por sólo el estilo y el color (y no por la talla del artículo). Sólo la categoría de Jeanswear contaba con
aproximadamente 100.000 SKU. Además, aunque algunas líneas de productos “clásicos” cambiaban
poco año con año, los productos de las marcas de estilo de vida por lo general tenían ciclos de vida
muy cortos, y requerían un reabastecimiento de nuevos diseños casi continuo. En promedio,
alrededor de la mitad de los SKU de VF de un año eran básicamente nuevos diseños.
Una segunda complejidad eran las necesidades y prioridades tan distintas de las coaliciones de las
diferentes marcas. Por ejemplo, en los productos orientados más hacia la moda, con los que VF
competía con empresas como Liz Claiborne y Tommy Hilfiger, el diseño de productos era
considerado como el “rey.” Los diseñadores de productos en esas líneas se centraban casi de forma
exclusiva en la creación de un interesante menú que “diera en el clavo” de la moda en la próxima
temporada. En estas líneas de productos, el costo no era un tema tan crítico. Los productos que se
vendían en las tiendas exclusivas de la marca VF normalmente encajaban en esta categoría. En otras
líneas de productos, la regla era tener costos bajos y reabastecimiento rápido. Por ejemplo, los
grandes minoristas en EE.UU. exigían que VF fuera capaz de reabastecer los inventarios de las
tiendas en un plazo de ocho días para así minimizar los costos relacionados con el inventario. Para las
líneas de productos que competían con Zara, cadena cuya capacidad de reabastecer los inventarios de
manera continua a lo largo de una temporada era bien conocida, la cadena de suministro tenía que
ser extremadamente ágil. También había diferencias significativas en los requisitos de los productos
para las diferentes regiones, incluso para productos aparentemente muy similares.
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Por ejemplo, en el caso de los jeans. En el mercado estadounidense, los jeans eran considerados de
manera generalizada una prenda no chic (Fraser, de nacionalidad estadounidense, señaló: “los
estadounidenses usan jeans como una manifestación ‘anti-moda’“). Unos Wranglers de buena calidad
podían adquirirse por entre $16 y $30 dólares dependiendo de la tienda. Pero en Europa, los jeans se
usaban como un artículo de moda, tenían diferentes cortes, diseños y formas, y muchos estaban
hechos de diferente mezclilla que la de los jeans que se vendían en el mercado estadounidense.
También, se vendían en tiendas más pequeñas y a precios mucho más altos que en EE.UU. (e.g., unos
Wranglers podían costar desde $60 hasta $80 dólares).
Floyd Perkins, un veterano que llevaba 26 años en VF, era vicepresidente corporativo de la cadena
de suministro, la cual incluía todos los aspectos de la adquisición, fabricación, aprovisionamiento y
distribución. La adquisición, fabricación, y distribución se gestionaban desde EE.UU., mientras que el
aprovisionamiento internacional tenía base en Europa y Asia (Hong Kong), con oficinas locales en
China, Pakistán, India y Bangladesh. La estructura de la que Perkins estaba a cargo apoyaba a todas
las coaliciones. Mientras que las coaliciones estaban a cargo de los diseños, las decisiones con
respecto a volúmenes, precios y metas de márgenes para sus líneas de productos; el equipo de cadena
de suministro planeaba la capacidad (interna o externamente), gestionaba el inventario, y coordinaba
todos los procesos necesarios para pasar de tener la pura tela a tener un producto terminado en los
estantes de las tiendas.
En ciertos momentos, incluso el dibujo más detallado no era suficiente para juzgar un diseño y era
necesario confeccionar prototipos físicos. Éstos se utilizarían internamente para evaluar los diseños,
así como para mostrárselos a los clientes potenciales (e.g., a las grandes cadenas minoristas). Para
poder mantener la velocidad y la confidencialidad, VF hacía los prototipos en sus propios centros de
desarrollo o en centros asociados. Este proceso normalmente tardaba cuatro semanas. Era posible que
hubiera más iteraciones después y, en algunos casos, podían llegar a fabricarse más prototipos.
Mientras los diseños iban tomando forma, los equipos de Comercialización pronosticaban los precios,
los volúmenes y los márgenes para cada artículo. Estas estimaciones tendrían un impacto crítico en la
estrategia para la cadena de suministro. En septiembre de 2008, las Direcciones de Diseño y
Comercialización tendrían que tomar una decisión final sobre toda la colección de otoño de 2009. Las
decisiones de diseño eran revisadas a nivel tanto de marca como de coalición.
