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Filosofía aquí y ahora I. José Pablo Feinmann.

Encuentro 1: ¿Por qué hay algo y no más bien nada?

José Pablo Feinmann

Este es un programa de Filosofía por Televisión. Ustedes se preguntaron ¿por


qué estamos aquí? Yo existo porque pienso. Es el lugar en donde todos los
saberes son pensados. Descartes es un héroe del pensamiento. Es difícil
enfrentar las grandes cuestiones. Es un libro de Jean Paul Sartre: Crítica de la
razón dialéctica. Hegel: Esta es la Historia de la filosofía de Hegel. La Filosofía
es la totalidad de lo real porque piensa la totalidad de lo real.

Encuentro 1: ¿Por qué hay algo y no más bien nada?

Sumario
1. ¿Por qué un curso de Filosofía?
2. ¿Por qué “Filosofía aquí y ahora”?
3. ¿Cuáles son las preguntas de la Filosofía?
4. ¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros?

1 ¿Por qué un curso de Filosofía?

Crease o no este es un programa de Filosofía por televisión. Este programa


tiene un nombre: “Filosofía aquí y ahora”. ¿Por qué “aquí y ahora”? En principio
es “aquí”, es en la televisión argentina. Esto implica un grado de novedad muy
grande. La novedad es lo que surge, lo inesperado. La novedad es lo que nadie
espera y quizás lo inesperado era que se hiciera Filosofía por televisión.

Estamos aquí para responder preguntas fundamentales. Las preguntas de la


Filosofía tienen ese carácter, es decir, son fundamentales porque remiten a las
cuestiones esenciales de la condición humana. La primera pregunta que
nosotros vamos a formularnos es una pregunta que se formula un filósofo
alemán de nombre Martin Heidegger en un libro de 1935. Y la pregunta que
hace, que es para quitarle el sueño a cualquiera, espero que no se los quite a
ustedes, pero si se los quita mejor porque van a sentir en carne viva qué es la
Filosofía (la Filosofía es una disciplina que incomoda, que acorrala, que sofoca,
que da enormes satisfacciones pero que requiere un trabajo intenso); la
pregunta que se hace Heidegger es ¿por qué hay algo y no más bien
nada? Es una pregunta central, absoluta, definitiva, la pregunta de las
preguntas; porque en realidad todos nosotros estamos acá, todos nosotros
andamos en este mundo, pero por qué nos preguntamos esto, por qué hay algo
y no más bien nada… Porque bien puede haber ocurrido que no hubiera nada,
cosa que nosotros no podemos siquiera imaginar porque no podemos concebir
la nada absoluta. Lo que sabemos es que hay algo, está todo esto: está la
tierra, está el cielo, miramos, están las estrellas y de ahí surgen las preguntas
definitivas. ¿Saben por qué las preguntas son definitivas? Porque el ser
humano es el único que se hace estas preguntas. El ser humano, que es un ser
imperfecto en medio de un mundo y un Universo perfecto, que es un ser finito
en medio de la temporalidad infinita del Universo, que es un ser carenciado en
medio de la abundancia que lo rodea, se siente muy pequeño ante tanta
grandeza. Y al sentirse así, quizás afrontar ese sentimiento es la muestra más
palpable de su grandeza, porque Hegel lo decía: “la Tierra es un cascote que
meramente gira alrededor del Sol”; y eso le entrega al hombre la pequeñez
que es ante la inmensidad del Universo. Pero –dice Hegel- en este cascote
que es la Tierra hay un ser metafísico que se pregunta por el sentido
del Universo. Es decir, ese ser metafísico es el hombre. El hombre está en un
cascote, el hombre es un ser pequeño, finito, mortal, lleno de angustia, lleno de
miedo, destructivo, autodestructivo; pero tiene la grandeza de saber que
muere y seguir viviendo y tiene la grandeza además de preguntarse por todo
esto, por la totalidad. La totalidad es todo lo que hay y la pregunta por todo lo
que hay la formula aquí el hombre, el ser humano. Se pregunta por qué hay
algo y no más bien nada.

