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El presente trabajo pretende interrogar, pero también actualizar, un viejo problema de la filosofía

política, elaborado por Thomas Hobbes hace ya cuatro siglos. El mismo da cuenta de la
productividad del miedo como sentimiento (pre)político, productividad que puede enunciarse en dos
axiomas hobbesianos: primero, que «el miedo a una muerte violenta» es la única certeza
inconmovible (e instintiva) que lleva a los hombres-lobo a pactar, es decir, a abandonarse al
Leviathan; segundo, que «sin la espada, los pactos –las leyes civiles– no son sino palabras».
Paradoja del pensamiento filosófico-político occidental: el miedo, en tanto sentimiento, afectividad
o instinto, es pre-político en el sentido estricto del termino, anterior a cualquier figura de la
soberanía. Temerosa es, ante todo, la carne. Y sin embargo, este ‘respirar’ del animal-hombre es lo
que lo empuja a pactar, mudar la piel (y la potencia) del lobo por los ropajes del ciudadano –única
garantía, único signo, de que esta nueva vida no está completamente desnuda. Pero, una vez dentro
del estado civil, este mismo miedo se vuelve la garantía última (o fundamental) de que encuadremos
nuestras conductas dentro de las convenciones sociales que entre todos acordamos. Sólo el temor al
castigo del Leviathan –animal bíblico, pero también, única figura de la animalidad que perdura y
habita la artificialidad del Commonwealth– garantiza nuestro apego a la ley.

La bestia «y» el soberano, la bestia «como» soberano, la bestia «es» soberano. Ya tendremos
oportunidad de poner en cuestión las posibles articulaciones a estos sintagmas…

* * *

Sin pretender dejar atrás este valioso diagnóstico, la cuestión que se nos impone es volverlo actual,
preguntarse cuáles son los nuevos miedos que nos atraviesan, y qué función(es) específica(s) están
llamados a cumplir en nuestras sociedades. Para ello, trabajaremos con dos hipótesis
complementarias, que en cierta forma nos llevarán más allá de Hobbes, aunque bien sabemos que
resulta imposible olvidar completamente su análisis, que el mismo está siempre rondando(nos), así
como los hombres-lobo y los miedos atraviesan y performan el estado civil en términos de
intensidades.

Primera hipótesis: Si, con Hobbes, el miedo formaba un par con la figura de la ley, como el
único reaseguro de la no vulneración de la misma, hoy día el miedo garantiza la manifestación de
facto del poder soberano, el cual se desprende de cualquier idea de normatividad para poder
desplegarse en términos de una excepcionalidad que no reconoce límites de ningún tipo.
Ingresamos definitivamente en una interpretación schmittiana/agambeniana de la soberanía, la cual
se expresa como una decisión-discriminante o una inclusión-excluyente que tiene la potestad de
determinar cuáles son los nuevos cuerpos que amenazan y perturban la siempre precaria paz civil, lo
cual redunda en un aumento espiralado de la violencia, dejándonos frente a una sociedad del todo
distópica (o, podríamos arriesgar siguiendo a Sayak Valencia: una sociedad gore). Pero también nos
interesa preguntarnos por el par «miedo»/«legitimidad»: la legitimidad de las decisiones soberanas,
¿es algo más que un espejismo, una ilusión retrospectiva que intenta ocultar que las mismas resultan
ya-siempre respaldadas por un temor social que podría entenderse en términos de una intensidad o
un espectro ávido de adquirir nuevos rostros, imprimirse o encarnarse en un cuerpo con
independencia de lo que el mismo sea?

Segunda hipótesis: El poder soberano, en su carácter bifronte, teológico y animal, recae y se


fundamenta sobre aquellxs sujetxs que socialmente han sido reducidxs a la categoría de bestias.
Para esto recurriremos al concepto de «estigma», el cual posee una sobredeterminación de
significados de la cual se desprende una gran potencialidad hermenéutica. Estigma es tanto una
marca sobre la carne, como una categoría sociológica que da cuenta de la atribución de ciertas
cualidades negativas a determinadxs sujetxs. Y a su vez, en tanto marca, el estigma pivota entre lo
teológico y lo animal: es el ‘ser tocadx’, ya sea por Dios como por un hierro candente. Significados
dobles o triples, los cuales (creemos) se reducen o encuentran en cierta idea de escritura sobre la
carne, que intentaremos contrastar con la interpretación que, tanto Derrida, pero principalmente
Butler, tienen sobre los speech acts «performativos», o «ítero-performativos», lo cual nos lleva
preguntarnos: ¿los procesos de estigmatización no son, en última instancia, procesos de escritura
sobre la carne que tienen como principal objetivo identificar a aquellxs sujetxs que socialmente
representamos como peligrosxs?, ¿el estigma, en tanto signo, puede entenderse como un discurso
que se marca ‘a fuego’ porque lo que realmente transcribe es miedo, en tanto intensidad
prediscursiva?, ¿quiénes son los nuevos cuerpos sobre los que recae el poder soberano, cuáles son
sus rostros?, ¿no son los pibes ‘enviserados’ y con ‘altas llantas’, las pibas que perciben la AUH, las
que agitan el 8M ‘a todo ritmo’, las disidencias, lxs indígenas?, y profundamente, ¿qué nos quiere
decir que todxs ellxs, socialmente, sean reducidos sin más a la categoría de animales?
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Agamben, Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pre-Textos,
2006.

Butler, Judith. Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”.
Buenos Aires: Paidós, 2002.

Colectivo Juguetes Perdidos. ¿Quién lleva la gorra?. Buenos Aires: Tinta Limón, 2014.

Colectivo Juguetes Perdidos. La gorra coronada. Buenos Aires: Tinta Limón, 2017.

Derrida, Jaques. La bestia y el soberano. Benos Aires: Manantial, 2010.

Schmitt, Carl. Teología política. Madrid: Trotta, 2009.

Valencia, Sayak. Capitalismo gore. España: Melusina, 2010.

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