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ANTHOLOGICA

ANNUA

26 - 27

ROMA

INSTITUTO ESPAÑOL DE HISTORIA ECLESIÁSTICA

1979-1980
A N T U O LOGIC A

ANNU A

REDACCIÓN E INTERCAMBIO

Via Giulia, 151


R O M A

DISTRIBUCIÓN:
PPC
E. Jardiel Poncela, 1
Teléf. 2592300
M A D H I D - 1 6

ISBN: 84-7009-110-7
Depósito legal: BU-576. - IÍJ8I
ANTHOLOGICA ANNUA acepta intercambio
con publicaciones científicas similares

IMPRENTA DE AI.DECOA, DIEGO DE S I Í O K , ! íí HUNCOS


SUMARIO

Págs.
ESTUDIOS:
Guillermo de Taillante, abad de Sahagún y cardenal de la
iglesia romana, por AUGUSTO QUINTANA PRIETO 11
Diego de Muros ¡U, obispo de Mondoñedo y de Oviedo /1505-
1525), por JOSÉ Luis GONZÁLEZ NOVALÍN 85
La presencia real de Cristo en la Eucaristía en Bartolomé
Carranza, Pedro de Soto y Bartolomé de Medina, por
JOSÉ ALJIBE YETI 181
Pasión religiosa y literatura secreta en la Valencia de Mi-
guel de Molinos f!612-í6'¿5l, por RAMÓN ROBRES LLUCH ... 281
Entre Madrid y P.oma. La nunciatura española en 1675, por
JOSÉ M. MARQUÉS 407
Semblanza biográfica del Obispo de Orihuela Don José Es-
teve Juan (1551-16031, y sus relaciones "ad limina", por
JOAQUÍN MARTÍNEZ VALLS 555
Inicio y clausura del "Studium Arabicum" de Túnez fs. xnu,
por PEDRO RIBES MONTANÉ 615

NOTAS Y DOCUMENTOS:
La declaración del Beguino Gallego, fray Alonso de Mellid,
sobre los orígenes del Cisma de Occidente, por JOSEP PE-
RARNAU ESPELT 619

Documentación pontificia relativa a la Península Ibérica en


el Vat. Ross. 476, por JOSEP PERARNAU ESPELT 635
Obras de Bernini en Santiago de los Españoles de Roma.
por JUSTO FERNÁNDEZ ALONSO 657
La diócesis de Segovia en el siglo xvni, por MAXIMILIANO
BARRIO 689
Aportación para un epistolario de Félix Torres Amat. por
JULIÁN BARRIO BAKRIO 723
Privilegios papales del Archivo Diocesano de Barcelona, por
JOSÉ M. MARTÍ BONET .. 779
Pasión religiosa y literatura secreta
en la Valencia de Miguel de
Molinos (1612-1625)

Por RAMÓN ROBRES LLUCH,


Correspondiente de la R. Academia
de la Historia

El misterio tiene siempre un reducto


final que se resiste a los ataques
de la investigación.
MARAÑÓN

SUMARIO: Dos palabras. — Fuentes y bibliografía. — PARTE PRIMERA. EL ANTI-


HÉROE.— Capitulo I. De limo terrae. — 1. Una vida común y ordinaria.—
2. Siguiendo su coro. — 3. ¿El nudo de la cuestión?. — 4. Otras novelas
ejemplares. — 5. El P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios. — 6. Am-
plia y circunstanciadamente.
PARTE SEGUNDA. APOTEOSIS CONTESTADA. — Capítulo I. Despintando las hon-
ras.— 1. Presagios íunestos. — 1. Una lección de anatomía y el diablo en
Albalat. — 3. La negra paloma. — 4. Velas nocturnas y abominaciones.—
Capítulo II. Maestro? y profetas. — 1. Fray Antonio Sobrino. — 2. La Com-
pañía de Jesús. — 3. Los canónigos. — Capítulo 111. Se perfila una secta.—
1. Los nuevos disciplinantes. — 2. De lego a lego. — 3. Libelos, pasquines,
herejías. — 4. Desposorios místicos. — Capítulo IV. El Arzobispo y la In-
quisición.— 1. Errada prudencia. — 2. Bárbaro consuelo. — 3. La relación
del arzobispo a Roma. — 4. Aliaga, Inquisidor General. — 5. El edicto no
se cumple. — 6. El "ídolo" caído. — 7. Episodios menores y espadas en al-
to. — Conclusiones.

DOS PALABRAS

Tienen estas páginas —como finalidad primaria— ahondar en


el análisis de un proceso histórico-canónico, inconcluso y de lar-
ga duración. Las nuevas fuentes son biografías de signo opuesto.
Y aunque resulta difícil su exacta valoración, sirven en gran ma-
nera para el conocimiento de la piedad barroca.
282 RAMÓN ROBRES LLUCH [2]

En segundo lugar, podrá el discreto lector apreciar la expresión


literaria en numerosas referencias de apoyo crítico. Ojalá nos sea
dado en alguna ocasión ofrecer los textos en su integridad.
La piedad en Valencia —en una sección de arriba a abajo—
es notoriamente recogida y barroca, a la vez que severa y tradi-
cional en feliz amalgama con el magisterio viviente de sus gran-
des santos.
Mirando concretamente a nuestro punto de reflexión, Miguel
de Molinos se halla vinculado a la Ciudad del Turia, temprana-
mente fascinada por el halo místico-humano del aragonés. El ar-
zobispo Hontiveros le envía a Roma a fin de cumplir con el de-
ber pastoral de la visita "ad limina Apostolorum". Y allá marcha
también como agente de la Ciudad para gestionar el Proceso apos-
tólico de beatificación de un humildísimo beneficiado de la parro-
quia de San Andrés, mosén Francisco Jerónimo Simó. Le aclaman
muchos devotos y pregonan innumerables milagros.
El fracaso de esta segunda comisión fue rotundo. Muy mal se
le pusieron las cosas con la hostilidad del Santo Oficio. Además,
—y no es circunstancia de menor peso— se acentúa de allí a poco
la decadencia política de España. Después de ia Guerra de los
Treinta Años, Francia dictaba su ley y la Sagrada Congregación
de Ritos dejaría encerrado en largo paréntesis el debate sobre los
héroes hispánicos, algunos de los cuales han sido canonizados en
nuestros días.
Lejos estábamos de sospechar el hallazgo de un riquísimo ve-
nero. Nada, por fortuna, hay que rectificar de cuanto avanzamos
en la publicación anterior.
Francisco Jerónimo Simó amaba el silencio y la oración. De
su vida no se sabía gran cosa. Y nos dolía el desconocimiento tex-
tual de las impugnaciones y diatribas lanzadas contra él post
mortem. En cambio, contamos ahora con un repertorio agobian-
te. Tachan su moralidad y doctrina. Quizá por el entramado de
las acusaciones, podamos esbozar el esquema del quietismo, tal y
como lo entendían los celantes de la ortodoxia.
En resumen. El anterior estudio daba, un balance positivo del
clérigo camino de los altares. El cambio de escena es ahora to-
tal. Saldrá al poste el Venerable. El fiscal es un hijo de Santo Do-
mingo y astilla de Melchor Cano en su actitud más que severa
con los de la Compañía. Su pluma deja correr expresiones fuer-
tes. Algunos relatos están en la línea de los agavillados por Ro-
mana Guarnieri en su corpas sobre II libero spirito, antecedente
del quietismo, y que la escritora se propuso investigar "neH'intrin-
[3] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 283

cata giungla delle eresie medieval!." Lo mismo cabe opinar de la


secta Spiritus libertatis.
Entramos en el círculo de la llamada literatura secreta, géne-
ro casi inexistente en el ancho mar de las letras hispánicas. Bajo
este signo han permanecido ocultas hasta ahora las Vidas de
mosén Simó y que sólo por circunstancias imprevisibles han lle-
gado a mis manos.
Como en cualquier empresa humana, digna de tal nombre, en-
tran en la investigación histórica duros trabajos y sorprendentes
alegrías.
Alguien que sabía de estos quehaceres, dejó escrito en momen-
tos de exultación:
"Ha querido la fortuna que preside las tareas investigadoras fa-
vorecerme con un singular hallazgo, muy apetitoso. Es vianda que
escasea en la minuta de los platos nacionales [...]; la escasez de
la golosina y su aderezo débese a plumas secas y avellanadas que
guiadas por prejuicios nacionales de varia índole han impedido
el nacimiento de la literatura "secreta": memoriales y correspon-
dencias confidenciales reveladoras de la cultura social más desna-
tada, donde aflora y sutiliza el ingenio valorando adecuadamente
sucesos y personalidades.
Así, un género que enriquece tan copiosamente las experien-
cias humanas en otros países, es en el nuestro casi inexistente,
siendo sensible esta crisis y penuria, pues el realismo ingénito de
la raza hubiera producido abundantes frutos del más castizo ve-
duño."
Es obligado reconocer que no siempre circulan por el ancho
mundo de la llamada "historia" la estética literaria y la verdad
pura. Un ilustre publicista ha dicho a propósito de Quevedo: "Si
fuéramos a creer que el Arcipreste de Hita dice absolutamente la
verdad, tendríamos la triste convicción de que la Edad Media fue
un tiempo de incredulidad, de chocarrería, de lujuria y libertina-
je. Y quien juzgase la Francia del último tercio del siglo xix por
las novelas "documentadas" de Emilio Zola, fallaría naturalmen-
te, que aquel ilustre país había caído en la más espantosa miseria
moral. No obstante, al mismo tiempo que el Arcipreste de Hita
exhala sus chocarreras canciones, daban al aire sus místicas y
anhelantes torres las catedrales góticas, y a pocos años de morir
Emilio Zola, mostraba Francia su gran esfuerzo heroico en la gue-
rra europea.
Al par que las novelas de picaros florecían los libros de caba-
llerías y junto a la historia de truhanes escribíanse los místicos
arrebatos de Granada, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, y
284 RAMÓN ROBRES I.LUCH [4]

cantaba Ercilla las épicas hazañas. Y más tarde aún, cuando pa-
recía que debería estar agotado, surge Calderón con el alma pura,
con el alma inocente, dispuesto a celebrar los mejores atributos
de la nobleza y de la fe [...].
Los antiguos eran más francos que nosotros; no les ofendía
tanto la licencia del lenguaje. Tomaban además la literatura en
sentido de juego, de diversión y de solaz, al contrario de nosotros
que le atribuimos un sentido transcendente y moral. Alternaban,
pues, las historias de los caballeros andantes y los episodios de
los picaros, tal como en las viejas catedrales coinciden las gro-
tescas y obscenas tallas de los capiteles con las elevadas naves
anhelantes hacia lo alto y hacia el infinito puro '."
Más de doscientos personajes y personajillos se arraciman en
los puntos de la pluma del escritor, dispuestos a saltar a la esce-
na. Constituyen —porque lo digamos de una vez— todo un mundo
en animada visión, con distintas carátulas: papas, cardenales y
obispos, frailes y clérigos, gentes de pro, soldados y mendigos,
santos y picaros, luteranos, alumbrados y simonistas. Leyenda y
novela, pasión y fuentes documentales salen contextas y tejidas
para ofrecer al lector —como de alta, redonda y grandiosa cla-
raboya— la dimensión humana de los que andan en el cortejo. Ter-
cian en la historia controversias de angelicales elevaciones, actúa la
Inquisición, se atizan rivalidades entre dominicos e iñiguistas. Es la
España de Felipe III, los virreyes, el Conde-Duque de Olivares,
"dueño del Rey y del Imperio español", y de Don Rodrigo de Cal-
derón, Marqués de Siete Iglesias. En este cuadro de costumbres
tienen cabida Lope de Vega, los moriscos y hasta el ingenioso Hi-
dalgo Don Quijote de la Mancha.
El ojo de un gran ciclón espiritual pasa por el meridiano de
Valencia. Sus efectos impresionan en Madrid, en Roma, en Flan-
des y hasta en la Rubia Albión.
Mas no todo es oscuridad y tragedia. Entre las invectivas del
Padre Predicador no falta un manípulo de hilarantes escenas, co-
hermanas de las que nos regalaron el Diablo Cojuelo, El Lazari-
llo, el Gobernador Panza. Timoneda y el Buscón.
Nuestro dominico hablará a sus anchas, si bien ha sido menes-
ter hilvanar puntos y añadir aclaraciones; eso sí, con parquedad,
procurando que los árboles no impidan ver el bosque.
Nos guia el afán de iluminar un tanto la Historia de la Iglesia
Católica en España en el siglo xvn, pobre —aunque otra cosa pa-
rezca— en logros de investigación, si bien, rica en perspectivas.
1. MIGUEL DE LA PINTA LLÓRENTE, Aspectos históricos del sentimiento reli-
gioso en España, Madrid 1961, pp. 13-14.
I. — F U E N T E S
A. — Impresas

ANTONIO SOBRINO, MENOR FRANCISCO DESCALZO DE LA PROVINCIA DE SAN


IUAN BAUTISTA, Sermón al felicísimo tránsito del Angélico Sacerdote
Mossén Francisco Gerónymo Simón, natural desta Ciudad de Valencia,
y beneficiado de la Parrochial de San Andrés. Año 1612. En Valencia,
impreso en casa de Pedro Patricio Mey, junto a San Martín.
Folleto de 40 pgs. en octavo, sin numerar, con 16 anotaciones y 4 lla-
madas marginales originales autógrafas de mosén Jerónimo Martínez
de la Vega, confesor de Simó en su última enfermedad y futuro bió-
grafo. Colección particular.
[JUAN BAUTISTA TIMONEDAJ, Parabién de la Insigne Ciudad de Valen-
cia, juntamente con un discurso en disgresión a honra, y gloria de Dios,
de la Vida, grandezas, y alabanzas del Angélico Padre Mossén Francisco
Gerónimo Simón, natural de dicha Ciudad, Presbítero. En Valencia por
Juan Bautista Tinomeda, 1612, en cuarto. (VICENTE XIMENO, Escritores
del Reí/no de Valencia, II, Valencia 174.-9, p. 353).
ESTEBAN DE THOUS, Sermón en las Honras que hizo el Convento de
N. Señora del Carmen de Valencia al V. y devoto Sacerdote Mossén
Francisco Gerónimo Simón. En Valencia, por Felipe Mey, 1612, en oc-
tavo. (XIMENO, I, p. 332).
JERÓNIMO MARTÍNEZ DE LA VEGA, Summa enarratio vitae, et obitus
Francisci Hieronymi Simón, Valentmi, eximia sanctitate Presbyteri. En
Valencia, junto a la parroquial de San Andrés, 1612, en folio. (XIMENO,
I, p. 323-324).
FRANCISCO MARTÍNEZ PATERNA, Exequias fmierales, que la Santa Igle-
sia de Orihuela, y sus Parroquias hízieron a la dichosa muerte del Ve-
nerable, y Angélico Padre Mnssén Francisco Gerónymo Simón. (ISIDORO
APARICI GILART, Vida del V. P. Mosén Francisco Gerónymo Simón, s. a.,
p. 177).
MIGUEL TOMÁS, Verdadera relación de las Honras, que la Villa y Cle-
ro de Morella han hecho al Padre Mosén Francisco Gerónymo Simón
Sacerdote en 22 de Julio de 1612. En Valencia, por Crisóstomo Garriz.
Folio menor. Valencia, Bibl. de la Universidad.
GASPAR GIL POLO, Veneración que en Valencia se hace al Padre Mos-
sén Francisco Gerónimo Simón. En Valencia, por Felipe Mey, 1613. (XI-
MENO, I, p. 271).
DOMINGO SALCEDO DE LOAYSA, Breve y sumaria relación de la Vida,
muerte, y milagros del Venerable Presbítero Mossén Francisco Geróni-
mo, Simón, Valenciano. Con los túmulos, Honras, Entradas, y Presmtes,
que en el término de un año, en la Ciudad de Valencia se le han hecho,
con otras cosas sucedidas. En Segorbe, por Felipe Mey, 1614, en octa-
vo. (XIMENO, I, p. 287).
JUAN WOVERIO, [Vida de Simól dedicada al archiduque Alberto, Am-
beres, 1614. De ella hace mención el autor siguiente:
[ISIDORO APARICI GILART!, Ob., Vida del Venerable Sacerdote Mosén
286 RAMÓN ROBRES LLUCII [6]

Francisco Gerónymo Simón, Valenciano, y Beneficiado de la Real Igle-


sia Parroquial del Apóstol Scm Andrés de esta Ciudad de Valencia, [sin
portada, incompleta, se imprimió en Valencia hacia 1706. Ejemplar ra-
rísimo, colección particular 1.
JUAN BAUTISTA SORO, [Sermón predicado en las honras de Simó en
la ciudad de Alicante, el 25 de mayo de 16121. Se desconoce el lugar de
impresión y año. Citado por Gilart, que copia fragmentos.
ANTONIO PANES, Chrónica de la Provincia de San Ivan Bavtista, de
Religiosos Menores Descalzos de la Regular Observancia de Nuestro Se-
ráphico Padre San Francisco. En Valencia, por Gerónimo Vilagrasa, 1665,
pp. 67G-830.

B. — Manuscritas

JUAN BAUTISTA NAURI, canónigo de la catedral de Segorbe, dejó una


relación manuscrita de la Vida de Simó. (APARICI GILART, p. 90-91).
JUAN GAVASTÓN, O.P., Vida escandalosa de Mosén Francisco Geró-
nymo Simón. Reflérense muchos milagros falsos i embelecos y el motín,
[Valencia 1619], 212 pp. numeradas, 132 ampliaciones marginales origi-
nales autógrafas, muchas llamadas de diversas manos, 26 páginas mu-
tiladas a partir de la 160. Incompleta al final.
— Otra copia de este manuscrito, con ampliaciones numerosas, liman-
do ciertas frases, si bien en ocasiones el anónimo se expresa con ma-
yor desenvoltura. La copia es de 1706. Este ejemplar se halla encua-
dernado antes del original, como para protegerlo. Consta de 146 hojas.
— Resumen de la Vida y Muerte de Mosén Francisco Gerónimo Simón,
Beneficiado de la Parroquia de San Andrés en la ciudad de Valencia
y escándalos que ocasionó en dicha Ciudad. 143 pp.
— Carta [sin datación] al Padre fray Antonio Sobrino, escrita por el
Maestro fray Francisco de Castro, y
— Respuesta del Padre fray Antonio Sobrino a esta carta. En el mismo
vol. pp. 155-165.
— [Fray Gaspar BarbaránJ Relación de algunos de los notables casti-
gos con que Dios Nuestro Señor ha castigado a los factores y fo-
mentadores de Mosén Simón, a quien han querido hacer Santo a
fuerza de mentiras, motines, milagros falsos y otras invenciones las
más diabólicas que se han visto en el mundo. En el mismo vol.
pp. 175-201.
— Memoria y defensa del Siervo de Dios Mosén Francisco Gerónimo
Simón. [Procede del Monasterio de Valldigna], pp. 203-204.
— [Fray Jerónimo Cucalón O.P.J, Carta a Felipe III, s.a., pp. 215-232.
— [Tres cartas al Papa Paulo V por los Conventos de Predicadores,
San Francisco y el Remedio, en 1619J, pp. 233-246.
— [Isidoro Aliaga, Arz. de Valencia], Memorial al mismo Papa, s. a.,
pp. 255-304.
(Estos manuscritos, a excepción del primero, (que no hemos locali-
zado), pertenecieron al convento de los PP. Dominicos de Valencia; hoy
son de propiedad particular).
[7] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 287

II. — BIBLIOGRAFÍA

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PACHO, E., De nuevo sobre el quietismo, "Monte Carmelo", 77 (1969) pp.
191-199.
—, Juan de Jesús María (Sampedro) y S. Juan de la Cruz en un
interesante proceso inquisitorial, "Monte Carmelo", 79 (1971) pp.
187-211; San Juan de la Cruz y Juan de Santo Tomás, O.P., en el
proceso inquisitorial contra Antonio de Rojas, "Ephemerides Car-
meliticae", 22 (1971) pp. 349-390.
, Molinos (Michel de), "Dictionnaire de Spirtiualité" 10 (1979) c.
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PETROCCHI, M., U problema del lassismo nel secólo xvu, Roma 1953, "Sto-
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PIRRI, P., Gagliardiana, "Archivum Historicum Societatis lesu", 29 (1960*
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PORGAR, J., Coses evcngudes en la Ciutat y Regne de Valencia (1589-1629)
2 vols. Madrid 1934.
288 RAMÓN ROBRES I.LUCH T8J

1
QUETIF-ECHARD, Scriptorcs Ordinis Predicatorum, II Paris 1719-1723.
Rius SERRA, J., San ./osé y la Ciudad de Valencia, "Analecta Sacra Ta-
rraconensia" 25 (1952) pp. 183-188.
ROBRES LLUCH, R., En torno a Miguel de Molinos y los orígenes de su
doctrina. Aspectos de la piedad barroca en Valencia, "Anthologia
Annua" 18 (1971) 354-465.
ROYO MARÍN, A., Teología de la perfección cristiana, Madrid BAC, 1955.
SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio, España, un enigma histórico, I, Buenos
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SANCHIS GUARNER, M., La Ciuíat de Valencia. Sintesi d'Historia i de Geo-
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SAÜX, H. - ABHISIKTANANDA, Preghiera e presenza, Citta di Castello 1973.
SCADUTO, M., ¡I P. Antonio Francesco (Candelari) da Ancana e il quietis-
mo marchigiano. "Miscellanea Melchor de Pobladura", II, Roma
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SOBRINO, A., Vida Espiritual y perfeción Christiana, con la confutación
de un error antiguo que aora algunos en Flandes despiertan con
color de perfeción y espíritu, Valencia 1612.
SURIUS, Historiae seu vitae sanctorum iuxta optimam coloniensem edi-
tionem, XI, Augustae Taurinorum 1879.
VALVEKENS, G. Bta., Ermanno Giuseppe, "Bibliotheca Sanctorum", V,
Roma [1964] p. 27.
PARTE PRIMERA. — EL ANTIHEROE

CAPÍTULO I

DE LIMO TERRAE

1. una vida cumún y ordinaria

Los principios de las cosas son difíciles. El padre Gavastón, al


correr de la pluma, ignoraba el año y la fecha del nacimiento del
personaje de su historia. Pero había que comenzar. Luego pon-
dría al margen que Simó nació el año del Señor 1578, a 16 de di-
ciembre, en Valencia, capital de su reino'.
Poco interesaba averiguar el nombre de los padres. Era ya su-
ficiente envolverles en negra pincelada: "Fue su padre gavacho;
de oficio, un triste carpintero. Su madre, de no muy buena fama,
ABREVIATURAS: GV: Gavastón.
nm: Nota marginal.
1. GV p. 1. Las referencias bibliográficas sobre el autor se compendian
siempre en laudatoria semblanza. Echamos de menos el lugar de sus estu-
dios y el nombre de sus maestros. ¿Laureles académicos? Natural de Valencia,
vistió el hábito de Predicadores en esta ciudad el 3 de junio de 1582. Predi-
cador general en su Provincia de Aragón, alcanzó íama de espiritual, docto
y prudente. Estuvo de conventual en Alicante y por aquel tiempo fue confesor
de la Venerable Jerónima Nicolini, entonces niña, y después religiosa agusti-
na descalza en el convento de la Ollería, nombrada en religión Sor Inés de
la Cruz. Falleció Gavastón en su convento de Valencia el 3 de octubre de
1625.
Se mostró hábil en el manejo de la pluma, según lo demuestra especial-
mente el manuscrito que ocupa nuestra atención. Sus personajes viven.
Totalmente inmerso en la divulgación de las glorias de su hábito y conven-
to, sus títulos encajan perfectamente bajo esta denominación. Cfr. V. XIKENO,
Escritores del Reino de Valencia, I, Valencia 1747, pp. 303-304; desconoce el
MS de la Vida de Simó. Un autor dominico lo menciona: "Biografía de
Mosén Simó", sin añadir nada, por lo que sospechamos no llegó a verla. CE-
LEDONIO FUENTES, Escritores dominicos del Reino de Valencia, Valencia [1830],
pp. 157-158.
AXTIIOI.007CA ANNUA. 26 y 27. — 19
290 RAMÓN ROBRES LLUCH [10]

según una hermana suya, que también vivía perdidamente en Sc-


gorbe, decía públicamente"'.
Simó quedaría huérfano. Devoró amarguras y estrecheces:
"Desde muy muchacho —[a los nueve añosj— anduvo sirviendo
por casas agenas. Primero sirvió en casa de un clérigo de la igle-
sia mayor". ¿Humanitario? ¿Cruel y avaro como el dómine Ca-
bra? Conoció otros amos: Melchor, guitarrero, cuyo hijo llevaba
al Estudio, "el cual hoy vive fraile de esta casa de Predicadores."
¡Gran fortuna para el cronista! Por ahí sacaría el "curriculum
vitae" del mozo sin perdonar travesuras. Iba al río. Sin melindre
alguno se desnudaba delante de todos y nadaba sin rastro de ho-
nestidad ni pesadumbre. Entonces hurtaba melones de un campo 3 .
También estuvo en casa de un labrador llamado Jaques, y en
la del almotacén Rodrigo Pérez 4 . Por último, según parece, fue
criado de mosén Cortell, que al entrar de capellán en la presti-
giosa Iglesia de Corpus Christi de la ciudad, renunciaba su bene-
ficio en favor del joven. Ya tenía porvenir.
El gesto del sacerdote parece abonar la honradez del mucha-
cho, muy cerca ya de terminar sus estudios, si es que no los te-
nía ya terminados. Cierra los ojos a la piedad el buen historiador,
y pone contrapunto: "Y de ello quedó muy sentida una señora, pa-
trona del beneficio, diciendo, que sabiendo mosén Cortell que ella
tenía parientes pobres, a quien renunciarlo, lo habla renunciado
a un picaro sarnoso. Nótese en la figura que era tenido". ¿Histo-
ria verdadera? En cualquier caso, la flecha salió de labios de mu-
jer dolida.
Encaminado ya en sus estudios, cursó gramática, lógica, filo-
sofía, teología y un poco de hebreo. En todos estos estudios era
muy corto, conforme dicen sus condiscípulos, "porque jamas le
vieron tener acto de letras alguno ni jamás dio muestras que acu-
dir a sus lecciones."6
Páginas adelante, desandará nuestro censor el camino: "Oía
teología con el pavorde Soriano, el cual, como un día, en la lec-
ción hubiese citado a Santo Tomás, a Cayetano, a Soto y a otros
frailes, que hacían a propósito, salidos de la lección al poste, dijo
mosén Simón al dicho su maestro: ¿Por qué nos ha citado a tan-
2. fbid. Pobreza no es vilez.a Además, violencia y francofobia son notas
de aquella sociedad valenciana.
3. Ibíd., p. 2 nm. Esta ingenua picardía evoca el lienzo de Murillo "Niños
comiendo uvas y melón", en la España del hambre.
4. Ibíd., p. 4.
5. Ibíd., p. 1 nm.
6. Ibíd., p. 1.
[11] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 291

ios frailazos? Respondióle su maestro escandalizado, (que era muy


recatado y siervo de Dios dicho pavorde): ¡Ay, señor! ¿Y eso ha
de decir?
Topóse dicho mosén Simón con el padre fray Vicente Palome-
res en una reja de monjas en Santa Catalina de Sena, y ofrecién-
dose ocasión que este padre dijo: el santo fray Luis Bertrán, res-
pondió mosén Simón: No se puede llamar santo hasta que esté
canonizado. Replicóle el religioso que bastaba estar beatificado
para poderlo decir, cuanto más con el áddito de fray. Anduvo al-
tercando con cólera dicho mosén Simón. Porque se vea su poca o
ninguna piedad con los santos y en particular con santo fraile" 7
Sin duda era temeroso de Dios y se confesaba. Pero habría que
puntualizar. No tenía confesor fijo, ni hacía cosas extraordina-
rias: "Los que fueron sus discípulos, que él llevaba al Estudio, di-
cen que jamás le vieron ejercicios espirituales particulares de
santo, más que irse a confesar en días principales, como le veían
iba a la Corona, convento de padres de San Francisco, a donde so-
lía acudir siendo estudiante. Otro más que esto no lo veían ni en
las casas donde vivía, ni los discípulos que él consigo llevaba."8
Se averiguó que entre sus muchos confesores, se podían contar
además algún padre de la Compañía, al dominico fray Camarena,
al doctor Forteza, beneficiado del Salvador, etc. 9 .

2. Siguiendo su coro

Al coordinar el cor tenido del capítulo primero del manuscri-


to, ha sido menester aprovechar cinco amplias notas marginales,
otras breves, y algunas interlineares, de menudísima y fina cali-
grafía. También nos han sido útiles otras particularidades, espi-
gadas fuera del primer capítulo. Se advierte, pues, cierta mara-
ña y apresuramiento.
A las veinte líneas de la primera página, Simó ha llegado al
sacerdocio y reside en su beneficio, "con el cual, y siguiendo su
coro, vivía y moraba en una escaleta que está en la misma pared
de su iglesia, a las espaldas del altar mayor que ahora es."
7. n>id., pp. 5-6.
8. Ibíd., p. 2.
9. Juzga Simó a teneris unguiculis; con los criterios de la espiritualidad
de observancia: práctica metódica de las virtudes y desarraigo de los vicios,
el alargamiento de la oración vocal, la práctica sistemática de la oración
mental y una ascesis exigente de mortificación corporal. Cfr. MELQUÍADES AN-
DRÉS en la introducción a Francisco de Osuna, Tercer Abecedario Espiritual,
Madrid BAC 1972, p. 6.
292 RAMÓN ROBRES LLUCH [12]

Sin míls, habla de los años de estudiante, para negar un acto


heroico del mismo en un hospital, lo del vómito, sobre el cual —y
con perdón del lector— volveremos. Pertenece la escena a los
años del sacerdocio.
El dominico tiene prisa. Saca de su repuesto documental lo que
opina sobre los milagros del clérigo —ya difunto— y lo hace cuan-
do quiere tomar el hilo sobre pecados y pecadillos de juventud.
El primero es la gula. Cortos eran los frutos del beneficio.
Pero había que gastarlos bien, arrojando por la borda el recuer-
do de los malos tiempos y así "gustaba de comer bien y bien gui-
sado. Y cuando no lo estaba, lo arrojaba en el suelo. Solía dar
de coces a la mesa si la comida no estaba a gusto." >° Ampliación
de la florecilla: "Y en el verano, cuando comía albudeca, se la
hacía enfriar a la nieve. Comía viernes y sábado carnes, por sus
indisposiciones. Comía pan floreado de casa Febrer, panadero, que
amasa a los virreyes." 1!
El más leve contratiempo le sacaba de sus casillas: "De sólo que
se le cayese al ama que tenía el huso en el suelo, cuando hilava,
se inquietaba y la reñía." 12 A mayor abundamiento de que su có-
lera se inflamaba por nimiedades, anota generoso en el margen:
"Un librero (que es bien conocido), dice que le encuadernó un li-
bro una vez y porque le pareció que no estaba a su gusto, se lo
arrojó a la cara, con grande cólera y le trató de bellaco y cornudo,
becho y cornudo."
La segunda muestra es menos acida: "Pavía, el cordonero, le
guarneció un sombrero, y hizo tales cosas en menosprecio de la
obra, que dicho Pavía se inquietó mucho."
Donde las dan las toman. Por lo visto, también su amo era
corto de paciencia. Mosén Cortell, "que hoy vive en el Seminario
[de Corpus Christi], por haberle dado ocasión, le dio dicho Cortell
una puñada que le derribó un diente, y quedó mellado."13
Dormilón regalado, "se acostaba temprano, y en su cama, con
dos colchones y dormía toda la noche. Así lo decía su ama." 14
Tocante al vicio de la gula, no siempre banqueteaba. Veamos
lo que sucedió una vez: "Y prueba que también se regalaba, en
que una vez envió a casa de sor Francisca Llopis, beata de San
Juan de la Ribera, unos pollos y una gallina para irse a comer
con ella. Y le envió un billete, escrito de su mano, donde decía:
10. GV p. 2 y nm.
11. Ibíd., p. 2.
12. niS.., p. 2 nm.
13. IbíO,., p. 2 nm.
14. Ibíd.
[13] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 293

La gallina pondrá vuestra merced en la halla, para que haga bue-


na sustancia, y los pollos hará asados, por principio. Y este bille-
te, después de muerto mosén Simón, han visto muchos, porque lo
aplicaban a los enfermos para que curasen. Mas, para enfermos,
mejor fuera aplicarles la gallina y los pollos que contenía."
No se le conocían a nuestro clérigo otras actividades que las
de su beneficio. Y si el abad, de donde canta, de allí yanta, y no
tenía fuera de su iglesia algún ministerio remunerado, mal podía
banquetear sin riesgos de acreedores. Y el censor —que para su
intento, como veremos— lo mismo recoge troncos que virutas, in-
siste en afirmar que Simó se esforzaba en tener una buena me-
sa. Después, claro, lo irremediable: "Y por esto de comer bien,
decía el ama que siempre andaba alcanzado con la bolsa y aun
endeudado. Porque como no tenía más allá del pie de altar, no
bastaba. Así, tenía su casa muy pobre y desaliñada. Y su vestir
también lo era."
La pluma de Gavastón se hace escalpelo. Del limpio humor o
de la simple quisquilla, a la insinuación maligna: "Se sabe que
iba muchos días, y muy ordinariamente, a comer y a dormir en
casa de la dicha sor Francisca y en su aposento. Ella, en su ca-
ma, y el dicho padre Simón sobre un arca." I3
Y porque a la gente se le predicaban otras cosas, sienta im-
pulsos de rebatir afirmaciones gloriosas: "De adonde se prueba
la mentira que predicó el padre fray Sobrino, que dijo: Era no-
table el rigor con que este angélico sacerdote se trataba, ayunan-
do a pan y agua muchos días. Siempre era abstinentísimo. Dor-
mía —y creo— sobre un arca (interrumpe: sería la de la beata),
aunque para disimular tenía una pobre cama en un aposento. Mal-
tratábase, enfermo y flaco, con disciplinas y cadenas." ló
Porque el hilo no se rompa, dirige su atención hacia el magis-
terio de la beata en la vida espiritual del clérigo. Este, recogido
en su mezquina casa, "empezó a darse a la oración mental, que
hasta entonces ni sabía, ni conocía, ni en ella se había ejercita-
do, y bien se prueba; pues como entonces tomó amistad con di-
cha beata (que hasta entonces no la había tenido), luego hasta
entonces no supo qué cosa era oración." "
Siete años han pasado desde la muerte de este hijo espiritual
de la madre Francisca. A estas honduras, los dominicos han re-
cogido todo un arsenal bibliográfico impreso referente a Simó.
15. nía., pp. 2-3.
16. Ibíd., p. 3 nm.
17. Md., pp. 4-5.
294 RAMÓN KOIIRES LLUCII [14]

Poseyeron ciertamente el sermón de Sobrino (que actualmente se


halla cosido al flnal del volumen gavastoniano, precaución que
tomarían para que el opusculito no se perdiera), y otros, que hoy
resulta imposible localizar. Tal sucede con una narración impresa
en Navarra. Se decía en ella que siendo nuestro beneficiado como
de siete años, cada día se ratificaba tres veces en el voto de vir-
ginidad que había hecho: antes de decir misa, anota, tenia un rato
de oración, y después de haberla dicho. Y en la misa se detenia
mucho. Y apostilla nuestro escritor: "Mas en su casa, como dijo
la dicha Angela, que le servia, a cierta persona, que en su lugar
se nombra, jamás le vio en oración". Y amplía en el margen con
cierta posterioridad: Ni jamás le oyó hablar de ella™.
Incansable, prosigue: De donde se prueba otra mentira del
sermón de fray Sobrino, que dijo: Era notable su fervor y eleva-
ción mental, que para que se viese la luz en que Dios ponía su
ánima interiormente, de cierta persona fue visto una vez en su
aposento, de noche, más claro que si estuviera en él el sol".
También se vea la mentira de decir que tenía éxtasis y arro-
bos. Y se funda en tan buenas palabras y fundamento como lo
dijo fray Sobrino, es a saber.: Algunos sacerdotes sus combene-
ficiados me lo han dicho, que yendo a las tandas, que ellos llaman,
que es olear, o ver enfermos o enterrar difuntos, advertían que
mosén Jerónimo nada decía, ni rezaba, por el transportamiento
de su alma. Digo yo ahora: si todos los que no hacen esto, están
arrobados, infinitos tienen arrobos"20.
El más concluyente juez sea su ama. Le preguntó cierta per-
sona, escandalizada por los ataques al santo: ¿Cómo, señora, si
no tenía oración en casa, han predicado que una noche su apo-
sento vieron más claro que el sol? Respondió: ¡Ay, señora! Déjelos
decir, que no hay tal".
¿Cumplía, sus obligaciones de beneficiado residente, levantando
las propias cargas, participando en la vida pastoral? Habrá que
18. /bíd., p. 5 nm.
19. Ibld.
20. Ibid., nm. El texto largo de Sobrino le debió repugnar. Helo aquí:
"De tener, pues, tan sujeto a la razón, el apetito, venía a gozar de tal quie-
tud y paz en el alma, que siempre podía orar y unirse a Dios: y aunque quien
con advertencia y cuidado le mirara, le viera en la cara ser estático varón.
Lo más del día y de la noche se retiraba a orar, y era tanto su fervor y ele-
vación mental, que para que se viese la luz en que Dios ponía su ánima inte-
riormente, quiso que exteriormente de cierta persona fuese visto una vez en
su aposento de noche más claro que si estuviera en él el Sol". ANTONIO SO-
BRINO, Sermón al felicísimo tránsito..., pp. 21-22.
21. GV, p. 5.
[15] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 295

reconocerlo. Mas su ignorancia le imposibilitaba para otros


ministerios de apostolado, como digamos, la predicación y la di-
rección de almas. He aquí una razón apoyada con válidos ejem-
plos: "También se prueba era muy ignorante en teología, porque
se halló entre sus papeles y dentro de un libro, después de ente-
rrado, un pliego de papel, en el que estaba escrita de su mano
una oración larga, en romance, la cual tuve yo en mis manos, y
tras la oración, decía: Cualquiera que llevare consigo esta ora-
ción, no morirá sin confesión, ni en fuego, ni en agua, ni muerte
violenta, y sabrá la hora de su muerte, y se le aparecerá Nuestra
Señora. Ya sabe cualquier teólogo, por ignorante que sea, que to-
da cosa que pone necesidad y fuerza en los efectos que dependen
de la voluntad divina, es mala doctrina, y si ésta con pertinacia
se dijere, sería herejía. Y por esto, todas estas oraciones están
prohibidas por la Inquisición. Y no saber esto, arguye (porque le
excusemos) ignorancia en il hombre".
Las hay intolerables. Ahora se nos revela otro papelito autó-
grafo, dirigido a una monja de Santa Catalina, llamada Úrsula
Aguilar, exhortándola a disponerse para las fiestas de Navidad.
Leyó el billete nuestro dominico y su contenido era poco más o
menos: Habiendo parido la Virgen Santa a su Hijo, le tomó en
sus brazos y le dio tres besos, con los cuales se unió de nuevo la
Virgen con la Trinidad, mediante aquellos besos, con una unión
tan grande, que después de la unión hipostática del Verbo Divino
con la Humanidad, no hay mayor unión que aquella que entonces
se obró entre el alma de Virgen y Dios. Tiene intolerables igno-
rancias esta invención ei> teología y es decir un disparate soñado".
El segundo billete da para más grave comentario. Enseña que
el Verbo se encarnó en el seno de la Santísima Virgen cuando el
ángel le dijo: Dominus tecum, lo cual es error de los griegos y
contra el mismo texto, porque tras el saludo del ángel, preguntó
la Virgen: Quomodo fiet istud? Luego no estaba hecho. "Entram-
bos papeles —exclama en voz alta— tienen los frailes de predi-
cadores, en cuyas manos yo los he visto y leído, de su misma le-
tra y firmado de su nombre" 22 . ¿Daremos entero crédito al señor
fiscal? Quede la posible respuesta en el aire. Porque hubo un ho-
mónimo, visitador de conventos, que estuvo de paso en esta ciudad.
Continúa el ataque en profundidad; un caso sobre injuria al
sacramento de la penitencia. Toma ocasión de unas palabras del
padre Sobrino en el sermón de las honras. El texto lo da en com-

22. Md., pp. 9-11. Cfr. SAN AGUSTÍN, Sermones Madrid BAC 1950, p. 157.
296 HAMON ROBRES LLUCH [16]

pendió al manuscrito gavastoniano. Pero su critica reclama la in-


tegridad:
"Viéndole yo tan perfecto y docto, (que era muy buen teólogo),
le rogué quisiese confesar siquiera sacerdotes, porque sabía lo de-
seaban su rector y combeneficiados, y así, le alcancé licencia. Mas,
comenzándola a poner en ejecución, vino a mí sobre ello, con tan-
to desconsuelo, que le hube de decir no confesase, que yo daría
cuenta de ello a quien le dio la licencia; con que se quietó. En
que se ve la delicadez purísima de aquella alma, que del saber
vidas agenas tanto temía, por no enturbiar con eso el espejo de
la suya. Un espejo muy limpio, con solo el aire de la respiración
se empaña y cubre. Así, una quieta y limpia conciencia, con pe-
queñitas causas se perturba; y como agua clara, como una chinita
que en ella caiga, se menea y revuelve.
Por esto, con lágrimas se excusó de confesar, diciendo que era
inhábil y indigno para aquel ministerio y totalmente insuficiente.
Mas era lo que yo he dicho, y la hambre que tenia para se dar a
la oración, a la soledad y recogimiento y al temor de distraerse,
conociéndose por flaco e imperfecto"23.
De nuevo resulta oportuno aducir el texto paralelo del opo-
nente:
"Dos cosas dicen estas palabras. La una, la ignorancia deste
confesor, que conciencias de sacerdotes le daban turbación. Y la
otra es intolerable por la poca honra que el uno y el otro hacen
a los clérigos de S. Andrés, pues confiesa el uno que de sus confe-
siones se escandalizaba. Y el otro dice que sus vidas enturbiaban
la alma de mosén Simón. ¿Cuáles debían ellas de ser? Y así, en
materia de confesión y especificando los clérigos de S. Andrés,
cuyas confesiones oía, no se puede tolerar el agravio que el uno
y el otro hacen al sigilo de la confesión.
Más adelante. Las dichas palabras significan que el oír confe-
siones tiznan el alma del confesor, porque es saber vidas ajenas,
pues ese es esencialmente en cuanto la materia deste sacramento.
Y si esto enturbia el alma, o es con pecado, aunque no sea más
que venial, o aunque no sea sino poniendo imperfección en ella,
pues dice consecutivamente de aquellas palabras: un espejo muy
limpio con solo el aire de la respiración se empaña y cubre: así
una limpia y quieta conciencia con pequeñitas causas se perturba
(nótese, se perturba) y como agua clara, con solo una chinita que
en ella caiga, se menea y revuelve (nótese, revuelve) y el temor
de distraerse, conociéndose por flaco y imperfecto, (y antes dice:
23. ANTONIO SOBRINO, Sermón..., 19-20.
[17] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 297

la delicadez de aquella alma) y conservar la inocencia bautismal,


y por consiguiente estar fortalecida por la gracia y caridad; que
dice el dicho fray Sobrino que nunca la perdió" M.
Gratuita es la suposición y falsas las consecuencias. No se tra-
ta de ignorancia. Tampoco hubo tal agravio al sacramento ni que-
daron infamados los beneficiados de San Andrés. El dominico de-
berla haber recogido las velas de su fantasía. Simó aceptó, casi
a la fuerza, la facultad y el encargo de confesor. Cumplió por una
vez, pero no se sintió con ánimos para continuar en la nueva em-
presa. Que efectivamente una sola vez oyó en confesión, consta
por anotación en el ejemplar del sermón de las honras. Leyó el
impreso, pues lo refiere a la letra, mas hizo caso omiso de aque-
lla aclaración, puesta de mano de un combeneficiado: "Sólo al
doctor Artieda oyó de confesión y aun muy por fuerza, y una vez
sola, insistiéndole era descortesía el no aceptarla, enviándosela
el prelado"25.
Sobran malicias y aspavientos. Conocer vidas ajenas y perdo-
nar pecados es función muy alta y encierra peligros indudables.
Pone fin a los capítulos tercero y cuarto con las humillantes
palabras y pesadas burlas de que era blanco el pretendido héroe
por sus colegas andresianos. Le apodaban Margalida, Saboyana,
Flasadera, Simoneta. Y acentúa el equívoco con decir que se que-
jaron al rector de que estando mosén Simó declarado de bubas,
hubiese de decir misa en los cálices comunes. Entonces le seña-
laron uno, "que fue el más ruincillo de todos los de la iglesia."
Celebraba la santa m'.sa con excesiva lentitud. Fray Vicente
Gómez, dominico, declara que estando cierta vez en la sacristía
de dicha parroquia para subir al pulpito, fue tal la vaya que le
dieron los clérigos a Simó, que él tenía vergüenza de oírlos confor-
me lo trataban. Un lector de aquella época y monasterio, para fa-
cilitar consultas, asentó y puso al margen: BubasK.
A golpes de su ardiente celo, sin orden en el relato, antes de
cerrar el capítulo primero, afirmaba que nadie, ni en vida, ni en
muerte había creído en las virtudes heroicas del personaje. Aho-
ra llegaba el momento oportuno. Había predicado el padre Sobri-
no que Simó fue caritativo hasta el extremo. En cierta ocasión,
no teniendo más que dos colchoncillos, dio uno a un pobre. Los
dineretes que de las cotidianas distribuciones le daban, los re-
24. GV, pp. 11-12.
25. SOBRINO, p. 19.
26. GV, pp. 12-13.
298 RAMÓN ROBRES LI.UCH [18]

partía de limosna, y él se iba a pedir a algún convento. Ayunaba


ciertos días a pan y agua, etc. n .
Con vivas palabras predicaba el panegirista un caso de venci-
miento: Comía un pobre de los del hospital, que estaba muy en-
fermo y descomido. Porfiánclole que comiese, él se esforzaba en
hacerlo, mas no podía tragar lo que le daban, y así mascado, vol-
vía a echarle tíe la boca. Estaba allí este siervo de Dios, y tenien-
do asco, se juzgó que estaba mal mortificado. Y no queriendo ser
vencido del deseo natural, aunque sintiendo el horror y repugnan-
cia, que puede considerarse, tomó lo que el pobre había lanzado
de su boca, y lo comió, venciéndose a sí mismo asi, que es la ma-
yor de las victorias de los caballeros de Cristo28.
Sonríe escéptico el Abogado del diablo: "¿Cómo pueden decir
iba al hospital y una vez se comió un bocado vomitado de un
pobre?"29.