Esa pregunta hace a su grandeza. Esa pregunta lo llena de angustia porque esa
pregunta, en efecto, quizás no tenga respuesta. Este ser metafísico que se
pregunta por el sentido del Universo quizás no llegue nunca a obtener esa
respuesta. No sé si ustedes recuerdan la escena de una película de Woody
Allen, donde Woody Allen chiquitito no quería seguir yendo al colegio porque
decía que nunca iban a poder enseñarle todo lo que él necesitaba saber porque
el Universo estaba en expansión. Y, claro, si el Universo está en constante
expansión nunca vamos a poder saber todo lo que tenemos que saber porque
nunca vamos a poder alcanzar la expansión del Universo. Woody Allen, en este
sentido, es un filósofo. Hace filosofía a su modo, hace filosofía desde las
películas, desde el espectáculo. Hay una frase que dice Einstein muy famosa
que dice así: “Dios no juega a los dados con el Universo”, y Woody Allen dice sí,
Dios no juega a los dados, juega a las escondidas. La frase tiene una
dramaticidad muy grande que el cinematógrafo sueco que acaba de morir,
Ingmar Bergman, interpretó como el silencio de Dios. Cuando Woody Allen dice
que Dios no juega a los dados con el Universo, juega a las escondidas, lo que
está diciendo es que Dios está pavorosamente ausente de los terribles dolores
que aquejan a los hombres.

2 ¿Por qué “Filosofía aquí y ahora”?

Yo les voy a decir por qué hay Filosofía. Por qué hay todo lo que hay, por qué
hay arte, música, pintura, por qué hay todas las expresiones por las cuales el
hombre intenta inmortalizarse, trascenderse a sí mismo. Todos esos intentos
existen porque el hombre es un ser finito. Porque el hombre muere. Cuando
digo el hombre digo la mujer también, lo que pasa es que no hemos
encontrado otra manera. Tendríamos que hacer una revolución y en lugar de
hombre decir mujer, pero estaríamos más o menos en lo mismo. El hombre es
un ser finito, sus días están contados y él tiene, sin embargo, aires de
inmortalidad: nadie quiere morir. Shakespeare hubiera entregado Hamlet,
Mcbeth, Otelo si le hubieran garantizado dos años más de vida. El hombre
tiene pavor a la muerte y sin embargo, sabiendo que es un ser finito,
se pregunta por la finitud. La afronta, no la niega. Muchos la niegan. La
droga, el sexismo, son montones de ceremonias para ocultar el hecho de saber
que morimos. En cambio la Filosofía pone este hecho por delante. Bueno, el
hombre es un ser finito y porque es finito es un ser que se angustia. Como el
hombre se angustia, se angustia porque muere. La angustia le revela al
hombre que su destino es la nada, le aparece la idea de la nada, y la idea de la
nada lo lleva a la idea de que él va a ser nada durante mucho, mucho tiempo.

