Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Mis cuentos
inmorales
2
3
4
Cuentos
de mi
pubertad
1950 - 1960
4
5
5
6
En Prosa
(y algo de verso)
6
7
Aquella moza de la academia de don
Pedro
7
8
Recuerdo aquella mocita rubita de pelo largo y muy
espeso que se sentaba a mi lado en el pupitre de dos plazas
que yo ocupaba; y que me daba chicle de su boca. Aquel
chicle Bazooka que a los niñas y niñas tanto nos gustaba
masticar y masticar hasta extraer el último sabor a fresa.
Antes nos conformábamos con masticar aquel celebre palolúz
o el regaliz.
La niña me decía:
-Felisín, no a todos les doy el chicle de mi boca.
No sabía entonces que es lo que me quería decir,
porque a mí me parecía a la sazón una cochinada eso de dar
algo de la boca de otro. ¡Bueno! Menos los besos ¡claro!
Un día nos encontramos por la calle, y me dijo:
-Felisín, ¿no vas a la academia?
-No, hoy no. Voy al cine que ponen una de Errol Flyn.
-¡Qué bien! Me voy contigo.
Entonces costaba la entrada de patio de butacas una
peseta con quince céntimos; y sólo llevaba lo justo.
-No te puedo invitar, porque no me llega para los dos.
-No te preocupes, yo pago mi entrada.
-Bueno, como quieras. No supe decir más.
La verdad, la verdad. La niña estaba como un "jamón"
de buena. Demasiado buena, pero algo bastorra. A la sazón,
me gustaba las niñas muy finas, aunque tuvieran poca
cadera y poco tetamen; por lo que la visión de aquella chavala
sin que me produjera aversión, no era objeto de mis fantasías
eróticas.
En el patio de butacas del cine, en un rincón había dos
asientos aislados junto a una de las columnas. Y allí me llevó
la moza.
No le hice ni caso; la película que echaban era Robin
de los Bosques, y no me perdí un detalle de la misma. La niña
seguro que pensaría hasta que fuera marica, porque a partir
de ese día, ya no se volvió a sentar a mi lado en clase, ni
darme chicle de su boca.
8
9
Aquella niña que me masturbó en el
cine Argel
10
11
pañuelo y me lo puse en la desembocadura para que aquel río
de semen no rebosase, ya que la ropa me la lavaba mi madre,
y no era cuestión dar explicaciones, ya que las manchas de
lefa son muy difíciles de quitar sin lavar.
Salimos del cine sobre las nueve de la noche, ya que
me dijo que tenía que estar en casa antes de las diez. La
acompañe hasta las inmediaciones de su domicilio; vivía al
final de la calle Jorge Juan, pasado el Paseo del doctor
Esquerdo. Nos dimos el último beso pegados a una tapia
oscura, y allí se acabó todo.
Nunca más nos volvimos a ver.
11
12
Aquella niña que trabaja en una
farmacia
13
14
Aquellos besos de "La Bombilla"
15
16
Como conocí a Petri, en el Café de Levante
16
17
Esa idea me gustó, ya que lo me daba asco era al
ambiente creado alrededor de la prostitución, y lo que me
deprimía; por lo que un buen día y con unas pesetillas en el
bolsillo, decidí entrar a conocer el ambiente.
Sentada en uno de aquellos bancos junto a la pared
estaba la que al momento me acerqué en demande de sus
favores sexuales, ¡bueno! de favores es un decir, ya que había
que pagarlos.
De unos treinta años; y aunque se suponía que era
una prostituta, porque en aquellos años era impensable que
una mujer decente estuviera sola en un establecimiento de
hostelería, no lo parecía. Además como me recordaba a mi
vecina Mari Luz (página 55) que me gustaba cantidad, fue lo
que me animó.
No puedo recordar el diálogo que utilicé para iniciar el
contacto, pero recuerdo perfectamente que me pidió
doscientas pesetas de las de entonces, casi el sueldo de un
mes.
Lo más gracioso "del cuento" es que al ser la mayoría
de edad a los veintiuno años, y yo solo tenía diecinueve, no
me dejaron entrar en los tres establecimientos hoteleros
(pensiones) de los aledaños de la Puerta del Sol que me llevó.
Pero como la "señorita" no quería perderse la
oportunidad de echar "un polvo" con un chaval tan guapo y
jóven como yo, ya que estaría acostumbrada a ir con vejetes
de pieles arrugadas y "cataplines colgantes"; al ver que
desistía de intentar buscar una habitación por allí, le dije que
se quedara con las doscientas pesetas, pero que yo me
marchaba.
-Ni mucho menos chaval, tú hoy follas conmigo y
siempre que quieras.
-Igual se cree usted que yo dispongo todos los días de
doscientas pesetas para ir con señoras como usted. Le dije un
tanto displicente.
-No niño bonito (recuerdo perfectamente que me llamó
así) cuando quieras me llamas y tu amiga Petri te
complacerá.
17
18
Este diálogo se desarrollaba en el taxi que tomamos
para dirigirnos a su casa, que recuerdo que estaba en el
Barrio de Argüelles, en la calle Fernández de los Ríos; el
número si que no me acuerdo.
No las tenía todas conmigo; la sombra de la Venancia
(página 18) y aquel olor de la habitación de la rubia (página
71) de la Avenida de Donostiarra, envolvían mi mente.
-Te veo un poco preocupado chaval. ¿Eres primerizo?
Me dijo Petri al verme la cara.
-Un poco, porque la verdad va a ser mi primera vez.
-¿Descapullas? Me preguntó.
Afortunadamente desde muy jovencito me acostumbré
a echarme "el pellejo" para atrás. Por lo que le dije muy
resolutivo:
-Sí, sí, descapullo sin problemas. ¿Por qué lo
pregunta?
-Sería un incordio, meterla la primera vez sin
descapullar te puede hacer daño. Me figuro que te harás
pajas ¿verdad?
-Sí, bastantes.
-Normal... A tu edad...
Llegamos a su casa, y ella pagó el taxi; acto que me
satisfizo, y más al no hacer ninguna insinuación de que lo
pagara yo, ya que no me quedaban ni dos pesetas; lo justo
para volver en el tranvía a casa.
Debo decir en honor de la verdad, que Petri fue como
una "madre"; seguro que me vio tan indeciso que en vez de
haberme despachado en un santiamén, tuvo una paciencia
infinita conmigo.
-Ven cielo. Me dijo a la vez que me llevaba al baño.
Vamos a lavarnos los dos un poco, que aunque se nos ve muy
limpios, y a ti como "un pincel", es recomendable lavarnos
"esas partes".
Empezaba a sentirme bien; Petri me estaba tratando si
no como "una madre", (como dije antes), sí, con una
delicadeza extrema. Y cuando se bajó las bragas para lavarse
"el chirri" en aquel bidé; (por cierto, que era el primer bidé
18
19
que veía) me sobrevino una oleada del perfume de su
entrepierna, que disipó de mi mente los fantasma de la
Venancia y de la Rubia; porque me recordó al aroma de
Carmencita; aquella fragancia parecida que si otrora me
enervó los sentidos, ahora hizo que me empalmara a tope.
-¡Caray chaval! Cómo se te ha puesto. Me dijo
sonriente, al ver mis 18 centímetros "de arboladura".
Otra escena que me impresionó, es el ver como Petri se
lavaba "el conejo". Bien abierta de piernas y con el pitorro del
grifo por donde salía un chorro de agua que recogía con su
mano derecha y se lo llevaba al centro de sus piernas. Centro
que estaba cubierto de tanto pelo, que no se le veía "la raja".
También me impresionó la cantidad de pelos que tenía
en las axilas. Debo aclarar, que no estaba de moda afeitarse
las mujeres esa parte; es más, el hacerlo no estaba bien visto.
Se lavó bien el "sobacamen" y a continuación se dio un
desodorante que olía a jazmines.
-Ahora te toca a ti, cariño. Me dijo a la vez que me
tomaba de la mano y me acercaba a su vera.
Me bajó los pantalones; acto seguido los calzoncillos
cuarteleros (los slips todavía no se habían puesto de moda).
Me tomó el "pito" que ya estaba como apunté antes, y con el
glande bien descapullado; y con ambas manos empezó a
lavarme, manos que se deslizaban por toda la superficie de la
piel suavemente, porque previamente te había untado una
especie de jabón transparente.
No lo pude evitar, pero media docenas de sacudidas
bastaron para que derramara toda mi esencia en sus manos.
-¡Pero cielo! ¿Qué has hecho?
-Ya lo ves Petri, no he podido contenerme.
-¡Qué pena! Con lo que hubiera gustado tenerte encima
de mí.
-Yo me recupero en 15 minutos. Le dije con ánimo de
consolarla. Pues ya estaba totalmente convencido de que Petri
estaba conmigo, no por las doscientas pesetas.
19
20
-Mira cielo. Son casi las ocho de la noche, y como estoy
en casa, aquí me quedo, ya no vuelvo al Café Levante. ¿Tienes
prisa?
-No, ninguna. No me espera nadie.
-¿Tampoco tienes novia?
-No, no.
-Estupendo, cariño. ¿Tienes hambrecita?
-Pues ahora que lo dices, si tengo algo de apetito.
Me llevó a su habitación; se puso una bata rosa
transparente y salió de la misma hacia la cocina. Fueron
suficiente los cinco pasos que dio de la cama en donde me
dejó hasta la puerta para observar su trasero. ¡Joder! que
pedazo de culo, parecía repujado. A cada paso, la nalga
correspondiente se elevaba de la otra unos centímetros, por lo
que los andares de Petri, a través de aquella bata de gasa o de
tul, parecía que ambas caderas querían salirse de la caja que
les contenía.
A los poco minutos me trajo una tortilla a la francesa
de dos huevos en un plato, y una loncha de jamón a lado.
Plato que devoré en escasos minutos.
¡Qué bien me sentía! Estaba totalmente relajado y sin
temores. Petri olía a hembra en flor, a limpieza; y en la
habitación se aspiraba cómo un aroma de rosas. Suficiente
para que mi verga adquiriera otra vez la contundencia
necesaria para penetrar en su "cuevita".
-¡Pero niño! ¿Ya estás dispuesto para la faena? Me dijo
al ver el mástil que miraba hacia el cielo.
La tomé por ambos hombros (estaba sentada en el
borde de la cama). La besé en la boca, y ella no rechazó la
caricia, al contrario, se abrazó a mi cuello; con sus manos
atusaba mis cabellos mientras las lenguas se entrelazaban en
las cavidades de nuestras bocas.
-Ábrete de piernas, que no aguanto más.
Petri me ofreció su vagina, pues pude ver en su rostro
el deseo. No era un cliente, en ese momento era su amante.
Mis manos se aferraron a sus caderas con la intención
de que no quedara ni un milímetro de mi miembro sin
20
21
alojarse allí; ella lo captó, y aupó el culo a la vez que con las
piernas entrelazaba mi cintura con el fin de facilitarme la
labor. Y así fue, sentía como mis testículos repicaban en sus
ingles, y su pubis peludo junto al mío.
Me abrazaba con una delicadeza exquisita, por lo que
pude observar a escasos centímetros toda la "floresta" de sus
sobacos. No lo pude evitar, arrimé mis narices allí con la
intención de oler los efluvios que emanaban de aquel lugar.
Olían a jazmines, pues de aroma de jazmines es el
desodorante que usa. Lamí aquella axilas con la
complacencia de Petri, que a cada lametón por las
profundidades de sus sobacos daba como un respingoncillo y
emitía un suspiro de las cosquillitas que le daba mi lengua.
Al instante noté como me asía de mis nalgas y me las
apretaba contra ella, dando unos gritos entrecortados, que
aunque suponía que era un orgasmo, no estaba seguro; era la
primera vez que sentía una mujer correrse.
Llegó un momento que no sentía mi pene dentro de su
vagina; estaba la zona tan "suave" que se deslizaba sin
apenas enterarme, pero no fue obstáculo para que yo
descargara "un río de semen" dentro de ella.
Quedamos los dos rendidos, exhaustos, extenuados y
postrados uno al lado del otro. Fue maravilloso.
Aquí comprendí la diferencia que existe entre el follar y
hacer el amor. Y también entendí, que una prostituta, por
muy materialista que sea, siempre le quedará un rincón de su
corazoncito para amar como a mí me amo Petri ese día. ¡Al fin
y al cabo es una mujer!
21
22
Confesiones sicalípticas de un abuelo
22
23
rememorar aquellos maravillosos años que vivieron mis
neuronas en su plenitud.
Sin embargo, bajo la perspectiva de como se ve la vida
a los setenta años, por muy maravillosos que fueran mis
veinte, te dejan un sabor agridulce al darte cuenta ahora que
lo extraordinario de aquellos años era la inconsciencia, la
ignorancia que se tiene a esa edad, no la razón de las cosas
de la vida.
Es común en todos los mortales decir que si volvieran
a nacer sabiendo lo que saben ahora, harían mejor las cosas.
Creo que no, pues si a los veinte años tuvieras la sabiduría de
un hombre de setenta, no ibas a disfrutar de lo que concede
en la candidez, la ternura, la inocencia y el mocedad, e ibas a
rechazar aquello que se descubre en la pubertad y se disfruta
como algo asombroso.
El primer "chichi" que tuve delante de mí, fue el de
Carmencita. Tendría mi edad: 13 añitos, o quizás uno más.
La emoción al ver aquella "rajita" tan sonrosada y con
algunos pelitos negros y rizaditos que ya empezaban a
florecer por aquel "monte y sus laderas" fue tan enorme que
me paralizó la mente. No supe que hacer, tanto que no hice
nada. Sólo mirar absorto aquella "rosa encendida" y tocarla
con mis deditos con mucha delicadeza, no fuera que se
"deshojara".
Si en aquel momento hubiera tenido la mente de
ahora, sin duda aquel "precioso conejito" hubiera sido
"devorado" con la avaricia del más asqueroso pederasta; y
posiblemente hubiera hecho una desgraciada a Carmencita.
No, no me arrepiento de no haber disfrutado de
"aquella rosa" tan delicada que la niña me ofrecía
seguramente sin tener plena conciencia de lo que hacía.
Pero aquella Flor me subyugó. Soñaba con la "rosa
húmeda y cálida" de aquella niña morena alta y preciosa día y
noche. Y no sé por qué, esa escena no se volvió a repetir.
¡Bueno! Es que Carmencita no vivía en mi barrio; era prima
de mi amigo Manolo, y de vez en cuando visitaba a sus tíos. Y
23
24
aquel "inusitado cuadro" fue producto de ¡vaya usted a saber
porqué! Pero no se volvió a repetir.
Aquella escena, sirvió para encandilar mis sentidos. El
hacer "guarrerías" se había convertido a mis 13 añitos en una
obsesión. Pero en aquel entonces, el follar (como se dice hoy)
era algo tan imposible de alcanzar para un niño como yo
educado bajo los preceptos de la Santa Madre Iglesia; era
como conseguir un sueño irrealizable.
Era pecado mortal, sí, mortal, de esos que te condenan
al fuego eterno para la eternidad. ¡Y coño! Qué un chumino
no merecía la pena tanto sufrimiento. Pero esa idea te duraba
menos tiempo de lo que tarda en cocerse un espárrago; y al
momento, otra vez con "la pilila tiesa" soñando con lo
prohibido.
¡Cuántas pajas me hice pensando en tu coñito
Carmencita! ¡Cómo te recuerdo! Jamás te olvidaré. ¿Por qué
tanto me sublimabas?
Mi primera "gayola"
24
25
Debo hacer un inciso, para relatar algo que tiene
relación con los olores corporales. Había una señora muy
mayor que solía ayudar a mi madre en las tareas domesticas;
y cada vez que pasaba por mi lado, el aire que respiraba en
ese momento parecía estar impregnado de un tufillo que mis
fosas nasales intuían que procedía de "sus fondillos". Un tufo
que me resultaba algo asqueroso, y me preguntaba: ¿Olerán
todos los chuminos cómo este?
Y como no había olido ninguno en su verdadera
fragancia natural una vez pasado por el bidé... ¡Bueno! a la
sazón por la palangana, porque el bidé no se conocía en las
casas de los pobres, o al menos en la de mis padres, no lo
había; no tenía conocimento claro del olor íntimo de la mujer.
Me decía: "cómo todos huelan igual que el de esta
señora, mucho me temo, que no voy a catar de esa sopa". Y
no es que fuera un niño asqueroso, pero aquel olorcillo a
añejo, me tenía algo inquieto y preocupado.
Pero no. De repente me vino el recuerdo del olor del
chichi de Carmencita. Debo aclarar, que cuando tuve a
centímetros de mis narices aquel "clavel reventón", sus
vapores inundaron mis sentidos, llenándolos de sensaciones
tan deleitosas que desde entonces no concibo hacer el amor
sin sentir la fragancia de la hembra en celo. Porque por lo
visto, cuando la mujer está en ese estado sus hormonas
emiten "ese perfume" tan especial, que para el hombre es
bálsamo de vírgenes que le traslada "al séptimo cielo".
¡Qué diferencia de aromas, Señor! El perfume de "su
amapola" me producía tales sensaciones y emociones, que
(gracias a Dios y a Carmencita) descubrí que el olor de una
hembra, es sin duda uno de los bálsamos o aceites que
inundan intensamente la libido del hombre.
Y es verdad; al recordar aquella fragancia, mis "carnes
colgantes" sufrieron como un estremecimiento. Aquellos
"diciocho centímetros" parecía que querían liberarse de algo
que les constreñía.
Efectivamente ¡Ay que joderse! Que sabia es la
Naturaleza. A mí no me enseñaron como ahora pretenden
25
26
enseñar a los chavales asignaturas sobre la educación sexual.
Ni puñetera falta que me hacía; la Naturaleza es la mejor
educadora para los temas de "la braga y la bragueta", y te lo
enseña todo con naturalidad, sin falsos conceptos morales.
Pues como decía, "aquello" se puso más duro que "el
cerrojo de un penal". El olor de Carmencita volvía a mis fosas
nasales que las inundaba con sus fragancias de morena
sureña, creo que de Motril. (Es que las "granainas" tienen un
encanto especial)
"Aquel nardo" reventó a las primeras "vueltas de
manivela", dejando en aquellas sábanas viejas, pero blancas,
(mi madre las lavaba con añil), las huellas de la primera y
maravillosa sensación sexual que tuvo este imberbe a sus
trece añitos.
26
27
Isabelita era ahora "la niña de mis ojos"; pero no sé si
por apocado o por miedoso no me atrevía a insinuarme, no
era capaz de hacer realidad mis pensamientos hacia ella.
Debo aclarar, que los niños de aquellos años salvo
excepciones, estábamos bajo la influencia de aquel régimen
"tan espiritual" que pretendía elevar a los jóvenes a través del
alma hacia Dios.
La separación de niños y niñas en los colegios era una
muestra evidente para evitar las tentaciones del sexo; puesto
que pecar contra ese mandamiento fuera del matrimonio, era
uno de los pecados mortales que te mandaba al Infierno sin
remisión en caso de no arrepentirte. Por eso no es de
extrañar, que cuando a un joven de la época le preguntaban:
-¿Y tú, para que te quieres casar?
La respuesta inmediata era:
-¡Para joder!
Quizás aquel sistema tan excesivo a reprimir toda
actividad sexual fuera del matrimonio, fue el que me privó de
saborear las mieles de aquellas niñas; y hoy me doy cuenta
que me lo pedían casi a gritos, pero a mis trece o catorce
añitos ni me enteraba. Y voy a contar porqué.
Era un niño bastante mono; delgadito, muy alto para
la época. Mediría por los menos un metro setenta y cinco
centímetros, morenito y con cierto aire de galán latino. Pero
con un concepto totalmente equivocado del pensamiento
femenino: tenía la absurda creencia, que todas las mujeres
venían al mundo para ser esposas y madres ejemplares,
(como mi madre y mi hermana) ¡Pero que inocente era!
Recuerdo mil detalles de mujeres solteras y casadas,
que me lo pedían casi a gritos, y como digo antes, yo sin
enterarme por culpa de ese concepto. También debo de
aclarar, que mis inclinaciones sexuales iban encaminadas por
la senda del espíritu. Me explico:
Hacer el amor, sólo lo imaginaba a través de una
atracción más bien espiritual que material. No concebía el
follar por follar; no entraba en mis parámetros sexuales. Con
esta mentalidad no es de extrañar, que desestimara aquellas
27
28
que no entraban en mis conceptos sobre el sexto
Mandamiento.
Isabelita era todo deseo, pero como era tan cándido y
la respetaba tanto, sólo los satisfacía en la soledad de mi
habitación, y entre mis sábanas níveas.
28
29
casi al descubierto unas tetitas más desarrolladas que
incipientes.
Y como un servidor no había visto entonces ninguna
teta femenina, ni tan siquiera las de mi hermana, me produjo
una cierta impresión, ya que no suponía que una niña en esa
guisa, tuviera ese cuerpo de mujer, cuando estaba harto de
verla como a una niña con su faldita, sus calcetines, y su
blusa o jersey todos los días que jugábamos al rescate los
niños y niñas juntos, o las niñas al corro.
Recuerdo también que estaba un poco contrariado,
porque la presencia de tanta niña, sinceramente me aturdía.
Y además, mi ilusión era la de estar a solas con Isabelita.
Pero ¡leche! Aquel pedazo de cuerpo empezaba a ponerme en
tensión, (sobre todo un miembro muy particularmente)
cuando se quitó la combinación y se me quedó en braguitas y
sostén; mientras las otras niñas empezaban también el "baile
del destape".
Cada vez que lo recuerdo, me proviene una sensación
de frustración tremenda, ya que aquello que parecía iba a ser
una desenfreno, quedó en agua de borrajas, por lo que
sucedió al momento.
Una llamada inesperada a la puerta fue lo que me hizo
saltar por la ventana del patio (estaba a ras del suelo) y salir
de naja por otra ventana que daba al corredor de los pisos.
Era otra amiguita de Isabelita que quería jugar con
ellas. Lo que nunca supe, es si estaba al tanto de lo que allí
acontecía, o fue simplemente a charlar.
¿Y cómo acabó aquello?
Pues acabó, que este estólido, no volvió a la "escena del
crimen" porque del susto... ¡Menudo era el padre de Isabelita!
casi se "giña" en los calzoncillos.
31
32
Y así acabó mi veraneo en el Real de San Vicente, no
sabiendo si aquellas niñas me querían envenenar, o me
ofrecían "sus licores" para que catase de ellos.
32
33
33
34
Yo tenía 18 años y empezaba a despertar a las
disquisiciones del sexo. He de decir, que en aquella época los
niños íbamos más atrasados que las niñas en picardías; me
di cuenta después, cuando leí el diario de mi prima y cuando
rememoraba aquellas escenas en que las niñas me lo ponían
en bandeja y yo sin enterarme. ¡Es que yo era un niño muy
mono! ¿Saben ustedes?
Pero era tan cándido, que estaba convencido que las
niñas no sentían como los niños en materia de sexo. Que
ellas sólo habían nacido para ser mamás, cuidar a sus hijos y
quererles mucho. ¡Ah! y para ser alcahuetas, lo que le
llamaba mi tío a mi tía. No sabía lo que significaba entonces,
pero nada bueno, ya que se lo decía cuando se cabreaba.
Yo espiaba a mi prima Marucha, y lo que más me
gustaba era buscar entre la ropa sucia sus braguitas y
olerlas; ya que como he contado en el "cuento de la otra
Carmencia" el aroma de "un coño en flor" me sublima, y
porque producen en mi mente muchas fantasías que me
ayudaban a "cascármela" con más ilusión.
Revolvía en sus cosas buscando cosas íntimas de ella.
Deseaba alimentar mis quimeras, porque como todos sabéis,
"una paja" sin fantasía no sabe a nada. Y buscaba todo
aquello de mi prima que ayudara a mi tarea.
Mi tía le decía a mi mamá.
-María, alguien me revuelve en la maleta y el armario.
-¡Pero Felisa, mujer! Quien te va a andar en la ropa.
-¡Ay no sé! Pero no me la encuentro como la dejo.
-¿Te falta algo?
-¡Mira, eso no! Nada me falta.
-Entonces cuñada no te preocupes, igual es Marucha.
-No, no creo.
Las oía y me partía de risa. Estaba considerado como
el "lila" de la casa, incapaz de hacer lo que hacia, ¡Sí, sí! Me
tenían como a un niño tipo "Ginesito" que no se entera de que
va la misa, y que sólo se dedicaba a estudiar y a jugar con los
soldaditos de plomo.
34
35
Un día no sé porqué, se me ocurrió mirar debajo de la
cama que dormía ella, y vi una caja de lata, (como aquellas de
las de carne de membrillo) pegada a la pared, y como medio
escondida entre una de las patas.
Me dió un vuelco el corazón, intuía algo terrible para
mi morbo. Ese día estaba solo en casa con la tripita mala; mi
mamá y mi tía habían ido a comprar los garbanzos y las
patatas, y mis hermanos y Marucha en el cole.
Antes de tomar aquel tesoro para mis ansias, me fijé
muy bien en la posición que estaba para dejarla exactamente
igual. Estaba mi tía y mi prima mosqueadas con que alguien
tocaba sus cosas, y no quería dejar más pistas.
Miré al reloj y eran las once y cuarto de la mañana.
Tenía 45 minutos por delante, hasta las doce no venía mi
prima. El corazón me latía cada vez con más fuerza.
Tomé aquella cajita de lata, pero me parecía de nácar
por lo que esperaba encontrar en ella. La emoción era tan
intensa que sólo el contacto de mi mano para abrirla, se me
puso tan gorda (la mano no, lo otro) que al igual que el
corazón, hacía contra la tripita: ¡pom... pom... pom...! ¡Qué
momento! ¡Qué momento!
Una libreta de tapas de hule rosa, tomé con mis
manos, y leí en la tapa que ponía: MI DIARIO.
35
36
Es terrible para una chica que ha sido mujer a los 12
años. Las de veces que me he tenido que confesar este pecado.
El cura señor Tobías que es muy bueno me dice cuando le
confieso mis terribles sensaciones:
-Marucha hija mía, esa flor que tienes nunca dejes que
se deshoje y marchite; guárdala como guardas tu alma: limpia
y pura...
-Padre, limpia si que la guardo, me la lavo todos los
días.
-No me refiero a esa clase de limpieza hija, me refiero a
la limpieza espiritual de tu rosa. Debe ir limpia de contacto de
varón hasta el matrimonio. Que el hombre que Dios te tiene
reservado para ti, recoja esa flor en su máximo esplendor. No
le defraudes.
36
37
Supe lo que es el placer que da el hacer eso (antes no se
llamaba orgasmos) y lloré de felicidad en los brazos de Jorge.
¡Me sentí la mujer más feliz del universo!
37
38
enviará a ningún varón puro y casto que se haga cargo de tu
desgracia.
Salí compungida del confesionario; Jorge me había
robado "la flor" y estaba en un mar de dudas. Pero lo terrible
es que no podía consultar con nadie mi desgracia, porque:
¿quién iba a rebatir la sentencia de un cura?
¡Dios mío! Como Jorge no cumpliera y se casara
conmigo, me veía en la calle, en el arroyo... y lo más horrendo;
en el Infierno.
38
39
-Te he visto varias veces con ese chico que sales, y que
se ha marchado a la mili hace unos días. ¿Voy bien?
-¡Jolín! Va derecha al asunto. Pensé sin hablar, pero mis
ojos me delataron.
-Y ese chico te ha pedido que le des lo que a todas las
mujeres nos piden los hombres, y se lo has dado. ¿Me
equivoco?
-Así es, doña Pura. ¿Cómo ha podido adivinarlo?
-No hace falta ser adivina Marucha, sólo tener cincuenta
años y haber pasado por lo que tú hace mucho tiempo. -A ver si
sigo adivinando. Y tú desasosiego proviene porque tu confesor
te ha dicho que estás en pecado mortal.
-Bueno, ya no, porque he cumplido mi penitencia y Dios
me ha perdonado. Mi ansiedad es porque no sé que hacer
ahora que ya no soy virgen.
-Mira niña: si ese chico te ama, te responderá, y si te
olvida, ponle "un puente de plata". Pero no creas que es porque
Dios lo ha querido, ha sido porque los hombres son así.
-¿Y qué hago si no me responde?
-Lo que te he dicho, olvidarle tú también.
-Pero me ha dicho mi confesor que desvirgada ya ningún
hombre me querrá.
-Tu confesor es gilipollas. Yo, con el virgo más roto que el
de "La Lirio" (la postituta más famosa de Madrid), he tenido
decenas de hombres a mis pies pidiéndome matrimonio.
-Pero es que usted doña Pura, se ve que ha sido y sigue
siendo una mujer muy hermosa.
-Esa es la clave niña: la belleza. Y tú eres más bella que
yo lo fui a tu edad. Manda a ese cura a "tomar vientos a la
farola", y ve con la seguridad absoluta que cientos de hombres
se pondrán a tus pies.
39
40
Los consejos de doña Pura me han dado mucho valor y
ánimo. Me miro al espejo desnuda y ¡es verdad! soy muy
bella. Mis pechos son firmes como rocas pendientes de un
abismo. Mis piernas como dos pedestales, y mi rostro es
como la "belleza de un valle de cerezos en flor". ¡Sí soy una
mujer muy hermosa! y si el imbécil de Jorge se olvida de mí,
que también se vaya "a hacer vientos a la farola".
Acabo de recibir una carta de Jorge. ¡Ay! Qué emoción.
40
41
-Felisín, ¿que haces? Dijo mi mamá nada más abrir la
puerta de la casa.
-Nada mamá, estudiando como siempre en la cama.
-¿Tienes fiebre?
-No, no creo.
-Ahora voy y te pongo el termómetro.
-Vale mamá.
¡Jopé que si tenía fiebre! Como mi mamá me ponga el
termómetro en las ingles, seguro que se sale el mercurio.
Aquello me reventaba.
¡Jopelín con mi prima! ¡Vaya, vaya! Conque las niñas
también se hacen "pajas".
No lo creía. Mejor dicho, mi estupidez sobre el
comportamiento de las niñas de mi edad ante el sexo no me
permitía ver que ellas en esa materia tienen las mismas
fantasías y deseos que nosotros. Lo que pasa, que aún
viéndolo no lo asumí hasta bastante mayorcito.
Me las prometía muy felices leyendo el diario de
Montsita, "Las gayolas" que me esperaban ansiosas iban a
ser de competición.
Al día siguiente fue a por "mi tesoro" ¡Y oh Dios! no
estaba, no estaba... no estaba...
Nunca supe como pudo desaparecer de allí el diario de
mi prima. Jamás vi en ella una mirada de reproche o de
sospecha... Ya no podía seguir leyendo sus intimidades, pero
si oliendo sus braguitas de algodón o de piqué, y con mucho
disimulo, como jugando le olía las yemas de los dedos de sus
manos, como intentando encontrar en ellos mis ilusiones
perdidas.
Al poco tiempo se fueron mis titos a un piso de la calle
Ayala y dejé de espiar a mi prima.
Ya nunca más mis "pajas" de púber fueron como antes.
41
42
El chichi de la otra Carmencita
43
44
como abordar aquella situación; me producía una especie de
morbillo.
Su papá, el señor Rogelio era taxista y estaba todo el
día fuera de casa, y su único hermano también regresaba del
trabajo muy tarde. Y su madre, no paraba de trajinar por la
casa o fuera de ella en otros quehaceres domésticos.
-¡Bueno niña! Le dijo el primer día que comenzamos las
clases. A ver si te aplicas y aprendes lo que te va a enseñar
Felisín.
-Sí, mamá.
-Os pongo el brasero en la mesa camilla, para que no
paséis frío.
-Gracias señora Adela, nos vendrá muy bien ya que
hace un frío que pela. De vez en cuando, le echáis "una
firmita".
Ya saben que las mesas camillas suelen ser redondas,
con un cubierta generalmente de hule o tela que llega hasta
el suelo, y que sirven como manta para los que se sientan
alrededor les cubran las piernas y estén calentitos.
El brasero se sitúa en un bastidor justo en medio del
fondo de la mesita, y se cubre con una campana de alambre
para evitar que por un descuido alguien meta los pies, y se
queme.
Comencé muy serio y circunspecto, no quería
defraudar la confianza que la señora Adela había depositado
en mí. La niña se sentó a mi derecha, casi pegada a mi
cuerpo, cuando lo normal hubiera sido que se sentara
enfrente, y lo primero que sentí fue su muslo como se pegaba
al mío por debajo de aquellas faldas de la mesilla.
La señora Adela estaba en la cocina, y nosotros en el
comedor, bastante retirado, ya que a las dos estancias les
separaba un pasillo de unos diez metros de largo.
Empecé la clase hablando muy alto, para que me
oyera.
Me dijo Carmencita. -No hace falta que grites tanto,
que no soy sorda. Obvio decir, que no le dije que si hablaba
44
45
alto, era para que su mamá viera que estábamos estudiando.
Por lo que me volvió a decir, leyéndome el pensamiento,
-No te preocupes por mi madre, ella te tiene por un
chico muy serio y formalito.
Al momento dijo la señora Adela:
-Carmen, voy al mercado, cuida el cocido que tengo
puesto en la lumbre, y dale algunas vueltas cada diez
minutos.
-Sí, mamá. Se oyó la puerta de la entrada como se
cerraba.
-Felisín, ¿No te gustaría que jugáramos a otra cosa en
vez de dar la clase de "mates?
Me entró como una especie de "temblaera" que ella
notó, ya que como dije tenía su muslo izquierdo pegado al
mío.
-¿Qué te pasa? ¿Tienes frío?
-No, no... es que estoy un poco nervioso...
-No seré yo la que te pone nervioso, ¿verdad?
-Pues sí, Carmencita. Eres tú la que me está poniendo
nervioso. Dije un tanto exasperado. Pero no era porque me
disgustara la situación, era porque no sabía que hacer, aún
deseando "meter mano".
-¡Joder! con las niñas ¡Qué verdad es, que son más
listas, astutas y sagaces que los niños! Cómo adivinado mis
temores, me tomó la mano a la vez que me decía:
-No me dirás que no te gusta que estemos los dos
solos. ¿verdad?
-No. No... me encanta... Pero... (balbucee) –Es que me
da corte.
¡La madre que la parió! al momento sentí por debajo de
la mesilla, como su mano derecha se iba derecha a mi
bragueta.
-Carmencita...
-Dime
Me respondió pero sin soltar la mano e intentado
buscar un bulto que todavía no se había formado.
-¿Tú cómo tienes el chichi? –Le dije con un hilo de voz.
45
46
La risa escuchó hasta en el primer piso, a la vez que
me decía:
-¿Es que nunca has visto ninguno?
-Sí, he visto dos: uno de niña me pareció muy bonito,
pero otro de mujer mayor, me pareció horrible.
-No es que el sexo de la mujer sea muy bonito, pero
bien que los hombres se vuelven locos por él. Pero bueno,
cuéntame, ¿por qué me haces esa pregunta? Me dijo como
intrigada.
-Si me prometes guardar el secreto, te lo cuento.
-Seré como una tumba.
Le conté mi desagradable visión del coño de la
Venancia; y esta vez si que su carcajada se escuchó hasta en
el último piso de finca. ¡Y tiene siete!
-Ven...
Se levantó, me tomó de la mano, y me llevó a la
habitación contigua al comedor.
Quedé totalmente alucinado de lo que estaba viendo.
Se levantó la faldita, se bajó la braga, y se tumbó en la cama
totalmente abierta de piernas, a la vez que me decía:
-¿Es cómo éste?
Mi alucinación se tornó en deslumbramiento; su coño
era... era... ¡Cómo podría describirlo..!
Por mi mente pasaba a velocidad de vértigo aquella
asquerosa pierna vendada de la Venancia; pero al ver las de
Carmen en su totalidad quedé absorto, conocía su pedestal,
pero nunca pensé que el capitel de aquellas piernas, fueran
como el de una catedral.
La "cúpula rosada" de aquel "cimborrio" era
espectacular: dos labios de un color rosa emergían
suavemente como los pétalos de una flor entre una floresta de
cabellos rubios como el trigo. En la parte superior brotaba
algo que me dejó totalmente embelesado: cómo una fresa
surgía de aquella especie de capucha que brillaba e
iluminaba todos mis sentimientos.
Al ver la maravillosa obra de la Naturaleza, aquel asco
se tornó en deseos irrefrenables de llevarme a los labios tan
46
47
delicada cosa. Carmen se percató de mi estupefacción, y me
llevó ante las majestuosas columnas de su Templo.
Allí, en aquel momento empecé a adorar y venerar al
"Dios Coño".
Fue la primera "fresa" que libaron mis labios y saboreó
mi boca". La mixturas de aquel cóctel de flujos que emanaban
de aquella "fruta", me sabían a gloria; desde entonces no
concibo hacer el amor sin antes saborear las malvasías que
de allí se extraen.
Carmencita quedó como extasiada, no se pudo ni
imaginar mi reacción, por lo que me dijo una vez repuesta de
la impresión.
-¡Jolín Felisín! Te he dicho que lo mires, no que lo
chupes.
-¿Es que te ha desagradado?
-No, no, pero ya acaba lo que has empezado. Me dijo a
la vez que me echaba mano "al paquete" que amenazaba
romper el lazo que lo envolvía.
Pero no pudo ser, en ese momento se escuchó como se
abría la puerta de la entrada; la señora Adela volvía.
A toda prisa Carmencita se subió las bragas, se colocó
bien la faldita y nos fuimos a la mesa camilla a seguir con los
quebrados. ¡Quebrado es cómo quedó el pito!
-¿Todo bien Carmencita?
-Sí mamá, todo bien.
47
48
La "pipa" de la Venancia
48
49
Madrid. Pero los espectáculos para mayores estaban tan
vigilados por los censores, que en las revistas de teatro
alertaban la moral y la decencia de una forma estricta, y los
cortes en las películas americanas eran tan drásticos, que en
la película Mogambo, Grace Kelly, la censura hizo que fuera
la hermana de su marido, no su esposa.
Esto que voy a contar, aconteció en el año 1956, en el
mes de Mayo. Lo recuerdo bien porque en ese mes los
colegios e institutos que estudiaba le dedicada a la Virgen
María, con aquella canción que nunca olvidaré:
Venid y vamos todos...
Con flores a María. Con flores a María...
Que madre nuestra es.
Estudia segundo de bachiller elemental en uno de los
Institutos oficiales del Estado. ¡por supuesto! no como hoy.
Entonces los niños con los niños, y las niñas con las niñas.
Ni tan siquiera en clase podías tener ni el más leve roce con
una compañera.
Un buen día Manolito, un compañero de clase, muy
espabilado él, me dijo:
-Félix, me han dado la dirección de una tía, que le
puedes echar un "kiki" en su casa por diez pesetas.
Para que tengan una idea, diez pesetas del año 1956,
equivaldrían a un euro o un dólar de hoy, cantidad aunque
no muy grande para un estudiante de padres pobres, suponía
lo que te daban a la semana para el transporte y tus gastillos.
El metro costaba 25 céntimos de pesetas, por doce viajes, ya
se te iban tres pesetas a la semana. O sea: que te quedaban
siete para los gastillos. Por lo que le dije:
A mí no me llega, me quedan siete pesetas que las
guardo para el domingo.
-No te preocupes, yo te presto lo que falta
Los padres de Manolito tenían un bar, y el muy cabrón
metía la mano "en la caja de las galletas", por lo que nunca le
faltaba un billete de cincuenta o cien pesetas.
Quedamos una tarde, y para la casa de la Venancia
nos fuimos a echar ese "kiki". Pero lo que allí vi, fue algo que
49
50
al cabo de los cincuenta años lo tengo tan grabado en mi
mente que no se me borra. No, no es ningún trauma, ya que
esa imagen para nada perturba mis neuronas, pero si supuso
una decepción para mis pobres nociones de lo que suponía
eran los coños de señora mayor; me imaginaba que eran
como el de Carmencita, pero con más pelo.
La Venancia estaba ocupada en ese momento, por lo
que Manolito y yo esperábamos turno "para entrar". Al rato
sentimos una voz vieja y cascada de mujer que provenía de
una habitación que decía:
-Pasa chaval.
Manolito y yo nos miramos con cara de estupefacción,
aquella voz cavernosa nos había acojonado.
-Pasa tú Félix. Me dijo Manolito con cara de miedo.
-Vale, pero déjame las diez pesetas para pagar.
Pasé a una habitación contigua, y allí estaba la
Venancia tumbada en un catre más que cama, boca arriba y
en pelotas.
Una venda más negra que blanca le cubría toda la
pierna izquierda. Nunca supe que hacía aquella venda allí,
pero es muy fácil suponer, que ocultaba algo muy asqueroso
de ver. Tendría, entre sesenta y setenta años.
-¿Traes las diez pesetas, chaval? Me dijo con esa voz de
cazalla.
-Sí señora, tenga usted.
-Déjalas encima de esa mesilla. ¡Venga! Monta y
espabila, que hay más gente esperando.
Juro que no sabía que hacer; quizás por vergüenza u
otro instinto me bajé los pantalones. La estancia estaba
iluminada por una luz mísera, por lo que la pierna vendada
de la Venancia le daba un aspecto de momia. Con los
pantalones y los calzoncillos por los tobillos, me sitúe
enfrente a un metro escaso de su coño.
¡Dios! Qué coño.
En aquella penumbra y entre un monte de pelos
negros, sobresalía de su entrepierna un colgajo de carne
negra cómo de unos quince centímetros de largo. La
50
51
impresión fue terrible, me subí los calzoncillos y el pantalón,
y salí de allí como alma que lleva el Diablo.
Manolito que esperaba, (ya no me acordaba de su
existencia) al verme salir de la casa a "toda leche" me siguió
escaleras abajo. Al llegar al portal paré mi carrera loca.
-¡Pero se puede saber que te pasa! Me dijo con cara de
cabreo.
Un tanto repuesto de la impresión, le dije:
-¡Qué es un tío Manolito! ¡Qué tiene polla, no coño!
Manolito, bastante más espabilado que yo en esos
temas, empezó a reírse de una forma desaforada.
-¡Se puede saber de qué te ríes, gilipollas! Ahora era yo
el cabreado.
-¡Qué no! lila, ¡Qué no! Qué eso no es una polla, se
llama: "la pipa", y todas las mujeres la tienen.
-¿Pero tan larga? Pregunté confuso.
-¡Bueno! "la pipa" de la Venancia es un caso especial.
Por regla general a muchas mujeres no les sobresale de "la
raja", pero que tengan uno o dos centímetros fuera, es muy
normal.
Aquella visión apagó un poco mis ardores sexuales, "se
me bajaba" cada vez que me acordaba de "aquel colgajo". Pero
gracias a que poco tiempo después vi en todo su esplendor el
chichi de otra Carmencita, una linda niña de dieciocho años,
quedé reivindicado con el coño. Gracias a Dios no eran todos
como el de la Venancia.
Mucho más tarde supe, que "esa cosa" que a algunas
mujeres les cuelga del chichi, se llama: clítoris.
Es que la educación sexual de aquellos años, era muy
"estrecha"; la Naturaleza es la que se encargaba de
enseñarnos todo lo relativo al sexo.
51
52
Las “querindongas" de la calle Ayala
52
53
La del segundo letra B. Una tía de impresión, de unos
30 años, querida de un pelotari vasco como un armario de
grande.
Un día le dijo a mi padre si Felisín (un servidor) podía
subir a arreglarse no sé que aparato.
Allí fue Felisín con sus 16 añitos a la casa de la
aludida para ver que había que arreglarle. Me dijo acostada
en la cama:
-Felisín. Mira, aprieta la tuerca del somier que está
floja y hace mucho ruido.
Y Felisín en vez de sacar “el nabo” y apretarle el chocho
como lo estaba pidiendo con los ojos encendidos de pasión,
tomó una llave inglesa, y apretó la tuerca del somier.
Y se fue, dejando a la cachonda seguramente
haciéndose una paja.
La asistenta de un maestro soltero que vivía el cuarto
letra I. También ¡cómo me lo pedía la tía! Sólo me atreví un
día abrazarle y tocarle una tetita por encima del vestido, un
día que nos cruzamos por aquel pasillo lóbrego, largo y
estrecho. Me dijo que entrara en su casa, que no estaba el
señor. Pero otra vez el miedo a pecar, y a las hostias que me
caerían si se enteraba mi padre, me la volvieron a “arrugar”.
Lo que si me doy de hostias por no haberme follado, es
a Mari Luz, del sexto D. Querida de un millonario. La tía
estaba tan buena, que mi íntimo amigo José (q,e.p.d.) decía
que se hacia “una diaria” a su salud.
La muy “putona” cada dos por tres me estaba llamando
para arreglarle: ayer la lámpara del salón, antes de ayer un
enchufe y otro día cualquier otra cosa.
Me recibía con una blusa azul cielo, con un lacito en el
centro, y con las dos tetas más en las afueras que en los
adentros.
Y el pobre Felisín dudando entre meter mano en
aquellas macetas y “regarlas” abundantemente, o reprimirse
ante las consecuencias que se podrían producir en caso de
equivocarme.
53
54
¡Qué buena estaba, Mariluz! No me extraña que tu
querido te pusiera un piso y te tuviera como a una reina. Tú,
seguramente hubieras dado algo por tener “una pollita”
jovencita y dura en tus entrañas, y yo hubiera dado todo
porque la tuvieras, pero los dos nos quedamos con las ganas.
Por eso circulaba una poesía por Madrid, con estos
versos, en la relación a la supresión de las casas de citas que
había en Madrid.
54
55
Las siestas con mi prima Marucha
55
56
buen pellizco en las partes más mollares, con 19 o 20 años,
que pensaría en esta circunstancia descrita?
Podría ser, que, por su mente no pasaran pasajes
eróticos; quizás el pensar que tenía a su lado a un niño
imberbe no se le ocurriera la más mínima elucubración
erótica. Sinceramente no lo sé, y nunca lo sabré, entre otras
razones porque a mi prima no la veo por lo menos desde
hace 50 años. Sé que está (o estaba) felizmente casada.
Recuerdo como si fuera hoy mismo, que fuimos los dos
solos a dar un paseo por un monte cercano. Quien no
conozca El Real de San Vicente, le digo que es un pueblo
serrano de la Provincia de Toledo situado el límite de la de
Avila. Famoso por sus finas aguas; es un sanísimo lugar para
tomar el aire más puro que se puede respirar.
Nos paramos al lado de unas piedras, y de pronto salió
una culebra de entre las mismas, una culebrilla tan pequeña
que no era para asustarse. Pero mi prima se aferró a mí como
muy asustada, y se pegó a mi cuerpo como una lapa durante
unos segundos.
Tampoco puedo ni tan siquiera acercarme a la
realidad, si hizo ese gesto por miedo a la culebrilla, o que
deseaba abrazarme para echar allí mismo "un casquete". No
lo sé la verdad. Pero lo que si puedo asegurar, que yo le
hubiera echado no-uno, por lo menos tres.
Pero cuando estuve seguro de que con ella hubiera
llegado por lo menos a darme un revolcón, fue cuando al poco
tiempo ella y mi tía (su madre) pararon en nuestra casa de
Madrid unos días porque venían de médicos.
Una mañana entré en el servicio y estaba en
combinación lavándose la cara. Se le marcaba el tafanario
como a la chica en la ventana del cuadro de Salvador Dalí. No
sé cómo pude atreverme, pero la abracé por detrás y recuerdo
perfectamente como "la restregué la cebolleta" por las nalgas.
Ella giró la cabeza, me miró y no me dijo nada. El caso es,
que deshice el abrazo y salí del servicio como si no hubiera
pasado nada.
56
57
¡Joder! Prima. Durante un tiempo fuiste el motivo de
mis placeres solitarios. Y hoy, allá donde estés, te mando un
beso muy fuerte y te deseo lo mejor.
¡Cuántas sábanas mojaron con tu imagen en mis
poluciones nocturnas!
57
58
Mi amigo José Luis, yo, y aquella puta.
59
60
Entré con más miedo que vergüenza a aquella
habitación donde olía a una mezcla de "sobaco y entrepierna"
que me hizo dar dos arcadas.
La rubia tendida en cama, boca arriba, y con un paño
limpiándose la zona perianal, en donde se advertían una
rojeces alrededor de la misma.
La sombra de la Venancia otra vez me vino a la cabeza;
a pesar de que la rubia tenía un cuerpazo de carnes rosadas;
la imagen que vi, y el olor a pedo o a yo que sé, me echaron
para atrás, y sin decir nada salí de la alcoba. No corriendo
como otrora hice con la Venancia.
-Chaval, ¿no entras?
-No. No supe decir otra cosa.
José Luis me estaba esperando en el comedor.
-¡Ya has terminado!
-No he entrado.
-¿Y eso?
-Ahora te cuento.
Salimos de aquella estancia en silencio. Una vez en la
calle.
-Macho, ¿me puedes decir que te ha pasado?
-No pude, me dio asco el ambiente que me encontré al
entrar.
-Pues yo le he echado "un polvo" que me ha dejado
aliviado para una semana.
Y allí acabó otra desgraciada aventurilla sexual, la que
me estaba anunciando que de "putero" no tenía nada, que las
putas no eran de mi devoción.
60
61
Mi primo y aquel puchero en la lumbre
61
62
Recuerdo aquel hogar de leña, que servía también de
cocina, y aquel puchero de barro con todos los ingredientes
para hacer un buen cocido. Me dijo mi tío Lucio:
-Felisín, no tienes más que mover el puchero, y de vez
en cuando le das una vuelta con esta cuchara de palo.
Aquel cocido para comer cinco personas, a las dos de
la tarde estaba vacío. Juro y por jurar no me arrepiento, que
me lo zampé todo yo solito, no dejé ni un garbanzo perdido
por el fondo del perol. Todavía, al cabo de más de cincuenta y
cinco años, conservo en el paladar, el sabor de aquel tocinillo,
de aquella morcilla y de aquel choricillo.
¡Qué hambre se pasaba en aquellos años!
Volviendo a mi primo, dormía con él, ya que no
disponían de una cama para que durmiera solo. No tardó ni
una semana de manifestar en mi culo sus deseos libidinosos.
Debo decir, (y no hace falta que lo jure) que jamás
pensé hacer lo que conmigo hizo José Luis; pero también he
de confesar que no me desagradó, ya que me convertí en su
"novia" el tiempo que estuve en su casa; ya que todas las
noches me follaba.
Una noche desperté, y le tenía pegado a mí, con su
polla bien tiesa soldada a mi culo. Recuerdo muy vagamente
que le dije:
-¿Eres maricón? (Entonces lo de gay no se conocía)
No dijo absolutamente nada, se limitó a seguir con su
polla pegada a mi culo, y yo tampoco hice nada por separarla
de allí, al contrario, aquella cosa adherida a "mi raja" me
producía un cosquilleo que me gustaba; así que le deje hacer
hasta que empezó a dar unas sacudidas y suspiros; y al
sentir en mis nalgas una cosa caliente y mojada, comprendí
que aquello era la "lefa" de mi primo que se había corrido.
Y así, durante aquellas vacaciones me convertí en una
linda mujercita que mi primo follaba todas las noches con
desmedia pasión y que "a una servidora" le enantaba.
62
63
Mi primera carta de amor
63
64
Recuerdo a Isabel con tanta ternura que todavía
conservo su frescura, y al encontrar esta carta en un rincón
de donde no tengo nada; allí estaba.
16 de Julio de 1954
Mi querida Isabelita:
Lo primero que he hecho nada más llegar a esta playa
de La Malvarrosa, es buscar tintero y pluma para aplacar la
ansiedad que me devora el alma: escribirte esta carta. Doce
horas en ese vagón viendo pasar los árboles por la ventanilla,
y en cada uno ver tu cara cruzando a toda velocidad, alargar
mis brazos y no poderte abrazar ha sido como un tormento. ¡Mi
querida Isabel! ¡Qué mal momento!
Me han dicho mis papás que me conviene un cambio de
aires, dicen que estoy muy delgadito y que no como. Ellos no
saben que con tus besos furtivos no necesito más alimento.
Aquí dicen que se come muy bien, pero el no verte... ¡Quién
me quita a mi este sufrimiento! ¡Un mes aquí sin ti!
Estamos en un colegio de internos, al lado de la playa,
entre naranjos y flores y dormimos todos los niños en un
pabellón muy grande. Estoy tumbado en mi cama desde donde
veo el mar; pero lo que miro son tus ojos y tus labios, y acaricio
tu pelo como si fueran las olas. ¡Me gusta tu pelo moreno
Isabel! El mechoncito que me traje lo tengo guardadito en un
estuche que le he quitado a mi mamá. No sabes la fuerza que
me va a dar para poder sobrellevar un mes sin coger tu mano.
No te rías, pero mirando al mar se me ha ocurrido un
poema... mi primer verso. Me da vergüenza leerlo, pero como
me ha salido del corazón, sé que para ti será como un regalo
que no tiene precio. Cierra los ojos que te lo voy a leer.
Al igual que los cielos se miran en el mar...
Yo me miro tus ojos de misteriosa profundidad.
De verdad Isabelita. No hago nada más que pensar en
ti. ¿Esto es amor, verdad? ¿A ti te pasa lo mismo?
El otro día que me dijiste que pasara a tu casa, que
estabas sola, te juro Isabelita que si no pasé es porque me dio
64
65
mucho miedo, ¿sabes? Nunca he estado con una niña, y no
sabía que hacer. Ya sé que hiciste un chocolate muy rico para
mí, pero era tanta vergüenza y temor que se me paralizaron las
piernas. Cuando vuelva a Madrid, si te parece en tu casa o en
la mía nos veremos un día y nos cogeremos de la mano y nos
daremos un beso. ¿Vale?
No me atreví a decirte si quieres ser mi novia, pero te lo
pido ahora, y si me dices que si, mi próxima carta empezará
por: Querida novia. ¿Qué ilusión me hace? ¿Y a ti?
Cuando llegue a Madrid
y estemos los dos solitos
Te voy a llenar de besitos.
Isabelita: me haces feliz.
Nada más de momento, escribe pronto ¡por favor! me
corroe la impaciencia.
Te quiero.
Tú Félix
65
66
Mis aventuras eróticas durante el
Franquismo
67
68
que como un servidor necesitaba de un chohito como agua de
Mayo que llevarse a sus tristes y llorosas partes.
Era arduo complicado el dar con ellas, ya que no
mostraban su “libertinaje sexual” a las primeras de cambio;
¡no, no! no lo pregonaban a los cuatro vientos, había que
ganarse la confianza de que uno era un caballero, y que no le
guiaba otra intención que la del amor ¡Madre mía! Las que yo
podría narrar aquí. ¡Cuántas pasaron por el arco de mis
triunfos! Pero lo que más me jode, son las que desearon pasar
por ellos, (por mis arcos) y yo por un prurito de sólo
“cepillarme” a las que me gustaban, dejé con las bragas
húmedas a chavalas, que hoy daría un pastón por bajárselas.
Estas niñas, tenían muy claro que todos los tabúes en
torno al sexo eran rollos macabeos de la iglesia, pero no
tenían más remedio que guardar las apariencias, porque
éramos tan cabrones los chavales de entonces, que encima
exigíamos por esposa a una mujer virgen. Eso de no desvirgar
a la novia la noche de bodas era algo inadmisible para el
novio, máxime si durante el noviazgo no “habías mojado el
pizarrín”.
Os recuerdo con una afecto inmenso, niñas. Gracias a
vosotras pude saber con tan sólo 16 añitos las delicias del
sexo. ¡Cuántas escenas maravillosas me vienen a la mente!
¿Qué será de vosotras? Os deseo las mayor felicidad del
mundo. Un fuerte beso, allá donde os encontréis.
Empecé sobre los 15 o 16 años a ir a los bailes, ya que
representaba los 18 años sin ninguna duda, que era la edad
mínima exigida para poder entrar a las salas.
Recuerdo perfectamente mi debut, tan bien como el día
de mi boda. Fue una sala que se llamaba "El Frontón", de la
calle de Bravo Murillo de Madrid; los días laborables se
jugaba a la pelota y los fines de semana hacían baile.
Nada digno que reseñar aquí, salvo que fue la primera
sala que pisarón mis pies en Madrid. Además no era de mi
agrado, "el ganao" que había no correspondía a las exigencias
de aquel chico aunque algo delgadito, muy alto y guapo.
68
69
Las salas Toky-Eder y Pensylvanía fuero las que
frecuenté inmediatamente después que la del Frontón.
Tampoco aquí nada importante que describir eróticamente.
Recuerdo que en Pensylvania costaba la entrada diez pesetas
y ta daban un cigarrillo y un vaso de vino.
69
70
Después de conocer numerosas salas, me decanté por
cuatro: en invierno, La Tuna y Studio, y en verano, los
Jardines Virginia y la Terraza del Hotel Montesol. Y desde
estas, se fomentaron casi todas mis "hazañas eróticas".
Juro (y cuando juro, no juro en vano) que puedo contar
con los dedos de la mano los noes que me dieron las que
saqué a bailar. Primero porque no sacaba a bailar a
cualquiera, y segundo, porque siempre estudiaba las
posibilidades de éxito provocando a "la víctima" de turno con
miraditas insinuantes, lo cual me indicaba la predisposición
de la moza, si estaba o no receptiva.
72
73
73
74
Cuentos de mi juventud
y soltería
1958 - 1967
74
75
Los líos amorosos de un niño guapo
Capítulo 1
Debo decir aún a riesgo de parecer un pedante, que
tuve veinte años esplendorosos teniendo en cuenta la época:
año 1960.
Medir un metro ochenta, una mata de pelo negro como
el azabache, un rostro agraciado, y andares de torero, no es
de extrañar que las mozas contemporáneas me vieran como a
un "latin lover", y vinieran a mis brazos a la menor
insinuación. (Aunque me gustaba más que ellas se me
insinuaran)
A la sazón, la mayoría de edad era a los 21 años, pero
voy a empezar mi repaso mental desde los 18. Aunque desde
los 14 hice mis pinitos sexuales con aquellas vecinas que me
provocaban, voy a omitir relatar ese período no sea que algún
lector o lectora pudibunda me acuse de pederasta.
Además, que más que follar fueron tocamientos y
besos castos y puros, ya que los años cincuenta para un
chaval de 15 años, sin una peseta en el bolsillo, el follar no es
que fuera difícil, era un milagro, puesto que la inmensa
mayoría de las chicas eran "decentes"; y aunque "les picaba"
exactamente igual como "les pica" a las de ahora, no
permitían a las primeras de cambio que se "lo rascara" el
chico que acababa de conocer en el baile. Se aguantaban lo
indecible las muy puñeteras.
Mi primera novieta
76
77
abandonar la incipiente relación que se adivinaba excitante.
(Y así fue durante casi un año)
77
78
Esa tarde vi a una Diana distinta; la verdad, que
nunca he sido un buen psicólogo del alma femenina;
posiblemente porque estaba poseído de una vanidad
demasiado grande. Aquellos mis dieciocho años no me
dejaban analizar el mundo femenino y sus consecuencias,
quizás por estar tan poseído de mí mismo.
-¿Qué te pasa mi amor? Te noto algo alterada y
sofocada. Le dije al observar sus mejillas sonrosadas y su
respiración más agitada que lo habitual.
Al acercarme más, con la intención de darle un beso,
me sobrevino un olor que enseguida identifiqué que provenía
de su sexo; efluvio que alteró mis neuronas, y que me produjo
unas extrañas sensaciones.
Se percató de mis incertidumbres y plasmó su boca en
la mía, abriendo la suya y ofreciéndome la lengua que
introdujo en mi cavidad bucal ante mi asombro.
Fue un beso interminable, nuestras lenguas
entrelazadas se rozaban apasionadamente como queriendo
fundirse en una misma. Llegó un momento que tuve que
despegar mi boca de la suya, pues me faltaba la respiración.
Sólo fui capaz de decir.
-¡Pero! ¡Pero! María. ¿Y esto? ¿A que es debido? ¿No
decías que los besos con lengua son impuros?
-¡Pero mira que eres panoli, Félix! Qué poco conoces a
las mujeres.
-Bueno María, la verdad, es que tú eres mi primera
novia formal, y trato de ser ese hombre capaz de merecerte;
por eso no quiero llegar a donde quizás no me lo permitas.
-Pues hoy te pienso permitir todo, para que veas lo
mucho que te quiere y te desea tu novia.
Aquel aroma procedente de "sus abismales" me
enajenaba; cada vez era más intenso e inundaba mis fosas
nasales del perfume que me enajena y me sublima, y que de
la mayoría de las mujeres (menos la Venancia) emana de sus
"parterres". Tomó mi mano izquierda (estaba sentada a mi
derecha) y la condujo sutilmente por debajo de sus faldas y
78
79
por el enramado de sus piernas, hasta llegar al final de aquel
valle.
-Tócame por favor, ¡tócame Félix! Hoy necesito sentirte.