3. ¿El nudo de la cuestión?

Por la escasez de literatura secreta —que ya hemos señala-


do— y por la destrucción de fondos inquisitoriales, dentro y fue-
ra de España, la historia del quietismo, en cuanto a sus orígenes
en España, anda todavía por el abe. Establecer afirmaciones de
carácter general no es recomendable: Las derivaciones hacia
prácticas inmorales fueron numéricamente muy reducidas, pese
a que ahí suele colocarse la "esencia" del quietismo corno fenó-
meno histórico. Lo que si es cierto es que los celosos custodios de
la ortodoxia creían estar parapetados detrás de una falsa inteli-
gencia de la contemplación las más detestables aberraciones. La
sospecha en la mayoría de los casos de "alumbrados" y "quietis-
tas" era ridicula, falsa e injusta30.
Que Zas prácticas inmorales fueron numéricamente muy redu-
cidas, es cosa que ni afirmo ni tampoco niego. Era fenómeno in-
controlable en la mayoría de los casos. A pesar de todos los pe-
sares, pueden aparecer nuevas fuentes. ¿Que hubo procesos ri-
dículos, falsos y por consiguiente injustos? El lector avisado ha-
llará en estas páginas nueva materia de reflexión.
27. Cfr. SOBRINO, p. 31.
28. lUO.., p. 21.
29. GV, p. 4 y nm.
30. EULOGIO PACHO, Juan de Jesús María (Sampedro) y S. Juan de la Cruz
en un interesante proceso inquisitorial, "Monte Carmelo", 79 (1971) n. 1, pp.
187-188.
[19] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 299

Por el indudable valor histórico-teológico, entresacamos del


dominico de Valencia lo referente a moral y doctrina de los si-
monistas, a quienes no acertará a denominar "quietistas", pero
si "alumbrados", "recogidos" y calificaciones equivalentes.
Afirma que el siervo de Dios hacía compatibles la contempla-
ción espiritual y la vida licenciosa. Cuenta sus amistades con sor
Francisca Llopis, la "Madre Francisca", de quien nos hemos ocu-
pado. Trata de refrescar la memoria del lector con viveza: "Tuvo
amistad muy estrecha mosén Simón con una beata francisca [...]
y se llamaba ésta sor Francisca Llopis, mujer moza y muy her-
mosa, que hoy vive [...] Es esta beata hermana de un vellutero,
hombre casado y simple, y en su casa vivió ésta antes de la muer-
te de mosén Simón por su pobreza, y a esta casa iba mosén Si-
món muy ordinariamente y con mucha continuidad a visitarla y
a comer con ella, y aún dormía muchas veces, y como apunté arri-
ba, unas veces dormía ella en la cama, y él en su arca. Y otras,
ella en el arca, y él en la cama. Y otras veces, ella iba a su casa
de mosén Simón. Cuando dicho clérigo iba a casa de dicha beata
a comer, llevaría muy buen recado, mucho regalo de confitura y
confites para los hijos de dicho hombre, y asi, alegraba la casa
siempre que iba, y era muy bien llegado y podía con siguridad
usar de las llanezas dichas.
Y más, al hermano le tenía dado a entender dicho mosén Si-
món que había de salvarse, y que cuando muriese, no había de
pasar por el purgatorio, sino que ha de ir derecho al cielo. Así
lo dice hoy día este buen hombre".
¿De dónde aquella confianza y seguridades? ¿Le inculcó Simó
la doctrina de los alumbrados? ¿Le tuvo por simple o tonto de
remate? ¿Astucia meliflua?
Hay más: "Con estas cosas, hacía su hecho mosén Simón, y
daba a entender trataba con dicha beata de Dios y de oración. Y
decía que ella le enseñaba a tener oración, y así la llamaba, a.
boca llena, su maestra y madre. Esta era la profetisa deste santo
y el fundamento de la santidad y virtudes, revelaciones, visiones y
altísimos merecimientos de mosén Simón"31.
Ha calificado al hermano de la beata de hombre simple. Y por
lo general el simple, ¿no es malicioso? Mil veces, so la color está
el engaño. No se andan con escrúpulos el simple por ser simple,
el amigo por ser amigo, el fraile por ser grave, pregonando "sus
verdades" a quien quiera oirías.
31. QV, p. 17.
300 RAMÓN ROBRES LLUCH [20J

Un paso más y entramos en el impresionante mundo del dia-


blo, las brujas, filtros, redomas y aquelarres. Es el imperio del
mal: "Tuvo este hombre también y juntamente amistad muy es-
trecha con dos hermanas, de estado doncellas. La una se llamaba
Inés Pérez [Ha borrado Llopis, tal era la idea fija, obsesionante, por
la madre Francisca], y la otra, Angela Pérez [de nuevo ha borra-
do Llopis, por igual motivación]; entrambas eran hermosas y de
pocos años, libres y muy sueltas, y entrambas han tenido en esta
ciudad, y tienen, fama pública de vivir mal y de ser hechiceras.
La Inés (porque tratemos de ella primero), fue una mujer que
echó por lo devoto y por lo recogido, con cuya capa cubría sus des-
conciertos de vida. Era grandísima embustera y con facilidad per-
suadía y hacía creer a los que la trataban, que tenia visiones y
revelaciones, y con esta invención diabólica llevaba embaídos tras
sí algunas personas pías de todos estados: porque eran algunos
de ellos religiosos, y algunos seglares; y los más, mujeres de to-
das maneras y algunas dellas graves".
Tiene miga el inciso: Inés había echado por lo devoto y re-
cogido y traía embaídos con sus mentiras a personas de todos es-
tados. Ella, pues, y sus devotos fracasaron por el incumplimiento
de una profecía: "Entre otras señoras que llevó engañadas con
sus embelecos de revelaciones fue a doña Ana de Pina, mujer que
fue de don Miguel de Vallterra, Barón y Señor de Torres Torres,
la cual hoy vive en Almansa, de donde es natural. Esta señora
era estéril y deseaba hijos de su marido, y esta Inés la llevó em-
belesada mucho tiempo, diciéndole tenia revelación que estaba
preñada de un hijo. Y con tanta eficacia se lo daba a entender,
que le dijo el día y la hora que había tenido ayuntamiento con
su marido, y había sido víspera de San Francisco. Y viendo la
pía señora que acertó en aquello, de tal suerte creyó, que aun ella
le parecía que sentía la criatura en el vientre.
Llegaron los nueve meses, y, no pariendo, le decía que tuviese
fe, que por no tenerla, no paría, que su preñado no era como los
demás. Así la tuvo preñada de esta manera trece meses, a cabo
de los cuales, desengañada la triste señora, la echó delante de sí,
habiendo abierto los ojos y conocido sus embustes.
Y en este caso danzaron juntamente con esta embustera algu-
nos eclesiásticos que le ayudaban a su embeleco, que ahora dicen
que a ellos y todo llevaba engañados".
Antes de seguir, una pregunta parece obligada. ¿Hubiera ca-
llado sus nombres, tratándose de simonistas? La descripción de
[21] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 301

la mundana, sus marañas e ingenio, su porte alcanzan un rango


a la altura de las mejores pinceladas de nuestra picaresca: "En
sus tiernos años, cursó mucho Inés el convento de la Merced de
esta ciudad de Valencia, y mostraba devoción y daba buen ejem-
plo exterior; por donde aquellos padres le dieron el hábito de bea-
ta de su religión y lo llevó algunos años y fue profesa en dicho
hábito. Y de tal manera revolvió aquel convento, que puso la ma-
yor cizaña entre los padres de aquella, casa, que es compasión de-
cirlo. Porque se levantaron tales persecuciones y rencillas entre
el Padre Maestro fray Juan de Monlluna, su confesor, que había
sido provincial, y sus amigos, que el Padre Maestro fray Felipe
Guimerán, que después ha sido general de su orden y obispo de
Jaca, y los suyos, que tuvo necesidad el Maestro Monlluna y al-
gunos de sus amigos de salirse de su religión y tomar hábitos di-
ferentes [...] Y de todo esto fue el principio, ocasión y promotora
sor Inés. Por lo cual, y porque no vivía bien, le quitaron el hábito
dichos padres y vivió después muchos años sin el hábito, disolu-
tamente, conforme lo dicen públicamente muchos que se honra-
ban de ella [...]. Y aunque no llevaba el hábito, sino manto de
hiladillo y seda, ropa blanca con manga de martellet, que dicen
las mujeres, que es traje de seglar, chinelitas y zapato obrado
con listas de seda de color y medias de color y estambre, y los
cabellitos fuera del velo, repizcado de seda, pero todavía blasonan-
do de frecuencia de sacramentos, de vida contemplativa, oración,
Dios, y revelaciones y visiones".
Valiéndose de aquella aureola, sembró muchas discordias en
otras casas de religión, como en el monasterio de Santa Catalina
de Sena y en el de Predicadores. En aquél, a propósito de una
monja; en éste, alimentando una facción en las elecciones de
prior: "Llevaba a los frailes deslumhrados y enmarañados, di-
ciéndoles había de morir súbito todos los que hicieren prior al
contrario del que ella quería y el que eligiesen con ellos. Al fin,
fue Dios servido de abrirles los ojos, y arrojáronla, con la gracia
de Dios. Y quedaron libres de sus hechizos y embelecos; que hasta
hoy, cuando lo cuentan, se hacen cruces." Se cumplió el refrán:
Del monte sale el que el monte quema. Y como anillo en el dedo,
aquel otro: Cabeza loca no sufre toca.
Si a nuestro autor le merece Inés la sombría calificación de he-
chicera, es porque lo entiende en el pleno sentido de la palabra.
Y se afirma con nueva historia, la de la noble y rica doña Leonor
de Borja, mujer que había sido de don Pedro de Centelles.
302 RAMÓN ROBRES LLUCII [22]

Era la tal señora "muy pia y aficionada a gente recogida y


muy limosnera [...] A esta señora se arrimó Inés, como astuta,
y como la veía de buenas entrañas [...] hacía de ella y de su ha-
cienda todo lo que quería."
Ceda lo accesorio a lo principal, que es de brujería.
Y fue de esta manera. Que al tiempo de aquella privanza, cayó
enferma. Vivía en la placetilla de Santa Ana. Acudió la bienhe-
chora insigne y no pudo contener un gesto de horror. Tenía Inés
tan demudada la cara de la que ella solía tener, que le pareció
como si el demonio estuviera revestido de ella, y que de la cabeza
le salían unos cuernos. Ya nunca admitió a sor Inés ni le agra-
daron sus cosas.
Y concluye: "Hanme dicho familiares de su casa que aquellos
días fue hallada en casa de esta señora una redoma, de confec-
ción extraordinaria, que todos juzgaron era de hechizos, y que la
hicieron pedazos. Lo cual sintió mucho Inés. Y luego sucedió el
desengaño de doña Leonor y el abrirle los ojos de lo que estaba
hechizada en el querer de sor Inés." ¡Infernal hembra!
Y sigue la aventura. Bien sabe nuestro predicador que sus pá-
ginas van dirigidas, con todo el secreto que fácilmente se com-
prende, para el buen éxito de la causa, a una porción escogida de
sus hermanos de hábito. Estos abominables deslices, expuestos con
fisicalidad, contribuirán, sin duda, a la justa valoración de la ac-
titud de los dominicos que combaten la superstición que ha pren-
dido con tal arraigo en Valencia.
La sátira del dinero en contubernio con Don Carnal —Mucho
fes el dinero, mucho es de amar—, es recurso chispeante lo mis-
mo en el Arcipreste que en don Francisco de Quevedo —mordaz
éste y vengativo—, y contemporáneo riguroso del dominico cen-
sor: "Murió sor Inés sin su hábito, en casa de un clérigo, rector
de Benetúser, fuera de Valencia, dos años después de la muerte
de mosén Simón; y de lo que fue ella la causa en esta casa, ade-
lante se dirá.
Como supieron los frailes de la Merced su muerte, como era
feria de mucho interés y ganancia el tiempo que murió, por la
extraordinaria grangería que con mosén Simón veían que hacía
San Andrés, pensaron los buenos frailes les entrarían por su casa
unas Indias con el cuerpo de sor Inés. Así, en continente fueron
por él y lo trajeron de secreto a la Merced, a la que en vida, por
sus escándalos habían echado, y empezaron a repicar las campa-
nas y a conmover la ciudad.
[23] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 303

Por santa, luciéronla un alto cadahalso en su iglesia y allí la


tuvieron un día y todos llegaban a besarle las manos y a tomar
medidas; aunque algunos decían, entre muchos, que ya ellos la ha-
bían tomado la medida en vida, y asi no se la querían tomar en
muerte. Y esto públicamente, riéndose de la locura de los frailes
y facilidad del vulgo [...]
No quiero pasar esta ocasión, sin relatar un dicho faceto que
dijo uno. Murió sor Inés víspera de San Francisco, y todo el día
siguiente de San Francisco estuvo en el andamio dicho. Venían
aquella noche los padres de esta casa, en dos coches, de hacer su
fiesta de dicho convento de San Francisco, por la hermandad que
hay entre estas dos religiones, y a la que pasaban los coches por
delante San Martín, viendo un hombre que eran frailes los que allí
iban, como suelen darnos vaya con este negro Víctor, dio un gran
grito, diciendo: ¡Víctor masen Simó y sa muller! Dieron en reir
los frailes, pareciéndoles que había dicho la cosa más propia que
se podía decir [...]
Llegó la nueva de este disparate de la Merced a los oídos del
señor arzobispo y despachó luego una carta al general de la Mer-
ced al Puig, en donde se hallaba a la sazón, suplicándole no per-
mitiese tales cosas en su casa y que mandase sepultar a sor Inés.
Hízolo (que mejor que nadie la conocía) y así en continente, aque-
lla noche siguiente, la enterraron a puerta cerrada en el carnero
común de los frailes. Aconteció así; que llegando el Conde de Bu-
ñol a la puerta de la Merced, y hallándola cerrada, estando lla-
mando a ella, llegó a querer entrar una señora, madre del padre
Vicente Melgar, religioso que noy vive en este convento, que tam-
bién llegaba con deseo de ver a sor Inés. Al fin, sabiendo los frai-
les llamaba el conde, abriéronle, y entró, y esta señora juntamen-
te. Y hallaron la habían entrado a sor Inés en la sacristía para
amortajarla, y la tenían en el suelo mondo, desnuda en carnes y
boca arriba, sin haber nadie que se atreviese a llegar a amorta-
jarla. Tan grande era la hediondez y mal olor que del cuerpo sa-
lía. Viéndola esta señora en aquel talle tan deshonesto, sin ha-
ber quien quisiese llegar, ella, con mucha caridad y piedad, pidió
le diesen con qué, que ella la amortajaría, como lo hizo. Y ente-
rráronle. Y no se ha mentado más de ella; aunque dicen la tienen
retratada aquellos padres con título de virgen. Tanto puede el de-
monio con gente que más abiertos habían de tener los ojos que los
ciegos seglares"[...]
Y pone colofón, volviendo a la idea principal: "Con esta sor
Inés tuvo, pues, mosén Simón muy grande y estrecha amistad y
304 RAMÓN ROBRES LLUCH [24]

acudía ella mucho a su casa, y en ella tenia a su hermana tam-


bién, como luego diremos. Y con esta sor Inés, y otras amigas
eiusdem farinae eran las meriendas al Grao, de Simón; estación
que ella hacía muy a menudo"32.

4. Otras novelas ejemplares


La vida de Simó fue corta. Pues, ¿cómo tan larga historia?
Nuestro inquisidor derrocharía no poco tiempo y paciencia averi-
guando historias ponzoñosas in extenso.
Más clamorosa, que la anterior fue la actividad de Angela, su
hermana según la carne y gemela en aventuras. Vivió sin casarse,
a título de doncella y cursó magistralmente las artes de hechi-
cería. Servíase del demonio como galán, con pacto expreso, y al-
canzaba cuanto quería para sí y para sus amigas. ¡Temible mujer
y diabla tomona!
Estando en cierta ocasión con una de éstas, y asomadas ambas
a la ventana, vieron pasar un hombre gallardo, al parecer de alta
guisa. "Llamóle Angela y di jóle que subiese adonde ellas estaban.
Hízolo el otro. Y entrando donde ellas estaban, hiciéronse gran-
des caricias y cumplidos y despidióle. Volvióse la Angela a la mu-
jer, que con ella estaba, y dícele: ¿Quién pensáis que es éste? No
lo sé, respondióle la otra. Respondióle: Demonio es allí donde lo
veis. Pasmóse la otra y disimuló.
Estas y otras libertades fueron parte para que diesen con ella
en la inquisición[...] y la penitenciaron. Y para pasar la peniten-
cia la recluyeron en el monasterio de las monjas de Jerusalén
[...] desta ciudad. Esta Angela tuvo en casa mucho tiempo el san-
to mosén Simón y le servia de ama".
En las exequias de Angela se mostraron muy devotos los padres
de la Compañía. El autor les reserva páginas, a dos pasos de lo
que se dirá. La enterraron, pues, con guirnalda de virgen en la
Casa Profesa, mirando a grangearse la adhesión del pueblo "y
esforzar más la devoción que siempre han querido que entendiese
el vulgo tienen a mosén Simón, honrando y enterrando en su casa
su Santa Ama."
Intercala, poco menos que a renglón seguido, una escena, un
pequeño retablo de beatas y clérigos, en un fallido intento de
fuga saeculi.

32. Ibid., p. 20-27.


[25] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 305

Las fuentes de la información son seguras —dice— y de todo


ello existe proceso. Por desgracia, no estaban los folios al alcance
de su mano. Esta es la razón de no haber puesto los nombres de
todos los protagonistas, pero sí el del autor principal, lo que más
hace a nuestro caso.
Diremos, por aligerar el relato, que en la planeada fundación
eremítica interviene un amigo de Simó, también sacerdote, el cual
tenía o usaba el mismo patronímico y apellido: Francisco Simó.
Era catalán, huido de su tierra, por algún tiempo capellán de
soldados. Últimamente había llegado a Valencia, donde con su
exterior devoto, "y torciendo el cuello, acudía a algunos conven-
tos de monjas y les hacía algunas pláticas, para que, por ese ca-
mino, tener qué comer".
En perfecta compenetración de ideales, determinaron ambos Je-
rónimos marchar al desierto y consagrarse a la vida eremítica. Con-
vencieron a otro clérigo y tres mujeres "de la facción que queda
dicha, cada uno con la suya, y todos juntos salieron a los montes
a hacer penitencia y darse a la contemplación [...] Y como em-
prendieron esta romería en nombre del diablo, en la primera jorna-
da que hicieron, y en la primera noche, [a] una de las tres que iba
en la romería, que era doncella, le quitó uno de los tres clérigos
romeros que iban su virginidad. No sé quién era ella, ni quién fue
de ellos el que hizo tan presto los ejercicios. Sólo ha llegado a mi
noticia el caso. En el dicho proceso todo entiendo está depuesto
específicamente.
Como vieron por la mañana esta santa compañía el mal reca-
do hecho, determinaron dejw aquella santa empresa para otra
ocasión, y se volvieron a Valencia. Y estas son las grandiosas ma-
ravillas de este gran santo, y de su santa compañía[...]
Están destilando malicias los vocablos ejercicios y sania com-
pañía y extrae de la historieta hasta la última gota acida: "Es-
tos son los amigos de este santo. Pues, aunque no salió esta em-
presa de este mosén Francisco Simón, de quien tratamos, procu-
ró de allí adelante de aprovecharse, y reformar su manteo y so-
tana, como yo le vi, con un vestido muy fino. Y muerto mosén
Simón, el nuestro, se hizo predicador de sus alabanzas."
Se empezó a correr la voz de que el tal Simó no era sacerdo-
te. Y temiendo que el nuevo arzobispo, el patriarca San Juan de
Ribera, oyese acusaciones y castigase embustes, "tomó las de Vi-
lladiego y nunca más ha aparecido."33
33. Ibld., p. 29-30.
ANTHOLOGICA ANNUA. 26 y 27. — 20
30G RAMÓN ROBRES LLUCH [261

Hay otro clérigo en puertas: mosén Vicente Estevan, al decir


del biógrafo, era hombre inquieto, escurridizo y buscador de te-
soros. Rector de Alboraya, y antes canónigo de Orihuela, renun-
ció al canonicato, dándolo a pensión, pues, siendo penitenciario,
no atendía a su obligación por no guardar la residencia canónica.
Había dejado también la rectoría. En la ciudad andaba suelto,
confesando a las personas sobredichas y a otras. Ejercitaba su
apostolado en la parroquia de San Agustín, "que es iglesia solita-
ria, y allí acudían todas. Por consiguiente, se le arrimó mosén Si-
món. Y a él y a ellas les divertía él y les daba algunas holguras
y recreaciones fuera de Valencia, llevándolos al Grao a él y a
ellas."

5. El Padre Jerónimo Gracián de la Madre de Dios

No es este el lugar, ni incumbencia nuestra rigurosa entrar


en la valoración crítica de cada personaje, escenas, acusaciones,
controversias y calificaciones. Amplia información nos brinda la
prosa gavastoniana. Pero una conclusión se puede anticipar sin
riesgos de falso vidente. En todo el mundillo de la piedad local
hervía un núcleo, abundante y heterogéneo, de beatas y monjas
en estrecha hermandad con varones espirituales o recogidos, bien
del clero diocesano, bien de esta o de otra familia religiosa. Esto,
sin embargo, no es suficiente. Se intenta penetrar en el alma de
las personas. Entonces aparecen entre oscuridades, sin los perfiles
que deseáramos.
Tal acontece en el caso del padre Jerónimo Gracián de la Ma-
dre de Dios. Gavastón le llama clérigo una vez y otra padre, de-
jándole molido, sin pizca de respeto y en relación con mosén Es-
tevan.
Para el claro conocimiento de esta alianza, ya hemos visto que
el ex-canónigo era un trotamundos, foragido de su tierra, bus-
cador de tesoros, gastando en ello su hacienda y las de otros: "y
hoy está en vina casa y mañana en otra; hoy está en Valencia y
mañana en Roma, y esotro en Madrid. Y ahora, que últimamente
ha estado en Madrid, que es el año pasado de 1618.
Tenía amistad muy intrínseca con un clérigo llamado mosén
Jerónimo de la Madre de Dios. Y entrambos a dos andaban por la
casas de las señoras principales, tratando con ellas de ejercicios
espirituales y de oración y pidiéndoles dineros para socorrer ne-
cesidades.
[27] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 307

Este padre Jerónimo de la Madre de Dios trataba de espíritu.


Y en razón de esto, se ponía a decir misa a las nueve del día y
acababa a las tres de la tarde. Con estas exterioridades que ha-
cía, el Duque del Infantado, Conde de Olivares, y otros mucho
señores de la corte y gente común le tenían por santo y se tenían
por muy dichosos cuando le tenían por convidado en sus casas.
Este, pues, compuso un libro que le llamó Discípulo espiritual, y
en él dijo tales errores y desconciertos, que lo recogieron a él y
al libro en la inquisición de Toledo. Y porque estuvo pertinaz en
defender aquellos errores, vedaron el libro, y a él sacaron en auto
del Santo Oficio y penitenciaron públicamente.
Con éste (como tengo dicho) tenía trato y amistad este mosén
Estevan[...] y como vio el naufragio de su amigo y por tal tribu-
nal, se puso en cobro y se volvió a. Valencia; a donde ha durado
muy poco, pues, muy en breve ha dado con su cuerpo en Roma.
Allí está ahora en este mes de mayo de 1619."M
Por aquellas décadas, don Francisco de Quevedo llama hipó-
critas a tales devotos utriusque sexus, "gente en quien la peniten-
cia, el ayuno, la mortificación, que en otros son mercancía del
cielo, es noviciado de infierno. Piensan irse al cielo de estrado
en estrado y de mesa en mesa...arrebozados para nosotros, mas
no para los ojos eternos, que abiertos sobre todos juzgan el se-
creto más obscuro de los retiramientos del alma, no tienen más-
cara" 3*a.
Es en este año cuando arrecia la campaña contra Simó y reac-
cionan violentamente sus devotos: promulgación del edicto inqui-
sitorial prohibiendo las imágenes de Simó, asalto al convento de
predicadores, dura reacción del Papa. ¿Qué finalidad podía tener
la marcha de mosén Estevan a la Ciudad Eterna? ¿Mera coin-
cidencia?
Leyendo el nombre de Jerónimo de la Madre de Dios en el ma-
nuscrito gavastoniano, sospechamos si se trataría del famoso di-
rector espiritual de Santa Teresa, a quien ella escribió infinitas
cartas, su íntimo colaborador en la reforma carmelitana y el pri-
mer superior de la provincia reformada.
Pero veamos. La cronología de Gavastón y los acontecimientos
del año 1619 atañen directamente a mosén Estevan. El Jerónimo
carmelitano falleció en 1614. Lo que de éste diga el dominico se-
ría compatible si se puede referir a unos años atrás. Es cosa de-
34. Uncí., p. 42-43.
34". QÜEVEDO, Sueños y discursos, Madrid 1980. pp. 77-78.
308 RAMÓN ROBRES I LUCH [28]

mostrada que el padre Jerónimo de la Madre de Dios estuvo en


Valencia de enero a diciembre de 1604. En la misma ciudad del
Turia se hallaba en 1607, por enero, como se desprende de su epis-
tolario.
Advertimos que para nada relaciona Gavastón la estancia de
este personaje y la amistad con mosén Estevan en el asunto de
Simó. Lo que afirma y pretende subrayar es que el padre Jeróni-
mo de la Madre de Dios era persona infamada por la inquisición
a causa de un libro.
Cierto es que los de su propia orden le infamaron, al arrojarle
de ella. Apariencias y la sobrada malicia del general fueron las
coordenadas del proceso que terminó en tragedia, que ha man-
chado para siempre la historia del Carmen Descalzo. A las insti-
tuciones, como a las personas en particular toca la sentencia de
Catón: Nemo sine crimine vivit.
El padre Silverio de Santa Teresa, al enjuiciar a los adversa-
rios —convictos de entrañas dañadas —no descarga de toda cul-
pa al padre Jerónimo, que no supo mantenerse en actitud del todo
correcta y heroica.
Una de las tachas aducidas en el proceso era su excesiva fa-
miliaridad con monjas en los conventos de la orden en Portugal.
Cuando estuvo en Valencia, vestía el hábito de los Carmelitas de
la Antigua Observancia. Que había sido expulsado de la orden lo
sabían, sin duda, los dominicos de la ciudad.
Se distinguió por su afán misionero. A 23 de noviembre de 1604,
desde Valencia, trata de su próximo viaje a Roma. Busca el favor
del virrey y del patriarca y arzobispo San Juan de Ribera, y se
queja de ambos. Del primero dice que no atiende sino a ganan-
cias; del patriarca afirma que le muestra buena voluntad en la
cuestión de Argel, pero no hay más que encoger de hombros, pues
no se dan salvoconductos para frailes35.
El siguiente paso es muy de notar porque entra a maravilla en
el cañamazo de esta viva y nebulosa historia.
Habla de su problema y de las beatas. Había llegado a la ciu-
dad por el adviento y le encargaron sermones en cierta comuni-
dad de monjas, pues tenía fama de excelente y fervoroso orador.
Y añade: "el patriarca se holgó mucho de mi venida, que tiene
gran noticia de nuestras cosas. Persuadióme a que volviese a los
35. JERÓNIMO GRACIÁN DE LA MADRE DE Dios, Obras..., III, Burgos 1933,
p. 373.
[29] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 309

Descalzos, diciendo que tenían gran necesidad de sujetos. Yo le


dije que Su Santidad me había puesto en este hábito y en él se
hazla fruto, sin otros tropiezos que tendría con ellos [...] El re-
cudidero de las beatas y de las cosas de espíritu es aquí este con-
vento de Calzados y en la Compañía de Jesús, porque hay aquí
padres que tratan de este lenguaje, especialmente el Provincial,
que es de mucho espiritu[...] x".
La devoción de la gente por los sermones de espíritu entusias-
ma al padre Jerónimo. El día de la Inmaculada Concepción pre-
dica mañana y tarde 37 .
Donde a su parecer el fervor raya más alto es en los monaste-
rios de las Calzadas de la ciudad, el de la Encarnación, con se-
senta monjas; el de Santa Ana, con treinta. Observan estrecha-
mente la reforma que les predica el padre Sanz. Entre algunas
normas que han aceptado se cuentan rejas de hierro con puntas
y rallos entre reja y reja, y abstención de visitas y parlatorios.
Sus beatas hijas de confesión, o las monjas que él confiesa, no
han de levantar los ojos y traer cubierto el rostro, y han de ser
la quinta esencia de suspiros y hunes.
Imita el padre Jerónimo el celo de aquel varón: "Acertó estar
malo, y yo hago pláticas los domingos y fiestas en el Carmen
como él hacía, que tiene la beatitud de Valencia, que hay mu-
cha [...I38".
Nada menos que tres santos se relacionan con el padre Gra-
cián en los momentos de una declaración solemne, en la que de-
pone su tragedia persona!. De nuevo hablará de las beatas en Va-
lencia: "Presentáronme dos padres de la Compañía por testigo pa-
ra la canonización del beato Padre Ignacio de Loyola, y diciendo
mi dicho, entre otras preguntas que me hicieron, fue una si ha-
bía sido sentenciado en algún tribunal y por qué, y si después ha-
bía sido restaurado en mi honor, etc. Respondí que sí, que en el
tribunal de los Carmelitas Descalzos, y porque entendía era la
causa por haber pretendido el buen gobierno de mi Orden. Y por-
que en negocio tan grave, entendía ser servicio de Dios mostrar
un papel de mano de la santa madre Teresa de Jesús, que me
dejó cuando murió, diciendo que me lo diesen, que en alguna co-
yuntura me habría menester, y entendía ser esta la coyuntura, y
así le puse en manos del patriarca; el cual, viendo la letra de la
36. Ibid., p. 377-378.
37. Ibíd., p. 381.
38. Ibíd., p. 382.
310 KAMON ROBRES LLUCH [30J

Madre, le leyó y besó muchas veces, y me dijo le diese traslado


de él.
Aquí tenemos huncs de beatas: la una se llama Serafina, la
otra Francisca y la otra Bárbara }l> ".
Pastorea la diócesis valentina San Juan de Ribera. Abundan
cansinas.
Queda por averiguar si el personaje que nos da Gavastón en
caricatura y el del autorretrato es el mismo. Algún impedimen-
to ofrece la particularidad de haber sido procesado por el Santo
Oficio y condenado por su libro. De tal libro no he podido averi-
guar la existencia en cuanto se refiere al Jerónimo teresiano, ni
sabemos que fuera penitenciado por el Santo Oficio. ¿A quién per-
tenece pues esta página inédita del manuscrito de Valencia que
menciona a un padre Jerónimo de la Madre de Dios? Seguirá la
incógnita en otro capítulo de Gavastón con un testimonio "del
padre fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, carmelita,
desde Flandes", en 1613, al año del fallecimiento d« Simó.

6. Amplia y circunstanciadamente

Predicando el padre Sobrino en San Andrés el día de las exe-


quias de mosén Simó, llegado a un punto, se volvió al túmulo, don-
de estaba el cuerpo coronado de flores y exclamó: "¡Oh, angeli-
to, angelito, carísimo hermano mío!, qué bien se vee ahora que
te amaba Dios, pues llamándote para su Reyno en la florida edad,
tan consumado fuiste en poco tiempo, cuando Dios por maravi-
llas tan grandes y tantas nos descubre.
De treinta y tres años era no más, mirad si corrió la posta
bien; toda la vida fue santo, inocente, virgen, (con la inocencia
bautismal se fue al cielo: sé lo que digo). Ninguna tizne carnal
cayó en la nieve de su cuerpo, y alma. Azucena de las del cielo
es, virgen, digo perpetuo".
Mosén Jerónimo Martínez de la Vega, testigo presencial, apos-
tilla en el opúsculo impreso del sermón: "Pasaron de más de tres
mil coronas o guirnaldas de flores las que le trajeron cuando mu-
rió »".
Bien serán menester esas flores. Sus declarados enemigos, en
la oscuridad del "scriptorium" monacal, buscarían pruebas con
39. Ibid., pp. 380-381.
40. SOBRINO, Sermón..., pp. 18-19.
[31] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 311

que marchitarlas. Sigue, en contraste brutal, la antítesis espar-


ciendo el mal olor.
Un fraile cartujo, antes cirujano, dijo una y muchas veces que
en el ejercicio de su profesión "había curado una vez a dicho
mosén Simón de dos encordios y del nial que tenia en el miem-
bro secreto. Esto lo han oído decir frailes de esta casa de Predi-
cadores a dicho fraile [...] y que lo decía con toda la frescura
del mundo."41
En cuanto a frescura, estaba a muchos grados, y sobre que-
brantamiento de sigilo natural, era materia poco apta para cola-
ciones monacales. El anónimo autor del Resumen de la Vida y
muerte de mosén Simón, para salvar escrúpulos, se tomaría el
trabajo de averiguar el nombre del piadoso cartujo: Juan Olabe-
rri, del convento de Valdecristo42.
Del secreto profesional, salta a recoger otra información de
confesonario, salvando el secreto sacramental con aspavientos e
hipócritas melindres: "Fraile ha venido de San Agustín a esta
casa de Predicadores y ha dicho al padre fray Jaime Forner y a
otros, que hay en su casa un confesor que ha confesado a una
mujer, que le ha dicho que con ella ha tenido que hacer dicho
mosén Simón. Y asi que estaba escandalizada de ver que digan en
el pulpito que era virgen [...] Y más dice dicha mujer: que por-
que no esté la Iglesia de Dios engañada, que lo dirá en juicio
siempre que fuere menester, aunque sea con infamia suya. Y aún
me ha nombrado dicho fray Furner a mí la mujer, mas no quie-
ro yo poner aquí su nombre".
Del mismo jaez y peso es la que referían dos franciscanos, fray
Francisco Pérez, sacerdote, y fray Francisco Gavas, lego. Dije-
ron que: "Hallándose en cierta casa y hablando con cierta mujer
(que no es bien nombrar aquí) en santa paz, y diciéndole como
pintaban a mosén Simón con azucenas, en señal de que era vir-
gen, respondió la mujer: ¿Cómo virgen? Eso no; que a la barraca
de mi hermano se iba él y otros con mujeres, y esto no dice con
la virginidad"44.
La humilde vivienda del pretendido santo se prestaba a ob-
servaciones no santas, según el dominico oyó decir "a una per-
41. GV, p. 14.
42. Resumen de la Vida..., p. 6.
43. GV, p. 14.
44. Ibid., p. 14, nm. Arriba y abajo, una mano posterior, si bien de la
época, escribió: "Fornicario". "Encordios".
312 RAMÓN ROBRES LLUCH [32]

sona de entendimiento. La escaleta de mosén Simón era tan pe-


queña, que no tenía sino una salita de quince palmos de larga
y cosa de doce de ancha no mas, con una ventana a la calle. Y
a su lado sólo tenía un aposento de otros tantos palmos; y allí
dormía él y la ama y sor Francisca cuando iba. ¡Grande aparejo
para ejercicios espirituales de mortiflcación, de penitencia, de ora-
ción y de grandes visitas del cielo!"45
Y si el examen de unos pobrísimos muros basta para tejer
fantasías, ancho campo ofrece un elogio que retuerce con ri-
betes de propia minerva. Alguien había dicho públicamente
que mosén Simón conocía por el olor si una mujer era donce-
lla. Apostilla nuestro ingenioso fraile: "A mí antes me parece ha-
bía de concluir desta proposición lo contrario, pues tan buen mos-
quito era, como se dice de los que conocen el buen vino en el
olor." *>
Huelga recordar que estamos examinando el reverso de la me-
dalla. Son páginas secretas y bochornosas. Tiene mucho de bra-
mido celtibérico sobre los inertes y míseros despojos de un cléri-
go, que vivió en la oscuridad, sin humanas ambiciones.
Declararon en el proceso diocesano sus devotos que se distin-
guió por su amor a la Pasión de Cristo. Rezaba en su honor quin-
ce padrenuestros y quince avemarias. Siendo de unos veinte años,
tuvo una visión de Cristo con la Cruz a cuestas camino del Cal-
vario. Sucedió esto al tiempo que recorría el camino o la vuelta
de los sentenciados a muerte, ejercicio de meditación que repetía
invariablemente todos los viernes. En premio a su piedad, le ha-
bla regalado el Señor con los sagrados estigmas en las espaldas,
manos, pies y costado.
Impugna Gavastón: "Lo más cierto es, como dice la viuda de
Molins, que tenia cerca a mosén Simón toda la vida, y estuvo pre-
sente a su enfermedad, que tenía espaldas y toda la persona lla-
gas, no de la Pasión de Cristo, sino de bubas, de que estaba lleno,
(como ella me lo ha dicho a mí, boca a boca). Y diciendo esto ella
al obispo de Tortosa, cuando vino a tomar deposiciones a cerca
de Simón, la respondió el obispo que eran llagas de disciplinas
que se daba. Respondió ella: ¡Ay, monseñor! ¿Y en las ingles y
vergüenzas se suelen dar disciplinas? Pues allí las tenía también"47.

