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Uno de los grandes temas, que incluso podríamos catalogar de obsesión, que encontramos en

Bécquer tanto en sus leyendas como en sus rimas, es la imposibilidad de expresar de forma
adecuada el caudal de experiencias sentimentales que invaden de manera constante al escritor.
Aun ante esta imposibilidad Bécquer no olvida que la poesía, para ser tal, necesitara de la escritura,
hacerse palabras, pero, fiel a la idea romántica, insistirá una y otra vez en lo que la creación poética
tiene la dependencia de un sujeto, de proyección de un “yo” ,cuya riqueza interior apenas puede
entreverse , con ojos nostálgicos, en el siempre pobre resultado verbal que genera. Esa
profundización en el propio “yo” hará de la poesía una forma de conocimiento que se apoya en
una experiencia preliteral cargada de indeterminación. Por eso parece algo preexistente al poema
mismo : “Espíritu sin nombre/ indefinible esencia...” Una cualidad del espíritu del hombre que
reside en su alma y que para revelarla necesita darle forma. Frente a la riqueza del mundo interior
del poeta, el lenguaje es siempre un balbuceo, un instrumento insuficiente.
La rima XV es un claro ejemplo de esta imposibilidad de expresar de manera clara aquello que el
“yo” anhela definir determinantemente. Podemos percibir, en dicha rima, como el poeta sucumbe
en el uso quieto del lenguaje que se ve reflejado en la abundancia de metáforas utilizadas. Al leer
esa secuencia metafórica en pro de la definición del “tu”, nos da la impresión de que el poeta podría
llenar paginas y paginas sin lograr definir completamente aquello a lo que hace referencia. Hace
allí una convocatoria a todos los sentidos sensoriales (menos al gusto) para poder definir al “tu”,
que en lugar de traer claridad al asunto termina por entrar en un juego claro oscuros que hace aun
mas difuso a ese “tu” . Por un lado lo define como un “Cendal flotante de leve bruma...” y luego
como a una “onda de luz”. Si bien este juego de contradicciones mediante el uso de los contrarios,
de la deformidad como una categoría estética, es típico del Barroco, el Romanticismo lo retoma
como fuente generadora de misterio. Si algo es luz y sombra al mismo tiempo estamos en presencia
de algo que no se puede definir, algo desconocido. Las metáforas utilizadas en esta rima carecen de
corporeidad. Únicamente aparece una referencia a los ojos pero que no se extiende a ninguna otra
parte del cuerpo: no hay cabelleras, no hay estaturas, no hay piel; no hay lineas precisas que definan
aquello que se esta intentando describir. Por mas intentos que hagamos en relacionar a ese “tu” con
una figura femenina serán en vano. No hay elementos concretos que nos sirvan de indicio para
poder relacionar al “tu” con una figura femenina sino mas bien todo lo contrario: hay un esfuerzo
por parte del poeta de generar la sensación de decorporeidad y reducir a dicho “tu” a una entidad
metafísica, una entidad sin cuerpo.
La rima XI nos presenta tres modelos paradigmáticos. En los primero dos podríamos decir que se
hace una referencia explícita a dos tipos diferentes de mujer. La primera de ella se presenta como
morena, y como la encarnación misma de la pasión. La segunda se presenta como una dama rubia
(“trenzas de oro”), y se ofrece al “yo” con la promesa de brindarle “dichas sin fin”. Por último
tenemos la tercera y ultima presentación de la que no podemos asegurar, en lo mas mínimo, de que
la que allí está hablando sea una mujer. Aquí se nos presenta nuevamente la entidad metafísica de la
que hablábamos anteriormente. Indefinida, incorpórea, lejos del alance del “yo” que la desea con
ancias, que en un ruego entre signos de exclamación le dice “¡Oh, ven; ven tu!”
La rima XXI nos arroja un poco mas de luz sobre qué es esa entidad abstracta. La pregunta “¿que es
poesía?” es la pregunta que hace una mujer, a la que el poeta no se sustrae con evasivas galantes
sino que se demora en un razonamiento argumental (los porque) acorde con el sosiego de la
situación , que, como ha subrayado López Estrada tiene algo de escena de camafeo romántico.
Esta rima XXI, sustanciada prácticamente en la interrogación y en la respuesta, viene a ser una
síntesis lírica de un conocido pasaje de la primera de las Cartas literarias a una mujer, publicadas
por Becquer en 1860 en la revista El Contemporáneo. Comparando ambos textos, vemos como se
ha pasado del desarrollo analítico y argumental de la prosa a la sencilla pero expresiva contención
que cuadra mas al verso. El pasaje en cuestión dice así:
“En una ocasión me preguntaste: “¿Que es la poesía?” ¿te acuerdas? No sé a qué proposito habia yo
hablado algunos momentos antes de mi pasion por ella.
¿Ques es la poesía? Me dijiste; y yo, que no soy muy fuerte en estos de las definiciones, te respondi
titubeando: “La poesía es...es...; y sin concluir la frase buscaba inutilmente en mi memoria un
término de comparacion, que no acertaba a encontrar (..). Mi ojos que, a efecto sin duda de la
turbacion que expermentaba, habian errado un istantesin fijarse en ningún sitio, se volvieron
entonces instintivamnte hacia los tuyos y exclamé al fin: “¡La poesía, la poesía eres tu!”.
La poesía eres tú porque esa vaga aspiración a lo bello que la carateriza y que e una facultad de la
inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.
La poesía eres tú porque el senimiento, que en nosotros es un fenomeno accidental y pasa como una
ráfaga de aire,, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial, que contituye una parte de
ti misma.
Ultimamente la poesía eres tú, porque tu eres el foco de donde parten sus rayos. LA poesía es en el
hombre na cualidad del espíritu, reside en su alma, vive con la vida incorporea de la idea y para
revelarla necesita darle una forma. Por eso la esribe.
En la mujer, por el contrario, la poesía está encarnada en su ser, su aspiracion, sus presentimientos,
sus pasiones y su destino son poesía; vive, respira, se mueve en una indefinible atmofera de de
idealismo que se desprende de ella como un fluido luminoso y magnético: es en una palabra, el
verbo poetico hecho carne”.
Como podemos apreciar poesía y mujer se funden en una misma cosa. La mujer es la encarnacion
misma de la poesía. Lo que hace Becquer es tomar el topico romantico de la mujer inalcanable y
hablar mas que de la mujer,habr de laía, habla de lo que siente ante a imposiblidad del idioma. EL
idioma no puede expresar todo lo que el poeta desea decir.
La rima I es fundamental para entender esto ultimo. No estamos ante la actitud romántica de decir
que el lenguaje resulta insuficiente para al poeta, eso esta presente. Ademas hay una idea de domin,
de querer sujetar el lenguaje, que sea suficientemente docil para poder expresar lo que se siente.
Para esto se necesita un lenguaje especial, un lenguaje inexitente. Aqui se da una paradoja: lo
decalra insuficiente para manifestar la riqueza interior, pero o declara desde el lenguae mismo. SE
utiliza el lenguaje para decir que el lenguaje es insuficiente. DE aqui surge la insatifaccion
constante del romantico. YA que no puede alcanzar este himno se conforma con cantar ese himno.
De este modo la poesía tambien seria el lenguaje, inalcanzable, ideal. Becquer en todo momento
itenta desprenderse de la materia y de lo racional, y de enagenarse en la poesía y en el misterio. En
ese anhelo halla en un ser momentaneo y fugaz hay algo divino y eterno. EL deseo de volar al
encuentro de ese otro mundo.

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