Se abrió de piernas para que mis dedos pudieran
descorrer aquella cortina de blondas y sedas, y mis dedos
temblorosos se introducían por aquella braga buscando el
tesoro que custodiaban.
-¡Así! ¡Así! Félix ¡Así! me decía entre suspiros y jadeos.
Estaba tan nervioso que no me percaté hasta bien
tarde, que me estaba desabrochando los botones de la
bragueta (entonces no llevaban cremallera), y sólo cuando
sentí su mano acariciándome, percibí de la realidad.
Las manos de María alternando en las caricias los 18
centímetros de mi verga a punto de estallar, (cuando no la
acariciaban las dos a la vez), me volvían loco. Era la primera
vez que una mujer me masturbaba.
Mis dedos seguían manipulando aquella rosa tan
mojada, y se deslizaban con pasmosa suavidad de arriba
hacia abajo y viceversa, ante los suspiros y jadeos de Diana
María que no cesaba de repetir.
-¡Ah! Así, así cariño... sigue así y no pares. ¡Qué bien
me lo haces!
La verdad, no sabía como lo hacía, ya que era el primer
coño que de verdad tocaba; pero sus muslos se cerraban en
torno a mi mano hasta el punto que me impedía moverla. Se
retorcía de placer; lo notaba en sus ojos entornados y en olor
tan excitante que emanaba de "aquella rosaleda".
Un impulso me hizo apartar la mano de aquel horno
para oler mis dedos; y efectivamente, volví a creer que el olor
de una mujer en celo es el aroma más excitante que he olido
en mi vida. Desde entonces, todas la vulvas de las que he
gozado lo primero que hago es olerlas; y aunque los exudados
de las mujeres varían de intensidad según el Ph de las
portadoras, solamente su perfume me eleva los sentidos, y el
pene a sus máximas cotas de altura. Evidentemente me
refiero a las mujeres limpias, que a esa edad son todas, y
cuidadoras de su higiene íntima.
79
80
-No quites la mano cariño, que estoy a punto. Me dijo
casi suplicando.
Seguí moviendo mis dedos alrededor de su vulva,
introduciendo el medio y el índice en su vagina, acción que le
hacia mover el culo hacia adelante en suaves convulsiones.
Supe que se había corrido porque centró sus manos en
mi pene, mi mano chorreaba, y porque ya no me pedía más;
era ella la que ahora me daba.
Saqué el culo del banco, y lo puse en el borde del
mismo, estiré las piernas de modo que aflorara por la
bragueta en su totalidad; y me saqué los testículos para que
con la otra mano los pudiera sopesar bien.
-¡Jolín! Félix, qué cataplines más gordos tienes.
¡Cierto! tengo un par de huevos que da gusto mirarlos
(y más tocarlos) además, a esa edad los tenía muy duros y
bien pegados al culo.
Saqué el pañuelo a toda prisa, pues la catarata de
semen anunciaba su llegada. Tan inminente era, que el
primer disparo fue a incrustarse en su blusa color azul
celeste, y en su ojo izquierdo.
Fue inusitado, sencillamente maravilloso. De verdad
que estaba colado por aquella niña de 17 años, y a pesar de
mi inexperiencia, gocé de lo lindo.
Hoy al recordar, y con la experiencia sexual
acumulada, pienso que podría haber sacado más placer de
aquella situación. ¡Pero claro! no contemplo que tenía 18
años.
Desgraciadamente, mis sueños hacia aquella niña se
truncaron. No era aquella que decía que los besos de los
novios deben ser sin lengua, y que yo idealicé.
Un día, Manolo, uno de mis más íntimos amigos me
dijo.
-Félix, no sé si hago bien en decírtelo, pero a tu novia
la he visto en la discoteca Studio dándose el lote con un
menda.
No lo podía creer, mi niña pura y casta poniéndome los
cuernos.
80
81
La seguí un día que me dijo que no podía salir, y lo que
hizo fue quedar con un chico bastante mayor que ella, y por
lo visto un torerillo de poca monta que no llegó a triunfar.
Efectivamente, se dirigieron a la disacoteca Studio, y
allí la pillé abrazada a aquel menda.
-¡Joder! que disgusto. Me sentí cual Otelo devorado por
los celos. Pero de nada sirvieron, la culpa no la tenía aquel
hombre; y opté por lo más prudente: saludarla como si nada
hubiera pasado, tragármelos y seguir viviendo.
81
82
¡Dónde fueron Diana, aquellos te quiero!
¡El amor a mi puerta ya no llamaba!
¡Ay! de esos amoríos de mocedad
en aquellos años tan sombríos;
hervía la sangre debido a la edad
todo era ardor, ¡Qué poderío!
82
83
de aquella que todo era aroma,
recordar me pone el vello tieso
lo digo en serio, no es broma,
aquella boca de embeleso,
mis ínfulas ya no retoman.
¿Recuerdas en Pavillón?
Te llevé a ver a Paul Anka
para escuchar aquella canción
que hasta “las trancas”
me llena tu cara de emoción,
y suspiros me arrancas.
83
84
84
85
Capítulo 2
85
86
-Aquí empecé a mosquearme. ¡Qué coño tiene que ver
mi físico con el acto de la confesión!
-¡Bueno padre! Más que confesarme, quisiera aclarar
unas dudas que me han sobrevenido sobre el amor.
-¡Cuenta hijo, cuenta!
Aquí me escamé más, porque el cura pegó su oído a mi
boca y me tomó por el hombro, tanto que noté su aliento en
mi nuca, y sentí tanta repugnancia que hice esfuerzos para
no levantarme y dejarle allí plantado. Tragando saliva, dije.
-¿Es pecado la masturbación mutua entre los novios
que de verdad se quieren?
-¡Hijo mío! el onanismo, de por si es un pecado mortal,
y si la masturbación es compartida con otra persona, el
pecado es gravísimo. Aunque dependiendo del nivel a que se
llega.
-No le entiendo, padre.
-Sí, hijo. Quiero decir si la masturbación fue superficial
o profunda.
-Sigo sin entender, padre.
-Qué si el contacto fue de piel a piel, o a través de la
ropa.
-¡Bueno! aquí balbuceaba y no podía discernir si este
interrogatorio era necesario para darme la absolución. o el
curita se estaba poniendo cachondo. Tendría unos cincuenta
años.
-La verdad padre, la verdad, el contacto fue profundo,
calculo que unos diez centímetros de hondura; lo que mide
mi dedo índice de la mano izquierda.
Me miró, con cara de estupefacción, ya que mi
respuesta fue tan socarrona como inesperada. Pero prosiguió.
-O sea, que le metiste los deditos.
-Pues sí, padre. He entendido que una masturbación
profunda a una chica, es meter los dedos por la vagina.
-¡Bueno! ¡Bueno! efectivamente, lo que hiciste es una
masturbación profunda, y de las más graves, por lo tanto
estás en pecado mortal. ¿Sabes si ella se ha confesado?
-Pues no lo sé, porque me ha dejado por otro.
86
87
-Hijo.
-Dígame, padre.
-En caso de que no lo haya hecho, debes interceder por
ella, y contarme lo que te hizo, para que os pueda dar la
absolución a los dos.
Ya lo tenía muy claro. Al igual que otrora la proximidad
de Diana María me acaeció el aroma de su sensualidad,
ahora me sobrevino un olor a pene rancio que sin duda
volatilizaba de la sotana del cura. Lo tenía clarísimo, Dios no
necesita conocer esos detalles tan íntimos para perdonar a
sus hijos de sus pecados. Desde aquella confesión al día que
escribo "estos cuentos" han pasado cincuenta años, y no he
vuelto a pisar un confesionario. Pero decidí proseguir el acto
de confesión sin ninguna fe, lo hice para vacilar con el cura.
-¿Si le cuento lo que me hizo, también la perdonará?
-Intercederé ante nuestro Señor por ella, y si se ha
arrepentido de corazón, aunque no se haya confesado, si la
perdonará, Dios es misericordioso.¡Cuenta, cuenta!
-La verdad padre, fue ella la que tomó la iniciativa, ya
que mi pensamiento, a la sazón mi novia, la quería pura y
casta hasta el matrimonio.
-Eso te honra hijo. Prosigue.
-Cuando me quise dar cuenta, mi mano izquierda se
hallaba en su entrepierna.
-¿Y por qué no la retiraste inmediatamente?
-Pues porque no quemaba lo suficiente, y ese calorcillo
que emanaba, me era muy grato.
-¡O sea! que descorriste el telón.
-¿Qué si le bajé la braga?
-Sí, más o menos eso.
-Bueno, no exactamente se la bajé, ya que estaba
sentada, lo que hice fue meter ambos dedos por la boquilla
descorriéndola a un lado para poder maniobrar como Dios
manda.
-¡Calla, blasfemo! Qué Dios no manda esas cosas.
-Perdona padre, es una expresión muy común, ya lo
sabe.
87
88
-Y mientras, ¿qué hacía ella?
-Recuerdo que gemía y movía el culo, hasta que entró
en un estado por mí desconocido.
Ya no podía aguantar más la situación, el olor a
requesón que segregaba la sotana era insoportable, unido a
que pegó literalmente su hocico en mi cara, hizo que me
levantara como si fuera un resorte y salí pitando de allí, con
su voz aflautada repicando en mis oídos.
-¡Hijo! que no has hecho la penitencia, sigues en
pecado mortal...
89
90
enamorarme de ella, decidí hacerle mi novia; propuesta que
aceptó alborozada cuando se lo propuse.
No puedo precisar el tiempo que anduve saliendo con
ella, pero seguro que más de tres meses no, ya que a finales
de ese año ingresaba en la Academia de la Guardia Civil de El
Escorial para hacer el Servicio Militar, y la conocí finalizando
el verano de ese año.
Pepita servía en casa de unos señores que a juzgar por
la finca donde vivían, en el Barrio de Salamanca, deberían ser
muy pudientes, y porque además también tenían cocinera.
A la sazón, yo estaba bastante flaquito a pesar de mi
uno ochenta de estatura no llegaba a pesar los setenta kilos.
En mi casa no abundaban los manjares: lentejas, judías,
algún cocido con tocino más que carne, y pan con aceitunas
negras eran los sustentos cotidianos.
-Estas delgadito Félix, me dijo una tarde que
paseábamos por el Paseo del Pintor Rosales; y más abajo está
el Parque del Oeste, en donde las parejitas podían retozar,
pero previamente apagando los faroles que lo iluminaban.
-Bueno, le dije, pero estoy muy sano y fuerte. He de
aclarar que en aquella época se llevaba el tipo de mujer y
hombre llenitos, no como ahora que prima la delgadez.
Nos sentamos en un banco, seguro que no tenía en los
bolsillos más de diez pesetas, y ante mi asombro sacó del
bolso un bocadillo de jamón de impresión.
-Toma, a ver si te gusta el jamón de mi pueblo.
¡Joder! Que si me gustaba. Tenía una idea de lo que
era el jamón, que se extraía de las patas de los cochinos, pero
catarlo, ni idea.
Devoré aquel bocadillo en un plis plas. ¡Qué bien me
supo!
Al verme tan feliz y contento por aquello de: "las penas
con pan son menos", sacando un billete de veinticinco
pesetas, me dijo.
-Acéptalos, son para que te tomes una cervecita y me
invites a una Coca-Cola.
90
91
Juro por mi honor, que jamás he chuleado a una
mujer, es más, detesto la figura del chulo; pero los acepté.
De verdad que sentía pena por aquella chica que tanto
me quería, y que estaba tan ilusionada conmigo; pero el caso
es que me la follaba.
Yo, defensor del amor puro exento de lascivia, aprendí
que más vale meterla en un chochito calentito que hacerse
una paja, por lo que fui asumiendo, y el tiempo me lo ha
demostrado, que la mayoría de los seres humanos follan más
que hacen el amor.
Al recordar como lloraba al decirle que debíamos cortar
aquella relación, y precisamente al acabar de follar en un
palco de un cine de la calle de Alcalá, me siento un poco
canalla. Me porté muy mal contigo Pepita, porque nunca debí
consentir que te hicieras ilusiones conmigo.
Sin embargo nunca podré olvidar tu coño, era un
placer recorrer con mi polla bien tiesa aquellos labios
menores tan abultados, antes de metértela hasta los huevos.
Mi glande paseando de arriba abajo y viceversa por tu vulva
era una gozada; ¡y cómo me pedías que te la metiera toda! Y
cuanto más me lo pedías, yo más la paseaba por tu vulva tan
jugosa y carnosa, hasta que no podías aguantar, y tu mismo
te la metías. ¿Recuerdas?. Yo sentado en una de las sillas del
palco, cerradas las cortinillas, y tú sentada encima de mis
piernas estiradas y con la polla en ristre.
No te amé Pepita, pero te juro que guardé una gran
recuerdo tuyo, que todavía hoy perdura.
Que te vaya bonito por tu Trujillo (Cáceres) natal, y que
seas muy feliz.
91
92
Capitulo 3º
92
93
el uniforme me sentaba tan bien y realzaba mi figura, que
más de una nena me miraba con descaro.
Antes de relatar lo que pasó en el cuartel, voy a contar
una anécdota que tiene su gracia, ya que no es no habitual
que las mujeres se dejen tentar en los transportes públicos.
Esto sucedió en el metro de Madrid, unos días antes de
incorporarme a mi destino.
Tomé el metro en la estación de Manuel Becerra, la
más próxima al domicilio de mis padres donde a la sazón
vivía. Me situé en una de las paredes del vagón, al final, justo
a la última puerta; con mi uniforme y tricornio bien plantado.
En la siguiente parada; Goya, entró una avalancha de
personas que lo llenó a tope, hasta el punto, que otras
empujaban desde fuera para poder entrar; y por casualidad o
adrede, una chica de unos veinte años plantó su culo entre
mis piernas.
No era lugar ni momento para darse un lote, y menos
de uniforme, por lo que opté por retirarme de esa ubicación,
entendiendo a priori, que había sido una casualidad que la
moza aterrizara su ojete precisamente ahí.
Con bastante dificultad, ya que estábamos como
sardinas en lata, aparté "mi paquete" del tafanario de la
moza, ya que amenaza en ponerse bravo; pero a la mozuela al
parecer le molestó que retirara mis atributos de macho del
"valle de sus nalgas", (léase raja del culo) y la muy descarada,
otra vez que lo coloca donde estaba hacía unos segundos.
-¡Pero leches! La cosa estaba clara: su culete
disfrutaba notando mi bulto.
-¡Pues toma paquete! Pensé para mí. Y en uno de los
traqueos del tren, empujé de tal guisa sobre aquella masa
carnosa, que su dueña me miró de reojo y trazó una sonrisa
que claramente quería decir: "empuja más".
Y así fue. No despegué "mi nabo" del culo de la
chicuela hasta la estación de Sol en la cual se bajó, no sin
antes echarme una mirada tan seductora que me invitaba a
que me fuera con ella.
93
94
Para sentir mejor sus protuberancias y ella las mías, la
rodilla de mi pierna más propicia se la metía por su raja (la del
culo) la otra, obviamente por la posición que nos hallábamos
no podía.
Es muy excitante pegar el rabo en el culo de una
desconocida en un transporte público, y si es joven y guapa
como aquella más. Lo apasionante radica en lo sibilino de la
acción y en la presa, ya que hacerlo a la novia o ligue de
turno no mola. Pero ¡ojo! Que también tiene sus riesgos, ya
que lo más probable es que la moza que sienta en su trasero
algo duro se despegue, o que te arme una que te puede poner
la cara como un tomate.
Fueron unos quince minutos apasionantes los que
duro el metro-polvo, y si no me corrí fue porque la niña se
apeó en Sol; si se hubiera bajado en la siguiente estación;
Ópera, seguro que hubiera almidonado los calzoncillos.
94
95
tuvo que llegar un niño guapo de Madrid para "joder la
marrana". ¡Y bien que la jodí!
Para un joven de 20 años y con ínfulas de
conquistador, (me viene de familia, ya que se contaba que
una se suicidó por el desamor de mi padre), unido a que en
esa localidad pequeña no había lugares como en Madrid para
ir a "la caza del conejo", no me resistí a las insinuaciones tan
descaradas que me hacía la moza.
No llevaría en el cuartel más de una semana, cuando
haciendo guardia de puertas. O sea: de portero del cuartel un
día frío del mes de Enero...
-Hola Félix, ¿Te apetece un caldo de cocido bien
calentito?
Lo que me apetecía de verdad, era echarle "un polvete",
pero como tenía novio y era la hija del jefe, ni se me pasó por
la cabeza tan descabellada idea.
-Ya lo creo Sara (vamos a llamarla Sara), un caldito a
esta hora (sobre las 12:30) viene de maravilla.
-Ahora te lo bajo.
Salió Sara del cuarto de guardia donde me hallaba
cubriendo el servicio; y a los pocos minutos bajaba con una
taza (más bien tazón) de un caldo que humeaba.
-¡Qué rico está! ¿Lo has hecho tú? Le pregunté con el
fin de halagarle.
-Parece que eres caldero, ¿verdad Félix?
-Pues sí, mira. Tanto me gustan, que me los hago
hasta de Avecrem o caldo Maggi.
-Se nota, porque te lo has tomado con mucho gusto.
-¡Joer! Sara. Es que este caldito tenía sustancia el
condenado.
Observé satisfacción en su semblante, y aquí es donde
empecé a entender que Sara venía a por mí; que su novio le
importaba un comino.
Juro por Dios que hoy me arrepiento de lo que hice,
porque destrocé una relación y la ilusión de una mujer,
aparte del problema que supuso para la familia, pero es que
con 20 años, un hombre es capaz de cometer las mayores
95
96
locuras conscientes o inconscientemente. Pero sigamos con la
narración de los hechos.
Digo que vi en Sara, (a pesar de no ser un experto en
interpretar las intenciones del alma femenina) el deseo de
estar conmigo, y aunque no tenía claro el enrollarme con ella
pudo en mí más el deseo carnal que la sensatez, y me dejé
hacer. Al día siguiente...
...Venía de hacer el servicio de carreteras con otro
colega. (Los servicios exteriores se hacen pareja) De ahí el
dicho de: "la pareja de la Guardia Civil".
Sara estaba asomada al balcón de su habitación. Al
verme (seguro que estaba esperando mi llegada) bajó al patio,
acceso por donde forzosamente tenía que pasar para llegar al
pabellón donde dormían los solteros. (Yo era el único soltero).
Esperó a que mi compañero con el que venía de hacer
el servicio desapareciera por el patio rumbo a su pabellón de
casado, para decirme:
-Hola Félix. ¿Qué tal el servicio?
-Un poco cansado, hemos estado toda la mañana
andando.
-¿Te apetece otro caldito?
-Con estos fríos, y a esta hora, vienen de maravilla.
Voy a hacer un inciso en la narración para contar unos
hechos que sucedieron paralelamente,
97
98
que era la única mujer soltera del cuartel, aunque como ya he
apuntado tenía novio.
Para descargar mi conciencia diré que fue ella la que
provocó mis ansias de mujer en aquella situación. Fue cual
Eva que en vez de manzana, con un caldo del cocido me
tentó; y yo, cual débil Adán sucumbió a sus encantos.
Era una mujer muy atractiva, rubia, melena en
cascada hasta los hombros. Boca muy bien dibujada aunque
algo finos los labios. Ojos muy azules, preciosos, que le daban
a su mirada el tono del horizonte del mar en un día de luz.
Tenían un brillo especial que alumbraban el ambiente de
donde se hallaban.
A mis veinte años había besado pocos labios de mujer,
sólo los de Diana María, los de Pepita, y los de Petri. Sara
(seguramente porque tenía novio) me besó de una forma
totalmente desconocida, ya que nunca había sentido esa
fuerza tan arrolladora que imprimió su boca en la mía.
Fue enorme la erección que tuve al instante; jamás
había sentido tanta turgencia en mi miembro viril.
-¡Qué me has hecho, Sara! Sólo pude balbucear.
-Lo que he deseado hacer con ansia ilimitada el día que
llegaste. Me enamoré de ti, al instante.
No podía soportar más aquella presión en mi bragueta;
ella se dio cuenta al instante y se arrodillo frente a mí. Sus
manos desabrochaban los botones con una serenidad
pasmosa; me temblaban las piernas.
Cuando se introdujo en "el interior de la jaula", en
busca del ave que la habita para concederle la libertad tan
ansiada; y cuando comenzó a besarle con sus labios y con su
lengua...
Fue le delirio...
La apoteosis...
El arrebato...
... Aquellos labios circundando la superficie de mi
glande me trasladaron a un mundo desconocido; era la
primera vez que me "la mamaban".
-¡Joder! Que placer más inmenso.
98
99
Sara sorbía de mi polla a la vez que con ambas manos
me masajeaban los testículos, que parecía que me iba a
electrocutar, puesto que una especie de corriente eléctrica
circulaba desde la planta de mis pies hasta la nuca.
-Para... para... por favor Sara... que no lo resisto.
-Cariño, túmbate en la cama y relájate. Me dijo con esa
carita de ángel divino que tenía.
Y así lo hice, pero antes ya me había quitado las botas,
el pantalón y los calzoncillos. Allí quedé tumbado, boca
arriba, con el pene en su máximo esplendor.
Se tumbó a mi lado, los dos de costado ya que el catre
era de un sólo cuerpo. Ella en braguitas y sujetador; yo, sólo
con la camiseta.
-Cariño, me dijo mirándome a los ojos, los cuales los
tenía a escasos 20 centímetros de los míos. Su aliento me
quemaba. -Te prometo que soy una mujer muy decente; ya
sabes que tengo novio, y si he hecho esto contigo, ha sido
porque una fuerza irresistible me ha conducido a ello.
Ya repuesto algo de la impresión, le dije.
-Sara... balbucee, estoy confundido. Has llegado a mi
vida como un ciclón, sólo tengo 20 años, sin experiencia... y
además tú... la hija del brigada...
-Estoy dispuesta a jugármelo todo por ti.
Y aquí estuvo mi error, ya que en aquel momento sólo
deseaba follar, y ante el temor de desilusionarla, le dije lo
mismo: que yo también me había enamorado el mismo día
que la vi.
Jamás había sentido las entrañas de una mujer, como
lo sentí con ella. Fornicar en los años sesenta en plena
Dictadura con una mujer decente, no es que fuera un difícil,
era casi un milagro.
¡Cómo me folló Sara! Nunca se me olvidará aunque
viviera mil años Y además en una cama. Mis folladas
anteriores salvo con Petri, habían sido malamente en parques
y en tapias con poca luz, y casi siempre de pie. ¡Por cierto!
que mal se jode en esa posición.
99
100
Se despojó de sus braguitas y sujetador, y me quitó la
camiseta. Intentó montarse encima de mí, pero yo prefería
hacerlo al revés, deseaba tenerla presa entre mis brazos para
entrar hasta lo más profundo de su ser.
-Prefiero montarte yo. ¿Te importa?
-No, no, me encanta sentirme rodeada y dominada por
el macho.
Cuando sus piernas formaron un ángulo de 180
grados, abiertas al máximo que permiten las caderas, y al ver
aquella mata de pelo que cubría hasta más arriba de su
Monte de Venus; y cuando alzó los brazos para rodear mi
cuello y vi sus axilas también cubiertas de vello, me arrebaté.
Me acorde de Petri, y lo que le gustó que se las lamiera.
La emoción que sentía es indescriptible, ver las tetas y
el coño de Sara ahí mismo; sintiendo la belleza del paisaje y
el aroma de su floresta, para un joven de los años sesenta sin
apenas recursos, tener en esa posición a una mujer que
siente lo mismo que tú, que está contigo buscando el placer y
el amor, sólo era posible en el matrimonio.
Cuando su mano tomó mi pene porque se dio cuenta
que no atinaba a la primera, y lo dirigió a la bocana de su
puerto casi no lo resisto. Sentía el calor y la suavidad de su
vulva tan directamente que parecía que mi corazón iba a
estallar. Pero cuando empezó a restregársela en movimientos
perpendiculares a la vez que movía el culo en movimientos
circulares, no lo podía resistir, por lo que me retiré con un
movimiento brusco, de haber seguido tres segundos más
hubiera eyaculado un torrente de semen.
-¡Qué has hecho Félix! Si estaba a punto del orgasmo.
-Lo siento Sara, también yo lo estaba, pero quiero
prolongar esta situación tan maravillosa.
-Gracias mi amor.
Paramos y fumamos un cigarrillo a medias. Y
habíamos perdido la moción del tiempo y del espacio. Juro
que no sabía en aquellos momentos si estaba en la Tierra o
en el Cielo.
-Sara.
100
101
-Dime mi amor.
-¿Te creerías que eres la primera mujer con la que me
acuesto?
-No te creo. -¿Nunca has estado con una chica?
-Por amor, nunca te juro que es verdad, sólo he estado
con una prostituta.
-Se nota. Me dijo un tanto sarcástica.
-¿Y eso? pregunté intrigado.
-Porque te temblaban las piernas y no atinabas a
meterla.
-Es cierto Sara, apenas tengo experiencia sexual.
-No te preocupes, que yo te enseñaré.
-¿Y tu novio?
-No me hables de él ahora, ¡por favor!
-¿No le quieres, verdad?
-La verdad que no, es un compromiso que nunca debí
aceptar, pero mi madre le adora; es un buen chico y con un
gran porvenir. Pero no le quiero.
-¿Te molesta si te pregunto si follas con él?
-Después de casi seis años de relaciones, ya me dirás.
Pero por favor, cambiemos de tema, que me enfrío.
Instintivamente sin mediar palabra nuestras manos se
dirigieron a nuestros respectivos sexos. Tocar su vulva era
una gozada, sobre todo manipular aquella especie de lengüita
que le afloraba por su rajita, tan suave, tan delicada. (Luego
supe que son las ninfas o labios menores) y que algunas
chicas lo tienen tan desarrollados que les sobresale de la
vagina. Creo les llaman "orejas de elefante".
Al instante otra vez estaba en plena erección, se me
había bajado un poco en el transcurso de la breve
conversación.
Salté sobre ella con un ímpetu inusitado pero con
delicadeza...
Se abrió de piernas y me ofreció su húmeda y delicada
rosa roja...
Esta vez no hizo falta que su mano guiara el camino
hacia el placer.,,
101
102
¡Qué placer más inmenso! la polla me reventaba, y los
testículos parecía que iban a explotar de un momento a otro.
-¡Cómo la siento mi amor! ¡Cómo la siento! Me devora
las entrañas... Me dijo casi llorando.
Fueron dos orgasmos terribles al unísono. Me tuvo que
meter el canto de una de sus manos para que la mordiera y
no gritara, ya que los espasmos y sacudidas que daban los
disparos de mi semen dentro de su vagina me hacían perder
la razón. Ella meneaba el culo como queriendo extraer todos
los vertidos de mis testículos a través de mi falo.
Quedamos rendidos, extasiados, suspendidos en
nuestra propia felicidad.
Sí, quedé prendado de Sara. Pero... Luego vino lo que
tenía que llegar.
102
103
Capítulo 4
103
104
-Te lo agradezco Estibaliz, porque vengo de hacer un
servicio y traigo más hambre que un perro flaco.
Pasé al comedor; había una mesa alargada rodeada de
sillas donde todos los comensales comía juntos, como en
familia.
El señor Nicasio me miraba desde la esquina de la
mesa donde se sentaba habitualmente. Seguro que
sospechaba la actitud de su hija hacia mí, y la madre seguro
que más; pero como yo iba a zampar no me entera de nada;
hasta el punto que mis miradas eran sólo para el aquel plato
de estofado, ignorando el mundo que me rodeaba en ese
momento.
Cada vez que Estibaliz pasaba por mi lado me rozaba
con su culo gordo, pero yo a lo mío: al estofado de carne. La
verdad que ni me planteaba follar con ella. Sara estaba
incrustada en mi mente, y no sabía como quitármela.
Luego contaré lo que me pasó con ella. (Con Estibaliz)
105
106
Después de las presentaciones de rigor me preguntó
por la vida en general de la localidad.
-¿Qué tal la vida aquí?
-Muy tranquila Teo; (le llamábamos así) del cuartel al
servicio y del servicio al cuartel; y a comer y cenar al Mesón
de Nicasio.
-¿Y de chavalas, que tan anda el pueblo?
-Llevo poco más de dos meses aquí, y la verdad, que no
me he preocupado mucho de ese tema?
-¿Es que tienes novia en donde vives?
-Vivo en Madrid, y no tengo novia.
-¿Y aguantas "sin meter"?
-Ya me dirás que voy a hacer.
-Mira, mañana es domingo, y si te parece después del
servicio nos damos una vuelta por el pueblo.
-Me parece muy bien. Pensé en ligarme a una chavala
para darle celos a Sara. Y así fue; no nos fue difícil ligar dos
chavalillas preciosas y jovencitas que estaban sentadas en un
banco de la plaza, no tendrían más de dieciocho años.
-Disculpad nuestra tardanza. Dijo Teo dirigiéndose a
las mozas.
Ellas y yo, nos quedamos un tanto extrañados de su
salida. Éste mirándome me dijo.
-Félix, ¿pero no eran las mozas con las que habíamos
quedado?
Comprendí, y las chicas también, y se rieron.
-Pues ya hemos llegado, siguió con la broma.
Obviamente les caímos muy bien a las chicas porque
nos invitaron a sentarnos en el banco después de las
obligadas presentaciones. Instintivamente me senté al lado de
Silvia, la más jovencita; una preciosidad de niña.
Mi intención era pasear por las inmediaciones del
cuartel para que Sara me viera paseando con ella, y así fue.
Estaba conversando con su novio en la misma puerta;
con ellos sus padres (el brigada y su madre) y como es
preceptivo hicimos el saludo de rigor.
106
107
Sara, me pareció que no le afectaba para nada verme
con una chica bastante más joven que ella, pues no observé
ninguna reacción en su rostro. Pero en el de su madre si me
pareció observar un gesto de animadversión; o me lo pareció.
No sé, pero me dio que pensar.
Al día siguiente.
-¡Vaya, vaya, Félix! Ligando a las mocitas del pueblo.
Me dijo Sara aprovechando que ese día estaba de servicio de
puertas.
-Bueno, le dije con cierta indiferencia. Ya que me has
olvidado, que para ti sólo fui un capricho, he de buscarme
una amiga al menos para pasear;
-Ahora no puedo hablar, y estás de servicio. Después
de comer te espero en la arboleda detrás del cuartel, y te
cuento.
Justamente detrás del cuartel había una frondoso
bosque. Sentado en la base de un árbol y apoyado en su
tronco esperaba la llegada de Sara. No me hizo esperar
mucho, ya que se presentó enseguida. Se sentó junto a mí, a
mi derecha.
-Mi amor, ¡qué ganas tenía de estar contigo! Me dijo
con los ojos húmedos.
-Pues la verdad Sara, no me lo parecía.
-Cariño compréndeme. Llevo más de seis años con mi
novio, estoy a punto de casarme, y romper con todo esto
necesito tiempo, y sobre todo que tu estés decidido a casarte
conmigo.
Reconozco que se me pusieron los pelos de punta; eso
de casarme a los veinte años me parecía algo totalmente fuera
de lugar; y en los ojos de Sara vi que estaba decidida a dejar
todo por mí. Pero como tenía unas ganas terribles de follar,
reconozco que fue un canalla. Le dije.
-Mi vida, estoy loco por ti, a la vez que juntaba mis
labios a los suyos.
107
108
Me abrazó de una manera apasionada y casi llorando.
Comprendí que estaba viviendo un drama, y que era sincera.
Pero en ese momento a mí lo que me importaba era follar.
¡Qué inconscientes son los 20 años!
Introduje mi mano izquierda entre sus piernas
buscando sus humedales, a la vez que se me ocurrió una
terrible maldad para ganar sus favores.
-Mi amor, creo que tengo la solución para solucionar
los problemas que nos impiden estar juntos.
-¿Cual? Me dijo con un brillo de esperanza en sus ojos.
-Dejarte embarazada.
Quedó perpleja, pues no esperaba esa solución, pero
después de pensarlo unos segundos, me dijo.
-Pero Félix, ¿Estás seguro de lo que dices?
-Creo Sara que es la mejor solución. Tu novio te dejará,
y tus padres no tendrán más remedio que aceptar al padre,
que evidentemente soy yo.
Calló, y algo raro me olí, ya que apartó los ojos de los
míos. Y cosa rara en mí entendí su silencio. Pero que ingenuo
soy. Si Sara follaba con su novio casi todos los días, pues casi
todos los días se veían... ¡Cómo iba a demostrar que yo fui el
que le dejé embarazada!
Me leyó el pensamiento, y me dijo con la voz
entrecortada.
-Mi vida, es que... me acuesto con mi novio...
¿Comprendes?
-Ya, o sea ¿Qué lo más lógico es que tu novio fuera el
padre?
Y aquí se acabó la conversación, pues perdí el
conocimiento; pero no fue de la impresión de lo que me dijo
Sara, fue del terrible batacazo que me dio su madre con una
estaca y que me abrió la cabeza.
108
109
Capítulo 5
109
110
Obvio decir, que, convine con Teo la excusa que iba a
dar en la fonda, para que estuviera prevenido. Lo sucedido,
no debía de trascender fuera del cuartel.
Esa noche estuvo Estíbaliz pendiente de mí; éramos
sólo dos los que cenábamos; el señor Nicasio estaba en un
salón contiguo al lado de la lumbre del hogar, y la madre
zascandileaba de aquí para allá con sus labores, seguro que
los papás de la nena no sospechaban nada de lo que iba a
pasar tres horas después, sobre la una de la madrugada. Si
ni yo mismo lo sabía, ¿cómo lo iban a saber ellos?
Estaba dando vueltas a la cabeza de lo acaecido, y la
tenía hecha un lío. (mi cabeza, no Sara)
También me sentía culpable de lo sucedido, ya que me
temí haber arruinado su noviazgo y su futuro. ¡Nunca debí
permitir su acercamiento! ¡Y mira qué me lo dijo mi padre!
Hijo: Nunca hagas daño en los cuarteles que vivas.
-¡Pero coño! a los veinte años se te pone como el
pedernal a cada momento. ¡Cómo un chaval de esa edad se va
a resistir a un coñito que se lo ponen en bandeja!
Estaba fumando un cigarrillo, formando con el humo
figuras en el aire; sobre todo aros que se iban diluyendo en el
espacio; imaginaba que eran el coñito de Sara. Sólo sabía que
su imagen me ponía cachondo, y sus recuerdos más todavía;
¿Era amor o lujuria? No estaba seguro, la verdad, pero no le
apartaba de mi cabeza.
Abracé mis 18 centímetros con una de mis manos con
la intención de masturbarme a su salud, cuando de repente
escuché unos pasos sigilosos y unos golpecitos muy suaves
en la puerta de mi habitación. Me sobresalté.
-¡Pero coño! Quien será a esta hora. Miré al reloj que
siempre dejo en la mesilla; eran la 01:20 horas.
Antes de que me levantara para saber quien era,
Estíbaliz estaba entrando en la habitación, ya que no había
echado la falleba.
Estaba (la habitación), iluminada con la luz tibia que
desprendía la bombilla de la lámpara de la mesilla, pero
110
111
suficiente para ver sus muslos a través de su camisón
trasparente (seguro que se lo había puesto para la ocasión)
-¡Joder! Que impresión Aquello no eran muslos. Yo que
soy delgadito de piernas aquello me parecía dos columnas;
pero no sé porqué me excitaron. Quizás porque lo que me
faltaba a mí de cintura para abajo lo tenía ella; o porque
estaba caliente; el caso es, que sobrepuesto del susto le dije:
-¡Jo! Estibaliz Que susto me has dado. -¿Qué haces
aquí? Pregunté poniendo cara de lelo, seguramente.
-¿Tú que crees? Pero si quieres me voy.
-¡No, no, por favor! Pero comprende que no te
esperaba, y...
-¿Me haces un lado? Te he dado esta habitación
porque la cama es de matrimonio.
-¡Anda! Pues es verdad. Dije por decir algo.
Y sin decirle nada más, se acostó a mi lado, a mi
derecha.
Estaba totalmente abrumado, pues en aquella época (e
incluso hoy) que una tía se te meta en la cama sin previo
aviso, no era ni es muy normal que digamos.
-Félix.
-Dime.
-Sé que te vas de aquí.
-¡Coño! ¿Y cómo lo sabes?
-Ya sabes las noticias vuelan. Pero no te preocupes y
no se hable más del tema. A mí no me importan tus líos con
la hija del brigada; lo que quiero es otra cosa.
Repuesto de la sorpresa y la moza a mi lado, rozando
su muslamen con los míos, la verdad que me empalmé a
tope; mis neuronas no la rechazaron a pesar de que a la
sazón era muy especial a la hora de estar con una mujer.
Cosa rara en mí, ya que en Madrid había desestimado
muchas insinuaciones de chicas que no eran de mi agrado.
¡Joder! si las pillara hoy.
Quizás el estar solo allí, y sin mas mujeres donde
poder elegir, pudo ser el detonante que decidió el que antes
de hacerme "un pajote" a la salud de Sara, la metiera en el
111
112
chochito de Estibaliz, que dicho sea de paso, la muy puñetera
ardía.
-Félix. Me dijo otra vez.
-Dime, le dije al unísono que mi brazo derecho lo
pasaba por debajo de su cuello abrazándola, y mi mano
izquierda buscaba sus zonas húmedas por debajo de su
camisola.
-Soy virgen.
-¡Eh! Dije pasmado. ¿Virgen a tus años?
-Voy a cumplir treinta años próximamente, desde niña
ayudando a mis padres en el hostal, y ningún chico me ha
pretendido.
Al ver su rostro compungido entendí, y la verdad que
me dio algo de pena. ¡Desde luego! que más bien era feilla,
añadido a su carita siempre colorada, no era precisamente
una muñeca que deslumbrara a los tíos. Por eso ninguno se
habían acercado a ella. Pero cuando se levantó de la cama
para quitarse el camisón de espaldas a mí, casi me da un
telele. -¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Qué corpachón!
Lo primero que me llegó a mis ojos fue su tafanario tan
redondo y bien colocado que me impresionó. ¡Qué pedazo de
culo! Era lo más hermoso que había visto en mi vida.
Los muslos, torneados y firmes como las columnas del
Templo de Venus, que tapaban el defecto de sus pantorrillas
gruesas y sin labrar.
Pero cuando se dio la vuelta y la vi toda ella por
delante, aluciné. ¡Qué pechos más firmes y erguidos! Parecían
dos ánforas, dos cántaros, dos botijos con sus pitorros y todo.
-¿Te gusta mi cuerpo? Félix.
No supe que decir, y añadió:
-Sé, que vestida no me has hecho caso a pesar de mis
insinuaciones, pero desnuda, espero que si me lo hagas.
Se volvió a acostar a mi lado y pegó sus enormes tetas
junto a mi pecho. Su mano izquierda se posó sobre mi pene;
entornó los ojos y dijo:
-Es el primer "pito" que tengo entre mis manos.
-Me cuesta creerte Estíbaliz, y perdona si te ofendo.
112
113
-Me voy Félix, yo no he venido a ti para conquistarte
con mi virginidad, es la pura verdad y no me avergüenza
decirlo.
-Espera, por favor... Espera. No te vayas. Pero reconoce
al menos mi incertidumbre; serás virgen y ahora lo
comprobaremos si tu quieres, pero la entrada en mi
habitación ha sido más propia de una puta que de una
virgen.
-¡Menos mal que le dio por reirse!
-Mira Félix, me dijo muy seria. -No tienes ni idea lo que
supone para una mujer como yo. Desde los trece años que me
vino la menstruación con deseos sexuales reprimidos, en este
pueblo, con mis padres, y guardando mi honra.
Aquí hizo un inciso para esbozar una mueca que
pretendía ser una sonrisa.
-¡Mi honra! ¿Para qué? Para que se la coman los
gusanos. Me ha costado Dios y ayuda dar este paso, y todavía
no me lo puedo creer, pero al saber que te ibas, me he
arriesgado a darlo aún a sabiendas de lo que me jugaba. He
preferido ser considerada por una puta por ti, a que me veas
siendo una mujer decente.
La callé con un beso en los labios. Vi tanta amargura y
a la vez tanta sinceridad en su rostro y en sus palabras, que
me emocioné.
-Estibaliz. No sigas por favor, que me enterneces. Por
mi puedes estar segura que lo que pase aquí, sólo las paredes
y esta cama podrán proclamarlo al viento; porque yo te juro
que de mis labios nunca saldrán las emociones que deseo
vivir contigo esta noche.
No había soltado mi pene durante su alocución, lo
tenía asido a su mano de tal modo, que parecía que se le
podía escapar en cualquier momento.
-No soy un experto amante, pero voy a hacer que tu
primera noche de amor se incruste en tu cerebro para que
nunca la olvides.
113
114
La noche mágica, y el virgo de Estíbaliz
Estibaliz no me gustaba como mujer, pero su ternura y
su sinceridad me cautivaron. Unido a ese cuerpo tan
hermoso, decidí que su primera noche de amor, como dije
antes la iba a recordar de por vida.
-Cariño, le dije poniendo la voz más dulce que podía.
Sé, que te gustaría que esta fuera tu noche de bodas, y que
yo sea ese hombre con el que te acabas de desposar. Cierra
los ojos, y vívela como si fuera realidad.
Cerró los ojos y se dispuso a consumar lo que durante
tantos años había soñado despierta.
-Sí, mi amor, despósame, mi honra la he estado
guardando durante treinta años para ti.
Tenía curiosidad por saber como es un virgo; en un
revista extranjera, no de sexo, trataba sobre ginecología y
todos los órganos sexuales de la mujer venían reproducidos,
incluido un himen intacto.
Abrí de piernas a Estíbaliz para ver su virgo; no es que
desconfiara de ella, pero tenía curiosidad por comprobar si el
himen es igual que el que vi en la revista.
-¿Qué me vas a hacer "esposo mío"? Me dijo con voz
trémula; se palpaba que la emoción le sobrepasaba.
-Hacer que tu noche de bodas, "esposa mía", sea
inolvidable.
-¡Dios mío! ¡Qué muslos! Abierta de piernas todo el
ángulo que daban de si sus caderas, alucinaba ante tanta
abundancia de mujer. ¡Con el hambre sexual que pasábamos
en aquellos años los solteros!
Decidí hartarme de hembra, aparqué mis prejuicios
espirituales basados en el amor puro, esta vez pudo el
materialismo: lo refrendaban mis dieciocho centímetros de
"macho" que amenazaban romper el frenillo que le une con el
glande.
Abrí muy suavemente los labios mayores de su vulva,
y... ¡Efectivamente! la entrada de su vagina totalmente
cubierta por una especie de tela rosada. Estaba presenciando
114
115
un espectáculo grandioso que muy pocos hombres se han
molestado en contemplar.
-Cariño. Voy a preparar tu coñito antes de desflorarte.
Sus muslos temblaban, quizás de la emoción ¿o de la
impaciencia? Porque emanaban de aquella fuente dos
arroyuelos de agua que serpenteando por ambas laderas de
sus piernas se perdían por el valle que las formaban.
Sumergido en la contemplación de su virgo inmaculado
no reparé en su floresta. Alrededor de la vulva, invadiendo
ambas ingles y ocultando el monte de venus, una mata de
vellos negros y muy rizados formaban aquella selva
inexplorada por varón alguno. Iba a ser el primero en
mancillar aquel rincón sagrado que toda mujer decente lleva
al matrimonio.
Entre el follaje emergía un clítoris que me causó
impresión. No es que hubiera visto muchos, pero el de
Estibaliz me parecía excepcional. Al instante de posar mi
lengua, la portadora de tan delicado manjar dio un respingo
con el culo que casi me parte los labios; menos mal que los
coños no tienen dientes. ¡Qué si no!
-¡Uf! Félix. ¡Pero qué me has hecho, ahí!
-¿Es qué no te ha gustado? Le pregunté mientras
apartaba mis labios de tan delicada fresa.
-¡Jolín! cariño Es que no he podido resistir el gusto que
me ha dado.
-Pero mi amor... Si esto es sólo el principio.
115
116
Tuve que ponerle mis calzoncillos en la boca a forma
de tapón (es lo primero que encontré a mano) porque no
podía aguantarse el no gritar; pero se conoce que con mis
labios mamando de su vulva, y mi slip en su boca, (oliendo a
macho), la enervó tanto que entró en tal estado de excitación
que me asusté, y presto dejé de succionar su clítroris y
ninfas, y quitarle los calzoncillos de la boca para que tuviera
que tomar aire. Estaba más colorada que una Sandía de
Lanzahíta
-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! no cesaba de repetir.
-No me asustes Estibaliz ¡Coño! Qué me arruinas.
¡Joder! lo que faltaba, que después del affaire con la
hija del Brigada, otro lío con la hija del señor Nicasio. Para
salir del pueblo a hostias.
-¡Ya! ¡Ya! Ya se me pasa el soponcio.
Respiré aliviado. Es que había que verla, ella que de
por si es de piel coloradita, en ese momento era pura candela.
-¡Joder! Qué susto.
Ya serena y tranquila, se arrimó a mí; sus dientes
jugueteaban con el lóbulo de mi oreja derecha.
-Mi amor: el momento que me acabas de hacer vivir, es
lo más grandioso que he sentido en mi vida. ¡Jamás pude
suponer que esto daría tanto gusto!
-Pero. ¿No te masturbas?
-¿El qué?
-No me digas que no sabes lo que es masturbarse
-Pues no, la verdad que no.
-Pero ¿es qué no hablas con tu hermana y amigas de
estas cosas del sexo?
-No, no. Nos da vergüenza.
-¿Y cuándo te confiesas, el cura no te hace preguntas
de estas cosas?
-Me dice el Párroco don Senén, que si cometo actos
impuros, pero como yo no fumo ni bebo, le digo que no.
No me estaba vacilando; era totalmente clara y sincera.
El prototipo de aldeana sin más visión de la vida que su
limitado entorno, y sus cortitas entendederas le señalaban;
116
117
que unido a la represión sexual de principios de los años
sesenta, y al no tener hermanos; no era de extrañar su
ignorancia en estos temas.
-¿Pero tampoco te tocas el chichi cuando estás
excitada?
-Sí, pero no siento nada. ¡Bueno! alguna vez me da
cosquillas, pero no el gusto que he sentido contigo.
-Pues esto sólo ha sido el preludio, ahora vendrá la
verdadera obra del arte del amor. Prepara una toalla.
-¡Una toalla! ¿Para qué?
-Para no manchar las sábanas.
-No te preocupes, soy yo la que se encarga de la
limpieza de las habitaciones.
-Pero puedes sangrar bastante, convendría que te
pusieras una toalla debajo.
-¡Ay! sí. Que tonta soy, no había caído en ello.
-¿Estás preparada, "esposa mía"?
-Sí, preparada y totalmente entregada a ti, "esposo
mío".
Eso de desvirgar a una mujer, me parecía algo
totalmente fuera de mi alcance, y menos fuera del
matrimonio, pero ahí estaba el virgo de Estibaliz esperando
ser desflorado por mí.
Me miró con tanta dulzura esa carita coloradita y fea,
que me pereció la flor más hermosa de la rosaleda, y por un
momento viví esa maravillosa sensación que dicen que
concede la noche de bodas.
La estampa era para ser pintada por Rubens, y haber
incluido a Estibaliz en su obra pictórica "las tres gracias",
porque su cuerpo sobrepasaba en hermosura a las otras tres.
Ahora fui yo el que entró en un estado que no puedo
explicar; aunque un amigo estudiante de psiquiatría me dijo
después, cuando se le conté, que era "el síndrome de
saturación de los elementos a mi alcance". Ni puñetera idea
que es ese síndrome, pero el caso que debió ser cierto, porque
me quede totalmente paralizado y sin saber que hacer.
117
118
Estíbaliz esperaba con las piernas totalmente abiertas
que "su marido" consumara el acto de pasar de doncella a
esposa, pero yo seguía sin saber por donde coño empezar. Y
mira que la cosa estaba clara: por su coño.
-Cariño. La turbación me embarga, es tanta la emoción
que tengo en esta nuestra noche de bodas, que tu hermosura
me ha paralizado. Le dije para salir del paso de ese trance.
-No te preocupes mi amor, ven a mi lado y abrázame; y
esperemos que tu corazón se reponga de la impresión. Toma.
Su hermoso seno izquierdo me lo puso en la boca, que
la llenó totalmente con su areola y su pezón. Mamando de su
hermoso pedúnculo, fue tranquilizando los ímpetus
descontrolados mientras ella me acariciaba mis cabellos
rizados color del azabache.
No era un noche de bodas; pero ¡Cuántas novias y
novios quisieran vivirlas como nosotros la estábamos
viviendo!
Miré la reloj de la mesilla, y daba las tres y veinte
horas. Me quedé medio dormido en su regazo al roce de las
yemas de sus dedos en mis bozos.
Desperté a las cinco y cinco, había dormido poco más
de hora y media; el aroma de los exudados de Estíbaliz
inundaron mis fosas nasales, y mi pene se alzaba formando
una especie de alcor en la sábana, había llegado el momento.
Me subí delicadamente al cuerpo de mi amada que ya
estaba preparado para tan delicada operación. Con los dedos
de mi mano derecha, observé la lubricación de su rosa,
estaba totalmente dispuesta para ser cortada. No pudo evitar
un profundo suspiro.
-Tranquila amor mío, tranquila...
-Lo estoy corazón mío, lo estoy...
Lleve mi pene con una de mis manos a la embocadura
de aquel puerto, quedando allí quieta...
-¿Te duele, amor mío?
-No mi vida, traspasa sin piedad ese telón, y llega
hasta el fondo de mi corazón.
118
119
Y traspasé aquella malla
que custodiaba su tesoro...
Quedando en aquella toalla
lo que guardaba el decoro.
Te juro, que allá donde vaya
guardaré como un tesoro,
lo que te robó este canalla,,,
Aquel que se fue a "su Foro".
119
120
Capítulo 6
120
121
Aquellas chachas de la calle Amador de
los Ríos
Vine destinado al destacamento del Ministerio de la
Gobernación, ubicado a la sazón en esta calle Amador de los
Ríos.
Justamente frente a la puerta principal se hallaba (y se
sigue hallando) uno de los restaurantes más famosos de
Madrid, y en los pisos superiores viviendas de lujo.
Cada vez que me tocaba hacer el servicio en
mencionada puerta, observaba como desde una de las
ventanas de la finca de enfrente dos chicas de servir
(chachas) me hacían señas y se reían. Pero mi mentalidad
con respecto a la mujer estaba por encima de aquellas chicas,
por lo que no les hacía caso, ya que en mis días libres me
dedicaba a ligar a otras de mi agrado.
Pero resulta, que, con ninguna de las que ligaba en los
sitios que frecuentaba conseguía pasar más allá del beso y
algún toqueteo indirecto; y como no quería compromenterme
con ninguna para llegar a mayores, no tenía un chochito
donde meterla sin más compromiso que el placer mutuo.
Y después de conocer intesamente los goces que
concede el contacto carnal con mujeres como con Sara y
Estibaliz, eso de "meneármela" ya no me satisfacía.
-¡Joder! Vengo de un pueblo pequeño y me he follado a
dos tías. Y aquí en Madrid no "me como un colín". Pensaba. Así
que me plantee el hacer caso a aquellas dos chachas que me
provocaban desde la ventana; al fin y al cabo también
tendrían dos chochitos jugosos, y no parecían feas.
Tenía tres o cuatro servicios de guardia a la semana
en la puerta ya mencionada; por lo que me propuse "estar al
loro". Pero seguro que ellas estaban "más al loro" que yo.
¡Efectivamente! Nada más hacer el relevo al
compañero, y plantar mi metro ochenta y mis setenta y cinco
kilos de peso en la esquina derecha de la puerta del
Ministerio, ya estaban las dos haciéndome las señitas con las
manos y las caras.
121
122
Obvio que tenía que mantener una postura
circunspecta y estar pendiente del personal que entraba y
salía, por lo que no debía abandonarla y mantenerme firme;
así que opté por mirarlas directamente, y levemente movía el
cuello de izquierda a derecha y viceversa para decir que si; y
de arriba abajo y viceversa para decir no. Entendieron a la
primera mis gestos.
Me dijo una de ellas por señas, que a las doce de la
noche me esperaba en el portal de su casa; le dije que sí con
la cabeza.
El portal, como dije antes estaba justamente frente al
Ministerio, por lo que sólo bastaba cruzar la calle. A la sazón
existía en Madrid la figura del sereno; una especie de
vigilante nocturno que se encargaba de cerrar los portales de
la fincas a las diez de la noche; y naturalmente de atender a
los vecinos que llegaban después del cierre de los mismos,
con la consiguiente propina preceptiva. Y también de
mantener el orden en su distrito durante toda la noche.
Hacía una noche fresquita, por lo que me puse la capa
y me dirigí al lugar del encuentro; allí estaba la que dijo
llamarse Celia, detrás de la verja con cristales del portal de la
finca; en la penumbra y con la luz apagada.
Me abrió la puerta y me llevó a un cuarto trastero que
se hallaba en los bajos del edificio.
-Aquí nadie puede vernos a estas horas, porque este
cuarto solamente lo utilizamos la cocinera y yo. Disculpa, me
llamo Celia.
-Encantado Celia. Me llamo Félix.
-Encantada Félix, ¿Sabes que eres más guapo de cerca
que desde mi ventana?
-Yo sólo te veía medio cuerpo, pero ahora al verte
entera, maldigo la hora en que no te conocí antes.
-Pues las veces que me insinuaba desde la ventana, y
tú ni caso.
-¡Bueno! Comprende que mi situación es delicada,
estando de guardia no podemos hacer estas cosas. Le dije
para salir del paso.
122
123
Estaba maciza la tía, de unos treinta y cinco años
aproximadamente, sobre todo de tetas, eran descomunales,
por lo menos, un contorno de 120 centímetros de pecho.
En el trastero, de unos doce metro cuadrado había un
sillón que estaba pendiente de que se lo llevara el chatarrero,
pero que en ese momento me vino de perlas, ya que follar de
pie es incomodísimo.
Me quite la capa que dejé encima de unas cajas. Los
ojos de Celia estaban encendidos y me miraba con unos
deseos reprimidos. Mis ojos no se apartaban de sus pechos.
-¿Te gustan? Me dijo al darse cuenta lo que mis ojos
contemplaban atónitos.
-Toma mi amor, son tuyos. Me dijo a la vez que se
abría la blusa y se desabrochaba el sujetador.
Emergieron dos enormes tetas, que al verse liberadas
del opresor sostén parecían que querían dominar aquella
pequeña estancia con su exultante tamaño. ¡Joder! que dos
tetas, por poco me mandan contra la pared al liberarse del
sujetador. Pero lo que me dejó estupefacto fueron los
pedúnculos ¡Madre mía, que par de pezones! Parecían dos
cerezas del Valle del Jerte. *
-¡Chupa, mi amor! ¡Mama!
Y Félix mamaba de aquellos botones con la misma
ansia que un choto mama de la ubre de su mamá vaca.
Se sentó en aquel sillón, y adoptó una postura
parecida a la que ponen las mujeres cuando las ausculta el
ginecólogo: el culo en el borde, y las piernas cada una
bordeando los brazos del mismo.
-Uffff. ¿Se imagina el lector/a donde quedaba el coño?
Me bajé hacia aquel manantial con el ansia del
sediento ante la fuente de agua cristalina.
Quizás sea mi sentido del olfato el más desarrollado a
la hora de hacer el amor. Desde luego que la vista y el tacto
se subliman ante la contemplación de un cuerpo femenino
Pero el olfato, me arrebata. El aroma de la vulva, me exalta.
Ya he dicho, (página 27) "El chichi de la otra Carmencita"
despué de libar de su fuente del amor, que no concebiría
123
124
hacer el amor sin antes haber disfrutado y llenado mi olfato
de los aromas de mujer en celo.
El olor natural que desprende una hembra caliente, me
enajena, me transfiere a otro mundo, me traslada al "Valle de
los Aromas Divinos". No sé como todavía no se ha
comercializado el "aroma de coño". Y lo que sería el summun,
que las famosas actrices igual que prestan sus rostros y
cuerpos para la publicidad, prestaran sus exudados
naturales para venderlos en frasquitos pequeños. Por
ejemplo: "aroma del coño Ava Gadner" o: "Perfume del coño
de Marilyn Monroe".
Yo hoy compraría la "fragancia del coño de Sharon
Stone", el de Angelina Jolie, o Julia Roberts. Las evocaciones
que transportarían a la mente serían sublimes. Hacerse "un
pajote" oliendo el aroma del chumino de tu actriz preferida,
sería una pasada.
-Como iba relatando: al ver a Celia de la guisa que se
pueden imaginar debido a la postura en que se hallaba, me
causó una escalofriante impresión debido a que como las
mujeres de aquellos años sesenta no se afeitaban el pubis y
aledaño, "aquello" parecía un bosque; no se veía por ningún
lado "la raja".
Se dio cuenta de mi incertidumbre, y con los dedos
medio e índice de ambas manos, se separó los pelitos y se lo
abrió.
-¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! que pedazo de chocho. Rojo
como el carmesí y el fuego.
-Por aquí la puedes meter, cariño, para que no te
pierdas.
-Gracias Celia, porque la verdad, encontrar el camino
entre esa espesura, no es nada fácil.
Me arrodille hasta situar mi miembro viril a la altura
adecuada, perpendicular a la entrada de su vagina; me la
apuntó con su mano derecha, y yo sólo tuve que empujar
para que entrara hasta los mismísimos testículos, que se
balanceaban como un péndulo de reloj de pared debido a la
posición, ya que quedaban colgando por la postura adquirida.
124
125
Me estaba resultando un polvo desagradable, ya que el
follar para mí es un rito en el que hay que rodearse del marco
adecuado; no necesariamente entre sábanas de satén y
alfombras persas ¡Pero coño! si al menos en una habitación
limpia y con una cama de sábanas blancas.
El caso es, que al sentirme ridículo en aquel cuarto
trastero, con una bombilla colgando de un cable desde el
techo, unido a que me dolían los riñones por aquella
posturita tan atípica, se me bajó.
-¿Qué te pasa cariño? ¿Es que me vas a dejar a
medias?
-Lo siento Celia, pero no puedo.
-¿Es que de repente te he dejado de gustar?
-No-cariño, es que me supera el ambiente. ¿No
podíamos subir a tu habitación?
-Es que duermo con Josefa, la cocinera, y no sé si
ella...
-Seguro que si le propones hacer un trío, acepta.
-Eso es lo malo, que la muy puta también anda detrás
de ti.
-¿Eres celosa, Celia?
-No, no, pero lo que jode es que no me jodas ahora.
-Comprende cariño, que tú te mereces una noche de
amor mejor que esta Le dije para conformarla, y añadí.
-Mira mi amor, el día que libremos los dos, te llevo al
mejor hotel de Madrid, (mentira y gorda) y lo pasamos de
lujuria.
-¿De veras mi amor, que no se te ha bajado porque no
te gusto?
-Al contrario cariño, se me ha bajado porque tú te
mereces que te folle como a una princesa. Me gustas con
locura.
Parece que se conformó. Se subió las bragas y yo los
calzoncillos y quedamos para otro día follar como Dios
manda.
126
127
-¡Es verdad! Celia y Josefa serán como mis manos, que
cuando me canso de "sacudírmela" con la derecha me la
"sacudo" con la izquierda.
Convencido por mí mismo, me dispuse a preparan el
plan a seguir para "cepillarme" a las dos nenas (o ser
"cepillado" por ellas)
El problema era doble: primero, el lugar del encuentro,
porque en los hoteles pedían el libro de familia a las parejas,
y el segundo, que no sabía dónde podía llevarlas, ya que no
conocía habitaciones clandestinas para esos menesteres.
Quedé con Josefa en un momento que no estaba de
servicio, para comunicarle los inconvenientes que tenía, pero
ella me dio la solución; sus señores, un matrimonio de
mediana edad iba a hacer un viaje de negocios al extranjero,
por lo que se quedarían solas durante una semana. Sólo
bastaba saber el día que no tuviera servicio, y a partir de las
diez de la noche que cerraban los portales, y sin que me viera
el sereno me abrirían la puerta para acceder al piso. Y así
sucedió una cálida noche del mes de Mayo.
¡Qué poca responsabilidad se tiene a los veinte años!
Me estaba jugando un consejo de guerra, ya que la España de
1960 era una Dictadura represiva, y además yo era militar,
por lo que la pena podría ser muy dura. Pero cuando el sexo
domina al seso, no se pueden controlar las pasiones. Y llegó
la gran noche.
Tuve que salir del destacamento por la puerta que da a
la calle Fernando el Santo, y sortear a la patrulla que hacía
ronda por el exterior, ya que de verme algún compañero
tendría que darle explicaciones. ¿Y que explicación iba a
darles? ¿Qué iba a follar?
