Sunteți pe pagina 1din 15

HAGEO

VISTA PANORAMICA

Prioridades erróneas en las vidas de los hijos de Dios conducen al fracaso. Hay veces en que aun la
actividad febril no produce los resultados deseados. Si Dios no ocupa el primer lugar en la vida,
nunca se obtendrá la verdadera victoria. Hageo fue llamado a predicarle a un pueblo cuyas
prioridades no eran justas. Al igual que Zacarías y Malaquías, él ministró a Judá, después del exilio.
Los sacerdotes gobernaban en su patria y Medo-Persia era el imperio dominante (1:1). Hageo y
Zacarías alentaron mucho al pueblo mientras reconstruían el templo (Esd 5:1; 6:14).

Debido a su pecado, Judá estuvo cautiva en Babilonia por muchos años. Después que Medo-Persia
derrotó al imperio de Babilonia, a los judíos se les permitió volver a su tierra en el año 538 a.C.
Cuando el primer contingente de cautivos liberados llegó, bajo el liderato de Zorobabel el
gobernador y de Josué el sumo sacerdote, con mucho entusiasmo ellos colocaron el cimiento para
el nuevo templo, pero dos cosas les estorbaron. Primero, confrontaron gran oposición por parte
de unas personas que vivían en la tierra. Segundo, dedicaron mucho tiempo y esfuerzo en
construir sus propias casas, lo que hizo que el templo quedara incompleto y sin uso. Ellos
“plantaron generosamente, pero su labor sólo resultó en una fracasada cosecha a causa de
sequía.”Este fue un tiempo de confusión y miseria.

En el 520 a.C., el pueblo moraba en hogares ya terminados y cómodos, pero estaban


experimentando depresión financiera. El día 19 de agosto Hageo irrumpió en escena con un
análisis de sus problemas y los reprendió comparando el estado finalizado de sus propias casas
con la casa de Dios, que por años había estado en ruinas. Les lanzó el desafío de reedificar el
templo. Los líderes y el pueblo reaccionaron con entusiasmo e inmediatamente comenzaron a
construir.

El 17 de octubre, estando la obra muy avanzada, algunos de los judíos de mayor edad
desanimaron a los trabajadores comparando el templo que ellos construían con el templo de
Salomón. En su segundo sermón, Hageo explica que la gloria del templo de Zorobabel sería mayor
que la gloria del templo de Salomón.

El 18 de diciembre, el pueblo se preguntaba por qué ellos no experimentaban victoria a pesar de


que estaban cumpliendo con la voluntad de Dios. Hageo les respondió que necesitaban tener
pureza moral; la inmundicia es contagiosa, pero la limpieza no. Lo limpio del templo no hace
limpios a los trabajadores; pero su propia falta de limpieza en realidad amenazaba la limpieza del
templo. En ese mismo día, Hageo predicó un sermón de estímulo para Zorobabel asegurándole
que él había sido designado por Dios para la tarea en mano, y la finalizaría.

Hageo, cuyo nombre significa “mi festival,”era un laico que amaba el templo y respondió al
llamado de Dios (1:3, 12-13; 2:1, 10, 13-14, 20). Tal vez él haya tenido edad suficiente como para
haber visto el templo de Salomón; de modo que él era un hombre ya mayor cuando predicó sus
cuatro sermones, que fueron dichos de una manera sincera y sin ninguna pretensión. El hombre
mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón (1 S 16:7; 2 Co 10:7a).

BOSQUEJO - HAGEO

I. Desafío a reedificar el templo 1:1-15

II. Los constructores estimulados 2:1-9

III. Exhortación a la santidad 2:10-19

IV. Palabras finales de ánimo 2:20-23

HAGEO

Cronología

• Babilonia derrotada por Ciro 539 a.C.

• Decreto de Ciro que permite el regreso de los cautivos 538

• Se inicia la construcciσn del templo 536

• Se detiene la construcciσn del templo 530

• Hageo y Zacarνas comienzan a profetizar; se reanuda la obra del templo 520

• Se termina el templo 516

DATOS ESENCIALES:

PROPΣSITO:

Hacer un llamado al pueblo a finalizar la reconstrucciσn del templo

AUTOR:

Hageo

DESTINATARIO:

El pueblo que vivνa en Jerusalιn y los que regresaron del cautiverio

FECHA:

520 a.C.
MARCO HISTΣRICO:

El templo de Jerusalιn quedσ destruido en 586 a.C. En 538 a.C., Ciro permitiσ que los judνos
volvieran a su tierra natal y reconstruyeran el templo. Comenzaron la obra, pero no pudieron
terminarla. El templo se terminσ en los ministerios de Hageo y Zacarνas (520515 a.C).

VERSΝCULO CLAVE:

«ΏEs para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa
estα desierta?» (1.4)

PERSONAS CLAVE:

Hageo, Zorobabel, Josuι

LUGAR CLAVE:

Jerusalιn

CARACTERiSTICAS PARTICULARES:

Hageo fue el primero de los profetas del poscautiverio. Los otros dos fueron Zacarνas y Malaquνas.
El estilo literario de este libro es simple y directo.

