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El libro
de la Dinastía de Bambú
Con este libro, José María Zonta obtuvo el premio único del Concurso Iberoameri­
cano de Poesía “Entreversos”, en su primera edición, convocado por la Fundación
Mar Azul en 2015. El jurado estuvo integrado por Gioconda Belli, Armando Rojas
Guardia y Antonio Gamoneda.

c o le c c i ó n le t ras

poesía
José maría zonta

El libro
de la Dinastía de Bambú

Frontispicio, de
Antonio Gamoneda
Alfredo Del Mazo Maza Wilmer José Ruperti Perdomo
Gobernador Constitucional Presidente de la Fundación Mar Azul

Juan Jaffet Millán Márquez DR © Fundación Mar Azul


Secretario de Educación Presidencia de la Fundación
Avenida Francisco de Miranda,
Edificio Parque Cristal,
Consejo Editorial Torre Oeste, piso 3,
oficina 3-1, Urbanización
Presidente
Los Palos Grandes,
Sergio Alejandro Ozuna Rivero
Municipio Chacao,
Consejeros Estado Miranda,
Rodrigo Jarque Lira, Juan Jaffet Millán Márquez, Caracas-Venezuela.
Marcela González Salas y Petricioli, www. fundacionmarazul.com
Jorge Alberto Pérez Zamudio

Comité Técnico
Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez,
Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Ejecutivo
Roque René Santín Villavicencio

El libro de la Dinastía de Bambú


© Primera edición: Secretaría de Educación
  del Gobierno del Estado de México / Fundación Mar Azul, 2017

DR © Gobierno del Estado de México


Palacio del Poder Ejecutivo
Lerdo poniente núm. 300,
colonia Centro, C.P. 50000,
Toluca de Lerdo, Estado de México.

© José María Zonta Arias

ISBN: 978-607-495-588-0

© Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal


www.edomex.gob.mx/consejoeditorial
Número de autorización del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal
CE: 205/01/80/17

Impreso en México

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio
o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México,
a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.
Frontispicio para El Libro de la Dinastía de Bambú.
Pido al poeta Zonta que me instruya en las lenguas
del cerezo y de los crisantemos. Zonta no puede.
Zonta calla. *

Zonta:
he esperado muchos días a que tus palabras floreciesen. No sufrí
la tardanza; en el tiempo de los frutos pudo haber transcurrido
un sólo segundo,
Escuché al cerezo en este tiempo, escuché su rumor: el cerezo estaba
madurando. No advertí ningún mensaje; desconozco las
lenguas que se hablan bajo nuestros pasos.
Debes ayudarme: he de comprender al cerezo. Tú deseabas ser una
palabra; quizá lo has logrado: ¿eres ya el cerezo y hablas su
lengua?
Zonta, me hablas, tratas de instruirme y yo te escucho, pero tus jui-
cios se desvanecen antes de reunirse con mis juicios.¿Qué
es esto, Zonta? Piensa esta desventura.
En los bosques de mi país, las torturadas raíces, los oxidados vásta-
gos y los frutos suculentos mienten unánimes. No es posi-
ble leer las hojas que caen girando al sotobosque.

* Las palabras y frases que aparecen en letra cursiva están tomadas del libro que se dice en
el título y su autoría es la de José María Zonta. A causa de su colocación en un contexto literal
y rítmico distinto, puede haberse dado necesidad de adoptar para ellas variantes morfológi­
cas o sintácticas y, en menos ocasiones, sinónimos. Esto se ha hecho con respeto, cuidando
no alterar el sentido usual ni la función poética advertidos en la fuente.

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Ciertos días, la mentira creciente oculta el rostro de las madres. Yo
he nacido en esta costumbre y no puedo creerte: estoy po-
seído por la extrañeza.
Si tu pensamiento fuese el mío, si yo no pudiese distinguirme de
ti, sabría decirme cada noche cómo los vencedores de Yang
Sei le convirtieron en un crisantemo para que fuera inofensivo;
sabría también del gran crisantemo blanco que, cierto día,
en el Palacio Potala, confesó que él era el que había de florecer
en la tumba de Hui Tse y estaba esperando a que Hui Tse muriese.
Yo deseo conocer estas leyendas tan crueles y bellas, quizá ciertas
también, pero sus palabras se detienen y enturbian en mí
como el agua de un arroyo que no puede ir más allá en el
cauce de una acequia pedregosa.
Zonta: ¿qué mundo tiembla bajo los crisantemos?
Herberto Helder, agonizando en Cascais, me avisó de una jarra de
crisantemos transparentes que temblaba en la oscuridad;
yo no debía pronunciar su nombre porque mi boca se con-
vertiría en una llaga.
¿Qué hacer en esta incertidumbre, en la incertidumbre de los
crisantemos?
Tú conoces la incertidumbre; tú mismo lo has dicho: recuerdas vaga-
mente un viaje a través del Universo para llegar a esta mesa y a
esta taza de té.
Yo también recuerdo un largo y ciego viaje; desconocía mi destino.
Ahora he llegado a tu casa y me has sentado a tu mesa.

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Estoy en paz en tu casa: me has ofrecido té de jazmín. Mi paz será
aún más grande si me permites escuchar la música que
cabe en un crisantemo; tú eres hospitalario.
Pero no todavía: debo preguntarte por la virtud de los crisantemos.
¿Es cierto que el sonido que fluye del marfil invisible depara gemi-
dos que nadie exhala, espantosos enjambres de mínimas
incesantes bestias desprovistas de naturaleza y de sombra?
¿Y tú ibas a abrirme las puertas de la incertidumbre?
No, Zonta, recuerda la agonía de Herberto. Sé hospitalario más
simplemente; ahora sé que sólo deseo la paz infusa en el
té de jazmín. Puedes ofrecerme si quieres la transparencia
de tu espíritu o el sosiego de tus venas.
Pero, Zonta, te hablo de la gentileza de tu espíritu, presumo que
tus venas laten tan suavemente como los profundos pisti-
los, y enmudeces. Recuerda que la primera orden de Huan
Xun fue que se abriesen las flores de loto. Si amas al emperador,
háblame.
Tus palabras deben entrar en mí, extender sus raíces y crecer como
un gran magnolio pensativo; yo seré una palabra y tú habrás
creado mi lengua, mi conciencia.
Si esto no sucede será mi llanto el que crecerá y se extenderá; no
prosperará el magnolio sino mis lágrimas, y esto será un
brevísimo instante; un instante tan breve como el que cesa
cuando la rama cede el último durazno;

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y al agotarse la brevedad no habrá en mí otra existencia que el olvido.
Háblame, Zonta: debo aprender sin tardanza la lengua de los
crisantemos.

Antonio Gamoneda

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Taoísmo y poesía

La Poesía es el camino para una búsqueda. La Poesía no es un fin en


sí misma, la energía desplegada en escribir un poema no se agota
con su último verso. Ni se agota en el poeta, continúa en el lector.
El Tao significa también camino, tienen en común ese sentido del
recorrido, del paso a paso, de la partida, el trayecto y el arribo.
Todo poema es una búsqueda, para quien lo escribe,
para quien lo lee, para quien lo sueña sin escribirlo, para quien lo
presiente­sin leerlo. Esta búsqueda convierte al poema en algo más
que en un artefacto literario, y convierte a la Poesía en algo distinto
a un género literario. Es Arte, pero también vehículo para alcanzar
un lugar espiritual, vivencial, existencial. No estoy repitiendo, pero
no estoy diciendo algo nuevo, estoy poniendo sonidos recientes a
un conocimiento antiguo. El amor del Taoísmo por la naturaleza­
ya no se identifica sólo con el amor por los árboles y los ríos,
sino también por el bosque espiritual, las montañas espirituales,­
los lagos espirituales. Antiguamente el ermitaño simbolizaba al
pensador­taoísta, ahora ese aislamiento es un instante constante
en el espíritu­del poeta. El ermitaño vivía en la montaña, el poeta
vive en el poema. Y todo lo que se puede hacer en una montaña, se
puede hacer en un poema.

