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salud pública
Miradas para un diagnóstico diferencial
BIOPOLÍTICAS, GOBIERNO Y SALUD PÚBLICA. MIRADAS
PARA UN DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
© Yuing, Tuillang
© Karmy, Rodrigo
© Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile
© Ocho Libros Editores
RPI: 246.304
ISBN: 978-956-335-213-9
Diseño y Producción
Ocho Libros Editores: Director editorial Gonzalo Badal; Editora Florencia Velasco;
Director de arte Carlos Altamirano; Postproducción de imágenes Gustavo Navarrete;
Corrección de textos Edison Pérez
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Índice
Presentación .......................................................................................................... 9
I. inconclusiones de vida.
discusiones teórico-filosóficas
La comunidad monstruosa. La munología en
el pensamiento de Roberto Esposito ........................................................... 21
Rodrigo Karmy
Foucault y el neoliberalismo: ¿una crítica que no pasa? ............................ 44
Philippe Monti
Entre policía y política. Derivas de un concepto filosófico........................ 72
Mariela Ávila
Biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo ............... 89
Tuillang Yuing A.
Bioética entre salud pública y biopolítica.................................................. 110
Miguel Kottow
7
presentación
Así inicia Susan Sontag una reflexión acerca de las metáforas que
envuelven al cáncer en el paisaje cultural de fines de la década del
setenta. Sugerente fórmula que pone en escena tres motivos en torno
a los cuales se desatan preguntas severas: la vida, la ciudadanía, la en-
fermedad. Esferas inquietantes que pueden tomar otras dimensiones
–la existencia, el Estado, la salud–, pero en cuya yuxtaposición cada
una tiende a desdibujarse y a buscar necesariamente otras significa-
ciones. Solo unos años antes, en 1974, Michel Foucault había dado
inicio a una serie de investigaciones que precisamente examinaban
las hebras que anudaban la vida, el poder y la salud: “El cuerpo es una
realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica”. Es esta
enigmática confluencia la que anima y da pie a las reflexiones que
siguen: ¿Cómo y bajo qué pretexto podría ser oportuno un diálogo
entre biopolítica y salud pública? Esbozar una respuesta primaria y
transitoria requiere, al menos, una demora.
Al parecer, la ruidosa recepción que se ha hecho de una noción
que –si nos restringimos a la obra de Foucault– tiene ya casi cuarenta
años, se debe a que ha dado la posibilidad de interrogar la relación
que el poder ha establecido con la vida más allá de lo que ofrecía
una tradición de la teoría política anclada en concepciones jurídicas
–conflicto, contrato, derecho–, y universales –el Estado, la sociedad, la
democracia–, y que entregaba demasiadas respuestas que, en sí mismas,
eran poco explicadas en cuanto a sus operaciones y funcionamientos.
Como sea, la biopolítica parece haber abierto un nuevo campo de
análisis que la teoría política tradicional parecía haber descuidado
y que hace visible la implementación efectiva de estrategias de corte
administrativo en las que la inclusión de la vida biológica en los “cálcu-
los explícitos del poder” constituye su problema más acuciante. Así, el
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Los editores
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I
inconclusiones de vida.
discusiones teórico-filosóficas
la comunidad monstruosa
La munología en el pensamiento de Roberto Esposito
1. Munus
En el parágrafo 26 de Ser y Tiempo Martin Heidegger abría un cam-
po inédito en el marco de la analítica existencial del Dasein (ser-ahí),
conduciendo su reflexión hacia la dimensión del Mitsein (ser-con):
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
2. Communitas
2.1. En principio, no se podría decir que para Roberto Esposito lo
que llamamos “comunidad” es algo, sino que más bien se da. Partien-
do desde la etimología latina de la palabra, Esposito advierte que el
término “comunidad” lleva consigo la partícula latina munus que,
como había visto Marcel Mauss, designa básicamente una relación
de “obligación e intercambio para con los otros” o, lo que es igual,
una relación de donación:
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
3 Ibídem, p. 28.
4 Mauss, Marcel. Manual de Etnografía. Buenos Aires: FCE, 2006, p. 75.
5 Esposito, Roberto. Confines de lo político. Nueve Pensamientos sobre política. Ma-
drid: Ed. Trotta, 1996, p. 109.
6 Esposito, Roberto. Communitas, op. cit., pp. 29-30.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
7 Esposito señala: “Lo que los hombres tienen en común –que los hace semejantes
más que cualquier otra propiedad– es el hecho de que cualquiera pueda dar muerte a
cualquiera. Y aquí está lo que Hobbes lee en el fondo oscuro de la comunidad. Cómo
interpreta su indescifrable ley: la communitas lleva dentro de sí un don de muerte”.
Ahora bien, ¿no es éste el riesgo que vio Heidegger y que le condujo a pen-
sar en una comunidad sustancial adscribiéndose al nacionalsocialismo? La
propuesta de Esposito muestra que la comunidad lleva consigo la muerte
porque nunca se entifica de una vez y para siempre, es decir, que en tanto
la comunidad es el terreno del otro, la muerte es testimonio de esa otredad
ínsita a lo común. Ibídem. p. 41.
8 Hobbes señala: “En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que
nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están
fuera de lugar. Donde no hay poder común la ley no existe: donde no hay ley no hay
justicia”. La guerra de todos contra todos, entonces ha de ser leída bajo el
registro que propone Esposito: es la comunidad misma en su pura relación
de donación. Allí donde ésta asoma no solo su potenciación de la vida, sino
también su propia potencia mortífera. Esta potencia sería, precisamente,
lo que Hobbes quiere evitar a toda costa. Para ello, instituye el “contrato”,
neutralizando de esta forma la dislocación que lleva consigo la comunidad.
En: Hobbes, Thomas. El Leviatán. O la materia, forma y poder de una república
eclesiástica y civil. Trad. Eugenio Imaz. México, D.F.: FCE, 1994, p. 104.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
13 Ibídem, p. 160.
14 Ibídem.
15 Esposito comenta: “Bataille quiebra definitivamente esta dialéctica de origen y reali-
zación, de pérdida y reencuentro, de desviación y regreso, de la cual el pensamiento de
Heidegger nunca supo desvincularse. No lo hace solo, sino inspirándose ampliamente
en ese mismo Nietzsche que Heidegger había encerrado dentro de los límites de la meta-
física occidental”. Ibídem, p. 186.
16 En su libro La parte maldita, Georges Bataille considera la posibilidad de una
“Economía General”: ¿qué sería, pues, una “economía general” a diferencia
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3. Immunitas
3.1. Ahora bien, según Esposito, ¿en qué consistiría el reverso de la
communitas, al cual ésta siempre está expuesta? El reverso de la com-
munitas es la immunitas. La deriva etimológica atribuye a esta última el
ser un vocablo negativo que se presenta como la negación del munus.20
De esta forma, si la communitas introduce una función obligatoria,
el prefijo “im” de immunitas indica la “dispensa”, el levantamiento
de toda obligación, precisamente porque instituye un “privilegio”.
19 Esposito escribe: “(…) Pero no es así. Y no es así en el sentido preciso de que el ‘fuera’
o mejor dicho el punto vacío de sustancia a que lo impolítico remite, está situado desde
el comienzo dentro de lo político. O mejor todavía: es lo político mismo sustraído a su
propia plenitud mítico-operativa”. En: Esposito, Roberto. Categorías de lo Impolíti-
co. Buenos Aires: Ed. Katz, 2006, p. 24.
20 El diccionario etimológico de Corominas señala que Inmune refiere a estar
“exento de cargas y males” o estar “exento de servicios”, “libre de cualquier
cosa”. En: Corominas, Joan. Breve diccionario etimológico de la Lengua Castellana.
Madrid, Gredos, 2005, p. 337.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
25 Ibídem, p. 197.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
26 Ibídem, p. 196.
27 Ibídem, p. 201.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
28 Ibídem, p. 17.
29 Ibídem, pp. 18-19.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
32 Ibídem, p. 74.
33 Esposito escribe: “(…) cuando éste no solo pone en el centro de su perspectiva el pro-
blema de la conservatio vitae, sino que la condiciona a la subordinación a un poder
constrictivo exterior a ella, como es el poder soberano, el principio inmunitario ya está
virtualmente fundado”. En: Ibídem, p. 75.
