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Capitulo III salud mental y bienestar psicológico

Según la (OMS, 2013) define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el
individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de
la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución
a su comunidad”.

En Colombia la Ley 1616 de 2003 (Congreso de Colombia, 2013), comparte esta definición
y la complementa planteando que es “un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana
a través del comportamiento y la interacción de manera tal que permite a los sujetos
individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para
transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para
contribuir a la comunidad”.

Esta definición tiene en cuenta conducta, las relaciones sociales y el contexto, influyen
significativamente en las percepciones, pensamientos, emociones, creencias y demás, aparte
de eso pueden verse alterados por factores genéticos, congénitos, biológicos y de la historia
particular de cada persona y su familia, así como por aspectos culturales y sociales. Sin
embargo, el termino puede variar dependiendo del contexto ya que ciertas conductas pueden
ser normalizadas por el mismo, impidiendo la pronta solución a problemáticas que pueden
ser graves a futuro, entonces también depende de los criterios de salud, enfermedad,
normalidad y anormalidad establecidos en cada grupo social (Ministerio de Salud y
Protección Social, 2014)

Por otra parte, se podría decir que si la salud mental está siendo deteriorada es porque existe
signos y síntomas de enfermedades mentales, lastimosamente este concepto ha sido
estereotipado para referirse a personas “locas”, y no se le da el verdadero significado, ya que
estas afecciones afectan la manera de pensar, el humor y el comportamiento, siendo muy
comunes y evidentes en la sociedad (Plus, 2019).

Cabe resaltar la importancia que tiene la salud mental y física entendiéndose también como
derecho fundamental del ser humano, por ende, debe ser protegida y promovida, y esta tarea
debe ser liderada por políticas nacionales que no solo se ocupen de los trastornos mentales,
sino que también aborden cuestiones más amplias que fomenten la salud mental desde otras
perspectivas (Organización Mundial de la Salud (OMS), 2018).

La salud mental es una construcción social que puede variar de un contexto a otro,
dependiendo de los criterios de salud y enfermedad, normalidad y anormalidad establecidos
en cada grupo social (que puede ser tan extenso como una nación o tan reducido como una
familia), lo cual influirá directamente en la forma de sentirse sano o enfermo de las personas
pertenecientes a un determinado grupo (Grupo de Gestión Integrada para la Salud Mental,
2014).

Eventos en salud mental Hace referencia a “desenlaces o “emergencias” que surgen, bien
como derivados de un problema o trastorno mental, como en el caso del suicidio, la
discapacidad, el comportamiento desadaptativo, o bien ni siquiera derivados de una
condición de salud mental sino de hechos vitales como la exposición a la violencia”
(McDougal, 2014).

Existen diferentes razones relacionadas con el desconocimiento sobre temas de salud mental
y los servicios relacionados con su prevención, atención y rehabilitación; sin embargo,
investigaciones han demostrado que un gran número de personas con trastornos y problemas
mentales, así como sus familias, no acceden a los servicios de salud debido al estigma público
y al auto-estigma. A través de la historia se han construido estereotipos fuertemente
arraigados en relación con la peligrosidad, incompetencia y falta de voluntad de las personas
con trastornos mentales. Principalmente por el desconocimiento sobre la forma de identificar
los problemas y trastornos mentales de manera oportuna, su tratamiento y pronóstico, así
como su manejo en la familia y la comunidad, un gran número de personas generan prejuicios
muy comúnmente asociados al temor y/o la rabia, los cuales llevan a la discriminación de las
personas con trastorno o problemas mentales y sus familias (Grupo de Gestión Integrada para
la Salud Mental, 2014).

La salud mental, definida por la OMS como un estado de bienestar en el que la persona
afronta el estrés usual de la vida en familia y en comunidad o como el desarrollo de las
potencialidades de la persona, es parte integral de la salud pública. Esto significa que la
promoción de la salud, así como la prevención de los problemas y trastornos mentales, debe
trascender la tradicional separación de la salud mental como si esta fuera un campo aparte de
la salud en general. La salud pública mental como componente de la salud pública, es un
campo en permanente desarrollo que no ha logrado todavía acciones coordinadas en el ámbito
de la salud general y, en Colombia, esto no es la excepción (José A. Posada, 2013).

