Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
En el contenido de los bienes exportados hay 2 grandes rubros protagonistas: Los productos
primarios (30,6% del total de exportaciones) y las MOA (36,5% del total), ambas tuvieron un
Semanario Económico N°387
30 de Agosto de 2019
En 2018/2019 siempre advertimos que las principales preocupaciones debían ser anticipar cuanto
más la inflación se iba a acelerar, y cuánto más el nivel de actividad iba a caer. De hecho y en este
mismo sentido, siempre anticipamos y explicamos que lo más sensato era prever escenarios
negativos y tomar medidas precautorias, diagramando planes de inversión conservadores y
orientados a preservar “lo que se tenía”, sin procurar alternativas “expansionistas” con fuertes
procesos de inversión y creación de puestos de trabajo.
Al mismo, siempre explicamos que seguir haciendo las cosas mal acumula costos sobre costos,
resultando en un costo total cada vez más alto, tanto para la macro como para la microeconomía;
es decir, para los agentes individuales y las firmas. En este contexto, no debe sorprender que la
acumulación de malas políticas y sus costos asociados lleven a un cambio de escenario. Es decir,
saber cuánto la inflación se acelerará y cuánto la actividad caerá ya no son primera prioridad,
porque ahora se vienen dos problemas muchos más graves.
¿Cuáles son estos dos problemas? El primer problema es el default y el segundo es la hiperinflación.
De hecho, el default ya está entre nosotros. Por otra parte, con la actual política monetaria y sin
arreglar el balance del BCRA, la hiperinflación muy probablemente terminará apareciendo. No
obstante, hay chances de evitar la hiperinflación. ¿Cómo? El BCRA debe abandonar totalmente la
actual política monetaria y limpiar su balance. Las reservas de libre disponibilidad deben ser
utilizadas para limpiar las LELIQs, utilizando los dólares para pagar (voluntariamente) los depósitos
privados a plazo fijo que actualmente están respaldados en un 100% con dicha deuda del BCRA. Las
otras reservas (del Tesoro alquiladas al FMI) deben ser calzadas contra los créditos (incobrables) que
el Central tiene contra el Tesoro. Así, considerando que el default es un hecho, la limpieza del
balance del BCRA sirve para bajar el riesgo de hiperinflación futura en forma considerable. De esta
manera, por lo menos se arregla o se minimiza uno de los dos grandes problemas de nuestra
economía.
¿Por qué el default está entre nosotros? Argentina está en un default selectivo por varios motivos.
Primero, cambiar los plazos de pago unilateralmente es un default, porque es violar los contratos en
tiempo y forma. Segundo, extender plazos sin subir la tasa de interés y sin incrementar los montos
nominales es bajar el valor del contrato en forma unilateral, vejando propiedad ajena. Es fácil de
entender, usd200 prestados a una tasa de X% por un año valen más que usd200 prestados a la
misma tasa de X% por cualquier plazo mayor. El tiempo es dinero. El dinero presente vale más que el
dinero futuro. Tercero, es default porque la tasa del nuevo contrato debería ser la tasa de mercado,
ya que solamente esa tasa es la que refleja la solvencia fiscal y la capacidad de repago del deudor.
Cuarto, es default porque se discrimina entre acreedores. Se le pagará “mejor” a las personas físicas
tenedoras de LETEs y LECAPs que a los bancos y fondos comunes de inversión tenedores de las
mismas LETEs y LECAPS, ignorando que detrás de estas dos últimas instituciones también hay
personas físicas. Es más, puede haber personas físicas que hayan comprado LETEs y LECAPs a través
de ambos canales; es decir, en forma directa y por medio de FCI; cobrarán distinto. Quinto, es default
porque si no se acepta la propuesta, no se cobra.
El default selectivo es el primer eslabón de la cadena de default que consta de tres eslabones. El
segundo eslabón de la cadena es el default con el FMI, y el tercero es el default a los bonistas.
¿Qué es un default? Hay default siempre que se afecte negativamente el patrimonio del acreedor;
aun habiendo una negociación (¿Voluntaria? ¿Queda otra opción?) entre las partes. Si no se paga
en tiempo y forma, se incumplen los contratos y se alargan los plazos de pagos sin aumento de tasa
y/o aumento del principal (capital adeudado), se afecta negativamente el patrimonio del acreedor y
es inexorablemente default.
