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Casos

A continuación se presentan casos para que los docentes, estudiantes y profesionales en psicología puedan reforzar su apropiación de
los cuestiones éticas y deontológicas que se presentan en la práctica cotidiana; pueden ser usados como material pedagógico o
didactico en el apoyo de las clases o procesos de autoformación. Los casos que se presentan son de tres tipos: casos desarrollados,
casos de evaluación, y casos para discusión. Los casos que se encuentren desarrollados buscan dar una solución completa para
mostrar el razonamiento detrás de la decisión ética, los casos de evaluación plantean preguntas con retroalimentación inmediata para
que el usuario pueda reconocer su comprensión práctica de los temas y, finalmente, los casos para discusión buscan incentivar el
análisis y opinión personal de los participantes para lo que cuentan con vínculos a los artículos relevantes para su estudio.

Conflicto de Creencias

Por Leonardo Amaya

Carlos es un muchacho de 15 años, estudiante de un colegio privado, quien es descubierto por su madre mientras está desnudo en la
cama con un amigo de 22 años. La madre lo lleva a consulta bajo presión. Durante las entrevistas relata que desde los 13 años
sostiene amistad y relaciones sexuales con homosexuales mayores que él, quienes le han instruído sobre su derecho de afirmación de
elección de género. Ha tenido una cierta atracción por una muchacha, pero sus relaciones más duraderas han sido con dos
universitarios varones. La orientación religiosa del psicólogo tratante entra en conflicto con la conducta homosexual

Conflicto de Intereses

Por Leonardo Amaya

Andrea es psicóloga parte del equipo de Gestión Humana en una organización financiera. En un encuentro informal, Betty, funcionaria
de la organización que se desempeña en el Grupo de Riesgo, le pregunta si puede conversarle como psicóloga un momento, porque
se encuentra ansiosa por situaciones personales. Andrea asiente y le dice que con mucho gusto pueden conversar unos minutos, y
que ella le recomendará un psicólogo clínico luego de hacerse una idea de lo que necesita, según esa conversación. Entonces, Betty
le cuenta, entre otros temas, que ha terminado muy mal una relación con un directivo de la empresa, que ella ha reaccionado muy mal,
agresivamente; que ha sufrido lo que refiere como ataques de pánico, además de estar tan distraída que ha cometido algunos errores
técnicos, pero que piensa que si se sabe formalmente su jefe, con quien sostuvo la relación, podría aprovechar la oportunidad para
despedirla

Cambio en la Vida Profesional

Por Leonardo Amaya

Ana es una psicóloga educativa con más de 20 años de trabajo continuo en educación, en el que se ha desempeñado con éxito tanto
dentro de equipos escolares como en la práctica privada. Al cumplir 45 años, decide darle un giro a su práctica profesional y dedicarse
a la terapia de pareja, tener algunas experiencias en ese campo y posteriormente emprender un entrenamiento específico. Aunque
recuerda su formación de pregrado y algunas lecturas, tiene dudas en cuanto a la metodología y a las aproximaciones teóricas
contemporáneas. Por esta razón decide consultarle a usted como colega las condiciones y exigencias éticas que tiene esta decisión
profesional. Las siguientes preguntas son planteadas por Ana, lo invitamos a participar en el foro para dar sus respuestas ¿Hay algún
problema ético en esta decisión o se trata sólo de un tema técnico?, es que pienso que no hay un conflicto entre principios éticos ¿La
formación de pregrado y la experiencia en ambientes escolares y en práctica privada son suficientes para desempeñarme como
terapeuta de pareja? O hay alguna norma legal o ética que me obligue a tener un entrenamiento específico en este nuevo campo de
práctica profesional?

Relaciones Afectivas con los Usuarios

Casos propuestos por Diana Milena García Beltrán de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz recolectados por Irma Yannet Gomez
de la Red de Prácicas en psicología - REPPSI y resueltos por Leonidas Castro Camacho, Ph.D., Miembro del Consejo Directivo
Nacional de Colpsic, y Gerardo Hernández Medina, Asesor Jurídico externo del Colpsic

¿Qué debe hacer el psicólogo si un consultante le propone salir a cenar, asistir juntos a algún evento social o entablar una relación
afectiva?