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Taoísmo es tanto una religión como una filosofía, escribí este libro
siguiendo la filosofía taoísta. Este libro es una tesis después de
haber estudiado durante años distintos conceptos del Taoísmo, es
como una graduación universitaria sin licenciatura, sin doctora­do.
Que éste obtuviera un premio internacional no lo hace más hondo,
ni más cierto.
Tiene la hondura y la verdad de la búsqueda. Antes de
escribir este libro me puse a buscar, inicié un camino, y cuando
sentí que había llegado en ese recorrido a un pozo, me detuve,
y comencé a escribir. Este libro es la búsqueda de una esfera
espiritual,­sin exclusiones, sin enfrentamientos con otras esferas
espirituales occidentales. Cada quien busca su manera de bajar la
fruta del árbol. Este libro es una estación en el recorrido.
No es casual que este texto esté predominado por las
palabras­búsqueda y camino. No debería haber dogmas en la
Vida, en el Arte, en la Poesía, pero sí creencias, porque son tierra
fértil­para sembrar lo que fuimos, lo que somos, y cosechar lo que
seremos. He tratado de descubrir un sendero para que Maestros
taoístas como Lao Tse, Chuang Tse y Lieh Tse caminen, hablen,
se emocionen. Y ese sendero es también el lector, la otra punta
del hilo de la comprensión. El lector es la brisa que acompaña a
la flecha que busca el entendimiento. La Poesía es búsqueda, no
es decisivo­encontrar, pero sí es útil saber qué se está buscando. A
veces el poema es la búsqueda de su última palabra, la que ilumina,
la que en vez de cerrar el poema, abre la comprensión. Creo que la
Poesía no debe aleccionar, sino proponer. La Poesía no es el poder

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del poeta, sino el creer, el conocer, el saber, incluso el dudar. En el
Taoísmo y en la Poesía la palabra es la piedra que cae en el lago
y crea ondulaciones. El poema es la hoja que cae porque ella y el
árbol comprenden que ha llegado la hora del desprendimiento. Y el
lector es el suelo donde se hunde la hoja y germina. Poeta –poema–
lector no es una ecuación, es un trayecto, el poeta es la oruga, el
poema la crisálida y el lector la mariposa.
El resto, es volar.

José María Zonta

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A Dalí Zonta Blandino,
el paso de los siglos reforzará tu luz
El libro de la Dinastía de Bambú
Para alguien sin amor al prójimo,

¿de qué le sirve el conocimiento de la Poesía?


Confucio

¿Cómo es que has adelgazado tanto?

¿Sufres acaso de poesía?


Li Tai Bo

Estabas destinada a ser la primera mujer

en gobernar sin ayuda de los dioses.


Tsiang Lin
¿Cómo podría haber dudado?
¿Dónde está el norte? ¿El sur? ¿El este? ¿El oeste?
Dangai (1127-1179)

Derribo la pared sur y entra el frío.


Derribo la pared este y entran inmensos peces amarillos.
Derribo la pared oeste y entra un hemisferio de latidos.
Derribo la pared norte y entra un Himalaya tibio.
Me he quedado sin casa,
pero ven, pasa.

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Wu Zetian

Pudiendo ser galaxia, provincia o meteorito,


Wu Zetian decide ser mujer.
Y no tener límites claros, población censada, contornos precisos.

22
La Dinastía de Madera ha gozado de mil generaciones de felicidad.
Y una mañana del tamaño de un melocotón, un grillo de madera
revela la entrada de Zhao, la primera termita.
El Emperador de Madera sale con su Corte y su ejército infinito
a dialogar con la Termita Zhao,
quien acampa alrededor de ella misma
junto al Río Amarillo, y devora plácidamente dragones de madera,
tigres de madera y crisantemos de madera.
El Emperador se emplaza a una distancia prudente.
—¿Qué buscas, Termita Zhao?
—Busco mi desayuno, Señor.
—¿Y cuánto tiempo te llevará desayunar?
—Mil generaciones, Señor.
Las corazas de los guerreros se estremecen.
—No te preocupes, Señor, sólo comeré a quienes te hayan mentido.

23
Orogénesis

Sobre los dos mil quinientos millones de años


del pliegue de la corteza terrestre
en Songyang
se posa una mariposa de un minuto de nacida.

24
Táorén

La Inmortalidad pone un melocotón en la mesa de Lieh Tse.


Lieh Tse lo olfatea pero no lo muerde,
sale de viaje hacia la Meseta Tibetana
y regresa treinta años después.
Contempla el melocotón exactamente igual.
—¿Por qué no ha envejecido el melocotón?
—En el tiempo de los melocotones ha pasado un segundo.
—¿Y en el mío?
—Eres un melocotón más sabio.

25
El Emperador Gaozu construye dos graneros:
en el pequeño guarda doscientas mil cosechas de trigo,
en el grande guarda un grano de trigo.

26
Llovizna sobre Chang’an

Y, en el borde del mundo, un hombre con el corazón herido.


Ma Tche-Yuan (mediados del siglo xiii)

Los rebeldes han tomado Chang’an y discuten qué hacer


con el depuesto emperador Yang, último de la Dinastía Sui.
—Convirtámoslo en un crisantemo, así será inofensivo,
sugiere Li Yuan, jefe de la rebelión y futuro Emperador Gaozu.
Todos asienten.
Chuang Tse no abre sus ojos al responder la pregunta de Li Yuan:
—Señor, estoy tratando de imaginar al crisantemo Yang unificando
a todos los crisantemos, aumentando su tamaño como dragones,
afilando sus pétalos, envenenando su aroma,
convirtiendo sus pistilos en flechas
y marchando sobre nuestra capital.
Y fundar la Dinastía de los Crisantemos.
Y discutir si te convierte en tortuga.
Y he conseguido imaginarlo.

27
Montaña Hua Shan

En las cuevas de Dunhuang se encuentra el corazón del poema.


En la tumba de Mawangdui se encuentra la memoria del poema.
En la fábrica de bronce de Liu Sheng
se encuentra la mirada del poema.
Y en la montaña Hua Shan se encuentra
el camino de piedra del poema.
Sin embargo, el poema no se siente desmembrado,
porque un pájaro amarillo lo lee desde lo alto.

28
El pájaro anfibio de Xuanzong

En el año 712 Ming Huang al ser designado Emperador


debe cambiar su nombre por Xuanzong.
Y no sabe cuánto de sí se quedará con su viejo nombre,
cuánto de su memoria, cuántas de sus costumbres.
Ignora cuáles características le traerá el nuevo nombre.
Ignora si con su nuevo nombre
sobreviva si colisiona con un crisantemo,
o si todavía conocerá el idioma de la taza de té.
Se abre un acantilado ante sí. Su viejo nombre es un pájaro amarillo
y su nuevo nombre es un pájaro anfibio.
Pero sobre todo a Ming Huang le preocupa que la bailarina Xiao
no lo reconozca con su nuevo nombre,
y pase a su lado sin estremecerse, sin perfumar el aire,
sin abrir los cerezos, sin entibiar la mañana.
Y que pase a su lado sin hacerlo sentir el invierno
que se refugia en su fogata.

29
La mirada de Bai Juyi

Pintar el ojo del ganso en pleno vuelo es difícil.


Confucio

Los partidarios de Shan Hui fundan una escuela en el norte


y sostienen que el saltamontes cierra sus ojos al saltar.
Los seguidores de Hui Neng fundan una escuela en el sur
y afirman que el saltamontes mantiene sus ojos abiertos al saltar.
Durante siglos muchas plegarias, ayunos y ofrendas se secan
en la lucha.
Hasta que Chuang Tse coloca un saltamontes en la frontera
entre sur y norte y pide a un partidario de Shan Hui
y a un seguidor de Hui Neng
que observen cuidadosamente al saltamontes.
Y durante el salto, ambos monjes cierran sus ojos.

30
Las ramas se encuentran con los pájaros que se posan sobre ellas.
Hsüeh T’ao

Hsüeh T’ao trata de averiguar si la rama se quiebra por el peso


del amor del pájaro,
de la tristeza del pájaro,
de la memoria del pájaro
o de su facultad de profetizar el futuro.
Pasan muchos pájaros de distintos colores
y la rama de cerezo no se quiebra.
Aliviada, Hsüeh T’ao escribe un poema sobre la rama.
Y la rama vuela.