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VF Brands: Una estrategia global para la cadena de suministro 614-S15
Una vez que los compromisos de diseño y las órdenes de volúmenes estaban hechos, el equipo de
operaciones de Floyd Perkins entraba en escena para continuar el proceso (antes de este punto, el
equipo de operaciones era consultado en diversas ocasiones de manera informal sobre la fabricación
de los productos o sobre problemas en la cadena de suministro que pudieran influir en las elecciones
de diseño, volúmenes o precios). El primer paso para el equipo de operaciones era desarrollar una
estrategia de aprovisionamiento para cada producto (proveedor interno vs. externo, ubicación de los
proveedores, etc.). Las labores de aprovisionamiento tenían que realizarse en varias etapas de la
cadena de suministro, no sólo para el montaje final de las prendas. Las fuentes de las materias
primas, las telas y los accesorios tenían que ser identificadas y organizadas. Se tomaban en cuenta
varios criterios en la elección de proveedores. Las decisiones de ubicación dependían en cierta
medida de factores económicos (costos de producción y transporte) y de las cuotas de comercio y
aranceles. Después se elegía a los proveedores en función de sus habilidades técnicas y de gestión, así
como de sus conocimientos técnicos y experiencia con prendas específicas. Había oficinas de
aprovisionamiento repartidas en todo el mundo que se encargaban de identificar y gestionar el
proceso de adquisiciones con los proveedores en las regiones locales.
En enero de 2009, se firmaron los contratos para todos los productos de la colección de otoño de
2009, y los proveedores (o VF) comenzaron a hacer sus pedidos de materias primas y telas. Dado que
el tiempo que transcurría entre la realización del pedido y la entrega era largo, los pronósticos eran
especialmente críticos. Para algunos productos de temporada (como en el caso de las mochilas, donde
90% de los productos se vendían en la temporada de compras de “regreso a clases”), los pronósticos
inexactos podían ser particularmente costosos. Dependiendo de la tela, el tiempo que tomaba su
adquisición podía ser desde 4 semanas hasta 12 semanas. Una vez que los proveedores tenían todas
las materias primas y telas necesarias, comenzaban la producción de las prendas. Los contratos por lo
general especificaban un volumen meta. Prácticamente todos los proveedores hacían trabajos para
múltiples empresas de ropa. Un factor crítico que afectaba su viabilidad económica era el poder tener
las fábricas trabajando a toda capacidad, y por ello normalmente programaban la producción en lotes
con el fin de optimizar la utilización. VF podía contar con que sus productos de otoño 2009 estaban
siendo cortados, cosidos y ensamblados en el periodo entre marzo y junio. Durante esta etapa, VF
podía hacer algunos ajustes en sus pedidos a medida que actualizaba sus pronósticos de demanda.
Los productos eran después enviados a centros de distribución regionales, donde los clasificaban y
embalaban para su envío a granel a los mercados de destino. El transporte (por barco) desde un
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centro de distribución en Asia hasta un puerto de EE.UU. podía añadir otras dos semanas de plazo de
entrega. Desde el puerto, los productos pasaban por aduana y eran enviados a un centro de
distribución de VF en EE.UU., donde luego serían enviados (en camión) a una tienda. Las cadenas
minoristas podían esperar que la colección de otoño comenzara a llegar a principios de julio.
La experiencia mostraba que las cadenas de suministro de prendas de vestir eran muy inflexibles. Los
minoristas y mayoristas hacían sus pedidos entre 8 y 10 meses antes de una temporada en particular.
El producto por lo general llegaba al comienzo de la temporada. Después de este punto, el minorista
tenía capacidad limitada para ajustar las existencias en función de la demanda real de los clientes. Si
una línea de zapatos específica resultaba ser excepcionalmente popular, el minorista probablemente
no podría reabastecerse a mitad de temporada. Simplemente se quedaba sin producto y perdía
posibles ventas. Por el contrario, si una nueva línea de chaquetas muy esperada resultaba tener
ventas decepcionantes, el minorista probablemente se tenía que quedar con el exceso de inventario y
se veía obligado a dar el artículo con un descuento considerable. Por lo tanto, los minoristas sufrían
los costos tanto de cuando había exceso de inventario como de cuando faltaban existencias.