Eran las diez y cuarto cuando llegué al portal, allí
estaba Celia oculta tras las rejas esperándome. Abrió sólo lo
suficiente para que pudiera entrar.
-¿Qué te ha pasado cariño, que has tardado tanto?
Pensé que ya no venias.
127
128
-Lo siento, pero me las he tenido que ingeniar para
poder llegar hasta aquí, a pesar que son menos de veinticinco
metros los que separan los dos edificios.
-Me lo supongo, he visto a la patrulla de guardia
recorrer la calle. Pero vamos para arriba, no sea que vaya a
venir el sereno y nos vea.
Subimos por la escalera del servicio hasta el tercer
piso, ya que el ascensor no funcionaba. Celia iba delante
unos tres o cuatro peldaños; y aunque la iluminación era
tenue, si lo suficiente para contemplar como su hermoso
tafanario se movía a cada peldaño que subía a través de una
sutil falda azul que llevaba; pero lo que me llamó la atención
fue, que se la marcaba la raja del culo de una forma muy
descarada.
-Celia: ¿no llevas bragas? Le dije muy bajito.
-¡Calla¡ qué nos pueden oír. No, no las llevo.
-Vale. Me callo. Pero me sobrevino una erección.
Josefa estaba asomada con la puerta entreabierta unos
centímetros, esperando nuestra llegada.
-¡Por fin llegáis! Ya me estaba poniendo nerviosa. Dijo
nada más llegar al rellano del piso.
Entramos, tenía Josefa la luz apagada. Sólo la conocía
de lejos o a través de la venta; pero quedé embobado al ver el
pedazo de culo que tenía. Si el de Celia era hermoso, el de
Josefa era descomunal.
Aquello me produjo tal excitación que se me puso a
tope, y suspiré...
-¡Menos mal! Porque temía que la situación me
superara, y no pudiera empalmarme. Como dije antes, hacer
un trío en aquella época por la cara y en nido ajeno no estaba
al alcance de cualquiera, y temía que los nervios me jugaran
una mala pasada.
¡Mira Celia! Le dije a la vez que le tomaba de su mano
derecha y se la llevaba a mi bragueta.
¡Cómo la tentaría que dijo!
-¡Jo! Félix, que dura la tienes, esperamos que no se te
baje en toda la noche.
128
129
-¿Tienes hambre? Me dijo Josefa, que como ya saben
es la cocinera.
La verdad que no tenía hambre, pero al ver aquel
jamón de pata negra que colgaba de un gancho de la pared,
me entraron de repente.
Seguía empalmado a tope porque las caderas y el culo
de Josefa me impresionaban. Nunca podría imaginar, que
una mujer tuviera tanta carme por ahí. Se dio cuenta y me
dijo la muy picarona.
-Por la cara que pones, seguro que prefieres mejor mis
jamones ¿a qué sí? Dijo subiéndose la falda hasta más arriba
del vientre. Desde que has entrado no me quitas los ojos del
culo.
La verdad que sí, que miro muy descarado a las
mujeres, pero sin darme cuenta; ya me lo advierte mi
hermana María.
-¡Jolín! Félix ¡Miras con un descaro a las mujeres!
Celia se reía al contemplar la escena ¡Menos mal que
no era celosa!
Los muslos de Josefa no eran unos muslos cualquiera.
Impresionaban, y más en aquellos años de tantas carencias.
-¿Dónde te parece que vayamos? Le dijo Celia a Josefa,
por lo bajito.
-¡Qué mejor que en el cuarto de los señores! Ni están,
ni se les esperan.
De súbito me entró un cierto temor, quizás debido a
que tomé conciencia de la situación: follar a la criada y a la
cocinera en aquella habitación tan lujosa me parecía una
profanación. Luego supe que el señor era un alto cargo del
Régimen, y marqués para más señas.
-Tranquilo Félix. Me dijo Celia al observarme, que
sabemos lo que hacemos. No va a pasar nada.
Me acordé de las escaleras, cuando subíamos al piso, y
le alcé la falda. Efectivamente, no llevaba bragas.
-Ponte unas bragas Celia. Le dije con un autoritarismo
simulado.
-¿Pero para qué?
129
130
-Porque lo que más me gusta, es bajar las bragas a la
mujer que me follo.
Josefa reía. A la vez que le dijo: -Anda mujer dale ese
placer, y ponte esas bragas rojas que te compraste ayer.
-¡Rojas! Exclamé casi en un grito. Mi color preferido.
Al poco, aparecía Celia con unas braguitas rojas, de
esas que van por debajo del ombligo y transparentes, y ese
maravilloso tetamen de 120 cm al aire, libres.
Desde ese momento empezaba a comprender, y a la vez
se derribaban todos los mitos que yo creía que portaban las
mujeres decentes. ¡Cómo si a las decentes no les picara el
chumino igual que a "las otras"! ¡No te jode!
Josefa se desprendió de su bata ¿o era un vestido? No
me acuerdo, y también se quedó en bragas. Eran de las
llamadas de "cuello alto". Pero es que a ese pedazo de culo,
unas bragas de "cuello bajo" quedarían ridículas.
Josefa y Celia
130
131
aquellos dos culos juntos causaban asombro e impresión,
pero sobre todo, emoción.
Las dos hembras no me inspiraban ninguno de los
sentimientos afectos al corazón, pero la polla me daba golpes
contra el ombligo. Aquí rompí la barrera que me separaba
mentalmente entre el sexo por amor en toda su pureza, del
sexo por puro placer. Y una vez mentalizado que los cuerpos
están concebidos para el deleite de los humanos; que el alma
y el corazón sólo pertenecen a la espiritualidad, me dispuse a
gozar de aquellos dos a través de la lujuria y la
voluptuosidad, que son sentimientos del animal, porque
animales al fin y al cabo somos.
Describir minuto a minuto lo que aconteció en la
habitación del Marqués, desde las once de la noche hasta las
cinco de la madrugada que me quedé dormido es complicado,
porque hubo momentos en que me abandoné a las caricias de
las dos sicalípticas cerrando los ojos dejándome hacer. En
algunos momentos no sabía si la que me comía la polla era
Celia o Josefa, porque las dos mamaban al unísono; y la
vulva que yo lamía, de cual de las dos era.
Me encontraba en el reino de los lujuriosos. Y cuando
las cataratas de semen se desbordaban por aquellos glúteos y
pechos, era tal el placer que sentía todo mi ser, que
comprendí que el espíritu es un obstáculo que ponen aquellos
que aseguran que el desenfreno y la liviandad en el sexo, son
un pecado mortal.
131
132
Capítulo 8
Mi primer amor
132
133
más de una moza que se "mojaba las braguitas" con sólo
pensar en mí.
Mi problema residía en la moral. Jamás premedité un
engaño ni hice promesas a moza par lograr sus favores. ¡Lo
juro! por lo que me era muy difícil llevarlas al catre si no era
con promesas de matrimonio; mi conciencia me lo prohibía,
por lo que con las que ligaba el sábado les decía muy claro,
que de noviazgos nada. ¡Y claro! Así era casi imposible
"meter", y el lunes se acaba el ligue. Lo triste es que ellas lo
deseaban tanto o más que tú, ¡Pero amigo..! Estaban muy
bien aleccionadas por sus madres...
-Hija.. "La peseteja" bien guardada entre las bragas
hasta la noche de bodas.
Como era un mocito bastante escrupuloso y selectivo,
eso de ir con putas de 25 pesetas "el polvete" no me molaba. Y
como no disponía de las doscientas o más pesetas que te
costaba una puta de lujo del Café de Levante, Chicote o El
Abra... ¡Pajas a diestro y siniestro!
Pero un día conocí a la que fue mi novia durante casi
tres años, Lourdes se llamaba, (y me figuro que así se seguirá
llamando). Me enamoré como un cadete y bebía los vientos
por ella; nuestros contactos sexuales se limitaban a lo besos
y tocamientos por debajo de la braguita, y por la bragueta;
nada más.
Al año de novios, fue Lourdes la que me propuso que
hiciéramos el amor. Un servidor que se creía conocedor del
alma femenina ¡Sí... sí! dejaba para después del altar el hacer
el amor. Debo decir aunque hoy no se comprenda, que para
un joven de aquellos años el desvirgar a la novia en la noche
de bodas, era un rito sacro santo. Y aunque te la hubieras
desvirgado un día antes de la boda, ya no era lo mismo. ¡Pero
que candorosos éramos! ¿Verdad?
Anduve varios días buscando una habitación porque
en un hotel imposible, exigían el libro de familia, y en un
hostal o pensión asquerosa no me apetecía. El marco es tan
importante que el cuadro, follarme a Lourdes en una pensión
dedicada a recibir parejas no me seducía.
133
134
Pero un buen día surgió la solución. Un cliente con el
que tenía cierta confianza al comentarle mi problema, me dio
el teléfono de una señora viuda que vivía en el Barrio de la
Concepción de Madrid, y que por motivos económicos cedía
sólo por las tardes una de sus habitaciones a personas
recomendadas o de mucha confianza.
Llamó a la señora, porque a mi me temblaba la voz y
los nervios no me dejaban articular palabra. Me concertó la
habitación a las seis de la tarde de un día laborable, y podía
disponer de su uso hasta las nueve de la noche. ¡Tres horas,
madre mía! ¡Tres horas con mi amada Lourdes en la cama..!
No me lo podía creer.
Recuerdo que era un tercer piso y el ascensor no
funcionaba. Era la primera vez que me iba a la cama con la
mujer que amaba intensamente, y la emoción era tan enorme,
que hoy al rememorar, me sigo emocionando.
Nos dijo la señora que no entráramos juntos para no
despertar sospechas en los vecinos, pero Lourdes me pidió
que no subiera muy lejos de ella, que le daba como cosa subir
sola.
Subía a unos tres o cuatro pasos detrás por aquellas
escaleras. Y aunque nos conocíamos desde hace más de un
año, me parecía que le había conocido esa misma tarde.
Nunca había reparado en su culo de esta forma tan intensa
como estaba reparando en ese momento. Llevaba una falda,
creo que se llamaban de tubo, y una blusa; era un mes de
Junio. La redondez de su tafanario me impresionó como
nunca. ¡Bueno! La verdad es que nunca había reparado en
aquellas caderas tan rebosantes, porque mis ojos siempre se
posaban en los suyos o en sus labios.
Sin embargo la emoción que sentía era muy distinta a
la misma situación que se dio con Celia cuando subía las
escaleras hacia la cama del marqués. Con Celia y Josefa sentí
emociones digamos terrenales, ya que sabía muy bien que iba
a follarme a dos coños.
Con Loudes, mi novia, mi amor, de la que estaba tan
enamorado, la emoción me embargaban tanto el corazón y el
134
135
alma que llenaban todas mis neuronas de sensaciones
desconocidas pero excelsas.
Sus nalgas marcadas a través de su falda, y
acentuadas por los movimientos ascendentes de sus piernas,
me impresionaron tanto, que sólo pensar que dentro de unos
minutos podría repicar en ellas "mi badajo" como el de la
torre de una Iglesia en la campana, el corazón me hacía...
¡Pom...pom...pom...!
Las piernas si que las conocía muy bien, sobre todo
sus rodillas; ya que sentada con las dos juntas, se semejaban
a dos columnas del Olympo, y de pie, a una autopista llena
de curvas; eran (y seguirán siendo) piernas de locura.
Cada peldaño que subía, una de sus caderas se
elevaba sobre la otra, dando a su precioso culo, una
dimensión para mi desconocida.
136
137
-Seguro señora. A esa hora nos marcharemos.
Recorrí aquellos diez metros de pasillo que terminaban
en el receptáculo donde me esperaba mi amor, y abrí la
puerta con mucha delicadeza, pero con tanta emoción que me
sentía más que en la Tierra en el Cielo. Daría parte de mi vida
por volver a sentir aquellas emociones que embargaron mi
alma.
137
138
cuerpo mucho placer, al alma no le concede esa catarata de
emociones que por razones de la educación sexual de la
época los jóvenes si percibíamos con inusitado candor.
Hoy me causa hilaridad mi actitud; pero entonces
procuré ser para ella, ese caballero andante, o ese príncipe
enamorado que se ha sublimado ante su amada, y que
postrado a sus pies desea ser su amante perfecto.
Pero con veinte años y primerizo en las artes del amor,
por mucho que te quieras esforzar no puedes ser ese amante
que deja a la hembra al borde del extasis de la locura.
¡Joder Lourdes! Si te hubiera pillado hoy, te juro que te
hubiera postrado a mis pies suspirando mi amor para toda la
vida; aunque también hoy me doy cuenta que para ti pudo
más el egoísmo que el amor, ya a los pocos días de creer que
nuestro amor había quedado allí encriptado, me despidió
para siempre con aquellas cuatro palabras.
He dejado de quererte.
Lourdes. No creo que leas esta relato, han pasado 43
años, y sé que estás casada, pero si por un casual, llegara a
tus ojos, eres parte y testigo, de la realidad de lo que digo.
Que te vaya muy bien, te lo deseo de verdad.
138
139
Aquellas preciosas enfermeras alicantinas
140
141
recuperarme. Era atendido por las enfermeras de turno, sobre
todo por dos preciosidades de unos 20 o 22 años, a las que
llamaremos Pilar y Carmen, nombres de mujer muy comunes
en España.
Nunca he sido una persona tímida, y no recuerdo que
se "me subiera el pavo a la cara" (sonrojarse de vergüenza),
pero para mí era "un trago" eso de que una mocita por muy
enfermera que fuera, tuviera que llevarte al baño a hacer
caquita o pis con todo los ritos que conllevan tales acciones,
me hacía sentirme muy mal; sobre todo lo de la caquita.
¡Joder! que apuros pasaba a la hora de hacer fuerza para
soltar los detritus de mi cuerpo. Obvio decir, que podía
levantarme para ir al baño, por lo que no me ponían esas
incómodas cuñas para hacerlo en la cama.
Pero como casi todo se supera en la vida ¡qué gran
verdad es! Yo también superé aquellos malos momentos
escatológicos: que una mujer por muy enfermera que fuera
(vuelvo a repetir) y muy acostumbrada a esos eventos, tuviera
que oler los "aromas" que emanaban de mi vientre, uno que
presumía de oler a esencias de Lowe me ponían en evidencia.
Pero a la semana más o menos, aquella vergüenza se
me había pasado. Seguía con mi brazo izquierdo en
cabestrillo, y el derecho escayolado hasta el codo ¿Se
imaginan la guisa? Pues así estaba este "moreno guapo". Y al
final pasó lo que irremediablemente tenía que pasar.
Mi vergüenza se tornó en descaro; ¡eso si! con mucho
tacto y delicadeza, (propias de mi educación y clase); sabedor
por "los mensajes" que me mandaban los ojillos de las
galanas empecé a tender "mis redes" para intentar "llevarles a
mi huerto". Un buen día.
-Buenos días Carmen. Le dije a las ocho de la mañana,
(hora en que me hacía la primera visita). Hoy te veo más
guapa que nunca; seguro que tu novio te ha hecho un bonito
regalo.
-¡Pues no! Porque no lo tengo. Me dijo con una risita. Y
añadió –¿Has hecho pis y caca?
141
142
-No tengo ganas de hacer caca, ando algo estreñido,
pero me estoy meando que reviento.
-Hala vamos, que te pongo.
Debo aclarar que estaba en una habitación doble, pero
que la otra cama ese día estaba desocupada; por lo que me
atreví a "atacar" con más motivo.
Es compresible que por los efectos naturales de la
situación, uno no sintiera en su entrepierna los otros efectos
propios de la edad. Pero en ese momento la tenía como el
"palo mayor" de un barco de vela: 18 centímetros
enarbolados.
-Verás Carmen... es que hoy...
-Hoy ¿qué?
-¡Qué!... Qué!... Mis dudas, sacaron las de ella. Se dio
cuenta enseguida lo que me turbaba. La "muy lagarta", puso
su vista en mi bragueta del pijama de una forma descarada, y
dijo con cierta guasa.
-Venga, vamos. Me dijo a la vez que me ayudaba a
incorporarme del lecho.
Evidentemente Carmen o Pilar "me la sacaban" cada
vez que tenía ganas de hacer pis, pero era como el que se la
saca a un niño de tres añitos, ya que el dolor me impedía
notar los efectos eróticos que las dos mozas me producían
con sus manipulaciones en semejante parte. Pero esa
mañana habían remitido los dolores y a mi mente volvieron
los deseos sexuales que casi nunca me han abandonado a lo
largo de mi vida.
Me puse en posición delante de urinario, y "aquello"
seguía tieso como la mojama. Carmen situada a mi costado
derecho desbrochó los dos botones de la abertura del
pantalón del pijama; pero esta vez para "sacarla" tuvo que
hacer una maniobra distinta, ya que no es lo mismo "sacar el
pájaro de su nido" despierto que dormido, por lo que tuvo que
meter su mano derecha más adentro de "la jaula" con el fin
de poder asirlo con más seguridad.
142
143
Cuando noté la mano de Carmen como abrazaba todo
el contorno, se me puso todavía más dura, y di un respingo
mi culo que casi me meto dentro del urinario.
-¿Qué te pasa? Dijo conteniendo una carcajada, ante
aquella escena.
-¡Joder! Carmen. Qué no soy de piedra.
Como me estaba meando, y no aguantaba más, ella me
la apuntaba hacia la taza haciendo fuerza para abajo con el
fin de que la meada no hiciera el efecto de un surtidor, pues
"aquello" subía y subía. Oriné como pude, ya que el contacto
de su mano con mi pene ardiendo me llevaba al borde de un
orgasmo.
No sé si por piedad o por placer, al acabar la micción,
en vez de dar las tobas de rigor para que caigan las últimas
gotas, lo que hizo fue movimientos de muñeca ascendentes y
descendentes a la altura del frenillo; justamente el punto de
más placer en el hombre. "La corrida" fue inevitable. El
primer chorro de semen se estrelló contra los azulejos del
servicio. Carmen quedó como asombrada, pero al momento
empezó a reírse de una forma desenfrenada contemplando
como aquel borbotón de semen resbalaba muy lentamente
por los baldosines queriendo alcanzar el suelo. Los siguientes
borbotones quedaron en su mano, que no les hizo ningún
asco. Y hasta me dio la impresión de que le entraron ganas de
lamerlos, pero se contuvo.
-Gracias Carmen. Sólo supe decir. Lo necesitaba más
que el comer.
-Ya lo sé, cielo. Por eso te lo he hecho. Pero de esto, a
nadie, ¿eh?
-¡Por favor! Qué soy un caballero. Esto no saldrá de
estas paredes.
A partir de esa "furtiva paja", estuve en el hospital
quince días más. Excuso decir, que de "aquello" pasamos "al
polvo". Los días que le tocaron servicio nocturno, si no
recuerdo mal fueron seis. En el turno de las tres de la
madrugada, iba preparada con el condón, que me colocaba en
mi pene hambriento de sexo. Me lo ponía con un amor
143
144
exquisito. Y como un servidor no podía utilizar ninguna de las
dos manos, me quedé sin ese magreo que preludia al amor;
pero no me importaba, ya que ella sabedora de mis
limitaciones manuales me pasaba sus hermosas tetas por la
boca para que lamiera sus pezones, pedúnculos que emergían
de sus pechos como dos cerezas.
Por las circunstancias relatadas, era ella la que me
follaba, yo no podía poner nada más; pero eso de no asir sus
redondas nalgas y abrazar sus caderas con mis manos me
llevaba los demonios.
-No te preocupes, me decía. Cuando te quitemos las
escayolas ya podrás acariciar mi cuerpo.
-¡No sabes cuánto lo deseo! Carmen.
-Vivo con una compañera en un apartamento cerca de
la Explanada, ya buscaremos el horario que esté sola. Y
aunque esté no importa, si se lleva a su novio muchas
noches.
Cuando me dieron el alta salí disparado para mi casa
de Madrid. Ardía en deseos de estar con mi familia, que dicho
sea de paso dos fines de semana fueron mis padres a verme,
pero deseaba estar en Madrid lo antes posible.
No volví a ver a Carmen porque me hubiera enamorado
de ella, pero guardo un mechoncito de los pelitos de su coñito
en una cajita de nácar con el siguiente poema.
144
145
Anécdotas sicalípticas de aquellos
años de la Dictadura.
146
147
-Que si has jugado con alguna niña a los papás y las
mamás, o a los médicos.
-Sí, padre, alguna vez he jugado con unas vecinitas a
eso que dice. -¿Qué si les has tocado? -¡Pues! ¡Pues! Algunas
veces he llegado hasta tocarles el chichi por debajo de las
braguitas.
-Hijo mío, eso está muy feo, estás en pecado mortal.
Y te ponía una penitencia tremenda: rezar seis rosarios
por lo menos.
Entonces no me daba cuenta de las cosas, porque mis
catorce años fueron los de un niño temeroso de Dios y creía
en el Infierno; creencia que teníamos la mayoría de los niños
y niñas de la época.
Creo que las niñas lo pasaron peor que los niños.
Primero, porque se hacen mujeres antes que el niño hombre.
Y segundo, porque el peso de los pecados sexuales se
fundamentaban en ellas; ya que la mujer fue, es, y será
siempre el motivo sexual del hombre. (Menos de los gays,
¡claro!)
La mujer por lo visto había nacido para ser madre y fiel
esposa, y la sexualidad era ajena a su cuerpo y a su mente.
Digo que las mujeres tenían más represión que los hombres
porque la mentalidad del "macho ibérico" era: "la esposa en
casa, y con la pata quebrada". Pero, ¡sí! ¡sí! Sentían más
deseos que los niños a esas edades, porque eran ya casi
mujeres. Una amiguita me decía:
-Yo me consuelo restregando la entrepierna con el pico
de la mesa. Y me demostraba "in situ" como lo hacía.
Lo recuerdo como si hubiera sucedido hace un rato.
¡Palabra! Y uno cándido como una amapola, no captaba que
lo que me estaba pidiendo era que se lo restregara yo.
Era aquella mentalidad infantil incapaz de entender las
pasiones de la mujer, a la que creía pura y casta y pura
(como mi madre y mi hermana), y exenta de esos
pensamientos impuros.
Puedo contar tantas anécdotas cargadas de sexo, que
uno no conseguía captarlas por su educación sexual tan
147
148
restrictiva. Hasta tal punto, que aquella represión me supuso
un grave problema de mayor. Un psiquiatra que consulté
inmediatamente después de licenciarme del Ejército,
determinó que los problemas de erección que tenía cuando
iba con una mujer, provenían de mi niñez.
Mi dificultad no es que no me empalmara, ¡no! ¡no!
Todos los días me levantaba con el pene más tieso que el "el
pan de ayer". El problema era, que con las chicas que bailaba
o ligaba no podía, algo me lo impedía. Luego al tiempo,
cuando había una cierta confianza si conseguía erecciones
completas y larguísimas bailando. Por eso no iba de putas,
porque sabía que por muy buena que estuviera, no conseguía
la erección.
Los amigos decían:
-En cuanto una tía se me arrima bailando, se me pone
"el pijo" "como la mojama". Y lo que más me jode, es que en
cuanto le "restriego la cebolleta" un par de veces, "me corro
como un loco".
Y yo pensaba: -Qué suerte, ¡coño! A mi las titis se me
pagan como lapas, "y se me esconde". ¡Cierto! Lo digo sin
presunción: cuántas mozas tuvieron que desencantarse de
mí, porque a este morenazo de un metro ochenta no se lo
ponía en condiciones bailando con ellas.
Sin embargo, cuando me eché mi primera novia formal
si que se me ponía tiesa hasta reventar, sobre todo cuando
estábamos solos en el parque haciendo manitas; o la trincaba
en aquella tapia del un solar sin iluminación.
Sin duda, eran los efectos de la represión sexual en un
alma cándida como la mía. Afortunadamente superé ese
trauma a los veinticinco años, y tía que me gustaba le sacaba
a bailar, y nada más abrazarle por la cintura, ya estaba
empalmado. ¡La de calzoncillos que mojé bailando! Pobre
madre que era quien me los lavaba.
Sin embargo, la doble moral era normal en aquellos
que disponían de recursos económicos. La figura de la
"querida mantenida", era consecuencia de aquella situación.
Miles de mujeres vivían gracias a la financiación de sus
148
149
gastos por aquellos ricachones, la mayoría paletos que
hicieron millones y millones con el estraperlo.
Todos se compraban el coche más grande que "aiga".
De aquí proviene la denominación popular de "aiga"; aquellos
coches americanos que deslumbraban a los pobres por sus
dimensiones y lujo. Sobre todo aquel Cadillac con colas.
Fui testigo durante los años cincuenta y parte de los
sesenta, de numerosos casos de prostitución, infidelidades y
demás golferías. Y digo que fui testigo porque esto que voy a
relatar, sucedía en un finca de una calle de Madrid, (página 54)
finca famosa por los taxistas, ya que el "puterío" que allí vivía
era popular entre los del gremio. Y porque un servidor vivió
en ella con sus padres y hermanos durante quince años.
Moraban más de 400 personas distribuidas en más de
setenta viviendas en siete plantas más sótano; pero también
hay que decir que vivían familias muy honestas y virtuosas.
No me arrepiento de no haberme follado por lo menos a
20 ¡o más! mujeres de aquellas. ¡Lo juro por mi honor!
Aunque la verdad, tonto si que fui a mis 18 esplendorosos
años.
¡Joder! y mira que estaban buenas la mayoría de
aquellas "querindongas". Pero que inocente era el chaval de
aquellos años. Al menos yo, si que lo era.
150
151
Con los dedos pulgares de ambas manos separé los
labios mayores, que por cierto no le sobresalían como a
Estíbaliz. Exteriormente parecía el chichi de una niña, sólo se
le veía la rajita. Los labios mayores, ninfas y clítoris estan
inmersos.
Acerqué mis ojos para contemplar el espectáculo que
me consta que muchos hombres no han contemplado en sus
vidas.
151
152
-Si así sucediera, ya viese en su momento que decisión
tomaría al respecto. Pero si te apetece me puedes desvirgar
por atrás.
¡Hostias! Con esto si que no contaba.
Habían pasado como una hora desde que hicimos el
sesenta y nueve; que por cierto me corri en su boca, cosa que
me causó un poco de extrañeza que no me avisara o retirara
la suya al ver "que me venía", por lo que le pregunté.
-¿A que sabe mi semen?
-Como verás no me lo ha tragado, lo he escupido en el
lavabo.
-Sí, ya lo he visto, pero el sabor si que lo habrás
notado.
-No sé como explicarte, entre un sabor dulzón y
amargo.
En esto de dio la vuelta, se puso con el culo en pompa
a la vez que me decía. -Por aquí si que me la puede meter. Se
notaba que quería cambiar de tema, y tenía los ojillos
chispeantes y con ganas de más juerga.
Debería ser verdad que también era virgen por esa
parte, ya que se veía perfectante los pliegues como cerraban
completamente el ano. Y como estaba otra vez empalmado a
tope, me dispuso a darle por el culo.
Pero me fue imposible, ya que los flujos naturales de
mi polla y los de su coño, no fueron suficientes para que
pudiera entrar con facilidad y sin dolor. Al primer empujón
pegó un grito y quitó "el ojete" de la posión que estaba a toda
prisa.
-¡Uffff! Cómo duele!
-Es que sin vaselina no creo que pueda entrar.
-Entonces lo dejamos para otro día. -¡Ay! que escozor.
Me dijo poniendo una carita de dolor.
Me hizo otra "mamada", esta vez si reciprocidad en la
caricia. (no tenía ganas de "comer más coño")
Y nos quedamos dormidos hasta la nueve de la
mañama de aquel domingo. Y entre baño y baño y algún
achuchón dentro del agua del Pantano de San Juán, después
152
153
de comer una paella en un chiringuito, nos volvimos para
Madrid.
Lola y Pepa
153
154
Aunque yo vivía en casa de mis padres, en la calle de
Marcelino Alvarez, entre Carmen y Quintana de la calle de
Alcalá, pasaba mucho tiempo en casa de mi hermano, ya que
allí hice una pandilla de amiguetes y jugámos a la cartas en
el bar de Paulino, o al fútbol en un descampado que existía
cerca de su casa, en la Avenida de Oporto.
Nunca sabré si Lola le contó a su hermana la aventura
que tuvo conmigo en San Martín de Valdeiglesias, porque ni
se lo pregunté ni nada me comentó Pepa. El caso que un día
le propuse salir con ella y aceptó a las primeras de cambio.
Trabaja en Valdivielso, S.A. por lo que tenía un Citröen
2CV de la Casa a mi disposición para las tareas comerciales
que tenía asignadas. Y en el Citroen en un descampado en las
cercanías del barrio, allí hicimos mil y una (como dice
Chiquito de la Calzada) "guarreridas españolas".
Con Pepa, descubrí la diferencia de los aromas del
coño y culo de las mujeres, que aunque me figuro que no
todos olerán igual, "la fórmula" será la misma; ya que ambos
"perfumes" son genuinos en todos "los fondillos" de las
damas.
En el asiento de atrás del coche es donde hacíamos las
orgías. Lo que más me gustaba era aquella bendita
incomodidad que en aquel estrecho habitáculo poder
maniobrar. Pero era tan grande la emoción que sentía, que,
parecía que estaba en la mejor habitación del hotel Ritz. Y al
final la mano la metías hasta el corvejón.
Como su hermana Lola, no consintió la penetración
vaginal, me dijo lo mismo: que "eso" estaba destinado para el
hombre que la llevara al altar. Pero las "mamadas" que me
hizo fueron de antología. Lo malo, es que un servidor debido a
la posición obligada del asiento, no pude "comerla el potorro"
como Dios manda; pero olerlo y sobarlo todo lo que quise.
Pero me qudé con las ganas de degustar aquel coñito que olía
a hembra en celo.
Digo que aquí descubrí que las fragancias de chichi y
culo de dama difieren, pero las dos son igual de excitantes.
Resulta que después de una de las sesiones de magreo, y
154
155
dejar a Pepa en su casa, tomé el volante del "dos caballos"
con dirección a mi casa; y al picarme la nariz en un momento
y rascarme con uno de los dedos, me sobrevino el olorcillo de
Pepa, lo que la pasa que no sabía si era del ojete o del chichi.
Me olí el otro dedo y olía igual de excitante pero con otra
"esencia".
-¡Vaya! ¿Cuál será el aroma correspondiente a cada
"frasquito"? Me pregunté.
Me figuraba que todos los ojetes deben oler de forma
similar, (pues la verdad, un servidor no se dedica ni se
dedicaba a ir oliendo culos por ahí) y como obviamente yo no
tengo coño; ahuequé un poco el mío, y con un dedo de la otra
mano anduve entre las costuras de mi pantalón colindantes a
mi oroficio anal, para extraer las misturas allí depositadas.
Por esa pista pude saber cual de mis dedos había
manipulado el ano de Pepa. Lo que se deduce que es el
cerebro el que controla todas las reacciones del ser humano;
porque aunque el dedo que rascó mi culo olía muy parecido al
que rascó el de Pepa, no me producía la mismas emociones.
Total, que no recuerdo los motivos, pero dejé de salir
con las dos hermanas manchegas que tantas satisfacciones
dieron a mi cuerpo. Porque la verdad, a mi alma no le dieron
ninguna.
156
157
mosquearme un poco. Pero luego me di cuenta, que aquella
risa, era para atraerme a lo que poco después me
propusieron.
Medio chapurreando el inglés, y ellos el español, y
sobre todo con señas, nos medio entendíamos.
-We want to eat paella – Nos gustaría comer paella.
-I will take you to where you eat the best paella. -Yo os
llevaré un donde se come la mejor paella.
Después de las oportunas presentaciones, supe que
eran una pareja danesa, de Odense; que habían elegido
España para pasar estas vacaciones, que llevaban casados
un año, y que se llamaban Kristen y Karin.
Me invitaron a comer, y me ofrecí a hacer de guía
turístico. Cosa que aceptaron con mucho gusto, pero a
condición de que ellos pagaban todo los gastos, lo cual me
vino muy bien porque mis dietas no daban más que para
manutención y hotel.
Sobre las nueve de la noche, me dirigí al hotel Delfín.
Pregunté en recepción por el señor y la señora de la
habitación 229. Al momento me dijo el recepcionista que
subiera, que me estaban esperando.
Llamé a la puerta, Karin me abrió como su madre le
había traído al mundo. O sea, ¡en pelotas! Y con toda la
naturalidad del mundo me invitó a entrar. Se dio la vuelta
para avisar a Kristen y vi el cuerpo más maravilloso que
había percibido en mi vida.
157
158
Me quedé mudo, quieto y más parado que el "caballo
de un fotógrafo". Al ver la entrepierna de Kristen mi corazón
no pudo evitar pegar un sobresalto. Recuerdo perfectamente
que la tenía en posición de reposo, ligeramente inclinada
hacia la izquierda; pero lo que más me llamó la atención
fueron las venas como se le marcaban por la superficie de la
piel, y su tamaño; le medía por lo menos 25 cm. ya que le
llegaba hasta casi la mitad del muslo. De piel blanquísima, y
se le apreciaban al trasluz unos vellos rubios que le daban el
aspecto de un Apolo del Olimpo.
Karin al otro lado de la cama se estaba poniendo las
bragas y el sujetador, y a pesar de haber descrito su cuerpo
de diosa; mis ojos la ignoraron y se clavaron en el cuerpo
(sobre todo en el pene) de Kristen. La contemplación del
"cuerpo de ese dios" llenaba todos mis sentimientos sexuales,
y entonces me di perfecta cuenta, que, aunque me gustaban
las mujeres, hombres como Kristen rompían todas mis
barreras hacia el culto de la hembra; emergiendo sobre mis
meollos la idolatría al macho.
Y ahí mismo, sentí un irrefrenable deseo de ser Karin,
para ser poseída hasta la extenuación por tan "maravilloso
dios". No sentía en ese momento deseos de follar con aquel
monumento de mujer; sentía unos terribles deseos de ser
poseído por ese macho que rompía todas mis expectativas
sexuales hacia lo femenino.
Kristen se dio perfecta cuenta de mi ensimismamiento,
Karin no, porque seguía de espaldas. Me dijo en un
entendible español.
-"Agtugo": ¿Gustar a ti Karin and mí, verdad?
No sabía que decir. Para un español joven de a pie en
aquellos años, la situación que estaba viviendo era más un
sueño que una realidad.
-"Agtugo". Si tú querer, luego de la discoteque, hacer
trío. Me dijo Kristen con cara de complicidad.
Me acordé del trío con Celia y Josefa, (página 130) pero
esta vez iba a ser al revés, y la verdad, casi me seducía más
una para dos, que dos para una. El trabajo iba a ser más
158
159
tranquilo y de menos responsabilidad. Pero como no quiero
mentir, el pene de Kristen me tenía totalmente subyugado, y
podría someterme a todas las varientes que el sexo brinda,
podría ser mujer y hombre a la vez.
-Pogque tú "Agtugo" español, guapo, "mogueno y
toguego". You latin Lover, and to mi you, too much like.
-But.-¡Vaya! Hay un pero. Pensé
-But. Tú for mi and for Kristen. Tú fuck with mi and
with Kristen. ¿Understand?
Ya lo creo que comprendía. Es que uno en los temas
del folleteo espabila rápido. Por lo que una vez repuesto de la
emoción que me creó esa situación, dije muy convencido:.
-Ok. Ok. I fuck and yoy and Kristen. Very like... Very
like. ¡Ya lo creo que quiero follar con los dos!
Estuvimos bailando en las discotecas, KU Benidorm y
en Penélope hasta las tantas de la madrugada. Al llegar al
hotel el recepcionista de noche me miró de forma sospechosa.
He de aclarar que a partir de las doce de la noche había una
severa vigilancia por la policía en los hoteles, y pedir la ficha
de los clientes alojados era bastante más frecuente que lo
normal. Saqué 200 pesetas y se las pasé al vigilante, a la vez
que le decía bajito al oído: soy muy amigo de los señores. Es
que 200 pesetas de año 1965 abrían cualquier puerta.
Lo que aconteció en la habitación 229 del hotel Delfín
de Benidorm la noche del mes de Agosto del año 1965, las
paredes lo contarían mejor que yo, porque seguro que se
estremecieron, ya que fueron testigos directos de lo que
sucedió. Yo intentaré contarlo de la forma más real, pero si
me permiten dando un toque celestial al relato, ya que hice el
amor "con un dios y una diosa".
Tenía la ventaja de que ya conocía los cuerpos de "los
dioses"; en las discotecas ya había notado la turgencia de los
senos y el trasero de Karin, y eso me salvó de la impresión
que hubiera recibido en caso de no haberles conocido antes.
Seguro que la emoción no me hubiera permitido una
erección, al menos durante un buen rato.
159
160
Karin me tomó de la mano y me llevó al baño. Kristen
se lavaba los dientes en uno de los dos lavabos.
-Toma. A la vez que me daba un paño higiénico.
-¿Para qué? Pregunté algo confuso.
-Tú, cuando yo acabe, tú limpiarme.
No entendía los motivos, si Karin no era manca y se
podía limpiar ella solita; pero la idea me ponía a cien. Nunca
en mi vida había visto a una mujer mear, excepto a mi
hermana cuando éramos pequeños. Y eso de limpiarle "la
chirla" después de la micción a una mujer como ella no me
producía ningún asco. La verdad que ni me molesté en
averiguar los motivos de ese capricho, y un servidor con el
paño higiénico en la mano derecha esperando que Karin
acabara de mear.
No se sentó, lo hizo medio agachada. El sonido de su
meada que hacía al caer en chorro hacia el fondo de la taza
enervó mis neuronas.
-Ya. Me dijo.
Se abrió de piernas, y un servidor como un vulgar
mucamo pasando el paño por su chichi, procurando dejarlo
sin una gota de pis. A la vez que ella me decía
-¿Tú querer que yo lavar en bidé..? ¿Or like taste of
woman?
-No, no. Do not wash, I like the taste of women. Me
acordé del chichi de la otra Carmencita (página 27), mi
primera "comida de coño", desde entonces no había vuelto "a
catarlo", pero el de Karin me invitaba "a degustarlo", y me
dispuse a ello.
Al momento, pendiente "del chirri" de Karin me había
olvidado de Kristen, sentí un brazo en mi hombro y una cosa
muy dura entre mis dos nalgas que me hizo dar un respingo.
Me había colocado su "precioso rabo" entre las cachas. Juro
que sentí una emoción tan fuerte ante aquel contacto que me
estremeció, y me dispuse a ser junto a Karin, otra "mujercita"
para Kristen.
Salimos del baño de una forma que me pareció algo
grotesca. Karin pegó su culo a mi polla empalmada a tope, y
160
161
Kristen pegada la suya al mío. O sea: como bailando la conga,
pero pegados y sin mover las piernas de un lado para otro; y
así llegamos a la cama de matrimonio.
Karin apoyada en la almohada de la cabecera de la
cama se abrió de piernas en el máximo ángulo que dan: unos
180 grados. Me hizo una seña inequívoca: se llevé su dedo
índice de su mano a la boca, y acto seguido con el mismo
dedo se señalaba el coño. Más claro agua: me pedía que "se lo
comiera".
¡Qué emoción! Una mano en cada cacha de Karin, y mi
lengua y labios en el mismo centro. Karin aupaba sus nalgas
para que su pubis quedara más al alcance de mis belfos;
suspiraba y gemía de una forma que me parecían las
"cantigas de una reina". Lamía, mordisqueaba y succionaba
de "aquel panal de rica miel como las moscas" . ¡Qué manjar
más rico! Pero que fino estuvo Dios cuando recreó el sexo de
la mujer.
De pronto sentí que mi ano estaba siendo lubrificado,
un dedo de la mano de Kristen lo untaba de "aceites
celestiales" hasta sus profundidades. Si ese dedo me daba un
placer exquisito, supuse que su polla sería el summum del
placer. Y así fue; cuando me quise dar cuenta, la tenía
metida hasta sus mismísimos testículos.
Y así, mientras yo "comía" los labios, ninfas y clítoris
de Karin, Kristen follaba mi culo con tanta saña que me hacía
enloquecer. Los orgasmos fueron bestiales: Karin parecía que
quería meter en mi boca todo su sexo, con movimientos de
vientre de arriba abajo convulsivos, a la vez que gritaba de
forma desaforada. Kristen derramaba en las simas de mis
intestinos todo su esperma; le sentía tan caliente que me
quemaba. Y yo, derramé "mis alegrías" en aquellas sábanas
blancas.
Descorchamos la botella de champagne que habíamos
subido para celebrar el encuentro, y entre cigarrillo y
cigarrillo hablamos de mil cosas, entre otras que a Kristen
sólo le gusta penetrar a los hombres, pero a él no le gustaba
ser penetrado.
161
162
Al cabo de buen rato, me la puso en la boca para que
se la chupara. Aquí si que dudé algo más, pero al final me
lancé a ella con la boca abierta y se la mamé a placer.
Confieso que me gustó tanto o más que el coño de
Karin. Ya no tenía dudas, era bisexual, con la diferencia, que
me podía follar muchas tías, pero tíos pocos. Como Kristen
por lo menos, pero feos ni uno.
A principios de los años setenta, el Régimen había
abierto la mano en temas del sexo. Funcionan aquellas
películas llamadas de "Arte y ensayo" en salas especiales, y
cuya finalidad era demostrar la tolerancia del Sistema, pero
que no las entendía nadie. Las playas se llenaban de bikinis y
las discotecas funcionaban a tope.
Predominaba una gran clase media (uno de los éxitos
del Gobierno), y España estaba de moda en el mundo. Aquella
célebre canción: ¡Qué viva España! Se escuchaba en todas
partes, y los españolitos cruzaban la frontera francesa hacia
Perpigñan o Biarritz para ver como Marlon Brando
sodomizaba a María Schneider en "El último tango en Paris".
Se respiraban aires de libertad. Lo bueno de la
Dictadura Franquista, es que no prohibía salir a los
españoles de España. Podían viajar por todos los países del
Orbe, excepto Rusia y sus países satélites; de modo, que el
que más y que el que menos, se enteraba de lo que pasaba
por el mundo.
Pero la mujer de la época todavía pensaba que el
matrimonio era la solución a su vida. Encontrar a un hombre
bueno, honrado y trabajador para ser esa esposa y madre
abnegada de sus hijos.
Por lo que a la hora de "meter", no había alcanzado su
plena liberación. Por lo que el follar como se folla hoy: "polvo"
y adiós, y si te he visto no me acuerdo no existía. Todavía la
mujer media española guardaba "su tesoro" para el hombre
que Dios (o San Antonio) le destinara para esposo.
Por eso era muy normal, que el hombre se casara entre
los 25 y 30 años, y las mujeres alrededor de los 20. ¡Eso sí!
Por la Iglesia y con las bendiciones del cura.
162
163
Y como un servidor ya estaba casado en esos años, no
voy a relatar mis aventuras extramatrimoniales, no sea que
mi mujer se entere y me pida el divorcio
163
164
Aventura en el expreso Madrid Sevilla
164
165
Un servidor viajaba con bastante frecuencia desde
Madrid, (lugar de residencia) a Andalucía; y como era por
cuenta de la empresa, ya que era su Delegado de Ventas para
la Zona Sur, lo más cómodo era el coche cama individual. Al
llegar me esperaba el vendedor de la Zona, y en su coche
hacíamos la ruta prevista para esa semana.
Sucedió lo que voy a relatar el 12 de Enero, seis días
después de acabadas la Fiestas de Navidad del año 1966. Lo
recuerdo perfectamente porque ese mismo día un servidor
cumplía sus 26 primaveras. ¡Bueno! En mi caso, 26
inviernos.
Ese viaje lo hacía un tanto malhumorado; mi novia me
había puesto un ultimátum: o me quedaba en Madrid o
rompía nuestro noviazgo de casi tres años de relaciones. No
soportaba un novio viajante. ¡Y un marido! Ni pensarlo. Eso
de vernos sólo los fines de semana, y no todos, ya que
algunos me quedaba en Cádiz o Almería el sábado y el
domingo, para no tener que madrugar el lunes para volver.
¡Bueno! Eso es lo que le decía, pero la verdad, la verdad es
que había ligado con alguna andaluza, y me pasaba el "finde"
con ella.
Estaba fumando un cigarrillo en la ventanilla del
pasillo del tren coche cama, justamente en la de enfrente de
mi departamento, cuando una señorita me pidió permiso para
pasar, ya se sabe la estrechez de aquellos pasillos, había que
ponerse de perfil para que se pudiera pasar.
-¿Me permite pasar? por favor.
-Claro señorita. Pero si le digo la verdad le dejo de mala
gana, ya que no me importaría que no pasara y se quedara
conmigo para charlar un rato.
No sé como me salió eso, porque llevaba un humor de
perros. Quizás aquella mirada triste de ojos azules que vi en
su rostro, me invitaron a realizar esa invitación. O porque la
moza era una belleza.
Cuando la tuve a un metro escaso de mis ojos,
comprobé la magnitud de su belleza. Rubia, de casi un metro
setenta de estatura o algo más. En ese momento, por la
165
166
proximidad de "la bella", o por la estrechez del sitio no pude
fijarme en sus caderas, culo y piernas, lugares donde se suele
dirigir mi mirada casi siempre, y sin mucho disimulo, para
que negarlo.
Por eso, al no estar "esas curvas" al alcance de mis
sagacidades me fijé en su boca. ¡Dios mío! ¡Pero que boca!
Era de ensueño, de locura, para dormirse en sus labios
y no despertar jamás. O para rezar mil rosarios contando los
misterios con los dientes blancos e inmaculados que de forma
milimétrica la configuraban. Y lo que más me impresionó, es
que no los llevaba pintados; aquel rojo carmesí que se
reflejaba en la tenue luz del vagón era el albor propio de su
carne.
-¡Bueno! Dijo "la hermosa". Pero no un ¡bueno! de
compromiso, sino de ayuda, intuí en su mirada deseos de
olvidar, de sentirse ausente, de no pensar. Y siguió diciendo:
-Estoy a punto de separarme de mi marido, no le
aguanto más. Es un machista asqueroso y celoso. Me voy a
Sevilla, a casa de mis padres.
¡Vaya! una casada. Dije para mis adentros. Me temo
que esta noche "no meto".
-¡Mujer! Le dije en un tono conciliador. Ya sabes que el
hombre español es un poco moro; somos una especie de
"Otelo". Además, una mujer como tú... ¡Disculpa! ¿Te puedo
tutear?
-Sí, sí... Por favor, tutéame.
-Gracias. Decía, que no es de extrañar que tu marido
tenga celos, es que a una mujer con tú...
-¿Una mujer como yo? ¡Qué! -¿También tú eres
machista? Me dijo algo contrariada.
-¡No! No! ¡por favor!
Había metido "la patita" y no sabía como sacarla. Quise
exponer un hecho penoso pero real: la mentalidad del hombre
español de hoy, por desgracia, era así.
-La verdad, la verdad, no lo sé. Ya que no sé lo que es
el amor verdadero. Mentí descaradamente, intentando salir
del trace. -El día que ame a una mujer, te lo podré decir.
166
167
Pero, (subrayé bien ese pero) Creo que los celos no tienen
porque existir en los hombres seguros de si mismos. Además,
soy de los convencidos que la confianza mutua es la mejor
fórmula para que triunfe la relación en pareja.
Mis palabras surtieron el efecto deseado. Irene como
así se llamaba "la bella", puso cara de satisfacción ante mi
declaración del hombre moderno.
-Me alegra escuchar esas palabras, Félix.
(Ya nos habíamos presentado) Se advierte en ti un
porte distinguido y de un hombre de palabra.
-Gracias Irene, al menos lo intento.
-¿Y cómo es que no tienes novia? Me preguntó en un
tono entre sarcástico y curioso.
-La verdad, viajo mucho por España y Europa por
motivos de trabajo, y no me planteo tener una novia que me
espere todos los fines de semana. Creo que sería un fracaso
de noviazgo.
-¡Ya! O sea: un ligue en cada puerto.
-Pues no. Irene La mujer española lo que busca es la
estabilidad matrimonial, y los "ligues" como tú dices, ¿cómo
no sea con "mujeres malas"..?
Quedamos unos segundos en silencio. En ese preciso
instante el tren hacía parada en Alcazar de San Juan, nudo
ferroviario hacia el Sur. Lo que aproveché para romperlo.
-¿Te apetecen unas tortas? Tienen fama las de aquí.
-Sí, gracias.
Eran las 01:45 horas, y a pesar de la calefacción, en el
pasillo hacía algo de frío ya. Llegó el momento de "entrar a
matar".
-¿En que departamento del vagón estás? Yo, en este de
aquí al lado.
-Ya quisiera viajar en coche cama como tú. Viajo en
segunda clase; venía de los servicios, y me dirigía a mi vagón
que es el contiguo a éste.
-¿Por qué no pasas la noche conmigo? Le dije casi en
un soplo de voz.
167
168
El año 1966 en España, proponer así de repente a una
mujer desconocida y casada que se acostara contigo, las
respuestas más probables serían:
¿Pero tú quién te crees que soy yo?
Creo que te has confundido, majo.
Cuando no una bofetada, o la denuncia al encargado
del vagón.
Pero no. Me miró con una sonrisa que potenciaba sus
labios y dientes a dimensiones de belleza extraordinaria, y
dijo con voz clara y segura.
-¿Y por qué no?
Permitan que relate en verso lo que pasó en aquel
departamento de coches camas del expreso Madrid – Sevilla.
168
169
169
170
170
171
Asesinato en el burdel
172
173
-¿Quién de ustedes ha usado los servicios de "la
Perica"?
Los tres forasteros se levantaron del sofá tan cutre
como tres resortes, y acorde dijeron que ninguno había
estado con la difunta.
Las comprobaciones oportunas fueron confirmadas por
las chicas y Patrocinio. Uno de ellos había estado con "la
Tragasables", otro con "la Tetuda", y el tercero con ninguna,
ya que prácticamente acababa de llegar al burdel.
En ese momento bajaba Lopetegui de la estancia
superior en donde se encontraba el lugar de los hechos. Hizo
una seña al inspector para que se acercara. Durante unos
momentos le habló en voz baja por lo que nadie pudo percibir
lo que le dijo.
Volvió Rebollo al salón del interrogatorio con una
expresión triunfalista en su rostro; por lo que le había
contado el forense, y por que había captado y deducido
durante su inspección ocular del lugar del crimen, tenía las
pruebas necesarias para detener al culpable, sólo le faltaba
comprobar un dato.
Dirigiéndose a los tres forasteros con voz grave y
autoritario les dijo:
-Inmediatamente los tres se me bajan los pantalones y
los calzoncillos.
Aquellos pobres hombres sin comprender nada
dudaron, pero un tremendo grito les conminó a que
cumplieran su orden. Y en un santiamén los tres se quedaron
con la guisa que se pueden imaginar: los pantalones en los
tobillos y los calzoncillos en las rodillas.
Miró Rebollo a Lopetegui que se encontraba a su
derecha con cara de decepción. Éste a su vez mira al
inspector con cara de resignación.
En ese preciso instante, muy sigilosamente, Melecio "el
Tontaina" se deslizaba hacia la puerta de salida; el ruido que
hizo al pisar una cáscara de avellana indicó que Rebollo se
apercibiera de las intenciones y le intimara.
-¡Alto! No se mueva, y ni de un paso más.
173
174
"El Tontaina" quedó petrificado.
-Bájese inmediatamente los pantalones. Con voz de
trueno le ordenó Rebollo.
Al pobre "Tontaina", del susto que tenía encima se le
bajaron los pantalones y gayumbos a la vez.
Rebollo y Lopetegui quedaron alucinados ante aquello
que "el Tontaina" portaba entre sus piernas. Aquel
sobrepuesto de la impresión dijo a la vez que sacaba el arma
reglamentaria y las esposas.
-Queda usted detenido por el asesinato de La Perica.
DESENLACE.
El forense Lopetegui había confirmado las sospechas
del inspector Rebollo. La muerte de "La Perica" se había
producido por una terrible impresión que le sobrevino ante la
contemplación de algo tremendamente monstruoso.
Ésta, antes de morir y como pudo comprobar
Lopetegui, había clavado sus ojos en aquel brazo de la
lámpara que parecía un símbolo fálico, y había apretado sus
muslos con tal fuerza que hubo que llamar a un cirujano
para que pudiera abrir aquello que el rigor mortis había
sellado. Señales inequívocas que la tremenda impresión que
le causó el sincope tenía relación con aquel objeto.
El pene de el Tontaina comprobadas sus medidas en
comisaría eran de 45 cm. de larga por 25 cm. de perímetro.
Medidas capaces de matar de la impresión a la tía más puta
del mundo.
En un descuido de doña Patrocionio, se introdujo en la
habitación de "La Perica" con intención de violarla, ésta, al
ver "aquello" no pudo resistir la enorme impresión que le
causó la insuficiencia respiratoria y parada cardiaca mirando
al techo.
"El Tontaina" se declaró culpable y relató los hechos tal
como los recreó Rebollo.
174
175
Ayudé a mamá a que recuperara su
sexualidad
Parte primera
Me llamo Ana, tengo treinta años, casada felizmente
con un hombre maravilloso que me llena en todas las facetas
que una mujer desea de su matrimonio; con dos preciosos
hijos (niño y niña) de seis y tres años respectivamente.
Soy excesivamente fogosa sin llegar a la ninfomanía,
pero si no hago el amor todos los días, mi cuerpo nota que le
falta algo. Gracias a Dios, mi marido responde sin problemas
a pesar de sus cuarenta y cinco años.
Pero no les voy a hablar de mí, voy a hablar de mi
madre, una hermosa mujer que me dio a luz a sus dieciocho
años, por lo tanto, ahora tiene 48. Y lo que más me ilusiona:
175
176
que para los extraños no somos madre e hija, somos
hermanas. Lo que vacilamos con esta situación cuando
salíamos juntas por ahí de marcha.
Mi padre, desgraciadamente ha fallecido hace menos
de un año; tenía 56 años, un cáncer precoz se lo ha llevado
en la flor de la vida. Mi madre no lo supera, ha caído en una
profunda depresión que la está marchitando, y como no lo
supere "se va" con él en poco tiempo.
Me tiene tan preocupada que estoy haciendo todo lo
que está en mi mano, y el amor que le tengo para que se
recupere. Pero inútil, se ha encerrado en su desgracia y dice
que no tiene deseos de vivir, ya que la vida le ha quitado lo
que más quería.
-Pero mamá. Le digo con ademán de enfado. ¿Es que
yo y tus nietos no llenan el vació que te ha dejado papá?
-Sí, hija, ¡Cómo no me van a llenar! Pero el vació que
ha dejado tu padre en mi alma y corazón no hay nadie quien
lo llene.
-Pero mamá, la vida sigue, eres muy joven y no te
puedes encerrar en ti misma. Va a hacer un año que ha
muerto papá, y aunque me consta que va a estar en tu
recuerdo eternamente, seguro que si te está viendo se enfada.
Sabes de sobra lo liberal que era.
-Dame más tiempo hija, dame más tiempo, todavía
siento en mi piel el contacto de las manos de tu padre.
Esta confidencia y la cara que puso al decirlo, me
indicó, que, mamá necesita el contacto de un hombre, pero
no es capaz de entender que con papá es imposible.
Hablé con Félix, (mi marido) después de haber hecho el
amor tan apasionadamente como siempre lo hacemos.
-Me tiene preocupada mamá. Sigue encerrada en si
misma con el recuerdo de papá, y me temo que va a entrar en
una profunda depresión como no seamos capaces de
convencerla que debe rehacer su vida.
-Lo que no me explico. Dijo Félix. -Con lo hermosa que
es, y con la vitalidad de la que siempre ha hecho gala, no sea
176
177
capaz de superarlo; máxime cuando me has dicho que en el
aspecto sexual has salido a ella.
-Creo que mamá necesita de un hombre; ayer vi una
expresión en su rostro que le delataba; le vi un deseo
contenido, unas ganas terribles de follar, pero reprimidas por
sus conceptos morales y religiosos.
-¿Sabes si se masturba?
-¡Ay! Pues no sé.
-Mira cariño, vamos a urdir un plan para que mamá
recupere las ganas de vivir. Me sugirió Félix.
-¿Qué pretendes?
-Lo primero vigilarla.
-Me parece eso una canallada, marido. Invadir su
intimidad.
-No te precipites, que mi plan no es morboso, es para
conocer su estado anímico.
-¿Qué propones?
-Voy a instalar una mini cámara en su habitación, de
esas que usan los espías, y veremos su comportamiento en la
intimidad.
-Me parece una cerdada, marido.
-¡Quieres o no quieres ayudarla! ¿O es qué te crees que
lo hago por morbo? No hija no, lo hago para ayudar a mamá,
pero si no sabemos su estado psíquico interior, (el que vemos
superficialmente no nos sirve) no podremos actuar en
consecuencia.
-Vale, marido. Pero lo que grabemos se borra
inmediatamente,
-Eso por descontado, niña. Ese material no sale de
casa bajo ningún concepto.
Parte segunda
Debo aclarar, que desde la muerte de papá, mamá vive
casi siempre con nosotros, porque yo le obligo; no quiero que
esté sola en su casa de casi 200 metros cuadrados.
177
178
Félix, situó una mini cámara de video en un lugar
inaccesible, imposible que pudiera reparar en ella. La toma
era de la superficie de la cama en sentido perpendicular; es
decir, desde los pies a la cabeza, y se activaba por luz, por
muy tenue que fuera. Además de ser de 720X576. Máxima
calidad de imagen en ese tipo de mini cámaras.
Como la tarjeta era de 5 gigas, la capacidad de
grabación era de varias horas; lo que daría lugar a ver su
reacción en solitario. Que es lo que hacía, y como se
comportaba en su soledad.
Se acostaba sobre las doce de la noche, encendía la luz
de la mesilla y solía apagarla sobre la una. Lo que sí
sabíamos, que, le gustaba leer en la cama; por lo que
suponíamos que esa hora la dedicaba a la lectura.
Estuvo la mini cámara ubicada en su habitación
durante 15 días, tiempo que calculamos habría agotado la
capacidad de grabación. Esperamos al próximo fin de
semana que se iba a Valencia donde vive mi único hermano,
ya que le tenía prometido ese viaje para ver a sus otros dos
nietos, pues hacía tiempo que no iba. Mi hermano José
Antonio no cesaba de regañarla por no ir a visitarles.
-Jolin mamá. Le decía mi hermano por teléfono. No
tienes excusa para no venir. El Inter City tarda sólo tres
horas, y vamos a recogerte a la estación.
Una vez dejado a mamá en la estación de Atocha el
viernes de ese "finde", nos invadía la emoción ante la visión
de lo grabado, pero no exenta de preocupación; ya que
aunque lo hicimos para intentar convencer a mamá de que
debería rehacer su vida en vista de lo que viéramos, no
dejaba de ser una putada. Si se enterara, no nos dirigiría la
palabra de por vida. Pero lo que teníamos muy claro, que lo
grabado sería borrado inmediatamente una vez visto por
Jorge y por mí.
Nos acomodamos en el salón con dos copas y a través
del HMDI de la tele nos dispusimos a ver que hacía mamá en
su intimidad. Nos miramos a los ojos como se miran "los
cómplices" cuando delinquen.
178
179
Paré la cámara, pues me asaltó algo que no había
reparado, ¡Pero que tonta fui! Félix verá a mi madre desnuda,
y eso me produjo ansiedad.
-¿Qué haces? Me dijo al ver que le daba al stop.
-Cariño, que me da "cosa" el que puedas ver a mamá
"en pelotas".
-¿Ahora me vienes con esas..? Vamos niña, no me seas
mojigata. Mamá tendrá el cuerpo como todas ¡No te jode! Eso
sí, con dos tetas y un culo algo más desarrollado que la
media nacional.
-¡Cómo el mío! ¿Verdad? Gracias por la indirecta.
-Va nena, no te enfades. ¿Ayudamos a mamá, o no la
ayudamos?
-Venga, va.
Le di al play, y nos dispusimos a ver "la película"
(presumiblemente porno).
Evidentemente Sara (así se llama la mamá) se
desnudó. Pero lo que nos dejó estupefactos fue, cuando del
fondo de un cajón del armario sacó un picardías color malva.
Se desprendió de hasta la braga y el sujetador y quedó como
vino al mundo.
Tuve el arrebato de parar la grabación, pero me di
cuenta en un segundo que sería una estupidez, ya no había
marcha atrás; aunque con cierta vergüenza, me dispuse a
afrontar todo lo que viniera después.
Mamá se puso el picardías color malva que le dejaba al
descubierto casi todo el pecho aún turgente; y la mitad de
aquellos glúteos y muslos que Félix miraba con los dos ojos
abiertos como platos.
Se acostó boca arriba, y se ubicó la cámara de tal
forma, que se le veía el pubis y los muslos casi en un primer
plano. Estaba esplendorosa, parecía una diosa recién salida
del Olimpo.