31
Proximidad en Luoyang

El Emperador Qin convoca a Lieh Tse:


—Maestro, hay una estela de piedra hundida en el lago Lugú
desde hace mil generaciones,
y tiene escrito un poema.
—¿Y quieres que saque la estela?
—No, Maestro, quiero que la estela siga descansando en el fondo,
te pido que hagas emerger el poema.

32
La casa del sutra de papel

Chuang Tse construye una casa con los materiales exactos


para ser derribada por la brisa de la primavera
y reconstruida por las hojas del otoño.
Si la hiciera más fuerte obligaría a la brisa a ser tormenta,
si las hiciera más débil forzaría a las hojas
a ser piedras.

33
Astros en Sichuan

Desde los astros la Dinastía Tang parece un copo


al que se le acerca la primavera.
Desde los astros la Gran Muralla parece un gusano
en busca del bosque donde caerán las hojas.
Desde los astros el Desierto de Gobi
parece el fantasma que debe desafiar
el saltamontes para cruzar el charco que es su mar.
Y desde los astros, aunque te sorprenda, también se ve tu taza.
Los astros conocen la mezcla entre agua, hojas de jazmín y temperatura
que produce tu té.
Y desde los astros tú pareces una oruga conforme consigo misma,
que ha renunciado a ser mariposa
porque alguien tiene que quedarse en tierra
y traducir para las flores de loto el amor de los crisantemos.
Es cuando los astros, para iluminarte,
ponen un madero más al fuego del atardecer.

34
El tao del alma de bambú
Invierno repentino en Hui Tse

La vida es un relámpago como la piedra de yesca.


Baek Kiu (China, 772-846)

Hui Tse pasa junto a la tumbra de Hui Tse


y escucha voces en su interior:
—Soy el crisantemo que florecerá en esta tumba
y estoy esperando que muera Hui Tse.
—Soy el olvido que habitará esta tumba
y estoy esperando que muera Hui Tse.
—Soy la viuda que llorará en esta tumba
y estoy esperando que muera Hui Tse.
—Soy el dragón rojo que contará sus secretos
al crisantemo de esta tumba
y estoy esperando que muera Hui Tse.
—Soy el pez amarillo que nadará en esta tumba
en caso de que pongan un estanque
y estoy esperando que muera Hui Tse.
—Somos los hijos que heredarán las posesiones de Hui Tse
y estamos esperando que él se haga inmensamente rico.
—Y yo soy la brisa que dispersará las cenizas de Hui Tse
en la Montaña Tai
después de su incineración.

37
Chuang Tse y la brisa

El Emperador pone en la mesa de Chuang Tse el arco de bambú,


la fecha, la trayectoria,
la tensión de la cuerda, el impulso,
la distancia, la dirección,
la contención de la respiración, la potencia,
el espíritu que habita la cuerda
y el ojo que sigue la flecha.
Y le pregunta:
—Maestro, ¿qué me falta?
—La brisa.
—¿Y dónde estoy yo?
—En el venado.

38
El Mandato Celeste mira a través de los ojos de nuestra gente.
Mencio

La vida es un relámpago como la piedra de yesca.


Baek Kiu (China, 772-846)

Mi reloj de arena tiene sesenta millones de granos,


que son muchos años
muchas generaciones
muchas dinastías
muchos ciclos
muchos viajes
muchas noches
o un puñado de arena en la brisa.

39
Ssu Ma Chien y la existencia

Si dejo de preocuparme por la existencia de la mandarina,


percibiré su aroma.
Si dejo de preocuparme por la existencia del sol,
sus rayos me entibiarán.
Si dejo de preocuparme por la existencia del Río Amarillo,
irrigará mi campo de arroz.
Si dejo de preocuparme por la existencia del trigo,
comeré mi pan.
Si dejo de preocuparme por la existencia del amor,
recorreré descalzo sus jardines.
Si dejo de preocuparme por mi existencia, creceré.
Si dejo de preocuparme por tu existencia, crecerás.

40
Laozi Huahu Jing

El Emperador Gaozong ordena quemar


todos los ejemplares del libro
“Laozi convirtió a los bárbaros”,
Y no sobrevive ni una biblioteca,
ni un libro,
ni un capítulo,
ni una portada,
ni una página
ni un párrafo
ni una línea.
Pero sobrevive una letra.
Y es suficiente, los bárbaros regresan.

41
Su canto me llama desde un remoto desierto.
Ch’in Ch’ang Su

Zimei no sabe escribir, nadie la enseñó caligrafía.


Se presenta a los Juegos Florales de Gongxian
y coloca una hoja de cerezo en la mesa.
Du Shenyan, presidente del jurado,
le reprende con suavidad:
—Zimei, sólo se admiten poemas.
—Esto es un poema, señor.
—Zimei, ¿y de qué trata tu poema?
—De la brisa.
—Pero no escucho la voz de la brisa en esta hoja de cerezo.
—Por favor, Maestro, toma la hoja, sube a ese árbol y déjala caer.
Du Shenyan, para no parecer intransigente, lo hace
y en la hoja escucha el murmullo de la brisa:
—La manera en que caes ya contiene el secreto de cómo te levantarás.

42
La brisa en el bosque de bambú de Shunan

En el bosque de bambú de Shunan, Lieh Tse joven


encuentra a Lieh Tse anciano
y se detienen frente al único durazno que sobrevivió al verano.
—Me pertenece, porque si está aquí, es porque no lo comiste,
observa Lieh Tse joven.
—Si está aquí, es porque esperé a que maduraras,
responde Lieh Tse anciano.

43
El tao femenino

¿Quién dice que eres más bella cuando vuelas?


Baek Kui (772-846)
Contemplación de Li Shi

Amanezco siendo una provincia regada por canales,


mi división territorial me mueve hacia el sur, buscando caravanas
que se alejan y se acercan como acordeones.
Me gusta caer en desuso por la tarde.
Me niego a ser la capital de un imperio que mira con indiferencia
las hojas caer,
considero que ahí reside la esencia de la brisa.
Por cada grano de arroz, dispongo un grillo que le susurre
el milagro de la espiga y el agua.
La tormenta se detiene frente a mi lámpara de papel de eucalipto,
se miran, se reconocen nacidas del mismo laúd.
Llego hasta tu desierto con la intención de irrigar.

47
Li Shi y el delirio

Hsiang Lin, hablas con mi jarrón, con mi lago,


con mi fiera, con mi suma,
con las palabras con que yo definiría la ternura.
Hablas con el alma que las religiones me asignan, con mi acantilado,
con la estrella que tomaría mi lugar si caigo,
con mi color, con la gota de lluvia destinada a mi frente,
con mi ángel amarrillo, con mi gente.
Hablas con mis labios, con mi ropa secándose al sol,
con la oración que aprendí de niña pero olvidé cuando me convertí
en campo de árboles frutales.
Hablas con mis manos, con mi cerezo, con mi delirio.
Pero no hablas conmigo.

48
El principio de territorialidad celeste en Quingming

Después de conquistar un nuevo territorio, la Emperatriz Wu


inicia su asimilación al Imperio:
planta cerezos en sus calles,
sirve té de jazmín en las esquinas,
desvía el Río Amarillo para que irrigue sus campos de arroz,
enseña danzas tibetanas a sus muchachas,
abre bazares, escuelas de gastronomías exóticas,
y brinda pasatiempos como encantadores de serpientes,
tragasables, titiriteros, acróbatas, adivinos, poetas,
y un certamen de tiro con arco.
Como el amor.

49
En el ala norte de la ciudad prohibida

La Emperatriz Wu instala un harem de palabras.