Cuando yo digo que la grandeza del hombre reside en que sabe que muere y
sin embargo sigue viviendo, esto está en la Filosofía pero también está en otras
expresiones. No solamente la Filosofía plantea estas cosas. La plantean las
novelas, la plantean la pintura, la plantean la música; toda partitura termina y
cuando termina sentimos la angustia de aquello que termina. Hay montones de
libros escritos sobre esto. Los libros de Filosofía se escriben muchas
veces para responder a cuestiones estrictamente filosóficas pero, en
el fondo de todos ellos, está el intento del hombre por pensar su
situación en este mundo. Por eso esto se llama “Filosofía aquí y ahora”, aquí
es donde hacemos Filosofía. No estamos en la Sorbona, no estamos en
Friburgo, no estamos en la académica norteamericana, estamos en la
Argentina y vamos a hacer filosofía como argentinos inevitablemente
porque estamos situados. Nuestro pensamiento es un pensamiento situado.
Y “ahora” porque o la hacemos ahora o no sabemos si la vamos a hacer más
adelante, porque el hombre es un ser abierto a miles de posibilidades pero en
todas esas posibilidades está la posibilidad de que muera. En consecuencia, sin
urgencia, sin desesperación, pero tenemos que considerar que cada minuto es
absolutamente precioso, que el “ahora” tiene una densidad ontológica es decir
una densidad de ser en la cual tenemos que participar, en la cual tenemos que
comprometernos y que filosofar aquí en la Argentina y ahora es necesario
porque este país necesita pensar. Este país necesita salir de todo aquello que
distrae a sus ciudadanos en medio de la pavada y de la estupidez. Quisiera
decirlo claramente: en la televisión se trabaja para estupidizar a las personas.
En general en los medios de comunicación y no sólo en la Argentina, pasa en
todo el mundo. El poder, a través de los medios de comunicación,
intenta colonizar la subjetividad de los sujetos. O sea, sujetar a los
sujetos. Entonces ese señor que llega cansado a su casa, que trabajó todo el
día, y llega y enciende la televisión, la televisión lo atrapa con el espectáculo
infinito de la pavada. Y la pavada le impide pensar su situación, le impide
pensar que quizás el trabajo que está haciendo no le gusta, que quizás debería
cambiar de trabajo, que quizás debería irse de su casa o debería estar más en
su casa, o debería amar más a su mujer o amarla menos, o a sus hijos; o
debería irse al Congo Belga y escapar de todo. O debería quizás darse cuenta
que ese aparato que está ahí idiotizando está para eso, para idiotizarlo.
Entonces el día en que tome conciencia crítica de esto hace algo muy sencillo:
lo apaga. Cuando un tipo apaga el televisor porque sabe que desde ahí le están
quitando la libertad subjetiva que él merece tener, ahí comienza su libertad.

3 ¿Cuáles son las preguntas de la Filosofía?

Tenemos que preguntarnos por las preguntas de la Filosofía. La Filosofía hace


preguntas que no todos quieren preguntarse porque hace preguntas que en
realidad toda la existencia humana, el entero planeta en el que habitamos,
está organizado para que el hombre no se las haga. Por ejemplo, hay preguntas
como por qué es tan injusto el Universo en que vivimos, por qué hay hambre,
por qué hay gente que tiene tanto y gente que tiene tan poco. Esas son
determinadas preguntas, pero son preguntas filosóficas y que han nacido de
una determinada Filosofía, por ejemplo la filosofía del querido cabezón barbado
Karl Marx, que tenía una cabeza enorme y se le ocurrió preguntar un día por
qué algunos tienen tanto y otros tan poco y escribió un enorme libro –El
Capital-, pero luego entraremos en eso.

Las preguntas de la Filosofía, las fundamentales, son del siguiente tipo porque,
digamos, la hicieron los griegos. Los griegos se asombraron de estar en medio
de tanta maravilla y dijeron: todo esto que hay y que yo veo, es algo. Pero es
un algo enorme. Y si en lugar de todo esto, no hubiera nada. Entonces esta
pregunta surge del asombro. Pero hay otra pregunta fundamental que
inaugura la modernidad del capitalismo y es la que hace René
Descartes en 1637 en uno de los textos más bellos de la historia de la
Filosofía: El discurso del método; que cualquiera lo puede comprar, lo
puede leer en una hora o dos horas. Y la pregunta de Descartes no surge del
asombro, surge de la duda y vamos a ver cuánto tiene que ver con nosotros.
Un día este señor simplemente dijo voy a dudar, eso fue revolucionario. No hay
nada más revolucionario que plantarse un día en frente de toda la realidad y
decir: bueno, yo voy a dudar de todo. No me vendan más buzones, no quiero
que me convenzan más. Descartes dudó de toda la teología medioeval, dudo
del aristotélico-tomismo, dudo de las verdades evangélicas, dudó de la
Inquisición; dudó, en última instancia, de Dios. ¿Por qué dudó de Dios? Porque
Descartes dijo voy a dudar de todo, y cuando alguien dice voy a dudar de todo
tiene que dudar de Dios. Y Descartes estaba en 1637, la Inquisición había
quemado a Giordano Bruno. Descartes estaba preocupado, por eso se fue a
Holanda que era un país en donde todavía se podía pensar con mayor libertad.
Vemos que el pensamiento requiere de libertad para ejercerse. En Holanda
Descartes dice voy a dudar de todo, y después dice: de lo que no puedo dudar
es de mi duda. Pero si yo dudo, es porque pienso, porque mi duda surge de
una actitud del pensamiento. Entonces dice: de qué puedo no dudar… de mi
pensamiento. Y saca la célebre fórmula: “pienso, luego existo”.