La relación que se establece entre el terapeuta y su usuario es eminentemente profesional y se ubica dentro de lo que la Corte
Constitucional denominó una relación personalísima, ello es que la relación que se establece entre el psicólogo y su usuario va más
allá de lo que sería una relación profesional normal debido a que el psicólogo se adentra en la vida íntima a de sus usuarios, lo que
puede volver vulnerable a este profesional. Aunque la Ley 1090 de 2006 no hace un señalamiento directo sobre este aspecto, en el
ordinal e del artículo 11, establece como una prohibición expresa para el psicólogo “Solicitar o aceptar prebendas o beneficios
indebidos para realizar sus actividades”. Sin embargo se debe tener en cuenta que la relación entre el terapeuta y el paciente no es
indefinida. De hecho, el código de la APA en su estándar 10.08 establece un período de dos años después de terminada la terapia en
el que no se puede tener intimidad sexual con un antiguo paciente, aunque en ciertas circunstancias sí se admite después de los dos
años. Mientras exista una relación profesional activa no debe haber otro tipo de relaciones, por dos motivos. Primero, porque el otro
tipo de relación, por ejemplo, amistad, puede interferir con la objetividad en el proceso terapéutico o en la involucración de fac tores
emocionales que pueden afectar el proceso mismo. En segundo lugar, porque puede dar lugar a relaciones de explotación, de conflicto
de intereses, o a relaciones múltiples con las cuales el psicólogo puede estar obteniendo un beneficio personal de una relación
profesional, lo cual se define como relación de explotación que trae consigo daño al paciente y al buen nombre de la profesión. Por
otro lado, si la relación profesional ha terminado, es decir, si el caso se ha cerrado, podría no haber una objeción fundamentada a que
se pueda establecer otro tipo de relación. Naturalmente, si después de establecida esa relación social o afectiva, la persona vuelve a
solicitar los servicios del profesional, ya estaría impedido para aceptarla porque estaría contrariando el estándar de las relaciones
múltiples y en este caso la remisión sería una alternativa de solución. Por lo anterior, la recomendación para el psicólogo que recibe
una invitación social de su consultante es evaluar cuidadosamente las implicaciones que esto tendría tanto para la relación profesional
como para la afectación del principio ético de beneficencia. En la medida de lo posible la relación entre el psicólogo y su consultante
debe permanecer dentro del campo estrictamente profesional, todo con el fin de evitar Relaciones Duales

¿Qué debe hacer el psicólogo si durante la psicoterapia comienza a sentir atracción física por su consultante?

La relación terapéutica, por definición, implica empatía e involucración emocional como base para cumplir los objetivos terapéuticos.
Aunque no hay evidencia que muestre que los factores de relación terapéutica son condiciones necesarias y suficientes para el cambio,
claramente facilitan el logro de los objetivos. Dentro de este contexto, es posible que surjan sentimientos de atracción. Los
sentimientos de atracción, como otros sentimientos, no constituyen en sí un problema. De hecho la atracción entre las personas,
incluyendo los psicólogos, es un elemento normal de la experiencia humana. El problema es cómo se reacciona a la atracción. Estos
sentimientos de atracción, a su vez, dependen de las acciones o conductas tanto del psicólogo, como del participante. Si estos
sentimientos normales de atracción se amplifican por las conductas de los involucrados, pueden llegar a aumentar en su nivel de
intensidad hasta producir conductas o acciones que pueden constituir violaciones a los principios de la ética profesional. Uno de los
elementos que tiene que tener en cuenta el psicólogo es su grado de vulnerabilidad. Es decir, la probabilidad de que el ser afectado
emocionalmente pueda llevar a conductas que interfieran con su quehacer profesional o que puedan causar daño a sus consultantes.
Si un psicólogo está atravesando una crisis emocional personal, lo cual interfiere con su trabajo, éticamente debe suspender su
actividad profesional mientras se recupera. De la misma forma, el psicólogo es responsable por basarse en su juicio para decidir si los
sentimientos de atracción física pueden llevar a conductas o acciones que interfieran con la naturaleza de la relación profesional o que
violen los principios éticos. Las personas son responsables por lo que hacen, no por lo que sienten. Sin embargo, así como las
acciones o conductas están influidas por los sentimientos, en este caso de atracción, los sentimientos dependen también de las
acciones, es decir de las conductas, tanto del terapeuta como del consultante. Por consiguiente, el terapeuta tiene la obligación de
evaluar el grado en el que sus sentimientos de atracción pueden afectar sus conductas, o pueden afectar el proceso terapéutico. En el
caso en el que juzgue que es probable que su juicio clínico esté interferido por procesos emocionales asociados con la atracción, o
que su conducta profesional pueda igualmente estar afectada por dichos procesos emocionales, o que observe que dichos procesos
emocionales en el consultante pueden afectar el resultado del proceso terapéutico, está en la obligación ética de remitir al consultante
a otro profesional. En síntesis, las relaciones de empatía entre psicólogo y consultante son normales, lo que no es normal es que el
psicólogo termine enamorado de su consultante, o que se aproveche de esa situación para lograr favores afectivos o sexuales.