45. Ibíá., p. 29.


46. Ibíd., p. 16, nm.
47. Ibíd., p. 160.
[33] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 313

Asquerosamente llagado en cuerpo y alma ha mostrado el autor


a su personaje. ¿Dónde está el héroe? ¡Ecce homo!
Pone fin a la primera parte con una recapitulación triunfalis-
ta, sin el más leve asomo de misericordia. Está seguro de cuanto
ha dicho y quiere estarlo. Pide al lector una fe entera. Sin esta
disposición de ánimo, ¿cómo entrar en la segunda parte? Pero no,
alguna sombréenla empaña el horizonte, y exclama en tono alto:
"Estos son los grandes amigos y los más autorizados y graves que
han profesado su amistad y conversación. Y estos los grandes
santos con quien ha comunicado en las obras heroicas que hasta
ahora le habernos visto. Juzgue cada uno si son para que las ca-
nonize la Iglesia y vea, quien estuviere sin pasión, qué fundamen-
to éste y qué columnas para que en ellas apoye el alto y grandio-
so edificio que nos queda por ver, y qué santo, para que, por ca-
nonizarle, se aventuren haciendas, se pierdan almas, se amotine
un reino entero, se persigan religiones hasta quererlas asolar y
deshacer de raíz, tan conocidas en la Iglesia, tan calificadas por
sus obras, tan illustradas por sus letras, predicación, derrama-
miento de sangre por la fe, tan honradas de santos antiguos y
modernos, y vivos, tan respetadas de los reyes, príncipes y mo-
narcas del mundo y Sumos Pontífices de la Iglesia Católica Roma-
na, como las de Predicadores y de S. Francisco.
Y, finalmente, qué virtud tan heroica la que hasta ahora se
ha visto de este hombre y quf hechos tan notables en servicio de
la Iglesia y salvación de las almas, y gravedad de antipasados su-
yos, y sangre tan calificada, que con tantos linajes toca tan prin-
cipalmente, para que se aventure la Ciudad de Valencia a perder-
se en lo espiritual de la fe, y en lo temporal de encontrarse con
el Rey, a trueque de que mosén Simón sea Víctor, a pesar de los
santos canonizados, y a pesar de la cabeza de esta Iglesia y a pe-
sar de la Santa Inquisición, y del Papa [...]"
Y ya, sin grandilocuencia, como al oído, un ruego: "Solamen-
te suplico, pasando los ojos por lo que queda por decir, se lleve
en la memoria lo que queda dicho hasta aquí, para que así se
pondere cada cosa como es razón.'"18
48. Ibld., pp. 43-44.
314 RAMÓN ROBRES LLUCH [34]

PARTE SEGUNDA. — APOTEOSIS CONTESTADA

CAPÍTULO I
DESPINTANDO LAS HONRAS

1. Presagios funestos
De las hermanas Inés y Angela Pérez afirmaba con aplomo
que si al exterior guardaban todas las apariencias de beatas, en
realidad eran redomadas brujas. Daba también por descontado
que el martes es mal día: "a 4 de junio, que fue el día siguiente
martes, día aciago."[...] •". Temeroso respeto le merecían los años
terminados en diecinueve por ser "fatal, critico o judicial"50. Y
no digamos de ciertos fenómenos naturales, contemplados siem-
pre como heraldos del misterio.
Bajo el prisma de tales augurios, interpreta la muerte de Simó.
Tiene el relato un doble principio. Cuatro son las notas mar-
minales algo extensas que, con posteridad, redondearon el capí-
tulo. La primera y más amplia es el relato de uno de estos pro-
nósticos. Pocos meses antes de que muriese mosén Simó, una mu-
jer dio a luz un hijo de pecado, con dos cabezas, en la calle de
las Barcas, en casa de una comadrona. La clandestinidad y la no-
vedad volaron de boca en boca. Pudieron contemplar la monstuo-
sa criatura cuantos quisieron, sin excluir algunas comunidades
religiosas, por aquello de rogar a Dios les diese a entender si en-
cerraba algún aviso. Lo llevaron al convento de los dominicos —"y
aquí en Predicadores le vimos" atestigua. Ni aún los más santos
entendieron la profecía. Pero tras la muerte del beneficiado de
San Andrés concluyeron —pasados unos días o semanas— que
aquel monstruo había simbolizado a los simonistas, pues "se apar-
taron del prelado, que es cabeza, y llevan al vulgo, que es mul-
torum capita felina".

49. Ibíd., p. 209.


50. Ibíd., p. 165.
[35] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 315

Otro aviso del cielo fue una brava tormenta nocturna con ra-
yos y truenos "pocos días antes de que muriese[...]; eran demo-
nios, que hacían la fiesta a lo que había de suceder51."
El proceso diocesano —que ya vimos— da como cosa cierta que
la muerte del beneficiado fue rodeada de tales circunstancias co-
mo suele acontecer en los siervos de Dios. Se alegró del anuncio
de que llegaba su última hora, recibió los Santos Sacramentos,
sufrió lo indecible con ejemplar paciencia, y rezando salmos, in-
vocando a la Santa Cruz, y con la Salve Regina en los labios, ex-
piró dulcemente.
Gavastón ofrece una relación deshilacliada y pobre. Toma in-
formaciones en tiempos diversos y construye al fin un mosaico,
según sus prejuicios. Habían transcurrido ya siete años.
Sentencia que sucumbió a unas calenturas y dolores de las en-
fermedades contraídas, "que arriba se han apuntado". En el mo-
mento supremo, rodean la cama, las ya conocidas mujeres de vida
airada: las hermanas Inés y Angela Pérez, mosén Estevan y una
beata sobre la cual nada objeta, llamada Falcona, que había ve-
nido de Cocentaina.
Con igual aplomo escribe que "otra persona de cuenta, ni de
frailes, ni de clérigos, ni de su parroquia, ni ajena, ni seglares no
se halló alguna, con haber muchos días que estaba enfermo 52 ."
Espigando, sonsacando arteramente, obtuvo de labios de mo-
sén Estevan esta fría confesión, que sin tomar aliento, confió al
papel: "Enfermó y yo le he confesado, y poco antes que muriese,
se volvió a reconciliar. Y estando ya para morir, jamás le oí pa-
labra, con la grande melancolía que tenía. Sólo le oí dar un gran-
de suspiro, y díjele yo: ¿Que es alguna saeta del Esposo? Y res-
pondióme: Si. Al fin murió, vuelta la cabeza hacia la pared53."
Entregado al martilleo iconoclasta, se desentiende del opúscu-
lo impreso de las honras, donde se halla una anotación autógra-
fa de mosén Jerónimo Martínez de la Vega. Volviendo una vez
más sobre lo dicho, el folleto era propiedad de Gavastón y se
halla cosido al manuscrito suyo. Dice, pues, la nota marginal
acerca de la paciencia en la enfermedad del combatido andresia-
no: "Tan notable, que jamás se le oyó quejar una sola palabra.
Y la última reconciliación que conmigo hizo, acabada, dijo vuelto
a una imagen: Ya, gloria a Dios, no tengo cosa en esta vida que
me dé pena. Ahora, vamos, Señor. Yo le reconcilié toda la enfer-
51. nía., p. 45, y nm.
52. Ibid., p. 45.
53. Ibíd., p. 49.
316 KAMON ROBRES LLUCH [36J

mcdad. Y en la noche antes que espirase, tres veces: a las pri-


meras oraciones, a medianoche, y a la mañana, en que se vio no-
tablemente su pureza de conciencia, que no puede aquí explicarse;
sino en otro lugar. Expiró al punto que en S. Andrés, en la misa
conventual, se entonaba el Gloria in excelsis Deo en el altar, y
sucedió entonarlo aquel día todos los tres, porque el diácono y el
subdiácono enseñaban al misacantano, que no sabía entonar 54 ."
Los primeros impulsos de curiosidad en torno al aclamado san-
to le vinieron a Gavastón cuando su convento fue a oficiar el res-
ponso, "sábado por la mañana", es decir, al tercer día, de la apo-
teosis (falleció el miércoles), y los dominicos fueron los postreros
en adherirse al homenaje de todas las iglesias. En rigor de ver-
dad, en lo que se refiere a conocer la vida y fama del difunto dejó
transcurrir "cuatro o cinco días", por lo menos. Entre los suyos,
algunos dice que sentían escrúpulo en participar porque ignora-
ban quién era aquel sacerdote, "y podría ser todo lo que decían
falso[...]. A mi jamás se me asentó en el corazón y me reprendía
a mí mismo y no me quietaba aun con eso. Al fin, la piedad pre-
valeció, y fueron55."
He aquí las declaraciones —en plan familiar— de un testigo,
que a los cuatro o cinco días recibió en su casa al padre Gavas-
tón y a fray Jusepe Bayona. Se trata de mosén Vicente Estevan,
amigo de entrambos. Deseaban conocer las heroicas virtudes del
desconocido santo y alabar a Dios. Respondióles: Padres: de lo
que veo del vulgo, me espanto. Y lo que sé es esto, que andaba con
grandes melancolías estos días antes que cayese enfermo, y yo,
por divertirlo, concerté de llevarlo a pasear en un coche al Grao.
Y llévele en compañía de fulana, fulana y zutana (que son las
tres mujeres que arriba quedan nombradas, y trataban con él), y
nos divertimos^...'] Otra vez, le saqué al campo y nos estuvimos
divirtiendo.
Espantado yo de que no nos dijese cosa de sustancia, dijele:
¿Y de sus virtudes y favores del cielo? Diganos algo. Dijo era un
clérigo muy devoto y dado a la oración. No sé otro. Quedamos el
religioso que me acompañaba y yo muy espantados de tan corta
vida y maravillas. Y anduvimos tratando por el camino que si
mas supiera el buen mosén Estevan, más dijera."
El coloquio está bien hurdido. Pero induce a sospecha. Contie-
ne, al parecer, una verdad reducida a hilo tenue: era un clérigo
54. Ibid., p. 38 y nm.
55. GV. p. 48 y nm.
[37] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 317

muy devoto y dado a la oración. Pero el hilo se sutiliza, y desapa-


rece entre reticencias.
En primer lugar, no es creíble que mosén Estevan opinara «len-
guadamente de su amigo, cuyas glorias se pregonaban en los pul-
pitos y de las que él mismo sería animoso apóstol. Advierte el
autor la incongruencia de bulto, y se cura en salud: "Y nótese
que después este mosén Estevan ha predicado cosas raras que de-
cía había pasado con mosén Simón y le había visto56." En fin de
cuentas, no hay contradicción. Razones tendría para no alargar-
se. En los pulpitos hablarla.
¿Y cómo dar fe a la siguiente confidencia, atribuida nada me-
nos que a la Madre Francisca? El texto y el comentario delatan
la ficción: "Y la misma sor Francisca Llopis, que quedaba en casa
un canónigo de la seo, y el prior de San Jerónimo, que es de San
Miguel de los Reyes, y en presencia de sor Ana Vidal, de nuestra
orden, le preguntaron les dijese algo de aquel santo, ella que lo
había tratado en vida. Y respondió: Yo por buen hombre le te-
nia; mas de esto que veo, me espanto. Y otras veces decía: Nunca
me pensara que tal había de ser y espantada estoy de lo que
veo''.
Las espléndidas e interminables fiestas, los panegíricos, limos-
nas, etc. no tiene cabida en la historia imparcial. En lo que se
divulgaba de prodigios, halla materia para satirizar; son trazas
y fingimientos de picaros que viven y medran al calor de las ma-
sas: "Decían que una tinajuela en que tenía agua del río mosén
Simón para su beber, crecía el agua en ella y que todos llegaban
con vasijas para tomar del agua para los enfermos, y que jamás
se agotaba la tinaja y crecía el agua. Y añadían, que todos los
que bebían de ella curaban de sus enfermedades.
Con la grande voz de tales maravillas, llegué yo a ver aquella
santa escaleta, y Dios sabe con cuánta devoción. Y hallando allí
un conocido mío y hijo de confesión, llamado García, que hen-
chía las vasijas de la dicha agua a todos los que venían, le dije:
Dígame, García, ¿es verdad que crece esta agua de esta tinaja?
Respondióme: Padre, es muy grande mentria; sino que como me
molestan que les dé agua de esta tinaja, para contentarles, la
ando rehinchendo del pozo. Díjole: Mire, hijo que no les cele la
verdad, y desengáñeles que la rehinche del agua del pozo. Y así
lo hizo"5S.
36. Ibid., pp. 49-50.
57. Ibld., p. 46 y nm.
58. Ibíd., p. 47.
318 RAMÓN ROBRES LLUCH T38J

En la misma medida le irritaba el final de tan gloriosas exe-


quias, sin liturgia funeral propiamente dicha, con una misa can-
tada de Todos los Santos. Terminada ésta, "vi como lo pusieron
debajo del altar mayor viejo[...] Y ya desde entonces, quedó ele-
vado, sin que primero le hayan enterrado, como se hace con to-
dos los santos y se hizo con Cristo, Santo de santos, y con su
Madre, la más perfecta de los santos 59."

2. Una lección de anatomía y el diablo en Albalat

Pobre era la información que se podía lograr tocante a la vida


y santidad heroica de aquel vir obscurus; injustificadas, las acla-
maciones; aquella superstición, escandalosa.
Los simonistas hicieron correr la especie de que el cuerpo ve-
nerable se conservaba incorrupto y con buel olor. Argüirá el do-
minico que antes de enterrarlo, "hedía a siete calles al segundo
día"; lo decían "todos a una voz"61, aunque él no fue testigo di-
recto. Lo embalsamaron según los recursos de la ciencia. Calla
el nombre de su informante. La escena es de tonos fuertes. Se
ve, se huele y se palpa con realismo: "De ahí a pocos días[...],
echando de ver el Cabildo de la Iglesia Mayor y los clérigos de
San Andrés era bien embalsamar aquel Santo Cuerpo, determi-
naron secretamente desenclavar el ataúd adonde estaba puesto,
y hacerlo. Y para ello, llamaron al Vicario General de la vacan-
te, don Baltasar de Borja, arcediano, para que en su presencia
se hiciese, con asistencia de algunos clérigos. Hízose así a puer-
tas cerradas. Y abriendo dicho ataúd, fue tan grande y tan ex-
traordinaria la hediondez que salía del cuerpo, que pensaron to-
dos que les había atosigado. Volviéronle a cerrar, y fueron con
mucho cuidado al doctor [Vicente] Salad el viejo 62 , que era muy
grande médico, y dijéronle diese algún remedio para entretener
aquel cuerpo no se acabase de corromper. Díjoles el doctor que
si no se había pasado de punto al corromperse, el remedio que
había era salarle de esta manera. Que por cerca del hombro die-
sen un corte al cuero por cercén, y apretándole el cuero con la
59. Ibid., p. 48 y nm.
60. Ibíd., p. 117.
61. Ibíd., p. 48.
62. Noticia de su muerte:
"Divendres, lo primer de maig 1615. morí lo célebre doctor en medisina
Salat yl solterearen diumenge, a 3 de dit, en lo monestir de Sant Francés y
dien que testa de 45 mil ducats". JOAN PORGAR, Coses evangudes en la Ciutat
y Regnc de Valencia..., I, p. 212.
[39] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA.., 319

palma de la mano, le corriesen hacia abajo a la muñeca, como


quien abaja un borceguí para bajo, y seguiría el cuero todo por
entero, dejando la cara del pie. Y estando así el brazo, que le
echasen cantidad de sal por una parte y por otra del brazo, y
así salado, volviesen con la mano abierta a subir el cuero hacia
arriba, como se sube un borceguí, y que así volviesen como a
envainar el brazo salado, tornando la piel a su lugar, y esto mis-
mo hiciesen con todas las partes del cuerpo, y que no se des-
hiciese.
Cierto particular modo de embalsamar santos que no lo son,
indigno de los que lo son de veras, y vergonzoso de sólo oírlo, y
dignísimo sólo de marranchones.
Hicieron la prueba en éste, por los aranceles que les había di-
cho Salat, y hallaron había pasado de punto y no era ya sazón
para salarle, porque se iba la piel toda como hilos, señal, que no
sólo la carne estaba corrompida, sino que también lo estaba la
piel.
Volvieron con las nuevas a Salat, y díjoles ya no tenía re-
medio lo que pretendían, y no le había otro que echarle cal viva,
para que se comiese todo lo que estaba corrompido y quedasen
los huesos. Para esto, le abrieron y sacaron las tripas y se las
fueron repartiendo como pan bendito, con su relleno y todo co-
mo estaban; porque se considere la abominación de tal devoción
y suciedad de tales devotos, cosa que hasta hoy no se halla es-
crita de algún santo verdadero
Y lo ha permitido Dios par& que se eche de ver cuan abomi-
nable es la devoción de este vulgo en la supersticiosa veneración
de este hombre[...]".
Moja y revuelca su pluma en la hediondez, para continuar el
cuadro y ponerle adecuada guarnición: "Pues no sólo esta abo-
minación han adorado y adoran, mas el servidor en que hacía
sus naturales necesidades han adorado y adoran; tanto, que es-
tando la virreina de esta ciudad, mujer del marqués de Carace-
na (de quien en su lugar se tratará), enferma de la enfermedad
de que murió, se lo llevaron por reliquia (que sólo decirlo es abo-
minación), y puso dentro de él la cabeza la enferma, como si
la pusiera dentro de un arca consagrada con. alguna reliquia de
santo, y la besó muchas veces, como podía adorar un hueso san-
to, con la misma devoción y ternura *•'. Cosa indigna de cristia-
63. Un caso análogo, aunque la motivación es diversa, se lee en la vida
del Conde-Ducme de Olivares: "Cuentan los cronistas de la época varias anéc-
dotas que demuestran las salidas del todo punzantes y, a veces, las verdade-
320 RAMÓN ROBRES LLUCH [401

nos, porque estos instrumentos ni aún de Cristo ni de su Madre


Santísima leemos fuesen adorados, ni lo permitió Dios, por cosas
indignas de la más mínima adoración, aunque había en ellos
contactos de aquellos cuerpos santos: bien así como la asnilla en
que entró caballero Cristo en Jerusalén el domingo de Ramos no
es capaz de adoración o veneración, aunque le tocó Cristo, y se-
ría superstición y pecado muy grande. Lo mismo digo en su ma-
nera de las reliquias de este hombre.
Y teniendo tan buen juicio aquellos señores, tan agudo, tan
cultivado, tan cortesano, sobre tan cristianos, hacían esta vene-
ración tan sucia, que yo en escribirlo me corro. ¡Y con qué car-
cajadas se debía reír el diablo de ellos y de su supersticiosa ve-
neración, pues les hacía hacer todo lo que quería![...]
Enviaron, pues, estos señores, que se hallaron en esta exente-
ración de mosén Simón, de estos intestinos a la corte de sus ami-
gos por reliquias preciosas. Y algún seglar, de buen entendimien-
to, de aquella tierra, escribió acá a un padre de esta casa una
carta, diciéndole le daba un pedacito de este intestino por reli-
quia de persona amiga suya. Y dice: No le guise tomar por el re-
lleno tan sucio que debía de ir dentro de ella. Y tuvo razón. Ben-
dito sea Dios, que permiten sus grandes juicios que hasta aquí
pueda persuadir el demonio a los hombres con entendimiento y
fe, y por otra parte asquerosos, melindrosos y compuestos, con
tanto extremo algunos que es exceso de locura, y en esto a to-
do han cerrado los ojos.
Pues, como tuviesen abierto dicho cuerpo, el cirujano que lo
abrió echó mano al corazón y le trajo a un padre de esta casa,
amigo suyo, pensándole hacer un grande presente. Tomólo dicho
padre y tuvo muchos días al sereno. Y era tanta la hediondez
que de él salía, que ni salado dejaba de heder, que le quitó la
gana de comer por muchos días; y determinó de enterrarlo y
echarlo de si.
Finalmente, echaron en el cuerpo grande cantidad de cal viva
y de ella llenaron el ataúd. Y volviéndole a clavar, le volvieron
debajo del altar primero en donde antes estaba. Y sobre el altar
ras groserías con que Don Felipe obsequiaba, no raramente, a su llamante
gentilhombre. Es preciso que el curioso de hoy haga un esfuerzo para com-
prender lo que era entonces la realeza y leer así, sin sentirse humillado en
su condición humana, que por ejemplo, un día en que el señor había pedido
a Don Gaspar cierto instrumento üc servicio, y cuando ésto se lo traía ya,
dijo aquél: muy cansado estoy de vos, Conde: y el Conde, con su más de trein-
ta años, haciendo cierta reverencia, besó el instrumento aquel, que el Conde
de la Roca no se atreve a nombrar, y se retiró sin otra respuesta. MARAÑÓN,
El Conde-Duque..., pp. 35-36.
[41] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 321

pusieron un cuadro de la figura de mosén Simón con rayos en la


cabeza..
Quedó tan extraordinaria hediondez y corrupción en la igle-
sia de San Andrés de este embalsamamiento, que duró por más
de quince días, que nadie pudo entrar en ella. Y se gastaron mu-
chos reales en olores y aguas para regar dicha iglesia64."
Que el cuerpo del bendito Simó fue embalsamado, es induda-
ble. Y quien tuvo a la vista el proceso diocesano, resume en lim-
pias palabras —con el rigor de un experto en leyes, que sí lo
era— las circusntancias, personas, elementos que se emplearon,
y demás, dejándonos una lección de anatomía, digna de recor-
darse y de ser comparada con la del dominico.
No silencia lo de las pastillas-reliquia. Juzgue el lector. Im-
porta señalar que no existe relación de fuentes entre ambas.
Aquélla fue de oídas; ésta, de acta notarial. Y dice:
Por uno de los procesos que se formaron en la curia ecle-
siástica, y otros instrumentos y papeles, consta que el día sába-
do, 28 de Abril del año 1612, que fue el cuarto después de la
muerte, fue depositado el Siervo de Dios bajo la mesa del altar
mayor de la Resurrección [...].
Algunas personas, doctas y graves, discurrieron que como era
natural el corromperse los cadáveres, consumirse las carnes, y
desmembrarse los huesos, sería bien no dejar a la Providencia
milagrosa lo que en algún modo se podía prevenir, con la dili-
gencia humana de abrir y desentrañar el cuerpo del Siervo de
Dios.
Para esto enviaron a llamar a Pedro Riglos, cirujano, hom-
bre experto en su faculta!, y se lo propusieron. Parecióle que
ya sería tarde, después de cuatro días muerto. Pero ofreció ha-
cerlo. Y mientras, volvía a su casa por los instrumentos, y saca-
das de las dos cavidades todas aquellas partes que son las pri-
meras y más fáciles de corromperse, y las pusieron en un vaso
de barro [...] cubriéndolas de cal, y retirándolas a puesto se-
creto y seguro.
Después de purificado el vacío con el vinagre y lejía, se lle-
nó de la misma cal viva y con unas bandas de lienzo se fajó el
cadáver para que no cayese lo que tenía dentro. Hecho esto, le
volvieron a vestir con sus indumentos sacerdotales, como esta-
ba antes, y pusieron en el arca que le había prevenido aquella
devota mujer que se dijo [...].
El cirujano Riglos, o poco satisfecho de su obra, o porque
después advirtió que no le había sacado los sesos de la cabeza,
y siendo tan húmedos y fluxibles podían viciar otras partes más
sólidas, propuso al Rector, y otros de los electos, que conven-
dría consultarlo con algunos médicos, por si faltaba algo que ha-
zer. Encargáronle que él mismo lo comunicase con el Doctor Sa-
64. GV, pp. 55-58.
ANTHOLOCICA AXNL'A. 26 y 27. — 21
322 RAMÓN ROBRES LLUCH [42]

lat, hombre anciano y experimentado, y viese lo que le parecía.


Hízolo Riglos, y estando juntos en la casa del Doctor Salat un
hijo suyo y el Doctor Gaspar Vázquez, todos médicos, oída la
relación de Riglos, respondieron que si no veían el cadáver y
la disposición y forma en que le había dejado, no podían hacer
juicio ni dar su parecer.
Con esto, resolvieron que la noche del domingo acudiesen
con gran secreto y silencio a la casa abadía donde vivía el Rec-
tor, y por la puerta escusada entrarían en la iglesia y se abriría
el arca, con el permiso que tenían del Vicario General (que de
otra manera no lo hubiera consentido el Rector), y visto el
Bendito Cuerpo, dirían lo que se les ofreciese.
Así se ejecutó a las diez o las once de aquella noche, asistien-
do los que tenían las llaves del arca y otros de los beneficiados.
Fueron de dictamen los médicos que no era necesario sacar los
sesos de la cabeza, ni otra diligencia que la de desnudar el ca-
dáver, y cubrirle con buena cantidad de cal viva, que el calor
de ella le penetraría y enjugaría todas las humedades y su mor-
dacidad consumiría todo lo supérfluo.
Hízose puntualmente, quitándole los sacerdotes todas sus ves-
tiduras, y aplicándole la cal el mismo Riglos.
Volvióse a cerrar el arca con las tres llaves y colocóse en
el mismo lugar, con las mismas circunstancias que se había he-
cho el día antes, y se habían expresado en el Auto que recibió
Francsico Madrid, notario y escribano mayor de la Curia Ecle-
siástica.
No olvidemos aquellos internos despojos del cadáver, que se
pusieron aparte, cubiertos de cal, porque por ellos y por aque-
lla cal que les había devorado hizo Nuestro Señor muchos mi-
lagros 65.

Madrugó el diablo en alentar la superstición. También el cro-


nista en asentar en sus páginas una intervención visible del ma-
ligno. Puso el relato antes del embalsamamiento (que fue el cuar-
to día), en cambio lo que ahora se dirá ocurrió "ha pocos meses,
pues no pasaron más de tres." Sigamos la cronología.
Se llama el padre de la noticia Miguel Obrer, rector de Alba-
lat de Sorell, lugar cercano a la capital, en el camino real de
Cataluña. Pasaron seis o siete años hasta comunicar el pavoroso
secreto. Y cuenta que hallándose sentado a la puerta de su casa,
sobre la tarde, vio venir hacia sí un caminante, el cual le habló
unas palabras en lengua hebrea. A lo que le pareció fue que le
pedía limosna. Por el gesto del cura, entendió el transeúnte que
no le había comprendido. Entonces le habló en griego con igual
fortuna. Respondió el cura en latín que le hablase en esta len-
es. [ISIDORO APARICI GUILART], Vida del Venerable Sacerdote Mosén Fran-
cisco Gerónymo Simón, Valencia, ca. 1706 p. 265.
[43] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 323

gua, y accedió el forastero. Preguntó mosén Obrer que a dónde


iba. A Valencia, a revolverla, y poner en ella grande cizaña, fue
la contestación. Escandalizado en gran manera el buen rector, no
quiso saber más y despidióle, teniendo por cierto que era el de-
monio, "aunque no cayó entonces en la cuenta qué podría ser la
cizaña que había de mezclar, porque las cosas de mosén Simón
estaban en sus principios y no se empezaban a manifestar" 66 .
Razones en su descargo podría alegar mosén Miguel por el ol-
vido de las lenguas sagradas que aprendería allá en su juventud.
En cambio, ¡qué papel tan desairado el del pobre diablo! Ni cha-
purrear la lengua valenciana.

3. La negra paloma
Las obras de renovación en la ruinosa parroquia de San An-
drés tomaron admirable empuje tras la muerte de Simó. En su
honor afluían los donativos. Se estaba cumpliendo una profecía
del beneficiado, y sobre esto, escrutaban cielo y tierra con el an-
sia de nuevos milagros. Un arquitecto de la obra nueva, "mestre
Alonso", y alguno más, aseguraron que el bendito mosén se ha-
bía aparecido y ellos en persona lo habían visto mientras traba-
jaban 67 .
Dio mucho que hablar una paloma, que se metió en lo alto de
la bóveda de la iglesia, y se estuvo allí fija tres días o cuatro, sin
comer, volando de una cornisa a otra, "a vista de la gente, que
como bobos acudían a verla fi pendón herido. Dijéronse en el
tiempo de estos tres días los mayores disparates que se han oído
en las cosas de mosén Simón." Decían unos que era el Espíritu
Santo; opinaban otros que un ángel o el alma del santo. Hombre
hubo que de una pluma que se le cayó a la paloma, dio ocho rea-
les y la llevaba consigo "y la daba a adorar. Y hubo quien le
daba por ella diez escudos, y respondió que no la diera, aunque
por ella le dieran mil."
El autor aclara: "Esta negra paloma, que era blanca en las
plumas, pertenecía al rector, que criaba palomas para su recreo
en el terrado de su casa, contigua a la iglesia. La paloma había
dejado temporalmente el palomar, porque se le había muerto el
macho, y con el sentimiento de haber perdido su compañero, se
apartó de las demás."
Y no podía ser el Espíritu Santo. Para confundir a los crédu-
66. OV, pp. 51-52.
67. PORCAR..., I, p. 139.
324 RAMÓN ROBRES I.LUCH [44]

los, suscitó Dios la atención de un muchacho, el cual, a la vista


de todos, exclamó: ¿Cómo puede ser el Espíritu Santo, si yo he
visto que se ha ensuciado o estercolado delante de mis ojos y el
Espíritu Santo no puede hacer eso?
Y compungido nuestro autor, desahoga su celo: "¡Bendito sea
Dios!, que permite vengan los cristianos con fe, por sus pecados,
a tan grave ceguera y superstición, en las barbas de la inquisi-
ción, sin que en este caso hubiese hombre que osase reprender-
los. Y los predicadores, que lo habíamos de hacer, no lo hacía-
mos, ni podíamos, o por mejor decir, no nos dejaban.
Al fin la paloma se volvió no al cielo, como pensaban, sino al
palomar del Rector, de donde había salido"68.

4. Velas nocturnas y abominaciones


El encabezamiento del capítulo tercero atrae con el más vivo
interés. Tratará del grupo, de la secta. ¿Corrupción? ¿Herejías?
Anuncia: De las veladas que se hacían en la iglesia de S. Andrés.
Romana Guarnieri, que ha estudiado los orígenes del quietis-
mo, bajo diversos nombres, con textos que van del siglo ix al xvi,
se propuso editar
in un "corpus" único e unito tutti i testi e tutti i documenti re-
lativi a quel vasto quanto vario moto di spiritu, d'idee, di pra-
tiche, che porta presso gli autori il nome definitivo di "Libero
Spirito", e al quale, nelle forme ultime ad estreme si deve, piú
che un avanzamento, sia puré contrastato, della buona mística
cristiana, una deviazzione netta dal cristianesimo — una di quel-
le deviazioni medievali, che si ostina a battezzare per eresie,
mentre nascevano da altro ed ad altro miravano, e condussero
di fatto dove volevano all'apostasia — no ritento opportuno, anzi
doveroso incominciare dando il "Miroir des ames simples" di
Margherita Porete™.

La Porete fue consignada al brazo secular y quemada viva, con


su libro, el 31 de mayo de 1310. Había rechazado, por año y me-
dio, pedir la absolución y prestar juramento, a fln de responder
a las acusaciones.
Artículos extractados de su doctrina:
Quod anima adnichilata dat licentiam virtutibus nec est am-
plius in earum servitute, quia non habet eas quoad usum sed
virtutes obediunt ad nutum.
68. GV, pp. 53-54.
69. Ibíd., p. 58.
70. ROMANA GUARNIERI, II movimiento del Libero Spirito, "Archivio Ita-
liano per la Storia della Ficta", V, Boma 1963, p. 353.
[45] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 325

Quod talis anima non curat de consolationibus Del nec de


donis eius nec debet curare nec potest, quia tota intenta est cir-
ca Deum et sic impediretur eius intentio circa Deum.
Quod anima adnichilata in amore conditoris sine reprehen-
sione conscientiae ver remorsu potest et debet naturae quidquid
appetit et desiderat concederé.

Es la precursora de Molinos y de la Guyon 71.


En nuestro caso, la calificación se presenta erizada de dificul-
tades. No hubo proceso. Las indagaciones de Gavastón no fueron
contrastadas. Quedaron en la intimidad de su manuscrito y de
su convento.
Pero es conveniente afrontar el riesgo de la aproximación a la
imagen sin esperar un perfecto encuadramiento de planos. Hay
en las tendencias quietistas unas constantes en la praxis ascéti-
ca de la pobreza, la mortificación, el pecado, la contemplación.
I primi movimenti degl: "Spirituali" nell'Ordine Francesca-
no, al monachesimo di Gioachino surrogano Francesco e il fran-
cescanesimo, aífretano i tempi, si ritengono giá nell'era della
liberta e dello Spirito. L'ideale della povertá, feramente spiritua-
le tra i massimi dell'epoca, presso taluni si realizzerá nell'anien-
tamento di tutte le facoltá e potenze deH'anima e della persona-
litá umana, totalmente assorbita in Dio. (Cfr. "l'alta nichiltade"
di Jacopone). E certo che il Lioero Spirito fu, insieme con gli
Spirituali, l'erede piú radicale del movimento apostólico e pau-
peristico sorto intorno al Mille. I suoi seguaci si chiamano spes-
so "fratres de vera, de alta, de altissima paupertate".
Ad Anversa [...] un r~anipolo di fanatici fra il 1230 e il 1245
pretendono di essere loro i "veri poveri di spirito" [...] sosten-
gono che la povertá osservata debitamente cancella da sola ogni
peccato. Ne consegue, per un essempio solo, che il povero puo
fornicare senza perderé lo stato di grazia; cosí puré che una pros-
tituta, se povera, e migliore di un ricco, ancorché casto72.

De franciscanos y otras órdenes religiosas reformadas bebió


nuestro clérigo su espiritualidad. Que vivió en pobreza es un he-
cho comprobado: casa, vestidos, alimentos. ¿Heroísmos? ¿Mal-
gastaba los tenues ingresos en su beneficio? ¿Dónde hallar la ver-
dad, el término medio? Su representación y actividades, toda su
biografía, hay que mirarla proveniente de un autor lleno de fie-
reza y desprecio; o de sus fervorosos admiradores que tratan de
él en un estilo hagiográfico. Entonces, ¿será la pobreza una vir-
tud luminosamente hermanada con otras? ¿Será una condición o
estado que facilita el contubernio con los apetitos de la carne?
71. Ibíd., p. 412.
72. Ibíd., pp. 362-363.
326 RAMÓN EOBKES LLÜCH [46'J

Dante (poeta della Vita "nuova") sorive un poema per narrare


11 viaggio di un uomo dal peccato alia visione beatifica. Proprio
cosí: la "visio facialis" goduta de un "homo viatore", peccatore,
e questo negli anni ¡inmediatamente precedenti al grande dibat-
tito sulla "visio beatifica", che trasse nella lizza Giovanni XXII
e Benedetto XII e tutta la teología del tempo. Com'é noto, non
piú all'umanitá di Cristo, come san Bernardo e poi san Frances-
co e i suoi umili alievi, ma alia Trinitá si dirigeva principalmen-
te l'attenzione dei "nuovi mistici"7-'.

Simó escribió un libro De Trinitate, cuyo texto desconocemos.


Guarnieri, afirmando la contribución arábiga y su carácter
hispano, añade:
L'apporto arabo propriamente detto, nell'arabo comprenden-
do quanto é confluito in testi arabi dal vicino e lontano Oriente
í...], non posso non segnalare l'impressionante rassomiglianza
che corre fra le storture mistiche in voga presso taluni sufi e
teorie del Libero Spirito e non di quel soltanto. Che Eckhart co-
nosce Avicenna e Guindisalvo é saputo; ma stupisce che a Ja-
copone possa riscontrarsi una ascendeza andaluza [•••]•
Mi limito ad elencare [...] analogie sorprendenti che il sufis-
mo presenta con il Libero Spirito:
a) sufi girovaghi e indissiplinati portavano in segno di po-
vertá e di mortiflcatione la marroqu'ah, stoffa rappezzata di top-
pe variopinte, che secondo alcuni (cosí sufi come begardi) fu
il vestito pórtalo da Gesú e che ricorda in maniera impressio-
nante gli abiti rappezzati indossati dai begardi.
b) Quando andavano in giro per la cita [...], sedevano "con
la cabeza baja y metida en la capucha".
¿Paralelo? El recogimiento de Simó mientras iba con otros
sacerdotes a ejercer el ministerio; la abstracción de los divinos
oficios...
c) Seguivano i sufi un regime alimentare a base di cibi dis-
gustosi che ritroviamo tal e quale nei seguaci del Libero Spiri-
to: "qualiter abominabilia humano victui praebent ad comeden-
dum vel potandum, ut discant frangere voluntatem, verbi gratia
ut aquam vermiculatarn bibant, carnem putridam comedant", e
detto in un manoscritto anónimo del secono xiv, e nel processo
di Schweidnitz leggiamo di gati morti aposti come cibo alie in-
felici "incipienti": la ragione \...í: "tu debes te exercere in illis
operibus que tibi sunt contraria, ad hoc quod vita tua anichile-
tur et diminuatur et spiritui totaliter subiciatur".

Y añade en nota:
Non possiamo non ramentare qui le terribili mortiflcazioni
(come per essempio quella di succhiare con la proprie labra fe-
73. nía,., p. 412.
[47] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 327

rite purulente) che la santa beghina di Genova, Caterina Fies-


chi, se imponeva, alio scopo di vincere le proprie ripugnanze).

Un lugar paralelo: lo del bocado vomitado por un enfermo;


bocado que comió Simó para dominar su propia repugnancia.
d) Presso i mistici arabi, come presso i loro imitatori euro-
pei, chi mortifica fino in fondo le proprie attrazioni e ripugnan-
ze sensuali, arrivato che sia al termine, ossia al indiamento, ha
diritto a servirsi di tutto 74 .

Simó es acusado de inmoralidades con sor Francisca Llopis:


"y daba a entender trataba con dicha beata de Dios y de ora-
ción" 75.
La más horrenda expresión de aquellos libertinajes de la Edad
Media llegaba en ocasiones y sectas, de las bacanales al infanti-
cidio, hasta beber, mezcladas en vino, las cenizas de una criatu-
ra recién nacida y engendrada en aquellas reuniones inferna-
les. Las informaciones se deben a un secretario apostólico, que,
bajo el mandato de Nicolás V en 1499 para que se exterminase
a los llamados Hermanos de la oposición, certifica:
Nam praeter stupra et adulteria, quae passim unusquisque
abditis in locis et ad hoc occulte paratis, committunt, aliud pu-
blicis ceremoniis tale fit scelus. Vocatae et de industria seductae
speciosiores quaeque, vel viduae, vel virgines, vel matronae, quum
in antra noctu convenerint, sacerdotes et clerici huius sectae, eo-
dem in antro clausi, divi-.as quidem laudes ad fidem a simplici-
bus comparandam ex ritu Christo legunt, cantitant, immurmu-
rant; quibus media nocte, ut aiunt, media flnitis, sacerdos eorum
maior alta admonet voce binos deberé masculum et foeminam,
Sancto Spiritu invocato, in complexum carnalemque copulam
commisceri, inde luminibus extinctis, quemque virum proximum,
aut manu captara, aut etiam de industria observatam, mulierem
sibi prosternere. Si ex huiusmodi coitu conceperit mulier, infans
genitus ad conventiculum illud in speluncam delatum, per sin-
gulorum manus traditur tamdiu totiusque baiulandum, quousque
animam exhalaverit; isque in cuius manibus infans expiraverit,
maximus pontifex divino, ut aiunt spiritu creatus habetur, et
quum alter Ídem ex multis vitiatis mulieribus ofertur foetus,
eum sacerdotes collegialiter congregati prunis assant. collectum-
que inde pulverem in vasculum mittentes, vinum superfundunt,
quo novitios et execrabilibus huiusmcdi initiandos sacris potant;
a quo combibendi modo crudelis haec superstitio, vasculi quo flt
vocabulo, Barilotum appellata est. Retulit nobis religiosissimus
et certe sanctus vir loannes Capistranus, huic persequendae ho-
74. Ibíd., p. 369.
75. GV, p. 17.
328 RAMÓN ROBRES LLUCH [48]

minum sanctae prefectus, scelestissimam mulierculam sponte sibi


fassam fuisse, cum ex diabólico coitu peperisset infantem, geni-
tum laeto animo laetiorique fronte in cistella de industria orna-
tissima ad speluncam detulisse, praefatam se manus afierre pre-
tiosissimum eandemque parentem, non modo siccis oculis sed
hilari animo, eiulantem miserandumque vociferantem assari fi-
lium, inspexisse76.

