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12 INTRODuccrÓN CLASES DE VERSOS 13

5. CANTIDAD. - La duración del periodo rítmico se reparte trocaica y cla(ulita. resul taTon con duración semejante. La ana­
C'ntre las cláu sulas, y la de las Cláusu las entre las sílabas. lndi­ cr usis consta de una sílaba en el primer verso y de dos en el
ddua lmente consideradas, las sílabas presentan entre sí diferen­ segundo; en determinadas clases de versos reúne hasta tres sílabas;
cias considerables. La duración de las cláusulas resulta en genera] desapi\recc cuando el primer tiempo marcado se sitúa sobre la
más uniforme que la de las silabas. Entre cláusu las del m ismo silaba inicial. Tanto las diferencias de anacrusis como las de ter­
ti po, la ~emejanza de duración es, por supuesto, mayor que entre mina ción, entre los versos llanos, agudos y esdrújulos, se compen­
las de tipo diferente. Unas y otras se ajustan al compás correspon ­ "san y equi libran en los períodos de enlace. °
diente, encuadradas en la aproximada regularidad cuantitativa de
los períodos. 6, CLASES DF. VERSOS. - Por razón de su medida, los versos son
Sin relación de Q1-den lingüístico con la na tu raleza silábica, la metricas si se ajustan al mismo número de silabas y amétricos si
cantidad continúa desempeñando papel esencial en el ri tmo del no se sujetan a esta igualdad. Sólo a los primeros les corresponde
verso. Los p eríodos con sus tiempos marcados y su duración seme­ con propiedad el nombre de m etros. A los versos amétricos se les
jante determinan el compás; la forma y disposición de las cláu­ suele llama r también asilábicos e irregulares, Son manan·itmicos .
sulas especifi<.:a el movimiento del ritmo. Sílabas combinadas en los metros qu e mantienen una disposición iO\'ariable en la estruc·
cláusulas, cláusu las organizadas en períodos y períodos regulari­ tura de sus período,; y jJolirrítmicos los que dentro de la misma
zados proporcionalmente por los apoyos del acento constituyen los medida si lábica presentan modificaciones en el orden y clase de
elementos esenciales del ritmo del verso. El ejemplo siguiente pre­ las tl~usul as q u e de terminan tal estructura .
senta en centésimas de segundo las medidas correspondientes a Entre los \ersos a métrico~ se da el n ombre de (l ce ll tllales a Jos
las unidades indicadas, según una inscripción fonética del prin­ que consisten en un número variable de cláusulas del mismo
cipio del romance del Besamanos del Cid: Lipa rítm ico; las diferencias de medida silábica no alteran en
estos versos la uniformi dad del ritmo. Son lib res los versos amé­
anacru· tiempo tiempo tiempo pau ·
sis débil marcado
tricos que no obedecen n i a igualdad de nÍlm ero de sílabas ni a
marcad" sa
uniformidad de cltí usulas; el verso ljbre pone a contribución de
Ca ba! ga Die go La í nez los efec tos del ritmo elementos diversos, sin someterse inexc usable·
sílabas 18 30 20 23 15 18 25 27 (20)
"' - y - - ' '------v----' '---r----'
mente a la reg'u lación del acento. Como modalidad semilibre
cláusulas 50 56 52 cabe co nsiderar el verso fluct uante) cuya ame tría no excede de
un margen relati vamente limitado en tomo a determinadas medi­
período 106
das con las cua les suele a veces coincidir.
al buen rey be sar la ma no A un ll'a¡¡í ndose ele los metros regulares, en ningún caso el verso
sílabas 15 18 28 17 33 20 29 21 (50)
'--­ -v--' '---,----' '------­--' ~,-J puede ser representado sino como mero molde o patrón de figura
cláusulas 33 45 53 50 esquemá tica. La forma m aterial con q ue el poeLa lo ejecuta y la
'--v--J
períod o 98
IJ L~ sílabas n o se a justa n a u n orden cuantitativo reglllar ni las
clá usulas sOn unid ades' de duración fi ja. El r itmo puede resultar de
La duración de cada período fué un segtmdo aproximadamente la repetición d e una misma cláusula . Sílabas y cláusulas distin tas sólo
y la de las cláusulas, la mitad. La suma del tiempo marcado, pausa procluceu un detenn in ado compás bajo la an áloga proporción de los
y anacrusis del período de enlace, 105, equivale a la duración de períodos ritm ícos , U n a d emostracióll más extensa puede verse en
T Ol11,ls Navarro, "La canLidad si lábica en unos versos de Rubén
los períodos ordinarios. En el primer periodo, las dos cláusulas, Darío," en RFE, 1922, IX, 1-29.
