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Edición de:
Dámaso López García
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EDICIÓN DE:
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Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha
1996 Cuenca
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Traducciones de:
Edición de:
Relación de colaboradores cuyas tradu ccio nes se han llevado a cabo expresmnente para
su publicación en esta obra:
Chang Ho-Tien
(Universidad de Salamanca)
Chang Yea-Ling
(Universidad de Vallado] id)
Svetlana Maliavina
(Universidad Cotnplutense de M adrid)
Giuseppe Mazzocchi
(Universidad de Pavía)
PROLOGO
contrario, que el siglo XIX, tras un declinante apego creativo hacja los
temas y variaciones del mundo clásico, pusiera en duda si tan siquiera
había comenzado a entender el mundo clásico; aunque aplicada a asunto
diferente, la opinión de Vossler sobre las traducciones alemanas de Dante,
resume esta crisis que se ha prolongado y acentuado en el siglo XX:
* * *
Una edición como esta no habría podido llevarse a cabo sin la
colaboración desinteresada de muchas personas a quienes se ha solici-
tado ayuda, y a quienes se ha importunado. Hacia todos ellos debe
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quedar aquí testimonio del agradecimiento de quien ha preparado la
edición, y de los traductores que han hecho su trabajo expresamente
para este libro. Debe figurar en lugar señalado don Luis Arroyo, Rector
Magnífico de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien con genero-
•
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respuesta escrita en italiano de Madame de Stael, de Giacomo Leopar-
di, de Benvenuto Terracini y de Gianfranco Folena. El único texto en
japonés, de Futabetei Shimei, lo ha vertido al español, y anotado,
Carlos Rubio López de la Llave. Giuseppe Mazzocchi se ha encargado
de la traducción al español de los textos portugueses: Joao Franco
Barreto, Joaquim de Vasconcelos y Fernando Pessoa; Valeria Tocco ha
hecho la selección de los textos portugueses, y los ha enriquecido con
unas notas, que, aunque en el texto figuren como notas del traductor, a
ella pertenecen. Los textos rusos, de Pushkin, Turguénev, Yukovski y
Pasternak, los ha vertido al españoJ Svetlana Maliavina.
Para algunos de los textos se han utilizado traducciones ya publica-
das, de las que se deja noticia en la reseña bibliográfica.
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Wilhelm von Humboldt
De la introducción a la Traducción métrica
del Agamenón de Esquilo
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..
ca la certeza de ser comprendido, y porque la lengua, de todos modos,
sólo puede imaginarse como el producto de una interacción simultánea
en la que nadie está capacitado para ayudar al otro, sino en la que todos
tienen que llevar dentro de sí su propia labor y al mismo tiempo la de
todos los demás), se asemejaría este al nacimiento de una figura ideal
en la imaginación del poeta. Esta figura tampoco puede tomarse de
algo real, sino que nace mediante una pura energía del espíritu, y, en el
sentido más propio, de la nada. Pero a partir de este momento entra en
la vida, y ahora es real y duradera. ¿Quién no ha creado, dejando
también a un lado la creación artística y genial, y con frecuencia ya en
la primera juventud, figuras de su propia imaginación con las que
muchas veces vive luego más confiada1nente que con las figuras de la
realidad? ¿Cómo podría, pues, una palabra cuyo significado no se
encuentra directamente determinado por los sentidos, llegar a ser com-
pletamente idéntica a una palabra de otra lengua? Inevitablemente
tiene que ofrecer variedades y cuando se comparan con detenimiento
las mejores traducciones, las más escrupulosas y fieles, se asombra uno
de la diversidad que aparece donde sólo se esperaba encontrar igualdad
y uniformidad. Podría decirse incluso que cuanto más aspira a la fide-
lidad una traducción, tanto más inexacta será. Pues entonces pretende
imitar también sutiles particularidades, evita lo que es sólo general,
aunque, en fin, sólo puede ofrecer para cada particularidad otra distin-
ta. Esto, sin embargo, no debe hacernos desistir de traducir. La traduc-
ción, y sobre todo la de los poetas, es más bien una de las tareas más
'
necesarias en cualquier literatura, en parte para trans1nitir a quienes no
dominan varios idiomas aquellas formas del arte y de la humanidad
que de otro modo no llegarían nunca a conocer lo cual representa un
considerable beneficio para todas las naciones , pero en parte tam-
bién, y sobre todo, para aumentar la importancia y la expresividad de la
•
propia lengua. Pues es una de las maravillosas cualidades de las len-
guas que al principio todas sirvan para el uso común de la vida, pero
que puedan luego elevarse hasta el infinito mediante el espíritu de la
nación que las cultive, alcanzando así un uso superior y cada vez más
variado. No es demasiado atrevido decir que en cada dialecto, e incluso
en los de los pueblos más primitivos, a los que solamente no conoce-
mos de forma suficiente, todo puede expresarse: lo 1nás sublime y lo
más profundo, lo más fuerte y lo más tierno (con lo cual, sin embargo,
no queremos decir que una lengua no pueda, en principio, ser mejor
que otra, y que algunas no sean para siempre inalcanzables para otras).