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36 Ibídem.
37 Bataille, Georges. “Nietzsche y los fascistas”. Revista Acéphale núm. 2. En:
Georges Bataille, Roger Caillois, Pierre Klossowski, André Masson, Jules
Monnerot, Jean Rollin, Jean Wahl. Acéphale. Buenos Aires, 2006, p. 39.
38 Esposito escribe: “(…) la vida es desde siempre política, si por “política” se entiende
no aquello a lo que aspira la modernidad –vale decir, una mediación neutralizadora
de carácter inmunitario–, sino la modalidad originaria en que lo viviente es o en que
el ser vive”. Bíos. Biopolítica y filosofía, op. cit., 129-130. Es decir, la política es
aquí, no el mecanismo inmunitario que protege a la vida en forma negati-
va, sino el modo de ser mismo de la vida, en tanto ésta no es otra cosa que
su potenciación. Esto significa además que, según Esposito, la polémica de
Nietzsche va dirigida contra la filosofía política de Hobbes como paradigma
de la inmunización moderna.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
Así, pues, que la vida sea “voluntad de poder” implica que ésta es
originariamente conflictiva, aporética consigo misma, en la medida
que no admite límites fijos o fronteras a su haber, sino que siempre
apuntaría a su consustancial sobrepasamiento (Überwindung). En
virtud de dicho estatuto, para Esposito la vida sería inmediatamente
política, no en el sentido que lo entiende la perspectiva inmunitaria
moderna (la cual, como en Hobbes, funcionaría a partir de una me-
diación neutralizante), sino en tanto “modalidad originaria” del ser.
Esto significa que la vida no tenderá solo a su “conservación”, como
en el caso de Hobbes y la filosofía política moderna, sino también,
a su desenfrenada “expansión”. Así, pues, para Esposito la relación
entre la vida y el poder tendría un carácter inmanente en la medida
que el poder sería, precisamente, el modo originario de lo vivo.
Pero que el ser de la vida sea su propio potenciamiento, significa
no solo que la vida sea inmediatamente política, sino que a la inversa,
la política se presenta desde siempre en la forma de una biopolítica:
39 Ibídem, p. 130.
40 Ibídem, p. 142.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
44 Ibídem, p. 144.
45 Esposito escribe: “¿Qué significa, con exactitud, invertirlas y, más precisamente,
invertirlas desde el interior? Hay que intentar tomar esas categorías de “vida” “cuerpo”
y “nacimiento” (que para Esposito fueron las categorías que definieron la po-
lítica nazi) y transformar su variante inmunitaria, esto es, autonegativa, imprimién-
dole una orientación abierta al sentido más originario e intenso de la communitas”.
Ibídem, p. 252.
46 Ibídem, p. 253.
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— la comunidad monstruosa. la MUNOLOGÍA en el pensamiento de roberto esposito —
Precisamente la vida –una vida, como se titula el último texto que dejó
el filósofo– es el término en el que toda la teoría de lo impersonal parece
condensarse y asomarse a una configuración aún indeterminada, pero
por eso mismo cargada de inexpresadas potencialidades. La vida es la
tangente, la línea de fuerza, a lo largo de la cual la inmanencia se repliega
sobre sí misma neutralizando cualquier forma de trascendencia, cualquier
añadido respecto del ser de tal de la sustancia viviente.48
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foucault y el neoliberalismo:
¿una crítica que no pasa?
philippe monti
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2 Son sin embargo estos “mecanismos de poder” los que caracterizan aún la
biopolítica, tal como la define en el preámbulo al curso del año preceden-
te (ver Sécurité, territoire, population. Cours au Collège de France 1977-78, Paris:
Gallimard-Seuil, 2004, pp. 3-6).
3 El mismo Foucault, veinticinco años antes, había señalado lo nefasta que le
parecía la práctica del “comentario” (ver Naissance de la clinique, PUF, 1983,
p. XII-XIII).
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Eso significa que “el hecho de vivir (...), en parte, pasa al campo de
control del saber y del poder”,15 es decir, que estamos en un período
de “proliferación de tecnologías políticas, que, a partir de ahí, inves-
tirán el cuerpo, la salud, las maneras de alimentarse y de alojarse,
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Más que una doctrina más o menos coherente, más que una política
a la búsqueda de una serie de metas definidas con mayor o menor pre-
cisión, estaría tentado de ver en el liberalismo una forma de reflexión
crítica sobre la práctica gubernamental.25
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[La] política social deberá ser una política cuyo instrumento no será
la transferencia de una parte de los ingresos de un sector a otro, sino la
capitalización más generalizada posible para todas las clases sociales,
cuyo instrumento será el seguro individual y mutuo y, por último, la
propiedad privada.42
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
De la contradicción principal
La idea de una renovación del capitalismo lleva a desplazar la “con-
tradicción principal” interna al capitalismo y a su historia. Foucault
sigue el razonamiento de Hayek y sustituye la división capitalismo/
socialismo por una división Estado totalitario/ Estado liberal. Sin em-
bargo, agrega a esta división un matiz personal importante, también
adherido al esquema general de Hayek. En efecto, desde el principio
de su obra El camino de la servidumbre, Hayek explica que todas las
formas de intervencionismo estatal deben ser metidas en el mismo
saco: desde el comunismo hasta el fascismo pasando por las diversas
variedades de socialismo, de Keynes o Beveridge; cada vez que el
Estado interviene, se toma un camino peligroso que lleva fatalmente
a la eliminación de las libertades individuales y al totalitarismo.45
Foucault toma como propia esa manera de desplazar la “con-
tradicción principal”, pero va a agregarle un toque “foucaultiano”
específico. En efecto, la lógica propuesta por Hayek para distribuir
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— foucault y el neoliberalismo: ¿una crítica que no pasa? —
los sistemas políticos que compiten en la Historia del siglo XX, ya fue
ilustrada por el análisis del nazismo propuesto por los ordoliberales
alemanes: ellos ven en el nazismo “un proteccionismo, una economía
dirigida y un crecimiento del poder del Estado”.46 De hecho, tanto
para los ordoliberales como para Hayek, todo se organiza en torno
“al crecimiento indefinido de un poder estatal”.47
No obstante, esta interpretación del nazismo no coincide con la
de Foucault, quien ve en éste, al contrario de los ordoliberales, “la
tentativa más sistemática de debilitar al Estado”.48 El guiño que hay en
la elección de la expresión debilitamiento del Estado está evidentemente
destinado a sugerir un acuerdo y una discrepancia con los neoliberales.
El punto de acuerdo se refiere a colocar comunismo y nazismo en la
misma categoría, mientras que el punto de desacuerdo se refiere a la
supuesta hipertrofia del Estado totalitario.
Foucault vuelve con más detalles sobre este tema en su clase del 7
de marzo, donde indica que el nazismo y el comunismo no son esen-
cialmente un desarrollo del poder del Estado. Más aún, la esencia del
totalitarismo es la sumisión del Estado al aparato del partido:
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entre policía y política.
derivas de un concepto filosófico
Introducción
En una entrevista del año 2000, publicada en el primer número de
la revista Multitudes 1 que Éric Alliez hace a Jacques Rancière, se inicia
una reflexión en torno a la noción de biopolítica y sus repercusiones
en el ámbito filosófico. La principal línea de diálogo de esta entrevista
se dirige a vislumbrar el lugar que la noción de biopolítica tendría al
interior del propio trabajo de Rancière. Así, la idea del entrevistador,
Alliez, es mostrar un posible nexo entre la reflexión de Rancière sobre
la política, la policía, los sujetos y la biopolítica, tanto en sus inicios
foucaultianos, como en sus posteriores desarrollos teóricos. En este
marco, y como respuesta a las inquisiciones de Alliez, Rancière hace
un rápido recorrido por algunos de los puntos fundamentales de su
propuesta filosófica, como por ejemplo, el lugar de la policía y la po-
lítica en relación a la desigualdad. Es precisamente en este momento
del diálogo donde cobra relevancia el análisis de Rancière sobre la
asignación de las sensibilidades, que es desarrollado en trabajos como
El reparto de lo sensible. Estética y política 2 y El desacuerdo. Política y Filosofía.3
Al explayarse en estas ideas, Rancière delimita conceptualmente el
lugar que ciertas categorías tienen en su obra. Así, y a partir de este
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— entre policía y política. derivas de un concepto filosófico —
4 Ibídem, p. 47.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
5 Ibídem, p. 44.
6 Ibídem, pp. 44-45.
7 Ibídem, p. 45.
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— entre policía y política. derivas de un concepto filosófico —
8 Ibídem, p. 49.
9 Ibídem, p. 51.
10 Rancière, Jacques. La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero. Buenos
Aires: Tinta Limón, 2010.