Así, cuando recibe a la delegación del califa Otman
convoca a la palabra hospitalidad
para que perfume el Salón de los Dragones Amarillos.
Cuando recibe a Marco Polo manda por la palabra Venecia
para que irrigue el jardín.
Ante la inminencia de Chuang Tse convoca a la palabra seda
para que construya mariposas.
Como la palabra eunuco no está en el jardín, las palabras se reproducen
casi en libertad, a su gusto, a su ortografía, a su caligrafía.
Así, cuando la Emperatriz espera la visita de la Muerte
pide la palabra silencio, perfuma su pelo y se despide,
pero el harem envía la palabra poema.
Y la Muerte sonríe, no cae en la emboscada, y se retira.

50
Cítara de siete cuerdas

Lieh Tse, esposo de Zhang Hua, le dice:


—Quiero ser tu igualdad.
Zhang Hua le responde, quiero que lo seas,
pero sólo hay un momento del día
en el que esa puerta se abre, puede ser en un lirio,
en una gota,
en una uva.
No la abro yo, no la cierro yo,
es un juego de la brisa.
Si la encuentras, mantenla abierta el tiempo necesario
para ser tu igualdad.
Y beber la misma gota en dos bocas.

51
Mutabilidad de Wu Zetien

Wu Zetien, recién llega al harem imperial


como cairén y ocupa el quinto rango entre las concubinas.
En una generación será consorte.
En dos generaciones la primavera le pedirá permiso para derretir
las flores de hielo del jardín imperial.
Y en tres generaciones será emperatriz,
tal vez con el aspecto de su nieta,
pero será ella.

52
Li Shi responde al emperador Qi

—Como mujer he sido colocada por tus filósofos en la esfera junto


a la humedad,
lo impar, el frío, la debilidad y el invierno.
Y tus príncipes sacan de esa tómbola sus esposas.
Como ves, me he salido, y las amazonas de seda me acompañan.
Porque no soy lo opuesto al yang, no soy la zona oscura del imperio
ni la sombra, la pasividad, la absorción.
No puedes consumirme, sólo puedes contemplar mi transformación.
No soy la buena fortuna ni la recompensa de nadie.
Conozco de órbitas, de galaxias que colisionan,
de flechas de punta triste,
pero también de cometas libres.
No soy la tortuga que un príncipe extranjero sacará de tu estanque
para que asegures la ruta de los condimentos.
Según el puente por el que cruces hacia mí
soy la brisa de la flecha, la hoja de jazmín,
la integridad de la tormenta,
soy el astro al que señala la espiga de maíz.

53
Li Shi no ha dicho su última palabra

Soy el polvo en tu garganta,


soy el centro del lago iluminado por la flor de loto
soy la comprensión del fragmento de que no eres el todo,
y el crisantemo que tus guerreros temen encontrar en sus sueños.

54
El tigre de Lieh Tse

Xi Xhi, siguiendo la Ruta de la Seda, llega a Shanggu


y decide acampar en un poema de Lieh Tse, concretamente
en el que el tigre duerme bajo la mesa
y un grillo está a punto de despertarlo.
—Si lo despiertas, el tigre nos devorará.
—Tal vez en su sueño ha devorado catorce venados
y no tiene hambre,
y se conforme con husmearnos.
El grillo sobrevuela al tigre, que bosteza.

55
Me desabrocho el fino vestido de seda.
Li Qingzhao (1083)

Soy hermana de las Cinco Montañas Sagradas del Taoísmo,


soy hermana de la espada, de la aguja que sueña la acupuntura,
de la colmena,
de la creciente, de la desembocadura del Río Amarillo, de la siembra,
de la oruga que cruza la mañana para llegar a mariposa,
de la sed de la diosa Nu Ba, de la cosecha.
Soy hermana de la gota a gota que origina la técnica de riego,
de la tormenta que se hace brisa para cruzar de puntillas
el sueño de los niños,
de la lavandera que negocia con el río el color de la espuma.
Soy hermana de la flecha que se desvía para no herir,
de la atmósfera amarilla que escucha cantar el maíz.
Soy hermana de la cebada, de la temperatura, de la evolución.
Soy la mujer que prueba los venenos antes de que el sol devore
la oscuridad de menta,
y amanezca.

56
Las sandalias de Diaochan

El Imperio contempla a Diaochan,


quiere expandirse más allá del río Luo, tierra de dragones amarillos,
quiere conquistar las planicies de Gengis Khan
y lanzar su flota hacia donde el mar se convierte en oscuridad.
El Imperio dibuja en papel de arroz los senos de Diaochan,
porque planea provocar otro Gran Diluvio
y cubrir de helechos la Gran Muralla.
El Imperio huele el vapor de jazmín en el loto de Diaochan
porque pretende irrigar con té los campos de arroz,
y quiere derrotar a los guerreros de cerámica de la Cultura Liangzhu
para que los crisantemos puedan otra vez vagar libres
a través de los colores.
Pero el Imperio se mueve con cautela porque no sabe si Diaochan
amaneció guerrera o lirio.
Y espera el primer movimiento de su abanico.

57
Muy lejos, en las sombras, oigo que alguien llama.
Sin esperanzas respondo: “Sí”.
Anónimo (Seis Dinastías)

Yang Guifei pasaría por una tejedora de seda de no ser por la niebla
de la montaña Hua Shan.
Ha comprendido que sus posibilidades de sobrevivir al invierno
pasan por aprender el idioma del frío.
Ha comprendido que la dignidad de la estrella
es la misma que la de la luciérnaga.
Ha comprendido que el amor es un punto amarillo en el mapa
que titila.
Entonces se ha comprendido a sí misma,
ahora puede gobernar su travesía.

58
Niu-Kua

Sus torres invaden el reino de los dioses.


Wang Yang Ming (1472-1529)

Cuando llegaste, una torre dominaba


cada una de las esquinas de mi vida,
y sus vigías acechaban los movimientos de mis enemigos.
Ahora, en su lugar, hay comederos de pájaros.

59
La gallina de Bai Juyi

La princesa Yang Kwei Fei no se interesa por palacios,


ni dotes, ni joyas.
Sólo pregunta cuántas gallinas tiene la granja de su prometido
el Duque An Lushan.
¿Entonces, puedo dar un huevo a un millón de niños cada mañana?

60
Lao Tse escucha el latido del pájaro hogareño

Ella eleva un suspiro por cada pétalo que cae.


Yu Xuanji (1119-1182)

Tu cuerpo acampa en la estación del arroz de maduración temprana,


y deja gotas sobre la madera descalza, que yo sigo.
Ante la indecisión de tu alma,
tu cuerpo toma el territorio de la agitación.
Tu cuerpo alterna la guerra de la vela con la diplomacia del incienso,
el lago nublado con el río abierto.
Tu cuerpo acampa en la continuidad del segundo anterior
al segundo en el que el fuego quema el papel,
y emite un humo que todavía no es humo,
y una luz que no desplaza lo oscuro.
Tu cuerpo acampa alrededor de la fogata
y esa insistencia del frío en estremecernos es la madrugada.

61
10.000 Li

Volveré de nuevo a saborear tu vino de crisantemo.


Meng Haoran (689-740)

Amaneces acostada desde el río Yalu hasta el desierto de Gobi


a lo largo del borde sur de tu vientre.
Por la ruta de la seda camino desde Mongolia para decirte
buenos días.
Tus piernas se extienden desde Ganzú hasta Xinjiang
y me uno a caravanas nómadas que proveen incienso,
perfumes y té a tus senos.
Durante el recorrido intercambio poemas por ámbar,
especias y lino.
Como ves, tu postura me tiene viajando
desde el desierto hasta el mar.
Si te voltearas en la cama, mi domingo sería mucho más tranquilo.
O quizá no…

62
El tao de las hojas que caen

Una hoja flota en lo infinito.


Wang Wei
El acantilado es un cuenco que llenas con una mirada.

En la Biblioteca de Palacio puedes leer la Enciclopedia de los Sabios,


y en el bosque puedes leer las hojas mientras caen.

La montaña reserva una parte de ti para amanecer.

El río no, pero el puente se detiene para que cruces.

La lluvia moja todo el valle sólo para hacerte llegar


una palabra en una gota.

65
*

La hormiga sube para hablar con la montaña, como si su voz viviera


sólo en su cima.

