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Resumen
Palabras Clave:
Movimiento LGBT – Memoria colectiva – Demandas y estrategias
1. Introducción
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Sociólogo por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA). Becario doctoral
CONICET. Especialista en Políticas Sociales UBA. Doctorando en Ciencias Sociales UBA. Maestrando en
Políticas Sociales UBA. Docente Facultad Ciencias Sociales UBA. fernandorada@conicet.gov.ar
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continuidades en el quehacer militante y el lugar que ocupan las generaciones antecedentes
en la conformación y traspaso de una memoria grupal. Los más de cuarenta años del
activismo LGBT en nuestro país, nos invitan a reflexionar sobre estas cuestiones.
En este sentido, los paradigmas teóricos de los que se parte, versan sobre la
organización de los movimientos sociales -observado desde la teoría de Sidney Tarrow- y
el rol de la memoria colectiva, indagado desde el enfoque de Maurice Halbwachs.
Plantear el fenómeno en una perspectiva de cuatro décadas –desde el nacimiento del
movimiento LGBT hasta la actualidad- permite una mejor aprehensión del problema
político en términos de ciclos de protesta. La intención de comprender la dinámica política
del movimiento social de la diversidad sexual, en tanto proceso cíclico, guarda relación con
el supuesto que acompaña esta investigación: Las conquistas de derechos por parte de las
organizaciones sociales son escalonadas, motivo por el que éxitos previos deben ser
considerados parciales, sirviendo de antecedente para futuras demandas, por lo que
ameritan ser pensados en una misma recta temporal con independencia de las asociaciones
civiles en particular. Según destaca Tarrow,
“Una vez iniciado un ciclo de protesta, el coste de las acciones colectivas
disminuye para otros actores. Los nuevos movimientos que surgen en tales
contextos no dependen tanto de los recursos internos como de las oportunidades
genéricas propias de los ciclos de protesta. (…) “Los efectos de los ciclos de
protesta van mucho más allá de las acciones visibles de un movimiento (…)
Dejan como legado una expansión en la participación, la cultura y la ideología
popular”. (Tarrow, 1997: 27-28).
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obsoleto. La actividad reminiscente puede consistir en un contacto con saberes ancestrales2
útiles en nuestros tiempos.
De tal forma, para conocer si existe una memoria histórica que sea compartida y
transmitida (Oddone y Lynch, 2008), como así también un legado de experiencias políticas,
es que nos adentramos en un estudio sociohistórico del movimiento LGBT local, del cual
en estas líneas se analizan los primeros momentos del mismo: los casos del Grupo Nuestro
Mundo (GNM) y del Frente de Liberación Homosexual (FLH).
La metodología empleada consistió en la reconstrucción de trayectorias de algunos
de sus miembros, de las cuales aquí incluiremos la de Héctor Anabitarte, fundador de
GNM, con quien se han mantenido diferentes entrevistas a lo largo del 2011. El estudio es
complementado con la lectura y análisis de los documentos3 emitidos por el GNM y FLH
hasta el momento de su extinción en 1976.
2. “Los putos con Perón”. La militancia lésbico-gay entre Onganía y el Golpe Militar
de 1976
La premisa de la que parte este trabajo es que los contextos, al tiempo que
restringen posibilidades de acción abren unas nuevas aprovechadas por sectores marginados
de la arena política. Así, en coyunturas de mayor oprobio y represión, las y los
homosexuales4 podían replegarse en grupos secundarios dando lugar a espacios de
resistencia y reflexión aprovechado las oportunidades de acción que el propio sistema
facilitaba. Lo que Tarrow (1997) dio en llamar “huecos” de la política. Promovido por el
clima de época, donde la juventud estudiantil y sindicalista eran los actores conductores de
los procesos de efervescencia popular (como ser el Cordobazo o el Mayo Francés), surgía
en 1967 el GNM.
Emparentado con las composiciones societarias del período –y contrariando lecturas
como la de Offe (1992) que ve en el los “nuevos movimientos sociales” expresiones de
grupos sociales pudientes que tienen las necesidades básicas satisfechas-, el GNM se
conformó con trabajadores y sindicalistas. Los lugares de reunión eran dos: la casilla del
guardabarrera del FF.CC Roca, próximo a la estación Gerli, y una pensión de Lomas de
Zamora, conocida como “la cocina de Luis”, ambos en el sur del conurbano bonaerense.
Perlongher da cuenta de esta característica en un texto que recuerda la fundación del GNM:
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Por saberes ancestrales aquí estaremos entendiendo todo aquel conocimiento de otra época que pueden
presentar vigencia y que, por tratarse de experiencias de tiempos pasados, son las personas mayores quienes
lo poseen y podrían enseñar. Estos saberes ancestrales pueden ser aplicados positivamente, en tanto
potencialidad a la acción, como ser modificados a los tiempos que corren o ser desechados. Sin embargo, por
más que luego no se los considere medios idóneos, el simple hecho de conocerlos fundamentaría la propia
noción y existencia de un colectivo, comunidad, historia y memoria, entre otras.
