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Evidencia de teorías morales: una revisión

Carlos Quiroga
Un posible problema respecto de los juicios morales es: ¿cuál es la causa de los juicios morales?
Hay dos teorías que intentan dar cuenta de esa pregunta: la teoría de los fundamentos morales y
la teoría diádica (véase Gray et al., 2016; Haidt y Joseph 2006). La primera sostiene que hay varios
tipos de intuiciones morales, las cuales pueden pertenecer a dominios diferentes y son causa de
juicios morales. En contraposición, la teoría diádica sostiene que lo hace que un juicio sea moral
es una percepción de daño, en la cual entran en juego un agente que causa el daño y un paciente
que lo padece. En este ensayo, voy a argumentar que la evidencia empírica de algunos
estudios a favor de la teoría de los fundamentos morales es muy débil, mientras que la
evidencia de otros estudios a favor de la teoría diádica, si bien no es completamente
sólida, es más promisoria.

¿Es la atribución de daño una racionalización post hoc?


Haidt et al. (2000) realizan un estudio que pretende mostrar evidencia a favor de que en muchos
casos ‒en especial en los casos de tabú‒ las apelaciones al daño de una acción no son las causas
reales del juicio moral, sino que son racionalizaciones que se realizan después: justificaciones post
hoc. En pocas palabras, el experimento que presentaron consistió en presentar unas viñetas donde
se describen situaciones tabú y no tabú, respecto a las cuales se les pregunta a los participantes
cuál era su juicio moral. La idea era que el experimentador pudiera jugar el papel del “abogado
del diablo” y contraargumentar la posición de los participantes. Las viñetas de tabú presentaban
la situación como ausente de daño, así que el experimentador apelaba a la ausencia de daño para
refutar al participante. Lo que sugieren los resultados es que los participantes se agarran a sus
respuestas incluso en ausencia de razones. Este comportamiento ‒agarrarse a un juicio moral en
ausencia de razones‒ es llamado Dumbfounding. En conclusión, para Haidt et al. (2000), la
presencia de comportamiento Dumbfounded es evidencia de que las razones que apelan al daño en
los casos tabú no son las causas del juicio moral, sino que son racionalizaciones post hoc de los
juicios.
Además de las limitaciones obvias que se siguen de la naturaleza del estudio, tales como el
tamaño de la muestra ‒30 personas‒ o la dificultad para codificar los diferentes tipos de
respuestas, considero que hay otras limitaciones y problemas. Un problema del estudio de Haidt
et al. (2000) es que la aparente ausencia de razones por parte de los participantes puede deberse
a que las personas no estén juzgando conforme al daño de la acción particular sino al daño
potencial de ese tipo de acción. Royzman et al. (2015) presentan el ejemplo de una persona ebria
que sale a conducir en su auto y no lastima a nadie en el camino. Probablemente, ese caso
particular no haya generado ningún daño, pero aun así lo condenamos moralmente. La razón de
esto es que estamos juzgando según el daño potencial del tipo de acción y no de la acción particular.
Según Royzman et al., hay diferentes tipos de razones que son inmunes a las
contraargumentaciones, las cuales pueden ser aquellas que señalan el potencial de daño y no el
daño actual de una acción ‒así como también son inmunes aquellas razones enmarcadas en una
ética deontológica o un utilitarismo de las reglas‒.
Por otro lado, Royzman et al. (2015) también presentan varios estudios que pretenden falsear la
evidencia del estudio de Haidt et al. (2000). En el primero, Royzman et al. obtienen evidencia a
favor de que los participantes no “se pasan enteras” las viñetas de Haidt. En especial, respecto
a la viñeta del incesto, las personas no creen que los hermanos se van a abstener, no dañarán su
relación o no tendrán consecuencias negativas en el futuro. En un segundo estudio, Royzman et
al. (2014) muestran que la evidencia de Haidt et al. (2000) no es suficiente para concluir que las
apelaciones al daño en los casos tabú son racionalizaciones Post hoc. Para esto, los
experimentadores replicaron el estudio de Haidt et al. (2000) con una pequeña diferencia:
después de realizado el estudio volvieron a hacer un sondeo de credulidad. Lo que encontraron
fue que, incluso cuando las personas presentaban signos de Dumbfounding y dejaban sus
argumentos, todavía no “se comían el cuento” de que la situación del incesto será libre de daño.