Es sólo que estos tonos están adormecidos, como en un instrumento
que no se toca, hasta que la nación sepa producirlos. Todas
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las formas
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lingüísticas son símbolos, no son las cosas mismas, ni signos conveni-
dos, sino sonidos que mediante el espíritu con el que nacieron y nacen
sin cesar están en un contacto real y, si se desea llamarlo así, místico,
con los objetos y los conceptos que los sonidos representan; sonidos
que contienen los objetos de la realidad, por decirlo así, diluidos en
ideas, y que ahora, de una manera para la que es imposible imaginarse
un límite, pueden cambiarlos, detertninarlos, separarlos y reunirlos. A
estos símbolos puede agregárseles un sentido más sublüne, más pro-
fundo o más tierno, lo cual sólo sucede cuando se piensan, se expresan,
se reciben y se reproducen con tal sentido, y así es como se au1nenta la
lengua, sin ningún cambio realmente perceptible, alcanzando un sen ti-
do superior, y se acrecienta hasta llegar a un sentido que resulta ser
más variado. Tal como se extiende el sentido de la lengua, en efecto, así
se extiende también el sentido de la nación. Para citar sólo este ejem-
plo: ¡cuánto no ha ganado la lengua alemana desde que imita los
metros silábicos del griego!, ¡y cuántas cosas no se han divulgado y
desan·ollado en esta nación, y no exclusiva1nente entre sus gentes más
cultas, sino entre las masas y hasta entre las mujeres y los niños, por el
hecho de que los griegos se han convertido de verdad, de forma genui-
na y directa, en lectura nacional! Es imposible señalar cuánto tnérito
por lo que a la nación alemana se refiere tiene Klopstock, a quien se .