Yo me sentía rara ¡Coño! que era mi madre, y una no
está acostumbrada a ver a su mamá de esa guisa; y temiendo
algo terriblemente fuerte. Mi marido estaba más "colorao" que
un tomate, y los ojillos le brillaban.
179
180
Lo que vino después fue algo que me "heló la sangre" y
a Félix le puso lívido. Mamá saco un consolador de un cajón
de la mesilla de noche que parecía "la polla de un Senegalés"
(No por el color, sino por el tamaño). A la vez de otro cajón de
la misma, sacaba dos marcos con dos fotos, una de ellas era
la de papá, la otra no se distinguía bien por la ubicación del
marco en ese momento.
Colocó ambas fotos, una a su derecha y otra a su
izquierda. Se abrió bien de piernas; lubrificó el dildo con una
especie de crema transparente que extrajo de un tubo, y se lo
metió hasta los mismísimos huevos artificiales.
Entre jadeos y suspiros, mirando a la foto de su
difunto marido, y moviendo el culo y caderas de arriba abajo
y de izquierda a derecha, decía con palabras entrecortadas.
-Manolo (Así se llamaba mi padre) ¿No querías verme
follar con otro hombre? Ya que no te quise dar ese capricho
en vida, te lo doy ahora, por si desde donde estás puedas
verme.
Tomo el retrato del señor Manolo, le dio un beso y le
dejó donde estaba. Se nos heló la sangre cuando tomaba el
otro marco, que situándolo delante de sus ojos, le decía en su
delirio a la imagen que lo contenía:
-Fóllame Félix, follame, soy todo tuya, pero antes deja
que te "coma la polla". Se sacó el consolar y empezó a lamerlo
con una avidez desmedida.
-Seguro que la puta de mi hija, no te folla cómo yo. ¿A
que no, Félix? ¡Cómeme el coño, cariño!
Se volvió a introducir el consolador hasta los fondos de
sus entrañas con una mano, mientras con la otra besaba
aquella foto de hombre guapo al que no cesaba de llamar:
Félix... Félix... follame mejor que follas a mi hija.
Parte tercera
Fue tan grande la impresión recibida ante aquel
descubrimiento, que a Félix y a mí nos costaba mirarnos a los
ojos. Pero como ambos somos personas muy juiciosas y con
180
181
sentido de la realidad de las cosas, llegamos a una conclusión
dialogando.
-Mira amor. Me decía Félix. Lo que hemos visto ni tú ni
yo tenemos nada que ver; todo son fantasías de mamá; y si en
esas fantasías nos ha involucrado a los dos, yo te juro por mi
honor, que jamás le he dado motivos para ser objeto de ellas.
-No hace falta que lo jures, marido, sé de sobra que tú
jamás te has insinuado a mamá; que todo es producto de su
imaginación. Y ahora lo comprendo.
-¿Qué es lo que comprendes? Cariño.
Conozco a mamá, y sé muy bien que ella es incapaz de
realizar esas visiones con un extraño, con un desconocido.
Tenía sospechas de que le gustas; hay miradas por muy
sutiles que sean, las mujeres las captamos, y aunque en su
momento no le di importancia, ahora me doy cuenta que eran
miradas cargadas de deseos.
-Te juro Ana, que yo jamás me di cuenta.
-Ya lo sé, si tú no ves "tres montados en un burro"; y
menos analizar las miradas femeninas.
-Porque solo tengo ojos para ti, mi amor.
Una vez repuesta de la impresión, ya fría, decidimos
trazar un plan para que mamá pudiera hacer realidad sus
utopías.
-¿Qué plan trazamos? Me preguntó Jorge.
-Sólo hay uno.
¿Cuál?
-Qué folles con mamá.
-¡Ehhhh!
-Cómo te lo digo. Mamá es incapaz de ligar, le costaría
años y dudo que lo consiga.
-¿Ni por algún chat, podría ligar?
-Por ahí menos, se lo he propuesto cientos de veces, y
dice que son ridículos.
-Pero... Sabes el peligro que tiene ese plan.
-Por mi parte ninguno. Que hagas feliz a mamá es algo
que una hija desea para su madre del alma; además, todo
quedará en casa. ¿Tú te la follarías?
181
182
-¡Joer Ana! ¡Qué fuerte!
-O sea, que sí.
-Bueno... Si no hay más remedio.
-Entonces.. ¿Qué propones?
-Qué tomes la iniciativa, después de lo visto, no creo
que te sea muy difícil llevar a mamá a la cama. El día que
tenga guardia de noche (Ana es médico) aprovecha.
-Ana.
-Dime, marido.
-¿Qué cuando ponernos en marcha el plan?
-¡Ahora mismo! La mamá Sara, entraba en la
habitación de sus hijos con aquel picardías malva que tan
cachondo puso a mi marido. Hazme un ladito Félix. Y tú Ana,
vete a dormir a mi habitación.
-Pero mamá. Dijo Ana llevándose las manos a la
cabeza. ¡Qué haces!
-Pues follarme a tu marido, tal cual lo has planeado.
¡Cómoooooo!
-Sí, hija sí. Félix no se percató de que la mini cámara
que puso en mi habitación, al activarse se enciende un
pequeño piloto rojo; que aunque muy pequeño quedó al
descubierto, y por una de esas casualidades y por chiripa lo
vi. -¡Qué será esto! Me pregunté.
Cuando supe lo que era, me propuse averiguar las
intenciones del que puso la cámara, y como no podía ser
más que Félix o tú, o los dos de mutuo acuerdo; coloqué esta
pequeño micrófono inalámbrico en el cuadro que hay encima
del sillón del salón en el que soléis sentaros, y desde mi
habitación, he escuchado todas vuestras maquinaciones.
-Pero mamá. Dijo Félix que al ver aquel pedazo de culo,
y aquellas tetas que las tenía pegadas a su boca. No negará
que todo ha sido para recuperar su sexualidad que creíamos
perdida.
-Gracias hijo. Mi sexualidad nunca la he perdido...
182
183
-Ya vimos ya... Cómo se lo monta con su juguete... Por
cierto; ¿No lo había más gordo y más grande?
-Prefiero el tuyo, que aunque es más pequeño, es de
carne. A la vez le que metía la mano en la bragueta
Miraba la escena estupefacta y no sabía que hacer.
-No te quedes así hija, que al fin y al cabo tú has sido
la autora del invento. Vete a mi cuarto, y deja que con tu
marido disfrute lo que desde años vengo recreando en mi
soledad.
Los dejé solos; me parecía muy fuerte quedarme con
ellos. Cuando me repuse de la sorpresa, juro que me entró
como una especie de complacencia; ver a mi madre tan
eufórica y con ganas de sexo, derribó todas mis
preocupaciones con respecto a su futuro; ya que la veía tan
decaída que me daba miedo.
Epílogo
Sara se pegó al cuerpo de su yerno como una lapa; su
cuerpo parecía encendido debajo de aquel transparente
picardías color malva. Su mano derecha asía su pene, al que
meneaba de arriba abajo y viceversa.
-¡Chulo mío! ¡Mi vida! ¡Por fin! hemos conseguido follar
con total libertad, y con el consentimiento de mi hija.
-¡Joder suegra!
-Por favor Félix, cuando follemos no me llames suegra,
¡Coño! que me enfrío.
-Lo siento Sara, no se me volverá a escapar. Pobre del
señor Manolo... ¡Si levantara la cabeza!
-A ese, déjale donde está, que donde esté está muy
bien. Y ahora "cabrón mío" échame ese par de polvos salvajes
que me vienes echando todas las noches que mi hija tiene
guardia de noche en el hospital.
183
184
Carta a mi desconocida Pilita. Poseedora
de este hermoso coño.
Estimada Pilita: Me has enviado cientos de fotos de
mujeres preciosas que me he han hecho feliz durante esos
minutos que me la "he cascado" a la salud de todas. Pero no
hay imagen que me conceda más satisfacciones que las de tu
coñito. Cada vez que le miro, más le admiro, y cada vez que lo
contemplo lo pongo de ejemplo. Tu coño es para adorarlo en un
templo.
185
186
Debes conocer el grado de acidez (PH) de la propietaria,
no es que tenga mucha importancia este dato, pero un buen
"coñólogo", debe sabe apreciar sus grados en el momento de
degustarlo; como el enólogo sabe apreciar un buen vino para
saborearlo en su punto óptimo.
Un ejemplo gráfico: Un buen coño recién pasado por el
bidé y con desodorante íntimo se puede comer, sí, no te digo
que no; pero debe saber a lavanda o a aloe vera, y entonces
adultera su aroma y sabor.
Para conseguir el máximo sabor y fragancia, al igual
que el mejor jamón, debe sudar. Una vulva sosa es incomible,
y si no está depilada, es como masticar un estropajo.
Me preguntan muchos "coñologos", que es mejor;
saborear uno con la frondosa espesura de sus vellitos rizados,
o totalmente rasurados. Las dos formas tienen sus ventajas e
inconvenientes, y siempre será a gusto del "comensal".
Como siempre quedan partículas de orin y de los
exudados propios de la moza en las puntas de los pelitos
cuando orina, potencian su aroma y sabor; aparte de que en
su estado natural, es con sus vellos negros o rubios. Por lo
tanto, "comerse" uno peludo, tiene esa ventaja: sabe más a
coño.
La ventaja de degustar uno totalmente rasurado, es el
acceso a "su carne", es decir: a las ninfas (labios) mayores y
menores y clítoris; la boca del "coñólogo" accede de una forma
limpia "al mogollón", aparte de que la contemplación "del dios
del amor" se observa en todo su magnificencia.
La mejor postura para comérselo, es posicionar a la
dama boca arriba, con las piernas bien abiertas. Auparle el
culete con una almohada o cojín de modo que la lengua
pueda desplazarse libremente desde el capuchón del clítoris
hasta el ano; puesto que la elevación que le hemos dado al
culo: unos 20 o 25 centímetros de la superficie de las
sábanas, la barbilla puede apoyarse, descansa el cuello, y la
lengua queda exactamente apuntado a la entrada de la vulva.
El buen "coñólogo" sabe que el clítoris es el órgano que
concede el mayor placer a la mujer; no tiene otra función que
186
187
esa: conceder placer. Pero no puede pasar por alto los demás
órganos. Por lo tanto, el clítoris será el final de la función, la
apoteosis.
Las lamidas se alternarán entre los labios y la lengua.
Los labios para besar los "otros labios" y succionarlos. La
lengua para lamer y rebañar las profundidades de la vagina.
Cuando observemos que la mujer empieza a levitar, es
decir; que notamos como su culo se levanta e intenta
incrustarse en nuestra boca, es que le está llegando el
orgasmo.
Ahora es cuando con ambas manos abrazar los glúteos
de la dama, engancharse al clítoris como un bebe se
engancha al pezón de su madre; y entonces hay que actuar
con toda la intensidad requerida: labios y lengua deben de
mamarlo y succionarlo a la mayor velocidad que se pueda.
La mujer queda rendida, abatida, vencida, gracia a esa
gran lamida. ¡Y lo mejor! Profundamente agradecida.
187
188
Cómo y donde tiré mi último "cohete"
PRIMERA PARTE
189
190
es más, lo vi algo absurdo; pero la verdad era, porque soy
impotente y no quería que ella lo supiera. Pero el negarme no
fue obstáculo para seguir siendo muy buenos amigos.
Amparo me había invitado a su casa de Valencia, y
aunque vivía con dos hijas casi siempre estaba sola, y los
fines de semana casi todos, ya que sus hijas los
aprovechaban para viajar con sus novios a otros sitios. Pero
yo le daba largas, ya que no quería pegar un"gatillazo".
Un día me dijo:
-Félix: -¿Sabes qué es lo que creo?
-Pues no sé. Respondí algo mosqueado.
-Qué si no aceptas mi invitación de pasar en mi casa
un "finde", es porque no te gusto.
Quedé un tanto perplejo, ya que no era cierto; pero
¡claro! Amparo no sabía que no "se me empinaba". Y yo
tampoco tenía porque decirle esa circunstancia personal.
Pero había llegado el momento de aclarar que estaba
muy equivocada, que si no me atrevía a acostarme con ella,
era por ese motivo. Por lo tanto le dije muy serio. A través de
la webcam:
-Te equivocas Amparo, me gustas y mucho.
-Entonces no lo entiendo, y menos sabiendo porque tú
me lo has dicho, que por tu trabajo te puedes escaquear sin
que tu mujer sospeche.
-Mira Amparo. Te voy a ser sincero. Tengo un problema
de erección, y estar con una mujer como tú, y no poder
penetrarla me supone un trauma.
Amparo se rió de una forma descarada, y dijo a
continuación:
-Pero que estúpidos sois los hombres. No pensáis nada
más que en "meter y meter", e ignoráis que una mujer se
puede sentir inmensamente feliz en los brazos del que ama,
sentir sus labios en los suyos, y una mirada de amor.
Quedé un tanto abstraído por sus palabras. Además,
siguió diciendo:
-¿Sabes que soy enfermera, y "tu problema" tiene
solución?
190
191
-No, biagra, no. Salté como un resorte. Tengo
problemas cardiacos, y está contraindicado.
-Te aseguro Félix, que hay un remedio local que no
hace falta injerir ninguna sustancia química que afecte al
corazón.
-Si es la ventosa por succión, respondí, no sirve, en
cuanto deja de succionar, "se me baja".
-Tú ven, y te convencerás.
-¿Y si falla conmigo?
-Pues no pasa nada. Nos abrazamos, nos besamos, nos
lamemos, y tan felices.
Quedé tranquilo y satisfecho. Amparo ya sabía mi
problema eréctil, y si iba a su casa no podría llamarse a
engaño. Por lo tanto, un buen fin de semana, decidí ir a verla.
SEGUNDA PARTE
Llegue a Valencia el tren Talgo que hacía su entrada a
las 14:00 horas en la estación de la calle Játiva. En casa
había puesto la excusa de un seminario de fin de semana.
Bastante habitual para la empresa que colaboraba como Jefe
Nacional de Ventas.
Vivía en la calle de la Paz, vía muy céntrica cerca de la
plaza de la Encarnación. Allí estaba esperándome; en el
balcón del segundo piso de la finca. Un leve saludo con la
mano, y una expresión de regocijo. Era la primera vez que me
veía en persona, y por el gesto de su rostro comprendí que le
daba como mínimo sobresaliente a mi aspecto físico en la
realidad.
Subí las escaleras que conducían a su vivienda. No
había ascensor, es una finca antigua de cuatro plantas. El
corazón me latía más deprisa que lo normal, pues la emoción
me embarga al pensar que si era verdad que Amparo tenía un
remedio infalible; y que mis 18 centímetros iban a sentir la
delicia de alojarse en su cálida y húmeda vagina. Porque me
decía en nuestras charlas por messenger que "se empapaba"
191
192
cuando hablaba conmigo. ¿Qué pensaría? Si yo evitaba el
tema.
Ni me acordaba cuando fue la última vez que pude
penetrar a una mujer, por eso, la emoción me embargaba.
Abrió la puerta, y allí estaba. Como esperando "al
guerrero" que busca la paz del hogar después de la batalla.
La atracción fue tan potente como el imán. Allí mismo,
en el recibidor (con la puerta de la entrada cerrada, ¡claro!)
nos dimos tal beso que "que temblaron las paredes y el
techo". ¡Joder! que beso. Fue apoteósico, pero no me
empalmé, cuando lo normal es que ese beso hubiera
"ensamblado hasta un muerto". Y me preocupó hasta el
punto que ella se dio cuenta, y dijo:
-Tranquilo Félix, tranquilo. Que aunque no he notado
la contundencia de tu miembro viril en mi vientre, si he
notado los latidos de tu corazón.
Esas palabras fueron como un bálsamo para mis
angustias. Pues no estaba totalmente convencido todavía del
remedio de Amparo para que "aquello" volviera a renacer.
Eran exactamente las 14:15 horas.
-Tengo reservada paras las tres una paella en una de
las mejores arrocerías de Valencia. ¿Te gusta la paella?
-Me chifla, es uno de mis platos preferidos. Mi suegra
es de Oliva, y hace unas que te chupas los dedos. ¡Ah! Y el
socarraet me encanta.
-Espera que me arregle y nos vamos. Si quieres asearte
un poco, ahí tienes el servicio principal.
Amparo no dejaba de sorprenderme, porque lo que vi
en el baño seguro que lo había preparado. Estaba más limpio
que la patena, y la combinación de azulejos color malva con
el suelo de linoleum anaranjado, te invitaba a hacer tus
necesidades eternamente. En un rincón, una cesta
entreabierta, y asomando los tirantes de un sujetador.
No pude resistir la tentación, la abrí, y allí estaba una
de sus braguitas para ser lavadas. No era ni tanga ni de
"cuello alto", era el tipo de braga que me gusta bajar muy
lentamente de las "columnas del templo más maravilloso que
192
193
hizo la Naturaleza". De las que quedan debajo del ombligo, y
por la parte de atrás cubren la mitad de los glúteos.
Llevé aquella prenda tan delicada a mis fosas nasales
con la intención de llenarlas del efluvio de los flujos de
Amparo. Quedó un tanto decepcionado, ya que olían más a
desodorante íntimo que a sus exudados. Pero pensé que
después, en el "fragor de las batallas" emanarían de su
"fuente del amor" su aroma natural, y podría saborearlos con
delectación.
-¡Va, Félix! Que se nos hace tarde, y la paella no
espera, el arroz se pasa.
Salí de mi ensimismamiento con aquella llamada de
aviso, y no s fuimos hacia la arrocería.
TERCERA PARTE
Lo que pasó después es digno de ser cantado por los
poetas en verso, porque la prosa queda paralítica ante la
magnitud de lo acontecido. Si de verdad existe vida en los
paraísos, aquello fue sin duda el reflejo de ella.
194
195
Confesiones de la Marquesa de Tócame
Roque
25 de mayo de 1950
-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida. Buenos días hija. Qué te trae
otra vez por aquí, si sólo hace tres días te fueron perdonados
todos tus pecados. ¿Otra vez pecando contra el sexto
mandamiento?
-Sí, padre, sí. Por más que lo intento, por más que me
mortifico no puedo controlar mis deseos. Es algo superior a
mí. ¿Es qué El Señor me ha abandonado?
-No-hija, no. El Señor lo que hace es poner a prueba la
fe de sus hijos.
-¡Claro! Ahora me explico porqué me ha enviado a ese
jardinero tan macizo, para poner a prueba mis deseos
carnales, seguro.
-¡Pero leches! señora marquesa. ¡Uy! Perdón Dios mío,
que no sé lo que digo. ¿Pero no fue con el chofer la otra vez?
195
196
No padre. Pedí a la agencia de empleo un jardinero, y
me han enviado a un tío de uno noventa y más guapo que el
Rock Hudson ese. Y...
-Bueno hija, bueno. Relájate y cuéntame cómo ha sido.
-Salí como de costumbre a tomar el desayuno al atrio
de mi mansión. Había pasado una noche muy inquieta
luchando con mis pensamientos impuros.
Siguiendo sus consejos me levanté de la cama y me
dirigí a la capilla dispuesta a rezar hasta que se me pasara el
furor. Me arrodillé delante del Cristo, ya sabe, la talla tan
valiosa del siglo XVI que preside el altar. Miré a los ojos del
Señor y me sentí avergonzada, por lo que aparté la vista de
los suyos. Bajé mis ojos, y fueron a estrellarse justo en el
lienzo que cubre sus sagradas partes.
-Nunca jamás había reparado en ello ¡Se lo juro padre!
Pero una fuerza irresistible me impedía apartar la vista de
aquel bulto que sobresalía de entre sus piernas. Una voz que
sin saber de donde provenía retumbaba en mis oídos de una
forma obstinada.
-¡Pero qué puta eres! ¡Pero qué puta eres! ¡Pero qué
puta eres...!
El cura con cara de mucha preocupación.
-¡Hija mía! Sin duda es un mensaje del Demonio. Tu
alma se halla en una encrucijada, y si no quieres condenarte
al fuego eterno debes ponerte en gracia de Dios. Casarte y
satisfacer tu carne como Él manda.
-Pero padre, ya le he dicho que mi Donato que en paz
descanse, dejó escrito que si me casaba perdería todos sus
bienes, salvo la legítima ¡claro! pero que son "dos reales"
comparado con su fortuna, y que la heredaría el convento de
los Frailes Berenjenos.
-¡Pero hija! ¿Es qué prefieres condenar tu alma
eternamente por unos millones?
-No padre, no. Además ya sabe que cuando muera toda
la fortuna ira a parar a ese convento, pero mientras viva
quiero disfrutar de ese patrimonio.
-Bien hija mía. Prosigue tu confesión.
196
197
-Salí muy preocupada de la capilla; la voz de: ¡Puta!
¡Puta! ¡Puta..! no cesaba de repicar en mis oídos... Al infierno
irás para purgar tus pecados. ¡Puta! ¡Más que puta!
-¡De pronto! En mi carrera loca tropecé, y fui a caer en
los brazos hercúleos de mi jardinero, que no sé cómo se
encontraba allí. Eran sobre las dos de la madrugada. Me
tomó en sus brazos y muy delicadamente me llevó a mis
aposentos. Me sentía tan feliz, que el contacto con su carne
disipó todos mis miedos.
El cura muy circunspecto.
-Seguro hija que era un ángel, tu ángel salvador. El
que te devolvió el pudor.
-¡Caray! Es cierto, ¿Cómo lo sabe?
-Hija mía, es mi oficio. Pero prosigue.
-Me colocó con suma delicadeza ente mis sábanas de
seda, y dándome un beso en la frente me dijo con voz dulce y
canora: descanse señora Marquesa; sus demonios ya se han
disipado.
-Le pedí por favor que me acompañara un ratito más.
¡Tan feliz me sentía a su lado..! Qué mis pensamientos
lascivos se tornaron puros ante la presencia de aquel mozo.
-¿Ve como es un ángel señora marquesa? ¿Ve cómo el
Señor no la ha abandonado? Dijo el pater con cara de
satisfacción. –¿Se da cuenta hija mía, que por muchas
satisfacciones que de el cuerpo, son efímeras, y las del alma
son infinitas?
-¿Y qué pasó después? Inquirió el cura con los ojillos
vivillos.
-Me dijo que sí, que se quedaba conmigo hasta que me
durmiera. Pero ¡imposible! Los ojos de aquel galán me atraían
tanto... ¡Y sus labios! Labios sensuales como hespérides
celestiales. No, no podía dormir. Otra vez el deseo invadía mis
carnes. Tomé su mano en un arrebato con el ánimo de
llevarla a mis pechos para que sintiera los latidos de mi
corazón, pero muy delicadamente y con esa voz que parecía
salida de un pórtico celestial, dijo.
-Señora Marquesa.
197
198
-No me llames marquesa. ¡por favor! Para ti desde
ahora soy Fifí.
-Lo siento señora marquesa, pero soy un hombre puro
y casto, y sólo haré el amor a la mujer que Dios me de por
esposa.
-¿Ves? Dijo el cura muy convencido. Es un ángel que
El Señor le ha enviado para satisfacer tus instintos
voluptuosos dentro de los preceptos de la Santa Madre
Iglesia. Pero sigue, sigue hija.
-Que sí, padre Matías, que no me quiero condenar al
fuego eterno del infierno, y aunque pierda la fortuna de mi
difunto Donato, no puedo vivir en pecado mortal; el furor
uterino devora mis entrañas; la lucha entre mi alma y mi
cuerpo es terrible. No puedo vivir así padre. ¡No puedo!
-Calma hija, calma. No llores, que todo tiene solución.
El Señor Todopoderoso te está poniendo a prueba. Te casas
con un hombre bueno, eres feliz y no vives en el eterno
pecado. ¡Qué importan unos millones más o menos! La
felicidad no tiene precio hija mía, nuestro Señor sólo te pide
que seas pura y casta de obra y de pensamiento. No dudes
que te ha enviado a tu ángel salvador en forma de jardinero.
Nunca olvides que sus designios son incognoscibles.
-Sí, padre, sí.
-Ve con Dios hija. Ego te absuelvo en el nombre del
Padre, del hijo....
198
199
-Es que acabo de confesar a la marquesa de Tócame
Roque, y es acabar con la garganta irritada.
-Precisamente de eso quería hablarle. ¿Cómo va el
asunto?
-Viento en popa, padre prior. Seguro que la casamos.
¡Oiga! Menudo galán que le han enviado esta vez. Manolo, el
jardinero ese, la tiene en "el bote". El chofer que le enviaron
hace unos meses, ese tal Paco, no ha dado resultado. El muy
cabrito se la ha "cepillado", pero de matrimonio, nada.
-Oiga padre, que si Manolo no da juego, tengo en
reserva a un gachó parecido a Cark Gable, hasta con su
bigotito y todo. Hay que casar a la marquesa como sea, que
son muchos los millones que entrarían en el convento.
-Y de lo mío... ¿Qué?
-Su diez por ciento asegurado. No hay problemas.
-¿Qué tal ha funcionado ese aparato que nos han
traído de Alemania, ese que habla?
-¡Superior! Lo puso en marcha Manolo en el momento
oportuno, y creo que ha sido definitivo para convencer a la
marquesa que se case. Seguro padre Peponcio, seguro. La
marquesa se casa... ¡Vaya que si se casa! Cuente con la
herencia del excelentísimo señor Donato, marques de "No me
Toques" que en gloria esté.
-Así lo espero.
-Descuide.
-Espero pronto sus noticias.
-Las tendrá y muy agradables.
-Adiós..
-Adiós.
199
200
Cuento de fachas y rojos
201
202
-Que a pesar de que los de "Zocata Reunida" somos
mayoría en el Consistorio, quiere el muy pedazo de cabrón
cobrar la misma parte que nosotros, que de lo contrario
"levanta la liebre"
-¿Y qué vais a hacer? Pregunto otro.
-Hemos quedado en sacrificar cada uno "diez kilos"
para que él también se lleve 50.
Salí un tanto contrariado del restaurante. No me
importaba demasiado que fueran rojos millonarios, lo que me
jodía de verdad es que entendieran de vinos tan selectos; esos
caldos siempre han estado reservados para paladares
exquisitos como el mío. A este paso, cualquiera va a tener
acceso a las malvasías retenidas para los dioses.
Me disponía seguir mi viaje rumbo a Málaga, cuando
en el parking del local un señor trataba infructuosamente de
poner en marcha un Volvo. Una señora de aspecto
impresionante se apeaba del coche de muy mal humor. Al ver
como abría mi Mercedes 500 dispuesto a seguir mi viaje, me
espetó, así de repente.
-No irás para Málaga, ¿verdad? Me quedé por un
momento "parao" al ver tanta desfachatez en la forma de
abordarme, pero sólo supe decir:
-Sí.
-¿Me llevas? Es que voy volada.
-Suba, suba. No supe decir otra cosa.
-Pascasio. Te espero en Málaga, ya sabes, en el hotel
Curro. Procura arreglar pronto la avería que se nos va el
puente. Dijo muy resolutiva a aquel que seguía intentando
arrancar el Volvo.
La dama era de categoría, de marquesa para arriba la
catalogué. Olía a facha que apestaba, por lo que me satisfizo
la idea, la hora y pico que nos separaban de nuestro destino
se haría más amena.
-¡Oh! Qué bien, Joaquín Sabina; me pirria.
Un Cd de Sabina estaba sonando en mi radio. Debo
reconocer que de Joaquín me hacen gracia sus denuncias
sociales, por eso cuando me quiero reír un rato, le pongo. No
202
203
me apetecía escuchar a Albinoni en compañía de una
desconocida.
-Seguro que eres más rojo que yo. Me dijo la morena a
la vez que me rozaba el muslo derecho con su mano
izquierda.
-Bueno. Balbucee -Paso un poco de política la verdad.
-Ese olor a Loewe te delata. "El facherío" antes usaba
esa esencia, ahora es patrimonio nuestro.
-¡Ya! ¡Ya! Estaba otra vez desconcertado. ¡Pero cómo un
rojo puede usar Loewe! Si la mayoría son albañiles. Pensé
para mis adentros.
Me alojo en el Hotel Curro. Te invito a una copa
cuando lleguemos. Me dijo muy resuelta.
-Me encantaría, de verdad, pero es que voy volado
-¿Tanta prisa tienes? Me dijo a la vez que se subía la
falda hasta la mitad de los muslos.
Su actitud no me dejó ninguna duda de que le apetecía
echar "ese polvo" que a todos nos apetece después de comer.
Y a ellas más, (si han comido rabo). Pero desistí, no me
apetecía en ese momento follar con la interfecta.
Pero la muy "puta" seguramente al notar en mi
expresión que no estaba por la labor, me echó mano a la polla
de una forma que di un respingo.
-¡Pero que haces!
-Nada cariño, sólo quiero comprobar como tienes "la
palanca de cambios".
La tía con una destreza inaudita, ya me había bajado
la cremallera der la bragueta y metido la mano dentro de la
"jaula".
Aquí si que ya no pude resistir. Sentir una mano
femenina abrazando la polla, o hay que estar muerto o ser
maricón para no empalmanse; y juro que no soy maricón; por
lo que se me puso "el pajarito" la mar de contento.
-Para, para... que nos podemos estrellar.
Estábamos en las proximidades de Lucena, paré el
coche en una zona peatonal y pensé:
203
204
-Si me espero llegar a Málaga para echarla un par de
polvos me va a compremeter todo el día y la noche, y no puedo
porque me esperan en Marbella esta noche.
-¿Qué piensas, cariño?
-Haciendo planes. Mira, le dije muy serio. Me apetece
que echemos un par de polvetes. Son las cuatro y media y
tengo que estar en Marbella antes de las doce, de lo contrario
pierdo un gran negocio. Paramos aquí en Lucena, nos vamos
al Hotel Ciudad de Lucena...
-¿Conoces este hotel?
-No, no.
Es un hotel precioso, con su jacuzzi y todo. Nos
"pegamos un par de polvos", y ...
-¿Pero podras echar dos en tan poco tiempo? me
preguntó con cara de guasa.
-Te echo dos polvos aunque me hagas una mamada
aquí y ahora mismo. Le dije muy resolutivo. (Pero era un
"farol)
-Va a ser que aquí no. Mejor vamos al hotel que la
jacuzzi me mola.
-Vaya. Dije poniendo cara de mohín. Creía que era mi
polla lo que te molaba; pues no la sueltas para nada.
-Anda tontín... ¡Por cierto! no nos hemos presentado.
Me llamo Rosa. ¿Y tú?
-Félix, me llamo Félix. Encantado Rosa.
-Mas encantada estoy yo Félix, eres un amor.
Sacó Rosa su mano de mi bragueta, (que como ya he
apuntado todavía la mantenía dentro de "la jaula" y me
extendió para que se la estrechara). Entre sus dedos portaba
el líquido prostático que inevitablemente se derrama en esas
situaciones.
-¿No te dará asco, verdad? Es tuyo.
-No-mujer, ¡Cómo me va a dar asco! Además, es una
muestra de lo cachondo que me has puesto.
-Pues no lo parecías.
-¡Mujer! Es que estaba preocupado por motivos de un
negocio; pero soy todo tuyo hasta las diez de la noche; cinco
204
205
horas para amarnos intensa e inmensamente. ¡Por cierto! ¿Y
ese tal Pascasio que has dejado en Córdoba?
-Es un amigo, podrido de millones. Me ha invitado este
finde y estoy arrepentida de haber aceptado. Me encanta
follar, pero con tíos como tú, no como ese...
-¿Un facha? me figuro.
-¡Facha Pascasio! Pero si más rojo que el Lennin ese...
¡Joder con los comunistas! Comiendo en el Caballo Rojo
y con Volvos. Pensé. En esta España ya no se sabe quien es
quien
-¿Y por qué has aceptado?
Porque me he enfadado con mi marido... Una de las
peleas que tenemos cada dos por tres.
-¡Coño! ¿Y cuando os peleáis te da por follar con otros?
-Lo mismo que hace él; así que ya le pueden ir dando
por el culo.
Corté el rollo. Al fin y al cabo a mi que me importaba.
Estabá aparcado en parking de una gasolinera, a unos 30
metros de los suridores, no había nadie por los alrededores...
Le subi la falda del todo, (me facilito la labor aupando
el culo del asiento). ¡Joder! que muslos... Y además con la
braga roja y transparente. ¡Mi delirio!
-Toma mi amor... Le dije a la vez que me la sacaba...
Al preparar su boca para la fellatio, le paré a la vez que
de dije: Espera, espera que me la limpie un poco... que por tu
culpa la tengo mojada. Me parecia una guarrada que me la
chupara mojada.
-No te preocupes amor, me encanta "el caldo de polla".
La mamada que me hizo fue de campeonato. Sorbía de
mi polla como si se fuera en helado de fresa y nata; los
lametones era escalofriantes..¡La madre que la pario...! ¡Pero
que bien la mamaba..!
Pero lo que son las cosas. Salimos del coche con la
higiénica intención de lavarnos, y miren ustedes por donde,
en ese preciso instante, Pascasio, (ya saben el amigo
comunista de Rosa, que se quedó en Córdoba porque no le
205
206
arrancaba el Volvo) aparcaba en uno de los surtidores. Rosa,
iba delante de mí como unos cinco metros
-¡Vaya Rosa! Qué bien, te suponía ya en Málaga.
No pude ver la cara que puso Rosa porque no se la
veía, pero me lo pude suponer por la que puso Pascasio que
estaba frente a mí. Pondría cara de decepción.
Me quedé allí quieto, no era de mi incumbencia lo que
trataban, por lo que les dejé donde estaban mientras me
dirigí a los servicios. Suponía que los vería en la cafetería, y
al menos me despediría de ella, y le saludaría a él.
¡Pero qué va! No creo que tardé más de quince minutos
en mear y asearme un poco; tiempo suficiente para que
desaparecieran del lugar. Parecia que se les había tragado la
tierra a los dos.
-Mejor, así me quito el compromiso; igual me lío con la
tal Rosa, y doy plantón a los coleguis que me esparan en
Marbella.
Pero no pude dejar de pensar en sus muslos, sus
braguitas rojas transparentes y en la "gran mamada" que me
hizo, y en ese polvo que le hubiera echado; mientra conducía
hacia mi destino.
Llegué a Marbella un tanto dubitativo. No me había
percatado que la nueva ola de tecnócratas son en la mayoría
de izquierdas. ¡Claro! es que mi entorno es más Franquista
que Franco. Me temo que estoy un tanto desubicado de la
realidad actual de España. Perdón, de este País.
Menos mal, que en el Hotel Don Pepe me iba a
encontrar con Nacho, Piluca y Cuca y me desintoxicaría de
tanto rojo.
Al llegar a la recepción del hotel, un conserje me dijo a
la vez que me entregaba un sobre.
-Don Félix, esta nota la han dejado para usted hace un
momento.
-¡Coño! ¡Pero de quién será esto! Me sobresalté un
tanto. -Si nadie sabe que estoy en Marbella.
Abrí aquel sobre algo disgustado, intuía que me iban a
joder estas mini vacaciones de este puente de Noviembre.
206
207
-Felisín: Vuelve inmediatamente para casa que
nuestros padres nos desheredan como no asistamos con ellos
a la misa en el Valle de los Caídos por el descanso eterno de
nuestro excelso Caudillo Francisco Franco Bahaamonde en el
treinta y cuatro aniversario de su fallecimiento. -
¡Cojones! pues claro, (dándome un golpe con la palma
de la mano derecha en la frente). Cómo no voy a encontrar
todo lleno de rojos, si los fachas están todos en Cuelgamuros.
Tomé mi Mercedes500 y salí echando leches para
Madrid. ¡Menudo es mi padre! No tiene mala leche "ni ná".
207
208
Daría mi vida de macho, por ser mujer
209
210
bragas de mi mujer, me miro al espejo... Y me dan ganas de
devolver; pero cuando me pongo ese vestido tan bonito, y veo
que no me cabe por el pecho, pero se me escurre por el culo y
los muslos... Lo que me dan, son ganas de suicidarme.
Ahora voy a narrar algunos de mis sueños de lesbiana.
Ya sabéis que soy una hembra preciosa y muy
femenina, ¡eso sí! Busco en mis quimeras la feminidad más
absoluta. Tengo 20 años y suspiro por estar con una chica
algo mayor que yo.
Entro en el chat de lesbianas, y escribo:
-Lesbiana de 20 años, muy guapa y femenina, desea
relación con chica similar o algo mayor.
A los pocos segundos me entran varios privados; me
decido por atender el nick que me parece más sugestivo: Rosa
Blanca.
Le abro y leo:
-Hola.
Le respondo. -Hola, me llamo Laura y soy de Madrid,
Tengo 20 años, ¿y tú?
-Me llamo Sonia, tengo 23 años y también vivo en
Madrid.
-¡Qué bien! ¿Y cómo eres?
-Si te parece no conocemos por MSN. ¿Tienes webcam?
Esto me da confianza, ya que los chats de lesbianas
están plagados de tíos. ¡Si lo sabré yo!
-Sí, sí, tengo cam y micro. ¿Me agregas o te agrego?
-Dame tu correo, te agrego yo.
-Vale.
A los pocos segundos me llega la invitación de Rosa
Blanca. Por si acaso he quitado mi foto del MSN y he puesto
ese patito tan mono, nunca se sabe.
Abro el MSN y veo una foto que se supone es la de
Sonia, por lo que inmediatamente pongo una foto mía, me
gusta jugar limpio con quien juega limpio.
-Hola Laura, que mona eres.
Evidentemente ha visto mi foto.
-Tú también eres muy guapa, Sonia. Le respondo.
210
211
-¿Te parece bien Laura que conectemos la webcam?
Me da más confianza, dar la cara a la primera es
síntoma de que va de legal.
-Me parece bien Sonia, ¿me invitas tú?
-Mira cariño. (Me gusta este tratamiento) y a
continuación me dice: a mí me gusta mostrar la cara a la
primera, nada tengo que ocultar, pero entiendo perfectamente
a las que no la quieren mostrar.
Este detalle me convence del todo, y le respondo.
-Yo tampoco tengo nada que ocultar, Sonia, por lo
tanto webcam con caras, ¿Qué clase de amigas iba a ser, si
de entrada vamos con desconfianzas?
Me llega la invitación de la video conferencia; acepto.
Son unos segundos excitantes. ¡Al fin se abre su webcam, y la
veo! Preciosa, simplemente preciosa.
-Hola cielo, me dice a través del micro y saludándome
con la mano.
-¿Me ves bien, Sonia? Le pregunto.
-Perfectamente Laura, y eres más bonita que lo que
das en la foto que tienes puesta. Me gustas, de verdad, me
gustas.
-Tú también me gustas, Sonia.
-¿Qué es lo que más te gusta de lo que ves?
-Lo femenina que me pareces.
-Jajaja...
-¿De qué te ríes? Le pregunto algo intrigada.
-Qué también a mi lo que más me gusta de ti, es lo
femenina que te veo.
La verdad; empiezo a excitarme, la imagen de Sonia me
resulta tan agradable que empiezo "a escurrirme".
-¿Te gusto para novia, Laura?
-Me encantas Sonia, de verdad me encantas.
-Entonces... ¿Novias?
-¡Ummmmm! la idea me sigue excitando, ya no "me
escurro", ¡chorreo!
-¡Novias corazón! somos novias.
211
212
Debo aclarar que las dos estábamos vestidas, yo con
una blusa estampada azul, y Sonia con una especie de
camiseta rosa de tirante finos. Y que este diálogo se
desarrolla a través del micro; estoy sola en casa, y ella
también, (según me dijo después) Su voz es dulce y
aterciopelada, vocalizando de una forma melodiosa.
-¿Llevas braguitas o tanguita? Me pregunta con una
sonrisa que hace que luzca una dentadura perfecta.
No me gustan los tangas, eso de que se me meta la tela
por la raja del culo, no me mola.
-¿Las quieres ver, cariño?
-Claro mi vida, ver las braguitas de mi novia "me
pone".
Yo, que ya estaba "encharcada", me pongo de pie, ya
que al estar las dos sentadas, sólo nos veíamos las caras y los
bustos. Me bajo los pantalones y me quedo en braguitas.
Unas braguitas azules muy monas.
-Qué muslos más preciosos tienes Laura.
-¿A ver los tuyos cariño?
Se pone también de pie, se sube la bata que llevaba, y
me nuestra un tanguita rojo con una rosa blanca al frente. Se
da la vuelta y veo un culo precioso. Redondo pero sin las
temidas "cartucheras" que tanto odiamos las mujeres. Un
culito de concurso.
-¿A ver tu culito, princesa mía? Me pide a la vez que
me guiña el ojo. Me bajo la braga hasta los tobillos y me doy
la vuelta.
-¡Toma mi amor! Todo para ti. Estoy tan cachonda que
no resisto.
-Un silbido de Sonia, es más elocuente que mil
palabras. Me dice.
-Mi amor, vamos a acomodar las webcam para
masturbarnos. Yo prefiero correrme viendo tu coñito. ¿Y tu
que prefieres ver de mí?
-También tu coñito, pero cuando estamos a punto de
corrernos nos vemos las caras. ¿Vale?
212
213
-¡Maravillosa idea Laura! Quiero ver la cara de mi
princesa cómo se corre por mí.
Fue mi primer ciberorgasmo, ¡maravilloso! Sonia se
masturbaba de una forma que me hacía gracia; yo "me lo
hago" con las yemas de los dedos índice o corazón, bien a la
vez o alternándolos, frotando el clítoris.
Sonia, lo hace con los mismos dedos que yo, pero de
abajo arriba, es decir; los introduce entre los labios mayores y
los menores, y se frota toda la zona con movimientos
longitudinales.
Quedamos las dos exhaustas, rendidas, abatidas. Fue
maravillosa esa experiencia, pero me quedó un sabor
agridulce, ya que Sonia me dijo que había sido muy bonito,
pero que ella nunca repite, porque tiene novia real desde hace
dos años, y se van a casar.
La lección me sirvió para gozar del cibersexo sin
hacerme ilusiones, ya que la virtualidad es así la mayoría de
las relaciones.
Crean amigas y amigos lectores, que soy una mujer
con cuerpo de macho que tira para atrás. Lo cual deduzco
que el cerebro masculino es igual que el femenino. Son las
sociedades y las culturas, las que se encargan de
diferenciarlos.
213
214
De la desesperación a la felicidad en
un minuto
214
215
en mis viajes continuos por el mundo, pero sobre todo por
Centro América.
Me casé tan enamorado de Rosa a los 25 años, que
todo mi mundo se eclipsó ante ella. Era mi universo, mi
cosmos, nada era comparable con Rosa... Pero...
... Pero Rosa. Aquel capullo encarnado por el que mis
sentidos perdieron toda su perspectiva, se tornó en una
hiriente flor que en el corazón me clavó todas sus espinas.
Me puso un ultimátum: o nos íbamos a vivir a un
chalet en Puerta de Hierro y la compraba otro en Marbella
para pasar los veranos, o me dejaba. Lo terrible es que Rosa
henchida de razón, me hizo tal cantidad de reproches sobre
mi comportamiento que no supe reaccionar ante tamaña
injusticia. ¡Juro por Dios! que sólo vivía para ella. Después
comprendí que para hacer feliz a una mujer como Rosa no es
suficiente vivir sólo para ella, hay que vivir también para sus
caprichos.
¡Imposible! Hice números y lo que ella me pedía más
los servicios que tal demanda requerían, me suponían unos
gastos de unos 24.000 € el mes. Se lo hice saber con la
esperanza de que lo comprendería y solo obtuve de ella, una
terrible respuesta:
-Ah, tú sabrás lo que haces, pero tengo quién me
ofrece eso y más.
Ver en su rostro la dureza del pedernal y la veracidad
de su amenaza que sólo pude derramar dos lágrimas que sin
poderlo evitar se me deslizaron por mis lagrimales.
Caí en tal espantosa depresión que sólo veía una salida
a mi horrible crisis. ¡Ay! que ver como se puede perder esa
profunda fe que crees tener y tus convicciones religiosas en
un segundo. Yo, al borde del suicidio por un amor que aún
sabiendo del que no era merecedor, no podía apartarlo de mis
esperanzas ¡Pobre de mí!
Mi empresa "El ABC del PC" que así se denominaba,
me pidió que sin demora fuera a Santo Domingo para
entablar relaciones comerciales con un compañía nacional
que se iba a establecer en la República Dominicana.
215
216
Pensé que era la situación ideal para llevar a cabo mi
proyecto de suicidio. Quedaría bien con mi empresa y
después de solucionar mis cometidos me suicidaría. ¡Qué
mejor que en El Caribe! Lejos de todo lo que me angustiaba;
una simple nota a la empresa y al juez y ¡hala! para el "otro
barrio".
Decidí instalarme en el hotel Marien Coral by Hilton de
Puerto Plata localidad paradisíaca de Playa Dorada. Estaba
absorto conmigo mismo cuando sentí que llamaban a la
puerta de mi habitación.
-Sí.
-Hola señor. Soy la camarera y le traigo lo que ha
pedido en la cafetería.
Ya ni me acordaba. -Pase, pase, por favor.
¡Coño! ¡Qué pedazo de tía! 1.75 de estatura. Aquellos
pechos no eran normales; ninguna mujer tiene el pecho
perfecto. ¡Juro! que esta niña si los tenía. La hermosura de su
rostro era tal, que era casi imposible poder apartar la vista de
aquella boca, ojos y cabellos. Eran como imanes que
irremisiblemente te atraían. Lo que soy incapaz de describir
son sus caderas, tafanario y muslos; ¡irrealizable! Me pierdo
entre ellos.
¡De repente una luz misteriosa se encendió en mis
tegumentos! ¿Y por qué no "me suicido" entre los muslos de
esta hembra?
Elsa es su nombre. Me hizo el amor en una dimensión
desconocida. Con mi ex mujer, Rosa, nos limitábamos a la
postura del misionero y ¡pare usted de contar!
Con Elsa descubrí que el amor va mucho más allá de
las fronteras que yo lo limitaba; que el amor de una mujer
como ella es cósmico, galáctico, astronómico... extra terrestre.
Después de una felación que extrajo de mi cuerpo
todas las vitaminas que lo sustenta, y de mi alma todas los
espíritus que la atormentaban, mirándome a los ojos con una
expresión que me transportaba, y que semejaba a la virgen
más pura en su candidez, me dijo:
216
217
-Félix, Sería para ti una esclava, tu cautiva, tu
prisionera, si me llevaras contigo a España.
La puse dos dedos en su boca para que callara.
-¡Por favor! Elsa. Qué no soy ningún tirano.
-Además, dijo muy dubitativa y temerosa. Si también
pudieras llevar contigo a mis primas Sara y Vera te
adoraríamos como al dios Oaxaca y Teojomulgo.
¡La madre que me parió! Cuando Elsa me presentó a
sus primas se me cayeron al suelo "todos los palos del
sombrajo".
Hoy soy el hombre más feliz del mundo. La empresa
me ha doblado el sueldo y me ha nombrado director
comercial. Elsa, Sara y Vera viven en mi piso de la Castellana
de 300 m2, de Madrid; cada una en su habitación. Mi casa no
es una casa, es el paradigma de lo bello, lo celeste, la
limpieza, la organización.
Las tres besan por donde yo piso. Mando a sus
respectivas familias de Santo Domingo 500 euros cada mes, y
a ellas les doy mil euros al mes para sus gastillos.
Sólo les he pedido un favor: que me dejen respirar un
poco; que no las puedo follar a las tres todos los días. Son tan
comprensivas las pobres, que me tienen tan sobrealimentado
que estoy engordando unos kilitos. Soy el hombre más feliz
del mundo.
Epílogo
Me ha dicho mi confesor que me voy a condenar al
fuego eterno por vivir en pecado mortal. ¡Pero coño! Más
mortal era el suicidio que Dios ha evitado gracias a la fe que
le tengo.
A mi ex mujer, le he puesto un telegrama con una sola
palabra.
¡Perreeeeeefffffff,
217
218
Diálogos de matrimonios
-Cariño.
-Dime, mi amor.
-Hace tiempo que no dejo de pensar en una cosa, y que
cada vez más se arraiga en mi mente, o te lo consulto o
exploto.
-Mejor me lo consultes, mi amor. Que haría yo si
explotaras.
-Verás... Es que el tema es muy delicado, ya que jamás
en ti he visto ni por insinuación la misma incertidumbre que
a mí me asalta sin cesar.
-Ya sabes que soy muy comprensivo, y que te quiero
más si cabe desde que nos casamos, pero como tú eres de
unos profundos sentimientos cristianos, no sé si te dolerá.
-Precisamente esos sentimientos son los que me dan
fortaleza para soportar todo dolor del corazón o del alma.
Habla con la sinceridad de la que hacemos gala desde que
nos casamos.
-Es qué... ¡Uff! Que difícil es explicar algo que puede
herir los sentimientos de la persona que más amas, porque te
juro que eres lo que más quiero en el mundo.
-Tómate el tiempo necesario, pero no te quedes con ese
obstáculo en tu mente, sería nefasto para nuestra
convivencia.
-Lo que me preocupa, es que si desembarazo este
obstáculo de mi mente, no sé si será peor para nuestra
relación de pareja.
-Lo más nefasto para las relaciones de pareja son el
engaño, la mentira, los disimulos y los subterfugios. No
dudes mi amor, que hasta lo más mefítico, si se expone con
claridad y mirando a los ojos, siempre será más valorado que
las alabanzas fingidas.
-¡Bueno! Como te digo, desde hace algún tiempo, me
sobrevienen fantasías eróticas fuera ajenas a nuestro
matrimonio.
218
219
-Eso es normal, cariño. Las fantasías son patrimonio
de las mentes abiertas.
-Ya, ¿Pero y si esas fantasías "en la tercera fase",
pasan a querer hacerlas realidad?
-Depende. ¿Qué tipo de fantasías son esas?
-Hacer el amor con otra persona.
-¿Es qué yo no lleno todas tus expectativas sexuales?
-Sí, mi amor... ¡Claro que llenas mi cuerpo y mi alma!
Pero las fantasías siempre concurren fuera de tu entorno real.
¿Comprendes mi cielo? Contigo no son fantasías, son hechos
consumados que los tengo al alcance de mis manos.
-Ya. Sabía desde el principio que lo que tu llamas
fantasías, es simplemente morbo, pero he preferido que te
manifestaras abiertamente.
-¿Te has enfadado?
-No, no. El morbo es muy común en las personas.
-¿Tú también tienes morbo?
-Mi morbo no es consustancial a mis sentimientos, por
lo tanto, analizo los pros y los contras de las acciones
ulteriores a los hechos morbosos, y calibro sus
consecuencias.
-Me asustas. ¿Crees que mi morbo puede deteriorar
nuestro amor?
-No exactamente cuando se tienen los pies en el suelo.
Si no me quisieras, ya me habrías sido infiel hace tiempo. La
máxima infidelidad como dije antes, es la mentira, y tú me
estás siendo fiel ante una deseada infidelidad. Por lo tanto, tu
fidelidad está manifiesta.
-¡Ay! amor. Que peso me quitas de encima; creí por un
momento que había herido tu sensibilidad.
-¡No cariño! Al contrario, me alegra que te hayas
sincerado conmigo, por lo que vamos a tratar "tu tema" como
dos personas modernas y civilizadas. Lo primero que deseo
saber si tienes completa seguridad que deseas realizarle el
cambiar de pareja.
219
220
-No es que tenga la completa seguridad, es que si no lo
realizo, nunca podré quitarme "esta cosa" de la cabeza, y
nunca podré saber la verdad de "esta locura".
-Vamos a ver, mi amor. Entiendo que me puedes
querer con toda tu alma, porque en mi existen los elementos
humanos que te subliman; y que una relación sexual
esporádica con otra persona, sería por puro morbo, y que no
buscas otros sentimientos que le falten a tu alma, y que en
mi no encuentras.
-¡No, no! Mis sentimientos, todos sin excepción giran
en torno a ti.
-Te comprendo cariño, te comprendo. Lo tuyo es cómo
una especie de sarampión, contagiado por la vida moderna de
los matrimonios. No te preocupes que satisfaré tus deseos, y
te acostarás con otro hombre. Mañana mismo, pondré un
anuncio en la sección de contactos de una revista
especializada.
220
221
El arte de saber bajar unas bragas
221
222
muy lentamente... es una de las emociones más fuertes que
un servidor puede obtener entre los placeres de este mundo.
Lo que no me gustan demasiado son los tangas, pero
no, no es que no me gusten colocaditos en el cuerpo de una
mujer, al contrario, quedan monísimos para contemplarlos
puestos, pero para bajarlos, no mola ¡Coño! si no tienes nada
que bajar.
Para ver a una señora en el máximo esplendor la
anatomía de su hermoso y precioso culo, tienes primero que
imaginártelo, ya que la superficie de seda y blonda lo cubre, y
después ir "descorriendo el telón" como dije antes, muy
lentamente.
Un buen bajador de bragas que se precie, debe de
seguir todos los pasos pertinentes con la máxima precisión
que requiere el rito. La ceremonia se debe efectuar con toda la
pompa, boato, magnificencia y esplendor, ya que el "ídolo"
que se esconde entre ellas, es el dios del placer y de la vida, y
¡coño! a los dioses hay que adorarlos y venerarlos.
Lo primero que debe hacer, es colocar a "la diosa vestal
guardiana del tesoro" boca abajo, extendida en toda la
superficie de su anatomía y contemplar las esculturales
formas de los glúteos de la "divina", esas redondeces tan
sugestivas que hacen brillar y bailar nuestros ojos.
Si el tafanario es descomunal, se aconseja centrar la
vista en un solo glúteo, y dejar para mañana el otro, pues si
te quieres centrar en las dos a la vez, mucho me temo que te
perderás entre esas enormes montañas, y no podrás disfrutar
del panorama con la perspectiva adecuada.
Si tiene celulitis, imaginad que son surcos para
sembrar los deseos del amor, da resultado, ¡oigan! Y si su piel
es de las que llaman piel de naranja, imaginad que es un
frondoso valle de cerezos en flor. La imaginación todo lo
puede.
Sigamos con el culto: Una vez "la celestial" posicionada
como antes dijimos, hay que hacer un ejercicio mental para
que lo que vamos a descubrir en unos segundos no nos lleve
a la locura, y cedamos ante la tentación de llegar al final por
222
223
la vía rápida; entonces se rompe el encanto y caemos en lo
vulgar y grosero de los albañiles del sexo. ¡Hala! a follar ya.
No, no y no, paciencia y control de las emociones.
Asir con ambas manos muy delicadamente la prenda
por la parte superior de la misma, (por donde pone Cacharel).
Muy despacito, muy despacito ir descorriendo "esa cortina"
maravillosa e ir disfrutando del inusitado espectáculo que se
ofrece.
Una vez descubierta la parte posterior de las fuentes
del placer, aspirar muy profundamente para llenar los
pulmones de esa fragancia mezcla de tomillo y Chanel que
emanan volátilmente de ella, llenando la estancia de efluvios
afrodisíacos.
Dar la vuelta con delicadeza a la hembra, y ¡oh! La
apoteosis, el delirio, el arrebato, el máximo júbilo. El
espectáculo que se ofrece es asombroso. Allí, desafiante,
arrebatado, sonrojado... se descubre el "gran dios del placer".
Las emanaciones de sus aromas alcanzan el máximo sopor
que te invade el cerebro y llegan a hacer perder el sentido de
la realidad. ¡Aguanta! ¡Aguanta! ¡Aguanta...! No sucumbas,
que ya falta poco para "acabar la misa".
Esa braga medio vencida, doblegada en si misma, ya
sólo espera que la rescates de su situación. Tira de ellas con
dulce energía y que deslice por las columnas del templo hasta
su total liberación.
Y ahora dispón tu espíritu a la consagración del sacrificio
"más cruento" que creó la naturaleza.
223
224
El ciberpolvo
225
226
ese momento del orgasmo, nadie ponga otra cara que no sea
esa.
De verdad, ha sido alucinante; nunca pensé que un
polvo virtual pudiera ser tan excitante. Inténtenlo, es
sorprendente, pero si no le echas imaginación, mejor que no.
226
227
El coleccionista de vello púbico
228
229
Un vuelco le dio el corazón que le paralizaron sus
dedos, y recordó aquel poema que con tanto deleite compuso
en aquella alcoba a la dueña de sus enredos.
229
230
"El Consolador"
230
231
castillo de fuegos artificiales en cuanto sepas prender la
mecha.
Sólo existen en el mundo dos consoladores capaces de
encontrar el punto exacto del placer espiritual de la mujer: yo
y otro. La combinación de este punto con el punto "G", bien
conjugados, es un cóctel de amor tan inmenso que llevan al
éxtasis, al summun del placer, al paraíso, a la mujer.
El problema para los consoladores es cuando requiere
tus servicios ese tipo de mujer arcaica, obsoleta, poco
agraciada y mojigata. Por eso no vayan ustedes a creer que
nosotros nos ponemos las botas en nuestro trabajo ¡ni mucho
menos! Cuando nos sale un servicio de estas características,
entonces si “que nos aprieta la bota”. Las pasamos canutas.
Imagínense una señora de unos 60 años, de unos 120
kilos de peso, con bigote y barba, y encima humanista. ¡A ver
quien es el guapo que le arranca un orgasmo! El alma la tiene
llena de pelos, y donde tiene que haber pelo, lo tiene lleno de
“moscas”. Pero gracias a nuestra habilidad y dos juegos de
pilas Duracel, conseguimos el éxito y la satisfacción plena del
cliente.
Un día casi di en el paradigma del fracaso. Una clienta
que para ver si era mujer tenías que ponerte las gafas de ver
de cerca, con pinta de macho más que de hembra, me pidió
algo extraño, que la concediera un capricho que llevaba más
de 60 años con esa fantasía para realizarla.
Me quedé de piedra al oír su capricho: Quería ser ella
la consoladora. Ante la cara de súplica que puso, y gracias a
mi buen corazón, no quise que esa pobre mujer se muriera
sin cumplir esa fantasía. Cargue el consolador con pilas
nuevas y me dispuse al sacrificio.
Me dijo que no la hacía falta “el aparato” que lo ponía
ella. Sólo recuerdo un colgajo que la pendía del monte de
Venus, de unos 20 cm. Que me lo introduzco por mis
entrañas sin miramientos. Desde entonces me tengo que
sentar a “media cacha”. Pero ella fue inmensamente feliz.
Otras veces tienes que ser más astuto que el Lazarillo
de Tormes para conseguir que tu clienta quede aliviada y
231
232
satisfecha. Es el tipo de mujer, que su vida es una mentira,
un engaño. La realidad la asusta, tienes que recurrir a las
historias más absurdas y esperpénticas para que entre en
trance.
Aquí debes proveerte de varios juegos de pilas para que
“el aparato” siga funcionando. Suelen ser mujeres “muy
estrechas” y con vaginismo, por lo que también debes
proveerte de varios tubos de vaselina. “Meter” a estas mujeres
las trolas que las tienes que meter (las trolas, no las colas),
tienes que armarte de paciencia y dar el do de pecho (de
pecho, no de picha). Pero al final, un profesional del consuelo
como un servidor, triunfa.
232
233
El diario de un "consentidor"
234
235
-Cariño, no sé si será una impresión mía, pero desde
hace un tiempo a esta parte te noto extraño, cambiado, sobre
todo cuando hacemos el amor.
-¿Y cuál es ese cambio que notas? Le pregunto con
curiosidad.
-No sé. Veo en tus ojos una expresión distinta, y tus
orgasmos me parecen más frenéticos que de recién casados
Debo aclarar, que mi mujer tiene un sentido finísimo
de percibir las cosas; no se le escapa ni una, aunque también
me consta, que, se calla la mayoría de las que observa por
delicadeza. Y también digo muy alto y claro, que es la
discreción hecha mujer.
-Cariño. Dije algo molesto. ¿Pero es qué también me
auscultas cuando "me corro"?
-Mi vida: tengo tu rostro junto al mío, y el ver a mi
hombre la cara de emoción que se le pone en ese momento
cumbre, para mí es contemplar algo tan maravilloso como los
efectos que le produce mi amor.
-Pues cuando tú "te corres" yo me entero sólo por los
suspiros que pegas, no me entretengo en mirar la cara que
pones.
-Porque los hombres vais a lo vuestro, no tenéis la
sensibilidad de la mujer.
Quedé un momento pensativo, y es cuando me di
cuenta que sí, que no la podía ocultar por más tiempo de
donde provenía ese cambio, cambio que yo nunca le había
insinuado; pero por su sagacidad lo había detectado.
235
236
-La verdad cariño, que igual es una tontería, pero que
cada día me asalta más una idea, hasta el punto que lo has
notado.
-Me figuro lo que es. ¿La sombra de otra mujer?