14 INTRODUCCIÓN RIMA 15
interpretación con que el lector lo recoge son rea lizaciones del 8. R IMA. - Testimonios abundantes demuestran la existencia
común prototipo a que cada uno lo refieren. En general las dis· de la rima en canciones populares latinas. Aunque en la poesía
crepancias de in terpretación son escasas en los metros tradicio­ culta el verso era ordÍnariameñt:e suelto, los poetas latinos se ser­
n ales y corrientes. Tales discrepancias aumentan a medida que vían en ocasiones de la rima con determinado propósito expre­
el verso se aleja de los tipos conocidos y del campo en que orcli­ si vo. La rima adquirió mayor desarrollo en los cantos civiles y
nariamente se ejercita la percepción del ri tmo. Es corriente en religiosos del latin medieval. L'!!.. lenguas romances, desde el
estos casos hallar diferencias en la lectura de los mismos versos primer moment<2! adop taron y generalizaron en Su versificación
aun entre personas de iguales circunstancias. la práctic;a de este recurso, base de una línea de armonía en que
las palabxas sÜüan sus concordancias en una ordenada relación de
7. PAUSA y CESURA. - La pausa propiamen te métrica es la que tiempo.s
ocurre en fin de verso y entre hemistiquios de versos compu estos. LQS preceden tes latinos ofrecen testimonios tanto de la rima "\

Rechaza la sinalefa y permite que versos y hemistiquios acaben consonante.. e,n que coinciden todos los sonidos finales a partir )
con terminación l lana, aguda o esdrújula. La pausa delimita de la {Iltima vocal acen tuada, como de la rima asonante en que I
versos y hemistiquios y nivela perlados interiores y de enlace. sólo coinciden las vocales. En el arte trovadoresco, la rima conso­
Puede consistir en una efectiva interrupción más o menos larga, nante se convirtió en uno de los pr incipales motivos de lucimiento
según sefiale terminación de hemistiquio, verso, semiestrofa o de maestría técnica. La asonancia, menos estimada, fué quedando
estrofa, o bien puede r educir se a una simple depresión elocutiva reducida en la mayor parte de los países a manifestaciones par­
en los puntos de división de tales unidades. Su presencia es en ticulares de la versificación popular. Sin perder tal carácter, elevó
todo caso esencial como elemento determinativo de la extensión su papel más que en ninguna otra lengua en cier tos géneros de la
y unidad del verso. 7 poesía española.
La cesura qu e algunos versos requieren o admiten en alguna Al fi nal de un período de excesivo artificio, Nebrija condenó
parte de su período rítmico fué claramente definida por Bello la rima como obstáculo para la recta y natural expresión. Ren­
como breve aescanso que, a diferencia de la pausa, repugna el gi ro m ás tarde la defendió como requisito indispensable y Cara­
hiato y da lugar a la sinalefa. Otra diferencia consiste en que la muel la elogió como u no de los principales méritos del verso. El
cesura no admite adición ni supresión alguna que afecte al mí­ hecho es que durante siglos ha venido ejerciendo un dominio
mero de sílabas. Con frecuencia suele incurrirse en confusión general del que sólo la han apartado ocasionalmente las limitadas
atribuyendo a una y otra palabra el mismo sentido. La cesura ex periencias del verso ~uelto, las imitaciones de la métrica clásica
supone en general un descanso más corto que el que general­ y el moderno ver so libre.ll
mente corresponde a la pausa, pero en todo caso no es la duración 8 ~ . Bello, "Uso de la rima asonante en la poesía latina de la edad
10 que distingue a ambos conceptos sino el valor que cada uno media y observacio nc~ sobre su uso modern o," en Repertorio Ame?'i­
representa 'desde el punto de vista métrico. c?no, Londr.es, 1827, reimp reso en Opúsculos litemrios y críticos, San­
tlag? de CIll.1 e. 1883, págs. 227-238. Sobre el mismo asunto se eneuen­
~;a mfor:naClón en Menéndez Pelayo, Ant. XI, 103-110, yen E. StengeI,
7 La explicación de Bello sobre la diferencia entre pausa y cesura Romal11schen Verslehre," en Gnmdriss de Grober, n, parte J págs
61-69. " .