En la descripción de estos crímenes rituales se ha agotado el


repertorio de calificativos para su condenación. Es el informe de
un santo.
Es fácil suponer el ardiente deseo de informaciones extensas
y claras de las congregaciones nocturnas simonistas, que el do-
minico nos promete en el capítulo tercero: De las velas que se
hacían en la iglesia de San Andrés. Dice así: "No sólo se con-
tentó el demonio, sembrador sobredicho, de sembrar en esta ciu-
dad más supersticionesi"...], mas hizo se quebrasen constitucio-
nes sinodales de este arzobispado y cánones apostólicos de con-
cilios, como veremos, yendo picando cada día en lo más grave y
esencial.
Cuanto lo que toca a lo primero, luego se empezaron velas de
gente que velaba toda la noche en la iglesia de San Andrés, sien-
do muy defendido y vedado por los sínodos de este arzobispado y
muy defendido con censuras". Pero como era sede vacante, ni
habla quien se los advirtiese (quien se lo permitiese sí, y alaba-
se), por tanto, empezaron estas velas y las prosiguieron muchos
meses, hasta que vino el señor arzobispo [...] Y estas velas no
servían sino para cometerse gravísimos pecados, como dentro de
aquella iglesia y delante el Santísimo Sacramento se cometieron.
Muchas doncellas perdieron allí su virginidad; los conciertos de
las juntas imposibles en sus casas, allí se efectuaban; allí, los ro-
bos; allí, las abominaciones, que era compasión haberlas visto;
allí, delante el Santo Sacramento, se meaban y se ensuciaban. Y
de esto era tanta la hediondez que había en aquella iglesia, que
sé yo personas que no querían ir a oir misa en ella por no po-
76. GUARNIERI, p. 477.
77. "Cum domura Dei nihil non sanctum deceat, perpendatque Sancta Sy-
nodus, ex iis vigiliis, quae multorum concursu in monasteriis, aliisve templis,
slve oratoriis publicis fiunt multa scandali occasionem oriri, et aliquando ex
iis templa profanan contingat, ómnibus huius provinciae subditis in virtute
sanctao obedientiae, et sub excommunicationis poena mandat, ne ad templa
ad huiusmodi publicas vigilias agendas se conferant. aut eis ullo modo inter-
sint". Concilium Provinciale Valentinum a. 1565, Valencia 1566, pp. 188.
[49] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 329

derla sufrir ni ver. Tan grande abominación ni es de Dios ni de


santos ni lo puede ser78."
La indagación ha sido corta y muy genérica. Y bruscamente
habla de los panegíricos, fiestas, regocijos y demás que ya cono-
cemos.
Antes de cerrar la obra, vuelve sobre sus pasos: Capitulo 15.
Que cuenta lo demás que queda por decir del año doce, y de las
velas que de noche se hacían en la iglesia de San Andrés™.
Amigo lector: deten el paso. ¿Qué nos dirá? ¿Crees que pue-
de ser el cuervo más negro que sus alas? Alguien voló sobre el
nido y arrebató el pájaro. La "historia" ha sido arrancada en su
totalidad. Quizá algún dominico escrupuloso y grave se decidió al
holocausto. Porque el resto del manuscrito se conserva, bien. La
"poda" debió hacerse antes de ser enviada la copia auténtica de
la obra a la Ciudad Eterna, a la Curia Generalicia de la Orden.
Debieron ser varias las dichas ccpias, pues una de ellas (en nues-
tro poder) hace constar en la página 112: Aquí faltan en el ori-
ginal que escribió el P. Fray Juan Gavastón y lo menos cinco o
seis hojas, que se debieron caer por incuria [/.'] de los que ma-
nejaban este tan precioso libro de la vida de tal Santo. Sígnense
dos hojas y después, según se ve, faltan otras cinco o seis. ¿Auto-
confesión? No menos sorprendente ha de parecer la advertencia
del mismo archivero: Siguense dos hojas y después, según se ve,
faltan otras cinco o seis. El impulso otoñal se llevó las que cerra-
ban este prometedor capítulo: Allí en el original deben faltar a
lo menos seis hojas y no sabemos si más, pues los capítulos de
aquí adelante van sin numeración w. Un total ¡de más de cin-
cuenta páginas! Lamentable sangría.

CAPÍTULO II
MAESTROS Y PROFETAS

1. Fray Antonio Sobrino


La Orden seráfica le recuerda en sus anales. En 1625 se ins-
truyó proceso de beatificación: Pro Venerabili Antonio Sobrino,
nato Salmanticae, Provinciae Hispaniae S. Josephi filio ac alté-
is. GV, p. 58-59.
79. Ibíd., p. 160.
80. Vida escandalosa de Mosén Francisco Gerónimo Simó [Copia autenti-
cada], f. 114 v.
330 RAMÓN ROBRES I.LUCH [50]

rius S. Joannis Baptistae Ministro necnon scriptore facundo, ac


demum die 10 Julii 1622 in Domino defuncto, Philippo IV die 23
Decembris rogat Pontificem ut illius beatificationis causae intro-
ductionis decretet. ínterea die 22 Januarii 1625 R.mus lulius
Sacchetti, Apostólicas Nuntius in Híspanla, emanato decreto man-
dat guatenus P. Gregorius de Alegría Guardianus de Xaquera
processum instituat de miraculis ab ipso Venerabili Antonio So-
brino patratis, eiusque corpus in decentiori loco collocandum
curet»'.
No conozco una biografía de Sobrino. Algo se puede ampliar
el sucinto esquema hagiográfico. Graduado en derecho por la
Universidad de Valladolid, estuvo al servicio de Felipe II, como
Oficial Mayor del Secretario Ga.briel Zayas y traductor de los
despachos que venían de Francia e Italia. Fue amigo de Arias
Montano. Ocupó altos cargos en la Orden.
Por haber sido el más autorizado, panegirista de Simó, tuvo
por adversario al dominico, el cual le moteja y acusa de ser "el
inventor de las virtudes y maravillas de este hombre y canoniza-
dor de este santo[...], el que tiene el Apocalipsis de todas estas
visiones, revelaciones y misterios82."
Incansable, a golpes de piqueta, se propone derribar, demoler,
el monumento de la creciente fama del fraile descalzo. Este no se
recata de pregonar, con hipócrita modestia, que él ha sido su
confesor: "Predicando en la Casa profesa de los teatinos, en la
fiesta del Beato Ignacio, dijo que había confesado al padre Si-
món siete años." También refiere un fraile grave de Predicado-
res que estando en La Jana, fue a predicar el padre Sobrino —que
era a la sazón provincial de la orden y pasaba de visita canónica
por el convento del lugar— y dijo: No estaba para predicar, sino
sólo subo al pulpito porque me veáis; porque deseáis ver al que
ha sido confesor del grande santo, el padre SimónB.
Eran Sobrino y la Madre Francisca, los que movían sin des-
canso los hilos de la endiablada tramoya. Entre ambos iba el jue-
go: "Es la profetisa de este santo y el fundamento de la santidad
y virtudes, revelaciones, altísimos merecimientos de mosén Si-
món. Y de ésta, en segundo bote, todas estas maravillas se pu-
blican por fray Sobrino, y entre ella y éste está todo este em-
beleco y toda esta máquina de santidad."

81. CHIAPPINI, Aúnales Minorum...continuati, 26, Quaracchi 1933, p. 246.


82. GV, pp. 60 y 130.
83. niel., pp. 7-8.
[51] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 331

Impugnará la honorabilidad, la obediencia y la, doctrina de


su adversario tomando pie de anécdotas entendidas a su gusto.
Llovieron sobre el descalzo sospechas y amonestaciones. Al fin
le sometió la Inquisición a confinamientos y destierros: "Con ésta
[la beata Francisca] tenía fray Sobrino tan grande comunicación
y tan apasionada amistad, y tan continua y larga era en sus vi-
sitas, que escandalizaba con ella a todos los frailes de su con-
vento. Y no atreviéndose a reprenderlo los prelados,[...] tomó
por expediente su provincial de comunicar este negocio al señor
inquisidor Gabriel Pizarro[...] que era muy amigo de fray So-
brino, para que se lo dijese[...] Y así lo hizo el señor inquisidor,
poniéndole por delante el escándalo de sus frailes, para que no la
tratase; lo cual tampoco aprovechó, antes le respondió: Yo trato
de Dios, y la mujer también. Atraviésese guien quiera, que no ten-
go de dejar de hacerlo. Nótese aquí la grande humildad de este
santísimo varón, su grande purera de alma, su grande ejemplo y
su grande temor de no escandalizar a los pequeñuelos y su gran-
de recogimiento".
En la presentación de la beata ha procedido gradualmente.
Ahora nos revela su más vivo retrato, su aire, su porte, su verda-
dero rostro: "Se ha enriquecido tanto a título de maestra del
santo, que ya desde entonces vive en casa buena y de por sí muy
servida, muy regalada, muy llevada y traída en coches, con mu-
chas alhajas y curiosas en su casa: y tan adorada por santa, que
besarle todos las manos es poco, y muy grande merced que ella
hace. Y por ciertas melancc'ías que tenía, por ver se iban des-
pintando las honras de mosén Simón, se la llevaban unos y otros
estos días a sus huertas a divertirla los dos, y los cuatro, y los
ocho días: y uno la dejaba, y otro la emprendía. No sé si habrá
acabado de divertirse, porque siempre han ido de mal en peor las
cosas de su hijo espiritual.
Como van de capa caída dichas cosas, ha dado a entender es-
ta beata que un Cristo Crucificado, que tiene en su casa, hablaba
a mosén Simón. Y con eso tiene grandes visitas y mucho con-
curso de noche y se sustenta la devoción a su santo discípulo.
Esta tan grande maestra de virtud, mortificación, de tanta
santidad, como es la de estos santos, su traje y talle es este, hoy
que está en la mayor cumbre de fama de santidad, a 17 de mayo
de 1619, viernes en que se hizo la fiesta de la beatificación dol
Beato Pascual en San Juan de la Ribera, porque iba dicha sor
Francisca en su coche y dentro de él iba una persona que mo lo
ha relatado. Ella lleva un hábito de picote delgado, los velos de
332 RAMÓN ROBRES LLUCK 152]

tela batista, blancos como copos de nieve, hechos unos pliegos en


el pecho, llenos de alfileres plateados, el rostro muy tierno y
afeitado, digo lavado con aguas particulares, y esto sobre ser ella
muy hermosa.
Contemple el lector qué beata de San Juan de la Ribera hace,
y qué mortificada apariencia, la que es madre de santos. Mas,
hace bien en manifestar lo que es; que tales santos, para tal
vulgo8)."
Si admitimos la veracidad de otra historia, es difícil averi-
guar la intención del personaje central, quiero decir, si obró a
impulsos de soberbia o de socarronería.
Antes de emprender cierto caballero un viaje, fue a despedir-
se del padre Sobrino. En un arranque de fervor y confianza, pi-
dióle dicho caballero, don Jaime Moncayo, "que le hiciera la ca-
ridad de darle una reliquia suya para que llevase en sí durante
el camino. Y así como los santos varones, en estas condiciones,
se enojaban y sacudían de sí con sentimiento a quienes así les
tentaban, este santo, con rostro -alegre, le dijo: Aguarde vuestra
merced. Y apartóse un poco y desatacóse los calzones de lienzo
(que ellos llaman paños menores) y dióselos, diciendo: Tome
vuestra merced, que no tengo otra reliquia más cercana a mi que
esa; llévela vuestra merced. Tomó el bienintencionado don Jai-
me su reliquia-, y así, con la mucha fragancia, besóla muchas ve-
ces y puso sobre sus ojos, y fuese.
Contólo el mismo esto delante de un caballero de título de los
más calificados de esta corona. ¿Qué dijera el santo abad Maca-
rio, si viera esto, que tanto salía de sí con quien olla de mil le-
guas que le tenía por santo? Mas no hay que espantarse de éste,
porque es amigo de mosén Simón y condiscípulo de sor Fran-
cisca !5."
Caritativos devotos de Sobrino eran el marqués de Caracena,
virrey de Valencia, y su mujer. A diario le enviaban abundante
puchero, pues todo el mundo sabía que estaba "algo achacoso de
pecho, cariamarillo y que anda retratado por toda Valencia."
Sabe nuestro observador que la virreina enviaba el puchero gui-
sado de su mano, "con un pedazo de carnero y otro de tocino y
media gallina, sin contar los antes y postes y pan floreado; sufi-
ciente ración para un pobre descalzo, y aunque sea para un rico
calzado."

84. Ibíd.. pp. 17-19.


85. ¡bid., pp. 38-39.
[53] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 333

Felipe III nombró al padre Sobrina predicador suyo, querien-


do premiar los servicios que habla prestado a la corona antes de
ser .fraile. Y Gavastón quiere que en el paso tuviese mucha mano
el propio marqués de Caracena, al cesar en el virreinato y mar-
char a la corte. El fraile "fue de muy buena gana, sin huir la
honra, antes tomando a ella y a la ocasión por los cabellos." Mas,
he aquí un ridículo tropiezo. Predicando en la corte ante el Con-
sejo de Aragón, "quedóse en el pulpito. Y hasta ahora está en
disputa, si se perdió él o el sermón. Y lo cierto es que entrambos
se perdieron: el sermón, de la memoria, y de él, su reputación.
Justo castigo de soberbios y ambiciosos."
Le honraba el virrey a título de santo. Pero ningún crédito le
merecen a nuestro crítico las visiones, profecías y raptos del fran-
ciscano, del cual "publicaban sus frailes que se sube a tener ora-
ción sobre las cimas de los árboles, con que poco le falta para
ser otra Admirable Cristina, úrica en eso en el mundo 86 .
La crónica de la Orden cuenta que voló sobre los árboles en el
huerto del convento de San Juan de Ribera, viéndolo el marqués
de Guadalest, don Felipe, y el gobernador don Jaime Ferrer87.
La levitación mística es un fenómeno históricamente compro-
bado. Se han dado multitud de casos. Los principales son los
de San Francisco de Asís, Santa Catalina de Sena, San Felipe
Neri, San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús, San Juan
de la Cruz, San Francisco Javier, Santo Tomás de Villanueva,
San Pablo de la Cruz y, sobre todo San José de Cupertino, que
es, sin disputa, el primero de todos. En su proceso de canoni-
zación se registran más de setenta casos de levitación ocurri-
dos sólo en la villa de Cupertino o en sus alrededores; el núme-
ro total fue muchísimo mayor. Se le vio volar bajo las bóvedas
de la iglesia, sobre el pulpito, a lo largo de las murallas o de-
lante de un crucifijo o imagen piadosa; planear sobre el altar o
en torno al tabernáculo, sobre las copas de los árboles, soste-
nerse y balancearse como un pájaro ligero sobre las ramas dé-
bilísimas, franquear de un salto grandes distancias. Una palabra,
una mirada, el menor incidente relacionado con la piedad, le
producían estos transportes. En una época de su vida llegaron
a ser tan frecuentes que sus superiores hubieron de excluirle
del cargo de hebdomadario en el coro, pues, en contra de su
voluntad, interrumpía y perturbaba las ceremonias de la comu-

86. Ibíd., pp. 40-41. Se refiere a Santa Cristina, pastorcilla, nacida hacia
el a. 1182. "La Vita le attribuisce una serie di azioni straordinarie, special-
mente casi di levitazioni che superano tutti gli altri conosciuti". AI.BERT D'HAE-
NENS, Cristina, s., "Bibliotheca Sanctorum", IV ,c. 330.
87. ANTONIO PANES, Chrónica cíe la Provincia de San Ivan Bautista, de
los Religiosos Menores Descalzos de la Regular Observancia de Nuestro Scrá-
phico Padre San Francisco, II, Valencia 1665, p. 719.
334 RAMÓN ROliRES I.LUCII [54]

nidad con sus vuelos extáticos. Dichos vuelos fueron perfecta-


mente vistos y comprobados por multitud de personas, entre
ellas por el papa Urbano VIII y el príncipe protestante Juan Fe-
derico de Brunswick88 .

Queda en pie la controversia a propósito del padre Sobrino. Y


la pregunta: ¿cómo no fue denunciado a la Inquisición por esta
causa? Porque San José de Cupertino sí lo fue. Y el Santo Oficio
y los superiores de la Orden le sujetaron a muy duras pruebas
hasta el año de 1663, que fue el de su muerte.
Más grave, más concreta, más interesante es la acusación con-
tra Sobrino, en punto a doctrina. Su oponente habla de "los erro-
res que acerca de la contemplación y de la vida contemplativa
imprimió fray Sobrino en el libro que le vedó el año pasado
[¿1617?] la inquisición de Valencia, de Toledo, de Sevilla y últi-
mamente la de Roma. Y en su condenación se firmaron cincuenta
y siete calificaciones destas inquisiciones, de los más doctos de
EspañaS9."
Hemos hallado en la Biblioteca Vaticana un ejemplar de este
libro. Lleva por titulo: Vida espiritual y perfección Christiana.
Por fray Antonio Sobrino, Menor Descalzo de la Provincia de S.
luán Bautista. Confútase un pernicioso error antiguo ["antigi-
no"], que agora en Flandes siembran, y enseñan con color de per-
fección, y espíritu. Con un Tratado de Penitencia, y del Purgato-
rio al cabo del libro. A la S.C.RM. El Rey Don Felipe III nues-
tro Señor. En Valencia, por luán Chrysóstomo Garriz. Año 1612.
Fue impreso en la sede vacante por el fallecimiento del pa-
triarca y arzobispo San Juan de Ribera. Corista la obra de más
de mil páginas en cuarto.
El pernicioso error que trata de combatir es el quietismo. He
aquí la circunstancia verdaderamente notable:
Al lector. Leí un libro intitulado Vida del Alma impreso en
Bruselas el año passado 1609, cuyo remate es la Apología con-
tra los errores que ahora en Flandes corren con nombre de per-
feción y espíritu; y movido de la autoridad del gran Prelado
Don luán de Ribera Patriarca Arzobispo de Valencia, de buena
memoria, que con grande sentimiento, y significación de dolor
me envió este libro, y a decir que viesse cuan escurecido estaba
ya el camino de la perfeción y espiritual vida: sentí vehemen-
te impulso, aunque tan flaco, y enfermo, de escribir sobre esto ">.
88. ANTONIO BOYO MARÍN, O.P., Teología de la perfección cristiana, Ma-
drid BAC, p. 858.
89. GV, p. 18.
90. ANTONIO SOBRINO, Vida espiritual y perfección Christiana..., pp. 177-178.
[55] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 335

Extraña cosa si un libro de materia espiritual no hubiese des-


pertado recelos inquisitoriales. Fue prohibido, luego aprobado, vuel-
to a prohibir, etc. Dice el cronista de la Orden:
Últimamente, estando en Valencia, le vinieron [al padre So-
brino] dos nuevas juntas de harto sentimiento. La una era la
muerte del Obispo de Valladolid, su hermano, a quien quería ter-
nísimamente. La segunda fue que por público edicto había el
Santo Oflcio prohibido el libro de la Vida Espiritual, que había
impreso [...]. Y queriendo después hombres doctos salir a la
defensa del libro, no lo consintió, ni que se hiciese diligencia
alguna, remitiéndolo todo a la Providencia de Nuestro Señor
[...]. Mas Fray Juan Ximénez, que era Provincial, le mandó por
santa obediencia, que así por la honra de Dios, como por la de
la Religión, se mortificase en satisfacer a las proposiciones que
le tachaban, dándoles la inteligencia verdadera, y sentido legí-
timo y los presentase a Madrid y Roma. Hlzolo el siervo de Dios
y habiendo visto las objecciones y respuestas a ellas la Sagrada
Congregación del índice, r'io el siguiente decreto rubricado del
señor Cardenal Belarmino, cuyo traslado auténtico está en el
archivo de esta Provincia: "Líber de Vita Spirituali Patris An-
tonii Sobrino non suspendatur, nec impediatur" ".

Con la noticia de los destierros se recuerda en otro lugar el


percance del libro y se descubre al denunciante. Por segunda vez,
los señores inquisidores le mandaron que se retirase fuera
del Reino de Valencia, a los conventos más remotos de la Pro-
vincia. Y así, obedeciendo sin réplica alguna, se fue hacia las
casas del Reino de M'..rcia, donde estuvo hasta que habiendo
el Vicario General Fray Antonio de Trexo sabido de buenos
originales su justificación, y inocencia, y la malicia de los con-
trarios, informó de todo a Su Majestad, que estaba en Lerma
a aquella sazón, el cual mandó averiguar con toda certeza el
negocio, cometiéndolo al Eminentísimo Cardenal Paniagua. Y
habiendo constatado de la justicia del siervo de Dios, le resti-
tuyeron en su libertad con letras de los mismos señores del
Santo Oflcio de la Inquisición [...] Con esto vino luego a Va-
lencia, donde fue recibido con grande alegría [...].
Ya que por esta parte se les frustró el intento, dioles asa para
echar nuevo lance en desdoro del siervo de Dios el libro de la
Vida Espiritual que había entonces sacado a luz, el cual leyendo
con apasionada intención el Padre Fray Luis Frondoni, en el
libro que escribió del Divinísimo Sacramento, soltó demasiada-
mente la pluma, notando el del Venerable Fray Antonio Sobrino
de cosas falsas, y proposiciones ignorantes y heréticas, y que
era doctrina de hipocresía, ilusión y engaño, contra el cual, an-
tes de venir a Valencia el Siervo de Dios, escribió Fray Juan
Ximénez una apología muy docta. Pero la que más apoyó el di-
91. PANES, Chrónica..., p. 790.
336 JiAMON ROBRB1S I.LUCH [56.1

cho libro fue la aprobación de la Sagrada Congregación del ín-


dice, la cual prohibió el libro del Padre Frondoni, en que le im-
ponía dichas notas, y aprobó el del Venerable Sobrino92.

No cabe duda que el conocimiento de estas calificaciones arro-


jaría mucha luz. Sin embargo, la lectura directa de la obra de So-
brino es de por sí bastante provechosa y sugestiva para nuestras
conclusiones.
Se propone combatir lo que él llama la secta de los Espiritua-
les Ociosos. Reitera el motivo que espoleaba a su conciencia:
Cuando yo leí en el libro de la Vida del Alma que ahora
poco ha compuso el P. Fray Gerónimo Gracián, que habiendo
recibido por escrito las proposiciones aquí puestas (que con tí-
tulo de mayor perfección algunos decían profesar en espíritu
enseñaban) las había comunicado con el Señor Arzobispo de
Malinas y con el Deán Pastor de Santa Catalina y con el Prior de
la Cartuja y con el Guardián de los Capuchinos: y vi que lo que
desta comunicación resultó sobre cosa tan grande como es la
de Religión y Fe, no había sido más que escribir sobre ello el
Padre Gracián una Apología de cuatro o cinco hojitas, admi-
rémo; porque sobre doce proposiciones heréticas y tan pestilen-
ciales ni contra ellas, ni contra los maestros o nuevos sectarios
della, se hiciese más sentimiento y diligencia, no supe a qué atri-
buir, sino por ventura a la libertad con que por allí debe de vi-
virse, que del celo de tan católicos Padres no hay que dudar:
aunque había obligación de luego denunciar estos herejes a los
inquisidores; y si en Flandes no los hay, a los obispos o arzo-
bispos, que son inquisidores ordinarios [...].
Y enviándome el Señor Patriarca Arzobispo de Valencia el
libro del P. Gracián en que estos errores confuta, y a dezir que
mirase cuan escurecido estaba el camino espiritual, que ya pa-
rece no veíamos seguridad en cosa ninguna, significando que si
la unión inmediata del alma con Dios, y la vida contemplativa,
que san Dioniso y otros Padres enseñan era sospechosa, ¿qué
habíamos de hacer?
Fui incitado a trabajar algo sobre esto, aunque tan flaco y
enfermo, demostrando como no habernos de recelarnos de la
doctrina espiritual y católica [...], porque estos hijos de perdi-
ción cubran con ella sus errores I"...]
Al fin, lo que el demonio ha pretendido en esta secta de los
ociosos espirituales ha sido infamar la vida espiritual y destruir
y quitar del pueblo cristiano todos los ejercicios y costumbres
santas de la Iglesia y en resolución, quitar y apagar en ella sus
dos lumbreras, que son Acción y Contemplación93.

92. Ittü,., pp. 489-490.


93. SOBRINO, Vida Espiritual, pp. 177-178.
157] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 337

En el capítulo setenta, se pregunta qué señales nos los des-


cubrirán:
Lo primero, en si dijeren por aquella santa quietud y ociosi-
dad a que se dan que ellos son los verdaderamente libres y a
Dios inmediatamente unidos.
Lo segundo, si dijeren que su vida y perfección es levantada
sobre todo el eclesiástico culto y ejercicio de los fieles y sobre
los divinos mandamientos; porque sobre todo eso los ha levan-
tado el espíritu de Dios, y sobre toda ley y sobre todas y cual-
quier obras de virtud y devotos ejercicios, diciendo que de todo
esso son libres y desobligados, porque aquella su ociosidad es
tan perfecta, y sublime obra y ejercicio, que ningún otro llega
a él, y así, con ningún otro tampoco ha de ser impedido [...].
Por lo cual, todas las virtudes desechan y cuantos santos
ejercicios hay de piedad y devoción, hasta el alabar y hacer gra-
cias a Dios [...]
Y dicen que no hay más a que subir que aquello a que han
subido; ni es posible aprovechar en las virtudes más de lo que
están ya aprovechados; y que son impecables, y que no pueden
caer ya de la gracia [...]
Y de ahí coligen que libremente pueden hacer cuanto la in-
clinación y apetito temporal apetece, por haber venido al esta-
do de la inocencia, estar Ubres y exentos del yugo de toda ley M.

Esta doctrina es aproximadamente la del Libre Espíritu.


Doce son los puntos que enseñan los autores de estas malas
doctrinas; Gracián los llama "alumbrados y dejados": .
1. — La suma perfección de vida perfeta del alma consiste
en la unión inmediata con Cristo, cuando sin medio de ninguna
criatura, y con aniquilación de todos los actos interiores y ex-
teriores se junta con la verdad increada (que es Dios) con to-
das sus íuercas. Y que sola una oración y petición se ha de ha-
cer. Y esta es que Dios nos dé esta unión.
2. — Que la oración vocal es imperfeción y ejercicio de niños;
y que se ha de dejar por tener más tiempo para la contem-
plación.
3. — Que el que dice el Oficio divino (aunque le tenga de obli-
gación) hace oración imperfeta, y que le ha de dejar por más
contemplar.
4. — Que el rezar el Rosario de nuestra Señora y otras ora-
ciones particulares a los santos, se ha de dejar, porque los san-
tos se entristecen de la honra que se les hace.
5. — Que celebrar misas en honra de los santos es imperfe-
cidn; y que (aunque el Sacrificio de la Misa no es imperfeto) las
oraciones, y peticiones que en él se hacen son imperfetas; y
aconsejan que no se hagan decir misas a los santos.
94. Ibid., p. 179.
ANTHOI.OGICA ANNUA. 26 y 27. — 22
338 K A M O N ROBRES LLUCII [581

6. — Que la meditación y el conocer a Dios por las criaturas,


y todos los ejercicios de los sentidos interiores y exteriores, y
todas las operaciones intelectuales del alma, y todas las demás
cosas sensibles e inteligibles son imperfetas y que se han de
dejar, y entrar con exceso de espíritu, como cuando Moysén entró
en un silencio caliginoso. Y que la Madre Teresa de Jesús no ha-
bía llegado a la mayor perfeción, porque dice en su libro que se
ha de buscar a Dios por sus criaturas y ser falta de humildad
querer ser María antes de haber trabajado con Marta; y contra
esta doctrina de la Madre Teresa alegan lo que dice el Señor:
"Conviene que yo me vaya, porque si no me fuere, no vendrá a
vosotros el Espíritu Santo".
7. — Que servir a nuestra Señora y a los otros santos es im-
perfeción y amor propio.
8. — Que también es imperfeción y amor propio andar ro-
merías.
9. — Que también lo es ganar indulgencias; y que cuando su
Santidad las da, se conforma con la petición y demanda que le
hacen los imperfetos.
10. — Que es imperfeción y amor propio rogar un hombre
por su salvación.
11. — Que es grande abuso querer hacer alguna obra buena
con esperanza de recompensa; y que cuando dice el Real Pro-
feta David en su salmo: "Incliné mi corazón a hacer tus jus-
tificaciones, por retribución y premio", habla con los imper-
fetos.
12. — Que el adorar las imágenes es imperfeción, y el pin-
tarlas es hazer idolillos y aconsejan que no se pinten95 .

Para Sobrino estas doctrinas son abominables y a sus auto-


res les llama "los hijos de la noche", "vanos y fingidos espiritua-
les", "fingidos católicos", "luteranos verdaderos", "cegajosos",
"ociosos", "heréticos".
La línea fundamental de la impugnación es demostrar que no
se puede establecer por cristiana perfección, única y sola, la su-
prema- y perfectísima unión del alma con Dios
dejados todos los demás ejercicios y obras interiores y exterio-
res, pues esta unión [...] se halla en poquísimos aun de los de-
dicados a Dios. Y lo que vemos es que Cristo, poniendo dos ma-
neras de perfeción cristiana, una en la observancia de los man-
damientos divinos, otra en la observancia de los consejos evan-
gélicos, a la primera, que es cosa fácil con el favor de la gra-
cia, obligó y declaró ser de neccssitate salutis (diciendo): Si vis
ad vitam ingredi, serva manáata. A lo segundo no quiso obligar
a ninguno, sino dejarle a nuestra cortesía, libertad y prudente
consideración, diciendo: Sí vis perfectus esse, vade et vende
omnia quae habes, etc. Et veni, sequere me (Mt 19).
95. IbícL., p. 180-181.
[59] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 339

Dos extremos, pues, hay en esta parte. El uno, negar la ma-


yor excelencia y perfeción de la contemplativa unión y mística
teología, pues, como dice santo Tomás, es la misma operación
beatífica, que en esta vida comienza en algunos, y por gloria se
continúa y perfeciona en la patria [...] No hay, pues, inconve-
niente en conceder a aquellos Flamencos que en la inmediata
unión del alma con Dios por absortivo amor ponen la mayor
excelencia, y perfeción, que esa sea el más alto y perfeto ejer-
cicio sobre todas las demás acciones desta vida. Mas cuando
vienen a enseñar y colegir que sólo aquella unión se ha de ele-
gir y procurar y únicamente se ha de pedir a Dios, dejando to-
dos los demás ejercicios de devoción y piedad, aunque sean de
los que por definiciones y preceptos eclesiásticos obligan, y por
apostólicas tradiciones y constituciones inviolables de la Santa
Iglesia, como es el Oficio Divino cantado y rezado vocalmente,
la adoración y veneración e invocación de Nuestro Señor en sus
imágenes y templos, el uso de las indulgencias, la celebración
de las misas en honra de Dios y de sus santos, y los que no
pueden tan altamente contemplar, ayudarse de la oración vocal,
de la consideración y meditación y conocimiento de Dios por la
comparación a él de las criaturas, yendo a la causa por los efe-
tos; digo que el enseñar que estas cosas, como imperfetas e im-
perfeciones, en comparación de la perfetisima unión y mística,
se han de dejar, es el otro extremo y doctrina herética e irra-
cional: pues contra la fe es negar lo que de fe está definido en
la Santa Iglesia Católica. Y contra razón es decir que se haya
de dexar lo que es obligatorio por lo que es voluntario, y que
infinitas almas los ejercicios santos y fáciles con que pueden ir
aprovechando en el camino de su salvación, los han de dexar,
por embelesarse en lo n,ue ni saben, ni pueden.
Y así, la verdad va por el medio, según la cual, concedemos
su excelencia y eminencia sobre las demás acciones desta vida,
no tan perfetas, a la vida contemplativa, y a aquella unión ab-
sortiva de Dios, que es el acto de la contemplación más perfe-
ta, siendo la que el Espíritu Santo obra en los de limpio, hu-
milde y perfeto corazón, no la que el demonio causa en los ilu-
sos, cuales aquellos Flamencos son. Prueba que la sola vida con-
templativa es más perfecta que la sola activa. Pero la más per-
feta es la mixta. Ejemplos: el Señor, los Apóstoles, el Bautista,
S. Pablo, etc. I"...]
Sin ser contemplativos se pueden salvar los hombres; pero
sin las obras de vida activa de caridad y fraternal amor, no
hay eterna salvación: Sine contemplativa vita intrare possunt
ad caelestem patriam. qui l>ona quae possunt operari non nec/li-
gunt: sine activa autem intrare non possunt si ncgligunt ope-
rari bona quae possunt. (Greg., Hom. 3 sup. Ezech.) Palabras de
gran consuelo para los que ni son ni pueden ser contemplativos,
oue sin esto se salvarán, poraue Dios no obliga a la suprema e
inmediata unién con él por amor. Obliga empero a cada uno al
cumplimiento de las obligaciones de su estado y al ejercicio de
las obras de caridad y misericordia, por falta de las cuales dirá
a muchos: Id, malditos, al juego eterno. Mas, con todo, siempre
340 RAMÓN ROBRES LLUCH [601

queda en pie lo que es ser la vida contemplativa absolutamente


mejor, más meritoria y perfeta: antes por ser cosa tan sublime,
no quiso el Señor dar della mandamiento*.

La confutación de estas malsonantes y heréticas doctrinas es


amplia: 315 páginas. Sin detenernos en la valoración doctrinal,
fijemos la atención en la vida local valentina. El patriarca San
Juan de Ribera se siente consternado por el aviso del padre Gra-
cián. El prelado en su extrema vejez —frisaba en los ochenta
años— ve levantarse las aguas de una nueva herejía, y encarga
a un buen teólogo y varón de prestigio espiritual que salga en
defensa de la buena doctrina. El padre Sobrino acepta la respon-
sabilidad y publica su libro, sede vacante. Para descubrir el error,
copia a la letra las proposiciones. Sin duda que la obra tendría
difusión amplia en Valencia donde se imprime. Corrieron, pues,
juntamente el veneno y la triaca.
En buena lógica, no se puede excluir que Miguel de Molinos,
beneficiado en la parroquial de San Andrés, y hombre de espíritu,
leyese la obra de Sobrino, cuya memoria estaba estrechamente
vinculada a aquella iglesia. Debió impresionarle la doctrina de la
perfecta e inalterable unión del alma con Dios en esta vida, por
caminos tan llanos. Quizá la conversión no fue instantánea.

2. La Compañía <Je Jesús

Al introducir en escena a los hijos del Patriarca, de Loyola


—a quienes llama teatinos o iñiguistas— se remonta a dos años
de la contienda, es decir, al 1610, para decirnos que por aquellas
calendas Sobrino les miraba de reojo, y tenía muchos cuadernos
con pasajes de libros jesuíticos con proposiciones malsonantes,
errores y otras faltas, que él había denunciado a la inquisición.
Por este conducto llegaron a manos de Gavastón: "De las cuales
notas, de su misma letra de fray Sobrino, yo trasladé de mi mano
más de ocho pliegos en folio; y otro religioso, amigo mío, trasla-
dó mucho más, todo lo cual está hoy en esta casa copiado "V*
El aserto es admisible en el contexto general. Las seculares ór-
denes, cargadas de prestigio —en Valencia dominicos y francis-
canos particularmente—, vieron con prevención excesiva la mar-
cha ascendente de los nuevso clérigos regulares del Padre Igna-
cio, recién llegados a la vida religiosa, a la ciencia de Dios y a la
96. Ibid., pp. 19-25.
97. GV, pp. 37-38.
[61] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 341

floreciente ciudad del Turia. No les faltaron contratiempos y cho-


ques sonados con las autoridades civiles y docentes.
En cuanto a la paternidad de los cartapacios que Gavastón
dice eran de Sobrino, la pericia diplomática hubiera sido tarea
fácil porque "hizo raya siempre entre los mejores escritores de
España y aún en su vejez, tenía tal pulso, que burlando que to-
mase la pluma, hacía la letra tan igual, tan derecha, y tan limpia,
que parecía estampa98.
Pero si descalzos y jesuítas inimici erant acl invicem, presto
estuvieron concertados y amigos con la muerte de Simó, porque
par in parem non habet imperium, teniendo ambos un mismo
fin en estas cosas".
Con todo, vengamos a cuentas. El gallardo escritor no quiere
admitir que los de la Compañía procediesen convencidos de la san-
tidad de nuestro clérigo. Algunos de éstos, el padre Mirón, por
ejemplo, dijo en los primeros nías no creer en los milagros de
Simó: Son milagros de mujeres. De cuyas palabras se divulgó
que los padres teatinos no eran devotos de mosén Simó. Y la gen-
te se escandalizaba y murmuraba de ellos. Por lo cual, tuvieron
su consejo y mandaron que cada día dos teatinos, de hora en
hora, estuviesen arrodillados delante de la capilla de aquél, "mu-
dándose unos y viniendo otros. Y esta continuidad duró todo lo
que bastó para que se quietase el pueblo "»."
Al margen de la controversia, razones hay para opinar que
obrarían de buena fe. Testirronios coetáneos declaran que aquella
inclinación por lo maravilloso en los jesuítas de Valencia les hizo
acreedores lo mismo a suaves censuras que a punzantes burlas.
En 1640, el padre Vitelleschi ordena corregir el Menologio de
la Provincia, expurgando todo lo que hay o concierne con mila-
gros, revelaciones, profecías, etc.
Hombres de verdadera talla intelectual no los tenía aquella
comunidad jesuítica de los años de Gavastón, el cual fallecía en
1625. Cinco años después, llegaría Gracián para su tercera pro-
bación en la Casa profesa. Después ejercería diversos ministerios.
Su estancia significa un hito solitario: "Hoy[...], aquella casa,
cabeza y madre, sólo interesa a mediados del siglo xvn, como
marco y ambiente del genio y del ingenio de Baltasar Gracián '<"."
98. PANES. Chránica..., p. 676.
99. GV, p. 38.
100. Iblcl., p. 60 nm.
101. BALTASAR GRACIÁN, Obras Completas. Edición y estudio preliminar de
Miguel Batllori y Ceferino Peralta, "Biblioteca de Autores Españoles", 229
Madrid 1969, pp. 35-36.
342 RAMÓN ROBRES LLUCH f62]