LAS PRESIONES, las demandas, las expectativas y las tareas exigen por todos lados y agreden
nuestros planes. ΅Haz esto! ΅Tienes que estar aquí! ΅Termina eso! ΅Llαmalos! Parece como si todo
el mundo quisiera algo de nosotros: la familia, el jefe, la escuela, la iglesia, el club. Pronto nos
quedamos con muy poco que dar, se nos agota la energνa y el tiempo. Nos encontramos corriendo
por la vida, atendiendo las cosas necesarias, lo inmediato y lo urgente. Muy a menudo lo
importante lo dejamos empolvado. La cuestiσn no es el volumen de demandas ni la incapacidad
para organizarnos, sino los valores: que es realmente importante para nosotros.

Nuestros valores y prioridades se reflejan en la manera en que utilizamos nuestros recursos:


tiempo, dinero, fuerza y talento. Con frecuencia las acciones contradicen las palabras. Decimos
que Dios es el nϊmero uno, pero luego lo relegamos en nuestra lista de «cosas que debo hacer».

Hace veinticinco siglos se escuchσ una voz llamando a hombres y mujeres a corregir sus
prioridades. Hageo sabνa lo que era importante y lo que debνa hacerse y exhortσ al pueblo de
Dios a responder.

En 586 a.C., los ejιrcitos de Babilonia destruyeron el templo en Jerusalιn, sνmbolo de la presencia
de Dios en Israel. En 538 a.C., el rey Ciro decretσ que todos los judνos podνan regresar a su amada
ciudad y reconstruir el templo. Pero entonces olvidaron sus propσsitos y prioridades a medida que
la oposiciσn y la apatνa paralizaban la obra. Hageo los llama a actuar: «Asν ha dicho Jehovα de los
ejιrcitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, traed madera, y reedificad la casa; y
pondrι en ella mi voluntad, y serι glorificado, ha dicho Jehovα» (1.7, 8). Y el mensaje de Dios a
travιs de su siervo Hageo llegσ a ser el catalizador para terminar la obra.

A pesar de que Hageo es un libro pequeρo, estα lleno de desafνo y promesa, y nos recuerda el
llamado de Dios en cuanto a las prioridades. Cuando lea Hageo, imagνnelo caminando por las
calles y callejuelas de Jerusalιn e instando al pueblo para que volviera a trabajar en la obra de Dios.
Y escuche cσmo le habla a usted, instαndolo a reorganizar sus prioridades de acuerdo con la
voluntad de Dios. ΏQuι le ha dicho Dios? Eche a un lado todo lo demαs y obedιzcalo.

BOSQUEJO

1. El llamado a reconstruir el templo (1.1-15)

2. Exhortaciσn a terminar el templo (2.1-23)

Cuando los cautivos regresaron por primera vez de Babilonia, se dedicaron de inmediato a
reconstruir el templo. Si bien comenzaron con buena actitud, cayeron de nuevo en la mala
conducta y se detuvo la obra. De la misma manera, debemos mantenernos en guardia para
mantener nuestras prioridades en el buen camino. Nuestro estado espiritual es mαs importante
que nuestro estado material, pero es muy fαcil confundirlo. Permanezca activo en el servicio a
Dios y continϊe colocando en primer lugar lo que corresponde.

MEGATEMAS

TEMA

EXPLICACION

IMPORTANCIA

PRIORIDADES CORRECTAS

Dios le dio a los judνos la tarea de terminar el templo en Jerusalιn cuando regresaron de su
cautiverio. Despuιs de quince aρos, seguνan sin terminarlo. Les preocupaba mαs la construcciσn
de sus casas que terminar la obra de Dios. Hageo les dijo que corrigieran sus prioridades.

Es fαcil hacer que otras prioridades sean mαs importantes que la obra de Dios. Pero Dios quiere
que continuemos adelante y que construyamos su reino. No se detenga ni dι excusas. Ponga su
corazσn en lo que es bueno y hαgalo. Ordene sus prioridades.
EXHORTACIóN DE DIOS

Hageo alentσ al pueblo cuando este trabajσ. Le asegurσ la presencia divina del Espνritu Santo, la
victoria final y que el Mesνas reinarα.

Si Dios le encomienda una tarea, no tema comenzar a realizarla. Los recursos de Dios son infinitos.
En el camino, Dios lo ayudarα.

Hageo

AUTOR: HAGEO

FECHA: 520 A.C.

TEMA: LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO

PALABRAS CLAVE: LA CASA DEL SEÑOR, MEDITAD, GLORIA

Autor

Hageo, cuyo nombre significa «festivo», fue uno de los profetas post-exílicos, un contemporáneo
de Zacarías. Hageo tenía las cualidades de un buen pastor. Un activista, cuya palabra estaba en
sintonía con los corazones del pueblo y con la mente de Dios, actuaba como el mensajero del
Señor que trasmite el mensaje divino, y comunica a sus desalentados compañeros la seguridad de
la presencia del Señor.