fué ampliada por Vicuña Cifuentes, Estudios, 79-86. Aunque elabo­
rado sobre el endecasílabo inglés, contiene conclusiones de interés 11~as ptincipales reglas de la rima, según la preceptiva tradicional,
general el trabajo de Ada L. F. Snell, Pause: A study of its nature an d son . a) Un a pal abra no debe ser consonante de sí misma. b) Es débil
its rhythmical fttnction in verse, especially blanlt verse, Ann Arbor, o pobre la rima en que figura la misma palabra eon acepciones distin­
1918. tas. e) Deben evitarse en fin de verso las palabras inacentuadas. d) La
16 INTRODUCCiÓN BmLlOGRAFÍA 17
9. ESTROFA. - El papel del verso como parte de la expresión Desde el renacllll lema se hicieron frecuentes los testimonios
rítmica del pensamiento se completa en la armonía de la esu·ofa. de la valoración estética dé los sonidos en la expresión verbal.
l,a estrofa en sus manifestaciones primarias respondía a las líneas Herrera, el Pinciano y Cascales aludieron a la aptitud evocativa
del canto acomodado a las evoluciones y mudanzas simétricas d e ele ciertos vocablos por 1'a7Ól1 de sus cuaJidades fonéticas. La con­
la danza. Sin duda contribuyó también en otro terreno a definir cordancia en tre el timbre de los sonidos dominan les en ciertos
la eSlrofa el ejemplo de las correlaciones de secuencias y tropos pasajes y el tem ple emocional d e las palabras suele ofrecer deli­
de las melodías li túrgicas. La adopción de la rima proporcionó cad os ejempl.os en poetas de fina sensibilidad lingüística. 12
el elemento más fértil para la organizaci6n del verso en grupos
sujetos a un orden metódico. 10 ll . BIBLIOGRAFíA. - El primer tratado de métrica en español
Gran parte de los rasgos m étricos que dis ti nguen a cada período de q \le se tiene noticia consiste en las R eglas de cómo se debe (1'o­
se fundan en el carácter ele las estrofas. La poesía antigua, ordi· vm·, del infante don Juan Manuel, 1282· 1348, las cuales debieron
nariamente can tada, se sirvió de estrofas líricas y épicas bien perderse con el Libro de cantares del m ismo autor. El tratado d e
definidas y poco numerosas. E l reper torio de estas combinaciones don Juan Manuel seguiría probablemente la pauta de las primeras
se mu ltipl icó desde que la poesía empezó a componerse principal· ins trucciones catalanas y provem:ales de gaya ciencia que m ás
mente para la lectura. La actilud de los poetas no ha sido siem· tarde sirvieron de base a [as Flors del gay sa ber, del Consistorio
pre uniform e. En unas épocas, la estrofa ha sido tratada con cur io­ de T ou louse, 1356. 18
sidad renovadoJ"a, en otras se ha atendido a su consolidación y Del A ¡-te de trovar, de don Enrique de Aragón, 1423, sólo se
uni form idad y en otras se le ha mi rado sin especiaJ interés. conscnan los apuntes que Alvar Gómez de Castro sacó del manus­
··Versos pl LlriInembres y poemas c:orr~J a tivos," en Revista d e la Bib lio·
10. COMPLEMENTOS RÍTMICOS. - Hall servido en tono tiempo leca , 1 rcltiv () )' M useo. Ayuntamiento de Madrid, 1944, XIII, núm.
como ga la y adorno del verso diversas figuras rela tivas al orden y 49 ; "Versos col'T"elativos y retóri ca tradicional," e n RFE, 1944, XXVIII,
139· 153.
