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CIENCIA · INVESTIGACIÓN

06 mayo 2019

El psicoanálisis, ¿ciencia o
pseudociencia?
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Tanto como el sofá es un mueble asociado a la televisión, el diván es un
mueble asociado al psicoanálisis. Desde que a finales del siglo XIX el Freud, un pesimista que confiaba en
austriaco Sigmund Freud abandonara la investigación neurológica para la ciencia
desarrollar su psicoterapia, el método adquirió tal notoriedad que se
El test de Rorschach, ¿ciencia o
convirtió en un ingrediente de la cultura popular occidental
occidental,
pseudociencia?
encumbrando a su autor como el psiquiatra —algo que nunca fue— más
conocido de todos los tiempos. Pero lo ha hecho envuelto en una perenne Trofim Lysenko, pseudociencia
polémica: ¿Existen pruebas científicas que avalen el psicoanálisis? ¿O es soviética contra Darwin
solo una pseudociencia, incluso entre las más académicas de todas ellas?
La otra cara de Goethe: ¿científico o
pseudocientífico?
En 1885, Freud (6 de mayo de 1856 – 23 de septiembre de 1939) viajó a
París para estudiar el uso de la hipnosis en el tratamiento de la
psicopatología de la mano del neurólogo Jean-Martin Charcot. A su
regreso a Viena al año siguiente, comenzó a aplicar esta técnica al
tratamiento de sus pacientes, pero pronto prescindió de ella para limitarse
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a un extenso diálogo que sacaba a relucir experiencias y recuerdos del
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sujeto. De especial importancia eran los sueños, que para Freud eran una
OpenMind con todos los artículos
puerta al inconsciente y a las memorias reprimidas de la infancia, y contenidos más destacados de
normalmente de contenido sexual. El complejo de Edipo, el de castración o nuestra web

la envidia del pene se convirtieron en pilares teóricos de su método, que


una década después ya se aplicaba bajo el nombre de psicoanálisis.
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Sigmund Freud en la
oficina de su casa de Viena
mirando un manuscrito.
Crédito: Tullio Saba

El enfoque de Freud fue considerado innovador en su época, y de forma


evidente ha impregnado la evolución posterior de la psicopatología. Sin
embargo, ya desde su nacimiento fue objeto de críticas por parte de figuras
de renombre como el neurocientífico Santiago Ramón y Cajal. A partir de
1919 el filósofo de la ciencia Karl Popper, hasta entonces un entusiasta del
psicoanálisis, comenzó a objetar que los psicoanalistas eran siempre
capaces de explicar los síntomas de sus pacientes a posteriori mediante
sus teorías, pero que estas no elaboraban predicciones sujetas a
comprobación experimental
experimental, algo que sí hacían las propuestas
netamente científicas como la relatividad de Einstein.

VALIDEZ CIENTÍFICA EN TELA DE JUICIO

La imposibilidad de falsación llevó a Popper a definir el psicoanálisis como


una pseudociencia, comparable a la astrología. A lo largo de los años, la
validez científica de esta disciplina ha sido descalificada por personajes
prominentes como el psicólogo Steven Pinker, el lingüista Noam Chomsky,
el biólogo evolutivo Stephen Jay Gould o el físico Richard Feynman . Entre
los críticos que han diseccionado con mayor extensión y profundidad las
carencias del psicoanálisis se encuentran los filósofos Adolf Grünbaum y
Frank Cioffi o el psicólogo Malcolm Macmillan , entre otros.

Uno de los más fervientes y citados detractores del psicoanálisis es el


profesor emérito de la Universidad de California en Berkeley Frederick
Crews. Su reciente obra Freud: The Making of an Illusion (Metropolitan
Books, 2017) ha sido descrita como “el libro que definitivamente pone fin al
mito del psicoanálisis y su creador”. Para Crews, hoy aún se mantiene el
principal argumento que Popper comenzó a gestar hace un siglo y que
desarrolló en su libro Conjectures and Refutations (1963): las
proposiciones de cualquier teoría científica deben ser refutables por
pruebas en contra, pero las del psicoanálisis no lo son. “Ninguna
Ninguna
evidencia puede refutarlas porque no conllevan ninguna
consecuencia comprobable
comprobable”, resume Crews a OpenMind. “Como
resultado, no puede haber un perfeccionamiento pulcro del psicoanálisis
como una ciencia”, añade.

Karl Popper en 1990.