Fecha

El ministerio de Hageo cubre un período de poco menos de cuatro meses durante el segundo año
del reinado de Darío, quien gobernó a Persia entre los años 522 y 486 a.C. Esto ubica la figura de
Hageo en el 520 a.C.

Trasfondo

Cuando Hageo acometió su tarea en el 520 a.C., se unió a los exiliados que habían retornado a su
tierra en el 536 a.C. para reconstruir el templo del Señor. Habían comenzado bien, construyeron el
altar y ofrecieron sacrificios, y al año siguiente colocaron los cimientos del templo. Sin embargo, el
esfuerzo en la construcción cesó ante las burlas de los enemigos. Pero el ministerio de Hageo y
Zacarías hizo que el pueblo se recuperara y lo condujo a completar la obra en cinco años. El
templo reconstruido fue dedicado en el 515 a.C.
Contenido

El libro de Hageo aborda tres problemas comunes a todos los pueblos en todas las épocas, y
ofrece tres inspiradoras soluciones a estos problemas. El primero de ellos es el desinterés (1.1-15).
El pueblo había retornado del exilio con el propósito declarado de reconstruir el templo en
Jerusalén (Ezr_1:2-4) y había comenzado la tarea asignada; pero surgió la oposición y la obra se
detuvo. La gente se había interesado más en construir sus propias casas, quizás para olvidar el
tiempo vivido en tierra extraña (Ezr_1:4). Dios les habló en dos ocasiones para despertarlos de su
apatía. Primero debían reconocer que su vida era infructuosa (Ezr_1:5-6), porque habían
desestimado la casa de Dios para ocuparse de sus propias casas (Ezr_1:7-9). Los esfuerzos por
construir su propio reino no podrían jamás producir frutos permanentes. Después de tomar
conciencia de sus problemas, el pueblo debía comprender que Dios aceptaría la obra que fuesen
capaces de hacer; lo glorificarían con solo dedicarle aquello que tenían (Ezr_1:8).

El segundo problema es el desaliento (Ezr_2:1-9). Algunos entre las personas mayores dentro del
grupo de los exiliados retornados habían visto el templo de Salomón cuando eran niños, así que
ningún edificio, por hermoso que haya sido, podía compararse con la gloria del templo anterior
(Ezr_2:3). El desaliento de los mayores pronto influenció a los más jóvenes, y a sólo un mes de
iniciada la obra cesó la edificación del templo. Pero, de nuevo Hageo trae un mensaje dirigido a
enfrentarse enérgicamente al desaliento del pueblo. La solución consta de dos partes: una trata
del problema inmediato, la otra ofrece una solución a largo plazo. Por el momento, es suficiente
que el pueblo se esfuerce... se esfuerce... y trabaje (Ezr_2:4). La otra clave para superar el
desaliento es hacer saber a los constructores que están edificando un templo para que Dios lo
llene con su gloria, de tal manera, que éste sobrepasará la antigua gloria del templo de Salomón
(Ezr_2:9).

El último problema que Hageo enfrenta es el de la insatisfacción (Ezr_2:10-23). Ahora que la gente
está trabajando esperan recuperar rápidamente los años de inactividad. Entonces el profeta se
presenta ante los sacerdotes con una pregunta (Ezr_2:12-13) sobre las cosas limpias e inmundas y
su recíproca influencia. La respuesta de los sacerdotes es que la inmundicia se contagia, mientras
la santidad no. La lección es obvia: no esperes que la obra de tres meses compense dieciséis años
de negligencia. La siguiente palabra de Dios para el pueblo constituye una sorpresa: «Mas desde
este día os bendeciré» (Ezr_2:19). La gente debía comprender que la bendición de Dios no podía
ser comprada, sino que era una dádiva gratuita de un Dios misericordioso. Dios ha escogido a
Zorobabel como una señal, (Ezr_2:23), esto es, como representante de la naturaleza del siervo, la
cual tuvo su máxima expresión en el más grande hijo de Zorobabel, Jesús. Nótese el nombre de
Zorobabel en las dos listas genealógicas que aparecen en los Evangelios (Mt 1; Lc 3), lo que indica
que la más alta y definitiva bendición de Dios se encarna en una persona, la de su Hijo Jesucristo.

Aplicaciσn personal

Hageo lanza un claro llamado a su propio pueblo, que llega hasta nosotros, de la necesidad de
dedicarse a la tarea asignada por Dios. No debemos permitir que las dificultades, los enemigos, o
las inclinaciones egoístas, nos aparten de las responsabilidades recibidas de lo alto. El noble
carácter de nuestro llamado, y la promesa de la presencia de Dios y su Santo Espíritu, nos alientan
a cumplir nuestra comisión.