Prácticas universitarias

Un estudiante en formación profesional de Psicología lleva a cabo sus prácticas en una fundación apoyada por una entidad religiosa
que trabaja en apoyo a familias. La institución convoca al estudiante a participar de una movilización en reacción a una propuesta del
Ministerio de Educación, alegando que dicha propuesta afectaría los valores de la familia y, por ello, pondría en riesgo la razón social
de la fundación si se implementa. El estudiante decide no participar. La fundación convoca al estudiante para participar en otra
actividad de carácter religioso, él se niega a colaborar dado que no representaba un escenario de intervención de psicología social
(campo en el que está realizando su práctica), no constituía una actividad liderada por la fundación, ni aportaba a su proceso
formativo. Lo anterior ha sido motivo de malestar dentro de la Fundación y para el estudiante. En este caso, ¿El estudiante estaría
faltando en su lugar como practicante de psicología social?" ¿El caso implica un dilema ético o una inconsistencia ética?

Análisis: Este caso cuenta con dos componentes principales. Por una parte se se tiene su componente legal cuyos puntos clave son
Los deberes, obligaciones y derechos tanto del estudiante como de la Fundación en donde este lleva a cabo sus prácticas, deben
estar taxativamente expresados en el Convenio de Practica firmado entre la Universidad, en donde estudia el estudiante, y la
Fundación o institución en dónde se desarrolla la práctica profesional. Si en dicho Convenio se expresa que el estudiante debe
acompañar las posiciones ideológicas o dogmáticas de su sitio de prácticas a partir de marchas, declaraciones públicas o similares, el
estudiante estaría obligado a hacerlo ya que se ha comprometido previamente a ello. Si no es así, el estudiante no tiene ninguna
obligación contractual para hacer ese tipo de acompañamientos. Por otro lado, si las marchas, manifestaciones u otro tipo de actividad
llevadas a cabo por la Fundación, sitio de práctica, no aportan a la formación profesional y académica del estudiante, este no estaría
obligado a su cumplimiento. Sin embargo, como ya se comentó, ello depende de las condiciones del convenio de práctica. Al
estudiante se le debe recomendar que ponga en conocimiento de su profesor supervisor la situación para que no vaya a tener
dificultades con su nota. En cuanto la cuestión ética, a los estudiantes no les aplica lo dispuesto en el Código Deontológico
y Bioético de Psicología contenido en la Ley 1090 de 2006, por lo que sus actuaciones relacionadas con posibles faltas a la ética
deberán ser vistas a la luz de los estatutos académicos de su universidad. Y por la otra a nivel moral debe darse un llamado al
manejo prudente de la diferencia de creencias. Ante esta clase de situaciones el psicólogo debe procurar llevar a cabo un manejo que
permita a las partes solucionar sus diferencias más que ahondarlas. Sin embargo, no por ello la institución se encuentra justificada
para imponer tampoco sus creencias y, finalmente, esta situación deberá solucionarse de acuerdo a los convenios establecidos entre
las partes; un manejo prudente no signifia ceder ante las solicitudes sino no transformarlo en un conflicto.
La Otra Mala Praxis

Por FRANCISCO SOLANO MONCADA M.D.


Miembro del Comité Editorial del Heraldo Médico.

“El médico funcionario apenas atiende la enfermedad, no a quien la padece”


Piulachs

En otras latitudes los médicos se resisten a las malas condiciones en las que en algún momento se ven abocados a trabajar.
Consientes del respeto que merecen, erigen verdaderos pies de fuerza a la hora de negociar contextos dignos para laborar y debo
hacer una aclaración: no me refiero solo a beneficios económicos.

En nuestro caso colombiano parece que todo quedó solucionado con la aparición de la ley 100. Si un médico dejó de recibir en su
consultorio el grueso de pacientes al que antes estaba acostumbrado, no hay más que decir, es culpa de la ley 100. Si los pacientes
están descontentos, seguro que la ley 100 tiene que ver. Aumentan las demandas: ley 100. Así las cosas, un paciente incauto podría
pensar que de no ser por la ley 100, el médico le habría hecho una buena anamnesis o por lo menos lo habría mirado a la cara
durante el tiempo de la consulta médica. Tumbar la ley 100 ¿ayudaría en realidad? ¿Sería suficiente para recuperar la confianza de la
gente en el médico?

Difícilmente bastaría.

En días pasados repasaba algunos textos interesantes, uno de ellos publicado en el número anterior del Heraldo, el Dr. Guzmán Mora
hace un interesante recorrido por la Europa del siglo XVII y cita las características del médico de la época. Los ensayos del Dr.
Fernando Sánchez Torres sobre los ideales del médico contemporáneo coinciden en algunos puntos, y de ellos surge una reflexión.