disposición de las pala bras: antítesis, paralelismos, repeticiones,
J2 R ecurso expresivo qtte, según los casos, sirve para la ligadura
etc. La poesía culterana en especial se sirvió abundantemen te de blanda y suave, para cl contraste brusco y hasta para el efecto cómico,
la organización de los vocablos en estruc turas simétricas. Una fina es (:1 enca balgamient o , fundado en el desequilibrio en tre verso y si~·
manifestación d e tales efectos es la annonía vocálica, fundada en taxl~. JU,Ul María Maury usó ya este voca blo en carta de 1831 a VI­
cente Salvá: "El cabalgar de un verso sobre otro, tan aborrecido de los
la especial correspondencia de las vocales que figlUan dentro del cUs ico, franceses, en j amhemenl , 110 110S choca, y tal vez nos agrada."
verso y principalmente de las que ocupan los apoyos rítmicos. u Unas. ve~es oc urre por stlpermctrfa: "~Miras den tro de Ti, donde está
el remo - de Di()~, dentro de T i donde alborea," Unamuno; otras
rim a es ta nto men<>s efi C<ll cuanto más obvia y {{Icil parece. e) No es I'eces por in fr amclJ'Ía : "No despierta a los pájaros. Pasam os - solos por
cost umbre em plear la misma rima en tres o m{ls versos consecutivos. la regiún desconocida," Gonzálel. l\fanínez. En ocasiones queda el
f) En la asonailCia pueden al ternar vocales y diplongos y asimismo ' t·, so cortado en parLÍct¡] a débi l: .Iy sufrir por la vida y por la sombra
palabras llanas)' esdritju las, pero no agu das y Hanas. Sobre otros de· y 1) 01~ - lo (p Ie no sospechamos y apenas conocemos," Rubén Darío;
talles, véase Bello, Métriw. 332-352. ~n otro~ G150S se divide u na pal abr a entre dos versos : "V la otra mitad
l Q La rel ación entre el canto litúrgico y la estrofa méu'ica ha sido a cuenta - de la primera rles(a - /aumd ura que se ofrezca," Caldel"óll .
estudiada por E. Spanke, "Ober das Fortleben der Scquenzenform in . 13 Los tr atados más an tigu os sobre arte métrica, de principios del

den romanischell Sprachen," (;ll Zeitsch1"ifl fiir Rmnrmische Pltilo logic , Siglo X1TJ. son Ra.wJ de troblll·, de Ramón Vida! de Besalú, y Donatz
1) (} CI /S lIls, de Ue de Faidit, estudiados por l\lihi y Fontanals, "Antiguos
198}, LI, 309·33J.
;; 'Varios aspectos en relacilm con lo~ complementos ri~icos del 1.rat ~dos de g~ya ciencia," en Obras rompletas, In, 279-297, y por
verso han sido tratados por D~\ maso Alonso, "Temas gongormos: La Slt'llgpl, D ie !Já dcn ¿¡!t es /en pnmemnlúche71 Gmmmatillen , Mar­
I'''¡g, lS i H
sjmelrfa en el endecasllaho de Cóngora,'· en RFE, 1927, XlV, 331-316;
18 INTRODUCCIÓN BIBLIOGRAFÍA 19
crito de la obra en el siglo XVI, repetidos en varias ediciones 1617. Hombre de amplia y variada cultura, el obispo don Juan
desde que Mayans y Sisear los publicó dos siglos después. El Mar­ Caramuel realizó los estudios más eruditos sobre esta ma teria en
qués de Santillana aludió al carácter y procedencia de algunas su Metram étrica, Roma, 1663, y en su Rhytmica) Campania,
formas métricas en el Prohemio de sus obras dirigido al Condes­ 1665.
table de Portugal, 1449. La poética) de Ignacio Luzán, Zaragoza, 1737. introdujo la
Pero Guillén de Segovia redactó en 1490 las laboriosas tablas teoría neoclásica de la métrica cuantitativa a la manera latina,
de su Gaya o silva de consonantes pam alivio de trovadores. An­ teoría recibida con escaso interés entre sus contemporáneos, pero
tonio de Nebrija dedicó al estudio del verso una par te de su recogida con decisión posteriormente por José Gómez Hermosilla,
Gramática castellana} Salamanca, 1492, en la cual, a la vez que Arte de hablar en prosa y verso, Madrid, 1826; por Mariano José
trató de relacionar los versos castellanos con los latinos, advirtió Sicilia, Leccion es de ortología y prosodia) París, 1827-1828} y por
el papel pr incipal del acento, señaló las circunstancias del verso Sinibaldo de Mas, 'Sistema musical de la lengtw. castellana, Bar­
de arte mayor y describió las estrofas más usadas en su tiempo. celona, 1832.