debe la primera adaptación acertada de los metros silábicos de la
Antigüedad; y aún más Voss, de quien puede afirmarse que ha introdu-
cido la Antigüedad clásica en la lengua alemana. Apenas podría conce~
birse 1nás poderosa y más beneficiosa influencia para la educación
nacional en una época ya muy culta, y esta influencia es mérito exclu-
sivo suyo. Pues él ha inventado la forma definitiva y, sin embargo, aún
perfeccionable, la única forma en la que ahora, tnientras se hable el
alemán, pueden traducirse los antiguos al alemán, lo cual sólo fue
posible gracias a aquella tenacidad de carácter inherente al talento, que
una y otra vez y sin cansarse se ocupaba de la misma 1nateria. Y quien
crea una forma auténtica tiene la perpetuidad de su trabajo asegurada,
mientras que la obra más genial, como fenómeno singular, si carece de
tal forma, queda atrás en el mismo camino, sin consecuencias para el
futuro. Pero si la traducción debe aportar a la lengua y al espíritu de la
nación aquello que esta no posea, o si lo posee, de otra manera, enton-
ces la exigencia prioritaria es una sencilla fidelidad. Esta fidelidad
tiene que estar orientada hacia el verdadero carácter del original, y no,
descuidando este, hacia sus casualidades, tal como en general toda
buena traducción ha de fundarse en el sencillo y modesto amor al
original, y en el estudio que nace de este amor, y a este ha de volver
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después. Sin duda, este modo de ver las cosas implica necesariamente
que la traducción tenga un cierto matiz extraño, pero el límite donde
esto se convierte en un innegable fallo es muy fácil de señalar aquí. En
cuanto no se sienta la extrañeza, sino lo extraño, la traducción ha
conseguido sus propósitos más nobles; sin embargo, cuando aparece la
extrañeza por sí sola, y acaso oscurezca incluso lo extraño, ahí el
traductor delata que no está a la altura de su original. El sentimiento del
lector imparcial no se equivoca aquí fácilmente con la verdadera línea
divisoria. Ir 1nás lejos aún por repugnancia y miedo ante lo desacos-
tumbrado, y tratar de evitar también lo extraño mismo, igual que antes
se oía decir que el traductor tenía que escribir justo como el autor del
original habría escrito en la lengua del traductor idea que no tenía en
cuenta que ningún autor, a menos que sólo se hable de ciencias y de
hechos, habría escrito lo mismo y de la mistna manera en otra lengua-
' significa destruir toda la traducción y todo su provecho para la lengua
y la nación. Pues, ¿cómo se explica sino así que con todos los griegos
y los rotnanos ya traducidos al francés, y algunos, a su manera, con una
perfección considerable, no se haya transmitido con ellos, sin embargo,
ni lo más tnínimo del espíritu clásico a la nación? ¿y que ni siquiera la
cotnprensión nacional de estos (porque no puede hablarse aquí de
ningún estudioso en particular) haya ganado nada a través de estas
traducciones?
A esta sencillez y fidelidad que acabo de describir y con esto
paso, después de estas consideraciones generales, a hablar de mi propio
trabajo he intentado acercarme. Con cada nueva redacción he pre-
tendido quitar cada vez .más aquello que no aparecía con idént~ca
sencillez en el texto original. La imposibilidad de alcanzar las particu-
lares bellezas del texto original muy fácilmente conduce a prestarle
adornos ajenos, de lo cual nacen en el col1j unto un color distinto, y un
tono diferente. He procurado evitar lo que no fuera alemán, y lo que
fuera oscuro; en este últüno aspecto, sin embargo, no deben tenerse
pretensiones injustas, y que ünpidan ventajas superiores. No puede y
no debe una traducción ser un comentario. No debe contener ninguna
oscuridad que se deba a una inseguridad en el uso de las palabras, o a
una construcción estrábica; pero ahí donde el original sólo insinúa en
vez de expresar con claridad, donde consiente metáforas cuya relación
es difícil de comprender, donde suprime las ideas intermedias, ahí el
traductor haría mal en introducir arbitrariamente y por su propia cuenta
una claridad que modificaría el carácter del texto original. La oscuri-
dad que a veces se encuentra en los escritos de los antiguos, y que es
precisamente una exquisita característica del Agamenón, _resulta de la
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concisión y de la audacia con las que se enhebran, bajo repudio de los
nexos en forma de frases mediadoras, pensamientos, imágenes, senti-
mientos, recuerdos y presentimientos, tal como brotan de un alma
profundamente emocionada. Tan pronto como se fatniliariza uno con
los sentimientos del poeta, los de la época, los de los personajes por él
presentados, desaparece aquella oscuridad poco a poco, dejando lugar
a una alta claridad. Hay que prestar también una parte de esta atención,
de este esfuerzo de familiarización, a la traducción; en vez de exigir
que lo que en la lengua original es sublime, gigantesco y extraordinario
sea sencillo e inmediatamente comprensible en la traducción. Sencillez
y claridad, sin embargo, siempre siguen siendo las cualidades más
difíciles de conseguir por el traductor, y nunca se obtienen mediante el
esfuerzo y los retoques. En su mayor parte se deben a una primera
inspiración feliz, y demasiado bien sé lo que mi traducción deja que
desear en este aspecto.
