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Desconocimiento de lo mundano.

El arte es lo que nos define como especie, pues no tiene ningún valor agregado,
pero se ha usado para representarnos a través de los siglos; el arte como tal vale
menos que cualquier acción o labor humana, su utilidad es nula, pues no se usa
para nada, ni genera un beneficio, consume tiempo y esfuerzo, pero al final solo
es tiempo desperdiciado.
La humanidad puede vivir sin artistas y no habría diferencia con el mundo actual,
si acaso menos grafitis pues hoy en día toda acción se considera arte lo que nos
hace artistas, el arte o bien su definición por más que este en un diccionario no
dejará de ser algo inherente al ser y a cada individuo; la humanidad puede vivir sin
artistas, pero con el paso del tiempo solo habremos sido fantasmas desconocidos
para cualquier sociedad que habite el mundo en ese entonces, pues el arte es
inútil; así como se necesita un historial se necesita el arte, para ver hacia atrás lo
que se ha hecho.
En la literatura solo se impregnan las ideas y aspiraciones, anhelos y deseos del
que escribe, es como un historial falso no nos dice que paso, solo nos dice como
se sentía, como se miraba, como era existir en ese momento; al escribir el escritor
se enamora de lo que escribe y odia lo que escribe; pero no ama todo ni odia todo,
al final sus descripciones se resumen en: “amo esto” y “odio esto”. Muestra su
desespero tanto para convencer que eso es digno de ser amado o digno de ser
odiado; es como una moneda con odio y amor; cuando muestra una cara oculta la
otra y no deja que se revele.
Los escritores desconocen lo que escriben pues es nuevo para ellos y actúan
como niño en dulcería, en cambio la gente que vive en ese lugar, que pertenece a
ese lugar; es como si entrarán a la misma dulcería, se le acercarán al niño y como
todo buen diabético empezará a decirle todo lo que desconoce de cada dulce, el
niño se enojará e intentará convencerle de cuan hermoso es cada dulce,
embellecerlos a tal punto que solo con oírlo se lleguen a saborear, a su vez el
diabético espera su turno, y apenas puede le menciona cada detalle, cada
aspecto, haciendo que el niño empiece a sentir amarga cada átomo, cada parte
del dulce que ama, hasta que el niño lo escupa.
Los aristas pintan al mundo como ellos lo ven, pero tú no puedes entender todo
solo con verlo treinta segundos, pues basta un instante para enamorarse, pero
una vida para conocer y al conocer odiarás parte de lo que amas, pero en eso
consiste la realidad, en un contraste de amor y de odio, de conocer y no conocer,
de imaginar y despertar.

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