Juan del Encina, más infl u ído por las doctrinas trovadorescas que Andrés Bello VQlvió a encauzar el estudio del verso por el recto'
por los modelos clásicos, compuso un breve y bien ordenado camino del ritmo acentual con sus Principios de ortología y mé­
A rte de poesfa al frente de su Cancionero} 1496. trica} Santiago de Chile, 1835. En este mismo libro, el autor
En su Discuno sobre la poesía castellana, Madrid, 1575, Argote desarrolló el sistema de cláusulas prosódicas previsto por N ebrija
de Molina reunió var ias noticias relativas a versificación antigua y Correas. Después de algunas opiniones indecisas, como la de
y a las nuevas formas italianas. Fernando de H errera inició el Alb erto Lista, en Ensayos literarios y críticos, Sevilla, 1844, el
comentario estilístico del verso en sus Anotaciones a las obras de papel básico del acento q uedó definitivamente reconocido.
Garcilaso de la Vega} Sevilla, 1580. En la m isma fecha , el por­ Mili y Fontanals dedicó a la versificación varios artículos y un
tugués Miguel Sánchez de Lima dio principio a la serie de tra­ breve tratado de Arte m étrica, publicado en el Diario de Barce­
tados de métrica del Siglo de O ro con su A rte poética en romance lona, 1855. Una clara revisión de cuestiones de prosodia y métrica
castellano} Alcalá de Henares, 1580. realizó José CoIl y Vehí en sus Diálogos literm·ios, Barcelona,
La corriente p etr arquista sirvió de guia al Arte m étrica espa­ 1866. Menéndez y Pelayo incluyó amplia y sustanciosa informa­
ñola) de Juan Díaz R engifo, Salamanca, 1592, el más famoso libro ción sobre varios puntos de m étrica histórica en los prólogos de
de métrica de su tiempo, así como al tratado poco posterior de su Antología de poetas lincos castellanos) Madrid, \ 1890-1916.
Alfonso de Carvallo titulado El cisne de Apoto) Medina del Eduardo Benot acumuló información más profusa que selecta en
Campo, 1602. Sobre el mismo fondo, el maestro Gonzalo de Co­ su Prosodia castellana y versificación ) Madrid, 1892. Sobre varios
neas fué el primero en observar especiales efectos del ritmo y en pUntos de métrica es útil la consulta del libro de Felipe Robles
extender su atención a diversas manifestaciones de la versifica­ Dégano. Ortología clásica de la lengua castellana, Madrid, 1905.
ción popular en su Arte grande de la lengua castellana, compuesto Labor más ambiciosa que sólida fué la ejecutada por Mario
en 1626. Méndez Bejarano en La ciencia del verso) Madrid, 1907.