El análisis de la salud mental hoy busca abrirse a los aspectos positivos del individuo. Desde
esta óptica, se comprende el estado de bienestar en el que las personas muestran un contenido
de consciencia sobre sus capacidades; además, afrontan los aspectos tensionantes de la vida
y la cotidianidad, muestran productividad en sus áreas de desempeño y contribuyen en su
comunidad (OMS, 2013). Desde este punto de vista, la salud mental refleja un constructo
referencial del estado de bienestar que puede percibir un individuo en su contexto y que es
básico para el entendimiento desde la psicología de la conducta normal y patológica. La salud
mental es un concepto que involucra los aspectos individuales psicológicos expresados en
los afectos, la introspección y la percepción sobre su estado individual, pero, también en lo
social, que se relacionan con el entorno y colectivo, la productividad y el funcionamiento
social (Lundin et al., 2017).

Cuando se aborda el análisis de la salud mental, se requiere una revisión desde el bienestar.
El desarrollo de este último, permite la construcción de las condiciones de vida, individuales
y sociales para su buen desenvolvimiento. Además, el bienestar refleja la calidad de vida que
mantienen las personas y la relación con la salud. La salud física y/o mental se relacionan
con los aspectos objetivos del bienestar, en este caso, con la disponibilidad de bienes,
servicios y otros (Gili, García-Campayo, & Roca, 2014).

El bienestar tiene impacto sobre los aspectos generales de la vida relacionadas con la salud;
por ejemplo, en el trabajo (Blanch, 2014), en la pérdida de uno o la dificultad para conseguirlo
(Evans-Lacko, Knapp, McCrone, Thornicroft, & Mojtabai, 2013); en el rendimiento
académico (Gómez et al., 2015); en la participación social (Coppari, et al., 2013), entre otros.

Es importante destacar que fue a comienzos de la década de los 80, cuando el término de
bienestar empezó a definirse como un concepto integrador que comprende todas las áreas de
la vida y hace referencia tanto a condiciones objetivas como a componentes subjetivos
(Gómez Vela y Sabed,2001). Sin embargo, en los últimos años ha existido un gran interés
acerca del concepto de bienestar, lo que se ha traducido también en la realización de diversos
estudios sobre el mismo (Vázquez y Hervás, 2009), hasta el punto de crear criterios y
disposiciones para delimitar el concepto de salud positiva. El bienestar es un concepto
complejo ya que no solo engloba la existencia de sentimientos positivos o negativos, sino
que conlleva el hecho de darle sentido a la propia vida. (Diener, Suh y Oishi, 1997, citado en
Escarbajal-Frutos, Izquierdo-Rus y López-Martínez, 2014).

En cuanto al concepto de bienestar, han sido encontrados múltiples indicadores asociados al


autoinforme de bienestar, incluyendo la satisfacción por la vida, la vitalidad, el afecto
positivo afectan, y el significado en la vida, con dimensiones eudaimónicas que indican
asociaciones más numerosas y generalmente más fuertes con el bienestar que las dimensiones
hedónicas (McMahan y Estes, 2011).

El bienestar psicológico es un tipo de bienestar más interno e independiente, duradero y


posiblemente, de mayor calidad que el subjetivo, aunque éste último también es necesario e
importante. Se basa en la corriente filosófica de la eudaimonía, una palabra griega que
significa la expresión del yo interior o el ser más auténtico. Cuando hablamos del término
eudaimonía tenemos que trasladarnos a la Antigua Grecia, con filósofos como Sócrates,
Platón y Aristóteles. (Vázquez, 2009). Sócrates fue pionero en hacer referencia al “daimon”
o ser uno mismo (Blanco, 2001). Sin embargo, fue Aristóteles quien “escribió en profundidad
sobre la eudaimonía (felicidad o plenitud), y sobre cómo la vida virtuosa podía ser la vía para
llegar a ella. […] Dentro de la historia de la propia psicología también hay grandes
antecedentes de la psicología positiva. El más claro es el movimiento humanista frente a las
visiones reduccionistas propuestas por las dos marcadamente pesimistas corrientes
dominantes de la época: el conductismo y el psicoanálisis.” (Hervás 2009, citado por
Verónica Martín en el 2016).