Crédito: Lucinda
Douglas-Menzies

Lo cual no ha impedido que algunos defensores del psicoanálisis busquen


tender puentes entre el método de Freud y la ciencia. Por un lado,
neuropsicólogos como Mark Solms (que no ha respondido a las preguntas
de OpenMind) tratan de rastrear las huellas del psicoanálisis en el cerebro
mediante técnicas de neuroimagen . Pero según escribía el psiquiatra de la
Universidad McGill (Canadá) Joel Paris , “las correspondencias observadas
son superficiales y difícilmente apoyan el complejo edificio de la teoría
psicoanalítica”. “El psicoanálisis no es una terapia basada en pruebas y
debería abandonarse”, dice Paris a OpenMind.

Por otro lado, se han emprendido estudios y metaanálisis —estudios que


reúnen varios estudios— para valorar los posibles beneficios de la técnica
en el tratamiento de varios trastornos. Y aunque algunas de estas
investigaciones han encontrado resultados positivos, se ha criticado la
metodología de estos estudios por carecer del rigor y el control de los
ensayos clínicos aleatorizados.

Para Crews, existe otra crítica aún más radical a estos estudios, y es que
están contaminados por el sesgo de sus autores, que “inevitablemente
arrancan desde un punto de vista psicoanalítico y están determinados a
salvarlo a toda costa”. “¿Cuándo veremos lo contrario, un investigador
científico no freudiano y bien formado que se vea impelido por las pruebas
a reinterpretar todos sus datos en términos psicoanalíticos?”, se pregunta.
“No puede ocurrir, porque estar bien formado en ciencia supone, en primer
lugar, descontar una masa amorfa de teorías contradictorias que nunca han
tenido claro contenido empírico”.

UNA CORRIENTE CERRADA Y DOGMÁTICA

Pero lo cierto es que esta búsqueda de puentes entre psicoanálisis y ciencia


tampoco parece ser algo que interese a toda la comunidad psicoanalítica.
La periodista y neurocientífica Casey Schwartz, que en su libro In the Mind
Fields: Exploring the New Science of Neuropsychoanalysis (Pantheon,
2015) repasaba los intentos de aunar neurociencia y psicoanálisis, explica a
OpenMind: “Cuando estaba informando sobre mi libro, muchos analistas
que conocí estaban muy entusiasmados e interesados en la neurociencia,
otros prudentemente curiosos, y otros desinteresados”. Según Paris,
muchos psicoanalistas tradicionales “no quieren diluir el vino de Freud con
agua neurocientífica”.

Freud y otros
psicoanalistas: (de
izquierda a derecha
sentados) Freud, Sàndor
Ferenczi y Hanns Sachs
(de pie) Otto Rank, Karl
Abraham, Max Eitingon y
Ernest Jones. Fuente:
Wikimedia

De hecho, una de las principales críticas al psicoanálisis ha sido, según


algunos autores, el carácter cerrado y excesivamente dogmático
de esta corriente, lo que desde el comienzo provocó encontronazos entre
Freud y algunos de sus colaboradores más próximos, como Otto Rank o
Eugen Bleuler ; este último comparó el movimiento con una comunidad
religiosa. “La difamación de los críticos y los rivales, un mal hábito que fue
practicado generosamente por el propio Freud, se convierte en el sustituto
rutinario del diálogo empírico”, señala Crews.

Como parte de esta huida del ámbito científico, el psicoanálisis ha buscado


refugio en las humanidades, un ámbito en el que no está obligado a
responder a exigencias empíricas. Según apunta a OpenMind el
psicoanalista Siegfried Zepf, de la Universidad de Saarland (Alemania), “el
psicoanálisis no es una ciencia natural, sino una ciencia hermenéutica”; es
decir, que interpreta fenómenos, no testa hipótesis empíricamente.

Sin embargo, numerosos expertos opinan que este alejamiento de la ciencia


no sirve para una disciplina que hoy aspira a competir con
tratamientos científicamente validados como la terapia cognitivo-
conductual, que según Paris es actualmente la psicoterapia más influyente,
y que hereda del psicoanálisis su formato dialogado, pero prescindiendo de
las teorías freudianas. En el mundo del siglo XXI, concluye Paris, el
psicoanálisis “solo puede sobrevivir si está dispuesto a desmantelar su
estructura como disciplina separada para regresar a la academia y a la
ciencia clínica”.

Javier Yanes

@ yanes68

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