-No.. no... Replico con autoridad. Ni mucho menos, no
necesito el placer de otra mujer... Necesito... –Enmudecí, no
me atreví a seguir.
-El placer de otro hombre será, ¡digo yo! Porque otra
cosa no sé que puede ser.
-No te lo puedes ni imaginar cariño, es algo que se sale
fuera de tus percepciones.
-Me tienes en ascuas, ¡Explícate de una vez!
-Verás... Necesito sentir... no sé si el placer o el dolor
de los celos...
Quedó estupefacta, nunca podría haber imaginado tal
declaración, porque jamás se había hablado de ese tema.
236
237
-No, cielo, no... Es algo que ha entrado dentro de mi
mente, me excita, me provoca, y hurga en mis neuronas cada
vez con más insistencia
-O sea: ¿Qué me quieres ver follar con otro? Es eso,
¿verdad?
Quedé algo confuso. Mi mujer detesta el vocablo "follar"
jamás lo emplea cuando hablamos del tema. Por eso no supe
reaccionar debidamente.
-Pues lo siento cariño, pero conmigo no cuentes para
esa cochinada, yo soy una mujer muy decente. Y además, si
se enteraran las niñas...
237
238
No tardé en encontrar su dirección, ya que conocía
muy bien sus apellidos, por lo que le localicé en la guía
telefónica sin problemas.
238
239
mi mujer en los brazos de otro hombre disfrutando como una
loca, no lo soporto y me pego un tiro? ¡Qué me entierren! Yo
solito me lo he buscado.
Pero necesito otro cómplice, en este caso femenino. ¡Ya
lo tengo! Marta, mi secretaria. Poca agraciada ella, pero de mi
absoluta confianza.
Le cuento toda mi intriga. Marta sonríe, le excita el
papel que va a desempeñar. Está soltera y sin compromiso, y
le importa un pito si mi mujer se entera que ha hecho de
"Celesina".
La muy jodía, como mujer que es, y encima "lagarta",
que sabe más de estas cosas que yo, me propone el siguiente
plan:
-Te doy mis bragas más eróticas, colócalas en un sitio
no visible, pero que se mire con frecuencia, por ejemplo la
guantera del coche. Pero antes debemos preparar el terreno
poco a poco
-¿Cómo?
-Primero con una levísima mancha de carmín en la
camisa.
-Muy bien, muy bien. ¿Y después?
-Después, te coloco un chupetón en el cuello;
simulando el mordisco frenético en una follada.
-Me parece fantástico ¡Joder! cómo sois las tías.
-Y la guinda. Que huela todos los días a llegar a casa el
perfume caro de mujer. Naturalmente distinto al suyo.
Quedé encantado de la sutileza de Marta, y me dispuse
a seguir el plan.
239
240
Hoy no hacemos el amor, y apenas hablamos en la
cama como siempre solemos hacer antes y después de "echar
el polvo".
240
241
Y segundo: que tenía que buscarme unas amigas para
desahogarme; tu mujer no consentía las relaciones sexuales
de novios, decía, que después del altar, o nada. ¿O es que no
fue virgen a tu matrimonio?
Sí, la verdad, fue virgen, pero me salió esa pregunta no
sé los motivos concretos, quizás para empezar a crear el
morbo que buscaba, pero satisfizo mi corazón de "Macho
Ibérico".
-Verás Félix: no me pidas explicaciones de mis actos,
porque no te las voy a dar, sólo te pido que contactes con mi
mujer, la conquistes, y te "la cepilles".
-No creo que pueda, si no la pude llevar al catre de
soltera, ¡cómo quieres que me la lleve de de casada! Si tu
mujer era una "estrecha integral", quillo.
-Yo te allanaré el camino. No hay mayor estímulo para
una puritana como mi mujer, que se sienta engañada para
romper con sus prejuicios.
-¿Y cómo pretendes que reinicie la relación, si hace la
tira de años que no la veo, quillo?
-Ella frecuenta con bastante la cafetería "El doblón de
Oro", sobre todo los martes y los jueves por la tarde; se reúne
con unas amigas y compañeras de la facultad.
-Sí, conozco esa cafetería.
-Mejor que mejor. Lo demás lo haces tú. No hace falta
que te indique como conquistar a una mujer. Además, te
aseguro, que casi será ella, la que te proponga que la lleves a
la cama. Ya lo verás.
-Bueno... Si tú lo dices...
Nos despedimos. Había notado en Félix un brillo de
satisfacción, eso de "cepillarse" a su antigua novia, a la que
no se "la pudo tirar" de soltera, le satisfacía sobremanera.
241
242
ha dicho Marta, mi secretaria y mi confidente, que si quiero
que mi mujer "me ponga los cuernos", he de seguir el plan
punto por punto: debe estar convencida de que tengo un
amante, ya que el mayor delito de un marido para una esposa
fiel, es ser engañada. Y su reacción es la de vengarse.
Pero hoy ¡por fin! Ha llegado el momento tan esperado.
-He de hablar muy seriamente contigo. Me dijo esa
noche ya acostados.
Puse cara de sorpresa. -¿Conmigo?- Tú dirás.
-¡Qué te crees, que no me he dado cuenta que tienes
un amante!
-Yo... ¿Un amante? ¡Pero qué dices! Puse cara de
estupefacción.
-Sí, tú... ¿De quién son estas bragas? Dijo con
bastante mala leche sacando la prenda de debajo de la
almohada.
-Pues serán tuyas, digo yo.
-Yo no fornico en los coches, ni me dejo las bragas en
la guantera del de nadie. Además, sabes muy bien que mi
ropa interior es de marca, y esta es una vulgar prenda
comprada en un mercadillo. Siguió con sus reproches:
-Hemos pasado de hacer el amor a diario a no hacerlo
desde hace más de un mes. ¿A qué se debe esa actitud por tu
parte?
-Lo siento cariño...
–Puse cara de arrepentimiento. –Pero no lo he podido
evitar. Fue un caso fortuito... Te cuento...
-¡No me cuentes nada! ¡Ni cómo, ni dónde ni cuándo!
Que no quiero saberlo. Pero tú si que te vas a enterar de lo
que estoy haciendo los martes y los jueves desde la semana
pasada.
-Me figuro que lo que siempre, charlar con tus
antiguas compañeras de facultad.
-Sí, sí. ¡Me estoy acostando con Félix!
-¿Y quien es ese Félix? Pregunté poniendo cara de
"lila".
-Creo que le conoces, es un antiguo novio mío.
242
243
-¡Ah! sí! Volví a poner la cara de "capullo".
-¿No me pediste un día aquí, en nuestra cama, que te
gustaría verme con otro? ¡Pues hala! ya te he dado ese placer.
-No-cariño. Te dije que me gustaría verte hacer el amor
con otro. No que follaras por tu cuenta y riesgo.
De súbito comprendí que algo había fallado. ¡Algo
terrible! Yo era la víctima de mi propia conspiración. Mi mujer
no pretendía darme el placer de verla en los brazos de otro.
¡No! Lo que hizo fue vengarse de mi fingida infidelidad
pagándome con la misma moneda.
¡Dios mío! ¡Pero cómo no lo pude prever! Quedé preso
de mi propia incongruencia. Y ahora, ¿que hago yo? Llorar,
sólo pude llorar y maldecir mi estúpido morbo.
¿No quería sufrir? Pero juro por Dios que siento un
sufrimiento horrible, y cuando me dijo, viéndome la cara de
amargura:
-Lo que siento es no haber hecho el amor con Félix
cuando éramos novios. Es un volcán, una fiera, un ángel,
una "bestia de cama". Los orgasmos que me ha dado son
celestiales. ¡Vamos! Qué comparado con los que tú me
proporcionas, ni punto de comparación.
Juro que quise matarme. A ella no, puesto que es lo
que más adoro en este mundo. ¡Pero yo! Imbécil de mí. ¡Mal
haya mi destino!
-Ya sabes cariño, una infidelidad con otra infidelidad
se paga.
¡Maldito morbo de mierda! Lo que pensaba iba a llenar
mis inquietudes sexuales de ricos matices, se tornó en una
angustia vital, pero no pude resistir la tentación de
preguntarle.
-¿De verdad, de verdad que has gozado con tu ex
novio? Le pregunté con cierto miedo de saber la respuesta.
-¿Quieres te lo cuente todo con pelos y señales? Me
preguntó con una sonrisa maliciosa.
Ya que sufría, porqué no sufrir del todo, que me lo
cuente, y si no lo pudo resistir, me mato.
-Cuéntame, y que Dios me de fuerzas para resistirlo.
243
244
Se dio la vuelta, y de costado, mirándome a los ojos,
empezó a relatar, lo que me produzco tal erección, que mi
alma en forma de pene, quería salirse por el pantalón del
pijama.
-Me encontré con Félix de forma casual, en la cafetería
donde solemos ir como bien sabes los martes y jueves, debo
admitir que me dio un vuelco el corazón al verle, ya que le
encontré con los años mucho más atractivo que cuando
éramos novios.
El morbo volvía a mis entrañas, el relato de mi esposa
me enervaba de tal forma, que estaba empalmado a tope.
-Sigue.. sigue...
-Pedí permiso a mis amigas para hablar un rato con él,
una vez hechas las oportunas presentaciones me llevó a un
rincón de la barra, y la mirada que me regaló rompieron
todas mis defensas de mujer honesta. Te juro, y lamento herir
tus sentimientos, que me entraron unas terribles ganas de
follar con Félix.
-Querrás decir: hacer el amor. Que a ti la palabra follar
te da grima. Dije yo.
-No, no, esta vez supe distinguir la diferencia entre
hacer el amor y follar. Pues era pasión y deseo lo que sentía
en ese momento. Sentimiento muy diferente que sentía
cuando era mi novio. Quería follar como una perra en celo, no
como una mujer enamorada.
-No podía aguantar más. La abracé con enorme pasión
con la intención de hacer el amor, como el condenado a
muerte, que pide su última voluntad.
-Ni se te ocurra. Me dijo separando mis brazos de sus
pechos. Conmigo ya no follas más. Tú a fornicar con tu
querida, y yo con Félix, todos los martes y jueves que él
pueda.
Aquel rechazo acabó de hundirme en el verdadero
infierno de los celos. El morbo se transformó en algo tan
desconocido para mí, que me quemaba las entrañas. Era una
sombra, un espectro, un espíritu condenado a errar por el
universo de la locura. Una piltrafa de hombre.
244
245
Cómo me vería de desconsolado que me dijo:
-¿Sigo?
-Sigue. ¡Qué más da ya, si has destrozado mi alma!
Sigue, y envíame a los demonios de los celos. Pero si no lo
puedo resistir y muero, te juro que agonizo arrepentido de mi
infidelidad y henchido de amor hacia ti... ¡Esposa mía!
Continuó el relato:
-Al cabo como de la media hora, me despedí de mis
amigas con una excusa que no se la creyeron, ya que en los
ojos de ellas vi las estrellas de la complicidad. Qué más me
daba ya. Era una esposa engañada, humillada y vituperada.
Y me lancé a la vorágine en los brazos de mi ex.
-¿Adónde te llevó?
Pregunté otra vez con el morbo subido hasta extremos
insospechados..
-A su apartamento. ¡Por cierto! Monísimo y muy
coquetón.
-Sigue, sigue... Me temblaban las piernas, y el pene
"daba cabezazos sobre el vientre".
-Nada más cerrar la puerta de la entrada, me abrazó, y
el beso que me dio...
-¿Con lengua o sin lengua? –Pregunté con el morbo
por las nubes.
-Pero mira que eres tonto. Cómo va a ser un beso de
dos amantes que van a agotar las fuentes de los manantiales;
pues con lengua y hasta la garganta. ¡Y porqué no nos llegaba
más!
¡Dios mío! Los labios inmaculados de mi santa esposa
mancillados por otros labios de varón. Qué se la metan, lo
resisto. Pero los besos de amor me rompen el corazón. Sin
embargo le pedí que siguiera con la narración.
-Cómo sólo disponíamos ese día de dos horas escasas,
ya que no tenía una excusa para llegar más tarde a casa de lo
habitual, me tomó en sus brazos, y me llevo al tálamo de
amor sin más dilación. Lamento hacerte daño, y sé que las
comparaciones son odiosas, pero...
-¿Pero qué? Inquirí con angustia.
245
246
-No te enfades, ¡eh! Pero tu miembro viril al lado del de
Félix, es como comparar un cacahuete con un pepino.
Aquí si que me "llevaron los demonios". Se me saltaron
dos lagrimones como dos cebollas del sentimiento y la agonía
que me entró.
-¿Te lo lamió? Pregunté con la voz trémula.
-¿Qué si me lo comió? ¡Bueno! me lo rebañó hasta la
última gota.
-¿Tú a él no se lo lamiste, verdad? Porque eres tan
asquerosa para esas cosas, que ni yo he conseguido que me
la chupes.
-¡Pues mira no! –Se la vi tan hermosa y tan sonrosada,
que me pareció un helado de fresa, y se la chupé hasta que
dijo basta, ya que quería eyacular dentro de mí.
-¡Se pondría condón! ¿Verdad? Dije todo alarmado.
-Para qué, si Félix derrocha salud por los cuatro
costados.
-¡Pero y si te ha dejado embarazada! ¡Ay! Dios, qué
disgusto.
-Creo que no, porque estaba fuera de los días fértiles.
Pero nunca se sabe
-Y lo dices tan tranquila
-Para que me voy a preocupar, si tú has roto nuestro
matrimonio. Me importa un comino lo que venga ya.
-¿Y si viene un niño! ¿Qué dirán nuestras hijas?
-¿Pues no quieran ellas un hermanito, y tú un niño?
¡Ójala venga un varón!
-¿Y te la metió toda? Pregunté para volver al tema que
me estaba matando de celos.
-Pero que tonto eres. ¡Pues claro que me la metió toda!
Y más que hubiera tenido.
-¿Tú arriba, o abajo?
-Lo hicimos de todas las posturas, pero nos corrimos él
encima, de los empujones que me dio, por poco incrusta sus
testículos en mis ingles.
246
247
No pude soportar más el morbo, me fui como alma que
lleva el diablo al servicio para vaciar lo míos que amenazaban
reventar.
247
248
-Hace unas dos semanas, más o menos, me llamó tu
secretaria Marta.
Hice ademán de hablar, pero me puso sus dedos en
mis labios para que callara.
-Calla y escucha. Como te decía, me llamó Marta una
mañana para decirme que quería hablar conmigo de algo muy
importante y vital para nuestro matrimonio. Quedamos esa
misma tarde, ya que estaba muy intrigada. ¿Qué podría ser?
Sé, que tu secretaria es una mujer muy discreta,
incapaz de jugarme una mala pasada. Por eso iba bastante
confiada de que no sería nada malo. Quedamos en una
cafetería y me contó todo.
-¿Todo?
-Todo, hasta lo de sus bragas en la guantera.
Quedé petrificado; no sé si de contento o de estupor.
-Entonces a que vino la historia de anoche. Pregunté
mal humorado
-Vino, para que te des cuenta de que las fantasías si no
se remedian a tiempo, pueden causar grandes estragos en las
parejas
¡Qué razón tenía!
-¿Pero a Félix si le viste?
-¡Claro! que le vi, "cacho cabrón" Si le enviaste tú a mis
brazos.
-¿Y...?
-Pues como ya sabía por Marta toda la trama, le di
"puerta" a las primera de cambio. Se fue el hombre "con el
rabo entre las piernas y las orejas gachas".
Miré al cielo, di un suspiro que salió de mi pecho como
un vendaval. Daba gracias al Señor de haber iluminado a
Marta mi secretaria. ¡Oh! Gran virtud la amistad
-Cariño, esa es la verdad y nada más que la verdad. Y
agradece a Marta su rasgo de fidelidad y de sentido común
hacia "el cabeza loca" de su jefe.
-Una pregunta final cariño. -¿Qué hubieras hecho si
Marta no te avisa de mi trama?
248
249
-Bueno... ¿No dices que me quieres ver follar con
otro..?
Tapé su boca con mis labios, y sólo dije:
-Mientras yo viva "a ti no te folla ni Dios". Sólo yo, y
nadie más que yo.
Fuimos a la habitación, y esta vez, si que de verdad
agotamos todas las reservas de los manantiales del amor.
249
250
252
253
Otra posición muy buena y que permite "comer coño y
culo" a la vez, es la siguiente: "el lamerón" en la misma
postura que en la anterior, pero la fémina, en vez de estar
cara al "degustador de sus partes más sabrosas", se pone de
espaldas. En esta posición, se como el coño y el ojete a
placer. Y lo mejor: las cachas de la mujer, quedan tan a la
vista y tan a mano, que puedes alternar "la comida", con
mordisquitos en los glúteos, que por regla general, los de las
mujeres son muy hermosos. Lo ideal es: mordisquito en una
cacha, parada en la raja del culo. Buena lamida de coño y
ano, y a continuación mordisco en la otra cacha, de modo que
el ciclo sea:
*Mordisco en cacha.
*Lamida de coño y ano.
*Mordisco en la otra cacha.
Y así hasta que la moza diga basta...
MUY IMPORTANTE
Es muy posible, que la señora durante "el fragor de la
batalla", sin quererlo y sin poderlo remediar, se le escape
algún pedo, bien vaginal o anal. No hacer ascos, es un
síntoma muy claro, que está gozando a tope con "las
lamidas". Son una especie de salvas en vuestro honor.
Que disfrutéis y hagáis disfrutar a vuestras parejas
con las lamidas.
253
254
El momento más emocionante
255
256
Va subiendo las escaleras la diosa "rumbo al edén", y
tú, dale que te pego a la imaginación. Mil sensaciones
experimentas a cuál más agradable pero ignotas. Estás en el
pináculo del éxtasis, en la cumbre de tus extravíos.
Cuando abres la puerta del apartamento empiezas a
calibrar la realidad de tu fuerza con las aventuras de tus
deseos, y te asalta de súbito la duda de que si serás el
suficiente hombre y macho para instalar tu bandera en
aquella tierra que vas a conquistar.
Y cuando entras en el receptáculo de los gozos y ves a
aquella deidad saliendo del baño como una hespéride, te
quedas sublimado ante el poder más grande del mundo.
256
257
El orgasmo telefónico
257
258
de este medio es que a través de la pantalla de tu PC puedes
percibir todos los sentimientos: amor, odio, indiferencia...
Parece imposible pero es cierto, se puede llegar a amar
o detestar a una persona de la que no tienes ni la menor idea
de quien y como es. Todo se desarrolla a través de las
modulaciones que captas por las ondas y que se traducen en
sentimientos. ¡Inaudito!
Las primeras palabras escritas que crucé con Gema en
el chat fueron suficientes para captar sus vibraciones
positivas. ¿Cómo? No se puedes describir. Es un flash, como
un destello que entra en la mente y allí empieza la fiesta. No
paras de crear imágenes que las elevas y enalteces hasta
límites insospechados. Gema en mi mente, es mi diosa.
Ahora comprendo como se puede adorar a Dios sin su
presencia.
Todos los día nos buscamos en el chat para hablar, y
cada momento se acentuaba más mis deseos de amarla,
hasta que un día.
-Gema. Le espeté sin preámbulos. Estoy enamorado de
ti.
Creo que a mí me sucede algo parecido. Me respondió.
–Este deseo de que llegue el momento de conectarme, el
pensar en ti y hasta soñar contigo me delata.
Una sensación de calor y vahos invadió mi cuerpo,
¿Cómo podría ser eso? Era similar a la impresión que tuve
cuando di el primer beso en la boca a una chica, y lo que no
podía dar crédito es a que tuviera una tremenda erección y el
pantalón de mi pijama estuviera mojado. ¡Cómo lo cuento!
-Gema. Estoy muy excitado, necesito hacer el amor
contigo. Le dije no sin cierto temor.
-Yo también estoy muy excitada Félix, mis manos en
este momento recorren la superficie de tu cuerpo y mis labios
liban dulcemente de los tuyos.
Mis ojos, sin ver a Gema imaginaban una vestal en su
pedestal.
Te vi desnuda sin ver tu cuerpo,
sentí tus besos sin ver tus labios
258
259
¡Dios! ¿Es qué sueño despierto?
Tus manos acarician mis delicias
¡Tengo sed de ti! Estoy hambriento.
Siento el amor en tus suaves caricias.
Llego a tu tálamo de fuego, sediento
¡Allí está mi diosa! ¡Albricias!
alma pura del amor que yo presiento,
aura que en los sueños me entronizas.
259
260
Cerré los ojos y te vi, mi bella Gema, tu fulgor
traspasó todas las barreras.
¡Nunca jamás vi tan maravillosa escena!
Entre los dos rompimos las fronteras...
Nuestros cuerpos quedaron exhaustos, rendidos,
abatidos...
¡Jamás algo tan sublime mi mente había concebido!
260
261
El primer casquete que regalé a María
María, tenía a la sazón 17 añitos, yo 22. ¡Oh! Dios. Qué
recuerdos más maravillosos.
Era, y es una delicia de mujer, tenían que haberla
visto. Alta, con unos tirabuzones que como cascadas se
rompían en sus torneados hombros que recordaban “los
chorros del oro”.
Los ojos como dos soles que daban destellos y fulgores
a sus delicadas facciones que transmitían las más ocultas y
apasionadas emociones. Del resto de su figura no doy ningún
detalle, pues son tan intensos mis celos, que con sólo pensar
que alguien puede poner la mirada en su estampa, caigo en la
trampa y no-duerno, me desvelo.
Éramos novios desde hacía unos pocos meses; era tan
intenso el amor que la profesaba, que se convirtió en la mujer
de mis sueños.
Dentro de dos días era su cumpleaños, el 15 de enero.
Estábamos los dos amarraditos en el banco de un parque,
ella apoyada su cabecita en mi hombro derecho y yo la
tomaba por sus preciosos omóplatos con mi brazo.
-Amor mío. –Dije con tanta devoción que mi voz parecía
la de un ángel.
-Dime cariño –Respondió María con un delicado matiz.
-Pasado mañana es tu cumpleaños y quiero hacerte el
regalo más sublime que de mi alma sale.
Ella se quedó como en un brete.
-Te quiero regalar un casquete.
-¿Un casquete? –Preguntó ella abriendo sus lindos ojos
color azulete.
-Sí, amor mío. Tú primer casquete.
Todavía conservo la fotografía de Margarita con aquel
casquete que le regalé. Con qué garbo lo llevaba en lo alto de
su cabecita.
Era de un rojo intenso, de pura lana virgen. El
contraste de sus cabellos de oro era tan intenso, que los
tirabuzones que se escapan del control del casquete por que
261
262
los cabellos dorados que les cubrían eran como las fuentes de
la vida.
Aún lo conserva con verdadera ilusión, ya que nunca
podrá olvidar su “primer casquete”.
262
263
El sexo oral
263
264
toda la saliva y la baba en el intento, y nunca se llegaría a
conocer la verdadera dimensión y magnitud de su grandeza.
Las motivaciones de la mujer para lamer la vulva de
otra mujer, no podría definirlas con exactitud, pero me
supongo que será en muchos casos por mimetismo ¿Qué
tendrá un coño para que vuelva tan loco a los hombres? Digo
yo, que querrán comprobarlo personalmente.
De todos los hombres que he preguntado sobre el sexo
oral, todos sin excepción se han declarado grandes
consumidores de esta peculiaridad sexual; sin embargo,
todos han coincidido que nunca lo realizarían con mujeres
desconocidas o de dudosa procedencia.
Por lo que considero que de toda la gama de caricias
naturales que se contemplan en el arte amatorio, quizás el
cunilingüos sea la más sincera y la que demuestra el más alto
grado de fervor.
Gracias a esta caricia tan íntima e intensa, el hombre
impotente puede seguir amando a su pareja, y darle tanto
placer o más con su lengua que con su pene flácido por la
acción del tiempo y la ley de la gravedad.
Que nadie vea en esta caricia algo sucio o aberrante; si
no se desea hacer por prejuicios de alguna naturaleza que no
se realice, pero sin duda es la reina de las caricias.
264
265
El tafanario de Carmen
Carmen:
Enciende el campanario,
que repiquen sus campanas.
Voy amar a tu dios Tafanario
que mis ansias se derraman.
Después le rezaré un rosario
a la virgencita de Triana.
267
268
actos con el fin de quitar compromisos a mis padres, me
esperé a ser mayor de edad para dar rienda suelta a mis
instintos.
El problema que se me presentó y que nunca pude
prever, es que aquella cuarentona... ¡Ah! Debo también decir,
que no violaba a mujeres menores de 40 años. No sé porqué,
pero más jóvenes no me producían el deseo de violarlas.
Según el psiquiatra, dice que es debido a que tengo un
complejo de "buen tipo" o de "edipo"... algo parecido.
...Decía, que aquella cuarentona, una vez que la
convencí de buenas maneras que la iba a violar en aquel
parque solitario, al consumar la violación, me vino un pestazo
de entre sus partes que me echó para atrás. La pobre, al
darse cuenta de mi rechazo, casi se enfada, y me dijo que
cuando se pone nerviosa suda mucho, que no lo puede
remediar, y que a pesar de todos los desodorantes íntimos
que usaban, su Ph era mas fuerte que todos. Le dije un tanto
decepcionado, porque la tía estaba muy buena.
-Ande, súbase las bragas, y vaya corriendo al bidé.
Durante un tiempo se me quitaron las ganas de violar.
Es que uno es bastante asqueroso para eso de los olores
corporales, ¡qué quieren que yo le haga! Y ante el temor de
repetir la escena, me reprimía las ganas.
Pero no podía más, era superior a mis fuerzas. Hasta
que un día... ¡Albricias! di con la solución a mi problema.
Como era fontanero, inventé un artilugio de plástico
desmontable que una vez recogido abultaba muy poco; pero
una ves montado, era un bidé.
Cuando salía a violar, siempre lo llevaba debajo del
brazo, con su botellita de agua de rosas y un tubito de
vaginesil; nunca se sabe como va tener "el potorro" la violada
de turno. Ya he dicho y vuelvo a repetir, que soy un violador
pacífico, y si puedo, no uso la navaja para intimidar, intento
convencerlas de que las voy a forzar por las buenas; como
hace la vicepresidenta del gobierno, señora de la Vega:
convencer, no aplicar las leyes, porque las leyes, queramos o
no, son una forma de violación a los ciudadanos.
268
269
¡Oigan! No vean que resultado más espectacular. A
todas mis violadas las pedía por favor, que antes de violarlas
se lavaran el "chichi" con el agua de rosas. ¡Anda que no se
nota la diferencia! Violar con el chumino recién lavado, que
exponerte a violar un chocho, que vaya usted a saber donde
ha estado en las últimas horas.
Me hice famoso como "el violador del bidé", y todas las
revistas y programas del corazón hablaban de mí, y por
cierto, muy bien. Más de una de mis violadas alababa mis
formas, y declaró, que no le importaría que la violara otra vez.
Pero un día. ¡joder! que mala suerte. Al ir a montar el
bidé para violar a una señora que me había llamado por
teléfono para que la violara, (a todas las dejaba un teléfono de
contacto por si tenían alguna amiga con ganas de que la
violaran) cuando tenía las dos manos ocupadas para
desplegar el bidé, sacó una pistola y me detuvo. Resulta que
era la inspectora jefe de la comisaría del distrito ese.
Estoy en la cárcel, y como me he hecho amiguete del
señor Paco, director del penal, y por recomendación de mi
psiquiatra para que no caiga en una terrible depresión, todos
los sábados y domingos, me deja que viole a una muñeca
hinchable que me han regalado mis admiradoras. Pero sin
bidé, ya que me lo han confiscado como prueba pericial.
Además si a la muñeca se lo lavo, se lo desgasto, y
tampoco es eso.
269
270
España y Los años sesenta
270
271
Sobre las ideas políticas
El espíritu nacional
Sobre el futuro
Sobre la moral
272
273
1º Amar a Dios sobre todas las cosas.
2º No jurar su santo nombre en vano.
3º Santificar las fiestas.
4º Honrar padre y madre.
5º No matar.
6º No fornicar.
7º No robar
8º No levantar falsos testimonios ni mentir.
9º No desear a la mujer de tu prójimo.
10º No codiciar los bienes ajenos.
Sobre el sexo
273
274
Si querías “meter”, lo mejor eran las prostitutas de las
casas, que aunque prohibidas, si toleradas en sus domicilios.
Pero no todos tenían los cien o doscientas pesetas que
costaba "el polvo".
Con la novia, si era formal, una “pajilla” en el cine o
unos restregones en el baile, y a casa con un dolor de huevos
que te despatarrabas.
El despegue económico
274
275
RESUMEN
275
276
Esperé a que fuera mayor de edad
PARTE PRIMERA
277
278
Llegó a su estación y seguí hacia mi destino, no sin
antes la muy puñetera al salir del vagón me tiraba un beso y
me hacía un guiño. No me quitaba de la cabeza a la niña, y
pensaba:
¡Cuántos adultos sin fuerza de voluntad deben caer en
las redes de niñas como Margarita! Y pagarlo muy caro.
PARTE SEGUNDA
278
279
La miré fijamente como pretendiendo saber si estaba
jugando conmigo o hablaba en serio, por lo que se me ocurrió
una idea de repente, y se la expuse.
-Mira Marga, busca una excusa con uno de mis hijos, y
ven a casa. Si estás decidida a follar conmigo y no me vacilas,
ponte unas bragas rojas, te abres de piernas como siempre
haces cuando te sientas enfrente de mí, y si las llevas de ese
color, me convenceré.
Efectivamente, al día siguiente se presenta en mi casa
con uno de mis hijos para hablar de una materia de un
examen próximo. Se sienta en el sofá, hago que paso por
delante de ellos, se abre de piernas y ¡Zas! Las bragas más
coloradas que "Caperucita Roja".
La cosa estaba muy clara, la recién estrenada su
mayoría de edad, estaba dispuesta a follar conmigo fuese
como fuese.
PARTE TERCERA
279
280
máximo apogeo, fue el detonante para disipar mis dudas y
complejos, por lo que me dispuse a follarme ese bombón con
toda la intensidad que dan la pasión y el deseo.
Mientras ella esperaba en el coche, fui a recepción a
recoger las llaves del apartamento. Eran una especie de
bungalows independientes situados entre una arboleda
espesa que le daban al sitio un ambiente muy íntimo y
acogedor.
Aparqué justo al lado de la puerta y me dispuse a
degustar un de los platos más exquisitos que se me había
presentado de una forma tan especial.
El marco era el adecuado para consumir tres horas de
amor: ese era el tiempo de que disponíamos, tiempo
suficiente para entrar los dos en el olympo de los dioses del
amor.
-¡Por fín! Dijo a la vez que me abraza y me miraba a los
ojos. ¡Por fin he conseguido lo que hace años ansiaba!
-¿Y qué es eso tan importante que has conseguido? Le
pregunté con cierto tono de guasa.
-¡Venga! No te me hagas el estrecho, que lo sabes de
sobra.
Los labios de Marga se fundieron con los míos, y su
lengua socavaba mi boca. Nunca una mujer me había puesto
la punta de su lengua en el paladar; por lo que la sensación
fue excitante, una especie de corriente eléctrica recorría mi
cuerpo desde la nuca hasta el final de la espina dorsal.
Entré en una especie de letargo al sentir su cuerpo
pegado al mío; sus brazos rodeaban mi cuello y sus labios
seguían sellando mi boca. Aquello rompía todos mis sentidos,
la emoción que concebía era inexplicable, y eso que sólo era el
preludio del amor más grande jamás vivido.
-Desnúdame muy lentamente cariño. Me dijo Marga
poniendo carita de gatita en celo.
-Sí, mi vida. Quiero besar cada centímetro de tu piel
que vaya descubriendo.
-Antes he de hacer un pi pi. ¿Me pones a hacerlo tú?
280
281
-¡Claro! Mi vida. Pero esta vez vas a hacer un pi pi
especial.
Ahora la sorprendida era ella.
-Yo siempre hago pis de la misma forma. Dijo con
carita de duda.
-Esta vez no, será distinta, ya lo verás.
Me tumbé en la bañera boca arriba, y a ella la situé
abierta de piernas entre a la altura de mi cabeza. Le bajé las
braguitas rojas, y le dije.
-¡Venga! Has ahora ese pis.
Comprendió de inmediato. La bañera era de esas
modernas, cuadrada, situada bajo nivel del suelo, de unos 50
centímetros de profundidad, y que se accedía por dos
escaloncitos. De unos dos metros de larga por metro y medio
de ancha; por lo que "la operación" se podía realizar con
entera comodidad.
Se puso de cuquillas de tal forma, que su sonrosado
coño quedaba a escasos 15 centímetros de mi boca. La visión
fue alucinante; lo llevaba depilado por las ingles, por lo que la
perspectiva del mismo era panorámica. Con los dedos índices
de sus manos abrió aquella rajita, y emergieron como si se
tratara de una rosa, dos pétalos y un pistilo. Vi perfectamente
como se abría un pequeño agujerito de entre aquella especie
de "Valle de las Hespérides", y ¡de súbito! Un chorro de un
líquido amarillento emanaba de allí. Sinceramente: Creí que
eran los célebres y tan cantados, "chorros del oro".
Líquido que como cual agua bendita purificó todo mi
cuerpo. La tomé en mis brazos, y como una recién desposada,
llevé a Margarita al tálamo del amor.
-¿Te importa que sea yo la que folle? Me dijo muy
dispuesta.
-Al contrario, me encantaría. Pensé hasta donde podría
llegar la experiencia sexual de una chica de 18 años, y me
agradaba comprobarlo.
-¿Me pongo preservativo? Le dije muy serio. Oye
Marga, a ver si te voy a dejar embarazada, y entonces no me
vas a follar, me vas a joder de verdad.
281
282
Me dijo riéndose: -A ver si te crees que las chicas de
hoy somos como las de antes. La mayoría de nosotras
sabemos perfectamente como debemos follar.
-Vale... vale... ya veo ya... que eso de la liberación
sexual de la mujer es un hecho, no es una falacia.
Estaba tumbado boca arriba, tal como mi madre me
trajo al mundo cuando me dijo: -Cierra los ojos, y entrégate a
mis caprichos.
Cerré los ojos, y al momento empecé a ver lucecitas de
todos los colores. Es verdad esa frase que dicen los chavales
para determinar a los que dicen fantasías: "Alucinas en
colores". Cuando sentí los labios de Marga succionando mi
pene perdí toda noción del tiempo y del espacio; y al notar
como acariciaba mis testículos con la punta de los dedos de
una de sus manos, los espasmos, eran irrefrenables.
-¡Para! ¡Para! Que me corro. Le dije casi suplicando.
"Correrme" en ese momento hubiera sido un fracaso, ya que
en esas dos horas que disponíamos, a mis 40 años, no creo
que me hubiera recuperado para poder echar "otro polvo". Por
eso, como sabía que en ese tiempo sólo podría echar uno,
quería que fuera bestial.
Marta se situó junto a mí, los dos de lado, abrazados y
mirándonos a los ojos sin hablar.
Me parecía imposible que una niña como ella, tuviera
esos de deseos tan enorme de follar con un hombre mayor;
por lo que al cabo de unos segundos, le dije.
-Cariño, ¿por qué ese empeño de follar conmigo?
-No lo sé, sólo te puedo decir, que desde que empecé a
sentir en mi cuerpo la llamada del sexo, me atraías tanto que
mi primera paja, fue pensando en ti.
De pronto me vino a la mente, algo en que no había
reparado.-¡Oye Marga! No serás un virguito ¿Verdad?
-No tonto, no creo que exista hoy en España una chica
de mi edad virgen.
-Ya veo, ya; que la tan cacareada liberación sexual de
la mujer es un hecho. Volví a repetir.
282
283
-¡Pues claro tonto! ¿O es que te creías que nosotras no
tenemos las mismas necesidades sexuales que vosotros?
-¡Bueno! sí; pero la mujer española... ya sabes...
"Cuando besa es que besa de verdad"
-Y que piensas, ¿qué yo te estoy besando de mentira?
Esta media hora de conversación me vino de maravilla
para relajarme. De no ser por ello se hubiera acabado la
fiesta. Tenía a Margarita junto a mí, resguardada en mi
pecho. Sentía su calor y los latidos de su corazón, pero el
estado de estupefacción que me produjo al ver su cuerpo, lo
había superado. Por lo que le dije:
-¡Cariño! Ahora voy a ser yo el que te folle; así que
disponte a recibir mi cuerpo, porque voy a entrar hasta lo
más profundo de tu alma.
-Sí, mi amor. Invade mis entrañas. Soy toda tuya.
Despegué a Marga de mi cuerpo, y le situé boca arriba.
Sus pechos no se desparramaron para los lados, como se
esparcen los de una mujer madura debido a las leyes de la
gravedad. Quedaron firmes mirando hacia el techo del
bungalow (no a las paredes). Y cuando mis labios tomaron
contacto con una de aquella fresa roja, y la otra con las
yemas de mis dedos, noté como emergían de aquellas dos
aureolas, sus encarnados pezones.
Otra vez me volvían las sacudidas. ¡Joder! Es que para
un cuarentón como yo, acostumbrado a follar con damas "con
sus rosaledas" bastante ajadas por el paso del tiempo, ver
aquella rosa tan viva y encendida, me producía alucinaciones.
Mamé de aquellos pedúnculos con una ansia inusitada;
quería agotar las fuentes de esos dos gérmenes.
Desde la nuca hasta el pubis de Marga, no quedó ni un
rincón de su piel que mis labios no libaran. Cuando llegué al
mismísimo centro de su coño, parecía el surtidor de la fuente
de unos jardines reales.
La visión era realmente espectacular...
...Por sus muslos se deslizaban las gotas de sus
pleamares...
...Aquel aroma enajenó mis neuronas...
283
284
...Aspiré profundamente para llenar mis pulmones de
aquel perfume de hembra joven...
...Y me depuse a agotar la miel que destilaba aquel
panal.
Lamí su sexo con desesperación; mis belfos y mi
lengua eran como dos torbellinos, como dos tornados. Dos
turbulencias que llevaron a Marga a experimentar el orgasmo
más brutal que había tenido en su corta vida. Separó mi
cabeza de su vulva con cierta brusquedad, dijo que de haber
seguido mamando, hubiera llegado a perder el conocimiento
de placer.
Había triunfado la experiencia sobre la impaciencia. El
haberle producido varios orgasmos me llenaba de
satisfacción. Por eso me dijo una vez que volví a abrazarla y
traerla a mi regazo mientras encendía un pitillo que fumamos
a medias.
-Por esto me gustan los maduros. Con uno de mi edad,
seguro que ya se habría corrido dejándome "a la luna de
Valencia". "Los niñatos", no saben nada más que ir "a su
bola", te la meten, se corren, y adiós.
Su carita de virgen me abstraía de tal forma que con
sólo ver sus ojos y sus labios me trasladaba a paraísos
desconocidos; nunca había sentido tanta ternura ante la
contemplación de una mujer; por eso pensé, que estaba
viviendo un sueño, sueño que no podría volver a repetirse por
razones obvias.
¿Estaría haciendo una locura? Todavía no le había
penetrado; y me volvió a asaltar el temor; dejarla embarazada
sería algo terrible, por eso le volví a preguntar.
-Marga: ¿Estás segura que lo podemos hacer sin
condón?
-¡Qué sí! Coño, !Que sí! No te preocupes, sé
perfectamente lo que hago.
Me convenció con la seguridad que hablaba, y me
preparé para el asalto final; asalto que me juré quedaría en
los anales de su vida sexual; que jamás olvidara "este polvo",
que quedara grabado en su memoria para siempre.
284
285
Ella, intuyendo mis intenciones, se abrió de piernas y
sólo dijo:
-Fóllame cómo he soñado e imaginado un millón de
veces que lo harías.
Cerró los ojos. Me situé de rodillas frente a su
"sonrosado edén". Noté como aquella abertura suplicaba ser
penetrada y explorada hasta su último rincón. Tomó mi pene
con su mano derecha y se lo llevó hacia la embocadura de
"aquel puerto".
Empujé levemente, muy levemente, hasta que sentí
como mis 18 centímetros llegaban hasta el fondo de aquella
cueva. No pude resistir más. Sus movimientos de cadera,
pelvis y culo fueron insoportables para que mi pobre pene
que se debatía con ardor en lo más profundo de "aquella
sima"...
...Salió de "aquella nirvana" gimiendo y llorando...
...Notaba como hasta el alma se me iba como una
catarata por aquel conducto.
Quedé inane, extinto...
Creí que mi vida sexual había acabado allí, ya que
estaba convencido de que no habría una segunda vez con
Margarita; y volver a follar con mis amigas cuarentonas, no
me seducía; era como volver a degustar la hiel después de
haber catado la miel.
Y así fue. Margarita al poco tiempo, se echo un novio
tres años mayor que ella; parecía un chico muy formalito,
chico que me presentó como el papá de dos compañeros de
instituto.
Pero sé, que Margarita jamás olvidará aquella mañana,
como tampoco yo he olvidado el sabor de aquella fruta
temprana.
285
286
Hoy me siento más realizado como hombre
que nunca
286
287
Añadido a que su madre medio paralítica anciana de
89 años depende físicamente de sus atenciones, me veo en la
tesitura ineludible de hacer de amo de casa y enfermero de
las dos ¡Qué verdad es, que obligado te veas! Y que el cuerpo
todo lo puede.
Llevo una semana llevando la casa, y hoy puedo decir
que he superado la tremenda crisis que me produjo la
responsabilidad de lo que se me avecinada. Imaginad un pato
en los salones del Ritz, y lo que os figuréis soy yo.
¡Madre de Dios!
¡Esa cocina llena de cacharros después de comer!
¡Esa ropa sucia acumulada en el cesto!
¡Esos 90 metros cuadrados de superficie a barrer todos
los días!
¡Esa pringue que se acumula por doquier! Esa compra
y esa cocina!
¡Qué coño hago hoy de comida! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!
¡El mundo se me venía encima!
¡Y todo esto lo ha hecho mi madre mi mujer y millones
de señoras sin rechistar durante décadas!
287
288
288
289
La felación perfecta
290
291
vulgarmente se llama frenillo. Ahí es donde se concentra toda
la carga explosiva del placer del hombre. Ahí precisamente es
el punto vital del placer. Preguntad a un/una sexólogo, y os
lo confirmará.
Una vez el pene en su máximo esplendor, actuar de la
siguiente forma, pero teniendo siempre presente donde se
halla el punto exacto del máximo placer.
Adaptar los labios como dije antes, en forma de “O” al
grosor del mismo, conviene que los labios aprieten sobre éste,
pero con la suficiente holgura para que toda la boca pueda
transitar por la superficie del mismo. Con las manos ¡eso sí!
manipular muy sensiblemente los testículos a la vez que los
labios recorren de arriba abajo y de abajo arriba. Tened
presente, que es muy importante que la piel del miembro que
como sabéis en algunos casos cubre el glande y en otros no,
debe circular en la boca al unísono del recorrido de que
disponga (no en todos el es mismo), con el fin, de que no
pueda en un recorrido antinatural, dañarle.
Cuando comprobéis que el hombre está a punto de
eyacular, se presenta el momento más vital de la felación. Si
paráis la acción por asco al semen, cortáis el proceso y el
trauma es seguro; entonces lo que procede, es rápidamente
tomar con los dedos el punto antes señalado y frotar con
suavidad procurando adaptar los movimientos a la salida del
mismo, que como sabéis de desborda a borbotones, de más a
menos, hasta que sale la última gota ya sin fuerza.
Y si no os importa que el semen se derrama en vuestra
boca, haced los mismos movimientos con los labios, pero
ahora apretando muy fuerte con los mismos el punto ya
indicado, y con la lengua posicionada en el pene de tal forma,
que le succione, es decir, en la posición parecida del niño
cuando mama en el pezón.
Los movimientos de la lengua durante el proceso de la
felación son de libre albedrío. Lo fundamental se ha relatado.
Suerte señoras, y que consigan las mejores felaciones
para sus parejas.
291
292
La isla de las Delectaciones
292
293
Cuando desperté de mi letargo, rodeado me vi de
aquellas deidades curiosas por aquella anatomía que
desconocían; miraban y tocaban con imprudencia aquello
que sobresalía.
Una, que le dominaba la impaciencia, haciendo gala de
una precoz inteligencia, deduzco en un periquete que aquello
tieso, por alguna parte se mete.
¡Oh Naturaleza sabia! Eso que despuntaba y que le
producía tanta algarada, lo tomó con tanta delicadeza, que
llevándoselo a su meta, “hasta donde pone Toledo” cual
espada de acero, en su cueva se lo metió todo entero.
Al momento la galana profirió gritos y suspiros por el
placer que le producía aquella “espada” que su alma
taladraba. Las otras once doncellas, entre el estupor y la
curiosidad miraban aquella escena; lo que más les extrañaba
es por qué viendo aquello “se mojaban”. ¡Por sus columnas
torneadas surtidores de agua les emanaban!
Una tras otra quisieron "bailar la jota". Y ni cortas ni
perezosas danzaron sin pausa en lo que tanta sensación les
causa. Pero, ¡oh! Desventura ¡Tristes criaturas! Aquel mástil
que miraba al cielo de súbito perdió el vuelo y exhausto se
vino al suelo. Las cinco vestales que no pudieron conocer los
placeres que producía, lloraron de sentimiento. ¡Hasta
lontananza llegaban sus lamentos!
293
294
Ya no me siento ni la minina.
A pena de muerte me coaccionan
si no les doy placer a sus conas.
294
295
La primera vez que fui sodomizado
Primera parte
¡Sí señoras y señores, sí! Para que voy a negar algo que
puede abrir "el ojo" del hombre, y recibir uno de los placeres
más exquisitos que por su testarudez desconoce!
Tenía a la sazón unos cuarenta años. Era un
triunfador con las mujeres, feo está que uno lo diga, ¡pero
leche! Es la pura verdad Ese metro ochenta, esa mata de pelo
negro azabache ondulado y ligeramente plateada en sienes;
esa planta y andares de torero; esa mirada y este "piquito de
oro", unido a ese "paquete" que saltaba a la vista y que más
de unos ojos femeninos se han desorbitado al mirarlo. (He de
295
296
confesar, que el tamaño desmedido de "mis bajos" era debido
en parte a un hidrocele = inflamación de los testículos por
acumulación de líquidos.
Decía, que en aquel entonces, hastiado de tanta mujer,
(es cierto que uno llega a cansarse de todo, hasta de lo más
exquisito), y un chochito, sin lugar a dudas, es el manjar más
delicado que paladar puede degustar; pero lo que sucede,
como me dijo mi psicóloga, que los guapos como un servidor,
por lo general acabamos en los brazos de otro hombre
-Doctora -Le dije un día armado de valor. -Hace un
tiempo, que me asaltan fantasías homosexuales muy
definidas.
-Que me quiere decir con eso de: "muy definidas" -Dijo
mi doctora dando un matiz a su expresión como de estar muy
interesada.
-¡Bueno! Verá usted -Dije bastante dubitativo -Sueño y
deseo ser mujer y ser amada y poseída por un hombre.
-No se preocupe por eso, es bastante frecuente y
normal a su edad; todos somos bisexuales, lo que sucede es
que las formas y la educación reprimen en la mayoría de los
seres esa inquietud.
-¿Y por qué mi fantasía es la de ser penetrado como
una mujer y no penetrar a un hombre?
-Por que su bisexualidad es funcional con congénita.
¡Ah! -Sólo pude decir. -¿Y que me prescribe para este"
mal mío?"
-Un macho. Sólo eso. Búsquese un macho activo.
Procure que el marco sea el apropiado a su sensibilidad; es
primordial para que su afección no se quiebre. Tenga en
cuenta que va a vivir una experiencia única, y es muy
importante, tanto o más, que los complementos sean los
adecuados para realizar ese hecho tan trascendental que
puede marcar su vida o darle un impulso nuevo.
Salí de la consulta convencido de que no había marcha
atrás. O realizaba mi fantasía o me destruía en ella.
296
297
II
297
298
Y así fue. Me colocó de rodillas, suavemente dobló mi
cintura y me sitúo de tal forma que mi redondito culete quedó
totalmente rendido a sus caprichos.
Suavemente... muy suavemente circundaba mi ano con
sus dedos en movimientos tan acariciadores que empezaba a
sentir un cosquilleo muy parecido al placer. Transcurrieron
unos momentos deliciosos, aquello era un cúmulo de
sensaciones maravillosas.
-Ponte esta almohada entre el pecho y el vientre. Me
dijo Raúl a la vez que me daba un cojín de terciopelo granate.
Así lo hice, y me aferré desesperadamente a ese almohadón,
presentía lo que se avecinaba.
¡Ohhhhh Dios mío! ¡Qué prodigio! ¡Qué portento! ¡Que
maravilla! Recuerdo y se me saltan las lágrimas de emoción al
evocar aquella escena. Los testículos de Raúl repicaban en
mis nalgas como dos campanas y por mi ano se desbordaban
una cascada de emociones indescriptibles. Las manos de
Raúl apretaban desesperadamente "mis cachas", los
movimientos se hicieron convulsivos, como queriendo
destrozarme el culo. Le bastó media docena de envites de
mayor a menor intensidad para vaciar en mis entrañas un
torrente de semen que sentía como se deslizaba por mis
intestinos.
El almohadón de terciopelo granate, se vistió de blanco. Fue
el fiel testigo mudo del placer más inmenso que he recibido
en mi vida.
Segunda parte
298
299
semen. ¡Y aquellos besos después del acto! Cuando todas las
pasiones quedan dirimidas y se tiende al hastío; fue quizás el
momento más entrañable; pues si antes de amarme fue un
caballero, después de amarme fue un señor. Por eso mi
confusión se creaba en torno a esas sensaciones que tanto
me seducían, y me preguntaba: ¿Seré maricón?
Me tenía abrazada (permitan que hable en femenino,
ya que en estos momentos me siento muy mujer) y acariciaba
mis cabellos con sus ojos cerrados, me sacó de mis
ensimismamiento
-¿Has gozado, mi amor? Me dijo con una expresión en
sus ojos que reflejaban sinceridad.
-Le devolví la mirada, ya que me encontraba
ligeramente mirando hacia la nada, absorta en mi misma,
intentado centrar en ella mi más sincero agradecimiento.
-Mucho, mucho, cariño. Has realizado el milagro que
esperaba con temor y esperanzas: sentirme mujer, y a tu
lado, la más feliz del mundo.
-¿Te duele?
Esa pregunta me dejó un poco perpleja. No, no había
sentido ninguna sensación de malestar en mi zona anal,
quizás mis elucubraciones habían actuado de anestesia, pero
ahora que me lo decía, de repente sintió mi ano no-dolor, sino
una especie de vacío similar a cuando se va estreñido, pero
que me satisfacía en extremo, ya que me creía una doncella
desvirgada. Esa sensación me lo demostraba, y mi mente lo
asumía como tal. Mi "coñito" estaba un poco irritado por su
desvirgamiento, pero dispuesto otra vez a recibir los 22
centímetros de mi amado Raúl.
-No cariño. No siento ningún dolor. Le mentí
deliberadamente, ya que comprendía el objetivo de esa
pregunta al rozar mi rodilla con su polla totalmente erecta,
cosa que me demostraba a mi misma que Raúl me deseaba, y
mis instintos de mujer se potenciaron al máximo; ser deseada
por un macho, es otra de las sensaciones más hermosas que
una mujer pueda experimentar.
299
300
Me encantaría otra vez sentir tus entrañas. Me dijo con
aquellos ojos tan espontáneos y nobles.
-Y yo sentir otra vez toda tu hombría dentro de mi.
Y ni corta ni perezosa me dispuse a "comerme" su
polla. La primera polla que me iba a comer en mi vida. (Juro
que en este momento estoy muy húmeda)
Me arrodillé ante sus miembros, y él me ofreció una
sonrisa complaciente.
Por mi mente pasaron cientos de imágenes de
felaciones vistas en las películas porno, y me dispuse a
hacerle una mamada inolvidable.
Eche de menos, ese olorcillo natural de la polla, olor
que no desagrada como tampoco desagrada el olor del coño
cuando huele a coño. Ese aroma que enerva el sentido del
olfato y que te lanza a la vorágine. Raúl, inmediatamente
después de sacarla de mi recto fue a lavarse, de ahí que la
tuviera limpia como una patena.
Tomé sus testículos con mis manos y los acariciaba
muy lentamente, mientras mi boca mamaba de su polla en
movimientos ascendentes y descendientes cadenciosos,
insistiendo en la zona donde al hombre le da más placer: en
el frenillo. Igual que las mujeres por ley natural saben
"comerse" un coño mejor que un hombre, por esa misma
lógica, un hombre sabe donde debe abundar con su boca en
la polla.
-¡Ufffffff! ¡Que bien me la chupas. ! ¡Uffffff! -Exclamó
con voz trémula que no dejaba lugar para la duda que estaba
gozando a tope.
Ahora, en ese momento, es cuando ser mujer me
producía tales sensaciones de locura, que jamás había
experimentado como hombre. "Mamar" su pene me
trasladaba a situaciones tan excelsas que tenía la seguridad
que me hallaba en el cúspide del placer de los sentidos. No
podría existir en este mundo algo tan egregio como lo que yo
sentía. Estaba ubicada en el imperio de los mismos.
Deseaba con todas mis fuerzas saborear el semen de
Raúl, pero también deseaba con más fuerza si cabe, sentir
300
301
otra vez mi recto lleno de su carne; por lo que tuve miedo que
si extraía su néctar con mi lengua y boca, no volvería a tener
otra erección, por lo que decidí parar antes de su eclosión.
-Cariño. ¿Te importa que te corras dentro de mi como
antes?
-No mi amor. No te preocupes, sigue "mamando" un
poco más, la chupas como "los ángeles".
La sorpresa que desbordó todo el placer de mis
sentimientos fue lo que hizo Raúl inmediatamente después.
Me colocó de rodillas, con mi esplendorosas nalgas en
pompa, todo mi ser estaba a su disposición dispuesto al
"sacrificio" que parecía inminente. ¡Pero OH Dios, qué es esto!
Por mi ano sentía deslizarse algo viscoso y espeso que
producía tales vibraciones y enervaciones en mi cuerpo y
alma que no las podía resistir. Raúl me estaba chupando el
ojo del culo con lametones circundantes, que desde el
mismísimo escroto hasta la mismísima nuca me recorrían
una corriente de electricidad que me llevaban al paroxismo
del placer.
¡Dios mío! Pero que placer más exquisito. Es algo
inenarrable. La forma que me lamía el ojete era celestial:
vueltas y más vueltas alrededor, repicando con la punta de la
lengua en el centro cada cinco o seis circulaciones. ¡Cómo
supimos los dos, que mi ano estaba preparado para recibir
sus 22 centímetros!
¡Ahhhhhhhhhhh! Mi grito de placer fue desgarrador.
Sentía en toda su intensidad el cuerpo de Raúl dentro de mi.
¡Dios mío! ¡Qué sensación más paradisíaca es esa de sentir
su pene bombeando mi recto! Sus manos aferradas a mis
nalgas; sus testículos repicando otra vez como campanas en
los míos; embistiendo de una forma bestial mi trasero como si
pretendiera arrancármelo de cuajo, en cada envite me
arrancaba un "cacho" del alma.
El primer empujón que delataba su primer chorro de
semen fue brutal, fue tanta la fuerza que le imprimió que la
sentí hasta el estómago; los empujones posteriores fueron
301
302
remitiendo en intensidad... ¡Qué placer más exquisito notar
como su semen inunda tus entrañas...!
Pero la verdadera gloria fue como la sacó de mi ojete.
Lentamente.. Muy lentamente me la iba sacando. Notaba
perfectamente como se deslizaba por mi recto, milímetro a
milímetro de su mástil se debatía en retirada. Mi culo lloraba
de pena despidiendo al objeto de su inmenso placer. Le pedí
por favor que mantuviera su polla aun erecta dentro de mi.
Bastaron tres toques de mi mano, para derramar también yo
todas mis ilusiones blancas.
Quedamos exhaustos, rendidos, postrados..!
....ENAMORADOS
302
303
Las calientapollas
303
304
pisos, o yendo de putas. Era la doble moral imperante de
entonces: "Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga".
Pero como a la Naturaleza ningún ser humano ni
divino, le pueden poner frenos, aquellas jóvenes sentían
entres sus piernas y en sus cerebros exactamente lo mismo
que siente la mujer de hoy. La diferencia, es que la de ahora
está liberada sexualmente, y la de otrora estaba presa de sus
prejuicios.
Mi señora, a la que amo profundamente, y bendigo la
hora en que la conocí, era una de aquellas "Calientapollas".
Pero no porque ella disfrutara poniéndome cachondo y luego
dejarme con el clásico dolor de huevos; no, no. Mi señora era
uno de aquellos millones de jovencitas convencidas de que la
misión de la mujer en el Sagrado Matrimonio era llegar a ese
Sacramento puras cual auras puras. Y sin duda, gracias a su
formación espiritual, me lleva aguantado cuarenta y dos
años. Nos casamos en 1968, ella 20 añitos, y un servidor 27.
Nuestro noviazgo fue breve, (8 meses) ya que tuve la
absoluta seguridad de que había encontrado a la mujer
perfecta. Pero durante ese tiempo, ya novios formales y con el
piso comprado, no me dio "ni un anticipo". Recuerdo con
inmensa ternura, e infinito amor aquellas pláticas en el pisito
que nos compramos en el Barrio de Moratalaz de Madrid, o
en mi primer coche; un Simca 1000.
-Cariño; pero si nos vamos a casar dentro de quince
días. ¿Me vas a dejar así?
Hay una frase acá en España, que cuando se hace
referencia a algo sólido o duro, se suele decir:
"Eso está más duro que la polla de un novio"
¡Cierto! ¡Muy cierto! A esa edad, se le pone a uno que
parece que va a reventar, y al no disponer de un chochito
donde "fraguarla" , pues "paja que te crió".
Íbamos al piso casi todos los días, para amueblarlo y
prepararlo, ya que la boda era inminente: Recuerdo un día....
-¡Mi vida! Pero si nos vamos a casar la semana que
viene, ¿Es qué también hoy me vas dejar así?
304
305
Antes de terminar de decir "así", ya tenía fuera de la
bragueta mis 18 cm para que viera en "que estado se
encontraba".
-¡Pero que cochino eres! ¡Anda! Guárdate eso. ¿Es qué
no puedes esperar a la noche de bodas?
-Cariño. –Que cara pondría que se asustó. –O te follo
por las buenas, o te violo aquí mismo. Porque lo que tú eres,
es una "calientapollas".
Debo decir, que, durante nuestro noviazgo no pasamos
de los besos, o algún otro sobeo por encima de la ropa. Nada
más.
Pobrecita, al escuchar aquella palabra, vocablo que era
la primera vez que lo escuchaba, entró en una especie de
llanto que me asustó. Hacia pucheritos igual que un bebe, y
entre gemidos decía.
-¡Tú crees que yo no tengo ganas! ¡Qué me muero por
abrazarte! ¡Qué eres el hombre de mi vida!
Callé, pero la miré con profundo respeto.
-Mi ilusión es que en nuestra noche de bodas te
sientas el hombre más feliz del mundo, y que tengas la
absoluta seguridad que te has casado con una mujer virgen.
En los pocos días que faltan para nuestra boda, pueden
ocurrir muchas cosas
La verdad, al ver la actitud tan sincera, equivocada o
no, pero sincera, de la que a los ocho días después fue mi
esposa, "se me arrugó". Entendí sus razones y la respeté.
A los ocho día nos casábamos, y si quieren saber que
pasó en la noche de bodas.
Lamento decepcionaros
aunque los ojos se os enturbie
y el espectáculo aguaros,
puse el cartel: "do not disturb".
Pero podéis fácilmente imaginaros
aquella imagen, aunque os turbe.
Pero si os diré que fue maravillosa.
Noche que nunca se olvidará en la vida.
305
306
Cuando el amor supera todas las cosas
el alma queda por siempre ungida
tañendo las campanas gestas gloriosas
en honor de aquella sobrevenida.
Queda pues todo dicho
de lo que se supone hecho;
y si alguno tiene el capricho
de saber que se hizo en el lecho,
todo está ya sobredicho:
sólo diré que tembló el techo.
306
307
Llegamos a ser ciberamantes, pero nunca me mostró
su rostro, sólo su cuerpo. Al principio entendí su postura,
pero a los dos o tres meses que duraba nuestro ciberidilio, y
con promesas por parte de ella de hacer reales nuestros
ciberpolvos; le pedí ver su cara, pero seguía negándose.
¡Eso sí! Me enseñaba su coño peludo y sus preciosas
tetas. Yo también le mostraba la polla por la webcam, y nos
hacíamos unas pajas tremendas.
