Sunteți pe pagina 1din 3

SANTO VIACRUCIS

Primera estación: Jesús es condenado a muerte

Por tercera vez les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él
ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba
creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían:
soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y
homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad (Lc23,22-25).

Meditación
Hoy Señor Jesús te volvemos a ver a ti frente al gobernador, dueño del poder terrenal, a ti
humillado y silencioso, cumpliendo la voluntad del Padre celestial. A ti Jesús, acusado por
la multitud que antes te aclamaba como su rey. Te veo Jesús hoy humillado en tantos hombres
y mujeres que son condenados, que son juzgados incluso por aquellos más cercanos, en tantos
hombres y mujeres que injustamente son tachados y estigmatizados. Te veo Jesús condenado
a muerte en tantos niños que antes de nacer son masacrados por la sociedad que se cree dueña
de la vida de un inocente. En ellos tú Señor, estás presente sufriendo una vez más, una
condena injusta de muerte.
Padre Nuestro... Gloria al Padre... Pequé Señor…

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos
de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera
salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio,
la salvará» (Mc 8,34-35).

Señor Jesús, hoy te veo cargando el pesado madero de la cruz, y sobre él, los
pecados del mundo. Recibes oh Señor, la cruz y la abrazas con amor, con amor a
tu pueblo, ese amor que te impulsó a caminar hacia el calvario y dar la vida por
cada uno de nosotros. Es ese amor el que nos hace falta a nosotros para también
tomar nuestra cruz y emprender el camino. Mientras tú no te rehúsas a cargar con
la cruz, nosotros volteamos la espalda a nuestras responsabilidades y
compromisos, no queremos sufrir, queremos todo fácil y rapidito, pero que gran
lección nos das Señor, tú que estás presente en todos aquellos hombres y mujeres
que cargan con la cruz del dolor y el sufrimiento y que nunca renuncian a esa cruz,
todo por amor a ti Señor. Danos Señor ese amor necesario para tomar y cargar con
nuestra propia cruz.
Padre Nuestro... Gloria al Padre... Pequé Señor…

Tercera estación: Jesús cae por primera vez

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo


estimamos leproso, herido de Dios y humillado (Is 53,4).

Te veo Señor, caer sobre el peso de la cruz, humillado vas directo al suelo, todos a tu
alrededor se burlan de ti, que dolor que sufrimiento el que padeces ¿y todos porque? Por amor
a mí, por amor a la humanidad. Estas en el suelo Señor, y cuando todos creen que te has
rendido, que has sido vencido, tu Señor te levantas, y no sueltas esa cruz, la vuelves a tomar
y continuas el camino porque tú has puesto la confianza en el Padre celestial y sabe que Él
no te dejará rendido y caído. Confianza es lo que nos hace falta a nosotros, que débilmente
nos dejamos vencer por el miedo porque creemos que caminar contigo no significa caer y
tener que levantarse, nos falta confiar Señor, confiar en ti, creer que si caemos tú nos das la
fuerza para levantarnos, porque tú caíste y te levantaste. Danos esa confianza que nos hace
falta Señor para entender que el camino está lleno de caídas, pero que en cada una de ellas
estás tú para sacarnos del fango y levantarnos de nuevo.
Padre Nuestro... Gloria al Padre... Pequé Señor…

Cuarta estación: Jesús encuentra a su Madre

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y
a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto
los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2,34-35).

Te veo Jesús, sufriente y adolorido, ensangrentado y lastimado. Y ahora ves a tu madre en el


camino, y una lágrima corre por tu cara. ¿Qué habrás pensado en aquel momento? Ves a tu
madre sufriendo, seguramente sentiste ganas de salir corriendo y hacer la cruz a un lado para
ir a abrazar a tu madre, pero no, no lo hiciste, porque tu amor a la humanidad fue más grande,
y por eso continuaste tu camino. Pero miraste a tu madre y con esa mirada la consolaste,
cuantas madres hoy Señor necesitan una de esas miradas, que sus hijos las miren con amor y
no con desprecio y odio, cuantas madres Señor necesitan de un abrazo de sus hijos, de una
caricia de un te quiero, más que de regalos y cosas materiales necesitan amor. Oh amadísima
Virgen María, también te veo a ti, en cada madre que hoy llora porque las injusticias sociales
le arrebatan un pedacito de su alma, que lloran la pérdida de sus hijos. Te veo madrecita
querida en tantas madres que sufren por el mal camino que sus hijos han tomado, que sufren
por el maltrato que reciben de sus hijos. Señor ayúdanos a amar a nuestras madres y a no ser
causa de tormentos para ellas.
Padre Nuestro... Gloria al Padre... Pequé Señor…
Quinta estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía


del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús (Lc 23,26).

Te veo Señor que estás cansado, que la cruz te ha lastimado, que tu cuerpo no resiste más,
que quieres caer, pero aguarda, alguien viene a ayudarte, ¡sí!, es un hombre que al parecer
no te conoce y va rumbo a su casa, pero ahora su rumbo ha cambiado, viene directo a ti Señor,
él no se ve muy contento, parece que ha sido obligado a ayudarte, ahora el tomará tu cruz y
tu podrás descansar por un momento.

S-ar putea să vă placă și