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Las Jornadas “El hombre ante la muerte” surgen como un anhelo de reunir
distintas voces que tienen algo que decir ante el pasmo y desasosiego con que la
muerte rodea a la vida humana. Este anhelo se produce en el grupo de
investigación que dirijo cuando decidimos hacer un estudio para recuperar dos
espacios olvidados de la cultura tucumana, el Cementerio del Norte y el Cementerio
del Oeste. Ese trabajo nos obligó a pensar en la muerte desde perspectivas
múltiples: la religiosidad popular, el arte, el kitsch, la historia, la fantasía, los
miedos y las transformaciones que la concepción de la muerte va sufriendo desde
que esos cementerios fueran fundados hace un siglo.
Nuestra expectativa han sido gratamente superada. Esta primera publicación
en CD, que sólo reúne ponencias, no las participaciones especiales, da cuenta de la
calidad y cantidad de las respuestas que nuestra convocatoria produjo.
Agradecemos la participación de todos y esperamos que, en el futuro, el
mismo tema u otro nos reúna nuevamente en una clara voluntad y capacidad
multidisciplinaria.
Griselda Barale
LA MUERTE EN LOS HÉROES DE SHAKESPEARE
I. INTRODUCCIÓN
1
Generalización que abarca a los héroes y heroínas de Shakespeare, pero que excluye a los personajes
secundarios.
IV. KING LEAR
En King Lear, Shakespeare nos muestra un rey que ama demasiado, pero que
se equivoca una y otra vez. Deshereda a, Cordelia, justamente la que lo ama
honesta y desinteresadamente, y les da todo el poder a sus otras dos hijas,
ambiciosas y crueles. Su vida estuvo inmersa en el engaño, desde donde ejercía el
error. Castigó cruel e injustamente a Cordelia, y aunque vislumbró su error, ya era
demasiado tarde.
En el despertar de su locura, Lear se ve en el medio de una rueda de fuego
porque él íntimamente se sabe merecedor del infierno. Tiene una visión de lo que
es el infierno, su infierno. El fuego del infierno representa la pasión que rigió su
vida y que lo condujo a los errores que ahora lamenta.
Como J. C. Sager resalta en “The Last Hideous Joke of Destiny” la muerte de
Cordelia fue causada por los actos erróneos de Lear. Sin embargo, Lear, ciego a sus
culpas, se la atribuye toda a un esclavo. En el último momento de su vida, se
engaña nuevamente, creyendo que Cordelia aún respira. Todo en su vida fue un
engaño. En su muerte él se engaña con la ilusión que su hija esté aún viva, en un
último intento por no hacerse cargo de sus culpas.
V. HAMLET
2
Borges, Jorge Luis. Arte Poética. Seis conferencias.
Ante la muerte encontramos la letra que le falta a nuestro nombre,
conocemos nuestra cara, diría Borges. Para Shakespeare la muerte termina el
circulo perfecto que él supo dibujar al caracterizar a cada uno de sus héroes.
En El Proceso, Franz Kafka nos muestra a un personaje que es víctima de un
proceso que desconoce y que lo humilla incesantemente. Los encargados visibles
del proceso son meros subalternos que también ignoran el intrínseco proceso. Toda
la vida del protagonista es un fracaso continuo. En la última escena Kafka muestra
al personaje sintiendo la humillación de ser asesinado por un proceso que nunca
entendió. Kafka pone en boca del protagonista, ya ante la muerte, una última
exclamación: “¡Como un perro!”. Y el narrador concluye diciendo: “murmuró, como
si la vergüenza fuera a sobrevivirle”.
Y ésta es justamente la idea que hemos tratado de presentar en este trabajo.
Al igual que para Kafka en esta historia, para Shakespeare la muerte está teñida de
los colores con los que percibimos la vida. La batalla, la dignidad, el engaño, la
duda, el insomnio y la vergüenza, como vimos aquí, sobreviven a los personajes. Y
éstos la encuentran en el último momento, ante la muerte.
BIBLIOGRAFÍA
• Borges, Jorge Luis. Arte poética. Seis conferencias. Barcelona: Editorial
Crítica, 2001.
• _______________ “Insomnio”. El otro el mismo en Jorge Luis Borges Obras
Completas. Buenos Aires: Emecé editores, 1974.
• Bradley, A. C. Shakesperean Tragedy. London: McMillan, 1960.
• Kafka, Franz. El proceso. Traducción de Cristina Essner. Buenos Aires:
Biblioteca básica universal, 1978.
• Sager, J. C. “The Last Hideous Joke of Destiny” en Separata de la revista
Humanitas, Nº 22, Año XVI. Tucumán: Facultad de Filosofía y Letras, UNT,
1970.
• Shakespeare, William. Antony and Cleopatra. England: New Swan
Shakespeare, Longman,1988.
• __________________ Hamlet. England: New Swan Shakespeare, Longman,
2000.
• __________________King Lear. England: New Swan Shakespeare,
Longman, 1997.
• __________________Othello. England: New Swan Shakespeare, Longman,
1999.
LA MUERTE Y EL LEGADO CULTURAL ANTIGUO DE EGIPTO
3
Actualmente inexistente, estuvo en auge en las primeras décadas del siglo 20 y en particular después
del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón. Muchas de las piezas que hoy poseen los museos
argentinos, incluyendo las dos que integran el patrimonio de la Casa Padilla de San Miguel de Tucumán
fueron adquiridas en ese marco de legalidad.
4
Así declarada por la UNESCO en el protocolo de 1974.
ya en el Reino Antiguo, período al que se remontan las tumbas más tempranas5,
probablemente en estrecha vinculación con el culto de la diosa vaca que se
celebraba en Deir el-Bahari. Ese culto cobró un nuevo protagonismo en el Reino
Medio, gracias a la llegada al trono de Egipto de una familia tebana: la dinastía XI6.
Fundadora del nuevo estado reunificado, esta dinastía asoció en forma enfática sus
monumentos funerarios al culto de Hathor de Deir el Bahari y le dio nueva
expresión en conexión con la legitimidad de la realeza. No obstante, la mayoría de
las tumbas privadas de la necrópolis proceden del período del Imperio Nuevo,
momento en el cual la monarquía retoma la política de los monarcas de la dinastía
XI relacionada con el culto funerario7.
La importancia de la necrópolis desde el punto de vista político llevó a
aplicar extraordinarios recursos humanos y materiales para su construcción. Como
resultado de una síntesis entre las creencias religiosas y los requerimientos
producidos por las tensiones de la vida social terrenal. Las tumbas de reyes y
particulares revelan la preocupación del hombre egipcio frente a la muerte, que
hizo posible que se que dedicaran los mayores esfuerzos y los mejores recursos de
la comunidad a estos magníficos monumentos funerarios. Pero además, los
elementos que los componían, desde las primeras dinastías hasta la Época Baja,
constituyen el más elocuente repertorio documental disponible para la
reconstrucción del Egipto faraónico. La necrópolis de Tebas sirvió de epítome de la
vida social de los antiguos egipcios a partir de su reconocimiento por Gardner
Wilkinson, quien copió y estudió muchas escenas de las tumbas de los nobles,
porque fue quien reconoció a las escenas de las tumbas como una fuente para la
reconstrucción de la vida de los antiguos egipcios8.
El antiguo Egipto legó un extraordinario patrimonio cultural en sus necrópolis
y TT49 es parte relevante del mismo que debe ser preservado por su alto valor
artístico e histórico-cultural.
5
Descubiertas en el área de el-Khokha, próxima a Deir el-Bahari.
6
El templo funerario y la tumba de Mentuhotep están ubicados en el anfiteatro de Deir el-Bahari y puede
considerarse a este soberano como el creador del modelo ritual local que luego continuarían y
desarrollarían los faraones del Imperio Nuevo
7
Sobre todo Hatshepsut y Tutmosis III. Una nueva reformulación habría sido hecho por Amenofis III y
después del episodio amarniano el culto hathórico recobró protagonismo en la necrópolis tebana de los
ramésidas.
8
En 1837 publicó una primera edición de The Manners and Customs of the Ancient Egyptians donde
ejemplificó diversos aspectos de la vida social con las representaciones de la tumba de Neferhotep.
encuentran refugio las vaca salvajes forma bajo la cual se presentaba la diosa de la
necrópolis, la vaca Hathor
La tumba de Neferhotep (TT49) fue construida durante el reinado de Ay en
la necrópolis de Khokha para uno de los principales funcionarios del templo de
Amón. Se trata de una estructura compleja excavada en la roca viva siguiendo un
eje de dirección E-O y compuesta de un patio, un acceso a una sala transversal o
vestíbulo, un segundo pasaje y una sala de culto con cuatro pilares y una capilla
para tres pares de estatuas9.
En cuanto a la decoración, se pueden establecer esquemas de distribución
característicos para los diferentes contenidos decorativos teniendo en cuenta sus
significados, funciones e importancia. Al considerar la disposición global de la
tumba podemos afirmar que la organización del espacio se articuló en unidades
temáticas separadas, aún cuando en algunos casos éstas presenten una
continuidad expresiva. TT49 sigue en esto el diseño característico de las tumbas de
la dinastía 18, en las que cada pared constituye un plano definido y diferenciado de
las que están adyacentes10.
El programa decorativo se distribuye entre el patio y las dependencias
interiores. Las superficies expuestas a la intemperie se decoraron con relieves
pintados, que también encontramos en el primer pasaje. Si nos adentramos en las
dependencias interiores nos encontramos con pinturas de un rico contenido
escénico y simbólico: en el segundo pasaje, el vestíbulo y la sala con pilares se
encuentran las pinturas murales que representan escenas de la vida terrena y el
paso al más allá.
Atendiendo a los contenidos decorativos específicos podemos distinguir
cuatro secciones esenciales de la misma:
1º. La zona de acceso, conformada por el patio y el primer pasaje, en el que
se representó al dueño de la tumba con su esposa Merytra entrando y saliendo de
la tumba respectivamente sobre las paredes N y S. Al salir de la tumba lo hacen
entonando un himno de alabanza al sol naciente cuyo texto jeroglífico está grabado
a su lado. En la pared de enfrente una segunda imagen los muestra entrando a la
tumba e invocando al sol poniente.11
2º. La sala transversal o vestíbulo, en la que a ambos lados de las paredes
occidentales (situadas de frente a la entrada y por lo tanto uno de los puntos más
importantes donde se posa la mirada) se dispusieron dos “imágenes para captación
9
Desde la que se accede por una escalera al lugar principal de enterramiento y por una abertura hecha
en la pared norte a otro sepulcro atribuido a un “usurpador” (N. de Garis Davies, The Tomb of
Neferhotep at Thebes, New York, TheMetropolitan Museum of Arts, 1933, pl. VI).
10
Las tumbas ramésidas presentan un desarrollo mural ininterrumpido que, en ocasiones, utiliza más de
una pared para completar la figuración de una misma temática, sin solución de continuidad.
11
Garis Davies, op. cit., pls. XXXVI y XXXVII; J. Assmann, Ägyptische Hymnen und Gebete, Orbis
Biblicus et Orientalis, Universitätsverlag Freiburg - Vandenhoeck & Ruprecht, Schweiz - Göttingen, 1999.
de la vista”: hacia el sur la escena de la recompensa que Neferhotep recibió de
manos del Rey12; hacia el norte el dios de los muertos, Osiris, entronizado recibe
ofrendas de Neferhotep y su mujer13. La primera de las escenas contiene una
representación que es única en su tipo en los monumentos egipcios: la entrega de
la recompensa a la mujer del funcionario14.
En las paredes orientales, directamente opuestas a las anteriores, se
desarrollan las escenas del paso de la vida terrenal a la esfera del más allá con la
representación detallada del cortejo fúnebre desde el cruce del Nilo hasta el arribo
a la tumba.
3º. El lugar de corte entre la esfera terrenal y el inframundo, que se produce
en el pasaje que une la sala transversal con la de pilares. En este pequeño espacio
las escenas tienen una continuidad conceptual: en la pared sur Neferhotep y su
esposa son recibidos en el más allá por sus padres; en la pared opuesta el
propietario recibe la ofrenda del pan y el agua de la diosa árbol. La idea de tránsito
hacia la eternidad se completa con las pinturas del cieloraso, en donde se observan
patos y mariposas en vuelo que simbolizan la resurrección. Se crea así un espacio
envolvente y circular que acoge a la pareja.
4º. La sala de pilares, a la que se penetra trasponiendo ese umbral y en la
que se destaca una escena relacionada con las actividades oficiales de Neferhotep y
que ocupa todo la pared norte15. En ella fue representado el templo de Karnak y
sus dominios, lo que subraya la posición social del dueño de la tumba a la vez que
revela fuertes simbolismos funerarios.
Es una escena compleja que se subdivide en varios registros. El principal
corresponde al propio Templo de Amón16 y en los restantes las económicas
actividades ligadas al templo. En cuanto a la representación del templo en sí, se
logró una síntesis arquitectónica entre sus jardines, pílonos, obeliscos y cámaras
interiores, que ocupan un espacio jerarquizado, y las demás escenas que aparecen
como secundarias.
Las paredes restantes y los pilares están igualmente decorados con pinturas,
excepción de la pared sur, a lo largo de la cual se excavó la escalera que conduce al
pasaje descendiente que lleva al sepulcro, y las caras de los pilares que se orientan
respectivamente hacia el norte y el sur.
La pintura está ejecutada con una gran riqueza de detalles que forman parte
del atractivo esencial de la figuración, otorgándole vivacidad a la composición, ya
12
Garis Davies, op. cit., vol II, pl. I.
13
Ibidem., pl. II.
14
J. Vandier, J.. Manuel d’archéologie égyptienne, vol II. A. et J. Picard, Paris, 1949-1964.
15
Garis Davies, op. cit., vol II pl. III.
16
También ésta es una representación de carácter excepcional, ya que no se conoce otra similar en la
que se haya figurado el templo completo con sus dominios.
que los personajes parecen actuar y moverse cargados de energía. Sin embargo, es
observable un tratamiento diferente de las representaciones de los dioses, de
particular interés en el caso de los ubicados en las caras de los pilares orientadas
hacia el pasillo central de la sala, que conduce al lugar de culto principal: la capilla
de las estatuas. Si en la sala de pilares relacionamos las representaciones de los
dioses17 y las procesiones de oferentes18 con las estatuas del nicho podemos
interpretar a este complejo espacio como una suerte de santuario con sectores de
culto diferenciados, dedicados respectivamente a diversas divinidades19 y a los
propios difuntos.
Por último, el extremo oeste de la sala de pilares culmina con la capilla de
culto del Ka, en la que se abrieron tres nichos que albergan sendas pares de
estatuas. El nicho principal, donde se encuentran esculpidas en la roca viva las
estatuas de Neferhotep y su esposa Merytra, está sobre el lado oeste y es de
mayores dimensiones que los otros dos. Las imágenes sedentes están frente a los
oferentes20 como encarnaciones plásticas de los difuntos mediante su
tridimensionalidad.
Las estatuas se atienen a un ideal de representación de las personas en su
máximo esplendor físico, ataviados a la moda de la época y con los símbolos
propios de su estatus, acorde a la práctica mantenida durante la dinastía XVIII que
priorizaba el culto a la imagen del dueño de la tumba y exaltaba su nivel social en
un culto a su persona21. En la dinastía XIX el culto en las tumbas privadas se
desplaza hacia la adoración a los dioses que realiza el propietario y en forma
gradual todo el conjunto va adquiriendo el carácter de un templo funerario.
Las dos imágenes que se esculpieron en la pared sur podrían representar a
los padres de Neferhotep22 y estar por lo tanto relacionadas con el culto a los
antepasados. La pareja esculpida en la pared norte carece de identificación, pero
podría ser una segunda representación de la pareja de propietarios de la tumba23.
17
Ubicadas en los pilares y los dos lados de la pared oeste.
18
Desarrolladas a ambos lados de la pared este y en los registros inferiores de los pilares.
19
Entre ellas la pareja real de Amenofis I y su madre Ahmes Nefertari, a la que se le dedicó el pilar
noreste.
20
Sean éstos los pintados en la sala o los reales, si es que las tumbas eran abiertas a los cultos.
21
Reconocida desde Reino Medio como culto al soberano reinante divinizado, en ocasiones hay evidencia
de práctica en relación a individuos particulares.
22
Las esculturas no fueron concluidas, pero su ubicación sobre el lado sur de la tumba y la cabeza
rapada de la figura masculina así lo sugieren.
23
Su localización sobre el lado norte así lo sugiere. En opinión de Davies tanto éstas como las esculturas
de la pared sur corresponden a los hijos de Neferhotep y Merytra.
Conservación del legado de TT49
24
Monuments de l’Égypte et la Nubie. Notices Descriptives I (1844-1879) (ed. facsimilar). Éditions des
Belles Lettres. Collection des Clasiques Égyptologiques, Généve, 1973.
25
Durante su visita a Tebas, entre 1824 y 1838.
26
Entre los años 1828 y 1829,Otros visitó la necrópolis de los nobles tebanos e incluyó algunas
imágenes de TT49 en su obra Monumenti dell’ Egitto e della Nubia. Monumenti Civil II (1938), entre las
que se destaca la primera representación de una escena que no tiene paralelo: de la recompensa de la
reina a Merytra.
27
Realizadas en base a copias “a mano alzada” como método principal de rescate de imágenes.
Vista del patio en 1920.
En conclusión
INTRODUCCIÓN
DESARROLLO
La semilla del “Libro de los muertos” está en los “Textos de las pirámides”
del imperio antiguo (2500 años antes de Cristo. El uso de estos documentos
mágicos, en un principio exclusivo de los reyes, se divulgó con el paso del tiempo al
resto de las clases sociales por medio de otro libro sagrado: “Los textos de los
sarcófagos”, antecedente más inmediato al documento que aquí se trata y que fue
grabado sobre la superficie de los sarcófagos del imperio medio (hacia el 2000 a C).
Aunque se encuentran ejemplos del libro de los muertos en este período, el
momento de apogeo de este texto es el imperio nuevo, a partir del 1500 a C.,
especialmente de las dinastías XVII y XIX nos han llegado magníficos ejemplos
escritos sobre grandes rollos de papiros. Uno de ellos es el papiro Ani, conservado
en el Museo Británico de Londres. A lo largo de los siglos le fueron añadiendo
diferentes fórmulas o declaraciones así como varios himnos a divinidades solares
pero siempre conservó su sentido primitivo de herramienta mágica indispensable
para atravesar las diferentes puertas que llevaban al mas allá. Durante el mismo
período (imperio nuevo) este libro sagrado es testigo de la creación de otros textos
religiosos nacidos de la especulación sacerdotal, como el “Libro de dos caminos”, el
“Libro de Am Duat” o el “Libro de las puertas”. En ellos se detallaba con mas
precisión la geografía del inframundo egipcio, aportando información adicional a la
lectura de las fórmulas mágicas contenidas en el “Libro de los muertos”. La versión
mejor conservada del texto data de la época tolomeica (250 a C), se trata de un
manuscrito que recoge casi 150 fórmulas. Hasta ese momento los papiros
constaban de un número variado de secuencias circunstancia que convierte a este
libro en una sucesión de hechos desconectados y de difícil interpretación, por eso el
texto que nosotros conocemos no deja de ser la recopilación de diferentes
sentencias recogidas y reagrupadas por los egiptólogos modernos.
En un principio el “Libro de los muertos” fue escrito en jeroglífico, mas tarde
en hierático y decorado con algunas viñetas que hacían alusión al contenido del
texto. En casi todos se encuentra la representación de la pesada del alma ante el
Tribunal de Osiris y la confesión negativa ante los 42 jueces del inframundo,
momento del viaje del difunto que se desarrolla en el pasaje CXXV.
El título del “Libro de los muertos” es un extendido error que se aleja del
pensamiento egipcio. El error se debe al egiptólogo alemán Karl Richard Lepsius
quien en 1842 publicó en Lepziz “El libro de los muertos de los egipcios”, del papiro
jeroglífico de Turín, que era la traducción de una copia de este documento
conservada en dicha ciudad italiana. El significado del título es erróneo ya que el
manuscrito original hace referencia al “Libro de la salida al día”, una alusión clara a
la verdadera finalidad que perseguían estas fórmulas mágicas que se ponían entre
las vendas de las momias.
Anubis
Anubis es uno de los dioses de la Necrópolis. Junto a Ptah, Osiris, Seth,
Horus, Isis, Toth, Amon y Hator forma el Panteón de los Nueve
Anubis, personaje principal del Tribunal de los Dioses, juzga las almas y
determina el puesto de cada una el día de la creación del universo. Lo determina
de tal forma que ese puesto queda marcado para cada uno hasta el fin de los
tiempos en este mundo y en el otro.
Anubis es un dios protector de los muertos y de sus almas. Escribe S.
Mayassin “su protección consiste en redimirlos y purificarlos”, así el “Libro de los
muertos” del antiguo Egipto es un libro de iniciación.
Se le llama también el reparador de huesos y el que abre las puertas de abajo. Es
él quien viene al encuentro del difunto y lo toma de la mano para conducirlo ante
Osiris a fin de que se cumplan los ritos de la psicostasia.
En oposición a la luz de Seth que es la luz de las tinieblas, es decir la del
cono de sombra que forma la Tierra al proyectarse en el espacio y de la que se
impregnarán todas las almas antes de embeberse en la luz solar, en oposición a
esta luz zodiacal que las almas atraviesan inmediatamente después de la salida de
los cuerpos, la luz de Anubis es fulgurante y favorable a las almas de aquellos que
fueron justificados después de su comparecencia ante Osiris. Es una escalera de
luz. Constituyó la primera claridad de la creación antes de ser el sol de la creación.
El globo cósmico recibió el resplandor de la luz de Anubis. Significa para los
muertos lo que la luz de la aurora para los vivos, es la luz que le permite “salir al
día”.
La luz de Anubis es la entrada al otro mundo o la salida hacia el mundo de las
ánimas.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFIA
Bibliografía:
• Campbell Joseph 1984. El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito.
F.C.E. México.
• Capra,F.1975. The Tao of Physics. Shambla Berkeley ,California.
• Eliade, M. 1958. Ritos y Símbolos de Iniciación. F.C.E. México.
• Grof Stanislav y Christina.1990. Más allá de la muerte. Debate. Madrid
• Jung, C. 1988. Memorias, Sueños , Reflecciones. Morata. Barcelona.
• Fuentes:
• El Libro de los Muertos o de la salida a la luz del día. 1970. Sabiduría.
Barcelona
• El Libro Tibetano de los Muertos o Bardo Thödol. 1984. Sabiduría. Barcelona.
LA CONCEPCIÓN DE LA MUERTE EN EL “MITO DEL SIGLO XX”
DE ALFRED ROSENBERG
Según Huizinga29, "No hay época que haya impreso a todo el mundo la
imagen de la muerte con tan continuada insistencia como el siglo XV". Fuertemente
28
La obra consultada es la versión inglesa de Albert R. Chandler quien la traduce del alemán. Nueva
York, Greenwood Press (reimpresión), 1968
29
Huizinga, Johan, El otoño de la Edad Media, Madrid, Alianza,1984, pág. 194
influida por el pensamiento cristiano, enemigo del mundo, establece la separación
entre alma y cuerpo y asocia la "caducidad de la vida" con el horror y la corrupción
física. Y ya vislumbra algo que se repite en la historia: entre la lamentación ante las
pérdidas en este paso transitorio por la vida y la dicha por la salvación del alma,
"todo lo que hay en el medio, permanece en silencio".30 Inclusive señala Huizinga
algo que persiste hasta nuestros días: el carácter "democrático" de la muerte, que
iguala a todos sin distinción de clases, dinero etc. No obstante, si comparamos con
el genocidio nazi, por el contrario, ese momento de igualdad desaparece ya que la
muerte es el resultado del ejercicio del poder de unos amos conquistadores sobre
un pueblo vencido, considerado inferior por su raza
El silencio en la historiografía respecto del tema de la muerte - ya no en la
concepción plástica del autor citado sino dentro de un área específicamente
histórica- está en íntima relación con el silencio del tema del cuerpo- tal como
señalan tanto Jacques Revel y Jean-Pierre Peter31 como Roy Porter32. Tema
descuidado por las consideraciones religiosas y metafísicas mencionadas, es
simultáneamente difícil de abordar como todo lo que atañe a la historia cultural,
pero particularmente éste en que la encrucijada entre lo individual ("morimos
solos") y lo social o colectivo nos enfrenta a fronteras poco nítidas, a ámbitos que,
como en el caso de la historia de la vida privada, muchos aspectos quedan en la
sombra.
Pero penetrar en el tema de la muerte en este trabajo, implica algo más
para el historiador porque estamos en presencia no de un hecho "natural" o debido
a una catástrofe histórica pasible de ser registrada por demógrafos, economistas,
sociólogos etc., ni tampoco un análisis universal sobre la muerte, sino que
penetramos –como decíamos- en una ideología y una acción política destinadas
voluntariamente a eliminar a millones de personas - un genocidio- en un contexto
histórico determinado: el período del nazismo en Alemania.
Abordamos así una concepción muy actual y renovada de la Historia
generada a partir de las últimas décadas del siglo XX que derriba "antiguas
jerarquías culturales que han favorecido a la mente sobre el cuerpo y, en razón de
la analogía, han sancionado sistemas completos de relaciones de poder entre
gobernantes y gobernados"33.
30
Ibídem, pág. 212
31
Revel, Jacques y Peter, Jean-Pierre, "El cuerpo. El hombre enfermo y su historia" en Le Goff, Jacques
y Nora, Pierre, Hacer la Historia, Vol.III, Págs. 173-195, Barcelona, Laia, 1980
32
Porter, Roy, "Historia del cuerpo" en Burke (Ed) Formas de hacer Historia Madrid, Alianza, 1996, Cap.
11
33
Porter, Roy en Peter Burke, Op.Cit.Pág. 256
El problema del que partimos parece una pregunta obvia y banal, un lugar
común entre los estudiosos del nazismo ¿ Cómo se construyó un sistema cultural e
ideológico, qué soportes logró en la praxis histórica y cómo se legitimó ante la
sociedad alemana la muerte planificada de millones de judíos, eslavos, gitanos etc.?
En un intento por responder a tales interrogantes recurrimos a la obra de
Alfred Rosenberg, ya citada, El Mito del Siglo XX publicada en 1930, pseudo-
filosofía del nazismo, más imaginativa que crítica y más retórica que científica pero
de enorme trascendencia, a tal punto que su influencia es semejante a la de Mein
Kampf .Rosemberg, el líder más influyente y representativo del partido estuvo
asociado a Hitler desde los orígenes del movimiento, en Munich, lugar al que había
llegado luego de huir de la revolución bolchevique en 1917. A partir de 1921 edita
el principal diario nazi Völkischer Beobachter y diez años después, el periódico
mensual más importante de esa línea: Nationalsozialistishe Monatshefte .
Cuando Hitler accede al poder en 1933 Rosenberg es elegido director de la
oficina de política exterior y como tal asume el rol de mostrar una imagen favorable
del régimen ante los visitantes extranjeros. Pero con miras a nuestro planteo,
destacamos su función como supervisor de toda la actividad educativa del
movimiento, es decir, la de establecer las líneas intelectuales, religiosas, filosóficas
y literarias de la política nazi; su carácter de escritor lo hace acreedor a la
admiración del Führer, hombre sin formación cultural. Rosenberg manifiesta a su
vez una genuina devoción por el líder, lealtad recompensada ampliamente. Así,
cuando Hitler estuvo preso - en 1923 luego del Putsch de Munich -Rosenberg
asume el liderazgo del partido nazi y a su vez dada su superioridad intelectual en
sus visitas diarias a la cárcel, según algunos especialistas colabora en el primer
volumen de Mi Lucha e influye posteriormente en forma relevante en el segundo,
sobre todo con aportes teóricos ya que el racismo y el antisemitismo de Hitler son
anteriores a su encuentro con el intelectual eslavo.
34
Chandler, Albert, El Mito de Rosenberg, Nueva York, Greenwood Press, 1968, pág. 6
singularidad del alma alemana frente a la "pobreza creativa" de los judíos, su
pasividad, su imagen carente de gloriosa y de heroísmo
41
Esta temática también domina en Mi Lucha, véase sobre todo el cap. VII, p.200
42
Rosenberg, A, op. cit. p. 20 y siguientes
encuentran los teutones. Sin ninguna base científica la "evidencia" que utiliza es
que, como los conquistadores eran altos, rubios, blancos y de ojos celestes
mientras los dominados, morenos, bajos etc. dichos conquistadores son los arios.
Desplaza así una apreciación subjetiva y personal a una verdad general.
Simultáneamente con el análisis histórico abona a través de diferentes
elementos tomados de cada lugar y época aquellos que le son útiles para construir
su teoría del pueblo ario. Así por ejemplo, en el caso de la India43 señala que la
aristocracia conquistadora (aria) es la encarnación viva del espíritu universal y en el
caso de los persas, el dios Zoroastro es el que funda la religión aria, mezcla de
protector y de Dios de la Luz, identificado con la perfección, la sabiduría y la
inmortalidad. Esta religión es siempre de lucha (agon) de violencia, y de esa lucha
nace la creación que inspira a la raza conquistadora.
En esta especie de "historia dramatizada", absolutamente maniquea,
Rosenberg , para justificar sus teorías, ignora sistemáticamente cualquier logro
positivo en los judíos atribuyéndoles rasgos demoníacos. El malvado es el judío
"innoble, parásito y destructivo"44 quien no integra una raza pura como el ario sino
una mezcla de razas, una anti-raza opuesta en todos los aspectos al nórdico,
“noble, creativo y constructivo”. Más aun, basado en el Talmud y en otros escritos
Rosenberg observa cómo los judíos elaboran el sueño de un paraíso terrenal que
justificaría su dominación del mundo y la esclavitud de otros pueblos.
Basado en Los Protocolos de los Sabios de Sion, niega a los judíos todo tipo
de gloria en su historia incluso la de fundar Jerusalén, hecho que atribuye en
realidad a grupos altos y rubios de raza amorita quienes, mezclados luego con la
raza local, dan origen a los filisteos45. Les niega también una teología original, la
idea de inmortalidad y la primogenitura en la religión monoteísta características
que, según Rosenberg tomaron de los persas. Este viejo sueño se concretaría en el
Estado judeo-marxista.
En relación con esa concepción tan peculiar que mezcla la religión judía con
el materialismo marxista, Rosenberg deduce y explica la avaricia y la ausencia del
poder creativo entre los judíos en todos los ámbitos - en el artístico y técnico- a lo
largo de la historia.
Siempre en aras de fundamentar sus argumentos destinados a lo que será
en la práctica la solución final de millones de judíos, el autor pasa a analizar los
Salmos en los que sólo encuentra temor, ansiedad, y una incitación a la
43
Ibídem, p. 28
44
Rosenberg, op.cit. 461,462
45
Ibídem, págs. 362, 363
venganza46. Paradójicamente, esos desastres invocados serán aplicados por los
nazis sobre multitud de víctimas inocentes
Frente a esa falta de creatividad de los autores judíos, propio de una raza
parasitaria, Rosenberg vuelve a su tema dominante: la riqueza creativa de los
alemanes en lo lírico, en la música, en la pintura y en la ciencia, riqueza utilizada
por la raza judía que tiende a destruir -a semejanza de Mefistófeles de Goëthe-
toda forma social y constructiva de vida. Hasta el Dios en el que creen se parece a
ellos. Los maestros de la pintura europea nunca intentaron describir el poder y la
gloria de la Deidad por medio de la figura judía, figura "débil y anodina",
ridiculizada por el autor.
A lo largo de El Mito Rosenberg describe el gobierno del mundo por Jehová y
cómo el judío desarrolla una comunidad de sangre y de temperamento de enorme
poder de resistencia. Desde la influencia del Talmud el sionismo tiende a perpetuar
su cohesión con un objetivo antieuropeo: aparece permanentemente la cuestión de
la conspiración judía mundial, dueña de la economía y de las finanzas del mundo y
causa de la explotación y de los dolorosos problemas económicos de las naciones,
como el caso del Plan Dawes. Tanto Rosenberg como Hitler condenan al marxismo
y las finanzas internacionales como un peligro mortal para la vida germánica y
como un complot sionista.47 La actividad financiera es una actividad demoníaca
puramente judía es una actividad parásita, propia de la anti-raza , cuyo centro de
irradiación es Palestina. Desde el lugar que ocupe el judío, ya sea hombre de
Estado, campesino, trabajador, muestra ese instinto parásito.
En consecuencia con estos planteos para Rosenberg la ley del III Reich debe
adoptar los principios que señala Paul Lagarde sobre los judíos. Los judíos no son
sólo parásitos sino parásitos asociados a los cerdos por lo que hay que prescribir su
destrucción "Uno no puede controlar la triquina pero debe hacer que el daño sea el
menor posible".48 No dice explícitamente que propone la muerte masiva de los
judíos como procederán los nazis en Polonia pero va más lejos aun y en este
sentido su responsabilidad no es menor, pues prepara las mentes de los lectores
para llevar a cabo tal política.
Es llamativo que para la discusión de la cuestión judía Rosenberg considere
obras menores y no mencione a Los Protocolos obra "maestra" de la propaganda
antisemita del siglo XX. Como señala un autor, ese libro costó la vida de cientos de
personas inocentes y sus páginas destilan más sangre que cualquier otro
documento falaz de la historia del mundo. Obviamente, esto no significa que Los
46
Ibídem, págs, 364, 365
47
Rosenberg, op. cit, ideas tomadas de Los Protocolos de los Sabios de Sion, págs,20- 28 y Mi Lucha,
cap. II
48
Rosenberg, A, pág. 591
Protocolos por sí mismos hayan causado los pogroms pero contribuyeron a
intensificar y justificar los prejuicios y odios antijudíos .Aunque esa obra no sea
citada, el uso que Rosenberg hace de ella merece una breve consideración.
Los Protocolos contienen en detalle los proyectos y planes judíos
supuestamente elaborados en reuniones secretas entre los que se destaca el del
dominio del mundo. Obra incoherente, difundida a partir de 1903, muestra de qué
manera los judíos están en la base de la Revolución Francesa, la Guerra Mundial el
darwinismo, el marxismo, el nietscheismo, la masonería, todas cosas demoníacas.
De su lectura Rosenberg extrae que los judíos controlan el oro del mundo, la prensa
mundial, y atacan a la democracia con sus ideas de igualdad y fraternidad. Para
ellos la política no se relaciona con la moral sino con la hipocresía. Inducen al
pueblo al socialismo, al comunismo, al anarquismo. Al alentar la libertad religiosa y
el criticismo, atacan a las iglesias, promueven el conflicto y la disensión, son causa
de división y de odio en Europa y originan guerras en el mundo para lograr el poder
político universal y el poder económico a través del pánico financiero. Tanto
Rosenberg al igual que Hitler condenan al marxismo y las finanzas internacionales
como un peligro mortal para la vida germánica y como un complot de parte de los
judíos.
Cuando Rosenberg difunde Los Protocolos en 1923 constata que los
documentos judíos que había analizado - como los Salmos-, coinciden en su espíritu
y objetivo con las actividades de los sionistas. Para él importaba menos su
autenticidad que el hecho de describir el espíritu judío y lograr introducir sus ideas
en el mundo de las representaciones y de la mentalidad por medio de su difusión
particularmente en las escuelas. Esto demuestra en parte nuestra hipótesis cuando
aseveramos que El Mito del Siglo XX elabora una construcción teórica tendiente a
conformar la figura del “otro” como algo pernicioso para el “ser alemán” (algo
inasible y absoluto) que debe ser eliminado. Hitler, por su parte, y según
Rauschning, aprende lecciones útiles de Los Protocolos ": la intriga política, la
técnica de conspiración, la subversión revolucionaria, la organización y la
prevaricación" En años recientes, escritores y políticos los siguen considerando
útiles para despertar el miedo y el odio hacia los judíos contribuyendo a revivir lo
que Chandler ha calificado como " el más desgraciado escándalo del siglo XX"
Otro tema encarado por el autor es el del volk y el del espacio vital, temas
básicos en la doctrina nazi y en Mi Lucha El nacionalismo coincide con la naturaleza
básica del volk. puesto que un volk o pueblo es un cuerpo de hombres unidos por
un origen racial y cultural. No necesariamente se corresponde con una organización
estatal por ejemplo tenemos el caso de los austríacos que hablan alemán y por lo
tanto forman parte del volk alemán. En este caso los nórdicos son dominantes en la
kultur alemana lo cual se traduce según Rosenberg en los importantes logros
germánicos a través de la Historia: “en la música de Bach, en el honor de Federico
el Grande, en la voluntad de Bismarck”, etc.
Rosenberg critica, no obstante, que Alemania se haya dedicado al comercio
y a la industria en lugar de preocuparse por la conquista de la tierra, vital para su
alimento. Esto nos conduce al tema del espacio vital: el III Reich debe tener la
fuerza de voluntad para crear espacio para millones de futuros alemanes y Hitler se
refiere a un espacio que pueda albergar a doscientos cincuenta millones de
alemanes en un siglo. Rosenberg proyecta la distribución adecuada de los Estados a
través del mundo, sobre bases raciales. Esta nueva organización debe tener una
vida económica orgánica, libre de las finanzas internacionales (léase de los judíos)
pero siempre en "simbiosis unos con los otros"
Las principales características de este sistema - y es conveniente recordar
que el autor escribe en 1930 y ya se marcan las líneas directrices de la futura
política exterior de Hitler- incluyen un bloque germano -escandinavo para defender
el norte de Europa contra el comunismo; una alianza de este bloque con Inglaterra
que debería retener el control de la India; un bloque en el Mediterráneo liderado
por Italia; el dominio de la raza blanca en Africa del norte y un sistema de Estados
amarillos en el lejano Oriente que no debían interferir con los intereses
norteamericanos ni europeos. Rosenberg desea ver reducido el poder de Francia
porque le disgustan sus ideas democráticas, sus elementos raciales alpinos y sus
soldados africanos.(Francia es objeto de deprecio por Rosenberg y por Hitler quien
usa el calificativo de "negroide" para referirse a ese país) En la misma línea
ideológica deplora que EEUU se haya adherido a la democracia y a sus influencias
masónicas (Recuerda que Washington era masón).
Acorde a una imagen “agraria” y a la relación tierra-sangre que debe darse
en Alemania, el autor promueve el control del crecimiento urbano y, reitera el
proyecto eufemístico de enviar a los judíos a algunas regiones donde "el pueblo
entero encuentre un lugar". Rosenberg construye así la visión de un mundo seguro
para los nórdicos donde puedan desarrollar la kultur adecuada para sus
"capacidades únicas".
Obviamente el autor no da razones aceptables para que un mundo pacífico y
estable se instale sobre las bases de agrupaciones raciales y unidades económicas
autárquicas (como dijera Hitler este tipo de verdades no es necesaria).Ya apunta en
él la frialdad de un razonamiento que anuncia la “racionalidad” con que se prepara
el genocidio: sabemos que el eufemismo de la "mera" exclusión de las minorías, no
se detendrá con la expulsión. Así, Rosenberg logra reunir en El Mito del Siglo XX, la
habilidad de un discurso político perlocutivo, emocional, y la más extraña y fría
lógica del nazismo.
CONCLUSION
49
Faye, Jean-Pierre, citado por Casali de Babot, Judith en Nuestra Memoria, año IX, Nº 21, abril de
2003, págs 11 y 12
ACERCA DE UNA TUMBA DEL CEMETERIO DEL NORTE
(San Miguel de Tucumán)
El kitsch guerrero
50
Clement Greenberg. “The avant-garde and the kitsch”. en Mass culture. Glencoe. 1960. Pág, 122. *
El fomento del kitsch es simplemente otras de las maneras baratas por las cuales los regímenes
totalitarios buscan hacerse aceptables respecto de sus súbditos.
51
Cabe destacar que el General Antonio Bussi gobernador en la dictadura militar del 76 y jefe del
“operativo independencia”, fue elegido gobernador en 1994.
y poses marciales, la autoridad no racional sino impuesta por la fuerza, la
homogeneidad de los uniformes, la espada, el fusil y la sangre derramada.
En ambos períodos surgen personajes con uniforme militar. El uniforme
constituye un elemento clave para el kitsch guerrero, puesto que es mucho más
que una preferencia estética, es la manifestación de un ethos, caracterizado por las
conductas de protección y fuga ante lo inestable, diverso, variopinto de la vida. Es
un refugio ilusorio y banal en significantes siempre estables, inamovibles, seguros.
El uniforme militar levanta una barrera entre lo que no se discute, lo infalible, la
obediencia ciega y lo que siempre vuelve sobre sí mismo, lo que cuestiona y
autocuestiona, la persuasión racional y la falibilidad. Con el uniforme puesto no hay
peligro de ser invadidos por una energía vital que puede hasta derrotar la fuerza de
la más armada autoridad. La fragilidad humana, las dudas, la tierna intimidad y la
compasión pueden ser convenientemente tapadas, disimuladas y limitadas por esta
máscara de fuerza.
“(...) un verdadero uniforme permite separar netamente la propia
persona del mundo circundante; es como una rígida vaina contra la cual el mundo y
la persona chocan violentamente y netamente se distinguen; el verdadero deber del
uniforme es indicar y establecer el orden en un mundo y eliminar el aspecto incierto
y fluido de la vida, así como esconde lo que de incierto y blando presenta el cuerpo
humano. (...) El hombre que en la mañana cierra su uniforme hasta el último botón
adquiere en realidad una piel más espesa...empieza a olvidarse de las prendas más
íntimas, y la incertidumbre de la vida, incluso la vida misma, se aleja.”52
La escultura ecuestre levantada en Avenida Perón y Camino del Perú, por
ejemplo, parece, incluso, un monumento al uniforme o representar la “identidad
por el mero uniforme” puesto que nadie sabe quien es, por su indumentaria
sabemos que es un soldado. En el extremo este de la ciudad quienes llegan desde
el aeropuerto o de poblaciones vecinas, tienen, desde el año 1998, el raro
privilegio de encontrarse, frente a frente, con una enorme escultura de
características peculiares. Algunos dicen que es San Jorge, otros simplemente
enmudecen. A esta escultura no le falta nada, es un inmenso monumento
pretencioso y solemne. Guerrero con uniforme, casco como burda cita del arte
pompier, espada y alas que ha vencido al demonio que yace enroscado y asqueroso
bajo los pies del gigante. La escasa calidad formal y material, la redundancia
simbólica y vacía hacen de estas dos piezas una muestra del mal gusto y estrechez
de miras, acabados especimenes del kitsch guerrero. Ambas, juntamente con las
otras que no describimos aquí, pertenecen a un modelo cultural que no es original
de estas latitudes puesto que fue el lenguaje del nazismo y el fachismo, que
52
Broch, 1960, citado por Vaclav Beloharadsky, Op. cit. Pag. 107.
entusiasmó a las masas con música heroica, saludos, pasos, uniformes, cortes de
pelo y golpear de tacos de exaltado estilo guerrero.
Es interesante destacar que todas estas expresiones del kitsch en Tucumán
tan profundamente comprometidas con el mal, con lo que fue el terror, las
persecuciones, la falta de libertad, el dolor, no son sin embargo mas que obras
pueriles, superficiales, sin profundidad. Nos atrevemos a afirmar que reflejan
aquello que destacaba Hannah Arendt: “la banalidad del mal”. Dice Arendt: “Mi
opinión es hoy, en efecto, que el mal nunca es <radical>, que es sólo extremo, y
que no posee ni profundidad ni dimensión demoníaca ninguna. Puede proliferar y
arrasar el mundo entero precisamente porque se extiende como un hongo en la
superficie. <Desafía> el pensamiento, según dije, porque el pensamiento trata de
alcanzar alguna profundidad, de ir a la raíz, y en el momento en que se ocupa del
mal se va frustrando porque ahí no hay nada. Tal es su <banalidad>. Sólo el bien
tiene profundidad y puede ser radical.”53
Ahora bien, esta producción estética propiciada por un gobernante de corte
totalitario tienen un destinatario que, si en la dictadura no pudo repudiar y hasta
derribar estos especimenes lo pudo hacer en tiempos de democracia y no lo ha
hecho. Evidentemente el artista o los artistas convocados con sus elecciones, con
sus intencionalidades conceptuales, con sus trabajos, muestran un mundo y una
forma de vida que tiene empatía con los fruidores-destinatarios.
Por su parte la tumba del soldado Soria es sin duda kitsch pero el kitsch muy
particular de la religiosidad popular del NOA que hace frangollos de materiales, de
estilos y sentimientos, las mezclas llegan a fusionar lo religioso con lo político lo
regional con lo mediático planetario; es afanosamente ornamental y muy colorido,
ingenuo y también tremendo pues cuando se trata de victimas o dolores no
escatima esfuerzos sensibles para expresarlos; sumamente imaginativo para
elucubrar historias sobre vidas y sucesos. El resultado de todo esto es un producto
de gran hibridación cultural, espontáneo y con mucha gracia creativa que
transmite generalmente un fino sentimiento religioso. La tumba del soldado Soria
cumple con casi todas estas peculiaridades: sumamente colorido casi reluciente es
un verdadero frangollo de sentimientos e imágenes superpuestas de victimas de la
violencia y superhéroes protectores de esa misma violencia, de erotismo y ternura,
53
Hanna Arendt. “Intercambio epistolar entre Gershom Scholem y Hannah Arendt con motivo de la
publicación de Eichmann en Jerusalén.” Revista Raices, Nro. 36. 1998. Madrid. Carta a Scholem del 20
de julio de 1963.
de amor y de armas, de cuerpos rígidamente cubiertos de uniformes con cuerpos
en sensual desnudo; ideológicamente autoritario y tiernamente protector.
La estatuaria a la que nos hemos referido y el grupo escultórico de la tumba
tienen ciertos aires de familia pero son expresiones de kitsch diferentes. El criterio
para diferenciarlas puede ser la posibilidad que tienen o no de convertirse en camp.
El camp
54
Susan Sontag, Contra interpretación, “Notas sobre lo camp” Alfaguara, 1966. Buenos Aires.
REPRESENTACIONES DE MME. DE SEVIGNÉ EN TORNO DE LA
MUERTE A TRAVÉS DE SUS CARTAS
55
Aries Philippe: El hombre ante la muerte, Edit. Taurus, 1999, España, pag.87.
56
Delumeau, J: La civilisation de la Renaissance, Paris, Arthaud, 1967, pág 386.
57
Aries,P: op. cit, pag. 238.
personal y más pura, los reformadores de todas las órdenes trabajaron con fervor y
ardor.58
Por otro lado la concepción de la muerte en estos medios no fue
necesariamente cristiana, los poderes de ultratumba estaban organizados en toda
una jerarquía de fantasmas, espíritus y demonios, que hasta el día de hoy se
encuentran en las literaturas folklóricas, una visión animista profunda, tanto para
proteger como para destruir.
Donde mayor resistencia se encontró fue en los sectores campesinos, incluso
ellos poseían una serie de supersticiones del pasaje a la muerte, como si fuera una
muerte anunciada (no dejar agua en la pieza, si se sueña que se pierde un diente,
muerte próxima de un pariente, etc) La tarea para desarraigar estos
comportamientos fue ardua, imponer una noción más espiritual chocaba con el
temor efectivo que ejercían los difuntos. Diferencias culturales muy fuertes tienen
que ver con las condiciones variadas de los comportamientos y sensibilidades
59
colectivas.
La realidad fue distinta en las élites y en los sectores alfabetizados. En ellos,
los “Tratados de consolación del alma”, tuvieron muchísima circulación en el siglo
XVII en los que se preparaba a los fieles en el arte de vivir y de morir, quitándole a
la muerte el dramatismo a través de la meditación.
Un pastor protestante, Charles Drelincourt era autor de uno de estos
pequeños tratados, que no difería casi en nada con el de los católicos. Se dirigía a
M. de Hesse que acababa de perder a su marido, instándola a despojarse de los
placeres de la carne y meditar las glorias del Paraíso,- diciéndole -que los honores
que pueda recibir no significaban nada frente a la Corona de Gloria que le
esperaba.
Puis que la mort est certaine et inévitable…il faut vivre comme si nous
avions à mourir à tout moment…
¡ O bienheureuse journeé « !qui me promet une victoire glorieuse et un
triomphe éternel.60
58
Audisio, Gabriel: Des croyantes XV-XIX siècle. Armand Colin, 1996, pag 329.
59
Muchembled, Robert: Societé, cultures et mentalidades dans la France Moderne XVI-XVIII siècle,
1994, Edit. Armand Colin, pag 53.
60
Drelincourt Charles : Les consolations de l’âme fidel contre les frayeurs de la mort avec les
dispositions et les preparations nécessaires pour bien mourir, Amsterdam, Chez Henri Desbordes
MDCXCIX (1699)pag. 87, 88.
Estos argumentos, que se relacionaban con la “predestinación “calvinista, no
diferían mucho del jansenismo que atraía sobremanera a Mme de Sevigné. Pascal
en el mismo sentido sostuvo que la vía para acercarse a Dios era renunciar al vicio
y abandonarse a la verdadera piedad y santificación, para estar así en condiciones
de recibir la Gracia, que solo Dios determinaba a quien la otorgaba. Es la
moderación que debía poseer el cristiano en el vivir, perdiendo así la muerte
intensidad, destacándose la brevedad de la vida frente a la eternidad de la muerte.
Esta alegría de la que hablaba Pascal, se encuentra en una carta por él
enviada a Mme de Roannez, en que citaba a Tertuliano para afirmar su idea:
“No hay que creer que la vida de los cristianos sea una vida de tristeza. No
se abandonan los placeres sino a cambio de otros placeres más grandes.62
61
Drelincourt Ch: ibidem, pág. 89.
62
Pascal , Blaise: Las Cartas provinciales, Librería El Ateneo, Bs.As., pág 456.
mentalidad del siglo, devota, pero amenazada por los brotes de incerteza de los
libertinos en la primera mitad del siglo
La angustia va más allá de toda disquisición filosófica o religiosa, pervive en
el interior del ser humano y se profundiza cuando siente amenazado su tiempo de
vida.. Ni el estatus social, ni el movimiento cultural fueron paliativos de ese dolor
profundo que se sentía en la mente y que alteraba los comportamientos
En la siguiente cita extraída de una de las cartas a Mme. de Grignan, su hija,
razonaba sobre la angustia que le producía la muerte y su proximidad.
En estas líneas está expresada toda la crisis de angustia del s. XVII. Hay
sentimientos contradictorios y tensiones que le provoca su misma existencia, por
un lado ama la vida y teme abandonarla y por otro, las dudas que le plantea la
muerte, respecto de lo que le espera. Es lógico que ante el temor de lo desconocido
se piense en la plenitud de un instante, siendo su angustia resultado de la
impotencia del hombre ante la finitud de lo material. Es esta misma certeza la que
la condujo a un acercamiento a la religión, que le brinda la posibilidad de una vida
futura.
Inserta en la cita algunos pensamientos que se lo observará en los ateos
del siglo XVIII, como el Barón de D’Holbach, cuando Sevigné se interroga si no
será el miedo y el temor los que la hacen volver hacia Dios.
El pensamiento Pascaliano se advierte cuando habla Sevigné que “está
embarcada sin su consentimiento…o sea que acepta que solo Dios decide. Por otro
lado se advierte el horror que le produce la incredulidad “nada es más loco que vivir
en la incerteza”. No olvidemos que Pascal escribía especialmente su obra de
Apologética para convertir a los incrédulos, “el libertinaje erudito” de la primera
63
Mme. de Sevigné: Lettres choisies, Lib. Larousse, Paris VII, Lettres, 16 mars, 1672, pag 53.
mitad de siglo, que viven satisfechos de su condición y que no se plantean
problemas sobre el destino recurriendo a la razón para disponerlo todo. La risa
escéptica a la que apelaban algunos incrédulos atenuaba el dramatismo de la
muerte, pues ante le eventual pérdida de la vida, esta transfiguración hacía mirar
sin temor el fin de la vida.
El rol del apologista cristiano entonces, fue poner al hombre en estado de
recibir la Gracia y demostrar que la razón tiene sus límites. En el caso de Pascal,
este no hace abuso del lenguaje teológico, sino efectúa un llamado a la inteligencia.
En los místicos del siglo XVII la muerte cerraba el círculo de penitencia y
sacrificio, llegando al fin deseado, la liberación.
El impacto que produjo en Sevigné la ejecución de una incrédula, La Voisin,
lo comentó con su hija en una carta de 1680 . Ella había sido acusada de magia,
por vender algunos venenos, y fue quemada viva.
A Sevigné le asombra que la noche previa a la ejecución, La Voisin comía,
bebía, cantaba y durmió 8 horas, como si nada le preocupara.
“Se le dice que piense en Dios y que cante un Ave María o un Salve y ella lo
hace ridiculizándolos. Ella no quiere confesar…rechazando el crucifijo con
violencia…64
64
Sevigné: Cartas,op. cit. 23 de Febrero de 1680, pag 76.
65
Seigné: ibidem, Carta 13 de Agosto de 1688, pag. 85.
Leed la Verita de la religión de San Agustin…que el Espíritu Santo guía al
Papa y que Dios lo hace todo, es el maestro de todo, he aquí como todos
deberíamos pensar.66
Las decisiones de Dios son inamovibles, ya sea por un cierto tiempo o por
siempre…El mortifica o vivifica solo a algunas almas, El las ilumina en la
oscuridad, regocijándola o afligiéndolas. Dios purga, humilla, protege,
preserva y a través de sus penas hace experimentar el poder de su Gracia.
En cierto modo las penas son favores que Dios hace a las personas.67
…esto que parece una guerra a los hombres, es una paz a los ojos de Dios.
No será perfecta sino cuando el cuerpo sea destruido, esto es lo que hace
desear la muerte, sufriendo la vida, por amor a aquel que ha sufrido por
nosotros vida y muerte y que nos puede dar más bienes que los que
nosotros podemos pedir o imaginar.68
66
Sevigné: ibidem, Carta del 26 de Julio 1691, pag. 94.
67
Mauriac François: Chroniques de Port Royal, Edit. La Table Ronde, pág. 454, Carta de Saint Cyran a
Sainte Chantal, pag 174.
68
Pascal B: Lettres Provinciales; op. cit, Carta a la Señorita Róannez, pag. 454.
esta combinación perfecta de las fuerzas espirituales en pugna de la sociedad
clásica .
El atractivo que ejercía sobre ella el jansenismo, se advierte especialmente
después de la visita y permanencia de Sevigné en Port Royal, en que percibió el
aire purificador de la Abadía, como se observa en la siguiente cita.
69
Sevigné, op. cit Carta del 26 de Enero de 1674, pag. 62.
70
Mauriac, François: Chroniques de Port-Royal, Edit. La Table Ronde, 1946, pag. 2.
En Pascal se dio la unión del genio y la santidad, genio penetrado de espíritu
de “finesse” y de libertad de juicio, pero decir de Pascal que es solo jansenista, es
no reconocer su verdadera dimensión.
En medio del enfrentamiento con los Jesuitas, los jansenistas gozaron de la
Paz Clementina desde 1669, por 10 años, en que Port Royal se lanzó a realizar
trabajos pedagógicos y especialmente volcados a la poesía en las Letras. Allí fueron
convocados Boileau, Racine, La Fontaine y la misma Mme. de Sevigné. Una obra
importante por sus consecuencias, fue la traducción de la Biblia al francés y de
muchísimos textos antiguos. Este espíritu impregnó el clasicismo, pues sus autores
no dejaron de denunciar el libre arbitrio, insistiendo en la miserabilidad del hombre,
como se advierte en las cartas de Seviné.
Fueron muchas las descripciones que revelaban la conmoción que le
producía a Sevigné la muerte, los funerales y entierros, fueron minuciosamente
pintados por la autora en su correspondencia, en especial de los grandes del reino.
Estas descripciones fueron de un gran valor para la historia, no solo por las
ceremonias en sí, sino por el impacto que tenían en la sociedad de su tiempo, pues
calaba profundamente en el imaginario social.
En sus cartas del 31 de Julio de 1675 a Condé y el 28 de Agosto en que
describía la muerte de Turenne, a la que comparaba con los héroes romanos
detallaba minuciosamente la conmoción que produjo en un público muy amplio:
Las Guerras de Luis XIV y las víctimas de los gentilhombres, destacando sus
virtudes guerreras, garantizaban el derecho a la inmortalidad en la memoria,
perpetuando a través de imágenes la ilusión de la incorruptibilidad.72
La ritualización y los gestos manifestaban el dolor de la pena, el
desgarramiento de la separación.
Un capítulo particular en las cartas lo constituyeron los funerales, que fueron
descriptos por Sevigné con el arte sutil. El funeral del Canciller Seguier en el
Oratorio era pintado con la magnificencia de la ornamentación y de dicha
ceremonia:
71
Sevigné: op. cit, Carta del 28 de Agosto , pág. 68.
72
Aries: op. cit, pag 195.
La decoración era la más bella que se podía imaginar. El mausoleo y la
bóveda adornado con figuras relacionadas a las alabanzas, el sombrero y
collares de la orden del Espíritu Santo…Cuatro ángeles recibían esta bella
alma. Toda la Iglesia estaba adornada de divisas, emblemas que tenían
relación con la vida y las armas del Canciller.¡ Nunca se ha visto nada igual ¡
La música y una oración de los católicos a los muertos produjo que todos los
ojos se llenaran de lágrimas ¡Yo no creo que haya música tan bella e igual
en el cielo¡73
73
Sevigné: op. cit, Carta a Grignan, pag. 56.
74
Aries: op. cit pág. 147.
75
Pascal: op. cit, pag. 462.
Sevigné compartió con Pascal el sentimiento de brevedad de la vida y de la
pequeñez del hombre ante las decisiones de Dios, aferrándose a ello pero no sin
angustia, pues la precariedad de la vida se convertía en un temor incontrolable, que
adquirió a veces connotaciones trágicas. Lo trágico fue la certeza de la finitud, y de
ello tuvo plena conciencia Sevigné.
EL HOMBRE, SER PARA LA MUERTE
Cristina Bosso UNT
I – Introducción.
Proponemos aquí la idea de que el sentido de la vida está en estrecha
relación con el significado que se le otorgue a la muerte; estos conceptos, vida –
muerte, indisolublemente vinculados, inevitablemente se remiten uno a otro; sólo
podemos entenderlos en este interjuego de contrarios que se excluyen pero a la
vez se atraen mutuamente. La muerte, en su sentido más amplio, es un fenómeno
de la vida, dice Heiddegger. Más que en ningún otro caso resuena aquí la voz de
Heráclito que nos recuerda que la vida es cambio, y por lo tanto, la incesante
sucesión de los contrarios.
“Vida” y “muerte” son conceptos que se utilizan habitualmente en un sentido
biológico, que abarcan al hombre en conjunto con el resto de los seres vivientes,
animales y plantas. Aquí la vida se identifica con el puro desenvolvimiento de las
funciones vitales, el desarrollo, la persistencia y crecimiento material. También aquí
existe una correlación entre lo que se considera vida a partir de lo que se entiende
por muerte; pero existe otro sentido para interpretar estos conceptos que surge
sólo en el hombre, puesto que es el único ser que tiene conciencia de la muerte, y
por lo tanto, es capaz de pensar en ella. Para el hombre, la vida es algo diferente,
también la muerte es algo diferente. En este plano, el ser humano es capaz de
preguntarse por el sentido de la vida y de la muerte más allá de lo que acontece en
el ámbito de lo puramente biológico.
Abordaremos aquí este problema, orientados por el pensamiento de Heiddegger,
quien propone la idea del hombre como ser para la muerte, postulando desde allí
una concepción extraordinariamente rica del fenómeno humano. En este camino, el
significado de la muerte se rastreará desde la vida misma, puesto que no lo
relacionaremos con especulaciones a cerca de lo que acontece después de la
muerte, si bien reconocemos que ésta constituye otra perspectiva posible para
dotar de sentido a la vida.
76
Martín Heiddegger, El ser y el Tiempo, Fondo de cultura económica, México, 1951, Pág. 50.
constituye como seres humanos; los otros no son un simple agregado en nuestra
vida, sino por el contrario, el contacto con los otros constituye la estructura de lo
humano, por lo tanto, también la experiencia de la muerte de los otros es parte de
nosotros.
Entender al hombre como un ser para la muerte no implica en modo alguno una
postura pesimista sino justamente lo contrario. En el pensamiento de Heiddegger,
la muerte es entendida como un acontecimiento dramático, sin lugar a dudas, pero
en ello justamente reside su valor, puesto que rescata al hombre de una existencia
superficial y sin compromiso y lo instala de lleno en la dimensión de lo propiamente
humano, en la búsqueda de sentidos y ante el desafío de construir su propia
existencia sabiéndose contingente y finito. La idea de fin nos enfrena con la
urgencia de hacer algo que valga la pena mientras esto es posible, ya que nuestro
tiempo es limitado.