En este marco, desde E&R intuimos que el próximo default puede ser el más complicado de la
historia, ya que el FMI es un prestamista privilegiado que no acepta quitas. Sin embargo, desde
E&R pensamos que la actual relación Argentina vs. FMI puede constituir un punto de inflexión
histórico en este sentido. En este sentido, no descartamos la posibilidad (alta) que la futura
negociación Argentina-FMI sea muy complica y emerja un trade off entre default al FMI y el default
a los bonos soberanos. Sin (con) quita al FMI, mayor (menor) haircut a los bonos soberanos. Como
puede verse, hay que descontar un escenario muy complicado.
¿Tiene sustento este potencial escenario de stress en la relación Argentina-FMI? De acuerdo con
nuestro análisis, sí. Stress sin lugar a duda va a haber, ya que el FMI jamás ha aceptado y mucho
menos afrontado haircut en sus acreencias. Sólo Zimbawe se demoró circunstancialmente en sus
pagos. En consecuencia, a priori el FMI no va a querer discutir, negociar, afrontar, ni sufrir haircut
de Argentina.
¿Se puede evitar el default y pagar en tiempo y forma tanto al FMI como a los restantes acreedores
en 2020/2023? Desde E&R, hace más de un año y medio que explicábamos que la deuda pública
argentina era intertemporalmente insustentable. En este sentido, alertábamos que sin un ajuste
fiscal rápido y de shock a comienzos de 2020, lo más probable era un escenario de default en
2020/2021. En este sentido, los números fiscales eran elocuentes. Con el dólar a $45 y el ratio
deuda/PBI en torno a 85%, se necesitaba un superávit primario de +3,5% del PBI para que la deuda
fuera sustentable, pero se iba a cerrar con un déficit fiscal de -1,0% del PBI en 2019.
Fuente: E&R
Sin embargo, el salto del dólar empeoró la situación y agrandó los problemas de insustentabilidad
de la deuda, convirtiendo el default selectivo en una certeza, y el default total en casi un próximo y
cercano trámite administrativo.
Con el salto del dólar de $45 a $60, el ratio deuda/PBI sube hasta 110% del PBI, aumentando el
superávit primario necesario para que la deuda sea sustentable a lo largo del tiempo. Ya no se
necesita 3,5% del PBI, sino más. No todo termina aquí. Este aumento del peso de la deuda
incrementa el debt overhang, con lo cual sube la tasa de interés (costo de capital) y se potencia la
caída del nivel de actividad. En este escenario, aumenta el déficit fiscal y termina agrandándose aún
más la brecha entre lo que “hay” y lo que se “necesita” para pagar la deuda. El gap ya no son 5%
del PBI, sino más.
Según nuestro análisis, el default total se aproxima no sólo porque la sustentabilidad de la deuda
aumenta, sino porque la insustentabilidad de la deuda seguirá aumentando. De acuerdo con
nuestra visión, el dólar volverá a saltar más temprano que tarde, y en consecuencia el peso de la
deuda en términos del producto y el debt overhang seguirán creciendo. O sea, el gap entre lo que
“hay” y lo que se “necesita” para pagar la deuda tiende a acelerar su crecimiento. En este
escenario, se pasará más temprano que rápido del default selectivo al default con el FMI y el
default total.
Desde nuestro punto de vista, en E&R consideramos que es inteligente asumir la realidad. Hay que
descontar un inexorable default total. Hay que asumir que tampoco está lejos en el tiempo. El
primer pasó ya está dado: el gobierno nacional ha incurrido en default selectivo. A su vez, este
primer paso ha puesto en funcionamiento todo un sistema dinámico que nos lleva desde el default
selectivo hacia el default total.
La dinámica actual es muy difícil de detener y revertir. De hecho, no están dadas ninguna de las
condiciones políticas ni económicas para tener chances de dar vuelta la situación. Por el lado
político, la actual situación se puede “dar vuelta” sólo con poder y legitimidad; dos “ingredientes”
que el gobierno de Cambiemos no posee. El actual gobierno sólo cuenta con el calendario legal
como sustento. La esfera económica complica más la situación. En este sentido, retrotraer el actual
default selectivo exige reputación, credibilidad, buen plan monetario y sustentable plan fiscal;
justo todo lo contrario a lo que tiene el gobierno de Cambiemos.