En la exagerada opinión que tuvo sobre la credulidad de los


valencianos, algo debió influir en su ánimo el desenvolvimiento
de la cuestión simonista. Los padres Mirón y Sotelo, los más cons-
picuos, no le merecen al dominico sino un desdén profundo. Se
les atribuyen desviaciones laxistas gravemente escandalosas. Los
de la Casa profesa enseñan una moral de "tornillo". Es bien co-
nocido que ni dominicos, ni franciscanos, ni orden religiosa al-
guna escaparon de las salpicadiiras laxistas. Entre los jesuítas
cobra mayor amplitud y fue de amplísimas consecuencias.
Hay en el manuscrito varias anécdotas. Limitamos la mención
a unas pocas y de resonancia popular. Se obliga a un reo a con-
fesar el propio delito y a declarar inocente al inculpado, que
había sido cómplice. Se trata de un personaje rico, y quedó ab-
suelto por arte y gracia de un jesuíta: "Aconteció en esta ciudad
de Valencia el año 1611 un caso notable, y fue que un ciudadano
llamado Jaime Sans de Cotanda, que antes había sido notario,
habiendo llegado a enriquecerse tanto, de mucha pobreza, que
vino a tener cuatro mil ducados de renta en muy pocos años,
con que dejando su notaría, y hecho ciudadano, fue jurado y tu-
vo cargos en la ciudad.
Este, pues, dio en falsificar y contrahacer albalaes de la ciu-
dad, tan a lo propio en la firma, que no dijeran cuál es cuál al
lado de los verdaderos. Topóse, por desgracia, con un Juan Bau-
tista Martínez, corredor de seda, que la letra que hac a era muy
parecida, y como la misma, a la del tenor y nota de los mismos
albalaes de la ciudad, y concertáronse los dos: que haciendo el
dicho Martínez los albalaes, el Cotanda haría la firma y así po-
drían grangear grande dinero, y hacerse ricos con dinero de la ciu-
dad. Presto fueron concertados. Y quiso Dios que a los principios
de la expedición de sus falsos albalaes fue cogido con ellos el
dicho Martínez, y hallaron en su poder grande suma de ellos,
porque él tenía a cargo expedirlos con ocasión de la grangería
de la seda que llevaba en manos. Al fin confesó de plano el caso
como queda contado. Y echando mano del dicho Cotanda, le te-
nían muy apretado en la cárcel, negando todavía y diciendo que
mentía el Martínez. Descubrió éste particularidades tan grandes
en el trato que había entre los dos, que hizo evidente la verdad.
Tanto, como esto: que estando en la cárcel un día para comul-
gar, arrodillado al pie del altar, a la que el sacerdote se volvió
con el Santo Sacramento en las manos, para librárselo, dijo en
alta voz para que lo oyesen muchos circunstantes que oían la misa:
Señor, vos sabéis la verdad de el caso que he confesado judicial-
[63] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 343

mente que he dicho verdad, porque más quiero pagarlo aquí, que
no en el otro mundo. Y este Sacramento que he de recibir me sea
en condenación si no es esto verdad. Y a todos los circunstantes
doy por testigos de lo que digo. De tal suerte, que si otra cosa
contraria a este dijere en otra ocasión, o por tormento, o por vio-
lencia, entiendan desde ahora que será por habérseme trastor-
nado el juicio, o por estar borracho, y no quiero que me den cré-
dito, porque esta es la verdad.
Esto dijo el buen hombre compungido y pesándole intrínseca-
mente su pecado, y deseándolo pagar aquí en este mundo por
salvarse, como era pecado de bien común, y porque le molestaban
mucho de parte del Cotanda a que se desdijese, para que así se
librase.
Habiéndose valido el Cotanda de muchos y eficaces medios
para este efecto, y no le aprovechando, como queda dicho, de-
terminó valerse de un medio sóio que quedaba, tan eficaz como
infalible, como se vio por la obra y fue ponerlo en manos de los
teatinos, para que emprendiese al Martínez y se lo persuadiesen.
Hiciéronlo los padres con muchas veras, y el trujamán fue el pa-
dre Mirón, mallorquín de nación, mas ladino en cosas tan impor-
tantes, y muy conocido en Valencia por este oficio, hombre igno-
rante, pero animoso y muy atrevido a semejantes empresas, y
cursante de la cárcel y de la horca.
Tan bien hizo su oficio el buen teatino, que a pocas visitas,
le tuvo como un guante al dicho Martínez, y le hizo desdecir y
volver atrás de toda su confesión, desculpando al dicho Cotanda.
Causó esta tragicomedia tan grande escándalo en Valencia,
que calificaron por grande oficial al padre Mirón chicos y grandes.
Al fin, acompañó al suplicio al dicho Martínez, y él, no una
vez sola, delante todo el mundo, con ansias de su salvación, que
quebrantaba el corazón de los que le oían, se volvió por la vuelta,
y en la misma horca, al buen Mirón, y le decía: Padre, ¿me sal-
varé? —Si, hijo, le respondía el buen padre. Y haciendo que le
desculpase en alta voz al dicho Cotanda, al quererle echar, aca-
bada la disculpa, dijo, que todos lo sintieron: Y con esto, padre.
¿me salvaré? Respondióle el santo padre: No ex hora de eso. Aho-
ra decid: ¡Jesús! Y le dieron el vaivén."
Si Martínez, en la hora suprema, de cara a la eternidad, sin
más plazos, se desdijo, es menester creerle. Si el jesuíta le obli-
gó en confesión a reparar la calumnia que traía aparejada la
muerte del falso cómplice, no hubo exigencia censurable. Está
102. GV, pp. 31-32.
344 RAMÓN ROBRES LLUCH [64]

obligado en conciencia el auténtico reo a declarar contra si mis-


mo, porque antes que su fama, prevalece el derecho del otro a la
vida. No hay tal inconsecuencia.
Opina el dominico que Cotanda era, con toda seguridad, el
culpable y que los de la Compañía quedaron al descubierto ante
la opinión general por haber entorpecido el camino de la justi-
cia con ansias de recompensa: "Después de mucho tiempo, ha-
ciendo cargo cierta persona —¡dudoso escrúpulo en ocultar nom-
bres!— al padre Mirón de este caso, se descuidó, y respondió:
¡Pues a fe que la Compañía no hubo un dinero en este negocio!"
Tomando el hilo desde el cabo, observa que, a ejemplo de la
misa del día del entierro en la parroquia de San Andrés, con la
magnificencia y concurso ya descritos, determinaron todas las
iglesias hacer cada cual las honras, con túmulo en medio, lumi-
narias, jeroglíficos y gastos excesivos, en alabanza de mosén Simó.
Y subraya: "De las religiones, la primera fue la Casa profesa de
los iñiguistas, como veían en ello daban gusto al vulgo. Y por ex-
cusarse de calumnia con los doctos, decían que ellos no lo ha-
cían, sino unos devotos del Santo mosén Simón. Y estuviera esto
algo bien respondido, si esos devotos seglares se vistieran en el
altar y dijeran la misa de Todos Santos, y subieran al pulpito a
predicar. Mas, como no eran sino ellos los que esto hicieron, ellos
me parece hacían la fiesta. Y paréceme también una grande des-
vergüenza de un hombre que delante los ojos r-s quiera dar a
entender es el cielo que veis cebolla103."
Abiertamente declarados en favor de la causa simonista, ayu-
daron fervorosos predicando sus virtudes. El padre Sotelo, "que en-
tre ellos era el más grave", dijo en un sermón en la catedral que
a mosén Simón le cuadraban —todavía con mayor propiedad que a
los Apóstoles —el versículo In omnem terram exivit sonus eo-
rum. Porque eso les convenía por haber corrido toda la tierra; y
Simón, en cambio, había llenado el mundo sin salir de Valencia.
También le comparaba con San Juan Bautista en cuanto a pu-
reza. Este, para conservar su virginidad, marchó al desierto. Si-
món fue más, por haberla conservado "en medio de Valencia,
donde hay tantos pecados carnales, y que se había conservado
toda su vida sin afecto de pecado venial."
Otro golpe de efecto. Hicieron retratar uno de ellos, que se
llamaba Puentes, ya difunto, para introducirlo por santo, con tí-
tulo de confesor del padre mosén Simón, "siendo muy dudoso,
como tengo dicho 1M."
103. IUO.., pp. 59-60.
104. Ibíá., p. 36.
[65] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 345

3. Los canónigos
Cuando el infatigable censor recapacita en torno a lo que es-
tán viendo sus ojos, queda perplejo en atribuir la culpa original
a tal o cual persona. La primera es la beata al servicio del be-
neficiado. Al momento de expirar mosén Simó "luego se alborotó
sor Inés, que tenía gran gana de hacer un santo de su mano, y
empezó a aclamar: ¡Santo, santo!, y al punto saliendo a la igle-
sia de S. Andrés, la conmovió con la aclamación de un grande
santo que en aquel punto había muerto; y por las calles se fue
aclamando y conmoviendo a la gente fuesen a S. Andrés que había
muerto un clérigo que hacía grandes milagros"I05.
Comparten los honores de la primacía el padre Sobrino y la
beata Francisca. Mas todo aquel aparato y escenografía termi-
narán pronto de no terciar la Iglesia Mayor. Fueron los canóni-
gos quienes ayudaron desde un principio "con no más fundamen-
to que su definición"; que tal puede llamarse el conjunto de ac-
titudes —las honras predicadas, la capilla erigida en el exterior
de la catedral misma y el Proceso diocesano, abierto sede vacan-
te— y lo que es más, la intransigente postura "contra su perla-
do, contra la Iglesia, inquisición y aun contra Dios" m.
Ya hemos tocado con amplitud el punto. Mas para no amino-
rar la fuerza de la narración gavastoniana en sus interminables
diatribas y para dar mayor coherencia al esquema en que se ar-
ticulan estas páginas, conviene recoger lo que advierte sobre los
altares. Levantaron uno al pie de las escaleras del portal de Se-
rranos, "lugar tan sucio, hediondo y inmundo, que no sólo era la-
trina, sino albañar de inmundicias, que pasar por allí revolvía
las tripas [...]" Todos los lugares y capillas fueron instalados en
rincones y lugares faltos de toda policía, "donde se suciaba todo
el mundo" m.
Viene a propósito el Madrid de aquellos tiempos:
Una de las cosas más deplorables en las vías madrileñas fue
el piso [...] Tampoco existían aceras I . . . J Los portales de to-
das las casas y rincones de las calles servían de basureros y re-
tretes. Creyóse que aprovecharían contra tales desahogos el
colocar cruces en los lugares donde las gentes acostumbraban
a aliviarse de urgencias perentorias; mas fue inútil, y se añadió
105. Ibid., p. 45.
106. Ibíd., p. 60.
107. Ibíd., p. 65.
346 RAMÓN ROBRES I.LUCH | 66]

a la suciedad la indiferencia o el escarnio hacia el símbolo cris-


tiano m.

Gavastón consigna la ubicación deplorable; mas no dice si


continuó la húmeda historia. Pero añade que no hay que espan-
tarse de tan graves deslumbramientos al autorizar capillas, por-
que en el Cabildo "no hay hombre que sepa dos letras."
Concluye que los simonistas han incurrido en graves pecados
y censuras eclesiásticas al tributar honores de santo a Simó,
contra lo establecido por sagrados cánones y en particular por
el Concilio Tridentino, sesión veinticinco, todo lo cual grava la
conciencia de los canónigos, pues a imitación suya lo hicieron.
Y aterrado, se pregunta: ¿No es este fundamento para que
en él se funden sectas y herejías?

CAPÍTULO III

SE PERFILA UNA SECTA

1. Los nuevos disciplinantes

Hablando del pueblo español y de la espiri ,ualidad barroca es


punto menos que obligado tratar de cofradías y procesiones de
disciplinantes. Las había, por supuesto, en Valencia: la de los Ge-
noveses, la de la Sangre de Cristo, la de la Soledad, la de la Pie-
dad de Nuestra Señora y Muerte de Cristo, la de las Penas de
Nuestro Señor Jesucristo, las cuales servían para la disciplina
del Jueves Santo.
Los simonistas acordaron salir en procesión nocturna el vier-
nes de cada semana, en veneración de la Pasión de Nuestro Se-
ñor Jesucristo.
Pero los padres dominicos vieron con malos ojos esta particu-
lar e inusitada manifestación. Temían que la hora y el concur-
so ofreciesen más de un reparo e hicieron cuanto su piedad les
dictaba para impedirla. Y la denunciaron como supersticiosa. El
108. JOSÉ DELEITO Y PIÑUELA, Sólo Madrid es corte, Madrid 1953, p. 127.
El Patriarca y Arzobispo de Valencia. S. Juan de Ribera, en el sínodo dioce-
sano de 1578. tenía mandado que bajo ningún pretexto se pintasen cruces o
imágenes de santos en las paredes de lugares inmundos, y que se borraran
las existentes. Synodus Diocesana...anno 1578, Valencia 1594, p. 37.
[67] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 347

atuendo, la abigarrada concurrencia, el itinerario al son de trom-


petas y tambores, las coplas, los sermones y las sirtes en que las
mujeres hallaban tropiezo daban fundamenta para temer que es-
taba naciendo una secta. Decían imitar con esto un acto peniten-
cial de mosén Simó: "Otra superstición se movió luego estos pri-
meros días de la muerte de este hombre, tan grave como las pa-
sadas, empero más aparejada para pecados, para sectas nuevas y
cizanias de doctrinas falsas contra la Iglesia, contra la fe y con-
tra la verdad evangélica que profesamos. Divulgóse, sin funda-
mento ninguno, que mosén Simón los viernes daba la vuelta de
los ahorcados por las calles públicas de la ciudad, en memoria
de la Pasión de Cristo, por lo cual, se movió una fuerte supersti-
ción entre el vulgo, que los más bárbaros entendimientos no la
hicieran; y en Valencia la hacían, y el cabildo y hombres de le-
tras góticas la apoyaban, y las cabezas que rigen lo secular la
aprobaban.
Era ello que el viernes de cada semana, se juntaban a las ora-
ciones de noche en la capilla de la escalera de las cárceles del
portal de Serranos [...], y ya la noche cerrada, salía de allí una
procesión de hombres y mujeres, todos a la revuelta, y entre ellos
algunos diciplinantes, y todos llevaban en las manos o cruces o
calaveras o otras invenciones, tapados los rostros. Y las oracio-
nes o himnos que decían eran que a trechos iban ciegos; a voces
decían alabanzas de mosén Simón y todas las mentiras que de
él sabían, las cantaban en verso. Y delante no llevaban otra ima-
gen alguna que un retrato de mosén Simón en un asta en alto
[...] y a su lado iban dos trompetas, sonando a tono del viernes
santo. Y algunas procesiones hubo que llevaron en andas un
faldellín de la ama de mosén Simón, Angela Pérez[...], porque
sabían que estando malo dicho Simón, se cubría con él para le-
vantarse al servidor a hacer sus necesidades, y por este santo
contacto, le llevaban en andas para que fuese adorado por to-
dos [...] Daba la vuelta la dicha procesión por todas las calles
públicas por do la daban los justiciados, y venían a parar en la
horca, a las once o las doce de la noche."
Continúa su relación, poniendo énfasis en los peligros de la
fe, en la desobediencia al prelado, y otras circunstancias que le
hacían recordar y temer los pasos de Lutero y de Cazalla: "Allí.
lo que pasaba era que todos, mujeres y hombres de la dicha pro-
cesión, llegaban al sumidero de la sangre de los que allí escuar-
tizan y degüellan, que está en medio del rellano de la horca, y
todos de rodillas, le adoraban. Superstición diabólica y hasta
348 RAMÓN ROBRES LLUCH I 681

ahora jamás vista, porque aquel no es lugar digno de adoración,


como sea lugar de suplicio de grandísimos facinerosos que allí
mueren, y cuya sangre pecadora se recoge. Y parece interpreta-
tivamente que quien tal adora y venera, dice con este acto que
[los] que allí murieron, fueron mártires (y esto ya se ve el error
intolerable que es) y que asi los tales murieron sin culpa. Y tam-
bién es error intolerable, que aunque con la boca no lo dicen, con
la obra lo dan a entender, y, así, condenable.
Lo mismo hacían, acabado de adorar el sumidero, subiendo
por la escalera de la horca, porque lo subían arrodillados, y ado-
rando cada escalón, hasta llegar al cabo (y es muy alta), como
hacen en Roma los que suben por la Escalera Santa, por do subió
Cristo en casa de Pilato."
La repugnante —o piadosa escena— ¿significaba en verdad
una adoración del lugar y una proclamación de la inocencia de
los ajusticiados? ¿Por qué no tomar la escena como una "apli-
cación de sentido", meditando la sagrada Pasión?
Vuelve su ironía contra las mujeres y observa implacable: "Y
aquí se echará de ver lo que puede y lo que acaba el demonio
con una alma dejada de la mano de Dios. Que mujeres muy de-
licadas y damas muy principales, que llega el asco a no querer
comer de la fruta que se vende en la plaza el día que ahorcan a
un hombre, porque dicen que las moscas que se asientan sobre
el cuerpo del ahorcado, el tiempo que \¿ tienen en el patíbulo,
después van, y se asientan sobre la fruta que allí venden, y asi
no la comerán aunque se mueran de hambre. Y si ven a uno
ahorcar, no comerán en tres días. Y en estas ocasiones, sin él,
antes bien con muy grande gusto y ánimo, besaban el sumidero
de la sangre y las gradas de la horca, sabiendo todos muy bien
que allí mosén Simón en su vida había puesto los pies, ni, aun
lo que es acto grande de candad, jamás acompañó al suplicio a
justiciar alguno."
La concentración, viene a decir, era aprovechada para incitar
a la revuelta contra el arzobispo y contra los dominicos. Lo mis-
mo rogaban por la conversión del prelado, que proferían insul-
tos en menosprecio de los santos de la Orden de Predicadores:
"Más adelante, acabada la ceremonia, Dios y enhorabuena, se po-
nía en aquel rellano un hombre mascarado y disfrazado, tapada
la cara, con una túnica negra de diciplinante, y predicaba a to-
da aquella gente —que a veces pasaban de quinientos o mil per-
sonas— y les decía mil mentiras de mosén Simón y de su vida,
virtudes y mercedes que Dios le había hecho, milagros falsos y
[69] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 349

mentiras, animándoles a su devoción, indignándoles contra los


frailes de Predicadores y de San Francisco, que no querían apro-
bar estos disparates, y amotinándoles contra su prelado que lo
contradecía. Y a la fin del sermón encomendaban un Pater nos-
ter y un Ave María, para que Dios tocase el corazón del arzobis-
po y le abriese los ojos, y convirtiese, para que fuese devoto de
mosén Simón [...].
Díganme ahora los que han leído las historias, que dicen que
de esta manera empezó Martín Lutero. Y todos los herejes hacen
sus prédicas y conventículos de noche. ¿Qué dirán de éstos? Y
los que sabemos los sermones que en Valladolid predicaba. Ca-
zalla, heresiarca, de noche, con que tanto mal hizo en aquella
ciudad, y hiciera mucho más a toda España, si la Inquisición no
se lo atajara, quemándole a él y a otros, ¿con qué paciencia ha-
bíamos de llevar tales desatino? como éstos, pues a voces decía-
mos los religiosos de Predicadores había vuelto el tiempo de Ca-
zalla? Y todos los que lo podían y debían remediar, lo veían y
callaban."
El atuendo penitencial impedía conocer a los de la procesión.
Pero se sabía que el más ordinario predicador era unas veces
mosén Estevan, otras aquel mosén Simón, capellán de soldados.
Se murmuraba contra mosén Pascual, rector de San Martín, por-
que él había dado parecer que bien se podían celebrar estas pro-
cesiones, y contra el padre Sobrino, incentivo y fuente de todas
estas cosas.
Nada autoriza a suponer que las pinceladas tenebristas fue-
sen tomadas del natural. La hora, las circunstancias, la disci-
plina conventual no parece dieran margen a nuestro fraile para
observar directamente la procesión supersticiosa. Aunque tenían
amigos. Mas, ni aun por este medio lograba aquilatar las abo-
minables orgías nocturnas de San Andrés. Débil punto un "se
dice" para el historiador seguro: "El hacerse esta procesión a
esta hora, duró mucho tiempo. Y era fama pública que muchas
casadas, muy honradas, y recogidas, y muchas doncellas muy
guardadas, con título de ir en esta procesión, como era a tal
hora, se comunicaban con los que por otro camino era imposible
comunicarse y se hacían gravísimos pecados."
Avala su denuncia con el testimonio de una beata de su Or-
den —y quizá por su orden— si bien calla, sin especificar más
la persona —"porque hoy vive"—, y el de un clérigo de la facción
celante, a quien también oculta.
350 KAMON ROBRES LLUCH [70]

El cambio de horario se debió a la beata, "persona de más de


cuarenta años de servir a Dios con grande recogimiento", la cual
enterada por el clérigo de cuanto sucedía en el llano después de
los sermones, guiada de impulso interior, y después de prolon-
gada oración, "sin poderlo resistir, ni más deliberar, se salió sola
(que no lo acostumbraba), de Predicadores, y fue llevada, no sa-
be cómo, a la iglesia de San Martín, y la puso a los pies del rec-
tor sobredicho, y allí le dio tal y tan grave reprensión sobre aque-
llo, y le explicó con palabras muy significativas cómo todos los
pecados que allí se hacían, caían sobre su alma, y cómo ya no
había más que esperar sino herejías y errores, pues había vuelto
el tiempo del hereje Cazalla en Valencia; y otras cosas muchas,
dichas con tanto ímpetu, que se pasmó el rector. Y confesando que
él habia dado el permiso, entendió también que Dios le traía aque-
lla mujer para que le deshiciese. Y díjole más. Que porque no
entendiese que frailes la habían movido ni instruido en aquello,
le decía que no lo habia comunicado con nadie, sino que había
sido llevada por fuerza, y que ella era como el asna de Balam,
que hablaba lo que Dios le mandaba.
Prometióle el rector lo remediarla, sin duda. Y así, le pidió ella
la confesase, como lo hizo y la comulgó de su mano, sin que haya
sabido jamás quién era esta mujer.
Mas ella, después de hecho, me lo comunicó, que me espanté
del ánimo y empresa que había emprendido, y juntamente me
holgué mucho del buen efecto que había hecho" 109.
Aceptó, pues, la reprensión el bueno del cura. A partir del si-
guiente viernes, salió esta procesión, no de noche, sino a las tres
de la tarde.

2. De lego a lego

Siete años iban transcurridos desde la muerte de Simó. La


procesión seguía celebrándose, aunque ya por la tarde, a pesar
de las abiertas prohibiciones con pena de excomunión lanzada
por el arzobispo. Gavastón escribe que el mantenedor de aquel
delirio colectivo era Sobrino, que, sin duda por escrúpulo, se abs-
tiene de participar directamente. Se vale de un lego de su casa,
el hermano Lobo.

109. GV, pp. 66-71. El Concilio Provincial de 1565 prohibía estas vigilias
y las procesiones de flagelantes.
[71] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 351

Si bien se examinan estas cosas, prosigue, no ha habido acto


de veneración y memoria de Simó "que no fuese pecado mortal,
o superetición, o blasfemia de los santos, o caer en descomunio-
nes, y finalmente en algún error contra la fe, como se podrá ver,
si con razón se va notando."
Insistían los simonistas que en la. calle no reconocían al arzo-
bispo, sino al rey, "cosa que si no es en la Rochela y en Géneva, no
se podía responder". Fue entonces cuando muchos por tranquili-
zar su conciencia, se retiraron.
Poro añade que en esta segunda etapa reforzaron la concu-
rrencia con picaros mercenarios. Y sucedió que una vez, yendo al
frente el hermano Lobo, "que era tenido por santo", animando a
la gente en aquella devoción, al pasar por la plaza de la seo, se
detuvo, y, puesto de rodillas, con los brazos en cruz, "como el Se-
ráfico Padre", y levantando la voz, empezó a gritar: ¡Misericordia!
Había cerca de él acaso, un fraile lego de este convento, compa-
ñero del procurador, y, como vio la acción, arrodíllase él tam-
bién, y tiende los brazos, y voceando entonó: ¡Hermano Lobo!
¿qué es de la obediencia del perlado y de la descomunión en que
caen estos que te siguen? No tuvo boca para responderle [...] Y
la gente mucha, que le oyó [...], riéndose de la acción y pala-
bras tan verdaderas, y alabando al fraile lego."
También un padre capuchino, predicando a un gran audito-
rio el Domingo de Ramos en la iglesia del convento de la Trini-
dad, dijo que los devotos de mosén Simó obraban mal, desobede-
ciendo al señor arzobispo y que estaban excomulgados: "De lo
cual se levantó grande motín en el auditorio. Y otro día siguien-
te le obligaron con amenazas y mentiras a que volviese en el pul-
pito a alabar la procesión y a mosén Simón, y a decir que ya te-
nían licencia para hacerla, siendo todo mentiras y falsedades" "°.

3. Libelos, pasquines, herejías

Pequeños fracasos, sanciones canónicas, reprensiones, no pa-


recían medicación apropiada para aquella fiebre.
En la procesión de los disciplinantes del Viernes Santo de
1613, entre las andas de la Pasión y de los santos canonizados, se
veía, la del Crucifijo, a cuyos pies estaba Simó arrodillado, y de
las llagas de Cristo se derramaba cantidad de sangre, que le ba-

110. GV, pp. 71-72.


352 HAMON ROBRES LLUCH [72]

naba todo. En otro de los pasos iba Cristo con la Cruz a cuestas,
y Simó arrodillado a sus pies.
Averiguó el arzobispo quien era el autor de aquellas invencio-
nes, y puso en la cárcel a mosén Blay García, lector de retórica
en la Universidad. Personas de autoridad le rogaron que le sol-
tase, por el malestar de la gente y el peligro de tumultos.
Crecía el odio contra los dominicos, se injuriaba la memoria
de sus santos: Debajo de los pies me los pongo yo, decía un es-
tudiante. Y discutiendo otro con un franciscano calzado, se atre-
vió a exclamar: ¡No sabemos quién era San Francisco, que es-
tuvo amigado con Santa Clara catorce años! Quién, se burlaba
de San Vicente Ferrer; quién, llamaba a San Luis Bertrán loco
furioso: "Cosas son estas que hacen temblar, y no sé cómo los
santos no tomaron luego venganza de tan graves blasfemos."
A río revuelto, ganancia de pescadores. ¡Quién sabe si entre
aquellas efervescencias andaban ocultos simpatizantes de la he-
rejía! Luteranos y erasmistas menospreciaban el monacato, el
culto de los santos y de las imágenes. Favorece la presunción el
siguiente episodio, que de ningún modo se podría achacar a un
verdadero católico: "En los pies de un Crucifijo grande, que está
bajito para poderlo adorar, en la iglesia de Santa Catalina Már-
tir, entrando por la puerta de los sombrereros, tres veces, (cosa que
pone horror decirla), pusieron estiércol de persona; porque ad-
virtiéndolo la primera vez una pí;.i mujer de un sastre, que está
al lado de dicha puerta de la iglesia, lo quitó [...]. Y el hereje
que lo puso, viendo esto, volvió hasta tres veces a hacer una cosa
tan horrible como esta'"."
Los capítulos cuarto, quinto y sexto de esta segunda parte los
consagra el escritor al alboroto y manifestación contra ellos (los
dominicos) siempre según su óptica y con la minuciosidad que le
es posible.
La suma gravedad de lo que piensa narrar, teniendo en cuen-
ta los años venideros, le sugiere algunas consideraciones previas:
"Ha sido tal la persecución, agravios, afrentas, amenazas,' males
y trabajos que habernos padecido, aun padecemos, y aguardamos
padecer, que desde que en la Iglesia se fundaron las sagradas re-
ligiones, ninguna ha padecido tan grandes trabajos. Y aunque la
Orden de Predicadores los ha padecido excesivos de herejes, de
malos cristianos, de personas graves, pero ningunos llegan a es-
tos, como se verá en el discurso de esta historia, con ser el con-
vento más grave de toda la orden por su santidad y número de
111. !l>id., p. 91.
[73] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 353

santos que en él hay, y el más adorado, respetado y honrado en


esta ciudad, y tan ilustre en letras, cátedras y predicación, como
hoy lo es y veremos en su lugar[...] "2."
El lector se hallará dispuesto a escuchar martirios, destierros y
derramamiento de sangre. ¿Llegó el descontento popular hasta la
tragedia?
Motejaban a los dominicos de calvinistas, luteranos, herejes.
Las demostraciones de desafecto se han de situar en torno al 19
de mayo, a un mes cumplido de la muerte del beneficiado, sede
vacante.
Llegaron las bulas para el nuevo arzobispo, que hasta enton-
ces esperaba en El Villar, señorío de la mitra, mientras se cum-
plían las formalidades para el ingreso oficial en la sede. Acudían
embajadas de canónigos y dominicos, temerosos aquéllos, confia-
dos éstos, pues siendo del mismo hábito, estaban totalmente se-
guros del amparo de la causa.
Fue la primera medida enviar a su vicario general, Baltasar
Victoria; mas no le sonrió el éxito. Se hizo correr la voz que el
arzobispo mandaba se enterrase a mosén Simó.
Pero dejemos al historiador que tome la mano y nos diga el
tenor de este primer encuentro diplomático: "Con toda la amis-
tad del mundo y llanas entrañas, les dijo: Lo que les aconsejaría
a vuestras mercedes es que retirasen un poco a un lado el retra-
to aquel, de manera que la imagen del padre mosén Simón viniese
a dar fuera del altar, porque como no es aun beatificado, no se
presuma que es suyo el altar, y asi no le darán en rostro al señor
arzobispo cuando venga a ver."
Ya ofrecimos una referencia breve de este primer incidente y
de su denuncia por los dominicos a la Santa Sede. Ahora posee-
mos la versión pormenorizada de labios del testigo: "Dejáronle
ir —al vicario general— y al momento, parece que todos los di-
monios del infierno se soltaron, y todos juntos vinieron a Valen-
cia a perdella. Porque un clérigo de aquellos fue en el aire a la
iglesia mayor, sin pulsos, pidiendo auxilio y favor al cabildo, que
el arzobispo había enviado mandamiento que enterrasen el cuer-
po de mosén Simón. Y de aquí en un punto, se movió aquella ma-
ñana tan grande motín, que yo, que me hallé aquella hora en la
plaza de la seo, me fui a casa a ponerme en cobro. Porque luego
estuvo llena Valencia y todos ardiendo en cólera contra el arzo-
bispo y contra los frailes de Predicadores, que decían se lo ha-
112. Ibld... p. 75.
ANTIIOI.OGICA ANSUA. 26 y 27. 23
354 RAMÓN ROBRES LI.UCH [74]

clan hacer. Y por las calles por donde yo pasaba para volverme
a casa —ya que debían ser las once del día— sallan a las ven-
tanas mujeres y hombres a decirme mil desvergüenzas. Y para
mí tengo que los demonios debieron publicar esta mentira por
toda la ciudad, porque hombres era imposible que en menos de
tres horas dieran noticia a todos los de las calles y casas, como
se vio.
La iglesia mayor parecía que se encendía en fuego, puestos
todos a corrillos, diciendo cada uno blasfemias y herejías que
aterraban, pues un caballero bien conocido, don Baltasar Merca-
der, dijo allí: Este santo no ha de ser canonizado como los de-
más, sino con la espada. Así enseñaba Mahoma que se había de
defender su secta y canonizar sus santos.
Otro decía: Si el Papa no nos lo canoniza, nosotros nos lo ca-
nonizaremos.
Y otros decían otros disparates y parecía un infierno la seo
y la plaza.
Otros decían: Vamos, y hagamos pedazos los sepulcros de los
santos de Predicadores m."
Se disiparon en parte los densos nubarrones con un bando de
la ciudad, mandando se hiciesen fiestas y luminarias por tres
continuos días.
Más serena, razonada y completa es la versión de los antece-
dentes del pregón y de la turbación, de labios del obispo Aparici,
simonista. El cabildo catedralicio se juntó a deliberar; el virrey
mandó convocar el consejo; el vicario general, por su parte,
manifestó que ni al señor arzobispo ni a él les había pasado por
la imaginación publicar edicto para que se retirasen las imáge-
nes del padre Simó y se prohibiese su culto, porque ambos eran
devotísimos del Venerable.
No debió bastar este desengaño para que le tuviese aquella
inquieta multitud, pues no sólo se mantenía, sino que se aumen-
taba. En vista de esto, lo que en el Vicario General hasta enton-
ces había sido cuidado, comenzó a ser susto; y juzgó prudente-
mente que para deshacer aquel nublado era menester otro más
fuerte y eficaz conjuro. Y sabiendo que los Justicias y Jurados
estaban juntos en su Consistorio, se valió de Don Fernando Ruiz
de Prado, caballero del hábito de San Juan, Comendador de To-
rrente, muy afecto, y de grande aceptación en el pueblo, y le
rogó que fuese a la Casa de la Ciudad, juntamente con el doctor
Pedro Martín Cifre, Abogado Fiscal de la Curia; y después de
haber asegurado a los Jurados del engaño que se había conce-
113. Ibíd., p. 79.
[75] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 355

bido, les propusiesen el medio de que se hiciese con trompetas


y atabales un público pregón, declarando que habían sido fal-
sas, fingidas y sin ningún apoyo de verdad, las voces que habían
corrido de la prohibición del culto privado del Venerable Padre
Simón, y de la veneración de sus Reliquias e Imágenes; y que
a más de afirmarlo así el Vicario General, daba licencia y per-
miso para que se continuasen la veneración, y privado culto del
dicho Siervo de Dios.

Copia luego, a renglón seguido, el famoso edicto y añade un


comentario, en cuya introducción le dejamos:
Aquella horrorosa nube, que amenazaba rayos, se disolvió en
apacible rocío, que bañó los corazones de alegría e indecible
gozo I14.

Mira el hagiógrafo a esta segunda parte. Pero el dominico, a


quien se le había metido el nredo en el cuerpo, registra en sus
páginas que tales diligencias no bastaron a contener a la mul-
titud, que se entregó a algunos excesos. Salió una caja de guerra,
con su bandera, y escopetas, rondando por la ciudad, en escua-
drón. Al pasar por el convento de los dominicos, "escopetearon
las puertas, el dormitorio por afuera, y la iglesia, y todos vocean-
do: ¡Víctor mosén Simón, a pesar del motilón! Llevaban un frai-
le de bulto con una mitra de papel en la cabeza. Lo paseaban so-
bre un asno y después de arrastrar el monigote, le prendieron
fuego en la plaza del palacio arzobispal.
Ambas relaciones pueden admitirse sin contradicción. Esta se-
gunda pone el acento en la ruidosa marcha callejera y la pesa-
da burla. Afortunadamente la cólera se apagó pronto, cual foga-
ta de virutas. Mas no se puede negar que sirvió de base para ar-
güir: "¿Qué se puede más aguardar de esta gente tal y de cosas
tan desatinadas y heréticas? Y siéntense mucho los señores va-
lencianos, quejándose que los llaman herejes. Juzgue cada uno si
quien esto hace es católico. Y mientras no lo castigan, todos son
cómplices y participantes "V
Faroles, lámparas, fuegos, velas, máscaras a caballo ocuparon
la atención de los habitantes de la ciudad y convecinos de los
lugares y alquerías de la huerta por tres días, entre plácemes y
enhorabuenas, en honor del venerable patricio. Crecía el descon-
tento popular contra las dos familias religiosas, y aprovecharon
la coyuntura los enemigos del monacato para actuar con mayor
impunidad y atrevimiento.
114. APARICI GII.ART, Vida.... pp. 233-234.
115. GV, pp. 80-81.
356 RAMÓN ROBRES I.LUCH 176]

Gavastón echa el fardo a los simonistas. Huelga anticipado


comentario: "Salieron muchos libelos infamatorios contra las re-
ligiones, frutos propios de cultores de tal santo, y que en todo
ello corre el mismo viento del infierno, que empolla semejantes
cosas en el pecho de sus ciudadanos.
Hiciéronse tales coplas abominando, condenando el estado mo-
nástico, que bien se echó de ver iban en estas cosas mezclados
espíritus heréticos. Y no quieren oir los simonistas que se van
para herejes, siéndolo en sus obras. Porque en unas redondillas
que salieron, se quejaba S. Pedro a Cristo, cuando menos, de que
hubiese permitido las religiones en su Iglesia. Y a esta añadían
otras muchas herejías. Mas de estas cosas, la que más escanda-
liza, y que de la academia del infierno ha salido, es el Te Deum
contrahecho que se sigue. Y es tal, que la malicia y pecho heré-
tico de Arrio, de Calvino, Martín Lutero y otros heresiarcas no
llegaron a componer tal compostura de herejías, ni tales pensa-
mientos diabólicos no cayeron jamás en el entendimiento del
hombre, por malo que haya sido, como él se verá."
El pasaje ha sido censurado. Una nota marginal, de otra mano
advierte: "He borrado este blasfemo y herético Te Deum, con
grave ofensa de Dios pervertido, de manera que causaba horror
el leerlo116."
Sin embargo, en la copia autorizada del manuscrito consta el
nombre del autor de la tachadura, amén del texto completo:
"Aunque el Padre fray Nicolás Figueres, en la Vida, que el Padre
fray Gavastón escribió deste hombre borró este blasfemo Te-
deum, mas no tanto que no se pueda leer. Y así lo he vuelto a
restituir, porque se vean aquí qué tales estaban los cascos de los
santos simonistas ln."
Laudable esfuerzo el de este Padre, mas con las reservas apun-
tadas. Entre los devotos de Simó se hallaban todas las órdenes
religiosas, poco más o menos, excepción hecha de dominicos y
franciscanos calzados. ¿Tirarían aquéllos piedras a su propio te-
jado? Aventurada respuesta. A la letra, y respetando las vacila-
ciones ortográficas, decía:
Te Monachatum damnamus: te superfluum confitemur
Te errorum Patrem, omnis térra detestatur.
Tibí omnes angelí,
tibí clerici et universi seculares:
tibí mascAiü et feminae
116. Ibíd., p. 87.
117. Vida escandalosa de Mosén Francisco Gerónimo Simó [Copia auten-
ticada], íol. 67.
[77] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 357

incessábüi voce proclamant:


Satán, Satán, Satán,
odibilis Deo Sabaot.
Plena sunt regna terrae turpitudinis vitae tuae.
Te iniuriosus Apostatarum Chorus,
te profanorum odibilis numerus,
te ambitiosorum detestatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum
sancta anatematizat Ecclesia,
Patrem immense iniquitatis;
venenosum tuum ac iniquum cetum;
turbulentum quoque ac noxium tuum spiritum.
Tu rex secte impiae.
Tu diaboli sempiternus es füius.
Tu, ad deperdendum genus humanum,
non Uorruisti venire in hunc mundum.
Tu, eruto mortis acúleo,
aperuisti credentibus regna inferorum.
Tu ad dexteram luciferi sedes, in superbia Demonis.
Damnatus crederis esse futurus.
Te ergo quesumus, tuis famulis subveni,
quos perverso dogmate perdidisti.
Eterna facías cura sodalibus tuis flama cruciari.
Salvum fac te ipsum, Monachate,
el maledic norme vivendi tuae.
Depelle ergo et deice illas usque in infernum.
Per singulos dies maledicimus te;
et damnamus nomen tuum in seculum,
et in seculum saeculi.
Dignare ergo, Monachate, miserere tuis.
Fiat misericordia tua. Domine, super nos,
quemadmodum desperaverunt de te.
In te Monachales sperantes
confundantur in eternum." "8

Estos lances de ruda impiedad no son —por desgracia— pun-


tos aislados en el mar grande de la piedad barroca en España.
Son realidades a tener en cuenta —ecos de irreligiosidad—, pre-
cisa Sánchez de Albornoz, el cual observa: "Tampoco riman con
un acendrado fervor religioso la inmoralidad de los clérigos y lai-
cos, la perduración de la magia y su práctica en ambientes cle-
ricales y nobiliarios, la difusión del hábito de blasfemar entre
todas las clases sociales, las irreverencias en los templos, las pa-
rodias sagradas, las frases irrespetuosas, la inundación de léxico
por expresiones con un claro regusto de impiedad[...] Ni aun des-
pués de Trente cesaron la liviandad y la impiedad de clérigos y
religiosos, ni la impiedad y liviandad de los laicos[...]
118. lUd,., fol. 67 r-v.
358 HAMON ROBRES LI.UCH [781

Desde la sacrilega burla de las horas canónicas por el Arci-


preste de Hita se inicia en la Península la parodia sagrada de la
poesía amorosa. Los poetas gustaron de escribir: Misas de Amor
(Suero de Ribera y Juan de Dueñas), Horas de Amor (Nicolás Nú-
ñez), Letanías de Amor (Diego de Valera), Mandamientos y Go-
zos de Amor (Rodríguez del Padrón), Sermones de Amor (Casti-
llejo); y otra serie de poemas en que parafrasean con temas amo-
rosos: Las liciones de Job (Garci Sánchez de Badajoz, el De pro-
fundis (Mossen Gaguc)... hasta Jorge Manrique nos ha dejado
una "Profesión de fe en la Orden del Amor".
La parodia sacrilega se convierte a comienzos del siglo xvi en
sátira política, es frenada por la Inquisición, durante el reinado
de Felipe II especialmente, y renace tras la muerte del temido
monarca en el siglo xvn con Pasiones, Credos, Paternosters y
Te-Deum burlescos 118""."
Gavastón mete en la danza, en primer lugar a los simonistas,
por imitadores de herejes: "Estos son los efectos milagrosos de
mosén Simón, y esta la gloria que redunda a Dios y a su Iglesia
toda, y a los principales miembros de ella, que son las sagradas
religiones y su perfectísimo estado, que es el mismo que profe-
saron los sagrados Apóstoles. Y nótese sus venerantes los gran-
des fines y perfectos intentos que llevan, y la gran confianza que
deben llevar en sus almas de que Dios se los ha de prosperar,
como si lo hubieran con un Dios de palo, y sin más vergüenza
digan que esto ha de ser parte para que el Papa lo canonice más
presto. ¿Que más dijeran Villalobos y Chumillet? Y como si el
Papa es como ellos y dejado de la mano de Dios, estando tan en-
terado de estas cosas como veremos en su lugar."
El segundo requiebro es para la Compañía: "No sólo padecían
los frailes de Predicadores en esta ocasión, pero todas las reli-
giones, exceptos los padres iñiguistas, porque esos iban con el
pueblo, aprobando siempre la devoción y excesos, y mostrándose
muy grandes devotos de mosén Simón. Y lo que es de notar es que
en estas tan grandes persecuciones de los religiosos, jamás ellos en
el pulpito han dicho palabra alguna de mal hacéis. Y reprenden
con coraje las comedias de El Prado119."
118"" CLAUDIO SÁNCHEZ ALBORNOZ, España, un enigma histórico, I, Bue-
nos Aires 1956, pp. 372-374.
119. GV. p. 88. El teatro tuvo en Valencia magnifico florecimiento en el
siglo xvn, rivalizando con Madrid. Famoso era por estos años el "Carrer de
les Comedies" (hoy calle de este nombre) J. DELEITO Y PIÑUELA, También el
pueblo se divierte, Madrid 1964, pp. 232-238. Sobre El Prado, recordado por
Gavastón, he aquí lo que dice la topografía: "Entre el Pía del Real i el Pont
[79] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 359

4. Desposorios místicos

Arriesgada materia. Las circunstancias ya son conocidas del


lector. Sobre ellas plantea Gavastón una polémica y señala una
grave desviación doctrinal.
Y como fue una de las acusaciones que llegaron al Papa —por
conducto del arzobispo, según veremos— parece forzoso tomar la
historia de la pluma misma del acérrimo impugnador. Todo su-
cedía dentro del año 1612, según reza el capitulo 13, cuyo título
consta de dos partes. Interesa la segunda. Se ve perfectamente
que la añadió el autor algo después. Es de letra más pequeña,
como trasluciendo por los caracteres timidez y escrúpulos (?). Dice
"...y de los desposorios de mosén Simón con Nuestra Señora."
En la parroquia de Santo Tomás se hizo una fiesta en conme-
moración de los desposorios místicos de Nuestra Señora con mo-
sén Simón. La mandó celebrar un tal Luis Almunia y predicó el
canónigo Francisco López. Oyó disimuladamente desde una tribu-
na el arzobispo y su compañero de hábito, el padre Martín Ma-
luenda: "Ahora, pues, para que se vea el fundamento que los si-
monistas tienen en predicar y aplicar esta blasfemia a Nuestra
Señora, digo que estos desposorios tienen principio en unas pa-
labras que predicó el carísimo hermano Sobrino, en el sermón de
las honras, que después se imprimió, en el que dice estas pala-
bras: De lo que el obispo Aquilino escribe de San Edimundo ar-
zobispo, colegimos que Nuestra Señora, la Soberana María, acepta
por esposos espirituales a aquellos sacerdotes que en la pureza y
santidad de la vida imitan a su verdadero Esposo José; y éstos en
el Reino Celestial tienen grande honra y privilegios. Este angé-
lico sacerdote, que siempre fue virgen (como yo lo sé) y así está
de flores coronado, CREO es de los dichosos esposos que he dicho
de la Virgen. Y así, honrarle es servir y dar contento a la Reina
del Cielo.