11 Rancière, Jacques. El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación inte-
lectual. Buenos Aires: Tierra del Sur, 2006.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
este contexto, son los sujetos quienes puede generar discursos emanci-
patorios que sitúen bajo sospecha la repartición de las sensibilidades;
precisamente, a partir de la subjetivación política, se pone en entredi-
cho el presente y se busca configurar otros modos de dividir lo común.
Es por esto que Rancière considera la política como un suplemento
del bíos, ya que tiene la capacidad de mostrar la desigualdad que ha
producido su particular configuración y de pensar nuevas formas de
reparto. En efecto, si la política es el lugar del litigio y del desacuerdo, el
sujeto político es quien puede pensar otros modos de asignación, pero
esta vez, asumiendo la igualdad como punto de partida. Es este sujeto
político el que es capaz de reconocer como artificioso y artificial cierto
modo de imposición de un reparto de lo sensible que la policía trata de
conservar, haciéndolo pasar, en muchos casos, por un orden natural y
validado de visibilización o invisibilización de los cuerpos. La tarea del
sujeto que toma la palabra política a partir de su subjetivación, es la de
sospechar de las invisibilizaciones, de quebrar su tendencia a la eterni-
dad, y dar parte en el nuevo reparto a los que no tienen ninguna parte
en la comunidad. Esta tarea implica hacer visible lo invisibilizado, hacer
audible lo enmudecido, hacer presente lo ausente que ha dejado tras
de sí un reparto desigual de lo común, pues, en efecto, la desigualdad
policial sume los cuerpos, las palabras y las prácticas de aquellos que
en la asignación de las sensibilidades parecen haber quedado fuera del
espacio y del tiempo, es decir, en la oscuridad de la negación.
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17 Ibídem, p. 44.
18 Rancière, Jacques. ¿Biopolítica o política?, op. cit., p. 123.
19 Ibídem.
20 Rancière, Jacques. El desacuerdo. Política y Filosofía, op. cit., p. 173.
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— entre policía y política. derivas de un concepto filosófico —
83
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
23 Foucault, Michel. Dits et écrits IV, p. 741. Citado por Lazzarato, Maurizio. Du
biopouvoir à la biopolitique. En: Multitudes. Biopolitique et biopouvoir, num. 1,
Paris, 2000, p. 56 (la traducción es nuestra).
24 Este trabajo fue publicado como epílogo a la segunda edición en inglés del
texto Michel Foucault: beyond structuralism and hermeneutics, de Dreyfus y Ra-
binow, editado por Chicago University Press. En español: Dreyfus, Hubert
y Rabinow, Paul. Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica.
Buenos Aires: Nueva Visión, 2004.
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biopolítica y clínica:
notas para una pregunta por el individuo
tuillang yuing a.
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4 Ibídem, p. 271.
5 Véase ibídem, p. 206. Desde luego, avanza en estos análisis, a partir de los
aportes de Canguilhem en torno a lo normal y lo patológico, en los que se
pone en discusión una cierta continuidad entre la vida y la muerte, toda vez
que la primera gana en salud cuando es amenazada en su normatividad. La
vida se muestra entonces como una polaridad dinámica. El diálogo, algo
solapado, entre estos autores se puede rastrear en: Canguilhem, Georges. Lo
normal y lo patológico. Argentina: Siglo XXI editores, 1971, pp. 230-232. Tam-
bién, Canguilhem, Georges. El conocimiento de la vida. Barcelona, Anagrama,
1976, p. 201 y ss. Foucault, Michel. La vie: l’expérience et la science. En: Dits
et écrits. Volume II, texte num. 361, Paris: Quarto Gallimard, 2001. Para un
balance filosófico de este problema y su dimensión política, véase, Deleuze,
Gilles. Foucault. Argentina: Paidós, 1987, p. 125 y ss.
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— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
93
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Será sin duda decisivo para nuestra cultura que el primer discurso
científico, tenido por ella sobre el individuo, haya debido pasar por este
momento de la muerte. Es que el hombre occidental no ha podido cons-
tituirse a sus propios ojos como objeto de ciencia, no se ha tomado en
el interior de su lenguaje y no se ha dado en él y por él, una existencia
discursiva sino en la apertura de su propia supresión. Y en seguida
agrega: (…) de la integración de la muerte, en el pensamiento médico,
ha nacido una medicina que se da como ciencia del individuo.8
8 Ibídem, p. 276.
94
— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
9 Ibídem, p. 8.
10 Véase, Canguilhem, Georges. Lo normal y lo patológico, op. cit., p. 155 y ss.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
de las dolencias según una esencia que les atribuye una consistencia
ontológica propia, separada entonces del cuerpo y de los individuos. En
ese sentido, el cuerpo individual solo viene a contaminar o intensificar
el conocimiento de la esencia pura de la enfermedad ya clasificada
y organizada; por consiguiente, el conocimiento de la enfermedad y
la pregunta por su constitución buscan abstraerse de toda referencia
al individuo por ser un elemento que sólo interfiere y complica la
comprensión de la enfermedad. Al contrario, en la anatomía patoló-
gica, la enfermedad se revela como atada al individuo, a su cuerpo,
a sus lesiones y morfologías. El individuo obtiene de esta forma una
consistencia positiva acreedora de cientificidad.
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12 Ibídem, p. 31.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Me parece que uno de los fenómenos fundamentales del siglo XIX fue
y es lo que podríamos llamar la consideración de la vida por parte del
poder; por decirlo de algún modo, un ejercicio del poder sobre el hombre
en cuanto ser viviente, una especie de estatización de lo biológico o, al
menos, cierta tendencia conducente a lo que podría denominarse la
estatización de lo biológico.13
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— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
14 Ibídem, p. 219.
15 Ibídem, p. 220.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
16 Ibídem, p. 221.
17 Ibídem, p. 225.
100
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101
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
18 Ibídem, p. 227.
19 Ibídem, p. 228.
102
— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
20 Foucault, Michel. Obras Esenciales, tomo II. Barcelona: Paidós, 1999, p. 365.
21 Ibídem, p. 365.
103
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
22 Ibídem, p. 366.
104
— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
23 Ibídem, p. 376.
105
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
106
— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
107
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
108
— biopolítica y clínica: notas para una pregunta por el individuo —
sino más bien de la posibilidad de pensar la salud más allá del distrito
de lo individual y de pensar modos de articulación entre lo público
y lo político que incluyan información, debate e implementación de
espacios de discusión y acción. En definitiva, hacer de la salud algo que
ofrezca autonomía y responsabilidad social, y no mero clientelismo o
asistencialismo. Cobra sentido entonces, preguntar por políticas de
salud que vayan en la dirección de sujetos que conecten y sintonicen
colectivamente, y que desde esa mirada, asuman una responsabilidad
y un cuidado de todos.
Además, en cierta medida, ocurre que se ha naturalizado la pro-
tección. A tal punto se han domesticado y neutralizado los riesgos,
que se cree natural y obvio el estar protegido. Desde esta perspectiva,
el trabajo de una política de salud –aun otorgando seguridad–, no
se debe corresponder con un individuo pasivo desfasado o dislocado
socialmente. Al contrario, se deben proporcionar elementos para
enfrentar conjuntamente los riesgos reales, sin alarma, sin sobrepro-
tección y por supuesto, sin temor. Solo una sociedad sin miedos puede
dar lugar a una política donde la vida se disperse con comodidad.