Si bien las anteriores carencias políticas y económicas contribuyen por sí solas a la dinámica que
mueve la economía desde el default selectivo al default total, la política del BCRA que mantiene el
dólar a toda costa, y el reconocimiento de que no hay caja (ni en dólares, ni en pesos), forman un
combo explosivo que potencia la dinámica del default.
El gobierno tiene un único plan con dos patas. La primera pata es intervenir en el mercado cambiario
y vender todas las reservas que sean necesarias para mantener el tipo de cambio nominal estable. La
segunda pata es pagar todos los vencimientos de deuda que quedan tras el default selectivo y evitar
el default total (¡cada vez más probable y cercano!). El problema es que este plan dual es una manta
corta, porque no alcanzan ni los dólares, ni los pesos que el Estado tiene para enfrentar todas sus
necesidades, retroalimentando los problemas y acelerando la velocidad de la dinámica que nos
conduce del default selectivo al default total.
Los dólares pueden ser aplicados a tres demandas diferentes que, ocasionalmente, pueden ser
cuatro: i) intervenciones cambiarias para contener el dólar nominal; ii) pagar deuda, tanto
amortizaciones como intereses; iii) financiar la salida de depósitos en dólares del sistema bancario y
iv) aplicaciones excepcionales por “única” vez (pagar “repo”; rescatar “FCI”; etc).
El problema fundamental es que tanto el BCRA como el Tesoro necesitarán más dólares (y también
más pesos) de lo que se pensaba y más dólares (y también más pesos) de lo que se tenía previsto en
el acuerdo con el FMI. El BCRA perderá muchas reservas y su activo se deteriorará en forma
pronunciada. Del otro lado, el Central deberá emitir pesos para hacer frente a las mayores
necesidades financieras del Tesoro en moneda doméstica, lo cual agranda el pasivo.
Los pesos emitidos para pagar déficit, bonos y rescatar FCI deben ser absorbidos con más LELIQs y,
en consecuencia, más tasa de interés (endógena). De un lado, el BCRA pierde dólares, del otro
acrecienta su pasivo en pesos. El patrimonio neto del Central se deteriora cada vez más, aumentando
la promesa certera de más devaluación e inflación futura. Más expectativas de devaluación y más
expectativas de inflación que se traducirán en más devaluación y más inflación. La relación
deuda/PBI y el debt overhang crecerán más, el costo de capital aumentará más y el nivel de actividad
económica se resentirá también más todavía.
En pocas palabras, la actual política monetaria del BCRA seguirá haciendo crecer y acercando en el
tiempo tanto el riesgo de default total como el riesgo de hiperinflación. Las expectativas se
tornarán cada vez más negativas. Cada vez se correrá más y más rápido contra las pocas reservas. El
gobierno ya empezó a contestar con controles de cambios (el BCRA tiene que permitir girar al
exterior). No será el último (nuevo/viejo) control de cambio que será restablecido. Habrá nuevas y
más medidas en este sentido.
En este marco, desde E&R recomendamos descontar un futuro escenario de mediano plazo (fin 2019
y 2020/2021) con TCR más caro e inflación más elevada, lo cual implica ajustes nominales
importantes. Como contracara, los niveles de actividad económica serán aún peores que en el
presente.
Con toda esta dinámica puesta en funcionamiento, desde E&R aconsejamos que el sector privado se
prepare para “lo peor”: pensamos que es realmente muy probable que Argentina pase más
temprano que tarde desde el primer (default selectivo) hacia el segundo (default con FMI) y tercer
(default total) eslabón de la cadena de default.
Al segundo eslabón se llega cuando Argentina se siente a negociar con el FMI. En este sentido,
cuando Argentina intente cambiar los plazos de pagos y el FMI no acepte, si nuestro país no paga se
consumará el default al FMI. Por el contrario, si el FMI estira plazos sin subir tasa y/o sin agrandar el
capital adeudado, habrá haircut y también default. De un lado positivo, un haircut al FMI permite que
haya un menor haircut a los tenedores de bonos, ya que los costos se reparten entre más
acreedores. Por el contrario, si Argentina sigue pagando en tiempo y forma al FMI, no habrá default
con el organismo internacional, pero habrá un default mayor para con todos los tenedores privados
de bonos. ¿Por qué? Porque al no ser el FMI “solidario”, los bonistas privados deberán afrontar
pérdidas mayores.