Con esto, entonces, se socaba la evidencia de Haidt et al. (2000) a favor de la teoría de los
fundamentos morales.
En otro estudio, Haidt y Hersh (2001) intentan mostrar evidencia a favor de la teoría de los cinco
fundamentos –a favor de las atribuciones de daño como racionalizaciones post hoc.
Concretamente, su hipótesis es que, en los casos de tabú, los juicios morales se predicen mejor
por las reacciones afectivas que por los razonamientos sobre daño. Su estudio establece, a partir
de una regresión, que el afecto negativo es un mejor predictor del juicio moral que los
razonamientos sobre daño. Sin embargo, considero que un problema profundo en el diseño del
estudio vicia los resultados de la regresión. Haidt y Hersh (2001) codifican al menos tres aspectos:
evaluación moral, daño y afectación negativa. Estas codificaciones las obtienen a partir de tres
preguntas a los participantes: (1) evaluación: ¿qué sientes sobre estos actos o situaciones? (2)
Daño: ¿es alguien lastimado por estos actos? Y (3) Afecto negativo: si ves una fotografía de este
acto, ¿cómo te haría sentir? La hipótesis es que la variable dependiente de evaluación será predicha
significativamente por la variable independiente de afecto negativo y no por la variable de daño. El
problema consiste en que ambas, la pregunta para medir la variable de evaluación y la pregunta
que mide la variable de afecto negativo, apelan a sentimientos de los participantes: ‘qué sientes’
y ‘cómo te haría sentir’. Dadas esas preguntas, es claro desde el inicio cuál variable va a predecir
a cuál otra, pues la relación se incita desde el diseño mismo del experimento.
Si bien hasta el momento no he mostrado evidencia a favor de la teoría diádica, sí he
argumentado en contra de estudios que de alguna manera niegan esta teoría. No es una excepción
el estudio de Gutierrez y Giner-Sorolla (2007), quienes añaden un elemento nuevo al debate: la
carga cognitiva. Estos autores buscan evidencia a favor de la hipótesis de que las razones sobre
daño no son las causas de los juicios morales sino racionalizaciones Post hoc. En pocas palabras,
en su estudio presentan una situación a cada participante, la cual es una de cuatro posibles
variaciones de una situación –donde se varía el carácter tabú o el daño a otros. Por otro lado,
también aplicaron una carga cognitiva a unos participantes: memorizar un número. Así, lo que
concluyen Gutierrez y Giner-Sorolla es que hay una interacción significativa entre tabú, carga
cognitiva y presunción de daño, de suerte que los participantes sometidos a carga cognitiva
atribuyeron menos daño que los participantes que no estaban sometidos a la carga. Lo que
sugieren estos resultados, de acuerdo con estos autores, es que la presunción de daño en las
situaciones en las que no se describe ninguno es una justificación elaborada y no un proceso
automático o una reacción afectiva. En ese orden de ideas, concluyen que la atribución de daño
es una justificación Post Hoc y no la causa afectiva del juicio moral.
El estudio tiene varios problemas, como, por ejemplo, el carácter Between Subjects. En efecto,
dividen la muestra en 4, de acuerdo con las variaciones de la viñeta, y cada parte la dividen en 2,
de acuerdo con la carga cognitiva. Eso significa, la muestra se dividió en 8 partes. Pero, además,
en contra de la evidencia de este estudio, hay otras evidencias que sugieren lo contrario, en las
cuales también se ha utilizado el recurso de carga cognitiva. En efecto, el estudio de Gray et al.
(2014) utiliza otro tipo de carga cognitiva, la cual no consiste en la memorización de un número,
sino en aplicar presión de tiempo a los participantes. Lo curioso de este estudio es que concluye que,
bajo los efectos de carga cognitiva, las personas perciben más victimismo (victimhood) que cuando
no hay carga. Esto sugiere que la percepción del daño es automática e intuitiva, contrario a la
posición de Gutierrez y Giner-Sorolla. Lo anterior socaba, de alguna manera, la evidencia de
Gutierrez y Giner-Sorolla.