Durante la década anterior, los minoristas y los fabricantes de prendas de vestir habían intentado
diferentes estrategias para generar mayor flexibilidad. Zara, por ejemplo, utilizaba una combinación
entre fabricación verticalmente integrada, producción en volúmenes pequeños, y tecnología de
información para ajustar los inventarios de manera semanal. Las tiendas Zara que se quedaban sin
algún artículo muy popular podían esperar un envío de reabastecimiento en dos semanas. Las
empresas que dependían de forma exclusiva de la producción subcontratada tenían menos margen
para cambiar los programas de producción, ya que a menudo tenían que comprometerse a los
volúmenes de producción mucho antes de la temporada de venta. Sin embargo, incluso en estos
casos, las empresas estaban tratando de hacer que la cadena de suministro fuera más adaptable a
través de un mejor intercambio de información y a través de la gestión de inventarios. VF había
notado que podía ser bastante adaptable para los productos en la categoría de jeans que se fabricaban
en sus propias plantas en México y que estaban destinados al mercado de EE.UU. Chris Fraser
explicó: “Para los jeans que obtenemos de nuestras fábricas en México, podríamos estar cortando la
tela un lunes. Para el jueves, los jeans ya estarían cosidos y lavados. El viernes, se embalan y
probablemente se meten ya en un camión rumbo a EE.UU. Y para el próximo lunes, los jeans ya están
en nuestro centro de distribución en EE.UU. Para ese jueves, esos jeans podrían estar ya en los
estantes de una tienda.”
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VF Brands: Una estrategia global para la cadena de suministro 614-S15
Las coaliciones de VF estaban muy contentas con la calidad y confiabilidad del servicio que
recibían del aprovisionamiento externo. Además, VF había hecho bajar los costos mediante la
expansión continua de la base de proveedores a lugares donde los costos eran cada vez más bajos. El
mantener un enfoque agresivo en el aprovisionamiento de bajo costo había permitido a VF llegar a
los objetivos organizacionales de tener un margen del 10%-15%. Fue en ese punto, sin embargo, que
Fraser y Green comenzaron a pensar en los siguientes pasos. Fraser consideraba que VF tenía que
cambiar su enfoque de buscar proveedores con costos cada vez más bajos, a tratar de hacer un mejor
trabajo en la gestión de la base de proveedores que tenía. Fraser continuó: “La cadena de suministro
podía hacerse más eficiente.”
Una manifestación de esta falta de confianza era el exceso de inventario. Floyd Perkins dio un
ejemplo: “Cuando se es dueño de la fábrica, no hay duda sobre la confianza o el compromiso. Por lo
tanto, podemos operar con niveles de inventario increíblemente estrechos. Tenemos tres días de
trabajo en proceso en nuestras fábricas y quizá medio día de trabajo por delante de la línea. Por el
contrario, nuestros proveedores externos a menudo requieren que les demos 30 días de materias
primas. ¿Por qué? Porque no confían en que nosotros vamos cumplir hasta el final del trato. El
inventario les da seguridad.”
El proceso también consumía mucho tiempo. Debido a que no había un menú preestablecido de
precios para las diferentes características de diseño (e.g., un bolsillo o un lavado a piedra), el precio
de cada prenda tenía que ser negociado desde cero con cada proveedor. Por ejemplo, si VF quería
añadir un bolsillo a un par de pantalones, un proveedor que estuviera teniendo un buen año podía
pedir un incremento de precio de 27 centavos de dólar, mientras que otro que necesitara llenar su
capacidad podía pedir sólo 21 centavos. Fraser comentó: “Hay una gran cantidad de tiempo invertido
en la transacción y mucho juego de astucia en las negociaciones con los proveedores.”
Otro problema con el esquema de aprovisionamiento que manejaban era la falta de mejora de
procesos. Dado que los contratistas de prendas operaban con márgenes estrechísimos, invertían poco,
o nada, en tecnología de procesos. No sólo era difícil encontrar gente con habilidades de ingeniería,
sino que éstas no eran muy valoradas o buscadas por los contratistas. De hecho, dado que estaban
por lo general habituados a ambientes de salarios muy bajos, las mejoras en la productividad nunca
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representaban algo de alta prioridad. Si surgían problemas, la respuesta normalmente era añadir más
trabajadores u horas extras.
Fraser y Green consideraban que las capacidades técnicas de VF representaban una “carta de
triunfo” que ningún otro competidor tenía. Floyd Perkins estaba de acuerdo:
Hoy en día, uno va a buscar aprovisionamiento a lugares donde la mano de obra es muy
barata. Eso ya no va a ser el elemento diferenciador. Tenemos que buscar otras ventajas como
la velocidad de salida al mercado, la manera en que se aprovechan los materiales, inventarios
más bajos, menor trabajo en proceso, y menor razón de costo/calidad. La ventaja competitiva
ya no proviene de la reducción de la cantidad de tiempo que se le dedica a la prenda en su
elaboración, sino de la gestión de toda la cadena de suministro. Y ahí es donde podríamos ser
capaces de superar a otras marcas que no saben cómo manejar la cadena de suministro.