Al hacer énfasis en la complementaridad de las funciones del profeta, el sacerdote, el príncipe y el


pueblo, Hageo también demuestra la necesidad de la cooperación a la hora de llevar a cabo los
propósitos de Dios en la tierra.

Cristo revelado

Se destacan las dos referencias a Cristo en el libro de Hageo. La primera Est_2:6-9, y empieza
explicando que lo que Dios hará en el nuevo templo, algún día, atraerá la atención de todas las
naciones. Tras un levantamiento de los pueblos de la tierra, las naciones serán conducidas al
templo para que encuentren allí lo que han estado buscando: Aquel que todas las naciones han
deseado se presentará allí en todo su esplendor. La presencia de éste hará que la memoria del
glorioso templo de Salomón se desvanezca y prevalezca sólo la de Cristo. Junto con la gloria de la
presencia de Cristo llegará una paz profunda, porque el resplandeciente Príncipe de paz estará allí
en persona.

La segunda referencia a la venida del Mesías aparece en 2.23. El libro cierra con una mención a
Zorobabel, lo cual vincula este libro, casi al final del Antiguo Testamento, con el primero del Nuevo
Testamento: Zorobabel es una de las personas mencionadas en las genealogías de Jesús. Dos cosas
hacen su figura relevante y la vinculan con la de Cristo:

1. Zorobabel es una señal, un hombre escogido por Dios, de cuya apacible naturaleza el
Señor hace fluir vida, liderazgo y ministerio. Lo que hizo Zorobabel en pequeña escala lo hizo Jesús
a plenitud como Siervo de Dios.

2. Zorobabel está también en la línea del Mesías. La lista de los antecesores de Jesús en
Mateo y Lucas incluye el nombre de Zorobabel hijo de Salatiel, cuya propia significación personal
fue eclipsada por el papel que le correspondió como precursor del futuro Salvador del mundo.

El Espνritu Santo en acciσn

Una breve pero bella referencia al Espíritu Santo se halla en 2.5. Los versículos anteriores
muestran al pueblo de Dios desalentado, al comparar el templo que están construyendo con el
glorioso templo de Salomón, el cual será reemplazado por la nueva edificación. La palabra que el
Señor les dirige es: «Esfuérzate... y trabajad». La motivación para hacerlo también se menciona:
«Porque yo estoy con vosotros».

Hageo 2.5 explica cómo el Espíritu de Dios interactúa con el espíritu del pueblo para lograr que la
obra se complete. El versículo 5 incluye los aspectos siguientes:

1. El Espíritu Santo es una parte vital del pacto de Dios con su pueblo: «Según el pacto que
hice con vosotros».
2. El Espíritu Santo es una dádiva permanente para el pueblo de Dios: «Mi Espíritu estará en
medio de vosotros».

3. La presencia del Espíritu Santo remueve el miedo de los corazones del pueblo de Dios. Por
ello: «No temáis».

Estos principios siguen siendo los mismos para el pueblo de Dios en nuestros días. En el corazón
del pacto de Dios con su pueblo está el obrar permanente del Espíritu Santo, que lo libera del
temor y lo pone en condiciones de cumplir con energía y entusiasmo la divina comisión.

Bosquejo del contenido

I. Primer mensaje del Seρor: Meditad sobre vuestros caminos 1.1-15

A. Meditad sobre lo que habéis hecho: olvidar la casa de Dios 1.1-6

B. Meditad sobre lo que debéis hacer: construir la casa de Dios 1.7-11

C. Obediencia al llamado a reconstruir 1.12-15

II. Segundo mensaje del Seρor: Esforzαos y trabajad 2.1-9

A. Comparación del nuevo templo con el templo de Salomón 2.1-3

B. Llamado al esfuerzo 2.4,5

C. La futura gloria del nuevo templo 2.6-9

III. Tercer mensaje del Seρor: Os bendecirι 2.10-23

A. Una pregunta a los sacerdotes 2.10-19

B. Una promesa a Zorobabel 2.20-23


HAGEO

INTRODUCCIÓN

EL TEXTO

Se ha dicho que el mejor comentario sobre la Escritura es la Escritura misma. Este es


particularmente el caso del libro de Hageo. Los eventos del libro tuvieron lugar durante el segundo
año del rey Darío (1:1), que es también la ocasión de los primeros capítulos de Zacarías y parte de
Esdras (Zac. 1:1, 7; Esdras 4:24–6:15). Por eso, para tener un cuadro más completo podemos leer
esos tres pa sajes lado a lado. Además, nos ayudará leer acerca de la actitud de Dios ante la
desobediencia de su pueblo en Deut. 28 y Amós 4.

No se sabe quién puso por escrito el libro de Hageo. Pudo haber sido Hageo mismo. El interés en la
autoría es un concepto moderno; los libros del AT rara vez mencionan quién escribió el texto. En
contraste, el nombre de cualquier persona que daba profecías casi siempre era registrado. Todas
las profecías de este libro se atribuyen a Hageo (1:1, 13, 2:1, 10, 20).