Relación daño–juicio moral‒pureza
Hasta el momento, he intentado mostrar que las evidencias de los estudios que concluyen que
las apelaciones al daño son racionalizaciones post hoc no son concluyentes. A continuación, voy
a hablar de la discusión que existe respecto si el daño o la pureza son un mejor predictor del
juicio moral. Al respecto, Gray et al. (2016) afirman que la percepción de daño es aquello que
media entre el asco ‒pureza‒ y los juicios morales. Los autores afirman que la percepción de
daño es un proceso básico e intuitivo, el cual es lo que produce el carácter moral de un juicio.
En efecto, sostienen que los juicios morales involucran un patrón en el cual hay un paciente que
padece el daño y un agente que causa el daño. La evidencia a este respecto es un estudio en el
cual miden, a partir de un cuestionario, las variables de la condenación moral, el disgusto y el
daño percibido. Los autores establecen las relaciones brutas de correlación y luego hacen
regresiones y mediaciones ‒con la condena moral como variable dependiente‒ para dar cuenta de
cuál es la variable que mejor predice el juicio moral. Los resultados que obtienen son que, en las
correlaciones brutas, ambas variables ‒percepción de daño y asco– están correlacionadas
significativamente con el juicio moral. Sin embargo, una vez realizada la regresión, encuentran
que el asco no predice significativamente el juicio moral cuando la percepción de daño entra en
la ecuación; mientras que la percepción de daño sí lo predice.
Por supuesto, el artículo de Gray et al. (2016) no es la única posición con evidencia a favor:
también existe otro estudio que busca concluir que el asco es un mejor predictor del juicio moral
que el daño (Véase Rottman et al., 2014). En este estudio, Rottman et al. presentan una serie de
obituarios sobre suicidio u homicidio, sobre los cuales hacen unas preguntas a los participantes
para medir su condena moral, su atribución de daño y el asco que les genera, entre otras variables.
A favor de la teoría de los fundamentos morales, después de unas regresiones, los autores
concluyen que la pureza y el asco siempre son predictores significativos de la condena moral de
los casos de suicidio, mientras que el daño y la ira no lo son.
No obstante, el estudio de Rottman et al. no es muy fuerte. En primer lugar, la pregunta por
medio de la cual miden la pureza es: ¿fue la pureza del alma manchada (tainted) con la acción? La
cuestión problemática es que “manchar el alma” puede ser asociado fácilmente con “hacerle
daño al alma”. Así pues, es posible que la variable, que aparentemente mide la pureza, esté
midiendo el daño. En un segundo estudio, miden la pureza con otra pregunta –¿qué tan impura
se volvió el alma con la acción? –; sin embargo, todavía puede surgir la cuestión acerca de si esta
pregunta se puede asociar con hacerle daño al alma. Por otro lado, otro problema con el estudio
es que se hicieron 4 réplicas, las cuales arrojaron resultados diferentes a los del estudio original:
varias réplicas mostraron que el daño y la ira eran predictores significativos del juicio moral en
los casos de suicidio. En especial, en la réplica 3, el daño es un mejor predictor del juicio moral
sobre el suicidio de lo que es la pureza. De igual manera, en la cuarta réplica, la ira es un mejor
predictor de esos juicios que el asco. Estas consideraciones socaban bastante la evidencia de este
estudio.