Fraser explicó que la barrera más grande para desarrollar una mayor fabricación interna era la
intención de VF de reducir al mínimo las inversiones en planta y equipo fijos. “Uno podría
argumentar que deberíamos estar comprando más fábricas y así aprovechar nuestra experiencia en la
producción de esa forma. Aun si sólo costara entre 10 y 15 millones de dólares construir una buena
fábrica, tal estrategia no sería coherente con la estrategia corporativa de despliegue de capital de VF.
Es mejor invertir ese dinero en nuestras marcas y en las operaciones en nuestras tiendas minoristas,”
dijo Fraser.
¿Había alguna manera en que VF pudiera aprovechar su experiencia técnica interna y obtener un
mayor grado de control sobre la cadena de suministro sin convertirse en dueño de los proveedores?
Fraser consideraba que si VF podía aplicar sus “habilidades técnicas sólidas” en la cadena de
suministro, tendría una ventaja sobre las compañías de ropa que carecían de competencias internas
de fabricación. Floyd Perkins comentó:
Fraser consideraba tener una estrategia para hacer que la cadena de suministro fuera más
eficiente, la llamaba el aprovisionamiento de la “Tercera vía,” ésta fue diseñada para ser un punto
medio entre la plena integración y el outsourcing tradicional. La idea era crear una verdadera
asociación entre VF y el proveedor. Aunque los detalles podían diferir de proveedor a proveedor,
Fraser vio los elementos clave de una relación de aprovisionamiento de “Tercera vía” de la siguiente
manera:
VF llegaría a un acuerdo con un proveedor para una línea específica de productos (e.g.,
mochilas) y se comprometería a un pronóstico de volumen durante varios años (en lugar de
una temporada). El proveedor no produciría la misma categoría de producto (e.g., mochilas)
para los competidores, y estaría de acuerdo en no hacerlo en el futuro.
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VF utilizaría su capacidad de compra para ayudar a los proveedores a obtener telas y otras
materias primas a precios reducidos. VF estaría de acuerdo en recomprarle al proveedor
cualquier tipo de tela o materia prima no utilizada.
Se pagaría al proveedor sobre una base de costo más cantidad convenida, con un margen para
cumplir con sus requisitos de ROA.
Fraser recordó que su primera presentación de la idea fue en 2005 ante un grupo de altos
directivos. Las preocupaciones acerca de la idea vinieron de todas direcciones. Algunos del área de
Comercialización estaban preocupados por la pérdida de flexibilidad que el nuevo enfoque podría
suponer. Fraser comentó “La actividad de aprovisionamiento era vista como una gran <tienda de
dulces> donde se podía conseguir casi cualquier cosa que quisieras. La gente de Comercialización
estaba preocupada de que si nos alejábamos de nuestra estrategia de aprovisionamiento, podríamos
perder la flexibilidad para atenderlos.” El área de Producción, por otro lado, se veía frustrada por el
continuo cierre de plantas internas a pesar de su buen desempeño. En otro nivel, tampoco estaban
contentos con entregar sus recursos de ingeniería para ser gestionados por el equipo de
aprovisionamiento.
Pero la preocupación real del área de Fabricación Interna, giraba en torno a la idea de compartir
su conocimiento y experiencia, ‒de los cuales eran propietarios‒ con proveedores externos.
Plantearon serias preocupaciones acerca de la fuga de la tan duramente ganada experiencia en
procesos de VF, la cual podría en un momento dado utilizarse para producirle a los competidores.
Fraser y Green, sin embargo, no compartían estas preocupaciones. No tenían planes de transferir el
equipo de propiedad de VF a los socios de la “Tercera vía,” más bien, su atención se centraba en el
uso de las habilidades de fabricación interna para mejorar el rendimiento de los proveedores en
términos de costos, calidad y velocidad. Como explicó Green, “Hay una filosofía para la manera en
que formamos a nuestros ingenieros y para los programas de formación desde ingenieros junior hasta
ingenieros de división. Se trata de lo que les enseñamos y cómo se lo enseñamos, y copiar eso no es
tan fácil como prender de un tirón un interruptor de luz o leer algún manual”.