Pero me interesa más que nos mantengamos en la cuestión de la duda.


Cuando él dice voy a dudar de todo, nosotros hoy deberíamos decir también
dudemos de todo. Descartes apagó el televisor de la teología medioeval. Ese
era un televisor tremendo. Además si uno no veía esos programas, la
Inquisición lo quemaba. Si uno no creía en lo que decía ese televisor, la
Inquisición lo quemaba. Torquemada le golpeaba la puerta a uno y a la
hoguera. Entonces Descartes tuvo el enorme coraje de afirmar su propia
subjetividad: voy a juzgar a partir de mí. Esto es revolucionario en Filosofía.
Esto es lo que la Filosofía tiene de contestatario, de revolucionario, de nuevo.
Esto es lo que le puede cambiar la vida a usted. Descartes dijo: yo voy a dudar
de todo, no les voy a creer más a aquellos que dicen que tengo que creer en la
verdad revelada de Dios que la Iglesia es la encargada de bajarla a la Tierra y
de aplicarla a través de sus grandes inquisidores. No –dijo Descartes-, voy a
dudar. Y al hacerlo apagó ese televisor de la teología medieval.

Qué tal si nosotros un día de éstos estamos en casa y estamos en casa como
estamos habitualmente dale que te dale con el zapping, de una cosa a la otra,
y no nos importa nada, qué vemos: vemos una catástrofe, el hambre, vemos la
tortura, vemos la guerra, a las modelos, vemos a los traseritos –porque en un
programa de Filosofía uno dice trasero en lugar de culo-, los vemos
abusivamente, nos tiran con todo eso y quedamos idiotizados hasta que nos
dormimos. Lo que hace Descartes es decir basta con esto, tiro el control
remoto al diablo y apago el televisor. Empiezo a pensar. Yo estoy dudando de
eso porque en realidad todo ese vértigo creo que están tratando de metérmelo
a mí, en mi conciencia, y yo no quiero que mi conciencia sea el vértigo de
lo que me están vendiendo. Quiero que mi conciencia sea libre y
piense mis problemas, entonces comienzo a dudar. Cuando comienzo a
dudar comienzo a ser libre, libre, porque sólo una conciencia crítica es
libre. No hay libertad si no está alimentada por la crítica. Y la crítica
sólo puede ser ejercida a partir de la autenticidad del sujeto crítico.

4 ¿Qué hacemos con lo que hicieron de nosotros?

La grandeza del hombre reside en muchas cosas. Y reside, repasando, en que


es finito en un mundo infinito, es imperfecto en un mundo perfecto, lo angustia
su pequeñez, lo angustia la idea de la nada, lo angustia la idea del dolor, de la
injusticia. Y también la grandeza del hombre todavía puede radicar en que se
rebele contra lo que intentan hacer de él. Y quiero decir, y con esto rendirle
homenaje a un gran filósofo, Jean Paul Sartre, que tenía un ojo que se le iba
para un lado pero la inteligencia la tenía clara; Sartre tiene una frase que dice:
cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él. Esta para mí es
una de las frases más importantes de toda la historia de la humanidad. Porque,
evidentemente, desde que nacemos hacen de nosotros algo. Nosotros
nacemos y nos hablan, nos meten una lengua, absorbemos como esponja
palabras, palabras, palabras. Cuando empezamos a hablar qué decimos:
decimos las palabras que nos dijeron. Es decir, no tenemos un lenguaje propio,
creemos que dominamos una lengua y esa lengua nos domina a nosotros.
Pero alguna vez vamos a tener que decir una palabra nueva. Alguna vez
vamos a tener que decir una palabra que sea nuestra. Y esa va a ser nuestra
libertad. Entonces, es cierto, está el lenguaje que nos condiciona, el entorno
socio-político que nos condiciona, el inconsciente que nos condiciona. Pero, a
partir de algún momento, tenemos que ser responsables de nosotros mismos,
porque somos lo que elegimos ser. Bienvenida la frase del maestro Jean Paul
Sartre.