Una aproximación novedosa
Una aproximación diferente es la defendida por Uhlmann y Zhu (2013), quienes sostienen que
respecto de los actos de pureza hay una disociación entre el juicio del carácter de la persona y el
juicio del acto. En concreto, señalan que, en los casos relacionados con la pureza y cuando no
se describe daño, las personas se pueden ver Dumbfounded debido a que esos actos son claros
indicadores de un carácter pobre pero no de un acto condenable. De esta manera, se traslada el
juicio de carácter a la condena del acto, razón por la cual las personas condenan el acto incluso
cuando este se describe como no dañino. La evidencia que presentan los autores son varios
estudios que concluyen que, en efecto, las personas disocian su juicio moral sobre los actos de
los juicios sobre el carácter. La viñeta presentada a los participantes describía a alguien teniendo
un acto sexual inusual que no lastimaba a nadie. Esta acción fue juzgada por los participantes
como menos condenable que el carácter de la persona que comete la acción. Estos resultados
sugieren que, respecto de ciertos actos, las personas disocian sus juicios sobre el carácter de los
juicios sobre los actos mismos. Además, los resultados parecen proveer una explicación del
Dumbfounding, pues afirman que este comportamiento se debe a que las personas están
trasladando su juicio sobre el carácter al juicio sobre el acto.
Es posible, sin embargo, preguntar si los juicios de las personas sobre el carácter se deben a que
dicho carácter se percibe como dañino. Si esto es así, la evidencia que presentan Uhlmann y Zhu
no estaría necesariamente a favor de la teoría de los fundamentos morales, sino que sería
compatible con la teoría diádica. Más aún, es posible que el carácter se juzgue como dañino
porque puede producir tipos de acciones que son potencialmente dañinas. Así pues, la evidencia de
Uhlmann y Zhu, si bien es promisoria y novedosa, es completamente compatible con una
aproximación diádica de la moralidad: la condena moral se debe a la percepción de daño.
Conclusión
En el ensayo, intenté mostrar que la evidencia de varios estudios a favor de la teoría de los
fundamentos morales o en contra de la teoría diádica no es sólida. En primer lugar, mostré que
no hay evidencia suficiente para concluir que las atribuciones de daño son razones Post hoc de los
juicios morales. En segundo lugar, intenté argumentar que tampoco hay evidencia en los estudios
de Rottman et al. (2014) para concluir que la pureza es un mejor predictor del juicio moral que
el daño. En tercer lugar, argumenté que la aproximación novedosa de Uhlmann y Zhu es
compatible con una aproximación diádica de la moralidad. Con esto, concluyo que, si bien no
he revisado estudios completamente sólidos al respecto, las evidencias más promisorias para
hacer avanzar el debate son las presentadas a favor de la teoría diádica de la moralidad, esto es,
las presentadas por Gray et al. (2016) y Gray et al. (2014).

Referencias
Gray, K., Ward, A. & Schein, C. (2014). The Myth of Harmless Wrongs in Moral Cognition:
Automatic Dyadic Completion from Sin to Suffering. Journal of experimental psychology, pp.
1-16
Gray, K., Ritter, R. & Schein, C. (2016). Harm Mediates the Disgust-Immorality Link. Emotion.
6(6), pp. 862-76.
Gutierrez, R. & Giner-Sorolla, R. 2007. Anger, disgust, and presumption of harm as reactions
to taboo-breaking behaviors. Emotion, 7 (4). pp. 853-868.
Haidt, J., Bjorklund, F and Murphy S. (2000). Moral Dumbfounding: When Intuition Finds No
Reason
Haidt J & Hersch M. 2001. Sexual Morality: The Cultures and Emotions of Conservatives and
Liberals. Journal of Applied Social Psychology, 31 (1), pp. 191-221.
Haidt J & Joseph C. (2007). “The moral mind: how five sets of innate intuitions guide the
development of many culture-specific virtues, and perhaps even modules”. Innate Mind
2007, 3:367-392.
Rottman J, Kelemen D, Young L. (2014). Tainting the soul: Purity concerns predict moral
judgments of suicide. Cognition. 130(2014), pp. 217–226
Royzman, B., Kim, K. & Leeman, R. (2015). The curious tale of Julie and Mark: unraveling the
moral dumbfounding effect. Judgment and decision making (10)4, pp. 296-313
Uhlmann, E. L., & Zhu, L. [Lei]. (2014). Acts, Persons, and Intuitions: Person-Centered Cues
and Gut Reactions to Harmless Transgressions. Social Psychological and Personality
Science, 5(3), pp. 279–285.

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