77
Op. Cit., Pág. 279.
78
Op. Cit., Pág. 275.
ser acabado, puesto que llega a su fin su capacidad de construirse. En el “ser ahí”
79
es imborrable una “no totalidad” que llega al fin con la muerte, dice Heiddegger.
Para Sartre, el hombre es una síntesis de ser y nada; esto implica que no es
algo definitivo, la nada representa las posibilidades que no se han concretado aún.
El hombre es también lo que no es, espera de sí, proyecto, tarea continua. La nada
implica también la contingencia, la posibilidad de no ser, la conciencia de la muerte.
El reconocimiento de esta contingencia constituye el fundamento de todo lo que el
hombre hace.
En la existencia humana la posibilidad está intrínsecamente relacionada con la
temporalidad, puesto que es en el tiempo donde se desarrollan y se concretan
nuestros proyectos. El sentido de la existencia se construye por la relación del
presenta con la evocación del pasado y el planificar el futuro. Sin ese transcurrir,
estaríamos frente a un instante eterno, en el que cual estarían coaguladas todas las
posibilidades. La temporalidad es constitutiva de lo humano, su desarrollo se lleva
a cabo en un horizonte temporal, que lo instala en su finitud y lo apremia a llevar
acabo sus realizaciones. Cobra aquí sentido la idea de fin. Los hombres eternos de
la ciudad del cuento de Borges llevan una existencia aburrida y absurda puesto que
tienen por delante un tiempo infinito y esto anula sus expectativas. La idea de la
muerte, en cambio, nos enfrenta a la dramática urgencia de llevar a cabo nuestros
proyectos antes de que sea demasiado tarde. La percepción de la temporalidad nos
recuerda nuestra finitud, por eso nos constituye y nos marca de forma indeleble.
La muerte representa el fin de la existencia, y como tal, el fin de la posibilidad,
la clausura definitiva del proceso constitutivo del ser que elegimos ser. Es, para
Heiddegger, la totalidad del ser, que ha “cerrado su cuenta”. Esto no implica que ha
desaparecido simplemente, como en el caso de las cosas materiales, pero tampoco
necesariamente que ha llegado a la plenitud. Lo que esa totalidad sea depende de
lo que se haya hecho a lo largo de la vida.
La muerte no debe ser entendida como algo que simplemente acontece, sino
como algo que le pertenece al modo de ser propio del hombre, por lo tanto, en su
más amplio sentido forma parte de su vida. La muerte es un modo de ser que el
80
“ser ahí” toma sobre sí en cuanto es, dice. El hombre es, por lo tanto, un ser
relativamente a su muerte; esta es una posibilidad cierta, pero recordemos que, al
igual que la vida, ésta no se identifica con un fenómeno puramente fisiológico, sino
con el sentido que puede tener para la existencia humana. La inminencia de la
muerte pone de relieve el hecho de que el hombre pierde la capacidad de constituir
su estructura peculiar. En la muerte el hombre se encuentra sólo consigo mismo, es
79
Op. Cit., Pág. 278.
80
Op. Cit., Pág. 281.
la posibilidad extrema de enfrentarse a sí mismo. La idea de ser relativamente al fin
no es una actitud que se pueda asumir o no, sino una forma irrenunciable,
propiamente humana.
Por esto, para Heiddegger, la angustia frente a la muerte no se identifica con el
temor a dejar de vivir sino a enfrentarnos con la totalidad de nuestro ser, esto es, a
encontrar que se cierran frente a nosotros las posibilidades y tal vez a descubrir
que no hemos podido realizarlas plenamente; no es el temor a desparecer, sino a
no haber podido ser auténticamente. La angustia es el estado en el cual el hombre
se abre para encontrarse a sí mismo, porque lo saca de su vida cotidiana. El
mundo que lo rodea, antes familiar, se le revela extraño y hostil, insignificante e
inhóspito. Este resulta el terreno propicio para preguntarse por el sentido de la
vida.
81
Op. Cit, Pág. 397.
82
Op Cit., Pág. 291.
poder ser más peculiar. Por eso, encubrir el significado de la muerte implica
también olvidar el sentido de la vida.
La pregunta por el sentido nos instala de lleno en el plano de la reflexión que
pretende preguntarse por las cuestiones que más angustian del ser humano. El
diagnóstico de Heiddegger, formulado en plena posguerra, parece no haber perdido
vigencia; el hombre actual, acuciado por los requerimientos urgentes de la vida
cotidiana olvida preguntar por el sentido de la muerte. Los medios masivos de
comunicación le brindan respuestas inmediatas y fórmulas instantáneas de
felicidad. La muerte se ha vaciado de sentido y se ha convertido en un espectáculo
que podemos ver por televisión.
Frente a esto, recuperar el auténtico sentido de la muerte implica encontrar
también el sentido de la vida, puesto que es en la angustia ante la muerte en
donde el ser humano se encuentra entregado a su responsabilidad irrebasable
frente a la vida. Para Heiddegger, abandonar esa indiferencia nos pone de camino
frente a la extrema posibilidad de la existencia. Dice: “Un ser relativamente a la
muerte” propio no puede esquivarse ante la posibilidad más peculiar encubriéndola
83
en esta fuga e interpretándola torcidamente.” Propone, por lo tanto, un
acercarse a la muerte para comprenderla, que le permita al hombre encontrarse y
vivir una existencia propia.
Comprender la muerte no significa la contemplación pasiva de una idea, ni
tampoco el conocer de modo temático o teórico; comprender es una actividad
afectiva que le permite al hombre constituirse; es también un existenciario, un
modo fundamental del ser. Comprender implica conocer que se está en posesión de
todas las posibilidades para construir su ser. Para Hannah Arendt, la búsqueda de
sentidos es la actividad por excelencia de la razón, entendida esta en sentido
kantiano como la facultad que no puede dejar de preguntarse sobre cuestiones que
no puede resolver, pero que resultan, sin embargo, las más fundamentales para el
hombre: Dios, la inmortalidad, la libertad, que no son objetos susceptibles de ser
conocidos de modo cierto y verificable. La razón es capaz de pensar más allá de los
límites de lo cognoscible, por lo tanto la necesidad de reflexión del hombre se
ejerce sobre todo lo que acontece. También el significado de la muerte es uno de
los problemas sobre los cuales no puede dejar de preguntarse, aunque no alcance
nunca una respuesta última, puesto que involucra el sentido de su existencia
misma.
Teniendo presente la muerte, el ser humano se encuentra en plena propiedad de su
existencia como posibilidad, como “poder ser” de su singularidad.
Responsabilizándose de su muerte se responsabiliza también de su vida.
83
Op. Cit., Pág. 299.
Comprender esto es, de alguna manera, encontrarse, salir del estado de perdido en
el cual la existencia del hombre se diluye en la impersonalidad de la repetición de lo
que piensan o dicen los demás para poder ser él mismo. Enfrentar la angustia de la
muerte lo coloca en posesión de la auténtica libertad, puesto que emerge la
posibilidad de poder constituirse, proyectando desde sí mismo, sin estar
determinado por un ideal de existencia que se le impone desde afuera. Dice
Heiddegger: “El “correr al encuentro” (de la muerte) abre a la existencia como
posibilidad extrema la renuncia a sí misma y de esta manera rompe todo aferrarse
a la existencia alcanzada en cada caso... El “correr al encuentro” de la posibilidad
irrebasable abre con ésta todas las posibilidades que están antepuestas a ella: por
eso reside en él la posibilidad de un tomar por anticipado existencialmente el “ser
84
total”.
V - Conclusión.
La propuesta de Heiddegger dispara la pregunta por el sentido, que atraviesa la
existencia humana; la muerte cobra una dimensión ontológica que nos sitúa frente
a la angustia de la finitud, que nos arranca de la monotonía cotidiana, exigiendo
respuesta. Sólo cuando toma conciencia de su contingencia el hombre se pregunta
por sí mismo. Este proceso nos pone de camino hacia la posibilidad de encontrarnos
con nosotros mismos, alcanzando la auténtica libertad que se traduce en poder ser
quienes realmente queremos ser. El pensar es la actividad propiamente humana;
pensar en la muerte nos impone pensar en la vida y tomar posición ante ella. Este
es el espacio propicio donde se muestra, como lo pide Marcel, lo que yo soy y
quizá mi vida no es.
Recuperar el sentido de la muerte implica, desde esta perspectiva, recuperar el
sentido de la vida como espacio de todas las posibilidades, como el desafío de
construir cada día el sentido de nuestra propia existencia.
Bibliografía.
• Martín Heidegger, El ser y el tiempo, Fondo de Cultura económica, México,
1951.
• Martín Heidegger, Introducción a la Filosofía, Editorial rónesis, Madrid, 1996.
• Gabriel Marcel, El Misterio Ontológico, Cuadernos de Humanitas, UNT, 1959,
• Martha Mateo, Ontología y Etica en Sartre, Cuadernos de Humanitas, UNT,
1975.
• Hannah Arendt, La vida del Espíritu, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1984.
84
Op. Cit., Pág. 303
LA PARADOJA DE LA PROPIA MUERTE
Cristina Bulacio UNT
Conclusión:
85
Ouspensky, P. Psicología de la posible evolución del hombre". Pág. 14 y siguientes.
o morales.86 Agrega además que "la psicología existió en forma de misterios
(Egipto, Grecia), luego, continúa se refugió en "Enseñanzas Simbólicas", que a
veces se relacionaban con la religión de la época y en otras en la astrología, la
alquimia, la magia y actualmente la Masonería, el Ocultismo y la Teosofía".
Entre los temas que esa psicología incluía, entre las ramas del conocimiento
que citamos, por supuesto la muerte es una constante, pues en el sentido de
transformación la conciencia de quien se prepara para asumir una vida interna
mucho más rica, adquiere una postura muy diferente frente a la muerte.
Parece suceder que cuando se introduce un hombre en estos estudios, y
trabaja sobre su cuerpo para lograr la transformación, surgen en su interior
sustancias que la ciencia de hoy no conoce o no valora, que se agregarían al
conocido vehículo físico del hombre y le permitirían "ingresar" (trasladar su
conciencia, probablemente lo que hoy se llama "estados de conciencia alterados"),
a esos planos o "mundos". La alquimia, por ejemplo, en su valor real (no solamente
en la pretendida codiciosa transformación del plomo en oro), que es la
transmutación del grosero hombre de "barro", en resplandeciente oro espiritual, se
refiere a ese proceso que transcurre en el interior del ser humano. Ese estadio sería
el que muestra Jesús en el suceso de la transfiguración, como indicando la
posibilidad de que todo aquel hombre que siga desde sus palabras hacia el trabajo
interno tendrá esa misma oportunidad, con lo cual nos introduce en una total
metamorfosis en el significado de sus ideas, y pasamos al terrible tema de lo que
se denomina "matar la muerte", de pleno sentido esotérico, develado por aquel
maestro a sus discípulos que quisieran seguir o, mejor aun, transformar el polvo de
nuestra constitución física en "oro", con el añadido que si bien el polvo debe ser
perdido -no olvidemos que el polvo pertenece al la categoría de "al Cesar lo que es
del Cesar ...-, el oro obtenido por el que trabajó sobre si no le será quitado, lo cual
es lógico y razonable, por ser fruto de su esfuerzo.
En estas ideas debemos trasladar el concepto de cadáver o muerte al que
vive la vida orgánica, al hombre de todos lo días, al promedio de los seres humanos
por no decir a casi todos los seres humanos. La posibilidad de llevar a cabo estas
cuestiones siempre se dijo que alcanza a pocos.
También podemos ver la enseñanzas de Jesús como el "Libro de los
muertos" de los cristianos, o al menos las parábolas y frases que inculcó a los
suyos, para arrancar "de las tumbas" (vivientes) a los que entiendan el sentido de
sus palabras. Jesús aparece como el resucitador de "vivos" (orgánicamente
hablando), nunca que yo sepa enseñó a cadáveres, por lo tanto su enseñanza entra
86
Recuérdese durante la época del Proceso en Argentina se la eliminó de la currícula universitaria.
dentro de todos aquellos que fueron Iniciados. Recordemos la famosa frase de
respuesta a los que le preguntaron a cerca de un sepelio al que los discípulos
querían asistir: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos". Esa tremenda
respuesta tiene varios niveles de comprensión, según la etapa de transformación en
que se encuentre quien recibe esa respuesta en cualquier época de la historia. Para
el hombre común que no empezó la transformación para "vencer la muerte" (es
decir, adquirir los elementos que permitan navegar en la nave de Osiris, que podría
ser otra metáfora), esas palabras podrían significar que Jesús era un irrespetuoso,
al decir a sus apóstoles que no acudan al velatorio (hoy observamos que cuando
fallece un hombre sus allegados responden con celeridad).
Jesús nos indica con esa respuesta que sus enseñanzas apuntan a formar el
"otro" cuerpo o alma que constituiría lo imperecedero para quienes comprendan sus
enseñanzas, lo que también da idea de celoso egoísmo respecto de las mismas
(aunque sabemos que él ponía a la esencia crística como el supremo maestro)
cuando dice: "No soy yo sino mi Padre ...", lo cual lo emparienta con la humilde
aportación de Carl Jung a estas cuestiones, a través de lo que denomina "proceso
de individuación", que busca lograr en el hombre la unidad interior, al culminar con
el sí-mismo que se relaciona psicológicamente con la expresión "yo soy el que soy",
insisto, el que tiene unidad. Nos preguntamos en la vida actual, ¿quién tiene
unidad?. Somos al mejor estilo de Ouspensky una "multitud de yoes", o sea, un
caos que impera en nuestra personalidad. Tendríamos que preguntarnos también,
al morir ¿cuáles de esos yoes tienen oportunidad de seguir existiendo post-
mortem?. Ninguno. El caos de nuestras vidas deja trozos dispersos que no logran
recomponerse por el solo hecho de morir. El si-mismo es un referente mayor que
contiene a ese yo pequeño y confuso que marca la débil dirección de nuestra vida.
Quien no forma el si-mismo no tiene posibilidad de que algo perviva a nuestra
muerte, por no haber adquirido unidad en el mar de "yoes" en el que se mueve el
hombre común.
Tendríamos respecto a la formación del alma tres niveles, de los cuales el
más peligroso es el de aquel que se encuentra en construcción del alma, pues
puede fracasar en el intento. El hombre en esta condición se encuentra en una
terrible duda. Todos los hombres están animados por la vida, pero no en todos se
formaría el alma, como se puede desprender de la respuesta de Jesús, pues no deja
duda al responder, haciendo la distinción entre quienes tienen y quienes no, alma.
O sea los que lloran alrededor del ataúd están tan sin alma como el muerto que
yace en él y la respuesta no es alegórica, pues comer, beber y vivir la vida tal cual
la conocemos, no basta para seguir consientes post-mortem, que sería el ideal que
todos anhelamos.
Para vivir post-mortem, debemos salir del sepulcro de la vida en que
vivimos, es decir, no basta ser buenos, sino que hay que trabajar para salir del
sepulcro. Platón también nos recuerda, aunque quizás con más suavidad, que el
cuerpo es la cárcel del alma, o sea, todas las enseñanzas del gran filósofo están
dirigidas a ultranza, como lo hicieron todos los iniciados, a sacar al hombre del
estado de catalepsia en que se encuentra en este mundo de ilusión.
Según estos conceptos no todos los hombres salen del sepulcro, sino
aquellos en que fructifica la semilla del espíritu, depositada en todos. Aquí, tenemos
otro símil aplicando el siempre útil y didáctico aforismo "así como arriba es abajo",
del nunca bien ponderado Hermes Trismegisto. El árbol da mucha semilla, pero
gran parte de ellas se pierde: la comen animales, no encuentran suficiente
humedad, se destruyen por golpes, etc., así ocurre con la humanidad. Por eso
mientras vivimos estamos muertos para los requerimientos de otros planos o
mundos en tanto no hagamos el esfuerzo por salir de la tumba, "nuestro cuerpo",
simbolizado esotéricamente por el nacimiento de Cristo en un establo (cuerpo
animal) y que acechado por lo que se llama "juego de la vida", que se representa
por la muerte de los niños ordenada por Herodes, que no logra matar a Cristo, por
que es hijo de la vida misma que no conoce contraparte de muerte.
Desde allí, en los ejercicios que vencen a la muerte se dice parafraseando a
Gurdjieff: "Bienaventurados los que tienen alma ...", los que trabajaron para
formarla, el cuerpo diamantino de los budistas, Cristo vencedor entre cristianos,
Osiris resucitado de los egipcios. "... Bienaventurados los que no la tienen ...", es
decir los que se dejaron llevar por el juego de la vida y no se plantearon la
posibilidad de tener alma, ¿por qué habrían de tenerla si no la solicitaron?. Esto
último no es falta de piedad ni de toque de gracia, sino que simplemente no la
quisieron. Finaliza la frase: "... desgraciados los que la tienen en embrión". O sea
aquellos que oyeron la PALABRA que transforma y son recién llegados para
transitar el filo de la navaja (tal es el camino al Cielo), y pueden quedar tronchados
en el vacilante comienzo.
La muerte entonces, de acuerdo a estas disquisiciones, es un estadio que
puede o no ser permanente durante lo que llamamos vida, como expresión
orgánica. Ese estadio se vuelve perpetuo para quien se queda en lo mundano (el
César), y no se plantea otras cuestiones. Correcto sería llamar a tal estadio
ceguera, lo grave es cuando ese estadio, repito, se vuelve perpetuo ("Tienen ojos y
no ven").
A todo esto la muerte en el ataúd no es más que una etapa de todo lo que
se venía arrastrando, la culminación de la enfermedad llamada ignorancia que
todos portamos de distinta manera, en mayor o menor medida. Para morir con
efectividad, con provecho, paradójicamente hay que seguir vivo después del
proceso de transformación, o sea, vivir en carne propia la muerte supuesta en el
cadáver de turno, en este caso, ser cadáver de si mismo. Esa "muerte" sí que
provoca lágrimas que lloran la propia muerte al que por sí mismo ha despertado (el
dormir es otra metáfora para el que no ha resucitado en vida).
Todos los Centros Esotéricos y las Escuelas de Misterios han tenido como
meta rescatar cadáveres desde las tumbas donde transcurren nuestras vidas. Solo
los resucitados (Maestros) pueden resucitar a los que yacen en sus cuerpos en el
estado de sopor para lo cual la vida, y su transcurrir, tiene miles de subterfugios
para mantenernos en ese estado, útil para la estructura del cosmos donde tenemos
nuestros ser, a la que no le importa si despertamos o no de nuestro estado,
mientras cumplamos la función para la que fuimos creados. Dice Ouspensky, que
mientras algunos pocos recobren la vida, posible de obtener como añadido a la que
traemos, no le impacta a la Naturaleza, pero si muchos empezaran a despertar y
darse cuenta de la situación, podría romper el equilibrio que como norma indica que
los hombres deben, en gran medida, permanecer en estado de sueño o muerte
para que la obra de la naturaleza se cumpla.
Por último para redondear esta idea, tomando una frase de Jesús, diremos :
"Muchos los llamados, pocos los elegidos".
Resucitar en vida es la clave de vencer la muerte, de lo contrario la
naturaleza sigue su curso en el cual utiliza los desechos orgánicos para continuar su
obra incólume. Solo los audaces pueden salir de sus tumbas y manifestar su éxito,
frente a los que toman todas las indicaciones -procedentes de instituciones o de
centros legítimos de vida como los Misterios-, como creencias. La sabiduría puede
hacernos libres hasta de las garras de la muerte y puede servirnos para el
desarrollo de la esencia que no puede ser robada por la dueña del Hades.
LO EXTRAORDINARIO
87
Platón, Fedón, edic. Guadarrama, Madrid, 1969, pág. 150
Apolodoro no ha dejado de llorar mientras se llevaba a cabo esa pretensión de Sócrates de descubrirse,
teoría mediante, muerto. Pero, ¿Qué han logrado saber Sócrates y sus amigos con respecto al morir que
ya Xantipa no lo haya descubierto con un dolor anticipado? En vida, decía, Sócrates, que partía al
conocimiento de las Ideas, cara a cara frente a las ideas. Critón no está convencido de una suerte de
doble presencia o partida de Sócrates, pues cabe la identificación del alguien en el dónde éste se
manifiesta: el rostro, que tal vez por una cuestión de cotidianidad quepa hablar de este modo: “tenía la
mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos”; identificación de qué y del quien. Este último
identificado con el rostro, lleva a la confusión del decir.
con un premio fabuloso, no sólo tiraría los diarios y se lanzaría a correr con el
cartoncito numerado sosteniéndolo en la mano, sino que se echaría a llorar. ¿Qué
ha pasado aquí? ¿qué ha pasado en ella?. Seguramente algo muy distinto a
aquellas lágrimas únicas que han quedado en el cementerio: Ella está frente a la
tumba, frente a ese montículo de tierra que ahora lo cubre y sobre cuya cubierta
caen sus lágrimas. Juan era su amado. Pero, ¿Por qué mueren los amados?.
Esta pregunta es la que nos abre el interrogar sobre la muerte, empero esto quiere
decir que la pregunta sobre la muerte es posterior al estar ya instalados en la
muerte del amado. Con el amado presenciamos su muerte. Este “su” de “su
muerte” nos coloca en el misterio de que a alguien le acontezca el morir, y por
rebote, en el tema de la muerte. El “su” de “su muerte” solo es pronunciación de la
amante, integrada a una biografía. Con lo cual no nos manifestamos al concebir la
muerte, como un “dejar de existir”89, pues por lo pronto dejar de existir es un mero
juicio de viviente. Decía Epicuro -en una carta destinada a su amigo Menoico a fin
de erradicar el temor a la muerte- que cuando la muerte es, uno no es y cuando
uno no es, ella es. Hermosa personificación de la muerte que jamás nos toca, sólo
amaga, todo lo que ella pudiera ser consiste en puro amagar, diríamos que se
diluye en amenazas que jamás se concretan, empero aquí se esconde, como una
vieja zorra, una interpretación de la muerte, tal vez dos: pues la muerte, como
Nada, no tendría sujeto en el cual apoyarse. La muerte personificada, tomada
como un predicado no conviene al sujeto que ha dejado de ser sujeto efectivo y
pasible de atribución. Tampoco conviene atribuírsela al sujeto en tanto que
viviente. El viviente no vive su muerte. Y en tanto muerto menos aún vive su
muerte. Es decir, el muerto no se vive a si mismo como muerto, ya sea porque
“pasa” sin tocar el inexistente muro, ya sea porque, no pasa sino que se estrella
en la desaparición de sí mismo.
Decíamos que “Juan ha muerto”, mas antes, Juan estaba acostado, dando la
espalda contra unas sabanas blancas; su cabeza apoya en una almohada
rectangular, un tanto diminuta. Una máscara de oxigeno le forra la nariz mientras
una serie de cables blancos, rojos y negros pegados a su pecho se desprenden de
un aparato, marcándole un hipo rítmico. Desde el costado izquierdo de la cama se
alza un hierro platinado que sostiene unas diminutas bolsas por cuya parte inferior
dejan escapar unas tiras transparentes a través de las cuales corren medicamentos
hacia las venas de Juan. Un médico se acerca a la cabecera de la cama, lo mira,
alza la vista, sólo un poco, hacia una pequeña pantalla en donde aparecen y
desaparecen líneas que suben y bajan para luego nuevamente aparecer y
desaparecer, subir y bajar débilmente. Hace una mueca de mal gesto y se aleja
89
J. Ferrater Mora: El ser y la muerte, ed. Planeta, 1979, pág. 9
hacia otros delantales blancos con los que cuchichea algo. A un costado derecho de
la cama está la amada. Ella está de pie, un tanto inclinada hacia él. Lleva su mano
hacia la frente, le acaricia con suavidad; son las yemas de los dedos que se
deslizan lentamente con ternura como si en cada corrimiento quisieran detenerse,
hundirse para unificarse con esa piel un tanto transpirada; con la otra mano, con la
derecha, sostiene un rosario perlado que coloca delicadamente en el pecho, en
medio de esos cables; una enfermera se acerca, la toma por los hombros y la invita
a salir de ese cuarto, de esas cuatro paredes hechas de cerámicos de las que
penden otros tantos aparatos de los cuales cuelgan otras tantas cuerdas plásticas
que descienden sobre otros tantos seres queridos que apoyan sus respectivas
espaldas en sabanas blancas. De pronto, él, su amado, tal vez involuntariamente,
realiza unos movimientos torpes de piernas: se arrugan, se estiran, como si
estuvieran hechos con el mismo dolor. Los brazos se mueven al voleo como si
quisiera decir algo; sus párpados se abren con brutalidad para dejar salir dos
medallones color cielo, son ojos llenos de expresión como si la sorpresa les cayese
encima. Un breve espasmo y todo parece aflojarse. La quietud. Ella se abalanza, se
le echa encima y de un manotazo hace salpicar esos cables que se adherían al
pecho de Juan. Lo toma por los hombros, lo sacude, pronuncia su nombre, pero él
ya no responde. El llanto, las lágrimas comienzan a caer como si la misma
tormenta de agua estuviera ya en los ojos de la amante: Es la respuesta a la no
respuesta. Sólo un alguien viviendo es capaz de responder. La amante, con los
zamarreos, con el llanto, responde a quien ya no puede responder o, lo que es lo
mismo, corresponder: ¿Qué ha pasado con ese alguien? El amado, ese alguien con
quien sonreía , con quien fundía sus labios y sentía esa pasión desenfrenada, con
quien de común acuerdo habían decidido traer, como una gracia, al mundo tres
maravillosos hijos; él ya no responde. Está ahí, quieto, inmóvil; es él, no hay duda.
Es su rostro y por ello ella llora, pues en ese rostro aparece lo que la filosofía, este
amor etimológico al saber, tomando distancia, abstrayendo, tratará de tematizar:
la quietud, la no-respuesta. Pero esto, que en el rostro “aparezca” la quietud, la
no-respuesta es una manera de decir, una metáfora, pues ese rostro es la quietud
misma, se ve en él la inmovilidad. Decíamos que ella había sonreído con él, que
ambos habían echado a sonreír en algún momento pasado: unos músculos que se
contrajeron, se distendieron hacia los costados con una imperceptible inclinación
hacia la derecha, o dicho con las palabras poéticas de Neruda: los labios se
desplegaron como alas de mariposa. Pero, ¿dónde se da esto? Ahí, señalando con el
dedo índice el rostro, apuntando hacia los rostros como sucede en la vida diaria, la
de cada cual, que encuentra al otro en el rostro. Un movimiento de músculos, un
“desplegar de alas” hace referencia al rostro, y sólo desde este aquí, o como
decíamos desde ese ahí, éstos adquieren sentido, se refieren a ese alguien. Este es
el ahí, el alguien, el que responde con una mueca; sólo basta mirarlo o, como en el
caso de los no-videntes, tocarlo. La amante según decíamos, se arroja en pleno
sobre Juan, lo sacude; un médico se acerca y apoya el estetoscopio buscando un
latido, un subir y bajar del pecho, busca su respiración; desliza con un retardado
apresuramiento de mano el estetoscopio de un extremo de la costilla hacia el otro:
no hay señal del soplo vital. Mira el aparato que cuelga de la pared: una línea
horizontal con un chirrido estridente homogéneo corre de una punta hacia la otra
del monitor, desapareciendo y volviendo a aparecer. Es que tanto la sacudida
como el latido del corazón y las líneas que se esfuman y reaparecen como un
juego trágico en la pantalla de ese monitor, refieren en donde misteriosamente
se centra el Alguien: el rostro, éste, quien ha dejado de responder. Es la no
correspondencia . El, Juan, está ahí, sin voz; sobre un colchón forrado con una
tela blanca, está. Este estar de Juan, lo es a la manera muy peculiar de una
presencia que se ausenta, sin ser un “naufragio hacia dentro”; una voz que calla. Y
la amada que no comprende esta ausencia y este silencio. Sin embargo, esta
cercanía biográfica de la amada hace que Juan esté ahí, como un ahí
extraordinario. Lo cual significa no un ahí ordinario en el que ubicamos unas
cosas con respecto a otras, es decir, relacionadas: a unos metros de un amplio
bufete marrón y a unos cuantos centímetros de un biombo que se ha desplegado
para evitar que desde las otras camas se desgajen unas miradas ajenas, yace un
cuerpo sin vida; en fin, digámoslo: un ahí espacial. Como el de nuestro supuesto
lector que toma entre sus manos una página escrita, en donde sobresalen de un
fondo blanco unas letras impresas en mayúscula: Miles de muertos en oriente.
Estas frases, de decirle algo vago, ubican las muertes como un suceso espacial en
una región lejana o cercana, tal vez doblando la esquina, indicable mediante un
mapa que remite a un lugar en donde no pasa nada más allá de lo usual. Nuestro
supuesto lector podría leer en ese trozo de papel matutino: “un pedazo de plomo,
como hoja de guillotina, le arrancó violentamente la cabeza a la altura de la
tiroides. El cuerpo se estrelló contra el suelo para comenzar lo que parecía ser una
danza macabra. Daba pequeños brincos. Al cabo se detenía para recomenzar el
golpeteo contra la tierra ensangrentada. De la cabeza, que yacía a unos metros,
salían unos diminutos hilos blancos gelatinosos....”. Y esto sucede en un ahí
determinable. En nuestro planeta, visto desde fuera, se muere y sólo hay que
realizar la suma: 100.000 muertes por día90. Cuestión de aritmética. Si esto fuese
así, que lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, y vuelta a
contar lunes, martes, etc., se muere, argumento monótono, no nos afectaría y la
90
R. Schaerer: El Filósofo frente a la muerte, Edic. Troquel, Bs.As., 1964, pág.129
muerte sería mero monto localizable . Hace falta la amante para que la muerte deje
de ser lo ordinario, lo repetitivo, lo monótono, una mera suma que se viene dando
a través de la historia, y se cuenta aditivamente por cantidades sobre una partícula
de arena llamada tierra, ya que el amor singulariza la muerte. La muerte del
amado es la muerte extraordinaria para la amante y por la amante.
El ahí de Juan no es, pues, una ubicación, no es relación respecto a los
laterales que pudieran darse, sino presencia extraordinaria para la amada, o
invirtiendo los términos –tal vez con arbitrariedad- por la situación dada, para la
amante que es la que responde con un llanto. Juan está ahí de una manera
inusual, imprevisible en cuanto amado. Ella lo llama, lo invoca y él no responde.
“Responder” es un acto típico de una co-existencia; un ser con, junto y para el otro,
un nos-otros. No obstante, está ahí, es cierto; se aparece en su rostro: está quieto.
Esta quietud muestra que algo le ha sucedido. Pero, ¿qué le ha sucedido?. No se
trata de recurrir a alguna teoría sobre la muerte, ya sea como partida o aniquilación
para lograr “verlo”, sino “tratar” de ver en él lo que le ha sucedido; lo que
llamamos muerte parece ser ante un todo un suceso, algo que le sucede al amado:
un suceso que a él le pasa. Pero, ¿qué le pasa?. Es esto lo que no se comprende, lo
que no sabe. Estamos fuera, solo testificamos que a él le sucede estar quieto y del
cual inferimos a la manera epicúrea que él no se vive como una efectiva quietud, ya
sea porque hubo de partir abandonado lo que era su cuerpo o bien en la
imposibilidad ontológica de vivirse como aniquilación. Sin embargo, decimos que le
pasa, que le sucede “eso” que lo expone a la mirada como inmovilidad. Está ahí
como una pura presencia, ahí en ese rostro mudo, sin motivo, indiferente, sin
causa que lo explique, sin razón en sí mismo; libre de toda condición causal y de
tiempo. Diríamos que es una pura pasividad para cualquier razón explicativa que
se le quiera añadir. La biología, dirá: descomposición de tejidos; la medicina: un
paro respiratorio. Aún, la física podrá apelar a procesos entrópicos que
desorganizan la materia. No obstante, esto es el qué de la muerte, que no dice ni
puede decir nada de quien muere.
Ciertamente que, para la amante, Juan está ahí sin voz. Inexplicablemente
está ahí, pero no a la manera de indiferencia, sino como a la espera de que ella le
extraiga la voz, que lo haga anunciarse: un cielo poblado de ángeles, querubines y
serafines hacen sonar las trompetas porque Juan acaba de “llegar”, y esta es la
voz que torna en la esperanza de la amante.
Cierto es que también es posible interpretar la última frase de Epicuro en el
sentido de que el muerto no vive la muerte porque no hay un “su” que le
corresponda. Sólo alguien dirá: “Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá”91.
91
Simone de Beauvoir, La ceremonia del adiós, editorial Sudamericana, 1988, pág 168
Dos actitudes frente al amado, empero, en esta última cabe la resignación, el amor
queda como descompuesto, diluido dentro de una tumba en donde el nunca más
toma su lugar: “Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de
acuerdo durante tanto tiempo”92. Simone de Beauvoir, ante la proximidad de la
muerte de Sartre , ya está ubicada en la agonía de la esperanza, en la agonía del
amor: no hay sonido de clarinetes. “Ya todo fue”. Y esto quiere decir que los
párpados de Sartre han sido sopleteados, por Simone de Beauvoir, con el estaño
inquebrantable del nunca más, pues se ha cedido a que no sea el amor el que lo
anuncie: la pérdida de la esperanza en pos de la creencia en la desaparición del sí
mismo.
Decíamos que Juan está ahí; apoyando la espalda sobre la sábana blanca.
Esta es la presencia de Juan en la manera extraordinaria para la amada. Lo que
significa entre otras cosas, que, por primera vez, Juan le aparece sin razón
alguna como quietud. No obstante, parece “reclamar” un sostén para no perderse
en el uno más, en el modo en que aparecerá al día siguiente en lo avisos fúnebres.
Alguien, tal vez quien le solía vender un kilo de pan, “lo mirará”: un ligero prurito
sobre la piel hace saltar la exclamación: “¡¡ ay, ha muerto ese joven narizón!!”; y
con pasos activados se llega hasta la cocina para poner al día a su cónyuge de tal
noticia; y luego...........luego nada ha sido alterado, todo pertenece a la
cotidianidad: el plato, la cuchara, la olla que está hirviendo sobre un fuego azulado
continúan sin entrar en el tiempo de lo ordinario en dónde mueren los hombres. Los
hombres mueren........y los amados callan. Empero, ¿no tornará esto en posibilidad
ontológica de un re-encuentro entre amados?. Ella, la amante, ha doblado las
rodillas y se deja caer sobre ese montículo de tierra; apoya suavemente la palma
de la mano derecha y dice: “a-dios, amado mío”. Se incorpora, arregla los pliegues
de su vestido. Levanta la mirada hacia un cielo celeste y esboza una sonrisa.
Bibliografía
92
Ob. Cit, página l68;
LA MÁS TEMPRANAS DE LAS UTOPÍAS
93
Charles S. Peirce
93
Collected Papers of Charles Sanders Peirce. Cambridge: Harvard University Press, 1934; VI: 524, p.
357.
94
Johannes B. Lotz La experiencia trascendental. Madrid: BAC, 1982, p. 234.
despejado el camino hacia un consenso. (Y de eso se trata aquí, de converger
discutiendo hacia una visión compartida más clara de las cosas.)
4 El límite podría asemejarse a un espejo que refleja los rostros o las máscaras
de los que nos aproximamos a él, cada uno con su expresión propia, única. Entre
95
Friedrich Nietzsche “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” , en Discurso y Realidad, Vol. II,
Nº 2, marzo 1987, p. 81; traducción de Lucía Piossek Prebisch.
96
Ibid.
los tipos de expresión están la de aquellos que enfocan algo más allá del espejo,
que los reconforta durante su aproximación, y la de aquellos cuya mirada no
distingue allende el espejo nada de nada. En este último grupo hay quienes
consideran al primer grupo víctimas de una ilusión, y su gesto una expresión de
simpleza o ingenuidad. La seguridad de su veredicto deriva de la seguridad que
atribuyen a la refutación de las pruebas de un Más Allá aducidas por los ilusos
optimistas. Pero desde el momento en que ellos tampoco aportan ninguna prueba
de que no haya Más Allá en absoluto, también ellos han de ser considerados
víctimas de una ilusión. Si una eternidad feliz es una ilusión, entonces no lo es
menos la nada absoluta. De la ilusión optimista se ha hablado ya mucho, no tanto
de la nihilista. Si para nuestros nihilistas, más que una conjetura es una rotunda
seguridad la inexistencia de alguna dimensión allende el límite, dada la falta de
pruebas ¿de dónde tanta seguridad? ¿Acaso por el encandilamiento de una
soberbia colosal? O tal vez el anonadamiento producido por una frustración
existencial radical que a algunos puede arrastrar al suicidio y a otros a descargarse
destructivamente en el plano de las ideas, como si la aniquilación teórica de un Más
Allá asegurara la zambullida en la nada. El deseo de ser se vuelve loco de dolor por
la frustración irreversible y sucumbe al espejismo de la paz absoluta de la nada.
Hay por lo pronto y al menos dos ilusiones: la de que hay algo y la de que no hay
nada. Así, surge inevitable la pregunta: ¿los partidarios de cuál ilusión son más
ilusos? La ramificación de vías posibles para dar una contestación, algunas muy
trilladas, alberga respuestas magníficas. Como dije, opto por una vía poco
ambiciosa: mostrar solamente que no consta que no haya absolutamente nada
después de la muerte. Para ello desarrollo un solo argumento que gira entorno del
asombro.
8 ¿Qué hace que un dato se constituya como tal? ¿Por qué, de todo lo dado a
la conciencia, algunos elementos se aglutinan en la configuración de dato? ¿Qué
requisitos ha de cumplir algo dado para ser reconocido como dato? A través de la
sensibilidad estamos constantemente expuestos a una copiosa lluvia de elementos
susceptibles de integrar datos. A partir de esos elementos, brotan datos por
germinación espontánea en virtud de procesamientos inconscientes, algunos de los
cuales emergen a la luz de la conciencia mientras otros permanecen latentes. Hay
asimismo datos elaborados conscientemente, expresamente metódicos o no. El
laboreo de la mente, básicamente la conceptuación y el raciocinio, culmina en
interpretaciones expresadas en figuraciones de las más diversas especies, a cuyo
través nos orientamos para saber a qué atenernos respecto de lo real, tanto desde
el punto de vista teórico como del práctico. El trato asiduo con los datos y el
empeño constante de manejarlos de modo conveniente permite el desarrollo de
redes conceptuales, sistemas categoriales, coordenadas epistemológicas, etc., que
constituyen el instrumental de que nos valemos para habérnoslas con lo real. Está
fuera de toda discusión que esas herramientas condicionan nuestro trato con la
realidad. En efecto, en la maraña de lo presenciable, de lo que se presenta ante
nuestra conciencia, atenderemos -según nuestro interés- a determinados
elementos y los procesaremos de acuerdo con las posibilidades de tratamiento que
las herramientas ofrecen. Lo que escape a las redes conceptuales, lo que no tenga
cabida en las categorías empleadas, pasará desapercibido o será ignorado por
irrelevante. Si se presentan elementos susceptibles de aglutinarse en datos, pero
inidentificables como tales o inmanejables por el instrumental disponible, quedarán
como datos latentes, implícitos. Un científico del siglo XXI reconoce infinidad de
implicancias que un científico del siglo XVII no estaba en condiciones de enfocar
temáticamente y reconocer como tales. Otro tanto se puede conjeturar de nuestros
científicos actuales respecto de sus colegas del siglo XLIX.
Introducción:
Notas:
1-Sobre la Teología Menfita en relación con otros relatos ver Frankfort, 1988:48-59.
2-Funcionario bajo el reinado de Amenofis III. Loret (1989:115) y Stewart (1960:
89 y Fig.2).
3-Funcionario bajo el reinado de Amenofis IV. Davies (1923:138)
4-Funcionario bajo el reinado de Amenofis III. Fakry (1943), Hodel-Hoenes (2000)
y Assmann(1995:12)
5-Funcionario bajo el reinado de Ay. Davies(1933:53-54, Pls. XXXVI y XXXVII)
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INTERDICCIÓN Y PORNOGRAFÍA
Interdicción y muerte
“¡No hay explicación! Los dolores, la muerte...¿Para qué?”97 afirma Iván
Ilich, el personaje de Tolstoi, mientras agoniza.“¡No hay explicación! Los dolores, la
muerte...¿Para qué? ¿Por qué?” nos preguntamos nosotros, hombres y mujeres
contemporáneos, perplejos y hasta indignados. Y es que, conforme la sociedad
occidental fue secularizándose, el plus de trascendencia con el que la muerte era
revestida, fue perdiéndose.
De un tiempo a esta parte, la escatología religiosa ya no ejerce la influencia
que antes tenía. Expulsado Dios del centro de nuestra existencia, los conceptos de
cielo e infierno han perdido gravedad. Cada vez menos son las personas
interesadas en alcanzar la salvación eterna porque de lo que se trata actualmente
es de disfrutar la vida nuestra de cada día. De allí que tampoco importe demasiado
la trascendencia histórica, esa preocupación por perdurar en la memoria de los
hombres o en las conquistas sociales que, en la primera mitad del siglo XX y hasta
la década del 70, llevó a muchos a elegir voluntariamente la muerte.
97
Tolstoi L., La muerte de Iván Ilich. Ed. Norma , Bogotá, 1992, p.78
Escribe Macedonio Fernández: “No me lleves a la sombras de la muerte /A
donde se hará sombra mi vida, / Donde sólo se vive el haber sido./ No quiero el
vivir del recuerdo./ Dame otros días como estos de la vida./ OH no tan pronto
hagas/ De mí un ausente / Y el ausente de mí./ ¡Qué no me lleve mi Hoy!/ Quisiera
todavía estarme en mí”98 y, al hacerlo, exterioriza un sentir característico de
nuestra época: la aspiración de perpetuidad de nuestra individualidad concreta. Esa
individualidad que constituyen nuestros pensamientos y pasiones, pero también y,
sobre todo, nuestro cuerpo al que, por supuesto, debemos cuidar con esmero aquí
y ahora porque: ¿de qué otro modo podemos aplazar la muerte?
Incrédulos respecto de la salvación eterna y de la trascendencia histórica,
morir para nosotros no es tránsito, puntos suspensivos, sino conclusión, punto
final. Por ello, el espanto, la angustia que en nosotros la muerte suscita. Por ello,
la negación y el manto de silencio que dejamos sobre ella caer.
“Atreverse a hablar de la muerte -afirma el historiador Philippé Ariès-,
admitirla en las relaciones sociales, ya no significa como antaño permanecer en lo
cotidiano; significa provocar una situación excepcional, exorbitante y siempre
dramática. Antiguamente la muerte era una figura familiar, y los moralistas debían
transformarla en espantosa para provocar miedo. Hoy sólo basta con nombrarla
para provocar una tensión emotiva incompatible con el curso de la vida
cotidiana.”99 Esto es así porque, en una cultura hedonista como la nuestra, hablar
de lo que nos provoca dolor y tristeza es considerado de mal gusto. El mandato
social exhorta no exponer las penas por ser éstas contrarias al principio, según el
cual, debemos regir nuestras vidas: la felicidad. Felicidad que debe ser entendida,
claro está, como la satisfacción inmediata y continua de las necesidades anímicas y
corporales de nuestro yo.
No es extraño, en consecuencia, la regulación y manifestación mínima del luto
y del duelo a la que asistimos en el presente. Contrapuesto a lo que hasta hace
unas décadas sucedía, actualmente los ritos funerarios de larga duración y
acentuada exposición de la pérdida no son socialmente bien vistos. Vestir de negro,
velar largas horas al difunto, visitar con regularidad el cementerio son costumbres
que gozan, cada vez menos, de aceptación porque nos recuerdan el dolor que
queremos y debemos ocultar.
Semejante interdicción frente a esos mecanismos de preservación del
equilibrio de los que sufrieron la pérdida, no implica sin embargo, una actitud de
indiferencia o insensibilidad del hombre contemporáneo ante la muerte. Tal como
98
Fernández M., “Hay un morir”. El movimiento poesía en Buenos Aires ( 1950-1960). Ed. Fraterna,
Buenos Aires, 1979, p. 213
99
Ariés P., Morir en Occidente desde la Edad Media hasta nuestros días, Adriana Hidalgo editora, Buenos
Aires, 2000, p. 211.
afirma Ariés: “...lo cierto es lo contrario. En la vieja sociedad, los estallidos del
duelo apenas disimulaban una rápida resignación, y numerosos viudos se volvían a
casar apenas algunos meses después de la muerte de su mujer. Hoy por el
contrario, cuando el duelo está prohibido, se ha comprobado que la mortalidad de
los viudos o viudas al año siguiente de la muerte del cónyuge es mucho más alta
que la fracción representativa de su misma edad.”100
Todo lo cual puede, sin duda, llevarnos a cuestionar la eficacia de nuestras
estrategias para enfrentar la muerte de un ser querido. Teólogos, psicólogos y
filósofos, de hecho lo hacen y, aunque muy útiles resultan sus observaciones, no es
mi intención abordarlas aquí. El arte del buen morir no es un arte que comprenda.
Lo que si comprendo y a lo que, por cierto, adhiero es a la estrecha relación
que para Ariès existe entre el individualismo occidental contemporáneo y la
negación actual de la muerte. Me parece evidente que, sólo aquél que tiene una
intensa conciencia de sí, puede sentir espanto frente a la finitud. Así lo pone de
manifiesto el hecho de que, por un lado, los animales no experimenten tal angustia
y, por el otro, que tampoco lo hagan (por lo menos no en la medida en lo que
hacemos nosotros) los individuos de sociedades altamente comunitarias101.
“No quiero morirme no; no quiero, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre,
siempre, siempre, y vivir yo”102 es el leitmotiv de Miguel de Unamuno y de nuestra
época. Un leitmotiv trágico, no sólo por el hecho de que indefectiblemente
expiramos sino y, sobre todo, porque nuestra cultura occidental e industrializada ha
privado al yo de su propia muerte. Paradigmas de esta situación fueron los campos
de exterminio nazi y los de la última dictadura argentina, porque despojaron al
individuo de todo rasgo de identidad al convertirlo en un número o, lo que es aún
más terrible, en un desaparecido. Paradigmas de esta situación son los atentados
terroristas y los bombardeos masivos, porque acaban inmediata e
indiscrimidamente con la vida de cientos de personas, que apenas si pueden, llegar
a tener conciencia de que se están muriendo.
De manera, sin duda, muy distinta, también la medicina ha contribuido para
que la muerte en nuestras sociedades contemporáneas se torne impersonal. En el
presente, no es el moribundo el dueño de su muerte, sino el médico. Es éste el que
sabe cómo y cuándo aquél va a morir. El protagonista del último acto, en cambio,
permanece casi siempre ignorante de su destino. Así lo manda la piedad social, de
acuerdo con la cual, la mejor manera de morir es desconociéndolo, es no
sintiéndose morir. Esto es así, no sólo porque nuestra sociedad busca negar
100
Ariès P., op. cit., p. 77
101
Al respecto, piénsese en las sociedades islámicas en la que los individuos o, sin salirnos de
occidente, en el modo en que se enfrentó a la muerte durante la Edad Media. (Cita de aries)
102
Unamuno M., Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, Ed. Altaya, España,
1999, p.
continuamente la muerte, sino además, porque ésta confía en la posibilidad de que
el enfermo se cure, aún cuando, sea éste un enfermo terminal. El vertiginoso
desarrollo de la medicina ha sembrado en nosotros esta esperanza. Con más o
menos fervor, en la actualidad, todos creemos que poniéndonos en manos de los
médicos podremos, si no es vencer, por lo menos aplazar nuestra muerte. La
existencia de la unidad de terapia intensiva así parece demostrárnoslo, puesto que
en ella la “muerte natural” puede detenerse e, incluso, llegar a revertirse
artificialmente.
Tamaña “medicalización de la muerte” -además de quitarle al enfermo el
derecho a presidir cómo y con quién quiere pasar sus últimos días- la reduce a una
cuestión meramente técnica. De este modo, la interdicción sobre ella se profundiza
a tal punto, que el morir es percibido como fracaso médico y no la como conclusión
lógica y habitual de la vida.
Pornografía y muerte
Expulsada de la vida cotidiana, silenciada, la muerte se ha convertido en el
gran tabú de nuestra época. Podemos y, hasta debemos, hablar sobre sexo a los
niños, pero cuando se trata de ella es necesario apelar a eufemismos, pues: ¿qué
sentido tiene someterlos a la angustia que implica la conciencia de la propia finitud?
Nuestros cánones culturales indican que es el placer y el consumo lo que los más
pequeños deben aprender, no el dolor y la pérdida.
Con todo, el interés por la muerte que desde siempre el hombre
experimentó, no ha disminuido. Por el contrario, la interdicción que sobre ella pesa,
no ha hecho sino convertirla en objeto de pornografía. La literatura, el cine, la
televisión, internet y los videojuegos nos muestran de manera descarnada, aunque
siempre tamizada por la mediación estética, su faceta más terrible: la violenta.
Asesinatos, masacres, accidentes y torturas, forman parte del menú que la
industria cultural -en especial el cine- nos ofrece cada día. “...pérdida del sentido de
la abyección – sostiene, al respecto, Ricardo Forster- allí donde todo se muestra y
donde la tecnología unida a la belleza estética pueden convertir al horror en un
producto de la industria del espectáculo para sufrido deleite de las masas que,
mientras derraman alguna lágrima o no alcanzan a reprimir un grito de horror,
comprenden la enorme distancia que hay entre ellos, sentados en su butacas y
conscientes de que al finalizar el film volverán a sus existencias cotidianas, y la
maldad imposible de aquello que aconteció en algún lugar oscuro de la historia.”103
103
Forster, R. “Las almas de los muertos” Confines. Julio de 1997, año 3, número 4. p.36
Fenómenos extremos de esta relación estética, morbosa y catártica que el
hombre contemporáneo establece con la muerte violenta son el denominado cine
gore y su hijo bastardo –no reconocido oficialmente- el cine snuff.
Nacido en los ‘60 el gore es “...el cine de lo evidente. Juega con lo grotesco
del primerísimo plano, con el grosero inserto que muestra carne ensangrentada,
con la cuidada secuencia de la muerte convertida en el clímax del filme.” 104 Su gran
pobreza argumental puesta siempre al servicio de la violencia, ha llevado a
comparar su estructura con la del cine porno, equiparando: el coito a la mutilación
y la eyaculación al sangrado. Existe, sin embargo, una diferencia fundamental entre
estos, pues mientras el cine porno tiene escenas de sexo real, el gore es un
engaño, cien por ciento ficción. Las mutilaciones , los asesinatos, las muertes que
en él aparecen, se realizan en base a efectos especiales y la sangre, con la que la
pantalla es constantemente teñida, es siempre sangre de utilería.
Convertido en uno de los más recientes mitos urbanos, el cine snuff
designa, en cambio, la filmación “real”, sin la intervención de truco alguno, de todo
tipo de vejaciones físicas, agonía y asesinatos provocados a animales y a personas.
Realizado para ser distribuido con propósito de entretenimiento y distribución
clandestina, los rumores acerca de su circulación parecen probables, en la medida
en que existe una cultura pornográfica en torno a la muerte. Sin embargo, lo que
se ha demostrado hasta el presente es que todas las películas presentadas como
cine snuff eran filmaciones trucadas, hechas a base de verosímiles efectos
especiales105.
Real o no, lo interesante en torno al cine snuff es el imaginario. Imaginario
que no sólo revela la transgresión y el morbo que despierta la muerte en una
sociedad que la ha convertido en tabú, sino que además, hace patente los vínculos
preponderantemente estéticos que al presente establecemos con ella. Vínculos que
en la medida en que la mediatizan y trivializan, nos permiten transformarla en un
objeto más para nuestro placer y consumo.
Conclusión
La preparación para la muerte -que tanto interés ha suscitado en la historia
de la filosofía- no es una tarea que nuestra sociedad considere pendiente. Hay que
morir y vivir como si la muerte no existiera, esa es la actual exigencia. La
104
Torres Ortega, J. L. “ Mensajes de sangre” Revista Cinefagia. Agosto 7,
2003.www.revistacinefagia.com
105
Una curiosidad, en relación a esto, es un film de clase b denominado Snuff realizado por el
matrimonio Michael y Roberta Findlay en Buenos Aires, con actores argentinos, en los años 70. Este film
– en el que se mostraba mucha violencia y asesinatos mal trucados- es emblemático por su estrategia
de publicidad, la cual mostraba la foto cortada de una mujer desnuda con la siguiente leyenda: "El film
que sólo puede hacerse en Sudamérica donde la vida es BARATA!". Asimismo anunciaba la "cosa más
sangrienta que haya pasado enfrente de una cámara"; y "La película que decían que nunca podía
exhibirse".Véase: Curubeto, D. Cine Bizarro. Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1996
conciencia de la propia muerte, la espera del gran final ha perdido en el presente su
sentido en tanto, si bien hay quienes valoran teóricamente esto, en la praxis su
puesta en vigencia tiende a cero.
Perseverar en el ser, en ese ser de carne y hueso que es cada uno de
nosotros y que busca potenciar al máximo su individualidad, contrario a lo que
pensaba Unamuno, no es una actitud connatural al hombre, sino característica de
nuestra época. Es en esta sociedad en la que la búsqueda del sentido de la vida en
el aquí y ahora ha reemplazado a la apuesta por el más allá celestial e histórico, en
la que el absurdo de la muerte se revela. Es esta sociedad en la que la conciencia
del propio yo y el principio de placer se manifiestan en toda su potencia, en la que
la muerte es causa de espanto e interdicción. Es esta sociedad en la que el
desarrollo tecnológico científico alcanza éxitos antes impensados, en la que la
esperanza de hacer retroceder y, hasta de vencer, a la muerte se torna factible. Es
esta sociedad en la que los medios masivos de comunicación conducen a establecer
vínculos fundamentalmente estéticos con el mundo, en la que la muerte se torna
objeto de pornografía.
Hace doscientos años, las actitudes del hombre ante la muerte eran
distintas. Hace quinientos años, lo eran aún más. La interdicción y el morbo no
formaban parte de los vínculos que los individuos establecían con la finitud. Juzgar
esto de mejor o de peor, como no pocos lo hacen, carece de sentido. Cada época y
cada sociedad debe juzgarse a sí misma en función de sus necesidades. Espero ,a
lo largo de este trabajo, haber dado algún cincelazo clave que ayude a comprender
cuáles son las nuestras...
BIBLIOGRAFÍA
• Ariés P., Morir en Occidente desde la Edad Media hasta nuestros días.
Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2000
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http://www.revistacinefagia.com
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• Unamuno M., Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los
pueblos, Ed. Altaya, España, 1999
LO QUE DE LA MUERTE DICE LA FE
HINDUISMO
JUDAISMO
CRISTIANISMO
CONCLUSION
Introducción
Si bien las civilizaciones egipcia y mesopotámica antiguas han sido estudiadas
como paralelas y en muchos aspectos similares –lo cual es cierto en cuanto al
escenario geográfico y sus consecuencias socio-económicas-, sus concepciones
acerca de la naturaleza, el cosmos, la religión, y dentro de ella el problema de la
muerte presentan notorias diferencias.
Ambos pueblos concibieron al mundo como un caos organizado, pero mientras
los egipcios consideraron a los dioses y a los hombres parte constitutiva de esa
organización, los mesopotámicos pensaron a la naturaleza imprevisible -a pesar de
la acción divina- y a los hombres como meros servidores de dioses caprichosos y
volubles.
El egipcio conocía perfectamente cuáles eran sus obligaciones y las de los
seres divinos, no solamente en la vida terrenal sino también después de la muerte,
a la que consideraban una continuación de aquella en una dimensión diferente y
que conformaba, junto con la vida, un ciclo natural. El mesopotámico, en cambio,
temía a la muerte ya que la concebía como una instancia nebulosa e incierta, un
estadio oscuro y tenebroso del cual no se podía volver.
En este trabajo comenzaremos por caracterizar brevemente las cosmovisiones
de ambos pueblos, estrechamente unidas a sus creencias religiosas, para analizar
luego, a través de fuentes egipcias y mesopotámicas, su concepción sobre la vida
de ultratumba y los conceptos de premio y castigo que garantizaban al hombre su
salvación en el más allá.
¡Oh, Osiris (nombre del difunto) la tierra abre su boca para ti; […] Lanza tu llama sobre la tierra y
transfórmate en el dios joven y bello. Conviértete, entonces, en Señor de tus enemigos, conviértete en
Señor de los que han maquinado contra ti en la necrópolis, de los que te odian, puesto que ellos
establecerán un juicio respecto a ti. (Id., 71)
Esta travesía conectaba a los muertos con el mundo estelar y los integraba al
círculo celeste encargado de mantener el orden universal frente al caos de las
sombras y de los infiernos. Este destino reservado a los dioses, y por lo tanto a los
faraones, podía ser alcanzado y compartido por todos.
Si bien tuvieron conciencia del bien y del mal y del papel que jugaba el
cumplimiento de principios morales en el mantenimiento del orden cósmico, la
magia, entendida como una fuerza benéfica y principio activo generador de vida,
fue utilizada para sortear los problemas que podía plantear una conducta
incorrecta.
[…] Es así que yo traigo en mi corazón la verdad y la justicia/ porque he sacado de él todo el
mal…/ yo no he hecho mal a los hombres./ Yo no empleé la violencia con mis parientes./ Yo no
reemplacé la injusticia a la justicia./ Yo no frecuenté a los malos./ Yo no cometí crímenes.[…] (Papiro
Nu, Idem,234-235)
También era utilizada para luchar con enemigos que trataban de impedir la
concreción del viaje cíclico de Ra. (Conjuro XXXIX, Id.,77)
La magia servía, además, para proveer al muerto de lo necesario –comida,
bebida- en la tumba en caso de que sus deudos no le hicieran las ofrendas
correspondientes.
Cuando un hombre no podía demostrar acciones justas ante el Tribunal de los
Muertos ponía en peligro la estabilidad del cosmos por sus excesos y podía ser
castigado cruelmente por los dioses, que se convertían en seres implacables.
(Hornung, 190-191) El mal residía, fundamentalmente, en la ruptura del orden
cósmico y en las consecuencias colectivas que esto traería para el reino todo, por lo
que ni los reyes estaban exceptuados de la responsabilidad de justificar su
conducta ante la justicia solar: Maat.
Esto demuestra claramente que las nociones de premio y castigo estaban
presentes en la mentalidad egipcia de todas las épocas y que, ante la muerte, la
conducta terrena que el hombre había llevado tenía un peso indiscutible. En el
transcurso del tiempo, la idea del equilibrio, del orden y de la justicia, adquirió
tanta fuerza que se ejerció en los niveles divinos, los sociales y los personales, con
lo que la moral individual adquirió relevancia. Esto aparece expresado en una
literatura sapiencial, a lo largo de toda la historia de Egipto, en la que se dan
consejos –aparentemente de nobles y soberanos, generalmente a sus hijos- para
que se practique una vida justa y virtuosa, que garantice el buen funcionamiento de
la sociedad humana.(Máximas de Ptah-Hotep, Instrucción para el rey Merikaré,
Instrucción de Amenemes I a su hijo Sesostris, Sabiduría de Anií, entre otras)
Según los Textos de los Sarcófagos la justificación del hombre lo convertía en
un bienaventurado que gozaba de una vida inmortal acompañada por abundancia
de comida y bebida, por el gozo de la contemplación y la compañía de los dioses
principales, por la provisión de conjuros y fuerzas que reforzaban su ka y le
permitían sortear los peligros de los demonios y las penumbras. Además podía
compartir la condición de dioses como Horus –prototipo del faraón vivo-, realizar
viajes con pompa real y permanecer al abrigo de los peligros externos, ya que Isis
lo protegía y los demás seres divinos se convertían en sus servidores. (Papiro de
Berlín, Beltz,176-178)
Este destino significó para el hombre egipcio su incorporación efectiva en la
construcción y mantenimiento de la prosperidad de Egipto y del orden universal y la
confirmación de sus expectativas de una continuidad venturosa de la vida terrena
en el más allá. Sin dudas que lo atormentaran, el egipcio fue un pueblo alegre, que
depositó sus esperanzas en un rey absoluto al que respetó y obedeció como a un
dios, y colaboró, con su trabajo eficaz, sin realizar cuestionamientos ni rebeliones,
con la obra del Estado, lo que le garantizó su propia salvación.
Para el mesopotámico, por su parte, la muerte era considerada un mal, el
peor de todos, ya que después de esta vida el hombre mantenía una existencia
sombría y lúgubre que distaba mucho de parecerse a su vida terrenal.