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Deseo agradecer a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) por haberme facilitado diversos
documentos del FLH y las agrupaciones que lo conformaban.
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Si bien la expresión “homosexual” puede, acorde a los tiempos que corren, resultar chocante al lector, por su
alto contenido higienista, se opta por su utilización debido a que es la categoría empleada por los actores.
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“(…) Sus integrantes, en su mayoría activistas de gremios de clase media baja,
liderados por un ex militante comunista degradado del partido por homosexual,
se dedicaban durante dos años a bombardear las redacciones de los medios
porteños con boletines mimeográficos que pregonaban la liberación
homosexual” (2008: 77)
El “comunista degradado” del que Perlongher nos habla es Héctor. Partiendo del
seno de una familia antiperonista, como muchos militantes de la época, Héctor vio con
buenos ojos incorporarse a la Federación Juvenil Comunista y participar como delegado en
el sindicato de Correos. Sin embargo no encontraría lugar para el debate en torno a los
derechos de los homosexuales, donde además su militancia fue invisibilizada a raíz de su
orientación sexual. La ausencia de diálogo y censura sobre las problemáticas de las
minorías sexuales vivida en esos espacios lo empujaría a conformar –junto a otras personas
gays provenientes de diferentes agrupaciones- un espacio político propio, centrado
exclusivamente en los derechos del colectivo homosexual. Respecto al perfil del GNM y
sus primeras acciones Héctor, quién hoy con 73 años reside en España producto de su exilio
durante la última dictadura militar, recuerda:
“En el 67, un pequeño grupo de homosexuales (aún no se usaba lo de gay), en
Lomas de Zamora, formamos el Grupo Nuestro "mundo", centrando el trabajo
en los edictos policiales y en los presos que estaban en Devoto (...) En general
[éramos] empleados, trabajadores.” (Entrevista realizada en Julio de 2011).
Entre los documentos emitidos por el GNM de los que Héctor habla podemos
encontrar cartas y volantes. Entre estos, fechados entre 1970 y 1973, se destaca la
traducción de una carta de las Panteras Negras, donde incluyen la liberación homosexual
como parte de constitutiva de una revolución total. Al finalizar la carta se puede leer la
firma del GNM acompañada de las siguientes consignas:
“¡Libertad a los homosexuales detenidos en el Pabellón I de Devoto!
¡Luchemos por la derogación de los edictos policiales antihomosexuales!
¡Solidaridad a los compañeros represaliados!
(Documento 1, Título: “Carta del comandante supremo de las Panteras Negras a los
hermanos y hermanas revolucionarios sobre los movimientos de liberación femenina y de
liberación homosexual”, Fecha: Octubre de 1972)
En otro documento, titulado “Carta a diputado electo de la Capital Federal”, con
fecha en mayo de 1973, observamos una explicación de los problemas que afrontan y
encuentran la explicación en que por ser “una sociedad explotadora y represiva, basada en
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la propiedad privada de las cosas y en la alienación necesita para sobrevivir de la
marginación e inferiorización de las mayorías. Pues las mayoría somos marginados”
“Hay que tener en cuenta que éramos clandestinos. Los habituales nunca más
de diez y en el entorno gente que le interesaba el tema, pero no, por temor no se
incorporaba de manera activa. Hay que tener en cuenta que no teníamos local.
Sólo los más activos y de confianza se les podía invitar a la Cocina de Luis en
Lomas. Usábamos mucho los bares. En más de una oportunidad, por temor a la
policía o porque en la mesa había una persona "muy llamativa", pasaba que
algunos se iban, temían que llamáramos la atención y que nos denunciaran.”
(Entrevista realizada en Septiembre de 2011).
2.3. “No somos putos, no somos faloperos…”. El FLH entre su (incómoda) relación con la
izquierda peronista y el exilio.
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El romance que mantendrían las incipientes agrupaciones lésbico-gay con la llamada “juventud maravillosa”
sería tan grande que el FLH marcharía tanto a la asunción de Cámpora como al regreso de Perón portando
banderas con los lemas “Putos con Perón” y “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”.
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Eros, donde se destacaba la participación de Perlongher. La intención de Perlongher de que
el Frente adquiriera una “politización exagerada”6 los haría acercarse al movimiento
mayoritario de la época: la izquierda peronista.
Tal como Perlongher lo entendía, la liberación de la sexualidad iba a la par de otras
libertades sin poder ser nunca una lucha aislada, por lo que una alianza era más que
importante. Además, para él, no se trataba de liberar a la homosexual, sino a la
homosexualidad, o mejor dicho, a la sexualidad en sí misma.7 Desde 1973, y hasta 1976,
Perlongher encontraría en la revista Somos –publicación del FLH- un espacio para expresar
estas ideas.