No obstante, el lugar protagónico que posee el temor en la gestión
de la política anida en la reclusión tácita a la que se ha destinado la
muerte, la que a partir de ese exilio se ha vuelto cada vez más po-
derosa y determinante. En ese sentido, la pregunta por el modo de
oposición entre la vida y la muerte que –de modo solapado– atraviesa
el conjunto de la obra de Foucault, está lejos de ser respondida: ya sea
como el “silencio” de la locura, como la muerte del hombre, como el
cadáver de Bichat, como la elaboración de un individuo dócil objeti-
vado al interior de las ciencias humanas, e incluso como aquel hablar
verdadero que expone la vida al límite más allá del cual no hay indivi-
duo; en todos esos careos con la muerte, la vida representa un punto
afirmativo de imprevisibilidad. Tal vez el hecho de que la vida –la del
hombre– esté expuesta desde la cuna a una muerte desplegada en un
sinfín de derrotas, indica que, pese a todo, la muerte y su amenaza
no deja de ser un momento secundario al despliegue sin proyecto de
la vida, convertida en un momento sin cálculo, un momento errático
que escapa incesantemente a la individualidad aun cuando se vista
con los trajes de la salud.
109
bioética entre salud pública y biopolítica
miguel kottow
Introducción
Ingresar a los discursos de la biopolítica requiere una cierta dosis
de impudicia para ocupar espacios sobresaturados e indispuestos a más
ajetreo, de imprudencia por hollar un escenario reducido a hollejo, de
ingenuidad al proponer otro texto con pretensión de abrir algún pliegue
residual aún no tocado por los predadores académicos. Sin embargo,
es de recordar lo que Wittgenstein nos dijera: de lo que no se puede
callar, hay que hablar. La salud pública y, ante todo, la reflexión bioética
que asienta en ella, reconocen y acusan el impacto de la biopolítica y
solicitan, con cierta urgencia, investigar estas relaciones con respeto
cartesiano por la nitidez y claridad de las ideas y los conceptos relacio-
nados con salud. Aunque es frecuente que las aclaraciones más bien
oscurezcan, cual luz difractada por una superficie opaca e irregular.
Encargo complejo considerando la polisemia carnavalesca con la cual
el concepto de biopolítica es manejado desde su origen en los escritos
de M. Foucault1 (1976): el cuerpo como máquina –anatomo-política del
cuerpo humano–, y los “controles reguladores: una biopolítica de la población.2
Cuando ese texto primeramente se publica, la bioética apenas balbucea
y la salud pública tradicional es embestida por la Nueva Salud Pública;3
arrecia la mundialización del neoliberalismo y la neoliberalización del
mundo, con el consecuente debilitamiento del Estado y el traspaso al
mercado de sus servicios sociales, incluyendo medicina poblacional y
110
— bioética entre salud pública y biopolítica —
111
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
7 Preppers son grupos de personas que centran su vida en preparación del veni-
dero apocalipsis global. Véase Duclos, Denis, “Les casaniers de l‘apocalypse”,
en: Le Monde Diplomatique. Julio de 2012.
8 Agamben, Giorgio. Estado de excepción, Buenos Aires: Adriana Hidalgo edito-
ra, 2004, p. 99.
9 Ibídem, p. 44
10 Foucault, Michel, Defender la sociedad, op. cit., p. 224.
112
— bioética entre salud pública y biopolítica —
11 Ibídem, p. 231.
12 Esposito, Roberto, Bíos. Biopolítica y filosofía, Buenos Aires: Amorrortu edito-
res, 2011, p. 312.
13 Foucault, Michel. Defender la sociedad, op. cit., p. 222.
14 Ibídem, p. 220.
113
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Bioética y biopolítica
Más que pensar en una relación conjuntiva, hay propuestas de
fundir la bioética en la biopolítica: “¿No será que en vez de bioética
lo que en realidad necesitamos es una biopolítica?”.16 De modo similar,
el filósofo colombiano C. Maldonado afirma que “la biopolítica cons-
tituye, al mismo tiempo, un capítulo de la bioética y una superación
o realización de la misma”.17 Si en nuestra sociedad se ha producido
una profunda imbricación entre ‘vida’ y ‘política’, las posibilidades
abiertas por la bioética de Potter deberían combinarse con el estu-
dio de la biopolítica impulsado por Foucault.18 En consecuencia, la
autora presenta la biopolítica como “un capítulo o una derivación
de la bioética”.19 Mientras se continúe estudiando la relación entre
bioética y biopolítica, será insoslayable hacer referencias a los escri-
tos del filósofo belga G. Hottois, director junto a J-N. Missa, de una
contundente enciclopedia de bioética, 20 dedicados a filosofía de la
técnica, bioética y biopolítica. Basten algunas citas para ilustrar el
estado de confusión en que se encuentra el tema: “Podríamos definir
la bioética (…) diciendo que ésta designa un conjunto de cuestiones
con una dimensión ética (…) suscitadas por el, cada vez mayor, poder
de intervención tecno-científica en el ámbito de la vida orgánica”.21
“[L]a bioética cubre un conjunto de investigaciones, de discursos y
15 Ibídem, p. 225.
16 Castoriadis, Cornelius. El avance de la insignificancia, Buenos Aires: EUDEBA,
1997, p. 156.
17 Maldonado, Carlos. Biopolítica de la guerra, Bogotá: Siglo de Hombre, 2003,
p. 15.
18 Véase Quintanas, Anna, “Bioética, biopolítica y neoliberalismo”. En: Quin-
tanas, Anna. (ed.). El trasfondo biopolítico de la bioética, Girona: Documenta
Universitaria: 97-111, 2013, p. 103.
19 Ibídem, p. 204.
20 Hottois, Gilbert y Missa, Jean-Noël. Nouvelle encyclopédie de bioéthique. Bruxe-
lles: De Boeck Supérieur, 2001.
21 Hottois, Gilbert, Essais de philosophie bioéthique et biopolitique, Paris: Libraire
Philosophique J. Vrin, 1991, p. 170.
114
— bioética entre salud pública y biopolítica —
115
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
26 Plûgge H. Vom Spielraum des Leibes. Salzburg: Otto Müller Verlag, 1970, p. 23.
27 Buytendijk (1954), citado por Plûgge H. Vom Spielraum des Leibes, op. cit., p. 25.
28 Agamben, Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., p. 108.
29 Véase: Harris, John, The value of life. London and New York: Routledge, 1991.
30 Singer, Peter. Practical ethics. Cambridge, New York: Cambridge University
Press, 1979, p. 139 ss.
31 Esposito, Roberto, Comunidad, inmunidad y biopolítica. Barcelona: Herder,
2009, p. 191.
32 Ibídem, p. 198.
116
— bioética entre salud pública y biopolítica —
Inclusión/exclusión
De esta escueta incursión semántica surge que las categorías zoé/
bíos no son adecuadas para la bioética, a diferencia de su empleo en
el discurso biopolítico. Hay otras incongruencias: todo planteamien-
to ético se basa en relaciones interpersonales y respeta la distinción
original de Weber, entre ética de convicciones –ética de conciencia–,
que se mantiene kantianamente en el espacio de la voluntad autóno-
ma del individuo, y la ética de responsabilidad, que distingue agente
de afectado y requiere del primero hacerse cargo de sus actos en la
medida que lesionan a otros y demandan justificación, compensa-
ción, arrepentimiento, retribución. Los esfuerzos deliberativos de
la bioética pueden llevar a propuestas, jamás a determinaciones; su
117
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Transgresión de espacios
Consecuencia de la anterior es la lisis de la tradicional barrera
entre espacio público y ámbito privado: los principales problemas
políticos hoy en día tratan directamente con la vida privada: la
fecundación y el nacimiento, la reproducción y la sexualidad, la
enfermedad y la muerte.37
118
— bioética entre salud pública y biopolítica —
119
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
120
— bioética entre salud pública y biopolítica —
121
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Bioética de protección
Esta propuesta de protección bioética pretende someter las acciones
y políticas de salud pública a un baremo de la legitimidad que evite
la propagación de medidas biopolíticas empeñadas en privilegiar
y proteger a costa de dañar a los excluidos.48 Sus cinco postulados
muestran claramente el antagonismo entre bioética y biopolítica, la
distinción entre salud pública y biopolítica sanitaria:
r 5PEBBDDJÓOEFTBMVEQÙCMJDBIBEFSFTQPOEFSBMBOFDFTJEBEEF
enfrentar un problema o amenaza de la salud colectiva.