El bosque duerme, una hoja despierta.


El mar huye, una gota permanece.

Duermes, un sueño despierta.

Puedo escribir un poema que abarque el Imperio,


pero no puedo escribir un poema que abarque tu proximidad.

Hay una estación para tu nacimiento, un mes, un día, un instante,


no llegues tarde.

66
*

Mientras escribo una tormenta azota mi mano.


Ha de tratarse de la Poesía.

En el Libro de las Manos Iluminadas las tuyas sostienen una vela.

La flecha en el aire cree que es una oración en busca de un milagro.

El río se pone de puntillas y mira su curso.


Tu cuerpo está habitado por idiomas que no siempre comprendo.

Señor, cada guerrero es un ejército, así de solitario está.

Intenta ser una palabra. Escuchar tu sonido,


conocer tu significado entre los lirios.

67
*

Intenta ser un poema de catorce palabras, ni una más cabe en la tarde.

Aunque no las veas, las montañas avanzan.

Se necesita sólo una leve determinación para ser tú,


pero sólo tú puedes conseguirlo.

En el bosque de bambú de Shunan, Lao Tse se pregunta,


¿quién puede amar con la temperatura del jade?

Ahora que ya no tengo tiempo, puedo hacer mis tareas con calma.

Es la piedra quien se coloca bajo la gota.

68
*

El cometa no es materia, es exhalación.

La estrella fugaz no es fuego, es trazo.

El títere nunca corta el hilo umbilical.

Es el árbol quien se coloca donde cae el relámpago.

De bambú has construido la casa de tu cuerpo,


¿con qué construirás la casa de tu alma?

Estrellas y luciérnagas sobrevuelan,


¿cómo distinguirlas?

69
*

El Emperador y sus ejércitos no pueden unir el norte con el sur.


La brisa puede.

El musgo brota junto a las fuentes de agua.


Es tu sed.

—Maestro, he unificado el Imperio,


¿cuál debe ser mi primera tarea como emperador?
—Unifica los girasoles.

El Emperador convoca a Lieh Tse.


—Maestro, quiero ser un hombre común.
—Señor, eres un hombre común, con el traje de emperador.

70
El tao de los cinco movimientos

El camino va más allá del lenguaje,

ya que en él no hay ayer, ni mañana, ni hoy.


Sosan
Tercer Patriarca Ch’an (?-606 d.C.)
Los cinco movimientos

La madera escribe el poema del fuego,


el fuego, con su humo, escribe el poema de la tierra,
la tierra escribe el poema de los minerales,
los minerales escriben el poema del agua
y el agua escribe el poema de la madera.
Y la caligrafía viene del viento.
Y el papel viene del otoño.
Y la lectura viene de la maduración.
Y el alma viene del pasado.
Y el futuro viaja hacia la memoria.

73
Qui Long I

Naces. Te equilibras sobre la cuerda de la vida.


Te alimentas de hierbas.
Te llevará un tiempo comprender la acupuntura a partir
de una aguja
que encontraste en el desierto.
Te llevará un tiempo comprender la paz
a partir de dos guerreros.
Estudias el entorno, la primavera te dice que eres un ciclo,
y tienes que abrirte y cerrarte, cumplirte.
Te convencen de que el otoño existe.
Pones tus sandalias en el camino al Tibet y esperas que un viajero
las calce y alcance por ti la iluminación.

74
Zhu Que II

Creces. Tratas con rigor al invierno.


Tienes una respuesta para quienes no se explican
tu temperatura de acantilado.
Piensas que la diferencia entre la gota de un río
y la gota de una arteria
es que una desemboca en el mar y la otra en una herida.

75
Huang Long III

Elaboras. Un árbol te toma el pulso. Sueltas una palabra entre


la multitud
con la esperanza de que regrese convertida en tu nombre.
Tienes una ligera mejoría.
Una flecha se detiene a un centímetro y le pregunta a tu corazón
si van en la misma dirección.
Puede que la vida sea un síntoma de un latido mayor.
Puede que el invierno sea un síntoma de un frío mayor.
Fluyes. Evolucionas. Comprendes que la relación entre el fragmento
y el Todo
no es de jerarquía ni dependencia.
Te ofrecen conocer el silencio pero eliges ser un sonido.
Piensas que el límite de la humedad no es la sequedad sino la sed.
Das la mitad de los pasos, te falta la mitad del camino.

76
Bai Hu IV

Maduras. Comprendes que tu sentido de justicia no coincide.


Piensas que el sol es un orificio por donde
un sol mayor nos lanza luz.
Cada uno de tus días está gobernado por un sentimiento.
El clima mejora, se restablece el paso hacia tu corazón.
La quietud es un movimiento así como el musgo
conoce la velocidad del muro.
El cactus concibe sus espinas como dedos para acariciar.
Piensas que el hilo que te une con la estrella es rojo.
Comprendes que si tu mano dibuja un mapa es porque has estado ahí
y tu camino es un regreso.
El dragón maúlla, porque quiere proyectar sombra de gato.

77
Xuan Yu V

Conservas. Representas un poder del que desconoces el origen


pero te alcanza para soplar y conservar encendido el carbón.
Te llevará un tiempo comprender que el amor
es la presa y a la vez el cazador.
Te llevará un tiempo comprender que lo importante
no es su profundidad
sino a favor de quién sangra la herida.
Procura que nadie te convenza de que la vida es una formalidad,
una teoría, un documento que puede reemplazarse por una copia.
Tu ciclo se cierra,
tiene que ver con tu destino y no con la mengua de tu fuerza.
Esta es tu casa pero también es un rectángulo del Universo.
Hoy es el quinto día pero mañana no será el sexto.

78
Montaña Heng Shan en Shanxi

El maestro taoísta Hua Kaiyun, el poeta Gao Shi, el eremita Fan


y el alquimista Tong
deciden construir un faro en la cima de la montaña de Wang Wu.
Al primer intento construyen un barco, por lo que lo hunden.
Al segundo intento construyen un templo, por lo que lo derriban.
Al tercer intento construyen un huevo del que sale un dragón
por lo que lo liberan en el acantilado.
—Algo debe andar mal con la montaña, reflexiona el eremita Fan,
por lo que se pasan a la montaña Heng Shan en Shanxi.
Y al cuarto intento construyen una brújula, por lo que la obsequian
a Marco Polo.
Al quinto intento excavan un pozo de agua, por lo que lo siembran
en el desierto de Gobi.
Antes de iniciar el sexto intento, se preguntan:
—¿Qué era lo que deseábamos construir?
Y ninguno de los cuatro amigos lo recuerda.
Y a falta de faro, tras la montaña Heng Shan sale el sol.

79
Montaña Tai Shan

Jin Ke decide ver el amanecer desde la cima de la Montaña Tai


pero no desea subir los seis mil seiscientos escalones.
Entonces pide a A Xiang,
el conductor de la carroza del Dios del Trueno,
que lo suba, pero sólo le alcanza la fuerza para dejarlo
en la Puerta del Medio Camino al Cielo.
Pide a Cai Shen, dios de la abundancia, que monta sobre un tigre,
que lo suba, pero le alcanza su fuerza para dejarlo
en la Puerta Celeste del Medio.
Solicita a Ha Re, dios de los mares, que lo suba,
pero su barca se detiene
al cruzar el Arco de la Inmortalidad.
Ruega a Fei Lian, dios del viento, que lo suba,
pero se queda en brisa
al llegar al Templo de la Princesa de las Nubes Azules.
Entonces baja y pregunta a Chuang Tse cómo llegar a la cima.
—Camina.

80
Montaña Heng Shan en Hunan

Entre el río Xiang y el mar se levanta la montaña Heng Shan.


—Por favor, muévete, necesito desembocar.
—Ahora no puedo, mis águilas están desovando,
tendrás que cavar un túnel, o subir a mi cima y bajar hacia el mar.
El río Xiang contempla sus mil doscientos noventa metros
—Por favor, córrete apenas unos metros, necesito llegar a la playa.
—Si me muevo ahora, las águilas se extinguirían.
El río Xiang contiene la respiración, no quiere arrasar,
no quiere convertirse en un ejército imperial.
Y en este instante llega el invierno
y río y mar se vuelven hielo.
Y se vuelve estación lo que era prisa.
Y se vuelve brisa lo que sería tormenta.
Y las águilas vuelan.