de la Mar, hi liavía una bona arbreda on passejaven els aristócrates i patri-


éis... a aqu'est paseig...li era aplicat el nom castellá d' El Prado J. SANCHIS
GUARNER. La Ciutat de Valencia..., pp. 221-222. Un dietario registra la afi-
ción de los dominicos a las representaciones teatrales en su mismo conven-
to, en la iglesia. Se trata de dos obras de calificación moral diferente. La pri-
mera se titulaba Los melindres de Belisa; su autor, Lope de Vega. Asistió
toda la comunidad, algunos franciscanos y también alguna Que otra familia
noble. Opina el cronista que fue "comedia no molt honesta". La otra en cam-
bio, titulada El Emperador Carlos Quinto, nada tenía de reprensible. J. POR-
GAR, Coses evenrjudes, I, Madrid 1934, pp. 140 y 190.
120. GV, p. 149.
360 RAMÓN ROBRES ILÜCH [801

Estas frases pertenecen al exordio, dos líneas antes de la sa-


lutación del Ave María. No hizo hincapié en el sermón.
La impugnación es amplia, con argumentos de mil maneras:
"Nótese bien aquel COLEGIMOS, que significa congruencia y co-
lección a simili, y que así se podría sospechar que todos los sacer-
dotes son esposos de Nuestra Señora: yo, que esto escribo, y vos,
y el otro puede ser que lo seamos. Y en lógica, el argumento a
possibili ad esse no es bueno ni verdadero; al contrario, sí, ab
esse ad possibile. Como: Petrus potest deambulare, ergo deambu-
lat, es falsa la consecuencia, si bien al revés es verdadera.
Pues así digo acá. Los sacerdotes que son siervos de Dios pue-
de ser que sean esposos de Nuestra Señora; luego mosén Simón
se desposó con Nuestra Señora. Es falsa la consecuencia, porque
es materia contingente, que puede no ser. Y así, dejándolo así in-
determinado, este predicador dice a la aplicación de la conse-
cuencia: CREO es así de mosén Simón. Que si en realidad de ver-
dad se hubiera deposado, no dijera creo, sino: Con Nuestra Se-
ñora se desposó mosén Simón, sé lo que digo; como lo dijo de su
virginidad.
Y el cuitado ni de lo uno ni de lo otro sabe lo que se dice. Y
los que le han seguido, que e? todo el vulgacho de Valencia, y
los predicadores vulgares de esie vulgachón, como se han funda-
do sobre mentira, así han dicho grandes desatinos y mentiras en
este caso, pensando hacer con ellas grande servicio a Dios y hon-
ra a mosén Simón, no acordándose de lo que dijo Job: Numquid
Deus indiget vestro mendacio, ut pro ülo loquamini dolos? (Job,
3,17). ¿Por ventura tiene necesidad Dios de vuestra mentira para
honrar a los santos que El ha hecho, que por El hayáis de decir
engaños? [...] Dice Diógenes Laercio: Qui in mendacio confidit,
cito deficiet. El que confia o apoya en la mentira, luego caerá.
Gocémonos de ver caer esta grande máquina de este gran fa-
vor y privilegio de mosén Simón." [...]
En la tesis, en cuya claridad y verdad anticipadamente se com-
place, será más radical: la doctrina, la historia, la piedad están
de su parte. Toda una argumentación granítica.
"Primeramente es mentira que se desposase Nuestra Señora
con el santo arzobispo Edimundo (si bien es grande y verdadero
santo; mas por serlo, no se le debe atribuir lo que no es); por-
que las palabras de la historia son estas: De consilio cuiusdam
sacerdotis perpetuara virginitatem corara imagine Beatae Virgi-
nis vovens, eidem se Virgini velut Domino commendavit, atque
in signum irrefragabilis foederis eam anulo suo subharravit novo
[81] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 361

more. Por consejo de cierto sacerdote, votando virginidad delante


una imagen de Nuestra Señora, se encomendó a ella como a se-
ñor y en señal de tal entrego, puso en el dedo de la imagen un
anillo, cosa nueva." [...]
Detengamos el discurso, porque la traducción ha perdido su
fuerza original. El vocablo subharrare se toma siempre por des-
posarse. Son las arras los dones que se acostumbran ofrecer en
los esponsales. Un texto antiguo dirá en boca de Santa Inés que
el Señor se habla desposado con ella mediante el anillo: "Beata
Agnes dixit: Annulo suharravit me Dominus Jesús Christus".
Observe el paciente lector cómo Gavastón desvirtúa la historia.
Porque el mencionado santo se ofreció como místico esposo con
la entrega del anillo. ¿Lo hubiera hecho sin especial inspiración?
Malo es errar y peor es perseverar, dice el refrán, que el de-
fensor de la ortodoxia no entiende. Y prosigue: "Las cuales pa-
labras dan nota que sólo fue acto devoto de este santo, al cual
movió su afectuosa devoción. Lo mismo fuera que este santo la
dijera: Señora, yo os pido que seáis mi maestra y os pido que me
enseñéis en lo que he [de] servir y agradar a Dios, y se figurara
en su mente que cuando le pedían limosna, le decía su Maestra
Nuestra Señora que la diese, y con esto diera limosna, y de esta
manera procediera en todas las obras buenas, y en señal de que
se había entregado a esta Señora por discípulo, le echara al cue-
llo de una de sus imágenes una cadena de oro. Entonces, ¿dijé-
ramos bien y verdaderamente que Nuestra Señora se le había
dado por maestra a este santo? No por cierto. Porque todo esto
es mentales invenciones, que la devoción mueve en los siervos de
Dios.
Así también, porque uno haga voto a Nuestra Señora de vir-
ginidad, y la tome por amparo de su voto, no se puede decir que
Nuestra Señora se ha desposado con él, porque decir esto es muy
mucho y muy diferente de lo que pasa.
Digo, pues, ahora que si fuera verdad que mosén Simón hu-
biera hecho voto de virginidad, y esto como sacerdote, porque así
como tal lo concluyen las palabras sobredichas de fray Sobrino,
el decir que Nuestra Señora se desposó con él, es concluir una
mentira y una cosa muy distinta.
Según esto, todos los sacerdotes podrían, de sí, hacer la misma
consecuencia, y más propiamente todos los religiosos de la Orden
de Predicadores, que cuando profesan, hacen voto a Nuestra Se-
ñora, expresamente nombrándola, de virginidad. Luego Nuestra
Señora se desposa con ellos. No vale la consecuencia. Porque de-
362 RAMÓN ROBRES LLUCII [82]

cir esto, dice otra cualidad muy diferente y muy nueva en la


Iglesia. Y no se han de admitir semejantes novedades nunca vis-
tas ni necesarias para la Iglesia y fe católica."
En conclusión. Predicar que Simó se desposó místicamente con
Nuestra Señora es una blasfemia. Y es cosa nunca oída en la
Iglesia.
Mas antes de consignar la opinión —en línea diversa— dejé-
mosle desahogar su pecho en torno al relato, el cual, por ser el
punto en que la denuncia reviste mayor gravedad, pide ser oído
también en su germina expresión:
"De este leve fundamento han salido las mil mentiras de es-
tos desposorios de mosén Simón. Y era necesario, que para con-
firmar una mentira es forzoso haber de decir muchas. Unos dicen
que estos desposorios se hicieron acabando de decir misa mosén
Simón, que aun no le dieron lugar a que se desnudase de las ves-
tiduras sacerdotales, y así le pintan en el mismo altar, revesti-
do, y que Nuestra Señora le puso en el dedo el anillo, (al revés
del cuento que acabamos de ver, en que se fundan.) Otros dicen
que subió al cielo mosén Simón a desposarse con Nuestra Señora
(aun como anduvo tan comedido) y que allí, en presencia de San
José santísimo y dignísimo esposo de esta Señora, se desposó. Y
añade una blasfemia intolerable: que estando presente este San-
to Esposo, NO TUVO CELOS. A esta desvergüenza y desatino no
quiero decir lo que me dicta mi sentimiento. Las palabras de es-
to, que he visto impresa en Pamplona son estas:
Un día del Señor S. Joseph, estando este santo varón en
una profunda oración, fue arrebatado y llevado al cielo. Y vién-
dose allá a un lado el glorioso San Joseph, Esposo de Nuestra
Señora, luego se vio rodeado de ángeles santos, que vinieron
con mucha música y cantores (debían de traerlos alquilados;)
luego llegó un coro de vírgenes hermosísimas y éstas le echa-
ron en señal de su castidad y limpieza una vestidura blanca
encima, y sobre aquella, una casulla vistosísima (esta casulla
está aquí postiza, porque no es vestidura sino para decir misa;)
y engalanado y adornado desta manera el justo, casto y santo
sacerdote, salió a deshora la Virgen sacratísima nuestra Señora.
(Este deshora dice muy bien ser todo mal forjado; porque a
deshora es decir impensadamente, y para visión, si fuera verda-
dera, dice imperflcirin, y que nuestra Señora salió acaso e ira-
pensadamente; y decirlo sería error).

Parece obvio que impensadamente se ha de referir a mosén


Simó, con lo cual huelga el comentario. Prosigue el texto de Na-
varra :
£83] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 363

Salió a deshora la Virgen sacratísima, hermosa más que el


sol y la luna, vestida de riquísimas ropas de gloria; a tres o
cuatro pasos del Santo sacerdote, le hizo ella una profunda re-
verencia (esto es intolerable y aquí se pierde la paciencia, apli-
cándola a esta tan grande Señora, cosa a ella indecente, que
haga reverencia, y muy profunda, a mosén Simón, y es grandí-
sima blasfemia que escandaliza oiría). Y luego se puso al lado
derecho la santa Señora. Apareció allí el Sumo Sacerdote, con
grande majestad y gloria, y tomando su divina Majestad las
santas manos de su santísima Madre y las del castísimo y di-
chosísimo Sacerdote, los desposó, haciendo el oficio de cura
(esto es intolerable), sin que tuviese celos el Santo patriarca Jo-
seph (esta es otra blasfemia, que trata de los santos del cielo
como de los hombres perdidos de la tierra), y la Virgen y san-
ta Madre de Dios le puso a su nuevo esposo Simón muchos, y
muy ricos anillos en sus santas manos.

La acotación es fuerte: "Y porque se vean los desatinos y des-


concertadas mentiras de estos deslumhrados simonistas, ellos mis-
mo dicen que fue un anillo sólo. Y es, Dios y enhorabuena, tan
rico, que es anillo de almorranas, blanco, de hueso, que por esa
enfermedad llevava el hombre en el dedo, y yo lo he visto por
mis ojos [...]
¿Quién oye esto, que no le salgan colores al rostro de vergüen-
za? Yo digo verdad que la tengo de escribir esto. Mas esme for-
zoso para decir al mundo qué tales han sido y son las cosas de
mosén Simón [...] Y en los tiempos venideros no lo creerán esto,
sino que se pensarán son cuentos o invenciones de algún loco, que,
para entretener el tiempo se compusieron, como el de la histo-
ria de Don Quijote de la Mancha[...]
Y canta victorioso repitiendo: "De aquí se ha movido la gran
cantera de predicar por los pulpitos, tan a banderas desplegadas,
que se había desposado Nuestra Señora con mosén Simón; cosa
inaudita ni en las Sagradas Escrituras, ni en los Santos Padres,
ni historia de los santos. Y así como no recibida ni usada en la
Iglesia, no se puede recibir ni admitir, particularmente con tan
varios, fríos y leves fundamentos !21."
Entendía Gavastón y profesaba que María Santísima era ver-
dadera Esposa del Espíritu Santo por el misterio de la Encarna-
ción del Verbo en sus purísimas entrañas. Que también era Es-
posa virginal del Patriarca José, pues con él contrajo matrimo-
nio por verdadera y mutua entrega del vínculo indivisible. Y
que, en un orden espiritual y misterioso, Dios se llama, y es Es-
poso del alma justa.
121. Tbíci., pp. 150-156.
364 RAMÓN ROBRES LLUCH | 84]

Pero sentía, más que escrúpulo, repugnancia, admitir que la


Madre de Dios pudiera ser invocada Esposa espiritual de un hom-
bre, sea cual fuere la santidad que ostentase. En consecuencia
niega historicidad al llamado matrimonio espiritual de Nuestra
Señora con San Edimundo.
Y tengo por cosa cierta que su actitud mental obedece a una
reacción contra desviaciones, errores por exceso en atribuciones
al Santo Patriarca, sentencias de herejes, o dislates de mentes
calenturientas, denunciados precisamente por los dominicos de
Valencia. El Padre Maestro fray Baltasar Sorio, fallecido en 1557,
había publicado: Contra se-ptem blasphemias tractatus sextuplex
ex SS. Patrum auctoritate dictisque confectus, en Valencia, por
Juan Jofredo, y en Barcelona, en 1522, en cuarto.
No he podido localizar esta obra. Mas el contenido sustancial,
por cuanto se refiere a nuestra materia, fue analizado por quien
tuvo en sus manos el libro. De estas herejías harum una erat
Josephum Mariae Sponsum, vero quoque ac naturalem Christi
Domini genitorem fuisse et patrem; eundem sine peccati macula
conceptum originalis; eundem una rum Christi Corpore, etiam
corpore et anima praesentem adesse me ullus atisque illo Christi
Corpus in Sacramento recipere m.
Se deduce con claridad la intención. Las excelsas prerrogati-
vas de Nuestra Señora y las de San José venían a ser iguales:
maternidad divina / paternidad divina; concepción inmaculada
/ concepción inmaculada. Y por la relación de ambos con la Euca-
ristía, a la sentencia Caro Christi, caro Mariae, se podía también
establecer: Caro Christi, caro loseph.
Aplicando el contenido blasfemo a los simonistas, eran más
groseras y estridentes las afirmaciones. Un "predicador dijo que
la carne de mosén Simón y la de Cristo era una misma, porque
como Simón y Nuestra Señora eran esposos, y de los esposos dice
la Escritura: Erunt dúo in carne una, y como Cristo tomó la car-
ne de Nuestra Señora, por aquí venía a ser una con la de Simón.
Porque se vea si los orates de las jaulas podían decir mayores
desconciertos ni blasfemias11' [...] Otro predicador dijo que a
mosén Simón, para tener todas las prerrogativas de todos los
santos, no le faltó sino nacer de madre virgen. Las carnes tiem-
blan de oir tan altos desatinos m."
Gavastón habla de oídas. No da el nombre de los predicado-
res. De saberlo, no lo hubiera silenciado. Son, pues, fragmentos
122. QUETIF-ECHRAD, Scriptores Ordinls Praedicatorum, IV, p. 159.
123. GV, p. 129.
124. Ibíd., p. 131.
[85] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 365

acríticos. Entre la polvareda andan mezclados con el error al-


gunas verdades católicas: creencia que María fue concebida sin
mancha de pecado original; fe en la presencia real de Jesucristo
en la Eucaristía. Sobre la doctrina inmaculatista (todavía no de-
finida como dogma), ya hemos visto, y veremos la postura ce-
rrada de los dominicos del convento de Valencia, según la ima-
gen gavastoniana.
Dio pábulo a la devoción Josefina el Patriarca de Antioquía y
Arzobispo de Valencia San Juan de Ribera. Durante su pontifi-
cado, el carmelita Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, en una
carta (22 de diciembre de 1604), dice que la Ciudad y el pueblo,
cofradías-y conventos, le ruegan imprima un tratado suyo sobre
San José, y que interceda a fin de que la. conmemoración litúrgi-
ca sea declarada fiesta de precepto. Lo piden particularmente el
convento de Santa Tecla, el de San José y la cofradía de los car-
pinteros 12S.
El prelado apoyó el ferviente deseo y lo elevó a la Santa Sede
en varias ocasiones, alegando que la Ciudad tiene privilegio de
elegir los Santos Patronos y suplica que uno de ellos sea este di-
cho santo I26.
Símbolos entrañables de la piedad valenciana son: la. Capi-
lla del Corpus Christi (El Patriarca), la basílica de Nuestra Se-
ñora de los Desamparados y las fiestas de San José, mundialmen-
te conocidas.
En punto a la mística esponsal, relacionada con Simó, he aquí
algunas consideraciones para mayor claridad.
A los extremos de la calificación gavastoniana se le pueden
oponer unos textos del hagiógrafo simonista, algo posterior, el
cual debió desconocer el manuscrito dominicano. Cree necesario
disipar reparos y escrúpulos con abundantes ejemplos y sereno
estilo:
Algunos, o por muy escrupulosos, o por poco leídos en las
Divinas Letras, y en la Eclesiástica historia, estrañaron y du-
daron esta prerrogativa de nuestro Simón, diciendo que era cosa
inaudita, poco decorosa a la Virgen María Nuestra Señora, y
opuesta al singular privilegio de su Castísimo Esposo San Jo-
seph; pero salieron de su error, cuando oyeron el apoyo que
tienen en la Sagrada Escritura semejantes favores y revelacio-
nes, y cuando entendieron que a otros santos y siervos de Dios
125. JERÓNIMO GRACIÁN DE LA MADRE DE Dios, Obras..., 3. p. 385. Lo im-
primió posteriormente: losephina. Smmnario de las excelencias del glorioso
S. loseph Esposo de la Virgen, Bruselas 1609.
126. Las cartas de los jurados y la del Patriarca han sido publicadas por
JOSÉ Rius SERRA, San José y la Ciudad de Valencia, "Analccta Sacra Tarra-
conensia" 25 (1952) pp. 183-188.
368 RAMÓN ROBRES LLUCH Í861

había hecho su Purísima Madre la misma misericordia de des-


posarse espiritualmente con ellos, como lo refieren y atestan de
S. Edmundo Arzobispo Cantuariense, Pedro de Natalibus; de
S. Hermano Premonstratense, Surio; de un Diácono, hermano
del rey de Hungría, S. Anselmo; de otro clérigo mogo, y enton-
ces no muy devoto, Vincencio Bellovacense; del Venerable Ala-
no de Rupe, dominico, Fray Jacinto Coquecio.
Se le había revelado también a la misma Madre Francisca
Llópiz que los sacerdotes que aspirasen a estos admirables
Desposorios habían de tener estas cinco calidades: humildad y
mansedumbre de corazón; limpieza de alma y cuerpo, gran cui-
dado de cumplir con las obligaciones del sacerdocio; amor a los
prójimos con gran pureza y devoción al Santísimo Sacramento,
regalándose con él después de la Misa. A lo cual havía añadi-
do el Señor: Cuando los que son Esposos de mi Madre salen de
esta vida, todos los Córteselos del Cielo les salen a recibir y
les reconocen por tales, mi Clementísima Madre cuida de ellos
y les asiste en vida, y en muerte, y por ella reciben privilegios,
que no son para esta vida mortal127.

Gavastón refiere con menosprecios y burlas el episodio que di-


vulgan los simonistas de su santo. Mas el Tutor a quien acabamos
de escuchar, puntualiza desde la otra orula:
El año 1609, a 19 de marzo, día del gloriosísimo Patriarca
S. Joseph, estando en su retiro, después de haber dicho Misa,
dando gracias, y en profunda oración [...], quedó absorto y sin
el uso de los sentidos, y viose en presencia de Cristo Señor
Nuestro, de su Purísima Madre María, de su Castísimo Esposo
Joseph y de innumerables ángeles, santos y santas vírgenes, con
inefable majestad y gloria. Y después de haberle vestido y ador-
nado con una candidísima alba y preciosa casulla, le dijo la Rei-
na y Emperatriz del Cielo y de la Tierra: Simón, por el cuidado
y puntualidad con que has observado el voto de virginidad y
pureza, renovándole y repitiéndole cada día muchas veces, quie-
ro admitirte, y te admito por mi espiritual esposo, y en arras
de nuestro desposorio te entrego esta sortija. Y al ponérsela en
el dedo, Christo Nuestro Señor, con rostro apacible y agrada-
ble, le dio una plenísima bendición. Y el felicísimo y verdadero
Esposo Joseph, con los demás que concurrieron a estas divinas
y espirituales bodas, las celebraron, alabando y glorificando la
la dignación del Hijo, y Madre, que así honraban y favorecían a
su casto, humilde y Siervo Simón.

Réstanos saber la fuente del conocimiento del episodio:


Guardó el secreto en el impenetrable arcano de su pecho, sin
revelarlo a persona alguna, si no es a la Madre Francisca Lló-
piz [...] ésta tuvo sellado y archivado en si misma el suceso;
127. APARICI GILAET, Vida..., pp. 44-46.
[87] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 367

hasta que, después de muerto el Siervo de Dios [...], le reveló


y descubrió al Venerable Fray Antonio Sobrino, confesor y pa-
dre espiritual de entrambos, y aquél lo publicó en el primer ser-
món de las honras que se hicieron en S. Andrés [...] 128.

Los textos que acabamos de analizar de uno y otro signo, di-


fieren además en el lenguaje. Y encima, el dominico desconoce,
o pretende desconocer la hagiografía de su propia Orden. Tal el
caso del Beato Alano de Rupe, el cual dice de si mismo que la
Santísima Virgen le otorgó la gracia del desposorio místico, re-
cibiendo un collar y un anillo, hermosamente hechos con cabe-
llos de la misma Señora. Y dice más: que la Celestial Señora le
permitió gustar de sus pechos virginales. Este mismo beato lla-
ma a Santo Domingo esposo de la Santísima Virgen. En el si-
glo xvín se ponía en cuarentena la. credibilidad; pero no la re-
chazan de plano las historias de la Orden:
Sunt alia plura hujus rationis, ut cum Dominicum Sponsum
Beatae Virginis vocat, quo titulo nec sanctus se, nec illum vitae
ejus scriptores laudati ornaverunt, vel cum Alanus ipse se a
Beata Virgine sponsum acceptum et torque in eolio annuloque
in dígito, utroque ex crinibus ipsius Virginis concinne facto ab
ipsa donatum, imo et ipsa ubera virgínea sugere sibi permis-
sum, quod egeret avidius, quae nisi spiritualitei- intelligatur vix
concipias aut patiaris ly>.

De S. Hermán premonstratense se refiere la gracia misma y


actualmente se conserva en Viena un lienzo de Antonio van
Dick ™.
El hagiógrafo simonista afina las palabras con gran recato.
Habla de S. José felicíssimo y verdadero Esposo de María, Divi-
nas y Espirituales Bodas, etc.
La historia consigna otros casos, como el de S. Juan Eudes,
contemporáneo de Gavastón, al cual excusaremos de no cono-
cerle, ya que el santo fallecía en 1668, y la escena mística que nos
ha transmitido es de 1619, el año en que Gavastón estaba escri-
beindo su crónica. Cuenta el mismo santo que siendo de edad de
18 años, a imitación de muchos santos, hizo voto de virginidad.
Escogió a la Virgen Santísima no por Reina y Señora tan sólo,
sino también como Esposa. En 1668, con el corazón abrasado en
llamas cada vez mayores, renovó el pacto hecho con ella en su
128. /&«?.., p. 43.
129. QUETIF-ECHARD, Scriptores..., I-. p. 851.
130. G. Bta. VALVEKENS, Ermanno Giuseppc. "Bibliotheca Sanctorum", V,
Roma [1904] p. 27.
368 RAMÓN ROBHES I.LUCH 1881

juventud. Lo titula Contrat d'una saint Alliance avec la tres sa-


crée Vierge Mane Mor de Dieu. Este contrato lo firmó el santo
con su propia sangre y quiso que fuese enterrado con él. En 1810,
ai exhumar los restos, se halló el autógrafo de este Contrato y
se depositó en el monasterio de Caen.
Resumimos: La Virgen Santísima ha querido ser Esposa del
más vil de los pecadores, imitando en esto la bondad de su Hijo.
Aunque el esposo terreno tiene la supremacía, como cabeza de la
esposa, él quiere ofrecerle sus respetos como Reina y Soberana.
Renuncia a tener dominio sobre parte de la dote .de la Esposa.
Esta deberá ser en todo igual al esposo; pero aquí será al revés,
procurando imitarla en todo. Vivirán en la misma casa: el Co-
razón amabilísimo de Jesús. La esposa es inseparable del espo-
so y por eso suplica él a la Santísima Virgen que siempre y en
todas partes le conduzca y guie. Como el esposo y la esposa es-
tán obligados a asistirse y consolarse recíprocamente en traba-
jos y enfermedades, le ruega le asista siempre, de manera parti-
cularísima en la hora de la muerte. Como la esposa está obliga-
da a cuidar de los hijos a. la muerte Cel padre, le suplica de todo
corazón, tenga cuidado particularísimo de los hijos que le deja:
las comunidades que él ha fundado, las almas que le han favo-
recido, las que se encomiendan a sus oraciones, etc. B1.
Sobre la aparición, tangible para iodos, del anillo, símbolo del
desposorio místico, la historia contemporánea ha examinado va-
rios casos. El Señor puso el anillo a Columba Schonath (1730-
1787), a quien había otorgado el favor de los estigmas de la Sa-
grada Pasión. Fue elevada en espíritu y vio en éxtasis una pro-
cesión celestial, en la que iban, entre otros, Santo Domingo y
Santa Catalina. La cerraba el Señor mismo, Jesús, Esposo de su
alma. Tomó de la mano a su esposa, todavía en carne mortal, y
le habló suavemente: Hoy vengo a renovar nuestra promesa;
quiero desposarme de nuevo contigo. A la vez le presentó dos co-
ronas, una sin terminar y otra entretejida de espinas: con ésta
tienes que completar aquella, le dijo: Luego, poniéndole en el
dedo el anillo —cosa que la puso fuera de sí de gozo— la animó:
Sé mi esposa ahora en la pena y eternamente en el gozo. Con
toda reverencia se inclinó Columba profundamente, y cuando le-
vantó la mano, delicadamente plegada para recibir en el dedo
el extraño anillo, quedaron estupefactos los presentes, testigos de
tal espectáculo, ante acción tan misteriosa, y le pidieron la ben-
dición que ella alegremente les dio. Lo singular y extraordina-
131. JEAN BODES, S., Oeuvres Completes, XX, París 1911, pp. 160-166.
[89] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 369

rio del caso era que este anillo se dejaba ver ciertos días aun ex-
teriormente. No sólo tuvo que enseñarlo en todo el convento por
orden de la Superiora, sino que el mismo Provincial de la Orden
dominicana emprendió un examen riguroso del caso y quedó con-
vencido de su autenticidad; luego lavó el anillo con agua bendi-
ta y trató, aunque en vano, de sacarle algunas raspaduras con
un cuchillo, para comprobar la materia l32.
Otra estigmatizada —Maria Julia Jahenny (1850-1941)— fue
favorecida el 20 de febrero de 1874, con la gracia de los despo-
sorios místicos, que se manifestó al exterior con la repentina
aparición del anillo en la mano, cosa que fue observada por ca-
torce testigos. Como la estigmatizada había predicho la fecha de
este acontecimiento, el párroco, por orden del obispo, había in-
vitado a éste un número considerable de testigos.
Fue un gran día en La Fraudáis. A las ocho y treinta de la
mañana,
se comprobó que las llagas estaban todavía secas y que el dedo
anular de la mano derecha, que estaba como pálido y como
muerto, estaba intacto y sin la menor señal de anillo. Después
de las nueve y cuarenta y cinco, comenzó a corrc.r sangre por
encima y por debajo del dedo, y a poco se vio formarse el ani-
llo, que ahora quedaba formado para toda la vida. En 1891, el
doctor Imbert pudo observar la mística señal bien formada 133
en
su carne, como un anillo rojo de coral encerrado en la piel .

Sería muy arriesgado afirmar que todos los casos de desposo-


rios místicos que se mencionan son fruto de sugestión, o de frau-
de, o de pías consideraciones extravagantes y peligrosas. ¿Son
admisibles teológicamente? ¿Y qué es el desposorio espiritual?
No es otra cosa que la promesa de Dios de llevar al alma
hasta la unión transformativa. Santa Teresa cree que es indis-
pensable el arrobamiento para no morir ante el resplandor de
la Divina Majestad [...] En este dicho día —escribe hermosa-
mente S. Juan de la Cruz—, no solamente se le acaba al alma
sus ansias vehementes y querellas de amor que antes tenía, mas,
quedando adornada de los bienes que digo, comiénzale un esta-
do de paz y deleite y de suavidad de amor. Si permanece fiel,
el alma tiene asegurada la llegada a la cumbre de la montaña
del amor, como dice la insigne Doctora, la sexta morada —don-
de se realiza el desposorio— y la séptima —la del matrimonio
espiritual— se pudieranr 4juntar bien, porque de la una a la otra
no hay puerta cerrada ' .
132. JOHANNES MARÍA HOCHT, Los estigmatizados, II, Madrid 1954, pp. 114-115.
133. Ibíd., pp. 336-337.
134. ANTONIO ROYO MARÍN, O.P., Teología da la perfección cristiana, Ma-
drid BAC 1955, p. 686.
AííTiroi.OdiCA ANNUA. 26 y 27. — 24
370 RAMÓN ROHRES LLUCH [901

Dios se manifiesta bajo la forma que le place para que el


hombre le reconozca. También para atraer a los hombres hacia
un mayor amor de Dios, la Santísima Virgen le imita en el pro-
ceso. Lo afirma S. Juan Eudes, tomando en consideración su pro-
pio caso personal de los desposorios místicos con Nuestra Señora:
O admirable et tout animable Marie, Mér de Dieu, Filie uni-
que du Pére Éternel, Mor du Fils de Dieu, Épouse du Saint-Es-
prit, Reine du ciel et de la terre, ce n'est pas merveille que vous
vouliez bien étre l'Epouse du dernier de tous les hommes et de
plus de tous les pécheurs, que a bien osé vous choisier des
ses plus tendres années pour sa tres unique Épouse, et vous
consacrer entierement son corps, son coeur et son ame. C'est
que vous voulez imiter la bonté infinie de votre Fils Jesús qui
vent bien étre l'epoux d'une péchereuse et miserableU5.

He aquí otro pasaje que ayuda a clarificar ideas:


Dio non ha forma. Egli é al di la di ogni forma. Ma proprio
per questo, libero, com'é da ogni forma, egli si rivela e si ma-
nifesta sotto qualsiasi forma o apparenza voglia scegliere; poi-
ché nessuna forma e in graao di essere totalmente il suo segno,
non c'é nessuna forma di cui egli non possa servirsi per mani-
festarsi e in cui, eventualmente, non possa chiedere a'lluomo di
riconoscerlo 136.

Pues que Gavastón ha repudiado como heréticas las manifes-


taciones de la piedad mariana del desposorio místico como nove-
dades nunca vistas ni necesarias para la Iglesia, es muy posible
que hubiera combatido también a banderas desplegadas el cul-
to a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que por enton-
ces propagaba su apóstol S. Juan Eudes. De la misma forma, mu-
chos de la gran familia dominicana, movidos por escrúpulos de
cristocentrismo, impugnaban la creencia popular en la Inmacu-
lada Concepción de María, tan profesada y defendida por jesuítas
y franciscanos. Simó y todos sus devotos eran inmaculistas. La
Universidad de Valencia fue la primera en votar la defensa de
este privilegio mariano. Por esta causa serán mal vistos los do-
minicos de la ciudad durante la controversia simonista.

135. JEAN EUDES, S., Oeuvres..., XII, p. 164.


136. HENRY LE SAUX-ABHISIKTANANDA, Preghiera e presenza, Cittá di Cas-
tello 1973, p. 42.
[91] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 371

CAPÍTULO IV

EL ARZOBISPO Y LA INQUISICIÓN

1. Errada prudencia

Tres meses iban ya desde el fallecimiento de Simó (25 de abril


de 1612), en sede vacante, hasta la posesión canónica del nuevo
pastor, fray Isidoro Aliaga, mediante delegado (19 de mayo).
Mientras le llegaba de Roma, el pallium, esperaba en El Villar,
señorío de la mitra, a pocas leguas de la capital. Cabía esperar
que la contienda simonista hallase el buen camino de la pacifi-
cación a corto plazo. Mas no fue así. Pasaron seis meses y las
pasiones se encrespaban. Llegó a pensar Aliaga si sería acertado
entrarse una noche en la ciudad con gran secreto, omitiendo el
acostumbrado ceremonial. Pero le disuadieron. Habría que suje-
tarse a la tradición: el itinerario escogido, la procesión vistosa,
la teoría de magníficos coches, el movimiento de la-3 masas, el aire
de gran fiesta, la primera bendición solemne del pastor.
Llegó el momento. El jolgorio exterior no tenía exacta corres-
pondencia en los corazones. ¿Bendecirla las muestras de general
devoción al clérigo santo?
La obligación, la devoción, la más que justificada curiosidad
y ansiedad de cronista movieron a Gavastón a participar en el
sagrado cortejo en honor de tan ilustre hermano de hábito.
Describe puntualmente la escena: "Finalmente, apercibió su
venida el mes de noviembre, pasada la fiesta de Todos Santos y
el día de las Almas, y vínose a apear en el Convento del Socos,
fuera los muros de Valencia, de frailes de la Orden de San Agus-
tín, y allí durmió una noche. Y luego esotro día, a cuatro de no-
viembre de este desdicha año de 1612, domingo infraoctavas de
dicha fiesta de Todos Santos, por la tarde, a las cuatro, se hizo
una solemnísima entrada [...]
Entró Su Señoría Ilustrísima por el portal que llaman de Cuar-
te, habiéndole visitado en dicho convento la Ciudad, los diputa-
dos, la Audiencia Real y toda la caballería y gente noble de Va-
lencia, con común y general alegría de todos.
Ligeros percances fueron interpretados como de mal agüero:
"Hizo un viento tal desaforado en aquel portal, que alzaba las
137. GV, p. 140.
372 RAMÓN ROBRES LLUCH [92]

piedras del suelo. Y ahora fuese por él, o por descuido del cru-
cero, se quebró la cruz del guión que llevaba delante y cayó en
el suelo, y la hubieron de atar con una cinta de seda; y asi fue
toda la procesión atada. En estas dos cosas no faltó quien pro-
nosticó los grandes trabajos que había <*.>. tener su Señoría en
Valencia us."
Los coches ocupaban la carrera desde el portal de Cuarte a
la plaza de la seo. No existían las aceras, refinamiento urbano
algo posterior. Y sucedió que amontonándose los vehículos, "es-
taban que se tocaban unos a otros sin poder ir adelante ni vol-
verse atrás, encallados, que ni ellos, ni la demás gente, gozaron
de la fiesta". Ilustra la curiosa escena el comentario de un via-
jero francés, Bartolomé Joly, que pasó por Valencia en 1604:
Hi ha a Valencia tants de cotxes que, llevat París, no cree
que n'hi naja tants en cap altra ciutat de Franga. De les per-
sones de ma mitjana, sovint se n'ajunten dues per poder pos-
seir-ne un. Els qui no teñen cotxera on guardarlo, de nit l'acos-
ten a sa casa, fent que la llanga del cotxe entre per una flnes-
tra on el lliguen i queda subjecta; com que l'ivern en aquesta
ciutat es temperat, els cotxes no s'hi fan malbé a la inter-
perie13i).

Mientras deliberaban para desviar el itinerario, hallándose el


prelado junto a la portería del convento de Santa Úrsula, "de-
lante de mí, y disimuladamente, se quitó las calzas y zapatos. Y
preguntándole el deán y el arcediano para qué hacía aquello, dijo
que S. Antonino, Arzobispo de Florencia, de su Orden, así entró
en su arzobispado y que él le quería imitar en aquello."
Llegaron por fin a la plaza de la seo "y la gente, deseando
verle los pies descalzos, edificándose con tan buen ejemplo y hu-
mildad y obra tan santa y tan nueva, pedía verlos. Y los minis-
tros dichos[...] le levantaban decentemente el halda y se los mos-
traban. Y el Señor Arzobispo, como un ángel, sin pestañear en
todo esto, iba con una composición y gravedad de un Ambrosio,
o Crisóstomo."
Simonistas y celantes observaron en aquella recepción una paz
no concertada. Pero la tensión estaba a flor de piel, y era utopía
mantener la ecuanimidad. En tal o en cual punto del trayecto
surgían amagos de fricción.

138. Ibid., p. 140 nm.


139. MANUEL SANCHIS GUARNER, La ciutat de Valencia..., Valencia 1973,
p. 222.
[93] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 373

A un fraile dominico le colgaron a la espalda con alfileres


una estampa de mosén Simó; y así lo llevó gran trecho. Hasta
que advirtiendo era objeto de risas, se volvió y mirando a la gen-
te, les dijo con grande ánimo: Mirad, valencianos, en qué tenéis
a vuestro santo, que le colgáis en un lugar tan indecente como
es el trasero.
Hubo dimes y diretes entre una señora y un clérigo. Y nunca,
mejor que entonces, fue cosa de un santiamén: "Estaba la puer-
ta de la seo con una portada muy bien dispuesta de cuadros de
santos de la ciudad y epigramas y jeroglíficos al propósito del pre-
lado que entraba, muy agudos y muy para ver, salvo que en la
cima de la portada y definición de todos los santos, había un cua-
dro de mosén Simón y a sus lados, más abajo, los dos Vicentes.
Mas, ¡qué insolencia desatinada! A cerca de esto diré lo que acon-
teció antes que entrara el arzobispo. Como se llegara la gente a
ver la portada, llegóse entre ella una señora muy pía, de buen
entendimiento y honrada, que está muy bien en el caso de estas
cosas de mosén Simón, y cerca de sí oyó un clérigo que allí esta-
ba, que dijo: San Simón está en el mejor lugar. Tapóse dicha se-
ñora y, vuelta al clérigo, le dijo: Eso de San Simón, no, hasta que
lo diga la Iglesia. Y picó de allí luego diciendo y haciendo. Como
si fuera un áspid picado, el clérigo se volvió, y no la dejó de he-
chicera, infame y otras palabras mayores, que pensó la buena mu-
jer que le iba detrás a sacudirla. Al fin, entre la gente traspuso '*."
A pie descalzo hizo su entrada el arzobispo. Otra cosa fue cuan-
do se disponía a devolver las visitas oficiales. La pompa era in-
dispensable para salvaguardia de la dignidad del cargo: "y salía
con tanto acompañamiento de sus capellanes, a caballo, con Cruz
delante, y carroza en cuatro caballos, que representaba muy bien
su dignidad. Y en tales tiempos convenía; que todos estaban pas-
mados de ver tanta majestad, que hasta entonces no habían visto."
Fue uno de los primeros cuidados visitar el sepulcro y la. dis-
cutida capilla o altar de mosén Simó. No dijo palabra. Tampoco
dio signos de veneración o especial estima.
Ya por entonces corría la fama de una gran reformación en
las costumbres de Valencia por el recuerdo de las virtudes del
beneficiado de San Andrés. Apenas se ajusticiaba a nadie. Se ha-
blaba de conversiones ruidosas. Predicaba mosén Estevan la de
un fraile (callando el nombre), que por veinte años había vivi-
do amancebado. Doliéronse los frailes. Nuestro dominico rompió
una lanza pensando en los venideros tiempos, encerrando el des-
140. GV, pp. 139-142.
374 KAMON ROBRES LLUCH [94]

agravio en el secreto de sus páginas. Replicaba con un más eres


tú, propio de muchachos o de mujerzuelas: "Lo que se sabe por
tan cierto, que lo vemos con los ojos, es, que todos los amigados
toda su vida, y las mujeres mundanas y que viven mal, y los usu-
reros, y cuanto más desuellacaras, más son devotos apasionados
y grandísimos defensores de mosén Simón y su devoción. Y si
bien dicen que es santo, nadie trata de imitarle." Y narra esca-
lofriantes homicidios, para concluir que jamás tantas muertes de
clérigos y seculares se vieron en Valencia.
Por lo demás, está el hecho. Mosén Simó descuida la protec-
ción de sus devotos. Un clérigo, para mayor claridad, de la pa-
rroquia de San Andrés, mosén Castells, antes casado, y torcedor
de seda, tenia una hija de pocos años, que le servia en su casa.
Tuvo necesidad el clérigo de ausentarse por unos días, y se enco-
mendó a mosén Simón para que le guardase la casa y la hija:
"Fuese muy confiado y descansado. Y Dios y enhorabuena, la hija
embarazóse con un mozo, que se opuso a mosén Simón. Cuando
volvió mosén Castells de su misión, halló el mal recado en su
casa y a su hija más para casada que para doncella. Y fue tan
discreto este simonista, que a voces, a quien no le quería oir, con-
taba la encomienda a mosén Simón y la mala cuenta que le ha-
bía dado de ella M1."
El arzobispo, que a estas alturas no había llegado a tener una
visión clara del problema simonista, andaba con prudencia gran-
de, "mirando a todos las manos, a ver de qué pie se movían", y
pidió a los provinciales de dominicos y franciscanos que prohibie-
ran apretadamente a sus frailes hablar en público ni en pulpitos,
de mosén Simó. Salieron desterrados algunos recalcitrantes y se
abrió una tregua en las cátedras sagradas. No así en la pluma de
Gavastón: "Fue este remedio tan errado, como si degollando los
lobos el ganado, atara el pastor los perros y mastines que lo guar-
dan. Y como si entraran por la Iglesia los herejes, predicando sus
errores, y a los predicadores católicos les mandaran que no su-
beran al pulpito ni boquearan w2."
Los simonistas aprovecharon toda ocasión para vejar a sus
enemigos. A un lego le persiguieron a pedradas; a otro le hirie-
ron en la cabeza; a otros les abucheaban, "a nuestras beatas las
corrían de la misma manera y las trataban de infames, alcahue-
tas, mancebas de los frailes."