r -BTBDDJPOFTEFTBMVEQÙCMJDBIBOEFTFSFGJDBDFTmSFTPMWFSFMQSP-
blema– y efectivas –tener una relación aceptable entre beneficios/
costos y riesgos.
r -PTQSPHSBNBTEFTBMVEQÙCMJDBIBOEFTFSMPTNFKPSWBMJEBEPTFO
existencia, no recurriendo a insuficiencias basadas en lo localmente
disponible (en recursos, en capacidad de gestión, ayuda externa
condicionada).
r -PTSJFTHPTEFFGFDUPTTFDVOEBSJPTJOEFTFBCMFTEFCFOEJTUSJCVJSTF
aleatoriamente en el colectivo comprometido. Es éticamente in-
122
— bioética entre salud pública y biopolítica —
Conclusión
Biopolítica y bioética son cristalinas, no en su transparencia, sino
en su dureza. Rasguñar esas superficies tan resistentes ha sido la
intención del presente ensayo, posiblemente destinado al fracaso al
carecer de la dureza diamantina que permita cuestionar la solidez y la
inmunidad a toda penetración crítica, pero que, destino del artesano,
no puede dejar de intentar lo que difícilmente logrará. Busca su refu-
gio, este intento, al sostener que la (bio)ética no es utilitarista ni, en
última instancia, pragmática: no valida sus esfuerzos en términos de
logros sino de necesidad del esfuerzo, cuya oportunidad y efectividad
queda librada a fuerzas que están más allá de su influencia. Mientras
la biopolítica mantenga, aunque atenuado, su cariz tanatológico, no
podrá la bioética firmar paz o siquiera una entente con ella. Persistirá
su mirada vigilante para que la salud pública valide su idoneidad y se
legitime éticamente, evitando caer en la tentación de hacer biopolítica.
Una vez más es Esposito quien busca una salida, deliberando sobre la
posibilidad de una biopolítica afirmativa. Pero, dónde buscar, cómo
pensar, qué puede significar hoy una democracia biopolítica o una
biopolítica democrática –capaz de ejercitarse no solo en los cuerpos,
sino a favor de los cuerpos– son cosas muy difíciles de indicar de una
manera determinada. Por el momento, apenas lo hemos entrevisto.
Lo que sí es cierto es que para activar una línea de pensamiento en
esta dirección, hace falta deshacerse de todas las viejas filosofías de la
historia y de todos los paradigmas conceptuales a los que éstas remi-
ten.49 Desde un prisma bioético que reniega de dogmas y principios, 50
prefiriendo dejar jugar la imaginación en busca de nuevos entendi-
123
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
124
II
tratamientos irresolutos:
población, medicinas
y salubridad
salud mental y psiquiatría
comunitaria en chile:
El proceso de configuración de un objeto de gobierno
jimena carrasco m.
Introducción
A partir de la década de los noventa, luego del término de la
dictadura militar, el sistema de salud chileno ha experimentado una
serie de transformaciones en lo referente a la atención de personas
con enfermedades mentales y/o problemas de salud mental. El do-
cumento “Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría” (PNSMP)
tuvo su primera edición el año 2001 y su objetivo fue dar directrices
a nivel nacional para las acciones en este ámbito. En él se propone
una transformación de los problemas a intervenir y de las formas de
intervención, presentando el enfoque comunitario como una inno-
vación para una mejor comprensión y abordaje de la enfermedad y la
salud mental. Tomando los aportes de Foucault, considero relevante
abordar este tema desde una perspectiva crítica y preguntarme por
los procesos sociales e históricos que han configurado las categorías
que actualmente dotan de sentido y significado a lo que se denomina
Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria (SMPC) en Chile. A través
de un recorrido por los que creo, son los principales aspectos invo-
lucrados, pretendo dar cuenta de las diferentes racionalidades en
juego en la intervención de personas y grupos, propia de esta nueva
categoría (SMPC). Como aspectos relevantes propongo los procesos
de configuración de la política social y de salud en Chile, entendiendo
el nacimiento de la psiquiatría y de la salud mental como un punto de
confluencia de ambos. Esta historia nos da cuenta de una variedad de
formas de organización de las entidades abocadas a la intervención,
y de transformaciones en clasificaciones y categorías, identidades
profesionales y campos disciplinarios, que han cristalizado por inscrip-
127
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
1 Véase Still, Arthur; Velody, Irving, Rewriting the History of Madness. Studies in
Foucault`s “histoire de la folie”. Londres: Routledge, 1992.
128
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
129
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
del orden social tradicional por mantenerse, pero a través del uso
de una lógica republicana y racional. Para Portales, la Guerra de
Independencia y las ideas liberales habían traído consigo el desor-
den y por tanto, era necesario volver al orden. En la medida que
los preceptos republicanos eran ineficientes para la mantención de
éste, fueron reemplazados por las formas tradicionales (oligárqui-
cas) pero legitimados por la lógica republicana. Así, por ejemplo,
en 1830 se restituye el Protomedicato, 3 antigua institucionalidad
colonial que tenía atribuciones sobre el ejercicio médico. Desde la
Independencia éste había sido sustituido por diferentes institucio-
nes que, inspiradas en el liberalismo europeo, se organizaban en
asambleas gremiales y pretendían la discusión de las políticas de
salud. Sin embargo, Portales vio como un fracaso tales instituciones,
en la medida en que no lograron restablecer el orden, y se restituyó
la función de regular el ejercicio y asistencia médica a manos de
una institución de origen colonial, pero ahora por decisión política
en el orden republicano. Luego, a partir de 1832, los hospitales y
asilos (ahora sí diferenciados de otras casas de objeto público) fue-
ron entregados a un jefe con la denominación de administrador 4 y
se nombró a un tesorero y una junta directora, responsables de la
administración financiera.
Con esta medida se estableció una supervisión del Estado sobre
estos establecimientos, puesto que el rol de secretario de la junta
directora recaía en un funcionario técnico y especializado de
gobierno. Sin embargo, la dirección financiera siguió en manos
de particulares, cuidadosamente elegidos. Los indicados para di-
cha tarea eran ciudadanos filántropos, que pertenecían a la élite
tradicional y mercantil, que históricamente había realizado obras
piadosas, como expresión de su ejemplar moral cívica y religiosa.
Así, la obligación por el correcto funcionamiento de la administra-
ción de hospitales y asilos siguió siendo el resultado de los elevados
sentimientos y buena voluntad de particulares, y como tal, no pudo
130
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
Así por fin triunfó la justicia […] en este hospital el orden, la moral,
la economía, el respeto, la subordinación y finalmente la caritativa
asistencia a las enfermas, que si por desgracia no es ejercida allí con
todo el celo que inspiran los principios religiosos, lo es al menos por las
obligaciones que impone el reglamento.6
131
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
132
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
133
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
134
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
11 Véase Decreto sobre el Médico en jefe de los Hospitales i Casas de Expósito, Santiago,
26 de octubre de 1861, Colección de ordenanzas, reglamentos i decretos supremos
referentes a los establecimientos de Beneficencia en Santiago 1832-1874, Santiago:
Imprenta de El Independiente, 1874.
12 Véase Reglamento que organiza una Junta compuesta de los médicos de los estableci-
mientos de beneficencia de Santiago. Santiago, 18 de noviembre de 1870, Colec-
ción de ordenanzas…, op. cit., 1874.