La grandeza de la Filosofía es entender estas cosas. Entender estas


problemáticas. En realidad esto requiere coraje. Porque la vida que alguien
lleva puede parecer injusta pero es mansa porque se deja llevar, a la mañana
usted se afeita, desayuna, va al trabajo, el jefe lo trata mal –pero no lo escupe
por lo menos-, sigue, almuerza al mediodía en algún lugar, corta y choca –
porque son de esos lugares en donde uno come y choca con los codos del
otro-, come mala comida pero después se toma un digestivo. Después sale,
llega a su casa agotado, pero bueno, nada grave lo acosó durante el día,
saluda a su mujer y se va a dormir tranquilo. Pasó su día pero no pasó. No pasó
nada en su vida. Usted la pasó bien, usted no se amargó, usted no se asustó,
usted no se angustió, se deslizó a lo largo de ese día como una especie de hoja
en la tormenta del capitalismo del siglo XXI que es el único sistema que está
vigente.
Pero cuánto más interesante hubiera sido si en ese día usted de pronto se para
y dice: pero caramba, que vida de porquería estoy llevando, no puedo seguir
viviendo así, este empleo que tengo es terrible, mi jefe me trata mal, a mi
mujer no me la banco más, a mis hijos los quiero pero me voy a separar y me
los voy a llevar o si no se los dejo o me resultan in-bancables. Qué porquería la
televisión que veo. Además esas cosas redondas que muestran las mujeres
todo el tiempo, ya estoy harto. ¿No tienen caras las mujeres? ¿Qué pasó? ¿Se
les fue las caras a las mujeres? Antes las mujeres tenían labios, ojos
hermosísimos: Greta Garbo, Michelle Pfeiffer.

Entonces hay un momento en el que usted dice estoy no va más. Pero a


partir de ese momento, ojo, usted está solo. Usted está solo. Y eso se
lo tiene que bancar. Y eso es una actitud filosófica. Pero es muy difícil.
Porque usted a partir de ahí dejó de pertenecer a la manada y comienza a
pertenecer a usted mismo. Y cuando usted comienza a pertenecer a usted
mismo ya no tiene justificaciones, ya no puede distraerse, tiene que elegir y
usted va a ser el responsable de cada una de sus elecciones.

Aunque muchas de las cosas que dije están extraídas de pensamientos de


grandes filósofos, de todos modos, en nuestros próximos encuentros –si es que
usted sintoniza el próximo programa porque por ahí se asustó tanto que piensa
este tipo me quiere despertar, me quiere cambiar la vida, yo estoy cómodo así,
yo veo lo que hay que ver, como lo que hay que comer, me visto como hay que
vestirse, yo estoy fenómeno así – nosotros les vamos a plantear cuestiones
peligrosas todo el tiempo. La Filosofía es así. Vamos a comenzar a ver
determinados autores para aprender la filosofía de estos autores. Vamos a
partir de Descartes, del Discurso del método de 1637, después vamos a tomar
a Kant, después a Hegel, después vamos a tomar a Marx y vamos a tratarlos lo
más seriamente que podamos.

Y ahora vamos a irnos porque, como todo lo que llega, se va. Es una ley de la
vida y una ley del desarrollo histórico: llegar e irnos. Bueno, hasta luego.

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