A la tierra sin regreso, el reino de Ereskigal, /Ishtar, hija de Sin, dirigió su espíritu./ Sí, la hija de
Sin dirigió su espíritu/ a la casa sombría, morada de Irkal,/ a la casa de la que no sale quien entra,/ al
camino que carece de retorno,/ a la casa en que los que entran están sin luz,/ donde polvo es su vianda
y arcilla su comida,/ donde no ven luz, residiendo en tinieblas,/ donde están vestidos como aves, con
alas por vestido, / y donde sobre la puerta y cerrojo se esparce el polvo. (Descenso de Ishtar al mundo
inferior, Pritchard, 94)
La única felicidad a la que podían aspirar era la del éxito en este mundo y su
garantía se apoyó en una vasta legislación escrita que los soberanos –obligados
por el servicio divino que exigía paz para un buen cumplimiento de sus
obligaciones- elaboraron a través de la historia mesopotámica. En la medida en que
la justicia humana se fue perfeccionando y se convirtió en un derecho para todos
los hombres, los planteamientos acerca de la injusticia de la muerte y de lo incierto
de la vida de ultratumba se transformaron en un reclamo reiterado evidenciado en
la literatura de súplica y pedido de ayuda a los dioses.
Marduk..., presta atención, piensa en ello;/ que en tu furor no quede muerto; respeta su soplo de
vida;/ no destruyas a tu siervo, criatura de tus manos./ El que se ha vuelto polvo ¿qué ganancia
hay en él?/ Un siervo vivo respeta a su amo;/ el polvo muerto ¿qué proporciona de más a un
dios? (Súplica a Marduk, Id, 22)
Las características propias de los dioses mesopotámicos, que los hacía entes
distantes y desinteresados de la problemática humana, hizo que los hombres
buscaran el carpe diem, es decir gozar en el momento y en este mundo todo lo
posible, siempre dentro del marco de la legislación humana.
Existieron principios morales y éticos mencionados en los libros sapienciales -
La enseñanza de Shuruppak, Los consejos de Sabiduría, Las advertencias a un
príncipe en forma de presagios, entre otros– (Léveque, 1996, 42-59) pero
tendientes siempre a mejorar las relaciones humanas y la convivencia social. Su
práctica no aseguraba una vida venturosa en el más allá.
El muerto recibía un culto en la tumba equipada para su subsistencia por
parte de sus parientes vivos que trataban de garantizar, de esta manera, que el
difunto no se convirtiera en un fantasma errante, condenado a vagar por este
mundo molestando a los mortales. (Invocación a Shamash para verse libre de un
fantasma, Equipo "Cahiers Evangile", 33)
El lugar donde el difunto transcurría su vida después de la muerte,
desdibujada y mísera, era el arallu, al que se llegaba, al igual que en Egipto, luego
de sortear pruebas, que en este caso eran casi exclusivamente materiales.
El país sin retorno [...] era un inmenso espacio subterráneo que a veces se situaba hacia
occidente y que contenía una gran ciudad rodeada por sus siete murallas. En el centro de esta gran
ciudad se alzaba un palacio de lapislázuli, en cuyo trono se sentaban Ereshkigal, hermana de Ishtar y su
esposo Nergal, dios de la guerra y de las epidemias [...]. Para llegar a esta ciudad el difunto debía irse
desvistiendo, recorrer un temible desierto y luego, [...] atravesar un río sobre la barca de un “barquero
infernal”. Una vez llegado a las puertas del recinto sufría, al parecer un juicio [...] (Roux,117)
Conclusión
Si bien la egipcia y la mesopotámica fueron civilizaciones antiguas que
tuvieron profundas convicciones religiosas y concibieron la naturaleza que los
rodeaba como un orden cósmico organizado, sus actitudes frente a la vida y la
muerte fueron opuestas.
Convencidos de la existencia de la vida de ultratumba, los egipcios tuvieron la
seguridad y la esperanza de continuar en esa instancia su vida terrena sin
sobresaltos y con perspectivas de mejoras, ya que en ella podían llegar a
convertirse en seres divinos y participar activamente del ciclo solar que aseguraba
el equilibrio cósmico.
Los mesopotámicos, por su parte, convencidos de la superioridad,
inescrutabilidad y majestad de los dioses y de su inferioridad como seres creados a
su servicio, tuvieron también conciencia de la existencia después de la muerte. Sin
embargo, este estadio se les presentó como el peor de los males posibles, que les
auguraba una vida de ultratumba oscura, triste, doliente e incierta, sin ninguna
posibilidad de cambio o mejora. Jamás se sintieron partícipes de la tarea divina de
administrar el universo y, por el contrario, mantuvieron una sensación de culpa
constante que los hizo sentirse responsables no solamente de sus fracasos
personales sino también de las catástrofes, naturales o no, sin tener conciencia
clara de cuáles habían sido sus yerros. Aceptaron la existencia de una autoridad
absoluta en el afán de tratar de mejorar su situación terrenal, única posibilidad de
vivir mejor.
Tanto egipcios como mesopotámicos estuvieron convencidos de la existencia
en el más allá y del valor de la magia como elemento generador de cambios
benéficos, pero sus convicciones fueron, sin embargo, diferentes, quizás influidos -y
esto dicho sin ánimo de entrar en un determinismo geográfico- por su observación
y percepción de la realidad que los rodeaba. En el primer caso, el de los egipcios,
su mundo apareció como un caos ordenado y previsible y la muerte como una
prolongación de este. En el segundo caso, el mesopotámico, la violencia e
inconstancia de los fenómenos naturales les impidió preverlos y les creó una
sensación de incertidumbre permanente, sin que la muerte garantizara la
posibilidad de una transformación positiva de esta situación.
BIBLIOGRAFÍA
Autor prolífico, Yukio Mishima es considerado por muchos críticos como uno
de los mejores novelistas japoneses del siglo XX. La producción de Mishima incluye
40 novelas, poesías, ensayos y obras dramáticas de Kabuki y Noh. Entre sus obras
maestras podemos citar El Pabellón de Oro (1956) y la tetralogía El mar de la
Fertilidad (1965 – 70) es considerada como su más perdurable logro.
La muerte de Mishima es, sin lugar a dudas, otra de sus obras maestras.
¡Larga Vida al Emperador! fueron las últimas palabras de Yukio Mishima y de su
joven compañero de muerte, a segundos de ejecutar el tradicional seppuko, suicidio
de protesta. Todo estaba a punto aquel 25 de Noviembre de 1970. Cada detalle
fue minuciosamente pensado y ejecutado según lo planeado. En compañía de
Morita, su joven y fiel discípulo y de tres testigos, preparó un “shinju”, un suicidio
de a dos, que consiste en abrirse el vientre seguido de la decapitación que ejecuta
el segundo y que a su vez es decapitado por un testigo. Cena con estos cuatro
fieles la noche del 24 y cuando despunta el alba, en su impecable uniforme de la
Sociedad del Escudo, se prepara para el acto final. En un auto nuevo, comprado
para la ocasión, recorre lugares conocidos, bromea, canta, hasta llegar al objetivo.
Mishima toma el Ministerio de Defensa y a su jefe como rehén, seguidamente hace
una arenga frente a la tropa reunida, en la cual expresa: “Vemos al Japón
emborrachándose de prosperidad y hundiéndose en un vacío de espíritu... El
Emperador ya no ocupa en el Japón el lugar que le corresponde.”(Yourcenar,136)
Acto seguido el seppuku tiene lugar, pero Morita, demasiado shockeado para
ejecutar el acto con valor, debe ser asistido por uno de los valientes testigos, Furu-
Koga, quien se encarga de decapitar a ambos suicidas.
Es la inclinación a la muerte de un Yukio Mishima dotado a la vez de avidez
por la vida, lo que llamó mi atención impulsándome a ahondar en su vida y en su
obra.
Siendo adolescente, Mishima se inicia como escritor más que por el propio
placer del arte de escribir, por la necesidad de “ganarse holgadamente la vida para
él y su familia...” (Yourcenar,28) El joven Mishima ejerce la misma severa disciplina
en el arte como en el entrenamiento físico para reestructurar su cuerpo. Dedica a
diario largas horas en la madrugada a ejercitar su genio creador.
Es así que Kashiwagi equipara a Mizoguchi con Choshu, puesto que éste
debe soportar el dolor que le produce la Belleza. Pero al modo de ver de Kashiwagi,
llegará el momento en que será al revés, Mizoguchi será Nansen y cortará las raíces
de lo Bello.
El pasaje al acto, desde la luz del psicoanálisis, se entiende como ese salto
al vacío que un Mishima de apenas 45 años prepara sin perder detalle.
Mishima preparó su muerte con un rito japonés reservado tradicionalmente
para la clase samurai. Él creía que el alma del Japón yacía en un sistema ético y
estético personificado en el espíritu samurai. Congrega su propio grupo militar, la
Sociedad del Escudo, en reclamo del retorno del Japón a las tradiciones guerreras y
serán algunos de sus miembros quienes lo acompañen en el acto final.
Como ningún otro autor japonés, Mishima captó los aires de cambio que
soplaban sobre Japón después de la II Guerra Mundial uniéndolo en un fuerte
abrazo con los ideales occidentales. Japón había pasado del heroísmo en los
campos de batalla a la aceptación pasiva de la ocupación. Esa ocupación americana
y su violenta y cruenta secuela está plasmada en la vívida descripción del soldado
americano, que después de una noche de alcohol y desenfreno, llega un domingo
temprano a visitar el templo en compañía de una geisha, tan ebria como ciega e
impotente ante las amenazas del mundo exterior. Esta escena, por cierto cruel,
devastadora, en la cual el americano obliga a un Mizoguchi aterrorizado a pisotear
el vientre de la obnubilada geisha para recompensarlo luego con dos paquetes de
cigarrillos, se nos revela metonímica. El Japón (representado en la geisha)
acosándose y maltratándose a sí mismo (Mizoguchi ataca a su compatriota)
obligado por un gigante fuerte y malicioso (accidente/América). Yukio Mishima,
unos meses antes de su suicidio expresa: “el Japón moderno es feo... es victima de
la serpiente verde. No nos liberaremos de esa maldición.” (Yourcenar,117) Esta
serpiente es el símbolo de un mal irreparable que obsesiona a Mishima. Aquel acto
final violento (seppuku) surge como una protesta ante la adaptación a la derrota
del Japón en la II Guerra Mundial y al progreso de la modernización y su
consecuencia, la prosperidad. Mishima trata de devolverle a su tierra natal la
tradición de antaño, la que le inculcó su abuela, para mitigar los choques de la
americanización.
La imagen de un Mishima vestido con smoking o jacket, viviendo en una
lujosa villa al estilo occidental, no hace sombra, sin embargo, a “las observaciones,
las pasiones, las repugnancias de la adolescencia y de la edad adulta [que]
continuaban excavando, bajo la superficie y en los libros, unas cavernas
laberínticas.” (Yourcenar, 34)
Ante su escritorio por última vez, Mishima deposita una nota que rezaba “La
vida humana es breve, pero yo querría vivir siempre.” (Yourcenar,133)
La idea de trascendencia cobra luz, Mizoguchi elige vivir para “... seguir
adelante y continuar la conquista” (158) y Mishima, que como artista aspiró a la
luminosidad como fin último, vio en su muerte premeditada un acto transformador
que deviene en otra de sus obras de arte. Leonardo da Vinci dijo “La Belleza perece
en la vida, pero es inmortal en el arte.”
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
-Allers, Rudolf. El Psicoanálisis de Freud. Buenos Aires. Editorial Troquel, S.A. Abril
1958.
-Correspondencia 1945-1970. Kawabata Yasumari y Yukio Mishima. Buenos Aires.
Emecé Editores, S.A. 2003
-Enciclopedia Temática Guinness. Religiones y Filosofía. Barcelona. Ediciones Folio.
1994.
-Enciclopedia Temática Ciese. El pensamiento y las creencias del hombre.
Barcelona. España Internacional Editores, S.A. N° 18. 1972.
-Enciclopedia Temática Ciese. Dios y el hombre. Buda significa Iluminado.
Barcelona. España Internacional Editores, S.A. N° 19. 1972.
-Eymieu, S. I. El gobierno de sí mismo. Barcelona Editorial Catalina. Enero 1908.
-Ferrater Mora José. Diccionario de filosofia. Buenos Aires. Editorial Sudamericana.
Abril 1958.
-Freud, Sigmund. Obras completas. Madrid. Editorial Biblioteca Nueva. Tomo 3.
Diciembre 1996.
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Argentina. SAIC. Seix Barral. Biblioteca Formentor. Septiembre 2002.
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–Aristides Quillet. S.A. Edición Buenos Aires. 1970.
-Yourcenar, Marguerite. Mishima o la visión del Vacío. Barcelona. Seix Barral.
Sudamericana / Planeta. 1981
LA MUERTE
Introducción
106
Según la interpretación de A. Cabrol (“Remarques au sujet d’une scène de la tombe de Neferhotep
(TT49): Les fonctions de Neferhotep, la répresentation des abords Ouest de Karnak et son contexte (avec
note anexe de C. Traunecker)”, Cahier de Recherches de l’Institut de Papyrologie et Égyptologie de Lille
15 (1994), p. 20).
El concepto de renacimiento en las plantas y flores
Los egipcios valoraban las flores y plantas no sólo por su belleza sino
también por las cualidades sagradas y simbólicas que para ellos poseían. Los
bouquets, guirnaldas y collares de flores frescas se usaban en ocasiones festivas y
religiosas.
El loto y el papiro fueron representados en Egipto para simbolizar la unión
del Alto y Bajo Egipto respectivamente, pero el loto azul sagrado que se adoptó en
la escritura jeroglífica, tuvo una significación más profunda para el pueblo egipcio.
Esta flor aparece en incontables escenas de ofrenda a los dioses y en
representaciones de banquetes en los sepulcros de los nobles tebanos del Imperio
Nuevo.
Las ofrendas vegetales en las tumbas estarían ligadas al simbolismo nacido
del mito de la resurrección de Osiris y al cíclico acontecimiento de la vida y la
muerte. Para los egipcios toda aparición y desaparición continua de la vegetación se
interpretaba como la recreación periódica del cosmos107 y plantas y flores cumplían
un ciclo en la naturaleza que se renovaban constantemente.
El aspecto simbólico de estos vegetales puede comprenderse a través del
análisis de las escenas de TT49 donde ellos aparecen.
El registro superior de la pared Este, del vestíbulo representa en el lado Norte
la procesión funeraria a través del Nilo que acompaña a Neferhotep hasta su última
morada.
Las barcas navegan hacia la ribera occidental donde se halla la necrópolis y la
que transporta al difunto lleva como decoración en la proa y la popa, igual que la
que transporta a las plañideras, papiros108. La primera posee además largos tallos
de papiro que enmarcan al sarcófago. El texto que acompaña esta imagen identifica
esta barca con la de Osiris109. Por otra parte, la presencia de dos mujeres en un
extremo de la barca que personifican a Isis y Neftis reitera la asociación del difunto
con Osiris, señor del inframundo quien resucitó gracias a los lamentos de sus
hermanas.
El rol del papiro en las representaciones de las tumbas sin duda estuvo
asociado con la mitología de Isis que protegió la vida de su hijo Horus en los
107
M. Elíade, Tratado de Historia de las Religiones, México, Ediciones Era, 1991.
108
Si bien las barcas eran hechas de papiro y éste puede haber sido un elemento decorativo, la
ubicación en un ámbito funerario nos lleva a pensar en otra interpretación.
109
N. de Garis Davies, The Tomb of Nefer-Hotep at Thebes, Nueva York, The Metropolitan Museum of
Art, Egyptian Expedition, vol. I, 1933, p. 39, Pl. XXII.
pantanos del Delta y propiciaba el crecimiento de la vegetación, la regeneración y el
renacimiento como lo hizo con Osiris. Del mismo modo esta planta también
simbolizó el pantano primigenio del que había surgido la vida110.
En los Textos de las Pirámides (Recit. 271, § 388111) se afirma que el rey
Unas arrancó un papiro en un acto ritual realizado en honor a Hathor. Frankfort112
sostiene que el papiro y el renacimiento a través de la madre también están
relacionados con el rito de erección del pilar djed, considerado por él una columna
de papiro que representaría a una diosa-madre y en especial a Hathor.
Por otra parte el papiro crecía en grandes plantaciones y matorrales y por
ello fue un símbolo natural de la propia vida. Su jeroglífico113 que muestra un único
tallo y brote de la planta se usó para representar conceptos como “verde”,
“florecer”, “alegría y “juventud”114.
Por tal motivo y volviendo a la escena del cortejo funerario, una vez
desembarcada la procesión y ya frente a la tumba, el hijo de Neferhotep ofrece
papiros al difunto como señal propiciatoria de esperanza y renovación en el Más
Allá115. Ante la aceptación de la muerte el deseo de sus parientes está expresado en
la simbología que poseen los papiros y lotos (según veremos): vida, renacimiento y
juventud, que en la escena acompañan a Neferhotep hasta su tumba.
Diversas divinidades como Hathor, Bastet y Neith se asocian al papiro y a
menudo en las representaciones llevan un bastón papiriforme como atributo. La
vinculación entre el papiro y la figura de Hathor exigía su empleo en las escenas de
ofrenda en las tumbas,116 ya que la función de esta planta en relación con la diosa
como “señora de la necrópolis” era introducir al difunto ante ella quien lo acogería y
protegería en el otro mundo frente a las fuerzas oscuras de la aniquilación117.
Esto se ve claramente en el registro superior de la pared Este del vestíbulo,
en el lado Sur (continuación de la escena del lado Norte), correspondiente a la
procesión funeraria por tierra en la que se observan dos personajes del cortejo,
quizás parientes cercanos al difunto, frente a lo que se ha interpretado como la
tumba. Llevan ofrendas coronadas con papiros y de las que cuelgan flores de loto
en señal de esperanza y buena fortuna. Esta escena representa la finalización del
110
Los egipcios creían que pilares de papiro sostenían el cielo y las columnas papiriformes de los templos
reflejarían el concepto de florecer y, asociado a éste, el de renacer (R. H. Wilkinson, Cómo leer el arte
egipcio, Barcelona, Crítica, 1995, p. 125).
111
R.O. Faulkner, The Ancient Egyptian Pyramid Texts, Oxford, The Clarendon Press, 1969, p. 79
112
Reyes y dioses, Madrid, Alianza Editorial, 1998 (5ª ed.), p. 199, nota 85.
113
M 13 de la lista de Gardiner (Egyptian Grammar, Oxford, Griffith Institute, Asmolean Museum, 1988
(3° ed.), p. 545
114
Wilkinson, op. cit., p. 125.
115
Garis Davies, op. cit., Pl. XXIV.
116
El bastón ux, un tallo de papiro coronado por dos plumas, fue un elemento asociado al culto de esta
diosa como objeto de adoración (Wilkinson, op. cit., p. 125).
117
G. Jéquier “Considérations sur les religions égyptiennes”, Bulletin de l’Institut Francais de Archéologie
Orientale 19 (1922), p. 134.
entierro; el difunto ya no pertenece al mundo terrenal y dentro de su tumba es
recibido por Hathor como “diosa del Oeste”118.
Como “vaca celestial” y “diosa de la necrópolis”, Hathor aparece en algunas
escenas como una vaca que asoma de la montaña occidental entre papiros,
simbolizando a la vez la protección maternal dada en los pantanos de papiro al hijo
de Osiris y el resguardo del difunto en la montaña occidental en la que se oculta el
sol.
Dos ejemplos de ello se ven en TT49. El primero está en el registro medio de
la pared Este, lado Sur del vestíbulo, donde Hathor está figurada de esa manera119.
Frente a ella había una mesa de ofrendas sobre la que se encuentra un bouquet
compuesto de una mandrágora (?) y un loto el cual la diosa está oliendo (véase Fig.
1).
Fig. 1. TT49. Dibujo de R. Hay publicado por Garis Davies (op. cit., Pl. LX B).
En ambas escenas Hathor oficia no sólo como protectora del difunto en el Más
Allá, sino también como propiciatoria de su renacimiento, ya que es una divinidad
solar y está asociada con el circuito diario del sol. A este mismo ciclo y al concepto
de fertilidad relacionado con el “nacer” y/o “renacer” estaría ligado también el loto
representado.
La segunda escena en la que Hathor aparece como “vaca celestial” en TT49 la
encontramos en la pared Norte del nicho de las estatuas del ka de Neferhotep y
Merytra. Allí se halla la diosa en su santuario de Deir el Bahari, frente a una mesa
de ofrendas y nuevamente oliendo un loto que asoma de uno de los bouquets
ofrecidos120.
Esta escena seguramente tiene vinculación con la otra ya mencionada en
cuanto a su carácter de “diosa del Occidente” y de todos los difuntos a quienes ella
118
Garis Davies, op. cit., Pl. XX.
119
Garis Davies, op. cit., Pl. XXI.
120
Garis Davies, op. cit., Pl. LIV.
protegía. Las flores ofrendadas la complementan en tanto propiciatorias del
renacimiento y regeneración en el Más Allá.
Si examinamos los bouquets presentados como ofrenda a divinidades, reyes y
difuntos, vemos que los ofrendados a los dos últimos también se componían de
lotos y papiros como de otras flores y frutos. En el contexto de la tumba, éstos
constituyen un don que evoca la nueva vida y por ello eran colocados sobre las
momias121.
El tipo de vegetales y flores que componían los bouquets y el ámbito donde
fueron representados muestran su valor religioso y simbólico, y han sido
interpretados de distintas maneras122.
Remitiéndonos a las escenas de la tumba de Neferhotep, una de las más
apropiadas para entender esta simbología es la de la pared Norte de la Sala de
pilares, donde se muestra el dominio de Amón. A la derecha del registro superior se
encuentra representado el templo de Karnak en el que se desarrolla una escena en
el pórtico del primer pílono123, en la que Neferhotep recibe de manos de un
sacerdote un bouquet que en la escena contigua entrega a su vez a su esposa
Merytra, frente al templo124. Conocido como “bouquet de Amón”, en el primer caso
está compuesto por papiros, hojas de lechuga y mandrágoras (?), mientras que en
el segundo la figuración del bouquet difiere (véase Fig. 2).
Aquí el papiro está asociado a la regeneración y renacimiento del difunto que
claramente propicia el dios Amón, como dios solar. Él está recompensando a
Neferhotep con lo más preciado que un egipcio puede aspirar, la “vida”, transmitida
por el propio dios a través de la fragancia divina que emana del bouquet hacia la
nariz del funcionario.
121
P. Derchain, “La Couronne de la justification, essai d'analyse d'un rite ptolémaïque”, Chronique de
Egypte 60, 1955, p. 225, n. 1, p. 229 ss.
122
L’usage cultuel du bouquet et sa signification symbolique, Redécouvrir l’ancient Égypte, 2003 en
www.egyp-tehuti.org/francais/articles/doha-a.html.
123
En época de Ay, correspondiente al cuarto en la actualidad.
124
Garis Davies, op. cit., Pl. XLI; S. Hodel-Hoenes, Life and Death in Ancient Egypt: Scenes from Private
Tombs in New Kingdom Thebes, Cornell University Press, Ithaca y Londres, 2000, Fig. 137.
Fig. 2. TT49. Escenas en el templo de Karnak (Garis Davies, op. cit., Pl. XLI).
125
Quizás el artista quiso mostrar las dos facetas del bouquet en la composición.
126
El loto azul se mezclaba con el vino y poseía efectos narcotizantes y la mandrágora afrodisíacos
relacionados con el erotismo.
127
Ofrendas votivas a Hathor eran presentadas en cuencos decorados con lotos aludiendo a la fertilidad,
la renovación de la vida y el renacimiento (C. Seawright, The Egyptian “Lotus”-Nymphacea Caerulea,
the Blue Water Lily en www.thekeep.org/~kunpichi/themestream/egypt_waterlily.html, p. 4).
128
El loto fue representado en diferentes posiciones de acuerdo a lo que se quería simbolizar en la
escena. La flor creciendo y flotando en su hábitat acuático se figuraba erguida, sobre todo en los
capiteles de las columnas de los templos y también en escenas relacionadas con la creación y el
renacimiento; cuando era representado en posición invertida se lo utilizaba como elemento decorativo
en pectorales y frisos arquitectónicos (como en la pared Este, lado Sur de la sala de pilares) y en
escenas de banquetes y ofrendas en las que el loto tenía otra función propiciatoria la flor se diseñaba
colgando hacia un lado bajo su propio peso (Wilkinson, op. cit., p. 123).
En las creencias funerarias egipcias el loto fue un ícono representativo de la
vida que renace y los capítulos 81a y 81b del Libro de los Muertos129 muestran la
regeneración del difunto en asociación con esta flor130 e incluyen salmos para
“transformarse en flor de loto” 131.
Asimismo, en los Textos de los Sarcófagos132 del Reino Medio (Recit. 162 y
515) el difunto y su paso al Más Allá se encuentran asociados al loto que crece en el
Campo de los Juncos.
De acuerdo a un mito hermopolitano, un lirio gigante nació de las aguas
primigenias y de él emergió el propio sol. Este concepto del joven dios sol
apareciendo como un niño sobre un loto azul se representa en el arte egipcio en la
figura del dios Nefertem133, “Señor de los perfumes” que simboliza el fragante loto.
En relación con la imaginería del culto funerario: los cuatro hijos
momiformes de Horus (Imsety, Hapy, Duamutef y Qebehsenuef) que guardaban los
vasos canópicos con las vísceras del difunto fueron representados en ocasiones
sobre un loto azul que surge de un estanque ante el trono de Osiris. Ellos, que eran
los guardianes de partes del cuerpo del difunto, propiciarían su renacimiento en el
Más Allá134.
También hemos mencionado que el bouquet de Amón posee además hojas
de lechuga que rodean al tejido de mimbre que le sirve de sostén. La lechuga era
un vegetal consagrado a Amón-Min135 y se la cultivaba en los jardines del templo.
Según Gauthier136, la creencia popular egipcia vería que “el hecho de comer
lechuga volvía al hombre susceptible de engendrar un gran número de niños” por
eso fue vinculada al concepto de fertilidad.
Asimismo, el Min itifálico era un dios de la fertilidad y por lo tanto se lo
asociaba con el nacimiento, y en el ámbito funerario con el renacimiento. La
lechuga era entonces un símbolo de vida, de potencia masculina generadora y es
129
R. O. Faulkner, The Ancient Egyptian Book of the Dead, Londres, British Museum Press, 1993 (1985),
p. 79.
130
M. L. Ryhiner, L’Offrande du lotus dans les temples égyptiens de l’époque tardive, Rites Égyptiens VI,
Fondation égyptologique Reine Élisabeth, Bruselas,1986: 299 ss.; Faulkner, loc cit.
131
También en los Textos de las Pirámides (Recit. 512, § 1164-1165) del Reino Antiguo se dice que el
difunto será purificado sobre una flor de loto remitiendo a la conversión en un niño divino (Faulkner, The
Ancient Egyptian Pyramid Texts …p. 138)
132
A. De Buck, The Egyptian Coffin Texts, Chicago, University of Chicago, Oriental Institute Publications,
3 vols. Chicago, 1935-1947.
133
Wilkinson, op. cit., p. 123. Este dios no está ligado al sol sino al embellecimiento y a la sanación; él
habría sido quien llevó un loto al dios sol Ra para llevar sosiego al sufrimiento de su cuerpo anciano
(Seawright, op. cit., p. 2).
134
Se pensaba que los cuatro dioses, al igual que Nefertem, emergieron de un loto que surgió de las
aguas del Nun. En TT49 se los representó sobre un pedestal frente a Osiris entronizado en su pabellón
en la escena del lado Norte de la pared Oeste del vestíbulo, de la que nos ocuparemos más adelante.
135
Desde la dinastía 11 Min fue adorado en Tebas al igual que el dios primigenio Amón con quien se
produjo un sincretismo probablemente porque ambos eran dioses de la fertilidad (E. Otto, Osiris und
Amun: Kult und heilige Stätten, Hirmer, München, 1966, p. 123).
136
Les fêtes du dieu Min, RAPH 2, 1931, pp. 166-167.
posible que los egipcios vincularan el líquido lechoso que se desprende al cortar las
hojas con el semen del dios.
La tumba de Neferhotep contiene varias representaciones de ofrenda de
bouquets por parte del propietario a dioses y reyes divinizados, mientras que su
esposa sólo participa en algunas de ellas.
Además de la ya analizada del templo, en la que a la inversa Neferhotep
recibe un bouquet, podemos mencionar una escena que se encuentra en la pared
Oeste, lado Norte del vestíbulo. Allí Neferhotep y Merytra ofrecen sendos bouquets
de mano a Osiris entronizado como rey del mundo de los muertos, lugar al que
Neferhotep se dirige. El dios se encuentra acompañado por Hathor en su forma de
“diosa del Oeste”137. El bouquet que sostiene el propietario de la tumba está
compuesto por lotos y papiros, mientras que el que lleva su esposa es sólo de
papiros. Varios servidores distribuidos en tres subregistros asisten a este acto de
adoración y tres personajes del subregistro superior llevan papiros de tallo largo.
También aquí los conceptos de regeneración y fertilidad están claramente asociados
a las flores, plantas y dioses representados.
Otras dos escenas que representan en forma contigua a Neferhotep
adorando a Osiris a la derecha y a Anubis a la izquierda se encuentran sobre una
estela ubicada en la pared Norte del vestíbulo. Ambos dioses se encuentran frente a
mesas de ofrendas con alimentos y por encima de éstos hay sendos bouquets de
lotos138. Osiris y Anubis son dioses del inframundo vinculados al culto solar y por lo
tanto al renacimiento del difunto, representado en este caso por el loto.
Pasando a la Sala de pilares una escena de la pared Este, lado Norte,
muestra a Neferhotep y Merytra presentando bouquets de mano ante una mesa de
ofrendas de grandes dimensiones, seguidos por ocho mujeres que llevan en sus
manos largos tallos de papiros, bouquets de lotos y mandrágoras (Véase Fig. 3). En
el registro inferior también se ven hombres llevando ofrendas vegetales: papiros de
tallo largo.
137
Garis Davies, op. cit., Pls. XXX. Además de símbolo del Oeste por el que reconocemos a la diosa, la
pluma podría asociarse con la diosa Maat. Ya que Osiris en el inframundo es quien juzga si los difuntos
mantuvieron maat (es decir el orden cósmico) durante su vida y su función.
138
Garis Davies, op. cit., Pl. XXVIII.
Fig. 3. TT49. Procesión de oferentes (Dibujo Preliminar de Juan Friedrichs,
2001).
139
Garis Davies, op. cit., Pl. LI.
140
Dos flores que fueron representadas de frente, contrariamente a la costumbre.
Foto 1. TT49. Ofrenda a Osiris mumiforme y la diosa del Oeste (A. Tamayo, 2002).
A modo de conclusión
141
Escena analizada a través de un dibujo preliminar de Juan Friedrichs realizado en el 2003.
El sol, por su parte, nacía en el Este recorría el cielo en forma cotidiana y
moría en el Oeste para nacer de nuevo al otro día.
Esas observaciones hicieron que los egipcios pensaran que la vida era un
ciclo de constante renacimiento y que ese orden cósmico que regía sobre la tierra
igual que en el cielo lo hacía sobre todos los seres vivos: animales, vegetales y
humanos.
El agua desde donde surgía el loto y los pantanos acuosos en los que nacía
el papiro eran fuentes de vida, el Nun, el océano primordial del cual se había
elevado Atum en el tiempo original.
El mito Osiriano cuenta que el difunto debía hacer un viaje por el inframundo
plagado de fuerzas de aniquilación hasta llegar al tribunal de Osiris y ser juzgado.
Una vez justificado el difunto florecía, se regeneraba o renacía en el Más Allá del
mismo modo que en el Nun donde reinaba el caos surgía el demiurgo, la vida.
La tumba entonces para la concepción egipcia era como el útero humano,
una fuente de vida, el pantano primordial desde donde el difunto renacía
eternamente como lo hacía Ra y los vegetales que cumplían el mismo ciclo eran los
símbolos de ese renacimiento perpetuo.
RITOS Y COSTUMBRES FUNERARIAS EN LAS GRANDES
CIUDADES OCCIDENTALES CONTEMPORÁNEAS
1.- Introducción
142
Dice a tal efecto el Handbook to Literature de Hugh Holman: “The interpretation of a work of
art through a heavy reliance on aspects of the maker’s life as yje nasis for understanding. (52).
143
Es conocido el hecho de que la descripción de Roderick Usher en el relato “La caída de la
casa Usher” es la mejor descripción que existe de Edgar Allan Poe.
apreciación del “resucitado” como sujeto de un rito de pasaje, de una ceremonia
iniciática que no es otra cosa que una “introducción a la muerte”, experiencia tras
la cual muerte y vida se resignifican, tanto recíprocamente como en el modo en que
afectan al sujeto.
Un factor fundamental en este análisis, porque emparienta vivencialmente a
los escritores mencionados, es que ambos pasaron por intentos de suicidio,
experiencia que probablemente los motivó a usar la máscara del resucitado y dar
cuenta del lugar en el mundo que el conocimiento cercano de la muerte les
otorgaba entre los vivos.
II.- Los creadores y sus textos: Eugene O’Neill (1888-1953) y Sylvia Plath
(1932-1963)
Las discusiones arrecian tras la crucifixión de Jesús, y los profetas del desastre
rechazan el mensaje de Lázaro, por lo que éste parte a Grecia, donde es recibido
como un nuevo Dionisios, portador de vida y alegría. Allí conoce a su némesis,
Calígula, quien espera impaciente la muerte de Tiberio para convertirse en César, y
proclama:
Acuciado por la sed de poder, Calígula no sólo ama a la muerte sino que
anhela ser la muerte, aspirando a la divinidad absoluta, como lo evidencia al decir
“Yo soy lo que soy” (439), parafraseando a Jehová. Poco le interesa el mensaje de
Lázaro sobre un mundo pastoril de sol, mar y montaña, lejos de ciudades en las
que “los hombres todavía necesitan sus espadas para destruir sus fantasmas en la
oscuridad” (426). Tiberio aparece y complica la trama: Lázaro despierta tanto su
admiración como su desprecio. Lázaro le ha dicho “No tengas miedo del miedo”
(447), adelantándose en poco más de un lustro a Franklin D. Roosevelt, quien
popularizaría la frase en los oscuros días de la Depresión.
Ya en Roma, centro del poder, Lázaro será asesinado por ese poder incapaz
de comprender su sencilla alegría: “He tenido que matarte, Lázaro” (479) dice
Calígula, pero la voz de Lázaro le llega desde ultratumba reiterando su fe: “¡No
temas, Calígula! ¡No existe la muerte!” (480). Muerto Tiberio, el nuevo César pide
el perdón de Lázaro al tiempo que se jacta de haber probado la existencia de la
muerte.
El Lázaro de Sylvia Plath, travestido para ser una “Señora Lázaro” –incluido en
el poemario póstumo Ariel–, de fuerza avasalladora, grita su odio y proclama la
intensidad del sufrimiento con orgullo visceral. La Señora Lázaro se nutre de
muerte, buscándola con trágica puntualidad. Las ligeras variantes de circunstancias
biográficas tienden a organizar esos encuentros como una tríada que marca una
144
La versión en español de las citas de la obra de O’Neill, así como las del poema de Sylvia Plath, son
de la autora.
vida de treinta años, la edad que la autora implícita tenía al escribir el poema, la
edad que aún tendría seis meses después, cuando abriera el gas de su cocina y
aspirara profundamente.
Sylvia Plath tenía ocho años cuando su padre, de origen alemán, murió de
diabetes. Esta pérdida marcó su vida, quizás por el dolor de la ausencia, o por el
contraste entre la imperfección de su orfandad y la perfección de su desempeño
escolar primero, académico y social más tarde. Atractiva, inteligente, ganó una
beca para el exclusivo Smith College y, al graduarse, la beca Fulbright para cursar
su posgrado en Inglaterra. Con el joven poeta británico Ted Hughes constituirían un
matrimonio al parecer perfecto, pero la inestabilidad emocional de ella empujó a
Hughes a otra relación145. Para Plath el divorcio fue fatal. Su sensibilidad lo vio
como una segunda traición: otro hombre la abandonaba, y buscó autodestruirse. En
“Señora Lázaro” alude a un accidente infantil en el mar como un precoz intento de
suicidio, buscando equilibrio en el desarrollo de un discurso poético pautado en tres
momentos. La segunda vez fue un intento más meditado: se encerró en la leñera
con un frasco de pastillas para dormir y un vaso de agua. La descubrieron a tiempo.
Menciona en el poema un tercer intento, que sólo adquiere sentido en el contexto
biográfico.
145
Poco antes de su muerte en 1998, Ted Hughes publicó Birthday Letters (Cartas de cumpleaños),
poemario que reúne los poemas que escribiera a partir de la muerte de Sylvia acerca de su vida juntos,
muchos de ellos como “respuestas” a lo que ella expresa en su poesía.
que fuera para siempre y no regresar nunca.
Me cerré
Morir
es un arte, como todo.
Lo hago excepcionalmente bien.
Cenizas, cenizas–
revuelves y atizas.
Carne, hueso, no hay nada allí–
un pan de jabón,
un anillo de bodas,
una emplomadura de oro,
La amenaza constituye un recurso defensivo tan obvio como eficaz, sobre todo
tras haber enunciado una serie de imágenes que evocan el horror del holocausto: el
jabón y el oro, es decir, lo único que quedaba tras la sistemática destrucción de
seres humanos. Todo está tensado para las últimas tres líneas: el tono encantatorio
de la rima, los versos breves, los ocultos peligros en la advertencia de “Cuidado”
tras la apelación que mezcla el casi gruñido de la palabra alemana “Herr” –señor–
con términos antinómicos –Dios/ Lucifer– que encuentran su sinonimia en su
autoridad absoluta para dirigir los destinos humanos. La máscara de la Señora
Lázaro se agiganta, peligrosa, al cierre del poema:
De las cenizas
me levanto con mi cabello rojo
y me trago a los hombres como aire.
o mis ropas.
Considerando que el Lázaro amigo de Jesús no muere por voluntad propia sino
a causa de una enfermedad, es interesante que las dos apariciones de Lázaro en la
literatura de los Estados Unidos como mitema vinculado con el regreso a la vida
provengan de autores que intentaron suicidarse. La fuerza icónica del personaje
como “el que logra vencer a la muerte” ha obrado sin duda magnéticamente en
espíritus impregnados por el impulso voluntario de ir a su encuentro con ánimo de
auto-aniquilarse, sin poder lograrlo.
Hay una diferencia entre O’Neill y Plath respecto al suicidio. El episodio suicida
de O’Neill es aislado, y no se reiterará, mientras que Plath no sólo lo vivió, sino
que se refiere a su accidente en el mar como un suicidio larvado, y enfrentará, a los
pocos meses de escribir el poema, su última ordalía suicida, esta vez exitosa. Louis
Vincent Thomas la calificaría como una impulsiva perversa por esa misma
insistencia, vinculada con lo que llama “un verdadero ‘coqueteo con la muerte’”
(Thomas, 361).
Thomas cita a R. Menahem para puntualizar que “Se ha notado una fantasía
de ‘ser salvado’ que incluye al salvador deseado” (Thomas, 365). Ese “salvador”, en
mi opinión, se asocia con otra fantasía importante vinculada con el suicidio: la que
ve en él un modo de castigar a quien o quienes se adjudica la culpa de haber herido
al sujeto a tal punto de “forzarlo” a dejar la vida. La concreción del suicidio haría
que los culpables del sufrimiento del sujeto sufran a su vez por la muerte que han
“perpetrado” con su actitud. En el caso de O’Neill el “destinatario” de tal
sentimiento era su padre, el exitoso actor teatral James O’Neill, cuyas razonables
exigencias para que sus dos hijos varones encontraran alguna ocupación de
provecho chocaban con la rebeldía de los muchachos hacia un padre que se había
enriquecido como actor pero les mezquinaba su dinero146. En el caso de Plath, el
obvio recipendiario de la eventual “culpa” de su muerte es el ex-esposo, si bien su
imaginación poética, inclinada a las cadenas semánticas que la poesía privilegia,
incluye en la culpa a la figura paterna prematuramente perdida.
La “puesta en escena” del acto suicida combina el coraje de hacerlo con la
cobardía de no querer enfrentar la vida. Todo intento de deslindar los porcentajes
de estos “ingredientes” es imposible. De cualquier manera, la intensidad de la
experiencia deja, sin duda, en caso de sobrevivir, la intensa noción de haber
pasado por una suerte de iniciación a lo que es morir. Es claro que esta sensación
es común a todas las experiencias cercanas a la muerte, aunque no se traten de
suicidio. La diferencia estaría, opino, en la fruición de poder hacerlo a voluntad, que
deriva del acto suicida fallido... pero repetible.
V.- Conclusiones
146
James O’Neill se hizo famoso –y rico– interpretando a Edmundo Dantés en la versión teatral de El
Conde de Montecristo (se calcula que cumplió más de 5.000 funciones en ese papel). durante muchos
años, habiendo dejado de lado su promisorio trabajo como excelente intérprete de Shakespeare.
Hasta allí, las semejanzas. La función icónica de Lázaro como “el resucitado”
por antonomasia adquiere tintes particulares en los autores tratados: en O’Neill,
Lázaro es el que ha descubierto que la muerte ocurre sólo cuando existe el miedo,
por lo que anular el miedo es eliminar la muerte. En Sylvia Plath, la resurrección es
el preludio de una nueva muerte, pero a la que no se accede sin haber hecho
peligrar antes la seguridad y la integridad emocional de sus perpetradores, objetos
de la venganza. O’Neill hace que su personaje, aún muerto, siga proclamando la
inexistencia de la muerte. Plath, en cambio, eleva su voz lírica para proclamar,
entre el pautado insulto y la amenaza sutil, pero firme, su próxima, inminente auto-
destrucción.
La figura de Lázaro adquiere, a través de estos textos de autores
estadounidenses del siglo XX, la plasticidad y la polisemia que conlleva su calidad
mítica, proyectando una vez más el texto bíblico del cual proviene como fuente
inagotable de significados compartidos, como un metalenguaje que nos comunica,
nos interroga y, a veces, y sólo muy pocas veces, nos responde.
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
147 José Muñoz Gil. “Los andaluces ante la muerte”. En: El folklore andaluz. Revista de cultura tradicional. Nº 7, Fundación Machado, Anadlucía, Sevilla, España, 1991,
148 Ana María Martínez de Sánchez. Vida y “buena muerte” en Córdoba durante la segunda mitad del siglo XVIII. Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 1996, p.
EL TESTAMENTO aproximación semántica y estructura formal
149 Thomas Luckman y Peter L. Berger. La construcción social de la realidad. 15ª. ed. Bunos Aires, Amorrortu editores, 1998, p. 131.
150 Emma León. Usos y discursos teóricos sobre la vida cotidiana. Barcelona, Anthropos, 1999, p.15
151 Cardoso y Pérez Brignoli. Los métodos de de la historia. Introducción a los problemas, métodos y técnicas de la historia demográfica, económica y social. 6ª ed.,
Barcelona, Grijalbo, 1986, pp. 107-108.
a la Iglesia, de allí el énfasis puesto en difundir su práctica y controlar su
cumplimiento.152
Es también un “ejercicio de memoria”, como dice Darío Lagos Suárez, que
proyecta la voluntad del testante sobre los ámbitos celestial y terrenal.153
Regido por el derecho canónico y real constituye un acto público escrito pactado
entre el fiel y la institución eclesiástica donde el fiel confiesa su fe, reconoce sus
pecados, limpia su conciencia y la Iglesia lo reconcilia, redime y toma de su
154
herencia el diezmo. Anticipa, total o parcialmente, el ceremonial de la muerte,
es decir que las ceremonias post mortem se convierten en el despliegue a posteriori
de una voluntad expresada a priori.155
Este documento puede considerarse un acto de derecho privado para la
transmisión de la herencia, donde el hombre da a cada uno lo suyo: deudas a los
acreedores, limosna a los necesitados, hacienda a los herederos, cuerpo a la tierra,
alma a Dios y un acto religioso donde se reconoce la supeditación de la propiedad
156
individual a Dios, señor de todos los bienes materiales y espirituales.
La redacción del testamento constituye una verdadera práctica devocional
estimulada a partir de la literatura religiosa, especialmente desde el Ars Moriendi o
Manual del Buen Morir, título de diversos textos religiosos y funerarios que tienen
como propósito ayudar a las personas a tener una buena muerte mediante el poder
salvífico de la Iglesia católica y su doctrina, que hace de la vida una constante
preparación para la muerte.
Un ejemplo clásico es el conocido manual “Visita de enfermos y exercicio santo
de ayudar a bien morir” del franciscano fray Alberto Arbiol y Diez publicado en
Barcelona en 1722 cuyos capítulos octavo y noveno establecen “instrucciones para
elaborar los testamentos recomendando al enfermo que comunicase todas sus
cosas al ministro que lo asistía”.157
La manda testamentaria contiene un resumen de la vida del testador, allí
nombra a sus padres, indica su origen, habla de su o sus matrimonios, hijos, bienes
que recibe en dote y que introduce al matrimonio sin olvidar a quienes lo
socorrieron y quienes lo abandonaron.
El documento tiene su fuerza principal en el dominio de lo personal, expone una
estrategia familiar donde se relacionan el espacio doméstico y el social con la
152 Hilario Rodríguez de Gracia. “Hacer testamento en Jaén durante el siglo XVII”. En: Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Año XXXIX, Nº 149, Diputación
Provincial de Jaén, julio-septiembre de 1993, p. 77
153 Darío Lagos Suárez. Ponencia: Mujer, Muerte y Memoria. Una aproximación al buen morir femenino en testamentos de Chile Tradicional. Chile, Publicaciones de la
Facultad de Filosofía, p. 1
154 Philippe Ariès. El hombre ante la muerte. 4ª.ed. Barcelona, Taurus, 1999, p. 161.
155 Soledad Gómez Navarro. “Costumbres funerarias de Córdoba y provincia en el cuestionario titulado ‘Información promovida por la sección de Ciencias Morales y
Políticas del Ateneo de Madrid, en el campo de las costumbres populares y en los tres hechos más característicos de la vida: el nacimiento, el matrimonio y la muerte’
”. En:..., p. 177.
156 Hilario Rodríguez de Gracia. “Hacer testamento en Jaén durante el siglo XVII”. Op. cit., p. 77
157 Pilar Jaramillo de Zuleta. El rostro colonial de la muerte. Testamento, cortejos y enterramientos. En: Revista Credencial Historia. Bogotá-Colombia, noviembre
2002, Nº 155, p. 1.
finalidad construir, conservar o acrecentar cualquier forma de poder traducida en la
conservación del linaje, dotación de privilegios, herencia de comportamientos y
costumbres y la decisión de perpetuar tras la muerte el destino de los bienes.158
Además de una formalidad de última hora es una expresión de amor, de afecto,
de gratitud hacia cónyuges, hermanos, hijos, parientes, amigos y sirvientes,
describe sentimientos de culpa por determinadas conductas vividas e impone su
confesión para morir en paz.
Estructura formal
El análisis de la fuente testamentaria sugiere detectar las cláusulas que lo
integran y el grado de compromiso religioso que ellas revelan.
Los principios que rigen la realización de un testamento están esbozados en los
objetivos del mismo donde podemos reconocer propuestas religiosas y civiles
reflejadas en la herencia solidaria y la patrimonial, respectivamente.
Lograr la salvación del alma despojándose de las cosas terrenas y a través de
las misas, descargar la conciencia cumpliendo con sus obligaciones, encargar
sufragios y establecer disposiciones sobre el cuerpo fallecido y el alma inmortal son
condicionamientos ineludibles para el Buen Morir tanto como los que competen al
ámbito de la privado, a saber: pagar deudas, restituir lo ajeno y saldar faltas
cometidas.
En la amplia información que condensa el testamento pueden reconocerse dos
tipos de cláusulas: declaratorias, que se corresponden con fórmulas colectivas
estandarizadas de la sociedad, y decisorias, que reflejan una sensibilidad religiosa
personal.
En la categoría de genérica incluímos las cláusulas de carácter declaratorio que
dan el marco general de religiosidad y en el nivel específico debemos incorporar a
las cláusulas decisorias, tales como elección de sepultura donde descansarían los
restos mortales, entierro, ofrendas, sufragios por su alma, designación de albaceas
y herederos, reparto de bienes y propiedades del testador.
El 70% de los casos analizados las cuatro primeras cláusulas se corresponden
con el nivel genérico, contienen fórmulas muy precisas y su extensión es
directamente proporcional a las posibilidades culturales y económicas del testante,
en tanto la quinta y sexta cláusula son indicadores específicos, personales e
individuales. Estos parámetros evalúan la religiosidad popular porque expresan un
158 Angel Rodríguez Sánchez. “Economía y sociedad en los siglos XVI y XVII”. En: Manual de Historia de España 3. Siglos XVI y XVII. Madrid, Historia 16, 1993, p.
207.
alto grado de acatamiento más que de comprensión reflexiva de la doctrina
159
postridentina.
Claúsulas declaratorias
La manda testamentaria se inicia con un “Preámbulo” cuya fórmula generalizada
es En el nombre de Dios Todopoderoso. Amén. Esta invocación se emplea para dar
garantía casi divina al documento. Sin embargo existen otras invocaciones sacras
tales como: En el nombre de la Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo .
El componente religioso continua presente en afirmaciones respecto de la
inevitabilidad de la muerte “Estando como estoy enfermo del cuerpo y en mi entero
juicio y natural entendimiento y temiéndome de la muerte que es cosa natural a
todo ser viviente...” y en la “Profesión de fe”, basada en la aceptación del misterio
de la Santísima Trinidad y artículos de fe “creyendo como firmemente creo en el
Alto Misterio de la Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas
distintas y un solo Dios verdadero y en todo aquello que cree y confiesa Nuestra
Santa Madre Iglesia Católica Romana en cuya creencia he vivido y pretendo vivir y
160
morir”.
El Preámbulo se completa con la petición de los Intercesores cuyo como objetivo
fundamental es lograr que la estancia en el purgatorio fuera lo más efímera posible
y, en consecuencia, el perdón de culpas y pecados. Entre los intermediarios
inmateriales más utilizados pueden mencionarse las advocaciones marianas, los
Santos de la Corte Celestial (San José, patrón de la Buena Muerte y apóstoles) y el
Santo de la Guarda.
Cláusulas decisorias
Se inician con el adverbio “Primeramente” y encomiendan el alma a Dios y el
cuerpo a la tierra. “... encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió y
redimió con el infinito precio de la sangre en el árbol de la cruz por redimir el
mundo, el cuerpo mando a la tierra de la que formado”. Los principales dogmas de
salvación cristiana: creación y redención se reúnen en esta fórmula estandarizada
que aparece en todos los testamentos correntinos.
Con esta expresión se devuelve a sus orígenes lo recibido en vida, cuerpo y
alma, que separándose toman caminos opuestos, ascendente uno, descendente el
otro.
159 Máximo García Fernández. “Vida y muerte en Valladolid. Un estudio de religiosidad popular y mentalidad colectiva: los testamentos”. En: La Religiosidad Popular II.
Vida y Muerte: la imaginación religiosa. Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 227 y 229-241.
160 A.G.P.C., Protocolos Notariales, t. 8, f. 187.
La primera voluntad se refleja en la forma y lugar de la sepultura con expresa
mención de la Iglesia y, en algunos casos, con indicación del lugar exacto y se
continúa con la composición del cortejo funerario, modo de celebrar los funerales,
misas y demás sufragios. De ellos más efectivo y mejor de los sufragios, la mejor
de las monedas de salvación es la misa que recorre distintas instancias: post-
mortem de cuerpo presente, cabos de año, novenarios y aniversarios.
Los libros de Bien Morir aconsejaron la práctica testamentaria gozando de buena
salud, con los sentidos despiertos, aún no embotada ni disminuída la inteligencia
por los efectos de la enfermedad para evitar morir ab-intestato, habiendo redactado
un mal testamento como consecuencia del apresuramiento o fruto de la coacción de
los herederos. Así las preocupaciones materiales de los últimos momentos
quedarían eliminadas y el enfermo podría concentrarse exclusivamente en bien
morir.
Pero tal propuesta no pasa de ser un deseo sin que se vislumbre como una
actitud colectiva así lo demuestran los testamentos correntinos donde la disposición
de todo lo relativo a los bienes espirituales y a la transmisión de los bienes
161
materiales se realiza reconociendo el cuerpo enfermo o envejecido.
También recomienda la elaboración del documento con posterioridad a la
confesión del enfermo y nunca antes de modo que sus obras pías tengan mérito de
vida eterna.
Esta literatura religiosa, portadora del discurso oficial de Trento, servirá de
apoyo a los predicadores para justificar y extender un conjunto de prácticas
religiosas que deben normar la vida de los fieles.
Respecto al grado de representatividad del documento existen sólidos
argumentos para considerarlo excepcional como por ejemplo la constatación que no
todo el mundo testaba a su muerte. Sin embargo el universo de los testantes en
Corrientes es elevado, se aproxima al 70% y no se circunscribe exclusivamente a
los sectores dominantes, por el contrario, la gente sencilla y modesta se esmera en
dejar testamento. Esto demuestra que en el acto mismo de testar, más allá de la
herencia patrimonial, se manifiesta un poderoso instrumento de control de la
sociedad asentado en el dominio de las conciencias ejercido por la Iglesia.
Quienes lo redactan declaran sus razones: por cuanto prepara para la Buena
Muerte y reporta méritos al otorgante, por temor y prevención a la muerte, para
poner el alma en carrera de salvación, conseguir el perdón de los pecados,
descargar la conciencia, solucionar lo mundano, dejar arregladas las cosas
terrenales.
161 Julio Caro Baroja. Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la España de los siglos XVI y XVII. Madrid, Akal, 1978, p. 130-133.
Si excedemos el marco del protocolo notarial encontramos que,
aproximadamente un 30% de los fallecidos en la ciudad de Corrientes no deja
testamento. Las causas para morir ab-intestato se extienden, en el ámbito
hispánico, desde la pobreza a los imprevistos e incapacidad mental, en el ámbito de
nuestra investigación se reduce a una causa: la pobreza. La Visita Pastoral de 1764
indica que cuando el difunto fuera persona miserable se aclare que no testa por
éste motivo, que se le hizo entierro de limosna en tal Lanze de esta Parroquia y
162
debajo de su Nombre y Apellido se ponga la palabra POBRE. La limitación se
extiende a la formalización y disposición del documento cuyo costo es de 1$ y su
pago queda registrado en las Actas de Defunciones.
Los escribanos, notarios o autoridad pública, alcaldes de primer o segundo voto,
están facultados para elaborar la manda testamentaria y reúnen todos estos
sentimientos y devociones para luego plasmarlos en un formulismo que expone la
mentalidad colectiva sacralizada. Sin embargo es erróneo pensar que las fórmulas
utilizadas, por estereotipadas, no tienen significación religiosa alguna, al contrario,
hay variaciones de un documento a otro que constituyen signo inequívoco de la
participación del testador.
CEREMONIAL EXTERNO
La externalidad del culto, continuación del Barroco, repercute entre los fieles
con un indudable efecto propagandístico de la Fe y del clero que, como su
representante en la tierra, tendrá la misión de moldear las conciencias de los
creyentes y alumbrar el comportamiento colectivo cotidiano en nombre suyo y de la
aristocracia.
El ceremonial público de la muerte manifiesta la pertenencia del individuo a una
comunidad parroquial y a la comunidad de la Iglesia universal e incorpora gestos
religiosos cuyo cumplimiento obliga a la familia a emplear una parte del patrimonio
del difunto en los gastos que de ello se derivan disminuyendo notablemente la
herencia de sus deudos. Con ello el difunto accede a la Buena Muerte y reclama a
los vivos el compromiso de realizar actos religiosos por el descanso de las Animas
163
del Purgatorio. El ceremonial externo traduce las desigualdades sociales y
perpetúa, hasta extremos insultantes, su conservación no sólo en la vida terrena
164
sino después de ella demostrando que la muerte no es un fenómeno igualador.
162 Archivo Eclesiástico Arquidiocesano de Corrientes, en adelante A.E.A.C. Actas de Defunciones, t. I, f. 4 vta.
163 Teresa Suárez. “El discurso del morir. Testamentos de primera mitad de siglo XVIII en Santa fe Colonial”. En: Estudios Sociales. Revista Semestral. Año IV, Nº 7,
Santa Fe, 2º. Semestre de 1994, p. 88.
164 Arias de Saavedra, Inmaculada y Lopez Muñoz, Miguel. “La política ilustrada ante la religiosidad popular. Intendencias y cofradías en el reinado de Carlos III”. En:
Política, Religiosidad e Inquisición en la España moderna. Madrid, UAM, 1996, p.85.
Los gestos o ritos funerarios forman parte del esquema cultural de una
sociedad, constituyen su universo simbólico a través del cual se identifican,
explican su mundo.
Entierro y sepultura
Desde los orígenes de la humanidad existieron prácticas de enterramiento que
suponen la conciencia de la muerte como un rasgo específicamente humano. El
cuerpo, una vez cadáver, requiere de cuidados concretos con el fin de
proporcionarle reposo postrero y una sepultura regular, como medida de higiene y
obligación moral.
El entierro más que un duelo personal es la reafirmación social del fallecido, un
medio de acercamiento a la Divinidad y, en consecuencia, imprescindible para
alcanzar la gloria eterna por ello las características del entierro fueron funcionales
al costo de la ceremonia.
“Naturalmente, en estas ceremonias hay grados y no todas son muestra de una
misma profusión barroca; pero, en todos los casos-incluso en las inhumaciones más
modestas- la marcha del difunto hacia su última morada se concibe como un
espectáculo en el que están invitados a participar más o menos directamente, como
165
actores o como espectadores, todos los miembros de la comunidad parroquial”.
En consecuencia, encontramos inhumaciones mas o menos importantes, con
misas rezadas o cantadas, con cruz alta o baja, con posas o sin ellas, con capa y
sobrepelliz o sin ellos.166 Entre las clases populares todo resulta bastante sencillo,
en cambio, en las clases acomodadas las pompas fúnebres pueden revestir gran
brillantez.
Tal como lo establecen las Leyes de Indias los vecinos y naturales pueden
enterrarse en los monasterios e iglesias que quisieran (Ley j), por ello durante el
siglo XVIII en los centros urbanos la sepultura se realiza dentro de Iglesias,
Capillas y Conventos convirtiéndolos en espacios celestiales funerarios
jerarquizados ya que la sepultura constituye un indicador duradero e identificable
de la situación económica del difunto y garantía de una mejor vida en el más allá.
Los funerales se realizan teniendo en cuenta el prestigio social y el caudal del
fallecido, así para los de mayores posibilidades económicas se reservan los lugares
165 Francois Lebrun. Las Reformas: devociones comunitarias y piedad personal. Op. cit., pp. 94-95.
166 Ana María Martínez de Sánchez. Vida y “buena muerte” ... Op. cit., p. 18.
cercanos al altar mayor produciéndose un paulatino alejamiento a medida que
disminuye su capacidad económica.167
El entierro en lugares sagrados permite recibir los beneficios diarios de las
misas, visitas de familiares, oraciones de los fieles, todo lo cual constituye parte de
la vocación de memoria del testante. Los lugares elegidos son: Iglesia y Convento
de La Merced, Iglesia Matriz e Iglesia y Convento de San Francisco.
En la mayoría de los documentos revisados estas instrucciones son muy
precisas determinando todos y cada uno de los detalles de su sepultura pero
cuando no se toman estas precauciones su ejecución queda bajo el encargo de los
albaceas o familiares más cercanos.
En el espacio correntino aproximadamente un 30% solicita ser sepultado en la
que pertenezca a la familia, porque esto forma parte de la tradición familiar, y el
70% restante en una sepultura que le asigne el Padre Guardián denotando una
nueva variable de diferenciación socioeconómica, la posesión o no de un lugar de
enterramiento específico.
Los pobres, es decir que no dejan bienes o no tienen ni Padres ni hijos, deben
enterrarse y sepultarse de caritativa limosna, gratuitamente, con asistencia
cristiana, es decir que requerían sólo la asistencia del cura y sacristán.
“... que sea amortajada con mortaja ordinaria y acompañe el Sr. Cura y el
Sacristán mi cuerpo..., pido al Sr. Cura por amor a Dios, y al no tener bienes con
que pagar confío en la caridad que acostumbra para con los padres el Sr. Cura.
Confieso ser cófrade de Nuestra Señora del Rosario y del Santísimo Sacramento a
quienes he pagado los vencimientos anuales, les pido por amor de Dios a los
cófrades hermanos les manden decir las misas a las que están obligados”168
Debe prestarse mucha atención a los casos en que sus herederos se fingen
pobres para pedir Entierro y Sepultura de Caridad y luego se disputan ajuares y
alhajas del difunto, con lo cual lo privan de los debidos sufragios. Estos casos,
169
según la ortodoxia, son castigados con excomunión.