13 Un gran porcentaje de los mapuches que llegaban a Santiago fueron reclui-
dos en la Casa de Orates. La presencia mapuche en esta institución queda
más clara con la aparición de la “psicosis onírica”, cuadro psiquiátrico que
solo se dio en Santiago y que designaba a la patología en que se daban aluci-
naciones que mezclaban elementos de la cultura mapuche con elementos de
la cultura criolla.
135
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
136
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
137
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
16 Citado por Leyton, César, “La ciudad de los locos: industrialización, psiquia-
tría y cuestión social. Chile 1870-1940”, Frenia, vol. VIII, 2008, pp. 259-276.
17 Las asociaciones mutualistas han sido consideradas la primera forma de
protección social en Chile. Pretendían ser una alternativa a la caridad para
afrontar la enfermedad y la muerte de los trabajadores y sus familias. Estas
organizaciones eran iniciativas de artesanos y obreros, inspirados por ideas
liberales provenientes de Europa. En 1912 se contabilizaban 517 en todo el
país. Se agrupaban en la Sociedad de Socorros Mutuos y contaban con un
reconocimiento legal desde el Estado, aunque nunca recibieron apoyo ma-
terial de éste. Véase Illanes, María Angélica, En Nombre del pueblo, del Estado y
de la Ciencia... Historia Social de la Salud Pública. Chile 1880-1973, Santiago de
Chile: Colectivo de Atención Primaria, 1993.
138
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
139
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
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— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
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— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
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— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
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— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
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— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
149
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
39 Este concepto surge en 1960, como una serie de estrategias para dar solución
a problemas derivados de las tomas de terrenos en la periferia de la ciudad.
Estas estrategias se proponían generar cooperación entre los pobladores con
base en la pertenencia a un territorio. Luego, durante la dictadura militar,
algunos elementos fueron incorporados a las acciones realizadas por ONG,
y después del retorno a la democracia, éstas se validaron con desarrollos teó-
ricos latinoamericanos como la Educación Popular y la Investigación Acción
Participativa. Véase Garcés, Mario, Tomando su sitio; el movimiento de pobladores
de santiago, 1957-1970. Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2002. También
Asún, Matías, Para leer la psicología comunitaria: contextualización histórica en
Santiago de Chile. Tesis para optar al grado de Licenciado en Psicología. Uni-
versidad Diego Portales, Facultad de Ciencias Humanas y Educación, Escue-
la de Psicología, 2004.
150
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
151
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
152
— salud mental y psiquiatría comunitaria en chile. el proceso de configuración de un objeto de gobierno —
42 Rose, Nikolas. Inventing our selves. Psychology, Power, and Personhood. Londres:
Cambridge University, 1998, p. 18.
153
clasificar y medicar: la gestión
biopolítica de los sufrimientos psíquicos
sandra caponi
1 Véase Foucault, Michel, “Il faut défendre la societé”. Cours au Collège de France,
1975-1976. París: Gallimard-Seuil, 1997.
154
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
2 El texto de Allen Frances que será analizado aquí ha suscitado diversos de-
bates entre la comunidad mundial de psiquiatras, psicoanalistas y trabaja-
155
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
El concepto de biopolítica
El concepto de biopolítica fue enunciado por primera vez por
Michel Foucault en 1976 en el último capítulo de La voluntad de sa-
ber, sin embargo desarrolla y lleva hasta sus límites las implicaciones
teórico-políticas de este concepto en dos cursos del Collège de France,
Defender la sociedad y Seguridad, Territorio y Población. Será fundamental
en esos dos textos y en el curso Los anormales donde Foucault define el
concepto de biopolítica. Más adelante, en el Nacimiento de la biopolítica,
156
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
157
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
3 Véase Foucault, Michel, “Il faut défendre la societé”, op. cit., p. 216.
158
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
4 Ibídem, p. 220.
159
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
5 Ibídem, p. 286.
160
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
161
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
8 Véase Foucault, Michel, “Il faut défendre la societé”, op. cit., p. 225.
162
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
163
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
164
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
de una vida objetivada por los discursos, los modos de clasificar, medir,
intervenir y evaluar propios de las ciencias biológicas y médicas, cons-
truidos en torno a la oposición normal-patológico. Por esta razón la
medicina, la higiene y la salud pública, ocupan un lugar privilegiado
en las sociedades modernas, posibilitando la articulación entre los
saberes sobre lo biológico y las intervenciones gubernamentales sobre
los individuos y las poblaciones. En segundo lugar, se puede afirmar
que la vida a la cual se refiere la biopolítica no es un complemento
de la política sino su opuesto, aquello que anula y niega la política.
Como afirma Lazzarato, la biopolítica “es un factor de despolitización
y de neutralización de lo político”.10 Ésta no puede entenderse en
sentido literal, como una política de la vida; al contrario, significa un
modo de gestión, de administración, ciertas estrategias de gobierno
destinadas a una población reducida al dominio de las necesidades
biológicas y a los procesos de nacimiento, reproducción y muerte. La
biopolítica es justamente aquello que se opone a la subjetividad. Aque-
llo que permite sustituir el diálogo argumentativo –esencial para la
construcción del espacio político–, por la urgencia, por la inmediata
e irreflexiva satisfacción de las necesidades, reduciendo la pluralidad
de la condición humana a los procesos biológicos. En fin, la vida de
la biopolítica no se refiere a sujetos capaces de trazar narrativas sobre
su propia historia; se refiere a sujetos anónimos e intercambiables,
cuyas historias carecen de significación, pues de lo que se trata es de
poblaciones, de cuerpos sustituibles que deben ser maximizados y per-
feccionados, no de sujetos morales de sus propias acciones. Situando
la biopolítica en ese espacio de diálogo podemos identificar cuatro
mecanismos que nos permiten individualizar la especificidad de ese
modo de ejercicio de poder estudiado por Foucault.
Éstos son: 1. La centralidad de la norma y la oposición normalidad-
patología; 2. Los estudios estadísticos referidos a los fenómenos vitales
que caracterizan a las poblaciones; 3. La problemática del riesgo-
seguridad, es decir, la idea de que es posible anticipar los riesgos para
evitar el surgimiento de futuros daños; 4. Estos mecanismos configuran
un peculiar modo de ejercer el gobierno sobre las poblaciones, que
excluye las narrativas de los sujetos y sus historias de vida. La gestión
de las poblaciones en cuanto multiplicidad biológica debe dejar en las
sombras, como anticipó Aristóteles, nuestra capacidad de existencia
165
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
11 Véase Frances, Allen. DSM 5 Continues to Ignore Criticism From Petitioners. Pos-
ted: 6.20.2012. Disponible en: http://www.huffingtonspost.com/allen-fran-
ces/dsm-5-5petition_b_1610569.html?view=print&comm_ref=false.
12 Véase Frances, Allen. “Opening Pandoras Box: The 19 Worst Suggestions For
DSM5”. Rev. Psychiatric Times, vol. 1 núm. Febrero 11, 2010.
13 Frances, Allen. DSM 5 Continues to Ignore Criticism From Petitioners, op. cit., p. 1.
166
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
167
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
A modo de conclusión
Es probable que una mirada atenta y cuidadosa sobre los diversos
modos a través de los cuales las clasificaciones psiquiátricas se vincu-
lan con la temática del riesgo, de la prevención, con los dispositivos
de seguridad, con la distinción entre lo normal y lo patológico, y
con los procesos de cuantificación de los sufrimientos, nos permita
retomar una pregunta que Frances formula en su crítica. Cuando
se le interroga por la posibilidad de que la expansión del número
de diagnósticos no se deba a motivos clínicos, sino a la influencia
cada vez mayor de la industria farmacéutica, de los planes y seguros
de salud, o en fin, de los asuntos económicos de costo-beneficio, él
negará absolutamente esa posibilidad. En ese contexto, y en defensa
de sus colegas del Grupo de Tareas, él se pregunta: “¿Cómo pueden
personas tan inteligentes y escrupulosas hacer tantas sugerencias
erradas?”.17 Dando a esa pregunta una ambigua y extraña respuesta,
dirá:
17 Ibídem, p. 5.
170
— clasificar y medicar: la gestión biopolítica de los sufrimientos psíquicos —
18 Frances, Allen. DSM 5 Continues to Ignore Criticism From Petitioners, op. cit., p. 5.
171
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
172
los riesgos y la promoción del
autocontrol en la salud alimentaria:
moralismo, biopolítica y crítica
parresiasta
173
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
174
— los riesgos y la promoción del autocontrol en la salud alimentaria: moralismo, biopolítica y crítica parresiasta —
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17 Ibídem.