141. Mcl., pp. 144-148.


142. Itñd., p. 149.
[95] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 375

Y a todo esto, los representantes de la autoridad callaban y


reían.
Algunos personajes —con la anuencia expresa de los jesuítas—
trataron largamente con los letrados "si los jurados podrían qui-
tarnos el convento y echarnos de la ciudad. Y los pobrecitos ca-
rísimos iñiguistas decían entre ellos, así irritados y ciscados con
grande blandura, y torciendo la cabeza: ¡No hicimos nosotros tan-
to ni dimos tanta ocasión en Venecia y nos echaron de ella!
¡Ah!, ¿qué os parece del ánimo de éstos? ¿Qué harían de se-
creto los que en público se atrevían a decir tales palabras? Pon-
ga Dios su mano en esta buena gente '•*>."
No expresa en su dolor un deseo de venganza. Ya se cuida de
aclarar en otro lugar que lo sobrellevaban por amor de Dios, con
la esperanza de que algún día se descubriese la verdad: "Hacía-
mos oraciones públicas y secretas en este santo convento de Pre-
dicadores, para que Dios alumbrase esta ciudad, y llorando y gi-
miendo a los santos hijos de esta tierra, que también corrían nau-
fragio con nosotros y padecían afrentas."
Obraba la mano misteriosa del mayor de los si?nonistas: "y
al santísimo fray Sobrino le parecía que todo esto era voz de
Dios, y lo decía, y castigo merecido de los frailes de Predicado-
res y justicia del cielo, pues no querían adorar al santísimo mo-
sén Simón."
Culpables eran en tercer lugar, los clérigos, movidos "por la
pasión del bonete '*•."

2. Bárbaro consuelo

Ceguedades y emulaciones con capa de espíritu, y tan acen-


tuadas, eran muy peligrosas: "estas fueron la causa de los desa-
tinos que enseñó y publicó en París Guillermo de Sancto Amore.
Y estas mismas de bonete o capilla han llevado la bandera en todo
este embeleco, y durarán aun muchos años."
El Consejo de la ciudad privó a los dominicos de las cátedras
universitarias, pero desde Madrid impidieron que tal medida se
llevara a efecto.
Los hijos de Santo Domingo sintieron aliviarse un tanto sus
penas, viendo que actuaba la mano de Dios airada en las filas
enemigas: "Este año [1613], la Majestad Divina, justo Juez de Los
143. Ibíd., p. 139.
144. Ibld., pp. 161-103.
376 RAMÓN ROBRES I.LUCH 196]

causas de los pobres atribulados que no tienen justicia en la tie-


rra, que les ampare o defienda, envió un azote gravísimo a esta
ciudad de Valencia sobre los muchachos, que tan descompuestos
andaban en afrentar y ultrajar a los sacerdotes religiosos y sier-
vos de Dios. ¡Qué de garrotillos y viruelas! Que no hubo casa de
la cual no saliesen tres o cuatro muertos de ellos, u dos o a lo
menos uno. De suerte que se contó por los libros de las parroquias
que murieron este año pasados de siete mil muchachos, sin que
se diesen acato para enmendarse W5."
Ocasión tendremos de conocer nuevas y atroces glosas de esta
índole, por las que el cronista interpreta los signos de los tiem-
pos y halla consolación.

3. La Relación del arzobispo a Roma

Parva es la gavilla que ofrece a nuestra curiosidad la pluma


de nuestro fraile en el año de 1613. Por otras fuentes llegábamos
al conocimiento de los pasos de mayor significación, y echábamos
de menos la Relación que ahora felizmente poseemos. De ella se
daban por enterados en Roma el 12 de diciembre '*.
Huelga ponderar la importancia del informe, así por parte del
autor como del destinatario. Gavastón lo tuvo en sus manos y le
pareció excelente. Debemos agradecerle la historia textus: "Este
año trece, por la cuaresma, viendo el señor arzobispo crecían los
males y llegaban ya los desafueros al cielo, echó de ver tenía
obligación de dar razón al Sumo Pontífice Paulo Quinto de lo que
pasaba en su Iglesia y arzobispado a cerca de la veneración de
este hombre, y en razón de esto, las demasías que se hacían, pre-
dicaban y publicaban, el grande menosprecio que se hacía de las
religiones, el poco respeto y obediencia que se tenía a la cabeza
de esta iglesia, el quebrantamiento de los sagrados cánones, or-
dinaciones sinodales, poco o ningún respecto a las censuras ecle-
siásticas, los gravísimos pecados mortales, las sectas que asoma-
ban la cabeza y aun predicaban. Todo lo cual le corría obligación
escribir a Su Santidad, como lo manda el sagrado Concilio Tri-
dentino.
Y para mejor hacer esto con quietud y secreto, bien informa-
do de vista y experiencia, se recogió en una heredad o alquería

145. Ilnd., pp. 163-164.


146. RAMÓN ROBRES LLTJCH, En torno a Miguel de Molinos y los orígenes
de su doctrina..., "Anthologica Annua", 18 (1971), pp. 378-384.
[97] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 377

de los Aliagas, sus parientes, y hizo un memorial sólo en hecho,


muy bueno, en latín y se lo envió a Su Santidad 147."
Ocupa cincuenta páginas; es de estilo ampuloso y con repeti-
ciones w. En pos de la claridad, no seguiremos el orden del autor,
encuadrando el texto en los siguientes epígrafes: a) Vida de Simó;
b) Culto y excesos; c) Actitud del prelado.
a) VIDA DE SIMÓ. Pocos fueron los que conocieron su vida, y
su santidad tan oculta, que ni los clérigos de la propia parroquia,
mientras vivió formaron de él concepto de eximia virtud; simple-
mente lo tenían considerado como a cualquier otro clérigo de
vida honesta, cuidadoso de cumplir las obligaciones de su minis-
terio y de su alma W9. La modestia de su rostro y compostura del
cuerpo, más bien que a santidad se deben atribuir a cierta cor-
tedad o idiotez innata !5°. Se ha de considerar que cuando se
trata de un auténtico santo, no permite Dios que la vida de su
siervo pase completamente desapercibida, supuesto que ha de ser
para los demás modelo de virtudes. La Divina Providencia hace
que, a pesar de la humildad del santo, se manifiesten de algún
modo sus virtudes heroicas, y así, o les otorga el don de profecía
o el de hacer milagros, a fin de que, por estos medios, se animen
los cristianos a invocarle y a admirarle en vida.
Apenas fallecido, no lo enterraron ni sepultaron, según cos-
tumbre, sino que le pusieron en lugar sacrosanto, a saber, deba-
jo de un altar, sin haber precedido averiguación ni información
alguna. En su honor han puesto una inscripción: Mortuus, sed
non foedatus, afirmando con esto que fue virgen y conservó la
inocencia bautismal hasta el día de su fallecimiento m. Esto se
predicaba en los pulpitos, añadiendo que habia sido confirmado
en gracia y que por haber muerto sin afecto de pecado venial, sin
pasar por el Purgatorio, subió al Cielo.

147. GV, p. 164.


148. "Memorial que escrivió el limo. Sr. Dr. fray Isidoro Aliaga Arzobis-
po de Valencia al Papa Paulo Quinto en que se reflere[n] los excessos come-
tidos en la veneración de Mn. Simón. Tráele el Pe. fr. Jayme Falcó, y está
ingresso en uno de los tomos que se conservan en las rexetas". La titulación
es del s. xvm.
149. "...cuius vita paucis nota, et sanctitatis adeo occulta fuit. ut clerici
eiusdem Ecclesiae, qui eum viventem noverant, nihil praeclarius. aut eximius
de illo conciperent, quam de alio quovis probae aut honestae vitae clerico, qui
curam suae salutis, et offlcii, solicite gerat". Memorial de Aliaga, p. 1.
150. [Clerici] "qui eum familiariter noverant quique modestiam oris, cor-
poris compositionem quam ule prae se ferebat, inertiae, aut habetudim's po-
tius quam sanctimoniae viri tribuebant". Ibíd., p. 15.
151. Ibid., p. 39.
378 RAMÓN ROBRES I.LUCH [98]

Entre los favores celestiales, con que fue distinguido, se cuen-


ta su Desposorio espiritual con la Santísima Virgen Madre de
Dios, habiendo recibido en arras un anillo de manos de la San-
tísima Virgen María 1K, sobre lo cual se celebró una fiesta de con-
memoración en la parroquia de Santo Tomás Apóstol de Valen-
cia, con sermón. El predicador anunció que todo el tiempo habla-
ría de los místicos Desposorios de Nuestra Señora con el Venera-
ble Padre Simó.
Y a esto se reduce toda la ciencia del arzobispo acerca de la
vida del pretendido santo: un vir obscurus, honesto, de escasa
actuación y menos luces, tirando a simple. No es para los alta-
res. El ataque es negativo; sin meterse en averiguaciones sobre
su vida escandalosa, tan profusamente historiada por Gavastón.
Es de notar que la referencia a los Desposorios místicos va
mencionada sin la calificación de blasfema y mucho menos se
adorna con las sátiras de mal gusto, ávidamente coleccionadas.
A pesar de todo, sorprende la brevedad sobre la vida del clé-
rigo. Fray Isidoro Aliaga se muestra excéptico. Cuanto se prego-
naba de Simó no tenía otro fundamento que las palabras de una
mujercita, la madre Francisca, su maestra de espíritu.
Quizá en aras de la imparcialidad, no quiso el prelado fiarse
de las acusaciones gravísimas lanzadas por los de su hábito; co-
mo tampoco beber en las actas del Proceso Diocesano. Para nada
arguye sobre doctrina.
b) CULTO Y EXCESOS. Sobre este particular se ve obligado a
recurrir a las declaraciones de dominicos y franciscanos. Según
éstos, la conmoción popular pudo tener su origen en tantos y tan
estupendos milagros como se divulgaron en los primeros días.
Bastaba que un pobre, para recoger limosna, o un enfermo, in-
ducido por algún clérigo, clamase ¡Milagro! ¡Milagro;, para que
se lanzaran al vuelo las campanas de la iglesia, y sin más ave-
riguaciones, fuera aceptado como auténtico 153.
Fomentaron aquella exaltación muchos predicadores. Ya des-
de los primeros días de la muerte del Venerable Sacerdote, pro-
clamaron sus virtudes, revelaciones, visiones y milagros; de tal
manera, que a once días de su fallecimiento, se celebró en la Igle-
152. "Qui etiam in ea visione, et cximiis íavoribus, et divinis gratiis con-
solatus est. Ad haec desponsatam illl spiritualiter fuisse Sacratissimam Vir-
ginem Deiparam singularique modo cam peractam desponsationme, accepto
annulo pro arrha ab cadom Sanctissima Virgine Mana" Ibid., p. 4. Cfr. nota
274 del texto de la Vida por Gavastón.
153. Memorial de Aliaga, p. 12.
[99] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 379

sia Metropolitana una misa en honor de Simó y el predicador


afirmó que el Venerable había obrado trescientos cincuenta y
tres milagros visibles. No entraban en la cuenta los innumera-
bles pecadores convertidos. Salieron cuatro predicadores por todo
el reino de Valencia con esta finalidad. Pronto hicieron volar por
España entera la fama de tantos milagros, divulgando estampas,
poesías, loores. Hasta en comedias se representaban los prodigios.
Dominicos y Menores denunciaron repetidas veces estos abu-
sos intolerables, por contravenir al sagrado Concilio de Trento y
al de Letrán, por lo que estaban incursos en excomunión.
En estas particularidades no salen los canónigos mejor librados
que en las páginas de Gavastón, pues de ellos escribiría: "En esta
capilla se empezó tan grande culto, que dudo yo que en capilla
ninguna, aunque sea la del Santo Sacramento, jamás se vio. Por-
que todos los sábados se cantaba en ella la Salve con toda la mú-
sica de la seo. Todos los días no se daban lugar las misas unas a
otras [...] Mas, ¿qué decencia? Todas las fiestas entoldaban to-
das las paredes de aquella parte de la plaza con los paños y bro-
cados de la seo. Y todos los días y noches, hasta qué h jra, había
asentados ciegos rezando las alabanzas de mosén Simó[...] Pu-
sieron también los canónigos en la iglesia de la seo un retrato
de mosén Simón, entero, de la altura de un hombre, con un cru-
cifijo y un ramo de azucenas en la mano derecha y un libro en
la siniestra, en el pilar del trascoro que cae delante la capilla
de San Pedro. En todas las fiestas de San Marcos, cada año, por
honra de mosén Simón, hacían tañer las campanas todas de la
seo a vuelo, como la noche de Navidad y día de Nuestra Señora
de Agosto, fiesta de la dicha seo. Y aun Nuestro Señor conservó
entre estos canónigos tres, que no les parecían bien tan grandes
excesos 154."
Si estas palabras no iban en el memorial, el arzobispo denun-
ciaba algo equivalente. Porque en la capilla exterior, dice, pusie-
ron los canónigos una imagen de Simó, más que de tamaño na-
tural —un lienzo— donde con Simó estaba pintado Cristo Nues-
tro Señor llevando la Cruz, y las mujeres que se lamentaban. ¿Ocu-
paba Simó todo un primer plano? ¿Exagera el arzobispo? He aquí
sus palabras: "Imaginem quandam maioris formae Venerabilis
patris Simonis posuerunt, in qua, cum ipso patrem Simone depic-
tus erat Christus Dominus Crucem baiulans, et sanctae muliercs,
quae eum lamentabantur I55."
154. GV, p. 138.
155. Memorial de Aliaga, p. 32.
380 RAMÓN ROBRES LLUCH [100]

Representaba la escena —como ya dijimos— la visión de Simó,


mientras meditaba el Vía Crucis por las calles de Valencia.
Y prosigue el arzobispo que de esta visión o aparición, muchos
hombres y mujeres, incitados por la devoción, empezaron a cele-
brar todos los viernes procesiones y estaciones, desde la cárcel
pública hasta el patíbulo. Gradualmente se introdujeron abusos,
como el besar las gradas de la horca, subiendo de rodillas, a la
manera que la Escala Santa de Roma es adorada por los fieles.
En el plano de la horca plantan un Crucifijo, como sobre un al-
tar. Se celebraban preces en común y había sermones por parte
de encapuchados; y esto duraba hasta la media noche. Quiso im-
pedir estas procesiones, mas no pudo lograrlo. Consiguió que en
vez de este lugar, tuvieran fin en una iglesia 156.
Volvemos a echar de menos aquellos escandalosos tratos y em-
panadas, sobre cuya, realidad tan seguro se mostraba Gavastón
en su denuncia.
Dominicos y Menores clamaron públicamente contra aquellas
desviaciones de la piedad. En consecuencia, fueron odiados por el
vulgo, escarnecidos y hasta golpeados, según consta. Les llamaban
calvinistas y herejes que atacaban la veneración de los santos.
Llegaron en su temeridad los simonistas hasta proferir blasfe-
mias contra los santos de dichas Ordenes. Ante una imagen de
San Vicente Ferrer, le dieron higas, mientras canturreaban: ¡San
Vicente, quedaos en un rincón, que ha venido mosén Simón! A
San Luis Bertrán le insultaban de loco y necio, y que por eso
había sido depuesto de su Priorato de Valencia. De San Francis-
co decían que vivió torpemente con siete u ocho mujeres; y que
Santa Clara había sido su concubina. Y otras muchas cosas ab-
surdas 157.
Refiere que hallándose en El Villar, esperando el pallium, para
su entrada oficial en la sede, vino a visitarle el Padre Prior del
convento de dominicos de Valencia. Se hizo correr la especie que
había ido principalmente para informarle contra el culto de Si-
mó, lo que niega el arzobispo. Se dijo, además, que ya estaba pre-
parado el edicto prohibitorio, lo que tampoco era cierto. El día
21 de julio de 1612, día de Santa María Magdalena, se congre-
garon tumultuariamente en la catedral todos los estamentos de
la ciudad, amenazando con Incendiar el palacio arzobispal y arra-
sar el Convento de los dominicos. Estos se parapetaron en su casa
y el virrey hizo cuanto pudo para defenderles.
156. Ibid., pp. 32-33.
157. Ibid., p. 17.
[101] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 381

Otra conmoción estalló el 19 de octubre del mismo año,


en ocasión de la fiesta de San Luis Bertrán. Se hallaba presente
el Virrey. Al moverse el alboroto, tuvo una feliz idea el Vicario
General de la Provincia Dominicana de Aragón, mandando po-
ner estampas de mosén Simón en diversos lugares de la iglesia y
en el pulpito w.
c) ACTITUD DEL ARZOBISPO. El era consciente de la gravedad.
De no acudir a tiempo, se cerraría el horizonte para hallar una
solución adecuada. Mas, ¿a qué parte acudir? Apenas hallaría uno
que le informase libre y desapasionadamente. Estaba en su mano
imponer silencio a una de las partes, a los religiosos, naturalmen-
te; aunque fue menester licencia del Nuncio apostólico. Domini-
cos y Menores deberían callar, contentándose con avisar al ar-
zobispo de los abusos a corregir en el culto de dicho sacerdote.
Si fuera de todo punto necesario hablar, lo tendrían que hacer
según un formulario que les mandaba. Fue menester castigar a
algunos religiosos.
La medida, sin embargo, fue aprovechada por la facción opues-
ta, como dueños absolutos del campo. Se burlaban del srzobispo
clamando en masa y en pleno día: ¡Víctor mosén fimo, a pesar
del archetrisbe, que es un frare motiló! Apedrearon de noche las
puertas del palacio arzobispal.
Sufría estos vejámenes con paciencia, mirando a su persona.
Pero ya no podía menos de dolerse de aquella actitud de graví-
simo escándalo y desobediencia a la Sede Apostólica y al que era
su prelado; lo cual era insufrible, pues se había divulgado por
todas partes.
Pensó en un segundo remedio, llamar a consulta a unos pocos
teólogos, distinguidos por su piedad y doctrina, según lo estable-
ce el Concilio de Trento, en la sesión veinticinco. Antes expuso
el plan a su Cabildo catedralicio, rogándoles su parecer, y que
sobre ello se expresaran con entera libertad. Podían nombrar
uno o varios capitulares para la proyectada reunión de teólogos,
bien entendido, que en aquella reunión no entrarían dominicos
ni franciscanos para no dar ocasión a rumores, sino que, de co-
mún acuerdo, sin dejarse llevar de afectos particulares ni pre-
juicios, deliberasen conjuntamente.
Pidieron los canónigos espacio para deliberar, y luego le pre-
sentaron un memorial. Decían que en la veneración pública o pri-
vada de dicho sacerdote nada hallaban que no pudiera ser rec-
158. Ibid., pp. 19-22.
382 RAMÓN ROBRES LLUCH | 102 I

tamente permitido. No convenia la reunión de teólogos. Si el pue-


blo se enteraba, habría mayor conmoción que hasta entonces,
poniendo en peligro la Ciudad.
Y mientras tanto, los canónigos se dieron prisa y pasaron a
la acción. Llamaron a un perito canonista, no teólogo, y le die-
ron la consulta del arzobispo a fin de que emitiera parecer, lo
cual hizo, y se mandó imprimir. Tenía puesta el prelado pena de
excomunión a los impresores que dieran a la estampa cosas refe-
rentes a mosén Simó. No obstante, por mandato de los canónigos,
se imprimieron más de dos mil ejemplares del dictamen y circu-
laron por toda España.
No veía otro remedio sino informar a Su Santidad, pues todo
andaba de mal en peor, hasta el punto que recelando las turbas
que algunos predicadores pudiesen reprender los excesos desde el
pulpito, acudían dispuestos a interrumpirles con cencerros y aun
con piedras.
Avisa que corre un documento en favor de los simonistas, que
dice:
Sentiré contrarium quod sentit Ecclesia Valentina de sancti-
tate, et veneratione Venerabüis Patris Francisci Hieronymi Si-
monis, impium est, errori proximum. Ex decissione Cardinalium
Belarmini, Zapatae, etc.

Lo han divulgado por todo el reino de Valencia, principado


de Cataluña y otras ciudades de España. Cierra el memorial di-
ciendo que sólo ha narrado en compendio lo sucedido en un año
y no cree necesarias nuevas consideraciones:
Et haec sunt, Beatissimae Pater, quae integro unius anni spa-
tio a morte Venerabüis Sacerdotis Francisci Hieronymi ad hanc
usque diem, circa devotionem, cultum, venerationem eiusdem
contigere: non solum ista, sed multa alia effecta sunt, quae re-
ferre nec íerme possibile, nec necessarium videtur, cum ex dic-
tis, totius rei gestae series, fldes, veritas, abunde cognosci po-
test i».

El memorial no lleva datación. Ya sabemos que fue compues-


to durante la cuaresma de 1613. Resta averiguar si tuvo efectivi-
dad. El proceso de beatificación atravesaba etapas laboriosas. Al-
gunas eran de favor. En Roma había producido excelente impre-
sión después que fue concluido con licencia del prelado. Pero
después del memorial de Aliaga, las cosas tomaron nuevos rum-
bos. De momento, el prelado valentino marchó a la corte. Su her-
159. Ibid., pp. 23-50.
[103] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 383

mano fray Luis era el confesor del rey. El arzobispo permaneció


allí año y medio (septiembre-enero 1613-1615) y su empeño con-
tra Simó sería la causa determinante. Su denuncia ante Roma
fue la ocasión de que el asunto se pusiera en manos del Santo
Oficio. El fantasma de una nueva secta en Valencia fue tomado
en serio por la Curia Romana: "Este año de diez y nueve parece
que empezó para persecuciones más apretadas que jamás hasta
ahora habían padecido los frayles desta Casa de Predicadores en
todos los siete años que ha que dura ésta de mosén Simón[...]
Más adelante. Este mismo año de 1519 se empezaron (podemos
decir) más desvergonzadamente que nunca, y a lo público, las
maldades y herejías de Martín Lutero en Alemana, en la Ciudad
de Vitemberga. Y así como este heresiarca y su mala doctrina
tuvo por contraria la sagrada Orden de Predicadores, y por ella
y por la Iglesia, y por la Santa Fe Católica, salió a defenderla el
Padre Maestro Inquisidor y Comisario General de la Cruzada en
aquella ciudad, fray Tetzelio, hombre doctísimo y viejo en los años,
que con grande ánimo y pecho resistió a Lutero, y por ello fue él
y su religión sacrosanta perseguidos de los luteranos, y afrentados
sus frailes, tanto que les gritavan por las calles desvergonzada-
mente y afrentosamente los corrían; así aiiora, en esta oca-
sión, lo son también dichos religiosos de esta santa casa de
Predicadores por los Simonistas, y tratados con tanto menospre-
cio y ultraje (como vemos) este año, que es compasión decirlo; y
leerlo se escandalizará cualquier católico 1(a."
Hay evidentes exageraciones. Tetzel no era doctor en teología,
razón por la cual no podía enfrentarse con Lutero. Ni era justo
parangonar Valencia con Wittenberg.
Para entender la postura del dominico frente a determinados
personajes, hay que prestar atención a una controversia teológi-
ca que le hiere en el alma. Esta, de por sí, nada tiene que ver
con la santidad del beneficiado, aunque todos entran en la secta,
a quien Dios castiga. Más de cincuenta casos de muertes desas-
tradas de simonistas, interpretadas como evidentes castigos del
cielo, trae una Relación de otro dominico, el Padre Maestro fray
Gaspar Barberán. Gavastón escoge dos y las lleva a su telar, co-
mo entre las más significativas: la de un jesuíta y la de un car-
denal. Tienen ambos la doble tacha: simonistas e inmaculatistas.
Era el padre Sotelo "hombre tenido por docto entre los pa-
dres iñiguistas, pero arrojado en el pulpito, y así en muchas co-
sas se alargó en este argumento de la santidad de mosén Simón,
160. OV, p. 165.
384 RAMÓN ROBRES LLUCH [104]

todo a fin de tener el aplauso del vulgo en su Orden; porque co-


mo estos padres más siguen la razón política —por no decir la
secta política— que no la razón evangélica, más se acomodan a
ir al hilo del agua del mundo, por no hacer encuentros con él,
que padecer con las palabras de Cristo que dicen: Beati eritis
cura vos oderint homines, et persecuti vos fuerint, et dixerint omne
malum adversum vos, mentientes, propter me.
Ahora, pues, parte de lo que predicó en este particular está
dicho arriba[...]"
También nosotros lo hemos referido por otras fuentes. Des-
pués del sermón en la catedral, en 1613, se le humilló publi-
camente con un mandato del Santo Oficio: "Diose razón a
la Santa Inquisición, y domingo infraoctavas del Sacramento,
le hicieron bolver a subir al mismo pulpito y le hicieron desde-
cir de lo dicho. Asistieron en el sermón muchos frailes de dife-
rentes órdenes, y de esta casa también huvo muchos, que es lo
que él y ellos más sintieron. De ahí a pocos días, murió corrom-
pido, y avergonzado, pagándole mosén Simón lo que le había hon-
rado sin merecerlo 161."
La afirmación "de allí a pocos días" se ha de entender en sen-
tido amplio. Pasaron nueve meses, es decir, desde el seis de junio
(domingo infraoctava del Corpus de 1613) hasta el diecinueve de
febrero inmediato, según lo anota un cronista diligente, que tie-
ne al jesuíta por hombre de virtud y letras, quizá con una pizca
de piadosa exageración:
Dijóus, a 19 de febrer, entre deu y onse del matí, morí el
Padre Joan Sotello de la Casa Profesa de Companya de Jesús
de Valencia, persona de grans parts y doctissim162.

El segundo personaje que precipita al furioso torrente de su


indignación es nada menos que el Inquisidor General, Cardenal y
Arzobispo de Toledo, Don Hernando de Rojas, de cuya tragedia
habla cual si tratara de ilustrar un comentario sobre el fin de
los perseguidores de la Iglesia. Los pormenores son minuciosos y
tales cuales parece requerir la condición de la víctima. Así escri-
be y así piensa: "El año pasado de diez y ocho, a la fin de Se-
tiembre, determinó el Señor Arzobispo [Aliaga] ir a Madrid, como
lo hizo, tan a la ligera, que no llevó consigo más recámara que
su compañero, el Padre Maestro fray Tomás de Maluenda, hijo de
esta Casa de Predicadores, y dos criados, porque su intención era
161. Ibicl., pp. 123-125.
162. JOAN PORGAR, Coses evengudes..., I, p. 203.
[105] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 385

volverse luego. Fue a solicitar se acabase de despachar, por el


Inquisidor General y Arzobispo de Toledo, Don Hernando de Ro-
jas, un edicto, que de orden del Papa Paulo Quinto, había de des-
pachar a esta inquisición acerca de las imágenes de mosén Simón,
el cual se detenía muchos meses había y no se despachaba, dicen
que por respectos del Duque de Lerma, que siempre fue valedor y
favorecedor secreto de mosén Simón y sus excesos. Como quiera
que sea ello, fue tan a la larga que, con estar ya hecho para des-
pedirlo, jamás le vino a pliego, y el Arzobispo siempre perseve-
rante allí; hasta que víspera de la Santísima Concepción de Nues-
tra Señora, a la noche, después de haber cenado, le dio unas vo-
luntades de vomitar y, en la primera, arcada, vomitó la vida. Di-
cen que fue por muerte de tósigo, que una ropa de martas que le
presentaron, le pusieron, y la ropa de martas le presentó así con-
fitada, Don Rodrigo Calderón, Marqués de Siete Iglesias. Al fin,
preso está hoy dicho Calderón por otras cosas importantes y por
ellas confiscada su hacienda, que dicen pasa de ocho millones.
Dios le ayude m."
Fue castigo del cielo, se apresura a definir con temeridad:
"Lo que sé es que este Arzobispo de Toledo ha sido el que ha he-
cho la tan extraordinaria negociación con el Rey acerca de pe-
dir al Papa difiniese de fe la Pía, y vino a ser muerto sin confe-
sión, ni sacramentos, noche de la Concepción. Justos juicios de
Dios. Y muchos lo han notado lffl."
Sin comentarios por nuestra parte.

4. Aliaga, Inquisidor General

Auras de triunfo para los enemigos del Venerable. Felipe III,


al declarar las mercedes que otorgaba el día de los Santos Reyes
de 1519, había nombrado Inquisidor General a su Confesor, el Pa-
162bl> Viva está en la memoria popular el fin de este valido de Felipe II, en
quien la gente veía simbolizado el orgullo. Dicen de cualquiera que se le pa-
rezca: "Tiene más orgullo que Don Rodrigo en la horca". Un romance pone
en boca del condenado cuando esperaba el vaivén:
Caldero inútil he sido,
que ya no soy Calderón.
¿Qué me importa ser marqués
de Siete Iglesias, pues hoy
ninguna iglesia me vale
aun para hacer oración?
163. QV, p. 166. Falleció de repente en cuestión de inedia hora. Tenia
el pulmón podrido. JOSÉ GoSi GAZTAMBIDK, El Cardenal Bernardo de Rojas
y Sandoval, protector de Cervantes (1546-1618). HISPANIA SACRA, 32 (1980)
p. 66.
ANTHOLOGICA ANNUA. 26 y 27. — 25
386 HAMON ROBRES LLUCH t!06l

dre Maestro fray Luis de Aliaga. Faltaba la confirmación ponti-


ficia. Gozo y temor en los hijos de Santo Domingo: "Fue cosa
de espanto ver como se marearon los padres iñiguistas, y cómo
conmovieron a todas las religiones a que les ayudasen. Y entre
todos compusieron un memorial de razones, que decían no conve-
nía hiciese Su Majestad a fraile de Santo Domingo Inquisidor
General. Y todas las religiones lo firmaron; solamente la reli-
gión de la Santísima Trinidad no lo firmó y la de la Merced."
Diéronse buena maña los dominicos y el rey confirmó el nom-
bramiento. Mucho trabajaron los jesuítas, enviando un memorial
a Roma, pero cuando este llegó, ya las bulas estaban despacha-
das "tres días había", según les dijeron en la Curia.
Nuestro fraile les aviva la llaga con una rociada de burlas e
insultos, porque el Buen Dios no está con ellos: "Dios se lo pa-
gue a estos santísimos padres y premie su grande caridad, y los
buenos ojos con que miran la Orden santa de Predicadores, y pros-
pere sus intentos; que yo confío en el justo Juez Dios que sí ha-
rá. Dicen que profesan mucha prudencia. Yo digo que profesan
grande hipocresía y muy grande necedad.
Finalmente, ello pasó por cosa juzgada; y lo que más es, por
muy acepta en el tribunal de Dios, que quiere volver la Santa
Inquisición a sus quicios, a donde después que nuestro Padre San-
to Domingo fue el primer Inquisidor General, lo fue de toda Es-
paña el Padre San Raimundo de Peñafort y tras él muchísimos
que aquí podría nombrar 1M."
En adelante pisará con mayor firmeza lo que están viendo sus
ojos. Hay nuevos destellos en su pluma. Actor a la vez y parte,
procede con disimulado optimismo a fin de no olvidar el tono
elegiaco, sermonario y acusatorio. Suyos eran, como nunca, el
campo, la cuesta y las piedras.
Al llegar la confirmación pontificia, "hiciéronse grandes ale-
grías en Madrid y luminarias de noche en nuestro convento, y
de la Trinidad y Merced y otros señores muchos y principales
de la corte. Y gozó de esta santa alegría nuestro arzobispo; y de
ésta goza, por hallarse allí presente a todo, como se ha dicho.
También se hicieron acá en Valencia alegrías en nuestro conven-
to de Predicadores y convento de la Trinidad, Merced, Palacio,
Inquisición y Iglesia Mayor y muchísimas casas de caballeros y
personas aficionadas al señor arzobispo."
164. Ibid., p. 168.
[107] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 387

Antes que se despintara la flor, pensaron llevar el negocio has-


ta el fin. Se había de despachar cuanto antes el edicto retenido,
al cual había dado forma el inquisidor pasado.
Desde Valencia presionaban las autoridades escribiendo no
convenía la publicación, porque se alborotaría la ciudad, y pidie-
ron licencia al rey para reformarle: "Y se aprestó una grande
cabalgada, grande acompañamiento y grande estruendo de gen-
te, muchas libreas, muchos criados, muchos acompañantes de ca-
balleros, muchos coches, mucho carruaje, muchas acémilas con
reposteros, mucha plata para su servicio, dinero mucho para su
gasto, tanto que en Requena (primer puerto de Castilla) regis-
traron catorce mil ducados [...]
Salieron para la corte el 18 de febrero de aquel año 1619. To-
dos estos, con los que les acompañaban, pajes, criados y provee-
dores hacían número de ochenta personas; todos eran cada día
de mesa a costa de la ciudad.
Antes de que de Valencia partiesen, tuvieron licencia para ir
de Su Majestad un jurado no más. Y no queriendo sino topetar,
llegaron hasta Ai'ganda, cuatro leguas de Madrid, y allí hallaron
orden de no pasasen adelante sino un jurado sólo. Todavía su-
plicaron, y dieseles licencia que entrasen en Madrid a la sorda,
y pusiéronse en una posada. Y jamás quiso Su Majestad que le
hablase sino un jurado y el síndico de la ciudadf...] Propusieron
su demanda a cerca de que no diese lugar Su Majestad a novedad
alguna en las cosas de mosén Simón, hasta que constase la jus-
ticia y verdad de todo. Respondió Su Magestad: Ya estoy muy
bien informado de todo. ¿Tenéis más que decir? Respondieron
que no. Replicó el rey: Andad con Dios, volveos luego165."
Sabedor del fracaso de la embajada, el Inquisidor General ex-
pidió el edicto. No sosegaban en Valencia. Todos temían el gol-
pe fatal, puesto que en el Inquisidor Aliaga no veían sino parcia-
lidad en favor de su Orden y de su hermano el arzobispo.
Los jesuítas alentaban el fervor, paseando una tablilla con la
explicación de un milagro de mosén Simón: "Los padres teati-
nos no podían faltar en estas tragedias, pues en este sábado [2 de
marzo], (en buena ocasión por cierto), dos teatinos, públicamen-
te por las calles, a vistas de todo el pueblo, llevaron una tablilla
a la capilla de mosén Simón, pintado en ella un milagro que de-
cía uno de ellos había hecho dicho mosén Simón con la flota que
aquel año había venido del Pirú. Y era que había corrido borras-
166. Ibid., p. 178, nm.
388 KAMOH ROBRES LLUCH | 108 I

ca dicha flota y invocando a mosén Simón, cesó y vino a salva-


mento.
Y era mentira, porque en la borrasca no se acordaron sino de
Nuestra Señora del Rosario. Y así lo atestiguaron personas muy
graves que en la flota vinieron 166."
Los simonistas, añade, soliviantaron fácilmente a los escola-
res, que son numerosos, pues de aquéllos quién tiene hijos en la
Universidad, y quién sobrinos, y quién parientes en sus casas y
todos para maestros de hijos, y acompañadores de sus mujeres.
Habla —ya se entiende— de los señores del Estamento, de los re-
gidores de la ciudad, de los canónigos, etc. Aquel mismo día por
la mañana aparecieron cedulones en las esquinas del tenor si-
guiente :
De orden y decreto de nuestra Academia suplicamos a vues-
tras mercedes acudan con sus armas, antes del sermón, a la igle-
sia mayor con los señores pescadores, para no dar lugar a que se
publique un edicto inundando quitar los altares y figuras de nues-
tro muy venerado padre Francisco Hierónimo Simón, para lo cual
nos mueve sus virtudes, santidad y milagros. Salgamos juntos
para que salga7nos con victoria de tantos émulos y contrarios que
a nuestro santo padre Simón persiguen, y antes perdamos las vi-
das, que salgan con sus intentos. Dada en nuestra Academia, a
2 de marzo de 1619. La Universidad y Academia. Y adviertan que
la carta que vino ayer es muy contrario, que no es sino para dar-
nos papilla. Todo hombre salga y nadie falte!67."
La carta, a que se alude en el pasquín, no fue transcrita por
Gavastón, quien en nota marginal de su manuscrito la mencio-
na. Era para que el virrey ayudase a poner en efecto el edicto;
que después Su Majestad ayudaría la causa en sus gastos y con
su favor, para que el papa beatificase a mosén Simón. ¿Estrata-
gema?
Las autoridades no se mostraban diligentes en cortar escánda-
los. El Regente de la Real Audiencia se limitó a cursar aviso a
los dominicos que estuviesen preparados, "porque él sabía que ha-
bía de haber motín aquella mañana." Y como era domingo ter-
cero de cuaresma, fue a los divinos oficios en la parroquia de
San Andrés. Luego, "con toda la frescura del mundo", marchó a
San Bartolomé. Los demás regidores también se fueron, "dejan-
do al pueblo amotinado y desatinado, campo franco y lugar an-
cho para hacer lo que hizo finalmente I6S."