Misas
Desde la segunda mitad del siglo XVII la misa es un mecanismo de difusión para
encomendar el alma, un acto esencial del culto que requiere la participación de todo
Cuerpo presente, novenarios, cabo de año, misas por los familiares más
cercanos
Los fieles deben enterrarse por la mañana con el Santo Sacrificio de la Misa de
Requiem de cuerpo presente o al día inmediato siguiente, en cuyo caso debe
realizarse la vigilia y esto significa devengar aún más dinero.
170 Francois Lebrun. “Las Reformas: devociones comunitarias y piedad personal”. En: Op. cit., pp. 79 y 82.
171 A.G.P.C. Protocolos Notariales, t.10 1710-1712, f. 102.
Culminado dicho proceso se iniciaban los oficios del novenario que adquirieron
las mismas características que las anteriores y, finalmente, las denominadas “cabo
de año” implementadas como forma de perpetuar la figura del fallecido a través del
recuerdo. Constituyen encargos a más largo plazo, encaminados a conseguir
beneficios espirituales por el alma del fallecido.
Además del alma del difunto se incluyeron en el testamento misas por las almas
de los familiares más cercanos (padres, esposa, hijos) las que generalmente son
rezadas.
Todo esto se paga con la limosna acostumbrada, por ello estos gestos reflejaron
en buena medida la realidad económica del difunto.
“-Mando se me diga en la dicha Iglesia una misa rezada por el ánima de
mis padres, la limosna acostumbrada de mis bienes”.172
Los integrantes de las Cofradías tienen obligación institucional de hacer misas
por los hermanos fallecidos, siempre y cuando hubieran aportado lo
correspondiente a los vencimientos anuales.
“ Declaro que soy Cófrade de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y de
Nuestra Señora del Rosario aportando todos los años los vencimientos anuales.
Hago y encargo a los hermanos oficiales de dichas cofradías se me manden decir
173
las misas de tal cófrade y concurran a mi entierro como son obligados”.
Séquito o cortejo
El séquito o cortejo no queda librado al azar, a la costumbre o al clero, es fijado
por el propio testante en el documento de última y postrímera voluntad con el
objetivo de atraer a su alrededor el mayor número de sacerdotes y pobres. Si
hubiera pertenecido a alguna hermandad tenía asegurada la concurrencia de los
cófrades que deben acompañarlo hasta su último destino como parte de las
obligaciones fijadas por la institución. Así lo señalan los testamentos
“Declaro que soy cófrada de todas las cofradías que están instituidas en esta
ciudad, excepto la del Niño Jesús y la del Señor Baltazar, a los cuales he pagado
todos los años los vencimientos mando se les pague a cada uno dos reales y
luego me manden decir misas que son obligados los hermanos y los alcaldes de
CONCLUSIONES
El ritual de la muerte forma parte del esquema cultural a través del cual una
sociedad explica su universo simbólico. Se manifiesta como un instrumento de
control, como un claro mensaje ideológico de la Iglesia en una sociedad
fuertemente sacralizada asentada sobre virtudes morales y cristianas tales como la
obediencia, fidelidad, amor, reverencia, lealtad y está dirigido a fortalecer su
objetivo principal: convertirse en la forma más eficiente de conseguir la Buena
Muerte.
El ceremonial externo que rodea las prácticas mortuorias y gestos litúrgicos
supone un alto grado de acatamiento a la doctrina religiosa y reconoce una
identidad social que se busca perpetuar aún después de la muerte.
El espectáculo religioso en torno a la muerte concluye con la redacción del
testamento, práctica propuesta y difundida por la institución eclesiástica, donde se
reconocen sentimientos, ideas, códigos, discursos que reflejan la influencia de la
religión en los últimos momentos de la vida del hombre y una definida concepción o
visión del mundo.
El llanto se extiende,
las lágrimas gotean
allí en Tlatelolco
(Carlos Fuentes)
Este trabajo se centra en el texto Todos lo gatos son pardos178, unas de las
pocas incursiones del mexicano en el género dramático. Acudiré también a su libro
de ensayos Tiempo Mexicano, donde desarrolla con mayor profundidad las tesis
sobre Historia, Tiempo y Nación presentes en la obra de teatro. Esta es una
177
Carlos Fuentes, Tiempo Mexicano, México DF: J.Mortiz. 1971.(En adelante TM)
178
Carlos Fuentes, Todos los gatos son pardos, México DF: Siglo XXI. 1999.(En adelante TGP)
metáfora de la tensión constante entre voluntad y fatalidad, libertad y necesidad
que marca el tiempo de México. El pueblo deberá romper la circularidad de los
sacrificios del poder, no repetir el pasado sino fundar un nuevo origen desde la
afirmación de su identidad.
El texto está atravesado por el mito de la serpiente emplumada,
Quetzalcóatl, mezcla de Zeus y Prometeo que dio a los hombres la vida, el arte y la
ciencia. Los otros dioses tramaron entonces su caída: –Démosle su cuerpo179-
Hicieron que el dios bienechor se mirara por primera vez en un espejo, lo
que le produjo miedo y vergüenza; esa noche bebe y comete incesto. Al día
siguiente escapa hacia oriente prometiendo regresar, instalando el deseo y la falta
interminable. Lo que el reflejo le muestra es el abismo ontológico entre él y sus
criaturas, entre lo eterno y lo temporal.
La promesa se cumplirá fatalmente. “La identidad del dios es usurpada por
un hombre que llegó a destruir el tiempo y el espacio inventados para recibirlo.
México impuso a Cortés la máscara de Quetzalcóaltl; Cortés la rechazo e impuso a
México la máscara de Cristo”180. Lo primero en arribar desde el mar fue el fin del
imperio azteca y el comienzo de la colonización española.
179
TM, pág 17
180
TM, pág. 23
181
TGP, pág. 129
182
TGP, pág. 130
183
TGP, pág.155
la sangre de las pirámides y de las de las espadas y de las cruces(...).”184 . Luego
185
convoca a sus hijos:“Mexicanos(...)seamos ruinas y renazcamos.” . Propone una
circularidad, una vuelta pero a la conciencia, un despertar a ser historia, a ser
Nación.A ser poder.
“De noche todos los gatos son pardos”, dice el refrán. En la noche de la historia,
los perfectos opuestos, se terminan identificando: responden al mismo diseño
histórico, que se continúa en el colonialismo y la falsa democracia. Son siempre los
mismos discursos y las mismas víctimas del poder, sacrificadas al tiempo del
dominio:
184
TGP, pág. 69
185
TGP, pág.178
186
TM, pág. 28
187
TGP, pág.171
los españoles toman la determinación de matar a la gente” (Códice Florentino,
versión de Sahagún).
Cuatro siglos más tarde, el 2 de Octubre de 1968, la policía dispara en la
Plaza contra una manifestación estudiantil, en la peor masacre civil del país.
Bibliografía
188
TGP, pág. 7
LA MUERTE Y LAS RELACIONES DE PODER. VIOLENCIA Y
FEMICIDIO
189
Menéndez, E.“Holísticos y especializados: los usos futuros de la antropología social. Nueva
Antropología. Enfermedad y muerte: la parte negada de la Cultura. Vol XVI, Nº 52-53. México. 1997
responsabilidades y obligaciones hacia los/ as otros/ as. Es reciente el análisis que
indaga sobre la magnitud de los conflictos que se plantean a partir de la tensión
entre las demandas de la familia nuclear y las obligaciones ancladas en lazos de
parentesco (especialmente de la familia de origen), y por ello poco se conoce
aún190. La organización familiar tradicional se ha desenvuelto en torno a los
principios de diferenciación por género, edad y parentesco; estas diferenciaciones
han pautado asimismo la división intra-familiar del trabajo. Dentro de este tipo de
organización el papel de cabeza o jefe de familia se le asignó al padre/ marido u
otro varón adulto que lo reemplaza si está ausente, este papel ha estado
históricamente imbuido de autoridad patriarcal; partiendo de allí se fue generando
un orden jerárquico basado en el respeto y la obediencia, pues los/ as hijos/ as
respetaban y obedecían al padre, subordinándose a él y, la mujer al esposo. Es
decir, que esta estructura de poder jerárquica y la división de tareas por género y
generaciones han conformado el basamento donde se ha asentado la familia
nuclear tradicional191.
Al introducirnos en el análisis de la institución familiar tenemos que considerar
que el término familia actualmente está significando distintas realidades; de lo que
estamos hablando es de familias en plural, de diversas formas de familias, y esa
variedad que se manifiesta en un conjunto de nuevos arreglos familiares tiene que
ser considerada, como señala Jelín, como parte de la democratización de la vida
cotidiana y de la extensión del “derecho a tener derechos”, incluso el placer.
Aunque es claro que más allá de los cambios que se están produciendo, la familia
nuclear no ha desaparecido, ni ha sido reemplazada por otro modelo. Lo que sí se
observa es la modificación de su estructura y de su dinámica frente a las exigencias
de co-residencia y convivencia que la situación ocupacional actual ha impuesto a
una parte importante de los grupos de jóvenes generaciones que desean vivir en
familia y no tienen capacidad para resolver con sus propios ingresos y recursos las
necesidades básicas que plantea la reproducción social, tales como la vivienda, los
alimentos, la convivencia, la seguridad y la contención192.
Tomando una conceptualización elaborada por Jelín se puede caracterizar a la
familia como una organización social, un microcosmos de relaciones de producción,
de reproducción y de distribución, con una estructura de poder y con fuertes
componentes ideológicos y afectivos que cementan esa organización y ayudan a su
190
Magdalena León. “La identidad se construye ¿en la familia?”. En Familias Siglo XXI. Isis
Internacional. Santiago, Chile. 1994.
191
Elizabeth Jelin. Pan y afectos. La transformación de las familias. F.C.E. Buenos Aires. 1998.
192
Cf. Silvia Gattino y Nora Aquín. Las familias de la nueva pobreza. Una lectura posible desde el
Trabajo Social. Espacio. Buenos Aires. 1999.
persistencia y reproducción, pero donde también hay bases estructurales de
conflicto y lucha193.
Las relaciones genéricas e intergeneracionales suponen la presencia de aspectos
afectivos y simbólicos al lado de relaciones solidarias y también de conflictos que
inciden en los grados de cohesión dando mayor o menor continuidad a familias y a
unidades domésticas. Cómo se configuran estos espacios y cómo son los patrones
que van a regir su cambio va a depender de la manera en cómo se asocian los
elementos ideológicos, las formas de ejercicio del poder y, en recurrentes
ocasiones, el uso de la violencia basada sobre todo en las formas de autoridad y de
división sexual del trabajo generadas cultural y socialmente (de Oliveira y Salles,
1989).
Diversos conflictos se van a derivar del cuestionamiento a la división del
trabajo por género y por generaciones, a las formas de ejercicio del poder, y por el
choque entre las distintas necesidades de los miembros de la familia. Muchas veces
la dificultad para lograr la resolución de los conflictos conlleva a la disolución de la
pareja, a la salida de los/ as hijos/ as del hogar, apareciendo nuevos arreglos
familiares: divorciados/ as que establecen nuevas parejas y, por ende, nuevas
familias, con hijos/ as propios/ as y de sus cónyuges; mujeres que se quedan
solas y asumen la jefatura del hogar; niños/ as y jóvenes que trabajan y se
convierten en proveedores de la familia; abuelos /as que se hacen cargo de sus
nietos/ as. Lo que vemos en la actualidad entonces es la coexistencia de una
diversidad de arreglos familiares que no pueden ser desconocidos; a partir de allí
variadas conceptualizaciones intentan dar cuenta de esta dinámica organización
humana.
II
Desde una perspectiva histórico-social, el mundo de los varones ha sido siempre
considerado como el campo donde se obtiene el poder, aunque en la actualidad la
autoridad patriarcal está sufriendo los efectos de las profundas transformaciones
económicas y sociales de fin y comienzos de siglo, conmoviendo la definición
histórica del género masculino como jefe de hogar, proveedor económico y
protector de la familia (Jelín, 1998). Es evidente que la creciente incorporación de
las mujeres al mercado de trabajo produjo modificaciones en los patrones
habituales de funcionamiento de los hogares, generando nuevas percepciones sobre
los papeles que cumplen las mujeres y, en alguna forma, estaría posibilitando una
mayor autonomía con respecto a la familia.
193
Elizabeth Jelín. "Familia, crisis y después ..." En Wainerman, Catalina (comp.) Vivir en Familia.
Unicef-Losada. 1994.
Se ha observado que, en muchos casos, las tensiones generadas por los nuevos
papeles que cumplen las mujeres, produce en los varones el sentimiento de
sentirse atacados y cuestionados en los roles que se le han adjudican
tradicionalmente a la masculinidad (protector- proveedor) y, en múltiples ocasiones
ejercen un poder que consideran indiscutible sobre las mujeres, los/ as niños /as y
los/ as ancianos/ as.
Aún continúa vigente un sistema de creencias que considera que las mujeres
son inferiores a los varones y que éstos al ser las cabezas de familia tienen
derechos sobre la vida de sus mujeres y de sus hijos/ as. Esto no debe sorprender
dado que por largo tiempo existió la convicción (y aún existe) de que los varones
pueden o tienen el derecho, de instrumentar y de llevar a cabo pautas disciplinarias
para ejercer el control sobre la vida de aquellos/ as que están sostenidos
económicamente por él. Los mandatos culturales están legitimando el abuso de
poder que la sociedad otorga a los varones, por el sólo hecho de serlo.
Una de las formas de ejercicio del poder masculino sobre las mujeres es la
violencia de género que se manifiesta como abandono, maltrato, violencia sexual y
abuso194. La violencia intrafamiliar aparece como uno de los problemas más graves
que las familias enfrentan. Actualmente y por la acción de los movimientos
feministas y de mujeres, hay un reconocimiento de la violencia familiar como una
cuestión pública muy preocupante.
III
Cuando aludimos a la violencia doméstica o intra-familiar nos estamos
refiriendo a las diferentes maneras en que se manifiesta una conducta agresiva
entre los miembros de un grupo familiar y que expresa una relación de abuso de los
más fuertes hacia los/ as más débiles. La violencia -visible e invisible- contra las
mujeres se evidencia en el uso de su trabajo, de su sexualidad, y en el maltrato
llegando a veces a la muerte por parte de su marido.
La violencia familiar o doméstica tiene diferentes manifestaciones que
comprenden la agresión física, el maltrato emocional -que no es fácil de ser
observado, pero que provoca daños psicológicos-, el abuso sexual que evidencia
diferentes tipos de coerción, como mantener relaciones sexuales por considerarlo
un "deber" de esposa, por temor a que el marido la abandone o por temor a la
agresión física que puede llegar a las mutilaciones y al asesinato. En la
cotidianeidad el patriarcado se manifiesta como una experiencia real en la que la
relación dominio/ subordinación convierte al/ la más débil en víctima de la
194
Relacionada con el abuso de niñas y jóvenes, aparece la maternidad adolescente como un serio
problema sanitario.
violencia; la violencia dentro de la familia tiene que ver con una relación desigual
de poder entre el varón y la mujer.
En un informe elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se
ofrecen datos relacionados a la violencia en Latinoamérica; para el caso de la
Argentina en una de cada cinco parejas hay violencia, en el 42% de los casos de
mujeres asesinadas, el crimen lo realiza su pareja. El 37% de las mujeres
golpeadas por sus esposos lleva 20 años o más soportando abusos de ese tipo.
Según la información del BID se estima que el 25% de las mujeres argentinas es
víctima de violencia y que el 50% pasará por alguna situación violenta en algún
momento de su vida. Dado que internacionalmente se calcula que sólo se
denuncian el 10% de los casos, habría 60.000 casos de delitos sexuales al año, o
sea 16 casos diarios.
Los datos que existen en la actualidad son bastante escasos, por ello se hace
necesario conseguir información más detallada para poder así determinar los
factores de riesgo, el impacto físico y psicológico de la violencia sobre las víctimas,
los costos económicos directos que tiene, y sus efectos sobre la familia y la
comunidad. En varios países de la región, la violencia ejercida contra las mujeres
en el ámbito familiar, conduce a una caída en la calidad de vida, a un aumento en
las tasas de mortalidad y a una mayor inestabilidad laboral195.
Surge del mismo informe del BID que desde el 25% hasta más del 50% de las
mujeres latinoamericanas (dependiendo del país donde vivan) sufre algún tipo de
violencia en el hogar. La forma más explícita es la violencia física -golpes,
empujones, sacudones- pero la violencia doméstica reviste otras múltiples formas
tales con la agresión verbal, la restricción de la libertad y las conductas que llevan a
la disminución de la autoestima196.
En la Convención Sobre La Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Contra La Mujer (CEDAW, sigla en inglés) puesta en vigencia por el sistema de
Naciones Unidas (ONU) en la década de los años ´80 queda claro que la violencia
contra las mujeres es una violación a los derechos humanos que refleja su situación
de subordinación. En 1993, la Asamblea General de la ONU aprobó la “Declaración
de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer”, la cual compromete a todos los
países miembros. En el artículo 2º de esta Declaración se determinan tres esferas
en las que se manifiesta habitualmente la violencia contra la mujer:
1) La violencia física, sexual o psicológica que se produce en la familia,
incluido malos tratos, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la
195
BID. Inter Press Service, 1997.
196
Cf. Fondo de Población de las Naciones Unidas. Cifras sobre la violencia en Latinoamérica. Instituto
de la Mujer del Distrito Federal. México.
violación por el marido, la mutilación genital femenina, actos de violencia
perpetrados por otros miembros de la familia.
2) Violencia física, sexual o psicológica perpetrada dentro de la comunidad
en general, inclusive la violación, el abuso sexual, el acoso y la
intimidación en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros
lugares, la trata de mujeres y la prostitución forzada.
3) La violencia física, sexual o psicológica perpetrada o tolerada por el
Estado donde quiera que ocurra.
197
Cf. CIMAC. 1999. Guía de Auto-apoyo para jóvenes “Violencia en el Noviazgo”. Instituto de la
Mujer. 1999.
que involucren la venta de niños/ as, la prostitución infantil, la pornografía infantil y
el turismo sexual infantil198.
Muchos de los países que ratificaron la Convención para la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer, todavía no han incorporado sus
principios en la legislación nacional ni en la práctica social. La Argentina cuenta
con la Ley Nacional N° 24417 de Protección Contra la Violencia Familiar que hace
referencia a las diferentes formas que ésta sume al interior de la familia,
comprendiendo a mujeres, niños/ as, discapacitados/ as, ancianos/ as y, establece
que toda persona que sufriese lesiones o maltrato físico o psíquico por parte de
alguno de los integrantes del grupo familiar podrá denunciar estos hechos en forma
verbal o escrita ante el juez con competencia en asuntos de familia y solicitar
medidas cautelares conexas. La reglamentación de esta ley prevé las medidas
conducentes a fin de brindar al imputado y a su grupo familiar, asistencia médica y
psicológica gratuita.
El considerar la violencia de género como un problema social va a suponer no
sólo un mayor conocimiento del problema o cambios en la legislación vigente, sino
también un nuevo modo de analizar sus causas y de sugerir actuaciones para
prevenirlo199.
Una de las expresiones de la violencia de género es la que está vinculada con la
reproducción; muchas mujeres no tienen el poder de decisión sobre su sexualidad y
la maternidad. Los derechos sexuales y reproductivos se han transformado en
realidad en la punta de lanza de la violencia de género; al respecto las palabras de
Nafis Sadik, Directora Ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, son
bastante elocuentes dentro del marco de la Campaña de Naciones Unidas por los
Derechos Humanos de las Mujeres, en el año de la celebración de los 50 años de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ella señalaba que "La privación de
los derechos reproductivos de las mujeres causa cada año la muerte de millones de
mujeres, además de enfermedades y discapacidades evitables a muchas más. Para
millones de mujeres, los derechos sexuales y reproductivos representan la
diferencia entre la vida y la muerte. Para muchos más millones, esos derechos son
la clave de una vida libre de enfermedades, libre de malos tratos y libre de
sojuzgamiento económico"200.
Muchas mujeres no recurren a la anticoncepción por temor a las represalias de
sus maridos, ya que éstos la relacionan con la infidelidad, basados en la lógica de
198
OEA. CIM. Análisis regional incluido un estudio de la Convención Interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Resumen Ejecutivo. 2000.
199
Cf. Esperanza Bosch Fiol y Victoria A. Ferrer Pérez. “La violencia de género. De cuestión privada a
problema social”. Revista Intervención Psicosocial. Vol. 9, Nº1.
200
Campaña de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos de las Mujeres. SALUD: LOS RIESGOS
DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. Centro de Informacion y Documentacion de Isis Internacional.
isis@reuna.cl
que la protección contra el embarazo permite que la mujer sea promiscua. Otro
aspecto a considerar es la escasa información existente sobre los servicios públicos
de anticonceptivos, donde por ejemplo, no tienen cabida ni las mujeres solteras ni
las adolescentes; asimismo muchos de estos servicios no ofrecen confiabilidad dado
que carecen de personal entrenado adecuadamente o ejercen actitudes coercitivas
reñidas con la ética201.
Una investigación realizada en 1994 con el título Violencia contra la Mujer: la
carga oculta de la salud, de las expertas Lori Heise, Jacqueline Pintanguy y
Adrianne Germain, publicada por el Banco Mundial, se orienta a llamar la atención
sobre el escaso interés por documentar el fenómeno en las instancias pertinentes.
"Casi no se ha prestado ninguna atención política a la ubicación de la violencia
contra la mujer como tema de salud pública y se ha hecho menos aún por abordar
las causas subyacentes del abuso. Los esfuerzos por lograr que se reconozca a la
violencia como un tema de justificado interés internacional, se han visto
obstaculizados por la falta de datos poblacionales sobre el abuso y sus
consecuencias sobre la salud"202.
Otro fenómeno que configura un atentado a los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres es la mortalidad materna, que en la región reviste
carácter de pandemia. De acuerdo al Informe Mujeres del Mundo: Leyes y Políticas
que Afectan sus Vidas Reproductivas, Edición América Latina y el Caribe, del Centro
Legal para los Derechos Reproductivos y Políticas Públicas de Estados Unidos, en la
actualidad el promedio de muertes maternas es de 194 mujeres por cada cien mil
nacidos vivos: la cuarta tasa mas alta del mundo. La causa principal el aborto
clandestino llega a los 4 millones al año, de los cuales 800 mil casos requieren
hospitalización por complicaciones subsecuentes.
De acuerdo con este estudio, existe en la región una alta incidencia de casos de
violencia cometidos contra mujeres embarazadas de parte de sus cónyuges o
parejas. Ellas son el blanco preferido presentando un riesgo dos veces mayor de
aborto espontáneo y cuatro veces mayor de tener una niña o un niño de bajo peso
al nacer203. Se ha establecido que las muertes maternas están directamente ligadas
a la cobertura institucional de los partos y que el mal estado nutricional de las
madres de los sectores pobres contribuye a no poder enfrentar el parto en buenas
condiciones. Así, la hemorragia y la toxemia son causas importantes de muerte
materna. Otro aspecto dramático son los casos de infecciones y hemorragias por
abortos incompletos y cuadros de peritonitis aguda resultando frecuentes las
icterectomias.
201
Campaña de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos de las Mujeres. Salud ...
202
Ibid.
203
Ibid.
En Tucumán, entre las principales causas de mortalidad materna, encontramos
las siguientes:
Nº CAUSA %
1 ABORTO 25%
3 SEPSIS 18.75
TOTAL 100
204
Cf. Ministerio de Asuntos Sociales. Sistema Provincial de Salud. Planificación Estratégica Trienio
2000/2003. Tucumán.
Sistema de Información y Monitoreo de Programas Sociales, que revela cifras
vinculadas a la maternidad adolescente; la investigación muestra que el número de
madres adolescentes sufrió un incremento del 13.3.%, registrado para el año 1980,
al 15.4% para 1999. Lo que significa que hay 105.546 niños/ as cuyas madres
tienen una edad que oscila entre los 9 a los 19 años. A partir de lo establecido por
esta ley se busca lograr un buen nivel de salud sexual y de procreación
responsable, disminuir la mortalidad materno-infantil; prevenir embarazos no
deseados; promover la salud sexual de los/ as adolescentes y garantizar a toda la
población la información, la orientación y los métodos205.
La necesidad de una legislación sobre la salud reproductiva siempre fue algo
sentido por gran parte de la sociedad; un médico obstetra, profesor de la Facultad
de Medina de la Universidad de Tucumán, expresaba en 1998, que existía una
realidad indiscutible que era asesorar a la comunidad en materia de procreación
responsable, puesto que ésta es un derecho de las personas y su principio básico es
la elección informada. “Está comprobado que en las comunidades donde la
procreación responsable está reglamentada se baja la mortalidad de las madres y
también de los niños, porque se practica un mayor control de los embarazos y un
cuidado más intensivo de los chicos. Con esta realidad estamos trascendiendo el
aborto y el embarazo no deseado”206.
IV
Pierre Bourdieu ha escrito un ensayo esclarecedor acerca de la dominación
masculina y la violencia simbólica ejercida por los varones sobre las mujeres:
205
Cf. Diario Clarín, Buenos Aires, 18-04-2001
206
Cf. Diario La Gaceta, Tucumán, 28-12-1998
psíquicas muy poderosas, ya que se mueven en el
inconsciente (Sendón de León, 2001).
207
Julia Monárrez Fragoso fue la primera en denominar “femicidio” al asesinato misógino de mujeres
cometido por hombres desde su superioridad de género. “Tiene que ver con los motivos, con las heridas
que se inflingen en el cuerpo de la mujer y con circunstancias sociales que imperan en ese momento.
Para que se dé, tiene que haber una complacencia de autoridades, personas e instituciones que están en
el poder, llamémosle poder político, económico y social”. La Jornada, México, Septiembre 2003.
esto es tolerado y minimizado por el Estado y las instituciones religiosas”208. La
categoría género es útil pues, como ha indicado Joan Scott, al considerarlo como un
elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que se
perciben entre los sexos y como una manera primaria de relaciones significantes de
poder, permite advertir que los roles desempeñados por varones y mujeres están
signados por los modelos de comportamiento sexual impuestos por la sociedad y
por la forma en que esa sociedad ha estructurado sus esquemas de poder.
208
Julia Monárrez Fragoso. Femicidio sexual serial en ciudad Juárez, 1993-2001, citado en La
Jornada, México, septiembre 2003.
209
Manifiesto Campaña por la convención de los derechos sexuales y los derechos reproductivos.
Primera versión.
210
www.radialistas.org
211
La Jornada, México. Septiembre 2003.
LA HISTORIA DE LOS QUE SE RESISTEN A MORIR:
APARECIDOS Y VAMPIROS
212
Norbert Borrmann, Vampirismo, El anhelo de la inmortalidad, Editorial ceac, España, 1999.
mal, a asesinar a los humanos, esto es, de que sean muertos vivos a los que es
necesario matar de acuerdo a un ritual macabro.
El temor a la muerte y el miedo a que los muertos regresen son temas que
forman parte de todas las culturas, que están presentes en toda la historia humana
y que no han desaparecido de nuestra moderna sociedad industrial por más que lo
usual en ella sea encubrir ambos temas, sobre todo el último, bajo conceptos
científicos. De alguna manera el culto que cualquier sociedad rinde a sus muertos
expresa, tras el respeto que les manifiesta, el temor que siente por ellos; y los
rituales asociados a ese culto en sus diversas formas tienen que ver con el esfuerzo
por evitar que vuelvan, por conservarlos en el “más allá”; o al menos lejos del área
en que la vida cotidiana continúa. Aunque las religiones paganas y sobre todo el
cristianismo hicieron con frecuencia algún tipo de apología de la muerte o al menos
de ciertos tipos de muerte y con ella elaboraron otros mundos o paraísos en los que
los muertos podían disfrutar de la felicidad eterna, lo cierto es que este esfuerzo
por encomiar la muerte y construir sitios maravillosos para eterno regocijo o paz de
los desaparecidos revela muy claramente la resistencia de los seres humanos de
cualquier época a aceptar la muerte como algo natural, siendo que se trata de un
corte brusco que interrumpe la vida y que significa cambiar este mundo al que se
está atado por relaciones de poder, de riquezas, de amor o de odio, por un mundo
identificado en cambio en la mayor parte de las culturas con la oscuridad y el frio,
con la noche y con las sombras. No es de extrañar por todo ello, que los muertos se
nieguen a morir y abandonar este mundo; o que quieran a toda costa regresar de
la muerte y de la noche. El tema de los aparecidos y vampiros, está ligado a ese
temor y a ese profundo rechazo a la muerte.
De todos modos, si el tema de los desaparecidos y de los vampiros es
importante en la cultura cristiana, lo es más aún en los mundos paganos o
tardíamente cristianizados del norte y centro de Europa que en el área
mediterránea, en la que el cristianismo no solo arraigó más temprano sino que
también impuso en buena medida su tendencia a rechazar la posibilidad de que los
muertos pudiesen regresar. Ello no significa que no exista un imaginario cristiano
relativo a aparecidos y vampiros, sino solo que ese imaginario fue las más de las
veces racionalizado por los clérigos cristianos; o asociado por ellos a sueños,
demonios y milagros.
En el mundo germano en particular, los arqueólogos han descubierto huellas
de temprano culto a los muertos y probables temores a su vuelta: Se han hallado
tumbas, que datan de siglos inmediatamente anteriores o ulteriores al inicio de
nuestra era, en la que había esqueletos decapitados, atados o enterrados bajo
montones de piedras. la continuidad entre esos viejos ritos y el culto medieval de
los pueblos nórdicos a sus muertos nos es revelada por las sagas escandinavas, por
el folklore y por la tradición oral. En todos ellos se habla de cadáveres mutilados,
clavados con estacas, o decapitados con la cabeza junto a los pies para que no
puedan salir de sus tumbas; de individuos de mala vida a los que se entierra bajo
montones de piedras por temor a que regresen de la muerte; y de procedimientos
para confundir a los muertos a la hora de enterrarlos, a fin de que no hallen el
camino de regreso a sus hogares.
El mundo cristiano o prontamente cristianizado heredó de la cultura clásica
romana mucho del temor de ésta a los muertos. Para los romanos era importante
rendirle culto a sus muertos. Se tenía a los muertos por impuros y peligrosos y
hasta se creía que seguían viviendo en sus tumbas. De allí los ritos destinados a
calmarlos y a hacerlos permanecer en la muerte. Los temores hacia los muertos se
acentuaban al tratarse de condenados a la pena capital, suicidas, de mutilados y
sobretodo de insepultos, en especial de los ahogados en alta mar, a los que no era
ya posible dar la debida sepultura. Con los criminales sucedía algo parecido pues no
podían ser enterrados con los debidos ritos. Accidentados y quemados por rayos
resultaban muertos peligrosos. La mutilación dificultaba que los cadáveres
permanecieran en el otro mundo y hacía a los mutilados firmes candidatos a
regresar a éste a causar dificultades. Ese era el problema central, pues se suponía
que los muertos sin sepultura o sin ritual, los mutilados, los quemados o los
ahogados, sobre todo si habían sido en vida conflictivos e inadaptados como se
suponía que eran los criminales ajusticiados, eran los que volvían. Por todos estos
supuestos, los aparecidos remitían a seres agresivos y peligrosos; y que su regreso
a este mundo no presagiaba nada bueno, pues venían en busca de venganza o de
justicia, cargados como estaban de odio, y dispuestos ya fuese con razón o sin ella
a hacer daño a los vivos.
De temprano el cristianismo intentó combatir estas creencias y dar al
problema de los aparecidos y vampiros una lectura racional. Así los primeros padres
de la Iglesia trataron, aunque sin mucho éxito, de reducir la importancia de los
aparecidos entre los pueblos cristianizados. Tertuliano quiere que se trate de pura
ilusión; y para él la aparición de los muertos es irreal: se trata de fantasmas, de
ilusiones. Es el demonio el que nos envía esas imágenes falsas que nosotros
tomamos por reales. San Agustín es en cambio menos preciso. En un opúsculo
dedicado a describir los cuidados que deben darse a los difuntos, habla de
apariciones y de aparecidos que se muestran en sueños o de otra forma a los vivos.
piensa que los testimonios afirmativos son muchos y muy serios. Su conclusión es
que las apariciones son reales, pero que los muertos no participan en ellas. Agustín
cree que son los ángeles, los que con permiso divino, hacen saber al que sueña que
determinados muertos deben ser enterrados., pero si bien que el propio muerto lo
sepa o participe de esa advertencia. en lo que toca a la corporeidad de los
aparecidos estima que nuestros sentidos nos engañan. En lo que toca a la
corporeidad de los aparecidos estima que nuestros sentidos nos engañan, pero al
final siembra la duda y remite al poder infinito de Dios. San Gregorio Magno, en
cambio habla mucho de los aparecidos en sus Diálogos, para él los aparecidos son
siempre almas en pena, que expían sus faltas cerca del lugar donde las cometieron,
y solicitan de los vivos oraciones y buenos pensamientos que los ayuden en su
condena213. las opiniones dentro del cristianismo han ido variando con el tiempo, a
fines del siglo XII todo aparecido es un poseso. Poco después la admisión oficial del
purgatorio hace todo más flexible. Así y todo existe en todos las épocas y culturas
una connotación negativa hacia los aparecidos, debido a dos razones: por un lado,
el encuentro con un muerto suele ser el encuentro con la propia muerte, y por otro
los muertos que vuelven no son los mejores exponentes del grupo social, sino
aquellos más problemáticos.214
Por este motivo resultan tan importantes los ritos funerarios, pues estos
constituyen la vía preventiva para evitar que los muertos vuelvan: así, cerrarle los
ojos y la boca al muerto y taparle las fosas nasales al inicio del ritual intentan evitar
el mal de ojo, pero también que el alma o espíritu escape y se quede en este
mundo. Se envuelve al muerto en un sudario, lo que es costumbre tomada por los
germanos del cristianismo; pero se cierra éste con un alfiler, costumbre pagana, lo
que ayuda a evitar cualquier regreso del muerto. Se le ponen unas zapatillas de Hel
para el viaje, se le cortan las uñas y muchas culturas juntan personas para que con
velas y cánticos preserven ese cuerpo inerte. También es esencial el camino que el
muerto siga al salir de la casa, pues se trata de confundirlo y evitar que regrese.
Otra cosa indispensable en el mundo germánico es quemar la ropa de cama y la
cama misma del difunto, porque de no hacerlo, el muerto regresa. El
enterramiento, sigue rituales muy precisos, desde el entierro noble en túmulos o en
barcos hasta los más modestos en simples colinas dentro de sus propias granjas.
después del cristianismo va a ser importante que la tierra donde yace el cuerpo
esté consagrada como parte de un conjuro hacia el posible retorno del muerto. de
213
Vladimir Acosta, La humanidad prodigiosa, Monte Avila editores, Caracas 1996, Tomo II pags. 20-29.
214
Fabián A. Campagne, Homo Catholicus. Homo Superstitiosus, Miño y Dávila ed, UbA, Bs. Bs. 2002
todos modos, para evitar el retorno del muerto, para evitarlo se clavaba a los
difuntos una estaca en el pecho, y cuando se hacía el oficio religioso la estaca era
arrancada, y en ese agujero se rociaba agua bendita. el mismo sistema de clavarlos
al suelo se usaba en casos de suicidas, de niños muertos sin bautizar, o de mujeres
fallecidas durante el parto. Al muerto se le ponía una pieza de moneda de oro en la
boca, que era parte de su tesoro, para que viviera bien en el Otro Mundo.
215
Vladimir Acosta, La humaniodad prodigiosa, Monte ávila editores, Caracas 1996, Tomo II, pag.:34.
que su simpleza deja al descubierto problemas más profundos que tienen que ver
con nuestra vida y no tanto con la muerte.
Esta clasificación nos resulta necesaria ya que en principio podemos asegurar
que los que vuelven lo hacen para alguien, más que para algo. No existirían los
aparecidos y los vampiros si no hubiera gente viva, con lo cual , la independencia
de éstos se nos hace dudosa. Para los vivos los aparecidos son tan esenciales como
una pierna o un brazo. La muerte es tan repulsiva, en nuestra cultura, que los vivos
resucitan a los muertos bajo la forma de un aparecido. Por lo tanto los aparecidos
son la presencia real, simbólica e imaginaria del ser faltante, muerto, presencia que
existe quizás únicamente en nuestro inconsciente, pero para el caso es lo mismo.
Su función es la de regular la intensidad de la fuerza del deseo.
En conclusión los aparecidos de cualquier tipo vienen y permanecen porque los
queremos, porque los necesitamos y porque desde hace mucho, sabemos que nos
vamos a morir, que somos finitos y nos resulta insoportable, ya que cada muerte es
un recordatorio de la propia y cada aparecido es la ilusión del retorno.
VISIÓN DE LA MUERTE EN LOS SATÍRICOS ROMANOS PERSIO
Y JUVENAL
Introducción
Entre los s. I a.C. y I de nuestra era, Roma enfrenta una de las crisis más
profundas de su historia, que desemboca en la vertebración de un enorme Imperio
y en el envilecimiento de la sociedad a instancias de los cambios en sus
costumbres provocadas por la irrupción del imperialismo. La Urbs-Roma vive una
época de ansiedad, de miedo, inquietud y crisis espiritual que compromete la
lucidez y la libertad de pensamiento de los escritores, inmersos en lo que se ha
dado en llamar “Edad de Plata” de las letras latinas.
En este contexto, las sátiras de Aulo Persio Flacco y Decio Junio Juvenal
comportan un vivo y palpitante documento histórico de una etapa crucial de la
historia de Roma. En efecto, sus cuadros de la sociedad romana de su tiempo son
inestimables, por su verismo y detalles. En su chispeante exposición, encontramos
especialmente referencias a la muerte: sociológicos, religiosos, mitológicos,
costumbristas, que unas veces trasuntan una ironía burlesca, y otras un doloroso y
respetuoso temor contenido.
En nuestra investigación hemos querido entresacar de entre las obscuras,
irónicas y jugosas sátiras de Persio y Juvenal, sus apreciaciones acerca de la
muerte para poder acercarnos un poco más a la identidad y mentalidad del hombre
romano antiguo.
Conclusión
Bibliografía
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ASPECTOS PALAOPTOLÓGICOS, MÉDICOS Y MÁGICOS DE LA
MUERTE EN EL EGIPTO FARAÓNICO
Introducción
3) La Momificación y su Sentido
Los egipcios en general tenían una animada resignación (McNall Burns 1983:59
y 116). Después de la muerte, el embalsamador era el encargado de posponer la
putrefacción por medio de la momificación (Pérez Tamayo I 1988: 73). La
momificación fue otra costumbre peculiar de los nilóticos que trasunta la fe del
pueblo egipcio en la vida de ultratumba, y su arte para mantener los cuerpos de los
muertos al margen de la corrupción y la consiguiente destrucción. Una verdadera
obsesión fue el evitar la corrupción. El embalsamamiento llegó a ser entre los
habitantes de Khemit un verdadero arte (Fahraeus 1957: 83) y los
embalsamadores se superaron a sí mismos (Lange 1998: 140). Además aparece
como la expresión de una fe sentida en el Más Allá y para algunos una práctica
relacionada con la higiene, dadas las guerras y las consiguientes pestes, aunque el
embalsamamiento no fue masivo sino más bien privativo de la casa real y de las
clases altas (Robins 1996).
La costumbre de momificar constituía un proceso ritual religioso que posibilitaba
la conversión del difunto en un inmortal. La idea básica de la momificación era
evitar la corrupción del cuerpo (Presedo&Serrano 1989). Siempre el objetivo es el
de la conservación indefinida del cuerpo terreno, como soporte que era el cuerpo-y
el nombre-, de la nueva existencia en el Más Allá.
Dado que para los egipcios era impensable que un cuerpo pudiera funcionar sin
sus órganos internos en la otra vida, estos eran conservados con sales, resinas y
muchos cuidados, enumera-dos por el historiador griego Herodoto (II, 86),
colocando las vísceras más importantes, con todo cuidado, en vasos llamados
"canópicos" que retrataban los cuatro hijos del dios Horus y los cuatro puntos
cardinales (Rachedwiltz 1994), después de haber sido extirpados. El tipo de
embalsamamiento manifestaba las diferencias sociales en el antiguo Egipto, y venía
determinado por la clase social del difunto y el dinero que podia gastar
(Lyons&Petrucelli 1994: 79). Los pobres eran enterrados en las benéficas,
curativas, conservantes y ardientes arenas del desierto. Este tipo de enterramiento
fue común en la época predinástica, se han encontrado cuerpos muy bien
conservados. Podemos contemplar algunos en el Museo egipcio de El Cairo.
Sobre qué los llevó a practicar la momificación hay varias hipótesis: podría ser
en primer término el hecho de la preocupación por la integridad del cuerpo del
difunto para la vida de ultratumba; 2) porque eran conscientes de la complejidad
del ser humano; 3) quizás por respeto y reverencia a la corporeidad, soporte de
otras realidades espirituales como el "Ka" y el "Ankh" y por la expectativa de la
resurrección corporal; 4) pudo deberse tal vez a un claro rechazo de la temida
corrupción, y por ende, la definitiva desaparición. Una oración terminante
culminaba así: Yo he afianzado firmemente tu cabeza en tu cuello. Anubis ha
ajustado tus huesos y ha dado fuerza a tu cuerpo. ¡Tú no te corromperás!..." reza
una inscripción de la tumba de Tutankhamon (García Valdés 1987: 26).5) También
es posible que en la mente de los egipcios haya existido la primacía de la
existencia sobre el no-ser. 6) Y quizás por la profunda religiosidad y mentalidad
mágica de los egipcios, lo cual es muy razonable dado su peculiar enfoque de la
existencia; 7) o respondió, por último, a simples y razonables medidas higiénicas o
a costumbres relacionadas con la magia.
Hoy día gracias a los Rayos X, las fotografías, la computación y el análisis de
los grupos serológicos (sanguíneos) y del AND, las momias "hablan", ofrecen
testimonios acerca de sus condiciones de vida, grupo sanguíneo, la alimentación,
las enfermedades y la muerte de personajes que vivieron hace miles de años
(Andreas M.Steiner 1998:55). La investigación de las momias aparece como uno de
los aspectos más fascinantes de la egiptología moderna. Son un libro abierto.
Además, las momias de distintas latitudes están siendo sometidas a estudios
paleopatológicos comparativos.
La Paleopatología es una nueva ciencia que estudia las enfermedades de
nuestros antecesores en el pasado (Rojlin 1968: 510-514), y para el creador del
nombre M.A. Ruffer (1913: 149) la ciencia de las enfermedades cuya existencia
puede demostrarse en los restos humanos y animales de los tiempos antiguos. A
nosotros nos ayuda especialmente en nuestro trabajo de investigación de los
procesos patológicos de los vivientes de las edades antiguas, la antigüedad de las
enfermedades y gérmenes patógenos, la distribución geográfica de las
enfermedades, la pesquisa acerca de la longevidad de los pueb los antiguos, los
índices de senilidad (Rojlin 1964: 2), la relación de las enfermedades y lesiones con
la evolución y existencia de las razas y especies (Palès 1930: 4), y la relación de las
enfermedades y lesiones con los cambios y peculiaridades del medio geográfico,
regimen de alimnentación, estructura social y económica, concepciones y creencias
con la práctica médica de los antiguos egipcios. Su utilidad es notable no sólo para
la ecología humana sino también para la medicina general. Sus fuentes son los
restos óseos, momias, cuerpos momificados, represdentaciones artisticas,
instrumentos ortopédicos y quirúrgicos.
Realiza análisis serológicos, radiografías, tomografías computadas, exámenes
macroscópicos y microscópicos, con cuidado de extrapolar y generalizar sin el
debido concurso de pruebas
(Aguirre Enriquez I 1972: 7-12ss). Con su apoyo trataremos de recapitular
aspectos antropológicos, médicos, mágicos y funerarios del Egipto antiguo
faraónico.
Bibliografía
216
Vernant, Jean-Pierre. El individuo, la muerte y el amor en la antigua Grecia. Ed. Paidos. Barcelona,
2001. Pág.10.
217
Rohde,Erwin. Psyque. La idea de alma y la inmortalidad entre los griegos. Ed. Fondo de la Cultura
Económica. México, 1948. Pág. XXV.
mantiene mientras dura la vida y se disuelve en el momento de la muerte.”Mientras
el hombre vive tiene como una doble existencia: la de su corporeidad perceptible y
la de su imagen invisible o psyque, la cual cobra vida propia después de la
muerte”218. Sin embargo, esta dualidad no es tan antitética como la actual
concepción de cuerpo-alma, ya que la psyque podría ser de alguna manera
material, aunque invisible, intangible e inaprensible.
Acompaña al hombre la psyque durante toda su vida y continúa existiendo
después de su muerte como su otro yo, aunque posee una entidad autónoma que
se muestra en los sueños. Para Homero, las vivencias de los sueños son hechos y
visiones tan reales como los de la vigilia, “sólo que vividos y ejecutados por el otro
que mora en cada uno de nosotros y que duerme a su vez mientras estamos en lo
que habitualmente llamamos vigilia. Uno duerme mientras el otro vela: no hay
nada de metafórico en esta interpretación”219. Y como los sueños tienen íntima
relación con la realidad, sus vivencias son hechos reales. Por ejemplo, si se nos
aparece en sueños la figura de una persona recién muerta “es precisamente porque
existe: ello quiere decir que sobrevive a la muerte, pero solamente con una imagen
aérea “220
Aunque la psyque cobra vida propia después de la muerte, la separación con el
cuerpo no se produce en el momento mismo de ésta, sino recién cuando el cuerpo
es cremado y el alma ingresa al Hades. Justamente la finalidad de la cremación es
la de obligar a la psyque a desterrarse para siempre en el Hades, porque la
manera más rápida de destruir al otro yo visible de la psyque, que es el cuerpo, es
la cremación. “Una vez hecho esto y habiéndose destruido por obra de las llamas
los bienes más caros para el muerto, ya nada retiene al alma sobre la tierra y
puede operarse su tránsito al Hades”.221 Las almas, allí flotan débiles e indiferentes
a todo, son como sombras tenues, con una consistencia similar al reflejo de un
cuerpo en el agua. “Han huido de ella el espíritu y sus órganos; todas las potencias
de la voluntad, de la sensibilidad, del pensamiento, han desaparecido al
desintegrarse el hombre en los elementos que lo componen”.222
Ahora bien,en ningún pasaje de Homero se afirma la supervivencia o
inmortalidad de las almas después de la muerte. Aunque la psyque sobreviva al
cuerpo, es impotente sin él. De hecho, la inmortalidad aparece aquí como una
excepción, un privilegio reservado sólo a algunos mortales. También una excepción,
son los premios o castigos que subsiguen, para algunos, a esta vida mortal,
218
Rohde, Erwin. Op. Cit. Pág 10.
219
Gomez Robledo, Antonio. Platon. Los seis grandes tema de su filosofía .Ed. Fondo de la Cultura
Económica. México1993. Pág. 304.
220
Rohde, Erwin.Psyque. La idea de alma y la inmortalidad entre los griegos .Ed. Fondo de la Cultura
Económica. México 1948. Pág. 12
221
Rohde, Erwin.Op. Cit. Pág. 25.
222
Rohde, Erwin. Op. Cit. Pág. 9.
productos de la arbitrariedad y caprichos divinos, aunque no dejen de estar
relacionados con las acciones de los hombres durante su vida, como por ejemplo,
los castigos eternos destinados a los malhechores en el Tártaro o las recompensas
de algunos mortales, que sin pasar por la muerte, son agraciados con el privilegio
de la inmortalidad y tendrán su lugar eterno en la Islas de los Bienaventurados o
los Campos Elíseos y no en el Hades. En éste último, por lo que hemos visto, están
las almas sin pena ni gloria.
Gómez Robledo toma como ilustración de esta concepción de la mortalidad
humana, las inscripciones en algunas tumbas, por ejemplo:”consuélate, hijo mío,
pues nadie es inmortal”; “hubo un tiempo en que aún no era, luego fui, y ahora he
dejado de ser: aquí acaba todo”; ” ¡vive! Nada hay para nosotros , los mortales,
más dulce que esta vida bajo el sol”.
Otra excepción a la mortalidad humana, basada en un principio de justicia, es la
de los “héroes”. Ellos conforman un minoría selecta, de naturaleza superior a los
hombres vulgares porque se sustraen a la finitud de la vida humana. “Mientras los
hombres, al morir se convertían en sombras impalpables, los héroes no perdían
ninguna de sus cualidades primeras, y , además, podían interceder por los
mortales. En una palabra, los héroes, después de haber sido al principio hombres
idealizados, pasaron a constituir una categoría de semidioses, es decir, un grado
jerárquico intermedio entre los hombres y los Olímpicos”.223
Los héroes son los espíritus de grandes hombres muertos que gozan de vida
eterna al igual que los dioses. Son almas que cobran, luego de la muerte y de su
separación del cuerpo, una vida superior e imperecedera. Pero la diferencia con la
categoría de los dioses radica en que, mientras los héroes sí vivieron en un tiempo
como hombres y pasan por la verdadera muerte, los dioses fueron siempre dioses.
De ahí que, al tratarse de almas y condiciones diferentes, los sacrificios tributados a
unos y otros sean distintos. “El culto tributado a los héroes no es, para muchos
estudiosos, un culto a las almas sino que es, propiamente en sentido estricto, un
culto a los antepasados”.224
Es importante remarcar que, mientras el común de los hombres son cremados,
luego de su muerte, entregados al anonimato y al olvido; el culto a los héroes está
enlazado al lugar que pasa a ser su sepulcro. Allí donde está el sepulcro se
considera que está el mismo héroe. Porque se parte de la premisa de que, los
huesos del héroe, como parte de su corporeidad, lo encadenan al lugar en que se
encuentran enterrados.” Los restos del héroe, son un fragmento del héroe mismo,
223
Guirand, Felix y colaboradores. Mitología General. Ed. Labor. Barcelona, 1962. Pág.240.
224
Rohde,Erwin. Psyque. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos .Ed. Fondo de la Cultura
Económica. México. 1948. Pág.82.
porque aunque muerto, el héroe sigue obrando y manifestando su influjo; su
psyque , su otro yo invisible, flota en torno a su cadáver y a su tumba”.225
La muerte temprana, característica de los héroes, tiene la contrapartida de la
gloria inmortal. Así la bella muerte es la muerte del guerrero caído en batalla que
adquiere con el la areté (excelencia) para siempre. La palabra Areté en Homero, es
usado en un sentido muy amplio, ya que no sólo se refiere a la excelencia humana,
sino también a la superioridad de los dioses. “ En general designa (...), la fuerza y
la destreza de los guerreros o de los luchadores y ante todo el valor heroico
considerado no en nuestro sentido de acción moral y separada de la fuerza, sino
íntimamente unido”226. La areté se mide, entonces, en relación al otro, en el
enfrentamiento con el otro. Y el héroe es aquel que elige arriesgar su vida mortal,
poniendo en juego su psyque, que no puede ser recuperada una vez perdida, (a
diferencia de cualquier otra posesión de este mundo).
El significado de la hazaña heroica no está relacionado con cálculos utilitarios,
más bien es de orden metafísico, pues se aleja de esa condición humana que los
dioses han querido mortal. La hazaña heroica es la voluntad de escapar a la vejez y
a la muerte, por más inevitable que sean. “Uno esta más allá de la muerte cuando
la busca en lugar de padecerla”227.
La guerra da la posibilidad de conquistar la gloria, el reconocimiento, la
memoria, que aparecen como una forma de inmortalidad. Dice Vernant al respecto:
“ en un tipo de cultura como la de la Grecia arcaica, en donde cada individuo existe
en función del otro, por la mirada y en relación a los ojos de otro, donde los
cimientos de la personalidad están tanto más solidamente establecidos cuanto más
lejos se extiende su reputación, la verdadera muerte es el olvido, el silencio, la
oscura indignidad y la ausencia de renombre”228. El héroe vive en la memoria
colectiva de los otros y la comunidad lo mantiene presente y lo evoca a través de la
poesía y los cantos que celebran sus hazañas.
El golpe fatal recibido por el héroe libera su psyque, la cual escapa de su cuerpo
alcanzando sin posibilidad de retorno las orillas del Hades. Pero el héroe no
abandona del todo el mundo de los vivos, porque continuará existiendo en otro
plano, el de la memoria. Inclusive su cadáver es considerado bello, a diferencia del
cadáver de un muerto común; debe recibir tributos de honores como condición para
la memoria, a la par de los cantos comunitarios. Sin embargo, en este mismo acto
pierde su privacidad. “ Al arrancar al héroe del olvido, la rememoración le despoja
al mismo tiempo de su condición puramente privada; le hace pasar a ser de
225
Rohle, Erwin. Op. Cit. Pág. 85.
226
Jaeger, Werner.Paideia. Ed. Fondo de la Cultura Económica. México. 1993. Pág.22.
227
Vernant, Jean-Pierre. El Individuo la muerte y el amor en la antigua Grecia. Ed. Piados. Barcelona,
2001. Pág.56.
228
Vernant, Jean-Pierre. Op. Cit. Pág. 56.
dominio público; le convierte en un elemento más del patrimonio común de los
griegos”229.
Los héroes se convierten así en representantes del pasado y la tradición de la
comunidad, la cual mantiene su identidad y existencia propia a través de las gestas
de estos personajes. Ellos son los modelos de valores como belleza, juventud,
virilidad y coraje, tan importantes para la sociedad griega.
La inmortalidad, entonces, no consiste en la vida eterna del alma en un espacio
diferente al nuestro, sino a la posibilidad de formar parte, más allá de la muerte,
del espacio público y de la memoria de quienes lo conocieron en vida y de todos los
hombres venideros. Pero, si tal memoria se extinguiese y el culto y la veneración
que los supervivientes tributan a los antepasados caen en el abandono, las almas
de los muertos se van a ver privadas del elemento que les permite seguir llevando,
como una sombra, un trasunto de existencia.
Sin embargo, estas ansias de inmortalidad presentes en las hazañas heroicas,
no puede tener su fuente en el culto del alma. Para la religión griega, el alma
inmortal es dios. Inmortalidad y dios, para los griegos, son sinónimos, conceptos
equivalentes.
La inmortalidad era definida por los griegos de manera negativa: los dioses son
ambrotoi, no-perecederos; athánatoi no-mortales. Los dioses no tienen psyque, ya
que la única función de la psyque en relación con el hombre vivo es de
abandonarlo; y los dioses por definición no pueden morir o perder su psyque, y por
lo tanto no la tienen o no la necesitan. “Designaciones paradójicas, puesto que a fin
de oponerlos a los humanos, definen de modo negativo –por ausencia, por
privación- a unos seres cuyo cuerpo y cuya vida poseen absoluta positividad, sin la
menor tara o defecto. Se trata de una paradoja instructiva en la medida en que nos
da a entender que, para poder acceder por medio del pensamiento a la vida y al
cuerpo divino, los griegos partieron, como referencia obligatoria de este cuerpo
defectuoso, de esta existencia mortal de la cual ellos mismos podían tener cada día
experiencia”230. Pero tales paradojas no son mal intencionadas, ya que sólo
sugieren que aquello que el cuerpo humano posee de manera positiva, como la
vitalidad, la energía, el poder, los dioses lo poseen en un grado de máxima pureza
y sin restricciones, por lo que entonces si tenemos que marcar los rasgos de la
naturaleza mortal de los hombres debemos subrayar su carácter transitorio,
precario e incompleto.
Caracterizados por una conformación antropomórfica, estas divinidades no sólo
tienen aspecto humano, sino que están dotados de vestimenta, palabra,
229
Vernant, Jean-Pierre. Op. Cit. Pág. 83.
230
Vernant, Jean-Pierre. Op.Cit. Pág.22
costumbres y reacciones típicamente humanas, es decir, que los dioses eran
proyecciones de todo aquello que se consideraba valioso y que no se podía
alcanzar. Vernant los define como “fantoches inventados por los hombres a su
propia imagen y semejanza, con sus mismos defectos, vicios, pasiones y
debilidades”.231 Sin embargo, esta proyección parece ser ilegítima, ya que estos
seres sobrehumanos pertenecen a un más allá lejano a los hombres comunes de tal
modo que los hombres y los dioses se hallan separados geográfica y
sustancialmente y forman mundos distintos. Para Hannah Arendt la “inmortalidad
significa duración en el tiempo, vida sin muerte en esta Tierra y en este mundo tal
como se concibió, a la naturaleza y a los dioses del Olimpo.(...) Los hombres son
los mortales, las únicas cosas mortales con existencia, ya que a diferencia de los
animales no existen sólo como miembros de una especie cuya vida inmortal está
garantizada por la procreación. La mortalidad es, pues, seguir una línea rectilínea
en un universo donde todo lo que se mueve lo hace en orden cíclico”232.
Para concluir me gustaría retomar la figura de los héroes, quienes poseen la
envoltura mortal de un hombre semejante a un dios, pero que conjuga elementos
irreconciliables, la inmortalidad y las mortalidad, una mente valiente en un cuerpo
sangriento y vulnerable, que aprende a aceptar la muerte como una parte propia.
Los griegos tomaron a estas figuras como una posibilidad de hacer frente a la
irremediable mortalidad. Prefieren la muerte joven con el premio de la gloria y el
recuerdo, a una vida extendida en el tiempo y rodeada de riquezas materiales.
BIBLIOGRAFIA.
231
Vernant, Jean-Pierre. Op. Cit. Pág.14.
232
Arendt, Hannah. La condición humana. Ed. Paidos. Barecelona, 1998. Págs. 30-31.
TRAGEDIA –ESPERANZA EN TORNO A LA MUERTE
Introducción
El ser humano es el único animal que tiene conciencia de su finitud, del límite
respecto de su vida, de la inevitable contingencia de la muerte. Ésta produce
congoja, desesperanza, aflicción e incertidumbre puesto que lo instaura en una
dimensión de la que nunca puede tener una noción segura ni clara, y por ello se
constituye, paradójicamente, como la marca de la existencia humana. Aunque
generalmente se piense que la muerte representa el sufrimiento y el fin de la
conciencia, hay situaciones en las que los hombres la desean puesto que los libera
de circunstancias extremadamente dolorosas. Diversos pueden ser esos dolores: los
que provienen del cuerpo, los que son propios del espíritu, de la atroz explotación
del hombre por el hombre, etc.
Sobre esta última cuestión trataremos de reflexionar, cuando el hombre se
coloca en contra de lo humano y las víctimas anhelan la muerte, tal y como sucedió
en los campos de concentración nazis. Pensaremos a la muerte como una instancia
que permite recuperar la dignidad humana deshonrada y ultrajada en estos campos
de exterminio. Para ello, abordaremos la investigación desde una perspectiva ético-
antropológica, apoyándonos en los relatos del italiano Primo Levi, sobreviviente de
Auschwitz. Efectivamente, la condición humana mancillada y oprimida por la ira, el
silencio, el olvido, la enfermedad -condiciones a las que estaban sometidos los
prisioneros de los campos-, puede llevarnos a reflexionar en torno a la pregunta
¿son realmente hombres los seres sometidos de ese modo?
Así, la muerte se puede pensar como una salida, como una esperanza que
mitigue lo trágico que acarrea el dolor físico y la degradación psicológica. Una
muerte digna, una muerte que haya expresado oposición al sistema nazi pudo ser
considerada como una apertura de posibilidades para la posible finalización de lo
insoportable en la vida. El eje de nuestras preguntas pasa ahora a la cuestión que
tiene que ver con el porqué soportar el sufrimiento físico, el trabajo forzado inútil,
la explotación sin más, sin oponer resistencia alguna, sin dar indicios de reacción.
Nuestra hipótesis es que una muerte que exprese simbólicamente renitencia a lo
absurdo de la explotación humana y lo trágico del genocidio nazi, representa una
esperanza de “emancipación interior” y la recuperación de la dignidad del hombre
que así lo haga.
La vida en los Lager
233
LEVI Primo: Si esto es un hombre. Munchnik Editores, traducción de Pilar Gómez Bedate, Barcelona,
1987.
234
Ibid., p. 10.
235
Ibid., p. 41.
número; que estuviera vivo o muerto no era realmente importante ya que la vida
de un “número” era intrascendente de manera absoluta. Con toda certeza, el
sentimentalismo por la desaparición del otro duraba poco tiempo en el Lager
porque luego del acostumbramiento, la sensación de pérdida y de vacío desaparece
completamente. Así, pues, la historia personal, el destino, el nombre que debía
existir detrás de aquel número ya no importaba.