Lo que empezó a mosquearme fue, que me pedía a la
hora de eyacular ver mi cara, ver como la ponía y que gestos
hacía. Eso era lo que de verdad le ponía cachonda; ver la cara
de los tíos a la hora de "correrse". Y un servidor accedía a sus
deseos: que viera la cara de gilipollas que ponía cuando me
corría. Hasta que un día le dije:
-Yo también quiero ver tu rostro, me parece absurdo
esta situación. De lo contrario lo dejamos.
Decir estas palabras, y no volver a conectar con ella,
fue fulminante.
Otra Calientapollas que conocí a través de un foro
erótico, fue la que respondía a mis versos eróticos colgados en
ese foro con encendidas palabras de elogios. Decía:
-Si yo tuviera un marido como tú, que me compusiera
esos versos, sería la mujer más feliz del mundo -Tus versos
me trasladan a edenes y vergeles maravillosos.
Pero cuando le compuse algunas odas para ella, decía
que se derretía de placer. A ésta, si llegué a ver su rostro, y ¡lo
juro! que quedé prendado. Era sencillamente preciosa: rubia
de unos 30 años, y con un cuerpo que me enseñaba por
webcam en todas nuestros "ciberpolvos". Me enamoré (o me
ilusioné) de tal manera, que le pedí en unos de nuestros más
ardorosos "polvos por teléfono", hacer realidad "este amor".
Recuerdo que me decía por teléfono, una vez dado
rienda suelta a nuestras pasiones: -Acabo de follar con mi
marido, hace menos de una hora, pero el placer que he
sentido en el "polvo telefónico" que me acabas de echar, tus
palabras me han hecho disfrutar más, que la polla de mi
marido.
307
308
Y uno que nunca aprende (ni aprenderá) a conocer a la
mujer, se lo creía. Hasta que un día le dije.
-Voy a donde me digas, tomo el avión, el tren, o el
medio que sea para llegar hasta ti. No aguanto más, necesito
hacer real esta situación
A partir de aquí, nunca más volví a saber de ella.
Otras dos mujeres, casadas según me confiesan,
responden a mis relatos eróticos con respuestas llenas de
arrebato y exaltación a mi imagen. Dicen masturbarse o
pensar en mi cuando follan con sus maridos o parejas. Pero
ninguna accede a mis deseos de sexo real, a pesar de que una
de ellas, vive muy cerca de mi localidad.
Estas son las "calientapollas" de hoy. Mujeres casadas,
estables e incluso felices con sus parejas; pero con un morbo
que les domina; y gracias a los medios de que hoy se
disponen, puede hacer virtual esa inquietud, ya que no les
representa ningún peligro ni compromisos a sus situaciones
personales y sociales.
Gozan como "gatas en celo" viendo como ponen
cachondos a los tíos. Como dije antes, esta actitud
corresponde al tipo de mujer, sabedora de sus atractivos, y
que por causas normales de las rutinas que llegan a
desembocar los matrimonios, necesitan potenciar esos
encantos en otras personas extrañas, para seguir sintiéndose
"diosas" de sus Olympos.
308
309
Las dos lavativas que me han puesto
en mi vida
309
310
sensaciones o emociones dependiendo en gran medida por no
decir en su totalidad de la persona o personas implicadas o
complicadas en tus acciones.
La primera vez
Tenía 20 años y había ingresado en el ejército de
voluntario. Por la no afloración de un pelo, se creó un
pequeño quiste en mi rajita del culo, como unos tres
centímetros más arriba de del orificio del ano. No me
molestaba en absoluto, pero como supuraba de vez en
cuando, y me resultaba antihigiénico ver los calzoncillos
manchados como si de las braguitas de una adolescente se
tratara, decidí operarme.
Fue en un hospital militar de Madrid. Recuerdo un
pabellón en donde éramos unos 40 pacientes allí reunidos en
espera de nuestra correspondiente operación u otras medidas
terapéuticas. Un tío con más aspecto de mono que de persona
me dijo:
-Vamos chaval, que te voy a preparar para el
quirófano.
Me llevó a unos retretes colindantes y sin ningún
miramiento me puso en la posición que todos imagináis, con
lo cual me ahorro el describirla, y de un empellón me metió
por todo el ojete una cánula que a mi más bien me pareció el
cipote de un senegalés. ¡Joder! Qué mal lo pasé; menos mal
que por la posición que me tenía el “mono” no podía verlo.
Eso me salvó de vomitar. Fue un mal rato. ¡Lo juro!
La segunda vez
¡Oh! Milagros de la mente. Cómo sabes desentrañar las
imágenes creadas por los acontecimientos. Lo que otrora me
produjo ascos y repulsiones, ahora me trae las más
excitantes emociones.
Por culpa de un hidrocele (líquido en un testículo)
decidí operar, salvo que “el huevo” se me pusiera como una
310
311
calabaza. La operación es muy sencilla: una pequeña incisión
en el escroto y extracción de los líquidos allí acumulados;
salvo complicaciones post operatorias.
Unas tres horas antes de la intervención se presentó
en mi habitación Laura con una serie de artilugios que
presumía que era un irrigador moderno.
Supe que se llamaba Laura porque una compañera le
llamó por ese nombre. De unos 22 años, alta, rubia y
preciosa. (Ya quisiera Sharon Stone parecerse a ella)
-Date la vuelta que te voy a evacuar el vientre. Me dijo
con voz suave y complaciente. Hoy la gente joven te llaman de
tú, lo cual me complació y me dio confianza.
Estaba solo en la habitación, por lo que de dije:
-No puedo darme la vuelta, mira. La enseñe una
erupción que me había salido a la altura de los riñones. ¿Me
la puedes poner así? Boca arriba.
-¡Vale! Abre bien las piernas.
Me puse como una parturienta que va a dar a luz, me
colocó debajo del culete una almohada para que el ano
quedara bien expuesto “al sacrificio”, y ella a lo suyo se
dispuso. Obio decir que deseaba con todas mis fuerzas a
Laura mientras de “canulizaba”.
311
312
pene que la habilitara para poder hacer pis de pie, y para
esos momentos en el que el hombre se siente a merced de la
mujer!
Conclusión
Como se desprende de “este cuento" (que no es
cuento), las situaciones a las que nos vemos sometidos los
humanos a lo largo de nuestra vida, el grado de bienestar o
molestias serán dadas en función de la estima o del
aborrecimiento del que te las provoque.
312
313
La imaginación: el poder y el deseo
314
315
Sí, sí, Ya sé que el soñador también necesita realidades
para subsistir, pero son las que necesita su cuerpo, al que no
le presta más que lo perentorio para su existencia.
Vivir soñando es tan extraordinario que no da lugar a
ser víctimas de la cruda realidad, salvo lo imprescindible.
315
316
Las locuras de la Marquesa de “Tócame
Roque”
316
317
uterino”, que su lucha es constante contra sus instintos
carnales; por eso, cada vez que peca contra el sexto
mandamiento (que es casi todos los días) se va a confesar con
fray Pepo, su guía espiritual.
La trama es, que los frailes la quieren casar para
heredar la fortuna del difunto marqués, y han comprado a
fray Pepo con la promesa de darle un 10% de lo heredado
para que la case. Una agencia de empleo, de acuerdo con los
frailes, le han enviado un jardinero muy guapo, tanto o más
que el Clonney ese para que consiga llevarle al altar.
La última confesión, (que fue ayer) casi la tiene
convencida para que se case con Carlos, ese jardinero tan
“macizo” que le han enviado. Le han prometido darle un par
de milloncetes de pesetas si lo consigue.
30 de Mayo de 1950
Carlos acudiendo a la llamada de la marquesa (desde
ahora la llamaremos Fifí)
-¿Me llamaba, señora marquesa?
-Te he dicho mil veces, que cuando estemos solos me
llamen Fifí. –Dijo con cara fingida de mal humor.
-Ya sabe señora que me cuesta mucho trabajo. Soy su
jardinero, y por lo tanto le debo un respeto siempre.
La marquesa para sus adentros. ¡Ay cacho cabrón! Si
cuidaras "la rosa" que tengo entre las piernas cómo las del
jardín, que feliz me harías.
-¿Decia algo, señora..? ¡Ay perdón! ¿Decías algo Fifí?
Carlos intuyó la mirada lasciva que la marquesa le echó hacia
sus partes.
-Te digo, y por cuarta o quinta vez, que desde que me
libraste el otro día de las garras del pecado de la carne, y vi
en ti tanta dulzura y tanta bondad... Y como me dijiste que
no harás nunca el amor conmigo si no es bendecido por Dios
nuestro Señor, he decido que sí, que me caso contigo. No me
cabe duda, que eres ese “ángel” que me envía el Señor para
evitar mis pecados del sexo.
317
318
-Fifí. Ya te lo dije cuando tuve la ocasión de poseerte.
Soy un hombre puro y casto, y jamás (aquí Carlos se esforzó
por ser muy convincente) no haré el acto sexual si no es con
la mujer que Dios me dé.
Tomó por el brazo a Carlos diciéndole con voz dulce y
canora.
-Ven corazón, siéntate junto a mí. Se hallaba la
marquesa acostada en su cama
Carlos se sentó junto a ella, fingiendo el recato
necesario para convencerla de sus buenas intenciones.
-Cariño. –Estoy totalmente decidida a casarme contigo.
Los doce mil millones de pesetas de la fortuna de mi difunto
Donato que me deshereda si me caso no me importan. ¡Qué
se los lleven los frailes! Mi alma vale mucho más.
Como platos se le pusieron los ojos a Carlos al oír esa
cifra. ¡DOCE MIL MILLONES! ¡La madre que les parió a los
frailes! ¡Y a mí sólo me van a dar dos asquerosos millones!
-¿Qué piensas cariño? Preguntó Fifí al ver la cara de
estupor de Carlos.
-Nada, nada, Fifí. Que tu oferta de matrimonio me
complace mucho. ¡Pero coño! Que de multimillonaria pases a
pobre en un soplo, no lo veo justo.
-¿Es que no me querrías pobre? –Dijo a la vez que le
metía mano a la bragueta.
-No, no... ¡te juro que no! Pobre soy, pero muy rico de
alma. Pero podemos buscar una solución que no perjudique
tu patrimonio.
-De momento cariño, solucióname el problema que
tengo entre las piernas.
Tomando la mano de Carlos se la llevo a su coño, que
chorreaba como los “Caños de Meca” (1)
-Mira cómo me tienes. Y como nos vamos a casar..
¿verdad que si? El Señor comprenderá mis ansias, y no me
condenará por este anticipo. –Anda mi amor, ven junto a mí.
Carlos en un alarde de ingenio, y sabiendo que la
marquesa haría lo que él quisiera, ya que le tenía absoluta
confianza, urdió un plan que debería poner en práctica ya
318
319
mismo. No podía fracasar, por que dependía el éxito de su
pericia. Se propuso follar a la marquesa de tal forma, que
nunca olvidaría esa follada. DOCE MIL MILLONES de pesetas
merecían la pena.
Se desnudo lentamente ante la mirada expectante de
Fifí. Los ojos le hacían “chirivitas”. Lo que se intuía debajo del
mono(2) de Carlos era tremendo. Cuando Fifí contempló
aquellos 25 centímetros de polla a medio erguir, no pudo
evitar un gritito de placer.
Mientras Carlos parecía que rezaba musitando:
319
320
-¡Más polla..! Quiero más polla..! –Gritaba Fifí
desesperada.
Paró Carlos un momento en sus envites, en la postura
que se hallaba: ella debajo, no la tenía en el acceso
perpendicular a la vagina. La tomó por ambas nalgas, nalgas
tremendas y redondeadas. El tafanario (3) era descomunal.
Como se maneja un pelele, así manejó el culo de ella. Lo aupó
un poco, lo justo para situar su glande en dirección recta a
sus ovarios. Antes de pegar el empujón definitivo, Fifí ya
había tirado con todas sus fuerzas de sus riñones para
introducirse "aquella espada" hasta “donde pone Toledo” (4).
Los amantes quedaron fatigados ante tanta pasión
Fifí lloraba de alegría. Su carne había quedado tan
satisfecha, y su alma ¡Por fin! quedaba serena. Ya no pecaría
más.
-Gracias Carlos. Estoy segura que Dios te ha enviado
para salvar mi alma. El amor que me has dado es tan
hermoso, que me doy cuenta, que los millones no sirven para
nada cuando el espíritu se atormenta.
Carlos, satisfecho de su perfecta actuación, y seguro
que tenía a Fifí “en el bote”. Dijo:
-Fifí. No voy a consentir que por mí te arruines, si nos
casamos, la inmensa fortuna del marqués irá a parar a esos
frailes, y no es justo.
-¡Pero que dices! ¡Qué no nos vamos a casar! ¡Me has
engañado! Rompió a llorar como una desconsolada.
-¡Verás! (Carlos puso la cara que pone para estas
situaciones delicadas. Es que Carlos tiene mucha cara). –Es
cierto que El Señor me ha enviado a ti para salvarte del
infierno por tus pecados de la carne, pero no para arruinarte.
Si te casas pierdes tu fortuna, y si no te casas vas a vivir en
continuo tropiezo tu alma; pero Dios es muy comprensivo y
ha previsto esta situación. Nos hacemos socios, que al fin y al
cabo es una forma de matrimonio, me cedes el 50% de tu
fortuna; tu sigues inmensamente rica, y yo te prometo que te
proporcionaré todos los días el consuelo para tu cuerpo.
320
321
Fifí parecía convencida, tenía toda la confianza en
Carlos, pero le asaltó una duda.
-¿Y qué hacemos con los curas del convento?
-A esos, que los den por el culo. Dijo Carlos totalmente
convencido. Y hablando de culo, ponlo en pompa que te lo voy
a reventar.
La marquesa totalmente enamorada y convencida de
que Carlos era el salvador de su alma y su fortuna, le puso su
hermoso culo en pompa para que "su ángel" le diera por vía
anal todas sus bendiciones.
321
322
Los besos de mi amor
¿Cómo podría describir los besos de mi amor?
Si fueran besos puramente materiales no me sería muy
dificultoso, ya que la física es latente, se ve, se toca y se
siente. Pero describir las sensaciones que concede el alma, es
arduo complicado.
Los besos de mi amor son tan místicos e íntimos, que
por eso digo la dificultad de trasladarlos a la comprensión de
los mortales de forma que puedan ser interpretados.
Cuando nos besamos, nuestras bocas son simplemente
el vehículo que nos traslada a ese paraíso en donde sólo
acceden los que son capaces de llegar con un beso a tal
estado de éxtasis, que se pierde toda la razón del mundo.
Dejamos de ser mortales; somos dos espíritus, dos
halitos, dos soplos de viento que navegamos por el Universo,
traspasando tosas sus galaxias, y aterrizando en un lugar
donde sólo existe el amor puro y verdadero.
-¡Vida mía! Llévame con un beso a ese mundo
maravilloso en donde todo es luz, paz y canción.
-Sí, mi amor. Te llevaré con mis alas de coral, a donde
los dos seamos los reyes del Universo.
Unimos nuestras bocas...
Nuestras lenguas repican en arrebato cual torre de
campanario...
Volamos... volamos... volamos...
Hacia donde los besos de los enamorados se funden y
se plasman en el aire y en el viento, y allí quedan vagando
hasta la eternidad.
Sólo tenemos un pequeño problema que nos impide
remontar las cotas más altas de los cielos, pero pronto vamos
a solucionar, para que nuestros besos sean el paradigma del
amor.
Mi novio Jorge, también tiene bigote. ¡Ah! Me llamo
Alberto, y unos de los dos se lo tiene que afeitar, ya que el
contacto bigote con bigote, desvirtúa nuestros besos.
322
323
323
324
Los pedos en el tálamo del amor
324
325
Mi mujer es muy "asquerosa" hasta tal punto le dan
repulsión ciertas cosas, no he conseguido en los años que
llevamos casados "que me la chupe", dice que es superior a
sus fuerzas. Una vez a base de mucho insistir, conseguí que
accediera a hacerme una "mamadita", pero estando su boca a
menos de un centímetro de mi polla, le sobrevinieron unas
arcadas que casi echa toda la cena por la boca.
-¿Qué te pasa cariño?
-Que huele muy mal. Huele como a sardinas.
Debo aclarar, que olía a polla, a su olor natural, no a
"requesón" como suelen oler la de los tíos guarros que no se
la lavan. Y un servidor es de calzoncillo diario.
-Mi amor: a mí me encanta como huele tu coño,
naturalmente me refiero a su olor natural, y no me da asco,
al contrario, me excita.
-Pues eso es de cochinos. Los olores corporales son
una cochinada.
En ese preciso momento me sobrevino un pedo tan
descomunal que me fue imposible evitar. ¡Joder! que pedo,
uno de los más hermosos que han salido de mi ano.
Al momento, el receptáculo del amor se inundó de
unas fragancia mezcla de repollo, coliflor y judías pintas.
¿Ustedes se imaginan como se puede hacer el amor con una
mujer que dice que la polla huele a sardinas, y que no
soporta el olor de los pedos de su marido?
El rostro de mi señora se desfiguró por completo; aquel
rostro tan bello, se transformo en algo feo, compuso una
mueca tan grotesca, que al punto comprendí los efectos tan
negativos que hacían en su alma y corazón los efluvios
corporales de su marido.
He de aclarar, que esta situación (la de los pedos) me
sobrevino a los cinco o seis años de casados, antes no me
peía en la cama como ahora, por lo que no había problema,
pero algo cambió en mis intestinos que se convirtieron en una
maquina de titar pedos.
Le pregunte a mi padre si había algún precedente en la
familia, y me dijo:
325
326
-Sí, hijo sí. Nuestra familia es una familia de pedorros.-
Y me contó la siguiente anécdota:
-Recuerdo que tendría unos doce años, iba mi padre
(mi abuelo) montado en un mulo, y yo (mi padre) a unos dos o
tres metros por detrás jugando con una vara de olivo. De
pronto se oyó tal pedo que me asusto, y dije:
-Padre, quien ha sido ¿Usted o el mulo?
-Yo hijo, ¿Porqué lo dices?
-No por nada, es que me parecía muy gordo para ser
del mulo
Es cierto, recuerdo de niños a mi hermano José
Antonio, como se tiraba tales descomunales pedos, que el
vecino del tabique de al lado de la habitación que dormíamos
gritaba:
¡Animal!
Como intuía que el problema que se generaba en mi
vientre era un obstáculo muy serio para la buena marcha de
mi matrimonio, consulté a mi doctora de cabecera. Me dio
unas pastillas, pero el efecto que me producía era tal dolor de
tripas y una cagalera, que al ser el remedio peor que la
enfermedad dejé de tomarlas. Por lo que el problema persiste,
y lo peor: acentuado por la edad. Mis pedos son cada vez más
odoríferos.
No se rían por favor, que mi problema es muy grave.
Amo a mi mujer por encima de todas las cosas, hasta el
punto que he renunciado a dormir en la habitación de
matrimonio, con el fin de no inundarla de las "fragancias de
mi ojete". Y no dormir con la mujer que amas, abrazarla,
besarla y echar esos "polvazos" que solíamos echar, es un
tormento que se me hace cada día más insoportable.
Estoy atravesando una terrible crisis matrimonial por
culpa de mis pedos.
¡Qué quieren que yo le haga! Si no los puedo evitar.
Mi pregunta es la siguiente: ¿Debe estar el amor
supeditado a los pedos de los cónyuges?
326
327
Las ejecutivas
327
328
Sin embargo la mujer tiene un hándicap que ha de
superar: que sus subordinados le vean como jefe, nunca
como mujer. Este sin duda es uno de los escollos más
complicados de salvar.
Marta me escuchaba con mucha atención y asentía.
Me preguntó: -¿Eso significa que he de perder mi femineidad?
-No mujer. No quiero decir que dejes de ser femenina,
quiero decir que tus subordinados tienen que llegar a aceptar
que son dirigidos por una mujer, y para conseguirlo no valen
las mal llamadas “armas de mujer”; tienen que aceptarte
como la persona que les conduce al éxito en la labor
encomendada al equipo, mantener la disciplina y armonía en
el grupo, solucionar de una forma equitativa los problemas
individuales, formarles día a día, controlar y supervisar la
labor de cada uno, y adoptar las medidas disciplinarias
cuando sean precisas; y todo ello con la anuencia de la
empresa.
Marta puso cara de preocupación. -Comprendo,
comprendo. ¿Y qué he de hacer para conseguir la aceptación
de los que he de dirigir?
-Un buen jefe ha de conocer al detalle la política de la
empresa y seguir sus directrices. Es el responsable de la
consecución de los objetivos marcados en su departamento, y
para llegar al éxito es imprescindible que conozca la
capacidad profesional y carácter de su empleados para poder
adecuar y repartir responsabilidades; no olvides Marta, que el
triunfo dependerá de la labor realizada por el grupo, labor
que el jefe debe designar de una forma que sea posible su
realización con los medios y elementos a su disposición.
-Ya, ya. Dijo muy convencida. Pero a mí lo que me
preocupa es que los hombres a mi cargo me vean como a una
extraña, y me creen problemas de identidad. ¿Cómo podría
salvar esta circunstancia?
-De una manera natural. Debes asumir las reglas de
oro para el jefe.
-¿Y cual son esas reglas?
328
329
La primera condición para ser un buen jefe, es que sus
empleados le reconozcan como su líder, que estén
convencidos de que sus problemas laborales ante la empresa
y los clientes estarán siempre apoyados por él o ella. Y esto
sólo se consigue con acciones que crean satisfacciones a la
comunidad.
-Otra cosa que me preocupa, Félix, es que... (Dudó un
poco Marta) –Mi físico. Tú mismo me has dicho más de una
vez que soy un “bombón” de mujer. ¿No me traerá esto
problemas? Ya sabes como sois los hombres.
-Vamos a ver Marta: tú eres como eres. Un “bombón”
de mujer, es cierto, y eso nadie te lo va a reprochar; y no tiene
porque ser obstáculo para el desarrollo de tus funciones
profesionales. Lo que si debes de cuidar es tu “envoltorio”
¿Comprendes?
-Creo que sí, ¿pero me lo puedes razonar?
-Muy sencillo. Tu actitud general en el trabajo debe
limitarse a adoptar las formas requeridas para el mismo.
Debes aparcar todo signo de apariencia física dirigida a la
motivación de los instintos, me explico: ir a una discoteca o
quedar con un chico al que te gusta, has de utilizar los
recursos requeridos para a acción que vas a desarrollar,
potenciar el “bombón” que eres; y para ello te preparas de la
forma más atractiva que sabes.
Pero para conseguir el rendimiento en tu trabajo y el
respeto de tus empleados, no hace falta que les excites con
mecanismos extra laborales. Tu vestimenta debe causar
impacto por su sencillez y elegancia, no por su aparatosidad.
Y la elegancia en la mujer no provoca la libido, pero produce
admiración.
-Ya te comprendo. No hace falta que des más detalles.
Marta salió bastante convencida de mis argumentos
ante la mujer dirigente, y seguro estoy que será una gran
ejecutiva.
329
330
Lluvia dorada de una fuente sagrada
330
331
El equipo de ventas, catorce hombres y siete mujeres,
contemplábamos extasiados sus explicaciones, ya que su
español es casi perfecto. Desde luego, los catorce "tíos"
estábamos más pendientes de su cuerpo que los datos
técnicos del producto; y las siete compañeras, seguro que
admirando (o envidiando) los atributos de aquella Venus.
Acabó la reunión de ese día a las 20 horas. Por cierto
era jueves, y hasta el sábado siguiente teníamos que estar allí
medio enclaustrados; ya se sabe como son las convenciones
de ventas, los "tíos" cuando acaba la sesión salen como
"toros" a la ducha, y a buscar un chochito donde poder
liberar toda la carga sexual que Frigga nos ha estado
embutiendo horas y horas; porque ninguno nos habíamos
planteado ligar con ella; nos parecía inalcanzable, es un
"plato" demasiado exquisito para saborearlo catorce
"palurdos".
Duchado y perfumado con Loewe; con mi camisa de
seda amarilla, mi pantalón blanco y mis zapatos de rejilla, me
hallaba en la barra de la cafetería del hotel con mi "cubata de
Beaffiter", pensando que iba a hacer esa noche. ¡Miento!
Estaba pensado en ella, ¡En quien va a ser coño! Pues en
Frigga. De repente escucho una voz a mi espalda.
-Tienes tipo de torero, Félix.
Como me llamo Félix, y la voz procedía justo tras de
mi, giré mi cuello hacia donde provenía esa voz, y allí estaba
ella. Abrí los ojos como platos para asegurarme que no estaba
soñando. No soñaba, era ella que al instante se situó junto a
mi lado.
-Que tienes todo el aspecto de un torero. –Me volvió a
repetir con voz cálida y sonrisa complaciente.
Y debe ser cierto, ya que me lo han dicho más de una
vez. Mi metro ochenta, cuerpo espigado y derecho como una
vela, y esa mata de pelo moreno ondulado, sin duda me
conferían ese aspecto.
-Bueno. Balbucee - ¿Te gustan los toros?–Sólo se me
ocurrió decir.
331
332
-Me gustan más los toreros. –Dijo otra vez con esa
sonrisa de diosa.
O era un indirecta (muy directa), o yo soy gilipollas. La
correlación de sus palabras no admite duda. Si me ve como
torero, y le gustan los toreros, ¿Qué me está diciendo? Pues
que le gusto. ¡Coño! No hay duda.
¡Joder... joder ... joder..! No me lo podía creer. O Frigga
me había elegido a mí como "el macho español" para
satisfacer sus ansias de sexo, o me estaba vacilando. Decidí
salir de la duda inmediatamente, por lo que me la jugué a
una carta.
-Los colegas están a punto de bajar, y aquí se va a
forma un "corrillo de obsesos sexuales", y la verdad Frigga,
me apetece estar a solas contigo. ¿Cómo lo ves?
-Lo veo como tú, Félix, llévame a donde podamos estar
solos.
Por poco se me ocurre decir: vamos a mi habitación o a
la tuya a echar "un par de polvos", ¡Pero leche! A las nueve de
la noche, no procedía, antes había que caldear el ambiente,
con copas y bailoteo.
Seguía un tanto obnubilado, no podía creer que era yo
el afortunado mortal elegido por la diosa. De súbito me vino
un mal pensamiento.
-A ver si esta va a ser una "calienta pollas", que
después de la juerga, "cada mochuelo a su olivo".
No, no creo, veo en sus ojos deseos irrefrenables de
follar. Seguro que esta noche me follo a la druida más
hermosa de Dinamarca.
La llevé a Eugenio´s, piano bar de la localidad. Lugar
muy acogedor y lejos del mundanal ruido.
-Si prefieres otro ambiente, me lo dices.
-No, no, me parece ideal. Hoy busco intimidad, no-
bullicio.
¡Joder! Más claro ni el agua. Nos sentamos en una
mesa situada en un rincón, ideal para los juegos preliminares
del amor. Eugenio en el piano tocaba en ese momento la
canción. "Bésame mucho".
332
333
-¡Félix! Me dijo Eugenio desde le piano, a la vez que
desgranaba las notas de la inmortal canción de Consuelo
Velázquez. (Eugenio y yo nos conocemos de otras
convenciones, ya que frecuento su local en mis visitas de
negocios a Málaga) Ven a cantar conmigo.
Debo aclarar, que tengo una voz melodiosa, ideal para
el bolero.
-¿Te importa Frigga?
-¡Pero también cantas!
-Bueno... cantar.. Lo que se dice cantar... Ahora lo
verás.
Como conozco muy bien esa hermosa melodía, me salió
redonda. Frigga me esperaba en la mesa, sus labios
chorreaban miel. Fue sublime, me abrazó por los hombros y
la nuca, y me ofrecía aquella boca con dientes de malvasías y
lengua de ambrosías para que se derritiera entre mis fauces.
El beso fue mortal de necesidad. La cabeza me hacía...
¡Pío... pío... pío...!
A las cuatro de la madrugada, ambos llegamos a la
misma conclusión: ¡o follamos o reventamos! Al separar su
braguita, los dedos de mi mano izquierda, se inundaron en el
piélago de "sus humedales". Y ella, al descorrer la cremallera
de mi bragueta, observó como "aquello" estaba a punto de
reventar.
-Félix, es la hora del "sacrificio". ¿En tu habitación o en
la mía?
-En la tuya, cariño. La mía la comparto con un
compañero. ¿Estás sola, verdad?
-Sí.
Entramos en su habitación. Un perfume desconocido
invadió mis fosas nasales. Era una mezcla de los exudados de
Frigga y un aroma que embriagaba. Aquella fragancia rompió
todas las pocas defensas que me quedaban para hacer frente
a las magnitudes corporales de "la Vikinga". Quedé rendido,
abatido, inerte a sus pies.
-Ven. Que te voy a purificar antes de hacer el amor .
333
334
Tengo la costumbre antes de follar, de darme una
ducha, máxime si he estado de juerga. Pero esa vez no me
apetecía, una ducha iba a eliminar los excitantes aromas que
de forma natural se desprendían del cuerpo de Frigga. Y para
un servidor, el olor de los sobacos y coño de "una hembra
caliente" me trasladan a paraísos desconocidos. Pero no, no
se iba a duchar. Iba a hacer algo que jamás había ni
imaginado. Algo que me dejó marcado para toda mi vida. Y
que no he vuelto a hacer con otra mujer, para que no se borre
jamás aquel encanto.
Me desnudó muy lentamente, ella quedó sólo con la
braguita malva y rosa. Me situó en la bañera boca arriba, con
mi cabeza apoyada en uno de los bordes. Pensé:
-Coño, nos vamos a bañar, no a duchar.
Pero no. Ella se puso en cuquillas de forma que mi
pecho y cabeza quedaron aprisionados entre sus piernas.
Situó su coño a diez centímetros escasos de mi boca.
Descorrió su braga con su mano hacia un lado, dejando al
descubierto el coño más hermoso que había visto en mi vida.
Rosado como una frondosa rosaleda. Las ninfas (labios
menores) surgían como espigas en primavera; y del
capuchón, emergía un clítoris excitado del tamaño de una
avellana. No daba crédito ante tan maravilloso panorama.
De súbito, un torrente de lluvia dorada emanaba de
aquella celestial nube, agua bendita que regaron mis fauces,
saboreando su sabor agridulce que apagaron mi sed de amor.
-Ya estás purificado
-Dijo mi diosa. –Ahora bebe las últimas gotas de "mi
licor sagrado" que han quedado en "la fuente".
Mi lengua con ansias inusitadas, absorbió aquellas
"gotas divinas" como el licor que da la vida al sediento. Mi
lengua se pegó a aquella "abertura" como un lapa. Mis dos
brazos se aferraban a sus glúteos desesperadamente; quería
introducirme en esa "sima" y morar allí eternamente.
Frigga secó mi cuerpo purificado, y me llevó
dulcemente al tálamo del amor.
334
335
Lo que no escribió Cervantes, lo escribo
yo
335
336
S.P. ¿Aquel mesón de Argamasilla, en donde pilló su
merced las ladillas?
D.Q. ¡Más que peor Sancho! Aquellas ladillas me las
quitó un matasanos de Motilla. Lo que pillé en aquel infesto
mesón fue peor incluso lo que me pasó con aquel moro. Un
malandrín sin hacienda y sin tino, bellaco, ruín y desgraciado
que me tiene enajenado y muy cabreado.
S.P. ¡Bah! mi señor Alonso Quijano. Que vos
desfacedor de entuertos, de espada triunfadora y lanza
demoledora, no debe ser causa de castigo de que un mendigo
os quiera comer de vuestro huerto los higos.
D.Q. No crea mi fiel escudero. Lo que más me
solivianta de ese fullero que no ceja de tocarme los cojones
con su descaro y desacato. Esperad un momento que me
aprieta el meato.
Don Quijote se baja del caballo y acercándose a una
encina para dar rienda suelta a aquello que tanta desazón le
produce y que algunos llaman orina.
D.Q. Descansemos al pie de aquella acequia, que los
sinsabores de mis pensamientos me producen estertores y
remordimientos. Vayamos prestos a reponer lo que acabo de
evacuar hace un momento.
S.P. Vayamos sin vacilamientos y repongamos sin
miramientos; y de paso si a vuestra mercé le place, asaré
unos choricillos con aquellos sarmientos. ¿Le satisface?
D.Q. ¡Ah! Mi fiel asistente ¡Qué verdad que las penas
con pan son menos! Eso del chorizo es un buen atino. ¿Traéis
también vino?
S.P. Mi señor don Quijote. Una viandas sin vino es
como tener un jilguero y no escuchar su trino. Traigo un
clarete especial de Gerindote.
D.Q. ¡Buen vino! ¡Sí señor! Que este trago me ha
quitado el mal trago que desde hace días ese villano que no sé
lo que me hago.
S.P. ¿Y decid señor, que ese bellaco es de mala
psicología?
336
337
D.Q. Mucho más grave. Lo que no puedo soportar es
su osadía. ¡Qué tormento madre mía! ¡Qué tormento! Me tiene
comido el coco todo el día.
S.P. Para mi que ese follón os vacila. Seguid el consejo
de vuestra amada Dulcinea ¡Qué nada ni nadie perturbe mi
alma tranquila!
D.Q. ¿Creéis Sancho que ese rufián me está tomando
el pelo?
S.P. Seguro mi señor. Conozco bien a esa clase de
villanos, a nada ponen reparos y lo mismo les da la Pepa que
la Juana.
D. Quijote con gesto malhumorado.
Tenéis razón, ese cabrón se va a reir de la puta de su
hermana.
337
338
Don Quijote
¡Oh! no mi dama.
No, no, no, mis intestinos,
aunque algo intrincados por ese infame,
se han vaciado de antemano
a pesar de ser muy vago...
Sabed que antes de pelear con villanos:
cago.
Su amada
¡Diga mi señor don Quijote que puede hacer por vos esta
doncella...
Don Quijote
¡Bueno! ¡Bueno... ! Eso de doncella...
Es que no recordáis...
aquella noche que mirando a sus ojos
con la pasión que se mira a una estrella;
turbado por la protuberancia de vuestro senos,
en aquel lecho de heno,
de un meneo os arrebaté el himeneo.
¿De veras que no recordáis?
Su amada algo turbada
Dejemos aventura aquella que no quiero recordalle.
Me tomaste por el talle mientras mareada me halle,
Sirviendo aquel vahído para tomar la fruta de "mi valle".
No, mi señor don Quijote. ¡No me gustó aquel detalle!
Don Quijote
¡Viva el Cielo! ¿Decís que no os gustó aquel lance?
Por favor señora, que conmigo no sirven disimulos,
que mientras yo me esforzaba en aquel gran trance
vos, mi amada, con que pomposidad moviáis el culo.
Su amada.
¡Calle! ¡Calle! Que aunque mi cuerpo bien gozalle,
mi alma en pena y mi corazón lánguido suspiralle.
Yo, una gentil pichona, mariposa de tierno talle...
No pudo al ver aquella cosa dura, evitar me escandilalle,
y al infierno de las pasiones mi alma al pecado llevalle.
338
339
Don Quijote
Cesad en el llanto y en vuestra derrama,
Mi hermosa y gentil dama,
que porque os hice mía en aquel lecho de heno y alfalfa,
que por cierto, ¡cuánto me costó quitaros la faja!,
no se os mancilló vuestro honor.
¡Miradme a los ojos, por favor!
decidme:
¿No veis en ellos el amor?
Su amada dando un leve suspiro
Sí, mi caballero andante.
Y ahora decidme quien es ese tunante
que os trae a mal traer cual infierno del Dante.
Don Quijote
Es un conde de mala baba llamado Basaldúa,
ruin, bellaco y más pajarraco que una cacatua.
Por los prados cabalga el villano...
con aires del tirano Gargantúa.
Su amada
¡Coño! ¡Ay! Perdonad mi expresión,
pero es que yo tuve con ese fulano tiempo ha,
lides incruentas.
Don Quijote exaltado
¡Qué me decís señora! ¡Cuál fueron esas lides!
Su amada
¡Ya perdí la cuenta!
Don Quijote muy escamado
¡Sabed señora que eso muy mal me sienta!
339
340
¿Me estaré volviendo gay?
340
341
piropo eran consustanciales con la belleza y el palmito de las
mujeres.
Amo a mi señora por encima de todas las cosas, y me
aterra el pensar que la puedo perder; y le pido a Dios que me
lleve a mi de este mundo antes que a ella, pero ya no me
excita sexualmente. Es un fenómeno que le sucede a todos
los matrimonios con más de treinta años de convivencia,
incluso con muchos menos. Pero esto no el lo peor, ya que es
normal que una pareja llegue al hastío sexual y busquen
nuevas fórmulas, tales como los intercambios de parejas.
Dice un amigo de la peña, que la solución es "cambiar
de burra", pero para mí no lo es, ya que he estado
últimamente con más de una docena de señoras conocidas a
través de los chats y el Messenguer, y "ni fu ni fa". ¡Ojo! No es
que las despreciara, no. He disfrutado con ellas, hemos
follado a tope, pero por mi parte de una forma mecánica,
como el que cumple un trámite. Y con ninguna he repetido,
ya que sinceramente no me apetecía. Y ahora voy a lo que
preconiza el título de este escrito.
Digo si me estaré volviendo gay, porque al igual que el
coño para mi siempre ha sido el pináculo del placer; la
cumbre del cuerpo femenino, y la corona de la mejor reina;
hoy no me produce sensaciones sicalípticas.
Sin embargo, las pollas me subliman de tal forma, que
mis masturbaciones actuales se centran mi mente y fantasías
en tormo a esos miembros que conozco y que admiro casi
todos los días. Esto que relato, empezó hace
aproximadamente dos años.
Soy socio de un club de natación con piscinas de
verano y cubiertas. Del mismo han salido campeones
olímpicos, chavales de cuerpos esculturales, y ex campeones,
hoy monitores, que a pesar de sus treinta y tantos años
conservan unos cuerpos de impresión.
Estoy... no sé si enamorado de Carlos. (Así le llaman
sus amigos) Digo que no lo sé, porque amor puro y verdadero
no creo que puede ser; pero lo que si es real, que no hago
341
342
nada más que pensar en él. Mis pajas pensando en sus
piernas, culo y polla, son bestiales.
Sé, la hora que se ducha, y procuro ducharme yo a la
misma para coincidir con él, ya que servicios son comunes y
no existen barreras que los limiten.
¡Miren ustedes! Tenían que verlo por la parte
posterior,
¡Esas piernas!, ese "pedazo de culo" respingón, y esa
espalda, me tienen loco. ¡Ya quisiera Apolo ser así!
Y por delante... ¡ay por delante! Ese torso y ese "peazo
de polla" me tienen loco... loquito perdío...
Hasta el punto que tengo que hacer esfuerzos
sobrehumanos para contenerme; (antes me pego un tiro en
un pie que insinuarme) porque por muy "maricón" que me
vuelva, mi dignidad y decoro están por encima de mis
aberraciones, y jamás haré nada que pueda ponerme en un
serio compromiso conmigo mismo o con mi entorno social y
familiar.
¡Pero miren por donde! ¡Ay que joderse lo que es la
vida! La noche de un jueves, (los fines de semana los dedico
enteramente a mi señora) tomando una copa en Chueca con
unos clientes de Barcelona que querían conocer el ambiente
gay y lésbico de Madrid, me encuentro a Carlos. Debo aclarar,
que nuestras relaciones en el club de natación son de: hola y
hola.
Soy bastante psicólogo, y al verme, la expresión de su
rostro fue como de alegría; es algo instintivo que no se puede
controlar: como el estupor, el miedo, la vergüenza, etc. Le
acompañaba un chico también guapísimo, pero con claras
definiciones corporales y sicológicas de ser gay. Carlos no;
tiene aspecto de macho, pero de macho, macho como yo.
(Porque un servidor tiene una pinta de "tío" que tira par atrás)
Se dirigió a saludarme, y con unos reflejos de felino
aproveché la ocasión para que se uniera a nosotros (éramos
tres) mis dos clientes y un servidor. Y con la disculpa de que
querían conocer (mis clientes) el ambiente gay de Madrid, le
pregunté a Carlos si nos podrían informar al respecto.
342
343
-No faltaba más, me dijo muy convencido a la vez que
hacíamos las presentaciones de rigor.
Nos llevó a varios locales del ambiente donde tomamos
unas copas los cinco. Al final, sobre las tres de la madrugada
recalamos en Antinoo's, local para gays, pero que también lo
frecuentan muchas parejas heteros. Mis dos clientes coparon
al amigo de Carlos, y nosotros nos quedamos unos metros
separados, estábamos sentados en la barra, en un taburete,
uno enfrente del otro; me puso la mano en un muslo, a la vez
que me decía abiertamente:
-¿Eres gay, verdad?
-Pues la verdad que no, porque toda mi vida he estado
follando tías, lo que pasa que este mundo me inquieta, me da
morbo, y tengo pensamientos homos.
-Ya me he dado cuenta.
-¡Cómo..! Dije algo mosqueado.
-En las duchas del club. Aunque creas que no, y crees
que lo evitas, me miras de una forma... qué...
Quedé paralizado, con ganas de huir de allí... Mi
dignidad está como dije antes, muy por encima de mis
inmoralidades, y sólo soy "inmoral" con otro inmoral y de
mutuo acuerdo ambos. Pero significarme con una persona
decente... ¡Qué me trague la tierra!
Pasé unos momentos angustiosos; gozo de un gran
predicamento en mi entorno social. Pero no es ese el
problema, si algún día me convenzo de que me he vuelto
maricón no lo voy a ocultar; lo asumiré como algo inevitable y
"saldré del armario" con dignidad. Pero mientras no esté
absolutamente seguro, pues bien pudiera ser un "sarampión"
pasajero, lo llevaré con el sigilo adecuado.
Al cabo de unos minutos se me pasó el estupor.
Hubiera jurado mil veces, que Carlos no tenía ni idea de mis
emociones hacia él. Pero la alegría fue inmensa al saber que
"el hombre de mis sueños", por el que en mi más estricta
intimidad bebía los vientos, y que hubiera dado un mundo
por estar entre brazos, se iba a hacer realidad.
343
344
-¿Pasamos a un reservado? Me dijo con una sonrisa
que no dejaban lugar para la duda sus intenciones.
Mis dos clientes se lo estaban pasando fenomenal con
su amigo a juzgar por sus risas y expresiones; eso me
tranquilizó, ya que no me echarían de menos ni requerirían
mi presencia.
-Vamos, le dije también sonriendo.
En los reservados de Antinoo's no hay mesas ni sillas,
hay colchonetas. Tomas una de las que están preparadas
para ser usadas, y la ubicas en el sitio que quede disponible;
en un suelo enmoquetado de color granate.
Previamente has de desnudarte en un cuarto anexo en
donde en unas taquillas numeradas se deja la ropa. Una
señora mayor cuida de que todo esté organizado y que no
ocurran indidentes desagradables.
Serían sobre las cuatro de la madrugada y estaba a
tope de parejas follando, todas muy juntas para aprovechar el
espacio. Unas luces rojas situadas en el friso daban a la
estancia la justa iluminación requerida para que los amantes
pudieran verse y ver a los demás.
La escena era de lujuria y arrebatadora, los suspiros,
ayes y gozos se sentían por doquier, y el sonido de las pollas
entrando y saliendo de los coños y de los culos de los
receptores, sonaban como cuando llueve sobre un bosque.
Al poco rato una pareja hetero recogía la colchoneta
que habán utilizado para follar, y la dejaban en un lugar
donde aquella señora se encargaba de retirarla para ser
supuestamente desinfectada; ya que la limpieza era extrema,
y olía como a un desinfectante aromático.
También olía la estancia a una mezcla de sudor y
diversas fragancias, supuestos aromas de los desodorantes
que cada cual usaba; pero juro que era excitante. Al menos
para mí si lo era, y me ponía cachondo.
Una vez ambos desnudos, Carlos tomó una de aquellas
colchonetas y la ubico en el sitio que quedaba libre, me tomó
por el brazo y me dijo:
-¡Va cariño! Dos palabras que me sonaron a gloria.
344
345
Al lado derecho, una pareja de chicos follaban a
destajo. De una ojeada rápida conté que habrían unas doce
parejas; de la cuales seis seguro eran heterosexuales; los
culos de ellas no mentían.
-¿Quieres ser esta noche me mujercita? Me dijo Carlos
al oído.
-Sí, mi amor. Solo pude decirle eso, ya que me
encontraba en un estado emocional desconocido pero
excitante.
-Ven cariño. Carlos me tomó en volandas, como se
toman a las desposadas para llevarlas al tálamo del amor. Me
abracé a su cuello, me besó en los labios tan dulcemente que
vi todas las estrellas del Universo. Y al momento me dejó en
la colchoneta, boca arriba.
Él, seguía de pie; desde mi posición, pude ver a placer
su enorme pene erguido y sus testículos hinchados. Sus
muslos y sus pantorrillas son las de un campeón de natación.
Cerré los ojos y le ví como le veía en las duchas del club. Mi
sueño estaba a punto de cumplirse.
Era tanta mi emoción que no reparaba en el ambiente;
era como si estubiéramos los dos solos. Tomé conciencia,
cuando los ayes y estertores propios del orgasmo que
provenía de la pareja vecina, me ubicaron en la realidad. Miré
hacia allí, (no había más de medio metro) y ví como uno
sacando su pene del ano de su pareja también masculina,
decargaba un río de semen en sus nalgas entre jadeos y
gemidos.
Volví a cerrar los ojos, hasta que sentí como Carlos me
abrazaba y me besaba con infinita pasión. Obvio decir, que
ambos estábamos de costado, ya la que las colchonetas son
de un metro de ancho aproximadamente.
-Date la vuelta cariño, ponte boca arriba. Me dijo con
esa voz tan melosa pero que transmite fuego en las entrañas.
-¿Qué me vas a hacer? Le dije con voz trémula por la
emoción.
-Te voy a hacer los que leo en tus ojos cada vez que me
ves a mi en las duchas del club. Que me "comas la polla".
345
346
He hecho el sesenta y nueve con mujeres decenas de
veces; (por no decir centenas) siempre abajo, pero esta vez fue
distinto, me situé encima. La polla de Carlos ahí estaba, a
escasos cincuenta centímetros de mi boca. De pronto sentí
algo viscoso por mi zona perianal, era su lengua que buscaba
los rincones de mis entrañas.
Doblé la cintura lo justo para situar mi boca ante su
miembro que de lo tieso que estaba daba golpecitos contra su
vientre a la altura del ombligo. Se la habia visto muchas
veces en las duchas del club, pero siempre flácida, nunca
tiesa como se la estaba viendo ahora.
Miré al frente, y justamente en la colchoneta contigua
y de cara a mi y a los pies de Carlos; como a medio metro de
mis ojos, una rubia le comía la polla a su pareja de una forma
que me parecía arrebatadora.
Salvo de niño y de eso hacía años, no había chupado
niguna; y aunque no hace falta ser un experto, si al menos
saber la técnica que de más placer. Me fije en la rubia como
la lamía, e intenté seguir los mismos pasos que ella.
Me centré en la de Carlos, y empecé a hacerle una
mamada, que según me dijo después había sido sublime; y
debió serlo, porque mucho antes de lo que me suponía y
esperaba, un catarata de esperma inundaba mi boca; líquido
que paladee y tragué, y me supo al licor de que deben beber
los dioses en el Olympo.
Hice intención de ir al lavabo anexo al habitáculo para
lavarme la boca, pero Carlos me retuvo; en un abrazo me
llevó hacia la suya y me metió la lengua hasta donde ya no
podía llegar más.
-Quiero saborear la mixtura de mi semen en tu boca.
Me dijo muy quedo. -Y siguió lamiendo mi cavidad como
queriendo encontrar allí el maná prometido por los dioses.
Quedamos los dos exhaustos, boca arriba muy
pegados el uno al otro.
-Qué bien me la has chupado, Félix.
-¿De verdad? ¿Te has quedado satisfecho?
-¡Ufff! ¡A tope!
346
347
-¿Estas abierto? Me dijo a continuación.
-Bueno, de adolescente un primo mío me la metió
varias veces, pero de eso hace ya más de veinte años.
-Voy a ver. Me dijo a la vez que me metía un dedo por
el ano.
-¿Te duele?
-Todo lo contrario, me encanta. Pero tu polla no es el
dedo.
-Tranquilo. Ponte como una perrita, verás como no te
va a doler.
Me puse como me dijo, "a cuatro", justamente otra vez
frente a la colchoneta de la rubia. Aquí la escena fue sublime
y digna de haberla grabado; porque la rubia también estaba
situada "a cuatro", mirando para mí; de modo que nuestras
cabezas quedaron a escasos veinte centímetros la una de la
otra.
Fue algo instintivo, inconsciente, sin premeditar. La
rubia sacó la lengua y me la ofrecía, no tuve nada más que
sacar la mía para que ambas lenguas se entrelazaran.
Cuando me quise dar cuenta, la polla de Carlos me la tenía
metida toda; sentía como entraba y salía de mi recto de una
forma suave y cadenciosa.
La rubia succionaba de mi lengua de una forma que
parecía un torbellino, por lo que la dejé todo lo que daba de sí
fuera de la boca, para que pudiera mamar a placer de la
misma.
Llegó un momento que me desentedí de la rubia; ya
que los empujones que daba Carlos sobre mis nalgas eran de
tal intensidad, que presagiaban lo que sobrevino segundos
después: una serie de envites aferrado a mis caderas como
una lapa, amenazaban con partirme el culo.
Pero lo que ya fue la apoteosis por lo inesperado, y que
resultó maravilloso, fue que alguien "mamaba de mi polla" al
unísono. ¡Claro! Obviamente Carlos no podía ser porque me
la tenía metida haste el jarrete; y tampoco podía ser la rubia.
Sólo sé, que sentía como me la mamaban de forma tan
asombrosa como jamás había pensado ni imaginado. El
347
348
resultado fue, que un chorro de semen salió de mi pene con
tal presión que llegó hasta los pechos de la rubia que
observaba la escena alucinada. Un mocetón era el que me
estaba haciendo la fellatio tan magistralmente, resultó
llamarse Iñaki, de Bilbao. Después de la orgía tan inesperada,
acabamos en la barra del Club tomando unos "cubatas" los
seis: Carlos y yo; la rubia, que dijo llamarse Magda, y su
pareja, un chaval de Logroño muy majo que se presentó como
Paco. Iñaki nos presentó al que dijo ser su novio, un tal
Jhonny, americano y de una plante admirable.
Por lo visto, es costumbre y normal, que otras parejas
se inmiscuyan en "las labores" de otra, siempre y cuando lo
hagan con la debida delicadeza y sean aceptadas.
Al rato, salían de aquel cuarto de las orgías mis
clientes junto al amigo de Carlos con caras de satisfacción; lo
cual me alegró infinito, ya que lo que sucedió esta noche de
jueves, me supuso hacer el contrato más rentable de mi vida.
Pero lo malo ¿o lo bueno? es que estas situaciones son
tan extrañas, que no suelen repetirse en la misma medida.
Carlos, en el Club seguía con la misma actitud de
indeferencia hacia mí. Supe que tenía novia formal, que se
iba a casar, y que su bisexualidad era circunstancial e
interesada.
Y aquí acabó esa maravillosa jornada. LLegué a mi
casa sobre las seis de la mañana. Mi mujer dormía como un
tronco, acostumbrada a mis salidas con clientes.
Me duché, me acosté en el cuarto de los invitados para
no despertarla, y me quedé profundamente dormido.
348
349
Me gusta como huele "la flor" de Sandra
349
350
El coñito de mi amiga Sandra es como la concha más
bonita que se puede encontrar en una playa (nudista,
naturalmente) .
350
351
Aspirar el coño de Sandra, es sin duda el momento
más emocionante de mi vida. Cuando la desnudo
lentamente...
Cuando bajo sus bragas con parsimonia angustiosa...
Cuando descubro ante mi su "gran dios"...
Me arrodillo ante él y le venero con la devoción más
inmensa...
Como se deben adorar a los dioses.
351
352
Me gusta sentirme mujer y ser
penetrada por un macho
352
353
forma, que vivo ese rol exactamente igual que una hembra. Y
aunque mi cuerpo es el mismo, mi cerebro llega a
identificarme como la mujer más femenina del mundo, y
experimento las mismas sensaciones. Sensaciones virtuales
¡de acuerdo! Pero las vivo tan reales que me hacer sentir lo
maravilloso que es ser mujer.
Cuando "estoy en celo", necesito un macho
urgentemente, mi culo me pide polla de una forma
desesperada; y como tengo varios novietes que les gusto
cantidad, les llamo para que apaguen el furor de mi ano. (A
partir de ahora, mi coño)
El que más me gusta, se llama Enrique; y no porque
sea el más guapo ni el más "macho"; me gusta porque es que
mejor me comprende, y me trata con la delicadeza que nos
gustan a las "mujeres sensibles". ¿Verdad que nos gusta que
el hombre nos trate con dulzura?
Cuando nos vemos en su apartamento, lo primero que
hace nada más traspasa el umbral de la puerta, es abrazarme
y darme un beso que me deja mareada. Enrique es unos diez
centímetros más alto que yo; ese es otro de los aspectos que
me hacen sentirme más mujer a su lado. Hacer el amor con
un hombre más bajito, no es que me importe mucho, pero no
me transmite esa emoción que sentimos "las mujeres" cuando
el macho más alto que "nosotras", nos abraza y tenemos que
alzar la boca para ofrecérsela a la suya. ¿A que sí, chicas?
-Hola mi amor Me dice inmediatamente después de
besarme, como él sólo sabe hacerlo.
-Hoy te veo más bella que nunca.
-Ya sabes cariño. Le respondo yo "muy coqueta" -Que
cuando nos vemos, toda la mujer que llevo dentro de mí
explota de emoción, y me entrego a tus caprichos con
devoción para darte los mayores placeres.
-Pero que "putita" eres Silvia.
¡Ah! Se me olvidaba decir que mi nombre de mujer es
Silvia. Cada día me gustas más. Y vuelve a darme otro beso
de tornillo y lengua que hace que las piernas me tiemblen.
353
354
La tarde, o algunas veces noches que las paso con
Enrique, me sumo en mi papel de hembra de tal manera, que
llega un momento en que pierdo mi verdadera identidad.
Tiene Enrique esa virtud. Virtud de hacerme sentir lo que
más deseo en este mundo: haber nacido mujer; por eso estoy
"tan enamorada" de él.
En los preludios del amor, que duran más de una
hora, y a veces dos, antes de irnos a la cama me seduce de tal
forma, que confieso sin pudor que ardo en deseos que me la
meta, pero el "muy cabrón" me lo hace desear de una forma
que me "vuelve loca" porque esa demora potencia más aún si
cabe mi rol de mujer.
-¿Qué música prefieres? Me pregunta muy dulcemente.
¡No espera, voy a sorprenderte!
Sabe que el Canon de Pachelbel me vuelve "loca", y
aunque no sea lo más indicado para follar al compás de sus
acordes, para los prolegómenos del amor, a "una servidora" le
prepara de tal forma sus notas que cuando acaba la obra, me
siento mucho "más receptiva" ante "mi macho".
Nos sentamos en el sofá, "mi novio" a mi derecha, ya
que tengo falta de audición en el oído izquierdo.
Debo decir que el apartamento de Enrique guardo
bastante ropa femenina, sobre todo lencería fina. ¡Qué por
cierto es carísima! Y antes de amarnos, me transformo con la
ropa adecuada. Me pinto los labios, los ojos, me doy colorete
y me pongo una peluca rubia que le llega por debajo de los
hombros. Ese día me puse una falda negra de raso, y una
blusa de seda color azul celeste. El liguero negro que tanto le
gusta a Enrique, y unas braguitas de color malva.
-Hoy estás más guapa que nunca Silví.
–Él me llama así. Y a "una servidora" "el chochito" se le
empieza a hacer "Pepsi-Cola". Sus brazos rodean mi cuello, y
me da otro beso de desmayo.
-Sabes mi amor, que para ti siempre me pongo lo "más
guapa" que puedo.
Con suma delicadeza lleva mi mano izquierda hacia su
polla, que ya la tiene en ristre, y me dice suavemente:
354
355
-Cariño, hazme una de esas mamadas que sólo tú
sabes hacer.
-Si, pero no te corras, ya sabes que me vuelve loca,
sentir "tu leche" en mis entrañas.
-No te preocupes mi vida. Que si me corro, tengo "más
leche" para llenar tu coñito a tope.
Cierto que soy una "mamadora" excelente, ya que sé
exactamente donde se halla el punto más sensible de la polla.
Enrique se retuerce de placer. Mis labios succionan su
glande de tan forma, que noto su espasmos.
-¡Ahhhhh! Sigue mamando sigue... ¡Ahhhhhh! Pero que
bien me la chupas. ¡Ahhhhhhh!
Al momento, un chorro "de leche calentita" emana de la
polla de Enrique, entre convulsiones y jadeos. Mi boca se
llena de su semen, que degusto como el licor más espirituoso.
Me encanta sentir "la leche" de Enrique en mi boca,
pero más me gusta sentirla en "mi coño". Por eso ahora, tengo
que esperar un buen rato a que se vuelva a poner dura. Pero
no me importa, ya que Enrique sabe muy bien como llenar
ese espacio.
-¿Qué braguitas te has puesto hoy, mi amor? Me
pregunta con los ojillos vivarachos.
-Las que más te gustan, mi cielo.
-¡Las malvitas!
-Esas, esas... que son las que te gustan más.
Mete su mano derecha por debajo de mi faldita de raso;
me abro de piernas para que pueda maniobrar mejor. Abre la
boquilla de la braga, y con su dedo medio, empieza a
circundar "mi coño" . Me abro más de piernas, echo el culo
para adelante, y lo introduce hasta la última falange.
-¡Uff! El placer ve creciendo de forma alarmante; saca y
mete el dedo de una forma tan ágil, que le tengo que decir...
-¡Para... para...! que me corro. Prefiero eso en la cama.
Ahora bésame con la pasión y el deseo que conllevan tus
labios.
Me besa con tal apasionamiento mi Enrique, que veo
las estrellas y todas las galaxias del Universo. Llego al grado
355
356
máximo de sentirme mujer. No creo que exista más cerebro
de hembra que el mío en esos momentos. Me olvido por
completo que nací hombre, y me lleno el alma de las
ambrosías femeninas. ¡Soy mujer! ¡Muy mujer! En sus
brazos.
Lo que hacemos después en la cama, todos más o
menos os lo imagináis; pero voy a relatar los dos momentos
más emocionantes, cuando me penetra.
El primero; es cuando me coloca una almohada en los
riñones, de forma que me culete quede bien alto; ya que le
gusta follarme cara a cara, mirándome a los ojos. Por lo
tanto, me tumbo boca arriba, me abro bien de piernas, y me
coloco de tal forma que la hermosa polla de 20 centímetros de
Enrique, apuntan directamente a "mi coño".
El sabe, que me gusta sentirla como entra, por lo que
me la mete muy despacito, muy despacito, de manera que
siento como se va deslizado milímetro a milímetro. Son unos
segundos que me hacen sentir la verdadera locura del sexo,
hasta que siento sus testículos como repican en mis nalgas
por el vaivén que producen sus empujones.
El segundo; es cuando me la saca. Lo hace igual, muy
lentamente; el efecto es maravilloso, siento como su pene sale
"gimiendo y llorando" y se despide de "mi coño" con honda
tristeza. El placer es inmenso: esa polla que me ha perforado
durante unos minutos, que me he llegado a las entrañas, y
que me ha hecho sentir los prodigios de ser una mujer
penetrada, dominada y sumisa al macho.
El beso de Enrique después de depositar en el hondo
de mis profundidades su caliente liquido seminal que me
quema; y me lleva a las delicias del séptimo cielo, con mis
labios prácticamente "comidos" por los suyos; mis braguitas
mojadas, y mi liguero negro tirado en la alfombra de la
alcoba, es el paroxismo del placer. ¡Qué extraordinario es ser
mujer!
356
357
Mi colección de vellitos de pubis
357
358
Obvio decir, que absolutamente nadie, salvo las
interfectas, que no tengo ni idea que será de ellas, ya que
hace muchos años de aquello, sabe de la existencia de
mencionada cajita, para mi una reliquia.
De vez en cuando en la soledad del hombre mayor que
ha visto como la vida se le ha ido de un soplo, rememoro las
vivencias pasadas ¡Qué maravillosas vivencias! Y me recreo
en los versos que dedicaba a cada una de aquellas que tuve el
honor.. ¡Bueno! más bien placer de entrar en las
profundidades de sus coñitos, succionar con deleite sus
pezones, y beber el agua de sus bocas.
Tengo exactamente 126 cofrecitos con sus
correspondientes inscripciones: nombre, fechas, algunas
fotos de las que amé, y unos versillos acordes con lo vivido.