18 Furedi F. Culture of fear revisited: risk-taking and the morality of low expectation.
London: Continuum Books, 2006.
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20 Lehrer J. Don’t! The secret of self-control. The New Yorker 2009 Mai 18;
Consultado 11.08.2012; Disponible en: http://www.newyorker.com/
reporting/2009/05/18/090518fa_fact_lehrer?currentPage=all.
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Es difícil perder peso si usted está todo el tiempo con hambre. Reduzca
la angustia por la comida naturalmente con estas sugerencias. Usted
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
necesitará aceite de menta, ocho horas de sueño por noche, una dieta rica
en fibras, ejercicio aeróbico, comidas que den sensación de satisfacción y
goma de mascar. Opcional: caminatas de 15 minutos y comidas crocan-
tes. Paso 1: inhale levemente el aceite de menta antes de la comida. Los
participantes del estudio que así lo hicieron, consumieron tres mil calorías
totales menos de grasas y carbohidratos por semana, puesto que su nivel de
hambre se redujo drásticamente después de cada inhalación del aroma. El
aceite de menta está disponible en tiendas de alimentos saludables. Paso 2:
tenga como meta ocho horas de sueño todas las noches. Las personas que
duermen esa cantidad de horas tienen niveles más elevados de la hormona
leptina, un depresor del apetito. Por otra parte, las personas privadas
de sueño tienen niveles más elevados de la hormona grelina que dice al
cerebro que usted está con hambre. Paso 3: procure alimentarse de modo
consciente, lo que significa comer lentamente y considerar después de cada
bocado si usted aún está con hambre o no. De acuerdo con la Asociación
Dietética Americana, su cerebro puede tardar 20 minutos en enviar una
señal a su estómago, para decirle que está satisfecho, entonces, eche un
vistazo a su cuerpo a medida que come para evitar hacerlo en demasía.
Paso 4: coma más fibras. Esto le mantiene más satisfecho por más tiempo.
En un estudio, los participantes que comieron 14 gramos de fibra extra por
día, consumieron 10 por ciento menos de calorías diarias que aquellos que
comieron menos fibras. Paso 5: haga ejercicios aeróbicos. Las personas que
los realizan desarrollan niveles más elevados de una proteína sanguínea
llamada factor neurotrófico, derivada del cerebro, que se cree suprime el
apetito. De acuerdo con un estudio, caminar durante 15 minutos ayuda
a disminuir la angustia por los chocolates. Paso 6: coma alimentos que
le hagan sentir satisfecho más rápidamente y por más tiempo. De acuerdo
con las investigaciones, se incluyen camotes cocidos, naranjas, manzanas,
pescado, masas de harina integral, nueces, carne, porotos cocidos, uvas,
pan integral, zapallo y palta. Escoja comidas crujientes. Las investiga-
ciones muestran que cuanto más tiempo lleve masticar su comida, menos
calorías totales usted consumirá. Paso 7: masque goma de mascar después
de las comidas. En un estudio, se indica que las personas que mascan
chicles después del almuerzo consumen menos refrigerios durante la tarde
y sienten menos angustia por los dulces que las personas que no lo han
hecho. ¿Sabía usted que la angustia por la comida y la que siente un
adicto por la droga, vienen de la misma parte del cerebro? 22
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
que son tan placenteros para usted como nutritivos para su cuerpo,
empleando todos sus sentidos para explorar, saborear y degustar;
reconocer respuestas a la comida inconsciente (gusta, indiferente,
disgusta); experimentar la conciencia respecto de las inclinaciones
del hambre física y la saciedad, para orientar la decisión de comenzar
y parar de comer”.25
Siguiendo la perspectiva del autocontrol, cabe traer a colación a
uno de los ideólogos responsables de su importancia en la vida actual,
a través del ejercicio de la fuerza de voluntad: el psicólogo investigador
estadounidense Roy F. Baumeister, de Florida State University, quien
junto a John Tierney publicó Fuerza de voluntad. El re-descubrimiento
del poder humano. En líneas generales, los autores consideran que la
mayoría de los problemas que afectan a los individuos modernos –adic-
ción, comer en exceso, crimen, violencia doméstica, enfermedades de
transmisión sexual, prejuicios, embarazo no deseado, deudas, fracaso
educacional, mal desempeño escolar, falta de ahorro, dificultades
para excitarse–, reflejan algún grado de falla de autocontrol como
aspecto central. La psicología habría identificado dos características
principales que parecen producir grandes beneficios: la inteligencia
y el autocontrol. Si no tiene como sustentar de forma duradera el
aumento de su inteligencia, el autocontrol puede ser fortalecido.26
Tanto el guión del video como el libro recién mencionado sirven
como emblemas del autocuidado mediante el autocontrol, de acuerdo
con el “espíritu de la época” dominante, y siguen la misma retórica
de producción de narrativas para dar cuenta de la experiencia de un
individualismo que aísla y aliena. Ambos dan recetas objetivas de cómo
fiscalizar racionalmente nuestros cuerpos –máquinas bioquímicas,
capaces de salirse de nuestro control–, para perder o mantener el
peso de modo disciplinado. Todo esto en nombre de la longevidad,
por medio de recomendaciones en nombre de la salud, al punto de
llegar a ocupar considerable predicación moralista.
Intentando un ejercicio de parresía cínica, ilustraremos los contenidos
y recetas de los videos citados, junto a las afirmaciones y presupuestos
–altamente discutibles y conservadores– del libro arriba mencionado,
con una serie de televisión estadounidense, también exhibida en los
canales brasileños.
25 Ibídem.
26 Baumeister RF, Tierney J. Força de Vontade: a redescoberta do poder humano. São
Paulo: Lafonte-Larousse, 2012.
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28 Kim MK, Park JHY. Cruciferous vegetable intake and the risk of human can-
cer: epidemiological evidence. Proc Nutr Soc 2009; 68(1): 103-10.
29 Crawford R. Risk ritual and the management of control and anxiety in medi-
cal culture. Health (London), 2004; 8(4): 505-28.
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— los riesgos y la promoción del autocontrol en la salud alimentaria: moralismo, biopolítica y crítica parresiasta —
Consideraciones finales
La cuestión actual relativa al miedo a engordar, llama la aten-
ción tanto por las dimensiones morales del problema, como por la
perspectiva de ansiedad excesiva frente al riesgo y la demanda por
el respectivo autocontrol de la ingesta. De todas formas, la relación
entre la promoción en salud nutricional y el aumento de peso tiende a
inscribirse en el ámbito de los tratamientos morales que acompañan el
malestar en la civilización capitalista globalizada y su correspondiente
racionalidad cínica en la operación de estructuras normativas duales
que, simultáneamente, estimulan y restringen. Las personas, de un
modo variable, no pasan incólumes a las precarizaciones y sufrimientos
provocados por este panorama.
En fin, para concluir, importa enfatizar que la búsqueda de hablar
con verdad, en términos de parresía, tiene sentido, aun cuando no esté
basada en evidencias empíricas. Pues estas últimas, como hemos visto,
ocupan una posición adiaforizante, vale decir, parecen indiferentes
respecto a su responsabilidad en las implicaciones morales resultantes
de las dinámicas de su utilización personal.
Incluso, vale la perspectiva trazada por Foucault, de considerar
el acto parrhesiasta de decir-se la “verdad” –sobre todo en el sentido
de mantener la perspectiva crítica en nombre de ella. Ésta sería una
de las formas para poder cuestionar los contextos contemporáneos
de dominación que acompañan la producción tecnocientífica en su
relación con la producción de subjetividades.