En la corrección e interpretación del texto he contado con la ayuda
del profesor Herrmann. Atareado en una nueva edición de Esquilo, ha
tenido la amabilidad de cotnu nicarme todo en relación con su adap-
tación del Agamenón lo que podía serme ele alguna utilidad. Sólo
esta gentil ayuda, sin la cual no me habría atrevido a presentar ante el
público, sobre todo, Jos cantos del coro, tnc ha capacitado para fundar
mi traducción sobre un texto completatnente revisado; y todos los
expertos advertirán con prontitud de cuántas afortunadas tnodificacio-
nes se han beneficiado ciertos pasajes; y cuánto han ganado, aden1ás,
los coros y los siste1nas de anapestos, gracias a una versificación más
correcta. Las modificaciones del texto referentes al significado se han
señalado escuetatnente en las anotaciones del propio profesor Herr-
mann; las que se refieren al metro se apreciarán en la comparación de
la traducción con las ediciones anteriores.
Este texto lo he seguido posterionnente con tanta exactitud como
me ha sido posible, porque sie1npre he odiado el método ecléctico con
que algunos traductores eligen a veces arbitrariamente y al dictado
de un sentimiento frecuente e inevitable1nente equivocado entre los
cientos de variantes de los manuscritos y en1niendas de los críticos. La
edición de un escritor antiguo es la restitución de un documento, si
bien no en su forma verdadera y original, sí en la forma de aquella
fuente que para nosotros es la última a la que tenemos acceso. Por lo
tanto tiene que realizarse con rigor y escrúpulo científicos, con todo el
acopio de erudición en que se funda, y, sobre todo, con unos principios
consecuentes y estrictos, y emanar de un único espíritu. Y lo que
menos se debe permitir es que influya en esto el así llamado sentimien-
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to estético, para el que especialmente los traductores podrían creerse
autorizados; esto, si no se quiere imponer al texto ocurrencias (lo peor
que puede pasarle al traductor, editor o investigador de poetas anti-
guos) que tarde o temprano cederán su puesto a otras.
A la parte métrica de mi labor, sobre todo a la pureza y exactitud de
los metros, siendo estas las bases de toda otra belleza, he dedicado el
mayor esmero posible, y creo que en esto ningún traductor puede pecar
por exceso. El ritmo, tal y co1no impera en los poetas griegos, y sobre
todo en los poetas dramáticos, que saben servirse de toda clase de
metros, es, en cierto modo, un mundo aparte, separado también del
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experiencia y familiaridad, aún más las necesita el oído de muchos
lectores desorientados por la arbitrariedad de nuestros poetas, o
también poco acostumbrados a los metros menos frecuentes . Un
traductor, particularmente si trabajase con los poetas líricos antiguos,
1nuchas veces sólo podría mejorar permitiéndose libertades; pocos lo
seguirán en los coros con la suficiente exactitud para comprobar el
empleo correcto o incon·ecto de una sílaba; es más, en el caso de
idéntica interpretación, muchos prefieren, co1no ya ha constatado acer-
tadamente Voss, cierta naturalidad sobre la superior belleza del ritmo.