165. Ibíd., pp. 170-174.


167. Ibíd., p. 178.
168. luid., p. 179.
[109] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 389

Ya dimos la versión del tumulto, resumiendo a mosén Porcar


en su dietario. Pero aquella es la voz de un simonista169.
Gavastón se complace en el edicto que copia por entero. ¿Qué
nos descubrirá?
Era inquisidor de Valencia Antonio Roig, el cual, sábado por
la noche, llamó al secretario Jaime Antonio Calaf, a quien, por
ser el más nuevo en la, Inquisición, correspondía leer el edicto en
la iglesia mayor al siguiente día, tercer domingo de cuaresma, en
la misa mayor y antes del sermón. Aunque rehusó la carrera, hubo
de cargar con la obligación, y encomendándose a Dios tomó su
edicto. Era importantísimo majitener el secreto, pues de conocer
su existencia, peligraba su publicación, apelando e intimando una
contención ante el poder civil. Tentáronle los simonistas, pero
negó en redondo. Lo mismo el inquisidor.
Mas, llegado el domingo, viendo entrar a dicho secretario a la
hora de los divinos oficios en la seo, no faltó quien de los graves
le salió al encuentro, conjurándole si tenía el edicto, lo dijese.
Respondió que no traía cosa alguna.
Acudió casi toda la ciudad; unos, porque esperaban algún gran-
de acontecimiento; otros, con sus armas y escopetas secretas para
impedir cualquier cosa que se innovase acerca de mosén Simó, con
determinación de perderse con la refriega. Y Gavastón, colorista,
prosigue: "Y de ésto había tantos, que los clérigos sentían el gran-
de olor de mechas encendidas que llevaban debajo las capas, (por-
que entonces estaba vedadas las escopetas de piedra, y no las
podían llevar sino de mecha), y otros acudían por curiosidad de
oir lo que se mandase.
Todos estos había en la seo. Mas aguacil o ministros del rey,
nadie. De satanás, sí, todos [...]
Llegando la misa mayor al ofertorio, el secretario sobredicho,
que ya estaba al pie del pulpito prevenido, y con el orden que ha-
bía de guardar de su inquisidor, encomendándose a Dios, subió
al pulpito [...] y empezó a leer en voz alta:
Nos, los inquisidores contra la herética pravedad y apostasia
en la Ciudad y Reino de Valencia. Obispados de Teruel, de Tor-
tosa, Segorbe y Albarracín, por autoridad apostólica, etc.
A todos los vecinos y moradores estantes y residentes en to-
das las ciudades, villas y lugares de nuestro distrito, de cualquier
estado y condición, preeminencia y dignidad que sean, exentos o
no exentos, y a cada uno y a cualquier de vos, a cuya noticia vi-
169. RAMÓN ROBRES LLUCH, En torno a Miguel de Molinos..., pp. 387-388.
390 KAMON ROBRES LLUCH 1.110]

nicre lo contenido en esta nuestra carta, salud en Nuestro Señor


Jesucristo, que es verdadera salud y a los nuestros mandamien-
tos, que más verdaderamente son dichos apostólicos, firmemente
obedecer, guardar y cumplir.
Hacémoos saber que considerando que el venerar el pueblo
cristiano a las personas vivas o difwitas, cuya santidad se presu-
me ser cierta es auto de piedad que a nadie le está entredicho,
siendo en particular y sin demostraciones públicas, prohibidas en
derecho y por especiales decretos apostólicos, para los cuales debe
preceder Ucencia y aprobación de la Silla Apostólica, a quien está
reservado beatificar y canonizar los santos y mandar hacer las
averiguaciones y diligencias que esto requiere: y nos consta que
en la veneración que así en esta Ciudad de Valencia, como en
otras partes se ha hecho y se hace a la memoria del Venerable
Padre Francisco Hierónimo Simón Sacerdote difunto, se excede
contra los dichos decretos apostólicos, movido el pueblo de pie-
dad, aunque no bien entendida, y que por la siniestra relación que
ha tenido de que Su Santidad lo aprueba y permite, siendo todo
lo contrario, que Nuestro Santo Padre Paulo Quinto, por especial
decreto de la General Inquisición de Roma, cometió y mandó al
Ilustrisimo Señor Inquisidor General proveyese como los dichos
excesos se remedien y castiguen, especificando algunos de ellos.
Por íowío[...], mandamos que en el altar donde está el cuerpo
de dicho Sacerdote Francisco Hierónimo Simón no se celebre ni
diga misa hasta nueva orden de la Santa Sede Apostólica.
ítem mandamos que se quiten todas las capillas y altares que
en cualquer parte se hubieren erigido en nombre de dicho Vene-
rable Sacerdote.
ítem prohibimos todas las imágenes del dicho Venerable Sacer-
dote, no sólo las que están puestas en los dichos altares y capi-
llas, pero otras cualquiera que estuvieren puestas en las paredes
de las capillas o en los cuerpos de la iglesia o en las columnas o
en otra cualqueir parte de los templos, calles y plazas públicas.
ítem prohibimos las dichas imágenes y que ninguno las pue-
da tener con rayos, resplandores, diademas, visiones, revelacio-
nes, milagros, palmas, azucenas y cualquier otra insignia de san-
tidad y cosa sobrenatural.
ítem la fiesta en día de su bautismo, muerte, desposorios con
Nuestra Señora, y otra cualquier fiesta, y que no se pueda cele-
brar hasta que la Sede Apostólica determine lo que se debe hacer.
ítem que la procesión que se ha introducido los viernes y otro
cualquier día [texto roto].
[111] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 391

ítem prohibimos el cáliz que está en la parroquia de San An-


drés que llaman del dicho Padre Simón, y otra cualquier reliquia
suya que esté expuesta a pública devoción y reverencia.
ítem la lámpara o lámparas que estuvieren o ardieren en ve-
neración del dicho Venerable Sacerdote.
ítem exhortamos y requerimos, en virtud de santa obediencia,
y so pena de excomunión mayor, mandamos a todas las iglesias,
monasterios, libreros, impresores y personas eclesiásticas y secu-
lares de cualquier estado, prerrogativa, preeminencia, que dentro
de seis días primeros siguientes de la publicación de esta nues-
tra carta y mandamiento o en cualquier manera vengan a su no-
ticia, no tengan, vendan ni lean algunos sermones, libros, pape-
les impresos ni manuscritos, que en cualquier manera traten de
la veneración y milagros del dicho padre mosén Simón, y los en-
treguen en este Santo Oficio dentro de dicho término.
ítem so la dicha pena exhortamos y mandamos a todas las di-
chas personas que dentro del dicho término no tengan, vendan,
ni lean el decreto que se divulgó por orden de Su Santidad o de
la Congregación de los Ritos de la Santa Inquisición de Roma,
por haber sido fingido y falso, y lo entreguen a este Santo Oficio.
ítem que ninguno rece oraciones ni alabanzas ni otras oracio-
nes de dicho mosén Simón en las iglesias, calles, plazas y otras
partes públicas.
Y finalmente prohibimos cualquier acción en memoria del di-
cho mosén Simón que representare veneración o culto público [...]
Las prohibiciones no pueden ser más completas. Recogen muy
bien todas las circunstancias del culto. Y concluye mandando que
ningún sacerdote podrá absolver a quien haya incurrido en las di-
chas censuras. Deja un rayo de esperanza. Si estos mandatos fue-
ren cumplidos, hay que esperar que todo llegue a buen puerto con
brevedad y el pueblo cristiano gozará de lo que desea. Va firmado
en Valencia, a 2 de marzo 1619.
Pero el terrible decreto no pudo ser leído completamente. Aguan-
tó la masa unos minutos. Hasta entonces "no se sentía una mosca,
y en llegando al primer mandamos, dieron un grandísimo silbo,
que debía ser la señal de los amotinados. Y diole un sastre lla-
mado Arnau, que vive en la calle de la Xerea, cerca de Predica-
dores. Y como si fuese señal de arremeter, luego se levantó tan
grande alarido, unos diciendo a gritos: ¡No lea más!; otros, ¡Mue-
ra!; otros, ¡Víctor mosén Simón! Y aun hubo quien dijo: ¡Muera
el rey y la Inquisición y viva la Hermandad! Y lo más era: ¡Fue-
ra! Y juntamente rebatían al secretario de la Inquisición con
392 HAMON ROBRES LLUCII [112J

espadas y dagas, y hubo quien levantó la escopeta para tirarle,


sino que hubo cerca de éste quien la abajase el cañón, diciendo:
¿Qué queréis, perderos y perdernos? Todo esto con un alarido tan
grande, que parecía una confusión babilónica; las mujeres, des-
mayándose acá; otras, pidiendo misericordia, allá; y los clérigos,
sacándolas a cuestas de entre la gente, fuera de la iglesia. Y acu-
dieron al pulpito con las dagas desnudas, diciendo: ¡Muera el 'be-
llaco! al secretario. Y dos canónigos o dignidades le ampararon
con sus manteos, de suerte que todos se los agujerearon, y quiso
Dios que no llegasen a herirle.
Al fln, con todo el alarido y contradicción, animáronle el ar-
cediano mayor Tapia, y el deán Frígola a que subiese otra vez a
acabarlo de leer. Y viendo el cura de San Pedro lo que pasaba,
tomó con mucha diligencia el Santo Sacramento del sagrario de
San Pedro, y corriendo, lo llevó al pulpito y lo subió en él. Y te-
niendo la Hostia, consagrada y patente en la mano sobre la ca-
beza del dicho secretario, y las dos dignidades dichas a los lados,
(vista temerosa y caso que hace temblar) pudo acabar de leer el
edicto dicho, mas no porque cesasen las voces ni el ¡muera!, ni el
¡vlctor!, y el probar por las molduras del pulpito, con espadas
desnudas a herir al dicho secretario, sin respecto alguno al Se-
ñor, que en la Hostia patente veían, y sin reverenciarle.
Al fln se leyó. Y como pudieron, defendiéndole al triste secre-
tario del motín, lo entraron en la sacristía y lo encerraron medio
desmayado[...]"
Así las cosas, viendo los simonistas la humillación de su héroe,
quisieron alzarle en aquel mismo lugar, con un acto de desagravio.
Tomaron de San Andrés un cuadro grande de Simó y un estan-
darte o bandera del mismo; "con la misma furia volvieron a la
seo y sin respecto a la misa mayor, que se iba acabando rezada,
con el alarido dicho, subieron el retrato encima el pulpito, ape-
llidando: ¡Víctor mosén Simón [•••]"
Como era de temer, el tercer paso fue invadir el convento de
los dominicos. Prevenidos éstos por alguien que se adelantó, ce-
rraron las puertas de la iglesia y las de la portería y empezaron
a tañer las campanas, "mas la gente estaba en corrillos en la pla-
za, de lejos, mirándonos, y no se movieron, antes riéndose de no-
sotros[...] Llegando el motín, y hallando las puertas cerradas, a
pedradas, a golpes, con palos y con violencia, las abrieron. Esta-
ba el predicador en el pulpito predicando; se hubo de bajar y po-
nerse en cobro, porque eran tantas y tan terribles las pedradas
que entraban por la puerta y corrían la iglesia adelante, que po-
[113] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 393

nían espanto. La gente y las mujeres de la iglesia era compasión


de ver el llanto, las voces, el alarido que movían, porque como
vieron tan grande escuadrón de gente, con armas desnudas en las
manos, pensaron ser todos degollados. Entró delante un tal Cas-
tillo, con la espada desnuda en la mano, el que la noche antes,
en su casa, que la tenía en la calle de la Xerea, había tañido la
caja de guerra.
Pues con el miedo, unas mujeres se encerravan en los confe-
sonarios; otras se escondían debajo los altares; otras se subie-
ron por la escalera de la sacristía al sobreclaustro, y todas ape-
llidando misericordia.
Al entrar de la iglesia, se partió el motín y la mitad acudió a
la portería, y como también la hallasen cerrada, cogieron un ma-
dero, y a hombros, fueron a la puerta de los carros, que está al
lado de la portería y es muy flaca la puerta, y a dos golpes, rom-
pieron dos tablas y por allí colaron y dieron en las gallinas del
corral. Y uno, en una pistoletada, mató una y cogieron quatro y
el gallo y ¿e las llevaron. Y cuaresma, Dios y enhorabuena.
Por allí dieron en la portería de adentro y los legos porteros,
no pudiendo resistir, les abrieron sin que les hicieran mal. Qui-
sieron entrar en la cocina, mas con dos partesanas, los mozos
della lo defendieron y no entraron. De allí dieron consigo por el
claustro en la iglesia, y se ajuntaron con los otros. Y el cuadro
de mosén Simón y bandera porfiaron de subirlo a poner encima
el altar mayor. Y un religioso, con un crucifijo en la mano, los
resistió: ellos, apellidando: ¡Víctor mosén Simón! y los demás:
¡Víctor Jesucristo!
El padre sacerdote que decía la misa mayor, para poder re-
sistir con algo que tuviese respecto, se volvió en medio de tanta
confusión y violencia, hacia el altar. Y aunque estaba la misa
antes del ofertorio, consagró la hostia, y con ella en la mano, se
volvió hacia el motín, teniendo en alto, (cosa escandalosa y nun-
ca oída en tierra de católicos), y aun al Santo Sacramento no
respetaban ni reverenciaban, ni se arrodillaban, sino voces, ¡vic-
tor! y siempre porfiando con violencia a querer subir a plantar
su cuadro y su estandarte encima del altar mayor.
Los religiosos estaban en el coro alto, a donde les había cogi-
do el motín, oficiando la misa mayor, y desde sus barandas llo-
rando, estábamos pidiendo a Dios misericordia y mirando si su-
birían arriba a degollarnos.
394 UAMON ROBRES LLUCH [114]

Nuestro padre prior y otros tres o cuatro frailes, que se halla-


ron en la sacristía para querer decir misa, cuando entró el mo-
tín, se salieron al coro bajo de la capilla mayor. Al motín y a
rempujones los echaban, teniendo ellos armas en las manos, ato-
mordidos, ciegos, encandilados en los ojos y en el entendimiento,
como me figuro debian de estar los que entraron con armas tam-
bién a prender a Cristo, y El con su palabra de Ego smn, los echa-
ba en el suelo como unos costales, tres veces, sin que ellos supie-
sen lo que se hacían, ni veían a donde tenían los pies. Fue un
verdadero milagro haber escapado sin un rasguño, porque los frai-
les que se enfrentaron a, la turba iban todos rodeados de luz que
encandilaban los ojos." [...]
Análogas escenas se produjeron en los conventos de San Fran-
cisco, de la Merced, de las Magdalenas, en la iglesia de San Ni-
colás, en el palacio arzobispal y en la iglesia de Santa Catalina
Mártir. En esta parte falta la visión directa y descripción fulgu-
rante a que nos tiene acostumbrados.
Dice que al asaltar el palacio axzobispal vacío, se reportaron
sin más a las voces de una vecina.
Pero si a los frailes no les tocaron ni un pelo, lamenta un su-
ceso, que, por sí solo, califica a sus autores: "En Santa Catalina
Mártir, echaron mano de una beata de San Francisco, que pide
en aquella iglesia para las monjas de Jerusalén, llamada sor
Paula[...] y la subieron al pulpito, por fuerza (menosprecio del
pulpito santo, propio hecho de herejes), y allí le hicieron, a pe-
llizcos y golpes (como ella misma me ha dicho), decir: ¡Víctor
mosén Simón a pesar de la Inquisición y del motilón! Y lo hubo
de decir muy contra su voluntad."
Y por no extenderse más, se queja amargamente del desam-
paro total. Ni los parientes de los frailes acudieron a consolarles,
a excepción de dos señores de título: "Y con haber en esta casa
muchos religiosos en esta ocasión, caballeros de esta ciudad, con
padres, hermanos, primos hermanso, sobrinos de caballeros, na-
die vino por la tarde ni a ver si habían perecido o si tenían ne-
cesidad de algo, como si fuesen herejes los frailes. Y de tantos
devotos del hábito, y criados desde niños en este convento y a sus
pechos, solamente vinieron dos caballeros a ofrecerse al conven-
to ellos con sus haciendas[...] ™.

170. GV, pp. 180-190.


[115] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 395

5. El Edicto no se cumple

La publicación del edicto significaba realmente la mayor hu-


millación para los simonistas. En consecuencia, la Ciudad rogaba
al inquisidor local que dilatase la ejecución hasta el veinte de
aquel mes, ya que así parecía convenir para el sosiego de la gen-
te. Accedió, y la tregua fue notificada por bando público. Era una
pequeña trampa —advertirá Gavastón— a fin de ganar tiempo,
pues tenían determinado acudir al rey, e intimar una apelación.
Aprovecharon la tregua para divulgar un milagro. Un niño, sin
saber hablar, había exclamado: ¡Víctor mosén Simón! Se envió
la noticia a Madrid, "pensando había de dar allí algún grande
trueno y había de obligar al rey a que se deshiciese todo lo he-
cho hasta allí contra este hombre[...] mas como allá tenían los
ojos más clarso, riéronse del disparate, y por tal ha sido enterra-
do sin campanas[...]"
Historiador minucioso de tantas desventuras en su casa, ali-
via de nuevo la narración desmenuzando ironías: "También lle-
gó con este milagro a Madrid otro, tan a su talle cortado, que
le hicieron el mismo recibimiento. Y es, que Nuestra Señora de
los Desamparados había sudado aquellos días del motín. Y con-
tándoselo a un castellano de buen entendimiento, respondió: Ta-
les son los desatinos que han hecho los valencianos, que, por
Dios, no digo a Nuestra Señora, mas al Espíritu Santo había
para hacer sudar" "'.
Y —siempre al amparo de la suspensión del edicto, cual si lo
creyesen humo muerto— hicieron pregón público para demostra-
ciones de alegría con luminarias y cohetes.
Temieron de nuevo los frailes no les atacasen el convento, y
por esta vez se pusieron poco menos que en pie de guerra, dis-
puestos a defenderse con armas de fuego. Uno de sus devotos,
don Jaime de Moncayo, alcaide de la casa de las armas de la Ciu-
dad, por el muro del convento, "dionos cierto número de mosque-
tones y cuerdas para ellos, de sus armas, (que las tiene muchas),
no de las del reino. Pues, como lo viese hijo de su madre, llevó
luego las nuevas a los diputados, diciéndoles que habían aguje-
reado los frailes la casa de las armas[...] y que don Jaime les
había dado las armas del reino para defenderse.
Sin encomendarse a Dios ni a Santa María, sin más informa-
ción jurídica que ésta, se juntaron los señores diputados, y de
171. Ibíd., pp. 192-193.
3!)6 UAMON ROBRES LLUCH [116]

ellos un fraile de Valdecristo, que era diputado, llamado fray Bo-


net, que lo era por el prior de dicho convento, votó que cortasen
la cabeza a don Jaime. Y quien más moderado estuvo fue votar
que le quitasen el cargo, porque había dado armas a los frailes
contra la Ciudad[...']"
Estas consideraciones dramáticas enardecían al escritor y po-
nían en su pluma la palabra airada, el apólogo, la sentencia bre-
ve imprimiendo ritmo a su prosa: "¡Qué bien correspondió este
fraile con su hábito, con su nombre y aun con su conciencia! ¡Y
bien que mostró sus entrañas y deseos en poner nombre que las
armas eran contra la Ciudad, y qué docto era el padre diciendo
que las armas de defensa, que es de ley natural permitido a cada
uno, dijese que se hablan de negar a un convento tan religioso, y
tan santo, y tan grave como éste! ¡Hideputa! m. ¡Como votaba:
dense a los frailes de Predicadores todas las armas, que para de-
fenderse de bellacos y de amotinadores han menester, porque les
quieren injustamente dañar! ¡Y cómo que se acordaba el igno-
rante que un fraile de Santo Domingo les edificó a los de su Or-
den y a él la casa tan ilustre que ahí tienen de Porta Caeli!
Después de esta alcaldada, llamaron a don Jaime (como la jus-
ticia de Almudévar, que, después de ahorcado el hombre, le ha-
cen el proceso), y hiciéronle cargos de haber dado armas a los
frailes contra la Ciudad. (Esto es como un caso que aconteció de-
lante de mis ojos una vez, que un hombre echó mano contra otro,
y acuchilláronse muy bien. El que fue acometido era valiente y
apretaba mucho al invasor. Y cuando el invasor se vio acosar, sá-
case de entre la capa, que tenía envuelta, una vara de justicia,
y empieza, a apellidar: ¡Tened al rey!, contra el que le había aco-
metido. Fue de manera, que se llegó la gente y con su ayuda, le
quitó la espada el invasor, y asió de él y llevó a la cárcel.)
172. IUd., p. 195.
Este improperio que hoy causa extráñela, era correntísimo, aun en boca de
los más bien hablados; y tal vez se decía también en los pulpitos. A mi ver, ad-
vierte Rodríguez Marín en sus anotaciones al Quijote, no tenía más valor que
el meramente interjectivo. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha,
t. VIII, Madrid 19S7, p. 60; cír. III. p. 121; V, pp. 236-237. etc.
¿Leyó Gavastón la inmortal obra cervantina? A propósito de cierto ridícu-
lo episodio recogido en su alegato, teme que la posteridad no le dé entera fe
y se cura en salud: "Y en los tiempos venideros no lo creerán, sino que se
pensarán son cuentos soñados o invención de algún loco, que para entretener
el tiempo se compusieron, como es la historia de Don Quixote de la Mancha'*.
GV, p. 156. Dos ediciones habían salido de las prensas de Pedro Patricio Mey
en Valencia, en 1605 y 1616. respectivamente. Desde su nacimiento a la luz
de la historia triunfaba Don Quijote en Valencia, al tiempo que el dominico per-
geñaba su Antihéroe en la oscuridad, prolongada más de tres siglos y medio,
hasta nuestros días.
[117] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 397

Así usaban estos señores con nosotros. Al fin respondió don


Jaime en lo que había hecho había hecho muy bien como cristia-
no y como caballero, y que en eso pensaba haber servido también
al Reino y Ciudad contra bellacos y malhechores; que las armas
eran suyas y no del Reino, como podía verse por los inventarios.
Oido esto, le despidieron sin más consecuencias"!]...]
De nuevo la tempestad se cernía sobre los frailes y temerosos
por ciertos desmanes de aquella mañana, pidieron al virrey gente
que los amparase. Respondió por escrito el hijo del virrey: Padre
Prior: Ne tengo gente ninguna que dar a Vuestra Paternidad
•para que le defienda el convento, porque todos son enemigos de
él. Vuestra Paternidad y esos padres se encomienden a Dios. Y
el consejo que les doy es que apelliden a mosén Simón, y que
Hagan luminarias, y con esto estarán defendidos. Don Jaime
Ferrer.
Y apostilla donosamente el cronista: "Non est aliud nomen
sub cáelo in quo nos oporteat salvos fleri."
Afortunadamente el asalto no se produjo. La parte más negra
del nublado descargó sobre la Inquisición. Aunque los extremos
llegaron a un grado increíble: "Poder revelar las insolencias,
blasfemias, desvergüenzas, injurias, afrentas, que esta noche se
dijeron por la ciudad contra la Inquisición, contra el arzobispo
(que estaba ausente en Madrid), contra los frailes de Predicado-
res, contra los santos canonizados, es imposible poderlos contar,
sino llorar.
En la calle de la Ñau, salieron para hacer burla de la Inqui-
sición, de una casa, dos hombres con sambenitos puestos de pa-
pel, con el aspa de penitentes y corozas de papel en las cabezas,
y se pasearon uno ariba y otro abajo en aquella calle, con grande
risa y mofa y menosprecio de aquel Santo Tribunal. ¿Qué más
hiciera Lutero o qué más se hiciera en Géneva?
El motín, que andaba por la ciudad, a la casa en donde no se
hallaban luminarias, les decían mil injurias y desvergüenzas. Y
quiso la misericordia de Dios y los santos que estaban en defen-
sa de esta casa de Predicadores que no osaron llegar a ella de
ninguna suerte en noche tan rebuelta [...]"
Celebraron esta algarada los estudiantes. Uno de ellos, llama-
do Albert, delante de todos, dijo en la Universidad: Yo soy Papa,
y asi, a los que ayer lo hicieron mejor en el motín los quiero pre-
miar. A fulado (nombrándole) le concedo cien años de perdón. Y
a fulano, que lo hizo aventajadamente, le hago cardenal. Y a fu-
lano, obispo, etc;"
398 RAMÓN ROBRES LLUCH [118]

Tal vez, la verdad se halle en el medio, pues los simonistas es-


cribieron a Madrid "que los del motín no habían sido sino cuatro
muchachos o cuatro descalzos I7J."

6. El "ídolo" caído

Mientras duraban las treguas en la ejecución del edicto, am-


bas facciones no se dieron descanso insistiendo ante la corte. La
Ciudad representa el peligro de graves disturbios, que estallarían
de llevarse a cabo el mandato. Los dominicos escribían sobre el
pasado motín con las injurias a la Inquisición, clara muestra de
que no servían de nada blanduras ni contemplaciones. Argüían
los simonistas que hasta entonces carecía el edicto de fuerza le-
gal, ya que no se había publicado íntegramente.
Y se conjuraron para impedirlo, si de nuevo se intentase: "Per-
suadiéndoles la pasión que el Cartel de la Inquisición no lo ha-
bía acabado de leer el secretario aquel día, y así que había de
volverse a leer enteramente el domingo siguiente [...], determi-
naron de prevenirse mejor para ese día. Y para ello, enviaron a
llamar muchos de los bandoleros del reino de Valencia[...] Vinie-
ron, en efecto, los malhechores, y todos muy prevenidos en la
iglesia mayor, quedaron burlados, porque no se leyó dicho car-
tel ni había para qué. De cuya burla quedaron afrentados los unos
y los otros. Y los bandoleros, quejándose a lo desvergonzado, de-
cían públicamente: "¿Para esto nos han hecho venir?"
Así se fue desperdigando aquella diabólica cuadrilla. Mas co-
mo perro rabioso, que anda buscando a quien morder, así anda-
ban aquellos días que quedaban de cuaresma estos desdichados y
malaventurados simonistas, echando veneno por la boca contra
los frailes, Inquisición y inquisidor"[...]
Mientras corrían dimes y diretes, mientras se urdían nuevos
envites, el arzobispo, ultimó sus planes y confiado, retornó a la
sede, tomándose una pausa en El Villar. Unos labradores recibie-
ron a su señor vitoreando a mosén Simón, a pesar del motilón.
Llegaron dos fulminantes cartas reales, una para las autori-
dades y otra para general conocimiento, urgiendo la aplicación
del edicto.
La carta a los jurados era sentidísima por lo mal que habían
hecho en consentir el motín contra, la Inquisición. También el

173. GV, pp. 178-199.


[119] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 399

Consejo de Estado se mostró severísimo y: "Hubo voto que en-


viase Su Majestad a Valencia un ejército de cuatro mil hombres
para que castigasen tan graves insultos contra el tribunal de la
Inquisición; sino que el Conde de Benavente los estorbó, dando
otro expediente para que se remediase" [...]
Llegó la carta viernes a la noche, que fue el quinto de cuares-
ma, a 15 de marzo. Juntáronse todos a leer la carta, sábado por
la mañana. Les amenazaba el monarca, castigando sus personas
como traidores y confiscadas sus haciendas, si vista la presente,
no ponían en ejecución el Edicto. No cabían dilaciones.
Los canónigos respondieron que obedecían el mandato real. Al
siguiente día, por dar buen ejemplo, "empezarían ellos a quitar
las imágenes de la iglesia mayor, que era Domingo de Pasión,
(permisión divina, porque con la vergüenza y corrimiento que en
ello habían de tener, fuese castigada su pasión en este negocio,
porque ellos han sido la fuente de adonde han procedido todos es-
tos males.)
Con todo eso, no las quitaron ellos ese día que habían dicho,
no sé por qué causa. Mas al día siguiente, que fue lunes, a 18 de
este mismo mes, víspera de San José, amaneció quitado el retra-
to que de mosén Simón tenían en la seo, en el pilar del coro, que
está delante la capilla de San Pedro."
Séanos permitido imaginar que bajo la áspera corteza del po-
lemista, se esconde la linfa de una compasión noble. Mirando a
la historia, les recuerda análogo episodio humillante. "Desgracia-
do es este cabildo en verse avergonzado dos veces, por haberse
mostrado fácil y ligero en querer poner retratos en su iglesia de
santos de quien no lo era. Y asi, lo han habido de quitar, con
harto deshonor de un cabildo de una iglesia tan principal, que
había de ser muy grave.
En tiempo del pontificado de Pío II, les hicieron quitar un re-
trato como este, del Príncipe don Carlos, hijo del rey don Carlos
de Aragón, padre del Rey Católico don Fernando, que por santo
(no lo siendo) le levantaron su imagen y le pusieron en el pilar
del coro que viene a dar delante el pulpito que predican. Y aho-
ra, este otro de mosén Simón. De suerte que, por dos esquinas se
ha caído el lustre de aquel coro."
¿Quién osaría oponerse a las amenazas del rey? La causa del
Venerable había tropezado en un escollo durísimo, aunque otra
cosa diere a entender el edicto, cual si no se tratara más que de
cortar abusos. La hostilidad dominicana era total. Habían espe-
rado eternidades. Seguirían en la brecha. Celebraron con alegría
400 RAMÓN ROBRES LLUCH [120J

el despojo de los altares: "Hecho esto [quitado el retrato de la


catedral], el Baile General de esta ciudad, llamado don Villerich
Carros, se ofreció a los jurados, él con sus hijos, de ir en persona
a San Andrés a quitar el altar que allí había de mosén Simón,
que era la empresa más ardua y más dificultosa al parecer de to-
dos ellos[...] Y dichas vísperas de San José (que como era cua-
resma se dijeron antes de comer), al punto de mediodía, fue el
dicho baile con sus dos hijos y don Hernando Sigler y otro ca-
ballero, que todos fueron cinco nomás, y sin más prevención de
gente, ni de armas, que las espadas que llevaban ceñidas, se fue-
ron a la iglesia de San Andrés y sin contradicción alguna, ni es-
torbo, ni voces, con estar la iglesia abierta y dentro aun alguna
gente, entraron en la capilla de mosén Simón, y brincando enci-
ma del altar, con una daga, rompieron el lienzo del retablo al-
rededor, y se lo llevaron.
Y en todo lo que quedó de aquel día, se quitaron todos los re-
tratos y capillitas de las calles de Valencia.
Y así, en este día, tan deseado de los buenos y tan defendido
de los dimonios, se cayeron todos los ídolos de Egipto, sin que na-
die osase abrir la boca, ni contradecir, ni haber habido dificultad
mayor que enviarlo a mandar por las casas con los alguaciles m."

7. Episodios menores y espadas en alto

La mecha humeante no se extinguía. Los simonistas se batían


en retirada y en ocasiones atacaban de flanco. Tomaron ocasión
inmediata del Triduo Sacro y las procesiones penitenciales, en las
que ya no podía salir la imagen de Simó: "Vino la Semana San-
ta y de ella el Jueves Santo, que en este convento de Predicado-
res se juntan los caballeros todos en la Cofradía ilustre y grande
de la Soledad, y sale una solemnísima procesión de diciplinantes,
y muy devota, de muy grande número.
Pues como sea de esta cofradía el conde de Buñol, don Gas-
par Mercader, hombre viejo de sesenta años, y que de este con-
vento ha recibido muy singulares servicios, beneficios y consue-
los; y que por la devoción de Nuestra Señora del Rosario, ayu-
dándole muchas oraciones y diligencias de los religiosos, dio Nues-
tra Señora vida a su hijo único don Leudomio, en una enferme-
dad, en que estuvo oleado, y desafuciado de los médicos, cobró
salud perfecta y vida para que tuviese de él tantos nietos como
174. Ibld., pp. 199-203.
[1211 PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 401

ahora le vemos. Este, pues, olvidado de todo esto, y aun de ser


de hombre y del título que tenía, pensando dar pesadumbre al
hábito de Santo Domingo y a los religiosos de este convento, salió
en esta procesión en esta figura, mejor para cornestolendas que
para procesión de penitencia, en la cual sólo se ha de oir pedir mi-
sericordia de nuestros pecados y ver derramar sangre y lágrimas.
Andaba vestido de la túnica negra, y echada a las espaldas la co-
gulla y descaperuzado. Y en la punta de una lanza, llevaba un
corazón de cartón, de tres palmos de ancho, y en él escrita esta
media copla en letra grande redonda: Sin pecado original fue
concebida María, Madre del Eterno Día.
Herían la sensibilidad de nuestro escritor la creencia inmacu-
latista, la inoportunidad del conde y la mano oculta de los tea-
tinos, que con esta exhibición, echaban en rostro a los dominicos
su corta devoción a Nuestra Señora. En esta "guerra de religión"
se combatía, con la pluma, con el ridículo, con la afrenta: "Con
esta representación, propia de Garfis el loco, dio vuelta éste por
Predicadores y por Valencia, dando mucho de sí que reir y que
decir, aun a los de muy corto entendimiento.
A la que llega a nuestra portería, entre las dos puertas, había
mucha gente mirando la procesión y la invención, entre la cual
había dos teatinos. Y así como asomó la invención sobredicha,
volvióse el uno al otro, y dijole (no tan bajo que los que tenían
a sus espaldas no lo oyesen), y dijo: Esta invención de nosotros
ha salido, más, ¡qué afrenta les ha hecho a estos frailes con
ello!, dando a entender que ellos se la habían persuadido a aquel
necio la sacase. Pensaban ellos y él hacernos esta higa, en nues-
tras barbas a los frailes de Santo Domingo, para vengarse del es-
cocimiento que les había dejado el cartel de la inquisición. Mas,
no se lo llevaron en dulce los carísimos, porque cierta persona
que lo oyó, devota de nuestro hábito, los enjabonó, de tal mane-
ra que, viéndose descubiertos, acacharon sus boneticos y picaron
de allí con la poca vergüenza, que suelen ellos tener en semejan-
tes acontecimientos.
Pues, a la que entraba la procesión en la iglesia mayor, de-
lante el inquisidor, que estaba en una ventana delante el Micnle-
te, gritó un penitente de los que se azotaban, (que lo era del dia-
blo) : ¡Víctor mosén Simón, a pesar de la Inquisición! Y con ello,
se salió. A tanta desvergüenza llegó este desafuero en las barbns
del inquisidor y oyéndolo él mismo [...] "5.
175. Ibíá., pp. 205-207.
ANTHOI.OGICA ANXUA. 26 y 27. — 25
402 RAMÓN ROBRES LLUCH | 122J

A este tiempo debe referirse una queja que Gavastón puso


hacia la mitad de su obra, tocante al culto de la Inmaculada y
los padres de la Compañía. Pusieron éstos un retrato de Simó,
con sus puertas, y todos los viernes le encendían cirios: "Este
ídolo cayó también cuando cayeron los demás[...] Después han
puesto una Concepción, por regaño de la Orden de Predicado-
res 176."
Ufanos podían estar los de Santo Domingo entre los muros
conventuales. Los simonistas, en cambio, eran dueños de la ca-
lle. Seguían los incidentes: "Salió este convento, como de cos-
tumbre, en la procesión del día del Corpus, que este año aciago
de 1619 fue a 30 de mayo. Y desde que salimos de la puerta de
la seo, casi todo fue corrernos por un lado y por otro con ¡Víctor!
y Rápalos. Llegados a la esquina de la casa del conde de Buñol,
como viene enfrente y cara a cara de la procesión, había puesto
dicho conde, (que no se desvela sino cómo echar agraz en los
ojos de los frailes de Predicadores en su intención), puso un cua-
dro hecho por él de propósito para este efecto. Y era él un mu-
chacho muy hermoso, vestido de azul a lo mundano, muy galán,
y en el suelo muchas y diferentes armas, y espada y daga, alza-
da la mano derecha como amenazando, mirando a una Concep-
ción, y una letra, que decía: Quien dijere que mi Madre fue en
pecado concebida, yo le arrancaré la vida. Invención blasfema, in-
digna de pechos católicos. Luego se dio razón a la Santa Inquisi-
ción de cosa tan abominable. Y a 23 de junio, domingo, que fue
víspera de San Joan, en la iglesia mayor hicieron leer los seño-
res inquisidores un edicto, el que vedaban dichos cuadros, que ha-
bían cundido ya tanto, que no sacaban a la plaza de la seo otros
a vender, sino cuadros de reto, que así se llamaban.
Entonces mudaron las dichas figuras de Jesucristo, vestido a lo
mundano (imaginación diabólica), dándole nombre de San Jorge
y borrando la Concepta con su copla."
La historia, queda truncada por los expurgos que arriba seña-
lábamos, como daños irremediables.
Digamos finalmente que la caligrafía de las postreras páginas
pierde algo de su vigor, como si el autor se hallase bajo una si-
tuación penosa.
Una tachadura, como de media página (que hemos leído) nos
descubre el hilo de la trama, guiándonos hacia la Ciudad Eter-
na, quedando los de aquí —ambas facciones— en la incertidum-
ne. ma... p. ss.
177. ¡bíd., pp. 211-212.
[123] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 403

bre: "Determinaron los señores simonistas, el Cabildo, digo los


jurados, los del Estamento, diputados y los del Consejo Supremo
de Aragón de Madrid, de enviar dos embajadores a Roma, a pe-
dir a Su Santidad de Paulo Quinto, que hoy gobierna la Iglesia,
el uno secular y mozo, que se llama don Vicente Pardo, libre y
soldado; y el otro eclesiástico, que se llama Vicente Estevan, de
quien se ha dado relación arriba, cada uno con gruesos salarios
y ayudas de costa, y cada uno fue por su camino diferente ™."
Lo que sucedió después, hasta 1625, dicho está en el anterior
estudio, que es justamente el año del fallecimiento de Gavastón,
que en su manuscrito deja a los contendientes con las espadas en
alto.

CONCLUSIONES

1. — La biografía de Gavastón revela con harta claridad las


causas determinantes del fracaso simonista.
No es de la mayor importancia establecer un tribunal o capí-
tulo de culpas para esclarecer qué mano lanzó la primera piedra
en una situación que desembocaría en jungla de afanes, disputas
e incidentes.
Los dominicos miraban con mucha prevención cualquier ten-
dencia que pretendiera facilitar al común de los fieles las altu-
ras de la contemplación mística. Para obviar errores y escánda-
los inculcaban la oración activa. La contemplación es privilegio
de pocos.
El beneficiado de la parroquia de S. Andrés profesaba errores
doctrinales de bulto. Su vida había sido escandalosa.
La Ciudad entera —el Cabildo catedralicio, las Ordenes reli-
giosas, las masas populares ("el vulgo")— erraban alzando el es-
tandarte del falso Siervo de Dios, como si en realidad hubiera
sido un sacerdote angélico, gran contemplativo, honrado con in-
creíbles favores del cielo e innumerables milagros, que, pregona-
dos a pendón herido, alimentaban la farsa.
Semejantes en la maldad eran sus profetas y apóstoles.
El P. Antonio Sobrino, que había escrito un grueso volumen
sobre la vida espiritual, vio condenada la obra por la Inquisi-
ción. El mismo, por su conducta escandalosa, conoció el destierro.
178. TblO.., p. 204.
404 RAMÓN ROBRES LLUCH I.124J

Los jesuítas de la Casa Profesa eran hombres de poca subs-


tancia, ignorantes, atrevidos y con una moral de "tornillo".
La beata Francisca y sus admiradores salían también de la
misma turquesa: decían profesar mucha oración y contemplación.
Pero sus vidas distaban mucho de ser ejemplares de santidad he-
roica.
Bajo capas de piedad, se estaba formando un vasto movimien-
to herético. Volvían los tiempos de Cazalla y de los alumbrados.
2. — En los cuarteles de Simó, el subconsciente había hecho
su aparición a impulsos de una alegría de formulación simple.
Hasta ahora —decían— la canonización estaba como reservada
a los frailes. Ha llegado el momento de glorificar a un humilde
clérigo secular. Mas cuando menos lo esperaban, una especie de
terremoto sacudió los ánimos: los dominicos atacaban las virtu-
des del nuevo santo. Se preguntaba la gente: ¿No tienen ellos ya
muchos? ¿Y por qué a uno que tenemos nosotros ahora "le quie-
ren hacer noche y arrinconar"?
3. — En el ataque global a la conducta de los simonistas debió
pesar mucho el Te Deum contrahecho maldiciendo a las órdenes
monásticas. Lo mismo se diga de las profanaciones de imágenes
y de los insultos a santos canonizados. Gavastón da como incues-
tionable que aquellos fueron los autores. Hay que descartar en ab-
soluto este juicio, y ver la mano de erasmistas y protestantes, que
se movieron al amparo de la confusión.
He aquí, pues, otro sector combativo a tener en cuenta en esta
radiografía espiritual de Valencia. El recogimiento de varia índo-
le tiene fronteras con el intimismo erasmiano y con el protes-
tantismo. Pero hay que asignar a cada cual lo suyo.
4. — En esta desgraciada historia los ánimos se caldean y agi-
tan por igual, cegados por el fanatismo. ¿Es lícito escribir una
crónica ocultando las fuentes de la malicia revelada con un "se
dice", mil veces traído, y hablando a la vez con certeza fiera?
Desde luego, fue mal consejo apoyar la causa del presunto sier-
vo de Dios con resistencia a ultranza frente a la autoridad de la
Iglesia.
5. — La victoria del arzobispo fue más eficaz que clamorosa al
obtener el favor de la Inquisición romana, cosa que los simonis-
tas desconocieron, que abogaban ante la Congregación de Ritos.
El decreto de Urbano VIII, con el intersticio de 50 años entre el
fallecimiento de un presunto siervo de Dios y la introducción de
[125] PASIÓN RELIGIOSA Y LITERATURA SECRETA... 405

su causa, significaba otra contrariedad. Callaron los simonistas


y esperaron.
Por otra parte, si bien estaban prohibidas las imágenes y los
escritos sobre las virtudes y milagros de Simó, era lo cierto que
en muchas iglesias no se habían retirado los retratos. Y la refe-
rencia más notable para mantener el fuego sagrado era su mis-
mo sepulcro, patente y en lugar de honor. Así estaría por más
de 93 años.
El período de 1619 a 1646 (año éste de la llegada de Molinos a
Valencia), no conoció solución de continuidad en el fervor simo-
nista, el cual reanuda su campaña comisionando a Miguel de Mo-
linos como agente de la causa en Roma. Y es de suponer que para
una eficaz actuación averiguaría los antecedentes sobre los pre-
goneros de la fama del Venerable: la Madre Francisca y el P. An-
tonio Sobrino, ambos ya fallecidos. Del francisco descalzo pudo
conocer y estudiar a su sabor el libro "Vida Espiritual", de acci-
dentada historia. Hallándose la sede vacante por el fallecimiento
del Patriarca y Arzobispo S. Juan de Ribera, aprobó el libro el
obispo auxiliar D. Miguel de Espinosa con palabras de encareci-
miento: "... allende que de propósito y particular intento con
muy grande erudición y apacible, magistral y muy docto estilo
[...] refuta cumplidamente muchos y perniciosos errores contra
la verdadera devoción y oración y segura contemplación y otros
muchos exercicios de nuestra santa Religión Cathólica, que se
han levantado de muy poco tiempo a esta parte entre algunas na-
ciones. Y porque andan estampados en lengua vulgar de aque-
llos, me parece no se puede dexar de imprimir en la nuestra esta
docta y santa obra". Otro fue el dictamen de la Inquisición es-
pañola, que prohibió el libro conforme a las normas del Catálo-
go nuevo, que vetaba los libros con disputas de herejes en len-
gua vulgar. Dio su licencia el cardenal Belarmino en 1617, luego
nueva prohibición en 1618, especificando que ni enmendado se le
permitía correr.
6. — Con estas oscilaciones permisivo-represivas no era cosa ar-
dua adquirir un ejemplar. Pero estaba el peligro de que la doc-
trina herética, con tanta claridad divulgada, se utilizase con ma-
los fines. Según la concepción inquisitorial —evidente— el libro
del P. Sobrino era un caballo de Troya. En sus páginas, la for-
mulación del quietismo es tan clara, completa y repugnante, que
Molinos nada hubo de añadir. Acertó a diseminar estos errores
con aires de santo, en los libros, de boca a boca, y, en infinitas
ocasiones, por conducto epistolar.
406 RAMÓN ROBRES LLUOH [ 126J

7. — Por la vertical de la pasión religiosa y de la literatura


secreta, hemos tocado fondo en los orígenes del quietismo de Mi-
guel de Molinos.
Refuerzan estas conclusiones las pruebas concretas de la exis-
tencia de discípulos de Molinos en Valencia en torno a 1670, un
lustro después de su embajada a Roma. También, antes que en
la Ciudad Eterna, fue abiertamente rebatida su teoría de la "ora-
ción quieta" por un teólogo de la capital del Turia, como ya he-
mos demostrado en el anterior estudio.
8. — Queda otra vertiente. Francisco Jerónimo Simó, ¿fue en
verdad un santo? Opine el discreto lector, esforzándose en dis-
tinguir ínter sedentem et sedem —entre el santo y la peana, en-
tre el personaje y el amargo pleito después de muerto—, y con-
suélese, porque la Iglesia no se ha pronunciado. Una vez más "el
misterio tiene un reducto final que se resiste a los ataques de la
investigación".
9. — Fue el patriarca San Juan de Ribera el primer obispo es-
pañol en dar la voz de alarma, disponiéndose a cerrar el paso a
la nueva herejía. Los años y la muerte le impidieron proveer con
renovadas urgencias.
10. — En las Vicias de mosén Simó —más que historia, crónica
por su cercanía a los acontecimientos—, raya alto el mercurio de
la pasión religiosa o fanatismo. Ha sido menester cerner los he-
chos para reconstruir aproximadamente la silueta del pasado.

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