En verdad, tenemos una tarea en el ámbito moral; la de actuar en
busca de otros compromisos ético-políticos que se alejen de la pers-
pectiva utilitaria de los agentes supuestamente autónomos y racionales
–con derecho de decidir y escoger sus propios beneficios frente a los
costos estipulados–, pero dentro de posibilidades bastante reducidas
y alejadas de dimensiones emancipatorias.
Es necesario un análisis crítico de los modos de opresión, produci-
dos por la racionalidad cínica, que se naturalizan y que sustentan la
demanda por los enfrentamientos de modos de sujeción. Esto ocurre,
por ejemplo, cuando buscamos presentar –mediante un tratamiento
moralista de los riesgos en salud, a través de una normatividad res-
trictiva–, la promoción en salud nutricional transformada en una idea
exacerbada de control del peso.
189
la invención de la leche:
arqueología de una fragilidad
Invención de un paisaje
Es aconsejable que el lector se dirija hasta la calle Salas Errázuriz,
dejando a su espalda Conferencia, con todo el horror que eso implica.
A su izquierda verá tres chimeneas ligeras y enormes. Dos metálicas
y la otra de cemento, con su remate roto. Al llegar a Exposición, le
sugerimos que rote en sentido anti horario y camine por la fachada
de esta maestranza de noche, admire la insoportable levedad de los fa-
roles colgantes, sostenidos por una armazón de fierro y luego, tenga
un encuentro fenomenológico con la fachada, en el ocultamiento
provisto por una arboleda canosa y despeinada. Vuelva su mirada al
norte y husmee en el pasaje poblacional.
Si lo propuesto no le acomoda, entonces recurra a Google maps
y usando el homúnculo del extremo superior izquierdo, navegue
simplemente.
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— la invención de la leche: arqueología de una fragilidad —
La Fábrica Central
de Leche y su paisaje
poblacional.
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— la invención de la leche: arqueología de una fragilidad —
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Delicada y frágil
Carlos Porcher califica la galactorrea de las vacas con especial
terneza: “...esta materia prima tan delicada que es la leche (...) hasta
qué punto es frágil la leche” en charla de 1928.11 Su propuesta de
creación de un Instituto de la Leche, es parte de la Reforma de la
Enseñanza Agrícola del gobierno de Ibáñez. En la presentación que
a estas ideas hace Álvaro Blanco, traza el problema y su solución:
“La Ciencia y la Técnica habíanse mostrado incapaces de penetrar el
ambiente rural; rústico, duro, reacio de suyo (…) Y se recordó que la
agricultura moderna, esencialmente evolutiva, tiene solo una senda:
la Ciencia; solo un medio, la Técnica; una finalidad, la Riqueza y el
Bienestar social...”. Y refiriéndose a Porcher agrega: “Contratado al
servicio de nuestro país, viene él pletórico de cariño por esta tierra
y ansioso de prestar su concurso al progreso de nuestra Enseñanza
Agronómica”.12
El énfasis de Porcher en la inestabilidad de la leche, quiere dar
cuenta de la multitud de involucrados en su adecuada producción
y del cuidado en los detalles: la enumeración considera al productor,
agrónomo, industrial lechero, transformador, químico, bacteriólogo, veterinario,
médico, las personas que se dedican a las obras de la infancia, hombre público,
consumidor: “Tenía pues, razón, hace un momento, cuando decía que
el problema de la leche interesaba a todo el mundo”.13
10 Ibídem, p. 176.
11 Porcher, Carlos. “El estado actual de la industria lechera en Chile y las posi-
bilidades de su futuro desarrollo”. Anales de la Universidad de Chile [en línea],
0 (1929): pp. 1077-1102. Consultado: 29.08.2013, pp. 1090-1097.
12 Ibídem, pp. 1080-1082.
13 Ibídem, p. 1093.
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— la invención de la leche: arqueología de una fragilidad —
14 Ibídem, p. 1094.
15 Ibídem, p. 1099.
16 Calvo, Luis, “Lo que deben saber las madres para criar bien a sus hijos”,
Primer Congreso Nacional de Protección á la Infancia. Trabajos y actas, Santiago:
Impr., Lit. y Enc. Barcelona, 1912, p. 6.
17 Mardones, Jorge; Cox, Ricardo. La alimentación en Chile. Santiago: Imprenta
Universitaria, 1942, p. 274.
* Red de consultorios enfocados en pediatría y orientación nutricional para
el cuidado materno. Las Gotas de Leche, nacen durante el gobierno de Ra-
món Barros Luco (1910) en estrecho vínculo con el Patronato Nacional de la
Infancia (Nota del Editor).
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Números argumentantes
La leche ha logrado situarse en lugar de privilegio, gracias a unas
operaciones que también echan mano de una buena cantidad de
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
37 Ibídem, p. 39.
38 Ibídem, p. 269.
39 Ibídem.
40 Ibídem, p. 54.
41 Ibídem, p. 56.
200
— la invención de la leche: arqueología de una fragilidad —
42 Ibídem, p. 57.
43 Ibídem, pp. 191-192.
44 Ibídem, p. 206.
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1934 1933
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Neoliberalismo y biopolítica
Hemos intentado movernos en sentido inverso a la sentencia
foucaultiana: “una vez que se sepa qué es ese régimen gubernamen-
tal denominado liberalismo, se podrá, me parece, captar qué es
la biopolítica”.49 Poniendo la operación intelectual en la dirección
liberalismo→biopolítica, me parece que Foucault nos ha dado una
clave engañosa. Clave, porque permite pensar si acaso la economía no
es más que el efecto de un régimen de gobierno. Engañosa, porque
intenta vincular en forma establecida, dos cuestiones que por su parte
son asimismo frágiles y delicadas.
45 Ibídem, p. 210.
46 Ibídem.
47 Ibídem, p. 211.
48 Ibídem, p. 223.
49 Foucault, Michel, Nacimiento de la biopolítica. Buenos Aires: FCE, 2007, p. 41.
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— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
Cosas y colectivos
Allí donde hay colectivos, hay invención, artificio y creación de
objetos. Si hubiera que dibujar el sentido de las relaciones, las flechas
habrían de moverse en varias direcciones, interrumpirse y continuar
un poco más allá. De los objetos a los colectivos y viceversa. Elegimos
la leche por sus múltiples ambigüedades: entre la biología y la química,
entre la física de fluidos y la veterinaria, entre la medicina y la econo-
mía, hasta hoy la clasificación de la leche está pendiente. Mirados de
cerca, ¿cuántos de los objetos de los que está hecha la salud pública,
comparten una evanescencia parecida? Acostumbrados como esta-
mos a despolitizar las cosas, a deshistorizarlas y a no escarbar en sus
costuras, damos por sentado que ellas son de una vez y para siempre,
nacidas adultas. Y sin embargo, basta asomarse a las destempladas
declaraciones de hace algunas décadas, para leer cuánto tienen de
erráticas y posibles. Como ni siquiera basta el médico sociólogo para
dar cuenta de ellas, sino que necesitamos convocar al calculador de
precios, el agrónomo y el comercial. Y al político y al empresario.
La leche tiene la marca de una intimidad confusa entre humanos y
animales50 y por eso mismo, la provocación regular a una indistinción.
Punto evidente de lo errático que se tornan la decisiones que hacen
ser a las cosas como son. Hileras de elecciones anónimas, históricas
y fragmentadas, que han separado lo vivo de lo no vivo, lo humano
de lo no humano, lo social de lo natural. La economía de la leche,
sus cifras, sus mediciones, tabulaciones y comparaciones, son uno de
tantos ejemplos de esos anonimatos, historicismos y fragmentaciones.
La estabilización de las medidas, precaria. No en vano, Carlos Ramírez
Sánchez, técnico en Lechería e Industria de Leche, ex ayudante del
Control Lechero de la Sociedad Nacional de Agricultura, ex ayudante
204
— la invención de la leche: arqueología de una fragilidad —
205
— biopolíticas, gobierno y salud pública. miradas para un diagnóstico diferencial —
55 Frank, André, Carta abierta en el aniversario del golpe chileno. Véase el capítulo
“Carta abierta de aniversario”, pp. 119-157, Madrid: Alberto Corazón Editor,
1974.
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