El texto del libro está en buena condición. Algunos han propuesto que la repetición de la frase "en
el día 24" (1:15; 2:10) es una señal de que el texto fue adulterado, pero no hay necesidad de crear
dificultades. El texto tiene sentido como está.

LOS EVENTOS

El trasfondo de Hageo puede verse en Esd. 1–4. Los desterrados que regresaban habían empezado
a reconstruir el templo en 536 a. de J.C. (Esd. 3:8), pero habían detenido el trabajo como resultado
de oposición local (Esd. 4:1–5, 24). En el segundo año del rey Darío (520 a. de J.C.) empezaron a
construir de nuevo, movidos por la palabra de Dios por medio de Hageo (1:14, 15). La construcción
se terminó en 516 (Esd. 6:15), como 70 años después de que el primer templo había sido
destruido en la caída de Jerusalén en 587 (ver Jer. 25:11, 29:10; Dan. 9:2). (Ver también la gráfica
en la pág. 656 y el mapa en la pág. 457.)

El futuro también está en mente. Dios promete que los cambios ambientales y políticos harán que
su templo se llene, y que su dirigente será mantenido seguro en el próximo disturbio (2:6, 7, 22,
23).

LA GENTE MENCIONADA EN EL LIBRO

A Hageo simplemente se le menciona como "el profeta". No se da ninguna historia familiar y su


nombre no aparece en ninguna lista de los desterrados que regresaron. En vista de este silencio,
pa rece inútil especular acerca de sus orígenes. La idea de que él no conocía los asuntos
sacerdotales por sus preguntas a los sacerdotes en 2:11–13 no es convincente. Dado que su
palabra fue puesta por obra prontamente, podemos concluir que él ya había sido aceptado como
verdadero profeta.
Darío (1:1) es conocido como Darío I, hijo de Histaspes, que gobernó Babilonia de 522–486 a. de
J.C. El siguió a Cambises (530–522), que había seguido a su padre Ciro (539–530; ver. Esd. 1).

Zorobabel, el gobernador de Judá era un miembro de la línea real. Era descendiente de Joaquín,
que fue llevado al exilio en 597 a. de J.C. (2 Rey. 24:15; cf. Mat. 1:11–13). El era hijo de Salatiel,
según 1:1. No es fácil relacionar esto con 1 Crón. 3:18, 19, donde dice que era hijo de Pedaías. Tal
vez hubo una adopción o hasta un matrimonio de levirato que no ha sido registrado (Deut. 25:5,
6). Tal vez la corona no pasó en línea directa, como sucedió en el Reino Unido en el siglo XVIII.

Josué el sumo sacerdote (también llamado Jesúa en Esdras y Nehemías), era hijo de Josadac, que
había sido llevado al destierro en 587 (1 Crón. 6:15). El era un sacerdote importante, si no ya el
sumo sacerdote, desde 537 en adelante (Esd. 2:2, 36, 40; 3:2). Dios tuvo palabra especial para él
en Zac. 3 y 6:11–13. Su nombre sugiere "Dios salva", y es la forma heb. detrás del gr. "Jesús".

Los descritos en el libro como "el pueblo" eran el remanente de los que habían ido al destierro en
Babilonia, y que ahora regresaron a Judea (1:14; Esd. 4:1). Su primer intento de reconstruir el
templo había encontrado oposición de la gente que entonces vivía en Samaria (Esd. 4:17–24).

Aunque no hay referencia explícita al Mesías venidero, por mucho tiempo se ha pensado que las
promesas hechas a Zorobabel (2:23) y a Josué (Zac. 6:11–13) eran de tal naturaleza que
encontrarían su cumplimiento final en el Mesías prometido. Ver también el comentario sobre 2:7.

Podemos señalar que además de los breves "sí" y "no" de los sacerdotes, nadie más habla en el
libro excepto Hageo. Ellos sencillamente actúan en res puesta a la palabra de Dios mediante
Hageo. Esto resalta el hecho de que la palabra de Dios alcanza su propósito (cf. Isa. 55:10, 11).

LAS PROFECIAS

Hubo cinco profecías, en tres días, durante cuatro meses en 520 a. de J.C. Todas ellas vinieron a
través de Hageo, y fueron dirigidas a gente específica en cada caso. En esas palabras de profecía,
Dios deseaba abrir los ojos del pueblo, alentándolos a arrepentirse y a obedecer, y les prometía
que resultaría en bendición.

Un rasgo de la palabra de Dios es su relevancia recurrente en generaciones sucesivas. El


cumplimiento de la profecía no está limitada necesariamente a una sola aplicación. Puede
compararse a la habilidad de lanzar una piedra plana saltando sobre el agua de un lago. En lugar
de hundirse cuando toca por primera vez el agua (como sugeriría la ley de gravedad), la piedra se
eleva y toca la superficie del agua en numerosos lugares por causa de la energía giratoria que lleva
(cf. 1. Sam. 3:19–20).