En esto, sin etnbargo, un traductor tiene que ejercer abnegación y rigor
contra sí mismo; sólo así se mueve por un camino en el cual puede
abrigar la esperanza de tener sucesores más afortunados, tal vez. Pues
las traducciones, en todo caso, antes que obras duraderas, son trabajos
que comprueban y determinan el estado de la lengua en un Inotnento
dado, como si fueran una piedra de toque inmutable, y que deben
influir en él, y tienen que repetirse una y otra vez. Ade1nás, aquella
parte de la nación que no sabe leer a los antiguos, los conoce mejor a
través de varias traducciones que a través de una. Son éstas diversas
imágenes del mis1no espíritu, porque todos reproducen eJ que advirtie-
ron y el que supieron expresar: el verdadero descansa exclusivamente
en el originaL
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Indice
Prólogo .. .. . .. .. .... .. . ... .. .. .. .. .. ... .... .. . .. ... .. . ... ... .. .. .. .. .. .... ... .. . .. . .. . .. . .. .. . 7
/
ANTOLOGIA DE TEXTOS
San Jerónimo
«Epístola a Pamtnaquio sobre la mejor forma de traducir»...... 32
•
al-J? iihiz
• •
De El libro de los animales .. .... ... .. . ... .. . .. . .. ... .. .. .. .. . .. ... . .. .. . ... ... ... 45
Martín Lutero
«Misiva sobre el arte de traducir» ............................................. 51
Joachim du Bellay
De De,fensa e ilustración de la lengua francesa .. . .. . .. . .. .. . ... ... ... 71
Miguel de Cervantes
De Don Quijote, I, 6 ................ . ........ ....................... ................. . 80
De Don Quijote, II, 62 .. ... ..... .... ..... . .. ... ........ ......... ... ........ ... ....... 80
619
Joao Franco Barreto
«Prólogo» a Ene ida portuguesa................................................. 82
John Dryden
Del prefacio a la traducción de las Epístolas de O vi dio . .. .. .. .... 88
Del prefacio a Silvae o segunda parte de misceláneas poéticas 94
De la dedicatoria a la Ene ida .... .. . .... ... .. . .. ... . .. . ... .. ... .. . ... .. ... ... . .... 97
Del prólogo a Fábulas ... . .. .. . .. .... .. . ... .. . .. . .. . .. . .. .. .. .. .. .. ... . . .. .. .. .. .. . .. 99
De Biografía de Luciano. ... .. . .. . .. ... .. ... . .. ... .. . ... ... .. . .. . ... ... .. . .. ... . .. .. 102
M elchiorre Cesarotti
De Ensayo sobre la filosofía de la lengua . ... . ..... .. . .. .. . . ... ... .. . .. .. 11 O
José Cadalso
De Cartas marruecas ... ... ... .. .. . .. . .. . .. .. .. ... .. .. . .. .. .. ... .. . .. .. .. .. . .. ... .. . .. 112
Ugo Foscolo
«Intención del traductor» .. . .. .. . .. . ... .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. .. . ... ... ... .. . .. . .... . 116
Giovanni Carmignani
<<Sobre la traducción>> .. ... ... ... .. . ... .. . ... .. ... .. . .. . .. .. .. .. . .. .. . .. . .. . .. . .. . ... .. 119
Friedrich Schleiermacher
«Sobre los diferentes métodos de traducir» .. . .. .. .. .. .. . ... .. . .. .... .. .. . 129
620
Pietro Giordani
«Carta de un italiano a los redactores de la Biblioteca» . ... ... ... . 171
Madame de Stael
«Carta de la señora baronesa de Stael Holstein a los señores
redactores de la Biblioteca Italiana» .. .. . .. . .. . . ... . ... .. .. .. .. ... . .. . .. .. ... 179
Giacomo Leopardi
«Carta a los redactores de la Biblioteca Italiana» .. .. ... .. .. .. .. .. .. . 183
A.S. Pushkin
De «Sobre Milton y la traducción de Chateaubriand del
Paraíso perdido>> . .. . ... .. ... ... . .. . .. .. . .. ... . ... .. ... .. .... .. ....... ...... ... ..... ..... 190
/.S. Turguénev
«Guillermo Tell. Obras de S chiller» ........................................... 193
Arthur Schopenhauer
De «Sobre lengua y palabras» ................................................... 197
Matthew Arnold