He hecho el amor con más de 126 mujeres en mi vida,
pero no de todas conservo "estos recuerdos". Quizás porque
no hubo ocasión, o porque no procedía el "robarles" esos
pelillos rizados. No sé. Pero sin duda, estas 126 cajitas que
guardo como un tesoro y con sus lacitos de cintas de diversos
colores, alegran mis remembranzas, y dan cierto sentido a mi
pasado. Que si me avergüenzo de algunas cosas que hice mal,
nunca me arrepentiré de todo lo que he follado.
Van a ser los lectores de Relatos Eróticos, los primeros
que leen estas evocaciones mías.
¡Sí, sí! Ya sé que no tienen ningún valor literario, pero
al menos si servirán para comprobar los "lilas" que éramos
los jóvenes de aquella época. Pero "lilas" o no, el caso, que un
coño tenía un inmenso valor, era como el dios del amor, y por
el que nos desvivíamos por alcanzarlo.
¡A ver chavales de hoy! ¿Os impresiona ver un
chochito? ¿A qué no? Hoy los chuminos están al alcance de
cualquier mano o polla, y como la mayoría están rapados, no
pedéis coleccionar sus pelitos.
358
359
te prometo que será mi destino,
y que al fulgor de sus destellos,
recordaré siempre tu chumino.
359
360
que por un día hice mío.
360
361
Mi hija es lesbiana
361
362
Tampoco es que hoy sea un orgullo para un padre que
sus hijos sean homosexuales; pero si por encima de su
sexualidad son personas serias, honradas y muy cualificadas
profesionalmente, atenúa en gran aparte aquello "del que
dirán"; porque aunque las sociedades por muy avanzadas que
sean, todavía no admiten como forma natural el matrimonio
entre personas del mismo sexo. Lo negativo de esta situación,
es que, no creo que vaya a tener nietos de la forma tradicional
que durante milenios ha sido la forma natural de ser abuelo.
Voy relatar la circunstancia personal de mi hija Marta.
tiene 35 años, y se ha casado por lo civil con Silvia, cuatro
años menos que ella. Es ginecóloga, directora del
departamento de ginecología de un gran hospital, y su
"esposa" abogada. Las veo muy felices y unidas; eso me
consuela. Llevan cuatro años casadas.
Ha sido una estudiante muy brillante; no ha repetido
ningún curso, y acabo la carrera a los 25 años con varias
matrículas de honor, y sin ningún suspenso, Recuerdo su
enojo cuando un curso, me enseñaba sus notas.
-Papá estoy disgustada.
-¿Por qué hija? si las notas que me enseñas son
extraordinarias.
-No ves papá, que hay dos notables.
-Lo que veo Marta, es que las demás asignaturas son
sobresalientes y matrículas de honor.
-Ya, papá, pero me fastidia que por dos errores de
nada, esos dos notables no sean dos sobresalientes.
-Venga hija ¡por favor! no seas tan exigente contigo
misma. ¡Cuántas chicas darían por tener estas notas!
Marta es tan femenina, que durante su infancia ni a su
madre ni a mí nos dio motivos de sospecha de su
lesbianismo. El que estudiara tanto, y siempre con amigas; y
el que no saliera con chicos, siempre con chicas, no nos
infundía dudas de su inclinación sexual, ya que pensábamos
que para ella sus estudios eran lo primero. Ya tendría tiempo
de tener novio. Hasta que un día...
362
363
...Regresé del despacho muy pronto, no me encontraba
bien, y decidí volver unas tres horas antes de lo habitual a
descansar. Nuestra casa es muy grande: un dúplex de seis
habitaciones, salón principal, cuarto de estar, despacho y
tres baños. Más las dependencias del servicio.
Era un jueves, día libre de la sirvienta. Casi siempre
llamo al timbre; me es más cómodo que me abra la chica y
que de paso me da las novedades del día, si las hubiera. Y mi
señora, Celia, sabía que tampoco estaba; por lo que tuve que
abrir yo.
Casi toda la vivienda es de moqueta, apenas se hace
ruido al andar por el pasillo. Al pasar por el cuarto de Marta,
sentí como una especie de jadeos y suspiros que procedían de
dentro. Marta tenía a la sazón dieciocho años. Me paré un
tanto extrañado, y "pegué la oreja" a la puerta, que además
no estaba cerrada del todo, como unos diez centímetros
estaba abierta. Marta sabía perfectamente que los jueves la
casa se queda sola desde las 16 hasta las 22 horas.
-Qué ganas tenía de estar a solas contigo Silvia. Era la
voz de mi hija, clara y limpia, (como suele hablar)
-Y yo contigo Marta. Desde que somos novias apenas
tenemos oportunidades salvo los jueves, y no todos, de estar
solas.
¡Pero que oigo! Mi hija es novia de otra chica. Estuve a
punto de saltar, pero no, algo me contuvo. ¿Quizás morbo?
No lo sé, la verdad, el caso que decidí seguir "pegando la
oreja".
Miré por la abertura sin cerrar de la puerta, ya que era
imposible que me vieran, pues el cabecero de la cama está
ubicado detrás de la misma, no frente a ella. Y las dos
estaban en ella como Dios las trajo al mundo.
-Te voy a comer la boca a besos, Marta.
-Y yo el alma a suspiros, Silvia. Le decía mi hija "a su
novia".
No sé que me pasó, pero tuve una erección terrible, ver
a los dos niñas con cuerpo de diosa desnudas, me causó una
363
364
sensación conmovedora. Pero tuve muy claro que jamás
invadiría la intimidad de mi hija.
Los chasquidos de los besos repicaban en la alcoba
como campanas tocando a gloria.
-Mi vida, mi amor, lo que siento por ti es indescriptible;
es la erupción de todos mis sentidos. Le decía mi hija a Silvia,
otra chiquilla preciosa de su misma edad, o quizás un año
mayor.
-Lo mismo que yo por ti Marta, jamás pensé que podría
amar y desear tanto a una mujer.
Mi conmoción fue terrible, cuando vi a mi hija situarse
encima de Silvia, pero a la inversa; es decir adoptando al
clásica postura del 69. Por la posición en que me hallaba, (ya
he dicho que el cabecero de la cama miraba hacia la pared de
enfrente de la puerta de la entrada) por lo tanto, veía
perfectamente el sexo de mi hija, y como Silvia se lo devoraba
de una forma casi salvaje.
Los gemidos y los suspiros se convertían en estertores;
estaban tan creídas de que estaban solas, que no reparaban
en nada más que amarse de esa manera tan feroz.
-Mi amor, mi vida, como de tus entrañas y bebo de las
fuentes de tus manantiales. Le decía Silvia a mi hija mientras
le lamía la vulva y el ano.
Como digo antes, por la posición que se hallaba mi
hija, sólo podía ver sus partes traseras, y quedé alucinado de
su cuerpo ¡bueno! de lo que veía. Tiene un culo precioso,
como el de su madre, y juro, que la sombra del incesto rondó
por mi cabeza, pero se me pasó enseguida, sólo pensarlo me
horrorizaba, por lo que cerré los ojos para no volver a caer en
ese pensamiento.
Una vez acabadas las caricias buco genitales en
aquella posición tan excitante, Marta se dio la vuelta, y es
cuando vi todo el esplendor de su cuerpo: sus pechos
turgentes como las tulipas que iluminaban la estancia. Pero
lo que más enervaron mis neuronas, fue cuando las dos
chicas, con sus bocas y aledaños todavía rezumando los
364
365
jugos de sus vulvas, se besaban con tanta ansias y deseos
que parecía querer licuarse en un mismo cuerpo.
-Mi vida. Le decía Mi hija a Silvia. -Llevo en mi boca los
zumos del "Piélago de las Ninfas", toma, bebe. A la vez que le
daba la lengua.
-Y yo amor mío. Le dijo Silvia. -En mis labios
transporto las fresas más sabrosas del "Valle de tus
Encantos".
Y las dos hembras se fundieron en una caricia digna
de ser cantada por los poetas.
No quise ver más, porque no sabía quien era yo en ese
momento; si el padre de Marta, o un ser perverso que
deseaba intervenir en aquella pasión desenfrenada de ambas
chicas. Y me salí de aquella escena con una escalofriante
sensación de abatimiento. ¡Cómo iba yo afrontar este hecho
que me superaba! ¿Y mi mujer? ¡Cómo se lo tomaría!
El sábado siguiente, quedamos solos en casa, mi mujer
había salido a realizar una compras.
-Papá, quiero hablar contigo. Yo no había comentado
absolutamente nada con mi mujer, ya que estaba analizando
los hechos para buscar la mejor forma de abordarlos, y el
mejor momento. Y mucho me temía que iba a ser mi hija, que
hacía unos días había cumplido la mayoría de edad, la que
nos expondría su condición sexual.
-Dime hija.
-Ha llegado el momento de lo que lo sepáis.
-¿Qué es lo que debemos saber, Marta?
-Venga papá, no te hagas el tonto, que el otro días nos
vistes.
Quedé petrificado, pues estaba seguro de que ellas no
me vieron.
-Sí, papá. ¿O es que no sabes que hay un espejo en la
pared enfrente de la cama de mi habitación?
La verdad que no caía, pues muy pocas veces frecuento
su habitación. Y el día que hice de "voyeur" ni me di cuenta.
Posiblemente la excitación me lo impidió.
365
366
-Pues sí papá, a través del espejo vi como nos
observabas.
Ahora si que casi me derrumbo. Mi hija me estaba
exponiendo su lesbianismo de una forma tan natural que
demostraba una preparación intelectual a prueba de todas
las situaciones por muy escabrosas que fueran. Alucinaba en
colores. Sólo se me ocurrió decir:
-¿Qué va a pensar mamá?
-Nada mamá, lo sabe.
-¡Quéeeee!
-Qué mamá también lo sabe. ¡Pero cómo una madre no
va saber los secretos de su hija!
Me di cuenta, que los hombres estamos o somos ajenos
a los problemas de los hijos; creemos que nuestra misión es
procurar el bienestar de ellos. ¿Pero de sus sentimientos, que
sabemos? ¡Nada!
-¿Y mamá que piensa? Casi balbuceaba.
-Nada que te preocupe, papá. Mamá me contó que a mi
edad tuvo alguna experiencia lesbi. Está al tanto de todo.
-¡Ah! Sí.
-Sí papá. ¿o es que tu de jovencito no tuviste
tocamientos o algo más con algún amigo?
-Bueno, bueno niña, dejemos de hurgar en el pasado, y
dime cual va a ser tu futuro sexual.
-Papá. ¿Te preocupa mi futuro profesional?
-No hija, sé que lo que emprendas triunfarás, eres una
mujer fuera de serie; sacar un diez en la selectividad está al
alcance de muy pocas mentes.
-Si no te preocupa mi futuro profesional, ¿por qué te
ha de preocupar mi futuro sexual? ¿Es que acaso es más
importante?
Estaba asombrado de la actitud de mi hija. ¡Cómo
dominaba la situación! Con esa actitud iba también a
dominar el mundo; por lo que mi asombro sobre su
lesbianismo, se me había pasado.
Estaba ante un ser privilegiado y de una inteligencia
asombrosa; y me di cuenta, que el sexo es algo que debe estar
366
367
sometido exclusivamente a la voluntad de la persona, y que
nadie, absolutamente nadie debe inmiscuirse.
-No, hija no. Estoy muy orgulloso de ti. Tu vida sexual
es tuya y si decides unir tu vida sentimental a otra mujer, te
desearé la mayor felicidad del mundo.
-Gracias papá. Sabía que me comprenderías.
Debo reconocer como hombre que soy, que a pesar de
estar orgulloso de mi hija por la carrera fulgurante que lleva,
en la boda con su novia de toda la vida, Silvia; tenía un sabor
agridulce. Sé, que la familia tradicional tiende a desaparecer,
que las relaciones de pareja tanto homo como heterosexuales,
estarán basadas en la inteligencia más que en la entrega y en
la sumisión.
Un ejemplo de lo que digo son Marta y su esposa, (o
viceversa). Son dos profesionales tan cualificadas, que el sexo
para ellas es la demostración del amor que se profesan, pero
no les condicionan para nada en el proyecto común de vida
que tienen.
Han conseguido la adopción de una niña oriental
preciosa, que para mí es como si fuera mi nieta de sangre. Lo
que evidencia, que es el roce, no la sangre lo que confiere el
afecto.
Soy un padre y un abuelo feliz.
367
368
Mi primer "polvete" del año
369
370
Me dio un vuelco el corazón y me "mojé" como nunca.
Mis braguitas así lo confirmaban. Evidentemente no era flujo
de mujer; era líquido prostático, pero mi entrepierna estaba
hecha "caldo" por la propuesta de Jorge.
-Me seduce la idea. -¿Pero cómo es que no tienes
pareja para esta noche tan especial?
-Primero, porque no tengo pareja fija, y segundo, que la
pareja de turno se va a casa de sus padres, a Burgos; y
aunque me han invitado, no tengo ni puñeteras ganas de
entablar relaciones familiares con nadie. Lo que me temo es
qué tú no puedas, que tengas otras razones más poderosas
de pasar la noche con "tu antiguo novio".
-Pero que malo eres Jorge. Cómo sabes tocar mis fibras
más sensibles!.
La verdad era que tenía otros planes, pero ¡Joder! Era
tan fuerte la idea de volver a revivir sus besos y sentir su
polla hasta el fondo de mis entrañas, que le dije que sí, (aún
sin saber que excusa iba a dar en casa), y quedamos en un
lugar después de tomar las uvas con mi familia.
Allí estaba Jorge, más espectacular si cabe que la
última vez que nos vimos. Quizás con un par de kilos más, y
algunas canas más en sienes, canas que le daban un aspecto
de galán de cine. Con un abrigo azul marino cruzado de
solapa ancha ( a la moda ) y su pañuelo blanco alrededor del
cuello.
Yo me puse un liguero granate, porque sé que a Jorge
le encantan los ligueros de ese color. Unas medias especiales
que había visto en una tienda de lencería muy famosa,
imitaban a las burbujas de champán en un fondo
precisamente de ese color; y unas braguitas rojas preciosas
con un pequeño encaje que lucía más junto al liguero.
Obviamente exteriormente mi aspecto era de hombre. ¡Ah!
Debo decir, que, estoy depilada totalmente: pecho, espalda y
piernas! ¡Y mi dinerito me cuesta!
Soy bastante observadora, y la cara que se pone ante
una primera impresión es inequívoca de interpretar. Y la cara
que puso Jorge al verme fue de una sorpresa muy agradable.
370
371
Por lo tanto la fiesta, la locura y la pasión estaban
aseguradas esa noche.
Habíamos quedado en Macumba, una de la sala de
Fiestas más acogedoras del ambiente gay de Madrid. El local
estaba repleto de personas todas a cuál más espectacular. El
"Orgullo Gay", se mascaba en el ambiente. Orgullo que nunca
he entendido, puesto que si tengo orgullo de algo en mi vida
es de ser una buena persona que ha sabido ganarse el
respeto de mi entorno social, precisamente como persona y
profesional. Ser mujer en la intimad es un sentimiento que
llevo, que me produce muchas sensaciones agridulces, pero
ningún orgullo.
-Estás más hermosa que nunca Silví. Me dijo rodeando
sus brazos por mi cintura. Le ofrecí mis labios para que me
los besara con sólo Jorge sabe hacerlo. Mis dedos de ambas,
manos jugueteaban con los cabellos de su nuca, mientras
sentía su lengua como buscaba los rincones más melosos de
mi boca.
Bailamos como dice Sergio Dalma: muy pegados, y sus
labios solo se separaban de los míos para respirar. Le dije.
-Jorge, mi amor, haz esta noche perpetúa, quiero
sentirte tan dentro de mí, que hasta el fin de mis días te
sienta en mis esencias, que nunca salgas de ellas.
-Sí, mi vida. Te prometo que esta noche será
perdurable en nuestras mentes, nada ya podrá quitarles este
recuerdo.
-Cariño. Le dije, al verle tan empalmado, con su polla
que no despegaba de mi vientre: -Aguanta, lo que puedas, ya
sabes que me muero por saborear "tu leche", no la derrames
aquí inútilmente.
-Tranquila Silví, ya sabes, que para mí eres la mujer
más hermosa del Universo.
Por poco soy yo "la que se corre" al escuchar estas
palabras. Es que Jorge me hace sentir tan mujer, que hasta
yo mismo me lo creo.
Sobre las seis de la madrugada, ya el primer día del
año 2011, ambos cegados de pasión y deseando hacer el
371
372
amor hasta donde nuestros cuerpos lo permitieran, me llevó a
su apartamento de Argüelles, uno de los barrios más chips de
Madrid. Apartamento que no conocía.
-¿Te gusta?
-¿Me encanta? –Le dije a la vez que le ponía la boca
para que me "la comiera".
Hacía como poco menos de un año, que mi culo no
había sido follado. Se lo dije a Jorge, y no me creyó.
-Venga Silví, ¿No me digas que no has follado en ese
tiempo?
-¿Gano algo con mentirte?
-La verdad que no, porque te voy a follar con las
mismas ganas, hayas o no hayas follado con otros.
Y así fue: Porque jamás me había sentido tan hembra
en mi vida, lo que me hizo Jorge rompió tosas mis nociones
sobre el amor.
La cama era de matrimonio, pero no tenía cabecero, no
sé si lo quitó para la ocasión, o es que era así. El caso es que
me situó boca arriba con mi cabeza muy pegada a la pared,
de modo que sin hacerme daño me tenía cono acuñada a la
misma; me puso un cojín en los riñones, y otro más ancho
justamente debajo de mi culo, y las piernas me las subió casi
a la altura de la cabeza. Me vi en esa posición por espejo
lateral que estaba (o había colocado aposta) no le sé. El caso
es que estaba totalmente sometida a sus csprichos, no podía
hacer nada por escapar de aquella postura.
Vi por la abertura que dejaba mis piernas, como se
lubrificaba la polla, que por cierto, se me antojó más grande
que nunca. No lo pude resistir, con mi mano derecha, se la
tomé, y la llevé directamente a mi ano, esperando la
embestida inmediata.
Pero Jorge sabedor de mis gustos no empujo, no. Hizo
lo que me "vuelve loca", lentamente, muy lentamente, me fue
metiendo su hermosísima polla milímetro a milímetro. Cada
cachito que entraba en mi ansioso culo me estremecía; mis
testículos recibían terribles descargas nerviosas, parecía que
372
373
iban a reventar por aquella terrible presión. Fue un momento
eterno que jamás olvidaré.
Una vez toda dentro de mi "ansioso coño", me di
cuenta de lo Jorge pretendió con acuñarme contra la pared:
una vez ensartado hasta sus huevos, no tenía escapatoria,
pero me hizo gozar como jamás hubiera pensado gozar. "Me
rompió el culo" a placer; y cuando me la sacó chorreando
todavía su "leche calentita", me sentía como si hubiera
parido, un escozor de ano ¡bendito escozor! Que me hizo
sentir toda su virilidad.
Dormimos como dos horas. A eso de las diez, me
despertó con su polla en mi boca.
-Cariño. Todavía me queda un buen chorro de leche
calentita, para que te nunca olvides tu "primer desayuno" del
nuevo año.
¡Cierto! Nunca jamás olvidaré el maravilloso desayuno
que me ofreció Jorge ayer. Absorbí de "aquel manantial" como
si se fueran a secar todas las "fuentes del amor".
Fue la "mamada" jamás cantada por poetas ni juglares;
ni escrita por lo mejores prosistas. Fue sin duda: "La gran
mamada". Todavía conservo en mis labios, las malvasías de
aquel germen celestial.
373
374
Mis ligues por Internet
374
375
Mis ligues por la Red han sido virtuales, porque no
podrían ser de otra manera los de allende del Atlántico, y
bastante reales los de España.
Correría el año 1995, cuando conocía a una señora de
Valparaíso – Chile, profesora de Instituto, según me dijo y le
creí, porque la cultura que denotó el tiempo que estuvimos
chateando lo certificaba, y soltera y de 45 años.
Era reacia al principio a mantener cibersexo, pero al
hacernos cibernovios, porque los dos así lo deseábamos, le
dije que en Chile no sé, pero en España los novios tienen
relaciones sexuales. Me dijo que en Chile también, pero que le
deba un poco vergüenza y que le parecía muy frío, además no
disponía de webcam, pero que se la iba a comprar.
Nos conocíamos por fotos, ya que el intercambio era
casi continuo, y los dos nos gustábamos físicamente además
de identificarnos intelectualmente. Cuando nos vimos por la
webcam, reforzamos nuestras expectativas eróticas el uno
sobre el otro, y a partir de ahí, es cuando de verdad empezó
nuestro ciber idilio.
"Las pajas" que nos hacíamos uno frente al otro del
monitor eran brutales. Ella me pedía que le enfocara mi polla
cuando iba a correrme, le excitaba verme eyacular, y a mí,
que me enseñara las tetas y el coño durante el ciber coito,
pero cuando se corriera, quería ver su rostro.
Le susurraba al oído, (llevaba cascos), palabras dulces
de amor, y observaba como se enervaba; (sin duda el rostro
transmite las esencias del alma y del corazón) se mordía los
labios y entornaba los ojos cuando le decía:
375
376
hermosos y bien formados como los de "mi novia chilena". La
impresión que me daba cuando se me exponía por la webcam
con una especie de salto de cama rosa transparente, era de
infarto. Se lo desprendía lentamente y me mostraba su
hermoso cuerpo embutido en aquel liguero negro que me
hacía ver las estrellas y el Universo; era mi delirio.
376
377
-Espera... espera... ¡No te vayas! Que me quiero ir
contigo...¡Ya me llega..! Me decía ella.
-Espero lo que haga falta ¡amor mío! ¡Vamos los dos
juntos al valle de los placeres!
Acercó más la cámara hacia su coño...
¡Joder! que coño. La pantalla, de 20 pulgadas de mi
monitor, era todo de la vulva de mi amante chilena. Entre sus
vellos negros y ensortijados, emergían sus ninfas como dos
amapolas, y del capuchón brotaba su clítoris sonrosado como
el pistilo de una rosa.
No pude aguantar más. La visión que aquel coño que a
pesar de estar a más de diez mil kilómetros de distancia,
virtualmente lo tenía a 30 cm, y me subyugaba de tal forma,
que mi mente lo podía oler, tocar y degustar.
¡Oh! Milagros de la imaginación. Juro que la emoción
era tan fuerte, que jamás la había sentido con tanta
intensidad en la realidad. Había tenido al alcance de mis
manos, lengua y polla, decenas de coños, pero como ese...
jamás...
El deseo era tan enorme, que mis sentidos traspasaron
todas las barreras de lo imposible, y me mente se lo folló de
tal forma, que me quedé exhausto, rendido...
Aunque fue un polvo virtual, sin duda me reportó uno
de los mayores placeres. De mi vida.
377
378
Mi otra vida virtual
379
380
rojos, negros y malvas, pero fíjate en sus corbatas y te las
compras del color que predomina en ellas
-¡El rojo! el rojo sin duda; las llevaré rojas al tálamo.
¡Joder! que emoción siento sólo con escribirlo
¡Bueno! ¡Bueno! ¡Bueno! Lo que ya me pone los bellos
retorcidos es la actitud de la mujer cuando es abrazada y
besada por el galán.
Cuando Julia Roberts se ve rodeada de los brazos de
Richard Gere, envuelve con sus brazos el cuello y acaricia su
nuca jugueteando los dedos con el pelo, le ofrece su boca
medio abierta para que Richard libe de esos labios y empieza
a saborear las mieles que se desprenden de ellos...
...Daría en ese momento días de mi vida futura por ser
sólo un minuto el chichi de la Roberts.
¡Cada minuto de la vida de una mujer debe ser tan
excitante!
¡Sí! ¡Sí! ya sé que son fantasías mías. Que la mujer
también sufre y algunas su vida es un rosario de penas y de
sinsabores, pero de lo que estoy seguro, que la vida emocional
de la mujer es inmensamente más rica y llena de matices que
la del hombre.
El sentimiento maternal, sentimiento que nunca podrá
experimentar el hombre, sin duda debe ser algo imposible de
imaginar por él.
380
381
Mi vida: un mundo lleno de emociones
y satisfacciones
381
382
genuina definición del hecho de vaciar el vientre de los
detritus que desecha el cuerpo. ¡Vamos! De la mierda.
Cuando giño, mi cuerpo y mi alma entrar en una
extraña simbiosis cuyos efectos me crean maravillosas
impresiones.
Como todo hijo de vecino, nunca cago sin leer lo que
pillo a mano: una revista, un catálogo, el periódico de ayer,
cualquier cosa sirve para acompasar la mente con el ano. Esa
sensación tan placentera y reparadora de liberar al cuerpo de
presiones a la vez que ilustra mi intelecto se documenta, es
una asociación maravillosa, hasta el punto de que lo leo
cuando cago, no se me olvida.
Una vez mi vientre redimido de mis propios
excrementos, mi gula (uno de los elementos que me
proporciona más placeres), me predispone al goce maravilloso
del desayuno. ¡Ay madre! El desayuno. Mi gama de
desayunos es muy extensa: desde los huevos fritos con
jamón, hasta el chocolatito con churros y porras. Durante
esos quince minutos que dura el rito, cada segundo es una
maravillosa conmoción, sobre todo el momento de mojar el
pan en la yema del huevo frito, o la porra en el chocolate o el
café. ¡Qué momento, qué momento! Indescriptible, oigan.
Una vez satisfecha mi ansia, me dispongo a purificar
mi cuerpo de las contaminaciones que se han depositado en
su liviano vivir. No me gusta ducharme en ayunas, no
disfruto, ya que el pensamiento con el estómago vacío no me
permite disfrutar de los placeres del agua calentita, y
perturba mi mente. Por eso, con el estómago satisfecho, los
poros de mi cuerpo están más predispuestos a ser depurados.
¡Qué gran placer sentir el agua transcurrir por las
arrugas de piel! ¡Y cuando mis manos con esa esponja suave
se desliza por las mismas! ¡Y cuando llega a la zona del
escroto! Allí se detiene, y con una suave parsimonia roza mis
genitales, y con más infinita suavidad acaricia mi glande
(sobre todo por la parte de atrás) para extraer todo "el
requesón" acumulado por la batalla amorosa mantenida hace
unas horas. ¡Qué gran placer siente el alma cuando el cuerpo
382
383
está impoluto! Y esa sensación de limpieza que invade el
cuerpo, es sencillamente maravillosa.
¡Llevo levantado apenas una hora y soy inmensamente
dichoso! Estoy preparado para seguir gozando de mis
emociones.
A esas cosas absurdas de la vida, como el trabajo, el
dinero, los disgustos, los facturas, los compromisos, y las
enfermedades, no les hago ni puto caso, ¡anda qué los den
por el culo!
Dicen que el dinero es imprescindible para gozar de la
vida. ¡Mentira y gorda! A un servidor no le hace falta eso para
regocijarse inmensamente de los placeres que da. Mi mente
es capaz de desarrollar las más emocionantes aventuras sin
que me cueste "una perra gorda" . Igual me follo a Sharon
Stone que a la Julia Roberts, o le doy por el culo, al George
Clonney. O viajo a las estrellas y a nirvanas desconocidas por
el ser humano.
Mi última satisfacción y emoción, (porque como todo
en la vida es perecedero, y hay que renovar también la
imaginación), son las pajas que me hago mirando una foto de
las caderas y el bello del pubis de la foto de la página
siguiente.
Puedo asegurar que consigo más placer virtual que si
pudiera hacerlo en la realidad, ya que por circunstancias
físicas, me sería imposible hacer realidad mis emociones.
¡Pero en la virtualidad! Soy el amo de mis sentimientos y los
manejo a mi antojo.
Lástima que en esa foto no pueda contemplar lo que se
esconde entre esas piernas y debajo de su “Monte de Venus”,
pero le hecho imaginación y me figuro un coño de labios
menores emergiendo por encima de los mayores, y un clítoris
que se sale fuera de su capuchón. Que los lamo, los absorbo
y los succiono con delectación y ansia. Afirmo que la media
docena de pajas que me he hecho esta semana con la foto de
mi amante secreta como fondo de escritorio de mi PC son de
campeonato.
383
384
¡Y las siestas! ¡Joder que gozo!
con la barriguita bien repleta,
el corazón y alma en alborozo
dispuesta y alerta "la cebolleta",
se prepara este aguerrido mozo
meter hasta el fondo la bayoneta.
384
385
Mujer presa en cuerpo de hombre
385
386
espejo y le devuelve la figura que más detesta. La de un
asqueroso macho de un metro noventa, ochenta y cinco kilos
de músculos repartidos uniformes por toda su anatomía, un
rostro masculino tan hermoso y bello que causa admiración a
quien le contempla.
Y lo más horrible, lo que me lleva al borde del suicidio
cuando veo ese pedazo de polla de 20 cm. en estado flácido y
30 cm en erección. ¡Oh! Dios mío.
Las que pasa una servidora para que no se me vea ese
"paquetón" por la braguita. Seguro que más de una se estará
riendo de mi desgracia.
He intentado operarme y tomar hormonas femeninas,
pero una malformación renal pone en peligro mi vida.
Además, ¿qué tipo de mujer iba a ser una servidora
con este metro noventa y este mentón mío que parece una
quijada de caballo? ¡Quita! !Quita! Iba a ser un verdadero
monstruo, y aquí no podría echar la culpa a la Naturaleza.
Porque una tiene mucho sentido del pudor, y eso de
ser mujer de laboratorio no me gusta. Al menos con este
cuerpo de macho provoco ¡suspiros! y ¡ayes! de las mujeres, y
miradas de envidias de los tíos. Si me hiciera mujer de
quirófano, lo único que iba a provocar serían risas. Y una,
repito es muy pudorosa y remirada, por lo que jamás caeré en
el esperpento.
Hasta los 30 años de mi asquerosa existencia
transcurrieron en un continuo vivir en la angustia. Ser mujer
¡Muy mujer! y no poder demostrarlo, (mi entorno me lo
prohibía) me producía tales estados de depresión no
entendibles por los ajenos al drama ¡Nadie puede saber lo
terrible que es eso!
Ir a la sección de lencería del "Corta Ingles" y
contemplar esos sujetadores y braguitas, esos vestidos que
hacen más mujer a la mujer. Los vaqueros que enaltecerían
mis redondas nalgas, y sólo poder lucirlos en tu imaginación.
Y no poder usar compresas o tampax para esos días en que la
mujer culmina la función más hermosa de su creación. Y
cuando veo al George Clonney en la tele (es mi novio virtual) y
386
387
tener que hacerme “un dedo” a su salud ¡Horrible! ¡Horrible!
¡Horrible!
No aguantaba más. Estaba al punto del suicidio, hasta
que un día mi hermana Maruja que es la única persona que
conoce mi secreto me dio la solución. ¡Gracias Maruja por
salvar mi vida! Me dijo.
-Sonia. Ella me llama Sonia cuando estamos solas.
Hacte lesbiana.
Me quede perpleja, alucinada, incierta irresoluta, pero
como viendo una luz al final del túnel de mis desgracias. La
idea no la había contemplado porque en mi mente no hago el
amor nada más que con mi Clonney. Pero la asquerosa
realidad se impone, o mueres con tus sueños.
Hoy a mis 35 años me estoy follando a tía diaría
¡Oígan! Que me he acostumbrado y me gusta esto de ser
lesbi. Por lo que me he propuesto ser lesbiana por muchos
años más.
¡Ah! He quitado la foto del Clonney que presidía la
cabecera de mi cama y he puesto la de Sharon Stone. Escribí
una carta a su productora con mi foto, y me ha respondido
ella de su puño y letra notificando que cuando venga a
España me quiere conocer.
¡Gracias a Dios! Que he solucionado un terrible
problema que me llevaba al borde de las desesperación.
387
388
Noches de amor en el Hotel Puerto Bahía
Capítulo 1º
Me hallaba por tierras gaditanas en mis labores
comerciales de supervisión de la zona; me alojaba en el Hotel
Puerto Bahía de La Valdelagrana: del Puerto de Santa María -
Cádiz; hotel con magníficos servicios y un entorno
maravilloso; por lo que le escogí como "cuartel general" de mis
operaciones, que generalmente se desarrollan de lunes a
viernes.
Pero miren ustedes por donde, que el viernes,
dispuesto a regresar a la paz de mi hogar en Madrid, un buen
cliente me dijo que si pudiera estar el lunes siguiente a
primera hora en su despacho de Jerez de la Frontera, para
tratar un negocio muy rentable; por supuesto quedamos el
388
389
lunes próximo a las nueve de la mañana, me interesaba
mucho hacer esa operación.
¿Cómo me voy a Madrid (650 Km) para pegarme un
madrugón el lunes? Decidí lo más sensato, quedarme en el
Hotel tranquilamente y el lunes ver al cliente de Jerez que
desde El Puerto de Santa María está un paso.
Sería sobre las tres de la tarde, cuando me dispuse a
llamar a mi mujer para comunicarle que me quedaba en
Cádiz por los motivos ya expuestos, lo cual, lo entendió
perfectamente.
Estábamos a mediados del mes de Septiembre, por lo
que apenas estábamos dos o tres turistas de la tercera edad y
dos o tres viajantes nada más. La perspectiva era desoladora,
me esperaba un fin de semana tranquilo, muy tranquilo. Pero
claro, un viajante con 40 años, fuera de casa toda la semana,
el viernes con "la pluma" tan cargada y deseando descargarla
con "la parienta", estaba que bramaba, necesitaba una mujer
desesperadamente "para meter".
La recepción está situada enfrente la puerta principal,
de unos grandes ventanales que dan a la zona privada del
Hotel, y que también sirve de aparcamiento.
Estaba apoyado en el mostrador de la recepción
hablando con una de las recepcionistas.
-Don Félix ¿Cómo es que se queda en el Hotel este fin
de semana?
-Ya ves hija, un cliente que me ha hecho la puñeta y he
tenido que quedarme para no darme la paliza el lunes.
Me miró con cara picaresca la nena, a la vez que me
decía:
-Aquí le espera un fin se semana movidito.
-No te entiendo, si esto se queda vacío.
-¿Espere un poco y verá?
-¿Qué es lo que tengo que ver? Dije entre intrigado y
mosqueado.
-No sea impaciente, que llegarán en un par de
minutos. Tienen la entrada a las tres y media, y ya son y
veinticinco.
389
390
-¡Pero quien coño va a venir! que me tienes intrigado.
Dije un poco cabreado, ya que con la señorita recepcionista
me une cierta amistad por el tiempo que llevo alojándome en
el Hotel.
-Muchos de esos... que acaba de mentar.
-¿De coños?
No había acabado de pronunciar la palabra, cuando a
escasos metros de la puerta... Uno. dos, tres, cuatro y cinco
autobuses aparcaban.
Al momento, una riada de mujeres salía de los mismos.
Supe después porque me lo dijo la recepcionista, que eran
550 mujeres esteticistas de una gran empresa multinacional,
que hacían su convención anual de cinco días de duración. Y
lo mejor: todas entre los 30 y los 50 años. Creí volverme loco
al ver tanto coño (perdón) mujeres, y yo el único cliente
hombre disponible.
-Ve don Félix como le dije que le espera un "finde"
movidito. Me dijo la recepcionista poniendo cara de pillina.
390
391
Capítulo 2º
Como la conocí
391
392
presumiblemente llamaban a sus maridos o a sus familiares
de que ya habían llegado.
Una señora, la mayor del grupo, (pues así lo
aparentaba sus sesenta años por lo menos) me miraba y se
sonreía sentada desde unos de los sillones. No era una risa
provocadora, más bien era una risa con mensaje; y
efectivamente así era, un mensaje que la señora me quería
trasmitir.
Me acerqué a ella, y con el debido respeto le saludé
una vez presentado.
-Siéntate aquí, a mi lado, buen mozo.
Estas fueron sus palabras, tal como las transcribo.
-¿Estarás algo confuso, verdad?
-La verdad que sí, de repente a estar el hotel vacío a
estar repleto de mujeres. ¿A qué se debe? Pregunté.
-Somos esteticienes de una multinacional, y
celebramos este año la convención anual aquí.
-Después de conversar de una forma formal sin
ninguna trascendencia me dijo muy resoluta.
-¿Querrás ligar, verdad?
Al observar en mí cierta incertidumbre, pues quizás
pensó que eso de ligar se refería con ella, se apresuró a
aclarar.
-Conmigo no, que yo no estoy para ligues.
Quise responder al detalle diciendo.
-Una pena, porque estás en el punto más sabroso de
una mujer.
-Sí, como las gallinas viejas que hacen el mejor caldo.
-Por Dios, Pilar (ya nos habíamos presentado) no diga
eso.
-Calla y escucha, Félix. La mayoría de todas estas
señoras están casadas y alguna separadas, y a ninguna le
importaría "echar un polvete" extra. La convención del año
pasado se hizo en Marruecos. No veas el desmadre que hubo,
corrían por los pasillos del hotel en bragas como posesas en
busca de la "polla mora". Así que ya sabes buen mozo, que te
lo pases bien.
392
393
Se fue con una amiga que venía a buscarla y me dijo
adiós a la vez que me guiñaba el ojo.
Se llamaba Monserrat, de unos 50 años (no le pregunté
la edad ni falta que me hacía saberla). Era a la sazón una
mujer de exuberante belleza de algo más de un metro setenta
de estatura; y lo que me cautivó fueron sus caderas y sus
piernas, eran de impresión; embutidas en unos pantalones
vaqueros parecían que querían estallarlos, pero no por que
fueran estrechos, no, no, es que sus piernas estaban tan bien
torneadas, que seguro rompieron el molde que las formaron.
Y de los glúteos mejor no hablar, pero era uno de los culos
más excitantes que hasta la fecha había contemplado.
De cara muy bonita, sin llegar a ser belleza, pero
aquellos ojos tan vivarachos transmitían destellos propios
que le daban al rostro una luminaria especial. La boca algo
grande, sobre todo el labio inferior, parecía ser así de tanto
haber sido besado; el superior más fino, pero muy bien
dibujado.
Estaba sentada en uno de las mesas del bar con otras
dos amigas o compañeras. Yo me hallaba en otra mesa de
enfrente, como a unos tres o cuatro metros.
Ni que decir tiene que los cuchicheos que se traían de
"oreja a oreja" eran sobre mí, aquellas miradas (sobre todo las
de Montse) lo evidenciaban. Bastó un guiño de mi ojo derecho
para que las dos amigas o compañeras se levantaren y se
despidieran de ella con sendos besos en las mejillas. Señal
inequívoca que nos dejaba "el campo libre".
-Buenas tardes, ¿me permite hacerla compañía, ya que
sus amigas la "han abandonado"?
-¡Cómo no caballero! Y muy agradecida.
Qué gran verdad es que los ojos y la expresión del
rostro nunca mienten. Los de Montse destellaban, que unido
a la sonrisa de sus labios, evidenciaban el buen grado con
que me aceptada.
Voy a soslayar los prolegómenos iniciales, ya que
fueron los propios en estos casos: presentación, a que te
dedicas, de donde eres, etc. etc.
393
394
-¿Estás solo? Me preguntó.
-Solo y sin compañía, soy un triste viajante que vaga
de hotel en hotel por esos mundos de Dios.
-Y de mujer en mujer, me supongo.
-No lo creas, no lo creas. No soy ese vulgar mujeriego
que sólo busca satisfacer su libido.
-¿Qué buscas entonces en una mujer?
Miré a mi reloj, eran la siete y cuarto.
-¿Qué te parece si lo vas descubriendo tú poco?
-¿Cómo?
-De momento te invito a tomar el pescadito frito de la
zona. Está riquísimo con una cervecita o un vino fino.
-De acuerdo Félix, tenemos toda la noche para
descubrir el secreto que escondes, al parecer tan
celosamente.
-Secreto que descubrirás cuando quieras.
La cosa estaba clara, ahora sólo me faltaba llevarle a la
cama con la mayor delicadeza y exquisitez. No era mujer de
"un polvo" y adiós, era una señora con la que antes de llegar
al tálamo del amor, había "que pasearla por todos los paisajes
del Cielo".
Después de cenar en el Restaurante Romerijo una de
sus espléndidas mariscadas de pescados y mariscos
autóctonos, le dije si le apetecía bailar en la discoteca del
Hotel. La mirada que me echó fue tan elocuente que
comprendí que sería inoportuno, ya que con toda seguridad
estaría a rebosar de compañeras, y no tendríamos la
intimidad que los dos sin decirlo buscábamos. Ese detalle me
confirmó que estaba deseando lo que yo.
-Si no te importa Félix, prefiero un local más íntimo y
acogedor, la discoteca del Hotel irán mis compañeras,
¿comprendes?
-Comprendo, cariño. Le dije a la vez que acercaba mis
labios a los suyos. Beso fugaz que no rechazó, y que fue el
preludio de una de las noches de amor más maravillosas que
había vivido en mi vida.
394
395
Capítulo 3º
395
396
Fue un beso interminable, infinito, nuestras bocas
estaban tan selladas que no había forma de desunirlas; como
dos desesperados buscamos en todos sus rincones el jugo de
la mejor fruta.
-¡Uf! Félix, ¿siempre besas así?
-¿Tú crees que un beso cómo este se puede dar a
cualquiera?
-¡Desde luego que yo no! Me dijo muy convencida.
-Pues te prometo que yo tampoco lo doy así a cualquier
mujer.
Bailamos hasta las dos de la madrugada con los
cuerpos unidos como el dos siameses; mi pene a plena
tersura, repicaba como badajo de campana en su vientre
plano y duro,
-Cariño, me dijo susurrando al oído, mientras movía su
vientre cadenciosamente en torno a mi virilidad. De qué
manera te siento. ¡Ummm! me tiembla el alma sólo con
pensar que dentro de poco te voy a sentir todavía más
adentro.
-Sí mi vida. Y yo me muero por llegar hasta el fondo de
tus entrañas.
-Pues vamos a ese cielo, cariño, que me derrito, mis
fuentes del amor me van a inundar... me voy a licuar...
Montse compartía su habitación con una compañera,
por lo que obvio decir que fuimos a la mía; y como tengo la
costumbre de dormir en cama grande, (siempre pido cama de
matrimonio en todos los hoteles) la tomé en volandas como se
toman a las novias en la noche de bodas, y así traspasamos
la puerta de la alcoba.
La deposité dulcemente en la cama. Ella que me tenía
abrazado por el cuello, me atrajo hacia si, y me volvió a besar.
-Mi vida, soy tu esposa, tómame, soy toda tuya.
¡Qué bonito es hacer el amor! La verdad que es muy
distinto al follar. Lo que más me emociona son los
prolegómenos; los besos, las miradas llenas de pasión, las
caricias por todas las partes como queriendo descubrir cada
396
397
milímetro de piel de la amada. Acciones que obviamente no
realizas con una prostituta o un ligue sólo para "meter".
Fumar ese cigarrillo a medias; la botella de champagne
y las dos copas, que previamente habíamos subido a la
habitación. Entre sorbo y sorbo un beso, bebiendo de
nuestras bocas.
Cuando la desnudé, (soy de los que desnudan a mis
amantes) es un rito tan maravilloso que no concibo amar sin
ser yo el que deja a la amada en su traje de piel.
Cuando sólo faltaba bajarle la braga, le pedí a Montse
que se pusiera boca abajo, quería contemplar la inmensidad
de sus caderas, glúteos y piernas desde esa perspectiva. ¡Qué
espectáculo más maravilloso! ¡Dios!
Empecé admirando la cascada de cabellos del color de
la miel que se deslizaba hasta la espalda a la altura de sus
omóplatos. De piel tersa y ligeramente morena. Deslicé mis
dedos por ella en una caricia ligera y casi superficial, pero
que fue suficiente para que Montse se estremeciera y se le
escapara un suspiro de delectación.
Cuando posé mis labios allí, noté como se le ponía la
"carne de gallina"; y cuando bajé la braga hasta debajo de sus
glúteos y baje mi boca hasta situarla en la embocadura de su
recto, es cuando su estremecimiento fue mayor.
Intuyendo la caricia, aupó sus nalgas a la vez que con
los dedos pulgares de mis manos le abría ambas hasta dejar
su ano al descubierto.
-Cariño... Que estará sucio. Me dijo.
El olor que emanaba de "aquella cueva" era
embriagador: mezcla de sus exudados naturales y rosas.
Quien no haya olido el ano de una mujer limpia, le aseguro
que es de un aroma que te llena el cerebro de mil fantasías.
¡Bueno! al menos a mí si que me lo llena, y me transmite
tantas emociones que hay veces que no despego mi boca de
lugar tan excitante.
-¿Sucio mi vida? Pero si lo tienes como las ondinas,
claro y trasparente como las fuentes del paraíso.
-Nunca me han hecho eso...
397
398
-Me alegro ser yo el primero que pruebe su ambrosia.
Introduje mis belfos hasta lo más hondo de aquel pozo;
mi lengua incansable lamía con ansia todo su contorno,
desesperada, insaciable...
Montse jadeaba y suspiraba... ¡Qué placer más
refinado! Jamás supuse que esto podría dar placer tan
exquisito. Decía entre gemidos entrecortados.
La caricia se nos hizo interminable, lamí hasta que se
me quedó la boca seca; y unas ganas terribles de orinar
llamaron mi atención.
-Voy a hacer un pis, mi vida.
-Y yo otro cariño, que me llevo aguantando desde que
salimos de la disco.
Hicimos ese pis juntos. El sonido que hacía llamó mi
atención; era una especie de siseo que excitaba. Miré al lugar,
y como lo estaba haciendo en cluquillas sobre la taza de
water, vi perfectamente su coño rosado, ya que lo tenía
totalmente depilado; y como salía un chorro de liquido
amarillo y humeante que me estimuló de tal forma que no
pude reprimir el deseo de lamerlo y absorber aquellas gotitas
que pendían de sus ninfas.
Acto seguido, sin lavarme la boca, me besó de tal forma
que su lengua baldeaba mis labios.
-Quiero comprobar como saben mis líquidos en tus
labios. Me dijo sobre excitada.
Abrí la boca, y metió su lengua hasta lo más profundo
como queriendo encontrar "las fuentes del placer" para saciar
toda la libido que le reclamaba su sed de amor.
Tengo la costumbre de lavarme los dientes antes de
dormir, amén de hacerlo también después de cada comida.
Pero esta vez Montse me lo impidió.
-No-cariño. No quiero lamer de tu boca sabiendo a
dentífrico; la quiero lamer degustando las emanaciones de tu
alma.
-Vamos a la cama, mi vida, vamos tal como somos.
398
399
Debo decir que me había lavado bien el pene, sobre
todo por la parte de atrás. No a todas las mujeres les excita
su olor natural.
Estaba empalmado a tope, me situé boca arriba,
invitándole a que me "la mamara". Cosa que hizo presto, no
hizo falta ninguna indicación por mi parte.
-¿Te lo has lavado, verdad?
-Sí cariño, lo tenía algo sucio.
-Yo también tenía el culo sucio y a ti no te ha
importado.
-Ya lo sé cariño, pero me ha parecido oportuno
lavármela.
-Una pena, porque me encanta como huele el macho
por aquí. Se entiende, el macho que me sublima, no cualquier
tío.
Lo siento cariño, lo tendré en cuenta para mañana.
Montse lamía de mi pene de tal forma que me
electrizaba, me ponía los pelos de punta. La tuve que parar
porque me corría, y quería hacerlo dentro de ella; ya que a los
40 años echar dos polvos seguidos no es posible. O al menos
a mí no me es posible.
Cuando "la cubrí" en la posición "del misionero", y
sentí mis 18 cm totalmente introducidos en su vagina,
parecía que se me iba el alma detrás de la polla. Me aferré a
aquellas caderas como un naufrago se aferra a la tabla que le
sostiene a flote en el océano. Hice mil esfuerzos mentales
para aguantar "allí dentro" toda una vida. Imposible, el
movimiento de sus caderas y culo lo impidieron. Derramé y
dejé en su cueva de amor, todas mis esencias de hombre.
Miré al reloj, eran las 5.24 horas. -Qué te parece si
dormimos un rato.
-Lo siento cariño; pero a las siete debo estar en mi
habitación.
-¿Y eso? ¿Tienes algún compromiso con tu compañera
de habitación?
399
400
-No-cielo, pero es que espero a mi marido que viene a
buscarme para irnos juntos a casa. Y como comprenderás
debo quitar todas "las secuelas" de "tu amor".
Aunque suponía que estaba casada, no pude prever
que vendría su marido a buscarla. Supuse que estaríamos
juntos hasta el día de su marcha para vivir intensamente el
romance, y luego despedirnos con lágrimas en los ojos. Por lo
que otra vez me asaltaron las mismas dudas. ¿Por qué
cojones tengo que idealizar a la mujer que me follo? ¿Cuándo
voy a aprender que esto es follar, no hacer el amor?
-¿Cuándo os vais? Pregunté contrariado.
La convención empieza el lunes, dura tres días, por lo
tanto, el jueves saldremos para Sevilla y tomar el avión para
Barcelona.
Se rompió el idilio como se rompen los sueños vanos.
Ya no vi a Montse como la había idealizado. No me parecía
aquella hermosa mujer que mi mente formó como a una
sacerdotisa del amor.
Quedamos los dos mudos. Ella se fue al servicio para
arreglarse. Cuando desperté, eran las 12.20 del medio día.
Montse se había ido sin despedirse, seguramente para no
despertarme.
400
401
Capítulo 4º
Parte primera
402
403
-Gracias caballero, pero es que me esperan unas
compañeras. Dijo señalando a una mesa del rincón de donde
dos señoras le llamaban.
-De nada señora.
Se fue, pero la sonrisa que me echó me daba a
entender que hubiera preferido comer conmigo; por lo que me
propuse observarla.
Se podía haber sentado de cara hacia mí, o dándome la
espalda, ya que tenía esas dos opciones; eligió la primera,
unido a que no me quitaba la vista, comprendí que después
de comer seguro que habría "rollo".
Las miradas que nos cruzamos desde nuestras
respectivas ubicaciones fueron constantes. No era una mujer
tan espectacular como Montse, pero sin embargo me parecía
más espiritual; quizás se le adivinada detrás de su rostro, que
sin ser bello un alma noble; y seguro que no estaba casada.
No sé si será una impresión o una cualidad mía, pero
por la expresión de sus rostros distingo a la mujer que fornica
mucho de las que no, o lo hacen muy poco. No me pregunten
el secreto que ni yo mismo lo sé. Quizás las casadas tienen
un halo especial en la expresión, y otro color. Las solteras
parecen cómo más pálidas y una expresión como la vírgenes
que pintan los maestros del arte.
Y deduje por la expresión de su rostro, que la dama
que estaba enfrente de mí, y que me miraba con cara de
ingenua, estaba soltera. Y no me equivocaba; Alfonsina como
así se llamaba era célibe. Pero no adelantemos
acontecimientos.
Salí del comedor y me dirigí a la cafetería colindante
con la intención de tomar un café y copa, y con la seguridad
de que ella haría por encontrarme.
No había pasado media hora, cuando salía del comedor
con las dos compañeras; éstas se despidieron y ella se quedó
en la barra, en la que pidió un café con leche.
Más claro que el agua, sus amigas sabedoras de que
tenía ligue a la vista, "abandonaron el campo de batalla".
403
404
Como estaba de pie, y a escasos metros de la mesa
donde me hallaba saboreando mi café y copa, pude observar
su figura a placer. Mientras pedía al camarero, se encontraba
de espaldas a mí. La verdad que me decepcionó un poco;
hacía menos de 12 horas que había estado con un
monumento de mujer; y las piernas y tafanario que estaba
contemplando en este momento, no eran los de aquella. Sin
embargo cuando se dio la vuelta y miró hacia mi ubicación, si
vi un rostro de una dulzura que me cautivó tanto, que me
hizo olvidar el cuerpo de la otra.
Me levanté y me dirigía a ella, que seguía como
mirando al vacío.
-Señorita, no me tome por un desahogado, pero mi
deseo es invitarle a que siente en mi mesa.
-Gracias por su ofrecimiento. ¿Y cómo sabe usted que
soy señorita? Me dijo con una sonrisa. (Ya sentados)
-La verdad que no lo sé, pero su rostro exento de
arrugas y preocupaciones de las casadas, así lo expresa.
-Muy sagaz caballero, ha acertado en mi soltería, pero
arrugas tengo unas pocas, y preocupaciones, muchas.
-Permita que me presente, me llamo Félix, y si usted
me lo permite, este domingo me gustaría hacerle olvidar sus
preocupaciones.
-Encantado Félix, me llamo Alfonsina. Pero si me
llamas de usted, dudo que lo consigas.
-Pues te aseguro Alfonsina que voy a hacer todo lo que
esté en mi mano para que las olvides, al menos por esta
noche.
-¡Ah! ¿Es que vamos a pasar la noche juntos? Me
preguntó con cierta ironía.
Pronto me di cuenta que llevarle al receptáculo iba a
ser arduo difícil, lo vi en su mirada; no era una mirada de
deseo, me miraba de una forma que me hacía sentir algo
especial, en donde el sexo no era su principal motivo.
Siempre me he preguntado si para las mujeres el sexo
es como para el hombre: el motivo principal y la consecuencia
de una relación entre dos personas adultas. Dicho de otra
404
405
forma. ¿La mujer busca también un contacto sexual fugaz
cuando liga? Me refiero a las mujeres solteras o separadas,
las casadas se supone que cuando ligan, es porque les
apetece lo mismo que al hombre. Aunque lo que sí estoy
seguro, que la mujer por regla general es más selectiva en
aceptar al hombre para esos menesteres.
La verdad que estaba muy cómodo con ella, pero
desconcertado. Me inspiraba algo más que el fornicar; no sé,
vivir como ese cuento de hadas en donde el príncipe salva a la
princesa de las garras de dragón de mil cabezas sólo para
darle un beso.
-La verdad Alfonsina, que no me importaría pasar la
noche contigo; pero no necesariamente como dos amantes;
como dos amigos o dos camaradas podría ser igual de
maravillosa. Le dije con la intención de parecerle un
caballero, no un ligón.
-Desconozco lo que es un amante, ya que como sabes
no estoy ni he estado nunca casada; y los amantes los tienen
los y las casadas, ¿verdad?
-¡Claro, claro! Los solteros y solteras tienen novios o
amigos.
-¿Estás casado, Félix? Así, de sopetón me lo preguntó.
-No te voy a mentir, sí, si estoy casado.
Me daba ya por vencido; Alfonsina no buscaba un ligue
para esos días de convención. Por lo que decidí cortar por lo
sano. Aunque como dije antes, me cautivaba su compañía.
Ya he repetido que no soy un mujeriego nato que se va
con cualquier mujer. Si no vivo una especie de romance no
"me motivo". Tengo la absurda idea que las mujeres por muy
ardientes que sean, son algo más que un cuerpo con curvas
excitantes.
Se dio cuenta de mi actitud; por lo que me dijo a
renglón seguido.
-¿Me llevas a bailar?
Cuatro palabras habían cambiado la situación, por lo
que aproveché para "entrar a matar", y saliera por donde
405
406
saliera ya me importaba poco, por lo que le dije mirándole a
los ojos.
-Cómo creo que compartirás habitación con una
compañera, y no querrás molestarla, me figuro que querrás
dormir en la mía.
-¿Pero tú crees que vamos a dormir?
-Yo siempre después de hacer el amor me quedo como
un tronco. ¿Y tú?
-Yo es que no hago el amor.
-No lo puedo creer.
-Pues es muy cierto. Vivo en una población muy
pequeña, y gozo de un gran predicamento de mujer seria y
formal.
-Entonces, ¿tampoco tienes novio ni amante?
-No, no tengo nada de eso.
-Ya, comprendo. Y hoy si estás dispuesta a amar ¿me
equivoco?
Esta es mi primera convención con la empresa, me
encuentro desubicada de mi medio natural y me hallo algo
confusa.
¿Sólo te puedo decir que soy un caballero, y conmigo
no tienes nada que temer. Vamos.
La tomé del brazo. Eran las 18:20 horas. Te voy a
llevar a un lugar maravilloso.
Partimos rumbo a Cádiz, ya que no lo conocía
Alfonsina, y tenía deseos de hacerlo. El Puerto de Santa
María está poco más o menos a 25 kilómetros por el Puente
de Carranza, por lo que tardamos poco menos de media hora
en llegar.
Estuvimos paseando por amarraditos de las manos a
orillas del Atlántico por el Paseo del Vendaval y la calle
Campo del Sur, hasta el Parque Genovés. Al lado se halla el
Hotel Atlántico, en donde arribamos.
No sé que me pasaba; aunque creía que me estaba
enamorando, ya que sólo el haber paseado amarradito a su
mano o a su talle durante ese largo paseo, me produjo más
406
407
emociones que las que me había producido Montse hacía
menos de veinticuatro horas en esa noche frenética.
Es cierto que las "flechas del amor" se te pueden clavar
en un momento, y a mí se me estaban empezando a clavar;
tanto, que no pensaba con lujuria, pensaba en vivir un
sueño, una ilusión, una quimera... Como las que se viven a
los dieciocho años.
-¿Qué piensas Félix? Me dijo al verme abstraído
mirando al Océano desde la terraza del Hotel.
-Algo maravilloso, pero utópico.
-¿Se puede saber cual es esa utopía?
-Que estás jugando con los caballitos en el fondo del
mar, y yo soy el Dios Neptuno que voy a desposarte.
-De Alfonsina Storni, sólo tengo la soledad, pero
gracias a Dios una salud muy buena, no una enfermedad
incurable como a ella que le llevó al fondo del mar. ¿Eres
soñador, Félix?
-Desgraciadamente bastante
-¿Por qué dices desgraciadamente?
-Porque a los sesenta años un hombre sólo debe
pensar en realidades, no en quimeras.
-O sea, que yo soy una quimera.
-Hoy sí. Pero si estuviera soltero serías una realidad.
-Pero en España ya existen las separaciones. No me
mal interpretes, que no lo digo por ti; lo digo, porque "esos
sueños" se pueden lograr con el divorcio.
Me estaba metiendo en un terreno absurdo, terreno
propio de los ilusos; ya que era una ilusión la que estaba
viviendo mi mente respecto a Alfonsina.
Lo que más me fastidia, es que amo a mi mujer con tal
fuerza, que no concibo vivir sin ella; pero esta mentalidad mía
tan infantil me estaba sublimando a retornar al pasado en
donde robar un beso a la mujer amada, era el mayor premio
que aspiraba el enamorado.
¡Claro! mi mujer no es capaz de llevar mi mente a ese
estado. Son casi cuarenta años de matrimonio, y si le digo
407
408
que quiero vivir otra vez la juventud con ella, lo más probable
es que me diga que despierte.
Acerqué mis labios suavemente a los de Alfonsina, que
me miraba como queriendo escudriñar mis pensamientos.
Cerró los ojos, y allí, ya obscurecido, a la luz de la tenue luz
rosada de una farola, nos besamos como se besaban los
niños de aquella España de los años cincuenta.
-¡Ah! que no saben como se besaban los niños y las
niñas de antes Pues sin lengua. Los labios solamente
pegaditos. Besos que materialmente no saben a nada, pero
sin embargo espiritualmente saben a Gloria.
-Alfonsina.
-Dime Félix.
-¿Quieres hacer el amor conmigo?
-Cuando me enamore, lo haré con inmenso amor.
Era un no tan rotundo, pero dicho de una forma tan
sutil que comprendí y volví a la realidad. Las mujeres como
Alfonsina no fornican, hacen el amor cuando se enamoran de
verdad. Que al fin y al cabo, eso es hacer el amor.
Que expresión no pondría, de decepción supongo, que
me dijo solamente.
-Lo siento Félix.
Mis sueños se derrumbaron como un castillos de
naipes. Y me sentí como ese enamorado que su amada le ha
dejado por otro después de un largo noviazgo. Y sin embargo
había disfrutado de estas horas con Alfonsina, más que
anoche con Montse. ¿Por qué?
Fue porque estaba acostumbrado a hacer mis
caprichos con las mujeres que sólo buscan lo que yo.
Alfonsina busca el amor, el verdadero amor.
408
409
Novias anhelantes. Esposas y amantes.
Madres enaltecidas, y compañeras
indiferentes
410
411
se verá decepcionada por un hijo por muy “monstruo” que
sea ante la sociedad; un padre puede llegar a la
desesperación por ese mismo motivo.
El esposo ha pasado en cinco, diez, o doce años, de ser
ese príncipe azul insustituible, a un obstáculo en los planes
futuros. Los hijos con la madre forman un clan en el que el
marido suele estar al margen de muchos temas; más que
temas “comidillas” en las que el hombre es un obstáculo, no
una solución.
El marido en esta etapa es considerado para solucionar
los posibles problemas que afecten a la familia en lo
económico y en lo práctico, pero está al margen de los
problemas que plantean los niños en la adolescencia, y al que
hay que ocultar o deformar. ¡No los entendería!