La enseñanza aristotélica, de sentido más crítico que precep­ Los trabajos más modernos se refieren a temas especiales más
tista, fué seguida por Francisco Salinas en diversas observaciones que al conjunto de la materia. Sobresalen los publicados por
métricas incluidas en De musica libri septem, Salamanca, 1577; Federico Hanssen sobre la versificación de las Cantigas) Libro de
I por Alonso López Pinciano, en su Filosofia an tigua poética, lluen Amor, Conde Lucanor y otros textos medievales, aparecidos
Madrid, 1596, y por Francisco Cascales, Tablas poéticas, Murcia, en su mayor parte en los Anales de la Universidad de Santiago de
20 INTRODUCCIÓN ABREVIATURAS 21
Chile, entre 1896 y 1916. Para el conOCImlento de la métrica York, 1940. Ofrece extensa información sobre preceptiva antigua
primitiva son fundamentales los estudios de R. Menéndez PidaI la obra de E . Díez Echarri, Teorías mét1'icas del Siglo de Oro,
en Cantar de Mio Cid, 1908; Elena )1 MaTÍa, 1914; R oncesualles, \radrid, 1949. El denso estudio de Pierre Le Gentil sobre la
1917; His toria troyana, 1934; Poesía árabe y jJo esía europea, métrica del siglo XV, en La fJoésie lyrique espagnole ct portugaíse
1938, y Cantos románicos andalusíes, 1951. A R. Foukhé-Delbosc á la fi n clu M U)len Áge, Vol. JI : Les formes) Reunes, 1953, adolece
se debe un metódico análisis del arte mayor en el Laberinto de del empeño de defender a lodo trance la regularidad silábica y
Juan de Mena, 1902, y a ]ohn D. Fitz-Gerald, una escrupulosa la influencia [Tancesa. Util monografía, sobre todo por su amplia
monografía sobre la cuaderna vía en la Vida de Santo Domin!!O de infonnación acerca del verso de arte mayor, son los AfJUntes paTa
Silos, de Berceo, New York, 1905. una hisloria prosó dica de la métrica castellana, de Joaquín Bala­
Los estudios métricos de Bello fueron continuados por un esco­ o(Tuer, Madrid, 1954.,
gido grupo de escritores chilenos en el que figuran Eduardo de E n diversas revistas figuran trabajos sobre versificación espa­
la Barra, autor de Es tudios sobre versificación española, Santiago ñola, en tre cuyos autores se destacan HilIs, Lang, Espinosa,
de Chile, 1889; Julio Vicuña Cifuentes, acertado comenta­ Ken istoll, Aubrun, Jarder y o tros hispanistas. Se hará referencia
dor de diversos problemas en Estudios de métrica eSjJaño la, él su s articulos en los 1ugares oportunos. La reseña de estudios de
Santiago, 1929, y Julio Saavedra Molina, elaborador de extensos y métrica dada p or el Conde de la Viñaza en su Bib lioteca histó1'ica
docu mentados trabajos sobre Los hexámet-ros castellanos, San­ de la filolo gia española, Madrid, 1893, se completa con las notas
tiago, 1935; El octosílabo castellatlO, Santiago, 1945; E l verso de críticas de Stengel en Grun driss de?" romanischen Philologie, de
arte mayor, Santiago, 1946. y Tres grandes metros: el eneasílabo , Graber, y en KT!~tischer jahresbericht iibet· die Fortschritte der
el treclecasilabo y el endecasílabo, Santiago, 1946. TOman isch en Philologie. München, 1890-1910. Presta servicio
Varios escritores modernistas dedicaron a la teoría del verso prác tico la Bib liografía de la versifica ción española, de Dorothy
tratados y comentarios entre los que se distinguen las Notas de Clotelle CJarke, Berkeley, 1937. La au tora ha publicado además
v (:rsifi cación, inc1uídas por M. González Prada en su libro Exó­ varios artículos y notas sobre puntos particu lares de métrica de
licas, Lima, 19 ll , Y Leyes de la versificación espafwfa, de R. diversos períodos y A chrono logical sketch of Castilian Ve1'Sifica­
Jaimes Freyre, Tucumán, 1912. Los elementos que ambos autores lion , Berkeley, ¡ 952.
consideran como unidades rítmicas tienen por base las cláusulas
de Bello desarrolladas con mayor amplitud y libertad. E l ensayo 12. ABREVIATURAS. - Sólo se indican aq uí las abreviaturas oe
de Carlos Vaz Ferreira "Sobre la percepción métrica," publicado :as obras cuya mención se repite en diversos capítu los. Las de las
en 1905 en el libro Ideas y ouse1-u(Jcio Iles y como vollUnen inde­ pub licaciones concerru entes a períodos especiales se identifican
pendiente en Barcelona, 1920, es una fina ilustración del lacrar por las referencias que les preceden en las primeras notas de los
psicológico en la interpre tación de las formas del verso. capítu los respectivos:
Obra reveladora y sugestiva es la de P. Henr~z lIr~~, La
versificación irregullJ'I' en la poesía españoz-a.-Madrid, 1920, a la AUCh. Anales de la UnúJe1'sidad de Chile, Santiago de Chile.
cual se aludirá con frecuencia en estas páginas. Notable es asi­ B.\AL.