«Sobre las traducciones de Homero» .. . ... .. ... ... . ................... .... .. 203
Victor Hugo
<<Los traductores>> .. ..... . .. . ... .. . ... .. ... ... . .. .... .. .. . ... .. ... . .. ... .. . . .... . .. ... . .. 283
Joaquim de Vasconcelos
<<Sobre lengua y estilo» .. .. ... . .. . .. .. . .. .. .. .. . .. ... .. .. .. .... .. ... .. . . .. .. . .. .... .. 309
Friedrich Nietzsche
De La gaya ciencia .. .. . .. . ... .. .... .. .. . . .. ... ... ... .. ... ... . .. . .. ... . .. . .. ... .. ... . .. 317
De Más allá del bien y del mal.................................................. 318
Yen Fu
Prólogo de la traducción china de Evolution and Ethics and
OtherEssays............................ ................................................... 326
621
Futabatei Shimei
«Mi manera de traducir» . .. . .. . .. . .. .. . ... .. . ... .. ... . .. ... ... .. . .. . ... .. .. . .. .. .. .. 330
Walter Benjamin
«La tarea del traductor>> .. .. . .. . .. . .. ... ... ... . .. .. ... . .. . .. ... .. ... .. . . .. ... ... ... .. 335
Fernando Pessoa
De Páginas de estética, teoría y crítica literaria...................... 352
De Pessoa inédito (Para una teoría de la traducción: 1) .. . .. . ... . . 352
De Pessoa inédito (Para una teoría de la traducción: 2) .. .... ..... 353
Karl Vossler
«La comunidad lingüística como co1nunidad de mentalidad».. 355
Lin Yutang
«Sobre la traducción»................................................................. 377
LuXun
«Traducciones de traducciones»................................................. 394
Borrador de «Título aún no fijado» . .. ... .. . .. . .. .... .. . .. . .. ... ... .. . ... .. . .. 395
Ezra Pound
De «Las relaciones de Guido» ... .. ... . .. ... ... .. . ... .. .... . . ... .. . ... ... ... .. . .. 397
Alfonso Reyes
«De la traducción» . .. ... . .. ... ... .. . .. . .. . .. .. . ... .. . ... .. . .. . .... . ... .. . .. . .. . .. . .. ... 447
Borís Pasternak
«Notas de un traductor» . ... .. . .. .. .. .... . ... .. . ... ... .. ... ... . .. .. . ... .. . ... ... .. . .. 460
Paul Valéry
«Variaciones sobre las Bucólicas» . . .. . .. . .. . ... .. ... . .... . .. . .. . .. . ... ... . ... . 463
Fu Lei
«Prólogo: La traducción y la reproducción pictórica» .. . .. . .. .. . ... 475
622
Benvenuto Terracini
De El problema de la traducción ... . .. ... ..... .. .. ... .. . .. .. . .. ... . .. . .. .. . ... 477
Francisco Ayala
De Problemas de la traducción . .. .. . ... ... .. . .. .. ... .. .. .. . ... .. . ... .. .. .. . . ... 488
Roman Jakobson
«Sobre los aspectos lingüísticos de la traducción» . . ... .. ... ... . .. .. . 494
Hans-Georg Gadamer
De «El lenguaje como medio de la experiencia hermenéutica» 503
Octavio Paz
<<Traducción: Literatura y literalidad»........................................ 51 O
Taha lfusayn
De Libros y autore.s·.... .. . ... .. . .. ... . .. .. . ... ... .. . .. . .. .. . .. . ... .. . .. ... .. .. .. .... . .. 557
De Ciencia de la literatura . ... .. . .. ... ... .. . ... .. .. . ... . .. .. . ... .. . .. .. . ... ... . .. . 561
Liu Jingzhi
«Apreciación del parecido espiritual y no del parecido formal:
Panorama general de las teorías de traducción desde Yen Fu» . 565
•
Mao Dun
«Prólogo» a Antología de traducciones de Mao Dun ............... 584
Gianfranco Folena
«Advertencia», en Vulgarizar y traducir................................... 588
/
INDICE DE NOMBRES . .. ... ... .. . ... ... ... ... . .. .. .. . ... .. ... . .. . .. ... ... .. . ... .. 605
/
IND1CE .. ... .. . .. ... ... ... .. . .. .... .. . .. . .. .. . ... .. . ... .. . ... . .... ... ... ... .. ... ... .. . ... .. . .. 6 21
623
t
DIPUTACIÓN PROVINCIAL
TOLEDO
Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha
9 788488 255884