Según la OMS, el bienestar emocional es “un estado de ánimo en el cual la persona se da


cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede
trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a la comunidad”,
es decir implica sentirse bien con uno mismo y con los demás, construyendo y manteniendo
relaciones positivas, duraderas y satisfactorias, y sobre todo la presencia de una actitud
optimista ante la vida (Salud emocional, 2019).
Este bienestar depende de lo que se denomina emociones, siendo estas una forma de
expresión que al ser percibidas en el organismo traen una serie de consecuencias tanto
negativas como positivas, cuyos efectos influyen en la salud física y mental, por ende las
personas que son emocionalmente saludables tienen el control de sus pensamientos,
sentimientos y comportamientos, son capaces de hacer frente a los cambios de la vida; y más
importante aún, mantener los problemas en perspectiva y recuperarse de los principales
contratiempos (Gisol foundation, 2017).

El bienestar psicológico, se vincula con el estado emocional y mental, el cual determina el


funcionamiento psíquico apropiado en la persona a través de su paradigma personal y la
manera de adaptarse a las exigencias externas e internas del entorno social y físico. Por lo
tanto, relaciona el bienestar con tener experiencias positivas, con la aptitud de apartar o no
aceptar aquellas que nos resultes inadmisible y con la capacidad de habituarse ante diversas
situaciones con flexibilidad. (González- Méndez 2005, citado por Verónica Martín en el
2016).

Por otra parte, en las personas con poco bienestar emocional suele pasar lo contrario, su salud
puede verse afectada, con poco control de sus reacciones ante las situaciones que les afecta.

Entonces el bienestar emocional está relacionado de manera muy directa con la autoestima,
con la confianza en sí mismo, con la capacidad para afrontar situaciones estresantes y buscar
soluciones, pues la buena salud emocional de una persona se pone a prueba por el hecho de

no dejarse atrapar por los estados de ánimo negativos ni dejarse dominar por las
preocupaciones. Por ende, si una persona posee serenidad mental, proyectará este bienestar
también a nivel corporal, ya que un menor estrés y una mejor calidad de descanso
proporcionan evidentes beneficios para la salud en general (Nicuesa, Definicion ABC, 2015).

Para Oblitas (2011), el bienestar guarda una gran relación con la salud física, psicológica y
social. Para él, lo importante no es simplemente encontrarse bien, teniendo una salud positiva,
estar feliz, sino más bien se centra en que dichos elementos deben estar ligados para explicar
tanto la apariencia correcta de las personas como su comportamiento.
Evidentemente es indispensable que el bienestar emocional esté presente en las personas que
han sido víctimas del conflicto armado en Colombia ya que en este contexto se puede ver
más afectado de lo normal, teniendo graves secuela sobre su salud mental y a futuro la física.

Referencias

Martín V, 2016. BIENESTAR SUBJETIVO, BIENESTAR PSICOLÓGICO Y


SIGNIFICACIÓN VITAL EN PERSONAS EN SITUACIÓN DE DESEMPLEO. Obtenido
de:
https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/3815/BIENESTAR%20SUBJETIVO%2C%2
0BIENESTAR%20PSICOLOGICO%20Y%20SIGNIFICACION%20VITAL%20EN%20P
ERSONAS%20EN%20SITUACION%20DE%20DESEMPLEO.pdf?sequence=1&isAllow
ed=y

Posada J, 2013. La salud mental en Colombia. Obtenido de:


http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-41572013000400001

Grupo de Gestión Integrada para la Salud Mental Fecha: octubre, 2014. Obtenido de:
https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/abc-salud-
mental.pdf

Moreta R, López C, Gordón P, Ortiz W, Gaibor I, 2018. Satisfacción con la vida, bienestar
psicológico y social como predictores de la salud mental en ecuatorianos. obtenido de:
https://www.scielo.sa.cr/pdf/ap/v32n124/2215-3535-ap-32-124-112.pdf

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