B oletír7 de lo Academia Argentina de LetTaS, Butmos
mismo la labor realizada por S. Griswold MorJey en sus nume­ .-\ires.
rosos artículos sobre el uso de las estrofas en el leatro clásico y B..U . Boletln de la Academia &pafíola, Madrid.

especialmente en su imporlante obl"a, en colaboración con Court­ Bello, Jl1étrica. Andrés Bello, Principios de ortología y métrica

ney Bruerton, The chronology o[ Lope de Vega's Comedias, New de la lengua castellana . Madrid, 1890.

INTRODUCCIÓN
22
BRí. Bulleti1¡ Hispar¡ique, Bordeaux.
Henriquez Ureña, Versificación. Pedro Henríquez Ureña, La
,
versificación irregular en la poesia castellana, 2 ed. Madrid, 193~
,.
HMPidal. Homenaje a Menéndez Pidal, Madrid, 1925. ]UGLARIA
HR. Hispanic Review, Philadelphia.
Menéndez Pelayo, Ant. M. Menéndez Pelayo, tlntologla de 13. JUGLARES. En los primeros siglos de la edad media de­
poetas líricos castellanos, Madrid, 1890-1916, bieron existir influencias mutu.as, especialmente en lo que se
NRFH. Nueva R ev ista de Fil ología Hispánica, México. refiere a lal Uríca ~ entre los varios pueblos que convivían
Onis, Ant. Federico de OnÍJ¡, Antología de la poesia española en la Penln~~esde el siglo XlI en adelante, numerosos
e hispanoamericana, Madrid, 1934. documentos aluden a juglares naturales de Castilla, los cuales al­
Oyuela, Ant. Calixto Oyuela, Antología poitica hispanoameri­
ternaban en su propia tierra con los forasteros venidos de otras
cana, Buenos Aires, 1919-1920. procedencias. Es posible que algunos de aquéllos supieran versi­
PMLA- Pub lications ot the Modern Language Association of
ficar en gallego, según era corriente en la lírica trovadoresca de
Amel-ica, Baltimore.

RFE. R evista de Filología Española, Madrid.


aquel tiempo. Se comprende en todo caso que en las canciones
RFH. Revista de Fílologia Hispánica, Buenos Aires.
destinadas a la población común de sus propios convecinos la len­
RHi. Revue Hispanique, Paris-New York .
gua en que ejercerían su profesión ser ía el castellano. 1
Repert. Repertorio de versos. Núm. 503 de la presente obra.
Las noticias más abundantes sobre estos artistas populares co­
Rivad. Manuel Rivadeneyra, Biblioteca de Autores Espa­ rresponden a la primera mitad del siglo XlV, época en que la
ñoles, Madrid.
juglaría alcanzó en Castilla su mayor desarrollo. Los grandes
Ro. Romanía, París.
señores tenían juglares a su servicio, de los cuales solían hacerse
RomPh. Rom ance Philology, Berkeley, California.
acompañar en sus viajes y jornadas. Los juglares solazaban a los
RR. T/¡e Romanic Review, New York. soldados en las campañas militares e intervenían en las fiestas
Vicuña Ci fuentes, Estudios. Julio Vicuña Cifuentes, Estudios
públicas y privadas. El Fuero de Madrid, de 1202, disponía que
de mét1'ica española, Santiago de Chile, 1929.
al cetrero (cetra-cítara), no se le pagase más de lo convenido,
aunque el aplauso de la gente lo solicitase diciendo: "Más le
gemos."
Sobresale en este período la figura del Arcipreste de Hita, cuyo
Libro de Buen Amor, con sus cantigas devotas y sus trovas ca­
zurras, de escolares y de ciegos y con su habitual mezcla de ele­
mentos cultos y populares, es considerado corno el monumento
más importante de la lírica juglaresca en los paises románicos. El
mismo Arcipreste declara que no cabrían en diez pliegos las coplas
que salieron de su mano para ser utilizadas por cantadoras cris­
• 1 Un cuadro general de la vida juglaresca, seguido de capítulos espe­
Ciales sobre los cantores de poesía lírica. gestas y romances, de donde
proceden estos datos, se halla en el libro de R. Menéndez Pidal,
Poesia juglaresca y juglares, Madrid, 1924.
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