Cuando se revisan las condiciones en las que se ejerce la medicina en Colombia uno no sabe si la culpa es de las instancias
competentes (las que dictan estos requisitos mínimos), de los médicos (que los aceptan y hasta los aplauden) o de los pacientes (que
se someten). La Real Academia de la Lengua define a la medicina como arte y ciencia…y en verdad ningún arte y ciencia pueden
partir de un encuentro de quince minutos. La abrumadora llegada del postmodernismo le legó a la ciencia muchas responsabilidades,
algunas de ellas relacionadas con las postrimerías y es la medicina, tal vez, la más común de las aproximaciones de la población
general a la “ciencia”.

En nuestro país, tamaña responsabilidad quedó grande en manos de muchos médicos, la esperanza busca otros lugares comunes, las
terapias alternativas (unas mas serias que otras) ofrecen más confianza a los enfermos, que por encima de los lineamientos absolutos
de la medicina tradicional se aventuran a lo novedoso, obvian el paso por el frío de los consultorios médicos y se refugian en las tibias
pseudo-ciencias. A la luz de nuestra formación la débil evidencia que soporta la terapia con jugos, piedras, velas y otros debería ser
suficiente para recobrar la fe.

El médico de hoy tiene entre sus ancestros hombres (y mujeres) que ganaron el respeto que aun ostenta la profesión con su mano
siempre atenta, su vasta cultura, sus oídos abiertos, su actitud humilde ante el enfermo. Ante las condiciones del contexto la medicina
debe entenderse como una ejercicio social y no como el oficio técnico que pronto será. Las variables determinantes de la enfermedad
pasan de largo frente al atareado médico postmoderno, basta con ir a una consulta médica para darse cuenta, si uno no dice que es
medico no importa, después de todo la probabilidad de que el tratante pregunte a qué se dedica uno es muy pequeña.

Los pacientes buscan en el consultorio espacios de catarsis que de ser llevadas a cabo con éxito no solo darían muy buenas pistas
etiológicas si no que producirían efectos terapéuticos mas pronto. La confianza entre un médico (suspicaz) y su paciente facilita la
prevención de la enfermedad y abre campo para educar. Es por eso que a estas alturas me atrevo a decir que nadie le quitó al médico
sus pacientes, simplemente ellos buscaron alternativas mas humanas.

Es posible que el espacio mas apropiado para defender la medicina sea el menos pensado, el encuentro médico-paciente.

https://encolombia.com/medicina/revistas-medicas/heraldo-medico/vol-2423002/heraldo2423002praxis/

Hoy entierran en Potolo a víctima de mala praxis

El cuerpo de la enfermera Bernardina Mostacedo, que falleció a consecuencia de una supuesta mala praxis médica en Santa Cruz,
llegó ayer a su natal Potolo (Chuquisaca) en medio de pedidos de justicia.

10/10/2017 | CORREO DEL SUR

El cuerpo de la enfermera Bernardina Mostacedo, que falleció a consecuencia de una supuesta mala praxis médica en Santa Cruz,
llegó ayer a su natal Potolo (Chuquisaca) en medio de pedidos de justicia. Ayer se emitio un mandamiento de aprehensión.

La mañana de ayer el cadáver de la joven, que falleció tras haberse sometido a una liposucción en una Estética no autorizada, fue
trasladado a Sucre y por la tarde fue transportado a su tierra natal, Potolo, donde hoy, martes, recibirá sepultura, según informo la
prima de la víctima, Sandra Contreras.
Bernardina Mostacedo falleció a los 26 años de edad luego de someterse a una liposucción en el Centro de Estética Scent de Santa
Cruz, donde convulsionó tras recibir la anestesia. Desde entonces no pudo recuperarse y se le declaró muerte cerebral; al cabo de dos
semanas falleció.

La joven enfermera chuquisaqueña trabajaba en Santa Cruz desde hace cuatro años en la clínica de COSSMIL y en un hospital del
Plan 3.000, dijo su prima.

La cirugía se practicó en un lugar donde no se contaba con un quirófano y no tenía licencia de funcionamiento para este tipo de
intervenciones.

El Servicio Departamental de Salud de Santa Cruz convocó a la población a denunciar a los centros clandestinos en donde se
practican cirugías estéticas o tratamientos de belleza que incluyen invasión al cuerpo.

Desde que la paciente perdió el conocimiento e ingresó en coma, la familia de Mostacedo exigió la aprehensión de las personas
responsables para que respondan por sus acciones.

El fiscal de distrito de Santa Cruz, Freddy Larrea, informó a ABI que citaron a la cirujana y dueña de la Estética Scent, para declarar
mañana, miércoles, en calidad de denunciada. Informó que también se emitió un mandamiento de aprehensión contra la
anestesióloga, que hasta la fecha no se ha presentado a declarar por ese caso. Con la instrumentista, suman tres personas acusadas
de mala praxis.

https://correodelsur.com/seguridad/20171010_hoy-entierran-en-potolo-a-victima-de-mala-praxis.html

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