Ya no hacen el amor, simplemente follan. La mujer es
muy consciente de que el hombre tiene unas necesidades
fisiológicas muy acuciantes, y sabe que por el sexo puede
perder el afecto y la confianza de su marido. Ella por regla
general no tiene esas necesidades tan apremiantes, pero se
presta de muy buen grado a satisfacer a su hombre a pesar
de que muchas veces utiliza subterfugios para evadir
encuentros amorosos.
Para la mujer, lo primero en la escala de sus valores
sin duda son sus hijos. El marido ha pasado a un circuito en
donde será considerado en tanto en cuanto sepa sobrellevar
la nueva situación creada en la familia.
En esta etapa es cuando se producen la mayoría de las
escisiones. “El Rey” de la casa ha sido destronado por las
circunstancias. Aquel esposo que sepa asumir su nuevo
estado; el de ser un miembro más de la familia que debe
renunciar a sus afectos y pasiones en detrimento de la buena
armonía y convivencia, llevará este discurrir con templanza y
sin grandes sobresaltos que provocan las malas relaciones.
Y el hombre que no pueda asumir esta última etapa de
su matrimonio, y necesite el afecto y comprensión de su
esposa por encima de todos los componentes y lazos que se
han formado en torno a ella, la convivencia entre ellos será
411
412
imposible. Él, tenderá a buscar en otras mujeres esa
admiración y halo de macho que ha perdido. Lo terrible para
el hombre en esas circunstancias: es un "juguete roto” que
sólo servirá según el valor de sus emolumentos hacia ellas.
La mujer después de 30/40 años de matrimonio, y aún
el balance que haga del comportamiento de su marido en
todos esos años sea muy positivo, nunca podrá retornar a los
ímpetus y arrebatos hacia el hombre que fue de sus sueños.
Pide a su compañero un tránsito tranquilo y pacífico hacia el
final.
Este es el proceso normal de un matrimonio feliz. Que
nadie espera más.
412
413
Nunca creí que en mi ano cupiran 25
cm
413
414
juventud me impidieron cambiar el sexo, y convertirme a base
de hormonas en una linda muchachita de pechos generosos,
caderas anchas, y tafanario generoso.
Las bragas me fascinan, de hecho tengo mi colección
que me pongo casi siempre, apenas uso el calzoncillo. Y
además me quedan monísimas, ya que tengo unos muslos
torneados y un culete respingoncillo, y el poco vello que me
sale me lo depilo. Ya digo, en braguitas estoy monísimo.
Y lo que me subyuga, son esos momentos que se
dedican a ponerse guapas, ese rito frente al espejo, con los
aceites, los pinceles, la barra para los labios... Simplemente
me hechiza.
Lo que me traumatiza es no poder ponerme sujetador,
por razones obvias, pero también me embrujan. El poder ir
por el mundo con sostén, braga, liguero, faldita y blusa, sería
el colmo de mi felicidad.
Naturalmente, con este cerebro de mujer a nadie le
extrañe que me gusten los tíos ¡eso sí! los guapos y atractivos,
los feos no me molan; y lo que me vuelvan "loca", son los
miembros viriles.
Sin embargo al principio de mis inquietudes
femeninas, y a falta de un coñito intenté suplirlo por mi
culito, obviamente no es lo mismo, pero en mis fantasías,
intentaba que mi "ojete" lo supliera, ¡pero leches! por ahí no
entraba ni "el bigote de una gamba", y aunque empecé por
introducirme zanahorias bien lubrificadas con vaselina, me
dolía, y desistía en los intentos. El ojete me escocía mucho, y
no conseguía que entrara nada más que un poco; si intentaba
meterme más, casi gritaba de dolor.
Un día leí en el consultorio de una revista gay, que la
introducción por el ano de artefactos en forma de pene, no es
recomendable, ni aunque sean maleables, ya que siempre
será algo extraño lo que entre, y que nuestro cuerpo tiende a
rechazar. Que lo lógico, es que sea un pene auténtico el que
se introduzca en el recto, ya que el acoplamiento carne con
carne humana, el cuerpo lo admite mejor.
414
415
No me quedaba más remedio si quería saber que se
siente con una polla metida en tu cuerpo, aunque sea por el
culo, tendría que buscar un macho que me lo hiciera sentir. Y
ese macho fue Adolfo, un compañero de trabajo.
Acaeció en la convención de Septiembre que tuvimos
en Lloret de Mar. Nos tocó dormir en la misma habitación;
pero como Adolfo tenía fama de mujeriego, y así lo pregonaba
a los cuatro vientos, deseché la idea de que pudiera ser él que
me la metiera para saber lo que siente una mujer con una
verga bien metida en sus entrañas.
Pero cual no sería mi sorpresa, que al desnudarme con
toda la naturalidad del mundo que se desnudan dos personas
del mismo sexo que comparten habitación, no me di cuenta
¡lo juro! que llevaba unas bragas rosas con blonda y puntilla,
en vez de calzoncillos.
¡Bueno! ¡Bueno! fue uno de los momentos más
angustiosos de mi vida, y deseaba que la tierra me tragara,
cuando Adolfo empezó a reír al verme de esa guisa. Pero no
con una risa de cachondeo, no. Su risa me parecía de
complacencia, y dijo:
-Qué bueno estás, tienes un culo precioso.
Quedé confuso, pues aunque un sexto sentido me
decía que no se estaba burlando de mí, no estaba muy seguro
de sus intenciones; por lo que me propuse averiguarlo
enseguida.
Acabamos la reunión de la mañana a las 13 horas, a
las 14 horas era la comida, por lo que tenía una hora libre.
-¿Nos damos un baño antes de comer? Me dijo con una
voz que se me antojaba suplicante, como si lo deseara más
que yo. La playa estaba a escasos cien metros del hotel, y
además tenía piscina.
-Vale. Le dije. –Pero tengo que subir a la habitación a
por el bañador.
-No hace falta que subas, siempre llevo dos en el
maletín de trabajo, para no perder tiempo en estos casos. Me
dijo muy seguro de si mismo.
-¿Y dónde nos cambiamos? Pregunté inocentemente.
415
416
-Aquí mismo, en los servicios del hotel.
Me introdujo en uno de los diez o doce retretes que
había en los lavabos de caballeros próximos a la sala de
reuniones; ante mi asombro y sin que apenas me diera
cuenta, cuando quise reaccionar ya estaba dentro del servicio
con él. Servicio amplio y de lujo, como corresponde a un hotel
de cinco estrellas.
-Llevas todavía puestas las braguitas, ¿verdad?
-Pues no. Después del apuro que he pasado hace un
rato me las he quitado y me he puesto calzoncillos.
-Qué pena, porque estabas monísima con ellas.
Me dio un vuelo el corazón al llamarme en femenino.
Me llamo Silvia en el círculo de mis amistades afines al sexo.
Pero casi me da un infarto cuando Adolfo al quitarse los
calzoncillos, portaba un pedazo de pene que le llegaba por los
menos dos centímetros por encima del ombligo.
-Mira como la tengo por tu culpa. Me dijo a la vez que
ponía carita fingida de enfado, pero con una risa picarona.
No había duda que le gustaba, que su fama de
mujeriego era de cara a la galería; esto me lo confesó
después. Que lo que de verdad, de verdad le gustaba con
locura, era los culos de los tíos, sobre todo como el mío.
No pude resistirlo. Agarré su hermosa polla, y juro que
la rodee con mis dos manos alrededor de la misma, una
encima de la otra, y todo el capullo quedó sin abrazar, por lo
que calculé que le mediría unos 25 centímetros.
-Creo que las cosas están claras, ¿verdad? Me dijo con
cara de pillo. Así que esta noche prepara tu lindo culo para
mí.
-Clarísimas. Le dije. –Esta noche mi culo será tuyo.
Pero te quiero decir que soy virgen, lo vas a comprobar
después.
-No te preocupes que te la voy a meter hasta los
huevos, y sólo vas a sentir placer.
Anduvimos hasta las tantas de discoteca en discoteca,
tomando "cubatas" y tonteando con las niñas, sobre todo
416
417
fracesitas que agotaban allí sus vacaciones. Pero sin ligar con
ninguna, ya que esa noche tocaba "mariconeo".
Sobre las dos de la madrugada llegamos a la
habitación. Ambos deseábamos estar juntos.
-Vamos a aprovechar el tiempo, que a las nueve
empieza la reunión.
-Tranquilo Adolfo, que en seis horas podemos hacer
todo, hasta dormir un poco.
Empecé a desnudarme, sabía que lo deseaba. Me puse
de espaldas: Adolfo, sentado expectante en el borde de su
cama. Cuando quedé en aquellas braguitas rojas (sin llegar a
tanga) y que sólo me cubrían una pequeña parte de mis
glúteos, sentí al instante su polla pegada a la raja de mi culo,
con ellas a medio bajar. Me tumbó en la cama boca abajo a la
vez que las acababa de bajar con sus manos.
Con los dedos pulga e índice de ambas manos, abrió la
raja de mi culito para ver lo que se escondía allí. Y dijo como
asombrado.
-¡Coño! si es verdad Tienes los pliegues de ano
totalmente cerrados
-Ya te lo dije, soy virgen, la primera polla que va a
entrar por ahí, va a ser la tuya
-Lo que no sé, es como me va a entrar sin que me
duela.
-Te aseguro que no te va a doler si te relajas. Me dijo
muy seguro de lo que decía.
-Soy todo tuyo, Adolfo. Relajado estoy, y deseando que
me desvirgues.
Me situó como si fuera una perra, por lo que no podía
ver lo que hacía. De repente empecé a sentir por toda la
superficie de mi ano una cosa blanda y viscosa que no podía
ser la polla. Era su lengua que recorría en movimientos
circulares la circunferencia de mi ojete. Movía mi culo al bies
de sus lamidas; en sentido contrario al recorrido de su
lengua, de modo, que el efecto producido era mucho mas
excitante.
417
418
Cuando vio que me deshacía de gusto, que mis caderas
no cesaban de menearse en círculo, sentí que en el mismo
centro de mi ano, se alojaba algo extraño.
-¿Te duele?
Juro que aquello no me dolía absolutamente nada.
Sentía algo que no puedo describir, pero cuando con mi mano
derecha intentaba descubrir buscando por detrás de mi
espalda que era aquello, y sólo encontró sus testiculos
pegados a la raja de mi culo, entendí, que sus 25 centímetros
estaban metidos hasta el fondo de mis cogollos.
Sin soltar "sus bolas", empecé a acariciarlas con suma
delicadeza y suavidad, mientras él bombeaba dentro de mí. Al
rato sentí como un líquido se derramaba en mi interior. Sus
manos se aferraban a mis nalgas de una forma desesperada,
y de los empujones que pegaba en su "desesperada corrida",
la verdad si que me hicieron un poco daño, porque los sentía
hasta los riñones. Pero era tan fuerte la emoción que sentía
en ese momento, que el placer aplacaba al dolor.
Me sentí muy mujer, ¡Por fin! Había realizado un sueño
Lo que siente una hembra con una gran polla metida hasta el
fondo de sus entresijos.
Sencillamente fue maravilloso. Adolfo supo como
hacerme feliz, y nuestro idilio duró hasta que le destinaron a
Galicia.
Y todavía sigo asombrado, como "aquel pedazo de 25
centímetros" pudo caber en algo tan estrecho. ¡Bueno!
estrecho antes. Ahora me cabe cualquiera por muy gorda y
larga que sea.
418
419
Por culpa de una almorrana no pudo
ser
420
421
-Bueno verás. ¡Ah! Antes me voy a presentar. Me llamo
Luis.
-Y yo Roberto. Encantado Luis.
-Igualmente.
-Te quería decir, que, soy bisexual, no gay, y que estoy
casado desde hace diez años. Naturalmente con una mujer.
-Quedé algo confundido, pero pronto reaccioné, por lo
para mis adentros dije:
-Y a mí, que coño me importa que esté casado.
La cosa estaba muy clara, Luis buscaba para esa
noche un culo que follar, cosa que me satisfizo, por lo que me
dispuse a atacar sin rodeos.
-O sea Luis, que lo que buscas es una aventura para
esta noche.
-¡Exacto! Eso es lo que busco.
Iba a preguntarle por su vida familiar, por su mujer, si
sabía de su bisexualidad o le engañaba. Y volví a pensar para
mis adentros:
-Y a mí, que coño me importa sus circunstancias
personales. Y ni corto ni perezoso, me la jugué a la carta más
alta.
-Pues si te gusto, ya la has encontrado la aventura.
-Me encantas Roberto, sobre todo el culito que adivino
debes poseer. Y las teticas que se te marcan a través de la
camisa. ¡Ummmmm! Están para lamerlas.
Me quedaba una pequeña duda, si Luis fuera pasivo,
como yo. ¡Pero no! A todas luces era activo. O sea, de los que
les gusta meterla hasta el corvejón.
-Tengo ganas de hacer pis, ¿me acompañas? Me dijo a
la vez que me guiñaba el ojo derecho.
Me dio un vuelco el corazón, porque ardía en verle la
polla. Pero le dije, mientras nos dirigíamos al servicio:
-Oye Luis, aquí no se te ocurra hacer nada, que este
local es muy serio, y no permiten intimidades en los servicios.
-Tranquilo Roberto, que soy un señor.
Situados en sendos urinarios contiguos, Luis se la sacó
de forma que pudiera verla; era un pedazo de rabo que
421
422
quitaba la cabeza; estaba medio empalmado. Ni que decir
tiene que no quitaba mis ojos de allí
-¿Te gusta lo que ves, Robert?
-Sólo pude decir: ¡Uf!
Volvimos a la barra para ver la forma de quedar.
-¿Qué te parece Robert, si tomamos unas copas por la
zona, y luego vamos a mi casa?
-Me parece de perlas. ¿Pero tu mujer?
-Ha salido con amigas. Ella también es bisex, y
tenemos hecho un pacto: unos fines de semana ligo yo, y
otros ella. Y solemos traerles aquí.
-Pero me da miedo que nos pille.
-Tranquilo Roberto, que cuando llegue se va derecha a
su dormitorio; éste es el "picadero" de ambos, y nunca
invadimos nuestra intimidad cuando está ocupado por uno
de los dos.
Quedé convencido. Pero a continuación me sobrevino
la tragedia. Seguramente debido a las tapas picantes que
tomamos por la zona, una de mis almorranas, empezó a
crecer y crecer de una forma alarmante. Debo aclarar que
casi siempre las tego secas, y no impiden que sea penetrado,
pero de vez en cuando, sobre todo por las comidas, se me
inflamaban y el dolor es insoportable.
-¡Y ahora, que hago yo! ¡Dios mío!
No me queda otra que contarle la verdad. Y la verdad le
conté. Me encantó su reacción.
-Por mí no te preocupes, me haces una buena mamada
y que me quedo tan feliz. Si lo siento es por ti, que no te la
puedo meter en esas condiciones.
-Gracias Luis. Me da rabia no poder sentir ese pedazo
de polla en mis entrañas. ¡Pero que se la va a hacer! Otra vez
será.
Para acabar este relato, sólo diré, que, Luis se portó
como lo que dijo en los urinarios: como un señor. Me trató de
una forma tan delicada que me sentí en sus brazos como la
más tierna mujercita.
422
423
Se la mamé todo lo que quiso y más. Se corrió en mi
boca dos veces, y nos despedimos como dos personas que
han sido felices una noche.
Pero me quedó un pequeño trauma que me duró un
tiempo, ya que al preguntarle si habría una segunda vez, me
dijo.
¡No Roberto! Nunca repito con nadie.
Comprendí, que es la mejor forma de satisfacer los
deseos sexuales; pero maldije mi almorrana de una forma
atroz; me había privado de sentir en mi culo, una de las
pollas más apetecibles de mi vida.
423
424
¿Por qué yo no tengo mamá?
424
425
Los de Raquel también bailaban muy juntitos y se
decían cosas al oído. Mis dos papás estaban sentados en un
sofá, les miré a los ojos y me pareció verles como ausentes.
Un día me pregunto Silvi en el recreo del cole:
-¿Tus papas se besan en la boca?
Nunca desde que recuerde había visto a mis papás
darse un beso en la boca, por lo que no supe que
responderla, simplemente le dije.
-No sé, nunca les he visto.
-¡Uy! Me dijo Silvi. –Mis papás se quieren mucho,
¿sabes? Siempre que están juntos se hacen caricias.
-¿Delante de ti? Pregunté con curiosidad.
-¡Claro! Y a muchas veces nos abrazamos los tres
juntos.
Estaban mi papá Fernando y mi papá Ricardo
sentados en el sofá de cada uno en sus cosas, como perdidos
en la distancia. De súbito, sin saber por qué les dije.
-Papás. ¿Vosotros os queréis mucho, verdad?
Me miraron un tanto extrañados.
-Claro que nos queremos hijo.
-¿Por qué nunca os besáis?
Mis dos papás estaban muy turbados ante mi
pregunta, sus rostros denotaban estupor y sé que en ese
momento no eran dueños de si mismos. Mi pregunta les
había paralizado. Los segundos me parecieron eternos. En
ese preciso instante ¡qué casualidad! Richard Gere y Julia
Robert se daban un beso en la tele como el que vi darse a los
papás de Silvi. Entonces mi papá Ricardo rozó sus labios con
los de mi papá Fernando como comprometido, pero con claras
muestras que lo hizo para complacerme.
No vi en mis papás el amor que vi en los de Silvia y en
Gere y Julia Robets, vi en ellos sólo compromiso y vergüenza.
Pero también comprendí que mis papás Fernando y
Ricardo eran muy buenos y me querían mucho. Eso estaba
fuera de toda duda. Pero desde entonces eché de menos a mi
mamá, aquella mujer que nunca pude conocer porque había
dado su vida por mí, al nacer.
425
426
Y me juré a mí mismo que a mis hijos si Dios me los
daba, nunca les faltaría una mamá.
426
427
Que da más placer en el sexo
428
429
a diario su zurrón
para soltar su tralla,
es un dulce bombón,
que a mi alma halaga.
429
430
empiezas a temblar de la emoción. Al momento, sientes como
se ubica su capullo justamente en la entrada de tu ojete...
Esperas con impaciencia y algo de temor como se te va
romper el culo, porque te la va a meter hasta "donde pone
Toledo"*.
Les pido a mis amantes que me la metan muy
despacio... muy despacito... quiero sentir en mis carnes cada
milímetro como entra. El bombeo de la polla ... ese mete y
saca frenético, que parece que te va reventar las entrañas te
traslada a sitios desconocidos. Y cuando te inunda el recto
de"su leche calentita", esa media docena de empujones que
hacen que los cojones queden pegados a los tuyos... ¡Ufffff! Es
la Gloria...
A partir de los sesenta, ya un poco harto de mamar y
de recibir tanta polla por el culo, te gustaría probar ser el que
des por el culo a un tío, y empiezas a fijarte en ellos, y dices:
-¡Coño! Pero que culitos más ricos.
¡Joder! Y que verdad es: hay tíos que tienen unos culos
tan apetecibles, que mis ultimas masturbaciones, las hago
pensando en el vecino del quinto, un chaval de unos treinta
años y culo de impresión. Imagino que se la meto hasta los
huevos, y me corro como un descosido. Supongo mi polla
dentro de ese culito tan estrecho, y me pongo a cien. El
problema es, qué, a los sesenta años ya no se te pone tan
dura como a los treinta, y para perforar un ano, hay que
tenerla bien dura y tiesa.
¡Y que decir del gusto que da una boca! A un servidor
le han hecho mamadas que he levitado; me han levantado un
metro de la cama sin más soporte que la boca de la
mamadora succionado la polla.
De todas formas, y para acabar este relato, sigo opinando que
el coño, es el"dios del placer" y la polla "el rey" para la mujer.
Sin polla ni coño, el tema de la jodienda no sería lo que es.
430
431
Restregando la cebolleta
431
432
-Pasado mañana os casáis por la iglesia, y podrás
disponer de mi hija como quieras, pero hasta entonces sigue
mis normas: a las diez, en casa.
Tenía a la sazón un Citroen 2CV, y durante los meses
que estuvimos de novios me fue imposible "metérsela". Besos,
toqueteos, y alguna "pajilla" mirando "ella al tendido". Decía
que le daba vergüenza.
Una vez casados, hablamos muchas veces de cuando
éramos novios. Yo le decía:
-Joder Sofia, la de veces que me dejaste con dolor de
huevos.
-Y tú a mí, con dolor de ovarios.
-Vaya. Dije yo algo mosqueado. ¿Es que de novios te
negué algún día esta polla? Tú a mí si que me negaste el
chumino las mil veces que te lo pedí. Así que si te dolían los
ovarios después, no me eches la culpa.
-Ya lo sé cariño, pero comprende que de haberme
quedado embarazada... ¡Qué hubiera sido de mí!
-¿Y tú crees que yo no te hubiera respondido como el
hombre que te ama de verdad?
Calló. No dijo nada. Pero al rato dijo:
-¿Es que no te aliviabas cuando nos pegábamos en
aquellos bailes de parejas, con poca luz?
-¡Joder! Que "restregar la cebolleta" es un recurso, y de
cien veces que la "pegues", dos te "corres" y noventa y ocho
sales con dolor de huevos.
Volvió a callar.
era el recurso que teníamos la inmensa mayoría de los
jóvenes de los años sesenta: primero porque las mujeres
solteras decentes no follaban, y las que follaban, sólo servían
para eso: para follar, no para llevarlas al altar. Lo sabían muy
bien las condenadas, y bien que se aguantan las terribles
llamadas de sexo a los dieciocho años.
A los jóvenes de hoy no les hace falta "restregar las
cebolletas". Vivo cerca de un polígono de copas y de botellón;
cuando voy a hacer footing los sábados y domingos por las
mañanas, la ruta desde la zona de copas hasta el Parque de
432
433
Polvoranca, está plagada de condones, tampax, compresas y
toallitas de papel; no exagero, se pueden contar por cientos; y
además todo "muy fresco", lo que se deduce, que para los
jóvenes de hoy, ligar y follar la misma tarde/noche debe ser lo
normal.
¡Qué pena no haber nacido en esta época!
433
434
Retretes públicos unisexo
435
436
una vecina en esas circunstancias? A mí, no sé si se me
ocurriría decirle algo.
Pero lo que es seguro, que con el tiempo a nadie le
extrañara, y sería visto de la forma que se deberían ver las
cosas naturales de la vida: sin falsos pudores ni mojigatería.
436
437
Sobre el intercambio de parejas o
swinging
437
438
Generalmente es el hombre el que inicia el proceso; se
supone que conoce bien a su esposa, y busca la forma más
sutil de iniciarlo.
Es muy normal que aquellos "polvos" de recién
casados, ya no sean iguales hoy; por lo que los maridos
buscas la forma de "revivirlos" con otras mujeres. La mujer,
mucho más reflexiva que el hombre, aunque la idea de
"cambiar de burro" le seduce, pero no le produce tanto
morbo como al esposo; no le ciega el deseo, ya que ve la parte
negativa o las consecuencias posteriores que conlleva, y eso le
llega a retraerle hasta negarse al cambio. Ve más
inconvenientes que ventajas.
Los matrimonios que han llegado a realizar el cambio
de parejas, generalmente han sido porque el marido ha
convencido a la esposa, y seguro que ha recurrido al
argumento de que él nunca le será infiel ni se irá con otra sin
que ella lo sepa; pero que necesita "aires nuevos" a su vida
sexual, pero con la promesa de amarle toda la vida.
Este deseo de cambiar de pareja, se da igualmente en
los matrimonios muy felices y estables; para ellos es un juego
en donde sin ánimo de destruir sus lazos, se lo pasan
divinamente, y lo suelen hacer juntos, no separados, pues
tienen muy claro a lo que juegan. Y lo más positivo para
ambos es que después, ellos solos recordando "aquellas
batallas con otros enemigos", echan unos "polvos" bestiales.
Una pareja muy mal avenida y al borde de la
separación, nada positivo les va a reportar el cambio de
parejas. Ya he dicho, que el morbo es el motor que mueve a
los esposos a realizar el cambio, y una persona que deteste a
su pareja para nada siente ese morbo; y se "buscan la vida
sexual" por separado.
El swinging puede reactivar la vida sexual de ese
matrimonio que había caído en la rutina. ¿Y cómo? Muy
sencillo: por los celos, me explico:
Ese marido desea con fervor follar con otra mujer, pero
por amor y fidelidad a la suya no le permite engañarla; si
consigue que su mujer participe en el juego, va a ser para él
438
439
una prueba de fuego, ya que no puede prever las reacciones
ulteriores que indefectiblemente se van a dar, y que son
éstas:
* Desencanto total. Aquella mujer de otro con la que
hace el cambio, no cubrió sus expectativas que en mente
tenía, y hasta es muy posible que de "un gatillazo" ante una
situación inesperada.
* Le sobrevengan unos celos terribles. Celos que en su
ofuscación en "follarse a otra" a cambio de que su mujer
"fuera follada por otro", no había contemplado como posibles,
De producirse esta situación, sería muy beneficiosa
para ese matrimonio, ya que el hombre había comprobado los
efectos que le produjeron el cambio, y "los fantasmas" sobre
el tema se le disiparán de su mente, y volverá a hallar en su
mujer el encanto que creía haber perdido.
Hay matrimonios que se han... digamos
profesionalizado en el cambio. Viven juntos, se respetan, y
tienen que conservar en común ciertos aspectos legales.
Son como compañeros que por separado buscan
placeres en otros matrimonios. A estos no les mueve el morbo
ni los celos, simplemente, "van de putas y de putos".
CONCLUSIONES
439
440
asumir la propia responsabilidad, y ya no caben reacciones
de última hora.
3º Una vez realizado el cambio, si de verdad, de verdad
ese matrimonio se aman, se darán cuenta que el cambiar de
pareja era una fantasía, una quimera, una vana ilusión, y
volverá la normalidad a sus mentes. Los conceptos normales
de la relación en pareja volverán a su sitio, y sólo les servirá
de recuerdo esa experiencia que tanto desearon vivir.
La vida de una persona no la cambia otra, puesto que
es "más de lo mismo". Somos nosotros los que debemos
darnos cuenta de nuestros fallos y errores con respecto a
nuestros cónyuges, e intentar cambiarlos y remediarlos para
ser felices. El intentar ser feliz con otro u otra, la mayoría de
las veces es como decimos acá en España:
"Salir de Málaga para entrar en Malagón".
440
441
Sobre el orgasmo masculino
442
443
El comienzo del orgasmo es algo indescriptible, pero
voy a intentar ser fiel a lo que acontece. Le dije no muy
convencido de ser lo suficiente gráfico.
Cuando llega, sientes como por la uretra fluye una
corriente de semen que sabes que va a desembocar de
inmediato; durante esos segundos nada puedes hacer por
evitarlo, es una catarata incontrolada que sale a borbotones,
y en cada borbotón, un espasmo de placer que te hace decir
los más sublimes disparates.
El goce del primer borbotón es enorme, inmenso; das
un terrible empujón con los riñones contra la vagina, como
queriendo llegar hasta lo más profundo de ella y dejar allí la
vida. Lo que se siente desde la punta del pene, (epicentro del
"terremoto") hasta la nuca y los pies, es indescriptible. Son
sacudidas, espasmos y convulsiones, que te hacen perder la
noción de las cosas. El placer es enorme.
El segundo, baja un poco la intensidad, el envite es
menos bestial pero más profundo, no quieres salir de "aquella
cueva", y sigues empujando contra la vagina, como queriendo
dejar en ella todo tu ser; te enganchas a las nalgas de tu
amante con inusitado ímpetu. El placer, sigue recorriendo
todos los rincones del cuerpo
El resto de la corriente ya débil, transcurre por tus
vías urinarias de una forma plácida que te invita a dar
empujoncitos cada vez más flojos hasta quedar rendido e
inane postrado ante los muslos de tu amada que te besa con
pasión y te acaricia el pelo. Ves como a tu seducida le chorrea
parte de tu semen por su vagina totalmente lubrificada por el
amor más inmenso que ha creado la Naturaleza.
-¡Uf! Félix. Calla. No digas nada. Que no debemos...
Seguro que a mi amiga le sirvió de mucho mi
explicación del orgasmo masculino, porque a Manolo, su
marido, le encuentro como más feliz y contento desde ese día.
443
444
Soy el mejor "lamerón" del mundo
445
446
Laura calló un momento, pero dijo un segundo
después dijo:
-Félix. ¿Pero tú crees que para las mujeres la
penetración es lo más importante? Y siguió diciendo: la mujer
no es como el hombre, que sólo piensa en "meter y meter". A
nosotras nos place más el varón delicado con tú, capaz de
elevar nuestro espíritu con sus palabras a paraísos
desconocidos. Una flor, una beso, una caricia, una mirada
dedicadas con pasión son capaces de darnos el placer más
exquisito. Y tú, seguro que puedes dar muchos orgasmos al
alma.
-Sí, pero... Respondí algo confuso. Pero un orgasmo, no
creo que vosotras lo consigáis con palabritas, ¡Digo yo!
-Qué equivocado estás. Acepta la invitación de pasar
un fin de semana conmigo, la que te llevo haciendo desde
hace meses, y verás como no hace falta un orgasmo para que
los dos nos sentamos como en la Gloria. ¿Y sabes porqué?
-¿Por qué?
-Porque hay como una especie de halo entre nosotros,
que nos sentimos muy a gusto hablando, y que el sexo entre
los dos (si algún día lo hay) estará basado en el la admiración
y el cariño que nos tenemos. Para mí Félix, un beso tuyo ya
sería suficiente para sentirme plena de tu amor.
Quedé convencido. ¿Porqué me sentía tan a gusto
hablando con ella, si sabía que no podría penetrarla?
Quedamos un fin de semana. Di en casa una excusa
banal que mi mujer creyó, porque está acostumbrada a mis
continuos viajes de negocios.
Salí de Madrid a las nueve de la mañana, y llegué a
Zaragoza sobre las dos de la tarde. Debo decir, que nos
conocíamos físicamente a través de la webcam; ella me
enseñaba sus teticas y su coñito, y un servidor hacía lo que
podía detrás de la pantalla con mi triste pene. Y digo sin
mentir, que es una dama de una clase exquisita y un físico
para su edad, muy excitante.
Me recibió de una forma tan efusiva y natural, así, a
las primeras de cambio, que me hizo sentir seguro y despejó
446
447
todas mis dudas sobre su reacción a la realidad. Quizás mi
metro ochenta y cinco; mi frondosa cabellera ondulada y
morena plateada en sienes, fueron clave para ella me
recibiera tan cordialmente. La verdad, es que vio a un buen
mozo.
Ella no me defraudó, la webcam no le hacía justicia. Es
más señora de lo que suponía; su clase y señorío me
impresionaron hasta el punto de que sólo pensar que me
sería imposible penetrar en lo más profundo de sus entrañas,
me desesperaba. Para el hombre es vital la penetración; sentir
la sedosidad de una vagina impregnada en sus efluvios
naturales, ese calor que te trasmite hasta el cerebro; el
caminar del pene por esa cueva de misteriosas sensaciones...
...Y el asirte a sus nalgadas apretando más y más,
como queriendo penetrar hasta lo más hondo...
...Me angustiaba la idea de no poder realizar tan
maravilloso sueño.
Me tomó del brazo y andamos unos metros hasta su
domicilio, sito en la Plaza de los Sitios. ¡Maravilloso lugar!
-¿Te gusta mi casa, Arturo? Me dijo nada más entrar
en el recibidor.
-Más me gustas tú. Le dije a la vez que la tomaba por
el talle, y le besaba sus labios.
Ella acariciaba mis cabellos a la vez que me ofrecía su
lengua para que libara de ella. El beso fue interminable, y el
preludio de algo maravilloso que iba a suceder.
Mi corazón latía vertiginosamente, pero mi miembro
estaba impasible, ausente, irresponsable del acontecimiento.
Ella, mujer sensible pero muy suspicaz, me dijo al
oído:
-Aunque tu miembro no responda a mis caricias, tus
labios y tu corazón se estremecen. No te preocupes por eso
Félix. Verás como gozaremos intensamente. No nos hace falta
"eso" dijo en tono despectivo mirando hacia mi bragueta, para
deleitarnos en el arte del amor.
Podría relatar y no parar nunca, porque aquella noche
pasará a los anales del amor. Fue la primera vez que "sorbía
447
448
de las fuentes de una mujer". Porque me juré, que si una
gran dama como Laura no podría sentir la turgencia de mi
pene, si iba a sentir todas sus sinuosidades en su vulva. Al
fin y al cabo, como me dijo, casi todas las mujeres sienten el
placer por el exterior, no por dentro de la vagina.
La sensación de tener la vulva de Laura en mi boca,
fue sublime. Sublime porque ella es de labios llamados de
oreja de elefante, de los que sobresalen de una manera
bastante fuera de la vulva; y de clítoris prominente, más o
menos del tamaño de una almendra. Y fue en ese momento
donde mentalmente me juré poniendo el coño de Laura por
testigo, convertirme en el mejor lamerón del mundo.
-No te importa que tenga un coño tan feo. Me dijo, no
sé si en broma o en serio, pero bien abierta de piernas para
que mi cuello y cabeza pudieran maniobrar bien en aquella
caverna.
-¡Feo! Pero si tienes un coño precioso. Sólo se me
ocurrió decir.
Laura abrazaba mi cabeza y atusaba mis cabellos
mientras notaba por sus espasmos que la caricia bucogenital
era de su total agrado. Una mujer podrá fingir orgasmos con
gritos, pero con suspiros no. Y los suspiros de Laura eran
profundos y desgarradores, parecía que se le marchaba el
alma en cada unos de ellos.
Tuvo múltiplos orgasmos, no tenía la menor duda que
había gozado a tope. Hileras de flujo vaginal recorrían sus
muslos que llegaban hasta sus rodillas; como arroyuelos de
agua pura y clara.
-Es la mejor caricia que me han hecho en mi vida. Dijo
con palabras que denotaban sinceridad. Y añadió: Se nota
que eres un experto en la materia.
-Te juro Laura que el tuyo, es el primer coño que me
"como". –Le dije muy serio y convincente.
-No me mientas Félix, que no me importa que lo hayas
hecho mil veces y con mil mujeres.
-Pues es la pura verdad, creas o no lo creas, Laura. Le
dije algo molesto por su desconfianza
448
449
-Te creo, te creo. Pero has puesto tanta alma. que
parece realizado por un ángel.
-Es que a lo mejor soy el "dios del Cunilingüos". Dije
con cierta ironía.
He mandado a hacer puñetas a mi polla. ¡Sólo la
empleo para mear! Mi lengua es tan poderosa y tan sublime,
que no hay dama de coño ardiente que pueda sustraerse a
sus elucubraciones. Es incansable, puede estar un siglo
recreándose en una vulva, hasta dejarla exhausta,
extenuada, rendida y postrada ante ella.
Y lo mejor: me produce tanto placer el ver como gozan
las damas que tiene el privilegio de que mis labios se pose en
sus vulvas, que mis orgasmos son cósmicos al verles tan
felices y contentas. Ya no necesito orgasmos materiales.
449
450
Soy un CABRON en potencia
451
452
Años ochenta
452
453
convencer que al cabo de los quince años de matrimonio,
follas conmigo con la misma pasión que de recién casados
Calló, su silencio decía que sí, que ella pensaba en
Michael, o en otros hombres.
-Vamos a hacer una prueba. Imagina que yo soy otro,
pero te tienes que meter de lleno en esa idea, de lo contrario
no vale
-No sé si podré, me da mucha vergüenza.
-Inténtalo, mujer, a ver que pasa.
-¿Y si te enfadas?
-No me puedo enfadar porque soy yo el que propone el
juego, si vemos que no nos gusta nos lo decimos, y no pasa
nada. Entonces sabremos que no es positivo para nuestras
relaciones.
No dijo nada, pero en sus ojos vi el deseo de jugar.
-¿Estás preparada? ¿Quieres que empecemos ahora
mismo el juego?
Eran sobre las dos de la madrugada de un sábado, y
precisamente veníamos del cine, de ver una película de
Michael y de Sharon Stone.
-Bueno, pero tú te imaginas que yo soy Sharon. ¿vale?
-No cariño, mi morbo es que tú folles con otro hombre,
no follar yo con otra.
Quedó un poco confusa, cómo no entendiendo bien mi
juego.
-¿Qué raro? Siempre pensé que lo que tú querías es
hacer el amor con otra. Los hombres soléis ser así de
"cochinos".
-Pues ya ves que no. Me hace muy feliz que tú folles
con otro.
Vi en su faz el deseo de follarse a Michael. Me "monté"
sobre ella, a la vez que abría bien sus piernas. No sé, pero me
pareció que las abría con otro énfasis. A la vez que le decía:
-Pero si quieres que esto funcione, mi nombre para
nada lo tienes que pronunciar, de lo contrario se rompe el
encanto.
-Si "Michael", como tú digas.
453
454
La polla me dio tal respingo al escuchar en los labios
de mi mujer pronunciar el nombre de otro hombre, que por
poco se separa el capullo de la base. Se la metí hasta los
"mismísimos".
Sus uñas se aferraron a la piel de mi espalda que me
hacía jirones. Mis 18 centímetros sentían un calor enorme;
había una temperatura en la vagina de Loreto, mi mujer, que
nunca había sentido..
-¡Dame tu polla! Michael... ¡Más polla! ¡Más polla!
¡Quiero toda tu polla, Michael! ¡Ah! Ah! ¡Ah! que bien me
follaaaaaas... ¡Más! ¡Más! ¡Dame más fuerte! ¡Más...!
Quede entre sorprendido y admirado. Jamás ni soñé
que mi mujer fuera "tan puta" en la cama con otro tío. Pero
me excitaba la idea, y le seguí el juego.
-Tú si que follas bien, mucho mejor que la Stone.
A escuchar esto, se aferró a mis nalgas, e hizo tan
presión contra ellas a la vez que elevaba su culo como
queriendo que todo el cuerpo de Michael entrara en su vulva.
Su orgasmo fue indescriptible, si conmigo tardada ente
diez y quince minutos en correrse, "con Michael" le sobraron
trece, en dos minutos se "iba" como una loca entre sollozos y
delirios.
Su chocho chorreaba tanto flujo que mojaron hasta las
sábanas. No había tenido la precaución, (probablemente de la
emoción) de poner el paño higiénico que siempre ponía debajo
de la almohada.
Nunca la polla de Michael... ¡Perdón! la mía, había
expulsado tanto semen, y con tanta fuerza que me asombré.
Sucedió en ese momento algo que me asombró y me dejó
estupefacto ante ese "chorro de leche calentita". No eyaculé
dentro de su vagina por precaución, y al sacarla, hizo con
"Michael" algo que conmigo se negaba a hacer porque de daba
asco (eso alegaba), llevarse la polla a su boca y saborear su
semen. ¡Joder! la de veces que le había pedido que me la
"mamara", pero inútil.
Al rato, consciente de la situación, entró en una fase
de sollozos que me preocuparon.
454
455
-Soy una puta, una adúltera, una mala mujer ¡Dios
mío! Perdóname.
Tardé días en convencerla de que no había hecho nada
malo. Que era algo normal en los matrimonios después de
cierto tiempo de casados. Y que lo realmente malo es caer en
el tedio y la rutina sexual.
¡Por fin! Entendió, que era bueno para nuestras
relaciones sexuales, y que no hería mis sentimientos, al
revés, potenciaba mi libido; ya que mi felicidad era verla
gozar.
Pero me dijo una cosa muy seria que no admitía
réplica:
-Bien está como juego, y confieso ya sin pudor que me
satisface y me encanta, pero... recalcó bien el pero. –Bajo
ningún concepto me pidas que lo hagamos en la realidad. Me
negaré rotundamente.
A la sazón el síndrome del virus VIH estaba en la
mente de las personas. Sé, que entre otros conceptos de tipo
moral, el miedo al contagio del Sida le aterraba. Por eso fue
imposible hacer el cambio de parejas real.
Ella se "ha follado" virtualmente a quince o veinte tíos
con mi polla durante unos cuantos años, hasta que se apagó
el furor de su útero. Ha sido feliz, y yo también viendo como
gozaba.
Soy un Cabrón virtual, y reconozco que me hubiera
gustado también serlo en la realidad, pero ha sido imposible.
Mi mujer ha tenido muy claro, que ese paso no podía
dar.
455
456
Su majestad, el coño
457
458
Una esposa puritana, y un marido
obseso
458
459
mucho más que yo para que hayamos podido llegar tan lejos
en nuestras relaciones matrimoniales; y si digo alto y claro,
que hoy no concibo la vida sin mi mujer, y que prefería morir
antes que perderla.
¿Y cuál es el problema? Se preguntará el amable lector,
o lectora de este relato.
El problema existiría si la situación que voy a relatar
seguidamente, se hubiera dado inmediatamente después de
casados; pero no es nuestro caso, ya que durante estos años
nuestras relaciones sexuales fueron tan intensas y llena de
matices, que, ambos disfrutábamos como dice la canción
"Derroche".
El inconveniente viene a partir de ahora. Pero
afortunadamente ese problema no fue (ni es) decisorio para
que desunamos lo que unimos hace 35 años. Es una
contrariedad que afortunadamente no puede con la razón y la
lógica que dan los años.
Permitan que rememore en voz alta aquellos "polvos"
tan llenos de vida que echábamos durante los primeros años
de nuestro matrimonio. Ella: 22 años. Yo: 27.
Sonia (la llamaremos así), no había noche que no
buscara mi miembo viril.
-Dámelo Arturo (yo me llamaré así). Lo necesito más
que el respirar.
Recuerdo como de su sexo salía tanta vida en forma de
flujo, que mis 18 centímetros de pene, y de un grosor
considerable, se deslizaban por su vagina de una forma tan
suave, que en el momento del orgasmo ella se aferraba a mis
nalgas como queriendo encontrar más "carne", y aunque la
tenía metida hasta el fondo de sus entrañas parecía que no le
satisfacía; y al no encontrar más que meter en sus
profundidades, lo que hacía era cerrar sus muslos con el fin
de sentirla más. Y así explotaba de placer.
Cuando cumplió los cincuenta y cinco, empezó a no
sentir ningún deseo sexual. ¿Adónde se había ido aquella
fogosidad? Y al poco, el sexo se le había convertido en algo
desagradable (por no decir asqueroso). Su vulva se quedó
459
460
más seca que un desierto; ya no emanaba ni una gota de
flujo. Y por más que uno intentaba con su lengua y dedos
extraer "agua de ese pozo", ¡imposible!
Hablamos del tema miles de horas, pero lo
irremediable fue que no había solución posible: detestaba el
sexo, y lo peor: que todo lo que le rodea lo encuentra sucio y
asqueroso. Me decía:
-Pero si a ti Arturo, ya no se te empina.
Es cierto, por motivos que no vienen al caso relatar, no
tenía erecciones suficientes para penetrar.
–Si se te empinara, no me importaría abrirme de
piernas y con vaginisil me la podrías meter. ¡Pero cómo no
puedes!
Sabía perfectamente que era un subterfugio, ya que si
ella sintiera deseos de hacer el amor como yo los sentía,
encontraríamos otras formas de satisfacer la libido, pero
cómo no tenía ningún apetito sexual, intentaba justificarse
con mi impotencia.
Hasta que llegué a asumirlo y aceptarlo; ya ni la toco
ni la rozo... ¡Para qué! Y dormimos en habitaciones
separadas.
Pero un servidor, a sus 65 años ¡Quién lo diría! Es de
dos o tres "pajas" a la semana. ¡Vamos! Qué me la meneo más
que cuando tenía 14 años. Gracias a Internet me estimulo de
tal forma, que mis "orgasmos pajeros "son tan "sabrosos"
como aquellos "polvos". ¡Cómo! La mente, la mente es la que
trabaja, y con una mente bien enseñada se pueden conseguir
"pajas cósmicas".
Recuerdo un amigo de la juventud que decía que se
había follado a todas las artistas de cine de la época. Y un día
estando en el cine del barrio, echaban una película en la que
trabajaba una actriz nueva. Por lo que le dije:
-Pepe, ¿También te has follado a esa?
-Me la estoy follando ahora. Me respondió entre jadeos
y suspiros.
Como iba relatando, gracias a la virtualidad que me
concede el medio, "me follo" todas las semanas a dos o tres
460
461
mujeres. La red está llena de videos de féminas hermosas,
pero tengo predilección por las lesbianas y por las
cuarentonas. ¡Joder! Me ponen a mil. Además tengo una
amiga desconocida que me envía videos y fotos de las mujeres
más espectaculares, de las cuales hago una selección para
llevarlas a "mi cama virtual".
No me gustan las jovencitas, no. Por lo tanto en mi
obsesión sexual, no entra la pederastia ¡gracias a Dios! Por lo
tanto que nadie me llame "viejo verde", me gustan "las
jamonas", y cuanto más "jamonas" mejor. Y las de caderas
anchas y de tafanarios descomunales, me "vuelven loco".
Y así, queridos y amables lectores que leéis este relato
transcurre mi vida sexual de casado, sin sexo real. Primero,
por lo que he expuesto; y segundo, que buscarlo en la
realidad implica un comportamiento que no estoy dispuesto a
asumir; ni aunque mi mujer me lo permitiera, ya que el sexo
real requiere unas actitudes y aptitudes que un servidor ya
no posee.
También me ponen como un "verraco", (se entiende
mentalmente) ya que como sabéis no "se me pone gorda", la
escatología. Tengo videos de tías meando y giñando, tías
buenas, se supone; porque la verdad, ver a una abuela
haciendo sus necesidades, por muy bien conservada que esté
no me pondría como me ponen las rusas y japonesas pilladas
con las bragas por los tobillos. Videos que he bajado de Ares.
-Mi mujer me dice, porque ha veces me ha pillado:
-Pero que cochino eres, mira que gustarse esas cosas.
La relación entre mi mujer y yo está basada en el
respeto y el cariño. Ya he dicho que daría mi vida por ella.
Son muchos años de una convivencia armoniosa; y si
la Naturaleza nos ha llevado por caminos sexuales totalmente
opuestos, habrá que asumirlo. El cariño, el amor fraterno y el
respeto que nos profesamos, es tan fuerte que vence al
"Demonio de la Carne".
Pero si digo que daría la pensión de un mes por sentir
mi pollita (ya no es polla, la Ley de la Gravedad todo lo tira
para abajo), durante unos minutos dentro de una vagina.
461
462
Podría, ¡es cierto! Tener prolongadas erecciones con
Caberject, inyecciones que se aplican directamente sobre la
base del pene, y se te pone a los diez minutos, como "el
cerrojo de un penal" de dura. ¿Pero dónde la meto? Si sé que
mi mujer lo aceptaría como una obligación de esposa. ¡Y eso
no me vale! Sería como una especie de violación. Mi mayor
satisfacción, más que la propia, es ver a la mujer que tienes
debajo (o encima) gozar "como una loca".
Y os dejo, que me voy "a follar" a la Sharon Stonta"
ahora mismo, que me está esperando que le baje las bragas.
462
463
Vírgenes pero putas
464
465
-¡Joder! Con los hombres de tu pueblo. ¿Y si una mujer
se ha desvirgado por algún accidente, que pasaría?
-Un médico podría certificar que fue desvirgada por
accidente, no por contacto sexual. -¿A ti no te importaría
casarte con una chica sin el virgo?
-La verdad, de una mujer pido algo más importante
que "esa telita" que os tapa la vagina. Si la amara de verdad,
no, no me importaría.
-Es que los chicos de Madrid tenéis otra mentalidad.
Los de mi pueblo son unos brutos.
-Ya veo, ya.
Mientras manteníamos esta conversación, ella se
estaba untando bien el ano de vaselina; y a renglón seguido,
tomó mi pene, y también le engrasó bien.
-Ya, mi vida, ye me la puedes meter por "la colita".
Verás como te dará tanto o más gustito que por delante.
Se puso a cuatro, y la verdad es que me impresionó.
En esa posición el culo de la mujer se contempla en toda su
magnitud, y si es culona cómo esta manchega,* todavía más.
Es un espectáculo maravilloso ver a la mujer a "cuatro
patas".
-Va mi amor, que quiero sentirte hasta lo más
profundo de mis intestinos. Me dijo con voz cachonda.
-Cariño, que sólo dispongo de dieciocho centímetros,
hasta donde llegue.
Me situé de rodillas frente a su ojete. De repente me
sobrevino un olorcillo que esa zona expele, y la verdad que me
puso a mil. Ese aroma natural a coño y culo fresco, (no
rancio) enervaron mis sentidos, y el pene me dio tal respingo,
que rebotó en la tripa.
Puse las manos en ambos glúteos, mientras ella con su
mano derecha, por debajo de sus piernas me la cogió y se la
llevo justo a la embocadura de su ano.
-Métela muy despacio, por favor. Que la quiero sentir
milímetro a milímetro como entra.
Con mis manos posadas en sus nalgas, miré hacia ese
abujerito marrón y observé como se abría, la moza hacía
465
466
fuerzas como cuando se hace al defecar, de modo que los
esfínteres se abren. Una vez metida, se deja de hacer fuerza,
por lo que al cerrarse, crean una especie de succión que mete
el pene para adentro de una forma suave.
466
467
"La Diosa de la Abundancia" de Comalcalco
467
468
alcores", dejando en ellos el torrente de su virilidad. Pero no
adelantemos acontecimientos.
Era la tarde de un sábado de primavera; y no recuerdo
porqué ese día estaba escéptica y sin ganas de salir ni ir a la
Disco Vogga Lounce. Por lo que me dispuse a "navegar por los
mares de Internet" en busca de "islas paradisíacas" que me
animaran y me sacaran de esa especie de nostalgia que me
invadía; y sin saber los motivos, ya que soy una chica de
temperamento alegre y positivo; debió ser esa hora tonta que
dicen tenemos las mujeres.
Al rato vino Elena mi mejor amiga, muy arreglada,
como es habitual en ella, ya que es una chica "muy mona" y
presumida; y al verme en ropa de casa y si arreglar me dice:
-¡Pero cómo es que no te has arreglado! ¿Es qué no
piensas salir hoy?
-No Elena, no tengo ganas de salir, me voy a quedar en
casa navegando por Internet.
-¿Es qué quieres buscar un cibernovio en algún chat?
Me dijo Elena con sorna.
-Qué va, que va. Es que no estoy de humor.
-¡Chica! Qué raro en ti, si eres alegre como las
castañuelas. No me digas que tienes mal de amores.
-No seas tonta Elena, sabes muy bien que los chavos
me sobran.
-Espero que mañana estés animada porque he
quedado con Jaime y trae un amigo para ti.
-Y eso. ¿Pregunté intrigada?
-Ya sabes que ando medio novia con Jaime, y me ha
pedido que seas pareja de ese amigo.
-¿Sabes como es?
-Se llama Sergio y es muy majo, seguro que te va a
gustar
-¿Y qué tal te va a ti con Jaime? ¿Sois ya novios
formales? Pregunté para cambiar la conversación. No me
hace mucha ilusión las citas a ciegas.
-¡Ay Paty! Me tiene loquita, loquita. Es tan galante y
tan guapo...
468
469
-¿Os habéis besado ya?
-¡Ay hija! Mira que eres tonta... Pues claro... ¡Y cómo
besa! Cada beso que me da "se me caen las bragas a los
tobillos".
-¡Hala exagerada. Dije riendo la metáfora.
-Pero no me cambies el tema y dime si estás dispuesta
mañana para salir con Sergio. No me digas que no, que me
haces una faena, que le he dicho a Jaime que sí.
-¿Conoces a ese tal Sergio? Ya sabes que las citas a
ciegas no me gustan.
-Sí le conozco, y es muy guapo, seguro que te va a
gustar. No lo dudes Paty, verás que bien lo vamos a pasar.
-¿Y cómo ha surgido esta cita? Le pregunté a Elena.
-Bueno, verás...No te lo quería decir. Resulta que el
amigo de Jaime te conoce de vista, y como sabe que soy tu
mejor amiga, le ha pedido a Jaime que te presente y si es
posible que os conozcáis, ya que según me dice está
enamorado de ti.
-No será un freso, de esos que sólo van a aprovecharse.
¿Verdad? Porque esos amores, me escaman. A ver si lo quiere
es otra cosa.
-Ya sabes que todos los chicos intentan "meter mano",
pero para eso estamos nosotras para cortar sus instintos.
-Vale, vale. Pero conste que lo hago por ti. Para eso
somos amigas. Hoy por ti, mañana por mí.
-Eres un sol Paty. Sabía que no me ibas a fallar.
Mañana a las cinco venimos a buscarte. Verás como no te vas
a arrepentir.
-¿Quiénes vienen?
-Jaime y yo, luego vamos a buscar a Sergio.
-¿Y cómo vamos a la discoteca? Pregunté a Jaime.
-Tú con Sergio en su coche, y Elena conmigo en el mío.
-¡Ah vale! No me pareció mal la idea
No sé porqué, pero el caso es que al acostarme me vino
la imagen de un chico muy guapo y la asocié con Sergio; y
mis manos se dirigieron a mis pechos, los cuales froté con
ellas imaginando eran las de él. Alcé mi teta izquierda hasta
469
470
mi boca, la cual llegaba perfectamente, y con mi lengua libe el
pezón que empezaba a salir de su aureola pidiendo que
mamara para liberarle "de su agonía".
Mi otra mano, (la derecha) se dirigió presta a "apagar el
incendio" que se propagaba de mis tetas hacia la vulva, que
estaba encendida como una rosa roja. Los dedos índice y
medio se deslizaban suavemente por mi clítoris, que salido de
su capuchón esperaba las caricias para sofocar el ardor y el
fuego que me quemaba las entrañas. Y mientras los dedos de
mi mano sofocaban el ímpetu del "pistilo de mi rosa roja", mis
labios sorbían del pezón de mi teta izquierda con tanta
lujuria, que en sus mordisquillos sentía una mezcla de placer
que me hacían estremecer.
Mi vulva se semejaba a la catarata "del Valle de las
Ninfas", agua bendita fluían desde el fondo "del manantial del
placer", que como el "Río Onanismo" recorría mis muslos
formando meandros
hasta que se perdían por el horizonte de mis
extremidades.
El orgasmo fue "brutal", tanto, que mordí mi pezón con
tal fuerza, que el dolor y el placer se juntaron como si fueran
los elementos del placer. Y quedé dormida, rendida ante la
magnitud del amor hecho con "el varón de mi imaginación".
470
471
Me vestí con una camiseta negra con tirantes con escote
redondo que dejaba al descubierto la parte superior de mis
pechos que juntos eran como dos collados que encerraban el
valle de las codicias. Minifalda azul tubo y chaleco vaquero.
Cinturón negro abrochado por tres prendedores de plata
justamente a la altura del pubis, como simbolizando un
cinturón de castidad. Melena recogida hacia mi hombro
izquierdo sujeta por un broche de abalorios.
-¡Jo, Paty! Cuando te vea Sergio le va a dar un infarto.
Estas tremendamente arrebatadora. Me dijo Elena con
admiración. Jaime no me quitaba ojo "de la pechera".
-Jaime: como sigas mirando así te vas a quedar bizco.
Le dijo Elena un tanto disgustada. Yo creía que sólo tenías
ojos para mí.
-Y los tengo sólo para ti, cariño, pero de vez en cuando
hay que mirar "otro panorama" para cotejar. Y te juro Elena,
que "tu paisaje" es único.
-Ya, ya, palabritas no te faltan. Paty rió la salida de
Jaime.
-Venga vamos ya, que Sergio nos espera, y seguro que
impaciente por ver "la salida del Sol".
El chico: Sergio merecía la pena: Elena no me había
mentido, era guapetón, moreno, de 1,70 cm
aproximadamente, detalle que me gustó, porque aunque yo
no soy muy alta, sí me gustan los chicos altos.
-Os presento. Dijo Jaime. Paty, aquí Sergio. Sergio,
aquí Paty.
Sergio hizo esfuerzos para mi fijar su vista en mis
pechos, y me dio la mano mirando a mis ojos. Ese detalle me
gustó, ya que demostraba cierta educación y respeto.
-Encantada de conocerte Sergio. Y cómo quise ser
amable por su detalle, añadí: Elena me hablo muy bien de ti,
y compruebo que te describió muy bien, eres todo un galán.
Sergio quedó un poco ruborizado; quizás no esperaba
esa reacción tan favorable a la primera vista.
Elena se fue en el coche de Jaime que estaba allí
mismo, y nos dijo: -Os esperamos en la "Disco".
471
472
El de Sergio estaba aparcado unos metros más allá,
por lo que fuimos andando hasta el lugar donde se hallaba
-¿Te importa que te coja del brazo? le pregunté, pero
sólo porque lo creí más oportuno. Además me sentía más
segura.
-¡Cómo no! Paty, es para mí un honor que la chica más
linda de Comalcalco vaya cogida de mi brazo.
-Eso se lo dirás a todas. Le dije en plan irónico.
-Te juro que no Paty. No soy un "picaflor".
El chico se le veía bastante tímido por lo que supuse
que no era de esos que a la primera de cambio buscan sexo.
Me acordé de "la paja" que me hice anoche, y la verdad, que sí
identificaba a Sergio con "aquel varón surgido de mi
imaginación".
Pero no soy una mujer que busca sexo por sexo, para
mí, una relación sexual es deseo, y el deseo no surge de la
nada, surge de algo más allá de los órganos sexuales, éstos
son los que reciben la llamada su llamada; llamada que brota
de algo más profundo del cuerpo. ¿Quizás del alma?
Me abrió la puerta del vehículo, detalle del que seguí
valorando como todo un caballero. Puso en marcha el coche y
salimos rumbo a la Disco Bogga Lounge.
Bailando empecé a notar cierta excitación en Sergio. Lo
cual valoré como positivo. ¿Que chico no es excita con una
chica? Aquel que no siente nada por ella. Aunque también los
hay que "se empalman" con el palo de una escoba con faldas.
Pero a Sergio le veía una excitación controlada, lo cual me
indicaba que no era de esos que "quieren meter" ya. Además
yo no estaba dispuesta a permitir nada, porque aunque el
chico me agradaba, no soy las que busca "al macho" para
satisfacer el instinto de "hembra caliente".
En una de la piezas que bailamos era un bolero
cantado por Luis Miguel, creo que era "Noches de Veracruz"
del gran Agustín Lara. Aquí si que noté claramente la
excitación; le dejé que se arrimara un poco a mí ¡Y joder..!
¡Ay! Disculpen la expresión, pero lo que sentí en mi vientre
estaba duro como una piedra. Y eso que el cinturón
472
473
amortiguó un poco la embestida... Nos miramos a los ojos, y
no dijimos nada, pero al ver su carita de arrepentido, como
aquel que comete un pecado... Dejé que siguiera rozando mi
vientre al compás de aquel bolero.
473
474
INDICE Páginas
474
475
El coleccionista de pelitos de pubis 228
El consolador 230
El diario de un consentidor 233
El dulce sabor salado de los coños 250
El momento más emocimocionante 254
El orgasmo telefónico 257
El primer "casquete" que regalé a María 261
El sexo oral 263
El tafanario de Carmen 265
El violador del bidé 267
España y los años sesenta 270
Esperé a que fuera mayor de edad 276
Hoy me siento más realizado de hombre que nunca 285
La felación perfecta 289
La isla de las delectaciones 292
La primera vez que fui sodomizado 295
Las calientapollas 303
Las dos lavativas que me han puesto en mi vida 309
La imaginación: el poder y el deseo 313
Las locuras de la Marquesa de "Tocameroque" 316
Los besos de mi amor 322
Los pedos en el tálamo del amor 324
La ejecutivas 327
Lluvia dorada de una fuente sagrada 330
Lo que no escribió Cervantes lo escribo yo 335
¿Me estaré voliendo gay? 340
Me gusta como huele "la flor" de Sandra 349
Me gusta sentirme mujer y ser pentrado por un macho 352
Mi colección de pelitos de pubis 357
Mi hija es lesbiana 361
Mi primer "polvete" del año 368
Mis ligues por Internet 374
Mi otra vida virtual 378
Mi vida: un mundo lleno de satisfaciones 381
Mujer presa en un cuerpo de hombre 385
Noches de amor en el hotel de Puerto Bahía 388
Novias anjelantes, esposas .... 409
Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla 413
Por culpa de una almorrana no me la pudo meter 419
¿Por qué yo no tengo mamá? 424
Qué da más placer en el sexo 427
475
476
Restregando "la cebolleta" 431
Retretes públicos unisexo 434
Sobre el intercambio de parejas 437
Sobre el orgasmo masculino 441
Soy el mejor lamerón del mundo 444
Soy un cabrón en potencia 450
Su majestad el Coño 456
Un marido obsexo y un esposa puritana 458
Vírgenes pero putas 463
La diosa de la abundancia de Comalcalco 467
476
477
477
478
Mi bibliografía:
Mis recuerdos. En verso
Arrepetidos los quiere Dios
Mis cuentos inmorales
Mis escritos proscritos
Reflejándome en mis versos
Cuentos de mi pubertad
Historia de dos amores
478