La inminente llegada del peronismo al poder presentaría cierto acercamiento a los
espacios políticos clásicos y dominantes del momento. El fenómeno aglutinador del
peronismo daría lugar a una fugaz relación entre el FLH y Montoneros. No obstante, el
vínculo no fue menor y en cierto modo modificaría la identidad colectiva del grupo, sus
consignas y peticiones. Así, empujados por la coyuntura, el FLH se haría visible en dos
hechos históricos del peronismo como fueran la asunción de Cámpora y la Masacre de
Ezeiza.
En 1973, poco antes del regreso de Perón, el FLH daría lugar a la primer volanteada
en mano y abiertamente. Su acercamiento a la tendencia del peronismo permitía que, previa
reunión del FLH con la Gremial de Abogados y la Asociación de Psicólogos de Buenos
Aires a fin de generar un consenso de voces profesionales legitimadas, peticionaran por el
cese de los edictos. Sin embargo los recuerdos de Héctor sobre este período no son los
mejores:
“En el FLH quienes se aproximaron a Montoneros fue Néstor [Perlongher]
del Grupo Eros y de alguna manera nos arrastró; la mayoría no estábamos de
acuerdo. Una reunión para recordar: nos entrevistamos con abogados de
Montoneros, cuando el Camporismo, y nos dijeron que no nos
preocupáramos, la solución a la homosexualidad la de Cuba. Campos de
reeducación”. (Entrevista realizada Agosto de 2011).
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(PST), quienes si bien les permitirían reunirse en su local, debían hacerlo en un cuarto cuya
puerta de entrada tenía un cartel prohibiendo el acceso:
“La izquierda en general era homofóbica. Sólo algunas amigas maoístas
simpatizaban con nosotros. Nahuel Moreno del PST, troskistas, llegaron en un
momento dado a cedernos una habitación en uno de sus locales, pero sus
afiliados no eran informados de nuestra presencia” (Entrevista realizada en
Julio de 2011).
Así, el golpe militar de marzo de 1976 significaría el cese total de las actividades de la
que sería la primera experiencia organizativa del colectivo lésbico-gay sudamericano.
3. Reflexiones finales
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“En cuanto a sus resultados concretos, la experiencia del FLH argentino
constituye, a todas luces, un fracaso. No consiguió imponer una sola de sus
consignas, ni interesar a ningún sector trascendente en la problemática de la
represión sexual, ni tampoco concientizar a la comunidad gay argentina” (2008:
83).
Los avances y las conquistas de derechos, como dijimos al comienzo, son parciales,
por lo que el éxito del FLH nunca puede ser medido en un plazo tan corto como quisiera
Perlongher, sino en perspectiva, propósito de esta investigación.
Por su parte Héctor no tiene el mismo pesimismo sobre el desarrollo posterior del
activismo homosexual. Según él, a pesar de la ausencia de un reconocimiento actual a las
generaciones antecedentes, existe una continuidad entre las demandas pasadas y presentes.
Para él las conquistas actuales se deben en gran medida a la trayectoria de cuarenta años de
organizaciones dedicadas a la promoción de derechos genéricos-sexuales:
“Lo del matrimonio entre personas del mismo sexo no lo considerábamos ni
siquiera como una posibilidad remota. Además pensábamos que podía
favorecer al patriarcado. Ingenuamente luchábamos por la "revolución nacional,
social y sexual", ni más ni menos” (Entrevista realizada juio de 2011).
Sin embargo, más allá del intento de “pasar el testigo”, existe un vacío en el
reconocimiento de las generaciones predecesoras. Los actuales militantes, tanto jóvenes
como adultos, desconocen gran parte de la historia del activismo lésbico-gay argentino,
existiendo así una invisibilización de los actores viejos (Rada Schultze, 2010) y de la propia
memoria colectiva, que nos obliga a reflexionar sobre la idea misma de “comunidad
LGBT” (Rada Schultze, 2011a, 2011b). A su vez, ninguna de las personas de aquella época
suelen ser consultadas en la actualidad, salvo un caso excepcional dónde Anabitarte, junto a
Sara Torres, recibieron una suerte de homenaje en vida por parte de la CHA en 2006.
Si nos detenemos a pensar –y observar a las organizaciones LGBT- encontraremos
una ausencia total de personas mayores y de actividades destinadas a ellos y ellas,
convirtiéndose en uno de los pocos –sino el único- espacio político que no tiene personas
añosas en su interior, cuando en realidad el movimiento tiene más de cuarenta años. La
pregunta que necesariamente surge es: si no hay una identificación con una historia grupal
que los supere temporalmente, ni con sus actores viejos (quienes suelen ser los encargados
de trasmitir la historia y la memoria colectiva por el simple hecho de haber vivido más
años), ¿cómo podemos hablar de una “comunidad”? La ausencia de diálogo
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intergeneracional sumado a la carencia de una identidad grupal forjada al calor de una
memoria vinculante inevitablemente conspiran contra la propia idea de colectividad.
Bibliografía