81
Montaña Song Shan

El emperador Wiaowen murmura voy a simplificar mi vida


y viaja a la montaña Song Shan.
Dice voy a simplificar aún más mi vida
y construye el Monasterio Shaolin.
Dice, quiero avanzar un paso más hacia la simplicidad
y siembra las flores de loto que hacen nacer al Budismo Zen.
Y se detiene, y calla, teme que seguir avanzando hacia la simplicidad
provoque una marea de complejidad en el mundo.
Entonces abriéndose paso entre la niebla se le aparece la Simplicidad
en forma del monje Batuo, quien le susurra:
—Te quedan sólo dos actos simples.
Y el Emperador construye el Templo de Zhongyue.
—Maestro, ¿qué debo hacer ahora?
—Tomemos un té.

82
Montaña Hua Shan

An Lushan, Gobernador de la provincia del noreste del Imperio,


dice a la Montaña Hua Shan:
—Construiré un palacio en tu cima, para recibir a mis invitados.
Y la montaña le responde:
—Y yo construiré una cabaña en tu cabeza,
para recibir a las tormentas.

83
Rehén en el estado de Zhao

El Emperador acude al bosque donde Lieh Tse


contempla el amanecer:
—Maestro, ¿y si reúno en el paladar de un niño toda la miel?
—Las abejas no cambiarían.
—¿Y si congrego en el silencio del bosque a todos los laúdes?
—La música no cambiaría.
—¿Y si encierro en una gota de agua a todos los peces amarillos?
—El mar no cambiaría.
—¿Y si reúno alrededor de un pozo de leche a todos los gatos?
—La luna no cambiaría.
—¿Y si detengo en una raya a todos los tigres?
—La selva no cambiaría.
—¿Y si atrapo en un lago a todos los pájaros?
—La libertad, cambiaría.

84
Meng Tian y el jardín

Sobre diez mil veredas no hay pisadas.


Liu Zong-yuang (773-819)

El Emperador ordena a Meng Tian presentar los planos


para construir la Gran Muralla.
Meng Tian le indica que la Muralla requerirá veinte veranos,
cien mil arquitectos, doscientos millones de tazas de té de jazmín,
doscientos millones de piedras calizas,
doscientos millones de poemas,
trescientos millones de peces rojos,
cuatrocientos millones de ladrillos cocidos,
y dos millones de crisantemos.
El Emperador, curioso, pregunta:
—¿Y para qué servirán dos millones de crisantemos?
—Para adornar las tumbas de los trabajadores muertos.

85
El octubre de Qin

Las montañas casi absorben los colores del otoño.


Wang Wei

El Emperador Qin acude al lago donde medita Chuang Tse.


—Maestro, dedicaré octubre a combatir a los nómadas xiongnu,
los despojaré de los pastos del Río Amarillo, quemaré sus escuelas,
rasgaré su seda y arrasaré su cosecha de arroz.
Destruiré sus templos, derribaré sus almas,
volveré ceniza su sangre.
Y no quiero que al regresar esos recuerdos me acompañen
cuando bebo té fermentado de Yunan, juego con mis hijos,
acaricio a la concubina Yu-Huan, y contemplo el crepúsculo.
En fin, no deseo que esos recuerdos arruinen mi felicidad.
¿Hay alguna manera de borrar este octubre de mi memoria?
—La hay, señor, pero tendrías que olvidar
todos los octubres de tu vida.
—Pero Maestro, yo he nacido en octubre.

86
El gorrión de Gong Li

El Emperador acude a la choza de Chuang Tse.


—Soy el Emperador.
—Demuéstramelo.
Así, el Emperador derrota a los bárbaros del norte.
Al siguiente día Chuang Tse le pide, demuéstramelo.
Por lo que el Emperador construye la Gran Muralla.
Al siguiente día Chuang Tse le pide, demuéstramelo.
Y el Emperador levanta la Ciudad Prohibida.
Chuang Tse le muestra un gorrión partido por un arquero imperial.
—¿Puedes unir estas dos partes y hacer que vuele de nuevo?
El Emperador guarda silencio.
—Entonces, todavía no creo que seas el Emperador.

87
La eternidad de la primavera

El Emperador Qin levanta una muralla entre el hoy y el mañana,


desde el río Yalu hasta el desierto de Gobi.
Busca la eternidad.
Así, a lo largo del borde sur de Mongolia, millones de obreros
con piedra caliza, granito, ladrillos cocidos, arcilla y arena,
construyen el presente.
Esta tarde cuando la terminen no podré cruzar hacia el mañana,
que es donde te conoceré, donde convertirás mi olivo en tu aceite,
donde mis orugas se convertirían en tus mariposas.
Torres de vigilancia, cuarteles y muros imposibles de escalar
separarán la primavera del otoño, el agua de la sed.
Y esta niebla que llamo felicidad perdurará,
y este paladar amarillo de maíz.
Seré eterno, pero sin ti.

88
Marco Polo

Postrado, sin mirarlo, Marco Polo dice al Emperador Kublai Kan:


—Su reino necesita una Edad Antigua, un Imperio Romano,
una Edad Media y un Renacimiento.
—¿Para qué, veneciano?
—Para ser como nosotros, civilizados.
—¿Qué ganaríamos?
—Tendrían una Inquisición. Y la peste negra.
Ah, y guerras de conquista y colonias.
—Marco Polo, descansa, ha sido largo tu viaje,
toma un baño de hojas de menta, no sea que traigas la peste,
bebe té de jazmín,
camina por el jardín con la bella Tai,
sube al observatorio y descubre una luciérnaga en el Universo.
Habla con los gusanos rojos y con los peces de seda del estanque.
Intercambia nueces con los crisantemos.
Muestra los planos de tu viaje a nuestros astrónomos.
Y explícales las razones para ser como ustedes.

89
La música de Lei Gong

Sales del Universo de la Escritura como una letra


en busca del sonido que te corresponde.
Tal vez eres el sonido de un cerezo madurando,
tal vez el de una mariposa amaneciendo,
tal vez el de una gota cayendo en el estanque.
Tal vez no has sonado todavía.
Tal vez la campana que emitirá la campanada que eres
será inventada en la Dinastía Tang, dentro de cuatro siglos.
Tal vez eres silencio.
Tal vez eres el sonido de tu búsqueda.

90
No permitas que te atrapen los dragones acuáticos.
Du Fu

Comienzo a explicar el significado de la lluvia


y la primera gota me interrumpe.
Explico la extensión del campo de arroz
y la propia cosecha me interrumpe.
Expongo la teoría del cometa que formará un lago si nos colisiona
y el lago me interrumpe.
Explico el mar que se queda quieto presintiendo un barco
y el naufragio me interrumpe.
Comienzo a explicar el amor,
y el desamor me interrumpe.
Callo,
y el silencio no me interrumpe.

91
La oración roja e invisible de Longxing

Recae sobre ti la influencia espiritual de los girasoles.


Recae sobre ti la oración de los saltamontes.
Recae sobre ti la creencia del invierno.
Recae sobre ti la salvación de los ríos.
Recae sobre ti la fermentación de las uvas.
Recae sobre ti la libación de las abejas.
Recae sobre ti la maduración del trigo.
Y sin embargo no hay templo alrededor tuyo,
no hay santuario emergiendo del polvo que levantan tus pasos,
no hay monasterio levantándose ladrillo a ladrillo
cuando recoges frutas.
No hay profanación, magnificencia, veneración ni obelisco.
Estás solo frente al amanecer.

92
Aguas termales de Shenhsi

¿Quién pudiera partir la granada y revelar el fruto rubí en su interior?


Shen Zhou

El Emperador encarga a Wang Wei la tarea


de separar el musgo del muro.
Y pone a su disposición dagas, cuchillos, espadas, sierras,
navajas, lanzas, tijeras,
pero ningún instrumento lo despega.
—Necesitas un instrumento mucho más afilado,
observa el Emperador.
¿qué harás, Wang Wei?
—Usar un poema, Señor.

