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Turgot era un hombre sencillo, honesto y recto, apasionado por la justicia y por
la verdad. Era un idealista, sus enemigos le llamaban doctrinario de los
derechos naturales, "la ley natural". Sus amigos cuentan su encanto y su
alegría en las relaciones íntimas, pero silencioso y torpe en público, dando una
falsa imagen de reserva y desdén. Tanto sus amigos como sus enemigos están
de acuerdo en un punto: su brusquedad y su falta de tacto en las relaciones
humanas.
Las opiniones sobre sus cualidades de hombre de estado están divididas, pero
se considera en general que es el impulsor de un gran número de reformas y
de ideas de la Revolución francesa. A menudo no son sus propias ideas, pero a
él se debe su difusión. Sobre sus cualidades de economista, también las
opiniones están divididas. Por un lado se le considera como un mal 1.
El origen del término fisiocracia proviene del griego y quiere decir "gobierno de
la naturaleza", al considerar los fisiócratas que las leyes humanas, que son
ajenas y que pertenecen al momento histórico que se las demarca, consideran
que debían estar en armonía con las leyes de la naturaleza. Esto está
relacionado con la idea de que sólo en las actividades agrícolas la naturaleza
posibilita que el producto obtenido sea mayor que los insumos utilizados en la
producción surgiendo así un excedente económico. Los fisiócratas
denominaron de estériles a las actividades como la manufactura o el comercio
donde la producción solo sería suficiente para reponer los insumos utilizados.
En 1769, escribe su Memoria sobre los préstamos con interés, con motivo de la
crisis financiera. Por primera vez se trata de manera científica el tema del
préstamo, y no sólo desde un punto de vista religioso. Entre los demás trabajos
que Turgot escribe durante su intendencia están la Memoria sobre minas y
canteras y la Memoria sobre la marca de los hierros, en los que protesta contra
las normas del Estado y su intervención, a la vez que defiende la libre
competencia. Por otra parte, trabaja para favorecer la agricultura y las
industrias locales, entre otras las manufacturas de porcelana.
Turgot es nombrado ministro de Maurepas, el mentor del rey, al que había sido
muy recomendado por un amigo común, el abad Very. Su nombramiento como
ministro de Marina en julio de 1774 tiene una buena acogida, en especial entre
los filósofos. Un mes más tarde, es nombrado Inspector General de Finanzas.
Su primera acción es la de someter al rey una declaración de principios: no
habría bancarrota, no aumentaría los impuestos, no se endeudarían. La política
de Turgot, ante une situación financiera desesperada, fue la de controlar de
modo estricto el gasto en todos los ministerios. Todos los gastos deben ser
aprobados desde entonces por el Inspector. Se lucha contra los abusos de las
"compras al contado", a la vez que Turgot solicita personalmente al rey una
generosa dotación de empleos y pensiones.
En lo relativo a sus relaciones con Adam Smith, Turgot escribe : "me vi honrado
con su amistad y aprecio, pero nunca con su correspondencia", pero no existen
dudas sobre el hecho de que Adam Smith conoció a Turgot en París y se
admite comúnmente que La riqueza de las naciones debe mucho a Turgot.
Finalmente, Turgot presenta al Consejo del rey en enero de 1776 sus famosos
Seis decretos de Turgot. De los seis, cuatro tienen una importancia subsidiaria.
Malesherbes es probablemente a causa del mucho poder con que cuentan los
dos órdenes privilegiados. Su plan personal podemos encontrarlo en su
Memoria sobre los municipios, que se sometió al rey con carácter informal. En
el sistema que Turgot propone, sólo los propietarios deben formar al
electorado, sin que se haga distinción entre los tres órdenes. Los habitantes de
las ciudades deben elegir representantes por zona municipal, éstos a su vez
eligen a los gobiernos provinciales, y estos últimos una gran diputación, que no
tiene poder legislativo alguno, pero debe ser consultada a la hora de establecer
tasas. Se necesita combinar un completo sistema de educación y otro de
caridad para socorrer a los pobres.
Luis XVI retrocede ante la amplitud del plan de Turgot. Turgot se ve obligado a
elegir entre una reforma superficial del sistema existente y una reforma total de
los privilegios, para lo que era necesario ser un ministro popular y contar con
un rey fuerte.