A pesar de las objeciones de estos grupos internos, Fraser y Green persistieron. Para 2009, ya
habían formado cinco asociaciones de “Tercera vía,” una era para la producción de mochilas en
Tailandia, otra era para la producción de jeans en Bangladesh, una tercera era para la producción de
jeans en Marruecos, una cuarta era para la producción de jeans en China para el mercado chino, y la
quinta era para la producción de ropa de abrigo en China. Una de las cosas interesantes que Fraser y
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Green aprendieron fue que era mucho más fácil convencer a los proveedores nuevos que a los
existentes de tomar parte en una asociación de “Tercera vía.”
Cuando expusieron el concepto a algunos de los mejores proveedores de VF, éstos lo recibieron de
manera fría. Green comentó: “Es difícil convencer a los proveedores de que es una buena idea para
ellos. Los más experimentados pueden ser bastante apegados a sus maneras de manejar sus plantas y
sus operaciones. No estaban realmente tan interesados en que llegáramos y cambiáramos sus
procesos. También nos costó mucho trabajo conseguir que los socios compartieran información sobre
los costos y procesos de sus fábricas.”
La experiencia hasta la fecha, aunque reducida, dio a los directivos de VF un vistazo de los
posibles beneficios en costos del aprovisionamiento de la “Tercera vía.” El Anexo 4 muestra una
visión general de los plazos de entrega, inventario y costos de producir un “par de jeans de cinco
bolsillos” estándar en diferentes lugares y bajo diferentes modalidades de aprovisionamiento (con
fabricación interna, con el tradicional aprovisionamiento en paquete y con las asociaciones de
“Tercera vía”).
No todas las asociaciones terminaron como estaba previsto, como lo demuestra la experiencia de
VF con su socio marroquí. A pesar de las garantías de volumen de VF y la ayuda técnica para mejorar
las operaciones, la planta de jeans de Marruecos no fue capaz de salir de deudas (en gran parte
debido a la disminución drástica de sus negocios con otras empresas). A principios de 2009, su
situación financiera se había deteriorado a tal grado que el propietario consideró detener las
operaciones. Para proteger su base de proveedores, y viendo que el precio era muy favorable debido
a los tipos de cambio, VF decidió comprar la totalidad de las acciones del socio, y la planta de
Marruecos es ahora un centro de operación de propiedad absoluta de VF. VF transfirió a un gerente
de una de sus plantas en México a Marruecos para dirigir las operaciones.
Floyd Perkins sentía que los beneficios reales de la estrategia de la “Tercera vía” aún no se habían
visto porque éstos residen más en el proceso de diseño. Él comentó: “Si piensas en la velocidad de
salida al mercado ‒que siempre es uno de los retos de la cadena de suministro‒, alrededor de dos
terceras partes del tiempo se gasta en el proceso de desarrollo del producto. Sólo toma la tercera parte
de ese tiempo el ir desde el pedido hasta la entrega en la estantería de la tienda. Creo que también
hay que centrarse en esas primeras etapas para ver cómo podemos acortar los plazos de entrega.”
Fraser sentía que la estrategia de la “Tercera vía” había llegado a una encrucijada crítica. Los
ambiciosos objetivos de expansión internacional de VF, en especial a Asia, implicaban que tendrían
que generar un aumento significativo en la capacidad en los próximos años. Podían hacer eso
mediante la ampliación de la actividad de aprovisionamiento de la “Tercera vía,” la ampliación de la
manufactura interna, o simplemente realizando más actividad de aprovisionamiento tradicional. La
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Soluciones Propiedad
Aprovisionamiento Aprovisionamiento Aprovisionamiento Tercera Tercera
alternativas de y operado
en paquete en paquete en paquete vía vía
aprovisionamiento por VF
Origen de tela México China India India India India
Corte, cosido,
México China Bangladesh Marruecos Bangladesh Marruecos
acabado
Días plazo de
entrega
Plazo de entrega 17 60 71 75 48 52
Inventario de
productos terminados 24 83 99 104 68 85
Total de días de
41 143 170 179 116 137
plazo
Fabricación local y
0.38 0.38 0.39 0.50 0.39 0.50
margen
Costos de manejo de
0.19 0.52 0.52 0.49 0.43 0..42
inventario
Descuento 0.03 0.19 0.19 0.18 0..16 0..14
Costo neto $ 6.55 7.14 7.16 7.05 6.94 6.84
Nota: Los datos y las ubicaciones se han disimulado con fines de confidencialidad.
Todas las cifras $ calculadas al tipo de cambio vigente al 1 de agosto de 2009.
Todas las tasas de aranceles y fletes al 1 de agosto de 2009.
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