Un ejemplo de esto en las Escrituras es el tema recurrente de la liberación por medio del agua.
Noé fue salvado en el arca (Gén. 7:1); más tarde Moisés fue preservado en su arquilla (la misma
palabra en heb.; Exo. 2:3); más tarde la gente fue librada en el mar Rojo (Exo. 14:21–29). Este
tema se repite en un número de pasajes y llegó a ser parte del simbolismo del bautismo cristiano
(p. ej. Jue. 5:21; Isa. 43:2; 51:10; 1 Cor. 10:1, 2).
Por eso, en el libro de Hageo podemos esperar que las palabras de Dios tengan más de un nivel de
aplicación. También, como un cumplimiento anticipado de las profecías dentro de unos cuantos
meses o años, es útil mirar adelante a períodos posteriores, especialmente en la vida de Jesús y de
la iglesia y, de hecho, en nuestro propio tiempo también.

Esto nos lleva a la frase "dentro de poco" (2:6). Aunque esto puede darnos la impresión de un
período corto, cuando es visto desde una perspectiva humana, desde la perspectiva de Dios puede
ser un corto tiempo, pues para él mil años son como un día (2 Ped. 3:8). Si este es el caso, discernir
entonces cumplimientos adicionales de las palabras de Hageo centenares de años después no
sería una dificultad.

Esto nos trae finalmente a la posible aplicación de las palabras de Hageo a nuestro propio tiempo.
Algunos encontrarían esperanza para la paz en el monte del templo en Jerusalén, y protección
para el moderno Israel en las palabras de Hageo (2:9, 21–23). Otros verían una aplicación
espiritual de estas promesas en la iglesia, argumentando que el reino de Jesús no es de este
mundo (Juan 18:36; véase 1 Cor. 3:26; 6:19; Apoc. 21:22). Otros, por su parte, anticiparían el
cumplimiento de ambas maneras. Hacemos bien en ser precavidos; pocas personas esperaban que
Jesús cumpliera la profecía en la manera en que lo hizo. Es más fácil reconocer el cumplimiento de
la profecía después del evento que antes.

LA MALDICION

Aunque la palabra "maldición" no aparece en el libro de Hageo, la descripción de lo que estaba


sucediendo al pueblo corresponde muy de cerca a las "maldiciones" del Pentateuco, a lo que Dios
había prometido hacer a su pueblo si no obedecían o escuchaban su voz (Deut. 28). El pueblo
había estado bajo la maldición de Dios en el destierro (Zac. 8:13) y evidentemente todavía lo
estaban, a pesar del hecho de que habían regresado a la patria (1:6, 11).

Tal lenguaje puede parecernos extraño, pero necesitamos tener en mente que en la Escritura Dios
no solamente bendice; él también maldice. Esto no terminó con la venida de Cristo, el cual maldijo
la higuera. Esta historia se desarrolla antes y después de una visita al templo (Mar. 11:12–21), y la
acción de Jesús puede verse como un comentario sobre lo que sucedería después a la comunidad
del templo del pueblo de Dios. El templo, que había sido reconstruido desde el tiempo de Hageo
(Juan 2:20), fue destruido en 70 d. de J.C., y el pueblo fue dispersado entre las naciones (Mar.
13:1, 2; Luc. 21:24).

La maldición de Dios todavía está en operación hoy en día, puesto que solamente será quitada en
el mismo fin, en la era de los nuevos cielos y la nueva tierra (Apoc. 22:3). Los creyentes hacemos
bien en captar el efecto dañino y continuo que el pecado tiene en nuestras vidas. Podemos ser
librados de cualquier maldición ahora por el arrepentimiento verdadero y completo de cualquier
cosa que haya permitido que la maldición opere, pidiéndole a Dios que aplique los efectos de la
cruz a nuestras vidas (Prov. 26:2; Gál. 3:12–14).
REPETICION

El uso de la repetición en los textos del AT es digno a menudo de tomarse en cuenta. En el libro de
Hageo las palabras que Dios dice tienden a ser repetidas. A la gente se le pide cuatro veces
reflexionar cuidadosamente en sus caminos (1:5, 7; 2:15, 18); el estado de la casa de Dios y sus
casas se compara dos veces (1:4, 9); dos veces se les dice: "Yo estoy con vosotros" (1:13; 2:4); y la
instrucción de "esforzarse" aparece tres veces (2:4). Las listas de desastres que han azotado al país
se repiten (1:6, 10, 11; 2:16, 17, 19). De igual manera, la profecía acerca de que las naciones serán
zarandeadas se repite (2:6, 21, 22).