Hay una serie de rasgos que caracterizan al Lager y a los SS a los que Primo
Levi no puede explicar porque son cuestiones complejas. Por un lado, tenemos el
orden, la obediencia y la disciplina. Pueden conjeturarse diversos motivos por los
que los nazis eran obsesivos por estas cuestiones, pero Levi nos hace saber que los
secuestrados explican las acciones de los alemanes porque responden a una
estructura aún más poderosa y organizada de la cual acatan órdenes y que ellos las
cumplen sin prejuicios y con total convencimiento de lo que hacen. En segundo
lugar, la antinomia vida-muerte cobra vigencia en el relato del autor. Éste nos
muestra cómo la muerte puede representar, en algunos casos, una salida o una
esperanza ante la tragedia a la que está supeditada la vida de aquel que perdió
todo: sus ropas, sus familias, sus costumbres, su dignidad, su juicio, y cuyo
resultado se reduce al sufrimiento y a la pérdida de sí mismo, al punto de “yacer en
el fondo”.236 Por último, se encuentra el tema de los ritos. Cada nueva experiencia
que Levi narra supone un proceso de inserción en un nuevo orden, proceso que
puede ser caracterizado como un rito iniciático -grotesco y sarcástico- dentro de los
campos de concentración “sagrados” y en el que, paradójicamente, todo está
prohibido, pues esa es la finalidad a la que responde la creación de los mismos.
El texto de Primo Levi nos va llevando por descripciones de la vida en
general en el Lager, mostrando cómo ese joven que ingresó siendo un poco
ingenuo, carente de juicio, con una decidida inclinación -lógicamente contraria a la
idiosincrasia nazi- y nada de experiencia, se las arregla para sobrevivir en ese
mundo en el que todo es nuevo y en el que la esperanza de vida está limitada por
una mera orden. De este modo, el relato está atravesado por precisas e inteligentes
reflexiones antropológicas y éticas, que hacen cuestionar la organización social nazi
y su correspondiente aparato ideológico-político, ligado a un fundamento metafísico
mediante el cual los alemanes realizaban sus atroces actos.
Una serie de rasgos sirven para definir los Lager: el miedo, el hambre, el
silencio, la enfermedad, el orden, el trabajo forzado y obsoleto, la represión, la
tragedia. Todas estas características se hacen carne en la piel de cada uno de los
prisioneros que, atravesados por la incertidumbre respecto del futuro, se configuran
como el último eslabón de una relación jerárquica de causa-efecto, sufriendo las
236
Ibid., p. 40.
consecuencias del horror. Según Levi, “el Lager no es otra cosa que el género de
existencia a nosotros asignados, sin límites de tiempo, en el seno del organismo
social germánico”.237 El Lager es la culminación, la cúspide del fascismo en Europa,
su manifestación más monstruosa, la revelación empírica de la semilla de la
intolerancia humana. La vida en los Lager, en fin, está atravesada por la muerte.
237
Ibid., p. 141.
238
“Musulmanes” es el término que utiliza Levi y los “veteranos” del campo en general para referirse a
estas personas. Estos se caracterizaban por su debilidad, su ineptitud e incapacidad para realizar
trabajos duros por más tiempo y porque estaban destinados a la selección para la cámara de gas.
239
LEVI Primo: Op. Cit., p. 152.
personas del campo estaba dado por el trabajo entendido “como todo aquello (y tan
sólo aquello) que proporciona ganancias sin limitar la libertad”240. La libertad, la
inasible e improbable libertad, se reducía en aquellos lugares a la figura del
desierto, del vacío.
Las relaciones humanas son una de las necesidades elementales e ineludibles
y, sin embargo, en los campos de concentración se reducían a una relación de
sometimiento, de servidumbre, totalmente asimétricas y frías, en las que está
desvalorizado todo aquello que no redunde en interés de la conservación de la vida
como el compañerismo por ejemplo. El desinterés por el otro -generado también
por prerrogativas y rígidas instrucciones nazis- se establece como una marca en
estas relaciones, lo que proporciona un factor más que coadyuva al triunfo de la
muerte. La muerte se esparce por todos lados: se la siente en el ambiente, en la
tierra, en los pabellones, en la enfermería, en los alrededores de las cámaras de
gas. Junto con la muerte el temor se reaviva a cada instante. A pesar de ello, existe
una salida ante el injusto e insensato sufrimiento: el encontrarle un sentido de
responsabilidad a la muerte, marcar paradigmáticamente el camino de la
resistencia que devele una actitud relacionada con la última de las libertades
humanas, la libertad de elegir. No se trata aquí del suicidio -tan común en
Auschwitz cuando decidían los prisioneros lanzarse sobre los alambrados
tecnificados- sino de una muerte con dignidad, una muerte que evidencie que el ser
humano no tiene porqué soportar la tortura física ni la anormalidad de esa
situación, una muerte que revalorice la persona como tal, una muerte que muestre
hasta las últimas consecuencias la voluntad y la autonomía, pues los prisioneros no
tenían nada más que perder como no fueran sus vidas ridículamente desnudas.241
Aún así, no puede hacerse un juicio de valor sobre las escasas fugas o la poca
resistencia de los judíos en los campos de concentración. Primo Levi explica que el
estado de salud físico y mental de los prisioneros, las condiciones objetivas y
empíricas de organización militar y la conciencia política no eran las mejores para
poder establecer una rebelión en masa o una resistencia abierta. Empero, sí hubo
actividades de defensa bastante eficientes, en las que se pudo chantajear a algún
SS para que no actuase indiscriminadamente, se pudo sabotear el trabajo para
industrias alemanas, se hicieron comunicaciones por radio con los aliados, se
mejoró el tratamiento de algunos enfermos, se pudo “condicionar” las selecciones
para las cámaras de gas, etc.242 Aunque mínimas, estas acciones representaron, de
un modo u otro, una pequeña oposición al sistema nazi. Cabe aclarar, por otro lado,
que no había resistencia apenas bajaban los prisioneros del tren ni cuando estaban
240
LEVI Primo: La Tregua. El Aleph Editores, traducción de Pilar Gómez Bedate, Barcelona, 1988, p. 68.
241
Cf. FRANKL Viktor: El hombre en busca de sentido. Editorial Herder, Barcelona, 1986.
242
Cf. LEVI Primo: Si esto es un hombre, p. 314.
por ser llevados a las cámaras de gas puesto que astutamente los nazis
perfeccionaron su sistema de muerte colectiva de manera tal que quienes recién
llegaban no sabían lo que se les tenía preparado. En realidad, en un primer
momento se los recibía sin violencia explícita, sin brutalidad, invitándolos a las
duchas que no eran sino las cámaras de gas camufladas. Esta es otra muestra de
las diabólicas estrategias utilizadas por la estructura nazi para evitar
“inconvenientes” y mantener el orden, cuestión que despertaba una rara obsesión.
A pesar de todo ello, hay ocasiones en las que la muerte representa una
opción de autonomía y de libre albedrío personal que sirve para mitigar el
sufrimiento corporal y psíquico, dadas las circunstancias en los campos. Dice Viktor
Frankl: “es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que
la vida tenga sentido y propósito”.243 La muerte, entendida entonces como una
emancipación interior, resulta fundamental, en algunos casos, para mostrar una
actitud de oposición y resistencia al perverso sistema que llevó a cabo el genocidio.
Conclusión
243
FRANKL Viktor: Op. Cit., p. 70.
244
PIÑA Cristina (traductora): Los graffiti del ’68. Diario Mural del Mayo Francés. Perfil, Bs. As., 1997.
Bibliografía
Introducción
Mejorar en la capacidad de cada país para mitigar los efectos de los desastres
naturales.
Establecer estrategias apropiadas para aplicar los conocimientos existentes y
enfrentar los desastres.
Fomentar actividades científicas y técnicas con el objeto de reducir pérdidas de
vidas y de bienes.
Difundir medidas de evaluación, predicción, prevención y mitigación del
desastre.
Elaborar proyectos nacionales y regionales de asistencia en tecnología y
educación preventiva.
No existe país alguno – por reducido que sea – que no esté sujeto a un
potencial evento calamitoso de origen natural. Cualquier espacio geográfico mundial
cuenta con amenazas naturales y estos peligros podrían transformarse en desastres
socionaturales si impactan a la población. Es por ello que el desastre socionatural
queda definido como :
245
(Periodo 1967 y 1991, Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja)
negativos. Es un agente de origen natural que pone de manifiesto las
vulnerabilidades sociales y menoscaba la capacidad de resistencia de una
población; irrumpe de manera imprevista en el funcionamiento de las actividades
comunitarias y la condiciones normales de vida, requiriendo de la atención de los
organismos del estado”.
Sequía y
Hambrunas
Terremotos Ciclones y
41%
19% Tormentas
Inundaciones
28% 34%
Ciclones y
Terremotos
Tormentas
16%
28%
Fuente: Informe Mundial Sobre Desastres 1993. Federación de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Internacional
Desastres sísmicos en América latina que superaron los 1.000 millones de dólares
en pérdidas económicas
Para el año 2050, expertos de la ONU estiman que por causas de desastres
naturales el número de personas muertas llegaría en todo el mundo a 400.000 por
año, ocasionando pérdidas de 300.000 millones de dólares. Frente a esta
proyección, la ONU aconseja a sus países miembros que los fondos destinados
actualmente en brindar auxilio en desastres podrían dedicarse al mejoramiento de
la calidad de vida y el desarrollo equitativo, lo cual reduciría el riesgo de conflictos
armados como efectos colaterales de un desastre.
En la Conferencia Interamericana sobre Reducción de los Desastres
Naturales llevada a cabo en Cartagena (Colombia 1994), y al tratar sobre la
situación de los eventos catastróficos naturales de América Latina y el Caribe, los
participantes llegaron a las siguientes conclusiones:
Los desastres en América Latina y el Caribe van en aumento por un rápido
incremento poblacional, urbanización sin planificación alguna, empobrecimiento
masivo, presión sobre los recursos naturales y sistemas organizacionales
inadecuados que provocan incrementos en el número de personas muertas.
Cada uno de los países de América Latina y el Caribe, en mayor o menor grado,
cuentan con avances técnicos y científicos que no se han volcado en medidas
preventivas y de atención al desastre.
Muchas de las soluciones técnicas no han podido ser aplicadas por carecer de
recursos, y también por desconocimiento de sus potenciales consecuencias.
El desastre debe ser entendido como un problema del desarrollo aún no resuelto
ya que se trata de situaciones derivadas de las relaciones entre la naturaleza y la
sociedad.
En la mayoría de los países la protección civil esta enfocada a la respuesta y no
a la prevención y la mitigación.
Se debe incorporar como conocimiento real que las poblaciones pobres y las
grandes concentraciones urbanas están más expuestas al desastre.
La cultura preventiva
Trancas
TRANCAS
26°30'
TAFÍ DEL VALLE
BURRUYACU
TAFÍ VIEJO
YERBA BUENA
CAPITAL
Tafí del Valle
LULES CRUZ ALTA
27°00' 27°00'
FAMAILLA
Be l a Vista
Famaillá
MONTEROS
LEALES
Simoca
CHICLIGASTA REFERENCIAS
Concepción
Total de Evacuados
Aguilares SIMOCA menos de 500
RÍO CHICO
27°30' 501 a 1000
1001 a 2000
J. B. Alberdi
J.B. ALBERDI
más de 2000
Graneros
GRANEROS Escala Gráfica
La COCHA
LA Cocha 0 25 km
Conclusiones
Bibliografía
Barandiaran, Carlos. 2002.”Modificando la conducta de un pueblo para reducir la
vulnerabilidad de los desastres en Perú”. EIRD Informa – América Latina y el
Caribe. Nº 5. http://www.eird.org/esp
Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja. “Informe Mundial sobre Desastres 1993”. Ginebra.
http://www.cruzroja.org.a/ “Argentina: inundaciones en Santa Fe – Informe de
situación”. Other relief web documents by: Cruz Roja Argentina 2003.
http://www.eird.org/esp . “Las megalópolis: ¿pérdidas potenciales cada vez
mayores?”. 2001. ERID Informa – América Latina y el Caribe. Revista Nº 3.
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Prevenir”. http://www.unesco.org
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Termier, H. Y G. 1966. “Trama geológica de la historia humana”. Ed. Nueva
Colección Labor. Barcelona.
EL CAMINO AL HOLOCAUSTO: UNA MIRADA A TRAVÉS DE LA
PRESA TUCUMANA
Marcela Jorrat UNT
246
Traverso, Enzo (2003) La violencia nazi. Una genealogía europea. Bs As. F.C.E.
247
Ferrater Mora (1994) Diccionario de Filosofía. Barcelona. Ariel
disolución de su identidad y de sus formas de integración en la sociedad alemana.
La violencia -real y simbólica- componente esencial en la concepción y ejecución de
la política racial conduce y anuncia el genocidio, es decir la muerte en sentido
restringido, la muerte humana que afecta no sólo a los judíos sino también a
aquellos que no se adecuan a la imagen manipulada de la raza perfecta que el
régimen desea instalar.
248
"Programa del Partido Obrero Nacional Socialista (Nazi) Alemán". En El Holocausto en Documentos
(1996) Jerusalén, Yad Vashem
“No me opongo a los hebreos como tales, y no tengo nada que decir de los
que residen fuera de Alemania, pero en cuanto a los que viven dentro de los
límites de la nación alemana los considero extranjeros (...)249
Comienza así un proceso de exclusión, de hostigamiento, que lleva
intrínsecamente la destrucción del grupo estigmatizado. Produce en la comunidad
hebrea la muerte entendida como disolución de sus marcos referenciales,
identitarios y de su inserción social . Así lo experimentan y manifiestan
públicamente fundamentando sus expresiones en el sinuoso camino recorrido,
desde la Emancipación, cuyos resultados se concretan en el reconocimiento de los
hebreos como ciudadanos alemanes y en la inserción social, económica y cultural
de los mismos. A través de la voz del diario nos acercamos a las vivencias de los
hebreos que no logran comprender el por qué de esta cesación aplicada a sus
formas de integración que culmina dividiendo y atacando al cuerpo social mismo
Así lo expresan cuando sostienen que :"nuestra fidelidad a las cosas alemanas y
las cosas hebreas es indisoluble"250. Sin embargo es interesante señalar que el
antisemitismo alemán se convierte en motor de la ideología nazi en un contexto
determinado que en este caso lo entendemos también como la muerte o cesación
para un sector de los alemanes de sus marcos referenciales. En este sentido, los
traumatismos de la guerra, una modernización social acelerada, la inestabilidad
política de la República de Weimar, la profunda crisis económica y un nacionalismo
exacerbado y agresivo frente al bolchevismo implica la disolución de una realidad,
una muerte que puede superarse en la resurrección alemana de la mano de un
salvador carismático.
Desde esta perspectiva, es imperiosa la definición de un enemigo que
permita manipular y moldear la identificación del "nosotros" frente a un otro
concebido como extraño y disgregador de la esencia nacional y racial del volk.
Los judíos constituyen así el foco central de atención de la política racial del
nazismo, -a los cuales se agregan los gitanos, eslavos, homosexuales,
discapacitados- y una vez puesta en marcha la maquinaria del horror, si bien se
evidencia una "dosificación" de las medidas desde el poder- Hitler, el Partido y su
burocracia- no hay un regreso al punto inicial. En esta etapa se inicia el camino
que concluirá en el exterminio, un genocidio perpretado con la absurda finalidad
de remodelar biológicamente la humanidad en el cual se instrumenta, según
Traverso,251 un sistema industrial de la muerte que conjuga la tecnología
moderna, la división del trabajo y la racionalidad administrativa.
249
El ORDEN, 21/2/1933, pág 3
250
Ibid 8/3/1933, pág 2
251
Traverso, E: Op Cit, pág 55
En los primeros años la política de persecusión alterna en su
implementación la espontaneidad de los grupos de choque del régimen y la
reglamentación del mismo. A través de ella el nazismo opera sobre la realidad en
un doble sentido: genera un imaginario que cohesiona y refuerza el sentimiento
de pertenencia, de inclusión de un sector de la sociedad, pero, simultáneamente
surge la contracara de dicho imaginario es decir la negativización y exclusión de
aquellos definidos como "otredad". La prensa local informa acerca de este
proceso en el que el estado racista a través de un cuerpo de leyes que adquieren
carácter público y nacional intenta legitimar las prácticas que conducen a la
construcción negativa de la alteridad. Los artículos publicados sobre la
reorganización de la administración pública alemana en base al reglamento para la
aplicación de la ley sobre depuración racial manifiestan la intencionalidad
excluyente fundada en la "pureza racial". Así por ejemplo leemos que
"No serán judíos los directores de las escuelas. El gobierno alemán dispuso
que todos los autorizados para ejercer la enseñanza deberán probar su orígen"252
"Eliminan a los judíos de los consejos escolares (...) con este decreto se ha
ultimado la campaña que iniciara Hitler contra los de esta raza"253
"Serán preferidos los nazistas para todos los puestos públicos"254
252
LA GACETA 16/6/1933, pág 4
253
EL ORDEN, 22/12/11933, pág 1
254
Ibid, 7/12/1933, pág 1
255
Feierstein, Daniel (2000) Seis estudios sobre genocidio. Análisis de las relaciones sociales:otredad,
exclusión y exterminio.Bs As, Eudeba
Las primeras medidas de exclusión desempeñan un rol fundamental en la
construcción y definición racial de las relaciones sociales y de las
representaciones. Como ya señalamos, se delimitan dos campos: el de los iguales,
los sujetos cualitativamente distintos de los otros "de aquellos que no quieren ser
como todos y, por lo tanto, no deben ser"256. Desde el estado se implementa una
socialización que convierte al grupo estigmatizado en el elemento que concentra el
rechazo y odio de los otros sectores sociales. A través de las publicaciones de los
diarios locales observamos cómo se "demarca" y hostiga al enemigo hasta en el
plano de las costumbres y de lo cotidiano.
"la oficina de prensa de la municipalidad comunica que la playa de
Wannsee estará prohibida para los judíos (...) porque numerosos bañistas judíos
ocasionan constantes altercados"257
"En Alemania no dejan entrar ni a los balnearios a los judíos (...) el concejo
municipal de Westerland declaró que los judíos son indeseables y que no se les
permitirá la estada en esa población"258
"Se prohibe a los miembros nacionalsocialistas la utilización de abogados
judíos, (...) de aceptar dinero en colectas que provengan de judíos, pasear o
presentarse en público acompañados de judíos"259
256
Ibidem, pág 48
257
LA GACETA 23/8/1933, pág 2
258
EL ORDEN. 17/3/1934, pág 2
259
Ibidem, 30/8/1934, pág 1. El subrayado es nuestro
260
Ibidem, 30/6/1934, pág 3
Las noticias llegadas desde Europa y difundidas por la prensa impactan en
la colectividad israelita local, en la cual la cuestión judía comienza a ocupar el
centro de atención, no sólo por lo que ocurre en Alemania, sino también por los
episodios de antisemitismo que se registran en Bs As y –en menor medida- a nivel
provincial.
Desde esta óptica LA GACETA publica artículos sumamente ricos por su
contenido conceptual los cuales revelan la centralidad del tópico antisemita y la
polémica que se genera a nivel local en torno del mismo. En este sentido miembros
de la comunidad hebrea tucumana realizan una réplica a los artículos imbuídos de
una clara connotación racista y antisemita en los cuales se apela a las fórmulas
tradicionales para acusar a los judíos de una pretendida superioridad producto del
espíritu mesiánico al considerarse "el pueblo elegido", se los acusa también de no
haberse integrado ni asimilado nunca en ninguna sociedad y que "el factor más
predominante que la raza judía emplea en sus planes del dominio del mundo es la
alta finanza, la alta banca, la burguesía internacional trustificada e
261
industrializada"
Esta temática propulsa a la acción lo cual se refleja en las Actas de Sesiones
de las Instituciones judías tucumanas que asumen un protagonismo dinámico ante
dicha problemática y de cuya lectura se infiere el sentimiento de conmoción que
las embarga y las conduce a una labor de conocimiento y esclarecimiento.
(...)”Carta de la editorial “Ahora” comunicándonos la aparición de un libro
titulado “El problema judío de Hitler”. Resuélvese hacer un pedido de 50 libros(...)”
(...)”Encárguese (...) de la venta de los folletos recientemente adquiridos y
que versa sobre el programa judío de Hitler(...)”i
261
LA GACETA Lasserre Marmol:"El tema de la hora:El Antisemitismo", 10/8/1933, pág 8, Freiberg,
Salomón "Réplica a propósito de Semitismo y Antisemitismo en la Universidad", 10/8/1933, pág 8,
Tobías Rosemberg, "Antisemitismo: una réplica", 31/8/1933, pág 4
justificaría su persecución y exterminio. Con esta finalidad el nazismo crea el mito
de la arianidad para fundamentar su diferenciación con aquellos que según el
biologicismo racial son catalogados como "degeneradores de la raza". La
“normalización” social establece pautas claras desde los aspectos físicos, mentales,
sexuales y cualquier desviación al respecto es un indicio de decadencia y
degeneración que conspira contra el proyecto de una comunidad identificada con la
pureza del Volk. Es fundamental aniquilar estos indicios por ello eugenesia y
eutanasia confluyen en un programa de asesinato estatal organizado. Si bien la
eutanasia, como medio de profilaxis social, es una especificidad del biopoder nazi,
este procedimiento junto con la antropología racial y el eugenismo están enraizados
en la cultura occidental. Asimismo se nutren de las ideas del siglo XIX acerca de la
relación mestizaje-decadencia racial y del eugenismo de Vacher de Lapouge -entre
otros- quien propone una esterilización masiva con el fin de prevenir la barbarie de
las sociedades modernas. La eugenesia y la "higiene racial" son radicalizadas por el
nazismo al estar imbuídas de la ideología racista ya que a través de las mismas la
raza aria se convierte en una profecía autorrealizable , que conlleva a una
“purificación” en sus filas hasta lograr la imposición del tipo ideal.262
La política de depuración racial en la Alemania nazi se instrumenta por
medio de las esterilizaciones forzadas a partir de 1933 y la eutanasia de enfermos
mentales y discapacitados en 1939 hasta 1941 cuando se detuvo por efecto de la
intervención de las iglesias. La "operación T4" -eutanasia de los enfermos
mentales"- constituye una etapa de preparación y experimentación técnica y
científica, por ejemplo con el sistema de asesinato con gas, para el genocidio judío.
Desde la prensa local La Gaceta no se refiere prácticamente a estos aspectos
mientras que El Orden informa y opina al respecto. Se reproducen noticias que
llegan de Alemania en las cuales se pueder leer que se “estudia la posibilidad de
pedir la muerte de enfermos incurables” y sobre la esterilización indican que:
“en cumplimiento de la ley sobre prevención de progenies minadas por
enfermedades serán esterilizadas en Alemania 400.000 personas. (...) Un 50% de
esas personas sufren debilidad mental congénita. El total de gastos que demanda la
esterilización (...) podrá ser amortizada en breve, puesto
que actualmente Alemania invierte entre 350 y mil millones de marcos
anuales en el sostenimiento de personas como esas263
La posición del diario expresada a través de sus editoriales destaca las
medidas del Reich como “muestra de la avanzada y previsora legislación en materia
262
Sneh,P y Cosaka,J (2000) La Shoah en el siglo. Del lenguaje del exterminio al exterminio del discuro,
Argentina Xavier Bóveda.
263
EL ORDEN, 9/10/1933, pág 2 , 23/12/1933, pág 2, 19/6/1934, pág 2
de profilaxis social” considerando que la transmisión hereditaria de enfermedades
condena a una debilidad física y moral que ningún estado puede desear. Esta
opiniones -absolutamente reprochables- se enmarcan en la corriente de opinión de
la época y es luego de la caída del nazismo cuando serán totalmente condenados
los crímenes nazis y rechazadas las teorías eugenésicas.
Reflexiones finales
El nazismo amalgama del antibolchevismo, del antisemitismo y del
expansionismo implementa una politica racial destructiva y excluyente a partir de la
toma del poder. Con sus mitos, ritos y símbolos el totalitarismo nazi se transforma
en una religión laica que sacraliza todo “lo alemán”en la cual el núcleo dogmático
está definido por lo biológico. Desde esta perspectiva confluyen en él una pareja
conceptual propia de algunas religiones: la muerte y la salvación. La idea de la
muerte presente en sus dos acepciones se manifiesta claramente en las medidas de
hostigamiento, de exclusión, de "purificación racial" que anteceden a la "Solución
Final" expresión terrible y "perfeccionada" de la muerte humana. En estos primeros
años del régimen se adoctrina a los "fieles" acerca de la necesidad de eliminar los
elementos contaminantes y de exterminar las "vidas indignas de vivir". En función
de esta "purificación" que opera en la raza y en la sociedad toma forma la idea de
la salvación en torno a un líder carismático, mesiánico, que propone una salvación
terrena en la cual el resurgimiento material y espiritual de la nación es posible sólo
en el marco del Volk, la esencia racial y nacional pura.
Si bien en el desarrollo de la política de "higiene racial" no existe un plan
acabado acerca de los judíos hasta 1941 es indudable la intencionalidad del
biopoder nazi la cual se manifiesta en las disposiciones adoptadas. En este sentido,
la prensa se convierte en una importante herramienta para constatar cómo el
régimen falsea la realidad y a través de la invención de “enemigos” internos y
externos construye el imaginario y genera consenso.
Asimismo la prensa complementada con otras fuentes nos permite conocer
cómo recibe y reacciona frente a estos sucesos la colectividad judía tucumana. A
través del análisis constatamos que, si bien existen distintas tendencias
ideológicas y programáticas en las asociaciones israelitas, la cuestión del judío
como el otro, y el antisemitismo actúan como aglutinantes al generar, desde el
punto de vista institucional y de las mentalidades colectivas, discursos y praxis
defensivas y preventivas.
Sin considerar que exista una linealidad absoluta, lo cierto es que "el
camino al Holocausto" se abre en esta etapa cuando las acciones en Alemania son
públicas aún por lo tanto sus connotaciones de violencia y muerte se perciben a la
distancia a través de las noticias. Comienza así un largo proceso de negación de la
idea de humanidad inspirado por el contrailuminismo que, paradójicamente, se
servirá de la ciencia y de la tecnología moderna para perpretar sus crímenes.
BIBLIOGRAFÍA
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Fuentes
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Actas de Sesiones de la Asociación Cultural Sionista Tucumana. Tomos 1933-1934,
Octubre 1934-Junio 1940
El Holocausto en Documentos(1996) Jerusalén, Yad Vashem
DUELO Y LENGUAJE
(REFLEXINES EN TORNO A “EL ALEPH”)
César Enrique Juárez
1.Umbral
1.1.En “El Aleph”, pieza clave de la obra borgeana, no sólo asistimos al relato de
una experiencia metafísica; también, y en íntima relación con lo anterior, es posible
ver cómo el lenguaje es el espacio donde el duelo acontece. Es allí, en el espacio de
la ausencia, donde sin embargo, esperamos una epifanía.
Asimismo, no debemos olvidar la relación que este asunto guarda, con otro no
menos axial dentro de la poética borgeana. Nos referimos, claro está, a los vínculos
ciertamente problemáticos entre lenguaje y realidad. Es precisamente en este
marco, donde puede pensarse la relación entre duelo y lenguaje.
2.Lenguaje y ausencia
264
Jaime Rest en Ana María Barrenechea, Jaime Rest, John Updike y otros: Borges y la crítica, C.E.A.L.,
Bs. As. , 1981, pág.22.
como graciosa torpeza”265. En la segunda, y atendiendo a las palabras de Borges-
narrador, arribamos “al inefable centro”266.
Este “inefable centro” del relato funciona como una puesta en abismo que nos
remite a un problema esencial: el de las relaciones entre lenguaje y realidad.
Asimismo es en este punto, a través de él, que podemos pensar la relación ente
duelo y lenguaje. Borges, que insiste en trabajar sus hipótesis desde la paradoja,
problematiza las posibilidades que tiene el lenguaje de asir lo real. Puesto a pensar
el asunto, escribe: “Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio
presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los
otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?”267; y, más
adelante, anota: “Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré,
sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré”268.
Semejante asimetría entre el lenguaje y lo real, insoslayable en el pensamiento
de Borges, da cuenta de la imposibilidad de verificar la relación entre las palabras y
las cosas. Es en “El idioma analítico de John Wilkins” donde nuestro autor, esta vez
en el espacio del ensayo, vuelve a plantear el problema que nos ocupa. Allí describe
el proyecto de u idioma universal ideado por Wilkins al promediar el siglo XVII.
Wilkins “Dividió el universo en cuarenta categorías o géneros, subdivisibles luego
en diferencias, subdivisibles a su vez en especies. Asignó a cada género un
monosílabo de dos letras; a cada diferencia, una consonante; a cada especie una
vocal”269. Pero, ¿por qué ocuparse de Wilkins? Borges, sujeto taimado si los hay,
intenta mostrar mediante la empresa de Wilkins, la arbitrariedad inherente a toda
clasificación. Cómo explicamos, entonces, dicha arbitrariedad. Borges responde: “La
razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo”270.
La consideración borgeana, empero, no se detiene aquí. En el mencionado
ensayo escribe: “Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el
sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra”271. El vértigo, pues,
no nos da tregua. El lenguaje no sólo ausenta lo real mismo sino que, acaso lo real,
ni siquiera existe como algo orgánico. Bien se ve, por tanto, que:
A través del hilo conductor del lenguaje, llega a una hipótesis de carácter filosófico en la que sostiene
que, si el lenguaje no se adecua a la realidad es no sólo porque la palabra es insuficiente para esa
272
operación imposible, sino porque no hay un ordenamiento tal que pudiéramos llamar cosmos.
265
Borges Jorge Luis: Obras completas (tomos I, II, III), Emecé, Bs.As., 1989. En adelante O.C. (tomos
I, II, III). O.C., Tomo I, pág.618.
266
O.C., Tomo I, pág.624.
267
O.C., Tomo I, pág.624.
268
O.C., Tomo I, pág.625.
269
O.C., Tomo II, pág.85.
270
O.C., Tomo II, pág.86.
271
O.C., Tomo II, pág.86.
272
Bulacio Cristina y Grima Donato: Dos miradas sobre Borges, Gaglianone, Bs.As., 1998, pág.145.
Diríase entonces, que la perspectiva de Borges-narrador, parece coincidir con la
hipótesis propuesta en “El idioma analítico de John Wilkins”. La lectura filosófica de
las ficciones borgeanas no puede olvidar que éstas “son la puesta en forma de
hipótesis filosóficas”273, “Borges imagina la pueta en escena de una pregunta no
planteada abiertamente en la trama, sino presentada como ficción en el desarrollo
de un argumento que es, al mismo tiempo, teórico y narrativo”274.
(...) la literatura es categóricamente realista en la medida en que sólo tiene a lo real como objeto de
277
deseo; y diría (...) que también es obstinadamente irrealista: cree sensato el deseo de lo imposible
El Aleph, “el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe,
vistos desde todos los ángulos”278, constituye un desafío para la percepción puesto
que es un infinito; y éste, como el mismo Borges lo advierte, es un concepto
corruptor y desatinador de los otros. De este modo, “el problema central es
irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito”279. Con todo,
nuestro narrador ensaya una vertiginosa enumeración que se abre en abismo:
273
Sarlo Beatriz: Borges, un escritor en las orillas, Ariel, Bs.As.,1995, pág.130.
274
Ídem nota 10, pág.130.
275
O.C., Tomo I, pág.620.
276
Mattoni Silvio: Koré, Beatriz Viterbo Editora, Rosario, 2000, pág.84.
277
Barthes Roland: El placer del texto y Lección inaugural, Siglo XXI, Bs.As., 2003, pág.128.
278
O.C., Tomo I, pág.623.
279
O.C., Tomo I, pág.625.
(...) vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi
oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los
puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis
vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y
conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible
universo280
280
O.C., Tomo I, pág.626.
281
Kovadloff Santiago: El silencio primordial, Emecé, Bs.As., 1993, pág.37.
282
Ídem nota 18, pág.38.
283
Ídem nota 18, pág.38.
284
Ídem nota 18, pág.37.
285
Ídem nota 14, pág.127.
Que lo real no sea representable (...) puede ser dicho de diversas maneras: ya que con Lacan se
lo de fina como lo imposible, lo que no puede alcanzarse y escapa al discurso, o bien que, en términos
topológicos, se verifique que no se puede hacer coincidir un orden pluridimensional (lo real) con un
286
orden unidimensional (el lenguaje)
El sentido de la palabra exige entonces, como prefacio a cualquier palabra, una especie de
inmensa hecatombe, un diluvio previo, que hunda en un mar completo a toda la creación. Dios había
creado a los seres, pero el hombre hubo de aniquilarlos. Entonces cobraron sentido para él, y a su vez él
los creó a partir de esa muerte en la que habían desaparecido; sólo que, en vez de los seres, y como se
dice, de los existentes, ya sólo hubo ser y el hombre fue condenado a no poder acercarse a nada y a no
vivir nada sino por el sentido que le era preciso hacer nacer. Se vio encerrado en el día y supo que
ese día no podía tener fin, pues el propio fin era la luz, puesto que del fin de los seres había venido su
288
significación, que es el ser
3.Duelo y lenguaje
Conocemos profundamente a Dante por un hecho que fue señalado por Paul Groussac: porque
la Comedia está escrita en primera persona. No es un mero artificio gramatical, no significa decir “vi”
en lugar de “vieron” o de “fue”. Significa algo más, significa que Dante es uno de los personajes de la
289
Comedia. Según Groussac, fue un rasgo nuevo.
¿Es acaso casual, simple coincidencia, que “El Aleph” esté narrado desde el
punto de vista de un narrador protagonista? Este tipo de narrador, a quien oímos
hablar con el pronombre de la primera persona del singular, narra desde dentro. Es
un “yo” que, por cierto, cuestiona la clara distinción entre el escritor real y el
286
Ídem nota 14, pág.127.
287
Citado por Blanchot Maurice: De Kafka a Kafka, F.C.E., Bs.As., 1993, pág.44.
288
Ídem nota 24, pág.44.
289
O.C., Tomo III, pág.212.
narrador ficticio. Borges, su ficción, “traba el simple esquema emisor-mensaje-
destinatario deteniéndose y complicando cada una de sus etapas, borrando
distinciones, multiplicando simultáneamente las posibilidades del diálogo
290
narrativo” . Es por ello que, en “El Aleph”, el narrador protagonista se combina
con un narrador testigo que también habla desde el “yo”. Por tanto, el “vi”
borgeano, tampoco es “un mero artificio gramatical”. Significa que detrás del verbo
conjugado en primera persona está el mismo Borges, y que en “El Aleph” hay “un
homaje paródico a la Divina Comedia, un texto que Borges ha venerado a través de
los años y que se empeña en interpretar como una construcción que emerge del
fracaso amoroso de Dante (cuyo fracaso es, obviamente, el mismo que Borges
291
vuelve a narrar en su cuento)” .
Pero no es sólo un fracaso amoroso lo que se narra en “El Aleph”. El relato, que
tiene al amor como “ cliché narrativo”292, muestra cómo “la pérdida de la mujer (...)
es la condición de la experiencia metafísica”293. Se trata, según Ricardo Piglia, “ de
la tradición del tango. El hombre que perdió a la mujer mira el mundo con mirada
metafísica y extrema lucidez”.294
(...) sólo hay poesía de amor, porque se busca decir algo sobre el otro, un otro que siempre se
escurre y por eso siempre hay que estar aplicando la lógica del duelo: te invoco para tenerte pero te
298
pierdo también para tenerte (...)
290
Molloy Silvia: Las letras de Borges, Beatriz Viterbo Editora, Rosario, 1999, pág.49.
291
Panesi Jorge: Críticas, Norma, Bs.As., pág.164-165.
292
Piglia Ricardo: Formas breves, Temas Grupo Editorial, Bs.As., pág.35.
293
Ídem nota 29, pág.36.
294
Ídem nota 30.
295
O.C., Tomo I, pág.617.
296
Ídem nota 32.
297
O.C., Tomo I, pág.623-624.
298
Kamenzain Tamara: Sólo hay poesía de amor. Entrevista de Mattoni Silvio. En: La voz del interior,
Cultura, 17/VII/2003.
El nombre, entonces, se revela como el sitio de la ausencia; donde, sin
embargo, esperamos una epifanía. Allí la memoria y el olvido, trabajan con restos.
Allí, la paradoja de la representación, se confunde con la lógica del duelo. En el
nombre, en suma, tenemos el multum in parvo.
4.Horizonte
299
Roudinesco Elisabeth y Plon Michel: Diccionario de psicoanálisis, Paidós, Bs.As., 1998, pág.694.
300
O.C.,Tomo I, pág.628.
301
Juarroz Roberto: Poesía vertical (Tomo II), Emecé, Bs.As., 1997, pág.239.
ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO A MUERTE EN LA
TARDE DE HEMINGWAY
Ernest Hemingway.
302
Landesman David, Hemingway.Un aventurero en la Generación Perdida, Longseller, Bs. As., 2001,
pág. 15.
303
Landesman David, Op.Cit., pág. 68.
mi cuenta. Creí que encontraría el espectáculo simple, bárbaro, cruel y que no me
gustaría; pero esperaba también encontrar en él una acción definida, capaz de
darme ese sentimiento de la vida y de la muerte que yo buscaba con tanto
ahínco.”304De esta manera, el escritor expresa su intento por atrapar a la muerte en
una acción que la defina, que la represente y la cubra dada su condición de
indefinible; al mismo tiempo la incrusta en la dupla vida-muerte y a ésta en un
escenario, la plaza de toros.
El espectador que asiste a una corrida debería, según Hemingway, poseer
una sensibilidad peculiar que consiste en un sentimiento de la tragedia porque “La
corrida no es un deporte (...) es más bien una tragedia, la muerte del toro,
representada mejor o peor por el toro y el hombre que participan en ella y en la
que hay peligro para el torero y muerte cierta para el toro”.305 La estructura trágica
de esta acción que define la muerte y también la vida requiere de un encuentro
entre el hombre -el torero- y el animal -el toro-; este último morirá pero antes
pondrá en peligro la vida de su victimario.
La corrida pertenece a España porque en este país se crían toros y porque, a
diferencia de ingleses y franceses, a los españoles les interesa la muerte, no evitan
pensar en ella. La muerte irrumpe a la tarde, la corrida comienza a las cinco o a las
cinco y media. Esta tragedia vespertina consta de tres actos llamados los “tres
tercios de la lidia”, en el primero el toro arremete contra los picadores, en el
segundo le clavan al toro las banderillas y el tercer acto cuando el matador sale con
la espada y la muleta es la muerte. Se trata de una muerte violenta y para
Hemingway “la muerte violenta no tiene las complicaciones de la muerte por
enfermedad ni de la muerte llamada natural, ni de la muerte de un amigo, ni de la
de alguien a quien se ha querido o se ha odiado...”306.
“La corrida es el único arte en que el artista está en peligro de muerte
constantemente” sostiene Hemingway; una seguidilla de ceremonias configuran
este preciso ritual taurino, banderilleros, alguaciles, picadores, novilleros revolotean
hasta el momento llamado “la hora de la verdad” en que el matador asestará su
estocada. La corrida es entonces un arte de tipo trágico y el torero es un artista
trágico que juega con la muerte, “el torero lleva a cabo frente a nuestros ojos una
obra de arte, juega con la muerte, se acerca cada vez más a ella, más cerca, más
cerca todavía...”307. Jugar con la muerte consiste en acercarse voluntariamente a
ella para revestirla artísticamente a través de la unidad trágica toro-torero.
304
Hemingway Ernest, Muerte en la Tarde, Planeta Argentina, 1978, Bs. As., pág. 11
305
Hemingway Ernest, Op. Cit., pág. 24.
306
Hemingway Ernest, Op. Cit., pág. 10.
307
Hemingway Ernest, Op. Cit., pág. 230.
Ahora bien, la noción nietzscheana del arte es una concepción trágica. La
dualidad apolíneo-dionisíaca que habita en el arte griego y en la tragedia ática
acarrea el significado de la tensión entre el todo y lo individual, entre “la unidad
originaria de lo mismo eterno y la pluralidad del principium individuationis”308. El
arte trágico muestra aquello que ocurre en el mundo: la totalidad desgarrada en
seres individuales.
La tragedia es apolínea porque, entre otras razones, espiritualiza el instinto;
la fuerza de Apolo constriñe lo instintivo, “fue el pueblo apolíneo -escribe Nietzsche-
el que aherrojó al instinto prepotente con las cadenas de la belleza, él fue el que
puso el yugo a los elementos más peligrosos de la naturaleza, a sus bestias más
salvajes”309. Y la tragedia es también dionisíaca, en ella brotan el placer y el
espanto “en las fiestas y en la producción artística dionisíacas existe una tensión
entre la revelación placentera de que la mera apariencia individual encierra una
unidad metafísica y la conciencia del dolor revelada en el conocimiento de que el
individuo ha de perecer (...) lo dionisíaco es, fundamentalmente, grave; su grito
jubiloso encierra un quejío que hiela el corazón”.310Observemos cómo la corrida de
toros, ese arte trágico, contiene entrelazados ambos principios; lo apolíneo se
aproxima a la bella apariencia del torero quien imprime al combate claridad, calma,
límites y entonces la mesura y el ritmo se apoderan de esta “visión inmóvil, plena
de belleza” materializada en esta especie de escultura bella que el torero
representa. Lo dionisíaco en cambio exalta lo “general-humano” y lo “universal-
natural”, es la apertura al todo, a la madre naturaleza “la naturaleza se manifiesta
en su fuerza más alta: vuelve a juntar a los individuos y los hace sentirse como una
sola cosa, de tal modo que el principium individuationis aparece, por así decirlo,
311
como un permanente estado de debilidad de la voluntad”. La armonía y no el
ritmo es capaz de mostrar esta “potencia artística de la naturaleza” que lo
dionisíaco es. Un buen toro, relata Hemingway, “no debe ser demasiado grande,
demasiado fuerte, ni debe tener excesiva cornamenta; no debe ser muy alto de
cuello y ha de tener, sobre todo, buena vista, reaccionar bien a los colores y al
movimiento, ser bravo y franco en la embestida”. Durante la corrida el bravo
animal atraviesa por tres fases, en la primera está levantado, es cuando menos
peligroso se muestra, en la segunda el toro está parado, es muy peligroso porque
reconoce a su enemigo y en la tercera el toro está aplomado porque parece de
plomo, está pesado, en los umbrales de su muerte.
308
Quesada Julio, Un pensamiento intempestivo, Anthropos, Barcelona, 1988, pág. 133.
309
Nietzsche Friedrich “La visión dionisíaca del mundo” en El nacimiento de la tragedia, Alianza, 1991,
Barcelona, págs. 235-236.
310
Quesada Julio, Op. Cit. pág. 105.
311
Nietzsche Friedrich, “La visión dionisíaca del mundo” en El nacimiento de la tragedia, Alianza, 1991,
Barcelona, pág. 235.
El hombre trágico, el matador de toros de Hemingway, se asemeja al
matador de dragones de Nietzsche; ambos vuelven la espalda a la debilidad para
vivir en lo “entero y pleno”. También el caballero de Alberto Durero es un hombre
trágico porque sigue un camino de espanto, sin acobardarse y teniendo como
compañeros al diablo y a la muerte.
La magia dionisíaca del placer estético que una corrida de toros genera en
los espectadores y en Hemingway en particular, se debe a la capacidad del arte
trágico para instalarse “en el plano de la disonancia que es el ser humano (...) este
arte trágico tendrá que pulsar la cuerda más íntima que poseemos y que es el
placer por lo disarmónico. Placer fundamentalmente de orden estético por el que el
hombre trágico bendice la existencia”.312La corrida de toros es una acción de tipo
trágica, en ella se afirma la vida y al mismo tiempo la muerte. El torero desde su
bella apariencia, envuelto en su traje de luces, enfrentará el miedo que lo espanta,
la bravura de un animal que representa la crueldad y desmesura de lo natural.
España cultiva, según Hemingway, esta sensibilidad para comprender la
tragedia que según Nietzsche la poseen los griegos, y por ello los españoles se
preguntan por la muerte. Toda una tradición literaria y filosófica lo muestra, Jorge
Manrique, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno son algunos ejemplos.
Lo más terrible de la condición humana, lo disarmónico de nuestro ser se
transfigura en obra de arte, en tragedia. Esta metafísica del dolor y la muerte que
afirma al mismo tiempo la vida requiere de esta visión dionisíaca del mundo que
Nietzsche supo capturar en su filosofía y Hemingway en su obra Muerte en la tarde.
Hemingway recibió a lo largo de su accidentada vida las marcas de este real,
la muerte, tal vez por ello escribió continuamente sobre ella. No se trata de una
muerte serena y plácida sino de la muerte violenta, aquella que ocurre en el ruedo,
en combates militares, en guerras; aquella que su abuelo frustradamente intentó y
que su padre y él mismo acometieron con éxito. La muerte violenta que
presenciamos en una plaza de toros es una acción violenta, donde la sangre y la
animalidad -la del hombre y la del toro- asumen el protagonismo. En el ruedo, el
matador de toros enfrenta artística y juguetonamente el peligro que el toro
significa, esto es, la muerte. Pero la enfrenta porque la bravura del toro no está
solamente fuera sino dentro del corazón del matador. Esta muerte violenta, triunfa
trágicamente porque también triunfa el accionar del artista trágico que puede ser
un matador de dragones o un matador de toros. Ambos principios lo dionisíaco y lo
apolíneo se integran en la festividad de una corrida de toros y la tragedia irrumpe.
Este arte trágico que terriblemente muestra la disonancia del hombre, ese ser
consciente de su deriva entre el uno primordial y el principium individuationis.
312
Quesada Julio, Op. Cit., págs. 142-143.
Hemingway vivió una vida plena de aventuras, casi acción pura, hizo
periodismo, tuvo la experiencia de la guerra, manejó armas; profundamente vital el
escritor preparó su propia muerte violenta ocurrida un 2 de julio de 1961, poco
antes de cumpir 62 años, cuando tomó una decisión trágica e insensata, dispararse
su escopeta británica calibre doce. “Los que renuncian o mueren temprano son los
preferidos porque son inexplicables y humanos. El fracaso y la cobardía son más
humanos, más fáciles de soportar y de querer”313 había sentenciado.
Bibliografía:
313
Landesman David, Op. Cit., pág.148.
EL INGRESO AL MÁS ALLÁ. SÍMBOLOS Y SIGNOS DE PASAJE
EN EL ANTIGUO EGIPTO.
314
Según la nomenclatura dada por la misión argentina de conservación y relevamiento gráfico y
epigráfico de TT 49 es la sala III.
315
Véase figura 1.
Fig. 1. TT49. El árbol de la vida (pared sur del pasaje interior de TT49)
316
Tradicionalmente se representó a los dioses siguiendo el estilo clásico.
317
Eliade (1954), Cirlot (1981) y Castel (1999) en particular.
representación ya que la diosa está donando a través de los alimentos la vida
eterna.
La representación nos muestra un árbol de fronda espesa y verde cuya
interpretación no es otra que la de abundancia y plenitud, por oposición al árbol
seco que representa en otras culturas a la muerte. Por su parte, la fecundidad y la
inmortalidad estaban representadas por la dureza de algunos árboles que sirvieron
para materializar esa ideología que estaba más allá del cambio. Los árboles
también fueron relacionados con la regeneración, puesto que si bien pierden sus
hojas éstas se recuperan en un ciclo que a los ojos de los antiguos egipcios
resultaba eterno.
El sicómoro en cuestión se consideró especialmente como una manifestación
de las diosas Nut, Isis y Hathor, esta última con el epíteto de "Señora del
Sicómoro". Debido a este significado, los sicómoros se plantaron a menudo cerca
de las tumbas; sus hojas se usaron como amuletos funerarios, a la vez que el
propio enterramiento en un sarcófago de madera del mismo árbol podría
considerarse como un retorno al vientre de la diosa árbol madre.
Conclusiones
Durante el Imperio Nuevo, en menos de un siglo la Dinastía XVIII
transformó a Egipto en la primera potencia de Cercano Oriente. La renovación
política, económica, social y religiosa que implicó ese complejo proceso puede
detectarse en las fuentes primarias, epigráficas y arqueológicas.
El Imperio Nuevo está bien representado por las necrópolis del Oeste de
Tebas, en una de las cuales se localiza la tumba de Neferhotep. A nivel del
monumento le corresponde una función específica: el superior cumple una función
solar; el intermedio, de culto o festividad, es el sector social del dueño de la tumba,
mientras que en el nivel inferior vincula con los aspectos osiríacos del culto
funerario.
El árbol de la vida se ubica en la pared norte del pasaje interior y el
simbolismo mágico impregna toda la obra por tal motivo su construcción obedece a
las pautas que imponía el estado. Organización bidimensional del espacio, sistema
de registros superpuestos, estructura de las figuras que nos muestran sus partes
más salientes siguiendo la ley de la máxima representación, logrando que las
figuras se destaquen del fondo con gran nitidez. Toda esta construcción está
reafirmada en su contenido por los jeroglíficos que acompañan la imagen, texto que
se encuentra muy deteriorado.
Finalmente el árbol de la vida estudiado responde a toda la ideología estatal
y evidencia en su composición tanto a la tradición como al estilo amarniano.
El pasaje de acceso a la capilla de culto que es motivo de nuestro estudio
constituye una clara unidad en la que se conjugan los símbolos del esperado
renacimiento eterno y los sujetos sustentadores del mismo. La riqueza temática de
sus imágenes y la excelente técnica de ejecución artística representan un ejemplo
de los monumentos del período, caracterizado por elementos propios de la
transición postamarniana (reinado de Ay).
Con su relevamiento y reciente documentación completa ha sido posible
reinterpretar ese espacio como unidad significativa dentro del conjunto
arquitectónico de TT49 a partir de la decodificación de sus representaciones.
Bibliografía
Introducción
La filosofía política moderna instala un nuevo paradigma para la comprensión
del fenómeno político. Éste es analizado bajo nuevos presupuestos, entre los cuales
se encuentra, fundamentalmente, la idea de que es el sujeto libre, por medio de
pactos y contratos quien decide voluntariamente sujetarse a un poder político. De
este modo, rompe con la idea tradicional del estado social como un estado natural
en el hombre, para convertirlo en un gran artefacto, producido por individuos que
ven en él un medio efectivo para llevar adelante sus propósitos de alcanzar el
bienestar.
El modelo contractualista moderno distingue claramente dos instancias: el
estado de naturaleza y el estado civil, uno constituye la contracara del otro y lo
niega. Ahora bien, ¿cómo se explica que individuos libres, que gozan de todos los
derechos en el estado de naturaleza acepten sujetarse a mandatos y a leyes
coartando, de esa manera, su propia libertad? Para algunos pensadores se explica
por la conjunción de dos condiciones que caracterizan al estado de naturaleza: la
inexistencia de leyes comunes y coactivas; y el hecho de que los hombres están
dominados por sus pasiones. Es por ello que los individuos se ven sometidos
permanentemente a la amenaza de la muerte por parte de sus pares. De este
modo, el temor a la muerte se convierte en la pasión política fundamental que
permite dar cuenta de la decisión de constituir el Estado civil para evitar los
peligros del estado de naturaleza. En este trabajo analizaremos las ideas que al
respecto sostienen Hobbes y Spinoza, dos de los pensadores más representativos
del pensamiento político moderno.
318
Hobbes, T., Leviatán, FCE, Buenos Aires, 1992, pág. 101
319
Idem, pág. 105
“Porque en virtud de esta autoridad que se le confiere por cada hombre
particular en el Estado, posee y utiliza tanto poder, posee y utiliza tanto poder y
fortaleza que por el terror que inspira es capaz de conformar la voluntad de todos
ellos para la paz”320
Una vez más, el temor al castigo, y, como su manifestación extrema, a la
muerte, ya sea por orden del soberano, o por la disolución del Estado que llevaría
nuevamente a la guerra de todos contra todos, es lo que permite asegurar la
obediencia, manteniendo, de ese modo, el orden del Estado.
En definitiva, el temor a la muerte juega en la teoría política de Hobbes un
doble papel: por una parte es el impulso que lleva a los hombres a abandonar el
estado de naturaleza, por otra, asegura la obediencia, y con ello la supervivencia
del Estado civil que, a su vez, garantiza la paz y la seguridad necesarias para la
vida. El temor a la muerte, entonces, es a la vez fundamento del nacimiento del
Estado y garantía de su continuidad.
320
Idem, pág. 141
321
Spinoza, B. Tratado teológico-político, Altaya, Barcelona, 1997, pág. 332
Puede observarse en esta ley natural según la cual cada individuo tiene el
máximo derecho a permanecer en su ser instala un principio que desafía a la
muerte, ya que impulsa a las criaturas a esforzarse por rechazar aquello que
amenaza su ser y a proveerse de lo que garantiza la existencia.
Ahora bien, en tal estado natural, bajo el imperio de las pasiones y
contando cada uno con el mismo derecho a satisfacerlas por cualquier medio es
inevitable que cada hombre se convierta en enemigo del otro, instaurando, de ese
modo una situación por demás insegura. No puede ser de otra manera, ya que la
naturaleza no prohibe ninguna de las acciones capaces de aumentar la satisfacción
del deseo de los individuos.
“Por consiguiente, todo cuanto un hombre, considerado bajo el solo
imperio de la naturaleza, estime que le es útil, ya le guie la sana razón, ya el
ímpetu de la pasión, tiene el máximo derecho de desearlo y le es lícito apoderarse
de ello de cualquier forma, ya sea por la fuerza, el engaño, las súplicas o el medio
que le resulte más fácil; y puede, por tanto, tener por enemigo a quien intente
impedirle que satisfaga su deseo”322
Sin embargo todos ven la utilidad que representa vivir sin miedo y
pacíficamente, por lo cual aceptarán unirse a fin de protegerse de la situación
caótica que reina en el estado natural. La razón no es en este caso un mero
instrumento que muestra la utilidad del pacto, sino que el objetivo mismo del pacto
será someter las pasiones a los dictámenes de la razón. El paso del estado de
naturaleza al estado civil deberá ser el paso del imperio de la pasión al imperio de
la razón. Las leyes de la razón son las únicas que pueden garantizar de manera
sostenida la conservación y la utilidad para el hombre, cumpliendo, de ese modo,
con la ley fundamental que impulsa a la conservación del propio ser. En definitiva,
es esta ley natural necesaria, que rechaza la muerte como la máxima expresión de
no conservación de la existencia lo que determina a los hombres a vivir en sociedad
bajo leyes racionales.
El pacto por el cual los hombres deciden renunciar a la posesión individual
de sus derechos en beneficio del todo colectivo implica la decisión de guiar las
acciones por la razón, refrenando los deseos y apetitos que pueden causar daño a
otros. Pero nadie renuncia a ese derecho si no es por la esperanza de un bien
mayor o por el temor a un mal mayor. Este principio indica que el modo en que
debe organizarse el Estado debe tener en cuenta que la obediencia sólo será posible
estableciendo un poder tan fuerte que sea capaz tanto de proteger a sus
ciudadanos como de disuadirlos de la desobediencia a través del temor al máximo
suplicio, que podemos suponer, está representado por la muerte.
322
Idem, pág. 333-334
“Por consiguiente, tendrá el supremo derecho sobre todos, quien posea el
poder supremo, con el que puede obligarlos a todos por la fuerza a contenerlos por
el miedo al supremo suplicio, que todos temen sin excepción”323
El temor a la desaparición de la existencia, una vez más, es la pasión que
tanto conduce a los hombres a unirse en sociedad, como obliga a cada uno a
obedecer a la autoridad civil, una vez constituido el Estado.
A partir del pacto el poder supremo queda en manos de la sociedad en su
conjunto, fundando, de este modo, una sociedad democrática. Es ella quien
conserva el derecho a defenderse quedando los individuos sometidos al arbitrio de
los dictámenes de este poder supremo, que debe ser obedecido sin restricciones. La
opción de Spinoza por la democracia se fundamenta en su interés por defender la
libertad de expresión y porque de ese modo, siendo todos los hombres a la vez
soberanos y súbditos, se evita de un modo más seguro la arbitrariedad y el
absurdo, siendo este Estado el que mejor garantiza los derechos de los hombres.
Conclusiones
La dialéctica entre la conservación y la desaparición, entre la vida y la
muerte es lo que permite explicar, a partir de una concepción pesimista de la
naturaleza humana, el paso del estado natural al estado civil. Entre esas pasiones
que dominan a los hombres es quizás la más primitiva la que permite superar el
estado natural y constituir el estado civil, esto es, el temor a la muerte. Pareciera
que el estado político es la mediación necesaria para salvar la contradicción que se
plantea en el estado natural entre la tendencia a conservar la vida y la amenaza de
la muerte cuando no existe una ley común, Sin embargo, ese mismo temor a la
muerte sigue jugando un papel fundamental en tanto garantía de la obediencia al
poder soberano.
El poder político que atemoriza con la muerte a todos por igual de acuerdo a
la ley pública es capaz de evitar la muerte segura que significa la ausencia de una
lay común y el imperio de las pasiones desenfrenadas de cada individuo, donde sólo
reina la fuerza .
Bibliografía
• Hobbes, Thomas: Leviatán, FCE, Buenos Aires, 1992
• Spinoza, B. Tratado teológico-político, Altaya, Barcelona, 1997 trad. Atilano
Domínguez
323
Idem, pág. 338.
EL HOMBRE ANTE LA MUERTE
Raúl Fernando Nader UNT
324
M. Heidegger. Ser y Tiempo. Fondo de Cultura Económica, México, 1974. P.262.
325
B. Spinoza. Ética. Orbis, Barcelona 1984. Parte IV, prop. LXVII.
Desde el principio y desde dentro la muerte está unida a la vida. La misma
vida la produce y la alberga. No podemos superarla, ni defendernos ante ella. La
muerte es naturalmente angustiante porque es fin y es una incógnita. Es fin de un
período vital, fin de un mundo de realidades, proyectos y esperanzas, fin de un
modo de ser temporal y humano. También es un misterio, que alberga la
posibilidad de otra vida, de un nuevo modo de ser, que es temido por desconocido.
Se abandona un mundo y se penetra en otro. La muerte, entonces, esconde un
enigma. Aunque creamos en otra vida, nos revelamos ante el hecho de la muerte.
La supervivencia del espíritu, no basta para disipar la angustia ante la
destrucción de nuestra realidad humana. Cuando un hombre advierte la cercanía
inexorable de la muerte, no puede dejar de sentirse herido en sus estratos más
personales e íntimos. Tiempo y muerte se encuentran unidos. El pasado devora el
futuro y el futuro ansía convertirse en pasado, lo concreto es un instante fugitivo y
breve. Nadie sabe ni la fecha, ni el lugar, ni el modo en que la muerte adviene,
pero sí se sabe que es inevitable.
Este hecho fatalmente necesario, puede presentarse como el absurdo y el
sin-sentido más grande. Sólo se lo conoce en segunda o tercera persona. Alguien
puede sentirse abandonado, frustrado, burlado, por alguien que ya no está más,
que lo perdió definitivamente. Es consciente, además, que no podrá albergar
ninguna esperanza para reencontrarse con ese otro en esta vida. Elaborar
simbólicamente esta experiencia, implica conferirle alguna significación, y superar
este hecho como un absurdo inexplicable.
Recordemos que los arqueólogos cultivan una disciplina que guarda una
estrecha relación con la cuestión de la muerte. Los hallazgos más representativos
en la vida de las sociedades primitivas, se encuentran en los restos fósiles que
tienen que ver con esto, es decir, en las tumbas. Al parecer, el hombre desde
siempre entierra a sus muertos, o realiza algún tipo de gesto, o ceremonia, que
tiene que ver con estos actos. Los estudios etnográficos, a su vez, mostraron una
gran cantidad de evidencias acerca de los diferentes modos de enterramiento, de
creencias y prácticas funerarias. La descripción y el análisis de este tipo de hechos,
revela la importancia que para el hombre ha tenido siempre este fenómeno, por lo
que, se encuentra en un lugar de primer orden. Ejemplifican esto los mitos, los
ritos, la literatura oral, los cantos, las danzas, el arte, etc. También, es posible
observar cómo se relaciona con lo social, lo político, lo económico y con las
diferentes instituciones religiosas.
Por el hecho de que este tema ocupa un lugar preponderante en una
sociedad, es que posibilita la elaboración a lo largo del tiempo una serie de
estructuraciones simbólicas, que obran como referentes sociales. Se pueden
observar ceremonias y prácticas que tienen que ver con la preparación y el cuidado
del cadáver, con el entierro propiamente dicho, con los distintos cultos al espíritu
los días siguientes al deceso. Los rituales se hacen necesarios porque con ellos se
trata de despedir al individuo de los miembros de su comunidad.