93
Yuandao

Este poema debió ser un tratado de astronomía


que revele el origen de tu órbita,
un pergamino de filosofía que explore el significado de tu edad,
una hoja de mitología que muestre tu equivalencia con el relámpago,
una taza de té que tranquilice el origen de tu tormenta,
un lirio que siga la altura de tu cordillera.
Este poema debió ser un libro de historia que consigne
tu Batalla de libélulas y dragones,
una imprenta de porcelana que escriba tu caligrafía,
y no este gusano de seda que recorre tu contorno
tratando de ser un vestido.

94
El pez de Lieh Tse

Lieh Tse despierta y contempla su día.


Ayer fue un molino de trigo y hoy hay pan en la mesa.
Hoy es un viñedo. Y aprende el idioma de las uvas,
su alma se fermenta,
adquiere mariposas de vino en la tormenta.
Mañana será un río. Ya están volviéndose amarillos
los peces rojos con los que negociará las burbujas.
Lieh Tse no habla el idioma de los peces,
Lieh Tse teme que su ayer, su hoy
y su mañana se mezclen por un instante.
El pez con quien negociará el cruce del río es el guerrero Zhou.
Una dificultad añadida en el mañana de Lieh Tse.

95
Chuang Tse soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Chuang Tse
que había soñado que era una mariposa
o si era una mariposa y estaba soñando que era Chuang Tse.
Chuang Tse

Chuang Tse descubre que no es Chuang Tse.


Y se enfrenta a los discípulos que regresan a escucharlo.
Y a los oficiales del Emperador que vienen a arrestarlo por suplantar
la identidad de la mariposa.
Chuang Tse duda en tomar la taza de té de jazmín
pero considera que es el comportamiento normal
de las personas que descubren que no son quienes creen.
La guardia imperial arresta a la mariposa y la conduce a Palacio,
donde sueña ser la emperatriz consorte.
En el bosque una oruga sueña que es el principio de la primavera.

96
El tao de la despedida
Mao Qiang y Li Ji son lo que la gente considera belleza,
pero si los peces las ven se hunden en las profundidades.
Chuang Tse

La Emperatriz comienza a retirarse a sus habitaciones,


el mundo comienza a apagar sus luces.
Chuang Tse recibe en su choza a las Cien Escuelas de Pensamiento
con el aspecto de la cortesana Mao Quiang.
Después se discutirá si Chuang Tse supo que se trataba
de las Cien Escuelas de Pensamiento simulando ser Mao Quiang,
pero ahora sólo podemos atender a la lámpara que ilumina la mesa.
—Maestro, quiero capturar el continuo movimiento del Universo,
convertirlo en sandalias y danzar.
—Antes, escucha el continuo sonido del Universo,
que proviene de la continua agua, que nace de la continua montaña.
Entonces, libera al grillo encerrado en ámbar, síguelo.
Si vuela todavía dormido llegarás al río, si vuela despierto,
llegarás al mar.

99
Alejados, siempre alejados, mi historia y yo
nos desvaneceremos juntos así.
Tao Yuanming

El Emperador convoca a su Ministro de Cartografía:


—Quiero viajar al lugar más lejano del Imperio, ¿cuál es?
—La claridad de nuestras almas, Señor.
—¿Y cómo llego?
—Enciende todas las velas,
cuando una camine, síguela.

100
También verde es el monasterio
que está junto al bosquecillo de bambúes.
Liu Chang Ching

La Dinastía de Bambú se sienta alrededor de sí misma,


alrededor de la fogata, a contemplar el final.
Ha llegado la maduración de los duraznos,
ha llegado la maduración de la lluvia.
La historia sigue, pero en otra rusticidad,
en otro clima, en otra altura.
De otra madera será ahora el amor, de otra materia oscura.
La tribu de osos panda deberá aprender a comer otra hierba.
La dinastía Qin será de terracota,
y por lo tanto no se expondrá a la lluvia.
La dinastía Han será de bronce y por lo tanto no se expondrá al amor.
Nosotros nos retiramos al bosque,
buscamos en la arena huellas que nos conduzcan a la noche.
Poemas nómadas bajan del norte.

101
Su cuerpo, liberado de ataduras,
descansa como una nube flotante.
Li F’eng

La Montaña Tai no quiere despedirse sin averiguar


la altura de Chuang Tse,
por lo que envía al pájaro Su Shuang a medirla.
El pájaro Su Shuang lo sobrevuela, pero la altura de Chuang Tse varía
según el frío, la mañana o el color de los duraznos.
Cuando atraviesa el acantilado del Monte Heng,
la altura de Chuang Tse es niebla.
Cuando contempla la caída de las hojas en el bosque de Jianfeng
su altura es brisa.
Caminando sobre la hierba es más alto
que caminando sobre mármol.
Con sus ojos cerrados su altura es silencio.
De manera que el pájaro Su Shuang regresa con un acantilado,
un oleaje,
una fogata y una hoja que cae, para explicarse.
La Montaña Tai no comprende y se coloca junto a Chuang Tse.
Un pájaro se posa en su cabeza.
Y la Montaña Tai comprende que el pájaro mide un pensamiento.

102
El grillo de la Dinastía Tang

Mientras termina la Dinastía Sui y nace la Dinastía Tang


por pocas horas gobierna el emperador efímero Huan Xun.
Su primera orden es que abran las flores de loto.
Luego se coloca en posición de inventar una aguja
que marca el tiempo de las manos de la tejedora Lu Fei.
El Emperador Huan Xun invade un reino vecino, diminuto,
fortificado con lirios, y regresa a palacio.
La Dinastía Tang ya asoma sus grillos inmensos,
su ejército de poetas acampa tras la montaña.
Con el aspecto de Huan Xun el comerciante de telas,
visita a Lu Fei que teje el invierno que congelará
los lagos de la nueva Dinastía.
Lu Fei es un cuándo, un dónde, un porqué,
y Huan Xun desea asegurarse
de reencontrarla en el nuevo universo, y ofrecerle lino persa,
té de jazmín y la música que cabe en un crisantemo.

103
Meng Zi y la gota de abeja

Se deteriora el musgo y se derrumba el muro.


Se deteriora el amor y se derrumba la casa.
Se deteriora el caminante y se derrumba el camino.
Mientras, en el Huainanzi una brújula dice que el norte está allí
donde estés,
como si fueras la frontera que me divide con el Río Amarillo.
Se deteriora el cielo y se derrumba el infierno.
Se deteriora la dinastía Tang y me derrumbo.
Se deteriora Chuang Tse y se derrumba Lieh Tse.
Se deteriora Bi Fang, dios del fuego, y se derrumba Lei Gong,
dios del trueno.
Y así, la ceniza recuerda cuando fue madera, el vino recuerda
cuando fue uva
y nosotros recordamos vagamente un viaje a través del Universo
para llegar
a esta mesa, a esta taza de té, a este documento de luz que demuestra
que éramos mucho antes y seremos mucho después.

104
Viento propicio y lluvia oportuna

Desde la ladera del Monte Sumeru, Feng protege tu norte,


Tiao cuida tu sur, Yu guarda tu oeste y Shun vela por tu este.
Por eso vives rodeada de paraguas sin lluvia, de perlas sin valor,
de grillos que proyectan sombra de dragones
y de melodías que comienzan
en los árboles y terminan en los templos.
Los Cuatro Dioses Celestiales siembran una semilla
en el octavo día de tu mes lunar,
la germinan en el día décimo octavo
y recogen la cosecha en el décimo quinto.
Así, cuando llegas a tu vida ya eres capaz de mediar entre agua y sed,
entre uva y vino, entre castigo y pecado, entre virtud y girasoles.
Así, equivales a cincuenta sacos de semillas y debes buscar
un campo irrigado por el Río Amarillo, sobrevolado por palomas,
para renacer cada día.

105
Últimos días de He Xiangu

Ya he dejado de tocar la flauta de bambú.