En vista de la cantidad de repeticiones en tan pocos versículos, podemos preguntar cuál podría ser
el propósito. Tal vez fue para añadir énfasis; la gen te necesitaba escuchar las cosas más de una
vez para que el mensaje pudiera penetrar (2 Ped. 1:12, 13). Otra posibilidad la sugiere la
interpretación de José a los sueños del faraón. Los sueños vinieron dos veces para mostrar que
Dios estaba firmemente decidido, y que "pronto" haría lo que se había propuesto (Gén. 41:32).
Sobre cuánto tiempo podría ser "pronto", véase bajo "Las profecías" arriba.

ESTRUCTURA Y TEMA

Los contenidos de la primera mitad del libro se repiten en miniatura en la segunda mitad, como se
muestra en el diagrama debajo.

Un tema que surge de esto es que cuando el pueblo de Dios se arrepiente y se vuelve a Dios, y
adopta sus requisitos, Dios no solamente responderá con bendiciones para su pueblo, sino que
también habrá efectos tormentosos en la sociedad y más allá.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1-11 El mensaje de Dios a los dirigentes de Judá: "Mi casa y vuestras vidas están en ruinas."

1:12-15 La respuesta del pueblo: "Empieza la reconstrucción"

2:1-9 El mensaje de Dios acerca del nuevo templo: "Yo transformaré vuestras vidas."

2:10-19 Palabra de Dios sobre la maldición: "La cambiaré en bendición."

2:20-23 Las promesas de Dios a Zorobabel: "Mantendré seguro a mi dirigente."


Para comprender la obra de estos tres últimos profetas (Hageo, Zacarías y Malaquías) debemos
repasar la historia judía. En el año 536 Esdras llevó de regreso aproximadamente cincuenta mil
judíos a la Tierra Santa. Reedificaron el altar y empezaron de nuevo los sacrificios y en el 535 se
colocaron los cimientos del templo. Pero hubo una considerable oposición y el trabajo se detuvo.
No fue sino hasta el 520 que el pueblo empezó de nuevo la obra; y en el 515 finalmente el templo
quedó completo. Fue la obra de cuatro hombres piadosos que condujo la tarea hasta su final:
Zorobabel, el gobernador; Josué, el sumo sacerdote; y Hageo y Zacarías, los profetas. Véanse
Esdras 5.1 y 6.14.

El propósito del ministerio de Hageo fue despertar al pueblo ocioso y animarlos a concluir el
templo de Dios. Fue fácil lograr empezar el trabajo cuando acababan de llegar a la Tierra Santa,
por cuanto todos tenían dedicación y entusiasmo. Pero después de meses de pruebas y oposición,
la obra se hizo más lenta y a la larga se detuvo. En este pequeño libro tenemos cuatro sermones
de Hageo y cada uno tiene una fecha específica. En cada mensaje Hageo destaca un pecado
particular que les impedía cumplir la voluntad de Dios y terminar la obra.

I. Ponerse por delante del Señor (1.1–15)

Fue el 1º de septiembre de 520 cuando Hageo predicó este mensaje. Habían pasado dieciséis años
desde la colocación de los cimientos y el templo aún estaba inconcluso. Este mensaje se le predicó
a los dos líderes de la nación, Zorobabel y Josué, líder civil y religioso respectivamente. Hageo no
desperdicia tiempo; va directo al punto de su mensaje: «El pueblo está dando excusas y descuidan
la casa de Dios. Pero es tiempo de poner manos a la obra y terminar la casa de Dios».

Destaca el egoísmo de ellos; construyeron sus casas, pero decían que no tenían tiempo para
edificar la casa de Dios. En otras palabras, se anteponían al Señor. Algunos de los judíos tenían
incluso «casas artesonadas», lo cual sería lujo en aquel día. Este pecado está con nosotros hoy,
anteponemos nuestros deseos a la voluntad del Señor. ¡Qué fácil es dar excusas para no hacer la
obra de Dios! El tiempo es demasiado malo como para salir a visitar o para asistir a los cultos, pero
no para salir de cacería o ir de compras. La gente se queda sentada durante un partido doble de
béisbol y jamás se queja, sin embargo, empiezan a moverse incómodos si el culto de la iglesia se
extiende cinco minutos.

Hageo nos advierte que en realidad perdemos cuando nos anteponemos a Dios. En 1.6 nos dice
que nuestras ganancias se desvanecen y nuestras posesiones no duran cuando se deja a Dios
fuera. Dios retuvo la lluvia (v. 10) y por eso las cosechas fracasaron (v. 11). Al fin y al cabo, los
judíos conocían la promesa de Dios de que bendeciría su tierra si le honraban (véase Dt 28), pero
no confiaron en la Palabra, de modo que perdieron la bendición. Mateo 6.33 es una gran promesa
a la cual aferrarse; lo mismo que Filipenses 4.19.