Por otra parte, el espíritu, o alma, va al lugar donde fueron aquellas que
partieron antes. En muchos casos el camino que realiza el alma de un difunto es
penosa y llena de peligros. Mircea Eliade nos dice al respecto que: “En lo que
concierne a la muerte los ritos son tanto más complejos por cuanto no se trata
simplemente de un fenómeno natural, sino de un cambio de régimen ontológico y
social; el difunto debe afrontar ciertas pruebas que conciernen a su propio destino
de ultratumba, pero así mismo debe ser reconocido por la comunidad de los
muertos y aceptado entre ellos”326. Uno de los ritos más importantes dentro de la
antropología de la religión, lo constituyen los ritos de pasaje de la muerte.
Por otra parte, los grupos familiares, en general, no sólo están conformados
por seres vivos, sino también por los que ya partieron. En muchos casos, los
espíritus de los fallecidos se constituyen como dioses tutelares, o como protectores
de un determinado grupo familiar. Es común encontrar que uno o varios de los
miembros de una familia lleven el nombre de los padres o abuelos ya fallecidos. En
un contexto más amplio y con una organización un más compleja; es corriente
encontrar como eje la figura de un antepasado que puede obrar como modelo.
Cuando la organización social está dada por una diferenciación en clases sociales,
encontramos estas diferencias en las representaciones de la muerte. Se construyen
cementerios diferentes para la elite y para el pueblo. También, es posible observar
en las tumbas arqueológicas, restos de los mejores productos alimenticios, técnicos
y artísticos de una sociedad.
Al respecto, en su libro Un mundo que se va, dice von Rosen: “Que el pueblo
que una vez habitó la ciudad y demás lugares, ahora en ruinas, de Casabindo, creía
en una vida ulterior, está demostrado por la manera en que sepultaron a sus
muertos. Colocaron en las tumbas toda clase de objetos de los que usaban en la
vida diaria, y que suponían pudieran ser de utilidad también en la otra. Así los
muertos llevaron consigo comida, ollas, fuentes, platos, cucharas, vasijas para
agua, vasos, calabazas, útiles para hacer fuego, ropa, adornos, armas,
implementos de agricultura, caza y pesca, implementos para el transporte sobre
llamas, remedios, amuletos, etc.”327.
326
Mircea Eliade. Tratado de historia de las religiones. Ed. Cristiandad, Madrid, 1981. P. 156.
327
E. von Rosen. Un mundo que se va. Fundación Miguel Lillo, U.N.T, Tucumán (R.A.), 1957. P 121.
Los objetos de la cultura son los que reflejan con una gran claridad el
comportamiento del hombre frente a la muerte. Si la muerte ocurre en el contexto
político de las sociedades, adquiere connotaciones especiales. La muerte de un
soberano puede paralizar la vida de una comunidad, generando duelo, velorios y
ceremonias que conducen a exaltar en la memoria colectiva la imagen del
personaje muerto.
La muerte implica un cambio en el status ontológico del individuo. Es
trascender la condición humana. Hay comunidades, donde si se realizaron los
rituales funerarios de un individuo, aunque éste despierte de su aparente estado de
muerte, lo mismo es declarado muerto y debe abandonar esa comunidad.
El hombre elaboró una cantidad de estructuras simbólicas que tienen que
ver con la muerte. Uno de los símbolos naturales más antiguos, es el relacionado
con la luna. Dice Eliade: “La luna es el primer muerto. Durante tres noches, la luna
desaparece del cielo; pero al cuarto día renace, y como ella, los muertos adquirirán
un nuevo modo de existencia. La muerte, no es una extinción, sino una
modificación –casi siempre provisional- del plano vital. El ‘muerto’ participa de otro
tipo de ‘vida’. Y como esa ‘vida en la muerte’ está apoyada y avalada por la
‘historia’ de la luna y (desde que el descubrimiento de la agricultura popularizó la
correspondencia tierra-luna) por la de la tierra, los que mueren van a la luna o
vuelven bajo tierra, a fin de regenerarse y asimilar fuerzas necesarias para una
nueva existencia. Esta es la razón por la que muchas divinidades lunares son a la
vez ctónicas y funerarias”328. Son también muchas las creencias que hacen de la
luna el país de los muertos. En algunos casos, sólo los jefes políticos o religiosos
tienen derecho al descanso post mortem en la luna.
Desde el hombre de las cavernas hasta hoy, se puede advertir como
una constante, el hecho significativo y característico que es el enterramiento. Las
diferentes maneras y formas de enterramiento, constituyen un reflejo de la
creencia en otra vida después de ésta. En sus orígenes, enterrar un cadáver no
obedece a consideraciones higiénicas, sino a profundos motivos religiosos, que
tienen que ver con el temor a la aniquilación total. Con la esperanza en la
existencia de otro mundo, de un más allá desconocido, pero fervientemente
deseado. En el caso de la cremación del cadáver, no implica una conservación del
cuerpo, sí una purificación de éste. En muchas culturas se ha considerado necesario
llegar al más allá con el mismo cuerpo que se tuvo en la tierra, esta creencia se
encuentra relacionada con la momificación.
Se conocen múltiples formas de entierro, de presentación del ajuar
funerario, preparación y disposición del cadáver, de creencias sobre el destino final
328
Mircea Eliade. Tratado de historia de las religiones. P.185.
del cuerpo y del alma. “El cuidado de la supervivencia del difunto y la necesidad de
facilitarla mediante ritos religiosos existían, por el contrario en las religiones de
salvación, como los misterios dionisíacos, el pitagorismo, los cultos helenísticos de
Mitra y de Isis”329. En occidente, en el contexto de la prédica católica, Ariés agrega
que: “Aproximadamente en el siglo XIII, y al mismo tiempo que el velatorio, el
duelo y el cortejo se convirtieron en ceremonias de la Iglesia, organizadas y
dirigidas por hombres de iglesia; había ocurrido algo que puede parecer
insignificante, y que sin embargo pone de manifiesto un cambio profundo del
hombre ante la muerte: el cuerpo muerto, antiguamente objeto familiar y figura del
sueño, posee desde ahora un poder tal que su vista se vuelve insostenible. Durante
siglos, será apartado de la vista, disimulado en una caja, bajo un monumento,
donde ya no es visible. La ocultación del muerto es un gran acontecimiento cultural,
porque, igual que el conjunto de las cosas de la muerte, está cargado de un
simbolismo eclesiástico en primera instancia”330
El acto de enterrar a los muertos se lo puede observar en todas las culturas,
y tiene, al menos, dos formas que también son universales: a) Hacerlo de manera
extendida, es decir acostados, y b) sentados con la cabeza entre las rodillas, en una
posición que se asemeja a la postura fetal. Esta última forma cuenta con una
riqueza simbólica que la primera en general la fue perdiendo a lo largo del tiempo.
Enterrar a los muertos es un hecho significativo y ordenador de sentido, Eliade dice
que: “Todo lo que sale de la tierra está dotado de vida y todo lo que vuelve a ella
adquiere nuevamente vida. Por el binomio homo-humus no ha de entenderse que el
hombre es tierra porque es mortal; el sentido es otro: es que el hombre ha podido
tener vida por venir de la tierra, porque ha nacido de –y vuelve a- la Terra
Mater”331
La posición fetal, dentro de una vasija funeraria, o no, asemeja en primer
lugar la postura que un ser humano tiene durante su gestación, antes de nacer. De
modo, que enterrar de esa manera a los muertos simbolizaría la forma de esperar
un nuevo renacimiento, es como estar en el vientre de la tierra para renacer a otra
vida. El cadáver está acompañado por alimentos, objetos, y toda clase de
elementos que puedan ser útiles y necesarios en el viaje hacia otro mundo.
Inclusive, en los restos de niños se encontraron juguetes para acompañarlos en ese
tránsito. Por tanto, desde una urna funeraria se puede reconstruir prácticamente
toda una cultura y una forma de ser de un pueblo.
De acuerdo a cómo se elabora el sistema de creencias respecto a una vida
después de la muerte, adquieren sentido y significación, gran parte de las acciones
329
Phiilippe Ariés. El hombre ante la muerte. Ed. Taurus. Madrid, 1987. P. 128.
330
Philippe Ariés. El hombre ante la muerte. P. 145.
331
Mircea Eliade. Tratado de historia de las religiones. P. 263.
y relaciones que se realizan en la vida cotidiana. Este sistema de creencias, a su
vez, fundamenta una determinada forma de ser, y confiere a una sociedad una
visión peculiar y característica de las cosas.
INTRODUCCIÓN
Las frutas, al igual que las flores, son la naturaleza misma presente en la
ceremonia, con su circuito incansable de vida y muerte y de regreso a la vida
después de la muerte. Para los budistas la propia vida del hombre es como una
estación, que pasa y que al cabo de un año se repite. Conlleva la idea de la
reencarnación.
Como es tradición en el rito budista, los cuerpos deben ser cremados. En los
dos casos en Tucumán, como no existen crematorios en esta ciudad, fueron
trasladados a Buenos Aires en el primer caso, registrado hace varios años, y a
Córdoba el más reciente. De esta manera las cenizas de los cuerpos fueron
arrojadas al Río de la Plata y a un río de Córdoba, respectivamente.
332
Daisaku Ikeda, El misterio de la vida a la luz del Budismo, Editorial Heplada, Madrid, 1990.
333
Revista “La única Alma” nº 3, editada por el Templo Hanmaum Seon Centro, Septiembre 2003
Cabe aclarar que sepultar un cuerpo o las cenizas bajo tierra no es lo
apropiado para el Budismo. Esto significaría estancar al difunto, inmovilizarlo. En
cambio el mar, el río, representan el movimiento, la no permanencia, la búsqueda,
la libertad, el cambio. En definitiva, el agua es el medio adecuado para encontrar el
camino de la Iluminación.
Este país europeo se divide internamente en dos regiones según dos grupos
étnicos distintos: los flamencos, grupo germánico, al norte; y los valones, grupo
latino, al sur. La mayoría de los belgas llegados a Tucumán provienen de la región
de Flandes.
Pero, mientras todo esto acontece, la familia directa del difunto, está
repartida realizando los trámites para obtener el certificado de defunción y los
papeles del cementerio; buscando al sacerdote o la Iglesia donde celebrar la
Eucaristía por el alma del fallecido, y abocada a una tarea muy peculiar que pasa
desapercibida para todo el que concurre a dar las condolencias a la familia y
acompañarla ante tan difícil momento. Se trata de organizar una recepción con
sandwichs, algunos dulces, una chopera o barril de cerveza, café, etc. una vez que
se regresa del cementerio.
Todos los asistentes, comenzando por sus familiares más cercanos, que
hasta hace apenas unas horas atrás lloraban desconsoladamente, ahora sonríen y
celebran que el fallecido esté gozoso en el paraíso. Ha pasado de la oscuridad a la
luz, de la muerte a la vida. Ha trascendido este mundo y ha alcanzado el cielo.
Todo esto nos habla de una fuerte concepción religiosa, respecto a lo que acontece
con el hombre ante el misterio de la muerte.
La fiesta dura unas horas con comida, bebida y hasta, en algunos casos, con
música. Esta celebración es un momento íntimo de la colectividad no compartido
con la sociedad local que, seguramente entendería el sentido de la celebración y
regocijo de la comunidad belga por este cristiano que hoy regresa a la casa del
Padre; pero que vería con extrañeza el modo de expresar el dolor del duelo
acompañado de una manifestación de festiva alegría.
CONCLUSIÓN
Los ritos funerarios de las distintas comunidades étnicas del mundo son una
viva expresión del bagaje cultural que los identifica. En las ceremonias, los olores,
los colores, la palabra, el canto, el silencio, las posturas corporales, son testimonios
de vivencias, de significados, de sentidos que están totalmente enraizados en las
creencias, en la fe y en los sentimientos mismos de los miembros de esas
colectividades.
• Revista “La Única Alma”: Editada por Templo Han-Ma Um Seon Centro. N° 3,
Septiembre 2003.
334
Platón, Timeo. Traducción, introducción y notas de C. Eggers Lan. Bs. As., Colihue, 1997
335
F. Cornford, Plato´s Cosmology. The Timaeus translated with a running commentary, London,
Routledge, 1937, p. 347
declara que “es una obra de cosmología, puesto que en él se propone un modelo
del universo físico”336.
Considero que quizá sea más prudente afirmar con Pierre Hadot que lo que
Platón se propone es “escribir un gran tratado sobre la phusis, en toda su
extensión, desde el origen del mundo y del hombre hasta el origen de Atenas. Aquí
de nuevo encontramos un libro de las “generaciones” que devuelve a los atenienses
el recuerdo de su origen y de sus antepasados para arraigarlos en el orden
universal y en el acto fundador del Dios creador. De hecho Platón no lo oculta:
propone en el Timeo, lo que llama una fábula verosímil, introduciendo en ella la
figura mítica del Demiurgo que produce el mundo al mirar el Modelo eterno que son
las Ideas”337.
En consecuencia, el presente trabajo se propone argumentar a favor de
dicha perspectiva antropológica. En efecto, mi hipótesis interpretativa descansa en
dos pasajes medulares del diálogo que pueden corroborarla. En 41 c leemos: “Si el
hombre no llegara a ser, el universo será imperfecto pues no tendrá todos los
géneros de seres vivientes” y, en 90 e “Y por cierto, ahora también parece que
estamos por llevar casi a su cumplimiento la tarea anunciada al comienzo: exponer
la constitución del universo hasta la generación del hombre”. Para expresarlo en
otras palabras, en este diálogo encontramos una singular y profunda vinculación
entre cosmología y ética, entre metafísica y antropología. De modo tal que
analizaré el pasaje 81 e, desentrañando las nociones claves allí presentes y a
continuación trataré de mostrar qué importancia tienen para la vida ética del
hombre, es decir, para la afirmación de una vida buena.
336
L. Brisson, “El Timeo-Critias. Contenido y cuestiones hermenéuticas”, p. 12 en Interpreting the
Timaeus-Critias, Sankt Augustin, Academia Verlag, 1997
337
P. Hadot, ¿Qué es la Filosofía Antigua?, México, FCE, 1998, p. 22
ser, o expresado más apropiadamente, “el Dios tras haber decidido que el mundo
se asemejara a la más bella y perfecta en todo sentido de las cosas inteligibles,
construyó un único viviente visible que contuviera en su seno a todos aquellos
vivientes que por naturaleza le son afines” (Timeo 31 a).
La idea de que el universo es un ser vivo, es una idea de gran profundidad y
de enorme alcance, porque señala la estrecha relación que hay entre macrocosmos
y microcosmos. Esta idea de la unidad del hombre y la naturaleza es la piedra
angular de la sensibilidad cósmica griega; en efecto, ellos “percibieron que tenían
una vaga visión de los lazos que conectan la conciencia humana y el mundo
exterior, un indicio de la participación humana en el esquema cósmico. La ciencia
moderna, aunque sin negar la realidad de dicha participación, la ve de un modo
diferente. Hoy aspiramos a proyectar las leyes matemáticas y físicas del universo
material sobre el hombre, con el objeto de explicar los fenómenos de la vida
mediante la física y las matemáticas, mientras que los griegos buscaban extrapolar
lo humano a las dimensiones del cosmos y consideraban a éste un organismo
vivo”338.
Ahora bien, para Platón “el nacimiento de este mundo se produjo como una
mezcla resultante de la combinación de necesidad e intelecto” (Timeo 47 e). La
obra del intelecto fue la creación del alma del mundo con singulares ingredientes y
también de un modo singular; sus componentes son el Ser, lo Mismo, lo Otro, cada
uno de los cuales es un intermedio entre lo indivisible y lo divisible. De este mezcla
surge el alma del mundo con una clara estructura matemática. En esta proporción
matemática sobresale, por su primacía, lo Mismo, que a través de su rotación
circular regular produce intelecto y ciencia (Timeo 37 a-c). Así, el Alma del Mundo
posee dos funciones claramente diferenciadas y significativas: una función motora y
una función cognitiva. Esta última es una derivación inmediata de su función
motora, ya que todo acto de conocimiento se reduce a un movimiento, idea ya
expresada en el Sofista. Ella conoce la totalidad de lo real mediante el movimiento
de sus dos círculos; aprehende lo inteligible mediante el círculo de lo Mismo,
mientras que percibe lo sensible mediante el círculo de lo Otro.
El cuerpo del mundo está constituido por los cuatro elementos
fundamentales: tierra, fuego, aire y agua, que carecían antes de la génesis del
universo de proporción y armonía (Timeo 53 a), es decir, estaban en un
movimiento desordenado e inarmónico; un movimiento mecánico, el ámbito de la
necesidad. Por ello “el intelecto gobierna a la necesidad por cuanto la persuade de
que conduzca hacia lo mejor la mayoría de las cosas que se producen; de esta
manera y de acuerdo con esto, este universo se constituyó en un principio en virtud
338
S. Sambursky, El mundo físico de los griegos, Madrid, Alianza, 1999, p. 62
de una necesidad sometida a sabia persuasión” (Timeo 48 a). Así, el Demiurgo a
través de su capacidad persuasiva otorga a los cuatro elementos una figura
geométrica determinada, la de los cuatro poliedros regulares, cuyos componentes
últimos son dos géneros de triángulos elementales.
Ahora bien, el hombre está constituido de modo semejante a como fue
constituido el universo; posee un alma y un cuerpo aunque los ingredientes que
constituyen su alma no son tan puros como los del Alma del Mundo. Y, en tanto,
que realidad sensible, el cuerpo humano está compuesto de los cuatro elementos
(Timeo 42 d-43 a; 82 a. Cfr Filebo 29 a-d). El Demiurgo escoge triángulos
regulares y lisos, mediante ellos hace una mezcla y forma la médula, con ella
fabrica el cerebro, la médula espinal, los huesos y el esperma. La médula presenta
una dignidad excepcional porque en ella se fijan las diferentes partes del alma y, es
el punto privilegiado de contacto de ésta con el cuerpo. De modo tal que a “esta
conjunción de alma y cuerpo, llamamos viviente” (Timeo 87 e).
339
W. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega V, Madrid, Gredos, 1995, p. 254
satisfacción que Platón llama “estado natural”, luego a la repleción de una falta,
carencia o ausencia (Filebo 31d-32e, 42 d; cfr. Timeo 64 a-65 b). Pero, ¿qué falta
o carencia puede haber en la muerte?.
Si como señala Monique Dixsaut340, plérosis-kénosis no es más que una
especificación del modelo de descripción pertinente que es aquel de la disolución-
restauración de una armonía, ¿qué armonía restituye el placer de la muerte? o
¿considera Platón la condición humana terrena como algo antinatural y que, por lo
tanto, busca la restauración de su estado natural? De ser así ¿cuál es ese estado
natural? ¿Es la vida humana una situación dolorosa y, por lo tanto, la muerte el
placer que nos alivia de esta carga?
No obstante, hay que observar que aún cuando la consideración platónica
del placer tenga como marco de referencia a los procesos fisiológicos de plérosis y
kénosis, el campo semántico de la palabra se extiende y se amplía para hacer lugar
a aquellos placeres puros, sin mezcla, genuinos o reales.
En efecto, estos se distinguen de los mixtos que son la restauración de un
equilibrio causado por el dolor.
Los placeres verdaderos (Filebo 50 e-53 c) son más elevados que los
placeres corporales y son placeres estéticos pues consisten en el goce de los
colores, formas y sonidos hermosos; son los placeres de la contemplación y, por lo
tanto, no la repleción de una carencia o falta, el alivio de un dolor, sino el disfrutar
ante la forma pura de un objeto que no está sometido a la contingencia de su
materialidad.
Los placeres puros o verdaderos son los placeres de la sabiduría, es decir, de
la adquisición de conocimiento ya que en ellos prima la medida, la proporción, la
simetría y, en tal sentido, son los mejores. Aquí en el Timeo, estos placeres son
aquellos de la visión y de la audición, la visión de la belleza del cosmos plasmada
en el sol, el cielo y las estrellas y, el sonido de la armonía, que con sus
movimientos regulares en el Alma del Mundo sirve de modelo para implantarla en la
vida humana (47 c).
En consecuencia, creo que el sentido oculto de este paradójico pasaje 81 e
es que cuando se ha vivido bien no debe existir temor ante la muerte.
En efecto, Platón señala que el placer de la muerte sólo tiene lugar después
de haber vivido y no subyace aquí un desprecio por la vida humana sino la
auténtica convicción de que ésta es propiamente humana “en la medida en que un
hombre vive principalmente de acuerdo con su razón cuando guía su cuerpo y es
guiado por sí mismo” (Timeo 89 d). Es la vida del Cosmos la que está en el
340
M. Dixsaut, “Une certaine espèce de vie”, p. 260 en M. Dixsaut (dir.), La Fêlure du plaisir. Études sur
le Philèbe de Platon, Paris, Vrin, 1999
trasfondo de esta afirmación si recordamos que dicha vida ha significado poner
orden y armonía a un material sometido a un movimiento mecánico y carente de
teleología; de igual modo, el hombre debe ordenar su cuerpo sometido a flujo y
reflujo con la actividad providente de su razón que conduce todo hacia lo que le es
afín.
Ahora bien, todo el discurso cosmológico de Timeo ha consistido en mostrar
que la razón del hombre es divina y que su ocupación es devenir como lo divino al
reproducir en su vida, en su naturaleza propia, la belleza y armonía revelada en el
cosmos, que es una criatura viviente dotada de alma y cuerpo.
El momento de la muerte es placentero porque toda la vida ha consistido en
el ejercicio de la virtud, en el cultivo de la excelencia humana que ha buscado
reflejar en sí los movimientos armónicos y regulares que rigen en el cosmos. La
primordial tarea humana es rastrear los planes divinos manifestados en el universo,
que es la obra de una Inteligencia divina, ordenadora y providente. Conocer ese
orden divino e imprimirlo en la propia vida es el alimento del hombre, lo que
necesita, mediante ese conocimiento él se ordena, mejor aún, se asemeja a lo
divino.
Conclusión
Como ya había afirmado el Fedón, el hombre que “se ha esforzado por los
placeres que conciernen al estudio, y así, tras adornar su alma no con adornos
extraños sino con el suyo propio –vale decir, con templanza, justicia, valentía,
libertad y verdad- aguarda el viaje hacia el Hades, de modo de poder hacerlo
cuando el destino lo llame” (114 e).
Sólo por la educación el hombre puede aprender a no temer a la muerte y a
esforzarse por hacer resplandecer en sí el brillo de la virtud, porque aún cuando se
nos pueda objetar que esto parece adecuado sólo para el filósofo, Platón en el libro
X de la República había afirmado que “la virtud no tiene dueño” (617 e).
Y en este profundo diálogo, Timeo, señala sin mengua que debemos
preparar aquello que ha de guiar al hombre, es decir, la inteligencia, porque ello es
lo más bello y óptimo para tal pedagogía (89 d).
En suma, todo lo que ha buscado ese educador incansable que es Platón es
mostrar que sólo cuando se considera el cosmos, el hombre puede vivir rectamente
y que ante la muerte, la actitud más adecuada es esperarla dulcemente. Tal ha
sido el sentido de su discurso cosmológico.
LA PENA DE MUERTE. UNA PERSPECTIVA DESDE LOS
DERECHOS HUMANOS.
Nilda Gladys Omill
¿Por qué será raro que ahorquen a alguien que no sea pobre?
Thomas Paine (1737 – 1809)
Un Poco de Historia...
Defensores Vs Abolicionistas
341
Beccaria, C (1984): De los Delitos y las Penas; ediciones Orbis; Bs. As. Pgs 71/76
342
Zaffaroni, Eugenio R (1983) Tratado de Derecho Penal, Tomo V; Ediar; Bs. As.
a. Todos tenemos derecho a defendernos de las agresiones que atentan contra
nuestra vida.
b. Ayudaría a la autoridad a que otros delincuentes se detuvieran ante el temor de
correr la misma suerte.
Entre los beneficios de esta medidas mencionan:
1. Si se elimina el individuo éste ya no molestará más, por lo tanto, se evitarán
futuros problemas con él.
2. Es una forma de proteger la vida de los ciudadanos.
3. Es mucho más barato eliminar al individuo que mantenerlo en la cárcel.
Hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos es utilizada para
argumentar a favor de la pena capital. Se dice que el artículo 3 que establece el
derecho a la existencia es muy claro y no tiene necesidad de ser interpretado al
apuntar que "todo individuo tiene el derecho a la vida"; lo cual implica un principio
de equilibrio universal, es decir, que también "todo" individuo debe respetar el
derecho que todo individuo tiene a la vida; en consecuencia cuando un delincuente
rompe este equilibrio por ejemplo privando de la vida a un semejante y
consecuentemente privándolo de sus demás derechos, ese mismo individuo está
renunciando a su propio derecho a la vida. Por lo anterior, la pena de muerte no
puede considerarse una violación a los derechos humanos, concretamente al
derecho a la vida de un individuo que primeramente ha roto el equilibrio existente
entre aquel y éste, es decir no ha respetado ningún derecho a la vida, ningún
derecho humano a su víctima y posteriormente ha demostrado que ningún otro
tratamiento que el Estado le imponga será capaz de corregir su conducta.
Los abolicionistas señalan, por su parte, que existen importantes estudios
científicos que demuestran que la violencia únicamente engendra más violencia.
Además de expresar que desde un punto de vista ético resulta altamente
contradictorio defender un valor (el respeto a la vida), negándolo a la vez. Por ello
argumentan como contras:
1. La corrupción del sistema jurídico que puede ser causa de errores, que no
podrán corregirse.
2. No es necesaria la pena de muerte para proteger la vida de los demás ya que
en la cárcel se puede reformar al sujeto.
3. Es una forma retrógrada de administrar justicia.
Formas de Ejecución
Ahorcamiento
El preso es colgado de una cuerda atada alrededor del cuello y muere debido
a la fuerza que, por la gravedad, ejerce el peso del cuerpo. La inconsciencia y la
muerte son causadas por lesiones en la médula espinal o, si esto no es suficiente,
por estrangulamiento, debido a la constricción de la tráquea.
Fusilamiento
La ejecución se lleva a cabo un único sujeto o un pelotón. El preso muere
por una o varias de las siguientes causas: lesiones de órganos vitales, como el
corazón, lesiones del sistema nervioso central o hemorragias. Aunque en un disparo
a corta distancia en la nuca debería producir la inconsciencia inmediata, el
procedimiento puede durar más tiempo en los fusilamientos por un pelotón, en los
que los soldados tiran desde una mayor distancia -y por lo tanto con menor
precisión- y pueden haber recibido la orden de apuntar al tronco, más fácil de
alcanzar que la cabeza Aunque algunos presos pueden permanecer conscientes
después de los primeros disparos incluso en las ejecuciones normales por un
pelotón, algunas ejecuciones han sido concebidas para prolongar el sufrimiento.
Electrocución
La electrocución surgió en los Estados Unidos en 1888, alegándose que sería
más humana que la horca. El procedimiento es el siguiente: se sujeta al preso a
una silla construida para este fin, los ejecutores sujetan electrodos de cobre
húmedos a la cabeza y a una pierna del condenado, las cuales han sido rasuradas
para asegurar un buen contacto entre los electrodos y la piel. Se aplican fuertes
descargas de corriente eléctrica durante breves periodos. La muerte se produce por
paro cardíaco y parálisis respiratoria .
Inyección letal
Este método de ejecución consiste en inyectar por vía intravenosa y de
manera continua una cantidad letal de un barbitúrico de acción rápida en
combinación con un producto químico paralizante. El procedimiento es similar al
utilizado en un hospital para administrar una anestesia general, pero los productos
son inyectados en cantidades letales. Se usan tres substancias conjuntamente: una
que hace perder el conocimiento , la segunda es un relajante muscular que paraliza
el diafragma, impidiendo así la respiración, y la tercera provoca un paro cardíaco.
Decapitación
Se separa la cabeza del tronco mediante un golpe de sable. Aunque la
intención es que el filo aguzado del arma corte rápidamente la médula espinal y
provoque la inconsciencia por el trauma, pueden ser necesarios varios golpes, ya
que el sable es un arma relativamente ligera y la duración de la ejecución depende
de la fuerza y de la destreza del verdugo.
Lapidación
La ejecución por lapidación suele llevarse a cabo estando el reo enterrado
hasta el cuello o atado de algún modo. La muerte puede ser causada por lesiones
en el cerebro, asfixia o una combinación de lesiones. Como una persona puede
soportar golpes fuertes sin perder el conocimiento, la lapidación puede producir una
muerte lenta.
La crueldad de la tortura es evidente e inadmisible en paises civilizados.
Pues bien, al igual que la tortura, una ejecución supone una agresión física y
mental extrema contra una persona que se encuentra indefensa y en poder de las
autoridades gubernamentales.
La crueldad de la pena de muerte queda patente no sólo en la ejecución en
sí, sino en el tiempo que un recluso permanece en espera de ser ejecutado,
pensando constantemente en su muerte a manos del Estado. Esa crueldad es
injustificable, por cruel que fuera el delito por el que el preso fue condenado.
Situación Mundial
Hoy día hay 63 países que han abolido la pena de muerte para todos los
delitos, y otros 16 la han abolido para todos los delitos salvo los excepcionales,
como los cometidos en tiempos de guerra.
Además de los países que han abolido la pena de muerte para todos los
delitos o para los delitos comunes, hay 24 países que pueden ser considerados
abolicionistas de hecho, pues mantienen la pena de muerte en la ley pero no han
llevado a cabo ninguna ejecución durante los últimos diez años o se han
comprometido internacionalmente a no ejecutar a ningún preso.
Estas cifras dan un total de 103 países que han abolido la pena de muerte
en la ley o en la práctica. Se podría decir que hay 92 países que mantienen la pena
de muerte, pero el número de Estados que realmente ejecutan a presos es mucho
menor. La inmensa mayoría (el 85 por ciento) de las ejecuciones conocidas se
llevaron a cabo en tan sólo cuatro países: Arabia Saudita, China, Estados Unidos e
Irán.
Tal como se ha indicado, estos progresos nacionales en la ley y en la
práctica se han reflejado en el desarrollo de normas internacionales que limitan la
aplicación de la pena de muerte y afirman la conveniencia de abolirla basándose en
cuestiones de derechos humanos. Dado el enorme y rápido progreso registrado en
el desarrollo de normas internacionales sobre la pena de muerte desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial, se puede prever en un futuro no muy lejano la aceptación
general de la abolición y su elevación a norma consuetudinaria del derecho
internacional. La tendencia hacia la abolición parece inexorable, pero es preciso
librar la batalla una y otra vez. Cada país tiene que experimentar un proceso que
normalmente largo y en el cual debe examinar los argumentos a favor y en contra
para, finalmente, rechazar la pena de muerte.
La Pena de Muerte como una Violación de Derechos Humanos
Bibliografía
En los EE.UU. de Norteamérica, la primera mitad del siglo XIX está marcada
por una sistemática búsqueda de la independencia cultural así como de un tono,
una voz, de algo que distinguiera a la producción cultural de esa geografía. La
independencia polítca se había conseguido en 1776, y la economía progresaba, los
norteamericanos experimentaron entonces la necesidad de definirse y diferenciarse
culturalmente.
Respecto, por ejemplo, de la literatura, con un canon integrado tradicional y
mayoritariamente por textos novelísticos ingleses, se realizaron diferentes
cuestionamientos respecto del futuro de la producción literaria estadounidense:
¿debían seguir formando parte de la inglesa o independizarse también de ella?.
Fue Edgar Allan Poe quien sostuvo la inutilidad de tales discusiones puesto
que, para él, la literatura no tenía nacionalidad; se trataba de producir buena
literatura y ella se distinguiría, por buena y no solamente por norteamericana.
Aunque había autores que escribían novelas, como Charles Brockden Brown o
James Fenimore Cooper -quienes inauguran la novelística estadounidense
incorporando motivos, personajes, conflictos locales- el cuento parecía adaptarse
mejor a las circunstancias y permitir la presentación y difusión de escenas de la
vida en la granja, de la lucha del hombre por subsistir en un medio desconocido e
incluso la reescritura de leyendas de origen europeo – especialmente holandesas y
alemanas- de forma accesible, en publicaciones periódicas. Puede, entonces,
apreciarse una tendencia muy marcada a la producción de cuentos y decirse que la
primera literatura estadounidense que se conoció en Europa estaba escrita en esta
forma narrativa.
Cabe, además, aclarar que el cuento no formaba parte de ese canon, de la
literatura bien reputada puesto que era considerado 'menor' que la novela.
Dispuesto a demostrar cuán digno de consideración y producto de cuánto
arte era, Poe se empeña en colocarlo a la altura de aquella y escribe numerosos y
variados cuentos, a fin de probar su teoría.
Publica Tales of the Grotesque and Arabesque, en 1840 y en 1842, en una
reseña crítica a la segunda edición de Twice Told Tales de Nathaniel Hawthorne, da
a conocer una especie de manifiesto sobre algunas de las normas que, según su
opinión, debían regir la escritura del cuento y servir para distinguirlo de otros
textos narrativos .
Se ocupa de los diferentes ámbitos que conforman e intervienen en el hecho
creativo: atiende a la construcción del texto, a la forma ideal del producto y a la
recepción por parte del público. Señala, en este sentido, la necesidad de perseguir,
en el lector, un efecto al que el corazón, el intelecto o el alma sea susceptible,
manteniendo siempre la originalidad a la vista. Ese efecto puede conseguirse
mediante diferentes combinaciones entre incidentes y tono de la composición . Elige
la melancolía como el tono ideal para afectar la sensibilidad y el intelecto del lector
y aconseja elegir como incidente uno relacionado con la muerte, en especial la de la
amada, mejor aún si es bella y joven. La muerte significó para el romántico Edgar
Allan Poe un tópico fascinante que construyó de diferentes maneras en sus obras.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
-Jorge Luis Borges: 1977, "Edgar Allan Poe" en Obras completas, Buenos Aires,
Emecé Editores.
-Umberto Eco, Thomas Sebeok: 1989, El signo de los tres, Barcelona, Editorial
Lumen.
-Edgar Poe: 1927, “The Philosophy of Composition” en Poems and Essays, Londres,
J.M. Dent and Sons.
-Edgar Poe: 1927, “Twice Told Tales de Nathaniel Hawthrone” en Poems and
Essays.
Edgar Allan Poe, London, 177-194; “Método de Composición” en Poe, Edgar: 1980,
Obra poética completa, España, Edic. Río Nuevo.
RÉQUIEM DE DAVID LAGMANOVICH:
LA MUERTE COMO HECHO FÍSICO, COMO SILENCIO, COMO
CENSURA.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
Resumen
La mortalidad entendida como el estudio de la acción de la muerte sobre la
población (Macció, 1985: 71) constituye una de las líneas principales de
investigación de la demografía y en general de los estudios de población, ya que es
uno de los factores principales que determinan el tamaño de las poblaciones
humanas, pero además porque modifica su composición por edad, sexo y muchos
otros caracteres. De hecho, los orígenes mismos de la demografía como ciencia
hace ya casi cuatro siglos estuvieron vinculados con el estudio de las masivas
defunciones que diferentes pandemias habían ocasionado sobre la población
europea, disminuyendo su número a veces significativamente.
Desde aquellos tiempos y hasta nuestros días, los métodos empleados para
estudiar la mortalidad en las poblaciones se han refinado notablemente, y nuestro
conocimiento respecto a la misma ha aumentado considerablemente, permitiendo
elaborar planes destinados a mitigar la acción de la muerte en determinados casos
y circunstancias.
En este trabajo se efectúa un breve repaso sobre la evolución y el progresivo
perfeccionamiento de los métodos empleados para registrar y contextualizar cada
vez con mayor precisión la acción de la muerte sobre la población, señalando a su
vez cual es el comportamiento según las edades y el sexo y qué factores
intervienen preferentemente como determinantes de los niveles de mortalidad de
una población
Bibliografía
• Arriaga, Eduardo (1996). “Comentarios sobre algunos índices para medir el
nivel y el cambio de la mortalidad”. En Estudios Demográficos y Urbanos.
Volumen 11. Nº 1. El Colegio de México, México. Pp. 5-30.
• Dorn, Harold (1975). “Mortalidad”. En Hauser, Philip M. y Otis Dudley
Duncan: El estudio de la población. Volumen 2. Centro Latinoamericano de
Demografía. Santiago de Chile. Pp. 601-650.
• Elizaga, Juan Carlos (1979). Dinámica y economía de la población. Centro
Latinoamericano de Demografía. Santiago de Chile.
• Livi-Bacci, Massimo (1993). Introducción a la demografía. Ediciones Ariel.
Barcelona.
• Lorimer, Frank (1975). “El desarrollo de la demografía”. En Hauser, Philip M.
y Otis Dudley Duncan: El estudio de la población. Volumen 1. Centro
Latinoamericano de Demografía. Santiago de Chile. Pp. 171-245.
• Macció, Guillermo A. (1985). Diccionario demográfico multilingüe (versión en
español). Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población –
Centro Latinoamericano de Demografía. Ediciones Ordina. Lieja. Bélgica.
¿CÓMO FUE QUE MURIÓ EL ARTE?
Introducción
343
Burgos Díaz, Elvira. “Dioniso y el romanticismo en la filosofía de Nietzsche”. Reflexiones sobre arte y
estética. José Vidal (editor). Ed. Fundación de Investigaciones Marxistas. Madrid, 1998. Pág. 27.
apariencia que tiene que ver con lo individual, con lo apolíneo. En las obras
apolíneas se mantiene la individualidad, la identidad de cada uno; no así en las
dionisíacas, en las que todos se confunden.
La tragedia ática es para Nietzsche el ejemplo supremo del arte, donde
Dioniso y Apolo conviven, se reconcilian. En ella están presentes el drama, la
historia, la apariencia, pero también el fondo oscuro, la tragedia misma referida a la
condición humana. “Cuando Dioniso y Apolo construyen juntos una obra de arte, la
significación de cada uno de ellos por separado ya no permanece. Cuando trabajan
en común, sus significados adquieren nuevos matices, ambos se modifican
mutuamente, porque lo importante es la relación, el juego entre ellos”344. Apolo
aporta la imagen plástica y Dioniso es como un telón donde Apolo dibuja la
hermosa apariencia. Apolo hace soportable el asomarse al goce y al espanto,
propios de la condición humana, que sin esa apariencia serían insoportables. La
tragedia es paradigma, pues en ella se mantiene viva la irreductible tensión entre
generalidad e individualidad. “El garante de semejante tensión esencial de nuestra
cultura a lo largo de la historia no es otro que el arte, cuya función es precisamente
la de velar para que el arco no se rompa (Damit del Bogen nicht breche, ist die
Kunst da)”345. En esta concepción de arte, no es la imitación, la mímesis lo que
interesa sino lo que acontece en el acto artístico. Hay un acto de refundación, de
renovación, una y otra vez, cada vez que Apolo logra dar forma única a ese
conocimiento propiciado por el rapto dionisíaco. Así el arte adopta una función
realmente creadora, de ordenación y estructuración de la realidad. Se trata, no de
una simple narración, sino de un suceso real, que tiene que ver con las
circunstancias concretas de ese pueblo.
La tragedia, paradigma del arte, muere con Eurípides y con Sócrates, quien
reemplaza el espíritu dionisíaco por la lógica del concepto. Para Deleuze ésta será la
primera de tres muertes de la tragedia, la segunda será con el cristianismo y la
tercera con Hegel. De hecho, Nietzsche siente estar viviendo la agonía del arte que
debía redimir a la cultura, y con él la agonía de Alemania y Occidente.
Con Sócrates lo trágico se convierte en racional y todo queda encerrado en
el concepto. Ya no hay lugar para la ambigüedad, para el fondo oscuro, para la
vida. Todo puede y debe ser explicado, las individualidades no pueden mezclarse. Y
para Nietzsche ésto no se queda sólo en el plano estético, sino que avanza también
en el plano ontológico, donde una concepción del mundo buscará anular otra. Hay
344
Burgos Díaz, Elvira. “Dioniso y el romanticismo en la filosofía de Nietzsche”. Reflexiones sobre arte y
estética. José Vidal (editor). Ed. Fundación de Investigaciones Marxistas. Madrid, 1998. Pág. 46.
345
Hermida Lazcano, Pablo. “El diagnóstico nietzscheano de la muerte del arte”. Reflexiones sobre arte y
estética. José Vidal (editor). Ed. Fundación de Investigaciones Marxistas. Madrid, 1998. Pág. 64.
un optimismo lógico y racional que termina con el pesimismo propio de la tragedia
ática.
346
Vattimo, Gianni. El fin de la modernidad. Ed. Gedisa. Barcelona, 1997. Pág. 52
sólo gracias al psicoanálisis percibimos el inconsciente pulsional.”347 La cámara es
capaz de captar, en medio de la multitud, aquello que no es tenido en cuenta por
los demás, puede detenerse en los detalles olvidados, sacando a luz una nueva
realidad, una nueva experiencia de la ciudad. Ése es el nuevo sensorium que
propone Benjamin, puerta abierta por donde poder escapar de esa aglomeración
improductiva, opresora, anónima de la masa. Un modo nuevo para el hombre de
ubicarse en el espacio que surge gracias a la experiencia de la ciudad y las nuevas
técnicas y que permite la inauguración de un nuevo espacio estético.
Las nuevas técnicas no destruyen la pintura, sino que la obligan a buscar
nuevos caminos. La fotografía, como la masa, acerca todo, libera al arte del aura,
esa lejanía irremediable. “¿Pero qué es propiamente el aura? [se pregunta
Benjamin] Una trama muy particular de espacio y tiempo: irrepetible aparición de
una lejanía, por cerca que ésta pueda estar.”348 La fotografía colabora para que el
arte pierda el carácter cultual y se acerque a la masa. “La técnica reproductiva
desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las
reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Y
confiere autoridad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva,
al encuentro de cada destinatario.”349 La obra de arte, al reproducirse casi
infinitamente, se acerca a la masa y, a su vez, se masifica. La reproductibilidad
técnica le permite al arte despegarse de su valor cultual, del ritual. Con la pérdida
del aura se acaba también la figura del contemplador de arte y es reemplazada por
el fruidor, quien inaugura una nueva forma de acercarse al arte. Se pasa de la
contemplación a la recepción. La masa se transforma en el receptor estético, y es
aquí donde hay una posible emancipación para Benjamin. Comienza a relacionarse
de otra manera con la obra de arte, pero también con su entorno, con el mundo
que la rodea, con la ciudad. En ella encuentra el camino para recuperar la huella
perdida, para reencontrarse con la tradición. Ésta sería la iluminación profana que
da lugar a la aparición de la verdad, luego de la pérdida del aura. Posibilidad
propiamente estética del que recorre la ciudad sin caer en la alienación de la
mercancía. El que deambula tiene la posibilidad de descubrir los objetos valiosos,
encontrarles un plus significativo a los objetos cotidianos; ¿y no es esto lo que hace
el arte contemporáneo?
Este optimismo presente en Benjamin, que lo ubicaría en un punto
intermedio entre los apocalípticos y los integrados de Eco, también es compartido
por Vattimo cuando señala que es posible encontrar en la experiencia estética
347
Benjamin, Walter. “Breve historia de la fotografía” Discursos interrumpidos I. Ed. Taurus . Buenos
Aires, 1989. Pág. 67.
348
Benjamin, Walter. Op. Cit. Pág. 75.
349
Benjamin, Walter. “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. Discursos
interrumpidos I. Ed. Taurus. Buenos Aires, 1989. Págs. 22-23.
actual aspectos no necesariamente negativos. Pero para que esto sea posible, es
necesario que el pensamiento también salte los límites que le habían sido
impuestos por la metafísica tradicional. Precisamente, “ todas las dificultades que la
estética filosófica encuentra al considerar la experiencia del ocaso del arte, la
experiencia del deleite distraído y de la cultura masificada se deben a que ella
continúa razonando atendiendo a la obra como forma presuntamente eterna y en el
fondo considerando al ser como fuerza, permanencia, grandiosidad que se impone.
En cambio, el ocaso del arte es un aspecto de la situación más general del fin de la
metafísica”350.
Arthur Danto en su libro Después del fin del arte aclara en una nota al pie,
que la de Vattimo es una perspectiva quizás demasiado amplia para él. Para él este
fenómeno del arte no es parte del fin de la metafísica, sino simplemente el fin de
una narrativa. “Yo estaba escribiendo acerca de cierta narrativa que, pensé, había
llegado a su final. Una historia había finalizado. Mi opinión no era que no debía
haber más arte (lo que realmente implica la palabra muerte), sino que cualquier
arte que surgiera debería crearse sin el beneficio de fortalecer ningún tipo de
narrativa en la que pudiera ser considerado como su etapa siguiente."351 ¿De qué
narrativa está hablando Danto? De todos aquellos pensamientos que estaban detrás
o debajo de las producciones artísticas y que iban marcando el camino. De esto
tampoco se salvaron las vanguardias que, aunque se proclamaban como liberadas
de todas las reglas del arte moderno, ellas mismas imponían reglas, por ejemplo en
los manifiestos, reglas que distinguían lo que arte de lo que no lo era. Dice Danto al
respecto: “la profunda verdad del presente histórico, me parece, se vincula con el
fin de la edad de los manifiestos porque la premisa subyacente en los manifiestos
del arte es filosóficamente indefendible. Un manifiesto singulariza al arte que
justifica como verdadero y único arte, como si el movimiento que expresa hubiera
hecho un descubrimiento filosófico de lo que es el arte esencialmente. Pero el
verdadero descubrimiento filosófico, creo, es que no hay un arte más verdadero
que otro y el arte no debe ser de una sola manera: todo arte es igualmente e
indiferentemente arte.”352
Se podría relacionar esto con la idea de Gerard Vilar, quien sostiene que la
situación estética que vivimos hoy, caracterizada por el desorden, es propia y
necesaria de una sociedad democrática contemporánea. Porque tanto la ciencia y la
tecnología como la norma moral y política poseen una visión unificada, monista,
frente a la visión pluralista y la apertura a numerosas experiencias, lenguajes y
visiones sobre el mundo, propias de la cultura estética. Ésta sería así como el
350
Vattimo, Gianni. El fin de la modernidad. Ed. Gedisa. Barcelona, 1997. Pág. 59.
351
Danto, Arthur. Después del fin del arte. Ed. Paidóa. Barcelona, 1999. Pág. 27.
352
Danto, Arthur. Después el fin del arte. Ed. Paidós. Barcelona, 1999. Pág. 55.
garante de ese pluralismo y tolerancia esenciales a toda democracia. “Para el arte
hay infinitos mundos e infinitas maneras de verlos y experimentarlos”353.
Conclusión
Los pensadores con los que reflexionamos en este caso coinciden en tomar a
la muerte del arte no precisamente como desaparición o ausencia de producción
artística. El ocaso, fin o muerte del arte reflejaría, más bien, un cambio importante
dentro de la producción y recepción estéticas. Para Nietzsche este cambio,
absolutamente negativo, se debe a la pérdida de lo dionisíaco, con todo lo que ello
implica. Para Vattimo los cambios en la esfera estética tendrían una relación directa
con el fin de la metafísica; en cambio Danto lo limita al fin de una determinada
narrativa. Pero ambos, guiados tal vez por Benjamin, no ven en esto consecuencias
puramente negativas; señalan un nuevo espacio donde la creación y la percepción
estética todavía son posibles. Diferentes, pero posibles. Sería interesante
preguntarse si en este nuevo ámbito pueden volver a encontrarse Dionisio y Apolo
y reestablecer el equilibrio perdido. Pero esto sería motivo de otro trabajo, ahora
que ya estamos seguros que el arte no murió y que podemos seguir disfrutando de
él.
Bibliografía
353
Vilar, Gerard. El desorden estético. Ed. Idea Books. Barcelona, 2000. Pág. 12.
EL LUGAR DE LA MUERTE EN EL PROCESO DE LA VIDA
INTRODUCCIÓN
354
Schopenahuer,Arturo, El mundo como voluntad y representación, ap. al libro II, Cap. XXVIII ,pag
386-387. Ed El Ateneo, Bs As,1950.
Así planteadas las cosas , la pregunta es más bien ¿Por qué la gente vive como si
la vida tuviera algún significado?. O en todo caso ¿Cuál es el significado de la
355
muerte ?. Desde el punto de vista de Berger y Luckmann , estas cuestiones se
formulan desde un vasto plano de significaciones que cada individuo hace suyas.
Puede decirse que no hay una angustia generalizada que produzca suicidios
colectivos frente al sinsentido de la vida porque son temas elaborados y
respondidos desde un universo significativo que define y constituye la realidad de
cada individuo que integra una cultura. Porque vivir en sociedad no implica solo
cumplir con ciertos roles y normas sino también compartir perspectivas comunes
acerca de lo que se considera que es la vida y como darle un sentido. Podemos
concluir, en una simplificación exagerada de la dinámica social ,que la religión
juega un papel fundamental en ella pues se encarga, entre otras cosas, de la
importante tarea de responder a las cuestiones planteadas y por lo tanto de brindar
el alivio necesario frente a la angustia que nos provoca la ineluctabilidad de la
muerte. Sin ahondar demasiado en este tema, baste apelar a nuestra realidad
inmediata, una cultura occidental que está en gran parte comprendida en un
conjunto de ideas religiosas, libera la vida de sus miembros de la pesada carga de
su muerte, desde el momento que postula la existencia de una vida ultraterrena, de
modo que el desasosiego que provoca la temporalidad humana, se diluye en la
promesa de una vida eterna.
Pero dejemos este análisis para centrarnos en el siguiente tema: ¿ Qué pasa
con quien no se "refugia" en este universo significativo?, ¿Cómo se representa la
vida y la muerte quien decide no adscribirse a una religión determinada? ¿Qué le
queda esperar?.
355
Berger P. y Luckmann T, La construcción social de la realidad. Ed Amorrortu, Bs As, 1968.
término ajeno, es "el límite" por excelencia. Para Simmel ésta concepción deriva de
una mentalidad mecanicista imposible de aplicarse en la lógica de lo viviente. En
realidad, la vida y la muerte son momentos distintos de un mismo proceso que se
explicita en la dialéctica de lo vivo y ambas configuran simultáneamente a cada ser.
Desde la biología encontramos la confirmación de la idea de que ser viviente y ser
muriente representan el mismo fenómeno. Los seres vivos constituyen un proceso
organizado no solo en torno al desarrollo de funciones vitales sino que éstas
mismas se configuran de una determinada manera en función de un desarrollo
temporal. Si no existiera un límite en el tiempo, la organización de esta unidad ,
se configuraría con una forma totalmente diferente. Pero, a diferencia de cualquier
otra especie viva el hombre sabe de su muerte y hasta cierto punto puede vivir un
poco más aliviado planificando y proyectando por que no sabe cuando ésta ocurrirá.
Tampoco los actos y la valoración de los mismos son iguales para quien
contempla en su futuro la muerte o la eternidad. Para Simmel, el cristianismo es un
intento de apartar a la muerte de la vida pues con la idea de la inmortalidad del
alma se pretende la superación de la muerte. Esta concepción con el tiempo pasa
por el tamiz de las interpretaciones y deviene en un cuerpo doctrinario
representado por la iglesia, que da como resultado una tergiversación de la doctrina
cristiana originaria. Por ejemplo, la iglesia considera que en el acto de morir, la
confesión es de gran importancia para entrar en el reino de los cielos. Pero la
misma debe estar acompañada del arrepentimiento, de modo que paralelamente a
ciertos actos rituales, una especie de garantía de acceso es la confesión ante
determinada autoridad. De este modo, el momento de la muerte adquiere una
magnitud crucial, pues de acuerdo a lo anteriormente expresado, aquel que
habiendo cometido toda clase de delitos y acciones perversas podría, por un acto
de contrición terreno, momentáneo, modificar toda su eternidad. Esta paradoja,
puede ser salvada respondiendo que poco importa un momento, diez o veinte años
frente a la inmortalidad. Y esto queda claramente demostrado con el hecho de que
es suficiente para la salvación del alma sólo un momento de genuino
arrepentimiento.
Más allá de estas disquisiciones es necesario reconocer que ya sea que se
adopte o no las creencias cristianas , será claro que en la representación de lo que
es la muerte estará comprendida también de modo determinante la idea que se
tenga del destino del alma y de su naturaleza. Tal como se vino expresando esto
significa que vida y muerte se encuentran relacionadas en el mismo nivel del ser.
Simmel lo expresa de la siguiente manera : " La formulación hegeliana de que todo
reclama su antítesis con lo cual se encamina a su síntesis superior en que, aún
quedando suprimido, precisamente con ello 'llega a sí mismo', quizá en ninguna
otra parte como en la relación entre vida y muerte haga más intensamente patente
su hondo sentido. La vida reclama desde sí la muerte como su antítesis, como lo
'otro' en que algo deviene y sin lo cual ese algo no tendría en absoluto sentido y
forma específicos".356
Ahora bien, en esta relación entre la vida y la muerte aparecen
contenidos de valor que se desarrollan en el proceso de la vida y que sin embargo
no dependen para perdurar de ella, sino que a través de la consideración de la
muerte , llegan a su plena a realización. Esto puede entenderse usando como
analogía , el proceso de la formación del yo. En el mismo, es de fundamental
importancia la relación entre la voluntad y el mundo en el cual esta se desarrolla.
En la medida en que este último se opone a la realización de los deseos de una
voluntad, va realizándose con más fuerza la determinación de la misma. Por el
contrario , una voluntad que no está limitada en su querer por las vicisitudes del
mundo, difícilmente podrá configurarse en un yo con rasgos sólidos y firmes. En
síntesis, así como la negación del mundo a nuestro yo provoca la insatisfacción que
lo moviliza a ir más allá, así también la muerte constituye la negación por la cual
los contenidos de la vida alcanzan su más plena significación. Ésta especial
configuración es lo que perdura aún después de la consumación de aquel proceso
de vida que los realizó. En esta intemporalidad de los contenidos de valor se
asienta la aspiración de perdurabilidad del yo. Aún así, el anhelo de inmortalidad
también se puede explicar de la siguiente forma: cada individuo es portador de
infinitas posibilidades pero el realizador de una sola de ellas. Sin embargo, las
posibilidades no realizadas de alguna manera gravitan siempre sobre su vida. A
ésta sensación de que "podríamos haber sido de infinitos modos" se le agrega
una profunda percepción de la contingencia de nuestra ubicación histórica.
El mundo (desde una perspectiva temporal y espacial) en el cual nos
desenvolvemos se constituye en base a sucesos que se configuran en el polo
opuesto a la necesidad. O sea que el hecho de que nos encontremos hoy en estas
circunstancias históricas no responde a ningún plan preestablecido, tal como le
gusta imaginar a la mayoría de las personas bajo la denominación de destino. En
realidad hay una interpretación subjetiva del acaecer, es el hombre desde su
interioridad quien le otorga significación a los sucesos del devenir. Para Simmel
cada quien es autoresponsable de las posibilidades realizadas, en conjunción con la
contingencia del mundo. Es el mismo individuo el que determina lo que será o no lo
que él denomina destino. Pero volvamos al origen de la idea de inmortalidad. De lo
que se trata es de tener la representación de un yo, poseedor de infinitas
posibilidades que subsiste aún frente a la contingencia histórica que denominamos
356
Simmel, Georg, Intuición de la vida, Cap III, pag 107, Ed Nova, Bs As, 1950.
mundo y que en esta red teje aquello que entendemos por destino. En este yo que
puede perdurar realizando distintos contenidos de valor también está el germen de
la idea de inmortalidad.
La relación entre muerte e inmortalidad depende fundamentalmente del
grado con el que se cumple en cada ser el proceso de individualización. A
continuación trataremos de explicar que entiende Simmel por este concepto. Para
esto, el mismo autor apela a la idea que Goethe tiene de inmortalidad. La misma
varía en grados e intensidad de acuerdo a los distintos seres vivos. Para aclarar
esto, primero es necesario considerar la muerte desde el concepto de especie por
un lado y por el otro desde la perspectiva del individuo. Desde el punto de vista de
la especie, la muerte es representada recién cuando se ha extinguido el último
representante de la misma. De modo que cada miembro de una determinada
especie sobrevive en su descendencia. Desde la otra perspectiva la muerte tiene
mucho que ver con la intensidad con la que se cumple el proceso de
individualización. Con una sencilla analogía que nos brinda la biología, considérese
la diferencia entre una forma de vida unicelular frente a otra entidad compuesta por
numerosas células. La primera, gracias a su constitución elemental está provista
de mecanismos simples para perdurar. Por el contrario, un organismo pluricelular
merced a un delicado equilibrio tiene que procurar mantener un metabolismo
complejo que le posibilite su sobrevivencia. En consecuencia, la posibilidad de
desintegración se hace presente allá donde exista una mayor diferenciación entre
las células que componen un organismo. En otras palabras, la muerte cobra mayor
fuerza, allá donde existe una mayor individualización. Veamos a continuación como
se aplica este fenómeno en la dimensión humana. A través de las afirmaciones de
Goethe, encontramos que ocasionalmente aparecen individuos que impregnan con
su individualidad el desarrollo general de la historia. Pertenecen a esta clase lo que
este autor denomina "aristocracia espiritual" y desde esta condición se los
considera inmortales. Simmel continua con esta propuesta concluyendo que: la
inmortalidad se relaciona directamente con la forma que cada ser le imprime a su
vida. Es cierto que por un lado existe una forma generalizada por la cual los seres
se representan el mundo, viven y en él mueren de manera uniforme. Pero también
es cierto que hay personalidades en quienes la representación del mundo y de la
vida responden a una configuración única e irrepetible. Podemos decir que en ellos,
la forma y la materia están vinculadas de una forma especial, que los distingue, los
individualiza. Un individuo es el particular modo en que se funden materia y forma
y la muerte es la aniquilación de esta única configuración. Por esta razón, podemos
en un sentido, afirmar que la muerte solo es posible en un ser individual. Y en otro
sentido afirmar que desde esta perspectiva la inmortalidad es posible. Pero,
paradójicamente, la consecuencia determinante de la individualización se produce
cuando el hombre renuncia a vivir de acuerdo a ciertos contenidos que las
circunstancias históricas le imponen y asume una autoresponsabilidad por la
realización de sus propios contenidos y valores. Renuncia a delegar en lo colectivo,
la responsabilidad de sí mismo. Esto trae como consecuencia un colosal esfuerzo
por mantenerse en delicado equilibrio entre su condición de individuo que sabe de
su aniquilación por un lado y por el otro sabe que su representación de los
contenidos de la vida no se repetirá jamás. En este peculiar modo de permanecer
en los contenidos gestados desde la individualidad encontramos el grado extremo
de significación que se le puede otorgar a la vida.
REFLEXIONES FINALES
Escribir sobre "la muerte", a modo de objeto de análisis tal como suelen
hacerlo ciertas metafísicas es una tarea inútil que a lo sumo puede brindarnos un
tibio concepto. Sin embargo, cuando tratamos de pensar la propia muerte la
situación cambia y desde esta incómoda perspectiva, el tema puede ser mucho
más eficaz. Porque coincidimos con Fernado Savater en el hecho de que la muerte
ha sido escamoteada al pensamiento filosófico. Considera que la causa de la
ausencia de la muerte en las especulaciones teóricas es que ella no puede ser
pensada. Razón por la cual, es más tema de discurso de monjes y predicadores,
que de tratados filosóficos. Que no podamos pensarla, examinarla y analizarla
contribuye a sentir con más profundidad la angustia que nos provoca la muerte.
Pero si la pretensión de analizar la muerte en el plano especulativo es inútil, pensar
la muerte en el terreno de la voluntad que se empeña en vivir, puede sernos de
gran utilidad. Albert Camus en El Mito de Sísifo afirma :-"las verdades aplastantes
perecen al ser reconocidas"- y lo que proponemos es justamente reconocer toda la
angustia que nos provoca el tener que morir. Sentir en toda su extensión la herida
de saber que nuestra situación es irreversible. Pero, una vez que se ha otorgado a
la muerte toda la dimensión que ocupa en nuestra vida, las cosas ya no vuelven a
ser las mismas. A través de las palabras de G. Simmel , vimos como se consuma
en la muerte, como antítesis de la vida, el proceso de la existencia y de sus
contenidos. La existencia, configurada por la muerte es radicalmente distinta. La
primera consecuencia, es que tomamos conciencia del transcurso del tiempo. Ya
Ortega y Gasset nos recuerda: "el lejos y el cerca sólo existen para quien mide y
cuenta y sólo cuenta quien tiene sus dias contados".357
357
Ortega y Gasset, José, Antología Qué es el conocimiento, Ed Pedro Cerezo Galan
La segunda consecuencia es la puesta en marcha de una voluntad
infinita en sus posibilidades y tercamente empeñada en la realización de sus
anhelos. Porque si algo podemos concluir, de acuerdo a las páginas precedentes, es
que aquello que configura a la vida en su plenitud, es el lugar que le damos a la
muerte. Queda por elegir qué hacemos con este "saber" acerca de la muerte.
Porque una vez que hemos instalado la idea de un fin , ya nada vuelve a ser lo
mismo. Podemos permanecer en el sinsentido de que a cada instante estamos
muriendo o por el contrario apoyándonos en esa cruda ecuación que mide nuestra
vida, comenzar cada jornada como si cada día estuviéramos naciendo.