Li Qingzhao (1083)

Los últimos días de la Dinastía de Bambú son de lluvia


y los lagos se comprenden parte de una cadena de gotas que recorre
el Universo.
Surgen mercados espontáneos, se recuerdan juegos de infancia,
se descubren propiedades curativas en los eucaliptos.
Estos últimos días se parecen a los primeros del amor:
se anota el nacimiento de cada flor, se registra cada destello
para poder argumentar después que estuvimos aquí,
que formamos parte de este momento.
Todos sabemos que es el final, pero se siguen reparando los telares
que se rompen. Los gusanos de seda no pueden detenerse,
porque suponemos que en la nueva dinastía también habrá frío,
belleza, estaciones,
y necesitaremos a una fuente de calor en la madrugada,
como en invierno.

106
Danza en el monasterio colgante

Lieh Tse prefiere pasar los últimos días de la dinastía


en el Monasterio Colgante.
La Montaña Heng pone un dedo en la boca de los perros,
para recibirlo en silencio.
Lieh Tse construye dos estatuas de sí mismo, una de bronce
y una de arcilla,
y las coloca en el patio.
Los jardineros de la provincia de Shanxi apuestan
que vencerá la de arcilla
y los domadores de dragones apuestan que vencerá la de bronce.
Pero no es un combate. O no es esa clase de combate.
Llueve.
Lieh Tse de bronce se queda quieto y Lieh Tse de arcilla baila.
La Dinastía de Bambú entrega sus últimos granos de trigo.
Lieh Tse de arcilla se deshace bajo la lluvia y ahora es un montículo
sin aspecto, sin templo, sin altura.
—Ha llegado el momento de recomenzar, dice la Montaña Heng.

107
Bosque de álamos de Luntai

En el bosque Luntai, Lao Tse encuentra una oración, doblada, sin usar.
Evidentemente se extravió antes de enviarla a los dioses.
Lao Tse la desdobla
y se entera de que es una oración a favor de que Lao Tse
no encuentre lo que busca.

108
La vida sin días en Daxing’an

En el bosque de coníferas de Daxing’an


Lao Tse encuentra una vida doblada, sin años, sin usar.
Evidentemente se extravió antes de que su propietario
supiera que tenía derecho a una vida nueva.
Lao Tse la desdobla, la viste con ropa de lino
y la envía a la cercana aldea de Heilongjiang
a buscar a alguien cansado de no cumplir sus sueños.

109
Observación de Meng Tian

Frente a la Gran Muralla Lao Tse se pregunta,


¿de qué tamaño es el animal que intentan impedir que salga?
Frente a la Gran Muralla Lao Tse se pregunta,
¿de qué tamaño es el animal que intentan impedir que entre?
Frente a la Gran Muralla Lao Tse se pregunta,
¿por qué desean impedir que salgas?
Frente a la Gran Muralla Lao Tse se pregunta,
¿por qué desean impedir que entres?
Frente a la Gran Muralla, Lao Tse se pregunta,
¿la han construido para darme sombra?
Frente a la Gran Muralla, Lao Tse se pregunta,
el primer ladrillo que tendrá musgo, ¿lo presiente?
Frente a Lao Tse la Gran Muralla se pregunta,
¿cómo ha cruzado Lao Tse?

110
Du Fu, ante la tumba de Li Tai Po

Se marcha y deja un bosque ocupando su lugar,


viviendo en su casa, regando sus plantas,
alimentando su gata.
Así, poco a poco sus amigos comenzamos a preguntarle al bosque
lo mismo que le preguntamos a él.
Y poco a poco, el bosque ríe cuando él ríe,
canta cuando él canta
y ama lo que él ama.

111
Las palabras deben siempre detenerse ante lo que el entendimiento ignora.
Chuang Tse

Yang Guifei detiene el progreso de este libro.


La Poesía ha tenido para con ella la misma consideración
que la tormenta tuvo
con la casa con techo de paja.
Para el grillo es esencial distinguir brisa de tormenta,
gota de agua de lágrima, granos de trigo de granos de arena.
Un imperio diminuto crece en Yang Guifei
y ya ha establecido comunicación
con el lago, con la montaña Tai y con el pozo amarillo de la galaxia.
Para explicar el paraíso Confucio se ve obligado a hablar del infierno.
Para explicar la memoria Confucio se ve obligado a inventar el olvido.
Luego de plantar la semilla de bambú
no se ve nada durante cinco años,
todo sucede bajo tierra,
una poderosa raíz se apodera de la horizontalidad
hasta que un leve brote dice aquí estoy.
A veces sucede lo mismo con el amor.

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Índice
7 Frontispicio, Antonio Gamoneda
11 Taoísmo y poesía

El lib ro de l a D i na stí a de Bamb ú

21 Derribo la pared...

22 Wu Zetian
23
24 Orogénesis
25 Táorén
26
27 Llovizna sobre Chang’an

28 Montaña Hua Shan


29 El pájaro anfibio de Xuanzong
30 La mirada de Bai Juyi
31 Hsüeh T’ao trata de averiguar...

32 Proximidad en Luoyang
33 La casa del sutra de papel

34 Astros en Sichuan
El tao de l a l ma de bambú

37 Invierno repentino en Hui Tse

38 Chuang Tse y la brisa


39 Mi reloj de arena...
40 Ssu Ma Chien y la existencia
41 Laozi Huahu Jing
42 Zimei no sabe escribir...
43 La brisa en el bosque de bambú de Shunan

El tao fe me ni no

47 Contemplación de Li Shi
48 Li Shi y el delirio
49 El principio de territorialidad celeste en Quingming
50 En el ala norte de la ciudad prohibida
51 Cítara de siete cuerdas
52 Mutabilidad de Wu Zetien
53 Li Shi responde al emperador Qi
54 Li Shi no ha dicho su última palabra
55 El tigre de Lieh Tse
56 Soy hermana de las Cinco Montañas...
57 Las sandalias de Diaochan
58 Yang Guifei pasaría...
59 Niu-Kua
60 La gallina de Bai Juyi
61 Lao Tse escucha el latido del pájaro hogareño
62 10.000 Li

El tao de l a s hoja s que ca e n

65 El acantilado es un cuenco...

El tao de l os ci nco movi mi e nt o s

73 Los cinco movimientos

74 Qui Long I
75 Zhu Que II

76 Huang Long III

77 Bai Hu IV

78 Xuan Yu V
79 Montaña Heng Shan en Shanxi
80 Montaña Tai Shan
81 Montaña Heng Shan en Hunan
82 Montaña Song Shan
83 Montaña Huan Shan

84 Rehén en el estado de Zhao


85 Meng Tian y el jardín
86 El octubre de Qin
87 El gorrión de Gong Li
88 La eternidad de la primavera
89 Marco Polo
90 La música de Lei Gong
91 Comienzo a explicar...
92 La oración roja e invisible de Longxing
93 Aguas termales de Shenhsi
94 Yuandao
95 El pez de Lieh Tse
96 Chuang Tse descubre...

El tao de l a de s pe di da

99 La emperatriz comienza...
100 El emperador convoca...
101 La Dinastía de Bambú...
102 La Montaña Tai...
103 El grillo de la Dinastía Tang
104 Meng Zi y la gota de abeja
105 Viento propicio y lluvia oportuna
106 Últimos días de He Xiangu
107 Danza en el monasterio colgante
108 Bosque de álamos de Luntai
109 La vida sin días en Daxing’an
110 Observación de Meng Tian
111 Du fu, ante la tumba de Li Tai po
112 Yang Guifei detiene...
El libro de la Dinastía­
de Bambú, de José María Zonta, se ter­
minó de editar en octubre de 2017. Para su for­
mación se usó la tipografìa Borges, de Alejandro­ Lo
Celso, de la fundidora PampaType. Concepto editorial: Félix
Suárez, Hugo Ortíz, Juan Carlos Cué y Lucero Estrada. For­
mación y portada: Esmaragdaliz Isbeth Villegas Pichardo. Cui­
dado de la edición: Gustavo Abel Guerrero Rodríguez y el autor.
Editor responsable: Félix Suárez.
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