El mensaje se recibió con convicción real (vv. 12–15) y los líderes se entusiasmaron para hacer la
voluntad de Dios. «Yo estoy contigo», prometió Dios. «Yo seré glorificado». Nótese que toda la
empresa fue una aventura espiritual y no una simple obra de la carne. El pueblo de Dios se levantó
y puso a Dios primero en sus vidas
II. Mirar atrás en lugar de mirar hacia adelante (2.1–9)

Ya el pueblo había trabajado alrededor de siete semanas cuando Hageo predicó su segundo
sermón, el 21 de octubre, el último día de la Fiesta de los Tabernáculos (Lv 23.34). Se suponía que
debía ser un gran día de gozo y alabanza, pero en vez de eso fue uno de desánimo y quejas. ¿Por
qué? Porque el pueblo miraba hacia atrás en lugar de mirar hacia adelante. Cuando colocaron los
cimientos, dieciséis años atrás, los ancianos lloraron porque recordaban la gloria del templo de
Salomón (Esd 3.12); y ahora algunas de las personas estaban desanimadas porque al nuevo templo
le faltaba esplendor y gloria.

Por supuesto, el problema del pueblo se debía a sus pecados, pero a pesar de esto, no era razón
para mirar hacia atrás. En la obra de Dios debemos mirar hacia adelante por fe. «¡Esforzaos y no
temáis!», les dijo Dios a los líderes desanimados. «Voy a hacer temblar al mundo y un día
estableceré mi reino». Véase Hebreos 12.26–29. Dios promete que la gloria de la casa final (el
templo durante el reino milenial) excederá grandemente a la de la casa anterior (el templo de
Salomón). «Y entonces les daré paz». Lo mejor aún no ha llegado.

III. Fracasar por no confesar nuestros pecados (2.10–19)

El pueblo esperaba bendiciones materiales el mismo día que empezaron a trabajar en el templo,
pero ya era el 24 de diciembre y las cosas seguían difíciles. Hageo explicó por qué Dios no los había
bendecido: todavía estaban inmundos; no habían confesado sus pecados.

«Vosotros no podéis dar a nadie santidad ni salud», explicó, «sino que podéis darle la inmundicia y
enfermedad que poseéis». Y debido a que el pueblo era inmundo su obra también lo era (v. 14).
Léase Zacarías 3 en conexión con este mensaje: Zacarías predicó en el octavo mes del mismo año
(Zac 1.1), apenas un mes antes de Hageo 2.10–19. Dios podía limpiar al pueblo de sus pecados, si
tan solo se arrepentía.

Una vez que la nación fue limpiada Dios le prometió bendecirla (v. 19). No es suficiente hacer la
obra de Dios; debemos hacerla con manos limpias y corazón puro. El pecado no confesado es uno
de los obstáculos más grandes para realizar la obra del Señor.

IV. Incredulidad (v. 20–23)

Este mensaje final, predicado el mismo día del tercer mensaje, fue dirigido al gobernador
personalmente. Sin duda Zorobabel necesitaba estímulo especial al dirigir la obra de Dios. Satanás
siempre ataca a los líderes espirituales y es nuestro deber orar por ellos y trabajar con ellos. Tal
vez Zorobabel vio a los grandes imperios que los rodeaban y temía por el futuro del diminuto
remanente de judíos. Las circunstancias tienen la facultad de desanimarnos a su modo cuando
tratamos de hacer la obra del Señor.
Pero Dios estimuló la fe del gobernador. La incredulidad siempre nos roba las bendiciones de Dios.
«Haré temblar los cielos y la tierra», dijo Dios. «No les temas a estos reinos. Los derrocaré y los
destruiré. En cuanto a ti, Zorobabel, tú eres para mí como un anillo de sellar, una joya muy
preciosa. Yo te escogí; no te des por vencido». Cómo este mensaje debe haber animado y
fortalecido la fe del gobernador.

Zorobabel fue un antepasado de Jesucristo; su nombre aparece en las genealogías (véanse Mt 1.12
y Lc 3.27). Zorobabel es un tipo de ilustración de Cristo en el AT. Aquí se ve a Cristo como el anillo
de sellar de Dios, su sello precioso. Un anillo de sellar habla de autoridad y honor. Dios le dio a
Zorobabel la autoridad para terminar el templo; Dios le dio a su Hijo la autoridad para salvar a los
perdidos y edificar su templo, la Iglesia (Jn 17.1–3).

¿Qué obra le ha llamado Dios a hacer antes de que Cristo vuelva? ¿La ha empezado pero no la ha
acabado? ¿Está desanimado? Entonces tenga cuidado de estos pecados que estorban la obra del
Señor: anteponerse uno a Dios; mirar hacia atrás en lugar de hacerlo hacia adelante; el pecado sin
confesar; incredulidad. Pero note las maravillosas promesas que Dios nos da: «Yo estoy con
vosotros» (1.13); «no temáis» (2.5); «os bendeciré» (2.19); «yo te escogí» (2.23). ¡Aprópiese de la
promesa de Filipenses 1.6 y levántese y haga la obra del Señor!

S-ar putea să vă placă și