BIBLIOGRAFÍA
La “consolatio”
La secuencia de la consolación presenta dos momentos fundamentales: a) el
diagnóstico del mal o momento propedéutico (L. I); b) la recuperación de la
memoria de sí y la exhortación a la Filosofía o momento de la consolación en
sentido estricto (L. II en adelante)
1. El momento propedeútico
De forma semejante a la aparición de las diosas en los textos de Homero y
Virgilio, la Filosofía, personificada como una mujer de rasgos singulares, irrumpe en
la celda de Boecio prisionero y expulsa a las musas que lo acompañan y
transforman su dolor en lamento poético. La expresión del dolor como lamento sólo
encuentra en ella rechazo. He aquí el primer elemento que requiere ser señalado:
la consolación no es equivalente a la expresividad del lamento, ni tan siquiera a la
358
Boecio, La consolación de la Filosofía, Madrid, Akal, 1997. Traducción e introducción de Leonor Pérez
Gómez. El texto latino corresponde a Consolatio Philosophiae, Bryn Mawr, P. A., 1990
359
L. III, prosa 1, 2: “...summum lassorum solamen animorum”
solicitud dolorosa de la muerte, tal como las palabras del prisionero la reclamaban
antes de ser interrumpido360:
“¡Bienvenida sea la muerte para los hombres cuando, sin turbar los dulces años,
acude a la llamada desesperada del afligido!
Pero, ¡ay!, ¡cómo huye en las desgracias con oídos sordos
y se niega cruelmente a cerrar los ojos de los que lloran!”
Ante los ojos de la Filosofía, esta exacerbación del dolor en palabras destruye
los frutos obtenidos por la razón; lejos de llevar un alivio al afligido, sólo lo
acostumbran a la enfermedad. Tal es la primera mirada de la Filosofía sobre Boecio,
la que lo descubre en su situación de enfermo. El rostro inclinado hacia la muerte,
la angustia y postración, la pérdida de lucidez, el abismo en que se halla sumergido
quien antes levantaba una mirada indagadora hacia el curso de los astros y
perseguía su explicación en cálculos matemáticos, son todos síntomas de su
enfermedad361. La curvatura de su ser hacia la muerte no le permite ver a la
Filosofía, ni reconocerla, ni mucho menos hablar.
La acción terapéutica comienza como un incipiente diagnóstico del mal, que
sólo dificultosamente podrá avizorar su causa: sufre de letargo, “enfermedad
frecuente en los espíritus desengañados”362.
El punto inicial de esta recuperación consiste en la limpieza de los ojos. La
metáfora sólo da cuenta de sí a través de sus efectos. Boecio es llevado a la luz,
pues la figura de la Filosofía se recorta ahora en su horizonte visual. Pero, además,
es llevado también a la palabra, pues puede hablarle. La secuencia que ha unido
una palabra que sólo puede dirigirse al dolor (la de Boecio), a otra que resuena sin
poder ser oída (la de la Filosofía), se torna a partir de aquí la secuencia de un
diálogo.
La oscuridad, que hasta el momento construía la clausura, comienza a
coexistir con la luz. Esta incorporación, si bien no anula de ningún modo la
recurrencia permanente a las imágenes tomadas de la naturaleza física, da lugar a
caracterizaciones extraídas de la realidad humana. La visión recobrada de la
Filosofía y su presencia en un ámbito sellado por el dolor y la angustia se tornan
intérpretes del mismo: el espacio donde se encuentra es la soledad y el exilio. Las
primeras explicaciones a través de las cuales el autor comprende su situación se
abren en dos direcciones convergentes: por una parte, son su participación en la
vida política y su acción en contra de la corrupción y en defensa de las instituciones
romanas las que han desatado la injusticia en contra suyo; por otra parte, el orden
360
L. I, metro 1, 13-14: “..mors hominum felix, quae se nec dulcibus annis/ inserit et maestis saepe
uocata uenit/ eheu, quam surda miseros auertitur aure/ et flentes oculos claudere saeua negat!”
361
Cfr. L. I, metro 2.
362
L. I, prosa 2, 6: “....lethargum patitur, communem illusarum mentium morbum”
del universo, expresado a través de los innumerables fenómenos de la naturaleza,
posee en las acciones humanas su excepción, ya que éstas oscilan anómicas,
sujetas a las variaciones de la Fortuna. Es dicha ausencia de legalidad la razón por
la cual los malhechores pueden encumbrarse en el poder y los inocentes padecer
injusticia.
Ambos niveles de la explicación constituyen una interpelación a la Filosofía y
su pretensión de racionalidad363: son sus incitaciones las que lo han conducido a la
vida política, es su perspectiva la que despliega la presencia de un orden racional
en el mundo. Pero se trata de caminos ciegos: el fracaso en la vida política
destruye toda proporcionalidad moral de la acción, la inversión de los resultados
torna manifiesto el “locus” de contradicción al orden racional, la misma vida
humana. La Filosofía ha salido ya del estadio de invisibilidad; sin embargo, su
visibilidad parece ahora corresponder a la de una falsa realidad. En orden a la vida
concreta del autor, sólo parece haber sido una guía falaz que conducía a la muerte.
Pese al abandono de la mudez, la lucidez de Boecio sólo percibe la muerte: esto es
lo que hay entre él y la Filosofía. La “preparatio mortis” ha sido en realidad una
“causa mortis”. ¿Cuál es la distancia teórica que resta recorrer para identificarla sin
más con el asesino o el verdugo?
La preocupación terapéutica de la Filosofía descubre la imposibilidad de
asimilación de remedios fuertes y busca precisar el diagnóstico. Las preguntas,
cuyo marco de referencia es la categorización del universo como “naturaleza”,
indagan sobre el conocimiento que Boecio posee sobre su principio, sobre los
medios cómo éste es gobernado y sobre su fin364. El prisionero posee una certeza:
Dios, a quien vincula con la idea de un principio de racionalidad de la realidad, es el
principio de la totalidad. Tal certeza deshecha la posibilidad teórica del caos en el
origen, pero no es suficiente para construir una explicación consistente de los
medios de gobierno del universo y de su fin. No comprende qué medios son
empleados y confiesa que el dolor ha alejado de su memoria su anterior
conocimiento del fin. Conocimiento de su principio, incomprensión de los medios,
olvido del fin: esta tríada es la consistencia del “estado de la cuestión” de la
inteligencia boeciana frente a la muerte. El núcleo de este estado es descubierto
por la Filosofía en las preguntas con las que produce la interpelación final365:
“.....«¿recuerdas que eres un hombre?»
363
Dicha interpelación se dirige tanto a la línea platónica como a la estoica: a la platónica, en el orden
del gobierno de la polis por los sabios; a la línea estoica, en el orden de la racionalidad del cosmos y la
posibilidad de impasibilidad. Cfr. L. I, prosa III, 4 – 11, donde la Filosofía busca llevarlo a la memoria de
las persecuciones experimentadas en la historia, y también L. I, metro IV, donde se expresa la apelación
a la imperturbabilidad estoica. Ninguno de estos argumentos satisface a Boecio.
364
Cfr. L. I, prosa VI, 1–16.
365
L. I, prosa VI, 14-16: “...hominemne te esse meministi? --- quidni, inquam, meminerim? --- quid
igitur hom sit poterisne proferre? --- hocine interrogas, an esse me sciam rationale animal atque
mortale? scio, et id me esse confitero. ---- et illa: nihilne aliud te esse nouisti? ---nihil.”
«¿Cómo podría no recordarlo?», respondí.
«¿Podrías entonces explicarme qué es el hombre?».
«¿Me lo preguntas para saber si sé que soy un animal racional y mortal?
Sí, lo sé y admito que lo soy».
Y ella preguntó: «¿Estás seguro que no eres ninguna otra cosa? ».
«Lo estoy».
366
Cf. Alfonsi, L.,“Studi Boeziani IV: Boecio e la tradizione protrettica”, Aevum, 25 (1951), 210-222;
Pérez Gómez, Leonor, op. cit.,“Introducción”; 48-49: “Aunque como vemos la Consolación de Boecio
presenta rasgos típicos de la literatura consolatoria, desde el punto de vista del contenido sería más
exacto considerarla como una especie de protreptikós, es decir, como una exhortación a la conversión
filosófica, presentada bajo la forma de un diálogo...... En la medida que los conocemos, se diferencia de
los protrépticos filosóficos en que estos últimos, que siguen la tradición del Protreptikós perdido de
Aristóteles, buscan ganar al prosélito para la filosofía exclusivamente o por primera vez, mientras que
aquí, y por influjo de la teoría del recuerdo platónico, se intenta que alguien, que por las circunstancias
desfavorables en que se encuentra se ha alejado de la Filosofía, regrese de nuevo a su antigua actividad
filosófica y, una vez logrado esto, conducirlo a la religiosidad cósmica de los neoplatónicos.”
radical de sentido, enfrentada a su límite, ¿cabe aún la posibilidad de mirar algo
que no sea la muerte? Por otra parte, si la dirección de la mirada se apartara de
ésta, ¿no se transformaría sólo en una mera desviación, a la que la fuerza
gravitacional de la muerte corregiría inevitablemente en un plazo x, cualquiera
fuese su duración? Mientras avanzamos hacia la muerte, el esfuerzo de lucidez
puede expandirse en variadas direcciones, pero cuando el fracaso y el límite se
vuelven coextensivos a toda la experiencia vital, la racionalidad pierde toda su
extensión.
Lo singular de la consolación boeciana es que los tópicos habituales en la
literatura de consolación367, tales como la caducidad de la realidad y de los bienes y
la crítica a la eficacia del mal, constituyen en sí mismos una ruptura de la identidad
entre la racionalidad y la conciencia de muerte.
En efecto, Boecio ha experimentado la pérdida de sus bienes, de sus funciones
públicas y su honor, así como también la pérdida de su gloria. En tanto no lamenta
no haberlos poseído nunca, sino haberlos perdido luego de tenerlos, su queja se
expresa como dolor por la variación de su situación, como sujeción a la mudanza de
la Fortuna. La mutabilidad y la fragilidad de los bienes se experimentan como
caducidad de lo real. La Filosofía sostiene la mirada sobre la caducidad,
ratificándola368. La mutabilidad de lo que es constitutivamente mudable (la
Fortuna), ya presente en su ser de tal en las condiciones favorables de vida,
coincide consigo misma al alternar a una situación desfavorable. De modo
semejante, la posesión de los bienes puede ocultar su intrínseca fragilidad y
limitación; pero su pérdida las pone de manifiesto fundamentalmente en tres
aspectos, su ausencia de inherencia (por eso podemos perderlos), su ineficacia para
tornar bueno a quienes lo poseen, su constitutiva temporalidad. Lo que significa
que la mudanza y la pérdida se hallaban ya contenidas en su posesión, pues éstas
no podían cambiar su rango ontológico.
Por otra parte, el anhelo de felicidad369 moviliza toda la eficacia activa, pues a
través de ella lo buscado es la obtención de lo que cada hombre identifica con la
felicidad. Dicho impulso se lleva a cabo de maneras múltiples, y la razón de ser de
cada una de ellas es su eficacia para la producción de la felicidad buscada. Sin
embargo, todo aquello que se lleva a cabo está también afectado por el límite370: a)
en tanto no cabe posesión de ningún bien que no conlleve necesariamente la
presencia de una carencia concomitante (como la inquietud que acompaña a la
posesión de riquezas) o un asombroso fenómeno de inversión (como el paso de la
367
Cf. Curtius, Ernst, Literatura europea y EdadMedia Latina, Méjico, F:C:E., 1998, 123-126.
368
Cf. L. II.
369
Cf. L. III, prosa 2, 2-20.
370
Cf. L. III, prosa III – VIII.
independencia y suficiencia buscadas a la dependencia obtenida); b) en tanto la
pluralidad de vías y la división subsiguiente de los bienes queda ineludiblemente en
oposición a la unicidad y simplicidad del Bien, único término posible de
cumplimiento de la amplitud del anhelo humano.
Los argumentos sobre la identidad de Bien y Felicidad, así como sobre la
existencia de una realidad que sea tal (sea cual sea el valor demostrativo que les
asignemos tanto a ellos como a su metafísica platónica subyacente), constituyen el
fundamento de la recuperación de la memoria. Su mortalidad no es ya su
identidad: su racionalidad se manifiesta como medida de lo limitado y, en tanto tal,
como apertura al Bien y a la Felicidad. La consolación se ha llevado a cabo como
afirmación de la capacidad inclusiva de la razón respecto de la muerte y el límite,
como devolución de la investigación a la inteligencia. Al transformar en cuestión a
la muerte, ya no es ella quien abarca a la razón, sino que, por el contrario, queda
abarcada por ella. La consolación boeciana afirma la inmortalidad desde este
impulso que, al vincularse con su objeto, se vuelve semejante a él. Pero si incluso
esta concepción no formara parte de la misma, la desnuda afirmación de la
identidad filosófica como patria de su razón configura el paso decisivo de la
consolación.
Resta, sin embargo, remover un obstáculo crucial; pues la memoria de
su ser y el retorno del exilio no lo han quitado de las manos de sus enemigos. Sabe
ya quién es, pero la acción de los otros de todos modos se impone sobre su vida.
¿Es entonces la suya una afirmación absolutamente ineficaz y débil? Boecio rechaza
la eficacia del mal371; más aún, su pensamiento lleva al límite la negativa. En
primer lugar, porque sus actos no pueden proporcionarle la Felicidad buscada: ¿qué
eficacia es tal si no obtiene lo que anhela? En segundo lugar, porque no cabe una
condición neutra de la naturaleza humana y su anhelo de Bien: así como obtenerlo
lo enaltece y lo lleva a la condición divina, rechazarlo lo sitúa inexorablemente
debajo de sí y lo convierte en bestia. En tercer lugar, porque, aunque mantengan
figuras humanas, han dejado de existir; puesto que todo lo que existe es bien, la
pérdida del bien supone la pérdida de la existencia. ¿Es posible odiar a quienes se
ocasionan a sí mismos tales desgracias? No, ni siquiera cabe el odio: se dan muerte
con las mismas manos con las que creen matar. Boecio aparta así su vida de las
manos de sus verdugos: ha encontrado consuelo.
371
Cf. L. IV.
EL RITO DE LA CONVERSACIÓN
372
GEVAERT, JOSEPH (1980), El problema del hombre. Introducción a la antropología filosófica.
Salamanca, Sígueme, p. 314
373
Todas las citas de la traducción de GARRIGA, JUAN (1999), Platón. Diálogos. Barcelona, Iberia.
hombre ante la muerte pierde la comunicación, la conversación. El mundo de los
vivos tiene la extraordinaria capacidad de señalar y de nombrar; la muerte
inversamente equivale a la ausencia de respuesta; quedamos huérfanos de
conversaciones, privados del intercambio lingüístico que configura nuestra
subjetividad.
La muerte hiere al hombre en el corazón mismo de su existencia personal e
interpersonal, ya que el cuerpo es la mediación de cualquier expresión y
realización del hombre374.
374
GEVAERT op.cit. p. 310
375
Los antiguos griegos sostenían que al morir se descendía al infierno, que era el reino de Hades. El
verbo griego eido (ειδω) significa ‘ver’, ‘observar’, ‘reconocer’ y también ‘saber’, ‘comprender’, ‘conocer’.
En su doble acepción configura la equivalencia entre luz de los ojos y luz del entendimiento. Hades, el
nombre del dios infernal, es una forma de este verbo con alfa ( ) privativa; el infierno es, en
consecuencia, el mundo de lo ‘invisible’, de la ‘ignorancia’, de la ‘oscuridad’. El reino de las tinieblas no
sólo desde el punto de vista del sentido de la visión sino también desde el punto de vista intelectual.
376
Según veremos en el transcurso de esta exposición la concepción homérica del infierno no contempla
la cualidad dialógica de las almas.
2. Desde siempre la humanidad sepultó a sus muertos y les rindió honores
porque creía que continuaban viviendo en el mundo subterráneo de una manera
semejante a la que llevaban antes de morir (recordemos que el propio Sócrates
supone que va a continuar sus diálogos en la búsqueda de la verdad). Se destinó
para los difuntos la sección subterránea del universo, ese lugar común debajo de la
tierra recibió el nombre infierno derivado de ‘inferior’377. Nuestra palabra infierno
viene del latín ‘infernus’, ‘estancia de los dioses infernales’. Los griegos lo
denominaron Hades y los romanos Orco. Completamente desconocido para los
vivos, la existencia de este lugar ha sido siempre un inquietante misterio. Por lo
general se lo ha equiparado con nociones morales de culpa y de castigo, destinado
post mortem para los buenos y/o los malos.
377
En la Enciclopedia Iatliana – Di Scienza, Lettera ed Arti. Instituto dell’Enciclopedia Italiana fondata da
Giovani Treccari, 1933, Tomo XIX se lee: “L’uomo, spettatore del cosmo, designo le parte cosmiche piu
in basso di lui come parti ‘inferiori’ o ‘infernae’, e quelle ‘superiori’ come ‘supernae’, applicando
naturalmente gli stessi aggettivi a esseri appartenenti alle rispettive parti. Quindi l’aggettivo,
sostantivato al plural ‘inferna’ o ‘inferi’, designo la parte del cosmo sotterranea, ‘inferiore’ all’uomo, nella
quale la mitologia assegno l’oltretomba umano e il rego di Ade”.
378
Las tinieblas símbolo de la muerte sugieren una transformación espiritual; allí lo sagrado se
manifiesta y puede conocerse la verdad. El habitual temor de la naturaleza humana a lo extraño y las
diversas maneras de relacionarse con lo sagrado han llevado a imaginar una estructura cósmica que
permita establecer conexiones con la divinidad. Para las culturas que reconocen la concepción de los tres
niveles, el lugar sagrado es el ‘centro’ donde se produce la ruptura de los tres niveles “el infierno, el
centro de la tierra y la puerta del cielo se encuentran en el mismo eje y por ese eje se efectúa el paso de
una región cósmica a otra” (ELIADE, MIRCEA (1967), Lo sagrado y lo profano. Barcelona, Labor p. 42).
Un conjunto de ritos consiente anular el tiempo y el espacio profanos y alcanzar el ‘Gran Tiempo’.
Cumplidos los rituales de ofrendas a los dioses que ligan al hombre con sus
divinidades, se inicia el ritual que permite actualizar los vínculos con algunos
difuntos: el héroe y sus compañeros cercenan reses cuya sangre, que se dispersa
por la boca del hoyo, faculta que asomen las almas. Por último, los muertos al
beber unos sorbos de la sangre de las reses inmoladas recuperan la memoria y la
inteligencia. Tiresias le indica:
de los muertos aquel que tú [Ulises] dejes llegar a la sangre
te dirá sus verdades y aquel a quien no lo permitas
te dará la espalda y atrás volverá su camino” (vv.147-149)379.
379
Todas las citas de la traducción de PABÓN, JOSÉ MANUEL (2000), Homero. Odisea. Madrid, Gredos.
380
Cfr. MIGNOLO, WALTER (1987), “Diálogo y conversación” en Diálogos Hispánicos N°6. Amsterdam.
Radopi p. 3 y sig.
El intercambio comunicativo es posible entre cada uno de los difuntos y Ulises;
inversamente los muertos no mantienen entre sí vínculos comunicativos: el infierno
es el lugar del silencio. El intercambio es unidireccional: cada uno a su turno habla
con Ulises por su cuenta. El infierno, el confín del océano a donde ha llegado Ulises
no es un espacio institucionalizado, requiere la permanente contextualización. Toda
vez que las almas toman la palabra describen el lugar en el que se encuentran
destacando de él lo que consideran más impresionante según sus propias
percepciones. y no disimulan la sorpresa que les causa la llegada del héroe a esos
recónditos lugares prohibidos para los vivos.
Tiresias al notar la presencia del héroe dice:
¡Oh Laertíada, retoño de Zeus, astuto Ulises!
¿Cómo ha sido, infeliz, que, a la luz renunciando del día,
has venido los muertos a ver y el lugar sin contento? (vv.92-94)
La sombra de Aquiles exclama sorprendida:
¡Oh Ulises,
rico en destrezas, Laertíada, retoño de Zeus! ¿Qué proeza
ya mayor, temerario, podrás concebir en tu mente?
¿Cómo osaste bajar hasta el Hades, mansión de los muertos,
donde en sombras están los humanos privados de fuerza? (vv. 472-476)
381
La Eneida (1947), Editorial Losada.
héroe vivo y los difuntos no intercambian información -como en Homero-; Eneas
realiza más bien un camino de perfeccionamiento a fin de modificar su condición
ontológica. Las revelaciones recibidas en el infierno de parte de su padre muerto
confieren a Eneas un conjunto de cualidades y atributos extraordinarios, a la
manera de un rito iniciático antes que un rito del intercambio subjetivo en la
comunicación. La lingüisticidad del infierno virgiliano, como cada verso de la
Eneida, se subordina al proyecto de poetización de los orígenes divinos de Roma.
En el Canto VI Eneas llega a las playas de Cumas e “ingresa debajo de los
bosques de Trivia” (v.13) en busca de la Sibila. La sugerida presencia de la diosa,
su nombre y atributos advierten sobre las características del lugar: Trivia es Diana
o Hécate, pertenece al mundo subterráneo y representa el nivel más profundo y
sombrío del cosmo. Una vez más, como en el caso de Ulises, el héroe lleva a cabo
actos rituales para anular el espacio y el tiempo profanos e ingresa en el ‘Gran
Tiempo’. Eneas atraviesa el umbral del templo que se encuentra en el punto más
alto. Símbolo del ‘Pilar Central’ que sostiene los tres niveles cósmicos, permite el
acceso del héroe al centro del mundo382. La sacerdotisa padece transformaciones
espirituales que se manifiestan en los cambios en su apariencia física383. El héroe
implora autorización:
Sólo una cosa te suplico: dicen que aquí está la puerta del rey
infernal y la tenebrosa laguna formada por las aguas desbordadas
del Aqueronte, haz que tenga la suerte de llegar a ver a mi
querido padre y de conversar con él (vv. 106-109).
Para lograr el ingreso a las tinieblas subterráneas, Eneas debe cumplir actos
rituales de dos clases: de purificación y de ofrenda a la diosa infernal. Cumplidos
los compromisos con la divinidad y una vez que se ha sepultado a Miseno –el
cadáver insepulto contaminaba al grupo de marineros-, el héroe se encuentra en
condiciones de iniciar el descenso. Recordemos que en la Odisea los difuntos se
acercan a la boca del hoyo dispuesta por Ulises en el suelo. En el poema de Virgilio,
en cambio, el héroe acompañado por la Sibila realiza y completa un largo
peregrinaje por el mundo infernal. Eneas transita a través de la laberíntica sucesión
de personificaciones, monstruos y figuras pavorosas. Lagos de fétidos olores,
penumbras, almas que ambulan sin sentido conforman la impresionante geografía
de ultratumba.
382
ELIADE, MIRCEA (1967), Lo sagrado y lo profano. Barcelona, Labor.
383
Son los disturbios ocasionados por la presencia del dios Apolo: las descripciones de la representación
de lo sagrado crean una atmósfera de terror y fascinación; mysterium tremendum – mysterium
fascinans; se busca huir de esta prensencia divina y al mismo tiempo resulta seductora y atractiva.
OTTO, RUDOLF (1925), Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de dios. Madrid, Revista de
Occidente.
El poeta-narrador acompaña a los peregrinos en el descensus; solicita
amparo e inspiración de los dioses infernales mediante una advocación a las
silenciosas sombras infernales:
Séame lícito narrar las cosas que he oído (v.266).
384
ELIADE, MIRCEA (1984), Iniciaciones místicas. Madrid. Taurus.
buscan con la iniciación la trascendencia de la condición humana hacia un modo
superior de ser. La rama dorada es un símbolo del Árbol del Mundo, cuyas raíces se
hunden en el infierno y sus ramas llegan al cielo. De acuerdo con las
interpretaciones de Mircea Eliade, dentro de cualquier experiencia religiosa,
consagrar como ofrenda la rama dorada significa proyectarse al centro del mundo.
Así, el significado simbólico del tributo alude a la condición de inicado de Eneas,
anticipa cambios existenciales y garantiza su inmortalidad y la de los suyos (en este
caso Roma, la ciudad que va a fundar).
No cualquiera puede iniciarse, se requiere valor espiritual y capacidad para
experimentar lo sagrado. Caronte le advierte a Eneas que no sólo hace falta que el
candidato sea un descendiente de los dioses: el conocimiento de los misterios
pasados y futuros exige vocación espiritual. Se comprende ahora por qué la Sibila
nombra a los compañeros de Eneas con el adjetivo profani385: sólo el héroe puede
ingresar en el tiempo y en el espacio míticos donde recibirá las revelaciones
arquetípicas.
En este contexto iniciático, la figura de Anquises adquiere también un
significado paradigmático.
El antepasado recorría el Gran espacio con sus novicios y les enseñaba los
ritos mediante los cuales creaban a los seres o los fijaba en una morfología
estable386.
385
‘procul, o procul este, profani (v. 258)
386
CAILLOIS, ROGER (1942), El hombre y lo sagrado. Fondo de Cultura Económica.
387
ELIADE, MIRCEA (1967), Lo sagrado y lo profano. Barcelona, Labor.
En el Hades griego y en las Gargantas del Orco latino entre personas con
vínculos entrañables se ha cumplido el rito de la conversación acerca de lo
cotidiano, de sus vidas y de sus muertes. Sobre la condición del alma, la
metempsicosis y los castigos y premios. Las conversaciones infernales representan
la dimensión del corazón y del espíritu humanos, al hablar se recupera la
corporeidad perdida, al establecer intercambio de sentimientos, dolores, alegrías y
tristezas los vivos y los muertos se encuentran nuevamente en una trama de
acontecimientos. Se unen a los demás en una red de familiaridades, que permite
cumplir el sentido último de su propia existencia, símbolo de una situación singular,
paradójica, imponente la lingüisticidad del infierno busca la concordia de la vida y la
muerte anulando esta última.
MUERTE Y RESURRECCIÓN DE LA CULTURA EN EL CARIBRE
Cecilia Saleme de Dip UNT
388
García Soriano: Manuel (1972): El periodismo tucumano (1817-1900). Ensayo de
investigación sobre un aspecto de la cultura de Tucumán durante el siglo XIX. Cuadernos de
Humanitas, n° 38. Facultad de Filosofía y Letras, UNT. Pag. 31.
389
Ricci, Teodoro Ricardo: Evolución de la ciudad de San Miguel de Tucumán (Contribución para su
estudio). Colección del sesquicentenario de la independencia Argentina. Ed. UNT. Pag. 87.
instituciones, como el Registro Civil, que reemplazarán las tareas antes
monopolizadas por la Iglesia. Por ello, al principio este laicismo del gobierno se
enfrentó con el poder católico y con un amplio sector de la sociedad, “pero desde
entonces también quedaron divididas las clases tradicionales en sectores
ideológicos: liberales por una parte y católicos por la otra, división que se
proyectaría al cabo de poco tiempo en las luchas políticas.”390 Más adelante
veremos un caso en donde se expresa con claridad, a través de un fallecimiento, el
enfrentamiento entre los sectores laicos y devotos de la religión católica.
Con respecto a la instauración de la política liberal, en la provincia de
Tucumán, cabe destacar que los adelantos en la industria azucarera trajo aparejado
numerosos cambios en la sociedad como el aumento considerable de la población
gracias a la demanda de mano de obra de la industria, acompañado por una
organización urbana sin precedentes y que inserta a la provincia en la modernidad.
Nosotros nos referimos al período desde 1890 a 1915 cuando aquel impulso
de cambios progresistas se interrumpe a causa de la crisis económica de los años
90, que afronta el país bajo la presidencia de Juárez Celman. Esta crisis tiene
repercusión en el plano político porque el control y monopolio electoral del Partido
Autonomista Nacional comienza a ser cuestionado por los nuevos actores sociales.
Estos nuevos protagonistas se alinean tras las ideas de Leandro Alem en la Unión
Cívica Radical; pero el derrocamiento del P.A.N en las elecciones presidenciales le
llevó, a esa alternativa política, más de una década.
En Tucumán la etapa analizada se inicia con la gobernación de Próspero
García cuya tarea se ve afectada por la crisis nacional política y económicamente.
Otro punto a destacar en este período es la crisis de sobreproducción que debe
afrontar la industria azucarera entre 1895-1898, “pues superada la crisis económica
y con nuevos elementos incorporados a la vida urbana, el crecimiento retoma su
ritmo aunque intercalándose ciclos positivos con procesos que frenan algo este
desarrollo, como las crisis azucareras de tan [tanta] repercusión en la vida de la
ciudad-capital...”391 Este apogeo de la provincia también tiene sus características en
la sociedad pues “Es la ciudad para un grupo de gente acomodada, para una clase
de comerciantes enriquecidos, para una pequeña burocracia.”392
Hacia 1915 las transformaciones acontecidas mostraron la puesta en
práctica de un proyecto nacional cuyo objetivo principal es el de “civilizar” a la
Argentina bajo los principios modernizadores europeos. Pero el establecimiento de
la ley de sufragio secreto, obligatorio y universal marca una ruptura en el proceso
390
Romero, José Luis (2000): Breve historia de la Argentina. Argentina. Ed. FCE. Pag. 117 a 118.
391
Ricci, Teodoro Ricardo. Op. Cit. Pag. 111.
392
Razori, Amílcar (1945): Historia de la ciudad argentina. T:1. Citado por Ricci, Teodoro. Op. Cit.
Pag. 110.
de la política nacional, ya que termina con el apogeo conservador del P.A.N e inicia
la incorporación de los sectores medios al poder.
Los protagonistas de esta época, conocidos como la “generación del 80”,
creen que el desarrollo europeo es el espejo donde mirarse; tienen una firme
creencia en la ciencia y en las letras “reflejaron la situación de la sociedad
argentina de su tiempo y especialmente de la clase a la que ellos pertenecían,
elegante, refinada y un poco cínica.”393 Esto pudo observarse fielmente en el
análisis de los avisos fúnebres en el diario local, donde predominan los nombres de
aquellos que pertenecen a esos grupos selectos de la sociedad. Sin embargo,
algunos casos publicados nos enseñan que surgen otros grupos que demandan
protagonismo. Quizás, el error de aquellos conservadores “fue ignorar el país que
nacía de las transformaciones que ellos mismos promovían, en el que nuevos
grupos sociales cobraban una fisonomía distinta a la de los sectores tradicionales
del país.”394
Centrándonos, en adelante, en el análisis de los avisos de fallecimientos,
resaltamos que, en el diario “El Orden”, no están organizados en una sección
especial, generalmente forman parte de la sección “Social” en la que se informa
acerca de: fiestas, compromisos, enlaces, tertulias, viajes, enfermos hasta el día de
la edición y muertes. La sección mencionada abarca una buena parte de la primera
página del diario y ocupa alrededor de tres o cuatro columnas, en cada página hay
ocho o nueve columnas.
Al no estar agrupados en una sección especial, los avisos aparecen
encabezados de distintas formas: con el nombre de la persona muerta o bajo el
título de “fallecimiento” o “defunciones”. A menudo, cuando hay más de un aviso,
se anuncia bajo el encabezado de “otro fallecimiento” o “nuestro pésame”, o se le
agrega un adjetivo: “sensible fallecimiento”.
La palabra “necrológica o necrología” es raramente empleada en el diario
hasta 1905, siendo más corriente desde el año 10. A partir de 1915 hay una
sección fúnebre en donde se informan los fallecimientos; con anterioridad se
titulaba “fúnebre” a las misas realizadas en conmemoración de alguna muerte,
también cuando se enuncia “sepelios” se hace referencia a las misas, con la
diferencia que estas son celebradas “a cuerpo presente” del difunto. Encontramos
numerosos avisos de esta naturaleza en los que se detallan las personas que
asisten y los nombres de aquellos que envían coronas. Tal es el caso del sepelio del
Sr. Ataliva Posse, allí se describe: “En el hermoso catafalco ocupaban un lugar de
preferencia numerosas coronas, á cual más hermosas, enviadas por las siguientes
393
Romero, José Luis. Op. Cit. Pag. 126.
394
Romero, José Luis. Op. Cit. Pag. 126.
personas: Dr. Próspero Mena, Lautaro Posse y señora, Banco de la Provincia,
Tomasa Posse de Posse...”395entre otros que no citamos porque entorpecería
nuestra redacción. En ese mismo relato se menciona que no había lugar en el
templo porque estaba muy concurrido y luego se detalla la lista de las personas que
acompañan los restos al cementerio. La lista esta ordenada y clasificada bajo los
subtítulos de “señoras”, “señoritas” y, finalmente, “caballeros”. Los hábitos
funerarios o la inhumación propiamente dicha no sufrieron grandes cambios hasta
fines del siglo XIX, “sobre todo en las clases superiores donde conservó su carácter
público y ritual”.396
Se observa, además, que los avisos de muertes son, en su mayoría, de
personas que pertenecen a familias tradicionales de la sociedad tucumana. De
acuerdo al prestigio que el difunto tiene en la sociedad, la noticia de su muerte es
de mayor o menor extensión. Es importante destacar que a partir del siglo XVIII el
hombre occidental otorga a la muerte un nuevo sentido, pues “la exalta, la
dramatiza, pretende que sea impresionante y acaparadora”397.
Es característico de la época mencionar y hacer un seguimiento en el diario
de las personas enfermas, siempre en referencia a aquellas familias importantes.
Por ejemplo, se informa el 6 de marzo de 1901: “se ha reagravado la enfermedad
que aqueja a la señorita Josefa Iramain de Gorostiaga.”398 En numerosas
oportunidades se pide por su pronto restablecimiento pero, en el ejemplo que
presentamos, no se menciona eso debido al agravamiento de la enfermedad. Dos
días después aparece el aviso de su fallecimiento: “Una nueva desgracia aflige a la
estimable familia de Iramain, que de algunos años á ésta parte, parece elegida por
el destino para descargar sobre ella los más crueles golpes. La Señorita Josefa
Iramain de Gorostiaga acaba de bajar a la tumba, víctima de una cruel enfermedad,
cuyo fatal desenlace había sido pronosticado por la ciencia.”399 Destacamos la
redacción descriptiva y el tono poético de la noticia, algo que en los diarios actuales
no se encuentra, como así tampoco se informa quiénes de la sociedad están
enfermos. Se observa en la segunda mitad del siglo XIX que “el entorno del
moribundo tiende a protegerlo y ocultarle la gravedad de su estado; no obstante,
se admite que el disimulo no puede durar demasiado tiempo”400. Lo que se busca
con esa actitud, y es una característica de la modernidad, es “evitar – no ya al
moribundo sino a la sociedad y al entorno – el malestar y la emoción intensa o
insostenible provocados por la agonía y la irrupción de la muerte en medio de la
395
Diario El Orden. 13 de Febrero de 1901. Pag. 1 Col. 8.
396
Aries. Op. Cit. Pag. 97.
397
Aries. Op. Cit. Pag. 53.
398
Diario El Orden. 6 de Marzo de 1901. Pag. 1. Columna 7.
399
Diario El Orden. 8 de Marzo de 1901. Pag. 1. Columna 7
400
Aries. Op. Cit. Pag. 73.
felicidad de la vida, ya que se considera que la vida siempre es feliz, o al menos
debe parecerlo”401
En cuanto a la muerte de quienes no pertenecen a familias reconocidas,
aparece en el diario, aproximadamente hasta 1905, sólo como un dato cuantitativo,
bajo el subtítulo de “defunciones” o “demografía” o “mortalidad”. En 1891, por
ejemplo, un aviso expresa: “Ayer han sido sepultados en el cementerio del Este,
cinco párvulos y diez adultos.”402 No hay ninguna referencia a la identidad de los
fallecidos, característica que cambiará, a principios del siglo XX, cuando se
implementa una sección del Registro Civil donde aparecen detallados los nombres
de los fallecidos, la nacionalidad, la edad, la enfermedad que causó el deceso y su
domicilio: “Justo Moreno, 49 años, argentino, uremia, 9 de julio 517...”403
Entre las actitudes ante la muerte analizadas, hemos observado la posición
de la Iglesia Católica frente a quienes no practican la religión en vida. Un caso, por
ejemplo, se refiere a la muerte de una mujer en la localidad de Graneros en enero
de 1892 que, desde tiempo atrás no participa del culto católico pues sólo estaba
casada civilmente y no había recibido la extremaunción. Por lo tanto, “el cura
párroco de la localidad, en cumplimiento de sus deberes, y cumplimentando los
cánones y las disposiciones de los prelados, se negó a dar sepultura en sagrado a
quien había vivido y muerto separado de la religión”404. Aquí podemos ver cómo la
Iglesia Católica, todavía, tiene decisión sobre algunos planos de la vida de los
hombres, a pesar de que la creación del Registro Civil, en 1884, deriva el registro
de nacimientos, muertes, matrimonios de las iglesias al Estado.
La historia continuó con el pedido de algunos vecinos para que el ministro
autorice su entierro en el cementerio, lugar que el diario destaca como “consagrado
por la Iglesia, puesto bajo la protección de la cruz y destinado por consiguiente
solamente a los fieles”405. En este aspecto cabe destacar, que el culto de las tumbas
del siglo XIX y XX cambia rotundamente con respecto a la Antigüedad y la Edad
Media, pues el abandono de los cuerpos en los suelos de la Iglesia fue reemplazado
por un culto laico. Ese culto supone un lugar o tumba en donde se deposita al
difunto, y adonde su familia puede visitarlo cuando quisiera. Así, “se visitaba la
tumba de un ser querido como se va a visitar a un pariente o a una casa familiar
llena de recuerdos. El recuerdo confiere al muerto una suerte de inmortalidad,
401
Aries. Op. Cit. Pag. 73.
402
Diario El Orden. 26 de Enero de 1891. Pag. 1. Col.7.
403
Diario El Orden. 4 de marzo de 1898. Pag. 2. Col. 1
404
Diario El Orden. 2 de Enero de 1892. Pag. 1. Col. 3.
405
Ibidem.
ajena en principio al cristianismo.”406. Es decir, que el sentido de la tumba en un
cementerio tiene un origen que no se relaciona con la religión cristiana.
Pero el caso alcanza magnitudes casi inimaginables a causa de la orden del
ministro de permitir el entierro y encarcelar al cura. Este acto generó el repudio de
gran parte de la sociedad, del clero de Tucumán y del diario El Orden. Este último
se manifiesta abiertamente contra el gobierno de Próspero García y sirve como
medio de defensa de la supuesta injusticia contra el párroco. Por ello publica cartas
y artículos partidarios de la doctrina católica, como la carta que dice: “para vivir en
el mundo basta el matrimonio civil, para poder decirse católico es preciso casarse
canónicamente, recibir el sacramento, pues de lo contrario para los efectos
religiosos se vive en concubinato, considerado como escándalo público y por lo
tanto privado de sepultura sagrada si en este estado se muere sin confesión,
407
contrición o arrepentimiento”.
El debate alcanza el plano político al acusar al gobierno del Dr. García de
anticatólico y a su ministro Olmos de autoritario. La acusación tiene como
“pruebas” “la violación y profanación de un cementerio, después manteniendo
preso a su sacerdote católico sin más delito que haber protestado de palabra y
después de consumado el hecho (...) se ha declarado en guerra abierta con la
religión católica.”408. Este enfrentamiento se inserta en un contexto de luchas a
nivel nacional, pues la ideología del grupo dominante es liberal y, dentro de éste,
se pregona el laicismo, como lo demuestra la ley 1420 de Educación.
Como el caso adquiere relevancia pública, también participa de la polémica
el diario La Unión409, que publica la otra versión de los hechos. Según el diario El
Orden, ese “diario oficialista” calumnia al sacerdote y defiende la actitud de Olmos,
pues dice que el sacerdote cobra veinte pesos para celebrar el casamiento y por lo
tanto, la difunta y su marido optaron sólo por el matrimonio civil. Esto lo niega
totalmente el sacerdote, quien aclara que, a pesar de conceder a la difunta la
absolución “por si había brillado en el alma de la moribunda un rayo de luz que la
moviera al arrepentimiento (...)”410, no puede autorizar su entierro en sagrado.
Prácticamente, hasta fines del mes de enero de ese año, las publicaciones se
dedican a criticar la arbitraria prisión del párroco y al ministro Olmos, convirtiendo
el caso en un verdadero escándalo. De esta manera, vemos que la actitud ante la
muerte de esta época está muy influenciada por los principios de la religión católica
y, ante un cambio emanado desde el poder terrenal, los enfrentamientos iban a
406
Aries, Philippe (1975): Morir en Occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días. Buenos
Aires. Ed. Adriana Hidalgo editora. Pag. 64.
407
Diario El Orden. 19 de enero de 1892. Pag. 1. Col. 3 y 4.
408
Diario El Orden. 21 de enero de 1892. Pag. 1. Col. 2.
409
Este diario apareció en noviembre de 1890 y sirvió a los propósitos del partido liberal en la provincia,
representado por Próspero García. Tuvo corta vida.
410
Diario El Orden. 21 de enero de 1892. Pag. 1. Col. 2.
afectar a la sociedad. Pero, como aclara Ariès,“...no debemos olvidar lo que dijimos
antes: que la índole exaltada y conmovedora del culto de los muertos no es de
origen cristiano sino positivista, y posteriormente los católicos se plegaron a ella y
la asimilaron tan perfectamente que al poco tiempo la consideración nativa”.411
Por otra parte, volviendo a la descripción de los avisos, cuando la causa de
la muerte del común de la gente es de otra naturaleza, se informa en un texto más
extenso en la sección “varios”. Generalmente, es noticia una “muerte repentina” o
casos insólitos de deceso. Por ejemplo, un aviso del 13 de enero de 1892 dice:
“Ayer a las diez de la noche falleció a causa de un baño tomado en malas
condiciones, el ex inspector de ferrocarriles Guillermo Wilde, que deja una
numerosa familia en la mayor miseria.”412
Entre los ejemplos de muerte repentina, citamos uno que ocurre en el
cementerio del Norte cuando se estaba enterrando al señor Antonio Rodríguez
Maio, antiguo negociante de máquinas de coser. El texto dice lo siguiente: “En el
momento mismo en que el sepulturero se disponía á depositar en la bóveda el
cadáver de Maio, uno de los que formaban el cortejo fúnebre se sintió
repentinamente indispuesto, le acometió un vómito de sangre, llevó la mano a uno
de sus bolsillos de donde sacó una tarjeta que dejó caer en el suelo, y cuando los
circunstantes intentaron prestarle auxilio, cayó muerto, como herido por un rayo.
La tarjeta decía así: Me llamo Paulino de Oliveira, vivo en la calle de Belgrano al
lado de la Iglesia de Montserrat y sufro de una angina de pecho.”413 Como este
artículo hay muchos otros que narran circunstancias, muchas veces inexplicables,
de muertes sucedidas entre el común de la sociedad. Desde la literatura antigua, se
considera el hecho de que el hombre sabe cuando la muerte se aproxima. Por ello,
“rara vez la muerte sobrevenía entonces de manera repentina, incluso en caso de
accidente, y la muerte súbita era muy temida no sólo porque no permitía el
arrepentimiento sino porque privaba al hombre de su muerte. Esta era
generalmente anunciada, en un tiempo en que las enfermedades más o menos
graves eran casi siempre mortales”414.
En la mayoría de los avisos de muertes, el vocabulario es recargado, se
refieren a las cualidades del fallecido y el dolor que ocasiona su muerte a su familia
y a la sociedad. Por ejemplo: “Acaba de fallecer una dama joven, llena de virtudes
y consagrada por completo a la vida del hogar: la Sra. Rosa N. de Cabello Navas,
esposa de nuestro compañero de redacción Sr. Francisco Cabello Navas. El
desenlace se produjo en momentos inesperados, después de unos cuantos días de
411
Ariès, Philippe: Op. Cit. Pag. 71.
412
Diario El Orden. 13 de enero de 1892. Pag. 1. Col. 7.
413
Diario El Orden. 31 de enero de 1898.Pag. 1. Col. 7.
414
Ariès, P.: Op. Cit. Pag. 202.
enfermedad y cuando nada hacía presagiar la desaparición prematura de la extinta.
La Sra. de Cabello Navas estaba vinculada a distinguidas familias de Buenos Aires y
Santa Fé, habiéndose radicado en ésta hace tan sólo dos meses. Sus salientes
virtudes y su ingénita bondad, le acarrearon simpatías y amistades indisolubles
entre cuantas personas le conocieron de cerca. La joven dama deja un niñito en la
orfandad. Acompañamos en su justo dolor a nuestro compañero de tareas,
haciendo votos porque sepa sobrellevar con entereza el rudo golpe que acaba de
recibir.”415 En este aviso destacamos la negación de la muerte al decir que es
inesperado el desenlace, aunque la extinta estuvo enferma desde hace días. “Esta
exageración del duelo [ como si fuera una herida muy grave ] ... , quiere decir que
los sobrevivientes aceptan con mayor dificultad que antes la muerte del otro. La
muerte temida no es entonces la muerte de sí, sino la muerte del otro, la muerte
416
tuya” .
Generalmente los avisos de muerte de los hombres de la sociedad, no así el
de las mujeres, tienen mayor extensión debido a que se alaba no sólo sus
cualidades en el marco de su vida privada sino también en la vida social y laboral.
En cambio los avisos dedicados a las mujeres son siempre en referencia a su
desempeño en la familia, al lado de su marido y socialmente sólo se menciona si
tiene amistades, cualidad que le da mayor reputación.
El aviso de fallecimiento del Dr. Clemente Zavaleta, en 1892, dice “A la edad
de 65 años dejó de existir ayer este virtuoso anciano, miembro de una de las
familias más notables de Tucumán. Bajar a la tumba con la conciencia del deber
cumplido y dejando en la tierra el cariño y veneración de propios y extraños, he ahí
el justo anhelo de un alma noble. Labrar sin descanso una reputación sin mancha
en el seno del trabajo y de la honradez debe ser la aspiración del hombre. El señor
Zavaleta ha asentado sobre anchas bases su memoria y al morir deja a su familia la
más preciosa herencia a que los humanos puedan aspirar: un recuerdo grato y una
administración sincera...”417
En el marco del análisis del vocabulario, en muchos avisos se mencionan las
siguientes frases: “ha bajado a la tumba” para referirse a la muerte de los adultos,
cuando son niños los fallecidos se dice “subió al cielo”o “ángel al cielo” o “voló al
cielo”. Resaltamos que estas expresiones se van desapareciendo con el tiempo y en
1915 ya no aparecen, simplemente se menciona “ha dejado de existir” sea adulto o
niño. Este hecho nos habla de una mayor aceptación de la finitud humana. “En el
siglo XIX [ la muerte ] parecía estar presente en todas partes: cortejos fúnebres,
ropa de luto, ampliación de los cementerios, visitas y peregrinajes a las tumbas,
415
Diario El Orden. 23 de marzo de 1910. Pag. 1. Col. 9.
416
Ariès, P.: Op. Cit. Pag. 61 y 62.
417
Diario El Orden. 26 de Febrero de 1892.
culto del recuerdo”418; pero esa escenografía de la muerte dio un vuelco rotundo a
fines del siglo XX cuando la muerte se convierte en lo innombrable, esto se refleja
hoy, con gran intensidad, en las características de los cementerios “parque”.
En otros tantos avisos se remarca que duele más su fallecimiento por ser
miembros de destacadas familias de la provincia. Ante la muerte de Zenón
Santillán, en agosto de 1910, se relata: “... acaba de desaparecer en un momento
en que se pensaría pesa sobre la república un lúgubre destino de muerte que se
nos lleva lo grande y lo noble, como si lo dictara un afán de igualar el resto sobre
un nivel de medianías. Era Don Zenón Santillán hombre de la vieja escuela
argentina. Sencillo y sólido, su carácter se templó en las virtudes primordiales que
fueron en otros tiempos yelmo y coraza de los varones patricios. Sólido y sencillo,
decimos adquiríase en su trato la seguridad de su franqueza viril y la férrea energía
de su alma envuelta en la seda de una cultura caballerezca...”419 Vemos también
que se narra con un vocabulario poético y recargado cuando es una personalidad
importante el fallecido. Destacamos que con respecto a la muerte de este senador
nacional, ministro de gobierno e intendente de la provincia, se le dedicaron dos
columnas completas del periódico el día de su muerte y dos el día siguiente,
detallando no sólo sus cualidades en la vida pública sino también en la vida privada.
Se observa, además, el carácter público y solemne de la muerte. Asimismo se
describen las personas que asisten al sepelio, los telegramas que recibe y los
discursos que se leen en su nombre. Por otra parte se menciona un decreto por el
cual se decide cambiar el nombre del hospital San Miguel por el suyo.
Cabe señalar que a fines del siglo XIX es más corriente que se publiquen los
nombres de todos los que asisten al cementerio y al sepelio. A principio del siglo
XX, observamos esto en el caso de una persona muy importante dentro de la
sociedad.
CONCLUSIÓN
418
Ariès, P.: Op. Cit. Pag. 89.
419
Diario El Orden. 5 de Agosto de 1910. Pag. 1. Col. 5 y 6.
El contexto histórico de nuestra investigación muestra los grandes cambios
que se dan en el país expresado a través del gran desarrollo económico, político,
social y cultural. Estos cambios se sustentan ideológicamente en las ideas liberales
que pondrán en práctica los hombres de la generación del ’80. Esto se manifiesta
en la sociedad en la división entre liberales y católicos. Esta lucha de poder
(terrenal y divino) fue analizado, como vimos, en el caso del entierro en la localidad
de Graneros que desencadena el enfrentamiento entre el gobierno provincial, por
autorizar el mismo, y el poder eclesiástico que no lo permite porque la difunta no
ha cumplido con todos los sacramentos católicos. Cabe destacar que el diario “El
Orden” tiene una posición opositora al gobierno liberal de Próspero García, lo cual
hace resaltar a todo el sector católico que apoya al cura.
La redacción de los distintos avisos, por otra parte, tienen un tinte
dramático, ostentan la pena y el dolor. Esta característica, además, se repite
porque forma parte de un prestigio social. En consiguiente, la narración de los
avisos expresa la necesidad, que tienen las familias, de trascender. Este fenómeno
se manifiesta también en los monumentos, panteones y tumbas del cementerio del
oeste en nuestra provincia.
Es notable, asimismo, la publicación de noticias sobre la enfermedad de la
élite tucumana y el posterior seguimiento de la evolución de la misma en los días
sucesivos.. Observamos que cuanto más grave es el estado de salud de alguien no
se ruega en el aviso por su recuperación como sí ocurre en los casos de menor
gravedad. Esto demuestra que ante la posibilidad de la muerte, el entorno familiar
protege al moribundo de conocer la verdad y, sobre todo, de la angustia y el temor
que la misma le puede provocar.
La muerte de quienes no pertenecen a familias reconocidas de la sociedad
no merecen en el diario una publicación destacada a menos que, como dijimos,
tuvieran un deceso insólito o repentino. Sin embargo aparecen mencionadas en el
periódico como un dato estadístico. Gran parte de ellos eran enterrados en el
cementerio del norte.
Observamos en nuestro análisis, por otro lado, numerosos avisos que
destacan la angustia y el dolor que sufren los familiares del fallecido, para quienes
lo temido es siempre la muerte del otro.
Como se supone para la época, además, la mayoría de las mujeres fallecidas
tienen una vida dedicada al hogar y su prestigio se determina a través de las
amistades que tuvieron. En cambio, en el caso de los hombres fallecidos, la
relevancia esta puesta en cómo fue su vida pública y privada.
Dentro de las actitudes ante la muerte de la sociedad tucumana, creemos
interesante sumar a lo analizado el estudio de los testamentos (publicados en los
diarios) pues, a través de ellos se puede estudiar una sociedad, sus costumbres, su
política y sus relaciones familiares.
Para concluir, consideramos que a través de los avisos que investigamos se
reflejan los cambios y las continuidades históricas de los hombres frente a la
muerte.
Para Ariés, estos cambios “dependen de motores secretos, sepultados en el
límite de lo biológico y lo cultural, es decir del inconsciente colectivo.”420
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES
- Diario El Orden: Folios años 1891, 1892, 1898, 1901, 1910 y 1915.
420
Ariès, P.: Op. Cit. Pag. 270.
LOS JUDÍOS SEFARADÍES ANTE LA MUERTE. RELIGIÓN Y TABÚ
421
Para este tema nos ha servido y orientado el estudio realizado por Leonor Slavsky, La espada
encendida. Un estudio sobre la muerte y la identidad étnica en el judaísmo, Ed. Milá, Buenos Aires,
Argentina, 1993, quien realiza un abordaje antropológico y sociológico de la problemática en la
comunidad judía de la República Argentina.
422
Cf. J.Nehama, Dictionnaire du Judeo-Espagnol, colab. de Jesús Cantero, C.S.I, Instituto "Arias
Montano", Madrid, 1977, s.v. ‘peskado’: "peshkado y agwa de mar", locución proverbial. Uno se
apresura a emplear esta fórmula cuando, en la conversación, se habla de personas que han muerto, de
enfermedad, de accidentes, de una desgracia, de una catástrofe y se quiere desviar el tema a fin de
conjurar los espíritus malignos siempre listos a acudir para causar sus maleficios, al llamado accidental
de un hecho nefasto.(La traducción del francés al español nos pertenece)
Complementariamente a lo dicho, es frecuente escuchar en boca de los
sefarditas expresiones tales como "leshos de akí" (lejos de aquí) , "leshos y
apartados"(lejos y apartados), "ke no me sea semeyado"( que para mí no sea
igual) o solamente "leshos" ( lejos), como una réplica inmediata al mencionar
hechos luctuosos, de enfermedad, accidentes, catástrofes y muerte. Sucede que el
hablante no quiere verse implicado ni ser víctima en asuntos de tal naturaleza. Y
sale al paso con estas expresiones, como un modo de conjurarlos. De alguna
manera esto está vinculado con lo anterior. Actúa como una fórmula propiciatoria
para decir: "Cambiemos de tema de conversación" o "hablemos de otra cosa". La
mención de las palabras ‘pescado’, símbolo de vida y fertilidad, y de ‘agua’,
símbolo también de vida y fecundidad, alejan los malos espíritus que atraen la
desgracia.
Algo tan trivial como es el hecho de estornudar, o el estornudo mismo, forma
parte de la cultura y tradición de los sefarditas vinculado a la idea de la muerte y la
enfermedad.
Desde siempre, y aún en la actualidad, cuando alguien estornuda durante una
conversación en la cual se menciona a personas que han fallecido, están
gravemente enfermas, o se hace mención de desgracias o catástrofes con
consecuencias fúnebres, los judíos sefardíes -y particularmente los judíos sefardíes
orientales-, tienen como práctica habitual recordarle a quien estornudó que se tire
de la oreja. Dicha práctica, actúa como un exorcismo contra los males que pudieran
acaecerle a la persona.
Curiosa creencia popular ésta que resulta ser de alcance universal según
nuestras indagaciones. Desde viejos tiempos el estornudo fue interpretado por los
sefarditas como signo precursor de la muerte en personas con buena salud. Debido
a este miedo ancestral, frente a un niño que estornudaba, se decía con voz clara,
para exorcizar este siniestro anuncio y para alejar cualquier mal que pudiera
amenazarlo, una fórmula a modo de bendición, expresando el deseo de que pueda
vivir, crecer y llegar a grande:
"Bivas, kreskas y engrandeskas
komo el peshiko en el agwa freska.
El peshico para Komer
Y el fishiko para engrandeser"
(Que vivas, crezcas y te hagas grande como el pecesito en el agua fresca. El
pecesito para ser comido y el muchachito para que se haga hombre.)
En ciertos grupos sefarditas, esta fórmula propiciatoria, sólo que más breve,
también era válida para cualquier adulto sano cuando estornudaba: "Bivas, kreskas
y engrandeskas".423
Durante un breve período de fines del siglo XIX, estornudar fue en Salónica
presagio siniestro de la muerte a causa de una extraña epidemia que se
manifestaba con una sucesión irrefrenable de estornudos. Apareció de pronto y así
también desapareció. Pero causó estragos en la población, particularmente entre
los judíos. Las numerosas víctimas de este mal fueron reunidas en un sector
especial del cementerio llamado "el bedajey425 de los sarnudos"(el cementerio de
los estornudos). Recordemos que Salónica era una prestigiosa ciudad griega dentro
del Imperio Otomano con la mayor densidad de población sefardí producto del
exilio hispánico. Desde su expulsión en 1492, los hispano hebreos la eligieron para
vivir allí y fundaron una colectividad muy importante, al igual que la de Rodas y
Sarajevo.
Teniendo como fuente estos datos, podemos inferir que la creencia acerca
del estornudo, arraigada y popularizada hasta nuestros días entre los sefarditas de
estas latitudes del planeta, pudo nacer o afianzarse (en base a otras más antiguas
ya existentes, quizás) a partir de esa trágica epidemia, portadora de muerte y
desolación.
Siendo un hecho demostrable históricamente, no es ilógico suponer que la
noticia de estos acontecimientos lamentables cundió -y con ello el pánico- a lo largo
y a lo ancho de todas las colonias sefarditas del Mediterráneo y más allá también.
De modo tal que la sola presencia de un estornudo en las personas que gozaban de
buena salud podía llenar de espanto a sus seres queridos. Es fácil suponer que,
como consecuencia del temor a la muerte, y frente a la necesidad de protegerse de
la enfermedad, se habría adoptado alguna fórmula para conjurar el mal, mediante
la cual se imponía el deseo de vida y crecimiento. Y en otros casos, el gesto de
423
Curiosamente, poetas latinos como Catulo y Propercio entendían que ‘stornuere’ (estornudar)
significaba que algo se concedía y acogía favorablemente. Catulo lo emplea como “dar augurio favorable
estornudando”. La fórmula que usaban los latinos expresaba: “Vivat, crescat et floreat”. En A. Blánquez
Fraile, Diccionario Latino-Español, Ed. Ramón Sopena, S.A., Barcelona, 1954, s.v. “stornuo”.
424
Cf. op.cit. nota 1, s.v. ‘sarnudo’
425
Puede resultar paradójico el significado de la palabra “bedajey”. En hebreo, el lugar para el descanso
eterno, el cementerio, se denomina Bet a haim, que significa “casa de vida”. A esta expresión
eufemística del hebreo, los sefardíes la han realizado en su habla vernácula judeo española como
“bedajey”. De todos modos, siempre que se puede, se evita su mención.
tirarse del lóbulo de la oreja, cuyo sentido relacional se nos escapa, si bien hemos
podido hallar el posible origen de tal creencia vinculada a un hecho fisiológico
habitual entre los seres humanos.
426
Entre los hebreos, la edad de setenta años es paradigmática, pues es la edad límite de la vida fijada
por el patriarca Moisés. A partir de allí, los años de vida hay que tomarlos como un regalo de D-s.
somete el cuerpo del muerto, que debe ser higienizado de acuerdo a rigurosas
normas previo al entierro sobre una mesa.
Pero había otras cosas que no se debían hacer porque remedaban prácticas
que se asociaban con el rito funeral, como cortarse las uñas por la noche o
arrojarlas al suelo. Era muy mal visto pisar las uñas que quedaban desparramadas.
O barrer la casa de noche cuando los invitados se habían retirado de alguna reunión
o fiesta familiar. Antiguamente, cuando no existían las salas funerarias, los
velatorios se realizaban en las casas de familias. Cuando todos se marchaban al
cementerio, los que quedaban en la casa procedían a limpiar el lugar que había
quedado en desorden por la presencia de las visitas. Por ese motivo, cuando se
hacía una fiesta en el hogar, no estaba bien visto que se barra y limpie la casa al
retirarse las visitas. Y menos aún, que la basura recogida de un ambiente se pase
al siguiente. Se debía dejar en cada habitación lo que se juntó. Y recogerlo al día
siguiente. Todo esto tiene una gran carga supersticiosa; pero de todos modos, su
vínculo con el tema de la muerte es explícito.
Otra situación que vale la pena mencionar excede el nivel de la realidad y se
adentra en la de los sueños. Nuestros abuelos no querían que se hable del tema de
dientes y muelas por la noche. Y eso tenía la razón siguiente: se creía que soñar
con dientes o muelas era un sueño malo, que auguraba sucesos desgraciados. Por
lo tanto, hablar de ese tema predisponía a soñar con eso mismo. Y por
consiguiente, era como convocar a la desgracia.
Finalmente, la costumbre de cubrir los espejos de la casa cuando alguien
fallece se observa tanto entre los ashkenazitas como entre los sefarditas. Quienes
son más rigurosos en el cumplimiento y observancia con estos aspectos vinculados
al duelo arrojan también los líquidos conservados en las botellas que han quedado
sin tapar, como así también de los recipientes, ollas, fuentes, tazas, etc. que
contenían líquido y no estaban tapadas.
El sentido y explicación que se da a esta costumbre alude a dos cuestiones:
una, a la necesidad de que el alma del difunto, presente en los primeros días en su
hogar, pueda iniciar su elevación y no quede atrapada en ninguna superficie
espejada o líquida cuando se contemple en ella; y otra, por el decoro debido a los
deudos, para quienes no está bien la frivolidad de tener que contemplarse bajo tal
circunstancia de gran dolor y desdicha. Esta costumbre se halla también en otras
culturas y civilizaciones, no siendo exclusiva de los judíos427.
427
Otto Rank, en El doble, Ed. JVE Psiqué, Buenos Aires,1996, dedica un espacio al tratamiento de este
tema del espejo y explica que los espejos se cubren para que el alma de la persona fallecida no
permanezca en la casa. Dice que “esta costumbre se practica en Alemania y Francia, y entre los judíos,
lituanos y otros”,pp. 88-91.
Finalmente podemos señalar algunos usos en el habla vernacular judeo
española que dan cuenta a través de refranes, proverbios, bendiciones y
maldiciones de la percepción del hombre sefardí sobre la muerte:
1- La mortaja no tyene aldikera (La mortaja no tiene bolsillo) Este dicho alude
claramente a la idea de que desnudos llegamos y desnudos partimos de la vida. Los
bienes materiales no los podemos llevar al otro mundo con nosotros.
2-Ganar un komer para no muerir (Ganar de comer para no morir)En este
proverbio se alude a la necesidad básica de alimentarnos para no morir. Pero para
eso hay que trabajar y ganar el sustento diario.
3-Ken es mosa y no lo goza, al otro mundo no repoza (Quien de joven no disfruta,
en el otro mundo no descansa).Este refrán ofrece una mirada hedonista de la vida
terrena. Por eso insta a disfrutar de la juventud para no tener que arrepentirse el
resto de la existencia, aún en la otra vida, cuando toque descansar.
4-Keres matarlo a uno, dale mujer manceba i kozinera vyeja (Si quieres matar a
alguno, dale una mujer joven y una cocinera vieja) La observación de la realidad y
el sentido común son los artífices de este proverbio que claramente anuncia dos
males peligrosos para el hombre, el exceso sexual y el exceso en el comer.
5-¡El ke es de onor, muere de sitafon! ( El que es hombre de palabra, muere de un
disgusto) Aquí se afirma una verdad universal. El hombre que tiene honor, que es
de palabra, suele enfermarse de un disgusto. Y puede sucederle hasta la muerte
por la misma causa.
6-El ojo del ombre no se intche ke kon un poko de tyerra. (El ojo del hombre no se
llena si no es con un poco de tierra) Gran observación sobre los defectos humanos,
la envidia. El hombre que no se satisface con nada, cuyos ojos parecen vacíos, sólo
se llenan con un poco de tierra, cuando está muerto.
7-Muerte sin atchak no ay. ( No hay muerte sin achaque) Desde la experiencia
humana, se puede afirmar este dicho. Y señalar el fatalismo ineludible propio de la
naturaleza del hombre, ser víctima de la enfermedad y la muerte.
8- Muerte no es venganza, sino buena eskombransa.( La muerte no es una
venganza, sino una buena escombranza) He aquí una mirada positiva sobre la
muerte, ya que no debemos verla como un castigo divino, sino como una buena
cosa que nos permite sacarnos de encima el lastre que nos hace padecer para
llegar a otra instancia mejor.
Sin pretender agotar el tratamiento del asunto, dejamos otros ejemplos para
una nueva oportunidad. La riqueza y amplitud del tema nos exime de más
aclaraciones.
HAMLET ANTE LA MUERTE
Según dice Jan Kott,428en su artículo ‘El Hamlet de la edad media’, Hamlet es
uno de los pocos héroes literarios que existen fuera del texto, a lo que yo agregaría
no tan sólo fuera del texto sino también fuera del teatro. Aún para aquellos que
nunca leyeron la obra o la vieron representada y erróneamente ubican a Hamlet,
cráneo en mano, discurriendo sobre el ser o no ser, su nombre significa siempre
algo. Su riqueza y complejidad han hecho posible diferentes lecturas en distintas
generaciones e individuos las que generaron aún más curiosidad y debate. Tanto es
así que Oscar Wilde ingeniosamente una vez se animó a preguntar si los críticos
estaban locos o simplemente pretendían estarlo.
Su personaje central es uno de los que más ha motivado y nutrido a
literatos, psicólogos, filósofos y escritores. ¿El motivo? La psicología del personaje
que capta la complejidad de la psicología humana, su excesiva pasión y
contradicción, su vida emocional ciclotímica, sus actitudes e ideas, su
subconsciente, su locura real y ficticia.
Hamlet se encuadra dentro de las obras de desarrollo problemático
(‘problem plays’), clasificación ésta aplicada a los trabajos shakesperianos de
comienzos del siglo XVII. Al igual que las llamadas comedias amargas (‘dark
comedies’), esta tragedia versa sobre la muerte, el sexo y las tensiones sociales y
psicológicas surgidas de los hechos de la vida. Y como sucede en otras obras
problemáticas, estos temas en Hamlet no ofrecen soluciones claras y bien definidas,
dejando a la audiencia con una alta carga emotiva que fluctúa entre la satisfacción
- al ver los eternos problemas de la vida develados en la escena – y el dolor ante la
persistencia de los mismos en la vida real.
A pesar de que Hamlet anticipa, en algunos aspectos sin intención explícita,
la caracterización psicológica que tendrán los personajes de las obras de teatro
moderno del realismo, no es en modo alguno un tratado sobre psicología, moral o
filosofía. William Shakespeare ideó la vida emocional del personaje como un medio
a través del cual se pudiera mostrar una filosofía subyacente: la aceptación de la
condición humana con sus grandes defectos. La mente problemática del personaje
demuestra a lo largo de la obra, la aceptación de la vida a pesar de la existencia de
la maldad del hombre. Debido a que su actuación tiene más que ver con el
428
Kott, Jan. “Hamlet of the Mid-century” en Shakespeare Hamket.Ed.John
Jump.Gasgow:Macmillan,1968
pensamiento que con la acción, el trayecto que Hamlet debe recorrer para arribar a
una actitud existencial positiva está marcado por marchas y contramarchas, por
disquisiciones acerca de la importancia o futilidad de la vida, por dudas acerca de
una perdurabilidad después de la muerte.
Nuestro primer encuentro con el príncipe está asociado con la idea de la
muerte y la necesidad de superación del dolor ante la pérdida. En el acto 1, escena
2 describe su profunda tristeza, mostrada en apariencia a través de un ropaje de
luto, consciente de su aspecto mórbido y con parlamentos que enfatizan la idea de
que su exterior no denota la verdadera dimensión de su desasosiego. Este estado
de ánimo junto al descubrimiento de la verdadera naturaleza de su madre que no
dudó en contraer matrimonio con su propio cuñado ‘antes de que se enfriaran los
manjares cocidos para el convite del duelo cuando se sirvieron en las mesas de la
boda’ (1, 6) son los móviles que llevan a Hamlet a rechazar la vida y considerar el
suicidio como un escape liberatorio. El mundo es demasiado ‘cansador, aburrido,
chato..., la naturaleza posee solamente objetos groseros y amargos’429 (1, 5).
Esta actitud negativa de acuerdo a Boyce430 se expande en una de las evocaciones
más fuertes de depresión mental de la literatura:
‘...últimamente he perdido toda mi alegría (y) la tierra, esa divina máquina, me parece un
calvario estéril, y el aire, ese dosel magnífico de los cielos, no es otra cosa para mí que una desagradable
y pestífera multitud de vapores. Qué admirable obra es el hombre!... y sin embargo para mí ¿qué es esta
quintaescencia del polvo? El hombre no me deleita; no, ni menos la mujer...’ (2, 8)
429
Shakespeare,William.Shakespeare Obras completas. ‘Hamlet’Trad.R.Martínez
Lafuente.Valencia:Prometeo
430
Boyce, Charles. Shakespeare A to Z.New York: Dell Publishing, 1991
madre sino también como la fuerza que inexorablemente produce más vida y,
consecuentemente, más pecado. ¿‘Para qué te has de exponer a ser madre de hijos
pecadores?’ (3, 4) le grita a Ofelia, y su rechazo hacia ella nace de su rechazo por el
sexo. La conflictiva relación amorosa entre ambos es una alegoría de la condena de
la vida.
Como bien sugiere L.C. Knigts431 resulta muy difícil, considerando el complejo
estado de sentimientos y actitudes en el que el personaje se encuentra, separar las
causas y los efectos. Lo que sí es real es que el sentimiento predominante en el
primer movimiento a escala estructural es de gran turbación y disgusto. Tan
potente resulta esta sensación, que aún cuando existen movimientos en la acción a
favor de la vida, la negatividad los supera. Hamlet se obsesiona o enamora de la
muerte cuando se enfrenta con ella por primera vez. La orden del fantasma de su
padre: ‘recuérdame’, justo antes de su partida, desata un eco en su mente que no
cesará hasta el cumplimiento del mandato.
Acordarme de ti!...
Sí, alma infeliz, mientras haya memoria
en este agitado mundo. Acordarme de ti!...
Sí; yo me acordaré, yo borraré de mi fantasía
todos los recuerdos frívolos, las sentencias de los libros,
las ideas e impresiones de lo pasado que la juventud
y la observación estamparon en ella. Tu precepto sólo,
sin mezcla de otra cosa menos digna, vivirá
escrito en el volumen de mi entendimiento. (1, 13)
431
Knights, L.C. “Hamlet and Death” en Shakespeare Hamlet. Ed. John Jump.Glasgow: U.P, 1968
dos mundos. ‘La conciencia nos hace a todos cobardes’ reflexiona Hamlet en su más
conocido soliloquio. La palabra ‘conciencia’ tenía una doble significación en los
tiempos shakesperianos. No sólo se refería a un “sentido ético”, de “escrupulosidad”,
sino también a “consecuencias”. A la luz de estas ideas, el concepto de venganza se
ve opacado por la moralidad. A pesar de que existe una aceptación de la orden del
fantasma, Hamlet percibe la maldad en esa tarea y se resiste a llevarla a cabo.
Numerosas instancias ilustran este hecho. El lamento de Hamlet cuando dice: ‘
¡Suerte maldita! ¡Haber nacido yo para enmendarla!’ (1. 13), o bien, la existencia a
nivel diegético de una trama paralela de venganza como lo es la de Laertes ante la
muerte de su padre Polonio en manos de Hamlet. Hamlet, el héroe de la primera
trama, es, en efecto, el villano de la otra, lo que pone en duda su rol heroico. El
príncipe reconoce la ambivalencia de su posición cuando, en relación con la muerte
de Polonio, dice: ‘...Dios lo ha querido así: a él le ha castigado por mi mano, y a mí
también me castiga, obligándome a ser el instrumento de su enojo.’(3, 28)
Mucho se ha hablado y se ha escrito aún más sobre la indecisión de Hamlet.
Su monólogo ‘ser o no ser’ sigue siendo motivo de estudio y discusión. Cuando
parecía haber tomado la determinación de actuar, Hamlet se siente nuevamente
confundido por sus dudas.
Ser o no ser es su primera reflexión. La primera interpretación generalizada
que surge de esta frase es la de vivir o morir. Sin embargo, inmediatamente
después de estas palabras el héroe define dos posibles caminos que nada tienen que
ver con la muerte. El primero: ‘Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros
penetrantes de la fortuna injusta,’ o el segundo: ‘oponer los brazos a este torrente
de calamidades y darles fin con atrevida resistencia?’ (3, 4). En el primer caso
propone una aceptación pasiva de las calamidades coherente con el estoicismo
romano de Séneca; en el segundo, acción. Su meditación trasciende lo personal
para cobrar universalidad. ¿Es justo ‘aguantar la lentitud de los tribunales, la
insolencia de los empleados, los atropellos que recibe el hombre tranquilo, el mérito
con que se ven agraciados los hombres más indignos, las angustias de un mal
pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el
desprecio de los soberbios, cuando el que todo esto sufre pudiera evitárselo y
procurarse la quietud con un sólo puñal?’ (3, 4).
Actuar o no actuar podría ser otra posible interpretación. Y en este caso, si la
función de Hamlet es la de ejecutar justicia pública, entonces es probable que
Shakespeare haya tenido en mente los argumentos Cicerianos que ridiculizaban el
estoicismo y veían a la virtud como una forma de cobardía.
De cualquier modo, es recién en la tercera opción de este largo parlamento
que el héroe trágico considera la posibilidad del suicidio. Aquí, nuevamente se
observan contradicciones, producto de sus incertidumbres. Recordemos que en su
primer monólogo refrenó sus deseos de cometer suicidio obedeciendo al canon
impuesto por Dios. Sin embargo, en esta instancia, el argumento cristiano no
encuentra asidero. ‘Morir, dormir. No más. Y con un sueño las aflicciones se
acaban... Morir es dormir... y tal vez soñar ’ (3, 4) Morir puede ser la solución pero
sólo si junto a ella viene el olvido. El miedo a la muerte se hace explícito en las
siguientes palabras: ‘... el temor de que existe alguna cosa más allá de la muerte
(país desconocido, de cuyos límites ningún caminante retorna) nos embaraza en
dudas...’ (3, 4) Sin embargo, en estas palabras el personaje parece olvidar que
algunos muertos sí regresan, hecho éste comprobado por él mismo en el acto 1
escena 4 cuando le es revelada la causa de muerte de su padre, y más tarde en el
acto 3 escena 4 cuando, nuevamente el fantasma viene a avivar su ‘amortiguada
empresa’. Esto descontado las otras dos instancias en las que el espectro, sin
articular palabra, se les aparece a los soldados. (Esta es quizás una de las
inconsistencias que los críticos, con una lectura exhaustiva, encuentran en la obra
tema que podría llegar a ser objeto de un futuro análisis.)
Si desde una perspectiva moderna, esta reflexión nos parece una excusa más
para demorar su acción, D.G. James en “La incertidumbre moral y metafísica de
Hamlet”432 nos recuerda que los tiempos isabelinos estaban muy cerca de los de la
Edad Media y que este temor a una vida después de la muerte no puede
subestimarse. La angustia del protagonista emana de un problema ético, religioso y
metafísico para los que no encuentra respuesta.
Una de las escenas más conocidas, además del monólogo antes mencionado,
es la del último acto de la obra, en donde Hamlet tomará un cráneo entre sus manos
y recordará episodios felices de su niñez. Las acotaciones escénicas nos sitúan en el
cementerio de Elsinore junto a dos sepultureros a los que luego se unirán Hamlet y
su buen amigo Horacio. Una vez más, las disquisiciones son acerca de la muerte,
pero no ya desde la perspectiva del terror a lo desconocido, o de un escape, sino
como el destino ineludible y común a todos los hombres. La primera escena se
desarrolla con tientes de humor que, desde el punto de vista estructural cumplen la
función de aliviar la tensión de las escenas anteriores. De todos modos, en las
bromas sardónicas subyace el marco cristiano de la obra y nos recuerda la postura
cristiana del príncipe que debe ejecutar una venganza. El tema central aquí es la
muerte de Ofelia cuya causa es dudosa. Nuevamente la temática del suicidio está
presente en relación con los ritos a seguir en la ceremonia fúnebre, y si merece o no
ser sepultada en campo santo. El Hamlet de esta escena es uno más relajado que
432
James, D.G. “Moral and Metaphysical Uncertainty in Hamlet” en Shakespeare Hamlet Casebook Series.
Ed.John Jump. Glasgow: Macmillan, 1968.
medita sobre la muerte en términos de absoluta naturalidad. Sus remembranzas de
Yorick, el bufón del palacio, ahora sólo una calavera, lo transportan a su infancia. Su
imaginación recrea momentos pasados de gozo que desaparecen ante la
aprehensión del hedor y los estragos que la muerte produce. La idea de que todos
venimos del polvo y al polvo regresamos se presenta en las palabras de Hamlet:
‘Alejandro murió, Alejandro fue sepultado, Alejandro se redujo a polvo, el polvo es
tierra y de la tierra hacemos barro...’ (5, 2) o bien ‘El Gran Cesar muerto y hecho
tierra, puede tapar un agujero para impedir que pase el aire...’ (5, 2).
Estas reflexiones no hacen más que enfatizar la desilusión por la vida
expresada en la primera parte de la obra. Como bien lo expresa Caroline Spurgeon
en su obra Las imágenes de Shakespeare y lo que ellas nos dicen433, las imágenes
recurrentes sobre la muerte pueden darnos una idea de lo que el propio autor
pensaba y sentía acerca de ésta aunque no lo podamos comprobar. Lo que sí
sabemos es que cuando Shakespeare pensaba en la muerte la visualizaba a través
de ciertos grupos de imágenes que enfatizan la corrupción y desintegración del
cuerpo. En esta ocasión haremos referencia solamente a una de las más
representativas en la temática que nos ocupa. Cuando Claudio pretende averiguar
dónde está el cuerpo muerto de Polonio, Hamlet responde con un perverso placer:
‘Ha ido a cenar. No donde pueda comer, sino adonde es comido, entre una
numerosa congregación de gusanos...’ mostrando la insignificancia del hombre en la
afirmación ‘nosotros engordamos a los demás animales para engordarnos y
engordamos a su vez para el gusano que nos come finalmente. El rey gordo y el
mendigo flaco son dos platos diferentes, pero los dos se sirven a una misma cena.
Es esto termina todo’ (4, 6). Su nihilismo alcanza un concepto metafísico en un
juego de palabras que toca la política: ‘Tal vez un hombre puede pescar con el
mismo gusano que ha comido a un rey y comerse después el pez que se alimentó de
aquel gusano’ (4, 6).
La permanente demora en el cumplimiento de su misión lo lleva a matar a
Polonio en el acto 3, escena 4, a producir la locura de Ofelia en el acto 4, escena 4,
a mandar asesinar a sus compañeros Rosencrantz y Guildernstern, aunque en este
caso en defensa propia y, a matar a Laertes en el duelo sangriento del último acto
donde además muere su madre al beber accidentalmente una copa de vino
envenenada por Claudio. De todas estas muertes, quizás la más importante en
cuanto a desencadenamiento de situaciones es la del chambelán del reino ya que es
la que fuerza a Hamlet a dejar de pensar en su tragedia personal y a prepararse
para aceptar lo que la Providencia le tiene preparado a cada hombre. Ya no hay más
dudas, ni luchas internas como las que le hicieron renegar de su fortuna. Ya no se
433
Spurgeon, Carolina. Shakespeare’s Imagery and What it Tells us. New York:Cambridge, 1979.
cuestiona si es un ministro de Dios o un verdugo. Al final de la obra el héroe trágico
se conforma con su destino a pesar de que no puede cumplirlo sin cometer el mismo
crimen que está vengando. Por otra parte, al descubrir que solamente a través de
una maldad puede resarcir otra maldad, acepta su propia muerte. Con el
presentimiento de que su final está cerca y con absoluta entereza le dice a Horacio:
‘Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible. Si mi hora
ha llegado, no hay más que esperarla; si no ha de venir después, señal que es
ahora; y si ahora no fuese, habrá de ser luego: todo consiste en hallarse prevenido
para cuando venga’ (5, 8). Hamlet ha dominado finalmente la pasión.
La gran paradoja radica en el hecho de que el héroe trágico sólo alcanza su
liberación a través de su propia muerte. Una muerte inevitable y necesaria para la
restauración de un universo moral. La despedida de Horacio se expresa en términos
de un profundo afecto: ‘Adiós, adiós, amado príncipe. ¡Los coros angélicos te
acompañen al celeste descanso!... (5, 10). Esta elegía es la confirmación de la
existencia de la benevolencia del destino a pesar de la maldad y de la muerte.
Después de tantas dudas lo único que queda es el silencio.
LOS NIÑOS, LA MUERTE Y LOS CUENTOS DE HADAS
434
Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de Hadas. Editorial Crítica, Bs As, 1991.P.15 y 16
435
Ibid. P39
compartiendo los sufrimientos que le genera el duro combate contra el mal, y
sintiéndose finalmente aliviado cuando consigue salvarse, y vencer al malo.
El héroe es frecuentemente un niño o niña que debe transitar un camino de
dificultades y adversidades sin la protección o el cuidado de sus progenitores,
alejado de su hogar paterno.
El camino que atraviesa es sobre todo el de un recorrido interior, de
búsqueda de su propia identidad. Posible metáfora del crecimiento, se encuentra
perdido en medio del bosque y se debe valer por sí mismo o contar con la ayuda de
alguien extraño que no pertenece a su entorno familiar para poder salvarse: los
enanitos en “Blancanieves”, el leñador en “Caperucita”. La situación inicial de los
cuentos de infantiles suele ser un hecho real: una familia sumida en la pobreza que
no puede alimentar a sus hijos como en el cuento de “Hansel y Gretel”, o la abuela
que está enferma como en “Caperucita”; una primera escena que se desarrolla en
el ámbito seguro y confortable de la casa familiar o del reino paterno. A medida que
la historia va avanzando encontramos un segundo momento donde el protagonista
abandona su hogar por decisión propia o de sus padres y se enfrenta con el mundo
externo. Durante este periplo que recorre el personaje, aparecen las figuras que
representan al mal y que terminan por desestabilizar el orden que prevalecía hasta
el momento. El niño del relato se ve tentado y seducido frente a los atractivos
encantos que le ofrecen estos singulares seres. Comerse una casa de chocolate
resulta una fantasía lo suficientemente placentera como para omitirla o dejarla de
lado. El mal se disfraza en diferentes ropajes que nos engañan y nos tienden una
trampa como la serpiente en el Edén. Es sugerente rastrear algunos resabios
bíblicos en los cuentos de hadas, pues el fruto prohibido, el árbol del bien y del mal
reaparecen en los cuentos simbolizados de diversas maneras. Podemos pensar la
primera situación del relato como un estado de paz, donde cada cosa parece
funcionar adecuadamente, estamos bajo la protección de nuestros padres, de Dios
si se quiere, en un paraíso que deberemos abandonar si queremos convertirnos en
adultos, si queremos dejar la confortable infancia. El dolor y el desgarramiento son
parte necesaria de este viaje interior e inevitable donde no dejaremos de sentirnos
amenazados pero a la vez fuertemente satisfechos cuando hayamos podido resolver
los conflictos. Por eso, algo debe sucedernos en medio del bosque, algo debe hacer
que nos encontremos desorientados y perdidos. El mal interrumpe entonces la
serenidad primigenia y nos traslada hacia otro estado, hacia otra situación de la
que salimos totalmente renovados. Al finalizar el cuento el héroe ya no es el
mismo, ha dejado de ser un niño, ha logrado la autonomía y con ello una sensación
de felicidad absoluta.
Suceso que muchas veces es representado con el matrimonio como en “La
bella durmiente”, “Cenicienta” o “Blancanieves”. Los cuentos tienen un desenlace
feliz, donde el bien triunfa sobre el mal, y una justicia restitutiva restablece el
estado de cosas dando a cada uno lo que se merece. Al bueno su salvación y
felicidad, al malo un castigo. Esto otorga al niño la sensación de que pese a todas
los obstáculos que puede encontrar en la vida finalmente podrá recuperarse y
seguir adelante.
La moralidad no aparece de modo directo como en las fábulas donde se deja
algún tipo de enseñanza o moraleja, lo que tiende a generar fastidio y no placer en
los niños. En los Cuentos de Hadas, no se le dice al niño directamente lo que debe
hacer o cómo tiene que comportarse, de ahí el efecto de satisfacción que genera.
La aparición de lo maravilloso en los cuentos no genera ninguna distorsión
en la mente infantil con respecto a la noción de realidad. Los niños distinguen
perfectamente los sucesos reales de los ficticios: saben que los animales no hablan,
y que las brujas, ogros y otros seres malvados sólo existen en los cuentos y
películas. En el cuento al igual que el juego y el mito se establece un corte respecto
de la vida cotidiana, se delimita un tiempo y un espacio diferentes. Por eso,
pertenece al reino del “como si”.
En lugar de perturbar a los niños, constituyen más bien una posibilidad de
satisfacción de deseos, de resolución de conflictos, y una forma de enfrentarse con
la realidad. Así como en el juego, el niño reproduce una situación problemática y
dolorosa a través de la imitación y la simbolización para poder comprenderla y
manejarla, en los cuentos el niño puede mediante la identificación con el héroe,
responder algunas de sus inquietudes y temores más frecuentes. Entre éstos el
miedo a ser abandonado, a no ser querido, a la muerte de sus padres, etc. Estos
temores están representados por los mismos personajes, detrás del ropaje de
brujas, monstruos y madrastras se esconde el rostro humano de la maldad, la
envidia, el poder, la vanidad. La ambivalencia propia de los personajes de los
cuentos de hadas muestran la dos caras de la moneda, el alter ego, el doble. Los
diversos rostros de uno mismo.
La madre y la madrastra, la abuelita y el lobo constituyen la misma persona
disociada en dos figuras distintas. La contradicción propia del ser humano aparece
dividida. La madre que es buena en tanto es protectora y satisface nuestros deseos
y mala en tanto nos niega algo. Como afirma Bettelheim “esta disociación es muy
útil para el niño. No sólo constituye un medio para preservar una madre interna
totalmente buena, cuando la madre real no lo es, sino que también permite la
cólera ante la “madrastra perversa”, sin poner en peligro la bondad de la madre
verdadera, a la que el niño ve como una persona diferente”436
Más allá de los diversas interpretaciones que podamos hacer respecto de los
personajes malignos en los cuentos no podemos dejar de reconocer la presencia de
la muerte durante el relato y encarnados muchas veces en los mismos personajes
(lobos, brujas, madrastras, viejas). Tomemos como ejemplo de análisis el cuento
de “Blancanieves” que comienza con la muerte de la madre de Blancanieves, una
reina muy buena y bella. El rey y padre de la niña se vuelve a casar y aparece
entonces la figura de la madrastra, quien es extremadamente vanidosa y sólo está
preocupada por ser la más bella del reino. Acostumbrada a que el espejo
diariamente le confirme, con una voz que no es otra que la de su propia conciencia,
su absoluta hermosura, queda descolocada cuando la belleza de su hijastra la
supera. Los celos y la envidia se apoderan de ella y decide matarla. La muerte
aparece aquí de una forma mucho más impactante que en el primer momento
donde muere la madre de Blancanieves. Se trata ahora de un asesinato y no de una
muerte natural, hay un deseo voluntario por parte de la reina de que Blancanieves
desaparezca. Si bien no puede realizar el acto por sí misma, le pide a un
guardabosques que la mate a su hijastra y que como prueba le traiga el corazón de
la niña. Todo este episodio puede resultarnos demasiado estremecedor para un
niño pero no dejamos de asombrarnos cuando vemos con que satisfacción escuchan
el relato. Incluso advertimos un goce más fuerte cuando no se conforman con oírlo
una vez, sino varias veces. En esta repetición que demandan los niños, podemos
encontrar más que temor placer. Qué tipo de satisfacción les genera semejante
historias de muertes, asesinatos, abandono, Posiblemente la de descubrir que esos
mismos sentimientos que ellos muchas veces padecen son universales o humanos.
Si el niño cree, por ejemplo, que sentir celos por su hermanito no es algo natural
pude percibirse a sí mismo como un monstruo. Los cuentos producen como el arte
en general un efecto catártico, de liberación de pasiones. Y el niño no es un
espectador que esté exento de necesitar este poder curativo. Por eso, los cuentos
de Hadas lejos de asustarlo, lo reconfortan. Freud ya había mostrado como el arte
nos permite cumplir y convertir de alguna manera en reales nuestras fantasías a
través de la creación estética del poeta, quien logra realizar sus propios deseos y
los nuestros.
Si bien en el cuento de “Blancanieves” el guardabosques no mata a la niña sino a
un ciervito, la muerte vuelve a aparecer cuando la madrastra se disfraza de vieja y
le ofrece una manzana envenenada a la niña. Al probar la manzana, Blancanieves
cae al suelo. Dice Bettelheim que “en numerosos mitos y cuentos de hadas, la
436
Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de Hadas. Editorial Crítica, Bs As, 1991.P97
manzana simboliza el amor y el sexo, tanto en su aspecto positivo como peligroso.
La manzana bíblica fue el instrumento que tentó al hombre a renunciar a la
inocencia”437. Consecuencia de haber probado el fruto prohibido es la muerte. No se
dice directamente que Blancanieves murió pero se sugiere esta idea cuando los
enanitos la colocan en una especie de ataúd o caja de cristal y la trasladan hasta
una montaña. Hasta el momento consideramos efectivamente que la niña está
muerta, incluso el espejo mágico le dice a la madrastra que Blancanieves ha
muerto. Es interesante ver ahora como se establece la resolución del cuento que
nos ofrece la opción de pensar que la niña ha resucitado o que en realidad no se
había muerto sino desmayado. Uno de los enanos se tropieza y rompe la caja de
cristal, Blancanieves escupe la manzana envenenada y un príncipe la termina de
revivir con un beso. Como afirma Victor Montoya en su ensayo “La muerte, los
niños y la literatura infantil”: “No es casual que en el mundo de la literatura infantil,
los personajes resuciten después de muertos. Si los adultos creen en la
resurrección de Jesús, los niños creen en la resurrección de sus personajes ficticios,
quienes están dotados de una vida eterna y de la facultad de resucitar sin que la
muerte los haya afectado en lo más mínimo. Éste es el caso de Blancanieves, quien
resucitó ante el príncipe que la desposa, del mismo modo como la bella durmiente
fue despertada de un sueño (muerte), que se prolongó por el lapso de cien años.
No es menos espectacular el retorno a la vida de Caperucita roja, quien fue salvada
por el leñador de la panza del lobo”438.
Según Bettelheim el “despertar o renacer simboliza la consecución de un estado
superior de madurez y comprensión . Es el modo característico en que los cuentos
de Hadas estimulan el deseo de encontrar un mayor sentido a la vida: una
conciencia más profunda, un mayor conocimiento de sí mismo y un grado de
madurez más elevado”439.
El final feliz, típico de los cuentos clásicos resumidos en la fórmula “y vivieron
felices para siempre” nos hace pensar en cierta imagen de eternidad donde la
muerte podría ser superada. El amor, representado en la figura del príncipe que
rescata o salva a la heroína de un profundo letargo, restituye el bienestar y orden
inicial, ordena el caos que podría generar la muerte del héroe y la impunidad del
malo, infligiéndole a éste un castigo, que muchas veces es la misma muerte y que
lo muestra como “el pícaro burlado”. El niño queda profundamente satisfecho, al
sentir que se hizo justicia y que el bien triunfó finalmente sobre el mal. No se trata,
sin embargo, de una lectura pura e ingenua por parte del niño que no desconoce
437
Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de Hadas. Editorial Crítica, Bs As, 1991.P.297
438
Victor Montoya: La muerte, los niños y la literatura infantil, en www.victormontoya.com.
439
Bruno Bettelheim: Psicoanálisis de los cuentos de Hadas. Editorial Crítica, Bs As, 1991.P.300
del todo las atrocidades del ser humano, sino de creer que así es como se deberían
dar las cosas, eso es lo que tendría que pasar, al menos en el plano del deber ser.
Conclusiones:
Las preguntas que realizan los niños nos resultan muchas veces incómodas,
querer saber cómo es que uno vino al mundo o qué le ocurre a alguien cuando
muere interrumpe nuestra rutinaria existencia y nos deja perplejos. En su búsqueda
por encontrar un sentido a las cosas, por comprender por qué las cosas son como
son, se pone de manifiesto nuestra falta de certezas, se debilita la idea de creer
que sabemos todo. Por eso, estas preguntas se adormecen a través de los años,
caen en una suerte de amnesia. Es mejor recordar nuestras seguridades que
nuestras dudas. Cuando un niño nos acecha con sus provocadores interrogantes,
queremos salir corriendo, porque nos sentimos asustados frente a la sed de
conocimiento que posee el pequeño, entonces inventamos las más encantadoras
historias sobre el nacimiento y muerte mucho más ficticias que las que aparecen en
los cuentos de hadas, menos creíbles que un lobo que se come a la abuelita.
Sospechando que hay algo de irreal en estas versiones, los niños insisten con sus
preguntas pero ahora las plantean de un modo más silencioso. Buscan responderlas
a través de los cuentos, y las películas, donde paradójicamente encuentran la
realidad allí donde parecía reinar sólo la fantasía.
Bibliografía Consultada:
En la historia del arte muchas son las culturas que mostraron ser un
manifiesto de una búsqueda incesante por encontrar respuestas trascendentales.
Dentro del amplio repertorio de obras que enmarcaron las motivaciones espirituales
de las diferentes sociedades, nos encontramos con tradiciones cuya visión no era la
expresión individual de la realidad sino la conformidad colectiva con un mundo
sacralizado. La percepción de las formas de la naturaleza se convirtió entonces
en receptáculo de un mundo codificado, cuyos símbolos evocarán sus creencias
religiosas y su visión de la naturaleza del cosmos.
La preocupación por la vida y por la muerte dieron como procesos de
expresión, relatos del origen y también de los caminos que debía enfrentar el
hombre en resolver realidades últimas.
El mito, acompañado con sus sistemas conceptuales, simbólicos e iconográficos fue
la expresión de un tiempo primordial y sustento de toda creación. En algunas
tradiciones el relato mítico y las prácticas ritualizadas van a ser fundamental para
sostener y proporcionar los medios para mantener el orden sobre el caos, la vida
sobre la muerte.
En el Antiguo Egipto el lenguaje propio fue el de la expresión simbólica,
donde mito y rito legitimaron su poder para hacer eficaz la función que estos tenían
en sus creencias religiosas.
Todos estos mitos mediante la acción del rito restauraron el tiempo sagrado,
rito que se presentará bajo formas múltiples acompañados, por otros medios
materiales que complementarán la eficacia del mismo.
El propósito de este trabajo es analizar y exponer los diferentes medios
expresión utilizados en los rituales funerarios del antiguo Egipto haciendo un
paralelismo entre dos fuentes, los textos religiosos y las representaciones plásticas
encontradas en las tumbas, y a partir de allí, demostrar que el arte egipcio, más
allá de ser descripto desde una perspectiva estética , es además un medio
codificado y mágico que garantizaba y preservaba la vida del difunto en el más allá.
En el antiguo Egipto la obsesión por la existencia de la vida más allá de la muerte,
dio origen a una serie de textos y rituales mágicos a modo de conjuros y
recitaciones que le permitían al muerto preservar y asegurar su vida en el más allá.
Los primeros textos los encontramos en las tumbas de los reyes del Reino Antiguo,
en las paredes de las cámaras funerarias y en otras habitaciones y corredores
cercanos a esta. En el Primer Período Intermedio los funcionarios comienzan a
tener acceso a los rituales de resurrección y algunas recitaciones de los textos de
las pirámides inscriptas en las paredes de sus tumbas como en sus sarcófagos.
A partir del Segundo Período Intermedio se utilizaban recitaciones de tipo
personal derivadas de los textos de los sarcófagos, llamados libros de los muertos.
Todos estos textos tenían entonces el poder, por medio del ritual y de las
recitaciones y de la magia,de otorgar animación al muerto como a todos los objetos
e imágenes que estaban en la tumba. Esto implica, la recuperación de los sentidos
y poderes físicos indispensables para poder vivir en el otro mundo.
El concepto del hombre ante la muerte, se ve expresado aquí en un
ferviente anhelo de transformar y proyectar la muerte en vida, muerte que es vida
y permanencia de la existencia humana en el más allá.
Conclusión:
La preocupación de la vida mas allá de la muerte hicieron que el hombre
buscara una diversidad de actos rituales destinados a abrir las puertas entre el
mundo terrenal y del mas allá.
En Egipto encontramos que vencer a la muerte era el máximo triunfo,
donde la interrelación entre el relato mítico, la magia y los objetos como
representaciones ,confluirán como una formula inmutable para poder superar la
muerte.
La fórmula parte en primer término de la asimilación de los mitos como
sustento ideológico expresando los fenómenos originales y ayudando al
conocimiento de los procesos teogónicos y cosmogónicos. A esto le sucede el rito
ejecutado por los sacerdotes magos, especialistas de la vida como de la muerte,
provocando mediante la ejecución de los conjuros la transformación del cuerpo
humano momificado en un cuerpo divino. Con la apertura de la boca transmuta el
cadáver en un ser vivo, y a su sarcófago en un medio de protección perpetua.
Mediante la recitación de el nombre, los textos y las imágenes, todos los
elementos cobran animación y portan energía sacralizada. Introduce en todo esto
fuerzas esenciales para preservar la vida, protegiéndola de todo lo que signifique el
mal en todas sus formas.
Estos textos e imágenes sentenciados a responder a reglas estrictas, forman
la esencia de un lenguaje codificado, que con su carga simbólica serán parte de la
realidad del muerto en su tumba y en el más allá.
Por lo tanto el difunto ante su muerte, muerte que trasciende a la vida,
jamás estará solo y nunca perecerá. Cita "...El espíritu del muerto, para el que se
haga esto no perecerá eternamente. Él existirá en la magnificencia de un Dios. No
le podrá afectar ninguna cosa mala. Él existirá como espíritu de muerto activo en el
oeste. El no volverá a morir una segunda vez. Él comerá y beberá con Osiris cada
día. Será arrastrado junto con los reyes del alto y el bajo Egipto. Él beberá agua del
bebedero del río. Él podrá tener relaciones sexuales, y podrá salir y descender en el
día como Horus. Él estará vivo y existirá como un Dios. Él será honrado por los
vivos como Ra. (Epílogo - 136- del Libro de los Muertos).
Bibliografía
440
Citado por V. Shklovsky, Antología del formalismo ruso, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires, 1971, pág. 14.
el que hace ver de otra manera el mundo a nuestro Iván Ilich, como si recién lo
descubriera. A este respecto vendría muy bien un fragmento de Jolstomer, otro
cuento de Tolstoy, para ilustrar el mencionado procedimiento:
2. EL ANUNCIO
441
L. Tolstoy , Obras, Ed, Aguilar, México, 1991, versión de Irene y Laura Andresco, pág.788.
completamente olvidables, dan cuenta de una vida también olvidable, una vida en
la cual el único suceso importante será sin ninguna duda la agonía que
precisamente se está por relatar.
La defunción, sobre todo cuando aparece impresa en un periódico, implica
precisamente ese costado social que convierte a la muerte en un hecho de todos
los días, despojándola de su carácter misterioso y definitivo. Algo tiene que ver la
modernidad en todo esto:
442
Hugo Mujica ,La palabra inicial, Ed.Trotta, Madrid, 1998, pág.25.
443
, Miguel de Unamuno, Ensayos y artículos, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969,
pág.8.
444
L. Tolstoy , La muerte de Ivan Ilich , Salvat Editores S.A. 1985, versión de José Laín Entralgo,
pág.18.
445
Op.cit. pág.19.
446
Op.cit.pág.24.
Siguiendo esta línea de pensamiento se arriba fácilmente al distanciamiento
emocional que permite incluso efectuar planes acerca de quién estará destinado a
ocupar el cargo que quedó vacante y especulaciones sobre los diversos
desplazamientos laborales que traerá aparejada la muerte. Aunque Tolstoy no se
explaye en el tema de los herederos, posee tanta universalidad la descripción de
ambiente que inclusive nos sentimos tentados a aportar datos a partir de nuestra
propia vivencia, por ejemplo, los chismes sobre herencias o los chascarrillos que
suelen contarse en los funerales.
Aún no hemos salido del primer capítulo y ya poseemos tamaño espectro de
perplejidades acerca de la condición humana, al menos dentro de la vida moderna.
Otra de las percepciones fundamentales del escritor ruso es la que se refiere a la
teatralidad del rito. Las emociones dejan de ser emociones personales cuando se
las sistematiza en un repertorio de movimientos y locuciones mecánicas
programadas para tal o cual evento, convirtiéndose los personajes en verdaderas
marionetas cuyas exteriorizaciones sólo obedecen a la teatralidad, a la
representación.
3. EXPERIENCIA DE LA ENFERMEDAD
447
Op.cit.pág.22
duras penas el decoro”448 A partir de la declaración oficial de la enfermedad, el
sujeto se verá rodeado por tres clases de personas: médicos, familiares y criados,
mereciendo cada uno de estos estamentos algún comentario atinado en relación
con la enfermedad de nuestro Iván Ilich.
3.1. Médicos.
448
Op.cit.pág.43
449
Op.cit.pág.45.
450
Op.cit.pág.46.
451
Op.cit.pág.46.
Se trataba de Cayo como hombre en general, y eso resultaba totalmente justo;
pero él no era Cayo ni hombre en general, sino que siempre fue un ser distinto por
completo del resto: él había sido Vania con mamá y papá, con Mitia y Volodia, con
los juguetes y el cochero¿Es que para Cayo existió aquel olor de la pelota de cuero
que tanto agradaba a Vania?”452
3.2. Familiares.
¿Qué sucede cuando el protagonista intenta contar a su familia que había ido
al médico e intenta hablar de “aquel dolor sordo que no cesaba ni un solo
segundo”?
452
Op.cit.pág.55 y 56.
453
Op.cit.pág.46.
454
, J.P.Sartre, La Nausea, Ed.Losada, Buenos Aires, año 2000, versión de Aurora Bernardez, pág.186.
compartir con él la horrible verdad de tener que morirse después de meses de
continuo sufrimiento.
3.3. Criados.
4. EL DESPERTAR
455
Op.cit.pág.50.
456
Op.cit.pág.53.
457
Op.cit.pág.54.
458
Op.cit. pág.55.
mirando con odio cómo su esposa, su hija y su futuro yerno se preparan para ir al
teatro mientras él soporta ese dolor tan terrible, cuando se queda mirando al vacío
sin contestar mientras el criado Piotr no sabe que actitud tomar, en todos estos
casos se van cortando ataduras entre él mismo y el mundo de la gente educada
(aquella que guarda el decoro). La primera reacción es desesperarse, porque
entiende que toda su vida ha sido un engaño. Se encuentra arribando al fondo de sí
mismo, pero todavía le resta algo por aprender.
459
Op.cit.pág.30.
5.2. Guerásim: esclavo, amante, dios.
460
Op.cit.pág.20.
461
Op.cit.pág.62.
462
Cfr. G.W.F.Hegel, Fenomenología del espíritu, Ed. Fondo de Cultura económica de Argentina, Buenos
Aires 1992, versión de Wenceslao Roses, pág.117.
463
Arturo García Astrada ,“Uno-Todo”, Ed. Almagesto, Buenos Aires 1996, pág.6.
algún otro. En una palabra, el esclavo no sólo se torna amo sino que además, por el
contraste con la dependencia del enfermo, adquiere la consistencia de un dios.
Esto es precisamente lo que verá Pier Paolo Pasolini, quien tomará como
punto de partida un pasaje de La muerte de Iván Ilich para realizar su novela-film
Teorema464, donde un joven sano (dios encarnado) opera la posesión sexual lisa y
llana del padre de familia (Pablo), sugiriendo de esta manera un actualización de lo
que en Tolstoy sólo esta trabajado como contenido latente. Dicha posesión
simboliza la sumisión del padre al verdadero Padre. Volviendo a la obra que nos
ocupa, los tuteos entre amo y criado, la demostración del cariño, en una Rusia muy
atada al respeto por los abismos sociales, constituyen gestos decididamente fuertes
del relato tolstoiano, lo que ha dado lugar al siguiente comentario de Pasolini:
464
Pier Paolo Pasolini ,Teorema, Ed. Sudamericana, Buenos Aires 1972, versión de Enrique Pezzoni.
465
Pier Paolo Pasolini, Descripciones de descripciones, Ed.Península, Barcelona, 1997, versión de
Pentimalli Melacrino, pág.88.
466
Op.cit.pág.60.
médico que al oír que se aliviaba cuando Guerásim le tenía en alto las piernas
exclamó para sí “¿Qué le vamos a hacer? Los enfermos discurren a veces esas
estupideces, pero lo podemos perdonar”467. Con la última voz pide que se lleven al
hijo, para que no continúe destruyéndose a sí mismo ante espectáculo semejante y
pide perdón a la mujer antes de entrar en el borboteo que lo llevará a la expiración
final (segundo acto de amor). Ha estado gritando sin parar durante tres días. Sabe
que lo separa del resto de los mortales una distancia infinita. Se alegra y ve la luz,
comprende que la muerte no existe; escucha a alguien decir “se acabó” y piensa
“se acabó la muerte”468, entonces se estira y muere.
6. CONCLUSIONES
Al comienzo del presente trabajo se dijo que la muerte sólo cobraba sentido
en contraposición con la vida. Podríamos concluir que el personaje principal, en el
final del relato, llega a captar el fenómeno viviente sub specie aeternitatis, pero, a
despecho de los que acuñaron la expresión latina, no lo hace por vía de abstracción
intelectual sino transformado por el dolor. Es en ese momento supremo que el
apego tiende a cero y la muerte pierde todo su sentido. Mientras los parientes dicen
“se acabó” (la vida), él piensa “se acabó” (la muerte). “Ieió niet bolshe”469
expresará el idioma original: no hay más de ella”, despojándola así lingüísticamente
de todo el peso ontológico que los hombres le atribuyen.
En cuanto al aspecto social, se desprende de lo hasta ahora expuesto, que
tamaña experiencia límite inhabilita socialmente al hombre que la está padeciendo,
quizá porque el sistema de relaciones sociales excluye de sí a lo absoluto o más
bien lo recorta a partir de un repertorio de ceremonias; la respuesta a esta última
pregunta excede con creces los objetivos de este trabajo.
Para finalizar, observemos que el enfermo en determinado momento trata
de leer una novela de Zola470, esto daría tal vez para infinitas especulaciones, pero
lo primero que se nos viene a la mente, si recordamos que el padre del naturalismo
es hoy tan vapuleado por la crítica literaria debido a su concepto de novela de tesis,
es que Tolstoy ha querido escribir no una historia particular de un cierto hombre
sino una verdadera tesis sobre la condición humana. No cabe duda de que si ese ha
sido su propósito, con creces, ha excedido las propias expectativas.
467
Op.cit.
468
Op.Cit.
469
Versión original en ruso, Smiert´Ivana Ilichá, glavá XII, L. Tolstogo, Izdanie literaturi elektrónnogo
vida, www.magister.msk.ru/library/tolstoy/tolstoy.htm
470
Op.cit.pág.53.
REPRESENTACIONES DE LA MUERTE EN LA GRECIA
ANTIGUA
Ofelia Wyngaard U.N.T.
471
VERNANT, J.P. El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia, Ed. Paidós, 2001, p.81
472
Idem. Entre mythe et politique , Ed. du Seuil 1996, p.74
Comenzamos con la primera de estas dos caras de la muerte en Grecia que
ya mencionados y que describiremos como la “muerte inmortal” de los griegos. El
universo político-cultural que fue la Grecia Arcaica elaboró diversas políticas en
vistas a integrar la muerte a la vida civil, concibió para los difuntos un modo
particular de continuar a existir al dotarlos de un status social especial - el status
social de muertos - y recuperarlos así como colectividad. Esta función se realizó a
través de los rituales funerarios, la escultura y la inscripción funerarias, y en otro
nivel, mediante el culto de los héroes inmortalizados en la poesía oral.
La muerte como ideal de la vida heroica es la lección la Ilíada. Morir
valientemente en la flor de la juventud en las primeras filas del combate, confiere al
difunto guerrero la cualidad de aner agathos hombre valeroso, osado; virtud por la
cual su nombre y figura ligados a la fama y la gloria de su hazaña persistirán,
mientras exista el tiempo, en la memoria de los hombres. La bella muerte
representa así el grado más alto del honor, la adquisición de la excelencia o areté.
Es la decisión de Aquiles, modelo de héroe de la Ilíada, ante los dos
destinos que se le presentan desde un principio; o bien, una larga y tranquila
existencia en su país y en la paz del hogar, conformándose de una vida sin gloria; o
bien una muerte temprana y honrosa en el campo de batalla, asegurándose junto a
ella la gloria imperecedera. Por su elección y su acto Aquiles puede acceder
entonces al estatuto de muerto glorioso, única posibilidad de la que disponen las
criaturas mortales para dejar inscripto su paso por la vida.
Es necesario tener en cuenta que en una cultura como la de la Grecia arcaica
el individuo existe en función del otro, por y a través de su mirada, de manera que
la única vida o muerte dignas son para él aquellas tras las cuales pueda ser
reconocido, recordado, honrado con palabras de alabanza. De esta manera, el ideal
del kalos thanatos traduce, para un griego, la posibilidad de escapar de lo que
sería para él la verdadera muerte, a saber, el olvido y el anonimato, por la muerte
misma. Una muerte que al dar origen a un canto de gloria logra hace del héroe
difunto una presencia en la comunidad aún mas vivaz que la de los propios vivos.
Es la función que cumple la poesía oral, el canto épico que al celebrar las proezas
de estos héroes constituye una memoria inmortal, consolida un pasado colectivo en
el que la comunidad arraiga sus valores y se reconoce.
En este sentido también el ritual funerario resulta ser una forma de memoria
utilizada por el cuerpo social, el propósito es procurar al individuo que ha perdido la
vida la posibilidad de acceder a una nueva condición: al estatuto de muerto, y ser
inserto como tal en la vida del grupo.
Cuando el guerrero muere su psykhé liberada abandona el cuerpo dejándolo
sin vigor, pero no significa aún que haya atravesado los umbrales de la muerte.
Justamente, el rito funerario pretende permitir esa transformación, ese cambio de
estado. Al final del mismo, el muerto abandonará definitivamente el mundo de los
vivientes, su cuerpo se desvanecerá en el más allá al tiempo que su psykhé
alcanzará las orillas del Hades.
El tratamiento realizado al cuerpo del muerto heroico en la tradición
homérica se interpreta desde esta intención de inmortalidad. El cuerpo lavado,
embellecido y adornado es depositado a la vista de sus cercanos, luego arderá en
una hoguera para que el fuego devore todo lo que en él es sujeto a corrupción. Lo
que posibilita el fuego es la conservación intacta de la apariencia visible del
cuerpo. La belleza, la virilidad, la juventud del difunto y demás valores,
continuarán existiendo, libres ya de la usura del tiempo y la destrucción en virtud
de ese acto mismo que los envía al reino lo invisible.
Al finalizar los rituales las cenizas irán, a modo de restos, bajo tierra para
construir sobre ellos el memorial, mnêma, la edificación de la tumba y el sêma, la
estela o inscripción, formas destinadas también a asegurar la permanencia del
difunto entre los vivos. El carácter fijo e inalterable que da la rigidez de la piedra a
la estela funeraria, contrasta con la fragilidad y la transitoriedad de los valores y
cualidades que el guerrero encarnaba estando en vida. De manera que el objeto de
la inscripción es inmortalizar de algún modo esos valores al figurarlos en su
momento de esplendor sobre un material de apariencia imperecedera.
El autor insiste en la condición paradójica de este ideal del kalos thanatos,
y que se hace manifiesta en creaciones culturales, a propósito del monumento
fúnebre dice: “El mnêma es traducción a su manera, en la inmutabilidad de su
materia y de su forma, en la continuidad de su presencia, de la paradoja de los
valores de la vida, juventud y belleza, que solamente pueden poseerse una vez
que se han perdido, que uno no puede nunca hacer suyos más que cuando deja de
existir.”473
Al monumento y la inscripción fúnebres se agregarán en el curso del siglo
VI, la representación figurada, los kouroi funerarios, donde la muerte es evocada
por la belleza de una forma corporal esculpida en piedra. La figura que se levanta
sobre la tumba cumple una función de sustitución, intenta resguardar los valores
de lo que era la persona viviente, a la vez que instaura al difunto en su nuevo
estatuto social de muerto. La escultura funeraria completa así el conjunto formado
por el rito funerario, el memorial, la inscripción recordatoria y en otro orden el
473
VERNANT, J.P. El indiv.... p. 72.
canto épico, todas formas de rememoración colectiva cuyo fin podría describirse en
términos de una presentificación de lo ausente, de lo invisible, de lo desaparecido
para siempre.
474
Idem. El indiv...p.84.
475
Idem. El indiv...p.85
condición inexcusable de una vida ultraterrena” son en verdad complementarios.
No hay uno sin otro. Además, en tanto respuestas a la realidad de la muerte
ambas se dirigen al interés. los vivos.
De los muertos en cuanto muertos nada puede decirse, ellos no tienen voz,
se hallan tras umbrales que nadie atraviesa sin haber a su vez fallecido , en el reino
de la noche, donde las palabras pierden sentido, impera la confusión, lo
ininteligible. Es el lugar fuera del tiempo, no es el tiempo pasajero de los mortales
ni el tiempo eterno de los dioses, el Hades es la tierra del olvido, del silencio, donde
“los muertos, cabezas inanes sin energías y rodeados de tinieblas, no tienen ya
476
nada que recordar.”
En el Canto XI de la Odisea tiene lugar el encuentro de Ulises con la
sombra de Aquiles difunto, a la ocasión, Aquiles desprecia sus hazañas, no
encuentra en ellas consuelo alguno y afirma que preferiría mucho más seguir
viviendo aunque fuese el último criado de un cualquiera, mejor eso que Señor en la
indistinta muchedumbre de muertos. En el Hades, Aquiles no dispone de oídos
para escuchar las alabanzas de sus proezas, no tiene memoria para recordarse a sí
mismo, no puede recuperar el sentido, ni la conciencia, ni por tanto, la identidad.
Estas palabras de desazón del héroe parecerían responder a una negación
del ideal heroico, sin embargo si uno reflexiona sobre ellas comprende que, en
verdad, lo reafirma ; afirman la noción de que “no hay otros valores salvo los de la
vida, ninguna otra realidad más que la de los vivos”.477 La elección de Aquiles no
es la muerte por sí misma sino más bien responde al deseo profundo de huir de la
masa de los “sin nombre” para habitar por siempre en el mundo de los vivos. La
solución propuesta por los griegos es por siempre paradojal .
Nos centremos ahora en la figura de Gorgo. En el mismo Canto XI de la
Odisea, Ulises alude al “pálido terror” que le invade al pensar en los abismos del
Hades, al concebir la posibilidad de que Perséfone (divinidad infernal) pudiera
enviarle “la cabeza del horrendo monstruo Gorgo”.
Gorgo es una cabeza, una cara, prosôpon. Su particularidad está en la
mirada pues su mirada mata. Basta un instante para que el hombre que haya
cruzado su faz, sea arrancado para siempre de su condición de viviente, pierda la
claridad de la luz del sol, pierda la vista y la vida, sea convertido en piedra. La
monstruosidad que hace insostenible la visión de Gorgo, explica Vernant, proviene
de la mezcla de sus semblantes humano, animal y mineral, que dan como
resultado una figura del caos, de la vuelta a lo informe, a la confusión de la Noche
Primordial.
476
Idem. El indiv...p.87
477
Idem. El indiv...p.88
Gorgo es presentada como una máscara que mira siempre de frente y
aniquila con su vista a quien se encuentre delante, a través de ella los griegos
intentaron traducir el horror del encuentro frontal con el rostro de la muerte. En
este sentido Gorgo posee el carácter de lo sagrado absolutamente prohibido, algo
tan separado de la vida humana que aparece como horrible o aterrador, pues no se
puede entrar en contacto con él sin perder al mismo tiempo la condición de
viviente. La muerte, dice Vernant, es un sagrado de este tipo. De ahí lo imposible
de ver, de nombrar, de pensar, de ahí su condición de alteridad radical.
Vayamos ahora al mito: el mito relata la historia de Perseo decapitando a la
Medusa. Perseo debe decapitar a la Gorgona Medusa y apropiarse de su cabeza. Se
le plantea la cuestión de la mirada, ¿cómo atacar al monstruo sin caer bajo su
mirada letal? o bien de ¿cómo dominar lo que casi no se puede representar?.
¿como capturar ese rostro imposible de ver y usarlo contra los enemigos?. El héroe
deberá sortear una serie de pruebas para lograr su propósito de vencer el rostro de
la muerte. En primer lugar debe vencer a las Grayas; se trata de jóvenes-ancianas
hermanas de las Gorgonas, ellas conocen el camino que conduce a las Ninfas,
únicas poseedoras de talismanes que permitirían a Perseo matar a Medusa (la única
de las tres Gorgonas que no es completamente inmortal) y llevarse la cabeza en
su saco para introducirla en el mundo de los hombres,. El poseedor de la cabeza
de Medusa será temido como señor de la muerte. Las Grayas disponen entre las
tres de un solo diente y un solo ojo que se pasan de una a otra. Por eso mismo, se
trata de un ojo peligroso, pues está siempre despierto, vigilante, al acecho. Basta
un rayo de este ojo para ser visto y aniquilado.
Perseo será entonces guiado por Hermes y Atenea, la salida consiste en
encontrar el punto débil, por ejemplo, el corto intervalo en el que el ojo está entre
las manos de una Graya a la otra, así, actuando con precisión y en la ocasión
oportuna, Perseo logrará hacerse con él dejando las Grayas ciegas e indefensas.
Clamando por piedad la devolución de su ojo éstas revelarán a cambio la morada
de las Ninfas.
Las Ninfas proveerán a Perseo de los presentes necesarios para enfrentar a
su temible adversaria: primero el casco de Hades que lo envuelve en tinieblas y le
da presencia de muerto; luego las sandalias aladas para trasladarse velozmente; y
por último, el saco profundo donde guardar, apenas cortada, la cabeza de Medusa.
La invisibilidad y la ubicuidad lo protegerán del ser visto; la oscuridad del saco
suprimirá el siniestro poder visual del monstruo. Las Ninfas agregarán a estos
regalos la hoz, el instrumento para la degollación. Ahora sólo le resta actuar.
A pesar de todas las precauciones, el éxito de Perseo no está asegurado, a
pesar de su invisibilidad todavía es posible que sus ojos se encuentren con la
mirada del monstruo al momento del ataque. La solución le será proporcionada por
la diosa Atenea, Perseo podrá evitar el rostro de Medusa y para orientarse seguirá
el reflejo producido sobre el escudo de Atenea que, a modo de espejo servirá para
captar la imagen del monstruo. De esta manera Perseo la ve, ya no de frente en su
figura real y mortal sino en una copia, igual a sí misma pero despojada de su poder
aniquilador.
Ahora bien, ¿acaso el mito da a entender que la imagen de Medusa, por su
misma condición de reflejo, ha perdido todo su poder y eficacia real? En realidad
no, la imagen tiene un poder activo que proviene de ella y puede impactar con igual
potencia que el modelo. Simplemente la lección del mito es que, gracias a la
mediación del espejo que permite producir una imagen de eso imposible de
abordar, ese poder letal puede llegar a controlarse y utilizarse para otro fin.
El héroe, tras haber decapitado Medusa, y robado su cabeza, se sirve de
esta para petrificar sus enemigos y finalmente la cede a Atenea que hace de ella un
instrumento de muerte, la diosa porta la Medusa en su pecho en señal de “égida”
y también adorna su escudo con una imagen de ella, el Gorgoneion. Por este
medio, al exhibir la imagen del rostro de Medusa en el arma defensiva, ésta se
vuelve temiblemente eficaz factible de aterrar al adversario, y de conducirlo a la
derrota y a la muerte.
Según Vernant toda la historia está construida sobre el tema del ver y del
ser visto, para acercarse a su sentido es necesario tener presente la concepción
griega de la visión, del ojo, de la mirada. A ese propósito Vernant recurre a
Platón, dice: “Cuando miramos el ojo de alguien que esta al frente de nosotros,
nuestro rostro se refleja en eso que se llama pupila, kore, como en un espejo:
aquel que ahí mira ve ahí su propia imagen. – Exacto. Así cuando el ojo considera
otro ojo, cuando fija su mirada sobre la parte de ese ojo que es la mejor, aquella
que ve, es a sí mismo a quien ahí ve ”. Alcibíades (132e-133ª). Vale decir que
cuando miro a los ojos de otro, es a mí mismo a quien veo en la actividad de ver,
de conocer. Mi mirada transporta hacia la pupila del otro un ‘mí mismo’ que yo no
puedo alcanzar a ver hacia mi interior.
Trasladando así este esquema a la figura de Gorgo, el autor explica:
“Cuando miro la faz de Gorgona en los ojos, es a mí que veo, o más bien eso que
en mí es ya el otro: eso que está más allá de mí, no hacia lo alto, hacia el cielo de
la belleza, sino hacia lo bajo, la enceguecedora noche del caos: la muerte de
9
frente.” Dicho con otras palabras: en el fenómeno de la mirada, es la relación a la
propia muerte lo que está en juego; lo que veo en ese encuentro cara a cara, es
un doble de mí donde se objetiva una potencia de muerte inherente a cada uno.
Bibliografía
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